Primeras actividades arqueológicas en la Ermita de San Isidro (Domingo García, Segovia)

June 7, 2017 | Autor: Hipólito Pecci | Categoría: Arqueología, Arqueología histórica, Arqueologia
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Descripción

Primeras actividades arqueológicas en la Ermita de San Isidro (Domingo García, Segovia)1

Resumen: Se presentan los resultados iniciales de las labores arqueológicas realizadas en el interior de la Ermita de San Isidro (Domingo García, Segovia), llevadas a cabo en el marco del estudio encaminado a facilitar un nuevo encuadre cronológico para la estación de arte rupestre postpaleolítico situada en el Cerro de San Isidro-Cuesta grande, en busca de la existencia de algún tipo de vinculación entre la edificación y las representaciones plasmada en los afloramientos rocosos.

Palabras clave: Arte rupestre, sondeos, restos óseos, encuadre cronológico

Summary: initial results of archaeological work undertaken within the Ermita de San Isidro (Domingo Garcia, Segovia), carried out under the present study was aimed at facilitating a new chronological frame for the post-Paleolithic rock art station located in the Cerro de San Isidro-Cuesta Grande, looking for the existence of some kind of link between the building and the performances embodied in the rocky outcrops.

Keywords: rock art, polls, bones, chronological frame

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Hipólito Pecci Tenrero

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1. Introducción En tierras de la Campiña Segoviana se ubica una pequeña localidad conocida como Domingo García, documentada por primera vez en 1204 (Siguero, 1997: 185) y denominada así, ya, a la altura del siglo XVI. Esta población cuenta con una característica singular, pues en sus cercanías se alza una elevación del terreno, un altozano que despunta sobre la llanura contigua, conocido como Cerro de San Isidro-Cuesta Grande. En esta área emergen una serie de afloramientos de esquisto rojo que han sido modelados lentamente por los fenómenos naturales, dejando las huellas que el tiempo ha impreso paulatinamente en las rocas, fracturas y surcos producidos por el viento, la lluvia y los movimientos telúricos, que han hecho de las elevaciones del Cerro de San Isidro y Cuesta Grande lugares particulares. Aquí, en estos farallones, altitudes aisladas sobre extensas planicies que han recibido el ímpetu de las arenas voladoras, verdaderas herramientas que han esculpido y bruñido sus superficies, en estos lienzos es donde diferentes grupos humanos han plasmado numerosos grabados, estampas que poseen dos adscripciones, una de ellas de datación paleolítica muy clara, y una segunda concentración, más numerosa, que supone el gran interrogante, la gran incógnita, desafío cuyo estudio persigue, en la medida de lo posible, su ubicación en el tiempo, su encuadre en un periodo cultural lo más aproximado posible. Pero, las huellas de paso en este otero, también se vislumbran a través de la presencia de una edificación cercana, que se encuentra actualmente en franco deterioro, una antigua ermita consagrada, según los textos, a la advocación de San Isidro, y cuya “vida útil” se extendería hasta el comienzo de la Guerra de la Independencia. Con el fin de conocer, en la medida de lo posible, el encuadre cronológico de la estación de arte rupestre de Domingo García, así como su posible vinculación cultural, en el año 2010 se fraguaba y ponía en marcha un trabajo de investigación de todo el conjunto, cuya conclusión tuvo lugar cuatro años más tarde, en diciembre de 2014, dentro del cual se plantearon y efectuaron una serie de trabajos arqueológicos en el perímetro de la Ermita, con el cometido

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de averiguar la posible relación entre la construcción y las representaciones rupestres.

2. Localización Domingo García se asienta a unos cuarenta kilómetros al Noroeste de Segovia capital, dentro de una zona integrada en la Campiña Segoviana conocida como la comarca de Santa María la Real de Nieva, cuyo centro es la población homónima. Este territorio cuenta con una altitud media en torno a novecientos metros sobre el nivel del mar, llegando en algún punto a los mil metros, los cuales dominan una amplia extensión de paisaje, campos que en su parte Norte chocan con la Tierra de Pinares, hendidos por el curso de diferentes ríos que marcan la geografía, tanto en su zona septentrional y oriental, surcada por el río Eresma, como en su lado occidental, donde el protagonismo lo tiene el río Voltoya, pues en su franja meridional, topa con las elevaciones del Sistema Central. La totalidad del macizo de Santa María la Real de Nieva ocupa algo más de doscientos kilómetros cuadrados, estando compuesto por diferentes tipos de rocas, cuyos períodos de formación se hallan comprendidos en torno a los seiscientos millones y quinientos mil años. En algunas épocas de este dilatado periodo, la cumbre padeció las acometidas de un fenómeno interesante, conocido como “arenas voladoras”, agente destacado en los procesos erosivos y de moldeado del paisaje, teniendo un protagonismo especial en el Cerro de San Isidro, ya que al situarse a mayor altura que el resto del territorio, sufrió de forma más asidua estos embates.

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FIG. 1. Localización de Domingo García. www.sigpac.jcyl.es

FIG. .2. Cerro de San Isidro-Cuesta Grande. Instituto Geográfico Nacional

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3. La Ermita En el extremo oriental del Cerro se puede contemplar lo que resta de la ermita de San Isidro, centro, según algunos investigadores, de una población del mismo nombre hoy desaparecida “…Esta aldea se cita en 1247 (Sant Esidro), fecha en la que pagaba 17 maravedíes al obispado, por lo que era una aldea de tamaño mediano. Desapareció en el siglo XIV o XV. Estaba a “1300 m. al SE. En torno a la ermita que todavía lleva el Nombre de San Isidro. El despoblado es conocido hoy como El Casar…” (Siguero, 1997: 186) La construcción, sin ningún tipo de protección en su zona de acceso, se encuentra en un estado lamentable, de ruina casi completa y escaseando de cubierta, mientras que la mayoría de los recubrimientos de los paramentos han desaparecido, apreciándose nítidamente su estructura de lajas de piedras horizontales revestidas de cal. Se encuentra formada por una única nave de planta rectangular y ábside curvo, siendo su superficie total de 0,0193 hectáreas, si bien, aledaña a esta estancia, se anexa otra pieza, denominada como “porche”, en su lado sur, en donde aparecen algunas tumbas antropomorfas excavadas en la roca, datadas en torno a los siglos IX y XI, enterramientos que también se presentan en la zona exterior del edificio, mostrando, en la mayoría de los casos, una orientación Oeste/Este, disposición normal en las ceremonias de inhumación cristianas. Hay quién afirma que quizás existiera, en origen, un recinto tardorromano, argumento reforzado por el descubrimiento de un fragmento de material, previsiblemente proveniente de un capitel o un columna decorada, e incluso un espacio musulmán, siendo posteriormente sacralizado como recinto cristiano, el cual, a la altura del siglo XIX, es descrito en el Diccionario de Pascual Madoz (1849), indicando que “...En las afueras de la población se encuentran 2 ermitas (...) otra al Este que fue de San isidro y que solo conserva las paredes...”

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FIG. 3. Ermita de San Isidro. H. Pecci

Fig. 4. Capitel tardorromano cerro de San Isidro. Museo de Segovia. H Pecci

4. Trabajos arqueológicos Al ser tan parcas las referencias existentes, se decidió emprender una serie de actividades en el perímetro del recinto con el fin de conocer la posible relación o asociación con el arte rupestre postpaleolítico presente en el Cerro, pues las investigaciones llevadas a cabo han revelado para el conjunto un encuadre cronológico análogo, en torno a la Temprana y Alta Edad Media. 6

Para ello se realizaron seis sondeos, cuatro de ellos en el interior y dos en el “porche”.

FIG. 5. Actividades en la ermita de San isidro. H. Pecci

4.1. Sondeo 1

Tras analizar y estudiar la totalidad de los datos, se decidió realizar el primer sondeo en la zona externa, en la parte occidental del porche, ya que en dirección sur, y contigua a la cata que se iba a abrir, se evidenciaban huellas de un posible enterramiento que debió de haber sido “excavado” tiempo atrás, por lo que se pensó que el lugar donde se había decidido efectuar el sondeo podría ser susceptible de contar con otra sepultura. Es así, como entre la pared de la ermita, al norte, y aledaña al murete del porche que se localizaba en su parte oeste, se marcó una cuadrícula de 2x1 m., procediéndose a retirar los elementos de derrumbe, fragmentos de pizarra y restos de caliza esparcidos por toda la superficie, y tras ello, eliminar la capa vegetal, que contaba con una potencia aproximada de unos cuatro centímetros.

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No obstante, el sedimento que apareció mostraba huellas de remociones anteriores, pues los fragmentos de derrumbe de material de la cubierta volvían a

hacerse

visibles,

hasta

unos

diez

centímetros

de

profundidad

aproximadamente, donde surgieron diversos restos óseos junto a varios fragmentos cerámicos en muy pequeña cantidad y muy dispersos, ubicados fundamentalmente en la mitad sur del sondeo. Es, aproximadamente a unos 30 cm. de profundidad, cuando comenzaba a descubrirse el hecho más llamativo de este sondeo, un gran fragmento de roca pizarrosa de 1,30 m por 52 cm., que, posiblemente por su tamaño, no perteneciera a material de derrumbe, ya que el tamaño era demasiado grande, junto a algunos restos óseos dispersos, compuestos fundamentalmente por falanges. Con la aparición de este material orgánico, y con el fin de llegar a algún razonamiento lógico que diera explicación a la aparición de tan poco material óseo, y sobre todo, proveniente de zonas análogas del esqueleto, nos pusimos en contacto con Amàlia Valls Martínez, Especialista del “Laboratorio de Paleopatología i Paleoantropología del Museo de Arqueología de Cataluña”, la cual nos confirmó la hipótesis que habíamos comenzado a vislumbrar, estos es, el hecho de que únicamente aparecieran ciertos tipos de piezas óseas era debido a intervenciones anteriores cuyo objetivo se encontraba encaminado a la búsqueda de enterramientos, lo que puede ser una explicación coherente que revele la ausencia de un mayor volumen de restos humanos.

4.2. Sondeo 2

El sondeo dos acompañaba al anterior en la parte exterior de la edificación, es decir, en el “porche”, ejecutándose, al igual que el anterior en dirección EsteOeste. Su composición era muy similar a la hallada en el sondeo anterior, sin aportar ningún tipo de novedad. De esta manera, la primera visión que se presentaba era la capa de vegetación con los restos de rocas caídas de las paredes, así como calizas y fragmentos pizarrosos.

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FIG. 6. Sondeo 1. H. Pecci

El material arqueológico era escaso, apareciendo un pequeño número de restos óseos, como es el caso de una vértebra humana casi completa junto a algunas falanges Esta situación cambió cuando se llega a los 55 centímetros de profundidad aproximadamente, ya que comenzaba a surgir un enlosado de esquisto, cortado regularmente y muy bien trabajado, constituyendo seguramente el piso del “porche”. No obstante, no se puede asegurar que este pavimento se encuentre en la totalidad de la parte externa, ya que en el sondeo 1, como se ha referido anteriormente, no se han hallado, de momento, indicios de este suelo, por lo que no es posible conocer el conjunto de la estancia, a no ser que, en un futuro, se trabaje en la totalidad del recinto exterior. Tras finalizar las actividades del exterior, la actividad se centraba en el interior, donde se efectuarían cuatro sondeos.

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FIG. 7. Sondeo 2. H. Pecci

4. 3. Sondeo 3

El área que contenía, y contiene, la mayor potencia de sedimento de toda la edificación, debido, en gran medida, al derrumbe la cúpula, y que permitió crear una capa de gran grosor, es la zona del ábside, por lo que se determinó efectuar un nueva cuadrícula en esta zona, si bien, con una dirección NorteSur, a diferencia del resto de sondeos. Los trabajos, tras la eliminación de un estrato formado fundamentalmente por material de derribo, tanto de cubierta, como de los paramentos, demostrando una zona totalmente estéril, sin ningún tipo de elemento arqueológico, dieron como resultado, la aparición de un escalón, aproximadamente a 1,70 m. de profundidad En esta cata, no se ha hallado ningún tipo de material arqueológico, puesto que la totalidad de los elementos derivan de los procesos de deterioro de la construcción.

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4. 4. Sondeo 4

Se proyecta una cata de 2x1 m. situada en la puerta de salida al “porche”, marcada con una orientación Norte-Sur y cuya fisonomía y contenido en las dos primeras capas es idéntica a los sondeos externos, es decir una capa de sustrato vegetal que contiene, del mismo modo, restos de las paredes y fragmentos de pizarra, y bajo ella, al extraer el manto vegetal, de unos cuatro cm. de potencia, aparece la capa de tierra de tonalidad marronácea, textura muy suelta y poca compactación. En estos primeros centímetros los restos arqueológicos son nulos, por lo que se continúa profundizando, localizando restos de pizarras, fragmentos de rocas y únicamente una pieza dental aislada. A unos 34 cm. centímetros de profundidad emerge un resto óseo perteneciente a un cráneo, formado por un fragmento de hueso frontal que conserva ambos arcos superciliares, glabela y porción nasal, del cual no ha sido posible determinar sexo y edad. De la misma forma, en esta capa aparecen de forma inconexa, asilados, un fragmento de costilla, probablemente derecha, y un canino superior humano. Inmediatamente después, a unos 37 cm. aproximadamente, se presenta un escalón de esquisto perfectamente trabajado, y 12 cm. más abajo un suelo totalmente llano y en relativo buen estado de conservación.

Fig. 8. Sondeo 4. H. Pecci

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4. 5. Sondeo 5

Después de aparecer en el sondeo anterior el escalón y el pavimento, se decide dejar un testigo de un metro de anchura en su zona Este, y a continuación, abrir una nueva cata con el fin de conocer la longitud de los supuestos peldaños, para lo que se efectúa la marcación, esta vez, en sentido Este-Oeste, y a continuación se comienza a excavar. Las dos primeras capas son similares al resto de los sondeos, recuperándose únicamente un resto óseo, formado por un fragmento de epífisis distal de un humero de lateralidad indeterminada y que corresponde probablemente a un neonato. Muy cercano a él, a unos 20 cm. de profundidad, aflora un trozo de plástico así como un fragmento de vidrio, ambos huellas modernas que reflejan una remoción de tierras en algún momento anterior. Se continúa profundizando, localizando en la parte Oeste del sondeo una laja de esquisto de 40x24 cm. aunque al encontrarse dentro del perfil no se conoce su dimensión real. Este hecho también se produce en la zona Sureste, en donde se localiza un fragmento de esquisto de dimensiones inferiores, pero al penetrar en el perfil se desconoce su tamaño completo, por lo que debería practicarse un sondeo en su zona Este con el fin de conocer sus medidas totales.

FIG. 9. Sondeo 5. H. Pecci

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Finalmente, unos seis centímetros más abajo, de nuevo asoma pavimento bien trabajado y alisado, y en mejores condiciones que el hallado en el sondeo cuatro.

4. 6. Sondeo 6

El sondeo se efectúa a dos metros de distancia de la entrada a la Ermita, en su zona izquierda y con una orientación Este-Oeste, presentando idéntica configuración y similares características a todo el conjunto. Según se va profundizando, se puede apreciar como el contenido de esta capa es totalmente estéril desde el punto de vista arqueológico, ya que únicamente se registra el

hallazgo de un fragmento óseo indeterminado, posiblemente

fauna, acompañado de pedazos de derrumbe, caliza y pizarras,

y

aproximadamente a unos 35 cm. de profundidad se deja entrever el mismo pavimento.

FIG. 10. Sondeo 6. H. Pecci

5. Material osteológico El estudio antropológico se realizó siguiendo el protocolo habitual, es decir, la limpieza, identificación y reconstrucción de fragmentos.

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Seguidamente se procedió a la reconstrucción en la que se utilizo adhesivo nitro celulósico que en caso necesario permitiera su remoción en acetona. La metodología utilizada fue la habitual en los estudios antropológicos y forenses, utilizando solo aquellas variables que se preservaron en estos restos. Primero se efectuó la observación macroscópica de los restos para la determinación de patologías presentes, sabiendo que las diagnosticadas con más frecuencia en restos óseos antiguos son las de tipo congénito, inflamatorio, traumático, enfermedades degenerativas, tumores, y las causadas por deficiencias nutricionales. En total, los restos óseos localizados fueron 60, de los cuales, 45 pertenecían a humanos.

A. Esqueleto craneal • Fragmento de cráneo con restos de la sutura, posiblemente un individuo joven. • Fragmento de cráneo con restos de la sutura • Fragmento de cráneo con restos de la sutura, posible individuo joven. • Fragmento de hueso frontal que conserva ambos arcos superciliares, glabela y porción nasal. No ha sido posible determinar sexo y edad. • Molar inferior derecho • Incisivo deciduo superior B. Cintura escapular • Fragmento de la espina de escápula izquierda. Conserva parte de la fosa supraespinosa • Fragmento de escápula. Lateralidad indeterminable. • Fragmento

de

apófisis

espinosa

de

una

escápula.

Lateralidad

indeterminable.

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C. Vértebras • Fragmento anterior izquierdo de la 1ª vértebra cervical. • Fragmento de arco vertebral indeterminable. • Cuerpo de una vértebra torácica. Conserva parte del canal medular. • Lasca correspondiente a un cuerpo vertebral indeterminable. D. Costillas • Vértebra torácica probablemente (TVI). • Fragmento de costilla. Lateralidad indeterminable. • Fragmento 1ª costilla derecha. • Fragmento de costilla, posiblemente derecha. • Fragmento de costilla, posiblemente derecha. E. Extremidades superiores • Fragmento de epífisis distal de un húmero de lateralidad indeterminada y que corresponde probablemente a un neonato.

F. Manos • Falange medial de una mano. Lateralidad indeterminable. • Fragmento

de

hueso

semilunar

de

una

mano.

Lateralidad

indeterminable. • Fragmento de metacarpiano. Lateralidad indeterminable. • Metacarpiano. Lateralidad indeterminable. • Primer metacarpiano. Lateralidad indeterminable. • Primera falange distal, mano derecha. • Metacarpiano, posiblemente mano derecha. • Primer metacarpiano, mano derecha. • Falange medial de una mano. Lateralidad indeterminable. • Falange medial de una mano derecha.

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• Falange proximal de una mano. Lateralidad indeterminable. G. Cintura pélvica • Fragmento de sacro. Conserva restos de las apófisis articulares superiores. Posible espina bífida.

H. Extremidades inferiores

Pies • Quinta falange medial. Pie posiblemente derecho. • Primera falange distal. Pie posiblemente izquierdo. Corona de osteofitos. • Primera falange distal. Pie posiblemente izquierdo. • Falange medial pie izquierdo. • Metatarsiano infantil. Lateralidad indeterminable. Epífisis distal sin sinostosar • Falange medial de un pie. Lateralidad indeterminable. • Metatarsiano. Pie izquierdo. Los estudios arrojaron los siguientes resultados:

Número de individuos: No cuantificable (entre 7 y 10) Sexo: Indeterminable Edad: Número total de individuos indeterminable (± 7) Recién nacidos: (± 6/7 meses (1) Niños: (+ 1) Adolescentes: Ninguno Jóvenes: Indeterminable (± 2) Maduros: indeterminable (± 2) Seniles: (+1)

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No se han observado patologías remarcables, tan solo falanges distales con signos artrósicos que presentan coronas de osteofitos en las epífisis distales, patología relacionada con la edad avanzada. Un fragmento de sacro presenta una malformación congénita del tubo neural, los arcos posteriores no se han fusionado durante la gestación, si bien, es imposible determinar el grado y la afectación de la médula espinosa. Con los datos adquiridos, se pudo concluir que los restos humanos exhumados en la Ermita de San Isidro aparecieron mezclados de forma inconexa, hecho que confirma su procedencia de un lugar de enterramiento próximo a las catas. El estudio confirma que las edades corresponden a individuos neonatos, niños, juveniles, adultos y seniles. El hecho de encontrar individuos de todas las edades, indicaría que provienen del cementerio de la propia Ermita. La mayoría de patologías observadas son de tipo articular, pudiendo tener, en algunos casos, un origen traumático, otras serían debidas a una actividad laboral y algunas relacionadas con los procesos degenerativos de la edad.

FIG. 11. Fragmento óseo localizado en sondeo 4. H. Pecci

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6. Conclusiones Los seis sondeos efectuados en la Ermita de San Isidro, dos externos y cuatro internos, han permitido alcanzar un nivel de solado perteneciente, con toda seguridad, a la pavimentación empleada antes del abandono de la edificación, hecho acaecido, según las noticias, a principios del siglo XIX, coincidiendo con los momentos previos a la Guerra de Independencia. Los datos obtenidos a partir de las labores arqueológicas efectuadas revelan la existencia, en la totalidad del recinto, de numerosas huellas de excavaciones y remociones del terreno ejecutadas sin un método claro, actividades atestiguadas por la existencia de diferentes “hoyos” o “agujeros” ubicados en diversos lugares de la edificación. Esta información se refrenda por la posición del material arqueológico localizado, diseminado en el sedimento sin guardar una relación clara, exteriorizando un estado de conservación de los restos humanos bastante deficiente, que se descubren entremezclados y sin ningún tipo de conexión anatómica. La presencia de estos restos revela la extracción de esqueletos que pierden pequeños huesos, pasando desapercibidos, hecho que confirmarían las acciones de expolio, ya que si se tratara de excavaciones profesionales, las tierras habrían sido cribadas y este material recuperado. El análisis de los restos óseos recuperados da como resultado la aparición de entre siete y diez individuos, por lo menos un recién nacido de alrededor de seis o siete meses, un niño, dos jóvenes de edad imprecisa, dos personas maduras, también de edad indeterminada y un anciano. El hecho de que los sondeos hayan localizado la última ocupación de la ermita, según algunos documentos, datada en torno a 1807, hace necesario continuar los trabajos, con el objetivo de conocer el momento inicial de la edificación y de la ocupación del área estudiada, así como llegar a dilucidar o interpretar la relación existente entre ésta y la estación de arte rupestre postpaleolítico, vínculos que consideramos altamente probables.

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