Presentación al libro \"Tres artículos de poética y crítica literaria\", de Andréi Bely

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Descripción

Presentación1 Andréi Bely (Moscú, 1880-1934) es uno de los representantes más destacados de la denominada Edad de Plata de la cultura rusa. Estudió matemáticas, zoología y filosofía en la Universidad de Moscú, y desde muy joven comenzó a interesarse en las últimas tendencias artísticas y el misticismo. En 1902 publicó el extenso poema en prosa Sinfonía Segunda (Dramática), y durante esos años se relacionó con los principales círculos simbolistas de la capital como Mundo del Arte, dirigido por Aleksandr Benois, y Los Argonautas, junto con Aleksandr Blok. En 1912 conoció en Berlín a Rudolf Steiner y desde entonces se conviertió en adepto de las ideas teosóficas que aquel pregonaba. Entre sus libros de poesía destacan los volúmenes de las Cuatro Sinfonías, publicados entre 1902 y 1908, Ceniza (1909), La urna (1909) y Estrella (1922). Para los lectores en lengua castellana es más conocido por sus novelas, entre ellas La paloma de plata (Laetoli, 2007), Yo, Kotik Letaev (Nevsky Prospects, 2010) y sobre todo Petersburgo, considerada una de las cumbres de la narrativa del siglo XX. En esta edición presentamos por primera vez en castellano tres artículos de poética y crítica literaria del autor. El simbolismo ruso en su conjunto se distingue por la extraordinaria importancia que concede a la articulación teórica de sus ideas directrices, como comprobamos en la obra de V. Soloviev, V. Briusov, D. Merezhkovski, V. Ivanov o A. Blok. Esta doctrina literaria tiene especial importancia por dos aspectos relacionados. En primer lugar, constituye seguramente la elaboración más exhaustiva e intensa de la estética simbolista europea, de la que no se puede olvidar que supone un episodio fundamental en la configuración del significado y el lugar del arte en la época moderna. Si nos fijamos en lo que ocurre en la literatura francesa, la única que podría hacer sombra a la rusa en este sentido particular, encontramos que las dispersas formulaciones estéticas en el periodo que media entre Baudelaire o Mallarmé y René Ghil o Paul Valéry, difícilmente forman un sistema tan coherente e integrado como el que desarrollan los rusos. En segundo lugar, la rearticulación por parte de los teóricos simbolistas de todas las insinuaciones románticas previas forma a su vez el telón de fondo respecto del cual se desarrollará una apabullante aventura artística en la Rusia de las tres primeras décadas del siglo. En este período se suceden movimientos artísticos que contribuyen profundamente a transformar las ideas recibidas sobre todos los aspectos esenciales de la actividad artística, como por ejemplo, por mencionar solo algunos nombres bastante conocidos, el futurismo, el acmeísmo, el suprematismo, la OPOJAZ, la LEF, el constructivismo, OBERIU, y tantos y tantos otros. No es exagerado decir que todos estos movimientos toman su impulso inicial en la discusión a veces radical con los presupuestos fundamentales de la doctrina simbolista en general y, de una manera muy especial, con la manera en que estos aparecen expuestos en las escritos de Andréi Bely. Esperamos por tanto que la traducción que presentamos pueda servir para comenzar a subsanar una insuficiencia evidente que encontramos en el panorama editorial en castellano. Los tres artículos que hemos seleccionado tienen la intención de dar cuenta de las direcciones más importantes del pensamiento estético de Bely. El primero de los textos, “El significado del arte”, fue redactado en 1909 y se publicó por primera vez en la monumental recopilación Simbolismo (1910). En este artículo Bely se ocupa de una cuestión obsesionante para él y para toda su época como es la definición y fundamentación de la autonomía de la esfera artística. En efecto, la determinación de la esfera artística era la aspiración de la disciplina de la estética desde A. Baumgarten, y en las inmediatas vanguardias iba a ser sometida a tremendas tensiones tanto centrífugas como centrípetas. Para lograr su objetivo, Bely verdaderamente echa mano de todo lo que encuentra a su paso en el contexto científico-cultural del momento, desde el positivismo, el vitalismo nietzscheano, el historicismo, el pesimismo schopenhauriano, el 1

El presente artículo es la presentación al libro Tres artículos de poética y crítica literaria, de Andréi Bely, que se puede encontrar en el siguiente enlace: http://www.amazon.es/art%C3%ADculos-literaria-significado-ApocalipsisTraducido-ebook/dp/B00YIZB3L8/ref=sr_1_5?ie=UTF8&qid=1433607672&sr=8-5&keywords=andr%C3%A9i+bely

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hegelianismo, el formalismo de E. Hanslick y prácticamente todos los ismos concebibles. Pero sobre todo enmarca su reflexión dentro de los marcos del neokantismo, que intenta conciliar de manera sorprendente y dificultosa con el misticismo último de su temperamento crítico. Todos los forcejeos, rodeos, retorcimientos y obstáculos que constantemente se pone a sí mismo el autor dan buena cuenta de las dificultades que planteaba la construcción de una “lógica específica de las artes” que acarrease en sí elementos tan dispares y posiblemente imposibles de conciliar. Sin embargo, sorprende el rigor y la lucidez con la que se conduce en todo momento la argumentación, y el lector encontrará innumerables hallazgos críticos aislados, como por ejemplo la definición del término de “correspondencia”, o los análisis de Baudelaire como una poesía en la que finalmente “la representación de la unidad está ausente en el alma del artista”. El segundo de los textos, “Magia de las palabras”, también redactado en 1909, y también publicado por primera vez en Simbolismo, trata la fascinante cuestión del valor del lenguaje en la construcción del conocimiento y de la realidad, y paralelamente la del valor específico del material en el arte, que se concreta en el caso de la poesía, en primer lugar, con un examen del valor del elemento sonoro en la construcción del significado poético. Se trata de un tema que interesó profundamente a Bely, y al que volvió en repetidas ocasiones, como por ejemplo en el magnífico artículo “Lírica y experimento” (cuya extensión lamentablemente excedía los marcos que nos habíamos propuesto para esta edición), y algunos años después en la cosmogonía magistral y un tanto delirante que supone el libro Glosolalia, redactado en 1917, del cual existen versiones accesibles en francés y en inglés. En el texto que traducimos Bely desarrolla la idea decisiva de que el lenguaje poético es el lenguaje originario, que ya había explicitado el Nietzsche del Curso de retórica, inédito en aquel momento, y que todavía nuestra época se puede decir que no ha resuelto en todas sus consecuencias. A partir de ello, en el texto se desarrolla una metafísica histórica que recuerda al Georg Simmel de la Tragedia de la cultura, y también, de acuerdo con el furor clasificatorio propio de todas las derivaciones del idealismo hegeliano durante el siglo XIX, se pergeña una tipología de las artes de acuerdo con las propiedades de sus materiales específicos, estudiadas en los términos de las categorías kantianas de espacio y tiempo. Lo menos que se puede decir es que Bely emplea la palabra “magia” en un sentido literal, espiritualmente agorafóbico, y de esta manera se le escapan todas las potencialidades afirmativas inscritas en la dimensión fónica de la poesía, que posteriormente serán explotadas a ultranza por poetas futuristas como V. Klebnikov y A. Kruchenij. Posiblemente, el punto más débil del trabajo consiste precisamente en la indecisión y oscilación constante entre dos apuestas contradictorias respecto de la esencia del lenguaje poético. En primer lugar, la propuesta “fanopéyica”, en los términos de E. Pound, en la que la poesía se hace equivaler a imagen o metáfora, que enlaza con la indispensable doctrina de A. Potebnia y, más allá, con la vasta tradición platónica y logocéntrica con la que Bely era, en tantas cosas, tan afín. En segundo lugar, las incitaciones destructivas implícitas en un “fonocentrismo” extremado, que Bely, en efecto, vislumbró, pero que no desarrolló hasta el final. Este es el punto desde el que retomará la cuestión el formalismo ruso, considerado como el “precursor” de la teoría de la literatura del siglo XX en su conjunto, y se puede pensar que un autor como V. Sklovski tenía en mente precisamente este artículo cuando escribía muchos años después: “Los simbolistas lo habían observado [el valor fónico de la palabra en poesía], pero desde un punto de vista referido al significado ilustrativo, recogiendo los sonidos onomatopéyicos, o místico, al hablar de la poesía como de una magia, una brujería de sonidos./ Nosotros decíamos: de acuerdo, que sea brujería./ Examinemos el fenómeno de la brujería como etnógrafos, veamos cuáles son las leyes de los encantamientos, cómo se organizan, qué aspecto tienen./ Si el simbolismo examinaba la palabra al cruzarse con los sistemas religiosos, nosotros tomábamos la palabra como sonido” (V. Sklovski, Mayakovski, Anagrama, Barcelona, 1972, p. 103). Finalmente, el último artículo seleccionado, “Apocalipsis de la poesía rusa”, fue redactado en 1905 y publicado por primera vez en El prado verde, en 1910. Parecía imprescindible incluir uno de sus artículos de crítica literaria más ceñida, con el objetivo de ver cómo las ideas anteriores se ponían a funcionar en el análisis de obras concretas. En su aspecto superficial, el texto se ocupa de la descripción de la evolución de la poesía rusa desde Pushkin hasta Blok, dando cuenta sobre 2

todo de dos líneas fundamentales que, a juicio del autor, recorren el siglo XIX: la línea del propio Pushkin y la línea de Lérmontov, cada una con sus tareas y dificultades específicas. Es posible mencionar que un autor como Y. Tynianov tomará buena cuenta de esta manera particular de conducir el análisis histórico en los estudios literarios, que va constantemen de atrás adelante y de adelante atrás, y siempre prestando una atención demorada y exquisita a la manera en que los problemas heredados coagulan de maneras diferentes en la obra de los discípulos. Sin embargo, ocurre que aquí Bely finalmente se abandona a todas las exaltaciones más desaforadamente idealistas que, en otros textos, parece retener bajo cierto control. El desarrollo de la poesía rusa se identifica con el desarrollo del Espíritu universal, cuyo recorrido esta pautado por la lucha entre la Bestia Escarlata y la Radiante Esposa. También hay el Dragón Rojo, la Desconocida y la Bella Durmiente, el Gallo, la guerra con Japón, muchas máscaras y, al final, la llegada inminente del reinado del Espíritu. Verdaderamente, no se puede decir que sea nada excesivamente novedoso, pero constituye un documento cultural de relativa importancia sobre aspectos como la situación de la autoconciencia poética en el cambio de siglo o las desorbitadas competencias que todavía era posible atribuir al lenguaje poético en un tiempo no tan lejano. Agradezco vivamente a Noelia Pérez Rivabén respecto de su amistad y su apoyo constante en los últimos meses. Cristian Cámara Rostov del Don, enero-mayo de 2015

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