Problemas, condicionantes y limitaciones en el proceso de recogida de datos del discurso digital como fuente de reflexión metodológica. El analista del discurso como informante privilegiado.

July 4, 2017 | Autor: Cristina Vela Delfa | Categoría: Análisis del Discurso, Digital Discourse
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Descripción

II Simposium Internacional EDiSo 2015 – Discursos y Sociedades en Movimiento Coimbra, 18-20 de junio de 2015 Problemas, condicionantes y limitaciones en el proceso de recogida de datos del discurso digital como fuente de reflexión metodológica. El analista del discurso como informante privilegiado. Nuestra propuesta aborda una cuestión fundamental en los estudios sobre comunicación digital: ¿en qué medida la naturaleza de los datos que conforman las muestras de intearcciones digitales constituyen una limitación para el analista del discurso o un vía para el desarrollo metodológico propio de la disciplina? Cualquiera que haya trabajado en este ámbito ha experimentado una falsa sensación inicial de facilidad en la recogida de las muestras de lengua: aparentemente no requieren del laborioso proceso de transcripción que afecta a los datos orales. Sin embargo, una vez que se bucea en profundidad entre estos entornos comunicativos, percibimos que esta sensación no es más que un espejismo. El análisis del discurso digital requiere muestras de datos muy complejos y de difícil acceso, lo que convierte al proceso de recogida y fijación de datos en un reto ante el que muchos investigadores desisten y que otros asumen desde un posicionamiento metodológico muy pobre. Para empezar, dejando a un lado el discurso producido en espacios públicos, como, por ejemplo, TWITTER, la mayoría de las interacciones corresponden al ámbito de la privacidad. Esto conlleva, con frecuencia, que en la recolección de datos, los analistas se topen con la resistencia de los posibles informantes, provocando, en más ocasiones de las deseables, el trabajo con muestras escasas o incompletas, elicitadas a partir de las redes de amigos o familiares o de la propia autobservación de los investigadores. Incluso, en el caso de acceder a una red de informantes amplia, los colaboradores deben asumir un rol sumamente responsable en la fijación y estructuración de los datos, puesto que son quienes organizan el archivo con las muestras para el investigador. Este papel debiera corresponder al observador profesional. De manera tal que se produce una paradoja sorprendente: frente a la figura consolidada de observador participante se construye un nuevo rol que sería el del participante observador. A falta de un acceso directo a los procesos de producción y recepción, los investigadores deben confiar en la organización de los datos ofrecida por los informantes. Por tanto, el papel del colaborador resulta crucial porque ellos deciden, en última instancia, el principio y el fin de las unidades, establecen el límite de las mismas o reconstruyen las cadenas de adyacencia. Las muestras además suelen ser elicitadas a través de ciertas instrucciones que deben ser interpretadas por los informantes, quienes buscan entre los datos almacenados en sus dispositivos. En el transcurso del almacenaje pueden haber operado modificaciones tales como, por ejemplo, la eliminación de algunas intervenciones. En tales circunstancias los investigadores deben admitir que las cadenas de pares de adyacencia, fundamentales en los géneros de sesgo interaccional, quedan en muchos o no pocos casos rotas y, por tanto, incompletas. El analista ha de decidir si rechaza estas muestras, reconstruye los elementos que faltan o renuncia a analizar ciertos aspectos. La circunstancia que referimos resulta bastante común en el proceso de recogida de muestras de géneros que tienden hacia el polo de la asincronía, por ejemplo, los correos electrónicos Vela Delfa (2006) o SMS (Cantamutto, 2014). Por esta razón, no resulta descabellado que se renuncie a la representatividad de las muestras grandes y se vuelvan los ojos, una y otra vez, hacia datos ricos en información contextual, pero extraídos de procesos de introspección: si el participante se convierte necesariamente en observador, tal vez convenga más optar por la tradicional metodología del observador participante. Asimismo, la multiplicidad de dispositivos irrumpe cada vez con más fuerza. Los intercambios se combinan en diferentes plataformas desdibujándose de forma más que evidente las fronteras entre las unidades conversacionales máximas. Ante tal situación, el analista debe recomponer los límites de análisis y, en

II Simposium Internacional EDiSo 2015 – Discursos y Sociedades en Movimiento Coimbra, 18-20 de junio de 2015 ocasiones proponer unidades de referencia nuevas. Así lo hacen Alcantará Plá (2014:231) cuando reserva término conversación para las unidades comprendidas entre secuencias de apertura y cierre explícitas, como él reconoce, muy escasas, y propone el término relación para referirse al vínculo que unas personas establecen en una aplicación informática concreta de manera que puedan comunicarse (con conversaciones en el caso de los mensajes instantáneos) siempre que lo deseen o Vela Delfa (2006) al proponer el término historia interaccional para solventar los obstáculos en el establecimiento de la unidad máxima. En general, el empleo de las categorías teóricas propuestas para el estudio de la conversación cara-a-cara (Briz, 2003) deben ser repensadas en función de los problemas de segmentación que se encuentran en la comunicación digital. Muestra de ello han sido algunos trabajos que presentan críticamente los problemas persistentes en utilizar la interacción cara-a-cara como paradigmática. Por ejemplo, para la mensajería instantánea o chat, Vela Delfa & Jiménez Gómez (2011) señalan el constante solapamientos de intervenciones, siendo esto una propiedad estructurante de este tipo de interacción que genera, entre otras cuestiones, una estructura de encadenamiento de pares de adyacencia que no responde a un modelo lineal externo (2011:134). Algo similar se replica en el análisis de las unidades conversacionales en el Whatsapp (Alcántara-Plá, 2014). En definitiva, si la cuestión es cómo delimitar las unidades dialógicas (aquello que constituye un intercambio) se requiere comprender de manera amplia el contexto de enunciación (Cantamutto, 2013); no solo porque el usuario expande sus canales de comunicación sino porque la interacción ya no ocurre necesariamente de un modo lineal. Para abordar estas cuestiones, resulta necesario demandar tanta información sobre el proceso del desarrollo del intercambio, que corremos el riesgo de abrumar al informante y nos exponemos a que, ante una tarea tediosa y poco motivadora, abandone su disponibilidad. Algo parecido sucede con la multimodalidad, cada vez más presente en los entornos del discurso digital. Los analistas del discurso digital nos enfrentamos constantemente a preguntas tales como si es posible reflejar la multimodalidad en nuestros corpus, o si, de ser posible, merece o no la pena. Así, por ejemplo, en la recogida de datos de mensajería instantánea los elementos multimodales se pierden en las acciones de almacenaje o envío que ofrecen las herramientas y que suelen utilizarse cuando se requieren las muestras a los informantes. Por ello, los corpus con los que se trabaja son, en la mayor parte de ocasiones, archivos de texto plano. Esta situación puede solucionarse a través de un costoso pero efectivo proceso de captura de pantallas, que daría cuenta, en parte, de la multimodalidad, pero que afectaría al posible futuro tratamiento automático de los datos. Además, aunque con las capturas se obtendría mayor cantidad de información gráfica, seguirían quedando exentos de registro las notas de audio y los videos que estas plataformas ofrecen como opciones para la comunicación. Este es el tipo de problemas concretos con que se topa el analista del discurso digital. Siguiendo la propuesta de Bourlai & Herring (2014), los investigadores pueden trabajar con dos niveles de datos: el texto limpio o plano (que puede estar enriquecido con etiquetamiento en html) y otros archivos complementarios, tantos como se hayan podido recoger, con videos, audios, capturas de pantalla y otras formas de fijar las manifestaciones multimediales. Una vez más, el segundo nivel de datos resulta más realista en muestras recogidas y fijadas de forma directa por el propio analista. La ausencia de presencialidad física es otro de los condicionantes del discurso digital sobre el que más se ha reflexionado. Sin embargo, en las herramientas actuales esta tiende a ser sustituida por de otro tipo de presencialidad. Así, las aplicaciones recientes están desarrollando elementos que permiten transmitir cierta presencialidad y que contribuyen al progresivo aumento de la retroalimentación, como las marcas de conectado/desconectado o las indicaciones de “x está escribiendo”, “leído/recibido” - marcas que se constituyen, algunas veces, en la intervención que completa el par de adyacencia-. Contar con estos datos resulta prácticamente imposible si, en lugar de presenciar el propio proceso de producción, se trabaja la representación en pantalla de los intercambios, condición que suelen manifestar la mayoría de las

II Simposium Internacional EDiSo 2015 – Discursos y Sociedades en Movimiento Coimbra, 18-20 de junio de 2015 muestras analizadas. Para conseguir datos de otra naturaleza, no queda más opción que abordar la recogida desde la perspectiva del observador participante. Y con todo ello, tampoco estaríamos respondiendo a todas las preguntas, quedaría algunas, por ejemplo: ¿los datos recogidos muestran los fenómenos de interacciones en paralelo?, ¿se puede o se debe rastrear la implicación de los usuarios en los diferentes intercambios?, ¿es posible identificar los desajustes en el ordenamiento lineal del intercambio?, ¿se puede contar con múltiples representaciones visuales del intercambio en los diferentes dispositivos de acceso usados por los distintos locutores? Algunas de ellas abordables únicamente desde la alternativa muy poco realista de registrar el proceso de recepción y producción a través de las múltiples pantallas y dispositivos. Desde nuestro punto de vista, las preguntas que abordamos en la presentación no han sido todavía resueltas de forma eficiente. El PROYECTO CODICE (COMUNICACIÓN DIGITAL CORPUS DEL ESPAÑOL) ofrece un marco de reflexión sobre estas cuestiones metodológicas que deriva en la creación de un repositorio colaborativo y de acceso abierto en línea de muestras estables de del discurso digital (Cantamutto & Vela Delfa, en prensa). Este repositorio se propone como una alternativa para subsanar la carencia de datos sistemáticos y representativos del español en el ámbito de las interacciones digitales. La opción de un repositorio, frente al proyecto de recogida de un corpus completo, resulta una solución, precaria quizás, pero que permite aunar los esfuerzos de muchos profesionales, al tiempo, que favorece que muestras con carencias parciales se complementen. En definitiva, nuestra aportación a este panel pretende poner sobre la mesa una de las supuestas limitaciones de la comunicación mediatizada: la falta de fiabilidad y representatividad de los estudios a causa de los problemas que entraña el proceso de recogida y fijación de las muestras de datos. Proponemos abordar esta cuestión desde una perspectiva integradora, que tal vez nos permita transformar la limitación en un reto que enriquezca el propio desarrollo metodológico de análisis del discurso. Hemos focalizado nuestra atención en una de las cuestiones que, a nuestro modo de ver, pueden resultar más ilustrativas, la del rol de analista del discurso como fuente privilegiada de datos, porque estamos convencidas de que en manos expertas una limitación siempre puede convertirse en una ventaja. Referencias bibliográficas:

Alcantará Plá, M. 2014. “Las unidades discursivas en los mensajes instantáneos de wasap”, Estudios de Lingüística del Español, 35, pp. 223-242 Briz, A. 2003. “Un sistema de unidades para el estudio del lenguaje coloquial”, Oralia, 6, págs. 761. Cantamutto, L. 2013. “La recursividad de las interacciones contemporáneas. Límites teóricometodológicos del estudio de los SMS como conversación”, Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes “Al abordaje de la comunicación contemporánea. Sociedad y cultura en los mundos de la mediación digital”, 23: 83-104. Cantamutto, L. 2014. “El discurso de los mensajes de texto en el habla adolescente del español bonaerense”. En Parini, Alejandro y Giammatteo, M. Lenguaje, discurso e interacción en los espacios virtuales. Mendoza (Argentina): FFyL-UNCuyo-SA Cantamutto, L., & Vela, Delfa, C. en prensa. “Repositorio abierto de comunicaciones digitales: hacia la construcción de un corpus para el español”, Actas de las I Jornadas Nacionales de Humanidades Digitales. Culturas, Tecnologías, Saberes. Bourlai, E., & Herring, S. C. 2014. Multimodal communication on Tumblr: "I have so many feels!" Proceedings of WebSci’14, June 23–26, Bloomington, IN. http://ella.slis.indiana.edu/~herring/tumblr.pdf Vela Delfa & Jiménez Gómez, J., C. 2011, “El sistema de alternancia de turnos en los intercambios sincrónicos mediatizados por ordenador”, Pragamalingüística 19, 121-138

II Simposium Internacional EDiSo 2015 – Discursos y Sociedades en Movimiento Coimbra, 18-20 de junio de 2015 Vela, C. 2006, El correo electrónico el nacimiento de un nuevo género, Universidad Complutense de Madrid.

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