Puebla en las exposiciones universales del siglo XIX. La inserción de una región en el contexto global (versión preliminar)

Share Embed


Descripción

Puebla en las exposiciones universales del siglo xix: La inserción de una región en el contexto global

María de Lourdes Herrera Feria

Puebla en las exposiciones universales del siglo xix: La inserción de una región en el contexto global

Primera edición: 2014 d. r.

© Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 4 Sur 104, Centro Histórico, Puebla, Pue. C. P. 72000 Dirección de Fomento Editorial 2 Norte 1404, Centro Histórico, Puebla, Pue., C. P. 72000 Tel. 246 8559

ISBN: 978-607-487-825-7 Diseño Editorial: Abraham Zajid Che

Impreso y hecho en México

Se prohíbe la reproducción, el registro o la transmisión parcial o total de esta obra por cualquier medio impreso, mécanico, fotoquímico, electrónico o cualquier otro existente o por existir, sin el permiso previo del titular de los derechos correspondientes.

índice

agradecimientos 

introducción 

9

11

escenarios distantes 

33 Puntos de encuentro en la ruta de la modernidad  42 Las exposiciones universales y sus principios clasificatorios  78

la puesta en escena de la nación mexicana  121 La próspera imagen del territorio nacional  124 La construcción de la experiencia expositiva  144 Los pabellones mexicanos en las exposiciones universales  169

la inserción de una región en el contexto global 

197 Reconfiguraciones políticas y fluctuaciones económicas regionales  199 Objetos y productos poblanos en las colecciones nacionales  228 Actores locales en escenarios internacionales  307

conclusiones 

341

anexo: expositores poblanos en la segunda mitad del siglo xix 

349

fuentes y bibliografía 

índice de ilustraciones 

403

435

índice de tablas 

437

índice de figuras 

439

agradecimientos

La primera versión de este texto fue presentada en la Universidad Libre de Berlín, en los primeros días de julio de 2012, para obtener el grado de doctor en Historia Moderna. Posteriormente, para fines de pu� blicación, se reorganizó su estructura, se eliminaron y agregaron algunas partes. En la preparación de las diferentes versiones recibí el apoyo de va� rias personas e instituciones a quienes deseo expresar mi reconocimiento por su acompañamiento y orientación: Georg Fischer, Michel Bertrand, Jeffrey Bortz, Evelyne Sanchez, Mariano Torres, María del Pilar Pacheco, Carlos Contreras y Miguel Ángel Cuenya, en diferentes oportunidades, se mostraron dispuestos a discutir mis dudas, a sugerir formas de pre� sentación de los resultados, a recomendar y proporcionar bibliografía de difícil acceso. Les agradezco sus opiniones críticas y sus sugerencias, ade� más de su consideración y aprecio personal. El Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín me brindó la oportunidad de desarrollar y concluir mis estudios doctorales con su guía y respaldo, por tanto, mi deuda con su comunidad acadé� mica es impagable. Especialmente deseo expresar una enorme gratitud al profesor Stefan Rinke, destacado estudioso de la historia latinoame� ricana, por su riguroso y atento asesoramiento científico y al profesor emérito Reinhard Liehr, reconocido especialista de la historia poblana, quien se interesó por los progresos de mi trabajo y revisó cuidadosa y pacientemente mi escrito. Sus puntuales y generosas observaciones y los comentarios críticos de los profesores Nikolaus Böttcher, Ingrid Kum� mels, Michael Goebel y Nina Elsemann han mejorado sustancialmente la estructura y el contenido de esta versión final. En diferentes etapas, mi trabajo de investigación contó con el apoyo financiero del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del Programa de Mejoramiento del Profesorado de la Secretaría de Educa�

10

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción Pública (Promep), del Programa de Apoyo a la Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la Beneméri� ta Universidad Autónoma de Puebla (buap) y, de manera decisiva, del Deutscher Akademischer Austauschdienst (daad). Del mismo modo, mi labor se benefició con la atención solícita y pro� fesional del personal encargado de diferentes repositorios documentales por lo que deseo dejar constancia de mi reconocimiento a los archivistas y bibliotecarios del Archivo Municipal de Puebla, del Archivo General del Estado de Puebla, de la Biblioteca José María Lafragua y de la Biblioteca del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la buap en la ciudad de Puebla; del Archivo General de la Nación, del Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Biblioteca Miguel Lerdo de Te� jada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en la Ciudad de Mé� xico y de la Biblioteca del Instituto Iberoamericano de la ciudad de Berlín. Finalmente, no tengo palabras que alcancen a expresar mi agrade� cimiento a Adolfo Alejandro, José Fabián, Javier Alejandro y Elizabeth; y sólo me queda reconocer que su paciencia, amor y comprensión son absolutamente inmerecidos. Puebla, Pue., verano de 2014

introducción

En este texto se aborda un aspecto del proceso de construcción de la imagen de la nación mexicana en el contexto internacional durante la segunda mitad del siglo xix, cuando los conflictos internos y las inter� venciones extranjeras plantearon, con urgencia, la necesidad de ganar reconocimiento y credibilidad en la sociedad de las naciones. Diversas gestiones diplomáticas, movimientos de opinión, edición de obras propa� gandísticas y participación en eventos internacionales dejaron testimonio del interés del Estado mexicano por figurar en el concierto de las naciones con una identidad propia. En la historiografía de este período, caracterizado por la fractura y la búsqueda de consensos en torno a una idea de nación y a la imagen que debía proyectar, la descripción y el análisis de este proceso se ha centrado en la actuación de los grupos dirigentes asentados en el centro político de la nación y se ha pospuesto la revisión del papel que desempeñaron los poderes regionales. Por lo que, el propósito principal de esta investi� gación es presentar la forma en que el estado de Puebla contribuyó a la integración de las colecciones mexicanas que se exhibieron en las exposi� ciones universales de la segunda mitad del siglo xix. La elección del estado de Puebla como espacio propicio para dilu� cidar los mecanismos mediante los cuales una región estableció relacio� nes con el centro nacional del poder político y contribuyó a configurar una representación de la nación para su uso y consumo en los circuitos internacionales estuvo determinada por la disponibilidad de fuentes do� cumentales y por las características de la historia de su ciudad capital, elementos que en conjunto permiten formar una idea de la relación que se forjó entre la capital federal del país y sus centros periféricos. La ciudad de Puebla, capital del estado, fundada desde las prime� ras décadas del Virreinato español, se convirtió en el centro político y

12

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

administrativo de una de las regiones económicas y demográficas más dinámicas y productivas tanto de la Nueva España como del México in� dependiente, ubicada estratégicamente en el corredor Veracruz–México– Acapulco, entre el Atlántico y el Pacífico, tempranamente formó parte de los circuitos comerciales mundiales y sus habitantes pronto tomaron consciencia de su propio valor.1 Los comerciantes, industriales y hacen� dados, representados en el ayuntamiento, trataron de mantener un orden social favorable a sus intereses, aunque eso significó la confrontación con los representantes de los diferentes poderes metropolitanos. Se les identi� ficó como baluarte del conservadurismo político y del proteccionismo in� dustrial. Varios grupos sociales de Puebla, desde los grandes y pequeños productores y empresarios, los comerciantes, industriales, hacendados y artesanos, hasta los mismos grupos dirigentes, se distinguieron, en diver� sos momentos y con diferentes grados de intensidad, por su activismo en las guerras civiles y en los conflictos nacionales del siglo xix, con posturas que en más de una ocasión fueron contrarias a las de los poderes políticos federales. Con antecedentes que se remontan a los primeros años del Virreina� to, el territorio poblano ha sido escenario de complejos procesos políticos, económicos y sociales que han dejado huella en su organización como obispado, intendencia, departamento y, finalmente, Estado libre y sobe� rano. La fundación de su ciudad capital, con todas sus particularidades, y su devenir en el tiempo como una de las mayores concentraciones urba� nas del período novohispano han provocado la atención de cronistas, via� jeros e historiadores por su importancia económica y política. Relevancia que aún conservaba en los albores del siglo xxi. En la actualidad, la zona conurbada de la ciudad de Puebla ocupa el cuarto lugar en importancia dentro de la república mexicana por su densidad demográfica y por su influencia económica que gravita, incluso, sobre varios municipios del vecino estado de Tlaxcala.2 La concentración de actividades industriales

  Liehr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Edu� cación Pública, 1976, p. 157. 2   Los municipios conurbados de la ciudad de Puebla son San Martín Texmelucan, San Pedro Cholula, Amozoc, Cuautlancingo, San Miguel Xoxtla, Huejotzingo, San Andrés Cholula. En tanto, San Pablo del Monte, Papalotla, Xicohtzingo, Zacatelco y Tenancingo pertenecen al estado de Tlax� cala. Véase Consejo Nacional de Población, Evolución de las ciudades en México 1900–2000, México, Consejo Nacional de Población, 1994, p. 96. 1

introducción

13

y productivas la ha constituido como una de las regiones económicas más importantes del país, independientemente de límites territoriales administrativos, al mismo tiempo es escenario de grandes desigualdades sociales.3 En los estudios históricos sobre esta región se aprecia como tenden� cia general: primero, la preeminencia de investigaciones sobre el período colonial de la ciudad capital y, segundo, la crónica como principal fuente de información y sustento de esos trabajos. El resultado ha sido una rica descripción que incluye desde las características del espacio geográfico hasta la recreación de cuadros costumbristas que ejemplifican la vida so� cial, sin dejar de lado continuas referencias a las construcciones civiles y religiosas. Estas descripciones dieron forma a un paisaje urbano que recupera la presencia hispana, en detrimento de otros grupos como los indios y los mestizos, al tiempo que establece la centralidad de la ciudad capital frente a la enorme extensión del obispado o de la intendencia, revelando los elementos con los que se constituiría una identidad cultu� ral marcada por su origen como república de españoles. Esta percepción ha sido perpetuada en posteriores interpretaciones, las cuales asimilaron la imagen institucional que nos legaron los cronistas, correspondiente al ideal de las elites angelopolitanas coloniales.4

  De los 217 municipios que integran al estado de Puebla, sólo 25 localidades sobrepasan los 15 mil habitantes, de los cuales la mayoría se ubica en la franja central del estado donde también se encuentra su ciudad capital. En el territorio poblano se ubican algunos de los municipios con ma� yores índices de pobreza. Véase Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Informe de pobreza y evaluación en el estado de Puebla 2012, México, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2012. 4   Los cronistas pertenecían a la elite y, por ende, sus escritos reflejan sus intereses. Zerón Zapata, Miguel, La Puebla de los Ángeles en el siglo xvii. Crónica de la Puebla, pról. de Mariano Cuevas, Puebla, México, Patria, 1945; Bermúdez de Castro, Diego Antonio, Theatro Angelopolitano o Historia de la ciudad de Puebla, México, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, 1985; Villa Sánchez, Juan de, Puebla sagrada y profana. Informe dado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746, notas de Francisco Javier de la Peña (1835), estudio introductorio, cotejo y adaptaciones de Francisco Téllez Guerrero y María Esther López–Chanes, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado, 1997; López de Villaseñor, Pedro, Cartilla vieja de la nobilísima ciudad de Puebla (1781), ed. e índices de José I. Mantecón, introd. de Efraín Castro Morales, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1961; Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado, 2 v., ed., pról. y notas de Efraín Castro Morales, Puebla, México, Ediciones Altiplano, 1962; Otte, Enrique (comp.), Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540–1616, México, Fondo de Cultura Económica, 1996. 3

14

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A las crónicas sobre la ciudad se suman los apuntes y relatos de viajeros.5 El descubrimiento, conquista y colonización del nuevo mun� do provocó, desde épocas tempranas, un profundo interés por conocer y describir las riquezas naturales y las condiciones de vida que existían en los dominios coloniales españoles. La descripción del paisaje poblano, la riqueza de su suelo y la abundancia de mano de obra, así como la magni� ficencia de su arquitectura civil y religiosa fueron elementos distintivos de la región, expuestos desde el siglo xvii. Al despuntar el siglo xix, Hum� boldt6 dedicó varias de las páginas de su Ensayo político a describir las po� tencialidades de desarrollo del territorio poblano y de sus habitantes. En 1990 fue publicada una amplia recopilación de relatos elaborados por los viajeros más notables que se ocuparon de describir la ciudad de Puebla durante la Colonia y el siglo xx; obra útil que recupera, aunque de manera fragmentada, diversas facetas de su vida urbana.7 En resumidas cuentas, tres aspectos se han destacado: primero, la demografía y el estudio histórico de la población; segundo, los problemas relacionados con la era fundacional y el desarrollo urbano; y, tercero, el estudio de la historia del arte y de la arquitectura,8 aunque también la

5   Gage, Thomas, Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, México, Secretaría de Educación Pública, Fondo de Cultura Económica, 1982; Gemelli Careri, Giovanni Francesco, Viaje a la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976; Vázquez de Espinoza, Antonio, Descripción de la Nueva España en el siglo xvii, México, Patria, 1944. En relación a los viajeros colonia� les puede consultarse el trabajo de Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros (siglos xvi y xvii), México, Ediciones Botas, 1964. Además Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros (siglo xviii), México, Ediciones Botas, 1967. 6   Humboldt, Alexander von, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Porrúa, 1991. 7   Ibarra Mazari, Ignacio (comp.), Crónica de la Puebla de los Ángeles según testimonios de algunos viajeros que la visitaron entre los años 1540 a 1960, Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Comisión V Centenario, 1990. 8   Vollmer, Günter, “La evolución cuantitativa de la población indígena en la región de Puebla (1570–1810)”, Historia Mexicana, 89, v. xxiii, n. 1, julio–septiembre de 1973, pp. 43–51; Calvo, Tho� mas, Acatzingo, demografía de una parroquia mexicana, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1973; Grajales Porras, Agustín, Explotation démografique d'un dénombrement mexicain ancien. Le cas de la paroisse d'Analco a Puebla, 1792 (Tesis de maestría en Demografía), Université Catho� lique de Louvain, 1982; Cuenya, Miguel Ángel, “La evolución demográfica de una parroquia en la Puebla de los Ángeles (1660–1800)”, Historia Mexicana, 143, v. xxxvi, n. 3, enero–marzo de 1987, pp. 443–464; Contreras Cruz, Carlos y Cuenya, Miguel Ángel (eds.), Ángeles y constructores. Mitos y realidades en la historia colonial de Puebla (siglos xvi–xvii), Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, 2000; Hirschberg, Julia, “Social experiment in New Spain: A prosopographical study of the early settlement at Puebla de los Ángeles (1531–1534)”, Hispanic American Historical Review, v. lix, n. 1, 1979, pp. 1–33; Méndez Sáinz, Eloy, Urbanismo y morfología de las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla, Puebla, México, Universidad Nacional Autónoma de

introducción

15

composición de los grupos de poder y la educación han sido objetos de estudio.9 Estos estudios se han centrado fundamentalmente en la ciudad de Puebla, dejando de lado las particularidades del vasto territorio pues� to bajo la jurisdicción de la ciudad. En el momento actual, la historiografía poblana ha abonado el cami� no para reconocer las vías de intercambio entre lo local y lo global, pero no ha planteado una exploración consistente sobre la simultaneidad de esos procesos de intercambio ni de la relación que vinculó a los diferentes actores sociales. La formulación de una explicación coherente sobre la in� serción de la región en el contexto global, particularmente en la segunda mitad el siglo xix, es una tarea pendiente. Si bien las aportaciones de la historiografía mexicana10 permiten vis� lumbrar la diversidad de los procesos que tienen lugar en los contex� tos regionales, aún falta reconocer y articular series de eventos que den cuenta de las particularidades de la historia local. Con este propósito he

México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988; Yanes Díaz, Gonzalo, Espacios urbanos del siglo xvi en la región Puebla Tlaxcala, Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, Comisión V Centenario, 1991; Yanes Díaz, Gonzalo, Desarrollo urbano virreinal en la región Puebla–Tlaxcala, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, Síntesis, 1995; Fernández, Mar� tha, Diego de la Sierra, un arquitecto barroco de la Nueva España, México, Universidad Nacional Autó� noma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1986; Díaz, Marco “La arquitectura domés� tica en Atlixco”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, n. 20, 1983, pp. 377–392; Azar, Héctor, A la luz de Puebla, Puebla, México, H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla, 1992; Bühler, Dirk, Puebla: patrimonio de arquitectura civil del Virreinato, München, Deuts� ches Museum, 2001; Bühler, Dirk, Inventario de los monumentos arquitectónicos del siglo xvi al xx en San Pedro y San Andrés Cholula, Puebla, Puebla, Universidad de las Américas, 1991; Terán Bonilla, José Antonio, El desarrollo de la fisonomía urbana del centro histórico de la ciudad de Puebla (1531–1994), Puebla, México, Universidad Popular Autónoma de Estado de Puebla, 1996. 9   Liehr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Edu� cación Pública, 1976; Peña, José F. de la, Oligarquía y propiedad en la Nueva España, 1550–1624, Mé� xico, Fondo de Cultura Económica, 1983; Medina Rubio, Arístides, La Iglesia y la producción agrícola de Puebla, 1550–1795, México, El Colegio de México, 1982; Torre Villar, Ernesto de la, Historia de la educación en Puebla. Época colonial, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988; Torres Domínguez, Rosario, Colegios y colegiales palafoxianos de Puebla en el siglo xviii, Puebla, México, Uni� versidad Nacional Autónoma de México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, 2008. 10   Las tres últimas décadas del siglo xix han motivado el mayor interés por la necesidad de replantear el significado del Porfiriato, ya que desde los años cuarenta del siglo pasado dejó de considerarse como un breve episodio de la historia patria en el que se rompió la tradición liberal o se sublimó el caudillismo dictatorial. Véase Cosío Villegas, Daniel, Extremos de América, México, Tezontle, 1949, pp. 114–180; Cosío Villegas, Daniel (ed.), Historia moderna de México, 10 t., México, Hermes, 1956–1972; Barrón, Luis, Historias de la Revolución Mexicana, México, Centro de Investiga� ción y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2004.

16

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

limitado mi observación a la contribución poblana en las muestras mexi� canas exhibidas en el extranjero, en un período donde se registraron, en el ámbito nacional, los mayores esfuerzos para la modernización política y económica de un país con casi diez millones de habitantes dispersos en un vasto territorio, mientras en el contexto mundial se desarrollaban las grandes exposiciones universales en las que se celebraban las conquistas y avances del progreso material y cultural de la humanidad. Este período está atravesado por un conjunto de transformaciones de larga duración, que varios autores han coincidido en definir como glo� balización y, más puntualmente, como “primera globalización”,11 las cua� les resultaron de un proceso de integración del mercado mundial que no tenía precedentes en la historia de la humanidad.12 Las demostraciones de estas transformaciones fueron escenificadas en las exposiciones uni� versales, que se iniciaron con la primera en la ciudad de Londres en 1851. Para el gobierno mexicano, las exposiciones celebradas en la segun� da mitad del siglo xix fueron la oportunidad de mostrar las posibilidades que el país ofrecía a la inversión y a la colonización extranjera, y para los habitantes y el gobierno de Puebla, representaron la posibilidad de nego� ciar nuevos consensos con los poderes centrales, además de incursionar progresivamente en los circuitos comerciales y de aprender nuevos mo� delos económicos y culturales. Los datos disponibles confirman la pre� sencia de México en las exposiciones universales más relevantes, desde Londres en 1851 hasta la de París en 1900, donde alcanzaría su mayor lu� cimiento. Con ésta última se cierra el período de análisis, pues considero que después de esta fecha la organización de la participación mexicana en esos certámenes mundiales ya mostraba algunos signos de la crisis del Porfiriato que desembocaría en la revolución de 1910. La historiografía sobre las exposiciones universales ha dejado esta� blecido que éstas fueron iniciativas globales. La pretensión de exhibir to� dos los objetos desarrollados para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de la humanidad involucró a diferentes países, indepen� dientemente de su régimen político y económico. Al mismo tiempo, hace

  Kuntz Ficker, Sandra y Liehr, Reinhard, (eds.), “Introducción”, Estudios sobre historia económica de México desde la época de la independencia hasta la primera globalización, México, El Colegio de México, 2014. 12   Kuntz Ficker, Sandra, Las exportaciones mexicanas durante la primera globalización (1870–1929), México, El Colegio de México, 2010. 11

introducción

17

evidente la necesidad de revisar su impacto en las comunidades locales, que finalmente asumieron el costo y el trabajo de la representación na� cional. La revisión de los procesos y de los elementos que formaron las colecciones poblanas permite pensar aquellos fenómenos globales como parte de la historia local y reconocer diferentes acciones como parte del proceso de inserción de esta región en el contexto mundial de la segunda mitad el siglo xix. Las reflexiones vertidas en torno a la participación mexicana en las exposiciones universales la presentan como una tarea del gobierno fede� ral hacia afuera, que poco o nada había tenido que ver con las diferentes regiones que integraban al México decimonónico, en la que sólo se in� volucraron los funcionarios gubernamentales sin que la mayoría de los habitantes tuviera noticia de ello, como si las exposiciones universales hubieran sucedido muy lejos del acontecer cotidiano del ciudadano co� mún. Pero la información localizada en el archivo de la Escuela de Artes y Oficios del Estado de Puebla sugiere nuevas perspectivas sobre la his� toria local y sus entrelazamientos con los eventos de la historia mundial. Desde finales del siglo xviii y a lo largo de la primera mitad del siglo xix, se constituyeron grupos de poder local que pusieron en marcha me� canismos para mantener el orden y la gobernabilidad en diferentes regio� nes de México.13 La capacidad para administrar el gobierno, la justicia, la policía y las finanzas fue lo que convirtió a esos grupos en interlocu� tores obligados frente al proceso de construcción de un Estado nacional durante el siglo xix.14 Por consiguiente, la participación mexicana en los circuitos internacionales se pudo realizar mediante procesos de negocia� ción entre el poder central y los poderes locales, en tanto que éstos no compartían en el mismo grado ni de la misma forma los referentes que imponía la modernización. El trabajo empírico de recopilación de datos sobre los objetos y los artífices de las colecciones poblanas arroja luz sobre la interacción de los 13   Al respecto véanse los trabajos de Bakewell, Peter, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas, 1549–1700, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, para el caso de Zacatecas, y Lie� hr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Educación Pública, 1976, para el caso de Puebla. 14   Carmagnani, Marcello, “Territorios, provincias y estados: las transformaciones de los espa� cios políticos en México, 1750–1850”, en Josefina Zoraida Vázquez (coord.), La fundación del estado mexicano, 1821–1855, México, Nueva Imagen, 1994, pp. 39–74. La realidad mexicana resulta menos caótica si se le observa desde la perspectiva regional.

18

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

poderes locales y los poderes federales para establecer un consenso en torno a la imagen de nación que se exhibía y también ofrece indicios de los modelos que las grandes capitales del mundo occidental irradiaron a las regiones más apartadas. Esta perspectiva nos obliga a mirar, no la totalidad de los procesos que configuran la historia mundial ni la particularidad que se atribuyen a la historia regional, sino aquéllos en los que se concentran las interaccio� nes de lo global y lo local y, en particular, aquéllos que teniendo un alcan� ce mundial encuentran su correlato en manifestaciones locales. En este caso, describir las estrategias, las acciones y los elementos presentes en la integración de las muestras poblanas que se agregaron a las coleccio� nes nacionales expuestas en los circuitos internacionales con el objetivo de exhibir una imagen de nación progresista y moderna permite enfocar el análisis en la interacción de los actores sociales, en diferentes niveles, para comprender los procesos de integración de México y sus regiones a los espacios internacionales, más allá de la diversidad regional. En la fase inicial de la investigación, las tareas de recopilación y or� denamiento de la información se guiaron, intuitivamente, por el afán de recabar los datos sobre los elementos que aportó el estado de Puebla a la integración de las muestras mexicanas en la segunda mitad del siglo xix. Sin embargo, la exposición de los resultados de la búsqueda está determinada por una perspectiva metodológica que pretende explicitar el proceso de inserción de una región en el contexto global. Este trabajo parte del supuesto de que la imagen del mundo que actualmente circula sugiere que el planeta dejó de ser un escenario en el que tienen lugar dis� tintas historias para convertirse en una categoría histórica, cuya pertinen� cia no está determinada metahistóricamente sólo por la naturaleza o por la geografía, sino, sobre todo, por la interrelación de actores y procesos sociales. De las múltiples inferencias que se derivan de esta apreciación, dos las considero como relevantes: la primera consiste en que las diferen� tes colectividades humanas han tomado conciencia de que comparten un mismo horizonte, un mismo espacio temporal; la segunda, que muchos de los fenómenos que afectan la vida social de grupos y comunidades sólo pueden concebirse en una dimensión global. En particular, la historia de América Latina, en vista de la influencia

introducción

19

que reviste la experiencia y la herencia colonial,15 no se puede concebir sin considerar la relación entre el pasado de la región y los acontecimien� tos mundiales. En los inicios de la segunda mitad del siglo xix aparecieron sólidos fundamentos e instituciones en la economía mundial que alentaron una red, cada vez más densa, de intercambios de bienes, servicios y personas, conectando a los países desarrollados entre sí y éstos con el mundo no de� sarrollado.16 La predominancia de los intereses del mercado internacio� nal sobre los mercados nacionales y la emergencia de una serie de crisis simultáneas en la organización del poder, la producción y la cultura en todas las regiones del planeta, signos del cambio cualitativo que se ave� cinaba en la configuración mundial, ponían en evidencia las trayectorias de desarrollo en las regiones. Las soluciones a las crisis nacionales o regionales recurrieron de ma� nera sostenida a adaptaciones y apropiaciones interregionales, que pro� piciaron la interacción cada vez más competitiva entre las regiones. Las periferias, salvaguardadas por la distancia, comenzaron a desdibujarse, lo mismo que los espacios entre las regiones, no sólo por la aceleración de una continua expansión europea, sino también por el establecimiento de un nuevo orden de relaciones de dominación y subordinación entre las distintas regiones del planeta. Esta dinámica permite entender el predo� minio europeo a partir del siglo xix. A diferencia de las otras regiones en crisis, Europa resolvió sus pro� blemas regionales volcándose hacia afuera de sus límites geopolíticos (migraciones, flujos de capital), externalizando la búsqueda de solucio� nes a través de la expansión (imperialismo) y la ocupación espacial (co� lonialismo), sincronizando el tiempo mundial (los medios de transporte, de comunicación y el patrón oro) y coordinando las interacciones en el mundo (las exposiciones mundiales, la creación de organizaciones inter� nacionales). Las iniciativas europeas se coludieron, sobrepusieron e in� teractuaron con las dinámicas de crisis paralelas en las otras regiones, configurando así una época global internacionalizada. 17

  Stanley, J. y H. Stein, Barbara, La herencia colonial de América Latina, México, Siglo XXI, 1977, citado en Adelman, Jeremy, “Latin American and World Histories: Old and New Approaches to the Pluribus and the Unum”, Hispanic American Historical Review, v. 84, n. 3, 2004. 16   Hobsbawm, Eric, La era del capitalismo, Barcelona, España, Guadarrama, 1976. 17   Fazio, Hugo, “La historia global: ¿encrucijada de la contemporaneidad?”, Revista de Estudios 15

20

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

En este escenario se puso de manifiesto la capacidad de los habitan� tes de las diferentes regiones del mundo para proyectarse en el plano internacional; ellos se configuraron históricamente como actores sociales, para compartir información y experiencia a fin de participar en la toma de decisiones o para optar por el aislamiento o la resistencia, frente a los procesos de globalización. Estas dos posturas se confrontan, mientras los primeros propagan la pertinencia de la cooperación internacional como recurso para la solución de problemas sociales y económicos, los últimos reivindican la importancia de la sobrevivencia de la cultura e identidad “locales”. Así, la colaboración y la resistencia coexisten en una relación de tensión que otorga a las actuales formas de convivencia internacional una variabilidad temporal de mediano o largo plazo. El reciente examen revela un largo proceso histórico que avanza desigualmente, impulsado por la interacción entre los protagonistas his� panoamericanos y quienes no lo son, que inventan un recorrido para propiciar el acercamiento entre el mundo hispanoamericano y el mundo europeo, creando gradualmente la convergencia en torno a determinadas formas de comportamiento y de organización social, normas jurídicas y mecanismos económicos y sociales comunes que permitieron la coexis� tencia marcada por influencias recíprocas. Lo que se ha visualizado como un proceso unilateral, hoy se problematiza cuando la evidencia histórica muestra las iniciativas y las acciones de colaboración o resistencia que los protagonistas juzgaron pertinentes, de tal suerte que su inserción en el contexto global no puede concebirse como acciones inconscientes o aje� nas a su voluntad.18 Al mismo tiempo, el paradigma de la interacción no debe inducir a simplificar la reciprocidad de las relaciones en un plano de igualdad y equivalencia. La mayoría de los contactos surgieron de interacciones que fueron frecuentemente desiguales, jerárquicas y has� ta represivas. El acento puesto en los entrelazamientos, en principio, no dice nada acerca de las modalidades de la interacción, que puede abarcar desde un pase forzado, asimilación libre, destrucción brutal, hasta rees� tructuración variada.19

Sociales, n. 23, abril de 2006, p. 66, consultado el 14 de agosto de 2010, disponible en http://redalyc. uaemex.mx/pdf/815/81502306.pdf. 18   Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 11–13. 19   Conrad, Sebastian y Randeria, Shalini, “Einleitung”, en Conrad, Sebastian y Randeria, Shalini

introducción

21

Desde esta perspectiva, la comprensión del fenómeno no puede li� mitarse al ámbito de los intercambios comerciales, aun cuando es en ese terreno donde más evidentemente se reconocen mecanismos e instru� mentos de la expansión de los intereses europeos. El control de los nuevos territorios que garantizaba la explotación de riquezas —ya en forma directa o a través del intercambio comercial, que en los siglos xviii y xix generó una notable aceleración de las trans� formaciones sociales y económicas para consolidar el sistema capitalista como un orden social y económico dominante— sugiere una pluralidad de fuerzas que interactuaron acompañando la aspiración de los protago� nistas de la historia para coexistir, dialogar y participar en los aconteci� mientos del mundo, sin renunciar, por ello, a sus específicas característi� cas locales y nacionales.20 La toma de conciencia de que está en marcha un proceso de mun� dialización, a partir de las nuevas demandas generadas por la revolución industrial y por el mejoramiento de los medios de transporte, alienta el deseo de compartir experiencias culturales. Este ánimo posee una enor� me capacidad de propagación espontánea que no deja de influir en las decisiones, condicionando las dimensiones nacionales e internacionales. Desde mediados del siglo xix, las elites políticas y económicas de las diferentes regiones impulsaron diversas iniciativas para vincular los ám� bitos locales a los contextos internacionales, muestra de ello fueron los ejercicios de aprendizaje selectivo de otras sociedades, la promoción de oleadas de inmigración y las exposiciones universales que comenzaron a mediados del siglo xix, donde se desplegaban de manera organizada las glorias y logros particulares de las naciones. Estos eventos exaltaban las diferencias y buscaban lo común dentro de la estructura de una cultura emergente para relacionar lo particular y lo universal. La historiografía sobre las exposiciones universales las muestran como empresas de las grandes potencias comerciales para exhibir ante el mundo su fortaleza y pertinencia como modelos, al tiempo que abre vías de exploración sobre los esfuerzos organizativos y la enorme cantidad de

(eds.), Jenseits des Eurozentrismus. Postkoloniale Perspektiven in den Geschichts und Kulturwissenschaften, Frankfurt y Nueva York, 2002. Agradezco al Dr. S. Rinke el acceso a una versión en español de este material bajo el título de Historias divididas. Europa en un mundo postcolonial. 20   Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 10.

22

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

recursos que debían poner en juego las naciones en proceso de consolida� ción que eran invitadas a las celebraciones del progreso y la modernidad. En su intento por hacer una reconstrucción del siglo xix, en el que nace la sociedad industrial,21 W. Benjamin se topó con el gran tema de las exposiciones universales como uno de los objetos históricos que, junto a los pasajes, los panoramas y las barricadas, definió la centralidad cultu� ral de París durante el siglo xix. En su estudio, definió a las exposiciones universales como los lugares de peregrinación en los que se rendía culto al fetiche que es la mercancía.22 Las reflexiones de este pensador pueden considerarse como el pri� mer hito de un movimiento historiográfico que se ha interesado por el estudio de esos ritos de la sociedad industrial y de la burguesía, que se propagaron por el mundo y pautaron el horizonte cultural de la segunda mitad del siglo xix.23 Desde entonces, el estudio de estos eventos, considerados como las oportunidades idóneas para mostrar los avances del progreso y la mo� dernidad y su percepción, como uno de los mecanismos mediadores que hicieron operativa la difusión de modelos culturales, ha despertado el interés de diferentes disciplinas. Por la pluralidad de significados que revisten estas grandes manifes� taciones de la cultura moderna, quienes han incursionado en este vasto territorio se encuentran con múltiples direcciones de exploración, pues en las exposiciones universales se percibe, en primer lugar, el esfuerzo por hacer triunfar las doctrinas económicas librecambistas, el fomento de la industria y del comercio y la conquista de mercados; en segundo lugar, la exhibición de la fuerza organizativa de los Estados, su capacidad de convocatoria para estimular el patriotismo industrial y el orgullo na� cional en corto plazo; en tercer lugar, la profunda confianza en la utopía del progreso que marcó la segunda mitad del siglo xix y, finalmente, el estímulo para desarrollar innovaciones técnicas y disciplinas científicas

  Aguirre, Jesús, “Prólogo: Walter Benjamin. Fantasmagoría y objetividad”, en Walter Benja� min, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998, p. 16. 22   Benjamin, Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998, p. 179. 23   López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições, Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 67–90. 21

introducción

23

emergentes y para divulgar los adelantos científicos que establecieron el imperio de la ciencia y la ciencia del imperio.24 La realización de las exposiciones universales ha merecido el interés de especialistas y curiosos y ha generado una enorme cantidad de textos. A principios del tercer milenio se preparó una útil recopilación25 de traba� jos sobre el tema que incluye aproximadamente 1 200 registros sobre las exposiciones realizadas en veinte países, principalmente en Norteamérica y Europa occidental; los textos incluidos pueden considerarse fuentes se� cundarias descriptivas y no necesariamente académicas; los compilado� res aclaran que organizaron las referencias en cinco apartados: primero, obras de consulta para la investigación, como bibliografías, artículos de revistas, publicaciones periódicas, recursos en internet; segundo, obras generales sobre historia y teoría de las exhibiciones internacionales; terce� ro, exposiciones antes de 1851; cuarto, exposiciones celebradas entre 1851 y 1951 organizadas geográfica y cronológicamente; y quinto, exposicio� nes celebradas después de 1951. En el ámbito latinoamericano, historiadores, críticos literarios, antro� pólogos y críticos de arte de Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos de América y latinoamericanistas europeos han construido un sitio web en el que se expone material audiovisual, documental, bibliográfico y ensa� yístico sobre la participación de Argentina, Brasil y Chile en las exposi� ciones universales en las décadas finales del siglo xix.26 El interés de los especialistas en el tema ha sido alentado por exten�

24   López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições, Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 68–73. 25   Geppert, Alexander, Coffey, Jean y Lau Tammy, “International Exhibitions, Expositions Uni� verselles and World's Fairs, 1851–1951: A Bibliography”, Wolkenkuckucksheim: Internationale Zeitschrift für Theorie und Wissenschaft der Architektur, Special Issue, 2000, consultado el 20 de enero de 2010, disponible en http://www.theo.tu–cottbus.de/Wolke/eng/Bibliography/ExpoBibliography.htm. 26   Birkbeck College de Londres, Programa de Postgrado en Español y Latinoamericano de la Cultura Visual, Andermann, Jens y Schell, Patience A. (dirs.), Birkbeck College y Universidad de Londres Universidad de Manchester, consultado el 27 de enero de 2011, disponible en http://www.bbk. ac.uk/ibamuseum/home.html.

24

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sas colecciones de informes,27 noticias28 y relatos29 que presentan datos diversos sobre las exposiciones universales que se verificaron desde 1851 en Londres. Del mundo latinoamericano se pueden citar, por lo menos, dos ejemplos. José Martí en 1889 creó en Nueva York, gracias a la ayuda financiera del brasileño Da Costa Gómez, una efímera revista infantil, La Edad de Oro, destinada a los niños americanos, donde se incluyeron, en sus cuatro números publicados, tres largos artículos y numerosas ilustra� ciones sobre esa exposición universal. Al presentar tal evento como un gigantesco tiovivo de la naturaleza y un enorme caleidoscopio de la plu� ralidad de las culturas humanas, Martí pretendía despertar en sus par� ticulares lectores una atención y un asombro no sólo ante las maravillas de la sociedad industrial, sino también ante la riqueza y variedad de las sociedades humanas y la complejidad de la historia que la habían hecho posible.30 Martí apuntó: […] ya las exposiciones no son lugares de paseo. Son avisos: son lec� ciones enormes y silenciosas: son escuelas […]. Ningún libro, ni ninguna colección de libros pueden enseñar a los maestros de agricultura lo que verán por sus propios ojos en los terrenos de la Exposición.31

27   Informes históricos, financieros y administrativos, generales y particulares sobre las expo� siciones universales se pueden consultar en una colección especialmente formada y resguardada en los fondos del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de Francia; la mayor parte de los ma� teriales está digitalizado y disponibles en http://cnum.cnam.fr/RUB/fcata_expo.html; aparte se deben mencionar los variados y abundantes materiales que para el caso de México se localizan en la serie de Exposiciones extranjeras del fondo de Fomento resguardado en el Archivo General de la Nación y en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Un ejemplo de informe presentado por un comisionado a sus superiores es el de Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la Exposición Universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856. 28   La mayoría de los periódicos de la época reseñaron las exposiciones universales. Entre los más notables se puede mencionar La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, España; además la mayoría de los gobiernos nacionales editaron publicaciones periódicas para orientar a los potenciales expositores y para dar cuenta de sus labores organizativas. Véase http://cnum. cnam.fr/RUB/fcata_expo.html. 29   Véase, por ejemplo, Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886. 30   López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en la América Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2, 1998, p. 224, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.revistas.csic.es. 31   Martí, José, “Exposiciones”, en Obras completas, 8 t., La Habana, Cuba, Editorial Nacional de Cuba, 1963, pp. 343–399.

introducción

25

Para el caso de México, se puede mencionar a José Godoy quien, después de declarar que su libro carecía de méritos literarios, presenta datos fidedignos y exactos respecto a la historia y situación de la ciudad de Chicago y sobre el estado que guardan los trabajos iniciados para lle� var a cabo la exposición universal de 1893, anexando una puntual des� cripción de las exposiciones universales realizadas hasta esa fecha.32 Esta disertación retomará varios de estos informes y relatos; los que aquí se mencionan sólo deben servir como ejemplo de la atención dispensada, en su momento, a estos eventos. Las noticias, informes y relatos son fuentes valiosas que permiten recuperar impresiones que dejaban en la mentalidad de los hombres de la época las exposiciones universales, consideradas como la quintaesencia de los tiempos modernos en los que se accedía a novedades, ideas y cono� cimientos; se tejían relaciones basadas en la transferencia y la apropiación de experiencias, y se negociaban ante los ojos de un público internacio� nal los elementos representativos de las identidades nacionales. La nota dominante de estos primeros trabajos es la descripción y comparación de datos cuantitativos de las exposiciones: fechas de apertura, número de expositores y visitantes, así como montos invertidos y las ganancias obtenidas. En el caso de México, recientes balances historiográficos establecen que el estudio de la participación mexicana en las exposiciones universa� les, aunque con pocos trabajos, cuenta con un buen nivel de análisis.33 Sin embargo, los trabajos existentes hasta el momento sólo se ocupan de des� cribir la planeación y organización general de las incursiones mexicanas en esos eventos internacionales como resultado de dos estrategias, una cultural y otra ideológica: la inserción en el “concierto de las naciones” civilizadas y la afirmación de una identidad nacional. Mientras algunos autores se dedican a examinar la presencia mexicana en una exposición

32   Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892. 33   Tenorio Trillo, Mauricio y Gómez Galvarriato, Aurora, El Porfiriato, México, Centro de Inves� tigación y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2006.

26

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en particular,34 Tenorio Trillo35 analiza el ingreso de México al circuito de las ferias mundiales que se celebraron entre 1880 y 1930, poniendo espe� cial atención en las de París, Río de Janeiro y Sevilla, y procura, a través de la descripción y exégesis de los pabellones de México, reconstruir las líneas de un proyecto político y cultural; sin embargo, su análisis se cen� tra en las acciones de las elites en el gobierno central del país y deja de lado particularidades regionales. En este panorama, salvo el trabajo de Tenorio Trillo, el centralismo y la fragmentación predomina en la historiografía sobre la representa� ción de la nación mexicana en el formato de las exposiciones universales. Considero que el creciente interés por documentar la configuración de la identidad nacional, siempre a la zaga de la construcción del Estado nacio� nal, se puede enriquecer con el registro pormenorizado de las acciones y las estrategias que desarrollaron los habitantes de las regiones del Méxi� co decimonónico ante las demandas de participación en las exposiciones universales que las elites reclamaban desde el centro de la administración política del país. Esta investigación reflexiona sobre los procesos globales a partir de sus manifestaciones locales. Para examinar los elementos que el estado de Puebla y sus habitantes aportaron a la construcción de la imagen na� cional de modernidad y progreso en la segunda mitad del siglo xix, y que ésta fuera difundida en los circuitos internacionales, es necesario precisar las diferentes vías que sirvieron para instrumentar la participación de México en las exposiciones universales. A mi parecer, esta cuestión sólo puede determinarse, si se revisa la actuación de las elites regionales ―sus vínculos a diferentes niveles, su capacidad de convocatoria y las tareas que acometieron― en la labor de integrar colecciones de objetos locales 34   Yeager, Gene, “Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi� tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, v. xxxiv, n. 1, julio 1977, pp. 230–243; Fuente Salceda, María de la Concepción de la, La participación de México en la Exposición Universal de Filadelfia, 1876 (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Iberoamericana, 1984; Riguzzi, Paolo, “México próspero, las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, n. 20, 1988, pp. 137–157; Díaz y de Ovando, Clementina, “México en la Exposición Universal de París, 1889”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, n. 61, 1990, pp. 109–171; Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del general Vicente Riva Palacio: la Exposición Internacional Mexicana, 1880 y otras utopías, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. 35   Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998.

introducción

27

capaces de evocar una representatividad nacional. Las políticas y estra� tegias definidas desde el centro político de la nación, bajo la impronta de referentes culturales globales, sólo podían operarse a nivel local. En los apremios al gobierno y habitantes del estado de Puebla para formar colecciones de objetos, con miras a participar en las exposiciones universales, se puede entrever la estrategia selectiva de la dirigencia polí� tica del país. El afán por lograr el reconocimiento internacional, en medio de las críticas circunstancias que predominaban durante la formación del Estado–nación en México, activó los resortes de la participación, la cual para el estado de Puebla se analizará en las exposiciones universales de 1851, 1855, 1876, 1885, 1889, 1893 y 1900 a fin de comprender la actuación de las elites locales y nacionales en el proceso de inserción de la nación en el contexto internacional. El examen de la información se orientó por tres hipótesis de trabajo. En primer lugar, considero que la respuesta de los habitantes de las regio� nes a la convocatoria del poder político central para construir una imagen de nación moderna se constituyó en el elemento básico para que las elites constituyeran esa imagen como medio para insertarse en el contexto glo� bal. En las diferentes regiones de México, este proceso se cumplió por la vía de la colaboración, la negociación o la imposición. Hacia el exterior se desdibujaron las abismales diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, entre el centro de la nación y sus regiones periféricas. En segundo lugar, el afán por lograr una digna representación de la nación impulsó el reconocimiento de las regiones y sus potencialidades, en otras palabras, los imperativos del contexto global demandaron la puesta en escena de las particularidades regionales, destacándolas como signo de identidad nacional. Finalmente, la presencia mexicana en las exposiciones univer� sales, si bien respondía al interés público de figurar en los escenarios del mundo occidental en donde se condensaban los valores de la época, no desencadenó de manera automática acciones inmediatas por parte de los poderes locales y de los habitantes de las regiones, quienes sólo se suma� ron a esta tarea de manera progresiva obedeciendo a sus propios intereses. Para entender el alcance de las tareas que las autoridades centrales exigían a la población y a los grupos dirigentes de los entornos locales, he dividido la presentación del tema en tres apartados y un anexo. Primero, haré una reflexión general sobre escenarios aparentemente distantes que confluyen en los recintos de las grandes exposiciones uni� versales. La puesta en escena de las colecciones de objetos en esos recintos

28

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estaba predeterminada por su carácter representativo de lo nacional, de tal manera que esos eventos estaban destinados a recuperar los produc� tos y los objetos, naturales y culturales, conforme a su pertenencia a una comunidad nacional. Entonces, es necesario ofrecer un panorama general de la realización de estas celebraciones, atendiendo criterios cronológicos pero también geográficos, para establecer las semejanzas y las diferencias entre los eventos organizados en Europa y los que se hicieron en Norte� américa, poniendo especial atención en los sistemas de clasificación de objetos que formaban parte de los reglamentos anexos a las convocatorias elaboradas por los países anfitriones. La revisión de esos sistemas y sus principios clasificatorios, así como su comparación, permitirá reconocer los elementos comúnmente demandados para su exposición, mismos que debían reunir las naciones participantes en las fiestas del progreso para aparecer como naciones modernas. Enseguida, me propongo examinar con más detalle la forma cómo México concurrió a cuatro exposiciones internacionales europeas y a tres norteamericanas para mostrar su adhesión a los paradigmas del progre� so y la modernidad. En cada oportunidad los artífices de la participa� ción mexicana reeditaron la próspera imagen de la nación que empezó a circular sistemáticamente desde principios del siglo xix. La puesta en escena mexicana se materializó en pabellones y objetos que apuntaron a construir una nueva imagen nacional, aunque ésta no correspondiera a la realidad mexicana. El diseño de sus recintos exposi� tivos y la integración de sus colecciones siguieron los formatos previstos en los reglamentos y los sistemas de clasificación de objetos preparados en los países organizadores de las exposiciones, los cuales funcionaron como instrumentos homogeneizadores, pues sus indicaciones y restric� ciones favorecían la selección de elementos representativos de la realidad nacional. Sin una escuela arquitectónica propia, los responsables de las muestras mexicanas montaron edificios expositivos eclécticos en los que se mezclaban materiales y estilos que fueron bien recibidos por la comu� nidad internacional aunque, en el plano interno, desataron la polémica sobre lo que debería ser el estilo arquitectónico nacional. La asidua participación mexicana en estos eventos, a pesar de sus conflictos internos y sus diferendos con las grandes potencias, logró que los operadores del gobierno mexicano percibieran la enorme asimetría que caracterizaba la estructura productiva mexicana y, en consecuencia, se dedicaron a hacer gala de la abundancia de los recursos naturales que

introducción

29

podía atraer a los inversionistas extranjeros. Las colecciones de objetos remitidas por México aspiraban a mostrar un país que ofrecía paz, segu� ridad, justicia, riquezas naturales poco comunes, leyes protectoras de la vida, de la propiedad y del espíritu de empresa, recreando una imagen de México como territorio de oportunidad. Esa imagen se compuso con la integración de las cualidades de sus regiones. Y todo indica que el te� rritorio poblano se representó a partir de la particularidad y la calidad de sus productos naturales. En tercer lugar, examino las formas de participación de los habitan� tes del estado de Puebla en las exposiciones internacionales de la segun� da mitad del siglo xix, conforme a sus propias circunstancias e intereses, para configurar lo nacional. La adaptación de la idea de progreso que los organizadores y expositores llevaron a cabo, a fin de configurar lo nacional, hizo posible la puesta en escena de la nación en los circuitos internacionales. La interacción de los actores locales con los poderes na� cionales, la definición de sus estrategias a diferentes niveles y la ejecución de las acciones finalmente llevó a la inserción de la región en el contexto global. Hasta ahora, los estudios históricos sobre el tema se han centrado en las acciones de las elites instaladas en el gobierno central del país y han dejado de lado las particularidades regionales situadas en la periferia del poder central. Por tanto, es importante describir la participación de los actores locales en esa empresa colectiva como responsables de la puesta en escena de la nación, entre los recursos que emplearon para represen� tar al estado de Puebla, destaca la organización de exposiciones locales y regionales y las estrategias que desarrollaron para insertarse progresiva� mente en el contexto global que se representaba en los escenarios de las exposiciones universales decimonónicas. Finalmente, se presentan las conclusiones y un anexo que pretende recopilar y organizar los datos empíricos recabados; los expositores po� blanos que participaron en las diferentes exposiciones de la segunda mi� tad del siglo xix aparecen nominalmente, por orden alfabético de apellido. La información para sustentar esta investigación proviene de fondos documentales situados en repositorios locales, nacionales e internaciona� les. En principio he revisado la información disponible en fondos pobla� nos tales como el Archivo General del Estado de Puebla, especialmente los documentos históricos de la extinta Escuela de Artes y Oficios porque esa fue la institución designada por el gobierno del estado para fomentar y organizar la muestra que debería llevarse a París en 1889; en sus insta�

30

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

laciones se concentraron los productos de los expositores provenientes de todos los distritos del estado para organizar su inventario, registro y envío. También son útiles, para mi propósito, los documentos del Archi� vo del Ayuntamiento de Puebla y los materiales impresos de la Biblioteca José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. A nivel nacional han sido fundamentales los acervos documentales de dos dependencias del gobierno federal: el Ministerio de Fomento, Co� lonización, Industria y Comercio y el Ministerio de Relaciones Exterio� res, cuyas funciones, actualmente, están encomendadas a sendas secre� tarías del gobierno federal. Del Ministerio de Fomento se utilizaron los documentos de su Sección Segunda que están reunidos en la serie “Ex� posiciones extranjeras” del ramo de Fomento, resguardada en el Archivo General de la Nación; esta serie documental está integrada por diversos tipos documentales: invitaciones al gobierno mexicano para participar en las exposiciones, nombramientos de delegados, representantes y comi� siones; proyectos de construcción de pabellones, edificios e instalaciones (planos y fotografías); relaciones de los productos presentados, cuentas de erogaciones, premios, entre otros muchos documentos que dan cuenta de la forma en que México participó en diversas exposiciones internacio� nales a partir de 1855. Su relevancia deriva del registro que guarda de la organización interna que debió desplegar el gobierno nacional para involucrar a todas las regiones del país en la tarea de integrar las coleccio� nes mexicanas para las exposiciones celebradas en París (1855), Nacional Mexicana (1875), Internacional de Filadelfia (1876), París (1889), Chica� go (1893), Atlanta (1895), Nashville (1896), Omaha (1898), San Antonio (1900), París (1900) por citar sólo las que se corresponden a nuestro perío� do de estudio. Si la serie de “Exposiciones extranjeras” es útil para conocer la diná� mica interna que se desarrollaba cuando el gobierno mexicano decidía participar en una exposición universal, los documentos del Archivo His� tórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores revelan el momento y las condiciones en las que se iniciaba el proceso en el contexto internacional. El personal del servicio consular mexicano se mantenía atento a las ini� ciativas y sucesos que se registraban en las grandes capitales del mundo en las que estaban apostados sus informes y recomendaciones, algunas veces sesgados por sus propios intereses, podían influir en la decisión del ejecutivo mexicano para tomar parte o no en determinadas exposiciones, una vez tomada la decisión, fueron piezas fundamentales para llevar la

introducción

31

empresa a buen término. La consulta de estos materiales permite ampliar nuestra visión sobre las razones que animaron al gobierno mexicano para participar en esos grandes eventos de alcance transnacional. Gracias a los avances en la digitalización de importantes acervos, también se exploró la colección de publicaciones y documentos de las exposiciones nacionales y universales del Conservatorio Nacional de Ar� tes y Oficios de Francia. En éste se localiza una cantidad abrumadora de información que mayoritariamente se refiere a la actividad organizativa de las comisiones francesas, ya como anfitrionas de las cinco exposicio� nes universales —1855, 1867, 1878, 1889, 1900— que instrumentaron los diferentes regímenes de gobierno francés, ya como participantes en las exposiciones universales que se organizaron en Londres, Nueva York, Viena, Filadelfia, Melbourne, Anvers y Chicago. Esta información resulta especialmente pertinente para visualizar la forma y el alcance de las gran� des exposiciones universales, sus pretensiones y su espíritu, del Conser� vatorio Nacional de Artes y Oficios de Francia se tomaron los datos para cuantificar países participantes, expositores, premios y para comparar los sistemas de clasificación de las diferentes exposiciones. Y, para ilustrar esta disertación, el Catálogo de Impresos y Fotografías en línea de la Li� brary of Congress de los Estados de Unidos. También se revisó un conjunto de fuentes impresas publicadas en la época, entre las que se cuentan: publicaciones con fines promociona� les elaboradas por el gobierno o por particulares con subsidios oficiales, publicaciones periódicas, tanto particulares como gubernamentales con fines informativos y formativos y otras más, que se prepararon con miras a apoyar la labor de los expositores mexicanos;36 estos datos se han con� trastado con una bibliografía especializada sobre el tema que aparece al final del texto.

  Las fuentes impresas se consultaron en la Biblioteca José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México y en la Biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín. 36

escenarios distantes

El contexto histórico decimonónico estuvo marcado por el reorde� namiento, casi universal del espacio político en un sistema de Estados– nación: imperios, reinos, ciudades–Estado, protectorados y colonias del mundo occidental; se orientaron a definir una identidad, un territorio, una cultura y un lenguaje comunes para configurar una presencia sin� gular en el escenario internacional. Desde entonces, la idea de nación, como principio legitimador del Estado moderno, ha desempeñado un papel determinante en la articulación de las colectividades humanas y su representación se ha instalado como una tarea inacabada. En el espacio geopolítico europeo, los conflictos armados precipi� taron algunas unidades nacionales, mientras que en Hispanoamérica el declive de las comunidades tradicionales —pueblos, familia, parroquias, barrios, gremios, cofradías y muchas otras—, resultante de la desintegra� ción de la monarquía hispánica, impuso la necesidad de materializar o imaginar nuevas formas de organización política de la vida social. Desde finales del siglo xviii se proclamaron Estados en nombre de naciones que aún estaban en proceso de construcción o inexistentes. Los diferentes proyectos nacionales debieron conciliar poblaciones fenotípi� camente diferenciadas, con diversos grados de mestizaje, con una gran pluralidad lingüística y con historias fragmentadas. En el cambiante orden mundial, los problemas asociados a la identi� dad nacional y a la legitimación del ejercicio del poder siempre fueron una fuente inagotable de conflictos, cuya solución más exitosa, en las socieda� des posteriores a la caída del antiguo régimen, ha sido la configuración de la nación como organización política, por excelencia, de la modernidad.1

1

  Pérez Vejo, Tomás, “La construcción de las naciones como problema historiográfico: el caso

34

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La evidencia empírica muestra que esas entidades del mundo occi� dental no corresponden a un modelo único, sino, más bien, son resultado de procesos históricos particulares que determinan diversos grados de integración y de desarrollo de las comunidades humanas. La insistencia en la importancia del papel que juegan las naciones, y de su operatividad, como formas representativas de complejos y vario� pintos grupos humanos en el contexto internacional, nos lleva a reflexio� nar sobre el concepto de nación2 —cuando el proceso de globalización ha puesto en duda su relevancia, por lo que las ciencias sociales parecían apuntar su obsolescencia como concepto articulador de la identidad y de la pertenencia de los individuos a las colectividades— y en cómo algunas de éstas llegan a convertirse en modelos hegemónicos. El desarrollo teórico de la idea de nación3 nos remite a dos modelos, sin embargo los datos empíricos muestran que esos dos modelos resultan tanto alternativos como complementarios. Mucho se ha abundado para matizar la distinción entre las concepciones de nación étnica y cívica, y para destacar la indisociable relación entre las dimensiones étnico–cultu� ral y política de toda nación; el mismo Smith4 ha puesto de relieve el com� ponente étnico que reside en la base de las naciones como fenómenos po� líticos de la modernidad al subrayar el decisivo componente étnico de las naciones —el conjunto de mitos, recuerdos y símbolos que se recuperan

del mundo hispánico”, Historia Mexicana, v. liii, n. 2, octubre–diciembre 2003, pp. 275–311. 2   Una revisión, en lengua española, sobre el problema de la nación y el nacionalismo se puede consultar en Faraldo, José M., “Modernas e imaginadas. El nacionalismo como objeto de investigación histórica en las dos últimas décadas del siglo xx”, Hispania. Revista Española de Historia, n. 209, lxi/3, 2001, pp. 933–964, consultado el 15 de octubre de 2010, disponible en http://hispania.revistas.csic.es. 3   Existe una bibliografía muy extensa sobre el tema desde el siglo xix. Durante el siglo xx apa� recieron libros considerados hoy día como clásicos, entre ellos destacan: Hayes, Carlton J. H., The Historical Evolution of Modern Nationalism, Nueva York, ee. uu., R. R. Smith, 1931; Deutsch, Karl W., Nationalism and Social Communication: An Inquiry into the Foundations of Nationality, Cambridge, mit Press, 1953; Kohn, Hans, The Age of Nationalism, Nueva York, ee. uu., Harper and Row, 1944. En las décadas siguientes se publicaron aportaciones notables: Armstrong, J., Nations before Nationalism, Chapel Hill, ee. uu., University of North Carolina Press, 1982; Breuilly, J., Nationalism and the state, Manchester, uk, Manchester University Press, 1982; Balibar, Etienne y Wallerstein, Immanuel, Race, Nation, Class, London, Verso, 1991; Gellner, Ernest, Nations and Nationalism, Oxford, Blackwell, 1983; Hroch, M., Social Preconditions of National Revival in Europe. A Comparative Analysis of the Social Composition of Patriotic Groups among the smaller European Nations, Cambridge, Cambridge Uni� versity Press, 1985; Smith, Anthony D., Theories of Nationalism, London, Duckworth, 1983; Smith, Anthony, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Blackwell, 1986; Smith, Anthony D., La identidad nacional, Madrid, España, Trama Editorial, 1997. 4   Smith, Anthony, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Blackwell, 1986.

escenarios distantes

35

para la legitimación de la nación—, al tiempo que destaca la importancia para la constitución moderna de la nación, de la índole de esa herencia, mitos y narrativas heredados, para la orientación política de la nación. De ahí que resulte vana toda pretensión de distinguir lo cívico de lo cultural, pues los atributos de ambas concepciones están presentes en los diferentes procesos de construcción nacional y para desbloquear el aná� lisis empírico de la articulación de los procesos de construcción nacional es preciso superar el obstáculo epistemológico que supone la celebrada dicotomía en la concepción de nación, cívica/étnica, cargada de conteni� do normativo, que genera, mediante la claridad feliz de su código binario —que la haría tan popular durante todo el siglo xx entre los estudiosos del nacionalismo—, muchos más problemas de los que ayuda resolver.5 Sin embargo, esta concepción dicotómica es pertinente para mostrar las dificultades inherentes a la formulación de una abstracción con vali� dez universal sobre la idea de nación, en tanto que, como tal, resulta insu� ficiente para dar cuenta de la articulación inextricable de elementos étni� cos y cívicos que en cada caso se concreta en síntesis político–ideológicas muy diferentes mediante procesos abiertos y contingentes que evolucio� nan de modo desigual en el tiempo, a tenor de circunstancias internas y externas, por lo que no pueden ser fijados de una vez y para siempre como cívicos o como políticos. La lengua o la etnicidad, el territorio o la historia común, rasgos culturales homogéneos o una combinación de estos factores han resultado inútiles como referentes para una definición, pues estos factores son de naturaleza cambiante y ambigua.6 Entonces, si resulta poco satisfactorio definir a la nación con base en tipologías, cate� gorías fijas, rasgos objetivos o las cualidades empíricas comunes como la lengua, la cultura, el origen étnico o la unidad territorial, se debe apelar al recurso de considerarla como resultado de un proceso que se desarrolla desigualmente entre los grupos sociales en las diferentes regiones, pues las ideas sobre la nación no son unívocas ni inmutables, sino que están sujetas a variaciones a lo largo del tiempo y a lo ancho de la geografía. En Europa, derivados de diversas situaciones históricas y geográfi� cas, se pueden tipificar tres tipos de procesos en la conformación de los 5   Máiz Suárez, Ramón, “Per modum unius: Más allá de la dicotomía nacionalismo cívico vs. nacionalismo étnico” en Ander Gurrutxaga, Abad (ed.) El presente del Estado–Nación, Leioa, España, Universidad del País Vasco, Servicio de Publicaciones, 2004, pp. 107–127. 6   Hobsbawm, Eric, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, España, Crítica, 1995.

36

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Estados nacionales: una revolución interna en el interior del Estado que transformó al ya existente y constituyó a la nación como una comunidad de ciudadanos en la Europa Occidental con Francia como caso paradig� mático; la creación de un nuevos Estados a partir de la unificación de comunidades culturales, políticamente divididas, como en los casos de Alemania e Italia; la disolución de los grandes imperios multinacionales a consecuencia de movimientos nacionales contra el Estado monárquico existente, como en la Europa del Este. Para Hispanoamérica es oportuno revisar las características de sus experiencias a fin de intentar establecer las particularidades de los procesos que allí conformaron la nación. Tanto la tipología dicotómica de las concepciones de nación como los trabajos sobre la primera fase del proceso de formación del Estado y de la nación en América Latina permiten hablar de un modelo propio, paralelo en el tiempo y hasta anterior a los procesos europeos.7 A la luz de estas reflexiones, König plantea que la especificidad del proceso de construcción de las naciones en el subcontinente debe buscar� se en su estatus colonial, o mejor dicho, en su deseo de emanciparse de imperios coloniales decadentes y en su aspiración a la libertad política y económica.8 Esta apreciación trae a colación la cuestión de la territoria� lidad, ya que los afanes emancipadores y la idea de libertad que consti� tuían el principal criterio de pertenencia a la nación sólo podían hacerse realidad si los grupos dirigentes lograban el control del territorio dejando atrás su estatus colonial. La negación del estatus colonial fue fundamen� tal para que los americanos se pensaran y reconocieran como parte de un nuevo cuerpo político: la nación. En el desarrollo reciente de la historiografía latinoamericanista9 se han revalorado ideas, imaginarios, valores, comportamientos y su con� 7   Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 77–101. 8   König, Hans–Joachim, “Nacionalismo y nación en la historia de Iberoamérica”, en Hans– Joachim König, Tristan Platt y Colin Lewis (coords.), Estado–nación, comunidad indígena, industria. Tres debates al final del milenio, Netherlands, ahila, 2000, p. 38. 9   Por citar unos pocos ejemplos: Guerra, François–Xavier, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, Mapfre, Fondo de Cultura Económica, 2000; Guerra François–Xavier y Quijada, Mónica (coords.), Imaginar la nación, Münster, Hamburg, Alemania, Lit Verlag, 1994; Annino, Antonio; Castro Leiva, Luis y Guerra, François–Xavier, (comps.), De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, España, IberCaja–Forum Internacional des Sciences Humaines, 1994; König, Hans–Joachim, Platt, Tristan y Lewis, Colin (coords.), Estado–nación, comunidad indígena, industria. Tres debates al final del milenio, Netherlands, ahila, 2000.

escenarios distantes

37

fluencia para comprender la integración de un nuevo modelo de comu� nidad política en el que se sintetizaron diversos atributos ligados entre sí. En Hispanoamérica, pero no solamente allí,10 la vinculación e identi� ficación con el territorio constituyó un elemento de integración básico, que sirvió para sustentar la formación de Estados nacionales antes de que se afirmara la idea de nación en los espacios geopolíticos del sub� continente, en tanto que fueron los Estados independientes los que cons� truyeron las modernas comunidades políticas después de la ruptura del pacto colonial, con lo que se rectifica la percepción de que la causa de los movimientos de independencia y la consecuente formación de Estados nacionales fue resultado de una previa toma de conciencia nacional, pues al despuntar el siglo xix no existían nacionalidades cultural o étnicamente determinadas como fundamentos de los nuevos Estados. El vago senti� miento americano, como lo califica Brading,11 no correspondía a ningún territorio político en específico. El vasto territorio de la región hispanoamericana y la diversidad de naciones que en ella surgirían permite observar, en la larga duración, cómo las viejas identidades colectivas locales, ligadas a la religión católi� ca y a la producción agraria y artesanal, dejaron de representar de modo satisfactorio a la red social en la que tenía lugar el grueso de la actividad económica, social y política que determinaba el entorno de las personas y aparecieron y se desarrollaron nuevos criterios para conformar una nue� va comunidad imaginada, “la nación”, que podía ocupar ese vacío12 con la intermediación y la integración de los espacios regionales. Mónica Quijada13 observa que los procesos hispanoamericanos de construcción nacional en el siglo xix se caracterizaron por dos fenómenos estrechamente relacionados: por la expansión de una voluntad homoge� neizadora, entendida como la construcción de una nación de ciudadanos unidos en la identificación de referentes comunes que convirtieran a una sumatoria de individualidades en un colectivo cohesionado, y la conso� 10   Véase por ejemplo el análisis sobre los casos del País Vasco y la Provincia de Québec en el siglo xx en Santiago García, José A., “Las fronteras (étnicas) de la nación y los tropos del naciona� lismo”, Universidad de Navarra, consultado el 18 de marzo de 2011, disponible en http://www. unavarra.es/puresoc/pdfs/BP–Santiago.pdf. 11   Brading, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era, 1980. 12   Hobsbawm, Eric, La era del imperio, Barcelona, España, Crítica, 1998. 13   Quijada, Mónica, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción nacional argentina (Siglo xix)”, Revista de Indias, v. lx, n. 219, 2000, pp. 373–394.

38

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

lidación de una ideología territorial que implicó la unificación y consoli� dación del espacio nacional en su percepción tanto simbólica como física. Los alcances de la vinculación con la tierra natal, con el lugar de ori� gen, se manifestaron en el poderoso sentimiento patrio de los criollos des� de antes de los movimientos independentistas.14 El aprecio por el lugar de procedencia también se vislumbra en las obras de los jesuitas ameri� canos exiliados por la política borbónica, de tal manera que las represen� taciones territoriales sirvieron para construir los referentes con los que se fundaron los sentimientos de apego y pertenencia de las comunidades.15 En la América hispánica, el territorio adquirió un carácter decisivo al momento de crear la nación. El componente fundamental que va a dis� tinguir el proceso de construcción nacional hispanoamericana, a lo largo del siglo xix, no podía ser la unidad étnica, sino la exaltación de las carac� terísticas del territorio y la territorialidad como expresión del control po� lítico del espacio geográfico por parte de los nuevos poderes. Entonces, se puede observar que allí donde falla la apelación al linaje o a la especi� ficidad cultural, la territorialidad como expresión geográfica del poder16 se convierte en un factor de singularización y de diferenciación nacional. De aquí viene la importancia de la geografía o de un paisaje determinado con el que se identificaron los miembros de las comunidades nacionales hispanoamericanas. Esta breve reflexión sirve para llamar la atención sobre el hecho de que a pesar de la distancia, a lo largo del siglo xix, tanto en Europa como en América, tuvieron lugar una gran diversidad de procesos que desem� bocaron en la constitución de las modernas naciones, cuyas elites gober� nantes coincidieron en el afán de poner en escena sus proyectos naciona� les y la operatividad de sus realizaciones. Uno de los medios más eficaces para difundir y promover la idea de nación y su representación fue las exposiciones universales, que, en con� junto, nos restituyen la imagen de la sociedad decimonónica. La partici�

  Martínez Peláez, Severo, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, Guatemala, Universidad de San Carlos, 1970. 15   Betancourt Mendieta, Alexander, “Patria y territorio en dos regiones de América Latina: An� tioquía (Colombia) y San Luis Potosí (México)”, Cultura y representaciones sociales, año 2, n. 4, marzo 2008, pp. 94–118, consultado el 30 de enero de 2011, disponible en www.culturayrs.org.mx/revis� ta/num4/Betancourt.pdf. 16   Nogués, Joan, Nacionalismo y territorio, Lleida, España, Milenio, 1998, p. 60. 14

escenarios distantes

39

pación en las exposiciones universales, al decir de un hombre de negocios británico en el curso de una encuesta oficial, era la única forma legítima para una nación de hacer publicidad sobre sí misma.17 Sin embargo, para promoverse en el escenario internacional, las comunidades nacionales debían definir la imagen de nación que deseaban proyectar. Este proceso de definición tuvo diferentes puntos de partida y siguió derroteros varia� bles determinados por el grado de integración de las diversas comunida� des regionales. Al despuntar la segunda mitad del siglo xix, los nexos entre las con� diciones económicas, el desarrollo tecnológico y la elaboración intelec� tual, que organizaban la vida social, permitieron arribar a una época del pensamiento occidental dominada por la creencia de que Europa era el centro de la historia, el punto culminante del desarrollo de la civilización. No obstante, las transformaciones de las viejas estructuras que impuso la modernidad sustentada en los procesos de industrialización no tuvieron ni podían tener el mismo ritmo, alcance y profundidad en toda la geogra� fía europea. Gran Bretaña, gobernada por una estable monarquía, podía ostentarse como una indiscutible potencia: su expansión colonial por los cinco continentes, el poderío de su flota y la envergadura de su sistema financiero y comercial le conferían un lugar de primer orden en el con� cierto de las naciones; la prolongada era victoriana permitió que en los súbditos de la corona británica se interiorizara un sentimiento de superio� ridad. Francia, por su parte, tras fallidas experiencias imperiales, sobre� saltos revolucionarios y persistentes tentaciones autoritarias consiguió, finalmente, estabilizar sus estructuras republicanas fortalecidas por su adhesión al laicismo. Entre los cuatro grandes imperios que se repartían la mitad centro–oriental del continente europeo, el alemán, organizado sobre el arrogante poderío de Prusia, era el que poseía unas estructuras económicas, sociales y políticas más avanzadas, si bien mediatizadas por un básico autoritarismo emanado de la propia naturaleza y desarrollo histórico de las entidades que lo configuraron; a su lado, la monarquía dual de Austria y Hungría, sombra ya del mítico Sacro Romano Imperio, mostraba un desarrollo más débil. Al este, el imperio ruso se mantenía como una autocracia incapaz de avanzar y el imperio otomano, el per�

17   Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, p. 15.

40

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

manente hombre enfermo de Europa, se mostraba sumido en una extrema descomposición. Italia, por su parte, atravesaba la compleja ruta en busca de unidad nacional. Finalmente, España vivía el proceso de organización de una monarquía liberal de base democrática, pero se hallaba atrapada en unas arcaicas estructuras reacias a la modernización y apenas lograba conservar algunos jirones de lo que había sido su gran imperio colonial. Por otra parte, en los territorios situados al otro lado del Atlántico, la construcción de la identidad nacional debió sobreponerse, en el plano internacional, a su pasado colonial y a la rivalidad entre las potencias económicas para conservarlos como su área de influencia y, en el plano interno, a la debilidad resultante de la confrontación, sin aliados, de una larga y cruenta lucha.18 En este contexto, las comunidades nacionales fueron convocadas a mostrar en las exposiciones universales, efímeros microcosmos en los que circulaban las representaciones de lo racional y de lo imaginario, sus logros y fortalezas, materializados en objetos y productos. Las que se ce� lebraron en la segunda mitad del siglo xix fueron un cuadro comparativo de los pueblos,19 que exponían sus producciones materiales y cultura� les bajo los paradigmas del progreso; en ellas competían vertiginosa y desigualmente las naciones convertidas en sus propios fetiches.20 Utiliza� das como emblemas del progreso, modelos de clasificación y símbolos de las transformaciones en curso, las exposiciones universales pueden ser vistas como uno de los mecanismos más eficaces para irradiar, al resto de las naciones, la validez y la pertinencia del modelo europeo de nación. La ausencia o la participación en las exposiciones podía modificar la representación de una nación en el contexto global, toda vez que esos eventos sirvieron como escenarios de maniobras culturales y políticas en las que se configuraron, por comparación y oposición, identidades na�

  Zoraida Vázquez, Josefina, “Una difícil inserción en el contexto de las naciones”, en Antonio Annino y François–Xavier Guerra (coords.), Inventando la nación. Iberoamérica, siglo xix, México, Fon� do de Cultura Económica, 2003, pp. 255–259. 19   Leprun, Silvyane, “Paysages de la France extérieure: la mise en scène des colonies à l'Exposition du Centenaire”, Le mouvemente social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, pp. 99–128. 20   González–Stephan, Beatriz, “La construcción espectacular de la memoria nacional: cultura vi� sual y prácticas historiográficas (Venezuela siglo xix)”, Memorias culturales: circulación del conocimiento en la educación y la sociedad, Jalla 2006, Universidad de los Andes, Colombia, 2007, consultado el 22 de noviembre de 2011, disponible en http://jalla2006.uniandes.edu.co/docs/GonzalezBeatriz.pdf. 18

escenarios distantes

41

cionales y transnacionales21 —pues su realización comprometía, tanto a organizadores como a expositores, a definir la naturaleza de su identidad nacional y a afirmarla— y, de manera general, contribuyeron a avalar la idea de la unidad cultural de la civilización occidental, al tiempo que legitimaron la superioridad europea sobre el resto de los continentes y el colonialismo en su versión civilizadora.22 Aunque los cambios que sustentaban el poderío económico y la su� premacía cultural de las naciones europeas no latían al mismo ritmo en todo el territorio del Viejo Continente, sino que en realidad se concen� traban en puntos geográficos perfectamente delimitados y localizados —Londres, París, Viena, Berlín—, el relato oficial, canónico, sobre la evo� lución y constitución de las comunidades nacionales construyó un espa� cio de observación que convirtió a Europa en el centro de la organización política y económica, en un modelo de vida social, en un ejemplo del progreso de la humanidad y, sobre todo, en el punto desde el que se ob� servaba y clasificaba al resto del mundo.23 Las ferias comerciales que se realizaban en las ciudades europeas, desde el Medioevo, para el intercambio de mercancías y capitales, lo mis� mo que las exposiciones públicas, de alcance local y nacional, de produc� tos e innovaciones técnicas que tuvieron lugar desde el siglo xviii, consti� tuyeron el antecedente de las exposiciones universales decimonónicas. A partir de los últimos años del siglo xviii —en París, Francia (1798)— estos eventos se propusieron rebasar el ámbito de lo local y de lo nacional, pero las pretensiones de universalidad sólo alcanzaron a materializarse hasta 1851, con la organización de la “Gran Exposición de los Trabajos de la In� dustria de Todas las Naciones” en Londres, Inglaterra, donde las poten� cias occidentales empezaron a formalizar la aspiración de presentar, en

  Geppert, A. C. T., “True Copies. Time and space travels at British Imperial Exhibitions (1880– 1930)”, en H. Berghoff et al. (eds.), The making of modern tourism: the cultural history of the British experience (1600–2000), Nueva York, ee. uu., Palgrave, 2002, p. 243. 22   Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, p. 62, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle. net/10803/10660. 23   Para revisar el proceso de configuración de Europa Occidental como centro geopolítico y geohistórico y la ideología de la expansión occidental a partir del reconocimiento e invención de América, véase Mignolo, Walter, La idea de América latina. La herida colonial y la opción decolonial, Barcelona, España, Gedisa, 2007, p. 60. 21

42

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

un solo recinto, todos los objetos y adelantos que el ingenio humano era capaz de producir a lo largo y a lo ancho del mundo, inaugurando, así, la posibilidad de incorporarlos en la escena internacional. La exposición universal de 1851 fue percibida, aun por sus coetáneos, como un signo inequívoco de una nueva época, como un quiebre en el devenir histórico que auguraba los tiempos modernos. Hasta 1851, grupos de particulares agrupados en sociedades eco� nómicas o científicas, en algunos casos contando con el patrocinio del poder público, habían promovido exhibiciones de objetos y productos, principalmente con fines comerciales; después de esa fecha, esos eventos adquirieron nuevos alcances y significados, determinados por sus fines representativos. Las exposiciones universales fueron el lugar de exhibi� ción de naciones situadas en puntos geográficos distantes y disímiles. Sin detenernos en los datos cuantitativos que dan noticia de su or� ganización y financiamiento, aquí nos interesa abordar las exposiciones universales celebradas en la segunda mitad del siglo xix como un fenó� meno global que tuvo resonancia en los ámbitos locales, en tanto que impuso a las diferentes comunidades del orbe la necesidad de definir su idea de nación y las estrategias para representarlas en los circuitos internacionales a fin de lograr su inserción en el concierto de las nacio� nes. El esbozo de un panorama general de esta serie de acontecimientos, siguiendo un orden cronológico y, en ocasiones, topográfico, se hace in� dispensable para apreciar cómo se erigieron en un principio clasificatorio de aplicación universal. Puntos de encuentro en la ruta de la modernidad La ventajosa posición económica alcanzada por un reducido número de países europeos en el contexto internacional hizo que sus avances téc� nicos, sus planteamientos políticos y sus aportaciones culturales tuvieran una difusión generalizada que los colocaba en un lugar predominante, y la celebración de las exposiciones universales, desplegada a partir de 1851, como escaparate de exhibición de las capacidades industriales, co� merciales y creativas, afirmó el poderío económico y la centralidad cultu� ral de las naciones que las organizaron. Frente al espectáculo que ofrecía la exposición parisina de 1855, visi� tantes españoles como Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán, expre�

escenarios distantes

43

saron su certeza de que se encontraban en el centro de la cultura occiden� tal. Pedro Alarcón, literato español romántico, no dudó en apuntar que Suponiendo que la civilización es una gran pirámide que la humani� dad ha levantado sobre la tierra, […] el lugar en que nos encontramos en este momento constituye la verdadera cúspide de esa pirámide, ó sea, [sic] la suprema altura a la que ha llegado nuestro siglo, el mayor de los siglos […] si no mienten los periódicos. No: nadie lo negará. Europa es la patria de la ciencia y del poder que hoy prevalecen en el planeta que habitamos: Francia es la cabeza de Europa: París el cerebro de Francia […]. Estamos, como quien dice, en el corazón de la sociedad humana, en el centro de su vida, en el laboratorio de la historia contemporánea. En torno nuestro se alzan los templos de los modernos dioses (los palacios de las exposiciones universales…). París es hoy la metrópoli del universo […].24

Este sentimiento de centralidad cultural, que inspiraba la contem� plación de esas empresas expositivas, encontró en la pluma de los in� telectuales su explicación sistemática. Muchos años después, en la “Introducción”25 preparada en 1920 a su Recopilación de ensayos sobre sociología de la religión, Weber resumió una percepción de cuño corriente entre los europeos: […] para un hijo de la moderna civilización europea, la investigación de cualquier problema de la historia universal, inevitablemente le plan� teaba la siguiente cuestión: ¿qué serie de circunstancias han llevado a que precisamente en el suelo de Occidente, y sólo aquí, se hayan dado ciertas manifestaciones culturales, mismas que —al menos tal y como solemos re� presentárnoslas— se encuentran en una dirección evolutiva de alcance y validez universales?26

  Alarcón, P. A., De Madrid a Nápoles, Madrid, España, Imp. y Lib. de Gaspar Roig, 1861, p. 32.   Considerada como la “clave” fundamental para entender los objetivos de su obra, la “Intro� ducción” se redactó en 1920 para sendos artículos que aparecieron publicados en 1904 y 1905, des� pués fue incluida en el primer volumen de sus “Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie”. Véase Villegas M., Francisco Gil, “Introducción del editor”, en Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 15–16. 26   Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Econó� mica, 2003, p. 53. Las cursivas son nuestras. 24 25

44

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Argumentó que sólo en Occidente había ciencia, arte, literatura, le� gislación, administración pública, Estado y organización política, comer� cio, industria y relaciones laborales en aquella fase de su evolución que se reconocía como ‘válida’ por su sistematización y utilización racional. A medida que Weber expone la fundamentación racional de las manifesta� ciones culturales presentes en la vida social europea, opone la existencia de procedimientos y recursos que carecen de esa organización racional en otras partes del mundo, calificándolas como expresiones de conoci� mientos empíricos, soluciones rudimentarias a los problemas de la vida material y espiritual, en fin, divagaciones sobre los problemas del mundo y de la vida sin orden ni principios clasificatorios.27 Entonces, la raciona� lidad, otrora un sistema de pensamiento subversivo,28 se afirmó como el elemento básico de los nuevos tiempos, en tanto que permitía conocer y moldear la realidad de manera sistemática para sustentar el desarrollo técnico y científico de la civilización moderna y la creencia en el perma� nente y progresivo ascenso del género humano. De la disertación de Weber se pueden colegir las ideas, que ya cir� culaban desde siglos atrás, de que sólo en Europa Occidental se podían encontrar sociedades constituidas y construidas, esencialmente, a partir del conocimiento teórico o del conocimiento experto. Desde el logos occi� dental eurocentrista se había propuesto al racionalismo como fundamen� to universal de la ciencia, de la economía, de la técnica, de la moral, del derecho, del Estado, y el remolino de esta racionalización cultural y so� cial arrasó y disolvió las tradicionales formas de convivencia social, pues entre otras consecuencias, definió patrones de socialización que norma� ban identidades, comportamientos, situaciones y productos conforme a modelos homogéneos que pretendían reducir a su mínima expresión las diferencias. La marcha triunfal de la moderna historia europea, supuestamente universal, daba cuenta, a decir de Jürgen Habermas, de la realización de 27   Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Econó� mica, 2003, pp. 53–70. 28   En sus inicios, durante los siglos xvi y xvii, el racionalismo era casi tan herético, en términos políticos, como la herejía religiosa representada por Pascal y el jansenismo. Descartes, en busca de mayor libertad, prefirió emigrar a Holanda. En esa época, las matemáticas y, sobre todo, la física al impugnar las concepciones teológicas tenían un carácter subversivo. El siglo xviii, heredero del pen� samiento de Descartes, marca con la Ilustración el triunfo del racionalismo, de la razón propagando sus luces, de la creencia en la evolución y el progreso.

escenarios distantes

45

[…] una gavilla de procesos acumulativos que se refuerzan mutuamen� te: la formación de capital y la movilización de recursos; el desarrollo de las fuerzas productivas y el incremento de la productividad del trabajo; la im� plantación de poderes políticos centralizados y el desarrollo de identidades nacionales; la difusión de los derechos de participación política, las formas de vida urbana y la educación formal; la secularización de valores, normas, etc.29

Esta tendencia planteó la necesidad de subvertir los códigos preexis� tentes, de disolver los viejos valores que entraron en profunda contradic� ción con nuevos estatutos del conocimiento cuando se pretendía respon� der a tales conmociones mediante lógicas totalmente nuevas. Entonces, la modernidad, que no podía ni quería tomar sus criterios de orientación de modelos de otras épocas, se desgajó de sus orígenes y se convirtió en un patrón autónomo de procesos de evolución social,30 cuyas características representaban una ruptura con el pasado y exhibían el carácter distintivo de una época enfáticamente nueva,31 orientada siempre hacia el futuro. Pero la ruptura radical con el pasado es tan sólo uno de los mitos de la modernidad, ante la evidencia de que las rupturas radicales son imprac� ticables, pues ningún orden social puede alcanzar cambios que no estén latiendo previamente en su condición existente.32 Una vez que la revolución industrial se consolidó como régimen pro� ductivo dominante en el siglo xix, principalmente en Inglaterra, Francia y en los territorios de los imperios de la Europa central, el espacio urbano comenzó a cambiar de carácter, adquiriendo paulatinamente la doble fi� nalidad de ordenar la creciente complejidad de actividades urbanas, oca� sionada por el desarrollo del comercio, la industria y el incremento de población, y, a la vez, articular el nuevo tipo de sociabilidad impulsada por la floreciente burguesía europea. La vida individual y colectiva en las grandes ciudades acusó recibo del impacto de las nuevas y radicales transformaciones sobre el hábitat humano, manifestadas en la urbaniza� 29   Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad. (Doce lecciones), Buenos Aires, Argen� tina, Taurus, 1989, p. 12. 30   Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad. (Doce lecciones), Buenos Aires, Argen� tina, Taurus, 1989, p. 13. 31   Una revisión de los conceptos de “antiguo” y “moderno”, y su oposición, se puede encon� trar en Le Goff, Jacques, Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso, Barcelona, España, Paidós, 1991, pp. 145–173. 32   Harvey, David, París, capital de la modernidad, Madrid, España, Akal, 2006.

46

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción de las condiciones de vida, asociadas al desarrollo de los centros habitados, lo cual planteó un nuevo estilo de vida que sirvió de modelo al progreso de todos los habitantes del orbe. Los ambientes de las grandes ciudades33 estuvieron sujetos a impo� nentes metamorfosis urbanístico–arquitectónicas, en un contexto en el que los signos del pasado convivieron con proyecciones, a veces teme� rarias, hacia el futuro; en su remodelación y planeación convergieron, de manera contundente, los vertiginosos procesos de cambio en curso.34 Esto fue particularmente visible en la transformación que sufrieron las ciuda� des europeas a lo largo del siglo xix: una nueva racionalidad se impuso en su planificación para dar cabida a una multitud de habitantes, emigrados desde el entorno rural y a la diversidad de sus relaciones —ya de solida� ridad, ya de competencia— orientadas por un nuevo tipo de afinidades que debían ser vigiladas y controladas; las nuevas funciones del espacio urbano, de carácter político y económico, obligaron a un desarrollo edili� cio en el que se hicieron patentes todas las ambigüedades prolíficas que caracterizan los momentos de transición. Las ciudades europeas y las que emergieron al otro lado del Atlánti� co bajo la impronta del capitalismo35 aspiraron a convertirse en miradores privilegiados desde donde se pudiera observar y dictar el orden mundial para hacerse de un lugar en el tablero internacional. Sin embargo, esas aspiraciones sólo fueron cristalizadas por un selecto puñado de ciudades que lograron encumbrarse como capitales de la modernidad. Una de las estrategias más visibles para que una ciudad alcanzara un estatus cultural hegemónico fue la organización de exposiciones univer� sales. Entonces, no es por azar que las ciudades capitales o aquéllas que presentaban signos ciertos del proceso de industrialización se disputaran

  En Europa, las más notables eran Londres, París, Viena, Berlín, Barcelona, Roma, Florencia, Praga, San Petersburgo, Moscú, pero al otro lado del Atlántico, las elites de América del Norte se esforzaban por posicionar en el escenario internacional a Chicago, Nueva York, Filadelfia, Boston y Nueva Orleans. 34   Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999, p. 11. 35   En la década de 1890, Daniel Burnham planificó el desarrollo de una serie de ciudades, inclu� yendo el centro de Washington D. C. y Chicago, su The White City, que fue levantada en el entonces desolado Parque Jackson, a orillas del Lago Michigan, en 1893 como parte del Pabellón de la expo� sición colombina, fue incorporada en el plano de Chicago en 1907. 33

escenarios distantes

47

la posibilidad de ser sede de esos eventos, aun cuando los proyectos para su realización confrontaran a los diferentes sectores de su comunidad.36 Herederas de una tradición que se remontaba a los últimos años del siglo xviii, la serie de empresas expositivas con pretensiones de univer� salidad empezó en 1851, teniendo como sede la ciudad de Londres, y de esa fecha a 1900 se organizaron un sinnúmero de exposiciones a lo largo y ancho del mundo, estableciendo el ciclo de lo que James B. Gilbert de� finió como exposiciones victorianas, las cuales compartieron un estilo de difusión cultural: promover la “alta cultura” que se gestaba en las gran� des capitales en oposición a las exposiciones que se celebraron después de la Primera Guerra Mundial, que mayoritariamente se orientaron a la difusión de la “cultura popular”.37 A partir de 1851, cada año, nuevos productos, ideas, actitudes y oportunidades comerciales fueron sometidos a la atención de millares de personas38 en recintos expositivos, ya locales, ya nacionales o universales que se habilitaron regularmente, a veces de manera paralela, en distintos puntos de la geografía mundial. Pero, entre todas ellas, las que se celebra� ron en Londres, París, Filadelfia, Viena, Nueva Orleans y Chicago fueron las que lograron la mayor resonancia e impacto. Londres, ciudad capital del Imperio Británico, pasó de 1 000 000 de habitantes en 1800 a 6 500 000 en 1900, la causa fundamental de su creci� miento fue, sin lugar a dudas, el nuevo sistema económico asentado en la ciudad que demandaba la concentración de recursos humanos y materia� les. La la urbe ofrecía ventajas únicas y atractivas oportunidades, pero su carácter pionero que le permitió beneficiarse del desarrollo tecnológico aparejado a la revolución industrial, también, la llevó a experimentar, de manera temprana, las dramáticas contradicciones de la civilización in� dustrial y sus consecuencias sociales.39 Sin embargo, esto no impidió que

36   Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 22–23. 37   Gilbert, J. B., “World's Fair as Historicals Events”, en R. W. Rydell y N. Gwinn (eds.), Fair representations: World's Fairs and the modern world, Amsterdam, University Press, 1994, pp. 13–27. 38   Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecnológicas (1851–1900)”, en Melvin Kranzberg y Ca� rroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Bar� celona, España, Gustavo Gili, 1981, pp. 785–805. 39   Éxodo rural, desarrollo urbano anárquico, problemas de vivienda, explotación inhumana de las fuerzas de trabajo, inequidad social, contaminación ambiental y degradación de algunas partes urbanas fueron vividas con plena conciencia por los pensadores de la época, tal como lo atestiguan

48

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

la serie de exposiciones universales se iniciara, precisamente, en Londres con la celebración en 1851 de The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations. El lugar habilitado como sede de esa gran exposición, la primera que se verificó en los tiempos modernos con el carácter de internacional, fue un edificio especial conocido con el nombre de Crystal Palace que tenía 555 metros de longitud, 125 de anchura y 19 de altura, y 32 metros de altitud sobre el crucero abovedado en el centro del edificio, situado en el Hyde Park, fue una fantasía de hierro y cristal que sedujo la imaginación del gran público desde antes de su inauguración el 1 de mayo de 1851, durante todo del verano y hasta el 15 de octubre cuando se clausuró el certamen.40 La iniciativa de la Royal Society of Arts obtuvo el respaldo financiero del Banco de Inglaterra y el apoyo del príncipe consorte, que encabezó la junta directiva encargada de la organización de los trabajos de la expo� sición. Las invitaciones se enviaron por vía diplomática a los diferentes gobiernos extranjeros, señalándoles el espacio que se les había asignado dentro del Crystal Palace para recibir las remisiones de su producción in� dustrial, con la observación de que “todo está preparado y detalladamen� te previsto y presiden en todos los acuerdos el orden, los miramientos y la delicadeza para alejar hasta la más remota sospecha de parcialidad en perjuicio de los extranjeros a aquel país”.41 Dickens y Engels; este último, aunque de origen alemán, eligió precisamente a la clase trabajadora inglesa como ejemplo de una situación de especulación capitalista: “Las grandes ciudades están principalmente habitadas por obreros [...] estos obreros no tienen ninguna propiedad y viven del salario, que pasa casi siempre de la mano a la boca; [...] todos los obreros hasta el más experto están siempre expuestos al hambre, es decir, a la muerte por inanición, y muchos sucumben a ella. Las vi� viendas de los obreros están generalmente mal ordenadas, mal construidas, mal conservadas, mal ventiladas, húmedas y sucias; sus inquilinos disponen del mínimo espacio, y en la mayoría de los casos duerme por lo menos una familia en una habitación”, citado en Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999, pp. 67; véase también Dugast, Jacques, La vida cultural en Europa entre los siglo xix y xx, Barcelona, España, Paidós, 2003, pp. 65–70. 40   Fue visitada por poco más de seis millones de personas según datos apuntados en Findling, J. E. y Kimberly, D. P. (eds.), Historical Dictionary of World's Fair and Expositions (1851–1988), Nueva York, ee. uu., Greenwood Press, 1990; Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecnológicas (1851– 1900)”, en Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981. 41   Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo concerniente a la exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850.

escenarios distantes

49

Ilustración 1. “El Palacio de Cristal, pabellón de The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations, Londres 1851”. Vista panorámica desde Hyde Park Fuente: Imagen de dominio común, consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http:// classconnection.s3.amazonaws.com/46/flashcards/227046/jpg/picture421318313892196.jpg

Durante los cinco meses que duró la exposición, en la que predomi� nó la presencia de los expositores británicos y la de los que provenían de sus colonias,42 se presentaron objetos representativos de las naciones en un ambiente que conminaba al olvido de pasadas confrontaciones, a la solidaridad de los pueblos a favor de las causas del progreso y la civiliza� ción, en el que se exaltaban los sentimientos de amor a la patria, hacién� dolos compatibles con el culto al bien general de la humanidad. De esta manera, la exposición londinense trazó el derrotero que debían seguir las relaciones entre las diferentes naciones.

  Los datos cuantitativos en torno a las exposiciones siempre presentan variaciones. De acuer� do con Findling y Kimberly, Historical Dictionary of World's Fair and Expositions, concurrieron 13 937 de expositores, de los cuales 6 861 fueron de Inglaterra, 520, de las colonias inglesas y 6 556, de las demás naciones. Según los informes de la Comisión Francesa, el número de expositores rebasó los 17 mil, de los cuales 9 730 fueron británicos, 1 760, franceses y los restantes 5 510 correspondieron al resto de las naciones. Véase Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 235–236, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponi� ble en http://canum.cnam.fr/redir?8XAE349.1. 42

50

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 2. “Vista interior de la nave oriental de la sala de la Exposición de Londres en 1851”. Se muestran los elementos distintivos de las naciones expositoras Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2012646365/

El éxito que en todos los órdenes alcanzó la exposición londinense de 1851 removió sentimientos nacionales y reavivó las aspiraciones de los parisinos, quienes reclamaron que la idea de una exposición universal pertenecía a Francia, pues las peticiones y las gestiones para lograrla se habían hecho desde antes de la caída del rey Luis Felipe y aun en tiempos de la Asamblea Constituyente, pero juzgaron que a la clase gobernante le faltaron los bríos necesarios para llevar a feliz término la empresa, decla� rando sin titubeos: “la Francia inventa, la Inglaterra ejecuta”.43 París, como metrópoli cultural, gozó de un prestigio considerable en toda Europa. La vida urbana de París y las reformas impulsadas en esa ciudad por Napoleón y Haussman, durante la década de 1850, se pueden

43   Arnoux, J. J., El Palacio de Cristal. Exposición de la Industria Universal en Londres en 1851, París, Francia, Correo de Ultramar, Editores propietarios MM. X. de Lasalle y Mélan, 1851.

escenarios distantes

51

citar como el paradigma de la urbanización de la ciudad moderna del siglo xix. La apertura de anchos y extensos bulevares abrió la antigua ciu� dad medieval al paseo del público, al tráfico acelerado de carruajes y tre� nes, a la proliferación de comercios, cafés, bares y teatros en el centro de la ciudad; a la centralización de las actividades político–administrativa, al confinamiento a las zonas periféricas de las actividades productivas, o todo aquello considerado “molesto”, como hospitales, cárceles, manico� mios, etcétera, dejando rastros visibles de la nueva lógica que imperaba en la planeación urbana. Estas obras, además de la construcción de grandes palacios destinados a la cultura, parques, mercados, alumbrado y muchas otras obras de infraestructura, dotaron a París de una nueva capacidad para soportar y promover el incipiente desarrollo comercial e industrial del momento, y también le auspiciaron una vida social bulliciosa y vario� pinta. El terreno parisino quedó listo para un rápido e irrefrenable desa� rrollo capitalista que induciría a cambios radicales en el uso de la ciudad.

Ilustración 3. “Vista panorámica del Palacio de la Exposición Universal de París, en 1855, en los Campos Elíseos” Fuente: L'Illustration, París, 1854–11–11, en John Carter Brown University Library, consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://library.brown.edu/cds/catalog/catalog.php?verb=rende r&id=1223581258187500&colid=6

52

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Las transformaciones de la capital francesa tuvieron como objetivo mostrar la prosperidad nacional a pesar de las convulsiones internas y los descalabros militares. Los costos de la derrota ante el ejército prusiano en 1870 y de la proclamación de la república, no impidieron el reordena� miento urbano y las obras de mejoramiento material de la ciudad para probar el renacimiento de la nación francesa ante los ojos del mundo eu� ropeo. En 1890, las nuevas reformas y las nuevas construcciones daban a la ciudad su aspecto monumental y triunfal. Este modelo urbano se convirtió rápidamente en un ejemplo que se irradió hacia diferentes par� tes del mundo como el paradigma de las nuevas formas de vida en las ciudades modernas.44 La celebración de cinco exposiciones universales en la segunda mi� tad del siglo xix sirvió a la afirmación de París como capital de la mo� dernidad. La serie inició con la Exposición Universal de los productos de la Agricultura, de la Industria y las Bellas Artes, en 1855, donde la nación fran� cesa pudo mostrar su idea de lo que debía reunirse en esos eventos, y por primera vez se incluyó un pabellón dedicado exclusivamente a las bellas artes. Las exposiciones universales, como uno de los primeros fenómenos de comunicación de masas en la emergente sociedad industrial, se celebra� ron en la capital parisina con una periodicidad matemática, casi cada once años. La siguiente edición se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1867 y se clausuró el 31 de octubre de ese año, decretada por Napoleón III para demostrar la grandeza del Segundo Imperio, tuvo como tema principal el progreso y la paz, a pesar de que la exposición estuviese, irónicamente, situada frente al edificio de la École Militaire, en un espacio que abarcaba 48 hectáreas, al cual se añadió la isla de Billancourt de 21 hectáreas. Du� rante los siete meses, la exposición fue visitada por millones de personas, incluidos expositores y empleados. Fue la más grandiosa exposición in� ternacional habida hasta ese momento, tanto por su magnitud como por el propósito del proyecto.

44   Sobre la centralidad cultural de París y su transformación urbana existe una bibliografía muy amplia; aquí se retomaron los planteamientos contenidos en Harvey, David, París, capital de la modernidad, Madrid, España, Akal, 2006; Dugast, Jacques, La vida cultural en Europa entre los siglo xix y xx, Barcelona, España, Paidós, 2003.

escenarios distantes

53

Ilustración 4. “Vista oficial de la Exposición Universal de París en 1867, vista aérea del terreno de la exposición”. Litografía coloreada a mano. Eugenio Cicéri et Philippe Benoist; Berlín, Verlag von Goupil & Co.; París, Publié par Goupil et Cie. y Nueva York, M. Knoedler de 1867 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/00652015/

La impresión que causó quedó asentada en las crónicas de la época: […] quien visitó la Exposición Universal de París en 1867, puede con verdad decir que ha visto el mundo entero, que ha visto todo lo que hay en el mundo. Jardines, casas, cabañas, palacios, ruinas, cascadas, faros, cam� panarios, cúpulas, minaretes, chimeneas, máquinas, y cien mil cosas más se veían en aquel vasto recinto […]. Al entrar en aquel centro de la civiliza� ción, en aquel magnífico templo del trabajo y la actividad humana, todo es� píritu cristiano había de admirar el infinito poder de Dios, que ha hecho tan grande al hombre. […] allí se contemplaba la prueba evidente del inmenso poder del trabajo y del talento.45

45   Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou� ret, 1868, p. 188.

54

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 5. “Vista de la Exposición de París en 1867, edificio principal de la exhibición y globo volando en la distancia” (título asignado por el personal de la Biblioteca). Cromolitografía, 1867. Colección Tissandier Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 4 de agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2002717344/

Y de manera inevitable, el visitante extranjero procedía a comparar la realidad representada en los recintos expositivos con su propia reali� dad nacional: Mi primera impresión al entrar en la exposición universal y contemplar aquel mundo de la inteligencia y del verdadero progreso, fue de profunda tristeza; como no podía menos de recordar a mi patria querida, víctima de la política mal entendida, desgarrada por continuas luchas y empobrecida por las ambiciones desmedidas y la desunión que reina […].46

Sin duda alguna, la opinión de este periodista español bien podía ser compartida por visitantes de otras naciones, como las hispanoamericanas.

46   Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou� ret, 1868, p. 189.

escenarios distantes

55

El posicionamiento internacional que ofrecía la organización de una exposición universal no estaba a discusión. Aunque el panorama nacio� nal francés estaba ensombrecido por su aplastante derrota en la Guerra Franco–Prusiana de 1870, por las consecuencias de la invasión alemana —pérdida de territorio y elevados costos de la indemnización exigidos por los vencedores—, y por la lucha fratricida de la Comuna, los poderes públicos de Francia y de su capital no se resignaron al aislamiento de su república ni a la contemplación de las ruinas de sus monumentos. En medio de críticas y vacilaciones se dispusieron a exhibir la recuperación nacional y a mostrar la vitalidad, la inteligencia y la laboriosidad del pue� blo francés, reclamando su posición en la misión secular de promover el progreso y la civilización.47 La tercera Exposición Universal de París tuvo lugar del primero de mayo al 10 de noviembre de 1878, y su tema fue Agricultura, Artes e Industria. Esta exposición cumplió con creces su objetivo, al superar en dimensiones y dividendos a las realizadas hasta entonces: las artes plásticas y mecánicas fueron representadas a gran es� cala; la Avenida de las Naciones, una calle con 730 metros de longitud, se dedicó a ejemplos de la arquitectura doméstica de casi todas las ciudades de Europa y algunas de Asia, África y América. Esta vía fue una de las más transitadas de la exposición; en ella se combinaron y convivieron arquitecturas y tipos separados naturalmente, dando lugar a una extraña vecindad de las antípodas, lo que supuso todo un éxito para los organizadores. […] el conjunto de la calle de las naciones presentaba una fisonomía bellísima, de encantador aspecto, de tradiciones gloriosas, de tipos extraños que formaban un museo arquitectónico, una vía, nunca vista hasta ahora […]. Allí se oían todas las lenguas, se veían todos los trajes y todos los colo� res, se aspiraban todos los aromas y se mezclaba todo lo raro, todo lo bello, todo lo más separado y equidistante entre sí […].48

47   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, p. 235, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.cnam. fr/redir?8XAE349.1. 48   Santos, J. E., España en la exposición universal celebrada en París en 1878, publicase de Real Orden del Ministerio de Fomento, ii t., Madrid, España, Imp. y Fundición de Manuel Tello, 1881, pp. 60 y 61; citado en Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de

56

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 6. “Calle de las Naciones, en el Palacio del Campo Marte, cerca de la fachada portuguesa” Fuente: Vandière, Simon, L'Exposition universelle de 1878 illustrée, París, Calmann Lévy, 1879, en John Carter Brown University Library, disponible en http://library.brown.edu/cds/paris/img/ worldfairs/1254173015449692.jpeg

La celebración de los ideales republicanos y del centenario de la Toma de la Bastilla fue la justificación de la exposición que se celebró del 6 de mayo al 31 de octubre de 1889. En ella se ampliaron sistemáticamen� te todos los aspectos relacionados a las exposiciones: superficie, expo� sitores, presupuesto. Abarcó una superficie de 96 hectáreas, incluyendo el Campo Marte, el Trocadero, la estación de Orsay, una parte del Sena y la explanada de los Inválidos. El propósito fue mostrar la riqueza y la fortaleza de la república francesa, erigida no sólo en potencia política y económica, sino sobre todo, civilizadora.

Cantabria, 2009, p. 169, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle. net/10803/10660.

escenarios distantes

57

Ilustración 7. “La Torre Eiffel y el Campo de Marte visto desde Trocadero Palace, París exposi� ción de 1889”. Impresión fotográfica: albúmina. Fecha de creación 1889 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 13 de septiembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92500845/

Más allá de las pretensiones políticas y culturales de los organizado� res, se percibe la tendencia a magnificar los objetos industriales y tecno� lógicos sobre las colecciones artísticas o agrícolas, enmarcados en el im� ponente escenario constituido por la Galería de las Máquinas. Las formas ojivales de los veinte arcos en hierro de esta catedral industrial albergaban la exhibición de máquinas en movimiento diseñadas para todo tipo de aplicaciones con el objetivo principal de demostrar los avances mecáni� cos del país anfitrión, ya que las máquinas francesas ocuparon cerca de dos tercios del espacio expositivo.

58

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 8. “Interior de la Galería de las Máquinas en la Exposición de París de 1889”. Impre� sión fotográfica: albúmina Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/91725851/

A su vista, doña Emilia Pardo Bazán apunta: […] sólo de entrar en la galería y ver el continuo y periódico movi� miento de tanto artilugio, me entra un malestar, un desasosiego, un azo� ramiento físico, que se convierten pronto en sufrimiento y alteración ner� viosa. Allí todo se mueve, todo anda: las máquinas sudan, gimen, trabajan como esclavas que son, de una tenacidad sombría e implacable.49

Por primera vez en los escenarios expositivos se utiliza la electrici� dad, lo que va a permitir aumentar considerablemente los horarios de visita, prácticamente hasta la media noche, apareciendo también otro es� 49   Pardo Bazán, E., Al pie de la torre Eiffel. Crónicas de la Exposición, Madrid, España, La España Editorial, 1889, p. 179.

escenarios distantes

59

pectáculo novedoso para la época: las fuentes luminosas y lo que pasaría a convertirse en el símbolo de la ciudad, la Torre Eiffel.

Ilustración 9. “Fuentes luminosas”. Espectáculo nocturno en la Exposición Universal de 1889 Fuente: Colección de ilustraciones y grabados de la Biblioteca José María Lafragua (buap)

El ciclo de las exposiciones francesas en el siglo xix se cerró con la de 1900, celebrada entre el 15 de abril y el 12 de noviembre. Su recinto expo� sitivo engulló los espacios que habían sido ocupados por las anteriores exposiciones parisinas: los Campos Elíseos y el muelle aledaño en 1855, el Campo de Marte en 1867, el Trocadero en 1878 y la Explanada de los Inválidos y el muelle de Orsay en 1889, la exposición acabó por ser una ciudad dentro de la ciudad. A lo largo del Sena se ubicaron los pabellones nacionales de los 58 países.

60

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 10. “Vista panorámica de la Exposición Universal de París en 1900”. Litografía 72 x 93 cm. Lucien Baylac (1851–1913), Toulouse, París, B. Sirven, imp. EDIT., [1900] Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http://hdl.loc.gov/loc.pnp/ppmsca.15645

Los visitantes quedaron pasmados ante la enormidad y diversidad de la exposición: “aquello es un maremágnum, un verdadero laberinto, un burdel donde se cansa, se fatiga, se hastía y se aburre. ¡Qué bullicio y qué mareo!”,50 y van de asombro en asombro ante los descubrimientos científicos, los objetos de arte, las mercancías y la celebración de los Jue� gos Olímpicos. 50   Vallina Subirana, E. de la, El certamen universal de 1900 y la reforma de la enseñanza del Excmo. Sr. Marqués de Pidal con otras impresiones anotadas en mi cartera de viaje, Madrid, España, Imp. del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1900, citado en Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, p. 193, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle.net/10803/10660.

escenarios distantes

61

La recurrente regularidad de las exposiciones parisinas, 1855, 1867, 1878, 1889, 1900, carece de parangón, no ya en otras capitales, sino en otros países; ningún otro, europeo o no, organizó con tanta constancia este tipo de celebraciones.51 De ahí que además de ser el ícono de la naciente sociedad burguesa, de la modernidad, París haya sido considerada la ca� pital del siglo xix. Justamente así, París, capital del siglo xix, tituló Walter Benjamin52 sus meditaciones sobre el Segundo Imperio, donde describía los pasajes, los panoramas, las exposiciones universales o las reformas urbanas de Haussmann. Los trabajos y afanes de los organizadores, de los contribuyentes y de los expositores franceses fueron recompensados con la afirmación de su nación como potencia, no sólo económica, sino sobre todo cultural. El carácter plurinacional del imperio de los Habsburgo atrajo hacia su ciudad capital a poblaciones de variadas tradiciones culturales. Vie� na, en la década de 1860, se libró del collar que la ahogaba, un cinturón de murallas medievales que rodeaban a su pequeño centro urbano, y, al desaparecer, quedó disponible para la edificación. El espacio liberado se destinó a una sola calle circular, la Ringstrasse, que dio lugar a la conver� sión de la vieja capital imperial en una ciudad moderna y cosmopolita.53 En la nueva urbanización de la Ringstrasse se celebró, en la arquitectura, el triunfo del Recht (derecho) constitucional sobre el Macht (poder) impe� rial. Esto se hizo evidente en el tramo delimitado por el Parlamento, el Ayuntamiento, la Universidad y el Teatro, donde cada edificio presen� taba un estilo arquitectónico diferente, pero en ningún caso irrelevante. El Parlamento enfocó su fachada hacia el Palacio Imperial, al otro lado del Ring, posicionamiento que parecía una metáfora de la pugna entre el sistema parlamentario y el absolutismo cesáreo. La edificación más po�   Lasheras Peña, Ana Belén, “Emigrados en el París de las exposiciones universales del siglo la visión de España fuera de España”, Universidad de Cantabria, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://www.unican.es/NR/rdonlyres/0000e14b/iqijxxohbwiafxaecopkzo� glhyflcndd/AnaBelenLasherasEmigradosenelPar%C3%ADsdelasexposicionesuniversalesdelsiglo XIX.pdf. 52   Benjamin, Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998. 53   La burguesía vienesa, que no sólo buscaba pavonearse, sino también el confort y la ganancia, levantó a lo largo de la Ringstrasse soberbias casas a las que se llamó Mietpalast (palacio de renta): en el majestuoso piso principal vivía el nuevo rico y el resto de los pisos albergaba apartamentos de alquiler. Pero más allá, estaba el contrapunto del Mietpalast, el Mietkaserne (casa de vecindad), el bloque de viviendas para obreros, que pagaban alquiler por vivir en el hacinamiento y en la falta de intimidad, guardando más parecido con los espacios que ocupaba la soldadesca en un cuartel. 51

xix:

62

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

lémica fue la Universidad, por la oposición de los militares a un edificio que reuniese todas las facultades, porque en la revolución de 1848, una milicia estudiantil, la Legión Académica, había hecho huir al ejército im� perial de Viena. En todo caso, los cuatro edificios representaban, como en una rosa de los vientos, el sistema de valores del liberalismo.54 La urbanización de la nueva Ringstrasse, junto a los grandes edifi� cios monumentales que la flanqueaban, permitió la creación de un es� pacio público dotado de gran fuerza representativa, exactamente la que requerían las necesidades simbólicas de un proyecto basado en la gran escala, en los valores estéticos académicos y en una concepción del espa� cio público ligado a unas instituciones simuladas o inexistentes.55 Viena fue el lugar de la Weltausstellung en 1873, que tuvo lugar entre el primero de mayo y el 31 de octubre en el corazón del Imperio Austro� húngaro. Su tema central fue Cultura y Educación. Para su celebración, se levantaron los recintos expositivos en el Prater, que era el paseo favorito de aquella ciudad. El edificio principal consistió de una nave central y dieciséis naves laterales; además, para la exhibición de la maquinaria, de las bellas artes y de la agricultura se prepararon pabellones especiales. La superficie total de la Exposición de Viena rebasó por mucho la que se había asignado a anteriores exposiciones y el costo de todos los edifi� cios ascendió al equivalente de 7 850 000 pesos. Estuvo abierta 186 días, fue visitada por un promedio diario de 18 779 visitantes; el número de expositores que remitieron objetos a ese certamen ascendió a 70 000 en números redondos.56

  Schorske, Carl, Viena Fin–de–Siècle. Política y cultura, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981.   Pizza Antonio y Pla., Maurici, Viena–Berlín. Teoría, arte y arquitectura entre los siglos xix y xx, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 2002. 56   Las cifras sobre las exposiciones siempre deben tomarse con reserva, pues varían de acuerdo a la fuente consultada. Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 150. 54 55

escenarios distantes

63

Ilustración 11. “Entrada principal del recinto expositivo de la Weltausstellung, Viena 1873”. Fotografía de Michael Frankenstein, de la Asociación de Fotógrafos de Viena, Wien, Technisches Museum Wien, 1873 Fuente: Gateway World Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http:// de.wikipedia.org/wiki/Weltausstellung_1873

A pesar de su fugacidad temporal, las exposiciones universales no sólo fomentaban la industria, el comercio y la conquista de mercados, sino que, sobre todo, funcionaron como mecanismos de afirmación, de posicionamiento de las naciones en el contexto global, porque dejaban sedimentos imborrables en la cultura de la época y por esta razón, su realización fue disputada por ciudades situadas fuera del continente eu� ropeo, aunque con un éxito desigual.

64

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 12. “Pabellón de la empresa Krupp en la Weltausstellung, Viena 1873”. Fotografía de Oscar Kramer de la Asociación de Fotógrafos de Viena, Wien, Technisches Museum Wien, 1873 Fuente: Krupp Pavillon Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http:// de.wikipedia.org/w/index.php?title=Datei:Krupp_Pavillon_Expo_1873.jpg&filetimesta mp=20090227162414

Las ciudades de América del Norte se distinguían por su novedad. Erigidas a finales del siglo xviii, en su construcción se advertía el afán de ruptura con su pasado. Alrededor de 1850 no podía decirse que tuvieran una gran concentración demográfica ni una larga tradición como con� juntos urbanos ni siquiera una arquitectura distintiva. Las más notables guardaban resabios de antaño a pesar de su adhesión a la modernidad: eran ciudades portuarias de mar o río surgidas al fragor del comercio co� lonial como Boston, Filadelfia, Charleston, Nueva Orleans o Nueva York. De la misma forma, tampoco se podía ignorar la pujanza económica de sus habitantes, quienes vieron en las exposiciones universales una gran oportunidad para los negocios. Por otra parte, el interés por convertirlas en sede de esos certámenes más bien parecía obedecer a la urgencia de dotar de densidad simbóli�

escenarios distantes

65

ca a las ciudades norteamericanas con argumentos diversos y, a veces, desproporcionados. Así, Filadelfia, que había funcionado entre 1798 y 1800 como capital de la nueva nación norteamericana, promovió en 1876 la Centennial International Exhibition para conmemorar su movimiento de independencia.

Ilustración 13. “Vista del terreno y los edificios de la Exposición Internacional de Filadelfia en Fairmount Park, 1876”. Litografía, color, 52.5 x 70.2 cm (hoja). August L. Weise, Philadelphia, ee. uu., AL Weise lith, c1876 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/96510878/

En el lugar escogido para ubicar la exposición —Fairmount Park— se levantaron el Edificio Principal, el Salón de la Maquinaria, el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de Horticultura, el Edificio de Agricultura y el Edificio de la Señoras. El gobierno de los Estados Unidos también erigió un bello edificio para su departamento. El número total de expositores fue de 38 864, siendo 8 175 americanos y el resto de países extranjeros. La exposición se abrió el 10 de mayo de 1876 y permaneció abierta hasta el 10 de noviembre de ese mismo año, con un aforo de visitantes de más de nueve millones de personas.57 Años después, la Asociación Nacional de Cultivadores de Algo� dón, de los Estados Unidos de América del Norte, al celebrar su con�

57   Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 150.

66

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

greso anual en octubre de 1882, resolvió por voto unánime solemnizar el primer centenario de la producción manufacturera y el comercio del algodón, simbolizado con el envío al exterior de la primera remesa de algodón, anunciando para el año de 1884 una Exposición Industrial Uni� versal, bajo los auspicios combinados del gobierno nacional, de la misma asociación y de la ciudad de Nueva Orleans (Luisiana), la gran metrópoli del cotton south, donde había de efectuarse el concurso.

Ilustración 14. “La Exposición Centenaria del Algodón, Nueva Orleans, Luisiana, abierta del 1° de diciembre 1884 al 31 de mayo 1885”. Cromolitografía de Joseph Ferdinand Keppler, 1838–1894, Nueva York, Keppler y Schwarzmann, 10 de diciembre de 1884. La ilustración muestra al Tío Sam y a la Libertad saludando a un grupo de mujeres con la etiqueta “México, Brasil, Cuba, Perú, La Plata, Chile, Haití, [y] Ecuador” para la Exposición Mundial del Centenario Industrial y de algodón en Nueva Orleans, Louisiana Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2012645153/

Para argumentar la validez de los motivos que justificaban la realiza� ción del certamen se utilizaron datos estadísticos que avalaban la calidad y eficiencia de los Estados Unidos de América como país exportador: en 1883, el algodón producido en los estados del sur ascendió a la cifra de

escenarios distantes

67

siete millones de pacas, que fueron exportadas a todos los “países civi� lizados del universo”, y cerca de tres millones de toneladas de semilla, después de la siembra necesaria para la cosecha de 1884; esa enorme can� tidad de semilla había podido producir, con la manipulación necesaria, 105 millones de litros de aceite de algodón, millón y medio de toneladas de panes de aceite o de harina y otro medio millón de toneladas de cásca� ras para la fabricación de papel. Entonces, la localidad de Nueva Orleans, considerada como el mercado algodonero más grande del mundo, venta� josamente situada como portal de acceso al Golfo de México, a Centroa� mérica y a las Antillas españolas, fue la elección natural como sitio de la exposición, cuyos edificios y anexos se situaron convenientemente cerca de las estaciones principales de ferrocarril y de la línea, de 15 millas de longitud, de los muelles de carga y descarga.58

Ilustración 15. “Salón de Horticultura”. Exposición Mundial de la Industria y del Centenario del Algodón en Nueva Orleans, Luisiana. Litografía, color. H. Armas, del.; Thos. Hunter, lith., Phila� delphia, Thos. Hunter, lit., 1884 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/93503154/

58   Véase La ilustración Española y Americana, año xxviii, n. xli, Madrid, 8 de noviembre de 1884, pp. 265–267.

68

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de su impacto en la promoción de las relaciones comerciales entre las naciones del continente americano, o precisamente por eso, la exposición de Nueva Orleans no ha sido considerada como una de las grandes exposiciones, su mención aquí obedece a la trascendencia que tuvo para su nación vecina, México. Para algunos observadores y estudiosos europeos de la época59, las exposiciones americanas más sorprendentes fueron dos: la de Filadelfia en 1876 y la de Chicago en 1893, en tanto que revelaron la fecunda acti� vidad y la potencia productiva de la industria y de la agricultura de los Estados Unidos de América del Norte.

Ilustración 16. “Exposición Colombina Mundial de Chicago 1893”, vista panorámica. Litografía, coloreada, 41 3/4 x 28 pulgadas, Chicago, Bank Note Co., c1893 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2003670686/

  Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. xv, consul� tado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394. 59

escenarios distantes

69

Los habitantes de Chicago,60 después de superar los proyectos que presentaron las ciudades de Nueva York y San Louis Missouri, tuvieron la oportunidad de promover la Exposición Colombina en 1893 para conme� morar el cuarto centenario del descubrimiento del continente americano. La elección de la ciudad de Chicago, la Reina del Oeste, situada en pleno corazón del continente, lejos de la influencia europea que aún dominaba en las ciudades americanas en el borde del Atlántico, contribuyó a esa revelación y a desterrar la idea eurocentrista de que el mundo civilizado tenía sus confines en el Estrecho de Gibraltar. Aunque en la exposición de Chicago los países europeos conservaron un lugar preponderante, los otros continentes estuvieron más y mejor representados que en ninguna otra exposición: Asia, África, América del Norte y los territorios latinoa� mericanos exhibieron su propia visión del progreso y su adhesión a la modernidad. Por otra parte, ese certamen internacional activó la recons� trucción de la ciudad que había sido devastada por un incendio en 1871. La organización de la exposición en la ribera derecha del lago Michigan dio como resultado un ambicioso modelo urbano conocido como la Whi� te City, que marcó el retorno a una arquitectura académica y convencio� nal. La Exposición Colombina de 1893 aparece así, más que nunca, como un modelo fáctico para el desarrollo del futuro asentamiento urbano.61 En la segunda mitad del siglo xix, la fuerza representativa de las ex� posiciones impulsó proyectos de organización e iniciativas de participa� ción más allá de los territorios europeos y norteamericanos. Independien� temente de su fortaleza institucional, de su capacidad económica, de su peso político o cultural, naciones de todo el orbe saltaron a la palestra inter� nacional con el objetivo de organizar su propia versión de una exposición universal, que en la mayoría de las ocasiones tuvieron una resonancia li� 60   La ciudad de Chicago se distinguió por un rápido desarrollo. Sus relaciones comerciales la ligaron con todas las naciones y los artefactos de sus fábricas eran conocidos aún en las partes más remotas del globo. Su comercio se desarrolló de una manera sorprendente en los últimos años del siglo xix y lo mismo puede decirse de su industria: el valor total de las transacciones mercantiles de la plaza en 1890 fue de 1 380 millones de pesos; los artículos en los que se registró mayor movi� miento fueron: géneros y alfombras, abarrotes, madera, ropa hecha, botas y zapatos, libros, efectos de escritorio y papel tapiz, papel, fierro, carbón, ferretería y cuchillería, joyas, relojes y diamantes. Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 22. 61   Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999, p. 42.

70

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mitada a sus regiones. Ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires,62 Caracas,63 Guatemala,64 Sidney, Melbourne, Adelaide, Hobart, la neoze� landesa Dunedin o Calcuta y otras más lograron promover a sus naciones en el contexto global con la organización de una exposición universal. Entre las varias iniciativas que surgieron para organizar esos fastuo� sos eventos en las últimas décadas del siglo xix se cuenta la del Ministro de Fomento del gobierno mexicano en 1880.65

Ilustración 17. Proyecto del “Palacio de la Exposición Internacional Mexicana de 1880” a partir del dibujo realizado por Ramón Rodríguez y Arangoity en 1879 Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones extranjeras, v. 99, exp. 1

Sus preparativos y afanes fueron infructuosos,66 ya que tropezó con duras críticas en los recintos parlamentarios y en la prensa. Al respecto, un redactor anónimo escribió:

  Invitación a México para que concurra a la Exposición de Buenos Aires (1879), Archivo His� tórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–27. 63   Documentos relativos a la Exposición de Caracas (1898–1900), Archivo Histórico de la Secre� taría de Relaciones Exteriores, exp. 19–20–107. 64   Documentos relativos a la Exposición Centroamericana a celebrarse en Guatemala en 1897. Informes y notas consulares sobre la participación mexicana y descripción del evento (1894–1897), Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, exp. 19–20–81. 65   Para una revisión del proyecto de la Exposición Internacional Mexicana, véase Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del general Vicente Riva Palacio. 66   Sobre la desafortunada recepción interna que tuvo el proyecto, se puede consultar el discurso del diputado al Congreso General por el estado de Morelos, Fernández, José Diego, Discurso que contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879, México, Imprenta de J. F. Jens, 1879. 62

escenarios distantes

71

¡Una Exposición Internacional! Clamamos al oír el proyecto de Riva Palacio y no pudimos contener nuestra risa. Confesamos que nuestra burla sólo alcanzó a Riva Palacio, pues creímos que en el gabinete de don Porfirio habría un hombre, siquiera de mediano juicio, que pusiera un hasta aquí a la locura del encargado del Departamento de Fomento […].67

Justo es apuntar, que en este terreno, la primacía absoluta la tuvieron las ciudades europeas, sobre todo París. Los países latinoamericanos no participaron en todas las exposicio� nes e inicialmente su presencia fue poco significativa: en la primera gran exposición universal celebrada en Londres, apenas se hicieron presentes en las flores de pluma y en las alas de escarabajo de Brasil, tapioca, nuez moscada, cacao y esmeraldas de la Nueva Granada, la actual Colombia; un gran pedazo de mineral de oro de Chile y obras de cera de México. La presencia latinoamericana fue mínima en la Exposición de París de 1855, pues a ese certamen sólo acudieron 142 expositores latinoameri� canos de un total de 20 839, de los que 10 148 eran extranjeros. Ese inicial puñado de expositores fue creciendo paulatinamente y alcanzaron a for� mar un contingente notable en la exposición parisina de 1889, en la que de un total de 55 000 expositores, más de 5 000 fueron latinoamericanos; los cuales llegaron a obtener el 10 % de los premios que se concedieron. En efecto, de los 33 639 premios que se otorgaron en esa ocasión los expo� sitores latinoamericanos obtuvieron 3 653, destacando en esa cifra global los 873 premios obtenidos por los mexicanos, los 670 de los argentinos o los 489 de los brasileños.68 En la última gran exposición del siglo xix, la celebrada en París en 1900, la presencia latinoamericana no creció con respecto a la de 1889. En términos relativos, incluso disminuyó, los registros oficiales69 muestran

  “La Exposición Internacional Mexicana”, El Republicano, 2 de marzo de 1879, p. 2.   “Crónicas de la Exposición de París”, La Ilustración Española y Americana, ii v., 1889, p. 199, citado por López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en la América Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2, 1998, pp. 205–226, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.re� vistas.csic.es. Veáse también López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições, Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 72–77. 69   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des 67 68

72

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

una participación limitada a cinco países de la región —Ecuador, Guate� mala, México, Nicaragua, Perú y El Salvador— con sólo 4 947 exposito� res, de un total de 83 047; los expositores latinoamericanos lograron 1 898 recompensas de las 45 944 que fueron distribuidas en esa ocasión, de las cuales más de la mitad, 1 037, fueron para los expositores mexicanos. Para promover y sostener su presencia en las exposiciones univer� sales del último cuarto del siglo xix, las atribuladas naciones latinoame� ricanas debían movilizar una considerable cantidad de energías y recur� sos. Su situación como Estados en vías de formación y como economías emergentes las llevó a figurar marginalmente por dos razones: los países organizadores se reservaban para sí una desproporcionada cantidad de espacio y, por otra, sus escasos recursos y el incipiente desarrollo de su estructura productiva ponían límites a sus pretensiones de exhibición. En estas condiciones los países latinoamericanos empeñaron sus mejores esfuerzos para participar, principalmente, en las exposiciones que desde su particular punto de vista les aseguraban la mejor proyección, en los lugares de celebración con los que reconocían mayor afinidad. No es ca� sual, entonces, su participación multitudinaria en la exposición universal parisina de 1889, celebrada para conmemorar el triunfo de la república, ideal civilizatorio compartido por las emergentes naciones latinoamerica� nas. Esa estrategia selectiva de las elites latinoamericanas se revela como una constante en los estudios de caso sobre diferentes países del subcon� tinente.70 Entre 1851 y 1900, cuando no existía ninguna normatividad que re� gulara estos eventos, se inauguraron más de un centenar de exposiciones que se autoproclamaron universales o internacionales; independiente� mente de los cambios de régimen y de las guerras,71 cada año de este pe� ríodo no pasó sin la celebración de más de una exposición en la vasta geo� grafía del mundo occidental.72 Pero, a pesar de su denominación, hubo

expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 659 y 802, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1. 70   Especialmente sugerente sobre la República de Argentina es el trabajo de Barth, Volker, “Na� tion et alterité: l'Argentine aux Expositions universelles de 1867, 1878 et 1889 à Paris”, Les Cahiers alhim, n. 15, 2008, pp. 211–232. 71   Rebérioux, Madeleine, “Au tournant des expos: 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre– diciembre de 1989, p. 4. 72   Véase la detallada cronología elaborada por Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions

escenarios distantes

73

entre ellas diferencias notables, tanto en sus formatos de organización como en el impacto que lograron. Un primer tipo consistió en la exposición de productos industriales, que pretendían promocionar y estimular determinada industria o todas las industrias de una región o un país y no siempre contaban con el pa� trocinio oficial de sus gobiernos. Un segundo tipo, muy común en los Estados Unidos, era de carácter local, justificado por la conmemoración de algún acontecimiento histórico, significativo, muchas veces, sólo para la comunidad local y era resultado de iniciativas particulares o de asocia� ciones comerciales. El tercer tipo, la exposición universal, tenía un alcance internacional, era organizada por un Estado y en ella se podían presentar todo tipo de productos bajo un sistema de clasificación elaborado por el país anfitrión; este tipo de exposiciones se registró, principalmente, en los países europeos. También hubo exposiciones que conjugaron característi� cas de más de uno de los tipos señalados. Por sus pretensiones, la diversidad de los objetos exhibidos, los es� pacios ocupados, el número de expositores y visitantes, las recompensas entregadas y los montos de inversión aplicados en su realización, algu� nos autores73 no han dudado en identificar a una decena de estos eventos como grandes exposiciones, entre las muchas que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo xix.

universelles (1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 295–304. 73   La calificación de la importancia de las exposiciones universales es abordada por varios au� tores, aquí sólo retomamos los datos de Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 295–304; Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecno� lógicas (1851–1900)”, en Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981, p. 792; y Schroeder–Gudehus, B. y Rasmussen, A., Les fastes du progrès: le guide des expositions universelles (1851–1992), París, Flammarion, 1992. Al momento actual, la página oficial del Bureau Internatio� nale des Expositions menciona estos eventos como las exposiciones internacionales más relevantes, información consultada el 30 de noviembre de 2011, disponible en http://www.bie–paris.org/ site/fr/expos.html.

74

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 1. Grandes exposiciones universales, 1851–1900 Año

Lugar

Superficie ocupada Expositores (en ha)

Visitantes

Miembros del jurado

Recompensas entregadas

1851 Londres

9.6

17 000

6 039 000

314

5 187

1855 París

16.8

24 000

51 600 00

410

11 033

1862 Londres

9.5

27 500

6 000 000

567

12 305

1867 París

68.7

52 000

10 200 000

627

19 395

1873 Viena

183.4

42 000

7 254 000

420

25 552

1876 Filadelfia

115

38 864

9 678 000

250

13 104

1878 París

74

52 385

16 032 000

800

29 810

1889 París

96

61 722

32 350 000

1 052

33 889

1893 Chicago

274

70 000

27 539 000

852

23 757

1900 París

112

83 047

50 860 801

2 333

70 896

Las cifras en torno a las exposiciones registran variaciones de acuerdo a las fuentes consultadas Fuente: La mayoría de los datos que aquí se ofrecen se tomaron de Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. 213, consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394

La resonancia de las celebraciones europeas fue más significativa en comparación a la gran mayoría de las exposiciones decimonónicas que no lograron cumplir con sus pretensiones de universalidad, ya fuera por su localismo, por la especialización de la colección exhibida o por sus límites organizativos; para ejemplificar su frecuencia y distribución geográfica, aquí enlistamos algunas de las más notables, entre las que aparecen va� rias de las que extendieron a México la invitación correspondiente, no siempre atendida, y otras a las que sí concurrió como nación expositora:

75

escenarios distantes

Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900 Año

Lugar

Nombre

1853

Dublín, Irlanda

The Great Industrial Exhibition

1860

Besançon, Francia

Exposition Universelle

1862

Hamburgo, Alemania

International Agricultural Exhibition

1868

Le Havre, Francia

Exposition Maritime Internationale

1872

Lyon, Francia

Exposition Universelle e Internationale

1875–1876

Santiago de Chile, Chile

Exposición Internacional de Chile

1880

Buenos Aires, República Argentina

Exposición Sud–Americana Industrial, Agrícola y de Bellas Artes

1881

Atlanta, ee. uu.

International Cotton Exposition

1881

París, Francia

Exposition International de l'Electricité

1882

Bordeaux, Francia

Exposition International des vins

1882

Edimburgo, Escocia

International Fisheries Exhibition

1882

Munich, Alemania

Exposition International de l'Electricité

1883

Amsterdam, Países Bajos

Exposition Colonial

1883–1884

Boston, ee. uu.

American Exhibition of the Products, Arts and Manufactures of Foreign Na� tions

1883–1884

Calcuta, India

International Exhibition

1884–1885

Nueva Orleans, ee. uu.

World's Industrial and Cotton Centen� nial Exposition

1884

Edimburgo, Escocia

International Forestry and Woodworks Exhibition

1885

Londres, Gran Bretaña

International Exhibition of Inventions

1886

Londres, Gran Bretaña

Colonial and Indian Exhibition

1886

Liverpool, Gran Bretaña

International Exhibition of Navigation, Commerce and Industry

1888

Barcelona, España

Exposición Universal de Barcelona

1889

Buffalo, ee. uu.

International Industrial Exposition

76

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900 Año

Lugar

Nombre

1889–1890

Boston, ee. uu.

Exposition Maritime International

1894

Lyon, Francia

Exposition International et Colonial

1894

San Francisco, ee. uu.

California Midwinter International Ex� position

1895

Atlanta, ee. uu.

Cotton States and International Exposi� tion

1896

Berlín, Alemania

Berliner Gewerbe Ausstellung 1896

1897

Guatemala

Exposición Centroamericana

1897

Nashville, ee. uu.

Tennessee Centennial and International Exposition

1898

Omaha, ee. uu.

TransMississipi and International Expo� sition

Fuente: Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), Francia, Belin, 1993

Estos datos, sin aspirar a ser exhaustivos, muestran: primero, la in� sistencia con la que las naciones pretendieron mostrarse en el contexto global, exhibiendo su capacidad de convocatoria y sus fortalezas organi� zativas, que llevaba implícito el reconocimiento a su condición de nación; segundo, la preeminencia de los países europeos, en los que es evidente la competencia entre Gran Bretaña y Francia; tercero, la decidida emer� gencia de las ciudades norteamericanas en la carrera por figurar en los es� cenarios internacionales; y, por último, la aparición, si bien marginal, de algunas ciudades hispanoamericanas que comparecieron exhibiendo la naturaleza de su territorio y la particularidad de sus recursos naturales. La idea de mapamundi, que defendieron los organizadores de es� tos eventos, reproducía dentro del recinto expositivo la diversidad del mundo en miniatura; esta manipulación del espacio hizo germinar una visualización particular de los diferentes grupos humanos ahí represen� tados. Desde los salones y las galerías de las exposiciones se transmitían mensajes ideológicos y educativos a las masas para crear una cultura con pretensiones globales, hasta entonces desconocida; la distribución se� cuencial de las mercancías materializaba la metáfora sobre la estandari�

escenarios distantes

77

zación de las sociedades industrializadas y, a la vez, la bondad utópica de una humanidad homogeneizada. Al organizar y clasificar el mundo como una exhibición, las exposiciones crearon y concretizaron las dife� rencias, tornando las culturas en objetos desplegados en vitrinas en el orden histórico evolutivo que reflejaba la hegemonía de Occidente, o más bien de Europa.74 Desde ahí se miraba al mundo y se construían los nue� vos paradigmas. La intención de representar todas las manifestaciones culturales del mundo en pacífica convivencia respondió al ferviente anhelo expresado desde 1851 por el príncipe Alberto, para quien las exposiciones univer� sales debían ser “un medio feliz para promover la unidad entre las na� ciones, así como la paz y la buena voluntad entre las diversas razas de la humanidad”.75 De los recintos expositivos, se procuró proscribir la con� flictiva y cambiante realidad política y social de la Europa de la segunda mitad del siglo xix para dar paso a un nuevo orden simbólico en el que el mundo y sus objetos ya no nos es dado, sino que es producido, do� minado, manipulado, inventariado y controlado, en resumidas cuentas, adquirido. Las exposiciones, en un mismo espacio, revelaban civilizaciones y culturas remotas. Mostraban los resultados de los trabajos de las nacio� nes, sus pueblos, sus artefactos, sus costumbres, sus modos de vida y sus vestigios arqueológicos. Las naciones organizadoras siempre ocupaban, junto con sus países vecinos o sus colonias, los lugares centrales dentro de los recintos; más allá se ubicaban los territorios situados en la periferia del progreso: de ignota geografía —Oceanía o el África negra—, los paí� ses nuevos —las repúblicas latinoamericanas—, o las pujantes economías emergentes representadas, casi exclusivamente, por los Estados Unidos de América. Esta manipulación del espacio expositivo clasificó a las na� ciones y a los pueblos en naciones viejas y jóvenes, en naciones exóticas y modernas, constituyendo una jerarquía, con principios occidentales, de etnias, civilizaciones y territorios. Se afirmó, así, que los valores europeos

74   Muratorio, Blanca, “Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuatorianos y sus imagineros a fines del siglo xix”, en Imágenes e imagineros. Representación de los indígenas ecuatorianos (siglos xix y xx), Quito, Ecuador, Flacso Sede Ecuador, 1994, pp. 109–198. 75   Arnoux, J. J., El Palacio de Cristal. Exposición de la Industria Universal en Londres en 1851. París, Francia, Correo de Ultramar, Editores propietarios MM. X. de Lasalle y Mélan, 1851, véase capítulo II, donde se recoge el discurso del príncipe Alberto y de la reina Victoria.

78

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tematizados en las exposiciones universales, fundados en la primacía de la razón, tenían un destino y una aplicación universal que justificaba su enseñanza, difusión e imposición a todos los pueblos del mundo. Las exposiciones universales y sus principios clasificatorios En los recintos de las exposiciones universales se exhibieron las ca� racterísticas más meritorias de las naciones, en una época marcada por la construcción de los nacionalismos; en ellos se expresaron, al mismo tiem� po, la gran diversidad de la sociedad humana y la aspiración a configurar una civilización global unificada, gobernada por los mismos referentes culturales y económicos, una contradicción que fue puesta al margen por la mayoría de los fervientes seguidores de la ideología del progreso. La noción de progreso, presente ya desde la antigüedad clásica, ad� quirió una nueva significación después de la Revolución Francesa y a lo largo del siglo xix se afianzó sobre la acumulación de mejoras materiales, de conocimientos científicos y de nuevas instituciones que la propagaron con eficacia. Entre 1840 y 1890, paralelamente al gran boom económico e industrial del Occidente, se registró el triunfo de la ideología del progre� so76 y, a pesar de algunas voces críticas, se instaló como el único referente explicativo del proceso civilizatorio. Los resultados espectaculares del avance científico y técnico lograron que el hombre común se familiariza� ra con el crecimiento indefinido del poder humano sobre la naturaleza, al tiempo que su mente penetraba en los secretos de ésta.77 En este sentido, las exposiciones universales fueron el reconocimien� to público del progreso material, donde se atestiguaba la rápida transfor� mación de las condiciones de vida, un movimiento cuya continuidad pa� recía no tener límites. Los avances del progreso, representados en objetos y productos desde 1851, pronto se convirtieron en atributos susceptibles de comparación entre las diferentes comunidades nacionales y, su exhi�

76   Le Goff, Jacques, “Progreso/reacción”, en Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso, Barcelona, España, Paidós, 1991, pp. 196–233. Los estudios clásicos sobre el tema son: Bury, John, La idea de progreso, Madrid, España, Alianza Editorial, 2009; y Nisbet, Robert, History of the Idea of Progress, Nueva York, ee. uu., 1980. 77   Bury, John, La idea de progreso, Madrid, España, Alianza Editorial, 2009; y Nisbet, Robert, History of the Idea of Progress, Nueva York, ee. uu., 1980, p. 330.

escenarios distantes

79

bición, alentó la competencia y la rivalidad entre ellas. La primera expo� sición, celebrada en Londres en 1851, fue prontamente replicada por una ciudad al otro lado del Atlántico, aunque sólo pudo ofrecer una versión limitada, simbolizada por la copia del Palace of Crystal, construido por una organización de particulares para albergar la Exposición de Nueva York en 1853. Las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo xix fueron la escenificación de una vieja apuesta europea. El desafío a la iniciativa londinense provino de la exposición parisina de 1855, en con� creto de Napoleón III, quien llevó al terreno de las exposiciones la antigua rivalidad entre las dos naciones situadas a orillas del Canal de la Mancha. Aparte de las manifiestas tensiones políticas que en ellas subyacían, las exposiciones universales que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo xix alcanzaron a imponer nuevas formas de percepción de la reali� dad. La organización de esos eventos, en general, y la composición de los sistemas de clasificación que ordenaron los objetos dentro de los recin� tos expositivos, en lo particular, construyeron modelos de interpretación de aplicación universal. Es pertinente, entonces, repasar los sistemas de clasificación que instauraron algunas de las principales exposiciones con fines comparativos. De facto, la celebración de estos eventos clasificaba a las naciones en dos grandes grupos: las que poseían las capacidades para organizar una exposición y el resto de las participantes, simples convidadas a la celebración de los fastos del progreso y la modernidad. Este principio clasificatorio no estaba a salvo de las tensiones que imponía el rejuego de la diplomacia internacional. El prestigio de una nación podía quedar en entredicho si no se le invitaba a participar, negándole, con ese gesto, el reconocimiento a su calidad de nación, como ocurrió en el caso de México en 1878; o cuando su invitación era desairada o rechazada, como suce� dió en la edición parisina de 1889, cuando las monarquías europeas se resistieron a participar en lo que consideraron sería la celebración de los valores republicanos.78 No obstante, tanto en el primer como en el segun� do caso, siempre quedaba el recurso de la participación extraoficial de expositores particulares: muchos productores mexicanos que deseaban

  Un detallado recuento de la tensión diplomática que precedió a la exposición parisina de 1889 se puede consultar en Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, pp. 15–24. 78

80

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

buscar un mercado a sus efectos, participaron con sus propios recursos y sin el apoyo del gobierno, el cual aún no restablecía relaciones diplomáticas con la Francia de 1878;79 de la misma forma que la censura de Bismarck al festejo de la Francia republicana no impidió la participación de artistas alemanes en la exposición de 1889 con el apoyo de fondos privados.80 Alianzas y conflictos entre las naciones se expresaron en la celebra� ción de las exposiciones, que se convirtieron en arena de la diplomacia internacional,81 donde se escamoteaba o se afirmaba la calidad de nación y su importancia en el contexto global. El tono y los recursos empleados para alentar la participación de las naciones en las exposiciones universa� les determinaba su jerarquía en el contexto internacional. La potencia de ese principio clasificatorio, de la que acusaron recibo las comunidades del orbe, irrumpió en los imaginarios locales, imponién� doles la urgencia de diseñar acciones y estrategias que hicieran posible su inserción en el concierto de las naciones civilizadas. Una vez convocadas, esas comunidades nacionales debían sujetarse a procedimientos orga� nizativos y a sistemas de clasificación diseñados por los organizadores, cuyo objetivo era hacer legible la concentración de una gran diversidad de objetos, a los ojos tanto de los visitantes como de los jurados encarga� dos de su comparación, valoración y calificación. Las bases de la normatividad que rigió a las exposiciones universales fueron inicialmente planteadas por los organizadores de la exposición londinense de 1851. La convocatoria a esa primera exposición universal fue acompañada de un reglamento y de una Lista clasificada de los objetos admisibles, a los que debían sujetarse los interesados en participar. La cer� teza de que no era posible admitir todos los objetos que pudieran remitir� se definió el procedimiento para reunir lo más notable de las produccio�

  Kuntz Ficker, Sandra, Las exportaciones mexicanas durante la primera globalización (1870–1929), México, El Colegio de México, 2010, p. 76. 80   Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989; Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moder� na y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, p. 79, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle.net/10803/10660. 81   Como uno de tantos ejemplos, vale recordar que en la exposición parisina de 1900 se celebró, con gran pompa, la alianza franco–rusa de 1894 con la inauguración del Puente Alejandro III. Véase Brown, R. W., “Paris 1900”, en Findling y Kimberly (eds.), Historical Dictionary of World's Fairs and Expositions, 1851–1988, Nueva York, ee. uu., Greenwood Press, pp. 155–164. 79

escenarios distantes

81

nes naturales y culturales de cada nación: las comisiones inglesas, al tanto del delicado cargo de decidir sobre la admisión o repulsa de los artículos extranjeros destinados a la exhibición, consideraron que no debía pesar sobre ningún tribunal inglés la responsabilidad de excluir o incluir los objetos de procedencia extranjera, sino que esa tarea debía ser acometida por una comisión central calificadora en cada país, que gozara de la con� fianza de los mismos exhibidores y que estuviera absolutamente libre de imputaciones de parcialidad. Es decir, los organizadores de la exposición delegaban en la autoridad central de cada país (cualquiera que fuese) la responsabilidad de representarse a sí mismos, decidiendo sobre el mérito de los objetos enviados, al tiempo que reclamaban el envío de los ejem� plos más perfectos de las producciones nacionales. Inevitablemente, acontecimientos y decisiones que tenían lugar en el contexto global se manifestaban en los entornos locales, más allá de la distancia y de las diferencias políticas y culturales. Los responsables locales82 de promover, reunir, seleccionar y enviar los objetos de sus paí� ses a la exposición londinense debían empezar por traducir a su lengua oficial los documentos que detallaban las condiciones, el tiempo y modo para enviar los objetos, así como aspectos organizativos de la exposición83 para descifrar la lógica que subyacía en los sistemas de clasificación de los objetos. La exposición londinense de 1851 no sólo alcanzó resonancia por haber sido la primera edición de una larga serie de exposiciones, sino también porque lanzó la primera iniciativa para clasificar el heterogéneo mundo de los objetos en 4 secciones y 59 clases:

  En México, la responsabilidad recayó en la recién instituida Dirección de Colonización e In� dustria, que fue habilitada como Comisión Central Mexicana para la Exposición en Londres. La de� cisión fue tomada el 25 de mayo de 1850 bajo la presidencia de José Joaquín de Herrera y Ricardos. 83   Circular del 1º de Julio de 1850, publicada en México por Mariano Gálvez, secretario de la Comisión Central Mexicana para la Exposición de Londres. 82

82

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las Obras de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851 Sección

Grupos de objetos

Núm. de clases

Primeras materias y productos para demostrar las producciones naturales sobre que se emplea la industria humana. En esta sección se incluirán bajo la denominación de primeras materias, todos los productos de los reinos mineral, vegetal y animal, ya sea en un estado meramente primitivo o en cualquier grado de preparación antes de llegar al de manufactura; y se clasificarán conforme a los usos que hace de ellos el hombre en su estado original, y en sus transformaciones químicas y mecánicas.

Productos de los reinos mineral, vegetal y animal usados en manu� facturas metálicas, medicina, ma� nufacturas de cristal, loza y barro; porcelana; piedras y sustancias minerales para edificios, utensilios y adornos; sustancias usadas como alimentos o en su preparación, en procesos químicos o en la medicina; sustancias para manufacturas texti� les y tejidos, para objetos domésti� cos o de ornato, para manufactura de utensilios, para pinturas y tintes

32

Maquinaria para objetos de agricultura, manufacturas, construcción y demás, e igualmente toda clase de inventos mecánicos para demostrar los agentes que el ingenio humano ha llegado a crear sobre los productos naturales

Maquinaria: de uso directo; para elevar y mover cuerpos; para pesar, medir, observar; instrumentos ma� temáticos y filosóficos; instrumen� tos para dibujar y aparatos usados por artistas y grabadores; maquina� ria agrícola, entre otros

9

Manufacturas para demostrar el resultado producido por la operación de la industria humana en las producciones de la naturaleza. Las manufacturas que se presenten en esta sección deberán estar perfectamente acabadas en estado de usarse

Manufacturas: fábricas de hilados y tejidos; manufacturas de metales en que se use oro, plata, cobre, zinc, hierro, acero, plomo, bronce, peltre o metales mezclados; manufactu� ras de cristal o vidrio, porcelana, terracota o alfarería; manufacturas de sustancias vegetales: madera, paja, cáñamo, hierba, goma elásti� ca, gutapercha; manufacturas de sustancias animales: marfil, hueso, cuerno, pegamento, cuero, concha, plumas, pelo, cerdas

11

83

escenarios distantes

Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las Obras de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851 Sección

Grupos de objetos

Núm. de clases

Escultura, modelos y arte plástica en general para demostrar el gusto y destreza ostentados en todas las aplicaciones de la industria humana En esta sección se admitirán todos los objetos formados de cualquiera materia, con tal de que manifiesten cierto grado de gusto y destreza que permita clasificarlos bajo la denominación de Bellas Artes

Escultura, modelos y arte plástica: escultura como arte bella en meta� les, minerales, madera y otras sus� tancias vegetales, y en sustancias animales; grabados en cuño para producir entalles: adornos de ar� quitectura, mosaicos y ataujía, es� maltes, materiales y procedimien� tos aplicables a las bellas artes en general, modelos de arquitectura, topografía, anatomía

7

Fuente: Dirección de Colonización e Industria, Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo concerniente a la exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850?; Olivera López, Luis y Meza Oliver, Rocío, Catálogo de la Colección Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (1616–1873), México, Universidad Nacional Autónoma de México y Bene� mérita Universidad Autónoma de Puebla, 2006

A diferencia de la interpretación de la comisión mexicana, la comi� sión francesa registró que el sistema de clasificación quedó definitiva� mente establecido en seis secciones que se subdividieron en 30 clases de objetos que, a su modo de ver, presentaba lamentables ausencias: la agri� cultura no estaba representada más que por su maquinaria e instrumen� tos, la pintura fue excluida de la exhibición de las bellas artes bajo el ar� gumento de que resultaba ajena a los fines de la industria y los objetos de la enseñanza tampoco encontraron lugar en la exposición, a pesar de su importancia en la vida social y de su beneficiosa influencia en el desarro� llo de la productividad industrial y de la civilización entre los pueblos.84 Si bien imperfecta, pues en algunos ítems no queda claro si los objetos mencionados se consideran parte de un grupo o una clase, o aún incom� pleta, pues con excepción de grabados y esculturas, las obras pictóricas

84   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 109–111, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1.

84

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y otros objetos de las bellas artes no fueron incluidos, sus pretensiones de universalidad quedaron a buen resguardo y tanto los procedimientos organizativos85 como el sistema de clasificación propuesto se instalaron como referencia obligada, ya para igualar, ya para superar, en las poste� riores ediciones de las exposiciones universales. El emperador de los franceses, “por la gracia de Dios y la voluntad nacional”, decretó la celebración de una exposición universal de produc� tos agrícolas e industriales que tendría lugar en París, desde mayo hasta septiembre de 1855, en la que serían admitidos los productos de todas las naciones,86 y en un segundo decreto consideró que uno de los medios más eficaces para contribuir al progreso de las artes era la celebración de una exposición, con el concurso de todos los artistas del mundo, que ofreciera una fuente de fecundas comparaciones, por lo que la exposición de 1855 debía incluir, también, la puesta en escena de las bellas artes.87 La exposición de la colección francesa y de sus colonias quedó bajo el cuidado, observación y vigilancia de un grupo de reconocidos hombres de la política, las ciencias y las artes que se distribuyeron las responsabi� lidades de acuerdo a sus habilidades e intereses, creando el precedente de comisiones especializadas, al tiempo que conminaban a los gobiernos extranjeros a formar sus propias comisiones y comités responsables de examinar, elegir y enviar los productos de sus naciones; esas comisiones autorizadas por sus respectivos gobiernos serían el único enlace posible con la Comisión Imperial, que declinaba así la responsabilidad de aten� der a los expositores en lo particular.

  A fin de eliminar los productos indignos de una exposición universal, la comisión francesa los sometió a un doble examen a cargo, primero, de comisiones departamentales y, después, de la comisión central. Este proceso de selección se fue instaurando como el más eficaz para el lucimien� to de las naciones. Véase Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 235 y 236, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponi� ble en http://canum.cnam.fr/redir?8XAE349.1. 86   “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 8 de marzo de 1853”, en Rapport sur l'exposition universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París, Francia, Imprimerie Impériale, 1856, p. 170, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492. 87   “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 22 de junio de 1853”, en Rapport sur l'exposition universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París, Francia, Imprimerie Impériale, 1856, p. 72, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492. 85

escenarios distantes

85

Esa comisión de expertos estudió y resolvió la preparación de todos los trabajos relativos a la exposición universal parisina de 1855, entre las cuales mereció una gran atención la definición del sistema de clasifica� ción de los objetos. En su seno se debatió entre la opción de adoptar el sistema de clasificación de las exposiciones quinquenales francesas o la elaborada por la Comisión Real de Londres, que ofrecía la ventaja de que ya se había puesto en práctica en 1851 y era conocida por la mayor parte de las posibles naciones asistentes a la exposición de 1855. El examen pre� liminar de esta grave cuestión y la elaboración de una propuesta quedó a cargo de Frédéric Le Play, quien concluyó: […] no creo que se deban subordinar los productos de la industria hu� mana a las numerosas concepciones filosóficas, sino que esta clasificación debe servir, sobre todo al principal objetivo de la exposición que es brindar al público y al jurado internacional los medios de apreciar los méritos de los productos expuestos.88

En atención a estas consideraciones, propuso que en torno a cada objeto se organizaran las materias primas necesarias para su fabricación, así como los instrumentos y máquinas que han concurrido a su elabora� ción y los oficios de las personas que hacían posible su transformación. Este orden, establecido mediante composiciones secuenciales, creó una imagen intencionada de series, en virtud de la cual la industria aparecía como una inmensa cadena de montaje, cuyos eslabones se hallaban en� trelazados entre sí.89 Los objetos se ordenaron en ocho grupos que agrupaban treinta cla� ses de las cuales, veintisiete sirvieron a la clasificación de los objetos de la industria y tres a la clasificación de los objetos de las bellas artes. Toda clasificación persigue un propósito y el esquema tripartito que aquí se aplicó (productos brutos, máquinas y productos elaborados) intentó des� terrar la descontextualización de los objetos, situándolos en el proceso de su creación.

  Rapport sur l'exposition universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París, Francia, Imprimerie Impériale, 1856, pp. 16–17, consultado el 15 de noviembre de 2011, en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492. 89   “Exposición Universal de París de 1855”, La Ilustración. Periódico universal, 24 de septiembre de 1855, p. 378. 88

86

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposition Universelle de Paris, 1855 División

Grupo

Clase

Núm. de clases

Arte de las minas y metalurgia Industrias que tiene como objeto principal Artes forestales, caza, pesca y reco� la extracción o la pro� lección de productos obtenidos sin ducción de materias cultivo brutas

3

Agricultura

Productos de la industria

Mecánica general aplicada a la industria Mecánica especial y materiales Industrias que tienen para ferrocarriles y otros medios de especialmente el obje� transporte to de emplear fuerzas mecánicas Mecánica especial y material de talleres industriales

4

Mecánica especial y materiales para la manufactura de tejidos Artes de precisión, industrias y su relación con las ciencias y la ense� ñanza Industrias especial� mente fundadas sobre el empleo de agentes físicos y químicos o relativas a las ciencias y la enseñanza

Industrias relacionadas con la pro� ducción y el empleo del calor, la luz y la electricidad Artes químicas, tinturas, e impre� siones, industrias del papel, de las pieles, del caucho, etc. Preparación y conservación de sus� tancias alimenticias

4

87

escenarios distantes

Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposition Universelle de Paris, 1855 División

Grupo Industrias relaciona� das con las profesio� nes científicas

Clase Higiene, farmacia, medicina y cirugía Marina y artes militares

Núm. de clases

3

Construcciones civiles Industrial del acero en bruto y ma� nufacturado

Manufacturas de pro� Fabricación de obras en metales ductos minerales Orfebrería, joyería, industria del bronce

4

Industrias del vidrio y la cerámica Industria del algodón Industria de la lana Manufactura de tejidos

Industria de la seda

5

Industria de lino y del cáñamo Bonetería, pasamanería, tapicería, bordados y encajes Industrias del mueble y la decora� ción Confección de ropa, objetos de moda y fantasía

Muebles y decora� ción, modas, diseño industrial, imprenta y Dibujo y plástica aplicado a la in� música dustria, impresiones y fotografía

4

Obras de arte

Fabricación de instrumentos de música Pintura, grabado y litografía Bellas artes

Escultura y grabado de medallas Arquitectura

3

Fuente: “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 6 de abril de 1854”, en Rapport sur l'exposition universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París, Francia, Imprimerie Impériale, 1856, pp. 176–194, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponi� ble en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492

88

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Este sistema de clasificación, derivado del que se aplicó en Londres en 1851, considerado flexible, pragmático y muy adaptable a la práctica comercial, intentó expresar la visión armónica del progreso que campea� ba en el siglo, sin olvidar su misión didáctica: clasificar es conocer. El afán clasificatorio del sistema parisino de 1855 se extendió a los objetos comu� nes y corrientes, se formó una galería de economía doméstica para mos� trar alimentos y provisiones, muebles y vestimentas de uso cotidiano; así, junto a la exhibición del lujo, del arte y de las grandes riquezas industria� les aparecieron los objetos directamente relacionados con el bienestar de las mayorías. La intención de clasificar todos los objetos se instaló como un deno� minador común en todas las exposiciones. En la exposición universal de 1867, Frédéric Le Play intentó mostrar en un único espacio todos los pro� ductos del trabajo humano, haciendo coincidir la forma del palacio y el esquema clasificatorio. El edificio de 1867 destacó por su racionalismo, en el que los objetos se clasificaron atendiendo a su naturaleza y a su lugar de procedencia. El sistema superó la presentación inglesa articulada so� bre el principio de la unidad de la producción, que tenía el inconveniente de diseminar productos similares de los diferentes países en recintos se� parados, siendo difícil establecer comparaciones. En la exposición parisina de 1867, los objetos fueron distribuidos en diez grupos y en 95 clases: Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal de París, 1867

Grupo

Descripción

Núm. de clases

I

Obras de arte

De la 1 a la 5

II

Material y aplicaciones de las artes liberales

De la 6 a la 13

III

Muebles y otros objetos destinados a la habitación

De la 14 a la 26

IV

Vestimentas, tejidos y otros objetos para uso de las personas

De la 27 a la 39

V

Productos en bruto y manufacturados de las indus� trias extractivas

De la 40 a la 46

89

escenarios distantes

Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal de París, 1867

Grupo

Descripción

Núm. de clases

VI

Instrumentos y procedimientos de las artes usuales

De la 47 a la 66

VII

Alimentos frescos o conservados en diversos gra� dos de preparación

De la 67 a la 73

VIII

Productos vivos y especímenes de establecimientos agrícolas

De la 74 a la 82

IX

Productos vivos y especímenes de establecimientos hortícolas

De la 83 a la 88

X

Objetos especialmente expuestos para mejorar la condición física y moral de los pueblos

De la 89 a la 95

Fuente: Rapport sur l'Exposition universelle de 1867, à Paris. Prècis des opérations et listes del collaborateurs. Avec un appendice sur l'avenir des expositions, la statistique des opérations, les documents officiels et le plan de l'Exposition, París, Francia, Impremerie Impériale, 1869, pp. 572–573, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/CGI/redir.cgi?8XAE148

Este sistema de clasificación presentó cambios con respecto a los anteriores sistemas clasificatorios. Primero, aumentó de ocho a diez el número de grupos de objetos, los productos de la agricultura y los de la horticultura formaron grupos diferentes; y, para destacar el mejoramien� to material, intelectual y moral de las grandes mayorías, los objetos rela� cionados con la economía doméstica —que se habían reunido en una ga� lería anexa durante la exposición de 1855— y los asociados a la vivienda humana fueron apartados de la clase que anteriormente los agrupaba con objetos de la imprenta y de la música, pasaron a constituir, en conjunto, el grupo décimo. Segundo, se triplicó el número de clases, algunas de las cuales fueron reubicadas en grupos diferentes, en el afán de distinguir, con más precisión, la naturaleza de los objetos. Tercero, las bellas artes ocuparon un primerísimo lugar, su representación mereció la apertura de dos nuevas clases con las que se separaban las pinturas al óleo de los de� más tipos de pinturas y dibujos, y se apartaron los grabados en medallas de otros tipos de grabados. Finalmente, la enseñanza, sin constituir un grupo especial, fue representada en varias clases de objetos, aunque sólo

90

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

el nivel primario, excluyendo la enseñanza secundaria y superior. Estos cambios buscaban una coherencia más perfecta entre las clases de objetos susceptibles de exhibición. Al igual que en la exposición de 1855, el reto de organizar la gran heterogeneidad del mundo de los objetos se resolvió con el recurso de las exposiciones anexas. En 1867, la comisión francesa consideró pertinente mostrar al gran público un montaje sobre la historia del trabajo humano, con productos representativos de todas las épocas y de todos los pue� blos para su fecunda comparación. También se efectuó una exhibición sobre pesos, medidas y monedas para favorecer las relaciones comercia� les entre naciones. El éxito de esta celebración llevó a Frédéric Le Play a expresar la necesidad de que se sustituyeran las exposiciones temporales por exhibiciones permanentes en dos modalidades: museos generales y museos comerciales. Al despuntar el último tercio del siglo xix, las exposiciones se habían instalado en el imaginario de la época porque abrían oportunidades a nuevos productos, desarrollaban, por la vía de la comparación, el gusto artístico y el conocimiento científico y permitían constatar periódicamen� te los avances logrados por los diferentes pueblos. Si las primeras mos� traron una gran cantidad de objetos novedosos, en la exposición vienesa de 1873, además de las novedades tecnológicas, se exhibió el perfecciona� miento de los productos, los progresos realizados en la construcción de las máquinas, en la precisión de los ajustes, en la fineza de las piezas y en la calidad de las materias primas. La atracción por lo desconocido, por lo nuevo, lo exótico y lo diferente se expresó en un sistema clasificatorio que organizaba los objetos en 26 grupos, además de exposiciones adicionales y temporales que presentaron colecciones de objetos sobre historia de las invenciones, historia de la industria, de los precios, representaciones del comercio mundial, pabellones sobre la infancia y trabajos de las mujeres.

91

escenarios distantes

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Viena, 1873 Núm. de Grupo Sección (descripción general) secciones I. Explotación de las minas y metalurgia

Explotación de minas

3

Economía rural, cría de ganado, industria fo� II. Explotación agrícola restal. Cultivo de la vid y de árboles frutales. e industria forestal Horticultura. Máquinas agrícolas

5

III. Industria química

Productos químicos empleados en la indus� tria. Preparaciones farmacéuticas, aceites esenciales, perfumería, drogas y otras ma� terias primas para la farmacia y la industria química. Cuerpos grasos. Materias tintóreas

5

IV. Sustancias alimen� tarias y de consumo como productos de la industria

Harinas y productos elaborados con la hari� na. Azúcar, confitería y chocolatería. Vinos y sustitutos del vino, maltas, cerveza y otros líquidos fermentados, vinagres. Tabaco y productos análogos

5

V. Industria textil y materias para la con� fección

Tejidos de lana, de algodón, de lino, de seda. Pasamanerías, tejidos de hilo de oro y plata, encajes y bordados, plumas y flores artificia� les. Vestidos para los dos sexos, peletería, sombreros y guantes. Calzado. Tapicería

8

VI. Industria del cuero y del caucho

Cueros, pieles y forros. Objetos de cuero y de caucho

3

VII. Industria de los metales

Objetos de oro y de plata, orfebrería, joyería, bisutería. Objetos en fierro y acero. Armas de todo tipo, exceptuando armas de guerra. Objetos fabricados en otros metales

4

VIII. Madera labrada

Carpintería, ebanistería, chapas, objetos tor� neados, escultura en madera. Madera graba� da, objetos de corcho y cestería. Pintura en madera, madera teñida y dorada

3

92

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Viena, 1873 Núm. de Grupo Sección (descripción general) secciones IX. Objetos en piedra, industrial del cristal y la cera

Objetos en piedra y cemento. Porcelanas, loza de barro, terracotas y cerámicas. Crista� les, cristalería de lujo y vitrales

3

X. Artículos de mercería

Objetos de espuma de mar, en escala, en cuerno, en hueso, en marfil, en nácar, etc. Objetos de cera, juguetes. Objetos de fantasía en cuero, en bronce, en laca. Látigos, parasol, sombrillas

4

XI. Industria del papel

Cubiertas, cartones y papel. Papeles de fan� tasía, papeles pintados, naipes. Objetos de escritorio, materiales para las artes gráficas, instrumentos para el uso de pintores y dise� ñadores. Objetos confeccionados en papel, en cartón y en papel maché

4

XII. Artes gráficas y diseño industrial

Tipografía, grabado en cobre y acero, lito� grafía, cromografía. Fotografía. Diseños in� dustriales, diseños y pinturas de decoración

4

Motores, transmisiones, componentes de XIII. Máquinas y mate� máquina, material de transporte y otros ma� rial de transporte teriales para vías férreas. Carros y otros me� dios de transporte

4

Instrumentos matemáticos, de geometría XIV. Instrumentos de práctica, de astronomía, de física y de quími� precisión y de medicina ca. Relojería. Instrumentos de cirugía, próte� sis plásticas y mecánicas

3

Instrumentos de teclado. Instrumentos de cuerda. Instrumentos de viento y otros apa� ratos acústicos

3

XV. Instrumentos de música

93

escenarios distantes

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Viena, 1873 Núm. de Grupo Sección (descripción general) secciones

XVI. Arte militar

Equipamiento y ropa. Armamento en gene� ral, artillería. Atención médica y enfermeda� des del ejército de tierra y de mar. Educación militar, enseñanza e instrucción, cartografía e historiografía

4

XVII. Marina

Construcciones navales y armamento. Cons� trucciones diversas que sirvan a la navega� ción, hidrografía

2

Planos, modelos y diseños de casas y de mo� XVIII. Ingeniería civil y numentos públicos. Trabajos hidráulicos. arquitectura Materiales y procedimientos de construc� ción de caminos y vías férreas

3

XIX. Tipos de habi� tación burguesa, su distribución interior, su decoración y su amue� blamiento

Sin secciones

XX. Tipos de habitación rural, su distribución, sus utensilios y su mobiliario

Sin secciones

XXI. La industria nacional

Sin secciones

XXII. Representación de la eficacia de los Museos de Bellas Artes aplicadas a la industria

Sin secciones

XXIII. Objetos de arte para los servicios reli� giosos XXIV. Exposiciones de aficionados (sin exa� men)

Sin secciones Sin secciones

94

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Viena, 1873 Núm. de Grupo Sección (descripción general) secciones XXV. Bellas Artes. Obras que han sido Arquitectura. Escultura. Pintura. Artes grá� producidas después de ficas la Exposición Universal de Londres de 1862

4

Planos, disposiciones, medios de enseñanza y producciones de la escuela primaria, de la escuela secundaria, de las escuelas especia� les, de las escuelas técnicas superiores y de las universidades. Medios auxiliares para la instrucción de adultos.

4

XXVI. Educación ense� ñanza, instrucción

Fuente: Description des machines les plus remarquables et les plus nouvelles de l'exposition de Vienne en 1873: motrices, machines–outils, locomotives, appareils divers, précédée d'une notice sur les progrès récents de la métallurgie, París, Francia, Baudry, 1874, pp. 6–9 y 16–18, consultado el 17 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE194

La clasificación de objetos adoptada aquí difirió esencialmente de la que se había venido imponiendo en las exposiciones francesas; en esta ocasión casi se triplicó el número de grupos en los que estos se podían clasificar y más de la mitad de esos grupos se dedicó a organizar la cre� ciente diversidad de objetos resultante de la producción industrial, aun� que se redujo el número de secciones o clases a 78 posibilidades para reunir los objetos. Por la descripción general de las secciones en las que se agruparon los objetos para su exhibición, se puede observar la impor� tancia que se concedió al perfeccionamiento de la mecanización e indus� trialización de la actividad humana, lo mismo que las limitaciones para clasificar los objetos de la vida cotidiana: los objetos de los grupos 19 al 23 asociados a los modos de vida rural y urbano, a los servicios religiosos y a la difusión de las bellas artes no fueron seccionados, como si fueran un conjunto de imposible clasificación y su inclusión en el sistema, lo mismo que su valoración, la cual dependió de su utilidad para la industria; para estos grupos de objetos no hubo jurados especialmente designados, en tanto que su apreciación estaba condicionada por su utilidad a las acti� vidades productivas, su calificación corrió a cargo de los jurados de los otros grupos.

escenarios distantes

95

Una sección absolutamente novedosa fue la XXII, en la que se pre� tendió reunir los objetos representativos de la eficacia de los museos de bellas artes aplicadas a la industria, aunque su descripción quedó omiti� da en el sistema clasificatorio se la puede percibir como parte del interés específico en el proceso educativo. Ese interés tuvo su manifestación más clara en la definición de la sección XXVI, la cual no se integró únicamente con material pedagógico —libros, mapas, instrumentos—, sino, princi� palmente, con métodos de enseñanza y reglamentos escolares de todos los niveles educativos que permitían mostrar la relación de la educación con las diferentes ramas de la actividad productiva.90 Dedicada a la cul� tura y la educación, la exposición vienesa fue la primera en asignar una sección especial a los objetos relacionados con la promoción de la cultura intelectual en todas sus formas y en todos sus grados, materializando una de las reiteradas aspiraciones de las exposiciones: servir al progreso de la humanidad mostrando los procedimientos mediante los cuales el hom� bre común podía lograr el ascenso social. De esta manera, la comisión imperial austríaca contextualizaba la importancia de la educación en los procesos de mejoramiento social de la población. Afianzadas ya como el medio más idóneo para promover la imagen de una nación, tres años más tarde, al otro lado del Atlántico, los Estados Unidos de América celebraron, en Filadelfia, su primera gran exposición universal.91 Los preparativos se habían iniciado desde 1871, cuando el Congreso de la Unión determinó que el centenario de la independencia del país sería conmemorado con una exposición internacional de bellas artes, de la industria, de los productos del suelo y de las minas; la celebra� ción tenía dos objetivos explícitos, dar a conocer sus productos industria� les en el mercado europeo y alentar sus exportaciones, pero también, de manera implícita, perseguía exhibir los resultados de sus progresos en el arte y en la industria después de un siglo de vida independiente. Si bien la presencia de los Estados Unidos de América en las expo� 90   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 220–222, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1. 91   “Declaración del Presidente de los Estados Unidos de América. Firmada en Washington D. C., el 3 de julio de 1873”, en Rapports. France. Commission supérieure. Exposition internationale et universelle de Philadelphie (1876), París, Francia, Imprimerie Nationale, 1877, xxiii–xxiv, consultado el 20 de diciembre 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE206.

96

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

siciones universales no fue constante, eso no impidió que mostrara los resultados de un rápido desarrollo en varios de sus sectores industriales, constituyendo siempre una revelación, además su desempeño como na� ción convocante fue muy activo y original. Fue la primera nación ame� ricana que tomó la iniciativa de celebrar en su territorio una exposición universal desde 1851 para inaugurar su propia serie de celebraciones; no concentró la realización de estos eventos en su ciudad capital, Washing� ton, sino que alentó su organización en varias ciudades situadas a lo largo y ancho de su territorio —Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleans, Boston, Chicago, Omaha, Atlanta, San Luis, San Francisco— como una estrategia de promoción económica y cultural orientada a fortalecer la emergencia de sus nuevos centros urbanos como polos de desarrollo, promovió las celebraciones con la mayoritaria concurrencia de capitales privados y las explotó publicitariamente, habilitando en forma espectacular los lugares destinados a la exhibición de los objetos. Junto a las novedosas formas de organización, uno de los componentes más originales de la serie de ex� posiciones americanas fueron sus sistemas de clasificación de los objetos, que abrieron espacios para la representación de la condición femenina después de la exposición de Filadelfia en 1876.92 La exposición de Filadelfia fue la oportunidad de los norteamerica� nos para mostrar al mundo su propia interpretación de la clasificación del mundo de los objetos, agrupándolos en siete grupos y 329 clases.

I. Explotación de minas y metalurgia

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Americana en Filadelfia, 1876 Núm. de Grupo Sección clases Minerales, metales, minerales para la construcción y productos de las minas Productos metalúrgicos

15

Explotación de minas, modelos, mapas

  Véase Hodeir, Catherine, “En route pour le pavillon americaine”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, pp. 89–98; Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 81 y 82. 92

97

escenarios distantes

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Americana en Filadelfia, 1876 Núm. de Grupo Sección clases Productos químicos Cerámicas, porcelanas, etc. Cristalería y objetos de vidrio

II. Productos manufacturados

Muebles y objetos de uso general en la construcción Materias hiladas y tejidas de origen vegetal y animal Objetos de lana y mezclas de lana Sedas y otros tejidos en los que predomina la seda Vestuario, bisutería, ornamentos y artículos de viaje

96

Papeles, papelería, registros y archivos Armamento militar y naval, armas de fuego y motores de caza Medicina, cirugía y prótesis Quincallería, herramientas de corte, cubertería y productos me� talúrgicos Objetos manufacturados de origen vegetal, animal o mineral

III. Educación y ciencias

Carros, coches y accesorios Sistemas de educación, métodos y libros Instituciones y sociedades (sociedades científicas y museos) Instrumentos científicos, filosóficos y métodos Ingeniería, arquitectura, mapas, planos y representaciones grá� ficas Condición física, social y moral del hombre

35

98

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Americana en Filadelfia, 1876 Núm. de Grupo Sección clases

IV. Bellas artes

Escultura Pintura Grabado y litografía Fotografía

27

Diseño industrial y arquitectónico, modelos y decoración Decoración en cerámica y en materiales vítreos, mosaicos y ob� jetos incrustados Máquinas, útiles y dispositivos para las minas, la metalurgia, la química y las artes extractivas Máquinas y útiles para trabajar los metales, la madera y la pie� dra Maquinaria e instrumentos para las fábricas de tejido y de papel

V. Máquinas

Máquinas, dispositivos e instrumentos empleados en la costura y confección de vestimentas y de objetos de ornamentación Maquinaria y dispositivos para la tipografía, la impresión, el estampado, la encuadernación y la industria del papel Motores y aparatos para la generación y transmisión de fuerza Máquinas hidráulicas y neumáticas, bombas, grúas y ventila� dores Vías férreas, materiales y dispositivos Máquinas empleadas en la preparación de productos agrícolas Aparatos de transporte por aire, por vacío y por agua Máquinas y aparatos especiales para el servicio de la exposi� ción, calderas, máquinas, grúas, bombas, etc.

73

99

escenarios distantes

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Americana en Filadelfia, 1876 Núm. de Grupo Sección clases Agricultura y productos de los bosques (maderas, resinas, go� mas, semillas)

VI. Agricultura

Fruticultura Productos agrícolas (cereales, leguminosas, tabaco) Animales terrestres Animales acuáticos

63

Productos animales y vegetales Sustancias textiles de origen vegetal o animal Máquinas, utensilios y procedimientos de fabricación Ingeniería agrícola y administración

VII. Horticultura

Sistemas de cultivo y explotación Árboles, arbustos y plantas de ornato; plantas y flores Invernaderos calientes y templados, orangeries y viñas Instrumentos de jardinería, accesorios para jardines

25

Diseño y construcción de jardines, economía hortícola

Fuente: Rapports. France. Commission supérieure. Exposition internationale et universelle de Philadelphie (1876), París, Francia, Imprimerie Nationale, 1877, p. xlv–lxii, consultado el 20 de diciembre 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE206

Los sistemas de clasificación de cada exposición universal muestran, por un lado, la recuperación de experiencias previas pero, por otro, ex� ponen los intereses nacionales de los países anfitriones. En la clasifica� ción de la primera gran exposición universal americana se percibe una orientación pragmática para hacer legible la heterogénea masa de objetos resultante de la revolución industrial. Las manifestaciones materiales de la innovación tecnológica fueron valoradas por su impacto en los ámbitos de la producción y del intercambio comercial, de donde resultó el interés

100

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

por clasificarlas puntualmente; los tres grupos de objetos dedicados a los productos manufacturados, las máquinas y la agricultura explotada de forma mecanizada, por sí solos, reunieron 232 clases de objetos, más de dos tercios de las posibilidades que ofrecía el sistema. La importancia concedida a la innovación tecnológica replanteó los métodos y los fines de la práctica pedagógica. En Filadelfia, al igual que en Viena, el tema educativo fue expuesto en un grupo especial, en el que se reunieron los objetos representativos de la teoría y la práctica de la enseñanza, así como los recursos para la educación física, intelectual y moral en todas las edades y para todas las clases sociales. Pero, a diferen� cia de la exposición vienesa, en Filadelfia el tema educativo se alineó con el desarrollo de las ciencias y la innovación tecnológica, asignando un nuevo objetivo a la enseñanza y al aprendizaje: la transferencia de conoci� mientos para alentar la innovación, lo que motivó la integración tanto de objetos como de procedimientos del campo de la educación y de la cien� cia. Para algunos observadores,93 el esquema del grupo III era demasiado ambicioso y sus límites estaban imperfectamente trazados: los objetos de la educación y de la ciencia, propiamente dicha, no debían ser reunidos en un solo grupo, pues cada una de estas actividades generaban, por sí mismas, objetos que merecían un grupo especial por separado. Mientras el sistema clasificatorio utilizado en Filadelfia se articuló en torno a la industrialización y a los procesos de mecanización, eviden� ciando su apuesta por un modelo económico de desarrollo, la tercera ex� posición universal francesa, celebrada en 1878, estableció un sistema de clasificación en el que se determinaba la jerarquía de los objetos con base a su utilidad en la vida social. Las obras artísticas se colocaron a la cabeza del sistema de clasificación general y los demás objetos se fueron agru� pando en gradación descendente hasta la horticultura; de esta manera, a través del sistema de clasificación, la primera exposición de la Francia republicana preconizó un orden de los objetos en el que tenían los prime� ros lugares los que eran producto de la creatividad humana, después los que servían al cultivo del intelecto y sucesivamente, por nivel de comple� jidad, agrupó los que servían al sustento material del cuerpo. 93   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 230–232, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1.

101

escenarios distantes

El sistema de clasificación de la exposición parisina de 1878 fue prác� ticamente calcado del que se había preparado para la exposición de 1867, pero en esta ocasión abarcó noventa clases reunidas en nueve grupos. Tabla 8. Lista de clasificación de objetos. Exposition Universelle de Paris, 1878 Grupo

Descripción

Núm. de clases

I

Obras de arte

II

Educación y enseñanza. Material y proce� De la 6 a la 16 dimientos de las artes liberales

III

Mobiliario y accesorios

De 17 a la 29

IV

Tejidos. Vestimentas y accesorios

De la 30 a la 42

V

Industrias extractivas. Productos en bruto De la 43 a la 49 y manufacturados

VI

Herramientas, instrumentos y procedi� De la 50 a la 68 mientos de las industrias mecánicas

VII

Productos alimenticios

De la 69 a la 75

VIII

Agricultura y piscicultura

De la 76 a la 84

Horticultura

De la 85 a la 90

IX

De la 1 a la5

Fuente: Rapport administratif sur l'exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la République, à l'appui du décret du 14 avril 1876, ii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, pp. 33–67, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE278

En este caso, la desaparición de un grupo y la disminución de 95 a 90 clases no necesariamente significó la exclusión de objetos anterior� mente considerados sino, más bien, su reacomodo y la inclusión de otros más, ya en diferentes grupos o en exposiciones especializadas dentro de la gran exposición. Así, la muestra de las obras artísticas, correspondiente al primer gru� po, se limitó a aquéllas que fueron ejecutadas después del primer día de mayo de 1867, pero se abrió una sección de arte retrospectivo para exhi� bir los objetos de arte europeo creados desde la antigüedad más remota hasta el año de 1800 con el propósito de apreciar mejor el estado contem� poráneo del arte en el mundo y la marcha de la civilización a través de

102

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

los tiempos.94 Su objetivo fue no solamente satisfacer la curiosidad de los espectadores, sino también exponer ante los ojos de los artistas los mejo� res modelos legados por sus predecesores para desarrollar el buen gusto y el sentimiento estético, a fin de contribuir al progreso de las industrias ligadas al arte como la joyería, el diseño y construcción de mobiliario, la cerámica, etc. Los objetos del arte europeo fueron ordenados cronológi� camente, mientras que los objetos de otros países fueron clasificados en orden geográfico. Por otra parte, el grupo décimo de 1867, creado para reunir los obje� tos destinados a la mejora de la condición física y moral de la población, se eliminó bajo el argumento de que sus colecciones eran más aparatosas que útiles a la representación del tema, pero no desaparecieron del siste� ma: la enseñanza de niños y adultos, en 1878, fue integrada al grupo II, el mobiliario y la vivienda de las clases populares pasaron a los grupos III y IV, mientras que, los productos y las herramientas de la pequeña industria fueron ubicadas al lado de los productos y herramientas de las grandes casas.95 La representación de la cuestión sobre el estado moral de las mayorías bajo el régimen republicano fue redondeada con la apertura de la Galerie du Travail, ubicada en el palacio principal del Campo Mar� te, en la que se recuperaron las colecciones de la clase 95 del suprimido grupo X de 1867. En esta galería se establecieron talleres para trabajos manuales donde se realizaban objetos a la vista del público. Entre los cambios más notables deben apuntarse los que se registran en el grupo II. El número de clases para ordenar los objetos dedicados a la educación y la enseñanza se amplió para incluir, de manera específica, tres niveles de enseñanza: la primaria, la secundaria y la superior, pues el éxito de las exposiciones pedagógicas de Viena y de Filadelfia, aunado a los progresos en la organización de la enseñanza pública después de 1867, hicieron necesario atribuir a los objetos de la educación un lugar más extenso que en las anteriores exposiciones. Del mismo modo, los 94   Rapport administratif sur l'exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la République, à l'appui du décret du 14 avril 1876, i y ii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, pp. 90–99 y 179–184, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/ redir?8XAE278. 95   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 240–241, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1.

escenarios distantes

103

objetos de la medicina, la higiene y la asistencia pública, concebidas en estrecha relación con la educación, ameritaron que se les reuniera en una clase especial dentro del grupo II. En cambio, fue reducido el número de clases del grupo VIII corres� pondiente a las actividades de la Agricultura y la Piscicultura: se mantu� vieron tres clases, referidas a modelos de explotaciones rurales y fábricas agrícolas, insectos útiles y peces, crustáceos y moluscos, pero desapare� cieron las seis clases dedicadas a animales vivos. La representación de toda la producción humana y de los problemas de la civilización se valió de exposiciones especiales anexas, por ejemplo, sobre las aguas minerales francesas,96 sobre el desarrollo del arte musical97 o sobre sus puertos comerciales.98 Pero la exposición de retratos nacio� nales históricos99 y la exposición de ciencias antropológicas,100 de indis� cutible éxito entre el público, pusieron de manifiesto tanto la aspiración de los organizadores franceses como el ánimo de los visitantes: penetrar los misterios de extintas civilizaciones, mediante el estudio del pasado, y así recorrer el devenir de los tiempos para comprender el avance de la humanidad desde sus orígenes. La fascinación por los mecanismos del progreso, entendido como un perpetuo movimiento hacia adelante, fue el sello distintivo de la exposición parisina de 1878. Siguiendo la tradición establecida por anteriores exposiciones, la que se organizó en París en 1889, admitió todo tipo de productos de la agri�   Destinada a mostrar las riquezas hidrotermales de Francia y a ofrecer datos completos sobre su búsqueda y localización, su captación, su composición química, su conservación y su empleo. 97   Considerando su importancia en la civilización moderna, las audiciones musicales fueron organizadas con más cuidado que en 1867. 98   En la que se expusieron las disposiciones portuarias, su planificación, su mantenimiento, sus posibilidades de comunicación hacia el extranjero y hacia el interior del país, entre otros muchos aspectos. 99   Más de 900 obras —entre pinturas, esculturas, tapices y diseños— fueron adjuntadas a la sección de Bellas Artes con el concurso de municipalidades, autoridades diocesanas, coleccionistas y descendientes de ilustres familias; la muestra no necesitó de la participación de las colecciones de los Museos de Louvre ni del de Versalles. 100   La exhibición internacional de Antropología —organizada por la Sociedad Antropológica de París— contó con la participación de dieciséis países, cuyas colecciones fueron preparadas por los representantes de las naciones expositoras, aunque Francia aportó la mayor cantidad de objetos provenientes, principalmente, de su colonia argelina y sirvió para contextualizar el congreso que con ese tema se celebraba en el Palacio del Trocadero. Véase Rapport administratif sur l'exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la République, à l'appui du décret du 14 avril 1876, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, pp. 571–578, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE278. 96

104

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cultura, de la industria, excluyendo algunas materias peligrosas, y obras de arte. El sistema de clasificación para organizar la heterogénea masa de objetos no presentó cambios estructurales significativos, pues una vez más se adoptó la yuxtaposición de dos criterios básicos: el orden científi� co que atiende la naturaleza de los objetos expuestos y el criterio geográ� fico para destacar las diferencias nacionales. El reglamento general de la exposición, publicado el 26 de agosto de 1886, dispuso un sistema de clasificación de los objetos dividido en nue� ve grandes grupos que abarcaban 85 clases a los que se agregó un grupo especial dedicado a la economía social. Ese sistema fue afinado mediante sucesivos decretos, quedando definitivamente en 87 clases. Tabla 9. Sistema de clasificación en la Exposition Universelle de Paris, 1889 Grupo

Denominación

I

Obras de arte Educación y enseñanza. Materiales y procedi� mientos de las artes liberales

II

Núm. de clases 6 12

III

Mobiliario y accesorios

13

IV

Tejidos, vestimentas y accesorios

11

VII

Industrias extractivas, materias primas y produc� tos manufacturados Instrumentos y procedimientos de la industria mecánica. Electricidad Productos alimenticios

VIII

Agricultura, viticultura y piscicultura

6

Horticultura

6

V VI

IX

7 19 7

Fuente: Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Exploitation, services divers, régime financier et bilan de l'exposition universelle de 1889, iii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, p. 6, consultado el 10 de diciembre de 2011, diponible en http://cnum. cnam.fr/redir?8XAE349.3 La clasificación general quedó arreglada con varios decretos posteriores (11 de marzo, 1 de mayo, 9 de junio, 23 de julio de 1887 y 9 de agosto de 1888)

Sin apartarse de la estructura clasificatoria ideada por Le Play desde 1867, el sistema formulado en 1889 buscaba incluir en los salones y ga� lerías de la exposición los últimos descubrimientos y los más recientes

escenarios distantes

105

inventos de aplicación práctica, que hacían tangible y accesible al gran público la idea de progreso material y cultural de la humanidad. Y para dar cuenta de ese proceso, se crearon nuevas clases de objetos, a manera de ejemplo se pueden citar: la clase 62 en el grupo VI (Instrumentos y procedimientos de la industria mecánica) para presentar las aplicaciones y desarrollo de uno de los hallazgos más importantes del mundo mo� derno: la electricidad o la inclusión, en ese mismo grupo, de la clase 64, para presentar la benéfica aplicación de los recursos de la Higiene y la asistencia pública; del mismo modo, en el grupo VIII (Agricultura, viti� cultura y piscicultura) se desterraron las clases dedicadas a la exhibición de animales útiles a las labores y explotaciones agrícolas para dar paso a clases de objetos que reflejaran el desarrollo de la metodología científica en el sector agrícola como la 73 bis (agronomía y estadística agrícola) o la 73 ter (organización, métodos y material para la enseñanza agrícola). La preocupación por mostrar los últimos avances en el quehacer humano llevó a agregar de manera tardía dos clases más: una en el primer grupo, para reunir los objetos y los procedimientos relativos a la enseñanza de las artes del diseño y, otra en el segundo grupo, para integrar las eviden� cias materiales de la enseñanza técnica.101 La inquietud sobre la problemática social no era ajena a los recintos expositivos franceses. Con antecedentes desde 1855 y 1867, el tema re� surgió en un grupo especial denominado Economía social, añadido a la clasificación por disposición del 9 de junio de 1887. La cuestión social y la situación de las clases trabajadoras atenazaban al siglo y fueron abor� dadas en este grupo que se organizó en dieciséis secciones, en las que se agruparon obras debidas a la iniciativa privada, de establecimientos públicos y asociaciones, cuyo fin último suponía la mejora de las condi� ciones materiales y morales de la clase obrera, abordando temas como la vivienda obrera, el seguro de accidentes, el asociacionismo, la educación, la higiene, etcétera. Cada sección se organizó a partir de un comité de admisión, que unidos formaron la Commission d'organisation presidida por Léon Say.102

  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, iii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 10 y 11, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1. 102   Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des 101

106

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Del mismo modo, el conjunto se completó con varias exposiciones especiales como la Retrospectiva del Arte Francés, las de Manufacturas Nacionales, Monumentos Históricos, Historia del Teatro, Historia de la Enseñanza del Dibujo, Retrospectiva del Trabajo y de las Ciencias Antro� pológicas, de Economía Social, Concursos Temporales de Animales Ce� bados y Concursos Temporales de Agricultura, Viticultura, Piscicultura y Horticultura. Los ajustes al sistema clasificatorio de 1889 concitaron los elementos de una enorme enciclopedia, intentando, una vez más, inven� tariar el imparable desarrollo humano. La utilización de las exposiciones universales como recurso para promover, de manera legítima, la supremacía cultural de las naciones, a través de la exhibición de sus producciones, socavó sus propósitos origi� nales. La Exposición Universal de París en 1889, más que cualquier otra, puso en evidencia cómo esas celebraciones se convertían en el escenario de rivalidades políticas y diplomáticas. La confrontación entre el régimen republicano francés y los Estados monárquicos abonó el desencanto por las grandes exposiciones: “Nuestro gobierno, no es favorable, en prin� cipio, a tales exposiciones, empresas onerosas para el Estado y para los expositores y de utilidad dudosa”,103 le explicó el secretario de relaciones exteriores del gobierno alemán, Herbert von Bismarck, a su embajador en París. Los expositores más representativos de las grandes potencias europeas desplazaron su energía a la participación en las exposiciones es� pecializadas, poniendo en entredicho la función que venían cumpliendo las grandes exposiciones generales. Sin embargo, para los Estados Unidos de América, al otro lado del Atlántico, el desafío que representaba la organización de una exposición universal seguía constituyendo el medio más eficaz para acceder al es� tatus simbólico de gran potencia. En 1893, para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América, se resolvió la celebración de la World's Columbian Exposition en la ciudad de Chicago, con el propósi� to de ofrecer una brillante demostración de la fecunda actividad y de la potencia productiva de la industria y de la agricultura norteamericanas.

expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 324 y 325, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1. 103   Citado en Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, p. 17.

107

escenarios distantes

No vamos a resumir aquí las estrategias organizativas ni las for� mas de financiamiento que llevaron a la audaz ejecución del evento, no exenta de vicisitudes, sino la concepción norteamericana de lo que debía mostrarse en sus recintos expositivos, la cual se refleja en el sistema de clasificación adoptado. La clasificación norteamericana de la exposición colombina dividió los objetos y productos en doce grandes departamen� tos, identificados alfabéticamente, los cuales fueron distribuidos en una superficie de más de 120 hectáreas, de las cuales 40 hectáreas correspon� dían a espacios cubiertos en pabellones y galerías. Estos doce grandes departamentos se subdividieron en 172 grupos y 917 clases de objetos. Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian Exposition. Chicago, 1893 Departamento

Descripción general

Lugar de exhibición

a) Agricultura

Productos alimenticios. Aguas minerales. Vinos y licores. Cer� vezas. Productos forestales. Productos lácteos. Instrumentos agrícolas

Palacio de la Agricul� tura. Pabellón forestal. Pabellón de productos lácteos y anexos al Pa� lacio de la Agricultura

b) Viticultura

Vinos. Licores. Horticultura. Floricultura. Fruticultura. Frutas y legumbres conservadas. Ins� trumentos de la horticultura

Palacio de la Horticul� tura. Exposición floral al aire libre en Wooded Island

c) Ganados

Exposición en un par� Animales domésticos y salvajes. que reservado en los Aves de corral. Insectos. Proce� alrededores del Pala� sos de mejora cio de la Agricultura

d) Flora y fauna acuática

Instrumentos y procedimientos Palacio de Pesquerías de pesca y de piscicultura

e) Minas

Productos de las minas y meta� Palacio de Minería lurgia

f) Máquinas

Generadores. Máquinas textiles. Máquinas de vapor. Máquinas Palacio de la Máquinas de impresión

108

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian Exposition. Chicago, 1893 Departamento

Descripción general

Lugar de exhibición

Palacio de los Trans� portes y sus anexos g) Medios de transporte Ferrocarriles. Barcos. Vehículos destinados a la exposi� ción de vagones y loco� motoras

h) Manufacturas

Objetos manufacturados. Vesti� mentas. Mobiliario. Productos farmacéuticos. Productos ce� rámicos. Quincallería. Joyería. Bronces. Orfebrería. Armamen� to. Cueros y pieles. Juguetes, etc.

i) Electricidad

Motores eléctricos. Iluminación. Palacio de la Electrici� Telefonía. Telegrafía. Metalurgia dad

j) Bellas artes

Pintura. Escultura y artes deco� Palacio de Bellas Artes rativas. Exposición retrospectiva

k) Artes liberales

Educación. Instrucción. Trabajos públicos. Arquitectura. Música. Palacio de las Manu� Arte dramático. Higiene. Instru� facturas y de las Artes mentos de precisión. Fotografía. liberales Economía social

l) Etnología

Arqueología. Historia del traba� jo y de las invenciones. Religio� Palacio de Etnología nes antiguas

Palacio de las Manu� facturas y de las Artes liberales. Palacio de los cueros

Fuente: Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, pp. 48–50, consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394

Este sistema de clasificación rompió con la tradición expositiva que se había desarrollado hasta el momento. Los organizadores de la exposición colombina exhibieron su confianza en el futuro y en la potencia creativa del pueblo norteamericano, hicieron tabla rasa del sistema de clasifica�

escenarios distantes

109

ción aplicado en la exposición de Filadelfia en 1876 y se apartaron nota� blemente de la tradición francesa, sostenida sin modificaciones esenciales en 1867, 1878 y 1889. Mientras que el sistema francés respondía a una orientación filosófica que agrupaba metódicamente los objetos, de acuer� do con su naturaleza y a su lugar de origen, el sistema norteamericano se limitó, exclusivamente, a agrupar objetos similares, sin distinción de ori� gen. El pragmatismo de los organizadores tenía en la gran disponibilidad de espacio una firme base de apoyo; entre las grandes exposiciones, la de Chicago fue la que contó con los mayores espacios expositivos, lo que permitió distribuir a los expositores y a sus productos en recintos perfec� tamente delimitados conforme al sistema de clasificación. Sin embargo, esa desagregación significó grandes inconvenientes al momento de valo� rar, en conjunto, las capacidades productivas de las naciones expuestas. En un movimiento inverso a la representación expresada en el siste� ma clasificatorio de la exposición parisina de 1878, en esta ocasión apa� recieron, en primer lugar, los objetos y productos de las actividades pro� ductivas primarias: agricultura, ganadería y minería, para seguir con las actividades productivas relacionadas con la industria: máquinas, herra� mientas, manufacturas, medios de transporte y generación de energías, para concluir con aquéllas que eran producto de la actividad intelectual y con las expresiones de la cultura: bellas artes, artes liberales y etnología. En términos declarativos, los organizadores no se apartaron del obje� to que animaba este tipo de eventos, la educación del pueblo, por eso in� sistieron en que la World's Columbian Exposition debía presentar objetos interesantes asociados al descubrimiento y a los resultados de esa gran empresa. Esa misión educativa se materializó en la integración de una colección histórica de objetos provenientes de Europa y Sudamérica que se exhibió en el Museo Nacional de Washington durante la exposición e ilustró la época del descubrimiento y el estado que guardaba el continen� te cuando Colón pisó suelo americano. El proyecto expositivo abarcaba: Un modelo de la casa en que nació Colón. Una colección de retratos de él, de su familia y del mayor número de personas que estuvieron asociados con él y tomaron parte en sus descubrimientos. Una ilustración de la corte de Fernando e Isabel, con figuras de ta� maño natural, vestidas a la usanza de la época y retratos y facsímiles de documentos de Estado referidos a su primer viaje y a los acontecimientos subsecuentes a la vida del descubridor.

110

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Una reproducción perfecta de la carabela en que Colón se embarcó, tripulada por marineros genoveses con vestidos de aquella época y que se atracara en o cerca de los terrenos de la Exposición, debiendo equiparla con cuanto sea posible, como lo estuvo durante su viaje: mapas, instrumentos, etc. Un modelo de bulto de las Islas Antillas y de la costa norte de Sur América, demostrando la ruta de Colón y los demás descubridores en sus diversos viajes […]. Modelos de tamaño natural de los habitantes de América cuando fue descubierta, con una colección de objetos que demuestren sus costumbres, vestidos y manera de vivir. Los últimos días de Colón ilustrados por medio de modelos, retratos, una colección de documentos originales, su último testamento, su muerte, su entierro, modelos de su ataúd y su tumba. La época de la Conquista, ilustrada con modelos del palacio de Mocte� zuma y sus templos, con otros objetos ya sea en su forma original o repro� ducidos con exactitud, demostrando el estado de las partes semicivilizadas del continente, su organización social, religiosa y política, figuras de los conquistadores, con sus vestidos, armas y armaduras […]. Igual ilustración de la civilización de los incas del Perú […]. Colecciones que muestren el desarrollo de los recursos del continente durante cuatrocientos años, ilustrando por medio de lecciones objetivas los progresos de la civilización. La época de la revolución ilustrada por medio de retratos, documentos históricos y otros objetos que expliquen la historia de esa lucha que resulto en la separación de las colonias españolas de la corona de España […]. Esta colección histórica debía tener como complemento una exhibición que demuestre el estado actual de la sociedad y civilización en las otras repúblicas americanas, el modo de vivir y las costumbres de los pueblos, su clase de vida, sus métodos de agricultura y el progreso de las artes me� cánicas y de las ciencias, sus vestidos nacionales, etc., que se ilustrarían por medio de tipos exactos, desde el ranchero de México hasta el gaucho de la República Argentina.104

104   Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, pp. 98 y 99.

escenarios distantes

111

Fuera de los Estados Unidos, los países latinoamericanos fueron los que manifestaron mayor interés y entusiasmo respecto a la exposición universal de 1893; en ella quedó demostrado que en ese país no sólo el progreso marchaba con pasos de gigante, también se evidencio que su influencia económica y cultural se extendía vigorosamente a lo largo del continente. Ante el espectáculo que ofrecía el avance estadounidense, los observadores europeos reconocieron que las transformaciones económi� cas que se avecinaban con el nuevo siglo traían aparejado el peligro de perder su antigua preeminencia frente a las jóvenes naciones lanzadas a la conquista del mundo. Para ellos, la exposición de Chicago fue fecunda en enseñanzas y los acercó al conocimiento de una potencia desmesura� da, no desprovista de nobleza y de gracia.105 Ante esa perspectiva y aún bajo la impresión del espectáculo que había ofrecido la exposición de 1889, el diputado François Deloncle hizo una propuesta de resolución a la Cámara de Diputados de Francia en el sentido de que “La Cámara invite al Gobierno a decretar una exposición universal en París, para el año 1900”, a fin de cerrar dignamente el siglo xix dejando testimonio de las maravillas del genio de la Francia y de su influencia en la nueva etapa de la civilización, que se inauguraba con el nuevo siglo.106 Tanto los poderes nacionales como los de la ciudad de París se apres� taron a tomar las medidas necesarias para preparar la gran celebración, donde las artes, la ciencia y las actividades productivas presentarían los avances seculares en sus procedimientos, métodos y materiales, constitu� yendo, así, la síntesis del siglo xix, que al tiempo que proporcionaría las más preciosas enseñanzas atraería poderosamente la atención y curiosi� dad de los espectadores: educar divirtiendo. El proyecto parisino para una grandiosa exposición en 1900 tenía firmes bases: una infraestructura edilicia heredada de exposiciones pre� vias, que para esta ocasión se ampliaría desmesuradamente, y un sistema

  Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. xxiii, consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394. 106   “Propuesta de resolución presentada a la Cámara de Diputados el 2 de julio de 1892”, en Picard, Alfred, Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administratif et technique, París, Francia, Imprimerie nationale, 1902–1903, p. 7, consultado el 12 de enero de 2012, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.1. 105

112

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

probado y mejorado, de manera continua, para clasificar y arreglar la exhibición de los objetos. A pesar de la experiencia de los franceses en el terreno de la orga� nización de exposiciones universales, sistemáticamente documentada en extensos informes, el Comisario General de la exposición, como primer paso, sometió a una minuciosa revisión y a un detallado estudio el siste� ma de clasificación de los objetos que se pondría en práctica en 1900, toda vez que, desde su punto de vista, la clasificación ejercía una influencia capital en el éxito de la empresa, por tanto, nada exigía más atención que esa clasificación que constituía una de las bases esenciales del Reglamen� to General y del proyecto en su conjunto. El sistema clasificatorio debía ofrecer los objetos y los productos a la vista de los visitantes en un orden lógico, simple y preciso para facilitar, a la vez, la apreciación del mérito relativo de los expositores y el mayor impacto educativo en el público. Los trabajos para definir el sistema clasificatorio pusieron en eviden� cia que las diferentes ramas de la actividad artística, industrial o agrícola tenían innumerables puntos de contacto, se entrelazaban unas con otras, se mezclaban, se confundían. Entonces, sus objetos y productos no po� dían ser agrupados de manera puntual, porque ningún sistema clasifica� torio era capaz de establecer clases, ni grupos de objetos con un dominio perfectamente definido, pues los objetos poseen un carácter mixto que hacían incierta cualquier elección de una categoría para agruparlos. Los objetos podían ser apreciados por sus cualidades intrínsecas o por sus posibles usos, podían constituir el producto de una industria determina� da y, a la vez, la materia prima; por tanto, muchos de ellos eran suscepti� bles de cambiar de clase o de grupo dependiendo de sucesivos procesos de elaboración o manipulación. Así, tanto el público como los jurados calificadores difícilmente valorarían justamente sus cualidades si se los presentaba aislados de sus orígenes, de sus aplicaciones o de sus usos.107 Después de un atento examen de los modelos clasificatorios prece� dentes, elaborados tanto en Francia como en el extranjero, se optó por permanecer fieles a la tradición nacional, tomando como punto de par� tida la clasificación de 1889, pero procurando el perfeccionamiento del

  Picard, Alfred, Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administratif et technique, París, Francia, Imprimerie nationale, 1902–1903, pp. 47 y 48, consultado el 12 de enero de 2012, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.1. 107

113

escenarios distantes

sistema, con base en la experiencia, a fin de mantener la armonía entre la denominación de los grupos y las características más notables de los productos y objetos en ellos reunidos. A sabiendas de que el número casi inconmensurable de objetos exhibidos en una exposición superaba cualquier esfuerzo clasificatorio, los organizadores franceses ampliaron el sistema utilizado en 1889. La clasificación general de 1900 contempló 18 grupos en los que se distribuyeron 121 clases; englobó 1506 tipos de productos a los que se añadió una docena más de tipos de objetos de la exposición retrospectiva. Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos en la Exposition Universelle de Paris en 1900 Grupo

Descripción general de las clases

Núm. de clases

Educación de la infancia. Enseñanza prima� ria y de adultos. Enseñanza secundaria. En� I. Educación y enseñanza señanza superior e instituciones científicas. Enseñanzas especiales (artística, agrícola, industrial y comercial)

7

Pinturas y diseños. Grabados y litografía. Escultura y grabado en medallas y piedras finas. Arquitectura

4

Tipografía e impresiones diversas. Foto� grafía. Ediciones (musicales, periódicos y III. Instrumentos y pro� afiches). Cartas y aparatos de geografía y cedimientos generales de cosmografía. Topografía. Instrumentos de las letras, las ciencias y las precisión. Monedas y medalla. Medicina y artes cirugía. Instrumentos de música. Materiales para el arte teatral

8

IV. Materiales y procedi� Máquinas de vapor. Diversas máquinas mientos generales de la motrices. Aparatos diversos de la mecánica mecánica general. Máquinas–herramientas

4

Producción y utilización mecánica de la electricidad. Electroquímica. Iluminación eléctrica. Telegrafía y telefonía. Aplicacio� nes diversas de la electricidad

5

II. Obras de arte

V. Electricidad

114

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos en la Exposition Universelle de Paris en 1900 Grupo

Descripción general de las clases

Núm. de clases

Materiales y procedimientos de la inge� niería civil. Modelos, planos y diseños de trabajos públicos. Carrocerías, carros, auto� VI. Ingeniería civil. Me� móviles. Talabartería y guarniciones. Ma� dios de transporte terial para ferrocarriles, rieles y tranvías. Materiales para la navegación de comercio. Aerostática

7

Materiales y procedimientos de las explota� ciones rurales, de la viticultura y de las in� dustrias agrícolas. Agronomía. Estadísticas agrícolas. Productos agrícolas alimenticios de origen vegetal, de origen animal. Pro� ductos agrícolas no alimenticios. Insectos útiles y sus productos. Insectos perjudicia� les y vegetales parasitarios

8

Material y procedimientos de la horticultu� ra y de la arboricultura. Verduras. Árboles VIII. Horticultura y arbo� frutales y frutos. Árboles, arbustos, plantas ricultura y flores de ornato. Plantas de invernadero. Granos, semillas y plantas de la horticultu� ra y de viveros

6

Materiales, procedimientos y productos de las explotaciones y de las industrias fores� IX. Bosques, caza, pesca y tales. Armas de caza. Productos de la caza. pequeñas cosechas Equipos, instrumentos y productos de la pesca. Acuacultura. Equipos, instrumentos y productos para pequeñas cosechas

6

Material y procedimientos de las industrias alimentaria. Productos harinosos y sus de� rivados. Productos de la panadería y de la pastelería. Conservas de carnes, pescados, legumbres y frutos. Azúcares y productos de la confitería, condimentos y estimulan� tes. Vinos y vinos espirituosos. Siropes y licores, alcoholes industriales. Bebidas di� versas

8

VII. Agricultura

X. Alimentos

115

escenarios distantes

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos en la Exposition Universelle de Paris en 1900 Descripción general de las clases

Núm. de clases

Explotación de minas y canteras. Gran me� talurgia. Pequeña metalurgia

3

Decoración fija de edificios públicos y ha� bitaciones. Vitrales. Papeles pintados. Mue� bles baratos y de lujo. Tapices y otros tejidos XII. Decoración y mobilia� de mobiliario. Decoración móvil y obras de rio para edificios públicos tapicería. Cerámica. Cristales y vidriería. y habitaciones Aparatos y procedimientos de calefacción y de ventilación. Aparatos y procedimientos de iluminación no eléctrica

10

Material y procedimientos del hilado, del tejido, del blanqueamiento, tintura e im� presión de materias textiles, de la costura y fabricación de ropa. Hilados y tejidos de al� XIII. Hilados, tejidos y godón, de lino, de cáñamo, de lana, de seda. vestimentas Productos de la cordelería. Cuerdas. Enca� jes, bordados y pasamanería. Industrias de la confección y de la costura para hombres, mujeres y niños. Diversas industrias del vestido

11

XIV. Industria química

Artes químicas y farmacia. Fabricación de papel. Cueros y pieles. Perfumería. Manu� facturas de tabaco

5

XV. Industrias diversas

Papelería. Cubertería. Orfebrería. Joyería y bisutería. Relojería. Bronces, fundición, hierro forjado. Metales repujados. Cepillos, artículos de cuero, cestería. Industrias del caucho y del hule (material, procedimien� tos y productos. Objetos de viaje y de cam� pamento. Baratijas

9

Grupo XI. Minas y metalurgia

116

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos en la Exposition Universelle de Paris en 1900 Grupo

Descripción general de las clases

Núm. de clases

Aprendizaje. Protección de la infancia obre� ra. Remuneración del trabajo. Participa� ción de los beneficios. Grandes y pequeñas industrias. Asociaciones cooperativas de producción y de crédito. Sindicatos profe� sionales. Grande y pequeña cultura. Sindi� XVI. Economía social. Hi� catos agrícolas. Crédito agrícola. Seguridad giene y asistencia pública en los talleres. Reglamentación del trabajo. Habitaciones obreras. Sociedades coopera� tivas de consumo. Instituciones para el de� sarrollo intelectual y moral de los obreros. Instituciones de previsión social. Iniciativas públicas o privadas para el bienestar de los ciudadanos. Higiene. Asistencia pública

12

Procesos de colonización. Material colonial. Productos especiales destinados a la expor� tación en las colonias.

3

Armamento y material de artillería. Inge� niería militar y servicios de abastecimiento. XVIII. Ejércitos de tierra y Ingeniería marítima. Trabajos hidráulicos. mar Torpedos. Cartografía, hidrografía y sus instrumentos. Servicios administrativos. Higiene y material sanitario

6

XVII. Colonización

Fuente: Picard, Alfred (dir.), Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administrative et technique. Pieces annexes. Actes officiels, tableaux statistiques et financiers, i t., París, Francia, Imprime� rie Nationale, 1902–1903, pp. 52–56, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http:// cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.8 La Comisión Superior Francesa reunida en asamblea plenaria el 6 de julio de 1894 adoptó este sistema de clasificación, el cual fue aprobado definitivamente por decreto del 4 de agosto de 1894

En términos generales, se puede notar que este sistema de clasifica� ción expresó una jerarquización de la actividad humana, ya preconizada desde 1878, en la que se asignaba un primer lugar a los sistemas y proce� sos educativos y a la creación artística, seguido por las evidencias mate� riales del desarrollo científico y de las innovaciones tecnológicas, después

escenarios distantes

117

por las actividades productivas, para cerrar con los objetos de los grupos de economía social, colonización y armamentos, cuestiones insoslayables al final del siglo xix. Para lograr la representación del complejo fin de siglo y a diferencia de los certámenes previos, que incluían diferentes exposiciones especializadas para lograr una representación más acabada, el sistema clasificatorio de 1900 previno que cada grupo, y de ser posible cada clase de objetos, debía incluir exposiciones retrospectivas que expli� caran gráficamente los avances y los procesos de transformación de los objetos desde 1800. Este sistema reflejó una tendencia general al fraccionamiento de los grupos. Por ejemplo, se diferenciaron los productos de educación y en� señanza de los procedimientos de las ciencias, las artes y las letras, y se separaron la agricultura de la pesca y la recolección. Por otro lado, lo que en certámenes anteriores fueron clases, ahora figuraron en el rango de grupos. Es el caso del grupo V (Electricidad), que habiendo sido una clase en 1889, ameritó constituirse en un grupo, y no era para menos, al finalizar el siglo xix las aplicaciones de la electricidad —el ‘hada’ de la electricidad— a la industria, a las comunicaciones y a la vida cotidiana permitían vislumbrar posibilidades insospechadas. Del mismo modo se consagró un grupo a la producción bélica e igual sucedió con la industria química, que fue elevada a la categoría de grupo, a consecuencia de la creciente importancia que adquiría este sector en la economía y, posible� mente, para lucimiento de la nación anfitriona, destacada en este ámbito. La intención de representar en los recintos expositivos la evolución de las necesidades del ser humano, de la industria y de sus posibles so� luciones técnicas, llevó a la aparición de nuevos grupos de objetos. Los problemas sociales, anteriormente tematizados en exposiciones especia� lizadas anexas a la gran exposición, emergieron como nuevos campos semánticos susceptibles de representación en grupos de objetos. La cues� tión social, que había sido abordada en exposiciones especializadas des� de 1855, y que en algunas exposiciones llegó a constituir hasta dieciséis clases repartidas en diferentes grupos, ahora se representó en un grupo notablemente extenso, abarcó doce clases de objetos, acusando la influen� cia del asociacionismo. Por otro lado, un nuevo grupo fue consagrado a los procesos de colonización, a sus efectos morales y materiales; su inclu� sión, al decir de los organizadores, se hacía por dos razones: por la nece� sidad de expansión colonial que experimentaban todos los pueblos civi� lizados y por el importante papel que las colonias tenían para el porvenir

118

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

de las naciones colonizadoras; huelga decir que, desde esta perspectiva, el sometimiento de los pueblos y la explotación de sus recursos, en aras de la civilización, aparecía como un hecho natural y reafirmaba la misión civilizatoria de Occidente, que aquí podía exhibir, además, su preocupa� ción por el destino de los pueblos colonizados sin voces discordantes que cuestionaran los efectos negativos de los procesos de colonización. Esta somera revisión de los sistemas de clasificación sobre los que se montaban las exposiciones universales nos muestran las rápidas y cons� tantes transformaciones que tuvieron lugar en la segunda mitad del si� glo xix. Nada permaneció inmutable: los descubrimientos de la ciencia, los fenómenos económicos, las relaciones internacionales y otros varios fenómenos ejercían su influencia en una cambiante y compleja realidad mundial. Y los sistemas de clasificación, en cada edición, debían respon� der a la situación del momento, traducirla y reflejarla en un orden lógico dividido en clases, en el que cada clase encarnaba una cierta información que determinaba un carácter común a varios objetos. En ese orden lógico subyacía un propósito: jerarquizar los objetos expuestos y lo que ellos representaban, las comunidades nacionales que los producían. Los sistemas de clasificación funcionaron como un recurso para veri� ficar la posesión o capacidad de producción de los artefactos de la moder� nidad entre los pueblos a lo largo y a lo ancho del mundo; estandarizaron nomenclaturas y unidades de medición que sirvieron para crear equiva� lencias y conexiones entre realidades sociales distantes y heterogéneas. Los grupos y las clases de objetos aparecieron como una lista orde� nada de elementos pertenecientes al mismo conjunto, definido como pro� greso cultural y material de la sociedad, que por su diversidad precisaba una catalogación para facilitar su identificación. Entonces, las comuni� dades nacionales participantes en esos grandes eventos procuraban reu� nir el mayor número de objetos posibles, registrados en esos sistemas de clasificación, aunque no todas lograban ese propósito, pues las naciones concurrentes no necesariamente participaban con sus objetos y productos en todos los grupos y clases. Convertidos en escaparates en los que se reunían los artefactos y ob� jetos que representaban el progreso científico y técnico, en los recintos expositivos de la segunda mitad del siglo xix se desplegó una intención enciclopédica, ya que en cada edición se intentaba mostrar una sínte� sis completa de la época. Este propósito enciclopédico, compartido por los grandes organizadores de las exposiciones universales, se expresó,

escenarios distantes

119

de manera general, en dos tendencias expositivas: la anglosajona, en la que predominaba una vocación pedagógica, utilitaria y experimental, en las que se utilizaron abundantes métodos explicativos sobre el funciona� miento de las máquinas o nuevos procedimientos técnicos; y la francesa, que saltó a la palestra internacional en 1855, incorporando a la exposición de productos industriales, la producción artística, revelando con ello su inclinación por la espectacularidad, la suntuosidad, la singularidad y ra� reza de las piezas, así como por el valor intrínseco tanto de las colecciones como de las instalaciones. En las ediciones francesas, el progreso se redu� cía a un espectáculo que no necesitaba mayor explicación.108 Sin embargo, ambas tendencias expositivas estaban firmemente co� nectadas, la anglosajona, de hecho, fue incapaz de perpetuarse y lenta� mente fue incorporando elementos de espectacularidad para atraer a la gran masa de visitantes. A la larga se impuso la tendencia gala: en los años ochenta del siglo xix se constata un considerable incremento en las instalaciones dedicadas al ocio y la diversión de los visitantes en las ex� posiciones universales; la de Chicago en 1893 montó una espectacular pa� rafernalia109 y definitivamente triunfó en la exposición parisina de 1900, en la que se registró un afortunado balance entre contenidos educativos y entretenimiento. Todas las exposiciones buscaron funcionar como es� cuelas de aprendizaje de la civilización industrial y, para mantener la atención del gran público, incorporaron formas de presentar lúdicamente los contenidos educativos que crearan la sensación de que todo lo impor� tante —geografía, cultura, historia, artes, economía…— estaba en ellas contenido sin menoscabo del espectáculo, al tiempo que imponían una forma paradigmática de percibir el mundo, sus procesos y sus objetos. De acuerdo con M. Rebérioux, el análisis e interpretación del fenó� meno que representaron las exposiciones universales no se puede propo� ner de manera aislada, como una mónada, como un objeto en sí mismo, sino que se les debe explorar como puntos de confluencia de una coyun�

108   Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de Can� tabria, 2009, pp. 8–10, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle. net/10803/10660. 109   Bassignana, P. L., Le feste popolari del capitalismo: esposizioni d'industria e coscienza nazionale in Europa (1798–1911), Torino, Italia, Umberto Allemandi, 1997, pp. 55–62.

120

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tura específica, formando parte de una serie de eventos.110 Las que se cele� braron en la segunda mitad del siglo xix compartieron como característica más visible, el que no fueron reguladas ni organizadas por organismos internacionales, por lo tanto, su frecuencia, localización y duración fue� ron imprevisibles111 y dependieron de la voluntad, los recursos y la capa� cidad organizativa de los países anfitriones; además, coincidieron en la pretensión de reunir, en cada edición, objetos naturales y culturales que representaran la totalidad de las actividades humanas, esta aspiración permitió el concurso de lo bello, lo útil, lo raro, lo viejo, lo nuevo…; y, finalmente, se desarrollaron en una época marcada por la fe en el progre� so, en la capacidad creadora del género humano para dar solución a los problemas sociales que obstaculizaban la convivencia armónica de toda la humanidad. De la larga serie de exposiciones universales que inició desde 1851, aquí me interesa constituir una serie sólo con las que se celebraron en la segunda mitad del siglo xix a las que México concurrió con sus objetos y productos para construir una imagen de prosperidad, de estabilidad, de adhesión a los principios de la modernidad y del progreso; éstas se distinguieron por la progresiva intención de publicitar la imagen de la nación mexicana como contenedora de grandes posibilidades económi� cas para la inversión y la colonización extranjera. Los datos disponibles confirman la presencia de México en Londres, 1851; en París, 1855, 1867, 1889 y 1900; en Filadelfia, 1876; Nueva Orleans, 1884 y Chicago, 1893. En esta disertación abordaré aquéllas que ejercieron una mayor influencia en la definición de la forma como la nación mexicana se presentó en los escenarios globales, imponiendo referentes culturales y estrategias orga� nizativas que impactaron sus ámbitos regionales por muy dispersos y heterogéneos que éstos fueran en el complejo siglo xix mexicano.

110   Rebérioux, Madeleine, “Au tournant des expos: 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre– diciembre de 1989, pp. 3–14. 111   En 1888, coincidió la realización de exposiciones universales en Barcelona, Bruselas y Melbourne, mientras que la Exposición de Nueva Orleans se mantuvo abierta durante casi tres años. Véase Schroeder–Gudehus, B. y Rasmussen, A., Les fastes du progrès: le guide des expositions universelles (1851–1992), París, Flammarion, 1992, p. 238.

la puesta en escena de la nación mexicana

La vinculación entre la idea de nación y la territorialidad, que distin� gue a la moderna construcción de las comunidades nacionales en Hispa� noamérica, se fundó sobre la acción de los habitantes de esos territorios que, a lo largo de su historia, le otorgaron densidad simbólica a su es� pacio geográfico y político, destacando sus características y exaltando la riqueza y la fertilidad como cualidades de su territorio. El discurso que enunciaba a la nación se fundó sobre los atributos físicos del espacio geográfico de tal forma que productos y objetos se con� virtieron en distintivos propios de los territorios y se instalaron como elementos de identidad nacional,1 en una suerte de iconización, ya que determinados productos se volvieron representativos de las naciones his� panoamericanas en formación, sirviendo de carta de presentación ante las comunidades del orbe. La naturaleza de los territorios americanos, celosamente guardada por el aislamiento que impuso el riguroso control de la administración colonial española, fue redescubierta a partir de los primeros años del si� glo xix por naturalistas, viajeros y cronistas extranjeros, que compusieron una imagen de ellos —impregnada de una perspectiva neocolonial— a partir de la abundancia de sus recursos naturales y de la alteridad cul� tural que revelaban sus vestigios arqueológicos, paisajes exuberantes y exóticos, flora y fauna, escenas cotidianas, ciudades y pueblos, ruinas y

1   Por citar sólo un caso: la intensa actividad económica en torno al palo de Brasil tuvo como efecto inmediato la adopción del nombre de Brasil para las tierras descubiertas y ocupadas por los portugueses en la parte sur del continente americano. Una interesante reflexión la brinda Murilo de Carvalho, José, “Brasil, Brazil: sueños y frustraciones”, en José Carlos Chiaramonte, Carlos Ma� richal y Aimer Granados (comps.), Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, Buenos Aires, Argentina, Sudamericana, 2008, pp. 17–40.

122

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

testimonios del pasado fueron capturados, sobre la marcha, por su mi� rada y plasmados en dibujos, pinturas, grabados y relatos de viajes que destacaron la riqueza y diversidad de recursos naturales y humanos.2 Aunque la mirada de los extranjeros, principalmente europeos, que recorrieron las antiguas posesiones españolas en América, sirvió al uso representativo de determinados productos y objetos del territorio, la exaltación de la abundancia de recursos naturales fue un tópico recurren� te en el discurso oficial de las emergentes naciones hispanoamericanas: sus emblemas, escudos y símbolos nacionales incorporaron, en diferentes momentos, alegorías de la abundancia, para referirse a ventajosas con� diciones materiales que garantizaban las posibilidades de explotación productiva en sus territorios. La capacidad evocadora de los objetos y productos del suelo americano, como fragmentos de una naturaleza exu� berante y pródiga, se articuló en torno a su utilidad económica. En este sentido, México no se diferenció de la mayoría de las repú� blicas que surgieron en América durante el siglo xix, su territorio fue presentado como una tierra de promisión. La idealización del territorio mexicano, basada en el recuento de sus ricos y abundantes recursos, es� pecialmente agrícolas y minerales, estaba en concordancia con los princi� pios fisiocráticos que entonces circulaban: el mundo físico y sus recursos eran la base de la riqueza, el capital podía ayudar a explotarla y el trabajo a extraerla, pero sólo la naturaleza la creaba.3 Las descripciones que enfa� tizaban el alto rendimiento de las tierras mexicanas, la diversidad de sus productos y la abundancia de sus recursos minerales sólo confirman cómo las ideas fisiocráticas influyeron en la representación que se construyó del territorio mexicano después de su independencia política de España. En los dos primeros tercios del siglo xix, las elites mexicanas cultiva� ron la idea de un territorio nacional pródigo en recursos naturales, para consumo interno y externo, cuyos productos podían asegurarle un lu� gar destacado en el orden económico internacional como exportador de productos agrícolas y minerales. En un contexto nacional lastrado por la

  Mongne, Pascal, “Imaginaire et réalité: l'imagerie du Mexique durant la première moitié du Siècle”, en Michel Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Toulouse, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp. 97–124. 3   Weiner, Richard “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”, Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, pp. 73–75. 2

xixe

la puesta en escena de la nación mexicana

123

bancarrota del erario público, por las amenazas externas y por la inesta� bilidad política provocada por los movimientos separatistas y los golpes militares, no podía ser de otro modo, la actividad industrial presentaba signos de máxima debilidad y paralización económica. La expansión de la actividad industrial se notaba, principalmente, en el ramo textil en un espacio geográfico claramente delimitado, el centro– oriente del territorio nacional, en el cual estaban comprendidos los estados de Puebla y de México,4 identificados desde los aztecas como el corazón de la nación. La multiplicación de establecimientos fabriles en los años posteriores a la década de 1840 —después de la inauguración, en 1835, en territorios aledaños a la ciudad de Puebla de la primera fábrica textil me� canizada—5 no alcanzó a desdibujar la impresión de que las actividades de la industria textil se desarrollaban sobre la base de la industria domici� liaria practicada en el medio urbano y rural. Para los observadores exter� nos, obsesionados por los recursos minerales,6 la industria y sus productos aparecen muy lejos de identificarse con el territorio mexicano.7 Así, sólo los productos y objetos que habían destacado en la economía novohispa� na permanecían como representativos del país. Por abundantes, la plata y sus míticos recursos minerales eran un sinónimo del territorio mexicano. A mediados del siglo xix, México, como nación, sobrevivía penosa� mente ante los innumerables retos que le planteaba la situación externa e interna: la derrota ante los Estados Unidos y la consiguiente pérdida de territorio, los levantamientos indígenas que sucedieron a la guerra,

  En 1843, el 64 % de las empresas textiles se localizaban en los estados de México y Puebla. Esa situación se modificó lentamente: en 1843, las fábricas textiles se concentraban en ocho es� tados del país, para 1879 casi todos los estados contaban con una, por lo menos. Véase Gó� mez Galvarriato, Aurora, “Fragilidad institucional y subdesarrollo: la industria textil mexi� cana en el siglo xix”, en La industria textil mexicana, México, Instituto Mora, 1999, pp. 142–182. 5   Propiedad de Estevan de Antuñano, se denominó La Constancia Mexicana. 6   Entre 1861 y 1862 Charles Lemprière presentó una lista sobre las producciones del estado de Puebla, destacando en primer lugar la posibilidad de explotación de minas, cuando hasta la fecha se sabe que el territorio poblano no se distingue por su producción minera, y sólo menciona al final la existencia de numerosas fábricas de algodón. Véase Lemprière, Charles, Notes in Mexico in 1861 and 1862, Londres, Gran Bretaña, 1862, pp. 154–156. 7   Los principales tópicos de interés presentes en los relatos de viajes de esos años son dos: las ri� quezas naturales y el redescubrimiento de las civilizaciones prehispánicas, cuyos vestigios arqueo� lógicos aparecen abandonados en medio de una naturaleza indómita. Sanchez Guillermo, Evelyne, “L'industrie mexicaine vue par les voyageurs européens du xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Lau� rent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Toulouse, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp. 207–222. 4

124

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

el fracaso de los esfuerzos conciliadores de los liberales moderados, la debilidad de un aparato productivo, concentrado en actividades agríco� las y extractivas, disperso y sin vías de comunicación y un balbuceante desarrollo de la industria. Pero los problemas por los que atravesaba la joven república no cambiaron la impresión de que su suelo era productor de materias primas y asiento de antiguas civilizaciones; en el exterior se le conocía como una tierra pletórica en recursos naturales y en vestigios arqueológicos, esas particularidades ante los ojos de los extranjeros eran las que identificaban al país. Sobre esos referentes, las generaciones pos� teriores a la independencia política de España sustentaron, histórica e ideológicamente, un proyecto de nación. La próspera imagen del territorio nacional Desde finales del siglo xv aparecieron y circularon las primeras imá� genes de las tierras americanas, de sus habitantes y de los objetos que le eran propios, las cuales se difundieron en Europa, contribuyendo al lento conocimiento del Nuevo Mundo. La idea de la exuberante riqueza de re� cursos naturales en México surgió desde los primeros años del dominio colonial, reseñada generosamente por conquistadores, cronistas y evan� gelizadores8 en relaciones, cartas e informes. El rendimiento económico en beneficio de la corona española parecía confirmarla. Se pueden citar las opiniones de los cronistas de Indias, como la de Pedro Mártir de An� glería quien subrayaba la abundancia y la riqueza existentes en las tierras novohispanas, particularmente la “inmensa [cantidad de] cuadrúpedos [y la fertilidad de los suelos, tan notable que] el trigo aumenta inmensa� mente como dicen que ha dado ciento por uno, y alguna vez más, donde se tiene cuidado de sembrarlo en los collados o en las lomas de las mon� tañas […] también prosperan las vides en las mismas partes […]”.9 El cro� nista Antonio de Solís, por su parte, al tomar en cuenta el tamaño de las canoas hechas con sólo un tronco de árbol, concluía: “tal es la corpulencia de aquellos árboles y tal la fecundidad de la tierra que los produce”.10 8   Véanse desde las Cartas de Relación de Hernán Cortés o las Crónicas de la Conquista de Bernal Díaz del Castillo o de Antonio Solís. 9   Mártir Anglería, Pedro, Décadas del Nuevo Mundo, México, Porrúa, 1964, p. 2: 364. 10   Solís, Antonio de, Historia de la conquista de México, población y progresos de América septentrio-

la puesta en escena de la nación mexicana

125

A pesar de sus recurrentes períodos de crisis, la capacidad de recupe� ración económica sustentada en sus recursos naturales convirtió a la Nue� va España en la posesión más preciada de la corona española. Después de más de dos siglos y medio de una constante explotación de sus recursos, con la imposición de las reformas borbónicas de por medio, los territo� rios novohispanos todavía alcanzarían su mayor florecimiento: los reales de minas de Guanajuato, Zacatecas y Parral lograron sus más elevados índices de producción, inundando de plata al mundo, mientras las indus� trias textil y vitivinícola se desarrollaban a pesar de leyes prohibitivas. Sin embargo, para los novohispanos de la segunda mitad del siglo xviii, la toma de conciencia sobre la calidad y potencialidad de su territo� rio, pródigo en recursos, no resultó únicamente de su eficiencia producti� va, más bien se estructuró a partir de la airada respuesta a las observacio� nes que hicieran Buffon,11 De Paw, Raynal y Robertson, en el sentido de que la vida en América “nació tarde y no tuvo jamás la misma fuerza y potencia activa que las regiones septentrionales” por lo que los territorios americanos eran “malsanos”, por su inmadurez evolutiva, sobre los que tenía asiento una “naturaleza corrompida”, que no sólo producía espe� cies pequeñas y débiles, sino que degeneraba a las que se le trasplantaran. Los argumentos de defensa de los criollos,12 contra lo que consideraron calumniosas apreciaciones, exaltaron las cualidades de hombres y tierras americanas, abriendo la puerta a un desmedido optimismo sobre la ri� queza del territorio, que se fundaba, además, en la certidumbre de que faltaba explotar abundantes recursos naturales de los que todavía no se tenía noticia, en el enorme e inexplorado territorio de la Nueva España. En este ambiente, se comprenderá la favorable recepción que tuvie� ron los trabajos de Humboldt, quien vio a la “geografía de la Nueva Es� nal, conocida por el nombre de Nueva España, México, Miguel Ángel Porrúa, 1988, p. 35. 11   Sus conclusiones se hacían extensivas a la población: incluso los colonos europeos, al esta� blecerse en América, sufrían la inevitable degradación orgánica proveniente de la atmósfera y pre� cisamente esta tesis —la degeneración de los europeos en América— fue la que provocó no sólo la reacción apologética de los criollos, sino también la indignación de la elite ilustrada. Buffon, Georges–Louis, Las épocas de la naturaleza, Madrid, Alianza, 1997, citado en Castro Gómez, Santiago, La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750–1816), Bogotá, Colombia, Editorial Pontificia, Universidad Javeriana, 2005, pp. 273–291. 12   Dos ejemplos de la argumentación de los criollos americanos se pueden encontrar en Clavi� jero, Francisco Javier, Historia antigua de México, iii t., México, Porrúa, 1958; y en Velasco, Juan de, Historia del Reino de Quito en la América Meridional escrita por el Presbítero Don Juan de Velasco, nativo del mismo Reino, i v., Quito, Ecuador, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 1998.

126

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

paña benévola, rica, más que propicia para el desarrollo de una nación ilustrada y fuerte. A partir de entonces, México fue ‘el cuerno de la abun� dancia’, y su capital ‘la ciudad de los palacios’”. Su Ensayo político se con� virtió en una de las obras extranjeras más leídas, comentadas y citadas en México, y gozó de una casi exclusiva autoridad en lo que a la geografía y a la economía del país tocaba. Su perspectiva, construida a la vista de las regiones que exploró y describió, alimentó la inmensa fe en el medio geográfico mexicano como eficaz fuente de riqueza.13 En buena medida, la percepción de México como fuente de abasteci� miento de materias primas fue construida por los extranjeros, la mirada ajena ha sido el origen y sustento de la idea sobre la riqueza legendaria de México.14 Esa percepción dio motivo de reflexión a pensadores liberales y conservadores en la primera mitad del siglo xix mexicano, que se inte� resaron por desentrañar las beneficiosas relaciones entre los recursos del espacio físico y el desarrollo de la comunidad nacional, y, para ello, par� tieron de la revisión de los datos geográficos y estadísticos de Humboldt y su amable visión sobre la opulencia mexicana. La obra del economista Tadeo Ortiz (1832)15 enfatizó la riqueza agrí� cola de México, la fertilidad de su suelo y la abundancia de sus recursos naturales. Por su parte, Mora apuntó que “México después de 1804 ha sufrido cambios de mucho tamaño que han causado una variación total en su fisonomía”,16 por lo que la descripción de Humboldt ya no bastaba para conocer al país, pero no contradijo la idea de la riqueza natural de su territorio, como tampoco la contradijo Lucas Alamán, quien se lamentaba de la terrible situación que sufría el país por sus continuas revoluciones, centrando su esperanza en que las nuevas generaciones aprendieran del pasado, viendo “por qué medios se desvanecen las más lisonjeras espe� ranzas, y cómo los errores de los hombres pueden hacer inútiles los más

13   Salmerón Sanginés, Pedro, “El mito de la riqueza de México. Variaciones sobre un tema de Cosío Villegas”, Estudios de historia moderna y contemporánea de México, v. 26, documento 315, 2003, pp. 127–152, consultado el 2 de septiembre de 2011, disponible en http://www.iih.unam.mx/mo� derna/ehmc/ehmc26/315.html. 14   Cosío Villegas, Daniel, “La riqueza legendaria de México”, en Extremos de América, México, Tezontle, 1949, pp. 94 y 95. 15   Ortiz, Tadeo, México considerado como nación independiente y libre, Guadalajara, México, Edicio� nes itg, 1952, pp. 2: 7–51. 16   Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, México, Fondo de Cultura Económica e Insti� tuto Cultural Helénico, 1985, 1: páginas introductorias.

la puesta en escena de la nación mexicana

127

bellos presentes de la naturaleza”,17 y corrigieran el rumbo. A pesar de la inestabilidad política de esos años, que bien permitía poner en duda un futuro promisorio para la joven república, la idea de la riqueza poten� cial del territorio mexicano por la abundancia de sus recursos naturales, fundada en la obra humboldtiana, se mantuvo intacta y ejerció una pro� longada influencia entre las elites culturales y políticas, no solamente al interior del país, sino también más allá de sus fronteras. El Estado mexicano decimonónico, obligado a procurarse un lugar en el concierto de las naciones civilizadas, explotó los referentes de la cultura occidental18 y los postulados económicos19 que en ese momento circulaban, los adoptó y adaptó a las características del país, para argu� mentar que contaba con los atributos necesarios para marchar, con dere� cho propio, por la senda del progreso. Para destacar la prosperidad del territorio nacional, la abundancia y variedad de sus recursos naturales, se instrumentaron medidas para fortalecer el aparato productivo y la ima� gen de la nación en el contexto global. Esas medidas empezaron a tomar forma a partir de 1840, con la creación de un conjunto de instituciones destinadas a fomentar la industria y la agricultura.20 Sobre la organización administrativa de las actividades de fomento económico, se pueden hacer dos consideraciones. Primera, no se distin� guió claramente entre las funciones y la administración del fomento mer� cantil, industrial, minero y agrícola. Segunda, se basó en la coordinación de dos tipos de estructuras: una consultiva y otra ejecutiva. Es decir, se trató de una organización de la administración del fomento basada en la acción compartida entre los grupos con intereses directos, en los ramos

  Alamán, Lucas, Historia de México, México, Jus, 1990, p. 1: 8.   La identificación de la forma del territorio mexicano con la alegoría de la abundancia, propia de la cultura occidental, en México fue adoptada desde finales del siglo xviii y ha permanecido hasta nuestros días. Véase García Rojas, Irma Beatriz, “El cuerno de la abundancia: mito e identidad en el discurso sobre el territorio y la nación mexicanos”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 1, 2005, consultado el 15 de mayo de 2011, disponible en http://www.hisal.org/index.php?journal= revue&page=article&op=viewFile&path%5B%5D=2005–9&path%5B%5D=31. 19   La asociación de la abundancia de recursos naturales con la riqueza de una nación se alineaba con el pensamiento fisiocrático en boga. Véase Weiner, Richard, “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”, Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, pp. 68–93. 20   En 1841 se creó una Dirección General de la Industria Nacional, las Juntas de Fomento a la Agricultura en 1843 y en diciembre de 1846 la Dirección de Colonización e Industria, y cesaron las funciones la Dirección General de la Industria Nacional. 17 18

128

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en cuestión, y la autoridad gubernamental.21 En ese contexto, la Dirección General de la Industria Nacional y las Juntas de Fomento fueron institu� ciones diseñadas como cuerpos consultivos e informativos más que eje� cutivos. Este modelo de estructura administrativa “consultiva” fue mo� dificado cuando, en 1853, se creó el Ministerio de Fomento, cuya labor se vio obstaculizada por las agitaciones políticas de la época. Este primer Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio concentró la administración del conjunto de asuntos económicos no hacendarios, has� ta entonces a cargo de los ministerios de Relaciones, Justicia y Hacienda, tales como: obras públicas, colonización y terrenos baldíos, asuntos de fomento directo e indirecto de todos los ramos industriales, formación de la estadística general,22 entre otros. Los alcances y el funcionamiento del Ministerio quedaron sancio� nados en el marco normativo de la constitución federal de 1857, cuando se institucionalizó la república federal. En sus proyectos e informes, los funcionarios republicanos reafirmaron la imagen de prosperidad del te� rritorio mexicano; sin apartarse de esa convicción, en 1857, el Ministerio de Fomento se planteó el aprovechamiento de los inmensos bienes nacio� nales, de su ventajosa posición geográfica, de la fertilidad de sus campi� ñas, de la exuberancia de sus frutos. […] en una palabra, de los fecundos gérmenes de prosperidad con que pluguiese a la Divina Providencia dotarla, [no sin dejar de reconocer que] esta desgraciada república, por sus convulsiones políticas y por la falta de patriotismo de muchos de sus ricos habitantes, se ha quedado atrás, pues las acciones que […] hacen la felicidad de los pueblos que quieren ade� lantar, marchando con la civilización y aprovechando las conquistas de la ciencia y de la industria.23

21   Decreto orgánico para el arreglo de la industria agrícola y fabril de la República, de Nicolás Bravo, Presidente sustituto de la República, México, 2 de diciembre de 1842. 22   Decreto de Antonio López de Santa Ana de creación de cinco secretarías de estado para la administración de las funciones de gobierno, México, 22 de abril de 1853, citado en Zuleta, Ma� ría Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910). La invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciembre de 2000, con� sultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_ arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso. 23   Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al

la puesta en escena de la nación mexicana

129

Resultaba de imposible realización porque […] muchos han cooperado para hacer interminable la inestabilidad y el egoísmo, […] los hombres acaudalados, no me cansaré de repetirlo, con excepciones rarísimas, se han encerrado en un egoísmo criminal, con pretextos especiosos que tienden a barnizar su falta de patriotismo; en este país no se despierta aún el espíritu de empresa y no se sabe más que hacer el agiotaje, eso sí, en muy grande escala.24

Las aspiraciones de hacer germinar, con trabajo y dedicación, los abundantes recursos naturales quedaron postergadas ante los sucesivos conflictos armados: guerras de reforma y de intervención. De tal manera que, la creación de una instancia gubernamental dedicada exclusivamen� te a la promoción, fomento y ejecución de obras que, positivamente y de una manera muy directa, alentaran la prosperidad nacional, era una exigencia para la república mexicana, reconocida por sus habitantes y por todos los gobiernos, cualquiera que fuera su orientación y su sistema. Durante el breve período imperial, la atención a los asuntos relativos al fomento de las actividades productivas se planteó a partir del estudio de la geografía nacional y del detallado recuento de sus recursos naturales. Luis Robles Pezuela, ministro de fomento expuso que el extenso territo� rio mexicano comprendía terrenos inmensos, “ricos por lo general en los tres reinos de la naturaleza, que al sur se localizaban ríos navegables que convidan a establecer una fácil comunicación interoceánica”, y que, en lo general, estaba “ampliamente dotado por la naturaleza de una inmensa variedad de climas”, por lo cual sólo faltaba […] la voluntad para hacer de nuestro territorio el país más rico del mun� do, [cuando] el completo restablecimiento de la paz, base de la prosperidad pública, [para que] el Gobierno pueda aumentar sus rentas, y con ellas en� sanchar los límites de su acción, para llenar los deseos de Vuestra Majestad, que tan generosamente protege todo lo que tiende a engrandecer el país.25

soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 19. 24   Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, pp. 1: 20–23. 25   Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento… De los

130

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Sin embargo, el efímero Segundo Imperio Mexicano no se consolidó y la paz, base de la prosperidad pública, no se materializó durante esos años. Aun así, los funcionarios imperiales de diferentes instancias guber� namentales, sus organismos y comisiones científicas y exploradoras al� canzaron a ejecutar trabajos de reconocimiento del territorio que mante� nían bajo su control político y militar: las regiones que bordeaban la ruta que iba del puerto de Veracruz a México y las aledañas a las principales ciudades del altiplano central. Los resultados de esos trabajos, alineados a la perspectiva humboldtiana, sirvieron de base para alimentar la idea de que los recursos naturales del país, por su abundancia y variedad, eran potenciales fuentes de riqueza. En ellos, las cualidades del terreno, la naturaleza de los habitantes, la flora y la fauna, tan poco conocidos en ese entonces, fueron valoradas ventajosamente para su aprovechamien� to económico después de proceder al reconocimiento y estudio de las particularidades regionales, como en el caso de los trabajos científicos emprendidos sobre el paraje de Metlaltoyuca. Como ejemplo del proceder de las autoridades del Segundo Imperio, se pueden citar los fecundos y útiles resultados, geográficos y arqueoló� gicos, obtenidos del trabajo exploratorio de la Comisión Científica del Valle en la expedición a Metlaltoyuca, motivado por las comunicaciones de los prefectos políticos de Tlaxcala y de Huauchinango, en los que ma� nifestaban que cerca de esa localidad se encontraban terrenos baldíos de feracidad prodigiosa, cubiertos de bosques inmensos de preciosas made� ras, y en cuyo centro se ubicaban las ruinas de una ciudad con monumen� tos, ídolos y otros objetos que probaban su antiguo origen. Estas noticias fueron comprobadas por comunicaciones subsecuentes, en virtud de las cuales se dio orden al ingeniero Ramón Almaraz, jefe de la Comisión Científica del Valle, para que en unión de los señores Antonio García y Cubas y Guillermo Hay,26 que manifestaron ardientes deseos de hacer

trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866. 26   Por otra parte, estos trabajos sirvieron para alentar el desarrollo de trayectorias profesionales ligadas a la exploración y a la labor científica. Menos conocido que García Cubas, Guillermo Hay, a partir de aquí, labró su prestigio como hombre de ciencia y se destacó por su interés en la inves� tigación y en el desarrollo de la técnica, lo cual le valió para que el gobierno del estado de Puebla lo designará como el primer director de la Escuela de Artes y Oficios del Estado en 1885, cargo que dejó en 1886 al obtener el privilegio exclusivo para explotar un nuevo método de beneficio de las sales contenidas en los tequesquites y en las aguas de los lagos salados y para blanquear la sal amarilla que se cosechaba en las inmediaciones del Lago de Texcoco. Véase Herrera Feria, María de

la puesta en escena de la nación mexicana

131

parte de la expedición, marcharan a los lugares indicados a practicar los reconocimientos y estudios necesarios, a fin de producir un informe cir� cunstanciado acompañado de los planos, vistas y demás trabajos científi� cos que ilustraran tan importante descubrimiento.27 El 15 de julio de 1865 la comisión marchó a Huauchinango para re� conocer el camino de Tulancingo a Tuxpan, tocando a Huauchinango, y establecer contacto con las autoridades locales, en concreto con el señor subprefecto del distrito de Huauchinango, Juan B. Campo, a fin de exa� minar los terrenos baldíos y levantar un croquis de estos terrenos, procu� rando obtener el mayor número de noticias, con objeto de dar una idea de su situación y superficie. Se proyectó la elaboración de una descripción de la topografía y clima, de las producciones y demás circunstancias de dichos terrenos, para saber si éstos se podían dedicar con ventaja a la co� lonización; levantar un plano de las ruinas de la antigua ciudad y hacer una minuciosa descripción; sacar, además, algunas vistas de ellas y de los objetos más notables, para lo cual fue de utilidad la buena voluntad del señor Hay que fue incorporado a la comisión y puso a disposición de ella sus conocimientos y útiles fotográficos.28 La limitada territorialidad que mantuvo el Segundo Imperio Mexi� cano derivó en una visión fragmentaria de la realidad mexicana, desde el Ministerio de Fomento, sus acuciosos funcionarios inventariaron los recursos que sirvieran al desarrollo económico del país: yacimientos mi� neros y establecimientos industriales ubicados, principalmente, en la porción central de México. Los datos, las cifras y los informes que presentaron tanto las comisio� nes mexicanas como los estudios de la Comission Scientifique du Mexi� que se organizaron bajo una nueva racionalidad, que permitía reconocer con mayor claridad los recursos naturales y su utilidad económica. Los

Lourdes, La educación técnica en Puebla durante el Porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla, México, SIZA–Conacyt, Secretaría de Educación Pública, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2002, pp. 17 y 27. 27   Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento… De los trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866. 28   Robles Pezuela, Luis, “Memoria acerca de los terrenos de Metlaltoyuca, presentada al Minis� terio de Fomento por la Comisión exploradora presidida por el ingeniero Ramón Almaraz, docu� mento n. 10”, en Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de Fomento… De los trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866, pp. 213–238.

132

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estudios de la Comission Scientifique du Mexique, instituida por un de� creto imperial el 27 de febrero de 1864 bajo el cuidado del Ministerio de Instrucción Pública de Francia, abarcaron diversos aspectos de la reali� dad mexicana: zoología, botánica, geografía, lingüística y arqueología.29 Su visión tuvo un impacto de larga duración entre las elites políticas y culturales por la amplia difusión de sus resultados, los cuales continua� ron publicándose hasta 1909. Vencido el “usurpador que quiso aclimatar un sistema exótico, aquí, en la tierra clásica de la democracia”, los liberales consideraron que era menester crear todo nuevo, desde el principio, para organizar todos los ramos de la administración pública, desde sus instalaciones hasta sus em� pleados; restauraron el sistema republicano, combatido largo tiempo por reveses y adversidades y reinstalaron, en julio de 1867, el Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio que había dejado de fun� cionar durante el período imperial.30 La guerra contra el invasor extranjero había afectado hondamente las actividades productivas. El comercio, la agricultura y la industria resintieron la falta de obras de mejoramiento material y de apoyos del go� bierno, que se había visto obligado a grandes economías y a destinar sus escasos fondos a la defensa de la patria. Una vez ganado con las armas el derecho a existir como nación, los liberales pasaron a ocuparse de la crea� ción de un marco jurídico que delimitara, de manera uniforme, la esfera pública de la privada en el terreno de la economía, pues era fundamental diseñar la plataforma que sirviera para la “carrera del progreso”. Inspi� rados en la certeza de la abundancia de recursos naturales, a partir de la década de 1870 se planteó la política de fomento del progreso material como un fin prioritario de la acción gubernativa de la federación. Bajo esta lógica, ligada al ascenso de Porfirio Díaz al poder en 1876 y el advenimiento de la paz, se retomaron los objetivos económicos que no se habían logrado concretar en los gobiernos presididos por Juárez y Ler� do. La consolidación de las instituciones nacionales y la normalización de

29   Le Goff, Armelle y Prevost Urkidi, Nadia, Commission de l'exploration scientifique du Mexi� que (1862–1893). F/17/2909 à 2914/3. Répertoire méthodique et semi–analytique, París, Francia, Archives Nationales, 2009. 30   Balcárcel, Blas, Memoria que el secretario de estado y encargado del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio presenta al Congreso de la Unión, México, Imprenta del Gobierno en Palacio, 1868.

la puesta en escena de la nación mexicana

133

la vida republicana permitieron acotar las competencias económicas del Estado federal, dentro de las cuales tuvo lugar el diseño de una política de fomento como promoción31 de las actividades productivas. La instru� mentalización de esta política, durante la década de los años ochenta del siglo xix, tuvo como telón de fondo una transformación en los referentes culturales que determinaban la riqueza o la pobreza de una nación.32 A diferencia de la postura sostenida por Humboldt, asumida por las elites mexicanas en los dos primeros tercios del siglo xix, en el sentido de que la naturaleza y sus recursos eran la fuente de toda riqueza, entre los ideólogos y funcionarios del régimen porfiriano empezó a cobrar fuerza la idea de que la principal causa de riqueza no se encontraba en los recur� sos naturales, sino en la acción del trabajo humano y la tecnología aplica� da, en otras palabras, en la fructífera interacción entre los seres humanos y el medio natural. En la memoria presentada al Congreso de la Unión en 1887, Carlos Pacheco, ministro de fomento, apuntó que: Los elementos generadores de la riqueza son la tierra, el trabajo y el ca� pital. La tierra nos suministra las materias primas; el trabajo, que ha coope� rado ya a su producción, las adapta a nuestras necesidades y, […] el capital, que no es más que subsistencia acumulada, permite, sin privaciones, la len� ta producción y la lenta transformación de las primeras materias que han de servir después para el consumo. De la combinación de estos tres elementos fundamentales resulta el estado de la riqueza pública como de la privada.33

Su reflexión expresa la adhesión a la idea de que la prosperidad del país existía en potencia por las cualidades y la riqueza del territorio, pero 31   Carmagnani, Marcello, Estado y mercado. La economía pública del liberalismo mexicano, 1850–1911, México, El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas y Fondo de Cultura Económi� ca, 1994, pp. 48–55. 32   Weiner, Richard “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”, Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, p. 78, señala que los cambios en las nociones de riqueza en el pensamiento occidental se pueden seguir desde principios del siglo xix en las obras de A. Smith y D. Ricardo. Las elites políticas en México asimilaron esta evolución con un retraso de medio siglo. 33   Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887.

134

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

puntualizó que: “si bien es verdad que nuestro territorio es rico, en cambio, en punto a trabajo y en punto a capital, hay una deficiencia manifiesta”. Para esta generación de liberales —nacida entre 1845 y 1859, testi� go de la lucha entre el imperio y la república y del advenimiento de la paz, formada, básicamente, por Gabino Barreda, bajo los postulados del Positivismo y asimilada a la alta burocracia porfiriana—34 la riqueza del territorio no era más que una leyenda que se oponía al progreso material de la nación… […] nuestras montañas no se juzgaban tremendos obstáculos para el tráfico, sino depósitos inagotables de plata y oro; nuestras enormes distan� cias, aunque sin caminos ni población, probaban nuestra grandeza; nues� tras selvas vírgenes de la tierra caliente no se consideraban pobladas de las dificultades que encierra una naturaleza inexplotada e inculta que, como una fiera, no se deja domesticar sino devorando a los primeros que se le acercan; eran fragmentos de un paraíso terrenal, en donde no había más que recoger en abundancia sin capital ni trabajo, maderas preciosas, frutos tropicales de alto precio y tesoros de toda especie; la falta de ríos navega� bles, y aun de lluvias, nada significaban como elementos adversos.35

Manuel Fernández Leal y Carlos Díaz Dufoo coincidieron en señalar que la naturaleza del territorio mexicano era más bien un impedimento para el desarrollo económico de México, remarcando la ausencia de ríos navegables, la pobre calidad del mineral y de la tierra destinada a la explo� tación agrícola y, sobre todo, la falta de agua para los terrenos de cultivo.36 Estas consideraciones, elaboradas por los hombres que detentaban el poder y la administración, acabaron por socavar la construcción de Humboldt sobre el territorio mexicano, imponiendo la idea de que en

  Matute, Álvaro y Trejo, Evelia, “La historia antigua en México: su evolución social”, Estudios de Historia moderna y contemporánea de México, v. 14, 1991, pp. 89–106. 35   Macedo, Pablo, La evolución mercantil. Comunicaciones y obras públicas. La hacienda pública, Mé� xico, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, pp. 175–178. En su colaboración a la mo� numental obra de la historiografía porfiriana coordinada por Sierra, Justo, México: su evolución social (1901), se describen las condiciones geográficas del territorio mexicano para explicar los obstáculos para el desarrollo de las comunicaciones y su impacto en la evolución del comercio en México. 36   Díaz Dufoo, Carlos, “La evolución industrial”, en Justo Sierra, México: su evolución social, ii t., México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902, pp. 99–158. 34

la puesta en escena de la nación mexicana

135

materia de recursos, México era pobre.37 A medida que se devaluaba la idea de los recursos naturales como fuente de riqueza, cobraba fuer� za la creencia en el trabajo humano y en la aplicación de la tecnología como los medios más eficaces para vencer los obstáculos que se oponían al engrandecimiento y desarrollo de la economía nacional: “las grandes obras materiales, el desarrollo de fuentes de energía, la suma de capitales, la educación científica” eran los medios idóneos para el desarrollo del bienestar nacional.38 Este cambio de perspectiva determinó la organización del fomento a la actividad económica en el último tercio del siglo xix mexicano, la cual se orientó definitivamente a la exploración del territorio con fines utilitarios, a alentar las iniciativas empresariales nacionales y extranjeras, a promover la colonización extranjera como medio para la recuperación de la industria, la minería y la agricultura con el concurso de la población industriosa del país y de la que se aviniera a asentarse en el territorio na� cional y a la promoción del país en el extranjero. Sus estrategias se enca� minaron a desarrollar un plan de obras de infraestructura —entre las que principalmente se contó el mantenimiento y la apertura de vías de comu� nicación: caminos, ferrocarriles, telégrafos— y a estimular la asociación del capital nacional con el extranjero. Así, el fomento tuvo que ver menos con la protección y la concesión de privilegios y más con la promoción de la actividad económica. No se puede dejar de advertir la enorme brecha que separó las pro� puestas de las políticas, y a éstas de los resultados obtenidos con respecto a las metas definidas previamente; las deficiencias en la estructura y en la organización administrativa, muy probablemente, condicionaron la puesta en práctica de los proyectos y la efectividad de las políticas de fo� mento.39 Pero, a pesar de sus limitaciones políticas, financieras y técnicas, el Ministerio de Fomento comandó una gran diversidad de tareas, orga�

  No pocos estuvieron en desacuerdo con esta afirmación, algunos mexicanos y extranjeros in� sistieron en la riqueza del territorio señalando que ya era legendaria su fama como vasto depósito de recursos que, sin embargo, habían sido explotados de manera incompleta. 38   Díaz Dufoo, Carlos, “La evolución industrial”, en Justo Sierra, México: su evolución social, ii t., México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902. 39   Zuleta, María Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910). La invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciem� bre de 2000, consultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso. 37

136

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nizadas en diferentes secciones administrativas, que no sólo estuvieron dirigidas a fomentar la producción, sino la exportación en sí misma. Sus actividades en ese terreno pueden caracterizarse como de auténtica pro� paganda mercantil, pues se encaminaron a divulgar las potencialidades de México como productor de materias primas y de productos agrícolas, las ventajas para la colonización extranjera y las variadas posibilidades de productivos negocios en los principales mercados internacionales. Y esa propaganda con fines mercantiles se armó sobre la difusión, median� te discursos, publicaciones y representaciones iconográficas de la gran variedad y disponibilidad de riquezas naturales y sobre la exhibición de sus recursos económicos y culturales en los circuitos internacionales con el objetivo de presentar a México como una auténtica “tierra prometida” para los capitales en busca de nuevas oportunidades de inversión.40 Desde su origen, y en las posteriores reestructuraciones administra� tivas, la Sección Segunda del Ministerio quedó a cargo de la organización de las exposiciones industriales y agrícolas, nacionales, internacionales y permanentes en diferentes países del orbe, en las embajadas y consula� dos, así como de la firma de tratados comerciales, como el que se firmó (pero no llegó a ratificarse) con Estados Unidos en 1883.41 Su labor de difusión, principalmente dirigida al exterior, no soslayó la importancia de difundir y divulgar las “novedades” mercantiles, técnicas y producti� vas entre los productores nacionales para sensibilizarlos sobre la impor� tancia de atraer proyectos de inversión y de colonización extranjera. La aspiración de los regímenes liberales mexicanos de fomentar las actividades productivas para conquistar los mercados internacionales, a partir de la segunda mitad del siglo xix, encontró en las exposiciones in� ternacionales la oportunidad para exhibir sus escasas ventajas: la abun� dancia de sus recursos y la diversidad de sus productos naturales para exportación, como medio para hacerse publicidad y para reclamar una posición en los circuitos económicos internacionales. Su aspiración coinci� dió con la búsqueda de nuevos centros de abastecimiento para alimentar

40   Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 137–157. 41  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 28; Romero, Matías, Reciprocidad comercial entre México y los Estados Unidos (El Tratado Comercial de 1883), 1890, [facsimilar, 1971].

la puesta en escena de la nación mexicana

137

la imparable maquinaria industrial y comercial de las grandes potencias económicas y gracias a esa confluencia de eventos, México y otras áreas de la región latinoamericana lograron insertarse, de manera decidida, en el mercado mundial gracias a la puesta en valor de una serie de materias primas y recursos naturales reclamados por los consumidores europeos. Por ejemplo, las lanas, carnes y cereales del Río de la Plata; el azúcar y el café del Brasil y de la América central; el guano peruano, el salitre y el cobre chileno, o la plata mexicana.42 El interés por los productos y objetos de las desconocidas tierras americanas se puede ver reflejado en la intensa propaganda para alentar la presencia de los países latinoamericanos en las exposiciones universa� les. Por ejemplo, Ramón de la Sagra,43 que había sido el responsable de la muestra española en la Exposición de Londres de 1851, en su labor como editorialista de El Eco Hispanoamericano, desplegó durante varios meses sus conocimientos y talentos para convencer a sus lectores latinoamerica� nos de la importancia de su presencia en la exposición parisina de 1855. Y así, no sólo les explicó cómo se debían de reunir los objetos o muestras para su presentación en París, también les ofreció una serie de argumen� tos para que aprovechasen la ocasión de mostrar sus progresos científicos y sus recursos agrícolas e industriales, insistiendo en la idea de que los productores latinoamericanos disponían en Europa, cuyo suelo estaba depauperado, de un amplio mercado para los productos agrícolas de sus fértiles tierras, entre los que él destacaba materias colorantes, tintóreas, curtientes, bálsamos, gomas, resinas, fibras textiles y maderas. En la primera mitad del siglo xix, México, al igual que el resto de América Latina, tuvo dificultades para mantenerse en los circuitos comer�

  López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en la Amé� rica Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2, 1998, pp. 205 y 226, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.revistas.csic.es. 43   El naturalista español Ramón de la Sagra, quien había sido director del Jardín Botánico de La Habana entre 1827 y 1835, ejerció de portavoz trasatlántico del ideario de El Eco Hispanoamericano, al informar al público europeo de las riquezas americanas y de los adelantos y progresos científicos, agrícolas e industriales de aquellos países ultramarinos, y, viceversa, al dar cuenta al público latino� americano del desenvolvimiento científico técnico europeo. Él fue responsable, a partir del número tres, de la sección que pasó a denominarse “El precursor de la exposición industrial de 1855”, que tenía como fin dar publicidad a ese evento y estimular la participación en él de los latinoamerica� nos. Véase López–Ocón, Leoncio, “Mensajeros de la ciencia en la periferia. La divulgación de los conocimientos científico–técnicos en la América Latina durante el siglo xix a través de la prensa”, Región, n. 5, 1996, pp. 19–21. 42

138

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ciales internacionales. Como resabio colonial, las actividades productivas se concentraban en el altiplano central, territorios vulnerados por cons� tantes confrontaciones políticas y militares, mientras que los territorios del norte y del sur, salvo los distritos mineros, subsistían en un aislamien� to casi total. Los informes sobre el desarrollo de vías de comunicación eran desalentadores: a pesar de las convocatorias hechas desde 1827 para abrir, mejorar y diversificar las vías de comunicación de la república, no había resultados satisfactorios; en 1833 se decía: “los barcos de vapor pro� yectados por algunos comerciantes de Tampico, así como el camino que se propuso abrir el gobierno de Oaxaca, desde las costas del Sur hasta Veracruz, es probable hayan tenido pocos o ningunos adelantos”.44 En 1847 y 1849 se limitaron a deplorar el mal estado de ellas y la necesidad de ocurrir prontamente a su reposición. Las dificultades que se oponían a la comercialización de productos más allá del entorno local —pobres e inseguras vías de comunicación, dispersión de las comunidades, regulaciones comerciales efímeras y, a veces, contradictorias— afectaron incluso a las regiones con mayor tradi� ción y experiencia comercial del altiplano central, sin embargo, no dejó de insistirse en su importancia como potenciales productores de materias primas. Pero en el último tercio del siglo xix, la abolición del sistema de alcabalas, la relocalización y crecimiento de los centros mineros y, sobre todo, el desarrollo de una red nacional de ferrocarriles contribuyeron a la incorporación de México al mercado mundial como exportador de ma� terias primas, pero también como importador de textiles, de bienes de consumo y de bienes de producción. Después de su independencia política y hasta la década de 1870, las principales potencias europeas —Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica y España— fueron los socios dominantes en el comercio exterior mexicano, de los cuales los tres primeros concentraban más del 50 % de los intercambios de México con el exterior, aunque la economía mexicana sólo representaba el 0.3 % del comercio agregado de esos tres países. En algún momento de la década de 1880, el comercio exterior de Mé� xico registró un importante proceso de reorientación geográfica: la pre�

  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 7. 44

la puesta en escena de la nación mexicana

139

sencia europea disminuyó de forma progresiva y consistente, mientras se estrechaban los lazos comerciales con los Estados Unidos de América, cuya proximidad se convirtió en una vecindad operante.45 Siguiendo a Sandra Kuntz, hasta 1870 la estructura tradicional de las relaciones comerciales mexicanas básicamente consistía en exportar plata acuñada en grandes cantidades y de manera secundaria tintes, maderas (tintóreas y de ebanistería), vainilla y algunos otros artículos en cantida� des modestas; e importar textiles, vinos y abarrotes para el consumo de la elite peninsular y criolla. En la década siguiente, a los metales preciosos se sumaron los minerales industriales, y luego éstos empezaron a exportar� se con mayor grado de elaboración; los productos tradicionales —tintes y maderas— cedieron su lugar a productos de la agricultura tropical como el café, el henequén y el tabaco. En cuanto a las importaciones, los artícu� los para el consumo suntuario fueron crecientemente reemplazados por bienes de capital, insumos y combustibles empleados en la producción. Con lo que se observa una pérdida del dinamismo de las exportaciones tradicionales y una lenta diversificación en los productos importados a pesar del incipiente proceso de industrialización. Europa permaneció como el principal abastecedor de textiles del mercado mexicano, pero para otros bienes de consumo y sobre todo para los bienes de producción que se iban convirtiendo en el componente principal de las importaciones mexicanas, el país encontró abastecedores alternativos que para 1910 satisfacían en más del 70 % la demanda local: los Estados Unidos de América se convirtieron en el proveedor domi� nante del mercado mexicano, pues respondieron a la demanda emergen� te, vinculada con las necesidades de la producción más que con las del consumo. Europa fue, hasta cierto punto, confinada al comercio tradicio� nal, de los artículos menudos y valiosos cuyo manejo era controlado por las antiguas casas comerciales y sus distribuidores en el interior del país.46 Tanto el desarrollo de las actividades productivas como la incorpo� ración a los circuitos comerciales no fueron procesos homogéneos, pues

45   Kuntz Ficker, Sandra “El patrón del comercio exterior entre México y Europa (1870–1913)”, en Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann (eds.), México y la economía atlántica (siglos xviii–xx), México, El Colegio de México, 2006, pp. 147–149. 46   Kuntz Ficker, Sandra “El patrón del comercio exterior entre México y Europa (1870–1913)”, en Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann (eds.), México y la economía atlántica (siglos xviii–xx), México, El Colegio de México, 2006, pp. 165–167.

140

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

[…] la extensión del territorio, la diseminación en él de una población escasa y lo accidentado del terreno alejan de tal manera los centros de pro� ducción de los de consumo, que en muchos casos son inexplotables riquísi� mas regiones porque los fletes consumirían toda la utilidad del productor. Es ésta una de las causas que impiden el equilibrio de los precios y que elevan el costo de las mercancías de primera necesidad. Limitación de la producción, limitación del cambio y del consumo, carestía constante de las materias de primera necesidad: tales son los resultados de la falta de vías de comunicación. El comercio exterior sufre, tanto como el interior, de esa falta y nuestro mercado, ya muy limitado en el interior para cada zona producto� ra, carece del desahogo que le proporcionaría el cambio con el extranjero.47

Aun así, las elites mexicanas fundaron las esperanzas de progreso futuro del país en la expansión de la actividad económica, cuando toda� vía faltaba mucho por lograr en ese terreno. En un acto de imaginación, de invención, no desistieron de proyectar una imagen de prosperidad; tomaron el ejemplo de los cambios que se producían en el contexto glo� bal y procuraron adecuarlo a sus posibilidades locales. Desde el Minis� terio de Fomento se animó a los productores de las regiones económicas más dinámicas a promover sus productos y objetos en el exterior, bajo su dirección, éstos se presentaron organizados bajo una racionalidad que, en conjunto, sirviera a la representación de una próspera imagen de la nación. Sin menoscabo de su filiación política —liberales o conser� vadores, federalistas o centralistas, imperialistas o republicanos—, a lo largo del siglo xix, gobernantes y grupos de particulares se afanaron en desarrollar estrategias para transformar la organización política, las es� tructuras económicas, las ideas, la sociabilidad, las costumbres, los há� bitos e incluso las vestimentas usadas por la mayoría de la población, pues ningún sacrificio era suficiente si con ello se lograba acceder a la modernidad. Desde 1857, el ministro de fomento había sentenciado: […] nada seremos, en fin, si no procuramos con fe y con decisión com� pleta, y con cualquiera sacrificio, por costoso que se suponga, mejorar nues�

47   Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887.

la puesta en escena de la nación mexicana

141

tras vías de comunicación y aclimatar entre nosotros esos inventos prodi� giosos que hacen desaparecer las distancias; tener una población abundante y morigerada que venga a participar de las riquezas que la Providencia nos ha dado con mano pródiga; e impulsar nuestros diversos ramos de indus� tria hasta ponerla a la altura que el siglo reclama.48

Para los mexicanos de la época, la modernidad reclamaba una serie de transformaciones: en el plano político, lo moderno eran las institucio� nes y las ideas propias de la doctrina liberal, tales como el constitucio� nalismo, la división de poderes, el sistema electoral, la representación política, la igualdad jurídica y la garantía de los derechos individuales; una sociedad moderna era una comunidad integrada por individuos, en lugar de grupos con derechos y obligaciones especiales; culturalmente, lo moderno era la imposición de la razón y la racionalidad, así como una desmedida confianza en la ciencia y sus posibilidades; en el ámbito de la economía, la modernidad equivalía a un sistema productivo basado en el maquinismo que privilegiaba la cantidad sobre la calidad, al desarrollo de la infraestructura necesaria para la industria (sistema bancario, me� dios de transporte y comunicación) y para garantizar una eficiente dis� tribución de insumos y productos para ampliar las esferas del mercado.49 Para el responsable de la política de fomento a las actividades producti� vas, al final de la década de los ochenta, el objetivo era: Comunicar los centros productores con los consumidores, y especial� mente la mesa central, árida por su altura, con las costas fértiles por su clima, y con las fronteras; mejorar las deplorables condiciones de nuestros puertos; tales son en este orden las medidas más urgentes a que un gobier� no patriota debe convertir todos sus esfuerzos.50

48   Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 5. 49   Agostoni, Claudia y Speckman, Elisa (eds.), “Presentación”, en Modernidad, tradición y alteridad. La Ciudad de México en el cambio de siglo (xix–xx), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 5–14. 50   Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, p. 1: Introducción.

142

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

No obstante, esas transformaciones, sobre todo en materia política, estaban lejos de realizarse: cotidianamente se violaban los derechos indi� viduales, y ni que decir sobre el montaje de la recurrente ficción electoral que prevaleció en México durante el último tercio del siglo xix y la prime� ra década del siglo xx. A pesar de los invencibles obstáculos que enfrentaba la moderniza� ción en países como México, la elite gobernante no renunció a adoptar los parámetros de la modernidad como referentes culturales. Ante la impo� sibilidad de modernizar al conjunto de la sociedad, sus acciones se enfo� caron a convertir a las ciudades en el lugar de los beneficios del progreso; sus afanes se orientaron a ordenarlas, embellecerlas, sanearlas, hacerlas seguras y dotarlas de un aspecto semejante al que tenían los grandes cen� tros urbanos de Europa y del norte de América. Este objetivo fue compar� tido por la mayoría de las ciudades latinoamericanas. En las últimas décadas del siglo xix, las principales ciudades de Amé� rica Latina sufrieron una gran transformación: su estructura social y su fisonomía fueron alteradas por los ritmos que imponía el desarrollo del sistema industrial. 51 Embriagados por el llamado vértigo del progreso, los centros urbanos crecieron, y en ellos se asentó una población del más diverso origen, se multiplicó su actividad económica, comercial y finan� ciera; el aspecto de las ciudades se modificó con grandes construcciones y con la aparición de los ferrocarriles y de la energía eléctrica, a la vez que se alteraron las costumbres tradicionales y las maneras de pensar de los distintos grupos que se concentraban en las zonas urbanas. Las ciudades capitales de Latinoamérica y los puertos que conecta� ban la vida y las economías nacionales a los crecientes circuitos del mer� cado mundial fueron los principales escenarios de esa transformación: la mayor parte de las capitales latinoamericanas duplicaron, incluso tripli� caron su población, a la vez que ampliaron la magnitud de su actividad económica;52 desde las administraciones municipales se intentó sanear las finanzas para un mejor aprovechamiento de los impuestos y se reorientó el gasto público para fortalecer la infraestructura urbana a fin de favo�

  Véase Romero, José Luis, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, México, Siglo XXI, 1977.   Hacia el cambio de siglo las ciudades más grandes de Latinoamérica eran Buenos Aires con 810 000 habitantes; la Ciudad de México con 350 000; Santiago de Chile, 300 000; La Habana, 330 000; Montevideo, 300 000. En segundo lugar estaban Valparaíso con 160 000; Rosario con 110 000 y Gua� dalajara con 100 000. 51 52

la puesta en escena de la nación mexicana

143

recer su transformación como mercados de productos, de capitales y de fuerza de trabajo. Sus distintos sistemas políticos alentaron, en diversos grados, el proceso de centralización convirtiéndolas, en el paso de un siglo a otro, en grandes urbes marcadas por la concentración del poder y de los servicios públicos. Ciudades como Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo, La Habana y, por supuesto, la Ciudad de México participa� ron activamente de estos movimientos, y a ellas se sumaron los principa� les puertos y algunas ciudades del interior ligadas a regiones densamente pobladas o asentadas en zonas económicas de importancia. Entonces, las ciudades tuvieron un papel protagónico en la constitución de la gran ilu� sión de la modernidad y el progreso.53 La Ciudad de México y las capitales provinciales se convirtieron en el blanco de sus anhelos modernizadores, y fueron los sitios elegidos para poner en marcha instituciones, experiencias y prácticas considera� das como modernas, con el propósito de convertirlas en escaparates del progreso de la nación. La principal intención de la política urbana fue crear una fisonomía edilicia que reflejara la imagen de una burguesía pujante y, por ende, de un país próspero y moderno con grandes edificios públicos e impre� sionantes mansiones privadas. Los regímenes liberales mexicanos de la segunda mitad del siglo xix se vieron colmados de planes y proyectos para la formación y consolidación del Estado moderno. El discurso enar� bolado remarcaba la finalidad y las maneras concebidas para lograrlo: la seguridad pública como un elemento primordial del orden social y factor propicio para el desarrollo económico y el progreso nacional; la orien� tación del espíritu cívico hacia el respeto a la autoridad; el fomento de la imagen del buen gobierno y del buen ciudadano, fueron, entre otros, propósitos ampliamente difundidos por la administración nacional y por los gobiernos estatales. Los largos años del gobierno porfiriano (1877–1910) establecieron la máxima de “Orden y progreso” como la base de la reconstrucción políti� ca y económica del país. Siguiendo a François–Xavier Guerra, es un he� cho que la modernización en México no comenzó, exclusivamente, con el

  Contreras Cruz, Carlos, La gran ilusión urbana. Modernidad y saneamiento en la ciudad de Puebla durante el Porfiriato. 1880–1910 (Tesis de doctorado en Historia y Geografía), Universidad del País Vasco/Euskal Errico Unibertsitatea, 2000. 53

144

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ascenso de Porfirio Díaz al poder, pero los cambios que trajo aparejados su régimen definieron el rumbo del país hacia ese derrotero. La política porfiriana creó las condiciones para que los actores económicos nacio� nales y extranjeros se desarrollaran sin trabas. “En el Porfiriato [sostiene el autor] la estabilidad política de un régimen sin fisuras va a la par con la mutación extraordinaria de la economía y de la sociedad”,54 interven� ción del Estado, abolición de las alcabalas, reorganización del aparato administrativo y fiscal, desarrollo de los ferrocarriles, crecimiento de la economía y del comercio ligado fuertemente con el mercado mundial, reforma monetaria, etcétera, marcaron indeleblemente los años que van entre 1880 y 1910. Independientemente de que el proceso de modernización en México prohijó profundas desigualdades regionales y una gran polarización so� cial, en la que surgían nuevos grupos sociales y se consolidaban grupos minoritarios que acaparaban una riqueza desmedida frente a la pobreza y marginación de amplias capas de la población rural y urbana, la imagen de la nación que se construyó en esas décadas, para consumo interno y externo, fue la representación de la prosperidad y el progreso, y a este propósito sirvió la participación mexicana en las exposiciones universa� les, en donde se pretendió exhibir la identidad, la fortaleza, la potenciali� dad y la riqueza de la nación. La construcción de la experiencia expositiva Al despuntar la segunda mitad del siglo xix, en medio de la ausen� cia de un consenso básico en torno a un proyecto político de nación, los funcionarios del gobierno mexicano, independientemente de su filiación política, tomaron conciencia de dos cuestiones: primero, construir una imagen positiva de la nación, conforme a los referentes culturales y políti� cos que circulaban en el mundo occidental, para desterrar la desconfianza y el recelo sobre la capacidad de autogobierno de la joven república y así, atraer la inversión y la colonización extranjera y, segundo, que en esta tarea, el papel protagónico le correspondía a las instituciones de gobier�

54   Guerra, François–Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, p. 1: 302.

la puesta en escena de la nación mexicana

145

no del Estado nacional. En principio, esta toma de conciencia alcanzaba únicamente, de manera general, a los hombres de gobierno situados en el centro político de la nación y, de manera particular, a los individuos encargados de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Fomento, revelando con ello una falta de cohesión de los gobiernos regionales y de los actores políticos locales en torno a un proyecto de nación. La búsqueda del reconocimiento internacional determinó la acepta� ción de las invitaciones a participar en las exposiciones universales que se celebraron durante la segunda mitad del siglo xix, a pesar de la desar� ticulación del aparato productivo, de la dispersión de la población y de la evidente incapacidad de las estructuras de gobierno para coordinar acciones de alcance nacional. Aún así, el anuncio de la intención de cele� brar una exposición universal en alguna remota capital del orbe movía a la reflexión y a la acción al inestable aparato de gobierno, con un único objetivo: figurar dignamente en el concierto de las naciones civilizadas y lograr el reconocimiento. Al principio, dos fueron las dependencias de gobierno directamente involucradas: el Ministerio de Relaciones Exterio� res, primero, y, enseguida, el Ministerio de Fomento. A medida que el aparato administrativo del Estado se estabilizó, merced a su consolida� ción política, fueron coincidiendo las acciones de los funcionarios de los gobiernos federales, estatales y locales, abriendo un espacio de negocia� ción acotado por sus intereses, conocimientos y capacidades. Pero, inva� riablemente, encontraremos a estas dos dependencias, interactuando en la definición de las estrategias y de las acciones necesarias para represen� tar a México en los escenarios expositivos internacionales. La invitación a participar en la Gran exhibición de los trabajos de la industria de todas las naciones que tendría lugar en Londres de 1851 lle� gó en un momento crítico para el gobierno y el pueblo de México, abru� mado por las secuelas de la derrota frente a Estados Unidos de América y de la guerra de castas en Yucatán, por la desarticulación de su aparato productivo y la anarquía política reinante, México concurrió de manera marginal “por la posición abatidísima en que se encontraba la república […]”.55 Para los operadores de la puesta en escena de la colección mexi� cana y también para los sectores letrados,56 se hizo evidente que estaban

  Periódico Oficial del Departamento de Puebla, domingo 15 de enero de 1854, pp. 1 y 2.   “Exposición Universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México,

55 56

146

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

frente a un nuevo tipo de exposición, totalmente alejado de las tradicio� nales ferias comerciales de las que tenían memoria, pues en ellas no sólo se compraban y vendían productos sino que tenía lugar un proceso de intercambio de ideas, informaciones y novedades en todos los ámbitos del quehacer humano, conforme a las condiciones que diseñaban los paí� ses organizadores. En esa primera gran exposición universal de 1851 la participación de México como país expositor fue marginal, pero aun así se puede apreciar cómo funcionarios, empresarios, políticos y algún audaz expositor57 asu� mieron la celebración de este evento como una oportunidad para mostrar al gran público europeo el esplendor de la naturaleza americana, dotada de una geografía peculiar que permitía gozar de una primavera perpe� tua, pues la trascendencia del evento no pasó desapercibida para algunos mexicanos atentos a lo que sucedía en el ancho mundo,58 y más adelante, los veremos aparecer como organizadores y expositores de las coleccio� nes mexicanas que se prepararon en diferentes oportunidades para exhi� birse en los escenarios internacionales. La acción colectiva y la organización que le era concomitante para favorecer la participación de México, como dos facetas indisociables del mismo problema, se estructuraron más claramente a medida que el país se consolidaba política y económicamente, porque éstas fueron las

Imprenta de Ignacio Cumplido, 1851, p. 2: 121 y ss. La crónica del evento que apareció en noviem� bre de ese año fue una crítica mordaz a los funcionarios de gobierno y a su pobre desempeño como organizadores de la muestra mexicana, fue firmada por Fortún, seudónimo del periodista liberal Francisco Zarco. 57   Mención especial merece Juan Nepomuceno Adorno, nacido en la Ciudad de México (1807– 1887), ingeniero de personalidad inquieta y gran capacidad creativa viajó por Europa y permaneció en Inglaterra entre 1845 y 1853; a lo largo de su carrera diseñó una gran variedad de máquinas y modelos mecánicos lo que le dio prestigio como inventor. En la gran exposición londinense de 1851 presentó su Introduction of the harmony of the universo; or principles of physico harmonic geometry publicada por Reynell and Weight y expuso un método de anotación musical. Véase Illades, Carlos, Las otras ideas. Estudio sobre el primer socialismo en México 1850–1935, México, Ediciones Era y Univer� sidad Autónoma Metropolitana–Cuajimalpa, 2008, pp. 45–74. 58   Además del señor Adorno asistieron en calidad de visitantes Tomas Gillow, inglés avecinda� do en Puebla, y su hijo, en aquel entonces de diez años, Eulogio Gillow, quien llegaría a ser, años más tarde, arzobispo de Antequera, Oaxaca; además de ellos y de manera conjunta, hicieron el viaje Manuel Escandón, funcionario de gobierno, Manuel Payno, ya para entonces un escritor de cierta notoriedad y Carlos Sánchez Navarro, empresario. Véase Reminiscencias del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Doctor D. Eulogio Gillow y Zavalza, Arzobispo de Antequera Oaxaca. Obsequio cariñoso que como recuerdo ofrece a su amado Clero Oaxaqueño y a sus amigos de confianza (2ª ed.), Puebla, Escuela Lino–tipográfica Salesiana, 1921, p. 22.

la puesta en escena de la nación mexicana

147

oportunidades doradas del triunfante liberalismo mexicano no sólo para aprender a concebir lo que era una nación moderna, sino, sobre todo, a mostrar su propia versión de ella conforme a los formatos previstos en los reglamentos y disposiciones preparados por los organizadores de las exposiciones. La participación en esos grandes escenarios planteó nuevas exigen� cias a los actores involucrados en la puesta en escena: nuevas habilida� des, nuevos saberes y el establecimiento de una estructura organizacio� nal controlada desde el poder central para operar a favor del principal objetivo de los regímenes liberales, el reconocimiento internacional.59 Y esa primera experiencia permite observar el punto de partida de las ade� cuaciones que los responsables de las políticas y estrategias nacionales debieron afrontar no sólo hacia el exterior sino, principalmente, en el in� terior, motivadas por las adhesiones y las resistencias de los habitantes de las diferentes regiones y localidades. La responsabilidad en materia de promoción económica, que en la época se definía como “progreso material”, se había asignado desde 1853 al Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la Re� pública Mexicana, mismo que se denominaría como Secretaría de Fomen� to de la Federación al finalizar el siglo xix. La gestión del fomento de las actividades económicas, aunque no estuvo completamente centralizada, pues los gobiernos estatales tenían funciones en este campo de la admi� nistración pública, fue ejercida fundamentalmente por esta dependencia. Los gobiernos de los estados no dispusieron de una infraestructura admi� nistrativa específica para los fines del fomento, sino hasta bien avanzado el siglo xix; así, los asuntos relacionados con la promoción económica se gestionaron en los estados a través de las secretarías del gobierno central, por lo menos hasta 1915.60 La comprensión de la importancia que revestía la integración de muestras mexicanas, con fines representativos, motivó que en ese Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio se creara una sección administrativa dedicada a fomentar las exposiciones

59   Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998. 60   Zuleta, María Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910). La invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciem� bre de 2000, consultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso.

148

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nacionales y extranjeras. A pesar de las recurrentes negociaciones políti� cas entre las facciones provocadas por la tensión y el desacuerdo sobre el rumbo de la nación, que causaba la constante sustitución de funcionarios, la sección segunda del Ministerio de Fomento, responsable de las exposi� ciones, consiguió alentar la formación, a lo largo y ancho del territorio, de las Juntas de Fomento a las Exposiciones que concertaron los esfuerzos de pequeños y grandes productores y promovieron los primeros ejerci� cios de participación en los escenarios internacionales desde mediados del siglo xix;61 esta estrategia gubernamental contribuyó a la definición de un nuevo tipo de actor social. Los productores y comerciantes que participaban en ferias comerciales de carácter local fueron estimulados a incursionar en circuitos comerciales internacionales, y su aspiración de ampliar los mercados para sus productos sirvió también a los fines repre� sentativos que perseguía el régimen. La participación mexicana en las exposiciones universales empezaba a fraguarse desde sus delegaciones y sedes consulares en el extranjero, donde formalmente se recibía la invitación y donde los países anfitrio� nes realizaban las primeras acciones de cabildeo a favor de su causa. Los funcionarios del servicio consular, al tiempo que transmitían la invita� ción a sus superiores en México, anexaban informes sobre el estado de las relaciones bilaterales, sobre la percepción de México entre los círculos políticos y financieros de los lugares en que se encontraban apostados o sobre los alcances del evento expositivo, y emitían recomendaciones sobre la conveniencia, o no, de la participación mexicana; tanto sus infor� mes como sus recomendaciones estaban orientadas por el contacto con modelos culturales y políticos alternos y por sus propias relaciones per� sonales con el gobierno y con los hombres de negocios del país en el que cumplían su misión diplomática. Este curso de acción del servicio exterior mexicano empezó a tomar forma desde la invitación que se hizo a México, en 1852, para participar en la exposición general de productos naturales e industriales que tendría

  Periódico Oficial del Gobierno del estado de Puebla, domingo 7 de agosto de 1853, p. 1; y Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, p. 1: 26. 61

la puesta en escena de la nación mexicana

149

lugar en Nueva York en 1853. Francisco Arrangoiz,62 a la sazón cónsul de la república en los Estados Unidos de América, en su carta del 11 de diciembre de 1852 recomendó la conveniencia de que México estuviera representado en esa exposición “pues no se tiene en este país idea de lo adelantada que esta nuestra república en algunas de sus manufacturas”.63 La correspondencia entre el cónsul y los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Fomento en México, a propósito de la deses� timación de su recomendación, revelan la tensión política entre faccio� nes, haciendo evidente que la composición de las estructuras de gobierno obedecían a acuerdos y negociaciones entre los grupos para mantener un equilibrio de poder que no alcanzaba para operar acciones concertadas. El cuerpo diplomático mexicano, como se ve, no podía estar al margen de los esfuerzos por conciliar las grandes divergencias en torno a un proyec� to común de nación. A pesar de sus desencuentros, tanto los funcionarios del Ministerio de Fomento como los de Relaciones Exteriores fueron los responsables de diseñar y ejecutar políticas y estrategias encaminadas a lograr el reconocimiento internacional del país; sus acciones, desarrolla� das en medio del expansionismo estadounidense y del intervencionis� mo europeo, se distinguieron por un pragmatismo que obedecía a sus propias interpretaciones y a su capacidad de adaptación a las difíciles circunstancias geopolíticas.64 Aunque en la segunda mitad del siglo xix se organizaron más de una docena de grandes exposiciones en diversos escenarios internacionales, el gobierno mexicano sólo desplegó los mayores esfuerzos organizativos en aquéllas que le permitieron, conforme al dicho de los responsables de las muestras, presentar a la vista del mundo entero el cuadro de los ade� lantos artísticos e industriales y de las riquezas naturales de México. Bajo

  Francisco de Paula de Arrangoiz y Berzábal nació en Jalapa hacia el año de 1812. Hijo de una familia de convicciones realistas y tendencias conservadoras, se identificó plenamente con Lucas Alamán. Fue ministro de Hacienda en 1848, durante el gobierno de Manuel de la Peña y Peña y con diferentes cargos en el servicio consular durante los gobiernos de José Joaquín de Herrera y de Mariano Arista, sirvió en el mismo ramo a Maximiliano de Habsburgo de quien terminaría distan� ciándose por las tendencias liberales del archiduque. Véase Arrangoiz, Francisco de Paula, México desde 1808 hasta 1867, México, Porrúa, 1968. 63   Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37. 64   Aguilar Zínser, Adolfo, “Prólogo”, en A. Sánchez Andrés et al. (coords.), Artífices y operadores de la diplomacia mexicana. siglos xix y xx, México, Porrúa, umsnh, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. xii. 62

150

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

esta orientación México lograría ser percibido como uno de los países más importantes y mejor representados en las exposiciones internaciona� les, imagen que se afirmaría, sobre todo, en el último cuarto del siglo xix.65 La exposición universal que tendría lugar en 1855 fue la primera oportu� nidad de los hombres del régimen para ensayar la puesta en marcha de nuevas formas de organización que sirvieran a los fines promocionales de la joven república. Esta nueva estructura organizativa involucró a funcionarios en Mé� xico y a los que estaban apostados en diferentes sedes consulares euro� peas, principalmente en París, incluyó la consabida organización de una exposición nacional de objetos de industria y artes, en la primera semana de noviembre de 1853, pero a diferencia de lo que había sucedido en 1850 cuando se atendió la invitación a la gran exposición londinense de 1851, esta vez los agentes del Ministerio de Fomento se dieron a la tarea de reu� nir los artefactos y productos más notables de todos los departamentos para remitirlos a la Ciudad de México, a fin de que “se escogieran los más preciosos” para su envío a la exposición;66 del mismo modo se nombró una comisión67 integrada por funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y de individuos suficientemente instruidos para colocar los objetos enviados por México que, además, estaban capacitados para dar todos los informes y explicaciones que requiriesen los miembros del ju� rado de la exposición.

65   Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 149–151. 66   Carta signada por el ministro de Fomento Velázquez de León y fechada el 1 de junio de 1854, dirigida a Ramón Pacheco, ministro plenipotenciario de la República Mexicana en París, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401. 67   En esa ocasión la comisión estuvo integrada por Pedro Escandón, secretario de la legación de México en París, los señores conde de Brignola, don Guillermo O'Brien, cónsul general de México en París, don Juan N. Adorno, don Juan Agea, empleado en este ministerio y D. J. Guillemin como agregado a dicha comisión. Los nombramientos pueden localizarse en Legación de los Estados Unidos Mexicanos en Francia, 1855, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401, leg. 31.

la puesta en escena de la nación mexicana

151

Figura 1. Organigrama de las dependencias gubernamentales involucradas en la representación de México en la Exposición Universal de París de 1855 Fuente: Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401, leg. 31

De manera general, se puede apreciar la verticalidad en esa primera estructura organizativa y, en su engranaje, la inclusión de tradicionales y nuevos recursos de operación. Al funcionamiento de las dependencias gubernamentales, recientemente formadas, se sumó la participación de individuos, agrupados en juntas protectoras. Estas juntas, resabio de la organización social del antiguo régimen, estaban integradas por persona�

152

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

jes prominentes de cada localidad que prestaban sus servicios sin remu� neración alguna para alentar y promover diversas tareas públicas: asis� tencia y auxilio a los pobres, educación, salud, higiene y moralización. A la hora de articular la acción social en favor de la digna representación de la nación, esta forma tradicional de organización fue reeditada y aprove� chada por las nuevas estructuras de gobierno. El presidente de la Comisión Mexicana y secretario de la Legación Mexicana en París, Pedro Escandón, rindió un informe detallado68 en el cual no sólo describió la participación mexicana, sino que consignó la experiencia lograda para favorecer un mejor desempeño de los organi� zadores y expositores mexicanos en futuras exposiciones. Puntualmente, reseñó su negociación para lograr el mejor lugar posible que habían de ocupar en el Palacio de la Industria los objetos remitidos por la república, su extensión y su posición; y anunció, satisfecho, que México había obte� nido un buen lugar, entre los Estados Unidos y Bélgica; personalmente se ocupó de disponer de la manera más conveniente para su exhibición los productos mexicanos,69 revelando con ello su percepción sobre la impor� tancia del lugar desde donde se quería ser mirado: “el cuadro del señor Cordero ya se halla colocado pero no me ha agradado mucho el sitio que le han destinado por ser uno de los ángulos de la galería; veré si puedo conseguir que me lo cambien de lugar”.70 Entonces, el reconocimiento a la industria mexicana fue posible, no sólo por el esfuerzo de anónimos expositores que enviaron sus objetos, sino también por la eficacia de los organizadores. Pero lo más importante de las comunicaciones de Escandón tiene que ver con la apreciación que hace de los objetos expuestos por las na� ciones más industrializadas y su comparación con la colección mexicana, de donde extrae referencias aleccionadoras y recomendaciones para el

68   Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856. 69   Archivo General de la Nación. fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 1. 70   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 1. Véase también Siliceo, Manuel, “Documento 39: Documentos justificativos correspondientes a la cuarta parte de esta memoria que trata de la industria y medios de fomentarla”, en Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857.

la puesta en escena de la nación mexicana

153

Ministerio de Fomento. Después de observar los logros de las naciones exhibidas en el gran escenario de la exposición, Escandón apuntó que la exposición universal, grande en su concepción y fecunda en sus resulta� dos, debía ser “la gran escuela”. Dos aspectos destacó Escandón al inicio de su informe: primero, que a la comisión mexicana se le habían otorgado el mismo reconocimiento, derechos y prerrogativas que a los integrantes de las comisiones de otros países, lo cual fue utilizado como un recurso de legitimación a favor del emergente régimen liberal mexicano en dos niveles, tanto hacia el exterior, pero, principalmente, hacia el interior de la atribulada segunda república federal que terminaría derrumbándose a mediados de 1855, mientras los comisionados mexicanos intentaban mostrar, en París, la solidez de las instituciones republicanas. Y, segundo, el éxito logrado en esa exposición universal: “México entre todas las repúblicas hispanoamericanas, es la que con más lucimiento se ha presentado en la exposición universal y por eso ha sido ella la que ha recibido mayores recompensas”,71 a pesar de las críticas circunstancias que en esa época angustiaban a la república, las cifras sobre las recompensas logradas por la colección mexicana y su comparación con los resultados obtenidos por otras repúblicas hispanoa� mericanas sirvieron para justificar su apreciación. Los hombres del régimen aprendieron que México no podía concu� rrir ventajosamente a estos escenarios internacionales sin una intensa y extensa labor de preparación. A todas luces habían resultado insuficien� tes las exposiciones que los gobiernos locales promovían en todo mo� mento, lo mismo que las exposiciones de la industria mexicana que ya se organizaban desde 1849: la exposición realizada en la Ciudad de México en noviembre de 1854,72 con el propósito explícito de preparar la muestra con la que México debía concurrir a París en 1855, no dio los frutos espe� rados ya que, por muy buenas que fueran las intenciones, era bien difícil atender al mismo tiempo la defensa de una existencia constantemente 71   Al evento concurrieron 20 839 expositores, de los cuales 10 691 eran nativos de Francia y sus colonias, 2 574, de Gran Bretaña y sus colonias; de los países americanos, Estados Unidos participó con 130 expositores, México con 107; Nueva Granada, con 13; Guatemala, con 7; Argentina, con 6; Costa Rica, con 4 y República Dominicana, con 1. La colección mexicana obtuvo 19 recompensas: 4 medallas de primera clase, 8 de segunda clase y 7 menciones honoríficas. Véase Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor ministro de fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856, p. 9. 72   Periódico Oficial del Departamento de Puebla, 17 de noviembre de 1854, v. 2, n. 47.

154

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

amenazada y el progreso de los intereses morales y materiales del país. La ansiada credibilidad ante la comunidad internacional se conver� tía en una meta inalcanzable para un país sumido en la anarquía. Los eventos políticos y sociales en la década de los años sesenta y parte de los setenta imposibilitó la participación mexicana en las exposiciones univer� sales que tuvieron lugar en esa década. Instalado por la fuerza de las armas francesas y con la connivencia del sector conservador, el gobierno imperial de Maximiliano de Habs� burgo retomó el asunto de la representación del ahora Segundo Imperio Mexicano en los certámenes internacionales. Con ese propósito, se formó una estructura organizativa en la que se integró a individuos notables en sus campos de conocimiento con representantes de los poderes políticos locales, y por la revisión sistemática de experiencias previas.

Figura 2. Organigrama de funcionamiento de la Junta Permanente de Exposiciones y Protectora de la Industria del gobierno imperial de Maximiliano de Habsburgo Fuente: Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento... De los trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866, pp. 35–37

la puesta en escena de la nación mexicana

155

El ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio del Imperio, Luis Robles Pezuela, recogió de Veracruz, donde permanecía depositada en una casa de comercio, la Memoria que Pedro Escandón había escrito sobre la exposición universal de 1855 para hacerla circular entre los habitantes del imperio a fin de alentar su concurrencia a la anun� ciada exposición de 1867, en París. Al mismo tiempo se reinstaló una Jun� ta Permanente de Exposiciones y Protectora de la Industria —compuesta por Leopoldo Río de la Loza,73 en calidad de vicepresidente; José Urbano Fonseca, Enrique Griffon, Patricio Murphy, Carlos Sánchez Navarro, Dr. Jourdanet, Ignacio Cumplido, como vocales y Aniceto Ortega, en el papel de vocal y secretario sin sueldo— y se dispuso que, en cada una de las capitales de los 50 departamentos, en que se había dividido el territorio nacional, se instalara una Junta de Exposiciones encabezada por el pre� fecto político y cinco vocales, que dependería de la junta central, arriba citada; esos organismos debían formar sus propios reglamentos y alentar a los productores agrícolas, a los artesanos y a los artistas distinguidos a concurrir al concurso de la exposición nacional, aplazada para el mes de mayo de 1866, de la que seleccionarían los efectos y productos del país, que se presentarían en la Exposición Universal de París en el año de 1867. Al momento de rendir su informe sólo 24 de los 50 departamentos habían cumplido con esa disposición. 74

73   El doctor Leopoldo Río de la Loza y Urbano Fonseca se habían distinguido en la dirección de la Escuela Nacional de Agricultura fundada por el gobierno liberal de Ignacio Comonfort. Río de la Loza (1807–1876) fue un connotado científico del siglo xix, cuyos trabajos se circunscriben dentro de los procesos de profesionalización e institucionalización de la química y la farmacia mexicana. Su trabajo destacó por la introducción de la química en los estudios de los médicos cirujanos, far� macéuticos, agricultores, veterinarios, artistas y artesanos. Fue el primer científico en México que aisló en el laboratorio sustancias como el oxígeno, el anhídrido carbónico y el nitrógeno. Estudió los productos de los vegetales y sus componentes y caracterizó el ácido pipitzoico, descubrimiento que le mereció en 1856 un importante premio internacional, la Medalla de Primera Clase de la So� ciedad Universal Protectora de las Artes Industriales de Londres. Véase Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 76; Urban Martínez, Guadalupe Araceli y Aceves Pastrana, Patricia Elena, “Leopoldo Río de la Loza en la institucionalización de la química mexicana”, Journal of the Mexican Chemical Society, v. 45, n. 1, 2001, pp. 35–39. 74   De acuerdo con la nueva nomenclatura imperial y reflejando el control que el gobierno im� perial tenía del territorio, esos departamentos eran: Aguascalientes, Autlán, Campeche, Colima, Durango, Fresnillo, Guanajuato, Guadalajara, La Laguna, Matamoros Izúcar, Matehuala, Mazatlán, Mérida, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tehuantepec, Tlaxcala, Tula, Tulancingo, Tux� pan, Veracruz y Zacatecas.

156

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Los afanes organizativos de Maximiliano y sus ministros quedaron suspensos ante los insalvables obstáculos que enfrentó el proyecto impe� rial. En el plano interno se pueden consignar: limitaciones presupuestales impuestas por la supeditación de los recursos financieros del país a la administración y fiscalización de los funcionarios franceses, resistencias del bando conservador que no encontró en el régimen monárquico las reivindicaciones anheladas, y una territorialidad acotada por los rebel� des republicanos; el gobierno imperial nunca alcanzó a controlar la tota� lidad del territorio nacional. En el contexto internacional fue decisivo el abandono del proyecto del imperio mexicano por parte de Napoleón III, quien libraba sus propias batallas en el continente europeo, y el retorno, a la arena política internacional, de los Estados Unidos de América que, una vez concluida su Guerra Civil, volvía a ocuparse decididamente de la defensa de sus zonas de influencia política y económica. En ese escenario, el proyecto de construir un imperio mexicano era irrealizable, lo mismo que su representación en la exposición parisina de 1867. Los funcionarios franceses, organizadores de la exposición de 1867, resolvieron la ausencia mexicana con el concurso de uno de sus comi� sionados científicos en México, Léon Méhédin, quien insistió en la cons� trucción de un pabellón mexicano y en la exposición de una colección de objetos reunidos durante sus exploraciones. De la errática representación de México en la exposición de París en 1867 nos da cuenta el periodista español Carlos Frontaura,75 quien refiere en su descripción de los sitios que ocuparon los diferentes países y reinos que, “[…] a poco que volva� mos la cabeza, admiraremos un templo mejicano, copia fiel de aquel en que según cuentan las crónicas, los aztecas se complacían en degollar es� clavos, ni más ni menos que si fueran carneros […]”.76 La breve mención, que confirma la exigua participación mexicana en este evento, informa sobre la percepción que se tenía de México en Europa, casi cinco décadas después de que había dejado de ser dominio español. El desenlace de la aventura imperial francesa en territorio mexicano daría mucho material para reafirmar la imagen de México como un país de bárbaras costumbres.

  Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou� ret, 1868. En la dedicatoria el autor se refiere a sí mismo como el “escritor más insignificante de España“ y apunta como fecha de elaboración de su obra: Madrid, 1 de agosto de 1867. 76   Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou� ret, 1868, p. 191. 75

la puesta en escena de la nación mexicana

157

Una vez restaurada la república, para el Ministerio de Fomento fue fundamental desarrollar una política orientada a rectificar la percepción negativa sobre el país que hiciera posible la inversión extranjera y la crea� ción de mercados para los productos mexicanos en el exterior, haciendo visibles las bondades de su clima, la laboriosidad de su mano de obra, las ventajas fiscales que ofrecía el régimen y su estabilidad política. Por esos años, para las elites afincadas en el centro del país, orientar la estructura productiva del país a la exportación de sus productos parecía la única vía para alcanzar la tan ansiada prosperidad legitimadora, perspectiva que era ampliamente compartida por las elites gobernantes en el continente latinoamericano. En consecuencia, el gobierno federal asumió la promo� ción de la exportación como una misión fundamental de su gestión, pero se comenzó a advertir que el éxito del modelo dependía no sólo de la existencia de una creciente demanda internacional, sino también de una respuesta adecuada a ésta por parte de los productores, a la sazón en el papel de posibles expositores. Un cuarto de siglo después de que iniciaron las exposiciones inter� nacionales, el gobierno mexicano estaba en condiciones de exhibir lo aprendido. Funcionarios del Ministerio de Fomento y los productores en calidad de expositores tuvieron en la exposición internacional que se organizó en Filadelfia, para conmemorar el Centenario de la Firma del Acta de Independencia de los Estados Unidos en 1876, la oportunidad de mostrar sus avances materializados en objetos diversos y en capacidad organizativa. Con base en anteriores experiencias, el presidente de la república nombró una Comisión Central con amplios poderes para resolver todo lo relacionado a las exposiciones. El primer paso que dio esta comisión para asegurar el desarrollo del intercambio comercial, de la industria y la difusión y aprendizaje de conocimientos útiles fue encomendar al in� geniero Gabriel Mancera77 un estudio sobre las probabilidades de éxito 77   Nacido en Pachuca, estado de Hidalgo el 6 de mayo de 1839. Realizó estudios de ingeniería en el Colegio de Minería, donde se tituló en 1857. En Tulancingo construyó la fábrica de tejidos La Esperanza. Sus ideas liberales provocaron su vigilancia y destierro a Puebla por parte del gobierno de Maximiliano en 1866. Al restablecerse la república fue diputado por el estado de Puebla en la IV Legislatura. Más adelante, al establecerse la VI Legislatura resultó electo presidente de la misma. Eran tiempos en que los grupos lerdistas y juaristas se aliaron contra Porfirio Díaz, y en los que Mancera apoyó al presidente Juárez. En 1876 representó a México en la exposición de Filadelfia, de la cual trajo proyectos a México que permitieron la construcción de las vías de ferrocarril de Hidal�

158

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que el país podría alcanzar, si concurría a la exposición de Filadelfia; sus apreciaciones fueron presentadas en un extenso informe el 20 de abril de 1875.78 Mancera arregló su disertación en torno a dos cuestiones: qué ven� tajas podría obtener la república mexicana si decidía participar en esta exposición internacional y de qué manera debía ser representada para obtener los mejores resultados. Para responder a esas cuestiones, Mance� ra procedió a valorar el ánimo y la disposición, tanto del gobierno como de la opinión pública norteamericana con respecto a la organización del evento; sirviéndose de la revisión de la prensa y de numerosas entre� vistas con “personas suficientemente caracterizadas” dio por sentada la favorable disposición y el formal compromiso de ese gobierno para pa� trocinar la exposición, lo cual, en principio, aseguraba su éxito y justifi� caba el esfuerzo y el desembolso de recursos tanto del gobierno como de los expositores mexicanos. Esta opinión la sustentó con el recuento de las medidas adoptadas, desde 1866, por los diferentes niveles de la adminis� tración pública norteamericana. Al mismo tiempo, advirtió que, si bien, en los primeros años, el pueblo norteamericano había visto con apatía la iniciativa, sus hombres proverbialmente prácticos, poco a poco compren� dieron las oportunidades que a los intereses privados ofrecía una expo� sición internacional, por lo que, conforme se acercaba la celebración, la opinión pública se tornaba cada vez más favorable y por eso, sin dudarlo, recomendó que México no debía desaprovechar la ocasión de mostrar sus recursos y, así, destruir, aunque fuera en parte, los incalculables errores y las incomprensibles preocupaciones que circulaban entre los potencia� les inversionistas y el pueblo norteamericano. Mancera aprovechó para exponer sus observaciones sobre algunas costumbres y prácticas de ese pueblo. Hizo notar la tendencia a considerar como bienes de la comuni�

go y del Noreste. De igual manera, su renombre en ingeniería le permitió realizar estudios para la instalación del drenaje del Valle de México. Nombrado subsecretario de Fomento en el gabinete del general Díaz en 1878, fungió más tarde como senador en 1882. Realizó diversas obras de beneficen� cia como la manutención de varios orfanatos y becas anuales a niños del Colegio de las Vizcaínas. Escribió el Diccionario enciclopédico de historia, geografía, mitología y geografía. Su labor filantrópica fue reconocida por los estados de Puebla, Tamaulipas, México y Querétaro al declararlo ciudadano local. El 22 de enero de 1925 falleció en la Ciudad de México. Véase en Ludlow, Leonor (coord.), “Gabriel Mancera”, en 200 emprendedores mexicanos. La construcción de una nación, 1 v., México, lid Editorial, 2010. 78   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70, exp. 14.

la puesta en escena de la nación mexicana

159

dad todos aquellos establecimientos que producían un beneficio directo o indirecto a la sociedad: fábricas, imprentas, librerías y establecimientos comerciales de primer orden; y dedujo que a este principio obedecía el interés por promoverlos. Todos esos establecimientos estaban provistos de catálogos, folletos y libros explicativos sobre su origen y organización, aun las oficinas públicas proporcionaban, de manera gratuita, a todo el que lo solicitara, memorias e información impresa sobre su funciona� miento. Esa costumbre de intercambiar informes y conocimientos útiles llamó poderosamente su atención y le pareció que debía adoptarse en México como una práctica general para facilitar los negocios y el progre� so en todos los ramos. La exposición de Filadelfia fue la oportunidad de México para rein� sertarse en los circuitos internacionales y, por lo mismo, fue cuidadosa� mente valorada su participación. Los funcionarios mexicanos sabían que la nación necesitaba, tanto como la más desconocida, una ocasión a pro� pósito para presentar a la vista del extranjero un indicio de lo que había sido, de lo que era y, sobre todo, de lo que podía llegar a ser. Mancera apuntó que en Estados Unidos se tenía una idea exagerada de los recursos naturales del país, pero “muchos ignoran que hay en él una sociedad verdaderamente civilizada”. La idea de que en México la vida y la propiedad estaban a merced de la barbarie y el vandalismo se asumió como una de las principales causas para impedir la inversión, el establecimiento de negocios y de relaciones diplomáticas con México. Por tanto, la reflexión y la acción se orientaron a desestimar cualquier sacrifi� cio con tal de corregir la imagen de México en el exterior. De manera pragmática, calculó que en los seis meses que duraba la exposición se podía realizar una importante labor, que en otras condicio� nes llevaría largos años de afanes. Por tanto, si se quería sacar el máximo provecho de ese evento, no sería suficiente enviar los productos de todo el territorio mexicano si no iban acompañados de aquellas noticias esta� dísticas útiles que exigía el sentido práctico de los hombres de empresa, inversionistas potenciales. Entonces, para presentar los objetos mexica� nos en Filadelfia, se debían organizar los trabajos necesarios para recoger noticias estadísticas e históricas, preparar ediciones de folletos explicati� vos para ser distribuidas de manera gratuita, los cuales debían presen� tarse en español, inglés, francés y alemán, y debían contener noticias de cada uno de los grupos de productos exhibidos, expresando metódica y claramente: el lugar de origen de los productos, la cantidad de productos

160

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que se podían obtener por distrito, sus costos, los precios de las unidades productivas, los medios y gastos de transporte, sus puntos de venta y los mercados en los que se demandaban, los derechos aduanales, el precio medio del trabajo en la localidad, las condiciones del terreno y el clima, las facilidades de explotación, el número de habitantes; en una palabra, todo lo que un hombre emprendedor necesitaba saber con el fin de em� plear su trabajo o de invertir su capital. Las instituciones, los monumen� tos y las antigüedades debían ser presentados en álbumes fotográficos, en esculturas o en publicaciones para indicar el propio interés y para alentar el estudio de los hombres de ciencia. Con el objetivo de “[…] cambiar la errónea opinión que sobre no� sotros se tiene en el extranjero, y contribuir, acaso instantáneamente, a aumentar el número de nuestros consumidores dentro y fuera del país”, la Comisión Mexicana para la Exposición en Filadelfia se aprestó a dar los primeros pasos para formalizar su propio funcionamiento y en primer lugar logró la aprobación del reglamento que establecía su estructura ad� ministrativa como se muestra en la figura 3. Al tiempo que funcionarios de los Ministerios de Fomento y de Re� laciones Exteriores recababan informes y opiniones en el extranjero y se diseñaba la estructura administrativa de la Comisión Central, sus inte� grantes se ocuparon de organizar sus tareas y de asegurar la provisión de recursos financieros para su operación, pues la información reunida por Mancera les permitió tomar conciencia de la gravosa carga económica que significaba la participación en una exposición internacional. Senta� das las bases legales, la Comisión Central obtuvo un margen de acción suficiente para demandar la colaboración de los gobiernos de los esta� dos, de los territorios y del Distrito Federal, de diferentes individuos o asociaciones y para designar las comisiones que considerara necesarias.79 Los responsables de las comisiones administrativas eran nombrados por el presidente de la Comisión Central, Manuel Romero Rubio, mientras que los responsables de las comisiones facultativas eran los mismos inte� grantes de la Comisión Central. Las atribuciones otorgadas a este cuerpo de organizadores les permitían mantener contacto directo con los poten� ciales expositores, lo mismo que con autoridades y comisiones locales,

79   Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875.

la puesta en escena de la nación mexicana

161

las cuales, una vez que eran nombradas por el gobernador del estado o territorio, quedaban bajo la jurisdicción de los comisionados.

Figura 3. Esquema organizativo de la Comisión Mexicana para la exposición en Filadelfia en 1876 Fuente: Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875

162

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Como parte de los preparativos, se organizó la exposición nacional a celebrarse en la Ciudad de México en 1875, para de ahí seleccionar los objetos que se presentarían en la Exposición Internacional de Filadelfia en 1876, pues una de las funciones más importantes de esos comisionados era la de fungir como jurados calificadores de los méritos de los objetos presentados, no sólo en la Exposición de la Industria Mexicana, sino in� cluso de otros más que no habiéndose presentado pretendieran partici� par en el certamen internacional. El proceso para reunir los objetos plasmado en el mencionado regla� mento puede esquematizarse de la manera siguiente:80

Figura 4. Diagrama de flujo para organizar la muestra mexicana en Filadelfia, 1876 Fuente: Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875

80   Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875, pp. 17–20.

la puesta en escena de la nación mexicana

163

En esta oportunidad se percibe a un Estado mexicano urgido de reconocimiento internacional, pero con muy escasos fondos que le im� pidieron atender las solicitudes de subvención que hicieron potenciales expositores: […] aunque el reglamento que rige a esta comisión [...] no hay ninguna prohibición para acordar subvenciones o suplementos como el que ahora se solicita y aunque la comisión está animada de la mejor voluntad para pro� teger en casos especiales las industrias o trabajos de sobresaliente mérito por la escasez de los fondos de que hasta ahora puede disponer el Supremo Gobierno para los gastos preparatorios de la Exposición Nacional y de la representación [...] en Filadelfia [...] se ve precisada a proceder con absoluta prudencia y a no establecer precedentes que más tarde pudieran obligarla a ser injusta […].81

A partir de 1876, se sientan las bases tanto de la estructura organiza� tiva como del proceso de formación de las colecciones representativas de México en las exposiciones internacionales, mismas que se irían afinando a medida que se consolidaban las estructuras de gobierno y se incorpo� raban funcionarios, políticos y técnicos especializados en estas labores. A fuerza de repetir el proceso, se perfeccionaron las formas de operación para lograr el objetivo de promover la imagen de México como destino idóneo para la inversión de capital. Una vez que la capacidad organizativa del gobierno liberal mostró su eficacia en 1876, tanto los funcionarios del Ministerio de Fomento, como políticos y empresarios escalaron sus aspiraciones a otro nivel. En este orden de ideas, destaca la iniciativa de organizar una exposición in� ternacional mexicana, que ya había empezado a germinar desde los años cincuenta sin encontrar mucho eco en el gobierno del general Santa Anna quien estaba más ocupado en sofocar la revolución de Ayutla que preten� día derrocarlo. La ilusión de organizar una exposición universal en México revivió en la década de los años setenta, a la luz de los premios obtenidos por los productos mexicanos en la Exposición Centenaria de Filadelfia, y se

81   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70, exp. 3.

164

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

discutió acaloradamente en la prensa; la Revista Universal, El Siglo Diez y Nueve, Le Trait d'Union, El Monitor Republicano, entre otros aplaudieron la feliz ocurrencia. Por encima de sus diferencias ideológicas, Francisco Díaz Covarrubias, Manuel María de Zamacona, el obispo Labastida, Pe� dro Santacilia y Vicente Riva Palacio, entre otros individuos, no menos prestigiosos, apoyaron el proyecto a fin de “deshacer los infundios que se propalaban en Europa contra México”. Designado como secretario de fomento del gobierno de Porfirio Díaz, Vicente Riva Palacio finalmente pudo presentar, en 1879, el proyecto para realizar la Exposición Internacional Mexicana en 1880 a fin de “[…] pa� sar de la defensa argumentada de las intrínsecas virtudes de la patria a la muestra material y fehaciente de sus incipientes progresos y de sus fundadas esperanzas de alcanzar un lugar prominente entre las naciones más cultas”.82 Sin embargo, el proyecto se vio frustrado ante la renuencia del poder legislativo para discutir el dictamen relativo a esa exposición universal. El diputado al Congreso General por el estado de Morelos, José Diego Fernández, argumentó en contra por dos razones: una de forma y otra de fondo. Primero, en la documentación relativa que se envió a la Cámara de Diputados ya se incluía el decreto del poder ejecutivo para la realización de la exposición, sin el concurso y la aprobación del poder legislativo, lo cual dio material para un largo debate sobre las atribucio� nes y el respeto a los poderes de la Unión, amén de que para financiar el proyecto, la Cámara de Diputados no se dejó engañar sobre los cuantio� sos fondos, no declarados o mal disimulados, que exigía la empresa en un momento de grandes penurias para las arcas nacionales y, segundo, por las grandes dudas de que se alcanzaran los objetivos del proyecto, pues: […] encontramos a la cabeza de todos los males que afligen a nuestra situación la falta de seguridad: no pueden desarrollarse de ninguna manera el comercio y la industria, cuando el gobierno que recibe el impuesto para dar seguridad, no puede salvar de los ladrones, bandidos y asesinos a los ciudadanos que se dedican al desarrollo de la industria. […] Los capitales extranjeros no pueden desprenderse para nuestra

  Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del General Vicente Riva Palacio (La Exposición Internacional Mexicana, 1880) y otras utopías, 2 t., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. 82

la puesta en escena de la nación mexicana

165

patria, porque esos capitales no pueden venir a desarrollarse sino en un país donde reine la libertad, donde se respete perfectamente el derecho, haya plena seguridad y mucha moralidad. Pues cuando venga el extranjero a este país y vea que no hay seguridad en los caminos, que no hay libertad, que el pobre pueblo no tiene instrucción alguna, que no tiene hábitos eco� nómicos, que no tiene principios de moralidad, entonces, ciudadanos dipu� tados, ¿este hombre permanecerá entre vosotros?, ¿no preferirá ir a obtener un menor lucro a su país, pero sin el temor de los ladrones, sin el temor de las violaciones a la ley? […] Yo creo, que antes de pensar en traer extranjeros a nuestro país, antes de pretender que los capitales extranjeros vengan a establecerse en nuestro suelo, debemos procurar las condiciones de libertad y desarrollo del progreso. Mientras esto no se realice, no tengamos esperanza de que el extranjero venga al nuestro, porque lo primero que buscan es seguridad, tranquilidad, libertad, y donde no se encuentren estas condiciones no ven� drán a vivir.83

Independientemente de las pugnas solapadas entre los miembros del gabinete, la situación que presenta el diputado J. D. Fernández no estaba alejada de la realidad del país; para los representantes legislativos de las regiones, otros debían ser los proyectos urgentes: la seguridad en los caminos, la instrucción y moralización del pueblo, la aplicación de la justicia, la realización de obras de infraestructura que hicieran posible las actividades productivas, mientras que para los representantes del poder central, lo más importante era combatir las ideas erróneas que se tenían sobre México y que tanto daño causaban a los intereses del capital y el trabajo. La extensa argumentación del diputado revela la gran distancia que mediaba entre la visión de nación, que tenían los hombres de la elite liberal que operaban desde el centro político del país, y la mayoría de la población y de sus representantes, asentados en el accidentado y muchas veces amenazado territorio nacional. La explicación de la diversidad de estas visiones quizá debamos bus� carla en los diferentes recursos de los actores sociales: mientras que la

  Fernández, José Diego (diputado al Congreso General por el estado de Morelos), Discurso que contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879, México, Imprenta de J. F. Jens, 1879. 83

166

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

elite estaba en posesión de vínculos e informaciones que les permitían visualizar la integración a la comunidad internacional como un medio de legitimar su proyecto de gobierno y para lograr la prosperidad económi� ca a través del comercio internacional; el común de la población, iletrada y alejada de los centros de decisión, no tenía acceso a la información y dependía para su sobrevivencia de sus relaciones familiares o clientelares en reducidos ámbitos locales. En este contexto debemos entender las actividades de propaganda que desplegó la Secretaría de Fomento, que no estaba en condiciones de alentar la producción ni la construcción de infraestructura más allá de la zona central del territorio nacional, pero sí podía construir un simulacro de país moderno y estable políticamente. Después de esta fallida iniciativa, los esfuerzos del poder central se concentraron en lograr el mayor lucimiento de la participación mexicana en las exposiciones universales, con tal celo que propios y extraños re� conocían a México como el país que con mayor entusiasmo y constancia asistió a esos eventos: organizadores, participantes y visitantes no duda� ban en calificar a las colecciones y a los pabellones mexicanos como muy superiores en comparación con los de otros países latinoamericanos,84 del mismo modo, las delegaciones mexicanas encargadas de organizar las muestras mexicanas en los escenarios internacionales, con el apoyo del ministro de fomento y de la presidencia de la república, se esforzaban por hacer notable la presencia mexicana en el extranjero, aprovechando los variados eventos especiales que tenían lugar durante las exposiciones. Un observador de Nueva Orleáns señaló que, “[…] ningún evento de la exposición atrae más atención que el Mexico's Day que se celebraría el 29 de mayo con un estilo principesco”.85 Para la exposición de Nueva Orleans en 1885, Porfirio Díaz, en su calidad de presidente de la comisión mexicana, estaba en condiciones de poner a funcionar una red de relaciones muy extensa que tenía su núcleo en una comisión central que se replicaba en los estados e incluso en los

84   Yeager, Gene, “����������������������������������������������������������������������� Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi� tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, xxxiv, n. 1, julio de 1977, pp. 234 y 235. 85   Yeager, Gene, “����������������������������������������������������������������������� Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi� tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, xxxiv, n. 1, julio de 1977, p. 238.

la puesta en escena de la nación mexicana

167

municipios que, a su vez, comandaba un grupo de agentes y técnicos encargados de alentar a los habitantes a la patriótica tarea de contribuir a la construcción de la imagen de modernidad de México en el extranjero. La efectividad de este esquema organizativo mostró sus bondades en la Exposición Universal de París en 1889, a partir de esa fecha la presen� cia mexicana en los escenarios internacionales cobraría relevancia gracias a la experiencia acumulada. En las exposiciones subsecuentes, Chicago en 1893 y París en 1900, por mencionar las más relevantes, los comisio� nados encargados de organizar el primer nivel de acción colectiva, la cooperación de los habitantes de la república a partir de la integración de diversos comportamientos de individuos y grupos obtuvieron notables resultados. Comisionados y agentes de los diferentes grupos recorrieron el país difundiendo circulares, cuestionarios y formularios, explorando el terri� torio y sus riquezas, convocando a los posibles expositores particulares y oficiales, reuniendo muestras no sólo del progreso material, sino sobre todo de los recursos naturales con los que contaba el país para demostrar de la manera más elocuente las muchas ventajas que la nación ofrecía. La recolección de datos e información sobre la base de cuestionarios y for� mularios nos muestra cómo esos grupos de elite captaron el sentido de la exposición y resolvieron de manera pragmática la urgente presentación del inventario de la modernidad, manipulando afectiva e ideológicamen� te las voluntades de los participantes. A fin de alcanzar las inmensas ventajas que se pensaba ofrecían las exposiciones universales, de manera abierta o velada, tanto organizado� res como participantes reconocían que dos eran los móviles que anima� ban a México a presentarse ante una Exposición Universal, uno de ellos era buscar el mercado para los productos de su clase; otro, el presentar “[…] la baratura de las materias primas y lo bajo de los jornales […] como un aliciente para que industriales y capitalistas extranjeros viniesen al país a establecer talleres y fábricas que darían trabajo al mexicano y ma� yor comodidad y extensión al consumo […]”.86 Otra de las tareas que asumió el Ministerio de Fomento y promovió con singular empeño entre los gobiernos locales fue la producción de un

86   Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París (1888), i t., México, Oficina Tipográ� fica de la Secretaría de Fomento, 1888, p. 168.

168

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

gran volumen de textos de todo género, panfletos y libros dedicados a re� señar la participación mexicana en las exposiciones universales con fines propagandísticos, publicados en varios idiomas y distribuidos gratuita� mente entre los asistentes a los eventos. El comisionado para la exposi� ción de París en 1900, por ejemplo, distribuyó gratuitamente quince dife� rentes títulos, entre guías y panfletos; y al cierre de la exposición escribió un tratado promocional sobre el tema. Se auspició la publicación de obras con marcados propósitos propagandísticos que describían con detalle la geografía, la población, el comercio, las vías de comunicación, el estado de la instrucción pública y las oportunidades de inversión de los esta� dos y territorios nacionales que dieron a la estampa en lujosas ediciones, profusamente ilustradas muchas veces, autores nacionales y extranjeros. Este conjunto de acciones, y otras más, que tenían por objeto mostrar las posibilidades de desarrollo que ofrecía México al gran capital, forma� ban parte de un activo programa de promoción del país en el extranjero, programa que fue ejecutado sin vacilación conforme a la racionalidad de las elites gobernantes, pasando, a veces, por encima de los intereses y aspiraciones de sus gobernados, con el apoyo de un cuerpo de cuadros especializados en el ramo: funcionarios, burócratas y técnicos fueron sur� giendo a medida que la vida material y cultural de la sociedad mexicana acusaban recibo de la paz, de las mejoras materiales y de la propagación de la instrucción básica y superior. Al finalizar el Porfiriato, este grupo de burócratas y científicos había construido una imagen de México como nación moderna para consumo interno y externo: premios y diplomas obtenidos en los certámenes internacionales acreditaban su desempeño. Desde la perspectiva de la elite que administraba el México porfi� riano, la construcción de la nación pasaba por el reconocimiento interna� cional. Las estrategias diseñadas para alcanzar ese objetivo movilizaron recursos a favor de construir una idea de nación que pudiera ser compar� tida por la mayoría de la población y exhibida en el plano internacional, en la que coexistían elementos de su pasado prehispánico, que la dotaban de una identidad diferenciada, y las aspiraciones de progreso material, que la equiparaban con el mundo occidental. En la segunda mitad del siglo xix, México era un país en donde casi el 90 % de la población residía en el campo. Al ser un país rural y agrí� cola, el análisis de cómo los habitantes de las patrias chicas, constituidas en torno a las principales localidades y municipios, participaron en esa gran empresa que resultó ser la construcción de una imagen nacional de

la puesta en escena de la nación mexicana

169

modernidad, no es una cuestión menor. Aun cuando especialistas en el tema, como Mauricio Tenorio Trillo, afirmen que la presencia mexicana en las exposiciones universales cuenta con un buen nivel de análisis,87 todavía está pendiente la reflexión sobre el comportamiento de las elites y de los individuos situados en la periferia del poder central. Los pabellones mexicanos en las exposiciones universales Después de 1851, cuando arrancó la serie de las grandes exposicio� nes universales, en las que la civilización occidental medía su propio es� tadio de desarrollo, mediante la comparación de colecciones de objetos representativos de la riqueza y fortaleza nacionales bajo los principios clasificatorios y las normas impuestas por los países anfitriones, se reveló la fuerza y el alcance de esos espacios expositivos internacionales como escenarios de la modernidad; pronto se hizo evidente que la organización de las exposiciones universales decimonónicas era comandada por dos países europeos, Gran Bretaña y Francia, que se disputaron la paternidad de la idea. Aunque fueron resultado de la competencia entre dos modelos de modernidad, tanto económica como política, probaron su comunión en torno a una misma idea: la idea del progreso.88 Invitadas a esos impo� nentes escenarios, las nuevas naciones hispanoamericanas buscaron in� gresar a los ámbitos políticos y económicos internacionales poniendo en escena una imagen de progreso y modernidad en la que destacaron los atributos de su producción material y cultural para atraer inmigrantes y capitales, aunque la relación entre la imagen y la realidad era, de seguro, evidentemente incierta; se trataba de una representación de la realidad atendiendo los códigos expositivos, no la realidad misma. Las exposi� ciones internacionales dieron la oportunidad, a las naciones emergentes, para promover su nueva comunidad imaginada, aunque al interior de cada una de ellas esa comunidad estuviera en vías de gestación.89

87   Tenorio Trillo, Mauricio y Gómez Galvarriato, Aurora, El Porfiriato, México, Centro de Inves� tigación y Desarrollo Estratégico y Fondo de Cultura Económica, 2006. 88   Ory, Pascal, “Les Expositions universelles, de 1851 à 2010: huit fonctions de la modernité”, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://ww.ac–orleans–tours.fr/hist–des– arts/conference–expos–universelles.pdf. 89   Norambuena Carrasco, Carmen, “Imaginarios nacionales latinoamericanos en el siglo xix”,

170

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Desde los primeros años de su vida independiente, la visión de los extranjeros asoció al territorio mexicano con la prosperidad, a tal grado que el primer antecedente de una puesta en escena de México y de lo “mexicano” con fines comerciales en los escenarios internacionales fue resultado del redescubrimiento de la potencialidad económica del suelo mexicano que hicieron los extranjeros. El empresario William Bullock fue uno de los primeros viajeros británicos que visitó México después de su independencia política de España; movido por la curiosidad y habien� do estudiado escrupulosamente el trabajo de Humboldt, emprendió su viaje a tierras mexicanas. Acompañado de su hijo, pasó seis meses en el país en 1823 y a su regreso a Gran Bretaña, a principios de 1824, abrió al público londinense la primera exposición sobre México en el extranjero. Hábil naturalista y exitoso museógrafo, pretendió reconstruir en los dos cuartos de su Egyptian Hall, en Picadilly Square, la atmósfera del México moderno y antiguo; el show de Bullock prefiguró la forma como México se exhibiría en las exposiciones decimonónicas. En el cuarto destinado al México antiguo, el expositor reunió objetos representativos de la antigua religión de los mexicanos, con particular instinto para despertar la sensación de terror ante las prácticas sacrificia� les. Se exhibieron piezas prehispánicas que el organizador llevó consigo, reproducciones de grandes monolitos, como del llamado calendario azte� ca, de la Coatlicue —que Bullock hizo desenterrar para elaborar un molde de tamaño natural— y de Quetzaltcóatl; las paredes se recubrieron con códices prehispánicos, originales y copias, provenientes de la colección reunida por Lorenzo Bouturini desde mediados del siglo xviii y conserva� da en el Seminario de Minería. Lo raro, lo exótico generaban curiosidad y expectación en el público de la Europa Occidental. El mundo anglófono se mostró receptivo a su exhibición. El evento causó revuelo y tuvo un importante eco, tanto en la prensa como entre los espectadores, que se mostraron interesados en aquel nuevo país, hasta entonces desconocido. La exposición se completaba con objetos representativos del México moderno: modelos de plantas y frutas, un gran número de animales em� balsamados, muestras de panoramas, artesanías, estadísticas y un vistoso

História Unisinos, v. 10, n. 2, mayo–agosto de 2006, pp. 121–132, consultado el 17 de agosto de 2011, disponible en http://www.unisinos.br/publicacoes_cientificas/images/stories/Publicacoes/his� toriav10n2/art01_carrasco_historia.pdf.

la puesta en escena de la nación mexicana

171

conjunto de muestras minerales, incluyendo un mexicano vivo atavia� do con sus trajes tradicionales. José Cayetano Ponce de León, nativo de “Chuyula”, se movía libremente por los salones del Egyptian Hall, de carácter dócil e inteligente, bien informado sobre la historia y los asuntos de su país; era capaz de explicar los usos de los objetos expuestos, así como de interpretar y leer algunos de los códices expuestos en la parte dedicada al México antiguo.90

Ilustración 18. Exhibición de antigüedades mexicanas en el Egyptian Hall Fuente: William Bullock, A Descriptive Catalogue of The Exhibition Ancient and Modern Mexico, Picadilly, Gran Bretaña, 1824

La primera puesta en escena de México en el extranjero fue la exhibi� ción de aspectos culturales con pretensiones científicas o pseudocientífi� cas y propagandísticas para atraer proyectos de inversión y colonización. En esos años fue notable la ausencia de cualquier intento por encontrar

90   Achim, Miruna, “El Museo Nacional de México y los guiones de la nación, 1825–1867”, en Gustavo Leyva, Brian Connaughton, Rodrigo Díaz, Néstor García Canclini y Carlos Illades (coords.), Independencia y revolución: pasado, presente y futuro, México, Fondo de Cultura Económica y Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, pp. 491–514.

172

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en la civilización de los antiguos mexicanos el origen de la nación moder� na o por establecer vínculos o continuidades entre las dos.91 En esta primera exposición mexicana organizada allende de sus fronteras —como resultado de la iniciativa de un extranjero, cuyos sa� beres y experiencia le hacían apreciar la realidad mexicana desde una racionalidad diferente a la de las elites trabadas en la disputa por la na� ción— se puso el acento en la potencial riqueza de recursos naturales,92 al tiempo que se destacaba lo exótico y la originalidad de objetos de las antiguas culturas prehispánicas. Convencido de los prodigios del país, la intención de Bullock de atraer inversionistas y colonos fracasó estrepito� samente por las azarosas condiciones políticas que primaban en la joven nación en el arranque de su vida independiente. La participación de México en las exposiciones celebradas en las pri� meras décadas de la segunda mitad del siglo xix, bajo el patrocinio de los poderes nacionales, implicó un accidentado proceso de aprendizaje, cuyos aspectos más conflictivos fueron: primero, concertar los esfuerzos guber� namentales y de grupos de particulares en medio de la debacle de la Se� gunda República Liberal (1846–1853) y, segundo, desentrañar la lógica que subyacía en los reglamentos de las diferentes convocatorias para demos� trar la adhesión a los principios rectores de la modernidad y el progreso. La expresión de esa adhesión resultaba más compleja a medida que los organizadores de las exposiciones detallaban más puntualmente, en sus convocatorias y reglamentos, los mecanismos y las condiciones de participación. La imposibilidad de los países anfitriones de costear los es� pacios que albergaran al creciente número de expositores y la aspiración de que en el escenario de las exposiciones se representaran las glorias nacionales se resolvió con la construcción de pabellones nacionales. Esta solución se documenta por vez primera en el certamen parisino de 1867. Hasta entonces las colecciones mostradas por cada país se exhibían en las

  Achim, Miruna, “El Museo Nacional de México y los guiones de la nación, 1825–1867”, en Gustavo Leyva, Brian Connaughton, Rodrigo Díaz, Néstor García Canclini y Carlos Illades (coords.), Independencia y revolución: pasado, presente y futuro, México, Fondo de Cultura Económica y Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, p. 506. 92   Museo Nacional de San Carlos, México en los pabellones y las exposiciones internaciona� les (1889–1929). Guía de la exposición, México, mnsc, inba, Conaculta, 2010, p. 78; Mongne, Pascal, “Imaginaire et réalité: l'imagerie du Mexique durant la première moitié du xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Toulouse, France, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp. 103 y 104. 91

la puesta en escena de la nación mexicana

173

inmensas salas comunes de los grandes palacios expositivos sin que se estableciera otro elemento de diferenciación o identificación que los car� teles indicadores, diseñados por los organizadores. El único rasgo defini� dor de las diferentes identidades nacionales era el nombre del país y su bandera, aunque en realidad fueron las propias colecciones exhibidas los referentes directos y más decididamente evocadores de esas identidades. La invitación a la construcción de pabellones nacionales, a partir de 1867, tenía un propósito evidente: que cada nación ofreciera a través de esas construcciones la imagen pretendidamente más representativa de sí mismas, en definitiva, de sus tradiciones, de su arte, de su cultura. Lo más significativo en el diseño arquitectónico de los pabellones era el ex� terior, aunque la estructura interna de los edificios no dejaba de tener im� portancia, la definición de las formas y los elementos decorativos usados con fines representativos en el exterior de los edificios fue controversial.93 Las colecciones mexicanas en las exposiciones universales decimo� nónicas se habían exhibido en edificios compartidos con otros países lati� noamericanos, sólo en cuatro oportunidades México diseñó sus propios espacios expositivos: durante la Exposición de París en 1867 erigió el Pa� bellón Xochicalco; en la de Nueva Orleans en 1884, construyó el pabellón conocido como La Alhambra Mexicana; en la Exposición de París de 1889 diseñó el Palacio Azteca; y, por último, nuevamente en París en 1900 cons� truyó un pabellón de características neoclásicas. El diseño y construcción de los pabellones mexicanos, la elección de sus elementos decorativos, de los materiales constructivos, de las vitrinas y mobiliarios, no sólo son indicio del desarrollo del sentido estético nacional, revelan, sobre todo, la conciencia que tenían los responsables de organizar las muestras mexi� canas de la importancia del lugar desde el cual querían que se mirara al país en el extranjero. La preparación de la espléndida celebración del Segundo Imperio de Napoleón III, que se escenificó en París en 1867, coincidió en México con una época marcada por dos particularidades: por un lado, la ocupa� ción militar de fuerzas extranjeras y la lucha republicana contra el inva� sor francés y, por otro, la puesta en marcha de una política imperial de 93   Sánchez Gómez, Luis Ángel, “Glorias efímeras: España en la exposición universal de París de 1878”, Historia Contemporánea, n. 32, 2006, pp. 257–283, consultado el 15 de julio de 2011, dis� ponible en http://www.historiacontemporanea.ehu.es/s0021–con/es/contenidos/boletin_revis� ta/00021_revista_hc32/es_revista/adjuntos/32_12.pdf.

174

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

fomento a la creación artística, orientada a la recuperación y celebración de la época prehispánica. Los elementos de la cultura indígena, cuyos “triunfos de ciencia y de arte y sus genios que se habían encumbrado en muchos puntos a una posición más elevada que la vieja Europa”, fue revalorada tras la llegada de los emperadores, en un intento por legitimar el Segundo Imperio, sostenido militar y políticamente por el poderío im� perial francés, dotándolo de un pasado nacional.94 Diversas acciones muestran el interés que tenía Maximiliano de Habsburgo de que su patria adoptiva estuviese dignamente representada en la exposición parisina de 1867. Previendo retrasos y obstáculos, Maxi� miliano despachó a París a M. Hidalgo a finales de noviembre de 1865, como enviado extraordinario aunque sin designación oficial confirmada, para que tomara contacto con Frédéric Le Play, responsable de la organi� zación de la exposición universal.95 Los temores del archiduque no eran infundados. La fragilidad del imperio mexicano, abrumado por sus compromisos financieros y asedia� do por los nacionalistas republicanos, complicaba seriamente la partici� pación mexicana; en los primeros meses de 1866, el ministro de México en París escribió a las autoridades francesas: Las severas economías que se están haciendo en los gastos públicos del Imperio y que comprenden a todos los ramos de la administración no permiten que se haga erogación alguna para el envío de objetos de arte, agricultura e industria de México a la exposición Universal que debe tener lugar en París el año de 1867. S. M. el Emperador toma esta disposición con el mayor sentimiento, pues es notorio su anhelo por todo cuanto pueda conducir al honor, crédito y adelantos de la Nación […].96

Esta medida resultó inaceptable para la Francia imperial que, empe�

  Pani, Erika, “Cultura nacional, canon español”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cultura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999, pp. 218–221. 95   Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–Dou� yere2009–1. 96   Legación de los Estados Unidos Mexicanos en Francia, 1865, Archivo Histórico de la Secreta� ría de Relaciones Exteriores, México, exp. 749, leg. 48. 94

la puesta en escena de la nación mexicana

175

ñada en mostrar su acción civilizadora, no podía permitir que un territo� rio bajo su ocupación quedara al margen de la exhibición que ella misma organizaba. Las vacilaciones del gobierno imperial mexicano dieron pie a diferentes iniciativas, que iban desde el montaje de la muestra mexica� na como un negocio de particulares hasta la organización de la misma a cargo de las autoridades francesas.97 Lo notable es que en estas iniciativas el gran ausente era el gobierno imperial de México. Ante la incertidumbre, Le Play obtuvo la aprobación de que la Com� mission Scientifique du Mexique98 concertara los esfuerzos necesarios para organizar la muestra mexicana, como finalmente sucedió, no sin desatar rencillas entre sus integrantes. En el diseño del pabellón mexica� no rivalizaron las propuestas de Jean–Charles Alphand, ingeniero en jefe de los Servicios de Paseos y Jardines de París, y de Léon Méhédin, quien se había desempeñado como científico expedicionario de la Commission Scientifique du Mexique desde agosto de 1864.99 A finales de 1866, la comisión francesa para la exposición mexicana se inclinó por la propuesta de L. Méhédin: un pabellón que reproducía una pirámide de Xochicalco, de 25 metros de largo por 18 metros de an� cho, con dos niveles de 5 y 4 metros de altura, respectivamente; en la planta baja se proyectaron 200 m2 de vitrinas verticales de 2.60 metros de alto y 30 m2 de vitrinas horizontales, mientras que, para la planta superior se planeó la colocación de 100 m2 de vitrinas verticales. En la decoración   La labor de organizar, patrocinar y presentar colecciones de objetos en las exposiciones inter� nacionales se había convertido, a estas alturas, en un buen negocio para particulares. A esto obe� decen los ofrecimientos de los arquitectos A. Cambreleny y Paul Benard para instalar y decorar el pabellón mexicano con buena ejecución y economía deseables y los de León Droux, ingeniero civil, quien se pone a la disposición del gobierno mexicano para desempeñarse gratuitamente como su agente y representante para lo concerniente a la exposición universal. A. Cambreleny se firma como arquitecto de la Prefectura de Policía y antiguo inspector de construcciones de la corona, Paul Benard como 2º Gran Premio de Roma e inspector de obras de la Opera Nueva y Leon Droux como Caballero de la Orden de Nuestra Señora de Guadalupe. Véase Legación de los Estados Unidos Mexicanos en Francia, 1865, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 749, leg. 48.. 98   La Comisión funcionaba, básicamente, en tres niveles jerárquicos: a) científicos franceses que trabajaron desde París; b) científicos expedicionarios en México, ya sea franceses o de nacionalidad distinta (particularmente europeos) y c) científicos corresponsales mexicanos o latinoamericanos, o bien, europeos con residencia en Latinoamérica. Véase Lara Mimbrera, Iván Rubén, Reacciones, colaboraciones y proyectos científicos. Los ingenieros de minería durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio en México (1862–1867) (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Autónoma de México–Iztapalapa, 2006. 99   Léon Méhédin desplegó una intensa actividad en el campo de la arqueología; de noviembre de 1865 a agosto de 1866 trabajó en el valle de Cuernavaca, particularmente en Xochicalco. 97

176

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

interior y exterior del edificio predominaría “el estilo mexicano” y el inte� rior albergaría muestras de zoología, mineralogía, geología, botánica; pla� nos, dibujos, grabados y fotografías, estatuas y antigüedades mexicanas. Aunque inicialmente se favoreció la propuesta de Méhédin, asignán� dole recursos financieros y logísticos para que la obra estuviera lista el 15 de marzo de 1867, las autoridades francesas renunciaron a organizar la muestra mexicana. El 6 de febrero de 1867, el ministro de Educación francés anunció su decisión de no apoyar la exposición de la Comission Scientifique au Mexique. Demeulenaere–Douyère atribuye este cambio de actitud al activismo de L. Méhédin, que resultó contraproducente a sus afanes, pero lo cierto es que, a esas fechas, resultaba evidente que el proyecto imperial en México era una causa perdida y Napoleón III se re� tiraba de México dejando a su suerte a Maximiliano de Habsburgo. L. Méhédin, empecinado, tomó por cuenta propia y a sus expensas, la realización de la pirámide de Xochicalco a fin de que sirviera como pa� bellón para la colección mexicana.100 Escasas referencias describen cómo era ese pabellón mexicano en su exterior: un basamento con una escali� nata al frente reproduciendo una construcción de Xochicalco, con su gran templo superior completo. En medio de la entrada se ubicaron una co� losal copia de la Coatlicue, dos grandes esculturas de Teotihuacán sobre las alfardas y un gran calendario azteca a uno de los lados, que comple� mentaban la obra. Está por demás decir que una observación minuciosa indica que existían enormes diferencias entre este modelo y el edificio original, de todas formas el parecido fue notable.101

  Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhé� din et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consul� tado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere– Douyere2009–1. 101   En Francia habían circulado grabados y litografías de Xochicalco, las primeras fueron realiza� das por Antonio Alzate en 1791 y publicados por el padre Márquez en 1804; los de la expedición de Dupaix y Castañeda publicados en 1834 y los románticos dibujos de Waldeck a partir de 1834. Así mismo, los grabados de Désiré Charnay, publicados junto con sus fotografías con una introducción de Viollet–le–Duc, causaron gran impacto en Francia desde su primera aparición en 1863. Véase Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 165–170. 100

la puesta en escena de la nación mexicana

177

Ilustración 19. Fotografía del pabellón mexicano construido por Léon Méhédin para la Exposi� ción Universal de París en 1867 Fuente: Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeu� lenaere–Douyere2009–1

En algún momento de su gestión, Méhédin no vaciló en exponer su deseo de que este edificio sirviera como un monumento conmemorativo e imperecedero de la expedición científica francesa en México, del mismo modo en que el obelisco de la Concorde evocaba la expedición científica francesa en Egipto.102 Materializada como una empresa más particular que oficial, la muestra mexicana fue la oportunidad para L. Méhédin de exponer una colección de sus trabajos formada en quince años de expedi�

  Esta idea quedó registrada en algunas notas de Léon Méhédin, sin fecha, conservadas en los Archives Nationales Paris, F/17/2914/2, pero Demeulenaere–Douyère (“Le Mexique s'expose à Paris…”) las data en enero de 1867. 102

178

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ciones que denominó Misiones artísticas y científicas de Léon Méhédin, quien además, para cubrir sus gastos, pidió la autorización para que se instalara en el pabellón un café–restaurant de estilo pintoresco atendido por perso� nal ataviado con trajes típicos de los pueblos que había visitado.103 De esta manera, en torno al palacio de la exposición parisina de 1867 que albergaba los productos de la agricultura, de la industria y de las be� llas artes, y formando parte de las atracciones más eclécticas, se levantó el pabellón mexicano, la pirámide de Xochicalco, como escenario de una pretendida muestra de objetos mexicanos, sirviendo a la explotación del exotismo que dominó en ese certamen. En la historiografía mexicana especializada en la historia del arte mexicano, poca atención ha recibido este pabellón, quizá porque corres� pondió al repudiado período del Segundo Imperio mexicano y porque su realización corrió a cargo del gobierno francés, a través de sus diferentes comisiones, por tanto, no se ha asimilado como una producción cultural nacional, sino como una manifestación del intervencionismo extranjero. Sin embargo, es necesario recapitular sobre el hecho de que, aun� que Maximiliano de Habsburgo, como emperador de México, tuvo un escaso margen de maniobra para ocuparse de la representación del país en el exterior, en este asunto su actuación fue consistente con su desem� peño como gobernador de las provincias lombardo venecianas.104 Mien� tras duró el sueño imperial, fue partidario de establecer en México un gobierno sustentado más en instituciones y en la consulta a una elite de expertos, y menos en el autoritarismo despótico. Para proyectar la participación mexicana en la exposición parisina de 1867 se guió por su propia admiración de las glorias del pasado prehis� pánico y por las apreciaciones y estudios de la Commission Scientifique du Mexique, formada por savants franceses y mexicanos, en cuyo seno se desató la polémica sobre la definición de los elementos estéticos que me� jor representaran a la nueva nación mexicana. Y esa comisión se enfrentó 103   Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhé� din et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consul� tado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere– Douyere2009–1. 104   Luigi Fontana, Giovanni, “La práctica política de Maximiliano de Habsburgo antes de llegar a México” (Conferencia impartida en el marco de la conmemoración del 150º Aniversario de la Batalla del 5 de mayo en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Univer� sidad Autónoma de Puebla, Puebla, 7 de febrero de 2012).

la puesta en escena de la nación mexicana

179

a varios dilemas, primero, integrar en una única representación tanto la diversidad como la totalidad de los grupos sociales que constituían Mé� xico, segundo, dirimir cuál tradición tenía más densidad simbólica en la definición de la identidad nacional, la prehispánica o la colonial.

Ilustración 20. Parque de la Exposición Universal de París de 1867, vista parcial en la que apare� ce, al centro, el pabellón mexicano: la Pirámide de Xochicalco Fuente: Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeu� lenaere–Douyere2009–1

El Segundo Imperio Mexicano fue incapaz de llevar a buen térmi� no la representación mexicana en 1867, su materialización corrió a cargo de comisionados franceses, para quienes “lo mexicano” se identificaba con el pasado prehispánico; la idealización de ese pasado descartaba el legado colonial, dando paso a una solución ecléctica, al arte neoprehis� pánico, como una forma de apropiarse de la tradición genealógica, de materializarla vaciándola de su verdadero contenido para cargarla con

180

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

otro nuevo, de tipo meramente estético,105 para su utilización en formas representativas para el consumo global. De esta manera, se abrió la puer� ta a la institucionalización de una forma representativa de México y de lo mexicano, el arte neoprehispánico que tuvo resonancias que alcanzaron hasta el siglo xx. En un contexto radicalmente diferente se diseñó y construyó el pa� bellón para albergar la colección mexicana en la exposición de Nueva Orleans. El Estado republicano, legitimado por un proceso electoral, es� taba encabezado por Manuel González, quien asumió el cargo después de cuatro años del primer período de gobierno del general Porfirio Díaz y vio la conveniencia de mantener ocupado, y a una prudente distancia, al ambicioso militar nombrándolo comisionado general de la república mexicana para la Exposición Universal de Nueva Orleans.106 Díaz aceptó el encargo, “sin méritos que pudieran hacerme acreedor a tan señalada distinción, desconfiando de mis aptitudes […], pero animado de los me� jores deseos de contribuir al buen éxito de los patrióticos propósitos del Gobierno Supremo”,107 dejando asentado que México apenas había po� dido figurar débilmente en las exposiciones internacionales desde 1851, ya por el aislamiento y la falta de vías de comunicación, ya por las con� mociones políticas que largo tiempo le han agitado. Pero, afirma Díaz, en 1884 esas circunstancias se han modificado radicalmente: la paz ha traído aparejado el desarrollo, las vías férreas cruzan el dilatado territo� rio mexicano, las vías marítimas aumentan, la industria se perfecciona, las instituciones de crédito se establecen y como consecuencia de esto, México consolida sus relaciones comerciales; por todo esto, el país estaba obligado a ponerse en íntimo contacto con las naciones más ilustradas para participar con ellas de los beneficios del progreso, “debe intentarse todo esfuerzo para que la república mexicana siendo bien conocida sea justamente estimada”.108

  Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 11–15. 106   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 5, 9 de enero de 1884. 107   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 5, 9 de enero de 1884. 108   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, 105

la puesta en escena de la nación mexicana

181

El interés del gobierno mexicano por obtener el reconocimiento in� ternacional se ensayó primeramente, y de manera vigorosa, en la oportu� nidad que le brindó la vecina potencia del norte, por razones operativas y políticas. Para los liberales del último tercio del siglo xix, discípulos de las filosofías modernizadoras occidentales en boga durante el siglo xix, creye� ron que al estrechar los vínculos con las pujantes naciones industriales del norte desarrollarían un Estado mexicano fuerte. Pondrían fin así a la ines� tabilidad política y a las invasiones extranjeras de las décadas anteriores.109 La invitación a participar en la exposición de Nueva Orleans fue aceptada casi inmediatamente y enseguida se pasó a planear el modo de lograr el mayor lucimiento. Gran parte de la colección mexicana se exhibió en recintos compartidos con el resto de las naciones, distribuyén� dose en los edificios siguientes: en el Main Building o edificio principal, en el Departamento de Señoras, en el de Artes; en el Departamento de Horticultura, donde además se ocuparon los jardines aledaños al edifi� cio, destacando su origen con grupos de banderas mexicanas colocadas a regular altura. Además, el gobierno mexicano construyó un edificio de madera para recibir una banda militar de música y un escuadrón de caballería que sir� vió como alojamiento y cuartel al personal encargado de la muestra110 y un pabellón especial, que cubría una superficie de 505 m2, para albergar su colección de muestras minerales, conocido como la Alhambra Mexi� cana, una rica construcción multicolor, de estilo morisco, hecha a base de hierro y acero, diseñada por el ingeniero mexicano José Ramón Ibarrola, quien dirigió los trabajos de construcción en las fundidoras de Pittsburgh. El edificio estaba ricamente ornamentado con relieves dorados sobre fondo de color rojo y azul produciendo un efecto admirable. La planta era octogonal, las paredes estaban formadas por columnas sobre las que se apoyaban los respectivos arcos, estando ocupados los espacios interme� dios en la parte inferior por láminas ornamentadas y la superior por vi� exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 7, 29 de febrero de 1884. 109   Buchenau, Jürgen “Inversión extranjera y nacionalismo: lo paradójico de la política inter� nacional de Porfirio Díaz”, Dimensión antropológica, v. 6, 1996, consultado el 17 de julio de 2011, disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1475. 110   Informe rendido por Mariano Bárcena, Representante del Comisionado General de México en la Exposición de Nueva Orleans, 9 de mayo de 1885, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 76, exp. 1.

182

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

drieras de color rojo y azul. En el centro del edificio había ocho columnas libres soportando sus respectivos arcos sobre los que descansaba una ele� gante y elevada cúpula coronada por el águila mexicana. Daba entrada al edificio un pórtico de tres arcos ornamentados como el resto del pabellón. Ibarrola se inspiró en el palacio de Mahomet–Al–Hamar, última mansión del famoso Mahomet Boabdil, de la Alhambra de Granada, revelando la inclinación de los responsables de la muestra mexicana a no explotar el exotismo indígena de México, sino más bien exhibir uno más familiar para el gusto europeo, la arquitectura morisca. La explicación que se ha dado a esta fantasía de Ibarrola está vincula� da a dos hechos: primero, el estilo morisco había alcanzado su consagra� ción en Gran Bretaña desde la primera mitad del siglo xix y su presencia en los Estados Unidos de América y en la región caribeña se debía, en buena medida, a los contactos culturales con ese país, además, la com� parecencia a las grandes exposiciones internacionales desde 1851 había potenciado el gusto por este tipo de concreciones arquitectónicas, prueba de ello fue el pabellón brasileño en la exposición de Filadelfia en 1876. Y, segundo, la influencia que pudo ejercer en Ibarrola el contacto con el arquitecto Eduardo Tamariz y Almendaro, autor de numerosas obras en la ciudad de Puebla en las que se incluían elementos decorativos neoára� bes.111 Si la imagen de México, que ya circulaba en el imaginario europeo, estaba emparentada con el arte egipcio desde 1825 por obra de Bullock y destilaba el encanto de las modas cosmopolitas que gustaban de lo exó� tico; el estilo elegido por Ibarrola fue el acertado, además permitía una lectura de reconciliación con el ascendiente hispánico. El recinto mexi� cano se adornó con la bandera mexicana, la bandera del país anfitrión y la bandera de España, “demostrando que si México como hija suya se había emancipado al llegar a la edad viril, agradecida, le guardaba cariño y amistad filial”.112 Según la opinión de Ruiz de Velasco, “la perla de la exposición fue el pabellón mexicano de minería”.

111   González Alcantud, José Antonio, El orientalismo desde el sur, Barcelona, España, Anthropos, 2006, pp. 235–237. 112   Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 23.

la puesta en escena de la nación mexicana

183

Ilustración 21. La Alhambra mexicana en los terrenos de la exposición de Nueva Orleans Fuente: Kenblog, consultada el 15 de enero de 2012, disponible en http://expoguy2.blogspot. com/2009/01/new–orleans–1885–color–illustrations–of.html

De manera general, la colección mexicana ocupó un espacio de casi 18 850 m2.113 Al parecer, el gobierno mexicano no escatimó esfuerzos ni recursos para mostrarse como una nación moderna en un escenario mundial.114 Para el gobierno mexicano y sus operadores, la exposición de Nueva Orleans fue una gran lección, no sólo por lo que significó en el te� rreno de la formación de cuadros especializados, sino, sobre todo, por la comprensión de la resonancia que estos eventos alcanzaban para lograr la promoción del país. La prensa de toda la Louisiana y la de muchos estados de la Unión Americana han declarado que el departamento extranjero de mayor im� portancia es el de México […] el conocimiento verdadero que se va exten� diendo de los adelantos intelectuales e industriales de México va desvane� ciendo el juicio erróneo y apasionado que se hacía con tanta frecuencia en la prensa extranjera y, ciertamente, el mejor modo de combatir ese error es manifestar al país en su estado actual, haciéndolo concurrir a los certáme� nes donde otras naciones presentan sus adelantos y sus recursos.115

  Archivo General de la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 6.   Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 70 y 71. 115   Informe rendido por Mariano Bárcena, representante del comisionado general de México 113 114

184

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

El reconocimiento internacional que buscaba México en estos años siguió dos vías, por un lado, el Estado mexicano del último tercio del siglo xix se propuso estrechar los vínculos con la economía estadouni� dense, y, por otro, procuró la normalización de las relaciones diplomáti� cas con el grupo de viejos adversarios: Gran Bretaña, Francia y España. Mientras el gobierno de Manuel González negoció un acuerdo con Gran Bretaña —el más recalcitrante de los viejos enemigos—, Díaz abrió nego� ciaciones con Francia y España y obtuvo el reconocimiento diplomático incondicional para su gobierno; cuando regresó al poder en 1884, orientó la política exterior mexicana hacia el punto de equilibrio entre los deseos de los inversionistas extranjeros y los de los nacionalistas mexicanos. Los porfiristas consideraban que, al menos, Gran Bretaña y Francia eran las principales fuentes de inversión de capitales y, al mismo tiempo, busca� ban impedir el peligro real de una excesiva dependencia con el capital de Estados Unidos. Los inversionistas y banqueros desempeñaron papeles claves en ambos esfuerzos, persuadiendo a sus gobiernos de normalizar las relaciones con México.116 Restablecidas las relaciones diplomáticas, México recibió la invita� ción del gobierno francés, el 15 de abril de 1887,117 para concurrir con sus productos a la exposición universal parisina de 1889, la cual aceptó en los últimos días de ese mismo año, después de pocas vacilaciones y largas deliberaciones, bajo el razonamiento de que “nuestra república debería aprovecharse de esta oportunidad para hacer conocer a las naciones ex� tranjeras los adelantos que ha tenido en todos los ramos en los últimos años en que ha podido gozar de una paz firme y duradera”.118

en la Exposición de Nueva Orleans, 9 de mayo de 1885, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 76, exp. 1. En el mismo sentido fueron las apre� ciaciones de Ruiz de Velasco, quien lamentó la miserable y pequeña opinión en que se nos tenía en una nación tan vecina, opinión de la que se participa lastimosamente en Europa, pero la atinada organización de la muestra mexicana en Nueva Orleans demostró, según él, que México ocupa un lugar distinguido en la escala social y, por lo tanto, es digna del respeto y la estimación de los pue� blos. Véase Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 22. 116   Buchenau, Jürgen, “Inversión extranjera y nacionalismo: lo paradójico de la política inter� nacional de Porfirio Díaz”, Dimensión antropológica, v. 6, 1996, consultado el 17 de julio de 2011, disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1475. 117   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 2. 118   “Actas de las sesiones de la Comisión Organizadora para la Exposición Mexicana en París.

la puesta en escena de la nación mexicana

185

La celebración de los valores republicanos propició la ocasión para reencontrarse con un antiguo adversario y para reiniciar, de facto y bajo diferentes premisas, una relación fracturada por la fallida aventura inter� vencionista francesa. Una vez decidida la participación en el certamen, se desplegó una actividad febril: el secretario de fomento, al frente de arqui� tectos y artistas, se ocupó de negociar y diseñar el espacio que ocuparía el recinto expositivo mexicano y de definir el proyecto arquitectónico del edificio que “[...] ha de servir para la exhibición de los productos mexi� canos en París, cuyo edificio se desea tenga el estilo arquitectónico de los antiguos monumentos aztecas y demás construcciones primitivas de nuestro país, que tan ricamente decorados existen en el territorio mexica� no y a cuyo tipo se quiere darle un carácter nacional en el extranjero”. La tarea fue encomendada, mediante sendos nombramientos, a los ingenie� ros Luis Salazar, Vicente Reyes, José María Alva, Antonio M. Anza y a los destacados Alfredo Chavero, Jesús Sánchez y Antonio Peñafiel.119 Difícil tarea que debía hacer tabla rasa del pasado colonial, recupe� rando un pasado indígena glorioso, que por consanguinidad no perte� necía a las elites, pero que resultaba muy útil para sustentar, política y culturalmente, la identidad nacional. La elaboración del proyecto desató la polémica al interior de la comunidad académica mexicana, toda vez que implicaba, no sólo la demostración de capacidades técnicas y de un particular gusto estético sino, sobre todo, la elección de los elementos representativos de la nueva comunidad imaginada. Para la exposición universal celebrada en París en 1889, los respon� sables de organizar la muestra mexicana tuvieron que elegir entre varios proyectos constructivos para el pabellón mexicano. El diseño selecciona� do, presentado por Antonio Peñafiel y denominado como el Palacio Az� teca, pretendió resumir los rasgos esenciales de la historia prehispánica y de sus monumentos y dar una idea de su civilización, de sus costumbres, de sus adelantos en las ciencias morales y materiales, a fin de darlas a co� Primera junta preliminar, 21 de enero de 1888”. Algunas se pueden localizar en Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 4, 5, 6, 14, éstas y otras aparecen en el Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889. 119   Las indicaciones para el diseño del pabellón mexicano están contenidas en los nombramien� tos que extendió el Despacho de Fomento, Colonización e Industria a diferentes personalidades del ramo. Véase Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i t., México, Oficina Tipográ� fica de la Secretaría de Fomento, 1888, pp. 117–119.

186

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nocer en el extranjero, pues en opinión del autor, lo azteca correspondía al auténtico pasado de México. El proyecto de Peñafiel fue un homenaje a las antiguas culturas mexicanas, especialmente la azteca, que fue coloca� da en un plano de igualdad, a veces hasta de superioridad, con respecto a las culturas clásicas de Occidente.120 La arquitectura clásica de frontones y columnas fue sustituida por formas trapezoidales; los escalones se de� coraron con motivos de grecas. Aparecieron los equipales, las jícaras y los cántaros. Las togas romanas se trocaron en mantas y rebozos, las espadas en macanas y el indio que las porta, con muy pocos detalles de sus carac� terísticas raciales, asumió el gesto de la teatralidad y la pureza de rasgos a los que nos acostumbró el ideal clasicista.121

Ilustración 22. Pabellón de México en la Exposición de París en 1889. Impresión fotográfica en albúmina Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de enero de 2012, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/91725830/

  Silva Barón, Marco Antonio, “Exposition Universelle de París 1889”, México en los pabellones y las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, p. 98. 121   Rodríguez Prampolini, Ida, “La figura del indio en la pintura del siglo xix: fondo ideológico”, en Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 202–217. 120

la puesta en escena de la nación mexicana

187

En un texto publicado en francés, en inglés y español, Peñafiel, quien contó con el auxilio del ingeniero Antonio M. Anza, hizo la descripción del pabellón mexicano; su extensa y puntual explicación encuentra jus� tificación en la necesidad de validar su trabajo como una encomienda oficial que fue aprobada por las más elevadas esferas de poder, lo mismo que por distinguidos y eminentes anticuarios, que habían consagrado su vida y su inteligencia a los difíciles estudios de la arqueología mexicana. El edificio está construido según el estilo azteca más puro […] se com� pone de una parte central, que simboliza con sus principales atributos la reli� gión azteca […], mide 70 metros de largo por 30 de ancho, teniendo de altura 14 metros 50 centímetros hasta las almenas. El salón central mide 40 metros de largo y 24 metros de ancho: los pabellones laterales tienen 23 metros 80 centímetros por 12 metros 40 centímetros de altitud. Entre los pabellones laterales y la parte central se han colocado seis grandes figuras para perso� nificar en sus fundamentales acontecimientos la antigua historia mexicana, el principio y el fin de la nacionalidad y autonomía de las tribus aztecas, el principio de su ser y el fin de su período histórico con la conquista de Cortés. La forma general del edificio se ha tomado de los pocos restos que quedan en las construcciones de un origen verdaderamente regional de las tribus mexicanas, como son, una pared de un antiguo palacio de Huexotla, perfectamente conservada, que lleva el nombre de Texolocalco, y del mag� nífico monumento de Xochicalco, que se encuentra en el estado de Morelos. La parte central del edificio es un pórtico donde se sube por una escali� nata alta y fuertemente inclinada, como la tenían los antiguos teocalis. A los lados de esta escalera están dos grandes pilastras adornadas con el signo del fuego y coronadas por los braseros de Huehueteotl, simbolizado por un anciano sentado, cargada su cabeza con la hoguera sagrada, en donde periódicamente se encendía el fuego nuevo, el fuego secular, grande acon� tecimiento religioso de los pueblos del Anáhuac […]. La parte histórica representada entre los dos pabellones laterales y el pórtico se compone de seis figuras: a la derecha los reyes Itzcoatl, Neza� hualcoyotl y Totoquihuatzin, la triple alianza de las monarquías de México, Texcoco y Tlacopan; en el lado izquierdo del pórtico Cacama, Cuitlahuac y Cuauhtémoc, los personajes de la trágica caída del imperio mexicano.122

  Peñafiel, Antonio, Explication de l'edifice mexicain l'Exposition Internationale de Paris en 1889,

122

188

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La utilización de motivos prehispánicos de sitios arqueológicos co� nocidos y explorados por el autor —Huexotla, Teotihuacán, Mitla y Xo� chicalco— sólo recubrieron los elementos de un edificio construido de acuerdo con el alzado de uno de inspiración grecorromana, al tiempo que sus materiales y decoración interior se dispusieron a tono con el lujo francés de la época.123

Ilustración 23. Vista interior del pabellón mexicano, mostrando su monumental escalinata y parte de la colección mexicana. París, 1889. Impresión fotográfica en albúmina Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de enero de 2012, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520806/

Barcelona, España, Imprimiere D'Espasa et Cie., 1889. 123   Silva Barón, Marco Antonio, “Exposition Universelle de Paris 1889”, en México en los pabellones y las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, p. 98.

la puesta en escena de la nación mexicana

189

El Palacio Azteca ha quedado como un punto de referencia en el lar� go debate sobre cómo representar a la nación. El protagonismo de las cul� turas prehispánicas que dotaban de originalidad a la representación de lo auténticamente mexicano y la indiferencia hacia los indios contempo� ráneos parecería una contradicción si se los desliga de la meta última que vislumbraban los ideólogos liberales: el triunfo de la república federal. Para la elite porfiriana, la consolidación de la nación estaba por enci� ma de los intereses de las comunidades indígenas. Las voces que pedían el respeto a las costumbres, tradiciones y derechos de los pueblos indios fueron acalladas por los arquitectos ocupados en simbolizar la consolida� ción nacional. La reivindicación del indio tendría que hacerse por medio de la educación y la integración a la cultura impuesta, y no por la restitu� ción de sus derechos de propiedad ni por el respeto a su cultura.124 A la raza indígena no se la debe ver aislada, sino como parte de una nación y en consecuencia ligados sus intereses a los del país al que pertene� cen. El querer remediar a los indios tiene por objeto evitar los males que su situación ocasiona a México […]. Debe procurarse que los indios olviden sus costumbres y hasta su idioma mismo, si fuere posible. Sólo de este modo perderán sus preocupa� ciones y formarán con los blancos una masa homogénea.125

Por tanto, la representación de la identidad nacional debía sintetizar la exitosa integración ocurrida en los siglos coloniales entre los valores simbólicos y los referentes culturales españoles y el espíritu y la sensibili� dad indígena. El mestizaje, por legítimo derecho natural, fue el heredero ideológico de la república independiente,126 en tanto que el perpetuo mo� vimiento hacia delante de la sociedad mexicana, su progreso, no podía ser recubierto con fachadas indias, por muy gloriosas que fueran, sólo eran reminiscencias de un pasado ya superado. 124   Rodríguez Prampolini, Ida, “La figura del indio en la pintura del siglo xix: fondo ideológico”, en Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 202–217. 125   Pimentel, Francisco, Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena y medios para remediarla, México, 1864, p. 266. 126   Lozoya, Johanna, “El discurso sobre la identidad mestiza en la historiografía finisecular mexicana de la arquitectura”, Les Cahiers alhim, n. 16, 2008, consultado el 10 de enero 2012, disponi� ble en http://alhim.revues.org/index2994.html.

190

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Una identidad nacional mestiza se afirmó desde la última década del siglo xix, aunque su pretendida homogeneidad estaba montada sobre una realidad multicultural, en la que cohabitaban, en franca desigualdad, grupos étnicos y culturales completamente distintos entre sí, inclusive antagónicos. Así, llegado el momento de participar en el Exposición Uni� versal de París en 1900, la elite porfiriana consideró la propuesta arqui� tectónica del Palacio Azteca de 1889 como un rotundo fracaso, sobre todo porque en ese momento se consideraba como un esfuerzo inútil la pre� tensión de crear un verdadero estilo arquitectónico a partir de modelos prehispánicos. La exposición parisina de 1900, paradigma de las grandes exposi� ciones universales —ha sido considerada la más ostentosa, ambiciosa y memorable—, se organizó con el único pretexto de despedir el siglo, conmemorar el presente y celebrar la modernidad. A ella concurrieron 58 países, la mayoría de los cuales construyó imponentes pabellones a ambas márgenes del río Sena. Para el encargado de los trabajos de México en el París de 1900, la búsqueda de un estilo arquitectónico propio que pudiese representar al país ante el mundo, se había agotado; resultaba ocioso y artificial intentar imitar los estilos prehispánicos o adoptar los referentes coloniales espa� ñoles, pues ninguna de esas tendencias se adecuaba a los patrones moder� nos de confort, higiene y estética que prevalecían en el mundo del nuevo siglo, pero sobre todo tenía la certeza de que ninguno de estos estilos representaba cabalmente a México. Entonces, si México no tenía un estilo arquitectónico propio que pudiese expresar tanto su identidad —étnica y cultural, histórica y política, integrada y homogénea—, como su buen gobierno —pacifista y fuerte, moderno y progresista— se consideró perti� nente adoptar uno internacionalmente aceptado y se decidió construir un palacio de estilo neoclásico para la muestra mexicana en 1900.127 “A falta de un género arquitectónico verdaderamente nacional y característico de México, se adoptó el estilo Neo–Greco”.128

127   Saltiel de la Peña, Jimena, “México en la exposición universal de París (1900)” en México en los pabellones y las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, pp. 110–112. 128   Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran� cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 87.

la puesta en escena de la nación mexicana

191

Ilustración 24. Vista del pabellón mexicano en la Exposición Universal de París en 1900 Fuente: Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 104 y 105

A tono con el ambiente imperante, se optó por un proyecto construc� tivo austero, diseñado por el experimentado Antonio M. Anza,129 quien tomó como referencia las obras del arquitecto Ramón Rodríguez y Aran� goity, fallecido en 1884, quien había promovido el estilo neogriego en México, cobrando notoriedad con el diseño y construcción del Palacio de Gobierno de Toluca y con la realización de las obras de remodelación al Castillo de Chapultepec, por encargo de Maximiliano de Habsburgo, en su calidad de emperador de México, pero, sobre todo, por la elaboración en 1880 del proyecto arquitectónico del Palacio de la Exposición Interna� cional Mexicana que, aunque no llegó a realizarse, sí alcanzó a dejar cons� tancia de sus capacidades técnicas y de su refinado gusto cosmopolita. Así, Anza volvió la mirada hacia la obra de Rodríguez Arangoity para retomar un estilo arquitectónico ya probado en la exposición parisina de 1889.130

  Antonio M. Anza fue el constructor del Palacio Azteca en 1889.   El estilo neogriego se había canonizado como el estilo Napoleón III y fue expuesto por arqui� tectos como Garnier y Formigé en 1889. Véase Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 259. 129 130

192

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 25. Corte longitudinal, plano con ubicación y diseño de vitrinas del pabellón mexica� no en la Exposición Universal de París, 1900 Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 32, exp. 6. Plano de autor desconocido

El pabellón mexicano en París contaba con dos fachadas principales, una a lado del muelle de Orsay, que formaba la entrada principal, y otra que daba sobre el Sena. Todo el exterior del edificio revelaba su distribu� ción interna. El carácter general de la fachada era de estilo renacentista italiano; las proporciones de los pórticos estaban tomadas de la mejor época del estilo griego y los perfiles de sus cornisas eran de estilo neogre� co, en el que todas las formas curvas son elípticas, hiperbólicas o parabó�

la puesta en escena de la nación mexicana

193

licas, pero nunca circulares como en el estilo romano.131 Estratégicamente, los organizadores de la muestra mexicana buscaron encuadrar la forma y el contenido de “lo mexicano” en los modelos artísticos y culturales, que en ese momento, circulaban en el contexto global. Para comprender la imagen creada por los operadores mexicanos, se debe considerar no solamente lo mostrado, sino también lo omitido. Sin un concurso previo para seleccionar el diseño que se materializaría como el pabellón mexicano, se rechazó la petición del arquitecto Jesús Herrera de un espacio para construir un teatro con el estilo de los anti� guos mexicanos;132 la misma suerte corrieron los tres o cuatro proyectos enviados por el reconocido escultor Jesús Contreras, uno de sus diseños estaba basado en la Capilla del Pocito y otro, en la Casa de los Azulejos, ambos edificios de la Ciudad de México con claras alusiones a los ele� mentos arquitectónicos del período colonial. En un intento por plasmar la historia nacional, otro más fusionaba elementos estilísticos de las ruinas arqueológicas de Mitla con una fachada de estilo colonial español y un friso de estilo romántico francés.133 Los recintos expositivos de las diferentes naciones que concurrieron a París en 1900 buscaron impactar la mirada y el ánimo del espectador y se esforzaron por crear una imagen arquitectónica que las representara de la manera más completa y memorable; el pabellón mexicano no fue la excepción, su elección del estilo neoclásico fue motivada por el interés de proyectar la imagen de una nación alineada al gusto estético y a los referentes culturales occidentales, en los que primaban la mentalidad po� sitivista y el entusiasmo por el progreso. La representación de México en los circuitos internacionales está pro� fundamente vinculada al proceso de expansión cultural de Occidente y a su propio desarrollo como nación independiente. En principio, la mirada ajena fue la que puso en valor los elementos distintivos del ser nacional y sus intereses, después, impusieron un orden racional al heterogéneo 131   Una extensa descripción del pabellón mexicano y de su proceso de construcción se puede consultar en Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 82–111. 132   En el Archivo General de la Nación se pueden localizar planos, esquemas ornamentales y el proyecto de contrato para el funcionamiento del teatro. Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 69, exp. 3 bis. 133   Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 257.

194

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

conjunto de elementos y objetos en los que se materializaba la identidad nacional. En la búsqueda de un estilo arquitectónico que reflejara el ser nacional con una identidad propia en el concierto de las naciones, los constructores de los pabellones mexicanos se enfrascaron en largos y es� pinosos debates en los que se pueden identificar tres tendencias: primero, la que proponía la recuperación del pasado prehispánico y su puesta en valor como signo distintivo de lo mexicano, bajo el argumento de que en ese pasado se constituyó la esencia misma de la comunidad nacional; segundo, la apuesta por la fusión de las tradiciones prehispánicas y colo� niales, como acto de reconocimiento del carácter mestizo de la nación y, finalmente, la imitación y adaptación de los referentes culturales occiden� tales que permitiría ostentar la adhesión de la nueva comunidad imagi� nada a los paradigmas de modernidad y progreso. No puede soslayarse que los liberales mexicanos se ocuparon afanosamente de componer una imagen de nación en la que se representaba una nueva comunidad de intereses, de objetos, de actos o de acontecimientos, a pesar de que sus esfuerzos pasaran desapercibidos para la gran mayoría de la población o que resultaran infructuosos para un significativo grupo de letrados que no se reconocían en ella. En la idea de nación que se gestó en el caso de México, como en la mayoría de las nuevas naciones hispanoamericanas, la apropiación sim� bólica del territorio tuvo un papel fundamental. Por tal motivo, el proce� so de construcción del Estado–nación trajo aparejadas acciones para de� terminar, asegurar y representar sus cualidades físicas y humanas, para su control y administración. Entonces, las mediciones y las descripciones que daban cuenta de él no fueron neutrales ni automáticas, reducidas a la simple construcción de datos y cifras, ni acciones unilaterales de las elites políticas y culturales afincadas en el centro político de los territorios, más bien, expresaron los reclamos y las negociaciones sostenidas con sus ocu� pantes y con las elites situadas en la periferia. La independencia política de España y el apremio por establecer la territorialidad de la nueva nación impuso la tarea de exaltar las bondades y cualidades del territorio nacional, tarea que, por sus alcances y carac� terísticas, sólo podía ser acometida por la administración pública desde los principales centros de poder político, tanto nacionales como estatales. Los operadores técnicos y políticos de los regímenes liberales, ligados a la Escuela de Ingenieros y a los organismos creados por el Ministerio de Fomento, recorrieron y estudiaron la geografía nacional en numerosas

la puesta en escena de la nación mexicana

195

expediciones, pero, aunque sus itinerarios de reconocimiento fueron tra� zados con fines utilitaristas no intentaron proponer un plan de desarro� llo de beneficio social que integrara a grandes grupos de población; este objetivo quedó fuera del alcance del reducido cuerpo de exploradores e investigadores, a pesar de que todos ellos eran destacados profesionales en sus campos científicos. A lo largo del siglo xix, el reconocimiento, estu� dio y descripción del territorio mexicano no se aplicaron a la totalidad de la extensión territorial de la nación ni alcanzaron un grado de desarrollo homogéneo, más bien, se limitaron a la prospección económica de cier� tas zonas potencialmente ricas en recursos naturales, generando, una vez más, representaciones parciales e incompletas. Los trabajos para elaborar una fastuosa representación del territorio mexicano cobraron vigencia y relevancia durante la segunda mitad del siglo xix, a medida que creció el auge de las exposiciones universales. En esos escenarios, México se exhibió como una unidad territorial en la que no tenían cabida los con� flictos de poder entre las diferentes facciones, ni la confrontación entre los intereses regionales, derivados de sucesivas transformaciones en la configuración del espacio geográfico; su estrategia expositiva abundó en datos cifrados que respondían a los sistemas clasificatorios de los grandes certámenes y hacían comprensible su representación independientemen� te de la diversidad de sus regiones, de sus habitantes, de sus lenguas, de sus usos y sus costumbres. La exigencia global de presentar lo diverso, lo distintivo ��������� —�������� como si� nónimo de exótico— abrió posibilidades de colaboración, entre el gobier� no y los habitantes, para cumplir con la patriótica labor de representar dignamente a la nación, allanando el camino al poder central para invo� lucrar a los poderes locales en una empresa de alcance nacional, como en el caso del estado de Puebla. El espíritu que animó la organización de las exposiciones universales fue, precisamente, reunir en un solo escenario la diversidad de los paisa� jes naturales y culturales del mundo. Esa pretensión, para una nación en proceso de integración de sus regiones, como México, se resolvió con la exhibición de objetos representativos de los espacios locales. Las acciones desplegadas por los organizadores de las muestras, vo� ceros del régimen, representantes del poder, los expositores y habitantes de las regiones del territorio nacional confrontaron problemas de orga� nización derivados de la adhesión, la indiferencia o la resistencia a los planes emanados desde el poder central. Resulta pertinente examinar el

196

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

comportamiento de los habitantes del estado de Puebla ante los reclamos de contribuir a las muestras mexicanas en las exposiciones universales, a fin de revalorar las acciones y las estrategias de los actores locales.

la inserción de una región en el contexto global

La puesta en escena de las naciones en las exposiciones universales, que sirvieron a la expansión del mercado mundial y a la internacionaliza� ción de modelos y paradigmas culturales, sólo fue posible con la partici� pación organizada de individuos, pues las colecciones de objetos, investi� das con la representatividad de lo nacional no se exhibían por sí mismas, sino que eran resultado del dinamismo de actores y de las relaciones que entre ellos se establecieron. La participación en las exposiciones universales como parte de la po� lítica de promoción, diseñada por los gobiernos liberales de México en la segunda mitad del siglo xix, no podía ponerse en marcha sin la moviliza� ción de un importante contingente de individuos encargados de remover las conciencias, de alentar el concurso de los habitantes de todo el terri� torio nacional, de reunir los objetos y de montar las colecciones con fines representativos. Una serie de eventos se desencadenaba desde el momento en que se anunciaba la intención de realizar una exposición internacional. Tanto el país anfitrión como los países invitados desplegaban un conjunto de actividades que hacía suponer la existencia de un esquema organizativo complejo, pero bien dispuesto y esa suposición parecía confirmarse a la luz de los resultados. El éxito que alcanzaron las exposiciones universa� les ha llevado a sobrevaluar la racionalidad de su organización; sólo un análisis más detallado permite reconocer que la acción concertada de los hombres —����������������������������������������������������������� ������������������������������������������������������������ tomando decisiones, estableciendo vínculos, ejerciendo fun� ciones y cumpliendo tareas— está lejos de responder a un modelo sim� plista de coordinación mecánica. A partir de la revisión de la respuesta organizativa que logró articu� lar tanto el gobierno como los habitantes de México, en su calidad de país invitado a las fastuosas exhibiciones del progreso, es posible agrupar, con

198

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

fines analíticos, en un conjunto a los individuos encargados de la tarea de construir una favorable imagen de la nación mexicana para su consumo en los circuitos internacionales, sus comportamientos particulares y los vínculos desarrollados entre ellos. Este camino metodológico se ofrece si� guiendo las últimas reflexiones de los estudios historiográficos, producto de una singular renovación que tuvo lugar en los años ochenta y noventa del siglo pasado, que ahondan en la complejidad de lo social, abriendo diversas vías para el estudio de hombres y mujeres como agentes de los procesos de cambio, con una fuerza que ha llevado a concebir el “retorno del sujeto” y a cuestionar el valor de las categorías con las que se venía operando, pues se transfiere el protagonismo histórico de las clases, los grupos sociales y el Estado a los actores efectivos de los procesos históri� cos, así como a sus interacciones en contextos cambiantes.1 El reconocimiento de que los grupos sociales no existen per se, sino que es el enfoque del analista el que los configura como tales atendiendo su relevancia para el estudio de un problema dado, plantea una cuestión de orden práctico: el punto de partida de la investigación no es la selec� ción de los individuos involucrados en acciones colectivas en función de sus vínculos familiares, su categoría ocupacional, su género o categoría socioeconómica, sino su implicación en una coyuntura precisa.2 El estu� dio de los expositores poblanos nos pone en la vía de analizar el trabajo de persuasión y los vínculos personales puestos en juego en los espacios de negociación abiertos entre las autoridades federales y los productores locales, poco convencidos de la efectividad y la importancia de estas ma� nifestaciones públicas. En este apartado proponemos el examen de datos empíricos perti� nentes para reconocer y distinguir el comportamiento de diversos indi� viduos que se agruparon coyunturalmente en el territorio del estado de Puebla para contribuir, en cada oportunidad —ya como organizadores, ya como expositores—, a las muestras mexicanas en las exposiciones internacionales celebradas en la segunda mitad del siglo xix, poniendo especial atención en sus formas de participación y resistencia, que los

  Imízcoz, José María, “Actores, redes, procesos: reflexiones para una historia más global”, Revista da Faculta de Letras–Historia, serie iii, v. 5, 2004, pp. 3 y 4, consultado el 15 de enero 2012, dispo� nible en http://www.ehu.es/grupoizmicoz. 2   Ponce Leiva, Pilar, “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana: consideraciones teóricas y propuestas de análisis”, Revista Complutense de Historia de América, v. 34, 2008, pp. 15–42. 1

la inserción de una región en el contexto global

199

acercaban o los distanciaban de las elites gobernantes empeñadas en componer una imagen de México como una nación moderna. Carentes de recursos y en medio de las convulsiones propias de una nación en proceso de definición, los representantes del poder central pro� movieron el aprendizaje selectivo de otras sociedades expuestas en los escenarios en los que se exhibían las “glorias” nacionales; con una retó� rica que se nutría de argumentos centrados en el deber patriótico, la mo� dernidad y el progreso, en la que se reflejaba más las aspiraciones de las elites gobernantes que la realidad nacional, su convocatoria configuró un espacio de acción social en el que los individuos interactuaron guiados por sus interpretaciones, valores y de acuerdo a sus propios intereses, aunque, en ocasiones, el resultado de su interacción no necesariamente coincidía con los objetivos planteados desde el poder central. Reconfiguraciones políticas y fluctuaciones económicas regionales La segunda mitad del siglo xix poblano despuntó ensombrecida por efecto de la Guerra de Intervención y la ocupación del ejército norteame� ricano. La situación de la administración pública fue presentada al Con� greso del Estado en los primeros días de octubre de 1849 por el encargado del despacho de gobierno y, a pesar de la retórica, el informe mostró un panorama dominado por dos constantes: escasez de fondos públicos y desarticulación de las instancias de gobierno. Encargados de la administración de los municipios […], desempeñan sus obligaciones, en cuanto lo permiten las circunstancias nada favorables que los cercan. Sin recursos suficientes en lo general para cubrir las ecsigen� cias [sic] municipales, y hasta sin ordenanzas que regularicen sus trabajos, su marcha está rodeada de dificultades […]. No había un sólo camino seguro […]; y el traficante que no caminaba bajo la protección de los malhechores mismos, que hacían pagar su custo� dia á peso de oro, tenía que someterse á sufrir una pérdida casi indefectible. Las mismas poblaciones indefensas estaban sojuzgadas por ladrones […]. Odios comprimidos con la presencia de éstos, amagando estallar fuer� temente contra personas que justa o injustamente se los habían granjeado: amenazas no menos fuertes contra la propiedad; y amagos aun para alterar el orden establecido por los que aprovechan todas las coyunturas, acumu�

200

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

laban elementos bastantes para poner en riesgo la seguridad de las perso� nas y bienes, no menos que el orden público. […] La presencia de los invasores relajó en la capital todas las reglas de policía y buen gobierno.3

Esa relajación en el cumplimiento y aplicación de la ley no afectaba únicamente a la capital provincial, varias poblaciones del interior del es� tado tuvieron que reunir esfuerzos y organizarse para resistir el asalto de gavillas de hombres armados que amenazaban su vida y propiedades. La fractura de la gobernabilidad y la resistencia contra el intervencionismo norteamericano trastocó el frágil orden establecido e instaló la incerti� dumbre en el ánimo de los habitantes; en ese escenario se modificaron las formas de la acción colectiva y aparecieron actores sociales y políticos con nuevas lealtades y compromisos. En el estado de Puebla, las disputas por el poder no se limitaron a re� publicanos contra partidarios de la monarquía o liberales contra conser� vadores sino que, después del triunfo militar de los republicanos sobre los imperialistas, se dirimieron entre las facciones que se reclamaban a sí mismas como liberales. La lucha contra el invasor extranjero y los con� servadores, la restauración de la república, la revuelta de La Noria y la rebelión de Tuxtepec, en 1876, dio notoriedad, por la fuerza de las armas, a pueblos y caciques de la Sierra Norte de Puebla. Su activismo en favor de la causa republicana los consolidó como una fuerza política a nivel regional y nacional, los puso en ventajosas condiciones para negociar su autonomía local y para disputar el control político del estado a la elite asentada en la ciudad capital. Inaccesibles y apartados, los pueblos de la Sierra Norte habían alen� tado un desarrollo autónomo: promovieron el comercio de los productos de su tierra —tabaco, vainilla, café y azúcar—; la práctica de una educa� ción gratuita, laica y obligatoria; la separación de la Iglesia y el Estado, y, la supresión de la pena de muerte y castigos corporales, mediante la opción de pagar sus impuestos por medio del servicio militar lograron mayor control de cuerpos de seguridad que sirvieron para el combate a 3   Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Honorable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1849, pp. 11–20.

la inserción de una región en el contexto global

201

la inseguridad pública4 y, de esa manera, consiguieron prosperar sin el concurso de los poderes estatales y nacionales. Su aislamiento les había permitido construir sus propias soluciones al margen de las disposicio� nes del poder político central, las cuales fueron percibidas como una in� tromisión innecesaria. Los liberales serranos, con su radical adhesión a la constitución fe� deral de 1857 y a la constitución estatal de 1861, pronto empezaron a diferenciarse de los liberales asentados en los valles centrales del territo� rio poblano. El conflicto entre los liberales exaltados de la Sierra Norte, que habían protagonizado la mayor parte de las acciones militares, y los liberales moderados del centro del estado y de la capital, partidarios de una política de reconciliación,5 hicieron de la esperanza de una paz defi� nitiva, una vana esperanza. Así, los intereses regionales determinaron el perfil de las facciones liberales en disputa: los liberales de la llanura y los liberales de la montaña; y las tensiones del reacomodo, a veces violento, de las distintas fuerzas dentro del liberalismo triunfante hicieron que la reconstrucción de la vida pública en el estado marchara a paso lento. La posición estratégica de la sierra norte poblana y la fuerza mili� tar al mando de los caciques serranos, Juan Nepomuceno Méndez, Juan Crisóstomo Bonilla y Juan Francisco Lucas, puesta al servicio de la causa liberal en la gran década nacional allanó el camino para que Porfirio Díaz reconociera la importancia de forjar sólidas alianzas con los liberales se� rranos, alianzas que se afirmaron en el campo de batalla. Hasta media� dos de los años ochenta del siglo xix, los líderes serranos mantuvieron una presencia hegemónica en el estado de Puebla y alcanzaron un papel protagónico en la política nacional, ligados a las aspiraciones políticas del general Porfirio Díaz. Juan N. Méndez, representante indiscutible de los liberales de la montaña fue nombrado gobernador interino y coman� dante militar del estado por Porfirio Díaz en abril de 1867 y en las accio� nes posteriores a la rebelión tuxtepecana fue designado, por el mismo Porfirio Díaz, como segundo jefe del ejército revolucionario y, con ese carácter, asumió provisionalmente la presidencia de la república el 11 de diciembre de 1876 hasta el 17 de febrero de 1877, cuando, celebradas las 4   Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México, Edi� ciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, pp. 24–38. 5   Lomelí Vanegas, Leonardo, Breve historia de Puebla, México, El Colegio de México y Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 239.

202

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

elecciones nacionales según el Plan de Tuxtepec, entregó el poder a Porfi� rio Díaz; otro tetelense, Juan Crisóstomo Bonilla, logró el cargo de gober� nador del estado por la vía electoral para el período de 1877 a 1880 y Juan N. Méndez volvería a ejercer la gubernatura del estado entre 1880 y 1884.6 En su papel de gobernantes, estos hombres de origen montaraz como los calificaban sus enemigos políticos, asumieron la tarea de reconstruir la vida económica y social en el estado de Puebla conforme a los principios constitucionales y la aplicación de las Leyes de Reforma; procuraron apa� ciguar a los rebeldes e inconformes, negociaron la definición de las territo� rialidades y los conflictos de jurisdicción, emprendieron el reordenamiento de la recaudación fiscal y el restablecimiento del erario público, la creación de instituciones educativas, obras públicas, mejoras materiales y el fomen� to a una red de comunicación, principalmente en materia de ferrocarriles. En el siglo xix, al igual que el resto del territorio nacional, Puebla acu� só grandes cambios y transformaciones en su extensión y organización política, en las que se aprecian las huellas de diferentes generaciones, de su acción transformadora, de su intencionalidad e intereses. En la prime� ra mitad del siglo xix, diferentes procesos de segregación determinaron la extensión territorial del estado de Puebla; la pérdida del departamento de Tlapa, conformado por los partidos de Tlapa y Ometepec integrados por 22 municipalidades y 139 pueblos, redujo su superficie y jurisdicción a ocho departamentos y 162 municipalidades. En la Memoria de Gobier� no de 1849,7 quedó expuesto el ánimo que privaba entre la elite gobernan� te poblana ante la segregación de los territorios ubicados al suroeste del valle poblano, mismos que se perderían con la creación del vecino estado de Guerrero. Para formar el nuevo estado de Guerrero, el territorio del nuestro va a quedar menoscabado del Departamento de Tlapa, que comprende desde la costa del Pacífico hasta Ometepec, una gran parte de la Sierra Madre lla� mada Anáhuac, y de su vertiente norte hasta lindar con el departamento de

6   Guerra, François–Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 2010, pp. 1: 93–107. 7   Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Honorable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1849, pp. 25–27.

la inserción de una región en el contexto global

203

Matamoros, con una extensión de ochenta leguas de norte a sur, y treinta de anchura media de este a oeste, y con superficie de dos mil y cuatrocien� tas leguas cuadradas. El estado, privándose de un departamento tan vasto, tan rico en producciones naturales de todo género, y tan bien situado, que por él Puebla estendia [sic] sus brazos hacia los dos mares, hace un sacri� ficio verdaderamente generoso. Pero no tendremos que arrepentirnos de él, como no se arrepiente un padre de la emancipación de sus hijos cuando ella labra su dicha; si aquellos habitantes logran la suya con el nuevo ser político que se ha dado a los pueblos del sur, y si por un desgraciado evento sus lisonjeras esperanzas no se realizan, a lo menos quedará el consuelo de que se ha obrado por la legislatura y por el gobierno con circunspección, y obsequiando los deseos de la mayoría de los interesados.8

Tras la creación del estado de Guerrero en 1849, el estado de Puebla quedó sin jurisdicción en las costas del océano Pacífico y, cuando el 10 de diciembre de 1853, la administración de López de Santa Anna dispuso la separación del distrito de Tuxpan9, situado al noreste, para integrarlo al estado de Veracruz, el territorio poblano perdió también el acceso a las costas del Golfo de México. A pesar de la resistencia de los poblanos, que defendieron la conser� vación del distrito de Tuxpan por ser la salida natural de los productos de su industria y su comercio, y por su tradicional pertenencia a la dió� cesis de Puebla, terminó imponiéndose la medida tomada desde el poder central. Después de tres años de controversia, las disposiciones de López de Santa Anna fueron confirmadas por el Congreso Constituyente el 17 de diciembre de 1856: los diputados argumentaron a favor de los límites naturales del estado de Veracruz y subrayaron la vocación marítima de Tuxpan, ligada a la de Veracruz; el poder político central se impuso a los intereses regionales para definir el perfil cartográfico que el territorio poblano conserva hasta la actualidad.10 8   Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Honorable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1849, p. 28. 9   Formado por los partidos de Chicontepec y Tuxpan que se integraban por 10 municipalidades y 49 pueblos, que pasaron a la jurisdicción del estado de Veracruz. 10   Téllez Guerrero, Francisco “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida

204

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La ley provisoria del nuevo congreso constituyente poblano, pro� mulgada en enero de 1861 para que rigiese mientras se expedía una nue� va constitución política estatal, extinguió la división territorial en depar� tamentos y partidos, en su lugar establecieron los distritos que resultaron de la agrupación de municipalidades colindantes. Las municipalidades fueron las unidades básicas de la división territorial, idealmente adminis� tradas por ayuntamientos electos, aunque en realidad estaban subordi� nadas a la administración central del estado por intermedio de prefectos, subprefectos y jefes políticos. Al finalizar 1861, el estado de Puebla estaba integrado por 21 distritos: Acatlán, Atlixco, Chalchicolmula, Chiautla, Cholula, Huauchinango, Huejotzingo, Matamoros, Pahuatlán, Puebla, Tecali, Tecamachalco, Tehuacán, Tepeaca, Tepeji, Tetela, Teziutlán, Tla tlauquitepec, Villa de los Libres, Zacapoaxtla y Zacatlán. Sin embargo, este reordenamiento del territorio estaba sujeto a nego� ciaciones y arreglos políticos. Al finalizar la década de los años sesenta, la disputa entre las facciones liberales había provocado la rebelión de los distritos al norte y la proliferación del bandolerismo al sur del estado. Los resultados de la elección a gobernador, que despojaban del triunfo a Juan N. Méndez, provocaron la intervención del ejército federal, la pros� cripción del líder serrano y el ascenso de Ignacio Romero Vargas a la pri� mera magistratura del estado. Con fama de liberal moderado y proclive a favorecer los intereses de Sebastián Lerdo de Tejada, Romero Vargas se propuso pacificar al estado mediante operaciones militares y arreglos políticos, acciones orientadas a crear reconciliaciones y equilibrios entre los poderes regionales y el poder central en el estado de Puebla. Por estas reformas, se reorganizaron las municipalidades con el pro� pósito de debilitar a los distritos más rebeldes en el norte del estado,11 se

(1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008, p. 43; y Aranda Romero, José Luis y Cuenya, Miguel Ángel, “El perfil demográfico de un comportamiento desigual”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008, pp. 20–22. 11   Téllez Guerrero, Francisco, “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008, pp. 45–46.

la inserción de una región en el contexto global

205

crearon nuevos distritos12; y Romero Vargas entabló negociaciones con Juan Francisco Lucas logrando un acuerdo favorable de paz que otorgaba a Xochiapulco la plena autonomía municipal así como su separación del distrito de Zacapoaxtla para unirse al de Tetela. A cambio, los xochiapul� quenses accedieron a entregar las armas, no al gobierno del estado sino a su nueva cabecera. Siguiendo este mecanismo de negociación, el gober� nador concedió jefaturas políticas a antiguos jefes rebeldes.13 Por otra parte, en el valle central, los hacendados de Texmelucan, in� conformes con el régimen fiscal impuesto por el gobernador, intentaron agregarse al vecino estado de Tlaxcala. Su tentativa no prosperó y, como medida precautoria, la municipalidad de Texmelucan fue separada del distrito de Huejotzingo y pasó a depender del de Puebla para someterla a una mayor vigilancia. Con los mismos fines, porciones de los distritos de Tecamachalco y de Tepeaca, donde se asentaban productivas unidades agrícolas, fueron segregadas para formar, en 1875, el distrito de Benito Juárez con cabecera en Acatzingo.14 Todas estas medidas apuntaron a so� lucionar el añejo problema de definición de los límites jurisdiccionales de los pueblos y las disputas de los pueblos indígenas contra las haciendas. Esas confrontaciones no se limitaban a los pueblos y distritos del estado, también se extendían fuera de sus límites, involucrando el territorio de los estados colindantes. La solución exigió el concurso de la voluntad po� lítica del poder central del estado poblano y los representantes de los po� deres locales pues, la indefinición en la división política y administrativa del territorio provocaban la incertidumbre de propietarios y productores y mantenía en suspenso la reactivación de las actividades económicas. Delimitado por la Sierra Nevada al oeste, la Sierra Mixteca al sur y la Sierra Madre Oriental por el este y el norte, el territorio poblano está inte�

  Las municipalidades de Aquixtla, Chignahuapan e Ixtacamastitlán quedaron integradas al nuevo distrito de Alatriste, nombrado así en honor a Miguel Cástulo Alatriste, dirigente liberal du� rante las guerras de Reforma. Véase Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, p. 105. 13   Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, p. 103. 14   Téllez Guerrero, Francisco “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008, p. 47. 12

206

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

grado por una serie de llanuras y valles interconectados; la relación entre las faldas de las montañas y las simas de los valles propició, más que en otras regiones templadas del México central, inmejorables condiciones para la agricultura. Varios observadores15 han destacado la benignidad de su clima, pues con escasas excepciones, grandes zonas de la provincia cuentan con el riego natural proveniente de los cuatro volcanes más gran� des del territorio mexicano. Las características de su suelo, principalmen� te el que se localiza en el valle central y su capital provincial, permitieron el florecimiento de la vida económica y de la actividad comercial que lo identificaron como uno de los polos económicos más dinámicos. En torno a los límites municipales de la ciudad de Puebla tradicional� mente se producía, de manera intensiva, trigo, maíz, alfalfa, verduras, fru� tas, flores, productos lácteos y maguey pulquero; tenía lugar la molienda de harina, había doce molinos en la municipalidad, la producción de texti� les de algodón; se explotaban canteras para la extracción del barro, piedra y cal; se criaban aves de corral y ganado porcino, además del pastoreo. Varios estudios16 han puesto de relieve el potencial productivo del terri� torio aledaño a la capital provincial y del valle poblano y, se ha destacado menos, que las variadas condiciones del suelo del estado poblano fueron propicias para la explotación de recursos minerales para las industrias bá� sicas: ónix; barro rojo, negro y blanco para la fabricación de azulejos, ladri� llos, cerámica y porcelana, piedra caliza dura y yeso para la construcción, pedernal para la fabricación de cristal, tequesquite de alta calidad para la manufactura de jabón, cristal y mayólica, hierro en zonas colindantes con el estado de Tlaxcala, plomo y cobre en Teziutlán, y oro en Tetela. La abundancia de recursos naturales y mano de obra, la fertilidad de la tierra, un clima benigno, su situación geográfica y las prerrogativas de su fundación, que le otorgaron una amplia autonomía política, permitie� ron que en el territorio poblano se estableciera y mantuviera una sólida economía regional orientada a atender mercados extrarregionales. 15   Palacios, Enrique Juan, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Departamento de Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, p. 1: 140. 16   Entre los que destacan Thomson, Guy P. C., Puebla de los Ángeles. Industria y sociedad de una ciudad mexicana, 1700–1850, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobier� no del Estado de Puebla, Universidad Iberoamericana, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 2002; y algunos de los ensayos reunidos en Contreras Cruz, Carlos, Cruz Barrera, Nydia E., y Téllez Guerrero, Francisco (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008.

la inserción de una región en el contexto global

207

El largo período de la guerra de independencia destroncó la vida económica de las áreas agrícolas del centro del país dedicadas principal� mente al cultivo de cereales. Según Florescano y Lanzagorta, “la región agrícola de los valles de Puebla y Tlaxcala, especializada en maíz, trigo y pulque [...] fue objeto de continuos saqueos a manos de las partidas que se disputaban el control” de la ruta México–Veracruz.17 Para las autoridades poblanas, los signos de decadencia obedecían a diversas causas: la guerra, la pérdida de mercados por el establecimien� to de talleres y de fábricas en los territorios que habían sido potenciales compradores de los productos poblanos y la libre introducción de mer� cancías extranjeras;18 los años que transcurrieron entre 1821 y 1853 fueron de constante lucha en la que los productores poblanos levantaron la ban� dera del proteccionismo para contrarrestar el impacto de la introducción de mercaderías extranjeras. Desde mediados de la década de los años treinta, la reorientación de la política aduanera hacia el proteccionismo reanimó parcialmente la economía poblana y favoreció el establecimiento, en el municipio de Puebla, de las primeras unidades fabriles mecanizadas, principalmente en la rama textil del algodón. La fundación de La Constancia Mexicana, primera fábrica textil mecanizada de México, por Estevan de Antuñano en terrenos del molino de Santo Domingo en enero de 1835, con recursos propios y fondos provenientes del Banco de Avío, sirve como referencia de los esfuerzos emprendidos por los productores locales.19 En la década siguiente se pusieron en marcha otras fábricas textiles como: Amatlán, El Patriotismo, La Economía, también propiedad de Antuñano; La Teja, por mencionar las más renombradas. Entre 1835 y 1845 se contaban con un to� tal de once fábricas textiles ubicadas en la ciudad de Puebla y sus alrede�

  Florescano, Enrique y Lanzagorta, María del Rosario “Política económica. Antecedentes y consecuencias”, en Luis González et al. (coords.), La economía mexicana en la época de Juárez, México, Secretaría de Educación Pública, 1972, p. 78, (Colección SepSetentas, 236). 18   Citado en Contreras Cruz, Carlos y Grosso, Juan Carlos, “La estructura ocupacional y produc� tiva de la ciudad de Puebla en la primera mitad del siglo xix”, Puebla en el siglo xix, contribución al estudio de su historia, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1983, p. 143. 19   Sin embargo, y de acuerdo a estudios recientes, los afanes modernizadores por los que Es� tevan de Antuñano arriesgó su patrimonio, con la convicción de que lo que estaba en juego era la independencia económica de la región, se ha revelado como un comportamiento atípico. Véase Sanchez Guillermo, Evelyne, Las elites empresariales y la independencia económica de México. Estevan de Antuñano o las vicisitudes del fundador de la industria textil moderna (1792–1847) [en preparación]. 17

208

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dores, y tres más erigidas en el cercano distrito de Atlixco. Sin embargo, hacia 1843 el primer impulso de la mecanización perdió fuerza, al término de ese año sólo había en toda la entidad diez establecimientos de hilados y tejidos de algodón usando maquinaria movida por la fuerza hidráulica. De manera general se puede apreciar que, al despuntar la segunda mitad del siglo xix, las actividades económicas en el territorio poblano mostraban signos de decadencia como resultado de la aplicación de one� rosas contribuciones extraordinarias, voluntarias o forzosas, que se im� pusieron a una población que sufría los estragos del desorden político y económico. Por otra parte, la indefinición de una política económica federal que vacilaba entre el liberalismo y el proteccionismo, la aplica� ción de medidas fiscales como las alcabalas, la existencia de monopo� lios gubernamentales y las concesiones y privilegios a un selecto grupo de poderosos comerciantes y especuladores de la capital del país habían repercutido negativamente en el fomento de la actividad industrial y co� mercial de la región.20 Los primeros años de la segunda mitad del siglo xix atestiguaron los esfuerzos de los poblanos por recuperar el dinamismo de su vida eco� nómica. En 1854 existían en el municipio de Puebla catorce fábricas de hilado y tejidos de algodón, con una capacidad productiva instalada de 32 012 husos y 368 telares, que representaban el 25 % y el 10 % de los res� pectivos totales nacionales, y daban ocupación a 1 372 personas entre em� pleados y obreros.21 Esta rama del sector fabril no era homogénea en sus dimensiones ni en su capacidad instalada. Sólo en tres establecimientos se concentraban alrededor del 54 % del total de la mano de obra y más del 50 % del total de husos instalados en las fábricas del municipio, entre ellos La Constancia Mexicana empleaba a 280 personas, aunque en 1840 llegó a emplear hasta 600 operarios, y poseía 7 680 husos en actividad, por lo que podía compararse con las fábricas textiles más importantes del país.22

  Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla (1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010. 21   “Estado de las fábricas de hilados y tejidos de algodón existentes en la República Mexicana, México, julio de 1854”, en Anales del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la república Mexicana y repertorio de Noticias sobre Ciencias, Artes y Estadísticas Nacionales y Extranjera, México, Imprenta de F. Escalante, 1854, pp. 18 y 19. 22  La fábrica Hércules, en Querétaro, poseía, en 1853, 7 500 husos en actividad, 8 500 en erección y 500 telares de poder; y empleaba 3 000 operarios y empleados. La fábrica de Cocolapan, en Orizaba, tenía 700 obreros, mantenía en actividad 10 366 husos y 397 telares de poder en 1853. 20

la inserción de una región en el contexto global

209

La fabricación de textiles de algodón en Puebla se complementaba con dos fábricas de hilados y tejidos de lana (con 800 y 400 malacates), una fábrica de lino y cuatro establecimientos dedicados al estampado de telas. A mediados de siglo la producción textil y las actividades ligadas a la confección e indumentaria eran las principales ramas de la industria de transformación poblana, comprendía el 22 % de las unidades productivas censadas y cubría el 83 % de la contribución mensual. Este núcleo estaba constituido, principalmente, por dieciséis fábricas de hilados y tejidos de algodón, que a su vez cubrían el 80 % de la contribución total, trece fábri� cas de tejidos de manta, 35 obradores y talleres de fabricación de sombre� ros, 31 sastrerías, 17 tintorerías y 5 fábricas de rebozos.23 La rama de alimentos, bebidas y tabaco seguía en importancia a la de textiles e indumentaria. En torno a aquella se agrupaba el 19.04 % de los establecimientos que generaban cerca del 7 % de la contribución total. Los molinos de trigo y aceite y los hornos de pan y tocinerías eran, de acuerdo a la cuota de contribución por unidad productiva, los establecimientos de mayor dimensión y de mayor peso económico. Pero en la ciudad también tenían lugar otro tipo de actividades pro� ductivas y de ello da cuenta el registro de una fábrica de vidrio plano, otra de loza fina que “cuando trabaja emplea 100 oficiales”; probable� mente algunos de los cuatro establecimientos dedicados a la fabricación de fideos, de los catorce molinos de harina, de las ocho ladrilleras o de los doce “hornos de cal” existentes en la ciudad podían incluirse como parte de la actividad fabril, aunque carecemos de la información precisa sobre sus técnicas de producción y tipo de fuerza de trabajo utilizada.24 El resto de los sectores productivos urbanos como la industria del cuero, la cerámica y el vidrio, la fabricación de productos de hierro y me� tal... a pesar de agrupar a más de la mitad de los 625 establecimientos cen� sados sólo podían generar menos del 10 % de la contribución mensual.Las industrias del cuero estaban integradas en 1864 por quince curtidurías, “Estado de las fábricas de hilados y tejidos de algodón existentes en la República Mexicana, Méxi� co, julio de 1854”, en Anales del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la república Mexicana y repertorio de Noticias sobre Ciencias, Artes y Estadísticas Nacionales y Extranjera, México, Imprenta de F. Escalante, 1854, pp. 18 y 19. 23   Guía de forasteros de Puebla para 1852, Puebla, México, Imprenta de Juan N. Valle, 1851, pp. 194 y ss. 24   A pesar de que la Guía establece una diferenciación entre establecimientos “industriales” y “artesanales”, es difícil ubicar en el sector fabril a muchos rubros considerados como “industria”.

210

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cuarenta talleres de zapatos y diez talabarterías. Estas cifras indicarían, en principio, una cierta recuperación en relación a 1804. La composición interna de la rama se caracterizaba por el predominio de las pequeñas unidades de producción. La rama de los muebles y trabajos en madera participaban con 102 unidades productivas que en su mayoría eran pequeños talleres (73 es� tablecimientos eran carpinterías). En cuanto a su número alcanzaban el 16.32 % del total y aportaban el 2.02 % de la contribución global. Su apor� tación promedio era de las más bajas de la industria de transformación poblana en 1864. Finalmente en cuanto al hierro y metal, las tradicionales herrerías, hojalaterías y platerías conformaban el grueso de las unida� des productivas de la rama y eran las responsables de la mayor parte de la contribución. Cabe mencionar que sobresalía la fundición de Thomas Marshall que cubría una cuota mensual de tres pesos. La información disponible hace evidente que la mayoría de las uni� dades productivas en explotación dentro de la ciudad de Puebla y sus al� rededores (cerca del 41 %) se orientaban hacia mediados del siglo xix a la fabricación de productos textiles, a la confección de prendas de vestir y a la elaboración de alimentos y bebidas. Su preponderancia en la estructura productiva queda de manifiesto al considerar que mensualmente cubrían el grueso de la contribución (un poco más del 90 %). La planta productiva presentaba entre los años de 1840 y 1860 un panorama donde el peso cuantitativo recaía, fundamentalmente, en las manufacturas y talleres medianos y en los pequeños talleres artesanales. El padrón de 1864 refleja claramente esta situación: las unidades produc� tivas con una contribución por derecho de patente inferior a 0.37 pesos representaban el 53 % de las unidades registradas, aquéllas que oscilaban entre 0.37 y 0.50 pesos alcanzaban el 26 % de las unidades, y entre 1 y 2.50 pesos sólo fueron censadas el 15 % del total. Por encima de este nivel ha� bía once establecimientos que pagaban una cuota mensual de 3 a 10 pesos y, por último, sólo las grandes unidades de hilados y tejidos de algodón cubrían una contribución superior a los 10 pesos mensuales. En los primeros años de la restauración de la república, la disputa de los liberales por la hegemonía política paralizó el desarrollo econó� mico en el estado, con funestas consecuencias sociales pero, al finalizar la década de los años setenta del siglo xix, cuando ya estaba en ciernes el régimen porfiriano, empezó a notarse cierta reanimación de las activida� des productivas en el estado. Durante el Porfiriato poblano sobresalieron

la inserción de una región en el contexto global

211

las administraciones de los generales Rosendo Márquez (1885–1892) y Mucio P. Martínez (1893–1911) que se propusieron mantener a toda costa la tranquilidad social en el estado y promover el adelanto de las institu� ciones educativas, asistenciales y productivas.25 Durante el Porfiriato la ciudad de Puebla frenó su continuo proceso de despoblamiento. La ciudad y sus alrededores registraron una impor� tante recuperación demográfica al aumentar el número de nacimientos y disminuir la cifra de defunciones. En 1888 el Boletín Municipal registró a 72 743 habitantes, para 1892 la población ascendió a 91 295 personas, con lo cual se duplicó el nivel existente en 1830.26 Para 1900, los distritos de Puebla, Tehuacán, Chalchicomula y Huauchinango tenían más de 70 mil habitantes cada uno y concentraban la tercera parte de la población estatal. Entre los 21 distritos que componían al estado destacaba el de Puebla constituido por la ciudad de Puebla y los pueblos de Canoa, San Jerónimo Caleras, San Felipe Hueyotlipan y La Resurrección. A su vez, el municipio de Puebla estaba integrado por la ciudad capital del estado y su entorno agrario en el que estaban incluidos el pueblo de San Balta� zar, tres haciendas, veintisiete ranchos, seis terrenos de labor anexos a los principales molinos y seis más anexos a varias fábricas textiles. El muni� cipio de Puebla ocupaba hacia 1883 una superficie de 1 600 hectáreas al interior de las diez garitas existentes a finales del Porfiriato.27 La mayor parte de las unidades productivas agrícolas se localizaban dentro de un radio a partir de la ciudad de diez kilómetros. Su actividad productiva estaba orientada, principalmente, a satisfacer el consumo de

  Para un balance sobre sus administraciones véase: Zamacona, R., Reseña histórica de México y sus estados, Puebla, México, Tipografía de Alejandro Marcué, 1892, pp. 73–86, y Zamacona, R., Labor administrativa del señor Mucio P. Martínez, gobernador de Puebla, Puebla, México, Tipografía de Isidro M. Romero e hijo, s. f. 26   No se cuenta con cifras confiables para un análisis detallado del comportamiento demográfi� co. Cualquier acercamiento al estudio de la población durante el Porfiriato plantea, desde un inicio, profundas dificultades debido al tipo de fuentes disponibles. La única fuente global (excluyendo los Archivos Parroquiales y del Registro Civil) la forman los Censos Nacionales de Población de 1895, 1900 y 1910 que se restringen a un período demasiado corto para observar con detenimiento los principales cambios demográficos; los datos que nos sirven como referencia se tomaron del Boletín municipal, órgano especial de la asamblea de concejales, t. xii, n. 30, julio de 1882. 27   Las garitas que bordeaban la ciudad eran las siguientes: la de San Pablo, la de Tlaxcala, la de Pulques, la de México, la de Cholula, la de Amatlán, la de San Baltasar, la de Totimehuacan, la de Tepoxúchil y la de Veracruz o llamada de Amozoc. Palacios, Enrique Juan, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Departamento de Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, p. 258. 25

212

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

la población urbana.28 Por otra parte, en las goteras de la ciudad y en tor� no a las márgenes del río Atoyac, para aprovechar el agua como fuerza motriz, se fue ubicando la industria textil algodonera. El valor fiscal de la propiedad raíz (rústica y urbana) registrada para el distrito de Puebla en 1892 era de casi 14 millones de pesos, de los cuales el 89.04 % correspondía a las fincas urbanas. En relación al valor total de la propiedad urbana del estado de Puebla, la ciudad capital concentraba el 71.85 %. En orden de importancia seguían los centros urbanos de Tehua� cán, Atlixco, Chalchicomula y Teziutlán. Estos datos dan la pauta para identificar los puntos en los que se concentraba tanto la población como la actividad económica del estado de Puebla en el último tercio del siglo xix. Según Manuel Caballero,29 en 1892 el valor oficial de todas las fincas, incluyendo aquéllas que tenían un valor declarado de hasta cinco mil pesos para el pago de la contribución, ubicadas en la ciudad de Puebla llegaba a 12 038 232.34 pesos; las propiedades con un valor mayor a los cinco mil pesos y menor a los diez mil pesos alcanzaban un valor global de 8 807 866 pesos; por arriba de veinticinco mil pesos de valor fiscal y hasta un tope de sesenta y cinco mil pesos, sólo fueron registradas 19 grandes fincas: Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla, 1892 Número de propiedades

Valor fiscal declarado en pesos

Julio Ziegle

10 casas

108 276

Eduardo Valverde

12 casas

104 121

José Luis Bello

9 casas

100 698

Familia Matienzo compuesta de Carmen, Elena y Juan

7 casas

93 399

José Díaz Rubín

7 casas

91 593

Nombre del propietario

28   Vélez Pliego, Roberto, “La agricultura poblana”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Bene� mérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. pp. 49–70. 29   Caballero, Manuel, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892. Estos datos deben ser considerados bajo las reservas que señala el mismo autor: “el valor real puede asegurarse que excede de esa suma, cuando menos, en un 50 %”.

213

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla, 1892 Número de propiedades

Valor fiscal declarado en pesos

11 fincas

87 326

7 propiedades

78 197

José María Calderón

10 casas

75 473

Santos López Letona

5 propiedades

71 000

Joaquín Pacheco

3 propiedades

71 000

Clara e Ignacio Huerta

6 propiedades

70 800

Luz N. De Oropeza

6 casas

65 428

Josefa y Vicente de la Hidalga

6 casas

64 450

Nombre del propietario Familia García Teruel Antonio y Teresa López Sainz

Fuente: Caballero, Manuel, “Directorio de la propiedad urbana. Nombre de los propietarios de fincas y valor declarado al fisco para el pago de contribuciones de cada una de ellas”, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892, pp. 79–95

De esta información se desprende quienes eran los principales propie� tarios del suelo urbano de la ciudad de Puebla, de acuerdo al valor fiscal declarado. Este pequeño núcleo de doce propietarios individuales y fami� liares concentraba en 1896 cerca de un millón de pesos del total de la propie� dad urbana, el valor fiscal de sus propiedades era de más de cinco mil pesos. En cuanto a la propiedad rural, el valor de los ranchos, haciendas, molinos y terrenos dispersos existentes en los alrededores de la ciudad era de 1 298 631 pesos.30 De acuerdo a los informes recopilados por Caba� llero, los dueños y las principales propiedades con un valor superior a los treinta y cinco mil pesos eran los siguientes:

30   Caballero, Manuel, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892.

214

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 13. Lista de grandes propietarios rurales en el distrito de Puebla, 1892 Número de propiedades

Valor fiscal declarado en pesos

Pedro Berges Zúñiga

Molino y hacienda de Santo Domingo

89 914

Ignacio Pérez

Hacienda del Pópulo y el Gallinero

65 000

Serafín Maurer

Molino de San Francisco

64 000

Hermanos Ortiz Borbolla

Varios ranchos

52 208

José Gavito

Molino del Carmen, Casa del Rosal y terreno la Magdalena

49 265

Ramón Maldonado

Hacienda de la Noria y el rancho de las Ánimas

46 000

Florencio Llacuri

Molino del Cristo y otras propiedades

45 516

Antonio García Cano

Rancho de la Magdalena y corral en la calle de An� drade

40 400

Ramón Benítez

Molino de Huexotitla

38 109

Luisa y Guadalupe Haquet

Molino de San Antonio

36 120

Tomás Larre

Molino de Santa Bárbara

35 000

Nombre del propietario

Fuente: Caballero, Manuel, “Directorio rural”, Primer Directorio General del Estado de Puebla, Mé� xico, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892, pp. 97–99

Un indicio del predominio de lo rural sobre lo urbano se obtiene a partir de la información que se reunió en 1902, cuando el gobierno del ge� neral Mucio P. Martínez levantó la estadística general sobre el valor fiscal de la propiedad rústica y urbana del estado de Puebla,31 a partir de esa

  Memoria instructiva y documentada que el Jefe del Departamento Ejecutivo del Estado presenta al Congreso Constituyente, Puebla, México, Imprenta de la Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902, pp. 386–389. 31

la inserción de una región en el contexto global

215

información quedó establecido que su valor global alcanzaba poco más de 56 millones de pesos. De ellos, el 59.28 % correspondió a la propiedad rústica mayor y menor agrupada en los 21 distritos que conformaban la división territorial poblana, y el 40.72 % a la propiedad urbana. Al mismo tiempo, estos datos mostraron la preeminencia en términos demográficos y económicos de la zona que circundaba a la ciudad de Puebla, pues los distritos de Atlixco, Cholula, Huejotzingo, Tecali y Tepeaca exhibieron la mayor concentración fincas rurales y fincas urbanas, mayores y menores. Para identificar los puntos geográficos que registraron una mayor actividad económica en el territorio del estado de Puebla, además de la región que bordeaba a la ciudad de Puebla en la que se distinguió el dis� trito de Atlixco por su larga tradición en la explotación agrícola y por su incorporación al trabajo industrial en el Porfiriato, debe seguirse la vieja ruta del comercio colonial hacia Veracruz, en donde se ubican los centros urbanos de Teziutlán, Chalchicomula, Tehuacán y Tecamachalco. En la estadística oficial de 1902, estos cuatro centros urbanos, más el de Puebla y Atlixco, concentraban el 57.25 % de todas las fincas urbanas mayores. Liberados del fantasma de la guerra y de la zozobra de los conflictos militares, la explotación agropecuaria cobró nuevos ímpetus, los campos poblanos producían abundantemente diversos tipos de cereales, legum� bres de toda especie, café, papa, pulque, chile, frijol y plantas forrajeras para el alimento del ganado. Hacia 1890, las cosechas en el estado alcanzaron la cifra de 11 490 650 pesos y aumentaron considerablemente en años posteriores. En el apogeo del régimen porfiriano fue notable la recuperación que experimentó la producción en el campo poblano, esta elevación de la productividad agrí� cola fue consecuencia de un alto grado de concentración de la propiedad de la tierra en manos de terratenientes. En las regiones del valle de Mata� moros, colindante con Morelos, la confrontación entre las haciendas y los pueblos alcanzó altos grados de violencia y terminó con el despojo de las tierras de la mayor parte de las comunidades y con la transformación de sus habitantes en jornaleros. Para estos años las unidades productivas agrícolas en el distrito de Puebla se habían multiplicado: había 10 haciendas, 31 ranchos, unas 32 huertas y 12 terrenos anexos a molinos, en tres de los cuales se asentaban también sendas factorías de hilados y tejidos. En los valles de Puebla, Atlixco y en la Sierra Norte, los cambios más significativos en la estruc� tura de la propiedad tuvieron que ver con su fraccionamiento, de ahí

216

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que aparecieron varias fincas, terrenos, solares y fracciones en número indeterminado. Y en ese rejuego de la propiedad raíz se aprecia el retor� no de los españoles como propietarios, dominando en la agricultura y en otras actividades productivas; ejemplo de esta reconfiguración y del dinamismo de estos grupos es la preeminencia que alcanzaron Florencio Llacuri, José Gavito y los hermanos Rafael y José Rugarcía, quienes a par� tir de la explotación agropecuaria acumularon capitales que destinaron a la inversión en negocios diversos.32 Con el repunte de la producción agrícola se consolidaron ciertas re� giones y sus cabeceras municipales como importantes centros producti� vos. En el distrito de San Andrés Chalchicomula aumentó notablemente la producción de maíz, cebada, haba, centeno, trigo y papa. Teziutlán consolidó su posición como productor de maíz, cebada y frijol. El distrito de Huauchinango se distinguió por su cultivo de la caña de azúcar, des� tinada a la producción de piloncillo, y por el cultivo de café, además de maíz, frijol y cacahuate. Sin embargo, esta prosperidad no logró atraer la atención gubernamental ni sirvió para romper el aislamiento de estos dos distritos serranos. La producción de trigo se incrementó notablemente en 1901 en los distritos de Chalchicomula, Huejotzingo, San Juan de los Llanos y Atlix� co, aunque, la fertilidad del suelo de este último distrito hacía que con el cultivo de trigo compitieran otros productos tanto o más rentables como el cáñamo, el lino, el algodón y la grana. Miles de cabezas de ganado pastaban en los terrenos propiedad de los hacendados, dueños de la vida y los bienes de los campesinos. Hacia 1906 se calculaba una cifra no menor de 50 000 cabezas de ganado en el territorio poblano; en ese año, las operaciones de compraventa de reses sobrepasaron los dos millones de pesos. Con Díaz en la presidencia se impuso el pragmatismo en la política comercial. Los industriales que pudieron establecer una relación directa con el gobierno federal obtuvieron una política proteccionista favorable al desarrollo de sus industrias y ese fue el caso de los industriales pobla� nos, quienes después de padecer las políticas librecambistas que predo� minaron durante la restauración de la república, lograron la protección

32   Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla (1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010, p. 32.

la inserción de una región en el contexto global

217

presidencial para rehacer sus empresas e incluso lograr su expansión. En la aclamada prosperidad porfiriana, regocijo de pocos y desconsuelo de muchos, se reorganizaron los grupos empresariales, especialmente los del ramo textil, fortaleciendo y expandiendo su poder económico a tra� vés de las viejas tradiciones de enlaces familiares y de la aparición de las sociedades anónimas.33 Mucio Martínez, convencido de que el papel económico del gobierno era eliminar los obstáculos que impidieran las iniciativas empresariales particulares, instrumentó una política de apoyo incondicional a los inte� reses de los inversionistas nacionales y extranjeros que aportaron capita� les para el desarrollo de nuevas industrias y para la consolidación de las ya existentes. Entre 1893 y 1905 se aprecia una gran expansión de establecimien� tos fabriles y de los volúmenes de producción. Para 1898 la estadística regional registró en todo el estado veinte fábricas de hilados y tejidos de algodón con 67 464 husos, 1 187 telares antiguos y 1 171 telares modernos y con una fuerza de trabajo de 3 037 operarios; para 1900 la quinta parte de la industria textil mexicana se concentraba en el territorio poblano. En los seis años siguientes la industria algodonera poblana creció a un ritmo acelerado: en 1904 existían en el estado 32 fábricas con 147 000 husos, de los cuales el 89 % eran modernos; 4 807 telares y 5 196 operarios. Entre 1892 y 1902 se instalaron veinte fábricas contando en sus filas empresas de grandes dimensiones como La Covadonga, El León, San Martín y so� bre todo Metepec. Al iniciar el nuevo siglo, la instalación textil poblana concentraba el 18.9 % del total de las 153 fábricas que había en el país. La mayor parte de las fábricas se fueron instalando no sólo en las inmedia� ciones de la ciudad de Puebla, como ocurrió desde mediados del siglo xix, sino también en otros distritos como Atlixco, Huejotzingo, Cholula, Tecali y Tehuacán.34 A lo largo del Porfiriato, la instalación de nuevas

  Gamboa Ojeda, Leticia, Los empresarios de ayer. El grupo dominante de la industria textil de Puebla (1906–1929), Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1985. 34   Sobre la evolución de la industria textil poblana entre mediados del siglo xix y principios del xx, véase Grosso, Juan Carlos, Estructura y fuerza de trabajo, Puebla (1830–1890), Puebla, México, Uni� versidad Autónoma de Puebla, 1984; y Gamboa Ojeda, Leticia “Primer siglo de vida. La industria textil en Puebla”, en Leticia Gamboa Ojeda et al., Historia e imágenes de la industria textil mexicana. Puebla, Tlaxcala y Veracruz, México, Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, 2000, pp. 19–59. 33

218

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y modernas fábricas textiles en el municipio de Puebla quedó rezaga� da, disminuyendo considerablemente su importancia y participación en el nivel regional y nacional. Por las ventajas para la localización indus� trial, pureza y calidad del agua proveniente del deshielo de los volcanes y abundancia de mano de obra, las fábricas textiles más modernas y más grandes se situaron en el distrito de Atlixco, de esa manera se convirtió en el centro fabril más importante de la industria textil poblana, ahí se localizaban La Concepción, la Carolina, El Volcán, El León, San Agustín, El Carmen y Metepec. Basta mencionar que en la instalación de la fábrica de Metepec, inaugurada en 1902, su propietaria, la Compañía Industrial de Atlixco, había invertido seis millones de pesos para construir una em� presa con 36 852 husos, 11 570 telares y 1 948 operarios. Por otra parte, en Cholula también se instalaron las modernas factorías de Santa Cruz, La Providencia y La Beneficencia. En el distrito de Huejotzingo estaban en actividad productiva las fábricas de San Martín, El Pilar, San Pablo, San Félix, San Juan y La Asturiana. Finalmente, en los distritos de Tecali y Tehuacán se localizaron las fábricas de Guadalupe Analco y San Juan Nepomuceno Xaltepec.35 Al comenzar el nuevo siglo, en la ciudad de Puebla y sus alrededo� res, las actividades textiles eran fundamentales de la estructura producti� va poblana, de tal manera que en la primera década del siglo xx, su peso absoluto y relativo al interior de la industria de transformación se vio incrementado, llegando a disponer de casi el 86 % de la potencia en uso y de cerca del 61 % del valor de la producción anual. De la información concentrada en los fondos municipales se desprenden las características de otras actividades productivas.36 La producción de alimentos y bebidas constituía, al igual que a me� diados del siglo xix, el sector de mayor relevancia económica después de los textiles. En el período que va de 1881 a 1905 existían por toda la ciudad una gran variedad de expendios ligados a la producción de pan,

  En relación a la estadística textil véase Contreras Cruz, Carlos et al. (comps.), “La estadística textil (1841–1910)”, Puebla. Textos de su historia, México, Gobierno del Estado de Puebla, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemé� rita Universidad Autónoma de Puebla, 1993, pp. 2: 91–128. 36   Noticia Industrial del año de 1906, formada en 1907 y terminada en 1908, publicada el 22 de noviembre de 1909, Archivo Municipal de Puebla, expedientes de Estadística, exp. 11, letra D bis, t. 473, 1907, f. 1–30. 35

la inserción de una región en el contexto global

219

de harina, de chocolate, así como fondas y cafés donde acudía con regu� laridad la población. En muchos casos la integración de la producción y venta era completa, en otros el proceso estaba plenamente separado. En 1902 había para la producción de pan, por ejemplo, catorce ex� pendios de harina, diez molinos de trigo y los expendios de pan fluctua� ban entre 16 y 18 para los años 1891–1905. Las carnicerías se encontraban diseminadas por los diferentes rum� bos de la ciudad, Toussaint menciona sesenta expendios en manos de siete propietarios y “además 42 expendios repartidos por la ciudad”.37 La producción tocinera, famosa desde la Colonia no aparece regis� trada y es sintomático que el oficio de tocinero no se incluya en el voca� bulario censal. En cuanto a la venta de alimentos preparados, en 1902, además de los grandes hoteles que generalmente disponían de sus propios restaurantes existían, a decir de A. Carrasco, “más de 50 fondas de menos categoría, repartidas por la ciudad”.38 Hay que considerar que la mayor parte de las fábricas de aguas ga� seosas, licores y cerveza, así como algunas de fideos y pastas alimenticias fueron creadas entre 1890 y 1906. Para 1906, la producción de alimentos y bebidas disponía del mayor número de establecimientos registrados, su producción anual era de alrededor del 28 % de valor total y sus trabaja� dores alcanzaban a casi el 17 % de la fuerza de trabajo ocupada. Para 1908 la estadística oficial indica una menor participación absoluta y relativa de este sector, sin embargo, se mantuvo como una de las actividades funda� mentales de la economía urbana. El curtido y la producción de artículos de cuero exhibían hacia fi� nales del Porfiriato una sensible recuperación, debido a la aparición en 1885 de grandes manufacturas del curtido y de fábricas de zapatos, que la colocaba en tercer lugar dentro de la industria de transformación. Su peso productivo era, sin embargo, bastante lejano en relación a la indus� tria textil y a la elaboración de alimentos y bebidas; en 1906 dio empleo al

37   Directorio Toussaint. Directorio completo de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Carlos V Tous� saint Editor, 1905, p. 77. 38   Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan necesitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902, p. 55.

220

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

10.72 % de los trabajadores y aportaba el 7.44 % del valor de la producción anual.39 Otras actividades productivas relevantes eran la producción de ciga� rros y puros, la industria molinera y la industria panificadora, que produ� cía cerca de dos millones de pesos anuales (el 21 % del total de la industria de transformación) y empleaba a 911 personas (13 % del total de la fuerza de trabajo). Este pequeño núcleo productivo y la moderna industria textil constituían hacia finales del Porfiriato la base de la industria de transfor� mación de la ciudad de Puebla y sus alrededores.40 La industria de la construcción fue uno de los sectores más favore� cidos por el proceso de reconstrucción urbana que se dio a partir de los años ochenta. En la captación del empleo su volumen aumentó de 2 102 trabajadores en 1895 a cerca de 2 800 en 1910. El período de máxima ex� pansión del empleo de la industria de la construcción se dio entre 1895 y 1900 coincidiendo de manera directa con el impulso porfiriano de finales del siglo xix. Las canteras y ladrilleras que abastecían a la industria de la construcción se localizaban desde finales del siglo xviii en las afueras de la ciudad. Las canteras principalmente al norte y las ladrilleras al noreste siguiendo el curso del río de San Francisco. En 1881 se localizaban cua� tro ladrilleras y varios hornos de ladrillo y teja; para 1895 se mencionan alrededor de 22 ladrilleras, varias de ellas en la calzada de Loreto, en Xanenetla y en Xonaca. Por su parte, tres o cuatro de las 17 caleras que se registraban en ese año estaban en el barrio de El Refugio. El ónix grisáceo y blanco proveniente de Tecali, Zapotitlán y Acat� lán fue ampliamente aprovechado; en 1881 Luis García Teruel y Julián Gutiérrez formaron una sociedad para explotar las canteras de Tecali mientras que la sociedad formada en 1892 por Antonio Pérez Marín y Pascual Fenochio para explotar mármol lograron exitosas operaciones de exportación a la empresa Volkering y Cía., de Nueva York. En décadas anteriores, los descendientes de Hipólito Quintero Mármol habían logra� do mejorar las operaciones para manipular el mármol: tallaban mármoles blancos, grises y negros y en 1875, otra marmolería, de Manuel Olimán, trabajaba el ónix en variadas formas y aplicaciones, sus obras merecieron el reconocimiento en varias exposiciones nacionales y extranjeras.

  Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, exp. 8, letra R, t. 498, 1909, f. 241y ss.   Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, exp. 6, letras L, O, T, Z, O y C, 1906, t. 465.

39 40

la inserción de una región en el contexto global

221

En las ciudades y pueblos del interior, pacificados por la mano férrea del régimen, se pusieron en marcha talleres e instalaciones fabriles desti� nados a transformar y dar salida a la producción agrícola. Entre otros, la elaboración de vinos en las zonas frutícolas, talleres de tejido de palma, aserraderos, molinos de caña de azúcar o ingenios. Los ingenios de Aca tlán, Chietla, Tehuacán e Izúcar de Matamoros, por ejemplo, constituye� ron fuentes de trabajo y fuentes de riqueza en la extensa región del sur del estado, con lo que se intensificó el movimiento comercial. La inversión también incursionó en la minería, con capital extranjero se fundó la Teziutlán Cooper Mining and Smelting Company y la Tetela Mining Company, que recibieron trato preferencial tanto del gobierno federal como estatal; capital canadiense invirtió en la Puebla Ligth and Power, que participó en la electrificación de la ciudad de Puebla. El gran beneficiario de la introducción del ferrocarril, del mejora� miento de los caminos y de la lucha contra el bandidaje fue el comercio, que había sido el origen de las grandes fortunas en Puebla, ciudad que no había dejado de ser uno de los principales centros comerciales, ni siquiera en los días más aciagos. Sin duda, la pacificación del territorio permitió que las actividades comerciales tomaran nuevos bríos y se expandieran hasta recuperar su antiguo nivel, sólo para superarlo posteriormente.41 La diversificación de las actividades comerciales alcanzó un amplio desarrollo. Además del comercio tradicional aparecieron los grandes al� macenes que pusieron a consideración del público, básicamente de las clases propietarias, una gama de productos nacionales y extranjeros que las hacían sentir como en cualquier capital europea. Entre las principales casas comerciales estaban: La Ciudad de México, fundada en 1862 por el señor J. B. Lions, misma que a principios de 1902 aparecía bajo la denomi� nación social de Lions Hnos. y Cía. En sus amplias salas, ubicadas en la calle de Mercaderes despachaban diariamente a una numerosa clientela “las últimas novedades en lencería, confecciones parisienses, sedería, ar� tículos de fantasía, perfumería, guantes, paraguas, sombrillas, casimires, toda clase de telas de algodón, lana, lino o seda”. En ella trabajaban dia� riamente de 45 a 50 empleados. Otro gran comercio era La Sorpresa de J. Doremberg y Cía. situado en el viejo edificio que durante años fuera la

41   Tirado Villegas, Gloria A., Los efectos sociales del Ferrocarril Interoceánico. Puebla en el Porfiriato, Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2007.

222

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Alhóndiga, el cual ocupaba un área de 2 330 metros cuadrados y disponía de no menos de 25 aparadores. Los departamentos en que estaba dividi� do el establecimiento eran numerosos e incluían entre otros: “cuchille� ría, artículos electro–plateados y de cuero, accesorios eléctricos, joyería, relojería, muebles, papel tapiz, ferretería, juguetería, vidriería y cristale� ría, papelería, pianos, implementos para la agricultura, materiales para construcciones, carruajes y maquinaria de todas las descripciones”.42 A éstos había que añadir, La Primavera de Paulino Richard, La ciudad de Londres de Sommer Hermman y Cía. En 1902 entre los grandes almace� nes de ropa, además de los señalados, estaban El Puerto de Liverpool, Las Fábricas de Francia, El Nuevo Siglo, Au Bon Mouche. En 1902, los directorios comerciales hacen referencia a once tiendas importantes de bonetería y camisas entre las cuales destacaban: La Parisiense, El Buen Tono, El Boulevard y El Surtidor.43 Este nuevo tipo de establecimientos comerciales, controlado prin� cipalmente por propietarios extranjeros, coadyuvó a modificar el paisa� je del viejo centro comercial de la ciudad. La propaganda, los grandes anuncios y los nombres mismos de los comercios remodelaron la visión que se tenía de la ciudad de Puebla a finales del Porfiriato. Junto al gran comercio había una gama de pequeños expendios tradicionales de ali� mentos, de bebidas, de ropa y de artículos para el consumo doméstico que se arremolinaban en torno al mercado de La Victoria o del Parián, donde desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche se vendían los pro� ductos de la región. En 1905 el Directorio Toussaint menciona 30 tiendas de abarrotes, 14 expendios de harina, 92 expendios de carbón y 20 establos. La ampliación del intercambio mercantil favoreció la instalación de una ágil estructura financiera y bancaria. Además del Banco Oriental, en� contramos en 1902 las sucursales del Banco de Londres y México, del Banco Nacional de México y del Banco de Veracruz. Aparecen compañías de seguros contra incendios y de seguros de vida. Las primeras pasan de

  Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni� versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000, pp. 56–61. 43   Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan necesitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902. 42

la inserción de una región en el contexto global

223

cuatro a siete y las segundas de tres a cinco entre 1902 y 1905, de ellas sobresalían: La Mutual, La Mexicana, La Fraternal y La Confederación. En los mismos años aparecieron en funciones, ocho compañías anóni� mas ligadas a los servicios públicos, de las cuales sobresalían: la Cía. Te� lefónica Mexicana, la Cía. de Aguas Potables, la Cía. de Tranvías de la Ciudad, la Cía. de Alumbrado Eléctrico. Los nuevos adelantos técnicos materializados en productos de consumo, antes desconocidos, se podían encontrar en el comercio citadino. En 1905 había diez fotografías, dos es� tablecimientos de aparatos y materiales para teléfonos y campanas eléc� tricas, siete expendios de máquinas de coser (entre ellos cabe destacar la sucursal de Singer y Cía.). Por otra parte los grandes almacenes se convirtieron en proveedores de insumos para la producción a través de la importación de maquinaria para el campo y la industria: La Sorpresa fue agente de Bufalo Piots (tri� lladoras y locomóviles), de Parlin & Orendorff Co., Canton Illinois (útiles para la agricultura y carruajes), de Mac Cormick Harvesting Machine Co. Chicago lllinois (segadoras, rastrillos...) y de Emerson&Fischer Co. Cin� cinnati (coches). En el mismo sentido actuaban las empresas de Sommer Hermann y Cía., Max A. Phiilippy Comp., R. Boker y otros. Aunado al crecimiento de las actividades comerciales y financieras, la modernidad porfiriana también permitió el aumento en otro tipo de servicios: los hoteles registrados en las guías y directorios de la época aumentaron de 25 en 1902 a 32 en 1905; a su lado, el número de restau� rantes y fondas también se elevó, y los baños públicos y las peluquerías se fueron diseminando rápidamente por todos los rumbos de la ciudad. Desde 1902 ya existían 23 casas de empeño y 38 escritorios públicos. Por las características de las profesiones y oficios con que hemos inte� grado el sector de los servicios, creemos que se trataba de un mercado de fuerza de trabajo íntimamente ligado a la vida urbana.44 Las categorías que agrupan a los trabajadores domésticos, a los comerciantes y financieros y a los empleados particulares fueron en ese orden, las que mostraron el mayor crecimiento absoluto, juntas aportaron el grueso del empleo para el distrito de Puebla durante los últimos quince años del Porfiriato: el 27.9 % del total de la población activa en 1895, el 28.15 % en 1900 y el 36 % en 1910.

44   Grosso, Juan Carlos, Estructura y fuerza de trabajo, Puebla (1830–1890), Puebla, México, Univer� sidad Autónoma de Puebla, 1984.

224

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Veamos ahora el papel particular de estos sectores en la generación del empleo urbano: el sector del comercio y las finanzas empleó alrede� dor del 10 % de la población activa en el transcurso del período. Su cre� cimiento absoluto fue mayor entre 1900–1901 que entre 1895–1900. De 3 816 personas ocupadas en este renglón en 1895 pasaron a cerca de 5 000 en 1910. Es interesante aclarar que, en su mayoría, el sector comercial y financiero estaba constituido por una serie de distintos grupos de pro� pietarios de comercio y de un amplio núcleo de vendedores ambulantes. Ambos crecieron en números absolutos entre los años de 1900 y 1910. Por su parte, los empleados privados no domésticos casi se triplicaron entre 1895 y 1910. En cuanto al servicio doméstico, es incuestionable su papel como generador de empleo dentro de la estructura ocupacional de la región. Su peso es impresionante si lo comparamos con el resto de los servicios y sobre todo con las actividades directamente productivas. En 1895 captó el 15 % del empleo total y para 1910 el 20 %. Numéricamente creció en este período en más del 35 %. Finalmente, el crecimiento del trabajo doméstico proveniente de los sectores más descalificados de la población también pudo ser un refugio frente a la incertidumbre del em� pleo netamente productivo. Además, la revolución en los medios de co� municación y transporte se expresó en la estructura ocupacional. Por una parte, aumentaron los cocheros y los telegrafistas; por la otra, los arrieros y cargadores tuvieron una continua tendencia a la desaparición. De igual manera, el crecimiento del aparato burocrático del estado al igual que el desarrollo de la enseñanza, dieron como resultado una ampliación del sector que se empleaba como profesores y empleados públicos, quienes pasaron a jugar un relevante papel en este sector de la ocupación urbana. En el último tercio del siglo xix mexicano, Puebla, junto con México y Guadalajara, era una de las tres principales ciudades capitales por su nú� mero de habitantes y por la influencia política, económica y cultural que ejercían a nivel regional o nacional. Por tanto, fue representada mediante planos comerciales, anunciadores o mercantiles. De especial interés es el plano topográfico de la ciudad de Puebla levantado por el ingeniero Luis G. Careaga y Sáenz en 1856 y reformado en 1883, dedicado al Ministerio de Fomento.45 Posteriormente, otros planos de la ciudad intentaron repre�

45   Véase Vélez Pliego, Francisco y Guzmán, Ambrosio, Cartografía histórica de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997.

la inserción de una región en el contexto global

225

sentar su decidida marcha hacia el progreso, mostrando lo bien dotada que estaba para el florecimiento de los negocios y el comercio. Para atraer la inmigración y colonización europea, aparecían ilustrando directorios y guías comerciales.46 De los textos que con este objetivo se publicaron en la época, nos referiremos sólo a dos ejemplos. El apartado que se refiere a Puebla del Nomenclator comercial, agrícola, industrial, artes y oficios y directorio general para 1884–1885 de México, Isla de Cuba y principal comercio de Nueva York iniciaba, además de la descripción geográfica del estado situando su latitud y longitud, sus colindancias, su extensión en kilómetros cuadrados, datos numéricos de su población, el tipo y valor de su propiedad raíz en pesos, las corrientes de agua que lo surcaban, su clima, su división política, sus principales ciudades y el vo� lumen y clase de sus producciones agrícolas e industriales.47 Un ejemplo más acabado lo encontramos en el trabajo del publi� cista norteamericano J. R. Southworth,48 publicado originalmente en 1901, quien presentó a los estados de Oaxaca y Puebla bajo la perspec� tiva progresista del pensamiento decimonónico finisecular: mostraba la abundancia de recursos naturales en el territorio, para atraer la inversión extranjera, pues al finalizar el siglo xix, entre la elite gobernante domi� naba la idea de que la explotación de las grandes riquezas naturales del territorio era el motor que impulsaría al país por la senda del progreso. Southworth señaló:

  En la retícula de la ciudad este plano indica la manzana en que se ubicaba cada establecimien� to comercial, y estaba dedicado a “los viajeros y hombres de negocios”, en Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan necesitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902, p. 45. Otro plano poblano es anónimo: Nuevo Plano Topográfico. Anunciador de la ciudad de Puebla, probablemente de 1908. Véase Vélez Pliego, Fran� cisco y Guzmán, Ambrosio, Cartografía histórica de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997, quienes han calculado como fecha de elaboración de este texto 1908, debido a que el plano muestra, en su inicial emplazamiento, el edificio concebido para la Exposición Nacional sede de las fiestas poblanas del Centenario. 47   Nomenclator comercial, agrícola, industrial, artes y oficios y directorio general para 1884–1885 de México, Isla de Cuba y principal comercio de Nueva York, La Habana, Cuba, Centro Editorial de Obras Ilustradas de Molina y Juli, 1884, pp. 225–234. 48   Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni� versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000. 46

226

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La naturaleza ha sido sumamente pródiga en derramar sus dones so� bre el estado de Puebla, pues este tiene uno de los climas más perfectos; y puede llamarse la tierra del verano perpetuo, de las frutas y de las flores. […] La Naturaleza, que ha dado al estado este clima y paisajes sin igual, también lo ha hecho un jardín perpetuo, de una gran fertilidad. Su cielo sin nubes y su variada temperatura (fría, templada y tórrida), hacen que sea posible cultivar la mayor variedad de productos de la agricultura y la horticultura. Para el capitalista, ya grande, ya pequeño, ningún otro estado ofrece mejores oportunidades para dedicarse a la agricultura, minería, in� dustria o comercio.49

En la representación del territorio poblano, la materialización de pai� sajes que hacían visible su carácter utilitario pasó a expresar los cambios espaciales provocados por la instauración de un nuevo orden político. Para Southworth, un porvenir de pronto y extenso desarrollo se avizora� ba para el estado de Puebla, no sólo por sus ventajas naturales, recursos minerales, fértil terreno, ricos valles y corrientes cristalinas, sino, tam� bién, por el carácter emprendedor de sus habitantes y su buen gobierno. En resumen, la estructura productiva de la ciudad de Puebla con� tinuaba caracterizándose, hacia finales del Porfiriato, por el creciente predominio de la producción textil, sobre todo de la producción fabril de los hilados y tejidos de algodón, a la cual seguía en orden de importancia la elaboración de alimentos y bebidas. Por otra parte, el desarrollo de la planta productiva porfiriana no implicó la desaparición de la producción artesanal que se amplió y dise� minó en casi todos los sectores productivos que formaban la economía urbana de la ciudad. Paralelamente es muy significativa la ausencia de actividades fuera del sector textil que reflejaran un avance cualitativo en el proceso de lo que se ha dado en llamar “industrialización”. En Puebla, a diferencia de otras regiones y ciudades, no existían ra� mas productivas destinadas a la fabricación de máquinas y herramientas. Se sabe que el nacimiento de la industria pesada fue la gran novedad del Porfiriato y si bien su peso no fue significativo, su aparición marcó un

  Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni� versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000, p. 3. 49

la inserción de una región en el contexto global

227

cambio cualitativo para la economía nacional. Su origen y desarrollo se debió al incremento en la demanda de sectores específicos; así, la siderur� gia y la producción de cemento se vieron ligadas a la expansión urbana y al crecimiento de los ferrocarriles, mientras, el nuevo auge minero favo� reció la producción de dinamita. En nuestro caso, la industria del metal y la de “productos químicos” se restringía a pequeños establecimientos productivos como las herre� rías, hojalaterías, “fábricas de velas”, coheterías... Sólo conocemos la exis� tencia de un establecimiento, fundado en 1902, que producía refacciones para la industria textil. Parecería que las causas del relativo atraso económico de la estruc� tura productiva poblana no se pueden buscar, exclusivamente, en la falta de efectos multiplicadores de la moderna industria textil, sino más bien, en la composición y magnitud de mercado. A partir de la última década del siglo xix las grandes empresas, cons� tituidas con la participación de capital extranjero y con la concesión de privilegios que les dieron ventajas sobre las empresas locales, reanima� ron las actividades productivas en Puebla. En no pocas ocasiones, esas grandes empresas barrieron con una o varias empresas tradicionales o por lo menos redujeron su participación en el mercado. En este caso se hallaron, entre otros, los giros industriales de carrocería, purería, velería y en el comercio las maicerías, chocolaterías y lecherías que desaparecie� ron al modificarse sus tradicionales canales de venta. La importación cada vez más elevada de artículos europeos y esta� dounidenses disminuyó la fabricación de vidrio y loza, de artículos de pa� samanería y la de objetos de metales preciosos, pero también introdujeron nuevos productos en el gusto de los poblanos como los perfumes, los vis� tosos sombreros de dama, los ferrocarriles, los teléfonos y el automóvil. Los alemanes50 y sobre todo los franceses51 llegados poco a poco

  Para una valoración más directa de la presencia de los alemanes en Puebla véase: Rojas Marín, Ana Luis, Del bosque a los árboles. Miradas a los alemanes residentes en la ciudad de Puebla (1821–1910), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011. 51   Estudios puntuales sobre la presencia francesa en Puebla se pueden consultar en Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus actividades econó� micas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, pp. 171–194; Gamboa Ojeda, Leticia, Au–delà de l'ocean. Les barcelonnettes à Puebla (1845–1928), Puebla, México, 50

228

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

desde la tercera y cuarta década del siglo xix introdujeron las novedades propias de un capitalismo incipiente: productos, organización del traba� jo, tecnología y capitales modificaron las tradicionales empresas y nego� ciaciones. Esos extranjeros trajeron a Puebla ciertos ramos industriales, comerciales y de servicios en los que, al finalizar el siglo, tomarían parte muy activa una nueva generación de españoles que retornaron luego de haber sido expulsados en 1829 y 1833.52 Su presencia adquirió perfiles definidos cuando, junto con los productores locales, respondieron a la convocatoria de formar las colecciones de objetos que representarían a Puebla y a México en las exposiciones universales. Objetos y productos poblanos en las colecciones nacionales La celebración de las grandes exposiciones universales de la segun� da mitad del siglo xix, que convocaban a las naciones para mostrar sus avances sociales y tecnológicos, dio un nuevo sentido a la recopilación de datos para la formación de estadísticas y la representación geográfica del territorio en cifras: exhibir la adhesión a los parámetros de la moder� nidad, a pesar de las limitaciones organizativas impuestas por los desór� denes políticos internos. Las administraciones federales y estatales de la naciente república mexicana dispusieron las medidas a su alcance para justificar su perte� nencia al concierto de las naciones civilizadas. Aunque las evidencias sobre la participación mexicana en las primeras exposiciones universa� les revelan una presencia apenas marginal, en ellas se puede apreciar el creciente interés del gobierno mexicano, expresado en el desarrollo de estrategias organizativas, para mostrarse en estos escenarios. Sobre la participación mexicana en The Great Exhibition de 1851 sólo existe referencia documentada de esfuerzos individuales. La invitación para participar en la primera exposición universal en Londres llegó a

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Sabença de la Valeia, 2004; Gamboa Ojeda, Leticia (coord.), Los barcelonnettes en México: miradas regionales (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2008. 52   Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla (1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010, pp. 210–212.

la inserción de una región en el contexto global

229

México en 1850,53 cuando en el país se expresaba un profundo malestar político contra la errática administración santanista, alimentado no sólo por las deshonestidades administrativas, los excesos de fuerza contra los opositores políticos, la perpetuación de un poder incontrolado e incon� trolable, sino principalmente, por una terrible desigualdad social y eco� nómica, por la inequitativa distribución de la tierra, por el sostenimiento de grupos oligárquicos en diversas regiones, por la falta de capitales que permitiera una explotación racional de los recursos del país, por la caren� cia de instituciones culturales y educativas que difundieran la ilustración y alentaran la movilidad social. Las terribles consecuencias de la invasión norteamericana conmocio� naron a las generaciones de jóvenes y de hombres de mediana edad, dis� cípulos de los reformistas liberales de 1833, de Mora y de Gómez Farías, que los hicieron anhelar una ruptura total con todo lo que representara el viejo régimen, incluso con las conexiones históricas del pasado, un cam� bio hacia la modernidad en su más amplio sentido. En esas condiciones se recibió el exhorto a participar en un evento internacional que proponía reunir en un solo lugar todos los productos naturales e industriales del mundo, en el cual México tenía asignada una superficie de 2 mil pies cua� drados.54 Los registros de la época revelan que esa invitación sólo tuvo eco en la ciudad capital, mientras el grueso de la población, ajena a los acontecimientos del ancho mundo, se debatía en una de las tantas crisis políticas que recurrentemente afligían a la joven república. Así, un puñado de burócratas, designados por el Ministerio de Fo� mento, y unos cuantos individuos, por iniciativa propia, resolvieron de manera pragmática la cuestión de representar al país en lejanas tierras. Sin embargo, la forma cómo la Dirección de Colonización e Industria

  La invitación se hizo mediante el comunicado de Carlos Bankhead, ministro plenipotenciario de Su Majestad Británica, fechado el 29 de mayo de 1850, dirigido a José María de Lacunza, con el cual le remite el memorándum de los comisionados británicos J. Scott Russel y Stafford H. Northco� te, fechado en el Nuevo Palacio de Westminster el 21 de febrero de 1850. En estos documentos se detallan las condiciones, el tiempo y modo para enviar los objetos, así como aspectos organizativos de la Exposición. Véase Olivera López, Luis y Meza Oliver, Rocío, Catálogo de la Colección Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (1616–1873), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2006, pp. 397–398. 54   Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo concerniente a la Exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850. 53

230

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

—nombrada Comisión Central Mexicana para todo lo concerniente a la exposición de 1851— atendió esa invitación fue objeto de severas críticas, principalmente en los periódicos de la capital se le reprochó: su incompe� tencia para reunir una colección de objetos digna de representar al país en un evento internacional “[…] si se hubiera excitado a todos los esta� dos, si se hubiera procurado formar preciosas colecciones de productos naturales, y si se hubieran estimado ciertos artefactos que sólo se hacen en México, la nación no hubiera quedado mal en la exposición”; su pobre comprensión del significado de la exposición y de la importancia de ha� cer figurar, siquiera medianamente, las riquezas naturales y los adelantos de la civilización nacionales; y más aún, que para justificar su incapaci� dad se argumentara el escaso entendimiento y adelanto de la población. Nada se hizo y justo es que la befa y el escarnio que contra un país desgraciado habrán querido lanzar los extranjeros, recaiga solo en unos cuantos hombres para quienes la patria y la industria y el honor no son más que miserables mercancías. Ellos, para disculpar su punible descuido, dirán que México no es nada, que el pueblo es semibárbaro, y añadirán a su torpeza, la mentira y la calumnia.55

La participación de México en esta primera exposición universal pasó casi desapercibida para propios y extraños. Un indicio de la escasa atención que mereció la empresa es la ausencia de registros documen� tales sobre preparativos, expositores o productos enviados, sólo de las crónicas periodísticas de la época pueden obtenerse algunas referencias. La Ilustración mexicana reseñó extensamente la exposición nacional, orga� nizada por el Ayuntamiento de la Ciudad de México, con el fin de selec� cionar los objetos más notables para integrar la colección mexicana que debía enviarse a Londres, su apreciación fue lapidaria: […] en un salón reducido se aglomeran toda clase de objetos, sin la separación conveniente, y la exposición careciendo de importancia indus� trial, artística o económica, no es sino un paseo más, […] de lejos parecía un mercado de pueblo; una ranchería; una colección de cabañas, gracias a

55   “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, pp. 2: 121–132.

la inserción de una región en el contexto global

231

la colección de sombras, petates, biombos, que entran en la construcción de las transitorias tiendas de dulces. En las banquetas, puestos de frutas de muerto, naranjas, plátanos, jícamas, camotes. Ésta era la primera línea de la exposición. […] imposible es seguir un orden cualquiera al mencionar lo que más llamó nuestra atención, porque allí mismo todo estaba mezclado, y porque además, siendo tan pocos los objetos expuestos, una clasificación exacta serviría sólo para que resaltara más la pobreza de cada ramo de industria.56

El mismo autor de esta crónica se ocupó de hacer el recuento de los escasos objetos enviados a Londres: “un cuadro de camelote, flores de cera, un frasco de aceite de coquillo, un poco de chitle, una escasa colec� ción de maderas, unos cuantos muñecos de cera y nada más”.57 En esa reseña no se puede distinguir la procedencia de los objetos ni reconocer los esfuerzos individuales: no le mereció ningún comentario el trabajo de Juan N. Adorno58 como inventor de ingeniosas máquinas y aventurado expositor en Londres, pues al autor de la nota periodística le interesaba destacar el descuido, la improvisación y las pocas luces de una administración pública incapaz de organizar los trabajos para poner en los escaparates de la modernidad a la nación mexicana. Definitivamente ésta no era la forma como las elites políticas y económicas querían que el país fuera mirado desde el exterior. Esta primera experiencia reveló la importancia de las instituciones gubernamentales como patrocinadoras y organizadoras de los ejercicios expositivos subsecuentes; sin una coordinación centralizada y sin una partida presupuestal asignada al financiamiento de las iniciativas expo� sitoras, difícilmente podía materializarse ventajosamente la presencia de México en los escenarios globales. La inestabilidad del régimen, que vivía los últimos años de la Se� gunda República Federal, impidió que se atendieran las invitaciones para

  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, pp. 2: 58–69.   “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 131. 58   Además de presentar dos de sus obras escritas expuso máquinas para elaborar cigarros, puros y picados de tabaco. Véase Illades, Carlos, Las otras ideas. Estudio sobre el primer socialismo en México 1850–1935, México, Ediciones Era y Universidad Autónoma Metropolitana–Cuajimalpa, 2008, pp. 50 y 51. 56 57

232

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

participar en las exposiciones de Dublín59 y Nueva York en 1853. En su correspondencia oficial,60 el cónsul mexicano en Nueva York recomendó, infructuosamente, la participación mexicana en la exposición neoyorkina de 1853, sugiriendo que el papel, los casimires, las alfombras, el azúcar, las maderas, las figuras de cera y otros artículos de producción nacio� nal podrían obtener un buen lugar en la exposición, si se adoptaban la medidas necesarias para seleccionar cuidadosamente los de elaboración “más adelantada”, y por eso suplicaba que se exhortara a labradores y fabricantes para que, en provecho propio y en honor al país, concurrie� ran abundantemente con sus productos para “dar una idea favorable de México”. Sus apremios fueron desoídos bajo el argumento formal de que su nota consular estaba concebida en términos generales, no fijaba las condiciones ni remitía las bases de la exposición,61 pero en realidad la re� pública se debatía en una guerra civil que impedía atender asuntos más allá de sus fronteras. Aún así, las publicaciones periódicas oficiales de los estados regis� traron la realización de esos eventos, convencidos de que en esos recin� tos “había mucho que admirar, y no poco que aprender, pues se sabía que se han presentado gran número de objetos de diferentes países del mundo”.62 A pesar de la crisis política, se alcanzaba a entrever la importancia de atender el llamado de la civilización, la cual se representaba en las exposiciones universales celebradas en las ciudades identificadas como capitales de la modernidad. Los esfuerzos se enfocaron a responder la invitación francesa para la exposición parisina de 1855, a la que México concurrió bajo la dirección de una comisión encabezada por Pedro Escan� dón como responsable directo de la organización de la muestra mexicana. Aunque las dificultades internas impidieron reunir una digna colección de objetos, pues la Exposición Nacional de Objetos de Industria y Artes realizada en la primera semana de noviembre de 1853 “no correspondió a los deseos que se habían formado respecto de ella”,63 se exhibieron los

  Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–47.   Véase, especialmente, la carta firmada por Francisco de Paula Arrangoiz el 11 de diciembre de 1852, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37. 61   Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37. 62   Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Puebla, domingo 7 de agosto de 1853, p. 3. 63   Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In59 60

la inserción de una región en el contexto global

233

objetos contenidos en 26 cajas que llegaron a París custodiados por el vigilante cuidado del señor Agea. Una idea sobre la impresión que causó la muestra mexicana en esa ocasión la ofrece el periódico español El Eco Hispanoamericano64 que ini� ció su reseña sobre la muestra mexicana haciendo observaciones sobre la calidad del territorio mexicano y sus habitantes de la siguiente manera: Vamos a cumplir la oferta que hicimos a nuestros lectores de examinar la esposición [sic] de los productos procedentes de la República Mejicana [sic]. Este país ha respondido, a lo menos, al gran llamamiento de la civi� lización moderna, aun cuando la serie de objetos enviados no sea un fiel esponente [sic] de su riqueza natural y de su trabajo. Pero conocemos las dificultades que en aquellos países presenta la realización de todo plan que supone simultaneidad en las cooperaciones parciales. Al contemplar di� chos objetos, cualquiera comprenderá que son una mínima parte de lo que pudieran haber enviado ocho millones de habitantes esparcidos en una su� perficie de 116 mil leguas cuadradas que a la ventaja de su posición geográ� fica entre los propicios grados 15 y 32 de latitud, reúne la de tener, casi una tercera parte, formando una meseta elevada, dos mil y tres mil varas sobre el nivel del mar. De esta feliz configuración resultan todos los climas, desde el ardiente de la zona tórrida, en las localidades bajas, hasta los templados y fríos sobre la meseta central y en las faldas de las cordilleras que sobre ella se elevan otro tanto ocultando al fin sus cimas en la región de las nieves perpetuas. Asociando por la imaginación estas circunstancias naturales con las artificiales del trabajo, no puede menos de augurarse para una época más o menos remota, una producción agrícola e industrial comprensiva de todas las series; pues efectivamente no hay una sola que no pueda obtener carta de naturaleza en la privilegiada zona de 17 grados de anchura que se

dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 112. 64   El Eco Hispanoamericano se publicaba en París, centro de decisión política y militar y caja de resonancia de la opinión pública europea, se dirigía a lectores de toda la América hispánica, se dis� tribuía en Brasil, Argentina, Uruguay y Filipinas, así como en las ciudades de Nueva York, Nueva Orleans y San Francisco. En México llegó a tener agencias de distribución en las ciudades de Méxi� co, Veracruz y Tampico; tres eran sus corresponsales en la capital, entre los que se contaba Niceto de Zamacois. Véase Covo, Jacqueline, “Una mirada española desde París: El Eco Hispanoamericano (1860–1867)”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cultura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999, p. 179.

234

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estiende desde el golfo mejicano [sic] y mar de las Antillas hasta el océano Pacífico y golfo de Cortés.65

La descripción del territorio mexicano, en su conjunto, con la que ini� ciaba la mayoría de las reseñas periodísticas sobre la muestra mexicana en la exposición de París en 1855, era la única posible en ese momento, pues no había modo de referirse a la particularidad de sus regiones. Los trabajos de la comisión encargada de los preparativos para que México fi� gurara de manera digna en los escenarios internacionales habían iniciado con la difusión del reglamento respectivo y con la organización de una exposición de la industria mexicana de la que se seleccionaron parte de los objetos que se enviaron a París.66 El minucioso y extenso reporte que hizo Pedro Escandón, presidente de la comisión mexicana en París, incluyó, entre otros muchos tópicos, el registro detallado de los objetos mexicanos, su lugar de procedencia y en ocasiones, la identificación de los expositores. A partir de sus informes se puede presentar la desagregación de los objetos poblanos en el conjunto de la colección mexicana.

65   Notas periodísticas incluidas en los informes enviados por Pedro Escandón; esta nota sobre la muestra mexicana está firmada por R. de la Sagra, véase Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 1. 66   Periódico Oficial del Departamento de Puebla, viernes 22 de septiembre de 1854, p. 4.

Clase

Arte de minas y metalurgia

Grupo

Industrias que tienen como objeto principal la extracción o la producción de materias brutas

Objetos poblanos

Colección de minerales: plata nativa, cobre abiga� rrado, rosicler, minerales de mercurio, cobre ama� rillo, malaquita silicífera, blenda, manganesa sul� fúrea, manganesa negra, estaño oxidado, galena, metal en agujas, hierro oolítico, hierro pardo, pirita común, cuatro variedades de ópalo de fuego, kao� Colección de mármoles y lín, obsidiana, corcho fósil, roca de granate, valen� alabastros cianita, topacios, variedades de selenita, austracita, fullagrasa, graphita granuda. Diversas especies de hierro, estaño, sulfuros de plomo, cobres sulfúreos, alabastro, sulfato de cobre, colección de arcillas, creta margosa, carbonato de cal

Colección mexicana

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

la inserción de una región en el contexto global

235

Grupo

Industrias que tienen como objeto principal la extracción o la producción de materias brutas

Muestras de algodón, añil del territorio de Tehuan� tepec, cañas de azúcar, granos de café, de chía, de bija–achiote, de linaza, de mostaza, arroz, sagú, zacatlascale, semillas de culantro, de comino, ta� bacos de Córdoba, cacao de Soconusco, cochinillas o grano de Miahuatlán, colección de capullos de seda, lanas del distrito de Jalapa

Arte forestal, caza, pesca y productos agrícolas obtenidos sin cultivo

Agricultura

Colección mexicana Colección de insectos, colección de 46 especies de aves, colecciones de maderas de construcción y de ebanistería, palo de Campeche, palo de Brasil. Seda silvestre (madroño), mariposa y capullos de orugas, gusanos que producen seda silvestre en México; cera de Campeche, esponjas, especies de cocombros sponciosos, axin, metissa de México, ha� bas de san Ignacio, raíces de pipitzahoac, aceite que se extrae de una resina; especies de granos diver� sos, contraveneno, raíz de darstenia contra–herva, diversas plantas medicinales, vainilla, corteza de copalche, quinina blanca, corteza de canela, cor� teza de encina y de robinia para curtir, frutos del palmero de Sagon, pimienta, raíces de zarzaparri� lla, de cúrcuma y de jengibre; corteza de nanche, resinas de copal, liquidámbar, goma elástica, aceite de almendras amargas, fibras textiles de cocotero, cera, resina, extensa colección de más de 300 tipos de maderas del estado de Veracruz explicando sus aplicaciones

Clase

Atlanchan (Cuphea Lanceolata), yerba de Puebla (Lennecio Canicida), azafrán (Carthamus tinctorius)

Objetos poblanos

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

236 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Grupo

Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas

Colección mexicana Ruedas de hierro fundido de Got y Bontemps

Modelo de un aparato para extraer los aceites vegetales de Carlos Blakeskey Lambley, modelo de una máquina para hacer fideos de Nicolás Campa, modelo de máquina para la fabricación del azúcar de F. Sánchez

Telar para tejer paños de rebozo

Mecánica especial y material de talleres industriales

Mecánica especial y materiales para la ma� nufactura de tejidos

Mecánica especial y materiales para ferro� Coche carriles y otros medios de transporte

Mecánica general apli� cada a la industria

Clase

Espuelas del Sr. Balderra� ma de Amozoc, freno del Sr. Bonilla de Amozoc, estribos del Sr. R. Moreno de Amozoc

Objetos poblanos

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

la inserción de una región en el contexto global

237

Grupo

Industrias fundadas sobre el empleo de agentes físicos y químicos o relativas a las ciencias y la enseñanza

Estadística del comercio exterior de la república de México Cuadros sinópticos relativos a la república de Mé� xico del señor Miguel Lerdo de Tejada

Artes de precisión, industrias y su relación con las ciencias y la enseñanza

Preparación y conser� vación de sustancias alimenticias

Harinas y salvado producido por los trigos del Valle de México, fécula de jatrafha manihot (al� midón de yuca), fécula de maranta arundinacea, fécula de sagú, fécula de patata dulce, aguardiente mezcal, aguardiente mezcal de Tequila, ron hecho de azúcar y destilado en los alambiques del país, chocolate de la fábrica Norma, café del Comercio, café escogido llamado caracolillo

Acido extraído de pipitzahoac del señor Leopoldo Río de la Loza, negro animal, esencia extraída de Artes químicas, tin� Fagara–lignalae, cera animal, aceite de olivo, aceite turas, e impresiones, de semilla de maní, de nabo, de linaza, de ricino; industrias del papel, de piel de ardilla, piel de martucha, papeles, libro las pieles, del caucho, en blanco, puros de Compostela, tabacos de las etc. tierras bajas y calientes, tabacos de las tierras altas y templadas

Industrias relacionadas con la producción y el empleo del calor, la luz y la electricidad

Colección mexicana

Clase

Objetos poblanos

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

238 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Grupo

Industrias relacionadas con las profesiones científicas

Manufactura de productos minerales

Aparato para impedir que los epilépticos se rom� pan los dientes

Colección mexicana

Industrias del vidrio y la cerámica

Orfebrería, joyería, industria del bronce

Fabricación de obras en metal de un trabajo ordinario

Industria del acero en bruto y manufacturado

Construcciones civiles

Vasijas de tierra cocida, cuadros de porcelana de la fábrica de B. Bustamante de Salamanca, figuritas de barro de Juan Ramírez

Caldera económica, cañerías de plomo de Adam Turnbull

Piedras de construcción, betún de asfalto, chapopote

Marina y artes militares Hamaca, esmeril de Francisco Pérez

Higiene, farmacia, medicina y cirugía

Clase

Objetos poblanos

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

la inserción de una región en el contexto global

239

Grupo

Manufactura de tejidos

Muebles y decoración, modas, diseño industrial, imprenta y música

Casimires y paños de la fábrica de San Ildefonso, casimir de la fábrica El Hércules, jorongo

Industria de la lana

Trajes de los indios hechos por ellos mismos, botas hechas con cuero curtido en México, botines barni� zados, botines de raso para señoras, flores de cera Figuras hechas de trapo de las hermanas Rayón, flores, frutas y figuritas, adornos, flores y figuritas hechas de pluma, figuri� nes de cera con trajes mexicanos Libros impresos en México de Ignacio Cumplido, impresiones del señor Rafael Rafael, estereotipias de A. Decaen, registros de Manuel Gutiérrez Rosas

Bufete

Repertorios de música religiosa, sistema de lectura Fabricación de instru� y escritura musicales (melografía), instrumento de mentos de música acústica llamado geometrina, piano melógrafo del señor Juan N. Adorno.

Dibujo y plástica apli� cado a la industria, im� presiones y fotografía

Confección de ropa, ob� jetos de moda y fantasía

Objetos poblanos

Alfombras de la fábrica El Hércules de Cayetano Rubio, bordados destinados para adorno de salas Charreteras, borlas de oro de Ignacio Mendoza, bordados

Cuerdas de Justo Pastor

Seda torcida, chales llamados paños de rebozo

Tejidos de algodón e hilaza de la fábrica de Miraflo� res, calicot, manteles, servilletas de algodón y otros tejidos de hilaza de la fábrica de la Magdalena

Industria del algodón

Industria de la seda Industria de lino y del cáñamo Bonetería, pasamane� ría, tapicería, bordados y encajes Industrias del mueble y la decoración

Colección mexicana

Clase

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

240 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Grupo

Colección mexicana

Escultura y grabado de medallas Arquitectura

Pintura, grabado y lito� Cuadro del Sr. Cordero (Jesús y la mujer adúltera) grafía

Clase

Objetos poblanos

Fuente: Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856; y Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, ii t. [Documentos justificativos correspondientes a la cuarta parte de esta memoria que trata de la industria y medios de fomentarla]. Documento 39, 40 y 41. La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

Bellas artes

Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855

la inserción de una región en el contexto global

241

242

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Aun cuando sus reportes pudieran ser incompletos, la visión que ofrece este cuadro permite apuntar algunas consideraciones generales: primera, en 1855, la colección mexicana que se presentó en París no fue extensa ni variada; segunda, reflejando la realidad de la estructura pro� ductiva nacional, básicamente se limitó a productos naturales y, tercera, en su integración se observa una mayor participación de la capital del país, en contraste con la mayoría de las regiones, salvo del departamento de Veracruz que aportó ricas colecciones de maderas, aves, insectos y plantas medicinales, el resto de los departamentos tuvo una débil pre� sencia, similar a la que registró Puebla. A pesar de ello, Pedro Escandón defendió la postura de que la participación mexicana había sido exitosa, sobre la base de que su colección había merecido elogiosos comentarios en la prensa internacional pero, más importante aún, premios y reconoci� mientos otorgados por los jurados de la exposición: la colección mexicana obtuvo diecinueve recompensas, cuatro medallas de primera clase, ocho de segunda clase y siete menciones honorables. Además, se otorgaron medallas a la Comisión Mexicana: “este honor, más que a nosotros, per� tenece al país”.67 Esos resultados, a la luz de los obtenidos por el resto de los países latinoamericanos, validaban la apreciación de Escandón. Los comisionados mexicanos situados en el extranjero se desempe� ñaban en medio de la zozobra por la crisis política que ha tenido lugar en nuestro país, la cual ha sido tan radical, que puede asegurarse, que no se puede prever hasta qué punto serán anulados los actos del último [gobierno].68 Con toda certeza, la inestabilidad política reinante no abo� naba la causa de la joven república para presentarse como un destino seguro y confiable para la inversión y la colonización extranjera; aun así, los comisionados se afanaron por mostrar la adhesión del país a la mo� dernidad en los escenarios más visibles de la época. Después de la experiencia lograda en 1855, la cuestión de organi� zar preparativos para participar en las exposiciones universales que con� tinuaban teniendo lugar en el contexto internacional quedó totalmente relegada ante los conflictos armados que afrontó la república: las guerras de reforma y la posterior intervención extranjera. 67   Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Na� poleón Chaix etc., 1856, pp. 230 y 231. 68   Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401.

la inserción de una región en el contexto global

243

En principio, la debilidad de las instituciones públicas, durante las décadas de 1850, 1860 y 1870 determinó la titubeante participación mexi� cana en las exposiciones universales. Infructuosamente, el gobierno im� perial de Maximiliano de Habsburgo intentó organizar la representación de su patria adoptiva en la Exposición Universal que tendría lugar en París en 1867. Sólo el afán de los organizadores franceses por mostrar la potencia civilizadora del Imperio de Napoleón III alcanzó a vislumbrar una solución expositiva para el Segundo Imperio Mexicano: que la Co� mission Scientifique du Mexique asumiera la tarea, pero esta sólo sería una solución parcial, esa Comission, abrumada por rencillas internas y con escasos recursos pronto abandonó el proyecto y los resultados fueron desalentadores. La presencia mexicana en la exposición parisina de 1867 fue orques� tada, finalmente, por Léon Méhédin, uno de los comisionados franceses en México. La colección exhibida incluyó, junto a las obras publicadas por la Comission Scientifique du Mexique, instrumentos y herramientas de labranza —palas, picos, hachas, hoces, cuchillos—, objetos de la vida cotidiana, artefactos confeccionados con fibras de maguey y palma —cor� dones, cuerdas, sombreros, hamacas, bolsas— y muestras de maderas. También se expuso la colección de A. de Boucard compuesta, principal� mente, por insectos, plantas y raíces, estatuillas y otros objetos hechos en México; figuraron también dos vistas panorámicas de las ciudades de México y Puebla de Boucard. Para la ocasión, se exhibieron colecciones geológicas reunidas en México, América Central y el Caribe y muestras mineralógicas.69 Las condiciones excepcionales en que se dio la presencia mexicana en este certamen, en cierta medida, explican su presentación como parte de una amplia región latinoamericana y no de una nación, lo cual hace inaccesible el reconocimiento de objetos y productos locales mexicanos, pero su descripción general sirve como referencia de lo que era represen� tativo de México para los extranjeros: vestigios arqueológicos y produc� tos exóticos en primera fila, seguidos de productos naturales, animales y vegetales, susceptibles de explotación industrial y comercial cuando los 69   Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–Dou� yere2009–1

244

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

benéficos efectos de la civilización occidental encontraran aplicación en estos territorios, afligidos por la inestabilidad política y la barbarie. Derrotado el proyecto de instalar un régimen monárquico, con un príncipe extranjero a la cabeza y fracturadas las relaciones diplomáticas con las principales potencias europeas, los gobiernos liberales que res� tauraron la república tuvieron como tareas prioritarias pacificar al país, restablecer el orden constitucional, reactivar la economía y romper el aislamiento diplomático derivado del incumplimiento del servicio de la deuda externa y de la inestabilidad política. Sus acciones se encaminaron a desterrar la visión que circulaba en el contexto internacional de que México era un país rico pero mal gobernado. Esas acciones sólo quedarían formuladas en el discurso oficial pues, en la década posterior a la caída del Segundo Imperio Mexicano, el país y sus estructuras de gobierno acusaban los estragos de la guerra civil: las obras de mejoramiento material, por falta de recursos, estaban para� lizadas; ningún paso se daba para hacer efectiva la añorada inmigración extranjera; las medidas para favorecer y alentar la agricultura, el comer� cio y la industria eran de ejecución lenta y tortuosa; a la instrucción y a la ciencia tampoco se le impartía la protección necesaria, pues los fondos destinados a los asuntos públicos se invertían en las atenciones de la gue� rra.70 En estos momentos, la participación de México en las exposicio� nes internacionales fue un tema ausente en la gestión de la dependencia encargada de su organización, la sección segunda del Ministerio de Fo� mento, Colonización, Industria y Comercio. La necesidad de reconstruir la imagen del país para romper el ais� lamiento diplomático y comercial al que lo había confinado el trágico desenlace del régimen imperial y el incumplimiento de los compromisos financieros con sus acreedores, hizo que se retomara, con una conciencia renovada, la cuestión de la representación nacional en los certámenes in� ternacionales. En el discurso de apertura del segundo período de sesio� nes del Congreso Mexicano, Sebastián Lerdo de Tejada anunció que la comisión encargada de arreglar la Exposición Nacional y de preparar la parte que corresponda a México en la Exposición de Filadelfia continua 70   Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877, p. 6.

la inserción de una región en el contexto global

245

desempeñando satisfactoriamente sus interesantes trabajos. Al tiempo que reportaba los progresos en la reanudación de relaciones diplomáticas con diversos países.71 A diferencia de ocasiones pasadas, la Exposición Nacional de Méxi� co, celebrada en 1875, cumplió su cometido, pues a ella concurrieron los productores de diferentes puntos de la república para exhibir sus objetos conforme a una clasificación que intentaba replicar la que tendría la Ex� posición de Filadelfia. Las comisiones calificadoras nacionales tuvieron, entre otras, la tarea de seleccionar y recomendar el envío de los productos más notables para el lucimiento de la muestra mexicana en el extranjero. Sus reportes, sin embargo, sólo se ocuparon de dar el pormenor de los artículos exhibidos que merecieron un premio o reconocimiento, dejando en el anonimato a un gran número de participantes. La colección expues� ta en la Exposición Nacional de México, en 1875, fue extensa y el otorga� miento de premios muy generoso, bajo el argumento de que los objetos examinados a toda luz son acreedores del premio asignado. Con clara conciencia de que los trabajos de esta exposición nacional eran el antecedente de una exposición internacional, las comisiones dic� taminadoras seleccionaron objetos y productos que debían mostrar los avances de la naciente industria nacional, a fin de combatir el grado de atraso que se le atribuía. Sus dictámenes recomendaron la presentación, en la Exposición Centenaria de Filadelfia, de los productos y objetos po� blanos siguientes: trigos de las haciendas de Chautla y Nacatepec, ma� deras de construcción, puros y cigarros, harinas del Molino de Guada� lupe, azúcar, tejidos de algodón de las fábricas de El Valor, La Victoria, El Patriotismo, La Carolina, La Beneficencia, El Mayorazgo, Santa Cruz, Conde; sedas de los señores Rivas y Tarrada, pieles curtidas de la seño� ra Domerg y Luis Lecona, velas esteáricas, piezas de construcción para carros de Francisco Fernández y ladrillos del señor Guerrero y Berriel, muestras de azufre del general Sánchez Ochoa, ónix de la fábrica de José Julián Gutiérrez, ejemplares de hulla y antracita de la Sociedad Minera,

71   “El Sr. [Sebastián] Lerdo de Tejada, al abrir el Séptimo Congreso el segundo período del se� gundo año de sesiones, el 1º de Abril de 1875”, en Los presidentes de México ante la Nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966: Informes y respuestas desde el 28 de septiembre de 1821 hasta el 16 de septiembre 1875 (versión digital de la Universidad de Texas), México, XLVI Legislatura de la Cá� mara de Diputados, Cámara de Diputados, 1966, pp. 1: 605–607, consultado el 10 de enero de 2011, disponible en http://lanic.utexas.edu/larrp/pm/sample2/mexican/history/1/6600655d.html.

246

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tequesquite de la hacienda de Vicencio, sulfatos de fierro de Tepeji, retra� tos elaborados por José Obregón, trabajos de orfebrería del Hospicio de Pobres.72 Al igual que en el resto de las regiones del país, esta selección de objetos y productos representaba la actividad productiva tradicional del territorio poblano. Del mismo modo, la comisión encargada de organizar la participa� ción mexicana en Filadelfia sólo dio amplia difusión a las listas de ex� positores mexicanos premiados en la exposición americana celebrada en 1876, privándonos de la posibilidad de identificar al conjunto de los participantes. A partir de sus informes se pueden obtener datos sobre los objetos, los expositores, el tipo de reconocimiento otorgado y, sólo en algunos casos, el lugar de procedencia.73

72   Busto, Emiliano, “Actas de calificación en la Exposición Nacional de México de 1875”, en Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 26–39. 73   Busto, Emiliano, “Recompensas acordadas por la Comisión Centenaria de los Estados Unidos de América, a los expositores de México que concurrieron y obtuvieron premios en la Exposición Internacional de 1876, verificada en Filadelfia”, en Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 12–22; y Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877, pp. 534–541.

la inserción de una región en el contexto global

Grupo

247

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Colección de minerales de plomo y plata presen� tada por la Sociedad Minera Mexicana (diploma recibido por sus apoderados José Sebastián Segura y Miguel Pérez)

Ejemplares de azufre nativo extraídos del Popocatépetl presen� tados por el Sr. Gaspar Ochoa (diploma y medalla)

Un ejemplar de bromirita procedente del Mineral de Catorce presentado por el Museo Nacional (diploma recibido por su apoderado Manuel María Villada)

I. Explotación de minas y metalurgia

Un ejemplar de hierro meteórico de 4 000 libras presentado por E. Müller (diploma y medalla) Colección de ejemplares de galena argentífera y piritas de fierro presentada por Sotomayor Hnos. (diploma y medalla recibida por su representante Ignacio Pérez Lebrija) Colección de minerales de plata presentada por Miguel Rul (diploma y medalla recibidos por su representante Emilio Pardo) Colección de minerales de plata presentada por la Compañía Minera del Real del Monte (diplo� ma y medalla recibida por su apoderado Benito Gómez Farías) Productos metalúrgicos presentados por Federi� co Farrugia Manly (diploma y medalla recibidos por sus hijos por disposición testamentaria) Variada colección de mármoles (ónix mexi� cano) presentada por José Julián García de la Colecciones geológicas presentadas por Mariano Compañía Explotadora Bárcena (diploma y medalla) (diploma y medalla recibido por su rep� resentante José Julián García) Masa de plata copelada presentada por Pío Ber� mejillo (diploma y medalla)

248

Grupo

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Sales de sodio extraídas del Valle de México y be neficiadas por Guillermo Hay (diploma y medalla) Esencias de lináloe y toronjil preparadas por Maximino Río de la Loza (diploma y medalla) Velas de estearina fabricada por Mariano Ligero (diploma y medalla) Muestra de índigo presentada por el estado de Colima (diploma recibido por el comisionado Antonio del Castillo)

II. Productos manufacturados

Porcelana y ensayos de decoración presentados por Alejandro Casarín y Cía. (diploma y medalla) Muebles, imitación forma austríaca construidos por Francisco García (diploma y medalla) Guantes fabricados por A. Cusset (diploma y medalla) Bordados de Margarita Matute (diploma y medalla que recibe Enrique Pasos representante del estado de Jalisco) Trabajos de aguja de Josefina Mata y Ocampo (diploma y medalla) Colección de bordados presentados por el Co� legio La Paz (diploma recibido por Manuel de Zamacona) Ramo de flores artificiales de la señorita M. Pensado (diploma y medalla recibidos por su apoderado Ignacio Altamirano) Flores de cera manufacturadas por Antonia Alcocer (diploma y medalla) Papel de ixtle fabricado por Benfield, Breker y Cía. (diploma y medalla) Tres especies de quina presentadas por Hugo Finck (diploma y medalla que recibe su repre� sentante Fernando Finck) Piezas de cerámica presentadas por Sr. Villalobos (diploma y medalla)

la inserción de una región en el contexto global

Grupo

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Cuatro obras científicas presentadas por Fran� cisco Díaz Covarrubias (diploma y medalla que recibe en su representación Ignacio Garfias)

III. Educación y ciencias

Colección de mapas presentados por Antonio García Cubas (diploma y medalla) Obra sobre Instrucción Pública en México pre� sentada por José Díaz Covarrubias (diploma y medalla que recibe en su representación Ignacio Garfias) Obra sobre fósiles mexicanos presentada por Mariano Bárcena (diploma y medalla) Obra sobre filología americana presentada por Francisco Pimentel (diploma y medalla) Publicaciones científicas presentadas por la So� ciedad Humboldt (diploma recibido por Agustín Barroso, secretario de la Sociedad) Publicaciones presentadas por la Sociedad Mexi� cana de Geografía y Estadística (diploma recibido por Santiago Ramírez, secretario de la Sociedad) Publicaciones científicas presentadas por la So� ciedad Mexicana de Historia Natural (diploma re cibido por Alfonso Herrera, presidente perpetuo de la Sociedad)

IV. Bellas artes

Publicaciones científicas presentadas por la Socie� dad Minera Mexicana (diploma recibido por José Sebastián Segura y Miguel Pérez)

V. Máquinas

249

Pintura al óleo “El Valle de México” presentada por José María Velasco (diploma y medalla) Colección de retratos fotográficos presentada por los señores Cruces y Campa (diploma y medalla)

No se registró ningún premio

250

Grupo

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Colección de 32 espe� cies de madera que Colección de 24 especies de maderas y un ejem� presentó el Gobierno plar de caoutchouc presentadas por el gobierno del estado de Puebla del estado de Campeche (diploma que recibe el (diploma recibido por gobernador del estado) Gorgonio Rosas, repre� sentante del estado) Colección de maderas presentada por el gobierno del estado de México (diploma que recibe Tomás Salgado en su representación)

VI. Agricultura

46 especies de maderas presentadas por el gobi� erno del estado de Hidalgo (diploma que recibe Manuel Fernández Soto en su representación) Colección de maderas presentada por el gobierno del estado de Morelos (diploma que recibe Fran� cisco Pacheco en su representación) Colección de 40 especies de madera que presenta Francisco Palencia (diploma y medalla que recibe Ignacio Covián) Colección de 16 ejemplares de maderas (diploma y medalla) Extensa colección de productos vegetales pre� sentada por la Sociedad de Historia Natural (di� ploma recibido por Alfonso Herrera, presidente perpetuo de la Sociedad) Colección de cereales, yerbas y café presentada por el gobierno del estado de México (diploma que recibe Tomás Salgado en su representación) Muestras de café presentadas por Cirilo Mingo (diploma y medalla que recibe su apoderado, Bruno Rivera) Muestras de café presentadas por Santiago Villa (diploma y medalla que recibe Martín Malgor en su representación)

la inserción de una región en el contexto global

Grupo

251

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Muestras de café presentadas por la Compañía de Cusatecomatán (diploma y medalla que recibe el apoderado de la misma, Ignacio Covián) Tabacos labrados presentados Madrazo y Cía. (diploma y medalla que recibe Nicolás Azcárate en su representación) Muestras de café presentadas por el gobierno del estado de Veracruz (diploma recibido por Luis Mier y Terán, gobernador del mismo estado) Muestras de café de Uruapan presentadas por Mariano Escobedo (diploma y medalla)

VI. Agricultura

Variedad de tabacos labrados presentados por Tomás S. Gardida (diploma y medalla) Tabacos labrados presentados por Balsa y Hno. (diploma y medalla) Colección de tabacos labrados presentados por el Hospicio de Variedad de tabacos labrados presentada por Puebla (diploma que Anastasio Ortiz (diploma y medalla) recibe Gorgonio Rosas, representante del es� tado de Puebla) Muestras de vainilla presentada por Agapito Muestras de vainilla presentada por José L. Silve� Fontecilla (diploma y ra (diploma y medalla que recibe su apoderado, medalla que recibe en Ángel L. Cambas) su representación Jose� fina Mata y Ocampo) Cera vegetal presentada por el gobierno del es� tado de Yucatán (diploma que recibe Miguel Rendón Peniche, representante del estado) Muestras de cera que presentó el gobierno del es� tado de Oaxaca (diploma recibido por Luis Mier y Terán, en su representación)

252

Grupo

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Muestras de cera presentadas por el gobierno del estado de Morelos (diploma recibido por Francis� co Pacheco, representante del estado) Azúcar presentada por Barron, Forbes y Cía. (di� ploma y medalla recibido por Ricardo Lasquetty en su representación) Azúcar presentada por Faustino de Goríbar (di� ploma y medalla recibidos por su representante, Manuel Fernando Soto)

VI. Agricultura

Azúcar presentada por la Fábrica de San Carlos (diploma y medalla recibidos por Juan Iglesias, apoderado de Ramón Gaviño) Azúcar mascabada presentada por el gobierno del estado de Yucatán (diploma recibido por Miguel Rendón Peniche, representante del estado) Muestras de chocolate presentadas por la fábrica de I. K. Ferrer (diploma y medalla) Variedad de licores presentada por S. Baeza (di� ploma y medalla) Vinos de Parras (estado de Coahuila) presentados por Remigio Rojo (diploma y medalla recibidos por Simón Baeza en su representación) Colección de tejidos y cordeles de henequén pre� sentada por el gobierno del estado de Yucatán (diploma recibido por Miguel Rendón Peniche, representante del estado) Colección de fibras de maguey, telas de varias clases y colores, jarcia y vinos destilados y fer� mentados presentada por el gobierno del estado de Hidalgo (diploma recibido por Manuel Fer� nando Soto) Muestras de carmín y cochinilla presentada por el gobierno del estado de Oaxaca (diploma recibido por Luis Mier y Terán, en su representación)

la inserción de una región en el contexto global

VII. Horticultura

Grupo

253

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876 Colección mexicana Objetos poblanos Herbario que contiene plantas mexicanas clasifi� cadas y arregladas en seis volúmenes, presenta� dos por la Escuela Nacional Preparatoria (diplo� ma recibido por Gabino Barreda) Colección de mapas botánicos presentado por Mariano Bárcena (diploma y medalla)

Fuente: Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880; y Riva Palacio, Vi� cente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

El ministro de Fomento, Vicente Riva Palacio, informó que la partici� pación mexicana en Filadelfia había sido más que satisfactoria porque se concedieron 73 diplomas y 43 medallas a los expositores mexicanos, más un diploma extraordinario al gobierno por haber hecho […] una exposición de los recursos naturales del país, incluyendo en ella una extensa e importante colección de rocas y minerales; publicaciones y mapas, demostrando el sistema de instrucción pública… El pabellón que ese gobierno ha instalado, en el Palacio Principal, es grande, su decoración es de gusto y esta ingeniosamente adaptado al objeto propuesto.74

Su opinión la fundó en el hecho de que, finalmente, sólo habían sido enviados los objetos y productos de un centenar de expositores mexica� nos, más o menos, por lo cual se debía convenir en que la proporción de los premiados había sido en extremo honrosa para México.

74   “Dictamen del juez J. Daumfelt”, en Vicente Riva Palacio, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877, p. 541.

254

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A partir de esta descripción de la colección mexicana en Filadelfia, de manera general, se puede observar que, al iniciar el último tercio del siglo xix, las actividades en el sector primario de la economía, agricultura y explotación minera eran las más representativas del país, mientras que el desarrollo de la tecnología, construcción de máquinas y herramientas estaban totalmente ausentes; la producción cultural y las bellas artes ape� nas despuntaban. Y, de manera particular, la identificación de los objetos poblanos que merecieron algún tipo de reconocimiento en esa exposición plantea dos cuestiones: primero, las tradicionales actividades producti� vas de la región, que lo identificaban de manera unívoca, la industria textil y la producción de cereales, no aparecieron como elementos repre� sentativos del territorio poblano, el cual sólo logró un reconocimiento marginal por sus productos naturales (muestras de azufre, colecciones de ónix, colecciones de madera y tabacos labrados); y, segundo, la valo� ración de sus objetos en el ámbito nacional distaba sustancialmente de los criterios de evaluación aplicados en un contexto internacional: lo que a los jurados nacionales les pareció relevante en el conjunto de la expo� sición nacional no tuvo mayor mérito para los jurados internacionales, así, los objetos de la industria textil de algodón y seda, lo mismo que los productos de la industria del cuero o la fabricación de velas, tan represen� tativos de la industria poblana, no fueron atractivos ni interesantes en un escenario en el que se presentaron diversas soluciones tecnológicas para la mecanización del trabajo en la industria textil o la bombilla eléctrica, por citar sólo dos ejemplos. Después de 1876, el gobierno central de la república reconoció la utilidad de las exposiciones industriales, comerciales y de bellas artes y alentó su periódica realización como un eficaz medio para estimular la industria, activar el tráfico comercial y promover el cultivo del arte y la instrucción pública, a fin de dar a conocer, tanto al interior del país como en el extranjero, los elementos de su riqueza nacional. En los primeros días de mayo de 1879 se organizó una notable exposición en la ciudad de Mérida, Yucatán; en 1880, “para hacer adelantar las ciencias, las artes y la industria patria”, la Sociedad Poblana de Artesanos llevó a cabo una Exposición Nacional, mientras que, la Academia de San Carlos retomó la práctica de celebrar anualmente una exposición para presentar al público sus trabajos y para dar una idea exacta del adelanto de los mexicanos en

la inserción de una región en el contexto global

255

la ejecución de obras artística.75 Y, como evidencia de las enseñanzas que dejaba la organización de estos eventos, ya aparece la preparación de ca� tálogos de los objetos exhibidos para que el resultado de las exposiciones sirviera al propósito de alentar su realización. La recurrente organización de exposiciones nacionales hizo resurgir la idea de celebrar en México una Exposición Internacional como reme� dio supremo para consolidar la paz política, alejar la amenaza de una nueva intervención de los Estados Unidos y, sobre todo, poner remedio a la degradante situación económica mediante la inversión extranjera.76 El proyecto del ministro de Fomento, Vicente Riva Palacio tropezó con la decidida oposición de algunos diputados77 en el Congreso de la Unión y de la prensa lerdista,78 y fue de imposible realización. La resistencia a asumir los gastos que significaba la organización de una exposición internacional no impedía la comprensión de la utilidad que reportaba la participación en las exposiciones internacionales —tanto para dar a conocer al país en el extranjero, como para lograr su reconoci� miento diplomático en el contexto internacional—, de tal manera que la presencia mexicana en esos eventos se convirtió en un recurso estratégico para afianzar su posición como nación independiente. Para estrechar sus vínculos con los países latinoamericanos se atendió la invitación a parti� cipar en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, que tendría lugar en 1880 con objeto de conmemorar el tercer centenario de la fundación de esa ciudad por iniciativa del Club Industrial de Buenos Aires, bajo el patrocinio del gobierno de la República Argentina.79

  Una descripción detallada de los objetos presentados en estas exposiciones nacionales y la valoración de sus méritos se puede consultar en Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 39–72. 76   Buxó, José Pascual, “El sueño de una patria nueva. Riva Palacio y la Exposición Internacional Mexicana de 1880”, Revista de la Universidad de México, n. 4, 2004, pp. 91–96, consultado el 15 de diciembre 2011, disponible en http://revistadelauniversidad.unam.mx/0404/pdfs/91–96.pdf. 77   Fernández, José Diego (Diputado al Congreso General por el estado de Morelos), Discurso que contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879, México, Imprenta de J. F. Jens, 1879. 78   En particular, El Republicano, El Mensajero y El Organote se distinguieron por su actitud mili� tante en contra de la Exposición Internacional Mexicana y su promotor oficial. 79   Invitación a la Exposición de Buenos Aires, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–27. 75

256

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de las dificultades que representó el envío a tiempo de los productos y objetos mexicanos, pues los medios de transporte eran más accesibles y regulares hacia Europa que hacia el sur del continente, los informes de los funcionarios mexicanos encargados de la exhibición reportaron que el pabellón mexicano, aunque pequeño en comparación con los de otros países sudamericanos, quedó dignamente decorado y exhibió una selecta colección de productos que mereció treinta premios: seis medallas de oro, catorce de plata y diez de bronce, más siete mencio� nes honoríficas. La lista de los objetos premiados sirve para dar una idea de la colección mexicana en Buenos Aires: Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880 Objeto

Expositor

Cromolitografías artísticas e impre� siones de mapas geográficos en cro� Debray y Cía. molitografía

Reconocimiento Gran premio Medalla de oro

Carta celeste

Gobierno de los Esta� dos Unidos Mexicanos

Gran premio Medalla de oro

Productos agrícolas y mármol de Tecali, Puebla, trabajado por los indígenas

Ministerio de Fomento

Gran premio Medalla de oro

Carta oro–hidrográfica de la Repú� blica Mexicana

Antonio García Cubas

Gran premio Medalla de oro

Farmacopea, trabajo de gran valor, único en su especialidad

Sociedad Farmacéutica Mexicana

Gran premio Medalla de oro

Fotografías artísticas

Academia de San Car� los

Primer premio Medalla de plata

Vidrios blancos y de colores

José Azcona

Primer premio Medalla de plata

Carta general de la República Mexicana

Gobierno de los Esta� dos Unidos Mexicanos

Primer premio Medalla de plata

257

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880 Objeto

Expositor

Reconocimiento

Revista Científica Mexicana

Gobierno de los Esta� dos Unidos Mexicanos

Primer premio Medalla de plata

Chocolate

Ignacio Ferrer

Primer premio Medalla de plata

Informe sobre el reconocimiento del Manuel Fernández Istmo de Tehuantepec

Primer premio Medalla de plata

Plano orográfico de la zona recorri� da por el Ferrocarril Mexicano

Antonio García Cubas

Primer premio Medalla de plata

Cueros curtidos del estado de Puebla

M. Gómez Nicolás

Primer premio Medalla de plata

Historia de América

Manuel Larraínzar

Primer premio Medalla de plata

Aguardiente de alta graduación del Ministerio de Fomento estado de Puebla

Primer premio Medalla de plata

Almidón de yuca del estado de Veracruz

Ministerio de Fomento

Primer premio Medalla de plata

Anales del Museo Nacional

Museo Nacional de México

Primer premio Medalla de plata

Compendio de la Historia de Méxi� co para uso de los establecimientos de instrucción pública

Manuel Payno

Primer premio Medalla de plata

Tratado de Filología Mexicana

Francisco Pimentel

Primer premio Medalla de plata

Boletín

Sociedad de Geografía y Estadística

Primer premio Medalla de plata

258

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880 Objeto

Expositor

Reconocimiento

Un poncho y dos rebozos

Manuel Bauche

Segundo premio Medalla de bronce

Preparaciones farmacéuticas

J. M. Bustillos

Segundo premio Medalla de bronce

Vino de membrillo (San Ángel)

Becerril y Ordoñez

Segundo premio Medalla de bronce

Fotografías

A. Cruces

Segundo premio Medalla de bronce

Un apero completo

Nicolás Cásares

Segundo premio Medalla de bronce

Vino de membrillo

Agapito Cortés

Segundo premio Medalla de bronce

Chocolate

Manuel A. Fernández

Segundo premio Medalla de bronce

Cacao del Soconusco

Manuel A. Fernández

Segundo premio Medalla de bronce

Aceite de oliva puro

Ruperto Jaspeado

Segundo premio Medalla de bronce

Algodón sin hueso de Chihuahua

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Cacao de Tabasco

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Colección de habas

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Colección de frijoles

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Té mexicano

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

259

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880 Objeto

Expositor

Reconocimiento

Azúcar de Santa Clara

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Filamentos de ixtle y pita floja

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Harina de trigo de Querétaro

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Productos forestales y semillas

Ministerio de Fomento

Segundo premio Medalla de bronce

Preparaciones farmacéuticas

Maximino Río de la Loza

Segundo premio Medalla de bronce

Cigarros puros de “El Comercio” de Juan Esteva Veracruz

Mención honorífica

Harina de arroz de Guerrero

Ministerio de Fomento Mención honorífica

Sémola de arroz de Veracruz

Ministerio de Fomento Mención honorífica

Café

Ministerio de Fomento Mención honorífica

Vainilla

Ministerio de Fomento Mención honorífica

Cerámicas de Coayuca del estado de Puebla

Ministerio de Fomento Mención honorífica

Cigarros “El César” de Orizaba, Veracruz

Julio Uhink

Mención honorífica

Cabullería para jarcias y cordelería de henequén

Cía. La Yucateca

Mención honorífica

Fuente: Pacheco, Carlos, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

260

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A diferencia de la exposición celebrada en Filadelfia, aquí merecieron reconocimiento productos naturales y objetos culturales de manera equi� tativa, pues de los 30 premios otorgados 15 correspondieron a publicacio� nes científicas, mapas y estudios históricos o filológicos, revelando una mayor coincidencia de criterios entre la comunidad hispanoamericana, al momento de valorar los méritos de la colección presentada. Lo que no va� rió fue la naturaleza de los objetos poblanos premiados, los cuales siguie� ron siendo, principalmente, materias primas de origen vegetal y animal. Teniendo como antecedente el hecho de que el gobierno de Alemania y el de España habían sido los primeros países europeos en restablecer relaciones diplomáticas con México desde los años setenta,80 el gobierno mexicano no perdió la oportunidad de atender la invitación de Alemania para participar en la exposición celebrada en Berlín, en 1883. A Berlín se enviaron principalmente muestras de productos naturales: colecciones de maderas, trabajos de pluma, manufacturas indígenas y en menor pro� porción cartas y planos de la Sección de Cartografía y obras científicas y estadísticas.81 Los funcionarios mexicanos en Berlín y los organizadores alemanes, cautelosamente, comentaron que esos objetos eran muy aptos para despertar y asegurar el interés por México en los circuitos comerciales pero, al mismo tiempo, echaron en falta otro tipo de objetos, aquellos que dieran una idea de la cultura y los progresos nacionales. Particularmente, los encargados alemanes de la muestra indicaron que, faltan, entre otros, […] fotografías de México, tan rico en paisajes hermosos; fotografías de puertos, de la capital, de los pueblos, de casas, de campos, de animales, y sobre todo, de tipos de hombres […]. Los mexicanos no debieran limitarse a exponer lo que ellos pueden y quieren vender, igualmente debe mostrar lo que necesitan comprar.82

80   Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, n. 20, abril–septiembre de 1988, p. 138. 81   Pacheco, Carlos, “Exposición de objetos mexicanos en Berlín. Factura de las cajas que remite esta Secretaría al administrador de la Aduana Marítima de Veracruz para enviar al Cónsul de Mé� xico en Hamburgo con destino a…”, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, p. 1: 690. 82   “Carta del Dr. Jannasch, representante de la Sociedad de Geografía Comercial”, en Carlos Pa�

la inserción de una región en el contexto global

261

Por tanto, reclamaron el envío de objetos para satisfacer el interés de los letrados, particularmente estudios etnográficos e históricos, porque a su juicio, esta información también alentaba los intereses materiales, léase comerciales. Como bien había apuntado Escandón, en 1855, las exposiciones uni� versales eran “la gran escuela” en la que debía aprender el pueblo y el gobierno de México. Y, hasta aquí, la participación mexicana, ya fuera marginal o con el patrocinio oficial del régimen, en las diferentes exposi� ciones universales empezó a dejar importantes lecciones. La más deter� minante fue tomar conciencia de que en el ancho mundo, México era o un país desconocido o sólo reconocido por su incapacidad de gobernarse. La recepción de esa desfavorable imagen orientó una política de autopro� moción y propaganda que sólo fue posible con el advenimiento de la paz porfiriana. Si bien la participación de México en la Exposición de Filadelfia fue el primer ejercicio sistemático del gobierno federal para lograr una re� presentación nacional acorde a sus intereses, la experiencia sudamerica� na y la berlinesa le permitieron ensayar novedosos recursos y diferentes estrategias para el lucimiento y la promoción del país en el extranjero. La experiencia acumulada sería la base organizativa de su participación en futuras exposiciones. Y la ocasión llegó con la Exposición Mundial del Centenario de la Industria del Algodón, celebrada en Nueva Orleans, entre 1884 y 1885. Años después, se afirmaría que el progreso de México había empezado a ser conocido en todo el orbe a partir de la Exposición de Nueva Orleans de 1884.83 La presencia de México en Nueva Orleans se articuló en torno al in� terés del gobierno liberal de dar a conocer el nuevo orden que imperaba en sus asuntos públicos y sus riquezas nacionales, y a su aspiración de colocar sus materias primas en la moderna economía mundial, además de mostrar las grandes posibilidades que ofrecía a la inversión del gran capital. La colección de objetos y productos, que se exhibió en esta opor�

checo, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, pp. 1: 692–693. 83   Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran� cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 6.

262

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tunidad, resultó cuantitativamente notable y conscientemente apuntó a combatir la creencia generalizada de que México “no era más que un país muy rico y hermoso, poblado de gente sumida en la más negra ignoran� cia incapaz de efectuar progreso alguno y entregada, cual tribus salvajes, a su propia disolución y ruina con sus eternas luchas”.84 En buena medida, la vistosa colección mexicana presentada en Nue� va Orleans fue resultado de las recomendaciones de los agentes mexica� nos apostados en el extranjero. Ramón Ibarrola, en una carta fechada el 14 de junio de 1884, dirigida a Porfirio Díaz, jefe de la comisión mexicana, lo apremia a que incite, por todos los medios posibles, el patriotismo de los ciudadanos para que contribuyan con todos sus productos al éxito de la muestra mexicana, pues […] todos nuestros minerales, todas nuestras maderas, nuestros ma� teriales de construcción, nuestras plantas fibrosas, las diferentes semillas que producen nuestros campos, las variadas especies de chile aquí escasa� mente conocidas, toda especie de nopales, magueyes, biznagas, nopalillos, órganos son aquí objeto de admiración; nuestras sillas y arreos de montar, lo demás que a la talabartería se refiere, las pieles usadas para vestidos, los sarapes, rebozos y otros objetos semejantes son altamente apreciados, en una palabra, no hay objeto por insignificante que nos parezca que no sea aquí de grande interés […] esto hay que inculcárselo a nuestros expositores para que se despojen de su infundada timidez […].85

La extensa colección mexicana —reunida por el celo del responsable de la comisión mexicana— se mostró en los recintos generales de la ex� posición y en un pabellón construido por el gobierno mexicano para la exhibición de sus muestras minerales.86

84   Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, Mé� xico, Tipografía El Gran Libro, 1886, pp. 21 y 22. 85   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 72, exp. 2. 86   “Muéstrase rico México desde tiempo inmemorial, particularmente en plata, siendo sus teso� ros inagotables; allí están para confirmarlo, la riquísima colección de mi amigo Fernando Ponce, de Zacatecas; siendo bellísimas entre otras la cristalización de plata bajo multitud de estados que su colección encierra, las diferentes muestras también de Zacatecas que presentó el ingeniero José Bo� nilla, y las no menos famosas de platea sulfúrea y nativa de los estados de Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Veracruz, las de Real del Monte y Pachuca del estado de Hidalgo, y las riquísimas mues�

la inserción de una región en el contexto global

263

Ilustración 26. “Muestra de plata mexicana de 5 640 libras de peso en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885”. Dibujo a lápiz y tinta de Edward Windsor Kemble, 1861–1933. Publicado en febrero de 1885 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada 25 de agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2010717056/

La gran masa de objetos concentrados en los sitios de la exposición hace improcedente detallar su descripción para los fines de este trabajo, por esta razón sólo apuntaremos algunos datos generales sobre la colec�

tras de plata Batopilas de Chihuahua. El oro, el rey de los metales tan codiciado […] está repre� sentado por las muestras que exponen en el ortógono, el territorio de la Baja California, Oaxaca, Zacatecas, Sonora y Coahuila. Los minerales de los que se extraen metales no menos útiles que los anteriores para sus trabajos e industrias, el fierro, el cobre, y el plomo son muy abundantes; son notables los minerales que vi de fierro proviniendo de los estados de Guerrero, Veracruz, México, y sobre todo del cerro del Mercado, del estado de Durango; las muestras de minerales de cobre de California, Chihuahua, Veracruz, y las de plomo de Chiapas y México. Pero el producto del por� venir al que le está reservado contribuir al engrandecimiento de nuestro país, fomentando todas sus fuentes de riqueza, industria, agricultura, comercio, etc., es el carbón de piedra, el cual gracias a Dios, lo tenemos en abundancia, según se juzga por las ricas muestras que mandaron los estados de Veracruz, Oaxaca, Puebla, Hidalgo y California. Citaré en fin el fierro magnético del estado de Oaxaca, los mármoles y ónix del estado de Puebla, los ópalos de Querétaro, y los topacios blancos de San Luis Potosí […].” En Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886, pp. 25 y 26.

264

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción de objetos registrados de manera final por el estado de Puebla. La gran mayoría de los distritos poblanos presentó productos que corres� pondían al grupo 3 (Productos naturales y manufacturados, minerales y maderas): colecciones de mármol, muestras de azufre, minerales de pla� ta, de plata y plomo, de plata y oro, carbón de piedra, diferentes tipos de arcillas, piedra de yeso, tierras refractarias, salitre, kaolín; colecciones de maderas para ebanistería y construcción, hierbas medicinales; ceras y aceites, paxtle, bejuco, musgos, raíz de zacatón, lana blanca, lana negra, capullos de seda, ixtle, filamentos de maguey, muestras de tabaco. Del grupo 4 (Muebles y sus accesorios): muestras de loza corriente y alfare� ría. Del grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios): reatas, aventadores de palma, capotes, escobas, petates, sombreros, chiquihuites, canastillas, canastos, frazadas de lana, enaguas de lana, cotones, fajas. Del grupo 6 (Artes industriales): arenas, muestras de barro, de marmaja, de cal, de tiza, de tepetate, variedades de canteras, muestras de rocas, variedades de tezontle, muestras de piedra para metates, rocas de construcción, pie� dras de agua, piedras de cantería, piedras de granito, piedras de peder� nal, ladrillos, muestras de pizarra para techos, muestras de arenas, arena de hormigón, muestras de tejas, variedades de piedras de construcción, muestras de piedra calcárea, muestras de piedra pómez. Del grupo 7 (Productos alimenticios): variedades de maíz, trigo, cebada, café, hari� na de trigo, arroz en greña, arroz limpio, café en grano, café caracolillo, bizcochos de maíz cacahuazintle, adobera de queso añejo, longaniza con� servada en latas, variedades de haba, arvejón, frijol, lentejas, garbanzos, frutas frescas, dulces de frutas, miel virgen, cebollas encurtidas, varie� dad de chiles encurtidos, jarabe de maguey, aguacates, vinos y licores, un pilón de azúcar, vinos de frutas, aguardientes, mezcales. Del grupo 8 (Educación e instrucción): un plano del distrito de Atlixco, un herbario con plantas del distrito de Tecamachalco y 237 figuras de ónix de Tecali. Del grupo 9 (Obras de arte): una placa de Tecali grabada por el Sr. Oli� mán que dice “Los expositores del distrito de Tecali en la Exposición de Nueva Orleáns”.87 Sin embargo, en estos registros finales faltó mencionar la gran co� lección de productos agrícolas y de animales vivos que aportó Eulogio

87   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 1–13, 14–33, 34–54; v. 75–79.

la inserción de una región en el contexto global

265

Gillow,88 proveniente de sus haciendas en el Distrito de Chautla, que bien pudo engrosar la colección poblana en los grupos 1 (Agricultura) y 2 (Horticultura). Del mismo modo faltó incluir las obras impresas enviadas por Julio Zárate,89 por Mariano Eduardo Ramos90 y una pieza de música intitulada “Traviata” de don Antonio Pacheco91 en el grupo 8 (Educación e instrucción). Una idea más precisa sobre la naturaleza de la contribución poblana a la colección mexicana en Nueva Orleans se obtiene cuando se revisa la lista de objetos premiados para destacar los objetos poblanos que mere� cieron algún tipo de recompensa:

2. Horticultura

Grupo

Tabla 17. Objetos poblanos premiados en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885 Objeto premiado y su procedencia

Premio

Semillas de melixtle, presentadas por el gobierno del estado

Mención honorífica

Semillas de Perú presentadas por el gobierno del estado

Mención honorífica

Muestras de mármol de ónix y su exhibición presentadas por Fernando María Campos del distrito de Tehuacán

Primer premio

Muestra de goma de nopal presentada por el gobierno del es� tado de Puebla

Primer premio

Pieles de cabritilla negra presentada por Nicolás Gómez del distrito de Puebla

Primer premio

  El Ilmo. y Rmo. Señor doctor Eulogio Gillow y Zavalza, además de gran propietario agrícola era Arzobispo de Antequera (Oaxaca) y se desempeñó como representante personal de Porfirio Díaz en Nueva Orleans. Los detalles de los objetos enviados se registran en Inventario fechado el 6 de octubre de 1884, véase Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposicio� nes Extranjeras, v. 75, exp. 39. 89   Tres ejemplares de su Compendio de Historia general de México, desde los tiempos más remotos hasta 1880 y tres ejemplares de su Catecismo geográfico del estado de Puebla. Carta enviada a Porfirio Díaz, fechada en la Ciudad de México, el 2 de junio de 1884, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 7. 90   Remitió dos ejemplares de 22 “obrillas” en las que se dramatizaban algunos episodios de la historia de México desde su independencia política de España. Véase Archivo General de la Na� ción, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 18. 91   Archivo General de la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 29. 88

266

5. Géneros tejidos, ropa y accesorios

4. Muebles y sus accesorios

3. Productos naturales y manufacturados, minerales y maderas

Grupo

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 17. Objetos poblanos premiados en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885 Objeto premiado y su procedencia

Premio

Exhibición de mármoles de ónix y sus manufacturas presenta� Segundo da por Manuel Olimán premio Copal virgen presentado por el gobierno del estado

Segundo premio

Muestras de lino presentadas por el gobierno del estado

Mención honorífica

Ixtle de Huejotzingo presentado por el gobierno del estado

Mención honorífica

Zacatlaxcale presentado por el gobierno del estado

Mención honorífica

Achiote presentado por el gobierno del estado

Mención honorífica

Goma de mirra presentada por el gobierno del estado

Mención honorífica

Aceite presentado por Tomás Hinojosa

Mención honorífica

Loza de barro corriente presentada por el gobierno del estado

Segundo premio

Estampados de algodón de la fábrica La Alsacia del distrito de Puebla

Primer premio

Sombreros de fieltro sin engomar y su exhibición presentados por Manuel y Gisclard y sucesores del distrito de Puebla

Primer premio

Manta trigueña presentada por Ciríaco Marrón

Segundo premio

Reatas presentadas por el gobierno del estado

Segundo premio

Juguete en miniatura presentado por Nicolás Gómez

Mención honorífica

la inserción de una región en el contexto global

Grupo

Tabla 17. Objetos poblanos premiados en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885 Objeto premiado y su procedencia

7. Productos alimenticios

Muestras de mezcal presentadas por viuda de Hernández del distrito de Puebla Muestra de mezcal presentadas por el gobierno del estado

267

Premio Primer premio Segundo premio

Muestras de mezcal presentados por el pueblo de San Buena� Mención ventura honorífica

Fuente: Boletín de la Comisión Mexicana, n. 18, 29 de abril de 1885, p. 15 y ss., Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 1, f. 157–168 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

Vale apuntar que en esta ocasión, y no por casualidad, el mayor nú� mero de expositores premiados, resultado de una nutrida participación, correspondió al estado de Oaxaca, tierra natal del comisionado general, Porfirio Díaz, y del principal operador diplomático de México en los Es� tados Unidos, Matías Romero Rubio. De acuerdo a los informes de los comisionados mexicanos y los re� portes elaborados con fines propagandísticos, Todo lo que expuso México en Nueva Orleans causó gran sensación, por ser, para ellos, cosas completamente desconocidas las unas y las otras inesperadas de nuestro país. Cuando nos presentamos con nuestro contin� gente de productos naturales, de productos de la industria, objetos cientí� ficos, instrumentos de enseñanza, colecciones de historia natural y los mil objetos que son el efecto del trabajo de nuestros artesanos, cambió pronto en los Estados Unidos la errónea idea concebida sobre México, pues sólo es� peraban de nosotros el que presentáramos algunos ricos minerales que con facilidad hubiésemos recogido en la superficie de la tierra, algunas frutas, y tal vez como país guerrero, muestras de los instrumentos imperfectos con que nos destruíamos y nada más.92

  Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, Mé�

92

268

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

De esta manera, el gobierno mexicano estaba ya en el camino de ma� terializar su política de promoción, tanto de las bondades del régimen como de las fabulosas oportunidades que ofrecía a la inversión y a la colonización extranjera. Para ello, ya contaba con un equipo de expertos, comandados por el Ministerio de Fomento, que pusieron en juego todas sus capacidades para construir la imagen de una nación próspera y tenía como referencia las exigencias del contexto internacional que circulaban en forma de reglamentos y sistemas de clasificación de objetos, con los cuales se organizaba la puesta en escena de los objetos que representaban la modernidad y el progreso occidental. La invitación de la Francia republicana, junto con los reglamentos de la exposición y el sistema de clasificación de objetos, llegó a México por la vía diplomática el 26 de abril de 1887. La recepción e interpretación de los paradigmas que circulaban en el contexto global, expresados en esos do� cumentos, motivaron el diseño de estrategias y la ejecución de acciones en el contexto local, influyendo de manera determinante en la planeación del montaje de la muestra mexicana en París. Para cada uno de los nueve grupos de objetos, previstos en el sistema de clasificación de la exposi� ción universal de 1889, el Secretario de Fomento designó una comisión, responsable de reunir lo mejor y más variado de la producción nacional para su exhibición. Los agentes de los nueve grupos recorrieron el país para reunir objetos naturales y culturales, alentaron la organización de exposiciones locales y regionales,93 fue el caso del estado de Puebla, y el local destinado a tal efecto fue la Escuela de Artes y Oficios del Estado; el afán por reunir y mostrar las glorias nacionales no se limitó a la búsqueda en el territorio nacional, fue más allá de nuestras fronteras: en un comuni� cado fechado en París en abril 10 de 1888 el Sr. Díaz Mimiaga informaba, [...] me ocupé de buscar y tomar nota de las copias de antigüedades mexicanas que existen aquí tanto en los museos como en poder de par�

xico, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 32. 93   Desde julio de 1888 varios estados —Querétaro, México, Tlaxcala, Michoacán, Zacatecas, Du� rango— y el territorio de la Baja California, comunicaron al gobierno central que exhibirían en sus propias localidades sus objetos antes de remitirlos a la exposición, a fin de estimular, hasta donde fuese posible, a los ciudadanos que deseasen coadyuvar a la realización de esta empresa. Véase Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889, pp. 237–239.

la inserción de una región en el contexto global

269

ticulares. [...] manifiesto a Ud. que el ingeniero Léon Méhédin, jefe de la comisión arqueológica mexicana nombrada por Napoleón III durante la Intervención Francesa, posee una importante colección de moldes tomados sobre varias ruinas de México correspondiente a edificios de época anterior a la conquista, siendo los más notables y completos los de Xochicalco.94

En la noticia anexa se enlista, por estado, los objetos localizados y de Puebla se refiere la existencia de dos yugos, grandes collares de piedra que servían para los sacrificios; uno de ellos muy bien trabajado y varios vasos antiguos de Cholula. Del Valle de México provino la mayor parte de los objetos aquí coleccionados: objetos toltecas, aztecas, tepanecas, y acolhuas. El resultado de este esfuerzo fue reseñado por un autor anónimo de El mundo ilustrado, el 15 de mayo de 1889, ofreciendo una descripción del aspecto general que tuvo el pabellón mexicano en la exposición. A la en� trada del pabellón se colocaron representaciones, mediante muñecos de trapo, de los diversos tipos de la población mexicana: indios, mestizos, blancos. México exhibió la riqueza de sus entrañas en las que se pueden encontrar minas de hierro, cobre, plomo, oro y sobre todo plata. Muchos aparadores se llenaron con muestras de los minerales de plata en diferen� tes formas y mezclas, como minerales negros, colorados, blancos y verdes demostrando con ello que la plata tiene en México a su verdadera patria, pues tiene más de tres mil minas que envían al viejo mundo este valio� so metal, acuñado en moneda o trabajado para el adorno y la utilidad doméstica. Particularmente interesante en el pabellón mexicano, por su transparencia, resultó el ónix que fue mostrado en forma de candelabros, portamonedas, pisapapeles o una hermosa cruz, de un metro de alto, formada por un mosaico de todas las variantes de esta piedra. México mostró que posee casi todos los productos de los fuegos volcánicos que nunca se apagaban en su interior, los ópalos de Querétaro, de incompa� rable hermosura, rocas lucientes de minerales verdosos, trozos de carbón de piedra. De la misma forma exhibió gigantescos árboles, empleados en las construcciones. Las maderas preciosas, cedro, caoba y otras más se emplearon en el levantamiento del pabellón y en la estantería en que

94   Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889, pp. 713–716.

270

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

se colocaron los objetos más diversos. Se apreciaron variadas especies de cafetos, agaves, ixtle, tabaco, maíz, caña de azúcar, cera, miel; montones de botellas conteniendo aguas minerales, vinos, licores, pulque, tequila y una multitud de plantas de cuyas fibras se hacen tejidos.

Ilustración 27. “Exhibición de alimentos en el Pabellón de México, Exposición de París de 1889”. Fotografía en albúmina. Publicada en 1889 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de diciembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520813/

El olor de la vainilla evaporándose de una caja de cristales encuadra� dos en bronce dorado saturaba el ambiente en el que se mostraban colec� ciones de frutas de cera, plantas medicinales y trigos, animales silvestres y domésticos, mariposas e insectos. Tejidos de algodón y ricas sedas en los colores más variados y hermosos se exhibieron junto a vestidos nacio� nales de cuero y de paño, adornos de flores, tramadas de plata, sombre� ros puntiagudos con alas anchas, ribeteados y adornados con galones y aplicaciones de plata. Ricas y fantásticas sillas de montar. México envió también varios de sus modelos de máquinas para la agricultura y la in� dustria, lo mismo que un modelo de ferrocarril de buques.

la inserción de una región en el contexto global

271

Ilustración 28. “Vista interior del pabellón de México con el modelo de un sistema de canales en primer plano, Exposición Universal de París de 1889”. Fotografía en albúmina. Publicada en 1889 Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de diciembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520809/

Una multitud de publicaciones llenaron las mesas y los aparadores; en las muestras de pintura se apreciaron dos géneros principalmente: el paisaje y la historia del espíritu de independencia; instrumentos musica� les como bandolinas, arpas, salterios y otros trataban de mostrar el gusto por la cultura, el sentimiento de lo bello y el talento para el arte de la nación mexicana.95 Así, en la exposición parisina de 1889 se logró integrar a la tradicio� nal muestra mexicana de productos naturales —agrícolas y minerales—, productos manufacturados, reproducciones y modelos de máquinas y herramientas, así como, una extensa colección de objetos culturales —co� lecciones de fotografías, libros, boletines de sociedades científicas, mapas 95   Citado en Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), Mé� xico, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 171–173.

272

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y cartas geográficas, informes estadísticos, piezas musicales— que pre� tendía dar cuenta del progreso de la instrucción pública y del desarrollo científico nacional. De la misma forma, se refrendó la actividad de los artistas mexicanos —pintores, escultores y grabadores— en los recintos expositivos dedicados a las bellas artes.

Ilustración 29. Portada del libro de Samuel Morales Pereira. Puebla, su higiene, sus enfermedades, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888. Preparado para su presentación en la Exposición Universal de París de 1889 Fuente: Biblioteca José María Lafragua, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

la inserción de una región en el contexto global

273

Ilustración 30. Colección de cactáceas del Distrito de Tehuacán, Puebla, en París 1889. Fotografía de Gustavo Schiebe, expositor de cactáceas Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 8, exp. 24

Los funcionarios del Ministerio de Fomento, en su papel de respon� sables del lucimiento nacional en el extranjero, informaron que después de 1889, se habían rectificado las negativas apreciaciones que sobre Mé� xico se había formulado en Europa, ya que se había elevado la estima� ción de muchos productos mexicanos y se había despertado el interés por reanudar relaciones de negocios, por tanto, los considerables sacrificios que se habían impuesto al erario para corregir esos juicios quedaron com� pensados con creces, pues de los 1 429 expositores que se presentaron en París, 953 obtuvieron recompensas de diversas clases.96   Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897, p. 55. Años después, Mier afirmaría que a esa exposición concurrieron 3 026 expositores y confirmaría que 953 merecieron algún tipo de recompensa por lo que calculó en 31 % la proporción 96

274

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Esta diversidad y variedad de la colección mexicana resultó de la vigorosa participación, ya no sólo de la capital de la república sino, tam� bién, de sus diferentes estados y regiones, aunque debe apuntarse que, esos territorios seguían aportando, masivamente, colecciones de objetos naturales, mientras que, la mayor diversidad se registraba en las colec� ciones provenientes de la capital del país, donde se concentraban las ins� tituciones educativas y culturales y el mayor desarrollo de la industria. Una primera revisión de los documentos permite identificar la con� tribución del estado de Puebla a la gran colección mexicana que se exhi� bió en París, en 1889: Estos datos no recuperan la totalidad del contingente poblano en la exposición parisina de 1889, pero sirven como indicio de los cambios que se registraron en su composición. A diferencia de lo sucedido en anterio� res exposiciones, en esta ocasión, el número de objetos exhibidos creció considerablemente y no se limitó a los grupos que reunían objetos natu� rales —agrícolas y minerales— sino que, también participó en los que integraban herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas y tejidos, actividad productiva que tradicionalmente identificaba al estado de Puebla. Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889 II. Educación I. Obras y enseñanza de arte

Grupo

Clases

Productos Sin datos

7. Organización y material Cuestionarios resueltos, fotografías, regla� de enseñanza secundaria mentos, programas, listas de personal docente

de los expositores premiados, véase en Mier, Sebastián B. de, “Apéndice J”, en México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 247.

275

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

Grupo

Clases

Productos

III. Muebles y accesorios

17. Muebles corrientes y Pajareras de madera y alambre, dos sillas de muebles de lujo estilo americano Cortina de hilo y objetos varios, varias pintu� 18. Obras de tapicería y ras, pastas y amoldados imitando frutas y le� decoración gumbres 19. Cristales, cristalería y Flores de cristal vitrales 20. Cerámica

Barro refractario, varias piezas de loza y azu� lejos, tinajas de barro, objetos de barro

25. Bronces artísticos

Banca de fierro fundido, rechazados al torno

27. Aparatos y procedi� Aparato de petróleo mientos de calefacción

IV. Tejidos, vestidos y accesorios

Alfiletero, maceta flores género, floreros, una 29. Tafiletería, cestería y canastilla de carrizo, tenate floreado, tenate cepillería bruzado, tenate blanco grueso, petate, reatas, petates corrientes, entre fino y muy finos

30. Hilos y tejidos de algo� dón

Hilo para tejer, tejidos de algodón, géneros lisos y labrados, hechos en máquina: mantas indianas, lonas, lonetas, driles, calicots, cam� bayas, percales, cotíes, cantones, alemaniscos, piqués y telas diversas

31. Hilos y tejidos de lino, Hilos de lino, hilo de ramié, jarcia en general cáñamo, etc. Géneros de lana hechos a máquina: casimires, 32. Hilos y tejidos de lana barraganes, bayetas, paño, franela, alfombras, lisa, hilos y tejidos de lana cobertores y frazadas; géneros de lana hechos cardada a mano Sedas crudas en greña y torcidas, hilos de bo� 33. Sedas y tejidos de seda rra de seda, tejidos de seda pura, lisos, labra� dos, recamados y sobretejidos

276

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

Grupo

Clases

Productos

IV. Tejidos, vestidos y accesorios

Tejidos de agujas, de gancho, de malla, de bo� lillos, de nudos; bordados en blanco, en tercio� 34. Encajes, tules borda� pelo, en raso o paño; tapicería y demás labores dos y pasamanerías de mano; bordados sobre cuero; pasamanerías finas y corrientes

Tejidos de punto hechos en máquina, camise� tas, calzoncillos, enaguas, medias, calcetines, colchas, toallas y servilletas; pequeña indus� 35. Artículos de bonetería tria: camisas, fajas, bandas, ligas, pañuelos; y de lencería. Objetos ac� lencería confeccionada con géneros nacionales cesorios para vestidos o extranjeros, abrigos: rebozos de algodón, de lana, de seda, tramados, etc.; sarapes, joron� gos, ponchos y tilmas; plaids y tápalos de lana y tramados

36. Vestidos para ambos sexos

Trajes para hombres, sombreros de seda, de fieltro, jaranos, de palma, de paja, de popo� te, de jipijapa; dos sombreros de palma y una chistera; pelucas y postizos, calzados, trajes populares de diversas comarcas, traje de cha� rro

37. Joyería

Joyas o alhajas de diversos metales y de fili� grana de oro y plata; ónix mexicano

38. Armas portátiles

Carabinas estilo Remington

39. Objetos de viaje y campamento

Petacas de cuero, petacas para camino, baúles barnizados de axe

40. Juguetería

Juguetes nacionales, frutas y otras figuras de cera

277

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

V. Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados

Grupo

Clases

Productos

Piedras de una mina, sal gema o fósil, tierra casi blanca que se emplea como mezcla para construcción, tierra negra para abonar tierras estériles, yeso, piedra de pizarra, de roca; pie� dra con ley de plata, roca negra de una mina, tierra blanca, pizarrí en roca, caja con yeso, caja con salitre, botella caparrosa, alumbre en 41. Productos de la explo� bruto, cuarzos, arena refractaria, amonitas, la� tación de las minas y de la jas de color negro, lajas conocidas como “es� metalurgia camela”, mineral que contiene plata y plomo, roca negra porosa, tlibehuitl; roca blanca poro� sa, tetliztac; piedra boluda o atetl, piedras mi� nerales, mármol y piedras fósiles, mármoles de Tecali, 75 ejemplares minerales, 12 bloques de mármol, minerales, muestras minerales, muestras de rocas y canteras

Colecciones de maderas: muchil, cuahuino o árbol del Perú, guaje, mezquite, boj, tzotzoma, tempixquixtle, niquimitl, misquitl o acacia, huaxi, cuahuini, ahuexotl, amate, guaje; sabi� no, tlaxca, encino piñón, encino colorado, en� cino blanco, oyamel, ayacahuite, ocote blanco, 42. Productos de las ex� sabino, colorín o quimite, zotolin, coco blanco, plotaciones y de las indus� coco colorado, bálsamo, cedro, rosadillo, ci� trias forestales prés, nogal, xochicuahuitl, chiquilichicuahuil, guaco, cedro, colorado, gateado, jonote, ci� prés, nogal, tepehuaje, rosadillo, ekite, enci� na, tetlactia, acuole, sangre de drago, cuatro trozas de madera de caoba de buena calidad y grandes dimensiones, 27 trozos de madera sin clasificar

278

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

VI. Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas

V. Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados

Grupo

Clases

Productos

Plantas medicinales, alimenticias, industriales; raíz de zacatón, en estado natural, después de tres años lavada y como la entregan los indígenas que la trabajan, ixtle, mecahilo, fi� lamentos de maguey, maguey en bruto, ixtle labrado, reatas, maderas y hierbas medicina� les, palo mulato, madera de cuatillo, pegajosa, 44. Productos agrícolas no tianquixpepetla, orégano, doradilla, hierba de alimenticios zapote y goma de nopal, ������������������� ítamo�������������� real de capu� llo, ítamo real de venado, gordolobo, lengua de ciervo, cuahuala, zarzaparrilla, salvia real, biznagas, hierba del aire amarilla, hierba del aire colorada, salvia real, laurel, hule, zarzapa� rrilla, algodón, tabaco, tabacos labrados, coa� pagtle, sihuapagte, ruda, estafiate, sacocotzi, orégano, romero, romerillo, seda vegetal 48. Material y procedi� mientos de la explotación Fotografías de bocaminas y cuadros estadísti� de las minas y de la meta� cos y económicos lurgia 49. Material y procedi� Máquina para escarmenar algodón, molino de mientos de explotaciones olote, desgranadora de maíz, varios arados, rurales y forestales tierras arables 50. Material y procedi� Aparatos para la fabricación de pastas alimen� mientos de las oficinas ticias, máquinas para la fabricación de choco� agrícolas y de las indus� late trias alimenticias 51. Material de las artes Alambiques, materiales y aparatos para fábri� químicas, de la farmacia y cas de productos químicos, material para la de la tenería preparación de productos farmacéuticos 52. Máquinas y aparatos Piezas de mecanismos sueltas, apoyos, garru� de la mecánica general chas, etc. 53. Máquinas herramien� Cortador de forrajes, piedras de amolar, 10 tas ejemplares

279

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

VI. Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas

Grupo

Clases

Productos

55. Material y procedi� Lanzaderas para telar miento para tejer 57. Material y procedi� mientos para la confección Máquina–herramienta para la preparación y de objetos de mueblaje y labrado de las maderas, sierras de todas clases de habitación Sillas de montar, piezas sueltas de carrocería: 60. Carrocería y carretería. ruedas, ejes, etc.; artículos de arneses y para Talabartería guarnecer, albardas, bastos, sillas, etc. 61. Material de caminos de Piezas sueltas, resortes, topes, etc. fierro Materiales de construcción: azulejos para pi� sos, mármoles, piedras de Tecali, ladrillos, piedra de construcción, ónix mexicano; ma� 63. Material y procedi� deras de construcción, muestras de materiales mientos de ingeniería ci� de construcción, modelos, planos y dibujos de vil, de obras públicas y obras públicas, puentes, viaductos, acueduc� arquitectura tos, etc., colección completa de materiales de construcción empleados en Tehuacán, 2 ejem� plares de mármoles, 30 muestras de maderas 64. Higiene y beneficencia Cuaderno “Puebla, su higiene y sus enferme� pública dades”, cuaderno “Mortalidad en la infancia”

VII. Productos alimenticios

66. Material y procedi� Armas Remington, salitre, pólvora y cohetes mientos del arte militar Colecciones de maíz, trigo, alpiste, frijol, ceba� 67. Cereales, productos da, arvejón; plantas de arroz con fruto y raíz, 2 feculentos y sus derivados arrobas de arroz en greña, muestras de arroz, cajas con muestras de cereales 71. Legumbres y frutas

Calabazas, cebolla, semilla de cebolla, vegeta� les

72. Condimentos, estimu� Café, ajos, azafrancillo, vainilla, un bulto con lantes. azúcares y artícu� siete cañas dulces los de confitería

280

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889

IX. Horticultura

VIII. Agricultura, viticultura y piscicultura

Grupo

Clases

Productos

76. Insectos útiles e insec� Una cajita con insectos tos perjudiciales

80. Hortalizas, especies correspondientes a diver� Órganos, magueyes y biznagas sas comarcas

Fuente: Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipo� gráfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889; y de la documentación en Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 2–6 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

En comparación con las colecciones poblanas enviadas a las ante� riores exposiciones, la que se envió a París en 1889 resultó más repre� sentativa, amén de más extensa, de la actividad productiva en la región, pues los objetos poblanos participaron en un mayor número de grupos y clases de objetos. Las características que adoptó la contribución del esta� do de Puebla al contingente nacional estaban alineadas con los objetivos formulados por los funcionarios del gobierno central de la república: pri� mero, dar a conocer al país en el extranjero para disipar las desfavora� bles apreciaciones que sobre él circulaban en el contexto internacional y, segundo, difundir la gran variedad de productos naturales que ofrecían oportunidades para nuevos y productivos negocios a fin de ampliar el movimiento comercial del país, en resumidas cuentas, fomentar en todos los sentidos y de todas formas posibles las condiciones para el desarrollo de la prosperidad material y del prestigio nacional en el extranjero.97 Y

  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Esta-

97

la inserción de una región en el contexto global

281

por primera vez, con la estabilidad política que resultó de la conciliación de los intereses regionales bajo el mando de un gobernador liberal mo� derado, Puebla atendió puntualmente los requerimientos de la política nacional de promoción del gobierno central. Tanto la exposición de Nueva Orleans, en 1884, como la de París, en 1889, muestran un cambio de actitud de los habitantes de las regiones situadas más allá del centro político de la nación, la resistencia, que tra� dicionalmente habían ofrecido, para colaborar en la integración de una colección de objetos representativa del progreso material y cultural de la nación fue sustituida por una participación masiva, que se reflejó en el tamaño de las colecciones y en la obtención de reconocimientos. Des� pués de estas experiencias, las actividades promocionales del régimen mantuvieron un ritmo sostenido y vigoroso, consolidando una estructura permanente del gobierno porfiriano que funcionó de manera regular y consistente hasta el final del siglo xix. En febrero de 1891, la Secretaría de Relaciones recibió la invitación del presidente de los Estados Unidos al pueblo y al gobierno de México para participar en una gran exposición conmemorativa del cuarto cente� nario del descubrimiento de América, que tendría lugar en la ciudad de Chicago los meses de mayo a octubre de 1893. La invitación, inmediata� mente, se hizo circular entre individuos y corporaciones, tanto privadas como públicas. Con el objeto de que el certamen pudiera dar resultados comerciales en favor de México, se estudiaron con detenimiento qué artículos de pro� ducción nacional podían ser exportados con ventaja, llegando a la conclu� sión de que materias primas, productos agrícolas y animales eran los que tenían mejores oportunidades de exportación. A los gobernadores de los estados y jefes políticos de los territorios, se les pidió la formación de co� lecciones completas y abundantes de fibras, gomas y resinas acompañán� dolas del mayor número de datos sobre condiciones y costos de produc� ción. Para ciertos productos como el café, el cacao y el chocolate se indicó la conveniencia de hacer distribuciones ya in natura, ya preparadas, a los visitantes de la exposición, para lo cual convenía enviar considerables

do y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897, p. 54.

282

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cantidades de esos artículos divididas en pequeños paquetes destinados a la distribución. Sin embargo, muchos estados de la federación no pu� dieron poner en práctica esta idea por la crisis agrícola que la prolongada sequía había producido en ellas. La organización de la muestra mexicana se desarrolló siguiendo un guión que ya había probado su eficacia. Como lo había hecho Escandón en 1855, el periodista Irineo Paz hizo una descripción detallada,98 vitrina por vitrina, de los objetos mexicanos puestos en exhibición en Chicago, al tiempo que ofrecía su comparación con las colecciones de los otros países. Su narración sobre el aspecto de la colección mexicana en Chicago apuntó que, “hubo algún esmero en colocar los objetos, de modo que dan buen golpe de vista y hay muchos de mérito”.99 El esmero de los poderes locales y nacionales estuvo más que demostrado, los gobiernos de los estados de Veracruz, Oaxaca y Mi� choacán, especialmente, enviaron algunos quintales de café para obse� quiar a los visitantes de la exposición y la mayoría de los gobiernos de los estados se aprestaron a suplir la falta de iniciativa de sus habitantes. En el caso de Puebla, el gobernador informó que ante la indiferencia de la población debió constituirse en el principal expositor y promotor de la presencia poblana en el certamen, por lo que, con recursos públicos se financió la inserción de una sección dedicada al estado y a la ciudad de Puebla en la obra propagandística México en Chicago que aparecería en esa ciudad en el mes de junio de 1893, a tiempo para su conveniente cir� culación.100 En esa obra, el territorio poblano se materializó en productos y objetos naturales susceptibles de una ventajosa explotación económica: […] donde las más valiosas maderas de construcción viven en espera de la mano del hombre para entregarle sus tesoros, y hacia el sur el soplo fecundante de la zona cálida nutre las producciones de los trópicos, hacien�

  Paz, Ireneo, Correspondencias. La Exposición Internacional de Chicago, México, Imprenta de La Patria de I. Paz, 1894. 99   Paz, Ireneo, Correspondencias. La Exposición Internacional de Chicago, México, Imprenta de La Patria de I. Paz, 1894, p. 6. 100   Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, v. 359, f. 404–411. Expediente formado con el ocurso del C. Manuel Caballero solicitando al Cabildo del Ayuntamiento de Puebla que se le tomen seis páginas de su obra México en Chicago para publicar en ellas los datos que se designen por las autoridades municipales referentes a esta capital para su promoción en los Estados Unidos de América. 98

la inserción de una región en el contexto global

283

do que el algodón, el café y la caña de azúcar, el naranjo, los limoneros y las anonáceas se derramen en profusión, y exciten a la industria y a la ciencia a aprovecharse de tan codiciada e incomparable riqueza, en tanto que los áureos trigales, el agave de plateadas fibras, el lino y otros muchos riquí� simos productos agrícolas de los climas templados decoran los valles y se prodigan en hermosos, tupidos y extensísimos plantíos.101

De los informes del gobernador presentados al Ministerio de Fomen� to y de la descripción elaborada por Paz se pueden recuperar los datos sobre el contingente poblano presentado en Chicago: Tabla 19. Objetos poblanos en la World's Columbian Exposition. Chicago, 1893 Objetos y productos

Núm. de objetos

Agricultura

Trigo, varias clases; maíz, varias clases; cebada, varias clases; arroz, plantas forrajeras, harina, caña de azúcar, azúcar, papas, camotes y sagú, frijol, haba, arvejón, garbanzo, lenteja, chile, varias clases; semillas de cala� baza, melón y sandía; semillas de ajonjolí, semillas de chía, linaza y nabo; ajos y cebollas, chito, queso, té, café, especias, cacao, tabaco, algodón, lana, plantas textiles, pieles sin curtir, aceite, jabón, maderas, gomas, resinas, bejucos, jícaras, escobas, cestos, esteras, muestrarios

1 872

Viticultura

Mezcal, aguardiente y vinos, musgos, cacahuate, fru� tas artificiales de ónix, frutas naturales en conserva, chocolate y dulces

844

Ganados

Miel de abejas y panales, cera labrada y en bruto, capu� llos de seda, colección de animales disecados

391

Flora y fauna acuática

Pescados y otros animales acuáticos, útiles para pescar

29

Departamento

101   Caballero, Manuel, “El estado de Puebla y su espléndida capital”, México en Chicago, México, Knight, Leonard and Co., 1893, p. 258.

284

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 19. Objetos poblanos en la World's Columbian Exposition. Chicago, 1893 Departamento

Objetos y productos

Núm. de objetos

Minas

Diferentes minerales, material de construcción, pie� dras litográficas, piedras de origen volcánico, diferen� tes mármoles, pizarra, piedra cristal y riscos, madera petrificada, estalactitas, carbón mineral, piedra de afilar, cuarzo, tripul, tierras para pulir, piedra pómez, tierras colorantes, arcillas, piedra secante, jaboncillo y arcilla jabonosa, kaolín, plombajina, sílice, arena, pie� dra y arena refractarias, asbestos, cal, yeso, cloruro de sodio, sales, salitre, caparrosa, tequesquite, minerales colorantes, aguas minerales, fósiles

Máquinas

Máquinas, arado, calefactor

4

Medios de transporte

Silla de montar, freno y espuelas

4

Manufacturas

Productos químicos, útiles de escritorio, decoraciones artísticas, cerámica, artísticos de metal, tejidos de seda y cordonería, esteras, jarcia y fibras de plantas textiles, tejidos de algodón, artículos de lana, vestidos y modas, pieles, juguetes y artículos de fantasía

1 046

Electricidad

Álbum de fotografías que representan las instalaciones eléctricas en el estado, libro con fotografías al ferro prusiato que representan las instalaciones eléctricas en el estado

2

Bellas Artes

Figuras de bronce, pinturas

10

Artes liberales

Instrumentos de cirugía, colecciones sobre instrucción primaria, secundaria y profesional; colecciones de le� yes, libros, fotografías

487

Etnología

Plantas medicinales

60

Junta auxiliar de Juguetes y objetos de fantasía Señoras Total de objetos presentados

626

94 5 647

Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 8,1 exp. 11 y v. 82, exp. 2 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

la inserción de una región en el contexto global

285

El gobierno local argumentó que su colección debió ser más amplia y variada, si se tomaba en consideración la riqueza y fertilidad del suelo poblano, así como los adelantos de la industria y la cultura de sus habi� tantes, pero reconoció que “sus trabajos enfrentaron obstáculos que no pudo remover”. Teniendo a la vista los informes rendidos por los gobier� nos de otros estados, se puede afirmar que la colección poblana fue más bien modesta, revelando con ello que en esta ocasión la actitud de los poblanos, ante la empresa de construir el prestigio nacional, fue más de indiferencia que de cooperación.

Ilustración 31. Ejemplo de los libros poblanos que se presentaron en la Exposición Colombina en Chicago, 1892–1893 Fuente: Biblioteca José María Lafragua, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Sin embargo, hay algunos elementos que deben destacarse: primero, el esfuerzo por presentar objetos en todos y cada uno de los grupos pre� vistos por el sistema de clasificación, situación que no se había registrado en anteriores exhibiciones; segundo, si bien se mantuvo la predominan� cia de objetos y productos de la agricultura, alentada por la política dicta� da desde el Ministerio de Fomento, se observó una significativa presencia en el rubro de manufacturas, los objetos correspondientes a este grupo

286

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ocuparon un segundo lugar, por su cantidad, en la colección poblana; tercero, los productos minerales, finalmente, representaron la realidad de un territorio en el que sólo se localizan yacimientos de minerales ap� tos para la decoración y la construcción —ónix y mármoles—; cuarto, se abrieron paso los objetos representativos del nivel cultural y educativo en la región y, finalmente, emergió la colaboración de un sector de la pobla� ción marginado de los grandes eventos públicos: las mujeres. La identificación de los objetos poblanos en las listas de premios concedidos en la exposición de Chicago sirve de sustento a estas primeras observaciones: Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mundial de Chicago, 1893 Departamento

Objeto premiado Maíz presentado por el gobierno del estado Maíz presentados por Daniel González del distri� to de Tehuacán

Agricultura (Aquí se incluyeron productos forestales y maderas)

Maíz presentado por José María Traslosheros del distrito de Acajete Heno y paja presentado por el gobierno del estado Harina presentada por Emilio Maurer del distri� to de Atlixco Caña de azúcar presentada por Hacienda de Ra� boso Azúcar presentada por Hacienda de Raboso Azúcar presentada por el gobierno del estado Caña de azúcar presentada por el gobierno del estado Lentejas presentadas por José María Trasloshe� ros del distrito de Acajete Semillas y garbanzo presentada por el gobierno del estado Pimienta presentada por el gobierno del estado Café presentado por José G. Cruz del municipio de Pahuatlán

Total de objetos premiados de la colección mexicana

239

287

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mundial de Chicago, 1893 Departamento

Objeto premiado

Café presentado por Pedro V. Suez del distrito de Teziutlán Fibra de maguey presentada por el gobierno del estado Plantas tintóreas y curtientes, raíz de zacatón presentadas por el gobierno del estado Colección de maderas presentada por el gobier� no del estado Vinos presentados por Ignacio Guerrero del dis� Viticultura trito de Tlatlauqui (Aquí se incluFrutas de pasta de mármol presentadas por el yeron progobierno del estado ductos de la horticultura) Jaleas presentadas por Andrea Romero del dis� trito de Puebla

Total de objetos premiados de la colección mexicana

Agricultura (Aquí se incluyeron productos forestales y maderas)

27

Minerales de plata, oro, plomo, cobre y fierro presentadas por la autoridad política de Alatriste Ónix presentado por Manuel Olimán ����������������� de la ciu� dad de Puebla Materiales de construcción y madera petrificada presentadas por el gobierno del estado Minas

Piedras de asentar, de amolar, secante y cristal de roca presentadas por el gobierno del estado Kaolín, arcillas y arcillas jabonosas presentadas por el gobierno del estado

150

Yeso presentado por el gobierno del estado Sal, salitre y tequesquite presentados por el go� bierno del estado Fustes para silla de montar presentados por Ig� nacio Mellado de la ciudad de Puebla Transportes

Fustes para silla de montar presentado por Trini� dad Mercado de la ciudad de Puebla Espuelas plateadas y freno presentadas por Jesús Saavedra de la ciudad de Puebla

10

288

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mundial de Chicago, 1893 Departamento

Objeto premiado Bálsamo de aberroniano, sulfato de hierro, sub� carbonato de sosa, nitrato de plata, éter acético, sulfato de zinc presentados por J. Ibánez y T. La� marque de la ciudad de Puebla Secantes, pisapapeles presentados por Manuel Olimán de la ciudad de Puebla Tejas presentadas por Antonio Díaz Bustos de la Hacienda de Temextla

Total de objetos premiados de la colección mexicana

Ladrillos presentados por el gobierno del estado Rebozos de seda presentados por el gobierno del estado Reatas presentadas por el Gobierno del estado Colchones de coco presentados por el Gobierno del estado Reatas blancas presentadas por Diego Bernardo de Miahuatlán Manufacturas Canastas, costales, ayates y escobetas presenta� das por el gobierno del estado Toallas presentadas por Margarito Jaramillo de la ciudad de Puebla Manteles, efectos de algodón y rebozos presenta� dos por el gobierno del estado Rebozos presentados por Francisco Rosas del Distrito de Matamoros Frazadas presentadas por el gobierno del estado Sombreros presentados por Margarito Carcaño de la ciudad de Puebla Traje completo de china poblana presentado por Sofía Gómez de la ciudad de Puebla Chaqueta de gamuza presentada por Herlinda Martínez de la ciudad de Puebla Canastilla para niño presentada por Juana Marín de la ciudad de Puebla

522

289

la inserción de una región en el contexto global

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mundial de Chicago, 1893 Departamento

Objeto premiado Choclos de raso blanco bordados presentados por Carlos R. Bueno de la ciudad de Puebla Cuadro con bordado de lino presentado por el Colegio Teresiano de la ciudad de Puebla Cuadro con bordado de oro presentado por el Colegio de la Providencia de la ciudad de Puebla Dos toallas con bordado de tapicería presentadas por Gabina Gómez de la ciudad de Puebla Chaleco de gamuza bordado de oro y plata pre� sentado por Herlinda Martínez de la ciudad de Puebla Tres paños de altar, bordado antiguo presentado por Soledad Miranda de la ciudad de Puebla

Manufacturas

Pañuelo calado presentado por Paulina C. Vda. de Aldana de la ciudad de Puebla Funda de almohada presentada por el Colegio Teresiano de la ciudad de Puebla Cubierta de malla presentada por Soledad Martí� nez de la ciudad de Puebla Figuras de trapo presentadas por Trinidad Ga� lindo de la ciudad de Puebla Juguetes y figuras de trapo presentadas por Tri� nidad Galindo de la ciudad de Puebla Zapatitos de madera presentados por Luisa Gar� cilazo de la ciudad de Puebla Cueros y pieles presentados por el general Mucio Martínez Portalámpara de mármol y metal presentados por el gobierno del estado Frutas de ónix, placas de ónix con figuras en re� lieve presentados por Manuel Olimán de la ciu� dad de Puebla

Total de objetos premiados de la colección mexicana

290

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mundial de Chicago, 1893 Departamento

Objeto premiado

Total de objetos premiados de la colección mexicana

Informes y fotografías presentados por la Casa de Maternidad de la ciudad de Puebla Fotografías y trabajos escolares presentado por el gobierno del estado Preparaciones microscópicas presentadas por Alberto C. Moreno de la ciudad de Puebla Muestras de trabajos escolares presentados por la Escuela de Artes y Oficios del Estado Fotografías presentadas por el ayuntamiento de la ciudad de Puebla Artes liberales Informes sobre instrucción pública presentada por Rafael Isunza de la ciudad de Puebla

194

Gramática azteca presentada por Miguel Palma y Campos de la ciudad de Puebla Fotografías de Lorenzo Becerril de la ciudad de Puebla Estudios de antropología criminal de Francisco Martínez Baca de la ciudad de Puebla Colección de leyes presentada por el gobierno del estado 200 animales disecados presentados por el go� bierno del estado Etnología

Trajes indios y exhibición arqueológica presenta� dos por el gobierno del estado

10

Fuente: Premios concedidos a los expositores mexicanos en la Exposición Universal Colombina de Chicago de 1893, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1894, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 9 La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

la inserción de una región en el contexto global

291

Esta recopilación todavía puede considerarse imperfecta, pues en sucesivos apéndices102 se agregaron algunos reconocimientos más, de tal suerte que el ministro de Fomento pudo reportar que la muestra mexica� na obtuvo 1 177 recompensas,103 de los cuales 74 se otorgaron a los objetos poblanos. Pero, de manera general, sirve para contrastar la colección po� blana en el conjunto de lo que México exhibió en Chicago. Ese ejercicio de contraste ilustra sobre algunos aspectos que bien merecen reflexión. En lo general, la colección mexicana expuesta en Chicago, a contra� corriente de los planes esbozados por el Ministerio de Fomento, no se distinguió por sus productos agropecuarios sino por sus manufacturas y, aunque si lucieron sus materias primas minerales, fueron mejor valo� rados sus objetos y productos de las artes liberales, mostrando un cambio de percepción sobre las capacidades y habilidades de los mexicanos. Ahora bien, este cambio de percepción también fue resultado de un hábil acomodo de los objetos en el sistema de clasificación, como lo demuestra la naturaleza de la colección poblana, pues a ojos vistas, las pretendidas manufacturas eran en realidad trabajos manuales y de aguja de un importante contingente de mujeres. Se escenificó, así, un exitoso proceso de recepción, apropiación y adaptación local de los referentes culturales occidentales, expresados en los sistemas de clasificación y su manipulación para el consumo global. Y, finalmente, se afirmó la centralidad de los núcleos urbanos como productores de objetos culturales, en Puebla, al igual que en el resto del país, los objetos y productos representativos de las artes liberales, de la ciencia y la instrucción pública provinieron precisamente de las capitales provinciales y de la capital del país, poniendo en evidencia la enorme brecha que, en materia cultural, se abría entre las zonas rurales y las zo� nas urbanas.

102   Por ejemplo, “Apéndice a la lista general de premios concedidos a los expositores mexica� nos en la Exposición Universal Colombina de Chicago, en 1893”, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 9, f. 36–38. De acuerdo a otras fuentes, el número de premios obtenidos por la colección mexicana fue de 1 195. Véase Informe de Manuel Caballero a George R. Davis, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 18. 103   Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897, p. 57.

292

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

En la exposición colombina, el gobierno mexicano reiteró, con mayor brillo que en Filadelfia y Nueva Orleans, la variedad y riqueza de los pro� ductos de su territorio sobre las que fundaba sus esperanzas de un gran porvenir económico y, sobre todo, los incontables progresos realizados con el concurso de la paz pública instalada por el régimen porfiriano. La paz era el más caro anhelo de esos años, pues significaba la reconciliación de las facciones tras una larga disputa y constituyó el primer consenso político real. Así, los discursos que proclamaban el progreso del país no sólo hacían referencia al avance material, sino también subrayaban los lo� gros sociales, administrativos y políticos alcanzados con el concurso de la paz, requisito indispensable para la consolidación del Estado–nación. Su conservación era una condición insoslayable para la inserción de México en el contexto mundial. Para afirmar los lazos comerciales que, de manera imperceptible, trasladaban el centro de gravedad económico mexicano de Europa hacia Estados Unidos, y una declinación, lenta pero constante, de la hegemonía europea,104 después de Chicago y hasta antes de 1900, México participó en varias exposiciones estadounidenses de carácter regional. En la Ex� posición Pan–Americana de Nueva York, inaugurada en esa ciudad los primeros días de noviembre de 1894, el gobierno mexicano contrató los servicios de la compañía Pan–Americana de Nueva York para el mon� taje de la exhibición de sus productos. Los resultados de esta operación, según la opinión de los funcionarios del Ministerio de Fomento, fueron positivos, pues, por intermedio de esa compañía, se establecieron rela� ciones entre expositores mexicanos y consumidores norteamericanos y se celebraron transacciones comerciales entre ellos. Fueron objeto de esas transacciones muchos artículos; entre ellos figuraron los magueyes mexi� canos, de los que se hicieron pedidos de parte de floricultores de Nueva York y Brooklin; el café del territorio de Tepic, desconocido hasta enton� ces en aquel mercado, se hizo conocer y estimar y promovió demandas de alguna consideración, siendo la primera de 10 000 libras, hecha por los señores Fisches y Cª., de Nueva York, a los señores Aguirre y Cª. de Tepic y prometieron los consumidores comprar toda la cosecha, si obtenían el

  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, n. 20, abril–septiembre de 1988, p. 152. 104

la inserción de una región en el contexto global

293

mismo buen resultado operando en gran escala; el tecali mexicano fue objeto de contratas de compra de parte de varias casas de Nueva York, y la Aimone Manufacturing Co. adquirió diez mil pies cúbicos para la construcción de un hotel en Filadelfia; también se arreglaron exporta� ciones de tecali a Italia; análoga aceptación obtuvo el coquito de aceite, que dio al análisis 662/3 por ciento de aceite puro, la American Oil Co. entabló negociaciones con los cosecheros de Tepic y otros puntos para adquirir grandes cantidades de este producto. La exhibición de tabacos labrados y en rama suscitó en Nueva York una Junta de Comerciantes que trató de constituirse en compañía explotadora de un producto que se reconoció como digno de competir con el de Cuba; las pieles curtidas, la raíz de zacatón y el ixtle fueron también muy apreciados y su demanda acrecentada durante la exposición. Además, se vendieron con estimación muchos artículos manufacturados, como rebozos, una compañía ameri� cana se mostró dispuesta a adquirir grandes cantidades para venderlos en Norteamérica; los artículos de talabartería también fueron bien acogi� dos, los sombreros alcanzaron altos precios, lo mismo que figuras de cera y tecali, trabajos de pluma y otros. Se tiene noticia de que en virtud de los informes, documentos, planos y estudios que suministró el Ministerio de Fomento, importantes inversionistas se interesaron en trasladarse al Mé� xico para formar empresas mineras, agrícolas e industriales. “Entre otros, los señores Gregory, Preu y Comp. han traído al país considerable capital para la cultura de tierras en el Istmo de Tehuantepec”.105 Un año después, en noviembre de 1895, se abrió la sección mexicana en la Exposición Internacional de Atlanta, organizada por los estados al� godoneros de la Unión Americana, sin el patrocinio oficial del gobierno porfiriano pero con su beneplácito. Por acuerdo presidencial se mandó una banda militar que permaneció en Atlanta varios días y allí concurrie� ron más de 1 609 expositores mexicanos, y sus exhibiciones abarcaron la mayor parte de las secciones establecidas en el reglamento respectivo. En esa ocasión, la colección mexicana mereció 111 recompensas.106

105   Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897, pp. 58 y 59. 106   Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero...

294

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La Exposición Internacional en Omaha, 1898, fue una imitación de la de Chicago, 1893, para los estados de la ribera occidental del Mississippi, en ella México mostró productos agrícolas y materias primas, además de objetos prehispánicos.107 Al finalizar el siglo xix, la presencia mexicana en las exposiciones universales, así como en las ferias agrícolas y comerciales se había con� solidado; su participación organizada y consistente en los circuitos in� ternacionales, que alcanzó niveles de protagonismo desde la década de los años ochenta, se orientó a disipar la desconfianza y el descrédito derivados de la suspensión de pagos a sus diferentes acreedores europeos y su inestabilidad política. Alcanzado el objetivo de convertirse en una “increíble revelación”, para los inversionistas y el gobierno norteameri� canos, a raíz de una exitosa exhibición de objetos y productos en Nueva Orleans, en 1884, que se reafirmó en sucesivas exposiciones americanas, para el gobierno mexicano y sus funcionarios del Ministerio de Fomento el siguiente paso era lograr que esa imagen se difundiera, también, entre las potencias europeas. Por ello, pusieron especial cuidado en la organi� zación de la muestra mexicana en París en 1889 y cautelosamente sope� saron las dificultades y las responsabilidades que implicaba su participa� ción en la exposición parisina de 1900. Estas consideraciones confirman la apreciación de Riguzzi en el sentido de que la participación mexicana en las exposiciones universales fue, probablemente, uno de los recursos más significativos para la creación de la nueva imagen nacional, y de manera consciente los funcionarios mexicanos, apostados en los lugares de exhi� bición, buscaron impresionar a los visitantes, a la prensa, a los círculos políticos y a las delegaciones de hombres de negocios.108 Tomando como referencia que, a la brillante exhibición de muestras minerales en Nueva Orleans siguió una gran inversión de capitales ex� tranjeros en la explotación minera y que resultados similares se obtuvie� ron después de la participación en París, en 1889; el gobierno porfiriano

Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897, p. 59. 107   Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 249. 108   Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 148 y 149.

la inserción de una región en el contexto global

295

se avino a organizar su participación en el certamen parisino de 1900, que sólo tenía como fin celebrar el cambio de siglo. Con clara conciencia de que los objetos mexicanos serían juzgados ya no como una revelación, sino como el resultado de un sistema político que preconizaba el orden y el progreso como divisa de gobierno, la integración de la muestra mexi� cana debía hacerse tomando en cuenta la superior calidad de sus objetos para afrontar, ventajosamente, la comparación con otras colecciones na� cionales concurrentes. En términos generales, se puede apuntar que los objetos reunidos para esta ocasión fueron producto de los avances logrados por las insti� tuciones que florecían al amparo de la paz pública; órganos de gobierno, asociaciones culturales y empresas no se limitaron a la recolección y pre� sentación de objetos raros o curiosos sino que enviaron objetos represen� tativos de actividades productivas y culturales acompañados de estudios de carácter descriptivo, estadístico, analítico o francamente propagan� dístico. Por la amplitud de la colección presentada en París, en 1900, es imposible hacer un recuento detallado, pero a partir de las solicitudes de admisión de objetos y de los informes dados por el Comisario General de México se puede obtener un cuadro comparativo de los objetos poblanos en la colección mexicana exhibida en 1900. Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

I. Educación y enseñanza

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

39

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

13 obras científicas, históricas y literarias presentadas por diferentes autores: Pedro González Orduña, Francisco Martínez Baca, 13 medallas Leopoldo Mayet Castillo, Manuel Mirus, de plata Delfino Torijano, Carlos M. Toussaint, Paz Montaño, Junta Local del estado de Puebla y gobierno de estado Legislación, programas y reglamentos de instrucción pública en el estado de Puebla

Medalla de bronce

Encuadernaciones holandesas y españolas presentadas por los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios del Estado

Medalla de bronce

296

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900 Tipo de premio Mención honorífica

Álbum presentado por Isidoro Romero

Mención honorífica

Fotografías presentadas por Joaquín S. Miera

Medalla de bronce

12 fotografías presentadas por Steadman y Frager

Medalla de bronce

35 fotografías presentadas por Ramón Barreiro

Mención honorífica

7 obras musicales presentadas por diferen� tes compositores: Juan B. Anzures, Aurelio M. Campos, Agustín Dimarias, Aurelio Machorro, Carlos Samaniego, Edmundo Somellera, José Fernando Vallejo

7 medallas de bronce

Censo de la ciudad de Puebla presentado por Agustín M. Fernández

Medalla de bronce

III. Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes

Esculturas en cera, esculturas en arcilla, busto de bronce, frutas y legumbres en polvo de mármol presentadas por la Junta Local para la Exposición

91

3

Ningún objeto poblano premiado

V. Electricidad

11

Objetos poblanos premiados

IV. Materiales y procedimientos generales de la mecánica

II. Obras de arte

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

5

Ningún objeto poblano premiado

la inserción de una región en el contexto global

297

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

VII. Agricultura

VI. Ingeniería civil. Medios de transporte

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

42

209

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

Sistema de andamios para albañiles y pinto� res presentado por Emilio López Vaal

Mención honorífica

Dos sillas de montar presentadas por la Junta Local para la Exposición

Medalla de oro

Álbum fotográfico con vistas de las granjas de San Martín Texmelucan, presentado por el Ayuntamiento

Mención honorífica

5 sacos de cereales presentados por Miguel B. Cervantes

Medalla de oro

Muestras de cereales presentadas por Doro� teo Carpio

Medalla de plata

Muestras de cereales presentadas por Luis Contreras Rubín

Medalla de plata

Muestras de maíz, trigo, centeno, haba y frijol presentadas por Octaviano Couttolenc

Medalla de plata

Muestras de arroz presentadas por Ignacio Guerrero Muestras de cereales presentadas por el municipio de Petlalcingo

Medalla de plata Medalla de plata

Muestras de maíz presentadas por Felipe Tenorio

Medalla de plata

Muestras de ajonjolí presentadas por Praxe� dis Adan

Medalla de bronce

Muestras de cebada presentadas por Fran� cisco Aguilar

Medalla de bronce

Muestras de café presentadas por José C. Arias Muestras de cereales presentadas por Ma� nuel M. Calderón

Medalla de bronce Medalla de bronce

Muestras de maíz presentadas por Tranqui� lino Cortés

Medalla de bronce

298

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

VII. Agricultura

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

Muestras de maíz presentadas por Nieves Dávalos

Medalla de bronce

Muestras de trigo presentadas por Pablo Díaz

Medalla de bronce

Muestras de maíz y frijol presentadas por José M. Ibarra

Medalla de bronce

Muestras de trigo presentadas por José M. Ovando

Medalla de bronce

Muestras de maíz presentadas por Cruz Padilla

Medalla de bronce

Muestras de frijol presentadas por Hilario Palma

Medalla de bronce

Muestras de sorgo presentadas por Joaquín Tenorio

Medalla de bronce

Muestras de maíz presentadas por Patricio Tlaseca

Medalla de bronce

Muestras de cereales presentadas por Fran� cisco Torres

Medalla de bronce

Muestras de maíz presentadas por Cándido Acevedo Labrador

Mención honorífica

Muestras de maíz y frijol presentadas por Celso Gutiérrez

Mención honorífica

Muestras de maíz y frijol presentadas por Jesús Gutiérrez

Mención honorífica

Muestras de trigo presentadas por Jesús Juárez

Mención honorífica

Muestras de frijol presentadas por Refugio Popoca

Mención honorífica

la inserción de una región en el contexto global

299

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

IX. Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas

VIII. Horticultura y arboricultura

VII. Agricultura

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

Muestras de frijol presentadas por José M. Robles

Mención honorífica

Muestras de café en grano presentadas por Antonio Téllez

Mención honorífica

Muestras de arroz presentadas por Francis� co Vázquez

Mención honorífica

Muestras de frijol presentadas por Felipe Viveros

Mención honorífica

Muestras de árboles frutales del país, semillas de calabaza, de ajos, de chipotle, de melón y de sandías. Muestras de ajos, de cebollas y de jícamas presentadas por la Junta Local para la Exposición

Medalla de oro

Colecciones de frutas de cera presentadas por gobierno del estado de Puebla

Medalla de oro

Una acuarela representando frutas presen� tada por Mariano Centurión

Medalla de bronce

20

Muestras de madera presentadas por el Gobierno del estado de Puebla 64

Medalla de oro

Muestras de diversas maderas presentadas por Joaquín Crespo

Medalla de bronce

Muestras de maderas de construcción y para ebanistería presentadas por Juan Olvera

Medalla de bronce

300

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

X. Alimentos

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

218

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

Muestras de harina de diversas calidades y fotografía del Molino San Francisco presen� tadas por Matilde Sánchez de Lorenz

Medalla de oro

Muestras de harina presentadas por Marce� lino Presno

Medalla de plata

Muestras de harina presentadas por Anto� nio Couttolenc

Medalla de bronce

Muestras de azúcar morena presentadas por Pedro de la Luz Arias Muestras de azúcar presentadas por Pérez y Llaca

Medalla de bronce

Muestras de pimienta seca presentadas por la Prefectura política de Tlatlauqui

Mención honorífica

XI. Minas y metalurgia XII. Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones

Vino de naranja y muestras de naranja champagne presentados por Casimiro Galicia

90

6

Medalla de oro

Medalla de oro

12 botellas de vinos de tres clases presenta� das por Pedro Martínez

Mención honorífica

Colecciones de ónix de diversos colores en placas y bloques presentadas por Manuel Olimán

Medalla de plata

Muestras de mármol y mineral de plomo presentadas por Camilo Bonfil

Ningún objeto poblano premiado

Mención honorífica

la inserción de una región en el contexto global

301

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

XIII. Hilados, tejidos y vestimentas

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

143

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

Cuadro bordado, imitación litografía, pre� sentado por María Guerrero

Medalla de plata

Un pañuelo bordado presentado por Lucía Cervantes

Medalla de bronce

Colchita bordada, dos sabanitas, sachet y dos pañuelos bordados presentados por Josefina Jamet

Medalla de bronce

Colección de bordados y un sombrero galo� neado presentados por Junta Local para la Exposición

Medalla de bronce

Bordados presentados por Sofía Rosas y María Acevedo

Medalla de bronce

Velador, cojines, sachet y pañuelos borda� dos presentados por Dolores Vega

Medalla de bronce

Labores de bordado presentadas por las señoritas Caballero

Mención honorífica

Muestras de pasamanería presentadas por Bernardo Calderón

Mención honorífica

Una colcha bordada presentada por Car� men Isla

Mención honorífica

Una carpeta bordada “recuerdo” presenta� da por Refugio Nava Un par de botitas de color, un par de polo� nesas en piel de cabra, un par de zapatillas de raso blanco, un par de borceguíes abier� tos presentados por Carlos R. Bueno Muestras de calzado presentadas por Cris� tóbal Zeniso

Mención honorífica

Muestras de calzado presentadas por J. M. Villegas

Mención honorífica

Medalla de bronce Medalla de bronce

302

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900 Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

Objetos poblanos premiados

Tipo de premio

XV. Industrias diversas

XIV. Industria química

Especialidades farmacéuticas en 231 fras� Medalla de quitos de emulsión presentadas por Joaquín bronce Ibáñez

83

36

Tequesquite, carbonato de sodio impuro natural de tres clases: marqueta, marque� tilla y corriente presentados por José de la Luz Traslosheros

Medalla de bronce

Especialidades farmacéuticas y solución inyectable de fierro y estricnina presentadas por O'Farril y Guerrero

Mención honorífica

Parche maravilloso “Monópolis” presenta� do por Epigmenio Vergara

Mención honorífica

Pieles del país presentadas por Atanasio Jaramillo

Medalla de oro

Muestras de pieles del país presentadas por Lorenzo F. Osorio

Medalla de bronce

350 carteritas con cigarros y 130 cajas de puros presentados por Rodolfo Bello antes Penichet y Cía.

Medalla de plata

Muestras varias de raíz de zacatón presen� tadas por Ambrosio Guerra

Medalla de bronce

1 tenate de palma fino presentado por el jefe político de Tehuacán

Mención honorífica

21 objetos de palma, tejidos distintos y una caja de viaje presentados por la Junta Local para la Exposición

Mención honorífica

2 chiquihuites de otate llamado “cubito” presentados por Román Juan Bautista

Mención honorífica

la inserción de una región en el contexto global

303

Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presentada en París, 1900

XVI. Economía XVIII. XVII. social. Higiene Ejércitos de Colonización y asistencia tierra y mar pública

Objetos Grupo de mexicanos objetos premiados

Objetos poblanos premiados

5

Aguas minerales presentadas por Daniel González

1

Ningún objeto poblano premiado

22

Ningún objeto poblano premiado

Tipo de premio

Medalla de bronce

Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 25, 27, 37–39, 41–46, 55, 68–69; y Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901 El resumen de los datos es elaboración propia

En conjunto, y de manera general, las colecciones de objetos mexi� canos exhibidos en el extranjero pueden ser caracterizadas como artifi� ciosas, en la medida que apuntaban a construir una imagen ideal de la nación que no, necesariamente, correspondía con la realidad, una imagen para el consumo global. Sin embargo, la desagregación de los elemen� tos enviados por los diferentes estados y territorios, como en el caso del estado de Puebla, puede mostrar con más detalle hasta qué punto esos objetos eran representativos, o no, de las regiones situadas en la periferia del centro político de la nación. Sin soslayar el hecho de que México era un mosaico de contradic� ciones, un territorio en el que coexistían: el desarrollo de una pujante economía con un sector financiero deficiente, una agricultura orientada al comercio de exportación con instituciones obsoletas como la tienda de raya y la práctica del endeudamiento para impedir la movilidad de la

304

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mano de obra; una sociedad que adoptaba los comportamientos de occi� dente y el cosmopolitismo francés con una población mayoritariamente analfabeta,109 el esmero dedicado a formar colecciones de objetos cualita� tivamente superiores, su efectiva integración y su puesta en escena reve� lan cierto grado de articulación entre los objetos y las nuevas condiciones culturales y materiales que los producían. En la exposición universal de París, en 1900, la contribución pobla� na a la muestra mexicana fue una expresión de los logros de su sistema educativo y del desarrollo de su estructura productiva. Desde los años ochenta, se había alentado, tanto en la ciudad capital como en sus distri� tos, la propagación de la instrucción elemental con el establecimiento de escuelas públicas para niños y adultos y la apertura de clases nocturnas, cursos sabatinos y dominicales para las clases trabajadoras; se había reor� ganizado la instrucción superior, abriendo nuevas cátedras en El Colegio del Estado y fundado nuevas instituciones como la Escuela de Artes y Oficios del Estado y dos escuelas normales, una para profesoras y otra para profesores, que aunque concentraban su acción entre los habitantes de la ciudad capital también ejercían su influencia entre los pobladores de los distritos, pues estas instituciones estaban obligadas a otorgar luga� res de gracia a alumnos sobresalientes del interior del estado.110 Al tiem� po que la afluencia de capitales foráneos dinamizaba las tradicionales ac� tividades industriales, comerciales y agrícolas en la zona centro–oriente del país, la región de Puebla, conocida por sus artesanías de algodón y su producción de cereales, consolidó su presencia con la introducción de la mecanización en sus procesos de fabricación y explotación.111 En particu� lar, la industria textil en el territorio poblano registró un auge inusitado: la buena ubicación geográfica, las concesiones y subvenciones estatales y federales, más la afluencia de capitales extranjeros, convenientemente

109   Tortolero, Alejandro, “Moneda, crédito y exposiciones: el inasible triángulo de la moderni� dad en la agricultura mexicana (1876–1920)”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, n. 42, 2005. 110   Para el caso de la Escuela de Artes y Oficios del Estado, véase Herrera Feria, María de Lour� des, La educación técnica en Puebla durante el Porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla, Mé� xico, SIZA–Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2002. En este estudio monográfico también se encuentran refe� rencias a las Escuelas Normales y a las escuelas elementales del Hospicio de Pobres. 111   Gamboa Ojeda, Leticia, La urdimbre y la trama. Historia social de los obreros textiles de Atlixco, 1899–1924, México, Fondo de Cultura Económica y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, pp. 25–66.

la inserción de una región en el contexto global

305

asociados a capitales locales y nacionales, favorecieron la transformación de negocios agroindustriales en productivas fábricas textiles algodoneras que, a la larga, constituirían las grandes empresas de la industria textil que surgirían en la era porfiriana, con el distrito de Atlixco como eje. En estas condiciones, los objetos poblanos enviados a la exposición parisina de 1900 tenían características sustancialmente diferentes, reafir� mando una tendencia que se había iniciado en 1889, en París; y en Chi� cago, en 1893. Sus tradicionales colecciones de objetos y productos natu� rales fueron enriquecidas con una extensa muestra de objetos culturales logrados con la mediación de sus nuevas instituciones: leyes y reglamen� tos, programas educativos, obras didácticas y métodos de enseñanza, tra� bajos escolares, pinturas al óleo y acuarela, esculturas en diversos mate� riales, diseños y fotografías, proyectos constructivos y planos de edificios públicos y escuelas, trabajos tipográficos, piezas musicales, obras estadís� ticas, diseños de máquinas y herramientas, productos manufacturados, compuestos químicos y especialidades farmacéuticas. Este tipo de obje� tos representaban los logros del sistema educativo poblano, pues en su mayoría fueron elaborados por alumnos, profesores y egresados de sus instituciones educativas que, además, incursionaban como proveedores de servicios profesionales tanto en negocios particulares como en inicia� tivas gubernamentales. A diferencia de otras ocasiones, por primera vez se presentaron ob� jetos poblanos en los grupos de “Obras de Arte (II)”, así como en “Instru� mentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes (III)”, “Materiales y procedimientos generales de la mecánica (IV)”, “Elec� tricidad (V)”, “Ingeniería civil y medios de transporte (VI)” e “Industria química (XIV)”, logrando, en algunos casos, el reconocimiento a su grado de elaboración y desarrollo. Tanto la extensión como la diversidad de la contribución poblana pueden considerarse representativas de la actitud que empezaba a prevalecer en un reducido y selecto grupo social, benefi� ciario del sistema de instrucción y del desarrollo económico en la región, que activamente manifestó su patriótica convicción de participar con empeño en la construcción de la nueva imagen de la nación. Aquí, la exclusiva mención de los objetos premiados deja en el ano� nimato un numeroso contingente de productos del ingenio local que por su calidad no lograron más que una presencia nominal, cuya presenta� ción no alcanzó a desdibujar el tradicional perfil productivo de la región: Puebla era un territorio eminentemente agrícola, en el que se abrieron

306

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

paso la explotación de minerales —para decoración y construcción— y la industria textil en zonas perfectamente delimitadas. Las colecciones de objetos arregladas conforme a los sistemas de cla� sificación de cada exposición sirvieron para representar, en los escenarios de la modernidad, naciones y gentes de ignotas latitudes, produciendo en el ánimo de los espectadores la ilusión de que estaban frente a la ma� nifestación total de la actividad humana de su época. Instrumentalizadas como referencia de lo lejano, lo desconocido sirvieron al encuentro entre comunidades diversas en una de las primeras manifestaciones de la glo� balización contemporánea. Cita obligada para las naciones que se reputaran como civilizadas, las exposiciones universales les ofrecieron la ocasión de mostrar su po� tencia productiva y sus logros culturales. A ellas concurrió México para exhibir su adhesión a los paradigmas del progreso y la modernidad, y su representación se materializó en objetos y pabellones que apuntaron a construir una nueva imagen nacional, aunque ésta no correspondiera a la realidad mexicana. El diseño de sus recintos expositivos y la integración de sus colecciones siguieron los formatos previstos en los reglamentos y los sistemas de clasificación de objetos preparados por los organizadores de las exposiciones, los cuales sirvieron como instrumentos homogenei� zadores para la elaboración de versiones selectivas de la imagen que se proponían representar ante la diversidad y la complejidad de las realida� des que ofrecía el contexto internacional a finales del siglo xix. La asidua participación mexicana en estos eventos, a pesar de sus conflictos internos y sus diferendos con las grandes potencias, permitió aprender del ancho mundo; los diferentes regímenes de gobierno y sus operadores percibieron la enorme asimetría que caracterizaba a la estruc� tura productiva mexicana y, en consecuencia, se inclinaron por hacer gala de la abundancia de los recursos naturales que podían tentar la inversión de los capitales foráneos. Las colecciones de objetos remitidas por México aspiraban a mostrar un país que ofrecía paz, seguridad, justicia, riquezas naturales poco comunes, leyes protectoras de la vida, de la propiedad y del espíritu de empresa, recreando una imagen de México como territorio de oportunidad para la inversión y la colonización extranjera. Esa imagen se compuso con la integración de las cualidades de sus regiones. Así, el territorio poblano se representó a partir de la particu� laridad y la calidad de sus productos. Desde las primeras exposiciones universales se le identificó con el ónix, al punto que este material empe�

la inserción de una región en el contexto global

307

zó a ser designado con el nombre de la región en que se localizaban sus yacimientos —Tecali—, por la calidad de sus cereales o por su productos textiles. A medida que la presencia mexicana ganaba consistencia en los cir� cuitos expositivos de la segunda mitad del siglo xix, las crecientes, en tér� minos numéricos, colecciones exhibidas —que alcanzaron su punto cul� minante en la década de los años ochenta, bajo la presión de los poderes públicos, nacionales y locales— cedieron su lugar a colecciones diversas, integradas por objetos cualitativamente superiores, obedeciendo a un proceso de interiorización de la idea de nación y su digna representación en los escenarios internacionales, este proceso que involucró un reducido pero dinámico sector de la población alcanzó su máxima expresión en la muestra mexicana expuesta con ocasión de la Exposición Universal de París en 1900. Actores locales en escenarios internacionales La renovación de la historia social surge de una nueva sensibilidad teórica, la cual rompe con los enfoques unilateralmente objetivistas del marxismo, el estructuralismo y el funcionalismo que enfatizaban las de� terminaciones sociales “externas”. Esta sensibilidad teórica se puede ca� racterizar por dos temas relacionados entre sí: el constructivismo social y la centralidad de la acción. El constructivismo social sostiene la idea de que las realidades sociales deben ser consideradas como construcciones históricas de actores individuales y colectivos, que no son ni naturales ni dadas de una vez por todas. La acción, la intencionalidad de los protagonistas y la dimensión in� terpretativa del análisis se convierten en temas estructuradores para estas investigaciones. En esta perspectiva se arriba a la conclusión de que no hay historia sin actores; los actores y su comportamiento son el mate� rial empírico con el que trabajan los historiadores,112 por tanto, es preciso reconocer al actor social como todo sujeto que actúa, en otras palabras, el sujeto de la acción.

112   Delacroix, Christiane, “Acteur”, en Christiane Delacroix et al. (dirs.), Historiographies. Concepts et débats, París, Francia, Gallimard, 2010, pp. 2: 651–663.

308

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La actuación del actor individual tiene cuatro características defini� torias: a) es una intervención intencionada, aunque sea inconsciente; b) sobre la que el sujeto puede reflexionar y de la que es responsable; c) que depende no tanto de las intenciones del sujeto cuanto de su capacidad y d) que no está determinada sino que es “contingente y variable”, en el sentido de que el actor tiene la posibilidad de actuar de otra manera.113 La contingencia, la arbitrariedad, la irracionalidad, la empatía, la coyuntural concurrencia de circunstancias dispares o la confluencia de intereses de origen diverso son factores, que si bien no explican el com� portamiento humano, indudablemente forman parte esencial de él y, en última instancia, introducen eventuales márgenes de libertad de acción que configuran el principio de incertidumbre en el que se desarrollan las relaciones humanas. Entonces, la incertidumbre aparece claramente como un problema a considerar, pues prevalece en la toma de decisiones. De acuerdo con Sanchez, F. Barth define a la incertidumbre como el espa� cio de la acción social: cualquier actor toma sus decisiones, teniendo una cantidad relativamente limitada de información y, por eso, el acceso a la información es uno de los recursos más importantes de la acción social, igualmente puede carecer de los recursos adecuados para interpretarla; además el actor no tiene el control de las reacciones que se pueden desen� cadenar a partir de su toma de decisión. De allí la necesidad de elaborar estrategias para alcanzar objetivos a pesar de la incertidumbre.114 Crozier y Friedberg,115 desde la sociología, enriquecen esta perspec� tiva demostrando que la incertidumbre también se puede transformar, bajo el impulso de los actores, en un recurso dentro del marco de un con� flicto. Otro concepto fundamental, se puede extraer de la obra de Levi y de Barth,116 es el de la fragmentación del sistema de normas, noción que en sí misma implica un completo rechazo a cualquier forma de determinismo.

113   García Sánchez, Ester, “El concepto de actor. Reflexiones y propuestas para la Ciencia Políti� ca”, Andamios. Revista de investigación social, v. 3, n. 6, junio 2007, pp. 199–216. 114   Sanchez Guillermo, Evelyne (coord.), Actores locales de la nación en América Latina. Estudios estratégicos, Tlaxcala, México, El Colegio de Tlaxcala y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011, pp. 7–22. 115   Crozier, Michel y Friedberg, Erhard, El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990. 116   Para revisar la relación teórico–metodológica entre la obra de Barth y Levi, véase Rosental, Paul–André, “Construire le ‘macro’ par le ‘micro’: Fredrik Barth et la microstoria”, en J. Revel (dir.), Jeux d'échelles. La micro–analyse à l'expérience, París, Francia, Gallimard, 1996, pp. 141–159.

la inserción de una región en el contexto global

309

En efecto, se plantea que ningún sistema de normas es lo suficientemen� te monolítico para “obligar” a los individuos o grupos a actuar de tal o cual forma, hecho que sólo se puede observar si se renuncia a la escala macrosocial. Estas observaciones plantean como postulado la complejidad de las relaciones causales —un actor toma sus decisiones en función de su posición en relación con una serie de contextos, de recursos y de otros actores— y la racionalidad irreductible del actor que nos hace entendible su acción. Esta racionalidad se expresa básicamente en su capacidad para definir objetivos y crear estrategias para alcanzarlos. Claro que esta ra� cionalidad se puede aplicar tanto a un individuo como a un grupo, por ejemplo, una comunidad. Todas las relaciones sociales que conforman el espacio de acción de un sujeto se analizan entonces en términos de relaciones de poder. Este tér� mino ha sido bien definido por Crozier y Friedberg como el resultado de una relación, como un espacio de negociación. El poder no es un atributo del actor sino una relación cuya calidad depende de la pertinencia de sus recursos. Esta pertinencia no es dada de forma objetiva o de forma ajena a los actores, al contrario, depende de los valores que están en juego, los cuales están social e históricamente definidos. Estos valores pocas ve� ces son negociables, por eso las negociaciones se suelen limitar a asuntos más formales, a espacios donde existe la posibilidad de crear un acuer� do. Adicionalmente, la pertinencia de los recursos movilizados depende también, no tanto de la situación objetiva en la que se encuentran los acto� res sino, de la forma en que éstos entienden esta situación. Esta diferencia es muy importante para no salirse de la racionalidad del actor: muchas de sus decisiones pueden parecerle irracionales al investigador porque éste no toma en cuenta la situación de incertidumbre que lleva a los acto� res a tomar decisiones que resultaron poco adecuadas para alcanzar los objetivos planteados. No sólo los actores no tienen toda la información sino que además interpretan la que tienen conforme a su capacidad y a sus convicciones. El historiador se encuentra, entonces, frente a una do� ble tarea: la de reconstruir el contexto objetivo que enmarca a los actores que estudia y la de restituir también la situación tal como los actores la percibían.117

117   Sanchez ha reconstruido, por ejemplo, el contexto económico objetivo de la fundación de la primera fábrica textil moderna en la ciudad de Puebla en la primera mitad del siglo xix y el contex�

310

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Las descripciones tradicionales, de carácter deductivo, en las que predominan criterios de clasificación y análisis que tipifican a los indi� viduos por etnia, estamento, nivel socioeconómico, filiación política o religiosa, ocupación, edad o género han revelado sus limitaciones para explicar cómo se construyen las relaciones efectivas entre los individuos, sus formas de organización social y la relación de éstos con el conjun� to de representaciones, valores y normas en los que están inmersos. Por tanto, el seguimiento de la experiencia de hombres y mujeres en la tarea de construir las relaciones incluyentes o excluyentes necesarias para el desarrollo de acciones colectivas, mediante datos empíricos sin atender modelos de explicación predeterminados, asume la variación y la disper� sión como criterio para interpretar la diversidad de los comportamientos observados a fin de enriquecer el análisis de la dinámica social. La construcción de Estados nacionales a raíz del desmembramien� to del imperio español dio lugar a procesos largos de negociación en� tre varios actores. El tipo de vínculos personales que se hacían presentes en la sociedad mexicana decimonónica comportaban un alto grado de dependencia del individuo: dependencia del superior jerárquico y, tam� bién, dependencia de las costumbres, normas y obligaciones por las que se regían las comunidades o los grupos a los que el individuo pertenecía. Al mismo tiempo, estos vínculos de dependencia no eran realidades es� táticas ni monolíticas, sino relaciones revestidas de una amplia gama de variabilidad y ambivalencia en los comportamientos personales. Los estudios de F. X. Guerra recuperaron la naturaleza consensual de los vínculos entre los diferentes actores sociales y políticos mexicanos, mostrando cómo las elites tradicionales movilizan a sus dependientes en la acción política y cómo éstos los secundaron prestándoles apoyo y ser� vicio; concluye que esas solidaridades, libremente contraídas, eran siem� pre vínculos revocables.118 Como herencia del período colonial, los países hispanoamericanos

to tal como el empresario la había entendido. Cuando éste se encontró amenazado por la quiebra, también reconstruyó la red política con la que el industrial esperaba contar y la que realmente se movilizó para apoyarlo. Véase Sanchez Guillermo, Evelyne, L'indépendance économique du Mexique. Le parcours d'Estevan de Antuñano (1792–1847), Villeneuve d'Ascq, Francia, Presses Universitaires du Septentrion, 2002. 118   Véase particularmente las conclusiones sobre vínculos y solidaridades en Guerra, François– Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.

la inserción de una región en el contexto global

311

recién independizados heredaron la presencia de poderes locales fuertes. Las patrias chicas constituidas alrededor de sus principales municipios eran centros de poder con los que el Estado–nación, en construcción, de� bía contar, competir y finalmente negociar. Entonces, la paulatina y accidentada construcción del Estado nacio� nal mexicano, de corte republicano, y la configuración de un poder fede� ral, con capacidad para dictar políticas de aplicación general en todo el territorio nacional, tuvieron momentos de definición en los que entraron en juego las experiencias de los actores sociales y políticos, sus intere� ses locales y sus visiones particulares que tomaron forma a través de la acción social. La ampliación de la base social del liberalismo, necesaria para el fortalecimiento del Estado federal, se nutrió con la participación de re� presentantes locales, a través del acceso a cargos políticos de las clases medias provinciales, haciendo posible la legitimación del poder federal en las regiones. Los cambios adoptados en las sucesivas elaboraciones constituciona� les favorecieron la configuración de elites locales sobre la base de un inte� rés común, mantener el orden en los estados, y de esta manera, el poder central se ganó lealtades en todas sus provincias.119 El Estado terminó, así, tomando la forma, más o menos autoritaria, ciudadana o clientelista, que le dieron las relaciones de poder de los actores. Todos los períodos de cambio se convierten, entonces, en momentos privilegiados de recomposición de las configuraciones en que los actores miden sus fuerzas y crean nuevas alianzas para imponer sus propios pro� yectos y sus propios objetivos. Los conflictos y las negociaciones se hacen presentes a cada paso y en cada proceso de la vida social y, a lo largo del siglo xix mexicano, la definición del proyecto de nación constituyó un es� pacio abierto a la negociación, más o menos formal, en el que los diferen� tes actores sociales y políticos dirimieron su visión sobre la orientación de la economía, sobre el modelo de ciudadanía, sobre los atributos que debía reunir el país para sumarse al concierto de las naciones civilizadas, sobre el papel que debía desempeñar la Iglesia en la configuración de un 119   Bertola, Elisabetta; Carmagnani, Marcello y Riguzzi, Paolo, “Federación y estados: espacios políticos y relaciones de poder en México (siglo xix)”, en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e historia en México (1700–1850). Métodos de análisis regional, México, Universidad Autónoma de México, 1991, pp. 241 y ss.

312

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Estado laico, y sobre el lugar que debía ocupar la nación en la escena in� ternacional, entre otros muchos aspectos de la vida nacional. La participación mexicana en las exposiciones universales se inició en un contexto nacional marcado por los conflictos derivados de la lu� cha por el poder político entre grupos y facciones, un escenario eminen� temente distanciado de una racionalidad integrada en torno a objetivos comunes. Por tanto, el curso de la acción que siguieron los individuos encargados de la puesta en escena de la nación puso en evidencia la au� sencia inicial de un marco de referencia, en tanto que no actuaban en su propio nombre sino en representación de otras unidades más complejas; en este caso, la indefinición del proyecto de nación y el desconocimiento de las cualidades y atributos de las regiones que la integraban explican la vacilante actuación con la que México incursionó en las primeras ex� posiciones universales. El estudio de la experiencia individual de estos actores puede acercarnos al uso contingente que hicieron de los recursos que les ofrecía el contexto y de sus propias capacidades, determinado por las posibilidades de un conocimiento intuitivo sobre las implicaciones de alcanzar, o no, una adecuada representación en la escena internacional. A medida que se fue consolidando un proyecto de nación, que se definió una perspectiva de futuro común como marco de referencia, se limitó el margen de incertidumbre, haciendo posible la acción concertada de los individuos para lograr el lucimiento de la imagen de México en el con� texto internacional. Los perfiles de los individuos comprometidos en la representación nacional en el extranjero empezaron a ser trazados por Tenorio Trillo,120 quien los definió como “magos del progreso”, desde un enfoque centra� do en la elaboración del nacionalismo por la elite, situada en el centro político de la nación, la ciudad capital, pero han quedado desdibujados los de quienes actuaron desde las regiones, el vasto territorio donde los sentimientos locales de pertenencia y las nociones centrales de nación se relacionaban mediante el conflicto y la negociación. Los perfiles difusos y escasamente formalizados de los actores sociales situados en la periferia del poder político sólo son reconocibles, entonces, por su actuación.

  Véase Tenorio Trillo, Mauricio, “Apéndice I. Los magos del progreso”, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 339–345. 120

la inserción de una región en el contexto global

313

La respuesta organizativa que articularon en conjunto, desde el cen� tro y la periferia o, incluso, allende las fronteras nacionales, permite, para fines analíticos, identificar como actores colectivos, a esos sujetos de la acción social integrados en torno a intereses, percepciones y creencias co� munes o al menos convergentes, organizados en estructuras de variable grado de complejidad que les permitía la resolución de conflictos internos y la atribución de responsabilidades y dotados de capacidades para ac� tuar intencionada y estratégicamente por el logro de un objetivo común.121 La organización de las muestras de México en el extranjero era una tarea compleja que involucraba, de manera general, a funcionarios de go� bierno y a productores de objetos naturales y culturales: los primeros eran responsables de la organización de la puesta en escena de las colecciones de objetos, estaban adscritos a diversos niveles de gobierno —federal, estatal, municipal, local—, operaban tanto en el territorio nacional como en el extranjero y sus funciones eran alentar y promover la participación, interpretar los reglamentos y sistemas de clasificación de los países an� fitriones, reunir y seleccionar los objetos más notables, clasificarlos y en� viarlos a los recintos expositivos, diseñar y arreglar los sitios de exhibi� ción, presentarlos a los miembros de los jurados internacionales, recabar informes y datos sobre la recepción que tenía la colección mexicana entre el público asistente, representar a los expositores mexicanos, favorecer la premiación de los objetos mexicanos y servir de enlace con los inversio� nistas interesados en los productos mexicanos; los segundos eran provee� dores de los objetos que integraban dichas colecciones, participaban de manera individual o colectiva —como instituciones, asociaciones, comu� nidades políticas, vecinales o étnicas—, podían ser grandes o pequeños productores —industriales, hacendados, artesanos—, hombres o mujeres y presentaron productos naturales, minerales o agrícolas, productos ela� borados o productos culturales; sus funciones eran proponer sus mejores productos y entregarlos a los agentes del gobierno designados al efecto y, si era el caso, reclamar la entrega de premios o distinciones. Como se ve, en la respuesta organizativa a la invitación a figurar en las exposiciones universales, los implicados en el proceso no pueden ser identificados ni agrupados por su condición civil, de género, política,

121   García Sánchez, Ester, “El concepto de actor. Reflexiones y propuestas para la Ciencia Políti� ca”, Andamios. Revista de investigación social, v. 3, n. 6, junio 2007, p. 206

314

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

social, económica o cultural, por lo que, esas colectividades taxonómicas —funcionarios de gobierno y productores de objetos— son meras ficcio� nes útiles al reconocimiento y estudio de un grupo social complejo. Sólo su actuación y desempeño, así como los conflictos y negociaciones que desa� rrollaron para construir una representación de la nación en las exposicio� nes universales permiten identificarlos como actores sociales del proceso. La participación de México en las exposiciones internacionales per� mite identificar a un grupo de hombres y mujeres reunidos coyuntural� mente, también permite percibir la diversidad de sus aspiraciones, reve� lar su comportamiento en lo individual y en lo colectivo, distinguir a las elites locales y seguir el proceso de institucionalización de sus estructuras organizativas. En los primeros ejercicios, la acción gubernamental se limitó a con� vocar a la población industriosa para que contribuyera a representar al país con sus productos y sus trabajos, estos intentos iniciales acusaron la inexperiencia de los organizadores y las limitaciones de los exposito� res particulares, quienes no tardaban en reclamar subvenciones y apoyos gubernamentales a cambio de su participación. Progresivamente, las ac� ciones que emprendieron los representantes del poder central se fueron instalando como una práctica regular, dando lugar a la normalización en aras de la eficiencia; así, la integración de las muestras mexicanas se for� maron con dos secciones: la oficial y la de expositores particulares. La organización de las muestras se constituyó en una suerte de espa� cio de negociación de los actores locales frente al sistema, pues mientras los discursos oficiales, ampliamente difundidos en las publicaciones gu� bernamentales, exaltaban la conveniencia de sumarse al patriótico deber de contribuir, con trabajo y esfuerzo, a la digna representación nacional, las crónicas de la época describen la indiferencia y apatía con las que la población respondía a las excitativas del gobierno. A pesar de su fama como región rica e industriosa, de sus produc� tivas actividades agropecuarias, de su dinámico desarrollo industrial, y de la magnificencia que su ciudad capital proyectaba, motivo de orgullo local, los habitantes de Puebla inicialmente no fueron muy entusiastas en su respuesta a la convocatoria de participar en los certámenes internacio� nales ni aun en las ferias que se organizaron a nivel local. La explicación a esta indiferencia no puede limitarse únicamente a las difíciles condicio� nes económicas por las que atravesaban, también deben considerarse las variadas identidades locales y regionales que determinaban lealtades y

la inserción de una región en el contexto global

315

generaban acciones de cooperación o resistencia hacia los representantes del poder central y hacia las autoridades locales. La confusión de voces sobre la idea de nación expresada en la lucha entre facciones, la debilidad de las estructuras gubernamentales y la ausencia de cuadros versados en el tema marcaron los primeros ejercicios de participación. En la nota editorial publicada por Francisco Zarco bajo el seudónimo de Fortún, en el semanario literario La ilustración mexicana,122 se recono� cía la importancia de promover las exposiciones industriales y, al mis� mo tiempo, la escasa atención que el gobierno central y la Dirección de Industria daban al asunto, motivo por el cual, en 1851, el ayuntamiento de la Ciudad de México se vio obligado a organizar una exposición de horticultura e industria con resultados más bien exiguos. Según su opi� nión, la exposición de la industria mexicana no pasó de mediana, pero, en descargo, apunta que este ejercicio no podía servir de señal para conocer el estado de las artes ni de la industria en México, porque ni siquiera una vigésima parte de la población industriosa de la misma ciudad capital había concurrido, y menos aún los productores de los estados, cuya au� sencia fue notable. En esta crónica se apunta, por ejemplo, que En el ramo de tejidos, que es el que hace más ruido en nuestra indus� tria, y el que más dificultades presenta a la reforma de nuestras aduanas y para la alza de prohibiciones, hubo notable escasez en la exposición, si bien parecía que en estos momentos debía ostentar todos sus primores para hacerse de partidarios. Pero seguramente los dueños de las fábricas saben muy bien que tienen otra clase de recursos más eficaces para favorecer sus intereses y conservar el poder de su dinero.123

Y, particularmente sobre el estado de Puebla, señala: “Puebla la ciu� dad industrial no nos envió ni una vara de manta, pero en cambio nos manda protestas y nos hace escuchar el clamoreo incesante de sus pro� pietarios, que hablan por boca de infelices artesanos”.124 En esta oportu� nidad, sólo algunos artesanos poblanos contribuyeron con el envío de algunos pocos objetos de muy mediana calidad. Zarco no duda en se�

  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, pp. 2: 58–69.   “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 61. 124   “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 62. 122 123

316

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ñalar que la pobreza de la muestra es resultado de la indolencia de las autoridades y de los mezquinos intereses de los propietarios de fábricas, haciendas y negocios, pues “[...] el gobierno general se limita a concurrir a la distribución de premios, creyendo acaso que su presencia, anunciada al son de clarines y tambores, es el estímulo suficiente para el progreso de las artes”.125 Si esto sucedía en la exposición nacional, es claro que los adminis� tradores del gobierno mexicano no estaban en condiciones de reunir una colección mexicana para participar en la Gran Exhibición celebrada en Londres en 1851. Con las escasas referencias disponibles, no es posible reconocer la contribución de los productores regionales en la formación de esta muestra.126 A contrapelo con las experiencias que asimilaban los integrantes de las elites que incursionaban, principalmente como obser� vadores, en los escenarios internacionales, asumiendo como propias las ideas relativas a la modernidad y al progreso, podemos traer a cuento la reacción colectiva de los habitantes de la ciudad de Puebla en ocasión de la celebración de la exposición de arte que se celebró en los primeros días de noviembre de 1853, de la que debían seleccionarse los objetos más destacados para incluirlos en la muestra poblana en la Exposición de la Industria Mexicana, que se celebraría el próximo año y que fue reseñada y comentada en un artículo editorial del Periódico Oficial del Departamento de Puebla. Desde el día 30 del mes próximo pasado hasta el 13 del presente ha es� tado abierta la exposición de dibujos y pinturas, que la academia de bellas artes de esta ciudad, conforme a sus reglamentos, debe verificar anualmen� te, y que había estado suspensa por mucho tiempo, […]. Corto número de los objetos exhibidos y escaso el número de los que han concurrido a la exposición, parece ser esta uno de esos últimos esfuerzos, después de los cuales en nuestro país vuelven a su estado de sosegada inercia todos esos elementos de ade� lanto mezquinamente explotados. […] el interés nacional en uno de sus más interesantes ramos, todo lo hemos visto reflejado con tristísimos colores, en esa modesta reunión de objetos de arte, tan poco apreciada por la mayor parte

  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 60.   “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 121. 125 126

la inserción de una región en el contexto global

317

de una población indolente y tan escaso en sí, como ha debido serlo el bro� tar bajo los esfuerzos aislados de unos pocos […] en medio de las angustias que traen consigo una vida trabajosa y ninguna protección que ha podido impartirse a las artes en países que como el nuestro.127

El escaso interés que este tipo de eventos despertaba entre los po� blanos muestra que sus preocupaciones y acciones giraban en torno a asuntos más cotidianos y apremiantes: sobrevivir a brotes epidémicos y a continuas amenazas de sitios militares, o bien a los constantes conflictos entre las facciones que se disputaban el poder. En esas condiciones de incertidumbre, poco espacio quedaba para atender el reclamo a cultivar las artes, la instrucción y la cultura. Sin embargo, el hecho de que el lla� mamiento se hiciera desde el órgano oficial de difusión del aparato esta� tal de gobierno da indicios de nuevos recursos y nuevos métodos para convocar a la población, además de los vínculos tradicionalmente presen� tes, para atender los apremios de la nación. Sin embargo, no todos los productores ignoraban el llamado. Según el informe de Escandón, los canteros y marmoleros de la localidad de Tecali enviaron sus productos a la Exposición Universal de París de 1855, motivados, quizá, por el interés de ampliar sus mercados, a pesar de las desventajosas condiciones para la comercialización de los mismos.128 Su observación de que México no alcanzó a mostrar lo mejor de sus producciones, de la capacidad e inteligencia de sus habitantes, lo cual no impidió que tuviera una representación digna y destacada en compara� ción de otros países hispanoamericanos,129 apunta a recuperar el apren�

127   Periódico Oficial del Departamento de Puebla, miércoles 16 de noviembre de 1853, p. 3. Cursivas nuestras. 128   “Las muestras de nuestros mármoles jaspeados del departamento de Puebla llamaron muy particularmente la atención del jurado. El mármol blanco del mismo departamento se habría mos� trado sin desmerecer al lado del de Carrara. Con todo, a causa de los grandes gastos de transporte que estos productos exigirían por la distancia a que se encuentran no creo que pudiesen resistir en los mercados de Europa, a la concurrencia que ésta les haría; ya por la abundancia de sus mármo� les, ya por los prontos y cómodos medios de comunicación con que aquí cuenta.” Véase Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856, p. 33. 129   Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856.

318

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dizaje logrado en el escenario internacional para poder mostrar las posi� bilidades de la nación en términos de recursos y capacidad organizativa como elemento de prueba de su adhesión a la racionalidad del progreso. Por esto, su informe se ocupa insistentemente en destacar los objetos ex� hibidos y el éxito de los esfuerzos para lograr su exhibición, dejando en el anonimato a los sujetos que con sus propios recursos se hacían presentes como expositores. El comportamiento de los habitantes y productores del territorio po� blano se perfiló más claramente a medida que, desde el poder central y estatal, se institucionalizó la estructura administrativa para organizar las exposiciones nacionales e internacionales a partir de 1875, ya que se pue� den contrastar sus acciones efectivas con las expectativas puestas en ellos. Con la finalidad de demostrar que la naciente industria mexicana no estaba en el grado de atraso que se suponía y de acuerdo a las atribu� ciones que se le habían otorgado, la Comisión Mexicana de Exposiciones promovió entre los gobiernos de los estados y territorios que se convocara a los habitantes a organizar y participar, tanto en la Exposición Nacional de la Industria como en la Exposición Internacional de Filadelfia en 1876. En el último tercio del siglo xix, la organización de la acción colectiva todavía apelaba a reminiscencias del pasado: se convocaba a individuos notables, por sus redes de relaciones y sus recursos, a asumir, sin remu� neración alguna, tareas de dirección y administración en diferentes ám� bitos de la vida pública. El gobierno del estado de Puebla nombró una Junta Central encargada de reunir la colección de objetos representativa de su territorio. Sin embargo, por la naturaleza del objetivo, en este caso, ese nombramiento recayó principalmente en pequeños agricultores y ar� tesanos dueños de pequeños talleres, quienes se habían destacado por sus productos y sus obras. La intención del gobierno encabezado por Romero Vargas, liberal moderado, de ampliar su base de apoyo con la participación de los es� tratos medios de la sociedad poblana tuvo escasa respuesta: el nombra� miento no fue bien recibido, varios de ellos declinaron la distinción con argumentos de exceso de trabajo, enfermedad, falta de conocimientos específicos para presidir comisiones facultativas o, incluso, suprema ne� cesidad económica que los obligaba a dejar la ciudad en busca de mejores

la inserción de una región en el contexto global

319

oportunidades.130 El tono de la correspondencia revela que, para los agri� cultores y artesanos medios, ser miembro de la comisión era un puesto honorario, que no redituaba ningún beneficio económico y sí exigía re� cursos, influencias y una dedicación completa, lo cual lo convertía en un cargo poco atractivo para el ciudadano común, poco acaudalado y sin preeminencia social, apremiado por las urgencias de la vida cotidiana. Esta actitud puede interpretarse como el tácito reconocimiento de que no contaban con la influencia suficiente para promover esa tarea entre sus conciudadanos, su resistencia a incorporarse como responsable de la organización de la muestra poblana, a nivel estatal o local, era un honor del que podían prescindir; pocas comisiones locales llegaron a constituir� se de manera voluntaria, ya fuera por falta de recursos materiales o por ausencia de redes de influencia. Pero, al tiempo que unos rechazaban la distinción, otros más la asu� mieron. El gobierno del estado y su Junta Central fueron colocados en la posición de aceptar todas las iniciativas que en esta dirección aparecie� ron en distritos, municipios o localidades, aunque esto pudiera significar problemas en términos de organización y de representación, pero para el logro de los objetivos, ninguna contribución podía desdeñarse. De esta forma, se puede apreciar que la gran mayoría de los poblanos estaba al margen de las preocupaciones del poder central pero la organización de la muestra poblana configuró un espacio de oportunidad para la acción colectiva; en el aparecieron nuevos actores que se agregaron a los que tradicionalmente tenían presencia en la vida pública del estado poblano. Por tanto, para la integración de esta Junta Central, el gobierno estatal recurrió a los grandes propietarios de haciendas y fábricas textiles, pero también a artesanos notables y a reconocidos letrados. Algunos de los integrantes de la Junta Central, o de las Juntas Lo� cales, aprovecharon su posición de organizadores o promotores para fi� gurar también como expositores de productos que merecieron reconoci� mientos y premios en la Exposición Nacional de la Industria Mexicana en 1875: fue el caso de Eulogio Gillow, Ciríaco Marrón, Antonio Couttolenc, Serafín Maurer o Ángel Gavito.

  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70, exp. 5, incluye varias cartas en las que se declina el honor de integrar la Comisión para la Exposi� ción Nacional Mexicana y la Internacional de Filadelfia. 130

320

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Figura 5. Organigrama de la Junta Central de Exposiciones del Estado de Puebla, formada para integrar la colección poblana en Filadelfia, 1876 Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70, exp. 1, f. 11

A estos poblanos notables por su actividad económica, o por sus nexos políticos, les correspondió asumir el doble papel de organizado� res y expositores, pues pertenecían a grupos cohesionados por vínculos tradicionales y estaban en posibilidad de influir en el ánimo de grupos regionales o locales subordinados a esferas de acción propia o de su pa� rentela. Un ejemplo de esto es el caso de Antonio Couttolenc —hermano de José María Couttolenc, militar vinculado a Porfirio Díaz, lo que le va� lió el nombramiento de gobernador interino y jefe militar del estado de Puebla el 20 de noviembre de 1876—, quien presidía la Junta Local para la Exposición en el distrito de Chalchicomula.

la inserción de una región en el contexto global

321

Leticia Gamboa,131 quien ha seguido la trayectoria de los barcelonnettes en el territorio poblano, nos indica que Joseph (Antoine) Couttolenc se estableció en 1847 en la villa de Chalchicomula, situada al pie del Pico de Orizaba o volcán de San Andrés. En esa cabecera de distrito vivió el resto de su vida y llegó a ser uno de los vecinos más prósperos, dedicado en principio a la minería y luego al comercio, a la pequeña industria —tenía un molino de trigo— y a la agricultura —fue dueño de la hacienda de Zacatepec—. Murió ahí mismo en 1865 y dejó seis hijos, todos nacidos de su matrimonio con María Ana Tridon. Los cuatro varones destacarían no sólo en los negocios, sino también en la política: Antonio, Cristóbal, José María y Octaviano. A la mayoría de ellos los encontraremos como expositores y organizadores de las muestras poblanas en el último ter� cio del siglo xix. La decisión de integrarlos en las tareas de organización de la muestra poblana para la exposición internacional de Filadelfia fun� cionó como una estrategia para atraer la cooperación de empresarios y hacendados menores o pequeños artesanos y, en contrapartida, estos no� tables poblanos —descendientes de barcelonnettes— pudieron exhibir su influencia y afianzar su posición ante el poder central y al interior de sus redes de influencia, además de obtener la posibilidad de mostrar ventajo� samente sus productos en los escenarios internacionales. Si bien los resultados obtenidos en esta ocasión fueron más bien limi� tados, pues los expositores poblanos sólo obtuvieron dos reconocimientos de diploma y medalla en el departamento de “Minería y metalurgia”132 y dos diplomas en el departamento de “Agricultura”;133 la suma de los

131   Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus activi� dades económicas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, p. 176. 132   “Los diplomas y medalla en Minería y metalurgia correspondieron a Gaspar Sánchez Ochoa, por ejemplares de azufre nativo extraídos del Popocatépetl y a José Julián Gutiérrez y Cía., por la variada colección de mármoles (ónix mexicano), […] dignos de premio por la variedad y belleza de sus colores, por su dureza y alto grado de pulimento y por ser susceptibles de una vasta apli� cación a las artes ornamentales”. Véase Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 1: 12–21. 133   “Los diplomas en Agricultura fueron para el gobierno del estado de Puebla, por una colec� ción de 32 especies de madera y para el Hospicio de Puebla por sus tabacos labrados […] los ciga� rros presentados por los hijos del Hospicio de Puebla están muy bien hechos y hacen mucha honra

322

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

modestos éxitos locales permitió a Emiliano Busto afirmar que “[…] En Filadelfia pudo México confirmar que tiene en sí recursos numerosísimos para ser feliz, para conquistar el respeto que merece”.134 La experiencia expositiva en Filadelfia sirvió para alentar la partici� pación de los poblanos y, también, para animarlos a emprender acciones que mostraran su decidida adhesión a las nuevas ideas. Bajo el argumen� to de que las exposiciones, bella idea de los ilustrados gobiernos de Euro� pa, eran útiles para popularizar las ciencias, las artes, la industria y todos los ramos que alimentan la vida del hombre, Miguel O'Farrill propuso “hacer un soberbio palacio de exposiciones en el viejo cuartel de San José, convirtiéndolo en una verdadera obra de arte que sea digno de la institu� ción que representa”.135 La iniciativa de O'Farrill consideró la utilización de los terrenos en los que se había librado la batalla del 5 de mayo de 1862 contra la inter� vención francesa, los cerros de Guadalupe y Loreto hasta el cuartel de San José en los límites de traza colonial de la ciudad y, al mismo tiempo, propuso los medios para financiar su empresa. Para alcanzar su propósi� to involucró al gobierno del estado, encabezado por un liberal radical so� breviviente de la lucha contra la intervención, al gobierno municipal y a las denominadas clases productivas: industriales, agricultores, artesanos y comerciantes. El tono de su convocatoria puede advertirse en la carta enviada a las autoridades del Ayuntamiento: La exposición actual nos ha hecho ver, una vez más, de cuanto es ca� paz el agricultor, el industrial y el obrero poblano, y que basta el más ligero impulso para encontrar con avidez la cooperación de los hijos del trabajo.

a los niños pobres que los fabrican”. Véase Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 1: 12–21. 134   Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, p. 1: 12. 135   O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado, para la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edificación de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José, Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, p. 12.

la inserción de una región en el contexto global

323

Explotado tan preciosos ejemplo nadie pondrá en duda que una obra por grandiosa que sea puede afrontarse no sólo en la ciudad, sino en el es� tado con seguridad de buen éxito. En esta confianza y sin que parezca atrevimiento, he creído que no es difícil mejorar la conocida plazuela de San José convirtiéndola en jardín que más tarde se comunique con el de San Francisco, hoy de Hidalgo. Se hace tanto más necesaria esta mejora, estimando estos antecedentes. Personas de alta influencia en el gobierno general han acogido con benevo� lencia la indicación mía para que el cerro de Guadalupe que es el emblema de las glorias del cinco de mayo, sea adornado cual lo merece un monumen� to conmemorativo de la patria. Esta obra que debe ser costeada por la Fe� deración y por los demás Estados inclusive el nuestro debe ser una grande obra de arte que haga honra a nuestra nación y que deberá ser dirigida por los más hábiles ingenieros del Ministerio de Fomento, y bajo su inspección. La Junta directiva de la exposición, orgullosa del buen éxito que han tenido sus tareas en el presente año, ha acogido con entusiasmo el proyecto mío de hacer un soberbio palacio de exposiciones en donde está hoy colo� cado el viejo cuartel de San José, y de esta idea que se recomienda por sí sola se debe esperar que llegue a un feliz término; pues será costeada por los mineros, agricultores, industriales, artesanos y comerciantes a quienes es tan productiva esta benéfica institución. La plazuela de Antuñano, que va a enriquecer y aumentar el paseo de Hidalgo que deberá unirse al proyecto, tiene decretado por el Congreso una cantidad regular de pesos para erigir una estatua al inmortal fundador de la industria en Puebla, lo que hará formar el complemento que encadena esta solicitud, y que no analizo por no permitirlo la reducción de un escrito, ni ofender la ilustración de los concejales que me escuchan.136

Su iniciativa fue bien recibida y de ella se hicieron partícipes los hábiles ingenieros que dirigían las obras del ferrocarril urbano y de Ma tamoros, Guillermo Hay y Felipe Fortuño, quienes interpretaron la idea trazando el diseño de un edificio que aunque no llegó a realizarse si nos muestra las aspiraciones de las elites poblanas. 136   O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado, para la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edificación de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José, Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, pp. 16 y 17.

324

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 32. Diseño del Palacio Industrial de Exposiciones, Ferrocarriles y Paseos, formado por los ingenieros Felipe Fortuño y Guillermo Hay, en Puebla de Zaragoza, 1880 Fuente: O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado, para la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edificación de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José, Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, p. 36, en la Biblioteca José María Lafragua Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Para la Exposición Industrial Universal y Centenario Algodonero que tendría lugar en Nueva Orleans desde el primer lunes de diciembre de 1884 hasta el día 31 de mayo de 1885, la estructura administrativa respon� sable de organizar las muestras mexicanas se vio reforzada con el lideraz� go del general Porfirio Díaz en el papel de Comisionado General. A las formas de operación que venían desarrollando las comisiones, tales como difusión de la convocatoria, reglamentos y disposiciones por medios ofi� ciales, realización de exposiciones locales y nacionales de las artes y la industria mexicana, llamamientos e invitaciones formales e informales, se sumó la experiencia y habilidad de un miembro de la elite liberal que se había destacado por su capacidad de crear consensos políticos. Esta hi� bridación, en la que confluían viejas y nuevas formas de acción colectiva,

la inserción de una región en el contexto global

325

permitió la consolidación del aparato organizativo encargado de formar las colecciones mexicanas para su exhibición en el plano internacional. Profundo conocedor del país y de sus gentes, Díaz mantenía redes personales con representantes de grupos de poder locales. En Puebla, su relación con las diferentes facciones liberales, radicales —de la monta� ña— y moderados —de la llanura—, con grupos conservadores y aún con representantes del clero como monseñor Gillow, se nutría de lealtades personales construidas en el campo de batalla, de alianzas concertadas coyunturalmente en el terreno de la disputa por el poder y del interés por atraer a representantes de sectores económicos tradicionalmente conser� vadores, grandes hacendados e industriales. En esta época, sus correli� gionarios del ala más radical de los liberales, identificados como el grupo serrano, gobernaba el estado de Puebla; y su compadre Manuel González, el país, desgastándose en el ejercicio del poder; su nombramiento como presidente de la Comisión Mexicana para la Exposición Internacional de Nueva Orleans le dio la oportunidad de convocar a viejos correligiona� rios y de hacer nuevos adeptos, en suma, de renovar sus redes personales y tejer nuevas alianzas. Con la colaboración de Matías Romero, ministro plenipotenciario de México en los Estados Unidos de América, de Francisco de Zamacona, cónsul de México en Nueva Orleans, de Ramón de Ibarrola como inge� niero arquitecto de la comisión y, más adelante, del arzobispo Eulogio Gillow, se formó una comisión cuyos integrantes se distinguían por sus atributos personales: poseedores de un elevado grado de instrucción, muchas veces lograda fuera del país, posicionados en la cúspide de la pirámide social y con vínculos dentro y fuera del país, esta comisión tuvo una clara oportunidad de poner en juego novedosos recursos para apren� der, inventar y determinar nuevas formas de participación en el proceso colectivo de crear una imagen representativa de la nación. A diferencia de ocasiones anteriores, en que los funcionarios del Mi� nisterio de Fomento se ocupaban de incitar a los gobiernos de los esta� dos y territorios para que nombraran a las comisiones estatales y locales encargadas de organizar la recolección de objetos en sus regiones, en la que los nominados bien podían aceptar o rechazar la encomienda, Porfi� rio Díaz, en su papel de comisionado general, se encargó personalmente de seleccionar e invitar tanto a organizadores como a expositores locales. Para el estado de Puebla, Díaz propuso a un grupo de individuos que formarían dicha comisión organizadora, cuyos integrantes no vacilaron

326

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en manifestar su adhesión; la mayoría eran funcionarios del gobierno es� tatal, profesionistas, médicos y abogados, que prestaban sus servicios en las principales instituciones de educación superior, como El Colegio del Estado y las Escuelas Normales de Profesores, o artesanos ya reconocidos por sus obras.

Figura 6. Esquema de la actuación del general Porfirio Díaz como comisionado general para la exposición mexicana en Nueva Orleans en 1884–1885 Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 76, exp. 4

Y de la misma forma convocó a los posibles expositores, entre ellos se contaban a los principales hacendados e industriales de la región, de diversa filiación política; esto nos da una idea sobre la extensa red de relaciones con las que contaba en el estado de Puebla, lo que le permitía rebasar las jerarquías de la estructura organizativa para tratar directa� mente con los comisionados y con los expositores, sin la mediación de las autoridades locales y estatales que, a fin de cuentas, habían sido sus correligionarios o sus subordinados y aspiraban a mantener sus víncu� los personales con él. La mayoría de los convocados manifestó su agra� decimiento por la invitación a participar, su temor de que los objetos que pudieran presentar no estuvieran a la altura de un certamen inter� nacional, pero todos coincidieron en expresar su deseo de contribuir al

la inserción de una región en el contexto global

327

engrandecimiento de la patria con su modesta participación. En su interés por agradar al caudillo se confunde su lealtad al personaje con su lealtad a la patria. En el tono de las respuestas se nota que difícilmente podían resistirse a la invitación que Porfirio Díaz les hacía personalmente137 y sin resistencia pusieron a su disposición sus personas y sus recursos, por ejemplo, las compañías de transporte, de ferrocarriles y de vapores decla� raron que personas y objetos con destino a la exposición podrían transitar libres de pasaje, siempre que mostraran una autorización autógrafa de Porfirio Díaz. La figura de Díaz como convocante, el tono de apremio a una em� presa de carácter patriótico, la apertura a recibir todo tipo de cooperación de los habitantes del país, sin menoscabo de clase social o de grupo; y la persistente labor de los agentes comisionados para la recolección de obje� tos tuvieron efectos significativos en el ánimo de los posibles expositores. Habiendo comprendido mejor los fines que se perseguían y las posibi� lidades que ofrecían los certámenes internacionales, los organizadores de las muestras mexicanas no se limitaron a reunir los productos de la tierra y los recursos naturales, sino que se afanaron en mostrar los ade� lantos de la inteligencia de los habitantes del país, para ello promovieron la exhibición de productos culturales. De Puebla, Julio Zárate remitió tres ejemplares de dos de sus obras y se comprometió a enviar “la biografía del ilustre caudillo Morelos y algunas otras obras relativas a la historia y a la geografía de nuestro país”;138 Manuel Ramos envió dos ejemplares de 22 de sus obrillas, la mayoría piezas teatrales de carácter histórico, ano� tando que “[...] con reserva se anima a dar a conocer la obra de un oscuro escritor, que si carece de las eminentes cualidades [...] tiene a lo menos, la del patriotismo para relacionar dramáticamente algunos episodios de la historia de nuestra independencia [...]”.139 Y don Antonio Pacheco, direc� tor de música del estado de Puebla, remitió una pieza musical intitulada “Traviata”.140 137   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 71, exp. 11. 138   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 7, carta fechada el 2 de junio de 1884. 139   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 18. 140   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75, exp. 29.

328

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Sin embargo, la mayor experiencia de participación en las exposicio� nes universales la tenían los hacendados, los comerciantes, los políticos y los empresarios; en respuesta a las invitaciones del general Díaz, el señor Vicente de la Hidalga envió muestras de los productos de sus haciendas de Matlala y Colón, situadas en el distrito de Atlixco,141 mientras que Enrique Mont, jefe político de Tehuacán, remitió diversas muestras de frutas.142 Sin lugar a dudas, Eulogio Gillow fue quien más contribuyó al lu� cimiento de los productos agroindustriales del estado de Puebla, con el envío de una gran colección de cereales, leguminosas, frutas, plantas y flores de ornato, plantas medicinales y comestibles, maderas, alimentos procesados, encurtidos y animales vivos provenientes de sus haciendas y de las regiones aledañas con indicaciones precisas para su conservación.143 Lo mismo hicieron empresarios textiles: Ciríaco Marrón y Carballo aprovechó la ocasión para explicar que las huelgas declaradas en sus fá� bricas de Puebla y Tlaxcala habían retrasado sus trabajos, pero que desde finales de octubre ya estaba preparando su contingente.144 En la respuesta de este industrial están implícitos dos mensajes: primero, su disposición a vencer cualquier obstáculo para atender el requerimiento que le hacía Porfirio Díaz y, segundo, su convicción de que los conflictos laborales no demeritaban la calidad de sus productos. Aquí se aprecia cómo la reali� dad económica de la región distaba mucho de la imagen que deseaban proyectar las elites. Mientras los trabajadores se confrontaban con sus patrones para mejorar sus condiciones de vida, éstos, apoyados por el go� bierno central, no vacilaban en propagar la idea de la mansedumbre y ba� ratura de la mano de obra para atraer la inversión de capitales extranjeros. Los señores Lions, Rueda y Gavito le comunicaron a Díaz que ya enviaban sus productos de la fábrica La Alsacia por conducto de su agen� te especial Joaquín Carrasco.145 Estos dueños de grandes empresas, en

141   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 24. 142   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 25. 143   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75, exp. 39, Inventario fechado el 6 de octubre de 1884. 144   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 53. 145   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75, exp. 10.

la inserción de una región en el contexto global

329

las que predominaban capitales y cuerpos de administración extranje� ros, españoles y franceses, no dejaron pasar la oportunidad de fortalecer sus vínculos con el poder central, mediante acciones de cooperación, aun cuando sus productos no podían considerarse representativos de la in� dustria ni del consumo nacional, por los procesos de fabricación en ellos empleados y los mercados a los que estaban destinados. Las actividades económicas de barcelonnettes y franceses, así como las de los inmigran� tes en general, se habían distinguido por orientarse a la satisfacción de un conjunto de necesidades suntuarias de los sectores acomodados de la población urbana, sobre todo de la burguesía en ascenso; particular� mente los barcelonnettes, que monopolizaron el comercio de ropa y nove� dades de cierta calidad, tanto de importación como de factura nacional, fomentaron patrones de consumo elitista y con ello incidieron no sólo en la esfera de la economía sino, también, en la formación de una cultura urbana de tinte cosmopolita.146 Pero desde la perspectiva de las elites, lo importante era mostrar los avances en la modernización de la industria mexicana, pasando por alto la realidad del país. La convocatoria de Díaz movilizó a intelectuales, hacendados, indus� triales, comerciantes y artesanos, grandes y pequeños. Desde diferentes regiones del país, entre las que se destacaba el estado de Puebla, los ha� bitantes respondieron a la convocatoria, remitiendo objetos y productos para que México “[…] brillara a la par de las naciones más civilizadas”, y para responder a la invitación que les hacía el general Porfirio Díaz quien apelaba al amor por la patria. Curiosamente, ese amor a la patria se ma� terializaba en acciones, cuando se invocaba como garante y testigo de ese amor a una figura de la talla de Porfirio Díaz. Comerciantes, pequeños y medianos, como Adolfo Montiel, de la Tocinería de la Estrella, ubicada en la esquina de las calles de Gavito y Torreblanca en la ciudad de Puebla, especialista en jabón común de glicerina e higiénico y en cerdos de tierra fría y de tierra caliente al mayoreo y menudeo, remitió como obsequio a Díaz y para la exposición varios de los productos de su negociación.147

146   Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus activi� dades económicas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, p. 193. 147   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74, exp. 29.

330

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de los esfuerzos de los organizadores, los premios y reconoci� mientos fueron para los expositores de productos naturales, en su mayo� ría, y en menor medida, para expositores de productos manufacturados. La organización de las colecciones mexicanas en la Exposición Uni� versal de París en 1889, en la Exposición Colombina en Chicago en 1892 y en la Exposición de París en 1900, con Porfirio Díaz como presidente del país, exhibe características que la diferencian cualitativamente de los ejercicios previos. Para lograr el propósito explícito de difundir una ima� gen de México como nación moderna, independientemente de la realidad imperante, las tareas de organización, a través de una Comisión Central y de comisiones o juntas locales, se institucionalizaron vía decretos, re� glamentos y procedimientos, los cuales fueron claramente definidos, en cada oportunidad, conforme a los requerimientos expresados por los paí� ses convocantes. La definición del marco legal dentro del cual operaban los comisio� nados, que les permitía interactuar en todos los niveles, fue objeto de revisión y actualización cada vez que México concurría a los escenarios internacionales. A partir de la participación mexicana en la Exposición Universal de París en 1889, se puede observar que para lograr el lucimiento de la muestra mexicana, a los vínculos personales tejidos entre el poder central y sus representantes con los productores se agregaron nuevas formas de vinculación que estaban previstas en las disposiciones legales: prepara� ción de publicaciones periódicas oficiales con el exclusivo fin de orientar a los expositores, lo que permite suponer avances en el nivel educativo de la población; utilización del Periódico Oficial como medio de comuni� cación con la población, además del trato personal y el diálogo directo ya utilizado en anteriores eventos. De tal forma que, a partir de 1888, en la preparación de las colecciones se combinaban formas tradicionales y modernas de organización que permitían la articulación de la política a diferentes escalas. La institucionalización de las comisiones organizado� ras de las muestras mexicanas configuró espacios de participación al que podían acceder nuevos actores, además de los que, tradicionalmente, se habían presentado. Para la Exposición Universal de París en 1889, Rosendo Márquez, gobernador del estado de Puebla, formó la Junta Auxiliar, nombrando a los jefes de los nueve grupos en que se clasificaban los objetos que debían remitirse a la exposición. La responsabilidad recayó en ciudadanos iden�

la inserción de una región en el contexto global

331

tificados como hacendados, empresarios y profesionistas, para después formar las juntas auxiliares en las cabeceras de los distritos. Al igual que en el resto de los estados del país, las jefaturas de los distritos poblanos desempeñaron un papel fundamental para incluir en la empresa a las comunidades más apartadas, logrando que, incluso, las comunidades in� dígenas se sumaran al patriótico compromiso de aportar sus productos agrícolas y artesanales. A tono con el perfil profesional de los comisionados designados por el poder central, entre los que predominaban profesionistas técnicos, el gobernador poblano consideró conveniente designar al director de la Es� cuela de Artes y Oficios del Estado, institución creada bajo su mandato en 1886, como responsable de la recepción, descripción, clasificación y envío de la muestra poblana y a la institución, como el sitio idóneo para guardar la colección y ejecutar los trabajos manuales necesarios relativos a la misma exposición,148 bajo la orientación de la junta nombrada. En la visita de inspección a los trabajos realizados por la Junta Local para la Exposición en Puebla y teniendo a la vista la colección de objetos reunidos en la Escuela de Artes y Oficios del Estado, el ingeniero Agus� tín M. Chávez, agente de la Comisión Central, observa que, “[…] sien� do el estado de Puebla, uno de los más industriosos del país, particular� mente la capital y las poblaciones inmediatas […]”, no se encuentra bien representado el grupo de productos de “Útiles y procedimientos de las industrias mecánicas”, ante lo cual el presidente de la Junta Local para la Exposición, el licenciado Crispín Aguilar Bovadilla, a la sazón secretario de Fomento del Estado, le informa que [...] ya se había visto a los industriales de la capital, que unos se habían rehusado y otros estaban a punto de terminar sus objetos. Que algunos de dichos objetos era necesario comprarlos en razón de la pobreza [!] de los industriales, pero que naturalmente esto sólo podía hacerse hasta la última hora, porque de lo contrario todos querrían vender sus objetos y solo así cooperarían [...].149

148   Archivo General del Estado de Puebla, México, grupo Documental Beneficencia Pública, fon� do Artes y Oficios, sección Dirección, serie Miscelánea, v. 53, exp. 5, f. 960, agosto de 1888. 149   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 3, exp. 1, informe fechado el 15 de diciembre de 1888.

332

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Al parecer, este grupo de expositores al no encontrar en los repre� sentantes del poder local a los interlocutores idóneos, acudieron a la mediación de los representantes del poder central. Chávez estaba en po� sibilidad de gestionar las peticiones que Aguilar Bovadilla se resistía a considerar siquiera. Quise hacer la tentativa de lo que por mi parte podía conseguir, y vi al efecto a muchas personas que en su mayor parte se rehusaron a prestar su cooperación como algunos de los principales talabarteros, sombrereros y muchos otros industriales. Sólo puede conseguir que los señores Antonio Téllez Dorantes, Margarito Carcaño e Ignacio Torres; presente el primero una silla de montar y los dos últimos varios sombreros. Debo manifestar que el señor Téllez Dorantes no se halla en la condición de poder construir su silla sin algún sacrificio, y que su cooperación es por lo mismo más es� timable. Todos los datos respectivos a la noticia de los productos de los expresados señores expositores se encuentran en las hojas respectivas. El señor Torres tiene la contrata del vestuario de los Rurales, su som� brerería puede llamarse verdaderamente nacional, pues tanto el pelo de conejo que emplea, galones y demás, así como la fabricación de los som� breros es todo mexicana. Sus productos han merecido ya algunos premios en varias exposiciones y el expresado Sr. Torres desea introducir en su in� dustria todos los adelantos modernos, me manifestó que ojalá pudiera ir a París con motivo de la exposición, aunque fuera por muy corto tiempo para poder ver lo relativo al ramo de sombrerería. Yo le ofrecí manifestarle sus deseos […].150

La capacidad de los comisionados y agentes de la Junta Central para gestionar apoyos a los expositores tenía como respaldo lo dispuesto por el Ministro de Fomento, Carlos Pacheco, quien instruyó a los gobernado� res para que se estimulara a los pequeños productores, pues las modestas condiciones de sus industrias no les permitían producir con el sólo objeto de exhibir.151 Por eso recomendó a los gobernadores de los estados que

  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 3, exp. 11, informe fechado el 15 de diciembre de 1888. 151   Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889, p. 560. En este documento se señaló que “Cada objeto que exhiben representa para ellos una suma inmovilizada e improductiva que, si considerada en sí 150

la inserción de una región en el contexto global

333

asignaran una partida especial para apoyar a esos pequeños productores, confiando en que una medida de tal naturaleza aseguraría la participa� ción de la pequeña industria en la exposición de París, beneficiando a la prosperidad del estado que gobernaban.152 Los pequeños productores y artesanos, a los que se refiere el ministro de Fomento en su circular, asentados en los centros urbanos, estaban en condiciones de presentar objetos que requerían procesos de elaboración más compleja pero no se mostraron dispuestos a costear únicamente con su propio peculio la manufactura y el envío de los objetos. Su entusiasmo decayó ante la perspectiva de negociar de manera individual el apoyo económico para financiar su participación. Una situación diferente se presentó entre los expositores de las mu� nicipalidades y localidades más apartadas, que fundamentalmente apor� taron productos naturales, pues, en su caso, sus representantes, jefes po� líticos o presidentes municipales, quienes los habían alentado a presentar sus objetos y trabajos, se encargaron de gestionar ante las autoridades estatales o ante los comisionados respectivos el apoyo necesario para el transporte y embalaje de sus productos, así como la elaboración de los informes que explicaban su uso y utilidad. En la integración de la colección poblana se puede apreciar la compo� sición de las redes de colaboración, presentes en el medio rural y ausen� tes en medio urbano, por lo que los pequeños productores de la ciudad capital no obtuvieron las mismas condiciones para su participación, pues como individuos aislados no estaban en condiciones de negociar el apoyo para su participación o de entablar comunicación con los representantes de los agentes o comisionados nacionales. A partir de la exposición de 1889, claramente se pueden observar, a nivel local y nacional, las características del grupo de organizadores de las colecciones mexicanas para su exhibición en el extranjero que llevó a Tenorio Trillo a calificarlos como “magos del progreso”. En la estructura

misma es siempre pequeña, es, en relación con los recursos y necesidades del productor, siempre cuantiosa. Otros productores están en la mejor disposición de consagrar parte de su trabajo a la elaboración de un objeto destinado a ser exhibido, pero carecen de recursos para procurarse las materias primas indispensables. Prescindir del concurso de estas dos clases de productores sería a todas luces una medida desacertada”. 152   Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889, p. 561.

334

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

social porfiriana estos individuos se constituyeron en una suerte de clase media emergente, que compartía una visión del mundo, una condición socioeconómica, una cultura, así como una forma de vida con los valores, ocupaciones y expectativas concomitantes. Para Weber la intelligentsia sin propiedad y los expertos profesionales así como los privilegiados por educación, entre otros, forman una verdadera clase social.153 En la preparación de la muestra poblana para la exposición Colom� bina de Chicago en 1893 fue notorio que la población recibió con indife� rencia la invitación.154 El gobierno del estado informó que sólo contó con la colaboración de 181 expositores particulares, número insignificante, por lo que tuvo que suplir la falta de expositores, constituyéndose en el principal de ellos, y debió apoyarse en la colaboración de la Junta Au� xiliar de Señoras. Las mujeres ya habían participado marginalmente en anteriores exposiciones, principalmente con labores de aguja. Mientras los productores locales se mostraron refractarios a enviar sus productos, las mujeres, no sólo en Puebla, sino en la mayoría de las regiones y en la ciudad capital, optaron por una participación masiva: además de figurar en las comisiones de organización y de contribuir con sus tradicionales labores de aguja, algunas mujeres incursionaron con sus obras en el gru� po de las bellas artes155 y de las artes liberales,156 como si su estrategia de posicionamiento social fuera la cooperación con los intereses nacionales. La aparición de las mujeres poblanas en su condición de exposito� ras estableció un cambio cualitativo para la exposición parisina de 1900, a la que concurrieron no sólo con labores manuales, pues atendiendo a las recomendaciones de que debían presentarse los productos que dieran “idea del adelanto incesante, del progreso no interrumpido y del estado presente de la actividad nacional”,157 enviaron obras científicas y litera� 153   Velázquez, Pedro A., Amor, ciencia y gloria. La contribución de los Chávez y los Castañeda en el desarrollo del México moderno, Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, 2001, pp. 281–282. 154   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 81, exp. 11. 155   Gertrudis García Teruel presentó varias pinturas. Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 84, exp. 18. 156   José María Vigil preparó una colección de poesía escrita por mujeres mexicanas para mostrar sus capacidades literarias en comparación con las de mujeres estadounidenses y europeas. Véase Vigil, José María, Poetisas mexicanas, siglos xvi, xvii, xviii y xix, México, 1893. 157   Circular n. 9 que el Ministerio de Fomento giró el 12 de noviembre de 1898 a los goberna� dores de los estados, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 22, exp. 5.

la inserción de una región en el contexto global

335

rias. Prueba de ello es el reconocimiento que obtuvo Paz Montaño, a la sa� zón directora de la Escuela Normal de Profesoras, quien mereció medalla de plata como autora de obras de instrucción.158 La aparición de comunidades indígenas, mujeres e instituciones en el papel de expositores y organizadores en el ámbito regional, puede to� marse como evidencia de la resonancia que alcanzaron las ideas de pro� greso entre los habitantes y de la eficacia de la labor desplegada por los representantes del poder central para sumar a su causa a una población dispersa en el vasto territorio nacional. Sin embargo, lo que más interesaba a los organizadores de las mues� tras era atraer a los expositores de la gran industria poblana, como la de hilados y tejidos, la de vidrio, porcelana, tabacos y otras más que pudie� ran demostrar que México no era tan sólo un país minero y agrícola, sino que podía llegar a ser un importante país industrial; conscientes de ese interés, los industriales llevaron al terreno de la negociación su participa� ción, por lo menos eso se aprecia en el caso de los industriales poblanos. Para los comisionados, la negociación con los expositores y los pode� res locales representaba sólo la parte inicial de su trabajo, que realmente empezaba una vez que lograban integrar la colección. Enseguida debían proceder a negociar desde los espacios de exhibición hasta los premios y recompensas para los productos mexicanos en las sedes internacionales, a fin de alcanzar los objetivos propuestos. En la exposición parisina de 1900, los delegados mexicanos abiertamente declaraban que una de sus tareas consistía en influir en la designación de los jurados que calificaban los trabajos de los expositores. En oficio dirigido al secretario de fomento por el delegado mexicano, Sebastián B. de Mier le manifestaba que […] después de algunas discusiones con el Director General de la Ex� posición que sólo quería concedernos diez jurados propietarios y cinco su� plentes, señalándoles las clases en que debería figurar, pude obtener dos más de los primeros y el consentimiento de poner a todos en las clases que más importancia tienen para nuestro país.159

158   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 69, exp. 12. 159   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60, exp. 1.

336

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Y cuando esto no era suficiente para garantizar el reconocimiento a los expositores mexicanos, los comisionados mexicanos no dudaban en lograr influencia mediante otro tipo de estrategias: No habiendo podido obtener de la Dirección General de la Exposición que se concediese a México un jurado en la clase 9 del grupo II (Obras de arte), el señor Jesús Contreras me sugirió la idea de que me dirigiese a los eminentes artistas, Bartholdi y Bougerau solicitando de ellos el que nos re� presentasen en dicho Jurado [...].160

Este jurado calificaría las obras presentadas por los expositores mexi� canos, quienes se sirvieron aceptar ese cargo en términos benévolos. Los afanes por ganar el favor de los miembros del jurado originó que los comisionados prepararan una lista de los jurados por país de origen, con mención de sus domicilios particulares en París, y que les asignaran una compensación de 8 500 francos a los miembros de la comisión mexi� cana que fueron designados como jurados, para sufragar gastos deriva� dos de atenciones y regalos a sus colegas.161 Como se ve, el gobierno porfiriano a través de sus delegados procuró por todos los medios obtener el reconocimiento en el extranjero, de tal manera que el comisionado general pudo informar que el resultado de los esfuerzos reflejó fielmente la prosperidad y el progreso logrados, mer� ced a la paz y al trabajo; que todo buen mexicano debía sentirse orgulloso de haber visto figurar a su país sin desdoro al lado de los más podero� sos y grandes y que la nación había revelado al mundo su prosperidad augurando mayores grandezas para el porvenir; según su percepción, México se había mostrado a gran altura, rivalizando con naciones que disfrutaban de considerable prosperidad y con muchas de las cuales no habría podido competir treinta años antes, por lo que este éxito no debía producir una satisfacción momentánea, sino que debía ser estímulo para el trabajo y sostén de la paz para, más adelante, levantar todavía más alto el pabellón de la patria.162

  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60, exp. 2. 161   Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60, exp. 6 y 7. 162   Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran� 160

la inserción de una región en el contexto global

337

La participación de México en las exposiciones universales corrió al parejo de su consolidación política y económica. La elite porfiriana in� ventó un país a imagen y semejanza de la idea de progreso material que campeaba en el mundo occidental. Pero esta observación general sobre los actores de este proceso ha sido analizada aquí para reconocer las ca� racterísticas particulares y los niveles de integración de los individuos en la acción colectiva de cooperación que se desarrolló para alcanzar ese objetivo. La acción colectiva, en tanto que no es natural ni un ejercicio gra� tuito, debe ser revisada como una coalición de individuos organizados para atender la solución de problemas materiales. Innegablemente la participación mexicana en los escenarios internacionales fue una acción colectiva para construir una imagen del progreso material de la nación, que ofrece la oportunidad de revisar los comportamientos individuales y de grupo, incluso por región, y las características de los integrantes de un grupo, hasta ahora identificado con el apelativo genérico de elite porfiriana. Esa elite no era homogénea en su composición, pero lo que construye esa percepción es que compartían un interés general, y en aras de ese interés estuvieron en posibilidad de convocar a todos los habitan� tes de la república, quienes respondieron de manera desigual, de acuerdo con la información de la que disponían y a la red de relaciones en las que estaban inmersos. En este contexto, los participantes en la empresa pueden visualizarse como actores ya individuales, ya colectivos que no se limitaron a funcio� nes abstractas, sino que dentro de las restricciones que les imponían las condiciones de atraso y dispersión que prevalecían en el México decimo� nónico dispusieron de un margen de libertad que emplearon de manera estratégica en su interacción con sus pares, con los representantes del poder nacional o local y en los grupos que ejercían alguna clase de in� fluencia. Así, podríamos decir que actores fundamentales de este proceso fueron, por una parte, los organizadores de las muestras y, por otra, los expositores mismos. En su papel de organizadores de las muestras mexicanas identifica� mos a individuos que, en principio, están en posibilidad de acceder a los contextos internacionales, ya por sus recursos personales o familiares, ya

cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 191 y 192.

338

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

por su formación académica o incluso por sus relaciones y posición po� lítica en los gabinetes de los gobiernos liberales. Como responsables de la organización de las colecciones mexicanas en las exposiciones univer� sales desplegaron una serie de acciones que tenían por objeto presentar una nación homogénea y coherente con los patrones del progreso mate� rial establecido en el escenario internacional, para lo cual era necesario mostrarlas con la clara conciencia de que los objetos no se exhiben por sí solos, sino que se requiere de una mente que los haga accesibles a un público determinado mediante su descripción, procedencia y aplicación. De manera general, y el caso del estado de Puebla parece confirmar� lo, se aprecia que el Estado se asumió como el organizador por excelencia de las muestras mexicanas en el extranjero, y a medida que logró su con� solidación, estuvo en posición de integrar a esta tarea a un grupo cada vez más numeroso de individuos, primero, los más notables por su peso político y económico, después, a los que egresaron de las aulas de las ins� tituciones de educación superior y a los que se destacaban en su ámbito profesional, constituyendo así una clase media emergente identificada como intelligentsia; ensayistas, escritores, funcionarios ilustrados, artistas, maestros, historiadores, ingenieros —que en muchos casos combinaron dos o más roles— tejieron el entramado de la imagen homogénea de mo� dernidad que México deseaba proyectar en el ancho mundo de las expo� siciones universales. Las muestras mexicanas se reunieron gracias a la febril actividad desplegada por los organizadores y agentes de los grupos, designados por el poder central, los cuales lograron mayor efectividad en la medida que las estructuras de gobierno se consolidaban. Pero atribuir la realiza� ción de la empresa a la racionalidad de la organización y de sus estrate� gas nos deja en los límites del razonamiento a priori, que resulta ineficaz para explicar el comportamiento de los actores individuales y colectivos que participan como expositores, de sus objetivos y de la lógica de su acción. Para los expositores, la participación en las exposiciones era una empresa costosa y con fines difusos. El repaso de la extensa lista de expositores poblanos permite algunas observaciones de carácter general: • la mayoría de los expositores individuales incursionó una sola vez en estos certámenes; • la presencia más constante y consistente es la de las autoridades,

la inserción de una región en el contexto global

339

en primer lugar, las municipales, 43 diferentes ayuntamientos aparecen como expositores, aunque son muy pocos los que se mencionan más de una exposición o que presentan objetos repre� sentativos de más de un grupo; en segundo lugar aparecen las autoridades distritales, 14 distritos poblanos presentan coleccio� nes correspondientes a más de un grupo de objetos y participan en más de una exposición y finalmente las autoridades estatales y juntas locales de las exposiciones que muestran la participación más consistente, pues integran colecciones de diversos grupos y en todas las exposiciones que se celebraron a partir de 1875; • la mayoría de las unidades productivas, minas, haciendas y fá� bricas, aparecen mencionadas como expositores en una sola oca� sión, reflejando quizás sus existencia efímera; • el caso más excepcional, y por lo tanto minoritario, lo representan los expositores individuales que reiteran su participación en más de una ocasión. Por otra parte se hace evidente que la participación de los exposito� res poblanos adquirió un ritmo ascendente a partir de la afirmación del régimen liberal como orden político, por tanto, fue en la exposición pari� sina de 1900 cuando se alcanzó la mayor concurrencia. El comportamiento de los expositores a lo largo del período estuvo marcado por la resistencia y la indiferencia, y sólo fue modificado con la mediación de la influencia de los representantes del poder local o del poder nacional, dependiendo de sus redes de relaciones. La presión sobre los habitantes de las más remotas localidades del territorio poblano, para participar con su personal trabajo, con sus recursos o con su esfuerzo como expositores, fue ejercida por los organizadores respaldados por el aparato gubernamental y los líderes locales. Esa presión los obligaba a compromisos pero también a acciones evasivas para eludir esos compro� misos: declaraciones en el sentido de que comprenden la urgencia de la tarea pero su imposibilidad para cumplirla en razón de sus limitaciones físicas, intelectuales o económicas son una muestra de ello. Dispersos en un vasto y accidentado territorio, sujetos a vínculos construidos sobre relaciones solidarias y ocupados, principalmente, en actividades relacionadas con la explotación agrícola y de recursos natura� les, los potenciales expositores en los eventos internacionales tienen una libertad restringida y sólo son capaces de una racionalidad limitada. Una

340

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

constante que se puede apreciar en la participación de los expositores poblanos, en particular, pero que puede ser extensiva para el grueso de los expositores nacionales, es que fueron, sobre todo, los habitantes del medio rural los más presionados para presentarse como expositores. Los vínculos y las solidaridades, en el período que nos ocupa, mostraron ma� yor capacidad de cohesión y movilización en el medio rural pues estaban organizados en torno a grupos estables de hombres que actuaban como actores colectivos. Esto podría explicar porque la mayoría de los exposi� tores poblanos fueron del medio rural y, en menor medida, industriales o artesanos del medio urbano, a contracorriente de lo que cabría espe� rar de una región de reconocida tradición manufacturera e industrial y porque los expositores son anónimos, pues sus productos y sus obras son representativos de las comunidades, de las municipalidades, de los distritos o incluso del estado mismo. En el anonimato del expositor como actor hay dos lecturas posibles, primero, la exhibición de la fortaleza de los vínculos y las solidaridades locales ante el poder central y, segun� do, la comprobación de la pertenencia a una colectividad, así, en caso de reconocimiento, adicionalmente el mérito se acredita más a la colectivi� dad que a un individuo. Una reflexión aparte merecen los expositores de productos cultura� les, autores de obras científicas, literarias o musicales que aparecen en las exposiciones del último tercio del siglo xix. Estos deben ser percibidos más como actores individuales que como actores colectivos y su compor� tamiento responde más objetivos trazados individualmente. El reclamo del mérito individual y su discurso, en el que hacen coincidir sus propios objetivos con los del contexto organizativo de las exposiciones, demues� tran la asimilación de la información y la experiencia como recurso de promoción social. Pero aun cuando la opacidad del sistema les escamoteó la justa recompensa al esfuerzo empeñado, no impidió que se colocaran en una posición estratégica, dotándolos de recursos de negociación ante los procesos de cambio por venir. En este sentido, la reflexión sobre el comportamiento de los expositores como actores no debe concebirse fue� ra del contexto en el que se elabora su racionalidad.

conclusiones

Esta investigación ha intentado mostrar las particularidades de la contribución poblana a las colecciones mexicanas que se exhibieron en las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo xix, tanto la especificidad de los objetos como de las acciones que la hicieron posible. La elección del estado de Puebla, como objeto de estudio, estuvo determinada por su larga tradición como dinámica región productiva, estratégicamente ubicada en el corredor Veracruz–México–Acapulco, y por el activismo de sus diferentes grupos sociales en los grandes con� flictos nacionales que tuvieron lugar a lo largo del siglo xix mexicano. Los habitantes de ese territorio —grandes y pequeños productores, em� presarios industriales, hacendados y artesanos, lo mismo que sus grupos dirigentes— asumieron en distintos momentos, y con diferente grado de intensidad, posturas que los confrontaron con los poderes políticos asentados en la capital del país. A pesar de su cercanía geográfica con el centro político de la nación, los poblanos mantuvieron posiciones que los identificaron como baluarte del conservadurismo político y del protec� cionismo económico. Las añejas tensiones entre los grupos de poder de la Ciudad de Méxi� co y los de la ciudad de Puebla, que durante el período colonial se habían reflejado en las pretensiones de esta última de convertirse en la capital política y administrativa de la Nueva España, resurgieron con nuevos bríos, adoptaron nuevas expresiones y, en el siglo xix, se hicieron visibles al momento de definir el proyecto político de nación. En este contexto, la progresiva incorporación de los poblanos al esfuerzo nacional de formar colecciones que sirvieran a la representación del país en el extranjero no fue producto, únicamente, de los reclamos o de las presiones del poder político central sino, más bien, obedeció a sus propios intereses políticos y económicos.

342

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Este trabajo de investigación intentó explorar aspectos escasamente abordados en la historiografía poblana: en primer lugar, las formas que adoptó la contribución del estado de Puebla a la formación de las colec� ciones mexicanas desde 1851 hasta 1900, identificando objetos, artífices de las muestras poblanas y estrategias de organización y, en segundo lu� gar, cómo esta labor abrió espacios a los procesos de negociación entre los poderes locales y los poderes nacionales para establecer un consenso en torno al proyecto de nación. Esta primera exploración mostró que la formación del consenso quedó en un nivel básico, no podía ser de otra forma, pero alcanzó para proyectar una imagen de la nación mexicana como una comunidad homogénea, civilizada y moderna, en resumidas cuentas útil para su exhibición y consumo en las exposiciones universa� les. La formación de ese consenso básico obedeció no sólo a los intereses de la clase política nacional, sino también a los intereses de los grupos lo� cales que detentaban el poder político y económico en la entidad, ya que vislumbraron las ventajas que ofrecía el aprovechamiento de esas opor� tunidades para reinsertarse, a través de la exhibición de sus productos y potencialidades, en los circuitos comerciales internacionales. El cuestionamiento sobre los fines que perseguían algunos indivi� duos situados en contextos regionales al incursionar en escenarios inter� nacionales, sólo pudo ser abordado cuando se reconoció que el proceso de expansión, multiplicación y profundización de las relaciones sociales y de las instituciones han constituido, a través del tiempo y del espacio, un sistema internacional de alcance planetario que afecta las actividades cotidianas, las experiencias de vida de hombres y mujeres en diversas regiones del mundo, del mismo modo que las decisiones y acciones de grupos y comunidades locales pueden tener repercusiones globales. La observación puntual de ese proceso se limitó al período acotado por la segunda mitad del siglo xix, cuando las naciones hispanoamerica� nas buscaban asegurar su participación en el sistema internacional como naciones soberanas, promoviendo la actividad diplomática sobre el com� promiso de la aceptación y el respeto al derecho internacional, incremen� tando el gasto público en el sector de la defensa para salvaguardar su soberanía, definiendo y fortaleciendo la organización administrativa de sus Estados, invirtiendo en la modernización de sus estructuras económi� cas para lograr una mayor participación en el comercio y en las finanzas

conclusiones

343

internacionales,1 mientras los países europeos se enfilaban a la exacer� bación de los nacionalismos transitando por contextos políticos radical� mente opuestos, que iban desde la celebración del imperio a la exaltación de la república.2 En el medio siglo que precedió a la primera gran confla� gración mundial, las grandes metrópolis, establecidas desde hace siglos como lugares eminentes de producción cultural, fueron las depositarias de los beneficios, las contradicciones y las tensiones inherentes al creci� miento y la concentración urbana que acompañaba la industrialización. En ese mismo período tuvieron lugar un sinnúmero de exposiciones uni� versales, cada una de ellas más extensa y pretenciosa que la precedente, en las que se materializaban grandes inventarios de logros y conquistas nacionales de los Estados. La historiografía sobre las exposiciones universales las muestran como iniciativas globales que bien podrían concebirse totalmente distan� ciadas de la realidad local de una región latinoamericana constituida des� de la “era del descubrimiento” de las tierras americanas, pero el carácter de estos eventos, definido por su pretensión de mostrar todos los objetos desarrollados para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de la humanidad, impactó a los diferentes países y sus regiones, a sus clases dirigentes y a su población, comprometiéndolos a mostrar sus productos nacionales. Herederas de una tradición que nació con las ferias comercia� les, se distinguieron de ellas porque no se limitaban al intercambio co� mercial, sino que privilegiaron la exhibición de colecciones de objetos con fines representativos de las comunidades que los producían y, a través de ellos, la viabilidad de sus proyectos nacionales. Entre 1851 y 1900, la organización de la puesta en escena de la na� ción mexicana en los circuitos internacionales pasó de la dispersión a la consistencia. Las diferentes facciones que alcanzaron a hacerse del con� trol político en México se debatieron entre limitaciones organizativas y financieras y la urgencia de figurar en el concierto de las naciones para validar sus propios proyectos políticos y para lograr el reconocimiento de la soberanía nacional. Pero, en principio, tropezaron con la falta de consensos sobre el tipo de comunidad nacional que integrarían —formas 1   Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 207 2   Barth, Volker, “Nation et alterité: l'Argentine aux Expositions universelles de 1867, 1878 et 1889 à Paris”, Les Cahiers alhim, n. 15, 2008, pp. 211–232.

344

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

de gobierno, normas y leyes, instituciones, sistema educativo, grupos de individuos, etc.—, tropiezo al que se sumó la debilidad interna de las instituciones públicas y la desarticulación de sus estructuras socioeconó� micas y de sus diferentes regiones. En estas condiciones México apareció marginalmente en las primeras exposiciones universales y sólo la paula� tina consolidación de sus instituciones públicas le permitiría aparecer en el escenario internacional. Andando el tiempo, México sería uno de los países hispanoamericanos que con mayor éxito se presentaría en las ex� posiciones de Filadelfia en 1876, de Nueva Orleans en 1884–1885, de París en 1889, de Chicago en 1893 y de París en 1900. Aunque París fue el centro desde el que se irradiaban los modelos culturales hegemónicos, México salió a la escena internacional en los eventos internacionales organizados en las ciudades norteamericanas para afirmar sus derechos como Estado soberano, ya por su cercanía geo� gráfica, por afinidad o por conveniencia política. Su primer ejercicio, or� questado desde las instancias gubernamentales, fue su participación en Filadelfia en 1876, mismo que reiteró en Nueva Orleans en 1884, y sólo después de haber puesto a prueba la maquinaria organizativa que invo� lucró a la mayoría de sus regiones en la patriótica labor de proyectar la imagen de una nación que marchaba por la senda del progreso, acometió la empresa de figurar en el contexto europeo en París 1889. A partir de entonces, la actuación mexicana en el escenario de las exposiciones uni� versales, celebradas hasta 1900, nos ofrece un panorama general de cómo, independientemente de su heterogeneidad, se construyó una imagen de la nación, fundamentalmente para ser exhibida en el contexto global, resumiendo “lo mexicano” en un conjunto de personas y de objetos. Desde 1851, los poderes nacionales tomaron conciencia de la necesi� dad de establecer una estructura organizativa capaz de proyectar interna� cionalmente una imagen renovada de México y, a partir de 1876, esa es� tructura se montó sobre tres referentes básicos: el mítico pasado indígena, su afirmación como una comunidad mestiza en la que habían encontrado acomodo los elementos indígenas y criollos; y la apropiación del medio natural, exaltando la riqueza y productividad del territorio. En torno a esa imagen, se articularon políticas económicas y culturales orientadas a captar inversión e inmigración extranjera y reconocimiento político. De esas políticas derivaron estrategias de promoción que se materializaron en una extensa gama de publicaciones propagandísticas y en el cuidado� so montaje de las colecciones mexicanas en el extranjero.

conclusiones

345

La definición de políticas y la aplicación de estrategias orientadas a promover la imagen de México en el extranjero estuvieron estrecha� mente ligadas al aprendizaje de prácticas y modelos que circularon en las exposiciones universales. En esos eventos, los funcionarios tanto del Ministerio de Fomento como del Ministerio de Relaciones Exteriores aprendieron a valorar el impacto y el alcance de las exposiciones, a ope� rar los instrumentos de difusión y promoción, y a seleccionar el modo y la ocasión más convenientes para comprometer los esfuerzos nacionales en esas grandes empresas de divulgación internacional que fueron las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo xix. En sentido estricto, la definición de una imagen nacional fue un re� quisito para la inserción de México en los circuitos internacionales y, por lo mismo, fue obra de quienes ejercían el poder político y económico, quienes debieron negociar entre sí y con los poderes locales la forma cómo debía representarse a la nación; la negociación era obligada en tan� to que implicaba la constante transformación, destrucción y reinvención de las identidades locales, de sus mitos y tradiciones y, sobre todo, sus sistemas de lealtades. El papel de la elite porfiriana en la celebración de conmemoraciones, ferias locales y exposiciones universales fue crear esa imagen de nación moderna, más allá de su existencia real, para asegurar su vinculación a la comunidad internacional y fortalecer su sentido de pertenencia. Con su mediación se adoptaron prácticas y se promovió el establecimiento de instituciones conforme a modelos culturales globales, los cuales habrían sido inoperantes sin la existencia de actores y mecanismos mediadores para su adaptación a las necesidades locales. El aprendizaje del modelo de modernidad, que circulaba en el mun� do occidental, fue posible a través de los reglamentos organizativos de las exposiciones universales y de sus sistemas de clasificación, elementos que sirvieron a las elites para identificar productos y objetos representa� tivos del progreso material y de la modernidad. El interés público, por posicionarse como destino seguro para capitales y colonos extranjeros, orientó la adopción de soluciones pragmáticas que permitían adaptar las colecciones mexicanas a los principios clasificatorios de las exposiciones universales, que una vez asimilados y reinterpretados fueron volcados a la escena internacional desde los contextos nacionales y regionales. La interpretación de los sistemas de clasificación y la formación de colecciones de objetos de acuerdo con esos sistemas son dos caras de un

346

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mismo proceso: la adopción y adaptación de referentes culturales globales para organizar la realidad local conforme a los formatos internacionales. Así, los objetos y productos poblanos que contribuyeron a la integración de las colecciones mexicanas encontraron su lugar y pertinencia gracias a los sistemas de clasificación universales. En principio, Puebla fue recu� rrentemente representada por los objetos de sus tradicionales actividades productivas: el cultivo y comercialización de cereales, la explotación de yacimientos de ónix o mármol de Tecali y la industria textil de algodón. La naturaleza de sus objetos, enviados a las ferias nacionales y a las expo� siciones universales, exhibió el perfil productivo de la región, el cual se mantenía sin variaciones significativas desde el período colonial. Como reflejo de ese perfil productivo las estructuras sociales y económicas poco se habían modificado, como lo revela la red de vínculos y relaciones que se ponía en marcha ante los reclamos del poder central para contribuir a las colecciones nacionales. En principio, fueron las jefaturas políticas, los pueblos en abstracto, las municipalidades o las comunidades indias las que aparecieron con mayor frecuencia como expositores de productos naturales —especies agrícolas, minerales, vegetales y animales— dejando en el anonimato las iniciativas individuales; sólo en el caso de los grandes productores —hacendados y empresarios industriales— las contribucio� nes tenían nombre y apellido. Nuestra observación del comportamiento de los expositores pobla� nos ha constatado lo que Carmagnani3 ha descrito como un proceso multi� forme y multilineal, caracterizado por un alto nivel de espontaneidad. La participación de los poblanos en las primeras exposiciones universales fue resultado de la presión de los poderes locales, pero a medida que la idea de las exposiciones universales se internalizaba en el imaginario social y se comprendían sus posibilidades y ventajas, los productores locales se avinieron a la tarea de preparar sus objetos con fines expositivos y los con� tingentes poblanos crecieron en cantidad, calidad y variedad, entonces, su participación en esos eventos no estuvo determinada únicamente por factores ajenos a su voluntad, sino también por su propia conveniencia. En la composición de las muestras poblanas, a lo largo de la segun� da mitad del siglo xix, se pudo entrever que su respuesta a los apremios

3   Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 10 y 11.

conclusiones

347

del poder central no fue homogénea, ni inmediata, ni automática y, en principio, obedeció a un sentido de pertenencia, obediencia o lealtad con autoridades y patrones locales. A partir de 1876, las colecciones de objetos poblanos, en particular, y las colecciones nacionales, en general, alcanzarían mayor extensión y di� versidad, como reflejo de la consolidación de una estructura de gobierno, dedicada permanentemente a la promoción y propaganda nacional, y de su eslabonamiento a una estrategia económica y política. En este contexto, la contribución de los habitantes del estado de Puebla, que bien puede resultar como un ejemplo del comportamiento general en las diferentes regiones que integraban la nación, pasó de la indiferencia, con visos de resistencia, a una colaboración negociada. Este cambio de actitud obedeció no sólo a la presión que ejercieron los repre� sentantes de los poderes locales y nacionales, sino también a la modifi� cación de las configuraciones sociales en el espacio político poblano: la posibilidad de promover la comercialización de sus productos más allá de su región hizo posible la apertura de espacios de negociación entre las aspiraciones locales y las expectativas nacionales. La estabilidad política, forzada o no, la recuperación económica y la emergencia de una clase media educada favoreció un consenso a favor de un proyecto político de nación, haciendo posible, con pragmatismo, la adopción y adaptación de los referentes culturales occidentales para construir la representación de México como un país seguro, salubre, libre, soberano, liberal, republica� no y democrático. En resumidas cuentas, una ficción que no resistiría el reacomodo de las fuerzas que el mismo régimen había engendrado.

anexo: expositores poblanos en la segunda mitad del siglo xix

El registro de los expositores poblanos —individuos y corporacio� nes—, que aquí se presenta, adoptó como criterio general de organiza� ción la identificación nominal, por orden alfabético, de quienes aparecen en los documentos oficiales (catálogos, listas de pedimentos de admisión, informes, memorias o listas de premios)1 como participantes en las expo� siciones nacionales e internacionales de la segunda mitad del siglo xix. La identificación nominal se apegó a la información contenida en los

  La información se recopiló y organizó a partir de los datos localizados en: Archivo General de la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras; Archivo General del Estado de Puebla, grupo Documental Beneficencia Pública, fondo Artes y Oficios; Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889; Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º. de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880; Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856; Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero… Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1897; Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901; Pacheco, Carlos, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana... Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, 1 y 2 v. (1885 y 1887); Premios concedidos a los expositores mexicanos en la Exposición Universal…; Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877; Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, 1 y 2 v., México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857. 1

350

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

documentos consultados, sólo agrupó el ayuntamiento de..., la autoridad municipal de..., o la municipalidad de... bajo la entrada de autoridad mu� nicipal de...; del mismo modo se unificó a los expositores que aparecie� ron como jefatura política, jefe político del distrito..., distrito de... bajo la denominación de autoridad del distrito de..., para distinguir el alcance territorial de esas autoridades políticas y administrativas. Se respetó la denominación de Junta Local para la Exposición y la de gobierno del es� tado, porque sobre esas dos entidades recayó directamente la responsabi� lidad, ante el poder político central, de integrar las colecciones poblanas. Cómo se verá, funcionaron como los grandes expositores por la frecuen� cia de sus participaciones, por el número y la diversidad de objetos que presentaron. Las unidades productivas, como haciendas y fábricas, sólo se mencionan como entrada principal cuando en los documentos no se incluye el nombre de los propietarios. Las instituciones se identifican con su nombre oficial cuando exhibieron colecciones de objetos por iniciativa de sus integrantes. Finalmente, y dado que los documentos así lo regis� traron, se identifica a las viudas por su condición de viudez, a las mujeres solteras con la indicación de señoritas entre paréntesis, lo mismo que a los profesionistas para destacar la diversidad de los participantes. Los expositores individuales se registran por apellido. En la mayoría de los registros fue posible agregar el lugar de proce� dencia de los expositores y este dato, además de aclarar casos de homo� nimia, es útil para reconocer el nivel de participación por microrregiones y establecer los obligados contrastes entre los centros urbanos y el medio rural. Inmediatamente se apunta la distinción por función: expositor o or� ganizador de las muestras poblanas, aunque en este último caso es fre� cuente que también aparezcan como expositores. A continuación se menciona en qué grupo de objetos participaron y en qué exposición, señalando si los productos presentados merecieron algún tipo de reconocimiento. Su participación en las exposiciones se pre� senta en orden cronológico, para establecer la recurrencia de su desem� peño como tales. Sabemos que la organización de este apéndice por lugar de origen o género de los expositores, por fecha y lugar de cada exposición, por grupo de objetos en los que participaron o por su condición de haber sido o no premiados permitiría diversas lecturas, pero optamos por la modalidad de la identificación nominal para agrupar el mayor número

351

anexo

de datos posible a fin de poder ofrecer el seguimiento de la trayectoria de los expositores a lo largo del período revisado. *** 1.  Abaroa, Ignacio, expositor de pasamanerías finas y corrientes en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 2.  Acevedo Labrador, Cándido, de Xolalpan del distrito de Chiaut� la, expositor de muestras de maíz en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 3.  Acevedo, María y Sofía Rosas, de la ciudad de Puebla, exposito� ras de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 4.  Adán, Praxedis, de Chiautla, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 5.  Aguilar, Francisco, de Cholula, expositor de muestras de cebada en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 6.  Aguirre, Guillermo, de la hacienda de Buenavista, Ahuazotepec, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 7.  Aguirre, José M., de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900. 8.  Aguirre, Manuel, del distrito de Pahuatlán, expositor de marcos y puertas en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 9.  Agustín, Marcos, de Mecapalapa del distrito de Huauchinango, expositor de colección de maderas en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 10.  Ajuria, Ernesto, de Petlalcingo, expositor de condimentos y es� timulantes en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 11.  Alarcón, Ignacio, de la ciudad de Puebla, expositor de escultu� ras en cera en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 12.  Alas, Ignacio, de Tecomatlán, expositor de ejemplares de hulla y antracita en el grupo V, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875. 13.  Aldana, Everardo, de Pantepec, expositor de plantas tintóreas y colecciones de insectos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.

352

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

14.  Aldave, Luis G., de Acajete, expositor de productos agrícolas y lanas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 15.  Almazán, Buenaventura, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 16.  Alvarado, Feliciano, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 17.  Alvarado, Gabriel, expositor de muebles de uso común en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 18.  Alvarado, Julio, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce� dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 19.  Álvarez, Ismael, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce� dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 20.  Álvarez, Macedo y Mendoza (ingenieros), del distrito de Te� huacán, expositores de muestras minerales y colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 21.  Amado, Teodoro, de Acajete, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 22.  Amador, Ramón, de Atzala, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 23.  Anduaga, Ángel, de Ahuazotepec, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 24.  Anzures, Juan B., de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 25.  Anzures, Margarita, de la ciudad de Puebla, expositora de tra� bajos escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900. 26.  Aparicio, Perfecto T., de Cuaxtla del distrito de Huauchinango, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 27.  Aportela, José J., de la ciudad de Puebla, expositor de instru� mentos musicales de cuerda en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 28.  Arana, M. de la Luz, expositora en el grupo III (Muebles y acce� sorios) en París, 1889. 29.  Arias, Elías, de la ciudad de Puebla, expositor de máquinas para

anexo

353

preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedimien� tos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 30.  Arias, José Celerino, de Chietla, expositor de café en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 31.  Arias, Pedro de la Luz, de Chietla, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900. 32.  Arriaza, Ignacio Gonzalo de, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 33.  Arrioja, Delfino, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 34.  Arrioja, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de máqui� nas para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 35.  Autoridad municipal de Aquixtla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 36.  Autoridad municipal de Atzizintla, expositor de leguminosas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 37.  Autoridad municipal de Axalpam, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios); de colecciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufactura� dos) y de muestras de cereales, legumbres y frutas en el grupo VII (Pro� ductos alimenticios) en París, 1889. 38.  Autoridad municipal de Caltepec, expositor de muestras mine� rales, colecciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Indus� trias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 39.  Autoridad municipal de Cañada, expositor de colecciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro� ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 40.  Autoridad municipal de Chalchicomula, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 41.  Autoridad municipal de Chiautla, expositor de caña de azúcar en el grupo VII (Agricultura) y de canteras en el grupo XI (Minas y meta� lurgia) en París, 1900. 42.  Autoridad municipal de Chiautzingo, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 43.  Autoridad municipal de Chilac, expositor de muestras mine�

354

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

rales, colecciones de maderas y plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de con� dimentos en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 44.  Autoridad municipal de Coronango, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 45.  Autoridad municipal de Cuapulco, expositor de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma� nufacturados) en París, 1889. 46.  Autoridad municipal de Cuautinchan, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 47.  Autoridad municipal de Cuetzalan, expositor de café en el gru� po VII (Agricultura) en París, 1900. 48.  Autoridad municipal de El Verde, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 49.  Autoridad municipal de Eloxochitlán, expositor de colecciones de maderas, plantas medicinales y plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de café en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 50.  Autoridad municipal de Huejotzingo, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 51.  Autoridad municipal de Huitziltepec, expositor de sombreros de palma en el grupo XV (Industrias diversas) en París, 1900. 52.  Autoridad municipal de Jalpan, expositor de cereales en el gru� po VII (Agricultura) en París, 1900. 53.  Autoridad municipal de la ciudad de Puebla, expositor de foto� grafías en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893. 54.  Autoridad municipal de Mixtla, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 55.  Autoridad municipal de Pantepec, expositor de cereales, café y tabacos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 56.  Autoridad municipal de Petlalcingo, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900. 57.  Autoridad municipal de Piaxtla, expositor de muestras de már� mol en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 58.  Autoridad municipal de San José Miahuatlán, expositor de tra� jes de los naturales en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889.

anexo

355

59.  Autoridad municipal de San Juan de los Llanos (Libres), expo� sitor de minerales y piedras de construcción en el grupo XI (Minas y me� talurgia) en París, 1900. 60.  Autoridad municipal de San Martín Texmelucan, expositor de un álbum fotográfico con vistas de los ranchos de la zona y de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 61.  Autoridad municipal de Santiago Miahuatlán, expositor de muestras minerales y colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y muestras de cerea� les en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 62.  Autoridad municipal de Tecali, expositor de cereales en el gru� po VII (Agricultura) en París, 1900. 63.  Autoridad municipal de Tecamachalco, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 64.  Autoridad municipal de Tecuanipan, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 65.  Autoridad municipal de Tehuacán, expositor de sal en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 66.  Autoridad municipal de Tepanco, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios) y de colecciones de maderas en el grupo V (Indus� trias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 67.  Autoridad municipal de Tepeji de la Seda, expositor de mues� tras minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 68.  Autoridad municipal de Tlachichuca, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 69.  Autoridad municipal de Tlahuapan, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 70.  Autoridad municipal de Tochtepec, expositor de productos fo� restales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y cosechas) en París, 1900. 71.  Autoridad municipal de Tzicatlacoyan, junta auxiliar de Acuex� comac, expositor de miel en el grupo VII (Agricultura); de objetos de otate en el grupo XV (Industrias varias) en París, 1900. 72.  Autoridad municipal de Tzinacatepec, expositor de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados), de salitres y pólvora en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas), muestras de cereales, le� gumbres y frutas en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.

356

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

73.  Autoridad municipal de Tzitlacayan, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 74.  Autoridad municipal de Yecapixtla, expositor de plantas medi� cinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu� facturados) en París, 1889. 75.  Autoridad municipal de Zacatlán, expositor de maderas, arci� lla, minerales y piedras de construcción en el grupo XI (Minas y metalur� gia) en París, 1900 76.  Autoridad municipal de Zapotitlán, expositor de muestras mi� nerales y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro� ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 77.  Autoridad municipal de Zautla del distrito de Zaragoza, expo� sitor de vegetales y muestras de insectos en el grupo VII (Productos ali� menticios) en París, 1889; cebada en el grupo VII (Agricultura); sustancias minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 78.  Autoridad municipal de Zoquitlán, expositor de colecciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro� ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 79.  Autoridades del distrito de Acatlán, expositores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 80.  Autoridades del distrito de Alatriste, expositores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889, expositores de minerales en el departa� mento de Minas, premio en Chicago, 1893. 81.  Autoridades del distrito de Huachinango, expositores de colec� ciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extrac� tivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 82.  Autoridades del distrito de Izúcar de Matamoros, expositores de plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 83.  Autoridades del distrito de Pahuatlán, expositores de muestras minerales, ejemplares de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de café en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 84.  Autoridades del distrito de Puebla, expositores de plantas me� dicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma� nufacturados) en París, 1889.

anexo

357

85.  Autoridades del distrito de San Juan de los Llanos (Libres), ex� positores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extracti� vas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 86.  Autoridades del distrito de Tecamachalco, expositores de tie� rras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus� trias mecánicas) en París, 1889. 87.  Autoridades del distrito de Tehuacán, expositores de coleccio� nes de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extracti� vas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositores de objetos de palma en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorí� fica en París, 1900. 88.  Autoridades del distrito de Tepeji, expositores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 89.  Autoridades del distrito de Tetela de Ocampo, expositores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, produc� tos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositores de piedras de construcción en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 90.  Autoridades del distrito de Teziutlán, expositores de coleccio� nes de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 91.  Autoridades del distrito de Tlatlauqui, expositores de muestras minerales, colecciones de maderas, plantas de uso industrial y seda ve� getal en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu� facturados), de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas), muestras de cereales y cañas dulces en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositores de muestras de pimienta seca en el grupo X (Alimentos), mención honorífica en París, 1900. 92.  Autoridades del distrito de Zacapoaxtla, expositores de colec� ciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 93.  Autoridades del distrito de Zacatlán, expositores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 94.  Ávalos, Ignacio y Cía., del distrito de Atlixco, expositor de hari� nas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 95.  Ávila, Alberto, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo

358

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 96.  Ávila, Refugio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 97.  Ayala, J. M., expositor de juguetes en el grupo IV (Tejidos, ves� tidos y accesorios) en París, 1889. 98.  Baces, J. de la Luz, expositor en el grupo III (Muebles y acceso� rios) en París, 1889. 99.  Báez, Guadalupe, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 100.  Balderrama, de Amozoc, expositor de espuelas en el grupo de Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas, en París, 1855. 101.  Balseca, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru� po XIV (Industria química) en París, 1900. 102.  Bandini, Agustín F., de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 103.  Barranco, S. J. M., Fábrica de, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 104.  Barranco, Sixto e hijo, de la ciudad de Puebla, expositor de productos de cuero en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transpor� te) en París, 1900. 105.  Barreda, Adolfo, de Quecholac, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 106.  Barreiro, Ramón, de la ciudad de Puebla, expositor de foto� grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), mención honorífica en París, 1900. 107.  Barroso, Buenaventura, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimien� tos de industrias mecánicas) en París, 1889. 108.  Baur, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 109.  Bautista, Epitacio, de Nopalucan, expositor de plantas medici� nales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 110.  Bayas, M., del distrito de Puebla, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.

anexo

359

111.  Bazán Calderón, José, de Acatlán, expositor de condimentos y estimulantes en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 112.  Becerril, Lorenzo (fotógrafo), de la ciudad de Puebla, exposi� tor de fotografías en el departamento de Artes liberales, premio en Chi� cago, 1893. 113.  Bello, Carlos (ingeniero), organizador de los grupos IV (Mate� riales y procedimientos generales de la mecánica) y VI (Ingeniería civil. Medios de transporte) de la muestra poblana en París, 1900. 114.  Bello, Rodolfo antes Penichet, M. y Cía., de la ciudad de Pue� bla, expositor de estuches y empaques de cigarros en el grupo XIV (In� dustria química), medalla de plata en París, 1900. 115.  Beltrán, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 116.  Beltrán, Eduardo, de San Andrés Chalchicomula, expositor de productos lácteos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 117.  Beltrán, Encarnación, de la ciudad de Puebla, expositor de bor� dados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 118.  Benítez, Hnos., de la fábrica La Concepción, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 119.  Benítez, Hnos., de la fábrica San Juan Amatlán, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 120.  Benítez, Hnos., expositor de hule liso en el grupo II, medalla de bronce en la Exposición Nacional de México, 1875. 121.  Berkembuch (señor), de la ciudad de Puebla, expositor de ma� teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien� tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 122.  Bernal, Miguel, de la Escuela de Artes y Oficios del Estado de Puebla, organizador de la muestra poblana (jefe del grupo II Educación y enseñanza) en París, 1889. 123.  Bernardo, Diego, de Miahuatlán, expositor de reatas blancas en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 124.  Boclar, Soledad B. de, del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 125.  Bolaños, F. y Cía., de la ciudad de Puebla, expositor en el gru� po XIV (Industria química) en París, 1900. 126.  Bonfil Labrador, Agapito, de Xolalpan, expositor de insectos

360

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

perjudiciales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 127.  Bonfil, Camilo, de Chiautla, expositor de colecciones de már� mol y mineral de plomo en el grupo XI (Minas y metalurgia), mención honorífica en París, 1900. 128.  Bonilla (señor), de Amozoc, expositor de un freno en el grupo de Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas, en París, 1855. 129.  Bonilla, Octaviano, del distrito de Tetela, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 130.  Bonilla, Pascual, de la ciudad de Puebla, expositor de materia� les de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 131.  Bravo Martínez, Aureliano, de Chalchicomula, expositor de cerillas en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 132.  Bravo, Martiniano, de Acatlán, expositor de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 133.  Bueno, Carlos R., de la ciudad de Puebla, expositor de cal� zados en raso blanco en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893; expositor de calzados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 134.  Bustamante Valdés, F., de la ciudad de Puebla, expositor de fotografías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900. 135.  Bustamante, Francisco, expositor de juguetes en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 136.  Caballero (señoritas), expositoras de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica en París, 1900. 137.  Caballero de los Olivos, Julio, de Tehuacán, expositor de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 138.  Cabrera Wenceslao, Ángel, del distrito de Zacatlán, expositor de obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900. 139.  Cabrera y Bello (señores), de la fábrica La Concepción del dis� trito de Atlixco, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acceso� rios) en París, 1889. 140.  Cacho y Hno., del distrito de Tehuacán, expositores de mues� tras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 141.  Calderón, Bernardo, de la ciudad de Puebla, expositor de

anexo

361

muestras de pasamanería en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimen� tas), mención honorífica en París, 1900. 142.  Calderón, José María (doctor), de la ciudad de Puebla, organi� zador de la muestra poblana enviada a París en 1889, expositor de foto� grafía, radiografías y trabajos científicos en el grupo I (Educación y ense� ñanza) en París, 1900. 143.  Calderón, José María, de Xalmimilulco distrito de Atlixco, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 144.  Calderón, Juan B. (doctor), de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 145.  Calderón, Manuel M., de Nopalucan, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 146.  Caloca, Jesús, de Acatlán, expositor de muestras minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 147.  Caloca, José Guadalupe, de Acatlán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 148.  Calvo y Romero, Juan, de la fábrica La Independencia, exposi� tor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 149.  Camacho, José María, de Chalchicomula, expositor en el gru� po XIV (Industria química) en París, 1900. 150.  Camargo Beristáin, Luis, de Tecamachalco, expositor de lico� res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 151.  Camarillo, Miguel Anacleto, de San Agustín del Palmar, expo� sitor de muestras minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 152.  Camarillo, Miguel, del distrito de Puebla, expositor de borda� dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 153.  Campomanes, Josefa y Hnas., del distrito de Puebla, exposito� ras de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 154.  Campomanes, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos ge� nerales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900. 155.  Campos, Aurelio M., de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos genera� les de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 156.  Campos, Fernando de María, del distrito de Tehuacán, expo�

362

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sitor de muestras de mármol en el grupo III (Productos naturales y ma� nufacturados, minerales y maderas); primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885; expositor de mármoles en el grupo VI (Herramientas y proce� dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 157.  Cancela, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 158.  Candia, Manuel e hijo, del distrito de Zacatlán, expositores de molinos de maíz en el grupo IV (Materiales y procedimientos generales de la mecánica), de molino para granos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 159.  Cano, Isidro, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 160.  Cano, Miguel G., de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 161.  Cano, Vicente, expositor de muebles de uso común en el gru� po III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 162.  Carcaño, Margarito, de la ciudad de Puebla, expositor de som� breros de fieltro y de seda en el grupo IX, medalla de bronce en la Expo� sición Nacional de México, 1875; expositor de sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de sombreros en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 163.  Cardoso, Febronio, del distrito de Atlixco, expositor de mues� tras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de azú� cares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 164.  Cardoso, Joaquín, expositor de lencería en el grupo IV (Teji� dos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 165.  Carpinteiro, Francisco, del distrito de Puebla, expositor de tra� jes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 166.  Carpinteiro, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de borda� dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 167.  Carpio, Doroteo, expositor de cereales en el grupo VII (Agri� cultura), medalla de plata en París, 1900. 168.  Carranza, Mariano, expositor de materiales de construcción en

anexo

363

el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 169.  Carrillo, Gilberto y Hno., de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900. 170.  Casa de Maternidad (hospital), de la ciudad de Puebla, exposi� tora de planos, fotografías y una memoria del establecimiento en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889; expositor de informes y fotografía en el departamento de Artes li� berales, premio en Chicago, 1893. 171.  Cásarez, Lorenzo, de Atzala, expositor de semillas en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900. 172.  Casco, Andrés, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 173.  Castañeda, Concepción, de Cholula, expositora en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 174.  Castañeda, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de pie� zas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 175.  Castillo, José María del, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio� nes) en París, 1900. 176.  Castrejón, Mario, de Chiautla, expositor de productos fores� tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 177.  Castrejón, Mario, de Xolalpan, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 178.  Centurión, J. Mariano (profesor de la Escuela de Artes y Oficios del Estado y de El Colegio del Estado), de la ciudad de Puebla, expositor de alto–relieves en madera en el grupo I (Obras de arte), de maniquís y esculturas de madera en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; organizador en el grupo VIII (Horticultura y arboricultu� ra) de la muestra poblana y expositor de pinturas al oleo en el grupo II (Obras de arte); de una acuarela representando frutas en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura), medalla de bronce en París, 1900. 179.  Centurión, Manuel, del distrito de Tecali, expositor de joyería en diversos metales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.

364

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

180.  Cercado, José María, del distrito de Puebla, expositor de som� breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 181.  Cerón, Marcelino, del distrito de Puebla, expositor de materia� les y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 182.  Cervantes, Lucía, de la ciudad de Puebla, expositor de borda� dos en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 183.  Cervantes, Miguel B., de Chiapa, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de oro en París, 1900. 184.  Chaix, Eduardo y Cía., expositores de lencería en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 185.  Charles, Mariano, expositor de muebles de uso común en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 186.  Charles, Teresa, del distrito de Puebla, expositora de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 187.  Chilaca, Mauro, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 188.  Cisneros, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de mate� riales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 189.  Cisneros, Román, expositor de abrigos y rebozos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 190.  Coeto, Vicente, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 191.  Colegio de Providencia, de la ciudad de Puebla, expositor de bor� dados en oro en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 192.  Colegio del Estado, El, expositor de planos, reglamentos y fo� tografías del establecimiento, de observaciones meteorológicas y noticias sobre el clima de Puebla en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889; expositor de arcillas, minerales y piedras de construcción en el gru� po XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 193.  Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de colecciones de observaciones meteorológicas en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 194.  Colegio Pío de Artes y Oficios, de la ciudad de Puebla, expo� sitor de trabajos de impresión en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900.

anexo

365

195.  Colegio Teresiano, de la ciudad de Puebla, expositor de bor� dados en el departamento de Manufacturas, 2 premios en Chicago, 1893. 196.  Colina, Rafael B. de la., de la ciudad de Puebla, expositor de poesías en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 197.  Colombres, Luis y Hnos., de Rancho Colorado de la ciudad de Puebla, expositores de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 198.  Colombres, Luis y Hnos., del Molino de Hueyotlipan, exposi� tores de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 199.  Conde, Manuel M., de la fábrica La Economía en el distrito de Puebla, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 200.  Contreras Rubín, Luis, de Chiautzingo, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata; de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 201.  Cora, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce� dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 202.  Cornish, Carlos, de Cuetzalan, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 203.  Corona, Alejo, del distrito de Tecali, expositor de rocas labra� das en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 204.  Cortés, Domingo, de Chiautla, expositor de productos fores� tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 205.  Cortés, Tranquilino, de Atzala, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 206.  Cortéz, Vicente, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 207.  Corzas, Silviano, de Quecholac, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 208.  Couttolenc, Antonio, de Chalchicomula, expositor de harinas en el grupo X (Alimentos), medalla de bronce en París, 1900. 209.  Couttolenc, Octaviano, de Aljojuca, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900. 210.  Crespo, Joaquín, del distrito de Puebla, expositor de coleccio� nes de madera en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas), medalla de bronce en París, 1900.

366

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

211.  Crespo, Quirino, de Acatlán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 212.  Cruz, Agapito, de Ixtacamastitlán, expositor de kaolín en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 213.  Cruz, Carlos, de Tlaxla, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 214.  Cruz, Ignacio, de Huaquechula, expositor de fotografías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las cien� cias y las artes), en París, 1900. 215.  Cruz, José G., del municipio de Pahuatlán, expositor de café en el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893. 216.  Cruz, Manuel, de Zacatlán, expositor de maderas y piedras de cantera el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 217.  Cuartas, Ricarda, del distrito de Puebla, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 218.  Cueto, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de cristales grabados en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 219.  Dávalos, Nieves, de Tlahuapan, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 220.  Dávila, Daniel, de la ciudad de Puebla, organizador en el gru� po I (Obras de arte) de la muestra poblana en París, 1889; organizador de los grupos XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita� ciones) y XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) de la muestra poblana en París, 1900. 221.  Déjan, Esteban, expositor de flores de cristal en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 222.  Díaz Barriga, Plácido (hijo), de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita� ciones) en París, 1900. 223.  Díaz Barriga, Plácido, de la ciudad de Puebla, expositor de cal en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transporte) en París, 1900. 224.  Díaz Bustos, Antonio, de la hacienda de Temextla, expositor de tejas en el departamento de Manufacturas, Premio en Chicago, 1893. 225.  Díaz Ceballos, Alberto, del distrito de Tehuacán, expositor de harinas en el grupo X (Alimentos) y de colecciones de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900.

anexo

367

226.  Díaz Ceballos, Rafael, del distrito de Tehuacán, expositor de máquinas herramientas en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 227.  Díaz Rivera, José, de Panzacola, expositor de molinos de maíz en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 228.  Díaz, Félix, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce� sorios) en París, 1889. 229.  Díaz, Luis, de Tlahuapan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 230.  Díaz, Neftalí M., de Tehuacán, expositor del periódico La Reforma en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 231.  Díaz, Pablo, del Tlahuapan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 232.  Díaz, Rafael, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac� cesorios) en París, 1889. 233.  Dimarías, Agustín, de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 234.  Domenech, José, de Tehuacán, expositor de piezas decorativas y recubrimientos de ónix en el grupo III (Muebles y accesorios), de már� moles en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu� facturados) en París, 1889. 235.  Domínguez Toledano, Miguel, del distrito de Puebla, exposi� tor de mármoles en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 236.  Domínguez, Manuel, organizador de los grupos I (Educación y enseñanza), II (Obras de arte) y III (Instrumentos y procedimientos ge� nerales de las letras, las ciencias y las artes) de la muestra poblana en París, 1900. 237.  Doremberg (señora), de la ciudad de Puebla, expositora de chagrín de grano en el grupo III, medalla de bronce en la Exposición Na� cional de México, 1875. 238.  Doremberg, José, de la ciudad de Puebla, expositor de orna� mentos antiguos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 239.  Doremberg, Pedro, del distrito de Puebla, expositor de calza� dos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 240.  Duran, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de sombre�

368

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 241.  Enríquez, Félix, de Nopalucan, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 242.  Escalante y Llaguno, de Tlahuapan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 243.  Escuela de Artes y Oficios del Estado de Puebla, de la ciudad de Puebla, expositor de fotografías de las escuela en el grupo II (Edu� cación y enseñanza) y en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889; expositor de muestras de trabajos escolares en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893; expositor de encuadernaciones, muestras de tipografía y mobiliario escolar en el grupo I (Educación y en� señanza), medalla de bronce; y en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 244.  Escuela de Medicina y Farmacia del Estado de Puebla, exposi� tora de plan de estudios, reglamentos, ocho tesis y siete fotografías en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 245.  Escuelas Salesianas de Artes y Oficios, de la ciudad de Puebla, expositoras de trabajos de impresión en el grupo I (Educación y enseñan� za) en París, 1900. 246.  Espíndola, J. M., del distrito de Puebla, expositor de sombre� ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 247.  Espino Barros, Martín, de la ciudad de Puebla, expositor de colecciones de timbres en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 248.  Espinoza Bravo, Ernesto (doctor), de la ciudad de Puebla, ex� positor de plantas de uso industrial en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 249.  Espinoza, Jesús, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 250.  Estévez, Dolores, expositor de trabajos de jarcia en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 251.  Fabre, Manuel, del distrito de Puebla, expositor de sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 252.  Fábrica Arrecogidas, del distrito de Puebla, expositora de gé� neros de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 253.  Fábrica de Coayuca, expositora en el grupo III (Muebles y ac� cesorios) en París, 1889.

anexo

369

254.  Fábrica de Conde, de la ciudad de Puebla, expositora de man� tas en el grupo II, mención honorífica en la Exposición Nacional de Mé� xico, 1875. 255.  Fábrica El Alto, del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 256.  Fábrica El Cristo, del distrito de Puebla, expositora de géneros de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 257.  Fábrica El Obraje, del distrito de Puebla, expositora de géneros de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 258.  Fábrica El Pópulo, del distrito de Puebla, expositora de géne� ros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce� sorios) en París, 1889. 259.  Fábrica La Cholulteca, expositora de géneros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 260.  Fabrica La Noria, del distrito de Puebla, expositora de géneros de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 261.  Fenochio, Alfredo (profesor de la Escuela de Artes y Oficios del Estado y de El Colegio del Estado), organizador en el grupo V (Elec� tricidad) de la muestra poblana en París, 1900. 262.  Fernández, Agustín M., de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 263.  Fernández, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 264.  Fernández, Francisco, del estado de Puebla, expositor de pie� zas para la construcción de carros y una barrica para harina en el grupo IV, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875. 265.  Fernández, I., del Molino de Guadalupe, expositor de harinas en el grupo II, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875. 266.  Fernández, Pedro, de Zacatlán, expositor en el grupo XIII (Hi� lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 267.  Ferrari y Pérez, Fernando, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramien� tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 268.  Finca de Allapaleca del distrito de Zaragoza, expositor de tie� rras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus� trias mecánicas), muestras de cereales en el grupo VII (Productos alimen� ticios) en París, 1889.

370

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

269.  Finca de Techachalco del distrito de Zaragoza, expositor de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las in� dustrias mecánicas), muestras de cereales en el grupo VII (Productos ali� menticios) en París, 1889. 270.  Flores, Antonio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 271.  Flores, Ignacio Macario, de Tzicatlacoyan, expositor de pro� ductos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 272.  Flores, Luis, de Tlacuilotepec, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 273.  Flores, Manuel M., de la ciudad de Puebla, organizador de la muestra poblana y expositor de poesías en el grupo II (Educación y ense� ñanza) en París, 1889. 274.  Flores, Piedad, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 275.  Flores, Samuel J., de Tecamachalco, expositor de venenos en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 276.  Fontecilla, Agapito, del distrito de Teziutlán, expositor de teji� dos de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), de plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bru� to y manufacturados), de maderas de construcción en el grupo VI (Herra� mientas y procedimientos de las industrias mecánicas) y de vainilla en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 277.  Franco, Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), en París, 1900. 278.  Furlong, Rosalía P. de, de la fábrica de San Juan de Enmedio, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 279.  Galicia, Casimiro, de Acatzingo, expositor de licores en el gru� po VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de vinos y lico� res en el grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900. 280.  Galicia, Concepción, del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 281.  Galindo, José A., de Villa de Juárez, Huachinango, expositor de plantas medicinales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 282.  Galindo, Miguel, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.

anexo

371

283.  Galindo, Trinidad, de la ciudad de Puebla, expositor de jugue� tes y figuras de trapo en el departamento de Manufacturas, dos premios en Chicago, 1893. 284.  Gamboa, Franco y Cía., de la ciudad de Puebla, expositores en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio� nes) en París, 1900. 285.  Gamboa, Ramón, de San Salvador El Verde, expositor de le� gumbres en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900. 286.  García, Pedro, de Nauzontla, expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 287.  García Teruel, Luis, expositor de ónix mexicano en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 288.  García Teruel, Manuel, de la fábrica La Carolina, distrito de Atlixco, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la Ex� posición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, ves� tidos y accesorios) en París, 1889. 289.  García, Abraham (profesor de la Escuela de Artes y Oficios del Estado y de El Colegio de Estado), organizador en el grupo XI (Minas y metalurgia) de la muestra poblana en París, 1900. 290.  García, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de aparatos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 291.  García, Baudelio, de Xicotepec de Juárez, expositor de vinos en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 292.  García, Benito, expositor de rebozos y tejidos de seda en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 293.  García, Catarino, de Zacatlán, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 294.  García, Eduardo, de la ciudad de Puebla, expositor de materia� les y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 295.  García, Emilio, expositor de lencería en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 296.  García, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 297.  García, Francisco, del distrito de Atlixco, expositor de azúca� res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.

372

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

298.  García, J. M., expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 299.  García, José Ramón, de Tlahuapan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 300.  García, Miguel, de Los Reyes, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 301.  Garcilazo, Luisa, de la ciudad de Puebla, expositora de ma� nualidades en madera en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 302.  Garnica, J. de J., del distrito de Puebla, expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 303.  Gauna, Rosaliano, de Apapantilla del distrito de Huauchinan� go, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 304.  Gaviota, Juan, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 305.  Gavito, Ángel, de Acatlán, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 306.  Gavito, Florencio, de la fábrica Santa Cruz en la ciudad de Puebla, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la Ex� posición Nacional de México, 1875; expositor de tejidos de punto y ropa en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 307.  Gavito, Leopoldo, organizador en el grupo IV (Tejidos, vesti� dos y accesorios) de la muestra poblana en París, 1889. 308.  Gobierno del estado de Puebla, expositor de velas estéricas en el grupo III, medalla de oro en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de 32 especies de maderas en el departamento de Agricultura, diploma en Filadelfia, 1876; expositor, mención honorífica en Horticultu� ra; primer premio, segundo premio y 5 menciones honoríficas en Produc� tos naturales y manufacturados, minerales y maderas; segundo premio en Géneros tejidos, ropa y accesorios; segundo premio en Muebles y sus accesorios; segundo premio en Productos alimenticios, en Nueva Or� leans, 1884–1885; expositor de informes, fotografías, muestras de escritu� ra y trabajos escolares de 21 escuelas municipales, códigos, estadísticas y reglamentos estatales en el grupo II (Educación y enseñanza); de objetos de terracota y palma en el grupo III (Muebles y accesorios), en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados), de planos arquitectónicos de ins�

anexo

373

tituciones de asistencia social en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de industrias mecánicas); en el grupo VII (Productos alimenti� cios) en París, 1889; expositor, nueve premios en Agricultura, un premio en Viticultura, cinco premios en Minas, ocho premios en Manufacturas, tres premios en Artes liberales, un premio en Etnología en Chicago, 1893; expositor de colección de animales disecados en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata; de un álbum de instalaciones eléctricas de aparatos eléctricos en el grupo V (Electricidad), de colecciones de frutas de cera en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura), medalla de oro; de colecciones de madera en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas), medalla de bronce en París, 1900. 309.  Gómez Conde, Quintín, del distrito de Puebla, expositor de harinas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 310.  Gómez, Andrés, expositor de muebles de uso común en el gru� po III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 311.  Gómez, Gabina, de la ciudad de Puebla, expositora de toallas bordadas en el departamento de Manufactura, premio en Chicago, 1893. 312.  Gómez, Manuel, de Xolalpan del distrito de Chiautla, expo� sitor de productos forestales y plantas medicinales en el grupo IX (Bos� ques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 313.  Gómez, Nicolás M., del distrito de Puebla, expositor de cueros curtidos, primer premio, medalla de plata en Buenos Aires, 1880; exposi� tor de pieles de cabritilla en el grupo III (Productos naturales y manufac� turados, minerales y maderas), primer premio; de juguetes en miniatura en el grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios), mención honorífica en Nueva Orleans, 1884–1885; expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 314.  Gómez, Sofía, de la ciudad de Puebla, expositora de traje de china poblana en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 315.  González Orduña, Pedro, de Huachinango, expositor en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 316.  González, Alberto G., de Xicotepec, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 317.  González, Andrés, de la ciudad de Puebla, expositor de má� quinas para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 318.  González, Antonio de, del distrito de Puebla, expositor de

374

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 319.  González, Braulio, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 320.  González, Daniel (abogado), del distrito de Tehuacán, exposi� tor de miel en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expo� sitor de muestras de maíz en el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893; expositor de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública), medalla de bronce en París, 1900. 321.  González, Diego, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 322.  González, Félix, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 323.  González, Gilberto, de Villa de Juárez, Huachinango, exposi� tor de plantas medicinales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y peque� ñas cosechas) en París, 1900. 324.  González, Jesús, de Metlaltoyuca, Huachinango, expositor de gomas y resinas en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cose� chas) en París, 1900. 325.  González, Vicente, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi� lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 326.  González, Víctor, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 327.  Guarneros, J., del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 328.  Guerra, Ambrosio, del distrito de Tlatlauqui, expositor de plantas de uso industrial en el grupo XV (Industrias diversas), medalla de bronce en París, 1900. 329.  Guerrero Cordero, Ignacio, del distrito de Tlatlauqui, exposi� tor de vinos en el departamento de Viticultura, premio en Chicago, 1893; expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata; de vinos generosos en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 330.  Guerrero y Berriel (señor), expositor de ladrillos para cons� trucción en el grupo VII, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de materiales de construcción en el grupo VI (He� rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 331.  Guerrero, Agustín, del distrito de Puebla, expositor de pelucas y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 332.  Guerrero, Arcadia, del distrito de Tlatlauqui, expositor en el

anexo

375

grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 333.  Guerrero, Félix, de Tecali, expositor de joyería en diversos me� tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 334.  Guerrero, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de un calefactor económico en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 335.  Guerrero, Ignacio, de Chietla, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 336.  Guerrero, Jesús, de Tecali, expositor de joyería en diversos me� tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 337.  Guerrero, María, de la ciudad de Puebla, expositora de un cua� dro bordado imitación litografía en el grupo XIII (Hilados, tejidos y ves� timentas), medalla de plata en París, 1900. 338.  Guevara, Ignacio, del distrito de Puebla, expositor de sombre� ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 339.  Guevara, J. de J., expositor de muebles de uso común en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 340.  Guevara, Rosario, del distrito de Puebla, expositor de sombre� ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 341.  Gutiérrez, Celso, de Pahuatlán, expositor de muestras de maíz y frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 342.  Gutiérrez, Felipe, de la ciudad de Puebla, expositor de un re� trato en el grupo VIII, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875. 343.  Gutiérrez, Jesús, Pahuatlán, expositor de muestras de maíz y frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 344.  Gutiérrez, José Julián y Cía., de la Compañía Explotadora, ex� positores de calizas estilaticias de suprema calidad en el grupo V, meda� lla de oro en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de colec� ción de mármoles en el departamento de Minería y Metalurgia, diploma y medalla en Filadelfia, 1876. 345.  Gutiérrez, Manuel, del distrito de Tehuacán, expositor de muestras minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 346.  Gutiérrez, Santiago, expositor en el grupo III (Muebles y acce� sorios) en París, 1889. 347.  Hacienda de Chautla y Nacatepec, expositora de trigos en el grupo I, segundo premio en la Exposición Nacional de México, 1875.

376

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

348.  Hacienda de Jalapasco, de la municipalidad de Tepeyahual� co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 349.  Hacienda de Pizarro, de la municipalidad de Tepeyahualco, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 350.  Hacienda de Raboso, del distrito de Izúcar de Matamoros, ex� positora de azúcar y caña de azúcar en el departamento de Agricultura, dos premios en Chicago, 1893. 351.  Hacienda de San Roque, de la municipalidad de Tepeyahual� co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 352.  Hacienda de Santa Catarina del distrito de Atlixco, expositora de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 353.  Hacienda de Tezontepec de la municipalidad de Tepeyahual� co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 354.  Hacienda de Tlascalpam, expositora de plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 355.  Hernández, Agustín, del distrito de Puebla, expositor de som� breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 356.  Hernández, Carlos, del distrito de Puebla, expositor de som� breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 357.  Hernández, Eduardo, del distrito de Puebla, expositor de ma� teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien� tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 358.  Hernández, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de mate� riales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 359.  Hernández, Maclovio, de Jalpan, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 360.  Herrada, Gregorio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi� lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 361.  Hidalga, Agustín, de Tilapa, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 362.  Hierro, Soledad, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV

anexo

377

(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 363.  Hinojosa, Tomás, del estado de Puebla, expositor de aceites en el grupo III (Productos naturales y manufacturados, minerales y made� ras), mención honorífica en Nueva Orleans en 1884–1885. 364.  Hospicio de Pobres del Estado de Puebla, expositor de traba� jos de orfebrería en el grupo IX, medalla de plata en la Exposición Nacio� nal de México, 1875; expositor de tabacos labrados en el departamento de Agricultura, diploma en Filadelfia, 1876; expositor en el grupo IV (Teji� dos, vestidos y accesorios), de planos, fotografía y una memoria grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 365.  Huerta, José María, del distrito de Atlixco, expositor de azúca� res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 366.  Huerta, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de acuarelas en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 367.  Huerta, Rafael, de la ciudad de Puebla, expositor de molduras y marcos en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 368.  Huesca, Jesús, expositor de muebles de uso común en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 369.  Ibáñez, Enrique, organizador en el grupo V (Industrias extrac� tivas, productos en bruto y manufacturados) de la muestra poblana en París, 1889. 370.  Ibáñez, J. y Lamarque T., (Asociados), de la ciudad de Puebla, expositores de preparaciones farmacéuticas en el grupo V (Industrias ex� tractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositor de bálsamos y preparaciones químicas en el departamento de Manufac� turas, premio en Chicago, 1893. 371.  Ibáñez, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de especia� lidades farmacéuticas en el grupo XIV (Industria química), medalla de bronce en París, 1900. 372.  Ibarra, Joaquín, de Chiautla, expositor de productos lácteos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 373.  Ibarra, José María, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 374.  Illescas, F., expositor de muestras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de panes de azúcar en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 375.  Inchaurregui, Arturo, de la ciudad de Puebla, expositor de

378

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

pinturas al óleo en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 376.  Indígenas del estado de Puebla, expositores de géneros de lana tejidos a mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 377.  Infante, Rafael, expositor de un aparato de petróleo en el gru� po III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 378.  Isla, Carmen, de la ciudad de Puebla, expositora de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica en París, 1900. 379.  Isunza, Rafael, de la ciudad de Puebla, expositor de informes sobre la instrucción pública estatal en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893. 380.  Isunza, Teresa G. de., del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 381.  Jamet, J., de la ciudad de Puebla, expositora de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 382.  Jaramillo, Anastasio, de la ciudad de Puebla, expositor de cal� zados de piel y cuero en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositor de pieles curtidas del país en el grupo XIV (Industria química), medalla de oro en París, 1900. 383.  Jaramillo, Margarita, de la ciudad de Puebla, expositora en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 384.  Jaramillo, Margarito, de Cholula, expositor de servilletas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de toallas en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 385.  Jarillo, Emiliano, de Pahuatlán, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 386.  Jiménez Salazar, Manuel, del distrito de Tehuacán, expositor de materiales de construcción, mármoles y maderas en el grupo VI (He� rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 387.  Jiménez, Apolinar, de Chiautzingo, expositor de plantas medi� cinales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 388.  Jiménez, José María, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 389.  Jiménez, Zacarías, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi� lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 390.  Juárez, Jerónima, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.

anexo

379

391.  Juárez, Jesús, de Tlahuapan, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 392.  Juárez, Juan J., del distrito de Puebla, expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), de accesorios para carruajes en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de indus� trias mecánicas) en París, 1889. 393.  Junta Auxiliar de Progreso, expositor de carbón de piedra y muestras minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 394.  Junta Local para la Exposición, de la ciudad de Puebla, exposi� tor de legislación y obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de bronce; de colecciones de acuarelas y esculturas y proyectos de edificios públicos en el grupo II (Obras de arte), mención honorífica; de carros y dos sillas de montar en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transporte), medalla de oro; de colección de árboles frutales y horta� lizas en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura), medalla de oro; de objetos de caza en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cose� chas), en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones), en el grupo XIV (Industria química), de objetos de palma en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorífica en París, 1900. 395.  Lara, Francisco, expositor de muebles de uso común en el gru� po III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 396.  Lara, José María, de la ciudad de Puebla, expositor de vestimen� tas bordadas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 397.  Lara, José, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hom� bre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 398.  Lascar, Aurelio, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 399.  Láscari, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor de esculturas en el grupo II (Obras de arte) y en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 400.  Latisnère, E., de la ciudad de Puebla, expositor de bebidas ga� seosas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 401.  Lavara, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru� po XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 402.  Lavara, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900.

380

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

403.  Lechuga, Anselmo, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 404.  Lechuga, Bruno, de Pahuatlán, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 405.  León Serrano, Lino, de Chiautla, expositor de productos fores� tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 406.  León, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de máquinas para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 407.  León, Nicolás, expositor de carabinas estilo Remington en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 408.  Letona, Santos L. de, (fábrica), del distrito de Puebla, exposito� ra de géneros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vesti� dos y accesorios) en París, 1889. 409.  Lezama, Refugio, de Acatlán, expositor de panela en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 410.  Licona, Antonio, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 411.  Linares, Severo, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 412.  Lions, Hnos., de la fábrica El León, del distrito Atlixco, expo� sitores de planos y fotografías en el grupo II (Obras de arte), de proyecto de aprovechamiento de las aguas del río San Baltasar en el grupo IV (Ma� teriales y procedimientos generales de la mecánica) en París, 1900. 413.  Llacuri, Hnos., de la ciudad de Puebla, expositores de colchas y sarapes en el grupo IV ((Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 414.  Llaguno, Vicente, del distrito de Teziutlán, expositor de taba� cos labrados en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 415.  Lobato, Emilio G., de la ciudad de Puebla, expositor de retra� tos fotográficos en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 416.  López Vaal, Emilio (ingeniero), de la ciudad de Puebla, expo� sitor de proyectos de reconstrucción del Hospicio en el grupo II (Obras de arte), de sistema de andamios para construcción en el grupo VI (Ingenie� ría civil. Medios de transporte), mención honorífica en París, 1900. 417.  López, Clemente, de la ciudad de Puebla, expositor de borda� dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas

anexo

381

sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 418.  López, Esteban, de la ciudad de Puebla, expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de indus� trias mecánicas) en París, 1889. 419.  Lozada, Luis del C., expositor de portarretratos en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 420.  Lozano, Francisco, organizador de los grupos VII (Agricultu� ra) y X (Alimentos) de la muestra poblana en París, 1900. 421.  Lozano, Lucio, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 422.  Lozano, Tomás, del distrito de Atlixco, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 423.  Luna, Crescenciano, de Pahuatlán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 424.  Luna, Nicolás, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 425.  Macedo, Dolores J., de la ciudad de Puebla, expositor de bron� ces artísticos en el grupo III (Muebles y accesorios), de aparatos de mecá� nica general y piezas sueltas para caminos de fierro en el grupo VI (He� rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 426.  Machorro, Aurelio, de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 427.  Macotela, Benjamín, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio� nes), en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) y de perfumes en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 428.  Madrid y Cabrera, del distrito de Atlixco, expositor de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 429.  Maillefert, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de mate� riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 430.  Maldonado, Ángel, de la ciudad de Puebla, expositor de foto� grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900. 431.  Manuel y Gisclard, Sucesores, del distrito de Puebla, exposi�

382

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tores de sombreros en el grupo V (Géneros tejidos, ropa y accesorios), primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885; expositor de sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 432.  Manzano, Hilario, del distrito de Puebla, expositor de calza� dos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 433.  Manzano, Mariano, expositor de abrigos y rebozos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 434.  Marín, Espiridión, expositor de accesorios para viaje en el gru� po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 435.  Marín, Juana, de la ciudad de Puebla, expositor de ajuar para niño en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 436.  Marín, Rafael, de Tepeji, expositor de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 437.  Márquez, Esteban, de Chignahuapan, expositor de aguas mi� nerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 438.  Márquez, Miguel, de Cuaxtla, expositor de productos foresta� les en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 439.  Marrón, Ciríaco, de la fábrica El Valor de la ciudad de Puebla, expositor de tejidos, marronesas y mantas en el grupo II, medalla de oro en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de manta trigueña en el grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios), segundo premio en Nueva Orleans, 1884–1885. 440.  Martínez Andrade, Miguel, de Nopalucan, expositor de pro� ductos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 441.  Martínez Baca, Francisco (doctor), de la ciudad de Puebla, ex� positor de estudios de antropología criminal en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893; expositor de obras científicas en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 442.  Martínez Romano, Juan, de Acatlán; expositor de esencias en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 443.  Martínez, Andrés, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi� lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 444.  Martínez, Cirilo, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 445.  Martínez, Francisco, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.

anexo

383

446.  Martínez, Herlinda, de la ciudad de Puebla, expositor de cha� leco y chaqueta de gamuza en el departamento de Manufacturas, dos premios en Chicago, 1893. 447.  Martínez, José Diego, de Nopalucan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 448.  Martínez, Mucio (general y gobernador del Estado de Puebla), expositor de cueros y pieles curtidas en el departamento de Manufactu� ras, Premio en Chicago, 1893. 449.  Martínez, Pedro, de Zacatlán, expositor de vinos y licores en el grupo X (Alimentos), mención honorífica en París, 1900. 450.  Martínez, Silverio, de Acatlán, expositor de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 451.  Martínez, Soledad, de la ciudad de Puebla, expositora de bor� dados en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 452.  Martínez, Soledad, del distrito de Tecali, expositora de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 453.  Massien, Leontina, del distrito de Puebla, expositora de labo� res de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 454.  Mateos, Luis, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 455.  Matienzo, Juan, de la fábrica La Beneficencia, del distrito de Cholula, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 456.  Maurer, Emilio, del distrito de Atlixco, expositor de harinas en el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de harinas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 457.  Maurer, Serafín, del distrito de Atlixco, expositor de miel y harina en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 458.  Mayet Castillo, Leopoldo, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 459.  Medina, J. M. C., expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 460.  Mellado, Ignacio, de la ciudad de Puebla, expositor de fustes para sillas de montar en el departamento de Transportes, premio en Chi� cago, 1893. 461.  Mena, Emilio y Hnos., del distrito de Puebla, expositores de

384

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 462.  Mena, Juana, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV (Te� jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 463.  Méndez, Florentino, expositor de abrigos y rebozos en el gru� po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 464.  Méndez, Miguel R., de Tetela de Ocampo, expositor de sedas crudas y tejidas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 465.  Mendoza, Celso y Cía., de Jalpan, expositores de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 466.  Mendoza, Everardo G., de la ciudad de Puebla, expositor de grabados en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 467.  Mendoza, Margarita, expositora en el grupo IV (Tejidos, vesti� dos y accesorios) en París, 1889. 468.  Mercadanti, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de alambiques en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus� trias mecánicas) en París, 1889. 469.  Mercadanti, R., de la ciudad de Puebla, expositor de alambi� ques en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 470.  Mercado, Trinidad, de la ciudad de Puebla, expositor de fus� tes para silla de montar en el departamento de Transportes, premio en Chicago, 1893. 471.  Merino, Jesús, de Piaxtla del distrito de Acatlán, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas co� sechas) en París, 1900. 472.  Meza, José de Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio� nes) en París, 1900. 473.  Mier, Sebastián B. de, presidente de la Comisión Mexicana para la Exposición en París, 1900, de sus propiedades en el distrito de A tlixco, expositor de los planos de derivación del río Atoyac y de produc� tos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de sus propiedades en Izúcar de Matamoros expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 474.  Miera, Joaquín S., de la ciudad de Puebla, expositor de foto� grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.

anexo

385

475.  Mina La Amistad del distrito de Zaragoza, expositor de foto� grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 476.  Mina La Ventura, del distrito de Zaragoza, expositora de foto� grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 477.  Mina Los Tajos, del distrito de Zaragoza, expositora de foto� grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 478.  Mina San Patricio, del distrito de Zaragoza, expositora de fo� tografías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 479.  Ministerio de Fomento y distrito de Tecali, expositor de ónix y mármol, gran premio, medalla de oro en Buenos Aires, 1880. 480.  Ministerio de Fomento y gobierno del estado de Puebla, expo� sitor, primer premio, medalla de plata en Buenos Aires, 1880. 481.  Ministerio de Fomento y Municipalidad de Coayuca, exposi� tor, mención honorífica en Buenos Aires, 1880. 482.  Miranda, Ramón. Organizador en el grupo VII (Productos ali� menticios) la muestra poblana en París, 1889. 483.  Miranda, Soledad, de la ciudad de Puebla, expositora de pa� ños de altar con bordado antiguo en el departamento de Manufacturas, Premio en Chicago, 1893. 484.  Mirus, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 485.  Mont, Enrique, de Tehuacán, expositor de vistas fotográficas de El Riego y de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Hi� giene y asistencia pública) en París, 1900. 486.  Montalvo, Luciano, de San Pablo Zoquitlán del distrito de Te� huacán, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 487.  Montaño, Paz (profesora), de la ciudad de Puebla, expositora de obras pedagógicas en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.

386

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

488.  Montaño, Sixto, de Tlahuapan, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 489.  Montiel, Adolfo, de la ciudad de Puebla, expositor de jabones y glicerinas en el grupo III (Productos naturales y manufacturados, mine� rales y maderas) en Nueva Orleans, 1884. 490.  Montoya, Micaela B. de, del distrito de Teziutlán, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 491.  Monzón, Tomás, de El Verde del distrito de Huejotzingo, ex� positor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 492.  Mora, José, de Tecali, expositor de joyería en diversos metales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 493.  Morales Pereira, Samuel (doctor), de la ciudad de Puebla, ex� positor dos obras sobre higiene y beneficencias pública en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 494.  Morales, Dolores, del distrito de Puebla, expositora en el gru� po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 495.  Morales, Francisca, del distrito de Zacatlán, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 496.  Morales, Ignacio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila� dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 497.  Morales, Juan, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 498.  Morales, Pablo, de la ciudad de Puebla, expositor de aparatos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 499.  Morales, Salvador, de la ciudad de Puebla, expositor de mo� delos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 500.  Morali y Cía., de la ciudad de Puebla, expositores de cactáceas y flores en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900. 501.  Moreno, Alberto C., de la ciudad de Puebla, expositor de pre� paraciones microscópicas en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893. 502.  Moreno, Edmigio, de Tehuacán, expositor de muestras de mármol en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900. 503.  Moreno, Eduardo, organizador de los grupos XIV (Industria

anexo

387

química) y XV (Industrias diversas) de la muestra poblana en París, 1900. 504.  Moreno, R. (señor), de Amozoc, expositor de estribos en el grupo de Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas, en París, 1855. 505.  Mota, Gabriel, expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 506.  Muñoz, José María, de Ahuazotepec, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 507.  Muñoz, Josefa, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 508.  Muñoz, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de escultu� ras en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 509.  Narváez, Antonio P., de la ciudad de Puebla, expositor de ma� quinaria agrícola en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 510.  Narváez, Darío, del distrito de Puebla, expositor de sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 511.  Nava, Refugio, de la ciudad de Puebla, expositora de borda� dos en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica en París, 1900. 512.  Nieto, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de pasama� nerías en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 513.  Niño de Rivera, Adalberto, de Tecamachalco, expositor de confituras en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 514.  O'Farril y Guerrero, Gustavo, de la ciudad de Puebla, exposi� tor de especialidades farmacéuticas y soluciones inyectables en el grupo XIV (Industria química), mención honorífica en París, 1900. 515.  Obregón, José, de la ciudad de Puebla, expositor de un retrato en el grupo VIII, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875. 516.  Ochoa, J. M., expositor de abrigos y rebozos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 517.  Ochoa, José, de Tecali, expositor de joyería en diversos metales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 518.  Ochoa, Rafael, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 519.  Olimán, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de mues� tras de ónix y objetos labrados en el grupo III (Productos naturales y ma� nufacturados, minerales y maderas), segundo premio en Nueva Orleans,

388

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

1884–1885; expositor de piezas decorativas de ónix en el grupo III (Mue� bles y accesorios), de frutas y figuras de ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de muestras y trabajos de ónix y mármol en el departamento de Minas, un premio, de objetos de ónix para escritorio y figuras relieves en el departamento de Manufactu� ras, dos premios en Chicago, 1893; expositor de objetos de mármol y ónix en el grupo II (Obras de arte), de colecciones de ónix en placas y bloques en el grupo XI (Minas y Metalurgia), medalla de plata en París, 1900. 520.  Olivares, Luz, del distrito de Puebla, expositora de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 521.  Olvera, Juan, de Zacatlán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de colecciones de madera para construcción y ebanistería en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas), medalla de bronce en París, 1900. 522.  Ontiveros, José de la Luz, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en el grupo IV en París, 1889. 523.  Orozco, Enrique, organizador de los grupos IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) y XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) de la muestra poblana en París, 1900. 524.  Ortega, Antonio, de Acajete, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 525.  Ortega, Paula Luz, de la ciudad de Puebla, expositora de mate� riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 526.  Ortigoza, Cayetano, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 527.  Ortiz y Borbolla Hnos., de la fábrica La Teja, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 528.  Ortiz, Esteban, de Pahuatlán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 529.  Ortiz, Ignacio, expositor de materiales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 530.  Ortiz, José, expositor de materiales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 531.  Ortiz, Narciso, de Tlacuilotepec, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.

anexo

389

532.  Osino, Guadalupe, del distrito de Zacatlán, expositor de labo� res de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 533.  Osorio, Lorenzo F., de la ciudad de Puebla, expositor de colec� ciones de pieles en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositor de pieles curtidas del país en el grupo XIV (Industria química), medalla de bronce en París, 1900. 534.  Osorio, Miguel, de Quecholac, expositor de harinas en el gru� po X (Alimentos) en París, 1900. 535.  Ovando, José María, de Chiautzingo, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 536.  Padilla, Cruz, de Tlahuapan, expositor de muestras de maíz en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 537.  Palacios Piñeiro y Fernández, Jesús, del distrito de Puebla, ex� positor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acceso� rios) en París, 1889. 538.  Palacios, Cristóbal, del distrito de Tehuacán, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 539.  Palacios, Julio, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombres en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 540.  Palacios, María de Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de jabones finos en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 541.  Palafox, Tomás, del distrito de Puebla, expositor de pelucas y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 542.  Palma y Campos, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de una gramática en lengua azteca, de un catecismo y una constitución política traducidas al náhuatl en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889; expositor de una gramática azteca en el departamento de Ar� tes liberales, premio en Chicago, 1893. 543.  Palma, Hilario, de Tlahuapan, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 544.  Palomar Gómez y Cía., expositores de máquinas en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 545.  Pasquel, Mariano, de la ciudad de Puebla, expositor de ornamen� tos antiguos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 546.  Pastor, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889.

390

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

547.  Pastrana, Luis G., de la ciudad de Puebla, expositor de alfilete� ros y macetas en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 548.  Pavón, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de planos y proyectos constructivos en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 549.  Pavón, Miguel, de la ciudad de Puebla, organizador de la muestra poblana y expositor de sarapes en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), de materiales y procedimientos arquitectónicos en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 550.  Paz y Puente, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 551.  Peláez, Pedro, de Jaltepec, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 552.  Peralta, Jesús, de Tepexi, expositor de objetos de cerda y ju� guetes de cuerda en el grupo XV (Industrias varias) en París, 1900. 553.  Peregrino, Pascual, de Tochtepec, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 554.  Pérez y Llaca, de Izúcar de Matamoros, expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos), medalla de bronce en París, 1900. 555.  Pérez, Amelia, del distrito de Puebla, expositor de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 556.  Pérez, Cirio, de la ciudad de Puebla, expositor de materiales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y pro� cedimientos de las industrias mecánicas) y de aceites en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 557.  Pérez, Crispín, de Atzala, expositor de semillas en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900. 558.  Pérez, José Dolores, del distrito de Zacatlán, expositor de obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900. 559.  Pérez, José M., expositor de bordados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 560.  Pérez, José María y Cía., del distrito de Puebla, expositores de calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 561.  Pérez, Manuel, de Hueyacatitla del distrito de Huejotzingo, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 562.  Pérez, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de pasama�

anexo

391

nerías y muestras de lanas y algodón en el grupo III (Muebles y acceso� rios) en París, 1889. 563.  Picazo, Francisco, de Tlaxla, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 564.  Pita, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de publicacio� nes periódicas El Boletín Municipal en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 565.  Polanco, Macedonio, expositor de lanzaderas para telar en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 566.  Ponce y Guevara, Sucesores de Daniel Blumenkrón, de la ciu� dad de Puebla, expositores de carros en el grupo VI (Ingeniería civil. Me� dios de transporte) en París, 1900. 567.  Ponce, Trinidad, de Tlacuilotepec del distrito de Huauchinan� go, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 568.  Pontón, José Mariano, de Chietla, expositor de productos agrí� colas y aceites medicinales en el grupo VII (Agricultura) y de café en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 569.  Pontón, José Mariano, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 570.  Popoca, Refugio, expositor de cereales en el grupo VII (Agri� cultura), mención honorífica en París, 1900. 571.  Pozo, Ignacio del, de la ciudad de Puebla, expositor de méto� dos de enseñanza en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 572.  Prado, Pedro, de Chiautzingo, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 573.  Presno, Marcelino G., de Tlahuapan, expositor de harinas en el grupo X (Alimentos), medalla de plata en París, 1900. 574.  Presos de la cárcel de Zacatlán, expositor de mantas tejidas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 575.  Presos de la cárcel del distrito de Zaragoza, expositor de som� breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 576.  Pueblo de San Buenaventura del estado de Puebla, expositor de muestras de mezcal en el grupo VII (Productos alimenticios), primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885. 577.  Quijano, Alejandro, de la fábrica San José Mayorazgo de la ciudad de Puebla, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica

392

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Te� jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 578.  Quintana, Alejo, expositor de flores de cristal en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 579.  Quintana, Santiago, de Xolalpan, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 580.  Quintero, Sebastián, del distrito de Puebla, expositor de pe� lucas y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 581.  Ramírez Valenzuela (señor), de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 582.  Ramírez, Cristóbal, de Ahuazotepec, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 583.  Ramos Martínez, Alfredo, de la ciudad de Puebla, expositor de acuarelas en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900. 584.  Ramos, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 585.  Ramos, Diego, del distrito de Teziutlán, expositor de coleccio� nes de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 586.  Ramos, Encarnación, de Los Reyes, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 587.  Rangel y Hernández (señores), expositores en el grupo IV (Te� jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 588.  Raposo, Fructuoso, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio� nes) en París, 1900. 589.  Rascón, Adelaida, del distrito de Tecali, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 590.  Ravelo, Yucundo, expositor de esculturas en madera en el gru� po II (Obras de arte) en París, 1900. 591.  Rebattu y Esmenjaud, del distrito de Puebla, expositor de sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 592.  Rebollo, Ismael, de Chiautla, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) y de esencias de lináloe en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.

anexo

393

593.  Ricarte, Francisco, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 594.  Río, Luz de, del distrito de Puebla, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 595.  Rivadeneyra, Gustavo, del distrito de Atlixco, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 596.  Rivas (señores), del distrito de Puebla, expositores de tejidos de seda en el grupo III, medalla de oro con mención honorífica en la Ex� posición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, ves� tidos y accesorios) en París, 1889. 597.  Rivero y Mendívil (señores), de la fábrica La Providencia del distrito de Cholula, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce� sorios) en París, 1889. 598.  Rivero, Antonio, de la fábrica San Diego, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 599.  Rivero, Ignacio, de la hacienda de Texmelucan, expositor mues� tras de cereales en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 600.  Roble, Carolina, del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 601.  Robles, Aurelio, de Los Reyes, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 602.  Robles, Enrique, de Los Reyes, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 603.  Robles, José María, de Los Reyes, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 604.  Robles, León, de Los Reyes, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 605.  Rodríguez (señoritas), del distrito de Teziutlán, expositoras en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 606.  Rodríguez, Joaquín M., del distrito de Teziutlán, expositor de obras pedagógicas en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 607.  Rodríguez, Valente, de Tochtepec, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 608.  Rojas, Buenaventura D., del distrito de Puebla, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios) y en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 609.  Rojas, Doroteo, expositor de tinajas de barro en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.

394

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

610.  Rojas, Enrique M., de la ciudad de Puebla, expositor en el gru� po XIV (Industria química) en París, 1900. 611.  Rojas, Rosa, del distrito de Tlatlauqui, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 612.  Román, Juan Bautista, de Tepexi, expositor de objetos de otate en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorífica en París, 1900. 613.  Romano, J. y Cía., de Acatlán, expositores de panela en el gru� po X (Alimentos) en París, 1900. 614.  Romero Andrade, Francisco, de Coyomeapan del distrito de Tehuacán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 615.  Romero, Andrea, del distrito de Puebla, expositora de jaleas en el departamento de Viticultura, premio en Chicago, 1893. 616.  Romero, Francisco, de Coyomeapan, expositor de vainilla en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 617.  Romero, Hilario, expositor en el grupo III (Muebles y acceso� rios) en París, 1889. 618.  Romero, Isidro, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), mención honorífica en París, 1900. 619.  Rosano, Jorge, expositor de muebles de uso común en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 620.  Rosas, Francisco, del distrito de Matamoros, expositor de rebozos en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 621.  Rosas, Santiago, expositor de piedras de Tecali en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 622.  Rosete, Agustín, del distrito de Huauchinango, expositor de publicaciones periódicas La Niebla en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 623.  Rosete, José M., de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 624.  Rueda, Enrique, de la ciudad de Puebla, expositor de sustan� cias inyectables en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 625.  Rueda, Florencio, de Cholula, expositor de cordoncillo y galo� nes en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.

anexo

395

626.  Rueda, Julio, de Cholula, expositor de cordoncillo y galones en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900. 627.  Rueda, Luis, expositor de máquinas para la fabricación de pastas alimenticias y chocolates en el grupo VI (Herramientas y procedi� mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 628.  Rueda, Manuel, de la fábrica La Alsacia, del distrito de Puebla, expositor de estampados de algodón en el grupo V (Géneros tejidos, ropa y accesorios), primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 629.  Rueda, Manuel, de la fábrica La Asunción, expositor de géne� ros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce� sorios) en París, 1889. 630.  Ruiz, Carlos, de Zacatlán, expositor de plantas medicinales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 631.  Ruiz, Domingo, expositor de armas en el grupo VI (Herra� mientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 632.  Ruiz, Donaciano, expositor de carabinas estilo Remington en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 633.  Ruiz, Feliciano, de Tecali, expositor de joyería en diversos me� tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 634.  Ruiz, J., de Tecali, expositor de joyería en diversos metales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 635.  Saavedra, Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de espuelas y freno en el departamento de Transportes, premio en Chicago, 1893. 636.  Salas, Miguel (doctor), de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XIV (Industria química) y de las aguas minerales del Paseo Nuevo, su estudio, uso y propiedades en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 637.  Salazar, Julio, de Chiautla, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 638.  Salazar, Manuel P., de la ciudad de Puebla, expositor de poe� sías en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 639.  Saldaña, Andrés, de la ciudad de Puebla, expositor de apara� tos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 640.  Saldaña, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de apara� tos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.

396

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

641.  Samaniego, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 642.  San Martín, Eduardo, de la ciudad de Puebla, expositor de ma� teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien� tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 643.  Sánchez de Lorenz, Matilde, de la ciudad de Puebla, exposi� tora de harinas y vistas fotográficas del Molino de San Francisco en el grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900. 644.  Sánchez Hnos., del distrito de Acatlán, expositores de produc� tos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 645.  Sánchez Ochoa, Gaspar, expositor de muestras de azufre en el grupo V, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875; ex� positor de muestras minerales extraídas del volcán Popocatépetl en el de� partamento de Minería y Metalurgia, diploma y medalla en Filadelfia, 1876. 646.  Sánchez Ruiz, Marcos y Hno., de la ciudad de Puebla, exposi� tores de objetos de caza en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 647.  Sánchez, Crispín, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 648.  Sánchez, Evaristo, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 649.  Sánchez, Luciano, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 650.  Santillán, José M., expositor de flores de cristal en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 651.  Seminario Conciliar, de la ciudad de Puebla, expositor de re� glamentos en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889. 652.  Seone, Nicolás, de la ciudad de Puebla, expositor de pelucas y postizos en el grupo IV (Tejidos vestidos y accesorios) en París, 1889. 653.  Silva, Anastasio, de Jicotepec, expositor de plantas textiles en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 654.  Silva, Simón, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 655.  Silva, Ventura, de Chiautzingo, expositor de plantas medici� nales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.

anexo

397

656.  Solana, Gregorio, del distrito de Teziutlán, expositor muestras de cereales en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 657.  Somellera, Edmundo, de la ciudad de Puebla, expositor de obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos genera� les de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 658.  Soriano, Domingo, de Atzala, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 659.  Sosa, J. de la Luz, de la ciudad de Puebla, expositor de mate� riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 660.  Steadman y Frager, de la ciudad de Puebla, expositor de foto� grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 661.  Suez, Pedro V., del distrito de Teziutlán, expositor de café en el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893. 662.  Tapia, J. A., de Tochimilco del distrito de Atlixco, expositor de harinas en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 663.  Tapia, Sóstenes, de la ciudad de Puebla, expositor de sillas de montar en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transporte) en París, 1900. 664.  Tarrada (señores), del distrito de Puebla, expositores de teji� dos de seda en el grupo III, medalla de oro con mención honorífica en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 665.  Téllez Dorantes, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de sillas de montar en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 666.  Téllez, Antonio, de Villa Juárez, expositor de muestras de café en grano en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 667.  Tenorio, Epigmenio, de Quecholac, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 668.  Tenorio, Felipe, de Quecholac, expositor de muestras de maíz en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900. 669.  Tenorio, Joaquín, de Quecholac, expositor de muestras de sor� go en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 670.  Tenorio, José de Jesús, de Quecholac, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 671.  Tenorio, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de borda�

398

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 672.  Teruel, Carlos G., organizador de la muestra poblana y expo� sitor de muestras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 673.  Testamentaría de Luis Haro y Tamariz, de la fábrica de Gua� dalupe del distrito de Huejotzingo, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 674.  Testamentaría de Pedro Berges, de la fábrica La Constancia Mexicana del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, ves� tidos y accesorios) en París, 1889. 675.  Testamentaría de Ramón Sesma, de Chiapa, expositora de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 676.  Testamentaría del Sr. Marshall, del distrito de Puebla, expo� sitora de bronces artísticos en el grupo III (Muebles y accesorios) y de aparatos de mecánica general y piezas sueltas para caminos de fierro en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889. 677.  Tiffaine, Maurice, de la ciudad de Puebla, expositor de harinas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 678.  Tlaseca, Patricio, de Chietla, expositor de muestras de maíz en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 679.  Tolentino, Pedro, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 680.  Tolentino, Vicente, de Pahuatlán, expositor de productos agrí� colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 681.  Torijano, Delfino (profesor), de la ciudad de Puebla, expositor de obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 682.  Torres Cardona, Jesús, de Chietla, expositor de maderas finas en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita� ciones) en París, 1900. 683.  Torres, Antonio, de Tlaola, expositor de plantas medicinales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 684.  Torres, Francisco, de El Verde, expositor de productos agríco� las en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900. 685.  Torres, Ignacio, de la distrito de Puebla, expositor de sombre�

anexo

399

ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 686.  Torres, Juan, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac� cesorios) en París, 1889. 687.  Toussaint, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru� po I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900. 688.  Toussaint, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor de pelucas y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 689.  Trapaga, A., de Tehuacán, expositor de muestras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889. 690.  Traslosheros, José de la Luz, de la hacienda de Vicencio en el distrito de Tecamachalco, expositor de tequesquite en el grupo V, diplo� ma en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo XIV (Industria química), medalla de bronce en París, 1900. 691.  Traslosheros, José María, de la municipalidad de Acajete, ex� positor de plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados), de miel, cereales y leguminosas en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de maíz y lentejas en el departamento de Agricultura, dos premios en Chicago, 1893. 692.  Traslosheros, Juan, expositor de lencería en el grupo IV (Teji� dos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 693.  Trinidad, Prisciliano de la, de Jalpan, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900. 694.  Trujillo, Nicolás, de Jalpan, expositor de condimentos en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 695.  Trumbull, Guillermo, expositor de hilos de lino en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 696.  Uriarte, Carlos, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 697.  Valdés, Claudio, expositor en el grupo III (Muebles y acceso� rios) en París, 1889. 698.  Valencia, Tomás, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 699.  Vallejo, José Fernando, de Zacatlán, expositor de obras mu� sicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900. 700.  Vallejo, Luis, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac� cesorios) en París, 1889.

400

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

701.  Vargas, Antonia, de la Municipalidad de Amozoc, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 702.  Vargas, Francisco, de la Municipalidad de Coayuca, expositor en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889. 703.  Vargas, José, de la hacienda de El Carmen del distrito de Te� huacán, expositor de muestras minerales en el grupo V (Industrias ex� tractivas, productos en bruto y manufacturados) y de cactáceas en el gru� po IX (Horticultura) en París, 1889. 704.  Vargas, Miguel, del distrito de Puebla, expositor de muestras minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma� nufacturados) en París, 1889. 705.  Vázquez, Francisco, de Chietla, expositor de muestras de arroz en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 706.  Vega, Dolores, de la ciudad de Puebla, expositora de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 707.  Vega, Gabino, de la ciudad de Puebla, expositor de piedras or� namentales en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889. 708.  Vega, Lucio, expositor de géneros de lana hechos a mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 709.  Velasco Hnos. (señores), de la fábrica El Patriotismo del distri� to de Puebla, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 710.  Velasco, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de apara� tos eléctricos en el grupo V (Electricidad) en París, 1900. 711.  Velázquez, Arturo G., de Cuautinchan, expositor de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900. 712.  Vergara, Amado, del rancho de Cuajinicuila del distrito de Chiautla, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900. 713.  Vergara, Epigmenio, de la municipalidad de Jolalpan, del dis� trito de Chiautla, expositor de “Parche maravilloso Monópolis” en el gru� po XIV (Industria química), mención honorífica en París, 1900. 714.  Vergara, Rafael, del rancho de Cuajinicuila del distrito de Chiautla, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) y de licores en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.

anexo

401

715.  Villegas, Agustín y Cía., de la fábrica La Victoria de la ciudad de Puebla, expositores de estampados en algodón en el grupo II, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 716.  Villegas, Antonio, de la hacienda de El Carmen, expositor de madejas de seda en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 717.  Villegas, Hermenegildo, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 718.  Villegas, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de muestras de calzado en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención ho� norífica en París, 1900. 719.  Villegas, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889. 720.  Villegas, Petronilo, expositor de géneros de lana hechos a mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 721.  Viuda de Aldana, Paulina C., de la ciudad de Puebla, exposito� ra de bordados en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893. 722.  Viuda de Hernández e hijos, expositores en el grupo IV (Teji� dos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 723.  Viuda de Hernández, del distrito de Puebla, expositora de muestras de mezcal en el grupo VII (Productos alimenticios), primer pre� mio en Nueva Orleans, 1884–1885. 724.  Viuda de Ortega, María de J., de la municipalidad de Teteles, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889. 725.  Viuda de Rufiar, María Jesús Acevedo, de la ciudad de Puebla, expositora en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900. 726.  Viveros, Felipe, de Jalpan, expositor de muestras de frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900. 727.  Yermo y Parrés, P. José M. (instituto), de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos de tipografía y encuadernación en el grupo I (Edu� cación y enseñanza) en París, 1900. 728.  Zamora, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de vistas fotográficas de San Sebastián y aguas minerales en el grupo XVI (Econo� mía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900. 729.  Zeniso, Cristóbal, de la ciudad de Puebla, expositor de mues�

402

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tras de calzado en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900. 730.  Zepeda, Agustín, de Tehuacán, expositor en el grupo XII (De� coración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900. 731.  Zertuche, Emilio, de la ciudad de Puebla, expositor de apara� tos eléctricos en el grupo V (Electricidad) y de obturadores para aplica� ción de cloroformo en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.

fuentes y bibliografía

Fondos documentales Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposicio� nes Extranjeras. Archivo General del Estado de Puebla, México, grupo Documental Bene� ficencia Pública, fondo Artes y Oficios, sección Dirección, serie Mis� celánea. Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México. Archivo Municipal de Puebla, Puebla, México, serie Expedientes. Fondos documentales digitalizados 500 años de historia de México en documentos [versión digital en línea], Mé� xico, disponible en http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/ index.shtm1. Biblioteca José María Lafragua, Colección de ilustraciones y grabados, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, España, disponible en http:// cervantesvirtual.com. Biblioteca Nacional de Francia, Francia, disponible en http://www.bnf. fr/es/colecciones_y_servicios/reproduccion_de_documento.html. Birkbeck College de Londres, Programa de Postgrado en Español y Latinoamericano de la Cultura Visual, Andermann, Jens y Schell, Patience A. (dirs.), Birkbeck College y Universidad de Londres Universidad de Manchester, consultado el 27 de enero de 2011, disponible en http:// www.bbk.ac.uk/ibamuseum/home.html. Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de Francia, Colección de pu� blicaciones de las exposiciones nacionales y universales, disponible

404

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en http://cnum.cnam.fr/RUB/fcata_expo.html. Gateway World Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponi� ble en http://de.wikipedia.org/wiki/Weltausstellung_1873. Imágenes históricas de las grandes exposiciones universales http://classconnection.s3.amazonaws.com/46/flashcards/227046/jpg/ picture421318313892196.jpg. http://da.wikipedia.org/wiki/The_Great_Exhibition. http://es.wikipedia.org/wiki/Exposici%C3%B3n_Universal_de_ Par%C3%ADs_(185). http://es.wikipedia.org/wiki/Exposici%C3%B3n_Universal_de_ Par%C3%ADs_(186). http://es.wikipedia.org/wiki/Exposición_Universal_de_París_(1889. http://expoguy2.blogspot.com/2009/01/new-orleans-1885-color-illus� trations-of.html. http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f0/Crystal_Pa� lace. PNG. http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f5/Eningangs� tor_Weltausstellung_1873.jpg. Kenblog, consultada el 15 de enero de 2012, disponible en http://ex� poguy2.blogspot.com/2009/01/new–orleans–1885–color–illustra� tions–of.html. Krupp Pavillon Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http://de.wikipedia.org/w/index.php?title=Datei:Krupp_Pavi� llon_Expo_1873.jpg&filetimestamp=20090227162414. La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, disponible en http://cnum.cnam.fr/RUB/fcata_expo.html. Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), dispo� nible en http://www.loc.gov/pictures/item/. L’Illustration, París, 1854–11–11, en John Carter Brown University Li� brary, consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://library. brown.edu/cds/catalog/catalog.php?verb=render&id=1223581258 187500&colid=6. Sitio oficial de la Oficina Internacional de Exposiciones, disponible en http://www.bie-paris.org/site/fr/expos.html. Vandière, Simon, L’Exposition universelle de 1878 illustrée, París, Cal�

fuentes y bibliografía

405

mann Lévy, 1879, en John Carter Brown University Library, dis� ponible en http://library.brown.edu/cds/paris/img/worl� dfairs/1254173015449692.jpeg Representación del territorio mexicano y mapas históricos http://en.wikipedia.org/wiki/Territorial_evolution_of_Mexico; http:// es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Mexico_1821.PNG; http://www. galeon.com/huauchinangopue/ubicacion.html. Fuentes impresas Alarcón, P. A., De Madrid a Nápoles, Madrid, España, Imp. y Lib. de Gas� par Roig, 1861. Anales del Ministerio de Fomento de la República Mexicana v t., México, Mi� nisterio de Fomento, Colonización e Industria, 1881. Anales del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la república Mexicana y repertorio de Noticias sobre Ciencias, Artes y Estadísticas Nacionales y Extranjera, México, Imprenta de F. Escalante, 1854. Arnoux, J. J., El Palacio de Cristal. Exposición de la industria universal en Londres en 1851, París, Francia, Correo de Ultramar, Editores propie� tarios MM. X. de Lasalle y Mélan, 1851. Arrangoiz, Francisco de Paula, México desde 1808 hasta 1867, México, Po� rrúa, 1968. Bakewell, Peter, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas, 1549– 1700, México, Fondo de Cultura Económica, 1976. Balcárcel, Blas, Memoria que el secretario de estado y encargado del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio presenta al Congreso de la Unión, México, Imprenta del Gobierno en Palacio, 1868. Boletín de la Comisión Mexicana, n. 18, 29 de abril de 1885. Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888. Boletín municipal, órgano especial de la asamblea de concejales, t. xii, n. 30, julio de 1882. Bullock, William. A descriptive catalogue of The Exhibition Ancient and Modern Mexico, Picadilly, Gran Bretaña, 1824.

406

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Im� prenta de Ignacio Cumplido, 1880. Caballero, Manuel, “El estado de Puebla y su espléndida capital”, México en Chicago, México, Knight, Leonard and Co., 1893. Caballero, Manuel, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892. Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan necesitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902. Circular del 1º de Julio de 1850, publicada en México por Mariano Gál� vez, secretario de la Comisión Central Mexicana para la Exposición de Londres. Comisión Geográfico-Exploradora, Carta topográfica de los alrededores de Puebla, esc. 1:100,000 y Carta general del Estado de Puebla, 1908, esc. 1:250,000, 1908. Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, sancionada por el Congreso General Constituyente, el 14 de octubre de 1824, México, Imprenta del Supremo Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos en Pala� cio [s. a.]. [Edición facsimilar], consultada el 15 de marzo de 2011, disponible en http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveO� bras/12252743220150495543435/ima0019.htm.ed. Decreto orgánico para el arreglo de la industria agrícola y fabril de la República, de Nicolás Bravo, Presidente sustituto de la República, México, 2 de di� ciembre de 1842. Description des machines les plus remarquables et les plus nouvelles de l’exposition de Vienne en 1873: motrices, machines–outils, locomotives, appareils divers, précédée d’une notice sur les progrès récents de la métallurgie, París, Francia, Baudry, 1874, pp. 6–9 y 16–18, consultado el 17 de diciembre de 2011 en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE194. Díaz Dufoo, Carlos, “La evolución industrial”, en Justo Sierra, México: su evolución social, ii t., México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902.

fuentes y bibliografía

407

Dirección de Colonización e Industria, Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo concerniente a la Exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850. Directorio Toussaint. Directorio completo de la ciudad de Puebla, Puebla, Mé� xico, Carlos V Toussaint Editor, 1905. “El Sr. [Sebastián] Lerdo de Tejada, al abrir el Séptimo Congreso el se� gundo período del segundo año de sesiones, el 1º de Abril de 1875”, Los presidentes de México ante la Nación: informes, manifiestos y documentos de 1821 a 1966: Informes y respuestas desde el 28 de septiembre de 1821 hasta el 16 de septiembre 1875 (versión digital de la Universidad de Texas), México, XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados, Cá� mara de Diputados, 1966, pp. 1: 605–607, consultado el 10 de enero de 2011, disponible en http://lanic.utexas.edu/larrp/pm/sample2/ mexican/history/1/6600655d.html. Encyclopédie du Siècle. v. 1. L′Exposition de Paris de 1900; publiée avec la collaboration d’écrivains spéciaux et des meilleurs artistas, París, Francia, Libr. Illustrée Montgredien et Cie, 1900. Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856. Exposition Universelle Internationale de Paris 1889. Catalogue officiel de l’exposition de la République Mexicaine, París, Francia, Imprimerie Gé� nérale Lahure, 1889. Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secre� taría de Fomento, 1897. Fernández, José Diego (Diputado al Congreso General por el estado de Morelos), Discurso que contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879, México, Impren� ta de J. F. Jens, 1879. Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Li� brería de Rosa y Bouret, 1868. Garcia Cubas, Antonio, Etude géographique. Statistique descriptive et histo-

408

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

rique des Etats Unis Mexicains, Mexico, Imprimerie du Ministère des Travaux Publics, 1889. Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chica� go, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892. Guía de forasteros de Puebla para 1852, Puebla, México, Imprenta de Juan N. Valle, 1851. Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l’Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. xxiii, consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/ redir?8XAE394. “La exposición internacional mexicana”, El Republicano, 2 de marzo de 1879. La Ilustración Española y Americana, año xxviii, n. xli, Madrid, 8 de noviem� bre de 1884. La ilustración mexicana (Publicación semanal) ii t., México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1851. La Ilustración. Periódico universal, 1855. Labor administrativa del señor Mucio P. Martínez, gobernador de Puebla, Pue� bla, México, Tipografía de Isidro M. Romero e hijo, s.f. Lemprière, Charles, Notes in Mexico in 1861 and 1862, London, Gran Bre� taña, 1862. Memoria instructiva y documentada que el Jefe del Departamento Ejecutivo del Estado presenta al Congreso Constituyente, Puebla, México, Imprenta de la Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902. Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Honorable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1849. Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901. Nomenclator comercial, agrícola, industrial, artes y oficios y directorio general para 1884–1885 de México, Isla de Cuba y principal comercio de Nueva York, La Habana, Cuba, Centro Editorial de Obras Ilustradas de Mo� lina y Juli, 1884. Pacheco, Carlos, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Co-

fuentes y bibliografía

409

mercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887. Pardo Bazán, E., Al pie de la torre Eiffel. Crónicas de la Exposición, Madrid, España, La España Editorial, 1889. Paz, Ireneo, Correspondencias. La Exposición Internacional de Chicago, Méxi� co, Imprenta de La Patria de I. Paz, 1894. Peñafiel, Antonio, Explication de l’edifice mexicain l’Exposition Internationale de Paris en 1889, Barcelona, España, Imprimiere D’Espasa et Cie., 1889. Periódico Oficial del Departamento de Puebla, 1853-1854. Picard, Alfred (dir.), Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administrative et technique. Pieces annexes. Actes officiels, tableaux statistiques et financiers, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1902– 1903, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http:// cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.8. Picard, Alfred, Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administratif et technique, París, Francia, Imprimerie nationale, 1902–1903, consultado el 12 de enero de 2012, disponible en http://cnum.cnam. fr/redir?4XAE69.1. Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l’exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1891, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum. cnam.fr/redir?8XAE349.1. Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Exploitation, services divers, régime financier et bilan de l’exposition universelle de 1889, iii t., París, Francia, Imprimerie Natio� nale, 1891, p.6, consultado el 10 de diciembre de 2011, diponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE349.3 Pimentel, Francisco, Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena y medios para remediarla, México, 1864. Premios concedidos a los expositores mexicanos en la Exposición Universal Colombina de Chicago de 1893, México, Oficina tipográfica de la Secreta� ría de Fomento, 1894. Rapport administratif sur l’exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la République, à l’appui du décret du 14 avril 1876, i y ii t., Pa� rís, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, consultado el 20 de diciem�

410

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

bre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE278. Rapport sur l’exposition universelle de 1855, présenté à l’Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París, Francia, Im� primerie Impériale, 1856, pp. 16 y 17, consultado el 15 de noviem� bre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage. cgi?8XAE55/21/110/492/491/492. Rapport sur l’Exposition universelle de 1867, à Paris. Prècis des opérations et listes del collaborateurs. Avec un appendice sur l’avenir des expositions, la statistique des opérations, les documents officiels et le plan de l’Exposition, París, Francia, Impremerie Impériale, 1869, pp. 572 y 573, consulta� do el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/ CGI/redir.cgi?8XAE148. Rapports. France. Commission supérieure. Exposition internationale et universelle de Philadelphie (1876), París, Francia, Imprimerie Nationale, 1877, consultado el 20 de diciembre 2011, disponible en http://cnum. cnam.fr/redir?8XAE206. Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875. Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana... Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877. Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de Fomento... De los trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866. Romero, Matías, Reciprocidad comercial entre México y los Estados Unidos (El Tratado Comercial de 1883), 1890, [facsimilar, 1971]. Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886. Saussure, H. de, Coup d’oeil sur l’hidrologye du Mexique. 1862. Sierra, Justo, México: su evolución social, ii t., México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902. Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, i y ii t., México, Impr. de Vicente García Torres, 1857.

fuentes y bibliografía

411

Vallina Subirana, E. de la, El certamen universal de 1900 y la reforma de la enseñanza del Excmo. Sr. Marqués de Pidal con otras impresiones anotadas en mi cartera de viaje, Madrid, España, Imp. del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1900. Vigil, José María, Poetisas mexicanas, siglos xvi, xvii, xviii y xix, México, 1893. Zamacona, R., Reseña histórica de México y sus estados, Puebla. México, Ti� pografía de Alejandro Marcué, 1892. Bibliografía Achim, Miruna, “El Museo Nacional de México y los guiones de la na� ción, 1825–1867”, en Gustavo Leyva, Brian Connaughton, Rodrigo Díaz, Néstor García Canclini y Carlos Illades (coords.), Independencia y revolución: pasado, presente y futuro, México, Fondo de Cultura Eco� nómica y Universidad Autónoma Metropolitana, 2010. Adelman, Jeremy, “Latin American and World Histories: Old and New Approaches to the Pluribus and the Unum”, Hispanic American Historical Review, v. 84, n. 3, 2004. Agostoni, Claudia y Speckman, Elisa (eds.), “Presentación”, en Modernidad, tradición y alteridad. La Ciudad de México en el cambio de siglo (xix– xx), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001. Aguilar Zínser, Adolfo, “Prólogo”, en A. Sánchez Andrés et al. (coords.), Artífices y operadores de la diplomacia mexicana. siglos xix y xx, México, Porrúa, umsnh, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004. Aguirre Anaya, Carlos, “Las imágenes de lo urbano y la construcción de la nación”, en H. Mendoza Vargas, E. Ribera Carbó y P. Sunyer Martín (eds.), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España (1820-1940), México: Universidad Nacional Autónoma de México; Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y Agencia Española de Cooperación Internacional, 2002. Aguirre Anaya, Carmen, Personificaciones del capital: siete propiedades en la sociedad e industria textil de Puebla durante el siglo xix. Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1987. Aguirre, Jesús, “Prólogo: Walter Benjamin. Fantasmagoría y objetivi� dad”, en Benjamin Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Ma� drid, España, Taurus, 1998.

412

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), Pa� rís, Francia, Belin, 1993. Alamán, Lucas, Historia de México, México, Jus, 1990. Alessio Robles, Vito, Coahuila y Texas en la época colonial, México, 1938. Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993. Anglería, Pedro Mártir, Décadas del Nuevo Mundo, México, Porrúa, 1964. Annino, Antonio y Guerra, François-Xavier (coords.), Inventando la nación. Iberoamérica siglo xix, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Annino, Antonio; Castro Leiva, Luis y Guerra, François–Xavier, (comps.), De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, España, IberCa� ja–Forum Internacional des Sciences Humaines, 1994. Aranda Romero, José Luis y Cuenya, Miguel Ángel, “El perfil demográ� fico de un comportamiento desigual”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Puebla, México, Benemérita Uni� versidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. Arechavala Lascurain, Fernando, “Las exposiciones internacionales. Como piedras rodantes, postales de un largo y sinuoso camino”, consultado el 15 de mayo 2010, disponible en http://ge-iic.com/fi� les/Exposiciones/Las_exposiciones_internacionales.pdf. Armstrong, J., Nations before Nationalism, Chapel Hill, ee. uu., University of North Carolina Press, 1982. Azar, Héctor, A la luz de Puebla, Puebla, México, H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla, 1992. Balibar, Etienne y Wallerstein, Immanuel, Race, Nation, Class, London, Verso, 1991. Barrón, Luis, Historias de la Revolución Mexicana, México, Centro de Inves� tigación y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2004. Barth, Volker, “Nation et alterité: l’Argentine aux Expositions universe� lles de 1867, 1878 et 1889 à Paris”, Les Cahiers alhim, n. 15, 2008. Bassignana, P. L., Le feste popolari del capitalismo: esposizioni d’industria e coscienza nazionale in Europa (1798–1911), Torino, Italia, Umberto Allemandi, 1997. Bastida, X., La identidad nacional y los derechos humanos, Calvo, M. (coord.), en Identidades culturales y Derechos Humanos, Madrid, Espa� ña, Dyckinson, 2002. Bazant, Jan, “Evolución de la industria textil poblana (1544-1845)”, Histo-

fuentes y bibliografía

413

ria mexicana, v. xiii, n. 4, abril-junio, 1964. Benjamin, Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998. Bermúdez de Castro, Diego Antonio, Theatro Angelopolitano o Historia de la ciudad de Puebla, México, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, 1985. Bertola, Elisabetta; Carmagnani, Marcello y Riguzzi, Paolo, “Federación y estados: espacios políticos y relaciones de poder en México (siglo xix)”, en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e historia en México (1700–1850). Métodos de análisis regional, México, Universidad Autó� noma de México, 1991. Bertrand, Michel y Vidal, Laurent (dir.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Toulouse, France, Presses Universitaires Du Mirail, 2002. Betancourt Mendieta, Alexander, “Patria y territorio en dos regiones de América Latina: Antioquía (Colombia) y San Luis Potosí (México)”, Cultura y representaciones sociales, año 2, n. 4, marzo 2008, pp. 94–118, consultado el 30 de enero de 2011, disponible en www.culturayrs. org.mx/revista/num4/Betancourt.pdf. Blanco Martínez, Mireya y Moncada Maya, José Omar, “El ministerio de Fomento, impulsor del estudio y el reconocimiento del territorio mexicano (1877-1898)”, Investigaciones geográficas. Boletín del Instituto de Geografía, n. 74, 2011, consultada el 15 de agosto de 2011, dispo� nible en http://www.igeograf.unam.mx/web/iggweb/publicacio� nes/boletin_editorial/boletin/bol74/bltn74_art_f.pdf. Bouin, Ph. y Chanut. Ch.-Ph., Histoire française des foires et des expositions universelles, Paris, Francia, Ed. de Nesle/Baudouin, 1980. Brading, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era, 1980. Brading, David, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975. Breuilly, J., Nationalism and the state, Manchester, uk, Manchester Univer� sity Press, 1982. Brown, R. W., “Paris 1900”, en Findling y Kimberly (eds.), Historical Dictionary of World’s Fairs and Expositions, 1851–1988, Nueva York, ee. uu., Greenwood Press. Brubaker, Rogers, “Au-delà ‘identité’”, Actes de la recherche en sicences sociales 4, n. 139, 2001, pp. 66-85, consultada el 15 de abril de 2011, disponible en http://www.cairn.info/revue-actes-de-la-recherche-

414

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en-sciences-sociales-2001-4.htm. Buchenau, Jürgen “Inversión extranjera y nacionalismo: lo paradójico de la política internacional de Porfirio Díaz”, Dimensión antropológica, v. 6, 1996, consultado el 17 de julio de 2011, disponible en http://www. dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1475. Bühler, Dirk, Inventario de los monumentos arquitectónicos del siglo xvi al xx en San Pedro y San Andrés Cholula, Puebla, Puebla, Universidad de las Américas, 1991. Bühler, Dirk, Puebla: patrimonio de arquitectura civil del virreinato, Mün� chen, Deutsches Museum, 2001. Bury, John, La idea de progreso, Madrid, España, Alianza Editorial, 2009. Buxó, José Pascual, “El sueño de una patria nueva. Riva Palacio y la Ex� posición Internacional Mexicana de 1880”, Revista de la Universidad de México, n. 4, 2004, consultado el 15 de diciembre 2011, disponible en http://revistadelauniversidad.unam.mx/0404/pdfs/91–96.pdf. Cabrera, J., La nación como discurso. Madrid, España, CIS, 1992. Calvo, Thomas, Acatzingo, demografía de una parroquia mexicana, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1973. Carballido, Laura, Nacionalismo, identidad e historia, México, Universidad Autónoma de México, Cuajimalpa, Laboratorio de Análisis Socio� territorial, 2009, consultada el 22 de marzo de 2011, disponible en http://www.cua.uam.mx/csh/ebook/pdf/Template_CS3XCarba� llido.pdf. Carmagnani, Marcello, “Territorios, provincias y estados: las transforma� ciones de los espacios políticos en México, 1750–1850”, en Josefina Zoraida Vázquez (coord.), La fundación del estado mexicano, 1821–1855, México, Nueva Imagen, 1994. Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004. Carmagnani, Marcello, Estado y mercado. La economía pública del liberalismo mexicano, 1850–1911, México, El Colegio de México, Fideicomiso His� toria de las Américas y Fondo de Cultura Económica, 1994. Castro Gómez, Santiago, La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750–1816), Bogotá, Colombia, Editorial Pontifi� cia, Universidad Javeriana, 2005. Catálogo comentado del acervo del Museo Nacional de Arte, Pintura. Siglo xix, i t., 2002.

fuentes y bibliografía

415

Clavijero, Francisco Javier, Historia antigua de México, iii t., México, Po� rrúa, 1958. Commons, Áurea, Geohistoria de las divisiones territoriales del Estado de Puebla (1519-1970). v. 2, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1971. Commons, Áurea, “La división territorial del Segundo Imperio Mexi� cano”, Estudios de historia moderna y contemporánea de México, v. 12, 1989, consultada el 15 de abril de 2011, disponible en http://www. iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc12/153.html. Conrad, Sebastian y Randeria, Shalini, “Einleitung”, en Sebastian Con� rad y Shalini Randeria (eds.), Jenseits des Eurozentrismus. Postkoloniale Perspektiven in den Geschichts und Kulturwissenschaften, Frankfurt y Nueva York, 2002. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Informe de pobreza y evaluación en el estado de Puebla 2012, México, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 2012. Consejo Nacional de Población, Evolución de las ciudades en México 1900– 2000, México, Consejo Nacional de Población, 1994. Contreras Cruz, Carlos et al. (comps.), Puebla. Textos de su historia, Méxi� co, Gobierno del Estado de Puebla, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1993. Contreras Cruz, Carlos et al., Puebla: los años difíciles. Entre la decadencia urbana y la ilusión imperial, 1810-1867, México, Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010. Contreras Cruz, Carlos y Cuenya, Miguel Ángel (eds.), Ángeles y constructores. Mitos y realidades en la historia colonial de Puebla (siglos xvi– xvii), Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, 2000. Contreras Cruz, Carlos y Grosso, Juan Carlos, “La estructura ocupacional y productiva de la ciudad de Puebla en la primera mitad del siglo xix”, Puebla en el siglo xix, contribución al estudio de su historia, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1983. Contreras Cruz, Carlos, La gran ilusión urbana. Modernidad y saneamiento en la ciudad de Puebla durante el Porfiriato. 1880–1910 (Tesis de docto� rado en Historia y Geografía), Universidad del País Vasco/Euskal Errico Unibertsitatea, 2000. Contreras Cruz, Carlos; Cruz Barrera, Nydia E. y Téllez Guerrero, Fran�

416

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cisco (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Be� nemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. Cosío Villegas, Daniel (ed.), Historia moderna de México, 10 t., México, Her� mes, 1956–1972. Cosío Villegas, Daniel, Extremos de América, México, Tezontle, 1949. Covo, Jacqueline, “Una mirada española desde París: El Eco Hispanoa� mericano (1860–1867)”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cultura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999. Crozier, Michel y Friedberg, Erhard, El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990. Cuenya, Miguel Ángel, “La evolución demográfica de una parroquia en la Puebla de los Ángeles (1660–1800)”, Historia Mexicana, 143, v. xxxvi, n. 3, enero–marzo de 1987. Cuenya, Miguel Ángel, “De la metrópoli a la Puebla de los Ángeles. Un acercamiento al estudio de la migración española en el siglo xviii”, Entorno Urbano, n. 3, enero-junio, 1996, pp. 7-38. Cházaro García, Laura, “Recorriendo el cuerpo y el territorio nacional: instrumentos, medidas y política a fines del siglo xix en México”, Memoria y Sociedad. Revista de Historia, v. 13, n. 27, 2009, pp. 101-20, con� sultada el 15 de agosto de 2011, disponible en http://memoriayso� ciedad.javeriana.edu.co/anexo/articulo/doc/878_MyS_6.pdf. Chiaramonte, José Carlos, Marichal Salinas, Carlos y Granados García, Aimer (comps.) Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina. Buenos Aires, Argentina, Sudamericana, 2008. Delacroix, Christiane, “Acteur”, en Christiane Delacroix et al. (dirs.), Historiographies. Concepts et débats, París, Francia, Gallimard, 2010. Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s’expose à Paris: Xo� chicalco, Léon Méhédin et l’exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l’Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado el 28 de oc� tubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/ Demeulenaere–Douyere2009–1. Deutsch, Karl W., Nationalism and Social Communication: An Inquiry into the Foundations of Nationality, Cambridge, mit Press, 1953. Díaz y de Ovando, Clementina, “México en la Exposición Universal de París, 1889”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, n. 61, 1990. Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del General Vicente

fuentes y bibliografía

417

Riva Palacio (La Exposición Internacional Mexicana, 1880) y otras utopías, 2 t., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. Díaz, Marco “La arquitectura doméstica en Atlixco”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, n. 20, 1983. Dugast, Jacques, La vida cultural en Europa entre los siglo xix y xx, Barcelo� na, España, Paidós, 2003. Faraldo, José M., “Modernas e imaginadas. El nacionalismo como objeto de investigación histórica en las dos últimas décadas del siglo xx”, Hispania. Revista Española de Historia, n. 209, lxi/3, 2001, consultado el 15 de octubre de 2010 en http://hispania.revistas.csic.es. Fazio, Hugo, “La historia global: ¿encrucijada de la contemporaneidad?”, Revista de Estudios Sociales, n. 23, abril de 2006, p. 66, consultado el 14 de agosto de 2010 en http://redalyc.uaemex.mx/pdf/815/81502306. pdf. Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecnológicas (1851–1900)”, en Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, España, Gusta� vo Gili, 1981. Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado, 2 v., ed., pról. y notas de Efraín Castro Morales, Puebla, México, Ediciones Altiplano, 1962. Fernández, Martha, Diego de la Sierra, un arquitecto barroco de la Nueva España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1986. Findling, J. E. y Kimberly, D. P. (eds.), Historical Dictionary of World’s Fair and Expositions (1851–1988), Nueva York, ee. uu., Greenwood Press, 1990. Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros (siglos xvi y xvii), México, Ediciones Botas, 1964. Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros (siglos xviii), Méxi� co, Ediciones Botas, 1967. Florescano, Enrique y Lanzagorta, María del Rosario “Política económi� ca. Antecedentes y consecuencias”, en Luis González et al. (coords.), La economía mexicana en la época de Juárez, México, Secretaría de Edu� cación Pública, 1972, (Colección SepSetentas, 236). Florescano, Enrique, Etnia, estado y nación. Ensayo sobre las identidades colectivas en México, México, Taurus, 2001.

418

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Fontana, Giovanni Luigi, “La práctica política de Maximiliano de Habs� burgo antes de llegar a México” (Conferencia impartida en el mar� co de la conmemoración del 150º. Aniversario de la Batalla del 5 de mayo en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la buap Puebla, 7 de febrero de 2012). Fuente Salceda, María de la Concepción de la, La participación de México en la Exposición Universal de Filadelfia, 1876 (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Iberoamericana, 1984. Gage, Thomas, Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, México, Se� cretaría de Educación Pública, Fondo de Cultura Económica, 1982. Gamboa Ojeda, Leticia (coord.), Los barcelonnettes en México: miradas regionales (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Univer� sidad Autónoma de Puebla, 2008. Gamboa Ojeda, Leticia et al., Historia e imágenes de la industria textil mexicana. Puebla, Tlaxcala y Veracruz, México, Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, Instituto de Ciencias Sociales y Humani� dades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, 2000. Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Pa� norama de sus actividades económicas en el Porfiriato”, en Javier Pé� rez Siller (coord.), México–Francia. memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998. Gamboa Ojeda, Leticia, “Acerca de los primeros empresarios franceses en Puebla (siglo xix). La familia Couttolenc y sus contrastes frente a un patrón tradicional de inmigración”, en Rosa María Meyer y Delia Salazar (coords.), Los inmigrantes en el mundo de los negocios, siglos xix y xx, México, Plaza y Valdés, Conaculta, 2003. Gamboa Ojeda, Leticia, Au–delà de l’ocean. Les barcelonnettes à Puebla (1845–1928), Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Sabença de la Valeia, 2004. Gamboa Ojeda, Leticia, La urdimbre y la trama. Historia social de los obreros textiles de Atlixco, 1899–1924, México, Fondo de Cultura Económica y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001. Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla (1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educa� ción y Cultura, 2010.

fuentes y bibliografía

419

Gamboa Ojeda, Leticia, Los empresarios de ayer. El grupo dominante de la industria textil de Puebla (1906–1929), Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1985. García Martínez, Bernardo, “La Comisión Geográfico-exploradora”, Historia Mexicana, v. 24, n. 4 (96), abril-junio, 1975, pp. 485-555. García Rojas, Irma Beatriz, “El cuerno de la abundancia: mito e identi� dad en el discurso sobre el territorio y la nación mexicanos”, Revue HISTOIRE(S) de l’Amérique Latine, v. 1, 2005, consultado el 15 de mayo de 2011, disponible en http://www.hisal.org/index.php?jou rnal=revue&page=article&op=viewFile&path%5B%5D. García Rojas, Irma Beatriz, “El lugar y la región en la cartografía colonial. El caso de la Nueva Galicia y Guadalajara”, ponencia presentada en el VIII Coloquio Internacional de Geocrítica, del 22 al 26 de mayo, México, 2006. García Rojas, Irma Beatriz, “Poder y territorio en México”, ponencia pre� sentada en el XII Encuentro de Latino Americanistas españoles “Vie� jas y nuevas alianzas entre América latina y España”, del 21 al 23 de septiembre en Santander, consultada el 17 de marzo de 2011, dispo� nible en http://hal.archives-ouvertes.fr/docs/00/11/08/78/PDF/ GARCIA_ROJAS_con_imagenes.pdf, 2006. García Rojas, Irma Beatriz, Historia de la visión territorial del Estado mexicano. Representaciones político-culturales del territorio, México, Universidad de Guadalajara y Universidad Nacional Autónoma de México, 2009. García Rojas, Irma Beatriz, “Cartografía urbana mexicana 1880-1910: Guadalajara, México, Puebla y Veracruz”, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, 12, n. 24, 2010, pp. 197217, consultada el 30 de abril de 2011, disponible en http://www. institucional.us.es/araucaria/nro24/monogr24_8.pdf. García Sánchez, Ester, “El concepto de actor. Reflexiones y propuestas para la Ciencia Política”, Andamios. Revista de investigación social, v. 3, n. 6, junio, 2007. Gellner, Ernest, Nations and Nationalism, Oxford, Blackwell, 1983. Gemelli Careri, Giovanni Francesco, Viaje a la Nueva España, México, Uni� versidad Nacional Autónoma de México, 1976. Geppert, A. C. T., “True Copies. Time and space travels at British Impe� rial Exhibitions (1880–1930)”, en H. Berghoff et al. (eds.), The making of modern tourism: the cultural history of the British experience (1600– 2000), Nueva York, ee. uu., Palgrave, 2002.

420

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Geppert, Alexander, Coffey, Jean y Lau, Tammy, “International Exhibi� tions, Expositions Universelles and World’s Fairs, 1851–1951: A Bi� bliography”, Wolkenkuckucksheim: Internationale Zeitschrift für Theorie und Wissenschaft der Architektur, Special Issue, 2000, consultado el 20 de enero de 2010, disponible en http://www.theo.tu–cottbus.de/ Wolke/eng/Bibliography/ExpoBibliography.htm. Gilbert, J. B., “World’s Fair as Historicals Events”, en R. W. Rydell y N. Gwinn (eds.), Fair representations: World’s Fairs and the modern world, Amsterdam, University Press, 1994. Giménez, Gilberto y Héau, Catherine, “��������������������������������� El desierto como territorio, pai� saje y referente de identidad”, comunicación presentada en el Se� minario Permanente de la Gran Chichimeca, El Colegio de Jalisco. Guadalajara, México, 2006. Gómez Galvarriato, Aurora, “Fragilidad institucional y subdesarrollo: la industria textil mexicana en el siglo xix”, en A. Gómez Galvarriato (coord.), La industria textil mexicana, México, Instituto Mora, 1999. González Alcantud, José Antonio, El orientalismo desde el sur, Barcelona, España, Anthropos, 2006. González Peña, Carlos, Historia de la literatura mexicana, México, Porrúa, 1998. González–Stephan, Beatriz, “La construcción espectacular de la memo� ria nacional: cultura visual y prácticas historiográficas (Venezuela siglo xix)”, Memorias culturales: circulación del conocimiento en la educación y la sociedad, Jalla 2006, Universidad de los Andes, Colombia, 2007, consultado el 22 de noviembre de 2011, disponible en http:// jalla2006.uniandes.edu.co/docs/GonzalezBeatriz.pdf. Grajales Porras, Agustín (comp.), Presencia española en Puebla, siglos xvixx. Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Embajada de España en México. 2002. Grajales Porras, Agustín, Explotation démografique d’un dénombrement mexicain ancien. Le cas de la paroisse d’Analco a Puebla, 1792, (Tesis de maestría en Demografía), Université Catholique de Louvain, 1982. Grosso, Juan Carlos, Estructura y fuerza de trabajo, Puebla (1830–1890), Pue� bla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1984. Grosso, Juan Carlos y Garavaglia, Juan Carlos, La región de Puebla y la economía novohispana. Las alcabalas en la Nueva España 1776-1821, México, Instituto Mora, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1996. Guarisco, Claudia, Los indios del valle de México y la construcción de una

fuentes y bibliografía

421

nueva sociabilidad política, 1770-1835, México, El Colegio Mexiquense, 2003. Guerra François–Xavier y Quijada, Mónica (coords.), Imaginar la nación, Münster, Hamburg, Alemania, Lit Verlag, 1994. Guerra, François–Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, Méxi� co, Fondo de Cultura Económica, 1991. Guerra, François–Xavier, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, México, Mapfre, Fondo de Cultura Económica, 2000. Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad. (Doce lecciones), Buenos Aires, Argentina, Taurus, 1989. Harvey, David, París, capital de la modernidad, Madrid, España, Akal, 2006. Hastings, A., La construcción de las nacionalidades. Etnicidad, religión y nacionalismo. Madrid, España, Cambridge University Press, 2000. Hayes, Carlton J. H., The Historical Evolution of Modern Nationalism, Nueva York, ee. uu., R. R. Smith, 1931. Herrera Feria, María de Lourdes, La educación técnica en Puebla durante el Porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla, México, SIZA– Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2002. Hirschberg, Julia, “Social experiment in New Spain: A prosopographical study of the early settlement at Puebla de los Ángeles (1531–1534)”, Hispanic American Historical Review, v. lix, n. 1, 1979. Hobsbawm, Eric, La era del capitalismo, España, Guadarrama, 1976. Hobsbawm, Eric, La era del imperio, Barcelona, España, Crítica, 1998. Hobsbawm, Eric, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, España, Crítica, 1995. Hodeir, Catherine, “En route pour le pavillon americaine”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989. Hroch, M., Social Preconditions of National Revival in Europe. A Comparative Analysis of the Social Composition of Patriotic Groups among the smaller European Nations, Cambridge, Cambridge University Press, 1985. Humboldt, Alexander von, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Porrúa, 1991. Ibarra Mazari, Ignacio (comp.), Crónica de la Puebla de los Ángeles según testimonios de algunos viajeros que la visitaron entre los años 1540 a 1960, Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultu� ra, Comisión V Centenario, 1990.

422

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Illades, Carlos, Las otras ideas. Estudio sobre el primer socialismo en México 1850–1935, México, Ediciones Era y Universidad Autónoma Metro� politana–Cuajimalpa, 2008. Imízcoz, José María, “Actores, redes, procesos: reflexiones para una his� toria más global”, Revista da Faculta de Letras–Historia, serie iii, v. 5, 2004, consultado el 15 de enero 2012, disponible en http://www. ehu.es/grupoizmicoz. Instituto Mexicano del Seguro Social, El territorio mexicano, México, Insti� tuto Mexicano del Seguro Social, 1982. Kaufmann, E., “Naturalizing the nation: The rise of naturalistic nationa� lism in the United States and Canada”, Comparative Studies in Society and History, v. 40, n. 4, 1998. Keremitsis, Dawn, La industria textil mexicana en el siglo xix, México, Secre� taría de Educación Pública, 1973. Kohn, Hans, The Age of Nationalism, Nueva York, ee. uu., Harper and Row, 1944. König, Hans–Joachim, Platt, Tristan y Lewis, Colin (coords.), Estado– nación, comunidad indígena, industria. Tres debates al final del milenio, Netherlands, ahila, 2000. Kott, Sandrine, “Alltagsgeschichte”, en Delacroix, t. 1, 2010. Kuntz Ficker, Sandra y Liehr, Reinhard, (eds.), “Introducción”, Estudios sobre historia económica de México desde la época de la independencia hasta la primera globalización, México, El Colegio de México, 2014. Kuntz Ficker, Sandra y Pietschmann, Horst (eds.), México y la economía atlántica (siglos xviii–xx), México, El Colegio de México, 2006. Kuntz Ficker, Sandra, Las exportaciones mexicanas durante la primera globalización (1870–1929), México, El Colegio de México, 2010. La historiografía francesa, una toma de perspectiva (Texto en formato rtf), con� sultada el 10 de marzo de 2012, disponible en www.institutfrancais. com/adpf-publi/folio/textes/histoire_esp.rtf. Landavazo, Marco Antonio (coord.), Territorio, frontera y región en la historia de América. Siglos xvi al xx, México, Porrúa y Universidad Michoa� cana de San Nicolás de Hidalgo, 2003. Lara Mimbrera, Iván Rubén, Reacciones, colaboraciones y proyectos científicos. Los ingenieros de minería durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio en México (1862–1867) (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Autónoma de México–Iztapalapa, 2006. Lasheras Peña, Ana Belén, “Emigrados en el París de las exposiciones

fuentes y bibliografía

423

universales del siglo xix: la visión de España fuera de España”, Uni� versidad de Cantabria, consultado el 15 de septiembre de 2011, dis� ponible en http://www.unican.es/NR/rdonlyres/0000e14b/iqi� jxxohbwiafxaecopkzoglhyflcndd/AnaBelenLasherasEmigradosenel Par%C3%ADsdelasexposicionesuniversalesdelsigloXIX.pdf. Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Mo� derna y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, consul� tado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle. net/10803/10660. Le Goff, Armelle y Prevost Urkidi, Nadia, Commission de l’exploration scientifique du Mexique (1862–1893). F/17/2909 à 2914/3. Répertoi� re méthodique et semi–analytique, París, Francia, Archives Nationa� les, 2009. Le Goff, Jacques, Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso, Barcelo� na, España, Paidós, 1991. Lepetit, Bernard (dir.), Les formes de l’expérience, une autre histoire sociale. Paris, Francia, Albin Michel, 1995. Leprun, Silvyane, “Paysages de la France extérieure: la mise en scène des colonies à l’Exposition du Centenaire”, Le mouvemente social, n. 149, octubre–diciembre de 1989. Liehr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., Mé� xico, Secretaría de Educación Pública, 1976. Loaeza, Soledad (coord.), “El siglo xx mexicano. El siglo del cambio, de 1920 a nuestros días”, en Josefina Zoraida Vázquez (coord.), Gran historia de México ilustrada, v. 5, México, Planeta De Agostini, 2001. Lomelí Vanegas, Leonardo, Breve historia de Puebla, México, El Colegio de México y Fondo de Cultura Económica, 2001. López de Villaseñor, Pedro, Cartilla vieja de la nobilísima ciudad de Puebla (1781), ed. e índices de José I. Mantecón, introd. de Efraín Castro Mo� rales, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1961. López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições, Lisboa, Portugal, Vega, 1998. López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para

424

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

la ciencia en la América Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2, 1998, consultado el 15 de septiembre de 2011 en http://asclepio.revistas.csic.es. López–Ocón, Leoncio “Mensajeros de la ciencia en la periferia. La divul� gación de los conocimientos científico–técnicos en la América Latina durante el siglo xix a través de la prensa”, Región, n. 5, 1996. Lozoya, Johanna, “El discurso sobre la identidad mestiza en la historio� grafía finisecular mexicana de la arquitectura”, Les Cahiers alhim, n. 16, 2008, consultado el 10 de enero 2012, disponible en http://alhim. revues.org/index2994.html. Ludlow, Leonor (coord.), “Gabriel Mancera”, en 200 emprendedores mexicanos. La construcción de una nación, 1 v., México, lid Editorial, 2010. Lüdtke, Alf, “De los héroes de la resistencia a los coautores. ‘Alltagsges� chichte’ en Alemania”, Ayer, n. 19, 1995, pp. 49-69, consultada el 15 de marzo de 2012, disponible en www.ahistcon.org/docs/ayer/ ayer19_03.pdf. Macedo, Pablo, La evolución mercantil. Comunicaciones y obras públicas. La hacienda pública, México, Universidad Nacional Autónoma de Méxi� co, 1989. Machuca Gallegos, Laura, Comercio de sal y redes de poder en Tehuantepec durante la época colonial, México, Banamex, ciesas, 2007. Máiz Suárez, Ramón, “Per modum unius: Más allá de la dicotomía nacio� nalismo cívico vs. nacionalismo étnico” en Ander Gurrutxaga, Abad (eds.) El presente del Estado–Nación, Leioa, España, Universidad del País Vasco, Servicio de Publicaciones, 2004. Martí, José, “Exposiciones”, en Obras completas, 8 t., La Habana, Cuba, Editorial Nacional de Cuba, 1963. Martínez, Frédéric, El nacionalismo cosmopolita. La referencia europea en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900, Bogotá, Colombia, Ban� co de la República, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001. Martínez Peláez, Severo, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca, Guatemala, Universidad de San Carlos, 1970. Matute, Álvaro y Trejo, Evelia, “La historia antigua en México: su evolu� ción social”, Estudios de Historia moderna y contemporánea de México, v. 14, 1991. McGowan, Gerald L., Geografía político administrativa de la Reforma: una visión histórica de la época de la Reforma, Aguascalientes, Mé�

fuentes y bibliografía

425

xico, El Colegio Mexiquense, Instituto Nacional de Estadística y Geo� grafía, 1991. Medina Rubio, Arístides, La Iglesia y la producción agrícola de Puebla, 1550– 1795, México, El Colegio de México, 1982. Meinecke, Friedrich, Weltbürgertum und Nationalstaat. Studium zur Genesis des deutschen Nationalstaates, München, Alemania, Oldenbourg, 1969. Méndez Sáinz, Eloy, Urbanismo y morfología de las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla, Puebla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988. Mendoza Vargas, H., Ribera Carbó, E. y. Sunyer Martín, P. (eds.), La integración del territorio en una idea de Estado. México y España, 1820-1940, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora y Agencia Española de Coope� ración Internacional, 2002. Mendoza Vargas, Héctor. “La geografía y el siglo xix mexicano. Introduc� ción”, en Lecturas geográficas mexicanas siglo xix, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999. México a través de sus mapas. Barcelona, España, Océano, 2007. Mignolo, Walter, La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Barcelona, España, Gedisa, 2007. Mongne, Pascal, “Imaginaire et réalité: l’imagerie du Mexique durant la première moitié du xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Toulouse, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002. Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, México, Fondo de Cultura Económica e Instituto Cultural Helénico, 1985. Mundy, Barbara E., The mapping of New Spain. Indigenous cartography and the maps of the relaciones geográficas, Chicago, ee. uu., The University of Chicago Press. 1996. Muratorio, Blanca, “Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los in� dios ecuatorianos y sus imagineros a fines del siglo xix” en Blanca Muratorio (ed.), Imágenes e imagineros. Representación de los indígenas ecuatorianos (siglos xix y xx), Quito, Ecuador, Flacso, 1994. Murilo de Carvalho, José, “Brasil, Brazil: sueños y frustraciones”, en José Carlos Chiaramonte, Carlos Marichal y Aimer Granados (comps.), Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, Buenos Ai� res, Argentina, Sudamericana, 2008.

426

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Museo Nacional de San Carlos, México en los pabellones y las exposiciones internacionales (1889–1929). Guía de la exposición, México, mnsc, Insti� tuto Nacional de Bellas Artes, Conaculta, 2010. Nickel, Herbert J. Die, “Puebla-Karte des österreichischen Freiwilli� genkorps in Mexiko, 1864-1866”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas/Anuario de Historia de América Latina, n. 48, 2011, pp. 245-263. Nisbet, Robert, History of the Idea of Progress, Nueva York, ee. uu., 1980. Nogués, Joan, Nacionalismo y territorio, Lleida, España, Milenio, 1998. Noiriel, Gérard, Sur la “crise” de l’histoire, París, Francia, Belin. 1996. Norambuena Carrasco, Carmen, “Imaginarios nacionales latinoamerica� nos en el siglo xix”, História Unisinos, v. 10, n. 2, mayo–agosto de 2006, consultado el 17 de agosto de 2011, disponible en http://www. unisinos.br/publicacoes_cientificas/images/stories/Publicacoes/ historiav10n2/art01_carrasco_historia.pdf. O’Gorman, Edmundo, Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa, 2007. O’Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O’Farril aprobado por el Gobierno del Estado, para la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edificación de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José, Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880. Olivera López, Luis y Meza Oliver, Rocío, Catálogo de la Colección Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (1616–1873), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Benemérita Universi� dad Autónoma de Puebla, 2006. Orozco y Berra, Manuel, Apuntes para historia de la geografía en México, (México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881), edición facsimi� lar de la Biblioteca Mexicana de la Fundaci��������������������� ón Miguel Alemán����� , Mé� xico, 1993. Ortiz, Tadeo, México considerado como nación independiente y libre, Guada� lajara, México, Ediciones I. T. G., 1952. Ory, Pascal, “Les Expositions universelles, de 1851 à 2010: huit fonctions de la modernité”, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponi� ble en http://ww.ac–orleans–tours.fr/hist–des–arts/conference–ex� pos–universelles.pdf. Otte, Enrique (comp.), Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540–1616, México, Fondo de Cultura Económica, 1996. Palacios, Enrique Juan, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Depar�

fuentes y bibliografía

427

tamento de Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917. Pani, Erika, “Cultura nacional, canon español”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cultura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999. Peña, José F. de la, Oligarquía y propiedad en la Nueva España, 1550–1624, México, Fondo de Cultura Económica, 1983. Pérez Siller, Javier (coord.), México Francia. Memoria de una sensibilidad común siglos xix y xx, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cemca, El Colegio de San Luis, 1998. Pérez Siller, Javier y Cramaussel, Chantal (coords.), México Francia: memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), v. ii, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cemca y El Colegio de Michoacán, 2004. Pérez Siller, Javier y Skerrit, David (coords.), México Francia: memoria de una sensibilidad común (siglos xix y xx), v. iii y iv, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cemca, cnrs y eón, 2010. Pérez Vejo, Tomás, “La construcción de las naciones como problema his� toriográfico: el caso del mundo hispánico”, Historia Mexicana, v. liii, n. 2, octubre–diciembre 2003. Pizza, Antonio y Pla., Maurici, Viena–Berlín. Teoría, arte y arquitectura entre los siglos xix y xx, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Poli� tècnica de Catalunya, 2002. Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edi� cions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999. Ponce Leiva, Pilar, “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana: consideraciones teóricas y propuestas de análisis”, Revista Complutense de Historia de América, v. 34, 2008. Quijada, Mónica, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción nacional argentina (siglo xix)”, Revista de Indias, v. lx, n. 219, 2000. Rajchenberg, Enrique y Héau Lambert, Catherine, “La frontera de la comunidad imaginada del siglo xix”, Frontera Norte, v. 19, n. 38, julio-diciembre, 2007. pp. 37-61, consultada el 15 de enero 2011, disponible en http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed. jsp?iCve=13603802. Ramírez, Fausto y Acevedo, Esther, “Preámbulo”, en Los pinceles de la historia. La fabricación del Estado (1864-1910), México, Conaculta, Insti�

428

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tuto Nacional de Bellas Artes, Universidad Nacional Autónoma de México, Munart, Banamex, 2003. Ramírez, Fausto, “Cinco interpretaciones de la identidad nacional en la plástica mexicana del siglo xix (1859-1887)”, Arbor, Ciencia, Pensamiento y Cultura, v. 185, n. 740, noviembre-diciembre, 2009, pp. 116984, consultada el 22 de abril de 2011, disponible en http://arbor.re� vistas.csic.es/index.php/arbor/article/viewArticle/387. Real Díaz, José Joaquín y Carrera Stampa, Manuel. Las ferias comerciales de Nueva España, México, Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1959. Rebérioux, Madeleine, “Au tournant des expos: 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989. Reminiscencias del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Doctor D. Eulogio Gillow y Zavalza, Arzobispo de Antequera Oaxaca. Obsequio cariñoso que como recuerdo ofrece a su amado Clero Oaxaqueño y a sus amigos de confianza (2ª ed.), Puebla, Escuela Lino–tipográfica Salesiana, 1921. Renan, E., Qu’est-ce qu’une nation?, Oeuvres complètes, París, Francia, Calmann-Levy, 1947. Revel, Jacques (dir.), Jeux d’échelles. La micro-analyse à l›expérience, París, Gallimard, Le Seuil, 1996. Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, inah, n. 20, abril–septiembre de 1988. Rodríguez Prampolini, Ida, “La figura del indio en la pintura del siglo xix: fondo ideológico”, en Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de Cultura Económi� ca, 1988. Rojas Marín, Ana Luis, Del bosque a los árboles. Miradas a los alemanes residentes en la ciudad de Puebla (1821–1910), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011. Romero, José Luis, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, México, Siglo XXI, 1977. Rosental, Paul–André, “Construire le ‘macro’ par le ‘micro’: Fredrik Bar� th et la microstoria”, en J. Revel (dir.), Jeux d’échelles. La micro–analyse à l’expérience, París, Francia, Gallimard, 1996. Saldaña, Juan José, Márquez, Amanda Cruz y Reynaga, Anabel Velasco, Ciencia, tecnología y política en el ejército mexicano durante el Porfiriato: el dibujo científico y la producción de armamento, consultada el 17 de

fuentes y bibliografía

429

agosto de 2011, disponible en http://www.historiacienciaytecnolo� gia.org.mx/Ponencias/Saldana-Cruz-Velasco-IICLHESCT.pdf. Salmerón Sanginés, Pedro, “El mito de la riqueza de México. Variacio� nes sobre un tema de Cosío Villegas”, Estudios de historia moderna y contemporánea de México, v. 26, documento 315, 2003, pp. 127–152, consultado el 2 de septiembre de 2011, disponible en http://www. iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc26/315.html. Saltiel de la Peña, Jimena, “México en la exposición universal de París (1900)” en México en los pabellones y las exposiciones universales (1889– 1929), Museo Nacional de San Carlos. Sánchez Gómez, Luis Ángel, “Glorias efímeras: España en la exposición universal de París de 1878”, Historia Contemporánea, n. 32, 2006, con� sultado el 15 de julio de 2011, disponible en http://www.historia� contemporanea.ehu.es/s0021–con/es/contenidos/boletin_revis� ta/00021_revista_hc32/es_revista/adjuntos/32_12.pdf. Sanchez Guillermo, Evelyne (coord.), Actores locales de la nación en América Latina. Estudios estratégicos, Tlaxcala, México, El Colegio de Tlaxcala y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011. Sanchez Guillermo, Evelyne, “L’industrie mexicaine vue par les voya� geurs européens du xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002. Sanchez Guillermo, Evelyne, Las elites empresariales y la independencia económica de México. Estevan de Antuñano o las vicisitudes del fundador de la industria textil moderna (1792–1847), México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Plaza y Valdés, 2012. Sanchez Guillermo, Evelyne, L’indépendance économique du Mexique. Le parcours d’Estevan de Antuñano (1792–1847), Villeneuve d’Ascq, Fran� cia, Presses Universitaires du Septentrion, 2002. Sánchez Lamego, Miguel A., Díaz, Agustín, “Ilustre cartógrafo mexica� no”, Historia Mexicana, v. 24, n. 4 (96), abril-junio, 1975, pp. 556-565. Santiago García, José A., “Las fronteras (étnicas) de la nación y los tro� pos del nacionalismo”, Universidad de Navarra, consultado el 18 de marzo de 2011, disponible en http://www.unavarra.es/puresoc/ pdfs/BP–Santiago.pdf. Santos, J. E., España en la Exposición Universal celebrada en París en 1878, publicase de Real Orden del Ministerio de Fomento, ii t., Madrid, España, Imp. y Fundición de Manuel Tello, 1881.

430

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Santoscoy, Alberto, Historia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, Guadalajara, México, Tip. de la Compañía Editorial Católica, 1903. Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850– 1910), México, Fondo de Cultura Económica, 1988. Schorske, Carl, Viena Fin–de–Siècle. Política y cultura, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981. Schroeder–Gudehus, B. y Rasmussen, A., Les fastes du progrès: le guide des expositions universelles (1851–1992), París, Flammarion, 1992. Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l’Exposition Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989. Silva Barón, Marco Antonio, “Exposition Universelle de París 1889”, en México en los pabellones y las exposiciones universales (1889–1929), Mu� seo Nacional de San Carlos. Smith, Anthony D., La identidad nacional, Madrid, España, Trama, 1997. Smith, Anthony D., Theories of Nationalism, London, Duckworth, 1983. Smith, Anthony D., “Conmemorando a los muertos, inspirando a los vi� vos. Mapas, recuerdos y moralejas en la recreación de las identidades nacionales”, Revista Mexicana de Sociología, v. 60, n. 1, enero-marzo, 1998, pp. 61-80, consultada el 20 de marzo de 2011, disponible en http://www.paginasprodigy.com/savarino/Smith_Conmemoran� do(1998).pdf. Smith, Anthony, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Blackwell, 1986. Solís, Antonio de, Historia de la conquista de México, población y progresos de América septentrional, conocida por el nombre de Nueva España, México, Miguel Ángel Porrúa, 1988. Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Universidad Au� tónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000. Stanley, J. y H. Stein, Barbara, La herencia colonial de América Latina, Méxi� co, Siglo XXI, 1977, Tamarón y Romeral, Pedro, Demostración del vastísimo Obispado de la Nueva Vizcaya, 1785, con usos, introducción, bibliografía y acotaciones por Vito Alessio Robles, México, 1937. Tanck de Estrada, Dorothy, “Arte indígena en el siglo xviii. Visión de ayer y hoy”, conferencia dictada en el Archivo General de la Nación, 28 de julio, México, 2011.

fuentes y bibliografía

431

Téllez Guerrero, Francisco “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Pue� bla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. Tenorio Trillo, Mauricio y Gómez Galvarriato, Aurora, El Porfiriato, Mé� xico, Centro de Investigación y Docencia Económicas, Fondo de Cul� tura Económica, 2006. Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económi� ca, 1998. Terán Bonilla, José Antonio, El desarrollo de la fisonomía urbana del centro histórico de la ciudad de Puebla (1531–1994), Puebla, México, Universi� dad Popular Autónoma de Estado de Puebla, 1996. Thompson, Edward P., La formación de la clase obrera en Inglaterra. Barcelo� na, España, Crítica, 1989. Thomson, Guy P. C. La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010. Thomson, Guy P. C., Puebla de los Ángeles. Industria y sociedad de una ciudad mexicana, 1700–1850, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Universidad Iberoamericana, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 2002. Tirado Villegas, Gloria A., Los efectos sociales del Ferrocarril Interoceánico. Puebla en el Porfiriato, Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2007. Torre Villar, Ernesto de la, Historia de la educación en Puebla. Época colonial, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988. Torres Domínguez, Rosario, Colegios y colegiales palafoxianos de Puebla en el siglo xviii, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Be� nemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, 2008. Tortolero, Alejandro, “Moneda, crédito y exposiciones: el inasible trián� gulo de la modernidad en la agricultura mexicana (1876–1920)”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, n. 42, 2005. Trabulse, Elías, “La cartografía en la historia de la ciencia en México”, en Cartografía mexicana. Tesoros de la nación, siglos xvi al xix, México, Archivo General de la Nación, 1983.

432

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ugarte, David de et al., De las naciones a las redes, consultada el 28 de febre� ro de 2011, disponible en http://www.deugarte.com/gomi/de-lasnaciones-a-las-redes.pdf. Urban Martínez, Guadalupe Araceli y Aceves Pastrana, Patricia Elena, “Leopoldo Río de la Loza en la institucionalización de la química mexicana”, Journal of the Mexican Chemical Society, v. 45, n. 1, 2001. Vázquez de Espinoza, Fray Antonio, Descripción de la Nueva España en el siglo xvii, México, Patria, 1944. Vázquez, Josefina Zoraida, Una historia de México, México, Secretaría de Educación Pública, 1995 Veiga, Xosé Ramón, “Historia y política: entre ‘epifenómeno de la estruc� tura’ y ‘lugar de gestión de la sociedad global’, o la solución galaica de la ‘autonomía relativa’, en Carmen Frías, José Luis Ledesma y Ja� vier Rodrigo (eds.), Reevaluaciones. Historias locales y miradas globales. Actas del VII Congreso de Historia Local de Aragón, Zaragoza, España, Institución “Fernando El Católico” (csic), 2011, pp. 101-126, consulta� da el 10 de marzo de 2012, disponible en http://ifc.dpz.es/recursos/ publicaciones/30/99/00creditos.pdf. Velasco, Juan de, Historia del Reino de Quito en la América Meridional escrita por el Presbítero Don Juan de Velasco, nativo del mismo Reino, i v., Quito, Ecuador, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 1998. Velázquez, Pedro A., Amor, ciencia y gloria. La contribución de los Chávez y los Castañeda en el desarrollo del México moderno, Zamora, Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, 2001. Vélez Pliego, Francisco y Guzmán, Ambrosio, Cartografía histórica de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997. Vélez Pliego, Roberto, “La agricultura poblana”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Benemérita Universi� dad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. Villa Sánchez, Fray Juan de, Puebla sagrada y profana. Informe dado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746, notas de Francisco Javier de la Peña (1835), estudio introductorio, cotejo y adaptaciones de Fran� cisco Téllez Guerrero y María Esther López–Chanes, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado, 1997. Villegas M., Francisco Gil, “Introducción del editor”, en Max Weber, La

fuentes y bibliografía

433

ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. Vollmer, Günter, “La evolución cuantitativa de la población indígena en la región de Puebla (1570–1810)”, Historia Mexicana, v. xxiii, n. 1 (89), 1973, pp. 43-51. Weiner, Richard, “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”, Signos Históricos, n. 12, julio-diciembre, 2004, pp. 69-93. White, Hayden, Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo xix, México, Fondo de Cultura Económica, 2005. Yanes Díaz, Gonzalo, Desarrollo urbano virreinal en la región Puebla-Tlaxcala, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y Síntesis, 1995. Yanes Díaz, Gonzalo, Espacios urbanos del siglo xvi en la región Puebla Tlaxcala.,Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla y Comisión V Centenario, 1991. Yeager, Gene, “Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Expositions”, The Americas, a Quarterly Review of InterAmerican Cultural History, v. xxxiv, n. 1, julio, 1977, pp. 230-243. Zerón Zapata, Miguel, La Puebla de los Ángeles en el siglo xvii. Crónica de la Puebla, México, Patria, 1945. Zuleta, María Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México, 1876-1910: la invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio-diciembre, 2000, consultada el 15 septiembre 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S1515-59942000000200004&lng=es&nr m=iso.

índice de ilustraciones

Ilustración 1. “El Palacio de Cristal, pabellón de The Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations, Londres 1851”��������������������������������49 Ilustración 2. “Vista interior de la nave oriental de la sala de la Exposición de Londres en 1851”���������������������������������������������������������������������������������������50 Ilustración 3. “Vista panorámica del Palacio de la Exposición Universal de París, en 1855, en los Campos Elíseos”���������������������������������������������������51 Ilustración 4. “Vista oficial de la Exposición Universal de París en 1867, vista aérea del terreno de la exposición”�����������������������������������������������������53 Ilustración 5. “Vista de la Exposición de París en 1867, edificio principal de la exhibición y globo volando en la distancia”��������������������������������������54 Ilustración 6. “Calle de las Naciones, en el Palacio del Campo Marte, cer� ca de la fachada portuguesa”������������������������������������������������������������������������56 Ilustración 7. “La Torre Eiffel y el Campo de Marte visto desde Trocadero Palace, París exposición de 1889”�����������������������������������������������������������������57 Ilustración 8. “Interior de la Galería de las Máquinas en la Exposición de París de 1889”��������������������������������������������������������������������������������������������������58 Ilustración 9. “Fuentes luminosas”���������������������������������������������������������������59 Ilustración 10. “Vista panorámica de la Exposición Universal de París en 1900”�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������60 Ilustración 11. “Entrada principal del recinto expositivo de la Weltausste� llung, Viena 1873”�������������������������������������������������������������������������������������������63 Ilustración 12. “Pabellón de la empresa Krupp en la Weltausstellung, Vie� na 1873”������������������������������������������������������������������������������������������������������������64 Ilustración 13. “Vista del terreno y los edificios de la Exposición Interna� cional de Filadelfia en Fairmount Park, 1876”��������������������������������������������65 Ilustración 14. “La Exposición Centenaria del Algodón, Nueva Orleans, Luisiana, abierta del 1° de diciembre 1884 al 31 de mayo 1885”�������������66 Ilustración 15. “Salón de Horticultura”�������������������������������������������������������67 Ilustración 16. “Exposición Colombina Mundial de Chicago 1893”�������68

436

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 17. Proyecto del “Palacio de la Exposición Internacional Mexi� cana de 1880”���������������������������������������������������������������������������������������������������70 Ilustración 18. Exhibición de antigüedades mexicanas en el Egyptian Hall �������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������171 Ilustración 19. Fotografía del pabellón mexicano construido por Léon Méhédin para la Exposición Universal de París en 1867������������������������177 Ilustración 20. Parque de la Exposición Universal de París de 1867, vista parcial en la que aparece, al centro, el pabellón mexicano: la Pirámide de Xochicalco������������������������������������������������������������������������������������������������������179 Ilustración 21. La Alhambra mexicana en los terrenos de la exposición de Nueva Orleans�����������������������������������������������������������������������������������������������183 Ilustración 22. Pabellón de México en la Exposición de París en 1889��186 Ilustración 23. Vista interior del pabellón mexicano, mostrando su monu� mental escalinata y parte de la colección mexicana. París, 1889������������188 Ilustración 24. Vista del pabellón mexicano en la Exposición Universal de París en 1900��������������������������������������������������������������������������������������������������191 Ilustración 25. Corte longitudinal, plano con ubicación y diseño de vitri� nas del pabellón mexicano en la Exposición Universal de París, 1900�192 Ilustración 26. “Muestra de plata mexicana de 5 640 libras de peso en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885”�����������������������������������������������263 Ilustración 27. “Exhibición de alimentos en el Pabellón de México, Expo� sición de París de 1889”��������������������������������������������������������������������������������270 Ilustración 28. “Vista interior del pabellón de México con el modelo de un sistema de canales en primer plano, Exposición Universal de París de 1889”���������������������������������������������������������������������������������������������������������������271 Ilustración 29. Portada del libro de Samuel Morales Pereira. Puebla, su higiene, sus enfermedades, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888������������������������������������������������������������������������������������������������272 Ilustración 30. Colección de cactáceas del Distrito de Tehuacán, Puebla, en París 1889��������������������������������������������������������������������������������������������������273 Ilustración 31. Ejemplo de los libros poblanos que se presentaron en la Exposición Colombina en Chicago, 1892–1893�����������������������������������������285 Ilustración 32. Diseño del Palacio Industrial de Exposiciones, Ferrocarri� les y Paseos, formado por los ingenieros Felipe Fortuño y Guillermo Hay, en Puebla de Zaragoza, 1880�����������������������������������������������������������������������324

índice de tablas

Tabla 1. Grandes exposiciones universales, 1851–1900�����������������������������74 Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900�����������75 Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las Obras de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851������������������������82 Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposi� tion Universelle de Paris, 1855����������������������������������������������������������������������86 Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal de París, 1867�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������88 Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Vie� na, 1873�������������������������������������������������������������������������������������������������������������91 Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Ame� ricana en Filadelfia, 1876��������������������������������������������������������������������������������96 Tabla 8. Lista de clasificación de objetos. Exposition Universelle de Paris, 1878�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������101 Tabla 9. Sistema de clasificación en la Exposition Universelle de Paris, 1889�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������104 Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian Exposition. Chicago, 1893����������������������������������������������������������������������������107 Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos �������������������������������������113 Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla, 1892�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������212 Tabla 13. Lista de grandes propietarios rurales en el distrito de Puebla, 1892�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������214 Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Uni� versal de París, 1855��������������������������������������������������������������������������������������235 Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposi� ción Internacional de Filadelfia, 1876���������������������������������������������������������247 Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880��������������������������������������������������������256

438

puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 17. Objetos poblanos premiados en la Exposición de Nueva Or� leans, 1884–1885��������������������������������������������������������������������������������������������265 Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de París, 1889�������������������������������������������������������������������������������������������������������274 Tabla 19. Objetos poblanos en la World's Columbian Exposition. Chica� go, 1893�����������������������������������������������������������������������������������������������������������283 Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mun� dial de Chicago, 1893������������������������������������������������������������������������������������286 Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presenta� da en París, 1900��������������������������������������������������������������������������������������������295

índice de figuras

Figura 1. Organigrama de las dependencias gubernamentales involucra� das en la representación de México en la Exposición Universal de París de 1855�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������151 Figura 2. Organigrama de funcionamiento de la Junta Permanente de Ex� posiciones y Protectora de la Industria del gobierno imperial de Maximi� liano de Habsburgo��������������������������������������������������������������������������������������154 Figura 3. Esquema organizativo de la Comisión Mexicana para la exposi� ción en Filadelfia en 1876�����������������������������������������������������������������������������161 Figura 4. Diagrama de flujo para organizar la muestra mexicana en Fila� delfia, 1876������������������������������������������������������������������������������������������������������162 Figura 5. Organigrama de la Junta Central de Exposiciones del Estado de Puebla, formada para integrar la colección poblana en Filadelfia, 1876 �������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������320 Figura 6. Esquema de la actuación del general Porfirio Díaz como comi� sionado general para la exposición mexicana en Nueva Orleans en 1884– 1885�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������326

Puebla en las exposiciones universales del siglo xix: La inserción de una región en el contexto global de María de Lourdes Herrera Feria se terminó de imprimir el mes de diciembre de 2014 en los talleres de Ediciones del Lirio, con domicilio en Azucenas, 10, Col. San Juan Xalpa, Ixtapalapa, México, D. F., teléfono 5613 4257. El cuidado de la edición y la composición tipográfica estuvieron a cargo de Cristina González García. El tiraje es de 1000 ejemplares.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.