Programa de prevención y atención a niños en situación de explotación laboral - Aguirre (2010)

December 6, 2017 | Autor: E. Aguirre-Dávila | Categoría: Child Labor, Vulnerable children
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Descripción

Eduardo Aguirre (2010). Programa de prevención y atención a niños en situación de explotación laboral

PROGRAMA DE PREVENCIÓN Y ATENCIÓN A NIÑOS EN SITUACIÓN DE EXPLOTACIÓN LABORAL1 Eduardo Aguirre Dávila2

El mundo las niñas y los niños3 en situación de explotación laboral constituye una problemática social que afecta a muchas naciones, en especial a los países de menor nivel de desarrollo y en los cuales ha sido muy difícil su erradicación. Es un fenómeno en el que se encuentran imbricados distintos factores, por ejemplo la falta de oportunidades educativas, las tradiciones culturales, la pobreza y el desempleo de los padres de familia.

Para el año 2000 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculó que el número de niños trabajadores entre los 5 y 14 años era de 211 millones (ILO, 2002), cifra que se ve reducida en el informe de la OIT de 2006 a 190.7 millones. En esta última medición se evidencian importantes avances en América Latina, dado que cuando se comparan los datos de 2000 y 2004 el trabajo infantil cae alrededor de dos tercios, reducción que tiene especial incidencia en las peores formas de explotación laboral infantil, las cuales ponen en alto riesgo la salud, el desarrollo y la integridad física de los niños.

1 Aguirre, E. (2010). Programa de prevención y atención a niños en situación de explotación laboral. En C. Mosquera et al. Intervención social, cultura y ética: un debate interdisciplinario. Universidad Nacional de Colombia. (ISBN: 978-958-719-423-4) 2 Profesor del Departamento de Psicología, Universidad Nacional de Colombia. Director del Grupo de Investigación sobre Socialización y Crianza. Correo electrónico: [email protected] 3 En este artículo se reconoce la importancia de la perspectiva de género, sin embargo, para no recargar el texto se optó por la versión genérica del término niño(s) para referirse tanto a las niñas como a los niños.

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Para el caso colombiano, de acuerdo con el Análisis de la Política Nacional frente al Trabajo Infantil en Colombia 1995-2002, realizado en el 2002 por la Universidad Nacional de Colombia a solicitud de la OIT (Torrado & ál., 2003), también existen importantes avances en la lucha contra el trabajo infantil, puesto que

«[…] se han logrado mayores niveles de difusión y sensibilización de la opinión pública nacional y se han desarrollado experiencias en sectores relevantes como la explotación sexual comercial infantil, la minería artesanal y la agricultura comercial» (Torrado & ál., 2003).

No obstante esta situación favorable, el trabajo infantil es aún uno de los fenómenos que más afecta a los niños provenientes de los grupos socialmente vulnerables. Así, bajo las condiciones de exclusión social, la explotación laboral infantil es una de las formas de violación de los derechos del niño que afecta seriamente tanto a los menores como a sus familias; situación que genera un círculo vicioso en la vida de estas personas. Es bastante probable que el niño sometido a explotación laboral termine como adulto reproduciendo para sus hijos las mismas condiciones de precariedad en las que vivió su infancia.

En otras palabras, en la vida adulta se verán reducidas sus posibilidades de conseguir un trabajo bien remunerado, debido a que enfrentó la falta de oportunidades para acceder a los servicios de salud y educación, a la recreación y en general a una vida saludable; bajo estas circunstancias les será difícil evitar que sus hijos sigan el mismo camino. 2

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En las últimas décadas se puede constatar un mayor interés en el Estado, en las organizaciones internacionales y locales y en el ámbito universitario, por la erradicación de la explotación laboral infantil. Este interés se concreta en estrategias y programas de intervención destinados a distanciar a los niños de las actividades laborales. En estos programas las acciones tienen como objetivo principal el desarrollo de las potencialidades humanas, para lo cual se brinda al niño y a sus familias asesoría psicosocial, acompañamiento en la búsqueda de alternativas reales al trabajo infantil y seguimiento de los compromisos adquiridos por los padres de familia para evitar que sus hijos trabajen.

Es en este marco en el que se presenta el trabajo de prevención de la explotación laboral infantil, realizado por el Grupo de investigación en socialización y crianza del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia.

SITUACIÓN DEL MENOR TRABAJADOR

Definición de trabajo infantil

Según la OIT (2002), el trabajo infantil es toda actividad económica realizada por menores de 15 años, relacionada con diferentes actividades ocupacionales, tales como el trabajo asalariado formal e informal, las labores domésticas no remuneradas, la explotación sexual, entre muchas otras, que interfiere con el desarrollo de los niños y les priva de la oportunidad de ir a la escuela o los obliga a abandonar prematuramente las aulas de clase. 3

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En la definición anterior se debe destacar que se presenta el trabajo infantil como una condición de alto riesgo para la salud física y psicosocial de los niños, lo cual ha facilitado que en el contexto internacional se implementen políticas destinadas a buscar su erradicación. Estas políticas se expresan en diferentes frentes que abarcan la salud, el estatus legal, el bienestar y las condiciones propicias de desarrollo de los niños en situación de explotación laboral.

Ahora bien, si se hace un análisis más detenido de la definición se encuentran vacíos que no solo afectan a los niños sino también a sus familias. Según Ritualo (2002, citado por Hilton, 2003), la definición que se desprende de los convenios de la OIT 138 y 182, tiene tanto fortalezas como limitaciones. Entre los aspectos más positivos la autora menciona dos: 1) la definición de estándares que facilita la construcción de cuestionarios cuyos resultados permiten una medición objetiva del trabajo infantil y el tratamiento estadístico de los resultados, y 2) la posibilidad de comparar los datos obtenidos en diferentes países. En cuanto a las limitaciones, se señala, por un lado, que deja mucha libertad a los países en la delimitación de la edad mínima para autorizar el trabajo infantil y por otro lado, los convenios no definen claramente el tipo de trabajo riesgoso, dejando su definición a cada uno de los países firmantes de los convenios.

En la definición de la OIT se excluyen los quehaceres domésticos realizados por los niños en su propio hogar. Hoy en día, desde la perspectiva de los derechos del niño, esta actividad es seriamente cuestionada, debido a que en muchos casos se pone en riesgo la salud del niño y la oportunidad de que asista regularmente a la 4

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escuela. De hecho, las mediciones realizadas por UNICEF desde hace varios años ya incluyen el trabajo doméstico como una forma más de trabajo infantil.

Otra limitación la señalan Torrado & ál. (2002), quienes sostienen que la vaga delimitación y el tratamiento homogeneizante que se hace del concepto de trabajo infantil, en muchas oportunidades, legitima las prácticas laborales de los niños y no permite reconocer las particularidades y diferencias del desarrollo infantil y juvenil.

No obstante estos vacíos, la definición se constituye en un instrumento valioso para luchar contra la explotación laboral infantil, más cuando en ésta se especifica, por grupos de edades, lo que se considera trabajo infantil. A este respecto, Fares & Raju (2007) recuerdan que la OIT entiende por menor trabajador: a todos los niños entre los 5 y 11 años de edad que realizan una actividad económica, a los niños entre 12-14 años de edad que trabajan durante 14 o más horas por semana, y a los niños entre 12 y 17 años de edad que desarrollan una actividad económica bajo «las peores formas de trabajo infantil», las cuales se encuentran definidas en el artículo 3 del Convenio 182 de 1999 de la OIT, y se refieren a: la esclavitud; la prostitución o la pornografía; las actividades ilícitas de producción y tráfico de drogas; y las tareas que tienen alta probabilidad de afectar seriamente la salud, la seguridad o la integridad moral de los niños.

Ahora bien, como lo sostiene Melguizo (2004), si se adopta la perspectiva de derechos la delimitación de trabajo infantil se ve complementada y fortalecida. 5

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«El trabajo infantil, sea cual sea su carácter, es la manifestación concreta de la violación a los derechos de los niños y niñas, como el derecho a la vida, a la integridad física y a la salud, el uso adecuado del tiempo libre y el derecho a la educación […] Los derechos se vulneran porque el niño y la niña no están ni física ni psicológicamente preparados para enfrentar cierto tipo de responsabilidades,

que

suelen

asumir

bajo

condiciones

laborales

inadecuadas, peligrosas y comúnmente ilegales» (Melguizo, 2004: 86).

Con esto se rescata el derecho de los niños a vivir su pleno desarrollo y se sale al paso de todos aquellos que creen que el trabajo es un espacio de aprendizaje y formación de los niños, dado que

«Los niños que trabajan no tienen la oportunidad de participar en actividades vitales para su formación y para el desarrollo de sus potencialidades; el trabajo los lleva a vivir prematuramente una vida de adultos que lo único que hace es profundizar la desigualdad con sus semejantes y limitar sus posibilidades de ingreso y trabajo cuando sean adultos». (OIT, 2006: 10).

De otro lado, Ordoñez & Bracamonte (2005) clasifican la actividad laboral de los niños por su naturaleza, carácter y las condiciones en las que se realiza. Afirman que

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«La naturaleza se refiere al nivel de riesgo para la salud y seguridad de quienes desempeñan la actividad laboral [y] pueden ser clasificados como de naturaleza no nociva o inocua y como de naturaleza nociva para la seguridad o la salud (física o mental) de quienes los ejercen […] Las condiciones del trabajo de niños y adolescentes que pueden determinar perjuicios sobre el desarrollo integral de los mismos se clasifican en adecuadas o inadecuadas. Las condiciones bajo las que se desarrolla una actividad laboral son asimismo de suma importancia para establecer la prioridad de toda intervención institucional en el tema de trabajo infantil. […] Finalmente, el carácter de las actividades laborales desarrolladas por los menores puede ser formativo o no formativo, es decir, contribuir o no al desarrollo de destrezas y capital humano que le servirá al menor más adelante en su vida laboral» (Ordoñez & Bracamonte, 2005: 1-2)

En resumen, si bien la definición de trabajo infantil presenta algunas limitaciones, lo cierto es que ha permitido hacer visible este fenómeno social y sus implicaciones negativas para la vida de los niños. En este sentido, la delimitación conceptual facilita el establecimiento de políticas que orientan programas y acciones tendientes a erradicar esta forma de explotación laboral.

Legislación internacional y nacional sobre el trabajo infantil

Desde la perspectiva de los derechos del niño la explotación laboral y la marginación se constituyen en formas de maltrato, y que en muchas 7

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oportunidades se hace invisible al mundo adulto y a las autoridades, debido a que los niños también trabajan en el hogar o bajo la tutela de los padres. Para enfrentar el flagelo del trabajo infantil se ha venido construyendo una política destinada a evitar que los niños trabajen, la cual se expresa en una normatividad nacional e internacional que protege al menor y regula su participación en el ámbito laboral.

A continuación se resumen los aspectos más destacados de la legislación internacional y nacional concerniente al trabajo infantil.

La OIT, desde su fundación, se ha ocupa del menor trabajador, siendo su objetivo principal la erradicación de la explotación laboral infantil. Esta iniciativa ha quedado consignada en distintos convenios internacionales, entre los cuales los más importantes son: el Convenio 5 de 1919, que prohíbe el trabajo de los niños menores de 14 años en el sector industrial; el 138 de 1973 sobre la edad mínima para el trabajo; o el 182 de 1999 sobre las peores formas del trabajo infantil (la esclavitud en todas sus formas y la servidumbre, el reclutamiento para la prostitución, la pornografía, y la vinculación a la producción y tráfico de sustancias estupefacientes).

Asimismo, la OIT crea en el año 1992 el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), cuyo objetivo es brindar asistencia técnica a los países miembros en la formulación, implementación y desarrollo de políticas nacionales relacionadas con la erradicación del trabajo infantil. La prioridad del 8

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IPEC son los niños sometidos a trabajos forzosos o en régimen de servidumbre, que desempeñan labores peligrosas o que son menores de 12 años.

Otra normativa internacional, encaminada a la protección de los niños y jóvenes, es la Convención Internacional sobre los Derechos de los Niños y las Niñas, la cual fue ratificada por Colombia mediante la Ley 12 de 1991. Esta legislación se convierte en el marco ético-político para que cada país se ocupe de la infancia. La convención define al niño como todo menor de 18 años y establece una estrategia contra el trabajo infantil, al plantear que los niños son sujetos activos de derechos, esto es, personas con derechos exigibles tanto por los Estado como por sus familias.

Un elemento sustancial de la Convención y que ha permitido la modificación de muchos códigos del menor, es el considerar prioritario el interés superior del niño y su protección efectiva en cualquier circunstancia.

Para el caso de la legislación colombiana, entre las leyes que ratifican los derechos de la niñez se encuentra la Constitución Política de 1991, en la que queda consignado que «la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos». En este sentido, en la Constitución es claro el principio de corresponsabilidad que obliga a la familia, a la sociedad y al Estado a asegurar la vigencia de los derechos de los niños, así como su calidad de vida.

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Con este principio se exige que la participación de los tres estamentos sea activa, sin interferencias y ni exención de responsabilidades.

El desarrollo de este principio se encuentra en el artículo 44, que se refiere a los derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Estos derechos deberán ser protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Además, podemos decir que la protección del niño cuando tiene que realizar alguna actividad laboral también se puede lograr mediante el artículo 25: «el trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas».

Otra disposición legal es la Ley 20 de 1982, por medio de la cual se crea la Dirección General del Menor Trabajador como dependencia del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y se adopta el Estatuto del Menor Trabajador, con lo cual se establecieron una serie de acciones del Estado encaminadas a la erradicación del trabajo infantil y a garantizar sus derechos cuando por diversas circunstancias estos deben incorporarse al mercado laboral.

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Finalmente, está la Ley 1098 de 2006 o Código de la Infancia y Adolescencia, que se fundamenta en la noción de protección integral de los niños, niñas y adolescentes, y que hace explícito cuatro principios de la protección: interés superior del niño, corresponsabilidad, prevalencia de los derechos del niño y la perspectiva de género. Estos principios articulan cuatro ejes de acción: 1) El reconocimiento a los niños como sujetos de derechos; 2) La garantía de los derechos para todos los niños y adolescentes; 3) La prevención de la vulneración o amenaza de los derechos de los niños; y 4) El establecimiento de una Política Pública que materializa la protección integral.

El trabajo infantil en cifras

Los cálculos de la OIT para el año 2000 (ILO, 2002), mostraron que en el mundo los menores trabajadores entre los 5 y 14 años eran alrededor de 211 millones, el 17.6% del total de niños en este rango de edad; que los niños entre los 15 y 17 años eran unos 141 millones, el 42.4% del total de niños que se encontraban en estas edades; que cerca de 73 millones eran menores de 10 años, el 12.2% de los niños de esta edad; y que en cifras totales los niños trabajadores entre los 5 y 17 ascendía a los 352 millones, el 23.0% del total del grupo etario. En estas cifras no se presenta mayores diferencias entre niñas y niños.

En el informe de la OIT de 2006, las cifras indican una disminución en la explotación del trabajo infantil. Este organismo reconoce que

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«La lucha contra el trabajo infantil en el mundo continúa siendo un desafío desalentador, pero este Informe Global proporciona evidencia sobre los avances que se han logrado. Estamos empezando a ver una reducción alentadora en el trabajo infantil —especialmente en sus peores formas— en muchas áreas del mundo. Sabemos hoy que con la voluntad política, los recursos

y

las

decisiones

políticas

correctas

podemos

poner

fin,

definitivamente, a este azote en las vidas de tantas familias en el mundo» (ILO, 2006).

Al hacer la comparación de la situación reportada por la OIT entre 2000 y 2004 se corroborara una reducción de la explotación laboral infantil en el mundo. En la comparación se utilizan las tres categorías internacionalmente aceptadas para medir el trabajo infantil: actividad económica, trabajo infantil y trabajo riesgoso.

La actividad económica infantil se define, afirman Fares & Raju (2007), como todo trabajo remunerado y ciertas formas de trabajo no remunerado (por ejemplo, el trabajo realizado en las empresas familiares) y que según los estándares internacionales, el carácter de económicamente activo lo confiere el estar empleado al menos por una hora de trabajo en relación a una semana del año escolar. El trabajo infantil es una actividad remunerada y compromete al niño por lo menos 14 horas a la semana. Finalmente, el trabajo riesgoso, es toda actividad laboral clasificada por la OIT como «las peores formas de trabajo». En la siguiente tabla se pueden constatar los cambios citados.

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Cuadro No. 1 Estimativos de diferentes categorías del trabajo infantil por edades 2000 – 2004 Grupos de Edades

5 - 17

5 -14

15 - 17

Millones Índice (% grupo de edad) % Cambio 2000 a 2004 Millones Índice (% grupo de edad) % Cambio 2000 a 2004 Millones Índice (% grupo de edad) % Cambio 2000 a 2004

Población Infantil

Niños Económicamente Activos 2000 2004 351.9 317.4

2000 1.531.4

2004 1.566.3

100.0

100.0

23.0



2.3



1.199.4

1.206.5

100.0

100.0

17.6

0.6

332.0

2000 245.5

2004 217.7

Niños con Trabajo Riesgoso 2000 2004 170.5 126.3

20.3

16.0

13.9

11.1

8.1

-9.8



-11.0



-25.9

186.3

165.8

15.8

15.5

13.7

9.3

6.2



-9.6



-11.0



-33.2

359.8

140.9

126.7

59.2

51.9

59.2

51.9

100.0

100.0

42.4

35.2

17.8

14.4

17.8

14.4



8.4



-10.1



-12.3



-12.3



211.0

190.7

Niños Trabajadores

111.3

74.4

Fuente: Statistical Information and Monitoring Programme on Child Labour (SIMPOC) [ILO, 2006]

En esta línea de trabajos, el estudio adelantado en Banco Mundial por Fares & Raju, (2007) muestra una panorámica más actualizada. Estos autores calcularon el número de menores que en el mundo se encontraban trabajando entre 1999 y 2001 sobre una base de 65 países que hacen parte de los estudios realizados por UNICEF, a través de Multiple Indicators Cluster Survey (MICS), la OIT, con Statistical Information and Monitoring Programme on Child Labour (SIMPOC), y el Banco Mundial, por medio de Living Standards Measurment Study (LSMS), encontrando que existe una alta coincidencia entre las encuestas de estos organismos internacionales.

Estas mediciones indican que para el periodo antes mencionado, 1 de cada 5 niños se encontraba realizando algún tipo de trabajo. En otras palabras, entre el

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21.3% y el 23.0% de los niños de 7 a 14 años lleva a cabo actividades laborales. En estas cifras, el continente africano presenta el mayor número de niños en situación de explotación laboral, 1 de cada 3 niños es un menor trabajador, en tanto que para América Latino, Medio Oriente y Norte de África, los datos indican que la situación de los niños es algo mejor, dado que 1 de cada 10 niños trabaja. En el caso colombiano, las cifras recogidas en los últimos años y la política pública orientada a la erradicación del trabajo de los niños indican que la situación del menor trabajador hoy es más favorable que en el pasado, lo cual no significa que el problema de la explotación laboral de los niños se haya solucionado.

A partir de la información del Departamento Nacional de Estadística, obtenida en la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil aplicada en noviembre de 2001 (DANE, 2003) y en los Módulos de seguimiento del Trabajo Infantil de la Encuesta Continua de Hogares de 2003 y 2005 (DANE, 2006), se observa en las proyecciones una disminución en el número de menores trabajadores. Así, para 2001 los niños entre los 5 y 17 años representaban el 12.7%, para 2003 el 10.4% y para 2005 el 8.8%.

Cuadro No. 2 Tasas de trabajo infantil y por sexo 2001 Tasa Trabajo Infantil

2003

2005

Mujeres

Hombres

Total

Mujeres

Hombres

Total

Mujeres

Hombres

Total

7.9

17.4

12.7

7.8

13.0

10.4

6.0

11.6

8.8

Fuente: DANE (2003 y 2006)- Encuesta Nacional de Trabajo Infantil, 2001 y Módulos de seguimiento del Trabajo Infantil de la Encuesta Continua de Hogares, 2003-2005.

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En el total de la población colombiana en el rango de edad de 5 a 17 años, estas cifran son aún muy preocupantes. En la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil de 2001 se estimo que la población de niños en las edades antes mencionadas era de 11.325.693, que representaba el 25.8% de la población total de Colombia. Después de algunos ajustes estadísticos, esta cifra se restituyó a 10.667.000 de niños, de los cuales 1.567.847 se encontraba trabajando. De manera desagregada el DANE informa que

«el estudio revela que el 52 % de los niños, niñas y jóvenes colombianos que trabajan no perciben ninguna remuneración o ganancia a cambio. En los casos en los que se percibe algún ingreso, éste tiende a ser muy inferior al valor del salario mínimo4. Del conjunto de niños y niñas trabajadores, el 36.4% se dedicaba a actividades relacionadas con la agricultura; el 32.7%, al comercio y el 12.5 %, a la industria. La agricultura predomina en las áreas rurales, y el comercio, en las áreas urbanas. La región que presenta una mayor tasa de participación en el trabajo infantil, es la Pacífica, con el 18.5%, mientras que Bogotá, la capital, presenta una tasa de 5.7%. Es de resaltar que 492.000 niños niñas y jóvenes no vivían en el hogar, por diferentes motivos, cuando se realizó la encuesta» (DANE, 2003: 8)

En la Capital de la República la población menor de 18 años que se encuentra en condiciones de pobreza y marginación es la más afectada, como lo indican las cifras publicadas por la Alcaldía Mayor de Bogotá (2004). 4

Para la época del estudio, el salario mínimo en Colombia estaba en $286.000 pesos.

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«En la ciudad, 46.523 niños y niñas de los estratos 1 y 2 se han visto obligados y obligadas a incorporarse a actividades laborales en condiciones de informalidad, maltrato, soledad y explotación. Si se contemplan los demás estratos, la cifra alcanza los 87.995, en especial, a expensas del estrato 3, lo que muestra un empobrecimiento importante de la clase media. La tasa de ocupación de niños, niñas y adolescentes trabajadores de los estratos 1 y 2 de Bogotá es de 9.6%; esto equivale a que 1 de cada 10 niños, niñas o adolescentes se encuentren trabajando. El 53% de estos niños, niñas y adolescentes realiza actividades de comercio informal y el 21% se desempeña en el área de servicios. En la zona rural, los niños se ocupan como trabajadores agropecuarios y las niñas como trabajadoras de los servicios.

Muchos de los niños, niñas y adolescentes trabajadores no perciben ingresos (46%) y otros ganan poco menos de la cuarta parte de un salario mínimo. Del total de los niños, niñas y adolescentes que trabajan, el 74% (34.025) asiste a la escuela, el 26% restante (12.498) ha desertado de ella» (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2004: 16-17).

Datos como estos dan cuenta de las condiciones de marginalidad en la que se encuentran muchos niños de la ciudad. La realidad de un sinnúmero de familias bogotanas, con padres que han quedado sin empleo, conduce a los adultos a vislumbrar el trabajo de los niños como una salida al sustento familiar o en el peor de los casos como la oportunidad para obtener dinero fácil sin el más mínimo 16

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esfuerzo. Así, no es raro ver en Bogotá que los niños trabajen en las plazas de mercado, vendan dulces en los semáforos, limpien los vidrios de los carros, realicen piruetas riesgosas en la calle o incluso laboren en las casas de familia realizando las más variadas tareas domésticas.

INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL PARA LA PREVENCIÓN DEL TRABAJO INFANTIL La prevención del trabajo infantil se ha venido convirtiendo en un importante programa para las diferentes administraciones de Bogotá y su continuidad se ve reflejado en el proyecto 218 «Prevención y Erradicación de la Explotación Laboral Infantil», del antiguo Departamento Administrativo de Bienestar Social (DABS). Asimismo, otros organismos del Estado, organizaciones no gubernamentales o universidades vienen desarrollando acciones orientadas a apoyar a las familias de los niños trabajadores, como es el caso del grupo de Socialización y Crianza del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia.

La vinculación del grupo a las acciones de prevención del trabajo infantil se ha logrado principalmente por medio de las prácticas profesionales de los estudiantes de psicología y por la ejecución de los contratos de intervención firmados entre la Universidad Nacional de Colombia y la Unidad Ejecutora Local del DABS, hoy Secretaría Distrital de Integración Social.

El programa de atención psicosocial que ha venido implementando el grupo se articula en torno a tres ejes fundamentales: el fortalecimiento de las 17

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potencialidades psicosociales de los niños, la prevención de la violencia intrafamiliar y la formación el practicas de crianza efectivas.

Fortalecimiento de las potencialidades psicosociales de los niños

Para el fortalecimiento de las potencialidades psicosociales de los niños, se parte de la idea de que estos pueden ser agentes de su propio cambio si reciben el apoyo necesario para potenciar sus capacidades. Esta noción de niño se diferencia de la concepción tradicional, en la cual se ve al niño como una «masa de arcilla», fácil de moldear a voluntad del adulto, sin tener en cuenta sus expectativas.

El trabajo específico en la promoción de las potencialidades se realiza a través de talleres en los que es fundamental el desarrollo de la comunicación efectiva, la asertividad y la expresión de afecto.

Con la comunicación efectiva se busca facilitar la expresión adecuada y oportuna de las demandas de los niños. Se procura desarrollar la capacidad de hablar de sí mismo teniendo en cuenta las necesidades propias y el contexto en el que pueden expresarse, con lo cual se espera hacerlos sujetos plenos de derecho. Con la asertividad se espera que los niños desarrollen seguridad en sí mismo (autoconfianza) y habilidades sociales, por medio de las cuales puedan construir fuertes redes familiares y de amigos, en el marco del respeto y tolerancia hacia el otro. Se trata de mostrarles a los niños que sí son capaces de defender sus 18

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derechos sin entrar en graves conflictos con los demás. En otras palabras, se incentiva a los niños a manifestar comportamientos sociales que les permita fijarse metas y buscar su realización, siempre teniendo en cuenta a sus semejantes. Respecto a la expresión de afecto, se espera enseñarles a los niños que el vínculo que los une a otras personas se fortalece si son capaces de demostrar sus emociones y sentimientos y si saben recibir afecto de los otros. Para lograr esto se emplea la teoría del desarrollo proximal y el modelamiento, las cuales apoyan los talleres destinados a reflexionar sobre las consecuencias que tiene el poder expresar adecuadamente los sentimientos, y la realización de diferentes actividades en las que se sigue el ejemplo de personas que actúan como modelos para la expresión del afecto. En últimas, se trata de canalizar la manifestación y la regulación de las emociones para la generación de redes de apoyo, el desarrollo de comportamientos solidarios y una mejor convivencia.

Prevención de la violencia intrafamiliar

El trabajo de prevención de la violencia intrafamiliar se enmarca en la perspectiva de derechos, la cual está respaldada por la legislación internacional y en particular por la Constitución Política de 1999 y la Ley 1098 de 2006. Se parte del hecho de que los niños tienen derecho a una calidad de vida digna, a un ambiente sano y a la integridad personal, que garantiza que no sean objeto de maltrato infantil, violencia sexual y violencia intrafamiliar, para lo cual se demanda medidas especiales que se oriente a la prevención o al restablecimiento de los derechos del niño cuando estos han sido objeto de maltrato. 19

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La violencia intrafamiliar es el resultado de relaciones fundadas en un «patrón dominación-sumisión» que se expresa en el desbalance de poder entre géneros y generaciones, mantenido, y en algunos casos, agravado por una cultura que privilegia el poder del hombre sobre la mujer y del adulto sobre el niño. En este tipo de violencia se privilegia la resolución de conflictos por medio de la agresión física y psicológica, que por lo general afecta a los integrantes más débiles del hogar.

Entre las principales causas de la violencia intrafamiliar pueden citarse: la historia personal de maltrato, los sentimientos de frustración, los estados de intensa ira, la situación social y económica, y las dificultades en el trabajo. Los adultos afectados por estas circunstancias tienden a perder el control y actúan violentamente, una vía que en principio se les torna más fácil para resolver situaciones que les genera tensión, pero que a la larga tiene serias consecuencias.

De acuerdo con la Alcaldía Mayor de Bogotá (2006), en la cuidad

«El número de denuncias de violencia intrafamiliar, atendidos por las Comisarías de Familia de Bogotá, que comprende maltrato infantil, violencia intrafamiliar y conflicto, pasó de 52.714 en el 2004 a 55.513 en el año 2005; esto significa que hubo un crecimiento del 5,3%. Las localidades que más reportaron denuncias en el año 2004, fueron Suba, San Cristóbal y Ciudad Bolívar con 12%, 11% y 10% respectivamente. Para el 2005, las localidades

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con mayor reporte fueron Suba 12%, Kennedy 11% y Engativá 10%». (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2006: 22).

En el caso de los niños, la violencia puede ser ejercida por sus padres en el proceso de formación en el hogar, en donde el castigo se hace legítimo como un dispositivo de disciplina y educación. Este comportamiento de los adultos se puede tornar peligroso para los niños, especialmente, en situaciones de crisis conyugal o económica, que pone en evidencia la falta de habilidades para resolver los conflictos familiares por la vía de la expresión de afecto y trato respetuoso entre los integrantes de la familia.

El programa de prevención de la violencia intrafamiliar, desarrollado por el grupo de investigación en Socialización y Crianza de la Universidad Nacional de Colombia, está destinado a atender conjuntamente a padres e hijos, que se hayan visto envueltos o no en situaciones de violencia familiar. Se encamina a crear un ambiente familiar en el que se encuentren formas diferentes a la violencia para resolver las tensiones y conflictos que se suscitan en el hogar. El trabajo sobre este eje tiene la finalidad de prevenir el abuso de poder y el maltrato físico y psicológico en el seno de la familia, como una forma generar un ambiente seguro para los niños en alto riesgo de explotación laboral.

Los talleres utilizan diferentes estrategias, estructuradas en torno a tres objetivos: hacer consciente las formas violentas de resolución de conflictos familiares, recordar los estados de ánimo, propios o ajenos, presentes en el agresor y el 21

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agredido y reflexionar sobre cursos de acción, diferentes a los comportamientos violentos, que ayuden a resolver conflictos familiares.

Prácticas de crianza efectivas

La formación en prácticas de crianza efectivas se refiere a la orientación que se brinda a los padres para orientar el comportamiento de sus hijos. En esta tarea se tiene en cuenta que la crianza encierra dos elementos o dimensiones fundamentales tanto para la relación entre padres e hijos como para el desarrollo de los niños: el apoyo afectivo y el control.

Baumrind (1991) define el apoyo afectivo como una respuesta intencional y emotiva (responsiveness) de los padres frente a las necesidades y demandas particulares de sus hijos. Con este tipo de comportamiento se fomenta el desarrollo de la independencia, la autorregulación y la asertividad de los niños. Respecto al control, éste se expresa en la supervisión y orientación que ejercen los padres sobre las acciones de los niños. De acuerdo con esta autora, el control traduce las demandas (demandingness) de los padres a los niños para que obedezcan y se comporten respetando las normas, reforzadas por diversos medios disciplinarios.

Tener en cuenta cómo combinan los padres de familia el apoyo afectivo y las exigencias parentales, es muy importante cuando el menor se encuentra en una situación de vulnerabilidad y de alto riesgo, como es el caso de los niños 22

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trabajadores. Por lo tanto, en la formación de los padres es prioritario que aprendan a usar prácticas que favorezcan el desarrollo del niño y tengan en cuenta las expectativas de éste.

Con las prácticas de crianza efectivas se espera crear unas condiciones familiares que alejen al niño del trabajo, haciendo del actuar parental un medio para que el menor permanezca en el sistema escolar, desarrolle confianza en sus capacidades y viva las experiencias propias de todo niño en condiciones normales, esto es, haciendo buen uso del tiempo libre y manteniendo el contacto con sus pares.

La atención al menor trabajador y a su familia se lleva a cabo a través de talleres estructurados a partir de cinco principios básicos de la crianza: 1) ejercicio de la autoridad, se trata de preparar al padre de familia para ser consciente de su rol de autoridad y de lo significativo que es que el niño la reconozca ésta sin necesidad de acudir a la violencia o los malos tratos; 2) compartir con los hijos, se trata de poner de manifiesto la importancia que tiene para los niños el compartir distintas actividades y que esto se haga con el suficiente compromiso como para que el tiempo compartido sea significativo para padres e hijos; 3) ser ejemplo de vida, se refiere a lo determinante que es para el desarrollo del niños que los padres aprendan a manifestar comportamientos positivos frente a los niños, en tanto que el actuar de estos sirve de referente y modela la conducta y el pensamiento de los niños; 4) dialogar, hace referencia a la manera como se les indica a los padres de familia que la comunicación activa y sincera facilita el vínculo afectivo, la confianza 23

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mutua y una relación estrecha, fundamental para el desarrollo de la autoestima de los niños; y 5) el ejercicio del control, con este principio se enseñan a los padres cómo emplear los premios y castigos en la orientación del comportamiento de sus hijos.

En resumen, con estos ejes y sus respectivas estrategias de intervención se espera incidir en el menor trabajador y sus familias, realizando una labor sobre la persona y la relación padre-hijo, con el fin de permitir que la familia construya cursos de acción y compromisos concretos, que mejoren la calidad de vida en el hogar y desestimulen el trabajo infantil. Para lograrlo, se busca fortalecer las capacidades de las personas, generar autoconocimiento y reflexión, y facilitar el trabajo en grupo.

REFERENCIAS

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