Producción audiovisual orientada al procomún. Una perspectiva desde el documental en el estado español

June 30, 2017 | Autor: Simon Vialas | Categoría: Digital media Production, Commons, Documentary Film, Documentary Filmmaking, Procomún
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Producción audiovisual orientada al procomún. Una perspectiva desde el documental en el estado español Simón Vialás Fernández, Departament de Comunicació Audiovisual i Publicitat de la Universidad Autònoma de Barcelona. Resumen Este artículo desarrolla una serie de conceptos e ideas que son claves para el desarrollo de la tesis que lleva el mismo título y son parte esencial de su corpus teórico. Generalmente se atribuye a las TIC la capacidad de democratizar la producción audiovisual, sin embargo es la solidaridad y la cooperación las que permiten llevar a cabo usos críticos que favorecen la democracia. Frente al proceso de mercantilización de la cultura se está desarrollando una subjetividad y una nueva forma de creatividad basada en la producción y preservación de bienes comunes. En el caso de la producción audiovisual, este tipo de bienes desempeñan un papel fundamental para promover cambios sociales, políticos y económicos. El análisis de un ordenamiento de la producción audiovisual basado en el procomún implica necesariamente evaluar el tipo de relaciones sociales que lo sustentan y cómo se forma el valor de los contenidos y herramientas. A partir de ésto se podría determinar de qué modo los productores ejercen un poder relativo en la creación y distribución de contenidos. Partiendo de que en la producción de documental se está desarrollando una subjetividad basada en el procomún, que se manifiesta a través los contenidos y los modos en que se producen, se plantea una investigación cuantitativa a partir de la que se obtendrán indicadores sobre el uso y producción de bienes comunes, las formas de organización, financiación, los valores según los que se articulan y las normas que establecen. Este análisis será completado con una investigación cualitativa en la que se profundizará sobre las relaciones sociales y de poder que se establecen entre contenidos, productores y audiencias. También se analizará los procesos de formación de valor, las formas de propiedad y las limitaciones en torno a la utilización de elementos clave de la infraestructura común.

Palabras clave: producción audiovisual; procomún; cultura libre; software libre; documental Abstract This paper develops a set of concepts and ideas that are key to the development of the thesis that bears the same title and are an essential part of his theoretical corpus. ICT is generally attributed by the ability to democratize audiovisual production, however is solidarity and cooperation which allows to perform critical applications that promote democracy. There is a subjectivity and a new form of creativity which is being developed against the process of commodification of culture and it is based on the production and preservation of commons. In the case of audiovisual production, commons play a key role to promote social, political and economic change. The analysis of an audiovisual production based on the commons system involves necessarily the evaluation of social relationships and how content's and tools value is formed. From this one could determine how producers exert a relative power in the creation and distribution of content. Assuming that the production of documentary is developing a subjectivity based on the commons, manifested through the contents and model of production, quantitative research arises to obtain indicators on the use and production of common goods, forms of organization, financing and the values by which they articulate and sustain them. This analysis will be completed with qualitative research that will deepen on social and power relations that exist between content producers and audiences. It will also be analyzed the formation processes of value, the forms of property and limitations regarding the use of key elements of the common infrastructure.

Key words: audiovisual production; commons; free culture; free software; documentary

Introducción El desarrollo tecnológico ha propiciado un notable incremento en las posibilidades de producir y distribuir contenidos audiovisuales gracias al aumento de la eficiencia en los procesos de creación, captación, manipulación y transmisión. Para la industria este factor supone un incremento de sus márgenes de beneficios y por tanto un aumento de la rentabilidad, mientras que para los realizadores ha significado una disminución de las barreras de entrada que favorece la autoproducción de contenidos. Este hecho ha sido interpretado como un factor “democratizador” de la producción que ha influido en la percepción generalizada de la tecnología como elemento que contribuye al desarrollo de las libertades en el ámbito de la comunicación. Sin embargo, estos valores están condicionados por la capacidad de acceso a bienes de consumo a través del mercado y dejan en evidencia una postura acrítica con respecto a la tecnología en la que no se cuestiona cómo ha sido producida ni se contextualiza cuál es su papel dentro de la sociedad capitalista. Su capacidad para favorecer la libertad o la democracia dependerá de sus usos y de la capacidad de acceso al margen de la sociedad de consumo y de la propiedad industrial. Aunque el progreso tecnológico ha favorecido la autoproducción y producción independiente, se puede apreciar cómo en la mayoría de los casos se reproduce el modelo de producción y explotación comercial capitalista. No obstante, también se puede percibir una conciencia crítica con respecto a los medios y a los procesos de producción de cultura y tecnología que se puede apreciar en el papel vertebrador de valores como la solidaridad, la autogestión o la cooperación en este tipo de prácticas. El software libre es un ejemplo de esta conciencia que se ha extendido hacia la producción cultural dando lugar al paradigma de la cultura libre. Las personas que producen herramientas o contenidos libres contribuyen al desarrollo de un sustrato de bienes comunes que son libremente accesibles, modificables y reutilizables. Desde este modo se está generando una riqueza común que desempeña un papel fundamental en el desarrollo de nuevas formas de creatividad y de una subjetividad que tiene el potencial de propiciar cambios sociales, políticos y económicos a través de la subordinación de los imperativos económicos a las estrategias de democratización cultural e igualmente, subordinar la visión económica de la cultura al lado cultural del desarrollo (Zallo, 2011). A pesar de que se le atribuya a la tecnología la capacidad disruptiva, el desarrollo de relaciones sociales horizontales basadas en la solidaridad o en la cooperación que se promueven desde el software y la cultura libre son un elemento disruptivo de primer orden que suele pasarse por alto. De este modo se puede considerar que el vector disruptor se encuentra en los usos y valores con los que se utiliza o produce. Éstos implican una ruptura con respecto a la sociedad de consumo porque no está orientado a la acumulación de capital, sino de bienes comunes y por tanto es una alternativa

al modelo de producción capitalista en la que se sustituyen las relaciones sociales basadas en la explotación y en jerarquías verticales por un modelo de producción distribuido y horizontal que también implica la introducción de afectos que se manifiestan a través de la generosidad o el apoyo mutuo. El uso y acceso a bienes comunes, así como las relaciones sociales en las que se sustentan, generan tensiones y conflictos sobre el control de la producción y el flujo de información y cultura. Éstos son gestionados desde posturas antagónicas, de ataque a favor del interés y de defensa del procomún. Dado que las formas de autogestión sustentadas sobre los bienes comunes y sus valores implícitos suponen una amenaza para el desarrollo del capitalismo, se llevan a cabo procesos de privatización y cercamiento que persiguen la desposesión o la restricción a su acceso con el objetivo de desarticular cualquier iniciativa que suponga una amenaza para éste. En el terreno de la producción cultural y tecnológica esta dinámica se puede percibir en ejemplos como las leyes de “propiedad intelectual” mediante las que se restringe el dominio público y los usos justos a la vez que criminaliza y sanciona la copia o el enlace que representan el acto de compartir. Es tristemente frecuente que se perciba la existencia y relevancia de los bienes comunes cuando éstos se encuentran seriamente amenazados o cuando ya han desaparecido.

1. Economía Política de la Comunicación y la Cultura El análisis de la producción mediática implica pensar cómo los productores ejercen un poder relativo para crear y distribuir contenidos, en consecuencia el estudio de la producción mediática debe examinar las personas (productores) y los procesos (producción) que hacen que los contenidos adopten distintas formas o enfoques, y esto implica cuestiones fundamentales en torno al poder (Hesmondhalgh, 2010). A partir de estas consideraciones se puede determinar que el sistema de producción audiovisual se basa en la mercantilización de los contenidos, en la explotación del trabajo y la acumulación privada de capital. El capitalismo cognitivo aporta una visión sobre el capitalismo contemporáneo en la que se considera que el capital cognitivo es el capital tractor de todo el sistema y que se desarrolla a través de la apropiación y gestión del conocimiento en todas sus derivas: innovación, creación, educación, aprendizaje o talento (Zallo, 2011). Desde la perspectiva de este modelo se considera a la cultura como un motor económico que se ha incluido en la esfera mercantil por su capacidad de generar grandes rentas. Esto ha propiciado el desarrollo de las industrias culturales que han desempeñado un papel transformador en la noción de acceso, diversidad o calidad ya que es el mercado el que se encarga de legitimar qué es y cómo se distribuye la cultura, afectando así al valor de los contenidos y a las prácticas a través de las que se producen y consumen (Rowan y Martínez, 2009). A su vez, estos factores repercuten directamente sobre las

políticas culturales ya que este modelo encierra la lógica de que el desarrollo económico tiene como consecuencia el desarrollo social y cultural, razón por la que muchos países ven en este tipo de industria una herramienta de desarrollo perfecta, fundamentalmente porque atribuye al mercado la función de regular y administrar la cultura.

2. Infraestructura básica común Yochai Benkler sostiene que para promover y proteger la libertad creativa y la innovación debemos construir una “infraestructura básica común” (Benkler, 2003) que conviva con la “infraestructura propietaria” para que cualquier persona tenga acceso a ella y en consecuencia pueda desarrollar su actividad cultural, tecnológica o científica. Por ello promueve el desarrollo de tres capas: a) una capa física que estaría compuesta por redes inalámbricas abiertas b) una capa lógica abierta formada por protocolos, estándares y softwares c) una capa de contenidos abiertos Benkler considera que el desarrollo de esta infraestructura es una condición sine qua non para la transición hacia una sociedad basada en el procomún en la que todas las personas puedan desempeñar un rol activo en la política y en el progreso social. Esta infraestructura común desempeña un papel fundamental en la producción audiovisual, el acceso a este tipo de recursos y las posibilidades que ofrecen para la creación supone un hecho sin precedentes ya que se plantea como una alternativa sostenible frente al modelo capitalista de producción y distribución. Por estos motivos, existen numerosas amenazas que hacen peligrar su pervivencia y desarrollo. La infraestructura básica común para la producción audiovisual está ampliamente desarrollada y

permite que se pueda llevar a cabo cualquier tipo de proyecto utilizando exclusivamente bienes comunes. En este caso, la capa física está compuesta por Internet y por redes ciudadanas como guifi.net y servicios basados en ella como es el caso de la plataforma GISS para realizar streaming o servidores autónomos. En esta capa también se incluye el espacio radioeléctrico que ha sufrido una severa privatización en el proceso de transición digital y a partir del que se ha excluido a numerosos medios ciudadanos y comunitarios. Gracias a los grandes avances que se han realizado en el terreno del hardware libre actualmente se puede disponer de una infraestructura en la que figuran piezas clave como el controlador Arduino, micro ordenadores como RaspberryPi o cámaras de hardware libre como las Elphel y la Axiom que cuentan con características similares a las que se utilizan en rodajes cinematográficos. Esta capa estaría incompleta si no se incluyesen en ella espacios físicos como medialabs, hackerspaces, centros sociales o salas de exhibición que resultan esenciales para la coordinación y encuentro de personas y comunidades afines a la producción.

En la capa lógica el software libre ha experimentado un gran desarrollo y en la actualidad se cuenta con todos los programas necesarios para abordar una producción audiovisual, desde la fase de guión hasta la posproducción y exhibición. Los programas libres para la producción audiovisual gozan en la actualidad de las mismas capacidades que los programas privativos y han mejorado notablemente su usabilidad. Además de los programas existen otros recursos comunes como los formatos y códecs libres que evitan los abusos derivados del monopolio de los estándares cerrados y permiten que los contenidos puedan ser reutilizados para realizar obras derivadas. En esta capa también se encuentran los lenguajes de programación, frameworks y librerías a partir de los que se desarrollan los programas con los que se realizan de grabación, transmisión o conversión y que son imprescindibles para futuros desarrollos e innovaciones. La capa compuesta por los contenidos goza de una gran vitalidad gracias a las contribuciones de miles de creadores que utilizan licencias libres en obras de todos los géneros, además de éstos también se incluyen en esta capa los contenidos que son de dominio público. Los archivos y colecciones, así como los portales que permiten filtrar búsquedas para recuperar contenidos libres son una pieza fundamental a través de la que se permite el acceso tanto para su consumo como para ser reutilizados en documentales, remezclas y otros géneros. Por otro lado, también forman parte de esta capa los recursos educativos como tutoriales o guías que desempeñan un papel fundamental en los procesos de aprendizaje y formación. La relevancia de los contenidos libres se basa por tanto en la capacidad de acceso y uso que otorga a consumidores y creadores, pero también en la posibilidad de contrarrestar los discursos hegemónicos de las industrias culturales que deciden sobre quién dice qué a través de los signos culturales clave de nuestro tiempo. También se deben incluir en esta infraestructura recursos relacionados con la financiación de los proyectos. A partir de la a economía solidaria se han desarrollado diversas iniciativas basadas en el cooperativismo y mutualismo que han permitido la producción de un sinfín de proyectos audiovisuales. Plataformas de financiación colectiva y colaboración distribuida a través de aportaciones monetarias y no monetarias como Goteo.org suponen una estructura fundamental para que proyectos orientados al procomún puedan recabar apoyos. A este tipo de iniciativas también habría que añadir las redes de intercambio y otros modelos de préstamos como el P2P.

3. Procomún La infraestructura común es un elemento fundamental del procomún pero no es el único. Atendiendo a las diversas definiciones del procomún, se puede convenir que giran en torno a los modelos de propiedad y a la teoría del valor y todas coinciden en que es un sistema social que

relaciona a las personas con los recursos de los que disponen y con las formas participativas a partir de las que los gestionan, producen y cuidan (Finidori, 2013). Este sistema se articula a través de tres elementos fundamentales: los bienes comunes, las comunidades y las normas. Los comunes son gestionados y producidos por comunidades que establecen unas normas para su uso y supervisan su cumplimiento efectivo para hacerlo sostenible. Según Finidori el procomún puede ser descrito como un objeto, entendido como la riqueza que es representada por el conjunto de bienes que heredamos y que creamos, que podemos utilizar y modificar para nuestro sustento. Tenemos la responsabilidad de transmitirlos íntegramente o mejorados a generaciones futuras, por ello debemos cuidarlos y (re)generarlos. El procomún también puede ser descrito como una práctica, entendida como la escala común de valores de la que todos formamos parte; la cultura y las relaciones que construimos entre nosotros mismos y con los recursos; las maneras de estar y hacer en común. Como práctica depende de habilidades, de flujos de conocimiento y de la colaboración y aprendizaje. El resultado del procomún es el bien común, la consecuencia de la práctica, que se concreta en el acceso, las capacidades, el bienestar, la prosperidad o la abundancia. Es por tanto lo que hace que el mundo prospere y que a su vez, se convierta en bienes a cuidar. El procomún en el ámbito de la producción audiovisual está formado por la infraestructura básica común que existe en este ámbito y que lo representa como objeto en el que se puede sustentar buena parte de la producción. Por tanto, se debe proteger y regenerar para sostener prácticas comunicativas que pongan en práctica la libertad con respecto a las restricciones que aceptamos como precondiciones necesarias para el funcionamiento de la producción, como la propiedad privada. Las formas de estar y hacer en común se refieren en este caso a las relaciones sociales basadas en la colaboración y en los afectos sobre los que se sustenta la producción de los contenidos comunicativos que producen y también por las relaciones que establecen con las personas a las que se dirigen. Esta práctica está vertebrada una escala común de valores representados por la libertad en el acceso a infraestructuras y contenidos, por la cooperación y la ética hacker que basa su hacer en la lógica del código abierto, lo compartido y el trabajo colaborativo y en red. El resultado de estas prácticas se traduce en la capacidad de acceso y uso a partir de la que se crea prosperidad y abundancia en torno a la cultura audiovisual.

4. Producción orientada al procomún Martín-Barbero sostiene que “la cultura se transmite y modifica de generación en generación a través del aprendizaje y la reapropiación subjetiva de los contenidos”. Bajo la perspectiva de la producción, añadiríamos que esta reapropiación y aprendizaje no atañe únicamente a los contenidos, sino que también debe serlo de los modos y medios de producción. La

infraestructura común para la producción audiovisual es un ejemplo destacable por su capacidad de generar espacios, códigos organizativos, infraestructuras y relaciones sociales basadas y orientadas al procomún que ejemplifica cómo los individuos y las comunidades pueden producir en su propio interés. De este modo, el procomún plantea un posicionamiento político y moral a partir del que se desarrolla una subjetividad que se expresa a través de la defensa de derechos fundamentales y en el desarrollo de un modelo de producción cooperativa que persigue la desmercantilzación de las relaciones sociales, la comunicación, el conocimiento, la tecnología y la cultura. Esta subjetividad recoge y desarrolla los aportes recibidos desde múltiples experiencias comunitarias que heredan las aspiraciones, experiencias y prácticas de movimientos sociales anteriores transformados por las posibilidades sociotécnicas de las tecnologías de la información y la comunicación que permiten pensarse y actuar a través de redes distribuidas en las que se ponen en práctica formas de inteligencia colectiva a partir de las que se generan patrones emergentes de adaptación colectiva. La producción orientada al procomún puede considerarse como un ensayo de un modelo productivo que persigue un la sostenibilidad basándose en el desarrollo de unos modos, estructuras e infraestructuras de producción al margen de los ritmos y tiempos impuestos por los sistemas industriales y que no se limitan a crear contenidos, sino que también persiguen el bien común a través de garantizar el acceso, fomentar las capacidades individuales y colectivas a partir de las que se dan condiciones para crear prosperidad y abundancia. En este modelo productivo se puede observar cómo se pone en práctica una triple articulación entre los contenidos y tecnologías libres, la cultura libre y el procomún (Estalella, Rocha y Lafuente, 2013). Las tecnologías y los contenidos constituyen un bien comunal por sí mismos y al mismo tiempo son una infraestructura material imprescindible para la producción del procomún. De este modo la cultura libre es una fuente de inspiración para repensar la producción cultural, su economía política y sus formas de organización (Nanclares, 2013). La producción audiovisual orientada al procomún se plantea como un modelo de gobernanza para la producción audiovisual a partir del que se contribuye a ensanchar el procomún a través de relaciones sociales, contenidos e infraestructuras. Este modelo basado en el modo de producción P2P (Bauwens, 2006) se caracteriza por sustituir la lógica de mercado, en la que la innovación está determinada por la competencia, por otra basada en la cooperación. Tiene también como rasgos característicos una estructura en forma de red distribuida que se organiza a través de nodos interconectados y la formación del valor al margen de la lógica de la rentabilidad monetaria. Esto implica que gracias a la articulación social para producir de forma colaborativa y coordinada, se pueden realizar proyectos que no son rentables desde una perspectiva de mercado. Las comunidades

desempeñan un papel esencial en este modelo ya que crean sus propias infraestructuras técnicas a partir de las que se construyen alternativas que trascienden la virtualidad y desarrollan espacios comunitarios y de experimentación, que además de desarrollar una intensa actividad a través de distintos tipos de redes, crean espacios de encuentro presencial en los que se refuerzan las relaciones.

5. Documental La industrialización y mercantilización en el ámbito audiovisual ha influido de un modo particular sobre el documental, según Rusell Porter esto “ha corrompido lo que históricamente ha sido la originalidad ética, estética e innovadora del género”. Esto puede considerarse como una paradoja, ya que el mercado lo absorbe y utiliza para alimentar su engranaje con contenidos que aunque puedan ser críticos con el propio sistema, contribuyen a su sustento y legitimación. Partiendo de que la inversión necesaria para realizar un documental es considerablemente menor que la de una ficción, la financiación de los documentales se han sustentado sobre productores que anteponen los valores informativos y sociales a la rentabilidad monetaria. La dificultad de que un documental sea tan rentable como algunas películas de ficción o por no tener ánimo de lucro, le excluye de fuentes de financiación de dinero público. A este factor se le añade su corta vida comercial por lo que la mayoría resulta inaccesibles cuando termina ese ciclo, esta restricción supone una contradicción con respecto a aspectos esenciales a la praxis del documental como el acceso a la memoria o la preservación de identidades. En la actualidad el documental goza de una gran vitalidad que se expresa a través de un notable aumento en la producción de este tipo de contenidos, pero también en las formas de experimentación e innovación en áreas como la narratividad o la interactividad que a su vez están directamente relacionadas con la autonomía y libertad creativa. Estos elementos han contribuido a despertar el interés de las audiencias a partir de lo que se plantea una cuestión fundamental en torno al propósito de cambio social que se expresa tanto en las temáticas, como en la posibilidad de que las audiencias se involucren a través de la participación y colaboración. Cabe preguntares si la interactividad en el documental puede desarrollarse como herramienta para la mediación del cambio social, ya que a través de ésta se podría mantener un vínculo con la realidad documentada que se extiende en el tiempo y ofrece vías para la actualización y participación de las personas representadas y de la audiencia a la que se dirige (Sora, 2014).

Conclusiones La producción orientada al procomún plantea una doble dimensión del cambio social que se lleva a cabo a través de los contenidos y su interacción con las audiencias, pero también a través

del desarrollo de un modelo productivo basado en la cooperación. Su sostenibilidad debe pasar necesariamente por atender a las condiciones materiales y políticas a partir de las que se puede desarrollar la libertad cognitiva. Un modelo productivo basado en el copyleft y el procomún es deseable pero solo en la medida en que sea congruente con cambios políticos y sociales importantes (Rendueles, 2013). Por tanto es esencial que las relaciones comunitarias a partir de las que se desarrolla el procomún se desempeñen de forma continua y establezcan fuertes lazos entre las personas que forman 'comunidades éticas' (Bauman, 2006) regidas por compromisos a largo plazo. Se puede concluir que no se trata de proponer soluciones a las dicotomías, sino de plantear preguntas y vías de acción para ensayar alternativas a la mercantilización de la cultura. Algunas de éstas giran en torno a cómo visibilizar y reflexionar colectivamente sobre cuestiones fundamentales como la propiedad y el valor en la producción cultural, preguntas que se dirigen hacia los contenidos culturales y sobre las consecuencias a largo plazo que generan las relaciones de dependencia en la infraestructura propietaria. Preguntas que en definitiva apuntan sobre cómo se articulan en la actualidad las relaciones entre lo público, el procomún y lo privado, que nos interpelan a responder para ensayar vías para la sostenibilidad de proyectos, instituciones y organizaciones.

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