Quintiliano X: el concepto de imitatio y la creación literaria

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Descripción

Sapere, A. (2009), “Quintiliano X: el concepto de imitatio y la creación literaria”. Quinto Coloquio Internacional “Mito y Performance; de Grecia a la Modernidad”. Buenos Aires, La Plata. 16-19 de junio de 2009.

Quintiliano X: el concepto de imitatio y la creación literaria.

Analía V. Sapere Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

El capítulo 2 del libro X de las Institutiones Oratoriae de Quintiliano tiene como tema principal la imitatio. El concepto de imitatio está enmarcado en una tradición literaria que se remonta, al menos, a Platón, lo que lo convierte, a raíz de las diversas interpretaciones que se le han adjudicado, en un término polivalente, que, en el contexto de la obra de Quintiliano, necesita ser definido con precisión, tarea que nos proponemos en el presente trabajo1. Investigaremos pues el concepto y sus implicancias en la teoría de Quintiliano respecto de la originalidad en la creación literaria y la formación de un canon. Quintiliano comienza el Capítulo 2 del libro X afirmando que todo arte se basa, en cierta medida, en la imitación.

Neque enim dubitari potest quin artis pars magna contineatur imitatione. Nam ut inuenire primum fuit estque praecipuum, sic ea quae bene inuenta sunt utile sequi. [2] Atque omnis uitae ratio sic constat, ut quae probamus in aliis facere ipsi uelimus. (X, 2,1-2) En efecto, no se puede dudar que gran parte del arte está contenido por la imitación. Pues, como el inventar fue y es lo primero y principal, así, aquellas cosas que fueron bien inventadas son algo útil de seguir. Y el fundamento de toda vida está establecido así, de tal modo que las cosas que aprobamos en otros nosotros mismos queremos hacerlas.

Se afirma, entonces, lo natural que resulta, en cualquier actividad, recurrir a la imitatio2.

Sic litterarum ductus, ut scribendi fiat usus, pueri secuntur, sic musici uocem docentium, pictores opera priorum, rustici probatam experimento culturam in exemplum intuentur, omnis denique disciplinae initia ad propositum sibi praescriptum formari uidemus (X, 2, 2). Así, los niños siguen las líneas de las letras para desarrollar la práctica de escritura; así, los músicos observan como ejemplo la voz de los que les enseñan; los pintores, las obras de los que los precedieron; los campesinos, la cosecha ya probada mediante la experiencia. Finalmente, vemos que los inicios de toda disciplina deben estar formados con vistas a un propósito prescripto para sí.

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Para un análisis del término ‘imitación’ en la Antigüedad, Cf. MCKEON (1936). Se vincula con la idea de Aristóteles (Poética, 4, 1448b8) de que la imitación es algo natural del ser humano. Cf. MCKEON (1936, 27)

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Hasta aquí, la imitatio como base de las distintas actividades humanas. A continuación, Quintiliano desarrolla los elementos negativos3 de la imitatio, que, a nuestro parecer, pueden dividirse en dos grupos: las críticas a la imitatio por exceso y las críticas por defecto. La crítica a la imitatio por exceso se basa en que, si no se realiza con cuidado y medida, toda imitación es susceptible de convertirse en una deformación negativa del original, en una parodia risible. Esto ocurre, en general, cuando se exceden aquellas virtudes que quieren ser imitadas.

plerumque declinant in peius et proxima uirtutibus uitia comprehendunt fiuntque pro grandibus tumidi, pressis exiles, fortibus temerarii, laetis corrupti, compositis exultantes, simplicibus neglegentes. (X, 2, 16) A menudo caen en lo peor, y expresan los vicios inferiores4 a las virtudes y se vuelven hinchados en lugar de grandes, insignificantes en lugar de concisos, temerarios en lugar de fuertes, desordenados en lugar de alegres, desbordados en lugar de adecuados, negligentes en lugar de simples.

Dentro de las críticas a la imitatio por defecto está, en primer lugar, la idea platónica de que la imitación, en la medida en que es copia de un original, nunca podrá igualarlo en calidad.5

[11] Adde quod quidquid alteri simile est necesse est minus sit eo quod imitatur, ut umbra corpore et imago facie et actus histrionum ueris adfectibus. Quod in orationibus quoque euenit. Namque iis quae in exemplum adsumimus subest natura et uera uis, contra omnis imitatio facta est et ad alienum propositum commodatur. [12] Quo fit ut minus sanguinis ac uirium declamationes habeant quam orationes, quod in illis uera, in his adsimulata materia est. (X, 2, 11-12)6 A esto se agrega que es inevitable que cualquier cosa que sea similar a otra, sea menor que aquello que es imitado, como la sombra es menor que el cuerpo, la imagen7 menor que la cara, la actuación del actor menor que los sentimientos verdaderos. Esto también ocurre en la oratoria. Pues a esos discursos que tomamos como ejemplo les es fundamento la naturaleza y la verdadera fuerza; por el contrario, toda imitación está hecha y acomodada a un propósito ajeno. Por ello ocurre que las declamaciones tienen menos sangre y fuerza que los discursos, porque en unas el tema es verdadero; en los otros, ficticio.

La única verdad es el modelo, por lo que la copia está condenada a una posición de inferioridad de la que no puede escapar. ¿Qué les queda, entonces, a los escritores romanos, bajo la sombra de sus modelos, los griegos? Más aun: ¿qué les queda a los escritores de la 3

FANTHAM (1978) hace un análisis diferente de este capítulo. Proximus: “next (in worth, rank, etc.), second-best; next in order”. Cf. OLD, s.v. 5 Por supuesto que cuando nos referimos a que Quintiliano sigue aquí una idea platónica, se entiende que está despojada de las implicancias metafísicas y éticas que existen en Platón. Quintiliano hace uso de estas ideas adaptadas a su método didáctico. 6 Es interesante notar que no sólo se basa en las ideas platónicas, sino que utiliza metáforas que se desprenden de la doctrina, como el uso de los términos umbra e imago. 7 El retrato. 4

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época de Quintiliano, a la sombra no sólo de los griegos, sino además de sus predecesores latinos de la Edad de oro?8 Es evidente que están relegados indefectiblemente a un segundo plano respecto de aquellos modelos a los que nunca podrán alcanzar. Como dice Quintiliano: “necesse est enim semper sit posterior qui sequitur”: “es inevitable, en efecto, que siempre el que sigue sea inferior” (X, 2, 10). Otra crítica a la imitatio por defecto radica en el hecho de que ésta, sola, no alcanza para la creación poética. Hay cosas que son intransmisibles, como el ingenium del orador, por tanto, la utilidad de la imitatio es limitada.

Adde quod ea quae in oratore maxima sunt imitabilia non sunt, ingenium, inuentio, uis, facilitas et quidquid arte non traditur. (X, 2, 12) A esto se agrega que las cosas que son más importantes en un orador no son imitables: talento, fuerza, facilidad y cualquier cosa que no se transmite por el arte.

Otro argumento de la crítica por defecto es que muchos imitadores se conforman solamente con copiar el original y no mejorarlo. Ante omnia igitur imitatio per se ipsa non sufficit, uel quia pigri est ingenii contentum esse iis quae sint ab aliis inuenta. Quid enim futurum erat temporibus illis quae sine exemplo fuerunt si homines nihil nisi quod iam cognouissent faciendum sibi aut cogitandum putassent? Nempe nihil fuisset inuentum. (X, 2, 4) Ante todo, en consecuencia, la imitación por sí misma no es suficiente, incluso porque es de una disposición indolente estar satisfecho con las cosas que fueron encontradas por otros. ¿Qué, en efecto, hubiera ocurrido en aquellos tiempos que no tenían ejemplo, si los hombres hubieran pensado que nada debía ser hecho o reflexionado por ellos más de lo que ya conocían? Por supuesto, nada hubiera sido inventado.

Por último, y en relación con el argumento anterior, la imitatio resulta un elemento conservador en la actividad artística y la transforma en una tarea insustancial, pues se limita a la mera observación y reproducción de un modelo.

Et cum illi, qui nullum cuiusquam rei habuerunt magistrum, plurima in posteros tradiderint, nobis usus aliarum rerum ad eruendas alias non proderit, sed nihil habebimus nisi beneficii alieni? (X, 2, 6) Y cuando aquellos no tuvieron ningún maestro de ninguna cosa, transmitieron muchas cosas a los posteriores, ¿el uso de cosas ajenas no contribuirá para que nosotros descubramos otras, sino que no tendremos nada, salvo [lo que surja] por beneficio ajeno?

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“Thus the great Greek canon, which opens the series of readings proposed by Quintilian, and which offers the guidelines for subsequent review of Latin works, is still in the Flavian age the fundamental reference point of the system of poetic genres, and guides the Roman production in fields where there are no great Augustan models”. CITRONI, 2006, 18. 3

El modelo es el único que debe recibir crédito por la verdadera invención, mientras que el imitador saca provecho inmerecidamente del trabajo de otro (beneficium alienum). La imitatio, entonces, se opone a la originalidad. Hasta aquí observamos una perspectiva negativa, pues si todo arte está basado en la imitatio y la imitatio tiene las complicaciones que hemos mencionado, ya sea por exceso o por defecto, no parece tener utilidad alguna. En este sentido, el canon de autores planteado por Quintiliano a lo largo del libro X (que no estudiaremos aquí) funcionaría como un repertorio de nombres intocables, un museo que colecciona los más preciosos tesoros a los que jamás se podría acceder. Es evidente que no es esto lo que propone Quintiliano y que hemos llegado aquí a una contradicción, pues si el capítulo (10, 2, 1) comenzaba afirmando que una gran parte del arte se basa en la imitación (artis pars magna contineatur imitatione), resulta incomprensible que ahora nos proponga la idea (opuesta) de que la imitación es perjudicial para la creación. La obra de Quintiliano tiene un marcado tono didáctico9, de modo que no es posible que esté intentando desacreditar la actividad creativa en la oratoria. Muy por el contrario, creemos que se trata de una estrategia discursiva, acorde, además, con el estilo didáctico mencionado. Al plantear el concepto de imitatio de este modo, Quintiliano nos presenta una aporía que le permite exponer la problemática de la oratoria en su tiempo, para luego, una vez resuelta, argumentar con más fuerza su punto de vista. Veamos, pues, cómo sale Quintiliano de la aporía y qué consecuencias se desprenden de ello. En primer lugar, si se ha afirmado que la imitación nunca puede igualar a su original, será necesario que ésta no tenga un solo modelo, sino varios. De esta manera, tomando elementos buenos de varios autores y, a su vez, lo mejor de cada uno de ellos y lo más apropiado para el imitador, se evita caer en la crítica de la imitatio por defecto, porque ya no se trata de una relación modelo-imagen, sino de varios modelos adaptados a las particularidades del orador.

Nam praeter id quod prudentis est quod in quoque optimum est, si possit, suum facere, tum in tanta rei difficultate unum intuentis uix aliqua pars sequitur; ideoque cum totum exprimere quem elegeris paene sit homini inconcessum, plurium bona ponamus ante oculos, ut aliud ex alio haereat, et quo quidque loco conueniat aptemus. (X, 2, 26) Pues, además de eso de que el prudente, si puede, debe hacer suyo aquello que es lo mejor en cada uno [de los autores a imitar], entonces, en tan gran dificultad del asunto, para los que miran a un solo [modelo], apenas se puede seguir alguna parte; por eso, porque casi es imposible para un hombre reproducir al [modelo] que se elige, pongamos ante los ojos las virtudes de muchos, de modo que se adhiera una a otra y las adaptemos al lugar que convenga.

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“Quintilian writes, not as the literary man for a sympathetic brotherhood, but as the professor of rhetoric fur studentes in his school. (PETERSON, 1891, xxii) 4

Luego, y más contundentemente, Quintiliano supera la aporía de la imitatio incapaz de reproducir el original, planteando que la imitación es el motor de la creación, pero esta no sirve sin su complemento: el aporte personal de cada imitador.

Qui uero etiam propria his bona adiecerit, ut suppleat quae deerant, circumcidat si quid redundabit, is erit quem quaerimus perfectus orator: quem nunc consummari potissimum oporteat, cum tanto plura exempla bene dicendi supersunt quam illis qui adhuc summi sunt contigerunt. Nam erit haec quoque laus eorum, ut priores superasse, posteros docuisse dicantur. (X, 2, 28) Pero quien a estas cosas añadiera las propias virtudes, de modo tal que supla las que falten, suprima si algo redunda, ese será el que buscamos como perfecto orador. Éste ahora debe ser colmado de honores como el mejor, cuando hay en tan gran cantidad muchos más ejemplos de la buena expresión que los que les tocaron en suerte a aquellos que hasta ahora son los más importantes. Pues esta alabanza también será de ellos, de modo que se diga que han superado a sus predecesores y que han enseñado a los posteriores.10

En resumen, al deshacer el original único e inmutable y transformarlo en varios originales adaptables, la imitatio ya no corre peligro ni de fallar por defecto ni tampoco por exceso, porque ésta implica ahora un ajuste con respecto al imitador. Ya no se trata de una mera copia, sino de una reelaboración. No obstante, la idea platónica de superioridad del modelo no se ha abandonado, sino que permanece aun más fuerte. La relación modelo/imitación continúa, pero modificada en su planteo. Mientras que antes se planteaba mediante un vínculo de copia refleja (y, por ende, siempre deficiente), ahora se plantea en términos de una reelaboración. Este detalle resulta fundamental para nuestra tesis, pues intentamos demostrar que para Quintiliano, la imitación establecida en estos nuevos términos implica una superación de los modelos anteriores. El canon de autores-modelo sigue existiendo, indudablemente, pero no como un espacio inaccesible, sino como un espacio abierto al cual se puede entrar mediante una imitación correcta y elaborada de esos mismos modelos. Entendemos, entonces, que se trata de una visión de la historia de la literatura (y de la oratoria en particular) como superación. Quintiliano es muy riguroso al exponer esto, lo que se refleja, por ejemplo, en la selección léxica. Así, se refiere a los modelos más antiguos no solo como tales, es decir, “los primeros”, “los anteriores” —prior (X, 2, 9; 28)—, sino que también los caracteriza como rudes11 (X, 2, 5), dejando en evidencia su idea de que, por ser los primeros, 10

Este pasaje es respuesta a una frase con tono de pregunta reórica planteada ya en el parágrafo 9: Quod si prioribus adicere fas non est, quo modo sperare possumus illum oratorem perfectum, “Pero si no es lícito añadir (algo) a los primeros, de qué modo podemos esperar a aquel perfecto orador. 11 “Still in its natural state, unwrought; lacking in finished workmanship, roughly fashioned, crude; not yet cultivated, virgin; not yet refined by civilization, primitive, rude, unsophisticated”. Cf. OLD, s.v. rudis. 5

son, efectivamente, inferiores. Con todo, se produce una paradoja, porque, por ser los primeros, son rudes pero, para quien tiene la intención de imitarlos, son un modelo y, en consecuencia, mejores. De allí que son primeros temporalmente y son primeros desde el punto de vista estético, pero, vistos en una línea temporal más amplia —i. e., desde la óptica de Quintiliano—, son rústicos. También hay un juego con el término posterior (X, 2, 10; 28) como “posterior” en el tiempo y “posterior” en un orden de mérito, i. e., “inferior” (porque debe imitar a un modelo mejor), pero, de acuerdo con la perspectiva de Quintiliano, con posibilidades de mejorar y de ser superado por los que vendrán después de él. Citroni (2006, 15-16) y muchos otros críticos han observado que la época de Quintiliano se caracteriza por un sentimiento de inferioridad generalizado respecto de los autores del período augusteo. Esta situación, que en principio podría redundar en una actitud pesimista por parte de Quintiliano acerca de las posibilidades artísticas de su época, se transforma, sin embargo, en una actitud esperanzadora, ya que la imitatio como complemento de los modelos precedentes es la forma de superarlos12. En el parágrafo 6, ya citado, Quintiliano invita a sus contemporáneos a compararse con sus predecesores que, sin modelos, fueron creadores. ¿Cómo ellos, que sí los tienen, y, por tanto, están en una mejor condición, no van a ser creadores si quienes no tuvieron modelos lo fueron?13 El paso siguiente es la superación. En consecuencia, Quintiliano se sirve de la idea platónica de modelo o paradigma pero en vez de conservar sus implicancias negativas, la reformula en algo positivo. Llegados a este punto, nos preguntamos si el concepto de imitatio no ha sufrido una desviación desde una visión platónica a una visión aristotélica. En Metafísica I, 983b, Aristóteles esboza las bases de su método diaporemático, que parte de considerar las opiniones diversas de quienes, antes que él, se han dedicado a los mismos asuntos: 983β] [1] ὅµως δὲ παραλάβωµεν καὶ τοὺς πρότερον ἡµῶν εἰς ἐπίσκεψιν τῶν ὄντων ἐλθόντας καὶ φιλοσοφήσαντας περὶ τῆς ἀληθείας. δῆλον γὰρ ὅτι κἀκεῖνοι λέγουσιν ἀρχάς τινας καὶ

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“When a Greek or Roman who has been schooled in rhetoric (and thus in the classics of literature, study of which precedes rhetorical education) looks to tradition, he seeks not fixed guidelines or restrictive models but a body of raw material out of which he, in collaboration and competition with his contemporaries, fashions something new. That all the rhetors, declaimers, and orators are working with the same body of raw material, the same tradition, provides a coherence to their shared enterprise and a mutual comprehensibility to their inventions. [...] Classic works of literature, traditional declamatory themes, and classic models of oratorical style provide fixed points of reference for both form and content of new rhetorical productions. Quintilian says as much when he canonizes a fixed reading list of Greek and Roman authors for use in the training of orators.”. (HABINEK, 2005, 74). 13 “Quintilian goes on tu suggest that because his contemporaries have access to the stoerhouse of knowledge made available by the advent of script literacy, they have a special obligation to build on the foundations established by their predecessors, who had no such advantage. He builds a ringing call for original invention from his fellow Romans” (LOGIE, 2003, 367-8). 6

αἰτίας: ἐπελθοῦσιν οὖν ἔσται τι προὔργου τῇ µεθόδῳ τῇ νῦν˙ [5] ἢ γὰρ ἕτερόν τι γένος εὑρήσοµεν αἰτίας ἢ ταῖς νῦν λεγοµέναις µᾶλλον πιστεύσοµεν. Empero, tomemos a los que nos precedieron en la investigación de las cosas que son y filosofaron acerca de la verdad. Es evidente que aquellos exponen algunos principios y causas. En efecto, para los que recurren a ellos hay algo [bueno] en relación con el proceso de investigación de ahora. Pues o descubriremos otro género de causa o confiaremos en las ahora expuestas.

Vemos aquí formulado el método seguido por Aristóteles en Metafísica, que tiene su base en tomar las opiniones de los pensadores anteriores14. Aristóteles los menciona, los comenta, los discute y los objeta, lo que le permite, finalmente, expresar sus propias opiniones que serán, dentro de su sistema, mejores. ¿Acaso no es esto, mutatis mutandi, lo que, según hemos visto, propone Quintiliano para la tarea del orador? No es nuestra intención demostrar que Quintiliano utiliza el mismo método de Aristóteles (es grande la distancia, desde que Aristóteles lo aplica a la investigación científica y Quintiliano a la oratoria), sino que tiene un planteo similar al sugerir que los precedentes pueden ser mejorados. Entonces, para expresar su opinión acerca de la formación de los oradores de su tiempo, Quintiliano partió de una concepción de modelo propia de Platón y culminó con una idea de superación similar a la de Aristóteles. En resumen, hemos visto que Quintiliano esboza los elementos negativos de la imitatio basados, fundamentalmente, en la imposibilidad de que una copia iguale a su original. Dado que esta idea sería contraria a toda creación artística, Quintiliano la reformula, planteando la imitación a partir de varios modelos, en vez de uno solo e idealizado y su adaptación por parte del imitador, añadiendo, además, sus aportes personales. Esto le permite disipar el complejo de inferioridad que caracteriza a su época dado que, desde esta nueva perspectiva, el modelo puede ser superado por su imitación. Mientras que la imitatio de los autores clásicos parecía ser, en principio, un elemento conflictivo, negativo, conservador y contrario a la originalidad, Quintiliano lo transforma, entendiéndolo como una fase de la creación y le otorga así un papel central, pues la imitatio es presentada como el motor de una historia literaria (o de la oratoria) armada sobre la base de sucesivas superaciones de modelos precedentes.

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También en otras obras: νῦν µὲν οὖν οἱ τὰς τέχνας τῶν λόγων συντιθέντες οὐδὲν ὡς εἰπεῖν πεπορίκασιν αὐτῆς µόριον... (Retórica, 1354a): “En efecto, los que compilaron las Artes de los discursos no han proporcionado, por decirlo así, ninguna pequeña parte de ella...”.

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Bibliografía. ARISTÓTELES, Aristotle's Metaphysics, ed. W.D. Ross. Oxford: Clarendon Press, 1924. CITRONI, M. (2006), "Quintilian and the Perceptions of the System of Poetic Genres in the Flavian Age", en Nauta, R.R; Van Dam, H-J.; Smolenaars, J. J. L. (edd.), Flavian Poetry, Brill, London, Boston, pp. 1-19. EGGER, Émile, Essai sur l'histoire de la critique chez les Grecs, introduction à l'étude de la littérature grecque, 1887. FANTHAM, Elaine (1978), “Imitation and Decline: Rhetorical Theory and Practice in the First Century after Christ”, Classical Philology, Vol. 73, No. 2, 1978, pp. 102-116 GLARE, P. (ed.) (1996), Oxford Latin Dictionary, Oxford. HABIB, M. A. R. (2005), A History of Literary Criticism. From Plato to the Present, Blackwell Publishing. HABINEK, T. (2005), Ancient Rhetoric and Orator, Blackwell Publishing. LOGIE, John (2003), "I Have No Predecessor to Guide My Steps": Quintilian and Roman Authorship” Rhetoric Review, Vol. 22, No. 4, pp. 353-373 MCKEON, Richard (1936), “Literary Criticism and the Concept of Imitation in Antiquity”, Modern Philology, Vol. 34, No. 1, pp. 1-35. PETERSON, W. (ed.) (1891), M. Fabi Quintiliani Institutionis Oratoriae, Liber Decimus; Georg Olms Verlagsbuchhandlung, Hildeshein. QUINTILIANO. M. Fabi Quintiliani Institutionis oratoriae libri duodecim. Vols. 1 et 2, recogn. brevique adnot. critica instruxit Michael Winterbottom, Oxonii: Clarendon, 1970. RUSSELL, D. A. (1979), “De imitatione”, en WEST, D.; WOODMAN, T., Creative Imitation and Latin Literature, Cambridge University Press, 1979, pp. 1-16.

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