¿POR QUÉ Y PARA QUÉ SOY MAESTRO?
Alguna vez un médico me dijo que había estudiado medicina porque pensaba que podía ayudar a las demás personas; sin embargo al ejercer su profesión se dio cuenta que era una labor triste y no muy alentadora. El trabajo del docente es muy diferente, pues sólo un verdadero maestro es capaz de transformar la vida de sus dicentes y además dejar una huella que durará para toda la vida. Una de las principales razones para ser maestro es la gran influencia que se tiene en el desarrollo de los estudiantes, y por lo tanto de la comunidad. Tal razón es afirmada por el Ministerio de Educación de Colombia en el Periódico Altablero: “Los maestros tienen un impacto social, pues son agentes determinantes del progreso de las regiones y de la sociedad” (Bernal Marulanda, 2009)Es por esto que la profesión docente es la mejor posibilidad para contribuir al desarrollo de la sociedad. Sin embargo, para que esta influencia se desarrolle de manera efectiva y asertiva se debe tener en cuenta que “La relación profesor-alumno presenta algunas configuraciones que la hacen especialmente diferente de cualquier otra interpersonal: Primero porque la relación entre el profesor y el alumno no se establece sobre la base de simpatía mutua, afinidad de caracteres o de intereses comunes se funda en una cierta imposición, después porque es una relación -bipolar de ida y vuelta- que se establece entre personas de diferente edad y grado de madurez mental” (Cámere, 2009) Es por ello que el docente tiene la obligación de utilizar el contexto del estudiante para poder llegar a tocar, no sólo la mente (el intelecto) del educando, sino su corazón. Así mismo, debe existir una identificación con los alumnos, de tal suerte que logre comprender sus fortalezas y debilidades, y de esa manera lograr una relación empática. La tarea del docente, sale del aula de clases; es una actividad que se la realiza en la mente y en el corazón del maestro. No es un trabajo en el cual se llena de conocimientos a los estudiantes, como quien llena de agua un vaso de cristal. La enseñanza va más allá de la acumulación de conocimientos, la educación busca desarrollar en los aprendices herramientas para toda la vida. Y para ello se necesita de personas comprometidas, que decidan dar más de lo que se espera de ellos, pues “según diversos estudios, la clave del éxito en educación radica en la buena formación de quienes enseñan.” (Vega, 2013) Está en el maestro no sólo el deseo de enseñar, sino también de aprender. Pues cada día que se comparte con los estudiantes en un aula de clase o fuera de ella, se convierte en la mejor escuela del docente, pues cada alumno tiene algo que enseñar, algo que compartir con su preceptor. Podemos decir entonces que la labor del docente es compleja pero satisfactoria, sacrificada pero da esperanza, agotadora pero útil para quien la practica. El maestro puede cambiar la sociedad desde el aula, pero necesita identificarse con los alumnos para que la relación profesor-estudiante sea productiva. El docente debe poner toda su capacidad y recursos afín de preparar a sus discípulos para enfrentarse a la vida, y no
solamente a un examen, y para ello debe aprender de cada uno de ellos, pues sólo así se cumple la verdadera educación en donde todos los actores aprender y enseñan.
Referencias Bernal Marulanda, M. L. (Mayo-Junio de 2009). Valle: el impacto social de los maestros. Altablero, pág. 33. Cámere, E. (01 de Agosto de 2009). EntreEducadores. Obtenido de http://entreeducadores.com/2009/08/01/la-relacion-profesor-alumno-en-el-aula/ Vega, F. (2013). Decidí ser profesor. CAPITAL.
Jonathan Castro Terán Profesor de Matemática y Física
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