presentación de libro de Eduardo Guzmán sobre Wirikuta

June 25, 2017 | Autor: Imuris Valle | Categoría: Poesía, Poesía mexicana, Poesia, Wirikuta, CONFLICTO MINERO WIRIKUTA
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Descripción

Presentación de libro Trece por Cuatro. Trece por Cuatro. Poemas para recuperar la salud en un dos por tres (2015) Ediciones Sin Fin, la Zorra y Ediciones Mazacalli. De Eduardo Guzmán. Libro de poemas sobre el desierto de Wirikuta y su defensa presentado por Imuris Valle en el marco del segundo Festival de lenguas vivas y en resistencia en la escuela Nacional de Antropología e Historia. Octubre 2015.

La primera vez que escuche hablar de Lalo fue en un cerro al sur de la ciudad y me imaginé un marakame serio y envuelto en una nube de misterio. Cuando lo conocí chilango irrespetuoso y rapero, supe que en vez de montes de magueyes, había crecido entre montañas de libros, herencia de su padre y madre. Yu Seriata, Yu Utata, Haramara, Wirikuta son las palabras que habitan los montes de su mente. Al conocerlo me di cuenta que con sus risas transforma todo lo que ve y esto le imprime un sello a su vida. En el existen verbos y palabras que en otros no, como co-cagarla o felicidad curandera. Lalo en su libro, nos comparte su tiempo y energía para defender al desierto, a sus conejos y sus correcaminos y su constancia ha hecho la diferencia, porque su ánimo contagia hasta las piedras. Este libro tiene características versátiles, nos traslada en un, dos, por tres a los caminos llenos de piedras de colores y nos propone poemas para recuperar la salud ya que 13 x 4 es un intento para que entendamos que la subjetividad, la poesía, los rituales, son necesarios en nuestro tiempo para recuperar la salud individual y a la vez colectiva. Si además hacemos caso a las matemáticas 13 x 4 nos dan 52, un ciclo entre los antiguos que se considera aún sagrado por ser tiempo de renovación y es así como Jauxa (así nombrado por los Compas Wirras) nos da recetas donde los ingredientes principales son flechas, velas, estambre, intensiones, ofrendas, venados y oraciones para pedir permiso. Este libro es, podríamos decir, un libro de texto para quienes siendo antropólogos o no, eligen asomarse al mundo Wirraritari y es que Lalo (para nosotros) fue a la Universidad de Wirikuta, a esa Universidad Universal del Universo y aprendió que los ancestros aún viven entre barrancos profundos, que el viento, trae la lluvia y se lleva los agradecimientos que hechos cantos se vuelven mensajes para los dioses que a su vez nos dan consejos y bendiciones. Y es que Lalo se ha tomado el tiempo de reflexionar sobre la difícil tarea de ser serpiente, sobre la importancia de los rayos y de la belleza de una milpa ancestral que se levanta hoy en día, para darle de comer a las familias de mexicanos. Pero no todo es ceremonioso con él, pues mientras nos invita a ir al subsuelo, (no importa si es de una mujer o el de los caminos blancos), también se cabulea al más puro estilo chilango y allí esta la gracia del libro, pues de forma divertida se roba nuestros miedos para luego hacerlos polvo. De forma personal quiero platicarles que un día en que yo tenía infinita tristeza al ver la luna, él me enseño a volver a encararla y de la misma manera pero ahora de forma colectiva, al leer su libro se diluyen los miedos de escribir poesía, de cantar los rezos, de andar los caminos antiguos.

Y así como se eleva el canto, así vemos como el libro teje (entre textos) un híbrido entre el mundo Wirra y el no Huichol. Pero ¡cuidado!, no es que tengamos a un Antropólogo aplicado en la búsqueda de lenguajes rebuscados para explicar cosmogonías inverosímiles al occidente y de esa manera levantar su ego. Es más bien, una llamada a escuchar los himnos ancestrales y así logra hacernos cómplices de momentos tan íntimos como cuando el alacrán le declara el amor al arcoiris. Y es que Lalo sabe mucho, sabe que Nakawe sembró la primera milpa de la historia y que sus mejores amigas son las estrellas, que es en Wirikuta donde sale el sol, sabe que Tatevarí es el lugar de luz del abuelo fuego, pero mientras conoce más de estos secretos, Lalo mira a las mujeres "como el tiempo sin diciembres" y nos presenta a su familia, a sus amigos del pueblo de Margaritas y nos ofrece poesías como velas encendidas. pero además se preocupa porque entendamos que es en la cuenta del tiempo donde esta la posibilidad de rebelarnos y nos recuerda que hay que "sudar para desaprender lo ya instituido", como bien lo explica en sus palabras "es un arte el aprender del mundo sin atraparse en él", y es que no busca ser ejemplar, ya eso lo fue el tlacuache que robo el fuego y se lo dió a los dioses, tampoco su lenguaje es de diccionario, porque su intención no es hablar del mercado de rentabilidad intelectual ni de apropiaciones gandayas, no, su trabajo, nos invita a desplegar nuestra propia intuición y a quemar incienso para que los antepasados vengan y así "se tenga visión y con ello uno enciende su propia vida". Porque nos dice "es necesario emprender a bordar lo más bonito de nosotros que empuje la voluntad" y para ello nos presenta al abuelo fuego que es el mejor consejero por ser el más anciano. Con él los patas verdes aprendimos a alegrarnos de ver las nubes de lluvia porque ellas van cargadas de vida y también a querer defender a estas sagradas tierras del despojo de los negocios trasnacionales, y es que al compartirnos sus recuerdos que huelen a polvo y fogata nos enseña de la importancia de renovar las velas de la vida mientras escuchamos a los chamanes poetas y de paso nos alfabetizamos de nosotros mismos, este libro es maravilloso por esto y mucho más, y mientras lo leen, no se sorprendan si como dice Castillejos, creen ver que entre párrafo y estrofa, cruza rápido un conejo.

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