Proyecto: Conversando con mujeres desde la mirada narrativa

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Especialista Universitario en Terapia Narrativa y Trabajo Comunitario

09/2014

Iaquinandi Alitta, Ana

Proyecto: Conversando con mujeres desde la mirada narrativa Resumen En el presente trabajo se analizan las historias y los significados asociados a las narraciones de tres mujeres usuarias de un servicio de drogodependencias, vinculadas a un grupo de apoyo para mujeres gestionado desde el propio servicio. A través de la conversación, en diversas sesiones, he intentado indagar con ellas qué significa ser mujer, cómo han sido sus experiencias de vida en relación a ello y cuáles han sido las historias de los valores importantes para ellas que las han ayudado a salir adelante, teniendo en cuenta mi propio sesgo como investigadora y las condiciones contextuales. He partido de una perspectiva posmoderna1: un estudio de las particularidades de la experiencia de cada una, y desde un perspectiva narrativa: las experiencias toman significado en forma de relato, con las historias que contamos, que nos contamos y que oímos contar (White y Epston, 1980)

Introducción Qué mejor manera de introducir el tema de este artículo que explicando su historia. Tendría que hablar de mi pasión por las historias; de los cuestionamientos: al entrever y explicitar discursos, al conocimiento tal y como lo conocemos, positivista; de la conciencia de desigualdad, de asimetría, que promueven los diferentes discursos (y cómo determinan cómo pensamos que son los demás, y lo que pueden/podemos hacer y lo que no). Gracias a mi estancia en prácticas en un servicio de drogodependencias, a poder escuchar y observar, he sentido mucha curiosidad por conocer las voces de las mujeres que acuden al servicio. Al mismo tiempo, el comienzo de mi formación en prácticas narrativas me brindó el camino, las herramientas y la perspectiva adecuada (por respetuosa, por rica, por generadora de significados) para acercarme a sus historias. Muchas voces no se oyen, no están presentes, o se convierten en una sola, en aras de la generalización, de la sistematización. La polifonía, los multiversos me parecen mucho más adecuados para describir y acompañar las experiencias de las personas, pues cada una es diferente y sus historias son ricas y se transforman. No sólo explico su historia para darle un sentido, también para dar a conocer cuál es mi posición como investigadora, pues no resulto ajena a la investigación, no estoy en una posición “objetiva” tal y como se conoce dentro de la producción de conocimiento científico. Con mis prejuicios, mis ideas y experiencias, mi cultura, mis creencias y mi historia de vida. Así, pues, las conversaciones que me disponía a mantener con estas mujeres, participantes de un espacio de ayuda mutua (Taller de dones) organizado desde un servicio de drogodependencias 2, iban orientadas a poner palabras a sus experiencias en relación a ser mujer, y mi intención era

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Como describe Anderson (1995), posmoderno como crítica, como ruptura de lo moderno, no representado por autor concreto ni por concepto unificado, como un alejamiento de la realidad objetiva, los discursos dominantes, lo universal, lo representacional…donde todo está sujeto a cuestionamiento. 2 Servei Municipal de Drogodependències, Hospital Universitari Sant Joan, de Reus (Tarragona)

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Iaquinandi Alitta, Ana abordar sobre todo aquello que llamamos maternidad3, y que incluye todas las experiencias y vivencias alrededor de la posibilidad de tener hijos, y el hecho de tenerlos o no. Posteriormente, en el desarrollo de las conversaciones, éstas derivaron en otros temas, además de ese: el cuerpo, la familia, la pareja, lo cotidiano, el consumo (lo que el consumo de sustancias representa o representó en sus historias de vida, en el sentido que señala Romo, 20054)…así mismo, surgieron temas ausentes pero implícitos, como las pérdidas de todo tipo. El presente trabajo-investigación se planteó a través de conversaciones desde la perspectiva narrativa, y se desarrolla desde una posición colaborativa y dialógica, desde la cual se co-construye el conocimiento en el diálogo, a partir de la interacción de las dos partes. Las personas denominadas habitualmente “sujetos de investigación” son las únicas dueñas de sus historias y los conocimientos que se generen, siendo la investigadora únicamente la facilitadora de ese proceso generativo. En este sentido, los resultados de un proceso dialógico emergen durante todo el proceso, y no son “producto de investigación” (Sosa, 2013)). Este proceso dialógico no sólo involucra a las personas que participan en las entrevistas (entrevistadora y entrevistadas), sino también a las fuentes consultadas durante la preparación y desarrollo de las mismas, y también durante la preparación y elaboración de sus contenidos, los discursos ligados a los diferentes contextos en los que nos relacionamos y, por supuesto, las conversaciones mantenidas al respecto con mi tutor, que conforman un proceso reflexivo generador y transformativo en la confección de este escrito. Así, los significados construidos tanto en un momento del proceso (entrevistas) como en el otro (elaboración del texto) son del orden relacional-responsivo (Shotter y Katz, 1996, en Sosa, 2013) en lugar de representacionales. Los objetivos de la investigación se pueden resumir en los siguientes: - Generar el espacio conversacional adecuado para poder abordar temas específicos en relación a la condición de mujer, y poder deconstruir los discursos que los atraviesan a partir de las conversaciones. - Re-significar ser madre, ser mujer, en un contexto de consumo de sustancias, y otros contextos considerados marginales (por ejemplo, trabajo sexual) - Dar a conocer otras voces (mujeres con las etiquetas de consumidoras de sustancias, prostitutas,…) y re-significar las historias de vida a partir de aquello que es importante para ellas.

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¿Por qué la maternidad? Aunque el desarrollo de las conversaciones es flexible, la intención era poder conversar sobre este tema, ubicado en una conflictiva dicotomía con muchos valores y significados implícitos, a nivel social, emocional, psicológico, físico…un tema que tiene que ver con el poder, con los roles sociales, con el sexo, con el control, con la agencia personal...la maternidad es una vuelta de tuerca añadida a la situación desfavorable de las mujeres que consumen sustancias, una situación regulada estrictamente por vía legal, administrativa, médica y social. La maternidad se considera implícita en la identidad femenina, y transcurre por un camino fuertemente pautado desde diversos contextos. 4 “Si el significado o la realidad social de cualquier sustancia se encuentra en el contexto en el que ésta se halla, la consecuencia es que una sustancia no tiene una realidad externa a la percepción cultural que se tiene de ella” (Romo, 2005, pp.1)

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Metodología: los procesos y sus elementos La utilización de la palabra “proceso” para definir el desarrollo de esta investigación tiene una razón de ser, que ya ha sido dibujada en líneas anteriores5. Para poder crear espacios adecuados para el enriquecimiento de los significados, la aparición de múltiples voces, la evidencia de los discursos dominantes y las relaciones de poder que tejen, para entender “cómo la gente experimenta o entiende un fenómeno desde su narrativa en primera persona” (Sosa, 2013), establecemos un proceso, dialógico, de indagación, que coloca a la “investigadora” y a la persona “investigada” en un intercambio generador de significados que permanecen en el espacio común de la relación, pues surgen de los significados compartidos por ambas. El marco epistemológico del que surge esta mirada es fundamentalmente posmoderno, y en concreto muchas de las premisas del construccionismo social –una indagación que busca sobre todo explicar los procesos por los cuales la gente describe, explica o da cuenta del mundo en que vive (incluyendo su propia participación) (Anderson, 1995)- en lo concerniente a la producción de conocimiento y nuestra relación con ese conocimiento. El lenguaje tiene un papel fundamental en el proceso de construcción de realidades, y la forma en que las personas damos significados a las realidades, a nuestras experiencias y al mundo, es con el lenguaje, y en el espacio relacional, significando a partir de narraciones o relatos6. Son las experiencias concretas, en primera persona, personales, del día a día, las que nos contamos en los relatos e historias, entre nosotros; estas historias son además, como señala Payne (2003), influyentes, y dan sentido a nuestro mundo. Estas experiencias, siguiendo a White y Epston (1980), deben relatarse, justamente para atribuirles significado, organizando los acontecimientos en secuencias temporales, conectadas entre sí, para que esa narración pueda desarrollarse. En referencia a esto último, pienso que las conversaciones se han desarrollado fundamentalmente para conciliar ese sentido de orden y colocación en el tiempo, y la búsqueda de continuidad, que en dos de las tres mujeres entrevistadas fue comunicado explícitamente.7 En relación a “ser”, y siguiendo en la perspectiva posmoderna, no encontramos ninguna esencia de la persona o núcleo de identidad que debamos buscar o descubrir, sino que el “sí mismo” es también una construcción social, una variable moldeada también por las prácticas y saberes culturales8 (Payne, 2003) Aquello señalado como dificultad o problema deviene un relato de la experiencia vital que no encaja con los valores que son importantes para la persona, aquello que conforma su historia de vida y la vincula con las personas significativas de su vida, los lugares, etc. Es por eso que en esa situación, la percepción de la 5

La metodología como proceso es recogida por Sosa Infante (2013) en su tesis “Ser mujer” Según Gergen y Warhus (2001), otras formas de concebir la realidad y la producción de conocimiento ponen de relieve el lenguaje y las relaciones como espacio en el cual se construye la realidad. 7 Por ejemplo, referenciando dificultades para colocar acontecimientos en el tiempo, o explicando épocas del tiempo en que se sintieron “dormidas” o “ausentes”. 8 “La terapia narrativa asume que los factores sociales, políticos y culturales afectan a la vida de las personas, y, sobre todo, que las relaciones de poder son endémicas en las sociedades occidentales” (Payne, 2003, pp. 28) 6

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Iaquinandi Alitta, Ana historia vida y las identidades (muchas veces reducidas a una sola, como es el caso de las personas que consumen sustancias psicoactivas, por ejemplo) es fragmentada, es un relato truncado9, reducido a segmentos que muchas veces no tienen conexión entre sí, algo que es vivido como un obstáculo, como una línea discontinua que no permite seguir el hilo de la narración. Las historias de vida narradas en las sucesivas conversaciones conforman aquello (o algunos de los elementos) con que estas mujeres dan sentido y significado a aquello que han hecho y han vivido, lo que son (desde las múltiples identidades, alguna como la identidad de género se convierte en un importante elemento que sugiere un contexto de discursos muy potente y restrictivo en cuanto a maneras de ser, hacer, y lo que se puede o no se puede10; también otras construcciones, entorno a fenómenos como las drogodependencias, confieren un contexto fijo, con roles rígidos que determina sus acciones (López-Baños y Vallejo Correas, 1999)). En las conversaciones se puso de relieve la historia de vida de las mujeres, aunque sólo fuera para ordenar los sucesos en el tiempo, ya que (de Castro, 2011, p.7), La identidad no es tan sólo algo que se llega a ser sino que también es ese proceso por el que uno llega a ser ese algo. Sin embargo esto no debería llevarnos a afirmar que el proceso identitario (el devenir) sustituye a la realidad de la identidad (del ser), sino más bien a afirmar que el proceso (el devenir) es constitutivo de la identidad (del ser) El proceso de entrevistas, o de conversaciones, se generó a partir de contactos previos con las mujeres que participan en el espacio “Taller de dones” facilitado por una educadora social del servicio municipal de drogodependencias de mi ciudad. Dicha actividad, situada en un espacio “neutro” (no asistencial, ni dirigido a), un centro cívico municipal, se desarrolla un día a la semana, durante dos horas aproximadamente, y la participación en el mismo es abierta y flexible. He sido observadora participante durante un tiempo en dicho espacio, lo que me ha permitido compartir muchos momentos de charla con las mujeres que allí acuden. De estas charlas informales surgió el interés por conocer cómo es “ser mujer” en los contextos en los que ellas funcionan, y cómo los diferentes discursos dominantes configuraban un catálogo bastante restrictivo de maneras de ser y hacer. Hablé con ellas de este interés y pregunté quién podía estar interesada. Fruto del ofrecimiento surgieron las entrevistas a tres mujeres. No fue tarea fácil conseguir una regularidad, pues su asistencia a los diferentes lugares que frecuentan es bastante irregular, y las diferentes dificultades de salud, económicas, sociales,…hacen de las asistentes un grupo imprevisible y cambiante. Las conversaciones se plantearon en ese mismo espacio, de una manera muy flexible, y desde una perspectiva muy abierta, para facilitar el encuentro, la asistencia, y la comodidad en la conversación. Las tres mujeres que participaron, María, Carla y Rosa11, son de edades similares (43, 39 y 48 años

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Configurando una narración es como ordenamos las vivencias y como se crea la estructura temporal de la identidad (de Castro, 2011) 10 La identidad trans, y lo que se puede o no se puede ser, por ejemplo. 11 Nombres ficticios.

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Iaquinandi Alitta, Ana respectivamente), de procedencia muy diversa y con historias de vida muy diferentes12. Con la primera participante realicé tres sesiones, y dos respectivamente con las otras dos participantes. Las conversaciones fueron grabadas con el permiso por escrito de las participantes, y posteriormente se transcribieron las grabaciones13. Las conversaciones no se desarrollaron siguiendo ningún mapa narrativo concreto, sino que se buscó en primer lugar la intención de facilitar el relato de aquello que deseaban contar, poniendo de relieve los discursos dominantes en algunas ocasiones14.

Resultados y discusión Se realizó un análisis narrativo (Polanco, 2010) de las transcripciones, con la propuesta de unas tramas/temas tentativos15:  Ser madre/tener hijos/no tener hijos/la maternidad.  Ser mujer. Como cuidadora, respondiendo a una norma. Ser mujer a través del cuerpo.  Trabajo sexual: no es trabajo, pero es fuente de ingresos y medio de vida.  Familia: como refugio, como infierno, como recurso.  Otros: Maldita televisión… En relación a ser madre/tener hijos/no tener hijos/la maternidad, han surgido muchos significados de muy diversa índole. El tema “maternidad” no es, obviamente, un bloque compacto y homogéneo, sino un abanico de posibilidades, muchas veces contradictorias. De las tres mujeres, María es la única que ha tenido hijos, aunque no los ha tenido con ella. Carla no demostró interés por mi pregunta, así que supongo que la cuestión tampoco era llamativa para ella16. Rosa tiene muy claro que no quiere tenerlos, aunque parece tener que disculparse (“pero no es que no me gusten los niños”), para ella la maternidad es una elección17, y en relación a sus experiencias sobre la maternidad, ésta se presentó como autoridad, como 12

Muchas veces se comete el error de considerar el grupo “mujeres” como homogéneo: “Entender mejor los factores contextuales, y entre ellos el género, supone relacionar los usos de las sustancias psicoactivas con la posición socioeconómica y otras diferencias entre las propias mujeres, sean de edad, clase o grupo étnico, que suelen darse por supuestas y nos llevan a hablar con frecuencia de “las mujeres” como de un colectivo sin fracturas” 13 A las tres participantes se les preguntó si querían las transcripciones por escrito de las grabaciones. Una de ellas dijo que sí. 14 En algunas ocasiones, no me pareció adecuado, como indica Caro (2005), “a veces las voces dominantes son las únicas disponibles para dar sentido a la experiencia”; la intención de las conversaciones era facilitar el diálogo alrededor de “ser mujer”, no se pretendía “llegar” a ninguna conclusión, ni tampoco ejercer un efecto terapéutico. 15 Surgieron otros temas que no se han desarrollado por falta de espacio y tiempo, y que también surgieron en la conversación: los significados del cuerpo, las pérdidas, las figuras protectoras (que en muchos relatos no fueron explicitadas pero ahí estaban), los aprendizajes, el significado del consumo de sustancias en sus vidas,… 16 Sesgo de la investigadora, pensar que a todas las mujeres les interesaría hablar del tema, en cualquiera de las situaciones del continuum maternidad/no maternidad… 17 Sin embargo, estos significados (de carga, de elección) no siempre tiene el mismo sentido, pues en el caso de María, no fue la misma clase de “elección”, y la “carga” fue arrebatada (retirada, adopción)

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Iaquinandi Alitta, Ana atadura. La idea de maternidad como carga también fue manifestada por Carla, ambas en relación a su vivencia como hijas y observadoras del desempeño de sus madres. Al describir el desempeño de sus madres, las tres mujeres las describen como origen o raíces que no hay que olvidar, pese a que los desempeños algunas veces hayan sido negligentes o perjudiciales, o que se produjera una ausencia temprana, como en el caso de Rosa, que perdió a su madre repentinamente a los ocho años. En cuanto a este desempeño en carne propia, como madres o posibles madres, se señala como positivo, aunque muy sesgado por el contexto, la situación, no tener oportunidad, o no ser el momento. En cambio, el desempeño de padre, como describe María, sí se contextualiza, y factores como la educación, la edad o incluso la manera de ser sirven para explicar sus dificultades o incapacidad. Contrariamente, el sentimiento de “maternidad” es descrito como algo “innato”, con lo que se nace o no se nace, conocimientos que parece que se adquieren de manera “natural” y que no reciben influjos del contexto, aunque en otros momentos de la conversación, sí surjan estos factores contextuales, muy difusos (no era el momento, no los reclamé, etc.) Las madres como fuente de conocimiento también fue un tema que se vislumbra en los relatos, lo que se explica y lo que no se explica. Aunque no se preguntó específicamente sobre ser mujer, del relato de las tres mujeres se desprenden “maneras de ser mujer”, también muy diversas. Algunos significados que surgieron se refieren a las dicotomías, cómo lo femenino está muchas veces contrapuesto a lo masculino, y cómo no existen otras clasificaciones posibles…aunque sí existen personas que no se colocan ni en uno ni en otro lado; en el caso de Carla, que nació como hombre, el contraste continuado parece reafirmar su identidad de género, y sus roles sociales como mujer18 (macho/hembra; cuido la casa, hago al comida a mi marido…). En relación a los cuerpos, surgió con María el tema del cuerpo o la apariencia femenina (y lo que se asocia al cuerpo femenino en cuanto a tareas) con lo físico, por ejemplo en el contexto del deseo sexual (ir escotada, vestir “provocativamente”), o en el contexto del trabajo, cuando éste es de naturaleza física y en profesiones consideradas tradicionalmente como masculinas (“me dijeron que aquí en Tarragona esto estaba muy mal mirao que una mujer trabajara de paleta”) Asimismo, las actividades asociadas al cuidado de otros y a las tareas del hogar aparecen siempre como notrabajos (“Mi madre no trabajaba, era ama de casa”, Carla), algo que también sucede con el trabajo sexual, aunque algunas preguntas han dejado entrever que debería tener estatus de trabajo, legislado y controlado, y asociado a unos derechos laborales que protejan a la persona que lo desempeña. El hombre como género dominante se presenta en los relatos en múltiples formas, tanto como figuras “protectoras” o” salvadoras”, como en las historias familiares que recogen el ordenamiento de sus miembros alrededor de quién decide y provee (un hombre) Esto también se refleja en las historias de violencia, especialmente de violencia sexual, en las que las mujeres se hallaban en una situación de desventaja, ya fuera por necesidad, por miedo, por “aguantar” , algo que parece que las mujeres nos autoexigimos, en una suerte de tecnología del yo, en claro contraste con la resistencia y la fuerza que se asocia al género masculino, y que tiene sus consecuencias en cómo inciden los problemas y los factores contextuales y 18

“Butler propone que el género sexual se ha de considerar como la interpretación que se hace de la diferencia biológica, como una condición que no es lo que somos, sino lo que hacemos, o mejor dicho lo que nos hacen hacer” Valls-Llobet, 2009, pp.50

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Iaquinandi Alitta, Ana relacionales en los cuerpos de la mujeres y cómo esto a su vez deriva en la medicalización de ser mujer19 (Valls-Llobet, 2009). Este “aguante” deriva también en un discurso de la queja, que deviene un “lo que me ha tocado en suerte/la suerte de ser mujer”. A veces se confunde la mirada de género con la división entre géneros a la hora de analizar diferentes cuestiones, como por ejemplo de salud, cuando las diferencias no serían de “sexo” sino de “género”, construcción social que se refiere a diferencias económicas, sociales, laborales…y a las desigualdades vinculadas, que surgen de la asimétrica distribución de las cargas familiares, por ejemplo, y de los diferentes roles de género, que delimitan lo que se puede hacer y lo que no, y hasta dónde llegar; Valls-Llobet (2009, pp.287) lo denomina “reduccionismo de la discriminación”. Todas estas cuestiones tienen profundas dimensiones políticas, siguiendo a Payne (2000), “muchos de los problemas traídos a terapia son construcciones sociales que se desprenden de “prácticas de poder” que obligan a la gente a definir su identidad y su vida de forma limitada” (pp. 57). Es más, a otro nivel de análisis, podríamos añadir que cualquier cuestión es construida socialmente (incluida la perspectiva desde la cual escribimos este artículo): la terapia, el terapeuta, las teorías psicológicas y sus saberes, el género… Ya he mencionado el trabajo sexual, que es otro de los temas surgido en las conversaciones. Las tres mujeres entrevistadas han vivido o viven del trabajo sexual. En los relatos, los significados del trabajo sexual son variados y a veces contradictorios: varias veces es definido como no-trabajo (Carla: “Como no tengo trabajo, tengo que buscarme la vida, de una forma o de otra. (…) Haciendo la prostitución”) También aparece como una etiqueta persistente e inamovible, definitoria de la mujer. Como destino que no se puede cambiar: “yo ya lo sabía, mi vida como iba a ser. Yo como soy transexual, la vida de los transexuales la mayoría son prostitutas” (Carla). Pero a pesar de los discursos dominantes, que, recordemos, muchas veces son los únicos que hay para ir construyendo identidades, a veces se cae en la cuenta que estas etiquetas que aparecen en nuestras identidades pueden cambiarse, tirarse o subvertirse: “Era la yonqui, era la puta…porque no lo soy” (María) Cómo han llevado el trabajo sexual en relación a ellas mismas también ha dado lugar a varios significados, por ejemplo, en contraposición a la idea de “trabajo forzado”, Carla y Rosa hicieron llegar la idea de elegir (con quién se van, para hacer qué y en qué condiciones), frente a otros trabajos donde esto no es posible. El tema de la familia también ha estado muy presente, no sólo la familia propia, especialmente la familia de origen. María y Carla, en las conversaciones, han dejado un sentimiento de lealtad familiar grande, tanto en reconocimiento de los orígenes (por ejemplo, Carla conserva en su documento de identidad los dos nombres masculinos con que sus padres la registraron cuando nació, y no quiere cambiarlos), como de reconocimiento y cuidado (María se ha hecho cargo de dos hermanos disminuidos, además de algunos familiares de la familia de su marido) Aunque a veces la familia aparezca, como en este último caso, como 19

María y Rosa hablan de sus “nervios”, y describen en muchas ocasiones síntomas de ansiedad en relación a las condiciones vitales y algunos sucesos ocurridos en sus vidas, que aunque a veces ellas mismas conectan (“…si está todo solucionado pues y no hay que desconectar de nada, pues ya estaría todo solucionado…(…)…todo está solucionado, hasta los nervios” Rosa; ”tú tienes los problemas en tu casa, los tienes en tu casa, vives con ellos, duermes con ellos…”, “…tengo tanta depresión…(…)…intentando controlar la respiración, la taquicardia…”, “Tengo el congojo las 24 horas del día aquí”, María) Esta medicalización también contribuye a la victimización de las mujeres.

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Iaquinandi Alitta, Ana recurso20, a veces aparece como infierno (sin lugar a dudas cuando la violencia se ha vivido desde la infancia en el seno de la propia familia, como María), y a veces como refugio. Un elemento omnipresente ha sido la televisión. Los discursos que surgen de ella configuran “la realidad”, fuente de conocimientos (desde política hasta cómo cocinar; cómo criar a los hijos,…) y referencia continua. También lo que en la televisión se narra ha sido tema de conversación en las charlas mantenidas, a veces de forma extensa…María explica, por ejemplo, que ella aprendió las cosas de casa mirando culebrones colombianos, a los que su marido es gran aficionado.

A modo de (in)conclusión… Al igual que una conversación, este proceso (de investigación) no acaba, simplemente se interrumpe. Ha seguido en estos días que he trabajado y pensado sobre las conversaciones y habrá seguido, seguramente, en los recuerdos e ideas que han verbalizado las mujeres en las conversaciones, y cuando hayan comentado estas conversaciones en otras conversaciones. Espero que les haya resultado provechoso (¡o por lo menos inocuo!) en algún sentido, para mí ha sido un estimulante primer paso para entender que ordenar las historias en el tiempo es muy importante, especialmente si las personas han vivido situaciones y/o eventos que han supuesto una fractura en su historia de vida. Ese ordenamiento también moldea los relatos, los “hace narración”, para poderlos contar a una misma y a lxs otrxs. También para entender que lo que somos, nuestras identidades, son construidas en las relaciones con otros y, por tanto, influenciadas por ellos, pero de igual modo las identidades múltiples permiten dejar de lado lo que no se corresponde con lo que es importante para nosotros, y construir identidades nuevas recuperando las historias alternativas de la narración de nuestra vida. Por eso pienso que puede ser interesante continuar el proceso por ese lado y trabajar los acontecimientos extraordinarios que no sólo aportan el camino a estas historias alternativas que quedan al margen, sino que también permiten ir construyendo esas nuevas identidades más satisfactorias. Algunas buenas herramientas podrían ser el árbol de la vida o la línea de la vida. Una de las mujeres manifestó, a raíz de las conversaciones, que le había servido mucho contar porque muchas cosas no las recordaba, y que quería escribir su vida, imprimirla y encuadernarla para dársela a su familia. Ella misma me trajo algunas fotos, un elemento que aporta mucho en los relatos de vida; el genograma, que también elaboré con ella, le hizo especial ilusión. Al acabar la transcripción y análisis de las conversaciones, redacté una carta de devolución a cada una de las mujeres, con la intención de entregarlas, leerlas juntas y escuchar de nuevo lo que tengan que decir al respecto. Éste podría ser un buen punto de partida. Por supuesto, además de todo esto, la experiencia me sirve para saber lo que me falta por aprender de una conversación, las preguntas que no debo hacer (porque no aportan, no sirven para nada, emiten opiniones, o conducen la conversación), y que aunque tenga 20

Me ha parecido revelador el relato de Rosa, cuando comentaba que llamaba a su padre de vez en cuando para pedirle dinero, y que hasta hace muy poco, él se lo daba.

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Iaquinandi Alitta, Ana presentes mis propios prejuicios e ideas preconcebidas, muchas veces siguen constriñendo mi pensamiento a la hora de conversar. Agradezco la participación de María, Carla y Rosa, y que me hayan dejado entrar en sus vidas, compartir sus recuerdos, sus músicas, sus fotos, bizcochos y chocolates. Asimismo agradezco el proceso reflexivo generado por mi tutor, Jordi Freixas.

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Bibliografía y webgrafía

Caro, I. (2005) Los pacientes acuden a psicoterapia con una historia que contar. Monografías de Psiquiatría, julio-septiembre 2005, vol. XVII, núm.3, 19-27. De Castro, C. (2011) La constitución narrativa de la identidad y la experiencia del tiempo. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 30 (2011, 2)

Gergen, K. y Warhus, L. (2001) La terapia como una construcción social: dimensiones, deliberaciones y divergencias. Recuperado de el 19 de julio de 2014.

López Baños, F. y Vallejo Correas, J.A. (1999). Inicio y final de un proceso de tratamiento. Consideraciones sobre cuándo y cómo acabar. Rev. De la Asoc. Europea de Drogodependencias, “ITACA”. Diciembre 1999, Vol. IV, Nº 3, pp. 27-68. ISSN 11366281 Recuperado de el 19 de julio de 2014.

Payne, M. (2000) Terapia narrativa. Una introducción para profesionales. Barcelona: Paidós, 2002.

Polanco, M. (2010) Una mirada investigativa desde la terapia narrativa: la re-autoría de la migración colombiana. Procesos psicológicos y sociales. Vol. 6, Año 2010, núm. 1 y 2.

Romo, N. (2005) Género y uso de drogas: la invisibilidad de las mujeres. Revista Humanitas. Fundación Medicina y Humanidades Médicas. Recuperado de el 19 de julio de 2014.

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Iaquinandi Alitta, Ana Sosa Infante, Cynthia (2013). Ser mujer. Diálogos intergeneracionales. Tesis no publicada. Instituto Kanankil, México.

Valls-Llobet, C. (2009) Mujeres, salud y poder. 2ª edición (2010) Madrid: Cátedra.

White, M. y Epston, D. (1980) Medios narrativos para fines terapéuticos. Barcelona: Paidós Terapia Familiar, 1993.

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