PREDICAR EL PERDÓN Y LA CRUZ EN TIEMPO DE MUJERES GOLPEADAS

June 5, 2017 | Autor: M. Jaurrieta | Categoría: Peacebuilding
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Descripción

Publicado en las páginas web ECLESALIA.net, PAZYBIEN.es y en la revista VIDA PASTORAL de Editorial San Pablo La comunicación es un arte difícil. Y la predicación en una homilía comparte muchas de sus limitaciones. Uno de los tantísimos aspectos que intervienen tiene que ver con los malentendidos y sobreentendidos. El malentendido hace alusión a lo que el receptor del mensaje entiende en forma muy distinta de lo que el emisor dijo o quiso decir. En el sobreentendido el emisor cree que el receptor entiende lo que dijo, de la misma manera que quiso decirlo. Todos nos hemos visto envueltos en estas situaciones. Las mamás tenemos una casuística maravillosa y a pesar de nuestra experiencia volvemos a equivocarnos una y mil veces. Por eso entre las reglas para una buena comunicación están las de aclarar siempre y no dar nada por sobreentendido. Convengamos que desde la predicación de un texto evangélico es muy difícil no caer en malentendidos y sobreentendidos. Me pregunto si las bellas exegesis, tan útiles para llenar nuestra sed de la Palabra de Dios, no acometen con la difícil tarea de encarnar el mensaje, precisamente por eso, por ser muy difícil. Necesitaríamos habilitar un tiempo extra luego de la Eucaristía para satisfacer todos los cuestionamientos que pudieran surgir. ¿Cómo entiende la prédica del perdón una mujer maltratada? Entre los textos evangélicos más difíciles de " ajustar " a la mentalidad del participante, están aquellos que se refieren al perdón, al poner la otra mejilla, el perdonar setenta veces siete, el de negarse a uno mismo y tomar su cruz, el de no juzgar para no ser juzgados… Quiero aclarar que el perdón sin condiciones que nos enseña Jesús forma parte de mis convicciones más queridas. Además tratar de ser imitadores del Padre, que perdona siempre, Jesús nos invita a sacarnos del corazón la emoción más nefasta, la más destructiva: el odio. Sin embargo al ocasional predicador especialmente, el de los grandes santuarios, me gustaría presentarle a esa mujer (o victima de la violencia familiar): Seguramente padece desde hace años esa cruz, seguramente no tiene confianza con nadie como para compartir semejante vergüenza, seguramente ha ido a la Iglesia a llorar, a tener un poco de paz. Y tal vez, escuche alguna de estas frases muy rara vez puestas en el contexto de su vida. Acá volvemos a la comunicación. Todos nos comunicamos por palabras. Pero dicen los que saben que nuestra comunicación es en un 90 % gestual. Esa mujer que intenta separarse de su victimario, vuelve a su casa con la necesidad de confirmar un perdón " de palabra " con un " gesto " mucho más elocuente: la convivencia. La cohabitación tal vez fue interrumpida por la violencia desatada que la llevó a la guardia de un hospital, o a la casa de una amiga. Esa mujer tiene la necesidad de perdonar porque los victimarios, en su gran mayoría,
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