Pruebas materiales sobre el nombre prerromano de Osuna

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Descripción

(ABCSEV11: ABC_2010-CARTELERA-PAGINA5 [SEVILLA -92 ] ... 26/12/10 Autor:JMAGUILAR Fecha:26/12/10 Hora:00:02)

92 TRIBUNA

DOMINGO, 26 DE DICIEMBRE DE 2010 abcdesevilla.es/tribuna

HISTORIA

PRUEBAS MATERIALES SOBRE EL ANTIGUO NOMBRE DE OSUNA JUAN COLLADO Filólogo y profesor

L

AS pruebas materiales con las que contamos para saber cuál era el nombre de Osuna antes de la llegada de los romanos son las monedas que se acuñan en esta población en época cartaginesa. Todo aquel que quiera informarse sobre dichas monedas puede dirigirse al libro de García y Bellido Cecas y Pueblos, que constituye una obra de obligada referencia para cualquier interesado en numismática. En la página 209 encontramos la información relativa a las monedas prerromanas acuñadas en Osuna. Lo que aparece escrito en ellas es prueba más que suficiente para desmontar la idea preconcebida según la cual los romanos, a su llegada, decidieron ponerle a Osuna el nombre de Urso como reflejo de la abundancia de osos en sus cercanías. La realidad es que el empleo de esta palabra, que en algunas monedas romanas aparece acompañada de la figura del oso, resulta ser una iniciativa bastante tardía, y sólo llega a imponerse cuando la población de origen latino que va llegando a Osuna empieza a ser numerosa. En un principio, sin embargo, cuando los pobladores romanos son todavía minoría el nombre más usado entre ellos es Ursao, una palabra que les resulta extraña y que curiosamente se parece mucho a la que aparece en las monedas prerromanas que acabamos de mencionar. El primer topónimo romano (Ursao) es el que ha servido para formar el gentilicio de los habitantes de Osuna (ursaonenses), precisamente porque es el que desde antiguo se ha venido considerando como primer nombre conocido de la población. Esta es la razón por la que la forma del gentilicio que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española es ursaonense, y no ursonense. Vemos que la palabra Ursao es previa a Urso. Además, tiene su lógica, porque en el paso del primer término al siguiente lo principal que ha ocurrido es la adquisición de significado (el de oso), lo cual supone cierto avance en comodidad para los hablantes de latín. Lo que influye, pues, en la aparición de la palabra Urso no es

la existencia de osos, sino la forma de la palabra que le precede en el tiempo: Ursao, que, a su vez, es reflejo de la palabra original íbera: Ursau. ¿Por qué se decide incluir la imagen del oso en la Serie III de las monedas de Urso? Pues, principalmente, para facilitar la lectura del topónimo. No debemos olvidar que en

la Antigüedad una de las funciones que cumplían las monedas tenía bastante que ver con la propaganda. ¿Qué tipo de propaganda? Pues la que le interesaba a la clase dirigente. En el caso concreto que nos ocupa, una vez que los romanos pusieron fin a la Segunda Guerra Púnica venciendo a los cartagineses en la batalla de Ilipa (207

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a.C.) comenzaron su verdadera expansión por la península. Numerosas ciudades fueron ocupadas, entre ellas Osuna. Una manera de indicar que la población ya se encontraba del lado romano era a través de las monedas, que es un elemento que se difunde con rapidez y es visto por gran cantidad de gente. Para propagar, entre otras cosas, que Osuna se había convertido en ciudad romana, ¿qué mejor estrategia que la de indicar su nombre en las monedas por partida doble? En el anverso, la palabra Vrsone; en el reverso, la figura de un oso. De esa manera quedaba bien claro para todos cuál era el nombre de la ciudad de la que procedían, incluso para aquellos que no supieran leer, puesto que la imagen del oso les facilitaba la lectura. Los entalladores de monedas que hicieron uso de este procedimiento seguramente serían ahora los primeros sorprendidos en caso de que les fuera posible conocer la interpretación posterior de su diseño. Un momento clave en la historia de esta interpretación es cuando Alfonso X El Sabio publica el famoso relato de Pirro y los osos, que forma parte del capítulo 12 de su «Primera Crónica General de España». La versión que ofrece sobre el origen del nombre de Osuna, lejos de considerarse con cierto espíritu crítico, es aceptada con bastante ligereza por parte de la mayoría de los eruditos, lo cual influye a su vez en la aceptación por parte del pueblo en general. Una vez que esta interpretación popular es acogida sin grandes reservas, en los siglos siguientes no se percibe ninguna necesidad en cuanto a la búsqueda del verdadero significado del nombre de Osuna. Esta situación de comodidad, que tiene su origen en las palabras —nada más y nada menos— de un rey al que la tradición ha dado en llamar «El Sabio», es la que ha conducido a muchos cronistas, historiadores, arqueólogos, investigadores y estudiosos a entrar en un tipo de argumentación circular de la cual es imposible salir, y que se podría resumir de la siguiente manera: «El que el oso aparezca en las monedas romanas es prueba de la veracidad de la versión de Alfonso X El Sabio; y la existencia de la versión de Alfonso X El Sabio encuentra su principal apoyo en la aparición del oso en las monedas.» No es de extrañar que una argumentación con tan poco fundamento tuviera éxito durante tantos siglos. Todavía en la actualidad las palabras fantasiosas de este rey medieval parecen ser tenidas mucho más en cuenta que las de aquellos que muchos siglos antes habían fundado la ciudad y le habían dado nombre. Ellos son los que verdaderamente tendrían que decir algo en este asunto. ¿No es hora ya de que les prestemos nuestra atención?

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