¿Puede decirse que aquello que llamamos mente existe en el mismo sentido en que decimos que los entes físicos existen?

September 28, 2017 | Autor: D. Herrera Salazar | Categoría: Embodied Mind and Cognition, Mente y cuerpo
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Descripción

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
ESTUDIOS GENERALES LETRAS


TRABAJO INDIVIDUAL





Título: ¿Puede decirse que aquello que llamamos mente existe en el mismo
sentido en que decimos que los entes físicos existen?



Nombre: Dámaris Fanny Herrera Salazar







Tipo de evaluación: Ensayo 1

Curso: Temas de Filosofía Contemporánea

Horario: 0831

Comisión: 1

Profesor: Pablo Quintanilla

Jefe de Práctica: Andrés Abugattas Escalante





SEMESTRE 2014-1



La respuesta de este ensayo corresponde a la ruptura de la concepción
tradicional del problema mente-cuerpo para insertarse en la reflexión
filosófica transgresora del presente siglo, propuesta por Davidson. La
teoría del monismo anómalo, a diferencia de las otras habituales como el
dualismo y el fisicalismo, entiende finalmente la complejidad del ser
humano y no la relación, sino la acción intrínseca de la mente y cuerpo.

A partir de ello, se puede afirmar la existencia de la mente en términos de
la existencia de entes físicos, ya que la mente puede causar eventos
físicos, y de manera preponderante, a través del lenguaje, otorgar sentido
a la realidad física. Asimismo, este ensayo desea reivindicar la autonomía
del objeto de estudio de las ciencias humanas, frente al discurso
científico.

En primer lugar es necesario delimitar el concepto de existencia,
determinada por el "…materialismo o fisicismo (…) según la cual el mundo
está constituido únicamente por objetos, estados y eventos físicos, (…) que
tienen descripciones verdaderas en el lenguaje de las ciencias físicas"
(Davidson 1992:13) Es por ello que surge el cuestionamiento de la
existencia de la mente, porque aparentemente no puede ser descrita a
través de estas propiedades. Si bien es cierto se encuentra en el cerebro,
pero en él no se visualiza emociones, pensamientos ni creencias, entonces
¿qué es la mente? ¿Acaso la mente podría tener repercusiones físicas a
pesar de su aparente naturaleza subjetiva?

La mente se define principalmente por la capacidad de acción deliberada que
le concede al ser humano, convirtiéndolo en agente. En ese sentido, el
hombre es la única especie animal distinta de las demás, que sus acciones
no son concebidas como fenómenos naturales, sino como fenómenos
intencionales. Por lo tanto, es contradictorio aceptar el Fisicalismo
Reductivista, que describe las acciones del hombre en fenómenos
exclusivamente físicos, y ello negaría la naturaleza principal del hombre
como agente.

Respecto a los fenómenos intencionales, Davidson postula que la mente a
través de sus estados mentales puede causar eventos físicos "[…] mediante
razones [que] constituyen una forma de explicación causal, siendo las
razones causas de la acción" (Davidson 1992: 14) Se puede, pues, concebir
la acción intencional humana como una conclusión justificada a partir de
determinadas razones del agente sin vernos obligados a situarla más allá de
la naturaleza física (19). Por lo que se contradice la proposición
dualista, que refiere a la necesidad de un intermediario entre la mente y
cuerpo. Asimismo, implicaría una oposición al fisicalismo y su "…concepción
general marcadamente anti naturalista del agente humano y de sus acciones…"
(Davidson 1992:15). Cabe resaltar de que los eventos mentales como
creencias, deseos e intenciones serían eventos o estados físicos del cuerpo
y del sistema nervioso del agente (Davidson 1992:23) Por ejemplo, una
persona que sufre de anorexia, concebido solo como un trastorno mental,
ocasiona una sucesión de eventos físicos. Donde la mente trastocada por
convencionalismos sociales y guiada por sus creencias, afecta al cerebro y
con ello la percepción visual de su cuerpo, " de creer que está gorda
cuando no lo está", que finalmente originará trastornos alimenticios.

Por otro lado, continuando con las propiedades de la mente, se aludiría a
un desarrollo mental desde la evolución del cerebro, principalmente del
lóbulo frontal. Asimismo si el niño padeciere una lesión cerebral,
originaría problemas en los procesos cognitivos de los estados mentales.
Según estas razones, una postura fisicalista, se asumiría verdadera, porque
se afirmaría que la mente deviene del cerebro y es posible una reducción
del funcionamiento de la mente a términos netamente biológicos.

Pero, esa explicación bilógica es insuficiente, porque para el desarrollo
pleno de la mente se requiere de manera imperativa al entorno social. La
capacidad de la mente de procesar la información del entorno social,
conocida como cognición social, es determinante para el desenvolvimiento
óptimo del ser humano en un contexto naturalmente compartido.

Al respecto la concepción davidsoniana reconoce la elemental participación
del hombre en sociedad, ya que la mente está dominada por la perspectiva de
la tercera persona, por el proceso que cada ente físico trata de entender a
sus pares y viceversa. Dicha comprensión se relaciona con la descripción de
creencias y/o deseos que se hace del agente ajeno, donde se sitúa el
énfasis de la concepción de la mente y de la conducta intencional (Caorsi
2008:20)

A la descripción de estados mentales que se atribuye al ente físico
opuesto, se denomina mentalización. En primera instancia, la mentalización
se adquiere a través de estímulos como la experiencia y afectividad,
provenientes de la convivencia que experimenta el ser humano desde que
nace. Así el niño tiene la capacidad de atribuir estados mentales para
comprender a otros usuarios del sistema social, es decir, sus creencias,
deseos, afectos y legitimar la conducta del sujeto. Incluso de esto deriva
la veracidad de las creencias ya que estas se ven inmersas en la conducta,
convirtiéndose en eventos físicos verificables. No obstante, la capacidad
de expresar esos estados mentales y su correspondiente atribución, no sería
posible sin el lenguaje.

En ese sentido, el lenguaje se constituye como el otro componente implícito
en la cognición social y comprende la naturaleza funcional de la mente. Se
sabe que el lenguaje tiene lugar en el cerebro (lóbulo temporal), lo que
nuevamente nos conllevaría a una sobreveniencia de una postura fisicalista
o funcionalista. Pero entonces ¿Cómo se explicaría la variación de lenguaje
a través del tiempo, acaso los cerebros también han variado temporalmente?
Si bien es cierto, no se niega la explicación científica, sino que se
admite que esta capacidad de lenguaje localizada en el cerebro, solo
corresponde a la facultad del lenguaje, "…al potencial comunicativo
existente" (Rivarola 1991:16) que todos los seres humanos (a excepción de
aquellos que padecieron de una lesión cerebral) poseemos, pero ello no
implica su funcionamiento como tal. Como se explicó anteriormente la mente
tiene repercusiones en el actuar físico del hombre, y el lenguaje comprende
esa naturaleza de la acción, es entonces como el lenguaje se vuelve
potencial cuando se manifiesta a través del habla, entendida como "…la
comunicación en funcionamiento"(Rivarola 1991:17). Dicha facultad solo se
"activa" a través de la inmersión social del niño a una lengua determinada
(a su realidad inmediata: la madre) que origina el habla.

Siguiendo la línea funcional del lenguaje, determina y se inserta en la
realidad, a partir de los signos lingüísticos, que comprenden el
significado (nominaciones) y el significante (interpretación mental de la
imagen acústica). De acuerdo a ello, la concepción davidsoniana de la mente
y de la acción intencional, encuentra su fundamento en la teoría del
significado y de la interpretación." (Davidson 1992:35). Es así como
también la concepción del significado ha remitido distintas perspectivas.
Así pues, el Fisicalismo alude al representacionalismo y su descripción
definitiva y correcta de la realidad (Quintanilla 2014:5), es decir un
significado único. Sin embargo, refuta reiteradamente el libre albedrio de
los hombres y la individualidad de pensamiento y acción que este le
atribuye y principalmente, la existencia de las culturas universales y sus
diversos significados sociales atribuidos a los bienes compartidos.

De esta manera, según el lingüista Hall, "Son los actores sociales los que
usan los sistemas conceptuales de su cultura, los lingüísticos y otros
representacionales para construir significados, para volver significativo
al mundo y para comunicar sobre el mundo significativamente a los otros".
(1997:9)

No obstante si aceptamos esta teoría construccionista del lenguaje, se le
añadiría la arbitrariedad, precisada como la carencia de un vínculo natural
entre el significado y el significante; por lo que no se lograría
conceptualizar un fin último del verdadero significado de las cosas y con
ello el surgimiento del escepticismo, como la incertidumbre de todo y de
todos.

En contraste Davidson declara, que "…en tanto no es posible separar la
descripción de lo descrito, la realidad descrita por los vocabularios
físico y mental es simultáneamente física y mental, en tanto tiene ambos
aspectos del mismo tiempo" (Davidson 1992:113). Un caso particular es la
famosa imagen wittgensteiniana del pato/conejo que ilustra esta posición en
tanto el mismo dibujo es un pato y es un conejo, aunque también puede ser
una línea negra sobre un fondo blanco (Quintanilla 2014:7). Por
consiguiente, "…no habría razón para rechazar la existencia de mentes en
pie de igualdad con la existencia de cuerpos físicos", (Quintanilla 2014:8)
porque qué no es el ser humano sino un ser complejo de significados.

Referencias Bibliográficas

CAORSI, Carlos

2008 Razones e interpretaciones: la filosofía después de Davidson.
Buenos Aires: Del Signo.

DAVIDSON, Donald

1992 Mente, mundo y acción: claves para una interpretación.
Barcelona: Paidós.

HALL, Stuart

1997 "Representación, significado y lenguaje". Representation:
cultural representations and signifying practices. Traducción anónima, re-
visada y corregida por Roberto Brañez. Londres: Sage Publica- tions

RIVAROLA, José Luis

1991 Signos y significados: Ensayos de semántica lingüística. Lima:
PUCP.
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