Puerto Rico en celuloide: Nacimiento del cine puertorriqueño: los primeros cuarenta años de la cinematografía puertorriqueña de Juan Ortiz Jiménez
Descripción
Puerto Rico en celuloide: Nacimiento del cine puertorriqueño: los primeros 40 años de la cinematografía puertorriqueña de Juan Ortiz Jiménez Por Alberto Martínez-Márquez Departamento de Humanidades Universidad de Puerto Rico en Aguadilla “Lo que se ha hecho en Puerto Rico de cine no ha tenido, infortunadamente consecuencias mayores. Cada empeño ha quedado convertido en algo así como un recuerdo malo que nadie quiere confrontar, sobre todo, cuando alguien se muestra inclinado a explorar entre nosotros las posibilidades económicas y artísticas de esta fascinante expresión.” Con estas palabras inicia el primer texto que recoge los comienzos de la industria cinematográfica es
el
puertorriqueña. Digo que
primero,
porque
precisamente mucho antes
de que Kino García publicara
su Breve historia del cine
puertorriqueño en 1984, ya
Juan Ortiz Jiménez había
hecho
semanario
lo
propio
para
el
Puerto
Rico
Ilustrado del 16 de febrero de
1952. Si ese texto olvidado
en el tiempo ha llegado hasta
nosotros en el presente, ha
sido
labor
tesonera de la editorial
Tiempo Nuevo. Nacimiento
del cine puertorriqueño:
gracias
a
la
los primeros 40 años de la cinematografía puertorriqueña se publicó en aquel momento a solicitud de los alumnos de la Escuela Superior Central de Santurce, interesados en conocer sobre los comienzos de la industria cinematográfica de su país. Según figura en la contraportada del libro, Ortiz había publicado con anterioridad “un trabajo sobre la trayectoria del cine como invento,” texto que era del conocimientos de aquellos alumnos de la Central y que espero que
pueda publicarse en un futuro no muy lejano. Esto significa que el acercamiento de Ortiz a la historia del cine en Puerto Rico no es de un neófito; sino que se trata de una mirada que proviene de alguien ampliamente versado en la materia. Juan Ortiz Jiménez posee una larga trayectoria en la prensa, la radio, la televisión y el teatro. Basta con leer la nota biográfica que acompaña la solapa del libro.
José Emilio Viguié
Es por ello, que el autor declara lo siguiente: Por espacio de cuarenta años ha estado el cine preocupando la iniciativa del puertorriqueño. Quiere esto decir que la inquietud cinematográfica boricua es más vieja que Hollywood y, por lo tanto, anterior a la de casi todos los países del mundo, con excepción de Estados Unidos, Francia, Alemania e Inglaterra, países que contribuyeron enormemente a definirlo como arte, como empresa, y más que nada, como un milagro extraordinario de la técnica. La lectura de este largo ensayo investigativo de Ortiz es muy amena; al tiempo que nos informa e instruye sobre el tema del cine nacional. Nacimiento del cine puertorriqueño nos ofrece un panorama contextual del surgimiento del séptimo arte en nuestra isla, que se torna en una referencia obligada para quienes deseen indagar más a fondo en la historia de la cinematográfica nacional Así, el año de 1912 se convierte en una fecha emblemática para el cine de la isla, puesto que en ese momento Rafael Colorado, español radicado en la isla, estrenaba la primera película con argumento realizada en el país: Un drama en Puerto Rico. Hacia esa misma fecha, otro pionero de nuestra cinematográfica nacional, Juan Emilio Viguié—quién llegó a producir películas para Fox Film Corporation y MGM—, había filmado películas cortas que recogían la vida pueblerina de Ponce con una cámara Pathé, de invención francesa. Este último
dato es sumamente relevante, debido a dos cosas. Primeramente, apunta hacia lo que sería una temática constante en ese cine inicial: las historias de la gente común; y, segundo, porque revela la
tecnología
utilizada
rodaje de películas
de
momento.
1916,
Hacia
en
el
aquel Rafael
Colorado y Antonio
Capella fundan la
Sociedad Industrial
de Cine Puerto
Rico, con miras a
“fabricación
explotación
de
cinematográficas,”
y
películas según
Una escena de Por la hembra y por el gallo.
figura en el documento
que ambos firmaron antes el notario Antonio Trujillo Güil (19). Por la hembra y por el gallo fue el producto de esa asociación, a juicio del propio Capella, referido por Ortiz, “el verdadero primer avance hacia la instauración del cine como industria” en Puerto Rico (26). De esta película y de otras similares, como El milagro de la Virgen y La Mafia en Puerta de Tierra, no se conservan los pietajes. Lo poco que se conoce de Por la hembra y por el gallo llega a nosotros a través de la entrevista que Ortiz le realizara María Capella, hija de Antonio Capella Martínez, protagonista de dicha película, cuyo interés en el diseño la motivó a guardar algunas fotografías de la producción. Otra empresa fílmica que tuvo un rol preponderante en el horizonte del arte cinematográfico de Puerto Rico, fue la Tropical Film Company, fundada en 1917. En su directiva figuran los nombres de Antonio Pérez Pierret, Luis Lloréns Torres y Nemesio R, Canales. Este dato aporta una información muy valiosa sobre quiénes tenían a su cargo estos proyectos. En este caso, el dato es sumamente elocuente, porque se trata aquí de tres importantes
escritores e intelectuales puertorriqueños. Ciertamente, se revela en ellos un interés en una forma artística emergente que ya se perfilaba como una industria dominante; lo que convierte en agentes visionarios a estos escritores del período en cuestión. Según Ortiz, los objetivos de esa sociedad, publicados en la revista Juan Bobo el 3 de febrero de 1917, guardan “una extraordinaria similitud con
los argumentos que hoy
se esgrimen para defender la
deseabilidad de que el
cine sea implantado entre
nosotros” (37). Uno de
los
fundamentales de dicha
propósitos
sociedad era competir en el como fuente de ingreso para resuenan
aún
hoy
día,
mercado Fotograma del filme Paloma del Monte,
dirigida por Luis Lloréns Torres
internacional
la isla. Estas palabras cuando nuestro cine ya
ha obtenido nominaciones y premios internacionales que van desde Cannes hasta Hollywood. Es una verdadera lástima que se haya perdido el rastro de gran parte de las películas mencionadas y reseñadas por Juan Ortiz Jiménez. Como él mismo afirma, refiriéndose a varias películas de Viguié, incluyendo la ya mencionada: “Desgraciadamente, los originales de ninguna de ellas se conservan hoy día. De existir tendrían un valor incalculable como documento de época. Serían, además, un tesoro afectivo imponderable” (30). Sin embargo, ya comienza a verse luz al final del túnel. La gesta emprendida por Roberto Ramos Perea para rescatar el legado fílmico de Puerto Rico por medio del Archivo Nacional de Teatro y Cine del Ateneo Puertorriqueño, representa, innegablemente, una tabla de salvación. Nacimiento del cine puertorriqueño es un documento fundacional de la historia del cine boricua, pero también un punto de partida para el estudio y la investigación de la gran pantalla. Asimismo, se torna imperativo visualizar el libro de Ortiz como una ópera aperta, como un
trabajo en progreso—y en progresión— que es preciso ampliar, explanar, hasta arribar al cine contemporáneo que se produce en Puerto Rico. Invito a los/as lectores/as a (re)descubrir un filón cardinal y significativo de lo que constituye nuestro patrimonio cultural y artístico.
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