programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba

July 8, 2017 | Autor: Marina Sturich | Categoría: Cultural Studies, Anthropology, Arquitectura, Patrimonio Cultural, Territorio
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Descripción

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CONFERENCIA INTERNACIONAL CAPTURED

Desarrollo Endógeno Sustentable y

Transdisciplinariedad en Educación

Superior

Cambios para la Coevolución y el Dialogo

entre la Academia y las Ciencias Tradicionales Indígenas

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DATOS DEL PRAHC-UMSS

Programa integral de Rehabilitación Áreas Históricas Cochabamba NOMBRE

PRAHC-UMSS (Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat, Universidad Mayor de San Simón) www.prahc.umss.edu.bo [email protected]

El PRAHC-UMSS es un programa de investigación/formación/acción que desarrolla sus TIPO DE INSTITUCIÓN actividades como parte de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS). 16 de septiembre de 1998, a través de la FECHA DE CREACIÓN Resolución Nº 58/98 del Consejo Facultativo de Arquitectura – UMSS. Edifício Multi-académico 3er Piso Oficinas PRAHC-UMSS: DIRECCION Campus UMSS Jordan esq. Oquendo Telef.: +591.4.4540084

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Directora: MARINA STURICH T.

EQUIPO DE TRABAJO

Equipo de trabajo: CAMILO KUNSTEK JULIETA JAIMES

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En esta conferencia, queremos aportar desde las miradas del territorio, el patrimonio y la cultura, desde disciplinas como la arquitectura y el urbanismo, a esta visión transdiciplinar que nos propone CATURED, sobre las lecciones aprendidas y por aprender entre el PRAHC-UMSS -como parte de la academia- y las ciencias tradicionales indígenas, intentando contribuir a construcciones alternativas conjuntas. El Programa integral de Rehabilitación Áreas Históricas Cochabamba (PRAHC-UMSS) inicialmente se vinculó a la necesidad de dar respuestas, desde la universidad pública, a las zonas afectadas por el movimiento sísmico en mayo de 1998 -Cono Sur del Departamento de Cochabamba/ Bolivia. A partir de esta primera experiencia y en el marco de una visión transdiciplinar, se generaron planes de puesta en valor patrimonial vinculados al desarrollo territorial buscando integrar las iniciativas de las comunidades, en constante interacción con procesos de formación académica y acción participativa. Se trata entonces de la construcción continua de un proceso que involucra diversos actores sociales, hoy se puede afirmar que el PRAHC-UMSS se ha constituido en un espacio de generación de sinergias cuyos resultados se muestran en diferentes áreas, entre las que sobresalen los casos de intervención/acción en municipios y localidades de Cochabamba, la investigación y los procesos de formación de posgrado. El planteo relaciona y retroalimenta cada una de estas áreas, las involucra e interrelaciona, llevando los resultados de los proyectos de acción participativa, a la formación, e involucrando a los alumnos, a partir de investigaciones de tesis con temáticas relacionadas a los procesos de investigación del PRAHC-UMSS. Todo ello bajo el criterio de la investigación/acción. De esta forma, en un contexto de educación pública como el de la UMSS, el superar los márgenes de las tradicionales visiones de academia, para generar procesos de transformación social implica un compromiso que requiere de continuidad y constancia. Este proceso debe permitir que se forjen los puentes necesarios entre la producción científica y la comunidad. Esta experiencia se convierte en un referente, que en la actualidad se proyecta impulsando: la creación y fortalecimiento de redes nacionales e internacionales, el desarrollo de investigaciones (debates sobre desarrollo, desarrollo local, interculturalidad, territorio - territorialidades, patrimonio - procesos culturales, etc.) y la promoción de ofertas formativas para la región, profundizando de este modo su lógica integral de interacción. ¿Quién debe de ser el destinatario del patrimonio? ¿De quién es el patrimonio? ¿Las territorialidades son “patrimonio”? ¿Se puede fragmentar el patrimonio en “tangible” e “intangible”? ¿A quién pertenece el pasado? ¿Es posible imaginar la “conservación” del patrimonio sin considerar el marco del desarrollo de las poblaciones que lo poseen y que lo han producido?, ¿Se puede intervenir un contexto patrimonial construido, sin programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba - PRAHC-UMSS f a c u l t a d d e a r q u i t e c t u r a - FA u n i v e r s i d a d m a y o r d e s a n s i m ó n -UMSS

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considerar su carácter inmaterial implícito? ¿Cómo accionar procesos de puesta en valor del patrimonio careciendo de una producción de conocimiento conjunta con las comunidades? Estas preguntas y muchas otras, son las que se han puesto en cuestión durante nuestro proceso, al momento de proponer acciones en temas de patrimonio, cultura y territorio desde la Universidad Pública en un contexto complejo y abigarrado como es el boliviano. Este cuadro complejo, encuentra en el tema patrimonial un espacio de trabajo y análisis porque permite generar escenarios alternativos desde las ciencias tradicionales indígenas junto a la academia y ello permite potenciar su capacidad de autogestión. Pero además, porque todo proceso de patrimonialización es un ingreso, para comprender las construcciones sociales que hacen a la cultura y a la identidad de cada comunidad, a sus relaciones inter e intraculturales cotidianas en la dimensión de su territorio. Pocos son los intentos académicos de revalorizar las tecnologías de construcción del hábitat desde los conocimientos locales, pero más escasos aún, los de revalorización de procesos propios de gestión y ordenamiento territorial. Procesos que se han desenvuelto desde siglos atrás, sorteando estratégicamente distintos modos de dominación, desde la colonia hasta el neoliberalismo actual, estas lógicas, estos conocimientos y estas prácticas, han buscado dialécticamente el modo de articularse u resistirse, de plantear sus propias formas de organización y gestión de sus territorios. No podemos plantear estrategias alternativas, si estamos enmarcados en las tradicionales visones y reglamentaciones de “ordenación y gestión territorial”, herramientas metodológicas diseñadas en “occidente” con la finalidad de estar al servicio de ciertos sectores hegemónicos. La ciencia es dominada por la práctica Occidental de conocimiento universalizante, poco verosímil. Aunque la ciencia moderna reclame ser pluralista, es totalitaria, impone miradas desde las necesidades de las clases hegemónicas, por ello es poco verosímil que existan “modelos” universales, “asépticos” y apolíticos de intervención o gestión territorial. Para comprender el proceso que ha desarrollado el PRAHC-UMSS como referente de las acciones generadas, es necesario posicionarnos mediante una serie de visiones epistemológicas y teóricas, que sostienen el accionar del equipo. Si las territorialidades, son construcciones socioculturales, necesitamos debatir sobre el amplio e inacabado concepto de “cultura”, como lo menciona Gilberto Giménez, se trata de un territorio en las ciencias sociales que posee un serio obstáculo, como lo es la acentuada multiplicidad de significados, que según el autor amenaza con acobardar cualquier intento de aprehensión sistemática y de conceptualización rigurosa. Nos remitimos a uno de los planteos de Giménez, desde muestra mirada muy importante: …” la cultura es concebida como conjunto de hechos simbólicos, la cultura tiene dos modos de existencia, según Bourdieu: uno como “símbolos objetivados bajo formas de prácticas rituales y de objetos cotidianos, religiosos, artísticos, etc.”; y otro como “formas simbólicas y estructuras mentales programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba - PRAHC-UMSS f a c u l t a d d e a r q u i t e c t u r a - FA u n i v e r s i d a d m a y o r d e s a n s i m ó n -UMSS

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interiorizadas”. Es decir, existen formas objetivadas y formas interiorizadas de la cultura, dialécticamente relacionadas entre sí. Esta distinción estratégica, frecuentemente olvidada en los estudios sociológicos y antropológicos, supone que no existe cultura sin sujeto ni sujeto sin cultura”. (GIMÉNEZ, 1993). El mismo autor sugiere que carece de sentido hablar de “cultura material”, es decir, de sus formas objetivadas, si no las referimos a actores sociales concretos, a sus modos de vida y a un “espacio de identidad”. Disponemos de dos conceptos teóricos – posiblemente homologables entre sí - para abordar las formas interiorizadas de la cultura: el concepto de habitus de Bourdieu, entendido como “esquemas de percepción, de valoración y de acción”; y el concepto de representaciones sociales, elaborado por la escuela europea de psicología social. (GIMÉNEZ, 2000: 23-46). Gilberto Giménez y Mónica Gendreau establecen el estudio de una “forma objetivada”, relegada por las ciencias sociales, que es la “encarnación” de la cultura en el territorio, la región y el paisaje. En consecuencia se retoman tendencias antropológicas que conciben lo cultural ligado a características ontológicas y fenomenológicas humanas (DE FRANCISCO, 1997: 44-45), ya que todas las sociedades tienen capacidad de producir y compartir simbólicamente mensajes, pero al mismo tiempo de diferenciarse por su singularidad. Así, este todo simbólico llamado cultura, puede ser estudiado desde diferentes ámbitos, Albó menciona tres: a) Ámbito de la economía y la tecnología (el territorio en relación con el medio ambiente), b) Ámbito de las relaciones sociales (organización familiar, social, del trabajo, política) y c) Ámbito de lo imaginario y lo simbólico (abarca la lengua, el arte, la religión, el sistema de valores y la cosmovisión). (GUAYGUA: 2004). Resulta de vital importancia señalar que el debate aquí expuesto es general, solo tiene el propósito de exponer algunos paradigmas en los cuales se fundan los enfoques asumidos por el PRAHC-UMSS, el entorno de sus debates y aquellos temas que tradicionalmente han sido menos polemizados desde las perspectivas de las gestión y planificación del territorio. Bolivia, posee un imponente patrimonio cultural, diverso y exuberante, lo que permitiría imaginar innumerables posibilidades dirigidas a procesos de desarrollo, pero qué tipo de desarrollo estamos buscando? Cómo concebimos “Desarrollo”? Que “desarrollo” queremos, con qué miradas, con qué visión? Obviamente, frente a estos cuestionamientos resulta importante esbozar algunos párrafos sobre las “Teorías del Desarrollo”, ello implica relacionar los paradigmas sobre cultura e interculturalidad, con el tema del desarrollo social entendido como un proceso sostenido y sustentable de compromiso con el cambio social contextualizado. En este sentido se busca partir de: ...un modelo abierto de cultura, que se afirma en la cotidianidad. Esto supone un posicionamiento evidente ante las relaciones entre Cultura y Desarrollo, donde se establecen principalmente dos líneas de pensamiento:..”Aquella que considera la cultura un instrumento del desarrollo como progreso material y la que la concibe como el fin y objetivo del desarrollo, como realización de la existencia humana en todas sus formas y en toda su plenitud. Cultura para desarrollo / Desarrollo cultural enmarcan esta especie de dicotomía, en la cual la última opción es la elegida. (STURICH, 2007) Resulta inconsistente interpretar un proceso de desarrollo, si no se incorporan las miradas desde lo cultural como instancia medular de análisis y acción. De este modo, se transversaliza su reflexión en proyectos, programas y políticas, lo cual permite una contextualización de las propuestas y la incorporación de los aportes de las ciencias tradicionales indígenas. El tema del poder resulta también de capital importancia, por ello, la intención de trabajar con miradas culturales, pasa inevitablemente por asumir una posición ante este contexto desigual y asimétrico. En este marco, que hace énfasis en la interacción con el “otro”, aparece la noción de programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba - PRAHC-UMSS f a c u l t a d d e a r q u i t e c t u r a - FA u n i v e r s i d a d m a y o r d e s a n s i m ó n -UMSS

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interculturalidad, como posibilidad de comprensión de la compleja construcción social. La interculturalidad hace referencia a la forma en que se dan las relaciones entre la diversidad de identidades culturales. Es la práctica que se ha generado desde la existencia misma de los pueblos, que se ha redimensionado en el actual contexto poderosamente intercomunicado del mundo “globalizado”. Sobre este tema, Albó tipifica estas relaciones según un criterio de estratificación que va desde lo menos, a lo más deseable: a) Interculturalidad negativa: Actitud y relaciones que llevan a la destrucción de una de las partes. Actitud y relaciones que llevan a la disminución de una de las partes por crear dependencias y por subyugarlas. Actitud que lleva a limitar las relaciones por prescindencia y distanciamiento. Y b) Interculturalidad positiva: Actitud y relaciones de simple tolerancia (las partes se aguantan sin perjudicarse).Actitud de mutuo entendimiento e intercambio que lleva al enriquecimiento de las partes. (GUAYGUA: 2004) Por otra parte, debemos adentrarnos también en los temas de espacio, territorio y territorialidades, desde estas construcciones socio-culturales, las formas de representación del espacio están mediadas por la ideología. El espacio como producto social, sólo se materializa a partir de simbolizarlo y significarlo, en ese sentido forma parte de él, es también su producto social e ideológico. El espacio como categoría abstracta y general, igualmente que la territorialidad, entendida como la apropiación y concreción del espacio, son categorías expresadas a partir de ser evidencias ideológicas influidas por la cultura. Pero también, es importante, la suficiencia que tengan los grupos sociales para apropiarlo en el tiempo. La territorialidad es entendida como la experiencia concreta que las sociedades alcanzan de la ocupación, transformación y control de un territorio específico, por medio del cual los diversos grupos sociales se apropian de los recursos y de lo que él contiene, es decir, la práctica de ocupación social del espacio geográfico constituye la apreciación que se posee y no puede ser ajeno a esta práctica. El Espacio, como evidencia ideológica se representa desde “una lógica particular y de saberes técnicos y racionales, [...] el espacio de científicos, urbanistas, tecnócratas e ingenieros sociales (Lefebvre, 1991.). Estos saberes están vinculados con las instituciones del poder dominante y con las representaciones normalizadas generadas por una lógica de visualización hegemónica” (Oslender, 2002), se imponen a la sociedad infatigablemente, en procura de establecer una sola concepción del espacio. Olvidando por tanto que el concepto de territorio está íntimamente ligado a la noción de identidad y por lo tanto, a la multiplicidad de particularidades. Cualquier propósito que franquee lo intercultural y el desarrollo social, debe posesionarse previamente de una reflexión territorial esencial, que le permita comprender la pluralidad de lógicas presentes en el contexto y accionar a partir de ellas y con ellas. El espacio es el lugar al que se pertenece, desempeña su rol vinculado con otros componentes de programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba - PRAHC-UMSS f a c u l t a d d e a r q u i t e c t u r a - FA u n i v e r s i d a d m a y o r d e s a n s i m ó n -UMSS

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la cultura a partir de la identidad de grupos sociales. La identidad, no puede ser analizada como una esencia estática, inmodificable, como una fotografía (Aguado y Portal, 1992, 46), en realidad en las sociedades complejas se configuran distintos niveles de identidad, que permiten comprender los diversos niveles por los que un individuo o grupo social transcurren y se interrelacionan con los diferentes sectores sociales que componen a la sociedad para alcanzar la reproducción de la cultura. Desde esta perspectiva es posible conceptuar a la multiculturalidad, entendida ésta como las múltiples relaciones sociales y los distintos niveles de identidad presentes en una sociedad que conviven, se relacionan y se reproducen culturalmente. En términos de León Olive, (1999) el multiculturalismo consiste en aceptar, al interior de una sociedad la existencia de diversos sistemas normativos y valorativos acerca de la naturaleza humana que coexisten en un mismo espacio, generalmente al interior del un estado–nación. Un espacio obtiene categoría de “territorialidad” cuando se alcanza delimitar, ya sea material o simbólicamente. El límite, la “frontera”, tiene la función de vigilar el acceso, para el control de sus mecanismos y para mediar en sus actividades. Implica un esfuerzo permanente por establecerlo y lograr mantenerlo, puede ocuparse una vez como un territorio específico y puede dejar de serlo para fragmentarse y dar lugar a otros. Ello quiere decir, que establece un tipo de lugar y forma parte también de otros territorios por ello la territorialidad es dinámica y multifacética, rompe con la idea del espacio cerrado, estático y cercado para dar lugar a una idea del espacio articulado, complejo, multiescalar, es decir, el espacio se convierte para el grupo social en el “sentido de lugar, de la naturaleza dialógica de la relación de la gente con un lugar y las formas poéticas en que la gente construye al espacio, al lugar y al tiempo. (Oslender, 2002, 6). En un espacio geográfico, coexisten numerosas “territorialidades” superpuestas y articuladas, pugnando y pactando, pero fundamentalmente gestionando este retazo del planeta, como patrimonio identitario. Este enfoque desmonta los esquemas tradicionales, desde la academia, con los que las escuelas clásicas nos han formado. De manera transversal a toda la discusión sobre la territorialidad, se encuentra la cuestión de la identidad como elemento central en la construcción y en la comprensión del territorio. En este sentido, se retoma la distinción entre 3 tipos de identidades, planteadas por Jiménez para el análisis de la cuestión regional (en CUERVO, 2003): 1) Identidad histórica patrimonial, construida en relación con acontecimientos pasados importantes para la colectividad y/o con un patrimonio socio-cultural, natural o socio-económico; 2) Identidad proyectiva, fundada en un proyecto regional, es decir en una representación más o menos elaborada del futuro de la región, habida cuenta de su pasado; y 3) Identidad vivida, reflejo de la vida cotidiana y del mundo de la vida actual de la región, que puede contener, en forma combinada, elementos históricos, proyectivos y patrimoniales. Estos tipos de identidad, al concebirse como territorializadas, permiten que se las retome como formas complementarias y complejas que hacen a la territorialidad. En el marco del tipo de “Identidad histórica patrimonial” vinculada al territorio, el patrimonio cultural es entendido como “Todo lo que forma parte de la identidad característica de un pueblo, que puede compartir, con otros, si así lo desea” (DAES en TORRES, 2004: 1). La relación con los demás, con los “otros” se justifica con la dinamicidad implicada en toda construcción social identitaria y por lo tanto en el patrimonio cultural. Estos elementos, cargados de una asignación particular de memoria y significado colectivo, también asumen un alto potencial político, sobre todo si se comprende el patrimonio “como espacio de lucha material y simbólica entre las clases, las etnias y los grupos…..” (CANCLINI en programa integral de rehabilitación áreas históricas cochabamba - PRAHC-UMSS f a c u l t a d d e a r q u i t e c t u r a - FA u n i v e r s i d a d m a y o r d e s a n s i m ó n -UMSS

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TORRES, 2004: 4). El reconocimiento de un bien cultural como patrimonio, parte de su inclusión desde los grupos sociales, como dispositivo referencial de su construcción identitaria, a partir de una valoración colectiva. Sobre el tema Guerrero menciona: …importante distinguir entre el patrimonio efectivamente vivido, reconocido y compartido, cuyo valor refiere esencialmente a una activación de la memoria con fines identitarios y de pertenencia, y lo que algunos llaman ideología patrimonial, cuyos propósitos son a veces de orden preformativo […]. Sería un error inferir la existencia de un sentimiento real de apropiación patrimonial sólo a partir de las declaratorias formales, discursos de los medios de comunicación o de los líderes y autoridades. (s/a: 2)

La cultura hegemónica, ha incluido en su registro la oferta del patrimonio como bien para el turismo y el consumo de bienes simbólicos “exóticos”, a partir de aquello, los supuestos procesos de apropiación de las comunidades están más vinculados a fines comerciales, que a los identitarios. Por ello, cuando debatimos sobre el patrimonio territorializado y su asignación de valor, debemos considerar con especial atención aquellos que hacen parte de la cotidianidad en el marco de la construcción territorial permanente. Obviamente, resulta casi inevitable la incorporación a estas estrategias, de partes del discurso hegemónico, siendo en este caso parte de una complicada táctica de articulación a los posibles mercados y de revalorización bajo otros parámetros, esencialmente como mercancías. “En otras palabras, la existencia de “un stock potencial de recursos patrimoniales”, que sólo se legitiman como tales desde “una versión ideológica de la identidad” (Prats, 1996), habla de un proceso que no ha sido nunca natural ni naturalizado —aunque las sociedades hayan tendido a procesarlo como tal— y de bienes “patrimonializables” que no poseen un valor intrínseco, sino que pueden convertirse en tales a partir de una atribución de valor. (LACARRIEU, 1998: 43-59) El patrimonio que poseen los municipios bolivianos, mucho más allá del “oficialmente” reconocido, implica las ciencias indígenas, los conocimientos, estrategias, formas de concebir sus articulaciones económicas y sociales, la visión sobre ellos mismos, sobre “los otros” y el universo. Todo, integralmente concebido, implica estrategias y perspectivas propias para proyectarse. No estamos planteando reparar solamente en elementos puntuales, hechos aislados y luego puestos en un escaparate de objetos “extraños” o de suvenir para foráneos -como gastronomía, tejidos, cerámicas, “casitas antiguas”, etc.- estamos hablando de lo que

esos actores consideran como su patrimonio. Pensamos que con esta visión se abren perspectivas propias, ello no implica necesariamente descubrir “otras” cosas, sino el modo como ideológicamente las priorizamos, el modo como se trabajan, la postura frente a la investigación, frente a la acción, resumiendo la concepción con la que pretendemos incorporarnos y relacionarnos para aportar.

Tania Maldonado S. Acrílico sobre tela

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Al estar hablando del territorio, en la integralidad de sus componentes, con sus ciencias, saberes, tecnologías, producción, grupos socioculturales y su patrimonio este “territorio” es su patrimonio? Diversos autores, coinciden en definir al paisaje como hecho simbólico de las sociedades que lo han habitado y se valoran como parte del mismo. Está en debate las distintas miradas sobre “paisaje cultural” como concepto y si cuando planteamos este paradigma estamos planteando el tema tan integralmente como resulta el del concepto de “territorialidad”. UNESCO ha planteado el concepto de “Paisajes Culturales” y ha declarado muchos sitios bajo esta categoría, generalmente estas declaratorias en algunos territorios han devenido en una simple comercialización del “bien cultural”, que en la muchos casos oculta la pobreza, la inequidad e incorpora nuevos actores externos que solo buscan beneficios económicos, inversionistas de la “industria sin chimeneas” como denomina al turismo, pero que no repercute en beneficios para las mismas comunidades. No se plantea en estas visiones la noción de identidad, pertenencia y disfrute colectivo. Este enfoque el “objeto patrimonilizable”, ha devenido en clasificarse como “tangible” y por otro lado la gastronomía, los bailes, etc., se han clasificado como “intangible”, esta división, obviamente le quita toda la integralidad y argumento a cualquier hecho patrimonial. Lo aísla, descontextualiza y le da una definición desde una visión de “bien comercializable, con mayor valor de cambio, que de uso colectivo. Se le construye una parafernalia y obviamente se lo vende como “producto turístico”, parte de las afamadas “industrias culturales” que muchos ofrecemos con el mayor candor. Por otra parte, arquitectos y planificadores, siguiendo nuestras escuelas occidentales de formación, hemos mirado el territorio desde este punto de vista, lo “ordenamos”, “planificamos” y lo dividimos arbitrariamente, lo seccionamos y reglamos con políticas, normas y discursos supuestamente universales. Es sobre este “territorio” delimitado rígidamente por fronteras político-administrativas, que el estado ejerce el control y la gestión de todos los recursos, pero debemos analizar que esta concepción deviene de un arcaico planteo ideológico de dominación y explotación, sin embargo es adoptada y aplicada mecánicamente por varias disciplinas en la actualidad. Pensamos que hay que romper estos esquemas y debemos concebir el territorio como un espacio producido socio-culturalmente, donde interaccionan numerosos modos de forjar la economía, la sociedad, los modos de organización, de sobrevivencia, etc. A estas construcciones sociales de las comunidades, que batallan cotidianamente para articularse o sobrevivir -en este cada día más complejo y leonino sistema capitalista- las entendemos como “Territorialidades”. En la presentación de Power Point, que acompaña esta reflexión, se detalla el proceso del PRAHC-UMSS, sus logros y vicisitudes en estos doce años.

Cochabamba, Noviembre 2011

Marina Sturich Directora PRAHC-UMSS

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Bolivia

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