Problemática entre los conceptos de \" hegemonía \" lacaluniano y \" pos- hegemonía \". Trabajo final de la asignatura \"Pensamiento Político\" del Máster en Inter-universitario internacional en Estudios Contemporáneos de América Latina. UCM

May 23, 2017 | Autor: M. Aguinaga Morínigo | Categoría: Hegemony, Ernesto Laclau, Hegemony and Counter-Hegemony, Cultura Politica, Ideologia E Hegemonia
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Descripción

Problemática entre los conceptos de “hegemonía” lacaluniano y “poshegemonía” Miguel Ángel Aguinaga Morínigo

Máster en Estudios Contemporáneos de América Latina Asignatura: Pensamiento Político en América Latina Docente: José Andrés Fernández Leost



Introducción

En este presente trabajo, se pondrá en diálogo el pensamiento de Ernesto Laclau en referencia a su concepción de hegemonía política, con la crítica realizada al mismo, más concretamente con la desarrollada por Bejamín Arditi en su texto de 2010 “Posthegemonía; la política fuera del paradigma post-marxista habitual” considerando que en dicha crítica quedan reflejados los principales lineamientos de divergencia para con el pensamiento laclauniano y en relación con el concepto que surge en parte de esta divergencia, es decir “post-hegemonía”. Aclarar que el sentido del término hegemonía aquí utilizado es el gramsciano, es decir, en referencia a la primacía de un sistema ideológico y/o de valores por el cual se consigue el consenso necesario para toda forma de dominación (en términos marxistas, la super-estructura resultante de la estructura de producción materialmente existente; para Gramsci, la super-estructura tiene un valor de orden primario en el hecho de la dominación, al contrario de lo defendido por los llamados marxistas “ortodoxos”, para los cuales lo que priman son las relaciones sociales de producción materiales, teniendo la super-estructura un valor secundario). Se intentará caracterizar estas críticas, e incluso matizarlas atendiendo a declaraciones que el propio Laclau ha realizado sobre las mismas en alguna entrevista (concretamente en una realizada por Ricardo Camargo y publicada en 2009 en Revista de Ciencia Política) (Laclau, 2009a) haciendo también apreciaciones propias sobre el debate establecido. Por el camino, por su puesto, será necesario realizar breves caracterizaciones de carácter general de algunos de los principales postulados del pensamiento laclauniano, así como de los presupuestos conceptuales que diferentes autores han relacionado con el concepto de post-hegemonía.

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Varias consideraciones en torno a la crítica al pensamiento laclauniano.

El pensamiento de Ernesto Laclau sobre la caracterización conceptual del populismo ha supuesto un trabajo particularmente fructífero, sobre todo en relación a su desarrollo del concepto de hegemonía gramsciano, calificándose en ocasiones su pensamiento como post-gramciano o post-marxista (Arditi, 2010) pues llega incluso a identificar la categorización del sujeto social en función de su articulación de representación ideológica más que en su articulación en relación a su posición económico social (Laclau, 2009b). Sin embargo, dicho pensamiento ha sido sujeto de crítica en los años recientes, principalmente por la supuesta concepción que el autor hace sobre la lucha por la hegemonía como la única forma posible de hacer política, identificándola por tanto con la política misma, llegando incluso más lejos al afirmar que la lógica de articulación que encuentra en el populismo es la propia de toda forma de hacer política, con lo que los conceptos de “hegemonía”, “política” y “populismo” quedarían así inextricablemente ligados en sus formas de acción. (Laclau, 2009b). La crítica que implícita o explícitamente realizan a través del desarrollo de sus numerosos trabajos autores como Arditi, Jon Beasley-Murray, Negri, Holloway, Hardt, y un largo etcétera, radica precisamente en esa imposibilidad de existencia o creación de, según la interpretación que se hace del pensamiento laclauniano, una forma de hacer política que sea “extra-hegemónica” 1 (Arditi, 2010). Estas formas “extra-hegemónicas” serían tales no ya sólo por escapar a la lógica de articulación particular que Laclau describe, sino, lo que es más, por el objetivo que persiguen, el cual, si bien igualmente generan un antagonismo hacia alguna de las formas de la hegemonía dominante, al contrario de lo que presupone Laclau, este antagonismo no derivaría inexorablemente en la aspiración de articular una forma hegemónica distinta, es decir, no tendrían por qué ser contra-hegemónicos. En todo caso, en los casos en los que estas formas de política “extrahegemónicas” o “post-hegemónicas” aspiraran a la desaparición de toda forma de hegemonía como tal, estas aspiraciones más podrían calificarse como “antihegemónicas”, si bien, como veremos más adelante, no todas las formas “posthegemónicas” han de ser por fuerza “anti-hegemónicas”, ya que bien pueden ciertamente

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Preferimos en este caso la utilización del término “extra-hegemónica” en vez del más popular “posthegemónica” debido a que consideramos que el primero representa mejor la idea de externalidad a la hegemonía que queremos representar, si bien ambos términos han sido utilizados de forma intercambiable por algunos autores (Arditi, 2010).

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manifestar una forma de reivindicación aislada en su particularidad que no aspire a la desaparición de toda forma de hegemonía como tal. Cabe aquí realizar una apreciación en cuanto a la crítica que alguno de los autores mencionados (Arditi, 2010) han realizado al pensamiento laclauniano. Así, se pone en entredicho que la forma de articulación que se desvela en el populismo, basado en la lógica de la equivalencia de demandas para la construcción de un sujeto político (“pueblo”) contrapuesto antagónicamente al bloque de poder hegemónico dominante, sea el único posible a la hora de hacer política, y se mencionan casos en los que más que equivalencia puede producirse simple agregación, poniendo como ejemplo los procesos electorales en los que no se dé una particular tensión entre identidades políticas. En efecto, la lógica de la equivalencia no parece ser la única posible o existente a la hora de articular una pugna política por la hegemonía (en alguno de sus niveles) pues muchas veces una simple confluencia de intereses entre grupos o identidades políticas distintas puede llegar a generar una alianza entre las mismas sin necesidad de que se apele (y por tanto se construya) a una supuesta identidad política común entre ellas. Efectivamente, Laclau llega a afirmar en sus escritos que “Populismo significa cuestionar el orden institucional mediante la construcción de un pueblo como agente histórico -es decir, un agente que es un otro en relación al orden vigente-. Pero esto es equivalente a lo político.” (Laclau, 2009b:69) lo cual bien puede resultar ciertamente pretencioso, cuando no simplemente erróneo. Sin embargo, paradójicamente, aun a pesar de que el autor realiza este tipo de afirmaciones, en el desarrollo de su pensamiento identifica también una forma de articulación política, que además también ha producido hegemonía, en la cual no opera precisamente la lógica que describe para el populismo, sino todo lo contrario, supone una forma opuesta; esta es la lógica de la diferencia. Mediante la misma, la institucionalidad dominante se ocupa de satisfacer las demandas de manera diferenciada, evitando una articulación entre las mismas que genere en su unión la relación antagónica con el sistema de poder, radicando su fuerza precisamente en la capacidad de mantener esas diferencias entre los sectores dominados. Laclau incluso atribuye a las democracias liberales esta lógica de operación, la cual se rompería al empezar a actuar la lógica populista (Laclau, 2009). Bien es cierto que puede considerarse desde su pensamiento que la lógica de equivalencia con su consecuente construcción de sujeto político se mantendría en estos

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casos en los conceptos de, por ejemplo, nación o ciudadanía (que siguiendo su esquema de pensamiento, funcionarían como significantes vacíos “aglutinantes”). Aún a pesar de que esto pueda considerarse cierto, interpretamos aquí que el accionar de la lógica de articulación que operaría para la construcción de ese sujeto político (nación, patria, ciudadanos, etc.) no sería la equivalencia, sino el de la simple agregación, sin necesidad de darse una tensión antagónica ni siquiera para con otros sujetos políticos externos como puedan ser otras naciones (exceptuando el caso de conflicto bélico). Efectivamente, los ejemplos dados (nación, ciudadanía, etc.) en el contexto descrito (hegemonía no populista, por ejemplo algún caso en democracia liberal) no necesitan de una relación antagónica para su construcción, sino todo lo contrario, se basarían en la agregación de las diferencias, y tan sólo en una potencial y posterior pugna contrahegemónica populista comenzarían a atribuírseles lógicas antagónicas (funcionando entonces como significantes flotantes). Es por ello que consideramos aquí que, en el propio marco de pensamiento generado por Laclau, hay cabida para reconocer la existencia de formas de articulación políticas (que además pueden resultar hegemónicas) diferentes a la que opera de manera más descarnada en la forma de acción política populista y que el propio Laclau considera la manera de hacer política, y por tanto de construir hegemonía, propiamente dicha. De esta conclusión se traduce que, la crítica realizada por Arditi (2010) en este sentido al pensamiento de Laclau, más que al pensamiento en sí, debería dirigirse más concretamente al propio autor por el hecho de caer en una aparente contradicción en el desarrollo de su pensamiento y dentro del marco que el mismo genera. Es decir, el error de Laclau sería haber llevado demasiado lejos el esquema de articulación desvelado en el populismo haciéndolo extensible a toda forma de construcción de hegemonía política, existiendo las diferencias únicamente en el grado en que este esquema se manifiesta: Preguntarnos si un movimiento es o no populista es, en realidad, comenzar con la pregunta errónea. Lo que deberíamos preguntarnos es, en cambio, lo siguiente: ¿hasta qué punto es populista un movimiento? Como sabemos, esta pregunta es idéntica a esta otra: ¿hasta qué punto la lógica de la equivalencia domina su discurso? (Laclau, 2009b:66)

La crítica a Laclau en relación a la formas de articulación político-hegemónica quedarían reducidas a este tipo de afirmaciones, pero no serían extensibles al corpus de su pensamiento, el cual, según nuestra interpretación, es válido para aprehender la forma

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en que se articulan ciertos tipos de proyectos-discursos político-hegemónicos, de entre los cuales el esquema inmanente al populismo sería solo una forma particular (aunque muy común y presente) de entre otros posibles. Sin embargo, este aspecto es sólo una pequeña parte de una crítica más profunda y que ataca más directamente a un aspecto más central del pensamiento laclauniano, y este es el de caer en un reduccionismo que haría de la lucha por la hegemonía la única forma de hacer política. Esta afirmación no estaría así explicitada en los escritos de Laclau (al menos en los aquí trabajados) sino que es algo que quedaría implícito en el mismo por su propio desarrollo. El centro de esta crítica surgiría de contraponer conceptos como los de “multitud” al de “pueblo” (populista) como formas de resistencia al poder que no se articulan en la conformación de un sujeto político identificable, sino que encuentran su razón de ser en sus actos de resistencia como tales más que en su categorización como movimiento político, cosa que no se daría en estos casos. Otros ejemplos de estos serían los espacios de defección del poder (movimientos okupas, “nómadas”, etc) o el fenómeno del hacktivismo en los cuales si bien se da un enfrentamiento al poder hegemónico dominante, esto se realiza sin aspirar a una toma del mismo, ni de articulación entre los actores en lucha en forma de movimiento político como tal, funcionando más bien como un “radicalismo no jacobino” (Arditi, 2010). Por declaraciones en entrevista a Laclau (Laclau, 2009a) el autor no parece negar del todo estas conceptualizaciones, sino que pone en entredicho su capacidad transformadora de la realidad al no articularse políticamente, al no generar un proyecto-discurso político que pugne por hacerse hegemónico, mientras que para los autores “post-hegemónicos” es precisamente en ello donde radica su fuerza.



Conclusiones

El pensamiento laclauniano encuentra respuesta en las conceptualizaciones sobre formas post-hegemónicas de hacer política. Si bien esto podría quedar matizado en que, si bien en sus obras no aparece recogidas estas posibilidades de acción política, en declaraciones del autor (Laclau, 2009a) sí parece aceptar su existencia y caracterización como tales, si bien no las reconoce como útiles por su falta de capacidad de transformación de la realidad a nivel global. Pensamos aquí que ambos pensamientos, el “hegemónico-laclauniano” y el “post-hegemónico” no tienen por qué resultar 5

contradictorios (al menos si se matiza el pensamiento laclauniano de tal manera que reconozca la existencia de las formas de acción política “extra-hegemónicas” como tales, y simplemente se trate que desde ese pensamiento se descarten como efectivas políticamente) sino que bien pueden superponerse, y hasta combinarse (si bien no hemos podido plasmar aquí tal como hubiéramos querido la argumentación que nos ha llevado a esta conclusión debido a problemas de tiempo y límite de espacio, cosa que esperamos pueda desarrollarse en trabajos posteriores sobre el tema).



Bibliografía

- Arditi, Benjamín. (2010). “Post-hegemonía; la política fuera del paradigma postmarxista habitual” en Cairo, Heriberto y Franzé, Javier. Política y Cultura. Madrid Biblioteca Nueva, :159-193. - Beasley Murray, Jon (2015, 20 de febrero). “Jon Beasley-Murray: “La clave del cambio social no es la ideología, sino los cuerpos, los afectos y los hábitos” entrevista concedida a eldiario.es. Disponible en web: http://www.eldiario.es/interferencias/Podemoshegemonia-afectos_6_358774144.html

- Frei, Raimundo y Rovira, Cristóbal. (2008). “El populismo como experimento político: historia y teoría política de una ambivalencia”. Revista de Sociología. Núm 22, :117-140. - Laclau, Ernesto (1978 [1977]): “Hacia una teoría del populismo”, en Política e ideología en la teoría marxista, Madrid, Siglo XXI, :165-233. - Laclau, Ernesto (2005) La razón populista, Madrid, Siglo XXI, :91-130. - Laclau, Ernesto. a(2009). “Laclau en debate: postmarxismo, populismo, multitud y acontecimiento (entrevistado por Ricardo Camargo)” Revista de Ciencia Política. Vol. 29, núm. 3, :815-828.. - Laclau, Ernesto. b(2009) "Populismo: ¿Qué nos dice el nombre?", en Francisco Panizza (comp.), El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

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