POR QUÉ GóGOL ESCRIBIÓ lA NARIZ

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Descripción

¿POR QUÉ GóGOL ESCRIBIÓ lA NARIZ?

por Jesús María Dapena Botero



http://www.anagrama-ed.es/libro/literatura-infantil/la-nariz/9788433961211/LI_4



Por uno de esos azares de la vida, cayó en mis manos, la versión explicada por Andrea Camilleri de la Historia de la Nariz, editada en Historias de San Petersburgo, escritas entre 1835 y 1842, junto con otros relatos breves, que ahora se publican en la colección Save the Story, en la que grandes escritores intentan salvar a los magnos clásicos de la literatura y hacerla llegar al público general; pero, en particular a niños, a partir de los seis años, una idea que se les ocurrió a Alessandro Barico y la Scuola Holden con narraciones realizadas por autores de la talla de Umberto Eco; pero, en esta ocasión será el novelista italiano, Andrea Camilleri, quien nos introduzca en la obra de Nikolái Gogol, en un precioso libro, estampado en español, por Editorial Anagrama e ilustrado por Maja Celija.

Lo que más me llamó la atención era que el cuento me sugirió un tanto la literatura non sense al visualizar esa aristocrática nariz, que se pavonea por las calles de San Petersburgo, un tanto a la manera de personajes como el conejo o el sombrero loco de la Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, aunque in strictu sensu, el relato de Gógol no pertenecería a este género jocoso con juegos de palabras, que trasgreden las leyes de la sintaxis y la semántica, aunque participa de él en el humor implícito y el absurdo de la situación; pero, está escrito en un lenguaje narrativo bastante clásico.
Sin embargo, tras leer la historia de una nariz, que se encuentra dentro de su pan, un barbero de extracción campesina, un borrachín, que denuncia su roja nariz y las dificultades, que un mayor del ejército, tendría al ser amputada su nariz, la cual adquiriría vida propia y ver las simpáticas ilustraciones de Maja Celija, con su tono pastel, me quedaría una pregunta:

¿Por qué Nikolái Gógol escribiría La nariz?

El cuento es inverosímil y raro, en el que uno de los protagonistas es una nariz suelta, que aparece en distintos lugares con el semblante de un consejero de Estado. Aunque, claro está lo que declara Andrea Camilleri: Todos somos libres de inventarnos lo que nos apetezca .

Gógol era un hombre, proveniente de la actual Ucrania; pero, en 1828, se trasladaría a San Petersburgo, donde sería un empleadillo público de la Rusia zarista y, en esa gran ciudad, entablaría amistad con Aleksandr Pushkin y empezaría por publicar relatos breves, como éste de La Nariz, aunque ya había publicado la comedia El inspector, que lo haría conocer por su tono satírico, que, sin lugar a dudas aparece en la historia de la nariz. Para más adelante lograr la fama con sus novelas Almas Muertas y Tarás Bulba.

En Almas muertas, aunque ya se hallaba instalado en la corte zarista, esta obra fue un ataque feroz a sus contemporáneos adinerados, con un estilo siempre inclinado a lo grotesco y a la crítica de una sociedad corrupta, ya que, en su fuero interno, Gógol tenía un conflicto entre sus tendencias admiradoras de Occidente y su vena eslavófila rusa; pero, era un admirador de los cuentos Hoffman, el autor citado por Sigmund Freud en Lo ominoso, o Lo siniestro , como queráis llamarlo, de lo cual tiene mucho el cuento de la nariz, que se encuentra en la mesa del barbero, dentro de un panecillo y adquiere una existencia autónoma, en un relato cargado de un horror deliciosamente elegante, que Gógol mezcla con cierto realismo social, que tenía que vérselas con la censura zarista, lo cual, quizás explique un poco el uso de lo fantástico y lo fabuloso, como cierta forma de burlar la reprobación y una manera de tratar las cosas absurdas, que ocurren en el mundo.

Y el efecto sobre el lector es el de una lectura placentera y divertido, que casi se puede leer de corrido para hacerse con un domingo alegre, ideal por su formato y extensión, y lanzarnos al mundo imaginario de Gógol.

Para un hombre como el mayor Kovaliov nada puede ser más angustiante que mirarse al espejo y encontrarse sin nariz, con una castración de abajo a arriba, como diríamos los psicoanalistas, que además es una ausencia, que afea demasiado a una elegante señor, bastante dedicado a las delicias de la vida aristocrática:

¡Nada podrá ser más catastrófico! – se diría el señor Kovaliov, lo que lo lleva a salir a la calle a recuperar su nariz perdida, presa del pánico, máxime cuando ve a su apéndice nasal caminando por la ciudad con uniforme de funcionario de alto rango.

Tal vez, Gógol, con esta narración extraordinaria, no sólo se adelante a Lewis Carroll, sino al mismísimo Franz Kakfa, porque nuestro hombre también sufre una metamorfosis, mientras obra la angustia, la desesperación y la soledad, sólo que el ruso lo hace con muchísimo humor, ya que su propósito era satirizar la sociedad en la que vivía, en un relato bastante realista, en el que van desfilando distintos personajes de la vida en la gran ciudad de San Petersburgo, en donde se daban tan grandes desigualdades sociales como las que había entre el barbero y el mayor, en un contexto tan injusto, semejante al que se da en el mundo contemporáneo.

Estamos pues ante una amarga verdad, caricaturizada, que pone sus dardos en la vanidad y la ambición, en una loca carrera hacia la ocupación de un lugar en las altas esferas sociales, económicas y políticas, con una prosa sencilla y franca, con conversaciones bastante graciosas, como estímulo a los jóvenes al gusto por la gran literatura, puesto que Fiódor Dostoiewski, no dudaría en declarar que todos los literatos posteriores, venían de Gógol, quien le diera un giro nuevo a la narrativa moderna, que tendría un gran peso en la literatura clásica rusa del siglo XIX, al acercarnos al hombre citadino, con sus pesares, sus quejas, su vida, mala o buena o una mezcla de las dos, con lo que se inauguraba el planteamiento de la problemática existencial del ser humano, que Gógol mira con la máscara de la comedia, aunque para el protagonista el asunto constituya una verdadera tragedia.




Camilleri, A. La historia de la nariz. Anagrama, Barcelona, 2012, p. 90

Freud, S. Lo ominoso en Obras Completas (t.XVII). Amorrortu editores, Buenos Aires, 1976, pp. 215-253.



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