¿Qué hay después de la indignación?

July 15, 2017 | Autor: Othón Partido Lara | Categoría: España
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¿Qué hay después de la indignación? Othón Partido Lara. Publicado en PueblaMedia. 24 may. 2011. La protesta iniciada por el movimiento ciudadano Democracia Real, Ya y otros grupos en la Puerta del Sol de Madrid el 15 de mayo (15-M), generó grandes expectativas y un sentido de identificación global con la situación de los casi 5 millones de parados (ni-nis españoles se diría aquí), entre profesionistas, jubilados y amas de casa, hartos del sistema de partidos que no ha podido parar el alud provocado por la crisis financiera. Consignas como “no somos antisistema, somos cambiasistemas”, “violencia es cobrar 600 euros”, “los políticos nos mienten, la patronal nos explota, los sindicatos nos venden” o el estribillo “PSOE-PP, la misma mierda es” dieron material inagotable para la crónica social de una generación golpeada como pocas por la falta de oportunidades y referentes. Se vio como un triunfo que, siguiendo las tácticas de las redes sociales de Egipto y Tunez, jóvenes no muy vinculados a la política convocaran en sólo unas horas una movilización de 20 mil personas en el corazón de la capital española, a sólo siete días de las elecciones municipales del 22 de mayo. Gobiernos, partidos y sindicatos actuaron con algún desconcierto pues la indignación se dirigía a una incompetencia compartida de todas las instituciones que llevó un 20 por ciento de desempleo general y alrededor de 43 por ciento de jóvenes sin trabajo. Más aún, el movimiento desafió abiertamente la disposición gubernamental de no manifestarse para no influir en la jornada electoral. Finalmente la policía no pudo hacer nada para impedir los campamentos en las plazas de España. En fin, todo era entusiasmo y efervescencia. Sin embargo, los resultados electorales fueron una amarga vuelta a la realidad. Los comicios, como se anticipaba, fueron una catástrofe para el partido del jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la mayor desde el retorno de la democracia, pero quizá también para los ahora conocidos como “indignados”. Estos son los saldos: De una paridad previa entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP), el partido centroderechista obtuvo una mayoría absoluta que le permitirá a su líder, Mariano Rajoy, llegar fortalecido a las elecciones generales en 2012, donde podría resultar primer ministro. En los comicios regionales del domingo, el PSOE perdió 12 de 13 provincias en disputa. Por primera vez perdió bastiones como Castilla-La Mancha y ciudades emblemáticas como Sevilla y Barcelona e incluso, a unos metros del epicentro de las protestas, su adversario histórico despachará nuevamente en Madrid. Fue tal la furia contra el partido gobernante, que ni los escándalos de corrupción contra el PP en Valencia por el caso Gürtel (donde son investigados funcionarios de ese partido por contratos con empresas privadas a cambio de favores políticos) impidieron que el triunfo se adjudicara a la agrupación política de Rajoy y José María Aznar. Como pocas veces, el PP ganó todas las canicas y sin realmente merecerlo.

Izquierda Unida, el tercer partido en importancia y aparente beneficiario del 15-M tampoco ganó gran cosa y el porcentaje de abstencionismo fue menor que en la elección anterior, cuando el movimiento no figuraba. El duro castigo contra el PSOE tiene clara explicación. Contra la tradición de un partido que enarbola el bienestar social como bandera, al menos en el papel, Zapatero pasará a la historia como el presidente que más recortes hizo a rubros tan significativos como educación, pensiones, ayudas en vivienda y salud e incluso programas emblemáticos de la socialdemocracia y vanguardistas a nivel internacional, como el Permiso de Paternidad que hace posible que los trabajadores cuenten con unos días libres para disfrutar a sus recién nacidos. El giro abrupto de las políticas oficiales fue duramente criticado por igual por aliados del PSOE, como las centrales obreras CCOO y UGT y por Rajoy, quien al rechazar la estéril defensa de Zapatero sobre los recortes, de plano acusó: “Sus cifras no las cree nadie”. Para nadie es un secreto que el Partido Popular será todo menos protector de los derechos laborales que el 15-M defiende en la plaza. De manera tal que, visto en perspectiva, la protesta callejera sirvió como un revulsivo para expresar la indignación, pero no movió un ápice el panorama político que ya se veía venir. Con todo, como sugiere Manuel de Castro García en Rebelión, aún pesa en la organización de la economía y en la sociedad el fantasma de la dictadura de Francisco Franco y las generaciones jóvenes han podido sacudirse desde hace ya tiempo, el miedo al paredón y la cárcel que privaba en aquella época oscura. Sin embargo, dice el escritor, “hay más simpatizantes de la sección juvenil del PP que acampados en todas las calles de España. Esto no es Túnez”. Me parece que el 15-M ha cometido tres errores fundamentales que aun pueden enmendarse: El primero, magnificar el efecto de las redes sociales en los comportamientos colectivos. Si de tecnología se tratara únicamente, podría convocar mucho más multitudes un partido Real Madrid-Barcelona una tarde de domingo. La diferencia entre una concentración casual y un movimiento es el discurso. Lo anterior se conecta con la segunda falla, ésta aún más grave: No pronunciarse sobre los resultados electorales. No entiendo aun cómo un movimiento que apuesta por la democratización, opte por un silencio que al final beneficiará a quienes incomodó la protesta. Por lo demás, aunque los partidos no gusten para nada, todavía son factores reales de poder y el diálogo con ellos es inevitable. La tercera limitante es quizá un cierto afán inmediatista. No se trata sólo de ganar 2 mil euros en vez de 640, que así está fijado el salario mínimo. El problema del paro en España es mucho más profundo y se liga otros temas como la educación, el bienestar social, el déficit público y en menor medida la inmigración, muchas veces culpada injustamente de los índices de desocupación, cuando está visto que el desempleo es un problema estructural de mucho mayor calado que arrastra la economía ibérica desde hace décadas y sólo pudo ser medianamente

ocultado con la ilusión que causó la especulación y el fraude, ocurrido en los sectores financiero e inmobiliario. Es importante recordar que ya desde hace años se han tocado tambores de guerra en sectores académicos, partidos conservadores e instituciones internacionales, como el FMI, contra el esquema laboral español en aras de una supuesta competitividad y algunas de sus propuestas son eliminar el concepto de salario mínimo, reducir o eliminar el seguro de desempleo, privatizar los esquemas de liquidación, o como dicen en España, abaratar el costo del despido y modificar los esquemas de pensiones. Dicho en otras palabras, los defensores de la flexibilización laboral tienen rutas muy claras para profundizar el deterioro social. El 15-M y por lo visto los partidos, así como los gremios ven claramente el problema, pero parece que aún no tanto el remedio.

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