Prácticas híbridas y espacios intermedios: los contextos cerámicos de la bahía de Santa Ponça (Calvià, Mallorca) (s. II a.C.)

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Descripción

Amb la col·laboració de:

IN AMICITIA

MISCEL·LÀNIA D’ESTUDIS EN HOMENATGE A JORDI H. FERNÁNDEZ

Editada per catalina ferrando i benjamí costa

EIVISSA, 2014

«TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» s’intercanvia amb tota classe de publicacions afins d’Arqueologia i d’Història, a fi d’incrementar els fons de la Biblioteca del Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera. «TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» se intercambia con toda clase de publicaciones afines de Arqueología e Historia, con el fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. DIRECTOR: Jordi H. Fernández COORDINADOR: Benjamí Costa

Intercanvis i subscripcions/ Intercambios y subscripciones: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera Via Romana, 31 - 07800 Eivissa (Balears) Foto portada: Cap femení de terracota d’estil punicoebusità. Necròpolis del Puig des Molins. Núm. Inv. MAEF 7312 (Foto arxiu MAEF)

ISBN: 978-84-87143-53-3 Dipósit legal: I-186-2014

Impressió, maquetació i disseny: Grup fent

PRACTICAS HIBRIDAS Y ESPACIOS INTERMEDIOS: LOS CONTEXTOS CERÁMICOS DE LA BAHÍA DE SANTA PONÇA (CALVIÀ, MALLORCA) (s. II A.C.) Manuel Calvo Trias Jaume García Rosselló Daniel Albero Santacreu David Javaloyas Molina Grupo de investigación ArqueoUIB1 Universidad de las Islas Baleares

INTRODUCCIÓN2 Desde que en los años 1970 se descubriera y excavara la factoría púnico-ebusitana del islote de Na Guardis (Guerrero 1984), cercana a la costa del sur de Mallorca, en el estudio de la protohistoria Balear se produjo un viraje significativo, y gran parte de los esfuerzos se centraron en buscar evidencias de presencia colonial en los yacimientos arqueológicos postalayóticos de las islas mayores del archipiélago (Guerrero 1985, 1986, 1994, 1995 1997). De esta forma se propuso que la presencia de materiales de importación debía tener una conexión directa con la presencia de contingentes púnico-ebusitanos en las islas de Mallorca y Menorca (Guerrero 1985, 1986, 1989). Esta situación, si bien fue matizada con el paso de los años, construyó una imagen sobredimensionada de la verdadera repercusión colonial que ejercieron los contingentes ebusitanos en las Baleares (Camp y Vallespir 1998; Guerrero 1995, 1997; Guerrero y López Pardo 2006; Guerrero et alli, 2002).

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Grupo ArqueoUIB, Universitat de les Illes Balears. Grup de Recerca Arqueobalear, Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts, Campus UIB, Carretera de Valldemossa, km 7,5, E-07122 Palma, [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], La presente comunicación es parte de la transferencia de conocimientos del proyecto de investigación “Vivir entre islas: paisajes insulares, conectividad y cultura material en las comunidades de las Islas Baleares durante la prehistoria reciente (2500-123 BC)” (HAR 2012 32602) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad

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A su vez, la presencia de materiales importados y la fabricación local de otros que tenían una correlación con los utilizados por las potencias coloniales del Mediterráneo contribuyó a postular una adopción directa y sin matices de los modelos, ideas y comportamientos culturales de las entidades coloniales por parte de los grupos indígenas locales (Pons 1991). Fruto de la aplicación de los discursos coloniales de la época a la realidad balear, se propuso un modelo de ocupación territorial y comercial donde los grupos locales adoptaban pacíficamente los supuestos avances civilizadores de los colonizadores. Fue así como, al igual que en otros contextos mediterráneos, se otorgó un papel pasivo, infravalorado al mundo indígena, por el que éste se limitaba a incorporar a sus praxis sociales, las ideas y productos coloniales que les llegaba a través de los contactos comerciales y la presencia directa de contingentes foráneos (Calvo et alii 2004, 2009; Guerrero et alli, 2002). Estas propuestas formalistas y fuertemente inspiradas en modelos economicistas actualistas se fundamentaban en una visión binaria de la sociedad (Bhabha 1994) donde sólo existían dos grupos culturales: uno vinculado al colonizador y otro al colonizado. De esta forma, se generó un discurso donde la identidad del colonizador se proyectada sobre la del colonizado. Dicha perspectiva suprimía “las situaciones intermedias entre los dos conceptos opuestos, tomados como bloques categóricamente homogéneos, y suscitaba el problema de situar –consciente o inconscientemente– uno de los términos en una posición de superioridad respecto al otro” (Vives 2005: 29). Recientemente, y de forma bastante tímida, se han publicado algunos trabajos en el contexto balear que pretenden romper con esta visión dualista y pasiva de las comunidades indígenas. En este sentido el trabajo de García Rosselló (2010) ha enfatizado la autonomía y la agencia de las comunidades indígenas de Santa Ponça (Mallorca) y el modo en que el cambio social puede ser también entendido a partir de dinámicas internas en contacto con el fenómeno colonial, explicitando diferentes fenómenos de resistencia y adaptación vinculados con la producción cerámica. Por otra parte, Hernández-Gasch y Quintana (2013) han cuestionado el papel otorgado a los contingentes coloniales ebusitanos y demostrado la ausencia de una colonización territorial en la isla de Mallorca, así como el papel activo de algunas comunidades indígenas en la distribución de los materiales anfóricos importados. En esta línea de discusión, el trabajo que presentamos aquí pretende profundizar en las dinámicas de contacto entre las comunidades postalayóticas y las púnicas, evidenciando aquellos fenómenos de hibridación que se generan, tanto en los materiales arqueológicos documentados como en las prácticas sociales interpretadas (Bhabha 1994, Van Domelem 2006). Para ello haremos especialmente –114–

énfasis en aquellos espacios intermedios donde los objetos y las praxis sociales interactúan. Generalmente, el concepto de hibridación se ha aplicado a contextos donde colonos y colonizados coexisten en un mismo territorio. En las Baleares se han planteado recientemente algunas propuestas que defienden que el contingente púnico-ebusitano en Mallorca y Menorca, a excepción del contexto de la segunda guerra púnica, no fue muy significativo, por lo que estaríamos ante un modelo de contacto que no implica necesariamente una fuerte y marcada ocupación del territorio por personas e instituciones foráneas (Hernández-Gasch y Quintana 2013). No obstante, no cabe duda que la intensidad de los contactos entre la población local y la venida de fuera (Guerrero et alii 2002; García Rosselló 2010; Albero 2011), tienen suficiente consistencia como para generar nuevas situaciones marcadas por procesos de hibridación entre ambas culturas. A partir de aproximadamente el 750 A.C. aparecen las primeras evidencias de materiales coloniales en las islas mayores de las Baleares que suponen el inicio de unos contactos que cada vez serán más intensos con las comunidades fenicias de la isla de Ibiza. Estos contactos coincidirán, sin defender una relación de causa-efecto, con profundas transformaciones en el seno de la sociedad talayótica que acabará suponiendo la definición de un nuevo periodo en torno al 500-450 A.C. que se viene a denominar Postalayótico (Guerrero et alii 2002; Calvo y Guerrero 2004; Calvo y Aguarelles 2011). En este contexto, uno de los fenómenos más característicos y que tienen un mayor impacto en las comunidades locales isleñas (Calvo y Guerrero 2004; Calvo y Aguarelles 2011; Guerrero et alli, 2002) es la progresiva introducción de materiales importados entre los que los cerámicos tendrán un papel predominante. Entre estos productos destacan especialmente las ánforas vinarias de origen púnico-ebusitano que, a partir del siglo IV A.C., tendrán una progresiva presencia en la isla de Mallorca. A partir de este momento, se irán introduciendo otros materiales cerámicos importados como cuencos, platos, jarras, etc. Materiales que, cada vez con más fuerza, coexistirán con producciones procedentes de otros puntos del Mediterráneo, destacando especialmente las greco-itálicas (Guerrero 1999; Quintana 2000, 2006; Quintana y Guerrero 2004). Durante todo este periodo, al contrario de lo que ocurre en otros contextos del Mediterráneo occidental (mundo ibérico, sardo), las comunidades isleñas no adoptarán la tecnología del torno y, por consiguiente, no llegarán a producir, ni a imitar ningún material anfórico. Sin embargo, y fruto de la coexistencia con este material cerámico de importación se observa, en la cerámica indígena, toda una serie de fenómenos de coexistencia, adaptación y cambio. Entre ellos, quizás el más significativo sea el progresivo abandono de la fabricación de grandes contenedores indígenas, salvo algunas excepciones, y la aparición de cerámicas –115–

de pequeño tamaño y de factura indígena que se inspiran en modelos coloniales3 (García Rosselló 2010). No cabe duda que la producción cerámica indígena es uno de los ámbitos de actuación que, a lo largo de los siglos, se verá más fuertemente afectada por el contacto colonial. No obstante, este fenómeno no puede entenderse exclusivamente desde la materialidad métrico-formal de la cerámica, ni siquiera desde una perspectiva limitada al intercambio comercial de productos o a la visión económicofuncional de los mismos. Más bien, estos cambios y coexistencias entre la cerámica indígena y la de importación se convierten en una extraordinaria oportunidad para visualizar algunos de los fenómenos sociales que se generan en el marco de esta situación de contacto. Si aceptamos que “las situaciones coloniales no pueden ser reducidas al puro dualismo de las representaciones de colonizadores versus colonizados, porque hay siempre muchos grupos y comunidades que presentan diferentes grados de interacción y variación en una identidad en constante construcción y negociación” (Van Domelen 2006: 108), el análisis de la coexistencia y las dinámicas existentes entre la cerámica de importación y la indígena situadas en el marco de las praxis sociales y la cotidianeidad del día a día se convierte en una buena estrategia para profundizar en el conocimiento de los complejos fenómenos de contacto e hibridación que se generaron. Sin embargo, para ello se hace necesario renunciar a las generalizaciones de ámbito insular o a algunas ideas preconcebidas para fijarnos en dinámicas de microescala donde podamos ver esas interacciones y las dinámicas sociales en las que se ubican. Ello pasa por estudiar contextos arqueológicos bien excavados, con anclajes cronológicos sólidos, con abundantes estudios y con la posibilidad de incidir en el análisis contextual y relacional del material cerámico a través de la existencia de suelos de ocupación en los que se ha documentado de manera rigurosa la relación espacial y contextual del material arqueológico. Ello nos ha llevado a aplicar el estudio a una zona concreta de Mallorca, la zona de la península de Santa Ponça (Calvià). Dentro de esta zona, nos hemos centrado en dos yacimientos con fases ubicadas cronológicamente en el s. II A.C.: el Turó de Ses Abelles y el Turriforme escalonado de Son Ferrer (García Rosselló 2010; Albero 2011; Calvo y Aguarelles 2011; Camps y Vallespir 1998; Calvo et alii 2005, 2009). El Turó de ses Abelles (Santa Ponça, Calvià) se ha interpretado como una factoría indígena donde se producían, almacenaban y redistribuían productos, tanto

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Utilizamos aquí el término “inspiración” como metáfora de la utilización de referentes formales foráneos que se trasladan, con modificaciones métricas, formales y tecnológicas al universo cerámico indígena.

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locales como ebusitanos. Se trata de una estación situada sobre un promontorio al que probablemente se podía llegar navegando y que está estructurado por pequeñas habitaciones organizadas en torno a grandes patios. Dicho establecimiento, si bien empieza a ocuparse al final del siglo III A.C. y se abandona a principios del I A.C., tiene mayoritariamente en sus diferentes ámbitos una ocupación del siglo II A.C., con la localización de diferentes niveles de ocupación con material situado en posición primaria (Guerrero et alii 2002; Calvo y Aguarelles 2011; García Rosselló 2010; Camps y Vallespir 1998; Guerrero et alii 2002). Por su parte, el Turriforme escalonado de son Ferrer (Son Ferrer, Calvià) tiene una dilatada ocupación desde la edad del bronce hasta la época romana (Calvo et alii 2006, 2009, 2014; Alesan y Malgosa 2005). No obstante, para este trabajo nos interesa especialmente el análisis de la reutilización como espacio funerario de un hipogeo y parte de la estructura perimetral del turriforme. Un espacio que presenta una cronología que oscila desde aproximadamente el 500 A.C. hasta el cambio de era y en el que se van inhumando individuos adultos, juveniles e infantiles hasta colmatar las zonas habilitadas. En este sentido, nos interesa especialmente el horizonte del siglo II a.C. en el cual aparecen inhumaciones infantiles en contenedores cerámicos en posición primaria (Calvo et alii 2014) Por sus características arqueológicas, tanto el yacimiento funerario del Turriforme escalonado de son Ferrer como la factoría indígena del Turó de ses Abelles nos permiten visualizar y acercarnos al análisis, a través de los materiales cerámicos y de sus relaciones contextuales, a diferentes procesos y dinámicas relacionadas con prácticas hibridas resultantes del proceso de contacto cultural que venimos comentando.

MATERIALIDAD Y CONTEXTOS ANALIZADOS El análisis de los contextos arqueológicos cerámicos comentados ha permitido identificar y fijar, en una materialidad concreta y en unas relaciones contextuales específicas, algunas de las prácticas híbridas que se generaron a lo largo del siglo II A.C. en relación al universo cerámico en la zona de Santa Ponça (Calvià). Partimos de un marco contextual que supone la convivencia y mutua adaptación e interrelación que se genera entre los materiales cerámicos de importación y los de producción local. Todo ello, en el seno de las praxis sociales que las comunidades postalayóticas desarrollan en la cotidianeidad del día a día, tanto en el ámbito doméstico de producción (Turó de Ses Abelles) como dentro de un ámbito simbólico funerario (Túmulo de son Ferrer). En definitiva, vamos a analizar diferentes situaciones donde dos universos cerámicos conceptualmente distintos, como son la cerámica a torno de importación y la cerámica fabricada manual–117–

mente y de factura indígena, conviven intensamente en determinados espacios que pueden conceptualizarse como intermedios. Dentro de este marco, la concreción de los procesos de hibridación identificados se centra en dos grandes grupos: -

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El primero se relaciona con la reutilización y reconceptualización de materiales cerámicos foráneos que son usados en contextos indígenas de forma distinta al uso que se les dio en su lugar de origen. El segundo gran grupo se relaciona con la presencia de materiales de factura indígena que formal y socialmente se les dota de nuevos significados.

Analicemos de forma sinóptica cada uno de estos dos grandes grupos:

Materiales coloniales utilizados en contextos indígenas de forma diferente al lugar de origen Supone una reconfiguración de su significado y su inserción en praxis que hasta el momento le eran ajenas. Tapadoras de urnas cerámicas funerarias indígenas En el primer ámbito del hipogeo funerario del Turriforme escalonado de son Ferrer (Calvo et alii 2005, 2014) se localizaron dos contenedores cerámicos de fabricación indígena que contenían inhumaciones infantiles y estaban acompañados por tres inhumaciones de adultos en conexión anatómica. Se trata de un contexto de deposición indígena en posición primaria y fue datado alrededor del 180 A.C. (Calvo et alii 2014). En él se introducen, para tapar los contenedores funerarios cerámicos infantiles, un cuenco ebusitano con bandas rojas pintadas y un plato ebusitano que imitaba las típicas cerámicas campanienses del periodo. Con ello, estos materiales foráneos se incorporan, no sólo a un contexto indígena, sino que se les reconfigura su uso y significado y se les asocia a unas praxis totalmente ajenas a su concepción Contenedores para almacenamiento de áridos e instrumentos de medida En el Turó de Ses Abelles se documenta la reutilización y reconceptualizadión de materiales anfóricos vinarios, básicamente grecoitálicos (Camps y Vallespir 1998: 135; García Rosselló 2010: 1520) para almacenar, muy probablemente grano y harina molida. Este fenómeno se puede observar de forma muy clara en la Habitación 3 del Sector 6 donde aparecen más de 18 ánforas greco-itálicas, algunas con el cuello recortado y en ocasiones romo a consecuencia del uso, –118–

junto a otras dos, también recortadas, con perforaciones a diferentes alturas en el cuerpo (Camps y Vallespir 1998, Sector 6) (Figura 1). Todo ello asociado a diferentes cerámicas indígenas, páteras y cuencos utilizados para manipular el contenido de las ánforas y a un molino de rotación de tradición púnica. Pero además, en otras habitaciones (Camps y Vallespir 1998, Habitación 2) se localizan ánforas con reparaciones con grapas que no podrían contener líquidos. Lo mismo ocurre en los sectores 5, 7 y 9 del mismo yacimiento (García Rosselló 2010: 1512-19). En el Turó de ses Abelles, los materiales anfóricos parecen haber tenido un alto nivel de reutilización con la presencia de claros procesos de reparación, al contrario de lo que ocurre con las vasijas indígenas que eran frecuentemente descartadas (García Rosselló 2010: 1506). Asociada a este contexto de alta reutilización del material anfórico, también se observa una reconceptualización de las ánforas que queda fijada tanto en las modificaciones que sobre ellas se realizan como en los distintos usos y praxis en las que intervienen. Entre ellos podemos destacar: a) Procesos de reutilización y reparación de las ánforas realizados después del trasporte y consumo de su contenido. b) Ánforas que tradicionalmente son utilizadas para contener vino, se emplean ahora para contener sólidos, muy probablemente harina. c) Se modifica la forma de algunas ánforas mediante el recortado del cuello para conseguir una boca más abierta que permita la manipulación del interior. d) Se perforan algunas de ellas, sin que conozcamos a ciencia cierta el motivo, aunque los excavadores del yacimiento lo interpretan como la fabricación de instrumentos de medida. Fenómeno desconocido tanto en contextos coloniales como indígenas. e) Muchas de las ánforas se emplean exclusivamente para el almacenaje y pierden la función de contenedores de trasporte. Vajilla asociada a las praxis en las que se inserta el material anfórico Las ánforas localizadas en el Turó de Ses Abelles así como las nuevas praxis en las que se ven inmersas van acompañadas de una vajilla de pequeño y mediano tamaño, importada y local, utilizada, a todas luces, para la manipulación del contenido de las ánforas y contenedores indígenas de mediano tamaño. Esta situación es claramente apreciable en el Sector 9 del yacimiento (Camps y Vallespir 1998, Sector 9) (Figura 2). donde se documenta la asociación entre un vaso de importación de origen ebusitano, un plato de imitación campaniense de –119–

origen ebusitano, una tapadora de cerámica común ebusitana y una vasija indígena de dimensiones considerables En otra agrupación de esta misma habitación (Camps y Vallespir 1998, Sector 9) (Figura 3) se aprecia la relación entre un ánfora grecoitálica con tapadora, el cuerpo de otra procedente de la isla de Kos, un cuenco ebusitano, una orza ebusus 73 y tres vasijas indígenas de pequeño y mediano tamaño (García Rosselló 2010: 1518).

Materiales de factura indígena dotados de nuevos significados Hemos visto en el caso anterior el papel jugado por los materiales indígenas de pequeño y mediano tamaño en asociación con las ánforas y algunos contenedores indígenas. Es por ello que esta nueva reconceptualización de la cerámica de importación no puede ser entendida sin el papel otorgado a los materiales locales. En ellos observamos dos procesos distintos aunque complementarios: - -

La utilización de tipos de origen indígena en nuevas praxis en las que cohabitan con el material cerámico de importación. La fabricación de nuevas formas locales que tienen como referente tipos foráneos.

La utilización de tipos de origen indígena en nuevas praxis en las que cohabitan con el material cerámico de importación No cabe duda que la producción cerámica indígena se vio fuertemente afectada por los nuevos usos dados a toda la vajilla, tanto local como de importación. Este proceso se visualiza claramente en los sectores 6 y 9 del Turó de ses Abelles donde existe una clara asociación entre grandes contenedores, generalmente anfóricos, y pequeñas vasijas de factura indígena en los que se generaliza la aplicación de asas de cinta (García Rosselló 2010: 1514-17). En la Habitación 2 del Sector 6 resulta evidente la vinculación entre cerámicas indígenas de pequeño y medio tamaño y materiales de importación reutilizados para contener sólidos. Como comentábamos anteriormente, la relación contextual entre grandes contenedores, especialmente ánforas con la vajilla de pequeñas dimensiones parece tener relación con las praxis que se realizan en relación a la manipulación del contenido de los primeros (Camps y Vallespir 1998). Junto a las ánforas apoyadas en los muros, se sitúan en el suelo platos y cuencos de importación junto a vasos hechos a mano de tamaño medio. Esta asociación se puede observar a partir de la relación espacial de algunas ánforas situadas en la parte sur de la Habitación 2 (piezas 6-36, 6-37, 6-49 y 6-31) y diferentes vasijas indígenas de menor tamaño, así como cuencos y platos de importación (Camps y Vallespir 1998, Sector 6) (Figura 1). –120–

De hecho en el Sector 9 es bastante significativa la aparición de lo que podríamos denominar “vasos indígenas” que en periodos anteriores eran apenas conocidos y que ahora coexisten con otros importados (Camps y Vallespir 1998, Sector 9) (Figura 3). En definitiva, nos parece acertado proponer que las comunidades indígenas reconceptualizaron los materiales foráneos importados –como las ánforas– dentro de las necesidades, praxis y esquemas de racionalidad que les eran propios y les definían. A través de esta reconceptualización –que no fue neutra tampoco para los propios materiales cerámicos fabricados en el ámbito indígena (Albero 2011)– se crearon toda una serie de vínculos funcionales y de significado entre las formas indígenas y las cerámicas de importación, permitiendo la materialización de la interacción social derivada del contacto cultural establecido. Todo ello nos revela como en las praxis diarias del Turó de Ses Abelles, tanto las producciones cerámicas importadas como las de origen local no sólo cohabitaron sino que se fueron adaptando mutuamente a las necesidades de las comunidades postalayóticas. En este contexto, la producción indígena parece haberse orientado hacia a la fabricación de vasijas de pequeño tamaño, sustituyendo, en gran media, los grandes contendedores indígenas a través de la reutilización de los contenedores anfóricos (Camps y Vallespir 1998) (Figura 1 y Figura 3).

Nuevas formas inspiradas en modelos coloniales Paralelamente a la aparición de una vajilla directamente relacionada a la gestión de los contenidos de los grandes contenedores anfóricos aparecen nuevas formas cerámicas inspiradas en modelos coloniales. Si bien y a pesar de la existencia de este referente formal, estos nuevos tipos son reinterpretados por las comunidades indígenas y, no sólo presentan variaciones formales respecto a sus homólogos a torno, sino que, a todas luces, parecen no haberse utilizado de la misma manera en estos contextos locales. A nuestro entender, la influencia de la cerámica de importación sobre la fabricación de formas indígenas ha sido claramente sobredimensionada (Pons 1991). Entendemos que las mal llamadas “imitaciones indígenas” serían más bien nuevos tipos que recuerdan a otros foráneos, pero sin llegar a ser iguales ni en detalles formales como labios, asas molduras, aspecto de superficie, decoración o tamaño, ni en su métrica. Por ello, en ningún caso se puede hablar de copias, pues las artesanas indígenas, a partir de su propia agencia, elaboraban piezas diferentes a las originales, añadían nuevos elementos de prensión o decorativos y variaban el perfil de los bordes, cuellos y bases, además de modificar las dimensiones en relación a sus referentes coloniales. –121–

Dentro de este apartado se pueden incluir, un total de nueve piezas localizadas en el Turriforme escalonado de son Ferrer y en el Turó de Ses Abelles. En todos los casos se puede plantear que, cronológicamente, sus homónimos coloniales se ubicarían también en el siglo II a.C. (García Rosselló 2010: 89099, 1521,1527). Entre ellos destacan tres tipos de piezas: olpes, jarras y askoi4: A. Olpes indígenas. Se localizan en diferentes sectores del Turo de ses Abelles (sectores 17, 6 y 7). Estas vasijas indígenas son muy similares a los olpes ebusitanos de menor tamaño. En contextos ebusitanos, este tipo aparece en ambientes funerarios como el Puig des Molins entre los siglos IV-II A.C. En Mallorca, este tipo púnico está en plena vigencia durante el siglo II A.C., como demuestra su presencia en contextos finales del islote de Na Guardis (Guerrero 1999). Por su parte, los olpes indígenas aparecen tanto en contextos de habitación como funerarios. B. Jarras indígenas. Se trata de dos jarras procedentes del Turó de ses Abelles (TSB 1-294 y TSB 5-19) y que pueden asimilarse parcialmente a los tipos ebusitanos EB 64 o EB 69, si bien varían en tamaño y perfil, pues las vasijas de factura indígena son de mayor tamaño y al menos una de ellas aparece en una habitación con abundantes tipos ebusitanos. C. Askoi. Quizás es el tipo más estandarizado o, al menos, el más reconocible de todos los existentes en el postalayótico. Sin embargo, existen claras diferencias morfológicas y métricas respecto a sus referentes coloniales y ello más allá de la presencia de una o dos bocas. Un caso de inspiración entre el tipo colonial y el tipo indígena especialmente significativo lo encontramos en el Turó de ses Abelles, donde el askoi de una sola boca TSB 8-4 de factura indígena tiene en este mismo yacimiento su claro referente foráneo (TSB 6-70). Dicha similitud llega hasta la utilización en ambos casos de decoración pintada. No obstante en el caso indígena ésta es exclusivamente geométrica. Los askoi de una sola boca son bastante escasos incluso en la propia isla de Ibiza (Ramon 1994; Ramon 1997), no obstante presentan una cronología que bien podría encuadrarse en el siglo II a.C. Sin embargo,

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A pesar de las diferencias comentadas en relación a sus referentes a torno, mantenemos la misma nomenclatura, pues las semejanzas formales en relación a sus referentes coloniales es significativa.

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este tipo se localiza por toda la costa peninsular llegando incluso hasta el Atlántico gallego (González Ruibal 2004). En Mallorca, además del ejemplar púnico del Turó de ses Abelles apareció otro en el barco E del Islote de Na Guardis (Guerrero 1984). Ejemplares más excepcionales son aquellos askoi de factura indígena que presentan dos bocas unidas por un asa y que, en ocasiones, tienen un colador en una de sus bocas (TSF 1081 y TSB 3-4). Estos ejemplares son completamente desconocidos en el mundo ebusitano, y aunque pueden datarse en contextos indígenas en el siglo II a.C. no puede descartarse que sean una innovación local a partir de los modelos ebusitanos (Pons 1991).

DISCUSIÓN: MATERIALIDAD Y PRÁCTICAS HÍBRIDAS Generalmente el concepto de hibridación se ha aplicado a contextos donde colonos y colonizados entran en contacto continuado, pues ambos comparten un mismo territorio. En Mallorca y Menorca este fenómeno como tal no se da, pues no hay una colonización entendida como la ocupación del territorio por personas e instituciones foráneas (Hernández-Gasch y Quintana 2013). Sin embargo, la intensidad de los contactos tiene el suficiente impacto como para dar lugar a espacios intermedios donde surgen las prácticas híbridas, más allá de que la convivencia continuada en un mismo territorio no se haya producido. Es por ello que la aparición de nuevas prácticas y de una nueva materialidad no puede ser entendida, exclusivamente, como el resultado de actuaciones asiladas y puramente locales. Sino que debe vincularse con los procesos de contacto que se generaron tanto con los agentes comerciales como con la nueva materialidad e ideas que éstos introducen. Todo ello produce situaciones complejas donde, junto al mantenimiento de prácticas, tecnologías y materiales que tienen su origen en contextos indígenas, nos encontramos con: a) nuevas praxis realizadas con materiales indígenas, b) antiguas praxis en las que se introduce una nueva materialidad importada y c) situaciones donde el contacto con el mundo púnico no parece haber producido significativas modificaciones, ni en los contextos, ni en la materialidad, ni en las praxis identificadas. En este sentido, y dentro del ámbito que estamos analizando en este trabajo, el estudio de la interacción de dos universos cerámicos conceptualmente distintos, como la cerámica a torno de importación y la cerámica a mano indígena, en unos espacios donde conviven intensamente, ha permitido identificar la manera en que ese proceso de hibridación se está concretando y activando. Para ello, la estrategia utilizada ha sido partir del análisis de la materialidad cerámica y de la red de relaciones contextuales que ésta genera (Latour 2008). –123–

La finalidad ha sido identificar las prácticas hibridas que se pueden inferir en el espacio arqueológico analizado, pues en arqueología, dichas prácticas se visualizan especialmente a partir del uso de materiales foráneos en nuevos espacios y fuera de su contexto original de uso. Ello supone su resignificación al integrarse en nuevas prácticas totalmente ajenas en su origen a ellos. A su vez, la aplicación de esta estrategia al estudio de la cerámica nos ha llevado a analizar espacios y contextos caracterizados por su cotidianeidad, por su uso continuado en el día a día. Es precisamente en ellos donde la aproximación desde la materialidad resulta más efectiva, pues nos permite visualizar, a través de los objetos, su percepción y representación (van Dommelen 2000: 307) aquellas prácticas menos visibles socialmente (van Dommelen 2006: 120) aunque no por ello menos estructurantes, precisamente porque, en su cotidianeidad, son generadoras de habitus y practicas intensamente interiorizadas. Para ello hemos establecido una estrategia de análisis que ha consistido en analizar la materialidad y su relación contextual en un cuádruple plano integrado de análisis: - - -

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El plano del objeto material en sí mismo. El plano de la praxis y la relación contextual en la que se ubica. El plano de la escenificación y gestualidad mediante la que se concreta la praxis. Plano que en cierta manera podríamos llamar “la teatralidad de la acción” (Martinelli 1996). El plano de la significación y de la simbología asociada.

Lógicamente, la interacción de estos cuatro planos es máxima pues todos ellos se concretan dentro de la red de manifestaciones materiales y no materiales que se activan a través de la práctica diaria. Estudiar la materialidad entendiéndola como participante y co-constructora de diferentes redes de interacción que se ubican a través de estos planos, nos ha permitido profundizar en la generación de diferentes manifestaciones hibridadas: tanto desde el nivel más concreto como podría ser el análisis desde la perspectiva del propio objeto, hasta llegar a planos amplios como la propia práctica social. Práctica que, en contextos de contacto como el que estamos analizando, permite visualizar las coexistencias, dinámicas, tensiones y dialécticas que se dan en la “conciencia contradictoria (van Domelen 1998)” que parece caracterizar las praxis hibridas que configuran los ámbitos de conexión y contacto entre indígenas y agentes foráneos (Thomas 1991: 205-6). Sin embargo, y de manera paralela a lo que estamos comentando, tenemos que tener en cuenta que la cultura material está fuertemente vinculada con las prácticas diarias y de esta forma estructura a las personas y a la vez es estructurada por –124–

ellas (Calvo y García Rosselló 2014) llegando a tener un papel fuertemente activo en los procesos de hibridación que nos ocupan. La estrategia de análisis comentada en los anteriores párrafos se ha aplicado a la materialidad identificada en el apartado 2, que como hemos visto se estructura a partir de los siguientes ejes -

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Materiales coloniales utilizados en contextos indígenas de forma diferente al lugar de origen, lo que supone una reconfiguración de su significado y su inserción en praxis que hasta el momento le eran ajenas. Materiales de factura indígena dotados de nuevos significados.

Veamos detalladamente la interrelación de los diferentes planos en cada uno de los casos analizados

Materiales coloniales utilizados en contextos indígenas de forma diferente al lugar de origen Ello supone una reconfiguración de su significado y su inserción en praxis que hasta el momento le eran ajenas. Tapadoras de urnas funerarias Se trata de recipientes que en contextos coloniales se utilizan para consumo personal y que pasan a ser utilizados en contextos indígenas postalyóticos como tapadoras de contenedores funerarios infantiles. La primera modificación se genera en el plano material, pues se introducen nuevos objetos con un uso totalmente distinto al original, pues se resignifican como tapadoras funerarias. Creemos que el plano de la praxis no cambia substancialmente pues se sigue realizando la misma acción: enterramientos infantiles en contenedores cerámicos indígenas. No obstante el plano de la escenificación y gestualidad sí que se trasforma y se resignifica, pues el nuevo objeto condiciona una nueva escenografía. Finalmente, en el último plano, el de la significación y de la simbología asociada parece vislumbrarse una nueva trasformación, pues los procesos funerarios son praxis cargadas de significación en cada uno de sus actos. En este sentido, la introducción de una nueva materialidad reconceptualiza una parte de los significados y símbolos asociados a dicha práctica, pues en el enterramiento de los más pequeños de la comunidad se inserta un material foráneo a la misma. Obviamente, ello no tiene por qué suponer una modificación substancial del significado, pues parece que estamos ante un fenómeno de transferencia simbólica, en el que el nuevo objeto asimila parte de los significados de la praxis en –125–

las que se inserta. Sin embargo, ello a su vez, supone una resignificación o ampliación de la cultura material que participa en esta práctica funeraria, pues estos nuevos objetos, que al ser foráneos se asocian a unos determinados intangibles, introducen en la praxis funeraria indígena, parte de los intangibles asociados a su “foraneidad”, y ello más allá de los procesos de transferencia de significados que se puedan haber generado. Contenedores y vajilla relacionada Se trata de contenedores anfóricos de carácter comercial que se reutilizan y pasan a formar parte de las actividades diarias y domésticas. Éstos aparecen acompañados de páteras, jarras y cuencos usados, no para consumo personal de alimentos, sino para manipular el contenido de dichas ánforas. En este segundo caso se vuelven a dar diferentes modificaciones. En el plano material, no sólo se introducen nuevos objetos, sino que algunos de ellos, en su reconfiguración funcional, son modificados: recortes de ánforas, generación de perforaciones, etc. A su vez, la introducción de algunos de estos objetos (ánforas) parece haber desplazado a otros indígenas como a los grandes contenedores. Los planos de la praxis y la escenificación cambian completamente, pues se establece una nueva dinámica de cohabitación entre dos universos cerámicos con tecnologías y significados distintos. Ello supone la generación de nuevas prácticas y escenografías en el ámbito de la cotidianeidad del día a día en las que estos objetos se insertan. En este caso concreto, una nueva escenografía del almacenaje y gestión de alimentos. Finalmente, y aunque sea en el plano simbólico de lo cotidiano, en el ámbito de “los objetos mundanos” (Lemonier 2012) estas transformaciones dan lugar a un conjunto de resignificaciones del material: ánforas que pasan de ser concebidas como elementos de transporte a elementos de almacenaje estático, vajilla de consumo personal que se reconceptualiza como vajilla de gestión de los nuevos contenidos asociados a las ánforas, modificaciones de ánforas para nuevos usos (recortes, generación de perforaciones, etc.).

Materiales de factura indígena dotados de nuevos significados Vajilla de factura indígena relacionada con la gestión que se realiza con el contenido de los materiales anfóricos Nos referimos a la fabricación de nuevas formas indígenas a modo de cuencos con asa utilizadas para manipular el contenido de las ánforas. No imitan páteras, ni cuencos, más bien son vasijas de forma diferente que complementan a la vajilla de importación con la que cohabitan en esa gestión de los contenidos anfóricos. –126–

En este caso se trasforma el plano material al fabricar nuevos objetos debido a la necesidad de nuevas prácticas y la adaptación a las funciones con las que cohabitan con los contenedores importados. Con ello, a esas nuevas prácticas de gestión comentadas en el apartado anterior, se le une en una clara cohabitación con una nueva materialidad. En este sentido la concreción de los diferentes planos que hemos comentado en el apartado anterior es aplicable a este fenómeno de generación de una nueva materialidad indígena directamente asociada esta nueva escenografía y praxis que se genera en la gestión de los contenidos almacenados. Formas “inspiradas” en modelos coloniales En este caso el plano material es completamente distinto pues aparecen nuevas formas indígenas que toman como referente, con mayor o menor flexibilidad, determinadas formas coloniales que conocen por estar presentes en los propios contextos indígenas. Ello no sólo da lugar a un cambio de la materialidad, sino también a la manera en que se concretan las praxis cotidianas, así como en la gestualidad y la escenografía. Todo ello da lugar a una nueva configuración del significado de las praxis donde se insertan. Por ejemplo, los askoi indígenas aparecen asociados a fenómenos rituales en el túmulo de Son Ferrer, y a ámbitos de producción artesanal en el Turó de ses Abelles. Las jarras EB 64 o EB 69 indígenas se asocian más claramente a la manipulación y almacenamiento de áridos siguiendo las antiguas prácticas ejercidas anteriormente por otros contenedores indígenas.

CONCLUSIÓN Sin lugar a dudas, el fenómeno de contacto e intercambio que se generó en la segunda fase del Hierro en Mallorca y Menorca en relación a las comunidades postalayóticas y los agentes púnicos, fue enormemente complejo, fluido y contingente. Por ello se concretó de muy diversas maneras y afectó a todos los planos de la arena social de las comunidades indígenas. Este contacto supuso la aparición de nuevas prácticas que ni eran las originales de las comunidades indígenas, ni las propias de los agentes púnicos. Dichas prácticas no sólo se concretaron con la introducción y resignificación de objetos foráneos en contextos indígenas, sino que afectaron a los diferentes planos en los que se configura la relación entre materialidad y personas. Creemos que el camino para profundizar en el estudio de estos procesos es a través de la cultura material y la cohabitación de objetos foráneos e indígenas y las dinámicas que se generan. De esta manera se puede ir más allá de la documentación de espacios intermedios y praxis híbridas identificadas de manera –127–

genérica, para profundizar en cómo se concreta en un tiempo y en un espacio determinado cada uno de esos procesos. En el caso analizado a partir del universo cerámico de yacimientos de la zona de Santa Ponça (Calvià) a lo largo del s. II a.C. hemos podido observar como la aparición de espacios intermedios y praxis híbridas se concreta: 1) a partir de objetos procedentes de otros contextos foráneos en los que se les cambia el uso y el significado insertándolos en nuevas realidades; 2) a partir de nuevas prácticas realizadas con nuevos objetos; 3) a partir de la coexistencia y dialéctica entre cerámica foránea y cerámica indígena y 4) a partir de la generación de nuevos tipos cerámicos con referentes formales foráneos. En definitiva, una situación donde cambia la práctica local pero no se adopta literalmente la colonial, sino que se genera un nuevo contexto propio, único, originado en el ámbito de contacto entre ambas comunidades. Todo ello, en un contexto donde no hay ningún interés en simular prácticas coloniales, sino más bien en adaptar productos y praxis a los intereses, necesidades y esquemas mentales de los grupos locales. Un contexto donde, las situaciones coloniales son entendidas como un conjunto de interrelaciones no estáticas (van Dommelen, 1998, 34). Unas situaciones, donde las culturas “puras” y aisladas no existen y donde se generan diferentes identidades que se van trasformando a lo largo del tiempo a través de procesos dinámicos e híbridos. Estos procesos, al igual que otras prácticas culturales, son un fenómeno “que se construye a diario, que está en constante transformación y sometido a negociación y constante redefinición” (Vives 2005: 39).

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Figura 1. Material anfórico en asociación con pequeños recipientes púnicos e indígenas. Turó de Ses Abelles, Sector 6. (Camps y Vallespir 1998)

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Figura 2. Asociación cerámica entre un vaso de importación de origen ebusitano, un plato de imitación campaniense de origen ebusitano, una tapadora de cerámica común ebusitana y una vasija indígena de dimensiones considerables. Turó de Ses Abelles, Sector 9 (Camps y Vallespir 1998)

Figura 3. Asociación cerámica entre un ánfora grecoitálica con tapadora, el cuerpo de otra procedente de la isla de Kos, un cuenco ebusitano, una orza ebusus 73 y tres vasijas indígenas de pequeño y mediano tamaño. Turó de Ses Abelles, Sector 9 (Camps y Vallespir 1998)

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