Primeras desigualdades, continuidades y discontinuidades, \"la edad oscura\" y la eclosión de lo ibérico

June 30, 2017 | Autor: N. Rafel Fontanals | Categoría: Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology)
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Descripción

Iberos del Ebro Actas del II Congreso Internacional (Alcañiz -Tivissa, 16-19 de noviembre de 2011) Editado por Maria Carme Belarte (ICREA / ICAC) José Antonio Benavente (Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón) Luis Fatás (Gobierno de Aragón) Jordi Diloli (Universidad Rovira i Virgili) Pierre Moret (CNRS-Universidad de Toulouse) Jaume Noguera (Universidad de Barcelona)

Institut Català d’Arqueologia Clàssica Tarragona, 2012

sumario

Presentación...................................................................................................... 9 Primeras desigualdades, continuidades y discontinuidades, «la Edad Oscura» y la eclosión de lo ibérico. Núria Rafel............................ 11 Novedades sobre el mundo funerario en la Ribera d’Ebre. Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Pau Olmos...................................... 17 Novedades sobre el mundo funerario en el Bajo Aragón (2001-2011). José Antonio Benavente, Luis Fatás, Raimon Graells y Salvador Melguizo....... 37 Arquitectura de prestigio y aristocracias indígenas. David Bea, Jordi Diloli, David Garcia i Rubert, Isabel Moreno y Pierre Moret.................................... 51 Los intercambios y los inicios de la complejidad socioeconómica (siglos vii-vi a.C.). Estado de la cuestión. Luis Fatás, Raimon Graells y Samuel Sardà........................................................................................... 71 El poblado del Cabezo del Cascarujo (Alcañiz, Bajo Aragón). Estado de la cuestión. Raúl Balsera, Jesús Bermejo, Luis Fatás, Rafel Jornet y Samuel Sardà......................................................................... 87 Aportaciones al proceso de iberización en el curso inferior del Ebro: el ejemplo de Sebes (Flix, Ribera d’Ebre, Tarragona). Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Pau Olmos...................................... 95 El periodo del Ibérico Pleno en el territorio de los iberos del Ebro. Francisco Burillo....................................................................................... 103 Los asentamientos fortificados del curso inferior del Ebro. Siglos v-iii a.C. David Bea, Maria Carme Belarte, Jordi Diloli, Jaume Noguera y Samuel Sardà......................................................................................... 111 ¿Se puede hablar de una metrología ilercavona? Sobre la posible existencia de una unidad de medida lineal en la Ilercavonia. Pau Olmos................... 129 El Castellot de la Roca Roja (Benifallet). Un ejemplo del uso del SIG, de la cartografía y la fotografía aérea en la investigación arqueológica. Joan Canela......................................................................... 137 Aproximación al poblamiento ibérico en el Bajo Aragón y nuevas perspectivas sobre El Taratrato (Alcañiz). Salvador Melguizo, José Antonio Benavente, Manuel Bea y Alfredo Blanco................................. 147 Nuevos hallazgos sobre elementos de fortificación en el yacimiento ibérico de El Taratrato de Alcañiz (Teruel). Eduardo Diez de Pinos . ......... 167 L’urbanisme i l’arquitectura domèstica de la ciutat ibèrica del Castellet de Banyoles (Tivissa, Ribera d’Ebre). David Asensio, Joan Sanmartí, Rafel Jornet i Maite Miró........................................................................... 173 El oppidum de El Palao (Alcañiz, Teruel): balance de diez años de investigación (2003-2012). Pierre Moret, José Antonio Benavente, Salvador Melguizo y Francisco Marco......................................................... 195 Un depósito singular del Ibérico Pleno en el yacimiento de El Palao de Alcañiz (Teruel). Eduardo Diez de Pinos............................................... 211

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La Lloma Comuna de Castellfort (Els Ports, Castelló). Evolución de un poblado desde el Hierro Antiguo hasta época iberorromana. Anna Viciach, Neus Arquer, Sebastià Cabanes, Francisco J. Hernández, Amparo Barrachina y David Vizcaíno........................................................ 217 Pequeños asentamientos rurales de época ibérica en la cuenca media del río Aguasvivas. Susana Catalán........................................................... 225 La destrucción de El Castellet de Banyoles (Tivissa, Tarragona). Jaume Noguera, David Asensio y Rafel Jornet.............................................. 231 Tortosa durante la protohistoria. Las excavaciones del Grup de Recerca del Seminari de Protohistòria i Arqueologia de la URV entre los años 2004 y 2011. Jordi Diloli, Ramon Ferré y Jordi Vilà....................... 247 Las ciudades de La Cabañeta y La Corona. Su función en los inicios de la romanización del valle medio del Ebro. Antonio Ferreruela y José Antonio Mínguez.............................................................................. 257 Organisation du travail et technologie potière dans les ateliers ibériques tardifs du Mas de Moreno (Foz-Calanda, Teruel) : bilan provisoire des recherches (2005-2011). Alexis Gorgues et José Antonio Benavente.............. 273 La producción alfarera a mano y a torno: claves para interpretar la cerámica ibérica. Javier Fanlo y Fernando Pérez-Lambán........................ 291 Iconografía entre la Primera Edad del Hierro y la romanización: nuevos documentos y nuevas lecturas. Francisco Marco y José Ignacio Royo............ 305 Cubetas y canalillos rupestres en asentamientos ibéricos del Bajo Aragón. José Antonio Benavente................................................... 321 La caza de lepóridos en época iberorromana y la revisión del kalathos n.º 1 de El Castelillo (Alloza, Teruel). Ignasi Garcés.................................. 329 Recipientes con cierre hermético: un soporte característico de las decoraciones complejas del Bajo Aragón. María de las Mercedes Fuentes.... 337 Novedades epigráficas y reflexiones metodológicas sobre contactos de lenguas durante el ibérico final. Coline Ruiz e Ignacio Simón................ 345 Algunos hallazgos de tintinnabula en el asentamiento de Sant Miquel de Vinebre (Ribera d’Ebre). Notas sobre musicología prerromana en el Ebro final. Margarida Genera, Fernando Guarch, Joan Alberich y José Ramón Balagué................................................................................ 359 Tras los pasos de Cels Gomis i Mestre: excursiones arqueológicas en el Bajo Aragón zaragozano y turolense a finales del siglo xix. Salvador Melguizo..... 367 La musealización del Castellot de la Roca Roja de Benifallet. (Baix Ebre, Tarragona). Reflexiones para una valoración crítica. Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Joan Santacana............................. 375 El proyecto «Iberos en el Bajo Aragón» y el impacto socioeconómico del patrimonio arqueológico ibérico. José Antonio Benavente..................... 385 Arqueología ibérica y formación: la Escuela Taller de Alcañiz. Santiago Martínez y Eduardo Diez de Pinos............................................... 397 Didáctica y arqueología: algunas aplicaciones pedagógicas de hallazgos singulares en el Ebro final. Margarida Genera........................ 409 Los iberos en un territorio de encrucijada. Reflexión final. Arturo Oliver....... 417

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Primeras desigualdades, continuidades y discontinuidades, «la edad oscura» y la eclosión de lo ibérico Núria Rafel Universidad de Lleida

Resumen Se presenta un brevísimo repaso de la historia de la investigación para centrarse en las novedades más relevantes habidas en los últimos años y el panorama que de todo ello resulta, poniendo de relieve las distintas líneas interpretativas existentes en este sentido y las lagunas con las cuales cuenta aún la investigación. Todo ello acaba conformando un breve estado de la cuestión, así como una propuesta de interpretación de los datos existentes en estos momentos y la sugerencia de algunos planteamientos que debe tener en cuenta la agenda de la futura investigación. Palabras clave: Edad del Hierro, modelos sociales, Cataluña meridional y Bajo Aragón.

The first disparities, continuities and discontinuities, «the dark age» and the emergence of the Iberian culture

Abstract This article is a brief review of the research history and is aimed at focusing on the most important new findings from recent years and the panorama resulting from them. Emphasis is placed on the different interpretative lines in this respect and the gaps that still exist in the research. All this provides us with a brief state of affairs, a proposal as to how to interpret the data currently available to us and some suggestions that should be taken into account in future research. Keywords: Early Iron Age, social models, Southern Catalonia and Lower Aragon.

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La investigación protohistórica en el tramo del Ebro que atraviesa las tierras aragonesas y catalanas cuenta con una tradición secular, si bien su desarrollo ha tenido notables altibajos. Después de los trabajos pioneros del «Grupo del Boletín» y del Institut d’Estudis Catalans en el Bajo Aragón y, más tarde, de Vilaseca en la zona catalana, la investigación pasa por un largo período durante el cual –a pesar de producirse valiosas aportaciones (Beltrán 1956a y 1956b, 1959, 1961a y 1961b; Pallarés 1965; Berges y Ferrer 1976; Tomás 1959 y 1960; Bruhl 1931; Cabré 1942 y 1943; Sanmartí 1975 y 1978, entre las más relevantes)– no se desarrollan apenas programas de investigación. A partir de finales de los años 70 del siglo pasado esta situación empieza a dar un vuelco con el inicio de investigaciones sistemáticas: así, la publicación de los trascendentales trabajos llevados a cabo por Maluquer en los años 60, en las necrópolis ibéricas antiguas del bajo Ebro (Mas de Mussols en Tortosa y Mianes en Santa Bárbara) (Maluquer de Motes 1984 y 1987), que, entre otros aspectos, tuvieron la virtud de desencadenar el estudio del factor fenicio en Cataluña, y el desarrollo de programas de excavación en yacimientos de la provincia de Tarragona, como el poblado protohistórico del Puig Roig (Masroig) (Genera 1995), el poblado y la necrópolis del Coll del Moro (Gandesa) (Rafel y Blasco 1994; Rafel 1989, 1991, 1993), el asentamiento de Aldovesta (Benifallet) (Mascort, Sanmartí, Santacana 1991), La Moleta del Remei (Alcanar) (Gracia, Munilla y Pallarès 1988) y el poblado del Barranc de Gàfols (Ginestar) (Sanmartí et al. 2000), por una parte, y, por otra, la publicación de la tesis doctoral de Gonzalo Ruiz Zapatero, que, aunque dedicada a los Campos de Urnas del nordeste peninsular, tuvo la virtud de poner de nuevo sobre el tapete el panorama protohistórico del Ebro desde un punto de vista que primaba una revisión de los datos con que se contaba en aquel momento y una tendencia interpretativa del poblamiento con un carácter analítico y sintético (Ruiz Zapatero 1985) y las propuestas, de gran repercusión posterior, de una crisis generalizada en el Ibérico Antiguo (Burillo 1989-90 y 1992). Sin embargo, el Bajo Aragón quedaba algo al margen de este vuelco en la investigación, si exceptuamos casos específicos, como la excavación de la Loma de los Brunos (Eiroa 1982). En los años 90, la tendencia iniciada en la década anterior se consolida con la incorporación de nuevos programas, entre los que cabe destacar Sant Jaume Mas d’en Serrà (Alcanar, Tarragona), el Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona) y la torre del Tossal Montañés (Valdeltormo, Teruel). Esta última fue de especial relevancia por dar lugar a la propuesta de Moret de un horizonte de «casas-torre» (Moret 2000 y 2002) que ha tenido gran influencia en el desarrollo posterior de la investigación en el área geográfica que nos ocupa. Ésta era, muy a grandes rasgos, la situación cuando se celebró en Tivissa el I Congreso «Ibers a l’Ebre» (Ibers a l’Ebre 2002), que ha tenido su continuación, diez años después, en el II Congreso Iberos del Ebro, celebrado

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en Alcañiz y Tivissa. En estos años las novedades han sido significativas, fundamentalmente por dos motivos: por un lado, aparte de implementarse nuevos programas, muchos de los iniciados en años anteriores han ido fructificando y posibilitando síntesis e hipótesis interpretativas de mayor calado y, por otro, porque se han iniciado y desarrollado importantes estudios en el Bajo Aragón, una zona, que, como acabamos de decir, había quedado algo marginada del proceso de revitalización de la investigación en el medio y bajo Ebro. En cuanto a esto último, destacan los trabajos de la Casa de Velázquez, la Universidad de Toulouse, el Centre National de la Recherche Scientifique y el Taller de Arqueología de Alcañiz, que han dado ya lugar a diversas aportaciones, entre las cuales el importante volumen sobre los iberos en la zona del Matarraña (Moret, Benavente y Gorgues 2006) es la más reseñable. Como hemos comentado, el fenómeno que, a raíz de su excavación en Tossal Montañés, Moret llamó residencias aristocráticas o casas-torre del Ibérico Antiguo, que han sido calificadas de hábitats segregados ocupados por jefes de linaje, ha tenido un amplio eco entre los investigadores que trabajan en la zona que nos ocupa y, además, el elenco de edificios singulares se ha incrementado notablemente –Calvari de Vilalba dels Arcs (Diloli, Bea 2005; Diloli et al. 2005), Assut de Tivenys (Diloli 2009), ambos en Tarragona, y en Balaguer 1 (Portell de Morella, Castellón) (Barrachina et al. 2011) y la reinterpretación de la secuencia estratigráfica de Aldovesta (Noguera 2007, 117-121)–, lo cual pone de manifiesto la extensión del fenómeno y un inicio anterior al propuesto previamente, pues las últimas investigaciones apuntan claramente a un origen preibérico. En cuanto a la segregación del hábitat, los datos de la necrópolis del Coll del Moro y los nuevos datos del hábitat correspondiente, a que nos referimos más adelante, sugieren que el concepto requiere ser matizado. La constante aportación de nuevos datos sobre la presencia comercial fenicia en todo el curso bajo del Ebro ha tenido un complemento en el desarrollo durante los últimos diez años de un proyecto en la comarca del Priorat (Tarragona) («El poblat del Calvari del Molar i l’àrea minerometal·lúrgica Molar-BellmuntFalset»), que ha incidido en una mejor comprensión del fenómeno comercial fenicio, pues ha puesto en evidencia una importante explotación protohistórica de plomo que se distribuyó en el entorno inmediato, Emporion y su hinterland y el área tartesia, y, al mismo tiempo, la recepción de cobre del área minera de Linares (Jaén) (Rafel, Montero y Castanyer 2008; Ramon et al. 2011; Montero et al. en prensa), al mismo tiempo que ha puesto en evidencia un cierto simplismo y reduccionismo en las visiones que hemos sostenido hasta la fecha. En lo concerniente a la arqueología funeraria, cabe destacar, además de las publicaciones referentes a la necrópolis del Coll del Moro, ya citadas, la publicación exhaustiva de los trabajos llevados a cabo por el Institut d’Estudis Catalans a principios del siglo xx (Rafel 2003)

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y la puesta en valor del registro funerario de la comarca de la Ribera d’Ebre a través de las excavaciones en las necrópolis de Santa Madrona (Riba-roja d’Ebre, Tarragona) (Belarte, Noguera 2007) y Sebes (Flix, Tarragona) (Belarte et al. 2012; Belarte, Noguera y Olmos en este mismo volumen; Rafel et al. en prensa). Aunque de mayor alcance geográfico, vale la pena reseñar también la tesis doctoral de Raimon Graells sobre las tumbas con importaciones (siglos vii-vi a. n. e.) en el nordeste peninsular (Graells 2010). El mismo autor ha realizado, junto con X. L. Armada, una revisión del importante y significativo sepulcro de Les Ferreres a la luz de los materiales depositados en el Museo de Prehistoria de SaintGermain-en-Laye (Graells, Armada 2011). Asimismo, se ha publicado un trípode de varillas procedente de una tumba de La Clota (Calaceite) (Rafel 2002, Rafel et al. 2010) y se ha revisado en profundidad el soporte de Les Ferreres (Armada, Rovira 2011). Los aspectos relacionados con las prácticas rituales han recibido una considerable atención, en este sentido destacan los trabajos de S. Sardà (2008). Recientemente, también en el Bajo Aragón, la arqueología de la muerte ha tenido una reactivación con el trabajo de documentación y puesta en valor por parte del Taller de Arqueología de Alcañiz de necrópolis tumulares excavadas en el siglo pasado y con el inicio de nuevas excavaciones, de las cuales J. A. Benavente, L. Fatás, R. Graells y S. Melguizo dan cuenta en este volumen de actas. Por otra parte, varias tesis de doctorado dan fe de la vitalidad de la investigación: la de David García Rubert («El poblament del primer ferro a les terres del riu Sènia. Els assentaments de la Moleta del Remei, Sant Jaume, la Ferradura i la Cogula durant els segles vii i vi a. n. e», Universidad de Barcelona, 2005), la de Jaume Noguera («Gènesi i evolució del poblament ibèric en el curs inferior del riu Ebre: la Ilercavònia septentrional», Universidad de Barcelona, 2006), la de Luis Fatás («La Edad del Hierro en el Valle del Matarraña (Teruel). Las investigaciones del Institut d’Estudis Catalans en el Bajo Aragón», Universidad de Zaragoza, 2007), la de Samuel Sardà («Pràctiques de consum ritual al curs inferior de l’Ebre. Comensalitat, ideología i canvi social (s. vii-vi a. n. e.)», Universidad Rovira i Virgili, 2010), David Bea («Poder, arquitectura i complexitat social: formes polítiques al curs inferior de l’Ebre durant la protohistòria», Universidad Rovira i Virgili 2012) y la de Rafael Jornet («Qui flumen Hiberum attingunt… Anàlisi arqueològica sobre la formació i evolució d’ètnies, territoris i fronteres en el límit meridional entre Catalunya i Aragó en època ibèrica (segles vi-ii a. n. e.)», Universidad de Barcelona), aún en curso.

Algunos retos para la futura investigación Si bien en algunas zonas del área geográfica de que tratamos se ha avanzado considerablemente en el conocimiento del período anterior a la Primera Edad del

Hierro, muchas lagunas entorpecen una comprensión global de los procesos sociales anteriores a ésta y, eventualmente, la delimitación precisa de procesos regionales diferenciados. En este sentido, la diversidad de situaciones es paten­ te: áreas en que el tramo final de la edad del ­bronce cuenta desde hace años con datos consistentes, como el Priorat, la zona de Gandesa, los valles del Guadalope, el Regallo y el Algars, el sistema ibérico, o, más recientemente, la Ribera d’Ebre y otras, como el Matarraña, en que no parece documentarse este período, de modo que se tiende a hablar de colonización ex novo en la Primera Edad del Hierro (Moret, Benavente y Gorgues 2006, 231-233). En el curso Bajo del Ebro y en el Matarraña no se habían documentado hasta la fecha poblados de tipo protourbano con estructuras pétreas, de modo que todos los autores hemos venido poniendo de manifiesto la emergencia tardía de este fenómeno, a finales del siglo vii o, a lo sumo, inicios del vii a. n. e. No obstante, en los últimos años, en la zona del Priorat, se ha podido constatar la existencia de este tipo de hábitats al menos desde el siglo ix, así, el recientemente excavado Turó del Avenc del Primo (Bellmunt del Priorat) o los niveles antiguos del Puig Roig (Masroig) y del Calvari (El Molar). En los dos últimos casos nos encontramos con unos poblados que inicialmente parecían unifásicos, siglos vii-vi ane, y cuyo inicio podemos fechar ahora en el siglo viii (Calvari) o, incluso, quizás antes (Puig Roig), hecho que parece desvincular definitivamente la aparición del poblado en piedra con la emergencia del factor fenicio, como habíamos venido defendiendo hasta la fecha, aunque se manifiesta claramente que el flourit de éste corresponde a los siglos vii-vi a. n. e. (Rafel y Armada 2009). Ello invita a considerar con prudencia los datos, antiguos, sobre la cronología de los poblados del Matarraña, si bien la situación difiere del resto de zonas por el hecho, no concluyente, pero sí al menos indicativo, de que en esta cuenca fluvial no se han documentado enterramientos que puedan ubicarse antes del siglo vii o fines del viii a. n. e (Rafel 2003). El período de que tratamos topa con un importante problema a la hora de describir, caracterizar e interpretar los profundos y rápidos cambios que se van produciendo en un espacio de tiempo relativamente breve: la falta de precisión cronológica. Efectivamente, los datos cronológicos con que contamos no tienen la suficiente finura como para identificar en detalle los procesos en el tiempo y las correlaciones cronológicas exactas. Ello es debido en parte a la mala calidad en este sentido del registro arqueológico, que adolece de falta de buenas estratigrafías. Por poner algunos ejemplos, tanto en el Calvari como en el Puig Roig solo se conservan los niveles antiguos en espacios muy reducidos del asentamiento, pues en la gran mayor parte únicamente se conserva el último horizonte cronológico, el de finales del siglo vii a mediados del vi a. n. e. Por otra parte, la datación tipocronológica de los ítems cerámicos solo permite fijar unos márgenes relativamente amplios y, cuando ya contamos con importaciones, los materia-

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les fenicios tampoco proporcionan una gran exactitud. Finalmente, la llamada catástrofe o meseta de la Edad del Hierro no permite que las dataciones radiocarbónicas nos ayuden a superar este problema. Los márgenes cronológicos con que trabajamos serían suficientes para otros períodos, pero para la Primera Edad del Hierro son insuficientes. Es por ello que las futuras investigaciones tienen ante sí el reto de incidir, en la medida de las posibilidades existentes, en esta cuestión. A tenor de los datos en nuestro haber hasta la fecha, creemos poder afirmar que, en líneas generales y salvando algunas diferencias regionales dentro del área de estudio, especialmente desde mediados y finales del siglo vii a. n. e., se produce un notable incremento poblacional que discurre paralelamente al afianzamiento de las líneas de linaje y a la competencia entre éstas. Ello se pone de manifiesto en el horizonte funerario y en la aparición en el mismo de ítems de prestigio y de conductas culturales nuevas a ellos asociadas que juegan un papel significativo en dicha competencia y, a la vez, actúan como símbolo de la importancia ideológica de dichos linajes. Es en este contexto en el que podemos empezar a hablar de desigualdades sociales de cierta relevancia y en el que hay que enmarcar el fenómeno de los edificios singulares. Como hemos defendido en otras ocasiones (Rafel 2006), el proceso de jerarquización que ahora se inicia no se sustenta en un cambio suficiente en el carácter de la estructura económica y política, y ello origina una crisis del modelo. Sin embargo, subyacen aún muchos interrogantes sobre la emergencia del modelo de hábitats torreados y de su base socioeconómica. Reiteradamente se ha hablado en referencia a éstos de «hábitats segregados», pero, ¿sobre quién y cómo señoreaban los habitantes de estas casas torre? Los nuevos trabajos de campo realizados en los últimos años en la torre del Coll del Moro de Gandesa y la revisión de datos antiguos ponen de manifiesto que en momentos aún preibéricos se implementa un potente programa constructivo del que forman parte, no solo la gran torre absidal, sino también una cisterna con una gran capacidad de almacenaje, que, junto con la presencia de un nutrido grupo de enterramientos, que se está gestionando agua para una comunidad relativamente numerosa y que es ahí, en el control del agua y en ésa comunidad cuyo hábitat no conocemos, donde hemos de buscar la base del poder de los habitantes de la torre (Rafel, Garcia Rubert y Jornet en prensa). El modelo de casas torre propuesto por Moret fue en su momento una formulación que contribuyó grandemente al avance de la investigación, pero nos queda pendiente aún dotarlo de un contexto explicativo más consistente. No debemos olvidar, sin embargo, que en áreas, como el Priorat, la Ribera d’Ebre o el Montsià, donde no se documentan casas torre, los poblados son destruidos y abandonados a mediados del siglo vi a. n. e., lo cual indica que la crisis del modelo de las torres no es más que un episodio de una crisis más global que comportará una reestructuración general del poblamiento.

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El nuevo panorama generado por el crecimiento demográfico (Sanmartí 2005, 349), el aumento de la producción y el acaparamiento de bienes y algunos medios de producción (agua y, quizás, circuitos de intercambio de metal) para el intercambio de ítems de prestigio, dará al traste con el esquema social tradicional y desembocará en una profunda crisis social que tendrá como consecuencia la desaparición del modelo de torres y de poblados protourbanos y la entrada en una «edad oscura» del registro arqueológico, de la que solo emergen para alumbrarnos algunas escasas continuidades, tanto en poblados como en necrópolis, y algunos sepulcros singulares, el más significativo el de Les Ferreres, que nos indican un proceso de profundo cambio ideológico y político durante el cual se está preparando la eclosión de nuevos grupos aristocráticos, cuya base no es ya solo el linaje y la exaltación ideológica de los antepasados, sino más bien su carácter guerrero (Ruiz 1994, 148). Sin embargo, el resultado de este proceso no puede observarse claramente hasta la nueva organización territorial, política y económica del siglo v a. n. e. (Rafel y Armada 2009). No obstante, queda aún mucho camino por recorrer para poder contrastar este panorama y poder profundizar en los detalles de este proceso. Ello da lugar actualmente a una disparidad de criterios, pues donde algunos, como Moret o quien suscribe (Rafel 1993, 68-70 y 1994-96; Moret 2002, 119-120), vemos una clara continuidad cultural y una crisis sociopolítica, otros enfatizan los elementos rupturistas (García Rubert 2005) o proponen como elemento explicativo episodios démicos, en algunos casos radicalmente invasionistas y rupturistas (Arteaga, Padró y Sanmartí 1990, 156; Santacana 1994). Y donde unos vemos un proceso de jerarquización que no llega a consolidarse, otros ven en la segunda mitad del siglo vii e inicios del vi a. n. e. sociedades plenamente jerarquizadas, de tipo protoestatal, que finalizan con un episodio de violencia (García Rubert 2005). No cabe duda de que, además del agotamiento del sistema social que sostenía el horizonte de los hábitats torreados, tratamos de unos momentos de grandes cambios, entre los que cabe señalar la crisis del comercio fenicio y la irrupción del griego, y que en este contexto caben también movimientos démicos (en la línea de lo defendido por Sanmartí 2005, 344). La cuestión reside en el papel explicativo y de causalidad que les otorguemos. Así pues, y ya para concluir, a pesar de los notables avances de la investigación en la zona que nos concierne, tenemos que dar un paso más si queremos escapar del bucle en el que, en nuestra opinión, estamos atrapados en los últimos años y que debería pasar por la revisión de nuestras bases teóricas, por el incremento de conocimiento de la base empírica y por el desarrollo de proyectos de investigación potentes que superen el estadio mayormente descriptivo y cuantitativo para centrarse en identificar problemas, generar nuevas hipótesis y contrastar tanto éstas como las ya formuladas. Aun cuando la deriva política y económica actual no permite

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tener grandes esperanzas sobre las posibilidades materiales de avanzar por este camino, sin duda ésa es nuestra asignatura pendiente de cara a futuras investigaciones.

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