Política Exterior. Cambio climático en tiempos de incertidumbre.pdf

May 25, 2017 | Autor: Antxon Olabe Egaña | Categoría: Climate Change, Climate change policy
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Cambio climático en tiempos de incertidumbre Antxon Olabe

ías después de la entrada en vigor del Acuerdo de París, el 4 de noviembre de 2016, un negacionista climático, Donald Trump, ganaba las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La comunidad internacional se prepara, en consecuencia, para la demolición del importante legado climático de Barack Obama. El Acuerdo de París, al ser un tratado internacional, no puede ser unilateralmente revocado. Ahora bien, la casi segura retirada de EEUU del mismo supondrá un duro golpe contra la arquitectura climática construida en los últimos años, así como contra la contención de emisiones que el país ha logrado en la última década. La comunidad internacional reunida en la COP-22 en Marrakech (Marruecos) del 7 al 18 de noviembre, ha reafirmado de manera unánime la voluntad de defender el mencionado acuerdo, afirmando que la lucha contra el cambio climático es ya irreversible. No obstante, una de las posibles consecuencias negativas de la elección de Trump es que, pasado un tiempo, el tema pierda relevancia política en las principales capitales, no solo en Washington, como ocurrió tras la fallida Cumbre de Copenhague de 2009, en un momento en que la alteración del clima se está acelerando y sus impactos están siendo más severos de lo

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Antxon Olabe es economista ambiental y ensayista. Su libro más reciente es Crisis climática-ambiental. La hora de la responsabilidad (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2016). 2

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El negacionismo climático recién llegado a la Casa Blanca podría impulsar el movimiento medioambiental de Estados como California, Nueva York y Massachusetts y de centros de poder tecnológico que han hecho de la inversión en renovables una apuesta estratégica.

previsto. La transición hacia un nuevo estado en el sistema helado del Ártico está emergiendo, y en pocos años permanecerá libre de hielo durante cuatro o cinco meses al año, como advierte Peter Wadhams en A farewell to ice. A report from the Arctic. Las capas de hielo de Groenlandia y el oeste de la Antártida están reaccionando a la alteración del clima perdiendo entre ambos sistemas, según datos recientes, alrededor de 400 kilómetros cúbicos de hielo al año, según el German Advisory Council on Global Change. Un estudio de la NASA ha concluido que la sequía extrema que se inició en 1998 y finalizó en 2012 en el Levante Mediterráneo (Israel, Jordania, Líbano, Palestina, Chipre, Siria y Turquía) ha sido la más severa de la región en 900 años. Se está produciendo el colapso de buena parte de los ecosistemas de arrecifes de coral. The Economist informaba que la intensidad de las olas de calor ha situado los termómetros en máximos de 51ºC en Phalodi (India), 53,9ºC en Basora (Irak) y 54ºC en Mitribah (Kuwait) en el verano de 2016, rozando los límites de la tolerancia humana. Se está acelerando la desaparición de los pequeños Estados-isla del Pacífico bajo las aguas. En 2016, el incremento de la temperatura ha sido de 1,2ºC respecto a la existente en tiempos preindustriales. Los datos recogidos en Status of Global Climate in 2015, el informe de la Organización Meteorológica Mundial, afirma que 15 de los 16 años más cálidos desde que existen registros, 1880, han ocurrido en el siglo XXI. Además, debido a las emisiones ENERO / FEBRERO 2017

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mundiales de las dos últimas décadas y media, aunque hoy se detuviesen, la temperatura aumentará otros 0,4-0,5ºC. La razón es el lapsus temporal entre el momento en que se generan las emisiones y la respuesta del sistema oceánico-atmosférico al forzamiento radiativo en forma de aumento de la temperatura. En consecuencia, el objetivo del Acuerdo de París de situar el incremento de la temperatura cerca de 1,5ºC, si bien es políticamente positivo, en la práctica es casi inalcanzable. De hecho, algunos científicos climáticos consideran probable que ese incremento de la temperatura se alcance a comienzos de la década de 2030.

Negacionismo en la Casa Blanca En ese marco de referencia, el segundo mandato de Obama se presenta como un breve paréntesis positivo en medio de un largo ciclo de desistimiento y negacionismo por parte del gobierno estadounidense que abarcaría desde 1994 hasta, al menos, 2020. Previsiblemente, el ejecutivo federal vaciará de contenido la aplicación del Acuerdo de París como paso previo a su abandono. Es significativo que la industria del carbón haya recibido con entusiasmo a Trump, en la confianza de que desmantelará las políticas energéticas y climáticas adoptadas por la anterior administración. No obstante, EEUU es un país grande, complejo y diverso. Estados dinámicos e innovadores como California y Nueva York, ciudades liberales como Los Ángeles, Washington, Boston y San Francisco, el corazón tecnológico de Silicon Valley, las inversiones en marcha en energías renovables y vehículos eléctricos, el movimiento ambiental y conservacionista, medios de comunicación de referencia como The New York Times, Washington Post o The New Yorker, entre otros, son actores relevantes en el paisaje económico, cultural y social del país que no permanecerán impasibles ante el asalto a la razón que significa abandonar el principio de realidad del cambio climático. Al contrario, es muy probable que en los próximos cuatro años se observe una efervescencia de iniciativas políticas en el ámbito local y estatal, la resistencia de los movimientos de base a las nuevas infraestructuras fósiles, así como que una amplia movilización del mundo de la cultura, el arte y el cine, y numerosas corporaciones se desmarquen del negacionismo climático de la Casa Blanca. Incluso la comunidad bipartidista de inteligencia y seguridad, muy activa en los últimos tiempos alertando a la clase política y a la sociedad de que el cambio climático supone un grave problema para la seguridad nacional, hará escuchar su voz. Además, una economía de mercado diná4

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Aldea de Mopti, en el centro de Malí, donde 40 familias llegaron huyendo de Tombuctú en 2012 (27 de mayo de 2015). NACIONES UNIDAS

mica y competitiva como la estadounidense, difícilmente se resignará a permanecer al margen de la revolución de la energía. En 2015, la inversión mundial en renovables (sin incluir la gran hidroeléctrica) alcanzó los 286.000 millones de dólares, seis veces mayor que en 2004, representando el 54% de la inversión total en nueva generación eléctrica, según datos de Global Trends in Renewable Energy Investment elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y Bloomberg. A nivel internacional, a pesar del importante obstáculo que supone la victoria de Trump para el proceso pos-París, no se va a repetir el contexto que se generó a comienzos del presente siglo, cuando el presidente George W. Bush desvinculó su país del Protocolo de Kioto, forzando una parálisis en la diplomacia climática. Esta vez será diferente, entre otras razones por la posición de China.

China: aprovechar el ‘shi’ La victoria en las elecciones presidenciales de EEUU de un candidato que niega el cambio climático y es hostil al modelo que ha prevalecido en las relaciones comerciales con China, ha conmocionado también a Pekín. Los responsables chinos han aprovechado la plataforma de la COP-22 en Marrakech para garanENERO / FEBRERO 2017

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tizar a la comunidad internacional su compromiso con el clima, además de recordar que las medidas de descarbonización de su sistema energético se justifican, no tanto como consecuencia de posibles acuerdos con otros países, sino porque son positivas para su sociedad y su economía. Cabe esperar, en consecuencia, que el país asiático continúe con su transición energética dados los beneficios que le reporta disminuir la contaminación del aire de sus ciudades, incrementar la eficiencia energética de su economía y fortalecer su liderazgo mundial en la fabricación y despliegue de energías renovables. Todo ello le permitirá redireccionar La élite política y parte del tejido industrial hacia sectores más innovadores, de alto científica china teme valor añadido y mayor potencial que el cambio climático de exportación. En otras palabras, el escenario destruya elementos más probable es que China aproveche el nuevo contexto para fundamentales del afianzarse como actor responcapital natural del país sable y comprometido en la arena internacional, en un momento histórico en que la superpotencia de los últimos 100 años proyecta un aura de irresponsabilidad climática, proteccionismo económico e imprevisibilidad geopolítica. Los estrategas chinos aprovecharán el error que comete EEUU si se desentiende del consenso mundial sobre el clima para reforzar su perfil como país sólido, mejorando su posición internacional por medio del poder blando (soft power), de la confianza y la responsabilidad. En definitiva, hay razones para creer que China mantendrá las reformas energéticas por sus efectos positivos en la sociedad y la economía del país, lo que en segunda derivada redundará en el cumplimiento de sus compromisos internacionales sobre el cambio climático. Pekín es consciente de que su posición como responsable de aproximadamente el 23% de las emisiones globales es crucial para lograr que el cambio climático no traspase el umbral de seguridad aprobado en la Cumbre de París. La élite política y científica china teme que el cambio climático destruya de forma irreversible importantes elementos del capital natural de su nación, obstaculizando gravemente su desarrollo económico y generando una profunda desestabilización interna que acabará afectando a sus expectativas globales. Por ello, no parece probable que responda al escenario abierto en EEUU con un aban6

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dono de las políticas energéticas y climáticas, ni se desentienda del Acuerdo de París en los próximos años. Desde una perspectiva más amplia, cabe esperar que China envíe dos mensajes a los países de Asia donde quiere asentar su influencia cultural, política y económica. Primero, el sistema democrático, Santo Grial de la civilización occidental, no es fiable. Se trata de una mercancía averiada, capaz de entregar la Casa Blanca a una persona que rechaza de forma arrogante la ciencia del clima en un momento en que las evidencias de sus impactos son abrumadoras. Esta democracia occidental es, asimismo, capaz de entregar el maletín nuclear del ejército más poderoso a alguien sin experiencia política, que en el sistema meritocrático chino no habría sido elegido ni para dirigir una pequeña provincia del interior. Segundo mensaje, el tiempo histórico del liderazgo de EEUU llega a su fin. Desde la atalaya que proporcionan 23 siglos como Estado unificado, China observa a un negacionista climático en la Casa Blanca, que aleja a EEUU del consenso mundial sobre un problema capital y, en consecuencia, el modelo americano pierde atractivo y reputación como referencia. El relato continuará explicando que, si bien EEUU sigue siendo la nación con el mayor poder militar, tecnológico y económico, ha dejado de ser “la ciudad sobre la colina” que inspira a la comunidad internacional con sus ideales, instituciones y logros materiales y tecnológicos. Los líderes de numerosos países asiáticos, africanos, incluso latinoamericanos, tomarán nota de este mensaje. En definitiva, haciendo gala de su tradición de pensamiento estratégico, Pekín aprovechará el shi (descrito por Henry Kissinger en su magistral China como la energía potencial de una situación en proceso de desarrollo; es decir, el poder inherente en la disposición específica de los elementos y su tendencia estratégica) del nuevo contexto para mejorar su posición geopolítica, especialmente en Asia, donde va sentando las bases de un orden regional sinocéntrico.

India: afrontar el dilema Desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, la posición de India sobre el cambio climático ha pivotado sobre la idea “No es nuestra responsabilidad, que lo arreglen los países ricos”. Con un crecimiento muy notable de la economía en el siglo XXI, India otorga una prioridad absoluta a la continuación de un desarrollo económico que le permita aliviar sus grandes bolsas de pobreza. En el camino, busca afirmarse como ENERO / FEBRERO 2017

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potencia global apoyada, fundamentalmente, en el peso de su demografía (1.500 millones de personas en 2030). El plan presentado por India a la ONU, con vistas a la Cumbre de París, planteaba reducir la intensidad de carbono de su economía, no así el total de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Su objetivo es reducir la intensidad de carbono en un 33%-35% en 2030 respecto al nivel de 2005. Además, quiere ampliar la presencia de las energías renovables en el mix eléctrico, hasta alcanzar un 40% en 2030 (energías no fósiles, incluyendo la nuclear). Las actuales emisiones de gases En India son conscientes de efecto invernadero de India a las de China hace 25 de que el subcontinente equivalen años. Mientras que las emisiones indio es uno de los per cápita chinas ya se han iguaa las de la Unión Europea, las puntos más vulnerables lado de India son la tercera parte de las europeas y la sexta parte de las al cambio climático estadounidenses. India cuenta, además, con importantes reservas de carbón y cientos de millones de personas pobres sin acceso a la electricidad. En consecuencia, la tentación de reproducir el modelo chino de los últimos 20 años basado en el uso masivo de carbón será poderosa. No obstante, las recurrentes crisis de contaminación atmosférica que sufren urbes como Nueva Delhi, Bombay o Calcuta, introducen un nuevo elemento en la ecuación energética. En noviembre de 2016, el gobierno indio reunido en sesión de emergencia ordenó el cierre durante varios días de 2.800 escuelas y de todas las obras de construcción para afrontar un grave problema de contaminación en la capital. Tanto Nueva Delhi, la ciudad con peor calidad de aire del mundo según la ONU, como otras ciudades indias se enfrentan a un colosal desafío de salud ambiental como consecuencia del consumo masivo de carbón para la generación eléctrica y la presencia diaria de millones de ineficientes vehículos motorizados en sus calles. Es posible que en los próximos años, al igual que ha ocurrido en China, ese factor resulte decisivo para la evolución de su política energética. India también es consciente de que el subcontinente indio (Pakistán, Bangladesh) es uno de los puntos críticos del cambio climático. Si las emisiones globales no se reconducen, las llanuras cerealistas del IndoGanges, de las que depende la alimentación de 200 millones de personas, verán disminuidas de forma drástica sus cosechas debido al estrés producido 8

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por el calor. Asimismo, la subida del nivel de mar y la penetración de los ciclones tropicales del golfo de Bengala están ocasionando impactos graves en el denso y poblado delta del Ganges-Brahmaputra en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo, unido a India por una frontera de más de 4.000 kilómetros. Por su parte, Pakistán, rival histórico de India y como ella potencia nuclear, depende de las aguas provenientes del sistema de glaciares de los Himalayas para alimentar el cauce del río Indo, columna vertebral de la economía agraria del país. El enquistado conflicto indo-pakistaní por la región de Cachemira se debe, en gran medida, al control del sistema del río Indo, sin el cual un país desértico como Pakistán no es viable. Por ello, el gobierno indio sabe que un cambio climático disruptivo presenta amenazas formidables para el desarrollo económico, la estabilidad y la seguridad de la región. Por ello, se enfrenta al dilema de priorizar el uso masivo del carbón para la generación de electricidad (visión a corto plazo), frente al temor a que esa opción contribuya de manera decisiva a precipitar una crisis climática que le perjudique gravemente (visión a medio-largo plazo).

Europa: defensa a ultranza del Acuerdo de París La llegada de Trump a la Casa Blanca coincide con un momento de desorientación estratégica en la UE debido a la confluencia de varios problemas: las secuelas de la gran recesión, el Brexit, la crisis de los refugiados, el terrorismo yihadista y el ascenso de fuerzas políticas xenófobas antieuropeas en diversos Estados miembros. A ello se añade el desapego de Trump hacia la arquitectura de defensa que ha unido EEUU y Europa desde hace siete décadas. Los europeos son conscientes, no obstante, de que la iniciativa política y diplomática de Obama en su segundo mandato fue decisiva para tejer el acuerdo climático con China que allanó el camino hacia la Cumbre de París. Ahora EEUU amenaza con bajarse del barco. Es preciso, en consecuencia, redefinir la estrategia y reordenar las prioridades. La nueva estrategia europea habría de pivotar en torno al concepto “aislar el negacionismo, defender el Acuerdo de París”. En esa dirección la prioridad sería configurar junto a China (si es posible también con India, Brasil, Japón y Canadá) un núcleo de responsabilidad climática capaz de aglutinar a la gran mayoría de la comunidad internacional en defensa del Acuerdo de París a lo largo de los próximos años. Al objeto de facilitar la creación de ese centro de gravedad, Europa debería rediseñar parte de sus políticas comerENERO / FEBRERO 2017

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ciales, financieras, tecnológicas y de colaboración económica para generar los incentivos necesarios que permitan hacerlo realidad.

No hay tiempo que perder El periodo 2017-30 es crucial para la reconducción del cambio climático, por lo que no hay tiempo que perder. Es preciso reaccionar con claridad estratégica y habilidad diplomática para que el abandono del consenso mundial sobre el clima por parte de Washington tenga la menor repercusión posible en la respuesta de la comunidad internacional. En esa dirección, es necesario que la Comisión Europea active la revisión al alza de los objetivos de mitigación, renovables y eficiencia para 2030 al objeto de que el Consejo de Europa pueda aportarlos al “diálogo facilitador” que tendrá lugar en 2018 en el marco del proceso de París. El informe especial que en esa fecha presentará el Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC, en inglés) corroborará lo que en esencia ya está publicando la comunidad científica: el cambio climático se acelera, el objetivo de limitar el ascenso de la temperatura a 1,5ºC es casi inalcanzable, y el riesgo de sobrepasar el umbral de los 2ºC es muy real si no se aceleran y profundizan los actuales planes de mitigación de emisiones. En estos tiempos de incertidumbre, Europa ha de recuperar la iniciativa impulsando un núcleo de responsabilidad que lidere al conjunto de la comunidad internacional en la defensa a ultranza del Acuerdo de París.

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