PULCHRA LEONINA. Guía para visitar la Catedral de León

May 26, 2017 | Autor: J. Rodríguez Mont... | Categoría: Gothic architecture, Conservación y Restauración, Catedral de León
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Descripción

GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN

Pulchra Leonina. Guía para visitar la Catedral de León, es lo que promete en su título: una ayuda para mejor ver y entender uno de los monumentos más bellos y complejos del Patrimonio Cultural español. Escrita a mediados del siglo XX por el erudito archivero de la catedral, don Raimundo Rodríguez Vega, abandona la oscuridad de la mano del Proyecto Cultural Catedral de León El Sueño de la Luz, actualizada con las novedades que este medio siglo ha introducido en el monumento.

CABILDO DE LA S.I. CATEDRAL

ISBN 978-84-616-3045-5

9 788461 630455

Raimundo Rodríguez Vega

PULCHRA LEONINA

PULCHRALEONINA GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN

Raimundo Rodríguez Vega

PLANTA DEL CLAUSTRO CON LA NUMERACIÓN DE LOS TRAMOS CITADA EN EL TEXTO

ORATORIO

Plano de ubicación de las capillas

A.- Capilla de San Juan de Regla

(sobre un plano de Juan Crisóstomo Torbado, actualizado)

B.- Capilla de San Francisco (hoy de Santa Lucía)

G F

C.- Capilla de Ntra. Sra. del Pilar (hoy de Santa Teresa)

SACRISTÍA

H

G

D.- Acceso a Capilla de Santiago

11

10

9

7

8

5

J.- Capilla del Crucifijo (desde 1524 Capilla del Santo Cristo)

3 2

N

C

K

K.- Capilla del Carmen (antes de San Miguel)

1

14

Ñ

L

D

0 N

I J

C

K

L.- Capilla Mayor LL.- Antigua Capilla de Santa Teresa

M

CLAUSTRO

30

18

20

21

22

23

S

24

M.- Vestíbulo (antes Capilla de Ntra. Sra. del Dado)

31

17

19

LL.- Antigua Capilla de Santa Teresa

25

26

LL

29

Ñ.- Capilla de Santiago (hoy del Santísimo o de la Virgen del Camino)

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O-. Antigua Capilla de Santa Catalina (hoy Museo)

27

T

N.- Capilla de San Andrés (de San Miguel a principios del s. XVI)

TRASCORO

U

P.- Acceso a la antigua Sala Capitular. Escalera de Juan de Badajoz Q.- Capilla del conde de Rebolledo (la Purísima Concepción) R.- Antigua Capilla de S. Nicolás (fue parroquia de S. Juan de Regla)

A

S.- Antiguas dependencias, hoy salas del Museo

B

T.- Antigua Capilla de la Trinidad, hoy sala del Museo U.- Vestíbulo y Puerta de la Gomia

M.- Vestíbulo (antes Capilla de Ntra. Sra. del Dado) N.- Capilla de San Andrés (de San Miguel a principios del s. XVI) Ñ.- Capilla de Santiago (hoy del Santísimo o de la Virgen del Camino)

P

M

CLAUSTRO

Q

CORO

15 16

R

J

I.- Capilla de Santiago y San Clemente

13

Q

D

E

H.- Capilla de San Antonio de Padua (antes de la Consolación)

4

12

P

G.- Capilla de la Virgen Blanca (antes del Salvador)

CORO

0

6

F.- Capilla de la Virgen del Rosario (antes de la Virgen de la Esperanza)

I L

Ñ

SACRISTÍA

H

F

E.- Capilla del Nacimiento de Jesús (antes de S. Ildefonso y S. Pedro)

E

ORATORIO

LL

O-. Antigua Capilla de Santa Catalina (hoy Museo) P.- Acceso a la antigua Sala Capitular. Escalera de Juan de Badajoz Q.- Capilla del conde de Rebolledo (la Purísima Concepción)

R S

T

TRASCORO

U

R.- Antigua Capilla de S. Nicolás (fue parroquia de S. Juan de Regla) S.- Antiguas dependencias, hoy salas del Museo T.- Antigua Capilla de la Trinidad, hoy sala del Museo U.- Vestíbulo y Puerta de la Gomia

A

B

PULCHRALEONINA GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN

Raimundo Rodríguez Vega 1 _____

PULCHRALEONINA GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN

Raimundo Rodríguez Vega

LEÓN 2013

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PULCHRA LEONINA. Guía para visitar la Catedral de León Autor: Raimundo Rodríguez Vega. Canónigo de la S. I. Catedral de León (1947)

Interior de las naves (foto Imagen M.A.S.).

Edición: Cabildo de la S. I. Catedral de León Revisión: Marta Prieto Sarro, Carlos Moráis Vallejo y José M. Rodríguez Montañés Textos de actualización: José M. Rodríguez Montañés Primera edición: febrero de 2013 Maqueta y diseño: Indi.es Las fotografías y planos de esta publicación, excepto las que se indican, pertenecen al fondo Raimundo Rodríguez del Archivo Catedral de León (ACL. FRR). En el caso de las fotos actuales, fueron realizadas por José Manuel Rodríguez Montañés, salvo indicación expresa en el pie de imagen, en cuyo caso están sujetas a sus correspondientes derechos. ISBN: 978-84-616-3045-5 Depósito Legal: Impresión: Artes Gráficas Campher

Reconocimiento – No comercial – Sin obras derivadas 3.0 Usted es libre de: Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra. Bajo las siguientes condiciones: Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra). No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

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AGRADECIMIENTOS La publicación de esta Guía para visitar la catedral de León ha sido posible gracias a un esfuerzo colectivo de instituciones y personas. Entre las primeras están las tres entidades promotoras del Proyecto Cultural Catedral de León, El Sueño de la Luz, esto es, la Junta de Castilla y León, el Cabildo catedralicio y la Obra Social de Caja España-Duero, que dentro del citado convenio de colaboración asumieron los costes de edición de la misma. Las personas que las gestionan han permitido que el destello del Sueño de la Luz alumbre unas páginas hasta ahora lamentablemente inéditas: don José Manuel Fernández Corral y don Ángel Cimadevilla Díez por la entidad financiera, don Eduardo Prieto Escanciano y don Mario González Martínez por el cabildo, y doña Alicia García Rodríguez y don Enrique Saiz Martín por el gobierno regional. Esta obra debe mucho a la paciencia y esfuerzo de don Carlos Moráis Vallejo, autor del traslado informático del manuscrito original y del minucioso recorrido que lo actualiza, que tuvimos el privilegio de compartir con él. También a don Manuel

Pérez Recio, canónigo-archivero de la catedral, quien puso a nuestra disposición su profundo conocimiento de los fondos del Archivo y nos alentó y ayudó en todo momento. Y, por supuesto, a don Isidro Prieto Prieto (†), don Maximino Prieto Prieto y doña Marta Prieto Sarro, familiares y autores de la emotiva semblanza de don Raimundo Rodríguez que cierra el libro, en la cual han sabido aportar datos preciosos que ayudarán a entender el carácter minucioso y tenaz del autor. Estamos también en deuda con quienes generosamente han puesto a nuestra disposición tanto imágenes de la Pulchra Leonina -y así los citamos en el texto-, como sus conocimientos sobre el edificio. Finalmente, debemos y queremos certificar nuestra deuda de gratitud hacia los más de 180.000 visitantes que, desde abril de 2007 y hasta la hora de redactar estas líneas, han asistido a las singulares visitas ofrecidas por el Proyecto Cultural Catedral de León, pues su contribución también ha sido fundamental para que hoy el lector tenga ante sus ojos la obra de don Raimundo Rodríguez. A todos, de corazón, muchas gracias.

PRESENTACIÓN Próximo a cumplirse  el sexagésimo aniversario del fallecimiento de don Raimundo Rodríguez Vega, se publica por fin esta Guía de la catedral de León que, con mezcla de mimo y rigor, aparcando su inmensa erudición en pos del carácter didáctico, elaboró este ilustre leonés de Morgovejo siendo canónigo archivero de la misma. El autor dejó preparada la edición en 1947, e incluso contaba con el pertinente nihil obstat, y aunque por motivos que desconocemos la obra no llegó a la imprenta, no nos cabe la menor duda de que, de haberlo hecho, aún hoy seguiría reeditándose. Por ello entendemos necesario que vea la luz, y además que lo haga en su forma original, esto es, respetando el manuscrito redactado por el autor y buena parte de su selección de imágenes. Tal lectura lineal podrá actualizarse, si el lector así lo desea, con nuevos contenidos que recogen los avatares sufridos por la venerable fábrica desde mediados de los años 50 hasta hoy. La obra es una auténtica y magistral guía de mano de la Pulchra Leonina. Está pensada para ser leída en el propio monumento, fomentando un balanceo de la vista entre sus líneas, y las piedras y vidrieras. Precisamente por ello, no podíamos dejar pasar la oportunidad de actualizar su contenido con las variaciones que han afectado a la catedral en este último medio siglo, como resultado de los distintos trabajos de restauración. Junto a ellas, se señalan también aquellas obras que han cambiado su ubicación, así como otros acontecimientos relevantes para el edificio. Es ésta, pues, una guía revisitada, siendo misión de los añadidos simplemente el actualizar, desde el máximo respeto al trabajo original, su esclarecedor discurso, que alcanzará todo su valor si el lector lo degusta entre los muros de la catedral leonesa. Es también un tributo a su figura la recuperación de esta obra de mi paisano don Raimundo, uno de los investigadores más insignes y olvidados del León de la primera mitad del siglo XX. Eduardo Prieto Escanciano Deán-Presidente del Cabildo de la Catedral de León

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La Catedral de León, decano de los monumentos reconocidos en el Patrimonio Histórico español, es también uno de los edificios más admirables de la Comunidad y de nuestro país. Su bella fragilidad, producida por la arriesgada pericia de sus constructores, y la sublime piel de vidrio que cierra sus ventanales, convierten en imprescindibles los constantes cuidados a este delicado conjunto monumental y artístico. Con tal vocación nació el Proyecto Cultural Catedral de León, El Sueño de la Luz, fruto de la aplicación del Plan Regional de Catedrales, uno de los apartados sectoriales recogidos en el Plan del Patrimonio Histórico de Castilla y León para los años 2004-2012 (Plan PAHIS 2004-2012). El acuerdo suscrito el 25 de noviembre de 2005 entre la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, el Cabildo de la Catedral de León y Caja España-Duero, constituyó el marco del Plan Integral de Conservación y Restauración de la Catedral de Santa María de León, desarrollado en una primera fase entre 2006 y 2009, y ratificado en 2010 para su continuación hasta el presente 2013. Durante estos ocho años, los estudios y restauraciones sobre las vidrieras, esculturas y otros elementos de la fábrica, se complementaron con visitas guiadas y elementos de difusión que han adaptado y acercado tales procesos técnicos, a menudo complejos, a miles de visitantes, con especial atención a los más pequeños, que descubrieron la catedral dentro de visitas familiares o de grupos escolares. El Proyecto Cultural, promovido en la catedral leonesa por la Junta de Castilla y León de la mano del Cabildo y Caja España-Duero, asumió el reto de la excepcionalidad del monumento, y encuentra en la presente publicación un perfecto colofón del espíritu que lo anima, que no es otro que la conservación para el futuro de la Pulchra Leonina. Alicia García Rodríguez _____8

Consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León

El compromiso de Caja España–Duero con la conservación de la Pulchra Leonina ha acompañado siempre a la vocación social y cultural de nuestra entidad. Un buen ejemplo es la restauración y consolidación de las vidrieras de la catedral leonesa, cuyos casi dos mil metros cuadrados constituyen la mayor colección de este arte en suelo hispano y uno de los monumentos cumbre de Europa. Dentro de las actuaciones del Proyecto Cultural “El Sueño de la Luz”, la Obra Social de Caja España–Duero ha contribuido no sólo a la rehabilitación de más de 600 metros cuadrados de esos “muros de luz”, sino que, a través de becas de formación para restauradores, apostó decididamente por garantizar su conservación futura. En el apartado de la difusión y en el acercamiento a la sociedad de los procesos técnicos imprescindibles en un monumento tan bello y excepcional como delicado, la publicación de esta Guía para visitar la catedral de León, obra de don Raimundo Rodríguez y actualizada con las últimas intervenciones, representa un extraordinario colofón de las visitas guiadas, la promoción a través de medios impresos, la presencia en ferias especializadas, los talleres infantiles y el resto de actuaciones del Proyecto Cultural Catedral de León, en el que se ha plasmado durante los últimos años una parte importante de la tradicional vinculación de Caja España-Duero con la conservación del patrimonio cultural de Castilla y León. José Manuel Fernández Corral Caja España–Duero. Obra Sociocultural

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PULCHRALEONINA GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN

Raimundo Rodríguez Vega Canónigo de la S. I. Catedral de León

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La catedral

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Situada en la parte más alta de la ciudad vieja, a 839,06 metros sobre el nivel del mar, es Monumento Nacional por Real Orden de 28 de agosto de 1844. Es la catedral de León el edificio más perfecto del arte ojival en España; maravilla de arquitectura, obra de artífices de plata, admiración del técnico y aun del más profano en bellas artes. Su ligereza, su esbeltez, diafanidad y sutileza, son la admiración del que tiene la dicha de contemplarla; y si tú, lector, no la tuvieres, mírala, al menos, en esta foto. Con buen acuerdo, en los tiempos viejos, pusieron en el pilar del león y moro1 enfrente de la puerta principal esta inscripción: Sint licet Hispaniis ditissima pulchraque templa, Hoc tamen egregiis omnibus arte prius. A modo de refrán se dice igualmente: Dives Toletana, sancta Ovetensis, pulchra Leonina, fortis Salmantina. Y el pueblo dice en romance:

Fachada occidental de la catedral de León en el siglo XVIII. Grabado de Manuel Navarro, publicado en el tomo II de Iglesia de León, y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, del Padre Risco (1792). Foto ACL. FRR.

“Sevilla en grandeza, Toledo en riqueza, Compostela en fortaleza, León en sutileza”. Y aún este otro: “Campana la de Toledo, catedral la de León, chapiteles los de Burgos y rollo el de Villalón”.

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Historia

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Izquierda. Libro Tumbo de la Catedral (foto Imagen M.A.S.). Arriba. Vista aérea de la catedral, en 2002 (Academia Básica del Aire de La Virgen del Camino. Fototeca del Ayuntamiento de León).

En el lugar donde se asienta edificaron los romanos, a mediados del siglo segundo, un edificio para termas y baños públicos2. En el subsuelo de la actual iglesia se descubrieron, durante las obras de restauración, en los años de 1884-88, tres grandes estancias con sus hipocaustos, un pavimento de mosaico que representa un mar o estanque lleno de algas y peces, etc.

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Este edificio romano fue aula regia o real palacio para los reyes de Asturias cuando les era necesario detenerse aquí durante algún tiempo, y después al rey don García al establecer aquí su corte, en el año de 910, y a su sucesor don Ordoño II. Luego este rey, en agradecimiento a Dios por la victoria contra los árabes, hizo donación del mismo al obispo don Frunimio II para edificar en él nueva iglesia en honor de Santa María, lo cual ejecutó muy pronto el mismo Ordoño con el concurso del pueblo fiel3.

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Plano de Demetrio de los Ríos con la catedral románica bajo la actual, y los vestigios de las termas (ACL. Foto Imagen M.A.S.).

Esta iglesia, de nuevo construida, hubo de sufrir mucho en la invasión de Almanzor (987, 988); pero no tanto como se ha exagerado, toda vez que en ella se celebraron las solemnidades de la coronación de su hijo y sucesor Alfonso V en el año 999. Después de esto, con el tiempo y las revueltas políticas que sucedieron, llegó medio en ruinas hasta el pontificado de don Pelayo II (1069-1089). Este prelado se dedicó con todo ahínco a su restauración y lo hizo con grande generosidad, auxiliado de la princesa doña Urraca, hermana del rey, siendo la fiesta de su consagración el día 10 de noviembre del año 1073. Era esta una iglesia de tres naves, crucero y tres ábsides, de sesenta metros de largo por cuarenta y dos y medio de ancho.

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Nueva catedral

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A fines del siglo XII se verificó una general renovación de iglesias en todo el reino de León. Ocupó la sede legionense un obispo de noble estirpe y de mucho arraigo en la ciudad, don Manrique de Lara (1181-1205), el cual concibió la idea de edificar también un templo más suntuoso y puso luego manos a la obra. En este punto está terminante el cronista de la época, don Lucas de Tuy, el cual, como canónigo que era en el convento de san Isidoro, refiere lo que él mismo vio y escribió en el capítulo 146 de su Crónica, esto es, que el obispo Manrique eiusdem sedis Ecclesiam fundavit opere magno, sed eam ad perfectionem non duxit4. Es decir, que no la concluyó, pero en la frase se encierra mucho más que hacer los cimientos. Y sube esto de punto si se tiene en cuenta el haberse edificado sobre los muros torales de la anterior iglesia, excepto el ábside, la unidad del estilo, la uniformidad en las marcas de los sillares y el haberse observado, en las obras de restauración, la prisa con que se construyó al ver los pilares rellenos de

morrillos, algunos medio huecos, y a veces hasta dejar en ellos el aparato con que se suministraba el mortero. Parece, además, que don Manrique emprendió muy pronto la obra, como si, al ocupar la cátedra, tuviese meditado ya este negocio. En el año 1182, a 16 de febrero, la condesa doña Elvira Pérez, hermana de don Manrique, con su marido, don Armengol VIII, conde de Urgel, subpignoran al dicho obispo y a todo el cabildo, para siempre, todas sus heredades en muchos lugares, por 230 maravedís de oro, cuño y peso que de aquel habían recibido, a condición que todo el fruto de las mismas fuese ad opus ecclesie vestre percipiatis5. En el mes de enero de 1199, Fernando Peláiz y su mujer Sancha Pérez subpignoran al obispo don Manrique toda su heredad en La Cándana por veinte maravedís buenos, a condición de que si hasta el día de entrojo no los hubiere pagado, tenga la heredad libre y pacíficamente, para siempre, y entretanto, todos los frutos de ella provenientes, eos opere sancte Marie concedimus (ACL. nº 421). Documentos de este tenor abundan en el archivo catedralicio.

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Etapas o cronología de su construcción En el necrologio, ACL Cód. nº 18, se hace memoria de un caballero leonés, Diego López de Fenal, que murió a 18 de septiembre del año 1214, el cual dio a la iglesia cuarenta marcos de plata y anillos de oro con piedras preciosas, y otras piedras de mucho valor, para hacer una imagen de la Virgen6. Esta imagen es, sin duda alguna, la Virgen Blanca, que, como dice otra escritura, mira en derecho a la calle de la bodega del tesorero y casa del monasterio de Sahagún, que es la misma a que continúa mirando aún y sólo ella, la citada imagen. Este dato no dice adónde llegaba en esa fecha la obra de fábrica, pero sí que iba ya muy adelantada, toda vez que se trataba de las esculturas del pórtico, obra siempre posterior a la fábrica.

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El cardenal don Pelayo Galván, obispo albanense, por documento hecho en Perusa a 25 días de enero del año 1230 (ACL. nº 3807), cuatro días antes de su muerte, mandó que, de consentimiento del obispo y cabildo, se haga en la iglesia un altar en que se diga misa diariamente por su alma, las de sus padres y todos los fieles difuntos. A este fin fue elegida la capilla central del ábside, dedicada al Salvador. Don Pelayo era leonés, y para sustento del capellán dejó unas casas que aquí tenía en la Rúa, y 300 áureos alfonsinos para compra de

Se refiere el autor a la actual calle de Sierra Pambley, antigua calle Candamio. La escritura a la que alude es el ACL 1671. En el dorso de dicho documento leemos: “Retrato de la iglesia de León con su sitio, plaza y casas, que se hizo para informar de la verdad a los Illmos Cardenales de la Congregación de los Obispos”, plano conservado en el Archivo de la catedral. Formaba parte este plano del pleito entablado entre el cabildo y varios propietarios afectados por el proyecto de reforma de la actual plaza de Regla en el último tercio del siglo XVI (ACL. Foto Imagen M.A.S.).

un huerto y otras posesiones. Tenía mucha heredad en Gusendos y Vega de Infanzones, que dejó a su hermana doña Sancha García, abadesa del monasterio de Carbajal. Dejó por cumplidores al cardenal don Gil, del título de san Cosme y san Damián, al maestro Juan Galván, su sobrino, deán de Compostela, a Pedro de Juan, arcediano y tesorero de León, y a Pedro Martínez, su camarero7. Esta dotación no quiere decir que se construyese entonces la capilla, pero, por lo menos, nos asegura de que en tal fecha estaba ya acabado el ábside; y no solo el ábside, que difícilmente podría conservar el equilibrio, sino también todo el crucero. El día 8 de marzo de 1232 falleció el obispo don Rodrigo Álvarez, quien dotó la capilla de san Miguel, la presbiterial del sur, en donde él había hecho construir su enterramiento con gran

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lujo de escultura. En el año siguiente sus testamentarios, ni compran piedra para hacer la capilla ni hacen gasto alguno con los escultores, sino que compran heredades en Arcavoia y Val de la Fonte*, del canónigo Rodrigo Rodríguez de pecunia domini R. Legionensis episcopi ad opus altaris sancti Micaelis dandam, para sustento del capellán (ACL. nº 3817). Lo mismo deberá decirse de los ricos sepulcros de los obispos don Martín Rodríguez (1238-1242) y don Munio Álvarez (1242-1252), en los brazos del crucero norte y sur respectivamente, que ellos se fabricaron en vida y ambos son de la mejor escultura de la iglesia, y obra de los escultores del pórtico.

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Todo lo sobredicho evidencia que la fábrica propiamente de la iglesia estaba ya hace años acabada; pero aún se verá más claro con estos otros datos. En 1250 hizo testamento Fernando Pérez, compañero de la iglesia (ACL. nº 1518), una de cuyas cláusulas dice: “mando a siete altares de Santa María con la de la claustra hu dizem missas, siete quarentenas”. Tal número de altares y de capellanes, llegó a traer cierto desorden, que el obispo y cabildo tratan de enmendar en el año 1255, según acta capitular conservada en el Cód. nº 18, fol.174 vº, disponiendo que a la aurora se celebre en el altar de san Nicolás, y acabada esta, se celebre en el de la Santa Trinidad, ambos en el claustro; y en la iglesia, se celebre en la capilla de

Sancti Spiritus después del Capítulo; en la de san Miguel después de cantada Prima en el coro, y, acabada esta misa, se celebre en el altar de san Salvador y en el de santa María Magdalena. También en el año 1250 otorgó testamento el canónigo Isidoro Miguélez, el cual, entre otras cosas, mandó un huerto y una tierra para una lámpara al altar de santa María, quod illa ardet in die et in nocte cum aliis octo lampadibus que sunt ante altare. ¡Ya quisiéramos ahora este lujo! Después de esto parece inútil, a este intento, la noticia del Concilio de Madrid, de 1258 (ACL. nº 1533), y del Concilio de Lyon en 1274 (ACL. nº 1514), en los cuales se conceden indulgencias a todos los que con sus limosnas contribuyan a la fábrica de esta iglesia que de novo construitur opere quam plurimum sumptuoso et magnis indiget sumptibus; y también el Concilio de Basilea, en 1439 (ACL. nº 1733). Así como, en 1423, el papa Martino V,

Actualmente la antigua capilla de San Miguel está dedicada a Nuestra Señora del Carmen (K). En la imagen, sepulcro del obispo Rodrigo Álvarez, instalado en ella.

* Hoy Arcahueja y Valdelafuente, localidades próximas a la capital, por el Sudeste.

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al anexionar para la Fábrica los beneficios simples de cincuenta iglesias, dice: quia cum fabrica dicte ecclesie subtili et sumptuoso opere fuerat inchoata que ad reparationem et refectionem eiusdem expensis quamplurimis indigebat,... (ACL. nº 2208); por donde claramente se ve que tales frases no significan que en tal fecha estuviese aún en construcción la iglesia propiamente dicha, sino accesorios de la misma, más o menos necesarios o convenientes.

Vista general desde la calle de san Pedro (ACL. FRR).

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Maestros de la obra o arquitectos.

No se sabe de cierto quién fue el maestro tracista de la iglesia, pero no faltan razones para atribuir tal gloria a Pedro Cibriánez. Un documento del archivo (ACL. nº 375), que es una venta de un huerto que hacen Martín Domínguez y su mujer Eugenia Martínez al canónigo Domingo Yáñez, deslinda dicha finca De secunda parte iacet ortus Petri Cipriano magistri operis Sancte Marie. El documento tiene la fecha de 20 de marzo de 1175. Y no es este sólo. En años siguientes continúa Pedro Cibriánez apareciendo como testigo en varios documentos de la iglesia, que no se citan por no alargar demasiado este punto, expresando en algunos su condición de maestro, y llega su actuación, por lo menos, hasta el año 1211. Es en otra carta de venta de una viña en León a Martín Paulo, de Elvira Fernández y su marido don Setembrio, de la cual son testigos, Petrus Cipriani, Dominus Ciprianus8 y Fernandus Cipriani, siendo hecha la carta de venta en el año 1211 (ACL. nº 442). No consta cuándo murió. En el Obituario, al día 28 de julio dice: “murió Pedro Cibriánez que dejó a los canónigos sus casas”, pero no se puso la era. De todos modos a él se deberá, si no toda, por lo menos la mayor parte de la fábrica de la iglesia. No se sabe quién fue el inmediato sucesor de Pedro. Más tarde ocupó el cargo el maestro Enrique, que lo fue al mismo tiempo de la catedral de Burgos

y falleció en el año de 1277, a nueve o diez de julio, a la edad de 86 años. A este sucedió Juan Pérez, también, al parecer, maestro en León y Burgos, aunque quizá sean diferentes, porque el de Burgos, según su sepultura en el claustro bajo, falleció a 8 de septiembre de 1296, y el de León es testigo en escrituras de la iglesia por lo menos en el año siguiente. En el siglo XIV, fueron maestros Diego Pérez, por 1327; don Simón Pérez, Pedro Monoz, que murió en 1376; Loppe Monoz; Alfonso Rodríguez, de 1379 hasta 1392; Pedro Fernández hasta más de 1399, en que se interrumpen las noticias de las actas capitulares. En el siglo XV, Ferrand González, en 1424; Guillén de Roán que falleció, según su epitafio, en 8 de diciembre de 1433; Juan Domenguz; Maestre Jusquin, 1445-1481; Alfonso Ramos, 14811492; y Juan de Badajoz hasta 1522 en que murió, el domingo 31 de agosto. Siglo XVI. Juan de Badajoz, hijo, 1524-1552; Juan López, 1555-1571; Baltasar Gutiérrez, 1571-1608 a 29 de septiembre en que falleció. Desde esta fecha no se obraron cosas de importancia en la iglesia, salvo algún mal pegote, como la famosa linterna, todo por fortuna destruido en las obras de restauración. Debido a múltiples y variadas causas vino la iglesia, mediado el siglo XIX, a un estado tal de ruina, que hizo necesaria una seria y pronta intervención

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facultativa9. Fueron arquitectos restauradores, don Matías Laviña, el cual se hizo cargo de la obra a 3 de mayo de 1859 y murió el 15 de enero de 1868; le sucedió poco tiempo don Andrés Hernández Callejo, y luego don Juan de Madrazo y Kuntz, desde febrero de 1869 hasta el 7 de marzo de 1880 en que falleció. A este sucedió, el 20 de marzo del mismo año, don Demetrio de los Ríos y Serrano, hasta su muerte el 27 de marzo de 1892, en cuyo año le sucedió don Juan Bautista Lázaro de Diego hasta el año de 1908, en que una penosa enfermedad le obligó a dejar todo trabajo profesional, y falleció el día 20 de diciembre de 1919. En su defecto fue nombrado arquitecto encargado de las obras, don Juan Torbado Flórez el cual, por espacio de quince años -desde mayo de 1893-, venía desempeñando el cargo de arquitecto auxiliar de las mismas. En su lugar fue nombrado y ejerció el oficio don Manuel de Cárdenas durante el año de 1912; y en el siguiente volvió por segunda vez don Juan Torbado, hasta su muerte, acaecida en el día 1º de enero de 1947.

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Abajo. Se refiere el autor a la cúpula y linterna levantadas sobre el crucero respectivamente por Juan de Naveda a partir de 1631, y según diseño de Simón Gavilán desde 1742. En la imagen, sección longitudinal de la catedral de León en el siglo XVIII, grabado de Manuel Navarro publicado en el tomo II de Iglesia de León, y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, del Padre Risco, en 1792 (ACL. Foto Imagen M.A.S.) Derecha. Proyecto de cimborrio de Matías Laviña en 1859 (ACL. Foto Imagen M.A.S.).

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La conservación de la piedra en la catedral

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La catedral de León se construyó principalmente con la caliza dolomítica de Boñar, piedra de origen sedimentario y bello tono dorado, fácil de extraer y trabajar, aunque su irregular composición, con frecuentes inclusiones de núcleos de cuarzo y calcita, así como vetas arcillosas, la hacen extremadamente sensible ante condiciones climáticas extremas como las de nuestra ciudad. En la propia cantera, situada en las inmediaciones de Boñar (en Las Bodas), es bien perceptible la diferencia de calidad del material entre los estratos superiores y los inferiores del yacimiento, ofreciendo éstos últimos una excelente materia base para la construcción, como prueba el hecho de ser hoy en día una de las piedras más cotizadas que ofrece la zona. Su irregularidad, sin embargo, llevó a los restauradores decimonónicos a elegir para sus reconstrucciones la bella y robusta caliza de Hontoria de la Cantera, cuyo tono blanquecino o rosado es bien notorio en todo el monumento, principalmente en las fachadas de Mediodía y Poniente. A ellas se sumaron las duras calizas de Pola de Gordón para los enlosados y la toba de Rodiezmo para los plementos de las bóvedas.

De izquierda a derecha: Cantera de Boñar. Saneamiento de los marcos arquitectónicos de las vidrieras. Trabajos de restauración de los pináculos de la cabecera (2009).

Utilizada casi en exclusiva en la construcción del templo gótico, los problemas de conservación que presenta la piedra de Boñar se resuelven de modo radical en lo arquitectónico, pues ante todo hay que preservar la integridad de la fábrica. Véanse si no las numerosas sustituciones que muestra el edificio en sus ángulos y fachadas. El problema se agudiza en el apartado escultórico, pues aquí el soporte es insustituible y único. Por ello, toda precaución es poca a la hora de acometer la consolidación de los relieves y esculturas de las fachadas. En la última intervención llevada a cabo sobre las figuras de la fachada occidental, a principios de los años 80 del siglo pasado, fueron desmontadas las veintitrés esculturas, recibiendo un tratamiento de consolidación sumergidas en un gran contenedor metálico situado en el actual edificio del Archivo catedralicio. El resultado no fue el deseado, y desde entonces, los estudios se han multiplicado. En junio de 2007, dentro del Proyecto Cultural El Sueño de la Luz, se instalaron andamios ante las portadas, y sobre ellos, los especialistas en conservación de la piedra llevaron a cabo los análisis tanto de su estado como del de los sucesivos revestimientos pictóricos que la protegían. De hecho, su pérdida, por el paso del tiempo, acentuó el deterioro. Entre 2008 y 2009, estos andamios dejaron paso a la retirada de las esculturas, sujetas con anclajes metálicos a las jambas, y su traslado al claustro e interior de la catedral. Han sido consolidadas para poder desmontarlas, y al mismo tiempo se han instalado sistemas de medición de las condiciones climáticas. Estos datos, con los estudios realizados sobre el terreno y el trabajo de laboratorio, acercarán la solución al problema. Las características de las piedras utilizadas en la construcción de la Catedral, rocas sedimentarias carbonatadas, unido a las extremas condiciones climáticas de León y a la acción del hombre, dan como resultado el alto grado de deterioro del material fundamental, junto con el vidrio, que constituye la Pulchra Leonina. Los efectos de tales agentes se muestran en las siguientes patologías:

Deterioro antrópico Degradación o destrucción causada por la acción del hombre, como mutilaciones, incisiones, grafitos, etc.

Desgastes por lavado Afectan a la parte exterior de la piedra exenta de costra, depósito superficial o pátinas de enmugrecimiento, y tienen su origen en la acción repetida de las aguas de lluvia o mal canalizadas.

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Escultura de la fachada occidental.

Alveolización Deterioro que aparece en materiales muy porosos, manifestándose mediante la formación de cavidades, a menudo profundas e interconectadas, cuyas paredes suelen estar cubiertas con material pulverulento. Degradación de origen físico-químico, en forma de alveolos, característica de ciertos materiales rocosos granudos y porosos. Este fenómeno provoca que aparezcan, en medio de muros perfectamente conservados, zonas degradadas aisladas.

Arenización Disgregación granular debida a las condiciones climáticas, por la que la piedra se altera física y mecánicamente. Ésta alteración comporta un debilitamiento de sus cualidades, y se traduce generalmente en una falta de cohesión, con pérdida de material en forma de polvo o gránulos.

Descamación Levantamiento y separación de escamas paralelamente a la superficie de la piedra, a causa de diferentes mecanismos como los cambios de temperatura o humedad, la acción del hielo o de las sales, etc. La escama es una lámina más o menos compacta, de unos pocos milímetros de espesor, que se desprende paralelamente a la superficie de la piedra, e independientemente de la estructura de la misma.

Desplacación Hablamos de esta patología cuando las descamaciones y ampollas se traducen en grandes levantamientos y la piedra está desprendida en pequeñas placas. Por lo general, bajo las desplacaciones suelen encontrarse eflorescencias salinas y colonizaciones vegetales.

Eflorescencias salinas

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Capa o formación de cristales de sales solubles, de color blanquecino, no muy consistente, que se forma en la superficie de una piedra porosa, debida a fenómenos de migración y evaporación de agua conteniendo sales solubles. Se producen por la precipitación de sales solubles en la superficie pétrea. Puede tener lugar en niveles subsuperficiales de la piedra, provocando la separación de las capas más superficiales –subeflorescencias-, o en el interior de la misma (criptoeflorescencia). En las esculturas de la catedral de León son evidentes los daños producidos por recristalizaciones en forma de subeflorescencias que dan lugar a levantamientos y a superficies en las que la piedra aparece como reventada y fuertemente debilitada.

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Refuerzos de acero para las gárgolas. _____32

Costra Estrato superficial fruto de la alteración del material pétreo y de los productos empleados en diversos tratamientos de restauración. Presenta un espesor variable, diferenciable del sustrato por sus características morfológicas y coloración. En muchas zonas aparece separado del soporte, el cual presenta, bajo la costra, un aspecto pulverulento. También se detectan ampollas, eclosionadas o no, que suponen el despegue más o menos abombado de la costra, con ahuecamiento interno. Igualmente aparece costra negra formada por productos carbonosos resultado de la contaminación, como el hollín, polvo, etc. En las zonas más deterioradas se presenta como una costra negra cristalizada que se separa del material, fragmentándolo en placas, ya que la parte superficial del mismo se adhiere a dicha costra.

Depósitos superficiales Acumulación en la superficie de las esculturas de material de origen diverso como el polvo, humos, hollín, guano, microorganismos, etc., normalmente de escasa cohesión, espesor variable y baja adherencia al sustrato sobre el que se asienta. Los excrementos de ave contienen ácidos fosfórico y nítrico y acumulan humedad, lo que provoca importantes deterioros sobre el soporte pétreo, al filtrarse en su interior.

Ataque biológico Deterioro producido por la acción biológica, producido por algas y líquenes, aparece especialmente en zonas afectadas por humedad.

Manchas de oxidación Alteración cromática de la piedra por contacto con elementos metálicos de la edificación como los anclajes, o los vástagos que unen distintas piezas.

Fisuras Discontinuidad planar, macroscópica o microscópica (microfisura), de diverso origen y dimensiones variables. Grieta de mayor o menor profundidad, sin llegar a separar los fragmentos, que se suele producir por golpes o por diferencias de temperatura. Suelen ser causa, entre otras, de fracturas y pérdidas de material.

Pérdidas de volumen De mayor o menor entidad, afectan principalmente a las partes más expuestas de las esculturas, como son dedos, manos, pies, atributos iconográficos, etc. Tienen su origen en el debilitamiento del material, la presencia de grietas y fisuras, así como en impactos directos. En lo constructivo, a consecuencia del proceso de gelifracción, supuso un importante sobresalto la caída de dos gárgolas del costado sur de la nave central entre fines de noviembre y principios de diciembre de 2006, lo que motivó el refuerzo con mallas y anclajes de acero del conjunto a principios del 2007. Tanto en los elementos constructivos que constituyen el esqueleto del templo, como en los decorativos, en la conservación de la piedra en la catedral de León se centra la lucha del monumento por su pervivencia.

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LA GUÍA

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Exterior del templo

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Fachada de occidente. Izquierda. Fachada oeste. Foto de Rafael González Ortega (ACL).

Se compone de un airoso hastial, de construcción reciente, sobre un hermoso pórtico con tres puertas de ingreso, acompañado de dos grandes torres desiguales.

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La torre del Norte, de 64,60 m de altura, contiene las

campanas en número de trece, con escalera de 224 peldaños para subir a ellas. Fue construida en el siglo XIII hasta el cuerpo de campanas; este lo fue en el siglo XIV en su segunda mitad, leyéndose en el remate del caracol, “Joakin Gandayo, Año de 1374”, y acabada en el pontificado de don Aleramo (1382-1399), cuyas armas campean con las de la ciudad en los cuatro frentes del cuerpo de campanas, siendo maestros Alfonso Rodríguez y Pedro Fernández. Fue parcialmente restaurado este cuerpo, según en él se dice, en el año 1552, y don Joaquín de Churrigera, en 1714, levantó 18 pies la aguja octógona en que remata.

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Inscripción en la escalera de caracol de la torre norte. Nosotros interpretamos la fecha como 1774, pudiendo corresponder a alguna intervención o incluso ser un simple grafiti de los muchos que encontramos en el templo. Al interior, junto al forjado entre el primer y segundo piso de campanas, en el arco de descarga sobre los vanos del siglo XVIII que miran al mediodía, hay una inscripción, esta sí grabada en minúscula gótica, que reza: “año de md” (año 1500).

Bajo la dirección de Mariano Díez Sáenz de Miera, el cuerpo superior y el chapitel de remate han sido objeto de una restauración reciente (20112012), dentro del Plan Integral de Conservación y Restauración del Proyecto Cultural El Sueño de la Luz. Aspecto de los trabajos en el verano de 2012.

En sus cuerpos bajos, esta torre fue restaurada entre 1987 y 1994, por Ignacio Represa, intervención a la que corresponde la vista aérea de la catedral con los andamios en la torre norte (foto Imagen M.A.S.).

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Detalle del reloj de la torre sur.

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La torre del Sur, algo más alta que su compañera (67,80 m), llamada del reloj, por el que tiene con este rótulo: “En el pretil del Rl. Palacio de Madrid me hizo D. Ramón Durán, natural de él, socio de mérito de la Rl. Sociedad de esta corte. Año de 1788”. Fue construida en el siglo XIII, hasta la misma altura que su compañera, pero con el tiempo y el daño de las guerras en dicho siglo y en el siguiente, llegó al siglo XV en estado tal, que, excepto el lienzo que mira a la iglesia, fue necesario rehacerla desde el segundo cuerpo. Este y lo restante, hasta el remate en octógona y calada aguja, es obra del siglo XV, del arquitecto Maestre Jusquín, y ejecutada durante los pontificados de don Pedro Cabeza de Vaca (1440-59), don Fortún Velázquez (1460), don Antonio de Veneris (1463-70), y don Rodrigo de Vergara (147078), todos los cuales tienen sus armas en los diferentes cuerpos de la torre. En la piedra que cierra el caracol de subida a la torre, con 218 peldaños, hay esta inscripción: Anno Domini M.CCCC.LXXII.V. nonas IVLII. (Año del Señor de 1472 a 11 de julio). Por encima de sus conopiales ventanas, grandes caracteres góticos, en rededor de la torre dicen: MARIA = IESVS XPS = DEVS HOMO; y más arriba otros: AVE MARIA = GRATIA PLENA = DOMINVS TECVM. Entre los dos contrafuertes del ángulo sureste se puso, en el año 1463, la estatua del chantre don Alonso González de Getino, administrador de la obra cuando se empezó la torre. Los dos relojes de sol del ángulo suroeste fueron hechos y asentados por Baltasar Gutiérrez, aparejador que era, en 1569.

Arriba. Foto del interior del chapitel de la torre. Abajo izquierda. Inscripción en la escalera de caracol de la torre sur. Abajo derecha. Detalle de la estatua del chantre Getino, en la torre sur.

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La torre sur Rematada casi dos siglos más tarde que la septentrional, la torre sur apenas ha visto alterado su aspecto primitivo. Sin embargo, su exposición a las inclemencias y los males endémicos de los materiales constructivos, junto a otros agentes fortuitos, han obligado a diversas restauraciones. Su calada aguja fue deteriorada por un rayo en 1713, y unos años más tarde, el terremoto de Lisboa de 1755 debió también dañar su estructura, consolidada en dicho siglo. Una nueva actuación se produjo como colofón de las intervenciones decimonónicas, y vino de la mano de los arquitectos leoneses Juan Bautista Lázaro y Juan Crisóstomo Torbado. Ambos actuaron con extrema honestidad hacia las formas antiguas, alejándose de las arriesgadas recreaciones de Demetrio de los Ríos. En 1942, un vendaval arrancó la veleta y pararrayos, produciendo graves daños a la aguja, recompuesta en los dos años siguientes utilizando piedra de Hontoria sobrante de los grandes trabajos anteriores. De ello da fe la inscripción sobre uno de los crochets repuestos: “Restaurado año 1943-44. Cantero Graciano Laborda. Maestro Antonio Seco, arquitecto director D. Juan C. Torbado”. También se sustituyó la destrozada veleta por la actual, que copia sus formas. Nuevos desprendimientos obligaron a una actuación de emergencia entre 1984 y 1986, dirigida por Eduardo González Mercadé, en la que se sustituyeron dos gárgolas y varios elementos de la balaustrada con piedra caliza de Sepúlveda. Pese a todo, la torre hubo de ser objeto de una importante restauración poco después, en 1999-2000, bajo la dirección del arquitecto Mariano Díez Sáenz de Miera. En ella se sanearon los disgregados paramentos y elementos ornamentales, sellando juntas y fisuras, sustituyendo los corroídos anclajes metálicos por varillas roscadas de acero inoxidable, y utilizando en las reposiciones hasta 23 m3 de la piedra “buena” de Boñar, la misma que fue usada en su fase tardogótica. Para controlar cualquier movimiento de la fábrica, sobre todo ante las dos grandes fisuras verticales que presenta la estructura, se instaló en esta campaña un completo sistema de instrumentación que incluye un anemómetro, inclinómetros y un equipo de calibración de deformaciones en cinco secciones distintas. Como detalle curioso, señalemos que, durante la Guerra Civil, se colocó en el forjado del piso bajo de campanas un puesto de ametralladora, dejándonos constancia del hecho un grafiti, que reza: “Camilo Picón. Ametralladoras. 24 – 8 – 1936”.

Izquierda. Grafiti de 1936. Derecha. La aguja de la torre durante su restauración en los años 1943-1944 (ACL. FRR).

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Para saber más: Blanco Mozo, Juan Luis, “La torre sur de la catedral de León: del maestro Jusquín a Juan de Colonia”, en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, Universidad Autónoma de Madrid, 11, 1999, pp. 29-57.

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El hastial occidental, que, flanqueado de dos torrecillas de ca-

racol, se eleva a una altura total de 50 metros, se compone de un triforio sobre la terraza del pórtico, un gran rosetón de 8 m de diámetro, ancha cornisa de follaje con antepecho calado de leones, castillos y flores de lis, un frontón adornado por calada rosa de 3,30 m de diámetro, y en el ángulo dos estatuas con un jarrón de azucenas representando el misterio de la Anunciación, del escultor Miguel Ángel Trilles, rematando con la estatua del Salvador bendiciendo a la ciudad, del escultor don Inocencio Redondo.

Vista exterior e interior del hastial occidental.

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Evolución de la fachada occidental La fachada de Poniente, que preside la Plaza de Regla, representa para el visitante la imagen primera y característica de la catedral. Su aspecto en el siglo XV sería similar al ofrecido por el idealizado dibujo de la tabla de san Cosme que reproducimos, es decir, cercano al actual, con dos torres separadas del cuerpo de la nave central, coronada como hoy día por un gran rosetón y hastial rematado con piñón. Hay indicios de que las tres portadas del pórtico -como las de la fachada sur- fueron concebidas para rematarse con gabletes, aterrazándose en curso de obra. La torre sur no fue concluida hasta el siglo XV, debido a la paralización de las obras durante la centuria anterior. En el siglo XVI, bajo la dirección de Juan de Badajoz el Mozo, se reformó el hastial, añadiéndosele el relieve renacentista de la Anunciación, obra de Bautista Vázquez, reubicado tras las intervenciones decimonónicas en la fachada de la antigua sala capitular, frontera al Hospital de Nuestra Señora de Regla. Sobre el mismo se dispuso entonces una balaustrada y el remate plateresco que llegó hasta el siglo XIX, con dos torrecillas rematadas por los chapiteles helicoidales que actualmente se conservan en el patio claustral, flanqueando un muro calado con una rosa y piñón con tres esculturas de bulto. Todo ello fue desmontado en 1889 por Demetrio de los Ríos, a quien se debe su actual aspecto, que emula el proyecto de fachada sur del transepto realizado por Juan Madrazo. En torno al patio del claustro se conservan otros vestigios eliminados por De los Ríos, como la balaustrada calada que remataba la terraza sobre las portadas. Parte del tambor que soportaba los referidos chapiteles ha sido remontado recientemente (2011) ante la fachada meridional.

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Chapitel plateresco que coronó el hastial occidental. Desmontado por Demetrio de los Ríos, hoy se conserva, con su compañero, en el claustro.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo. Detalle de la tabla de san Cosme, de fines del siglo XV, en el Museo catedralicio y diocesano. Alzado de la fachada occidental. Grabado de Manuel Navarro en el tomo II de Iglesia de León, y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, del Padre Risco (1792). La fachada occidental antes de su transformación decimonónica (ACL. Fondo Rafael González Ortega). Vista de la Catedral al inicio de las obras del siglo XIX (Foto de Jean Laurent, de hacia 1885, en ACL). Inicio del apeo para la reforma del hastial (ACL. col. Ernesto Mateos). Proceso de desmontaje del hastial, foto de hacia 1888 (ACL. col. Ernesto Mateos). La fachada al finalizar las obras decimonónicas, evidenciando la coloración de la piedra los añadidos (ACL. FRR).

Anunciación, de Bautista Vázquez, relieve renacentista que presidió el hastial occidental, hoy reubicado en el exterior de la antigua sala capitular, en torno al claustro.

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El pórtico de los pies es quizá la obra más bella del arte

ojival, inspirado en la de la Gloria de Santiago de Compostela. Está formado por tres arcadas, correspondientes a los tres ingresos, que se comunican a modo de galería y apoyan en aislados y redondos pilares con columnas adosadas e imágenes sobre repisas y bajo doseletes. Cuarenta y seis grandes estatuas, obra de varios escultores, adornan este mirífico pórtico, cubierto asimismo de decoración vegetal -de hojas de hiedra, vid, cardo, roble y otras que representan mascarones- y geométrica en el basamento, de círculos intersecados a manera de florones de sabor muy arcaico, rosas como las grandes de la iglesia y otras en gran variedad. En uno de los arquillos, en vez de una roseta, se esculpió una cara que será acaso un retrato del escultor de la obra10.

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Detalle de la cara en una de las jambas del pórtico occidental.

El pórtico occidental (foto Imagen M.A.S.).

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Puerta de la Blanca. Es la del centro

del pórtico, llamada así por la imagen de la Virgen, bellísima y llena de gracia y majestad, que está en el parteluz, con el Niño Jesús en el brazo izquierdo, y bajo sus pies la serpiente. Parece ser la imagen cumbre dentro del estilo gótico; ha sido pintada y dorada varias veces. El doselete que la cubre parece una miniatura del ábside de la iglesia*. El tímpano de esta portada, en el que se representa la grandiosa escena del Juicio Final, tiene tres divisiones:

Izquierda. Puerta de la Virgen Blanca o del Juicio Final. Abajo. Detalle de los Bienaventurados del tímpano del Juicio.

Primera división. En el centro, san Miguel, de singular belleza, pesa las almas; a su izquierda, grotescos diablos atizan dos grandes calderas en las que otros, no menos feos, van metiendo a los que han sido hallados faltos en el peso, y más allá otros espantosos monstruos los devoran en diversas maneras. A su derecha, un grupo de justos conversa amigablemente: un rey que conversa con un franciscano y una religiosa, un organista tañe un órgano y un muchacho lo entona, un caballero y un dominico; y más allá el portero del cielo, san Pedro, abre la puerta a un papa, un obispo y demás personas que llegan, a los cuales dos angelitos van repartiendo sendas coronas. Segunda división. Jesucristo sentado en su trono, con diadema en la cabeza, abre sus brazos y levanta las manos mostrando sus llagas. Dos ángeles, a los lados, tienen los instrumentos de la Pasión, y en los extremos la Virgen y san Juan, de rodillas, imploran piedad para las almas. Tercera división. En el vértice del tímpano, sobre el dosel que cubre las anteriores figuras, dos ángeles sostienen una corona.

*Desde 1956, a la imagen original, conservada en la capilla central de la girola, la sustituye una réplica, realizada por el escultor Andrés Seoane.

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El abocinado de las ojivas es decorado por una gloria de tres órdenes: en el interior cuatro ángeles con sendas trompetas parecen llamar al juicio; en los demás, sepulcros que se abren y ángeles que, de un lado, acompañan a los resucitados como a buenos amigos, mientras que, del otro, son feísimos diablos que, sobre los hombros o en cadenas, llevan a los suyos a las ardientes calderas del infierno, bajo la presidencia del mismísimo Satanás, que está allí como rey sentado en su trono. Las puertas de nogal tienen relieves, obra de Esteban de la Iglesia en 1694. En una de las jambas una inscripción dice: “IHS. El reverendo in Cristo Padre e señor don Pedro Cabeça de baca, por la gracia de Dios, obispo de León, otorga a qualquier persona que aquí, delante de la ymagen de Santa María la Blanca, estovyere en estado de gracia sabado a la vigilia por cada vez quarenta días de perdón. Item otorga a qualquier persona, por cada vegada que diere elemosina para decir las dichas vigilias, quarenta días de perdón. Datum anno domini MCCCCLVI. in XXVII die marcii” (27 de marzo de 1456).

Puerta de San Juan. Es la del norte. Las puertas, de nogal, tienen doce historias en relieve de la Pasión y la Resurrección, talla de Juan de Colonia en 1515. El tímpano de la portada está dividido en cuatro zonas: Primera zona. El dintel tiene ángeles

con incensarios, navetas y coronas; otro que tañe un órgano al que entona otro ángel soplando con un fuelle de mano, mientras que otros tres cantan por un mismo libro.

Segunda zona. La Visitación; Nacimien-

to de Jesús, María en el lecho asistida de dos mujeres y un ángel alumbrando; Jesús en el pesebre calentado por el buey y mula tradicionales; ángel hablando a san José; pastores apacentando un rebaño, uno toca el caramillo y el perro se empina halagando al tañedor.

Tercera zona. Los Magos ante Herodes; adoran al Niño en el regazo de la Virgen; la huida a Egipto. Cuarta zona. La degollación de los Ino-

centes, muy curiosa escena.

Las arquivoltas representan, la primera reyes, sentados tañendo raros antiguos instrumentos y un viejo, también sentado, que parece san José. La segunda san José y el ángel, el mismo con el Niño en la cuna y en sus brazos; bautismo de Jesús por san Juan; este ante Herodes y algunos milagros de Jesucristo. La tercera la

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Inscripción de la Puerta de la Virgen Blanca.

Tímpano de la Puerta de San Juan (ACL. FRR).

Detalle del Nacimiento, en el tímpano de la Puerta de San Juan.

jerarquía eclesiástica, subdiácono, diácono, presbítero, obispo, arzobispo y papa; la conversión de san Pablo. Locus apellationis

Entre las estatuas de esta portada hay dos del siglo XV, un papa y una reina que representa la Justicia, con balanza y espada en cuya hoja se lee: Justitia est unicuique dare quod suum est (justicia es dar a cada uno lo que es suyo). En la aguda ojiva, entre las dos portadas, hay un pequeño fuste de mármol blanco, con castillo y león grabados, del siglo XIII, y un letrero del XI, que dice: LOCVS APPELLACIONIS. Y en la correspondiente interior, un rey, con cetro y corona, Salomón, sentado en el trono -silla curul formada por dos leones-, en actitud de pronunciar sentencia. En este lugar, conforme al Fuero de León, entendían cuatro jueces, en representación del Rey, de la Iglesia, de la Grandeza y del Pueblo, en los juicios de apelación; aquí se celebraban también los Concejos y en ellos se confirmaban y se hacían firmes los contratos.

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Puerta de San Francisco o del Sur. El tímpano de esta portada está dividido

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en tres zonas. En la primera, sobre el dintel, que tiene una urna sepulcral, aparece yacente la Virgen María rodeada del apostolado. En la segunda, la Virgen sentada a la diestra de Jesucristo, también sentado, con libro y bendiciendo, y en la tercera dos ángeles en ademán de coronarla. Las arquivoltas tienen, la primera querubines con libros en las manos, la segunda ángeles con candelas e incensando, y la tercera vírgenes sentadas con libros e instrumentos de música, y las vírgenes necias. Las puertas son de principios del siglo XVI, de nogal y estilo flamenco, con tableros que representan la Anunciación y varias parejas de santos, con mas imaginería menuda y vegetales. A sus lados hay seis grandes efigies, de ellas, dos más modernas del siglo XV, el Salvador y el Bautista. Las otras cuatro están dislocadas; dos, la Virgen de la izquierda y la segunda de la izquierda representan la Anunciación; la primera de la derecha parece efigiar al anciano Simeón y la otra un profeta que será Isaías.

Página izquierda. Tímpano de la Puerta de San Francisco (ACL. FRR). Arriba. Detalle de la Dormición de la Virgen, en el tímpano de la Puerta de San Francisco. Derecha. Puerta de San Francisco.

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Detalle del deterioro en el rostro de la imagen del Anciano Simeón, de la portada de San Francisco.

Preconsolidación de las esculturas, previa a su apeo.

Las esculturas del pórtico occidental Paradojas del mejor conjunto de vidriera histórica de nuestro país, la piedra es, en la catedral leonesa, el material más frágil del edificio. Su propia e irregular composición, el clima extremo, y la acción del hombre, son, fundamentalmente, los elementos que se han coaligado para que el bello tono dorado de la piedra de Boñar no consiga ocultar los males que la van corroyendo. Los efectos del azote de los siglos saltan a la vista en las múltiples erosiones y pérdidas de volumen, la arenización, escamaciones, disgregaciones, la costra negra resultado de la polución, los depósitos de suciedad y excrementos de aves, las eflorescencias salinas… Todo un completo catálogo que amenaza con hacer desaparecer ante los ojos de las sucesivas generaciones el bello conjunto de esculturas que orna la fachada occidental. Las llamadas de atención sobre el estado de conservación de esta hermosa colección escultórica han sido más que frecuentes desde principios del pasado siglo, y así Manuel Gómez-Moreno refería, en su Catálogo Monumental, elaborado entre 1906 y 1908, el “deterioro que abisma estas esculturas”, debido a que “la piedra es basta y desmoronadiza, en términos que todo aparece consumido y mal perceptible”.

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Atajar el deterioro de los bellos relieves góticos se convirtió en una prioridad para el Proyecto Cultural Catedral de León. Los trabajos, iniciados en su fase de estudio en 2007, buscaron el máximo conocimiento tanto de las patologías como de las causas que suponen la degradación de la piedra. Por ello, junto a las labores de preconsolidación de las veintitrés esculturas de las jambas de la fachada de Poniente, entre 2008 y 2010 se llevó a cabo un estudio climático comparado, cuyo objetivo fue el conocimiento, con parámetros fiables, de la incidencia en el deterioro de los relieves de la ubicación y los bruscos cambios de las condiciones climáticas.

Apeo de las esculturas.

Traslado de las imágenes.

Las esculturas, en su provisional ubicación en el claustro.

Sondas instaladas en diversas zonas interiores y exteriores del templo monitorizaron el comportamiento de las variables climáticas y su relación con los distintos niveles de degradación de la piedra. La portada de la Virgen del Dado, protegida poco tiempo después de su construcción, y que mantiene sus revestimientos pictóricos, proporciona a este respecto una referencia excepcional para la comparación. Para ello se tomaron mediciones de la temperatura y humedad relativa ambiental y en la piedra, tanto en las zonas que reciben insolación como en las sombrías, la intensidad lumínica y la concentración de CO2. Debido al grado de deterioro que sufren las esculturas exentas de la portada occidental, se procedió al fijado y consolidación puntual de las zonas con riesgo de pérdida, que permitieron acometer su apeo y protección. Veinte de las veintitrés esculturas han encontrado temporal acomodo en el claustro catedralicio, mientras que las otras tres están ubicadas en la capilla bajo la torre Norte. Sobre ellas se ha realizado también un control de las condiciones climáticas y un seguimiento de su estado de conservación y de la evolución de los tratamientos de urgencia llevados a cabo. Todos estos estudios y trabajos, bajo la dirección y supervisión del Servicio de Restauración del Patrimonio Arquitectónico de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, fueron parte fundamental del segundo recorrido expositivo que propuso El Sueño de la Luz, centrado en la piedra como eje del discurso. En el mismo, los visitantes recorrieron el camino trazado por la piedra, desde su extracción en las canteras de Boñar, hasta su labra y deterioro actual. Con los informes técnicos sobre la mesa, el siguiente paso, sobre el que se trabaja en el momento de redactar estas líneas (diciembre de 2012), abordará la efectiva protección del conjunto escultórico.

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Restauración de las Puertas de la Catedral A finales de abril de 2008, y dentro del Convenio firmado el año anterior entre el Cabildo, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento leonés, finalizaron los trabajos de conservación y mantenimiento de las dos hojas de la Puerta de San Francisco de la fachada occidental de la catedral, intervención que se prolongó desde mediados de febrero, con un presupuesto de 33.686 euros. El minucioso trabajo, realizado bajo la dirección de Isabel Sáenz de Buruaga, restauradora de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, y de Paula Sánchez Ablanedo, responsable de Departamento de Bienes Muebles de la empresa M.C., Conservación y Restauración, dio espléndidos frutos. Tras la retirada de los diversos y dañinos recubrimientos fruto de anteriores actuaciones y del azote del tiempo, mediante un sistema de limpieza selectiva, se aplicaron medidas de protección contra el ataque de insectos y hongos. La portada de San Francisco ha recuperado así parte sustancial del esplendor perdido, aunque las condiciones ambientales extremas, y la propia fragilidad del soporte, hacen que este necesario mantenimiento deba convertirse en periódico.

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Como las recién recuperadas de San Francisco, sus gemelas de la Portada de San Juan, también talladas en nogal español, representan un espléndido aporte renacentista a la gran fábrica gótica. Poco se ha indagado sobre su autoría y fecha, siendo don Raimundo Rodríguez, en la presente Guía, quien las atribuye a de Juan de Colonia. Antes, en su monografía sobre la catedral leonesa, Demetrio de los Ríos hacía referencia al artista, que supone emparentado con los afamados Colonia que trabajan en Burgos, citando un acuerdo del 15 de abril de 1519 por el que el Cabildo mandó asentar un salario de 400 maravedíes anuales para el citado entallador. En 1521 aparece nuevamente en la documentación catedralicia, disfrutando de unas casas, pertenecientes a la Fábrica, “que son al canto de la Plaza de Regla”, a las que renuncia dos años más tarde, cuando ya se le cita como vecino de Astorga. Manuel Gómez-Moreno, en su Catálogo Monumental de la provincia de León, consideraba los relieves de la portada de San Juan posteriores a los de la de San Francisco, “menos atildados que los de su compañera y con resabios góticos en todo”. La decoración llena los veinte tableros de sus hojas, invadiendo largueros, cabrios, peinazos y cruceros con motivos típicamente

renacientes. En los doces tableros centrales se desarrollan otros tantos pasajes del ciclo de la Pasión y Resurrección de Jesucristo, desde la Oración en el Huerto hasta la aparición a los discípulos en el camino de Emaús. Especialmente interesantes son los dos paneles que representan, respectivamente, el Quebrantamiento de los Infiernos y la liberación de los justos, con los primeros padres a la cabeza, y la Resurrección del Salvador. En ambos, situados a la izquierda del acceso, el desgaste y el azote de los agentes climáticos han dejado severas huellas. Tras la eliminación de añadidos, se aplicó un tratamiento curativo y protector contra los insectos y el ataque biológico, fase ésta importante, ya que además de insectos xilófagos se detectaron hongos de pudrición. Los criterios aplicados fueron los del máximo respeto la obra. A nivel estructural se intervino el mínimo indispensable para garantizar su estabilidad sin caer en medidas que pudieran alterar el equilibrio del conjunto. Únicamente se realizaron reconstrucciones volumétricas con madera en aquellas zonas donde fue estrictamente necesario para la conservación y nunca pretendiendo reinventar, por ejemplo, bajorrelieves desgastados por la propia dinámica vital de las puertas. La restauración se desarrolló entre el 9 de junio y finales de septiembre de 2008, y en esta ocasión, los 40.600 euros fueron sufragados por el Cabildo con los ingresos obte-

De izquierda a derecha. Proceso de restauración de las puertas (año 2008). Panel del Descendimiento, de la puerta de San Juan, durante y tras su restauración. Panel de la Crucifixión, de la puerta de San Juan, durante y tras su restauración. Las puertas de San Francisco, tras su restauración.

nidos en las visitas a la Plataforma. La más espectacular de las actuaciones divulgativas del Proyecto Cultural Catedral de León El Sueño de la Luz, rindió así los frutos anunciados, permitiendo a los visitantes no sólo disfrutar de perspectivas inéditas del monumento, sino sentirse también partícipes de la gran empresa que significa la conservación de la joya catedralicia. Tal contribución, aunque modesta dentro del conjunto de los grandes trabajos de restauración actualmente en curso, abre el camino de la sostenibilidad en la gestión del monumento, y adquiere además, como fruto de una aportación colectiva, una dimensión saludable y complementaria del necesario apoyo institucional. Además de las citadas, la catedral leonesa atesora una importante colección de puertas renacentistas, como la magnífica que desde el claustro da paso a la Portada del Dado, a la que aquí se refiere el autor, o la del Oratorio. Las precede y acompaña en esta lígnea nómina la reubicada puerta gótica, hecha quizás por Juan de Quirós a fines del siglo XV o principios del XVI para la antigua Librería -actual Capilla de la Virgen del Camino- y que da hoy paso a dependencias del Museo Catedralicio.

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Fachada del sur

Izquierda. Imagen inédita de las obras de reconstrucción del hastial meridional del transepto, tal como las dejó Matías Laviña y al poco de retomarlas Juan Madrazo, ca. 1871 (ACL. FRR).

Aparte del bello aspecto que ofrecen la serie doble de arbotantes, llama la atención el hastial, semejante en su disposición al del oeste, con la altura de 48,70 m, todo, menos las portadas, de nueva construcción. Comenzó esta el señor Laviña y su obra se reconoce fácilmente, así en la clase y color de la piedra, como en el asiento, a hueso, de los sillares; y fue acabada por don Demetrio de los Ríos, con proyecto que dejó don Juan de Madrazo. El remate es una estatua grande de san Froilán, obra del escultor don Agustín Mustieles.

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Arriba. Las portadas de la fachada sur antes de la intervención del siglo XIX. Se observan las rozas de los gabletes, luego eliminadas. Foto de Charles Clifford, de 1854 (Victoria and Albert Museum de Londres). Izquierda. Ángel del grupo de la Anunciación de la portada de San Froilán, hoy en el Museo.

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Derecha. Detalle de la estatua de San Froilán que corona el hastial meridional del transepto. Imagen tomada en junio de 2009, durante la restauración financiada por el Ministerio de Cultura.

Esculturas de la portada de san Froilán durante las restauraciones del siglo XIX (foto de Jean Laurent en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-004633). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura).

La portada central, llamada de San Froilán, tiene en

el parteluz la estatua de este santo patrono de la diócesis, y a los lados otras seis grandes estatuas, en mucho desorden. A un lado la Virgen con Niño, que debió ocupar el parteluz y a la que debían adorar los tres Reyes Magos, dos de los cuales ahora están a su lado y el otro se halla con los del otro grupo, que representan un profeta, Isaías, y una Anunciación formada por la que representa a la Virgen, con libro, y el Ángel, de gran tamaño, que se halla en el museo. En el tímpano, el Salvador, y a su lado los símbolos de los Evangelistas y a estos escribiendo en muy artísticos atriles. Más arriba, sobre nubes, ángeles con incensarios, y abajo los apóstoles, de dos en dos, en actitud de conversar. Las arquivoltas, una de ángeles con candeleros y otra de reyes sentados, con variados y muy curiosos instrumentos de música11.

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La portada de la izquierda, llamada

de la muerte, no tiene exornado el tímpano. Tuvo, al menos algún tiempo, las imágenes que tiene la central; sus jambas, dintel y arquivoltas tienen, acuartelados, leones y castillos y lises.

La portada de la derecha, con su

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ingreso cerrado, tiene sobre el dintel, en el tímpano, una procesión fúnebre, formada de monjes o canónigos, que sale de una iglesia y atravesando la puerta de una ciudad cercada, entra en otra iglesia semejante a esta. En la zona de más arriba, el cadáver de un obispo, yacente sobre el lecho, velado por ángeles que alumbran e inciensan, y en el vértice otros dos ángeles suben al cielo, en un lienzo sudario, el alma del finado. La escena parece querer representar la muerte de san Froilán y la traslación de sus reliquias desde el monasterio de Moreruela a esta catedral, a

fines del siglo XII, cuando comenzaba su construcción el obispo don Manrique. En tres arquivoltas ángeles de pie tienen candeleros e incensarios, y en la primera, al lado del lecho mortuorio, un obispo, en el cual estará representado probablemente, don Juan Albertino, retirado del gobierno de la diócesis, que autorizó con su sello de cera, pendiente de dos cabos de hilo con que se ató el rico sudario de hilo blanco en que fueron envueltos los restos del Santo. Más abajo, al lado del ábside de donde sale la procesión, un anciano barbado, en medio de un monte bien poblado de árboles, en el cual parece entreverse un edificio que podrá figurar el monasterio de Valdecésar, de donde el cuerpo del Santo fue llevado a Moreruela. Las puertas de ambas portadas, con sus canceles, son de Esteban de la Iglesia, año de 1694.

Página anterior. Tímpano de la portada derecha.

Arriba. Puerta de san Froilán.

Evolución de la fachada meridional La fachada del brazo meridional del transepto, presidida por la puerta de San Froilán, fue y es uno de los puntos más débiles de la fábrica catedralicia. Los documentos gráficos nos permiten aproximarnos a las sucesivas intervenciones que, desde el siglo XVII, fueron modificando su aspecto. Sabemos así que en 1694, Manuel Conde Martínez realizó dos proyectos para el remate del hastial, uno más acorde con su parejo por el norte, y el otro según el gusto barroco, siendo a la postre este último el ejecutado. El terremoto de Lisboa de 1755 afectó severamente a esta parte del edificio, cegándose entonces el triforio y sustituyéndose el rosetón por una amplio ventanal doble de arcos apuntados bajo otro abarcante. Así aparece en la primera imagen que reproducimos, correspondiente al grabado de Manuel Navarro publicado por el P. Risco en su Iglesia de León y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, obra editada en Madrid en 1792. Casi medio siglo más tarde, hacia 1848, se decidió abrir en el hastial un nuevo rosetón, de menor diámetro que el original, según diseño del jesuita P. Ibáñez y bajo la dirección de obra del benedictino P. Echano. Su aspecto lo recoge Matías Laviña en el dibujo de esta parte del edificio anterior a su desmontaje (1861), el cual acompañamos del proyecto que realizó para su remate, que no llegó a ejecutarse. La fotografía siguiente, hasta ahora inédita, procede del Fondo Raimundo Rodríguez del Archivo catedralicio, y muestra el estado de la fachada meridional tras el cese de Laviña y al inicio de su reconstrucción por Juan Madrazo y Demetrio de los Ríos, la cual en lo esencial configuró la morfología actual de esta zona, sólo alterada por una postrera intervención, ya en la segunda mitad del siglo XX. En efecto, en 1960-61, el arquitecto Luis Menéndez Pidal acometió la restauración que dará a la fachada meridional del transepto su actual aspecto, desmontando el piñón y el óculo circular que lo calaba en su remate -proyectado como señalamos por Juan Madrazo y ejecutado por Demetrio de los Ríos-, pieza que hoy yace desmontada en el patio claustral. En esta actuación, motivada por los problemas derivados de las grapas que cosen los sillares, el óculo fue sustituido por otro triangular, de tracería mixtilínea, inspirado en su correspondiente del norte, que había sido restaurado dos años antes por el mismo arquitecto. En el año 2010, dentro de las obras patrocinadas por el Ministerio de Cultura y dirigidas por el arquitecto Mariano Diez Sáenz de Miera, se procedió a un reconocimiento del piñón del Hastial Sur, donde la corrosión de las grapas de hierro y bronce retacadas con azufre habían producido fracturas y fisuras en gran parte de los sillares. Ante esta patología se procedió a la retirada de las grapas de bronce retacadas con azufre y se sustituyeron por otras de acero inoxidable retacadas con plomo. Como consecuencia de haber detectado daños similares a los manifestados en el piñón del hastial Sur en otras zonas de esta parte del templo, se expuso la necesidad de efectuar un chequeo en todo el hastial al objeto de detectar la presencia de dichas grapas en una próxima intervención, por lo que hasta que esto no se produzca el Ministerio de Cultura decidió instalar a la altura del triforio, sobre la portada de San Froilán, una marquesina provisional que proteja de posibles desprendimientos a las personas que pudiesen circular por el atrio. Para saber más: _____66

NAVASCUÉS PALACIO, Pedro, “Arquitectura del siglo XIX: las fachadas de la catedral de León”, Estudios Pro Arte, 9, 1977, pp. 51-59.

De izquierda a derecha, y de arriba hacia abajo. Grabado de Manuel Navarro (1792). Estado del hastial antes de la intervención de Matías Laviña (1861), en la Colección de la E.T.S.A. de Madrid Proyecto no ejecutado de Matías Laviña (1863), en la Colección de la E.T.S.A. de Madrid. Estado de las obras hacia 1872 (ACL. FRR). La fachada en la fase final de su reconstrucción por Demetrio de los Ríos (ca. 1885). Fotografía de Laurent Roig en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-03874). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura. La fachada a principios del siglo XX (entre 1901 y 1910), con las vidrieras respuestas y el óculo circular calando el piñón del hastial. Foto Moreno, Mº de Cultura. 67 _____ Vista actual de la fachada meridional.

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Izquierda. Vista actual de la cabecera. Abajo de izquierda a derecha. Vista de la fachada oriental antes de las grandes obras del siglo XIX (Foto de Charles Clifford, de 1854. Victoria and Albert Museum de Londres). La cabecera, durante las restauraciones decimonónicas, con las desaparecidas huertas del barrio de San Pedro (foto de Laurent en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-003915). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura).

Testero o ábside Bajando a la plazuela de Puerta Obispo, podrá el visitante admirar bellezas que ni soñadas. Los cinco ábsides, en torno del principal, con su aparato de contrafuertes, arbotantes, pilas, antepechos y remates, con su infinita variedad en tonos de luz y sombras, producen un maravilloso efecto. El mejor punto de vista se tiene desde las huertas de enfrente a las que se puede entrar hacia la mitad de la calle de san Pedro.

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Izquierda arriba. Costado norte durante la restauración del siglo XIX (foto de Jean Laurent en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-005606). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura). Izquierda abajo. Vista de la fachada septentrional desde las cubiertas del claustro. Sobre estas líneas. Vista interior del piñón del hastial septentrional del transepto.

Fachada o costado norte Para ver este lado, sin alejarse demasiado, es preciso entrar al claustro, desde cuyo lado norte puede disfrutarse de una de las mejores vistas del peregrino conjunto. El hastial es semejante al del costado sur, de menor altura, 43 m; son diferentes las rosas ciegas que decoran las enjutas del gran rosetón calado. El frontón ostenta hermosa claraboya triangular con flamante tracería y termina con una gran estatua del papa Martino V (1417-1431), que fue distinguido bienhechor de esta iglesia. Tiene en el vértice tres escudos, uno con armas reales, otro con las del obispo Cabeza de Vaca (14401459), y el tercero con las del administrador que era de la obra. Otro de este mismo tiene la cara opuesta, y debajo esta leyenda: “Don Alonso González de Getino chantre et aministrador de la iglesia. Anno Domini MCCCCXLVIII” (1448). Este frontispicio triangular es obra de Maestre Jusquin. Las portadas se ven solo desde el interior.

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Interior del templo

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Arriba. Vista interior de las naves. Izquierda. Interior hacia los pies del templo (foto Imagen M.A.S.).

Si esbelta y graciosa es vista desde fuera esta catedral, vista por dentro es mucho más admirable; es su característica. Entrando por su puerta principal, la visión de la gran nave central con su mirífico ábside, los ventanales de las naves menores, el elegante calado triforio y los magníficos altos ventanales y grandes rosas inundando de luz policromada la iglesia, con la unidad y justas proporciones, puridad y sutileza de los elementos constructivos, llamada por esto milagro del arte, con la acertada distribución de un sencillo decorado, todo produce en el ánimo del visitante tal impresión como jamás sintió ante ninguna obra de arte, y, con frecuencia, se le observa revolverse, inquieto, mirando a todos lados como queriendo, sin conseguirlo, gozar la visión de todas las bellezas juntas. Esta impresión de lo bello, este efecto artístico, es lo característico de este templo y en lo que no es vencido por ningún otro del mundo.

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La planta. Es en forma de cruz latina muy perfecta, con 51,50 m de cuerpo, 14,50 m en cada brazo y 24 m en la cabeza. Posee tres naves en el brazo mayor, tres en el crucero y cinco en el ábside; capilla mayor y girola, sobre la que se abren siete capillas, dos de planta casi rectangular y las otras cinco de hexágono simétrico aunque irregular, dos presbiteriales y otras dos a los pies de la iglesia, sobre las que se elevan las dos torres, completamente separadas

de la nave mayor y adosadas a las menores. Los pilares son de pequeñísima sección -21,30 m.-, igual a dieciocho veces el diámetro de la base, adelgazándose más en las del ábside, que llega a veinticuatro o treinta veces la altura de grueso por el frente. El arranque de las bóvedas no se efectúa, como en otras iglesias, desde la base de las grandes ventanas, sino cuatro metros más arriba y ocupan todo el espacio entre pilares. El triforio, abierto por sus dos

Plano de la catedral de Juan Crisóstomo Torbado (ACL. Foto Imagen M.A.S.).

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caras, circunda todo el perímetro del edificio, y, a la altura de cada zona de ventanas, se abren unos paseos de ronda, típicos y no repetidos. La superficie total es de 2.645 metros cuadrados, pudiendo contener más de doce mil personas. La longitud es de 90,80 m, y 29 m su latitud. La nave central tiene 75 m de largo por 10,50 de ancho, y 30,20 m de altura, correspondiendo al cuerpo inferior 13,20 m, al triforio 5 m, y 12 m a la zona alta.

Izquierda. Interior de la nave de la epístola. Abajo. Nave mayor.

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Izquierda. Vidrieras de la cabecera, recientemente restauradas. Derecha. Plano de las vidrieras.

Las vidrieras. Son como la esencia o el alma de la catedral, que parece haberse construido sólo para sostenerlas y ofrecerlas a la admiración del pueblo, el cual la expresa diciendo que esta catedral no tiene paredes.

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Izquierda. Vista nocturna del interior (foto Imagen M.A.S.). Derecha. Rosetón septentrional.

Es curiosa e interesante a la vez, una vista interior de la iglesia, de noche y bien iluminada, como, por ejemplo en la Nochebuena, en que parece no tener vidrieras y solo se dibuja la osamenta o esqueleto. Se hallan distribuidas en tres zonas: alta, media y baja. Componen la alta 31 ventanales de 12 metros de alto, con 247 vidrieras y los tres rosetones de los hastiales de 8 metros de alto, con 159. La zona media o triforio tiene 67 ventanas de 3,50 m de alto y 216 vidrieras; y la zona baja, en las naves laterales, 70, y en las capillas 45. En total 737 vidrieras con más de 1800 metros cuadrados de vidriera artística, que forman la colección más rica y completa de España y quizá del mundo*.

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*En extensión, la mayor de la Península, representa uno de los más amplios conjuntos de vidriera medieval europeos, tras las catedrales francesas de Metz (6.496 m2), y sobre todo la de Chartres, monumento capital de este arte, con unos 2.600 m2 de vidrieras. Como dato curioso, la mayor superficie de vidrieras la encontramos en la basílica de NotreDame de la Paix de Yamoussoukro (Costa de Marfil), construida entre 1986 y 1991, con 7.363 m2.

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Izquierda. Vidrieras del ábside, recientemente restauradas. Derecha. La famosa vidriera de “La Cacería”, ventanal N XII según la nomenclatura del Corpus Vitrearum, es una de las más enigmáticas y antiguas de la catedral. Está en proceso de restauración en el momento de editar esta Guía (invierno de 2012-2013), dentro de la segunda campaña del Proyecto Cultural Catedral de León El Sueño de la Luz.

Asuntos. Son muchos y variados los

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asuntos representados en ellas, copiados casi todos de las obras ejecutadas primero por arquitectos y escultores en la misma iglesia, o bien pintados en los muchos códices que guarda su riquísimo archivo, como acontece, por ejemplo, en las rosas altas de las vidrieras del ábside, que reproducen exactamente las figuras de los reyes del Libro de las Estampas; orlas muy distinguidas, de otros; escudos de armas de prelados y bienhechores de la catedral, representaciones de misterios de la vida de Jesucristo y de la Virgen María, ángeles y profetas, santos, obispos, reyes, príncipes y reinas, y otros asuntos tocantes a la Historia Sagrada y a la de esta iglesia. Únicamente hay una con asuntos puramente civiles que es el quinto ventanal del lado norte en la zona alta. Esta tiene

representaciones simbólicas de la Retórica, la Dialéctica y la Gramática; una cacería real con todo el aparato de la época; un rey con globo en la mano, que será Alfonso X; caballero con escudo y bandera con armas de León y Castilla; escudo con águila amarilla en campo verde; galgo corriendo; un halconero; hombres con lanza y ballesta, dardo y cuchillo, lanzas y espadas; hombre a caballo tocando pito y tamboril; otro que toca viola a cuyo son baila una mujer que toca también castañuelas; escritores e iluminadores de códices, etc. Lo profano de estos asuntos ha inducido a muchos a creer que no fue hecha para este lugar, sino más bien para algún real palacio; pero no debe olvidarse el precedente en las pinturas al temple de las zonas bajas de la ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga (Soria).

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Época a que pertenecen. Las más anti-

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guas son la legendaria de san Ildefonso, en la capilla del Nacimiento, varios paneles y rosas en la siguiente del Rosario* y casi toda la de la capilla de san Antonio; todas en el ábside y del siglo XIII. Son también de este siglo, en la zona alta, la inmediata a la torre del reloj en su mayor parte; la gran parte de la central del presbiterio; la ya mencionada de las cacerías en el ventanal quinto del norte y algunas de los rosetones norte y oeste; y, en general, todas las demás que tienen sólo dos figuras grandes en cada panel, excepto la del ventanal sexto, que está sobre el órgano, que en su primera mitad efigia, de izquierda a derecha, los santos Leandro, Isidoro, Atilano y Fulgencio, obra de Maestre Martín y fechada en 1524. La mitad alta, bien mala, tiene a David profeta, Roboán y otros dos reyes sin leyenda, todo nuevo. Todas las demás, que tienen tres imágenes, son, por lo general, del siglo XV en la zona alta. En la baja, las ojivas y rosas que coronan los ventanales de las naves laterales con representación de virtudes, vicios y ciencias tienen algunas sus rótulos: “Avaricia -Envidia – Libertidad Señor, so pobre - La ardida so - Pereysa so - Música soy - Yo so arte de la iometría - Ciencia de las leyes”. Estos veinticinco bellos medallones se atribuyen a Maestre Nicolás, con algunas ventanas altas del Sur. Del mismo siglo hay, en la capilla de San Antonio, en el ábside, dos vidrieras con las imágenes de san Antonio y san Clemente, con armas reales

y las del obispo don Antonio Jacobo de Véneris (1463-1470) y don Rodrigo de Vergara (1470-1478), y serán obra de Gonzalo de Escalante; estas mismas armas fechan el triforio del Oeste. Del siglo XVI son, además de la sobredicha en el sexto ventanal alto del norte, las nueve vidrieras de la capilla central del ábside con escenas de la Natividad del Señor y fechadas en 1565, obra de Rodrigo de Herreras; en la de Belén** la vidriera de san Roque, de Diego de Santillana, en 1508. De los siglos XVII y XVIII hay algunas, muy escasas, y sin importancia. En los últimos años del siglo XIX, bajo la dirección del arquitecto don Juan Bautista Lázaro, con la cooperación de don Juan Crisóstomo Torbado, se han recompuesto o restaurado todas las llamadas viejas, antes de 1897, y, en el siguiente se repararon y colocaron las 45 de las capillas absidales. En 1899 se hicieron nuevas para las ventanas donde no existieron o se habían perdido por completo, con las de las naves colaterales, excepto sus rosas que fueron igualmente restauradas, todas las del triforio. Y, por último, en 1901 se hicieron también de nuevo las ventanas de las torres y las bajas del crucero, representando en la del brazo del Norte la batalla de Clavijo, de Alberto González, y en la del brazo Sur algunos pasajes de la Virgen del Camino, aparición al pastor, procesión con los famosos pendones, sangre que brota de

Arriba. Ventanal N XI, antes de su reciente restauración. Arriba derecha. Rosas de las colaterales. Abajo derecha. Detalle de la Virgen en la vidriera de la Natividad (foto Imagen M.A.S.).

*Capilla hoy dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza. **Se refiere don Raimundo a la Cap. n II, 2-b.

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Arriba. La cabecera con las vidrieras desmontadas durante la restauración del siglo XIX (foto de Max Junghaendel en el ACL). Izquierda abajo. Rosa del ventanal N XI. Derecha abajo. Vidriera de la batalla de Clavijo, hoy en la capilla del Seminario Mayor.

las espinas de la Corona del Redentor, etc., etc. Y el óculo o rosa que de nuevo se abrió en la capilla del Carmen, con la imagen sedente de la Virgen y los nombres de los pintores restauradores. Entre los pintores probables de las vidrieras más antiguas podrán contarse, Domingo (1214); don Juan (12241230); don Isidoro (1231); don Adam y Fernán Arnol (1263); Pedro Guillelmo (1264-79) y Johan Pérez (1281), cuyos nombres aparecen como testigos en escrituras del archivo de la iglesia tocantes a los respectivos años, y el último también maestro de la Obra. Después hay noticia en el archivo de Maestre Johan de Arquer o Anger (1420-1434); Alfonso Díez (1434-1441); Valdovín (1441); Anequín (1454), estos con dibujos de Maese Nicolás; Gonzalo de Escalante (desde 1464); Diego de Santillana y Francisco de Somoza (1507); Francisco de Ayala (1513); Maestre Martín (1521-24); Rodrigo de Herreras (1551-68); Gregorio de Herreras

Panel del ventanal S XVI (foto Imagen M.A.S.).

(1568-79); Gregorio López (1597); Gil Volui (1605); Guillermo (1608-12); Luis de Argete (1613-38); y otros varios que fueron solo malos restauradores. En esta última época de verdadera restauración, don Juan Bautista Lázaro y su auxiliar el arquitecto don Juan Torbado, y los pintores Rigalt, de Barcelona, en las del Oeste; Santa María, el triforio del ábside, don Guillermo A. Bolinaga y don Alberto González y el ajustador vidriero Sr. Moncada.

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Deterioro de las vidrieras, sobre la mesa del restaurador.

Arriba. Traslado de la plataforma de trabajo.

La restauración de las vidrieras (2006-2013)

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Las vidrieras, casi como un precio a pagar por su belleza, son especialmente frágiles y sensibles a los agentes atmosféricos, la contaminación, los impactos fortuitos y las agresiones humanas. Los vidrios medievales sufren entre otras patologías la corrosión, manifestada en forma de costras opacas y cráteres que causan su descomposición. Bien refiere don Raimundo que, como colofón a la restauración integral de la Catedral a fines del siglo xix, se acometió la de las vidrieras, recuperando las medievales y completando las desaparecidas. Este trabajo, que supuso el renacer de este arte, casi olvidado desde el Renacimiento, permitió la conservación del más excepcional conjunto vidriero de nuestro país, con más de 1800 m2. Sin embargo, la falta de mantenimiento ulterior motivó la actual campaña de trabajos, cuyo objetivo es garantizar su preservación. Basada en el criterio de la conservación preventiva, que asegura la estabilidad tanto del vidrio como del resto de elementos integrantes de la obra, se busca alejarlas de los agentes nocivos, deteniendo el avance de los procesos que ocasionan su deterioro.

Entre 1993 y el año 2004, bajo la dirección del maestro don Luis García Zurdo, se acometió la restauración y protección de las vidrieras de las naves laterales, las capillas de la girola y el triforio del hastial occidental. A partir de la firma del Convenio que da marco al Proyecto Cultural Catedral de León, suscrito entre la Junta de Castilla y León, el Cabildo catedralicio y Caja España-Duero, desde el año 2006 se viene trabajando en los ventanales altos y triforios de la cabecera (2006-2009) y nave central (desde 2009). Para abordar la intervención en estas ventanas altas, se instalaron en el edificio plataformas desde las que abordar el proceso restaurador. Apoyando sobre los muros del triforio, a catorce metros de altura del piso del edificio, estas estructuras -auténtico alarde de ingeniería-, recogen sobre ellas los cuerpos de andamio interiores necesarios en varias fases del proceso, al tiempo que, por liberar el espacio del templo, permiten que las actuaciones se desarrollen sin interferir con el culto en la catedral. En el año 2007 se instaló una plataforma gemela sobre el primer tramo de la nave, ésta destinada a las visitas guiadas del Plan de Difusión, desde la que poder contemplar una inédita visión interior del templo, inmediata a las vidrieras del fondo de la nave. En dichas visitas se explican a los asistentes tanto los procesos de degradación como las medidas de restauración llevadas a cabo, que resumimos a continuación. Respecto a los agentes nocivos para la conservación de las vidrieras, los podemos clasificar en tres tipos:

Agentes mecánicos Entre éstos se encuentran los atmosféricos como el viento o el granizo, la acción de las aves, los desprendimientos de material de las zonas altas o elementos voladizos como volutas y gárgolas, y la acción del hombre. El resultado es la fractura e incluso pérdida de vidrios y las deformaciones del emplomado.

Agentes químicos Son motivados por la contaminación y, sobre todo, por los procesos de corrosión que afectan fundamentalmente a los vidrios medievales y renacentistas, resultado de la combinación de los efectos de la humedad con el añadido de cal y potasio, realizado para conseguir la fusión de la arena a más baja temperatura. El efecto es la pérdida de transmisividad de luz y opacificación. En su fabricación y segunda cocción, el vidrio adquiere una capa protectora que, al desaparecer, deja paso a la disgregación. Bajo los efectos de la humedad, algunos fundentes añadidos al vidrio como la cal y el potasio se disuelven con facilidad, creando una solución alcalina que ataca la estructura del vidrio, máxime si dicha capa se mantiene, iniciándose un proceso de corrosión. Esta disgregación se manifiesta mediante pequeños cráteres o cavidades -que pueden agrandarse con el tiempo- en los que se acumulan los componentes del vidrio, dejando un depósito blanco opaco.

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1-. Evaluación y preconsolidación de los paneles. 2-. Desmontaje. 3-. Corrección de deformaciones. 4-. Calco de la red del emplomado. 5-. Limpieza superficial. 15

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6-. Eliminación de corrosiones y enmarronamientos. 7-. Pegado de fracturas. 8 Y 9.- Pintura de las juntas. 10-. Entonación. 11-. Reposición de vidrios. 12-. Documentación gráfica del proceso. 13-. Colocación de marcos perimetrales de latón. 14-. Instalación de lengüetas metálicas en la fábrica. 15-. Vidrios de protección. 16-. Instalación de medidas de protección en los ventanales. 17-. Colocación de los paneles. 18-. Nueva arquitectura metálica. 19-. Antes y después de la intervención. 20-. Estado actual de la restauración de vidrieras en la catedral. (Fotografías de Imagen M.A.S.)

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Plataforma para visitas (foto de Javier Fernández Zardón).

Agentes microbiológicos También otros agentes físicos y biológicos inciden en la degradación de las vidrieras, principalmente la acción de los hongos. El proceso de restauración, en el que toman un papel esencial las tareas de documentación, dado el carácter mimético de la intervención, se resume en las siguientes actuaciones: Tras un examen preliminar y la fijación preventiva de los elementos más vulnerables, como las grisallas y vidrios fracturados, los diferentes paneles que conforman los ventanales se desmontan cuidadosamente, desprendiendo el mortero y la masilla que los unen a la fábrica y los anclajes metálicos. Una vez trasladados en cajas especiales al cercano taller, ubicado en dependencias del Seminario Mayor, la elección de los métodos de limpieza más adecuados se determina según los resultados de las pruebas preliminares, partiendo de medios mecánicos -limpieza en seco- de menor a mayor dureza, desde el uso de pinceles suaves al bisturí. La limpieza en húmedo con medios químicos, que van del agua destilada a ciertos disolventes orgánicos, se evalúa y utiliza sólo de forma puntual. Las fracturas del vidrio se reparan utilizando una resina epoxídica específica, evitando la sustitución de vidrios rotos y la utilización de plomos “de fractura”. Sólo en caso de pérdida parcial o total de un vidrio se incorporará uno nuevo de características similares al original. Todo añadido es documentado, y los fragmentos sustituidos archivados. Sobre la resina epoxi utilizada para pegar se reintegra el color mediante pigmentos mezclados en disolución de resina acrílica en frío. Una vez concluido el proceso de limpieza, se enmarcan los paneles con bastidores metálicos de perfil en “U”, sujetos con varillas de refuerzo, que mejoran la estabilidad para su nueva instalación. En el emplazamiento original de la vidriera se sitúa un vidrio de protección, que pasa a ejercer la función de cerramiento del vano. La vidriera se desplaza entre 6 y 10 cm hacia el interior, sujeta mediante un sistema de lengüetas que facilitan su instalación suspendida, creando un “acristalamiento isotérmico” que permite la circulación de aire en torno a ella. Se protege así a la vidriera de los efectos atmosféricos, la condensación y los daños mecánicos producidos por posibles impactos. Igualmente, se evita que los paneles trabajen por compresión, minimizándose las deformaciones.

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El trabajo de conservación es documentado mediante un informe en el que constan todas las medidas adoptadas durante las diferentes fases del proceso, incluyendo fotografías, gráficos y esquemas, aspectos más relevantes surgidos durante la restauración, opciones de intervención, resultados de análisis e instrucciones sobre medidas de conservación. Esta información, junto a la recopilada en el siglo xix, se conserva en el Archivo Catedralicio, constituyendo un excepcional repertorio documental, además de un instrumento esencial para futuras actuaciones.

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El Trascoro. Esta lujosa portada, de

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estilo tan ajeno a la iglesia, construida para la entrada del presbiterio cuando se dobló el coro en el siglo XVI, entallada con profusión de menudos adornos, ostenta cuatro buenos medallones de alabastro, que representan, mirando de izquierda a derecha, la Natividad de Nuestra Señora, la Anunciación, el Nacimiento de Jesús y la Adoración de

Arriba. Relieve del Nacimiento de Jesús, en el trascoro. Derecha. Relieve en alabastro del trascoro, con la Natividad de María.

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Vista del trascoro durante las restauraciones del siglo XIX (foto de Laurent en el ACL).

los Magos. En el intradós, las genealogías de Jesucristo; sobre el arco otro medallón de la Asunción, al que responde, por el otro lado, el de san Froilán vestido de pontifical. Flanquean el ático las figuras, en pino alabastrado, de san Pedro y san Pablo, y, sentadas, las de san Marcelo y san Isidoro, rematando con un crucifijo grande, obra de Juan Bautista Vázquez en 1576. Comenzó su construcción en el año 1557, siendo Juan López maestro de la obra, con planos del maestro Juan de Badajoz, del año 1529, y empezando luego a labrar destajos de piedra para él. En 1552 Juan López, que era aparejador, según confesión propia, había trabajado en talla e imaginería en San Marcos y ahora trabajaba mejor que entonces, hacía ahora esto mismo en esta obra del trascoro. El segundo cuerpo, desde la imposta del arco, es obra de Baltasar Gutiérrez en 1575; los seis medallones de alabastro y las cuatro estatuas de la coronación son de Esteban Jordán, acabadas en 1585. Todo fue dorado y estofado, en los dos años siguientes, por Bartolomé de Carrancejas. Cierran la puerta tres grandes lunas de cristal resguardadas por artística verja, donativo del Excmo. Sr. Conde de Cerrajería. Hizo el proyecto el arquitecto don Manuel de Cárdenas, y ejecutó la obra el admirado artista, sacerdote, don Félix Granda y Buylla, en el año de 1915.

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Página anterior. Sillería de coro de la catedral de León (ACL. FRR). Izquierda. Plano de Juan del Ribero Rada (siglo XVI), conservado en el Archivo, con el coro en su primitivo emplazamiento (foto Imagen M.A.S.). Página siguiente. Vista general del coro.

El Coro. No fue construido para el lu-

gar que ahora ocupa; su emplazamiento fue en el sitio obligado en la basílica cristiana, entre el transepto o crucero y el presbiterio, ocupando los dos primeros intercolumnios, con las sillas paralelas todas al eje mayor de la iglesia, hasta que, en el siglo XVI, volvieron en escuadra, como está hoy, las cuatro primeras sillas, con lo cual se hizo necesario el antecoro. Fue pensamiento de todos los arquitectos restauradores volverlo a su sitio. Así opinó también la Real Academia de San Fernando y eso mismo pretendió la ciudad por su Excmo. Ayuntamiento. Sigue hoy, con todo, fuera de su propio lugar.

Es ésta, en sentir del arquitecto restaurador don Demetrio de los Ríos, la primera y más bella sillería de España, de un mérito exquisito en su género por la fuerza y gallardía de su estilo gótico, buenas formas en el dibujo, naturalidad en las actitudes de las imágenes que las hace simpáticas y devotas; en los accesorios, rica y variada ornamentación de esmerada pulcritud y finura de ejecución; los testeros, pulseras, guardapolvos y doseletes tienen tal variedad de arabescos y enlaces, que forman una preciosa colección muy digna de estudio.

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Acordó el Cabildo hacer las sillas del Coro en septiembre de 1461, y a este efecto mandaron al Maestre Enrique, carpintero, “que fuese a ver e examinar las syllas de Sant Fagund, e de Palencia, e fuese a Segovia,…” y se le dio para el costo y alquiler de una mula 400 maravedís. Al año siguiente se comenzó a preparar madera de nogal, que fue cortada toda en las vegas de León. El nogal primero, del Hospital de don Gómez, cerca de Santa Ana, fue cortado el día 23 de febrero. El obispo don Antonio de Veneris (1463-70) alcanzó Bula de impetra para esta obra. Fue encargado de la parte técnica el maestro de la obra de la iglesia, que lo era Maestre Jusquin, arquitecto y escultor, al cual “por dar orden como se han de labrar” asignaron de salario, por toda su vida, diez maravedís, por cada día, además del que tenía como maestro de la obra, que era 15 cargas de trigo al año y 25 maravedís de jornal el día que labraba. Valía la carga de trigo 90 maravedís.

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La labra de las sillas no comenzó propiamente hasta el año de 1467, en que vino el imaginero Juan de Malinas, con salario de seis cargas de trigo y 800 maravedís -“para ayuda de pagar la casa en que vive”- más el jornal de cada día, de 10 a 15 maravedís. Falleció Malinas en 1475, pero, desde 13 de enero del 74, labraba ya con él otro imaginero, Diego Copín, al cual asignaron de salario tres cargas de trigo, que luego subieron a seis, y mil maravedís por toda su vida, y ordenaron que se le avise de ello “e dargelo en casamiento”.

Arriba. Detalle del coro del Obispo (ACL. FRR). Abajo. Inicial labrada en una de las sillas bajas, que don Raimundo interpreta como firma de Diego Copín (ACL. FRR).

Murió Maestre Jusquin hacia el fin del año 1481, sucediéndole Alfonso Ramos con igual cargo, pero en el año siguiente se terminó la labra de las sillas. Parece deberse atribuir a Diego Copin la labra de las sillas bajas, pues la inicial de su nombre (una D gótica), se halla puesta en un recuadro, en lo alto de la silla primera del lado del Evangelio, en la cual puede verse también un obrero labrando una silla. La sillería está dividida en dos coros: el del Obispo al lado de la Epístola y el del Deán o del Rey -por tener asiento en él como canónigo honorario, al lado del Evangelio. Cada coro tiene dos órdenes de asientos; las sillas altas son en total 44 y dos puertas laterales, y las bajas en número de 32. Las primeras efigian en relieve patriarcas, apóstoles y santos, de cuerpo entero, y las del coro bajo personajes del Antiguo Testamento. Son notables las misericordias y los costados de las sillas, especialmente los extremos de cada tramo, con pequeñas, pero muy interesantes historias. Puede hacerse el examen de la imaginería empezando en cada coro por el extremo oriental de la zona baja y volviendo por la alta en esta forma:

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Arriba. Carpinteros tallando una pieza en un relieve lateral de una silla (ACL. FRR).

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Abajo. Misericordia del coro (ACL. FRR).

Detalle del Coro del Rey. En el lateral, San Jorge y el dragón.

Detalle de la Virgen de la Visitación, en el testero.

Coro del Rey. Nº 1: El ciego Patriarca

– 8: El profeta Habacuc – 9: Daniel en el lago de los leones – 10: Jeremías – 11: Ester – 12: Jahel, que atravesó con un clavo el cráneo de Sisara – 13: Gedeón vencedor de los Madianitas – 14: Tobías hijo – 15: Tobías padre – 16: Nehemías – 17: Eliseo – 18: El rey Assá (siglo XVIII) – 19: Un obispo (siglo XVI) – 20: Elías – 21: Juan Bautista – 22: Enoch – 23: San Jorge – 24: La Visitación – 25: La descendencia de Abraham hasta Jesucristo.

Isaac, cerciorándose si es o no Esaú, su hijo Jacob – 2: Esaú, vendiendo a su hermano la primogenitura por un plato de lentejas – 3: Un rey de Israel – 4: La fachada de la casa de la mesonera Rahab, y ésta sosteniendo la cuerda por la que baja de los muros de Jericó uno de los exploradores que mandara Josué. Estos son del siglo XVIII – 5: La figura simbólica de la Ley Antigua – 6: La Sibila Tiburtina – 7: Judas Macabeo

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Coro alto. 26: La Virgen María – 27: El arcángel san Gabriel saludando a la Virgen – 28: Abraham – 29: Isaac – 30: Jacob – 31: Esaú (siglo XVI) – 32: San Pablo – 33: Santo Tomás – 34: Jacobo Alfeo – 35: San Felipe – 36: San Mateo – 37: San Marcos – 38: San Lorenzo – 39: San Vicente – 40: Puerta lateral, la Virtud de la Prudencia (siglo XVIII) y en la parte alta una santa – 41: San Victorico – 42: San Martín – 43: San Froilán – 44: San Nicolás, obispo – 45: San Francisco de Asís – 46: Santa Catalina – 47: Santa Marta – 48: Santa Lucía – 49: Santa Juliana – 50: San Claudio. Coro del Obispo. Nº 1: Noé y sus tres hi-

jos – 2: El diluvio – 3: Un rey de Israel – 4: Ester suplicando a su esposo, el rey Asuero, gracia para su pueblo de Israel (siglo XVIII) – 5: La nueva Ley – 6: El anciano Simeón – 7: Johel – 8: Zacarías – 9: Ezequiel – 10: Isaías – 11: Judit – 12: La reina de Saba – 13 Salomón – 14: David – 15: Natán – 16: Samuel – 17: Job – 18: Un obispo (siglo XVI) – 19: El sacerdote Aarón – 20: Josué – 21: Moisés – 22: Sansón atado por los filisteos, y Dalila que huye montada en un caballo – 23: Sansón desquijarando al león – 24: La bajada del Redentor al Limbo – 25: La caída de los ángeles rebeldes.

Coro alto. 26: El Eterno formando a Eva

de la costilla de Adán dormido – 27: El arcángel san Miguel – 28: Un querubín que guarda las puertas del Paraíso después de la caída de nuestros primeros padres – 29: Adán y Eva fuera del Paraíso – 30: Noé con el Arca – 31: Nenrot (siglo XVI) – 32: El apóstol san Pedro – 33: San Andrés – 34: Santiago Zebedeo – 35: San Juan

Izquierda. Santa Marta y Santa Lucía, en los respaldos altos (ACL. FRR). Arriba. Detalle del Árbol de Jesé, en el testero.

Evangelista – 36: San Bartolomé – 37: San Lucas – 38: San Esteban – 39: San Sebastián – 40: En la puerta lateral, la Fortaleza (siglo XVIII), y en la parte superior san Nicodemus – 41: San Lupercio – 42: San Silvestre, papa – 43: San Isidoro – 44: San Jerónimo – 45: Santo Domingo – 46: Santa María Magdalena – 47: Santa Elena, reina – 48: Santa Cristina – 49: Santa Bárbara – 50: San Marcelo. Hay además en los dos pilares adosados, a la entrada de cada coro, otras seis pequeñas imágenes; y en los remates de los brazos, en las misericordias, en la galería de la crestería y doseletes, multitud variadísima de preciosas figuras de no fácil clasificación y que sería prolijo enumerar.

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Naves colaterales o menores

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Encontrará el lector el plano con la localización de las capillas en el interior de la cubierta. Para reducir el recurso a notas, señalamos aquí que buena parte de las obras de arte mueble descritas por don Raimundo en las capillas se encuentran hoy recogidas en el Museo y otras dependencias de la catedral.

Inscripción en la capilla de San Juan de Regla.

Las capillas. Debajo de la torre de

las campanas (A en el plano) está la capilla de San Juan de Regla*. Es la parroquia de la Catedral, que ha sido trasladada, provisionalmente, a otro local a causa de la obras de restauración. Tiene un mediano retablo de talla y pintura, en diez cuadros, de fines del siglo XVII; en los muros dos lápidas con inscripciones sepulcrales de rectores de esta parroquia. Está cerrada por una verja del siglo XV.

Izquierda. Vista del brazo norte del transepto, con el retablo de San Babilés, hoy en la antigua capilla de Santa Teresa (LL) y, sobre el sepulcro de Martín Rodríguez, la vidriera de la Batalla de Clavijo, ahora en la capilla del Seminario mayor (ACL. FRR).

*A raíz de las restauraciones del siglo XIX, desde 1877 la parroquia de San Juan de Regla se reubicó en la antigua de San Nicolás, sita en la zona occidental de la panda norte del claustro, marcada en nuestro plano con la letra R. Dividida en tres tramos y con el altar orientado, según se ve en la planta de Juan C. Torbado que reproducimos, hoy día su espacio está ocupado por el Museo.

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Izquierda. Vista de la actual capilla de Santa Lucía, antigua de San Francisco, hace ya algunos años reutilizada como punto de información y acceso turístico de la Catedral. La pila bautismal se encuentra ahora en la actual capilla de Nuestra Señora del Carmen (K). Su ubicación primitiva se encuentra marcada, en el suelo, por una cruz de chapa.

Abajo. El topo de la catedral. De este modo legendario y fácilmente comprensible se explicaba la debilidad de los cimientos de la iglesia. El estudio realizado en 1996 por el Instituto de Restauración y Conservación de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura puso de manifiesto que, el supuesto topo es, en realidad, el caparazón de una tortuga laúd (foto IRCBC).

Sobre el cancel inmediato se ve un bulto que dicen ser el pellejo del topo de la leyenda. Dice esta que cuando comenzó la construcción de la iglesia, los operarios hallaban cada día destruida toda la obra del anterior, hasta que descubrieron que la causa era un enorme topo, que socavaba los cimientos; lograron cazarlo y rellenaron de paja la piel a fin de conservarlo y … ahí está. Encima de la puerta del centro un cuadro grande representa el martirio del apóstol San Pedro.

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Debajo de la torre del reloj (B) la capilla de San Francisco, bautisterio de la parroquia, tiene una hermosa pila en forma de copa, obra de Juan de Badajoz, hijo, con buenos relieves y las armas del obispo don Pedro Manuel (1523-1534).

Detalle del frente del sepulcro del obispo Martín (ACL. FRR)

En el testero un pequeño retablo barroco tiene la imagen de Santa Lucía. En el muro del este, una piedra con inscripción refiere que el Cabildo autorizó a la Cofradía de Santa Lucía para colocar un arca en dicho lugar. Al otro lado está la puerta de subida a la torre, y sobre ella, a la altura de los capiteles, una ventana tapiada indica la subida a la torre con escalera de mano cuando, con ocasión de guerras o revueltas, servía de defensa y era fortificada la iglesia, con lo que sufrió menoscabos no pequeños. Una buena verja del siglo XV cierra esta capilla.

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En esta página y la siguiente. Detalles escultóricos del sepulcro del obispo Martín Rodríguez.

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En el lado occidental del brazo norte del crucero hay un muy bello sepulcro, del obispo don Martín Rodríguez (1238-1242), el cual, habiéndose criado en esta iglesia desde niño, fue después su canónigo, más tarde obispo de Zamora y por fin de esta su iglesia. Un rico arco lobulado cobija el sarcófago. En la delantera de este se representa una distribución de pan a pobres, tullidos y peregrinos a Santiago; sobre él una hermosa estatua del difunto y detrás las exequias y el duelo donde un grupo, haciendo ademán de llorar, hace sólo una mueca al tiempo que mesan sus cabellos. En el tímpano, comido ya por la humedad, se efigiaba un calvario. En el borde del sarcófago hay este epitafio:

Prima Zamorensis Martinum pontificavit, Et Legionensis Sedes postrema vocavit. Quod sibi tanta fuit, Domino faciente, potestas, Nobilitas meruit et probitas et honestas. Era MCCLXXX et quoto XVII Kls. frebruari (16 de Enero de 1242).

Página siguiente. Sepulcro del obispo Martín. Fotografía de Max Junghaendel anterior a 1898, con el ángel de la Anunciación originario de la portada de san Froilán, hoy en el Museo. Es bien patente el galopante deterioro que ha sufrido este magnífico sepulcro, en su día protegido por una reja de la que quedan marcas de su anclaje en el banco. En torno a él hay un Pantocrátor y un incompleto Tetramorfos.

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Sepulcro del brazo sur del transepto (ACL. FRR).

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En el otro brazo del crucero, a correspondencia del anterior, hay otro enterramiento debajo de tres ojivas de la arquería mural y muy estropeado a causa de la humedad y de la mala calidad de la piedra. Del epitafio apenas son legibles estas palabras : … beatus pauper…eat: flentibus hic: flebat: tan… Por documentos del archivo se sabe que pertenece al obispo don Munio Álvarez (1242-1252). La estatua yacente, entre dos leones, tiene ya solo la mitad de la cabeza; en los tímpanos vemos a san Martín partiendo la capa con el pobre, la Flagelación y el Calvario, y debajo las exequias. En la delantera apenas quedan restos de la Anunciación, Visitación, Epifanía y Huida a Egipto. Está protegido por una sencilla verja de hierro. Al lado del sepulcro hay una puerta que da al caracol de la muerte para subir a los triforios, y a los lados del cancel, en el muro, un cuadro en lienzo de un Ecce Homo y una copia del Santo Cristo de Burgos, donativo del Obispo de Calahorra don Antonio Horcasitas, que había sido canónigo de esta iglesia*. Continuando la visita por la nave del norte, en el ángulo del crucero hay un buen retablo gótico, del siglo XV, traído de la parroquia de Quintanilla del Olmo (Zamora), de esta diócesis, en el año de 1905. Tiene 26 tablas de pincel que representan la vida de san Roque, la de san Babilés, patrono de aquella parroquia y obispo de Antioquía, su martirio y el de los tres jóvenes Urbano, Apolonio y

Página anterior abajo. Vista actual del sepulcro de Munio Álvarez. Ignoramos a qué documentos se refiere el autor, pues no lo precisa, aunque dada su condición de archivero y su extremo rigor, la identificación que propone debe ser tomada en consideración. La misma opinión ya expresó, bien que entre dudas, Manuel Gómez-Moreno en su Catálogo Monumental. Frente a tal identificación, buena parte de los estudios recientes sobre la catedral -con Ángela Franco a la cabeza- consideran, siguiendo la intuición expresada por José María Quadrado en 1855, que el propietario del sepulcro en cuestión, uno de los más notables del templo pese a su deterioro, es el gran obispo Martín Fernández (1254-1289), cuya cercanía al monarca Alfonso X, que lo llama “mio criado”, sin duda ayudó a incrementar el apoyo regio a la construcción del templo, que bajo su mandato recibió el impulso fundamental. En favor de esta identificación se alude al relieve con la caridad de san Martín (patrono del difunto) que, junto a la Flagelación y la Crucifixión, ornan la zona alta del sepulcro. En su contra se podría objetar el deseo del prelado, recogido en su testamento, de ser enterrado en el coro de la catedral (“fagan sepultar nuestro cuerpo en la sepoltura que fezimos fazer en el coro de nuestra iglesia”). * D. Antonio Horcasitas Avellaneda fue obispo de Calahorra-La Calzada entre 1715 y su muerte, en 1716.

Prilidiano, instruidos por él en la fe católica, algunos misterios de Nuestra Señora, de la Pasión del Señor y la Misa Grande de san Gregorio Papa. En la predela, ocho apóstoles de medio cuerpo, san Pedro, san Andrés, san Juan, santo Tomás, san Pablo, Santiago, san Bartolomé y san Felipe. Bajo el doselete, una preciosa imagen de la Virgen con el Niño, sentada, de madera policromada, y mal restaurada, se trajo de un nicho del claustro, de la familia Betanzos.

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Izquierda. Retablo de Quintanilla del Olmo. Tanto el retablo como la imagen fueron restaurados en 1998. Derecha. Nuestra Señora de Betanzos en su primitiva ubicación en el claustro (ACL. FRR). El autor se refiere a la hornacina que hay junto al ángulo SE del claustro, hoy ocupada por Nuestra Señora de la Consolación, sedente.

Más allá hay una pintura mural de san Cristóbal con el Niño Jesús sobre los hombros, del siglo XV, varias veces retocada en los vestidos. Debajo, sobre dos viejas gárgolas, hay un antiguo sepulcro de 2,20 m de largo, 0,60 m de alto y 0,40 m de ancho; es el cenotafio de san Alvito, obispo de esta iglesia (1057-1063). Sobre la tapa y a lo largo de ella corre, en tres líneas, el epitafio; tres puntos separan cada palabra y dice:

+Alvitus. tumulo. presul. tumulatur. in. isto. Annuit. huic. Christus. pontificale. decus. Dicite. Christicole. celestis. rex. sibi. parce. Et. requiem. vite. da. sibi. perpetue. Era. M.C. et. quoto. (die) III. nonas. septembris12

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El día de la muerte del santo fue pues, el 3 de septiembre del año 1063. En este sepulcro estuvo su cuerpo desde fines del año 1063 hasta el de 1527, junto al altar mayor, puesto en la parte inferior al lado del evangelio. Al otro lado de la puerta hay una sencilla hornacina triangular a la que se adapta una interesantísima tabla del siglo XV, de 1,18 x 1,89 m, con el martirio,

bien realista, de san Erasmo, atribuida a Maestre Nicolás*. En las arquivoltas del lucillo hay parejas de ángeles con candeleros e incensarios; la urna sepulcral guarda los mortales despojos del inmortal obispo don Manrique de Lara (1181-1205), insigne fundador de este mirífico templo. Una modestísima lápida, sostenida por grapas de hierro, muestra este su epitafio:

+ Sub era · M· CC· XL· III· et quoto XVI· kal· martii· Presul Manricus jacet hic rationis amicus· Sensu consilio· moribus· eloquio· Publica mors· pestis· si cedere posset honestis· Cederet huic miro· vis violenta viro (Día 14 de febrero de 1205).

Epitafio del obispo Manrique de Lara.

*Esta tabla, restaurada en 1996, se encuentra hoy en el Museo catedralicio, considerándose obra del llamado maestro de San Erasmo. Al monumento funerario del obispo Manrique atribuye Rocío Sánchez un maltratado relieve, actualmente en el claustro, con las exequias del difunto (vid. SÁNCHEZ AMEIJEIRAS, Rocío, “Monumenta and Memoriae: The Thirteenth Century Episcopal Pantheon of León Cathedral”, en Valdez del Álamo, E. y Pendergast, Carol (eds.), Memory and the medieval Tomb, Cambridge, 2000, pp. 269-300).

Primitivo sepulcro de san Alvito.

Más arriba de este sepulcro, está un cuadro grande de la Sagrada Familia que, para retablo de la capilla de san Ildefonso, pintó, en 1664, José de Mongastón a expensas del canónigo don Alonso Bermejo de Yglesias. La siguiente capilla presbiterial (C), cerrada por tres verjas, llamada ahora de Nuestra Señora del Pilar (desde el día 12 de febrero de 1938), tiene en el muro una hornacina semejante a la descrita y otra, más sencilla, cerca del altar, la cual se cree sea del obispo don Rodrigo de Vergara, asesinado en 1478. Entre ambos hay una puerta que da al caracol de la torre Limona, en donde estuvo empotrado el sepulcro, ya descrito, de san Alvito, y sobre el rebanco una lápida con inscripción lo recuerda. Dice ésta: “En este

sepulcro que estaba al lado del altar mayor estuvo el cuerpo de santo Alvito desde la era MC que fue año de MLXIII hasta el MDXXVII que fueron CCCCº LXIIIIº años y por ponerle en más solemne lugar fue trasladado encima del arco que en la misma parte después se labró. Este bienaventurado sanó dos enfermos en su traslación”. Cuando más tarde se colocó delante de esta lápida el retablo de san Ildefonso, en 1664, para que quedase de ello memoria visible, grabaron en la pila secundaria, exenta, de enfrente este letrero: “A espaldas del altar de san Ildefonso está la lápida del sepulcro en que estuvo san Alvito, cuyo cuerpo está al lado del Evangelio en el Altar Mayor”. Debajo del ya dicho rebanco una lápida, en

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Derecha. Actual capilla de Santa Teresa. En 1925, en su Guía Artística de León, don Raimundo dice de esta capilla que es: “llamada ahora del Dado, se llamó antes de San Fabián y San Sebastián y primero de la Magdalena cuando la dotó D. Juan Cibriánez en 1250. Hay en el altar una imagen de Nuestra Señora del Dado (piedra policromada), Santa Lucía, del XV, como la anterior, y San Sebastián, del XVI (foto 46), de Bautista Vázquez, en 1571” (op. cit., pp. 80-82). Efectivamente, en la fotografía de don Raimundo que reproducimos, se observan estas tres imágenes. Actualmente está advocada a Santa Teresa, cuya imagen, trasladada desde la capilla a ella dedicada en 1639 (LL) preside el muro oriental.

Inscripción alusiva a san Alvito, en la capilla de Santa Teresa.

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hermosos caracteres monacales, dice: Qum canonicus Aegidius Molina episcopus urbe creatus,- Huius erat templi quique ministerium erat.- Qui celebrem largis construxit sumptibus Aedem,- Que sibi nunque obitus fertur habere novem.Hoc sua conclusit nec inaniter ossa sepulcro,- Mors animo superas gestus adire via. Don Gil de Molina, Cardenal de España, legado en Italia, fue primero arcediano de Saldaña y después de Valderas en esta iglesia. Finó en el año de 1380 a 23 días de agosto.

de Palazuelo - de Bidija*. Son patronos los señores de esta iglesia - los cuales le han de decir cada año cuatro óbitos - y misas. Dejó por heredera la arca de la - Misericordia. Pasó de esta vida primero día - de Noviembre de mil quinientos treinta años”. En el mismo lienzo hay tres tableros de pincel del siglo XVI, y el testero está pintado al temple por Maestre Nicolás en el año 1459; están en regular estado las figuras de san Fabián, san Antonio Abad, san Bartolomé y san Antolín.

Cerca de esta hay otra, en elegante tarjeta, con caracteres góticos que dice: “Sepultura del canónigo Juan Costilla; - Dotó en esta capilla dos misas cada semana. – Dio para ellas la su heredad

*Palazuelo de Vedija, localidad próxima a Medina de Rioseco, en la provincia de Valladolid.

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Derecha. Testero de la capilla antes de la restauración. Página siguiente. Izquierda. Las pinturas, tras la reciente intervención. Derecha arriba. Detalle de la figura de san Bartolomé, ya restaurada. Derecha abajo. Detalle de la cabeza de uno de los soldados.

Pinturas Murales de la capilla de Santa Teresa La escueta referencia que hizo don Raimundo a las pinturas murales que ornan el testero de la capilla hoy dedicada a santa Teresa, pese a señalar a Nicolás Francés como su autor, prueba el deplorable estado de conservación que mostraban en el momento de redactar su texto, principalmente en el registro superior. Éste, enmascarado a principios del siglo XVII como el resto del muro por un enlucido y un retablo, y especialmente deteriorado por persistentes filtraciones de humedad, fue cubierto por los restauradores del siglo XIX con un velo de pintura, al considerarlo ya perdido.

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Sin embargo, la reciente y excepcional restauración de estas pinturas durante el año 2009, ha conseguido recuperar el magnífico conjunto pictórico, desvelando al visitante el contenido del piso superior, presidido por la escena del martirio de San Sebastián. Mediante una laboriosa combinación de limpieza y equilibrada reintegración cromática de las zonas con lagunas, vuelven a lucir ante nuestros ojos las figuras de los santos del registro inferior, enmarcados en arquitecturas figuradas en las que campean los escudos del obispo Cabeza de Vaca, que veremos igualmente en la famosa vidriera de la Virgen del Dado, diseño también del maestro Nicolás Francés. Preside el conjunto la escena del martirio de san Sebastián por orden del emperador Diocleciano, con el santo atado a un árbol sobre un peñasco y atravesado por multitud de flechas, recortándose sobre un cielo de teatral y simbólica encarnadura. A sus pies, sobre un fondo natural y urbano, se disponen sus nueve agresores, soldados, algunos de ellos tocados con turbantes, que en sus variadas actitudes apuntan, disparan o cargan sus arcos y ballestas.

La recuperación de la lectura del tema central de estas pinturas, realizadas con técnica mixta al seco, sobre una base de yeso, cal y cola orgánica dentro de los parámetros del gótico internacional, ha permitido además comprobar el enérgico trazo del maestro Nicolás, que resalta sobre todo en la poderosa expresividad de la cabeza de san Bartolomé. La iniciativa de la Fundación   del Patrimonio Histórico de Castilla y León, apoyada por el Cabildo, y el paciente trabajo de Natalia Martínez de Pisón, su restauradora, nos permiten hoy volver a contemplar los brillantes colores de este magnífico conjunto pictórico, dado en parte, y por fortuna demasiado pronto, por perdido.

Para saber más: LEÓN LÓPEZ, Alfonso, “El muro del color. Reencuentro con el maestro Nicolás Francés en la catedral de León”, en Patrimonio. Revista de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, 42, septiembre-diciembre de 2010, pp. 4-10. REBOLLO GUTIÉRREZ, Carmen, “Maese Nicolás Francés. Su obra y estilo. Estado de la cuestión”, en De Arte, 6, 2007, pp. 107-130.

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Izquierda. Acceso a la capilla de la Virgen del Camino (foto Imagen M.A.S.).

Arriba. Retablo de la capilla del Nacimiento.

La primera capilla absidal (D) es de planta cuadrangular, y da paso a la capilla de Santiago por una bonita portada del gótico isabelino, con escudos de armas del obispo don Alfonso de Valdivieso (1486-1500). Puede observarse, en el paramento del Este, una ventana, tabicada, que fue de uso para la muralla hasta fines del siglo XV.

policromada, del siglo XVII. En la segunda ochava hay un lucillo, como los ya descritos, de forma triangular, que tiene en el fondo dos ángeles llevando el alma del difunto, en el borde del arco cuatro ángeles pequeños tienen candeleros y abajo, incensando, otro dos mayores; en el borde de la cubierta de la urna que pertenece al obispo don Arnaldo (1234-35), hay esta inscripción: Hic requiescit famulus Dei Arnaldus episcopus hujus ecclesia qui obiit era MCCLXXIII et quoto VIII kls. octobris (24 de septiembre de 1235).

La capilla siguiente, segunda absidal (E) y primera de las hexagonales, está dedicada al Nacimiento de Jesús, representado en excelente retablito del siglo XV (1481) tallado en alto relieve y policromado, obra llena de sencillez y de encanto. A sus lados hay dos imágenes, san Blas y san Tirso, de madera

En los muros hay colgados dos cuadros grandes de pintura en tela, que representan uno a san Francisco en

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Arriba izquierda. Arco con la urna de san Alvito. Fotografía de Max Junghaendel, realizada durante las obras de restauración del siglo XIX (ACL). Arriba derecha. Detalle del Tránsito de la Virgen, relieve en el arco de san Alvito.

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Abajo. Ángel en el arco de san Alvito.

éxtasis al escuchar el violín tocado por un ángel, y el otro las lágrimas de san Pedro, atribuido por los inventarios de la iglesia a Ticiano. Fue donado a la catedral por el canónigo don Pedro Álvarez Alfonso, abad de San Guillermo, por su testamento de 5 de diciembre de 1646. Una de las vidrieras es la legendaria de san Ildefonso, de las más antiguas; en otras vemos a san Roque y san Ildefonso, y un san Hipólito del siglo XVI. En frente de esta capilla hay, bajo un primoroso arco plateresco, un altar en donde, al presente, se da culto a las imágenes de Nuestra Señora del Dado, san Roque de Juan de Valmaseda, y san Sebastián*. Sobre el arco, una rica urna guarda las cenizas de San Alvito desde el año 1527, en que fueron aquí trasladadas de su antiguo sepulcro. En el friso del arco se lee: Santi Alviti episcopi Legionensis sepulchrum. Todo el monumento está lleno de finas figuras que representan el Tránsito, Asunción y Coronación de la Virgen, el entierro, bajada al Limbo y Resurrección del Salvador, el infierno, las almas que esperan el advenimiento de Jesús y dos demonios alados a quienes un ángel amenaza con la aguda punta de un arpón. Es todo obra de Juan de Badajoz, hijo.

* Hoy día ha sido suprimido dicho altar, abriéndose el arco para permitir la visión de la capilla mayor.

La capilla siguiente (F), en la que preside ahora la Virgen del Rosario, imagen moderna tallada en madera por el escultor Francisco Font y Pons el año 1890, tiene, colgados en los muros, dos cuadros grandes en tela, de la Transfiguración -copia de la de Rafaeluno, y el otro una Sagrada Familia. A la derecha dos pinturas en tabla, del siglo XV, de Maestre Nicolás, que representan a san Cosme y san Damián, en traje de doctor; en este último se ve en lontananza una catedral, muy parecida a ésta, junto a los muros y puerta de la ciudad y próxima a un río. Al otro lado una pintura mural de los mismos santos y de la misma época. A la izquierda hay un sepulcro episcopal, del tipo de los demás de esta iglesia, con estatua yacente y sin epitafio. Han querido algunos que sea del obispo don Manrique, pero es ciertamente del obispo don Diego Ramírez de Guzmán (1344-54), cuyas armas tiene la urna en su frente. Su lugar propio fue la capilla anterior, pero, con el fin de poner un retablo de la Anunciación en aquel sitio, en el año de 1728, con licencia del prelado fue removido de su capilla y puesto donde ahora está, de suerte que no reza con él el letrero que hay mas arriba, en una cinta sostenida por dos ancianos, que dice: A labiis iniquis, Domine, libera et a lingua dolosa. Al pie de la titular hay dos bustos relicarios y en medio un pequeño, pero hermoso, grupo de la Sagrada Familia

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Hoy preside esta capilla Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, imagen que, asociada al arcángel san Gabriel colocado junto a la portada de la Virgen del Dado, formaba un grupo de la Anunciación en origen emplazado en los pilares torales de la cabecera. A ello se refiere el autor más adelante.

atribuido a Salcillo*. Las vidrieras representan, dos, la vida de Jesucristo, y otra la de la Virgen**. De frente, en el trasaltar, hay un temple del siglo XV, de Maestre Nicolás, como los demás que siguen, representación del Ecce Homo, cuya figura principal quitaron para dar entrada a una escalera que subía al órgano, siendo sustituida con un lienzo pintado, en 1834, por B. J. Neira, que desentona grandemente. Arriba se ve a Pilato asomándose a un balcón rodeado de su gente; abajo soldados y judíos armados de curiosas armas, y en la parte inferior, una figura pequeñita, la Madre de Jesús, orando y un rótulo que dice: O vos omnes qui transitis attendite et videte si est dolor sicut dolor meus. Otro letrero a la izquierda, y más alto, dice:

*Hoy en el Museo catedralicio.

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**En esta capilla, tras la imagen de la titular, se encuentran los dos óleos barrocos sobre madera, con representaciones de San Leandro y San Isidoro, restaurados en 2007 gracias a los fondos obtenidos por el certamen de pintura convocado por el Diario de León, El Corte Inglés y el Ayuntamiento de León.

Secundum legem debet mori quia filium Dei se fecit. Y este otro: Si hunc dimmittis non es amicus cesaris. La siguiente (G), la de la Virgen Blanca, en el eje de la iglesia, antigua de El Salvador, dotada por el leonés cardenal Pelayo Galván, obispo albanense, en 1230, se llama ahora de la Virgen del Camino, patrona de la región leonesa, cuya imagen, tallada en memoria del suceso de la centella en el año 1715, fue trasladada, el día 4 de febrero de 1947, a este magnífico altar-sagrario obra del sr. Granda y Buylla. A los dos lados están santa Águeda y santa Apolonia.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo. Pintura mural con san Cosme y san Damián, en la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza. Sepulcro del obispo Diego Ramírez de Guzmán, en la capilla de la Virgen de la Esperanza (F). Tabla de san Cosme, con una de las primeras representaciones de la catedral, actualmente en el Museo.

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Vista general de la capilla de la Virgen Blanca (foto Imagen M.A.S).

Vista general de la capilla de la Virgen Blanca y detalle de sus vidrieras (fotos Imagen M.A.S.).

Hay en esta capilla dos sepulcros, con estatuas yacentes, que por ser trasladados aquí de otro lugar están medio empotrados en el muro. El del lado del evangelio es de la condesa doña Sancha, hija del conde Munio González, casada con el noble caballero Pedro Fernández y, en segundas nupcias, con el conde Pelayo. Fundó a orillas del Esla, cerca de Cabreros del Río, un monasterio dedicado a san Antolín, del cual hizo donación a la catedral, en 1º de agosto de 1040, con otras muchas heredades. Esto excitó la ira de un sobrino que estaba esperando heredarla y un día, 27 de julio, la asesinó. La historia está representada en el frente de la urna; doña Sancha ofrece un pequeño templo a la Virgen

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Sepulcro de la condesa doña Sancha, en la capilla de la Virgen Blanca (G).

Sepulcro de Alfonso de Valencia, nieto de Alfonso X, en la capilla de la Virgen Blanca (G). Fue, como el anterior, trasladado a esta capilla desde su primitiva ubicación en el claustro (8), donde en un arco y capitel de la panda oriental lucen sus armas.

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y le recibe el Niño Jesús que tiene sentado en su regazo; los asesinos cometiendo el crimen y entre ellos la víctima que pide piedad; el sobrino a caballo presenciando el trágico suceso; un caballo que corre a galope y el jinete derribado en tierra con el pie izquierdo preso por la espuela en el estribo. La estatua yacente, de mediado el siglo XIV, es de lo mejor de aquella, ya decadente época; en el borde de la estatua parece leerse: “Mestre Marcos me fizt”.* El otro sepulcro, al lado de la epístola, tiene estatua de caballero con barba y pelo largo, manos sobre la espada y perro a los pies. Es del infante don Alfonso, hijo del infante don Juan, el cual, después de hacer una importante donación a esta iglesia, murió a 30 de agosto de 1317; en el frente de la urna están esculpidas sus armas.

Hay en la capilla dos cuadros grandes en tela, uno de san Bartolomé, firmado así: “Mathia Ximeno faciebat anno 1651”; el otro del Salvador firmado de Diego Valentín Díaz (1644). Las vidrieras representan la Natividad del Señor, Adoración de los Pastores y Adoración de los Reyes y son del pintor y vidriero leonés Rodrigo de Herreras, 1565. Hay en el suelo una lápida sepulcral del obispo don Joaquín Barbajero (1848-63); de la inscripción, solo pudo leerse al entarimar la capilla, en 1947, lo siguiente: Hic requiescit / Exmus. et Illmus. D. Joachin Barbagero / Huius Diócesis dignissimus Antistes / Obiit die 26 februarii Anno 1863./ Orfanus amissit patrem, mendicus / amicum, aegrotus médicum. / C…grosum, patria civem / Datibus egregiis praemium / clerus in Urbe…/ Cum precibus lacrim…/ illius funde sepulcro / Qui gratum populis obiit (?) / Virtutis odorem.**

Tras la restauración de estas pinturas murales (1992-94), fue retirado dicho lienzo, visible en la fotografía del Centro de los Oficios de León que publicamos, junto a la del estado actual.

*En el lateral de la cabecera del sepulcro se representa un Calvario. **La lápida actual es de apariencia moderna, y en ella se lee: Hic requiescit / Exmus. et Illmus. D. Joachin Barbagero / Huius Diócesis dignissimus Antistes / Obiit die 26 februarii Anno 1863./ Orfanus amissit patrem, mendicus / amicum, aegrotus médicum. / Generosum, patria civem / Datibus egregiis praemium / clerus in Urbe/ Cum precibus lacrimas/ illius funde sepulcro / Qui gratum populis fudit / Virtudes odorem / Ossa cubent superas conscendant spiritus aulas.

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La imagen de la Virgen Blanca Actualmente, la primitiva capilla del Salvador vuelve a estar dedicada a la Virgen Blanca, tras el traslado, en 1956, de la imagen original de la patrona del templo, procedente del parteluz de la portada del Juicio, donde fue reemplazada por la réplica esculpida por Andrés Seoane. El estado general de conservación, y los restos de las policromías originales de la titular del templo, una de las más bellas esculturas góticas del mismo, fueron objeto de análisis durante 2007, dentro de los estudios técnicos realizados de forma previa a la preconsolidación y apeo de las esculturas exentas de la fachada occidental. Tales trabajos fueron financiados por la Junta de Castilla y León, dentro del Proyecto Cultural Catedral de León El Sueño de la Luz, asumiendo la dirección técnica de tan delicada intervención la empresa Petra S. Coop. En dicho estudio se constató la presencia de marcas de grafito, vestigios de la toma de medidas por Andrés Seoane para la elaboración de la réplica en piedra que hoy ocupa su lugar. En general, el estado de conservación de esta imagen es notablemente superior al del resto de la estatuaria de la fachada de poniente, sin duda gracias al mantenimiento de la policromía y la urna de malla de alambre que muestran las fotografías anteriores y contemporáneas a la gran restauración del siglo XIX, como las que reproducimos. Durante tales obras decimonónicas se liberó a la escultura de su protección metálica, y en la primera mitad del siglo XX se eliminó la policromía que aún la recubría, aplicándose una nueva capa de tono marrón. El reciente estudio ha permitido detectar vestigios de al menos cinco niveles de recubrimientos pictóricos. La primera capa, original de época gótica, se muestra sobre una base de preparación blanca compuesta por blanco de plomo y carbonato cálcico, y fosfato cálcico, como en el resto de las portadas, aplicada en capa gruesa y en dos manos. Sobre este estrato están aplicados los colores, aglutinados con aceite, y en buen estado de cohesión y adherencia a la preparación. Observamos así rojo bermellón (cinabrio), mezclado con albayalde para la carnación de la Virgen y del Niño. En las zonas que se querían destacar, como las coronas, las cenefas del manto y de la túnica, el nimbo y el cinturón de la Virgen, se aplicó lámina de oro sin bruñir, sobre una capa de asiento compuesta por aceite secante de lino. Recubriendo esta policromía original se dispuso una segunda, más fina, de características muy similares a la primera, en la que también se ha detectado la aplicación de lámina metálica para la decoración de algunos elementos de las vestiduras de la Virgen. Otras tres capas de color recubrieron en momentos posteriores a estas descritas.

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Nota: Los datos técnicos arriba referidos han sido extractados del Estudio de las policromías en la catedral de León: pórtico occidental, portada norte y Virgen Blanca (León), elaborado en septiembre de 2006 por Petra, S. Coop., por encargo de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León.

Izquierda. Aspecto de la portada de la Virgen Blanca o del Juicio Final en 1854. Fotografía de Charles Clifford (ACL). Arriba a la derecha. Andrés Seoane realizando la copia de la imagen en el claustro (Col. Santiago Seoane). Abajo a la derecha. La estatua original, en su actual ubicación.

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Enfrente de esta capilla está el sepulcro del rey Ordoño II. Es un gran mausoleo construido a principios del siglo XV para trasladar a este lugar de preeminencia los despojos de dicho rey del sitio que tuvieron en la iglesia por él construida. La estatua yacente parece del siglo XIII, hecha para estar de pie, traída aquí, quizá, de alguna de las portadas. Toda la obra está policromada y pródigamente adornada de figuras y rótulos, copiados seguramente de los que tuviese el sepulcro primitivo, que contienen, además del epitafio, un resumen histórico de las principales conquistas en esta forma: Omnibus exemplum sit, quod venerabile templum / Rex dedit Ordonius, quo jacet ipse pius./ Hanc fecit sedem, quam primo fecerat edem: / Virginis ortatu, que fulget pontificatu. / Pavit eam donis, per eam nitet urbs Legionis. / Quesumus, ergo, Dei gratia parcat ei. Amen.

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Is rex, Alfonsi patris sui vestigio prudenter et juste regnum gubernans, Talaveram cepit, et arabes apud castrum Sancti Stephani prostravit, subjugavitque sibi Lusitaniam et Beticam provincias, et terram arabum quae Sincilla dicitur magna strage subegit, Anagarum cepit et Vicariam. Et octavo regni sui anno cum sex mensibus cumpletis, Zamore infirmitate percussus ab hoc seculo migravit. Era DCCCC·XXXII:.

Arriba. Trasaltar. Derecha. Sepulcro de Ordoño II en un grabado de Vela (ACL).

La fecha de la muerte del rey, que sucedió en el año 924, está equivocada en 30 años por haber omitido, o no haber entendido el lapidario que hizo el traslado, el rasguillo de la X, que vale 40, poniendo solamente X que vale 10. A la otra cabeza de la urna sobresale un escudo grande, coronado, de León, el cual sostenido y empujado por el alférez, con bandera desplegada, va arrollando la morisma, algunos de los cuales se hallan caídos y otros huyen a todo correr. Sobre este recuadro un heraldo sostiene una cartela con esta leyenda: Princeps iste magnus, nedum rex inter occidentales fortissimam ac opulentissimam Regel civitatem interfectis habitatoribus destruxit. Demun asumpto regali sceptro, principem Cordube victum hic duxit. Al otro lado un fraile, que dirige el índice de la diestra al difunto, tiene en la otra mano una cartela con sólo esta palabra: Aspice (mira).

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Se alza el arco sobre leones y cabezas de reina y obispo, y adornado con armas de León y Castilla y follajes varios. En el tímpano, un relieve con la lanzada de Longinos, que lleva la mano a su ojo izquierdo, ciego al contacto de una gota de sangre que le ha surtido al abrir aquella fuente; y el Descendimiento. Más arriba otra escena con Jesucristo y los dos discípulos de Emaús flanqueados por dos ángeles con candeleros.* En las enjutas del arco dos ángeles despliegan largas cintas con estas frases, del Apocalipsis: Beati qui ad cenam nuptiarum Agni vocati sunt [Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap. 19, 9)]; y Soli Deo honor et gloria in saecula saeculorum. Amen [Al único Dios, el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén (ITim. 1, 17)], de san Pablo a Timoteo. Flanquean la arquivolta dos pilastras y en ellas, bajo doseletes, san Pedro y san Pablo; debajo del primero un libro abierto en que se leen estas sus palabras: Omnes honorate: fraternitatem diligite: Deum timete: Regem honorificate [Apreciad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios y honrad al rey (1Pe 2, 17).]: y al otro lado: Regi seculorum inmortali et invisibili [Al Rey de los siglos, inmortal e invisible” (1 Tim

Monumento funerario de Ordoño II, en el trasaltar.

1, 17)]. La arquivolta y pilastras rematan en pequeñas y alargadas estatuas. Una sencilla y elegante verja de hierro protege al monumento. La capilla siguiente (H), antigua de la Consolación, está dedicada a san Antonio de Padua, con buena talla en madera policromada del titular, del siglo XVI. A la derecha, en las ojivas del muro hay tres cuadros de pintura en tabla: santa María Magdalena y santa Marta (siglo XVI) y la otra de santa Catalina y san Mamés (siglo XVII); y al otro lado, dos (siglos XV-XVI) con santa Cecilia y Anunciación. El hecho de haber sido los dos una misma tabla pintada por ambas caras, demuestra que fue puerta de un tríptico; la pintura parece de escuela valenciana, quizá de los talleres de Osona, y vendría a León con alguno de los obispos de aquella región que, entre los años 1501-1511, ocuparon la cátedra legionense, o quizá don Francisco de Alidosis, cardenal de Pavía, del título de santa Cecilia (1508-1512).

*Frente a esta interpretación de D. Raimundo está la que considera esta escena como una sintética Transfiguración, opinión que compartimos. Los ángeles con candeleros que la flanquean nos parecen posteriores, y de inferior calidad. En cualquier caso, la escultura del monumento funerario responde a dos épocas: finales del siglo XIII o principios del siguiente para lo fundamental, incluido el yacente y el tímpano, y el siglo XV para el alfiz y las figuras que lo rodean. El conjunto fue restaurado en el año 2004, con el patrocinio del BBVA. Vid. GÓMEZ RASCÓN, Máximo y GLAUKOS, S.R.L., Sepulcro de Ordoño II. Catedral de León, BBVA, Madrid, 2005.

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Vidriera de la capilla de San Antonio.

A más altura hay otros dos cuadros grandes en tela que representan el Descendimiento y la Asunción de la Virgen; este con otros dos, de igual medida, de la Anunciación y san Francisco, ya enumerados, los trajo de Roma el canónigo don Francisco Díaz Candía, el cual, por su testamento de 30 de julio de 1717, los legó, con otros, a esta su iglesia. Las vidrieras representan la vida y milagros de san Clemente y san Antonio de Padua; en una rosa la administración del bautismo por inmersión. En el suelo el enterramiento del obispo don Calixto Castrillo, 1863-69. Enfrente de esta capilla, en el trasaltar, otra buena pintura mural algo retocada, representa la Piedad con las cuatro Marías y san Juan; a los lados, Jeremías e Isaías, y debajo, pendientes de una cuerda, la toalla de Pilato y el bolso de Judas. La capilla siguiente (I), sirve, desde fines del siglo XV, de vestíbulo y paso a la sacristía. Estuvo primeramente dedicada a Santiago y san Clemente con dos capellanes que dotó, en 1256, el obispo don Martín Fernández a cuenta de los maravedís que recibió, a honra y provecho de esta iglesia, del Rey Alfonso el Sabio, nacido en día de san Clemente.

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En el muro de la izquierda hay una lápida con hermoso relieve del siglo XV, de estatua yacente del obispo don Gonzalo Osorio, 1301-1313, y entre dos escudos de sus armas esta leyen-

Arriba. Lauda de Gonzalo Osorio, en la antesacristía (ACL. FRR). Izquierda. Vidriera de la Creación, en la antesacristía (foto Imagen M.A.S.).

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Arriba. Pintura mural con la Piedad, en el trasaltar.

da: Hic requiescit famulus Dei Gundisalvus Osorio hujus alme ecclesie episcopus. Son muy de notar los detalles que resaltan en las vestiduras pontificales del prelado. En las vidrieras se representan escenas de la vida de Jesucristo y de la Virgen, creación del mundo y de Adán y Eva.

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En el intercolumnio de enfrente construyó el arquitecto Juan López, un como retablo de piedra, de arco

semicircular, sobre columnas estriadas, friso de querubines y en las enjutas ángeles que llevan coronas, para colocar sobre él una buena urna de mármol a la que se trasladó, en el año de 1565, a 27 de noviembre, el cuerpo de san Pelagio, obispo de esta iglesia (875-78), que estaba antes cerca del suelo. La urna tiene este epitafio: Hic requiescit fidelísimus servus Christi Pelagius, Legionensis episcopus. Era DCCCCXVI, in mense augusti.

Arriba. Cerramiento de la antesacristía (ACL. FRR). Abajo. Remate del arco de san Pelayo, en la girola.

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Izquierda. La imagen de Nuestra Señora la Preñada preside su capilla, la F del plano (ACL. FRR).

Debajo del arco se halla una buena imagen de Nuestra Señora de la Esperanza, de la O, o mejor como se la llama siempre en los documentos de la iglesia, Nuestra Señora la Preñada, de piedra policromada, la cual hizo a su costa don Velasco Domínguez, arcediano de Saldaña, fallecido en el año 1299, pero que figura ya como canónigo en el año 1266. Su lugar primero fue en la pila toral noreste en donde recibía la salutación del Ángel, su compañero, que estuvo en la pila exenta, hacia la puerta del Dado, al modo que aún está en la Basílica de San Isidoro, en donde un siglo después se copió de ésta. Aquí se hallaba ya en el año 1289, en que el cabildo ordenó sufragios por doña Sancha Rodríguez, de quien el obispo don Martín Fernández había comprado heredades para dotaciones en la iglesia, con salida sobre su sepultura si fuere aquí enterrada, y si no, in cruce ecclesiae coram imagine B. Mariae. quo ipsam fuisse gravidam representat. En este pilar se la puso, en 1510, altar que, por mandado del cabildo fue quitado en el año 1817.

Arcángel san Gabriel, hoy en la portada del Dado, junto al muro que la separa de la capilla de san Andrés (ACL. FRR).

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La capilla siguiente (J), última de las absidales, titulada del Crucifijo, solía ser aposento de los sacristanes hasta el año de 1524, en que el Dr. Andrés Pérez de Capillas, arcediano de Triacastela, la pidió al Cabildo para ennoblecerla y colocar en ella un buen Crucifijo y las imágenes de la Virgen y San Juan, en un retablo al romano que él mandaría hacer, bien dotada de todo lo necesario y de dos capellanes, etc. El contrato se firmó en el Palacio episcopal el día 10 de octubre del referido año. El Calvario es obra de Juan de Valmaseda, e igualmente el retablo que hizo en los dos años siguientes con los cuatro, muy típicos, evangelistas. En el suelo está su enterramiento y el de su sobrino Lorenzo Pérez. Enfrente está la rica portada llamada del Cardo, de principios del

siglo XVI (1519), de finísimos encajes y complicada tracería, con follaje de rizadas cardinas; fue la entrada al coro y presbiterio. En el dintel lleva las armas del obispo don Luis Cardenal de Aragón, 1512-1517. Capilla presbiterial del Sur (K). Titulada del Carmen con su buena imagen de talla en madera policromada, del siglo XVII (1697), y a sus lados las de san Pedro y Santiago, del XVI. En el testero hay un cuadro grande de la Trinidad y otros dos más pequeños del Rosario y del Carmen. Fue titulada, en el siglo XIII, de San Miguel y dotada por el obispo don Rodrigo Álvarez (1208-1232), que tiene aquí su sepulcro, el primero de este tipo, de los más ricos y mejor conservados, con estatua yacente del prelado mirando al altar, y, en el borde de la urna, este su epitafio:

Sub era MCCLXX et quoto, VIII idus martii. (8 marzo, 1232) Pacis iter, pietatis apex, exemplar honesti, Hic Rodericus erat pontificatus honor. Hic cibus et potus fuit; hic et vestis egenis; Omnibus hic unus omnia factus erat. Ergo tuum, Legio, luge cecidisse patromun, Aut vix aut nunquam jam paritura parem.

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Capilla del Crucifijo.

Vista de la girola, con la portada del Cardo (ACL. FRR).

Detalle de la pila bautismal, en la capilla del Carmen.

Vidriera de la capilla del Carmen (K), conmemorativa de la reapertura del templo en 1901, con los nombres de los restauradores.

Junto a este retablo quedan restos de pinturas murales y al este del mismo una puerta da acceso a la escalera de caracol que sube a la Silla de la Reina. A fines del siglo XX se trasladó a esta capilla del Carmen, desde la actual de santa Lucía (B en el plano), la magnífica pila bautismal, renacentista, obra del cincel de Juan de Badajoz el Mozo. Labradas con primor sobre un fondo de escamas, vemos en alto y medio relieve composiciones interpretadas como distintos tipos de Bautismo: el de Cristo con agua, el de sangre con una escena de martirio que quizás corresponda al de san Marcelo y sus hijos, y otra, de difícil lectura, que correspondería al bautismo por fuego, o quizás una ascensión. Completan la decoración las figuras de Moisés con las tablas de la Ley, San Juan Bautista, un profeta, un evangelista y el escudo del humanista obispo don Pedro Manuel (15231534), bajo cuyo episcopado se realizaría la pieza. Vid. CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, María Dolores y GARCÍA ÁLVAREZ, César, “La pila bautismal de la catedral de León”, en Estudios humanísticos. Geografía, historia y arte, 19, 1997, pp. 253-272.

A los lados de este sepulcro hay dos buenas pinturas en tabla del gótico flamenco del siglo XV que representan a san Juan, apóstol, y santa Elena. Un “oculus” abierto en esta capilla, con la Virgen en la vidriera, tiene los nombres de los directores y pintores de la restauración y construcción de la vidriería. Adosado al muro sur hay otro retablo del Renacimiento con la imagen del titular, san José, y las de san Alfonso Mª de Ligorio y san Benito, y arriba un bien airoso san Miguel.

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En el suelo y cubierto por el retablo, se halla el sepulcro del obispo don Cayetano Cuadrillero (1778-1800). Cerca de la verja está también la tumba del obispo don José Álvarez Miranda (1913-1937), cubierta con una muy artística lápida y esta inscripción: Hic : in capella : sancti : Joseph : requiescit : famulus : Dei : Josephus : Alvarez : Miranda : ecclesiae : Legionensis : episcopus : qui : Corde : Jesu : duce : bene : pascuit : et pietate : excellens : egenis : miserans : sobrietatisque : exemplar : existens : ab : hoc : saeculo : migravit : die : IV : Martii : anno : Domini : MCMXXXVII : aetatis : suae : LXXXVI : et : pontificatus : XXIV : R.I.P. Pro : anima : eius : dicito : Pater : noster :

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El sagrario de 1826, en esta fotografía antigua (ACL. FRR). Hoy está expuesto en el Museo.

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Capilla Mayor (L). El ábside. Sobre el altar mayor hay un sagrario de plata, de orden corintio, con dos columnas y dos puertas, en las que hay seis caras de serafín, una en cada ángulo y dos en el medio, sirviendo la de abajo como de muelle que junta y cierra las puertas. Tienen éstas seis tarjetones en torno suyo, con palabras de la Sagrada Escritura los dos de abajo, y las efigies de san Pablo, apóstol, y Melquisedec, con su correspondiente inscripción, los cuatro de arriba. Es obra del platero Manuel Rebollo, en 1826.

A los lados del sagrario dos arquetas o urnas de plata, que en su mayor parte conservan la que, en 1519, labró el insigne Enrique de Arfe para guardar el cuerpo santo de nuestro patrono san Froilán. Esta arca fue partida en el año 1586, por el platero Suero de Argüello, a fin de colocar en el medio y sitio más cómodo el sagrario, que estaba hasta entonces sobre el arca, lo cual resultaba muy incómodo para la renovación del Sacramento. Ha sufrido varias restauraciones. Consta cada arca de cinco intercolumnios, arcos semicirculares,

Báculo de san Pelayo, conservado en el Museo catedralicio y diocesano (foto Imagen M.A.S.).

friso partido en paños, cuatro artísticos medallones circulares en una, y cinco elípticos en otra y crestería cincelada. En los intercolumnios de la del lado del Evangelio se destacan en bajo relieve las efigies de san Pedro, apóstol, san Bartolomé, san Esteban, mártir, y otros dos más; y en la del lado de la Epístola, las de san Pablo, san Juan, Santiago, san Lorenzo y santa Catalina de Alejandría. El arca del lado del Evangelio contiene las reliquias de san Froilán encerradas en otra de plata repujada y cincelada y guarnecida de muchas piedras; es obra del platero Jerónimo de Neira, en 1635. Tiene la imagen de san

Froilán en medio relieve y esta leyenda: + Hic requiescit Sanctus Froilanus episcopus et Patronus precipuus huius almae ecclesiae Legionensis et episcopatus. En el arca del lado de la Epístola hay cuatro cajas pequeñas, dos cofrecitos y una arqueta y aún dentro de éstos, multitud de cajitas, todas con reliquias en sus bolsitas de seda; una verdadera riqueza artístico-arqueológica. También se guardan aquí los báculos de san Alvito y san Pelagio. Ambos son de muletilla o en forma de thau, emblema de la cruz, los más antiguos que usaron los prelados como distintivo de su autoridad; son muy raros ejemplares.

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Derecha. La capilla mayor en la actualidad. Izquierda. Imagen de la capilla mayor a principios del siglo XX, tras el desmontaje del retablo barroco y antes de la instalación del actual (ACL. FRR).

El retablo. Más de un siglo hubo de

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pasar sin que se cerrasen los intercolumnios de la girola. Los restos de pintura que aún quedan denuncian que aquello estuvo abierto y patente para la contemplación de aquella parte, la más bella de toda la iglesia. Todavía en el siglo XVI (1592), a pesar de los excelentes y muy artísticos tapamientos que, desde principios del siglo XV, comenzaron con el sepulcro de Ordoño II, intentó el Cabildo restituirlo a su primer estado, poniendo el altar mayor en el centro geométrico del ábside, de suerte que de todas las capillas se pueda ver la misa. Se conserva en el museo el plano que a tal efecto se mandó hacer al arquitecto Baltasar Gutiérrez.

Apenas entrado el siglo XV llegó a esta ciudad, no sabemos si traído por el obispo don fray Alfonso de Cusanza (1424-37), confesor del rey don Juan II, un joven francés, pintor, que a la vez era también escultor, excelente dibujante, el cual en el año de 1427 estaba a sueldo del cabildo, que por entonces le encargó la pintura del retablo mayor de su iglesia, que sabemos tenía acabado en el año de 1434, con un total de cuatrocientas veinte tablas, algunas de grandes dimensiones y complicadas historias. Se componía este retablo de cinco cuerpos o divisiones correspondientes a los cinco intercolumnios del ábside, dando la sensación de alargarse las vidrieras hasta el altar mismo. En el cuerpo central se destacaba el Trono con la imagen de la Asunción de talla y cuerpo entero, tal como se la puede ver en el altar mayor de la iglesia de PP. Capuchinos,

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Imagen de la Asunción, en el retablo de la iglesia de San Francisco (PP. Capuchinos) de León. Foto ACL. FRR.

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donde se halla aún, en calidad de depósito. Encima, una pintura de la Gloria y otra de la Coronación de Nuestra Señora. En las dos entrecalles del lado del Evangelio, cuatro historias de misterios de la Virgen en la una, y de san Alvito y san Isidoro en la otra; y en el lado de la Epístola, de historias de san Froilán y del Apóstol Santiago. Las seis columnas que separan estos cuerpos se hallaban cubiertas, a tres faces, de figuras de santos en número de unas cuatrocientas.

que, tras un muy amoroso estudio de todas las pinturas de Maestre Nicolás y de la detallada descripción que de cada tabla del retablo se guarda en el archivo, nos ha dejado el último arquitecto de la iglesia, don Juan Crisóstomo Torbado; obra delicadísima que le acredita, no ya de fidelísimo restaurador, sino de muy hábil miniaturista, y a los setenta y siete años de edad. Sólo dos tabletas quedaron sin acabar el día de su fallecimiento, 1º de enero de 1947.

Alguna idea del maravilloso efecto de tan magnífica obra podrá lograrse al contemplar, en el Museo, la maqueta

Este viejo retablo fue apeado, más que por viejo por seguir la moda reinante, en el año 1740, y sustituido por

Página izquierda. Retablo de Narciso Tomé, en una pintura del convento de Santa Clara de Villalpando. En el reverso anotó el autor: “Retablo en un colateral del Convento de Clarisas de Villalpando. Copió en él D. Narciso Tomé el retablo que había construido para la iglesia Catedral de León, dividido ahora en tres en la iglesia de los PP. Capuchinos de León” (ACL. FRR). Derecha. Cuerpo principal del retablo mayor de la catedral, en la iglesia de los Capuchinos de León (ACL. FRR). Abajo. Diseño para el retablo mayor, de Juan Crisóstomo Torbado (ACL. FRR).

otro de estilo barroco que llegaba hasta la bóveda, obra de don Simón Gavilán Thomé, el cual se conserva en depósito dividido en tres -y aún sobró material-, en la iglesia de los PP. Capuchinos. Al ser apeado aquel, algunas parroquias pobres acudieron al cabildo en demanda de aquellos despojos para sus retablos, tales fueron la Aldea, Trobajo del Camino, Villaproviano, etc., a los que concedió varias tarjetas. Recordando esto al tratar, en el año 1900, de colocar retablo conveniente para la apertura de nuevo al culto de la iglesia ya restaurada, se buscaron tales despojos y se hallaron los que forman el actual retablo.

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Izquierda. Vista general del retablo mayor. Arriba. Retablo mayor. Tabla de san Froilán en la montaña (foto Imagen M.A.S.).

Se compone de cinco grandes tableros de pincel, que son de madera de álamo blanco, recubiertos con un lienzo pegado y aparejados con yeso; la pintura es al temple de huevo, de suave tonalidad con predominio del verde hoja. Cuatro de ellos, con sus guarniciones antiguas, proceden de la iglesia de la Aldea; el inferior del lado del Evangelio representa a san Froilán vestido de monje en la montaña; cerca tiene fuego encendido y en la diestra un tizón; en la izquierda una brasa que aplica a los labios, que fue la experiencia que hizo el santo para salir a predicar; a un lado del monte está el santo de rodillas orando y se le acercan dos palomas, una blanca y otra roja que quieren entrársele por la boca; lo demás es monte con árboles y lirios y otros dos monjes.

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En la tabla superior está representada la Consagración de san Froilán obispo de León, en el día de Pentecostés del año 900. Figura el momento en que, después de haber sido consagrado, sentado en su cátedra revestido de capa pluvial, en cuyo broche se lee en caracteres góticos el nombre Froylavinus, recibe el santo la mitra y báculo pastoral de manos de los obispos consagrantes. A la izquierda se ve un hermoso grupo de niños cantores

revestidos de blancas túnicas. También está san Atilano, compañero de san Froilán, revestido de alba, con un libro debajo del brazo, que va a ser consagrado obispo de Zamora; allí se ven monjes, seglares, y, en primer término, dos perros disputándose un hueso. Lástima grande que cuadro tan hermoso lo hayan colocado tan alto. La tabla que se corresponde con ésta al lado de la Epístola tiene un suntuoso

Presentación de la Virgen (foto Imagen

monasterio gótico enclavado en paisaje con pinos: el monasterio de Veseo. Se ve una nave con grandes ventanales, sostenida por arbotantes y erizada de pináculos, y un pórtico, sobre escalones, con dos entradas de arco rebajado; en la principal hay tres monjes, el uno con diadema y en ella unas letras que dicen: “San Froilán”, el cual está dando la mano al rey Alfonso III, que llega a visitarle. Viste el rey, al que acompañan cuatro caballeros, traje muy

Izquierda. Tabla de san Froilán y Alfonso III en el monasterio de Veseo (foto Imagen M.A.S.). Según el P. Risco, lugar del valle del Curueño, en las montañas leonesas (España Sagrada., t. XXXIV, p. 181). Derecha. Retablo mayor. Presentación de la Virgen (foto Imagen M.A.S.).

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Arriba. Retablo mayor. Tabla de la consagración de san Froilán (foto Imagen M.A.S.).

Derecha. Retablo mayor. Traslación del cuerpo del apóstol Santiago. Bajo esta escena, dos tablas con seis apóstoles, procedentes de Palanquinos.

galano, lleva corona encima del turbante o toca, rico abrigo de brocado con pieles, calzas ajustadas y espuelas. Más abajo, enano y enana, un gaitero tocando, dos mujeres sentadas la una hilando y dos gallinas atadas, un acemilero con caballos y un perro espulgándose.

pilas exentas para que no estorben de ver la escena que se desarrolla dentro: san Joaquín y santa Ana, acompañados de algunos parientes, contemplan la bellísima figura de María que sube una escalinata de catorce peldaños hasta el altar, donde esperan dos sacerdotes vestidos de ricas capas y cubiertas las cabezas con velos blancos, a modo de amitos; el principal tiene en las manos un libro abierto y sobre él un candelero con vela encendida.

En la tabla de más abajo, se representa la Presentación de la Virgen en el templo de Jerusalén. Este es una iglesia parecida a esta catedral, cortadas las

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La quinta tabla grande, que cierra la calle central, representa la Traslación del cuerpo del apóstol Santiago desde Iria Flavia a Compostela. Sobre un carro, tirado por dos bueyes que guían dos clérigos revestidos de ricas dalmáticas, se ve una gran arca, adornada de ricos y bordados paños, en donde van custodiadas las reliquias; otros dos sujetan por las astas dos reses bravas. Mas allá un pastor y una pastora, que guardan un rebaño de ovejas y cabras, miran a lo lejos con la mano extendida sobre los ojos para que la luz no impida ver algo que llama su atención. Se dirige la procesión a una iglesia de estilo ojival, en cuyo interior un peregrino deposita su óbolo en un altar con la efigie del Apóstol Santiago que se halla a la entrada; también se ven exvotos, banderas y escudos de distintas nacionalidades. Esta tabla se halla en mejor estado de conservación que las anteriores, y es debido a que nunca salió de la iglesia. Ocupó en el antiguo retablo el lugar inferior de la última entrecalle al lado de la Epístola, dedicada toda a historias del apóstol Santiago y fue quitada del retablo, con su compañera del otro lado, en el año de 1589, para que, al incensar, entendiese el pueblo que se incensaba a los santos obispos Pelagio y Alvito cuyas reliquias estaban detrás. En su lugar se pusieron unas rejas y lástima es que habiéndose pintado para el lugar más bajo junto a su compañera, la consagración de san Froilán, haya sido ahora colocada en el lugar más alto y no asequible a la vista.

Purificación de la Virgen, del maestro de Palanquinos, en la predela del retablo mayor.

Debajo de esta tabla hay otra, no perteneciente al retablo antiguo, formada de dos que representa seis apóstoles de medio cuerpo. Se trajeron de la parroquia de Palanquinos con otras cuatro, puestas en la predela, de la Anunciación, Adoración de los Reyes, Purificación de Nuestra Señora y Venida del Espíritu Santo. Las otras dos, Tránsito de la Virgen y Nacimiento del Salvador, proceden de la parroquia de Santa María del Mercado de esta ciudad, de donde se trajeron, en el año de 1904, con las que forman el retablito del intercolumnio del lado de la Epístola, que representan Apóstoles, el Niño perdido y hallado en el Templo, la Misa grande de san Gregorio, un Descendimiento y la Adoración de los Reyes. Estas tablas, que denuncian ya un pleno Renacimiento, son, sin duda alguna, del retablo que para dicha iglesia concertaron Juan Alonso y Bartolomé de Herreras, que fue visto y tasado, en 1524, por Lorenzo de Ávila y Juan de Valmaseda. En el intercolumnio, enfrente de éste, al lado del Evangelio, hay otro retablito hermano de este, pero más moderno. Fue pintado por Maestre Nicolás en 1450 para el Altar menor, y representa el Descendimiento de Cristo de la Cruz, una joya del arte cuatrocentista.

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En él se ve el cuerpo del Salvador sobre un gran lienzo sostenido por José de Arimatea y Nicodemus que se disponen a envolverle en él para depositarle en el sepulcro; la Virgen, sostenida por san Juan y María Salomé, contempla la faz de su hijo; la Magdalena, a la izquierda del Apóstol, tiene en sus manos el vaso de mirra y áloe para ungir el cuerpo del Redentor; detrás de Nicodemus tres judíos miran curiosos y con asombro; en el fondo, la Cruz, escalera, cuerdas, tenazas, etc.

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El intercolumnio inmediato es ocupado por el trono episcopal, el más rico, quizá, de España. De Trobajo del Camino se trajeron los despojos del viejo retablo donados a aquella iglesia en 1741, que estaban repintados imitando tableros de mármol. El arquitecto Sr. Torbado, que adivinó lo que tal corteza ocultaba, logró que se trajesen al taller de obras de la Catedral en el año 1906 y aquí, día tras día, con el mayor cuidado y una paciencia y constancia envidiables, fue levantada tan burda pintura hasta dejar a la vista la bella y brillante que hacia quinientos años había puesto en ellas el genio de Maestre Nicolás. Para ellas ideó este suntuoso trono de estilo gótico florido en que están tallados y pintados los escudos heráldicos de la ciudad y de la iglesia, y en medio de ellos el del Ilmo. Sr. Sanz y Saravia, obispo de León cuando se ejecutó esta obra. Cada tabla tiene su cartela en que están escritos en caracteres góticos y

en latín los nombres de los santos que representan, a saber: san Leandro, san Eugenio, santa Cristina, san Paulino, san Marcial monje, san Silvestre papa, san Tiburcio, san Urbano, san Gabriel arcángel, san Antonio abad, san Juan evangelista, san Matías apóstol, Joel profeta, santa Cristeta, san Cipriano obispo, san Timoteo, san Valeriano y san Bricio obispo. La imagen de la Asunción, que ocupa el centro del retablo, fue hecha para el de don Simón Gavilán. La propia de éste, obra probable de Maestre Nicolás, que era también escultor, continúa en la iglesia de los PP. Capuchinos. Las dos credencias las hizo, en 1748, Miguel Núñez.

Página izquierda. Maqueta del trono del obispo, realizada por el arquitecto Juan Crisóstomo Torbado y conservada en el Archivo de la Catedral.

Arriba a la izquierda. Descendimiento, de Nicolás Francés, hoy junto a la escalera de Juan de Badajoz, en el acceso al Museo catedralicio y diocesano. Abajo a la izquierda. El desaparecido trono del obispo, compuesto por Torbado (ACL. FRR). Fue modernamente desmontado, y sus tablas pasaron a enriquecer los fondos del Museo catedralicio y diocesano. Derecha. Imagen de la Asunción, que preside el retablo mayor.

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Sacristía de la catedral (foto Imagen M.A.S.).

La Sacristía. Tiene acceso por la capi-

lla del ábside, la I del plano y no corresponde a la iglesia. Es obra del maestro Alfonso Ramos, quien empezó su construcción en 1485; a los lados de su única ventana están los escudos de armas de los Reyes Católicos y del obispo don Alfonso de Valdivieso (1486-1500). Hay en ella un crucifijo de marfil, de gran tamaño, de Pedro de Mena, que perteneció al obispo don José Ulzurrun (171418); un Ecce Homo, de medio cuerpo, de madera colorida, donativo del canónigo don Isidro de Fuentes, en 1752; dos cuadros de pintura en tela, de san Juan Evangelista escribiendo el Apocalipsis uno, y el otro una copia del de Nuestra Señora del Pez, de Rafael de Urbino; otro del Salvador, de fines del XV, que dice ser la medida de Cristo.

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En el muro Este se abre la puerta al Oratorio, para el cual dieron trazas, en

1583, Baltasar Gutiérrez, Juan del Rivero y Felipe de la Cajiga; las dos hojas de madera de la puerta son elegantes y de buen arte. Al frente de la entrada, dentro de un arco de piedra que tiene en las enjutas dos buenos medallones, que figuran de medio cuerpo a Jeremías y la Sibila Pérsica, hay un retablo que hizo, en 1729, el maestro Alberto de Churrigera para guardar las reliquias. Al lado, un cuadro grande del Juicio Final, mala copia del famoso fresco de Miguel Ángel, que pintó, en 1638, Luis de Mongastón. No hay ropas antiguas, pero sí un pontifical de primera clase, brocado de oro, confeccionado por la Casa Heurri en Lyon de Francia en el año 1902, premio de Tejidos en la exposición de París; y otro pontifical, blanco, que perteneció al obispo don Pedro Luis Blanco. Otro pontifical, encarnado, fabricado en Toledo por Molero.

Reja del lado del evangelio de la capilla mayor (ACL. FRR).

Las Rejas. La mayor parte fueron forjadas y repujadas en el siglo XV, pero sus remates decorativos fueron mutilados por los barrocos, que los sustituyeron por otros de madera. Son muy sobresalientes las dos de la entrada al presbiterio, labradas en 1516, por Maestre Donis; éste hizo otras más y también labraron Domínguez, Luis de Morones, Fray Francisco, Pedro Flamenco, Alonso Sánchez y Juan del Pozo. Juan de Morales y Francisco Fernández Cancelo hicieron, en 1744, las del presbiterio, y Froilán Gutiérrez con Juan Gómez, en el mismo año, la de la valla de la vía sacra. Todas fueron inteligentemente restauradas en los últimos años del siglo pasado por el arquitecto don Juan Bautista Lázaro con los oficiales cerrajeros Toribio Magaz y Ricardo Arce.

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Restauración de las rejas Alzada por el empeño y la fe en honor de Dios, la Iglesia Mayor de León, piedra y vidrio sublimados, guarda junto a éstos, otros dos materiales esenciales: la madera y el metal. Sobre éste último, forjado y moldeado para cerrar las capillas, se ha centrado una intensa campaña de intervenciones en estos últimos años, fruto del Convenio de Colaboración firmado y renovado anualmente entre el Cabildo catedralicio y la Diputación de León, a través del Instituto Leonés de Cultura. Entre fines de 2008 y principios de 2009 se intervino en la mayor parte de las rejas que cierran por el Norte y por el Sur el presbiterio, incluida la correspondiente a la Puerta del Cardo. Las rejas que cierran la Capilla Mayor de la Catedral constituyen unos buenos ejemplares de las artes del metal realizadas durante del periodo de transición al Renacimiento -en el primer tercio del siglo XVI-, etapa coincidente con la arquitectura plateresca, con la que mantienen interesantes puntos en común. Las rejas objeto de la reciente intervención son piezas de considerables proporciones, con aún un notable apego al lenguaje gótico. Se estructuran en dos cuerpos separados por una faja intercorporal y tres paños o calles de similar anchura, con puerta de dos hojas en el central. Como prácticamente el resto de la Catedral, las rejas no escaparon a las transformaciones barrocas ni a las notables intervenciones que sufrió el templo en la segunda mitad del siglo XIX, viéndose alteradas por reformas y adiciones. Testigo de ellas, en el caso que nos ocupa, es la inscripción “AÑO 1895” que se grabó en uno de los castilletes del remate del ático. La fecha se corresponde con la última fase de las importantes actuaciones dirigidas por Juan Bautista Lázaro y Juan Crisóstomo Torbado, previas a la solemne reapertura del templo en 1901.

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Los materiales sobre los que se ha trabajado son, por un lado el hierro, obtenido por proceso industrial o manual, según la zona, y latón, de obtención industrial, en las áreas coincidentes con la actuación decimonónica. Una gran parte de la superficie de hierro aparece policromada. Los estratos que configuran esas policromías son

De izquierda a derecha. Proceso de restauración de las rejas de la Capilla Mayor (foto MC, S.L.). Detalle del castillete de las rejas del presbiterio, con la fecha de 1895. Reja del lado de la epístola del presbiterio, tras su restauración.

muy variados y en algunas zonas aparecen repintes. Los dorados han sido aplicados mediante la técnica del mixtión. La pureza de la lámina de oro varía de unas capas a otras, siendo directamente proporcional a la antigüedad. El escudo de la puerta meridional presenta corladuras y en todo el conjunto se han aplicado veladuras al pan de oro. Las analíticas han demostrado la existencia de pan de plata en ciertas áreas de corla, pero la patología más acusada de todo el conjunto, la corrosión, ha producido, en este caso, un ennegrecimiento irreversible. Los tratamientos se han centrado en la conservación de los distintos materiales. Sobre las zonas policromadas se ha realizado una eliminación de depósitos térreos y de capas grasas. Se han retirado una serie de repintes, muy localizados, sobre las zonas doradas, respetando en todo caso la veladura aplicada al oro con fines de molduración. Las protecciones aplicadas tienen como objetivo estabilizar el conjunto tratado, ralentizando los procesos de alteración propios de los soportes metálicos, cuya naturaleza es tendente a reaccionar o combinarse con otros componentes no metálicos, como el oxígeno, para formar así compuestos menos reactivos. Por todo ello, si bien los procesos de corrosión forman parte inevitable de la evolución de los materiales que componen la Rejería, y no es posible invertirlos, sí que es de vital importancia una actuación que los ralentice. De esta forma, se garantiza un nivel adecuado de conservación, recobrándose los valores estéticos del conjunto, necesarios para su contemplación y entendimiento. Gracias al patrocinio del Instituto Leonés de Cultura, la actual intervención no sólo ha atendido a la recuperación formal de las rejas, sino que el detenido estudio ha permitido determinar y documentar las diferentes actuaciones sobre las mismas. La oportunidad de llevar a cabo una sistematización de los datos obtenidos, ha hecho que el Cabildo considerase oportuno extender la actuación más allá del fin de las restauraciones, aprovechando los andamios ya instalados para establecer una base de trabajo que pueda extenderse al resto de las rejas del templo. De este impulso se han beneficiado ya los dos tramos más orientales de las que cierran la Capilla Mayor (2008-2009), así como las de la capilla de la Virgen Blanca (2010).

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Capillas y dependencias accesorias

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Izquierda. Capilla de Santiago (ACL. FRR).

Relieve de la dama y el caballero, en su primitiva ubicación (ACL. FRR). Hoy esta refinada escultura románica se encuentra en la Sala de Piedra del Museo catedralicio y diocesano.

Saliendo de la iglesia por la puerta Norte del crucero se halla un pequeño vestíbulo y paso (M) para salir al claustro, que antiguamente se denominó Capilla de Nuestra Señora del Dado, buena imagen del siglo XIII, que está en el parteluz de la portada. En su tímpano campea la imagen del Salvador bendiciendo, dentro de un óvalo pisciforme o mandorla sostenida por ángeles y los símbolos de los evangelistas. La doble arquivolta tiene ángeles, vírgenes y advocaciones de la letanía de la Virgen. A los lados de la puerta, seis estatuas, de san Pedro, san Pablo y Santiago, la Anunciación y san Mateo, sobre curiosas repisas; en el intradós y jambas, leones y castillos y armas de Pimentel (siglo XV).

Toda la portada conserva la policromía con que la adornó, en el año de 1505, el pintor León Picardo. El origen de la advocación del Dado vino de que en cierta ocasión, cuando este tránsito era calle pública, un militar, jugador de dados, que una noche perdió su capital, airado, arrojó los dados contra esta imagen, dando uno de ellos en la frente del Niño Jesús, que la Virgen tiene en sus brazos, brotando sangre de ella. Un lienzo que se empapó de esta sangre se conservó en un relicario de plata que fue llevado con todas las alhajas el año 1809. Este asunto está representado en la vidriera grisalla de enfrente, del año 1454, del vidriero Valdovín y cartón del Maestre Nicolás.

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Izquierda. Arcángel san Gabriel, en origen situado en los pilares del crucero, y hoy reubicado junto a la puerta del Dado. Derecha. Vidriera de la Virgen del Dado (foto Imagen M.A.S.). _____174

Página siguiente. Portada de la Virgen del Dado.

A la derecha de la portada, en el rebanco, se encuentra el sepulcro de A. Yáñez, arcediano de Babia. En el de la izquierda deberá estar Juan del Enzina, por ser el sitio que le vendió el cabildo para su enterramiento; la muerte, no esperada, le impidió dotarla y en consecuencia, no se le pudo poner inscripción. En el muro del Norte hay un sepulcro con nicho triangular y en él una imagen de la Virgen con el Niño Jesús de pie sobre el regazo. La estatua yacente es de un venerable anciano con traje talar, Pérez Cavilán, rico comerciante que donó su hacienda al Cabildo; fue nombrado canónigo honorario y murió en el año 1382. Algo más arriba hay un nicho con tres figuras: un hombre a caballo que atropella a otro caído en el suelo y una dama, de pie, como increpándolo, como de fin del siglo XII.

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Retablo de Quintanilla del Olmo, que hoy preside esta antigua capilla de santa Teresa. Actualmente la capilla dedicada a la santa es la C del plano, antigua de Nuestra Señora del Pilar.

Capilla de Santa Teresa. Al lado iz-

quierdo del tránsito (LL), separada por un verja, obra de Bartolomé Carense, se halla la capilla dedicada a dicha santa, en 1639, por doña Brianda de Olivera, ilustre señora leonesa a quien confió el rey Felipe IV la crianza de su hijo don Juan de Austria, el Malo, que estuvo aquí hasta los nueve años. Según se entra, a la izquierda, hay una lápida con esta leyenda: “Esta media capilla de Santa Teresa de Jesús es de la venerable y honrada señora doña Brianda de Olivera a quien Su Majestad el Rey Filipo IIII imbió a su hijo el señor don Juan de Austria para que se le criase por la satisfacción que de su virtud tenía. Dejó fundadas dos capellanías de misa perpetua. La una todos los días a las VII y media, y la otra todas las fiestas a las XI. Y al Cabildo desta Santa Iglesia dio mil ducados para que de sus réditos le digan perpetuamente en este altar una misa cantada con diácono y subdiácono por dichos señores, asistiendo la música, el día de Santa Teresa o en su octava, repartiendo los réditos entre los que se hallaren presentes. Y a la fábrica por el sitio dio otros mil ducados, cerrándole por su cuenta y adornándole con altar, retablo, reja y todo lo necesario. Dejó por patrono a don Juan de la Zerda y Martel, arcediano de Tria Castela y canónigo desta Iglesia y después de él a los sucesores en su dignidad. Las escrituras pasaron ante Francisco Gonzalo, escribano de la Episcopal en 14 de Octubre de 1638 y 39. Falleció a 25 de [noviembre] de 1643. El Cabildo á de tomar cuenta cada año destas memorias”.

Inscripción fundacional de la antigua capilla de santa Teresa. *Más recientes investigaciones han determinado que esta imagen de santa Teresa, que hoy preside la capilla de su nombre (C), es en realidad obra del escultor salmantino Antonio de Paz, discípulo de Gregorio Fernández, habiéndole sido encargada el 20 de marzo de 1639 por el canónigo don Juan de la Cerda, siguiendo el modelo de la imagen de la santa que se venera en el Convento de las Carmelitas de Alba de Tormes. Vid. RODRÍGUEZ C. DE CEBALLOS, A. y CASASECA CASASECA, A., “Antonio y Andrés de Paz y la escultura de la primera mitad del siglo XVII en Salamanca”, BSAA, 45, 1979, pp. 387-416.

Entonces fue cubierta la puerta lateral del brazo Norte del crucero con un retablo que, por encargo de doña Brianda, hizo el escultor Juan de Lorenzana -el cual se conserva en el oratorio del seminario de San Froilán- para la imagen de Santa Teresa de Jesús, la cual, dice la fundadora al Cabildo, “había salido cosa grande en arte y hermosura” como obra del mejor imaginero de aquella época, Gregorio Fernández*. En el centro de la capilla está el sepulcro de la fundadora con su escudo de armas.

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Sepulcro del obispo Juan del Campo, en la antigua capilla de santa Teresa.

Al lado de la Epístola, cerca de la puerta de la sacristía, en un sillar hay esta inscripción: Hic requiescit in hoc tumulo Gundisalvus: /… et canonicus: huius ecclesie:/ qui obiit era Mª.CCª.LXXXªVIIª: XVI:/Kalds. Novembres (17 de octubre de 1249).

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Al otro lado de la puerta de la sacristía y empotrada en el muro, se halla la estatua yacente, vestida de pontifical, muy bien hecha, del obispo don Juan del Campo (1334-1344), el cual dotó con largueza en este sitio la capilla de San Hipólito y hay en ella varios escudos de sus armas. Otro sepulcro que hay debajo de la ventana, con buena efigie esculpida de plano, es de un sobrino del sobredicho obispo y su epitafio, en caracteres góticos, dice: “Esta sepultura es de Fernando de Campo, bachiller en decretos, canónigo desta eglesia, el cual falleció desta presente vida á veynte et dos días de noviembre, anno Domini MºCCCCºLXXXX” (1480); a cada lado del epitafio un escudete de sus armas con esta leyenda alredor de uno de ellos: Jesus Criste fili Dei vivi miserere mei.

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Capilla de San Andrés. Continuando la visita en opuesta dirección (N) se ven a la derecha unas pinturas murales, ya muy deterioradas, dos ángeles sobre fondo azul, cortina de brocado y debajo este letrero gótico: “El pintor que pintó estas imágenes fue Francisco Vela”, vecino de León a principios del siglo XVI*. Aquí dotó una capilla a san Miguel, cuya imagen ocupó una repisa gótica, debajo de la pintura, con su altar levadizo, el canónigo Benito Valenciano, quien trajo de Roma las indulgencias y perdones que dice la lápida de enfrente.

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Hay en esta capilla dos enterramientos con buenas esculturas en relieve, hechas para estar en otra posición en el centro de la capilla, en el año de 1376. Un epitafio, a la izquierda de la ventana, dice: “En estos dos monumentos están sepultados los cuerpos de Don Rodrigo Alonso de Mansilla, Adelantado de tierra de León y de Galicia y Merino mayor de Asturias, y de su muger María Velázquez. En esta capilla de Sant Andrés se han de enterrar todos los de su linaje y aposentar sus capellanes, y han de arder dos lámparas continuamente por muchos de sus bienes que dieron para la mesa capitular desta Santa Iglesia según se fallará en la donación de los sobredichos Don Rodrigo Alfonso de Mansilla y María Velázquez, su muger, la qual donación está en el thesoro de dicha Iglesia y los señores della les facen y mandan facer muchos sacrificios por sus ánimas las cuales nuestro Señor querrá ordenar su salvación. Amén”**.

Derecha. Vista general de la capilla de san Andrés (foto Imagen M.A.S.). Hoy día es capilla penitencial, y en ella están enterrados los obispos de León don Luis Almarcha (†1974), don Juan Ángel Belda y don Antonio Vilaplana, ambos fallecidos a principios de 2010.

*Están estas pinturas en la pilastra derecha del paso entre la antigua capilla de Nuestra Señora del Dado y la de San Andrés, recientemente reabierto para dar acceso directo desde el claustro a la zona reservada al culto en la catedral. **En las notas preparatorias de don Raimundo para esta Guía, el autor extracta la generosa donación realizada por los patronos “de la Capilla Nueva de Santo Andrés que es en la dicha Iglesia de León en el portal que sal del cuerpo de la iglesia para la calostra” (Tumbo nº 40, fol. 227v al 231). En la misma, efectuada el viernes 13 de noviembre de 1364, donan al Cabildo “muchas heredades, vasallos, etc. en León y sus arrabales y alfoces, Villarente, Villecha (sic.), Vega cerca de Escalada y el Cabildo”. El Cabildo les concede que para el descanso eterno de los patronos se hagan “dentro de la dicha capilla sepolturas e sean en monumentos altos sobre leones de piedra delante los altares della...”. Los leones a los que se refiere serían del mismo tipo al que hoy puede verse en la puerta del claustro que conduce al vestíbulo de la Gomia (ACL. Legado de D. Raimundo Rodríguez. Notas Varias, Carpeta 5, 1).

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Inscripción en la capilla de san Andrés.

Derecha. Arco entre las capillas de san Andrés y de Santiago, ésta hoy dedicada a la Virgen del Camino (ACL. FRR).

Al otro lado de la ventana, otra lápida dice: “Florián Mansilla Cabeza de Vaca, caballero del hábito de Santiago, natural desta Ciudad, se mandó enterrar en esta capilla del Adelantado don Rodrigo Alonso de Mansilla, hermano abuelo por línea directa de varón. Dejó a esta capilla y iglesia un cáliz de plata dorado a partes y dentro de un relicario de cristal y plata un hueso de Sant Andrés Apóstol, y dotó dos misas rezadas en cada año y dejó para ellas dos mil maravedís de renta perpetua. Y Florián Mansilla de Lugo, caballero del hábito de Montesa, su nieto legítimo, aumentó otros dos mil maravedís de renta para las dichas dos misas como consta de las escrituras que están en el archivo de esta santa Iglesia”. Al lado de este letrero, en una hornacina, hay ahora una buena imagen del apóstol san Pedro de fin del siglo XV*.

Al lado de enfrente, en un sillar del caracol de la torre Limona, esta inscripción sepulcral: + Hic requiescit famulus Dei / Iohannes Cipriani presbiter et ca/nonicus huius ecclesie qui obiit / era millesima CªCXCªVIIIIª VIº nonas / iulii (10 de julio de 1261). En este mismo caracol fueron labrados dos sillares para otra inscripción que se halla algo borrosa en sus dos primeros renglones y parece decir: Martinus Petri (…) / spe filius Petri transit (…)/ pacificus vir, veridicus, morum probitate / canonicus fit munificus, plenus pietate / namque propinquorum pater extitit / et miserorum erga supernorum / debet habere honorum. era mille/na tercentena tricena re/gna fide plena paradisi sumpsit amena (año de 1292). *Hoy en su lugar encontramos una talla moderna de la Virgen del Pilar.

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Capilla de Santiago (foto Imagen M.A.S.)

Con el fin de no estorbar las misas que se decían en los altares del Dado y san Miguel, paso único de salida al claustro, acordó el Cabildo, en 1574, que se abriese esta puerta accesoria, lo que ejecutó el maestro Baltasar Gutiérrez.

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A la parte del Este un arco muy rebajado, con columnas abalaustradas y las armas del obispo don Pedro Manuel (1523-1534), del arquitecto Juan de Badajoz, hijo, da paso a la Capilla de Santiago (Ñ). Es una hermosa nave, con tres ricas bóvedas de crucería, que descansan en pilares sobre repisones que figuran: dos ángeles, Sansón, la reina de Saba con este letrero: Verus est sermo quem audivi in terra mea. Regina Saba, un hombre cogiendo dos serpientes, un monje con rollo abierto y este rótulo: Legere et non ynteligere. A lo largo de toda la capilla y festoneando los ventanales, corre una delicada greca cargada de follajes de vid, cardo y roble, con grifos, monos, leones, cerdos, diablos, perros que se disputan un hueso, vendimia de monas, obreros que llevan un sillar labrado, hombre con cuerda al cuello de la que tira otro cuanto puede, y otros innumerables cuanto curiosos detalles de excelente dibujo y difícil talla.

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Repisa con monje, en la capilla de la Virgen del Camino (ACL. FRR).

Repisa con hombre luchando con serpientes, en la capilla de la Virgen del Camino, antigua de Santiago.

Lechuza, en la imposta ornamental de la capilla de la Virgen del Camino.

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Al medio del lienzo del Este hay un letrero pintado que dice: Factis extendere famam hoc opus est*. En el testero hay un retablo de piedra para tres imágenes con ricos guardapolvos, que parecen los modelos del insigne Enrique de Arfe para sus afiligranadas custodias; y a sus dos lados las armas del obispo don Alfonso de Valdivieso (1486-1500). Como sobre la puerta de enfrente, las del obispo don Francisco Desprats (1501-1504); y el arco que comunica con la capilla de san Andrés remata con las armas reales. Tiene dos ventanales altos en el lienzo del oeste y tres grandes en el opuesto, cerrados por bien dibujadas vidrieras con 36 imágenes, en la parte superior, la Virgen, el Bautista y Apóstoles; en la media, obispos, y en la central, san Marcelo y sus tres hijos Claudio, Lupercio y Victorico; y en la inferior, vírgenes y dos escudos de armas de Osorio con orla de Enríquez, que serán del deán don Alonso Enríquez, el cual pasó, en 1505, al obispado de Osma o, quizá mejor, de don Álvaro Osorio, marqués de Astorga, quien como señor de Villalobos, se posesionó de su canonjía el día primero de octubre de 1505, cuando se trataba de poner las vidrieras y costearía esta donde se ven sus armas.

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La traza de esta capilla fue para Librería, pero nunca cumplió este oficio; sirve ahora solamente de vestuario de señores canónigos y beneficiados**. Comenzó su fábrica el arquitecto Juan de Badajoz en

1492, y estaba acabada en 1505. Hicieron las vidrieras, en 1507 y 1508, Diego de Santillana y Francisco de la Somoza, vecinos de Burgos. Los armarios del vestuario se colocaron en 1910 por el tallista Gorgonio González, bajo la dirección del arquitecto Sr. Torbado [actualmente estos armarios están en parte recolocados en el Oratorio]. Hay en los muros un cuadro de pintura, grande, de san Andrés, y otro mas pequeño de la Inmaculada, de los primeros años del siglo XVII, que formaron el retablo de la capilla de san Andrés, desarmado en el año (…) [En blanco en el manuscrito], otro de la Sagrada Familia con el Bautista niño -que fue del canónigo don Pedro Castañón-, del siglo XVI, muy lavado; otro de la aparición de Jesucristo con la cruz a san Ignacio, que quería salir de Roma, de Mongastón; y otro de 83x62 centímetros que representa a santo Tomás de Villanueva, niño, dando su vestido a otros niños pobres, atribuido al insigne Goya, que fue donado por doña Ana Mª García, que le tuvo por herencia de don Ventura Fernández, canónigo que fue de esta Santa Iglesia, para que se ponga y conserve en la Sala Capitular de la misma, año de 1877. *Este letrero, en caracteres pintados en negro, es hoy prácticamente ilegible. **Actualmente esta capilla, dedicada al Santísimo, es conocida como de la Virgen del Camino, al estar presidida por dicha imagen, copia de la conservada en el Santuario de la Virgen del Camino, obra del imaginero Víctor de los Ríos (1958). En las hornacinas se sitúan imágenes de san Roque, Santiago y san Alvito.

Vidrieras renacentistas de la capilla de la Virgen del Camino (foto Imagen M.A.S.).

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La catedral en llamas. Foto de don Rufino Cerdeño Sánchez (col. del autor).

El incendio de la Catedral de 1966 En la tarde del 29 de mayo de 1966, domingo de Pentecostés, una fuerte tormenta se apoderó de la ciudad de León. Entre las cinco y las seis, una potente descarga impactó en los pararrayos del transepto, provocando la combustión de la vieja y reseca madera de pino de la sobrecubierta, recuperada de los andamiajes usados durante la gran restauración del siglo XIX. No fue sino hacia las ocho de la tarde cuando se dio la voz de alarma, mientras don Fidel Alonso celebraba una misa vespertina que no interrumpió. Prevenidos por el también canónigo don Julio Gutiérrez Frade, los fieles fueron abandonando el edificio. Del escepticismo inicial se pasó a la angustia, y miles de leoneses se agolparon en torno al templo con el corazón en un puño, los mayores haciendo revivir el recuerdo -escuchado a sus padres- sobre los parejos temores que acompañaron a las grandes obras decimonónicas.

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Mientras una cadena de seminaristas ponía a salvo el magnífico fondo documental del templo, los bomberos municipales acudieron a la llamada de socorro, y ante la magnitud del incendio, pronto se les sumaron numerosos refuerzos, llegando incluso a ponerse en alerta a la base hispano-norteamericana de Torrejón de Ardoz. El que sí resultó providencial fue el concurso de don Andrés Seoane, cantero, escultor y Delegado de Bellas Artes en León, quien aconsejó controlar las llamas en altura, impidiendo que pasasen al interior y afectasen a las colaterales, dejando arder la sobrecubierta de la

Vista de la catedral en llamas. Foto de don Rafael Marín Bañares (Col. Guillermo Marín).

nave. Su intervención, que probablemente evitó la ruina de las bóvedas por sobrecarga de agua, fue calificada por el prelado leonés -don Luis Almarcha-, como “inteligente y heroica”, en el escrito, firmado el 13 de junio de 1966, en el que solicitaba para él “una distinción honorífica”. No tardó ésta en llegar, pues por Orden de 1 de octubre de 1966, se concedió a Seoane el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, con la categoría de Encomienda (BOE nº 254, de 24 de octubre de 1966, p. 13401). Aún se mantienen en León más o menos nítidas las imágenes y la memoria de aquella tarde de tormenta y fútbol, en la que el Zaragoza de Marcelino, Lapetra y Santamaría venció por dos a cero al Athletic Club de Bilbao en la final de la Copa, y la Cultural y Deportiva Leonesa ganaba por 1-0 ante el Cartagena en sus aspiraciones por acceder a Segunda División, igualando así una eliminatoria que acabaría luego perdiendo en el desempate, tras terminar el partido en tablas, por diferencia de saques de esquina… once a diez. El incendio arrasó las sobrecubiertas e hizo desaparecer la mayoría de los florones pinjantes calados que cerraban las claves de las bóvedas de la nave central, al arder los vástagos que los sujetaban, pérdida sin duda menor a tenor de las proporciones del siniestro. El sábado 4 de junio pudo volver a abrir sus puertas el templo. Inmediatamente redactó el Proyecto de Restauración de cubiertas don Luis Menéndez Pidal, arquitecto

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Arriba. Vista desde el Oriente tras el incendio. Imagen de los primeros días de junio de 1966. Foto: Academia Básica del Aire de La Virgen del Camino (Fototeca del Ayuntamiento de León).

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Abajo. La cubierta, arrasada por las llamas (Foto de César Andrés. Gentileza de doña Marina Riesco).

Derecha de arriba a abajo. Vista de la cabecera y el transepto, al día siguiente de la catástrofe (Foto de César Andrés. Gentileza de doña Marina Riesco). Bomberos y militares poniendo a salvo el fondo documental de la catedral (Foto de César Andrés. Gentileza de doña Marina Riesco). Vista de la catedral tras el incendio, tomada desde el Oeste. Imagen de los primeros días de junio de 1966. Foto: Academia Básica del Aire de La Virgen del Camino (Fototeca del Ayuntamiento de León).

conservador de Monumentos de la Primera Zona, y en él planteó la sustitución de la perdida estructura por otra metálica, instalada ya en otoño de ese mismo año y recientemente reforzada en 2010, dentro de las obras promovidas por el Ministerio de Cultura. En la Memoria de 1966 que acompaña al Proyecto de Restauración de Menéndez Pidal, el arquitecto asturiano describe lo acaecido del modo que sigue: “El domingo 29 de mayo, hacia las 5 de la tarde, descargó sobre León una gran tormenta con grandes descargas eléctricas; una de ellas, de proporciones insospechadas, cayó sobre los pararrayos del Crucero de la Catedral; hacia las 8 de la tarde, cuando iba a comenzar la misa vespertina en la Catedral, se dieron cuenta desde el Palacio Episcopal que está frente a la Catedral, que del tejado del templo salía una pequeña columna de humo. Al descubrir el tejado, con la entrada del aire, se produjo el gran incendio de todas las cubiertas de la nave mayor de la Catedral; parece que el foco principal empezó en el altar mayor. El fortísimo incendio prendió en todas las armaduras, construidas con los débiles tablones de las obras de restauración, de muy ligeras armaduras, apoyándose los tirantes sobre el trasdós de las bóvedas que, afortunadamente quedaban 1,50 a 2,00 [metros] por alto de aquellos. Todas estas circunstancias, y la serenidad del tiempo, sin aire, y lloviznando, favorecieron en altísimo grado los trabajos de extinción, donde intervinieron con los servicios del Ayuntamiento de León, los enviados de Zamora, Valladolid, Oviedo, Burgos y Santander, juntamente con las fuerzas aéreas de la Virgen del Camino, de León. Tan poderosos medios, tropezaron con el inconveniente de la presión del agua, al tener que subir 30 metros por las mangueras de lona, que se rompían por la presión natural del agua. No obstante, los trabajos realizados dieron los resultados apetecidos, dominando el fuego que a las 12,15 de la noche quedó completamente sofocado. Parece que la fortísima descarga eléctrica fue recibida por el pararrayos del Hastial Sur, o por ambos a la vez, unidos por la pletina que existía, estableciéndose un corto-circuito o arco a través de las armaduras de madera, iniciándose así el fuego, no visto hasta tres horas después cuando ya estaban invadidas todas las armaduras de la Nave, Ábside y ambos Cruceros. Después de la gravísima catástrofe sufrida por la Catedral de León, al reconocer el Monumento, se ha podido comprobar que no habían sufrido lo más mínimo ninguna de las partes de la bellísima Catedral leonesa, donde quedan intactas todas sus maravillosas vidrieras, bóvedas, y la gran arquitectura del templo, pues solo quedaron ahumados tres pináculos y el trasdós del rosetón del Hastial de [la] fachada principal. Tan sorprendentes resultados, inexplicables ante las colosales proporciones del incendio, donde las llamas subían por encima de la Torre más alta de la Catedral, sorprende por lo inexplicable de no haber sido dañadas las bóvedas, donde aparecían sus revocos a la cal, sin haberse tostado. El Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis organizó un solemne Te Deum, en acción de gracias al Todo Poderoso, por haber querido salvar a nuestra maravillosa Catedral de León, justo orgullo nacional, y muy especialmente querida en la Ciudad de León” [Catedral de León. Restauración de cubiertas. Ministerio de Cultura. IPCE, Sign. APH 23.20].

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Claustro

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Izquierda. Portada del claustro a la Virgen del Dado (ACL. FRR).

Puerta renacentista en el claustro.

La bella portada de comunicación del vestíbulo con el claustro está adornada de efigies bajo doseletes, follajes y pequeños e interesantes relieves inscritos en cuadrifolios, que representan, los de la derecha asuntos del Antiguo Testamento, y los de la izquierda del Nacimiento, vida, pasión y muerte de Jesucristo. Los dos arcos están divididos por una curiosa piña de ángeles. Están muy prodigados en ella escudos de armas del obispo don Diego

Ramírez de Guzmán (1344-54), a cuya época responde. Las puertas, de madera de nogal, están divididas por columnitas en ocho recuadros y dos medios puntos; estos con la Anunciación y la Visitación de nuestra Señora y en aquellos, Santiago caballero, san Sebastián, san Miguel arcángel y san Roque; y los cuatro inferiores cuajados de menudo dibujo: todo de estilo de Guillén Doncel y con la fecha, en la jarra de azucenas, de 1538.

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Es el claustro de planta cuadrada, de 40 m de lado y 5 de ancho las naves, y su construcción la más variada: los muros interiores son, en general, de la segunda mitad del siglo XII, costeado por el Maestro León. A este muro adosaron, desde principios del siglo XIV, los pilares con sus capiteles y repisas sobre los que voltean los arcos. Vino después, en el siglo XVI, una restauración hecha por Juan de Badajoz, el mozo, comenzando la obra en 1537, de tal importancia que no quedó del siglo XIV otra cosa que las pilas interiores con su arquería y capiteles, más dos o tres dovelas, como es fácil observar, sobre todo, en los lienzos Este y Norte. Esto explica perfectamente la variedad de estilos que a primera vista desconcierta al visitante.

Patio claustral.

Los tímpanos de las arcadas interiores fueron adornados, en el siglo XV, de pinturas al temple obra de Maestre Nicolás, el mismo que había pintado el retablo mayor, desde el año 1459 al 1468 en que murió. De las 31 historias pintadas, cinco de ellas no conservan nada de pintura; las 26 restantes conservan aún una superficie pintada de unos doscientos metros cuadrados. Estos muy interesantes temples están perdiendo mucho de año en año; y si una inteligente restauración no viene pronto a poner remedio, luego no habrá lugar.

Arriba. El claustro, situado al norte del templo. Abajo. Detalle de la Anunciación de la puerta renacentista del claustro. Arriba a la derecha. Crujía occidental del claustro. Aunque no se trata de una errata, ya que reafirma lo publicado por el autor en la página 103 de su Guía Artística de León (1925), creemos arriesgado atribuir a los muros interiores del claustro tan temprana cronología. Refería Demetrio de los Ríos (op. cit, t. II, pp. 167-168) la presencia en la documentación del Archivo de un Maestro León, canónigo de la catedral fallecido en 1405, del que se dice qui fecit hoc claustrum. Abajo a la derecha. Panda meridional del claustro (ACL. FRR).

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Comenzando la visita al claustro por el orden de las historias, tenemos a la derecha de la puerta de acceso: 1.- El abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada y la Presentación de la Virgen en el Templo. Dentro de un nicho hay una imagen de la Virgen, sentada, con el Niño Jesús en el regazo, recibiendo un edificio que le ofrece un clérigo de rodillas, como de fines del siglo XII*.

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Delante de esta imagen de Nuestra Señora de Regla, y en virtud de una Concordia del año 1159 entre la Catedral y San Isidoro, hasta el de 1596, que son 437 años, el abad y Cabildo de San Isidoro ofrecían un castillo de manteca, de algunas arrobas y dos fuentes grandes de miel el día de Navidad en la procesión que se hacía por el claustro y naves de la iglesia. El dicho castillo era, de ordinario, una verdadera obra de arte, construido, con traza de un maestro, por un carpintero y un escultor, y puesto en una mesa en forma de andas, era llevado por cuatro criados de la casa; y otros dos, con sus toallas en el hombro, delante de los que llevaban el castillo, portaban las dos fuentes grandes de miel. Al salir del coro la procesión y cerca de las puertas del Dado, se colocaban en medio y así iban en ella hasta el tiempo

de la oferta, que el canónigo procurador general del Cabildo recibía como foro que el convento les debe en cada año, y repartía luego entre todos los beneficiados de la iglesia. Un poco más abajo, empotrada en el muro, hay una urna con este epígrafe: Hic requiescit famulus dei Iohannes Petri archilevita huius ecclesie qui obiit in era Mª.CªCLVªI. et quoto XIII Kals. octobris (19 de septiembre de 1218). En el rebanco una lápida tiene esta inscripción: “Sepultura de Pero García de Mixangos, canónigo de esta eglesia, criado y fechura del muy reverendo Señor don Rodrigo de Arévalo, deán que fue desta eglesia e después obispo de la santa eglesia de Oviedo, Calahorra e Palencia: é dejó el dicho Pero García renta en su vida para los señores Deán e Cabildo porque ruegen a Dios por su alma e de los bienfechores, e hanle de dezir VI misas en cada año para siempre jamás con responso sobre esta sepultura. En esta otra sepultura baja yace su padre, cuya alma Dios aya. Falleció a XII de febrero año MCCCCLXXVI”. *La numeración propuesta por el autor se corresponde con la que insertamos en el plano del interior de la portada.

Sepultura de Juan Pérez, en el claustro.

Página anterior. El magnífico relieve de la Virgen de la Ofrenda, o Nuestra Señora de Foro y Oferta, procedente de la catedral tardorrománica, se encuentra hoy depositado en la Sala de Piedra del Museo Catedralicio y Diocesano. Izquierda. Sólo se mantiene hoy la hornacina adintelada que la cobijaba, parcialmente excavada en el muro, y en la que se reutilizan dos ménsulas molduradas con cavetos escalonados, cuya labra a hacha hace suponer sean vestigios de la catedral románica. En la imagen, el relieve aún en el claustro. Foto de Jean Laurent en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-007254). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura.

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En la repisa, la barca de san Pedro y en el capitel grandes cabezas comiendo los fustes. 2.- Elección de esposo y Desposorios de la Virgen. En la repisa, el diácono san Lorenzo en medio de dos ángeles, y en el capitel escena de vendimia.

Arriba. Capitel y repisa del tramo 2. En el capitel vemos también la caza del jabalí. Página anterior. Capitel y repisa del tramo 1. Cabezas engolando fustes, san Pedro en la barca y ángel portando una palma.

A la otra parte, separada por escudos de armas, hay esta otra: “Sepultura de don Juan Rodríguez de Arévalo arcediano de Benavente e canónigo desta iglesia de León, sobrino del muy Reverendo Señor don Rodrigo de Arévalo Deán que fue desta iglesia e obispo de las iglesias de Oviedo e Calahorra e Palencia e alcaide del Castillo de Santangelo en Roma e dexó el dicho arcediano renta a los señores Deán e Cabildo por que ruegen por su ánima e de sus vien fechores, ayan de dezir VI aniversarios con óbitos cada año para siempre e salir con responso sobre esta sepultura, e su cuerpo se a de sepultar en esta otra piedra debaxo”. En el suelo una piedra con armas de García en una cinta dice: Domine. Iesu Christe. fili Dei vivi. Ubi fugiam nisi ad te, Deus meus, miserere mei quia peccavi tibi.

Lápida con esta inscripción: “Día de S. Tomás de Aquino hay aquí responso acabando la misa mayor. Aquí yaze en sua sepultura Juan García de Santillán canónigo de esta iglesia, criado del honrado don Rodrigo Alonso de Salamanca tesorero que fue desta iglesia; y en esta otra sepultura yaze Marina García su madre, la qual falleció primero día de diziembre año MCCCCL años; el dicho Juan García fallesció á V de noviembre año MCCCCLXXXVIII años: dejó ordenadas dos memorias perpetuas, la primera a XXX de enero óbito en la noche, otro día misa, e la segunda a X de abril, e dejó para esto una casa con su bodega a los señores que están en la calle de los palacios del conde don Ramiro”. Lápida de “El Deán don Velasco Pérez”. En el rebanco escudos con armas de León y orla de aspas. En el suelo, lápida con escudo de águila y este letrero: “Aquí iace Doña Isabel de Sosa viuda, muger que fue de Sancho Vázquez, Pagador del Rey Don Phelippe II en su Real fábrica de armas de Guipúzcoa y Señorío de Vizcaya. Fallesció a 4 de Enero de MDXXIIII años”.

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3.- La Anunciación de la Virgen y Visita a santa Isabel. En la repisa, dama sentada entre dos caballeros. Nicho del fin del siglo XIV, que tiene una Virgen con Niño entre dos ángeles incensando y estatua yacente, y esta inscripción en el borde de la urna: “Juan Martínez de Grajar arcediano de Saldaña”. Escudos con sus armas; finó en el año 1392. En el rebanco otra urna de la misma época, de “Don Sancho Díaz de Reinoso thesorero”. 4.- Estuvo el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo*.

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En la repisa, una reina acompañada de dos caballeros recibe el homenaje de unos moros que traen ofrendas en un camello. En un elegante nicho de fin del siglo XV, hay una imagen, como lo mejor del siglo XIII, de piedra policromada, que representa a la Virgen sentada, con el Niño sobre la rodilla izquierda, con globo y bendiciendo. Es Nuestra Señora de la Consolación que tuvo su altar en el ábside de la iglesia en la capilla dedicada ahora a San Antonio de Padua. Estuvo aquí nuestra Señora de Betanzos, hermosa imagen que se ha catalogado en el brazo Norte del crucero de la iglesia. Al lado del nicho una inscripción dice: “Esta sepultura que está delante de este altar de Nuestra Señora es de Juan de Betanzos canónigo de esta santa iglesia, por cuya ánima y de sus defuntos, los bachilleres de los ciento son obligados de decir en cada año unas Vísperas cantadas, con

sus sobrepellices y candelas, la víspera de nuestra Señora de la Concepción y otro día misa y Salve con responso sobre la sepultura. Item los cofrades de santa María del Sábado han de dezir veinte y cuatro misas rezadas en cada un año, cada primero miércoles de cada mes una misa, y otra cada postrero miércoles y salir con responso sobre la sepultura”. Están sus armas en los escudetes del nicho y en los enterramientos del suelo. 5.- Estuvo la Adoración de los Pastores. Nicho ojival con figuras de ángeles en el arco y estatua yacente de don Nuño de Velasco, que fue canónigo de esta iglesia desde el año 1238, procurador del cabildo en la elección del obispo don Martín Rodríguez, canónigo también de Oviedo y Palencia, y Maestrescuela de Astorga en 1246. Era pariente y capellán del Cardenal Gil Torres, y murió a 29 de septiembre de 1259. Su epitafio dice: Hic requiescit famulus Dei Munio Velasci magister scholarum Astoricensis et canonicus huius ecclesie, qui obiit era MCCXCVII: III Kalds. octobr. *Del cual no resta vestigio alguno.

Página anterior. Lápida de Juan de Betanzos, en el tramo 4 del claustro.

Abajo de izquierda a derecha.

Sobre estas líneas. Nuestra Señora de la Consolación (ACL.FRR). En la foto de don Raimundo se conservan la mano izquierda del Niño y la derecha de María, hoy perdidas.

Capitel y repisa del tramo 3. Quizás se trate de una representación de la Tregua Domini. En el capitel se suceden varios animales del bestiario fantástico, como dragones y grifos, entre pámpanos.

Arriba a la derecha. Nuestra Señora de la Consolación, en la actualidad.

Sepulcro de Nuño de Velasco, en el tramo 5 del claustro (ACL. FRR). En la repisa figura un hombre desnudo cabalgando, y el capitel se orna con follaje.

Sepulcro de Juan Martínez de Grajar, en el tramo 3 (ACL. FRR).

Capitel y repisa del tramo 4 del claustro.

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6.- La adoración de los Reyes Magos. Nicho ojival con ángeles sentados, con coronas en la mano, todos descabezados. De la estatua no queda ya apenas nada, y la inscripción es ilegible. 7.- Herodes consulta a los Doctores y degollación de los Inocentes. Nicho ojival con dos órdenes de ángeles descabezados. En el tímpano la crucifixión, muy deshecha; del bulto ya no queda nada. La inscripción dice: “Este don Juan Álvarez, arcediano de Mayorga, fue muy devoto a los tres Reyes Magos é por su devoción / ordenó perpetue a sus expensas la pértiga que en esta Eglesia se canta con Te Deum laudamus de la / natibidad de nuestro Señor fasta el día de los Reyes en memoria de la strella que en estos XIII días los guió / e alumbró para venir de sus luengas tierras a lo adorar e ofrescer sus dones”.

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En la repisa y capitel hay escenas de caza y uno tirando de las orejas a otros dos. Puerta de acceso a las oficinas. En el pavimento una lápida extraída al enlosar el claustro con esta inscripción: … unta bonum mors nocet ulla beatis, cui bona vita fuit mors fera nil nocuit: / … bra reliquit, dum fuit hic sospes, rupibus optimus ospes: / … unum pia dextra Dei prenica pio dat ei; obiit, XIºII.Kl.nbris. Era. Mª. Cª. LXX. VIII (20 de octubre 1140). Por estar mutilada la piedra no se sabe a quien perteneció.

Lápida del arquitecto Demetrio de los Ríos Serrano, fallecido en 1892, cuando estaba al frente de las obras de restauración de la catedral.

8.- Estuvo la Huida a Egipto. Está hoy una cruz grande de piedra que se hallaba en la fachada Sur de la iglesia. En el arco dos órdenes de león y águila; en la repisa escudo de estas mismas armas, que son del infante don Alfonso, hijo del infante don Juan, el cual dio a la iglesia veinte mil maravedíes para hacer este arco, y murió el año de 1317. En la repisa del otro lado, un caballero a galope tendido y embrazado un escudo con armas de León. Una lápida nueva con su inscripción que dice: Illmus. Dominus Demetrius de los Ríos et Serrano / huius Cathedralis ecclesiae in restauratione architector / ab anno MDCCCLXXX usque in diem suae migrationis / anno MDCCCXCII et quoto VI Kalds. februarii / Filii pientissimi eius exuvias heic posuere / anno MCMXL. V idus octobris (11 octubre de 1940).

Arriba de izquierda a derecha. Capitel y repisa del tramo 7 del claustro. Lucillo sepulcral del tramo 6 del claustro (ACL. FRR). Izquierda. Cruz que decoraba el remate barroco del hastial sur del transepto. Abajo. Sepulcro de Juan Álvarez, en el tramo 7 del claustro. Tras la restauración de este arcosolio fue desmontado el maltrecho tímpano, que se encuentra sobre el rebanco del tramo 13, junto a la puerta en esviaje. Durante la misma intervención se rehicieron cuatro de los ángeles de los arcos.

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Escudo de armas de Alfonso de Valencia, en el tramo 8 del claustro. Este debía ser pues el emplazamiento original de su sepulcro, conservado hoy en la capilla de la Virgen Blanca (G).

Capitel del tramo 8 del claustro, con caballero (ACL. FRR).

9.- Jesús en el Templo disputa con los Doctores.

10.- Jesús en Nazaret – La Sagrada Familia.

Apenas si queda algo de la pintura que rehizo de nuevo Lorenzo de Ávila en el año de 1521. En lo alto vemos el escudo de armas del obispo don Gabriel Merino (1517-1523); sobre el suelo adosados al muro, un escudo grande de armas de la Catedral; otro medio, Reales de León y Castilla, del obispo don Francisco Terrones del Caño (1608-1613), y de don Fr. José de Lupia y de Roger (1736-1752). En la repisa un ángel sentado.

En lo alto dos escudos, uno con armas reales y otro de un obispo que ya se han borrado. El arco de la sepultura tiene dos series de ángeles sentados; en el tímpano, la coronación de la Virgen por Jesucristo, y dos ángeles que elevan en un sudario el alma del yacente en la urna sepulcral de más abajo, que tiene en su frente dos escudos de armas y veneras de Santiago, y a un lado estos versos:

Detalle escultórico de los restos conservados en el tramo 9, ante una puerta de arco rebajado, cuya roza es visible en el muro.

Qui jacet hac tumba, simplex velut ipsa columba Vir fuit, et justus, largus, pius, atque venustus, Constans, veridicus, et amici fidus amicus. Quondam sacrista bonus ecclesia fuit ista; Ortu gallecus, Didacus Iohannis vocabatur; Ossa cinisque jacet nunc qui multos tuebatur. Qui leges absque mora sibi quod parcat Deus ora; Et quit sit mundus pensa, cum sis moribundus. Obiit era MCCCXLVII (año 1309) mense junii vigilia beati Johannis Baptiste.

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Tanto este sepulcro como los del rebanco fueron trasladados aquí del arco de la capilla de Rebolledo a fines del siglo XVII. La inscripción de la primera sepultura de abajo dice: “Sepultura de Juan de Pedrosa, e por su ánima e de su padre Rodrigo de Pedrosa e Juana Fernández de Villapero su madre, e su tío Alfonso de Villapero, que están aquí sepultados, se han de dezir perpetuamente seis aniversarios, tres los bachilleres de los ciento y tres…”, lo que sigue no puede leerse. La otra dice: “Los bachilleres de los C (ciento) han

de dezir perpetuamente por siempre jamás el día de los finados o un día antes o después de cada año por el ánima de Juan de Pedrosa e de su muger una misa cantada e dos rezadas e ofrecer XIII panes, XIII velas de cera con su vino a su costa”. Tienen dos escudos de armas de Pedrosa y uno de Omaña. En el mismo rebanco hay un fragmento de lápida de : COPIN IMAGINERO del siglo XV (?)*. En el capitel de la mano izquierda Adán y Eva en el paraíso, la caída, un ángel los arroja del paraíso, la matanza de los Inocentes y la huida a Egipto. En la repisa, ante un castillo una mujer montada sobre un hombre barbudo como si fuese una bestia de carga. Parece una estrofa de Juan Rodríguez del Padrón en su “Decir contra el amor del mundo”… El sabio Virgilio colgado en un cesto – Feciste lo estar en torre de Priso – E” aun Aristotiles con su grand saber – Con quexa muy grande syendo enamorado – El se consentió de ser ensellado – Así como bestia, de una mujer…”.

Arriba. Sepultura del tramo 10 del claustro (ACL. FRR).

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Derecha. Capitel y repisa del tramo 10 del claustro (ACL. FRR).

*En el manuscrito original se intuye la “C” de “Copin”.

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11.- El Bautista en el desierto. Bautismo de Jesús. Hay una lápida con este epitafio: “Aquí yaz Adam Pérez, preste et canónigo de Leon, que finó XXVIII días de dezembrio, era mill et CCC et LVIII años (año 1320), et lexó a los bachilleres unas casas en Leon a la Pinganiella et viñas et heredamientos en Falvales, et por esto han de cantar cada año en viéspera de Santa Cathalina las Vísperas et otro día misa et responso sobre sua sepultura”. Otra más arriba en la que apenas puede leerse ya: Clarus Fernandus et… 12.- Tuvo las tentaciones de Jesús en el desierto (?).

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Hay un retablo de piedra, plateresco, obra de Juan de Badajoz, hijo, con abalaustradas columnas y seis nichos vacíos de estatuas, todo cubierto de fina talla; es de dos órdenes y en la coronación las armas del obispo don Pedro Manuel (1523-1534) entre dos niños con guirnaldas. En el friso primero se lee: Hanc amavi et exquisivi eam a juventute mea et quaesivi sponsam mihi eam assumere. En el segundo: Percusserunt me et vulneraverunt me; tulerunt palium meum custodes murorum. Estuvo dedicado a Nuestra Señora de los Milagros, a quien otras veces dicen, “Nuestra Señora la que fabló”. Tuvo cofradía.

En la repisa dos hombres guiando un camello y en el capitel lucha de caballeros cristianos y moros armados de lanzas. 13.- Jesús en Betfagé para entrar en Jerusalén. Puerta en esviaje, de Juan de Badajoz, entrada a la capilla de santa Catalina, que el cabildo dio, en 1522, al canónigo bachiller Diego de Robles por haber sido enterramiento de sus antecesores; de este tiempo conserva el artesonado*. Hay en ella un lucillo con estatua yacente pero sin epitafio y otro sin estatua ni adorno alguno. En la repisa, un hombre con un gran pez sobre los hombros. Restaurada en 1963 y habilitada como sala del museo, bajo la dirección de don Luis Menéndez Pidal**.

*El artesonado fue desmontado, probablemente en la intervención de Menéndez Pidal en los años 60 del siglo XX. Algunos restos se conservan expuestos en la propia sala. **Esta última frase es una interpolación añadida a bolígrafo en el manuscrito original, ya que don Raimundo falleció el 29 de diciembre de 1953.

De arriba a abajo y de izquierda a derecha. Retablo de los milagros, en el tramo 12 del claustro (ACL. FRR). Capitel y repisa del tramo 12 del claustro. Ante esta inscripción de Adam Pérez se ha dispuesto la estatua del Salvador, antes situada en el patio claustral, que coronó el hastial occidental antes de las intervenciones del siglo XIX, cuando fue sustituida por la actual (ACL. FRR). Repisa y capitel del tramo 13 del claustro. Puerta renacentista en esviaje, antiguo acceso a la capilla de santa Catalina. La antigua capilla de santa Catalina alberga hoy la denominada “Sala de Piedra” del Museo catedralicio y diocesano. Estaba dividida, hasta la mencionada reforma, en tres espacios por un muro y un tabique, que aparecen reflejados en el plano de Demetrio de los Ríos. Hacia el claustro, sobre el rebanco, vemos lo que resta del tímpano con un Calvario, originalmente en el sepulcro de don Juan Álvarez, arcediano de Mayorga (tramo nº 7). Fotografía de Imagen M.A.S.

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Izquierda. Sepultura del Maestro Facundo, en el interior de la antigua capilla de santa Catalina. Arriba. Detalle del epitafio del prior don Lupo, en el monumento funerario del interior de la antigua capilla de santa Catalina. Hay en este tramo, hacia el claustro, una puerta con reja del siglo XVIII, y a la izquierda de la misma se conserva una inscripción que reza: “LITERA : EX...”

14.- Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

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Un sepulcro, de lo mejor del siglo XIII, con estatua yacente que tiene a sus pies un ángel mesándose los cabellos; la urna que descansa sobre dos leones de frente, tiene en el borde delantero de la estatua esta inscripción: + Hic requiescit famulus Dei archidiaconus Magister Facundus, canonicus huius ecclesie, qui obiit in era Mª. CªC.LXªXX.VIªIII V. idus decembris” (9 de diciembre de 1251); y en el borde de la urna esta otra: “+ In hoc tumulo iacet dominus Luponus prior et socius huius ecclesie, qui obiit in era Mª. CªC. XªC.VIªII. nonas augusti (5 de agosto de 1260).

A la derecha de la puerta una lápida dice: “Aquí yace Aldonza Martínez de Mayorga que Dios perdone, muger que fue de Diego García, que finó jueves IIII dias del mes de junio anno Domini MCCCLXXXIII (1383): él mandó al cabildo e a la obra de esta iglesia todos los bienes que de ella había en Mayorga et en Valdemora et en su término, et mas X mil maravedís para comprar otra heredad. Decit pater noster por sua anima. Amen”. En el rebanco hay un sepulcro sin inscripción con momia de mujer que será de Aldonza. En la repisa, un ángel.

Epitafio de Aldonza Martínez, en el tramo 14 del claustro.

15.- La Santa Cena. Nicho ojival, en el arco con dos filas de leones y castillos, y en el tímpano, Virgen sentada, con Niño, que tiene un pajarito en sus manos, incensada por dos ángeles de rodillas; otros dos elevan el alma en un sudario. El sepulcro es de don Miguel, doctor en decretos, arcediano de Valdemeriel y canónigo de León, Astorga y Tuy. Su epitafio, a la izquierda del sepulcro, dice:

Vista del tramo 15 del claustro.

Dormit in hac tumba Michael bonus archilevita, Largus, amans, hilaris, vita dum vixit in ista. Hic decretorum doctor, tutela suorum Extitit, dum profuit cunctis pius, ac miserorum, Prudens in jure, morti resistere dure Non valuit; cautus quambis foret est tumulatus. Quesumus ergo Dei gratia prosit ei[?]. Obiit XVI Kal. augusti. Era MCCC[LXVIIII] (17 de julio de 1331).

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Izquierda. Puerta gótica en el claustro (ACL. FRR). Actualmente da acceso a la zona I del Museo. Derecha. Vista actual de la portada del tramo 16.

En la repisa un ángel con libro y palma; el capitel parece inspirado en aquello del Éxodo: Sedit populus manducare et bibere et surrexerunt ludere, que el vulgo, muy libremente, ha traducido: “de la panza sale la danza”; a la izquierda, cuelga del llar una caldera sobre el fuego, que uno aviva con un fuelle mientras otro revuelve con un palo el guiso y otro bebe de un tazón cogido con ambas manos; a la derecha un grupo comen y beben a la mesa; y en lo demás, una pareja se agarran como para danzar o luchar; un rey toca un

instrumento de arco y bailan al son dos mujeres; más allá toca uno dulzaina y tamboril y hace piruetas una bailarina. 16.- El lavatorio de los pies a los Apóstoles. Se halla aquí la puerta de la sala capitular, de fines del siglo XV, tallada en madera de nogal. Tiene en lo alto una Anunciación y abajo san Pedro y san Pablo; en el zócalo niños desnudos entre alimañas; todo muy deteriorado. Hay a su lado tres lápidas sepulcrales: una a la izquierda, muy gastada dice:

Hic est sub petra, quem collaudant bene metra, Doctor gramaticus Assensius et medicine, decor erat logice, totius philosofie, Magnus certator, et magnus versificator; De tribus his cedit studio quo tempore dedit. Suscipias ipsum, Deus, et sibi da paradisum. _____214

Qui obiit XIII Kal. maii. era MCCCLVIII (19 de abril de 1320).

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Debajo de ésta, otra mejor conservada dice: Hic requiescit famulus Dei Garsias Egidii presbiter et canonicus huius ecclesie, qui obiit XII Kal. decembris, era MCCCLX (20 de noviembre de 1322). Otra a la derecha con esta inscripción: Hic requiescit famulus Dei dompnus Michael Dominici archidiaconus de Tria Castella in ecclesia ista: obiit era MCCCLXXIII annos (año de 1335). Sobre la portada, en una cartela colgada del arco, hay escrito: Durum fiet judicium his qui male hic intrant, durissimum his qui, postquam intrant male presunt*. En la repisa de la izquierda hay un edificio, que será el hospital del Cabildo; un personaje muy serio, quizá el Dr. Asensio, toma el pulso a un enfermo y un muchacho de rodillas, con aspecto de enfermo también, en actitud suplicante, espera le llegue la vez. 17.- Estuvo la Oración del Huerto. Ahora está la puerta de la capilla del conde de Rebolledo, don Bernardino, o capilla de la Concepción. La reja es

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*El texto parece sacado de Sap., 10, 5.

del cerrajero Manuel García de Canedo en 1670; sobre la puerta el escudo en piedra de armas de los Rebolledo; en la capilla, hoy sacristía de la parroquia, la estatua orante del conde. En el frente de la urna sepulcral hay este epitafio: “Aquí yace el conde Bernardino de Rebolledo, hijo primogénito de don Gerónimo de Rebolledo y doña Ana de Villamizar, señores de Irian, Comendador y Alcaide de Villanueva de Alcardete y la Puebla de don Fadrique, de la Orden de Santiago, que sirvió a S. M. desde el año de [1]611, recibiendo muchas heridas y pasando por los puestos de capitán de infantería y de caballos lanzas españoles, teniente de maestre de campo, general de maestre de campo de infantería española, general de artillería, capitán general del Palatinado inferior, con un regimiento de Alemanes, embajador al rey de Dinamarca, del consejo supremo de guerra y de las juntas de competencias y de galeras. Fundó y dotó esta capilla, con otras memorias. Falleció a 26 de marzo de 1676, trasladándosele a 10 de julio de 1677”. Hizo traza y condiciones para la capilla el maestro Juan del Acebo.

Arriba de izquierda a derecha. Capitel del tramo 15, con escena de banquete festivo. Lado izquierdo. Capitel del tramo 15, con escena de banquete festivo. Lado derecho. Centro. Fachada de la capilla del conde de Rebolledo. Abajo de izquierda a derecha. Frente del capitel del tramo 15, con escena de banquete festivo. Capitel y repisa del tramo 16 del claustro.

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Izquierda. Monumeto funerario de don Bernardino de Rebolledo (foto Imagen M.A.S.).

Arriba. Vista general del interior de la capilla (foto Imagen M.A.S.).

Para saber más: LLAMAZARES RODRÍGUEZ, Fernando, “La capilla del conde de Rebolledo en el claustro de la catedral de León (1667-1669)”, Tierras de León, vol. 24, nº 54, 1984, págs. 95-110.

La capilla del Conde de Rebolledo En el momento de escribir don Raimundo su Guía, la parroquia de San Juan de Regla se situaba al oeste de la capilla del conde de Rebolledo, en la antigua de san Nicolás. Actualmente, esta capilla, dedicada por su promotor a la Purísima Concepción, sirve como almacén, y es lástima, pues es una de las más bellas de la catedral. Fue erigida por el insigne militar leonés don Bernardino de Rebolledo y Villamizar (1597-1676), cuyos restos se trasladaron aquí el 10 de junio de 1677. La capilla se construyó en el espacio, por entonces inutilizado, inmediato a la espléndida escalera de Juan de Badajoz que daba servicio a la sala capitular. La obra arquitectónica fue realizada por los maestros trasmeranos Juan de la Vega, Juan de Rucabado y Pedro del Hoyo. En las condiciones del contrato, fechado el 2 de junio de 1667 y extractado por don Raimundo en sus notas, se estipulaba que debía cerrarse hacia el este con un paredón de cantería “de piedra de Boñar”, y se abriría hacia el claustro mediante una portada cerrada por una “rreja de yerro conforme hes la de la Capilla de Santa Theresa”. Por ello hubo que desmontar y trasladar los sepulcros de los Pedrosas, reubicados en el tramo 10.

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18.- Prendimiento de Jesús. Sobre el suelo y adosadas al muro hay dos tumbas con escudos iguales en el frente y diseñada en la cubierta la efigie de los ocupantes: una losa incrustada en la pared dice: Hic requiescit famulus Dei Michael Bertrandi de Ayerbe, miles armatae militiae, natione Aragonensis, genere nobilis et moribus, in armis strenuus. Strenuitas vero sua multipliciter et locis pluribus extitit commendata; primo citramare cum illustri domino Roberto rege Jherusalem et Siciliam in Italia, Tuscia et regno in omni eventu viriliter dimicando; postea ultramare cum illustri domino Alfonso, tunc infante nunc rege Aragonum, in obsidionibus et acquisitione regni Sardiniae et Corsicae, in multis bellis campestribus de Alemanis, Tuscis et aliis quibuscumque contrariis triunfando. Tandem Legiones veniens ad visitamdum dominum Garsiam episcopum Legionensem patrem suum, infirmitate gravatus, propter vulnera quae in praemissis sustinuit iam confractus, obiit nona die mensis novembris, et ejusdem undecima díe in festo sancti Martini episcopi; fuit corpus eius in hoc tumulo honorabiliter collocatum, anno Domini MCCCXXVIII, era MCCCLXVI, et dimisit capitulo mille morabitinos pro aniversario suo perpetuo, cujus anima requiescat in pace. Amen. _____220

No ha tenido tan buena suerte el sepulcro de su tío el obispo don García

(1318-1332) semejante a estos; separado de su lugar, el costado Norte del coro, cuando bajaron a este a la nave, en el siglo XVIII, ha ido a parar, desconocido de todos, al museo provincial en el claustro de San Marcos. La tumba inmediata semejante a esta, según noticia de persona que la vio abierta, contiene restos de una mujer. En una losa del pavimento ésta inscripción: “Aquí yaze Velluda de Ver muger de maestre Henrrique Darfe falleció a XXVIII de junio de MDLXII anos”. A su lado esta otra: “Aquí están sepultados Francisco de Carrancejas y Antonia de Robles su mujer que pasaron de esta vida a la eterna él a XXI de agosto de MD. LXXII y ella a IIII de julio de MD. XCIX - Y sus hijos, el licenciado Juan de Carrancejas a XVII de julio de MD. XCV y el licenciado Antonio de Carrancejas a”.* Este Francisco de Carrancejas restauró, en 1561, cinco historias en el lado Oeste de este claustro, y pintó y doró las bóvedas del mismo.

*Así en el original.

Izquierda. Capitel y repisa del tramo 18 del claustro. Abajo. Panda septentrional del claustro.

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Capitel del tramo 19 del claustro, con canteros labrando tracerías.

19.- Jesús despojado de sus vestiduras. Puerta con reja de fines del siglo XVI y primero fue sepulcro del tipo de sus vecinos; el epitafio truncado por la jamba derecha parece decir: + Hic requiescit famulus Dei Alfonsus… huius ecclesie et nepos… huius ecclesie qui obiit XXII… era Mª. CCªC. Lª a (año 1312).

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La capilla de san Nicolás, a que da esta puerta, fue construida por los años de 1390 por el maestro Pedro Fernández, el mismo que remató la torre de las campanas, y tiene hermosos capiteles con curiosas escenas de la vida de san Nicolás policromados como estuvieron los del claustro. Fue durante muchos años sala capitular, y tuvo aquí su servicio la parroquia de la Catedral, San Juan de Regla, desde el año 1877 en que fue trasladada provisionalmente a causa de las obras de restauración de la iglesia. En su muro Norte hay esta inscripción: “Antonio de Quiñones Osorio dotó esta / capilla para sí

Figura de un obispo, labrada en la repisa del tramo 20.

y sus subcesores / quedando a quenta de la Fabrica desta / Santa Yglesia dos misas reçadas per / petuas cada día con sus responsos sobre / su sepultura que son a cargo del Deán / y Cabildo de esta Santa iglesia./ Murió en el año del Señor / de 1581 día séptimo de Março”. En el capitel de la derecha, dos mujeres con panecillos, obreros labrando sillares con calados ojivales, mujer a caballo y dos hombres con escudos. En el vértice de la ojiva, pintadas, armas de Quiñones. 20.- La Flagelación. Puerta de entrada a la cátedra donde el Sr. Lectoral solía leer su lección. En la repisa un obispo. Cerca del pavimento una lápida que dice: Hic requiescit famulus Dei Petrus Garcez de Lavata scutifer reverendi patris domini Garsie episcopi Legionensis, qui obiit quinta die mensis maii et in sequenti die corpus eius fuit traditum sepulture, anno Domini Mº. CCºC. XºX., era Mª.CCªC. Lª. VIªII. Pater noster pro eius anima.

Sepulcro transformado en portada de acceso a la antigua capilla de san Nicolás.

Antigua capilla de san Nicolás, hoy transformada en sala del Museo (foto Imagen M.A.S.).

Epitafio de Pedro Garcés, en el tramo 20 del claustro.

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Izquierda. Tramo 21 del claustro. Pinturas representando el Ecce Homo. En el rebanco se conserva una cruz procedente del hastial sur del transepto, que ya aparece en las fotos de don Raimundo conservadas en el Archivo de la Catedral. Abajo de izquierda a derecha. Restos de las ventanas de Puerta Obispo, hoy en el rebanco del tramo 26 (ACL. FRR). Sepulcro del tramo 21 del claustro (ACL. FRR). Sepultura del tramo 22 del claustro. En cuanto a las pinturas murales, el dibujo de esta escena fue repasada por Juan Crisóstomo Torbado a principios del siglo XX (ACL. FRR).

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Capitel y repisa del tramo 21 del claustro.

21.- Proceso de Jesús – Ecce Homo. Sepulcro con estatua yacente; en el tímpano Jesucristo entre dos ángeles y otros dos elevan el alma del difunto; en la delantera de la urna tres escudos con cruces vacías y en la delantera de la tapa este epitafio mal conservado: Quisquis ades cogita quam falax sit tibi vita / Ecce … os probus archilevita / Pulcher, vita … lenis, humilis, letus, liberalis, / Verax, dilectus, constans, prudens, homo rectus, / Vir cunctis gratus, fuit / hoc tumulo tumulatus. / Qui obiit era M. CCC. XIII (año 1275). En la repisa de la izquierda, un rey (?) en trono sobre dos leones entre dos obispos con sus báculos en la mano. En el capitel, pájaro en la rama de un árbol y hombre como escuchando su cántico; aves con cabeza humana, jabalí, cigüeña, gallos. 22.- Jesús coronado de espinas. Sepulcro como el anterior; en el borde de la cubierta, apenas puede leerse de la inscripción: Hic de Valderis Adam iacet archilevita / Pauperibus miseris

Capitel y repisa del tramo 22.

fuit hic sua vita / Cum sociis letus, cum quolibet hospite gaudeus / Dives, discretus, grandevus, tempora claudens / … cum, … madii … iste / …” Murió en la era 1310 (año de 1272). Puerta de entrada a las oficinas*. En la repisa, hombre derribado del caballo por un león que le muerde; dos hombres con escudo y lanza. En el capitel dos aves con cabezas humanas, mujer junto a un árbol, otra con jarra vuelta, mascarón, dos aves. 23.- Jesús condenado a muerte. Pilato se lava. Hay una lápida con este letrero: “Aquí yaze el honrado e discreto varón Diego García de Valderas licenciado in utroque jure, el qual fue portero mayor desta santa yglesia e abogado suyo e de los señores della por espacio de veynte e seys años, e fallesció desta presente vida a seys de días del mes de deziembre, año Domini MCCCCXCII años”. Sobre el rebanco dos ventanas gemelas procedentes del derribo del edificio que unía la catedral con el palacio episcopal. *Hoy cegada.

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El derribo de Puerta Obispo El edificio que unía la catedral con el Palacio Episcopal, al que se refiere don Raimundo, era conocido como Puerta Obispo, y fue lamentablemente derribado, en un alarde de incultura, en 1910. De él apenas queda el vestigio de dos ventanas, hoy conservadas en el claustro, sobre el rebanco del tramo del Descendimiento (nº 26).

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Y es que, contemporánea de la gran catedral gótica, y alzada sobre el basamento de la monumental porta principalis sinistra del recinto campamental romano, origen de la ciudad, es decir, la que le daba acceso desde el Oriente, se levantó una edificación que unía el templo catedralicio con el palacio episcopal, ubicado al mediodía, todo ello manteniendo su función de paso en la muralla medieval. La via principalis romana, hoy Calle Ancha, que se extendía entre el espacio que nos ocupa y la también demolida Puerta Cauriense -donde hoy se alza el Palacio de los Guzmanes-, fue conocida en los tiempos medievales como Herrería de la Cruz.

Izquierda. Puerta Obispo, vista desde el oeste, durante su demolición en 1910 (ACL. FRR). Derecha. Planta de Puerta Obispo, remitida a la Real Academia de la Historia por la Comisión de Patrimonio de León en 1910.

La estructura de Puerta Obispo fue reformada y ampliada al menos en dos ocasiones durante la Edad Media, hasta que en el siglo XIII volvió a erigirse otro monumental acceso. Contaba este con dos pisos, abriéndose en el inferior dos arcos apuntados hacia el exterior del recinto amurallado, de los cuales sólo el meridional se traducía al interior, formando un pasaje abovedado con cañón apuntado, reforzado por tres arcos fajones. En el piso alto, hacia la ciudad, se dispuso un tránsito que comunicaba el templo con el Palacio Episcopal, estancia rectangular y diáfana, calentada por chimenea e iluminada en sus dos costados por dos series de seis ventanas ajimezadas, de maineles prismáticos lisos y coronadas por arquitos apuntados -restos de dos de ellas son los que se conservan hoy en el claustro-, que luego serviría temporalmente de Sala Capitular. A principios del siglo XVI, según refiere un acuerdo capitular del 22 de septiembre de 1516, se adosó, paralelo a este espacio y hacia el este, una galería albergando un nuevo pasaje directo entre el palacio y la catedral, que entestaba con la torre del Tesoro, inmediata a la capilla del Crucifijo, y daba acceso al templo por la de Santiago y San Clemente (la I del plano). La estructura medieval fue complicándose con sucesivos añadidos renacientes y barrocos, al punto de quedar oculta tanto su fachada de Poniente como la oriental, rodeada esta por el cementerio de la parroquia de San Juan de Regla. Este hecho, que supuso el general desconocimiento de su auténtico valor histórico, fue utilizado para perpetrar el lamentable derribo de Puerta Obispo, consumado entre 1910-11, y que responde al principio del total aislamiento del conjunto catedralicio, cuyo más ferviente promotor fue el arquitecto Demetrio de los Ríos. Contradicciones ideológicas aparte, la demolición se consumó pese a la resistencia de los miembros más cultos de la Comisión Provincial de Patrimonio, quienes en un escrito de 15 de noviembre de 1910, es decir, ya iniciado el derribo, informan al Ministerio del verdadero carácter de los restos. Aún hoy quedan como testigos de aquel atentado contra la historia y el patrimonio medieval de León los muñones de los extremos del edificio, en el Palacio Episcopal y en la fachada meridional de la propia catedral, donde la puerta en esviaje del siglo XVI por la que en tiempos accedió el obispo desde su residencia a su catedral, se muestra hoy como testigo sin función. Además de los planos y testimonios gráficos, y los ya referidos restos de las ventanas geminadas del primitivo pasaje, ha llegado hasta nosotros, reubicada, una bella portada de mediados del siglo XV. En efecto, en 1454 se documenta la construcción de una pared en el Abditorio o Audiencia eclesiástica, inmediata a la Puerta de san

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De izquierda a derecha y de arriba a abajo. Detalle de la estructura durante su demolición, vista desde el este (ACL). Vista parcial de Puerta Obispo, con el acceso al antiguo Abditorio y su portada (ACL. Fondo Ramón Cañas). Vista de la catedral desde el sudeste, aún con escombros de la demolición de Puerta Obispo. Fotografía de los años 20 del siglo pasado, en el Archivo Ruiz Vernacci (VN10934). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura. _____228

Vista actual de Puerta Obispo desde la torre sur de la catedral.

Francisco, y utilizada durante la restauración como oficinas. Le daba paso una bella portada tardogótica, bajo escudo, obra probable del maestro Jusquin, la cual tras el derribo de Puerta Obispo fue primero trasladada como acceso desde la calle a la parroquia de San Juan de Regla, instalada durante las obras en la primitiva capilla de san Nicolás. Aún hoy son visibles las rozas de tal ubicación, tras tapiarse dicho acceso en 1964, cuando bajo la dirección de Menéndez Pidal se reformó la puerta de la Gomia y se reubicó nuestra portada en su vestíbulo, donde hoy la podemos admirar, dando acceso a un

lateral de la antigua capilla de la Trinidad, convertida en sala del Museo catedralicio. En las cartelas de esta portada campean inscripciones latinas acordes con su función judicial primitiva. Leemos así sobre el dintel: DILIGITE IVSTICIAM QUI IVDICATIS TERRAM (“Amad la Justicia los que gobernáis la tierra”, Sab. I, 1). En el salmer izquierdo se lee: IVSTICIA DE CELO PROSPEXIT (“Mira la Justicia desde los cielos”, Ps. 85, 12), y en el derecho se intuye: INIVSTICIA MORTIS… DE CL… (quizás Iniusticia mortis est acquisitio). En el alfiz corre el siguiente texto: BEATI QUI PERSECVTIONEM PATIVNTVR PROPTER IVSTICIAM QUI IPSORVM EST REGNVM CELORVM (“Bienaventurados los que padecen persecución por la Justicia, porque suyo es el reino de los Cielos”, Mt. 5, 10). Las excavaciones realizadas en el área de Puerta Obispo en 1996 volvieron a dejar a la luz el basamento de la puerta de la muralla romana, de doble vano y flanqueada por dos torres rectangulares, construida sobre un sólido basamento con grandes sillares de caliza, recia estructura que fue parcialmente destruida en el siglo XIII, cuando se levantó la puerta gótica. Los mismos trabajos arqueológicos localizaron los restos de unas letrinas y permitieron delimitar el ángulo sudoccidental de las termas sobre las que se alzó el templo, cuya estructura era parcialmente conocida gracias a las excavaciones realizadas por los arquitectos decimonónicos, y las efectuadas entre 1960-61 por Luis Menéndez Pidal ante la fachada norte, que documentaron además la reutilización como cripta de este espacio en época altomedieval.

La portada del Abditorio, en el vestíbulo de la Gomia, su actual ubicación.

Para saber más: DÍAZ JIMÉNEZ, Juan Eloy, “Un monumento de la ciudad de León”, Boletín de la Real Academia de la Historia, t. LVIII, 1911, pp. 135-140. GARCÍA MARCOS, Victorino, CAMPOMANES ALVAREDO, Emilio y MIGUEL HERNÁNDEZ, Fernando, “El solar y el entorno urbano de Santa María de Regla (siglos I-XV)”, en VV.AA., Congreso Internacional “La Catedral de León en la Edad Media”. Actas. 7-11 de abril de 2003, León, 2004, pp. 23-44. MERINO RUBIO, Waldo, Arquitectura hispano flamenca en León, 2ª ed., León, 1995, pp. 39-40.

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Derecha. Tramo 24 del claustro, que alberga la sepultura de Juan de Grajal. El dibujo de las pinturas murales, como la mayoría de esta panda occidental, fue repasado por Torbado. El epitafio de Juan de Grajal dice: “Oh, tú, quien quiera que seas, que pasas y contemplas la mezquina superficie de este mármol; mira dónde lleva la vana gloria del mundo. Fui canónigo de León y estudié las leyes civiles para proteger a los necesitados; un nombre cubierto de títulos y unas sienes coronadas de laurel proclaman mi amor a la Justicia. Pero, ¿para qué sirven tales honores y la multitud desolada de amigos y deudos? Nadie puede ayudarte en este trance. Mi patria fue Grajal y Juan tuve por nombre. El espíritu asciende a lo alto, mas los huesos quedan bajo la piedra”. Traducción de Waldo Merino Rubio, en su obra Arquitectura Hispano Flamenca en León, León, 2ª ed., 1995, p. 68.

24.- Jesús camino del Calvario. Puerta de entrada al Museo. Sepulcro de elegante forma gótica del canónigo Juan de Grajal, del siglo XV, obra de Maestre Jusquin. Corona el arco trebolado una imagen de san Miguel, y a sus lados dos escudetes de las armas de Grajal; las dos pilastras que lo flanquean descansan sobre figuras de hombre y momia; dentro del arco y sostenido por un ángel el epitafio en estos elegantes versos: Quisquis in exiguo defigis marmore vultus, Aspice quid mundi gloria vana ferat. Canonicus Legionis eram, civilia novi Jura, quibus miseris patrocinabar ego. Nomen honoratum titulis et tempora lauro Pro meritis legum jam mea cincta tuli. Heu! Heu! ¿tantus honos, quid turba parata clientum Profuit? Extremum nemo juvare potest. Patria Grajar erat, nomen michi sorte Johannes; _____230

Mens petiit superos, hic tegit ossa lapis.

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Ménsula con Alfonso XI, Leonor Ramírez de Guzmán -amante del monarca- y el obispo Juan de Ocampo (ACL. FRR).

El capitel de Alfonso XI en la actualidad, donde comprobamos que el rostro del monarca ha sufrido una desgraciada amputación en época reciente.

Más abajo en una piedra casi deshecha decía: “Obiit XXºIIII die octobris anno Domini MCCCCXLVII”. A los lados del sepulcro las pinturas de san Andrés y san Bartolomé. En la repisa de la derecha, el rey Alfonso XI y su capellán el obispo don Juan del Campo, con sus armas, y la Guzmana con halcón en las manos y un perrillo al pie. En el capitel, ave con corona, tocador de laúd parecido al rey de arriba y dama sentada junto a él, dos hombres luchando, hombre sentado con la mano en la mejilla y una mujer que le amenaza, otra mujer como abriendo el pecho. Repisa de la izquierda, Jesús sentado a la mesa con dos discípulos y una mujer al lado. En el capitel, escena del martirio de santa Catalina y de santa Marina, que parece inspirado en esta

Página siguiente de arriba a abajo. Capitel y repisa del tramo 24. Detalle del capitel del tramo 24, con el martirio de santa Marina.

copla del Arcipreste de Hita al comenzar su libro: “Sennor, tu que sacaste al Profeta del lago, - De poder de gentiles sacaste a Santiago. – A santa Marina del vientre del drago, - Libra a mi, Dios mío, desta prisión do yago”. O en aquella otra del poema del conde Fernán González: “Sennor, que con los sabijos valiste a Catalina, - E de muerte libreste a Ester la rreyna, - E del dragón libreste a la virgen Marina. – Tu da a nuestras llagas conorte e melesçina”. Conforme a la creencia popular, atribuyen a santa Marina lo del dragón que dicen tragó a santa Margarita, confundiendo estas dos santas.

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Arriba izquierda. Tímpano de un sepulcro, en el tramo 25. Abajo izquierda. Capitel y ménsula del tramo 25. Derecha. Tramo 27 del claustro. A la izquierda de estas líneas. En la ménsula se figura la Anunciación, con el arcángel y la Virgen a ambos lados de un gran jarrón de azucenas.

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Página siguiente. La figura de María, en el Calvario del sepulcro del deán Martín Fernández, muestra una extraordinaria delicadeza.

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25.- La Crucifixión. Sepulcro ojival; en el tímpano un Calvario, siglo XIV, el crucifijo mal restaurado. Sobre la urna, estatua yacente de un canónigo con libro en las manos; en la delantera, dos escudos de armas y en el centro un Ihs XPS. Carece de epitafio. En el capitel se representa una crucifixión, y en la ménsula, dos leones rampantes luchando y arpías. 26.- El Descendimiento de la Cruz. Sepulcro ojival, su arco picado; en el tímpano un crucifijo como el anterior y a su diestra la Virgen y la Magdalena (?), y al otro lado san Juan y Santiago. No tiene bulto. Sobre el rebanco, el tímpano de la portada del antiguo Hospital de San Antonio Abad, del siglo XIII, tiene la Virgen con Niño que la coge una oreja y sonríen los dos; a sus lados hombre y mujer suplicantes*. 27.- El Entierro de Jesús. Sepulcro ojival, con arco picado; en el tímpano el Salvador, sentado, a sus lados la Virgen y Santiago peregrino orantes; debajo las solemnes exequias del finado cuya alma elevan dos ángeles; la estatua yacente muy destrozada. Más interés tiene otro lucillo, que

está al lado del anterior, de la mejor escultura del siglo XIII, formado por dos arcos gemelos y la claraboya y florones trebolados en las enjutas. En el fondo se efigia un Calvario; debajo la Adoración de los Magos y san José como embobado contemplando la escena; un airoso ángel inciensa al Niño. El yacente está picado en su mitad para asiento de las piedras con que, como los dos anteriores, fue tapiado en el siglo XVIII por razón de seguridad. Fueron descubiertas, en el año 1911, por el arquitecto Sr. Torbado. En el borde de la cubierta de la urna sepulcral se lee este epitafio: Hic requiescit famulus Dei dominus Martinus Fernandi, decanus et diaconus huius ecclesie qui obiit era MCCLXXXVIII, III nonas madii (5 de mayo de 1250). Y en el frente este otro: Requiescit in secundo tumulo famulus Dei Dominicus Iohanis, presbiter et canonicus huius ecclesiae, qui obiit era MCCCX·XVIIII Kalendas setembris (14 de agosto de 1272).

*Hoy el tímpano ya no se encuentra aquí. Sobre el rebanco vemos los restos de los ventanales procedentes de Puerta Obispo, que en tiempos de don Raimundo estaban en el tramo 23.

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28.- Estuvo la Resurrección de Jesús. Puerta llamada de la Gomia, que sale a la calle de Guzmán el Bueno. La del exterior tiene sobre el arco un nicho y en él una buena imagen de la Virgen en piedra, del siglo XVI, y debajo estos curiosos dísticos: Partus et integritas discordes tempore longo, Virginis in gremio foedera pacis habent.

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Encima de la portada interior hay una esfera de reloj, un heraldo y león de hierro sobredorado, parte de aquel famoso reloj que hizo el famoso rejero fray Francisco, en 1523, en cuya esfera tenían movimiento el sol y la luna, causando gran admiración en las buenas gentes del pueblo que cantaba esta copla:

“Vamos, niña, vamos, vamos a León que en la Catedral están la luna y el sol”. Estuvo colocado en el triforio correspondiente a la capilla de la pila en la torre del Sur o del reloj. En la repisa del ángulo, Dios Padre teniendo o mostrando a Jesucristo crucificado y dos ángeles con atributos de la Pasión; en el capitel san Miguel Arcángel pesando las almas, a su diestra, ángeles con coronas en sus manos, a la izquierda, Satanás mesando su luenga barba sujetando con cadenas a los condenados, una gran caldera sobre el fuego en la que están metidas tres personas y un diablillo que sopla con fuelle en los tizones.

Izquierda. Virgen con Niño e inscripción sobre la puerta de la Gomia. La traducción del texto latino, según el franciscano P. Diego Murillo (en su obra Vida y excelencias de la Madre de Dios, de 1610), sería: “el parto y la entereza, que habían estado largo tiempo discordes, en la Virgen purísima hicieron conciertos de paz”. La fórmula se conoce desde el siglo XIII, gozando de notable difusión durante el siglo XVI, por ejemplo en la obra De partu Virginis de Iacopo Sannazzaro, publicada en 1526. Derecha. Antigua Canóniga Vieja, luego calle de Guzmán el Bueno, y posteriormente dedicada al cardenal Landázuri, arzobispo de Lima y legado pontificio en el VI Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en 1964 en León (ACL). Página anterior. Capitel del ángulo entre los tramos 27 y 28.

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El reloj de la Catedral La sur de la catedral fue siempre conocida como la torre del Reloj. Nada sabemos, sin embargo, sobre el primitivo, que debió colocarse una vez retomada la construcción de la estructura, ya mediado el siglo XV. En el año 1523, encontramos referencia a un “flayre Maestro Francisco, que hizo el relox, dice el acta del 16 de Julio del precitado año, hablando de ciertas casas que moraba”, según refiere Demetrio de los Ríos, en su obra La Catedral de León (Madrid, 1895, t. II, p. 214), al glosar la serie de artistas de los que se guarda memoria en los documentos del Archivo. Fue instalado el mecanismo en el primer piso de la torre, justo encima de la bóveda de la actual capilla santa Lucía, marcada con una “B” en nuestro plano. De él conservamos hoy en el claustro, sobre la puerta de la Gomia, la esfera y los dos autómatas -un león y un soldado-, así como el disco interior con las pinturas del sol y la luna a las que se refiere la coplilla citada por don Raimundo, y las dos enormes pesas de piedra que daban la energía para su funcionamiento, recogidas éstas en su primitiva ubicación en la torre. En los ángulos se representan los cuatro vientos, sobre un fondo de ondas azulado, y manifiesta la peculiaridad de tener la esfera dividida en veinticuatro horas, marcadas con números romanos de apego gótico en su grafía, mientras que líneas coronadas por losanges señalan las medias. Era de manecilla única, por desgracia hoy perdida, aunque visible en la fotografía del Fondo de don Raimundo Rodríguez que reproducimos, rematada por una mano de índice extendido.

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Tras ser sustituido por uno nuevo en el siglo XVIII, este reloj halló nuevo acomodo, cercano al original, pero esta vez en el interior del templo, concretamente en el triforio, también sobre la capilla de Santa Lucía, pero ahora mirando hacia la nave. Encontramos una referencia tangencial a este hecho en el artículo titulado “Los relojes”, firmado con las iniciales J. F. LL. y publicado en el Semanario Pintoresco Español (nº 4, 24 de enero de 1852, p. 31). En él, su autor indaga sobre los orígenes de los sistemas de medición del tiempo, y tratando de probar la antigüedad en suelo hispano de los de ruedas, alude al “reloj de la catedral de León, que en la esfera colocada en el interior de la iglesia, tiene un cielo con los dos astros luminares, y la luna que allí aparece sufre las mismas alteraciones que la que vemos brillar en la bóveda celeste”. Emuló así, aunque por escaso plazo, al famoso “Papamoscas” de la catedral de Burgos -también situado al fondo de la nave mayor-, pues el nuestro volvería a ser desmontado con motivo de las transformaciones del siglo XIX. Dichas obras de restauración motivaron tal traslado, y al dotarse por fin de vidrieras a los triforios de los muros laterales de la nave, el reloj no encontró acomodo. Aunque no podemos precisar la fecha exacta de tal desmontaje, suponemos que se efectuó bajo la dirección de obra de Demetrio de los Ríos (1880-1892), que es cuando los trabajos afectaron de modo radical a la zona en la que se ubicaba. Sí consta, por documentos del Archivo, que la instalación en su actual lugar se produjo el 27 de noviembre de 1942. A su primitivo emplazamiento propuso devolverlo, tras una restauración que nunca llegó, Luis Menéndez Pidal, según proyecto elaborado en 1951. En la Memoria del mismo (Mº de Cultura. IPCE. Sign. APH 23.16), el arquitecto se refiere al ingenio en los términos siguientes: “el bellísimo reloj interior con autómatas -guerrero y

Esfera del reloj renacentista, aún con la aguja (ACL. FRR).

león- que fue desmontado del testero de la nave mayor al efectuarse la restauración de la Catedral a principios de siglo, es obra de relojería del mayor interés, con maquinaria mixta de madera y bronce y se halla hoy en completo abandono, parte en dependencias de almacén, mientras la esfera puede verse en el Claustro”. A finales del siglo XVIII el Cabildo encargó un nuevo reloj, pues el de fray Francisco había dejado de funcionar, y su reparación se consideró inviable. Finalmente fue construido por Ramón Durán, según dejó grabado en el propio mecanismo: “AÑO DE 1788. EN EL PRETIL DEL PALACIO REAL DE MADRID ME HIZO D. RAMON DVRAN. NATURAL DE EL, SOCIO DE MERITO DE LA REAL SOCIEDAD DE ESTA CORTE”. Este reloj, y su esfera, fueron situados en el piso superior de la torre, bajo el primer cuerpo de campanas. Lo deplorable de su estado hizo precisa su recomposición en 1992, promovida por la Escuela Taller de Restauración “Centro Histórico” de León gracias a los desvelos de su director, Francisco Azconegui. Sus restauradores lo desmontaron, y el mecanismo fue trasladado y reparado en Suiza contando con el patrocinio de la casa Rolex, mientras que en León se acondicionó la torre, y los artistas de la Escuela

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Taller realizaron una réplica de la esfera renacentista, aunque ésta dividida en doce horas -tallada por el maestro Amado Fernández Puente -, que fue dispuesta en el emplazamiento que ocupó la del siglo XVI. La esfera correspondiente al reloj de Durán, muy deteriorada por el tiempo, vuelve a conservarse en la catedral, tras una serie de rocambolescas peripecias. El renovado mecanismo del reloj, no obstante, se mantuvo en el piso superior, y junto a él, una placa en bronce que guarda la memoria de tal recuperación: “AÑO DE 1992. ME RESTAURÓ LA ESCUELA DE RELOJERÍA DE GINEBRA Y LA ESCUELA TALLER DE RESTAURACIÓN DE LEÓN CON EL PATROCINIO ROLEX. 31 diciembre 1992”. Hoy día, sin embargo, es un mucho menos romántico mecanismo electrónico el responsable de las campanadas que marcan el quehacer diurno de los leoneses. Página anterior. De izquierda a derecha y de arriba a abajo. Esfera interior y otros restos del antiguo reloj del siglo XVI, depositados en un almacén (ACL. FRR).

Debajo de estas líneas de izquierda a derecha.

La esfera y los autómatas del reloj de fray Francisco, en el claustro.

Montaje de la nueva esfera, realizada por la Escuela Taller de Restauración de León. Noviembre de 1992. Foto del Centro de los Oficios, Ayuntamiento de León.

Disco interior del reloj renacentista. Leyenda con la autoría y fecha del reloj del siglo XVIII. Foto del Centro de los Oficios, Ayuntamiento de León. Esfera del reloj del siglo XVIII. Detalle de la fotografía de Jean Laurent en el Archivo Ruiz Vernacci (VN-04701). Fototeca del Patrimonio Histórico, IPCE, Mº de Cultura. La esfera del reloj de Durán, hoy en día.

Mecanismo del reloj de Ramón Durán, tras su restauración.

Para saber más: CURCHOD, Jean-Pierre, “Restauration de l”horloge de la Cathédrale de León”, en Chonométrophilia, 36, 1994, pp. 11-44.

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Vestigios de la catedral tardorrománica recogidos hoy en la Sala de Piedra del Museo (ACL. FRR).

Tímpano del sepulcro de Munio Ponzardi (ACL. FRR).

29.- Jesús con dos discípulos a Emaús y aparición a santo Tomás.

Niño una como torre o castillo de dos cuerpos almenados. Tiene en el borde esta inscripción: Hic requiescit famulus Dei Munio Ponzardi cantor huius ecclesie, qui obiit in era MCCLXXVIII. et quoto VI idus septembris (8 de septiembre de 1240). Más abajo esta otra inscripción: Nª Sª DE FORO I OFERTA DE REGLA.

Dentro de un arco semicircular sobre columnitas enanas, de carácter románico se hallan tres figuras de piedra; san Pablo con espada y pergamino extendido; mujer, en pie, con libro, dentro de arco de herradura; el Salvador (?) presentando un libro abierto; y en su pie esta inscripción: In hoc tumulo iacet Petrus Lupi presbiter et canonicus huius ecclesie qui obiit era …

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Al lado de este y debajo de arco apuntado, imagen de la Virgen sentada con el Niño y coronada por dos ángeles; a su derecha la Anunciación, y a la izquierda clérigo arrodillado, con dalmática y manípulo, que presenta al

Delante de esta imagen ofrecía antiguamente la ciudad el día siguiente a la Asunción de Nuestra Señora un cuarto de uno de los toros lidiados en el día anterior en virtud del voto de Clavijo. Después, que no se han celebrado corridas de toros, la ciudad por su Ayuntamiento hace una oferta en metálico de 62,50 pesetas, valor

Vista actual del tramo 29, en la panda meridional del claustro.

Ménsula del tramo 29 del claustro, representando la Caridad de san Martín.

Celebración de las Cantaderas del año 2009.

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Capiteles del tramo 30, en las fotos de abajo con el proceso de panificación.

del cuarto de toro, el mismo día de la Asunción durante la procesión claustral, antes de la misa conventual, la cual el Procurador del Cabildo, en nombre de este, recibe como foro que la ciudad debe pagar anualmente a la catedral. Hechas las protestas correspondientes por ambas partes, sus respectivos notarios, prevenidos al efecto, de su orden levantan las correspondientes actas. La ceremonia es siempre presenciada por numeroso público. En la repisa, san Martín partiendo la capa con el pobre peregrino. En el suelo una losa sepulcral en que, con trabajo, se lee: “De un miserable, María, -- Ten misericordia, pues Está pidiendo a tus pies, -- Resuelto ya en tierra fría. Ay, dulce esperanza mía, -- Concédele tu favor, A este humilde pecador, -- Pues a tus plantas sosiego, Y entre ceniza, el fuego – Se conserve de tu amor. Aquí yace el doctor don Pedro Carrera, canónigo desta Santa Iglesia. Falleció a 23 de septiembre del año 1670. Requiescat in pace”. 30.- La Ascensión del Señor. Ventana que alumbra la capilla de santa Teresa*. En el rebanco, sepulcro de “Martín García, maestrescuela” y debajo tres escudos de armas. A su lado otro de “Martín González maestrescuela”. Repisa de la derecha: san Cristóbal entre santa Catalina y la Magdalena; en el capitel, una panadería desde que mojan la harina hasta el cocido de los panes en el horno. Repisa de la izquierda: la Virgen con Niño sentada en medio de dos profetas; en el capitel, martirio de un santo que es crucificado ante un rey inspirado por un diablo, otros mesan sus cabellos.

*La antigua capilla de santa Teresa, LL del plano.

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31.- La venida del Espíritu Santo. Arco ojival, adornado con doble guirnalda, sobre dos leones; el tímpano, más moderno, tiene arriba al Salvador incensado por dos ángeles; en otra división la Virgen con el Niño adorado por los Magos; los funerales del difunto y un ángel que lleva de la mano su alma figurada por un niño desnudo. Sobre la urna la efigie yacente, con perro a los pies, libro en las manos, vestido de casulla y las llaves, insignia de su cargo, colgadas de la muñeca. El epitafio dice: Larga manus, probitas, decus urbis, Petre Johannis, / Hic sacrista iacens, cunctis memorabilis annis./ Omnibus aptus eras, te semper Legio flevit./ Quem sua facta probant, nullus reprobare valebit./ Xpiste, pius veniam sis sibi dando piam./ Hic requiescit famulus Dei Petrus Iohannis tesorarius huius ecclesie qui obiit era MCCXCI et quoto nonis octobris (7 octubre de 1253). Al lado de este sepulcro hay otro lucillo empotrado en la pared, del siglo XII, sin epitafio, tiene la figura del Salvador bendiciendo el alma del difunto que le presenta la Virgen intercesora; es grupo interesante.

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En la repisa tres santos diáconos que son coronados por ángeles; el capitel de fronda con caballo, vaca, cerdo, etc.

Arriba. Tramo 31 del claustro, con la representación de Pentecostés en la pintura mural. Derecha. Esculturas de la catedral románica, hoy en la Sala de Piedra del Museo (ACL. FRR).

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Sala Capitular

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Izquierda. Detalle de la soberbia escalera de Juan de Badajoz (ACL. FRR). Derecha. Lienzo de la Virgen con el Niño (ACL. FRR).

Por la gótica portada, reseñada en el tramo nº 16 del plano, a la mitad del lienzo norte del claustro, se entra a esta sala después de subir una elegante escalera plateresca obra de Juan de Badajoz el mozo, con balaustrada del mejor gusto, los paramentos ornados de rosetas, variados relieves y en el casetón central, que parece vacío, esgrafiada una cabeza que será, probablemente la de Badajoz; en la volada tribuna las armas del obispo don Pedro Manuel (1523-1534). De ella se ha dicho que “después de la del hospital de Santa Cruz en Toledo, no salió de manos del arte plateresco escalera ni más rica ni más elegante”.

La Sala, de 16x7,80 m, tiene tapizadas sus paredes de damasco rojo antiguo; los escaños, del siglo XVIII, forrados de terciopelo carmesí de la misma época; a los lados de la puerta dos vitrinas, de dicho siglo también, con la efigie de san Francisco Javier una, y de san Nicolás de Tolentino la otra, donativo ambas de don Francisco Javier de Obregón, penitenciario de esta catedral y después obispo de Badajoz. Sobre el cancel un cuadro de pintura en lienzo con marco dorado, de un Santo Cristo, obra original de Cano, según el donante don Esteban Mª Cruzado, canónigo fabriquero en

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el año 1772 en que se hizo el adorno completo de la sala. A los lados de este cuadro hay otros dos de Nuestra Señora de la Soledad, de una misma mano, y marcos iguales, los cuales, con otro inmediato en la pared del Norte, de Nuestra Señora, con su Hijo en el regazo, dormido y querubines a los lados, de igual tamaño y marco, mandó a la fábrica, en 1717, don Francisco Díaz Candía, tesorero y canónigo de esta iglesia, que, según dice, él mismo los trajo de Roma. En este mismo lienzo hay un cuadro grande de la Cena en el castillo de Emaús, de J. Cotera; debajo cuatro cobres, pequeños, con san Francisco, san Bartolomé, san Juan Bautista y la Adoración de los Reyes. En el testero un retablito de madera o pasta con un Calvario y menudos relieves de la Pasión; en el centro un cuadro de la Asunción, copia de Murillo, que se compró para adorno de la sala en 1773. Otro cuadro con cristal y marco dorado, de la Purísima Concepción tallada en marfil y en su trono adornado de ángeles. En el lienzo del sur: Nuestra Señora de la Soledad, cobre, marco dorado; santa Teresa de Jesús, cobre; la Santa Faz, cobre, marco negro; Martirio de san Esteban, cobre, marco negro ochavado; cuadro con marco negro y tres figuras formando triángulo y las armas del Cabildo, mármol. Cuadro en lienzo, con marco dorado, la Virgen con el Niño y fondo de flores, atribuida por algunos a Morales y por otros a Rubens.

Cuatro en tabla, de igual tamaño y marcos dorados, que representan un pasaje de san Gregorio, Anunciación, san Rafael y Tobías y la Aparición del Arcángel san Miguel, atribuidas a Juan de Borgoña que andaba por aquí en los años de 1533 y 34. Otros dos, con marcos dorados iguales, cobre, que dicen representar a las santas Águeda y Polonia, donativo del canónigo don José Salcedo; en medio, otro en lienzo, de la Virgen con el Niño Jesús y el Bautista. Otro cuadro, lienzo, con cabeza de hombre viejo (san Pablo?), de grande efecto, obra italiana del siglo XVII, donativo del canónigo don Manuel Flórez. Otro, grande, lienzo, marco dorado que dice: Ticiano, y representa el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y Adoración por los Pastores, de Bazán, donado por don Fr. Gregorio de Pedrosa, obispo que fue de esta iglesia (1624-1633). Otro con marco dorado y cristal, la Virgen con el Niño Jesús, ambos con corona, donado, en 1736, por el canónigo don Manuel de Soto. Sobre la mesa un buen Crucifijo de marfil del siglo XVII y una escribanía de plata con bandeja, campanilla y cinco depósitos, hecha en Toledo el año de 1770*. *Todo lo descrito se encuentra hoy en el Museo.

Arriba a la izquierda. Escalera de la antigua sala capitular (foto Imagen M.A.S.). La cita recogida por don Raimundo corresponde a José María Quadrado, en su obra Recuerdos y Bellezas de España: Asturias y León, Barcelona, 1855 (Valladolid, 1989, p, 97). Arriba a la derecha. Relieve hallado en la antigua Sala Capitular. En 1976, al retirar los estucos y telas que cubrían sus muros, aparecieron los vestigios de pinturas murales representando tres ángeles portando filacterias, datadas en el siglo XIII. También aquí se descubrieron los dos relieves figurando sendos obispos, bajo arquillos, de traza románica y conservados en la Sala de Piedra del Museo. Abajo a la izquierda. Aspecto de la antigua sala capitular (ACL. FRR), que, muy transformada, está hoy ocupada por el Museo catedralicio.

Museo

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Detalle del Museo catedralicio de mediados del siglo XX (ACL. FRR). Mantenemos íntegra la descripción de don Raimundo, pues aunque la colección y distribución de las piezas ha cambiado notablemente, su texto ofrece una preciosa instantánea del germen de los actuales museos. Pese a que la idea que animó a sus creadores fue básicamente la de conservación de estos elementos para su contemplación, no subyaciendo un planteamiento museológico definido, debemos tener bien en cuenta el momento en el que esto se acomete, así como los poderosos condicionantes, de espacio y económicos, que limitaron un desarrollo que hoy nos parecería más coherente.

En varias ocasiones durante las obras de restauración de la iglesia se intentó formar un museo catedralicio, pero nunca pasó de un buen deseo. Su instalación se verificó en el año de 1917 siendo fabriquero el M. I. Sr. D. Clodoaldo Velasco, canónigo magistral, con la muy eficaz cooperación del arquitecto don Juan Torbado. Se halla repartido, al presente, en tres pequeños departamentos que se comunican. En el de la derecha se han reunido diferentes capiteles románicos procedentes de iglesias anteriores, extraídos del subsuelo del claustro e iglesia, lápidas sepulcrales del siglo XII, baldosas con el sello de la legión fundadora de la ciudad, una piedra grande de mármol blanco que fue quicio de la puerta romana de Puerta Obispo, tres lápidas romanas con inscripciones no completas, un fragmento de mosaico

de una sala de las termas en el subsuelo de la iglesia, una estatua sepulcral de un canónigo tesorero que estaba empotrada en el muro exterior junto a la puerta de la Gomia, semejante a otras del siglo XII vistas en el claustro. En el centro, sobre una vitrina, hay los objetos siguientes: cruz procesional, del siglo XV, de la parroquia de Regla, de plata sobredorada y medallones, sin dorar, cincelados con las imágenes de Dios Padre, la Virgen con el Niño, Calvario, las Marías ante el sepulcro, bajada al limbo, símbolos de los Evangelistas y cabezas de apóstoles, todo ello muy fino; en el centro un Crucifijo de bulto. Otra con crucero de cristal de roca y remates platerescos; la cebolla de dos cuerpos con seis caras cada uno y nichos con preciosas figuras, de plata sobredorada; obra de Suero de Argüello, 1579.

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Antigua capilla de santa Catalina, transformada en sala del Museo (ACL. FRR).

Cruz procesional de la iglesia de San Salvador del Nido, filial de Regla, de plata y calabaza de torrecillas, con las efigies de un Crucifijo y el Salvador; en los extremos los cuatro Evangelistas de una parte, y de la otra el Padre eterno, las Angustias, san Juan y la Magdalena; en la calabaza otras figuras más pequeñas. Obra de Antonio de la Vega, de principios del siglo XVIII. Una corona grande de plata que sostenían dos ángeles sobre la cabeza de la imagen de la Patrona, la Asunción, de fin del siglo XVII, donada por el canónigo don Jerónimo de Balbuena; casi todas las piedras que tenía le fueron robadas en 1943.

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Dentro de la vitrina puede verse un cáliz y vinajeras de barro cocido, con curiosa decoración, del siglo XII.

Cáliz de plomo, con su patena, y en el nudo cabezas de querubines; otro cáliz de plomo, tiene en el nudo la crucifixión del Señor y los símbolos de los cuatro evangelistas, ambos del siglo XIII; hay otro del siglo XIV. Hay también las vinajeras correspondientes con las armas de León y Castilla y Aragón, y otras con tres leones pasantes y catorce flores de lis; procede todo de sepulturas de la iglesia. Un reloj de arena que se usó para medir el tiempo en ejercicios de oposición a prebendas. Espadín alemán con empuñadura de hierro labrado, del siglo XVII, que tuvo la imagen de san Fernando y muestra en la hoja la siguiente inscripción: X JUAN X GRACH X DEL REY X DAVID XX. Bandeja de plata, filigrana, estilo cordobés, perteneció al pontifical del Ilmo. Sr. Obispo D. Pedro Luis Blanco.

Detalle del Museo en tiempos de don Raimundo, con la corona de plata a la que alude en el texto.

Cruz procesional grande, de 1,28 m con la manzana, de plata, estilo plateresco, que compró el Cabildo, en 1880, a la parroquia de Quintanilla del Molar, muy deteriorada; fue restaurada y se hizo nueva el asta el año 1900. En el anverso se efigian: Crucifijo en el medallón del centro, la Verónica, pelícano, san Agustín, figura desnuda con los pies sobre bolas, la Oración del huerto (?), y un papa con libro y letras. En el reverso, centro, santo Tomás apóstol patrón de aquella parroquia, en los brazos, Asunción y san Pedro y san Pablo mas pequeños, san Juan Evangelista, otro papa sentado y san Mateo, san Marcos, obispo y papa más pequeños y querubines. En la manzana, seis apóstoles arriba, y abajo Anunciación, Visitación, Nacimiento, Adoración de los Reyes, Circuncisión y Huida a Egipto. Tres hermosas sacras esmaltadas, en fondo blanco con las letras azules; fue-

ron del oratorio de don Matías de Robles, arcediano de Toledo, natural de esta ciudad, quien las donó a esta iglesia con otras alhajas de mérito como la siguiente. Un acetre o calderillo de cristal de roca, montado en plata sobredorada, pie repujado y grabado, fingiendo una serpiente enroscada: tiene la marca del platero toledano Vargas. Ara de pórfido negro y verde guarnecida de plata sobredorada con dos imágenes y letreros nielados y cantos repujados, 233x178 mm y 35 de canto, adquirida en 1944 del monasterio de Santa María de Gradefes; en el anverso dice: De sepulcro Domini. reliquie beati Nicholai confesoris:, y en el reverso, madera barreada con dos tiritas de plata cruzadas con el letrero: + Reliquie beati Iohannis Babtiste et de sepulcro Beate Marie, de lapide Nahvitatis et presepi…. Pieza interesante del siglo XII.

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Pequeña estatua de san Froilán, con báculo y libro abierto, de plata, con el marco de Rebollo, donada por el Sr. Arcediano de Saldaña, en sustitución del que fue amonedado en Cádiz en 1809. Dos tablas, especie de dípticos, de plata, adornadas en el centro y cinceladas, del siglo XVIII, sirvieron para hacer el Cuento de las Horas en el coro. Fuera de la vitrina: candelabro del cirio pascual, de 1,55 m de altura, tallo cilíndrico, base cuadrada, en plancha repujada, galería de balaustres y tornapuntas en volutas invertidas en su parte central. Siglo XVI. Otros dos candelabros más sencillos de igual época. Otros dos, menores, con base gótica hexagonal, sobre leoncillos y algo más antiguos. Una pequeña y bonita reja que en tiempos cobijó una lámpara. Un atril de hierro sobre el que se halla abierto un cantoral del siglo XVIII.

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Brasero de pie de 90 cm de altura y 75 de diámetro, formado por un eje torneado que sostiene una balaustrada poligonal y entre cada dos barrotes, dos pirámides terminadas en bola; cuatro tornapuntas dobles forman el

apoyo y el pie, descansando sobre un basamento circular con cuatro radios y ocho apoyos. Ejemplar muy interesante del siglo XVI. Candelabro tenebrario, de 2,35 m de alto por 1,78 de ancho, decorado por varilla y plancha recortada en tornapuntas de volutas invertidas. Siglo XVI. Veleta y bola grande procedente de la torre del Norte en la elevación que hizo don Joaquín de Churriguera, año de 1714, que fue quitada para colocar el pararrayos. Colgada del muro, una planta de la iglesia, con el coro en su sitio -el presbiterio-, de fines del siglo XVI, cuando el Cabildo intentó la apertura de los vanos del ábside a fin de que desde todas sus capillas pudiera verse la misa del altar mayor. Al lado de la puerta, estatua grande de san Isidoro que conserva su policromía primitiva. Siglo XIII. Realejo, organillo de procesiones, del siglo XVIII. Sobre la puerta un cuadro con buen retrato al óleo del Pertiguero Juan Domingo Laina, siglo XVII.

Detalle del Realejo (ACL. FRR).

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Rey desenvainado la espada, en la Sala de Piedra del Museo.

Antiguo archivo, hoy situado en la que fuera capilla de san Nicolás (ACL. FRR).

El tercer departamento fue antiguamente Capilla de la Trinidad y en el siglo XVII -1655- se la arregló para Archivo. En ella puede visitarse: un lucillo con estatua yacente y este epitafio: Doctor G. Petri laudandus carmine metri – fulgens sacrista tumba requiescit in ista – morum nobilitas, clementia, (…) - probitas – sunt hie quies, ampla potestas Christi ditavit – honor et meritis decoravi (…) clerus - (…), nada más se lee.

En uno de los muros esta otra: + Hic . requiescit . famulus. Dei . donnus. Gun / dissalvus . subdiaconus. et. archidiaconus. de / Trastamar. in ecclesia Compostelana. et. ca/nonicus. huius. ecclesie. qui obit. era. MCCC/XXX. IX. IX. Kalendas. novembris” (24 octubre de 1301). Y esta otra, extraída en 1930: + hic. requiescit./ famulus. Dei . Rodericus / Petri presbiter . et canonicus . / huius . ecclesie . sub . E. Mª./CCª. XXXVª. et quoto / II. Klds . octobris (30 septiembre de 1197).

Antigua capilla de la Trinidad, ocupada por el Museo (ACL. FRR).

Sepulcro de Gonzalo Petri, en la antigua capilla de la Trinidad.

Lo que más se destaca es un grande armario morisco, del siglo XII, construido para archivo de documentos, de madera de pino, con herraje de la época y delicadamente pintado. Por ser mueble único, y a reiterados ruegos del Rey, condescendió el cabildo a que fuera llevado a la exposición de Barcelona en 1929; al desarmarlo, a tal efecto, se halló en él un papel que decía: “Año 1694. Reinando D. Carlos II, se bajaron estos cajones, que se dice a 500 años se hicieron, del archivo del cabildo antiguo a este nuevo, haciendo oficio de archivero don José Bustamante y procurador Flórez de Quiñones canónigos de esta Sta. Catedral”.

Estatua de piedra, del siglo XIII, policromada y repintada varias veces, gran tamaño, 2,20 m, que parece representar al Rey Sabio, joven imberbe, de expresivo rostro, desenvainando la espada y globo (que tuvo) en la otra mano, bajo sus pies un pequeño león.

Arca grande, de nogal, talla del siglo XV. Estatua en piedra policromada de san Gabriel, del siglo XIII, que estuvo en el pilar central del crucero Norte de la iglesia, saludando muy sonriente, a la Virgen “que ipsam fuisse gravidam representat” en la pila de enfrente.

Imagen del Bautista, 1,45 m, policromada, con el Agnus dei sobre un disco en sus manos, del siglo XIV. Imagen de santa Catalina, en alabastro policromado, leyendo un libro, un rey a sus pies, y a su lado la rueda rota de su martirio, siglo XV, atribuida por algunos a Lorenzo Mercadante de Bretaña por su semejanza con algunas de Sevilla de dicho artista. Imagen de santa Lucía, que antes fue santa Ana, madera policromada y ricamente estofada, curiosa y rara indumentaria, siglo XV-XVI.

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Imagen de barro cocido y pintado, llamada la Tota pulcra, fina y hermosa, donada en el año 1536 por el canónigo don Juan Gómez, y representa a la Virgen sentada y en su regazo el Niño bendiciendo. Se ignora su autor, si bien algunos la atribuyen a Juan de Juni. Más abajo un buen Crucifijo de marfil, del siglo XVII, que coronaba el facistol del Coro. Estatua de momia, que tuvo la guadaña representando la muerte, que estuvo en el pilar del crucero Sur de la iglesia, de donde le vino el nombre al postigo de la muerte y al caracol de la muerte, buen estudio de anatomía del siglo XV-XVI; a sus pies en una tabla están pintados estos interesantes versos latinos o sentencias: Mors ubique te expectat, et si sapiens fueris ubique eam expecta. Cur homo qui moreris, cupis sublimis levari? Cum plus lucraris, plura tenere cupis. Omnia pretereunt, transit quoque florida vita. Cum plus conscendis, summus ad ima ruis. Dic homo quid speres, qui mundi rebus inheres. Tecum nulla feres, quamvis omnia solus haberes. Arriba. Escultura de santa Catalina, hoy en la Sala de Piedra del Museo. Página siguiente. Cristo de marfil (ACL. FRR).

Vile cadaver eris, tibi vilior omnibus esse puteris. Vile cadaver eris, cur non peccare vereris. Vile cadaver eris, cur ergo tumescere güeris. Vile cadaver eris, famuleris et non domineris. Vile cadaver eris, igitur super hoc mediteris. Vile cadaver eris, videas quid anime (?) opereris. Vile cadaver eris, qui splendidus esse videris. Vile cadaver eris, cum iam latius (?) haberis.

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Vile cadaver eris, et in cinerem reverteris.

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Las últimas líneas están ya algo borrosas. - Cuatro estatuas pequeñas de los Evangelistas de madera, estofadas, siglo XV-XVI. - Estatua del obispo san Alvito, bendiciendo, buena escultura de fines del siglo XV. - Imagen de san Sebastián, atado a una columna, con coleta rizada, del XVI. - Imagen pequeña de santa Catalina, con libro abierto y rey a los pies, madera policromada, de fines del siglo XV. - Imagen de san Juan Evangelista, que fue parte de un Calvario, XV-XVI. - Crucifijos de altar, de marfil, siglo XVII. - Dos imágenes pequeñas en madera estofada de los santos Justo y Pastor, siglo XVI. - Crucifijo grande de Juan de Juni, de 1576, sobre la puerta. - Al lado de la puerta, cuadro en bajo relieve, barro cocido y policromado, de la Virgen de medio cuerpo y Niño en los brazos, la Anunciación en las portezuelas y por dentro san Roque y* … que trajo de Roma, a principios del siglo XVI, el arcediano de Triacastela don Andrés Pérez de Capillas.

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- En el ángulo, detrás del armario morisco, lámina preciosa de plata con guarnición dorada y en su centro un

medallón de concha con rayos y miniatura de Ntra. Señora en una gloria de serafines, con san Jerónimo, león y san Francisco al pie; sujeto todo por un muy rico aro de plata. Es donación del Ilmo. Sr. D. Juan Bravo de la Serna, obispo de Chiapas en las Indias, Arcediano que fue de Valderas en esta S. I. Catedral. - En el mismo cuadro, un anillo y pectoral que pertenecieron al Ilmo. Sr. Obispo D. Antonio Cuadrillero. Otras dos finas láminas de Ecce Homo y la Dolorosa, donativo de don Matías Robles, arcediano de Toledo. - En el testero un cuadro grande, al óleo, de san Jerónimo con la trompeta *En blanco en el manuscrito.

Izquierda. Detalle de un Cristo de marfil (ACL. FRR). Derecha. Espléndido cuadro de la Adoración de los Magos, en el Museo (ACL. FRR).

y un ángel, firmado de Mathías Jimeno, 1644, donativo de don Bernabé de Riopa, canónigo de esta Catedral. - Tres tablas, al óleo, de la Anunciación, san Roque, y la imposición de la casulla a san Ildefonso, principios del siglo XVI, proceden de la parroquia de Corbillos de la Sobarriba, interesantes aunque algo deterioradas. - Cuadro espejo, con marco imitación ébano, y en derredor ocho láminas pequeñas, pintura en cobre que representan la Sagrada Familia, adoración de los Magos, la Magdalena, san Jerónimo, san Antonio, san Francisco, en el medio Nuestra Señora del Camino a cuyos pies está la figura de un canónigo en traje coral, quizá el donante, Sr. D. Manuel Flórez, siglo XVII, muy desiguales en mérito.

- Cuadro de la Adoración de los Magos, obra maestra de la segunda mitad del siglo XVI, notable por la expresión y delicadeza de todas sus figuras, de carácter italo-flamenca-española: tabla de roble de 81 centímetros en cuadro, algo recortada; ha figurado en diferentes exposiciones y se desconoce el autor. Fue del obispo don Juan Fernández Temiño. - Cuadro de san Sebastián de medio cuerpo, lienzo al óleo, con inscripción alrededor del marco, parece copia del Dominiquino, siglo XVII. - Misal Leonés, escrito y miniado, a mediados del siglo XV, por Bernardo y Rodrigo de Oviedo, encuadernación de la época, con hermosísimas iniciales en oro, púrpura, minio y otros colores de muy finas tonalidades: es este uno de los siete volúmenes que se conservan.

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Arriba. Donación del rey Silo, en el Archivo (ACL, foto Imagen M.A.S.). Derecha. Miniatura del evangelista Mateo, en el Biblia Gótica de la catedral (ACL, foto Imagen M.A.S.).

En una vitrina estos interesantísimos códices: Biblia, manuscrito en minúscula visigoda por Juan Diácono en el siglo X (año 920): contiene, en el folio 101, la vida de San Froilán; interesantes iniciales y miniaturas. Tiene en el catálogo el nº 6. Palimpsesto, interesantísimo códice, de triple contenido. La parte moderna contiene, en letra minúscula visigótica del siglo IX-X, la traducción latina de la Historia Eclesiástica de Eusebio, con la continuación de Rufino. La escritura raspada del siglo VI es parte de la Lex romana Wisigothorum o “Breviario de Aniano”, en caracteres unciales; y, a dos columnas, parte de la Biblia en escritura semiuncial, del siglo VII. Nº del Catálogo, 15.

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Antifonario Mozárabe, copiado en el año 1069 (?) por Arias, de uno del tiempo del rey Wamba, del año 672. Códice notabilísimo por sus numerosas

miniaturas, por representar la tradición toledana de la música, sin clave ni pentagrama, por estar aún inédito y por ser el único ejemplar conocido hasta el presente. Nº de catálogo, 8. Libro de las Estampas, pequeño códice del siglo XII que contiene copias de testamentos o donaciones de varios reyes en favor de la Iglesia de León, con los retratos de los reyes Ordoño II, Ordoño III, Ramiro III, Vermudo II, Fernando I, Alfonso V, Alfonso VI y condesa Doña Sancha; están pintados en colores y son interesantes para el estudio de los tronos, cetros y vestidos reales de la época. Nº de catálogo, 25. Evangelios en árabe, su contenido son los cuatro Evangelios traducidos del hebreo en lengua arábica, en la ciudad de Córdoba, siendo aún de los moros, por un moro llamado Aben Velasco de Córdoba, para provecho de los cristianos nuevos de moros. Tiene el nº 35.

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Miniatura del Antifonario mozárabe (ACL. FRR).

Noticia de quesos (ACL, doc. 852).

Izquierda. Miniatura de Alfonso VI en el Libro de las Estampas (ACL, foto Imagen M.A.S.).

En otra vitrina pueden verse los interesantes documentos siguientes: Nº 1. Donación del rey Silo del lugar llamado Lucis (obispado de Mondoñedo) para edificar monasterio, en el año 775. Es el documento más antiguo que se conoce en España. Nº 26. Donación de Fernando II a Santa María de los Valles de Peñacorada de la de Santa María de Almoy en el año 1186, tiene el primer sello rodado. Nº 852. En el dorso de este documento, del año 959, hay una noticia, en romance, sobre quesos, siendo éste, por tanto el documento más antiguo de los conocidos escrito en lengua romance. Nº 997. Privilegio de Alfonso VI al obispo y canónigos de León del año

1098, que tiene pendiente un fragmento de sello de cera que parece el más antiguo que se conoce en España. Nº 1263. Documento del año 1494 con las firmas de los Reyes Católicos. Nº 1889 y 1890. Dos cartas de san Francisco de Borja autorizando la fundación del Colegio de la Compañía en esta ciudad. Hay expuestos también, once diplomas Reales que ostentan sendos sellos rodados de todo el siglo XIII. En el Archivo se guardan, además de otros muchos códices de interés, unos dos mil pergaminos y más de ciento veinte mil documentos que interesan más que al visitante, al investigador.

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El Museo Catedralicio y Diocesano La extraordinaria riqueza artística acumulada por la catedral sufrió un tremendo atentado en los albores del siglo XIX, cuando a resultas de la convulsa situación política española, y a requerimiento de la Junta Soberana, buena parte de sus objetos más valiosos de oro y plata fueron incautados, y luego fundidos en Cádiz, en 1809, en proceso recogido por Demetrio de los Ríos en su monografía sobre el monumento. Tal parece que fue el triste final, por ejemplo, de la famosa custodia labrada por Enrique de Arfe a principios del siglo XVI (hacia 1506). Pese a ello, la colección de piezas seguía siendo muy notable, acrecentada por las grandes transformaciones decimonónicas del edificio, que también sirvieron para despojar al interior del templo de la mayoría de sus añadidos. Fue así, tras los trabajos del siglo XIX, cuando comenzó a fraguar la idea de crear en la catedral un espacio para albergar tales tesoros, aunque la misma no se materializó, como señala don Raimundo, sino a principios de 1917. El proceso fue lento, y sirvió también para que algunas de las piezas desperdigadas durante la gran restauración, principalmente tablas y retablos, retornasen el edificio. Por fin, el 25 de abril de 1932 se abrió al público, ocupando las estancias de la panda occidental del claustro, con acceso por la puerta de la Gomia. El incremento de los fondos artísticos hizo que se fuese ampliando y actualizando, sobre todo a partir de los años cincuenta, durante el episcopado de don Luis Almarcha. En la década de los sesenta y setenta el Museo amplió notablemente tanto los fondos como el espacio de exposición, que se extendió a la antigua sala capitular y el espacio sobre ella (Sala del Rosetón), y la capilla de Santa Catalina. El impulso definitivo llegó tras la fusión con el Museo Diocesano, creado por el obispo Almarcha en 1945 en el Palacio Episcopal, aunque tres años más tarde pasó a ubicarse en dependencias del Seminario Mayor de San Froilán para, en 1982-83, al unirse con el Catedralicio, recalar aquí sus fondos. A partir de mediados de la última década del siglo XX, con el traslado del Archivo Catedralicio a la Casa de la Lonja, el Museo se amplió con dichas dependencias, ubicadas en la zona superior de la muralla, recibiendo la actual ordenación museográfica. Recientemente, en 2011, se ha incorporado al recorrido la sala del Torreón, donde se exponen algunas de las joyas documentales de la catedral, así como una interesante colección de capiteles altomedievales. Para saber más: GÓMEZ RASCÓN, Máximo, Museo CatedralicioDiocesano, León, 1982. GÓMEZ RASCÓN, Máximo, “La constitución del Museo Catedralicio-Diocesano de León”, en VV.AA., Congreso Internacional “La Catedral de León en la Edad Media”. Actas. 7-11 de abril de 2003, León, 2004, pp. 433-456. _____268

RIVERA BLANCO, Javier, La catedral de León y su Museo, León, 1979.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo. El Torreón. Antigua sala Capitular. Sala de Piedra. Sala del románico. Telas medievales.

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La Virgen del Oratorio, antes de su restauración (ACL. FRR)

La Virgen del Oratorio Aunque fue atribuida, como señala el autor, a Juan de Juni, y también a Pietro Torrigiano, la delicada imagen en barro cocido y policromada, conocida como la “Virgen del Oratorio”, fue realizada probablemente por el escultor Miguel Perín, que trabaja en el área de Sevilla-, datándose hacia el año 1530. Parece que luego fue donada a la Catedral por su presunto promotor, el canónigo don Juan Gómez, según se desprende de un acuerdo capitular de 1536. Su primera ubicación fue la Sacristía, trasladándose posteriormente al Oratorio, de donde toma su nombre. En la imagen impera ya el realismo y la humanización formal del lenguaje renacentista, de regusto italianizante, y nos muestra a la Virgen sentada, sosteniendo a un Niño Jesús desnudo y bendicente sobre su pierna derecha, mientras con la mano izquierda, en actitud casi de juego, le ofrece el orbe.

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La obra sufrió desperfectos que obligaron a reintegrar el perdido brazo y pierna derecha del Niño, siendo reproducidos en madera durante el siglo XVII. La escultura fue entonces repolicromada, restándole carácter.

Izquierda. La imagen, antes de la intervención. Foto del Centro de Restauración de Simancas. Junta de Castilla y León. Derecha. La Virgen en el Museo Catedralicio y Diocesano, tras la restauración.

Para saber más: GARCÍA NISTAL, Joaquín, “Miguel Perin en la escultura del Renacimiento español: la “Virgen con el Niño” de la catedral de León”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, Universidad Autónoma de Madrid, 21, 2009, pp. 69-80.

La Virgen del Oratorio ha sido reciente y cuidadosamente rehabilitada en los talleres del Centro de Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León, en Simancas (2007-2009), sellándose las grietas y recuperando las pérdidas, aunque respetando las intervenciones históricas. Resulta sobre todo espectacular la recuperación de la policromía original, con los vivos tonos lacados granates y azules de la túnica de María. Gracias a esta actuación, desde el 3 de marzo de 2009, la imagen vuelve a lucir todo su esplendor en el Museo Catedralicio y Diocesano.

Epílogo Ahora, un consejo de un buen catador de belleza: “No olvides -escribió García Sanchiz-, mirar a la pila de agua bendita cuando salgas de la Catedral. Suele ocurrir que, no resignándose a perder la prodigiosa visión del templo, sus visitantes caminan con los ojos clavados en lo alto, y sólo de una manera distraída mojan sus dedos para santiguarse. Pues bien: buscad ahí donde se sumerge la mano. Buscad, digo, porque la maravilla no se ofrece sino a quien la descubre en su recatada intimidad. Y consiste la tal en que, observando desde un preciso punto el interior del cáliz de piedra, sorpréndese nada menos que todo un muro de vidrieras reflejado en el líquido espejo, cuya transparencia penetra hasta el fondo de los mágicos colores. Y esa miniatura de los inmensos ventanales del siglo XV y aún del siglo XIII, resume y simboliza el encanto de la obra que parece increada: es la flor del milagro arquitectónico. Evidentemente, ya no nos queda entonces más que hacer la señal de la cruz”. Y dirigiendo al conjunto tu mirada última, bien podrás decir: Benedictus Deus qui dedit talem potestatem hominibus, Bendito sea Dios que concedió a los hombres el poder hacer este cielo en la tierra.

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NOTAS AL PIE DEL AUTOR 1. El Ilmo. D. Francisco Truxillo en su Historia de la Iglesia de León, Cod. 19, folio 191vo, lo describe así: “Un pilar alto, de piedra, ochavado, y en lo alto, junto al chapitel, en cada ochava una figura de santo, y encima por remate una pirámide con un león sobre un moro caído con su alfanje, y en la mano tiene el león una vandera”. Quitaron este pilar con motivo de colocar, en el año 1800, la verja actual; y aunque varias veces se ha pensado en volver a restablecer la inscripción, bien en una de las actuales pilastras del atrio, bien en otro pilar nuevo, a correspondencia del locus apellacionis, otras tantas ha quedado en olvido. 2. La fecha aproximada nos la da una baldosa, aquí descubierta, con una inscripción esgrafiada que dice: IMP. CAES. - T. AELIO – HA. la cual, después de algo discutida, parece debe leerse: Imperatore Caesare - Tito Aelio Hadriano, o sea, Antonino Pío, años 138-161. 3. Así se expresa en una escritura registrada en nuestro Tumbo, nº 11, folio 3º, en que se da razón de un concilio o junta habida en la era 1012 (año 974) por la reina doña Elvira para la supresión de la cátedra episcopal que Alfonso IV había establecido en Simancas. Dice: … de hac Domini aulam vel regiam edem et sedem, quam rex serenissimus Ordonius cumcetu fidelium hedificavit, et in nomine Genitricis et Virginis Domini cuncta obtulit, etc. Las cuales palabras parece de intento contrapuestas a aquellas otras, sine opressione vulgi, como se dice de San Miguel de Escalada y otras de ese mismo siglo. Mucho antes, en el reinado de Ordoño I, el 28 de mayo de 865, había sido dedicada otra iglesia catedral a santa María y san Cipriano por el obispo Fruminio I. 4. Hoc tempore amplificata est fides catholica in Hispania et licet multi Regnum Legionense bellis impeterent, tamen Ecclesie regalibus numeribus ditatae sunt in tantum, ut antiquae destruerentur ecclesiae, que magnis sumptibus fuerant fabricatae, et multo nobiliores et pulchriores in toto regno Legionensi fundarentur. Tunc reverendus episcopus legionensis Mauricus eiusdem sedis ecclesiam fundavit opere magno, sed eam ad perfectionem nom duxit. _____274

5. Tali pacto ut teneatis illas hereditates ut laboretis, et exfructificetis, et totum fructum qui mi provenerit ad opus ecclesie vestre pro animabus nostris quiete percipiatis (ACL nº 1437). 6. XIIII. K. oct.- Ob. Didacus Lupi de Fenal, vir nobilis et armis strenuus qui dedit beate Marie legionensis sedis XL marcas argenti et anulos aureos cum lapidibus preciosis et certos lapides preciosos ad faciendam imaginem Beate Marie semper Virginis. Era Mª.CCª.LIIª. 7. Es interesante la cuenta que da Pedro de Juan: de istis predictis mor. dedi Abbatisse de Carvayar Sorori domini Albanensis et monialibus eiusdem de mandato domini Albanensis, C. mor. alfonsis in auro; dedi pro uno orto prope sanctum Claudium, ad opus capelle domini Alban. C. LXXII, mr. Legionensis monete. Dedi etiam pro uno missale XXV mr., pro una cruce de alemages, III. mr.et medio. Dedi pro una pelle priorisse de Carvayar sorori Guterri Gundisalvi de Aguilar, III. mr. et medio. De meo proprio posui quasdam redecellas coram altare domini Alban. et duos frontales, et feci altare de novo et dedi unam cortinam obtiman, et unam crucem de ligno, et duos ceroferarios de alimoges, et unam pallam de obtima tela cum bono orfres de Londres, et bonas sabanas; et ista omnia constitit mi, nonaginta, mr., de istis nichil computo (Arch. Cat., nº 617). 8. Es de interés consignar que este don Cipriano, que, en diferentes documentos acompaña como testigo a Pedro Cibriánez, es el canónigo obrero o fabriquero a cuyo cargo estaba la contabilidad y el cuidado de los materiales, con una cierta inspección que ejercía en nombre del Cabildo. Su actuación como tal aparece ya en documento de 1197. A don Cipriano sucedió en el cargo el canónigo don Gutier Diez, de cuya competencia nos asegura el haberle encargado el rey don Alfonso IX el reparo o restauración de la cerca, desde Puerta Castillo, todo el lienzo del E, hasta Puerta de Arco, en los años de 1206 a 1220; ejerció dicho cargo hasta más de 1230. Sucedió después don Johan Pérez, hermano de Alfonso y Martín Pérez, hasta el año 1275. Don Ruy García, hay de él una cuenta, en el nº 1589, que comprende los años 1275 a 1279 alcanzando a la obra en 437 mrs. menos un sueldo, de la moneda blanca de la guerra a ocho sueldos el mr.

9. En circular de 25 de enero de 1876, para reunir fondos a fin de proseguir las obras de restauración, dice la Junta General: “El centro del crucero y brazo Sur, años ha desmontado y en construcción; el ático de la fachada principal o de Poniente, con un desplome hacia fuera, que aumenta de día en día de un modo visible; la torre Norte, desde el cuerpo de campanas, amenazando acostarse sobre las naves de la iglesia; sin resistencia los arbotantes para contrarrestar el empuje de las bóvedas, a causa de la descomposición de la piedra; desmoronada la cornisa de coronación por la incesante acción de los elementos; y por último, las armaduras de la cubierta de todo el edificio, en completa inutilidad por efecto del tiempo de su viciosa construcción: todo este conjunto de fatales circunstancias hace fundadamente temer que este edificio, maravilla del arte, admiración de propios y extraños, no sea en breve más que un montón de escombros”. 10. El maestro que ideó este pórtico conocía, sin duda, los autos, misterios o dramas que en aquella época medieval se representaban, especialmente los referentes al Nacimiento de Jesucristo; uno de estos quiso, al parecer, plasmar en sus piedras. En las dieciséis figuras de los cuatro pilares exteriores se hallan representados la Sinagoga o Ley Antigua y la Iglesia o Ley Nueva, Moisés y Aarón, Isaías, Daniel, Amós, la Sibila, Balaam, la Reina de Saba y otros seis, que, a juzgar por las cartelas que tienen, con los letreros ya gastados, serán también profetas que, al igual que los otros, anunciaron la venida del Salvador. A la otra parte, en tímpanos y vueltas de las portadas, las historias de la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento del Niño Dios, los Reyes Magos, etc., milagros de Jesús, el tránsito y coronación de la Virgen y la segunda y última venida de Jesucristo, al fin del mundo, al Juicio Universal.

11. En el parteluz de esta portada hubo unos letreros escritos en góticos caracteres que en la restauración no han sido restituidos, recomendando la debida reverencia al templo. Eran los siguientes: “Lucae. Ihs. ingresus in templum incoepit ejicere vendetes” “Joan. Nolite facere domum patris mei domum negotiationis” “Ps.V. Introibo in domum tuam, adorabo ad templum” “Math. Domus mea, domus orationis vocabitur; Domum tuam decet sanctitudo, Domine” “Joel. Glorificate ecclesiam, coadunate senes, congregate, populum”. 12. Este sepulcro, descubierto en el año de 1866, aclara, definitivamente, la fecha de la muerte de san Alvito en que andaban desorientados los autores, que lo hacían solo por conjetura; y al mismo tiempo sirve para determinar el día en que se descubrieron los restos de san Isidoro, pues es sabido que nuestro obispo falleció el día séptimo posterior a tan grande acontecimiento.

Esta maravillosa obra que, con la policromía que tuvo, se ha conservado en buen estado, al faltar ya esta, se va desmoronando de día en día y desaparecerá si en ella no se pone urgente remedio.

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Bibliografía MORALES, Ambrosio de, De las Antigüedades de [las ciudades de] España, Alcalá, 1575. LOBERA, Fr. Atanasio de, Historia de las Grandezas de la muy antigua e insigne Ciudad e Iglesia de León, Valladolid, 1596. PONZ, Antonio, Viage de España, Madrid, 1783. RISCO, Fr. Manuel, Memorias de la Santa Iglesia de León. España Sagrada, tomos 34, 35 y 36, Madrid, 1784-87. Iglesia de León, Madrid, 1792. RADA Y DELGADO, Juan de Dios de la, Viage de SS.MM. y AA. por Castilla, León, Asturias y Galicia en 1858, Madrid, 1860. LAVIÑA, Matías, La Catedral de León, Madrid, 1876. REDONDO, Inocencio, La escultura en la Catedral de León, Madrid, 1882. QUADRADO, José Mª, Recuerdos y Bellezas de España: Asturias y León, Barcelona, 1885 y 1898. MINGOTE, Policarpo, Guía del viajero en León y su Provincia, León, 1879. ARTOLA, José y PALAO, Luis, La Catedral de León, Madrid, 1883. BECERRO DE BENGOA, Ricardo, De Palencia a Oviedo y Gijón, Madrid, 1884. RÍOS, Demetrio de los, La Catedral de León, 2 vol., Madrid, 1895. LÁZARO, Juan Bautista, “Estudio sobre los andamios, cimbras, etc. de la Catedral de León”, en Revista de Obras Públicas, Madrid, 1885. “Catedral de León”, en La Lectura, Madrid, mayo de 1901. “Vidrieras de la Catedral de León”, en La Lectura, Madrid, 1901. “El arte de la vidriería en España”, en Revista de Arquitectura, Madrid, 1897-1898. LAMPÉREZ, Vicente, “La Catedral de León”, en La Ilustración Española y Americana, 1901. “Los restauradores de la Catedral de León”, en Arquitectura y Construcción, Barcelona, 1901. FERNÁNDEZ ROBLEDO, Cipriano, Guía para visitar la Catedral de León, León, 1901. DÍAZ-JIMÉNEZ, Eloy, “Catedral de León”, en El Retablo, Madrid, 1907. FERNÁNDEZ ROBLEDO, Cipriano y SERRANO, Pedro, Guía para visitar la Catedral de León, León, 1912. GONZÁLEZ, José, Pulchra Leonina, León, 1913. BRAVO, Miguel, Guía del turista en Léon, León, 1913. TORBADO FLÓREZ, Juan, La Catedral de León, Thomas, Barcelona, 1915? LEÓN ROCH (Francisco Pérez Mateos), Una visita a León, Madrid, 1916. RODRÍGUEZ, Raimundo, Guía artística de León, León, 1925. GÓMEZ-MORENO, Manuel, Catálogo Monumental de la Provincia de León, Madrid, 1925. STREET, George, La Arquitectura Gótica en España, Madrid, 1926. LAMBERT, Élie, El Arte Gótico en España. Historia del Arte Labor, t. VII. CONTRERAS, Juan de (Marqués de Lozoya), Historia del Arte Hispánico, t. II, Barcelona, 1934. GÓMEZ-MORENO, Mª Elena, Historia de la Escultura Española, Madrid, 1935. L. MAYER, Augusto, El estilo Gótico en España, Espasa-Calpe, 1929. PIÑÁN Y DE COSSÍO, Ángel, “Portadas de la Catedral de León”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, t. XXII, Madrid, 1914.

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DEKNATEL, Frederick B., “The thirteenth Century Gothic Sculpture of Cathedrals of Burgos and León”, en The Art Bulletin, vol. XVII, New York, N.Y., 1935.

Para saber más Actualización bibliográfica Siendo numerosísimas las publicaciones existentes sobre la catedral de León, tanto las que abordan el edificio desde un punto de vista científico como aquellas que lo hacen para facilitar su disfrute, simplemente ofrecemos aquí algunas vías accesibles y recientes para quienes deseen conocer detalles más precisos del templo. Todo ello sin olvidar que la principal fuente de conocimiento no es otra que el propio monumento, a través de su visita sosegada y con la mirada atenta.

BOTO VARELA, Gerardo, La Memoria perdida. La catedral de León (917-1255), León, 1995. CARRERO SANTAMARÍA, Eduardo, Santa María de la Regla de León. La catedral medieval y sus alrededores, León, 2004. FRANCO MATA, Ángela, Escultura gótica en León y provincia (1230-1530), León, 1998. FRANCO MATA, Ángela, “Iconografía profana en el claustro de la catedral de León, y su reflejo en el de la catedral de Oviedo”, en LACARRA, Mª del Carmen (coord.), Arte y vida cotidiana en época medieval, Zaragoza, 2008, pp. 177-222 (y en http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/27/14/6.Franco.pdf). GÓMEZ RASCÓN, Máximo, La Catedral de León. Cristal y Fe, 2ª ed., León, 1998. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Ignacio, La Catedral de León. Historia y Restauración (1859-1901), León, 1993. GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Ignacio et alii, Tempora Christiana. La Catedral de León. El Sueño de la Razón, León, 2001. LEÓN GONZÁLEZ, Javier y RUSSO, Francesco, “Parámetros geométrico-resistentes de la Catedral de León en comparación con otras catedrales góticas”, en IV Congreso ACHE, 24 al 27 de noviembre de 2008 (y en http://www.fhecor.es/files/ARW/ES_CATEDRALLEON.pdf). LLAMAZARES RODRÍGUEZ, Fernando, La Catedral de León. Claustro y Museo, 4ª ed., León, 2001. MERINO RUBIO, Waldo, Arquitectura hispano flamenca en León, 2ª ed., León, 1995. PANIAGUA PÉREZ, Jesús y FERNÁNDEZ RAMOS, Felipe (coords.), En torno a la Catedral de León (Estudios), León, 2004. RIVERA BLANCO, Javier, La Catedral de León y su Museo, León, 1979. RIVERA BLANCO, Javier, Historia de las restauraciones de la catedral de León. “Pulchra Leonina”: la contradicción ensimismada, Valladolid, 1993. VALDÉS FERNÁNDEZ, Manuel et alii, Una historia arquitectónica de la catedral de León, León, 1994. VV.AA., Congreso Internacional ‘La Catedral de León en la Edad Media’. Actas. 7-11 de abril de 2003, León, 2004.

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SEMBLANZA DE RAIMUNDO RODRÍGUEZ VEGA Marta Prieto Sarro

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Pocos son los que hoy recuerdan la figura de Raimundo Rodríguez Vega, persona sin duda excepcional, que desempeñó el cargo de archivero de la Catedral de León entre los años 1942 y 1953. Curiosamente, muchos de quienes le conocieron directa o indirectamente coinciden en lamentarse de los expolios que, por variadas razones, sufrió su obra. Esa circunstancia fue expresada por vez primera inmediatamente después de su muerte, acaecida el veintinueve de diciembre de 1953. El primer número de Archivos Leoneses1 publicado tras el óbito de don Raimundo recoge una semblanza de su persona, sucinta pero certera, realizada por Francisco Álvarez, archivero del Centro de Estudios e Investigación San Isidoro. Y en ella puede leerse lo siguiente: “…a este respecto, es justo consignar que la honradez con que hoy se trabaja en el campo cultural, no le ha regateado la mención honorífica, que le pertenece, si bien no ha faltado quien se haya vestido con plumas ajenas como si fueran propias”. Y si es verdad que ya durante su vida debió ser evidente que hubo quien se aprovechó de manera ilegítima de su trabajo, no lo es menos el hecho reconocido de que su archivo personal, legado tras su muerte a la Catedral, fue utilizado por muchas personas de mayor o menor prestigio que jamás citaron la fuente de los datos que allí encontraron. Con honrosas excepciones, como es natural. Es muy probable, sin embargo, que 1_ ÁLVAREZ, F., “M. I. Sr. D. Raimundo Rodríguez”, Archivos Leoneses, vol. VII, 1953.

a Raimundo Rodríguez no le hubiese importado. Opinan quienes le trataron que estaba por encima de las frecuentes rivalidades de la investigación tal vez porque, en realidad, él siempre fue un sacerdote al que la Providencia dio la posibilidad de completar su ministerio entre papeles. Nació Raimundo Rodríguez Vega en la localidad leonesa de Morgovejo un siete de enero de 1876, quinto de seis hermanos que murieron apenas nacidos o no alcanzaron la juventud. Ninguno, salvo su hermana Antonia, la segunda, que murió casada pero sin hijos a la edad de 24 años. Fueron sus padres Victoriano Rodríguez del Blanco y Francisca Vega Gutiérrez, quien murió en septiembre de 1885 cuando Raimundo contaba apenas nueve años. Con esa edad comenzó su formación en la preceptoría del pueblo que había sido fundada por mi bisabuelo, Isidro Prieto del Blanco, a instancias sin duda de un sacerdote pariente suyo, Anselmo Rodríguez del Blanco (Morgovejo, 1845-1901), vicario de Liébana2, y con el que había estudiado latín en la preceptoría que regentaba en Potes. A su vez, Anselmo Rodríguez era tío carnal de Raimundo Rodríguez y resultó

2_ La comarca cántabra de Liébana perteneció íntegramente a la diócesis de León hasta la reorganización de la misma llevada a cabo en 1954.

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para su formación de importancia excepcional dado que, persuadido de su valía, costeó los estudios que le permitieron completar la carrera sacerdotal3. A la preceptoría de Morgovejo asistió Raimundo Rodríguez seis años, tal como se puede comprobar en el libro de matrícula de la misma que pulcramente llevaba Isidro Prieto. Un tiempo largo que en absoluto indica falta de aptitudes, sino que más bien hay que interpretar como obligado, debido a la edad en que comienza sus estudios de latín. Seis cursos dedicados al latín casi a jornada completa hicieron que, como para muchos otros, la reválida de los estudios allí realizados fuese algo tan sencillo como normal. Examinado y aprobado en los exámenes del Seminario San Froilán de León del curso 1890/91, aparece ya matriculado ese mismo año en el Seminario Menor de Valderas del que, a la sazón, era rector su tío Anselmo Rodríguez del Blanco.

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a Morgovejo, donde permaneció hasta el mes de julio de 1911, siempre atendido por su fiel ama de llaves, Ildefonsa Rodríguez, que permanecería junto a él toda su vida. Durante su estancia en Soto realizó importantes obras de restauración de la iglesia parroquial. En ese año, 1911, alcanzó el puesto de beneficiado contralto de la Catedral de León y se trasladó a la capital, donde viviría el resto de sus días. Muchos de ellos, desde 1922 y hasta su muerte, transcurrieron en el Convento de las Concepcionistas del que era capellán. Allí hay quien le recuerda en una habitación pequeña junto a una mesa camilla llena de libros antiguos y con los pies escondidos bajo los faldones de la misma, colocados sobre un radiador de agua tumbado sobre el suelo en lugar del clásico brasero.

Diez años de estudios eclesiásticos, realizados entre el Seminario de Valderas y el Seminario San Froilán de León, culminaron con su ordenación sacerdotal el día 10 de marzo de 1900, tras la cual fue nombrado inmediatamente cura ecónomo del pueblo montañés de Corniero. Cumplido un año justo en ese destino, fue trasladado a la parroquia de Soto de Valderrueda, muy cercana

Nombrado canónigo de la Catedral en agosto de 1939, en el año 1942 se encargaría de su Archivo, en el que venía trabajando desde muchos años atrás, pues consta su colaboración en la ordenación y catalogación de los legajos, pergaminos, códices y documentos del mismo publicada en Madrid en 1919 por el P. Zacarías García Villada4. Precisamente una de las escasas fotografías que conservamos de Raimundo Rodríguez pertenece a esa época y en ella aparece junto a una gran mesa de trabajo,

3_ El dato se contiene en una de las cláusulas del testamento de Anselmo Rodríguez, otorgado en Valderas (León) el 27 de mayo de 1896: “Así mismo, perdono a mi hermano Victoriano todo el dinero que le he dado y gastado para los estudios de su hijo Raimundo”.

4_ En el Catálogo de los códices y documentos de la Catedral de León, el P. Villada agradece expresamente la colaboración recibida por parte de Manuel Díez, archivero de la Catedral, el sacerdote Francisco Suárez, el jesuita Félix González Olmedo y Raimundo Rodríguez.

la misma que hasta tiempos recientes se ha utilizado en las nuevas dependencias del Archivo de la Catedral de León, donde se custodia su legado. Uno de los aspectos que más sorprende de la figura de Raimundo Rodríguez es, amén de su valía intelectual, la extraordinaria capacidad de trabajo que debía tener. Esa es la conclusión que se extrae de la cantidad de asuntos que debía atender y los cargos para los que fue propuesto. Durante muchos años compaginó su condición de capellán de las Concepcionistas con la de canónigo archivero de la Catedral, donde además de sus propios estudios de investigación llevaba a cabo investigaciones ajenas, tal como demuestra su correspondencia5 conservada. Ello le exigía contestar cartas, hacer búsquedas para otras personas que evitaban tener que desplazarse así hasta León, transcribir documentos, encargar fotografías de los mismos y enviarlos a quienes se los habían pedido, refutar o confirmar datos que se le proponían con el ruego de que los informase… A este trabajo hay que añadir muchos otros: en diciembre de 1936, José Álvarez Miranda le nombra representante del obispado en la Junta de Cultura Histórica del Tesoro Artístico. Apenas dos años después, el nuevo obispo, Carmelo Ballester y Nieto, le comunica su nombramiento como representante del obispado como vocal del Patronato 5_ ACL. Fondo Raimundo Rodríguez. Archivador 4, carpeta 12.

provincial para el Fomento de las Bibliotecas, Archivos y Museos arqueológicos de la provincia de León. En noviembre de 1939, el obispo le elige vocal del Consejo de Vigilancia contra el Modernismo a tenor de lo dispuesto en la encíclica Pascendi y el decreto Sacrorum Antistitum, y apenas un mes después se le nombra vocal de la Junta provisional de reparación de templos no devastados por la guerra. Académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de San Fernando, en julio de 1942 la Dirección general de Bellas Artes le comunica su nombramiento para el Grupo de Colaboradores del Museo Arqueológico de León, “Juan López Castrillón”. En marzo de 1944 el obispado de León le nombra vocal eclesiástico de la Junta local para la redención de penas por el trabajo. Presidente del Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, en septiembre de 1945 Luis Almarcha Hernández, obispo de León, le escoge como profesor de Paleografía y Arqueología y Bellas Artes Leonesas en el Seminario Conciliar San Froilán, cuya revista Archivos Leoneses dirigirá desde su creación en 1947. En mayo de este último año, el obispo le autoriza para “recoger y trasladar al Museo de Arte Sacro de la Diócesis las imágenes y muebles artísticos y otros objetos retirados del culto y que corran riesgo de perderse o deteriorarse”. Todavía en 1950, recibirá el nombramiento del obispado como vigilante-inspector de los señores concursionistas… 283 _____

En este breve esbozo biográfico de Raimundo Rodríguez es obligado hacer referencia a la que fue una de las grandes amistades de su vida. Se trata de la que mantuvo con su primo Agustín Rodríguez Rodríguez6 (1883-1936), al que consideraba prácticamente un hermano. Había propiciado tal circunstancia el hecho de su temprana orfandad materna y la frecuencia con que se encontraba en casa de su tío paterno, también llamado Raimundo, padre de Agustín. A pesar de la diferencia de edad que entre ellos existía, una formación paralela y las largas temporadas de verano en Morgovejo pasadas en compañía, se encargarían de forjar una amistad extraordinaria. La muerte de su primo Agustín, lectoral de la S. I. Primada de Toledo, fusilado en el transcurso de la Guerra Civil7, le causaría un dolor tan enorme que dejó de acercarse a Morgovejo con la asiduidad con que lo hacía anteriormente, razón por la cual se quejaban sus familiares.

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6_ Agustín Rodríguez (Morgovejo, 1883-Toledo, 1936) fue canónigo lectoral de la S.I.C. Primada de Toledo, profesor del seminario, juez eclesiástico metropolitano, provisor de la diócesis, director del Colegio de Doncellas Nobles de dicha ciudad y fundador y director del periódico El Castellano, inicialmente semanal y después diario. 7_ Al comienzo de la Guerra Civil y ante la ausencia de España del cardenal primado, Agustín Rodríguez fue nombrado vicario general de la diócesis, cargo en el que le sorprendió la muerte, en agosto de 1936, fusilado junto a otros once sacerdotes y cerca de sesenta seglares cerca del Paseo del Tránsito de Toledo.

Precisamente con Agustín y durante los veranos elaboró un mapa de todo el término de Morgovejo, así como una serie de cuartillas de papel manila en las que aparecen unos entramados de ángulos que no son otra cosa más que las referencias respecto al Norte geográfico de distintos accidentes geográficos de los alrededores del pueblo: Peña del Águila, Sestil del Mostajo, Era Cimera, Cueva Ladrones, Peña Redonda, Matalutero, Rebollo del Moro, Porciles… Todos esos ángulos, junto con las alturas o acimut de cada uno de esos puntos, les permitieron por triangulación elaborar un mapa del término que, comparado con el del moderno Instituto Geográfico, resulta de asombrosa exactitud, sobre todo si se tienen en cuenta los medios con que fue realizado. Ambos, Raimundo y Agustín, construyeron un teodolito. Se trata de un semicírculo de madera de unos dos palmos por su lado recto. Su lado curvo está graduado de 1 a 180 grados. En el centro del lado recto se acopla otra pieza de madera perpendicular a él y que puede girar sobre la escala graduada. Esta pieza es un cuarto de círculo y está graduada de 0 a 90 grados. Solidaria con ellas y formando un radio, tiene un pequeño tubo agujereado de madera que puede girar sobre el cuadrante graduado, de manera que se puede determinar el ángulo que forma con el plano horizontal la cima del objeto observado a través del visor antes descrito. Con objeto de asegurar la horizontalidad de este teodolito

casero, el semicírculo previamente descrito lleva una entalladura en la que se acopla un vaso con una circunferencia grabada cerca de su borde. Este vaso se llenaba de agua de tal manera que la superficie libre de agua coincidiera con la marca del vaso. Era don Raimundo un gran observador, y durante los periodos pasados en Morgovejo daba enormes paseos por el Monte Grande, el Hayedo o Cerrado donde introducía un termómetro en cada fuente que encontraba y anotaba en una libreta la temperatura a que manaba el agua. Sus bolsillos estaban siempre repletos de pequeños papeles, habitualmente del tamaño de cuartos de cuartilla, en los que anotaba todo aquello que su curiosidad insaciable le hacía notar: cantos populares, coplas de boda, cualquier anécdota contada por un paisano del pueblo, una inscripción tallada en una casa, una fórmula para aplicar a un pergamino y recuperar la escritura perdida, otra para convertir vino blanco en un aceptable cava, descripciones de la flora y fauna de Morgovejo, localismos de la lengua allí hablada, cuentos… Aficionado a la arqueología, paseaba por La Canalina recorriendo las torrenteras y escarbando entre la arena a la búsqueda de algún objeto. Allí encontró, entre muchas otras cosas, una punta de lanza, dos puntas de flecha de hierro, diversas piezas cerámicas, punzones, clavos, agujas, fíbulas, cuentas de collar de vidrio o algunas monedas que J.M. Luengo y Tomás Mañanes

relacionaron en sendas publicaciones8. Las lápidas con inscripciones hebraicas que halló en León las depositó en el Museo Diocesano de León, donde pueden contemplarse hoy en día. No conservó ni legó a particulares ninguno de esos objetos. Su patrimonio, forzosamente pequeño, fue a parar a la Iglesia en la que vivió y murió9. Entre sus bienes se encontraban la casa paterna de Morgovejo, heredada íntegramente por la inexistencia de hermanos o sobrinos, en la que durante algunos años tuvo su sede la preceptoría. Con excepción de esa casa, y de un armonio que quiso dejar a la iglesia de Morgovejo, su legado fue más intelectual que material. Cuanto queda del mismo se guarda hoy en las dependencias del Archivo de la Catedral de León. 8_ LUENGO, J. M., “El castro de Morgovejo (León)”, Atlantis, XV, 1940. MAÑANES, T., “Contribución a la Carta Arqueológica de la Provincia de León”, en León y su Historia, IV, 1997. R. Rodríguez le prestó algunas de esas piezas a José María Luengo, quien puntualmente se las devolvió según consta en una carta de 25 de enero de 1935 conservada en la correspondencia del autor (ACL. Fondo Raimundo Rodríguez. Archivador 4, carpeta 12). 9_ En el Libro de Difuntos del Cabildo de la Catedral de León, que da comienzo en 5 de abril de 1928, se levanta acta de su defunción al número 29. “En la ciudad de León a treinta de diciembre de mil novecientos cincuenta y tres, yo el infrascrito contador de coro de la S. I. Catedral mandé dar sepultura eclesiástica al cadáver de del M. I. Sr. Don Raimundo Rodríguez Vega, Canónigo Archivero de esta S. I. Catedral, de 78 años de edad, natural de Morgovejo, hijo legítimo de Don Victoriano y Doña Francisca. Falleció el día de ayer a consecuencia de un carcinoma gástrico según certificación facultativa, en la casa número 4 de la calle de San Francisco. Recibió los Stos. Sacramentos de Penitencia, Viático y Extremaunción y fue sepultado en el lugar propiedad del Cabildo. Se celebraron las Honras los días 2, 4 y 14 de enero. Y para que conste lo firmo”.

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EL FONDO RAIMUNDO RODRÍGUEZ DEL ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE LEÓN Recogido inicialmente por D. Agapito Fernández, después de muchos años de desorden y uso indiscriminado, ha sido clasificado por D. Manuel Pérez Recio actual archivero de la Catedral de León, que optó por comenzar separando el material impreso (que a excepción de los recortes de periódico o revistas, fue trasladado a la biblioteca del Archivo catedralicio junto a los libros, en su mayor parte sellados con su ex libris) del manuscrito. De este último se desgajaron y trasladaron los 72 pergaminos pertenecientes al fondo del Monasterio de Otero de las Dueñas que el arquitecto Juan Crisóstomo Torbado donó10 a Raimundo Rodríguez, de los cuales los 12 primeros fueron publicados11 por José María Fernández Catón. El fondo se compone actualmente de siete archivadores, cuyos contenidos son los siguientes: Archivador 1 Recortes de periódicos de Diario de León y La Crónica de León. Archivador 2 Recortes de periódicos y revistas. La Catedral de León: historia.

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10_ Así lo indica la nota manuscrita que los acompañaba: “Estos 72 pergaminos me regaló D. Juan C. Torbado en nobre. de 1945. R. Rz.” 11_ FERNÁNDEZ CATÓN, J. M., Documentos leoneses en escritura visigótica. Fondo Raimundo Rodríguez del Archivo Catedral de León, en León y su historia. Miscelánea histórica III, León, 1975.

El Fuero de León: centenario (a. 1920). Curiosidades Leonesas (257 pequeños artículos). Archivador 3 Ciudad de León: calles, fuentes, murallas, ordenanzas, curiosidades. Ceremonia de las Cantaderas. Extractos de actas capitulares (1379-1669). Extractos de actas capitulares (1376-1600) y cuentas de Fábrica (1452-1755). Extractos de protocolos. Monasterios y conventos de León: Convento de la Concepción; Otero de las Dueñas; San Marcos; San Cosme y San Damián; Santa María de Carrizo; San Claudio; Sandoval; Santiago; Santo Domingo; San Pedro de Eslonza (plano de D. Juan Torbado Franco); Gradefes; San Guillermo de Peñacorada. Monasterios antiguos. Archivador 4 Episcopologio de León. Iglesias de la diócesis de León. Iglesias de la ciudad de León: Nuestra Señora del Mercado, San Isidoro, San Juan de Renueva, San Lorenzo, San Marcelo, San Martín, San Pedro de los Huertos, San Salvador del Nido, Santa Ana, Santa Marina, Nuestra Señora de Villapérez. Ermitas: Virgen del Camino, Virgen de la Velilla… Hospitales. Cofradías. Inventario de la biblioteca de Juan López Castrillón. Heráldica. Fotografías. Firmas de distintos personajes. Sellos de correos. Correspondencia. Archivador 5 Notas sobre la Catedral de León.

Monumentos de distintos pueblos de la provincia de León. Extractos de actas consistoriales del Ayuntamiento de León. Doce cuadernos con extractos de 917 expedientes de limpieza de sangre de los años 1670 a 1820. Pulchra Leonina. Guía para visitar la Santa Iglesia Catedral por D. Raimundo Rodríguez. 96 ff. 300x220mm. Manuscrito en papel [1-70 de texto, 71 a 96 fotografías, más otras fotografías y el nihil obstat]. Copia a máquina del texto original. Archivador 6 Fichero con datos sobre personas, pueblos, cosas… Fichero de personajes leoneses. Notas sobre el Románico y el Gótico en León. Archivador 7

El acceso al fondo de Raimundo Rodríguez, probablemente por haberse considerado poco importante o minusvalorado, no ha estado controlado hasta tiempos muy recientes desconociéndose quiénes y en qué medida han hecho uso de él. Algunos investigadores lo han utilizado sin duda con corrección y pulcritud. En este sentido, es obligado citar el caso de la profesora Margarita Torres Sevilla y Quiñones de León, que trabajó con las numerosas fichas de heráldica que en él se guardan y dejó en el archivo una relación de las mismas en formato informático, gracias a la cual otros investigadores pueden saber lo que en esa parte del fondo se contiene.

Once cuadernos con 1008 extractos del Libro del Tumbo desde el folio 1 al 474. Veinticinco libretas con los índices de personas y lugares que se citan en los cuadernos anteriores. Un cuaderno de extractos de dedicatorias de los libros de firmas-álbum de la Catedral.

Don Raimundo trabajando en el Archivo de la catedral (ACL. FRR).

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LA CORRESPONDENCIA DE RAIMUNDO RODRÍGUEZ De entre todos los documentos de que consta el Fondo Raimundo Rodríguez, nos interesa especialmente su correspondencia, a pesar de que esté claramente incompleta y se refiera solamente a una época determinada de su vida, pues abarca únicamente los años de 1921 a su muerte. Ha de tenerse en cuenta que en 1921, don Raimundo llevaba ya en León, como contralto de la Catedral, diez años y que, precisamente en ese periodo de tiempo nos consta su colaboración con el P. Zacarías García Villada y con D. Manuel Díez, quien era el archivero de la catedral. Nos consta también que en esos años hubo de conocer a personajes como Ramón Menéndez Pidal, que en 1915 visitó la Catedral para ver sus fondos, Anacleto de Ortueta y, tal vez, Claudio Sánchez Albornoz12. Pero nada, según se ha dicho ya, se guarda en su correspondencia de esos años, ni siquiera de carácter familiar, que sin duda existió. El epistolario conservado se compone de 60 cartas, que se pueden dividir claramente en tres grupos: personales, relacionadas con sus estudios y/o el archivo y, por último, nombramientos y comunicaciones. En el primer grupo hay solamente tres cartas: una, correspondiente a mayo de 1936, la firma su tío Gregorio Prieto Rodríguez, sacerdote en Madrid. Es de un interés indudable por su fecha y por

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12_ C. Sánchez Albornoz, en la adición que inserta a la quinta edición de Una ciudad de la España cristiana hace mil años afirma haber realizado entre los años 1921 al 1924 sus investigaciones para redactar el libro.

pequeñas pinceladas que anticipan lo que en breve ocurrirá: la denominación de “cucarachas” que los comunistas dan a los sacerdotes, los intentos de trasladar a los maestros de escuela, la incautación de colegios de monjas por el Gobierno, la percepción de que Madrid y Toledo no son buenos lugares para los sacerdotes en esos tiempos… Y resulta especialmente emotiva porque Gregorio Prieto moriría muy poco después fusilado en unas circunstancias que hoy se nos antojarían especialmente trágicas13. Es también personal la carta que recibe del abogado Publio Suárez Uriarte, primer gobernador de León en la República, que en agosto de 1939 le felicita por su nombramiento como canónigo. La tercera carta, última de este grupo, la recibe en los primeros días de enero de 1946 por parte del párroco de La Sota de Valderrueda, quien le hace un encargo y le manda alguna noticia de parientes de Morgovejo. Raimundo Rodríguez se valió del reverso de la carta para hacer anotaciones, algo que hacía con frecuencia para aprovechar el papel. El grueso de la correspondencia está formado por cartas relacionadas con sus investigaciones o con el cargo de archivero que ostenta desde 1942. En ellas se puede rastrear la relación (amistosa o meramente profesional) que mantuvo 13_ Capellán del asilo de Carabanchel Alto, en el que se hallaban más de doscientos ancianos, se encontraba sin vestiduras talares cuidando el huerto del mismo. Los milicianos le abordaron y él les descubrió su identidad, que hubiera podido quedar fácilmente oculta.

con diversas personas bien conocidas en su tiempo en los ámbitos científico, artístico o académico: Julio Puyol, Gonzalo Castrillo14, Fray Atanasio López15, Roberto González del Blanco16, el P. Getino17, José María Luengo, Norman Cinnamond, Dalmiro de la Válgoma y Díaz Varela18, Teófilo Ayuso, Juan Beneyto, Torquato de Sousa Soares19, Julio González20, Antonio Ballesteros, Valentín Dávila, Filemón de 14_ Musicólogo y maestro de capilla de la Catedral de Palencia que había sido organista de la Real Colegiata de San Isidoro de León, donde estaba, con seguridad, en 1912. 15_ Franciscano leonés (Boñar, 1876-Santiago de Compostela, 1944) gran historiador de su orden y fundador de la revista Archivo Ibero-Americano que dirigió más de veinte años. En 1942 la Biblioteca Nacional premió su obra La imprenta en Galicia, Siglos XV-XVIII. 16_ Reconocido artista gallego de origen leonés, murió en 1959 en Santiago de Compostela. 17_ En la carta del P. Getino (23/09/1935), éste alude someramente al hecho de que no ha podido leer ni escribir durante algún tiempo. Es conocido que al dominico se le prohibió hacerlo a raíz de que se incluyese en el Índice su libro Del gran número de los que se salvan y de la mitigación de las penas (1934). En su carta se refiere a una Biblioteca Leonesa que están (no dice quiénes) preparando en la que publicarán libros sobre León. Envía, además, unas notas del Padre Carrión apoyando el leonesismo de La Pícara Justina. 18_ Historiador de prestigio (Monforte de Lemos, Lugo, 1904-Madrid, 1990) y académico de la Real Academia de la Historia, está enterrado en Villafranca del Bierzo, de donde era natural su padre, junto a su esposa, la escritora Elena Quiroga, la segunda mujer que ocupó un sillón en la RAE. 19_ Historiador portugués fundador de la Revista Portuguesa de História. 20_ Reconocido medievalista (Villaorquite, Palencia, 1915-Madrid, 1991).

Arribas, Gratiniano Nieto, Juan Uría Riu, Fray Darío Cabanelas, Francisco Cantera, el marqués del Saltillo, Concha Casado, Antonio García Conde, Juan Francisco Yela o Juan Meseguer. Del contenido de estas cartas se extrae la conclusión de que se confiaba en él como transmisor o intérprete. Y de que sus artículos eran requeridos en revistas y ambientes científicos. Así, en enero de 1941 el historiador y profesor luso Torquato de Sousa le invita a colaborar en la Revista Portuguesa de Historia (que inicia su andadura en ese preciso momento): “Bastaría que nos enviasse a copia dun documento, que interesasse sobre qualquer aspecto, con um comentário. Pode ser?” En septiembre de 1943, es el medievalista Julio González quien con insistencia, dado que tiene dudas sobre el trabajo de Aurelio Calvo (“lento y un tanto desordenado”), le ruega que prepare para la imprenta la colección de Gradefes (cuyos 672 documentos había trascrito íntegramente) pues el CSIC está dispuesto a publicársela e incluso a pagársela (“no sé si a un tanto o a razón de doce pesetas página”). El tema vuelve a salir en una carta de 30 de junio de 1944 en la que, además, Julio González le pide que, además, “mande también cosas sobre arte que tenga documentadas...”. En la mayoría de las cartas conservadas, en fin, puede constatarse que en su trabajo como archivero era amable y diligente, razón por la cual los remitentes le agradecen las molestias que le puedan causar y la importancia que sus datos tienen para sus respectivas investigaciones.

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LA OBRA DE RAIMUNDO RODRÍGUEZ

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La obra de Raimundo Rodríguez está compuesta fundamentalmente por artículos. Quizás por su condición de curioso insaciable, de persona interesada por absolutamente todo, era, a la vez, disperso intelectualmente. Sin que eso sea, en manera alguna, un demérito. Solamente así se explica que no se centrara en un tema en concreto y profundizara de manera exhaustiva en él y, por el contrario, escribiese multitud de artículos de temas extraordinariamente diversos. Sus primeros artículos aparecieron en Diario de León en el año 1919 e iban firmados con el seudónimo de R. de la Conja, nombre que tomó sin duda del hermoso paraje de su Morgovejo natal denominado Las Conjas. Eran artículos de carácter histórico que aparecieron en la sección Tribuna Libre bajo el título de “Cosas Leonesas”. Su colaboración con Diario de León volvió a repetirse en los años 1924 y 1925 en los que escribió una serie de artículos titulados “De arte leonés. Datos para su historia”, recogiendo el trabajo y la personalidad de artistas que trabajan en la ciudad y la provincia en épocas y monumentos diversos. A esta serie de artículos se refería Fernando Álvarez en la semblanza que en

Archivos Leoneses escribió sobre don Raimundo, apenas desaparecido este, recordando que podían considerarse como “el prólogo de una obra bastante extensa que ha dejado sin terminar, pero muy adelantada”. Otra importante tanda de publicaciones apareció en la Revista del Clero Leonés, que nació en el mes de enero de 1926 bajo los auspicios del por entonces obispo de León, José Álvarez Miranda, quien el 12 de enero de ese año concedió licencia para su publicación. La revista, que se editaba con carácter quincenal, se mantuvo muy dignamente y con interesantes aportaciones sobre temas diversos (históricos, teológicos, políticos incluso) hasta el año 1931. Se imprimía en la Imprenta Católica, situada en la calle Pablo Flórez 20, la redacción y administración de la misma estaban domiciliadas en la Plaza Mayor 15 y costaba anualmente su suscripción 7 pesetas. Fue director de la misma desde sus comienzos Dionisio Moreno Barrio, párroco de Santa Marina, quien, tras ser nombrado obispo de Coria el 19 de diciembre de 1927, será sustituido por Fernando Álvarez Rodríguez. En esta publicación aparecieron los siguientes artículos de Raimundo Rodríguez:

Año I, nº 2. 30, enero, 1926. p. 52-54. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. Recoge los memoriales de los párrocos con lo que robaron los franceses. Los memoriales se habían ordenado por una circular del obispo Pedro Luis Blanco de 30, abril, 1809 (Albires, Benamariel). Año I, nº 5. 8, marzo, 1926. p. 130-132. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Bercianos del Real Camino, Las Bodas, Voznuevo, El Burgo, Castilfalé, Cea). Año I, nº 8. 22, abril, 1926. p. 212-214. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Fáfilas, Fontanos y La Flecha, Fresno de la Vega, Fuentes de Ropel, Grañeras, Mansilla de las Mulas). Año I, nº 11. 8, junio, 1926. p. 290-292. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Matanza, la Milla del Río, Monasterio de Vega, Morales del Campo, Pedrosa del Rey). Año I, nº 12. 22, junio, 1926. p. 322-324. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Pobladura de San Julián, Poza de la Vega, Pozuelo de la Orden, Pozuelos junto a Villada, Prado de Villalpando, Quintana de Raneros). Año I, nº 13. 8, julio, 1926. p. 354-355. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Quintanilla del Monte, Robledo de la Valdoncina, Sahelices de Mayorga, San Román de la Cuba, Valdefuentes de Valderas). Año I, nº 14. 22, julio, 1926. p. 378-380. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Valderas: Parroquia de San Juan del Mercado, Parroquia de San Pedro, Parroquia de Santa María del Azogue, Convento del Carmen).

Año I, nº 17. 8, septiembre, 1926. p. 465-471. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Valdelafuente, Valdemorillo, Valdunquillo, Villada, Villadangos, Villadesoto, Villafalé). Año I, nº 19. 8, octubre, 1926. p. 515-518. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Villafrechós, Villafruela, Villalón, Villalba de la Loma, Villamanín). Año I, nº 20. 22, octubre, 1926. p. 547-548. Los amigos de nuestro Arte Cristiano. (Villasabariego, Villasinta, Villiguer, Villarente). Año II, números 30 y 31 (número extraordinario). 22, marzo, 1927. p. 199-201. Notas para el episcopologio legionense. Año II, nº 34. 23, mayo, 1927. p. 278-282. Notas para el episcopologio legionense. Año II, nº 36. 22, junio, 1927. p. 339. El Corpus en León. Año II, nº 39. 8, agosto, 1927. p. 421-424. El pontificado de don Aleramo. Año II, nº 44. 22, octubre, 1927. p. 583-584. El pontificado de don Aleramo. Año II, nº 46. 22, noviembre, 1927. p. 638641. El pontificado de don Aleramo. Año III, nº 52. 22, febrero, 1928. Dos cartas de Felipe II. Año III, nº 64. 22, agosto, 1928. ¿León, cuna de la escritura románica? Año III, nº 67. 8, octubre, 1928. Episcopologio: Fray Alonso de Argüello, obispo de León. Año III, nº 69. 8, noviembre, 1928. Episcopologio: Fray Alonso de Argüello, obispo de León.

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Año III, nº 71. 10, diciembre, 1928. Episcopologio: Fray Alonso de Argüello, obispo de León. Año IV, nº 76. 22, febrero, 1929. p. 104-108. Lápidas romanas y celto-romanas. Año IV, nº 80. 22, abril, 1929. p. 225-232. ¿Cuándo se apoderó de León Almanzor? Año IV, nº 85. 8, julio, 1929. León después de la irrupción de Almanzor. Año IV, nº 92. 8, octubre, 1929. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año IV, nº 93. 8, noviembre, 1929. p. 104108. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año IV, nº 95. 8, diciembre, 1929. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 98. 22, enero, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 101. 8, marzo, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 102. 22, marzo, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 105. 8, mayo, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 106 22, mayo, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 108. 22, junio, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 111. 8, agosto, 1930. Episcopologio: D. Gonzalo Osorio, 1301-1313. Año V, nº 117. 8, noviembre, 1930. Actas de San Marcelo Centurión.

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Año V, nº 120. 22, diciembre, 1930. En derredor de una escultura aparecida en la Puerta de la Gomia.

Los siete últimos años de su vida fueron coincidentes con los siete primeros de existencia de la revista Archivos Leoneses, que había sido creada por el obispo Luis Almarcha Hernández el 4 de abril de 1947 como medio de expresión del Centro de Estudios e Investigación San Isidoro21. El obispo, tal como recuerda Fernández Catón22, implantó también las clases de Paleografía para los seminaristas teólogos“como una de las actividades de la Cátedra San Isidoro”. Su primer profesor fue precisamente D. Raimundo Rodríguez, cuyo nombramiento se conserva en el Archivo de la Catedral de León23. La revista dejó de publicarse en 1996, al alcanzar el volumen 50. Este último volumen incorpora los números 99-100 (enero-diciembre de 1996) e incluye, además de varios índices, una serie de colaboraciones en las que distintos autores valoran lo que ha significado la revista y la importancia de sus aportaciones. En muchos de ellos se alude a la preciosa e ingente labor que, como director de la misma, desempeñó D. Raimundo Rodríguez hasta su muerte (desde enero de 1947 hasta diciembre 21_ El Centro de Estudios e Investigación San Isidoro nació mediante un Decreto del Exmo. y Rvdmo. Sr. D. Luis Almarcha Hernández, obispo de León, dado el 24 de septiembre de 1945. En ese Decreto, además de especificarse los fines del Centro, se procedía a crear “Cátedra de San Isidoro”. 22_ FERNÁNDEZ CATÓN, J. Mª., Archivos Leoneses, nº 99-100, enero-diciembre 1996, pág. 13. 23_ ACL. Fondo Raimundo Rodríguez. Archivador 4, carpeta 12. El nombramiento es de 1 de septiembre de 1945.

de 1953). Y el historiador Justiniano Rodríguez Fernández alude a un hecho que merece un estudio reposado que, desafortunadamente, se ha postergado en exceso: el elevado nivel cultural del que hacía gala por aquellos años la ciudad de León, muchas de cuyas plumas colaboraban estrechamente con Archivos Leoneses: Filemón de la Cuesta (director de Diario de León desde 1927), Clodoaldo Velasco (canónigo magistral de la Catedral al que se debe la creación de su museo en el año 1917), Luis López Santos, Raimundo Rodríguez, José González, Argimiro Álvarez, Miguel Hernández, Miguel Bravo Guarida, Francisco del Río Alonso, Juan Torbado… No hay duda de que las aportaciones reconocidas extensamente como más interesantes de nuestro personaje se encuentran recogidas en Archivos Leoneses. Me refiero, por ejemplo y sin minusvalorar otros, al “Catálogo de documentos del Monasterio de Santa María de Otero” así como al “Catálogo de documentos del Monasterio de la Inmaculada Concepción de León”. A ellos hay que sumar el “Libro de consistorio de la Muy Noble e muy leal Cibdad de León”, cuya primera parte apareció en el ejemplar correspondiente a julio-diciembre de 1953 que Raimundo Rodríguez no vio impreso, pues murió en diciembre de ese año: en él apareció precisamente su necrológica. Pero tenía ya redactada la con-

tinuación, y otros artículos, que Archivos Leoneses publicó carácter póstumo. El primer artículo de Archivos Leoneses lo firmó, como no podía ser de otra manera, R. Rodríguez, que publicó en ella los siguientes estudios: Nº 1, 1947, p.9. El canto de la Sibila en la Catedral de León Nº 2, 1947, p.125. Los fragmentos isidorianos del códice samuélico de la Catedral de León. Nº 2, 1947, p.93. La Virgen del Camino de León. Nº 3, 1948, p.1-24. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 3, 1948, p.83. In festo Sancti Isidoro, prosa. Nº 4, 1948, p.33-64. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 4, 1948, p.141. San Marcelo de León. Nº 5, 1949, p. 65-96. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 6, 1949, p. 97-128. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 6, 1949, p. 116. Fuero de Villafrontín: despoblado en Castroverde de Campos. Nº 6, 1949, p. 117. Oteruelo: foros (año 1417). Nº 7, 1950, p. 129-168. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata).

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Nº 8, 1950, p. 91. El azeite de Aparicio. Nº 8, 1950, p. 169-201. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 10, 1951, p. 1-35. Catálogo de documentos del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas (Archivo Episcopal de León) (separata). Nº 10, 1951, p. 131. Enrique de Arfe en la Catedral de León. Nº 11, 1952, p. 1-35. Catálogo de documentos del monasterio de la Inmaculada Concepción de León. Nº 11, 1952, p. 103. El códice 52 de la Catedral de León y la liturgia. Nº 14, 1953, p.117. Libro de consistorio de la muy noble e muy leal cibdad de León. Acuerdos de Consistorio (1513-1514). (Con carácter póstumo aparecieron:) Nº 14, 1955, p.123. Libro de consistorio de la muy noble e muy leal cibdad de León. Acuerdos de Consistorio (1513-1514). Nº 18, 1955, p.152. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1376) Nº 19, 1956, p.152. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1376). Nº 20, 1956, p.123. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1376). Nº 22, 1957, p.147. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1423). Nº 23, 1958, p.183. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1423). _____294

Nº 24, 1958, p.317. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1423).

Nº 31, 1962, p.147. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1468 a 1481). Nº 32, 1962, p.307. Extracto de las Actas Capitulares de la Catedral de León (desde 1481 a 1485).

La excepción a lo anteriormente afirmado, esto es, que Raimundo Rodríguez era autor fundamentalmente de artículos, es un libro titulado Guía Artística de León que, ilustrado por el gran fotógrafo leonés Winocio Testera, fue publicada en el año 1925 en la Imprenta Moderna que, por entonces, tenía su sede en la calle Cervantes nº 3 de la capital. La guía resultó premiada en el certamen que dos años antes, en el mes de noviembre, había convocado el Excelentísimo Ayuntamiento de León. La Guía Artística de León está dividida en varios capítulos que comienzan con una sucinta, pero interesante y documentada, historia de la ciudad de León desde sus orígenes hasta la Guerra de la Independencia. Continúa con la ceremonia de la proclamación de los reyes de León y se ocupa después de los leoneses más ilustres “en santidad” así como en “armas, letras y otros conceptos”. San Isidoro, San Marcos y la Catedral, en cuyo archivo se detiene especialmente indicando que en él se contiene el documento más antiguo de España (la escritura del rey Silo del año 775), ocupan una extensa parte de la obra titulada Monumentos. Continúa su recorrido por la ciudad, deteniéndose en las murallas y una larga lista

de monumentos, algunos de los cuales han desaparecido ya. Ente ellos se encuentran el Convento de Santa María de Carbajal, el Hospicio, San Martín, Palat del Rey, Palacio del marqués de Villasinda, Santa Marina, San Marcelo, Santa Nonia… Está dedicada la séptima parte de la obra a una serie de excursiones por la provincia (Navatejera, la Virgen del Camino, Murias de Paredes, San Miguel de Escalada, Gradefes, Santo Tomás de las Ollas, Santiago de Peñalba…). Y finaliza la Guía Artística de León con unas notas a propósito de las costumbres, el traje y el folklore leonés. No publicó Raimundo Rodríguez ningún libro más, pero en el momento de su muerte tenía terminado y a punto de dar a la imprenta otro: Pulchra Leonina. Guía para visitar la Catedral de León. De hecho, el libro disponía desde el 30 de octubre de 1950 del nihil obstat del obispo de León, firmado tras el informe realizado por Filemón de la Cuesta en 27 de ese mismo mes: “Excmo. Sr: Con todo detenimiento he cumplido el encargo de V.E.R. de examinar la guía de la Catedral, titulada PULCHRA LEONINA, obra de M. I. Sr. D. Raimundo Rodríguez, archivero de la misma, y, lejos de encontrar en ella cosa alguna que impida firma el NIHIL OBSTAT, he de manifestar, con honda satisfacción, que la considero digna de

ser publicada con el máximo esmero y lujo tipográfico. El autor derrama luz sobre toda ella, ya de suyo tan luminosa, y sobre todas y cada una de sus partes, tanto en el aspecto histórico como acerca de su mérito artístico. Además de guía para visitarla, bien merece el calificativo de historia de la Pulchra. Por vía de ejemplo, diré que no solo da detalles de los artistas autores del hermosísimo coro y explica el significado de sus múltiples y bellísimas figuras, sino que llega a decirnos el día y el sitio en que se cortó el primer nogal, destinado a esta gran obra de arte. Describe con exactitud, documenta con minuciosidad, valora con acierto, a mi juicio, y por todo ello la considero digna de la recomendación arriba expresada. León, veintisiete de octubre, víspera de la fiesta de San Simón y San Judas. B.E.A.P de V. Excelencia Revdma. Filemón de la Cuesta” Creo no equivocarme al afirmar que esta es la primera vez que públicamente se habla de dicha obra inédita, cuya existencia desconocían ciertamente las personas que hasta el presente se han ocupado de realizar alguna semblanza de Raimundo Rodríguez24. A ninguno 24_ Me refiero a los artículos de Francisco Álvarez en Archivos Leoneses (vol. VII, 1953); Máximo Cayón Waldaliso en Diario de León de

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de ellos les constaba y nunca fue desmentida su afirmación de que la Guía Artística de León fuese su única obra y de que no se hallase preparando alguna otra, a pesar de que el manuscrito de Pulchra Leonina parece haberse encontrado siempre en el fondo que lleva su nombre en el Archivo de la Catedral de León, y ha estado a disposición de cuantos han utilizado el mismo. Ese libro inédito es el que el lector tiene hoy entre sus manos y en él se nos ofrece una imagen de Raimundo Rodríguez nítida y precisa: la de un hombre que conoció y amó la Catedral desde una perspectiva que sobrepasó lo arquitectónico.

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3 de febrero de 1986; y Marta Prieto y Maximino Prieto en “Raimundo Rodríguez Vega”, en Filandón nº 765 de Diario de León, 2001.

PULCHRA LEONINA. GUÍA PARA VISITAR LA CATEDRAL DE LEÓN Raimundo Rodríguez concibió Pulchra Leonina, tal como se recoge en el subtítulo de su obra, como una guía. No era la primera vez que realizaba una incursión en ese terreno: como ha quedado dicho, en 1925 se publicó su premiada Guía de la Provincia de León en la que se dedicaban a la Catedral nada menos que 64 páginas -una tercera parte de la obra- y 56 fotografías. Ese carácter de guía, y no de investigación o estudio pormenorizado, explica las similitudes que se pueden observar, cuando se analiza el texto detenidamente, con fragmentos pertenecientes a otras dos obras de referencia sobre la Catedral de León que habían aparecido en el siglo anterior (1855 y 1895, respectivamente) y que, si por sus características no estaban al alcance de cualquiera, menos accesibles serían desde luego para los viajeros que se acercasen hasta León a mediados del siglo XX. Me refiero, evidentemente, a los libros de José María Quadrado, Recuerdos y bellezas de España: Asturias y León, y de Demetrio de los Ríos, La Catedral de León. Solamente con esa intención didáctica puede asumirse que R. Rodríguez comience su texto con la referencia a una inscripción tomada directamente de Demetrio de los Ríos quien, a su vez, la había tomado de Quadrado:

Sint licet Hispanis ditissima pulchraque templa, Hoc tamen egregiis omnibus arte prius. Y continúe insertando los dichos por todos conocidos que aluden a las catedrales de Sevilla, Oviedo, Toledo, Santiago de Compostela y León y a algunos otros lugares. Dichos que se recogen también en Quadrado y Demetrio de los Ríos aunque R. Rodríguez nos proporcione una variante (que consideraría más conocida por los leoneses) y nos explique con precisión, respecto a la inscripción aludida, dónde estaba, cómo era y cuándo y por qué motivo desapareció de su lugar originario. Consta Pulchra Leonina de 69 folios manuscritos incluida la bibliografía, que recoge las obras de una treintena de autores cuyos nombres, curiosamente, no ordenó por orden alfabético sino por orden cronológico a excepción de los tres últimos que fueron, sin duda, un añadido de última hora. Así, comienza con la referencia a De las antigüedades de España de Ambrosio de Morales (Alcalá, 1575) y termina con “The thirteeth Century Gothic sculpture of Cathedrals of Burgos and León” de F. B. Deknatel, publicado en The Art Bulletin en 1935. Cuándo y cómo redactó Raimundo Rodríguez esta obra es tarea difícil de dilucidar. La obra estaba ya aparentemente lista para la imprenta en el otoño de 1950, pues consta en esa fecha el nihil obstat y no tendría ningún sentido haberlo solicitado si no fuese porque estaba prevista una próxima edición. No

tenemos la menor noticia de quién iba a publicar la obra, pero lo cierto es que, por razones que evidentemente ignoramos, el proyecto se desechó u olvidó, y Pulchra Leonina estaba aún inédita tres años después, cuando acaece la muerte de su autor. Parece probable que Raimundo Rodríguez redactase la guía por encargo en torno a ese año, 1950; en todo caso parece claro que después de 1947, ya que en la obra se hace referencia a la muerte del arquitecto Juan Torbado que se produjo el día 1 de enero de ese año. Por cierto que la relación entre ambos, Juan Torbado y Raimundo Rodríguez, debía ser extraordinariamente amistosa. La vinculación de Torbado a la Catedral se había iniciado en mayo de 1893 al ser nombrado arquitecto auxiliar. Apenas un año antes había sido designado para el cargo de arquitecto restaurador Juan Bautista Lázaro de Diego, con quien Torbado trabajó hasta 1908, año en que, incapacitado el primero, se le nombró arquitecto restaurador, puesto que, con la excepción del año 1912 en que lo fue Manuel de Cárdenas, conservaría hasta su muerte. Cabe pensar que la amistad entre Torbado y R. Rodríguez data de esos tempranos años e, incluso, que fuera precisamente el magisterio de Torbado el que le abriera los ojos al por entonces joven contralto recién llegado a la Catedral. Lo cierto es que R. Rodríguez deja traslucir en numerosas ocasiones el cariño personal y su admiración por el trabajo del arquitecto director de las

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obras de restauración de la Catedral. A él alude en Pulchra Leonina como descubridor, en 1911, de las pinturas del claustro correspondientes al Entierro de Jesús, o como eficaz cooperador de Clodoaldo Velasco en la creación del Museo de la Catedral en el año 1917. Y, en fin, no hay mayor elogio que el que le dedica con motivo de la descripción del retablo que en el siglo XV el Cabildo le encargó a Nicolás Francés: “Alguna idea del maravilloso efecto de tan magnífica obra podrá lograrse al contemplar, en el Museo, la maqueta que, tras un muy amoroso estudio de todas las pinturas de Maestre Nicolás y de la detallada descripción que de cada tabla del retablo se guarda en el archivo, nos ha dejado el último arquitecto de la Iglesia, don Juan Crisóstomo Torbado; obra delicadísima que le acredita, no ya de fidelísimo restaurador, sino de muy hábil miniaturista, y a los setenta y siete años de edad. Sólo dos tabletas quedaron sin acabar el día de su fallecimiento, 1º de enero de 1947”. Juan Torbado, por su parte, le regaló en 1945 a R. Rodríguez una excepcional colección de documentos, 72 concretamente, que poseía del Monasterio de Otero de las Dueñas y que, tras su muerte, pasaron a formar parte, como ya se ha dicho anteriormente, de los fondos del Archivo Catedral de León.

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La estructura de Pulchra Leonina es simple y ciertamente lógica. Desde el primer folio queda claro que lo que realmente le importa a su autor es lo visual, la apreciación estética del arte.

Parece un contrasentido si se tiene en cuenta su oficio de archivero (que asoma en breves pero interesantes notas sobre personajes, acontecimientos, anécdotas o circunstancias especiales) pero así es: en apenas seis páginas ventila la historia de la Catedral, las etapas constructivas y los arquitectos que intervienen en ella. Esos elementos, como bien comprenderá el lector, le habrían permitido hacer un alarde de erudición que descarta claramente. Digamos, pues, que en realidad la guía comienza en el momento en que nos propone mirar el templo como edificio desde el exterior para abordar después y, con gran meticulosidad, su interior, al que dedica el grueso de la obra. Tras detenerse en la planta, las vidrieras, el trascoro y el coro, comienza un recorrido por las naves que, sorprendentemente, se repetirá de manera idéntica o muy semejante en obras posteriores dedicadas a la Catedral de León. Aunque parezca mentira, son muchas las cosas que han cambiado en la Catedral desde mediados del siglo XX en que Raimundo Rodríguez redactó su texto, aunque solamente sea de lugar o de nombre. Algunos de sus juicios sobre el grado de deterioro de algunos elementos y la necesidad de una restauración, que ya entonces le parecía imperiosa, han resultado ciertamente vaticinios. Es el caso, por ejemplo, del aserto que realiza a propósito de las pinturas murales del claustro cuando afirma: “Estos muy interesantes temples están perdiendo mucho de año en

año; y si una inteligente restauración no viene pronto a poner remedio, luego no habrá lugar”. Como bien nos recuerda J. M. Rodríguez Montañés, esa intervención fue financiada recientemente por el BBVA pero, “la mayoría de las escenas, salvo alguna de la panda occidental y las repasadas por Torbado, son ya irreconocibles”. Por todo ello, y para poder leer hoy Pulchra Leonina de manera inteligible, se ofrece el texto original con un abundante número de comentarios que nos proporcionan la denominación que las capillas llevan actualmente, nos reubican elementos que ya no se encuentran donde estaban hace más de medio siglo o, simple y llanamente, nos confirman su desaparición. Me gusta imaginar a este lejano pariente, poco hablador y no afable en exceso si he de creer algunos de los recuerdos que en la familia se han conservado de él, paseando por la Catedral. Día tras día y año tras año. Notando cómo una pintura se va desvaneciendo, cómo una inscripción sepulcral resulta menos visible, cómo se desprenden fragmentos de una piedra blanda que parece desmenuzarse al tacto… Observando cómo los colores en que la luz se transforma al atravesar las vidrieras se refleja en el agua contenida en la pila del agua bendita. García Sanchiz le había legado a Raimundo Rodríguez esa mágica visión. Él nos la propone a nosotros en las líneas finales de la Pulchra Leonina que escribió, quiero pensar, para pagar la deuda contraída con su Catedral.

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Izquierda. Página del manuscrito de don Raimundo.

índice Agradecimientos ________________________________________006 Presentación ___________________________________________007

La Catedral _____________________________________012 Historia _______________________________________________014 Nueva catedral ______________________________________018 Etapas o cronología de su construcción ____________020 Maestros de la obra o arquitectos __________________025 La conservación de la piedra _____________________028

LA GUÍA __________________________________________034 Exterior del templo ____________________________________036 Fachada de occidente ____________________________________037 La torre norte _______________________________________038 La torre del sur _____________________________________040 La torre sur ______________________________________042 El hastial occidental ________________________________044 Evolución de la fachada occidental ______________046 El pórtico de los pies ________________________________048 Puerta de la Blanca __________________________________050 Puerta de san Juan ___________________________________052 Puerta de san Francisco _____________________________054 Las esculturas del pórtico occidental __________056 Restauración de las puertas de la catedral _____058 Fachada del sur ________________________________________060 La portada central __________________________________063 La puerta de la muerte _______________________________064

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La portada derecha ______________________________________064 Evolución de la fachada meridional __________________066 Testero o ábside _____________________________________________069 Fachada o costado norte ____________________________________071 Interior del templo ________________________________________074 La planta ___________________________________________________076 Las vidrieras ________________________________________________079 La restauración de las vidrieras (2006-2013) _________088 El trascoro _________________________________________________094 El coro _____________________________________________________099 Naves colaterales o menores _________________________________108 capilla de san Juan de Regla _____________________________109 capilla de san Francisco _________________________________110 brazo norte del crucero _________________________________112 brazo sur del crucero ___________________________________117 capilla de santa Teresa __________________________________121 Pinturas murales de la capilla de santa Teresa ______124 paso a la capilla de la Virgen del Camino ________________126 capilla del Nacimiento ___________________________________127 arco de san Alvito ________________________________________128 capilla de Nuestra Señora de la Esperanza _____________129 capilla de la Virgen Blanca ______________________________130 La imagen de la Virgen Blanca ________________________136 trasaltar y sepulcro de Ordoño II _______________________138 capilla de san Antonio ___________________________________141 _____302

antesacristía _____________________________________________142

arco de san Pelayo ________________________________________144 capilla del Crucifijo _____________________________________148 capilla de Nuestra Señora del Carmen __________________148 capilla mayor. El retablo ________________________________152 sacristía __________________________________________________168 oratorio __________________________________________________168 Las rejas __________________________________________________169 La restauración de las rejas _________________________170 Capillas y dependencias accesorias __________________________172 capilla de Nuestra Señora del Dado _____________________173 antigua capilla de santa Teresa _________________________177 capilla de san andrés ____________________________________180 capilla de la Virgen del Camino __________________________184 El incendio de la catedral de 1966 ___________________188 Claustro ____________________________________________________192 La capilla del conde de Rebolledo ___________________218 El derribo de Puerta Obispo __________________________226 El reloj de la catedral _______________________________238 Sala capitular ______________________________________________248 Museo ______________________________________________________252 El museo catedralicio y diocesano ___________________268 La virgen del Oratorio ________________________________270 Epílogo ______________________________________________________272 Notas al pie del autor ______________________________________274 Bibliografía _________________________________________________276 SEMBLANZA DE RAIMUNDO RODRÍGUEZ VEGA ___________________280 Índice _______________________________________________________301

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Se publica por fin esta Guía alboreando el año 2013, cuando concluyen los trabajos de restauración sobre la emblemática vidriera conocida como ‘La Cacería’. En el particular pulso al tiempo de la Pulchra Leonina, el Sueño de la Luz queda un poco más cerca.

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