Prólogo al libro Kénosis y donación de Bayron Osorio Herrera

Share Embed


Descripción

PROLOGO al libro Kénosis y donación: una clave de lectura del Acontecimiento Jesús. Escrito por Bayron León Osorio Herrera. Medellín: UPB, 2015. ISBN 978-958-764-235-3. Carlos Arboleda Mora

El pensamiento contemporáneo ha hecho una dura crítica de Dios que se ha convertido en la crítica de los ídolos que las religiones se han construido acerca de la divinidad. Las ideas de Marx, Freud, Nietzsche y otros muchos han tenido la ventaja de desbrozar el camino hacia el verdadero rostro de Dios y así han hecho un gran favor al cristianismo y aún a las demás religiones. En esos pensadores se descubre una intuición profunda de que hay que repensar a Dios y que hay que renovar las instituciones religiosas que se construyeron sobre un ahistórico concepto de El. En cuanto a lo primero, la filosofía contemporánea ha hecho un gran esfuerzo para encontrar el camino de la divinidad especialmente por medio de las corrientes fenomenológicas, existencialistas y transcendentales utilizando métodos interesantes como la narración, la hermenéutica, la sicología profunda.., y en cuanto a lo segundo, los procesos secularizadores de la sociedad contemporánea, han ido forzando a las instituciones religiosas a redefinir su papel y su función en una sociedad libre y democrática sin dominios, imposiciones y controles de la conciencia.

En todo este esfuerzo reflexivo, ha sido fundamental la crítica a la metafísica tradicional que concebía a Dios como el Ser, un gran superintendente del universo, omnisciente, omnipresente y omnipotente. Dios era el padre, juez y rector del universo, que regía los destinos de la humanidad, premiando a los buenos y castigando a los pecadores. Todo debía regirse por Yahvé, Alá o el Dios cristiano y sus mandatos. La teología correspondiente a este Dios era una teología potente y dominadora. Es una teología que 11

trata de colonizar, dominar, tener la última palabra sobre todos los hechos y acontecimientos del mundo. Trata de introducirse en todos los campos de las diversas disciplinas para decir cómo se deben hacer las cosas y qué no se debe hacer juzgando desde lo alto de los principios y reclamando para sí una autoridad universal. Tal tipo de teología está fundamentada sobre la supuesta universalidad de una concepción teológica determinada (generalmente eurocéntrica) y sobre el modelo de una iglesiasociedad perfecta. Se parte de que sólo hay un modelo válido de hacer teología que es la teología conceptual-racional con características de verdad universal. Lo que afirma dicha teología es que sólo hay una forma de entender a Dios y su revelación en términos de datos dados e inamovibles, y una sola forma de entender o interpretar sus conceptualizaciones. Así entendida, dicha teología hace unas afirmaciones conceptuales que se supone todo hombre debe aceptar porque son la verdad sobre Dios. La manera de definir a Dios, a la Trinidad, a Cristo, a la Iglesia, se conciben como ya definitivamente expresadas en ciertas fórmulas que no pueden cambiar y por tanto, son perennes. Esta teología, además, trató de justificar el poder temporal de la iglesia uniéndose, no pocas veces, con gobiernos y estados totalitarios y justificando crímenes en nombre del orden, de la voluntad de Dios o de la seguridad nacional. Esta última se convierte en doctrina de la seguridad eclesial llevando al llamado bullying teológico contra quienes ven las cosas de otra manera. Con el tiempo, esta teología conceptual se ha convertido en un doctrinarismo que busca seguridad, corrección y tradicionismo, acompañado de para-sacralizaciones, ritualismos, inmovilismos e, incluso, elementos supersticiosos y chamánicos. Aparece así una religiosidad que busca sólo el ritualismo y el beneficio económico o personal. Para sostener esa clase de teología, se tuvo una concepción de la iglesia como institución fuerte, también perenne, a la cual debe someterse toda persona para poder alcanzar su salvación. La iglesia es una sociedad perfecta, visible e institucional, dirigida por una jerarquía escogida desde lo alto. Es una sociedad perfecta pero desigual: fieles y jerarquía. Esta última decide el criterio de verdad y los primeros obedecen filialmente a la autoridad que tiene el poder para decidir quienes están adentro y quienes están afuera. Los jerarcas son concebidos como funcionarios de una institución prestigiosa y

12

buscan dentro de ella ascensos y prebendas, donde no importan la vocación o el testimonio, sino el prestigio y el logro de poder con el recurso a medios, a veces, inconfesables. Esa teología quiere ser potente y tener la explicación para todas las preguntas y contestar preguntas que nadie ha hecho. Para esa teología, Dios (concebido como Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente) es fundamental pues estos conceptos resaltan más el poder que el amor de Dios. Hay que tener en cuenta, además de las críticas de los maestros de la sospecha, los eventos sucedidos en el siglo XX como los campos de concentración alemanes, la masacre de los armenios y de los gitanos, y las infinitas crueldades de las guerras, que se han convertido en “el silencio de Dios”. Si Dios era tan fuerte, tan omnipotente y tan omnipresente, ¿por qué no impidió esos horrores? . De ahí que sea tan difícil hacer poesía o teología o filosofía después de Auschwitz. ¿Qué le pasó a Dios que se quedó callado?

Y aún más. Para esa teología dominadora era fundamental la existencia del infierno y sus castigos, del juicio final y de las ideas apocalípticas para controlar el comportamiento. Con la reinterpretación del cielo y el infierno ya no hay manera de controlar el mundo y la conducta de los hombres.1

Esa búsqueda de otra manera de comprender a Dios se hace hoy por las vías de un retorno a lo más original del cristianismo y en ella están comprometidos teólogos, filósofos, agentes pastorales, no sólo católicos sino de diversas confesiones y religiones, e incluso algunos que se clasifican como agnósticos. En este trabajo de búsqueda se dan unas líneas comunes como son la crítica a la metafísica, la mutua colaboración entre filosofía y teología, el uso de diversos métodos y el deseo común de dar sentido a un mundo en penuria. Así, por ejemplo, Jean Luc Nancy propone una deconstrucción del

1

Hay un libro reciente que muestra el impacto de las ideas apocalípticas en la sociedad y su utilización por parte de la iglesia para tener dominio político en la edad Media: Palmer, James.(2014) The Apocalypse in the Early Middle Ages. Cambridge: Cambridge University Press.

13

cristianismo para encontrar su núcleo esencial y éste no es otro que la alteridad. 2 La declosión implica el levantamiento de la “clausura de la metafísica” defendida por la religión y la filosofía. Esta clausura cristalizaba la existencia de dos regímenes: “ lo “inmanente” y lo “trascendente”, “este mundo” y el “más allá”, lo “sensible” y lo “inteligible”, la “apariencia” y la “realidad”. La clausura es el cumplimiento de esa totalidad que se piensa acabada en su autorreferencia.”3 Para Nancy, el cristianismo no designa, esencialmente, más que la exigencia de abrir en este mundo una alteridad incondicional, un movimiento infinito de apertura y reconstrucción. Y esto más originario del cristianismo es la presencia del amor en la carnalidad de la existencia del hombre, el otro, los mínimos y pequeños, el otro que está delante de mí. Buscar el amor como lo más originario implica un redescubrimiento de la razón mística (casi siempre marginada), un reconocimiento de la experiencia del llamado y la respuesta, una conciencia de la carne del hombre concreto, una búsqueda incesante del sentido por encima de la verdad científica o filosófica, un vivir la vida desde la pobreza y la sencillez.

Volver a un cristianismo del amor. Dios no es un Ser lejano, ajeno a nuestra carne. Dios es un padre que ama, acoge, perdona. Su amor y su perdón no tienen más límites que la libertad. Dios no produce temor, miedo o distancia. Cuánto daño se le ha hecho a Dios presentándolo como el Juez castigador, como el Supremo Fiscal que hurga en la herida de nuestros pecados para mandarnos al infierno, como el defensor de sistemas y de instituciones. Se olvida que el único poder que Dios tiene es su no-poder, el poder desnudo del amor.

Sobre todos estos presupuestos y con la finalidad de hacer comprensible a la cultura contemporánea los datos esenciales del cristianismo, se ha venido re-pensando la categoría de la Kénosis. A nivel mundial tenemos aportes y sugerencias muy valiosos que se presentan como propuestas de nuevas maneras de comprender esa categoría teológica en diálogo con las ciencias y con las filosofías continentales y orientales. Digno

2 3

Nancy, Jean-Luc (2008). La declosión. Deconstrucción del Cristianismo. Buenos Aires: La Cebra. Nancy, Jean – Luc, (2008). La declosión. Deconstrucción del cristianismo,, Buenos Aires: La Cebra, p. 16.

14

de mención es el libro editado por John Polkinghorne4 que reune una serie de ensayos de varios teólogos y científicos, cuya línea común es la comprensión del diseño del universo como kenótico: Dios no quiere imponerse sino que ha aceptado la kenosis de sí mismo en la creación. Parten de los trabajos de Urs von Balthasar (la kenosis es dejar espacio al otro como condición básica de todo amor y especialmente del amor divino eterno e interpersonal) y de Jurgen Moltmann (La trinidad por amor a los seres humanos

decide tolerar el pecado fijando ciertas limitaciones a su divinidad y

sometiéndose a la mutabilidad). Es un libro con unas propuestas interesantes aunque puedan ser discutibles en cuanto someten muchas categorías divinas al proceso científico de la evolución y a veces, sus ideas aparecen más como el deseo o el anhelo de los autores de una comprensión distinta que como una realidad basada en datos bíblicos. Hay aportes allí que es necesario seguir considerando como son: el análisis procesual de los atributos divinos de omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia; la búsqueda de respuesta al mal y al sufrimiento donde parece que Dios no está presente; la concepción de un Dios menos patriarcal y más afectuoso, sensible y emocional; el ingreso de la categoría del amor de alianza como amor kenótico que permite volverse a los débiles y humildes. Parece que no logra el libro afrontar el problema de la kenosis de Dios en la humanidad y en la creación en una forma fehaciente. Esto sólo se puede lograr desde una concepción de Dios como amor. Aquí es donde se puede pensar la kenosis fundamentalmente desde el amor con implicaciones ontológicas, éticas y políticas. Esto es lo que hace Bayron Osorio en esta obra La Kénosis: una clave de lectura del acontecimiento Jesús.

Las preguntas iniciales de la obra ya indican el camino que se va a recorrer, marcado por el presupuesto de que Dios es amor (1 Jn 4, 16): ¿Será este vaciamiento de sí, en cuanto expresión del exceso de amor divino, una característica de la divinidad, aún más, una parte de su esencia en tanto hemos a admitido que el ser de Dios es amor? ¿Puede la kénosis ser un rasgo de la divinidad como la hondura del amor de Dios para sus creaturas y la entrega generosa de Cristo en virtud de ese amor del Padre? ¿Puede ser

4

Polkinghorne, John (ed). (2008). La obra del amor. La creación como Kénosis. Estella: Verbo divino 15

expresión de la divinidad en cuanto amor hasta las últimas consecuencias en la sobreabundancia de la vida de Jesús?

Jesús es entendido como entrega y donación que revela a Dios como padre amoroso y misericordioso. El vaciarse de sí viene a ser por parte de Jesús la mejor manera de revelar a Dios y expresar que ser Dios es estar totalmente desasido de sí mismo. Jesús ha comprendido la realidad del amor, desde la óptica del don. La categoría del don se convierte en esta obra en clave de interpretación, colocándolo como exceso del don del amor. Muy bien puede decir el autor que su tesis trata de demostrar que la kénosis, entendida como una condición divina de exceso de amor donado y entregado, en el vaciamiento de sí como la mayor ofrenda de amor, puede ser una clave de lectura del Acontecimiento Jesús.

A lo largo del trabajo, se analiza primero el himno de la carta a los Filipenses 2, 6-11 con rigor exegético y se hace una corta historia de las diversas interpretaciones que se han dado al término kenosis, especialmente la interpretación cristológica, la intratrinitaria y la de la creación kenótica. Esto sitúa al lector en el seno del texto bíblico y de la controversia. El capítulo segundo está centrado en la presentación de la kenosis como atributo divino, es decir, como elemento de la misma esencia de Dios como amor, no como una decisión eventual de Dios o una obra puntual del Hijo en algún momento de la historia o un gesto aislado de misericordia sino la manifestación misma de Dios, como expresión del ser más íntimo de Dios. En Jesús, nos dice Osorio, se ha presentado la divinidad en nuestra historia en forma permanente y definitiva. Dios se revela a sí mismo en Jesucristo, ahí está El en su totalidad. El Dios revelado en y por Jesús es el Dios cristiano en sentido pleno y absoluto: Dios don- de-sí, gratuidad plena; dar-se es la esencia de Dios; es un vaciarse en favor de su creación. Dios es donación y se revela como donación y en la donación. La kénosis no es, entonces, un estado sino un evento de donación: “Sostenemos y defendemos aquí que la kénosis pertenece a la misma esencia de Dios en cuanto donación y entrega, como expresión del más alto grado del amor”. Ciertamente es una afirmación qué hace pensar, pero que se sitúa en la línea de buena parte de la filosofía y la teología contemporáneas. La reflexión sobre la Kénosis 16

la lleva Osorio en una clave bíblica-exegética fundamentalmente pero en diálogo continuo con autorizados teólogos.

El capítulo tercero se centra en los evangelios estudiando la encarnación, el nacimiento, el mesianismo, las tentaciones, el reino de Dios, los signos de Jesús, el mandamiento del amor, la muerte y la resurrección. Este estudio se hace con la clave de la donación y la donación del amor. Es un capítulo fundamental para hacer una cristología no aplicando conceptos preestablecidos desde fuera a la realidad de los textos bíblicos, no haciendo una lectura mecanicista del texto para hacerlo decir lo que quiere el autor. Se trata, en cambio, de dejar que los textos hablen, que aparezca la experiencia que hay detrás del texto. Se usa un método hermenéutico fenomenológico largo: buscar aquel evento que está más allá del texto y que da fundamento al texto, y que es el proceso seguido en la Escritura: una experiencia fundante que se vive, una narración plural de esa experiencia, un testimonio de la experiencia y una reflexión que permita la comprensión ontológica del sujeto. Esto permite una lectura que deja hablar la realidad y que no es meter la realidad a la fuerza dentro del concepto. Así se puede llegar con más facilidad a la verdad del texto como manifestación de una experiencia de salvación que es universal porque es humana, encarnada, y por tanto, lo que ven los cristianos es lo que puede ver cada hombre en este mundo. No se cierra, además, a una comprensión ontológica dominante, sino que permite el desarrollo de la interpretación del texto. La conclusión de la obra es realmente subversiva para una teología tradicional, racional y conceptual, como también lo es gratificante para quienes buscan un cristianismo enraizado en el hombre, para el hombre y por el hombre: El hombre es un ser, no para sí, sino para los demás; el hombre despojado, libre, fuera del sistema individualista, abierto, comprometido y entregado, es la realización de la kenosis de Dios en Jesucristo.

Es luminoso el resultado de esta tesis: llegar al concepto de Dios como donación, como donación de amor, como revelación plena en Jesucristo, y a la kenosis como revelación y atributo divino. Uno esperaría que esto lo dijera uno de los filósofos de la filosofía continental contemporánea que han abordado el tema de la donación como Jean Luc 17

Marion, Michel Henry y sus homólogos. Incluso Heidegger en su segunda etapa. Toda la reflexión sobre la donación del amor coincide con el pensamiento de Marion y las conclusiones están en la línea de los posheideggerianos John Caputo, Richard Kearney… No está hecha esta obra por un filósofo de formación, sino por un teólogo académico y pastor pragmático. No referencia en la bibliografía prácticamente a ninguno de los pensadores de la línea fenomenológica, pero comparte con ellos conclusiones. Esto nos muestra que la exégesis y hermenéutica de la Biblia hechas a partir de la experiencia registrada y transmitida en el texto, es un método epistemológicamente válido y teológicamente eficaz. Da además herramientas bíblicas a los investigadores situados en la línea que hoy se llama teología filosófica y abre el camino para una fructuosa colaboración entre ambas disciplinas.

En este último campo quedan unos desafíos interesantes y plausibles que deben seguir siendo debatidos y dialogados en la academia y que están planteados en esta obra: -

La posibilidad de hablar de otra teología, una nanoteología o microescatología, como lo plantea Richard Kearney: La idea es que la Creación es sinónima y sincrónima con la encarnación, en la que cada momento es una nueva ocasión para que lo eterno atraviese la carne y la sangre de los tiempos. Ensarkosis como la infinita encarnación en cada instante de la existencia, a la espera de ser activada, reconocida, atendida. El uno presente en los muchos. Lo sin tiempo ardiendo en lo transitorio. La santidad de lo repentino. Y la llamada, a raíz de tales encuentros, es nada menos que esto: devolver la belleza de Dios, mostrada en la carne de los hombres. La categoría de Encarnación como lugar de revelación divina. Contra los grandes sistemas metafísicos que interpretan a Dios en términos de universales formales y esencias abstractas, hay una invitación a la vivencia del eschaton en cada único instante no importa lo humilde o lo profano que sea. En el evento más sencillo está presente lo precioso. Aquí el descenso a lo banal (katabasis) toma la forma de un ascenso a lo precioso

18

(anabasis).5 Me llama mucho la atención que esta bella obra de Bayron Osorio, bíblico exegética, alcance conclusiones similares a las que llega Richard Kearney con métodos fenomenológicos de raigambre ricoeuriana en su obra Ana-teismo. Tornare a Dio dopo Dio (Anateísmo. Volver a Dios después de Dios).6 Ambos proponen abandonar el concepto de kenosis como un puente provisional para poner en contacto humanidad y divinidad, como una humillación temporal de la divinidad en un gesto de bondad, como una táctica pedagógica para dar a entender el misterio, o como una estrategia de comunicación organizacional para indicar la existencia de un Dios que sigue inmutable y que no ama, para pasar a entender la kenosis como el acto del amor o como la donación en exceso del amor que es Dios, y que en Jesús está la plena dación del amor que se vive en la opción por los condenados de la tierra. Son dos obras paralelas que convendría leer simultáneamente para deleite de la mente y ganancia de la vida. -

La necesidad de repensar la teología moral muchas veces anclada en normas heterónomas impuestas por el temor al pecado y al infierno. Osorio sitúa en la donación del amor la constitución del yo por el ser divino revelado. Soy amado y amado como persona concreta, yo soy amado por otro. Se sitúa así en la línea de la fenomenología francesa actual: un amante me ha precedido y me ha encontrado. La fenomenología de la donación logra la individuación del otro, individuación que es amor, amor al cual se le puede restituír la dignidad propia del concepto. Y ese amor se testimonia con amor en la vida diaria, en la cotidianidad.

-

Un tema que queda pendiente para futuros diálogos es más difícil pero muy importante: la relación entre la persona de Jesucristo y lo Crístico, entre el evento histórico de Jesús y el evento ontológico del hombre pleno. Es un asunto complicado pero fundamental para hablar de una nueva teología de las

5

Para esta nano-teología se puede leer a Kearney, Richard. «Epiphanies of the Everyday: Toward a MicroEschatology.» En Manoussakis, John Panteleimon (ed). After God. Richard Kearney and the Religious Turn in Continental Philosophy. New York: Fordham University Press, 2006. 3-20. 6 Richard Kearney. (2012). Ana-teismo. Tornare a Dio dopo Dio. Roma: Fazi Editore.

19

religiones, del diálogo intercultural, de la recepción del extranjero y del futuro del sentido en una sociedad cibercultural.

-

Finalmente, otro punto que queda abierto es la profundización de la vigencia de la razón mística en el mundo de hoy, con su idea de la donación del fenómeno saturado en el interior del ser humano. El fenómeno divino es un don, un dado, un fenómeno saturado, expresable por la mística, la estética, la historia, la poesía. Este fenómeno es aquel en el cual la intuición excede el concepto y la efectividad precede a la posibilidad. El sujeto (adonado) es el que se recibe a sí mismo cuando recibe el don, el dado. Si recibe el don como no ser, no será ya más Da-sein sino Da-Gott. Es un pensamiento difícil de comunicar pero hay que mantener la pasión por testimoniarlo: Dios es el que se manifiesta al hombre y por eso éste es” Dios ahí” (Da-gott). El ser ya no entendido como ser sino como donación de amor, es el propio manifestar o dación, y es su relación con el recipiente. El darse significa la esencia misma de la donación, pues el amor es concederse. Heidegger lo entendía como darse del Ser (de ahí sus restos metafísicos), pero en Dionisio Areopagita y Marion, es el darse del dar, darse del Hyper-ousia, darse del amor, darse de Dios. El hombre es el recipiente, la apertura que es llenada con el darse del amor, es el guardián del amor recibido, Dios ahí (Da-Gott) o Teokalóforo (portador de la belleza de Dios).

Enhorabuena nos llega esta obra de Bayron Osorio que nos hace una refrescante y sesuda propuesta de reinterpretación bíblica con profundos conocimientos exegéticos y teológicos. Seguramente abrirá fecundas conversaciones que harán posible acciones que construyan un mundo más humano. Penetrar por este umbral nos deparará agradables sorpresas.

20

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.