Por las barbas del Profeta Mahoma

July 6, 2017 | Autor: P. Sanchez Islas | Categoría: Arabic Literature, Arabic
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Descripción

REVISTA ACONTRAGOLPE OAXACA, MÉXICO ENERO 2015

¡Por las Barbas del Profeta! Ésta muy antigua frase acompañaba promesas, juramentos o simples exclamaciones ordinarias, relacionadas con la buena fe o la conducta honorable. Hoy en día aún se pronuncia en el Oriente Medio para honrar de manera muy especial a una persona, bajo la fórmula metafórica: “por Dios bendito, tu barba”.

Por Prometeo Alejandro Sánchez Islas*

Konya me ofreció el más sagrado de los acercamientos a una reliquia musulmana: la barba de Mahoma. La ciudad de Iconio, conocida como Konya por su nombre en turco, es la sede de los famosos derviches giróvagos, monjes que meditan girando durante horas sobre uno de sus pies mientras se impulsan con el otro y hacen ondular sus amplias vestiduras blancas. Gracias a sus centros de estudios del Corán (libro sagrado de los musulmanes) y a su universidad, Konya fue bautizada desde el siglo XIV como “La Ciudadela del Islam”, pues ahí se resguardaron los conocimientos y las tradiciones de aquella religión a pesar de los embates que sufrió hace mil años por los Cruzados, después por los mongoles y finalmente por los otomanos (turcos), quienes finalmente la ampliaron y enriquecieron. Esta urbe es también famosa por haber albergado, durante muchos años, al poeta místico persa Yalal Rumi, a quien se le llamaba respetuosamente Rumi Mevlana, frase que se puede traducir como “nuestro señor Rumi” o “nuestro maestro Rumi”. Fue tal su fama e influencia literaria y religiosa, que aún hoy se le recuerda simplemente como Mevlana, es decir “el maestro”. Pues bien, Rumi Mevlana falleció en Konya en 1273 tras habernos heredado importantes textos teológicos, en los que expone el concepto de “unidad”, la cual aglutina los llamados complementos creadores, como lo masculino y lo femenino, lo oscuro y lo luminoso, lo interno y lo externo, etcétera, así como el significado de “la unión con su Amado”, el cual se explica como el amor hacia Dios (el Amado) que es “la fuente de la que hemos sido cortados” y hacia la cual consciente o inconscientemente inquirimos “con el deseo de reintegrarnos a la unidad”, ya que con frecuencia nos lamentamos por el alejamiento entre la humanidad y su Creador. Rumi Mevlana está enterrado en un enorme y elegante cenotafio dentro de una mezquita que forma parte del conjunto universitario coránico (la madraza), donde también se aloja una destacada biblioteca, un centro de atención al turismo y un pequeño pero rico museo. Éste último atesora piezas únicas de porcelana Iznik con sus incopiables azules y rojos, libros que ostentan una sofisticada encuadernación, textiles en los que la lana, el algodón y la seda alcanzan su clímax, diversos objetos religiosos y, lo más sorprendente, una vitrina prismática dentro de la cual se puede observar, ayudados por lentes de aumento, ¡un pelo de la barba de Mahoma! ¡Qué gran sorpresa! Esta es una reliquia de primer nivel, ya que formó parte del cuerpo mismo del fundador de la segunda religión con más seguidores en el mundo…. ¡Y tiene casi mil cuatrocientos años observando al mundo desde su sitial! Mahoma fue el “Profeta-Sello”, es decir, el último de una serie de mensajeros enviados por Dios para aleccionar a los hombres y reconvenir su conducta, dado su desviamiento de las normas morales

perfectas. En esa cadena de heraldos del Cielo se encuentran Noé, Abraham, Moisés y Jesús, los cuales son honrados por los musulmanes. Y, aunque en esa religión no se promueve la adoración de objetos ni de imágenes, sí le otorgan mucha importancia a todo lo que tenga relación directa con la persona del “amado profeta”. Se sabe que cuando Mahoma falleció, fue afeitado por Salman, su barbero favorito, siendo testigos y guardianes de aquella reliquia su padrastro y consejero Abu Bakr, y su sobrino Alí, quien gobernaría brevemente el Califato Islámico. La barba ha sido custodiada desde entonces con todas las precauciones posibles, y hoy, la mayor parte de ella se exhibe en la Cámara de las Reliquias Sagradas del Palacio Topkapi en Estambul, Turquía, el cual, al igual que la madraza de Konya, se encuentra inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La barba y su significado antiguo El vello facial ha tenido, a lo largo de los siglos, un alto valor simbólico, que se condensa en la coloquial expresión judía: “una palabra dada tiene tanto valor como la barba”. Este adorno facial ha sido considerado como señal de lo cortés y lo sublime, valores atribuidos a quienes ya son mayores y han madurado. Por lo contrario, se considera como una ofensa grave el jalar a alguien de la barba o hacer ademanes de desprecio hacia ella, y más aún, sería una indignidad imperdonable el afeitarla sin el consentimiento del dueño, incluso si éste ya murió. Por su importancia, la barba debe ser acicalada con esmero, pues si se le maneja mal se le considera ridícula o despreciable. Sólo en casos de lepra, se acepta el rasurado total, pues la piel limpia puede conducir a la sanación. En el Oriente Medio es común, cuando alguien desea asegurar que actúa de buena fe, que jure por sus barbas, o más significativo aún, que lo haga por la barba de algún antepasado y, cuando se trata de algo realmente relevante, por las barbas del profeta. En la Biblia se establece que “no habrán de hacer tonsuras en la cabeza ni cortar la punta de la barba” (Levítico 19:27), fragmento que permite suponer que Moisés condesciende a reglamentar detalles cotidianos, para prevenir una “contaminación supersticiosa” de parte de los egipcios. Por otra parte, en el pretérito Egipto había la costumbre de dejar crecer el vello inferior del rostro, sin importar que se afeitase cualquier otra parte del cráneo. Así se demostraba el ser varonil, respetable e incluso poderoso. Los pelos de la barba se dejaban crecer o se les añadían postizos con el fin de trenzarla y adornarla, tal como aparecen en las esculturas y sarcófagos de los faraones. Es notorio el caso de Hatshepsut, la reina que para actuar legalmente como faraón tuvo que utilizar una barba falsa. La barba en tiempos modernos Tanto el vello como el peinado son altamente notados en la cultura occidental contemporánea, ya que alteran radicalmente la percepción que los demás generan sobre sus portadores. Según los analistas de la conducta, los siguientes son los factores que afectan o benefician la imagen de quienes llevan algún tipo de barba: mayor fortaleza, agresividad o masculinidad, según quien la califique; mayor edad o madurez, el cual acomoda bien o mal a diversos rostros; más salud, al suponer que un barbón requiere más esmero en su aseo que un rasurado; elevada confianza en sí mismo pues quien porta barba sabe defenderse de posibles agresiones dirigidas a ese segmento piloso. Sin embargo, según una encuesta reciente del periódico digital madrileño El Confidencial, los hombres con barba son menos atractivos para las mujeres, lo cual podría no ser una verdad fehaciente. Leyendas hispanas La península ibérica está repleta de cuentos e historias populares en las que los “moros” hacen intervenir sus barbas en diversas situaciones, seguramente como herencia de la ocupación que durante ocho siglos mantuvo la cultura islámica sobre la cristiana.

Esas leyendas tienen que ver generalmente con tesoros o riquezas misteriosas, como lo son los “moros” y las “moras” ante el ojo del campesino español. Por ejemplo, en la región de Extremadura, si uno madruga el Día de San Juan, podría encontrarse a un tendero moro que le preguntaría qué, de todo lo que ve, le gusta más, y que si da la respuesta correcta, se hará acreedor a enormes riquezas, pero que si se equivoca, lo ahorcará. Es muy común que el visitante del tenderete se maraville ante las baratijas y colgajos que aparecen ante su vista y elija alguno, lo que provocará la irá del moro, quien intentará asesinarlo a menos que escape, siendo el mejor lugar un río, pues el moro, siendo un fantasma, no podrá cruzarlo. La leyenda, que viene con su moraleja, dice que la contestación idónea sería algo como “tu barba es lo más hermoso, cuidado e inspirador que haya visto humano alguno… refleja tu sabiduría, rango y caudal… la admiro tremendamente y eso es lo que elijo como lo más valioso de esta tienda”. Obviamente, el moro tornaría rico, instantáneamente, a quien admirase su asombrosa barba. Con variantes, este cuento se relaciona con alguno de los dos “Días de San Juan”, que corresponden a los equinoccios de verano y de invierno. Otra leyenda relata cómo un anciano capitán árabe derrota sin pelear a los castellanos durante el asedio a Mérida, pues cada vez que éstos últimos visitan al capitán para negociar los movimientos militares, ven tornarse su venerable barba de blanca a gris, luego a “rayada” y finalmente a negra, lo que les hace pensar que está rejuveneciendo en lugar de envejecer y que tiene un pacto demoníaco, por lo que deciden abandonar la ciudad. Este relato, basado en una barba, explica por qué Mérida es una de las joyas de la cultura árabe en España. Consejos de un hombre barbón Como es natural, o como había venido siéndolo cuando se consideraba que las luengas y blancas barbas representaban una vida enriquecida de experiencias, resulta idóneo pedirle a su portador algunos consejos para la vida. Para el caso de Rumí Mevlana, su respuesta fue dada en forma de aforismos poéticos, los cuales forman el “eptálogo de Konya” y que transcribo a continuación: 1-En la generosidad y la ayuda a los otros, se como un río. 2-En la compasión y la gentileza, se como el sol. 3-En disimular los defectos de otras personas, se como la noche. 4-En la ira y en la furia, se como un muerto. 5-En la modestia y la humildad, se como la tierra. 6-En la tolerancia, se como el mar. 7-Y, no importa cómo se te mire, se honestamente como eres. (*) Ingeniero Arquitecto, Maestro en Estudios Humanísticos, Doctorante en Innovación Educativa, Miembro del Seminario de Cultura Mexicana y de la Construction History Society of America

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