Qué nos pueden enseñar los géneros cinematográficos sobre las naciones

May 23, 2017 | Autor: A. Tafur Villarreal | Categoría: Estudios Cinematográficos
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Descripción



La cita de Anderson, citado por Altman, es la siguiente: "Tomemos, por ejemplo, los himnos nacionales que se cantan en las fiestas nacionales. Por banales que sean las palabras y mediocres las melodías, esta modalidad constituye una experiencia de simultaneidad. En esos momentos, precisamente, es cuando personas que no se conocen entre sí pronuncian unos mismos versos siguiendo una misma melodía. La imagen: unisonancia. Cantar La Marsellesa, Waltzing Matilda o Indonesia Raya son ocasiones para la unisonancia, para la realización física y multiplicada de la comunidad imaginada.
Paréntesis mío.
¿Qué nos pueden enseñar los géneros sobre las naciones?
Los géneros cinematográficos. Rick Altman

De la a la y de ahí a las

Altman indaga las relaciones de los géneros y las naciones sobre la base de dos conceptos, "dos potentes modelos que han precedido la discusión sobre la manera en que los ciudadanos se congregan para construir un público nacional" (pág. 264): el de , de Jürgen Habermas; y el de , de Benedict Anderson, suponiendo que su concepto de , "es el siguiente paso en la cadena lógica" (pág. 267). Esto porque cree que "Los géneros […] no son más que los aparentes herederos de la esfera pública y de las comunidades nacionales imaginadas […] los géneros […] mediante una discursividad secundaria y una comunicación lateral diseminada característica de las comunidades consteladas […] ofrecen un modelo para procesos comunes tanto a la esfera pública como a la comunidad imaginada y a las comunidades consteladas" (Ibídem).

Habermas dedica buena parte de su atención a los cambios producidos durante la Ilustración en la Europa Occidental, comunes a diversas naciones ya establecidas, mientras que Anderson se interesa más por las naciones que nacieron durante la época de revoluciones que siguió a aquella. El libro de Altman, de acuerdo con el autor, se centra en los cambios asociados con el desarrollo, posterior a ambas, de los medios de comunicación de masas. "… cada uno de estos proyectos, aunque se centra abiertamente en un tipo específico de organización social como producto, también apunta implícitamente a un proceso común a los tres. Anderson se centra en el momento en el que se forma una nación y se detiene allí, sin llegar a reconocer la naturaleza de proceso continuado que caracteriza al fenómeno que describe" (2000, pág. 268).

Si abstraemos algunos elementos del anterior aparte en aras de una caracterización, podríamos convenir que la nación o lo que podemos reconocer como lo nacional, más que un objeto estable y duradero, terminado, se configura a través de un proceso de construcción permanente.

El modelo que ofrecen los géneros para pensar la configuración de procesos comunes, como la , la y las , es el descrito en capítulos anteriores. Altman extrapola, a la idea de nación, el razonamiento que aplicó al estudio del género, entendiéndolo como sistema y como proceso [tal como entiende las naciones]. Estamos hablando de que, al igual que los géneros cinematográficos, el significado de lo nacional provendría, cada vez más, de su discursividad secundaria y de la comunicación lateral, ofreciéndose de este modo como un foco común para las comunidades consteladas. , valga reiterar, porque, como el mismo Altman sostiene, el ejercicio no ha dejado de ser especulativo: "La investigación sobre los orígenes de este proceso [la configuración de los géneros y de las naciones] ha desembocado en una hipótesis poderosa desde un punto de vista heurístico pero virtualmente imposible de probar" (pág. 263).

Desde ese punto de vista, las naciones, como los géneros, estarían constituidas por una red interconectada de ciudadanos/usuarios y las instituciones que les dan apoyo, donde cada cual utiliza el significado de lo nacional/genérico para satisfacer sus propias necesidades y deseos. Se observa la nación/el género no como una cosa que sirve a un solo propósito, sino a una multiplicidad de cosas que sirven a múltiples propósitos para múltiples grupos, caracterizados por ser un permanente lugar de disputa. De hecho, prosigue Altman, es precisamente la continua disputa de diversos intereses lo que mantiene siempre en marcha el proceso de las naciones/géneros, constantemente sujeto a reconfiguración, recombinación y reformulación.

Y sin embargo se mueve

"E pur si muove [Y sin embargo se mueve]. Y, pese a todo, este mundo aparentemente estable continúa moviéndose; sus placas tectónicas siguen deslizándose, encabalgándose unas encima de otras, creando nuevos volcanes, terremotos siempre nuevos, situaciones siempre nuevas (aunque reconocibles en todo momento). Y entender los géneros y el proceso de generificación puede ayudarnos a ver hasta qué punto las relaciones aparentemente estables que definen nuestras vidas pueden formularse en cualquier momento" (2000, pág. 268).

La dirección de este movimiento perenne conduce "de los márgenes al centro", por un proceso de "regenerificación" que comparten, como modo de regeneración, tanto los géneros como las naciones. Los dos ejemplos de regenerificación – y de estilización, que también pueden llamarse de resignificación o resemantización - de la nación aplicados por el autor, están dados a través de la representación del himno y la bandera en cuatro películas, las cuales dan a los "símbolos patrios" una orientación en el uso totalmente distinta, incluso en contra de lo que tradicionalmente han comprendido, lo que nos permite ver el dinamismo en la configuración de lo nacional . Los dos ejemplos son planteados en contra de la idea de Anderson de .

La gran ilusión y Casa blanca, le dan la razón a Anderson, en el sentido de que al entonar La Marsellesa, una y otra consiguen despertar en los espectadores un sentimiento de unidad, de integración a una gran comunidad. Sin embargo, los himnos han pasado de ser y de ocupar el lugar privilegiado de símbolo de unidad en las fiestas nacionales, para convertirse en emblema de comunidades supranacionales que se lo apropian en virtud de su estilo y tradición. En pocas palabras, poco queda del vínculo entre el himno nacional, fiesta nacional y unidad nacional. En su lugar, tenemos a distintos artistas que entonan a su disposición las notas del otrora "canto mayor", en bares, conciertos, o en los grandes acontecimientos deportivos como el mundial de fútbol o el Super Bowl. Las nuevas formas de interpretar los himnos, pasan por códigos estilísiticos específicos, lo que pone en el centro a comunidades subnacionales determinadas y los rituales en los que éstas se apoyan.

"Hubo un tiempo, sin duda, en que el Star-Spangled Banner podía desempeñar el papel que Anderson le asigna. En esa época, las interpretaciones del himno nacional no tenían estilo alguno; es decir, se limitaban al arreglo sancionado estándar que pervivía gracias a las bandas militares. El Star-Spangled Banner adoptaba el papel de que congregaba a todos los americanos en oposición a los ingleses y otros enemigos. Ahora, sin embargo, todo acontecimiento deportivo con seguimiento mediático es una ocasión para aliar el himno nacional con un determinado estilo y, por lo tanto, con una comunidad (subnacional) específica y los rituales en los que ésta se apoya. Periódicamente utilizado [en el cine] como marcha triunfal de una gran nación en guerra, el Star-Spangled Banner se sirve ahora casi siempre con patatas fritas y salsa" (pág. 271)

La bandera está expuesta igualmente a un proceso de regenerificación, dado el drástico cambio en la orientación de su uso tradicional. Las imágenes de las dos películas utilizadas por Altman dan fina cuenta de ello: "Mientras el vestuario de un Tío Sam engalanado con la gran bandera de siempre en Yanki Dandy encarnaba una fe compartida en las causas americanas y en la unidad de América, el casco tachonado de estrellas de Peter Fonda en Buscando mi destino (Easy Rider, 1969) tiene un significado claramente distinto, como confirma uno de los planos finales de la película, que parodia la imagen, habitual en la era de Vietnam, de un ataúd envuelto con la bandera" (Ibídem). Estamos hablando de que pasamos de la bandera en asta de la fiesta nacional, al parche cosido con su imagen en el trasero de los pantalones y a la de la moda más sofisticada en las pasarelas; desde el patriotismo más acérrimo al olvido de los grandes ideales, "la bandera se ha convertido en un método de afirmar cualquier cosa excepto la cohesión nacional […] Cuando el patriotismo queda reducido al estilo identificable de una comunidad constelada específica, quiere decir que la etapa de unisonancia ha quedado totalmente superada" (Ibídem).


La integración de los márgenes

. Retomando los ejemplos de estilización y regenerificación del himno y la bandera, se revisa de cerca la forma como opera el desplazamiento del centro por las márgenes, y así sucesivamente, en el momento en que éstas se convierten en el centro, condenado a ser desplazado nuevamente por otras comunidades agrupadas entre sí, al margen. Altman recuerda que toda formación de un género, puede leerse ,

"se inicia con un proceso de mestizaje en forma de creación de ciclos, en el que adjetivos periféricos se combinan con sustantivos genéricos afincados, dominantes. Sólo cuando esos adjetivos, antes marginales, plantan su bandera en el centro del mundo, se transmutan en géneros sustantivos: encuentran, por así decirlo, un lugar seguro en el mapa, y quedan expuestos a la aparición de nuevos asentamientos de adjetivos que, con el tiempo, darán lugar a nuevos movimientos de ocupación. Por sí solo, ningún punto aislado de la periferia puede alzarse contra el poderoso centro, pero a través de la comunicación lateral los márgenes pueden reunir la fuerza necesaria para hacerse con el poder, aunque sólo sea para verse desplazados, a su vez, por una nueva formación de elementos marginales conectados lateralmente" (2000, pág. 268)

Es precisamente el abandono del lenguaje sagrado lo que posibilita la llegada de un nuevo orden, por ejemplo en la celebración de los próceres nacionales. Ese nuevo orden consiste entonces en que los márgenes [una coalición de seguidores de los deportes, por ejemplo del fútbol] pasen a ocupar un nuevo centro, donde son, por ejemplo, los jugadores de la selección de fútbol los héroes nacionales de una . Como señala Altman, no sólo los himnos y las banderas nacionales están sujetos al proceso de regenerificación: lo mismo sucede con las fiestas nacionales. El ejemplo de la resignificación de la figura de Cristobal Colón es clave en este sentido.

Por su parte, también aparecen en escena quienes, satisfechos con la situación actual, se empecinan en boicotear el proceso de regenerificación. Haciendo uso de la terminología nacional y genérica, . Esta negación de una regenerificación continua niega la diversidad .


Hipótesis sobre Género y Nación:

Ni el género ni la nación son conceptos únicos e invariables que remitan a un referente único e invariable. Los conceptos de género y de nación parten de un conflicto permanente entre múltiples conceptos contrapuestos pero relacionados entre sí, basados en las distintas necesidades de los usuarios y en parámetros diversos.
Los géneros son esquemas reguladores que facilitan la integración de diversas facciones en un solo tejido social unificado. Como tales, los géneros comparten muchas funciones con las naciones y otras comunidades complejas.
La formación de géneros arranca con un mestizaje en la creación de ciclos, que combina adjetivos periféricos con sustantivos afincados, dominantes. La generificación y la sustantivación tienen lugar cuando los elementos marginales plantan su bandera en el centro del mundo, con lo que quedan expuestos a nuevos asentamientos de adjetivos que, con el tiempo, pueden asaltar de nuevo el centro para ocuparlo a su vez.
Las naciones, como los géneros, nacen en un proceso de no desaparecerse tras el nacimiento. La construcción de la imagen de la comunidad, como el proceso de generificación, opera siempre dialécticamente mediante la transformación de una comunidad o de un género previamente existentes.
Los procesos y situaciones sociales que Habermas denomina "esfera pública" y Anderson designa como "comunidades imaginadas" hallan un paralelo y un heredero directo en los géneros cinematográficos [y los de otros medios de comunicación] y sus respectivas "comunidades consteladas".
El proceso recurrente de desplazamiento de los márgenes hacia el centro, mediante el que tanto géneros y naciones establecen y modifican, tiene la capacidad de regenirificarlo todo, desde los himnos y fiestas nacionales a las banderas y otro emblemas nacionales.
Satisfechos con la situación actual, interesados por lentificar el proceso de regenerificación, los usuarios atrincherados de la terminología genérica y nacional esgrimen mitos de orígenes lejanos, una cohesión continuada y una inviolabilidad permanente a fin de mantener la estabilidad. Esta negación de una regenerificación continua priva a los márgenes de los derechos y oportunidades que en otro tiempo llevaron al poder a quienes ahora defienden la estabilidad.







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