PROGRAMAS ICONOGRÁFICOS EN LAS CECAS DE LA ULTERIOR

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PROGRAMAS ICONOGRÁFICOS EN LAS CECAS DE LA ULTERIOR Isabel Rodríguez Casanova* Investigadora en Numismática

Resumen/Abstract La elección del tipo monetal de una ciudad no es un aspecto dejado al azar, sino que, como emblema oficial, responde a una cuidada reflexión. El tema monetal generalmente se elige bien porque tenga un significado importante para la comunidad, sea económico o religioso, o porque se trate de un diseño conocido en el ámbito de circulación monetaria como perteneciente a una amonedación de prestigio. El caso de la Ulterior presenta ejemplos de cada una de estas posibilidades. Palabras clave Moneda hispánica; moneda de la Ulterior; tipos monetales; iconografía monetal.

Choice of monetary design is not a casual aspect, as an official issue, it answers a very carefully purpose. Monetary type usually occurs from an important significance for the community, economic or religious, or because it means a well-known design in the monetary circulation as from a prestigious currency. The case of Ulterior coinage provides examples of all these possibilities. Keywords Hispanic coinage; Ulterior coinage; monetary types; monetary iconography.

Introducción

El tipo es uno de los elementos que definen a la moneda como tal y, sin duda, el que es percibido por el usuario, junto con el metal, con mayor rapidez. Al tratarse la moneda de un documento oficial, el tipo es un emblema más de la entidad acuñadora, como puede ser una enseña o un escudo, que la identifica y permite al usuario distinguirla de otras acuñaciones. De este modo, es fácilmente explicable la importancia que tiene la elección de un diseño determinado para las acuñaciones monetales y lo difícil que es cambiarlo, a no ser que medie una importante transformación socio-política que lo determine. Las ciudades en el mundo antiguo eligen sus temas monetales según una serie de criterios, en absoluto arbitrarios, que resumiré a continuación y que espero ilustrar con una serie de ejemplos de las emisiones de la Ulterior.

* Quiero agradecer al Dr. Alberto Canto, de la UAM, la ayuda prestada para la elaboración de este trabajo, así como el préstamo de las fotografías del archivo fotográfico de dicha universidad.

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La moneda de la Ulterior

La emisión de moneda en la zona sur peninsular comienza antes de la llegada de Roma en las colonias fenicio-púnicas, como Gadir, Seks o Malaka, y se expande por todo el territorio de lo que será, tras la conquista, la Hispania Ulterior. En total, se documentan más de setenta ciudades acuñadoras en los siglos comprendidos del

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aC al I dC (fig. 1). No todas acuñan moneda a lo largo de este

periodo, sino que, a excepción de los grandes centros emisores como Castulo u Obulco, la mayoría sólo emite moneda en ocasiones concretas, normalmente en una única y escasa serie. Algunas de ellas, incluso, son sólo conocidas por esta emisión monetal (por ejemplo Arsa o Balleia). A este complejo panorama de cecas y emisiones, en el que aún nos faltan numerosos aspectos que desentrañar, siendo no el menor el de la cronología de la mayoría de las series monetales, se une el diverso panorama étnico que se constata en la Ulterior en este periodo. Recordemos que conviven en este territorio ciudades de origen fenicio y púnico, que continúan utilizando su alfabeto en las monedas durante todo la historia de su amonedación (como Seks o Malaka), ciudades de raigambre ibérica que emplean un signario ibérico meridional (ιπολκα/Obulco, κασ;τιλο/Castulo), poblaciones célticas, túrdulos, turdetanos, además de la población latina. Los tipos utilizados por las ciudades de la Ulterior en sus monedas son enormemente variados, aunque pueden distinguirse algunos grupos bastante homogéneos que se vienen considerando desde antiguo, como el grupo de las dos espigas, que eligen cecas tan importantes como Carmo o Ilipa, además de Cerit, Searo, Laelia, etc. Intentar dirimir la causa por la cual las ciudades de la Ulterior eligen un tipo u otro para sus emisiones es tarea difícil, por no decir imposible, en muchos casos en los que ni siquiera conocemos la situación de la ciudad, ni mucho menos su historia ni la etnia que la puebla o, mejor, que la dirige. Por ello, en este trabajo voy a intentar sugerir algunas interpretaciones para casos muy concretos, siguiendo los esquemas que tradicionalmente adoptaban las ciudades antiguas para elegir sus tipos monetales emblemáticos.

Divinidades patronas de la ciudad

En la antigüedad la moneda poseía un innegable carácter religioso además del oficial, por tanto, es fácilmente comprensible que uno de los elementos más utilizado para representar una ciudad en su moneda fuera el de su divinidad protectora, que, a un tiempo, identifica y consagra la validez de la moneda. El caso de Atenea y la lechuza en las monedas atenienses puede ser el más conocido. En el caso de la Ulterior contamos con un ejemplo igualmente ilustrativo en las monedas de Gadir, donde aparece el Melkart gaditano a lo largo de toda la acuñación, incluso en aquellas emisiones realizadas ya en época imperial (fig. 2.1). Sin embargo, en el resto de la región el panorama resulta más complejo por la dificultad que existe en la identificación de las efigies representadas en las monedas. Siguiendo con el ejemplo de Melkart, es evidente que su imagen es la representada en las monedas de otras ciudades de raigambre fenicio-púnica como Seks, Abdera o Salacia. No está tan claro, en cambio, que su presencia en emisiones de ciudades del interior, cuya relación con el mundo

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púnico no está suficientemente probada, responda a la existencia de un culto a esa divinidad, que no atestigua ningún otro documento aparte de las monedas (Oria 2002). Se ha propuesto (Chaves & García Vargas 1991) que la difusión del tipo de Melkart está intrínsecamente ligada a la explotación económica del atún y la industria conservera. De este modo, configuran una red con centro en Gadir, a partir de las ciudades que eligen este tema monetal, que abarcaría toda la actividad relacionada con la elaboración de las salazones, desde la pesca hasta la obtención de la sal, y toda la infraestructura que éstas conllevan. También suele considerarse una diosa indígena la representada en los anversos de las monedas de Obulco, que se utilizará asimismo en Abra y en Ulia. En este caso, además del prestigio y la difusión que pudieran tener las continuadas y numerosas emisiones de Obulco, el culto a una divinidad femenina en la zona está atestiguado, entre otros testimonios de menor entidad, por la presencia del importante santuario de Torreparedones (Rodríguez Casanova 2004; id. 2006, p. 103).

Tipos parlantes

Son aquellos que aluden con su nombre al de la ciudad, como la foca en Focea o la rosa de la isla de Rodas y Rodhes. En la Ulterior es muy probable que tengamos atestiguada esta práctica en al menos dos cecas: iltir´aka y Urso. La ciudad de iltir´aka emite una sola emisión de moneda con alfabeto ibérico del sur y en cuyo reverso se muestra la figura de un lobo (fig. 2.2). La leyenda de la ciudad, aunque no sabemos con certeza si leída correctamente, presenta la misma raíz que la iltir´ta ibérica (Lleida), ceca con la que comparte igualmente la aparición de un lobo como tipo de reverso. Ya hace años que Gómez Moreno (1945, p. 278) propuso que la raíz iltir´- significaría lobo en lengua ibérica, de donde se deriva que sería el animal totémico de iltir´ta e igualmente de iltir´aka. Sin embargo, no ha sido hasta muy recientemente cuando se ha planteado la posibilidad de identificar esta ciudad con la Lupparia (Mozas 2006, p. 275) mencionada por Ptolomeo (II, 6,58) como ciudad oretana cercana a Castulo, y para cuya ubicación se ha propuesto Úbeda la Vieja. Mozas (ibm.) relaciona la iconografía monetal con las esculturas del cercano santuario ibérico de El Pajarillo de Huelma (siglo

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aC), que

interpreta como un mito fundacional que habría sido retomado como distintivo ciudadano por las emisiones monetarias. El segundo caso es el de la ciudad de Urso (Osuna). En este caso la emisión monetal se compone de varias series aún no bien sistematizadas, a pesar de haber sido objeto de algunos artículos monográficos (Villaronga 1979-1980; Chaves 1989 y 2002; Rodríguez Mérida 1990). En todo caso, en la emisión se constata un cambio tipológico radical en la última serie que no puede sino atribuirse a una gran transformación en la estructura económico-administrativa de la ciudad. Las primeras emisiones presentan unos tipos con claros paralelos en las emisiones cercanas, como son la cabeza masculina diademada de los anversos y la esfinge de los reversos que remiten, sin ninguna duda, a la ceca de Castulo (fig. 2.3). En el segundo grupo de emisiones, los temas cambian y aparece en el reverso un oso como tipo parlante de la ciudad (fig. 2.4), y en la última serie se cambia igualmente el anverso por una cabeza galeada que muy bien podría ser femenina y referir a Roma. La sustitución de la esfinge por el oso es interpretada por Chaves (2002, p. 19) en relación con la latinización semántica del topónimo. Sin embargo, es posible que la premisa de la que partimos sea

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errónea y el topónimo indígena de la ciudad no significara oso, sino que únicamente, a oídos latinos, sonaba como tal. A favor de esta idea puede aducirse que otras ciudades, que acuñan en ibérico y cuyos tipos interpretamos como parlantes (por ejemplo, el lobo en iltir´ta e iltir´aka), conservan esos tipos a lo largo de su emisión, como acabamos de ver. En el caso de la primera, la «romanización» de la iconografía monetal hace que su lobo evolucione en la loba capitolina, pero la esencia no cambia. Las fuentes literarias que nos hablan de la ciudad en época republicana presentan una cierta oscilación en la trascripción del nombre de la ciudad: Orso (App., Iber. 65), Orson (Diod. 33, 21), Vrsao (Bell. Hisp., 26, 28, 41), Ουρσον o Ουρσονε (Ptol. 24, 10; Str. 3, 2, 2). Recordemos que la leyenda monetal, hasta la última emisión, es

VRSONE,

lo que se ha interpretado como un ablativo del topó-

nimo, algo muy extraño en la amonedación hispana (Villar 1995, p. 338). También hay que recordar las monedas con leyenda púnica ywrs’n que se han atribuido a esta ciudad por el parecido toponímico. Cabe, pues, la posibilidad, de que el nombre indígena de la ciudad fuera Ursone y no Urso. El nombre indígena, en principio, no tendría ninguna relación con el oso, por lo que éste no aparece en las primeras emisiones. A medida que avanza la latinización, y por el parecido fonético, el nombre de la ciudad se fija como Urso, y se cambia el emblema por uno nuevo, un tema que es un tipo parlante pero sólo a partir de este momento. Hay que pensar, también, que este cambio se produciría por una transformación más profunda, quizás relacionada con un nuevo contingente de población. Cambios similares en la tipología monetal se dan en las cecas de Obulco y Castulo por ejemplo, que podrían fecharse en el periodo «de entreguerras» del siglo

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aC, y quizás en ese

mismo proceso, en el que se incluye también la desaparición de las leyendas indígenas, haya que incluir estas últimas emisiones de Urso.

Copia de tipos de prestigio

En algunas ocasiones, las ciudades o estados no eligen para sus amonedaciones unos tipos propios originales, sino que copian aquellos que son más respetados o reconocidos dentro del área comercial en la que se mueven. No hay que confundir esta práctica con la copia, pues las emisiones mantienen sus leyendas toponímicas, sino que pretende asimilarse a la moneda fuerte circulante. Es posible que este fenómeno se diera en algunas ciudades de la Ulterior, pudiendo explicarse así la difusión de determinados tipos. Uno de los ejemplos que podría explicarse mediante esta práctica es la amonedación de la ciudad de Carteia. Las emisiones más abundantes de esta ciudad, en la denominación de semises, ilustran en anverso una cabeza de Saturno laureada y en reverso una proa, tipos que copian los del bronce romano de esa denominación (fig. 2.5), como ya recogió Vives en su momento (Vives 1926, III, p. 18 y siguientes) (fig. 2.6). Es posible que esta ciudad, con su estatuto especial de primera colonia latina fuera de Italia, buscara asimilarse en su amonedación a la metrópolis (Rodríguez Casanova 2004, p. 259 y siguientes). La confirmación de esta hipótesis viene avalada por la constatación de hallazgos conjuntos de moneda romana de imitación y moneda de Carteia, tanto en depósitos (tesoro del Guadalete) como en hallazgos esporádicos, lo que significa que ambas circulaban en paralelo (Chaves 2000, p. 124). Una vez dicho esto, parece difícil aceptar una interpretación religiosa de los tipos monetales de Carteia, enfocada desde la religión fenicio-púnica, como se viene sugiriendo últimamente (García-Bellido & Blázquez, II, p. 87 y siguientes).

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Entre las propias acuñaciones hispanas parecen existir algunas cuya amplia circulación en la zona las convierte en modelo de cecas menores. Esta podría ser la explicación de la aparición del tipo de la esfinge, propio de la ceca de Castulo, en otras ciudades de su ámbito, como Iliberris y la ya vista de Urso. Sin embargo, no está claro el porqué se elige este tipo frente a otros igualmente difundidos en la zona (como podría ser Obulco) y si esta elección se fundamentó en condicionamientos económicos, religiosos o de otro tipo que desconocemos.

Imposición política

En la evolución de algunas cecas de la Ulterior, se observa una ruptura con los tipos característicos en un momento determinado que se puede interpretar como una imposición de tipo político sobre la autoridad que dirige la emisión, en este caso la ciudad. El caso más claro se produce con la inclusión de las monedas de la Ulterior en el sistema romano-provincial en los últimos años de la República y comienzos del Imperio. Un ejemplo es el de las emisiones de Corduba /Colonia Patricia. La ciudad republicana acuña, quizás con motivo de las guerras sertorianas (Chaves 1978, p. 80 y siguientes), una serie en cuyo anverso figura siempre una cabeza femenina con moño, de identificación incierta, pero que podría ser una divinidad local, quizás la misma que se repite en las emisiones romanas estatales atribuidas a esta misma ciudad (Rodríguez Casanova 2006, p. 104). Sin embargo, la emisión acuñada bajo Augusto, la única imperial, solamente ilustra tipos imperiales como el retrato del emperador, aquila entre dos signa, corona de roble, etc., sin ninguna reminiscencia de la iconografía anterior de la ciudad. Posiblemente haya que pensar también en un gran cambio de tipo político para explicar por qué las dos mayores cecas de la Ulterior, Castulo y Obulco, cambian sus conocidos tipos en un momento aún sin determinar. Recordemos que Obulco había ilustrado desde el comienzo de su acuñación una cabeza femenina con moño, collar y pendientes, unánimemente interpretada como la de una divinidad local. En un momento sin determinar, pero posiblemente posterior al año 80 aC, esta efigie es reemplazada por una cabeza con peinado en tirabuzones que podría identificarse con Apolo. Paralelamente, Castulo pasa a acuñar sólo en latín e introduce tipos inspirados en los del denario romano, como el del rapto de Europa (Chaves 1994, p. 117 y siguientes). La influencia del denario en la iconografía monetal de la Ulterior es un hecho sobre el cual conviene reflexionar sin prejuicios y con espíritu crítico. La obra de A. Vives sobre moneda hispánica (1926) atribuyó un enorme protagonismo al influjo romano en la iconografía monetal, de modo que pocos temas podían considerarse originales, y a partir de estas semejanzas iconográficas estableció muchas de sus conclusiones cronológicas. Años después, y en el ámbito del desarrollo de la arqueología fenicio-púnica en España, con los nuevos descubrimientos que avalaban la importancia de esta cultura en el sur peninsular, se tiende a buscar los paralelos para la amonedación de la zona en ese mundo (García-Bellido 1990, 1991, etc.). La interpretación predominante en esta tendencia es que la moneda hispana usa una iconografía clásica para efigiar en las monedas a sus divinidades de estirpe fenicio-púnica, del mismo modo que, en las emisiones hispano-cartaginesas, Melkart es representado como Heracles. Si bien no puede negarse que esto es cierto para muchas emisiones monetales, como pueden ser las de las colonias fenicias, en muchos otros casos es enormemente difícil de probar sin la existencia de testimonios de otro tipo, y en este punto podríamos volver a traer a colación el ejemplo de las emisiones de Carteia con Saturno y proa. A pesar de que, desde al menos la época de Alejandro,

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el Mediterráneo está inmerso en una koiné cultural en la que se mezclan e interrelacionen pueblos y elementos culturales de diversos orígenes, por esa misma razón los referentes iconográficos no deben buscarse en un único sentido y debemos olvidarnos del elemento romano, que será el que salga triunfador en la Península. Así pues, si bien podemos encontrar paralelos para la figura tocada con tirabuzones de las monedas béticas en representaciones plásticas atribuidas a la diosa Tanit, como el conocido y controvertido relieve de Tajo Montero (Blech 1981, p. 99 y siguientes), también es cierto que el paralelo más cercano, tanto en el tiempo como en el soporte material, es el denario de L. Piso Frugi (RRC 340, 90 aC). Un ejemplo más en la misma línea puede ser el tema del Rapto de Europa utilizado en los ases de la serie 10ª de Castulo (fig. 2.7). Los paralelos en moneda republicana contemporánea son evidentes en el denario de L. Vol(umnius?) (RRC 377/1, 81 aC) (fig. 2.8) o el de Valerio Acisculus (RRC 474/1b, 45 aC). Sin embargo, es conocido que con similar iconografía se representaba a Astarté por la misma época en el otro extremo del Mediterráneo, como prueban las monedas de Sidón que muestran esta imagen en el frontón de su templo (Trell 1979, p. 428). La interpretación en clave oriental se ha aplicado a algunos otros testimonios gráficos más cercanos geográficamente a nuestras monedas castulonenses, en concreto a un conjunto de cinco mosaicos, todos procedentes del sur de España, entre ellos el conocido de Fernán Núñez (Córdoba), que muestran el rapto de Europa, pero cuya peculiar iconografía ha hecho replantearse su lectura buscando sus paralelos en Biblos (Wattel-de Croizant 1986, p. 182) y, a partir de ahí, se han recopilado materiales hispanos con esta iconografía y se han relacionado con Astarté (López & San Nicolás 1996). A pesar de lo tentador que es vincular todo este conjunto de imágenes con las monedas, pudiéndonos apoyar incluso en la probada raigambre oriental de la ciudad de Castulo, no podemos olvidar la enorme distancia temporal que media entre monedas y mosaicos, ya que éstos se fechan a partir de finales de época severiana, o comienzos del III dC.

Productos locales y amonedación

Un tema muy característico en la amonedación de la Ulterior es la representación de motivos que remiten al producto más característico de la ciudad emisora. Así, aparecen profusamente espigas en emisiones de todo el valle del Guadalquivir, racimos de uvas, ramas de olivo, atunes en cecas costeras, sábalos y esturiones en ciudades ribereñas del Guadalquivir y del Lacus Ligustinus, etc. Para estos tipos de importante significado económico se ha buscado además una explicación de tipo religioso, en la que las divinidades patronas de la ciudad, muchas veces representadas en los anversos de las piezas, protegían sus riquezas. Así sucedería, como hemos visto, en Gadir con la pesca del atún, protegida desde el templo de Melkart, quien adopta este animal como símbolo (Manfredi 1987). La interpretación de la aparición de peces –atún, sábalo, esturión o peces sin identificar– como tipo monetal debe hacerse, a mi entender, desde una óptica similar a la propuesta para Gadir: la configuración de una red económica relacionada con la explotación pesquera y de las salazones. A juzgar por la tipología monetal, podríamos distinguir ciudades en las que predominaba la pesca del sábalo (principalmente en la cuenca del Guadalquivir) y ciudades que vivían de la pesca del

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esturión (Cumbaria, por ejemplo). La pesca del sábalo en el Guadalquivir debió de tener una enorme importancia por su abundancia y la facilidad de captura, como apuntó en su momento Ponsich (1998, p. 179). Sobre la pesca del esturión y su representación en las monedas no se ha prestado atención hasta ahora en la bibliografía numismática, ya que, llevados por el esquematismo de las representaciones monetales, tradicionalmente se ha confundido este pez con un atún o con un sábalo. Sin embargo, el esturión es fácilmente identificable por su cuerpo alargado y los lóbulos de la aleta caudal, largos y delgados (fig. 2.9). Su comportamiento es similar al del sábalo, ya que ambos son peces que remontan el curso de los ríos para desovar; comparten un mismo ámbito acuífero: el de las desembocaduras de los ríos y las marismas, donde pasan una buena parte del año adaptándose a las diferentes condiciones de salinidad que conlleva el paso de aguas saladas a aguas dulces. El esturión, además, perteneciente a la familia de los escómbridos al igual que el atún, sirvió como materia prima para la fabricación del famoso garum gaditano, tal y como nos confirma Antífanes ya en el siglo IV aC (Ponsich 1988, p. 39, 51). Merece la pena traer a colación en este sentido que una de las pocas piezas acuñadas por los árabes en España que presenta un tipo no epigráfico es precisamente un felús transicional (Codera 1879, lám. II.9) que muestra en su anverso la imagen de un esturión. La elección del tema, evidentemente, no parece casual y podría pensarse que recupera un tipo conocido y aceptado en la región, además de relacionado con las actividades industriales pesqueras de esta especie piscícola. Quizás lo más chocante en todas estas emisiones es la asociación que se repite una y otra vez en los diseños monetales del sábalo y los peces en general con las espigas (fig. 2.10). Aparte de poder pensar en una posible relación de ambos temas con divinidades frugíferas de la tierra y del río (García-Bellido 1991, p. 57 y siguientes), me inclino a pensar en una relación más directa con actividades económicas, pesca y agricultura, las bases de la riqueza de estas ciudades. La mención conjunta en las monedas de ambas actividades podría deberse a que eran consideradas complementarias para el desarrollo de la riqueza local. No podemos olvidar que, en cualquiera de las especies piscícolas que estamos mencionando, su captura se limitaba a una estación muy concreta. En el caso del atún, la documentación que poseemos para el siglo XV nos dice que se concretaba entre el día de San Marcos (25 de abril) y el de San Pedro (29 de junio) (Ponsich 1988, p. 27), periodo durante el cual se movilizaba una gran masa de hombres, temporeros, para trabajar en las labores de la pesca (idem, p. 96). El mismo carácter temporal tendrían la pesca del esturión y del sábalo, peces ambos que remontan los ríos a partir de la primavera para desovar. Se trata, entonces, de una actividad que podemos considerar de carácter industrial por el enorme volumen de gente que implica, pero al mismo tiempo de carácter estacional. Por otra parte, la recolección del trigo se realiza a finales de verano y también moviliza temporalmente un importante contingente humano. En ciudades de gran importancia agrícola, como Obulco, es muy posible que fuera necesaria mano de obra adicional para faenas agrícolas de carácter estacionario (Arévalo 1999, p. 246). Las monedas de esta ceca presentan una circulación muy amplia por zonas mineras, lo que ha llevado a pensar a Arévalo en una relación económica entre las explotaciones mineras y las agrícolas, basada en la utilización de trabajadores temporales en unas y otras y que podría haberse organizado incluso bajo una única societas (Arévalo 2000; id. 2002). En el caso de la pesca y de la agricultura nos encontramos ante dos actividades lo suficientemente importantes como para atraer mano de obra extranjera, que son geográficamente próximas y consecutivas en el tiempo. A partir de esta premisa quiero plantear la posibilidad de que la elección de

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estos tipos piscícolas y agrarios hiciera mención a los pagos que recibían los contingentes de trabajadores que se desplazaban para realizar esos trabajos. Del mismo modo, los símbolos astrales que en algunos casos los acompañan podrían hacer mención no sólo a divinidades, sino también a los ciclos lunares que condicionan las mareas y los calendarios agrarios. Si así fuera, y dado que estos pagos deberían realizarse en una época del año muy concreta, posiblemente finales de verano, sería también muy probable que estos talleres monetales hubieran tenido sólo un funcionamiento estacional, como se ha comprobado para otras zonas del Imperio romano, como Alejandría (Rodríguez Casanova 1997, p. 56 y siguientes).

Tipos y valores

La coincidencia con la moneda romana de la elección de unos tipos concretos para determinadas denominaciones podría no reducirse a la ceca de Carteia y documentarse en más cecas. Se ha planteado que el uso del tipo de Mercurio podría aludir a valores pequeños de la serie monetal, al igual que sucede en Roma, una idea difícil de demostrar si repasamos los talleres en los que se utiliza. La cabeza de Mercurio es tipo de anverso en la única moneda emitida con la leyenda de Ilipula Halos, posiblemente con el valor de unidad; la ceca donde aparece esta imagen con más profusión es la de Carmo, como tipo tanto de ases como de divisores. También se usa en divisores de Abdera y de Carteia, pero en ninguna de las emisiones citadas coincide con el valor del sextante que tenía el tipo en la seriación del bronce romano. Es más, su imagen en Carteia y en los divisores de Carmo va acompañada de tres glóbulos, aludiendo al valor de cuadrante. Cabe comentar, al hilo de la relación entre tipos y valores, que es una práctica apenas atestiguada en las cecas de la Ulterior. Al contrario de lo que sucede en talleres de la Citerior, especialmente de la zona levantina, donde encontramos el uso de un sistema claramente definido por la ceca de kese, en el cual el jinete se usa en las unidades, el caballo en las mitades, medio pegaso en los cuartos y delfín en los sextos, en esta área no existe nada tan complejo. Es cierto que la amonedación de la Ulterior es mucho más reducida en lo que a denominaciones se refiere –independientemente de que las imprecisiones metrológicas nos causen problemas de identificación de valores– y la mayoría de talleres no acuñan más allá de un valor, todo lo más tres en los talleres más potentes. Únicamente en la ceca de Castulo se produce la identificación de la esfinge con las unidades, toro con las mitades y jabalí con los cuadrantes. En Obulco parece seguirse en parte esta pauta en la cuarta emisión, en la que el tipo de arado y espiga característico de la ciudad es sustituido en los reversos de las mitades por un toro y en algunos cuadrantes por un jabalí, aunque este se alterna con un águila.

Conclusiones

El estudio de la iconografía monetal de la Ulterior presenta aún muchos problemas que están lejos de ser resueltos y que se derivan tanto de la pobreza de detalle de las representaciones monetales como del desconocimiento de la historia local de las ciudades emisoras. Esto impide aplicar los modelos que conocemos para otras amonedaciones antiguas a la hora de elegir el emblema ciudadano que ostentará la moneda. Sin embargo, una vez que el tipo es elegido y aceptado, es

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difícil que cambie, salvo que medie una importante transformación económica o política en la ciudad, como se aprecia en aquellas ciudades que emiten por un periodo de tiempo lo suficientemente largo como para poder observar una evolución. Más difícil resulta estudiar aquellas amonedaciones que se reducen a una simple emisión, posiblemente acuñadas en un momento concreto con una finalidad muy determinada –¿económica?, ¿conmemorativa?–, que es el caso de muchas de las cecas de la Ulterior, y que, en el estado actual de nuestros conocimientos, no podemos adivinar.

Figura 1. Mapa de cecas de la Ulterior.

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Figura 2. 1. Semis de Gadir (CNH 87.40); 2. As de iltir´aka (CNH 356.1); 3 y 4. Ases de Urso (CNH 368.5 y 7); 5. Semis romano-republicano (RRC 241.2); 6. Semis de Carteia; 7. As de Castulo (CNH 336.70); 8. Denario romano (RRC 377/1); 9. As de Detumo-Sisipo (CNH 405.5); 10. As de Ilipa (CNH 374.2). Fotografías: Archivo J. Vico (núm. 4, 7, 9 y 10), Archivo fotográfico UAM (núm. 1, 2, 3, 6 y 8).

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Programas iconográficos en las cecas de la Ulterior

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