¿QUÉ SIGNIFICA SER MAPUCHE HOY? Desentrañando factores relevantes en el juicio de identificación mapuche en adolescentes de la Región Metropolitana

July 21, 2017 | Autor: Mariel Mateo | Categoría: Identidad étnica, Etnicidad
Share Embed


Descripción

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES INSTITUTO DE SOCIOLOGÍA

¿QUÉ SIGNIFICA SER MAPUCHE HOY? Desentrañando factores relevantes en el juicio de identificación mapuche en adolescentes de la Región Metropolitana por MARIEL MATEO PIÑONES Tesis presentada al Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, para optar al grado de magíster en sociología Profesor guía: EDUARDO VALENZUELA Comisión Informante: DAVID BRAVO SOLEDAD HERRERA EDUARDO VALENZUELA Marzo, 2015 Santiago, Chile ©2015, Mariel Mateo Piñones

©2015, Mariel Mateo Piñones Se autoriza la reproducción total o parcial, con fines académicos, por cualquier medio o procedimiento, incluyendo la cita bibliográfica que acredita al trabajo y a su autor.

2

AGRADECIMIENTOS Son muchas las personas que han contribuido a esta tesis. Quisiera agradecer especialmente al profesor Eduardo Valenzuela, a Belén Unzueta, Francisco Olivos, Álvaro Riquelme y a los integrantes de mi comisión de tesis por su permanente disposición a apoyarme en el proceso de investigación y por su generosidad al enriquecer desde sus diversos puntos de vista este trabajo. Asimismo, manifiesto mi gratitud al Centro Interdisciplinario de Estudios Interculturales e Indígenas (ICIIS) y al Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile (ISUC) por becarme en el desarrollo de mis estudios de magíster.

3

CONTENIDO INDICE DE TABLAS .................................................................................................... 6 RESUMEN ..................................................................................................................... 7 1

INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 8

2

JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA .................................................................. 11

3

MARCO TEÓRICO .............................................................................................. 14 3.1

Categorías sociales ........................................................................................ 14

3.2 Categorías e identidad social: ¿cómo se transmite el conocimiento categorial? ................................................................................................................. 18

4

5

3.3

Identidad étnica: ¿una identidad en riesgo? .................................................. 21

3.4

Sobre definiciones de identidad racial, étnica y mapuche ............................ 24

3.5

Ser mapuche hoy: entre factores objetivos y subjetivos ............................... 27

METODOLOGÍA ................................................................................................. 37 4.1

Fuente de datos ............................................................................................. 37

4.2

Método .......................................................................................................... 37

4.3

Estrategia de análisis y modelos ................................................................... 44

RESULTADOS METODOLÓGICOS ................................................................. 52 5.1

Eficiencia del diseño factorial ....................................................................... 52

5.2

Análisis del instrumento................................................................................ 54

5.2.1

Dificultad del instrumento .................................................................... 54

5.2.2.

Dificultad del instrumento según habilidades cognitivas ..................... 55

5.3

6

Comportamiento del respondiente ................................................................ 58

5.3.1

Evaluación del uso de Rating Task ....................................................... 58

5.3.2

Evaluación de la consistencia de los juicios ......................................... 59

RESULTADOS..................................................................................................... 63 6.1

Árbol de decisión: La lógica detrás del juicio de identificación mapuche .... 63

6.2 Regresiones logísticas multinivel: El rol de lo social e idiosincrático sobre los juicios .................................................................................................................. 66 7

8

DISCUSIÓN ......................................................................................................... 78 7.1

Ser mapuche hoy: más voluntario que obligatorio ........................................ 78

7.2

Ser mapuche hoy: según los “lentes” de los estudiantes ............................... 80

7.3

Limitaciones y proyecciones de este estudio ................................................ 81

CONCLUSIONES ................................................................................................ 84 4

9

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 86

10

ANEXOS .......................................................................................................... 91 10.1

Eficiencia del diseño factorial ....................................................................... 91

10.2

Test de asociación entre rendimiento esc. y dificultad al responder viñetas. 92

10.3

Test de asociación entre no respuesta y características de los estudiantes.... 92

10.4

Intervalos de confianza para datos de Gráfico 8 ........................................... 93

10.5

Modelo con mejor ajuste ............................................................................... 94

5

INDICE DE TABLAS Tabla 4-1. Modelo de viñeta ......................................................................................... 39 Tabla 4-2.Operacionalización de “Identificación mapuche” ........................................ 41 Tabla 4-3. Análisis descriptivo de variables al nivel (2) de estudiantes, muestra final 50 Tabla 5-1. Descriptivos de niveles por dimensión, según tipo de viñeta ...................... 53 Tabla 5-2. Número de viñetas en blanco por estudiante, según tipo de viñeta ............. 61 Tabla 5-3. No respuesta en viñetas dicotómicas y ordinales según características de los estudiantes ................................................................................................... 62 Tabla 6-1. Modelo 0: No condicional, Logaritmo de las odds de considerar al otro como mapuche ............................................................................................ 66 Tabla 6-2. Modelo 1: Odds Ratios de identificar al otro como mapuche ..................... 68 Tabla 6-3. Modelo 2: Odds ratios de identificar al otro como mapuche; Interacciones de Nivel 1 .................................................................................................... 72 Tabla 6-4. Modelo 3: Odds ratios de identificar al otro como mapuche según características de los estudiantes ................................................................. 74 Tabla 6-5. Modelo 4: Odds ratios de identificar al otro como mapuche según factores objetivos y subjetivos contemplados en las viñetas y características de los estudiantes ................................................................................................... 77 Tabla 10-1.Matriz de correlaciones (Viñetas Dicotómicas) ......................................... 91 Tabla 10-2.Matriz de correlaciones (Viñetas Ordinales) .............................................. 91 Tabla 10-3.Test de asociación entre variables "rendimiento escolar" y "dificultad al responder viñetas" ....................................................................................... 92 Tabla 10-4. Pruebas de chi-cuadrado de Pearson para asociación entre no respuesta y características de los estudiantes ................................................................. 92 Tabla 10-5 Intervalos de confianza para probabilidades predichas para educación de la madre y clase social ................................................................................... 93 Tabla 10-6. Modelo 5: Odds ratios de identificar al otro como mapuche según factores y características de los estudiantes (Sólo efectos significativos) ................ 94

6

RESUMEN Los mapuches son el grupo indígena más importante en Chile ¿Pero qué significa ser “mapuche” hoy? Existe una discusión en el país acerca del sustento de la identificación mapuche, ya que los rasgos que tradicionalmente se han asociado a “lo mapuche” como la lengua, práctica de sus costumbres, vínculo con su tierra ancestral e incluso su comunidad de sangre, se han visto erosionados por diversos procesos contemporáneos entre los que destacan la pérdida de su territorio histórico, su migración hacia centros urbanos y la profundización de la exogamia y mestizaje. En este contexto, esta investigación busca desentrañar cuáles son los factores que hoy sostienen la identificación mapuche, a través del estudio de los juicios de identificación étnica de una muestra de estudiantes de la Región Metropolitana de Santiago. Con este objetivo, se utiliza una metodología innovadora, conocida como “método de encuesta factorial” que permite iluminar los factores subyacentes en los juicios de identificación étnica. Los resultados muestran que la auto-identificación mapuche es el criterio que los estudiantes consideraron más relevante para fundar sus juicios de identificación mapuche, no obstante que este factor no es independiente de las características que tradicionalmente se han asociado a la figura del mapuche: como los apellidos y el color de piel. En este sentido, se ha encontrado que existe entre los jóvenes una noción compleja de lo que es “ser mapuche hoy” que contempla factores subjetivos de forma simultánea con factores objetivos. Documentar la confluencia de la dimensión subjetiva (puesta de relieve por la perspectiva constructivista) con la objetiva (defendida por el enfoque primordialista) es relevante ya que la teoría ha insistido en entenderlas como disociadas. Estos hallazgos además contrastan con la forma de identificación étnica de sociedades como la norteamericana, donde se impone un estricto criterio de consanguinidad, y también con la sociedad brasileña, donde se ha documentado que el abanico del color de piel es el rasgo más fundamental para realizar la clasificación étnica.

7

1 INTRODUCCIÓN “Somos mapuche de hormigón Debajo del asfalto duerme nuestra madre (…) Somos hijos de los hijos de los hijos Somos los nietos de Lautaro tomando la micro Para servirle a los ricos Somos parientes del sol y del trueno Lloviendo sobre la tierra apuñalada (…)” Mapurbe, David Aniñir1

No cabe duda que los mapuche son el grupo indígena más grande en nuestro país, pero en la actualidad se mira con preocupación la erosión de varios de los que se consideran elementos esenciales de su identidad, tales como su lengua y tradiciones culturales que casi no son practicadas por las nuevas generaciones, lo que se suma a la conocida pérdida de gran parte de su territorio histórico y a la abierta exogamia que va progresivamente debilitando su comunidad de sangre (Valenzuela, 2007; Irarrázabal & Morandé, 2007). Estas nuevas condiciones hacen obligatorio considerar que el significado de categorías sociales como la mapuche, así como los atributos que las definen, están sujetos a transformaciones dadas por el contexto sociocultural y por reinterpretaciones de los actores sociales. En este sentido, se han documentado varios procesos sociales que han dado forma a un nuevo escenario inter-étnico. Quizá el más importante es la migración del pueblo mapuche a las grandes ciudades en busca de mejores condiciones de vida, que aunque suscitó intranquilidad por la pérdida de su cultura en el espacio urbano, lo cierto es que su asentamiento prolongado en este espacio más que provocar su asimilación desató un proceso de recomposición de la identidad mapuche, pues nuevas generaciones de hijos y nietos nacieron en la urbe, y aunque debieron poner en práctica una lengua distinta a la de su grupo y también enfrentar cotidianamente al estilo de vida metropolitano, muchos continuaron identificándose como mapuche (Antileo, 2007; Kropff, 2004). Ya en el año 2002 la mitad (53,3%) de la población mapuche de Santiago de Chile no era migrante sino que nacidos en la capital (Thiers, 2013), de manera que “la identidad étnica no desaparece en el proceso migratorio hacia los centros urbanos, sino que se transforma y se redefine en un proceso de construcción, de recomposición y de adaptación a los imperativos de la sociedad moderna” (Aravena, 1999, pág. 17). Otro fenómeno importante, iniciado en las últimas décadas, es el resurgimiento del movimiento indígena en el continente 1

Poeta mapuche

8

latinoamericano, que en Chile se expresó a través de la agudización del conflicto mapuche que dio urgencia a sus demandas históricas al Estado chileno, principalmente por la restitución de su territorio histórico y por el reconocimiento de sus derechos, lo que consiguió hacer visible a este grupo dentro de la sociedad chilena actual (Bengoa, 2007; Saiz et al., 2008). Justamente por lo anterior, han surgido una serie de políticas públicas focalizadas en este grupo, que han tenido el efecto no deseado de marcar las diferencias entre mapuches y no mapuches, pues algunos sectores sociales han reaccionado de forma crítica a estas medidas (Merino & Quilaqueo, 2003; Saiz et al., 2008). Pero no se debe pasar por alto que se ha producido también una re-valorización de la cultura mapuche en la sociedad, sobre todo entre las generaciones más jóvenes (Antileo, 2007; Aravena, 1999; Kropff, 2004; Peyser & Chakiel, 1999; Quilaqueo et al., 2007; Unzueta &Valenzuela, 2015). En efecto, sorprendió que más de un millón de personas se identificaran como mapuche en el último Censo 2012, generando un debate nacional por el sustento de tal identificación tal como ha ocurrido con datos censales anteriores2 (Irarrázabal & Morandé, 2007; Oyarce, Pedrero, & Pérez, 2005): ¿son quienes practican sus tradiciones, su lengua? ¿es gente que simpatiza con su cultura o causa política?, y a fin de cuentas, ¿ser mapuche continúa ligado a características adscritas?, ¿o más bien, actualmente está ligado a una elección, de manera que es suficiente con la identificación subjetiva con este grupo? De ahí que cuando nos enfocamos en los adolescentes mapuche, se ha mostrado que pese a que los rasgos adscritos son considerados por éstos relevantes para definirse como tales– lamentando incluso “fallar” en aprender su lengua y practicar sus tradiciones–, también es válido que sus experiencias muestran una apropiación de lo que es ser y sentirse mapuche, que da paso a prácticas genuinas y heterogéneas (Course, 2013; Kropff, 2004; Merino & Tileagă, 2011; Oteíza & Merino, 2012; Webb, 2013). Esto evidencia que por más que aún sea importante en el imaginario social la idea del ‘mapuche pretérito’, lo cierto es que el contexto rural no es el único lugar posible para la permanencia y reproducción de su

2

De hecho, este tema ha sido bastante controversial en Chile, ya que mientras el Censo de 1992 contabilizó 928,079 mapuches (un 9,8% de la población total), el censo de 2002 sólo contabilizó 604,349 (4,6% del total), lo que se atribuye a los cambios en la manera de preguntar por la identificación étnica, pero que fue denunciado por las minorías como un “genocidio estadístico”. A esto debemos sumar el reciente debate que cuestiona la validez del último Censo poblacional (2012), por lo que todos los datos acerca de la cuantificación de la población mapuche mencionados, pese a que son los datos oficiales, deben tomarse con cautela.

9

identidad, pues el mapuche contemporáneo sigue abriéndose lugar en nuevos espacios y haciendo propias nuevas características, tal como se puede advertir en las palabras de David Aniñir. Las consideraciones anteriores evidencian la complejidad de la pregunta ¿qué significa ser mapuche hoy? Y aunque la definición compartida acerca de lo que se entiende por ser mapuche parece no estar establecida en ninguna parte, ésta tiene efectos concretos en los encuentros cotidianos entre mapuches y no mapuches, estableciendo expectativas y atribuciones de características que son reconocidas por todos los miembros de la sociedad, y que se hacen especialmente patentes en el juicio de las personas al categorizar al otro como mapuche: desde ahí se puede avanzar en reconocer qué atributos o factores son compartidos por los chilenos a la hora de ‘identificarse con’ e ‘identificar a’ esta etnia particular. Los fundamentos en los que se basan las evaluaciones o juicios de las personas suelen ser “una caja negra” para las ciencias sociales, pero existen metodologías que permiten esclarecerlos, como el método de encuestas factoriales – definido como un híbrido entre una encuesta convencional y un experimento social– que será la herramienta utilizada para abordar el problema de estudio. Así, esta investigación se propone iluminar qué es lo que se entiende por “mapuche” desde el punto de vista de la construcción social compartida de esta categoría, para lo cual desentraña los factores que son relevantes en los juicios que comparten los adolescentes de la Región Metropolitana al identificar al otro como mapuche. Los datos se recogen principalmente del módulo referente a identificación étnica del “Estudio Longitudinal de Tabaco, Alcohol y Drogas en población escolar” (ISUC, 2013). Con este propósito, en las próximas páginas se presenta la justificación del problema de estudio (segundo apartado) seguido del marco teórico en el que se definen los principales conceptos y antecedentes que sustentan las hipótesis de investigación (tercer apartado). En el cuarto apartado se exponen las características de la metodología a emplear. El quinto apartado se dedica a los resultados metodológicos que buscan validar el instrumento utilizado y establece la confiabilidad de los datos en estudio. Finalmente, se presentan los resultados que responden a la pregunta de investigación (sexto apartado), para luego exponer la discusión y conclusiones de este estudio.

10

2 JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA El estudio de los factores determinantes en el juicio de identificación mapuche de los adolescentes de la Región Metropolitana de Santiago es relevante, al menos por tres razones fundamentales: 1. Transformaciones de la identidad mapuche: En primer lugar, en la actualidad los factores implicados en el juicio de identificación se han vuelto poco evidentes debido a las transformaciones históricas de la identidad mapuche. Por eso es primordial considerar algunos de los principales procesos históricos de transformación política, cultural y social que ha sufrido este pueblo. Los mapuches– llamados también araucanos– se asentaron históricamente en las regiones del sur de Chile (entre el río Bio-Bio y Chiloé), pero una vez que la campaña militar de ocupación de la Araucanía, liderada por el Estado chileno, concluyó hacia fines del siglo XIX, el territorio mapuche se fragmentó y redujo a una mínima parte de su territorio histórico (Antileo, 2007; Unzueta & Valenzuela, 2015). Como consecuencia, los mapuche entraron en un creciente proceso de empobrecimiento y descampesinización, lo que no se puede disociar del desmantelamiento de los regímenes productivos artesanales, la intensificación de los procesos de salarización y del potente atractivo que significan las ciudades en estas condiciones de precarización (Bello, 2002). Junto con esto, se ha planteado que la migración urbana también ha sido facilitada por “la falta de programas de desarrollo rural e indígena y [por] las políticas asimilacionistas e integracionistas impulsadas por el Estado de Chile” (Varas, 2005, pág. 6). De este modo, el dilema que plantea la urbanización radica en el desafío de conservar la expresión cultural mapuche en la sociedad contemporánea, principalmente a raíz del impacto que esto representa para la mantención de su lengua y sobre todo, por la pérdida de contacto con la tierra (Antileo, 2007; Di Giminiani, 2012). Esto porque la afirmación identitaria de la tierra surge como una categoría clave en la formación del discurso etnopolítico mapuche al constituir el sostén material de su economía, pero principalmente, el fundamento simbólico y patrimonial de su comunidad histórica y sustento de su autodeterminación como mapuches (Antileo, 2007; Di Giminiani, 2012; Valenzuela, 2007). Así mismo, se ha observado un profundo debilitamiento de la lengua (mapudungún) de manera transversal en la sociedad mapuche, incluso llegando a perderse casi completamente entre los jóvenes mapuches urbanos, a lo que se debe agregar que la identidad mapuche no se fundamenta en una comunidad de sangre, puesto que es tolerante a la exogamia (Valenzuela, 2007). De manera que parece evidente cómo los factores asociados a la identidad tradicional mapuche 11

actualmente son profundamente inestables, por lo que la posibilidad de sustentar la identificación étnica en éstos, hoy parece restringida. Pero esta realidad no es excepcional de esta etnia, sino que es compartida en nuestro continente, pues tal como reconocen Peyser y Chakief “(…) las que eran consideradas como características constitutivas de la identidad indígena del siglo pasado, por ejemplo, en el presente se estiman como obsoletas dando lugar a la emergencia de nuevos elementos que son producto de la interacción y de los procesos sociales e históricos acontecidos” (1999, pág. 355). De ahí que apremie la pregunta ¿En qué (factores) nos basamos actualmente cuando identificamos al otro –o a nosotros mismos– como “mapuche”? 2. Estigmatización mapuche: Se debe mencionar que desentrañar los factores relevantes en el juicio de identificación mapuche es importante para iluminar la estigmatización que ha sufrido este pueblo. Como tendencia general, se ha sostenido que en Latinoamérica los indígenas han sufrido desacreditación y desprecio, situación que se vio intensificada en el espacio urbano por el contacto entre distintas culturas (Aravena, 1999). Para Unzueta y Valenzuela (2015) la identidad mapuche puede ser enmarcada bajo el concepto de “identidad deteriorada” planteada por Goffman (2006), debido a la minusvaloración social de sus atributos, que ha terminado por excluir a este grupo de la sociedad “normal”. Esto es preocupante porque varios estudios han mostrado que el logro de la identificación étnica, está asociado a una autoimagen satisfactoria, mayor bienestar, autoestima y capacidad de integración social (French, et al., 2006; Huang & Stormshak, 2011; Kiang, et al., 2010; Tajfel, 1984). Es urgente entonces el estudio de la estigmatización, pero éste debe situarse en el contexto específico donde surge, ya que no todos los atributos son igualmente indeseables en distintas sociedades, de ahí que en un sistema de clasificación racial más abierto como el latinoamericano, la discriminación no se ha manifestado de igual forma que en países como Estados Unidos, donde la segregación racial fue llevada al extremo (Telles, 2004). Por esto, se debe reconocer también elementos locales que van en una nueva dirección: i) como la creciente simpatía de parte de la población latinoamericana hacia la causa indígena y la valoración de su cultura, especialmente entre los jóvenes; ii) el surgimiento de varios movimientos reivindicativos de la identidad étnica; y iii) la implementación de políticas públicas de discriminación positiva, que están operando actualmente en nuestro país, y que más allá de sus debilidades o fortalezas muestran al Estado con un nuevo trato hacia el sector indígena, por lo que también es posible que hubiera un giro hacia una re-valoración del pueblo mapuche (Antileo, 2007; Aravena, 1999; Kropff, 2004; Peyser&Chakiel, 1999; Quilaqueo et al., 2007; Unzueta & Valenzuela, 2015.). De manera que reconocer los factores presentes en 12

los juicios sobre identificación mapuche entre los más jóvenes, puede orientar acerca de la valoración subyacente que hoy se comparte por esta etnia. 3. Aporte a la investigación y políticas públicas: Por último, aproximarnos a qué nos referimos como sociedad a la hora de identificarnos e identificar al otro como mapuche contribuye al avance de la investigación y políticas públicas orientadas a este grupo. La importancia que ha alcanzado el tema indígena a nivel latinoamericano en los últimos tiempos, explica el gran interés de los gobiernos por contar con datos cuantitativos que permitan atender las crecientes demandas por políticas sectoriales orientadas a sus necesidades específicas (Peyser&Chakief, 1999). Sin embargo, el problema es que pese a los esfuerzos por lograr mejores indicadores que capten la identidad étnica,

las medidas

utilizadas en la mayoría de las encuestas y censos poblacionales utilizan indicadores únicos (como el de autoidentificación/autopercepción de pertenencia o el idioma hablado) que no logran captar la multidimensionalidad de la identidad indígena, dejando velado su sentido social compartido, que opera al momento de la identificación étnica3 (Burton et al., 2010; White, 1989). En este sentido, esta investigación utiliza una metodología distinta– denominada usualmente “método de encuesta factorial” –, ya que permite acercarse al estudio de la identificación mapuche contemplando una multiplicidad de factores subyacentes que podrían estar operando en el juicio de los adolescentes al categorizar al otro como mapuche. Esta herramienta metodológica entonces, brinda la posibilidad de mirar dentro de la “caja negra” en la que han permanecido para las ciencias sociales los fundamentos del juicio de los actores. Así, el presente trabajo intenta abrir un precedente para la comprensión de las categorías sociales a través del análisis del juicio de identificación étnica en el contexto particular de nuestro país.

3

La identificación y auto-identificación étnica son medidas ampliamente criticadas, debido a sus limitaciones para captar la complejidad de la identidad étnica, sin embargo, se debe rescatar que éstas “ofrecen un marco de auto-comprensión y orientación que tiene consecuencias en la vida social” (Unzueta & Valenzuela, s.f., pág. 9, traducción propia).

13

3 MARCO TEÓRICO 3.1 Categorías sociales “Porque una mirada verdaderamente ingenua creerá que siempre ha habido «indígenas». No pensará, ni sabrá, que esa es una clasificación que «otros» han realizado” (Bengoa, 2007, pág. 10).

Para resolver qué significa ser mapuche en la actualidad, necesitamos volvernos hacia la comprensión de las categorías sociales. La psicología ha sido la disciplina que se ha encargado de explicar, desde hace varias décadas, por qué es que los seres humanos agrupamos los diversos estímulos del mundo en categorías. Y la respuesta ampliamente compartida, es que la categorización nos permite reducir la complejidad del flujo de información (es decir, simplifica el mundo), y al mismo tiempo, posibilita ir más allá de la información provista por una instancia nueva, en el sentido de que las nociones que aporta una categoría hace viable inferir información de casos (estímulos, eventos, personas) particulares. Es así que si se nos presenta, por ejemplo, una especie de pájaro que desconocemos, podemos deducir que éste probablemente puede volar, dado nuestro conocimiento general acerca de la categoría “pájaro”.

Si bien existe consenso sobre la razón que suscita la formación de categorías, hay discrepancias en la literatura sobre por qué es que agrupamos el mundo de la manera en que lo hacemos. Según Wittenbrink et al. (1998), se ha postulado comúnmente que el principio de similaridad está a la base de la categorización, es decir, los estímulos serían agrupados simplemente porque aparecen como similares entre ellos, de modo que las categorías serían el reflejo de agrupaciones existentes– o naturales– en el medio ambiente.

Este último argumento ha sido sostenido por la perspectiva cognitiva, que ha sido bastante influyente en la teoría sobre categorización social. No obstante, han sido criticados dos de sus supuestos: i) que la similaridad es un principio de ordenamiento objetivo o evidente; ii) que algunas categorías– y sus atributos– sobresalen porque existiría una atención automática en infrecuencias

relativas

o

desemejanzas

excepcionales

entre

las

categorías

(Blanz&Aufderheide, 1999). Ya que ambos asumen que tanto lo ‘similar’ como su opuesto (lo ‘infrecuente’, ‘distintivo’) son independientes del significado o valoración social compartido acerca de las categorías y atributos que las definen, y aún más importante, este

14

enfoque afirma– riesgosamente– que si las categorías mapean una co-variación entre atributos existente en el mundo, entonces todas ellas se basarían en una fuente de verdad.

Pero los supuestos de la perspectiva cognitiva poseen varias dificultades. En primer lugar, salta a la vista que el número de atributos o características que potencialmente describen a cualquier estímulo es infinito: incluso cuando nos enfocamos en objetos disímiles, como pueden ser un anillo y una pizza, siempre es probable que compartan varios atributos (ser circulares, bienes de consumo, etc.). Por lo que se ha hecho notar que esta perspectiva no permite entender cómo es que las personas, sin restricciones externas, pueden establecer un criterio de ‘evidente’ similitud entre las infinitas posibilidades de correlación entre los atributos del medio. De manera más fundamental, se ha cuestionado el supuesto de verdad u objetividad en que se basarían las categorías, pues varios estudios experimentales han permitido demostrar que los patrones de similaridad establecidos no tienen asociación en muchos casos con el agrupamiento de ellos en categorías: por ejemplo, se ha atribuido a los ‘hombres’ la capacidad de ser asertivos, aun cuando no han sido probadas diferencias significativas entre ambos sexos en lo referente a esta capacidad (Wittenbrink et al., 1998).

Desde las críticas anteriores, podemos entender el valor del trabajo del psicólogo social Henri Tajfel – particularmente, en Grupos Sociales y Categorías Sociales (1984) – que reconoce que la valoración social compartida de los atributos es central en el análisis de la categorización social, afirmando que “a través de la experiencia cultural y personal, dimensiones como «inteligente», «perezoso» o «sincero» están asociadas subjetivamente con clasificaciones de la gente en grupos” (pág. 161). De manera que es el conocimiento categorial compartido concerniente a grupos sociales lo que permite sentar un criterio básico que guía y/o constriñe la percepción de similaridad subjetiva atribuida a un conjunto infinito de similaridades (o categorías) posibles, reconocimiento que permite dar un gran paso teórico en la comprensión del contenido de las categorías sociales.

La centralidad del conocimiento social categorial, también ha sido subrayada por el sociólogo Erving Goffman (2006), quien sostiene que la sociedad establece las categorías que se pueden encontrar en el mundo, generando así un conocimiento previo que hace posible la fluidez de las interacciones sociales cotidianas, haciendo que posibles extraños, sean de alguna manera ‘anticipados’ por categorías que nos previenen de dedicarles un cuidado o atención inusual. De manera que cuando nuestro conocimiento de un individuo es escaso, a 15

falta de información particular, le imputamos características que derivan del conocimiento socializado acerca de los miembros de su clase o grupo humano.

Pero lo cierto es que los individuos no pertenecen sólo a una categoría social, sino a muchas. En efecto, cuando nos enfrentamos a un desconocido, rápidamente obtenemos información para guiar nuestra interacción basándonos en las diversas categorías sociales a las que tal individuo pertenece, pero de todas las categorías disponibles ¿cuáles son más relevantes para hacernos un juicio del extraño? Para quienes abrazan la perspectiva cognitiva, la respuesta estará dada por la automática atención puesta en membresías grupales distintivas, siendo claves la edad, sexo y raza del individuo, según algunos estudios dedicados a develar las categorías sociales prominentes en la clasificación de individuos (Blanz&Aufderheide, 1999; Pattyn et al., 2013). Pero si reconocemos que la atención por ciertas categorías, más que automática, está fundamentada en criterios sociales compartidos, se puede tomar en cuenta que es la estigmatización de ciertos grupos sociales, su asociación a estereotipos, lo que explica que la categoría de raza o etnia sea particularmente relevante al momento de clasificar a las personas (Kosic et al., 2012).

Los estereotipos resultantes del proceso de categorización social, se pueden entender como imágenes mentales muy simplificadas de alguna categoría de individuo, que es compartida en sus características esenciales por un gran número de personas. Para Tajfel (1984), los estereotipos “Introducen simplicidad y orden donde hay complejidad y variación casi al azar” (pág. 160) y estarían estrechamente vinculados a prejuicios, en la medida que hacen posible una evaluación previa que no recoge la información pertinente, sino que afirma una predisposición desfavorable o favorable hacia los miembros de la categoría. En efecto, para Goffman (2006) merecen especial atención aquellos estereotipos marcados por una carga negativa.

Por eso, el estudio del estigma es crucial para entender las implicancias de la categorización étnica. Según Goffman (2006), el estigma hace referencia a un atributo reconocido socialmente como profundamente desacreditador de la persona que lo detenta, abarcando desde atributos explícitos (como defectos físicos), hasta otros más bien implícitos, asociados al comportamiento a nivel individual (como enfermedades mentales, orientación sexual, etc.) y también a nivel de grupos humanos – denominados estigmas tribales como “la raza, la nación y la religión, susceptibles de ser transmitidos por herencia y contaminar por igual a 16

todos los miembros de una familia” (pág.14) –. Por ‘profundamente desacreditador’ debemos entender que la (des)valorización del atributo es tal, que logra justificar el menosprecio, la inferioridad e incluso negar la humanidad de la persona o grupo estigmatizado. Pero más allá de dar cuenta de la particularidad de esta categoría social, quizá el aporte más importante de la propuesta de este autor es la conclusión de que también los estigmatizados manejan perfectamente el conocimiento social acerca de su propia categoría, así como de todas las otras, debido que: “(…) el estigma implica no tanto un conjunto de individuos concretos separables en dos grupos, los estigmatizados y los normales, como un penetrante proceso social de dos roles en el cual cada individuo participa en ambos roles, al menos en ciertos contextos y en algunas fases de la vida. El normal y el estigmatizado no son personas sino, más bien, perspectivas” (Goffman, 2006, pág. 160).

Y dado que son perspectivas, ambas con acceso al conocimiento social categorial, es que se explica que todos los individuos puedan desarrollar técnicas de control de información, que pueden consistir en enmascarar, ocultar o hacer menos evidente su estigma. Es interesante notar que este conocimiento se extiende por el tejido social, aun cuando no sea necesaria la experiencia de interacción con la persona o grupo percibido como distinto, de ahí que Tajfel (1984) destaque que las actitudes hacia los ‘otros’ están determinadas no por el contacto con ellos, sino más bien por el contacto con la actitud dominante hacia ellos. Asimismo, pareciera que tampoco es relevante establecer las características del propio grupo de pertenencia, sino que éste se define de manera negativa con el exogrupo, a quienes sí son atribuidas características específicas que buscan construir una diferenciación social clara entre lo que se considera parte del “nosotros” en contraste a “ellos”. Es por eso que Goffman (2006) enfatiza en que para comprender las categorías sociales, es crucial no centrarse tanto en los atributos por sí mismos (tener un determinado acento, color de piel) como en su relación con el contexto particular en que éstos se hacen sobresalientes, dado que la categoría surge siempre dentro de un marco de comparación: el significado de un grupo emerge de su diferencia (construida) con otros grupos sociales.

Según Hagendoorn (1993) las ciencias sociales, desde sus distintas disciplinas, han aportado diversas explicaciones a las actitudes negativas en torno a grupos étnicos o raciales: la antropología ha enfatizado en que el desconocimiento cultural lleva a evaluar a los miembros del exogrupo en base a los significados y valores del endogrupo; por su parte, la sociología, ha mostrado cómo las diferencias de poder entre los grupos son justificadas ideológicamente 17

a través de las categorías, y finalmente, el aporte de la psicología social es haber resaltado las funciones de la categorización social, logrando así brindar un marco de referencia que permite integrar los esfuerzos analíticos de las distintas disciplinas.

Y es que desde la psicología social, no sólo se problematiza el posicionamiento de grupos humanos en desventaja, sino que también, se da cuenta de las implicancias positivas de las categorías sociales. Así, la propuesta de Tajfel (1984), denominada perspectiva funcional4, propone que la afirmación de las categorías grupales tiene el valor (o función) de permitir una diferenciación social que puede – además de causar conflictos intergrupales– otorgar distinción, dignidad y valor a los grupos, así como una “autoimagen satisfactoria” a sus miembros. Por esto, la claridad de los límites establecidos posibilita que emerjan grupos étnicos que defiendan su diferencia y capacidad de autodefinirse como tales, resistiendo a las definiciones impuestas externamente. De hecho, las demandas contemporáneas de las minorías étnicas se sustentan en su derecho a decidir ser diferentes, conservando su individualidad como grupo, según sus propias significaciones. De ahí que ya en los años 60, Tajfel (1984) hacía notar: “Mas bien que consistir en desviaciones de la «norma», los criterios que ahora comienzan a desarrollarse reflejan intentos de afirmar una identidad de grupo positivamente valorada de forma que su «existencia aparte» no vaya unida a los diversos estigmas de supuestas inferioridades” (pág. 358).

3.2 Categorías e identidad social: ¿cómo se transmite el conocimiento categorial?

Hemos visto que la defensa de la diferenciación de grupos étnicos radica en que ésta sustenta parte del valor y dignidad tanto del colectivo como de las personas que se identifican con éste. Y es que la identificación con un grupo está a la base del concepto de “identidad social”5 que refiere a “aquella parte del autoconcepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo (o grupos) social junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia” (Tajfel, 1984, pág. 292). Goffman (2006) recoge igualmente

Específicamente, el autor reconoce tres funciones: “1) El intento de comprender acontecimientos a gran escala, complejos y normalmente dolorosos (…) 2) La justificación de acciones cometidas o planeadas contra exogrupos 3) Una diferenciación positiva del endogrupo respecto a exogrupos(…)”(Tajfel, 1984, pág. 184). 5 Término acuñado por Morris Rosenberg (White, 1989). 4

18

este concepto, subrayando que en éste se “incluyen atributos personales, como la «honestidad», y atributos estructurales, como la «ocupación»” (pág. 12). Por lo tanto, esta noción hace evidente cómo la estructura social establece expectativas a través de categorías sociales particulares, y cómo esta atribución incentiva la internalización de estos significados en la base de la identidad de los individuos, siendo capaz de ubicar el lugar o status de éstos en la sociedad a través de contactos casuales y rutinarios (White, 1989). El vínculo entonces entre categorías sociales e identidad se vuelve más claro cuando nos detenemos en las palabras de Peter Berger: “Cada sociedad contiene un repertorio de identidades que es parte del «conocimiento objetivo» de sus miembros… La sociedad no solo define sino que también crea la realidad psicológica. El individuo se da cuenta de sí mismo en la sociedad, esto es, reconoce su identidad en términos socialmente definidos y estas definiciones se convierten en realidad en la medida en que el individuo vive en sociedad” (1966, pág.106, en Tajfel, 1984).

Ciertamente, no sería apropiado reducir la complejidad del individuo– y su agencia– a las determinaciones de la estructura social, pues sería caer en un obstáculo que detuvo el avance de la teoría social respecto a la comprensión de los fenómenos sociales (Luhmann, 2009). Es por eso que se debe reconocer que, tal como ha indicado una extensa literatura, la identidad es un fenómeno multidimensional que exige un arduo esfuerzo analítico (Burton et al., 2010; White, 1989), que excede las líneas de este trabajo. No obstante, el aspecto6 de la identidad ligado a las categorías sociales que es capturado por el término identidad social, es el foco fundamental de esta investigación. Haciendo esta salvedad, debemos rescatar que la cita de Berger suscita la interrogante por cómo es que este conocimiento percibido como ‘objetivo’ –dado su trasfondo consensual– se transmite a los miembros de la sociedad.

Para ello nuevamente es útil guiarnos por Tajfel(1984), pues propone que la asimilación del conocimiento categorial es un proceso clave que tiene lugar tempranamente en la vida de los miembros de un grupo, debido al prematuro incentivo a la identificación del niño con su propio grupo y a la transmisión de información sobre grupos sociales percibida por los infantes como ‘verdades incontrovertibles’, mediante lo cual, se abre paso al aprendizaje de las evaluaciones o preferencias endogrupales. De esta manera, el autor concluye, a partir de un conjunto denso de evidencias experimentales, que “los niños son muy sensibles a las evaluaciones socialmente dominantes de los grupos nacionales y étnicos” (pág. 236)

6

Sin negar que existan otros aspectos implicados.

19

descubriendo que esto es cierto incluso cuando tales valoraciones son contrarias a los mecanismos que refuerzan la identificación de los niños con su grupo: los pertenecientes a grupos minoritarios mostraban una falta de estima por las características asociadas a su etnia, a la vez que valoraban los atributos del exo-grupo, aun reconociéndose ajenos a él. Esto permite afirmar a Tajfel (1984) que “Las bases duraderas de futuros prejuicios y conflictos se sientan en la infancia de manera crucial. Y como cabría de esperar, la sensibilidad al contexto social continúa a lo largo de toda la vida” (pág. 164).

Detenernos en el proceso de asimilación del conocimiento categorial se vuelve particularmente relevante para nuestro caso de estudio, que se centra en cómo los adolescentes definen lo que entienden por la categoría “mapuche” hoy. En este sentido, hay una amplia literatura que respalda que la adquisición de nociones acerca del propio grupo y los otros, juega un papel central en el proceso de socialización, reconociéndose a la familia como un agente importante y fuente principal de información acerca de la etnicidad desde la infancia, lo que incentivaría luego la exploración de este aspecto en la conformación de la identidad en el periodo adolescente (Kiang et al., 2010; Umaña-Taylor, et al., 2013; Tajfel, 1984). Particularmente, se ha afirmado que las madres, al estar usualmente a cargo del cuidado de los niños, son más responsables que los padres de la enseñanza en general y por lo tanto, juegan un rol central en la transmisión del conocimiento étnico a sus hijos (Hughes et al., 2009; McHale et al., 2006).

Otro aspecto importante en la socialización étnica, es que debido a las expectativas (o estereotipos) de género, se ha estudiado que los padres hacen diferencias en el conocimiento transmitido a hijas e hijos. Así, debido a que los padres esperan que las mujeres tomen el rol de madre y sean futuras transmisoras de la cultura a sus hijos, refuerzan en ellas el conocimiento de las tradiciones, lengua y valores culturales; mientras que en los niños, consideran probable que sean vistos por otros como una amenaza– debido a la confluencia de la categoría etnia y masculinidad–, por lo que se los prepara para enfrentar la discriminación étnica7(Hughes et al., 2009; McHale et al., 2006). De manera que para comprender la transmisión del conocimiento étnico, también es relevante tener en cuenta otras categorías sociales, como el género de las personas, para dar cuenta cómo se entregan a los adolescentes

7

De hecho, se ha encontrado que los hombres reportan más discriminación que las mujeres en varios contextos (Hughes et al., 2009; McHale et al., 2006).

20

las claves que ayudan a cimentar las nociones e interpretaciones compartidas socialmente acerca de la etnicidad.

3.3 Identidad étnica: ¿una identidad en riesgo?

La literatura coincide en que es durante periodo de la adolescencia donde se desarrolla la tarea clave de explorar, establecer y eventualmente comprometerse con el sentido de la identidad personal y social. Dentro de esta búsqueda, existiría una predisposición cognitiva a descubrir la propia diferencia o singularidad, que llevaría a indagar y hacerse conscientes de la existencia y significado de las categorías sociales, grupos étnicos y orígenes culturales a los que se pertenece, lo que es válido para todos los adolescentes, pero especialmente para los pertenecientes a minorías étnicas, pues tienden a considerar la etnicidad como un rasgo central en su auto-concepto (Erikson; 1968; French, et al. 2006; Hughes, et al.,2009: Kiang, et al., 2010; Webb, 2013). Así mismo, varios estudios dentro de la psicología social, han mostrado que el logro de la identificación étnica, está asociado a una autoimagen satisfactoria, mayor bienestar, autoestima y capacidad de integración social (French, et al., 2006; Huang & Stormshak, 2011; Kiang, et al., 2010). Pero en el contexto multicultural actual, se ha cuestionado el logro de la identidad étnica en las nuevas generaciones.

Es por eso que ha surgido recientemente el estudio de las trayectorias de identificación étnica entre la adolescencia temprana y la tardía. Algunos de ellos sugieren que la identificación étnica suele incrementarse en las últimas etapas de la adolescencia, seguido de un gran porcentaje que mantiene niveles estables de identificación en el tiempo, según la experiencia de las minorías estudiadas (Huank & Stormshrk; 2011; Kiang, et al., 2010). Este cuestionamiento acerca de cómo la identificación étnica puede ir variando en la etapa adolescente, permite reflexionar que si bien el conocimiento categorial parece ser asimilado sin mayores cuestionamientos durante la infancia (Tajfel,1984), luego en el periodo adolescente, la crisis identitaria parece resolverse reconciliando la identidad impuesta por las expectativas sociales con la propia satisfacción y ajuste con ellas (Erikson,1968), por lo que durante este periodo habría más conciencia, re-evaluación y negociación, que en etapas tempranas de la vida, acerca del significado de las categorías sociales (Hughes et al., 2009).

Pero no sólo ha habido preocupación en torno al logro y estabilidad de la identidad étnica por parte de la psicología social, sino que también en la sociología se ha problematizado esto más 21

allá del marco temporal de la vida de los individuos, sino que en torno a su persistencia a través de las generaciones. Por eso es que para avanzar en la comprensión del conocimiento categorial vigente en torno a la etnicidad, es fundamental recoger distintas perspectivas sociológicas que han intentado analizar las proyecciones de la identificación grupal en una sociedad cada vez más globalizada, multicultural y compleja.

Una de las primeras perspectivas desarrolladas en esta materia es la teoría de la asimilación, impulsada por la sociología norteamericana entre 1920 y 1960. Desde esta mirada, se concibe a la etnicidad como un fenómeno cultural, por lo tanto, se entiende que la diferencia de los grupos étnicos radica en sus atributos culturales y como la cultura es parte de lo maleable por la sociedad, se concibe a la etnicidad como variable, sujeta a cambio. Por esto, eventualmente, se espera la desaparición de la diferencia étnica –o proceso de aculturación– en el contexto de contacto con una cultura dominante, como es el caso frecuentemente estudiado de los inmigrantes en Estados Unidos. Como es sabido, esta perspectiva ha sido arduamente criticada por la literatura contemporánea, principalmente debido a: i) proponer un diagnóstico determinista, en tanto que la aculturación sería un proceso unidireccional e inexorable; ii) ser limitada en la explicación de por qué algunos grupos parecen resistir más que otros al proceso de asimilación; iii) generalizar la experiencia de inmigrantes a la experiencia de todo grupo étnico fuera del contexto norteamericano; iv) y finalmente, no ser capaz de detenerse en la experiencia de grupos étnicos que no han sido asimilados durante milenios, así como de otros que han resurgido con el tiempo (Anderson, 2001).

Pero para Gans (1979) el resurgimiento de los grupos étnicos no es una evidencia que entre en contradicción con la teoría de la asimilación. Esto porque para el autor, lo étnico habría adoptado una nueva forma de comportamiento y afiliación que denomina ‘etnicidad simbólica’ que es caracterizada por una nostálgica lealtad a la cultura originaria, así como por un amor y orgullo por las tradiciones étnicas que pueden ser sostenidos por sus miembros sin tener que incorporarlos a su vida diaria. Y es que finalmente, el término apunta a la conciencia de las nuevas generaciones de grupos minoritarios, de que ni la práctica de la cultura, ni la participación de comunidades étnicas son esenciales para ser y sentirse de una etnia, pues éstas buscarían formas expeditas e intermitentes de expresar su identidad a través de símbolos visibles y claros en cuanto a su significado, conciliando así su etnicidad con el estilo de vida de ‘las mayorías’, absteniéndose de prácticas culturales muy demandantes de la rutina cotidiana. Según el autor, este proceso de reconfiguración de la identidad étnica en una 22

etnicidad simbólica hace que lo étnico se vuelva menos adscriptivo y más voluntario, expresado de manera heterogénea por las personas, como un fenómeno cada vez más individual en la medida que se desprende de las redes endogrupales. Esta tendencia es proyectada por Gans como la forma dominante de la identidad étnica en el contexto secular, por lo que concluye que debido a que cada vez se puede ver menos a ‘grupos étnicos’ y más a ‘agregados de individuos identificados con una etnia’, es esperable el declive y desaparición de lo étnico en las nuevas generaciones, con lo que se confirmaría lo predicho por la perspectiva asimilacionista.

No obstante lo anterior, surgieron luego dos nuevas respuestas que intentaron subsanar las limitaciones de la teoría de la asimilación. Por un lado, surge la perspectiva primordialista que propone que la ‘sobrevivencia’ de los grupos étnicos contemporáneos se debería a que lo étnico estaría profundamente situado en la experiencia humana, pues correspondería a rasgos (percibidos como) ‘fijos’ o ‘dados’ por el lugar de nacimiento en la sociedad. Desde este enfoque, se formula que la experiencia de congruencia dada por compartir lazos sanguíneos, costumbres, lengua, entre otros, hace que éstos se experimenten como ‘naturales’ o ‘inherentes’ a un grupo y sus miembros, más que como arreglos o logros sociales (Anderson, 2001; Webb, 2013). Por otro lado, surgió la propuesta circuntancialista, que explicó la persistencia de los grupos étnicos en el tiempo, debido a la radical flexibilidad o maleabilidad de la etnicidad, por lo que, dependiendo de los escenarios sociales y de los intereses de los miembros, la membresía grupal puede modificarse y resurgir en distintos periodos. No obstante, las teorías anteriores tampoco estuvieron exentas de puntos débiles: al primordialismo se le ha criticado caer finalmente en una visión apriorística de la etnicidad que va en contra del esfuerzo de análisis sociológico; y frente al circunstancialismo, se ha advertido que termina por dar cuenta de lo étnico como un evento completamente intercambiable en la identidad de las personas, sin dar créditos a la importancia que puede tener para la auto-comprensión de los sujetos (Anderson, 2001).

En parte por lo anterior, es que se entiende otro intento teórico por comprender el problema: el constructivismo. Desde este enfoque se busca retomar los avances de las perspectivas anteriores, en la medida que se recoge la centralidad que cobra la etnicidad desde la mirada primordialista, pero agregando a esto el margen que deja para la agencia de los individuos– de construir y reconstruir su identidad étnica– la mirada circunstancialista. La perspectiva constructivista entonces, es capaz de concebir a la identidad étnica como un constructo fluido, 23

que emergería del proceso de interacción dinámico entre las circunstancias que enfrentan los grupos y la capacidad de éstos de adoptar distintas estrategias para enfrentarlas, de manera que el aporte de este enfoque radicaría en comprender a los grupos étnicos como agentes activos en la construcción (y re-construcción) de sus identidades, en la definición de su propia categoría, enfatizando en que esta construcción/definición nunca está completamente lograda o cerrada a re-actualizaciones (Anderson, 2001; Webb, 2013).

Anderson (2001) enfatiza en que estas cuatro perspectivas centrales que hemos revisado han estado sujetas recientemente a nuevas interpretaciones que vuelven a considerar sus argumentos, sintetizándolas de manera de comprender “la nueva etnicidad” en el escenario cada vez más complejo de globalización. Podemos ver entonces cómo detenernos en algunas de las perspectivas sociológicas en torno a la comprensión de los grupos étnicos, permite preguntarnos por su papel en la actualidad y sus perspectivas.

3.4 Sobre definiciones de identidad racial, étnica y mapuche Las construcciones sociales particulares de cada contexto sociocultural definen las categorías étnicas y raciales. De ahí que en distintos países se hayan estudiado criterios diferentes de clasificación de personas por su raza o etnia. Estados Unidos ha sido particularmente estudiado, al ser considerado un caso paradigmático para la comprensión sociológica de la raza, resaltando su regla de descendencia (‘one drop rule’) que asigna a las personas la etnia o raza del ancestro perteneciente al grupo étnico o racial más subordinado, o en palabras de Burke y Kao (2013), postula que cuando una persona multirracial debe elegir una identidad racial, es socialmente más aceptable que se identifique con la minoría racial que la antecede.

Pero como ha dado cuenta Telles (2004), a través de su trabajo de comparación de Estados Unidos y Brasil como sociedades racialmente estratificadas, en el país brasileño ocurre que un importante número de personas que son clasificadas y que se identifican a sí mismas como ‘blancas’, tienen ancestros africanos, puesto que la raza para los brasileños refiere al color de piel y a la apariencia física más que a los ancestros. Aún más, mientras el sistema de clasificación estadounidense es bastante polarizado (blanco/negro), para los brasileños la clasificación es más amplia, abarcando categorías intermedias como ‘moreno’ (pardo) y ‘mulato’ (mestiço). Para el autor, las distintas concepciones raciales se sustentan en disímiles

24

ideologías y sistemas de relaciones raciales, pues mientras en Estados Unidos ha operado una explícita ideología de segregación, en Brasil el racismo ha operado de manera más subrepticia debido a la exaltación de la idea de mestizaje−común al continente sudamericano− que genera la ilusión de una completa inclusión de las diferencias raciales y étnicas a través de la mixtura biológica que quitaría la importancia de las diferencias raciales, aun cuando en la práctica, las relaciones sociales en Latinoamérica han sido construidas sobre la ideología de la supremacía blanca. Es por eso que Telles (2004) enfatiza en que si bien el racismo es un fenómeno ampliamente extendido, se debe reconocer que sus manifestaciones varían ampliamente. Resulta necesario entonces estudiar las particularidades de la categoría ‘mapuche’ en nuestra sociedad. Es preciso mencionar que esta categoría no es estrictamente homogénea, puesto que la noción de los mapuche como un ‘grupo étnico’, no se corresponde con la experiencia histórica, anterior a la invasión española, de los distintos grupos indígenas organizados como comunidades autónomas que residían de forma dispersa en el área centro y sur de (lo que hoy es) Chile, y que sólo luego del contacto con Incas y españoles, comenzaron a desarrollar un sentido de similaridad dada su relativa proximidad geográfica. Posterior a estas invasiones, este grupo tuvo que soportar sucesivos ‘otros’ represivos en su localidad, como lo fueron las intrusiones militares comandadas por República de Chile hacia el siglo XIX y el trato de gobiernos militares y de compañías transnacionales en la época contemporánea, por nombrar algunos que incentivaron la identificación colectiva de este grupo heterogéneo, que se construyó como tal a partir de su diferenciación con el otro no-mapuche. De ahí que, en la lengua mapuche –el mapudungún8– habrían dos categorías vitales para la delimitación de su identidad, éstas son la de ‘winka’ que refiere al extraño, al no-hombre y la de ‘reche’, referida a sí mismos, al hombre verdadero (Di Giminiani, 2012; Webb, 2013). No obstante, la categoría ‘mapuche’ aún es considerada por muchos una generalización impuesta, ya que no son pocos los que defienden su auto-denominación como mapuche-williche o willichechilote, por ejemplo (Oyarce et al, 2005). Volviéndonos a la perspectiva de la mayoría, la categoría ‘mapuche’ ha sido cargada de un sentido peyorativo a lo largo de la historia, pues la estigmatización mapuche, que asocia a Se debe mencionar que los ‘mapuche’ lograron tener una lengua común, gracias a la poligamia entre las distintas comunidades y al rol femenino, pues “el mapudungun fue propagándose por boca de las mujeres y su descendencia, hasta llegar a ser hablado en un vasto territorio” (Olea, 2010, pág. 26). 8

25

este grupo atributos como ‘flojos’, ‘salvajes’, ‘terroristas’ y ‘anarquistas’, es ampliamente reconocida en el discurso dominante, según una extensa documentación (Aravena,1999; Merino & Quilaqueo, 2003; Oteíza & Merino, 2012; Quilaqueo et al., 2007; Saiz et al., 2008; Webb, 2013). Este imaginario social del ‘mapuche’ sería heredado de la ideología racista difundida durante la colonización española y complementada luego por nuevos prejuicios creados a través de las relaciones interétnicas e interculturales desde aquella época (Merino & Quilaqueo, 2003; Quilaqueo et al., 2007). En el desarrollo de tales representaciones, el periodo de la República marcó un hito, ya que en éste se condenó toda discriminación legal y política y al mismo tiempo, se levantó la imagen positiva del mapuche como ‘guerrero’, como miembro de una raza brava y fuerte que resistió a la invasión española y fue partícipe de la independencia de la nación, lo que creó un significado contradictorio que contribuyó a fundar la idea de Chile como una nación racialmente ‘homogénea’. Pero tal valorización pudo conjugarse con la estigmatización, ya que el mapuche que se valora –el ‘verdadero’ mapuche– es el pretérito, mientras que los mapuche contemporáneos, son vistos muchas veces como una degeneración de la raza o como producto de una mixtura racial de la que todo chileno es parte9 (Saiz et al., 2008). Frente a la invisibilización de su diferencia, los mapuche han resistido levantando demandas públicas al Estado chileno por el reconocimiento de sus derechos y por la devolución de su territorio histórico, entre otras complejas disputas todavía en desarrollo (Antileo, 2007; Di Giminiani, 2012; Quilaqueo et al., 2007).

Aunque durante algún tiempo la diferencia entre mapuche y no-mapuche, permaneció como un trazo limpio, lo cierto es que ha habido una serie de procesos contemporáneos que han llevado a cuestionar esta distancia. Uno de ellos fue la migración de este grupo a las grandes ciudades, en busca de mejores condiciones de vida, que desencadenó por un lado, el cuestionamiento de los lugares que pretendían ser reservados a la modernidad por parte de las mayorías y, por otro lado, en la experiencia de las minorías, dio inicio a un proceso de recomposición de su identidad, en el que tuvieron que distanciarse del protagonismo de rasgos esenciales (ruralidad, lengua, prácticas culturales) para auto-comprenderse en este nuevo escenario (Aravena,1999). Quizá también se pueda atribuir a esta cercanía espacial, que se esté dando lugar a un reconocimiento de la causa indígena y a una revalorización de su identidad en la sociedad, especialmente entre las generaciones más jóvenes (Quilaqueo et al., 2007).

9

Para revisar el desarrollo histórico del estereotipo mapuche en detalle, ver Merino y Quilaqueo (2003).

26

Pese a que la emergencia de ciudades multiculturales puso en contacto a grupos distintos, no se puede desconocer que el nuevo milenio trajo consigo un movimiento de emergencia indígena en nuestro continente, que en Chile dio paso a una agudización del conflicto histórico por las demandas mapuche, con la consecuencia de pronunciar la escisión entre mapuches y no mapuches en los últimos años (Di Giminiani, 2012). Junto con lo anterior, el Estado ha implementado políticas de discriminación positiva, que buscan reconocer el valor de los pueblos originarios estimulando la identificación indígena, pero han contribuido sin quererlo, a aumentar el rechazo indígena en algunos sectores de la ciudadanía que las consideran injustas (Merino & Quilaqueo, 2003; Saiz et al., 2008). Todo lo anterior forma parte de un nuevo escenario intergrupal que agrega complejidad a la pregunta por el significado social de ser mapuche hoy.

3.5 Ser mapuche hoy: entre factores objetivos y subjetivos El primer artículo de la Ley Indígena 19.253 del Estado de Chile– instituida en el año 1993– reconoce como pueblos originarios a “los descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias, siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura”, lo que resulta paradojal si se considera que el mismo Estado chileno “(…) ha sido históricamente la fuerza mayor en el despojo de dicha tierra” (Di Giminiani, 2012, pág. 91). Pero más allá de tales contradicciones, parece plausible suponer que la definición institucionalizada en la ley materializa parte del conocimiento compartido acerca de los grupos originarios,

¿pero es éste el

conocimiento vigente acerca de los mapuches en particular? La pregunta debe entenderse en el marco en que la conexión de los mapuches con su tierra se ha visto amenazada por la modernidad, tal como ya hemos adelantado. Basta agregar que el censo 2002 mostró que un 62,4% del total de mapuches residían en áreas urbanas, así como un 30,3% del total de ellos se concentraba en la Región Metropolitana de Santiago, tendencia que se agudizó según los últimos datos poblacionales, que estiman que actualmente cerca de medio millón de mapuches viven en la capital, lo que corresponde a la mitad de la población total de esta etnia. Y en efecto, la migración hacia los centros urbanos es considerada por los mismos indígenas como la causa de la pérdida de su identidad, ya que siguiendo el trabajo etnográfico de Di Giminiani (2012), la tierra 27

ancestral tiene un rol preponderante en la autodeterminación de los mapuches como tales. Para este autor la relevancia del vínculo con la tierra10 emerge claramente cuando se considera el etnónimo ‘mapuche’, que significa literalmente “gente (che) de la tierra (mapu)”, y aunque éste término es relativamente reciente en la historia (atribuida al siglo XVIII), se plantea que ‘mapuche’ alude al conocimiento de un “lugar de origen” o tuwün que sería un factor de autoctonía de este grupo en la medida que los diferencia del otro canónico, los winka, provenientes de lugares no identificables. Por lo tanto, mientras los mapuches tienen la capacidad de trazar claramente sus raíces geográficas, lo que define al winka es su falta de enraizamiento, conexión y conocimiento de su tuwün, desarraigo que es asociado por los mapuches a un carácter impredecible. El tuwün entonces, aparece como el elemento fundamental en la determinación de mismidad y otredad para los mapuche, permitiéndolos diferenciarse de dos tipos de otros: del otro próximo atribuible a mapuches con otro tuwün y del otro lejano, el winka. Para el autor, la importancia de la tierra para la autodeterminación de este grupo, no debe entenderse desde una visión esencialista, como un factor de continuidad estable con los antepasados, ya que la tierra ancestral continúa siendo en la actualidad un elemento significativo del ser mapuche, pues les permite establecer una auto-comprensión dinámica de unión pero también de ruptura con el pasado. Esto permite inferir que: Hipótesis 1.1. El vínculo con la tierra podría ser un criterio más relevante en la formación del juicio de categorización mapuche para los adolescentes mapuche que para no mapuches. Pero según Oyarce et al. (2005) al indagar en los criterios de identificación étnica utilizados por indígenas y no-indígenas chilenos habitantes de áreas rurales y urbanas, no se debe pasar por alto que el contexto urbano afecta los juicios, en el sentido que el componente de tierra ancestral para los que residen en áreas urbanas, se hace un factor menos decisivo para definir lo étnico. Para las autoras, esto no quiere decir que los mapuches urbanos dejen a un lado el significado de la tierra para su identidad, pero su experiencia en la urbe los hace proponer criterios adecuados a esta realidad. Por lo tanto, si bien es esperable que para los mapuches sea más importante el vínculo con la tierra que para los no mapuches, es plausible plantear también que, dada la locación urbana Según Di Giminiani (2012), la ‘tierra ancestral’ –espacio geográfico asociado a los antepasados mapuche–, no debe confundirse con el ‘territorio’ o Wallmapu, que es reconocido como la región de providencia por los mapuches que fue perdida por las ocupaciones militares, por lo que este último es un concepto más político. 10

28

en la que se sitúa este estudio, esta característica no resulte la más determinante cuando otros factores se tienen a la mano en la elaboración de los juicios. Entonces:

Hipótesis 1.2 El vínculo con la tierra no será el más relevante de los factores en los juicios de los adolescentes de la Región Metropolitana de Santiago.

Otro factor central en la definición de mapuche según Di Giminiani (2012), es la descendencia o küpal, que debe entenderse en estrecha relación con el tuwün, ya que ambos términos se entienden como componentes dados (u objetivos) de la persona mapuche. Para aproximarnos a esta relación debemos considerar que quienes comparten el mismo tuwün son aquellos individuos que pertenecen a uno de los linajes enraizados dentro de un lugar. La pertenencia a un linaje generalmente se establece a través del patrilinaje que es reconocido a través de los apellidos paternos, debido a que luego de la introducción de apellidos recién en el siglo XIX, los mapuches que compartían la misma ascendencia (kiñe küpal) se agruparon en torno a sus apellidos paternos. Se debe entender que tanto el tuwün como el küpal son elementos decidores de la otredad, pues éste último marca diferencias entre residentes de una misma comunidad indígena dadas por la pertenencia a un grupo específico de descendencia. Así, ambos conceptos tienen implicancias para los individuos: por un lado, el tuwün es considerado un elemento estable de la persona ya que los rasgos topográficos del lugar de origen, como la presencia de cerros, mar y tipo de producto agrícola cultivado, reflejan un comportamiento y conocimiento compartido para una comunidad, de manera que para los distintos asentamientos mapuches el tuwün tiene un significado profundo que los distingue; por otro lado, el küpal se hace visible en las predisposiciones del comportamiento y características de la personalidad que son heredadas desde abuelos y padres. Es por eso que según el autor, generalmente los mapuches dan cuenta de su mismidad a través de la expresión “gente de la misma sangre” (2012, pág. 99) lo que refuerza la importancia de la consanguinidad y descendencia como factores determinantes del ser mapuche.

En la misma línea, varios estudios enfocados en la formación y sustento actual de estereotipos en torno a los mapuche coinciden en mencionar que los elementos de su ascendencia, como el apellido y aspecto físico, aparecen como marcas que están a la base de la identificación de este grupo (Merino & Quilaqueo, 2003; Oteíza & Merino, 29

2012; Quilaqueo et al., 2007; Saiz et al., 2008). Aún más, para Quilaqueo et al. (2007) el apellido “es una clave notoria que establece la «diferencia» entre la persona mapuche y el no mapuche” (pág. 96), ya que fonética y lingüísticamente las palabras en mapudungún son distinguibles del español. La relevancia especial del apellido paterno como un marcador de lo mapuche, debe entenderse bajo la regla general en Chile de que el apellido en primer orden es el del padre (y luego el de la madre), lo que se vuelve especialmente sobresaliente en la adolescencia ya que es usual que en esta etapa los jóvenes se llamen entre ellos por su primer apellido (Unzueta & Valenzuela, 2015). La marca decisiva del apellido paterno parece lógica si se considera además que ésta es la información usualmente más a la mano cognitivamente al momento de tener contacto con el otro. Por esto, es viable plantear que:

Hipótesis 2. El apellido paterno más que el materno es un criterio clave que guía el juicio de identificación del otro como mapuche por parte de los adolescentes.

Resulta interesante que los apellidos aun en la actualidad se consideren importantes como criterio de identificación étnica, ya que los mapuches son reconocidos como una comunidad de sangre debilitada dada a su abierta exogamia, pues históricamente los arreglos matrimoniales preferidos por este grupo eran con otras comunidades de sectores rurales lejanos. Luego, el contacto con los winka hizo que progresivamente se hicieran más frecuentes los matrimonios entre winka y mapuches (Di Giminiani, 2012). El estudio de Unzueta y Valenzuela (2015), a partir de los datos censales de 2002, destaca que la mitad (49.1%) de los mapuches casados tienen una pareja no mapuche, ya que este escenario de matrimonio intercultural es excepcional si se compara con el caso norteamericano e inclusive el brasileño, ambos con tasas mucho más bajas de este tipo de uniones. Pero lo más atractivo es que la investigación de estos autores muestra que solamente la mitad (46.7%) de las parejas mixtas (mapuche-no mapuche) transmiten la identidad mapuche a sus hijos, por lo que se descartaría la aplicación en nuestro país de una estricta regla de clasificación étnica como la norteamericana (one drop rule), a favor de criterios más fluidos de identificación étnica.

Considerar la extensión de los matrimonios interculturales en Chile, y el consecuente mestizaje, nos permite hacernos una idea de lo difuso del aspecto físico como marcador de diferencia entre mapuches y no mapuches. Si bien no se puede negar que en el imaginario 30

social está patente la diferencia de los rasgos y color de piel oscuro de los indígenas en contraste a las facciones y color de piel blanco de los colonos, lo que va de la mano con una valoración de las segundas características (develando lo subterráneo de la ideología racista en el país), es más cierto que esta diferencia está cada vez más disuelta y no se actualiza sino de manera simbólica. Pues como plantea Magnus Course (2013), muchos mapuches señalan que con la migración a la ciudad ellos corren el riesgo de “volverse blancos” (becoming white) lo que se refiere a adquirir el comportamiento, modo de vida y moral del winka. De todas formas, el estudio de Oteíza y Merino (2012), destaca que para los jóvenes mapuches lo ‘realmente’ mapuche sigue ligado a factores estáticos, dentro de los cuales, los rasgos físicos (el ‘parecer’ mapuche) aflora con frecuencia en sus discursos. Y es que no se puede negar la centralidad dada a la consanguinidad por este grupo, que se hace manifiesta en la existencia del término mapuche ‘champurreado’ (de sangre mezclada) para identificar a los hijos de parejas mixtas que pueden (o no) tener la piel más clara, no obstante que tanto Course (2013) como Di Giminiani (2012) muestran que a los champurreados no se les niega en absoluto la posibilidad de ser considerados mapuche. Por lo tanto:

Hipótesis 3. Dado el escenario de mestizaje, el aspecto físico no es un criterio que guía la identificación mapuche.

Otro elemento que no se puede omitir es cómo la clase social se liga a la identificación mapuche. En primer lugar, son de conocimiento público las alarmantes cifras de diversos indicadores sociales –tales como bajas tasas de alfabetización, educación, empleo y esperanza de vida– que muestran la posición desventajada de los mapuches, a lo que se debe sumar el hecho de la marginalidad que ha caracterizado su asentamiento en las zonas (por lo general) periféricas de los centros urbanos. Esta vulnerabilidad es desde luego reconocida por los mapuches y entendida como una consecuencia de la pérdida de su territorio y mal trato por parte del Estado. De ahí que, según la Encuesta de Relaciones Interculturales 2012, un 46% de los mapuches se identifiquen con la clase trabajadora y un 22% con la clase baja (Thiers, 2013, pág. 156). Para los jóvenes mapuches urbanos, esta posición ha suscitado la búsqueda de sus historias familiares para comprender su lugar en la sociedad, descubriendo las problemáticas que comparten con el pueblo mapuche y como resultado de esto, muchos erigen su auto-identificación con este grupo (Kropff, 2004).

31

La desigualdad social sufrida enfáticamente por los mapuches en Chile ha estimulado la investigación sobre la movilidad social intergeneracional de este grupo. Cantero y Williamson (2009) evidencian que la condición de etnicidad predice una menor movilidad social en Chile, ya que las personas con dos padres mapuches tienen menos ‘movilidad ascendente’ (elevación en la escala social) que las con sólo un progenitor mapuche, los que a su vez se quedan atrás de la movilidad presentada por quienes no tienen padres indígenas, por lo que habría un ‘efecto de cuna’ que llevaría a que no pocos mapuches perpetúen la posición de clase de sus padres. Sin embargo, los mismos autores hacen notar un paso positivo en los últimos años, pues observan que “los(as) jóvenes mapuche van ampliando lentamente sus oportunidades y accediendo a posiciones superiores” (pág. 38) que es atribuible en parte a las políticas públicas focalizadas a indígenas (por ej. Beca indígena de educación) y en mayor medida a la resiliencia y movilización social de este grupo. Lo anterior permite plantear que la clase social baja puede estar menos enlazada que antes al “ser mapuche”, lo que hace plausible esperar que:

Hipótesis 4. La clase social no será un criterio relevante en la formación del juicio de identificación mapuche.

Queda más claro entonces que los factores objetivos que podrían fundamentar la identificación mapuche, están muy lejos de ser claves evidentes en la sociedad chilena contemporánea, en la que el avance de la migración, exogamia, mestizaje y movilidad social, han ido desdibujando lo que se tomaba por sentado en la definición de la categoría mapuche. Por esto Valenzuela(2007) advierte que los factores reconocidos como sostenes de la identidad mapuche, como la lengua – que entre los jóvenes se ha perdido casi completamente–, la tierra y la práctica de sus costumbres, hoy se encuentran profundamente erosionados, dejando en una nebulosa la continuidad de este grupo. De hecho, las discusiones nacionales acerca de en qué parámetros puede basarse la identificación de los pueblos originarios, parece resurgir luego de cada censo o encuesta representativa que intenta describir a esta población (Irarrázabal & Morandé, 2007; Oyarce et al., 2005). Es por eso que diferentes estudios cualitativos han explorado en el significado vigente de ser mapuche. El estudio de Oyarce et al. (2005), muestra que no existe solo un factor que pueda definir de manera cierta lo étnico, sino que depende de las características y experiencia de quien define: si es o no indígena, si vive en un área rural, etc. Un ejemplo de estas diferencias es que para la mayoría de los grupos indígenas el criterio más mencionado de identificación étnica es la 32

mantención de los rasgos culturales, mientras que lo más señalado por las personas no indígenas es la auto-identificación, lo que coincide con la importancia que otorga a este factor el grupo mapuche en particular. Por lo tanto, mapuches y no mapuches coinciden en considerar criterios subjetivos – como la auto-identificación– de forma complementaria a los factores objetivos para definir la categoría mapuche. Esta ambivalencia se clarifica en las palabras de Course (2013) que plantea la misma pregunta que guía esta investigación: “What does it mean to be Mapuche? Not surprisingly, there is no unitary answer to this question. On one hand, Mapuche appears as an essentialized «ethnic» identity fixed at birth, while on the other, Mapuche is a fluid and transformational category of becoming. In some instances people attribute Mapuche identity on the basis of having two Mapuche parents, speaking Mapudungun,and «looking Mapuche» (…)Yet the same people who define being Mapuche in these essentialized terms of genealogy, language, and phenotype will equally attribute the status of Mapuche to somebody who neither appears indigenous nor speaks Mapudungun if that person has been raised in a Mapuche community, has worked, lived, and eaten with Mapuche people, and, most importantly, behaves with respect in the manner of a «true person»11”(pág. 786). Lo anterior se ve reafirmado por otros estudios sobre las definiciones de ‘mapuche’ desde la perspectiva de los adolescentes. Según Oteíza y Merino (2012), aunque los factores adscritos continúan siendo mencionadas por las nuevas generaciones como relevantes, e incluso, la ausencia de estas características en su propia experiencia los lleva a cuestionarse su “autenticidad” como mapuche, los jóvenes señalan que no es suficiente tener un apellido mapuche para ‘ser’ y ‘sentirse’ mapuche, develándose que para los jóvenes existe un gradiente de afiliación al grupo, que hace que la categoría mapuche no se entienda como precisa. Esta imprecisión hace posible que pese al sentimiento común de ‘fallar’ con los requisitos para ser un mapuche “genuino”, los adolescentes se puedan identificar con orgullo con este grupo. Nos queda avanzar entonces hacia la comprensión de los factores que pese a no estar ligados a la imagen tradicional del mapuche, dan consistencia y vigencia a esta categoría. La centralidad de la “forma de ser” y sistema valórico mapuche (admapu) es destacado por Villar (2004), que estudia en profundidad cómo la moral e identidad mapuche es transmitida por abuelos y padres a las nuevas generaciones. La autora destaca que los abuelos suelen considerar que los jóvenes erran en “la forma correcta de ser mapuche” debido a su

11

El autor destaca en este sentido que los mapuches suelen lamentar que los winka no saben cómo ser respetuosos: de ahí que sean considerados no-hombres o no personas “verdaderas”.

33

desinterés por conocer y practicar las tradiciones, no obstante que éstos internalizan una forma de solidaridad y reciprocidad que consideran características profundas de su identidad como mapuche. En este sentido, no sólo las decisiones parentales acerca de qué elementos son importantes de transmitir (por ej. el mapudungún, ritos tradicionales) influencian las concepciones de los hijos acerca de su etnicidad, sino que sobre todo las actitudes, comportamientos, forma de vivir e identificarse como mapuches que muestran los padres en el día a día son percibidas como pautas concretas de identidad por los hijos.

Pero ni la transmisión de la cultura, de los valores, del estilo de vida, ni de la forma de ser se internaliza sin cuestionamiento por los jóvenes. El análisis de Merino y Tileagă (2011) permite tomar en cuenta que los adolescentes mapuches tienen un rol central en problematizar, resistir y negociar con el conocimiento categorial que tradicionalmente define lo mapuche, generando una tensión entre definiciones internas y externas. Según este estudio, ser mapuche se hace reportable gracias a las características y conocimientos que definen los límites de la categoría étnica. Dentro de estas características, las más obvias serían las reconocibles y superficiales (objetivas), pero más allá de lo aparente o declarativo, habrían características ‘profundas’, como la forma de ver el mundo y el posicionamiento emocional, que serían claves para distinguirse como mapuche. Junto con esto, el análisis de Kropff (2004) hace notar el surgimiento de nuevas auto-denominaciones en los jóvenes mapuche, como ‘mapunky’12, a raíz de su cuestionamiento de la noción ‘folclórica’ del mapuche y de la necesidad de validación y reivindicación de sus experiencias en espacios urbanos cotidianos como recitales o las esquinas de los barrios donde se reúnen. De manera que el ser mapuche puede estar desligado de prácticas culturales tradicionales, porque habrían factores ‘apropiados’ o subjetivos que se asociarían a una manera auténtica de sentir la identidad mapuche, y por lo tanto, son vistos como rasgos aún más decisivos de lo mapuche. Por lo tanto:

Hipótesis 5.1 Los factores subjetivos–la auto-identificación mapuche y la identificación mapuche de los padres– serán considerados como señas más decisivas (que los objetivos) en la formación del juicio de identificación del otro como mapuche por parte de los adolescentes.

12

Palabra que mezcla las categorías mapuche y punky.

34

Hipótesis 5.2 Además, cuando estos factores subjetivos se presentan en conjunto con objetivos será más clara la identificación del otro como mapuche.

Ser mapuche entonces, ¿se entiende en términos constructivistas más que primordialistas? La afirmación de Webb (2013) parece la respuesta más acertada a esta interrogante, pues destaca que: “los participantes [en su estudio] tratan lo mapuche como una categoría social de «tipo natural» basada en la esencia compartida de sangre o ancestros. No obstante, (…) esta categoría está abierta a la elaboración y reconstrucción” (pág. 2063, traducción propia). Esto se entiende porque los individuos perciben los criterios de pertenencia a su grupo étnico como fijos o dados, pues en la práctica, el hecho de que éstos sean socialmente construidos no impide que se sean experimentados como reales, como elementos que les permite a sus miembros encontrar un sentido de quiénes son, de dónde vienen y por qué pertenecen a su grupo étnico. De manera que para este autor, un gran error teórico ha sido poner al primordialismo y constructivismo como opuestos dicotómicos, ya que al no descartar ninguna de estas perspectivas es posible entender que los rasgos adscritos que definen la categoría mapuche les brinda a sus miembros un sentido de pertenencia y de sí mismos estable, que hace posible una apropiación de la categoría que es expresada en formas heterogéneas de ser mapuche por parte de los adolescentes, ya que cognitivamente las personas requerimos sentirnos similares y validados por nuestro grupo, al mismo tiempo que necesitamos construir una identidad única, individual. Esto le permite sostener a Webb (2013) que la juventud mapuche es capaz de desafiar los guiones tradicionales de acción justamente porque privilegia las construcciones primordialistas del sí mismo (self).

Quizás de manera más sustancial, en este último trabajo podemos encontrar cómo los factores objetivos y subjetivos se entretejen en la definición de lo mapuche. Por un lado, los factores objetivos delimitan los bordes de la categoría mapuche: si bien los mapuches carecen de marcadores étnicos tradicionales (lengua, práctica de sus costumbres) consideran otros elementos esenciales (sangre, apellidos) para fundar un principio de similaridad como grupo y distintividad con “los otros” y de esta manera, pueden identificarse como “mapuches” aunque las diferencias culturales y estilo de vida puedan ser hoy indistinguibles de los no mapuches. Pero mientras lo anterior sería un requerimiento “mínimo” o esencial del ser mapuche, los factores subjetivos darían consistencia, espesor a la categoría y serían entendidos como elementos “ideales”: los adolescentes invocan una moral particular que los distingue como mapuches y un orgullo internalizado por su etnia, pues finalmente, lo 35

mapuche para ellos sería una manera de sentir más que de actuar. Por eso el autor hace notar que mediante la transferencia del significado de lo mapuche desde lo externo de las costumbres y tradiciones, hacia sentimientos internos intangibles, los jóvenes son capaces de legitimar el desconocimiento de su lengua y falta de participación en ceremonias y pese a eso, hacer coherente su identificación étnica. Por lo anterior, la identificación mapuche bien podría entenderse desde la idea de ‘etnicidad simbólica’ (Gans, 1979), pero con la salvedad de que está sustentada por una base esencialista, que para Webb (2013) continúa sosteniendo la identidad mapuche en la actualidad. Finalmente, a lo largo de esta revisión teórica hemos puesto énfasis en cómo la categorización mapuche se define en términos socialmente compartidos, pero los estudios sobre la formación del juicio han mostrado que además de este componente social, habría un componente idiosincrático asociado a cada individuo (membresías de etnia, clase, género) que también juegan un rol en los criterios que se consideran relevantes en los juicios (Rossi & Andeson, 1982; Hox, Kreft, & Hermkens, 1991). En este sentido, aunque se ha revisado en profundidad cómo la experiencia dentro o fuera del grupo mapuche (membresía étnica) puede dar más o menos importancia a algunos factores que definen “lo mapuche”, desgraciadamente no existe evidencia sobre cómo otro tipo de sesgos idiosincráticos pueden motivar la preferencia de ciertos factores por sobre otros al momento de formarse el juicio de identificación étnica. De los estudios sobre discriminación mapuche podemos rescatar la evidencia que postula que los hombres tienden a discriminar más a los mapuches (Saiz, 2004) y también, se sabe que “a medida que se asciende en la escala social, más implícita se realiza la práctica discursiva prejuiciada acerca de los mapuches” (Pilleux & Merino, 2004), lo que nos dice que el sexo y clase social de los estudiantes podrían generar distintos juicios de identificación, pero no podríamos generar hipótesis acerca de cómo este “efecto lente” puede afectar de forma puntual la importancia de factores particulares, por lo que es un campo que se abordará de forma exploratoria en este estudio.

36

4 METODOLOGÍA 4.1 Fuente de datos Se utilizarán los datos proporcionados por el “Estudio Longitudinal de Tabaco, Alcohol y Drogas en población escolar” (2008-2013) 13 realizado por el Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, trabajándolos sólo de forma transversal, con foco en su última ola (2013). Esta encuesta fue de carácter auto-aplicada, y tuvo como población objetivo a los estudiantes de cuarto año de enseñanza media provenientes de establecimientos educacionales municipales, subvencionados y privados, que impartieran los niveles desde séptimo básico a cuarto año de enseñanza media, de todas las comunas de 30.000 o más habitantes de la Región Metropolitana. Aunque este estudio de panel fue diseñado originalmente para alcanzar representatividad en la región, en 2013 alcanzó una atrición de un 67%, que lo deja sin esta capacidad. No obstante lo anterior, el presente trabajo tiene una finalidad más bien exploratoria y descriptiva, por lo que no perjudica el análisis propuesto. Queda destacar que para el propósito de esta investigación es de interés específicamente el último módulo de la encuesta, que gira en torno a la identificación étnica, tema que se aborda principalmente a través de un diseño factorial.

4.2 Método Hemos establecido que el objetivo de esta investigación es comprender la categoría “mapuche” vigente a través de los factores subyacentes más relevantes en el juicio de identificación mapuche de los adolescentes de la Región Metropolitana, por lo cual se aplicará principalmente el método de encuesta factorial que permite iluminar la “caja negra” de los juicios elaborados por las personas. Este método ha sido elogiado porque permite alcanzar tanto la validez externa de una encuesta convencional– pudiendo llegar a una muestra importante y/o representativa de personas –, como la validez interna propia de un estudio experimental–

a raíz de un estrategia activa de medición que contempla una

intervención controlada de estudio–, de ahí que se lo considere una técnica mixta o híbrida (Wallander, 2009). Pese a sus promisorias virtudes, este enfoque está lejos de ser popular ya

13

A excepción del año 2012, en el que no se aplicó la encuesta.

37

que según la revisión de Aguinis y Bradley (2014) acerca del avance de este tipo de método en la literatura durante los últimos veinte años, se deja al descubierto que aunque ha habido un modesto incremento de los artículos que se basan en esta metodología, se estima que sólo un 1% del total de las publicaciones ha utilizado este enfoque durante dicho periodo. Su escasa propagación se explicaría por las dificultades asociadas al diseño y análisis de los datos provenientes de encuestas factoriales, así como a la falta de guías o protocolos de buenas prácticas para su correcta aplicación y análisis, salvo excepciones (Ver los trabajos de Aguinis & Bradley (2014) y Jasso, (2006)). Considerando entonces lo inusual de esta aproximación, por un lado es necesario subrayar que este trabajo aporta distintivamente tanto a la investigación que se ha realizado en nuestro país acerca de la categorización mapuche, como a sentar precedentes en la aplicación de esta técnica metodológica, y por otro lado, se hace urgente explicar en qué consiste, exponiendo las características del instrumento en que se basa este estudio y profundizando en las ventajas de este método para abordar la pregunta de investigación. El método de encuesta factorial, llamado también “metodología experimental de viñetas”, consiste en presentar a los participantes escenarios realistas construidos cuidadosamente por los investigadores, con el objetivo de estudiar variables dependientes – que pueden ser intenciones, actitudes, opiniones, creencias y juicios, entre otros14– mediante la manipulación, control y variación sistemática de las variables independientes o factores explicativos que se suponen relevantes. No está demás mencionar que se asume que los respondientes seleccionarán un número acotado de factores para basar sus juicios o evaluaciones y también, que los participantes siguen reglas o criterios relativamente consistentes al momento de evaluar, al mismo tiempo que se presume que en los juicios opera un componente social, representado en los factores propuestos en las viñetas, como una variación individual –ligada a un componente idiosincrático– que juegan un rol conjunto en la formación de los juicios (Hox et al., 1991). Es necesario establecer además que el componente principal de este método son las viñetas, que son breves descripciones hipotéticas o ficticias de un “objeto social” (persona, situación, etc.) que presentan una combinación sistemática de características (Atzmüller & Steiner, 2010; Wallander, 2009).

14

Para una revisión completa de los temas y sub-disciplinas en que se ha utilizado este método, ver Wallander (2009).

38

Así, el módulo indígena de interés en esta investigación fue diseñado en gran medida como una encuesta factorial, por lo que cuenta con una serie de viñetas, que en este caso, giran en torno a individuos ficticios que los adolescentes tuvieron que juzgar, determinando si (A) los consideraban mapuches o no, o en otras ocasiones, (B) cuán mapuches los consideraban, ya que se presentaron dos formas de calificación (o rating task) de las viñetas, una dicotómica (A) u otra ordinal(B), tal como se muestra en el ejemplo de la Tabla 4-1. Además, las viñetas contemplan diferentes dimensiones (apellido del padre, apellido de la madre, aspecto físico, por ejemplo) que se consideraron teóricamente relevantes en el juicio de identificación mapuche y que pueden tomar distintas categorías o ‘niveles’ (apellido del padre puede tomar los niveles ‘mapuche’ y ‘no mapuche’, en el primer caso). De esta manera, en el modelo de la Tabla 4-1 se subrayan los niveles que representan las distintas dimensiones consideradas y en la Tabla 4-2, se presenta la operacionalización, indicando todas las dimensiones y niveles contemplados en este estudio para la identificación mapuche. Tabla 4-1. Modelo de viñeta Descripción del sujeto a identificar: María Teresa Reyes Nahuelpan es una joven de piel morena y ojos oscuros que vive en una comuna de clase baja. Aunque el primer apellido de su padre no es mapuche, éste se considera mapuche. Su madre también se considera mapuche. Los abuelos de María Teresa viven en Santiago y ella no está interesada en las tradiciones mapuche. Rating Task A (dicotómica): ¿Identificarías a María Teresa como mapuche? (Valores: “Sí, es mapuche” (1) y “No, no es mapuche”(2) ) Rating Task B (ordinal): ¿Qué tan mapuche consideras a María Teresa? (Valores: “Nada mapuche”(1) a “Totalmente mapuche” (5)) ¿Pero por qué estudiar la formación del juicio de identificación mapuche a través de este método? Hace falta destacar que la principal ventaja del método de encuestas factoriales es que logra la “ortogonalidad de los factores”, que refiere a una perfecta no asociación entre las variables de estudio, lo que es propio de un diseño experimental, pero que puede ser obtenido bajo este método utilizando procedimientos muestrales de encuestas convencionales (Wallander, 2009). Y es que, en palabras simples, la realidad social cuenta con una ‘multicolinealidad’ que es difícil de evitar puesto que, utilizando el ejemplo de Rossi y Anderson (1982), “etnia” es una variable que está estrechamente asociada con el “estatus socioeconómico” en muchas sociedades, pareciendo imposible separar ambas variables, sin embargo, las encuestas factoriales contemplan un diseño que genera que los factores (también “dimensiones” o “variables”) en una viñeta se conjuguen con absoluta aleatoriedad – y es justo a esto, a lo que se apunta con la denominada ortogonalidad–. Lo anterior hace posible

39

que variables correlacionadas en la vida real no lo estén gracias a este diseño factorial que construye una realidad experimental y controlada, permitiendo a los cientistas sociales observar los efectos de cada uno de los factores “descontaminados” de la usual superposición de efectos que se produce en el mundo real. Metodológicamente entonces, el mundo experimental que construye este método, permite evitar problemas de multicolinealidad que puede afectar la precisión de las estimaciones. Además, este método comprende otras ventajas que es oportuno mencionar considerando nuestra pregunta de investigación. Primero, es sistemático en la evaluación de condiciones, valoraciones y contextos que afectan los juicios de las personas, lo que permitirá estudiar la importancia absoluta y relativa de los factores sobre los juicios, y también, la influencia de ciertas variables en interacción con otras. Al mismo tiempo, la técnica de presentar a los entrevistados distintas descripciones, con factores que varían aleatoriamente, conforma una manera de preguntar que puede estar en menos riesgo de una respuesta acorde a la deseabilidad social, ya que no es evidente para los participantes el foco del instrumento. Otro aspecto a considerar es que las personas no siempre están conscientes de la influencia de ciertos factores sobre sus propios juicios, resultando usualmente complejo explicitarlos frente a una pregunta directa (de encuestas convencionales), por lo que el enfoque factorial parece lo más apropiado cuando se quiere estudiar fenómenos complejos, como los determinantes en la formación del juicio (Wallander, 2009).

40

Tabla 4-2.Operacionalización de “Identificación mapuche” Concepto

Dimensión

Identificación mapuche

Factores objetivos

Subdimensión Ancestros

Rasgos físicos

Factores subjetivos

Dimensiones en viñeta Apellido madre Apellido Padre Color de piel y ojos

Vínculo con la tierra

Lugar de residencia de los abuelos

Clase social

Clase social de la comuna de residencia

Género

Sexo

Identificación mapuche de padres

Identificación mapuche de madre Identificación mapuche de padre

Autoidentificación mapuche

-

Interés en tradiciones

Niveles 1.Apellido no mapuche 2.Apellido mapuche 1.Apellido no mapuche 2.Apellido mapuche 1.Piel clara y ojos claros 2.Piel oscura y ojos oscuros 1.Los abuelos de viven en Santiago 2. Los abuelos de viven en el sur. 1.Baja 2. Media 3. Alta 1.Nombre masculino 2.Nombre femenino 1. “Su madre se considera mapuche” 2. “Su madre no se considera mapuche” 1.“Su padre se considera mapuche” 2.“Su padre no se considera mapuche” 1. (El o la joven a identificar) no está interesado/a en las tradiciones mapuche. 2. (El o la joven a identificar) está muy interesado/a en las tradiciones mapuche.

Consideraciones sobre el diseño de encuesta factorial

Como esta investigación se basa en datos secundarios, las decisiones metodológicas respecto al diseño del módulo factorial se mencionan como antecedentes pero no constituyeron parte de este estudio, sin embargo, adquieren especial interés ya que permiten profundizar en los fundamentos del método factorial y también, porque serán relevantes luego para un análisis adecuado de las viñetas. Según el protocolo planteado por Jasso (2006), el diseño de este tipo de encuestas debe tener en cuenta el universo de viñetas, que son todas las combinaciones posibles de niveles considerando cada una de las dimensiones, para seleccionar de éste una muestra de viñetas. Con este fin, los investigadores a cargo del diseño de la encuesta de interés realizaron un producto cartesiano de todas las dimensiones para obtener el universo de 41

viñetas, que en este caso corresponde a 2x2x2x3x2x2x2x2 = 384 viñetas posibles. El paso que se recomienda a continuación es descartar los casos lógicamente imposibles, pero esto no se consideró atingente. De manera que del universo de viñetas, los investigadores seleccionaron aleatoriamente 144 unidades o tipo de viñetas, que dividieron en 12 conjuntos (o deck) compuestos a su vez por 12 viñetas que fueron calificadas con un rating task dicotómico y las mismas 144 unidades fueron divididas de igual modo, con la única diferencia de contemplar un rating task ordinal. Así, cada uno de los 24 decks (12 dicotómicos y 12 ordinales) fueron asignados aleatoriamente a los participantes, que debieron enfrentarse a una sección de la encuesta que incorporó 12 viñetas. Tener en cuenta estos aspectos es relevante ya que el modo de selección de viñetas y el rating task utilizado no son los únicos posibles, y traen asociados una serie de limitaciones que son tratadas a través de estrategias metodológicas en el análisis de los datos.

Respecto a la selección de la muestra o sub-población de viñetas, Atzmüller y Steiner (2010) hacen un detenido estudio de las distintas estrategias de selección que se han utilizado, enfatizando en que en comparación a trabajar con el universo de viñetas (que permite la estimación de todos los efectos principales e interacciones) la selección de una muestra de viñetas siempre resulta en una pérdida de información que limita la estimación de algunos efectos e incluso confunde algunos de ellos. Si bien lo más clásico ha sido la estrategia de selección aleatoria de viñetas (random selection strategy), otra alternativa es la técnica de fraccionamiento del universo (fractional factorial design), que busca planificar la equitativa representación de cada uno de los niveles de los factores para poder definir con claridad los efectos que se confunden, ya que la falencia que conlleva simplemente aleatorizar la muestra de viñetas es que no existe certeza de que la ortogonalidad de los factores se logre, ya que no todos los niveles de los factores están igualmente representados, por lo que se habla más bien de una “ortogonalidad aproximada” (Rossi & Anderson, 1982) que debe someterse a un cuidadoso escrutinio. Otra técnica reciente que busca evitar estos problemas es el diseño “Defficient” o diseño ortogonal balanceado, que busca asegurar la misma frecuencia de los niveles de cada dimensión en la muestra, al mismo tiempo que vela por la máxima varianza de los niveles (Auspurg & Jäckle, 2012; Shamon & Dülmer, 2014).

Otro aspecto de fundamental importancia en el diseño de las viñetas es su forma de calificación o rating task, ya que ésta corresponde a la variable dependiente de los modelos estimados y por lo tanto, determinan la estrategia de estimación de los datos. Jasso (2006) 42

advierte que lo más preferible es contar con la escala que represente más fielmente el continuo de la variable de respuesta en la “cabeza” de los respondientes y que a la vez, permita el máximo de libertad a los investigadores para elaborar el plan de estimación. Esto ha llevado a algunos estudios incluso a proponer formas de calificación sin estándar alguno, lo que obliga al respondiente a idear autónomamente el dominio de respuesta y puntos de corte, aunque lo más usado son escalas numéricas estandarizadas y amplias, que poseen gran sensibilidad a las respuestas. No obstante, dado lo incipiente del despliegue de este tipo de encuestas en Chile, debemos considerar que no existe un estudio de validación de estas escalas, por lo que el mero hecho de considerar dos formas de rating task en esta investigación constituirá un antecedente en esta materia. En este sentido, se tomó la decisión de considerar sólo a un nivel descriptivo ambos rating task, para exponer cómo se comportan entre los entrevistados, pero a nivel explicativo sólo se consideró la muestra de viñetas con rating task dicotómico, en pos de la concisión de esta tesis.

Junto a los puntos anteriores, existen otros aspectos respecto al diseño de este método que han recibido bastante atención. Siguiendo a Auspurg y Jäckle (2012), se ha estudiado con bastante intensidad el efecto de la complejidad de la encuesta factorial (en términos de extensión de cada viñeta y también del conjunto de viñetas asignadas a cada respondiente) sobre la consistencia de las respuestas, en búsqueda de poder establecer un nivel de dificultad recomendable que evite la fatiga de los participantes, así como el “efecto de aprendizaje” que surge cuando los participantes asimilan la información entregada y hacen uso de heurísticas que sirven de atajo para la tarea de enfrentar cada viñeta, lo que no es deseable en la medida que puede asociarse a una falta de concentración y reflexión en las respuestas. En este sentido, el trabajo de estos autores confirma la experiencia de estudios anteriores que han establecido que alrededor de 8 dimensiones por viñeta y un número de 10 viñetas por respondiente es una extensión por lo general manejable para los entrevistados15, lo que entrega luces acerca de la pertinencia de las viñetas con las que se trabaja en este estudio, que cuenta con 9 dimensiones por viñeta y 12 viñetas presentadas a cada respondiente. De la misma forma, se ha estudiado el efecto del contexto (priming effect) que “ocurre cuando la información anterior presentada establece un marco cognitivo o punto de referencia que guía la interpretación de la información posterior” (pág. 4, traducción propia), lo que podría descartarse en buena medida

15

Sobre esto no hay consenso, ya que según Sauer, Auspurg y Hinz (2011) lo óptimo serían 5 dimensiones y 10 viñetas, pero sin duda que este rango depende de cada contexto sociocultural particular.

43

en el caso del instrumento utilizado, ya que el módulo indígena se enmarca dentro de un estudio de drogas y violencia escolar, que afortunadamente no predispone ni entrega información a la temática de interés. Otros problemas que se han estudiado son el impacto del rango de niveles por dimensión, el efecto de combinaciones ilógicas de dimensiones y, en menor medida, el efecto del orden tanto de las viñetas en cada deck, como de las dimensiones en cada viñeta, aunque no es posible hacer un contraste de estas últimas consideraciones con las características del instrumento ya que debido a que la encuesta de interés fue realizada en formato impreso, no se tiene otra opción que contar con un número fijo y acotado de niveles, así como fijar el orden de las viñetas en cada deck y de las dimensiones en cada viñeta (lo que además se decide a favor de la fluidez y naturalidad de la redacción de cada viñeta).

Cada uno de los miramientos que han sido tratados en este apartado serán retomados más adelante al realizar la evaluación del diseño aplicado a la luz de los resultados (Ver apartado 5 Resultados Metodológicos).

4.3 Estrategia de análisis y modelos Debido a que cada estudiante debió evaluar un conjunto de viñetas, la estructura resultante de los datos de una encuesta factorial es, por definición, jerárquica (Hox et al., 1991; Dulmer, 2014). Si observamos la figura 1, queda claro que las viñetas (v = 12) están anidadas dentro del criterio y contexto personal de cada uno de los estudiantes (e = 1087), de manera que las unidades de nivel 1 corresponden a las viñetas indicadas por el término vji mientras que las unidades de agrupación de nivel 2 están constituidas por los estudiantes indicados en la expresión ei, donde j (j= 1,2,…,12) corresponde a cada viñeta que ha sido evaluada por el estudiante i (i=1,2,…, 1087). Figura 1: Estructura jerárquica de los datos

ei

Nivel 2

Nivel 1

v1i

v2i

...

v12i

44

Existe bastante consenso en la literatura de que el análisis multinivel es la estrategia más apropiada y eficiente para analizar datos con estructura jerárquica (Bryk & Raudenbusch, 1992; Dulmer, 2014; Goldstein, 1986; Hox et al., 1991; Jasso, 2006). Lo anterior queda claro cuando consideramos que los análisis convencionales (lineales, logísticos) al considerar un solo nivel asumen (i) la independencia de las observaciones y (ii) que los errores estarían no correlacionados. Pero resulta problemático sostener estos supuestos en un contexto jerárquico, en el que las observaciones están anidadas en unidades de agrupamiento superiores, por lo que en el caso de las encuestas factoriales, (i) se viola el supuesto de independencia de las observaciones toda vez que un conjunto de viñetas son juzgadas por un individuo que, muy probablemente, responderá de forma consistente, existiendo una asociación firme entre sus respuestas y los predictores considerados en éstas; y por lo mismo, (ii) la variación individual de las respuestas puede ocasionar (en grados diversos) la correlación de los errores dentro de cada respondiente. La transgresión de estos supuestos resulta en la estimación generalmente insesgada pero ineficiente de los coeficientes y en la subestimación de los errores estándar, que puede llevar a conclusiones de inferencia estadística erradas, pudiendo incurrir en el error de afirmar equivocadamente que un efecto es significativo (Bryk & Raudenbusch, 1992; Hox et al., 1991). Por el contrario, la estrategia de análisis multinivel reconoce que las observaciones

dentro de una unidad superior

(estudiantes) no son independientes entre sí, lo que da paso a considerar que cada nivel posee distintas fuentes de variación, siendo capaz de acomodar más de un error aleatorio en sus modelos.

La principal utilidad de los modelos multinivel es que al considerar distintos niveles de análisis permite estudiar de forma simultánea tanto el impacto de los factores mencionados en las viñetas (asociados al componente social) como la importancia de las características de los individuos (componente idiosincrático) sobre los juicios, al mismo tiempo que posibilita el examen de las relaciones entre variables dentro de cada nivel y entre los niveles de análisis, abriendo paso a un análisis que puede alcanzar una gran complejidad. Ahora bien, debido a que la variable dependiente (rating task) de interés es dicotómica, se realizará un análisis multinivel de tipo logístico que define esta variable con el término ƞij para indicar el logaritmo de la razón entre la probabilidad de que la persona ficticia sea considerada por los estudiantes como mapuche (1) y que no lo sea (0). Se escoge esta alternativa ya que son bien reconocidos los problemas de analizar una variable dependiente dicotómica a través de un modelo de probabilidad lineal, entre los que se puede reconocer 45

que: (i) con variables de respuesta binaria se viola el supuesto lineal de que los errores estén normalmente distribuidos;(ii) la varianza residual no es homoscedástica; (iii) el supuesto de linealidad entre la variable dependiente y la independiente no se mantiene cuando la probabilidad es cercana a valores extremos (0,1) y finalmente, (iv) es posible que las probabilidades predichas caigan fuera del rango 0 a 1, haciendo difícil su interpretación. Por el contrario, los modelos logísticos multinivel al considerar la función de enlace logística, permiten que las probabilidades se delimiten al intervalo entre 0 y 1, solucionando el problema de interpretación.

Luego, esta estrategia propone modelos con dos ecuaciones de regresión: una modela los efectos de la viñeta dentro de cada respondiente y la otra modela los efectos de las características personales de los estudiantes sobre el efecto de cada uno de los factores que conforman el juicio. De esta forma, los factores (Xij) mencionados en las viñetas corresponderán a las variables independientes de los modelos estadísticos en el primer nivel (Ver Tabla 4-2 para tener en cuenta cada variable considerada). Y en un segundo nivel, dichos factores serán considerados variables dependientes, introduciendo las características (Zj) asociadas a los individuos como variables independientes que explicarán el efecto de cada factor sobre la variable de respuesta. Para esto último, se considerará la información del resto de la encuesta – diseñada de modo convencional–, que permite identificar características de los adolescentes que se consideran relevantes para el análisis: sexo, auto-identificación étnica, percepción de similaridad con mapuches y educación de la madre. Guiándonos por la notación de Hox et al. (1991), la formulación matemática de cada ecuación es la siguiente:

Modelo nivel 1 ƞij= βi0+ βi1Xij1+ βi2 Xij2 + …+ βim Xijm + εij

(1)

Donde: 𝑃

ƞij = log( 1−𝑃𝑖𝑗 ) , es decir, corresponde al logaritmo de la razón entre la 𝑖𝑗

probabilidad (𝑃𝑖𝑗 ) de que el estudiante i evalúe a la persona ficticia descrita en la viñeta j como mapuche, sobre la probabilidad de que no lo considere mapuche (1 − 𝑃𝑖𝑗 ) ; Xijm = efecto de la característica (o factor) m de la viñeta j según el estudiante i; βim = coeficiente de regresión para el estudiante i; 46

εij = error aleatorio o residuo de nivel 1; Para: i = 1,…,k estudiantes j = 1, …, ni viñetas evaluadas por el estudiante i, m =1, …, p factores (o variables) de cada viñeta Considerando esta primera ecuación, definimos que los juicios de cada uno de los estudiantes son predichos por los factores considerados en las viñetas. Modelo nivel 2 Para cada uno de los coeficientes de regresión (βim ) presentes en la ecuación (1) se define el siguiente modelo entre los respondientes: βim= 𝛾0𝑚 + 𝛾1𝑚 𝑍1𝑖 + ⋯ + 𝛾𝑟𝑚 𝑍𝑟𝑖 + 𝛿𝑖𝑚

(2)

Donde: βim = coeficiente de regresión para el estudiante i según característica m de la viñeta ; 𝑍𝑟𝑖 = valores de la característica r de cada estudiante i; 𝛾𝑟𝑚 = coeficiente de regresión que señala el efecto de la característica r de los estudiantes sobre βim ; 𝛿𝑖𝑚 = error aleatorio o residuo de nivel 2; Modelo mixto El modelo reducido, que se obtiene luego de reemplazar la ecuación de nivel 2 en la de nivel 1 es la siguiente: 𝑞

𝑝

𝑝

ƞij = [∑𝑟=0 ∑𝑚=0 𝛾𝑟𝑚 𝑍𝑟𝑖 𝑋𝑖𝑗𝑚 ] + [∑𝑚=0 𝛿𝑖𝑚 𝑋𝑖𝑗𝑚 + ε𝑖𝑗 ]

(3)

Una vez expuestos los modelos, se debe notar que éstos permiten diferenciar entre los “umbrales” de los juicios y el “proceso” en la formación del juicio, ya que si los estudiantes o un sub-grupo de ellos difiere en sus umbrales, estaríamos en la situación de que – independiente de las descripciones– las personas ficticias fueron consideradas mapuches en distinta medida según los estudiantes, de manera que habría una variación en los interceptos (βi0) de las ecuaciones entre los estudiantes; pero si además, los estudiantes difieren en los 47

factores que consideran relevantes para formar su juicio, entonces habrían variaciones entre los respondientes respecto a las pendientes de las ecuaciones (βim).

Hace falta especificar que los modelos logísticos multinivel asumen que la variable binaria ƞij posee una distribución de Bernoulli a nivel 1, con media 𝑃𝑖𝑗 y varianza 𝑃𝑖𝑗 (1 − 𝑃𝑖𝑗 ), de manera que tanto la media como la varianza están determinadas por la probabilidad de respuesta, lo que quiere decir que no existen parámetros para la media y varianza separados de la variable dependiente, a diferencia de lo que ocurre en una distribución normal. Lo anterior genera que los modelos logísticos carezcan de medidas de ajuste como las de los modelos lineales (por ej. R2) y en general, que sea difícil interpretar los modelos en términos de varianza explicada y residual. No obstante, todo modelo no lineal supone una distribución lineal y normal de la variable dependiente y de sus errores aleatorios (𝛿𝑖𝑚 ~𝑁(0, 𝜏00 )) para el segundo nivel (Goldstein, 1991).

Los problemas asociados a tratar con la varianza explicada y residual de los modelos logísticos multinivel, han suscitado el interés de los investigadores y se han propuesto soluciones que rescataremos. Respecto a la varianza explicada, que indica el ajuste de los modelos, utilizaremos el pseudo R2 de McKelvey & Zavoina para modelos logísticos multinivel, ya que se ha considerado la medida de ajuste más adecuada para este tipo de modelos (DeMaris, 2002; Windmeijer, 1995). Respecto a la varianza residual, se ha documentado que un inconveniente de este tipo de modelos es que la varianza residual de Nivel 2 y también los coeficientes, pueden aumentar conforme se introducen nuevas variables a los modelos, debido a que se supone una varianza fija de Nivel 1(= π2/3), que por lo tanto, no puede decrecer cuando se incorporan predictores, haciéndose problemática la comparación entre un modelo y otro. Por esta razón Hox (2010) desarrolló una solución que considera la magnitud del cambio de la varianza entre un modelo (nulo) y otro, incorporándola en un factor corrector que re-escala los resultados de los modelos posteriores en base al modelo nulo y así, hace posible comparar la varianza no explicada entre modelos. Como este estudio propone distintos modelos logísticos multinivel, todos ellos incorporarán este factor de corrección.

Pese a las dificultades que presentan los modelos logísticos multinivel, una preocupación fundamental en este estudio es si existe una variación importante entre los juicios de los estudiantes o si por el contrario, existe homogeneidad entre los respondientes respecto a los 48

factores que definen los juicios, ya que buscamos identificar la importancia del componente idiosincrático versus el componente social. Para responder esta inquietud, existen algunos indicadores que ayudan a estimar la magnitud de la varianza correspondiente al nivel 1 y al nivel 2: si existiera gran variabilidad de nivel 2 estaríamos frente a un escenario en el que existirían grandes diferencias entre los estudiantes respecto a sus juicios, mientras que una gran variabilidad de nivel 1 señalaría que lo más decisivo son las características de las viñetas en la formación del juicio. Si bien existen varias medidas de ajuste para modelos logísticos lineales, para modelos logísticos ocurre que al tener niveles que asumen distintas distribuciones de probabilidad, resultan más difíciles de interpretar en términos de varianza, por lo que recogeremos distintas alternativas propuestas en la literatura para poder interpretar la varianza de estos modelos, pues no existe consenso acerca de qué solución es la más apropiada.

Una alternativa es calcular la correlación intra-clase (ICC por sus siglas en inglés), de forma similar a cuando se trabaja con modelos lineales multinivel, siguiendo la fórmula: ICC= VN2/ (VN2+ VN1) Donde: VN1 = corresponde a la varianza de nivel 1(viñetas); VN2 = corresponde a la varianza de nivel 2 (estudiantes).

La interpretación de la ICC debe hacerse con precaución ya que ambas varianzas están en distintas escalas (logística y lineal). Pero si se recoge la representación de variable latente de la variable binaria, es posible convertir la varianza (lineal) de nivel 2 a la escala logística de la varianza de nivel 1. Bajo este enfoque, se asume que la varianza de nivel 1 (V N1) corresponde a π2/3 (equivalente a 3,29 aproximadamente), resultando que: ICC= VN2/ (VN2+ 3,29)

Para Raudenbush y Bryk (1992), sin embargo, el hecho de que la varianza sea homoscedástica (ya que está determinada por la variable dependiente) en un modelo binario, hace no recomendable estimar la ICC, sino que más bien recomienda la estimación de los valores plausibles (VP), que indican el rango de variación de las medias (intercepto o umbral) entre los estudiantes para un nivel de confianza dado. Por lo tanto, esta alternativa también nos permitirá evaluar la magnitud de la variación entre estudiantes respecto a sus juicios de identificación mapuche. La fórmula es la siguiente (para un nivel de confianza de 95%): 49

VP𝛾𝑟𝑚 =𝛾′𝑟𝑚 ± 1,96√𝑉𝑁2 Donde: 𝛾′𝑟𝑚 = efecto estimado para 𝛾𝑟𝑚 Respecto al tratamiento de los datos, los modelos presentados serán estimados mediante el paquete estadístico STATA 12. La muestra final considerada en el análisis explicativo considera 13.651 viñetas (dicotómicas) anidadas en 1087 estudiantes. En la Tabla 4-3 se incluye una descripción de dicha muestra final de respondientes, en la que se exponen todas las variables que serán consideradas en el nivel 2 de análisis, a excepción de la edad, que es poco variable entre los respondientes, ya que pertenecen al mismo nivel de educación (cuarto año de enseñanza media). Las decisiones metodológicas respecto al descarte de casos considerados problemáticos se describen en el apartado (5) de resultados metodológicos.

Adicionalmente, para ilustrar el proceso de la formación del juicio de identificación, se hará uso de árboles de decisión, ya que es una herramienta estadística que permite resumir de forma gráfica el comportamiento de los estudiantes, ante la conjugación de distintos factores en las descripciones que tuvieron que juzgar. El árbol de decisión que se presentará utiliza el método de división CHAID (Chi-square automatic interaction detector), que consiste en un algoritmo que permite la detección automática de interacciones mediante el test de significancia de Chi-cuadrado. Dado que la muestra de viñetas es bastante amplia y el test de Chi-cuadrado se vuelve muy probablemente significativo en estas condiciones, se decide considerar una profundidad del árbol reducida (sólo los primeros 5 factores de relevancia), lo que además permite una interpretación del árbol más expedita (Berlanga, Rubio, & Vilà, 2013). Finalmente, el análisis descriptivo de la sección (5) resultados metodológicos y los árboles de decisión que se presentarán en la sección (6) de resultados, se apoyan en el programa SPSS 19.

Tabla 4-3. Análisis descriptivo de variables al nivel (2) de estudiantes, muestra final Porcentaje

Media

N

50

Sexo

Identificación Mapuche

Educación de la Madre16

Edad Percepción de Similaridad(1-7)17

Hombre Mujer Total Si No Total

49,86 50,14 100 5,43 94,57 100

-

542 545 1.087 59 1.028 1.087

Baja

24,1

-

262

Media Alta Total

23,64 52,25 100 -

17,8 3,9

257 568 1.087 1087 1087

16

Los niveles de educación de la madre corresponden a: 1) Baja: Enseñanza Media incompleta o menos; 2) Media: Enseñanza media completa; 3) Alta: Educación superior completa o incompleta. 17 Esta pregunta fue dirigida a todos los estudiantes, como se especifica: “En una escala de 1 a 7 ¿Cuán similares o diferentes son los Mapuche y los Chilenos no indígenas entre sí?”, donde 1 es “muy diferente” y 7, “muy similares”.

51

5 RESULTADOS METODOLÓGICOS En este apartado se exponen los principales resultados metodológicos, que buscan evaluar el instrumento y la confiabilidad de los datos en estudio.

5.1 Eficiencia del diseño factorial Metodológicamente, el mundo experimental que construye el método de encuesta factorial, permite (al menos en el primer nivel de análisis) evitar problemas de multicolinealidad que pueden provocar distorsiones en los signos de los efectos de los predictores o reducir la significancia de éstos, y aunque ha sido poco estudiado el impacto de este problema en particular sobre los modelos multinivel, existe consenso que es un escenario que debe eludirse en lo posible (Shieh & Fouladi, 2003). Por esta razón, corresponde evaluar si contamos con la ventaja de la ortogonalidad de los factores, mediante el análisis de la correlación entre todas las dimensiones consideradas en las viñetas. Se debe tener en cuenta que aunque las viñetas con rating task dicotómico fueron diseñadas de forma idéntica a las de rating task ordinal (mismas viñetas y deck), éstas fueron aplicadas con distintas frecuencias, de manera que a lo largo de todo el análisis serán tratadas como muestras diferentes. La matriz de correlaciones entre dimensiones tanto para las viñetas con rating task dicotómico como ordinal se incluyen en el anexo (Ver Tabla 10-1 y Tabla 10-2). Los resultados obtenidos muestran que: i) las correlaciones para viñetas dicotómicas son muy bajas en general– la mayoría menores al 10%–, con algunas excepciones (en torno al 15%), que de todas formas, siguen siendo correlaciones pequeñas; y ii) en la matriz de correlaciones para viñetas ordinales, nuevamente se puede corroborar que las correlaciones entre dimensiones son bajísimas, pero también existen algunas desviaciones a la norma, aunque ninguna de importancia. Por lo tanto, podemos determinar que el diseño factorial aplicado fue eficiente, ya que disponemos de una ortogonalidad de los factores bastante aproximada.

52

Luego, queda evaluar cómo se distribuyen los niveles de cada dimensión, tal como se muestra en la Tabla 5-1. En ésta se puede ver que la mayoría de las dimensiones poseen una distribución normal, puesto que en términos de sexo, identificación étnica del padre, de la madre, residencia de los abuelos e interés en las tradiciones, los niveles están representados en una proporción similar (en torno al 50% de los casos). Las excepciones son las dimensiones de apellido paterno y apellido materno, pues en ambas, el nivel apellido mapuche está algo más representado, y lo mismo ocurre con el color de piel y ojos oscuros. Por último, vemos que la dimensión NSE de la comuna presenta una distribución balanceada, pese a que el nivel medio está algo más representado que el bajo y alto.

Tabla 5-1. Descriptivos de niveles por dimensión, según tipo de viñeta Dimensiones

Viñetas dicotómicas (% columna)

Viñetas ordinales

Mujer

47.3

46.7

Hombre No mapuche Mapuche No mapuche Mapuche

52.7 43.3

53.3 44

56.7 42.2

56 41.8

57.8

58.2

No mapuche Mapuche No mapuche Mapuche

51.4

51.8

48.6 50.4

48.2 50.1

49.6

49.9

Santiago

49.6

49.3

Sur

50.4

50.7

Interés en tradiciones

Sin interés

53.1

52.5

Color piel y ojos

Interés Claros

46.9 41.6

47.5 42

Oscuros

58.4

58

27.3 41.8 31 15.144

27.2 42.2 30.6 16.572

Sexo Apellido Padre

Apellido Madre

Identificación étnica padre

Identificación étnica madre

Residencia Abuelos

NSE comuna

N total (Viñetas)

Niveles

Bajo Medio Alto

(% columna)

53

5.2 Análisis del instrumento Otro aspecto fundamental es el análisis del módulo factorial aplicado desde el punto de vista de: a) la evaluación que hacen los respondientes respecto a la dificultad del módulo; y b) si es que existen diferencias estadísticas significativas entre las habilidades cognitivas de los respondientes al momento de evaluar el módulo factorial, pues se busca evaluar la correcta comprensión del módulo, para poder así confiar en la coherencia de las respuestas de rating task ordinales y dicotómicos, sobre las que se fundamentarán los resultados de estudio. 5.2.1

Dificultad del instrumento

La encuesta cuenta con la pregunta “En general, ¿qué tan difícil o fácil fue responder estas descripciones imaginarias?” que podía ser evaluada con una escala que fluctuaba entre -5 (Muy difícil) a + 5 (Muy fácil). Las distribuciones de esta pregunta para viñetas ordinales y dicotómicas (Gráfico 1 y 2), son bastante normales y muestran que tanto para quienes respondieron viñetas dicotómicas como ordinales, la gran mayoría se ubicó dentro del rango de facilidad al responder (pues desde 1 a 5, este rango suma 40.6% para viñetas dicotómicas y 45.8% para las ordinales), seguido por una proporción en torno al 30% correspondiente a quienes les pareció una tarea de dificultad media (ni fácil ni difícil). El hecho que sea mayor el porcentaje de estudiantes que evalúan como fácil las viñetas ordinales que las dicotómicas, podría deberse a que un rating task ordinal es más sensible o fidedigno a la “gradualidad” o “niveles” del razonamiento de las personas (Jasso, 2006).

54

Gráfico 1. Distribución de dificultad en responder viñetas dicotómicas (Porcentaje) 100 26.1

40.6 33,3

4,9

3,7

4,9

5,5

7,1

-5

-4

-3

-2

-1

4,3

5,5

7,9

6,7

1

2

3

4

16,2

0 0

5

En general, ¿qué tan difícil o fácil fue responder estas descripciones imaginarias? (Donde -5= Muy difícil; 5=Muy fácil) N=1195

Gráfico 2. Distribución de dificultad en responder viñetas ordinales (Porcentaje) 100 23.4

45.8 30,7

3,6

2,5

-5

-4

3,8

6,3

7,2

5,7

8,0

9,7

6,8

0 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 En general, ¿qué tan difícil o fácil fue responder estas descripciones imaginarias? (Donde -5= Muy difícil; 5=Muy fácil)

15,6

5

N=1292

5.2.2. Dificultad del instrumento según habilidades cognitivas

Está bien documentado que las encuestas factoriales, a diferencia de las encuestas tradicionales, exigen más trabajo cognitivo a los respondientes (Jasso, 2006; Rossi & Andeson, 1982; Sauer et al., 2009). De ahí que es un problema de sumo interés al momento de su diseño, establecer una extensión tanto de cada viñeta como del conjunto o ‘deck’ de viñetas por respondiente que no produzca fatiga en los participantes del estudio. Pero una vez aplicada la encuesta, vuelve a ser relevante estudiar cómo fue recepcionado el instrumento por los estudiantes. Así, según Sauer et al. (2009), es importante evaluar si la comprensión del instrumento– y por extensión, la fiabilidad de las respuestas– depende de las “habilidades cognitivas” de los respondientes, las que

55

pueden ser capturadas por ejemplo, a través del nivel educativo y edad de los participantes. Para replicar el análisis mencionado a los datos disponibles para este estudio, podemos evaluar la comprensión del instrumento a partir de la pregunta “En general, ¿qué tan difícil o fácil fue responder estas descripciones imaginarias?”, mientras que las habilidades cognitivas, mediante el rendimiento escolar de los estudiantes (autoreportado), que se obtiene de la pregunta “¿Cuál es el promedio de notas con que terminaste el año pasado (2012) tu año escolar?(con los atributos: menos de 4,5; entre 4,5 y 4,9;entre 5 y 5,4, entre 5,5 y 5,9; entre 6 y 6,4 ; entre 6,5 y 7). Con el objeto de testear la asociación entre las variables, fueron realizados test de correlación de Pearson y Chi-cuadrado. Para este último, las variables mencionadas fueron recodificadas de manera que quedaran en un nivel de medición categórico. La pregunta referente a la dificultad en responder las viñetas, fue recodificada en tres niveles: Difícil (valores -5 a -1); Ni fácil ni difícil (valor 0); Fácil (valores 1 a 5); y la de ‘rendimiento’, en tres niveles (diferenciados según rangos

que

contienen

aproximadamente 1/3 de los casos): alto (notas 6 a 7); medio (5,5 a 5,9) y bajo (hasta 5,4). Los resultados descriptivos se muestran a continuación y los resultados de cada test se detallan en el Anexo 10.2. Gráfico 3. Dificultad en responder viñetas* según rendimiento académico (*V. Dicotomicas) 100 22

23 34

80

Dificil Ni facil ni dificil

60

37

33 30

Fácil

40

20

42

44

36

0 Bajo

Medio

Alto

Rendimiento

56

Gráfico 4. Dificultad en responder viñetas* según rendimiento académico (*V. Ordinales) 100 23

21

28

80

Dificil Ni facil ni dificil

60

31

32

46

48

43

Medio

Alto

29

Fácil

40

20

0 Bajo

Rendimiento

Para las viñetas dicotómicas resultan más marcadas las diferencias entre los grupos de rendimiento que para las viñetas ordinales (Ver gráficos 3 y 4). Esto porque, contrario a lo esperado, los estudiantes con mayor rendimiento consideran en menor medida “fácil” (36%) responder el módulo de viñetas en comparación al resto de los grupos, así como en mayor medida que los otros grupos lo consideran “difícil” (34%). Lo anterior podría reflejar un cuestionamiento más crítico del módulo por parte del grupo de rendimiento alto, pero se descarta el escenario de que las personas con menores habilidades cognitivas (o rendimiento bajo) sean quienes reporten dificultad para enfrentar la tarea del módulo factorial. La relación entre ‘dificultad’ (al responder el módulo factorial) y ‘rendimiento escolar’ para quienes respondieron viñetas con un rating task dicotómico resulta estadísticamente significativo cuando se consideran estas variables como categóricas (test Chi-cuadrado), lo que probablemente sucede por la marcada relación entre tener un rendimiento académico alto y evaluar como difícil el modulo factorial. En cambio, cuando se consideran las variables ‘rendimiento escolar’ y ‘dificultad’ como escalares, resulta una correlación (de Pearson) muy baja, y no significativa en los niveles convencionales de confianza.

En el caso de las viñetas ordinales, vemos que todos los grupos de rendimiento (bajo, medio, alto) consideraron en su gran mayoría ‘fácil’ responder el módulo factorial. 57

Ahora, si nos enfocamos en quienes encontraron el módulo ‘difícil’, esto parece ser más frecuente en quienes tienen un nivel de rendimiento alto. Por lo tanto, podemos nuevamente descartar un patrón problemático, que ocurriría cuando las personas con menor rendimiento académico, reportan mayores niveles de dificultad al responder las viñetas, a diferencia de los otros grupos de rendimiento. La relación entre la ‘dificultad’ al responder el módulo factorial y el ‘rendimiento escolar’ para quienes respondieron viñetas con un rating task ordinal resulta estadísticamente no significativa cuando se consideran estas variables como categóricas (test Chi-cuadrado). De la misma forma, cuando se consideran las variables ‘rendimiento escolar’ y ‘dificultad’ como escalares, resulta una correlación (de Pearson) muy baja, y no significativa en los niveles convencionales de confianza.

En definitiva, a través de este análisis descriptivo se descarta que los estudiantes con menor rendimiento escolar hayan experimentado mayores niveles de dificultad al enfrentarse al ejercicio factorial, lo que sugiere que las respuestas de los estudiantes son confiables.

5.3 Comportamiento del respondiente El análisis del comportamiento de los estudiantes proporciona otro insumo importante acerca de la confiabilidad de sus respuestas, que se consigue evaluando el uso de la escala de calificación (rating task) de las viñetas por parte de los adolescentes y la consistencia de los juicios sostenidos. 5.3.1

Evaluación del uso de Rating Task

Debido a que contamos con dos tipos de rating task, uno dicotómico y otro ordinal, es importante analizar las distribuciones de cada uno. En lo que respecta al rating task dicotómico, en el gráfico 5 vemos que la mayoría de los adolescentes optó– ante las distintas descripciones de los sujetos o viñetas– por considerar al otro como mapuche. Por otra parte, podemos ver que las respuestas del rating task ordinal están distribuidas de forma normal en torno a las cinco posibilidades o valores, siendo el valor central el

58

de mayor frecuencia (3) y los valores extremos, menos frecuentes (1 y 5), aunque es el valor “totalmente mapuche” (5) lo menos mencionado por los estudiantes. Es interesante considerar que las viñetas presentadas fueron idénticas para las muestras que consideraban rating task ordinales (o viñetas ordinales) y rating task dicotómicos (o viñetas dicotómicas). La gran diferencia fue justamente el rating task al final de la viñeta (aunque también fue algo distinta la frecuencia de aplicación de cada tipo de viñeta, tal como se especifica en el N de los gráficos 5 y 6). Lo anterior es atractivo porque es plausible proponer que frente a las mismas descripciones de los sujetos, los rating task utilizados (dicotómicos u ordinales) influencian bastante los resultados obtenidos: cuando se dieron menos opciones de respuesta a los estudiantes (alternativa dicotómica), la mayoría tendió a considerar al otro como mapuche, pero cuando se dieron más opciones a los participantes (viñetas ordinales), las respuestas se matizaron, haciendo menos frecuente la identificación del otro como mapuche.

100 80 60 40 20 0

Gráfico 5. Distribución Rating Task Dicotómico (Porcentaje) 54

42,2

3,8 No mapuche

100 80 60 40 20 0

Mapuche

En blanco N(viñetas)=15.144

Gráfico 6. Distribución Rating Task Ordinal (Porcentaje)

17,8

21,9

Nada Mapuche

2

25,6

19,1

12,4

3,2

4

Totalmente mapuche

En blanco

3

N(viñetas)=16.572

5.3.2

Evaluación de la consistencia de los juicios

Resulta también crucial analizar la consistencia de los juicios de los estudiantes, que en este estudio se entiende tanto en términos de variabilidad de las respuestas, como en el número de viñetas respondidas efectivamente por éstos.

59

En primer lugar entonces, el análisis de la variabilidad de las respuestas permite testear la comprensión del instrumento, en el sentido de que se espera que ante las distintas descripciones, los estudiantes respondan de diferente forma. El análisis caso a caso de las respuestas mostró que, contrario a lo esperado: i) en el caso de las viñetas dicotómicas, existen 74 casos en la muestra que respondieron lo mismo (“si, es mapuche” o bien “no, no es mapuche”) durante todo el módulo; y ii) en el caso de las viñetas ordinales, hubo 67 estudiantes que respondieron consecutivamente el mismo atributo (sólo 1, sólo 2, etc.) frente a las distintas viñetas. Lo anterior sucede aun cuando por diseño, los factores variaban aleatoriamente en cada deck o conjunto de 12 viñetas al que se vieron enfrentados los estudiantes. La invariabilidad de las respuestas muy probablemente demuestra que los estudiantes no hicieron el ejercicio de leer y comprender el instrumento, por lo que se toma la decisión de descartar estos casos de la muestra para continuar con el análisis explicativo que se desarrollará en el siguiente apartado (6), ya que esto permitirá un mejor ajuste de los modelos. En segundo lugar, el análisis de las no respuestas busca mostrar la magnitud de viñetas dejadas en blanco por cada respondiente. La distribución del número de viñetas en blanco por respondiente según viñetas dicotómicas u ordinales se muestra en la Tabla 52. La tasa de respuesta es bastante amplia para ambos tipos de viñeta, pues en torno al 93% de los estudiantes calificaron todas las viñetas, mientras que el porcentaje de no respuesta para ninguna de las (12) viñetas que se presentaron a los estudiantes es marginal también para ambos tipos (alrededor de un 3% de los estudiantes). Cabe destacar que en vista al análisis explicativo, se eliminarán los casos que hayan dejado más de una viñeta en blanco (48 casos), para proteger la variabilidad de las respuestas de cada deck y también, para resguardar la consistencia de las respuestas, ya que suponemos que es comprensible la indecisión frente a una viñeta18, pero frente más de una, es más difícil reconocer las razones (fatiga, problemas de comprensión, etc.).

18

Como el análisis explicativo se basa en una estrategia multinivel, no resulta problemático la no respuesta en una de las viñetas, ya que el análisis jerárquico pondera las respuestas y así corrige el desbalance de los datos.

60

Tabla 5-2. Número de viñetas en blanco por estudiante, según tipo de viñeta N° viñetas en blanco 0 1 2 3

Viñetas dicotómicas N Estudiantes % 1.185 93,9 29 2,3 0 0,0 1 0,1

Viñetas ordinales N Estudiantes % 1.286 93,1 48 3,5 4 0,3 1 0,1

4 5 6 7 8 9 10

1 0 1 0 2 0 1

0,1 0,0 0,1 0,0 0,2 0,0 0,1

1 2 0 0 2 1 1

0,1 0,1 0,0 0,0 0,1 0,1 0,1

11

3

0,2

0

0,0

12

39

3,1

35

2,5

Total

1.262

100

1.381

100

No obstante la satisfactoria tasa de respuesta obtenida, parece fundamental analizar si existe alguna característica de los respondientes que explique la participación u exclusión del experimento. En la Tabla 5-3 se puede ver que existe una clara relación entre rendimiento académico y viñetas sin responder: pues son los estudiantes de menor rendimiento académico quienes en mayor medida dejaron más de 3 viñetas sin responder, a la vez que en comparación a los demás grupos de rendimiento, los estudiantes de rendimiento académico más alto respondieron en una mayor proporción todas las viñetas, lo que es cierto tanto para las viñetas dicotómicas como ordinales. En efecto, el Test de Chi cuadrado (Ver Tabla 10-3 en el Anexo) establecen que la asociación entre las variables mencionadas es estadísticamente significativa a los niveles convencionales de confianza, lo que plantea que habría un sesgo de autoselección de los estudiantes según rendimiento académico, que según Sauer et al. (2009) es esperable que ocurra debido a que las encuestas factoriales requieren de más atención y concentración de los entrevistados. Adicionalmente, se evalúa si la educación de la madre de los estudiantes– como variable proxy del nivel socioeconómico –, puede explicar la disposición a responder las viñetas. Para el caso de las viñetas dicotómicas podemos observar una tendencia de que a mayor educación de la madre 61

los estudiantes tienden a responder más viñetas y viceversa, pero para el caso de las viñetas ordinales esta relación es menos clara. De todas formas, según el Test de Chi cuadrado, no existiría una asociación significativa entre educación de la madre y la no respuesta de las viñetas por parte de los estudiantes. Por último, se evalúa si la identificación mapuche y el sexo de los estudiantes pueden estar asociados con la participación en el ejercicio del módulo factorial, pero no se observan diferencias estadísticamente significativas. Los test de asociación entre la no respuesta y cada una de las características de los estudiantes de interés se incluyen en el Anexo 10.3. Tabla 5-3. No respuesta en viñetas dicotómicas y ordinales según características de los estudiantes Características de los estudiantes

Rendimiento académico estudiante

Educación de la Madre*

5,4 o menos Entre 5,5 y 5,9 Entre 6,0 y 7,0 Baja Media Alta

Identificación mapuche Sexo

No Si

Viñetas dicotómicas (Porcentaje fila) 0 viñetas en blanco

1a3 viñetas en blanco

Más de 3 viñetas en blanco

90,4

3,7

5,9

95,7

1,6

97,2 91,6 92,8 95,4 93,9 94,4

Viñetas Ordinales (Porcentaje fila) N total

0 viñetas en blanco

1a3 viñetas en blanco

Más de N 3 total viñetas en blanco

492

90,4

4,5

5,1

534

2,7

371

94,4

3,8

1,8

445

1,5

1,3

391

95,9

2,5

1,5

395

3,0 2,1 2,2 2,4 1,4

5,4 5,2 2,4 3,7 4,2

298 290 674 1191 71

92,9 94,2 92,7 93,3 90,1

3,4 4,0 4,0 3,9 3,3

3,7 1,8 3,3 2,8 6,6

350 328 703 1290 91

Hombre

94,3 1,4 4,3 633 92,4 3,8 3,8 707 93,5 3,3 3,2 629 93,9 3,9 2,2 674 Nota: *Los niveles de educación de la madre corresponden a: 1) Baja: Enseñanza Media incompleta o menos; 2) Media: Enseñanza media completa; 3) Alta: Educación superior completa o incompleta. Mujer

62

6

RESULTADOS

6.1 Árbol de decisión: La lógica detrás del juicio de identificación mapuche La figura 2 muestra un árbol de decisión que ayuda a ilustrar cómo se desarrolla el proceso de formación del juicio de identificación mapuche, a través de los factores (o características) estadísticamente más significativos considerados por los adolescentes. Lo primero que salta a la vista es que de las 13.651 viñetas (dicotómicas)19 evaluadas por los estudiantes, la mayoría (56,1%) fueron calificadas con la categoría “Si, es mapuche”. Sin duda, el factor de mayor relevancia para la elaboración de estos juicios es el interés en las tradiciones de la persona ficticia descrita en la viñeta: el Nodo 1 muestra que del 46,6% de las personas ficticias que se describieron con interés en las tradiciones, un 75,3% fue considerada mapuche por los estudiantes; mientras que del 53,4% de las personas ficticias que se caracterizaron como sin interés en las tradiciones, sólo un 39,4% fueron calificadas como mapuches por los adolescentes. En segundo lugar, el apellido del padre de la persona ficticia aparece también dentro de los predictores más importantes del juicio, puesto que cuando las personas son descritas con apellido paterno mapuche además de con interés en las tradiciones, son consideradas en un 84,6% como mapuches, pero cuando existe interés y el apellido paterno no es mapuche, la identificación del otro como mapuche cae a un 58,9%. Por otra parte, el Nodo 6 muestra que cuando el interés en las tradiciones y el apellido paterno mapuche no están presentes en la descripción, la identificación de las personas como mapuche desciende de forma drástica a apenas un 29,2%. El tercer predictor de importancia es el apellido de la madre, que cuando se suma al interés en las tradiciones y al apellido paterno mapuche (Nodo 7), un 86,8% de las viñetas que mencionaron estas características provocaron la identificación mapuche de la persona descrita. Luego, el color de piel y ojos aparece como otra de las características tomadas en cuenta, en la medida que cuando en la viñeta se mencionan interés en las tradiciones, ambos apellidos mapuches y la característica de piel oscura y ojos oscuros, se alcanza el porcentaje

19

Se debe notar que el N de la muestra considerada en el árbol de decisión es algo mayor que la de los modelos logísticos multinivel a continuación, ya que solo considera un nivel de análisis (y no se descartan casos perdidos asociados a variables de nivel 2).

63

máximo de identificación mapuche en el árbol (Nodo 15), con un 88,8% de las personas ficticias con dichas características consideradas como mapuches. No obstante, se hace evidente que el color de piel y ojos es un factor que produce un efecto significativo mas no sustantivo sobre los juicios, pues basta poner su impacto en relación a la influencia del interés en las tradiciones y apellidos sobre la identificación. Como contrapunto a lo que se ha descrito, el Nodo 22 muestra que cuando sólo se menciona interés en las tradiciones, pero ambos apellidos no son mapuches y el color de piel y ojos de la persona ficticia se describen como claros, la identificación del otro como mapuche desciende a un 35,4%, lo que sugiere que si bien la auto-identificación mapuche es una de las dimensiones más importantes sobre los juicios, es un factor que no predice unívocamente la identificación mapuche, sino que su efecto depende de la interacción con otros elementos. Otro punto de quiebre en la decisión de identificación mapuche, se representa en el Nodo 27, ya que en circunstancias en que las personas se describen como sin interés en las tradiciones y sin ninguno de los apellidos mapuches, se hace relevante la consideración de la identificación étnica de la madre, que cuando tampoco es mapuche, se alcanza el porcentaje de identificación mapuche más bajo del árbol, con un 11,7% de las viñetas calificadas como mapuche, bajo estas condiciones.

64

Figura 2: Árbol de decisión para Identificación de persona ficticia

65

6.2 Regresiones logísticas multinivel: El rol de lo social e idiosincrático sobre los juicios Los resultados gráficos presentados en el árbol de decisión permiten introducirnos en la lógica que utilizaron los adolescentes al formar sus juicios, pero no dan cuenta de la complejidad en juego a la hora de comprender los juicios de los estudiantes. Los modelos multinivel en cambio, nos permitirán tratar con la multiplicidad de factores contemplados por las viñetas, captando así el componente social de los juicios, y a la vez, considerar que las diferentes características de los individuos, asociadas al componente idiosincrático, también contribuyen a explicar los juicios de identificación mapuche. Tabla 6-1. Modelo 0: No condicional, Logaritmo de las odds de considerar al otro como mapuche Constante Varianza Nivel 2

0.273*** (0.0250) 0.313

Devianza

17605.6

N Viñetas

13017

N Sujetos

1087

Nota: * p
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.