PRINCIPIOS PARA UN HUMANISMO CRISTIANO: LA PERSPECTIVA DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

July 21, 2017 | Autor: Rafael Luciani | Categoría: Praxis, Política, Humanismo, Ética, Doctrina Social Cristiana
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PRINCIPIOS PARA UN HUMANISMO CRISTIANO LA PERSPECTIVA DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Orientaciones generales para la profundización del tema Rafael Luciani

I. PRIMERA PARTE FUNDAMENTACIÓN DE LA PERSPECTIVA CRISTIANA: EL CRITERIO EVANGÉLICO

Relación entre la Fe y la vida 1.1 La persona humana 1.1.1 Ejes básicos que configuran a la persona: relación, alteridad y nostreidad. La persona es intrínsecamente relación (dimensión originaria), no tiene relaciones. El otro es constitutivo y próximo a mi propia existencia, y no ajeno y contingente. Esta relación de alteridad implica que somos cada uno con el otro, sin no poder ser con el otro, más nunca siendo el otro. Es una relación concretizada en el nosotros que jamás sustituye o impone, sino que humaniza y realiza a la propia persona en la gratuidad de una auténtica libertad. 1.2 El dinamismo de la fe 1.2.1 La fe busca su propio inteligir: fides quaerens intellectum. La racionalidad del acto de fe es un elemento propio de su dinamismo, pero una razón afectiva que incluye siempre al otro (trascendencia) y, por ello, me afecta cuando me humaniza (inmanencia). 1.2.2 Lo socio-cultural en la conformación y vivencia de la fe. La fe siempre se realiza en una determinada forma cultural, y nunca fuera de ella. Por una parte, la cultura informa a la fe y le permite su ámbito de expresión subjetivo (fides qua). Por otra, la cultura es confrontada desde los valores evangélicos implícitos en los contenidos objetivos propios de la fe cristiana (fides quae). La fe es siempre inculturada (socio-económico, político, etc), pero no sustituida o diluida por la cultura. Los contenidos y criterios que configuran la fe cristiana los encontramos en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio eclesiástico. 1.3 La expresión histórico-trascendental de la fe: el criterio evangélico

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1.3.1 La praxis de Jesús como criterio y norma de la fe cristiana: la vida fraterna de los Hijos de Dios (SRS 40). 1.3.1.1 Dimensión horizontal: la práctica de la fraternidad como realización histórica de nuestra filiación con Dios, tal y como se aprecia en los banquetes que Jesús comparte. Ruptura con la práctica exclusivista y cerrada de las nociones de fraternidad ilustrada y marxista. 1.3.1.2 Dimensión vertical: toma de conciencia de nuestra filiación con Dios. Somos hijos de un Padre en el que todos somos hermanos. Fundamentación cristiana de la dignidad humana en nuestra filiación originaria con Dios.

II. SEGUNDA PARTE PERSPECTIVA CRISTIANA Y PRINCIPIOS OPERATIVOS EN LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

1. La contribución de la Doctrina Social de la Iglesia 1.1 Documentos sociales del Magisterio Pontificio 1.1.1 León XIII 1.1.1.1 Rerum Novarum (RN): Carta encíclica sobre la situación de los obreros (1891) 1.1.2 Benedicto XV 1.1.2.1 Pacem Dei Munus (PDM): sobre la restauración cristiana de la Paz (1920) 1.1.3 Pío XI 1.1.3.1 Quadragesimo anno (QA): Carta encíclica a los cuarenta años de la Rerum Novarum (1931) 1.1.4 Juan XXIII 1.1.4.1 Mater et Magistra (MM): Carta encíclica sobre las preocupaciones sociales de la Iglesia como Madre y Maestra (1961). 1.1.4.2 Pacem in Terris (PT): Carta encíclica sobre la paz de todos los pueblos (1963) 1.1.5 Concilio Vaticano II

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1.1.5.1 Gaudium et Spes (GS): Constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo de hoy (1965) 1.1.6 Pablo VI 1.1.6.1 Populorum Progressio (PP): Carta encíclica sobre el desarrollo de los pueblos (1967). 1.1.6.2 Octogesima Adveniens (OA): Carta apostólica a los ochenta años de la Rerum Novarum (1971) 1.1.6.3 Evangelii Nuntiandi (EN): Exhortación apostólica acerca de la evangelización del mundo contemporáneo (1975) 1.1.7 Juan Pablo II 1.1.7.1 Laborem exercens (LE): Carta encíclica sobre el trabajo humano (1981). 1.1.7.2 Solicitudo rei socialis (SRS): Carta encíclica a los veinte años de la Populorum Progressio (1987). 1.1.7.3 Centesimus annus (CA): Carta encíclica en el centenario de la Rerum Novarum (1991) 1.2 Documentos del Episcopado Latinoamericano 1.2.1 I Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Rio de Janeiro (1955) 1.2.2 II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) 1.2.3 III Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979) 1.2.4 IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo (1992)

1.3 Documentos de la Congregación para la Doctrina de la fe 1.3.1 Nota doctrinal sobre el cristiano y la vida política (Ratzinger, 2002)

2. Principios humano-cristianos en la actividad pública de la persona 2.1 El problema del método 2.1.1 Ver, juzgar y actuar. El análisis de la realidad es el punto de partida para lograr un conocimiento amplio del modo cómo se presentan actualmente los distintos elementos que la conforman: en lo económico, lo social, lo político, lo religioso. Este análisis nos ha de llevar a la elaboración crítica de un juicio que confronte dichos elementos con los criterios evangélicos que se desprenden de la Sagrada

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Escritura y la Doctrina Social de la Iglesia. Este juicio de valor sobre la realidad es siempre ético y está en función de orientar un adecuado discernimiento cristiano de las directrices de acción o principios operativos que nos permitan lograr una interacción cristiana con los distintos elementos que integran la realidad. Con ello se evita toda ideologización de la realidad tal y como se nos presenta, y se la relativiza en función de lo que verdaderamente humaniza en el respeto de los procesos libres y formativos que permanecen en el desarrollo integral humano. 2.1.2 La doctrina social de la Iglesia ofrece principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción (SRS 8) desde una perspectiva evangélica, para ayudar a discernir los elementos que han de configurar la conducta social del cristiano a partir de relaciones éticas que humanicen. 2.2 Principios que inspiran una práctica social en perspectiva cristiana 2.2.1 Dignidad humana (PT 9; GS 26.27) 2.2.1.1 Respeto de la persona humana (GS 27) 2.2.1.2 Respeto y amor a los adversarios (GS 28) 2.2.1.3 Igualdad entre los hombres (GS 29, 66) 2.2.2 Solidaridad (GS 74; QA 49.137; SRS 39) 2.2.2.1 Responsabilidad y participación (GS 31) 2.2.2.2 Solidaridad (GS 32) 2.2.2.3 Participación (GS 75) 2.2.2.4 Gratuidad, perdón y reconciliación entre hermanos (SRS 40) 2.2.3 Subsidiariedad (MM 54.57.58; QA 80; PT 140.141) 2.2.3.1 Interdependencia entre la persona y la sociedad (GS 25) 2.2.3.2 Carácter comunitario de la vocación humana (GS 24) 2.3 Carácter moral y sentido trascendente del actuar social del cristiano 2.3.1 El sentido vinculante de la acción social del cristiano: la razón última y vinculante de la inserción del cristiano en el desarrollo de la vida social es de carácter moral, no en el sentido de un juicio moral, sino de un compromiso necesario con el desarrollo humano, tanto personal como social, y dentro de un espíritu de solidaridad universal (SRS 9; PP 16.17). 2.3.1.1 La obligación moral de la corresponsabilidad social. 2.3.1.2 La obligación moral de la interdependencia social.

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2.3.2 El fin último de esta acción social tiene que ver con el desarrollo humano (búsqueda de un humanismo nuevo). 2.3.2.1 Entendido como el paso de las condiciones de vida menos humanas, a condiciones de vida más humanas (PP 20), especialmente en lo socioeconómico y político-institucional: posesión de lo necesario, ampliación de conocimientos, reconocimiento de la dignidad de los demás, cooperación en el bien común, voluntad de paz, reconocimiento de Dios, etc. .3.2.2 Entendido como la construcción de una vida más humana inspirada por la fe que comporte un cambio espiritual y defina el modo de nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás (como nuestros hermanos), con las comunidades humanas (instituciones), con la naturaleza (ecología) y con Dios (como hijos) (SRS 38). 2.3.3 Reconocimiento de las estructuras de pecado existentes en la realidad 2.3.3.1 Tanto la corresponsabilidad como la interdependencia implican el ejercicio valorativo de reconocer las estructuras de pecado existentes que niegan el bien común como fin último humanizador “de todo el hombre y de todos los hombres” (SRS 38; PP 42).

2.3.3.1.1 “De todo el hombre”: desarrollo integral y no sólo de algunos aspectos que pueda enfatizar uno u otro sistema o ideología. 2.3.3.1.2 “De todos los hombres”: sentido inclusivo y universal, al ser valores humanos y no de un grupo de hombres que pertenezcan a determinadas instituciones políticas o sistemas ideológicos. 2.3.3.2 La valoración de las estructuras de pecado existentes en el mundo ha de partir del análisis del mundo tal y como se presenta, y no mediado por absolutizaciones ideológicas o de sistemas cerrados de pensamiento y acción (SRS 36). En este sentido lo económico no puede estar al servicio de lo ideológico, sino en función del sujeto humano. El pecado, aunque es estructural, es siempre introducido y provocado por la persona humana singular. Estas estructuras obstaculizan el desarrollo socioinstitucional del ser humano. 2.3.3.2.1 Lo obstaculizan al buscar la ganancia exclusiva de una parte (absolutización de un sistema, o su ideologización), o la sed de poder de uno (o unos pocos) que impone(n) al resto su propia voluntad (SRS 37). 2.3.4 Consideración ética de una opción práxica orientada, principalmente, hacia los más pobres, como menos favorecidos socio-estructuralmente en los procesos de desarrollo humano; pero considerándolos siempre sujetos tanto de derechos, como de deberes (SRS 39.40.42) en la corresponsabilidad social. La opción

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preferencial no es nunca una opción excluyente (de los no pobres) ni exclusiva (sólo de los pobres como sujetos merecedores de derechos). El pobre es, ante todo, ciudadano, corresponsable en el proceso de desarrollo humano. 2.3.4.1 Como sujetos de derechos negados por las estructuras socio-políticas y económicas requieren una singular atención en la praxis social e institucional del cristiano. 2.3.4.2 Como sujetos de deberes están llamados a respetar a los otros e integrarse en el proceso corresponsable de la construcción de una sociedad fraterna.

TERCERA PARTE SUJETO HUMANO, ECONÓMICA

OPCIÓN

CREYENTE

Y

1. Relaciones entre la Iglesia y el mundo, y política

ACCIÓN

SOCIO-POLÍTICA

Y

entre el cristiano y la acción

1.1 Iglesia y mundo (GS 40) 1.1.1 Iglesia-Institución y acción socio-política 1.1.1.1 Naturaleza y fines de la comunidad política (GS 74) 1.1.1.2 Iglesia y responsabilidad política (GS 76) 1.2 Relación del cristiano con la vida socio-política y económica (Ratzinger: nota doctrinal) 1.2.1 Categorías comunes en la administración de lo público 1.2.1.1 Sociedad civil (RN 35) 1.2.1.2 Sentido de lo público como bien común de todos 1.2.1.3 Diferenciación entre el Estado y el gobierno (RN 23) 1.2.2 Categorías personales en la administración de lo público 1.2.2.1 Libertad de los individuos 1.2.2.2 Respeto a la propiedad privada 1.2.2.3 El cristiano en la vida política (OA 24.25)

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1.2.3 La tensión dinámica propia de lo social: sentido de la justicia social a partir de los principios de interdependencia y corresponsabilidad, respetando siempre los procesos y bienes personales. Esta tensión implica que lo social y colectivo no puede pretender suprimir a lo personal (como sucede en las dictaduras, sistemas totalitarios y de control absoluto de los poderes públicos sobre los individuos. Todas ellas rechazadas por la Doctrina Social de la Iglesia), como tampoco lo personal debe imponerse jamás a lo social (como sucede en los caudillismos, populismos y presidencialismos, centralismos). 1.2.4 Centralidad del sujeto humano frente a la economía (GS 64) 1.2.4.1 La economía está al servicio del sujeto y no de una ideología, pues el desarrollo humano es el fin fundamental que todo ente que conforme lo público ha de pretender y tener como horizonte de su acción y razón de ser. Lo mismo con lo político, cultural y religioso. Pues la vocación humana es lo que está en juego.

2. Correlación necesaria entre medios y fines: el centro del humanismo “cristiano” 2.1 El fin último es el desarrollo de condiciones de vida más humanas a partir de la búsqueda del bien común, y no de los intereses de unos pocos. Un humanismo cristiano busca generar procesos de humanización a partir de la creación de relaciones, personales e institucionales, de fraternidad y justicia social. El problema radica en la comprensión de la libertad humana, y en ello juega un papel determinante la definición de los medios que se usarán para su realización, pues dirán si estamos ante un humanismo cristiano o no. 2.2 En este proceso cualquier medio (socio-político, económico, religioso, etc) NO es aceptable (SRS 37) aunque el fin sea muy noble, pues lo específico cristiano de la dimensión y el desarrollo social de la persona, es la adecuación entre los medios que usa e implementa y los fines que persigue. Una absolutización de los medios es siempre ideológica y deshumanizadora: que favorece a unos pocos y no a todos, que reduce el ser humano a un aspecto y no lo concibe integralmente, que busca imponer antes que generar procesos reales y verdaderos. La absolutización de los medios puede ser justificada desde algunos sistemas filosóficos o políticos (teorías ilustradas, maquiavélicas, socialistas o liberales), pero nunca desde el cristianismo, pues comporta lo específicamente cristiano y, con ello, se juega una valoración ética de las relaciones (humanas, institucionales y mundanas) y su operatividad socio-política, económica y religiosa, en función de la realización de la vocación auténticamente humana de la persona. Conclusión: “La doctrina social de la Iglesia no es, pues, una ‘tercera vía’ entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una

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ideología, sino la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto no pertenece al ámbito de la ideología, sino de la teología” (SRS 41).

Bibliografía recomendada: Revista ITER-Teología 30-31 (2003), 33 (2004) y 34 (2004).

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