POBREZA Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA EL CASO DE ARGENTINA

May 20, 2017 | Autor: Sonia Alvarez | Categoría: Pobreza, Desarrollo Humano, Latinoamerica, Pobreza e desigualdades sociais, Estudios Sobre Pobreza
Share Embed


Descripción

POBREZA Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA EL CASO DE ARGENTINA

Sonia Alvarez Leguizamón

1

Álvarez Leguizamón, Sonia Pobreza y Desarrollo en América Latina. . - 1a ed. - Salta: Univ. Nacional de Salta, 2008. 375 p.; 29x21 cm. ISBN 978-987-633-010-7 1. Políticas Sociales. I. Título CDD 320.6

Fecha de Catalogación: 01/08/2008 Titulo: “Pobreza y Desarrollo en América Latina” Nombres del o lo autores: ALVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia Año: by Universidad Nacional de Salta Buenos Aires 177 – Salta Capital – CP 4400 – República Argentina Tel.: 0387-4325745/744 – Fax: 0387-4325745 E-mail: [email protected] Web: www.seu.unsa.edu.ar Edición: 1ra. Edición. I.S.B.N. Nº: 978-987-633-010-7 Tiradas: 200 ejemplares EUNSA – Editorial de la Universidad Nacional de Salta Dirección: Lic. Sergio Carbajal, Secretario de Extensión Universitaria / a cargo. Registros: Prof. Oscar Darío Barrios Impresión: Diseño: Gutiérrez Mariano Diño de Tapa: Roly Arias Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina Queda prohibida la reproducción total o parcial del texto de la presente obra en cualquiera de sus formas, electrónica o mecánica, sin el consentimiento previo y escrito del autor.

2

A la memoria de mi padre Francisco Alvarez y de mi marido Carlos Trogliero. “Recostado en la tibieza de la noche voy sintiendo palpitar mi corazón en el cielo parpadean las estrellas y la luna tras la nube se ocultó. Un lucero trae azul a tu figura y el recuerdo se me vuelve una canción Si me muero hay amor sin estrecharte, sin poder tenerte cerca, sin lograr oír tu voz, pediré yo a mis versos que te busquen, que te hablen y te cuenten, de mi amor, de mi ilusión.” Ilusión,

Carlos

Trogliero,

1970

3

“Yo estoy cada vez más esperanzado que en algún punto, pronto.... las naciones ricas y seguras del mundo van a darse cuenta que ellas no podrán quedarse ni ricas ni seguras si continúan cerrando sus ojos a las pestilencia de la pobreza que cubre toda la mitad sur del planeta” Robert McNamara, The Essence of Securitty “La comprensión de las sociedades humanas requiere, a mi juicio, la aplicación de modelos teóricos que puedan ser sometidos a prueba, y que puedan ayudar a determinar y a explicar la estructura y dirección de los procesos sociales a largo plazo.” Norbet Elías, El retraimiento de los sociólogos en el presente “Todos los fenómenos sociales son, hasta cierto punto, la obra de la voluntad colectiva, y ésta implica la elección entre diferentes opiniones posibles [....] El ámbito de lo social es el ámbito de la modalidad. Marcel Mauss, La civilisations. Eléments et formes "La vida económica de los pobres es primitiva y estancada... Su pobreza es una desventaja y una amenaza tanto para ellos como para áreas más prosperas". Harry Truman, Declaración del Punto Cuarto del Presidente, 20 de enero de 1949. "Nosotros sabemos mejor que nadie nuestras necesidades, y los programas nos llegan ya hechos, con requisitos que son inadecuados y se nos escapan de las manos por desgaste de exigencias y trámites"..."nos dan y no nos dan, nos lo sacan"..."los comedores y otros programas alimentarios son buenos, pero no podemos estar juntos y hasta nos dividimos para repartir lo poco que llega"..."los programas desarticulados nos fragmentan a nosotros y no nos ayudan. Sufrimos maltratos, agresiones, discriminación y desvalorización por algunos de los que los ejecutan". "Nos exigen participación permanente de un lado y de otro, y cuando participamos no nos escuchan o sólo es para decirnos lo que tenemos que hacer, no nos dan oportunidad de hablar... y después dicen que no participamos.”..."Nos dicen que somos iguales ante la ley, pero siempre nos tratan distinto que los blancos, en los hospitales, en el municipio, en todas partes; nos hacen esperar o no nos atienden". Testimonios de dirigentes del Programa Yachay de O.CLA.DE, Humahuaca

4

ÍNDICE Agradecimientos INTRODUCCIÓN La cuestión social, modificaciones en las intervenciones sobre la pobreza. Políticas sociales, estado nación y contrato social. Los discursos sobre la pobreza como artes de gobernar, la aparición de la focopolítica. Las políticas sociales como campo cultural y configuraciones sociales. Apuntes sobre la metodología. Argentina, discursos sobre la pobreza y el desarrollo. Estructura del libro. CAPÍTULO I: La producción social de la pobreza La producción social de la pobreza, la pobreza como fenómeno masivo Economía política, pauperismo y pobreza masiva El debilitamiento de las normas no monetarias y las relaciones de reciprocidad, como explicaciones de la pobreza masiva El nacimiento de la sociedad o la “cuestión social” vinculada al pauperismo El pauperismo como carencia de expectativas legítimas a medios de subsistencia por medio de instituciones y relaciones no monetarios La invención de la ciudadanía social América Latina y las Arqueologías de la Pobreza, de Tutelas, Pobrezas y Estados de Malestar La explicación de la producción de la pobreza como una cuestión racial, biotipológica y ambiental en América Latina en la primera mitad del siglo XX. CAPÍTULO II: El discurso del desarrollo y las representaciones sobre pobres y pobreza: ciencias sociales y agencias de desarrollo en américa latina (1940- 1980) Los nacionalismos populares y la pobreza Historias de la pobreza como una “cultura de segunda” La pobreza como un “mal transitorio” Las representaciones de la pobreza “revolucionaria”, La participación popular, la investigación acción y el desarrollo comunitario Formas de intervención “desarrollo comunitario”, preludio de la autogestión de la pobreza de los 90’ CAPÍTULO III: Políticas sociales, representaciones e intervenciones sobre la pobreza en el discurso del desarrollo en la Argentina (1943-1984). El discurso higienista en la Argentina, la antesala del discurso del desarrollo La transformación peronista y la consolidación del Estado de bienestar Los dispositivos asistenciales y las clasificaciones sociales de los sujetos de asistencia Clasificaciones y actores sociales. Sujetos de derechos: de gauchos a descamisados y trabajadores productivos. Historias de construcción de un “tipo biológico argentino ideal”. Sujetos de asistencia social. Historias de metamorfosis de los “menesterosos” a los “desvalidos” 5

Representaciones sobre la niñez pobre, pequeños descamisados, la institución del patronato y el control sobre los lugares de encierro Intervenciones sociales y representaciones sobre la pobreza en la etapa desarrollista (1955-76) CAPÍTULO IV: El desarrollo Humano, Sistemas de Categorías, Representaciones y Dispositivos de Intervención Sobre La Pobreza En Los 90’ América Latina, procesos desocialización y re-primarización La reprimarización, “la subsunción de lo social en lo económico El consenso de Washington, el surgimiento de nuevos dispositivos de intervención social y el discurso del desarrollo humano. La invención del Desarrollo Humano De cómo las relaciones primarias se incorporan en las políticas de “lucha contra la pobreza”. Las teorías que viabilizan los procesos de mercantilización de la sociabilidad primaria Las “redes autogeneradas” como parte de la “sociedad”, el neoliberalismo de Hayek y Friedman De cómo "potenciar al ciudadano" por medio de "asociaciones intermedias", para ser proveedores de servicios alternativos al Estado (Peter Berger y Richard John Neuhaus). Las ciencias sociales y la categoría de relaciones primarias La mercantilización de las redes primarias: de cómo el capital social devino productivo De la biopolítica a la focopolítica, la revitalización de la comunidad como categoría CAPÍTULO V: Las representaciones de la pobreza en los 90’, de cómo hacer mas “humano” el desarrollo: nominaciones, “capacidades” y dispositivos de intervención sobre los pobres. El desarrollo pierde una década y el ajuste oprime la otra. de cómo el desarrollo reconoce que ha perdido su “rostro humano” La pobreza multidimensional, el descubrimiento de las capacidades de los pobres. El descubrimiento de la heterogeneidad de “las pobrezas”, historias de pobrezas diversas, creativas, específicas y culturales La participación, su invención como tecnología de intervención social para la regulación y autogestión de la pobreza. La participación operando como tecnología de intervención, distintas acepciones y mecanismos de funcionamiento

La representación del pobre como productor, autogestor y autoproveedor, diferentes estímulos participativos La pobreza vulnerable, historias de “demarcación” y “atención” de los atributos y la Gestión Del Riesgo La cultura de los pobres como un insumo para la superación de su propia pobreza Las políticas compensatorias, focalizadas o de desarrollo social. CAPITULO VI: La transformación de las políticas sociales en la Argentina en los 90’, formas de gestión y representaciones de la pobreza predominantes Procesos de invención e institucionalización de la focopolítica en la Argentina. Historias de un “prudente traspaso de las responsabilidades del Estado hacia la comunidad, conforme al principio de subsidiariedad” Modelos de gestión y representaciones de la pobreza en las políticas de “desarrollo social” en la Argentina de los 90’ 6

CAPITULO VII: Las percepciones y representaciones acerca de la pobreza y de las políticas sociales. Una mirada desde los sujetos/objetos del desarrollo social focalizado. Representaciones de la pobreza y las políticas sociales Percepciones de la focalización, historias de luchas clasificatorias Percepciones sobre las políticas focalizadas La percepción de la prueba de la pobreza real, historias de rituales de la corporización de la asistencia. CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA

7

AGRADECIMIENTOS Durante los años y los días que vengo trabajando sobre este tema, el que forma parte de mi tesis doctoral en Antropología Social y Cultural, tiempo que muchas veces implicó un largo y a veces tedioso aislamiento de mi vida diaria, mi trabajo normal, mis hijos, mis amigos.... ha habido muchos fantasmas, personas y cosas que me acompañaron. Estos me han permitido concretar esta magia que significó apostar para ordenar, de manera sistemática, algunas ideas, quizás pocas, que me apasionan y me obsesionan. Esta tarea trata de pensar, construir categorías, maneras de abordar un problema - sobre la base de lo que otros han pensado ya sobre temas similares -, recoger información, procesarla, escribir, organizar esas ideas y materializarlas en una suma de hojas. Hojas que se van convirtiendo en capítulos. Sucesión que, por otra parte, va siendo rehecha y que se va hilvanando para darle sentido, hasta que uno encuentra que ha logrado darle coherencia interna. He sentido a veces que esta era una tarea, a ratos inhumana por que requería abstraerme y perder conciencia de los rituales de la vida diaria. Había que irse a otro lugar donde anidan las ideas, las obsesiones. Allí, poco a poco, las vamos deshilachando, tejiendo y destejiendo y volviendo a armar despaciosamente. Pero no basta con darle sentido, les tenemos que dar un orden, una forma, que las haga inteligible para otros que, por alguna u razón espontánea u obligada, la tendrán que leer y entender. Este tiempo tiene un devenir. Se parece a las aguas de algunos de esos ríos de mi provincia1 que a veces están secos, otras fluyen como trinar de pájaros y otras, en verano, vienen caudalosos e inundan sus riberas. Es ésta una temporalidad arbitraria donde a veces las ideas fluyen sin mucho sentido, otras las hilvanamos y, otras, nos quedamos mirando la pantalla o la hoja sin poder escribir una palabra. En esta hermosa y apasionante tarea, mezcla de ritual y de vida, al final, el único interlocutor material que nos queda es la pantalla de un ordenador. Y quizás la música, que me ha acompañado continuamente. Trayéndome a mis oídos, a veces sordos, las emociones que otros han sabido imprimir en una melodía que me hablaba de ríos lejanos, de amores, de la paz y el dolor de la vida que está afuera y también adentro de los protagonistas del vínculo entre pobreza y desarrollo. Otras veces me acompañaba el canto de los pájaros que se acercan a mi ventana. O el atardecer que, de golpe traía otra luz a mi recinto y me incitaba a levantarme para ver como cambian las tonalidades de azules de los cielos de Salta y cómo, poco a poco, se prenden las luces de mi ciudad, en un titilar silencioso y seco. Decía que en este trayecto han estado presentes fantasmas, intuiciones, duendes, miedos, deseos, seres queridos que están ahora y otros que ya han partido. Presentes de distinta manera. Pero que han hecho posible este libro. En la parte formal de los agradecimientos, más que contar cuales fueron esos fantasmas y vivencias que lo llevan a uno a obsesionarse con una pregunta o un tema, se trata de traer a la memoria, aquellas personas que de diversa forma estuvieron cerca para alentarnos o nos acompañaron silenciosamente. Fueron muchos, algunos recordaré y seguramente muchos otros que ahora no recuerdo estarán plasmados en palabras del texto, sin que todavía sea consciente de ello. A todos ellos les agradezco y a los que recuerdo, permítanme nómbralos a mi manera. Primero vienen a la memoria mis seres queridos más cercanos, mi marido que nos dejó para siempre, Pato. Siempre me apoyó para que diera rienda suelta a mis sueños, para que los hiciera realidad. Y esto no fue una mera actitud condescendiente, sino una sincera y honesta confianza en mí. Cuidaba de nuestros niños cuando viajaba buscando formarme. Les daba de comer, los acunaba, los hacía dormir, mientras yo escribía tesis o hacía informes de

1

Salta, Argentina.

8

investigación. Me acariciaba y se reía de mis obsesiones. Cocinaba para ellos y para mí. Es que no sólo no entiendo de esos menesteres, sino que cuando estoy en estas lides, me olvido de los horarios y de las necesidades más vitales y prosaicas. Mis hijos, Javier, Matías y Valentina que tuvieron que sufrir la ausencia de su madre ya sea por que trabajaba o por que viajaba y, al mismo tiempo, me acompañaban y respetaban. Pato ya se había ido cuando comencé el doctorado. Pero estaba presente de otra manera, alentándome a seguir con mis sueños. Pancho, mi padre, a quien debo la pasión por estos temas y preocupaciones tampoco estaba, se había ido. Durante dos meses de 1997 y 1998, cuando tomaba los cursos de doctorado en La Rábida, tuve muchos seres queridos que me apoyaron en distinto grado para poder hacerlo. Mi madre Sonia y Marcelo, Rafael y Marcela mis hermanos, Héctor que estuvo allí, también presente y cerca de mis hijos y mi casa. Mónica que cuidó de Valentina con un cariño especial. Mi tía Gloria y Clarisa que estuvieron presentes ayudándome en todo lo que necesitaba. Marcela del Valle siempre colaboró apoyándome en cosas prácticas y me mimaba, en forma silenciosa, proveyéndome de distintas cosas para que no me levante del ordenador. Al último y, ya finalizando, vino Alejandro a regalarme buen humor, paciencia y amor. En la discusión de mis ideas y mis obsesiones debo agradecer a los profesores del doctorado en “Relaciones Interétnicas” de la Universidad de Sevilla. Sobre todo a mi director y a mi tutor, que con sus reflexiones me dispararon ideas y me evocaron preguntas en la línea de mis preocupaciones. El Dr. Alejandro Isla, mi director, me acompañó, alentó y orientó. A mis compañeros de convivencia, que tanto en nuestras charlas como en nuestras comidas en el Raposo, de Puerto de Palos me ayudaron a ir delineando ideas que estaban todavía en germen. Agradezco especialmente al Curro, Mario, María Elvira, José María, Carlos Vladimir, Belen, Milda, las dos Lauras, Romeo, Alcides, Carlitos, Jairo, Lili, Neuss, Romel y Oscar. Al Curro y a María Elvira un especial agradecimiento. Sin Curro no hubiera podido reírme tanto y realizar los trámites burocráticos de la defensa de la tesis en Sevilla. En Salta quiero agradecer a los alumnos de las asignaturas que, mientras iba investigando y escribiendo, impartía en la Universidad Nacional de Salta, Argentina y en la Universidad Mayor de San Andrés de la Paz, Bolivia. Ellos enriquecían con sus aportes muchas de las cuestiones que me preocupaban. A mis colegas y amigos de la Maestría en Políticas Sociales: María Angela Aguilar, Mónica Sacchi, Gerardo Bianchetti, Geruza Queiroz, Estela Vazquez, también a mis compañeros en la gestión académica: María Teresa y Alejandro. A los miembros del programa de investigación sobre Políticas Sociales de la Universidad Nacional de Salta y a los integrantes del equipo de cátedra de Antropología Urbana dependiente de la carrera de Antropología de la misma universidad. Ellos no sólo discutieron conmigo los avances de la tesis, también colaboraron en la tarea ardua y tediosa de desgravar entrevistas y detectar fuentes de archivo. Entre otros debo agradecer a Marcela Alvarez, Ivan Cancinos, Javier Baspiñeiro, Rosana Burgos, Silvia Torezani. A Jorge Pantaleón por sus comentarios e intercambio teórico y bibliográfico. Especialmente merecen una mención de honor Marcelo Ibarra y Mónica Flores. El primero fue mi más cercano, aguzado y crítico interlocutor y, a la vez, mi más fiel amigo en la confección de este libro. Mónica fue mi compañera de rumbo. Ambas hacíamos tesis al mismo tiempo, en un vínculo académico que me permitió aprender de ella muchas miradas que complejizaban mis preocupaciones homólogas a las suyas. Ellos dos, además, fueron quienes editaron esta libro y su tarea superó con creces la formal corrección de “estilo”. A mis amigos que ya sea con su afecto, compañía o aportes, estuvieron cerca de mí en este proyecto: Eugenia Sbrocco, Chris Vandam, Judith Franco, Mercedes Anchezar, Cecilia Torres, Joana Richardson, Eduardo Bellavilla, María Eugenia Chagra, Quity y Jorge Scardilli, Mabel y Armando Bisbal, Graciela y Juan Carlos Cid, Martita Ves Losada, Mónica y Pablo Dimarco, la Ceci Brunetto, entre otros tantos queridos y entrañables amigos. He recibido también ricos aportes académicos e importantes comentarios que, en alguna parte de la tarea de investigación, tuvieron oportunidad de realizar. Entre ellos querría mencionar a Silvia Rivera Cusicanqui, Luciano Andrenacci, José Luis Moreno, Maristella Svampa, Rubén Lovuolo, Silvio Feldman, Rosalía Cortes, Miguel Murmis, entre otros. 9

Finalmente un comentario sobre las circunstancias especiales de realizar una tesis doctoral en la madurez. Estoy ya pasando la mitad de siglo y, a diferencia de muchos jóvenes que tienen la suerte y la capacidad de tener becas de manutención para encerrarse a investigar y a escribir, la he realizado durante siete años, trabajando, cuidando mi casa, criando mis hijos y desempeñando funciones en gestión académica universitaria. Es decir sin interrumpir el resto de las tareas cotidianas, salvo en períodos muy cortos. Además en un contexto de una provincia pobre, en una universidad con pocos recursos y un país que, a medida que avanzaba en la investigación, se iba empobreciendo de forma paradigmática como mostramos más adelante. A pesar de todas estas limitaciones, muchas ayudas facilitaron esta tarea ardua y difícil. La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta me otorgó licencia con goce de sueldo para poder viajar a Sevilla durante 1997 y 1998, dos meses en cada oportunidad. Me ayudó con fondos especiales para el pasaje a España y parte de la estadía. El Consejo Superior, en el año 2001 me otorgó cinco meses de año sabático para avanzar en la redacción de la tesis y en el año 2004 para editar éste y otros libros. El Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta, también colaboró en mi traslado a Sevilla y, con sus aportes a la investigación, permitió financiar pequeños gastos del trabajo de campo. La universidad de la Rábida me otorgó una beca de manutención para vivir allí mientras tomaba los cursos de doctorado. Seguramente quedarán muchas personas, aportes, ayudas, que ahora no recuerdo. De todas maneras y junto a la melancolía que estos recuerdos traen, está la alegría de haber terminado finalmente algo que, en un momento fue casi una pesadilla. Junto a esta sensación de alivio y gratificación que tiene la tarea cumplida, se mezcla la tristeza de una etapa que se acaba. Pero queda la pasión por seguir trabajando en muchos temas que se han ido desplegando y que requieren de tratamientos más profundos, en los que ya estoy pensando y trabajando.

10

INTRODUCCIÓN En este libro pretendo responder algunas cuestiones muy simples que ayudan a comprender procesos que reproducen la desigualdad y la pobreza, en el contexto de la hegemonía del discurso del desarrollo y la creciente importancia de los organismos internacionales promotores del “desarrollo”, sobre el gobierno de los pobres y de las naciones pobres del mundo. Se trata de analizar esta problemática durante la última mitad del siglo XX en América Latina, tomando la Argentina como estudio de caso. Si bien estos procesos se expresan en formas particulares en cada país, se pueden observar puntos similares, tales como la imposición de formas de gobierno y la regulación de las poblaciones percibidas como amenazas, dentro de tendencias globales marcadas por los centros de poder mundial. Tratamos de preguntarnos ¿cuáles son las visiones predominantes, el sistema de categorías conceptuales y las formas de intervención en esta etapa sobre la pobreza? ; ¿por qué la pobreza se constituye en un problema que justifica formas particulares de intervenir sobre ella?; ¿qué significado tiene la pobreza para los mitos del “progreso” y la “modernidad?”; ¿cuáles son las concepciones sobre pobres y pobreza, para quienes constituyen las voces autorizadas para decir algo sobre ellos: los científicos sociales, los funcionarios de los gobiernos nacionales y aquellos centros que ostentan la autoridad y el poder de intervención y gobierno sobre nuestras naciones? ; ¿Qué se entiende por pobreza y como se interviene sobre ella, a partir del último mito discursivo de finales del siglo XX: el Desarrollo Humano (DH)? Este estudio pretende mostrar cuales fueron las representaciones y clasificaciones asociadas a las formas de intervención social sobre la pobreza, a partir de un proceso de metamorfosis2 y transformaciones socio económicas y políticas experimentadas en la Argentina, en esa etapa. ¿Cómo evolucionaron las taxonomías sobre pobres y pobreza, como se articularon estas políticas públicas vinculadas al desarrollo? ¿Cómo se fueron construyendo ideas que naturalizaron ciertas formas de representarse, intervenir y gobernar a los pobres? ¿Cuáles fueron las continuidades y las rupturas en estos estilos de gobierno e intervención sobre ellos? En el análisis de la construcción de estas representaciones y formas de intervención, podemos observar la prevalencia de diversos discursos que fueron siendo predominantes. Las condiciones de su surgimiento tienen que ver con la tensión entre ideas, prácticas y formas particulares de reproducción del capital a nivel ampliado y las formas que adquirió el Estado Nación, las luchas sociales. También esas representaciones estuvieron fuertemente interrelacionadas con la manera en que los países hegemónicos de Occidente, fueron construyendo y nominando a los países que iban dominando, sobre todo a los denominados “subdesarrollados”. La hipótesis más significativa que trato de demostrar es que las representaciones, categorías e intervenciones sobre la pobreza han tenido un cambio cualitativo a partir de la progresiva hegemonía del DH en los 90’, con relación a etapas anteriores donde predominaba el discurso del desarrollo3 a secas. Estos cambios son, sin embargo, una versión remozada de viejas prácticas tutelares con los pobres. En medio de una retórica que, por un lado promueve un discurso seudo humanizante de las formas de intervención social y que dice valorizar las pautas culturales y las “energías solidarias” de los pobres y sus formas de vida, se profundizan discursos y relaciones sociales que tienen como estímulo y referencia, la competencia, el

2 Este enfoque sigue a Castel (1997) donde la metamorfosis sería la ”dialéctica de lo igual y lo diferente: identificar las transformaciones históricas de este modelo, subrayar lo que sus principales cristalizaciones traen a la vez de nuevo y de permanente, así sea bajo formas que no permiten reconocerlas de inmediato.” (Castel, 1997: 17). El concepto de metamorfosis tiene significativa influencia de la idea de arqueología de Foucault. 3 Para una caracterización de desarrollo como discurso ver Esteva, 1996; Escobar, 1998; Sachs, 1999.

11

individualismo y la creciente mitificación del mercado, por sobre todo otro tipo de vínculo social. Esta dualidad devela las contradicciones de las políticas neoliberales y del discurso del desarrollo y se expresa en un estímulo que puede sintetizarse como sigue: "solidaridad entre los pobres, competencia e individualismo para los más "capaces" y subsidiariedad para el Estado”. Creo que las formas de intervención y regulación de la vida de los pobres está fuertemente ligada a ciertas representaciones sociales que tienen de ellos los distintos actores que intentan gobernarlos. Utilizo el concepto de tecnologías de poder de Foucault4 para analizar esas prácticas, las que pueden adquirir diversas formas. En nuestro caso, nos interesa indagar sobre las tecnologías de poder que se constituyen como prácticas discursivas que pueden llamarse también dispositivos de intervención sobre ciertos grupos subalternos que, de alguna u otra manera son las víctimas de los procesos de transformación social, acumulación de los recursos sociales (capital simbólico y económico, tierra, agua y trabajo) y de los procesos de profundización de la desigualdad y la creciente pobreza. Considero que la historia de estas prácticas y representaciones de gobierno y gestión de la pobreza, requiere de una arqueología que logre dar cuenta de ésta como un trabajo de construcción social de las formas de clasificación, nominación e intervención sobre la pobreza. Esta reconstrucción es de alguna manera la historia de un “otro” radical que debe ser nombrado y clasificado para formar parte de un orden social más o menos jerárquico. Durante el siglo XX, la pobreza se ha constituido en la alteridad de las utopías civilizatorias primero, de la modernidad después y de la globalización neoliberal, en sus postrimerías. Pienso que la pobreza es la alteridad radical de las utopías y las discursividades que atravesaron el siglo XX: la civilización, la modernidad, el desarrollo a secas y el con rostro humano. Para los mitos de la modernidad, tanto como para el desarrollo y el capitalismo imperial globalizado, la construcción de la pobreza como problema, parafraseando a Foucault (1981 [1966]:9-10), es la historia del “otro”. Aquel que es a la vez interior y extraño a una cultura. Por ello debe excluirse, conjurarse y distinguirse pero que a través de ciertas identidades es nombrado y clasificado. Forma parte de la historia del orden de las cosas, de su naturalización5. En este sentido, la pobreza es la alteridad de los poderosos, es la alteridad de las utopías de la modernidad. Es a su vez, expresión de un “desorden” del equilibrio que traería entre los hombres, la razón y los derechos de igualdad, que la Revolución Francesa y la declaración de los derechos humanos de las Naciones Unidas, a mitad del siglo XX, propiciaron para el futuro de Occidente. Es expresión de esta suerte de “anomalía” de la modernidad. El espejo deformado de los “beneficios” del libre cambio, que la economía política en ascenso había proclamado, como alternativa a los lazos de solidaridad local para el Occidente liberal, durante el siglo XIX. Luego será el efecto “no deseado” del crecimiento desarrollista de los 50’ y de su escaso rebalse a los países “subdesarrollados”, que se incorporaban al mercado capitalista dominado por los Estados Unidos triunfantes de la posguerra. A finales del siglo, en los 90’, será la dolorosa y sarcástica constatación de que las recetas neoliberales triunfantes no son para nada humanas. Para darle un “rostro” humano habrá que desarrollar formas de gobernar para asegurar, al menos, ciertos mínimos biológicos a la producción meteórica de pobres, promovida por el concierto de organismos internacionales que regulan la pobreza en un

4

Ver capítulo I. 5 “La historia de la locura sería la historia del “otro” –de lo que, para una cultura, es a la vez interior y extraño y debe, por ello, excluirse (por conjurar un peligro interior), encerrándolo (para reducir la alteridad); la historia del orden de las cosas sería la historia de lo mismo- de aquello que, para una cultura, es a la vez disperso y aparente y debe, por ello, distinguirse mediante señales y recogerse en identidades. Y si soñamos que la enfermedad es, a la vez, el desorden, la peligrosa alteridad en el cuerpo humano que llega hasta el corazón mismo de la vida, pero también un fenómeno natural, que tiene sus regularidades, sus semejanzas y sus tipos, veremos qué lugar podría ocupar una arqueología de la mirada médica” (Foucault (1981 [1966]:9-10).

12

mundo globalizado de libre mercado. Por ello, la pobreza debe ser mapeada, espulgada, sistematizada, intención a la que se asocia la construcción de un saber sobre lo “social” y formas particulares de intervención. En este conocimiento, las categorías para nominar, medir, describir y detectar al “otro” son fundamentales. Las formas de intervención sobre la pobreza en el siglo XX son parte constitutiva de lo que se ha denominado “políticas sociales”. Propongo analizarlas como un campo discursivo y un campo cultural, como un espacio privilegiado de condensación y construcción de una alteridad radical a la modernidad. Entendemos que las políticas sociales son una forma particular que adquirieron los sistemas de obligaciones recíprocas entre instituciones gubernamentales y no gubernamentales, el mercado y la familia y la comunidad. En este sentido, no sólo se trata de instituciones donde ciertos vínculos permiten el acceso a bienes o servicios o pretenden asegurar la reproducción social o permiten responder al riesgo social o conjurar el peligro de fractura de una sociedad. Son también un campo cultural, es decir un espacio de relaciones donde se construyen identidades y en el que se naturaliza lo social, se construyen discursos de la igualdad y la diferencia estableciendo jerarquías sociales. Constituyen, por ello, un ámbito propicio para ensayar una antropología de la modernidad6 en el sentido de un ejercicio que exotiza las alteridades más cercanas donde las ciencias sociales tienen un rol fundamental en su construcción Estas configuraciones de sistemas de obligaciones recíprocas constituyen una red de relaciones móviles en donde actúan las tácticas de gobierno. Estas definen según Foucault (1981) lo que es estatal y no estatal ya sea privado o público. Creo tambièn que definen que contraprestaciones son de carácter mercantil y no mercantil; cuales se inscriben en relaciones contractuales de la “igualdad del ciudadano” y cuales quedan en los vínculos que se mantiene tutelados ya sea formando parte de estructuras sociales más estamentales o más horizontales. Se trata entonces de mirar a las políticas sociales también como un campo cultural que permite entender la naturalización de lo social y de las jerarquías sociales. Estos vínculos de contraprestaciones recíprocas son un lugar de construcción cultural de las diferencias y concomitantemente de la lucha por la igualdad. Nuestro enfoque ensaya una arqueología de la pobreza a partir del análisis de los discursos o prácticas discursivas o saberes con pretensión de verdad que aparecen como naturales y que requieren de ciertas tecnologías de poder particulares, de la construcción de objetos de saber y de objetivos de control (Foucault; 1992) y que constituyen temas o teorías particulares (Foucault; 1997 [1963]). Estos discursos obedecen a reglas, que conforman sistemas o formaciones discursivas7, vinculadas con las condiciones de surgimiento de nuevos

6 La antropología de la modernidad, es una forma de hacer antropología del mundo contemporáneo y de la cultura occidental que enfoca las relaciones sociales y su naturalización como producidas por prácticas históricas donde se combina conocimiento y poder (Escobar, 1997 y 1998; Rabinow, 1986). Esto implica un abordaje que intenta desnaturalizar lo social entendiéndolo como una construcción histórica, en un intercambio estrecho entre prácticas y símbolos que producen y regulan la vida social. 7 Los discursos, “dan lugar a ciertas organizaciones de conceptos, a ciertos reagrupamientos de objetos, a ciertos tipos de enunciados, que forman según su grado de coherencia, de rigor y de estabilidad, temas o teorías” (Foucault; 1997 [1969]: 105). Una formación discursiva para Foucault es una regularidad (un orden de correlaciones, posiciones en funcionamientos, transformaciones) dentro de un sistema de enunciados que implica objetos, tipos de enunciación, conceptos, elecciones temáticas. Dentro de esta formación discursiva habría reglas de formación que serían las condiciones a las que están sometidos estos elementos o sea sus condiciones de existencia (de coexistencia, de conservación, de modificación, de desaparición) (62-63). El método, en forma muy resumida, consistiría en: definir las reglas de formación entre las redes de los conceptos y las reglas de los objetos, de las modalidades enunciativas de los conceptos, de las elecciones teóricas; las formas de modificación de los enunciados de ese discurso; los emplazamientos institucionales y la inserción del sujeto al que apela y construye el discurso (106107). Atender a las aparentes divergencias y dispersiones y encontrar puntos de enganche de una sistematización, cómo, a partir de elementos a la vez equivalentes e incompatibles se ha derivado una

13

objetos de saber y control, de enunciados, organizaciones de conceptos, ciertos reagrupamientos de objetos. En la arqueología es fundamental además dar cuenta de las discontinuidades8 y las formas en que estos sistemas y dispositivos de intervención conforman formas de gobierno y dominación. En este sentido, nuestra mirada es fuertemente tributaria del pensamiento de Foucault, pero también incorporamos como objeto de conocimiento a la indagación de representaciones sociales que están inscriptas en esta discursividad9. Sin embargo, indagar las representaciones sociales sobre la pobreza inscriptas en las categorías y formas de intervención y acción requiere de un abordaje metodológico complementario y al mismo tiempo diferente al análisis arqueológico de las formaciones discursivas. No sólo me interesa develar las reglas de formación entre las redes de los conceptos y los objetos a los que hace referencia la pobreza. Trato de mirar también la forma como estas discursividades ya institucionalizadas constituyen un entramado de relaciones sociales particulares que da cuenta de la forma como los distintos actores se vinculan con las personas consideradas pobres. Estos vínculos sociales se superponen a las relaciones de clase, de linaje, de vecindad y a diversas relaciones políticas (partidarias, de militancia de clientela).

serie coherente de objetos, de formas enunciativas y de conceptos, que pueden constituir subconjuntos discursivos de otros más vastos (teorías, concepciones, temas). Dado que existen distintas elecciones para abordar el análisis de estas discursividades, él propone algunas estrategias. Una de ellas es describir las instancias específicas de decisión (109), otra es estar atento a la función que debe ejercer el discurso estudiado, en un campo de prácticas no discursivas, no sólo las decisiones políticas y económicas de los gobiernos sino las prácticas cotidianas apenas conceptualizadas, apenas teorizadas (111). Esta instancia comporta también “el régimen y los procesos de apropiación del discurso de los especialistas (las competencias para comprenderlo, las formas de acceso lícito al corpus de enunciados, la capacidad para hacer entrar este discurso en decisiones, instituciones o prácticas) (112). Finalmente otra cuestión fundamental que plantea en otra de sus obras es la importancia de captar el poder de las discursividades no en su centro solamente, “captar en cambio el poder en sus extremidades, en sus terminaciones, ahí donde se hace capilar; captar el poder en sus formas mas regionales, más locales, sobre todo allí donde saliéndose de las reglas del derecho que lo organizan y lo delimitan, se prolonga más allá de ellas invistiéndose en instituciones, toma cuerpo en técnicas y en instrumentos de acción material que pueden también ser violentos” (1992: 37) 8 Tomamos la idea de discontinuidades como cuestiones fundamentales a mirar desde el punto de vista metodológico en el análisis de los sistemas discursivos, en base a Foucault (1981 [1966]: 57). Para él “la discontinuidad –el hecho de que en unos cuantos años quizá una cultura deje de pensar como lo había hecho hasta entonces y se ponga a pensar en otra cosa y de manera diferente- se abre sin duda sobre una erosión del exterior, sobre este espacio que, para el pensamiento está del otro lado, pero sobre el cual no ha dejado de pensarse desde su origen. Llevando al límite, el problema que se plantea es el de las relaciones entre el pensamiento y la cultura: ¿cómo es posible que el pensamiento tenga un lugar en el espacio del mundo, que tenga algo sí como una origen y que no deje, aquí y allí, de empezar siempre de nuevo? Pero quizá no sea aún tiempo de plantear el problema; es probable que sea necesario esperar a que la arqueología del pensamiento se haya asegurado más, que conozca mejor la medida de lo que puede describir directa y positivamente, que haya definido los sistemas singulares y los encadenamientos internos a los que se dirige, parar emprender el estudio del pensamiento e investigar la dirección por la que se escapa a sí mismo. Así, bastará por el momento con acoger estas discontinuidades en el orden empírico, a la vez evidente y oscuro en el que se dan”. 9 Foucault insiste en que en los sistemas discursivos, las representaciones sociales no son importantes y no son objeto de su interés estudiarlas. Homologa esta visión a una historia de las ideas o de las mentalidades, espacio de disputa en el que se inscribe y del que se diferencia ya que la arqueología no se trata del discurso como documento, como signo de otra cosa. “La arqueología pretende definir no los pensamientos, las representaciones, las imágenes, los temas, las obsesiones que se ocultan o se manifiestan en los discursos, sino esos mismos discursos, en tanto que prácticas que obedecen a unas reglas” (1997 [1969]: 233 y 227 a 262). Sin embargo creo que la incorporación de las representaciones sociales no es opuesta a la comprensión de los sistemas discursivos, sino que la complementa y enriquece, pero requiere de un abordaje metodológico que va más allá de la arqueología como concepción de las discursividades y como método.

14

Otras veces constituyen estratificaciones sociales particulares10 y también un tipo de vínculo específico que la tradición sociológica francesa contemporánea ha denominado como “cuestión social” (Castel 1997, 1999 y 2004, Donzelot 1980, 1984, 1990, 1998, Fitoussi y Rossanvallon 1996, Rossanvallon 1995, entre otros). Me interesa indagar las representaciones sociales. Estas son mecanismos muy primarios del hombre como clasificar, asignar atributos, imaginar características de las personas y las cosas, localizar a las personas y a los grupos sociales en lugares particulares en el espacio -que siempre es social - y asignar jerarquías y rangos de desigualdad entre ellos; las que se encarnan en luchas clasificatorias en un campo dado11. Las representaciones sociales remiten a la estrecha relación de las estructuras mentales o cognitivas con las estructuras sociales, entre condiciones socioculturales y determinaciones objetivas (Durkheim y Mauss, 1971; Bourdieu, 1985; Bourdieu y Wacquant, 1995). Desde el punto de vista metodológico este abordaje requiere mirar y entender estas representaciones y conduce a precisar primero a las clasificaciones nativas que realizan las sociedades para diferenciar a las personas y grupos sociales (Ej.: mestizos, criollos, trabajadores, ciudadanos, negros o afro americanos, blancos, amarillos, pudientes, pobres, indigentes) y luego a vincular estas clasificaciones con un tipo particular de relaciones sociales e intervenciones (caridad, filantropía, beneficencia, socorro, asistencia social, asistencia pública, política social, políticas de desarrollo social, etc.), para atender a la protección llamada social12 de las personas y grupos que, por alguna causa, no pueden subvenir a la reproducción de la vida y dentro de éstas y sobre todo a una clasificación liminar al origen de la protección social moderna que es la pobreza. Para estudiar las clasificaciones y representaciones sociales podemos elegir recortar un vínculo particular, materializado en un espacio social acotado (por ejemplo las relaciones entre intermediarios de dispositivos de intervención social –políticos, funcionarios, técnicos- y los destinatarios de esas intervenciones – en un barrio, en una institución, en un programa). Sin embargo, si partimos del supuesto que los sistemas clasificatorios son productos del devenir de luchas históricamente construidas, no sólo producto de un recorte de una determinada relación de fuerza entre grupos, en un momento histórico acotado, debemos describir también la temporalidad en que esos sistemas clasificatorios, en tensión, se despliegan. Estos procesos se expresan en un entramado de vínculos que es necesario describir y deconstruir, tanto en su devenir como en las reminiscencias -cuyos ecos todavía se oyen- de clasificaciones y vínculos sociales anteriores y de luchas pasadas, algunas no resueltas. Entendemos que las formas de intervención social o a las políticas sociales constituyen redes o configuraciones de exclusión/inclusión subordinada13 de contraprestación recíproca y

10 Aquí la idea de estratificación social se refiere al análisis de Gosta Esping Anderson (1991) quien considera, entre otros aspectos, que el efecto de las políticas sociales es diferenciar a las personas a partir de estratificaciones sociales particulares según sea el tipo de bienes o servicios al que accede. 11 Aquí estoy pensando en la idea de campo de Bourdieu que se desarrollará con más extensión en el primer capítulo 12 Castel (1997) considera que la invención de la protección social, a la que el denomina asistencia social tuvo que ver con un momento de traspaso de la responsabilidad de esta función, del ámbito de la comunidad y las relaciones primarias al ámbito de instituciones especializadas de carácter religioso primero, luego municipal y luego gubernamental. El pone el énfasis en la última etapa de esta metamorfosis, la referida a una etapa particular, la aparición del asalariado moderno. Por ello el subtitulo de su “la metamorfosis de la cuestión social”, se refiere a “una crónica del asalariado “.. 13 Cuando me refiero a “configuraciones de inclusión/exclusión” estoy pensando en la idea de Elías (1996 [1969]) de configuraciones sociales para explicar procesos históricos donde existen relaciones de interdependencia entre grupos sociales, con diferenciales de poder, que se mantienen en el largo tiempo. Estas conforman sistemas de interdependencia y vínculos recíprocos. Si bien Elías estudia las diferenciales de poder, en términos de estatus o de establecidos y recién llegados, creemos que esta idea complementa la visión de las relaciones de dominación de clase y nos permite entender también otros vínculos de interdependencia y de subordinación/dominación como las relaciones entre las clases y las

15

también luchas clasificatorias14 que asignan un lugar a las personas - en la gama de las jerarquías sociales dentro de un espacio social particular -, y cuya historia de especialización va otorgando autoridad a ciertos especialistas, personas e instituciones para el gobierno, gestión y control sobre la pobreza (iglesias, parroquias, municipios, estado nacional, organismos supranacionales, etc.). Estos sistemas o configuraciones no sólo implican intercambio de bienes, servicios y capitales simbólicos (honor, prestigio, dignidad, identidad, inferioridad), sino que involucran intrínsecamente la construcción de “tipos sociales” diferenciados (“pobres de solemnidad”, “pobres vergonzantes”, “pobres válidos”, “trabajadores”, “desvalidos”, “marginales”, “informales”, “pobres estructurales”, “pobres heterogéneos”, “pobres indigentes debajo de los mínimos biológicos”, etc.). Estas maneras de nombrar a las personas están en estrecha relación, no sólo con los sistemas discursivos que los construyen, sino con los vínculos sociales que los materializan. Por lo tanto se trata de un proceso y no de un estado, por lo que debe ser estudiado a partir de su historicidad y que requiere, por tanto, de la visualización de las luchas entre distintas formas clasificatorias y entre diferentes correlaciones de fuerza. Por ello debemos mirar su construcción histórica y el hilo de la memoria de luchas anteriores que en ella se re-actualizan. En este sentido, la idea de intervención social entendida como un campo de poder exige un abordaje relacional de lo social pensado en términos de relaciones de fuerza entre posiciones sociales que garantizan a sus ocupantes un quantum suficiente de fuerza social o de capital, de modo que estos tengan la posibilidad de entrar en luchas por el monopolio del poder (Bourdieu, 1989 [1977]: 28-29). El involucramiento requiere de “una suerte de complicidad básica” acerca de lo que merece ser objeto de lucha y de intereses compartidos. En este sentido el abordaje relacional, desde el punto de vista metodológico, requiere de algunas rupturas (Bourdieu, 1989: 28-34). Primero, no toma como objeto de análisis grupos definidos, en nuestro caso los pobres, sino las relaciones y el trabajo social de construcción de ese objeto pre-construido. Segundo, no se hace preguntas substancialistas. Más que preguntarnos qué o quienes son los pobres, nos interesa indagar cuáles son los atributos que se les asigna y que los convierten en objetos de intervención y que les permite, a su vez, entrar en el juego de relaciones de fuerza de ese campo. Cuáles son los capitales o las apuestas (saberes, representaciones, categorías, tecnologías de identificación, etc.) que los expertos sociales ponen en juego en las luchas para mantenerse como autorizados y que les permite decir algo sobre quienes son los pobres (nominarlos) e intervenir sobre ellos, de cierta manera y no de otra, haciendo uso de ciertas tecnologías de poder15sobre ellos.

etnias e incluir a las políticas sociales que conforman una relacion social particular que permite acceder o no a derechos a bienes tangibles e intangibles, los que se materializan en diferentes formas de ciudadanía civil, social y política (Marshall, 1998) y también en diferentes formas de tutela sobre diferentes grupos sociales. Estos procesos expresan formas particulares de distribución de la riqueza y de los medios de subsistencia, del poder político entre las clases y estratos y de las identidades sociales. 14 Mauss y Durkeim (1971 [1903]) y Bourdieu (1985, 1988, 1989a y 1991). 15 Para Foucault (1996) es importante discernir entre: las tecnologías del poder, los objetos del saber y los objetivos de control. Según el y a modo de contextualización debemos comprender que existen cuatro tipos principales de esta "tecnologías" y que cada una de ellas representan una matriz de la razón practica. Estas son las tecnologías de producción, que nos permiten producir transformar o manipular cosas; las tecnologías de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sistemas de signos, sentidos, símbolos o significaciones y las tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto. Finalmente las tecnologías del yo que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad. Estos cuatro tipos de tecnologías casi nunca funcionan de modo separado, aunque cada una de ellas este asociada con algún tipo particular de dominación. Cada una implica ciertas formas de aprendizaje y de modificación de los individuos, no sólo

16

En principio, los expertos en la cuestión social moderna en occidente fueron los sacerdotes, también los miembros de parroquias, monjas y luego segmentos de las elites, como las damas de la beneficencia en la etapa de la caridad laica, para el caso de la tradición española de intervención asistencial y para muchos de los países de América Latina. A medida que lo social se profesionalizó, en un primer momento los médicos higienistas fueron “voces autorizadas”, luego los científicos sociales quienes detentaran un espacio de autoridad significativa en la nominación de los “otros”, objeto de “intervención” social. Los discursos sobre la pobreza como artes de gobernar, la aparición de la focopolítica Los discursos son parte de lo que Foucault (1981) denomina “artes de gobernar”, en el sentido de ciertas virtudes, habilidades, mañas, distinciones, conjunto de reglas, dispositivos para influir sobre la vida de los otros. Las denominadas políticas sociales son la nominación que adquieren esas prácticas discursivas, en el siglo XX, a partir de los denominados regímenes de Estado de Bienestar. La biopolítica es una forma particular de arte de gobernar que, como veremos, surge vinculada a un proceso fundamental que Foucault llama la gubernamentalización de la vida, donde “el arte de gobernar se convierte en el problema de la gestión de la población”, “la población en el fin último del gobierno” y “la familia como un fin último de la población”. Foucault (1991: 91-95) considera que la aparición de la biopolítica está vinculada con una analítica utilitaria de la pobreza en la que la enfermedad, la salud y el bienestar físico de los pobres tienen que ver con los imperativos del trabajo y la necesidad de producción16. Se trata de gestionar sus “cuerpos”, no para disciplinarlos como en la etapa de la anátomo-política, sino para ayudarlos y si es necesario, obligarlos a garantizar su salud. Siguiendo a Foucault, consideramos que la biopolítica o política de la vida como arte de gobernar que surge en Europa en el siglo XVIII, incluye dos discursos predominantes en la Argentina: el higienismo y el desarrollo. El primero, cuyo origen se puede datar a finales del siglo XIX, es impulsado no sólo por las ideas higienistas, positivitas y eugenésicas (Alvarez L. 2004) promovidas por una corriente de pensamiento llamada la “Generación del 80’, sino también son el producto de un despliegue de estrategias producidas durante las epidemias del cólera locales que se constituían en una amenaza para el incipiente desarrollo del capitalismo y la necesidad de contar con trabajo productivo. El higienismo tuvo como mito la expansión de la civilización, que no era otra cosa que la imposición de los estilos de vida de las elites dominantes de los países Europeos (Elías, 1993) sobre los países colonizados, dominados o bárbaros. En esta forma de gobierno y dominio cultural, las energías de pacificación se sintetizaron en la dicotomía “civilización o barbarie”. El higienismo fue la antesala del discurso del desarrollo, el cual toma muchas de las ideas fuerzas del primero pero marca una ruptura con aquel. El discurso del desarrollo se encarna en diferente manera en corrientes políticas en América Latina y al mismo tiempo es propiciado por los Estados Unidos de Norte América y los organismos internacionales de crédito y de “desarrollo” creados a mitad del siglo XX, como el Banco Mundial y los organismos del Sistema de las Naciones Unidas. El discurso del desarrollo ha sido estudiado por algunos autores como formas concretas de pensamiento y acción a través de las cuales el Tercer Mundo es producido y el subdesarrollado inventando17. En este discurso el mito fue la modernidad y el crecimiento

en el sentido más evidente de adquisición de ciertas habilidades, sino también en el sentido de adquisición de ciertas actitudes. Es evidente por ejemplo, la relación entre la manipulación de las cosas y la dominación en el Capital de Karl Marx, donde cada técnica de producción requiere la modificación de la conducta individual, no sólo de las habilidades sino también de las actitudes." (1996: 47 49) 16 En su caso, este autor refiere a las políticas de salud del siglo XVIII. 17 Entre los autores que analizan el desarrollo como discurso teórico con aportaciones antropológicas

17

económico que, se suponía, debía expandirse sobre las poblaciones subdesarrolladas, arcaicas y tradicionales. Esta iniciativa de pacificar y controlar la alteridad se realizó introduciendo tecnologías, asalarizado e industrializando los países y regiones que eran considerados cultural y socialmente sub-desarrollados. Había que superar etapas y formas de vida valoradas como tradicionales y retrasadas para arribar a la modernidad y al desarrollo. Consideramos que en los 90, a finales del siglo XX, aparece un nuevo arte de gobernar denominado “focopolítica” o política de los grupos foco. Se caracteriza por la gestión, control y producción de saberes especializados sobre grupos de riesgo. El discurso de este nuevo arte de gobernar es el desarrollo humano. Aquí el problema no es más la gestión de la población ni la población como el fin último del gobierno, como describe Foucault para la etapa de la biopolítica. El arte de gobernar es un problema de gestión de la vida de las poblaciones foco, las más pobres de entre los pobres, las más vulnerables, las que están en límite de su extinción por hambre, las que no tienen medios de subsistencia para subvenir a sus necesidades. Apuntes sobre la metodología Este trabajo pretende antropologizar el desarrollo y su última versión el desarrollo humano. Esta posición teórica requiere de un abordaje metodológico reflexivo e intuitivo del proceso propio de construcción de ese objeto, en el devenir de la investigación. Se trata de una ruptura con la visión positivista del método científico que parte de la premisa que hay que estudiar un “objeto preciso y circunscrito” predeterminado. Lo cual no invalida la necesidad, en el proceso científico, de delimitar este objeto construido y que, en el caso del campo específico que hemos elegido, sus límites serían “los límites de sus efectos”, o en otro sentido, una persona forma parte de un campo “en la medida que sufre los efectos que en este se producen” (Bourdieu; 1989: 31). Por ello el proceso de construcción de este campo requiere de una postura activa y sistemática18. Se trata de hacer visible una serie de elementos constitutivos de este discurso, tales como: a) los significados, enunciados, categorías conceptuales, clasificaciones y representaciones de sujetos, que se consideran objeto de intervención social prioritaria (capítulos 2, 4 y 5); b) estilos, dispositivos y tecnologías de intervención social “estratégicos” (capítulos 3 y 6), c) su materialización en instituciones, dispositivos, estilos de gestión sobre y con la pobreza y sobre todo, de su naturalización bajo el supuesto de “verdad” y “autoridad” que da la “ciencia” y el poder de la “ciencia” (capítulos 4 y 6) y d) las formas como los sujetos perciben y se representan estas nuevas formas de intervención social y como generan un saber sometido sobre la pobreza, no validado por la ciencia, esto a través de un estudio de caso en una de las provincias argentinas más pobres Salta (capítulo 7). Partimos del supuesto que no existe una relación unívoca entre las nominaciones y prácticas del discurso del desarrollo y las prácticas de los sujetos/objeto de éstas (Ferguson, 1997). Los estados nacionales y los actores sociales producen prácticas y usos de las políticas y de las clasificaciones de forma compleja y diversa. Algunas se adecuan vìs a vìs con las de las voces autorizadas, otras son prácticas de negociación, resistencia o formas ocultas de crítica y uso del poder, otras re-significan las categorías y les dan un contenido emancipatorio. Por ello no sólo nos interesa la materialización de este discurso en categorías y representaciones sino también la forma particular que adquiere en un estado nación como

figuran Crusch J., ed. (1995); Escobar (1997 y 1998); Esteva (1996); Sachs (1999). Para una bibliografía más detallada sobre este tema véase Escobar (1998). 18 Para Bourdieu esta postura intenta construir modelos tendientes a “ligar los datos pertinentes de tal modo que ellos funcionen como un programa de investigación que pone preguntas sistemáticas apropiadas para recibir respuestas sistemáticas, en resumen, trata de construir un sistema coherente de relaciones, que debe ser puesto a prueba como tal” (Bourdieu; 1989: 32).

18

Argentina. Finalmente, la manera como los sujetos/objetos de intervención del Desarrollo Social re-significan las prácticas y percepciones de estas políticas a partir de un abordaje más etnográfico. Estos grupos que han sido nominados, de diversa forma a lo largo de este período, a veces se resisten y otras veces se adaptan a las nominaciones y a las formas de intervención que involucra sus vidas. Cuando la correlación de fuerzas es favorable para las clases en desventaja, se producen formas de intervención y regulación más dignificantes, algunas con componentes más emancipatorios, que van desatando o aflojando algunas tutelas anteriores. Para dar cuenta de ello hemos elegido tres momentos. El primero es previo y concomitante con el proceso de materialización del discurso del desarrollo por parte de la creciente importancia de las Naciones Unidas y de la influencia en la geopolítica mundial de parte de los Estados Unidos de Norte América sobre los países latinoamericanos. Este momento es uno de ruptura y por tanto hacemos más énfasis en la construcción de los vínculos sociales que la intervención social produce. Es, al mismo tiempo, el momento de la consolidación del llamado estado de bienestar en la Argentina y coincide con el desarrollo de un tipo particular de nacionalismo popular que se encarna en las transformaciones producidas por el llamado “peronismo”. El segundo momento es una larga etapa de influencia del desarrollo en la Argentina que es denominado con la categoría de desarrollismo, objetivado en diversas instituciones políticas, partidarias y de estrategia de “desarrollo nacional” que atraviesa gobiernos dictatoriales y democráticos. El último momento es otro de ruptura, al que por ende también damos más importancia, el de la invención y materialización del desarrollo humano en forma de desarrollo social, a partir de la apertura democrática en 1984. Estructura del libro La exposición de los resultados de la investigación se organiza de la siguiente manera. El primer capítulo es el marco teórico que muestra la articulación de las concepciones y categorías analíticas que permiten interpretar y deconstruir los sistemas discursivos acerca del desarrollo y las representaciones de la pobreza aquí esbozados. Además se indagan los procesos históricos y teóricos vinculados con la producción social de la pobreza como fenómeno masivo. Esto por que consideramos que los sistemas discursivos que reproducen la pobreza están estrechamente vinculados con las relaciones sociales que la generan por lo que es pertinente y significativo, tratar de indagar algunos elementos que expliquen los procesos socio históricos que producen la pobreza masiva. Con esta intención es posible hacer inteligible las maneras en que operar de los dispositivos de poder que se ejercen sobre los pobres y que invisibilizan la naturalización de las jerarquías sociales. En el capítulo dos se indagan las categorías, sistemas discursivos, nominaciones y dispositivos de intervención que se promueven sobre la pobreza, - durante la etapa de predominio del discurso del desarrollo (40’-80’) -, en el campo académico de las Ciencias Sociales y su relación con las agencias de desarrollo (Banco Mundial, PNUD, CEPAL, FMI). Se hace especial hincapié en los estrechos vínculos entre dichas categorías, la construcción del discurso del desarrollo, en la reflexión sobre la “modernidad” en América Latina y la tematización y sistematización de enunciados que, las Ciencias Sociales usan para categorizar al “otro”, excluido o pobre. En el capítulo tres, se analiza como el discurso del desarrollo se comienza a hacer carne en la Argentina (1943-84) y se explicita la manera como abordo las políticas sociales. En la primera etapa existe todavía una tensión entre las ideas higienistas y desarrollistas y se termina de conformar el Estado de Bienestar, diferenciándose entre políticas de seguro para los trabajadores, políticas de educación universal para los ciudadanos, política de salud pública para los no pudientes y políticas asistenciales para los pobres que demuestren ser tales. Aquí se consolidan distintos subsistemas que conforman un régimen de Estado de Bienestar corporativo, diferente al conservador que venía desarrollándose hasta ese momento. Este tiene lugar dentro 19

del contexto de la segunda posguerra y del inicio del discurso del desarrollo (promoción de la producción industrial, introducción de tecnología en los procesos sociales de producción y asalarización/descampesinación). En lo que respecta a la geopolítica mundial, luego de la posguerra y durante el comienzo de la guerra fría, se trata del inicio de la hegemonía de los Estados Unidos de América como nuevo estado imperial sobre nuestros países. Sin embargo, el desarrollo en el marco de las prácticas políticas peronistas adquiere sus particularidades y diferencias con el modelo hegemónico. Primero Perón se mantiene equidistante del centro de poder, Estados Unidos de Norte América a partir del tercerismo que promueve. Segundo, las artes de gobernar y los dispositivos de intervención con los trabajadores y los pobres tienen un fuerte componente dignificatorio lo que se traduce en políticas de inclusión social y de una importante mejora del nivel de vida de los trabajadores y los pobres. Estos procesos fueron concomitantes con la ampliación de derechos civiles y sociales y un reconocimiento estatal del pueblo y luego del trabajador como clasificaciones más inclusivas. El higienismo sirve como antesala y fundamento del discurso desarrollista populista. El trabajador libre entra en la escena social y comienza a ser sujeto de derechos. Se institucionaliza la seguridad social como forma de intervención predominante para los trabajadores y la asistencia social estatal sustituye a la beneficencia pública en la intervención sobre los pobres. Las relaciones predominantes son empleador/trabajador para la seguridad social; técnico/beneficiario para la asistencia social estatal y estado/ciudadano para las políticas más universales. En esa época, son dos las categorías más importantes a las que interpelan las políticas sociales: el trabajador asociado a las políticas de seguro y el pobre vinculado a las políticas asistenciales de la fundación Eva Perón. Estas rompen con las instituciones de beneficencia que existían hasta entonces, aunque ciertas prácticas mantienen ribetes paternalistas, propios de las prácticas asistenciales. En la segunda parte de este capítulo se aborda el desarrollismo propiamente dicho. En este momento, en América Latina y Argentina tienen lugar la influencia de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) y el pensamiento de Prebisch que si bien pone en cuestión, en su teoría del deterioro de los términos del intercambio, las relaciones de dominación “centro-periferia”, promueve la alineación con los Estados Unidos y la liberalización de la economía, a diferencia de la política económica que había desarrollado Perón. A partir de la “revolución libertadora” (nominación que sé auto asigna el grupo de militares que derroca a Perón), no sólo se comienza con una política internacional que adhiere a los dictámenes de los organismos internacionales “de desarrollo”; sino que al mismo tiempo, se reprimen y debilitan las conquistas sociales de los trabajadores y poblaciones tuteladas. Esta etapa va del golpe militar a Perón, en el 55’ a la finalización de la última dictadura militar en el 84’. Este es un período de casi treinta años en el que se suceden cortos interregnos democráticos, largas dictaduras e intensas luchas sociales, siendo la última dictadura (76’-83’), una de las más dolorosas de América Latina en el siglo XX. En el capítulo cuarto, se aborda el discurso del desarrollo humano, las categorías más significativas y sus dispositivos de intervención. Este surge a partir de los 80’ pero se consolida recién en los 90’. Es un discurso que en muy poco tiempo se naturaliza como un “arte de gobierno” verdadero y el cual construye un sistema de enunciados donde la gestión de la pobreza se constituye en su objeto de saber y control más importante. Este cambio en las formas de gobierno trae consigo un proceso de desgubernamentalización específico. El Estado disminuye su acción directa sobre la protección social, el mercado pasa a ser el que marca las tácticas de gobierno y la sociedad civil es el nuevo actor, el ámbito o la noción que es invitada a hacerse cargo de gran parte de la protección social. Ahora es el mercado y no el Estado el que define lo que le compete al ámbito público y privado. Por otro lado, se producen otros dos procesos concomitantes a la desgubernamentalización de la vida que se traducen en la reprimariaziación y remercantilización de lo social. Lo que hemos denominado reprimarización significaría la revalorización de las redes de sociabilidad primaria. Este proceso traerá como consecuencia la valorización de enunciados y categorías como el de capital social, la comunidad, el "empowerment", la cultura de los pobres y la importancia de la "sociedad 20

civil". La reprimarización sería una regresión hacia formas de control coloniales y neo coloniales, basadas en la potenciación de relaciones no mercantiles de tipo comunitario o asociativo, junto a nuevas formas de explotación y superexplotación del trabajo a través, entre otros procesos de fuerza laboral de bajo costo. Este capítulo, es fundamental desde el punto de vista del desarrollo de nuestra hipótesis. En él se intenta construir una pequeña arqueología de la “invención” del desarrollo humano como discurso, se indagan sus núcleos más significativos, los procesos de quiebre de los sistemas de cohesión y reproducción social anteriores (el estado y el salario); las concepciones convergentes de diferentes corrientes de pensamiento (neoliberales, socialdemócratas y progresistas) en la revalorización de los vínculos primarios y organizaciones no estatales en la resolución del riesgo social y, finalmente, se fundamentan la metamorfosis de la biopolítica o política de la vida, a la focopolítica o arte de gobierno sobre los grupos de “riesgo”. Este se establece como la forma predominante de regulación de la pobreza y de los países pobres, que promueven los organismos internacionales “de desarrollo”. Su función es regular la gobernabilidad mundial para permitir que se produzcan las transformaciones neoliberales, en un mundo altamente complejo y cada vez más excluyente. El nuevo mito ya no es el desarrollo basado en el crecimiento económico, aunque este factor no deja de estar presente, sino el de la globalización neoliberal que llevaría a un nuevo tipo de derrame. Ya no es más un problema de gestión de la población, ni la población el fin último del gobierno (en el sentido de una política de la vida). El arte de gobernar es un problema de gestión de la vida de las poblaciones de riesgo. Este quiebre con los estilos de gobierno anteriores constituye una nueva ruptura en la arqueología de la pobreza. Surgen nuevos dispositivos de intervención debido al debilitamiento de las fuentes de reproducción anteriores: el trabajo y los derechos sociales. En el capítulo quinto se indaga, particularmente sobre las representaciones predominantes de la pobreza en los 90’, tanto en el “saber académico” como en la retórica de los organismos internacionales. Se trata de historias de las agencias de “desarrollo” de cómo hacer más “humano” el desarrollo, lo que se traduce en nuevas representaciones de la pobreza que presentan rupturas significativas con las anteriores. Se producen dos importante hitos en la construcción de la alteridad radical de la modernidad: “el descubrimiento” de las “capacidades” de los pobres y el incentivo a la participación y autogestión de la pobreza y los mínimos biológicos como nivel de flotación de la tolerancia social para con la alteridad radical humanizada: la pobreza. Estos mínimos biológicos se convierten en indicadores, mediciones y paquetes básicos de políticas mínimas básicas para un desarrollo que dice tener un rostro “humano”. Se parte de la hipótesis que el discurso del desarrollo humano reactualiza muchas de las representaciones presentes en la etapa de la vigencia de la caridad y de filantropía, aunque con dinámicas y manifestaciones diferentes. Si bien, las formas de intervención y regulación de la pobreza adquieren mayor complejidad, mantienen el núcleo duro de sus principios fundadores, como la pertenencia a una comunidad local y la evidencia de la vulnerabilidad o lo que es lo mismo, la constatación de la “verdadera pobreza” o de la “pobreza válida”. Además de la preeminencia de prácticas típicas de las organizaciones de beneficencia religiosa y de la asistencia social clásica, cobran cada vez más importancia en la gestión de las políticas focalizadas, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones benéficas religiosas y filantrópicas propiamente dichas. La hipótesis que desarrollamos en este capítulo es que este es el momento de la producción de una tercer ruptura en la arqueología de la pobreza (las anteriores habían sido la aparición de la pobreza masiva como resultado de la destrucción de las formas de subsistencia anteriores al capitalismo y la industrialización en Europa, la segunda la invención del desarrollo y el inicio de la “guerra” contra la pobreza de los denominados países subdesarrollados, acaecida a mediados del siglo XX). Es en este momento, los 80’ y 90’ en los países pobres, donde se puede fechar el quiebre de las formas de sobrevivencia e identidad anteriores: el trabajo asalariado y los servicios y bienes provenientes de los debilitados Estados de Bienestar. Se analizan los cambios que el discurso del desarrollo opera sobre nuevos objeto de saber. Las nuevas problematizaciones incluyen temáticas sobre el medio ambiente, las 21

cuestiones de género19, la multiculturalidad, los efectos de la globalización, la seguridad y la “complejidad y heterogeneidad” de la pobreza. La pobreza pasa a ser uno de los objetos de saber fundamentales del nuevo arte de gobierno, la focopolítica. Se ponen en juego energías, recursos y saberes al servicio de una nueva concepción de la pobreza, que ahora es multidimensional, heterogénea y vulnerable. Por otra parte, a la pobreza material se le suman otros componentes que explican miradas de la pobreza mas “subjetivas” o culturales, las que cosificadas en la gente comienzan a denominarse como “capacidades”. Este capítulo si bien se basa en una mirada también histórica, tiene como objetivo el análisis de las discursividades sobre la pobreza en las Ciencias Sociales en América Latina y la Argentina. Por ello intenta articular el sistema de significados, de enunciados, de categorías y de nominaciones sobre la pobreza las que, en conjunto, constituyen concepciones del mundo sobre las formas de gobierno, relaciones de subordinación vigentes y, sobre todo, da cuenta del contexto de las tensiones y luchas en que se dirimen las representaciones sobre América Latina y sobre la pobreza. El capítulo seis es un estudio de caso donde se analiza la ruptura de las formas de gobierno anteriores a partir de la institucionalización progresiva de la focopolítica, las que se observan en las transformaciones de las formas de gestión de la pobreza en la Argentina en los 90’, a partir de la institucionalización del Desarrollo Social como estrategia y dispositivo de intervención. El caso de la Argentina es muy significativo por que siendo uno de los países de América Latina en donde el mercado de trabajo y el Estado de Bienestar se consolidó más tempranamente y tuvo una extensión y calidad considerable, en muy poco tiempo se reestructuro transformándose la estructura social, las formas de gobierno y las políticas sociales. Finalmente en el último capítulo, se indagan las percepciones y representaciones de los “destinatarios” de programas en una ciudad de la Argentina: Salta, sobre las políticas sociales actuales en general y sobre las focalizadas en particular, sus opiniones de cómo mejorar la política social y su relación con las representaciones de la pobreza. Se jerarquiza en este caso el análisis de las formas en que se perciben y operan las categorías y prácticas predominantes del discurso del desarrollo humano en un espacio de tensión y lucha con las nominaciones técnicas.

19 La problematización del medio ambiente y de género, no son analizadas aquí ya que han adquirido una autonomía significativa como campo de saber del discurso del desarrollo humano. Su inclusión, por tanto, habría significado un importante desarrollo que excede los objetivos de esta tesis.

22

CAPÍTULO I LA PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA POBREZA "Uno de los instrumentos mas poderosos de la ruptura es la historia social de los problemas, de los objetos y de los instrumentos del pensamiento, quiere decir, del trabajo social de construcción de los instrumentos de construcción de la realidad social (como las nociones comunes, de rol, cultura,... o los sistemas de clasificación) es que se realiza en el propio seno del mundo social, en su conjunto, en este y en aquel campo especializado y, especialmente en el campo de las Ciencias Sociales (...). La historia concebida así, no esta inspirada por un interés de anticuario, más si preocupada por comprender porque se comprende y como se comprende" –Pierre Bourdieu, O poder simbólico. Las formas de intervención sobre lo social, es decir las maneras de regulación de la sociedad sobre sus miembros, para controlar o subvenir necesidades, ante situaciones de riesgo o de carencia, fueron cambiando a través del tiempo. Estas formas de acción llamadas sociales se expresan en prácticas, instituciones y vínculos sociales, como también en concepciones sobre el mundo y sobre los “otros”. El campo de lo social alude a un conjunto de prácticas, ideas y representaciones tendientes a regular los conflictos sociales. La pobreza ha sido una cuestión fundamental que ha puesto repetidamente en cuestión el “orden social” y que ha movilizado intervenciones sobre los pobres para controlarlos. A pesar de la transformación paulatina de las maneras como se ha encarado esta amenaza, ésta mantuvo constante una cuestión radical, la pobreza es representada para la modernidad occidental como una alteridad radical que se debe conjurar, excluir, controlar, disciplinar, moralizar o integrar de manera subordinada. La estigmatización de origen siempre se vinculó, a la moralización de la “vagancia” y la “picaresca”, que se cree encubre toda pobreza. Las intervenciones se caracterizaron por relaciones de interdependencia obligada de los pobres con aquellos que tenían el poder legítimo de ejercer la tutela sobre ellos, desde el patronazgo y las sujeciones semi-serviles incluida la protección al “vulnerable” en la asistencia social moderna. Aunque las formas de sujeción personal se fueron debilitando, debido a los procesos crecientes de asalarización, a la extensión de la ciudadanía social, a la laicización del Estado y a la profesionalización de lo “social”, estas formas de sujeción tutelares con los pobres permanecen hasta nuestros días, alcanzando una importancia fundamental en las formas actuales de “lucha contra la pobreza” de los organismos supranacionales que dicen ser “promotores del desarrollo”. Sabemos que la producción de la pobreza es un fenómeno complejo en el que interactúan diferentes procesos, algunos de más larga data y otros más coyunturales. Sin embargo, los factores económicos y contextuales son fundamentales para entender este fenómeno. Junto a estos procesos existen otros que no son de carácter material y que también producen y reproducen la pobreza. Estos son las prácticas discursivas, las representaciones sociales, ciertas cosmovisiones del mundo que naturalizan las relaciones sociales económicas y culturales en las que se basa la pobreza, operando como reproductores de las causas que las producen y de un cierto tipo y rango de desigualdad que las sociedades, en un momento histórico dado, aceptan como “normal”.

23

En este capítulo analizaremos la relación entre la conformación de lo social como un saber, sus vínculos con la tematización de la pobreza y las explicaciones sobre su producción, las formas de intervención sobre ella y su relación con el discurso del desarrollo20. Sugerimos entender a las políticas sociales modernas, como sistemas de reciprocidad e intervención particulares que asumen los discursos sobre lo social. Nuestro objetivo es explicar el vínculo existente entre las formas de nombrar los pobres y las explicaciones sobre la pobreza, las representaciones sociales materializadas en esas clasificaciones y los estilos de intervención que se producen en el marco del discurso del desarrollo. En conjunto, esos nombres y palabras, esas ideas que requieren de conceptos y esas formas de actuar constituyen discursos sobre la pobreza. Esta discursividad está compuesta de temas, problematizaciones o teorías particulares, los cuales obedecen a reglas de un orden conformado sobre la base de sistemas de enunciados, organizaciones de conceptos, ciertos reagrupamientos de objetos y también de tecnologías de intervención sobre ella (Foucault, 1997 [1963]: 104-127). Siguiendo a Foucault (1981 [1966]:9-10), ensayamos una arqueología de la historia de las prácticas discursivas y las representaciones de la pobreza, o lo que es lo mismo la arqueología de la construcción de la pobreza como problema. Aún más, asumimos que esta arqueología permite reconstruir un segmento de la historia de las poblaciones sumergidas, subalternas o dominadas, la historia del “otro”, aquel que es a la vez interior y extraño a una cultura. Por ello debe excluirse, conjurarse y distinguirse, debe ser nombrado y clasificado. Forma parte de la historia del orden de las cosas, de su naturalización, diría Foucault. Veremos como el saber sobre la pobreza en sus orígenes estuvo estrechamente vinculado con la invención de lo social, al pauperismo y al surgimiento de la economía política. Surge asociado a la génesis de las Ciencias del Hombre, a ese saber cuyo umbral “nos separa del pensamiento clásico y constituye nuestra modernidad” (Foucault; 1981 [1966]:9-10)21. La pobreza es la alteridad de los poderosos, es la alteridad de las utopías de la modernidad. Es a su vez, expresión de cierto “desorden” del equilibrio que traería entre los hombres, la razón y los derechos de igualdad, que la Revolución Francesa propiciará para el futuro de Occidente. Es expresión de esta suerte de “anomalía” de la modernidad. El espejo deformado de los “beneficios” del libre cambio, que la economía política en ascenso había proclamado como alternativa a los lazos de solidaridad local para el Occidente liberal, durante el siglo XIX. Luego será el efecto “no querido” del crecimiento desarrollista de los 50’, en el siglo XX y de su escaso rebalse a los países llamados “subdesarrollados”, que se incorporaban al mercado capitalista dominado por los Estados Unidos triunfantes de la posguerra. A finales del siglo XX, en los 90’, será la dolorosa y sarcástica demostración de que las recetas neoliberales triunfantes al finalizar la guerra fría, no son humanas. Para darle un “rostro” humano habrá que desarrollar artes de gobierno que provean, al menos, ciertos mínimos biológicos a la producción meteórica de pobres que el concierto de organismos internacionales, que regulan la pobreza en un mundo globalizado de libre mercado, promueven. Pero también, la pobreza, es un fenómeno que tiene sus regularidades, sus semejanzas, sus tipos, a los que se asocia la construcción de un saber sobre lo “social” vinculado al conocimiento de “negatividades” en base a carencias. En este conocimiento, las categorías para nominar al “otro” son fundamentales. Los campos de saber vinculados con las formas de intervención o regulación de la pobreza permiten entender la construcción de una alteridad

20

Parte de los análisis teóricos que aquí se desarrollan, sobre todo en relación al pensamiento social clásico sobre la producción de la pobreza, se encuentran en el artículo denominado “La producción y reproducción de la pobreza masiva, su persistencia en el pensamiento social latinoamericano” en Alberto Cimadamore y Antonio David Cattani (org.), Produção de pobreza e desigualdade na América Latina, CLACSO y Tomo Editorial, Porto Alegre, 2007. 21 En ese umbral “apareció por vez primera esa extraña figura del saber que llamamos hombre y que ha abierto una espacio propio en las ciencias humanas” (Foucault; 1981 [1966]:9-10).

24

radical a la construcción de la modernidad republicana y del Estado-Nación. Si nos proponemos hacer antropología de la modernidad, este campo de prácticas discursivas es fundamental para comprender la construcción de ese “otro” radical, el orden de las cosas que trae implícito, los campos de saber a él asociado. Nos proponemos desentrañar las relaciones entre conceptos asociados a este campo temático, las luchas entre las diferentes cosmovisiones de ese otro, sujeto de intervención social: “el pobre”; y el modo de ser de las cosas que allí aparecen. Las representaciones sobre las poblaciones percibidas como amenaza o a las que se pretende integrar, provienen de diferentes actores o productores de los discursos que naturalizan la diferenciación social y las formas legítimas de intervención sobre tales poblaciones. En ese sentido, tratamos de entender cómo ciertas clasificaciones del mundo y de las cosas, particularmente de la pobreza, se naturalizan, instituyen y transforman. Esto implica reconocer por un lado, el proceso histórico de construcción y naturalización de ciertas relaciones sociales y, por otro, la conformación de actores relevantes en esta construcción. Dicha naturalización implica a su vez, operaciones sociales que producen una serie de creencias, marcos de significados, perspectivas, concepciones del mundo que luego parecieran dadas por naturaleza. Estas operaciones son llevadas a cabo por ciertos grupos sociales que se consideran investidos de un poder legítimo sobre ellos que se traduce en largo proceso de especialización, el que da lugar al surgimiento de expertos. Estas operaciones sociales parten de un mecanismo humano muy primario que es el de clasificar. Clasificar es a la vez diferenciar, separar, marcar límites entre las cosas y las personas, dar valor a las cosas que pertenecen a cierto grupo y distinguirlas de otro. El proceso mediante el cual conocemos clasificando y la forma en que nos vamos forjando representaciones de las cosas y de las personas, asignándoles un lugar en la vida, tiene una génesis. Esa protohistoria de las clasificaciones y representaciones sociales ha sido estudiada por Mauss y Durkheim (1971 [1903]), para mostrar que las “clasificaciones primitivas” y la organización del espacio que de ellas se desprenden, son análogas a las contemporáneas. La construcción de las distinciones que realizamos entre las personas y el lugar que le asignamos dentro de una jerarquía social, si bien tiene un poder coercitivo sobre nuestras formas de entender y comprender el mundo, sobre nuestras formas de actuar, sobre los signos que utilizamos para representar y representarnos, o sobre las palabras que utilizamos para nombrar, también es un proceso que se transforma y cambia. Las representaciones sociales, en tanto fenómenos, se presentan bajo variadas formas, más o menos complejas. Se trata de imágenes que condensan un conjunto de significados; sistemas de referencias que nos permiten interpretar lo que nos sucede e incluso dar un sentido a lo inesperado. Son categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes nos relacionamos. Y a menudo, cuando se las comprende dentro de la realidad concreta, las representaciones sociales son todo ello junto. La representación trata siempre de lo mismo, de una manera de interpretar y de pensar nuestra realidad cotidiana, una forma de conocimiento social y práctico. Es un conocimiento socialmente elaborado y compartido que forja las evidencias de nuestra realidad consensual, y participa en la construcción social de nuestra realidad (Jodelet, 1988: 472)22. A Mauss y Durkheim (1971 [1903]) les interesa analizar los mecanismos en virtud de los cuales construimos, proyectamos al exterior y localizamos en el espacio nuestras representaciones del mundo visible. Para ellos, la clasificación no es un producto de la actividad individual como es considerada por los lógicos o las teorías simples. Las formas clasificatorias tienen una historia y esta misma historia supone una prehistoria considerable. Las clasificaciones suponen alinear las cosas en grupos distantes los unos de los otros, separándolos

22 "Así pues, la noción de representación social (...). antes que nada concierne a la manera como nosotros, sujetos sociales, aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano" (Jodelet, 1988: 473).

25

por líneas de demarcación netamente determinadas23. En realidad han sido las relaciones sociales entre los hombres las que han servido de base a las relaciones lógicas entre las cosas, “lo que sucede es que los hombres han clasificado las cosas porque previamente se habían distribuido en clanes” (Mauss y Durkheim, 1971 [1903]: 68), comprobando así que tales clasificaciones han sido moldeadas sobre la organización social más próxima y fundamental24. Además, los propios lazos que unen ya sean a los seres de un mismo grupo, sea a los diferentes grupos entre sí, son entendidos como lazos sociales. Las expresiones con la que se designan esas relaciones tienen una significación moral. Las cosas de una misma clase eran, en sociedades más simples, consideradas realmente como parientes de los individuos del mismo grupo social y, en consecuencia, como parientes entre sí. De eso se deduce que las relaciones lógicas, en cierto sentido, son relaciones domésticas. A veces también, son comparables con todos sus aspectos a las que existen entre el dueño y la cosa poseída, entre el jefe y sus subordinados25. Lo que determina que los unos se subordinen a los otros es algo enteramente similar a lo que hace que el objeto poseído parezca como inferior a su propietario y el siervo a su dueño. Existirían afinidades sentimentales entre las cosas, igual que entre los individuos y las cosas se agrupan, precisamente a través de esas afinidades (Mauss y Durkheim, 1971 [1903]: 71). Como veremos más adelante, en base a este mecanismo, los discursos y prácticas de intervención asistencial sobre la pobreza reproducen las jerarquías domésticas basadas en afinidades sentimentales y en relaciones de sujeción o paternidad. Los procesos de despersonalización de los vínculos sociales suponen un progresivo control de la administración burocrática sobre ellos y de la gubernamentalización progresiva de la vida - por una parte- al mismo tiempo que el debilitamiento de los vínculos de sujeción servil se producen por la aparición del trabajador libre y formas progresivas de ciudadanía, por otra. Tales procesos han hecho surgir, al mismo tiempo, formas clasificatorias y “científicas” con pretensión de verdad, que parecen neutrales y no sujetas a relaciones domésticas. Sin embargo, las clasificaciones científicas contemporáneas de la pobreza y los dispositivos de intervención sobre ella no hacen más que reproducir vínculos sociales jerárquicos de origen doméstico. Otro aporte que permite comprender cómo se naturaliza el mundo social es el pensamiento de Foucault; quien presta mayor atención en su enfoque, a las formas de

23 Según estos autores en el fondo de nuestra concepción de la clase se alberga la idea de circunscripción de contornos fijos y definidos. En algunas sociedades consideradas más primitivas o menos evolucionadas la indistinción es muy marcada. "El individuo pierde su personalidad. Entre él y, su alma exterior, entre él y su tótem, la indistinción es completa (...) La identificación es tal que el hombre asume los caracteres de la cosa o del animal con el que así se ha vinculado" (Mauss y Durkheim, 1971 [1903]:15). Este estado mental, según Mauss y Durkheim, no diferiría sensiblemente del que, todavía hoy, en cada generación, sirve de punto de partida para el desarrollo individual. “Una clase es un grupo de cosas; ahora bien, las cosas no se presentan por sí mismas agrupadas de esa manera para la observación (...) Pero el solo hecho de esas similitudes no es suficiente para explicar cómo hemos sido llevados a reunir a los seres que así se asemejan, a reunirlos en una especie de medio ideal, encerrado dentro de límites determinados y denominamos un género, una especie, etc." (1971 [1903]: 17). 24 Y si la totalidad de las cosas es entendida como un sistema único, se debe a que la sociedad misma es considerada de idéntica manera. La sociedad es un todo, o más bien, es el todo único al que todo esta referido. En este sentido, la jerarquía lógica no es más que otro aspecto de la jerarquía social y la unidad del conocimiento no es otra cosa que la unidad misma de la colectividad, extendida al universo” (Mauss y Durkheim, 1971 [1903]:69). Así, las cosas no están dispuestas, bajo la forma de grupos aislados unos de otros, sino que estos grupos sostienen entre sí relaciones definidas y su conjunto forma un todo unido e indisoluble. 25“Las relaciones lógicas representadas por vínculos domésticos como relaciones de subordinación económica o política hace que parezca inferior la cosa poseída o el siervo a su dueño. Los sentimientos que se hallan en la base de la organización doméstica han presidido a la organización lógica de las cosas (...) A pesar de la progresiva autonomía de las clasificaciones científicas y del pensamiento reflexivo por sobre las clasificaciones domésticas, su influencia se sigue sintiendo” (Mauss y Durkheim, 1971 [ 1903]: 71).

26

dominación, a las ciencias del hombre y a las maneras cómo estas construyen “discursos de verdad” o “prácticas discursivas”, que son tomadas como naturales y “verdaderas”. Estos discursos de verdad requieren de ciertas tecnologías del poder particulares, de la construcción de objetos del saber y de dispositivos de control (disciplinarios o no disciplinarios). Su perspectiva apunta a detectar estas prácticas, tanto como los ámbitos de intervención del poder y del saber (Foucault, 1992: 254). También plantea la estructura histórica y construida de los sistemas discursivos, atravesados por relaciones de poder. Las prácticas discursivas se desarrollan en función de un conocimiento local que Foucault denomina prácticas no discursivas (1997 [1969]), las que están en tensión con otros saberes y experiencias que se pretenden reducir a un estatuto de minoría26. Las prácticas no discursivas son aquellas prácticas cotidianas apenas conceptualizadas, apenas teorizadas (Foucault; 1997 [1969]: 111). Foucault las denomina más tarde como saberes sometidos, los que dieron lugar a una serie de críticas de los saberes totalizantes de la ciencia. Estos saberes locales serían algo así como “una producción teórica autónoma” no centralizada que no necesita para afirmar su validez del beneplácito de un sistema de normas comunes. Esta producción tendría dos elementos: los saberes sepultados de la erudición y los saberes sometidos de la gente. Entiende por los segundos a “toda una serie de saberes que habían sido descalificados como no competentes o insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, jerárquicamente inferiores, por debajo del nivel de conocimiento o cientificidad requerido” (Foucault; 1992 [1975-76]:21). Sus principales aportes se basan en el análisis de estos saberes no calificados o descalificados (del enfermo, del delincuentepodríamos incluir los del pobre), “estos saberes que yo llamaría el saber de la gente (y que no es propiamente un saber común, un buen sentido, sino un saber particular, local, regional, un saber diferencial, incapaz de unanimidad y que sólo debe su fuerza a la dureza que lo opone a todo lo que lo circunda)”27 (1992 [1975-76]:20). En el análisis de los discursos es fundamental detectar la relación entre sistemas de enunciados, conceptos y objetos de saber que constituyen temas o teorías particulares. Son importantes las formas de intervención del poder y el saber, o tecnologías del poder y objetivos de control. Los objetos de saber se materializan en temáticas predominantes que Foucault denomina estrategias las que -a su vez- tienen una particular forma de aparición y de articulación. Pueden conformar campos de conocimiento autónomos, constituyentes de teorías y conceptos los que luego se materializan u objetivan en diversas formas: documentos, obras científicas, obras literarias consagratorias, reuniones científicas formalizadas como congresos, formas de aprendizaje institucionalizados o informales como carreras modernas y distintas formas de difusión y naturalización de estos saberes. Estos además poseen expertos. Por otro

26 "Mi objetivo (...) ha sido trazar una historia de las diferentes maneras en que, en nuestra cultura, los hombres han desarrollado un saber acerca de sí mismos: economía, biología, psiquiatría, medicina y genealogía. El punto principal no consiste en aceptar este saber como un valor dado, sino en analizar esta llamadas ciencias como "Juegos de verdad" específicos, relacionados con técnicas especificas que los hombres utilizan para entenderse a si mismos”. (Foucault, 1996). 27 Para Foucault “genealogía” es el acoplamiento de los conocimientos eruditos y de las memorias locales: el acoplamiento que permite la constitución de un saber histórico de las luchas y la utilización de este saber en las tácticas actuales” (...) “La genealogía sería entonces, respecto y en oposición a los proyectos de una inscripción de los saberes en la jerarquía de los poderes propios de la ciencia, en una especie de tentativa de liberar de la sujeción a los saberes históricos, es decir, de hacerlos capaces de oposición de lucha contra la coerción de un discurso teórico, unitarios, formal y científico. La reactivación de los saberes locales –menores diría quizá Deleuze –contra la jerarquización científica del conocimiento y sus efectos intrínsecos de poder: ese es el proyecto de estas genealogías en desorden y fragmentarias. Para decirlo en pocos palabras: la arqueología sería el método propio de los análisis de las discursividades locales y la genealogía sería la táctica que, a partir de las discursividades locales así descritas, hace jugar los saberes liberados de la sujeción, que surgen de ellas” (Foucault; 1992 [1975-76]: 22 y 24).

27

lado, las tecnologías de poder28 que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o formas de dominación y que consisten en una objetivación del sujeto. Estas como veremos, pueden adquirir diversas formas. En nuestro caso nos interesa indagar aquellas que se constituyen en dispositivos de intervención a través de prácticas particulares que se ejercen en y sobre los pobres, a veces objetivadas en instituciones, otras en regulaciones o estilos particulares de modelación de los comportamientos. Esto quiere decir que nos interesa tanto los niveles regulatorios de la biopolítica como la manera en que esta se hace dispositivo a nivel local no necesariamente disciplinario. Foucault, en su análisis del poder diferencia entre el ámbito microfísico de la disciplina y el ámbito mesofísico de la biopolítica en el que se inscribe la gubernamentalidad del Estado moderno y su control sobre las poblaciones a través de la biopolítica. Si bien describe a estas como dos tecnologías diferentes y considera que entre ellas no existe una relación inmediata de causa y efecto, sin embargo se vinculan en red, hacen máquina la una con la otra y forman un nodo complejo de poder, es un vínculo en red entre diferentes tecnologías de poder que operan a distintos niveles de generalidad y con distintos instrumentos (ver Castro Gomez (s/f). Creemos también que las políticas de la vida se dan en un ámbito que podríamos denominar microfísico pero que no es disciplinario, en el sentido de una política sobre los cuerpos, sino también regulatorio en distintos sentidos (de los comportamientos, de la territorialización, de la asignación de los recursos, de la gestión de las regulaciones biopolíticas en el territorio, etc.) Arturo Escobar (1995, 1998), un antropólogo colombiano, parte desde Foucault para plantear que el funcionamiento del discurso o de la práctica discursiva establece reglas de juego y principios de autoridad y poder. Estos principios están basados en aquello que los expertos identifican como problemas, a partir de la creación de anormalidades. Principios que implican marcos de observación, modos de interrogación, registros particulares de problemas, formas específicas de intervención. Desde este lugar y desde lo que denomina una antropología de la modernidad, Escobar enfoca al desarrollismo como área discursiva fuertemente vinculada a la “invención del Tercer Mundo”29. En América Latina y a partir de mediados del siglo XX, el desarrollismo será el discurso predominante en la intervención social. El higienismo y la beneficencia constituyeron también dispositivos previos, cuyos objetos de control y de saber

28 Para Foucault existen cuatro tipos principales de "tecnologías" que conforman lo que él llama "Juegos de verdad". Cada una de ellas representa una matriz de la razón práctica. Estas serían: las tecnologías de producción; que nos permiten producir transformar o manipular cosas; las tecnologías de sistemas de signos; que nos permiten utilizar signos, sistemas de signos, sentidos, símbolos o significaciones; las tecnologías de poder; que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o formas de dominación y que consisten en una objetivación del sujeto; y finalmente, las tecnologías del yo; que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo, su alma, como pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad. Estos cuatro tipos de tecnologías casi nunca funcionan de modo separado, aunque cada una de ellas esté asociada con algún tipo particular de dominación. Cada una supone ciertas formas de aprendizaje y de modificación de los individuos, no sólo en el sentido más evidente de adquisición de ciertas habilidades, sino también en el sentido de adquisición de ciertas actitudes. Su objetivo es mostrar a la vez, su naturaleza específica y su constante interacción” (…) “Es evidente, por ejemplo, la relación entre la manipulación de las cosas y la dominación en el Capital, de Karl Marx, donde cada técnica de producción requiere la modificación de la conducta individual, no sólo de las habilidades sino también de las actitudes" (Foucault, 1996: 47-49). 29 “...Presto mucha atención al desarrollo del discurso a través de las prácticas. Quiero mostrar que este discurso resulta de concretas prácticas de pensamiento y acción a través de las cuales el Tercer Mundo es producido. (...). Contextualizo la era del desarrollo en el espacio de la modernidad particularmente en las prácticas económicas modernas. Desde esta perspectiva, el desarrollo puede ser visto como un capítulo de lo que podría llamarse una antropología de la modernidad, que es una investigación general de la modernidad occidental como un fenómeno cultural e histórico específico (Escobar, 1995: 11. Traducción nuestra).

28

fueron los pobres que demostraran su incapacidad para trabajar y las poblaciones que se pretendían neutralizar o civilizar, pero cuyas tecnologías y objetos de saber se diferenciarán30.

LA

PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA POBREZA, LA POBREZA COMO FENÓMENO MASIVO Los sistemas discursivos que reproducen la pobreza están estrechamente vinculados con las relaciones sociales que la generan. Si bien nuestro objetivo no es caracterizar estos mecanismos ni su magnitud, es fundamental explicar los procesos socio históricos que producen la pobreza masiva. Sin este paso previo sería una vacuidad y un mero ejercicio de descripción pensar en los mecanismos de distinción y de nominación que la visibilizan. De esta manera se develan las formas de operar de los dispositivos de poder que se ejercen para naturalizar las diferencias sociales, las representaciones que reproducen las asimetrías y jerarquías que hacen posible poner en una posición subordinada a grupos a los que otros consideran inferiores y que asumen como deber moralizar, tutelar o proteger. Aquí abordaremos algunos desarrollos teóricos que se produjeron en Europa, principalmente, vinculados con el primer momento de producción de la pobreza masiva en la arqueología de la pobreza en occidente31. Los subtemas que vamos a abordar son los siguientes. En primer término: el pauperismo visto como producto de la industria, la pérdida de medios de subsistencia y de empleo; el surgimiento de la Economía Política como factor de reproducción de la pobreza y la desregulación de los medios de subsistencia. En segundo término, veremos a las tematizaciones de la pobreza masiva, sobre todo producidas en Europa a finales del siglo XVIII y principios del XIX, vinculadas estrechamente con el debilitamiento de normas no monetarias y las relaciones de reciprocidad a ellas asociadas (don y contradon podría decir Marcel Mauss; Economía Moral E. P. Thompson; o capital social Bourdieu entre otros). Este segundo grupo de temas y problemas se vincula con una manera particular de mirar e intervenir sobre lo social como campo de saber y hacer. Este campo de conocimiento particular se estrecha a su vez, con la idea, del nacimiento de la sociedad o de la cuestión social vinculada al pauperismo; con la invención de la ciudadanía social y con la tematización del pauperismo, entendido como carencia de expectativas legítimas a medios de subsistencia por medio de instituciones y relaciones no monetarios. Podríamos preguntarnos por qué primero analizar las teorías provenientes de Europa, cuando en realidad estamos tratando de entender las formas de abordar la pobreza masiva en América Latina. Sucede que muchas de las teorías prácticas32 que explican la producción de la pobreza masiva e intervienen sobre la pobreza en América Latina abrevan, dialogan o rebaten teorías e imágenes que habían sido producidas en Europa sobre el llamado pauperismo, sobre todo en la etapa de la generalización del capitalismo, la industria y la manufactura y luego, más tarde, referidas a las países que colonizaban y consideraban incivilizados o “subdesarrollados”. Si bien es cierto que ciertas teorías propias del pensamiento latinoamericano adquieren autonomía, como la de la dependencia, aún así dialogan con otras que son producidas en los países que nos nombran como subdesarrollados. De pauper, como aquel que recibía asistencia de las leyes de pobres en Inglaterra, el pauperismo vino a significar procesos de empobrecimiento colectivo y de carácter masivo33. Según Rahnema (1996) el pauperismo producido por la revolución industrial en Europa, constituiría el primer rompimiento en la arqueología de la intervención sobre la pobreza en

30

Para un análisis del discurso higienista y su intervención sobre la pobreza en un caso de estudio ver Alvarez Leguizamón (2004) 31 Según la clasificación que realiza Rahnema (1996). 32 Este último adjetivo se relaciona con en el sentido de la nominación de prácticas discursivas de Foucault 33 La palabra pauperismo en el idioma castellano surge recién a mediados del siglo XVIII proveniente del Ingles y derivado del latin pauper (Corominas, 1973)

29

Occidente, vinculado a un cambio en las concepciones y en la administración de la pobreza con el Antiguo Régimen basados en la asistencia. La segunda ruptura, ya en el ámbito global, se produciría a partir de la invención del discurso del desarrollo en 1950. Considero que a finales del siglo XX se produce otra ruptura que denomino “focopolítica” y cuyo desarrollo tiene que ver con el surgimiento del discurso del desarrollo humano y las políticas neoliberales –hipótesis que desarrollaremos más adelante-. En el siglo XIX en Europa se desarrollan también muchas explicaciones no científicas de la pobreza, de carácter moral o religioso (a veces expresadas con cierto viso de cientificidad). En Inglaterra por ejemplo las causas de la pobreza masiva era entendida como una cuestión personal o debido a la voluntad divina. Morton Eden (Pyatt and Ward, 1999 citado en Spicker et. al. 2006) explicó la pobreza como un desafortunado pero necesario mal requerido por la voluntad divina que aseguraba la continuidad de la civilización. En algún sentido esta explicación de tipo moral es parte de una visión religiosa más amplia del cristianismo que permeaba otras regiones de Europa. Así los pauper o indigentes válidos – aquellos merecedores de la caridad cristiana o de la ayuda asistencial-, no sólo debían probar su imposibilidad para trabajar, además debían mostrar consentimiento con el orden mundano querido por Dios34. El hecho que la pobreza fuera un medio de salvación no significaba que se la quisiera como condición, ni tampoco que se quisiera al pobre como persona. En la economía de la salvación, que promueve sentimientos de piedad y bondad sobre los pobres, no sólo se salva el rico a partir de la limosna, sino que también se salva el orden no igualitario del mundo. Esta economía, según Robert Castel (1997: 47) era providencial también en otros sentidos, puesto que al reconocer la pobreza como necesaria, justificaba su existencia y sólo había que hacerse cargo de sus manifestaciones extremas. No es cualquier pobreza a la que se auxilia, se valora la pobreza elegida, sublimada en el plano espiritual. Pero la condición social del pobre suscita una gama de actitudes que van de la conmiseración hasta el desprecio. Esta visión moral y religiosa de la pobreza y el hecho de que la sociedad sólo debía hacerse cargo de sus manifestaciones extremas con dispositivos que diferencian a los pobres válidos (los imposibilitados para trabajar por distintas razones) de los inválidos (los que tienen capacidades); a pesar de su origen moral y religioso, permeará las concepciones de la causas de la pobreza del saber científico, todo a lo largo del período de análisis.

ECONOMÍA POLÍTICA, PAUPERISMO

Y POBREZA MASIVA

La problematización del pauperismo, ha sido datada a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Los primeros científicos sociales que tematizaron la cuestión de la producción de la pobreza masiva fueron los que provenían de la incipiente economía política, entre otros Malthus, David Ricardo y Carlos Marx. Para Marx la destrucción de los lazos comunitarios - por la extensión de la economía de mercado junto con los procesos de acumulación originaria35-, van privando a millones de personas del acceso a la tierra y a otros

34

“El vínculo entre pobreza y herejías era profundo, no sólo porque muchas herejías predicaron, junto con el rechazo del mundo, la subversión de su organización social, sino también porque la no aceptación de la pobreza constituía ya un acto prácticamente herético de cuestionamiento de la creación y de su economía de la salvación” (Castel, 1997: 47) 35 La acumulación originaria es lo que Carlos Marx llama procesos de expropiación de medios de subsistencia o trabajo, lo que permite la acumulación del capital. “La investigación de este problema sería la investigación de aquello que los economistas llaman “acumulación previa u originaria”, que debería llamarse expropiación originaria que no es sino una serie de procesos históricos que acabaron destruyendo la unidad originaria, que existió entre el hombre y el trabajador y sus medios de trabajo”. (Marx 1973 [1894], capítulos XXIV y XXV)

30

medios de subsistencia36, lo que genera pobreza. Junto con Ricardo, Marx considera que la falta de medios de empleo y las formas de producir los medios de subsistencia son las causas de la producción de pobreza masiva. Si bien el pauperismo se vincula con la forma de organización capitalista, es el desarrollo de las fuerzas productivas, fundamentalmente la maquina que convierten al obrero en población sobrante y empobrecida (Marx, 1973 [1857-58, libro I: . 35657). Aquellos que no se encuentran insertos en calidad de “obreros”, se convierten en “pauper” o “zaparrastrozos”37. Esta posición debatía con las ideas de Malthus38 sobre las causas de la pobreza que, según él, eran consecuencia de un crecimiento de los alimentos o medios de subsistencia aritmético y otro geométrico de la población. Marx (1973 [1857-58): 114, libro I: 544-549) desarrolla una teoría particular para explicar el surgimiento del pauperismo que denomina ley de la superpoblación relativa. En oposición a las ideas de Malthus de la superpoblación absoluta, la producción de población pobre es “puramente relativa: no guarda absolutamente ninguna relación con los medios de subsistencia, sino con el modo de producirlos”39. Por ello su énfasis está puesto en explicar las formas en que se expresan los modos de producción de los medios de subsistencia. La invención de trabajadores excedentes, vale decir, de hombres privados de propiedad y que trabajan, es propia de la época del capital según Marx. La carencia de medios de subsistencia se produce por la generación de una población excedente que no puede realizar su capacidad laboral. En el

36

“No es la posesión de la tierra o del dinero lo que distingue a los ricos de los pobres, sino el control sobre el trabajo. A partir de la libertad de los campesinos comienza la pobreza en cuanto tal; hasta entonces, las ataduras feudales a la gleba o por lo menos a la localidad habían ahorrado a la legislación la tarea de ocuparse los vagabundos, indigentes, etc.” (Marx, 1973 [1857-58]: 264). “Cuando se abolió la esclavitud o el aprendizaje de por vida, el trabajador se convirtió en su propio amo y se le abandonó a sus propios recursos. Pero sino hay suficiente trabajo, etc... los hombres no morirán de hambre mientras se puedan mendigar o robar; por consiguiente, primer papel que desempeñaron los pobres fue el de ladrones y mendigos” (Marx, 1973 [1857-58]: 329). 37 “Cuando se abolió la esclavitud o el aprendizaje de por vida, el trabajador se convirtió en su propio amo y se le abandonó a sus propios recursos. Pero sino hay suficiente trabajo, etc.. los hombres no morirán de hambre mientras se puedan mendigar o robar; por consiguiente, primer papel que desempeñaron los pobres fue el de ladrones y mendigos” (Marx, 1973 [1857-58]: 329). 38 En su obra “Ensayo sobre el principio de la población” (1951) Thomas Malthus, economista ingles, aseveró que la población aumentaría con más rapidez que el suministro de comida. Explicó que la población aumenta en progresión geométrica, mientras que el suministro de comida sólo puede aumentar en progresión aritmética. Creía que cuando no hubiera suficiente comida para la población, se produciría una catástrofe. Según él llegará un punto en el que la población no encontrará recursos suficientes para su subsistencia. De su examen infería Malthus la conclusión de que la miseria y la penosa situación de los trabajadores, son una consecuencia de la superpoblación absoluta, es decir, se deben a que los hombres se reproducen más rápidamente que el ritmo en que aumenta la cantidad de medios de subsistencia. A su entender, los principales medios de evitar la falta de concordancia entre el crecimiento de la población y el de los medios de subsistencia son las enfermedades epidémicas, el hambre, las guerras, la renuncia al matrimonio y la limitación de la natalidad. Entre otras influencias la de Malthus fue muy importante para suprimir en Inglaterra los exiguos subsidios que se concedían a los pobres y la organización de “casas de trabajadores” (workhouses). 39

“Ricardo le ha objetado, con justicia (a Malthus), que el cuanto de trigo disponible es absolutamente indiferente al obrero si este carece de ocupación; que por lo tanto, son los medios de empleo y no los de subsistencia los que lo ponen al obrero en la categoría de población excedente o no...La invención de trabajadores excedentes, vale decir, de hombres privados de propiedad y que trabajan, es propia de la época del capital. Los mendigos que se agregaban a los monasterios y les ayudaban a engullir sus plusproducto, están en la misma categoría que los servidores de los señores feudales y esto muestra que el plusproducto no podría ser totalmente devorado por sus escasos propietarios. Tratase solamente de otra forma de los mesnaderos de antaño, o de los sirvientes de hoy... La superpoblación relativa. Es puramente relativa: no guarda absolutamente ninguna relación con los medios de subsistencia, sino con el modo de producirlos” (Marx, (1973 [1857-58):114).

31

capitalismo, el sistema de obligaciones recíprocas más fundamental es el intercambio de trabajo por el capital, “merced a la capacidad laboral misma” y a la calidad de “obrero”. Cuando se está fuera de esa relación, la población se convierte en “pauper”, “zaparrastrozo”, en población “excedente”. La sociedad se hace cargo “de mantenerlo” en reserva, de darle “asistencia” para un “uso” posterior, lo que denomina ejército industrial de reserva. Este crece a medida que crecen las potencias de la riqueza. A partir de la exclusión de las formas básicas en las relaciones de intercambio y dependencia entre el capital y el trabajo (la condición de trabajador) se produce la población excedente40. El lumpenproletariado, sería una parte de la superpoblación relativa y estaría conformada por tres categorías: personas capacitadas para el trabajo pero sin posibilidades de empleo por los ciclos de crisis; los huérfanos o hijos de pobres y los incapacitados para el trabajo. La superexplotación del trabajo o el pago de los salarios debajo de su valor es otra de las causas de la pobreza masiva, según Marx. Esto hace referencia a las formas de reproducción del trabajo y no tanto a la producción del trabajador libre y a la producción de una mano de obra excedente. El valor de la fuerza de trabajo se fue modificando a medida que las luchas obreras fueron incorporando a su nivel nuevos bienes y servicios, al mismo tiempo que conseguían mejoras en las condiciones de trabajo y en los salarios. Esto último se materializó, como veremos más adelante, por medio de lo que se dio en llamar como “derechos humanos”, los que luego fueron constituyéndose en “derechos laborales” y más tarde en “derechos sociales”. Para otros pensadores de la época el pauperismo era entendido como el producto de una nueva forma de organización del trabajo: “el trabajador libre”41 de medios de subsistencia y de las ataduras a un territorio y a un patrón (Eugene Burete cit. por Castel, R; 1997: 220). Alexis de Tocqueville (1835) y el mismo Eugene Burete (1840 cit. Castel, R 1997: 219) consideraban al pauperismo como el producto de la riqueza de las naciones y de las consecuencias de la industrialización. La explicación de las causas de la pobreza masiva era entendida como la contracara de la riqueza y de la industrialización y no un problema de incapacidad de las personas para adecuarse a los cambios y a las nuevas formas de producción como lo será, más tarde con el discurso neoliberal – al final del siglo XX-. Burete explica el pauperismo como una nueva pobreza producida por esos dos factores: la riqueza y la industrialización. En momentos de reestructuración social profunda y aparición de nuevos factores de producción de la pobreza masiva se tiende a hablar de “nueva pobreza”42. En realidad se trata de nuevos pobres en muchos sentidos. Nuevos por que se manifiestan en formas diferentes a las anteriores, nuevos por que son grupos que antes no eran pobres y que pasan a

40

“La reducción del trabajo relativamente necesario aparece como aumento de la capacidad laboral relativamente superflua, esto es, como poner población excedente. Si ésta es mantenida, no lo es a costa del fondo del trabajo, sino del rédito de todas las clases. Lo cual ya no ocurre gracias a la capacidad laboral misma, merced a la reproducción normal en calidad de obrero, sino que lo mantienen otros por compasión, en cuanto ser viviente; por lo tanto se convierte en zaparrastroso y pauper; al no mantenerse ya mediante su trabajo necesario, esto es, gracias a su intercambio con una parte del capital, queda excluido de las relaciones de intercambio e independencia aparentes; segundo: la sociedad se hace cargo en partes alícuotas, en benéfico del señor capitalista, de la tarea de mantenerle su instrumento virtual de trabajo, del deterioro de éste - en reserva para un uso ulterior. Parcialmente el capitalista se quita de encima los costos de reproducción de la clase obrera y de esa manera pauperiza en su beneficio una parte de la población restante” (Marx, 1973 [1857-58]: 117). 41 “La institución del libre acceso al trabajo fue una revolución jurídica sin duda tan importante como la revolución industrial, de la que por otra parte era la contracara (....) Rompe con las formas seculares de organización de los gremios y hace del trabajo forzado una supervivencia bárbara... pone fin a los bloqueos que obstaculizaban el advenimiento de una condición salarial” (Castel, 1997: 32). 42 Esta tendencia a nominar como “nuevos pobres” a los que se van empobreciendo masivamente se observa también en la actualidad bajo los efectos desvastadores del neoliberalismo, a finales del siglo XX y comienzos del XXI, como veremos más adelante.

32

serlo y nuevos también por que las causas que los producen se vinculan a acontecimientos que muestran un quiebre con las formas de subsistencia anteriores. En la misma época que Marx escribía sobre estos temas en Inglaterra, Henry George, un economista proveniente de EEUU, escribió un libro llamado Progreso y Pobreza en 1879, donde planteaba que una importante parte de la riqueza producida por el avance tecnológico, en una economía con mercado libre, es capturada por los propietarios de la tierra y monopolistas, vía la renta económica y que esa concentración de tierra era para él la raíz de las causas de la pobreza. En este sentido se acercaba bastante a Marx, aunque su pensamiento vinculado con los sistemas impositivos era más liberal. Su reflexión se basaba en la idea de que los recursos naturales no deberían tener ninguna limitación en el acceso ni tampoco ser grabados por impuestos. El debilitamiento de las normas no monetarias y las relaciones de reciprocidad, como explicaciones de la pobreza masiva Junto a la extensión de la economía de mercado, los procesos de acumulación originaria, la carencia de medios de empleo, el aumento de la “riqueza de las naciones” y la industrialización, otro elemento que vino a incorporarse al saber de las ciencias sociales vinculado con explicaciones sobre la producción de la pobreza y a las formas de subsanarla o resistir a los embates del empobrecimiento masivo, fue el surgimiento de normas no monetarias que regulan ciertos accesos a medios de subsistencia u otorgan alguna pretensión legítima a ellos. Esta línea reflexiva, a mi entender, se vincula con el rol que juegan las relaciones sociales de contraprestación recíproca no mercantiles como proveedoras de seguridades para la reproducción de la vida. La problematización no está puesta en la manera que se produce el trabajador libre, la población excedente o las consecuencias de la llamada “riqueza de las naciones”, sino en los mecanismos por los cuales la sociedad produce derechos, expectativas o titularidades para el acceso a medios de reproducción de la vida a partir de mecanismos societales. A mi entender, la regulación del vagabundeo, el surgimiento de la asistencia pública gubernamental a los pobres o la aparición de los incipientes derechos humanos y laborales, serán una de las primeras normas no monetarias que comenzarán a sustituir a las relaciones de reciprocidad comunitarias disueltas y a regular el acceso a medios de subsistencia o también –a veces- mejorar las condiciones del empleo por la vía del surgimiento de organizaciones más complejas, como las caritativas o las políticas gubernamentales llamadas sociales. Esta problematización vincula las distintas miradas sobre las formas en las que se reproduce la vida en las sociedades modernas y el rol que juegan en ella, las relaciones recíprocas no mercantiles43. En cada contexto social esta transición adquiere características particulares. En el caso de América Latina la destrucción de formas comunitarias de subvenir a medios de subsistencia no se vinculó exclusivamente a la expansión del capitalismo, comenzó más bien con la irrupción de los “colonizadores” y con la expropiación de subjetividades que las relaciones de explotación colonial implicaron, más allá de la sobre explotación del trabajo y la enajenación de los medios de subsistencia, situación que metamorfoseada continua hasta el presente44.

43

Tematización de la antropología desde sus orígenes que pervivió en la antropología de las sociedades complejas y la moderna antropología urbana también. 44 Muchos autores latinoamericanos han teorizado esta temática a partir de las diferentes formas en que la colonialidad se expresa – no solamente en el momento de la colonización sino en el presente- y la han denominado de diversas formas: colonialismo interno, colonialidad del poder, entre otras nominaciones. Por ejemplo para Aníbal Quijano (2000) la colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia social cotidiana y a

33

Un primer enfoque que aborda esta temática es la que vincula el pauperismo con lo que se denomina la invención de lo social y, junto a ello, el surgimiento de normas no monetarias como asistencia o los derechos-. En el primer caso no se explica la producción de la pobreza sino el surgimiento de instituciones particulares para mitigarla. En el segundo, la aparición de los derechos llamados humanos o la asistencia está fuertemente vinculada con la producción de la pobreza pero es su contracara. Explica la producción del pauperismo en el capitalismo, a partir de la carencia de expectativas legítimas a medios de subsistencia.

EL

NACIMIENTO DE LA SOCIEDAD O LA VINCULADA AL PAUPERISMO

“CUESTIÓN

SOCIAL”

Un grupo de autores, Polanyi, Robert Castel, Donzelot, coinciden en vincular al pauperismo con la aparición de lo que denominan la sociedad o lo social, constituidos por vínculos particulares de reciprocidad no monetarios modernos, los que se van institucionalizando y objetivando a partir de normas jurídicas y/o instituciones vinculadas a la resolución de la contradicción entre los intereses del capital y el bienestar de las personas. Este campo de saber y hacer particular, es el social, diferente al de la economía política, que en su versión liberal se oponía a toda forma de regulación no mercantil para la reproducción de la vida. El caso de Polanyi (1987 [1944]: 175-186) es particular. Es un autor preocupado por la reproducción material de los hombres en la historia de occidente, sobre todo europea y particularmente de Inglaterra. Dentro de esta amplia preocupación, la producción del pauperismo es central y él la vincula a la aparición de la economía política, como un saber que justifica la racionalidad económica por encima de otras, que ayudan a la reproducción de la vida, como las instituciones de solidaridad comunitaria o las regulaciones del precio de los alimentos, o la asistencia estatal al desvalido o al pobre45. Para Polanyi el pauperismo surge por la destrucción de las economías de subsistencia rurales y por el quiebre con lazos de contención anteriores que permitían y daban sentido a la reproducción de la vida, como ya lo había explicado Marx. Sin embargo Polanyi afirma que el primer factor de quiebre de esos lazos fue el resultado del comercio internacional, fruto del descubrimiento de América; el segundo, la Revolución Industrial en el siglo XVII y, posteriormente, la expansión del capitalismo. En este sentido, las causas no son el capitalismo en sí como lo señala Marx, sino sobre todo el comercio internacional que es potenciado cuando Europa nos “encuentra”, lo que denomina en su lenguaje como el descubrimiento y luego en un segundo momento la revolución industrial y la expansión del capitalismo. Por oposición y en forma dialéctica, podemos decir que esa circunstancia y dispositivo de dominación dentro de la geopolítica mundial -el de la

escala societal”. La definición del colonialismo interno según Pablo Gonzalez Casanova (2006) está originalmente ligada a fenómenos de conquista, en que las poblaciones de nativos no son exterminadas y forman parte, primero, del Estado colonizador y, después, del Estado que adquiere una independencia formal, o que inicia un proceso de liberación, de transición al socialismo o de recolonización y regreso al capitalismo neoliberal. Silvia Rivera Cusicanqui (1997) toma la idea de colonialismo interno de Gonzalez Casanova pero le imprime a la condición de explotación otra característica: la de expropiación de subjetividades, esta idea la desarrolla basada en la introducción al libro Los Condenados de la Tierra de Franz Fanon, escrita por Jean Paul Sastre en 1961. La misma idea es tomada luego por Anibal Quijano en su concepción de colonialidad del poder donde además incorpora la idea Foucauliana de control y disciplinamiento sobre el cuerpo de los sujetos. 45

Polanyi (1989 [1944]) estudia la historicidad de la aparición de la racionalidad económica basada en la tensión entre diferentes falacias del pensamiento de la economía política entre otras, la falacia de la escasez y la elección relativa.

34

colonización de América- es el primer momento de producción de pobreza masiva en nuestro continente, que enajena paulatinamente los medios de subsistencia de los nativos ejerciendo dispositivos de vasallaje y sujeción -con grados diversos de violencia- como: la semi servidumbre, la esclavitud, la “reducción” de aquellos que se resistían y su sojuzgamiento a las creencias, instituciones y formas de producción que imponía el colonizador. En el pensamiento de Polanyi encontramos elementos de análisis innovadores en relación a Marx con respecto a la producción del pauperismo. El primero es la vinculación que realiza entre el hecho concreto de la aparición de éste con la progresiva imposición de un pensamiento científico particular, el de la economía política46 el que justifica discursivamente la necesidad de rotura de los lazos comunitarios anteriores, como hemos visto, pero que no es preocupación para nada de Foucault en su análisis sobre el nacimiento de la biopolítica. Aunque, como veremos, si la asocia con la debilidad de las formas de gobierno de la familia y, en alguna medida también, con la pedagogía. El segundo elemento innovador de Polanyi se refiere al vínculo que propone entre la aparición del pauperismo y el descubrimiento de una nueva forma de organización social, lo que comienza a llamarse la sociedad particularmente las llamadas sociedades complejas. Dice Polanyi, “es en relación a los problemas de la pobreza que las personas empiezan a explorar los significados de la vida en las sociedades complejas” 47. Según Polanyi, en Inglaterra, el siglo XVIII, cuando la Revolución Industrial estaba bastante desarrollada, la ley de Pobres de 1662 fue parcialmente abolida en 1795, al igual que la servidumbre parroquial48, lo que permitió restablecer la movilidad física del trabajador para posibilitar la creación de un mercado de trabajo a escala nacional. En 1832, en Inglaterra, se había acrecentado la crítica hacía los llamados con la categoría nativa de los “socorros públicos”. Los promotores de la economía política -por oposición a la economía moral que primaba en esos momentos- y el surgimiento de la llamada economía de mercado, así como la burguesía urbana reciente, promueven la abolición de la Ley Speenhamland, en oposición a los propietarios rurales. Así establecen que no se concederá ningún socorro a domicilio49, y se pone fin a la ayuda a los salarios, modificando el sistema de entradas a los workhouses, quedando a voluntad su ingreso. De este modo, se logra separar la clase obrera de los grupos indigentes, quienes se hallaban unidos mediante la Ley Speenhamland50. Esta tozudez de parte del 46

También Foucault realiza una arqueología del surgimiento de la economía política, pero su preocupación no tiene que ver con sus falacias ni con su vínculo con una suerte de economía moral, ni con la incidencia de este pensamiento en la naturalización de las desregulaciones de los medios para “ganarse” la vida. Más bien se centra en la manera en que éste saber sirve como fundamento para una nueva forma de gobierno que aparece en el siglo XVIII. Para Foucault (1989) la economía política es el saber experto en el que se fundamenta el paso de una economía de la familia a una economía política de la población, por medio de un proceso que denomina gubernamentalidad. Este proceso está vinculado, en sus primeras reflexiones sobre este concepto, con la creciente importancia del Estado, por encima de otras instituciones de gobierno como la familia, la diplomacia, la pedagogía en el desarrollo de “artes” de gobierno de las personas, el que adquiere la forma, idea y concepto de población. 47

Como veremos más adelante, la denominación de sociedades complejas fue la manera que la antropología como ciencia denominó a las sociedades contemporáneas, por oposición a las llamadas sociedades simples, dentro de una clasificación evolucionista y etnocentrista del devenir de las sociedades. La pobreza en las sociedades complejas esta vinculada en ese campo de conocimiento con la pervivencia de las economías de subsistencia y de las redes de reciprocidad no mercantil.

48

La servidumbre parroquial se mantuvo en muchos países de América Latina hasta muy entrado el siglo XX. Por ejemplo, la Revolución Mexicana trató de eliminarla, junto a otras formas de semiservidumbre.

49

El socorro a domicilio fue una forma de especialización de los dispositivos asistenciales, tanto caritativa como laica, que todavía se mantiene aunque metamorfoseado en prácticas más especializadas.

50

“La unidad tradicional de una sociedad cristiana dejaba paso, en el caso de los ricos, al rechazo a

35

liberalismo de separar los obreros de los indigentes se mantiene en el tiempo hasta la actualidad y también tiene muchas veces fuertes connotaciones étnico raciales. Según Aníbal Quijano (2000) - un teórico de la colonialidad del poder y de la masa marginal latinoamericano -la condición de blanco estuvo fuertemente vinculada a la condición de asalariado libre en aquellos países con mayoría no blanca, para decir algo de esta forma tan racista de clasificación de las personas. David Ricardo, en su teoría sobre “la ley de hierro de los salarios”, afirmaba que las leyes de pobres incidían en la baja de los salarios de los trabajadores independientes, por ello los estudios de este autor sobre el desempleo fueron una de las causas más importantes para reformarlas y abolir las regulaciones sobre el precio del pan. El principio de pobreza válida, para Ricardo, era una manera de proteger a los trabajadores independientes, lo que ponía trabas para la conformación del trabajo libre. De esta manera, gracias a la prédica de la economía política liberal, se comienzan a desregular las formas de asegurar la subsistencia, como la protección asistencial o el precio de medios de consumo básico como el pan. La economía política se imponía como una ciencia que no dejaba dudas sobre las leyes que gobernaban a los hombres y, en nombre de esa autoridad científica, se fueron aboliendo las regulaciones de protección a la reproducción de la vida para permitir el libre juego del mercado y la constitución del trabajador libre51 (Polanyi; 1989 [1944]: 173-174). Entre los autores que explican la aparición de ciertas formas de regulación societal para suturar las contradicciones entre los intereses de clase con los comunitarios tenemos un grupo importante, generalmente vinculado con la tematización de la pobreza y de las formas de subvenir a ella. Entre los teóricos latinoamericanos se encuentran aquellos preocupados por identificar y describir la lógica y funcionalidad de las relaciones de reciprocidad no mercantil ante la extrema pobreza. Categorías que adquieren diferentes nombres: mecanismos de sobrevivencia, estrategias familiares de vida, capital social o “productividad de la pobreza” (según sean las corrientes que lo abordan). En el pensamiento social francés, entonces el pauperismo se asocia con lo que se llama la invención de lo social - en algún sentido en forma similar al pensamiento de Polanyi - y con la aparición de lo que se denomina la cuestión social moderna o la cuestión social clásica, es decir la manera de resolver la tensión entre igualdad jurídica y la desigualdad social52. Las poblaciones que eran a la vez agentes y víctimas de la Revolución Industrial, se encontraban en un orden económico de miseria y desmoralización masivas, divorciadas del orden jurídicopolítico fundado sobre el reconocimiento de los “derechos del ciudadano”. Esto fue percibido por los liberales como una amenaza “al orden político y moral” y por ello consideraron necesario encontrar “un remedio eficaz para la plaga del pauperismo” (cursivas nuestras). En

reconocer su responsabilidad en la situación en la que se encontraban sus semejantes. Las “dos Naciones” comenzaban a configurarse. Para asombro de los espíritus reflexivos, una riqueza inaudita iba a acompañada inseparablemente de una pobreza también insólita. Los eruditos proclamaban al unísono que se había descubierto una ciencia que no dejaba ninguna duda acerca de las leyes que gobernaban el mundo de los hombres. En nombre de la autoridad de estas leyes, desapreció de los corazones la compasión, y una determinación estoica a renunciar a la solidaridad humana, en nombre de la mayor felicidad del mayor número posible de hombres, adquirió el rango de religión secular”. (Polanyi, 1989 [1944]: 173-174) 51 “Para asombro de los espíritus reflexivos, una riqueza inaudita iba a acompañada inseparablemente de un pobreza también insólita. Los eruditos proclamaban al unísono que se había descubierto una ciencia que no dejaba ninguna duda acerca de las leyes que gobernaban el mundo de los hombres. En nombre de la autoridad de estas leyes, desapareció de los corazones la compasión, y una determinación estoica a renunciar a la solidaridad humana, en nombre de la mayor felicidad del mayor número posible de hombres, adquirió el rango de religión secular”. (Polanyi, 1989 [1944]: 173-174) 52

Donzelot se ha referido a esta etapa, como la invención de lo social y Robert Castel como la cuestión social (1997: 20).

36

otras palabras, la sociedad liberal corría el riesgo de estallar debido a las nuevas tensiones provocadas por la industrialización salvaje53. Las intervenciones que surgen de la tensión entre la igualdad jurídica promulgada por la Revolución francesa y la desigualdad social creciente, producida por el capitalismo y la industrialización serían, para Castel, el origen de las diferentes formas de resolución de la cuestión social moderna. La actitud del comité de la Asamblea Constituyente en Francia, inventa lo social a partir de medidas destinadas a la extinción de la mendicidad54. Según sus miembros “allí donde existe una clase de hombre sin subsistencia, allí existe una violación de los derechos de la humanidad, allí el equilibrio social está roto”, la cuestión social se reflejaría en el lugar que podían ocupar en la sociedad industrial, las franjas mas des-socializadas de los trabajadores (Castel, 1997). Considero que las medidas destinadas a eliminar la visibilidad de la pobreza: la mendicidad, fundarán la idea, las prácticas y las regulaciones vinculados con los derechos humanos. Al principio serán dispositivos moralizantes llamados de asistencia “pública estatal” o la caridad (religiosa o laica). La pobreza masiva dará lugar a la invención de los derechos conocidos como humanos cuya génesis no es más que la institucionalización de ciertas garantías de medios de subsistencia vinculados a la asistencia a los pobres válidos. La formalización de los derechos habilita a poseer expectativas de acceso a bienes o servicios, para la simple reproducción de la vida a niveles de una “asistencia gubernamental” mínima básica o sea “comida para pobres”. Dicha génesis no se debió a las buenas intenciones de los asambleístas, por el contrario fue el producto de las luchas y la protesta de los recientes ciudadanos, ante la masividad del hambre de miles de personas. Según Donzelot, la invención de lo social” está vinculada con la marginación política de la clase trabajadora y surge – en Francia- después de la Revolución de 1848; sobre todo, con la decepción que prosiguió a la instalación de la primera asamblea, electa sobre la base del sufragio universal. En las tensiones entre la declaración de los Derechos del Hombre y la resistencia de los miembros de la asamblea por atender a los reclamos de la muchedumbre que solicitaba mejores condiciones de vida, es donde se inventa lo social. En esta constitución, lo que aparecía como ayuda pública, en la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1791, se perfiló como “derecho”. La tensión entre los derechos formales y las demandas y movilizaciones populares por mejorar sus condiciones de vida, dieron como resultado la invención de lo social55 y las progresivas regulaciones sobre las condiciones del trabajo y los salarios. Esta tensión aparece en las contradicciones que planteaba el sufragio universal, la fuerza de la asamblea como representante del pueblo de París como único soberano, tomando en cuenta sus deseos como “voluntad general de la nación” y la resistencia de los asambleístas a los reclamos, los atrincheramientos de los obreros y las puebladas, obtuvieron como respuesta junto a la represión, la “invención de lo social” (Donzelot, 1984: 28-

53

“Este hiato entre la organización política y el sistema económico permitió señalar por primera vez con claridad, que el lugar de lo “social”, debía desplegarse en el espacio intermedio, restaurar o establecer vínculos que no obedecían a una lógica estrictamente económica ni a una jurisdicción estrictamente política. Lo “social” consiste en sistemas de regulación que no son los del mercado, instituidos para tratar de llenar esta brecha. En este contexto la cuestión social se convertiría en la cuestión del lugar que podían ocupar en la sociedad industrial las franjas más des-socializadas de los trabajadores. La respuesta a esta cuestión fue el conjunto de dispositivos montados para promover su integración” (Castel, 1997: 20-21). 54 Este deseo, utopía o retórica (que cree que es probable extinguir la mendicidad y la pobreza) atraviesa el imaginario moderno, sea cual sea el discurso predominante que lo justifique: la biopolítica, el civilizatorio, el del desarrollo o el desarrollo humano de fines del siglo XX. 55 “El pueblo esperaba que ésta (la asamblea) colocaría la condición operaria a la altura de su condición política, a través de la proclamación del derecho al trabajo y su implantación. Esa proclamación se produjo de facto. Pero no se concretó, puesto que se reveló una contradicción entre la garantía de la libertad y la aplicación sistemática del derecho al trabajo de todos (...). El tema de la democracia formal, con sus connotaciones fuertemente peyorativas nació de esa decepción producida por una república, sin duda democrática, pero poco social” (Donzelot, 1984: 179, traducción y paréntesis nuestros).

37

30). Creo que los derechos laborales se concretan, no como tales, sino en forma indirecta, la idea fundamental, como en el caso de Inglaterra, es el libre acceso al mercado de trabajo que debe permitir resolver el problema de la falta de obreros en ese momento en esos países –para nada comparable con la condición histórica de los países colonizados que fueron forzados a someterse a diferentes formas de vasallaje, esclavitud o a sistemas de semi-o neos servidumbre. La Ley de Chepalier francesa, que suprime las corporaciones, es una medida que responde a esa necesidad. Mientras que la libertad del trabajo era concebida como la condición necesaria y suficiente para la resolución del problema de la pobreza involuntaria, la mendicidad “voluntaria” se convierte en un delito social y se reencuentra para ella el aspecto represivo (Gautie, 1998). Este tema es retomado también por Donzelot, como veremos, para quién el aspecto disciplinatorio que pervive en las relaciones asistenciales se debe a la manera que se neutraliza la amenaza moral que representan aquellos individuos cuyos comportamientos se consideran antisociales.

EL PAUPERISMO COMO

CARENCIA DE EXPECTATIVAS LEGÍTIMAS A MEDIOS DE SUBSISTENCIA POR MEDIO DE INSTITUCIONES Y RELACIONES NO MONETARIOS Los procesos de mercantilización, el libre acceso al trabajo producido por la generalización del capitalismo, como lo señaló Marx, fueron debilitando los vínculos e instituciones más primarias de subsistencia doméstica y comunitaria, o la economía moral, en palabras de Thompson o las redes de reciprocidad y mecanismos de sobrevivencia –dirían los antropólogos y sociólogos latinoamericanos-. Este momento de transición hizo reposar la reproducción social en los circuitos monetarios, lo que produjo la pobreza masiva a aquellos que no se constituirían eventualmente en obreros o asalariados. Luego vendrán normas e instituciones no monetarias: distintas formas de relaciones de solidaridad institucionalizada como la asistencia pública, los derechos llamados humanos y diversas formas de protección social que intentaron dar respuesta a la pobreza masiva y a la falta de regulaciones y contenciones no monetarias sobre los medios de subsistencia. Para el pensamiento social francés, este es el momento de la aparición de un tipo particular de solidaridad, la solidaridad orgánica, al decir de Durkheim que emerge ante la ruptura de las solidaridades más antiguas56. Para Durkheim, la aparición de la solidaridad orgánica fue otro momento de contrato social. La solidaridad orgánica va de la mano con el discurso de la economía política y del libre mercado. En el pensamiento social inglés, se prodría decir que esta ruptura se explica a través de la idea del paso de una economía moral o de una solidaridad paternalista a una economía política (Thompson, 1995; Polanyi, 1997 [1944]). Según Donzelot (1998: 182-183) previo a esta idea de solidaridad existía una teoría comunitaria que sustentaba lo social sobre tres aspectos: la similitud de condiciones, la proximidad por la pertenencia a un mismo espacio y la sumisión a la autoridad de la tradición57. Contrariamente, para los promotores de la Revolución Industrial y de la Revolución

56

“Emile Durkheim y los republicanos de fines del siglo XIX llamaron “solidaridad” a este vínculo problemático que asegura la complementariedad de los componentes de una sociedad, a pesar de la complejidad creciente de su organización. Este es el fundamento del pacto social. Durkheim lo reformuló en estos términos cuando el desarrollo de la industrialización amenazaba solidaridades más antiguas que todavía debían mucho a la reproducción de un orden fundado sobre la tradición y la costumbre a principios del siglo XX, la solidaridad debía convertirse en la asistencia voluntaria a la sociedad por ella misma, y el Estado Social sería el garante." (Castel, 1997: 24)

57

Podríamos decir nosotros que este momento o en las sociedades basadas en estas relaciones priman

38

Burguesa, el modelo de lo social debía basarse sobre el contrato voluntario, que uniría a los individuos entre sí en una sociedad. Para Donzelot, quien mejor expresó este nuevo contrato, fue Durkheim al referirse a la solidaridad orgánica, noción que resolvía en alguna medida las amenazas que planteaba la República al dejar a las masas libradas a su propia voluntad. Este tipo de solidaridad se opone a la similitud y al comunitarismo, porque resulta de la independencia creciente de los individuos libres debido a la división social del trabajo. El concepto, inventado por Durkheim, a finales del siglo XIX, “sirve para el análisis de la sociedad moderna y como referencia para la acción pública”. Según Donzelot, como alternativa al pensamiento de los liberales que no querían más que el contrato libre e individual entre los individuos sin ninguna intermediación, los republicanos fundadores de la Tercera República rancesa, a finales del siglo XIX, estuvieron fuertemente influenciados por esta noción de Durkheim. Las intervenciones sociales que allí surgen, se basan en la idea que la sociedad existe en un modo más potente que las clases y que el papel de la República era entonces; de una parte, defender al individuo contra los riesgos que producía la creciente división social del trabajo; pero también, proteger a la sociedad contra el individuo cuyos comportamientos antisociales representaban una amenaza58. Para Donzelot, el surgimiento de la seguridad social no es sólo una cuestión de economía de recursos para prevenir riesgos, aumentar y controlar la vida de los trabajadores, como apunta Foucault (1982), sino también una forma de solidaridad especial republicana que pone los intereses sociales por encima de los individuales. La segunda forma de intervención, la de proteger a la sociedad contra los individuos considerados “peligrosos” o potenciales “amenazas” es, en realidad, el origen de las prácticas asistenciales estatales, que luego en el siglo XX se profesionalizan de diversas formas, una de ellas el trabajo social. En el análisis de estos autores la pobreza masiva produce un saber hacer particular sobre los pobres, los trabajadores y los ciudadanos marginados políticamente que es el social. La invención de lo social está a su vez fuertemente vinculada con las formas de resolver el pauperismo y los reclamos a él asociados. E. P. Thompson (1995) y Amartya Sen (1995), desde un lugar diferente al abordaje del pensamiento Francés sobre la invención de lo social, están preocupados por explicar, en momentos históricos diferenciados, que función cumplen las normas no monetarias y las expectativas de acceso legítimas a medios de subsistencia en situaciones de pobreza masiva, sobre todo de hambrunas. Thompson estudia, en la transición al capitalismo, los levantamientos producidos por el alza del pan y la pobreza masiva por ella producida, en la Inglaterra del siglo XVIII y Sen, las hambrunas de finales del siglo XX, en algunos países de Asia y África. Ambos autores, al igual que Ricardo y Marx en etapas anteriores, polemizan con Malthus, en el sentido que las hambrunas no se producen por escasez de alimentos sino por carencia de normas que regulen sus precios, en un cierto límite de dignidad, por falta de una economía moral, para Thompson o por la debilidad o carencia de los derechos de acceso, las titularidades, según Amartya Sen. Ambas categorías conceptuales que reflejan relaciones y normas de reciprocidad no monetarias, la economía moral y las titularidades serían una suerte de reaseguro para no caer en la inanición e incidir en las regulaciones con relación a las provisiones mínimas de

lógicas diferentes a las capitalistas donde no prima la utilidad ni el lucro, sino la reproducción comunitaria de los miembros de esas sociedades, entre otras las campesinas, o economías basadas en relaciones de producción comunitarias. Las políticas de intervención sobre los que no tienen capacidad de reproducirse se realizan en base a solidaridades de tipo comunitarias. 58 “Sobre el primer aspecto se encuentra el origen de la protección social, o el recurso o técnica del “seguro” que permite que todos contribuyan de manera automática para la constitución de una indemnización destinada a ayudar a aquellos que podrían, en el futuro, sufrir los efectos de la división social del trabajo: accidentes de trabajo, enfermedades laborales, envejecimiento, desempleo, etc. Sobre el otro aspecto, encontramos las formas nativas del trabajo social entendido como la preocupación de identificación y asistencia precoz de los individuos que representaban un peligro para la sociedad o que parecían en peligro de tornarse peligrosos para ella” (Donzelot, 1998: 184)

39

subsistencia. Estos dos autores producen un importante hallazgo en la evolución del conocimiento sobre las formas de producción de la pobreza masiva. Muestran cómo la pobreza en el capitalismo no sólo depende de condiciones materiales que se producen por las carencias de medio de empleo, como lo habían señalado Marx y Ricardo o por los bajos salarios, sino por limitaciones en el acceso o por la carencia de expectativas legítimas a medios de subsistencia. Gracias a la protesta y las luchas sociales, ante la falta de regulaciones de los medios de subsistencia básicos, como el pan, o por las contradicciones entre derechos civiles otorgados por la condición de ciudadanía y la pobreza creciente, parte del acceso a los medios de subsistencia se trasladó a una lógica no económica, basada en diferentes sistemas de contraprestaciones entre el estado, la familia y la comunidad. Para E. P. Thompson, estos vínculos constituyen una institución no mercantil, inscripta en el ámbito de la moral y de las costumbres. Para él la economía moral, es esa institución que permite el acceso a medios de subsistencia en el momento de la transición al capitalismo en Inglaterra. Más tarde, la idea de economía moral como una red de relaciones reciprocas basadas en las costumbres para dar respuestas a la reproducción de la vida59, se economizará y pasará a llamarse capital social, en el campo de saber de la economía política Neokeynesiana de finales del siglo XX y se utilizará como una noción fundamental en el sistema de enunciados del discurso del desarrollo humano que se encarnará en una visión utilitaria -como veremos- dentro del discurso de los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial. Para Amartya Sen (1981, 1993, 1995), un economista contempóraneo y que mira al problema desde el lugar de la economía política neo Keynesiana, estos vínculos que permiten el acceso a medios de subsistencia y evitan el hambre, en países pobres, tienen que ver con aspectos vinculados al acceso a la propiedad o el derecho a acceder a activos. La carencia de titularidades o derechos de acceso a bienes que aseguran la subsistencia, es lo que explica las hambrunas y no sólo la existencia de alimentos. El está discutiendo con el espectro de Malthus que azota el pensamiento liberal, encarnado un neomalthusianismo neokeynesiano el que sigue pensando que las causas de la pobreza se deben a la tensión entre crecimiento demográfico y producción de alimentos, o a la incapacidad subjetiva de las personas por vender su fuerza de trabajo en el mercado, según la denominada “economía del bienestar”60. Sen, en su trabajo pionero sobre hambre y titularidades acerca de las causas e impactos sobre de los shocks de los medios para ganarse la vida, distingue entre la propiedad de dones "endowments" (de tierra, trabajo, etc.) y las titularidades intercambiables. Las titularidades expresan una relación entre las personas y los bienes de consumo, mediante la cual se legitima el acceso y control sobre ellos. Es decir, las titularidades conceden a las personas una pretensión legítima hacia las cosas a través de los medios legales disponibles en la sociedad. Podríamos decir, desde una mirada más social y menos económica (que ata la pretensión legitima a cuestiones de propiedad de bienes o a acceso a activos), que estas titularidades han adquirido la forma de las llamadas políticas sociales modernas. Algunas se han constituido en derechos y otras mantienen diversas formas de tutela (beneficencia laica y religiosa, asistencia estatal, filantropía, neofilantropía de la sociedad civil – como las llamadas modernamente organizaciones no gubernamentales-).

59

Para un análisis de la evolución de la idea de economía moral (Thompson, 1995: 349) y James Scott (1976).

60

Ver Ruben Lovuolo et al. (1999), para un análisis de las explicaciones de la pobreza de la economía de bienestar vinculada con las faltas de capacidades de las personas para emplearse en el mercado y el de necesidades vinculado a la idea de la existencia sólo de necesidades subjetivas, lo que se opone a la posibilidad de fijar necesidades absolutas, debajo de las cuales se encuentra el hambre.

40

LA INVENCIÓN DE LA CIUDADANÍA SOCIAL La invención de lo social como respuesta al pauperismo y a las contradicciones entre las desigualdades sociales y la igualdad jurídica, fue construyendo paulatinamente un tipo particular de ciudadanía, la llamada ciudadanía social. Junto al quiebre con las formas de reciprocidad anteriores, por la extensión de las relaciones capitalistas y la creciente urbanización que requería la industria, apareció entonces este campo particular de lo social que implicó relaciones de intercambio no mercantil, basados en sistemas de tutela asistencial no familiar o derechos que fueron otorgando algún tipo de pretensión legítima sobe el acceso a bienes, en forma conjunta a una profesionalización creciente sobre la intervención sobre los pobres. Marshall (en Marshall, T. H. y Bottomore, Tom 1998) en su clásica interpretación de la evolución de la ciudadanía en Inglaterra, a partir de un doble proceso de fusión geográfica y separación funcional en distintos períodos formativos, entre derechos civiles (siglo XVIII), políticos (siglo XIX) y sociales (siglo XX) demuestra que, en general, el desarrollo de la ciudadanía produjo conquistas con relación a “una medida más acabada de la igualdad”, sobre todo debido a la evolución de los derechos sociales. Para este autor, las aspiraciones de mayor igualdad, producidas por el crecimiento de la producción masiva, para establecer un mercado nacional y el aumento de las renta monetarias distribuidos desigualmente, llevó a la incorporación de los derechos sociales al status de la ciudadanía que ante no estaban fusionados. En Marshall, aparece una explicación de la aparición de los derechos sociales ligada a la desigualdad de la distribución de la renta. La desigualdad creciente en la distribución de la riqueza generada, aparece entonces como una nueva forma de producción y reproducción de la pobreza, aunque expresada en forma indirecta. También Marshall visualiza las luchas sociales como parte de la génesis de estos nuevos derechos que ahora comienzan a llamarse sociales, aunque en su lenguaje las luchas se nominan con un concepto más subjetivo e individual como el de “aspiraciones”61 de los trabajadores debido a la producción en masas. Mientras los países como Inglaterra y Francia desarrollaban una fusión entre derechos de acceso, que se fueron constituyendo paulatinamente en derechos sociales, vinculados a la condición de ciudadanía, al interior de sus países; por otro propiciaban un vínculo tutelar con las regiones y poblaciones que colonizaban o con los cuales comercializaban, basado en el discurso civilizatorio, entre ciudadanos civilizados y lo que consideraban la barbarie. Los bárbaros de las colonias no podían acceder al estatus de igualdad jurídica, por el contrario eran intrínsecamente desiguales por su condición de colonizados –erán equivalentes a los indigentes válidos descalifados socialmente a los que se les negaba la condición de ciudadanía-. Cuando “los bárbaros” de sus ex colonias accedieron a la ciudadanía lo hicieron en contra de los intereses de los ciudadanos democráticos que los dominaban y bajo la violencia civilizatoria de los intereses de estos imperios. Las instituciones basadas en derechos sociales desarrolladas durante el siglo XX en Europa, implicaron un grado importante de desmercantilización62 e individuación, al liberar al individuo o la familia de su dependencia del mercado y, por otro, debilitaron las redes más locales de protección que hasta entonces existían. Las regulaciones entre el capital y el trabajo vinieron a contrarrestar los efectos nocivos de la explotación del trabajo disminuyendo, en cierto sentido, el carácter de mercancía del trabajo (lo desmercantilizaron), al hacer reposar parte de la 61

La economía política Keynesiana se preocupará particularmente por las aspiraciones individuales y subjetivas de las personas y sus elecciones, para explicar la lógica de funcionamiento del mercado y también la pobreza. 62 “El despojar a la sociedad de las capas institucionales que garantizaban la reproducción social fuera del contrato laboral, significó la conversión de los individuos en mercancías, su mercantilización " (EspingAnderson, 1993:41).

41

reproducción en relaciones no mercantiles. El acceso a los derechos, sus modalidades, condiciones y magnitudes configuran situaciones, según las cuales, los niveles de vida de ciertas poblaciones se autonomizan de las fuerzas del mercado, “es en este sentido que los derechos sociales disminuyen el status de los ciudadanos como mercancías”. Según Gosta Esping Anderson (1993), la ciudadanía social debe implicar la garantía de derechos sociales. Cuando adquieren status legal y prácticos de derechos de propiedad, cuando son inviolables, y cuando son asegurados en base a la ciudadanía, en vez de tener base en el desempeño, implican una “desmercantilización” del status de los individuos vis a vis con el mercado63. Esto significa que la ciudadanía no necesariamente implica la generalización de derechos sociales para todos los individuos como lo señala Marshall, ni tampoco que la desmercantilización se produce sólo con el acceso a derechos de garantías inviolables como lo señala Esping Anderson. Muchas veces las ciudadanías democráticas ampliadas civilmente de países como América Latina, han estado basadas justamente en el cercenamiento de derechos sociales básicos a gran parte de su población (por ejemplo: cobertura médica, vivienda digna, acceso a agua potable y saneamiento básico, manutención en la edad adulta, entre otros derechos sociales). Hasta aquí hemos reflexionado sobre las formas en que ciertos campos de conocimiento como la economía política o como el campo de lo social aparecen fuertemente vinculados, en el pensamiento europeo, a dispositivos de intervención que regulan los intereses del capital y a otros que tratan de suturan las contradicciones entre los intereses del capital y del bienestar que dan lugar a la invención de lo social. También hemos podido rastrear como el origen de ciertas formas de vínculos no mercantiles asociadas a veces a derechos otras a la condición de ciudadanía, o de tutela como la asistencia que limita la condición de ciudadano, tienen fuerte relación con la manera en que las ciencias sociales y la historia social han explicado la aparición del pauperismo.

AMÉRICA LATINA Y LAS ARQUEOLOGÍAS TUTELAS, POBREZAS Y ESTADOS DE MALESTAR

DE LA

POBREZA,

DE

En América Latina, la aparición de la pobreza como fenómeno colectivo, tiene su primer momento cuando las formas de dominio coloniales rompen con los anteriores sistemas de reciprocidad y de inscripción de las comunidades y las familias, creando y reconfigurando nuevas relaciones de dominación a través de instituciones como la mita, el yanaconazgo, la encomienda o directamente por medio de la represión violenta sobre todas las formas posibles de liberación, como el “pillaje” o el “vagabundeo”. La segunda ruptura se produce con la independencia de laS coronas, cuando se debilita con la caridad religiosa y se inicia el proceso de su laicización por medio de la beneficencia. La tercera, tiene lugar en la primera mitad del siglo XX, período en el cual, en la mayoría de los países, se van desarticulando paulatinamente las estructuras semiserviles y se conforman mercados internos para los procesos incipientes de industrialización. En cada país, su aparición tiene distintos momentos, dependiendo de la

63

Creemos que no sólo la juridicidad de los vínculos recíprocos, que ofrecen garantías de derechos inviolables, permiten el acceso a bienes y servicios, fuera de las relaciones estrictamente económicas. Otros derechos no tan inviolables, como el acceso a la salud o la educación y también los vínculos que se inscriben en contraprestaciones de reciprocidad tutelares, generan bienes, servicios y/o identidades, más allá de las relaciones estrictamente económicas. Por otra parte, no sólo los derechos desmercantilizan las relaciones sociales, también se mantienen y remozan relaciones de tutela, que substituyen bienes que se pueden obtener en el mercado. A su vez, las relaciones de tutela se institucionalizan en diversos ámbitos (el estado, el territorio, organizaciones privadas) y pueden estructurarse sobre discursos variados sobre la autoridad y el gobierno legítimo sobre las poblaciones tuteladas, en el ámbito privado (laicas, religiosas, filantrópicas y/o mixtas) o gubernamentales (judicializadas, asistenciales o las más modernas: las denominadas de “desarrollo social”).

42

manera e intensidad particular que tomaron. Hasta entonces, la provisión de medios de subsistencia reposaba en las relaciones serviles, semi asalarizadas o en las economías de subsistencia campesina o el trabajo de oficios. Este momento coincide con lo que Rahnema (1996) denomina la segunda ruptura con las formas de intervención y administración de la pobreza en el ámbito global, a mediados del siglo XX con la substitución del discurso civilizatorio por el del desarrollo. Para Foucault la biopolítica tenía como uno de sus objetivos el de disminuir el riesgo de las epidemias y las endemias, mejorar la productividad de los trabajadores y su vida útil para aumentar su predisposición para el trabajo. Esto dio lugar a la aparición de los sistemas de seguro social y asistencia social estatal, junto al desarrollo de derechos laborales y sociales que se fueron atando a la condición de ciudadanía. En el siglo XIX con el surgimiento de las repúblicas en nuestros países de América Latina y el Caribe, la caridad fue adquiriendo un carácter laico que sustituye paulatinamente la caridad religiosa por una nueva forma de asistencia que se denomina beneficencia. Esta se caracteriza por un control de las elites neocoloniales, mujeres pertenecientes a las oligarquías criollas locales (“damas de la beneficencia”), quienes bajo la legitimación eclesial y la tutela gubernamental son quienes tienen el control legítimo para disciplinar a los pobres en instituciones de encierro (hospicios, hospitales de pobres, casas de niños expósitos, etc.) y moralizar a los grupos sociales que dominaban y que se representaban como una amenaza (mujeres y niños pobres, poblaciones no territorializadas en relaciones semiserviles, entre otros). Las configuraciones sociales predominantes en ese período remiten al vínculo entre el patrón y el peón o poblaciones originarias que basadas en el trabajo semiservil, permitían reproducir el vínculo de dominación para extraer el excedente del trabajo semi-gratuito debido a la escasa asalarización. La beneficencia controlaba a los “vagos” que no eran otra cosa que aquellos que habían roto con los lazos de fijación semiservil de la hacienda o habían perdido la afiliación local. Luego ya a mediados del siglo XX, los nacionalismos populares y las incipientes luchas obreras y campesinas, en algunos de nuestros países, vinieron a ligar a la condición de ciudadanía política (derecho al voto) “derechos sociales” (como leyes laborales, protección al trabajo, sistemas de seguro, educación y salud pública gratuita) o acceso a medios de subsistencia como la tierra. Todo ello vino a conformar una suerte de nacionalismos con cierto estado de bienestar para algunos trabajadores y ciudadanos generalmente urbanos. Algunos países mantuvieron sistemas de tutela asistencial y semiservil sobre las poblaciones minorizadas y desarrollaron más bien estados de malestar. En el caso de los primeros países se produjeron diversos procesos y alianzas entre clases las que tuvieron como correlato la incorporación de los sectores populares en las políticas estatales. Pero, por sobre todo, impulsó la “gubernamentalización” de las tácticas de gobierno estatal sobre las poblaciones y una estatalización de la intervención social. Esta tendencia se presentó, en algunos países de América Latina, promovida por ideas y prácticas medico higienistas, eugenésicas neoLamarckianas. En ese contexto, la biopolítica adquirió un carácter claramente racista que se correspondía con la forma neocolonial de dominio con las poblaciones nativas. Intervenía socialmente para controlarlas y disciplinarlas bajo la construcción de la superioridad cultural, racial y social de la elite “blanca” y “europeizante”. La intervención social reproducía entonces las formas neocoloniales republicanas de dominio sobre la población local. En la década de los 60’, con el auge de las ideas desarrollistas se pensaba, que el proceso de industrialización tendría un efecto "rebalse" e incorporaría a las poblaciones excluidas a los "beneficios" derivados de la "modernización". Sin embargo, esta situación no se produjo, al contrario, tendió a aumentar relativamente la pobreza; a pesar de la incorporación, en algunos países, de importantes sectores al consumo masivo. La dependencia de los centros de mayor desarrollo económico se intensificó, tomando nuevas modalidades. Murmis y Feldman (1995) sintetizan esta situación como sigue, "...Hay una visión de la pobreza en los países pobres que la capta como realidad omnicomprensiva propia de sociedades masivamente excluyentes, "donde los pobres forman un verdadero pueblo, fuera del tiempo, fuera de la 43

historia, fuera de la sociedad". Pero también en la consideración de la pobreza en el Tercer Mundo aparece el tema del destino de la pobreza en condiciones de desarrollo económico. La atención al problema de la pobreza surge en la década del 60’ precisamente en el contexto del crecimiento alcanzado en la llamada década del desarrollo, un crecimiento que es caracterizado como no "desempobrecedor". Aquí también tenemos una gama de variaciones desde los análisis que muestran cómo el desarrollo deja atrás sectores antes no integrados, hasta los que muestran que incluso marginaliza a sectores que habría empezado a integrar...." (Murmis y Feldman, 1995: 54). Cabe preguntarnos en torno a las particularidades que asumen los mecanismos de producción de la pobreza en América Latina. Por ejemplo, ¿hasta qué punto se produjo la mercantilización de las relaciones de producción, o la progresiva tutela o la gubernamentalización de la vida sobre las poblaciones percibidas como amenaza? ¿Qué grado de desmercantilización se alcanzó en la etapa del desarrollo de los Estados de Bienestar? ¿Hasta qué punto fueron debilitados los vínculos de solidaridad comunitarios para resolver problemas de protección social? Sin pretender ser exhaustivos, ni precisar las particularidades que asumieron estos procesos en cada uno de los países, podemos intentar al menos algunas observaciones generales que nos aproximen a las respuestas y nos den algunas pistas sobre las características y la complejidad de los problemas de la pobreza en América Latina. En América Latina las características que adquirieron las políticas sociales fue particular. Primero por la escasa mercantilización de las relaciones sociales que se tradujo, entre otros aspectos, en una asalarización parcial y, en segundo término, por las relaciones de semiservilismo étnico que aún se mantienen bajo diversas formas. El primer aspecto llevó a la convivencia, articulación y funcionalización de relaciones de producción semiasalarizadas de subsistencia de pequeños productores con relaciones capitalistas, él que alcanzó diversa intensidad dependiendo de los países. En muchos casos, estos vínculos facilitaron la provisión de reservorio de mano de obra para la hacienda, el ingenio o la mina, o sirvieron como recursos para la reproducción de los semi-asalariados. En los setenta el debate principal sobre las particularidades de las formaciones sociales periféricas, se refería a los modos diversos que asumieron, en América Latina, los procesos de desarrollo desigual, “satelizando en grados variables a formas pre o protocapitalistas de producción” (Nun, 2001). No hay que pensar que esta convivencia y funcionalización fue pacífica. Implicó, como dice Esteva (1996: 66-67), una historia de violencia y destrucción que a menudo adoptó carácter genocida. En América Latina, la escasa mercantilización de las relaciones sociales produjo una débil asalarización. Las relaciones asalariadas se circunscribieron además, la mayoría de las veces, a la población blanca (Quijano, 2000), permaneciendo un conjunto de relaciones serviles y semiserviles y formas variadas de paternalismo sobre las poblaciones nativas. Estas se encontraban y todavía se encuentran, en muchos países, sin poder hacer uso de la práctica del derecho a la libertad personal, lo que los coloca en una situación de una ciudadanía subordinada o limitada. La permanencia de interdependencias paternalistas con las poblaciones pobres de origen nativo, limitó la condición del asalariado libre sin sujeciones y la ciudadanía política y puso freno a la extensión de los derechos sociales. Cuando la protección social se comenzó a vincular con la condición de ciudadano o trabajador - lo que tuvo lugar aproximadamente a partir de mediados del siglo XX- , momento de la conformación de los regímenes de estado de bienestar64 en América Latina, en general estos tuvieron un desarrollo muy débil. Con sarcasmo algunos autores hablan de los Estados de Malestar (Bustelo, 1995) y otros señalan el escaso vínculo con la condición de ciudadano al referirse a un Estado sin ciudadanía (Fleury, 1997). En los países centrales, la mercantilización

64

La noción de régimen de “Estado de Bienestar” de Esping Anderson (1993) plantea la cuestión de la política social no sólo como un tipo histórico, basado en la experiencia europea de principios y mitad del siglo XX, que él describe, sino como formas de vinculación entre el mercado, el Estado y la familia, lo que produciría una manera especial de estratificación social y tipos particulares en su concreción.

44

operó una importante sustitución parcial del sector doméstico, un grado de asalarización significativo, derechos sociales con mayor impacto sobre la desmercantilización de la reproducción de la vida, salarios relativamente suficientes y un escaso aporte de las redes de solidaridad locales. En nuestros países, al haber sido la mercantilización menos generalizada y en condiciones desventajosas para los trabajadores - salarios insuficientes, formas precarias de contratación del trabajo y vínculos de tutela paternalista y racista - la reproducción de importantes grupos de población ha reposado significativamente en vínculos de tutela, recursos provenientes de las redes de solidaridad no mercantiles y trabajos en la economía informal. La accesibilidad a los medios de subsistencia que garanticen la reproducción de la vida en América Latina, también estuvo limitada desde los inicios de las relaciones capitalistas, por las condiciones de superexplotación del trabajo y los métodos coactivos de expropiación de la tierra y el agua. En la etapa de los nacionalismos populares de distinto signo -democráticos, populistas, socialistas, desarrollistas- surgidos a mediados del siglo XX vendrán a reconvertir el Estado y las formas de intervención social, bajo la idea de la igualdad jurídica de los ciudadanos y la necesidad de reducir la desigualdad social entre clases sociales suturando, a veces en forma profunda, otras más débil, la relación entre ciudadanía y derechos sociales. Con sarcasmo algunos autores hablan de los Estados de Malestar (Bustelo, 1995) y otros señalan el escaso vínculo con la condición de ciudadano al referirse a un Estado sin ciudadanía (Fleury, 1997). Cuando la protección social se comenzó a vincular, aunque sea débilmente con la condición de ciudadano o trabajador, los sucesivos golpes militares, intervenciones de los intereses del capital multinacional y las elites criollas y guerras fratricidas promovidas por el Imperio Americano, fueron sistemáticamente debilitando o destruyendo las garantías y los derechos que las luchas sociales y los nacionalismos populares habían conseguido. Las transformaciones operadas en los últimos treinta años en América Latina vinieron a darle el último golpe de muerte. Los aportes de los teóricos del desarrollo desigual demostraron que en los países denominados de la periferia, las relaciones capitalistas no destruyeron radicalmente las formas de producción anteriores sino que las funcionalizaron a su lógica; siendo la asalarización poco generalizada en comparación con los países centrales (Amin, 1979:19-20). Este fue un tema muy importante en la discusión marxista de las ciencias sociales de los 70’, en América Latina, y versó sobre las características que asumían los procesos de acumulación originaria. Es decir, se preguntaban hasta que punto la destrucción de formas de producción anteriores, para liberar a los trabajadores libres de la sujeción a la tierra o a los medios de producción, había terminado. Si bien este proceso de convivencia, articulación y funcionalización de relaciones de producción semi-asalariadas de subsistencia de pequeños productores con relaciones capitalistas, ha alcanzado diversa intensidad dependiendo de los países, lo cierto es que en la mayoría de ellos65, estas relaciones sobrevivieron y se acondicionaron a la lógica capitalista sin destruirse. Estos procesos, si bien adquirieron características diversas, según países y regiones, explican la relevancia que han tenido, en la reflexión de las ciencias sociales en América Latina, los estudios de comunidad en la antropología urbana latinoamericana y la producción de una serie de categorías que intentaban explicar la existencia de formas de vivir en el mundo, distintas a las clásicas asalariadas, tanto en la ciudad como en el campo. Se explica, por ejemplo, la importancia de las discusiones sobre la funcionalidad o disfuncionalidad de las economías de subsistencia, de las economías campesinas y, a escala urbana, de la marginalidad, de las economías de pequeña escala o el sector informal más tarde. También da cuenta de la relevancia del debate teórico sobre las diversas categorías explicativas que

65 Los casos de Argentina, Chile y Uruguay quizás pueden ser la excepción. En estos la extensión del capitalismo fue más temprana y para algunos autores (Cuevas, Agustín; 1981) esto se debió a que en estos países no existía, en algunas zonas, una alta densidad de población nativa previa al inicio de las relaciones capitalistas.

45

surgieron en América Latina, asociadas a los vínculos primarios de base comunal o local para enfrentar la pobreza, la migración, la segregación urbana y el desempleo, como las redes y las estrategias de sobrevivencia. Pone en relieve el debate sobre la notoriedad política de estos grupos denominados de diversas formas para diferenciarlos de los clásicos trabajadores asalariados integrados, tales como: marginales, masa o polo marginal, informales, entre otros. En América Latina hubo una débil desmercantilización. En los países centrales, la mercantilización de la sociedad operó una importante sustitución parcial del sector doméstico, recursos provenientes la familia, la comunidad, la vecindad, el parentesco, etc.-, no sólo por el Estado sino también por el mercado. Esto implicó un significativo proceso de socialización, de parte del capital, en áreas que antes eran de subsistencia doméstica que disminuirían considerablemente el tiempo de trabajo y la producción de bienes y servicios en este ámbito. Lo que antes era un dominio no mercantil, pasó a ser mercantil. En nuestros países, las formas de reproducción se asentaron entonces, en los aportes redistribuidos por el Estado, salarios relativamente insuficientes y un mínimo aporte de las redes de solidaridad locales. Por lo tanto, parte del riesgo social ha sido encarado por medio del fortalecimiento de redes de solidaridad locales.

LA

EXPLICACIÓN DE LA PRODUCCIÓN DE LA POBREZA COMO UNA CUESTIÓN RACIAL, BIOTIPOLÓGICA Y AMBIENTAL EN AMÉRICA LATINA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX Trato de indagar aquí la importancia que tuvieron, en América Latina, campos de conocimiento e intervención social que explicaban las causas de la pobreza masiva, a veces nominadas directamente como poblaciones pobres o con connotaciones de clases inferiores y, en otros casos, superpuestas con otras nominaciones racistas como las llamadas poblaciones “indias”, “criollas”, “mestizas”, “cholos” “negros” “gachupines”, “mulatos”, “ladinos”,, etc. u otras veces mezcladas con nominaciones de clase, como el de “obreros criollos”, que usaba Bialet Massé (1972 [1904]), en Argentina en un informe oficial sobre la situación de la “clase obrera” en la Argentina. Como dijimos, la aparición de la pobreza como fenómeno colectivo, en América Latina, tiene su primer ruptura en el siglo XVII, cuando las formas de dominio coloniales rompen con los anteriores sistemas de reciprocidad y de inscripción de las comunidades y las familias nativas, creando y reconfigurando nuevas relaciones de dominación, como la mita, el yanaconazgo, la encomienda o, directamente, por medio de la represión violenta sobre todas las formas posibles de liberación, como el “pillaje” o el “vagabundeo”. Este momento de ruptura violenta con las formas de subsistencia y producción de la vida de las culturas nativas latinoamericanas coincide con el de ruptura del Antiguo Régimen en Europa. Según Polanyi, el pauperismo, surge en Europa occidental por la destrucción de las economías de subsistencia rurales. Primero como resultado del comercio internacional fruto del descubrimiento de América, luego por la Revolución Industrial en el siglo XVII y posteriormente por la expansión del capitalismo (Polanyi, 1997 [1944]:175-186). El comercio internacional basado en la explotación colonial, rompe violentamente las formas de reproducción social y cultural en América Latina y, el Caribe (ALyC en adelante) por otro, coadyuva a quebrar los lazos de sujeción al trabajo y la creación de un mercado de trabajo libre en Europa. Dos tipos de pobreza masiva aparecen. Las dos a ambos lados del océano son el producto del quiebre con lazos de contención anteriores que permitían y daban sentido a la reproducción de la vida. De un lado, la pobreza masiva se resuelve por la superexplotación del trabajo producida por las relaciones serviles del coloniaje que generan muerte y pérdida de identidades culturales anteriores y, del otro, las leyes de pobres primero en Inglaterra, las obras de misericordia en España y más tarde, la ayuda pública a los pobres en Francia, se constituyen

46

en los dispositivos de intervención predominantes, junto al surgimiento del ciudadano y trabajador libre. Perez-Bustillo (2001) habla de una fractura (bifurcación), en el momento de la “conquista”, particularmente considera que en México y el resto de países de ALyC, esta ruptura se origina en la colonia en lo que el denomina la línea de exclusión étnica. Entiende por ello la doble simbiosis entre la explotación estructural de los pueblos indígenas y el proyecto cultural de la evangelización católica. El resultado es un tipo de inclusión pero que niega el acceso a los recursos y la riquezas, es decir una pobreza que se haya anclada en la relación colonial. Bonfil Batalla (1991) piensa que el disloque colonial es central, no se trata de un simple clivaje, sino que es definitorio de la condición colonial. Para Perez-Bustillo esto constituye el legado colonial sobre el cual ha sido posible la colonización misma, la marginalidad y la exclusión reforzada sucesivamente por los estados de la independencia, los pos-independentista y el neoliberal. Esta fractura, es una bifurcación que se ejemplifica por la "república hispánica" y la "república india", por la coexistencia diferenciada de metrópolis y las comunidades o en el caso de Méjico. Observa que luego del genocidio colonial, debido a la violencia colonial y/o las epidemias, el precio pagado por los pueblos indígenas ha sido la de perder su carácter de Nación y la de tornarse en comunidades, denotando una situación de fragmentación dentro de una categoría colonial -la comunidad-que será la base del resurgimiento de la identidad política indígena. Durante las etapas de gobierno de independencia y también en el momento posterior que llama post-independencia, existió una fuerte vocación de las elites criollas por establecer un tipo de poder político, abstraído de cualquier idea previa de nacionalidad. En los hechos, la invención de naciones (Colombiano, Mexicanos, Peruanos) se trataron de proyectos típicos de Top and Down, de abajo para arriba. Sostiene que esta visión era coherente con las posturas liberales y modernistas que se encontraban en el siglo XIX que sintetiza como aquella donde primó la idea “de Orden y Progreso”. Este sería el contexto amplio de los saberes o teorías sobre la producción de la pobreza en América Latina hasta mediados del siglo XX. Algunos economistas y sociólogos dentro de la perspectiva de la teórica de la dependencia, han llamado a esta etapa post colonial hasta la mitad del siglo XX: como repúblicas oligárquicas. Esta idea, la de república oligárquica si bien puede generalizarse, ha adquirido distintas formas en cada contexto histórico y político, pero ha jugado un rol fundamental en la primera etapa de la construcción de las naciones latinoamericanas, a principios del siglo XX. El contexto es el de luchas sociales de distinta índole en muchos de nuestros países: las luchas indígenas en Bolivia y Perú; las luchas obreras en Argentina y Chile, los movimientos nacionalistas de distinta índole como la revolución Mexicana. De acuerdo al sociólogo ecuatoriano Cuevas (1982), el capitalismo en América Latina asume la particularidad propia de un proceso que surge de la subordinación económica y política de la región, en la fase imperialista del capitalismo. De allí, su alusión a la vía oligárquica refiere a la persistencia y hasta el resurgimiento de formas de servidumbre o semiesclavistas en el contexto de la implantación de un modelo de desarrollo capitalista en la región. Durante ese período, Cuevas alude a la existencia de una estructura social que no experimenta grandes modificaciones que alteren el balance de poder político y económico entre las distintas clases, grupos y categorías sociales. Sin embargo observa que en algunos casos, la violencia extra-económica será fundamental para crear las condiciones para la incorporación de tierras y trabajadores mediante el despojo de parcelas a pequeños productores y su transferencia, a grupos de terratenientes o la compulsiva proletarización de indígenas o campesinos. Observa que el capitalismo asumió un proceso acelerado y homogéneo en aquellos casos donde se impuso el trabajo libre asalariado. Algunas se fueron convirtiendo en sistemas jurídicos a veces instucionalizados y otras, se mantuvieron en forma de costumbre tutelar. Por ejemplo, para el primer tipo, durante el siglo XX los indios tuvieron el carácter de tutelados (como el caso de Brasil), otras lo fueron en base a las costumbres como el caso de Argentina (aunque existen leyes provinciales que los reconocían en carácter de tutelados). A veces obtuvieron 47

beneficios sociales vinculados con derechos, llamados luego sociales, como ciertos trabajadores sin medios de producción que venían a las ciudades, en la mayoría de los casos de género masculino. Los llamados indios, las mujeres y los niños pobres, mantuvieron su condición de tutelados hasta muy entrado el siglo XX, en mucho de nuestros países. La producción de la pobreza en América Latina se aborda generalmente no directamente sino vinculada con temáticas como la “cuestión nacional”, la “república democrática”, la “instrucción del ciudadano” y de disciplinas científicas y campos de saber variados como: la socio crítica literaria, el ensayismo sociológico, la medicina, la antropología política, la sociología del conocimiento, la historia social, entre otras. Como ejemplo he estudiado las formas de intervención social en Salta y su relación con las configuraciones sociales locales en la primera mitad del siglo XX (Alvarez Leguizamón, 2004). Los campos de saber o dispositivos de intervención sobre la pobreza que he encontrado son el higienismo, la eugenesia y la biotipología, sobre todo. Si bien a veces se expresan históricamente de forma conjunta o combinada, el análisis lo realizaremos teniendo en cuenta sobre todo, la manera como pensaban esas teorías a la pobreza, que en la mayoría de los casos era vista como un “mal”. Algunos antropólogos consideran que la nominación de pobres, sirvió también a veces, para limpiar las diferencias socio culturales y étnicas, desconociéndolas (Bonfil Batalla, 1991), lo mismo que la nominación de indio y su anverso. Según Nancy Leys Stepan (1991) en un estudio realizado para Argentina, Brasil y México, la asociación entre eugenesia y biotipología fue una unión que facilitó convocar una variedad de médicos interesados en cuestiones de maternidad, crianza y herencia que trataba de mejorar lo que se llamaba el “biotipo” de las poblaciones pobres nativas, cuyos estilos de vida se creía eran los factores que producían la pobreza y mantenían ciertos biotipos considerados inferiores genéticamente66. A su vez, en algunos países fue muy importante la influencia de las ideas neo-Lamarckianas67 sobre la herencia, la que involucró también, de otra manera, factores culturales y políticos en la explicación de la producción de la pobreza. Leys Stepan (1991) prueba que en sus ideas no existía la diferencia fuerte y dura entre herencia y ambiente que había sido descubierta a partir de las investigaciones de Gregor Mendel y que producía una disyunción entre la Salud llamada Pública y cuestiones de herencia. Para los neo-Lamarckianos latinoamericanos era muy importante el entorno social. Este entorno era visto como una fuente de un “veneno” reproductivo que podría tener desastrosas consecuencias en las futuras generaciones. Eugenesia entonces, devino vinculada con obstetricia, políticas poblacionales e hicieron causa común con las campañas anti alcoholismo, tuberculosis y enfermedades venéreas, también a la higiene68, puericultura y cuestiones de nutrición69. Para los

66

Para la importancia de las ideas eugenésicas e higienistas vinculadas a las intervenciones “civilizatorias” sobre ciertas poblaciones pobres y subordinadas, en América Latina, entre la primer mitad del XIX y la segunda del XX ver además de Ley Stepan (1991), Gonzalez Stepan (1996); Castro Gómez, Santiago (2000), Rivera Cusicanqui (2003b), Miranda, Marisa y Vallejo, Gustavo (comp.) (2005). Para antecedentes sobre el desarrollo del higienismo en la Argentina: González Leandri, Ricardo (1984 y 1999); Armus, Diego (1984 y 1999); Barranco, Dora (1999); Belmartino, Susana (1999) entre otros.

67 Los Lamarckianos desarrollaron una teoría particular de cómo funciona la herencia. A diferencia de Darwin, en el “Origen de las especies”, en su teoría sobre las variaciones al azar, la lucha por la vida y la selección natural, los Lamarckianos contrapusieron una evolución lenta y una adaptación decidida a cambios del ambiente. A principios del siglo XX, limitaron aún más su visión luego del redescubrimiento de las leyes de la herencia de Mendel, en 1900. (Leys Stepan, Nancy; 1991: 76-80, traducción nuestra) 68 La palabra higiene se deriva del griego “hygiés” que quiere decir sano. De allí el higienismo se asoció a un saber vinculado con la conservación y prevención de enfermedades. Las epidemias y endemias en el siglo XVIII, llevaron a un desarrollo importante del higienismo, que se comenzó a constituir en un saber especializado. A fines del siglo XVIII se publica, por primera vez, una obra orgánica de higiene del alemán Juan Frank, el que patrocina la adopción por el Estado de medidas sanitarias que protejan al

48

latinoamericanos, neo-Lamarckianos, “el alcoholismo, las condiciones pobres de vida, la fatiga del trabajo eran consideradas temáticas eugenésicas, precisamente porque ellas eran a la vez causas y síntomas de las enfermedades hereditarias. Por ello consideraban que este ciclo de causas, podía ser interrumpido por acciones sociales, morales y médicas. Aquí las explicaciones morales y culturales de la producción de la pobreza se fusionaron con las concepciones científicas (eugénesicas, higinista y neo-Lamarckianas) de las ciencias biológicas y médicas, sobre las formas de vida de las poblaciones pobres nativas. Desde que el estilo neo-lamarckiano de la eugenesia guardaba abierta la posibilidad de “regeneración” como la respuesta al temor de la “degeneración” racial, su cosmovisión permitía la fusión del lenguaje moral y científico. Pobreza, enfermedades venéreas y el alcoholismo podían luego ser interpretados como productos tanto de las condiciones sociales como de comportamientos inmorales” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 91-92). Todo esto facilitaba a estos médicos, construir fronteras entre comportamientos aceptables, los que separaban frecuentemente a los pobres de las clases medias, los trabajadores manuales de las elites y los segmentos blancos de la población de color de tez más oscura70. Marta Elena Casaús Arzú (s/f) plantea la importancia no sólo de las corrientes laicas espiritualistas (enfrentadas al positivismo y al marxismo) sino también el triunfo del pensamiento eugenésico, en la conformación de las naciones centroamericanas. Según esta autora “durante un período como éste (1890-1945) (…) “en Centroamérica las élites vinculadas al positivismo proyectaron un modelo de nación eugenésica, con escasas incorporaciones de los sectores subalternos a la ciudadanía, especialmente con permanentes intentos de exclusión de los indígenas”, mientras que las élites vinculadas a las corrientes espiritualistas y vitalistas, propusieron en cambio un modelo de nación étnico-cultural, que valorizaba el pasado amerindio e intentaba buscar mecanismos de inclusión de los indígenas y de las mujeres. La eugenesia que estudia esta autora se basa en distintas teorías de degeneración del indio. Analiza por ello la forma en se construyó el estereotipo de la degeneración del indio y de su redención en los autores vinculados a las corrientes racialistas. Miguel Angel Asturias (1899-1974) interpretaba la degeneración de la raza indígena desde una óptica particular. Se preguntaba si los indígenas mejoraban o se degeneraban con el tiempo y llegaba a la conclusión, por sus estudios fisiológicos, anatómicos y psicológicos, de que: “En rigor de verdad, el indio psíquicamente reúne signos indudables de degeneración; es fanático, toxicómano y cruel”. Por su etiología “resulta evidente la decadencia de la raza indígena”. Enumeraba entre las múltiples causas, la mayor parte de índole económico y social: la mala alimentación, la falta de higiene, el excesivo trabajo, el casamiento prematuro, las enfermedades, el alcoholismo; apuntando ya al punto central y núcleo central de su tesis: la falta de cruzamiento.” (Casaús Arzú, cursivas nuestras). Encuentro en estas preocupaciones de Asturias idénticas tematizaciones bajo la idea de venenos raciales que desarrollan los médicos higienistas argentinos. En ese trabajo compruebo (Alvarez Leguizamón, 2004) que las representaciones de la pobreza predominantes de los médicos higienistas salteños van conformando la construcción de los problemas sociales asociados con la erradicación de ciertas enfermedades endémicas o hábitos culturales, considerados propios de los grupos pobres y de las culturas valoradas como inferiores. Los

individuo de contraer enfermedades. En el siglo XIX, la higiene adquiere un mayor desarrollo, relacionada con el progreso de la bacteriología y su incidencia en las enfermedades contagiosas y la profilaxis, junto a una visión de las enfermedades que ponía el énfasis en la importancia del ambiente y el saneamiento urbano. 69 Las temáticas de desnutrición tenían que ver con una preocupación, por un lado, vinculadas a las altas tasas de mortalidad provocadas por el hambre, como por la idea de que los hábitos alimentarios de ciertos grupos sociales considerados inferiores y perniciosos para la salud debiéndose ser modificados. 70 “El ataque a estos venenos raciales también permitía reelaborar nociones de raza y fijar nuevos términos por los cuales las fronteras internas entre las personas eran entendidas” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 93).

49

hábitos culturales que se les asigna a los pobres y culturas interiorizadas: el alcoholismo, las uniones de hecho, el consumo de coca, las malas condiciones de la vivienda, etc. constituyeron los llamados “venenos raciales” que debían ser erradicados. Por otra parte, estas ideas, dieron el sustento científico para encarnar los problemas sociales en las propias víctimas. La asociación de “Biotipología, Eugenesis y Medicina Social”, que congregaba a estos médicos, fue inaugurada por el presidente Agustín P. Justo en 1933 (Leys Stepan, Nancy; 1991: 60-61), en Buenos Aires. Esta asociación tenía su propia escuela para entrenar expertos en métodos diagnósticos de biotipología y un policlínico para evaluación y tratamiento. Este grupo estaba influencia por una versión neo-Lamarckiana sobre la herencia, la que en América Latina involucró menos elementos de prueba o lógica que factores culturales y políticos71. Además postulaban que el cuidado médico y la salud pública tradicional, relacionada con el cuidado de las enfermedades, no interfería con la selección natural. Mientras que para los neoLamarckianos latinoamericanos era muy importante el entorno social en el cual la reproducción se producía. Era vista como una fuente de un “veneno” reproductivo que podría tener desastrosas consecuencias en las futuras generaciones. Eugenesia entonces, devino vinculada con obstetricia, políticas poblacionales, bienestar infantil, e hicieron causa común con las campañas anti alcoholismo, tuberculosis y enfermedades venéreas, también a la higiene, 72 puericultura y cuestiones de nutrición . Para los latinoamericanos, neo-Lamarckianos73, “el alcoholismo, las condiciones pobres de vida, la fatiga del trabajo eran consideradas temáticas eugenésicas, precisamente porque ellas eran a la vez causas y síntomas de las enfermedades hereditarias y porque el ciclo de causas, podía ser interrumpido por acciones sociales, morales y médicas. Desde que el estilo neo-lamarckiano de la eugenesia guardaba abierta la posibilidad de “regeneración” como la respuesta al temor de la “degeneración” racial, su cosmovisión permitía la fusión del lenguaje moral y científico. Pobreza, enfermedades venéreas y el alcoholismo podían luego ser interpretados como productos tanto de las condiciones sociales como de comportamientos inmorales” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 91-92). Todo esto permitía también a estos médicos construir fronteras entre comportamientos aceptables, los que separaban frecuentemente a los pobres de las clases medias, los trabajadores manuales de las elites y los segmentos blancos de la población de color de tez más oscura. “El ataque a estos venenos raciales también permitía reelaborar nociones de raza y fijar nuevos términos por los cuales las fronteras internas entre las personas eran entendidas” (Leys Stepan, Nancy; 1991: 93). En la Argentina de esta época, como vimos, las ideas naturalistas del ambiente de los ensayistas y literatos salteños que justificaban la inferioridad a partir de la construcción de biotipos culturales raciales, estaban estrechamente ligadas a una idea de construcción de la nación, como comunidad imaginada, que se anclaba en un mestizaje blanqueador. Al mismo tiempo, la idea de regeneración racial usada por estos médicos y su preocupación por las enfermedades endémicas, cuya causa se veía en las factores ambientales y raciales, mostraba los estrechos vínculos entre eugenesia,

71

Estos médicos eugenésicos, según Ley Stepan vieron sus ideas como una extensión de principios de la salud pública, dentro de una esfera especial de la herencia en la reproducción. En sus ideas no existía la diferencia fuerte y dura entre herencia y ambiente que había sido descubierta a partir de las investigaciones de Mendelian y que producía una disyunción entre la salud pública y cuestiones de herencia. La corriente mendeliana consideraba a la genética, entendiendo que la herencia prevalecía sobre los factores ambientales y que la eugenesia se debía ocupar solo de las cuestiones innatas y no adquiridas. 72 Las temáticas de desnutrición tenían que ver con una preocupación, por un lado, vinculadas con las altas tasas de mortalidad provocadas por desnutrición, como por la idea de que los hábitos alimentarios de ciertos grupos sociales considerados inferiores eran perniciosos para la salud y debían ser modificados. 73 A diferencia de la corriente inglesa liderada por Leonard Darwin, quien se desempeñaba como presidente de la Sociedad Inglesa de Educación Eugenésica, y que consideraba que la Salud Pública era diferente de la eugenesia.

50

representaciones sociales de la gente considerada inferior, relaciones tutelares y progresiva gubernamentalización de la vida. Encuentro también que en las propuestas políticas de algunos de estos higienistas se complementan sus objetivos de control racial con algunas características biopolíticas. El progreso que se propugna no era sólo moral, sino también material: se promovía la vida y la salud de los trabajadores o las clases populares, propendiendo a una ciudadanía subalternizada. Se trata de “educar” a los futuros ciudadanos, a las “masas populares” amenazantes, consideradas razas inferiores. Esta biopolítica pretende aumentar las expectativas de “vida” de los trabajadores, más allá de las intenciones de control, constricción y racismo que la fundamentan, al mismo tiempo que constituye un régimen de representación donde se ejerce la violencia, y se constituye en un espacio de negociación para la construcción de una política más inclusiva. Por ello las políticas preventivas, la profilaxis, la legislación laboral fueron impulsadas por los socialistas higienistas también y por las propias luchas obreras. Ellos no sólo apostaban a una mejora en la calidad de vida de las clases trabajadoras, tenían una visión del progreso material indefinido, como efecto de la gestión de la vida realizada por el Estado y por la aplicación de la ciencia, a la salud de las clases obreras. En el caso de Salta, el discurso higienista permitió nombrar a la provincia como un lugar civilizado, que exoneraba aquel que le cabría como bárbara, por su localización periférica y marginal en el incipiente Estado-Nación. Cristina Rojas encuentra una tendencia similar para el caso de Colombia. Según esta autora, “la práctica de la filantropía tiene una relación ambivalente con la democracia. La filantropía intenta integrar lo social en lo moral y el terreno afectivo, fuera del concepto de derechos, implica una relación de dependencia basada en la lealtad y el afecto. Es la relación de dependencia la que hace a la filantropía no democrática. Pero también la filantropía puede abrir espacios para la representación de la solidaridad y generar demandas para la expansión de la democracia, trayendo temáticas y preocupaciones al Estado. Sin embargo, la filantropía restringe la democracia porque evita la política. También reduce la democracia al no considerar ciertas voces como legítimas. La democracia no es una situación de todo o nada y diferentes regímenes de gobierno presentan combinaciones de relaciones democráticas y autoritarias” (Rojas, 2000: 5 traducción nuestra). Para Santiago Castro Gómez (2002: 148) el intento de crear perfiles de subjetividades estatalmente coordinados conlleva al fenómeno que denomina “la invención del otro”. Al hablar de invención no se refiere solamente al modo en que un cierto grupo de personas se representa mentalmente a otra, sino que apunta, más bien a los dispositivos de saber poder a partir e los cuales esas representaciones son construidas. “Antes que como el ocultamiento de una identidad cultural preexistente, el problema del “otro” de ser teóricamente abordado desde la perspectiva del proceso de producción material y simbólica en el que se vieron involucradas las sociedades occidentales a partir del siglo XVI74. En América Latina el estado “democrático” es el que introduce una serie de preceptos y de comportamientos que pasan a denominarse civilizados e higiénicos los que adquieren una forma particular fuertemente racista. El discurso civilizatorio consideraba bárbaras a las poblaciones nativas, esto se denominó un “racismo anti-indígena” según el peruano Néstor Manrique (1999) el que se basada en un fuerte racismo biológico, cultural y político El racismo es un dispositivo fundamental del discurso “civilizatorio” que tiene distintas expresiones: literarias, políticas, de intervención social, de imaginación de la nación y sobre todo dispositivos que producen y reproducen la pobreza. No sólo limita el acceso a recursos materiales sino que opera como un discurso práctico discriminatorio propiamente colonial: la condición de indio que se resignifica en el presente limitando la condición de ciudadanía. Esta clasificación agrupaba a las poblaciones nativas con un nombre producto de una equivocación, el de ser

74

Por eso prefiere usar la categoría invención en lugar de encubrimiento, como hace el filosofo argentino Enrique Dussel en su texto “1492, el encubrimiento del otro. El origen del mito de la modernidad”.

51

indios, que los constituía como distintos del resto de las poblaciones que formaban parte de la república oligárquica, incorporándolos por medio de ciudadanías subalternizadas. Los dispositivos de intervención con la pobreza son un lugar donde se muestran los intentos de exclusión radical, inclusión y/o integración de estas poblaciones en el espacio social. Estas formas particulares de nominación permite construir consensos a partir de una comunidad local imaginada, cuya búsqueda de una identidad particular, conjura en parte alguna marginalidad, como el hecho de ser latinoamericanos, o pobres incivilizados del interior y a la vez construye individuos, grupos, clases que se reconocen entre sí como formando parte de algo común que los hermana y los identifica. Las poblaciones que representan o son visualizados como una amenaza o como un “problema” de tipo social o nacional cambian. Dependiendo de la correlación de fuerzas entre los sectores de poder y los grupos subordinados y del contexto político y económico nacional e internacional. Por ejemplo, a principios de siglo y hasta casi los 50’, se refuerzan vínculos tutelares jerárquicos, el higienismo sirve como transición ente las prácticas tutelares y la conformación de un mercado de trabajo libre que promueve una inclusión subordinada, pero basada en concepciones de bienestar y de aumento de la vida útil de los trabajadores. Esta discursividad se superpone y se complementa con políticas dignificantes ancladas en concepciones de justicia social para los trabajadores, con otras más tutelares, producto de la solidaridad entre los primeros con los pobres y minorías, clásicos objetos de asistencia (niños, mujeres pobres y poblaciones aborígenes o nativas). Estos dispositivos los analizaremos en lo que llamamos la etapa de la hegemonía del discurso del desarrollo. A finales del siglo XX aparece una nueva discursividad, un nuevo arte de gobernar y clasificar a la producción creciente de pobres, es el surgimiento del desarrollo humano como discurso y de la focopolítica como arte de gobernar.

52

CAPÍTULO II EL DISCURSO DEL DESARROLLO Y LAS REPRESENTACIONES SOBRE POBRES Y POBREZA: CIENCIAS SOCIALES Y AGENCIAS DE DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA (1940- 1980) En este capítulo analizamos las representaciones y categorías sobre pobres y pobreza producidas por las ciencias sociales latinoamericanas, en el marco del discurso del desarrollo y la reflexión sobre la “modernidad” en América Latina75. El período de análisis elegido comprende desde la década del 50’ hasta los 80’, periodo marcado por la invención del “desarrollo” como discurso (Escobar, 1998) y luego al final por la aparición del discurso del desarrollo humano junto a la reconversión neoliberal en los ochenta, que creo marca una ruptura con los medios de reproducción de la vida y con las representaciones sobre la pobreza. Nuestra perspectiva enfatiza el papel fundamental de los científicos sociales en la construcción de representaciones hegemónicas sobre el desarrollo y la pobreza en las sociedades latinoamericanas. Consideramos que estos imaginarios y representaciones se materializaron en políticas públicas que han naturalizando determinadas concepciones sobre los pobres, basadas en explicaciones arbitrarias acerca de las causas de su surgimiento, y sobre formas imaginadas de cómo la sociedad debía transformarse y “desarrollarse”. La historia reciente de la ciencia social y su relación con las formas de nombrar a la pobreza, está fuertemente asociada a la filosofía predominante en el Estado, a las demandas sociales y a la construcción burocrática de “problemas sociales”76. Detectamos las categorías conceptuales más prominentes que utilizan las ciencias sociales en ese período para nombrar a la pobreza y a partir de un análisis de las 75

Partes de este capítulo fue publicado en forma muy sintética en un texto denominado “Pobreza autogestionada. La evolución de los paradigmas” en Encrucijadas. Desarrollo Humano, ¿Solidaridad desde el poder?, Revista de la Universidad de Buenos Aires. Año 2, número 14, diciembre del 2001. 76 Respecto a esto último Bourdieu como ya vimos señala que las administraciones públicas y sus representantes son grandes productores de "problemas sociales" que la ciencia social no hace a menudo sino ratificar al retomarlos por su cuenta como problemas sociológicos (Bourdieu, 1996:7). En esta misma línea Remi Lenoir (1993) considera que los “problemas sociales” son una construcción, que es en vano definirlos por una naturaleza que les sería propia ni por una población que ofrecería rasgos específicos y que se puede realizar la génesis social de la construcción de un “problema social”, en cuya formulación pública confluyen distintos actores del campo político, gubernamental y científico. Los “problemas sociales”, están además en “efecto instituidos de todos los instrumentos que participan en la formación de la visión común del mundo social, ya se trate de los organismos y de las reglamentaciones que tratan de resolverlos o de las categorías de percepción y de pensamiento que les corresponden. Esto es tan cierto que una de las particularidades de los problemas sociales es que se encarnan generalmente de manera muy realistas en las “poblaciones” cuyos “problemas” se trata de resolver” (1993: 59-60). “Un problema social no es únicamente el resultado de un mal funcionamiento de la sociedad (lo cual podría dejar pensar el empleo a veces abusivo de términos como “disfunción”, “patología”, “disidencia”, “desorganización”, etc.) sino que supone un verdadero “trabajo social”, cuyas dos etapas esenciales son el reconocimiento y la legitimación del “problema” como tal”. Su visibilidad supone la acción de grupos socialmente interesados en producir una nueva categoría de percepción del mundo social a fin de actuar sobre este último. Por otra parte, su legitimación “supone una verdadera empresa de promoción para insertarlo en el campo de las preocupaciones “sociales” del momento”. En suma, estas transformaciones subjetivas, sin las que no se plantearía el problema, se agrega un trabajo específico de enunciación y de formulación públicas, es decir, una empresa de movilización...” (1993: 79-80).

53

obras indagamos sobre las representaciones a ellas asociadas tratando de vincularlas con la ideas y cosmovisiones predominantes del discurso del desarrollo. Bourdieu, cuando analiza a las Ciencias Sociales como parte de la producción del Estado considera que el surgimiento de temáticas especificas, que a veces no son más que "problemas sociales", se vincula a “dos factores fundamentales”. El primero consiste en, “la forma que reviste la demanda social de conocimiento del mundo social en función principalmente de las filosofías dominantes en las burocracias de Estado”. El segundo factor es "la extensión de la autonomía del sistema de enseñanza del campo científico en relación con las fuerzas económicas y políticas dominantes, autonomía que supone sin duda a la vez un fuerte desarrollo de los movimientos sociales y de la crítica social de los poderes y una fuerte independencia de los especialistas en relación con estos movimientos” (Bourdieu, 1996:8). Así, la pobreza y sus conceptualizaciones son, entonces, el producto de las demandas sociales y de la producción simbólica de problemas sociales promovida por la burocracia estatal. Problematización que limita la autonomía relativa de las Ciencias Sociales. El grado de autonomía, depende de coyunturas históricas particulares. En ese sentido, durante los períodos democráticos y en los momentos de mayor movilización y demanda social, sin duda existe una mayor autonomía relativa de las ciencias sociales con relación a su participación en esta construcción. Pero también vemos que hay otros momentos, como el del auge del neoliberalismo, en que la represión a la protesta social y la debilidad de movimientos sociales contra hegemónicos, tienden a debilitar la relativa autonomía de las ciencias sociales, en relación con la producción de “problemas sociales”, por parte de la burocracia estatal y del financiamiento internacional. Las Ciencias Sociales han jugado un rol fundamental en la construcción de un saber sobre la pobreza pero también en los procesos de institucionalización de categorías y nominaciones objetivantes de ese saber como “problema”. El campo político, en un sentido amplio, ha colaborado también en la incorporación de esta cuestión en la agenda pública. En este período, en la promoción del “desarrollo” ha sido muy importante el protagonismo de los organismos internacionales, entre ellos, las Naciones Unidas, instituida en 1945 como un poder supra-nacional encargado del mantenimiento de la “paz” mundial, que incluye entre sus objetivos el “alivio” a la pobreza, reflejado luego en la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre”; adoptada por la Asamblea General en 1948 y el “Convenio de derechos económicos, sociales y culturales”, en 1966. A la par se crearon distintas agencias como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el UNICEF, todas ellas dentro del sistema de Naciones Unidas. Por otra parte, la política del “buen vecino”, promovida por los Estados Unidos respecto a los países Latinoamericanos a principios de los años 20’, garantizó su hegemonía ideológica, militar y económica sobre la región, desplazando el intervencionismo directo, sin tener que pagar el precio de la conquista y ocupación permanente. Luego de la Segunda Guerra, las conferencias interamericanas (Chapultepec en México – 24/02/45-, Río de Janeiro -1947- y Bogotá -30/03 y 30/04/1948-), marcaron el cambio de política de EEUU respecto a América Latina. Mientras Norteamérica insistía en objetivos militares y de seguridad, los países latinoamericanos privilegiaban las metas sociales y económicas. La conferencia de Bogotá, en 1948, fue la antesala para la constitución de la Organización del Estados Americanos (OEA). También se crearon, en 1944, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), más conocido como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional77. Estos iniciaron sus

77

El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), son conocidos como “los gemelos de bretón Woods” o “las instituciones de Bretton Woods”, porque las dos nacieron en 1944 de los acuerdos tomados en este lugar de la Gran Bretaña, entre este país y los Estados Unidos, dos de los cinco países que se consideraron los vencedores en la II Guerra Mundial. En 1947 el FMI y el BM pasaron a ser organismos especializados de las Naciones Unidas y por tanto con las obligaciones que se derivan del artículo 55 de la carta de la ONU y que se concreta en la promoción, entre otros aspectos, de lograr

54

programas de préstamos condicionados, no sólo a inversiones sino a transformaciones socioculturales. Los países con mayor industrialización estaban interesados en la promoción del “desarrollo” para realizar inversiones. Estados Unidos además, para mantener su hegemonía política, de allí la importancia de los programas continentales como la Alianza para el Progreso. (Escobar, 1995 y 1998) Estos organismos se van consolidando con el tiempo en las voces autorizadas para la producción de categorías válidas sobre los países "pobres" y luego sobre los pobres de esos países. La problematización, la definición de objetos y el análisis de problemas, comienza a estar marcada por principios de autoridad vinculados al rol de los “expertos”. Los expertos identifican problemas a partir de la creación de anormalidades (urbanización acelerada, segregación urbana, la superpoblación, tecnología obsoleta, capital insuficiente, prácticas agrícolas arcaicas, pautas culturales tradicionales, etc.) (Escobar, 1998), lo que permite construir categorías de beneficiarios de la transformación. Esto da pie para la nominación y la clasificación de estas anormalidades y subtipos: los pobres, analfabetos, los pequeños agricultores, marginales, campesinos sin tierra, los inmigrantes, los habitantes de barrios pobres, los desempleados, etc. Hay categorías de personas que subsumen todas las otras, por ejemplo los migrantes urbanos o los aborígenes en América Latina, a los que además se les asignan todas las representaciones de “anomalías” en forma de encastre, lo que los convierte en los anatemas de la “normalidad”. Estos principios de autoridad también concernían a los gobiernos de los países pobres, con la autoridad política legal sobre la vida de los súbditos y, finalmente, la posición y liderazgo de los países ricos que poseían el poder, el conocimiento y la experiencia para decidir lo que debía hacerse (Escobar, Arturo, 1998: 89). Las categorías y definiciones de la pobreza como objeto problematizado, se tradujo en diversas formas de “medirla”, “identificarla”, “mapearla” y esto, al mismo tiempo, tuvo efectos sobre los bienes y servicios accesibles a los sujetos. La producción de estructuras cognitivas de parte del Estado y de los científicos sociales fue generando, de ese modo, principios de división entre distintos tipos de grupos sociales, algunos de los cuales se constituyeron en sujetos válidos de asistencia. En los últimos tiempos, las agencias llamadas de desarrollo, han tenido una influencia cada vez más marcada sobre la investigación académica, legitimando e imponiendo problemas sociales y financiando investigaciones acerca de ellos78. En ese sentido, en este capítulo intentamos hacer una especie de arqueología de las categorías analíticas del saber sobre la pobreza en América Latina en la relación entre el campo académico y las agencias de desarrollo. Pretendemos comprender de ese modo las percepciones y categorías analíticas sobre la pobreza que permearon las ciencias sociales en América Latina y las formas en que incidieron en las reflexiones académicas de Argentina. Trataremos de entender la causa de la aparición de la pobreza como “problema”, en un contexto más amplio que vincula el pensamiento social latinoamericano con el discurso del desarrollo y su inserción en la división social del trabajo internacional. Los conceptos de cultura de la pobreza, marginalidad e informalidad, que surgieron para nombrar la pobreza o explicarla, han suscitado importantes polémicas y han servido para la formulación de distintos tipos de políticas de intervención social y gubernamentalización de las poblaciones pobres.

“niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos y todas y condiciones de progreso y desarrollo económico y social”. 78 Dice Bourdieu (1989), que "la imposición de la problemática al que un investigador esta sujeto - como cualquier agente social (...) se torna mas probable en la medida en que los problemas que son “taken for granted” en el universo social son aquellos que tienen mas probabilidades de recibir apoyos, materiales o simbólicos, de ser como se dice, bien vistos por los administradores científicos y las administraciones- y (que)... sean aprobadas por aquellos que disponen de medios para encomendar y que se muestran, del resto, tanto mas críticos para con la sociología cuanto más esta se desliga de sus encargos o de sus pedidos”.

55

Como habíamos visto, para Foucault, los discursos son un conjunto de estilos de conocimiento e instituciones que implican una organización simultánea de formas de conocimiento y poder. Estas son productoras de cultura, modos de comprensión y de transformación de las relaciones sociales. Si bien los discursos van cambiando, mantienen un núcleo de elementos y relaciones fundamentales. La construcción e invención de los conceptos para nominar la pobreza ha ido transformándose a lo largo de los últimos cuarenta años, a medida que cambiaban los diagnósticos y las cuestiones percibidas como “problemas” del “subdesarrollo y de la “modernidad” en América Latina. Los objetos de conocimiento fueron incorporándose, a las luchas e interpelaciones que se producían en el campo de las ciencias sociales y también a las pujas de los sectores populares para hacer más inclusivo el “desarrollo”. El discurso del desarrollo generó objetos de interés dentro de un campo de conocimiento experto sobre las cuestiones percibidas como “problemas” del “subdesarrollo”: la marginalidad, la inmigración, la pobreza urbana, entre otros, como consecuencia de los procesos nominados como de “modernización”, urbanización e industrialización. La tensión entre modernidad y tradición constituyó el centro de las reflexiones del discurso del desarrollo y atravesó la preocupación de las ciencias sociales en América Latina y, en especial, de la antropología. La forma en que la antropología desarrolló su reflexión sobre estas cuestiones tuvo que ver con la transformación de sus preocupaciones clásicas de lo "exótico", lejano en el tiempo y en el espacio; hacia problemáticas más cercanas a la sociedad contemporánea. Sin embargo, la búsqueda de exotismo en su “objeto” de conocimiento continuó motivando los estudios, esta vez, de carácter más urbano. El campo académico79, coherente con intereses fundacionales para delimitar lo tradicional de lo moderno se acercó a esta problemática, en América Latina con la denominación de antropología urbana o antropología de las sociedades complejas80, por oposición a las “simples”. La antropología urbana de esta etapa estuvo directamente preocupada por los efectos de los procesos de modernización e industrialización en América Latina y la alteridad urbana, particularmente la pobreza y fue la antecesora de lo hoy se denomina “antropología para desarrollo”81 que tematiza la aplicación de la antropología a la promoción del desarrollo.

AMÉRICA LATINA, POBREZA Y DESARROLLO. En América Latina, en la primera mitad del siglo XX se rompen paulatinamente las estructuras semiserviles y se conforman mercados internos para los procesos incipientes de industrialización. Es lo que hemos llamado como la tercera etapa en la arqueología y formas de intervención sobre la pobreza en este subcontinente. Este momento coincide con la aparición de lo social como saber especializado y como forma de intervención sobre los pobres. Esta también es la instancia que Rahnema (1996) denomina como segunda ruptura con las formas de intervención y administración de la pobreza a nivel global, por el advenimiento del discurso del desarrollo y la invención del “Tercer Mundo” (Arturo Escobar, 1998)82. Podríamos entonces

79 Cuando nos referimos al "campo" de análisis, lo hacemos en el sentido de Bourdieu (1991), como un campo construido, que implica luchas, reglas del juego e intereses. Su objeto o preocupación no es algo dado, exterior. Es algo construido desde el interior de la ciencia y no corresponde a ninguna delimitación del mundo real. 80 Para un desarrollo de la antropología de las sociedades complejas y su relación con la Antropología Urbana, ver Lacarrier, Mónica (2000ª y 200b), Al-Zubaidi, Layla (s/f); Hannerz, Ulf (1993); Oliven, George R. (1985); Velho, Gilberto (1980 y 1987); Durham, Eunice R. (1988); Alvarez Leguizamón, Sonia (2002), entre otros. 81 Ver Escobar, 1999 y Ferguson, 1999. 82 Escobar, utiliza la palabra invención como construcción histórica y cultural. Esto significa que no fue natural ni inevitable sino el producto de procesos históricos identificables. Decir que el desarrollo se inventa implica diagnosticarlo como una forma cultural concreta enmarcada en un conjunto de prácticas

56

marcar una serie de preocupaciones y campos de conocimiento concatenados: la invención del tercer mundo y del desarrollo, la aparición de la pobreza como fenómeno masivo y la construcción de mercados internos en América Latina, el desarrollo de un saber especializado para gestionar la pobreza y de un saber académico para interpretarla, conocerla y nombrarla. Para abordar estas representaciones tomaremos una de las dimensiones que Rahnema (1996: 253-255) considera importantes para abordar a la pobreza. La primera dimensión estaría constituida por aquellas “cosas” cuya falta es percibida como pobreza en un momento histórico dado. Las “cosas” pueden ser tangibles (bienes físicos) o intangibles como los derechos de acceso o los capitales83 culturales, sociales y simbólicos. La segunda dimensión sería la propia percepción del sujeto de su condición, directamente asociada a factores personales, subjetivos y socio-culturales. La tercera dimensión sería cómo los otros ven, se representan e identifican a los pobres, dimensión que estaría estrechamente vinculada con la anterior. Estas dos últimas percepciones son raramente idénticas, aunque sí mutuamente inter-actuantes, estando afectadas por los espacios y tiempos a los que pertenecen La tercera es la mirada de los “otros” y es donde se colocan las categorizaciones académicas y políticas para decir, nombrar, actuar sobre y con la pobreza. Surgen grupos socialmente interesados en producir categorías y nominaciones de los pobres a fin de combatir un “problema”, posicionándose ellos mismos como especialistas. La historia de la construcción de la pobreza como problema, a partir de la mitad del siglo XX en América Latina, permite entender la construcción de una alteridad radical a la modernidad, diferente a la del “indio” que había primado en la etapa de predominio de la hegemonía del discurso civilizatorio, aunque el color racista de la representación sobre la pobreza se mantiene hasta la actualidad. A partir de la segunda mitad del siglo XX, los distintos protagonistas relacionados con lo “social”; es decir, los políticos, técnicos, los científicos sociales y los militantes de base; han funcionado como "agentes especializados"84, encargados de la producción de categorías, conceptos y nominaciones de la población en situación de pobreza. El desarrollo, como discurso que se inicia a mediados de siglo XX, puede entenderse según Arturo Escobar, como la relación estrecha entre la producción de significado y las prácticas de un proceso dirigido a preparar el terreno para generar las condiciones en Asia, África y América Latina que caracterizaban a las naciones económicamente más avanzadas industrialización, alta tasa de urbanización y de educación, tecnificación de la agricultura y adopción generalizada de los valores y principios de la modernidad, incluyendo formas concretas de orden, racionalidad y actitud individual-. En este sentido, el desarrollo conlleva simultáneamente el reconocimiento y la negación de las diferencias, mientras que se inventa el tercer mundo subdesarrollado, este sirve como pretexto para eliminar estas diferencias (Escobar, 1997). La idea de desarrollo en el discurso del “desarrollo” que estamos analizando tiene un

que pueden estudiarse etnográficamente (Escobar, 1997: 8) 83 Me refiero a la noción de capitales en Bourdieu (1980 y 1988). 84 Siguiendo a Anthony Giddens (1997, 1994ª y 1994b) podríamos considerar a estos conocimientos como conocimientos “expertos”. Giddens afirma que la modernidad se caracteriza por la existencia de “sistemas de expertos” asociados a la autoridad específica que disfruta, en tiempos recientes, la ciencia convertida en una “especie de tradición”. Se basa en una ruptura de las diferentes formas de conocimiento de las poblaciones legas, o conocimiento local de los profanos. Sin embargo la línea divisoria, entre ambos conocimientos, no esta generalizada. En la actualidad, la especialización esta sujeta a réplicas internas, no hay más pretensión universal de la ciencia. Formas de culto y conocimiento popular y orientaciones tradicionales vuelven a pretender cierta hegemonía junta y no opuesta a los ámbitos de la ciencia ortodoxa. Los sistemas de expertos y la división entre especialidades, competencias y conocimientos son los que otorgan fiabilidad y confianza en la etapa actual, junto con mecanismos de “confianza activa” expresada en solidaridades sociales basadas en vínculos personales íntimos y globales (1994b: 223). Los sistemas de expertos son proveedores de sistemas abstractos, comunicables a los legos a diferencia de los guardianes de la tradición. Su conocimiento y capacidades pueden parecer misteriosas pero cualquiera puede adquirir ese conocimiento (1997: 84-85).

57

componente que entiende al desarrollo como cambio económico, por un lado. Por otro, considera que el desarrollo es un cambio en un sentido del largo plazo, que tendría etapas predeterminadas que no son otras que los estándares de la historia de los países autoconsiderados desarrollados.85 Finalmente se cree que este estado de cosas a alcanzar es el mejor y superior a los otros. En este sentido los que no acceden al desarrollo son, personas, culturas y sociedades en un estadio “inferior”, no sólo en términos de etapas históricas predeterminadas arbitrariamente, sino son también personas, culturas y sociedades inferiores en una escala de valores donde las superiores son las “desarrolladas”. El mito del desarrollo promueve cambios que se cree producirán, estadios “superiores” que llevarán, en una escala unilineal de evolución humana, a estadios superiores y mejores a las otras sociedades en un sentido evolucionista. Para algunos la “era del desarrollo”, se inicia hacia 1949, cuando asume el presidente Truman en los Estados Unidos (Esteva, 1996; Escobar, 1998; Sachs, 1999). En ese entonces comienza a marcarse la hegemonía de Estados Unidos en el mundo y empiezan a categorizarse como “subdesarrollados” a los países que no se adecuaban a sus patrones. Es en este momento cuando la pobreza se constituye en un constructo global (Rahnema, 1996b). Los países pobres que comienzan a denominarse “subdesarrollados” eran los que se encontraban por debajo de un producto bruto per cápita, fijado arbitrariamente en comparación y oposición a los países “desarrollados”. El desarrollo aparece como sinónimo de crecimiento económico y, este igual a crecimiento del producto bruto per capita. Los países pobres eran los que tenían menos de 100 dólares por persona. Por este antojadizo acto de distinción, casi los dos tercios de la población mundial se transforman en subdesarrollados. Estas formas de cuantificar la pobreza material, al nivel de estados, inicia el arsenal de mediciones que se suceden luego a escala agregada. Según Sachs (1999: 4), la idea de definir el mundo como una arena económica era extraña a la visión colonialista. El poder colonial se veía a sí mismo como participando de una carrera económica en búsqueda de materias primas, en sus territorios extra-marinos. Pero fue solo después de la Segunda Guerra Mundial que estos territorios debían valerse a sí mismos y competir en una arena económica global. La dominación sobre las colonias francesas e inglesas fue, primero que todo, una obligación cultural que surgía de la vocación y misión civilizadora que se asignaban. El administrador imperial británico, Lord Lugard había formulado la doctrina del doble mandato: ganancias económicas, pero sobre todo la responsabilidad de elevar las “razas de color” a un nivel superior de civilización. Los colonialistas fueron los padres que gobernaban sobre los nativos, pero ellos no eran los planificadores que iniciaron la espiral de la oferta y demanda. Según la visión de Truman, los dos elementos del doble mandato convergen en el imperativo del “desarrollo económico”. Este es el período donde el “progreso cultural” es absorbido por la “movilización económica” y el desarrollo es entronado como el concepto primordial. Una nueva visión del mundo ha encontrado una definición sucinta: el grado de civilización de un país puede ser medido por el nivel de su producción. El desarrollo se asocia al “progreso”. El progreso es visto como un proceso irreversible e ineluctable. Truman estaba orgulloso de considerar la dominación de los Estados Unidos no desde un punto de vista colonial, sino desde su capacidad para llevar la prosperidad económica a todo el mundo. Escobar (1998: 67) plantea que, al igual que la imagen del Currie de la “salvación”, la representación del tercer mundo y de la pobreza como niño necesitado de dirección adulta, no

85

Esta última diferenciación de las distintas acepciones que puede implicar el “desarrollo social”, la tomo de Norbert Elías en su artículo “Hacía una teoría de los procesos sociales” (1998: 171). En este Elías diferencia tres acepciones. La primera se relaciona con el desarrollo puramente económico y sus diferencias entre países. La segunda, el cambio de las sociedades a largo plazo. El tercero, sería el desarrollo entendido como un mejor orden de convivencia humana que implicaría una “auto-constricción de los comportamientos” como “proceso civilizatorio”, una creciente diferenciación social y una integración de unidades estatales pequeñas con otras mayores. Otro tema dice él, es si estos cambios conllevan una determinada dirección necesariamente hacia algo mejor, o si llevan más ventajas que desventajas.

58

era desconocida y se prestaba para el discurso del “desarrollo”. La infantilización del tercer mundo ha sido parte integral del desarrollo como teoría secular de la salvación. Estados Unidos comienza a promover el mito del crecimiento sostenido y la necesidad de instalar, en el tercer mundo programas de “alivio” a la pobreza, para reasegurar su hegemonía en el contexto de la guerra fría86. América Latina era parte de la geografía política que le había sido asignada luego del acuerdo de Yalta. El descubrimiento de la pobreza masiva a escala mundial (Sachs, 1999), proporcionaría el anclaje para una importante reestructuración de la cultura y de la economía política global. La pobreza se representa aquí como resultado de operaciones estadísticas comparativas. El discurso bélico se desplaza al campo social y hacia un nuevo territorio geográfico, el tercer mundo. Se trata de la “guerra contra la pobreza” (Escobar, 1998: 77). Distintas fueron las denominaciones que dieron las agencias de desarrollo a las intervenciones sobre la pobreza, desde la guerra lata, el alivio, el ataque y ahora estrategias de lucha contra la pobreza. Todas dentro del campo semántico de la guerra. Esta semántica simboliza, por un lado la violencia sobre las poblaciones a las que va dirigida, por otro a la fuerza política del Estado y los esfuerzos humanos que movilizan. Sin embargo, como se verá más adelante, las políticas macroeconómicas que promovieron y los préstamos que otorgaron, desde esa fecha hasta la actualidad, no lograron ganarle a la pobreza. Por el contrario, la pobreza fue aumentando a medida que se aplicaban las recetas que decían erradicarla y, paradójicamente, se profundizaron y mejoraron los conocimientos técnicos para gestionarla y mantenerla controlada. Según Pirez y Novaro (1993: 49-50), entre el 45’-80’ los países de América Latina sufrieron cambios macro-económicos y sectoriales que significaron fuertes transformaciones globales: el producto total se triplicó; las estructuras ocupacionales se modernizaron, estimulando la movilidad social ascendente. La distribución de la fuerza de trabajo entre ramas de actividad fue a favor de una fuerte terciarización87. El proceso de urbanización fue muy acelerado y las ciudades se expandieron a un ritmo mayor que el resto de la sociedad. La ocupación de la fuerza de trabajo experimentó grandes cambios en las tres décadas transcurridas y uno de los más significativos fue su creciente urbanización, especialmente en grandes aglomeraciones y en un número reducido de ciudades, las que además concentran mejores niveles y condiciones de vida que el promedio nacional, aunque con grandes diferencias internas en el reparto de ingreso y el acceso a bienes o servicios. En estas ciudades generalmente metropolitanas, se dio más fuerte la tercerización del empleo y la relativa reducción de la ocupación asalariada. Los salarios no acompañaron los aumentos de productividad, ni siquiera en los sectores modernos y más organizados y se produjo una fuerte concentración de la riqueza. La distancia entre los ingresos fue cada vez mayor, aumentando la desigualdad social. Inequidad que se agravó por la heterogeneidad estructural de la economía latinoamericana según un especial desarrollo de este concepto, en la cual los segmentos más desarrollados no ejercieron un efecto de transformación del conjunto. Esto explicaría que, a pesar de altas tasas de crecimiento económico persistiera la heterogeneidad estructural y no se

86 Arturo Escobar (1998), en su libro “La Invención del Tercer Mundo. Construcción y reconstrucción del desarrollo” realiza un pormenorizado estudio del conjunto de factores históricos que dieron como resultado el discurso del desarrollo, basado su análisis en las premisas fundamentales que se enuncian en los años 40’ y 50’, así como de los elementos mas importantes en la formulación de la teoría del desarrollo (1998, 51-111, en el capítulo denominado “la problematización de la pobreza: la fábula de los dos mundos y el desarrollo). 87 Aunque el empleo industrial experimentó un crecimiento importante, la ocupación en servicios pasó del 57,9% del empleo no agrícola en los 50’, al 61,6% en el 80’, mientras que el industrial bajó del 42% al 38%. El desempleo abierto no fue particularmente elevado hasta 1980. En Argentina creció hasta casi llegar al 10% a fines de la década. El fenómeno más relevante de subutilización laboral fue el subempleo que si bien disminuyo lentamente a nivel general (46% en 1950 y 38,3% en 1980) adquirió un carácter crecientemente urbano. Los subocupados en las ciudades pasaron de representar el 30% a la mitad de la población activa. El proceso de urbanización fue muy acelerado y las ciudades se expandieron a un ritmo mayor que el resto de la sociedad.

59

superara la desigualdad en la distribución del ingreso, aumentando los altos niveles de subempleo y pobreza. En esta época, el enfoque utilizado por las agencias de desarrollo para la reducción de la pobreza, era la realización de inversiones de gran envergadura en capital físico e infraestructura, las que se creía impulsarían el desarrollo y resolverían el problema de la pobreza (Banco Mundial, 2000: 7). La idea de desarrollo “surgió como un campo especializado dentro de la economía en la época de la pos-guerra (…). El dinamismo de la industrialización vinculaba fuertemente el concepto de desarrollo con la satisfacción de necesidades materiales, la inversión en infraestructura productiva, la transformación de la estructura productiva de las economías y, por ende, con el crecimiento del producto interno bruto (PIB)” (INDES, BID, 2005). Esta perspectiva se enmarca en la propia concepción del desarrollo, es decir, en la idea que insiste en la combinación de la formación de capital por medio de la introducción de tecnología, la progresiva asalarización de las relaciones de producción, una política fiscal y monetaria que propiciara la industrialización y la generalización de relaciones capitalistas, la promoción del desarrollo agrícola traducido en la extensión de la frontera agrícola, bajo relaciones asalarizadas de mano de obra intensiva y, finalmente, intensificación de las relaciones de intercambio y del comercio internacional. Las etapas del desarrollo y el despegue que señala Walt Whitman Rostow (1970) son una muestra de esta problemática. Por otra parte, los organismos de cooperación multinacional “para el desarrollo” afirman que estos procesos, se promueven con el objeto de lograr “el mejoramiento del nivel de vida y el bienestar de las personas” junto a la promoción del “crecimiento económico”, sobre todo de inversión privada.“En 1959, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo fue fundado como organismo dedicado a la promoción del desarrollo en América Latina y el Caribe, su objetivo (…) tenía una sola prioridad: “acelerar la tasa de crecimiento económico de la región, promoviendo la inversión privada y complementándola, cuando necesaria, con inversión pública planificada” (INDES, BID, 2005) Todo esto requiere de la promoción de cambios “culturales”, a partir de la capacitación de mano de obra y la progresiva profesionalización de los expertos en el “desarrollo”, necesarios para introducir los valores culturales considerados “modernos” y “desarrollados”. Para este objetivo era necesario generar ahorro. Debido a las limitaciones que tenían las economías “nativas”, se promovía la inversión extranjera (Finnemore, 1997). Escobar plantea que de esta forma se justificaron los acuerdos que hicieron los organismos internacionales de crédito, para entrometerse en las políticas económicas locales, incentivando una actitud permeable ante las inversiones extranjeras, como contrapartida de los préstamos que otorgaban (Escobar, 1998: 75). Si las políticas de “desarrollo” hubieran promovido el alivio a las restricciones materiales, respetando las diferentes formas de vivir el mundo, distribuyendo la riqueza y promoviendo el acceso a una calidad de vida digna de amplios sectores de la población, los objetivos de lucha contra la pobreza se hubieran cumplido. Sin embargo, a juzgar por los resultados, funcionan más como tecnologías de poder y control, como formas de neutralizar la creciente exclusión y poniendo paños fríos a los efectos cada vez expulsores y crueles del “desarrollo”. Las políticas, prácticas e inversiones de promoción del “desarrollo” produjeron destrucción o debilitamiento de las economías de subsistencia doméstica y la masiva migración de la población campesina a las ciudades, por ende también, la consecuente aceleración de los procesos de urbanización88. Las urbes se constituirían en lo que Robert Bryan (1978) denominó las “ciudades de campesinos”. Nombre sugerente que explica cómo las ciudades de América Latina se iban conformando por el caudal de campesinos que llegaba en búsqueda de oportunidades de trabajo. A pesar de las expectativas que traían, esta mano de obra que llegaba,

88 Para datos sobre la importancia de los procesos de urbanización en América Latina en esta etapa ver Manuel Castel (1976: 60-67).

60

no se empleaba de manera estable y continua. Pasaba a formar parte del ejército de trabajadores sin cobertura social, sin seguridad en el empleo, sin ingresos para atender sus necesidades de reproducción. Se asentaban en las ciudades en las zonas periféricas, por falta de recursos y por no tener posibilidades de acceso a una vivienda digna o a políticas estatales de vivienda a ellos dirigidas. Ellos fueron dibujando el doloroso paisaje de la exclusión urbana latinoamericana, fueron haciendo con sus luchas, las ciudades a “medias”: las callampas chilenas, las favelas brasileñas, los pueblos nuevos peruanos, las villas miserias argentinas. Muchas etnografías mostraron cómo se construyeron esas ciudades a medias, una ciudad deshilachada, fruto de las anónimas luchas de sus pobladores. Nuestras ciudades a finales del siglo XX, no terminan de fortalecer su urdimbre. Continuamente reaparecen hilos desgajados que reanudan el tejido de sus redes sociales y producen el barrio y la ciudad. Las luchas de sus pobladores y la dinámica de sus organizaciones irán conformando esta ciudad que nunca perdió la imagen peculiar de la transición y de lo inacabado, propio de una modernidad donde las ciudades se urbanizan a medias (Alvarez Leguizamón; 2000). En los 40’ y los 50’, Argentina junto con otros países como Brasil y México habían desarrollado políticas sociales y económicas en grados diversos, que promovían la distribución de la riqueza a favor de los sectores trabajadores. Estas políticas apuntaban a alcanzar el bienestar y el aumento de la calidad de vida, ideas y demandas que se fueron constituyendo en derechos sociales para algunos. En esas décadas y luego de la segunda guerra, las agencias de desarrollo se estaban empezando a instituir -luego de las conferencias interamericanas que van del 45’ al 48’- y sus propuestas insistían en objetivos militares, mientras los países latinoamericanos privilegiaban metas sociales y económicas. El discurso del presidente John F. Kennedy, en marzo de 1961 al Congreso de su país, llamado al financiamiento de la “Alianza para el Progreso” se puede ver cómo el subdesarrollo era visualizado como un problema centrado en cuestiones materiales y de retraso tecnológico. Kennedy decía: “a lo largo de Latinoamérica, millones de personas están luchando para liberarse de las ataduras de la pobreza, del hambre y la ignorancia” (...) “desde el norte y el este ellos ven la abundancia que la ciencia moderna puede traer. Ellos saben que las herramientas del progreso están en sus manos” (citado por Sachs: 1999: 12-13). A finales de la década de los 60’, el Banco Mundial se convierte en la agencia más importante que incorpora en su agenda no sólo inversiones en infraestructura (caminos, diques, puentes) para promover el desarrollo, sino que comienza a hablar y promover de políticas de “alivio” a la pobreza (Finnemore, 1997). Juega un rol fundamental en esta nueva orientación, el presidente del Banco Mundial McNamara. Asume en 1968, se había desempeñado como secretario de defensa de Kennedy. Su posición con relación a una nueva ética y función del Banco Mundial se realiza bajo la influencia de las críticas que se comienzan a realizar a las teorías económicas ortodoxas del desarrollo, sobre todo de Gunnar Myrdal (1970).

CAPÍTULO II EL DISCURSO DEL DESARROLLO Y LAS REPRESENTACIONES SOBRE POBRES Y POBREZA: CIENCIAS SOCIALES Y AGENCIAS DE DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA (1940- 1980) Esta idea de desarrollo como campo de saber tiene diferentes componentes. Es un campo de saber científico de la economía política desde sus inicios, es una cosmovisión del mundo e implica prácticas e intervenciones de regulación de ciertas poblaciones. Por un lado, se trata de promover un cambio económico y también es visto como un cambio con etapas pautadas, en el largo plazo, que reproducirían la historia económica de los países auto61

considerados desarrollados (Rostov, Walt Whitman; 1970). En estas concepciones, el desarrollo se produciría como consecuencia de la difusión cultural, la que llevaría a un estadio mayor de la evolución de la modernidad89, dentro de la teoría de la modernización. Durante la época de la post-guerra, la teoría de la modernización se constituyó en un paradigma que postulaba la irreversible convergencia de las distintas sociedades del mundo hacia el modelo de sociedades occidentales, en particular la de Estados Unidos de Norteamérica y algunas sociedades europeas. No se trataba de un simple enfoque analítico, sino también de un programa de transformación económico, social, político y cultural de las sociedades. Se pretendía así generalizar y promover la combinación de libre mercado, democracia representativa, tecnología, ciencia y los valores basados en el individualismo en sociedades concebidas como tradicionales, retrasadas o retardadas. Se trataba de un paradigma que abrevaba de varias tradiciones del pensamiento occidental tales como el evolucionismo, el estructuralismo, el funcionalismo, el difusionismo y combinaba distintos saberes disciplinares como de la economía, la ciencia política, la antropología, la sociología, entre otros. La teoría del desarrollo se nutría de la teoría de la modernización90 siendo una concepción neo evolucionista de las sociedades (también llamado Darwinismo social91) y consideraba a los países que no se adecuaban a sus patrones culturales, como formando parte de una etapa anterior de desarrollo social (Hoselitz, 1960; Rostow, 1970). Se partía del supuesto, que nuestras sociedades eran “sub-desarrolladas”. La cultura de los latinoamericanos y caribeños era considerada como un todo homogéneo de características: “tradicionales”, “arcaicas”, “atrasadas” y poco proclives a comportamientos denominados “modernos” Al mismo tiempo, la carencia de estos atributos constituían la causa de su pobreza. La pobreza comienza a ser vista por una visión de la teoría del desarrollo - entendida como crecimiento económico y superioridad cultural de los países ricos- , de mediados del siglo XX, no ya como fruto de causales genéticas raciales (ideas que habían entrado en descrédito luego de la derrota del nazismo, una vez terminada la segunda guerra mundial), sino como producto de factores de inferioridad cultural que se atribuían a los países pobres y a los pobres de esos países y, sobre todo, a la resistencia al progreso y a la modernidad que se creía era una característica de la cultura de los países dominados por los países ricos. La enormidad de culturas de ese mundo, el tercero, pasó a homologarse, en un acto de magia como la cultura de los subdesarrollados, todos y cada uno. El diálogo y debate con los supuestos de la teoría del desarrollo como difusión cultural es continuo.

89

Grosfoguel (2000) citando a Wallerstein considera que la idea de modernidad esta basada en la convicción que todo lo nuevo es bueno y deseable, por que vivimos en una era del progreso. Esta idea se origina en el siglo de las luces, que promueve y cree que la sociedad puede ser reformada a partir de la conciencia racional de los individuos centrados en si mismos como personas libres.

90

De acuerdo a Knöbl (2001) la teoría de la modernización concebía, a) que la modernización era un proceso global e irreversible que se inició con la Revolución Industrial a mediado del siglo XVIII en Europa y que alcanzo un consenso mundial en distintas sociedades a finalizar la Segunda Guerra Mundial; b) la modernización era un proceso histórico que conduce a un cambio gradual de sociedades tradicionales a modernas; c) las sociedades tradicionales y en los países del llamado tercer mundo prevalecían pautas individuales, valores y roles estructurales que pueden ser caracterizado por concepto tales como "adscripción", "particularismo", y "difusividad funcional" que constituyen barreras poderosas para el desarrollo económico y político; d) en las sociedades modernas de la civilización Euro-Norte Americana, había un predominio de los valores seculares, individualistas y científicos que se corresponden con un conjunto de roles; e) la modernización consistía, en mayor o menor medida, procesos dirigidos endógenamente en sociedades que debían ser consideradas como totalidades homogéneas y debían ser analizadas con los instrumentos teóricos del estructural funcionalismo; f) el cambio social hacia la modernización en diferentes sociedades ocurriría en un modo linear y uniforme.

91

Para un análisis del Darwinismo social en el mundo latino ver también Mirando y Vallejo (2005)

62

Para Theutonio dos Santos (2002) la vasta literatura científica dedicada al análisis de los vínculos entre países que habían sido colonizados por Europa se denominó con el título general de “teoría del desarrollo”. “La característica principal de esta literatura era la de concebir el desarrollo como una adopción de normas de conducta, actitudes y valores identificados con la racionalidad económica moderna, caracterizada por la búsqueda de la productividad máxima, la generación de ganancias y la creación de inversiones que llevasen a la acumulación permanente de las riquezas por parte de los individuos y, en consecuencia, de cada sociedad nacional” (…) “En la década del 50, la teoría del desarrollo alcanzó su punto más radical y, al mismo tiempo, más divulgado, en la obra de W. W. Rostov. El definió todas las sociedades pre-capitalistas como tradicionales. Este barbarismo histórico,” provocó la protesta de los historiadores serios92. “La característica principal de toda la literatura…era, con todo, su visión del subdesarrollo como una ausencia de desarrollo. El “atraso” de los países subdesarrollados se explicaba por los obstáculos existentes en los mismos a su pleno desarrollo o modernización. No obstante, en los inicios de la década del 60, estas teorías pierden su fuerza y su relevancia debido a la incapacidad del capitalismo para reproducir experiencias exitosas de desarrollo en sus ex colonias que están, en su gran mayoría, en un proceso independentista desde la terminación de la II Guerra Mundial. Incluso países que presentaban índices de crecimiento económico bastante elevados (…) se veían limitados por la profundidad de su dependencia económica y política de la economía internacional. Su crecimiento económico parecía destinado a acumular miserias, analfabetismo y una distribución desastrosa de la renta. Era necesario buscar nuevos rumbos teóricos”. Gunder Franck (1966), en su famoso artículo denominado “el desarrollo del subdesarrollo”, rebate una a una las argumentaciones de estos autores mostrando, lo que el llama, las falacias en las que se basan. Otros, más influenciados por el pensamiento de la CEPAL, como Celso Furtado (1975: 14-19) develan que la concepción del desarrollo económico como una posibilidad universalizable, tal como se viene desarrollando en los países que encabezaron la revolución industrial, es un mito que constituye una prolongación del mito del progreso indefinido, elemento esencial de la ideología rectora de la revolución burguesa. El punto de partida de la teoría del desarrollo para Samir Amin (1974) es el concepto de "subdesarrollo" que no conduce a ninguna parte: se asimila el "subdesarrollo" a la "pobreza" en general. Esta cuestión es muy interesante para nuestro objeto de estudio, si el subdesarrollo se asimila a la pobreza en general esto significa que nos han empobrecido por solo nombrarnos. En este caso cobra significado la idea de Rahnema de la pobreza “moderna”93. Para Amin

92

Según Dos Santos (2002), era necesario para resaltar los varios estadios del desarrollo que se iniciaron con el famoso “take off”, el “despegue” del desarrollo que había ocurrido en la Inglaterra de 1760, en los Estados Unidos de la posguerra civil, en la Alemania de Bismark, en el Japón de la Restauración Meiji, etc. El problema del desarrollo pasó a ser así un modelo ideal de acciones económicas, sociales y políticas ínter ligadas que sucedería en determinados países, siempre que se dieran las condiciones ideales para su “despegue”. (….) 93 Para el intelectual de origen iraní Majid Rahnema (2000 y 2001) la “pobreza modernizada”, sería la propia del capitalismo y la sociedad global, definida a partir de las necesidades socialmente producidas desde la Revolución Industrial. Este nuevo tipo de pobreza requiere de medios materiales obtenidos en el mercado las que generan nuevas formas de dependencias e insatisfacción. El surgimiento de la miseria sería el producto de un proceso de despojo o expoliación de la capacidad o el poder de los pobres de actuar o de vivir su propia vida. De ese modo, la pobreza modernizada es una ruptura respecto a formas previas como el “arte de vivir” o la “pobreza de convivencia”. En su revisión histórica del concepto, este autor entiende que en las sociedades vernáculas la pobreza se vincula no tanto a carencias o privaciones sino a lo que el denomina un “arte de vivir”, entendido como una capacidad de servirse de las cosas y de vivir con otros para satisfacer necesidades propias y comunitarias. Habla de una “pobreza de convivencia” aludiendo a que en estas situaciones, la pobreza conlleva un arte de relacionarse con los demás, de vivir con otros, como fuente de energía y de potencia que permite afrontar las necesidades y dificultades de la vida.

63

(1974) todavía en la génesis del desarrollo como discurso no hay teorías científicas que lo sustenten. Para él estas ideas “describen ampliamente con una increíble vulgaridad distintas manifestaciones de la pobreza (índices parciales, salud, analfabetismo, nutrición, mortalidad, etc. o un índice sintético: ingreso medio per cápita) y “se cubre con estas banalidades la vacuidad” del análisis. Lo más grave es que esta definición conduce inmediatamente a un error esencial: se asimila los países "subdesarrollados" a los países "desarrollados" en un estadio anterior de su desarrollo. Es decir que se "hace abstracción" de lo esencial: que los países "subdesarrollados" forman parte de un sistema mundial, que tienen una historia, la de - su integración a ese sistema, que ha forjado su estructura particular, que no tiene ya nada que ver con las de épocas anteriores a su integración al mundo moderno”. A su vez en su análisis de las formaciones sociales periféricas, considera que éstas si bien incluyen otras formas de producción no capitalistas de distinto tipo éstas son funcionalizadas y subsumidas a la lógica capitalista. Podríamos decir que esta visión de Samir Amin y del concepto de formación social son en cierto sentido predecesoras de la idea posterior de finales del siglo XX de algunos teóricos de la dependencia o del estructuralismo latinoamericano, que habla de la “heterogeneidad estructural de América Latina”. Samir Amin afirma que “es una suerte que ahora esta teoría del subdesarrollo y el desarrollo haya sido formulada de manera sistemática, clara y concisa, por W.W. Rostow. Se trata, (…) de una teoría universal que establece cinco etapas por las que han pasado o deberán pasar todas las sociedades: 1) la etapa de la sociedad tradicional; 2) la de las precondiciones del desarrollo; 3) la del "despegue"; 4) la de la madurez, y por último, 5) la del consuma de masas. Cada etapa se define en forma rígida, universal y en términos "economicistas" (por el "nivel de ahorro"). Ha sido demostrado que esta sistematización es totalmente absurda94: "es imposible encontrar actualmente en el mundo un país o una sociedad que corresponda a las características de la primera etapa. Esta relación no afectó sólo los enclaves de exportación en los países subdesarrollados; como lo sostiene la tesis del dualismo económico y social casi universalmente aceptada y sin embargo errónea, tanto desde el punto de vista empírico como del teórico. Por el contrario esta relación histórica transformó totalmente la composición social de los pueblos de países que no eran subdesarrollados. . ." “El eclecticismo es el precio necesario de esta falsa teorización. Ya que para explicar el "bloqueo" en la primera etapa, haciendo el esfuerzo de no aludir a la integración en el sistema capitalista mundial, deberá acudirse a explicaciones "exógenas". La explicación demográfica, en términos neomaltusianos, es la más corriente”. “Las explicaciones en términos de "círculos viciosos de la pobreza" también eluden el verdadero problema El subdesarrollo procedería de la insuficiencia de "ahorro", originada a su vez en el bajo nivel de ingreso (la "pobreza", y por lo tanto el subdesarrollo"). Otro lugar de interpelación al desarrollo como crecimiento económico ilimitado y su relación con la producción de pobreza es una corriente de pensamiento que proviene de un nuevo campo de conocimiento y que realiza una crítica a la creencia y la práctica de que el desarrollo del capitalismo usa y considera a la naturaleza como un recurso más que debe servir a los intereses del capital. Esta corriente de pensamiento es de carácter interdisciplinario y cruza tradiciones de las ciencias naturales y físicas con la ecología social y una visión ambientalista de la sociedad. Esto último en un sentido muy amplio dado que son muchos las ideas de ambiente (desde la de entorno no humano, entorno social, entorno ambiental vinculado con la naturaleza circundante) y las de ése en relación con la naturaleza. Lo que aquí nos interesa es señalar esta forma de pensar al desarrollo como productor de pobreza en la medida que al considerar éste, a

94

Esta crítica la hicieron Baran y Hobsbawm, 'The stages of economic growth en Kylos, n9 2, 1961 Y André G. Frank, The development of under development" en Monthly Review, n9 4, 1966; [hay ed. en esp.], y. W. W. Rostow, "Ode au sous déve1oppment" en Tricontinental, n9 4, 1968. La cita que sigue ha sido extraída de este último texto.

64

la naturaleza como un recurso inagotable, no tiene en cuenta la sostenibilidad y, al mismo tiempo que se expande la frontera agrícola o destruye la biodeiversidad, rompe el equilibrio relativo que tienen las comunidades de subsistencia o, inclusive, la producción mercantil de pequeños propietarios de tierras de uso agrícola. En este sentido, esta mirada de la producción de la pobreza afirma que el uso intensivo de la naturaleza como recurso produce pobreza y destruye el medioambiente natural, y al mismo tiempo, construye alteridades, aquellos que deben ser desanclados de su territorio o excavados o alienados de sus medios de subsistencia, para que esta lógica se expanda. Esta visión crítica del desarrollo y la manera que produce pobreza se acerca a la idea de Rahnema de que esta intromisión sobre las sociedades vernáculas rompería los “artes de vivir”, entendido como una capacidad de servirse de las cosas y de vivir con otros para satisfacer necesidades propias y comunitarias. Para Vandama Shiva (1996) la naturaleza, cuya verdadera naturaleza es surgir nuevamente, rebrotar, “fue transformada por esta concepción del mundo originalmente occidental en materia muerta y manejable. Su capacidad para renovarse y crecer ha sido negada. Se ha convertido en dependiente de los seres humanos. El desarrollo de los seres humanos era así esencial para el desarrollo de la naturaleza. Esto era particularmente verdadero para la naturaleza y las colonias. Antes del industrialismo y del colonialismo, la naturaleza y la sociedad habían evolucionado. La política colonial, que garantizaba los flujos de capital y de materia prima al imperio, buscaba 'desarrollar' los recursos naturales de manera planificada, para facilitar la generación de ingresos y el crecimiento del capital”, lo que creo un nuevo dualismo entre la naturaleza y los seres humanos. “Ya que la naturaleza requería ser 'desarrollada' por los seres humanos, la gente debía ser también desarrollada de sus estados primitivos, atrasados, de arraigamiento en la naturaleza. La transformación de la naturaleza en recursos naturales requería ir de la mano con la transformación de seres humanos culturalmente diversos en "recursos humanos calificados". Como declara el informe de las Naciones Unidas sobre la Ciencia y la Tecnología para el Desarrollo: "El desarrollo de los recursos humanos debe ir de la mano con el de los recursos naturales". La misión civilizadora del hombre blanco era así una parte esencial del desarrollo de los recursos naturales para ponerlos a disposición de la explotación comercial. La relación de los seres humanos con la naturaleza fue transformada, de una relación basada en la responsabilidad, en el respeto y en la reciprocidad a una basada en la explotación desenfrenada” Según Shiva la explotación de la naturaleza en las colonias tendría dos fases, en la primera fase, cuando la riqueza de la naturaleza era considerada abundante y libremente disponible, los 'recursos' eran explotados con rapacidad. En la segunda fase, una vez que la explotación había generado degradación y escasez, el 'manejo' de los 'recursos naturales' se hizo importante para mantener una provisión continuada de materia prima para el comercio y la industria. De esta manera, la tierra se convirtió en un recurso, luego los bosques y el agua, y ahora con la marcha hacia adelante de la tecnología, es el turno de las semillas que serán convertidas en lo que hoy se denominan 'recursos genéticos'”. La incorporación de tecnología en la agricultura fue llamada revolución verde95 pero esta tuvo efectos negativos. Este proceso de cambio tecnológico se vinculo con la pobreza puesto que se creía que a partir de esta introducción mejorarían las perspectivas con respecto a la erradicación del hambre y la

95

En círculos internacionales se bautizó con el nombre de Revolución Verde al importante incremento de la producción agrícola que se dio en algunos países como México partir de 1943, como consecuencia del empleo de técnicas de producción modernas, concretadas en la selección genética y la explotación intensiva permitida por el regadío basada en la utilización masiva de fertilizantes, pesticidas y herbicidas. Los resultados en cuanto a aumento de la productividad fueron importantes. Pero entre los aspectos negativos se señalan: problemas de almacenaje, excesivo costo de semillas generalmente monopólicos, dependencia tecnológica, mejor adaptación de los cultivos tradicionales eliminados o la aparición de nuevas plagas.

65

desnutrición de los países llamados “subdesarrollados” y sobre todo en las zonas rurales. En América Latina esta línea de pensamiento se acerca a la tradición de Ivan Ilich y su crítica a los procesos de introducción de tecnología, entre otros en su libro “Herramientas para la convivencialidad” en el que cuestiona el uso ilimitado de tecnologías "duras" y centralizadas, que propugna el "desarrollo económico" de alto consumo energético; y busca dimensionar en cambio las tecnologías apropiadas bajo el control de las personas96.

LOS NACIONALISMOS POPULARES Y LA POBREZA Las nominaciones de la pobreza están fuertemente vinculadas con la forma en que el estado nación97 se constituyó en América Latina. En este período los estados se transforman en todo el continente y es el momento de desarrollo de los llamados nacionalismos. Entiendo este concepto, como un conjunto de fuerzas con disparidad de identidades e intereses en tensión. El nacionalismo expresa la “energía movilizadora encarnada en la resistencia, por parte de pueblos” con una historia común contra un imperio extranjero (Said, E., 1993: 347). Pero también estas fuerzas expresan otras luchas de los grupos subalternos contra formas de dominación social, política, étnica y económica de carácter local. El componente más nacionalista, es aquel que se manifiesta en un proceso de creciente conciencia colectiva, de su identidad, de su propia autonomía y autogobierno. Por ello, esa fuerza también se expresa interpelando clases, grupos, intereses que encarnan formas de dominación local. Los procesos de formación y construcción de las naciones anticoloniales, como lo señala el propio Said, han dado lugar a que las burguesías nacionales y sus elites especializadas hayan reproducido, de manera resignificada las formas de dominación anteriores, dando lugar a lo que algunos autores latinoamericanos han llamado colonialismo interno. Rodolfo Stavengahgen (1971, 15 a 38) en sus Siete tesis equivocadas sobre América Latina, debate algunas de las premisas del discurso del desarrollo, como el carácter dual que se le asigna a nuestras sociedades, o que la difusión de la industrialización y de los elementos técnicos resolverán el problema del subdesarrollo y la pobreza. Demuestra, para el primer caso, la interrelación entre las distintas formas de relaciones sociales y las explica con lo que denomina colonialismo interno, como una forma particular de dominación de las zonas más desarrolladas hacia las menos, que hacen como colonias de las primeras. Para el segundo, afirma que la expansión del capitalismo industrial en forma de progreso se realiza a costa del subdesarrolla de las zonas donde se expande98. En la historia de los estados nacionales del siglo XX, en América Latina, se puede aprehender que esa energía contra la dominación se ha encarnado en la rebelión y la protesta y ha tomado diversas formas de los nacionalismos populares. Grupos desgajados de las elites dominantes anteriores han conformado alianzas con ciertos sectores claves subalternos y han dado lugar a nuevas formas de Estado. Si bien las luchas sociales son dinámicas, hay épocas en los que estas se cristalizan en lo que Zabaleta Mercado (1977) llama momentos constitutivos99. No se trata sólo de una recomposición en la distribución de riquezas o los medios de subsistencia y del poder político entre las clases, sino también la reconstrucción de la

96

Ilich, Ivan “Herramientas para la convivencialidad” Tools for Conviviality: http://philosophy.la.psu.edu/illich/tools/index.html 97 El estado nación es una relación social y política, una forma particular de ocupación y dominio sobre el territorio (Weber, 1944) y de gobierno y control sobre la población (Foucault, 1981). La nación es conjuntamente una construcción imaginada (Anderson, B., 1983), pero es también un constructo ideológico de la relación cultural entre el Estado y los sujetos (Fernández Bravo, Alvaro, 2000: 17). 99 Entiendo como “momento constitutivo” según Zavaleta Mercado (1984 citado por Tapía, 2002: 293) como aquel en el que se articula históricamente con fuerza y con novedad una forma de moldear un eje estatal y una nueva relación entre el estado y las luchas sociales.

66

comunidad nacional (Anderson, 1983) en su sentido cultural, social y étnico. Esta está atravesada por las relaciones coloniales e imperiales pero reconfigura, también, las formas de dominación, o de colonialismo interno, que se constituyen en el espacio nacional. Se trata, al mismo tiempo, de la recomposición y constitución de nuevas configuraciones sociales, así como el debilitamiento o ruptura de las antiguas. Estas configuraciones conforman sistemas de interdependencia y vínculos recíprocos entre las clases y las etnias y entre los grupos sociales, no sólo vinculados con la distribución de la riqueza material, sino también con derechos de acceso a bienes tangibles e intangibles. La protesta y sus sujetos políticos ponen en cuestión la falta de derechos o las contradicciones de la enunciación política y social del liberalismo democrático. Se trata de un momento particular donde se afirma, se reclama y se exige el “derecho a tener derechos” mientras se delinean los nuevos. En general, en la mayoría de los países latinoamericanas a mediados del siglo XX, la protesta conformada por un abanico amplio de sectores sociales se expresa contra las elites locales republicanas aliadas con intereses imperiales que practican diversas formas de semiservidumbre, vasallaje, super-explotación del trabajo, ciudadanía restringida y extracción de recursos nacionales. Este proceso intenso de luchas sociales, en algunos países, logran cuajar en un momento constitutivo de la Nación. Este se materializa en una forma particular de nacionalismo que ha sido estudiado como una peculiar revolución democrática burguesa100 y como nacionalismos populistas. Una de sus características más peculiares fue la ruptura con el régimen oligárquico anterior que había predominado a partir de la constitución de las repúblicas, a mediados del siglo XIX, una redistribución de la riqueza que la recomponía incluyendo a las clases populares, la distribución del poder político estatal por medio de la incorporación de algunos sectores subalternos en el manejo del estado y también su acceso a una ciudadanía política más ampliada, al menos jurídicamente. Esta nueva estatalidad se expresó también en otros procesos concomitantes y mutuamente interdependientes, como la construcción mancomunada y en conflicto entre clases, regiones y etnias de organizaciones de intermediación, particularmente entre las organizaciones obreras y campesinas con el Estado, como los sindicatos. La invención de estilos particulares de ciudadanía social dio lugar, en algunos casos, a la aparición de estados de bienestar o de malestar. El problema y las representaciones de la pobreza se asociaron a la integración de los espacios territoriales y sociales de los países en forma diferenciada. Algunos mantuvieron los dispositivos civilizatorios junto a procesos incipientes de industrialización y, otros, hicieron más hincapié en la modernización, lo que se tradujo en una problematización medular que atravesó no sólo a los países con mayor crecimiento económico, el de extirpar todo lo que era considerado tradicional, no blanco, “incivilizado”. La tensión entre modernidad y tradición y entre la deseada urbanización y el atraso de lo rural se vínculo, en la mayoría de los casos, al desprecio por las economías no capitalistas, a las culturas indias y campesinas y por ende a los pobres rurales. Estos y los pobres urbanos generalmente ex campesinos fueron uno de los sujetos que el discurso del desarrollo había construido como anomalía y a los que había que integrar a la “modernidad”. El crecimiento urbano acelerado de estas primeras décadas en la mayoría de las capitales nacionales se debió a lo que se dio en llamar la migración interna en la jerga sociológica. La pobreza no era entonces un fenómeno nuevo en América Latina, pero adquirió, con el proceso de urbanización, un carácter masivo de tal magnitud que la hizo objeto de control y gobierno estatal y, por otro, de centro de preocupación de las ciencias sociales que recién comenzaban a desarrollarse. A partir de entonces y a diferencia de Europa, la producción teórica y la preocupación por procesos de exclusión social masiva ha sido de carácter persistente. Dicha preocupación venía de la mano de los efectos que tuvieron los procesos de industrialización (también denominados “sustitutivo de importaciones”, o de “desarrollo hacia

100 Así la han caracterizado algunos teóricos neo-marxistas, como Zavaleta Mercado (1977) para el caso Boliviano o Hernadez Arrigui (1973) para el caso Argentino.

67

adentro”, dada la condición dependiente de productos manufacturados provenientes de países más industrializados) y de los procesos denominados como de “modernización”. Pero fue el discurso del desarrollo el que resumió y subsumió a ambos. Se partía del supuesto que nuestras sociedades eran “sub-desarrolladas”. Esto a pesar de que estaban compuestas por la mezcla riquísima de variadísimas culturas y grupos étnicos nativos (provenientes muchos de ellos de culturas cuyos avances en el conocimiento humano habían sido de vital importancia para la humanidad) con etnias europeas, africanas y, en menor medida, árabes, chinas y japonesas. Como sabemos esta rica mezcla de etnias y culturas no se dio sin violencia. Los grupos europeos vinieron primero como colonizadores y luego, en la república, como migrantes obreros al igual que el contingente de grupos árabes de medio oriente que huían de las hambrunas europeas, de la guerra o de la opresión imperial del imperio otomano, los últimos. Las etnias nativas fueron sometidas a diversas formas de semi-servidumbre, previo a la constitución de las repúblicas, y estas formas metamorfoseadas en diversas modalidades, perduraron y perduran todavía en muchos países y regiones de América. Los grupos étnicos africanos vinieron como esclavos, cuando la mano de obra nativa ya no alcanzaba por que había sido diezmada o se habían convertido en trabajadores semi asalarizados y eran más costosos para la lógica del lucro, que primaba en la estructura de las haciendas. Esa diversidad de maneras de vivir en el mundo, creer, sentir y amar, había sido resumida con una sola nominación: la de países y culturas “subdesarrolladas”. Estructura discursiva, similar a la que uso la práctica colonial para nominar como incivilizados y dominar a todo las formas de vida no europeos y/o occidentales. La cultura de los latinoamericanos y caribeños era considera por este discurso como un todo homogéneo de características: “tradicionales”, “arcaicas” “atrasadas” y poco proclives a comportamientos denominados “modernos” (urbanos, predominancia de familias nucleares, relaciones impersonales, incentivo al ahorro y al trabajo productivo tendiente al lucro, democracia liberal restringida a las elites, etc.). Al mismo tiempo estos atributos constituían la causa de su pobreza. La Ciencia social Latinoamérica desarrolló entonces importantes conceptos y clasificaciones nominativas para mostrar y explicar diversas situaciones de exclusión social, espacial y económica, tales como marginalidad, masa marginal, informalidad, pobreza estructural, pobreza relativa, vulnerabilidad. Estas categorías no sólo pretenden explicar o dar cuenta de la realidad sino que tienen embutidas representaciones en lucha de los sujetos que las portaban y las portan El aspecto económico se vinculó con la decisión de asumir por parte del estado, el control nacional de los recursos naturales y energéticos, lo que implicó la nacionalización de las empresas inglesas y multinacionales que las explotaban y comercializaban, junto al fortalecimiento de lo que se dio en llamar la “burguesía nacional” o nativa y la intención de profundizar la sustitución de importaciones, vinculada también a la ampliación del mercado interno nacional. La construcción de una cultura y una conciencia nacional estuvo unida tanto a políticas de integración geográfica, como cultural. Esta última se manifestó en la visibilización de la violencia étnico cultural que ejercieron las elites burguesas criollas sobre el resto de la población, promoviendo una integración cultural que se denominó política de mestizaje. Seguidamente intento develara esas representaciones que acompañaron distintas etapas del discurso del desarrollo y de la conformación de los estados nación.

HISTORIAS

DE LA POBREZA COMO UNA “CULTURA DE SEGUNDA”

La primera categoría que resume la idea básica de la relación entre modernización, urbanización y pobreza es la de la “cultura de la pobreza” acuñada por un antropólogo de origen norteamericano y educado en la Escuela de Chicago: Oscar Lewis. En esta fecha las teorías ortodoxas del desarrollo promovían el crecimiento de la industrialización, la acumulación de capital para generar ahorro, pero no estaban interesadas en la temática de los pobres, sino en el “saludable” crecimiento del producto bruto, mientras que los nacionalismos populares si lo 68

estaban. La pobreza no era discutida en la literatura académica de los economistas del desarrollo (Finnemore, 1999: 207). Si bien no estaba incluida en la agenda académica debido al predominio del pensamiento económico ortodoxo, había sido detectada como un problema a resolver por el discurso del desarrollo y por las agencias que se comenzaban a institucionalizar. Paralelamente a esta invisibilidad de la temática de la pobreza en el campo de la economía, empieza a surgir como problemática en el campo de la antropología y la sociología. Los primeros diagnósticos y explicaciones de la pobreza desde las ciencias sociales, parten de estudios sobre culturas particulares o de formas de vida (folk) consideradas no modernas. Estos estudios comienzan a tratar la pobreza en términos de “patologías de la modernidad”. La concepción culturalista desarrollada por la escuela de Chicago en Estados Unidos de Norte América ofrece este marco en el que se incluyen, las reflexiones de antropólogos que estudian en realidades de países pobres latinoamericanos de las que surgen principalmente la idea del continium "folk-urbano" de Robert Redfield (1947) y la "cultura de la pobreza" de Oscar Lewis (1961, 1963 y 1964), aplicadas a países latinoamericanos. Redfield, un antropólogo americano que estudia en Chicago y realiza sus investigaciones en México, plantea que existen variaciones continuas entre sociedades del tipo folk y las sociedades urbanas, creciendo o disminuyendo de un extremo para otro. Las sociedades folk serían para Redfield “pequeñas, aisladas, analfabetas y homogéneas, con un fuerte sentimiento de solidaridad grupal. Los modos de vivir estarían pautados en aquel sistema coherente que llama “cultura”. El comportamiento es tradicional, espontáneo, acrítico y personal; no existe legislación o hábitos de experiencia y reflexión con fines intelectuales. El parentesco, sus relaciones e instituciones, son las categorías típicas de la experiencia y el grupo familiar es la unidad de acción. Lo sagrado prevalece sobre lo secular; la economía es más de status que de mercado” (Redfield, 1947: 293). Las sociedades no folk “están menos aisladas, son más heterogéneas y caracterizadas por una división del trabajo más compleja, tienen una economía monetaria completamente desarrollada, tienen especialistas profesionales que son más seculares y menos sagradas” (Redfield, 1941:338). Para Lewis la pobreza sería una subcultura, de la cultura global. Esto último en términos de su poca integración a una cultura nacional. Describe las pautas culturales de los pobres de las ciudades latinoamericanas (Lewis, 1987), basándose en extensas observaciones y entrevistas en profundidad realizadas a familias de la ciudad de México y posteriormente en San Juan de Puerto Rico y Nueva York. Desarrolla este concepto, como una subcultura que surge en situaciones de desempleo, con un rápido crecimiento urbano debido a la migración interna como componente básico. La “cultura de la pobreza” es a la vez una adaptación y una reacción de los pobres a su posición marginal. Esto se debe al choque de pautas culturales y de formas de vida entre el medio de origen migratorio y el medio de llegada. Existirían por tanto una cultura y una personalidad marginal. Para Lewis los pobres eran el producto de problemas integración a la sociedad moderna, por la situación de migración y sus pautas de comportamiento "tradicional" de origen "rural". La socialización en las pautas culturales propias de la pobreza en la infancia impediría salir de esa situación. Se acuña entonces el famoso "circulo vicioso" de la pobreza. A la “cultura de la pobreza”, le asigna características particulares de la personalidad de los pobres que constituirán las representaciones predominantes del pensamiento social de este medio siglo. La representación del los pobres, se basaba en una idea de las personas como pasivas, con cierta “tendencia a la violencia”, a la agresividad, sin respeto por la propiedad privada, con resignación y falta de expectativas. Además, se consideraba que la “cultura de la pobreza” surgía como producto del trabajo ocasional, los bajos ingresos, las malas condiciones de vida y los bajos niveles de educación. En el estudio denominado “La cultura de la pobreza” (1987), Lewis describe la vida de cinco familias mexicanas, que son en verdad diferentes situaciones sociales, pero que parecen presentar ciertas características comunes asociadas a la cultura de la pobreza. Así también la cultura de la pobreza trascendería “los límites de lo regional, de lo rural y urbano y aún de la familia”. Condición que se constataría a partir de la difusión de una “similitud en la estructura familiar…” en diversas partes del mundo. Las características más 69

sobresalientes serían las siguientes. Con relación a los lazos de parentesco predominancia de familia extensa e hijos ilegítimos. En lo que respecta a la “calidad” de las relaciones esposoesposa y padres-hijos, habría predominancia de padre ausente y desarrollo por parte de los hijos de lazos estrechos con las madres. Los patrones de consumo, se caracterizarían por estar en los márgenes del mercado. Debido a los bajos ingresos, se desarrollarían una economía de los intercambios basados en los préstamos, en empeñar cosas, adquirir ropa y alimento de segunda mano, organizar sistemas informales de crédito, etc. Tendrían una fuerte resignación, sin expectativa de futuro y una actitud crítica frente a las instituciones y las clases altas. Respecto a lo que Lewis denomina como “sentido de comunidad”, se señala la asociación entre la condición marginal y el bajo grado de organización, que parece ser “el mal mayor de la cultura de la pobreza”. Esa baja organización, según Lewis, es independiente del sentido de comunidad, que puede existir independientemente haya o no organización. Esto produce fatalismo e inmediatismo llevando a una incapacidad de estos grupos para la superación de su situación por lo que la transformación sólo puede ser posible cuando las estructuras se modifiquen desde arriba (Lewis, 1992). En “La Vida” Lewis (1964) analiza la historia de una familia de portorriqueños en Nueva York y San Juan de Puerto Rico. Allí también hay un inventario que parece definir la cultura de la pobreza como falta de participación e integración de los pobres en las principales instituciones de la sociedad. Fenómeno que derivaría, entre otras cosas, de la falta de recursos económicos, la segregación y la discriminación, el temor, la apatía y la invención de soluciones locales a problemas. Lewis destaca que la exclusión del mercado es un factor que reduce las posibilidades de participación efectiva en el sistema económico. La cultura de la pobreza se expresaría, en el ámbito de la comunidad local, como hacinamiento, espíritu gregario, condiciones habitacionales deficientes, y un mínimo de organización fuera de la unidad familiar nuclear y extendida. Así también, la condición marginal y anacrónica de la cultura de la pobreza es su bajo nivel de organización. "A nivel de familia, los rasgos distintivos de la cultura de la pobreza son: la inexistencia de la infancia como una etapa especialmente prolongada y protegida del ciclo vital; la iniciación sexual temprana; las uniones libres o los matrimonios consensuales; la incidencia relativamente alta de abandono de mujeres e hijos; la tendencia a la familia centrada en torno a la mujer o a la madre...; la marcada predisposición al autoritarismos...” (Lewis, 1964). Como veremos, esta percepción sobre la baja organización que justificará la intervención de las agencias y políticas de “promoción comunitaria” en los 60’, hará un cambio radical en los 90’ donde la representación de la pobreza y de las políticas que pretenden atacarla, están basadas justamente en el reconocimiento de la capacidad organizativa de los pobres. Lewis recalcaba también que su tesis se refería a grupos que no contaban con una base vigorosa de identidad étnica o de clase que les pudiera servir de sostén ante las dificultades. Lewis opinaba que, la solidaridad familiar encuentra escollo en la rivalidad entre hermanos, la competencia por el afecto materno y por los escasos bienes materiales. A escala individual existiría un fuerte sentimiento de marginalidad, impotencia, inferioridad y dependencia. Los seres humanos en la cultura de la pobreza son “provincianos” viven en función de su ambiente inmediato y poseen un escaso sentido histórico. Sólo perciben sus propios problemas, sin ser capaces de apreciar las semejanzas entre sus problemas y los de sus congéneres. No tienen conciencia de clase. A partir de allí, sus estudios inspiraron investigaciones antropológicas basadas en lo “local” y en la “comunidad” barrial, como espacio de realización de la vida de los migrantes urbanos pobres. Se comienza a valorar la familia y las redes de relaciones de parentesco y vecindad como objeto de investigación y como lugar donde se resuelven problemas en situaciones de escasez de recursos monetarios. La “cultura de la pobreza” y la denominación de “antropología de la pobreza” que Lewis da a uno de sus libros, funda una especial práctica profesional que impregnará el pensamiento y la práctica antropológica con poblaciones excluidas en América Latina, durante todo el período. Esta visión atraviesa además

70

el resto del pensamiento social, ya sea para afirmarla o para interpelarla con otras que surgen más adelante.

LA POBREZA COMO UN “MAL TRANSITORIO” “El tema de la marginalidad se instalaba así en el territorio del mito para enunciar el mensaje de una incorporación posible a todas las ventajas del desarrollo en el marco de una armonía social tutelada por el privilegio”. José Nun, Marginalidad y exclusión social. En los 60’ y70’, los procesos de industrialización sustitutivos de importaciones ya se habían consolidado en algunos países de América Latina. Los objetos de conocimiento que se habían iniciado en décadas pasadas se profundizan en esa época (tienen que ver con los “problemas” asociados a la urbanización, industrialización y la migración rural urbana). Se pensaba que el proceso de industrialización tendría un efecto "rebalse" e incorporaría a las poblaciones excluidas a los "beneficios" derivados de la "modernización". Este mito se ha denominado el efecto de "filtración" (trickle-down). La pobreza se asociaba aquí al concepto de marginalidad. Los marginales eran las poblaciones que quedaban fuera de los “beneficios” de la modernidad y del desarrollo, ya sea por su personalidad marginal, por su origen cultural rural o por las formas de vida en las ciudades. En algunos casos, se trataba de una marginalidad cultural, en otros de una personalidad “marginal”, o de una marginalidad territorial o ecológica en las ciudades. Esta última visión fue la primera acepción de marginalidad. Se llamaba marginales a los asentamientos periféricos de las ciudades caracterizados por la precariedad de la vivienda, del hábitat y de sus habitantes. El género común en estas concepciones fue la automarginación de los grupos excluidos de los procesos de transición al desarrollo. Dentro de esta línea estarían los teóricos de la “modernidad”. Para ellos el desarrollo de las sociedades subdesarrolladas se encontraba trabado por la existencia de resabios de comportamientos y expresiones culturales “tradicionales” y “arcaicas” que poseían los “marginales”, o las denominadas sociedades tradicionales o folk. Estas trabas debían ser superadas –modificándose pautas de conducta- para poder provocar el “desarrollo” y la modernidad esperada, superando así la brecha entre ambos tipos de sociedades101. Se puede señalar la fuerte influencia de la sociología funcionalista americana, la que a través de un variado espectro de enfoques encasilló las formas de vida de los pobres o “marginales” en el límite o fuera de lo que circunscribió como espacios de “normalidad”. Lo que quedaba afuera era “anómico”, “anormal”, “patológico”, “conducta desviada”, “tradicional”. Se podrían considerar en esta corriente algunos enfoques más o menos diferenciados. El que basa su análisis de la marginalidad como adaptación-desadaptación, en procesos de segregación o la que considera a la marginalidad como un “estado”. En la primera línea estaría Robert Merton (1957) y Talcot Parsons (1976). Merton tiene una aproximación psico-social de la personalidad marginal. La estructura social estaría definida sobre la base de normas que orientan los comportamientos. Cualquier desadaptación a las normas prefijadas es considerada como patológica, surgiendo así una personalidad marginal. Para Parsons el consenso es el elemento unificador que asegura la pervivencia del sistema, la integración a éste supone la “adaptación” a dichas reglas y lo que está fuera es anómico y debe ser integrado. Para el estilo de pensamiento donde la marginación es el producto de procesos de segregación y que considera a la “marginalidad” como un estado o etapa, los roles y status de la sociedad moderna irían

101 Una crítica a esta postura dual y a la concepción evolucionista del desarrollo se puede ver en dos textos clásicos del debate de la época en Rodolfo Stavenhagen (1973) y Ander Gunder Frank (1973).

71

cubriendo y asimilando los espacios “tradicionales” de los sectores “atrasados”, por medio de la difusión de los valores y pautas culturales de la sociedad moderna. La marginación sería el producto de la segregación producida en un primer momento por la industrialización, pero estos desajustes se solucionarían una vez que la industrialización y el desarrollo se extiendan para integrar a los pauperizados iniciales (Hoselitz: 1964 y Rostow: 1974). La mirada ecologista de la marginalidad en las ciudades de América Latina basa su análisis en las condiciones ambientales de la pobreza. Los "marginales" serían los habitantes de las poblaciones marginales de la periferia urbana. Se describen sus características demográficas, económicas y las condiciones materiales de los asentamientos que habitan. Las causas de la marginalidad generalmente se analizan como provenientes de los mismos grupos que los conforman, asignándoles falta de integración y apatía a los “marginales”. Se explica el fenómeno por sus efectos sintomáticos y se corporiza o se encarna (se hace cuerpo) en los “marginales” los problemas sociales cuyos “problemas” se tratan de resolver (Lautier, 1993: 5960)102. Aquí es interesante señalar las fuertes vinculaciones que tiene este pensamiento con la biopolítica desarrollista, en su línea médica que se desarrolla en Argentina en los 40’ durante el primer gobierno de Perón, como veremos más adelante. Estas se caracterizan por poner énfasis en los factores directos, llamados sociales de las enfermedades (Carrillo, 1975) y luego denominados como “patologías del subdesarrollo”, durante la década de los 60’ y 70’ (Oñativia, Arturo; 1978). Allí se describen los factores “sociales de la enfermedad” como la miseria, la ignorancia, la vivienda insalubre, la alimentación inadecuada, que coinciden con la representación del pobre desde la mirada ecológica de la marginalidad. Desde esta perspectiva, se considera importante desarrollar “estudios sistemáticos” de diagnóstico que ayuden a generar políticas de salud pública para enfrentar los problemas detectados. Estos estudios surgen fuertemente asociados a la necesidad de construir indicadores o índices sanitarios estándar para investigar la población y diferenciar entre regiones sanitarias para facilitar las intervenciones sociales. Gino Germani, un italiano nacionalizado en Argentina, es uno de los intelectuales más importantes, en la construcción de un saber académico sobre la marginalidad en América Latina. La preocupación fundamental de Germani (1962) fue la transición de una sociedad tradicional a una modelo de sociedad industrial que implicaba, según él, más que un cambio racial uno de la estructura social (Germani, Gino; 1971: 215). Argentina fue uno de los países latinoamericanos que más tempranamente se había industrializado y había iniciado un proceso de movilidad social atípico, en esa época, para el resto de los países latinoamericanos donde la influencia de la migración ultramarina masiva fue fundamental. La marginalidad para Germani sería “falta de participación en la vida económica, política y cultural”. Se puede deber tanto a “una percepción de inferioridad” vinculada con problemas étnicos o de explotación, como por el acceso a derechos y estaría fuertemente asociada a la exclusión de los procesos de “desarrollo”. En este sentido la marginalidad sería multidimensional y habría distintos tipos y grados, según

102 La superposición casi exacta entre el “cuerpo” de la persona que esta problematizada y el problema es homologa a lo que Foucault analiza para la “arqueología de la mirada médica” durante el siglo XIX y que coincide con los privilegios concedidos a la anatomía patológica, en su estudio sobre el “Nacimiento de la Clínica” (1997 [1963]: 16-17). Según Foucault, la superposición exacta del “cuerpo” de la enfermedad y del cuerpo del hombre enfermo es un dato histórico y transitorio que coincide con esta etapa y que es la época que marca la soberanía de la mirada médica. Se produce lo que el llama la superposición entre la configuración de la enfermedad y el espacio de localización del mal en el cuerpo. “...En el mismo campo perceptivo siguiendo las mismas continuidades o las mismas fallas, la experiencia lee de un golpe las lesiones visibles del organismo y la coherencia de las formas patológicas; el mal se articula exactamente en el cuerpo, y su distribución lógica entra en juego por masas anatómicas”. No gratuitamente la problematización de lo social esta fuertemente unida a una mirada de la visión médica de los problemas que se inicia con el higienismo y luego continúa con el desarrollismo.

72

las situaciones particulares. Si bien para él, la pobreza no es lo mismo que la marginalidad, están estrechamente asociadas (Germani, 1973: 17)103. La DESAL (Veckemanas y Venegas, 1966), una fundación de orientación católica que actuaba en Chile a fines de los 60’, tenía una mirada más psicológica y cultural que la de Germani. Sus representaciones y maneras de intervenir sobre la pobreza se fueron generalizando y expandiendo rápidamente. Para esta institución, la marginalidad era una situación o estado, encuadrada también dentro de los condicionantes del desarrollo de los países latinoamericanos. Las poblaciones “marginales” además de no participar de los recursos económicos de la sociedad, por sus patrones “tradicionales” de conducta, se consideraban marginados “radicales”, incapaces de ejercer la solidaridad intra-grupo y la participación, por lo que se hacía imprescindible la injerencia de un grupo externo, una agencia para “promover la participación”. La marginalidad era producto de la marginación interna de grupos afectados por la desorganización familiar, la anomia, la ignorancia. Esto llevaba a una falta de participación activa que, se volvía causa de su participación pasiva o receptora en la sociedad global. Desde todas estas perspectivas, la marginación era una consecuencia desafortunada y evitable104 del crecimiento urbano rápido, dentro de la situación de subdesarrollo. Los esfuerzos habrían de concentrarse, como hemos visto, en una especial forma de intervención social para lograr la "modernización para el cambio" de los protagonistas: “el desarrollo comunitario”. En ese sentido la “pobreza” y la “marginalidad” eran concebidas como un mal transitorio. El trabajo social y más tarde la psicología social y la pedagogía105 serán los campos de saber específicos que intervendrán como saber “experto” en esta práctica. Su objetivo será “enseñarles” a los pobres comportamientos adecuados para entrar en la "modernidad" o resolver desajustes de adaptación que son vistos como patologías de una “personalidad marginal”. Ante la representación de su incapacidad para integrarse a la modernidad, se proponían soluciones paternalistas y autoritarias de planificación social. La función de las agencias era incentivar la autoayuda, como forma de fomento de la integración interna de los pobres106. La pobreza se visualizaba como una rémora del componente rural, pre-industrial, no desarrollado, atrasado, precapitalista, de América Latina. La preocupación fundamental fue la mayor o menor

103 “El concepto de marginalidad, y en particular el de su análisis causal, se relaciona de manera muy estrecha con la noción (y el proceso real) de modernización, concebido en sentido amplio, es decir, incluyendo desarrollo económico, modernización social y política tanto en el plano estructural como en el psicosocial, y admitiendo una variedad de definiciones de “modernidad” así como distintos modelos de sociedad industrial. El hecho fundamental que genera la marginalidad y su percepción como problema es el carácter asincrónico o desigual del proceso de transición (...). Esta asincronías generan la coexistencia de instituciones, valores, actividades, modelos de comportamiento, estructuras parciales, grupos o categorías sociales, regiones en el interior del país, que en igual lapso alcanzan diferentes grados de modernización y desarrollo. La noción de subdesarrollo depende obviamente del carácter desigual del proceso, en escala nacional o internacional. Debe advertirse que no es necesario aceptar aquí hipótesis difusionistas y culturalistas del proceso de modernización. Se trata sólo de la constatación del hecho de la diferente velocidad de cambio para las distintas “partes” de la sociedad...” (Gino Germani; 1973: 42-43). Este sector, desde la perspectiva de la “eficiencia” sería una “limitación y una amenaza para la sociedad industrial”, tanto por las limitaciones que plantea al uso de los recursos humanos calificados como la expansión del mercado (1973:45). 104 Como se verá más adelante, a finales de los 90’ las consecuencias ya no son percibidas como evitables, al contrario son consideradas inevitables y sólo se pretenderá paliarlas. 105 Esta área adquiere importancia por la visión más psicológica de una “personalidad marginal” en las pobrezas, vinculada como vimos, a una visión de la sociedad definida basándose en normas “estándar” que orientan los comportamientos. Las “patologías” son vistas como el fruto de problemas de desadaptación psicológica, lo que requiere de un saber especializado que diagnóstica los desajustes. Esto se traduce en un mayor protagonismo de los pedagogos y psicólogos en los dispositivos de intervención con los pobres y, sobre todo, con los niños pobres, como vimos en el capítulo anterior en el análisis de las transformaciones de las instituciones tutelares sobre los niños pobres. 106 Ver Veckemanas y Venegas (1966); Ander-Egg (1981)

73

adecuación de los comportamientos de las personas al proceso “ineluctable” del desarrollo. A la pobreza y al subdesarrollo se los podía remediar con ayuda internacional, por ello para integrar y modernizar a los pobres la propuesta política a escala continental era “La Alianza para el Progreso” y a nivel nacional, la extensión del proceso de industrialización y el desarrollo comunitario, a nivel barrial urbano y rural. CRISIS DEL MITO DEL REBALSE, RESISTENCIAS Y DEBATES “Yo estoy cada vez más esperanzado que en algún punto, pronto.... las naciones ricas y seguras del mundo van a darse cuenta que ellas no podrán quedarse ni ricas ni seguras si continúan cerrando sus ojos a las pestilencia de la pobreza que cubre toda la mitad sur del planeta” Robert McNamara, The Essence of Securitty107. A finales de los 60’ y durante la primera mitad de los años 70’, se produce una transformación significativa en el concepto de desarrollo, trayéndose a primer plano la consideración de factores sociales y culturales. Esta nueva “sensibilidad” se produjo después de reconocer los pobres resultados obtenidos mediante las intervenciones impuestas “desde arriba” basadas en inyecciones masivas de capital y de tecnología. Este cambio de rumbo político se manifestó claramente en el giro que efectuó el Banco Mundial al adoptar una política de programas “orientados hacia el alivio de la pobreza”, anunciada por su presidente Robert Mc Namara, en 1973, y en otras agencias de desarrollo internacional, como en algunas oficinas técnicas de las Naciones Unidas (Escobar, 1997 y Finnemore, Martha; 1997). A partir de allí se trató de promover el “desarrollo comunitario”, considerándose que los pobres debían participar en los programas e implicar a los beneficiarios directos de modo substancial. Los Estados comenzaron a desarrollar entonces, cada vez más, programas destinados a regular y administrar la pobreza, incluyendo en la gestión, a los propios pobres. Este es un momento en que, según Finnemore, se produce un cambio importante encarnado por el Banco Mundial. La pobreza deja de ser sólo una condición de los países para ser una condición de los seres humanos. El alivio a la pobreza no es un problema de los países ni un efecto del crecimiento económico, sino un esfuerzo de los organismos internacionales para cambiar ese estado de cosas. Paradójicamente los convenios que se firman con los organismos internacionales en la década de los 60, la apertura de la economía como condición para el otorgamiento de los préstamos de “alivio a la pobreza”, las políticas restrictivas de los derechos sociales y civiles de las dictaduras militares que venían siendo apoyadas por los Estados Unidos, significan un retroceso en las condiciones de vida de los trabajadores y un aumento de la pobreza, no precisamente el alivio que el Banco dice comenzar a promover. El discurso de McNamara mostraba una disputa con las visiones ortodoxas de la teoría económica y, al mismo tiempo, refleja el surgimiento de una nueva filantropía de las agencias, sobre todo del Banco Mundial. Esta postura más allá de los avances con relación a la visión ortodoxa, tenía una clara intención política, la de neutralizar las guerras de insurgencia promovidas por las ideas del Che Guevara y los movimientos sociales de esta década, en América Latina. En el discurso de McNamara, esta nueva visión internacional de las agencias se traducía en un discurso médico “había que curar la enfermedad en sus raíces”108. En el epígrafe hemos reproducido parte del pensamiento de McNamara, relacionado con la necesidad de ocuparse de los pobres para mantener la seguridad mundial. Preocupación que se mantiene como incentivo de los artes de gobernar y controlar la pobreza hasta finales del siglo y

107 Citado en Finnemore (1997: 211), traducción nuestra. 108 McNamara, Robert S. (1968). “The Essence of Security: Reflections in Office”. New York, Harper & Row, p. 161, citado en Finnemore (1997: 211).

74

que justifica las políticas de “ataque” a la pobreza de este organismo, a finales de los 90’ en el marco del discurso del desarrollo “humano”. Según Esteva (1996), es en esta década donde las agencias de desarrollo comienzan a pensar en términos de lo que se dio en llamar el “el enfoque unificado del desarrollo” que planteaba la integración de distintos componentes: recursos físicos, procesos técnicos, aspectos económicos y el “cambio social”. Las prácticas del desarrollo se empezaron a mirar como una acción conjunta y concentrada de todos los aspectos de la vida económica y social. Es cuando el “desarrollo participativo” inicia sus primeras armas. Esta línea tuvo muchas resistencias en esa época, pero se plantearon ideas y temas que fueron luego retomados. Las estrategias de las agencias, sin embargo, evolucionaron por un camino opuesto: la dispersión. La preocupación se focalizó en problemas sociales puntuales como el ambiente, la población, el hambre, la educación, el hábitat, el empleo. Lo que dio lugar a instituciones particulares que encaraban estos problemas. Comenzó a considerarse que las inversiones en capital físico no eran suficientes como “estrategia de alivio a la pobreza” y que había que mejorar la salud y la educación “que revestían por lo menos igual importancia” (Banco Mundial, 2000: 7). Podríamos considerar que este es un momento de invención - en el discurso del desarrollo y de los organismos internacionales- de la problematización de la salud y la educación “al menos” a un mismo nivel que las inversiones “del capital físico”, lo que se denomina, en la economía política, como inversiones en “capital humano”. Aquí la educación y la salud se transmutan en capitales por que implican una inversión la que se traduce luego, en el aumento de la productividad del trabajo. Se humaniza el capital en términos de destrezas que implican inversiones en bienestar (salud y educación). En esta etapa se comienza a dar valor económico a la educación y a la salud, tema que, por otra parte, ya había estado fuertemente presente en el discurso y la práctica higienista y en la conformación de los estados de bienestar nacionales, asociado a la promoción de la vida útil (económica) de los trabajadores. Más tarde, en los 90, con el discurso del desarrollo humano, se produce una segunda arqueología de la economización de lo social o de la asignación de valor económico a aspectos considerados humanos. Será la invención del “capital social” o sea de la asignación de un valor económico a los intercambios de bienes y servicios no mercantiles de los pobres. En los 70’, algunas teorías marxistas, críticas a las visiones desarrollistas intentaron producir otras categorías de análisis para explicar la pobreza y la exclusión, esta vez, a partir de las consecuencias de la lógica de acumulación capitalista y su especificidad en América Latina. Para la teoría marxista el surgimiento de la “marginalidad urbana” en los países del tercer mundo se debería a causas estructurales. Se podrían señalar dos grandes corrientes, una clásica y el denominado dualismo estructural. En los enfoques “clásicos” el fenómeno de la marginalidad es producto de la acumulación capitalista, de la generación de una población excedente y del ejército industrial de reserva en el contexto del desarrollo desigual (Amin, 1973, Cardozo, F, 1972; Toranzo, 1977). Algunos de estos estudios consideraban que los pobres no habían vislumbrado los antagonismos de la misma manera que la vanguardia esclarecida o que sus formas de producción eran resabios de formas pre-capitalistas ya que, la posesión de una pequeña parcela de tierra los haría poseedores de conductas “conservadoras”. Anibal Quijano (1973) un sociólogo peruano y José Nun, sociólogo argentino (1970 y 1972) introdujeron una versión crítica a la corriente clásica que se denominó dualismo estructural, en el campo de ideas de la denominada “teoría de la dependencia”. Esta concepción explicaba el fenómeno de la producción de una población excedente, no como una reserva sino como un sobrante y como resultado de la especificidad del desarrollo del “capitalismo periférico”, en el contexto de una acumulación sui generis. A partir de este proceso se producirían sectores no funcionales que fueron denominados, masa marginal o polo marginal, que por la dinámica peculiar de la industrialización en América Latina no lograban insertarse como fuerza de trabajo empleada, en los sectores más dinámicos de la economía ni, tampoco, como ejército industrial de reserva puesto que ya no actúan como tales sino como sobrantes.

75

Quijano (1973), describe en las economías latinoamericanas un “polo marginal” y un “polo central”. El primero, se constituiría por aquellos sectores ligados a la producción de bienes de consumo de masa, que progresan lentamente y se estancan, en ramas de menor nivel de productividad y de menor capacidad financiera y tecnológica. El “polo central” estaría vinculado a los sectores de la economía, productores de bienes de consumo durables de alta tecnología y mayor productividad, ligadas al capital extranjero (1973:195). La causa de la constitución de ambos polos se debería a las tendencias, que el modo de producción capitalista asume como dominante. Ésta sería una acumulación de capital donde predomina el uso constantemente incrementado de instrumentos técnicos y una reducción permanente de las necesidades de tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de valor y, en consecuencia, de la mano de obra respectiva (1973:179). El “polo marginal” genera una población marginal que se caracterizaría por su manera indirecta, fragmentaria e inestable de inserción en el sistema productivo. Al no encontrar ocupaciones en el sector dinámico de la economía urbana, lo hacen en sectores cuya significación para la productividad del sistema es prácticamente nula o completamente decreciente, fundamentalmente el sector terciario (pequeños comercios, servicios personales, talleres de reparación, etc.). Estas ocupaciones, de mínima productividad o desligadas de la producción directa de bienes, constituirían un mercado de trabajo reducido e inestable con relaciones de trabajo también inestables. El autor discute el uso del concepto “Ejército Industrial de Reserva” como explicativo del fenómeno, ya que estas poblaciones no tienen posibilidad de ser incorporados en el proceso productivo como lo fueron en el capitalismo de los países centrales109. La irreversibilidad del proceso estaría dado por la situación de dependencia y por la división internacional del trabajo en la industria, que limitaría las posibilidades de expansión industrial en la “periferia”, debido a la restricción que produce el control externo de las empresas multinacionales sobre la innovación tecnológica, en los sectores más dinámicos de las industrias nacionales. Quijano propone denominar a este grupo de población: “mano de obra marginada”, diferente del “Ejército Industrial de Reserva”, ya que considera que ambos conceptos son distintos y que la superpoblación relativa se procesa de modo diferente, en cada contexto histórico. La “mano de obra marginada”, se diferenciaría del “Ejército Industrial de Reserva”, porque la función depreciadora de salarios sólo se cumple para la primera, en relación a los trabajadores empleados en la producción industrial de más bajos niveles tecnológicos y financieros del aparato de producción. La función de reserva cumplida por el “Ejército Industrial de Reserva” a comienzo del desarrollo del capitalismo en el centro, de carácter coyuntural, se convierte en irreversible y permanente, en el caso de la periferia. El aumento de la productividad llevada a cabo sobre bases tecnológicas, produce una expulsión de mano de obra en las distintas ramas y sectores de la industria que no es absorbida por las otras, sino en una mínima proporción (1973: 278). A pesar de las diferencias significativas en el diagnóstico, las representaciones sobre la población marginal o el polo marginal no se alejan de la concepción de la “cultura de la pobreza”. Quijano, crítica a Lewis, por el énfasis que éste pone en la situación de pobreza, dejando de lado la cuestión de la falta de inserción productiva. A pesar de ello, Quijano continúa concibiendo, a los estilos de vida de los pobres con las mismas representaciones que Lewis le asignaba a la “cultura de la pobreza”. Su visión abreva de una concepción evolucionista, no sólo cultural sino también económica, en la medida que opina que el “enriquecimiento cultural acompaña el crecimiento de los medios de producción de la vida cultural”. En este sentido la pobreza sería una causa del “empobrecimiento de la cultura” (1971: 164-165). “Los marginales se encuentran segregados de los papeles socioeconómicos determinantes. Se explicaría así su falta relativa de identidad social, una percepción de la existencia en forma de rechazo, el

109 “Mientras se mantenga un capitalismo dependiente no podrá ser, de modo alguno, incorporada al proceso productivo en los roles genéricos específicos que son inherentes al desarrollo industrial de la sociedad; en otros términos que no es ya más una ‘reserva’ sino un sobrante” (Quijano; 1973: 264).

76

sentimiento de no estar ligados a ninguna matriz de relaciones sociales, de no tener base ni sostén, por consiguiente, ninguna esperanza. La pobreza social anclaría la “cultura de la pobreza”, que la pobreza económica se contentaría de exacerbar y refinar.” (Quijano, 1971:163). Quijano deduce que la vida familiar de los marginales prolonga y modifica acentuando, o reduciendo, las formas de relación, las normas y los valores característicos de la vida familiar de los grupos populares. “La inestabilidad de la relación padre-madre, el papel central de la madre, las ramificaciones de las redes de relación familiar mucho más allá del nudo padre-hijos, la movilidad geográfica, la independencia precoz de los hijos respecto a los padres, las actitudes que implican conductas sexuales relativamente ‘libres’, el recurso frecuente de la violencia en los conflictos interindividuales, la ausencia de respeto por la propiedad privada, etc., parecen formar, bajo reserva de variaciones de intensidad, el patrimonio común de las capas populares latinoamericanas y de otras sociedades occidentales, pero que es reforzado por el mundo de la marginalidad” (Quijano, 1971: 165). Para José Nun (1972) la causa de la marginación de esta gran cantidad de mano de obra no se debe a una variable externa, la dependencia económica, sino al mecanismo de acumulación capitalista como factor central y unificador. Este considera que los aportes teóricos de Marx en “El Capital”, no pueden explicar este complejo de fenómenos porque se circunscriben al modo de producción del capitalismo puro. Reformula el concepto de superpoblación o “ejército industrial de reserva” en la fase monopolística del capitalismo, dado que el desarrollo de la tecnología y el aumento de la composición orgánica del capital requiere menor cantidad de mano de obra, quedando una gran parte de la población excedente sin posibilidades de ser incorporada al sector capitalista hegemónico, inclusive en los ciclos de expansión. Introduce el concepto de “masa marginal” para explicar esta especificidad. Una parte de la población obrera sobrante no se relaciona de manera inmediatamente funcional con el núcleo productivo del sistema. “... es precisamente para pensar los problemas específicos que se siguen a la consolidación de un sector no funcional de la población excedente que ... introducía el concepto de masa marginal” (1972: 110). Así como Quijano, Nun concluye que no se puede hablar de reserva de mano de obra, dado que este grupo de población, al no tener incidencia en la baja de salarios en la industria moderna, no cumpliría una función depreciadora de los salarios del sector que trabaja en el centro de las actividades industriales. No constituye competencia real, en la medida que no poseen niveles relativamente altos de educación ni tampoco de habilidad. Esto les niega su función de colchón de mano de obra en los ciclos de expansión, puesto que las necesidades de la industria moderna son de menor cantidad de fuerza de trabajo. Como Quijano, Nun hace hincapié en la no funcionalidad, el desajuste y la falta de integración al sistema de esos grupos “marginales”110. Para Nun estos sectores de población son también marginados políticos ya que las relaciones que mantienen con la clase dominante al ser inestables, no constituyen fuente de conflictos que puedan cuestionar las relaciones sociales existentes. Estos autores, a pesar de abrevar de un marco teórico neomarxista, no logran superar el discurso del desarrollo que ellos mismos pretenden denostar puesto que mantienen las mismas problematizaciones, objetos de saber y representaciones de inferioridad (aunque sea política) de los pobres o marginales. Los artículos de Nun y Quijano generaron importantes críticas y debates. El brasileño Fernando Enrique Cardozo (1972), actual presidente de ese país, fue el más importante polemista. Consideraba, en aquellos años que era imposible pretender reformar la teoría de

110 “Un desarrollo capitalista desigual y dependiente que combina diversos procesos de acumulación en el contexto de un estancamiento crónico, genera una superpoblación relativa a la forma de producción hegemónica que actúa, en parte como ejército industrial de reserva, y en parte como masa marginal. Lo que es importante, que la no funcionalidad de esta última está indicando un bajo grado virtual de integración al sistema, un desajuste a resolver, cuya solución organiza modos de integración social compatibles con el mantenimiento de la matriz de relaciones vigentes” (Nun, 1972: 124, cursivas nuestras).

77

Marx sobre la ley general de población referida al ejército industrial de reserva y superpoblación relativa. El aumento del primero es producto de la acumulación capitalista y expresa la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Esta población “... agudiza el carácter antagónico de la producción capitalista y no significan la instauración de un capitalismo en una nueva etapa que requeriría una redefinición de la categoría de Ejército Industrial de Reserva” (Cardozo, 1972: 71). Un mexicano, Carlos Toranzo (1977), afirmaba en esta misma línea que no era necesario acuñar un nuevo concepto. Que lo que puede variar es la forma de envoltura de la población excedente, pero no la causa que la produce. “Que esta nueva forma en que se presenta, es muy dilatada cuantitativamente, no quiere decir que sus determinaciones esenciales hayan variado, sino más bien, que su carácter capitalista se ha acentuado, de modo que no podemos caracterizarla como marginalidad, o como fenómeno que por extraña circunstancia ya no sirve al proceso capitalista de producción en la cual se originó y bajo la cual queda subsumida” (Toranzo, 1977: 8)111. El egipcio Samir Amin, participó de la polémica de manera indirecta. En su análisis del “desarrollo desigual” del capitalismo periférico, planteaba que la marginalidad no constituye un concepto sino una manera de describir cómodamente los efectos derivados de la ley de acumulación capitalista, en el marco concreto del capitalismo contemporáneo. Su función sigue siendo, ser palanca de acumulación, por tanto, no es afuncional. “La marginalización hoy, igual que el ejército industrial de reserva de ayer, son los resultados del sistema. Su función común, permitir el incremento de la tasa de plusvalía. La desarmonía social es necesaria para el funcionamiento del sistema” (Amin, 1973: 365). Es interesante señalar algunas consideraciones críticas que realizaron analistas brasileños, en esa época, al diagnóstico de afuncionalidad otorgado al ensanchamiento del sector de servicios en la economía urbana. Las siguientes observaciones permiten explicar, la causa por la cual los organismos internacionales promocionaron en los 90’ actividades de baja productividad, como estrategia de lucha contra la pobreza. Oliveira (1972, cit. en Roberts: 1980), afirma que la mano de obra empleada en el sector servicios permite, de alguna manera, la expansión del capitalismo en condiciones de subdesarrollo. Este mecanismo se produciría por el aporte que hacen las “economías de pequeña escala” en el sector servicios, comercios, transporte y actividades para-productivas industriales: mantenimiento y reparación, al sector industrial dinámico, por el ahorro de capital que significa el uso de mano de obra intensiva mal remunerada (Roberts; 1980: 255). La producción de servicios por las economías de pequeña escala, se realiza a un costo menor que si se produjeran en el sector industrial dinámico. Por ejemplo, las actividades que tienen lugar en las áreas de reparación y mantenimiento, que usan mano de obra intensiva, redundan en el abaratamiento de estos servicios para el sector industrial dinámico, implicando a la larga un ahorro de capital. Otra forma de subsidio al sector capitalista dinámico, sería la reducción del costo de reproducción de la fuerza de trabajo por medio de la producción de mercaderías para el consumo obrero a más bajo costo, y también por la prestación de servicios personales mal remunerados. Estos últimos, al ser pagados con bajos salarios, permiten que la reproducción de la fuerza de trabajo se abarate. Si a estos servicios

111 Según Toranzo (1977), no se puede hablar de afuncionalidad del ejército industrial de reserva en las condiciones del capitalismo monopolista de los países dependientes por muchas razones. Hay una tendencia inherente al capital a integrar bajo su control, todas las formas de producción y todos los sectores de la población subordinándolos y funcionalizándolos a sus intereses, o sea a las leyes de acumulación capitalista, constituyéndose en palanca de acumulación. No considerar este aspecto sería desestimar el rol que juega el capital como integrador y subordinador de la economía global. Las ocupaciones que encuentran los grupos sub-empleados y desocupados, en los diferentes sectores de la economía urbana (industria, comercio, servicios) son, un gran porcentaje, de trabajo asalariado y en su totalidad sirviendo de manera directa o indirecta al proceso de acumulación de capital.

78

(lavado, planchado de ropa, mantenimiento de hogar, etc.) se los contrataría en el sector capitalista (lavandería, servicios empresarios de limpieza, etc.) su costo sería mucho más alto112. En el debate desatado sobre la funcionalidad o no de los marginales, en los 70’, se tuvo en cuenta la importancia de las denominadas “economías de pequeña escala” en la reproducción de los sectores populares. Esta categoría al igual que la de marginalidad y luego la de informalidad, pretendía caracterizar una serie de actividades no encuadradas en las actividades dinámicas. Roberts (1980: 1166-181) expone el modelo de economías de pequeña escala descripto por los antropólogos Clifford Geertz (1963)113 y Mc Gee (1971)114 como economías de bazar para estudios en Indonesia y África, el cual resulta útil según él, para comprender las primeras fases de urbanización rápida, en las que la línea divisoria entre ciudad y campo está poco clara, además de servir como elemento explicativo de las características principales de la organización económica urbana en los países subdesarrollados de América Latina. Roberts (1980:174), define el sector de “pequeña escala”, como aquél en el que quedan incluidas todas las actividades que no se llevan a cabo dentro de fábricas, tampoco mediante aquellos servicios que están vinculados con la producción en gran escala, tales como los servicios financieros y profesionales, los establecimientos de ventas al mayoreo y de gran volumen de ventas al menudeo, o las empresas de transporte y construcción que poseen cantidades substanciales de equipos de capital115. El sector de pequeña escala consta de talleres de negocios de reparación, de pequeños comerciantes y de toda la gama de artesanos que se auto-emplean o de hombres y mujeres que hacen diversos trabajos sueltos. La funcionalidad y expansión de las economías en pequeña escala, basadas en el uso de mano de obra intensiva, por lo general de origen familiar, se desarrollarían tanto en el sector terciario de la economía, servicios comerciales y personales (Geertz, 1963 cit. en Roberts, 1980:172-174) y en las actividades de reparación y mantenimiento. Su función no sería tanto maximizar sus utilidades como minimizar sus riesgos y permitir el uso más eficaz de mano de obra familiar. La importancia del monto de ingreso es menor que la posibilidad de ampliar el número de integrantes que aportan a la subsistencia. De esta forma se logra absorber una cantidad considerable de mano de obra. Su base de subsistencia estaría dada por la posesión de herramientas, posibilidad de adquirir mercancías para la venta a crédito y la posesión de lotes de tierra urbana, permitiendo formas de sobrevivencia autónomas (cuenta propia) o familiares artesanales. Las economías de pequeña escala además se encuentran directamente relacionadas y no “marginadas” con el sector dinámico de la economía por medio de flujos de mercancías y servicios. La expansión de economías de pequeña escala permitió la producción de mercancías y servicios, que por las características del mercado reducido, no eran redituables al sector más dinámico. Las economías de pequeña escala funcionan como alternativa, ante la retracción de la demanda de fuerza de trabajo en el sector más dinámico, subempleando mano de obra. La lógica funcional de estas formas explicaría más tarde porqué las agencias de desarrollo en los 90’, promocionan la denominada “economía de los pobres”. Lo que empieza a ser visto para algunos funcionales y para otros una patología, se convierte, en los 90’, en una estrategia política que tiende a hacer que los pobres se mantengan autogestionados en un “mundo de pobres”.

112 Claude Meillasoux argumenta de la misma manera (1977:137), desde otra perspectiva el aporte que las economías de subsistencia hacen al capitalismo. 113 Clifford Geertz (1963ª); Agricultural involution: the process of ecological change in Indonesia, Berkeley y Los Angeles, University of California Press y (1963b) ; Peddlers and princes: social development and economic change in two Indonesian towns, Chicago, University of Chicago Press. 114 T.G. Mc. Gee (1970), “Catalysts or cancers? The role of cities in Asian society” en Jakobson y Prakesh (1970) (eds) “Urbanization and National development”, Beverly Hills, California, Sage. 115 Bryan Roberts plantea que este tipo de economía, a diferencia de la Gran Bretaña del siglo XIX, no muestran indicios de estar desaparenciendo ante el crecimiento del sistema sino, al contrario, creciendo (Roberts, 1980: 178).

79

La teoría de la dependencia116 por medio del denominado “dualismo estructural” y las ideas que se ponen de manifiesto en este debate en América Latina, influenciada por las teorías marxistas del desarrollo desigual y por la teoría del deterioro de los términos del intercambio de Prebisch, interpeló al desarrollismo y al difusionismo. Esta última decía que el subdesarrollo se resolvería por medio de la difusión de las pautas culturas modernas de los países centrales, primordialmente las de Estados Unidos. Planteaba que la pobreza y el subdesarrollo se debían, particularmente al modo desigual y combinado en que se había producido el proceso de incorporación primero, a las relaciones mercantiles y luego a las capitalistas. En estas relaciones, se extraía excedente desde los países centrales al desvalorizarse las materias primas que exportábamos, con relación a los productos manufactureros que importábamos. Teoría que se denominó el deterioro de los términos del intercambio117. Se puso en cuestión la visión culturalista del desarrollo y de la pobreza, aunque se mantuvieron las relaciones categoriales, los problemas y las nominaciones que nos asignaba esta concepción del mundo, como países subdesarrollados y a los pobres o excluidos como marginales (Escobar, 1997). Para romper este círculo vicioso se promovía el refuerzo del poder del Estado en las regulaciones económicas, la distribución de los ingresos a partir del desarrollo del Estado de Bienestar y la intensificación de procesos sustitutivos de importaciones, lo cual resolvería a largo plazo el problema de la pobreza y la marginalidad. Se trataba de propiciar medidas macroeconómicas que actuaran sobre la relación primaria entre el trabajo y el capital. Algunos consideraban que este crecimiento endógeno iría subsumiendo esta mano de obra residual. Otros, como Nun y Quijano, creían lo contrario. Germani opinaba que la marginalidad tenía una escasa eficiencia para el desarrollo económico. La informalidad fue abordada por distintas concepciones ideológicas. La visión marxista ponía el énfasis en las características particulares de las relaciones de producción, los más desarrollistas en la dinámica del mercado de trabajo y los más liberales, como el peruano De Soto en su libro “el otro sendero”, en las regulaciones estatales. Todas las perspectivas tenían en común dos características. La primera, que la informalidad incluiría actividades residuales, -en el sentido que son actividades productivas no dinámicas, o formas de producción no enteramente capitalistas, las que generalmente no se registran mediante las técnicas de medición tradicionales- . La segunda, que la informalidad constituye actividades que no están normadas. La primera perspectiva que surge y la que “inventa” este concepto proviene del informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en 1972, sobre la situación del empleo en Kenya118. El informe de la OIT se basó en la constatación de un grupo creciente de "ocupados pobres", que no cabían en ninguno de los grupos de la clásica dicotomía entre sector moderno y sector tradicional, pues aunque por el tipo de empleo y ubicación pertenecían al sector moderno, tenían un ingreso apenas superior al del sector tradicional. Se comprobó además que este grupo era numeroso y que su contribución al producto nacional, estaba lejos de ser despreciable y que sus actividades mostraban una dinámica propia tal que contradecía el enfoque dominante, según el cual habría de desaparecer progresivamente. A dicho grupo de actividad se llamó sector informal. Inicialmente fue definido mediante una suma de características empíricamente observadas: empresas de pequeño tamaño, que funcionaban en mercados abiertos, competitivos y no regulados, con recursos locales y tecnologías adaptadas de uso intensivo de mano de obra. El sector formal se definió por la suma de las características exactamente opuestas.

116 Ver Gunder Frank, Andre (1970 y 1978); Furtado, Celso (1974 [1969] y 1984 [1968]); Sunkel, Oscvaldo y Paz, Pedro (1970); Marini, Ruy Mauro (1977), entre otros. 117 Ver Prebisch, Raúl (1981) y Rodríguez, Octavio (1984) entre otros. 118 Sin embargo otros autores sitúan su origen a partir de un estudio realizado por el antropólogo K Hart, quien empleó por primera vez el término "oportunidades informales de ingreso", en un estudio presentado en septiembre de 1971 en una conferencia del Instituto de Estudios del Desarrollo, de la Universidad de Sussex.

80

En América Latina la influencia de las visiones y representaciones de la OIT se promovieron por medio del Programa Regional del Empleo para América Latina y el Caribe (PREALC). Este sentó las bases para una definición del sector informal como la suma de actividades caracterizadas por una lógica de producción propia y distinta de la vigente en la parte visible de la economía (Raczynki, 1979; Tokman y Souza, 1976). El sector informal sería la suma de actividades realizadas de acuerdo a una racionalidad económica particular. Su objetivo es garantizar la subsistencia del grupo familiar en un modo diferente al del sector formal capitalista, cuya motivación esencial es la acumulación. En este sentido, la informalidad sería similar a las actividades descriptas como economía de pequeña escala y como lo que Quijano denominaba polo marginal. Existirían dentro de los múltiples enfoques del sector informal, dos que merecen especial atención, el de la racionalidad y el de la ilegalidad. En la perspectiva de la informalidad como una “racionalidad” particular, su surgimiento es explicado por la heterogeneidad que produce el funcionamiento del sistema económico en América Latina. Heterogeneidad que se manifestaría en la diversidad tecnológica, la segmentación del mercado laboral, las desiguales de la distribución del ingreso y del bienestar social, las diferencias de estilos y formas de vida, e incluso en la transmisión intergeneracional de las oportunidades. Esta última visión acerca la interpretación de la informalidad a la del “círculo vicioso” de la pobreza que señalaba Lewis. El sector informal está directamente asociado a la pobreza aunque la mirada se coloca en el tipo de racionalidad no capitalista de las actividades económicas. La visión marxista caracteriza la informalidad también como formando parte de lógicas diferentes a la de acumulación capitalista. Pone atención en las diferentes relaciones de producción dentro de cada tipo de unidad económica (Portes, 1964). Para Alejandro Portes el sector formal se caracteriza por un empleo contractual con deberes y derechos explícitos, línea de transmisión de la autoridad y condiciones de contratación y despido. Los trabajadores están protegidos por la legislación laboral existente. En cambio, las relaciones de producción en el sector informal serían lo opuesto119. Se trataría de una lógica y una racionalidad basada en la subsistencia y no en la acumulación capitalista. Un elemento interesante en el análisis de Portes, que cobrará importancia en el debate actual, en el marco de las reflexiones sobre la crisis de la sociedad salarial (Castel, 1997), es el carácter histórico de las formas legales de contrato de trabajo y los sistemas de protección social. Para Portes, la legalidad ha sido el producto de las luchas sociales de los trabajadores en su búsqueda de poner límites a las distintas formas de explotación del capital. Por lo tanto, la informalidad no es nueva, expresa la manera en que se estructuraban las relaciones de producción en los comienzos del capitalismo120.

LAS

REPRESENTACIONES DE LA POBREZA “REVOLUCIONARIA”, LA PARTICIPACIÓN POPULAR, LA INVESTIGACIÓN ACCIÓN Y EL DESARROLLO COMUNITARIO

119 La informalidad sería para Portes (1964) la suma total de las actividades que producen ingresos, excluyendo los ingresos provenientes de empleos contractuales y legalmente regulados. Esto último significa que se incluyen a) actividades de subsistencia directa, b) pequeña producción e intercambio doméstico e individuos auto-empleados que producen y/o comercializan bienes y servicios en el mercado y c) producción capitalista en c.1) pequeñas empresas que emplean trabajadores asalariados ya protegidos o c.2) asalariados disfrazados contratados bajo condiciones de subcontratación - generalmente no implican un contrato formal de trabajo, no tienen protección de la legislación laboral en lo concerniente a salarios mínimos, accidentes, seguridad social y jubilaciones. 120 Esta línea de análisis permite comprender los actuales procesos de flexibilización de las relaciones laborales y las variadas formas de precarización del trabajo, en el contexto de la desregulación de las funciones que cumplía el Estado de Bienestar, a partir de la desmercantilización de las relaciones asalariadas, forma en que se institucionalizaron estas luchas sociales (Esping-Anderson, 1993).

81

Junto a las representaciones de apatía, pasividad o escasa participación asociadas a los pobres, en los 70’, aparecen dos concepciones que son de alguna manera su reverso. Un grupo hacía especial hincapié en la creatividad de los pobres para resolver problemas de sobrevivencia y, otros, en su potencialidad de transformación de la sociedad. Los primeros enmarcaban sus estudios etnográficos en barrios urbanos. Estos explicaban la importancia de las formas de reciprocidad y de las diversas formas de generar recursos alternativos para la sobrevivencia. El trabajo "¿Cómo sobreviven los marginados?", de Larissa Adler de Lomnitz (1976) es pionero en esta línea e inicia una representación más participativa de la pobreza que enfatiza en las capacidades y en la creatividad de los pobres para enfrentar sus problemas. Lomnitz interpelando a Lewis, plantea que la identificación que hace de la marginalidad con la cultura de la pobreza es errónea. Según Lomnitz, las sesenta características de comportamiento de la cultura de la pobreza de Lewis que, junto con el factor cuantitativo del nivel de ingresos permitirán definir la cultura de la pobreza, resultarían difícil de identificar y analizar en un estrato social, mediante una lista de comportamientos específicos, y menos todavía mediante un concepto relativo como es la pobreza. “Por ese motivo hemos preferido la categoría de marginalidad a otras categorías de análisis, como la de pobreza, que no admiten definiciones objetivas. El factor determinante de la existencia de los marginados, del que se originan las características (...) descritas por Lewis, es la condición de inseguridad crónica de empleo y de ingresos. Esta a su vez es consecuencia de una falta de integración al sistema de producción industrial y no de una determinada cultura, o "diseño existencial" como define Lewis”. Lomnitz, considera que posiblemente la falla de Lewis consiste en el excesivo énfasis que pone en el sistema de normas y valores, y en las posesiones materiales de los pobres, que representan al fin y al cabo sólo una manifestación de su realidad económica. “Al desentenderse (...) de la base económica y de la organización social, se hace aparecer la cultura, es decir, el conjunto de mecanismos de defensa de los pobres frente a una situación objetiva difícil, como si fuera una causa de sí misma: el pobre no puede salir de la pobreza porque su "cultura" se lo impide. Si fuera más limpio, más estudioso, o más obrero, más honrado, quizá progresaría“ (Lomnitz, 1976: 24). Basada en las criticas que realiza Charles Valentín (1970 [1968]) a la “cultura de la pobreza” afirma que "el hecho de erigir en "cultura de la pobreza" este conjunto de racionalizaciones y mecanismos de defensa, este conjunto de desviaciones de los ideales culturales de la sociedad dominante, equivale en cierto modo a culpar a los pobres de su pobreza” (Lomnitz 1976: 24; Valentin. (1970 [1968]: 25-28). Para Lomnitz los pobres tienen una capacidad muy significativa para sobrevivir. A estas capacidades les llama mecanismos de sobrevivencia. Más tarde las categorías de estrategias familiares de sobrevivencia y de vida ampliaron el marco de estudio de las redes y mecanismos de sobrevivencia estudiados por Lomnitz asociadas a los ámbitos locales y barriales, a la reproducción de la fuerza de trabajo (Torrado, 1980 y 1982). El planteo se basaba en el análisis de las consecuencias particulares de la lógica de acumulación capitalista y los modelos de desarrollo en América Latina que produjeron una importante cantidad de población que quedaba sin posibilidad de sobrevivir y reproducirse, a través de relaciones asalariadas (Rodríguez, 1981). Estos mecanismos o estrategias provenientes de las redes de solidaridad primarias locales, permitían generar recursos y contrarrestar las distintas formas de violencia que generaba la modernidad: destrucción de valores y formas de producción anteriores, migración rural-urbana, adaptación, contención y generación de recursos para la sobrevivencia en las ciudades, etc. La mayoría de estas etnografías realizadas en barrios urbanos pobres, hacían especial hincapié en la importancia de las estrategias de ayuda mutua para la sobrevivencia. También en el origen rural asociado a culturas nativas, en oposición a la competencia propia de la cultura urbana moderna. La otra representación más emancipatoria de la pobreza fue la de la “pobreza revolucionaria” (Feijoo, 1990), también de orientación católica como la de la DESAL pero de una concepción contrapuesta en el sentido que proponía un cambio de la sociedad. Esta forma de percibir a la pobreza y a la sociedad estaba impregnada por las ideas del sacerdote brasileño 82

Paulo Freyre y por una incipiente influencia de las concepciones gramscianas en América Latina. El origen de la participación asociada al desarrollo en los 60’, también tuvo que ver con las acciones de activistas sociales y trabajadores de campo, influenciados principalmente por el pensamiento de Paulo Freyre121 –activista popular brasileño-. Este proponía métodos participativos de interacción como una dimensión esencial del desarrollo, luego de constatar que las poblaciones eran marginadas de todos los procesos asociados con el diseño, formulación e implementación de los programas de desarrollo (Rahnema, 1996). Junto a la visión instrumental de las agencias internacionales ya descriptas, esta era una concepción más emancipatoria. Se ponía énfasis en la incorporación de los saberes de la gente, en la regeneración de su saberhacer tradicional y en la posibilidad de que se genere un nuevo tipo de conocimiento que incluya el científico y el vernáculo. Freyre consideraba fundamental, para el desarrollo económico, la interacción de los sectores populares marginados a la economía nacional en ascenso. Su fundamentación teórica tuvo su origen en las concepciones predominantes de la sociología del desarrollo cuya representación de la sociedad latinoamericana era la de una sociedad dual, compuesta por una “tradicional cerrada” y otra “moderna abierta”. Freyre concibe en aquel momento que la emergencia histórica de las clases populares, desde el estado de marginación en el que viven en la sociedad “cerrada”, hacia la movilización y participación de la sociedad “abierta”, se constituye en una sociedad en transición (Freyre, 1967: 43)122. La sociedad en transición se caracteriza por la contradicción entre un sistema que se sabe decadente y trata de preservase y la búsqueda de síntesis del nuevo orden emergente, que intenta planificarse. Esta transición se caracteriza además por la radicalización de los valores y por la represión de la participación popular por parte de la “elite decadente”. Según Freyre en este entorno, el educador debe jugar su rol, discutiendo sobre un tema específico sin desligarlo del nuevo clima cultural y social que se representa. En la sociedad en transición, temas como democracia, participación popular, libertad, propiedad, autoridad, educación, etc. tienen una tónica y un significado diferente a los que tenían en la sociedad tradicional y cerrada. La educación en la fase de transición es altamente importante. Según Freyre quienes gozaron de los beneficios de la educación y quienes tienen conciencia popular, deben ir a ayudar al pueblo a hacerse partícipe y agente de su recuperación. Mediante la alfabetización, favorecer una postura conscientemente crítica delante de sus problemas y a ampliarle sus perspectivas ante la vida. La educación para la libertad es una educación para el desarrollo y para la democracia, la que constituye una necesidad vital123. Se requiere así una respuesta al problema del desarrollo económico, al de la participación popular en éste y al de la inserción crítica del hombre en el proceso de democratización. Se aspira también a una educación para la participación y para la decisión. Un sistema que diese lugar a una estructura mental que genere actitudes de progreso y que haga frente al pánico que se produce ante la pérdida de valores y antiguos hábitos mentales. Una educación para el cambio, que otorgue poder de resolución a la gente. En este último sentido, la participación popular que proponía Freyre, como el desarrollo comunitario más ortodoxo, también tenía como objetivo fundamental el cambio de actitudes necesarias para el

121 Paulo Freyre, desarrolla sus experiencias de educación participativa y su producción teórica en Brasil las que luego se reproducen en otros países como la Argentina. 122 “Se verifica en esta fase, un tenor altamente dramático que impregna los cambios por los que se nutre la sociedad. Por dramática y desafiadora esta etapa de tránsito se hace entonces un tiempo enfático de opciones: son opciones realmente en la media en que nacen de un impulso libre, como resultado de la captación crítica del desafío, para que sean conocimiento transformado en acción” (Freyre, 1967: 43 traducción nuestra). 123 Los ejes de la educación dialógica y para la libertad serían los siguientes. La educación es entendida como un proceso de concientización y de incorporación de la conciencia crítica y creadora. El proceso educativo es parte del proceso de transformación de la sociedad por medio de la generación de espacios de participación y movilización popular e implica una democratización de la cultura.

83

“progreso”. A pesar de la generalización de estas experiencias en América Latina, los resultados de su aplicación no produjeron evidencias sobre la generación de un nuevo conocimiento incorporado al discurso hegemónico, como proyectaba Freyre. Otras corrientes de la época, esta vez de origen marxista, consideran la participación popular como un proceso de formación y capacitación, dentro de una perspectiva política de clase vinculada a la acción organizada del pueblo, en orden a lograr el objetivo de construir una sociedad nueva, de acuerdo a su intereses (Núñez, 1986). Estas señalan el peligro de la participación y educación popular de raigambre humanista cristiana, que al radicar la propuesta en un esquema de valores enfatizando aquellos de “comunión de espíritus” puede ser extrapolada con bastante facilidad al plano afectivo y místico, dejando de lado aquellos aspectos metodológicos que permitan controlar la experiencia científicamente (Thiollent, 1984). En la década de los 70’, surge un estilo de intervención social que cuestiona las modalidades asistenciales, y además al propio desarrollo comunitario y a las intervenciones cientificistas que plantean una separación entre ciencia y política. Este es el denominado movimiento de reconceptualización del trabajo social que surge luego de un documento emitido en Teresópolis, Brasil124. En él se afirmaba que las formas de intervención clásicas fueron ajustar o integrar a los individuos a la sociedad a partir de las prácticas asistenciales. Como contrapartida se propuso otras formas de intervención que transformaran la sociedad por medio de la concientización, la organización y la movilización de los sectores populares, pasando del ámbito técnico de promoción o asistencia al ámbito político. En esa dirección Orlando Fals Borda, sociólogo colombiano, es quien promueve lo que se denominó investigación acción. Este pensador dentro de un marco crítico al discurso desarrollista distingue entre ciencia dominante y ciencia popular. La primera sería la que permite la manutención del sistema social vigente y la segunda sería el conocimiento empírico, práctico, del sentido común que constituiría un bien cultural y ancestral de la gente de escasos recursos; el cual permite crear, trabajar e interpretar la realidad. Para él la piedra filosofal de la investigación acción es que la idea de conocimiento para la transformación social no radica en la formación liberadora de la conciencia, sino en la práctica de esa conciencia, en esa práctica también se produce un saber y un conocimiento científico (Fals Borda, 1982). Aquí la pobreza era vista como un lugar privilegiado para observar y experimentar las injusticias sociales y desde donde era posible que surgieran las propuestas sociales y políticas que liberarían a América Latina del yugo de la explotación. Esta postura la defendían militantes de base que formaban parte de las luchas sociales revolucionarias de los 70’. A pesar de esta visión más emancipatoria, su propuesta teórica y política, no ponía en cuestión las categorizaciones ni las problematizaciones del discurso del desarrollo. Su representación de los pobres no se basaba en su situación de carencia sino en su situación de opresión. Freyre los denomina los oprimidos. Para él se caracterizan por haber sido inducidos por el entorno opresor a centralizar sus intereses y a la ampliación del radio de su atención a las formas más vegetativas de vida. Sus intereses “son más vitales que históricos”, significando “una falta de compromiso”, de lo que se deriva una gran incapacidad de captación de un sinnúmero de cuestiones que son suscitadas en su entorno. La reflexión será liberalizadora en cuanto amplíe su poder de captación y respuesta a las preguntas generadas por su entorno, su capacidad de diálogo con los otros hombres y la esfera de sus intereses y preocupaciones. De esta manera, la educación dialogada y para la libertad que él propone, llevará a una transición crítica caracterizada por la substitución de las explicaciones mágicas por principios causales, implicando un retorno a la verdadera matriz de la democracia, puesto que es una educación dialogada, permeable, inquieta, interrogadora, en oposición a la educación discursiva que caracteriza a la educación tradicional (Freyre, 1967).

124 Ver trabajos en la compilación realizada por Humanitas sobre el movimiento de reconceptualización en Alayón, Alvariño, Araneda, Atilano y otros (1975), Desafío del Servicio Social, ¿crisis de la reconcpetualización?. Buenos Aires, editorial Humanitas.

84

Como se observa “los oprimidos” de Freyre también son apáticos, no tienen compromiso, viven una vida vegetativa, no tienen capacidad para comprender el mundo. La pobreza aparece como potencialmente revolucionaria pero su representación mantiene algunos aspectos de la idea de “cultura de la pobreza”. La visión de los pobres como portadores de un potencial revolucionario no violento y transformador, proviene también de las preocupaciones sobre las formas de vida en las ciudades en América Latina, que consideran al barrio como comunidad política125. Dice John Friedmman (1988), a propósito que "en muchos de los barrios obreros de América Latina se está conformando una nueva y todavía frágil polis. Lo que parece estar ocurriendo es un extraordinario renacimiento del "poder popular". En lugar de procurar una solución violenta, el poder popular, al menos por ahora, se ocupa -con una creciente conciencia de sí mismo- de las luchas cotidianas por la existencia física, de los procesos de auto-habilitación colectiva y de la persistente defensa de su base territorial. Las nuevas formas emergentes de las organizaciones populares pueden interpretarse como la prefiguración del futuro de la ciudad latinoamericana, con su fortaleza en los barrios y no en las instituciones que están aun simétricamente colocadas en torno a la Plaza de Armas ni en las más recientes ciudadelas de opresión. A pesar de sus condiciones "espartanas" la vida en los barrios es generosa y optimista, basada en la ayuda mutua, la cooperación y el autogobierno democrático; y por primera vez en la historia, las mujeres asumen su papel activo, e incluso dirigente, en su regeneración" (1988: 78-79). Junto con los estudios de la marginalidad, de las economías de pequeña escala, la informalidad fue otra categoría para estudiar a los grupos excluidos de los procesos de modernización e industrialización, por oposición a un sector “formal” de la economía. Como con las categorías de masa marginal o polo marginal, la pobreza no se asocia a la pereza o la indolencia, al mundo de la cultura de la pobreza o de la marginalidad ecológica en las ciudades, sino a su relación con el trabajo. La pobreza deja de ser temática de la asistencia o de la promoción para pasar a ser un problema de políticas macroeconómicas y de regulación del mercado. Ya no son las características sociales o culturales las que producen la exclusión sino la economía. El género común entonces del análisis de la informalidad serán las formas de relacionarse con el mundo del trabajo.

FORMAS

DE INTERVENCIÓN “DESARROLLO COMUNITARIO”, PRELUDIO DE LA AUTOGESTIÓN DE LA POBREZA DE LOS 90’ Las relaciones entre desarrollo económico y desarrollo social comienzan a destacarse, a partir de comienzos de la década de los 60’; en documentos de las Naciones Unidas, en los cuales se señala la necesidad de promover el bienestar social, simultáneamente con el desarrollo de la economía nacional126. Hasta ese momento la economía nacional era pensada desde estos organismos sin que se incluya el “bienestar social”127. La relación entre ambos factores apelaría básicamente a la creencia de la necesidad de transformación de los comportamientos, actitudes mentales y hábitos que traban el desarrollo pero también, en algunos casos, a la eliminación de los contrastes y de las desigualdades existentes con el objeto de lograr un crecimiento armónico128. Se nota aquí que el “desarrollo social” se plantea como “integrado” e 125 Esta visión revolucionaria del barrio como comunidad política, según Friedmman (1988: 74) le debe mucho al relato de Hannah Arendt (1965) sobre la tradición revolucionaria. 126 Naciones Unidas: Informe sobre la situación social en el mundo; Nueva York, 1961. 127 Ander-Egg (1981) señala que los organismos internacionales comienzan actividades de promoción del desarrollo, señalando la vinculación e interdependencia entre el desarrollo económico y el social, lo que traería un desarrollo equilibrado e integradoNaciones Unidas, Resoluciones del Consejo Económico y Social: 627 (XII); 633 H (XXI), y 731. Resoluciones de la Asamblea General: 1-161 (XII); 1-258 (XIII), y 1-392 (XIV) (citado en Ander-Egg, 1981: 48). 128 Acta de Bogotá y la Carta de Punta del Este. (citado en Ander-Egg, 1981: 48).

85

“interdependiente” del desarrollo económico y, al mismo tiempo, el desarrollo social se autonomiza del económico para promover un cierto “bienestar social”, vinculado estrechamente con las categorías y procesos más sobresalientes del discurso del desarrollo (la producción y el crecimiento del producto nacional). La autonomía de la problematización de lo social es relativa dado que estos factores y problemas se consideran exclusivamente como aspectos psico sociales (hábitos, actitudes mentales, comportamientos) que inciden indirectamente en un menor estadio de desarrollo, por lo que hay que modificarlos. Coherente con estas tendencias, el desarrollo de la comunidad como modalidad de intervención social con los pobres, aparece y se va instalando en los lineamientos de los organismos internacionales y en el discurso del desarrollo. En 1962 y 1963, se oficializa en los documentos aprobados por el Congreso Internacional Económico y Social, en sus regiones de México y San Pablo (Tenti, 1989: 83-85). El desarrollo comunitario a mediados de los 70’, empieza a estar vinculado con el cambio de rumbo político que efectuó el Banco Mundial, trayendo a primer plano, en el discurso formal, la consideración de factores sociales y culturales. La promoción del “desarrollo comunitario”, considera que los pobres deben participar en los programas a ellos destinados para alcanzar un resultado positivo. En julio de 1976 la OIT y el Banco Mundial habían realizado una conferencia sobre Empleo, Distribución del Ingreso y Programas Sociales. Allí se inicia la idea de la promoción de ciertos “satisfactores mínimos” para atender “necesidades” consideradas “básicas” de carácter universal, en vez de esperar que este sea el resultado de los efectos “espontáneos” del desarrollo (Esteva, 1996). Este giro, que Sachs (1999: 9) llama el descenso al mínimo biológico, fue el producto de la constatación que el desarrollo económico estaba fallando en la ayuda a la mayoría de las personas para alcanzar altos estándares de vida. Se comienza a delinear una nueva concepción de la pobreza vinculada más con aspectos materiales que culturales. Los pobres serían personas que no pueden satisfacer un estándar de necesidades consideradas mínimas, a un nivel biológico. La frontera o línea de la pobreza estaría dada por una línea de flotación, debajo de la cual se es pobre. Surge entonces lo que se denominó pobreza absoluta. En 1974, ya Robert Mc Namara, presidente del Banco Mundial decía que el objetivo era “erradicar la pobreza absoluta para el final de la centuria". Esto significaba, en “la práctica, la eliminación de la malnutrición y el analfabetismo, la reducción de la mortalidad infantil y la suba de los estándares de las expectativas de vida en las naciones subdesarrolladas” (citado en Sachs, 1999: 9). Como veremos más adelante, esta expresión de deseos en el marco del discurso de McNamara en 1973, se repite casi treinta años después en el discurso del desarrollo humano, pero en un contexto no de su erradicación sino de aumento exponencial de la pobreza “absoluta”. La medida del producto bruto per cápita comienza a relativizarse. Ahora el desarrollo debe sólo asegurar un “mínimo nivel de vida” a los que no reciben los “beneficios” del desarrollo. El desarrollo ya no es más la panacea para entrar en la civilización o un proceso ineluctable que irá integrando espontáneamente a los excluidos. Hay que intervenir puesto que el crecimiento sólo no lo logra. Esta visión del Banco se concretará más tarde, con las nuevas formas de medir y representar la pobreza en los 80’, a partir de las denominadas líneas de pobreza y los satisfactores básicos. Estas ideas, como veremos mas adelante, se plasmarán en los indicadores de necesidades básicas insatisfechas que servirán para detectar la población pobre sobre la base de la carencia de satisfactores mínimos y para empezar a focalizar los destinatarios de las políticas compensatorias. El desarrollo se representa como un proceso de diferenciación y de especialización que se daría por la modernización de la sociedad y que destruiría las formas de vida y producción anteriores. Esta visión plantea al desarrollo como una secuencia lineal progresiva. La condición para la especialización y para el desarrollo es que los expertos puedan trabajar en la solución de problemas específicos: desnutrición, pobreza urbana, asentamientos urbanos pobres –villas, callampas, fabelas, cantegriles, pueblos nuevos-, migración rural urbana, campesinos pobres, etc. - todos temas que se convierten en objeto de saber del discurso del desarrollo en ese período. El proceso de desarrollo pasa a ser visto como un “problem solving” (problema a 86

resolver)129. Se crean programas y necesidades para esos programas (Faleiros, 1986: 34-35). Los trabajadores sociales y los dirigentes de base serían esos agentes de cambio que requieren cada vez una mayor especialización en el uso de técnicas de diagnóstico, instrumentación y evaluación de programas. El “desarrollismo” se había convertido en esta época, en el objetivo fundamental de las políticas públicas. Ahora sin embargo, se comienza a poner en cuestión que el desarrollo sea visto sólo como el producto de la “inversión de capital” y la organización del ahorro, y se propone considerar “factores extraeconómicos” del desarrollo que implican aspectos no sólo cuantitativos sino también cualitativos (Ander-Egg, 1981: 44-45). Esta idea de un desarrollo que reconoce la existencia de estos factores estaba influenciada, en esos momentos, por economistas como Gunnar Miyrdal (1957) y Franxois Perroux (1962)130, críticos de las teorías liberales del desarrollo. Desde esta perspectiva, se considera que en los países llamados subdesarrollados los factores extra-económicos están relacionados con la superación de trabas vinculadas a aspectos mentales, actitudinales, de conducta. Ezequiel Ander-Egg, un trabajador social de mucho prestigio en esa época en la Argentina, y uno de los promotores más importantes del desarrollo de comunidad como forma de intervención social, explica que la superación de factores extraeconómicos consiste, en nuestros países, en el la necesidad de “transformar hábitos, eliminar prejuicios y modificar conductas y modos de vida de seres humanos que se resisten al cambio simplemente porque están habituados a modalidades antiguas o porque la nueva situación lesiona sus intereses” (1981: 45, cursivas nuestras). Son necesarios cambios de actitud y un “esfuerzo desde la base para lograr el desarrollo”. El desarrollo de la comunidad sería uno de los factores extra-económicos, “que jugaría un papel de importancia insustituible, trabajando al nivel de las motivaciones, de los hábitos, las actitudes y los sistemas de valores”. El desarrollo de la comunidad “constituiría un elemento útil y necesario para la preparación psicológica del desarrollo, porque eleva el nivel de aspiraciones y provoca los cambios mentales y de actitud que este exige” (Ander-Egg, 1981: 46-47, cursivas nuestras). La expresión “desarrollo de la comunidad” se emplea entonces para designar un estilo particular de intervención pública sobre los sectores desfavorecidos de la población que forma parte del discurso del desarrollo y de las representaciones de la pobreza, presentes en esa etapa. Esta representación parte del supuesto que los países subdesarrollados y los pobres en general, poseen actitudes y hábitos que constituyen trabas para el desarrollo; como ser un bajo nivel de aspiraciones, que el desarrollo comunitario debería revertir. Una de las características básicas del desarrollo comunitario consistiría en la intención de trascender un área especifica de servicios para abordar, en forma integral, el “problema social”. El enfoque integral tiene que ver con la superación de una forma de intervención individual, propia de las etapas anteriores que se traslada al ámbito de la comunidad y que, sobre todo, no focaliza en la solución de problemas puntuales, sino en la promoción de cambios psico-sociales (hábitos, mentalidades, conductas) de grupos más grandes e insertos en un territorio homogéneo.

129 Los “problemas sociales” que las organizaciones internacionales promotoras del desarrollo fueron identificando como problemas a resolver (problem solving), no son otra cosa que objetos que se fueron construyendo y que, en un momento dado, se materializaron en algo que era visualizado como un “problema” o una posible crisis del sistema social (Lenoir, Remi; 1993: 58-61) de interés de estos organismos, lo que comienzan a conformarse en objetos de saber y de control. El surgimiento y desarrollo de las ciencias sociales en América Latina, en la década de los 50’ y 60’ - sobre todo la sociología, las ciencias políticas, la antropología y la economía-, estuvieron estrechamente ligadas a la necesaria especialización y acción sobre estos grupos sociales que se convirtieron en sujetos de intervención social. 130 Perroux (1962, cursivas nuestras) dice que “el crecimiento acumulativo y durable del producto real global se ve impedido en ellos (en los países subdesarrollados) por numerosas características mentales y sociales. Cambiar estas características de acuerdo con las poblaciones, engendra un rendimiento y acarrea un costo que puede ser administrados racionalmente: existe, pues una economía del desarrollo, la cual es diferente de la economía del crecimiento”.

87

El objetivo del desarrollo de comunidades, según las Naciones Unidas, consiste en “lograr las condiciones previas al progreso económico: el ambiente mental, los conocimientos teóricos y prácticos y la organización y elementos que hacen falta para que la repercusión económica sea al mismo tiempo importante y duradera”131. Desde un punto de vista discursivo, para Tenti (1989), el bienestar social ya no será un resultado natural de los procesos de desarrollo de la estructura productiva. Los organismos internacionales comienzan a difundir una visión del proceso global de desarrollo que convierte a la expansión de los servicios sociales básicos (educación, salud, nutrición, saneamiento etc.), en un elemento indispensable para el éxito de los programas de desarrollo. Esta concepción se afianza en el Acta de Bogotá y la carta de Punta del Este, a través de la Alianza para el Progreso. Para Ander-Egg, el desarrollo de la comunidad implica un “desarrollo armónico con una justa distribución de los ingresos”, pero además un desarrollo democrático y auto-propulsivo. Las posiblidades del desarrollo, dice “están condicionadas a que el pueblo, el simple ciudadano, esté dispuesto a realizar un esfuerzo efectivo, transformándose según sus circunstancias y posibilidades en agente de su propio desarrollo” (Ander-Egg, 1981: 50). La participación y la iniciativa de la población articulada en el concepto de comunidad se constituyen en el objetivo del desarrollo. El desarrollo de comunidades, desde la base -eufemismo para nominar a los grupos más pobres- propicia “un mayor nivel de aspiraciones, una mayor capacidad de resolver problemas, un mayor deseo de progreso”, para lo que se hace necesario una “tarea psico-social de educación y estímulo de los grupos” (Ander-Egg, 1981: 54, cursivas nuestras)132. Desde esta modalidad también se aconseja crear necesidades sentidas, para lo que se emplearon técnicas “necesarias para crear los cambios de actitud” (OEA, citado por Tenti, 1989: 84-86, cita 96), ideadas por la psicología social. La OEA, en ese momento observa que estos sectores a) no sienten necesidad de éxito; b) están convencidos de que no lo pueden lograr, y c) no les interesa saber lo que les podría ayudar a conseguirlo” (OEA, citado por Tenti, 1989: 86, n97). Todas estas actitudes, actuarían, desde la visión de ese organismo, como limitantes o como barrera para el desarrollo. En la modalidad de intervención del desarrollo de la comunidad, a partir de los 50’133, la representación del pobre es de apatía e indolencia. Según Tenti Fanfani (1989: 85) en esta representación “se insinúa otra vez, bajo formas éticamente neutras, la vieja lógica que consiste en hacer cargar sobre la víctima parte considerable de la responsabilidad de su estado”. En este sentido, se conserva la idea que los marginados urbanos, los campesinos, los pobres, los indígenas, las analfabetos, los subempleados, etc., no están en condiciones ni de participar ni de colaborar en el proceso de transformación en marcha. Se entiende así que sus valores, actitudes y aptitudes constituirán obstáculos para el desarrollo. “El desarrollo de las comunidades se proponía como una estrategia básicamente orientada a remover estos obstáculos”. Parte de esos obstáculos se removerían no sólo modificando hábitos de comportamientos considerados arcaicos sino a través de la incentivación a la participación de la gente pobre. El desarrollo de la comunidad designaría entonces “aquellos procesos en cuya virtud los esfuerzos de la población se suman a los de su Gobierno para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de

131 Desarrollo de la Comunidad y Desarrollo Económico, CN 5379, “Revista de las Naciones Unidas”, Nueva York, 1953: 29 (citado en Tenti, 1989: 84, Cita 92). 132 Esto se ejemplifica, en el caso del ámbito rural, donde a pesar de la existencia de medios disponibles y tecnología adecuada no se lograría el desarrollo rural, “puesto que otros factores lo obstaculizarían, tales como el acentuado tradicionalismo de los grupos rurales reacios a generar por sí mismos cambios sociales o tecnológicos” (Ander Egg, 1981:54, cursivas nuestras). 133 Es interesante destacar los orígenes del desarrollo de la comunidad. Francia, durante el proceso de liberación de Argelia y para neutralizar el conflicto social y cooptar lealtades promueve el desarrollo de las comunidades. Esta idea es tomada y promovida luego por los organismos internacionales promotores del desarrollo.

88

las comunidades, integrándolas a éstas en la vida del país y permitiéndoles contribuir plenamente al proceso nacional”. La comunidad pasa a ser el objeto primordial de intervención social y es considerada una unidad de cuyos miembros participan en algún rasgo, interés, elemento o función común, en una conciencia de pertenencia o de estar situados en una determinada área geográfica, en la cual hay una mayor interacción (Ander-Egg, 1981: 20-21). La importancia de la comunidad, como objeto de intervención social estaba vinculada, a su vez, a los estudios de comunidad que prevalecían, en ese momento, tanto en la sociología norteamericana como en la incipiente antropología urbana. Resumiendo, en este período, las formas autorizadas de nominación de la pobreza y sus representaciones estuvieron atravesadas por el discurso del desarrollo y de la modernidad. Se fue configurando un campo de saber especializado sobre lo social y sobre la pobreza en particular, donde el campo académico y las agencias de desarrollo estuvieron fuertemente entrelazados. Las categorizaciones y representaciones de la pobreza desde el surgimiento del discurso del desarrollo y de la hegemonía económica y política de Estados Unidos sobre América Latina, estuvieron vinculadas a la intención de reconversión cultural y económica que este país quería sobre este espacio geopolítico. Comienzan en esta época las formas de medición agregadas del “subdesarrollo y la pobreza” a partir de comparaciones del producto bruto per capita. La pobreza y el subdesarrollo son el resultado de comparar patrones de desarrollo cuya vara se basaba en el valor agregado de la economía americana. Los que no llegaban a ese parámetro era por su incapacidad cultural. Se trataba entonces de un subdesarrollo cultural por lo que la pobreza empieza a ser visualizada como una pobreza cultural. Desde esa perspectiva, los pobres se asociaban a los salvajes y primitivos por oposición a la civilización y la modernidad. Luego en la década del 60’, se denominaron los “marginales”. A finales de la misma década se produce una importante movilización popular en América Latina que es contrarrestada por la vigencia dolorosa de regímenes de excepción y dictaduras militares. En esta época las ciencias sociales interpelan la representación predominante de la pobreza y del subdesarrollo, haciendo notar el carácter histórico y estructural de la pobreza material de América Latina y, por otro, la capacidad y potencial revolucionario de los pobres latinoamericanos. Las etnografías realizadas por la antropología urbana preocupada por las formas de vida de los “exóticos” de las ciudades, comienzan a mostrar las capacidades y estrategias de los pobres para no sucumbir. Concomitantemente a esta valorización de sus capacidades, desde una mirada más académica, otra más política, comienza a pregonar el potencial revolucionario de los pobres. Es la década de los 70’, década de dolor y muerte y también de esperanza de cambios y de construcción de utopías alternativas. La pobreza empieza a ser vista como un problema social. El tan esperado “rebalse” que el crecimiento y el desarrollo traerían para ir integrando a las poblaciones excluidas no había llegado. Las ciencias sociales comienzan a proponer entonces nuevas categorías para explicar la gran cantidad de población que queda excluida de los beneficios del “desarrollo” y de la acumulación capitalista. Se interpelan para ello las visiones más culturalistas y también otras de carácter más estructural, como a la teoría de la superpoblación relativa de Marx y se proponen nuevas categorías para nombrarla. Sin embargo muchos de estos estudios, no logran superar la representación del pobre como sujeto pasivo, indolente e incapaz de lograr la superación de su situación o de ser protagonista de un cambio radical, interpretaciones que llevaron a unos y otros a una suerte de “neo darwinismo social”. En las visiones más culturalistas los que pueden acceder a la ‘normalidad’ son los que siguen las pautas de comportamiento y conductas fijadas por la elite dominante o lo que se considera adecuado en ciertos proyectos de desarrollo. En el marxismo clásico quedan excluidos de la posibilidad de hacer historia a través de su praxis cotidiana. El dualismo estructural, en cuanto a las explicaciones de las formas de vida de los pobres navega, entre esta última concepción o versiones modificadas de la “cultura de la pobreza”. En todos los casos son excluidos o descalificados de la posibilidad de ingresar al circuito de la “normalidad”, de la “racionalidad” y de la historia. En todas estas concepciones 89

hay un estrato filosófico de avance unilateral de la racionalidad. En un caso no son capaces de vislumbrar los antagonismos sociales y actuar en consecuencia, según un modelo ideal que vendría a repetir las experiencias de los países centrales. En otro, sus formas de vida y pautas culturales constituyen una traba del avance de la “modernidad”. Tanto en unas concepciones como en otras se han utilizado dicotomías duales para explicar la problemática de la pobreza. Las metáforas utilizadas han cambiado a través del tiempo pero tienen en común, su condición de residual, tanto desde el punto de vista de la lógica del desarrollo o de la acumulación como de la función que pueden jugar en la sociedad. En este sentido, en la mayoría de los casos, sus comportamientos son considerados anómicos, residuales, premodernos ya sean pobres, marginales, informales, masas marginales u “oprimidos”. El concepto de marginalidad y luego el de informalidad, han surgido para explicar los efectos no deseados o el desencanto producido por la falta de generalización de los supuestos beneficios del desarrollo económico o del capitalismo. La mirada del dualismo estructural de Nun y Quijano anticipará una visión más pesimista de la irreversibilidad del proceso capitalista en América Latina, propia del momento actual. Sin embargo la diferencia con las representaciones de la pobreza en el discurso del “desarrollo humano”, vigente en los 90’ será, como veremos más adelante, que las formas de vida de los pobres comenzarán a ser funcionales a la lógica cada vez más excluyente de las políticas económicas. Lo que antes era a-funcional comienza a ser visto como funcional, en la medida que las actividades y capacidades de los pobres permitirán su auto-subsistencia, a una distancia cada vez mayor de los “beneficios” del desarrollo. En este sentido, las visiones que plantean que la pobreza es funcional a la acumulación capitalista, terminan siendo apropiadas por los organismos internacionales para promover la autogestión de la pobreza en los 90’. Aquí a las relaciones no mercantiles (antes resabios o trabas para el desarrollo) se les da valor económico, convirtiéndolas en capital social. Dado que en América Latina la sociedad asalarizada y el Estado Social no tuvieron una expresión ni una extensión similar al caso de Europa, surgieron en este continente, discusiones sobre la exclusión, desde distintas vertientes relacionadas con el mercado de trabajo, casi treinta años antes que en Europa y en un momento francamente anticipatorio a los efectos más salvajes del neoliberalismo. En el capítulo que sigue intento desarrollar lo que entiendo por políticas sociales para luego abordar un estudio de caso, que analiza las representaciones y clasificaciones sobre la pobreza en políticas concretas y como estas se expresan en categorías nativas y adquieren especificidad.

90

CAPÍTULO III POLÍTICAS SOCIALES, REPRESENTACIONES E INTERVENCIONES SOBRE LA POBREZA EN EL DISCURSO DEL DESARROLLO EN LA ARGENTINA (1943-1984). En este capítulo analizamos las representaciones de la pobreza durante el período de preeminencia del discurso del desarrollo en Argentina, incluyendo el período llamado, por algunos cientistas políticos, como el Peronismo Clásico y las políticas sociales que se desarrollan más tarde las que incluye tanto períodos democráticos como dictaduras militares. En la primera parte analizamos lo que entendemos como políticas sociales. Luego abordaremos sintéticamente los saberes y los dispositivos propios del discurso higienista que son la antesala de dispositivos vinculados al bienestar de los trabajadores y ciudadanos. En tercer término analizamos las transformaciones de las políticas sociales y las representaciones de la pobreza típicas de las formas de intervención social del período comprendido entre 1945 a 1980, en la Argentina y en menor medida en Salta134 –una provincia del norte argentino-, etapa de hegemonía del discurso del desarrollo y de la consolidación del estado de bienestar y de su crisis. Dividiremos este periodo en tres grandes etapas, la de las transformaciones producidas durante el gobierno de Perón y la consolidación del estado de bienestar (43’-55’) que es la más importante y marca el desarrollo de las otras; la de la preeminencia de las políticas propiamente desarrollistas (56-76’) y el inicio de la subsidiariedad del estado, a partir la dictadura militar, etapa denominada “el proceso” que va desde el 76 al 84. En estas dos últimas etapas, sólo señalaremos las transformaciones más significativas que permitirán entender las transformaciones actuales. Las fuentes que utilizamos además de información secundaria sobre el contexto social y político de la época son de origen variado: normativas, leyes, decretos vinculados con la concreción de instituciones o regulaciones sobre políticas sociales; textos de personajes claves de la época; discursos oficiales de funcionarios gubernamentales, los que permiten entrever las fundamentaciones de los cambios en la intervención social que se producen en esta época, así como las representaciones de la pobreza y las categorías nativas asociadas a ellas. Nos interesa aquí, desde el punto de vista metodológico, detectar las maneras de nombrar a las personas

134

Salta tiene una posición singular en la geografía social y política de la Argentina. Esta localizada a 1600 kms. de la ciudad-puerto de Buenos Aires. Se inscribe en un espacio geográfico al que se le asigna, a partir de la conformación de la República, una representación de atraso e incivilización. Su dinámica social se ha caracterizado históricamente por una fuerte concentración de la tierra, una preponderancia del latifundio, una escasa industrialización y una importante concentración en los escasos sectores productivos dinámicos, junto con la existencia de economías de subsistencia, reservorio de mano de obra estacional para la agricultura. Estos elementos conforman una histórica subordinación política, social y económica de los grupos pertenecientes a la población mestiza e indígena. Desigualdad que se traduce en la generación de un importante sector de excluidos, siendo una de las provincias más pobres del país. (Cid, Juan Carlos, 1996ª y 1996b). Junto con otras provincias del norte, a diferencia de la pampa húmeda, se caracterizó por una tardía conformación del mercado de trabajo libre y, desde sus comienzos, por una menor asalarización, una mayor precarización de las formas asalariadas de trabajo y subsistencia de relaciones de semi-servidumbre hasta casi la primera mitad del siglo XX. (Alvarez Leguizamón, 1996 y 2004)

91

dentro de relaciones recíprocas de subordinación o dignificación, entendiéndolas como formas clasificatorias entre configuraciones sociales recíprocas que condensan significados de fuerte poder explicativo. A su vez, observamos el vínculo de estas categorías nativas con los dispositivos de intervención social y sus transformaciones. En la etapa del higienismo, las formas de intervención sobre lo social, como ya vimos, estaban fuertemente influenciadas por la construcción de “tipos humanos” basada en saberes eugenésicos y racistas. En esta etapa, las categorías nativas que nombran a los grupos pobres o excluidos que encontramos, como la trabajador, ciudadano, pueblo, descamisado –entre otras-, están basadas en concepciones de lo social y de la intervención social que, si bien mantiene elementos de una economía utilitaria de la biopolítica como la producción y la vida útil de los trabajadores, a su vez es dignificante y se basa en una concepción de lo social que apela a otras formas de imaginar las jerarquías sociales.

POLÍTICAS

SOCIALES; HISTORIAS DE VÍNCULOS CONSTRUCCIÓN DE LA IGUALDAD Y LA DIFERENCIA

RECÍPROCOS,

Entendemos a las políticas sociales como un campo cultural de construcción de diferencias sociales y una forma particular de contraprestaciones reciprocas entre el estado, la familia, la comunidad y el mercado. En estas configuraciones pueden convivir vínculos basados en el contrato de personas “libres” (trabajadores o ciudadanos), - cuyas demandas se han ido materializando en derechos sociales con un grado diverso de garantías -, con los de tutela más o menos paternalista, ejercidos sobre poblaciones consideradas inferiores o que quedan fuera de la relación laboral y a las que hay controlar, disciplinar y generalmente, moralizar. Las políticas sociales redefinen continuamente los sistemas de reciprocidad entre lo que es responsabilidad del Estado, el mercado y la familia o la comunidad, para subvenir a la reproducción de la vida y la protección social y, por lo tanto, van demarcando cuál de estas responsabilidades le compete a cada uno. Consideramos, que las políticas sociales son las formas de nominar una forma particular de vínculos y dispositivos, a veces institucionalizados y especializados otras más informales, los cuales surgieron a finales del siglo XIX en Europa y, en algunos países de América Latina, a mediados del XX o en sus inicios. Esta postura permite pensar a las formas de intervención social y artes de gobernar como procesos que se materializan en diversas formas de reciprocidad y gobierno sobre los otros, entre los cuales se encuentran las políticas sociales modernas. Estos vínculos recíprocos tienen como objetivo lograr cierta cohesión social y neutralizar o controlar poblaciones que son percibidas como amenazas o que hay que disciplinar o integrar constituyéndolos, a veces, en sujetos de derecho. En estos sistemas pueden convivir vínculos basados en el contrato de personas “libres”, como la protección del trabajador o el ciudadano, - cuyas demandas se han ido materializando en derechos sociales con un grado diverso de garantías-, con los de tutela más o menos paternalista ejercidos sobre poblaciones consideradas inferiores - por ello imposibilitadas de tomar decisiones según las elites que las gobiernan o los expertos que gestionan sus vidas- o que quedan fuera de la relación laboral y a las hay que controlar, disciplinar y, generalmente, moralizar. Otros autores135 consideran como política social a las acciones estatales de distribución del ingreso (por oposición a las formas primarias, estrictamente económicas)136. Bajo este rubro se han incluido: el del sistema de seguridad social (que incorpora el complejo de seguros que

135 Baso esta síntesis sobre las corrientes y conceptualización de las políticas sociales en la Argentina en el resumen realizado por Andrenacci, Falappa y Lvovich, (2001). 136 Entre estos trabajos, en la Argentina, se puede señalar a Tenti Fanfani, Emilio (1989); Isuani, Ernesto (1991).

92

sostienen el ingreso de los asalariados ante riesgos de la vida activa, tales como enfermedad, invalidez, vejez, desempleo y maternidad); el campo de las grandes instituciones públicas que desmercantilizan costos de reproducción y capacitación, transfiriendo bienes y servicios (el sistema de salud pública, el complejo educativo, eventualmente la política de vivienda); y las intervenciones públicas puntuales o sistemáticas que complementan o reemplazan ingresos de individuos o grupos “de riesgo” (la política asistencial propiamente dicha). En esta versión, Ernesto Isuani distingue, para el caso de Argentina previa a la década de 1990, la política social de la política económica, llamándole “Estado de Bienestar” a la primera y “Estado Keynesiano” a la segunda. El Estado de Bienestar, en esta concepción sería un “conjunto de instituciones públicas supuestamente destinadas a elevar la calidad de vida de la fuerza de trabajo o de la población en su conjunto y a reducir las diferencias sociales ocasionadas por el funcionamiento del mercado. Ellas operan en el terreno de la distribución secundaria del ingreso mediante transferencias monetarias directas (pensiones, prestaciones por desempleo o asignaciones familiares) o indirectas (subsidio a productos de consumo básico), provisión de bienes (programas de complementación alimentaria) y prestación de servicios (educación o salud). El establecimiento de regulaciones protectoras de las condiciones de trabajo (higiene en fábricas), del medio ambiente o de la calidad de bienes y servicios, es finalmente otro instrumento del Estado de Bienestar” (Isuani, Ernesto, 1991: 11). Para Isuani la institución central del Estado de Bienestar es el sistema de seguros sociales. De allí la centralidad de la figura de Bismarck y de la política social del Imperio Prusiano. El Estado Keynesiano, que surge luego de la segunda Guerra, a instancias de las ideas de Keynes, estaría compuesto por un conjunto de instrumentos de regularización anticíclica de las fluctuaciones de la economía (políticas fiscal, monetaria y crediticia). Contemporáneamente a Isuani, otros estudios relativizan la diferencia entre política social y económica, como los trabajos de Rosalía Cortés y Adriana Marshall (1993) que proponen el concepto de “intervenciones sociales del Estado”, caracterizadas por la regulación directa o indirecta que éstas ejercen sobre las condiciones de uso de la fuerza de trabajo, tales como la legislación del trabajo, las políticas laborales en general, la provisión estatal de bienes, servicios y transferencias y el complejo de seguridad social. En esta línea también se encuentran los trabajos de Claudia Danani (1996) y Estela Grassi, Susana Hintze y María Rosa Neufeld (1994) que amplían esta idea de “intervención social”, no sólo a la reproducción de la fuerza de trabajo sino a la reproducción de la vida en general. Nuestra visión sobre las políticas sociales no se detiene en las disquisiciones sobre si se trata de un Estado keynesiano basado en políticas de seguro o un Estado de Bienestar, donde priman políticas de regulación del empleo y desmercantilización de las relaciones laborales. Tampoco si sus objetivos tienen como meta la reproducción de la fuerza de trabajo o la reproducción de la vida. O si actúan en el centro del sistema por medio de la regulación de la relación entre capital y trabajo o en los márgenes, destinados a los que quedan fuera de este vínculo. Tratamos de observar estos vínculos desde un lugar complementario pero diferente a las clásicas miradas de las Ciencias Sociales que las ven más como instituciones que permiten el acceso a bienes o servicios, para asegurar la reproducción social o la reproducción de la vida. El contexto desde el que las teorías clásicas han mirado el surgimiento del estado de bienestar y las políticas sociales, ha sido el de la Europa central. La producción teórica de América Latina se ha circunscrito, la mayoría de las veces, a ver si esta matriz se adaptaba o no a nuestra realidad histórica. Pocos han tenido en cuenta las condiciones históricas de surgimiento de las políticas sociales en países como los latinoamericanos, donde los vínculos tutelares han permanecido de distinta manera. Ya sea a través de las diversas formas de dominio de las potencias económicas, superpuestos a las relaciones de producción o formando parte de los vínculos de reciprocidad no mercantil locales neo-coloniales. Los vínculos tutelares tuvieron una importancia capital en el surgimiento de los sistemas de obligaciones recíprocos en el campo de lo social, en general pero particularmente y especialmente en los países colonizados. Esto por que su desarrollo estuvo 93

intrínsecamente unido a formas de tutela de los países que nos impusieron artes de gobierno o formas de gubernamentalidad particulares. Por ejemplo, las artes de gobierno post coloniales como el discurso “civilizatorio” primó hasta mediados del siglo XX, subsumido y resignificado de formas variadas por grupo de las elite de las repúblicas neo-coloniales que decían querer erradicar la “barbarie” (localizada en diversos sujetos locales, desde el indio, al mestizo o al provinciano –dependiendo de los países y de los contextos-), o también en el discurso del “desarrollo” del “subdesarrollo” los que a partir de entonces, tuvieron un papel protagónico en el diseño cultural y político de los dispositivos de intervención que se materializaron como políticas sociales. De la misma forma, en los países de América Latina, la tutela sobre poblaciones consideradas inferiores por las elites, como las poblaciones nativas o mestizas, se superpusieron a relaciones semi-asalariadas bajo diversas condiciones de sujeción política como el patronazgo o la clientela política. Las formas de tutela sobre la familia y los procesos de mercantilización producidos por la generalización del capitalismo, como lo señaló Marx, fueron debilitando los vínculos e instituciones más primarias de subsistencia doméstica y comunitaria, haciendo reposar la reproducción en los circuitos monetarios y en las relaciones de intercambio entre el Estado y la familia. Por ello, las instituciones asociadas a la condición de trabajador, desarrolladas durante el siglo XX, implicaron un grado importante de desmercantilización137 e individuación, al liberar al individuo o la familia de su dependencia del mercado y, por otro, debilitaron las redes más locales de protección. Según Esping-Andersen (1993), en la etapa de surgimiento de los regímenes de Estado de Bienestar que se inician en Europa en el siglo XX, la ciudadanía ha implicado la adquisición progresiva de diversos derechos: civiles, políticos y sociales haciendo mención al análisis de Marshall sobre esta temática (Marshall y Bottomore, 1998). Las regulaciones entre el capital y el trabajo vinieron a contrarrestar los efectos nocivos de la explotación del trabajo disminuyendo, en cierto sentido, el carácter de mercancía del trabajo (lo desmercantilizaron), al hacer reposar parte de la reproducción en relaciones no mercantiles. Esping-Andersen (1993: 47) analiza las variaciones de los Estados de Bienestar según las características de los derechos sociales, la estratificación del bienestar y los ordenamientos entre el Estado, el mercado y la familia. Para él la estratificación que producen las políticas sociales es el producto de la legalidad de los derechos y llevaría a una progresiva desmercantilización del ciudadano y de las relaciones laborales. El acceso a los derechos, sus modalidades, condiciones y magnitudes configuran situaciones, según las cuales, los niveles de vida de la población se autonomizan de las fuerzas del mercado, “es en este sentido que los derechos sociales disminuyen el status de los ciudadanos como mercancías”. La ciudadanía social, sin embargo, para este autor, debe implicar la garantía de derechos sociales. Cuando adquieren status legal y prácticos de derechos de propiedad, cuando son inviolables y cuando son asegurados en base a la ciudadanía, en vez de tener base en el desempeño, implican una “desmercantilización” del status de los individuos vis a vis con el mercado. El grado de autonomización de los niveles de vida varía sin embargo, de acuerdo al desarrollo de los regímenes de estado de bienestar y sus modalidades no necesariamente aseguran la reproducción de la vida. Nuestra mirada se coloca en un lugar complementario al de Esping-Andersen pero, a su vez, diferente en algunos sentidos. Primero creemos que no se trata sólo de estos tres elementos (el mercado, el estado y la familia). Las redes de reciprocidad informales también son otro ámbito de protección y reciprocidad. No sólo de base comunal o de proximidad (territoriales, de vecindad y amistad), sino también incluyen otros vínculos informales más verticales generalmente tutelares como las de patronazgo o la clientela política. Por otro lado, creemos que los vínculos entre el estado, el mercado, la familia y las redes, no sólo se materializan de formas

137

“El despojar a la sociedad de las capas institucionales que garantizaban la reproducción social fuera del contrato laboral, significó la conversión de los individuos en mercancías, su mercantilización " (Esping-Anderson, 1993:41).

94

diferenciadas, sino que constituyen sistemas de obligaciones recíprocos que implican contraprestaciones. En este sentido, es importante prestar atención a las formas en que la familia y sus integrantes se inscriben, a lo largo de la historia, en sistemas de reciprocidad o grupos de pertenencia, privados y públicos complementarios y las mutaciones y cambios de naturaleza de estos grupos a través de la historia. La política propiamente asistencial se circunscribió a aquellas personas que quedaban fuera de los sistemas de obligaciones recíprocas, tanto relacionadas con el trabajo como con las redes locales. Las formas de “intervención” sobre lo “social” implicaron entonces, paulatinamente, una mayor inscripción de las familias en bloques de dependencia138 más especializados y un progresivo debilitamiento de las instituciones comunitarias autorreguladas139. Una vez instalado el mercado, este fue otro factor de debilitamiento de las relaciones no mercantiles basadas en la reciprocidad local. A mediados del siglo XX, será el Estado de Bienestar el bloque de dependencia más importante, instalándose con distintos grados de intensidad y de derechos asociados a la condición de ciudadano - según los países -, junto a un proceso creciente de urbanización, asalarización y debilitamiento de las redes de solidaridad locales. Por otro lado no circunscribimos la juridicidad de los vínculos recíprocos que permiten el acceso a bienes y servicios, fuera de las relaciones estrictamente económicas sólo a los que ofrecen garantías de derechos inviolables. Prestamos atención a otros derechos no tan inviolables y también a vínculos de tutela que se inscriben en contraprestaciones que también generan bienes, servicios y/o identidades, más allá de las relaciones estrictamente económicas. No hay que olvidar que las configuraciones tendientes a la protección social implicaron, desde sus inicios, el debilitamiento de los soportes de proximidad y la conformación de instituciones especializadas para la protección social, fuera de la lógica económica (Robert, Castel, 1997), y doméstica aunque todavía no existían relaciones mercantiles140. Estos sustituían bienes y servicios que provenían de la familia o de las relaciones económicas. Tardíamente, recién en el siglo XX y luego de la consolidación de la sociedad salarial y la mercantilización de la reproducción social, aparecen los derechos llamados sociales que también se vinculan con los denominados Derechos Económicos Sociales y Culturales (DESC), promovidos por el sistema de las Naciones Unidas. Creemos que en los sistemas de obligaciones recíprocas, existen políticas basadas en derechos que no necesariamente tienen el carácter de inviolables, aunque tengan el status de derechos abstractos. Existen servicios basados en derechos universales con status constitucional, como el derecho a la educación, a la salud, al trabajo que no ofrecen garantías de acceso. Por otra parte, no sólo los derechos desmercantilizan las relaciones sociales también se mantienen y remozan relaciones de tutela (de clase, de género, de edad, de etnia), las que substituyen bienes que se pueden obtener en el mercado por medio de diversos vínculos tutelares141. Estas se institucionalizan en diversos ámbitos (el estado, el territorio,

138

Tomo para ello la idea de Donzelot (1990), en su libro “El políciamiento de la familia” quien, influenciado por Foucault, opina que es importante prestar atención a las formas en que la familia se inscribe históricamente en diversos grupos de pertenencia. Estos serían de dos tipos: redes de solidaridad y bloques de dependencia. Las primeras de carácter privado, basadas en relaciones primarias menos formales y, las segundas, de carácter público, más formal e institucionalizado. 139 Esta última idea es de Robert Castel en su libro “Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado”(1997). 140 Esto si bien se puede afirmar en términos genéricos, al igual que ya lo había planteado Marx y Engels en los Formen, no ha sido de la misma intensidad para todas las sociedades capitalistas. Por ejemplo en algunos países de América Latina la persistencia de relaciones comunitarias que cumplen funciones de protección social, entre otras, es muy importante y caracteriza en cierto sentido tanto el desarrollo del capitalismo que los funcionaliza a su lógica, como lo ha probado la teoría del desarrollo desigual (ver entre otros Samir Amin; 1973, 1974). 141 Los típicos sistemas tutelares de vínculos recíprocos son aquellos denominados asistenciales (Robert

95

organizaciones privadas) y pueden estructurarse sobre discursos variados sobre la autoridad y el gobierno legítimo sobre las poblaciones tuteladas en el ámbito privado (laico, religioso, filantrópico y/o mixto) o gubernamentales (judicializadas, asistenciales o las más modernas: las denominadas de “desarrollo social”). Creemos que los sistemas de obligaciones recíprocos que se encuentran fuera de la lógica económica adquirieron diversas formas de intercambio. Algunas autonomizan al individuo o su familia de las relaciones económicas, pero generan nuevas dependencias. En algún momento se basan en el contrato, otros en la tutela y también en sistemas mixtos o intermedios142. Señalemos algunos de estos sistemas de reciprocidad que se fueron dando a través de la historia. Algunas veces sustituyeron totalmente a los sistemas que los precedieron, otras se fueron superponiendo y readaptando, generalmente alguno se constituyó en hegemónico143. Por ejemplo, la primera forma de reciprocidad fue el don descripto por Mauss144. Luego, para Europa central, en el siglo XII hasta mediados del XIV con el antiguo régimen, Robert Castel señala el surgimiento del socorro o el auxilio, materializado en la dádiva o la “ayuda”, cuya forma de reciprocidad fue la “economía de la salvación” (Castel, Robert, 1997)145, a cambio de la sujeción de los subordinados y de la salvación eterna de los poderosos (socorro o caridad: tutela religiosa). En las colonias, las instituciones asistenciales que se trasladan de España por la labor misional, se suman a las diversas formas de exacción del trabajo a partir de relaciones serviles y semiserviles en que se basa la explotación colonial. El trabajo forzado como la “encomienda” y el “repartimiento” fueron rompiendo los lazos de proximidad. Más tarde el conchabo que se mantiene muy entrado el siglo XX fija a las poblaciones forzadamente a un patrón lo que también debilita los soportes de proximidad. Con la república aparecerá la tutela o asistencia

Castel, 1997) que se dirigen a las personas con una relación negativa con el trabajo o sin filiación comunitaria. Pero dentro de estas, los niños y las mujeres pobres son los objetos más centrales por que en ellos se cree “anida la peligrosidad de la amoralidad” (Donzelot, 1980). Además, a estas poblaciones objetos de la práctica asistencial se suman y en algunos casos se superponen otras, típicamente consideradas inferiores en los artes de gobierno post coloniales como las tipos humanos a los que hay que civilizar (generalmente mestizas o nativas) o las poblaciones consideradas subdesarrolladas más tarde en el discurso del desarrollo (marginales, informales, campesinos, pobres, por ejemplo). 142 Un ejemplo sistemas de obligaciones recíprocos mixtos sería el status que adquieren los niños luego de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, sancionados por las Naciones Unidas recientemente. Por un lado pasan a ser sujetos de derechos y se promueve una ruptura con las tutelas anteriores judicializadas, pero por otro, se crean nuevas tutelas asistenciales gubernamentales para subvenir a sus derechos por medio de políticas focalizadas. 143 Podríamos hacer un parangón entre las relaciones recíprocas basadas en el don (Mauss) con las relaciones de producción descriptas por Marx. Si bien unas se suceden a las otras y algunas se van constituyendo en hegemónicas se mantienen formas residuales de las anteriores o se recomponen e hibridizan. 144 Mauss planteaba que en el intercambio de la reciprocidad, "las relaciones y lazos entre los hombres parecen relaciones entre las cosas" (1991: 170), esto hace que parezcan naturales y racionales. En este sentido se puede decir que el don es otra manera de fetichizar las relaciones entre los hombres, al igual que el análisis que hace Marx para la mercancía. Según Mauss y Durkheim (1971) la reciprocidad implica luchas de poder. Los vínculos que se estructuran reproducen la diferencia y la jerarquía (Mauss, 1991: 254-55). Siempre requieren una contra prestación aunque se efectivice en el largo plazo (Mauss, 1991: 254). 145 En Europa según Robert Catel (1997) durante el siglo XII Y XIII (hasta la aparición del antiguo Régimen a mediados del siglo XIV), la cuestión social se basa en el socorro o el auxilio. Adquiere un configuración ya compleja donde aparecen los principales rasgos de una política de asistencia “moderna”: clasificación y selección de los beneficiarios del socorro, esfuerzos para organizarlos de una manera racional sobre una base territorial, pluralismo de las instancias responsables: eclesiásticas y laicas, “privada” y “publicas”, centrales y locales. La condición del socorro es asimilar a estas poblaciones a las categorías de asistencia: domiciliación e incapacidad para trabajar.

96

laica, llamada beneficencia en la cultura de origen hipánico, cuyo vínculo recíproco será la superioridad de las elites sobre las clases consideradas inferiores que hay que tutelar y controlar a cambio de protección de los pobres válidos146. Al mismo tiempo que los países europeos desarrollan sistemas de reciprocidad más autónomos con sus ciudadanos147, promueven sistemas de tutela con los países que hay que civilizar o desarrollar. Algunos países latinoamericanos acompañan los sistemas de seguro o universales con otros tutelares denominados asistencia social estatal, como los surgidos en Argentina a mediados del siglo XX, donde el vínculo es la solidaridad social entre los que trabajan y los que no trabajan. Es la tutela gubernamental basada en la reciprocidad del trabajo con el no trabajo. A finales del siglo XX aparecen otros vínculos recíprocos, los denominados derechos especiales, que ponen a poblaciones antes tuteladas como las mujeres y niños pobres o poblaciones aborígenes, bajo derechos abstractos que no ofrecen garantías (llamados derechos de tercera y cuarta generación). La objetivación de estas contraprestaciones adquirió distintas formas, dependiendo del tipo de configuración social, de su institucionalización y del contexto sociopolítico. Por ejemplo: impuestos en las políticas más universales, aportes indirectos y directos del salario para los sistemas de seguridad social; trabajo gratuito, fidelidad, clientela política, sumisión en los vínculos caritativos, benéficos o asistenciales. El análisis histórico muestra no sólo los cambios de naturaleza en las relaciones tutelares y contractuales, sino también su especificidad en cada contexto histórico. Entiendo que las políticas sociales combinan dimensiones estrechamente vinculadas: la modelación de los comportamientos (Elías, 1993 [1977,1979]), la reproducción de la vida (O’Connor, 1974; Gough, Ian, 2003), la protección social (Castel, R. 1997) y también la violencia y el disciplinamiento sobre los que no aceptan ser objetos de modelación (Foucault, 1981; Castel, R. 1997; Donzelot, 1990) . Son también, en sí mismas, un discurso sobre lo social donde se inscriben nominaciones y representaciones del mundo y sobre los “otros”, a los que se les aplica ciertos dispositivos de saber para modelar sus comportamientos, al mismo tiempo que se van naturalizando representaciones sobre su lugar en la sociedad y sobre el tipo de bienes materiales y simbólicos a los que tienen derecho o no a acceder. La acción sobre los comportamientos, localiza sus energías en el gobierno sobre la vida y sobre los cuerpos (no sólo sobre ciertos individuos sino también sobre las familias, la ciudad, los espacios públicos, por ejemplo). Estas prácticas pueden ser, como lo señala Foucault: disciplinares (políticas represivas y punitivas sobre el cuerpo y sobre las vidas) como no disciplinares tendientes a la regulación de la vida. El gobierno sobre los menores (pedagogía) y el gobierno sobre los súbditos y luego los ciudadanos, puede realizarse a partir de estrategias disciplinares como no disciplinares, como lo

146

Durante el antiguo régimen (a partir de mediados del siglo XIV y hasta mediados del siglo XIX), la cuestión social se basa en el trabajo y no en el socorro o la asistencia, como en la etapa anterior. Este periodo Castel lo denomina de la tutela al control, el que al final del siglo XVIII desembocó en el umbral de la modernidad liberal. Junto a diferentes formas de socorro laico parroquial surgen diversas formas “complejas de organización del trabajo de la sociedad preindustrial: trabajo regulado, forzado, desarrollo de núcleos circunscriptos y contenidos de asalariados libres. La mayoría que vivían del trabajo de sus manos no estaban protegidos por las disposiciones vinculadas al trabajo regulado. Se caracterizaba por una vulnerabilidad de las masas, engendrada por el hecho de que le trabajo no se puede regular según el modelo de mercado” (Castel, R.,1997: 31). Aquí la nueva cuestión social es el libre acceso al trabajo que se impuso en el siglo XVIII . “La institución del libre acceso al trabajo fue una revolución jurídica sin duda tan importante como la revolución industrial, de la que por otra parte era la contracara. ... Rompe con las formas seculares de organización de los gremios y hace del trabajo forzado una supervivencia barbara... pone fin a los bloqueos que obstaculizaban el advenimiento de una condición salarial” (1997: 32). 147 A principios de siglo XX en Alemania, aparecen las denominadas políticas bismarckianas donde el vínculo recíproco se basa en derechos y garantías, según características particulares de inserción en el mercado de trabajo, a cambio de aportes basados en una relación contractual laboral (sistemas de seguro).

97

son el dialogo o la comunicación148. En este último caso tenemos, a finales del siglo XIX en la Argentina, el surgimiento de la denominada “instrucción pública”, la “instrucción sanitaria” higienista, más tarde la “educación pública” y luego la “capacitación laboral”. Las estrategias y dispositivos de modelación de los comportamientos no disciplinares, pueden sin embargo significar formas de violencia, como lo señala Cristina Rojas (2004). Bajo el concepto de “regímenes de representación”, explica a los lugares de encuentro entre lenguajes del pasado y del futuro, en los cuales las identidades se construyen pero donde también se origina, simboliza y maneja la violencia, tales como los lenguajes de “civilización” y “barbarie” (Rojas, 1994 citado por Escobar, 1998: 33) o los de “desarrollo” y “subdesarrollo” (Escobar, 1998). A los procesos de modelación de los comportamientos a largo plazo Elías, desde otro lugar de análisis, los denomina procesos civilizatorios, los que implican la autoconstricción de los comportamientos más íntimos y el control sobre la violencia. Esto se produce por la extensión y naturalización de las formas de vida de las elites consideradas superiores, sobre el resto de la población (Elías, 1993 [1977,1979]). Paulatinamente esta acción pasa a ser objeto de control estatal, por la gubernamentalización de la vida privada (Foucault, 1981), la colectivización y administración pública del mundo privado de la familia (Arendt, 1993 [1958]). Concomitantemente, la invención de la nación (Hobsbawm, Eric; 1990) requiere de la modelación de los comportamientos para conseguir expresiones de solidaridad y homogeneidad cultural, las que se inscriben en creencias y símbolos imaginados (Anderson, Benedict, 1983), donde algunas formas de gobierno sobre los otros, como la instrucción, la “profilaxis social”, la educación van constituyéndose en recursos de gobierno fundamentales, para disciplinar y al mismo tiempo construir una comunidad “civilizada” e “higiénica”.

EL

DISCURSO HIGIENISTA EN LA DISCURSO DEL DESARROLLO

ARGENTINA,

LA ANTESALA DEL

En el discurso higienista, a diferencia de la beneficencia las formas de control sobre la vida son más impersonales ejerciéndose por medio de diversas intervenciones que van desde la profilaxis social, a la higiene privada, pasándose luego a la higiene pública y más tarde al seguro social. Los vínculos sociales predominantes se van despersonalizando, apareciendo paulatinamente el obrero o el trabajador libre. Este proceso se ejerce a través de distintas manifestaciones de violencia que generan resistencias. La ciudadanía civil, se va configurando y ampliando hacia capas más desfavorecidas de la sociedad. Aparece la medicina social como saber y la higiene pública como forma de intervención estatal. En el primer cuarto del siglo XX en la Argentina, comienzan a surgir una incipiente legislación social e instituciones denominadas de asistencia pública basadas en una concepción paternalista y de sujeción tutelar de los pobres con el Estado. La institución del “patronato” sobre el menor pobre, que surge en esa fecha, expresa la relación Estado-patrón/pobre-menor-discapacitado. El Estado sustituye al amo o al patrón para el caso de los pobres o sujetos de intervención asistencial. Los asalariados tienen derechos, los pobres reciben la tutela asistencial y paternal del estado. El higienismo, durante la primera mitad del siglo, está en tensión con el discurso benéfico, aunque también se complementa o encuentra formas de convivencia más o menos pacíficas y complementarias. Al igual que el proyecto “civilizatorio” del siglo XIX y principios del XX basado en los discursos de la beneficencia y el higienismo; el desarrollo se constituye como discurso, a finales de la década de los 40’ en nuestros países. Si antes el objetivo era el de erradicar la barbarie ahora lo es el de superar el subdesarrollo, ambos concebidos como problemas propios de sociedades en estadios inferiores de evolución y poblaciones en estado de pobreza.

148

Este es un elemento que señala Stolker (1998 cit. Rojas, Cristina, 1999) quien considera al diálogo y la comunicación como uno de los recursos de gobierno.

98

En Argentina, las ideas y construcciones del discurso del peronismo se vinculan estrechamente con la propuesta desarrollista impulsada en el ámbito internacional. En ese sentido, durante el gobierno de Perón la producción y el aumento de la productividad se constituyen en el leiv motiv de las transformaciones sociales. La predisposición para el trabajo, es la capacidad que más se incentiva para lograr el desarrollo. Sin embargo, en el discurso peronista, la producción no se promueve en la dirección de una mayor dependencia tecnológica y cultural con Estados Unidos –referente estándar de los patrones que propugna el discurso del desarrollo-. Por el contrario, la idea de tercera posición149, presente en su discurso, intenta poner distancia con esos patrones. El peronismo a diferencia del desarrollismo más puro, construyó un sentimiento de la política como ejercicio igualitario. Martuccelli y Svampa (1997) plantean que el peronismo, significó la presencia de un anhelo de igualdad, reforzado por un conjunto de políticas públicas que condujeron al mejoramiento del nivel de vida de vastos sectores sociales. A pesar de no haber consumado del todo la ruptura del marco jerárquico de las relaciones humanas, permitió una experiencia de la democracia: aquella relación en la cual uno se reconoce semejante al otro (Martuccelli y Svampa, 1997: 344). El peronismo para estos autores fue una estructura del sentir y una vivencia política, en la que se mezclaba de manera inextricable una relación cognitiva con lo político y a la vez una expresión de dignidad personal, una y otra, inscribiéndose y cuestionando la naturaleza del vínculo social: igualitario pero aún jerárquico. En cuanto a la cuestión social, si bien este es un momento de ruptura con las prácticas de intervención anteriores, las ideas higienistas que venían siendo hegemónicas aún continúan permeando las nuevas modalidades de intervención. Se manifiesta en este contexto el estímulo de las políticas gubernamentales hacia el aumento de la productividad y de la calidad de vida de los trabajadores para formar ciudadanos sanos y libres. La continuidad de las ideas higienistas explica también el énfasis puesto en la necesidad de aplicar el conocimiento científico sistemático a la comprensión de las poblaciones y regiones más “débiles” o “vulnerables” a las que se dirigen muchas de las políticas sanitarias y de los factores que los provocan, área de conocimiento que comienza a denominarse “medico social”. También la aplicación de métodos y técnicas del saber científico y la planificación sistemática para lograr mayor eficiencia en la gestión de la gubernamentalización de las instituciones privadas y semiprivadas de higiene y beneficencia pública, es parte del discurso higienista, aunque ahora éste se encuentra mucho más especializado. Siguiendo a las tipologías sugeridas por Esping-Anderson en el análisis de la conformación y desarrollo de los regímenes de estado de bienestar150, podemos distinguir un

149

La noción de la sociedad organizada, desarrollada en su libro “la comunidad organizada” (Perón, 1954) remite a una idea vertebral del discurso de Perón, que constituye al movimiento justicialista en una tercera posición. Este se propone la superación y conciliación de los conflictos sociales vía la intermediación del Estado, como una alternativa frente al individualismo del capitalismo y al colectivismo del comunismo, en una alianza entre capital y trabajo. La representación del trabajador dignificado está, a su vez fuertemente vinculada al imaginario de la refundación de la nación, donde la producción es un valor supremo. 150 En el estado de Bienestar liberal, predomina la asistencia a los comprobadamente pobres, reducidas transferencias universales, planos modestos de seguro social o sistemas de seguro. Los beneficios están destinados principalmente a la clientela de baja renta, en general de la clase trabajadora o dependientes del estado. En este modelo el progreso de la reforma social fue severamente limitado por las normas tradicionales y liberales de la ética del trabajo. Aquí los limites del bienestar social equiparávense a la propensión marginal a la opción por los beneficios social en lugar del trabajo. Las reglas para la habilitación de los beneficios, son por tanto estrictas y muchas veces asociadas al estigma. Da como ejemplos de este tipo a los Estados Unidos, a Canadá y a Australia. El estado de bienestar que denomina conservador y coorporativista, sería propio de Francia, Alemania e Italia. Aquí el legado histórico del coorporativismo estatal fue ampliado para atender una nueva estructura de clase pos industrial. La obsesión liberal con el mercantilización y la eficiencia del mercado nunca fue tan marcada y por eso, la concesión de derechos sociales, no llegó a ser una cuestión seriamente controvertida. Se desarrollan mas

99

régimen de tipo conservador vigente hasta mediados del siglo XX y otro de tipo corporativo desde entonces. El régimen de bienestar se caracterizó por un desarrollo muy prematuro, en términos comparativos con otros países, e incidió positivamente en una mejora sustancial del nivel de vida de los trabajadores y en la consolidación de los sectores medios. Algunos autores lo consideran como un híbrido institucional que combina sistemas universales y principios de organización, cuya fuente de inspiración principal provenía del modelo "corporativo" (Lo Vuolo, 1993: 185). Aun cuando el sistema consistía en políticas universales de educación, asistenciales para los más pobres y de “salud pública” para los “no pudientes” co-existía un sistema fuertemente fragmentado de Seguro Social para los trabajadores asalariados, ya que existían distintos programas para diferentes grupos que preservaban la distinción de status entre los trabajadores, fortaleciendo la división entre los propios trabajadores. Las políticas universales adquirieron un grado, complejidad y extensión territorial significativos, que diferenció a Argentina notablemente de otros países latinoamericanos. El acceso a la educación pública gratuita se inició a finales del siglo XIX y el sistema de salud pública gratuito, a partir de la mitad del siglo XX. Ambos adquirieron importante cobertura y calidad hasta los 70’ cuando se inició su franca decadencia, a partir de procesos de descentralización, privatización y asistencialización cada vez más profundos.

LA

TRANSFORMACIÓN PERONISTA Y LA CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO DE BIENESTAR En este contexto internacional, el partido justicialista accede al poder en la Argentina produciendo importantes transformaciones políticas, económicas y sociales en el país151. La protección social gubernamental se profundiza y consolida en el primer gobierno de Perón, a partir de una ampliación de la participación popular en la escena política, en oposición a la democracia restringida y elitista, inaugurada en 1930, caracterizada por el dominio del régimen de "instauración oligárquica" (O'Donnell, 1982). Aparecen ahora nuevos saberes e intereses

las políticas de seguro asociadas a ciertas condiciones de trabajador (promovida por reformistas conservadores como Bsimarchk o Von Taffe), como una política de clase y de prebendas con las monarquía. El régimen social demócrata sería el tercer tipo de régimen de estado de bienestar. Da como ejemplo de este tipo a Inglaterra y Canadá y Australia. Se compone de naciones donde los principios del universalismo y la desemercantilización con derechos sociales, se extendieron también a las nuevas clases medias. En ves de tolerar un dualismo entre estado y mercado, entre clase trabajadora y clase media, los social demócratas buscaran un estado de bienestar que promueva la igualdad, con mejores patrones de calidad, y no en la igualdad de las necesidades mínimas.(Esping Anderson, 1991: 101-104) “Como alternativa a la asistencia de los comprobadamente pobres, a la seguridad social corporativa, el sistema universalista promueve la igualdad de estatus. Todos los ciudadanos están dotados de derechos semejantes, independiente de la clase o de la posición en el mercado. En este sentido, el sistema pretende cultivar la solidaridad entre las clases, una solidaridad con la nación. (...) Esto supone una cierta uniformidad cuando se produce mayor diferenciación social, la prosperidad de la clase trabajadora y el surgimiento de las clases medias, el universalismo promueve el dualismo inadvertidamente. El resultado es que el espíritu maravillosamente igualitario del universalismo se transforma en un dualismo semejante al estado de asistencia social, los pobres cuentan con el estado y los otros con el mercado.” (1991:106) 151

Juan Domingo Perón fue electo presidente de la Argentina en febrero de 1946. Venía desempeñándose como Ministro de Trabajo y de Defensa en la presidencia de Farrel. Había sido detenido por presiones de la oligarquía, ante la inminencia de su triunfo electoral. El 17 de octubre de 1943, una movilización popular solicita su liberación lo que desencadena su triunfo en las urnas. Luego es reelecto por otro periodo. En septiembre de 1955 es derrocado por un golpe de Estado que puso fin a este segundo período. El “peronismo”, fue el apelativo que designó a esta etapa de la historia argentina, también al movimiento político y a la ideología identificada con la figura de Perón.

100

relacionados con la progresiva complejización de la cuestión social y la creciente especialización y profesionalización de la asistencia. Durante esta etapa, en el país, se había intensificado el proceso de urbanización, reuniéndose en las ciudades más importantes como Buenos Aires, grandes masas de población. La industrialización, tuvo un desarrollo muy significativo por las ventajas que ofrecía el período de la entre guerra. No todos lo que llegaban a las ciudades se insertaban de manera estable y continua en el proceso productivo. Esto traía como consecuencia una agudización de los conflictos sociales; ya que los trabajadores demandaban al Estado formas de subsistencia dignas: salarios, vivienda, salud, etc. Por otro lado, había un interés de los sectores empresarios por ampliar el mercado de trabajo para el consumo interno. El crecimiento del Estado Benefactor se expandió entonces, fundamentalmente por una alianza entre sectores de la burguesía nacional y el movimiento obrero organizado, respondiendo a las necesidades de la industrialización creciente. Esta alianza surgió para neutralizar los conflictos latentes, conformar la demanda, ampliar el mercado interno y para lograr una base de apoyo necesaria para el enfrentamiento con el régimen de dominación anterior. Las ideas terceristas de Perón y el rol que le asigna al Estado como regulador de las relaciones entre capital y trabajo, y a la vez, de promotor del desarrollo, son fundamentales para la configuración de este régimen. El plan de acción del peronismo se inicia con la gestión de Perón como Secretario de Estado de Trabajo y Previsión Social de la presidencia de Farrell, quien había llegado al poder por un golpe de Estado de un grupo de militares nacionalistas. El plan de acción de Perón comprendía, en aquel entonces, tres metas principales. La primera apuntaba a una política social que incluyera los reclamos de los trabajadores y la regulación del Estado en las relaciones laborales -mejorando sus condiciones de vida a través de leyes laborarles que otorgaban vacaciones pagas, jubilación y convenios colectivos152-. La segunda meta fue la organización en sindicatos controlados por el gobierno donde no tuvieron cabida los “extremistas” y, finalmente, la tercera constituyó la instauración de un Estado fuerte (Rouquié, 1987: 121-123). Durante su presidencia, la política social se fue consolidando por medio de derechos otorgados a los trabajadores en relación de dependencia estable, por sistemas de seguro social (obras sociales, sistemas previsionales y asignaciones familiares). Para la población pobre o con inserción inestable en el mercado de trabajo, se instituyó en cambio, un sistema de protección por parte del Estado a partir de la asistencia pública y la salud pública, además de la institución del patronato gubernamental, ya legislado en la época de Irigoyen, para la minoridad potencialmente peligrosa. A la política educativa de base universal que se había iniciado con la educación primaria pública gratuita, en 1880, se la amplía y continúa con la promoción de la enseñanza media y universitaria, esta última universalizada a partir de la Reforma del 18’. Se desarrollaron, en esta etapa, también tres grandes áreas. Un sistema de Salud Pública con la construcción masiva de hospitales públicos gratuitos que subsumían las “obras” de la Sociedad de Beneficencia y otras instituciones de ese tipo; el sistema de Obras Sociales que nucleaba las viejas entidades de socorros mutuos de origen filantrópico y las organizaciones de ayuda mutua obrera destinadas a los asalariados estables bajo regímenes legales de contrato de trabajo y, por último, el sistema de Asistencia Social, destinado a los más pobres o carentes de cobertura. Las políticas sociales y económicas desarrolladas durante el peronismo tales como: la regulación del trabajo; la generalización progresiva del sistema previsional y de las obras sociales sindicales; la institucionalización de la salud pública gratuita, y la instrumentación de las políticas de protección y prevención dirigidas a la niñez y a la vejez, produjeron una

152

Entre 1947 y 1949 se beneficiaron cerca de 3 millones de trabajadores mediante convenios de trabajo supervisados por el Estado. En 1949 se beneficiaron 900.000 empleados de comercio con el régimen jubilatorio. En 1950, 70.000 afiliados estaban ya en condiciones de acogerse a esos beneficios (Hernández Arregui, 1973: 407).

101

profunda transformación que implicó una redistribución de recursos significativos hacia los sectores trabajadores y asalariados153. Estas acciones, por otra parte, estuvieron dirigidas a grupos de la población, que hasta ese momento estaban excluidos de la participación política por el histórico predominio de los grupos de la oligarquía en el poder. Estos grupos sociales estaban sobre todo, constituidos por trabajadores provenientes del interior del país. Estos eran gauchos y campesinos devenidos en trabajadores a través de la inmigración hacia la zona de la Pampa Húmeda, área que demandaba gran cantidad de mano de obra154. En el discurso peronista los trabajadores de origen campesino, eran representados como cabecitas negras y descamisados, a quienes el Estado pretendía proteger e integrar, resignificando y valorando su identidad, como parte componente del pueblo. Fueron tres las clasificaciones más importantes en la apelación que hace el peronismo sobre la inclusión de estos grupos. La primera es la de trabajador, que supone un sujeto portador de derechos otorgados a partir de la seguridad social como forma de intervención predominante. La segunda es la del pobre, que vincula a la política asistencial y la salud pública gratuita, sustituyendo a la beneficencia religiosa. Y la tercera que corresponde al ciudadano la cual constituye las políticas educativas. Parte del fundamento de esta división entre asistencia social basada en la solidaridad humana y la salud pública fundada en las ideas higienistas de aumentar las expectativas de vida de la población destinada a los pobres y la justicia social para los trabajadores (por medio de sistemas de seguro, obras sociales sindicales) se funda en lo que, durante el peronismo se llamó el tercerismo. En el pensamiento y fundamento de los planes de Ramón Carrillo155, médico y ministro de Salud durante el peronismo, se puede observar la justificación de estos tres subsistemas que el peronismo desarrolla y que son coherentes con la posición del tercerismo peronista. Según Carrillo “la solución argentina, propiciada desde 1946, es una semi-socialización”, entendido por ello una postura entre dos extremos, entre la “completa socialización de la Medicina (comunismo) y la más absoluta y completa libertad del médico (capitalismo)” ubicando allí la “tercera posición”, identificando la argentina con el justicialismo. El ministro además, cita a Perón, “el comunismo dice que todo debe ser estatal y el capitalismo que todo debe ser privado. Nosotros decimos que una parte debe ser estatal y otra privada. Debemos ir a una solución intermedia entre ambos extremos” (Perón, al poner en funcionamiento la Comisión Nacional de Cooperación Económica, el 7 de febrero de 1950). Entre la posición rusa (socialización integral), la americana (libre ejercicio) y la argentina (socialización), existen soluciones intermedias.” (Carrillo, 1975 [1951]: 36-37).156

153

De 1935 a 1943 la remuneración al trabajo pasó del 49,2 por ciento al 46. De esa fecha a 1950 subió al 60.9 (Distribución del Ingreso en Producto e Ingreso de la República Argentina en el período 1935-54, Secretaría de Asuntos Económicos, en Relevamiento Estadístico de la Economía Argentina 1900-1980. Banco de Análisis y Computación, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Consultora de Investigaciones Económicas y Estadísticas, Buenos Aires, 1982, p 331). Como veremos más adelante, el informe Prebisch, encargado por las autoridades que realizan un golpe de estado al presidente Perón, en 1955, demostraba que los obreros habían aumentado su ingreso real en un 37% durante el período que va del 43 al 55, a expensas de los productores agropecuarios y de las clases medias. 154 Según Gino Germani, entre 1935 y 1947 migran desde el interior del país a las grandes ciudades del litoral (especialmente Buenos Aires) poco más de un millón de personas que representan un 20% del total del país, en ese momento (Germani, 1987 [1955]: capítulo 5). 155 Ramón Carrillo -de origen católico- tuvo una excelente formación sanitarista. Se desempeñó, primero como Secretario de Salud de la Nación, en 1946, y luego como ministro de Salud Pública, a partir de 1949. 156 Según Inés Ramacciotti (2005), en el pensamiento de Carrillo, tuvieron influencia un conjunto de concepciones ideológicas: las ideas higienistas en la importancia que él da al Estado en cuanto garante de la salud de los ciudadanos; la concepción de salud elaborada por la Organización Mundial de la Salud, en 1946, que afirma que ésta no sólo radica en el bienestar físico sino también en el social y mental, y no es

102

Por un lado se propicia el libre ejercicio de la profesión médica y la medicina privada “pero se obtiene una injerencia suficiente del Estado parar afrontar la asistencia médica de la población “no pudiente” (60% del total). El número de “no pudientes” durante el quinquenio 1946-1951 se ha reducido; ello se tradujo en un incremento de las actividades en el consultorio privado”. Consideraba Carrillo que el sistema argentino de semi-socialización debía fundarse en “la oficialización total de los hospitales y servicios médicos, desapareciendo los organismos de beneficencia, que pasan a poder del Estado Nacional, Provincial y/o Municipal”157. Además, proponía la organización celular de la profesión en regiones geográficas o barrios urbanos “desamparados de la medicina” que “por la propia pobreza de los lugares”, justifica la creación de los “médicos de familia”158 a cargo del Estado, y de los centros de salud materno infantil, pensados para disminuir la mortalidad en estas zonas (Carrillo; 1975 [1951]: 37). Pasando ahora al sistema de seguros, vemos que en esta época éste se basaba en la idea de justicia social unida a la condición de trabajador y a su aporte a la riqueza nacional por medio del aumento de la producción. Parte de esta justicia social se funda en la redistribución de la riqueza de los que trabajan hacia los imposibilitados en trabajar que es la base de la asistencia social. Esta última constituye la tercera pata del régimen de bienestar social que se consolida en la Argentina en esa época. Aquí el fundamento es la solidaridad humana basada no sólo en la justicia redistribuida sino también en la solidaridad cristiana. Cuando Carrillo fundamentaba la estatización de la acción privada que venían desempeñando las damas de la beneficencia en los hospitales decía: “Nosotros estamos en mora, puesto que aún sigue atendiéndose a los enfermos con criterio de caridad, norma desactualizada. En esta época de grandes transformaciones sociales; no obstante lo cual, la mayoría de nuestros hospitales está a cargo del Estado y éste ha organizado su atención con el concepto administrativo de realizar un servicio público. Pero esta etapa debe ser superada, y dentro de los conceptos de justicia social corresponde llegar al ideal contemporáneo, en virtud del cual la caridad que en el Medioevo exigía la Iglesia y en la actualidad ejerce el Estado en gran escala bajo la concepción de servicio público, debe fundarse en lo único que es compatible con la dignidad humana: el seguro social” (Carrillo, 1974: 12 cursivas nuestras). Podríamos decir en resumidas cuentas, que hubo cuatro formas de intervención social que se consolidaron a partir de este momento: los sistemas de seguro (obras sociales sindicales, sistema previsional y salarios familiares), los dispositivos asistenciales gubernamentales (Salud Pública y Asistencia Pública); la tutela gubernamental a partir de la institución del patronato judicial y, finalmente, la educación pública universal.

LOS

DISPOSITIVOS ASISTENCIALES SOCIALES DE LOS SUJETOS DE ASISTENCIA

Y

LAS

CLASIFICACIONES

A partir de la gestión peronista se puede hablar de la consolidación de la Asistencia y de la Salud Pública como dos áreas más o menos diferenciadas de acción gubernamental. En la institución de la Salud Pública jugó un rol fundamental la gestión del Dr. Ramón Carrillo que

mera ausencia de afecciones o enfermedades y, finalmente, en el nacionalismo católico al cual pertenecía y del que recibió la influencia de dos cartas sociales papales de la época, la Rerum Novarum (1891) y la Cuadragésimo Anno (1931). Ambas consideraban a la propiedad privada como un derecho natural pero buscaban atemperar los efectos perniciosos de la industrialización a través de la legislación social, del acceso a la propiedad por parte de los trabajadores, así como también proponían un régimen de trabajo más humano como vía para resolver la cuestión social. 157 Señala que en ese momento el 98% de los médicos argentinos percibían sueldos del Estado, sea en establecimientos nacionales, provinciales, municipales u oficializados, lo que en la práctica constituye una semisocialización de las profesiones médicas (Carrillo; 1975 [1951]: 37). 158 Los médicos de familia dentro del sistema de Salud Pública no se instrumentan en esa época. Este sistema existe en países como Holanda donde la salud está mucho más socializada.

103

como vimos fue su ministro. Ya en 1943 se había creado la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, dependiente de la Secretaría de Trabajo y Previsión a cargo del General Perón, la que tenía a su cargo la Salud Pública y la Asistencia Social en todo el territorio de la República, sin perjuicio de los gobiernos locales. Pasaron a integrar esa dirección, el Departamento Nacional de Higiene, la Comisión Asesora de Asilos y Hospitales regionales, el Instituto Nacional de Nutrición, la Sociedad de Beneficencia de la Capital, el Registro Nacional de Asistencia Social, la Dirección de Subsidios y todos los organismo de Salud Publica, Asistencia Social y cuerpos médicos que dependía de otros ministerios o entes autárquicos (Alayón, 1980: 45). En este momento se reconoce el área de Asistencia Social como independiente y las subvenciones a organizaciones de beneficencia y asistenciales, dejan de estar asociadas al “culto”. En esa dirección es que en 1944 se crea la Dirección General de Asistencia Social. Sus funciones fueron: atender lo relativo a la beneficencia, los hogares y la asistencia social. Entre los tantos organismos que pasan a depender de ella se encuentra la Dirección de Subsidios, para el otorgamiento de subsidios a personas y a asociaciones de beneficencia y asistencia y las acordadas por vía de la Lotería Nacional. La asistencia social, en este contexto, se había iniciado continuando el accionar de la Sociedad de Beneficencia, otras organizaciones benéficas y algunos organismos estatales de “asistencia pública”. Sus tareas principales eran entonces, la atención a los enfermos en hospitales, la protección de los menores en asilos y la moralización de la mujer, además de la supervisión estatal sobre los subsidios que se continúan otorgando a las organizaciones benéficas. Por otra parte, las dependencias que tenían funciones asociadas a las políticas higienistas, tanto de higiene social, como urbana se van corriendo a la reciente área de Salud Pública. En 1948, durante la primera presidencia de Perón, se crea la Dirección Nacional de Asistencia Social que subsume en ella a la Sociedad de Beneficencia. En esta etapa el Estado se hace cargo de la intervención social a los pobres por medio de lo que ahora se denomina asistencia social. Se instituyen formas para-estatales, como la Fundación de Ayuda Social, creada por Eva Perón, que luego se denominó Fundación Evita159. En cuanto al sistema de previsión social y de asignaciones familiares, que presenta la Argentina, este se manifiesta según Mesa Lago (1977), de un modo estratificado y restringido debido al efecto que tuvieron diversos grupos de presión sobre el Estado. Las presiones eran realizadas por aquellas ocupaciones de mayor importancia, ya sea por el régimen político imperante como el caso de los militares durante las dictaduras, o por el tipo de producción urbana predominante. En el primer siglo (1810-1914) de la República sólo dispusieron de pensiones los militares, empleados públicos superiores, judiciales y del tesoro del gobierno central. A finales del siglo XIX, los maestros públicos, los empleados públicos del gobierno central y de organismos autónomos de empresas del Estado. Recién a partir de 1914 y hasta 1944, la cobertura de las pensiones se amplía para abarcar grupos sindicales de ramas afines a los servicios (como los empleados ferroviarios, bancarios, de seguro, de medios de comunicación, gráficos, de marina mercante). Estos trabajadores eran los que presentaban una mayor organización y trayectoria debido su localización en el puerto de Buenos Aires, el sector más importante del país como salida de los productos a ultramar, y el mayor centro administrativo, comercial y financiero.

159

La fundación se crea en 1948. La magnitud de la obra se puede observar ya ese año cuando en las “casas de tránsito se atendieron a 60.180 personas. Además se alojaron 23.320 niños en los hogares escuelas, se crearon hoteles para turismo social, hogares para empleadas, se construyeron 21 hospitales policlínicos gigantescos con 22.650 camas, cinco grandes hogares de ancianos, se levantaron ciudades obreras” (...) “El Estado construyó monumentales colonias de vacaciones “para familias obreras”. (Hernández Arregui, 1973: 407)

104

En los dos primeros gobiernos del General Perón (1944-1955) se expandió el sistema de previsiones hasta cubrir a los trabajadores de la industria, el comercio y la agricultura160. Concomitantemente al progresivo control estatal sobre las instituciones de beneficencia, surgen las entidades de socorros mutuos filantrópicas constituidas básicamente por europeos migrantes que, al no tener en la Argentina un sistema de protección social, se fueron asociando para enfrentar diversas contingencias161.. Los tres subsistemas de seguro (obras sociales, previsión social y asignaciones) se basan en derechos asociados a la condición de trabajador bajo regímenes legales de contrato de trabajo. La población que queda excluida de este tipo de vínculo laboral es cubierta muy parcialmente por los sistemas asistenciales de pensiones no contributivas, por la Salud Pública y la Asistencia Social. Las entidades de socorros mutuos, en la Argentina, surgen a mediados del siglo XIX (Cortéz, 1985). Dichas organizaciones constituían entidades voluntarias que brindaban asistencia médica y farmacéutica a sus asociados y, en algunos casos, sistemas de mutuales para el consumo de los empleados de la manufactura. A principio de siglo XX las mutualidades mostraban tres tipos; las “seudo mutualidades” -creadas con el fin de oponer y contrarrestar las ideas socialistas y anarquistas, como por ejemplo la de obreros católicos-; las que tenían criterio de lucro; y por último, las orientadas por grupos socialistas que tendían a criterios de solidaridad comunitaria. Durante las primeras décadas del XX, el movimiento mutualista había intentado reglamentar el sistema previsional pero no lo logra. A partir de 1944 se fueron creando las condiciones que permitieron la asociación entre las mutualidades y los sindicatos marcándose así la diferenciación de la protección social entre trabajadores estables y el resto de la población pobre. Una de las primeras instituciones que viabiliza este vínculo es el Instituto Nacional de Previsión Social, creado en 1944, cuyo objetivo era implementar la política de Seguridad Social del gobierno, en áreas como enfermedad, accidentes y viudez. El Decreto 30.655 crea la comisión de Servicio Social162 que estuvo vinculada al surgimiento de las Obras Sociales Sindicales. Su objetivo fue “propulsar la implementación de los servicios sociales en los establecimientos de cualquier rama de actividad humana donde se presten tareas redistributivas” (Cortéz, 1985:13). No sólo la asistencia médica brindada por las Obras sociales estuvo unida a la condición de trabajador sindicalizado o con mayor capacidad de organización, sino también el Sistema de Previsión Social y las asignaciones familiares. Un ejemplo claro es que el último grupo que ingresa a los sistemas de previsión, es el de los trabajadores independientes, cuya protección es además la más deficiente. Las pensiones fueron establecidas recién en 1954 y no tienen asignaciones familiares ni seguro de vida. Al no estar sindicalizados tampoco poseen mecanismos institucionales para ejercer presión. Paradójicamente son grupos, en su mayoría de bajos ingresos y sin seguridad en el empleo lo que los torna más vulnerables. El sistema de previsión social y asignaciones familiares, entonces no surgió como una protección social dirigida a los grupos más vulnerables. Fue el efecto de la presión ejercida por los trabajadores de mayor organización y sindicalización del puerto de Buenos Aires; y más tarde, de 160

Durante las épocas de dictaduras subsiguientes se produce una ampliación de la cobertura a los que todavía no tenían -pensiones a los trabajadores del servicio doméstico, empleados públicos provinciales y trabajadores independientes -, además de unificarse y uniformarse el sistema de seguridad social a partir de 1967. 161 Andrenacci y Otros (2002), consideran que el 25% de los trabajadores estaban cubiertos por sistemas de mutualidades, a principios de siglo XX. 162 La nominación de Servicio Social a la comisión que creó a las denominadas Obras Sociales remite a un proceso progresivo de transformación de un servicio social desvinculado de la idea de derecho a otro que adquiere juridicidad a partir de la relación laboral. La palabra “obra”, por otra parte, se asocia a las etiquetaciones utilizadas por las organizaciones benéficas para sus intervenciones sociales, por ejemplo las obras de caridad, o la denominación que le daban a algunas instituciones religiosas como las Obras Claretianas, por ejemplo. La nominación sindical a la de obras sociales le da un status gremial y laico a este tipo de intervención que además se comienza a asociar a derechos.

105

trabajadores industriales y comerciales, sectores sociales a los que respondía el pacto social en el que se basó el peronismo.

CLASIFICACIONES

Y ACTORES SOCIALES. SUJETOS DE DERECHOS: DE GAUCHOS A DESCAMISADOS Y TRABAJADORES PRODUCTIVOS. HISTORIAS DE CONSTRUCCIÓN DE UN “TIPO BIOLÓGICO ARGENTINO IDEAL” Las clasificaciones predominantes del discurso higienista, destinadas a los sujetos de la intervención social, eran hasta este momento, los pobres menesterosos y en menor medida los trabajadores pobres, obreros criollos o migrantes. Las representaciones sobre estos sujetos, que fundaban las intervenciones de la beneficencia y del higienismo, eran la amoralidad, la vagancia, el vicio, la barbarie, etc. La caridad para los menesterosos, se basaba en sentimientos personalizados de conmiseración católica destinados a obtener la salvación de parte de los que practicaban las obras benéficas. Reproduciéndose así un orden social jerárquico que disciplinaba la vida y los cuerpos de los destinatarios de la dádiva. En el higienismo, aparece el trabajador y el obrero criollo o migrante como sujeto de protección, no de caridad. Durante el higienismo se trataba de aumentar su bienestar, en términos de expectativas de vida y fuerzas físicas necesarias para la producción. Así los temas de intervención social y política implican una biologización de lo social donde las prácticas médicas se centran en cuestiones de “higiene pública” primero y de medicina social, más tarde. Durante finales del siglo XIX y principios del XX, la representación predominante sobre los sujetos de asistencia, fue aquella que consideraba a los trabajadores y pobres como grupos pertenecientes a razas inferiores incivilizadas e incultas. Desde esa perspectiva, los médicos y los propulsores del pensamiento higienista y positivista argentino, veían como una necesidad erradicar las razas y tipos, considerados inferiores, promoviendo el mestizaje con europeos en el afán de conformar una “argentina blanca y europeizante”. (Alvarez Leguizamón, 2004). En la etapa que ahora estudiamos, las clasificaciones se transforman, pasando el trabajador y el obrero criollo o migrante de una identidad negativa y subordinada, a otra positiva emancipatoria. Nuestro punto de vista parte del supuesto, que la interpelación discursiva a los tipos de población que construye el peronismo está fuertemente vinculados a sus prácticas y políticas de intervención social y, por otra parte, a una representación sobre el rol de la producción y la modernización del país que incluye e interpela al “interior” continuamente. Consideramos que las representaciones del discurso que aquí analizamos, tienen una estrecha relación con los fenómenos de transformación de la estructura social argentina del momento, asociadas a la migración interna hacía Buenos Aires y a la interpelación que hace Perón y Eva de los protagonistas de esta migración. Había una fuerte estigmatización de los migrantes del interior a quienes la aristocracia y la clase media porteña nominaban como cabecitas negras o descamisados, nominaciones que hacían referencia al color de la piel y a un estilo de vida y de vestir no acordes a las normas de la etiqueta urbana civilizadas de las elites. Estas etiquetas fueron resignificadas por el discurso peronista a partir de una identidad inclusiva que coloca a los grupos antes estigmatizados, ahora, como actores protagónicos. Federico Neiburg, muestra en su sugerente libro “Los intelectuales y la invención del peronismo” cómo los relatos sobre los orígenes del peronismo coinciden en esta visión dual y dicotómica de la realidad argentina y del rol protagónico jugado, en la construcción del peronismo, por los migrantes del interior (Neiburg, 1988). Para los nacionalistas populares o de izquierda, identificados con el peronismo, como Jauretche y Hernández Arregui, el migrante del interior sería el argentino negado por la oligarquía, que luego hace aparición con el peronismo constituyéndose en la fuerza popular de la nueva conciencia nacional163. Para una visión más 163

Es interesante puntualizar que la representación dignificadora del migrante en estos pensadores

106

evolucionista, tendiente a lograr una sociedad integrada, como el caso de la sociología científica representada por Gino Germani, el relato sobre los orígenes del peronismo da un rol fundamental a los migrantes del interior y a su peso demográfico. Germani llama a este migrante, un extranjero sui generis, que no era originario del otro lado del océano, sino de aquella “otra” argentina, rural y tradicional. Esa nueva población, según él, no se integró a la clase media urbana, como había sucedido con los europeos, sino que conformó una nueva “clase obrera”. A su carácter tradicional y su experiencia en relaciones de patronazgo, le asigna Germani su tendencia a buscar liderazgos caudillistas y autoritarios como el de Perón. Este mismo carácter sería también una de las trabas para acceder al desarrollo y a la modernidad (Germani, 1988: 95-135). Alain Rouquié, un historiador francés de la Argentina y del peronismo, posee una representación similar de los orígenes del peronismo y de sus tendencias autoritarias. Según Rouquié (1987: 63), “las clases medias contemplan atemorizadas la invasión de los arrabales de las ciudades por un proletariado de sangre mestiza al que se apresura a bautizar peyorativamente de cabecitas negras o directamente negros. A partir de entonces todo esos seres en busca de rol y de seguridad aguardarán un milagro autoritario y alimentarán la inestabilidad social” (cursivas nuestras). La representación de la migración interna de Germani es la más generalizada en las ciencias sociales y el sentido común. En este imaginario, la obrerización de la migración interna hace referencia a un proceso contrario al de blanquización representado por la migración europea ultramariana de fines del siglo XIX. Se trata ahora de un proceso de ennegrecimiento de la clase obrera. Los migrantes son los nuevos forasteros que traen un bagaje cultural tradicional proclive al clientelismo y al autoritarismo y que invaden el espacio modernizante, blanco y democrático del puerto. El pensamiento de Eva Perón nos muestra la resignificación de la figura del descamisado y su transformación de gaucho a trabajador. Ella sitúa al trabajador como protagonista de la gesta popular que libera a Perón de la cárcel, el 17 de Octubre de 1947 y lo coloca como destinatario principal de las políticas sociales. Un artículo de diario que relataba los acontecimientos de ese día decía: “Unos cuantos descamisados recorrieron las calles céntricas victoreando a la dictadura y cometiendo desmanes”. Eva haciendo referencia a esa noticia dice: “en este tono, la prensa coligada con intereses extraños a la Patria misma, describía el clamor de los trabajadores, del pueblo auténtico, que venía del campo, de las fábricas, de los talleres, de las universidades y de las escuelas para exigir la libertad de su conductor (...) Aparecían en el escenario político argentino como reencarnación del gaucho, defendiendo lo suyo, clamando por justicia (...) Lanzado su nombre como un insulto, fue recogido y transformado en bandera de justicia, de trabajo y de paz. Renace así el espíritu de la argentinidad que se había refugiado en los anhelos de los trabajadores (...) En vano se trató de ponerle un mote que revelara su pobreza económica, su mal vestir. Desde el punto de vista social, la palabra descamisado superó su acepción idiomática. Se transformó en sinónimo de lucha, de anhelos de reivindicaciones, de justicia, de verdad. Fue creando un estado de conciencia nacional” (Perón, E., 1948: 452-453, cursivas nuestras). El protagonismo social del trabajador surge asociado a la construcción de una nueva identidad “nacional” que se vincula a la justicia social, a la producción y al trabajo. El estigma del descamisado que las elites asignaban a las clases trabajadoras es reapropiado por una connotación positiva que construye un nuevo país, en oposición a un pasado de explotación y de fuertes diferencias sociales. Dice Eva, “el descamisado ha dejado de ser elemento de

nacionalistas, mantiene la del gaucho como incivilizado a través de la preocupación que atraviesa el pensamiento moralista de los higienistas vinculado a que el descenso de población se debe a uniones no contractuales. Por ejemplo, Hernández Arregui, a propósito del Estatuto del Peón promulgado por Perón, opina que este “reparaba una injusticia secular, un crimen político innombrable, ejecutado por la oligarquía Mitrista. El descendiente de los gauchos era redimido ahora, devuelto a su familia, manumitido del régimen de trabajo servil. Eran esos peones, hijos de madre sin padre civil, los que retornaban con el vendaval de la historia nacional construida para ellos” (1960:395).

107

explotación humana, para convertirse en factor de progreso, de unidad nacional, de bienestar colectivo. En eso reside su fuerza y su virtud. Su fuerza, porque responde a los imperativos político-sociales que valorizan el papel de los trabajadores en la sociedad moderna. Su virtud, porque para los descamisados, sus propias reivindicaciones se entrelazan y se confunden con las necesidades presentes y futuras de la Nación. De ahí que la grandeza de la Patria, se va elaborando por la dignificación del pueblo (...) La aparición del descamisado rompe la política de las minorías traficantes y se produce el milagro largamente esperado de la abolición de los privilegios. El trabajo y la producción cobran su valor dentro de la sociedad organizada. Se humaniza el capital (...). Por ello decir “descamisado” (...) es en síntesis, fijar el tipo social que está construyendo el porvenir de esta tierra y que se ofrece como ejemplo a todos los pueblos del mundo” (Perón, Eva; 1948: 453-454, cursivas nuestras). La idea de justicia social estaba fuertemente vinculada al imperativo de la producción. En el contexto de la posguerra se la visualiza como una necesidad imperiosa para resolver los problemas mundiales y nacionales, para lograr la dignificación del trabajador y constituir a la Argentina en un país civilizado. Ahora la civilización se entiende básicamente como el aumento de la producción y del bienestar del pueblo trabajador. El ministro Carrillo en la fundamentación técnica y económica de su plan de salud 52-58 plantea que “se trata de respaldar la economía de un país y el futuro de la Nación, con un “hombre argentino” apto para el trabajo y la lucha. Ese es el objetivo final de un Ministerio de Salud Pública que sepa lo que tiene entre manos. El cuidado del capital humano, de su salud y capacidad de producción, está demostrado que es un buen negocio. Todo peso que se invierte en Salud Pública es una buena inversión para le Estado, porque dicho peso vuelve aumentado en un mayor número de días de trabajo, rendimiento y producción, prolongación de la vida útil del hombre, reducción de la invalidez prematura, ahorro de vidas que se pierden cuya pérdida puede evitarse” (Carrillo; 1975 [1951]: 72). “El aumento de la producción”, dice Eva Perón, “ha sido siempre y lo será también en el porvenir, una necesidad de la colectividades humanas y el índice que establece su grado de civilización” (Eva Perón; 1948b: 463). La justicia social, entendida como la ampliación del bienestar y de las conquistas sociales, por oposición a la “tradición de explotación inicua” que pesa sobre los trabajadores en la Argentina del pasado, esta basada no en los derechos del ciudadano por ser tales, - como se plantearían en un régimen de bienestar fundado en la universalidad de los derechos - sino en la condición de trabajador, vinculado a la organización sindical y al aumento de la producción. Dice Eva “la justicia social no es un regalo de los poderosos sino un derecho conquistado por las mayorías productoras y que ese derecho se fundamenta en la producción, se ejerce por la producción y se sostiene y perfecciona exclusivamente por la producción (...) En innumerables oportunidades, el general Perón nos ha dicho que todas las conquistas sociales y la ampliación del bienestar de que goza la clase trabajadora argentina dependen esencialmente, de los mismos trabajadores. Y para lograrla habría que partir de dos bases fundamentales: la organización de los trabajadores en sus sindicatos y el aumento de la producción” (Perón, E, 1948b: 464-465). La justicia social se funda además en la idea que los trabajadores deben participar de la riqueza sobre la base de su aporte a la producción. La producción es entendida como una necesidad y además un deber de “todos los trabajadores y muy especialmente de las vanguardias descamisadas” (Perón, E, 1948b: 463). La política sanitaria del gobierno de Perón también refleja este énfasis puesto en la producción y en la productividad de los trabajadores. Para Ramón Carrillo, la Salud Pública se entiende como un conjunto de diversas áreas fuertemente vinculadas. La “medicina social”, asociada a la acción contra los factores indirectos o sociales de la enfermedad, la “medicina sanitaria”, que sería la acción contra los factores directos o biofísicos de la enfermedad y la “medicina asistencial”, conformada por el tratamiento del enfermo como hecho consumado para recuperarlo somática y socialmente (Carrillo, 1975:3). Entre los objetivos especiales de la medicina social o preventiva, incluidos en los planes de salud pública 1952-1958, Carrillo señala la necesidad de “organizar y controlar la alimentación popular, a fin de que los vicios de 108

alimentación no constituyan un factor directo o indirecto de enfermedad” y coherente con la necesidad de conformar un tipo humano nacional, “fijar una dieta “standard” del hombre argentino” (Carrillo, 1975: 29). La medicina social, a diferencia de las primeras corrientes higienistas que ponían el énfasis en los factores de contagio, debía dirigirse a los factores indirectos, como “la miseria, la ignorancia, la mala vivienda, la desnutrición”. Dentro de este marco, los objetivos fundamentales de la Salud Pública eran curar a los enfermos, prevenir las enfermedades, luchar contra los factores sociales de enfermedad, cuidar el desarrollo físico y mental de la población, prolongar la vida útil del hombre y “mejorar las posibilidades del caudal biológico de la nación para mantenerlo con el máximo rendimiento en el trabajo” (Carrillo, 1975: 3, cursivas nuestras). Se ve en esta idea de la salud pública la influencia higienista y un tipo particular de eugenesia sobre su pensamiento, no sólo en la importancia que da al aumento de la productividad y de la vida útil de los trabajadores, sino en su concepción más racista164, cuya preocupación es mejorar el caudal biológico de la nación. El valor económico de la vida humana, necesaria para la producción y el consumo, base de la biopolítica se constituye para Carrillo en el eje de su política en Salud Pública. Este interés casi obsesivo lo lleva a posturas extremas, inclusive contradictorias con sus propias ideas humanistas y cristianas, en el sentido de no desperdiciar recursos ni energías en acciones tendientes a prolongar la vida más allá del ciclo productivo de las personas (Ramaciotti, 2001). Para evitar la “prolongación de las vidas útiles” propone, entre otros aspectos una solución racista, “establecer un biotipo argentino ideal, somático, visceral y psíquico, al cual debemos aproximarnos” (Carrillo, 1975:27-28, cursivas nuestras). Esta voluntad política de conformar un tipo biológico argentino ideal, o lo que él denomina el estudio del “hombre argentino”, lo promueve por medio de una comisión especial que venía trabajando en el Instituto de Biotipología o Instituto del Hombre Argentino creado por él. Este tipo debería considerar un tipo ideal, “en estatura, en conformación somática, visceral y psíquica”, al “que tenemos que aproximarnos para poder decir algún día, con orgullo, que tenemos un pueblo sano y fuerte” (Carrillo, 1975:161). El pensamiento biológico social se traduce no sólo en formas de intervención sobre las causales indirectas de la enfermedad, lo que se denomina medicina social, sino también a partir de la construcción de un tipo humano nacional que resume la representación de la refundación de una nueva nación productiva. Lo social esta vinculado a impactos de larga duración, por lo que las cuestiones estadísticas, el control poblacional y al valor económico de la vida son temáticas fundamentales de intervención gubernamental. En la versión nativa de la bio-política importa también la construcción de un tipo humano argentino fundado en el mejoramiento de los biotipos y el diseño de un standard biológico racial165. En esta idea eugenésica de biotipos de Carrillo hay una diferencia con la visión anterior de

164

Ramón Carrillo había nacido en Santiago del Estero y representaba a esos tipos humanos subalternizados por las elites porteñas. Cuenta Arturo Jauretche que cuando Josefine Baker, la famosa cantante y bailarina francesa, de origen norteamericano, visitó la Argentina, le preguntó al Dr. Ramón Carrillo si había muchos negros en nuestro país. A esto Carillo contestó: “el único negro que hay soy yo, el Ministro de Salud Pública” (citado por Dragone, J.; 2002: 15) 165 En Salta, esta idea racista de biotipos sociales se asocia además con una visión naturalista que vincula estos biotipos con diferentes zonas ambientales, con la pobreza y las formas de vida que darían como resultados “una disminución progresiva de la potencialidad racial y del valor humano” según el interventor Arturo Fassio quien se desempeña como interventor de la provincia de Salta, desde el 15 de agosto de 1944 a la asunción del gobernador peronista electo, Lucio Cornejo. Fassio había sido presidente de la comisión interventora, enviada por la Secretaría de Trabajo y Previsión que presidía Perón durante la presidencia de Farrel, a Salta y Jujuy para intervenir en temáticas de la problemática laboral de estas provincias del norte. Según Fassio en su informe de su primer periodo de gobierno, las tres zonas de la provincia (el este de llanura boscosa, la parte oeste de estribaciones andinas y entre medio, los valles de clima templado) “plasman biotipos bien diferenciados con sus hábitos de vida, costumbres, trabajo, alimentación, etc., propio y por consiguiente con sus problemas sanitarios diferentes...” (Fassio, 1944: 104).

109

construcción de la nación a partir de un mestizaje que promueve el blanqueamiento racial. Ahora se trata más de una hibridación que consolide la nación alrededor de este biotipo humano argentino menos blanco y más mestizo, como lo era el propio Carrillo. A pesar de ello hay una búsqueda de cierta pureza racial, esta vez tendiente a homogeneizar un biotipo “nacional” menos blanco pero de igual manera implicaba construir la nación sobre la base de la idea de características fenotípicas y hereditarias. Vemos en Carrillo las preocupaciones más sobresalientes de la bio-política que señalaba Foucault (1981 y 1992): el paso de una economía de la familia a la economía de la población, o la economía política. Lo que antes era privado, como la prolongación de la vida, se convierte en un problema público estatal. La preocupación por las endemias de esta época, lleva a la necesidad de estudiar sistemáticamente su naturaleza y su extensión. El estudio de las “endemias, enfermedades de formas variadas cuya característica es su persistencia en una región, en el tiempo y en el espacio geográfico”, es fundamental en sus planes de salud pública para el período 52-58 166(Carrillo, 1975: 136). Para estudiarlas, se hace necesario conocer su desarrollo geográfico a través de “mapas epidemiológicos”, las características de la población o condiciones indirectas de producción de enfermedades, o sea los problemas sociales que inciden sobre estas enfermedades167. Todas estas causas frecuentes de defunción o de disminución de la capacidad humana son estudiadas como "factores permanentes (...) de reducción de fuerzas, de energías, de disminución del tiempo de trabajo", no como aspectos propios de un bienestar humano que excede a los aspectos productivos.

SUJETOS DE ASISTENCIA SOCIAL. HISTORIAS DE METAMORFOSIS LOS “MENESTEROSOS” A LOS “DESVALIDOS”

DE

En la Argentina, el Estado de Bienestar se caracterizó por un estilo paternalista de asistencia social. El paso de la beneficencia religiosa a la Asistencia Social, se realiza por la intervención a las poblaciones pobres por medio de tres modalidades: la estatización de organizaciones benéficas, la institucionalización de la Asistencia Pública y la Salud Pública y la creación de una fundación no gubernamental regentada por la primera dama, Eva Perón. La Fundación Evita, si bien tuvo una fuerte carga simbólica como superación de la beneficencia practicada por las damas de la oligarquía, se funda a su vez, en la subordinación de la acción directa líder-masas. Eran los "desposeídos", los "marginados", el "pueblo" de manera difusa, "mis cabecitas negras" a los destinatarios que Eva apelaba para brindar la "ayuda" como sustituto de la "limosna". A esta forma de asistencia Bustelo (1995) la denomina feminización de la política social, y la describe como correlato de la relación caudillo-patrón -recurrente en las relaciones sociales y políticas de América Latina- caracterizada por un estilo personalizado en la figura de la "primera dama" con la responsabilidad de amparar a los más vulnerables, lo

166

En este plan Carrillo considera que se debe poner énfasis en los factores directos o indirectos de la enfermedad, a diferencia del plan 47-51 donde el objetivo fue crear una conciencia sanitaria en el sentido de hacer comprender, que la salud pública, como función del Estado, no es una mera cuestión de hospitales. 167 Entre los objetivos generales de la medicina social o preventiva, Carrillo considera dos tipos de factores sociales de las enfermedades, los de carácter discriminado y los indiscriminados. Los primeros serían individuales o por grupos sociales, como la alimentación deficiente o insuficiente, la vivienda insalubre, la ignorancia sanitaria, el trabajo y el ambiente insalubre, los deportes no controlados. Los segundos, son los que afectan a toda la población, como los hábitos de costumbre antihigiénicos, urbanización no planificada, hacinamiento, higiene pública no controlada sanitariamente (mercados, cementerios, mataderos, ciudades, basuras), pauperismo. Para atacar estos problemas propone el diagnóstico precoz, donde uno de los aspectos más importantes es “el problema de determinar qué grupos sociales deben ser controlados” lo que es para él un problema de sistematización demográfica (Carrillo, 1975:22).

110

que abona una relación social pre-ciudadana, pero que al mismo tiempo constituye una ciudadanía particular. Si bien el Estado colocó en la arena política y también económica a vastos sectores populares (trabajadores organizados y no organizados) esta participación no se manifestó, a nivel de políticas públicas, en una acción homogénea dirigida al pueblo que se apelaba. Al mismo tiempo que algunos trabajadores iban consolidando sus derechos sociales, los no trabajadores, los “desvalidos” debían atenerse a la asistencia estatal. En Argentina, al igual que en el resto de América Latina, según O’Donnell (1982), el proceso de formación de “identidades colectivas” a nivel nacional, por parte de vastos sectores hasta entonces marginados, se hizo mucho más como pueblo que como ciudadanía. Grandes sectores de la población segregados de toda participación irrumpieron en la escena política como pueblo. Se hacían reconocer como miembros de la nación a través de la demanda de justicia sustantiva, planteadas no tanto como miembros de una clase, sino como pobres postergados que, además encarnaban lo auténticamente nacional. En este sentido el peronismo, como sentimiento de dignidad y vivencia política se ilustra a partir de la figura de Evita. Encuentro “entre una adhesión personal “indescifrable”, una manera de comprender y de sentir lo político, y una afirmación de dignidad personal” (Martuccelli y Svampa, 1997: 349). La forma de asistencialismo implementada de arriba hacia abajo en la relación lídermasas si bien marca la superación de la beneficencia existente hasta ese momento, mantiene su carácter asistencial. El Estado ya no deriva a las entidades de beneficencia sino que tiene acción directa sobre la actividad asistencial. Es el Estado el que “protege” y tutela 168 a los ciudadanos a partir de un discurso unido a la justicia sustantiva pero que no se traduce siempre en “derechos sociales”. Sin embargo, esta apelación a los desfavorecidos y desprotegidos, según Tenti (1989: 82), que se instrumenta a partir de una lógica ideológica política, en términos de producción de lealtades y apoyos explícitos a la doctrina y a la dirigencia justicialista, sobre todo a su líder, va acompañada de un discurso que presenta a las acciones asistenciales como orientadas a realizar un derecho de los “trabajadores”, de los “ancianos”, de los “niños”, etc. ya no un deber de los miembros más privilegiados de la sociedad. Esta representación es importante por que es asumida por sectores relevantes de la clase obrera y de las capas más pobres del país. Los que comienzan a traducir sus necesidades en intereses explícitos y hasta en demandas puntuales, formuladas por sus organizaciones representativas ante las instancias donde se deciden las políticas públicas. Existe además un elemento simbólico de superación de la beneficencia. La eliminación de la Sociedad de Beneficencia y el paso de sus instituciones al ámbito gubermamental es uno de los momentos más emblemáticos de la transformación peronista y se ha constituido en el mito de la visión antioligárquica del peronismo. Este hecho está asociado en el imaginario nacional, a una reunión en que Eva Perón habría expulsado a las damas de la oligarquía que regenteaban, en ese momento, la Sociedad de Beneficencia. Tal reunión nunca se concretó según la historiadora Donna Guy (1997). Las damas habrían pedido reiteradas audiencias al presidente sin que les fuera otorgada. Trataban de entrevistarse con el presidente para tratar problemas que habían tenido en las cámaras por una denuncia laboral y por unos letreros difamatorios que aparecieron en la ciudad de Buenos Aires. Perón les otorga la entrevista, con

168

La función tutelar no solo se realizó por medio de la Fundación Eva Perón o las políticas asistenciales. También se promulgaron en este período una serie de leyes de protección a los niños que limitaban la autoridad paterna. Estas leyes incluían la ley de adopción completa y la eliminación de la discriminación de los hijos ilegítimos. Pero al mismo tiempo, el sistema reducía el poder del padre. En 1950, por ejemplo, se promulgó una ley que penalizaba a los padres que no proveían de suficiente comida a sus hijos. En la retórica pública, el peronismo cambió la idea del padre como una figura autoritaria hacia algo así como una maestra benevolente, mientras Eva Perón era elevada en los libros escolares a la posición de “alma tutelar de la nación”. En este nueva era del Estado de Bienestar, según Donna Guy (2000ª), el padre claramente pierde poder sobre sus hijos a favor de la madre y del estado.

111

el ministro del Interior el día 25 de julio. El mismo día se enteran que la Sociedad sería intervenida. El Senado le había solicitado al presidente Perón que decretara la intervención federal de la Sociedad. Las palabras utilizadas por el senador Molinari en ese momento, alegaban que el decreto de Rivadavia que dio lugar a la Sociedad de Beneficencia era un retroceso a la época colonial. Asimismo, el senador planteó que el liderazgo de la Sociedad se había deteriorado, porque se trataba de un conjunto de damas oligárquicas incompetentes que malversaban cada año millones de pesos de dinero otorgado por el Gobierno. Su discurso provocó fuertes demostraciones de apoyo entre los asistentes (Guy, 1999). Eva, una mujer de origen popular, es la que desarrolla, no sobre la base de principios de “caridad” y “limosna”; si no a través de la apelación de justicia social a esos “pobres”, “marginados”, “humildes”, apela resignificando en el pueblo su situación de segregación histórica. Sé re-significa la imagen que de sí mismo tiene el pueblo, con elementos movilizantes y de auto-afirmación. En oposición a aquel que históricamente subestimaba sus capacidades, que les negaba idoneidad para la participación política y les cercenaba del acceso a cierto bienestar. Existe una doble direccionalidad en la interpelación, el pueblo que demanda justicia y Eva que re-descubre su identidad. Uno de los elementos que fortalecen su discurso, es su propio origen popular. Dice Eva Perón en “Mi mensaje”169: “Yo... nací en el pueblo. Y sufrí en el pueblo. Tengo, carne, alma y sangre de pueblo. Yo no podría hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo”. Es el pueblo de la calle el que exige y demanda, es su movilización a la que se convoca políticamente. Como en la vieja caridad y durante la beneficencia, ahora también los pobres y los niños son objeto fundamental de la intervención asistencial estatal. A los pobres se los integra, no como una clase o raza inferior, sino como parte del pueblo. Se constituyen ahora en sujetos de derechos y también de “solidaridad social”. La justicia social, en el discurso de Eva, estaría vinculada a “una adecuada legislación” laboral y a “una equitativa distribución de la ayuda social” como complemento, una de la otra. La ayuda y la asistencia social están destinadas a los seres “no aptos para el trabajo” y “la justicia social juega en el orden de los seres aptos para el trabajo, puesto que los que dejan de serlo, ya sea por accidentes, por enfermedad, o por causas que la ley contempla, no quedan jamás desamparados. La ayuda social, en cambio, va dirigida a otro sector humano, que el Estado y la sociedad no pueden ni deben ignorar. Es un deber de solidaridad humana que supera todo prejuicio. No reconoce fronteras, razas ni religiones. Apuntala y preserva el derecho de vivir para aquellos que por razones de edad, por causas de enfermedad o por incapacidad física, no son aptos para el trabajo” (Perón, Eva; 1948c: 449). Eva está polemizando, en este discurso, con los críticos a la Fundación Eva Perón, que planteaban que su acción no se diferenciaba de la Sociedad de Beneficencia. Era un campo de luchas entre dos concepciones en pugna y Eva lo entiende así. La “polémica es una forma de lucha, de combate”. Su artículo se denomina: “ayuda social, sí; limosna, no” y plantea que en esas cinco palabras “se encierra la mejor y más categórica respuesta a los detractores de la política humanista del actual gobierno” (Perón, 1948c: 448 cursivas nuestras). En un diario del mismo año sobre la Fundación Eva Peron, bajo el título “Una fuente de milagros, la Fundación” se reproduce una expresión de Eva sobre como entiende este dispositivo en diálogo con las otros dispositivos de intervención “No, no, no es filantropía, ni es caridad, ni es limosna, ni es solidaridad social, ni es beneficencia, ni siquiera es ayuda social, aunque por darle un nombre aproximado yo le puesto este”. La “ayuda social” es según ella una “exacta interpretación de la doctrina cristiana”, destinada a los no aptos para el trabajo que, a diferencia de la limosna, no debe reproducir las diferencias de clase, ni “debe quebrar la moral de quien la recibe”. Esta idea de la ayuda social, implica una redistribución de recursos entre los que trabajan y los que no trabajan, no es una

169

Último escrito de Eva Perón. Leído por el locutor oficial desde los balcones de la Casa de Gobierno en presencia del general Juan Domingo Perón el 17 de Octubre de 1952, a 82 días de su muerte desde los balcones de la Casa Rosada, en Plaza de Mayo.

112

dádiva de las clases consideradas “superiores” con las “inferiores”. Este vector del no trabajo como eje de la asistencia, como decía Castel, atraviesa el pensamiento asistencial y esta nueva forma de intervención: la “ayuda social”. Sin embargo la ineptitud para el trabajo, ahora no justifica el encierro, la penalización o la moralización como en la etapa del discurso benéfico, sino que es considerado un “problema social” y una cuestión “humanitaria” resolverlo. La responsabilidad de los que trabajan con relación a los que no lo hacen basa de la nueva idea de justicia social. La representación de estos dos tipos de población cambia substancialmente. El trabajador es el sujeto protagónico de la nueva transformación política y económica. Al decir de Perón, es la “columna vertebral del movimiento” justicialista, como él denominaba al peronismo y para Eva es, la producción lo que lo hace sujeto y objeto de justicia social. La “solidaridad humana” de origen cristiano, a diferencia de la “justicia social” asociada al trabajo, es entendida como la redistribución de riqueza de los que trabajan a los que no trabajan y fundamenta la “asistencia”. Las nuevas representaciones de ambos tipos sociales: el trabajador y el pobre, se vinculan estrechamente con esta concepción de justicia social que diferencia la solidaridad humana del rol que el trabajo y la producción tienen en la construcción del nuevo Estado. Para diferenciarse de las prácticas políticas anteriores y de su régimen, Eva afirmaba: “sin hacer estadística, afirmo que los necesitados, los desvalidos y los enfermos que requieren nuestra solidaridad y lo fundamentan en su derecho a la vida, proceden más de la dejadez y negligencia del Estado, bajo las formas y prácticas anteriores, que de lo que podríamos llamar una ley natural. La pobreza de las leyes sociales caracterizó nuestro pasado inmediato. Las pocas que existían no tenían más vida ni realidad que la del papel donde fueron impresas. Los trabajadores, en su totalidad, tenían ante sí una sola senda: la que llevaba fatalmente a la ancianidad desvalida. Con salarios de hambre, sin seguridad de ocupación, sin derecho a mejoras, sin una sola garantía sobre ellos, su familia y su porvenir, fueron formando y alimentando los dos campos más importantes donde hoy debe actuar la ayuda social: la ancianidad desvalida y la niñez sin hogar” (Perón, E.; 1948c: 451, cursivas nuestras). De todas maneras Eva mantiene una diferencia entre los “pobres válidos” que serían ahora los que han llegado a esta situación por la injusticia y las faltas de garantías sociales anteriores y los “desafiliados”, como los pordioseros. Los primeros serían los desvalidos destinatarios de la ayuda social y los pordioseros, según ella, son los que deben ir a los hogares. “Para el pordiosero están los hogares; para los necesitados, está la ayuda social, que lleva inclusive a los hogares” (Perón; E., 1948c: 450). Entre los indigentes válidos estarían entonces los desvalidos. Los primeros son objeto de asistencia para revertir la situación de incapacidad para el trabajo o de la injusticia que provoca su abandono. Mientras que el pordiosero es según Castel (1997:31), el extranjero en el antiguo sentido del término, el extraño o ajeno sin vínculos. Para él no existen las redes de protección cercana, sería el desafiliado por excelencia. El pordiosero no es objeto de intervención reparadora para aumentar la vida y la productividad del trabajo, ni tampoco para reparar las injusticias por medio de la asistencia. Para él se proponen soluciones disciplinares. No se trata de una tecnología política que regula la salud, las formas de alimentarse y de vivir y las condiciones de vida de los trabajadores (Foucault, 1992). Al pordiosero se lo debe encerrar por que es potencialmente peligroso para la sociedad, se interviene para disciplinar no su vida sino su cuerpo. La ayuda social tiene en esta concepción de Eva Perón, algunos elementos fundamentales que la caracterizan: a) la aplicación del saber científico, sistemático y racional a la “pobreza válida”, “previo examen de las condiciones de vida de quien la recibe”; b) su base en la justicia social de los que trabajan hacia los que no trabajan; c) no se realiza en casos excepcionales sino en forma colectiva, d) se suprime como destinatario de la ayuda a los “pobres vergonzantes” o sectores de status empobrecidos, e) se realiza para “recuperar” para el trabajo, para “curar”, para integrar a la sociedad. Eva delinea estas características cuando apuesta en ese campo de disputas que asignaban a la acción de la fundación, iguales características que la limosna. “Queremos hacer una diferencia entre lo que juzgamos limosna y 113

ayuda. La limosna humilla y la ayuda social estimula. La limosna no debe organizarse, la ayuda sí. La limosna debe desaparecer como fundamento de la asistencia social. La ayuda es un deber y el deber es fundamento de la asistencia. La limosna se otorga discrecionalmente, la ayuda racionalmente. La limosna prolonga la situación de angustia, la ayuda la resuelve integralmente. La limosna deja al hombre donde está, la ayuda lo recupera para la sociedad como elemento digno y no como resentido social"170 Eva planteó que “para los que acusan, bueno es recordarles que la ayuda social que ahora se practica nada tiene de común con la de antes. No llega a manera de limosna como caso excepcional, ni tiene el antifaz de pensión graciable. No se hace presente para quebrar la moral de quien la recibe, ni para cubrir los gastos que demanda el sostenimiento de un departamento de lujo o la alimentación y el cuidado de un perrito de raza” (Perón; E, 1948c: 448). “La ayuda social como se practica ahora, viene como consecuencia de un proceso de estudio debidamente madurado. Está metódicamente organizada. Tiende a restituir a la sociedad, lo que el destino y los malos gobernantes apartaron de ella. La ayuda social, que llega, que se suministra racionalmente, previo examen de las condiciones de vida del que la recibe, protege y estimula. (...) Para definir la ayuda social, podría decirse que es la exteriorización del deber colectivo de los que trabajan, de cualquier procedencia o clase social, con respecto a los que no pueden trabajar” (1948c: 448-451).

REPRESENTACIONES SOBRE DESCAMISADOS, LA INSTITUCIÓN DEL

LA NIÑEZ POBRE, PEQUEÑOS PATRONATO Y EL CONTROL SOBRE

LOS LUGARES DE ENCIERRO Como en la etapa benéfica, el drama de los huérfanos y niños de la calle continuó obsesionando a los funcionarios públicos. La renovada importancia, hasta ese momento de grupos como la Sociedad de Beneficencia y las damas de San Vicente de Paúl, a cargo de las instituciones para los niños pobres, presagió un gran choque entre las mujeres de la oligarquía y Evita. En ese momento, la imagen de los niños pobres ya se había transformado en un “peón político” de la lucha de clases que condujo a eliminar estigmas sociales relacionados con la clase, el status de los padres y el nivel de legitimidad. (Guy, 2000) La preocupación por los niños desvalidos se convierte en un problema “nacional” y la causa de su situación no se explica, como en la etapa anterior, por el abandono moral de sus padres o por la inferioridad de su clase o de sus hábitos de vida. Según Eva “el problema del niño –del niño enfermo y sin recurso, del niño desvalido, del niño abandonado, del niño, en fin, que desconoce el calor del hogar, por infinidad de causas que son, en su gran mayoría, sociales – es un problema nacional y seguramente el más urgente de esta hora. (...) Porque luchar por el bienestar, la salud física y moral, la educación y la vida del niño, es en síntesis, luchar por la grandeza ulterior de la Patria y el bienestar futuro de la Nación” (Perón; E, 1948d: 455 cursivas nuestras). La relación madre-niño, y sobre todo los niños desvalidos siguen siendo objeto de intervención social. Esta se realizaba, en aquella época, por medio de tres tipos de modalidades: la estatización de la institución del patronato bajo tutela del juez; la protección a niños desvalidos en instituciones donde junto a la moralización aparece la idea de rehabilitación, educación y protección y, finalmente, la educación por medio del turismo social dirigida a formar jóvenes y niños. El decreto 20.564, del 17 de Julio de 1948, concede personería jurídica a la entonces denominada Fundación de Ayuda Social. En 1950 se reforman los estatutos y pasa a denominarse Fundación Eva Perón. A partir de esa fecha la Fundación adquiere un rol protagónico en la política asistencial opacando la Dirección Nacional de Asistencia Social que 170

Texto aparecido en la contratapa del Plan Social 1995 de la Secretaría de Desarrollo Social, pág. 2.

114

se había creado en 1948171. La Fundación realiza dos grandes tipos de actividad. La primera relacionada con la atención integral a grandes establecimientos de internación, tales como hospitales regionales, hogares de ancianos, hogares escuelas, hogares transitorios, centros turísticos. La segunda actividad es la distribución de subsidios y bienes en grandes cantidades172 (Tenti, 1989: 77-81; 100-104). A partir de la Fundación Eva Perón se realizan algunas acciones destinadas a la niñez, como la “ciudad de los niños”, los denominados hogares escuela - que se distribuyen en todo el país - y la promoción de viajes de niños del interior a la ciudad de Buenos Aires y La Plata. Estas últimas actividades se enmarcan en la política del “turismo social”173 centrada en una concepción educativa y sanitarista del ocio. Según Eva, estos menores que sufren del abandono, son a su vez, víctimas de las desigualdades sociales. Eva dice, “comprobé entonces con horror, que hay provincias argentinas donde la mortalidad infantil llega a las cifras de 300 por mil. Verifiqué que había centenas de miles de niños nuestros que casi no conocían ni la carne ni el pan, aunque habían nacido en un país exportador por excelencia de esos dos elementos básicos alimenticios. Vi a millares y millares de criaturas sin educación, sin higiene, sin calor familiar, viviendo en sórdidos rancheríos, siendo pasto de todas las enfermedades y consumiendo en una desesperación callada todo lo que en los otros, más felices, son sueños de la niñez”. La labor que desarrolla la Fundación a favor de la niñez desamparada, es también una labor educativa, considerada fundamental para inculcar los valores que vertebran el pensamiento justicialista como lo son, la solidaridad social y la familia. Estos valores se suman a los que ya venían siendo hegemónicos en el pensamiento higienista como la especialización para el trabajo y el amor a la patria. “Hemos iniciado un proceso, con algunos centenares de niños, a fin de prepararlos para una juventud capaz (...) Para inculcarles todo lo que necesita la condición humana y es capaz de asimilar la sensibilidad infantil. Desde los conceptos morales de hogar, Patria, familia, solidaridad social y espíritu de justicia, hasta los principios generales de la educación y la especialización en el trabajo. Desde la higiene más rudimentaria hasta los más elevados conceptos de fraternidad”. (Perón; E, 1948d: 456 cursivas nuestras). Así como Eva en la ciudad de los niños, proponía educar niños de lugares lejanos del interior, en Salta se reproduce la misma representación con los niños del interior rural. “Es así como menores de los más apartados lugares de la provincia, se encuentran internados en los distintos establecimientos educacionales y hogares de esta ciudad, recibiendo instrucción escolar y técnica con la que regresaran a su terruño capacitados para desempeñarse honrada y eficazmente en las actividades que emprendan”. El gobierno debe educar a la juventud obrera y el gobierno revolucionario facilita el “nacimiento de una nueva generación, robusta, generosa y capaz” (Cornejo, 1947: 53).

171

Se inicia con una donación simbólica de Eva Perón equivalente a 2.500 dólares en 1948, pero su financiamiento provendrá básicamente de legados, donaciones y por aportes establecidos por ley. La Ley 13.992 sancionada en septiembre de 1950, encomienda a la Fundación el fomento del turismo social para empleados y obreros y la autoriza a hacerse cargo de cualquier establecimiento dedicado a fines de asistencia social, asumiendo las funciones que tenía el Instituto Nacional de las Remuneraciones creado en 1945. Se dispone que la Fundación pasará a disponer del 3% de los aguinaldos (2% a cargo de los empleados y 1% de los empleadores). (Tenti, 1989: 77-81; 100-104). 172 Por ejemplo, en la memoria de 1954 se dice que la Fundación ha distribuido 3.726.164 unidades de ropa, calzados, libros, muebles, en el país y en el extranjero. También se otorgan becas, dinero en efectivo y pensiones a la vejez; cuatro hogares de ancianos, tres hogares de transito, un restaurante y comedor popular, 14 hogares escuelas, una ciudad infantil, otra estudiantil, una escuela de enfermeras, cinco policlínicos, un instituto del quemado, tres unidades turísticas, 7.089 pensiones, 4800 subsidios, 218540 niños y jóvenes participantes en torneos deportivos, 52.347 participantes en programas de turismo social, 8.516 alumnos inscriptos en establecimientos educativos. Los recursos partieron de esa suma hasta 800 millones de pesos y los gastos un promedio de trescientos millones durante el periodo que va de 1948 a l953 (Tenti, 1989: 77-81; 100-104). 173 Ver Flores Klarik, 2001.

115

La acción de la Fundación Eva Perón a partir de los llamados Juegos Evita174 y las colonias de vacaciones, así como la Ciudad de los Niños175, perimitió viajes de niños del interior a la ciudad-puerto. Se observa en sus textos sobre estas actividades como se transfiere el imaginario del migrante trabajador al del niño pobre “descamisado”, al que se busca dignificar a partir de la acción de la Fundación. Dice Eva que antes de fin de año, esperaban recibir “un contingente de varios miles de pequeños descamisados del interior del país para su correspondiente salubridad, educación y especialización para la lucha por la vida”. La solidaridad social de la “ayuda social” se entiende de manera paternalista, aunque diferente a la limosna. Por eso Eva decía que se trataba de una “ayuda fraternal de los hermanos mayores y más felices para con sus hermanos menores y sin hogar; y por eso mismo más dignos de recibirla y más merecedores que nadie de nuestra ternura, de nuestro esfuerzo y de nuestro corazón” (1948d: 457-458). La construcción del Hogar Escuela176 en Salta, cambia la modalidad de encierro de casas correccionales, reformatorios para niñas o expósitos o huérfanos, existentes hasta esa fecha, a la de “hogares escuelas”, “casas infantiles”, “hogares agrícolas”. En este cambio se introducen factores de rehabilitación basados en el aprendizaje formal o en talleres de reeducación de distinto tipo. De acuerdo con una investigación realizada en las actas del establecimiento (Rivera Araóz, 2002) los orígenes del Hogar Escuela se remontan hasta Domingo Faustino Sarmiento, quien en su intento por contener a la población rural dispersa, proponía un tipo de internado denominado “Casa de Reforma” o “Casa de Redención”. Posteriormente Nicolás Avellaneda177 lleva a cabo la realización de los denominados “Asilos Rurales”, institución destinada a los niños que habitaban en zonas rurales apartadas. Finalmente, Alfredo Palacios178, en 1939, por medio de la Ley de Ayuda Escolar, incluye lo que luego será conocido como “las escuelas hogares”. Se decía que por medio de estas, todos los niños, en especial los provenientes de sectores empobrecidos, recibirían idéntica instrucción como parte del mismo derecho, prescripto en las leyes 1420179 y 4874, las que especificaban que en las escuelas hogares además se impartiría una enseñanza que inicie a los niños en la educación para el trabajo.

174

Comenzando en 1947, con la iniciativa de Ramón Carrillo y el empuje de Eva Perón, los Juegos Infantiles Evita se constituyeron en el primer antecedente histórico de deporte social masivo en América. Estos Juegos fueron concebidos originalmente como un gran programa de salud y una herramienta para la inclusión social y resultaron una oportunidad para que miles de niños participen de actividades deportivas organizadas. 175 La Ciudad de los niños fue inaugurada en 1951, por Perón, ubicada cerca de la ciudad de La Plata. Reproduce a escala accidentes geográficos y paisajes naturales. La Ciudad está conformada por treinta y cinco edificios que, realizados en una escala acorde con niños de diez años, muestra una elaborada mezcla de estilos arquitectónicos que incluye influencias medievales, europeos e islámicos. Cada una de estas edificaciones representan las sedes de las instituciones públicas, instalaciones fabriles, deportivas, comerciales, educativas y religiosas que conforman un país. El parque se conforma así con un Centro Cívico, un área urbana y otra que tiene las características de un medio rural, además de tener una zona tipo parque de diversiones, con juegos mecánicos. El objetivo fundacional fue hacer edificios que permitieran vivenciar el funcionamiento de las instituciones republicanas, formando a la población infantil en los principios democráticos. 176 El Hogar Escuela se comienza a construir luego de concretada la donación de unos terrenos colindantes al parque San Martín por la Provincia de Salta. En 1950, se están realizando las obras de lo que se llama “Hogar Escuela” Coronel Perón. Tiene 16 salas y capacidad para albergar 1.500 niños internados (El Tribuno, 1999: 138-139). 177 Nicolás Avellaneda, nació en Tucumán en 1836 y murió en 1885. Ministro de Gobierno durante la presidencia de Alsina y de Instrucción Pública con Sarmiento, en 1874, fue elegido presidente de la República. 178 Jurisconsulto, político y escritor argentino (1880-1965). Como diputado del partido socialista promovió una serie de leyes sociales de importancia. 179 Ley de Educación primaria obligatoria y gratuita.

116

Entre los principales sujetos de asistencia social, en Salta, se encuentran la madre y el niño, la madre soltera, el niño y el adolescente, los lisiados, los sumergidos y los ancianos (Cornejo, 1947:53). Por ello el gobernador se propone instalar un servicio Materno-Infantil “que servirá como base a un más vasto sistema de protección a la Maternidad e Infancia, que abarcará a toda la provincia cuando se pueda contar con todos los elementos destinados a tal fin. Tendrá también a su cargo la sección de Asistencia Social el Servicio Médico Escolar” (Cornejo, 1947: 53-54). En cuanto a la situación de los menores e incapaces en situación de abandono se la contempla por medio de la Ley de Patronato. La institución del patronato, en la que se basa la vigencia de tutela sobre menores180 viene a continuar en Salta una función tutelar basada en las prácticas de patronazgo. El patronato es una figura jurídica de origen español neocolonial, que en América se traduce en la autoridad del encomendero sobre los indios181. El patronato sobre la gente trabajadora y pobre se ejerció de diversas maneras. Primero a través de la institución del conchabo o el servicio doméstico servil y luego en los lugares de encierro de las organizaciones benéficas (Alvarez Leguizamón, 2004). Esta forma se ejercía no sobre los trabajadores sino sobre los pobres válidos, sobre todo mujeres y niños donde se consideraba anidaba el “peligro”. Muchas de estas intervenciones se realizaron por medio de instituciones privadas benéficas denominadas propiamente “Patronatos”, como por ejemplo el Patronato de la Infancia. La Ley de Patronato, había sido presentada por el diputado conservador Agote en 1910 y fue sancionada en 1919, luego de amplios debates, durante la presidencia de Irigoyen. Su promulgación había implicado un cambio, por cuanto se reconoció por primera vez la función del Patronato como propia del Estado nacional o provincial. En el momento de su sanción no había una diferencia marcada entre beneficencia y asistencia social por que era muy incipiente la laicización de las tareas de asistencia. Por ello, la ley no discrimina entre asistencia y beneficencia y habla en cambio de beneficencia publica y privada. La asistencia social o asistencia pública cobra autonomía como campo de intervención social propio, recién en esta etapa. Por ello las denominaciones van cambiando de beneficencia e higiene pública a asistencia pública y, finalmente, asistencia social. La causa por la cual se delega en el Estado el ejercicio del patronato se funda en el abandono material o moral o peligro moral que se define en la Ley, como “la incitación de los padres, tutores o guardadores a la ejecución por el menor, de actos perjudiciales a su salud física o moral, la mendicidad o vagancia por parte del menor, su frecuentación a sitios inmorales y de juegos, o gente viciosa o de mal vivir, que no habiendo cumplido 18 años de edad vendan periódicos, publicaciones y objetos de cualquier naturaleza que fueren en las calles o lugares públicos o cuando, en estos sitios ejerzan oficios lejos de la vigilancia de sus padres, guardadores o cuando sean ocupados en oficios o empleos perjudiciales a la moral o la salud” (Art. 21). En esos casos “los jueces (...) podrán disponer preventivamente de un menor que se encuentre material o moralmente abandonado o en peligro moral, entregándolo a una persona honesta, pariente o no, o un establecimiento de beneficencia público o privado” (Art. 4). En esta etapa, y a partir de la transición que se inicia con la Ley Agote y con las leyes que van liberalizando la institución del conchabo sobre los trabajadores (Ley Güemes y Estatuto del Peón) se produce una transformación fundamental. Es el Estado por medio de la supervisión de las relaciones laborales el que puede regular los derechos de los trabajadores y hacerlos cumplir. Así, la tutela o patronazgo se coloca no ya en el trabajador el que se va convirtiendo en trabajador libre, ciudadano y sujeto de derechos, sino en los menores, en los pobres y en los

180

Esta se instituye a partir de la ley 10903/19. El rey entregaba como premio a la conquista a los soldados españoles grupos de indios y los “encomendaba” para la enseñanza al cristianismo bajo relaciones serviles. De las encomiendas, tenencia de gente y la distribución de mercedes reales, sistema de tenencia de la tierra, entregadas a los españoles que venían a América, nacen las haciendas. 181

117

aborígenes. El patronato estatal se convierte de ese modo para algunos juristas en “una especie de quehacer genérico referido a la tutela de los sectores sociales carenciados”. Hasta la década de los 40’, la beneficencia privada o pública constituía formas de patronato extendido, mientras que las acciones de higiene publica, luego de salud pública y las de asistencia social o asistencia pública, incluían elementos no tanto de tutela patronal como de reeducación y adaptación, prácticas basadas en la lógica filantrópica (Donzelot, 1985), puesto que allí el rol educativo es más fuerte que el de la “tutela social”. La gubernamentalización de la tutela asistencial para menores, más allá de la interpelación que se hace a los derechos en el discurso, son en sus prácticas una forma de patronato extensivo a todas las edades de pobres. No es casual que los considerados como menores e incapaces estén fuertemente asociados al no trabajo y hayan sido el objeto de asistencia más importante de la beneficencia y, luego también, de la asistencia social estatal. Tampoco es casual que los aborígenes hayan estado bajo la tutela de las leyes de incapaces y de la institución del patronato, como veremos más adelante.

INTERVENCIONES

SOCIALES Y REPRESENTACIONES SOBRE POBREZA EN LA ETAPA DESARROLLISTA (1955-76)

LA

“La acción comunitaria –como el movimiento cooperativopermite simplificar la acción del Estado, ciñéndola al manejo eficiente de los resortes del sistema, sin penetrar en todo aquello que los individuos pueden realizar mejor con su propia iniciativa y responsabilidad, pues ya el Estado está tomando sobre sí funciones muy delicadas en la planificación del desarrollo”182. Raúl Prebisch El período que va del golpe de estado a Perón a otro golpe militar el de 1976, es la etapa que denominamos propiamente desarrollista en la Argentina, que abarca del golpe militar que destituye a Perón en el 55’ a la terminación de la última dictadura en 1984. Este período de treinta años se caracteriza por la sucesión de democracias restringidas – debido a la proscripción del peronismo como partido- y por una serie dictaduras militares. Tanto los estilos de gobierno democráticos como los dictatoriales se alinearon, en términos generales, a las políticas dictadas por los Estados Unidos. A partir de este momento, se producen dos cambios fundamentales en la política nacional. Por un lado, la Argentina abiertamente se inscribe en las directivas desarrollistas de los organismos internacionales que pretenden promover el desarrollo, cosa que había sido resistida durante los gobiernos de Perón y, por otro, las dictaduras restringen y cercenan parte de los derechos sociales adquiridos durante la gestión peronista. En la década de los 60’, gran parte de las ideas y prácticas del discurso del desarrollo que venían promoviendo Estados Unidos para los países de América Latina, se van plasmando en partidos políticos y en políticas, que marcan el advenimiento de nuevos gobiernos denominados desarrollistas. En este tipo de gobiernos, la palabra progreso se constituye en el eje central de todas las medidas políticas, económicas y sociales. En Argentina, el desarrollismo se inicia con el gobierno militar liderado por Eduardo Lonardi tras el golpe del 55’ -que provoca la derrota de Perón -, y sigue con el gobierno democrático de Arturo Frondizi quien llega a la presidencia, gracias al apoyo del peronismo que estaba proscripto183. La denominada “Revolución Libertadora”184 que surge en el 55’ se caracterizó por una sucesión de presidentes militares. Luego siguieron cortos interregnos

182

Discurso de despedida de la CEPAL en Mar del Plata (citado en Ander- Egg, 1981: 53). El análisis sobre las transformaciones políticas y económicas que se inician en esta etapa se basan en Alain Rouquié (1983[1978]: 112-223). 184 Denominación que sé auto asignó el gobierno militar que produjo el golpe del 55’. 183

118

democráticos sucedidos de largas dictaduras. La “revolución libertadora” y la presidencia de Frondizi tuvieron una orientación política-económica que marca una ruptura substancial con la sustentada hasta ese momento por Perón. La política económica implementada se basó en el retorno al liberalismo económico y social, la privatización de empresas estatales, la transferencia de ingresos hacia los sectores de la oligarquía tradicional, el apoyo al capital extranjero y la clara alineación con los Estados Unidos que implicó, en el ámbito internacional, la inclusión de la Argentina en los organismos “promotores del desarrollo”. La ruptura con la política tercerista que Perón había promovido provoca una serie de medidas que comienzan a limitar o revertir los derechos y conquistas de los trabajadores. Las primeras medidas de la Revolución Libertadora fueron: la intervención de la Confederación General del Trabajo -que nucleaba a las organizaciones obreras bajo un sindicato único- y de las organizaciones gremiales que dependían de ella; el encarcelamiento y persecución de sus dirigentes, la disolución del partido peronista y la Confederación General Económica. Esta línea política ultraliberal, era denominaba línea Mayo-Caseros185 que “justificaba la represión del peronismo por la “esencia democrática” de la historia nacional y la asimilación de Perón a Rosas”(...)“En pocas palabras, a través del proceso de “redemocratización” se operaba una restauración de los grupos dirigentes hechos a un lado por Perón. Los dueños del país volvían a tomar en sus manos las riendas del estado” (Rouquié [1978] 1983: 130). El plan global que llevó a cabo el gobierno, fue encargado a Raúl Prebisch, quien luego dio origen al llamado “Plan Prebisch”. Este era un experto de reputación internacional por su participación en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la Organización de Estados Americanos. Además había sido administrador del Banco Central en la presidencia de Castillo. Sus recomendaciones fueron el hilo conductor de la política económica del presidente Aramburu, quien siguió en la sucesión de la Revolución Libertadora. El Plan Prebisch enfocaba la situación esencialmente desde el punto de vista ortodoxo de la moneda y las reservas de divisas. Según su equipo la causa de la inflación eran “los aumentos masivos de salarios y el dirigismo estatal”. El informe planteaba que durante el período peronista, el producto por habitante prácticamente no había variado (+ 3,5% en 10 años) y que las categorías sociales favorecidas por Perón mejoraron su condición en detrimento de los otros grupos sociales. Así, el informe demostraba que los obreros habían aumentado su ingreso real en un 37% a expensas de los productores agropecuarios y de las clases medias. “La “ciencia” económica legitimaba así la vindicta social de los propietarios y de los privilegiados”. Algunos de los objetivos de la política que proponía y que se constituyó en el plan de gobierno fueron: el incremento de las exportaciones agropecuarias, el aumento de la productividad -mediante la supresión de las “prácticas restrictivas” permitidas por algunas convenciones colectivas- y el traspaso “a la iniciativa privada” de la mayoría de las empresas administradas por el Estado. En el ámbito de política internacional, el plan aconsejaba llevar una política opuesta al tercerismo peronista. La Argentina, hasta ese momento había ingresado a la ONU, pero era hostil al panamericanismo y por ello se mantuvo apartada de las instituciones internacionales dominadas desde 1940, por los Estados Unidos. Obedeciendo las recomendaciones imperativas del Plan Prebisch, las autoridades revolucionarias solicitaron el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial y se firmaron entonces los acuerdos de Bretton Woods que Perón consideraba un engaño186 (Rouquié, [1978] 1983: 131-133).

185

La “línea Mayo-Caseros” hace alusión a dos momentos fundantes de la República. Mayo, al 25 de Mayo de 1810, fecha en la que se declara la independencia política de la Corona Española. Caseros, a la batalla que lleva su nombre, donde triunfan los unitarios (que representaban los intereses del puerto de Buenos Aires de la oligarquía de la pampa húmeda liderados por Mitre, en connivencia con los intereses del Reino Unido), contra los federales representados por Rosas (que en forma compleja eran la expresión de los intereses de las provincias del interior, que se oponían a la liberalización aduanera y que planteaban un proyecto de país más cercano a los ideales bolivarianos). 186 El gobierno provisional ratificó también la carta de la OEA, rompiendo así con una tradición

119

Al nivel de política social se suspendieron los convenios colectivos de trabajo, se reglamentó el derecho a huelga, se revirtió la situación de prórroga de los arriendos rurales, se debilitaron las instituciones de control sobre las relaciones laborales y la participación de los obreros en ellas. Se intervino la Fundación Eva Perón y se creó el Instituto Nacional de Acción Social, con los bienes y el personal de la Fundación187. En los considerandos del decreto de disolución se utilizaron argumentos similares a los esgrimidos antaño, por los críticos de la Sociedad de Beneficencia. Se denunciaba el uso discrecional y con finalidades políticas de recursos públicos sin un adecuado control por parte del Estado (Tenti, 1989: 78). En 1958 se abren elecciones condicionadas a la proscripción peronista. Perón en el exilio, promete volcar el voto Peronista a favor de Frondizi. Este es electo como presidente y asume en mayo de 1958. Su período de gobierno se caracteriza por una serie de conspiraciones militares y una política que dio la espalda a los grandes temas del justicialismo que eran: la independencia nacional, el dirigismo económico y un Estado de Bienestar fuerte. De todas maneras se desarrolló una política industrial dirigida a fortalecer la empresa metalúrgica, mecánica, química y petroquímica pesada, así como a favorecer importantes inversiones en infraestructura caminera188, acciones que estuvieron fuertemente vinculadas con la defensa nacional. Frondizi fue el primer presidente argentino que realizó una visita oficial a los Estados Unidos. Un plan de austeridad permitió a la Argentina recibir prestamos por 329 millones de dólares del FMI y del Eximbank de los Estados Unidos. Para restablecer la confianza de los medios financieros internacionales y atraer inversiones, las autoridades económicas, se esforzaron en reducir los gastos del Estado y fortalecer la libre empresa. La política de racionalización administrativa implicaba la privatización de cierto número de empresas estatales. Esto produjo la resistencia obrera y el arresto de numerosos sindicalistas (Rouquié, [1978] 1983: 167-168). La política económica se mantuvo a pesar de los cambios operados entre militares y civiles que se sucedieron desde el gobierno de Frondizi189. Luego de la abstención Argentina en la 8va. Conferencia de Cancilleres de la OEA, en enero de 1962, que tenía por objeto expulsar a Cuba de este organismo, se sucedieron una serie de presiones por parte de militares conservadores nacionalistas que llevaron a la irrupción de otro golpe militar y a la detención del presidente Frondizi, asumiendo en su reemplazo el General José M. Guido. Las instrucciones que realiza Frondizi en Panamá son una muestra del discurso desarrollista de la época. Este intentaba mantener una postura equidistante respecto a los intereses norteamericanos y la guerra fría, pero al mismo tiempo asumía la condición de pertenecer a un país subdesarrollado.

diplomática de independencia continental y de desconfianza respecto de los Estados Unidos. Además propusieron poner en pie un organismo de defensa del Atlántico Sur en el marco de la seguridad continental y de la “solidaridad interamericana”, en una política claramente pro norteamericana. (Rouquié, [1978] 1983: 133). 187 Por Decreto Ley 7.769 del 27 de abril de 1956 la “Junta Nacional de Recuperación Patrimonial” procede a la liquidación de la Fundación. Su disolución se hace efectiva mediante el Decreto Ley 20.564 (Tenti, 1989: 78). 188 La Argentina duplicó en 1959 la producción de 3,6 millones de metros cúbicos de petróleo correspondiente a 1946, y superó los 15 millones en 1962; esa producción abastecía cerca del 95% de la demanda interna. Con Frondizi, la siderurgia se encaminó según el plan Savio, bajo control militar. En 1961 se inauguró el primer alto horno de SOMISA, y en 1963 el país producía casi un millón de toneladas de acero. El progreso de las construcciones mecánicas no tenía precedentes. A partir de 1959, la Argentina contó con un importante industria automotriz que produjo 130.000 vehículos en 1962. La ampliación de la red caminera iba a la par del aumento del parque automotor. También sentaron las bases, los desarrollistas, de la química pesada y de la petroquímica, lo cual se relaciona con la fabricación de explosivos y equipos militares (Rouquié, [1978] 1983: 191). 189 La excepción parcial fue el gobierno democrático peronista que va del 73 al 76.

120

Condición que creía necesario revertir apostando a la búsqueda de “niveles más altos de desarrollo económico”190. En el momento del golpe militar a Frondizi los militares se dividían entre “azules” y “colorados”191. Los golpistas habían convocado a elecciones, con la proscripción del peronismo, en 1963. En esta fecha, asume como presidente el radical Arturo Illia con la abstención del Peronismo. Illía realiza un gobierno auténticamente democrático pero no modifica el rumbo económico. Es derrocado en 1966 por otro golpe militar, presidido esta vez por el nacionalista conservador Juan Carlos Onganía quien reinicia otro período de clausura de la actividad política reprimiendo, no sólo a peronistas y obreros sino también a estudiantes universitarios y grupos adherentes al partido comunista. En 1973, luego de arduas negociaciones con el peronismo, se abre la posibilidad de convocar a elecciones sin proscribir de las listas al peronismo, pero inhibiendo a Perón de ser candidato a presidente. En ese momento, los conflictos sociales habían alcanzado un nivel de movilización muy significativo. Luego de la renuncia del electo presidente Héctor Cámpora, en junio de 1973, se abren nuevas elecciones donde Perón es elegido presidente con el 62% de los votos y vicepresidente su esposa de entonces, María Isabel Martínez. Perón muere el primero de julio de 1974. Los conflictos entre fracciones del peronismo y distintas facciones de la guerrilla urbana agudizan los enfrentamientos sociales y, el 22 de marzo de 1976, las fuerzas armadas destituyen a Isabel Perón. A partir de allí y hasta 1984 se desarrolla una de las dictaduras más sangrientas de la historia Argentina. En la Argentina la modalidad de intervención del desarrollo comunitario propia de este período, como ya vimos, se “oficializa” luego del golpe militar de 1966. Ese mismo año se crea el Ministerio de Bienestar Social192 y dentro de este ámbito se instala la Secretaria de Estado de Promoción y Asistencia a la Comunidad. Este además, es el momento en que surgen en América Latina las teorías sobre la marginalidad de la DESAL (Veckemans & Vengas, 1966). Estas teorías consideran que los marginales son tales por que no tienen capacidad de cambio, por ende a las transformaciones es necesario promoverlas desde afuera. La intervención social del desarrollo de la comunidad tiende así a modernizar actitudes y comportamientos que se consideran tradicionales, mediante estrategias de capacitación Raúl Prebisch, el mismo que desarrolló el plan de gobierno de la Revolución Libertadora, fue también promotor del desarrollo de la comunidad y de su componente participativo anticipando una postura que se consolidará más adelante: “el traslado a la energía de los pobres en la resolución de sus problemas”. Para Prebisch “la acción comunitaria –como el movimiento cooperativo- permite simplificar la acción del Estado, ciñéndola al manejo eficiente de los resortes del sistema, sin penetrar en todo aquello que los individuos pueden realizar mejor con su propia iniciativa y responsabilidad, pues ya el Estado está tomando sobre sí funciones muy delicadas en la planificación del desarrollo”193. Un elemento fundamental en esta concepción es la planificación para el desarrollo. Esta se relaciona con la creencia en las virtudes de la planificación, como herramienta que garantiza la racionalidad de la acción de gobierno en el terreno económico-social. Según 190

“A pesar de la guerra fría y los intereses egoístas que se esconden detrás de ella, a pesar de las reiteradas tentativas de penetración que realiza el comunismo internacional, nos cabe a nosotros, los argentinos, dejar claramente establecido que lo que se está discutiendo en América no es la suerte de un caudillo extremista que se expresa a favor de un orden político que nada tiene que ver con la realidad de nuestros pueblos, sino el futuro de un grupo de naciones subdesarrolladas que han decidido libremente acceder a niveles más altos de desenvolvimiento económico y social”. La consigna es “salvar la unidad del sistema interamericano y por ello nos abstendremos de votar sanciones que puedan vulnerar el principio de no intervención” (Instrucciones dadas por Frondizi en Panamá, La Nación, 4 de febrero de 1962, citado en Alain Rouquié [1978] 1983: 184). 191 Los azules y colorados eran facciones del ejército, unos más nacionalistas y otros más liberales. 192 Ley 6.956 del 29 de septiembre de 1966 reorganiza los ministerios (Tenti, 1989: 84). 193 Discurso de despedida de la CEPAL en Mar del Plata (citado en Ander- Egg, 1981: 53).

121

Emilio Tenti (1989: 83-85), en esta etapa, el desarrollo se concibe como el producto de un esfuerzo consciente de los gobiernos y de los técnicos tendientes a superar trabas. Prebisch considera a la planificación como “el esfuerzo consciente y deliberado para obrar sobre las fuerzas de la economía y sobre las fuerzas sociales, a fin de lograr claros objetivos que, en la América Latina consisten en acelerar la muy débil tasa de desarrollo registrada en los últimos años, y al mimo tiempo asegurar que los frutos del desarrollo económico lleguen más allá y más a las masas populares y no continúen concentrándose en pocas manos” (Prebisch, citado en Ander-Egg, 1981: 52). La última y más cruda dictadura militar que vivió el país del 76’ al 83’, intensificó los principios de subsidiariedad del Estado iniciados por las dictaduras militares anteriores -aunque su consolidación se realizó en la etapa Menemista de la década de los 90’-. Por medio de la represión y la coerción, se comienzan a despolitizar las prácticas asistenciales anteriores, principalmente aquellas como la promoción de la comunidad, que pudieran generar movimientos comunitarios emancipatorios o movilizaciones populares. Según Adriana Marshall (1985), la subsidiaridad y la descentralización de recursos y operaciones fueron los principios rectores de la intervención gubernamental en el área “social”. La subsidiaridad implicaba asignar a la “solidaridad social” y al sector privado, la responsabilidad por la provisión de servicios sociales, asumiendo el Estado la satisfacción de las demandas de los “sectores más necesitados” o “casos críticos” exclusivamente. En este período, se arancelaron los servicios de Salud Pública, lo que implicó un incipiente retorno a la asistencia en este tipo de política. En el campo asistencial, parte de las acciones e intervenciones a los sectores más pobres se derivaron a entidades de beneficencia o a organizaciones religiosas. Ya en ese momento, el discurso predominante de lo que algunos autores denominaban “el neoconservadurismo” presentaba a lo social como diagnóstico de ingobernabilidad e ineficacia, producto de la democracia ampliada. A cambio, se proponía un ordenamiento drástico que tendía a la disolución de los sistemas colectivos del Estado protector y a la génesis de un individuo atomizado, que encuentra en el mercado un dispositivo de re-socialización, de producción de sentido de orden y de disciplinamiento (Landi, 1983: 196). Esta y las dictaduras anteriores, “llevaron a cabo intentos sistemáticos de ‘despolitizar’ el tratamiento de cuestiones sociales sometiéndolas a lo que se proclama son criterios neutros y objetivos de racionalidad técnica que, por otra parte, eran propios de las ideas desarrollistas. Estos argumentos son la contrafaz de la prohibición de invocar cuestiones de justicia sustantiva, ligadas a lo popular o a la clase, que aparecen introduciendo “irracionalidades” respecto de la normalización económica y los mecanismos de acumulación de capital” (Landi, 1983: 62). En esta época, el control de la "moral" y las "buenas costumbres" como requisito de la asignación de ayudas, estuvo muy presente. También la búsqueda de eficiencia en lo social se intensificó en estos gobiernos, tendiéndose a la burocratización de los trámites necesarios para el otorgamiento de ayudas, que marca la diferencia con las relaciones de "clientela" propias de las etapas democráticas. De esa manera se aspiraba a lograr una mayor "racionalidad" en el gasto, y ajustar los controles de prueba de la “pobreza real” (Alvarez L., 1988). Las organizaciones de beneficencia comenzaron a recobrar el rol que habían perdido luego de la intervención del Estado, a mediados de siglo XX. Se eliminaron a las organizaciones intermedias que llevaban a cabo programas que pudieran significar acciones de desarrollo de la comunidad194 o que estuvieran vinculados con organizaciones de base territorial –cuya participación en los organizaciones de lucha erán uno de los objetivos de neutralización y represión-. Se transfirieron recursos a la beneficencia privada de manera de revertir el sentido de la acción del estado de “derecho” o de solidaridad a la “dádiva”.

194

Por ejemplo en la Ley 5.335 que reestructura el funcionamiento de las Cooperadoras Asistenciales se incluye representantes del clero que antes no existían.

122

Durante esta dictadura se suspendieron las entregas directas de víveres secos que se hacían a través de la Dirección de Promoción Social de la provincia, y estas pasaron a ser tramitadas por las parroquias barriales195. De esta manera se retoman dispositivos de prácticas de la beneficencia, al mismo tiempo que se elimina de la vista del público en el Ministerio de Bienestar social, a los “pobres” e “indigentes”. En definitiva se trataba de desproblematizar la “cuestión” de la pobreza. En cuanto a las políticas públicas que afectan el nivel de vida de los trabajadores y sus derechos, se establecieron una serie de cambios. En primer lugar, se disminuyeron las transferencias patronales a los sistemas de seguro o de políticas de bienestar y se aumentaron los impuestos directos al consumidor. Un ejemplo del primer proceso fue la reducción de los aportes del Estado en las áreas de educación y salud (Marshall, 1985). Esta reducción del Gasto Social forma parte de una política estatal que no favorece la redistribución “hacia abajo” de los recursos públicos. Los aumentos de los impuestos directos al consumidor se manifiestan en la ampliación del IVA (impuesto al valor agregado) a todos los productos de consumo, incluidos alimentos básicos de la canasta familiar y medicamentos196. Se disminuyen o anulan aportes del capital a la reproducción, transfiriéndolos al sector asalariado por medio de la anulación de “gravámenes sobre la producción”197. La Ley de Obras Sociales, sancionada y no reglamentada, tuvo como fin suprimir el manejo sindical de las Obras Sociales y anular el aporte patronal. Los servicios médicos asistenciales serían administrados al nivel de empresa privada en forma optativa para el asalariado. La Ley 22.239/79 también anulaba el aporte previsional y el del FONAVI198 (Fondo Nacional de la Vivienda), fondos que serían recaudados de la ampliación del IVA. Todas estas medidas intentaban eliminar el carácter gratuito de la Salud Pública y deteriorar la educación media nacional, debilitar el sistema de seguro y despolitizar y reducir, cada vez más la práctica asistencial. Estas acciones respondían a una política económica regresiva tendiente a disminuir el nivel de vida de los asalariados, lo que se complementó con un fuerte deterioro del salario real, para lograr mayor competitividad internacional por la vía de la disminución del valor de la fuerza de trabajo199. La política salarial tendió a diversificar las

195

Este proceso vuelve a producirse en la década de los 90’ con las políticas denominadas de desarrollo humano. 196 “Los ingresos por medio de la ampliación del IVA a los bienes de consumo esenciales de la canasta familiar pasaron de representar el 13,78% del PBI en 1975 al 23,75% en 1980” (Martínez de Hoz, 1981:159). 197 El ministro de economía de la época José Alfredo Martínez de Hoz manifestaba que “la reducción de costos estatales y disminución del sector público en el Producto Bruto Nacional son exigencias indispensables para el normal desarrollo de las actividades productivas. En este sentido se realizan grandes esfuerzos, en materia de privatización, de eliminación de gravámenes sobre la producción (cargas sociales, FONAVI, impuestos a la producción...) (Martínez de Hoz, 1981). 198 El FONAVI fue creado en 1972 a partir de un fondo que gravaba el 5% sobre los salarios pagados, para ser destinados a planes de vivienda masiva para los sectores trabajadores y medios. Durante la dictadura la fuente de financiamiento pasó al IVA a partir de una ley de recreación del FONAVI que además tuvo, en esta circunstancia, un cierto grado de descentralización provincial. (Aguilar, María Angela y Sbrocco, Eugenia; 1997). 199 Se inicia un proceso que se denomina de flexibilización salarial, que en la década de los 90’ se expande a la relación salarial en sí. Por Decreto 703/77, se establece la flexibilización salarial de un 10% por sobre los convenios colectivos de trabajo. El margen de la flexibilización se fue aumentando al 15% en julio del 77’, el 40,6% en octubre del 77’ y al 75% en el 78’. En el 79’ se anula el margen de flexibilidad salarial lo que se refleja en una leve mejora de los salarios reales. Del año 75’ al 81’ hubo un deterioro del 52.6 en el promedio general para el salario real básico fijado por convenio para los obreros oficiales y del 61,4 para los obreros peones y la mayor caída se produce en el período 75’-76’ para ambos oficios. En lo que respecta al salario medio industrial, entre el 75’ y el 76’, el deterioro es de 33.4, entre el 75’-79’ de 24.9 y entre 75’-80’ del 16.5. De ello se deduce que el mayor deterioro se produce en el momento del golpe militar en el 76’ y luego tiene un repunte a partir del 79’. Junto con este cuadro de

123

escalas salariales que habían sido homogeneizadas por el gobierno peronista anterior, por los aumentos que se habían producido en el salario mínimo, además de eliminar los convenios colectivos de trabajo. Según Martínez de Hoz “se eliminó así el sistema tan nocivo de los aumentos masivos que se transfieren inmediatamente a los precios y se procuró que el aumento salarial en un contexto se produzca de acuerdo al incremento de la producción y la productividad” (1981: 113). Para llevar a cabo estas medidas era necesario reprimir las organizaciones sindicales, así el ministro manifiesta que “en el campo laboral el gobierno afrontó desde el comienzo de su gestión la necesidad de modificar una estructura legal orientada políticamente, que conspiraba contra cualquier intento de recuperar en forma genuina la productividad y la actividad económica. El otorgamiento a las asociaciones gremiales de trabajadores de un excesivo poder político y económico, ha trastocado el orden social y político de la Nación” (Martínez de Hoz, 1981: 109). Este retroceso en las políticas sociales, con relación al avance operado en las etapas anteriores, se agudizó aún más ante la supresión de los derechos civiles, la anulación o represión de organizaciones sindicales y de asociaciones intermedias200. Uno de los objetivos de la represión militar fue el rompimiento de los lazos de solidaridad en todos los niveles, lo que tendió a destruir los vínculos o las relaciones sociales más básicas. Oszlack denominó a este proceso, la privatización de la vida diaria y la supresión de la escena pública (Oszlack, 1983). Se anuló toda forma de participación y se amplió el terror a los ámbitos más privados de la vida cotidiana. Por ello las formas de intervención participativas con los sectores más pobres, que venían practicando militantes de base y el propio Estado, se convierten en una modalidad subversiva desde la óptica del régimen. Los gobiernos de los períodos dictatoriales trataban de combatir la pobreza de un modo muy particular. El espacio urbano se “limpiaba” mandándose a erradicar las villas de emergencia de las ciudades argentinas201. A las que no se podía desmantelar se las amurallaba, se les tapiaba sus contornos y se les blanqueba sus fachadas, tratando de ese modo de hacer pasar desapercibida la miseria mediante la violencia. La memoria de un dirigente de un barrio de Salta remite a esos recuerdos de ultraje y miedo. "Hemos puesto como primera medida a poco tiempo de estar en el barrio, medida política, en el buen sentido de la palabra porque estábamos viviendo bajo un régimen de facto, hemos hecho una olla popular...Primero empezamos por la dignidad de las personas porque nosotros nos veíamos muy bajo, digamos, nos sentíamos indignos porque no nos respetaban. Ahí en el barrio, se han hecho operativos rastrillo, a todos se ha hecho operativo traslado, se ha cerrado franco deterioro se produce concomitantemente una aumento de productividad en el mismo sector y una disminución de los obreros ocupados. (Alvarez L., 1989b: 91-97). 200 La dictadura militar instauró lo que se denominó la Filosofía de la Seguridad Nacional que se promovía desde los centros de poder militar de Estados Unidos. Esta consistía en que había que destruir a través de operaciones de inteligencia y la represión directa, lo que se denominaba “el enemigo interno”. Categoría que comprendía a los sectores progresistas. La sangrienta dictadura de ese período, no sólo eliminó los derechos y garantías civiles, sino también suprimió los canales de expresión tradicionales, eliminó los partidos políticos y persiguió a las organizaciones obreras, de base territorial, estudiantiles. Por primera vez se operó un sistema de exterminio físico, un genocidio, a los considerados peligrosos para el régimen. La eliminación de las organizaciones sindicales y de base territorial, junto a la represión de sus dirigentes, produjo una desmovilización de sus integrantes, neutralizando sus formas de protesta tradicionales. 201 El intento frustrado del entonces General Bussi, quien gobernaba los destinos en la provincia de Tucumán -ubicada al sur de Salta-, de eliminar físicamente los enfermos mentales, linyeras, discapacitados y prostitutas del espacio público de la ciudad de Tucumán, fue una muestra paradigmática de esta representación del pobre como equivalente a loco y una figura de la alteridad que era el espejo deformado del progreso que ese general quería imponer a fuego en esa ciudad.

124

prácticamente el canal con infantería, con armas largas, con celulares y a todos los varones y a algunas mujeres se las llevaban en pleno invierno a la cancha para amedrentamiento, para que la gente deje de luchar... Había que priorizar muchas faltas, pero la falta más importante era la falta de democracia... Había un centro vecinal.. Había una agrupación, recién estaban surgiendo los partidos políticos, todos tenían miedo, hablaban debajo de la mesa, bajo el agua" (Ex. dirigente vecinal de Villa Asunción, Ciudad de Salta)202

202

Entrevista realizada en 1989 (Alvarez L., 2000).

125

CAPÍTULO IV EL DESARROLLO HUMANO, SISTEMAS DE CATEGORÍAS, REPRESENTACIONES Y DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN SOBRE LA POBREZA EN LOS 90’ “Cada parroquia responderá por sus pobres como un padre de familia por sus hijos”. Ordenanza del final del antiguo régimen en Francia, citada por Robert Castel “Cada comunidad pobre responderá por sus pobres, con un mínimo de incentivo del estado, como cada familia pobre responderá por los suyos”. Ordenanza virtual de las políticas sociales focalizadas de finales del siglo XX, en América Latina

Este capítulo analiza la manera como el discurso del desarrollo humano, y los sistemas de enunciados que lo sustentan dan cuenta del quiebre del vínculo entre derechos y ciudadanía, y con ello promueven un mundo dual cada vez más polarizado, desigual e inhumano203. Para ello, enfocamos en la promoción de procesos de reprimarización, desocialización, mercantilización y desciudanización. Desde nuestro enfoque, observamos que los procesos de reprimarización conducen a jerarquizar a la comunidad como objeto de saber y de control. Mientras que la desocialización supone un retorno a las redes de sociabilidad primarias no gubernamentales como forma predominante de intervención sobre los pobres. La mercatilización de las relaciones sociales lleva implícito la destrucción o debilitamiento de las instituciones gubernamentales conocidas; siendo su rasgo más notorio la desgubernamentalización de la protección social, concomitantemente con la promoción de su desplazamiento a través y de las organizaciones de la sociedad civil. Realizamos una arqueología del proceso de invención y surgimiento del discurso del Desarrollo Humano en los 90’, tratando de detectar los objetos de saber y dispositivos de intervención con la pobreza más significativos: las “necesidades básicas mínimas biológicas” cuantificables y que se complementa con el “descubrimiento” de las capacidades de los pobres, dimensiones fundamentales de este nuevo arte de gobernar. La focalización es la tecnología de intervención más importante y la participación el dispositivo y la modalidad de operar de los “programas” para pobres que promueven los organismos internacionales promotores del

203

Partes de este capítulo fueron publicados y reeditados en el artículo “Connotación política sobre el discurso hegemónico de la pobreza y el desarrollo humano. La invención del Desarrollo Humano. (Historias de un desarrollo biológico participativo a “escala humana” en Oscar Lopez Rivera (comp.) La pobreza: un problema de TODOS, FLACSO; ASDI, Fundación Soros, Guatemala, 2005. Las primeras reflexiones de la idea de focopolítica se publicaron en dos artículos, uno denominado "Solidaridad privada e indiferencia pública, la nueva cara de la política para los excluidos”, en la Revista Umbrales. Revista de Postgrado en Ciencias del Desarrollo, No. 6, Maestría en Desarrollo Humano, Universidad de San Andrés, La Paz. Octubre 1999. El otro “La transformación de las instituciones de reciprocidad y control, del don al capital social y de la "biopolítica" a la "focopolítica” en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Económicas, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales. Universidad Central de Venezuela. Volumen 8, Número 1. Caracas, enero-abril, 2002.

126

desarrollo ahora humanizado, como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros. Nuestra hipótesis sugiere que el Desarrollo Humano y el Desarrollo Social promueven, paradojalmente, políticas de acceso sólo a ciertos mínimos biológicos, no tan humanos, junto al fortalecimiento de capacidades para convertir los recursos escasos de los pobres en “activos” satisfactores de esas necesidades. Esto junto a otros mecanismos de exclusión, produce un mundo cada vez más dual y excluyente entre un “mundo de pobres” donde priman relaciones no mercantiles, la promoción de la autogestión de la propia pobreza y la producción informal; junto a otro, donde predomina la lógica del mercado y la “economía política”, el lucro y la competencia. Éste discurso constituye un nuevo “humanitarismo”, entendido como aquella posición ideológica que, si bien deplora y lamenta la pobreza, la indigencia y la miseria, “nunca se cuestiona la justicia del sistema de desigualdad en su conjunto” (Marshall, 1998) ni los mecanismos que la provocan. Opera entonces como un discurso de verdad que naturaliza la desigualdad. Tanto porque no pone en cuestión los mecanismos básicos que producen la pobreza, como porque promueve políticas sociales y económicas que aumentan la desigualdad social y mantienen a una mayoría creciente de pobres, en los mínimos biológicos y desliga los derechos sociales de los políticos provocando un proceso creciente de desciudadanización. No se tematiza ni se enfrentan los problemas de la producción de la pobreza masiva, de la desigualdad social y de la exclusión étnica debido, tanto a la concentración de la riqueza global en los países imperiales por la extraversión del excedente económico al resto de los países, como por las relaciones de dominación capitalista a nivel local que basadas en una superexplotación del trabajo cada vez más creciente (Marini, 1977; Quijano, 2000). Tampoco promueven políticas redistributivas que modifiquen las condiciones de concentración de la riqueza en ningún campo del nuevo diseño neoliberal: el mercado, el Estado, las políticas sociales y la sociedad civil. Este nuevo humanitarismo se materializa en el Desarrollo Humano, entendido como un discurso que implica una ruptura con las anteriores formas de gobierno que promovían una política de la vida o biopolítica, una particular forma de gubernamentalidad neoliberal neooclonial. Muchas de las metáforas o imágenes de esta utopía se basan en valores tales como: la creencia de un “desarrollo” (económico) humano con equidad, la libertad y el desarrollo de capacidades de las personas en un contexto de extrema desigualdad y alta competitividad, una comunidad de lazos locales sin jerarquías, una red de hombres comunicándose en un espacio sin poder, una globalización homogénea donde las diferencias culturales y los diferenciales de poder conviven en forma armoniosa. Durante la década del noventa, los Estados latinoamericanos experimentaron profundas transformaciones derivadas de la aplicación de las políticas del Consenso de Washington, las que supusieron una recomposición entre los vínculos del Estado, el mercado y la sociedad civil204. Las políticas públicas y, en especial, las políticas sociales experimentaron reorientaciones, emergiendo nuevas formas de gestión de la creciente pobreza - producida por el

204

Utilizamos aquí las categorizaciones de Estado, Mercado y Sociedad civil como una herramienta analítica. Sabemos que no existen como ámbitos o esferas autónomas sino que las prácticas y relaciones sociales están fuertemente ligadas y entrecruzadas. El mercado no existe como tal, es una reificación de las relaciones sociales de intercambio y de acumulación capitalista. El Estado, por otra parte, es una construcción histórica de las prácticas de gubernamentalidad donde las relaciones mercantiles, de reciprocidad y de acumulación forman parte de su gestión y de las políticas que se promueven. La categoría de sociedad civil es profundamente polisemica y sirve tanto para referirse al llamado “Tercer Sector” – como aquel al que el Estado deriva sus responsabilidades-, como al sector privado empresarial; hasta las luchas de los movimientos sociales por hacer las relaciones sociales más inclusivas y democráticas.

127

ajuste - a través de las denominadas políticas de desarrollo social. En ese marco, el Desarrollo Humano irrumpe como una nueva tematización y problematización vinculada fuertemente a la pobreza, es un discurso que implica una ruptura con las anteriores formas de gobierno, especialmente de los pobres, el que se materializa en diferentes dispositivos de intervención para el “ataque” a la pobreza, consecuencia de diagnósticos que proclaman la pérdida de legitimidad y eficacia del Estado, de la constatación que el crecimiento y el progreso son poco humanos a pesar de la retórica que los coloca en el “cenit de la civilización”. Esta irrupción constituye un nuevo “arte de gobernar” que denominamos “focopolítica”. Estas transformaciones van constituyendo un nuevo estatismo parlamentario, coercitivo y excluyente, el que emerge de la crisis del nacionalismo de bienestar y la reestructuración neoliberal de la sociedad. La aplicación de las recetas neoliberales implicaron el debilitamiento de los sistemas de seguro y de las políticas universales, vía su privatización, y una ampliación del sector asistencial, desarrollándose políticas focalizadas asistenciales descentralizadas. Esto permitió, desligar los derechos sociales de los políticos, profundizando los procesos de desciudadanización. En esta etapa de profundas mutaciones se generan nuevos estímulos subjetivos, los que se pueden sintetizar como sigue: "solidaridad entre los pobres, competencia e individualismo para los más "capaces", y subsidiariedad para el Estado". El desarrollo humano pretende reforzar “las redes de solidaridad” de los más pobres, buscando que sirvan de contención en el nuevo contexto de aplicación del ajuste. Al mismo tiempo se atienden los reclamos de autonomía de ciertos grupos sociales, considerados ahora “focos” de atención de las políticas: comunidades locales, mujeres, niños y grupos étnicos – llamados eufemísticamente minorías. Este incentivo gubernamental tiene como objetivo eliminar “costos” y transferir responsabilidades públicas, algunas de las cuales se habían institucionalizado en derechos, al ámbito privado y local, sin ningún reaseguro institucional. Paradojalmente, las transformaciones tienen lugar en un contexto de fuerte desigualdad social y de un agresivo avance del individualismo y la mercantilización de las relaciones sociales. Junto a este estímulo de solidaridad horizontal entre los pobres se propugna un tipo de solidaridad vertical que tiende a fortalecer estilos de intervención benéficas y religiosas basadas en la dádiva y la “compasión” como también en nuevas formas de filantropía. El debilitamiento, la reducción y, en algunos casos, la destrucción de las formas anteriores de obtención de recursos (el trabajo, el acceso a servicios o bienes provistos por derechos de acceso, la tierra, el agua, entre otros), contribuye a la eliminación de las garantías de subsistencia provistas por el orden anterior. En segundo término, se produce un debilitamiento de la “ciudadanía social” asociada a los derechos de acceso a ciertas garantías sociales básicas. En tercer término, la protección social -cuya localización se encontraba mayoritariamente en el Estado- se privatiza y traslada a la “sociedad civil”, por medio de un proceso de oenegización con diversos grados de profundidad, según los países. Finalmente un factor muy importante es el debilitamiento del Estado Nación como diseñador de políticas macro económicas y de protección social, así como de cohesión y de construcción de una comunidad nacional. Considero que este nuevo estatismo asume características particulares en los países periféricos205 como consecuencia de la reestructuración neoliberal de la sociedad y la crisis terminal de los nacionalismos de bienestar. Esto ha producido una alteración profunda en la reproducción social de las personas producto de nuevas formas de explotación y exacción del trabajo y de las reformas del Estado, generando una creciente exclusión social - aumento de la pobreza, empobrecimiento de los sectores medios, precarización del trabajo – y pérdida de derechos sociales, por el debilitamiento de la relación entre derechos sociales y ciudadanía política. 205

Mas allá de la discusión sobre la pertinencia del uso de este concepto, me parece todavía el más gráfico para nominar a los países que se encuentran bajo relaciones de dominación imperial.

128

AMÉRICA LATINA, PROCESOS DESOCIALIZACIÓN Nos interesa analizar como se producen los procesos de desocialización, sobre todo de las instituciones y relaciones sociales gubernamentalizadas, basadas en derechos vinculados a la condiciones de ciudadanía o trabajador. La desocialiazación desarrolla la idea de Robert Castel206, donde lo social es concebido como la intervención de la sociedad sobre sí misma, a partir de la progresiva institucionalización y formalización de la atención del riesgo social, por medio de intervenciones caritativas que debilitan los sistemas de sociabilidad primaria locales basados en los lazos de parentesco o comunitarios y, conjuntamente desarrollan sistemas especializados públicos que aseguraban el riesgo social. Más tarde se producirá un proceso de gubernamentalidad. Como hemos visto Foucault (1981), para el siglo XVIII en Europa, hablaba del proceso de gubernamentalidad para referirse al progresivo paso de un gobierno o una policía de familia a otra de la población, por medio de la ampliación de las funciones, normas e instituciones gubernamentales que denominaba biopolítica o política de la vida. La reestructuración del capitalismo en el ámbito global y local, como las políticas neoliberales privatizadoras y desregulatorias incluidas en las “reformas del Estado”, propiciadas por el FMI y el Banco Mundial como condición para el refinanciamiento de la deuda, trajeron como consecuencia una serie de transformaciones que afectaron las relaciones de fuerza entre los agentes privados, el estado y las organizaciones de obreros y campesinos. Estas fueron, entre otras: el debilitamiento de los débiles Estados de bienestar, la pérdida de derechos sociales, junto con el traslado de la responsabilidad del bien común a la “sociedad civil” y al “capital social”; la actualización de viejas formas de extracción colonial de la riqueza a través de la apropiación y expropiación de ahorros y de recursos energéticos; la creciente injerencia del imperio americano y los organismos internacionales de crédito en las políticas locales. Todo lo cual subordinó la economía real a la economía financiera y produjo un proceso intenso de des-alarización, des-obrerización, des-industrialización, ampliación de la frontera agrícola capitalista con nuevas formas de acumulación originaria, precarización del trabajo, un aumento significativo de la pobreza, la intensificación de los niveles de desigualdad y una creciente exclusión social. Esta transformación, a diferencia de épocas anteriores, tuvo lugar en los períodos de reconstrucción democrática. Junto con ello vino también la represión a las luchas sociales, la exclusión económica y la creciente desgubernamentalización de la intervención social. Foucault (1981: 25- 26) considera que la modernidad se caracteriza no tanto por la estatalización de la sociedad como por la “gubernamentalizacion” ejercida por el Estado. Esto tiene que ver con las tácticas de gobierno, las que permiten definir paso a paso qué es lo que compete al Estado y qué es lo que no le compete, qué es lo público y qué es lo privado, qué es lo estatal y qué no es lo estatal; “en consecuencia el Estado, en su supervivencia y en sus límites, no puede entenderse más que a partir de la tácticas generales de gubernamentalidad”. Las transformaciones actuales de la gubernamentalidad operan a nivel de un desplazamiento del control ejercido por las instituciones estatales hacia las instituciones denominadas, justamente, no gubernamentales benéficas, filantrópicas y laicas. El traslado a la sociedad civil de la protección social, lleva consigo la desgubernamentalización de la vida. Lo que antes era público estatal pasa a ser privado. Se modifica la economía política que marca un nuevo quiebre en las formas de intervención social. Aquello que antes era esfera gubernamental se privatiza y deja de estar gubernamentalizado, quedando librado a recursos locales y familiares, sin los saberes tradicionales que se poseía previo al avance de las relaciones capitalistas sobre las formas de vida comunitarias. La economía política avanza sobre estos

206

Robert Castel, ob. cit.

129

vínculos, asignando valor económico a las relaciones de reciprocidad no mercantil, el llamado “capital social”, entre otras categorías prácticas discursivas. En la etapa actual de predominio del discurso del Desarrollo Humano no es un objetivo prioritario el control de los cuerpos y las vidas para obtener una mayor productividad, como lo era en la biopolítica. Se trata de territorializar y de producir formas de auto control comunitario sobre las poblaciones pobres, aunque se mantienen algunas de las técnicas de la biopolítica. El tiempo social ya no debe ser consagrado al trabajo asalariado sino a las formas de subsistencia comunitaria y local. Estas transformaciones del discurso constituyen una nuevo arte de gobierno que hemos denominado “focopolítica”. Parte de lo que antes eran tácticas de gobierno estatal pasan ahora a ser tácticas de gobierno privadas reguladas a distancia de las mas diversas formas por el Estado y el mercado. Esta estrategia está destinada a las poblaciones excluidas de la dinámica del mercado de trabajo y de bienes. En este caso, la justificación se coloca en la "falla" de las instituciones especializadas de protección social que había desarrollado el Estado, sobre todo las políticas de cuño universal y de seguro. Se produce una nueva articulación entre las dos instancias de sociabilidad y un proceso de desocializacion gubernamental. Las formas institucionalizadas estatales se reducen o eliminan. Las que quedan requieren una mayor especialización, por la creciente centralización en el diseño, financiamiento, control, evaluación y monitoreo de las acciones de la “sociedad civil”. Las organizaciones, cuyo sustento son los soportes de proximidad que brindan la vecindad, la amistad, el parentesco ampliado, por medio de formas de reciprocidad e intercambio, como la "ayuda mutua", tienen a su cargo las escasas acciones ahora asistenciales de protección social, la ejecución y parte del financiamiento como "contraparte" -a través de distintas instancias y formas de "participación"-. Las instituciones estatales "promueven" la solidaridad de estas redes dado que ni el mercado de trabajo, ni las políticas del Estado podrán contener el riesgo de fractura social. La desocialización consistiría en un proceso de debilitamiento de las instituciones especializadas gubernamentales locales y reforzamiento de las centrales, reenganche en las formas de sociabilidad primaria local y comunitaria y traslado a la sociedad civil y a las regulaciones económicas de los servicios y derechos de acceso que antes se encontraban en el espacio de lo público-estatal. A partir de esta perspectiva puede entenderse, en la actualidad, la existencia de variadas formas de desocialización. La primera es la privatización directa e indirecta de muchos de los servicios que antes eran públicos, que pasan a formar parte del espacio privado del mercado adecuándose a su lógica: la ganancia y el lucro. La desocialización implica aquí el traspaso al ámbito de lo “económico”, de lo que antes era estrictamente “social” y había sido "inventado" para paliar la brecha entre la organización política y el sistema económico. En este caso, la oferta de servicios se destina a los sectores medios y altos y viene a sustituir parte de las políticas universales y las políticas de seguridad social.

LA

REPRIMARIZACIÓN, ECONÓMICO

“LA

SUBSUNCIÓN DE LO SOCIAL EN LO

La segunda tendencia es la que hemos denominado reprimarización. La concebimos como la revalorización de las redes de sociabilidad primaria no mercantiles como forma de autogestionar el riesgo social. Este proceso cobra visibilidad a través de un conjunto de enunciados y categorías como el capital social, la comunidad, el "empowerment" y la creciente importancia de la "sociedad civil" en las prácticas discursivas del desarrollo humano. El capital social es la terminología en boga en este discurso para referirse a las energías asociativas de reciprocidad no mercantil. Como forma de intervención social predominante, se promueve el delibitamiento de las políticas asociadas a derechos a favor de las vinculadas a la territorializacion como forma de asignación de "ayuda". Esto último trae como resultado a una 130

resignificación y revitalización del concepto de comunidad..Como sugiere Fernando Coronil la reprimarización es una de las características de la globalización neoliberal, materializada en una regresión hacia formas de control coloniales basadas en explotación de productos primarios y de fuerza laboral poco costosa (ahora la “naturaleza” y la mercantilización no regulada de cuerpos y poderes humanos y naturales). Retomamos esta idea para pensar otras formas de control de la “globalización colonial”. Así podemos captar, por ejemplo, los intentos de incorporar en la lógica de la económica política la producción de subsistencia doméstica no mercantil. En la actualidad este discurso instrumentaliza los valores de la tradición, anteriormente considerados rezagos y causas del subdesarrollo. De este modo los factores culturales asumen un papel importante como herramientas del desarrollo alternativo de los más pobres. Por ello se promueve valorizar la cultura de las poblaciones subordinadas. La remercantilización de las relaciones entre el capital y el trabajo junto a la mercantilización de los vínculos primarios es la otra cara de los procesos de primarización. La mercantilización se refiere a la asignación de un valor económico a las interacciones primarias. Es interesante remarcarlo, ya que consistiría en la mercantilizacion suigeneris de relaciones que antes eran consideradas trabas para el crecimiento o el desarrollo. Ahora, bajo el concepto de capital social, se les incorpora valor económico por medio de los denominados activos intangibles. Conjuntamente con la supresión de las escasas formas de desmercantilización del trabajo que había desarrollado el Estado de Bienestar, los organismos internacionales en sus políticas para pobres tratan de “integrar la racionalidad no mercantil dentro del modelo económico” (Edward, 2000). Así incorporan al modelo económico tanto las relaciones domésticas y de ayuda mutua (“el capital social como activo”), como las diversas formas de trabajo informal. Joseph E. Stiglitz (2000), el ex vicepresidente del Banco Mundial, denomina a este proceso la subsunción de lo social en lo económico. La diferencia con la mercantilización descripta por Marx, es que ésta ya no se produce en el ámbito del mercado. Esta situación se puede homologar al valor que añade el trabajo doméstico no pagado a la fuerza de trabajo y que fuera descripto por las teorías feministas marxistas a comienzos de los setenta. La teoría política neoliberal no sólo incorpora valor económico a la reciprocidad familiar sino también a la reciprocidad comunitaria. Los vínculos primarios comienzan a visualizarse en tanto generadores de activos que se constituyen en recursos para autogestionar la pobreza. De allí, que en los programas de “desarrollo social” no sólo se promueva la participación para el trabajo gratuito comunitario sino que ahora se representa a la sociedad bajo nuevos paradigmas duales por oposición a la “economía capitalista” o el mundo de los ricos. Se trata de la “economía social” o del “mundo de los pobres” basadas en las relaciones principalmente no productivas con una mercantilización muy leve y precarizada. No es más necesario producir trabajadores libres, es fundamental valorizar el costo de reproducción comunitaria de los pobres. Los vínculos de amistad, vecindad y cooperación son convertidos en recursos. El denominado capital social los transmuta en “activos”. A diferencia del momento del paso de la tutela al contrato donde se constituye la condición salarial (Castel, R. 1977), para muchos ex trabajadores este es el momento de la trasmutación de trabajadores bajo relaciones contractuales a poblaciones vulnerables que pasan a ser tuteladas por políticas asistenciales focalizadas. Otros, como las minorías étnicas y las mujeres y niños pobres, históricamente tutelados, pasan de este status a otro basado en derechos. Paradojalmente las políticas neoliberales de los noventa de “erradicación de la pobreza”, propugnan desmantelar las estrategias de intervención de la sociedad sobre ella misma cristalizadas en derechos para trabajadores y ciudadanos, y reinstalan los resortes de la "tradición" como alternativa casi excluyente para la resolución del riesgo de los grupos excluidos. Lo que antes era considerado "rezago" o "traba" para el desarrollo es hoy, en cambio, la herramienta para la superación de la pobreza. Para los pobres, el afianzamiento de las redes primarias y locales de reciprocidad basadas en la "tradición". Y para los sectores medios y altos, el mercado con su "eficiencia" y sus servicios de tecnología de punta. Este nuevo estímulo 131

intensifica y profundiza la polarización ya existente, entre quienes pueden acceder a patrones mínimos de calidad de vida y quienes quedan fuera. Como una consecuencia obvia, se acrecienta la brecha de distribución de los beneficios de la "modernidad". En los programas de gestión de la pobreza, los vínculos primarios se constituyen en recursos, activos o capitales. Se produce un doble efecto paradójico. Por un lado, se suprimen las escasas formas de desmercantilización del trabajo que había desarrollado el Estado de Bienestar. Por otro, las políticas de los organismos internacionales que los promueven tratan de “integrar la racionalidad no mercantil dentro del modelo económico” (Michael, Edward; 1999). Así incorporan al modelo económico tanto las relaciones domésticas y de ayuda mutua (“el capital social como activo”), como las diversas formas de trabajo informal. Ambas estrategias fueron consideradas rezagos de etapas no “desarrolladas” o formas anómalas de trabajo. Frente a la mercantilización de las redes de solidaridad promovidas por los programas para pobres, Fernando Coronil (2000) señala que la exclusión actual produce estrategias agónicas de sobrevivencia de la gente donde surgen otras formas de mercantilizar, a través de poner en venta todo aquello lo que puede ser vendido. Una respuesta común de los sectores subordinados a su marginación del mercado globalizado es su creciente participación en una economía “local” informal. En algunos aspectos, reproduce la dinámica especulativa de lo que Susan Strange llama “casino capitalismo” (1986). La proliferación de intrigas y estratagemas para hacer dinero con el dinero, como los esfuerzos para convertir en mercancía todo lo que pueda ser vendido, se han convertido no sólo en prácticas económicas regulares sino en estrategias agónicas de sobrevivencia. Para muchos de los que se encuentran a la merced de las fuerzas del mercado y tienen poco que vender, el “mercado” toma la modalidad de comercio de drogas, contrabando, explotación sexual, comercio de mercancías robadas e incluso de órganos humanos. Esta suerte de capitalismo anómico va acompañado, con frecuencia, de un discurso sobre la “crisis”, el aumento de pánicos morales y el despliegue de medios mágicos para hacer dinero en economías “ocultas” (Comaroff, Comaroff & Verdery 1996, citador por Coronil, 2000). Para estos sectores marginalizados, la aparente ilimitada mercanitilización de la vida social unida a las limitaciones estructurales en el mercado de trabajo, hace que el mundo parezca cada vez más riesgoso y amenazador (Coronil, 2000: 97 y 98)207.

EL

CONSENSO DE WASHINGTON, EL SURGIMIENTO DE NUEVOS DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN SOCIAL Y EL DISCURSO DEL DESARROLLO HUMANO Tanto la denominada “reforma social” (BID), la “lucha contra la pobreza” (BM) y el “desarrollo humano” (PNUD) aparecen como los nuevos dispositivos de regulación de la pobreza que dicen “atacarla” o “erradicarla”. Surgieron a partir de la preocupación de los organismos internacionales para contrarrestar los efectos del ajuste de los 80’. Sin embargo, son el producto también de la gubernamentalidad neoliberal sobre las poblaciones más pobres del mundo, a partir del cual se propone generar reformas en las políticas universales y de seguro tendiendo a su privatización, desregulación, y diferenciación de beneficiarios según capacidad de pago. A partir de los 80, las agencias internacionales cambian el discurso. Por un lado, se gestó la estrategia de “alivio” a la pobreza del Banco Mundial en esa década, la nueva agenda social del Banco Interamericano de Desarrollo y el desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Según el Banco Mundial (2000: 7). “debido a la crisis de la

207

“El aumento de formas de turismo que privilegian “lo natural” así como también la explosión del turismo sexual como fuente de intercambio comercial y de la prostitución como estrategias de supervivencia personal, expresa un vínculo entre la naturalización de la racionalidad del mercado y la mercantilización no regulada de cuerpos y poderes humanos y naturales” (Coronil, 2000: 97 y 98).

132

deuda y a la recesión mundial [la estrategia de alivio a la pobreza], dió otro giro”. Todas estas “estrategias” implicaron, en general, el desmantelamiento de los débiles Estado de Bienestar latinoamericanos y la promoción por distintas agencias de “servicios sociales básicos”, entre otras estrategias. El denominado “consenso de Washington” de 1989, como lo afirma su redactor, vino a “documentar o informar sobre los cambios de actitudes políticas que se estaban produciendo en América Latina, y a sintetizar las reformas que era conveniente realizar para que los países de América Latina tuvieran excedente para pagar sus deudas. Mi “consenso de Washington” no era más que el compendio de reformas de política que (...) se debía examinar” (Williamson, J. 1998: 51-52)208. El nuevo discurso del desarrollo combina medidas económicas de cuño neoliberal con el denominado “desarrollo humano”, tendientes a lograr gobernabilidad. La gobernabilidad, en la retórica de estos organismo, no es otra cosa que el conjunto de medidas necesarias para sostener los procesos de reforma macroestructural propugnadas por el consenso de Washington y las reformas posteriores, de segunda generación. La “reforma social“ o la “nueva agenda social”, como el BID llama a esta estrategia, consiste en medidas tendientes a otorgar legitimidad a las reformas. No se pretende erradicar la pobreza o luchar contra ella, como el discurso dice propiciar. Se trata solo de gestionar la pobreza por medio de políticas compensatorias. La idea misma de “reforma social“ es parte de las estrategias de legitimidad y un eufemismo para neutralizar el descontento social y lograr el objetivo de la “gobernabilidad”209. En los 90 el Banco Mundial, el FMI, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo jugaron un rol cada vez más importante en la determinación y reconversión de políticas de intervención social de los Estados considerados “en desarrollo”. Esta presión se ejerce como condición para el refinanciamiento de la deuda y los préstamos asociados a la reforma del Estado, que otorgan el Banco Mundial o el BID. Los cambios de las políticas sociales producidos, a partir de los 80, se basan en un proceso progresivo de descentralización y privatización210. En esta década, el Banco Mundial empieza a hablar de las “estrategias de alivio a la pobreza”, asociadas al “buen gobierno y el sector institucional, y también las cuestiones relativas a la vulnerabilidad a nivel local y nacional”. Según el Banco Mundial “debido a la crisis de la deuda y a la recesión mundial [la estrategia de alivio a la pobreza], dio otro giro”. Ahora se “hizo más hincapié en mejorar la gestión económica y dar más rienda suelta a las fuerzas del mercado. En el Informe sobre el desarrollo

208

Con el propósito de generar este consenso, el Institute for International Economic celebró, en noviembre de 1989, una conferencia en Washington: “Latin Amercian Adjustment: how much has happened”. Allí, participantes de América Latina se refirieron a las posturas adoptadas frente a una serie de reformas de política, así como el grado de aplicación de las mismas. Este documento fue presentado por John Willamson en esa oportunidad (Williamson; 1998: 51-52). Williamson, más tarde, intentó diferenciar estas recetas de “un manifiesto de política neoliberal”, basado en las ideas de Milton Friedman y Hayek. Sin embargo a pesar de pequeñas diferencias que señala el autor, sirvió luego para aplicar las recetas que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional impusieron, a los países de América Latina, para refinanciar sus deudas, dentro de los lineamientos e ideas neoliberales. 209 En esta misma línea Lo Vuolo y otros (1999:107) plantean que la “gobernabilidad” es un eufemismo para aludir a la preocupación de los organismos internacionales por los efectos que la pobreza y otros problemas sociales tienen y los atributos de las instituciones del Estado para garantizar la estabilidad socio política y la continuidad de los modos de funcionamiento social prevaleciente. 210 La concepción de descentralización prioriza el mercado. La ideología neoliberal propone una descentralización paradójica por sus efectos concentradores en el poder político y económico en grandes grupos oligopólicos. La descentralización neoliberal, reorganiza y redefine el rol del Estado, le quita su rol en la regulación de los procesos socioeconómicos y sociales, considerándolo un factor perturbador de los mecanismos de acumulación de capital y distribución de los frutos del crecimiento (Trogliero, Carlos, 1991).

133

Mundial 1990: la pobreza se propuso una doble estrategia. Por un lado, la promoción de un crecimiento basado en el uso intensivo de la mano de obra mediante la apertura de las economías y la inversión en infraestructura; por el otro, suministro de servicios sociales básicos de salud y educación a la población pobre” (BM, 2000: 7). Como corolario, “la rienda suelta al mercado” se traduce en dispositivos neocoloniales de gubernamentalidad que al mismo tiempo que desregulan la movilidad del capital regulan la vida de los pobres a niveles mínimos básicos. A mediados de los 90, surgen lo que se llamaron las reformas de segunda generación que ponían énfasis en las transformaciones institucionales que comienzan a poner reparos a la forma de implementación de las recetas del consenso de Washington, que ellos mismos habían promovido. Joseph Stiglitz, entonces Vicepresidente Senior y Jefe economista del Banco Mundial, manifiesta que el consenso frecuentemente confunde significados con finalidades; tomando las privatizaciones y la liberalización del mercado como fines en sí mismo, “más que como significados para lograr un desarrollo sustentable, equitativo y democrático” (Stiglitz, 1998). Estas reformas de segunda generación empiezan a incluir aspectos sociales acordes con el discurso del desarrollo humano que estaba siendo difundido por el PNUD. Dentro de este marco, dice Stiglitz “el desarrollo representa la transformación de la sociedad, un movimiento desde las relaciones tradicionales, formas de pensar tradicionales, formas de lidiar con la salud y la educación, métodos tradicionales de producción, hacia formas más “modernas”. Por ejemplo, una característica de las sociedades tradicionales es la aceptación del mundo tal como es; la perspectiva moderna reconoce cambios, reconoce que nosotros, como individuos y sociedades, podemos actuar sobre ellos, por ejemplo, reducir mortalidad infantil, extender las expectativas de vida y aumentar la productividad" (Stiglitz, 1998: 2). Los cambios en la sociedad pueden ser llamados modernización y no necesariamente crecimiento del producto bruto (Stiglitz, 1998: 3). Se dice también que esta nueva estrategia de desarrollo debe "elevar los estándar de vida, como los de educación y alfabetismo (...) reducir la pobreza (...) y como objetivo eliminarla al menos la pobreza absoluta" (Stiglitz, 1998:7). La postura de Stiglitz preanuncia lo que luego se denomina un enfoque comprensivo del desarrollo, el cual promoverá formalmente el acceso de los pobres a “ciertos mínimos biológicos”. La homologación que hace Stiglitz de esta nueva concepción del desarrollo a la modernización, en términos de transformación de las formas de vida tradicionales, estaría mostrando la contradicción entre un discurso que dice fortalecer la cultura de la gente y, al mismo tiempo, postula su destrucción. Dentro de sus estrategias de “alivio” a la pobreza surgida la década anterior, el BM comienza a hablar de un marco comprensivo del desarrollo (Comprehensive Development Framework). Paradigma equivalente al Desarrollo Humano, este marco propone considerar la interdependencia de los aspectos humanos, económicos, de gobierno, financieros, ambientales y sociales como parte del desarrollo social. También plantea la propia necesidad del Banco para promover el desarrollo incorporando estos aspectos y la “cooperación entre los gobiernos, la sociedad civil, los organismos “donantes” y el sector privado”. Según el Banco, esta concepción de desarrollo apunta, en sus efectos prácticos traducidos en la forma como el banco opera con los Estados para que se instrumenten políticas, como contraparte del financiamiento de la deuda o a través de su financiamiento directo. Esta concepción se vincula estrechamente con las políticas de “ataque a la pobreza” (attacking poverty) promovidas desde este organismo. Si bien tanto la genérica concepción del desarrollo humano promovida por el sistema de las Naciones Unidas, se diferencia del “marco comprensivo de desarrollo”, los efectos del discurso que producen ambas son similares. Dentro de esta estrategia, se pone énfasis en las instituciones y se hace especial hincapié en el empoderamiento de los pobres, el tan mentado “empowerment” y la promoción de instituciones “pro pobres”. Sin entrar en la tentación de jugar con la polisemia en castellano de la consigna “pro pobre”, pues podría remitir más a la promoción de la pobreza que a su erradicación, veamos cual es la “eficacia” de esta estrategia para erradicar la pobreza. Las instituciones estatales “pro pobres” que promueve el Banco Mundial se desarrollan en un contexto de debilitamiento y destrucción de las escasas instituciones destinadas a la protección 134

social provenientes de políticas universales y de seguro. Sin duda es necesario festejar que el Banco se preocupe por la transparencia y la necesaria rendición de cuentas. A juzgar por el resto de las políticas económicas que se promueven, no pareciera que se pretenda remover las barreras sociales más estructurales radicalmente necesarias para la reducción de la pobreza. Se vislumbra cada vez más, una segmentación marcada de las instituciones de lo social, producto del desmantelamiento de las políticas de cuño más universal y de la promoción de políticas focalizadas o “pro pobres”. Más que beneficiar a los pobres estas estrategias tienden a aumentar las desigualdades y a estigmatizar aún más la accesibilidad a la protección social. El BID habla de “reforma social” bajo el supuesto que la mejora de la eficacia del gasto público se asocie a su "mejor distribución geográfica”. Y esto en función de una “identificación y localización más precisa de las necesidades” y " la transferencia de responsabilidades de administración directa de recursos públicos y algunas responsabilidades de control de gestión a organizaciones de la sociedad civil, y la movilización de recursos y potencialidades de esta ultima para complementar los recursos públicos“ (PNUD, 1993: 34). Para ello se debe “reorganizar las formas de prestación de los servicios públicos, (...) articulando nuevas formas de gestión entre el Estado y la sociedad civil, y apoyando a las organizaciones de esta última para que desempeñen un papel creciente en esta materia” (PNUD, 1993: 12). El “reforzamiento de la sociedad civil” se lo entiende en un sentido amplio, "incluyendo tanto las diversas formas de organización local y comunitaria como el sector privado empresarial” (PNUD, 1993: 12). El movimiento neoliberal fue inspirado, entre otras cosas, por las ideas de economistas como Fredrich von Hayek en Austria y Milton Friedman, de la escuela monetarista de Chicago. Sus ataques al Estado de Bienestar keynesiano fueron muy recurrentes pero recién cobraron popularidad a partir de los 70’. Estos economistas promovían la privatización, la descentralización, el establecimiento de un mercado libre de intervenciones, regulaciones o protecciones estatales de ningún tipo y la eliminación de tarifas aduaneras que permitieran la libre circulaciones de bienes, servicios y capital a escala mundial. Este último aspecto, aceleró los procesos tendiente a la “globalización” de la economía mundial. Proceso que si bien es viejo y constitutivo del capitalismo, se intensificó con la generalización de las recetas neoliberales a partir de una serie de intervenciones y regulaciones macro estatales de escala global. Otros factores hicieron posible este rápido cambio. La nueva tecnología comunicacional producida por la revolución de los microchips posibilitó la comunicación espacio temporal en tiempo real, además de la caída del socialismo en Europa del este (Bennholdt-Thomsen, V. y Mies, María; 1999: 27). A nivel de políticas nacionales, estas recetas fueron por primera vez llevadas a la práctica por la dictadura militar de Pinochet, inaugurada en Chile de 1973. Luego en los ochenta, Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos, encabezaron su aplicación en dos sociedades del capitalismo central. A partir del denominado “consenso de Washington”, las políticas neoliberales se universalizaron y fueron consagradas en tratados globales como el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade)211. Stiglitz, el ex economista jefe del Banco Mundial y premio Nobel de economía, tuvo un rol fundamental en la aplicación del menú del citado consenso (Bretton Woods Proyect, 2000)212. Nos detendremos particularmente en las recetas del consenso relativas a las políticas sociales. Para ello será necesario hacer un breve racconto del total del paquete. Las denominadas políticas de primera generación se resumen como sigue: disciplina fiscal (déficit reducido para no financiar con impuesto inflacionario); reforma tributaria (ampliación de la base tributaria y recorte de tasas impositivas marginales); liberalización financiera (tasas de interés determinadas por el mercado), tipos de cambio competitivos que aseguran el crecimiento acelerado de las exportaciones no tradicionales y garanticen para los exportadores el

211

Acuerdo institucionalizado por la World Trade Organization en 1995. A pesar de sus fuertes críticas posteriores a la ortodoxia de las recetas en la aplicación de una agencia rival al BM, el FMI.

212

135

mantenimiento de la competitividad; liberalización del comercio (sustitución de las restricciones cuantitativas al comercio por aranceles, hasta alcanzar un nivel mínimo uniforme); inversión extranjera directa (supresión de barreras a las empresas extranjeras); privatización de empresas estatales; desregulación (eliminación de regulaciones que restringen la competencia o la apertura de nuevas empresas) (Williamson, J.; 1998). En lo que respecta a las políticas sociales, se afirma que “el gasto se debe orientar de áreas políticamente sensibles –como la administración, defensa, subsidios y “elefantes blancos”, que normalmente reciben más fondos de los que su rendimiento económico justifica – hacia otras áreas, tales como la atención primaria de la salud, la enseñanza elemental o la infraestructura”. Esto es lo que se denominan los “paquetes básicos” de protección social. El consenso promovía lo que se denomina el “fortalecimiento institucional” que implica “la puesta en marcha de programas sociales dirigidos a los estratos más pobres”, y la adecuada supervisión del sistema bancario. El fortalecimiento institucional, se entiende directamente, como diseño de programas para los más pobres. Además Williamson abogó “por un aumento en el gasto social, que sin duda requeriría estar bien focalizado y en consecuencia podría demandar innovación institucional” (Williamson, J.; 1998: 60, cursivas nuestras). Aquí se puede visualizar el origen de las instituciones denominadas “pro pobres” que el Banco Mundial comienza a promover a finales de los 90. En educación, propone focalizar en educación básica y secundaria. La segunda reforma, además de poner énfasis en los aspectos institucionales del desarrollo propulsaron: privatizar y desregular en el marco de una economía competitiva (“no vaciamiento de normas o paso a otros monopolios”) y la desregulación y flexibilización de las relaciones laborales (“eliminación de la mayoría de las restricción laborales”), aunque dice Williamson “se puede llegar a justificar la existencia de un salario mínimo básico”. La propuesta del salario mínimo básico había sido planteada ya por los neoliberales Hayek y Friedman. Esta receta tuvo una aplicación diferencial, según el grado de desarrollo del Estado de Bienestar en los países de América Latina. Aquellos que tenían mayor cobertura y claidad en las políticas de salud y educación pública disminuyeron, debilitaron y asistencialización sus servicios hasta llevarlas a los “paquetes básicos”, como el caso de la Argentina. Otros países como Bolivia o Perú, que nunca tuvieron educación o salud pública gratuita universal, comenzaron con intervenciones que aseguraron, a cierta población focalizada como la más pobre, estos servicios básicos. La concepción neoliberal hegemónica del Estado mínimo, redujo el gasto público en general y profundizó la privatización de servicios estatales básicos, junto a una profunda transformación de las políticas sociales. Las transformaciones del mercado de trabajo (aumento de la desocupación abierta, subempleo y las variadas formas de precarización e informalización laboral), junto al deterioro de las escasas políticas de carácter universalistas, ampliaron el ámbito de los potenciales demandantes de las políticas que comenzaron a denominarse de desarrollo social: políticas focalizadas para los comprobadamente pobres, las que dejaron de ser residuales, por configurar una de las principales estrategias de legitimación del ajuste. A partir del Consenso, la mayoría de los países comienzan las reformas y se constituyeron los denominados Fondos de Inversión Social (FIS). Luego de las políticas promovidas por el Consenso de Washington, las desigualdades sociales y la pobreza se agudizaron, hasta alcanzar límites alarmantes, poniendo en jaque la estabilidad futura del equilibrio global. En un discurso reciente, el entonces presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, hacia referencia a este sentimiento. “Sin equidad no puede haber estabilidad mundial. Sin un mayor sentido de justicia social, nuestras ciudades no serán seguras y nuestras sociedades no serán estables. Sin inclusión, demasiados de nosotros estaremos condenados a vivir separados, armados y aterrados” (Wolfensohn, 1997). El miedo y la amenaza potencial a la gobernabilidad y el riesgo de fractura del planeta globalizado son los móviles más importantes de estas propuestas, no un genuino interés por atacar la pobreza. En este sentido, se tratan de políticas de gestión de la pobreza y no políticas activas para erradicarla o “atacarla”. 136

Un texto relevante acerca de un foro realizado por el BID y el PNUD expresa claramente esta cuestión (PNUD, 1993) 213. En la conferencia inaugural Enrique Iglesias, presidente del BID, afirmaba lo siguiente; “No cabe duda que la situación social de América Latina constituye un peligro detonante que alimenta inestabilidades sociales y políticas que podrían minar los resultados mismos de las reformas económicas”214. El documento afirma que a esta reforma se la considera como “un complemento ineludible de las reformas económicas, toda vez que apunta a garantizar la viabilidad política y social de las mismas” (PNUD, 1993: 11). “La exclusión económica sostenida se refleja en exclusión política que socava la gobernabilidad. Y con una gobernabilidad progresivamente menoscabada se erosiona la sustentabilidad de las reformas económicas, se resiente el clima para las inversiones y el proceso de crecimiento se vuelve efímero” (1993:16).

LA INVENCIÓN DEL DESARROLLO HUMANO La aparición del Desarrollo Humano implica un quiebre con los artes de gobernar anteriores. Este es el fin de la era del desarrollo, nacida el 20 de enero de 1949, cuando asume el presidente Truman en los Estados Unidos, fijando la hegemonía en el mundo de este país (Escobar, 1998, 1997 y Esteva 1996). El desarrollo, era entendido por Truman como “la evolución hacia el bienestar y perfeccionamiento del género humano”. Estados Unidos de Norteamérica y los demás países industrializados se hallaban “en la cumbre de la escala evolutiva”215. Si el paradigma tiene un componente de utopía, hacer este mundo más humano y sustentable, se diferencia de otras utopías de la modernidad capitalista: la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (Francia, 1789) y la declaración de los Derechos del Hombre promovida por las Naciones Unidas, luego de la segunda guerra mundial. Ambos se imaginan una sociedad más humana en términos de igualad y derechos ciudadanos. Creemos que el Desarrollo Humano posee una radical diferencia con estas utopías sociales de la modernidad. La primera (la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano), crea los derechos ciudadanos, a pesar de que la constitución de los Estados Unidos de Norte América ya los había formulado. Junto con la posición de Truman acerca de los países pobres, la declaración de los derechos del hombre de las Naciones Unidas institucionalizan derechos globales y comienza a interesarse por la “erradicación” de la pobreza, por medio de la ayuda a los países pobres para salir de lo que se comienza a llamar “subdesarrollo”. Truman había manifestado en su discurso de asunción presidencial que la “vida de los pobres es primitiva y estancada y por ello una amenaza para los países ricos”. Este es el momento de la invención del desarrollo y su contracara el subdesarrollo (Escobar, 1998 y Sachs, 199) vinculada a una

213

Se trata de un texto que recoge las documentos y conferencias de un foro denominado “Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo”, organizado por el PNUD y el Banco Interamericano de Desarrollo, en 1993. El documento de base para las discusiones fue preparado por un equipo interagencial. Si bien en su introducción se consigna que el mismo “refleja la opinión de los autores y no necesariamente la de las organizaciones patrocinantes”, versiones preliminares fueron “discutidas en reuniones de consulta con el personal superior y técnico del BID y el PNUD” (1993:9), La importancia del documento radica en que da los lineamientos generales, argumentos y propuestas para iniciar la “construcción nacional y regional de los consensos necesarios para su puesta en práctica” (1993:13). 214 Conferencia inaugural de Enrique Iglesias (PNUD, 1993) 215 Conferencia de asunción de Truman, 1949, citada por Arturo Escobar, ob.cit, 1998 y Wolfang Sachs, 1999.

137

construcción inferiorizante de los países pobres y de los pobres del mundo. Esta discursividad lleva al ejercicio de la violencia sobre estas poblaciones, cuya cultura y formas de vida debe transformarse en aras de alcanzar el desarrollo entendido como “la cumbre del bienestar del género humano”. Ambas declaraciones expresaron una expectativa de bienestar en términos de derechos, en un sentido amplio, lo que fue constituyendo ciudadanos en un largo proceso, permitiendo luego el desarrollo de los derechos sociales. En contraste, el DH tiende a una eliminación gradual de las garantías y derechos de acceso que fueran provistos por derechos asociados con la idea de bienestar. En las últimas décadas del siglo XX se ha pasado de la idea de “desarrollo” a secas a la de “desarrollo humano” o “desarrollo humano sustentable”. El “desarrollo sustentable” significa que el desarrollo (=crecimiento) está condicionado a las necesidades del crecimiento del sistema económico mundial, determinado por las potencias pero ha incorporando los retos de los problemas ambientales y se ha “humanizado”. En algunos casos puede significar desarrollo cero, en otros limitado y en otros, ilimitado. Pero ese rostro Humano significa que el desarrollo se limita a la promoción de la vida a mínimos biológicos, para un número cada día más crecientes de pobres. Con la desocupación masiva y la precarización del trabajo se instala una nueva etapa donde la condición salarial no es más la forma predominante de vida. Se vuelve a la territorialización de los excluidos y parías del sistema. Esta es una vigilancia de los vínculos más primarios de ciertos grupos sociales considerados "vulnerables", por ello no es masiva y no está dirigida a la población o a los trabajadores en general, como la biopolítica, sino que está focalizada. Los objetos de saber no son ya exclusivamente problemas de natalidad, fecundidad o el aumento de la vida de los trabajadores por medio de políticas y saberes relacionados con el bienestar material en salud, educación y vivienda, como lo fueron a lo largo del siglo XX, según Foucault (1997 [1963]). Las formas de intervención implican identificar, con la mayor precisión posible, las poblaciones excluidas del trabajo o las que por su condición son más vulnerables. Los objetivos de control son los pobres más pobres de entre los pobres y los estilos de intervención sobre ellos están dirigidos a promover alternativas a la economía de mercado, además de la represión lisa y llana cuando se movilizan para mejorar sus condiciones de vida. En cierto sentido, la autosustentabilidad comunitaria es una forma de autocontrol, lo cual supone un ahorro de dispositivos estatales antes dirigidos a la población en general o al trabajo. La tecnología para la detección de los “grupos vulnerables” o la prueba de la validez de la pobreza, es la focalización. La eficiencia en la gestión focalizada se promueve en conjunción con la lógica benéfica y filantrópica, lo cual produce una tensión entre dispositivos asistenciales pseudo eficientes y prácticas tutelares. Se observa una intensa movilización y gestión de los saberes gubernamentales; pero no ya sobre la población en general, sino sobre esos grupos que han sido marcados y focalizados. Paradójicamente a los procesos de desanclaje del capital financiero y de la vida como las rupturas espacios temporales caracterizados por Anthony Giddens (1994 y 1997)216, el

216

El desanclaje es la ruptura de las conexiones que existen entre la actividad social y su "anclaje". Significa que estas se despegan de sus contextos locales de interacción y se reestructuran en indefinidos intervalos espacio-temporales. Existirían dos tipos de mecanismos de desanclaje relacionados con las instituciones sociales modernas: la creación de señales simbólicas y el establecimiento de sistemas de expertos (Giddens, 1994: 28-39). Según Giddens (1994:67) la modernidad es intrínsecamente globalizadora como resultado de sus factores de dinamismo. La mundialización se refiere principalmente al proceso de alargamiento en lo concerniente a los métodos de conexión entre diferentes contextos sociales o regiones que se convierten en una red a lo largo de toda la superficie de la tierra, lo que produce complejas relaciones entre la participación local (circunstancias de co-presencia) y la interacción a través de la distancia. Se intensifican las relaciones sociales a distancia lo que acelera la

138

neoliberalismo produce anclajes, focalización y fijación en un territorio de los más pobre de entre los pobres, cada vez más concentrados, territorializando a los que salen despedidos de la lógica del capitalismo globalizado y desterritorizalizado. La globalización se traduce también, por oposición al desanclaje, en una ghettoización cada vez mayor de la vida, al verse privados los pobres de recursos para movilizarse, en una marcación cada vez más intensa. Esta insularización sería la otra cara de la globalización de la pobreza. El primer indicio de una nominación de “humano” a los procesos de transformación económica que se venían produciendo fue la propuesta de la UNESCO en 1989, de un “ajuste con rostro humano”. Esta propuesta, se decía, surgió después de los resultados, poco humanos, de la aplicación de las recetas del consenso en los países de la región. Esta adjetivación es una muestra de que el “desarrollo”, en su concepción más pura, sólo atendía a cuestiones de crecimiento económico y que a pesar del mito del rebalse, sus efectos no se tradujeron en la construcción de una sociedad más humana. Es este el momento del paso del “ajuste con rostro humano”, del que venía hablando la UNESCO, al desarrollo humano materializado en un tipo particular de medición. En 1990, el PNUD publicó el primer Informe sobre el Desarrollo Humano. Mahbub ul Haq (Sierra Fonseca, 2001)217 ofició de coordinador de los cinco primeros informes y es quien sintetiza la idea del Desarrollo Humano en el sentido que se trata de “cambiar el foco del desarrollo económico de la contabilidad del producto nacional a políticas centradas en la gente” (cursivas nuestras). Afirmaba que el fundamento de su propuesta del desarrollo humano se debía a la evidencia de que no necesariamente las altas tasas de crecimiento se traducían automáticamente en mejora de los niveles de vida y que nuevas cuestiones surgían acerca del carácter, la distribución y la calidad del crecimiento económico. A esto había que sumar el costo humano extremadamente fuerte de los programas de ajuste estructural de los 80’, que tenían lugar en la mayoría de los países subdesarrollados bajo la influencia del FMI y el BM. “Esto planteaba cuestiones que no podían ser dilatadas acerca del rostro humano del ajuste y acerca de cuales eran las opciones posibles de políticas alternativas para balancear los presupuestos mientras se protegían los intereses de los grupos más débiles y vulnerables de la sociedad” (Mahbub ul Haq, 1995). Se trataba, en definitiva, de cerrar la contabilidad nacional con cierto grado de compensación a sus víctimas. En la primavera de 1989 y en un contexto favorable para sus ideas según su promotor, ul Haq plantea al administrador del PNUD, William Draper, su incitativa de preparar un reporte anual sobre el desarrollo humano. Allí propone el índice que denomina de Desarrollo Humano que incorpora, a la clásica medición del desarrollo por la vía del crecimiento del producto bruto interno, indicadores de bienestar. Cabe destacar que esta postura no puso ni pone en cuestión la necesidad del ajuste ni menos aún el imperativo del equilibrio fiscal en el que se basan estas medidas. En el primer informe de 1990, se entiende que el desarrollo humano sería un proceso de “ampliación de las elecciones humanas relevantes” y un nivel de logro, entendido como “la medida de comparación internacional del logro de estas elecciones”, que permite comparaciones entre los Estados218. El concepto de desarrollo humano se diferencia del desarrollo a secas en que añade a la dimensión económica otras como la social, la ecológica, la política y también la jurídica y la ética. El tema común, al menos como manifestación de deseo, es el incremento de las

inter influencia mutua entre lo local y lo global. 217 Mahbub ul Haq se lo considera uno de los gestores del nuevo paradigma del desarrollo humano. Fue fundador del Tercer Foro Mundial en 1973 y sirvió como consejero de la Comisión Brandt sobre el Medio Ambiente. Fue gobernador del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial desde 1982 hasta 1988. Dentro del PNUD, fue consejero especial del administrador y dirigió los informes de Desarrollo Humano de 1990 a 1995. 218 El Índice de Desarrollo Humano suma al producto nacional bruto, la privación de esperanza de vida y el analfabetismo como medida de lo que comienza a denominarse el “desarrollo humano” de los Estados.

139

potencialidades del individuo y sus posibilidades de elección; pero en el marco en una mercado cada vez más abierto, globalizado y desregulado que las restringe cada vez más. Según Guillermo O’Donnell “por así decirlo, nada de lo humano le es ajeno”, casi todo fenómeno que atañe a las posibilidades de realización del individuo en sociedad, en términos de satisfacción de sus necesidades materiales, de acceso a oportunidades culturales y educacionales, de goce pleno de libertades y derechos cívicos, de amparo a su integridad física y a su dignidad individual, puede caber dentro del concepto. Pero el carácter teleológico del discurso de Desarrollo Humano se contrasta con una realidad que sólo muestra carencia o ausencia de desarrollo humano (O’Donnell en Támara, 2001). Asimismo el Desarrollo humano promueve políticas tendientes a reforzar derechos de sectores especiales o grupos más vulnerables219. Es un momento de “invención” de nuevos derechos vinculado al nuevo protagonismo de sujetos colectivos (la mujer por ejemplo), las nuevas problemáticas que se ponen en cuestión (el medio ambiente o la ancianidad), la modificación de las condiciones objetivas, de la estructura de oportunidades a ella asociadas (la prolongación de las expectativas de vida para algunos) y una progresiva ampliación de los aspectos asociados a la dignidad humana. Su surgimiento tiene que ver tanto con las luchas sociales de los denominados nuevos movimientos sociales y las organizaciones no gubernamentales, como también por una política activa del sistema de Naciones Unidas en estos últimos veinte años. En el contexto de la Cumbre del Desarrollo Social, celebrada en Copenhagen del 6 al 12 de marzo de 1995, la comunidad internacional, los organismos internacionales y los países miembros de las Naciones Unidas produjeron la declaración del Desarrollo Humano que globaliza, materializa e internacionaliza “el desarrollo humano sustentable”220. Allí se planteó que el desarrollo humano, centrado en el ser humano, se lograría mediante la adopción de una agenda integral y multisectorial encaminada a la erradicación de la pobreza, la creación de empleo productivo y remunerativo para todos y el fomento de la integración social. Específicamente, los gobiernos se comprometieron con la meta de erradicar la pobreza “como imperativo ético, social, político y económico de la humanidad”, velando “por que las personas que viven en la pobreza tengan acceso a los recursos de producción, como crédito, tierra, educación y formación, tecnología conocimientos e información, así como a los servicios públicos”. Los gobiernos asumieron que para 1996, cuando se fijó el Año Internacional para la erradicación de la Pobreza, debían concretar las estrategias nacionales para reducir las desigualdades y para erradicar la pobreza absoluta. Según Elsen Oyen (2000), la declaración final de la Cumbre Social de “un compromiso global para erradicar la pobreza”, se parece a un “caballo de Troya”. “Es hermoso, hueco y útil en la guerra sólo para los que conocen su secreto y tienen la paciencia de esperar. Dentro de su vientre se esconde un arma verbal de legitimidad moral para combatir la pobreza”.

219

Se trata de los derechos denominados de tercera y cuarta generación referidos a la niñez, la mujer, las minorías étnicas, los refugiados, a través de la firma de convenios internacionales y/o de apoyo a políticas locales. Estos derechos se incluyen en el paradigma del Desarrollo Humano. Los de primera y segunda generación fueron los derechos cívicos y los derechos sociales. 220 (Copenhagen Declaration on Social development 1995, United Nation, Division for Social Policy and Development, Last updated 25 june 1998). Los antecedentes de esta declaración, además de los informes de Desarrollo Humano que venía realizando el PNUD desde 1990, son la Declaración de Dhaka de abril de 1993, donde los líderes de los siete países de la Asociación del Asia Meridional para la Cooperación Regional (SAARC) se comprometieron” inequívocamente a la erradicación de la pobreza en la región”, de preferencia hacia el año 2002, mediante una estrategia centrada en el desarrollo humano, la movilización social y la potenciación de la gente en situación de pobreza. Unos pocos meses después, los ministros de planificación de la región del Pacífico meridional declararon que el crecimiento económico no puede por sí solo satisfacer las necesidades crecientes de los habitantes del Pacífico, comprometiéndose a adoptar medidas que faculten a la gente para el goce de una vida productiva y satisfactoria de acuerdo con sus aspiraciones. (Ver PNUD, 1996: 4 y Mahub ul Haq, 1995)

140

A mediados de los 90, surgen lo que se llamaron las reformas de segunda generación que ponían énfasis en las transformaciones institucionales que comienzan a poner reparos a la forma de implementación de las recetas del consenso de Washington, que ellos mismos habían promovido. Estas reformas de segunda generación empiezan a incluir aspectos sociales acordes con el discurso del desarrollo humano que estaba siendo difundido por el PNUD. Dentro de esta estrategia, se pone énfasis en las instituciones y se hace especial hincapié en el empoderamiento de los pobres, el tan mentado “empowerment” y la promoción de instituciones “pro pobres”: instituciones especiales para pobres o políticas sociales focalizadas en los pobres (Informe BM, 2000). Sin entrar en la tentación de jugar con la polisemia en castellano de la consigna “pro pobre”, la que remitiría más a la promoción de la pobreza que a su erradicación, se observa que más que beneficiar a los pobres estas estrategias tienden a aumentar las desigualdades y a estigmatizar aún más la accesibilidad a la escasa protección social, a partir de paquetes básicos a niveles mínimos. Junto a ello, en los 90, el Banco Mundial, dentro de su estrategia de “alivio” a la pobreza surgida la década anterior, comienza a hablar de un marco comprensivo del desarrollo (Comprehensive Development Framework). Paradigma equivalente al Desarrollo Humano, este marco propone considerar la interdependencia de los aspectos humanos, económicos, de gobierno, financieros, ambientales y sociales como parte del desarrollo social vinculados fuertemente a la “reducción de la deuda” tiene una fuerte vinculación con las denominadas las Estrategias de Reducción de la pobreza, llamadas PRSP por sus siglas en Ingles (Poverty Reduction Strategy Paper) que se constituyen en la base de los prestamos otorgados por el BM y el FMI a “los países de bajos ingresos”221. En una declaración conjunta de ambos organismos222 afirman que: «Estamos de acuerdo en que las estrategias de reducción de la pobreza deben ser impulsadas por los países y prepararse en forma transparente y con amplia participación de la sociedad civil, los principales donantes y los bancos regionales de desarrollo. Dichas estrategias deben estar claramente vinculadas con las metas convenidas de desarrollo internacional, e ir acompañadas de indicadores cuantificables para comprobar los progresos». ( ver OIT, Grupo de Trabajo sobre las Dimensiones Sociales de la Liberalización del Comercio Internacional, 2000) La importancia creciente de la pobreza y la necesidad de asegurar la gobernabilidad a través de programas sociales destinados a los grupos “menos favorecidos”, explica la importancia de las políticas de estas agencias de promover, en esta época, distintas formas de medición a escala agregada de la pobreza material de los hogares, producto de una visión social de la pobreza, que a había iniciado McNamara en el 73’. El desarrollo entonces, como consecuencia, comienza a ser visto en términos de satisfactores básicos, vinculado con la diferencia entre satisfactores y capacidades que realiza Amarya Sen.

221

Un documento de la (OIT) Oficina Internacional del Trabajo, Grupo de Trabajo sobre las Dimensiones Sociales de la Liberalización del Comercio Internacional (2000) se afirma lo siguiente: “en relación con la reducción de la deuda, la principal reforma política que se ha introducido a ese respecto ha sido la vinculación de la versión reforzada de la Iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME) con el Servicio financiero reforzado de ajuste estructural (SRAE) del FMI, que ha contribuido con eficacia a los esfuerzos del Banco y del Fondo para reducir la pobreza. A su vez, el SRAE el Servicio financiero reforzado de ajuste estructural del FMI ha sido reemplazado por el nuevo Servicio de reducción de la pobreza y crecimiento (PRGF), que hace de la reducción de la pobreza un objetivo explícito y prioritario, orientado por un Comprehensive Poverty Reduction Strategy Paper (PRSP) que sustituye el Policy Framework Paper del SRAE. El PRSP tiene las mismas prioridades que las que se plasmaron en el Marco Integral de Desarrollo (CDF), presentado por el Presidente del Banco Mundial en enero de 1999. Así pues, el PRSP contribuirá a las decisiones futuras del PPME (Iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados) que se constituye en la base de todos los préstamos del Banco Mundial y del FMI a los países de bajos ingresos.” 222 Del 26 de septiembre de 1999

141

Se desarrolla todo un bagaje teórico y técnico sobre los conceptos de pobreza y un campo de disputas que culmina con el triunfo de aquellos que afirman que existen, en los seres humanos, mínimos biológicos debajo de los cuales se encuentra la muerte y la privación y que fundamentalmente a estos niveles mínimos se debería atender, a través de una nuevo dispositivo de intervención y gobierno que se denomina “desarrollo humano”. Este desarrollo con “rostro humano” si bien es un avance con respecto a las concepciones ortodoxas anteriores al fijar un piso mínimo de dignidad humana a la que la sociedad debe atender, sin embargo es a su vez la muestra que el desarrollo, luego de 50 años de aplicación no produjo el rebalse esperado integrando a la mayoría de la población al tren del desarrollo. Algunos se subieron y sin duda se produjo un importante avance en las expectativas de vida, otros, los más, se quedaron fuera y la pobreza y la desigualdad aumentaron. A partir de ahora, entonces, las voces oficiales del desarrollo ya han asumido la falacia del mito del rebalse. El desarrollo es visto sólo como proveedor de satisfactores mínimos básicos. A partir de la asociación entre necesidades básicas y desarrollo humano la representación del desarrollo ya no responde a una mancha de bienestar que como el aceite se expande e integra indistintamente a las poblaciones que realizan esfuerzo y trabajo productivo para sumarse al tren del desarrollo. El desarrollo, para millones de seres del planeta, comienza a circunscribirse a ciertas necesidades básicas mínimas, umbral o línea de la degradación, la muerte o la inanición. El Desarrollo Humano pone en su retórica a la “gente en el centro de la escena” y no al “crecimiento” exclusivamente”, según manifiesta Paul Streeten (en Mahub Ul Huq, 1999) uno de sus mentores. Colocar a la gente como protagonista de un desarrollo humanizado quiere decir que las personas pobres –no todas la gente- son “empoderadas” para gestionar programas focalizados a los límites de la sobrevivencia. En términos de políticas de la vida significa promover su reproducción a niveles mínimos biológicos o el acceso apenas a paquetes básicos. Al mismo tiempo que esa “gente” se enfrentan a una escenario cada vez más competitivo y excluyente, que deja a una gran mayoría sin posibilidades, ni siquiera de vender su capacidad de trabajo. La metáfora del recolector de programas sociales focalizados o subsidios al desempleo, promovidos por la humanización del desarrollo, es gráfica para comprender la lógica de la reproducción de la vida de los que no tienen trabajo. Sin embargo, esconde el proceso más importante y brutal de la transformación neoliberal. El haber enajenado hasta la posibilidad de vender la fuerza de trabajo en el mercado. Junto a la idea del núcleo irreductible de necesidades básicas, se pone un fuerte énfasis en la concepción de Sen de las habilidades, la agencia y la libertad de oportunidades; lo que conforma un entramado de conceptos constituyente de esta nueva concepción “humana” del desarrollo. Paul Streeten plantea que el concepto de las necesidades básicas fue precisamente precursor del desarrollo humano223. Durante finales de los años setenta y comienzo de los ochenta un grupo de economistas trabaja en el Banco Mundial sobre esta idea. Entre otros está el propio Streeten y Mahbub ul Haq quien será uno de los promotores de su introducción en la idea de Desarrollo Humano, a partir de la creación del índice de Desarrollo Humano por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ambos escriben un libro denominado: “lo primero es primero: consiguiendo necesidades básicas en los países subdesarrollados” (first things first: meeting basics needs in developong countries). Luego Mahbud ul Haq, a partir de finales de los ochenta, cuando ya el paradigma del desarrollo humano comienza a institucionalizarse, es nombrado en el PNUD como asesor especial del administrador, para trabajar con él en el primer Reporte de Desarrollo Humano. A partir de esa fecha se desempeña como “arquitecto jefe” de los informes anuales de Desarrollo Humano que produce el PNUD (Mahbub ul Haq 1995). La agencia (capacidades para convertir activos en satisfactores según el lenguaje de la Economía del Bienestar) unida a la libertad de oportunidades que brindará el mercado a partir 223

Ver su introducción al libro de Mahbub ul Haq (1999). Paul Streeten considera a Mahbub ul Haq, economista paquistaní, como uno de los “arquitectos jefes del desarrollo humano”.

142

de inimaginables artilugios que muevan a la “mano invisible” hacia los menos desfavorecidos, es parte constitutiva del discurso del Desarrollo Humano. Poner a la “gente” en el centro de la escena es también la valoración de un núcleo blando de la representación de la pobreza subjetiva y cualitativa, vinculado a la importancia de las capacidades de los pobres en términos de destreza, habilidades e inteligencia. Estas se convocan para transformar escasez y restricciones en oportunidades o capitales. Muchas de estas “capacidades” implican sacrificar otras oportunidades para atender a problemas de sobrevivencia mínima, por ejemplo el trabajo de menores, el hacinamiento para enfrentar falta de vivienda, etc. Sen diferencia entre capacidades, habilidades y bienes y servicios. Las habilidades serían las diversas condiciones de vida que pueden o no ser alcanzadas. Las capacidades sería nuestra habilidad para alcanzar dichas condiciones de vida. Como corolario, la posesión o acceso a bienes y servicios no son criterios para definir el nivel de vida puesto que las tasas de transformación de bienes y servicios a habilidades, varían de persona a persona. Por ejemplo, la situación nutricional de dos diferentes personas (habilidad) puede ser diferente a pesar de que su ingesta alimentaría (bienes) sea igual. El discurso del desarrollo humano, fuertemente influenciado por esta idea de capacidades de Sen, da el sustento teórico y un criterio de verdad “legítimo” para pensar que la pobreza puede resolverse a partir de la potenciación de las capacidades individuales o comunitarias de los pobres y de las “oportunidades” que brinda un mundo que se piensa como autoregulado y basado en las libertades -aunque la pobreza para Amartya Sen es también falta de libertades-. El descubrimiento del “núcleo irreducible” de “privación absoluta” de los seres humanos, conclusión obvia propia de nuestra condición de especie animal, que el saber de la economía política tuvo que descubrir y legitimar con pretensión de verdad, paradójicamente se constituye en la “escala humana del desarrollo”. En esta invención de las necesidades básicas a niveles biológicos, bajo el cual anida el hambre, la política del desarrollo humano focalizada en las poblaciones de riesgo deviene en una biologización al “mínimo” de la vida. No para aumentar el bienestar de los ciudadanos, sino para mantener a los no trabajadores y a los que siéndolo no pueden tampoco subvenir sus necesidades (desempleados, inempleables, precarizados “inútiles para el mundo”) en el umbral, en la línea de flotación de una vida en sus mínimos biológicos (la “absoluta” pobreza). La promoción de la vida en la labil línea de la indigencia, coloca a este nuevo arte de gobernar produciendo vida también pero no en términos de “bienestar” sino a escala biológica. Es una biopolítica que puede ser considerada como en la flotación entre la vida y la muerte. El desarrollo humano, no depende sólo del acceso a esos satisfactores sino de “habilidades” para alcanzar ciertas condiciones de vida, lo que Sen llaman “capacidades”. Estas serían algo así como destrezas para “aprovechar” oportunidades escasas. En esta discursividad, la libertad de las capacidades puestas en acto aparece confrontada a la dura y prosaica “falta de cosas”. Al núcleo duro y biológico de las necesidades básicas humanizadas se le suma una valorización de las personas en términos de destrezas, donde la falta de cosas se relativiza por las capacidades para conseguirlas o transformarlas o intercambiarlas. Un nuevo descubrimiento de la economía política ha dado a luz. Las personas y sobre todo las personas pobres, no son inanes, indolentes o inútiles, tienen capacidades y pueden, con recursos limitados, sacar provechos diferenciados si son buenos jugadores. De allí entonces que el desarrollo humano devino en necesidades no tan humanas y más biológicas y en capacidades para convertir activos en satis-factores de esas necesidades, lo que sería una redundancia –expresada en un lenguaje científico a veces poco inteligible- de la continua y milenaria gestión de recursos escasos o lo que es lo mismo, la reproducción de la vida a niveles de indigencia. Dentro de la gran utopía del desarrollo humano, además de la promoción activa de las políticas pro pobres promovidas por el Banco Mundial, el acuerdo de las Naciones Unidas

143

llamado Objetivos para el Nuevo Milenio vinculado con la “voluntad” de la erradicación de la pobreza (Millennium developmen goals to end human poverty)224 produce un nuevo acuerdo supranacional que complementaría los objetivos anteriores de la declaración de Desarrollo Social. Sin embargo, los objetivos del Millennium no modifican el formato del Desarrollo Humano. Evidencian la asunción de una utopía con un carácter milenario (terminar con la pobreza) que contradice flagrantemente con la intensificación de la creciente desigualdad que promueve el capitalismo global. Además pone nombre e indicadores a las expectativas de una vida a niveles básicos. Se propone reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir las enfermedades, adquisición de la educación primaria universal225, promover la igualdad de genero sobre todo en el acceso a la educación, reducir la pobreza y el hambre, asegurar un medioambiente sustentable y fortalecer el vinculo reciproco entre países ricos y pobres. Una de las causas de esta nueva declaración global utópica está asociada a que las formas de acumulación y de concentración de la riqueza estarían afectando la propia matriz social que garantizaba la protección social (Filgueras, 1999). La tercera ruptura en la arqueología de la pobreza a nivel global, se diferencia de la segunda. La segunda que Escobar (1998) denomina la era desarrollo, es coincidente con la conformación de un mercado interno en los países de América Latina, por efecto de la destrucción y funcionalización de las formas de subsistencia anteriores, concomitante con la aparición de las políticas de intervención social gubernamentales vinculadas a la conformación del estado de bienestar con características diversas según los países (Barba Solano, Carlos, 2006). Este tercer momento de quiebre se caracteriza por el debilitamiento de las formas anteriores de reproducción: precarización o pérdida de la condición de asalariado y debilitamiento o pérdida de la provisión de servicios sociales gubernamentales. Sachs (1999:21-23), por otras razones, opina también que la era del desarrollo ha terminado. Antes del episodio de la destrucción de las torres gemelas, el 11 de septiembre del 2001, consideraba que la guerra del golfo en 1991, marcaba la cortina final de la era, en la cual, las relaciones entre el Norte y el Sur pueden ser consideradas en términos de “desarrollo”. “En su lugar, una nueva era está bajando en la cual las relaciones entre el tercer mundo van a ser dominadas por el concepto de “seguridad”. Siguiendo a Heráclito que decía que “la guerra es la madre de todas las cosas”, las guerras generalmente aceleran la historia, precipitan eventos y crean nuevas perspectivas. “El foco de las negociaciones internacionales ha cambiado: la sección del bienestar ha sido reemplazada en la agenda por la división del riesgo. Se ha pasado de la hegemonía para el logro de la prosperidad a la hegemonía para conseguir la estabilidad. Admitiendo esto, la manera por la cual el norte se percibe a sí mismo ha cambiado. Truman estaba orgulloso de considerar que el dominio de los Estados Unidos no era colonial, sino en términos de la prosperidad económica de todo el mundo. Fue en línea con esta idea que las instituciones de “ayuda” y “cooperación” fueron creadas. Poco ha quedado de todo esto bajo el apartheid planetario: hoy día, por razones de auto defensa, el Norte debe parar su propia caída por el tironeo del Sur. Desde ahora en más, el Norte va a reclamar que esta obligado a la dominación para proteger la estabilidad del sistema mundial”. (Sachs, 1999:23) Con la desocupación masiva se instala una nueva etapa donde la condición salarial no es más la forma predominante de vida. Se vuelve a la territorialización que predominaba en la sociedad del control. Su objetivo era fijar a las poblaciones en la comunidad local, para neutralizar el riesgo social producto de la no relación con el trabajo. Sin embargo ahora, la vigilancia no se concentra en el control sobre los cuerpos, como en la etapa de la sociedad disciplinar, conocida como la anátomo-política. Es una vigilancia de los vínculos más primarios

224

Ver resolución 55-2 del 8 de septiembre del 2000, de las Naciones Unidas Es interesante señalar que el Pacto Social y Cultural, aprobado en la década de los 70’ por las Naciones Unidas, propendía a la educación secundaria gratuita y universal, por lo que este objetivo debe ser visto como un retroceso en términos de expectativas de mejora del bienestar social.

225

144

de ciertos grupos sociales considerados "vulnerables". Por eso no es masiva y no está dirigida a la población en general, como la biopolítica, sino está focalizada. Los objetos de saber no son ya exclusivamente problemas de natalidad, fecundidad o el aumento de la vida de los trabajadores por medio de políticas y saberes relacionados con el bienestar material en salud, educación y vivienda, como lo fueron a lo largo del siglo XX. Las formas de intervención implican identificar, con la mayor precisión posible, las poblaciones excluidas del trabajo o las que por su condición son más vulnerables. La categoría que permite operar este dispositivo de asistencia es el capital social. Mientras que la tecnología para la detección de los “grupos vulnerables” o la prueba de la validez de la pobreza o de los criterios de “elegibilidad” para ser “beneficiarios de programas, es la focalización. La eficiencia en la gestión focalizada se promueve en conjunción con la lógica benéfica y filantrópica, lo cual produce una tensión entre dispositivos asistenciales pseudo eficientes y prácticas tutelares. En relación a estos cambios y a la subsidiariedad del Estado sobre la vida de la población, Foucault, en una entrevista en la última etapa de su vida, plantea que el orden interior “es una consigna, un objetivo, una estrategia que caracteriza a la mayoría de los Estados modernos” y que el Estado actual “no tiene ya posibilidades, ni es capaz de gestionar, dominar y controlar toda la serie de problemas, de conflictos, de luchas, tanto de orden económico como social, a las que pueden conducir esta situación de energía cara. Plantea también que hasta ahora el Estado ha funcionado como una especie de Estado-Providencia y en la situación económica actual, ya no puede serlo. Postula que en el curso de los próximos años se van a presentar dos posibilidades: la fascista; "estricto sensu"... 226 y lo que denomina "desinversión”, “como si el Estado se desinteresa de un cierto número de cosas, de problemas y de pequeños detalles hacia los cuales había considerado necesario, hasta ahora, dedicar una atención particular” (Foucault, 1991b: 163-166). El nuevo orden interior obedece a una nueva economía caracterizada por cuatro aspectos. El primero es lo que denomina “el marcaje”, que implica “la localización de un cierto número de zonas que podemos llamar "zonas vulnerables" en las que el Estado no quiere que suceda absolutamente nada". El segundo aspecto, relacionado con el primero, es una especie de tolerancia sobre los controles cotidianos. La puntillosidad policíaca se va relajando y dejando en la sociedad un cierto porcentaje de delincuencia, de ilegalidad, de irregularidad: estos márgenes de tolerancia adquieren así, un carácter regulador. Podríamos decir nosotros que, para los países pobres, estos nichos de tolerancia equivalen a la indiferencia a la dolorosa desigualdad social cada vez más extrema, entre un mundo de pobres y un mundo de ricos. El tercer aspecto que señala Foucault, es un sistema de información general, como condición para que puedan funcionar estas zonas vulnerables de forma precisa e intensa, pudiendo controlar desde lejos dichos márgenes. Este sistema de información no tiene como objetivo la vigilancia de cada individuo, sino “la posibilidad de intervenir en cualquier momento justamente allí donde haya creación o constitución de un peligro, allí donde aparezca algo absolutamente intolerable para el poder”, conduce a la necesidad de extender un sistema de información que aunque vital, no será actualizado y aunque no sirva efectivamente, “es una especie de movilización permanente de los conocimientos del Estado sobre los individuos”. El cuarto aspecto, necesario para que este nuevo orden interior funcione, es la constitución de un consenso que pasa por toda esa serie de “controles, coerciones e incitaciones que se realizan a través de la mass media y que, en cierta forma, y sin que el poder tenga que intervenir por si mismo, sin que tenga que pagar el costo muy elevado a veces de un ejercicio del poder, va a significar una cierta regulación espontánea que va a hacer que el orden social se autoengendre,

226

“Yo llamo posibilidad fascista a lo que sucede en un país en que el aparato de Estado no puede ya asegurar el cumplimiento de sus funciones más que a condición de dotar así mismo de un partido potente, omnipresente, por encima de las leyes y fuera del derecho, y que hace reinar el terror al lado del Estado, en sus malla y en el propio aparato del Estado. Y de la omnipresencia del partido....” (Foucault, Michel; 1991b).

145

se perpetúe, se autocontrole a través de sus propios agentes, de forma tal que el poder, ante una situación regularizada por sí misma, tendrá la posibilidad de intervenir lo menos posible de la forma más discreta, incumbiendo a los propios interlocutores económicos y sociales el resolver los conflictos y las contracciones, las hostilidades y las luchas que la situación económica provoque, bajo el control de un Estado que aparecerá, a veces, desentendido y condescendiente. Considera que mediante esta especie de aparente repliegue del poder, y para que no recaigan sobre las responsabilidades de los conflictos económicos - resolviéndose éstas entre los propios interlocutores -, es “como van a aplicarse los medios necesarios para que reine el orden interior sobre una base muy diferente de la que hemos visto funcionar cuando el Estado podía permitirse el lujo de ser, a la vez, un Estado Providencia y un Estado onmivigilante". Como veremos más adelante, una de las ascepciones del capital social esta centrada en la energía societal que permite la resolución de conflictos a partir de las redes de sociabilidad, sin intervención del estado. En América Latina, la salida neoliberal de la crisis del Estado de Bienestar ha conducido al debilitamiento de los regímenes democráticos a través de la represión lisa y llana. Al mismo tiempo, la desinversión a través del marcaje o focalización de las poblaciones vulnerables ha sido promovido junto a los sistemas de regulación autogestionada comunitaria. En este contexto, la producción de información gubernamental es fundamental para intervenir en el momento justo ante situaciones de peligro, para apagar incendios sociales. Se observa una intensa movilización y gestión de los saberes gubernamentales; pero no ya sobre la población en general, sino sobre esos grupos que han sido marcados y focalizados.

DE

CÓMO LAS RELACIONES PRIMARIAS SE INCORPORAN EN LAS POLÍTICAS DE “LUCHA CONTRA LA POBREZA”. LAS TEORÍAS QUE VIABILIZAN LOS PROCESOS DE MERCANTILIZACIÓN DE LA SOCIABILIDAD PRIMARIA Para abordar el progresivo consenso de la revolarización de las relaciones primarias como una nueva economía utilitaria y no emancipatoria que forma parte fundamental del sistema de categorías prácticas del discurso del desarrollo humano, analizaremos primero las teorías sociales sobre todo neoliberales que inciden en la conformación de consensos sobre la importancia de estos vínculos como tecnología fundamental y dispositivo de la focopolítica, luego realizaremos la génesis de las categorías utilizadas por las Ciencias Sociales para abordarlos -particularmente en América Latina- y finalmente nos detendremos en la categoría de participación, empoderamiento (empowerment) y capital social tratando de destacar los mecanismos que hacen posible su creciente importancia en el discurso y en las formas de intervención en la políticas de regulación de la pobreza227. En el primer caso utilizamos como fuentes producción teórica de autores considerados relevantes y que se constituyen en voces autorizadas para indagar en ellas la construccion de esas categorías y los argumentos que fundamentan su funcionalidad en las políticas para pobres. En el caso del análisis de los conceptos asociados con la potenciación de las capacidades de los pobres en América Latina,

227

No tendremos en cuenta las visiones emancipatorias de la participación o del empoderamiento, tanto desde las teorías sociales europeas en su reflexión sobre los nuevos movimientos sociales que remiten a la revalorización de lo local y las relaciones primarias como la vecindad, la ciudad y el entorno físico, la identidad étnica (ver Melucci, 1994; Habermas, 1997, Offe, 1992); como tampoco acerca de la vieja tradición latinoamericana en este sentido como: Fals Borda 1982, 1992; Ignacio Esteva, 2002; Freyre, Paulo, 1967, 1970, entre otros). No nos detendremos en estos análisis puestos que queremos poner el énfasis en la economía política utilitaria de la potenciación de las asociaciones intermedias, de la participación y el capital social.

146

hacemos hincapié –por el contrario- en aquellas categorías vinculadas con la reciprocidad mercantil, han servido para explicar como –a pesar de la exclusión persistente- la reproducción de la vida de los pobres. Finalmente analizamos también producción teórica de voces autorizadas de los organismos internacionales que fundamentan y arguyen sobre la economía política utilitaria de la participación, el empoderamiento y el capital social. Las asociaciones intermedias, la participación y el capital social se han convertido, en estos últimos años, en uno de los elementos fundamentales del sistema de categorías del discurso del Desarrollo Humano. Estas remiten a relaciones de reciprocidad no mercantiles basadas en vínculos informales de base local –generalmente- y se constituyen en prácticas para convertir recursos autogenerados por las redes o las “asociaciones intermedias-, en capitales para la autogestión de programas focalizados y en dispositivos para neutralizar el conflicto social. Estas categorías prácticas del discurso van transformando los vínculos de sistemas de obligaciones recíprocas en los que se inscribe la familia, al mismo tiempo que las redes de solidaridad privadas se van convirtiendo en públicas, por su progresiva especialización y formalización. Por ejemplo, redes locales de base territorial que se transforman en organizaciones no gubernamentales. Se ha producido un progresivo descrédito de los mecanismos de protección del Estado. En la época actual, la promoción de la autonomía familiar y comunitaria del Estado tutelar o “protector” encuentra menos resistencia, no sólo por la progresiva hegemonía del discurso neoliberal, sino también por las formas de control que el Estado ejercía sobre la población y por los procesos de homogeneización que implicó la consolidación del Estado Nación. Existe una convergencia sobre la importancia de estos víncolos provenientes de diferentes corrientes de pensamiento acerca de la importancia de los lazos sociales no mercantiles que implican reciprocidad, los que han tenido distintas funciones, como la provisión de servicios de protección, reclamos de rendición de cuentas (Edwards, 1999), reivindicaciones asociadas a diversas formas de dominación (clase, genero o etnia), protección y seguridad para la inserción urbana de los migrantes y también reforzamiento de lazos que crean comunidad. Si bien existen diferentes concepciones acerca del capital social se prodría decir que coinciden en señalar que se constituyen por redes estables de intercambio de dones o favores que proveen bienes, servicios e identidad. Un don o regalo siempre requiere de otro, aunque la contraprestación se concrete más tarde y aparente no ser el efecto esperado del primer regalo (Mauss, 1991). Como hemos visto, Mauss plantea que las relaciones y lazos entre los hombres parecen relaciones entre cosas que se intercambian en forma de dones, lo que hace que parezcan naturales pero, en realidad, implican luchas de poder, los vínculos que se estructuran reproducen la diferencia y las jerarquías, mirada que nos remita a procesos de fetichización de estos bienes no mercantiles al igual que planteaba Marx para las relaciones mercantiles. Estos vínculos, generalmente son informales aunque los hay también más institucionalizadas como las organizaciones de autoayuda. Pueden interconectar hogares, grupos, personas, asociaciones y su inserción va desde lo local y nacional a lo supranacional. Pueden ser horizontales o jerárquicas. Incluso las más horizontales, se estructuran en el marco de relaciones de poder y desigualdad. La función de estas redes como creadoras de sentimientos de “comunidad” se vincula a aspectos de identidad, creencias compartidas, normas y costumbres que mantienen unido y cohesionado al grupo. Cuando se refiere a ellas como proveedoras de protección social se hace referencia a redes de ayuda mutua cercanas hasta organizaciones de base comunitarias, desde los grupos de autoayuda a las organizaciones no gubernamentales actuales. En otras circunstancias, estas instituciones han tenido un papel fundamental en las demandas de transparencia y mejor distribución del poder en las instituciones estatales. Aquí el énfasis está puesto en la confianza y cooperación cívica entre el Estado y las personas y en aspectos que profundizan las instituciones democráticas y el acceso a derechos y garantías. Las formas de asociatividad basadas en solidaridades más primarias también han dado lugar a luchas de resistencia y reivindicación importantes, como los movimientos de acceso a la tierra urbana y rural, entre otros. Algunos, como los movimientos recientes contra la globalización en 147

Washington, Seattle, Pagra o Davos convocan a resistir los valores de la ganancia y el lucro que simbolizan el Banco Mundial y otros organismos “promotores del desarrollo”. Las redes han servido también para mejorar los servicios que se obtienen de organizaciones más burocráticas (Adler, 1994) o intercambiar diversos favores desde estas instituciones hacia lazos más comunitarios, por medio de las relaciones de clientela política (Auyero, 1996). La crítica a las formas de control del Estado sobre los individuos, las familias y las minorías y las propuestas de valorizar las prácticas y relaciones primarias se originan en fuentes variadas y algunas contrapuestas. Desde las orientaciones foucaultianas de la sociedad disciplinar, al neoliberalismo extremo de Hayek y Friedman, o de sectores liberales social demócratas como Berger, hasta las posturas más progresistas proveniente de organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y una cierta reflexión teórica que ve estas formas de organización, como una alternativa liberadora a las formas de opresión actuales. En América Latina, este reclamo proviene, sobre todo, de minorías étnicas, campesinos y grupos pobres urbanos quienes han sido los menos asalarizados y los que menos derechos han podido utilizar de los debilitados Estados de Bienestar. Su importancia histórica en la construcción de identidades, facilita el consenso de estas propuestas. A pesar de las importantes diferencias, entre estas corrientes se nota un traslado progresivo del espacio de lo "social" al ámbito autogenerado de las relaciones de reciprocidad primarias o a formas institucionalizadas de resolución del riesgo social consideradas, hasta hace muy poco, premodernas y tutelares (beneficencia, filantropía y ayuda mutua comunitaria). Nos interesa aquí mostrar algunas concepciones, sobre todo aquellas que justifican el desmantelamiento del estado de bienestar, dado que parte de su diagnóstico se basa en la importancia de estas redes como alternativa a las instituciones comunitarias de redistribución de recursos destinados a la protección social. Como ya hemos dicho, nos detendremos en el pensamiento de autores neoliberales de importante predicamento cuyas argumentaciones han servido para naturalizar estas transformaciones como la idea de "red de relaciones" de Hayek, o la importancia de los "lazos familiares" y "actividades benéficas y filantrópicas" para los Friedman y las "asociaciones intermedias" para Peter Berger. Las “redes autogeneradas” como parte de la “sociedad”, el neoliberalismo de Hayek y Friedman Dada la importancia de estos dos pensadores en la progresiva construcción de la hegemonía de las políticas neoliberales y de sus categorías discursivas del nuevo arte de gobernar, pondremos especial hincapié en algunos elementos de sus pensamientos. Para Hayek y Friedman, las relaciones mercantiles son fundamentales y son las que aseguran el mantenimiento del “vínculo social”. El Estado debe abstenerse de toda regulación y tutela sobre los individuos promoviendo la actividad privada. Ambos plantean, sin embargo, la posibilidad de instrumentar sistemas de “ingresos mínimos”, para aquellos que no se pueden beneficiar del mercado. Ambos valorizan también las redes, las asociaciones intermedias y la "energía " local como forma básica del vínculo social y de atención a los más desfavorecidos. La preocupación fundamental de Hayek, es la "contención del poder" como salvaguardia a la libertad personal228. El gobierno solo debe usar su poder coercitivo "para aumentar la recaudación que le permita proporcionar servicios que, por una u otra razón el mercado no puede ofrecer" (1980: 60-61). En estas condiciones si existen desigualdades sociales “estas se deben acoger favorablemente”. El respeto esencial a los principios del

228

"El verdadero valor de la democracia es servir como una precaución sanitaria que nos proteja de un abuso de poder. En su actual forma ilimitada, la democracia ha perdido gran parte de la capacidad de servir como una protección en contra del poder arbitrario. Ha dejado de ser una salvaguardia de la libertad personal, una restricción al abuso del poder gubernamental" (Hayek, 1980: 58)

148

liberalismo económico es prioritario, aún sobre los derechos políticos229. Para Hayek el acto mercantil es el acto constitutivo de la sociedad. El mercado es la manifestación de la existencia de un orden espontáneo que no es intencional. Este orden es el fruto no deseado de los distintos comportamientos de los diversos individuos y tiene propiedades autorreguladas (Salama y Valier; 1994: 162). Su concepto de sociedad se asocia a la suma de redes nacionales y transnacionales. "En una sociedad libre el Estado es una de muchas organizaciones, aquella que se necesita para proporcionar una estructura externa efectiva dentro de la cual se puedan formar órdenes autogeneradores, pero que está confinada al aparato de gobierno y que no determina las actividades de los individuos libres. Mientras esta organización del Estado contenga muchas organizaciones voluntarias, será la red de relaciones desarrollada espontáneamente entre los individuos y las varias organizaciones que ellos crean, lo que constituye la sociedad. Las sociedades se forman en tanto que a los Estados hay que construirlos. Por esto, las sociedades son infinitamente preferibles, en la medida que puedan producir los servicios que se necesitan o las estructuras que se autogeneren, mientras que las organizaciones basadas en el poder de la coerción tienden a convertiste en una camisa de fuerza que demuestra ser nociva..." (Hayek, 1980: 61, cursiva nuestra). Las redes se relacionan "a menudo" jerárquicamente y son estructuras "traslapadas" que se extienden sobre las fronteras nacionales. La misma idea que rige para el ámbito del mercado debe regir para el de la "sociedad" o “la red de relaciones autogeneradas” y estas son las que deben producir servicios, no el Estado. Es la red de relaciones la "que determina los procesos de la sociedad", no el "erróneo antropomorfismo que concibe la sociedad como "actuando" o "deseando algo". La mano invisible y autogenerada de las relaciones mercantiles y de las redes es lo que se debe promover. Las desigualdades sociales producidas por el libre juego del mercado, deben ser "amortiguadas", por un “ingreso mínimo” uniforme lo que no justifica moralmente el uso de la "fuerza del gobierno"230. Se parte del supuesto que el gobierno "debe considerar a todas las personas como iguales". Tomar en cuenta "las desigualdades de hecho que existen entre los individuos" se considera "una violación a los términos básicos en los que se someten los hombres libres de gobierno". El Estado debe reducir su actividad a otorgar "seguridad contra la violencia" y a un "cierto ingreso mínimo fijo si las cosas van completamente mal" (Hayek, 1980: 63-64). Los servicios gubernamentales deberían ser brindados por las autoridades regionales o locales, convertidos en "corporaciones cuasi-comerciales que compiten por el ciudadano", esto debido a su defensa ferviente de la descentralización como forma de control de la "democracia ilimitada" de los gobiernos centrales. "Reencargar el manejo de la mayoría de las actividades de servicio del gobierno a unidades más pequeñas, llevaría probablemente al renacer del espíritu comunal tan sofocado por la centralización" (Fridman 1980: 68, cursivas nuestras). La delegación en el "espíritu comunal", "comercial" y "corporativo" de los servicios gubernamentales privatizados y descentralizados, es la base de su defensa de lo "local". En ese "espíritu comunal" radicaría la "sociedad" o sea la "la red de relaciones desarrollada espontáneamente entre los individuos y las varias organizaciones que ellos crean". Hayek acepta la posibilidad de que las agencias gubernamentales puedan recabar impuestos para financiar esos servicios, pero debe estar 229

"Un dictador puede gobernar de una manera liberal, así como en una democracia es posible gobernar sin el menor liberalimo. Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté asusente." (Entrevista de un periodista Chileno a Hayek en 1981, durante la dictadura del General Pinochet, citado en Salama y Valier, 1994: 163) 230 "Fue, en efecto, el descubrimiento que un juego de acuerdo a reglas mejoraba las oportunidades de todos, aún bajo el riesgo que el resultado para algunos podría ser peor de lo que hubiera sido de otra manera, lo que hizo que fuese una aspiración del liberalismo clásico la completa eliminación de poder en la determinación de los ingresos relativos percibidos en el mercado. Esto, combinado con la disposición de amortiguar el riesgo, mediante la provisión complementaria del mercado de un ingreso mínimo uniforme para todos aquellos que por alguna razón fuesen incapaces de ganar al menos esa cantidad en el mercado, no deja justificación para el uso de fuerza por el gobierno o por otro grupo organizado para determinar los ingresos relativos" (Hayek, 1980: 63)

149

"obligada a reembolsar cualquier impuesto recaudado para estos propósitos a todos aquellos que prefieran obtener esos servicios de alguna otra manera" (Hayek, 1980: 69), en forma privada. Este sistema es también propuesto por los Friedman por medio de la instrumentación de vales para la elección de la educación privada. Milton y Rose Friedman analizaron la evolución del New Deal en los Estados Unidos y fueron severos críticos a la “explosión” producida por las actividades de bienestar. Su propuesta, en parte, está basada en una revisión critica de esa experiencia aduciendo la amplia insatisfacción de sus resultados, el exceso en el control estatal de un "interés público" y la planificación centralizada del gobierno, junto al crecimiento de la pobreza, a pesar de la expansión de los programas sociales, señalando además la “corrupción de la burocracia” (Friedman & Friedman, 1980: 133-148). En esa dirección, la responsabilidad de atender cuestiones de los más desfavorecidos es considerada "moral" e "individual" pero no "social". Cuando es individual o familiar, estas refuerzan los lazos familiares, de allí la importancia que se da a este tipo de relaciones231. A partir de la moralización e individualización de la intervención social el discurso traslada la responsabilidad del riesgo social, a una cuestión moral fundada en la tutela de los más capaces sobre los excluídos. En este sentido se puede decir que el discurso neoliberal promueve intervenciones presociales. Las propuestas de eliminación del Estado de Bienestar se fundan en una transformación radical de la "igualdad de oportunidades". Por ello esta igualdad "no debe ser interpretada literalmente" sino "como una carrera abierta a los talentos" y a la "capacidad". "La igualdad de oportunidades especifica más detalladamente el sentido de la igualdad personal, de igualdad ante la ley". "Como todo ideal, la igualdad de oportunidades no puede ser íntegramente realizada" (Friedman & Friedman, 1980: 190)232. Esta concepción debe oponerse a la "igualdad de resultados" lo que traería como resultado que "todos deben acabar la carrera a la vez". Sobre la base de esta concepción los Friedman proponen volver a que los "notables objetivos sociales" o la "compasión por los más desfavorecidos" sean encarados a las "formas de actividad benéfica particular" como lo fue en el siglo XIX, en ese país233. Se postula también eliminar la educación pública por un sistema de vales de opción familiar en escuelas privadas, dando prioridad a las escuelas parroquiales como "la única alternativa ampliamente asequible a 231

Lo demuestra un ejemplo relacionado con sus críticas a los aportes jubilatorios redistributivos " ...el programa de Seguridad Social implica una transferencia de fondos de los jóvenes a los viejos. En cierta medida, esta operación se ha producido a lo largo de la historia: los jóvenes mantienen a sus padres o a otros parientes en su vejes. De hecho, en muchos países pobres con tasas de mortalidad infantil altas, como la India, el deseo de asegurarse una descendencia que proporcione sostén a lo largo de la vejez constituye una de las razones más importantes de las elevadas tasas de natalidad y de las familias numerosas. La diferencia entre la Seguridad Social y las disposiciones previas es que aquélla es obligatoria e impersonal, y éstas, voluntarias y personales. La responsabilidad moral es una cuestión individual, no social. Los hijos ayudaban a sus padres por amor u obediencia. Ahora contribuyen al sostén de los padres de alguna otra persona por obligación o temor. Las primeras transferencias reforzaron los lazos familiares; las obligatorias, los debilitan" (Friedman & Friedman, 1980: 153, cursiva nuestra). 232 La igualdad de oportunidades desarrollada posteriormente a la Guerra Civil en Estados Unidos, según los Friedman "basada en la libre empresa, la competencia y el laissez-faire, provocó por un lado, una elite de un fuerte materialismo, pero por otro "una enorme liberación de energía humana" que hizo de Estados Unidos una sociedad crecientemente productiva y dinámica en que la movilidad social era una realidad cotidiana". Otro producto positivo según estos autores fue "la explosión de actividades benéficas (1980: 192). 233 "No hay contradicción entre un sistema de mercado libre y la búsqueda de notables objetivos sociales y culturales, ni ente aquél y la compasión para con los menos afortunados, siempre que esa compasión adopte, como sucedió en el siglo XIX, formas de actividad benéfica particular o, como ha sucedido cada vez más en el siglo XX, de asistencia a través del estado, a condición de que en ambos casos se trate de un deseo de ayudar a los demás" (1980: 199). Por ello se oponen a los impuestos redistributivos que "quitan al rico para dar a los pobres" (1980: 204), por uno donde de la ayuda a los más desfavorecidos sea voluntaria por medio de la energía local de la beneficencia y filantropía.

150

la escuela pública local" (Friedman & Friedman, 1980: 227). Aquí se plantea la contradicción entre los efectos laiquizadores de la modernidad liberal y las propuestas neoliberales de este tipo, al ser esta una política que fortalece el papel de las instituciones religiosas en la enseñanza, en forma contradictoria con las constituciones liberales que aseguran, en algunos casos, la educación pública, gratuita y laica234. Para conocer su propuesta a un nivel más específico, señalamos dos puntos presentes en una de sus obras (Friedman & Friedman, 1980). La primera, es una reforma del sistema actual de bienestar, reemplazando el paquete de planes concretos por un único programa, que comprenda los anteriores, de suplementos de renta pagados en efectivo La segunda parte, consta de un impuesto negativo sobre la renta, además de "reducir la actuación de la Seguridad Social satisfaciendo al mismo tiempo los compromisos actuales, y exigiendo gradualmente que los individuos tomen sus propias medidas para su jubilación" ( Friedman & Friedman, 1980:171). De cómo "potenciar al ciudadano" por medio de "asociaciones intermedias", para ser proveedores de servicios alternativos al Estado (Peter Berger y Richard John Neuhaus). "El paradigma de las estructuras intermedias apunta a conferir a tales personas (los pobres) el poder necesario para desenvolverse como ya lo hacen los que tienen mayores ingresos, y a distribuir algo más el poder, allí donde realmente importa, es decir, en el control que pueden ejercer las personas sobre sus vidas. Es posible que algunos llamen a esto populismo. Pero ese término se ha visto ensombrecido por el utopismo y por la política del resentimiento. Nosotros preferimos caracterizarlo como una forma de conferir poder a la gente". Berger y Neuhaus, "Potenciar al ciudadano. El rol de las estructuras intermedias en las políticas públicas” La idea de “potenciar al ciudadano” por medio de las “asociaciones intermedias” se origina en una investigación promovida por el sociólogo alemán Peter Berger y por el sacerdote católico Richard John Neuhaus235 desarrollada en Estados Unidos en los 70’ que dará como resultado más tarde la promoción del “empowerment” o empoderamiento en las políticas de “lucha contra la pobreza”. El pensamiento de Berger y Neuhas su colaborador principal, es fundamental para comprender el surgimiento de esta categoría, vinculada a los programas de desarrollo. Junto con otros autores que trabajan en su equipo236 representa a un liberalismo conservador de centro. Según ellos, su intención y su propuesta política "no es revocar el New Deal", ni "desmantelar el Estado Benefactor", se colocan en una postura intermedia a las neoliberales y neoconservadoras antes descriptas, aunque comparten los fundamentos de la crítica al Estado de Bienestar y algunas políticas, como la propuesta del ingreso mínimo y los vales para la educación. Coincidentemente, el centro de su planteo es el fortalecimiento de las redes primarias, por medio de las "organizaciones intermedias". 234

Los Friedman (1980: 228) proponen resolver el problema constitucional a partir de los tribunales y no del Tribunal Supremo que "por lo general ha dictaminado en contra de las leyes estatales que procuran ayuda a padres que envían a sus hijos a escuelas parroquiales". 235 Richard John Neuhaus es un sacerdote católico, nacido en Canada pero vive en USA, es autor de varios libros, incluido The Naked Public Square (La Plaza Pública Desnuda), y es el Editor en Jefe de First Things, una publicación mensual del Instituto sobre Religión y Vida Pública. El Instituto es una organización de investigación y educación interreligiosa cuyo propósito es “promover una filosofía pública religiosamente informada para el ordenamiento de la sociedad”. El ha promovido un dialogo ecuménico y una visión social conservadora. 236 Conformó un equipo, en la década del 70, que realizó un proyecto de investigación que exploraba el rol de las estructuras intermedias en las políticas públicas, junto con otros autores, entre otros Neuhaus (Berger, P. y Neuhaus, Richard John, 1976)

151

La categoria del "empowerment" tan presente en el sistema discursivo del desarrollo humano y en lenguaje de los organismos internacionales promotores del “desarrollo”, se vincula con las sugerencias que realizan estos autores, tendientes al fortalecimiento de las "asociaciones intermedias" y está vinculado también a una visión particular de la “gestión de los recursos humanos” (HRM, por sus siglas en ingles: Human resource management) y a otras formas de gestión de la calidad como el movimiento de la “calidad total” (TQM por sus siglas en inglés: total quality management) aplicadas a la gestión empresarial. El empoderamiento de los trabajadores desde esta mirada es visto como una solución a la gestión Taylorista donde no se da lugar a la creatividad de los trabajadores (Wilkinson, Adrian, 1998). En lo que respecta a la propuesta de Berger y Neuhas se trata de "potenciar al ciudadano", sacarle todo lo que pueda producir con recursos propios o autogenerados. a partir de las diversas formas asociativas. Estos autores fundamentan esta posición como solución a la creciente demanda de servicios estatales y a un diagnostico que se basa en la creencia de su burocratización creciente, la inflación de demandas de los políticos, la necesidad de reducir gastos, la amplitud del sistema tributario y las quejas frente al Estado por "su impersonalidad, su indiferencia y su excesiva interferencia" así como "el deterioro cada vez mayor de los servicios". Por todo ello expresan que no se proponen eliminar el Estado Benefactor, "como las posturas neoliberales extremas", pero si que "los servicios del Estado benefactor puedan entregarse a través de mecanismos alternativos"237. Los autores consideran que sus sugerencias, "podrían convertirse en la base de profundas innovaciones en la política gubernamental y tal vez de un nuevo paradigma para, al menos, ciertos sectores de Estado Benefactor moderno". Entienden como asociaciones intermedias a aquellas instituciones existentes entre el individuo, considerado en su vida privada y las grandes instituciones de la esfera pública, esta visión de las asociaciones intermedias es equivalente a la de la sociedad civil del Banco Mundial como veremos más adelante. No se trata de un nuevo concepto sino "del esfuerzo sistemático para traducirlo en políticas específicas" (Berger & Neuhaus, 1976: 177). Tanto en el trabajo citado como en uno más reciente de Peter Berger con Thomas Luckmann (1997) se postula esta estrategia, no sólo como alternativa a los problemas del Estado Benefactor sino también como forma de contrarrestrar lo que denominan las “crisis de sentido” de la modernidad - producidas por la diferenciación y el pluralismo - sin caer en los "fundamentalismos" ni en el "relativismo" posmoderno. Según ambos autores, estas instituciones impiden que las crisis de sentido se agraven hasta afectar a toda la sociedad. "El grado de éxito que aquéllas puedan tener depende de su calidad y cantidad". "Las instituciones intermedias deberían ser apoyadas allí donde no encarnan actitudes fundamentalistas, allí donde sustentan los "pequeños mundos de vida" (kleinen lebenswelten) (un término acuñado por Benita Luckmann años atrás) de comunidades de sentido y de fe, y allí donde sus miembros se desarrollan como portadores de una "sociedad civil" pluralista" (1997: 116). Consideran que desde el punto de vista estratégico hay que tener en cuenta la capacidad de reducir tanto la precariedad anómica de la existencia individual, aislada de la sociedad, como la amenaza de alienación respecto del orden público (Berger & Neuhaus:1977). Estas instituciones, serían también una solución para el "cinismo" que acecha a la democracia, al institucionalizar la necesaria mediación en el espacio "ciudadano", de allí que su fortalecimiento tienda a "potenciar al ciudadano". La idea de empoderamiento aplicada a la gestión de las empresas es trasladada a las redes o asociaciones y la creatividad que se le pide al trabajador empoderado, en el esquema de gestión empresarial, se traslada al ciudadano. Las recomendaciones programáticas de la investigación postulan que, "las políticas gubernamentales debieran proteger y fomentar las estructuras intermedias, y utilizar, donde ello sea posible, estructuras intermedias para la consecución e los objetivos sociales" (Berger & Neuhaus, 1977:182). La defensa de las asociaciones intermedias son consideradas una alternativa al control estatal sobre las familias (Berger & Neuhaus, 1977: 183). Se podría decir 237

Como se ve, no es una cuestión de derechos sino de entrega de servicios básicos.

152

parafraseando a Foucault que se produce un paso de la economía de la población o economía política a la economía de las asociaciones intermedias y de la comunidad. No es más el Estado el que "decide" por los individuos o los grupos. Son "los seres humanos, sean quienes sean, quienes entienden mejor que nadie sus propias necesidades", "las estructuras intermedias ... son la expresión real de los auténticos valores y las genuinas necesidades", son "instituciones hechas a la medida de los individuos" (1977:183). Estos pensadores, salvando las distancias, promueven una suerte de familia providencia, similar a la de la edad media señalada por Castel (1997), de “familia y comunidad providencia”238 no autorreguladas totalmente como las comunidades campesinas de esa época. A partir de la idea que los grupos y las comunidades, son quienes mejores saben sus necesidades, se propone delegarles la resolución de sus problemas, esto significa darles "poder". Así se puede "potenciar" sus capacidades. "El paradigma de las estructuras intermedias apunta a conferir a tales personas (los pobres) el poder necesario para desenvolverse como ya lo hacen los que tienen mayores ingresos, y a distribuir algo más el poder, allí donde realmente importa, es decir, en el control que pueden ejercer las personas sobre sus vidas. Es posible que algunos llamen a esto populismo. Pero ese término se ha visto ensombrecido por el utopismo y por la política del resentimiento. Nosotros preferimos caracterizarlo como una forma de conferir poder a la gente" (Berger & Neuhaus,1977: 184, cursivas nuestras). El trabajo desarrollo tres temáticas y espacios donde tienen lugar estas asociaciones intermedias que hay que potenciar: el barrio, la familia y la iglesia. La importancia de la iglesia como una asoción intermedia que debe formar parte de las políticas de protección social para los pobres, tiene que ver con la influencia de las ideas conservadoras del sacerdote Neuhaus en esta investigación, con la creencia que las instituciones laicas (como el Estado) son ineficientes y, sobre todo, con una visión de las causas de la pobreza vinculada a cuestiones morales, donde la caridad religiosa como dispositivo se revaloriza volviendo a atar las tecnologías sobre los pobres a la moralización religiosa. La revalorización de las asociaciones intermedias, responde en parte a las críticas que habían realizado los pensadores clásicos a los efectos de la modernidad. Durkheim, Toennis, Weber, Simmel, entre otros, planteaban el debilitamiento del sentido de comunidad y los lazos primarios producidos por las rupturas de los lazos anteriores que daban contención social. Otra cuestión puesta en el tapete es la contradicción entre procesos de laicización estatal, propia de la modernidad, y la importancia que adquieren en este discurso las organizaciones religiosas caritativas para cumplir funciones públicas, sobre las poblaciones pobres. Así, Hayek, Friedman, Berger y Neuhaus proponen la privatización de la educación pública, lo que les presenta una serie de contradicciones con la separación entre Iglesia y Estado y la existencia de derechos a la educación pública consagrados en la mayoría de las constituciones liberales y particularmente en USA. La valorización de lo local, de la comunidad, del barrio pone también en evidencia otra de las contradicciones del propio discurso neoliberal. ¿Cómo dar congruencia a las tensiones entre libertad individual producida por las relaciones anónimas de la ciudad con la perdida de la libertad personal que supone la cohesión y los derechos comunales?. Berger y Neuhman (1977)

238

"... Estas comunidades tendían así a funcionar como los sistemas autorregulados o hemostáticos, que recomponen su equilibrio movilizando sus propios recursos. Se realizaba la reafiliación sin cambiar el marco de referencia. La integración amenazada se reconstituía sobre una base territorial, y en el marco de las interdependencias enraizadas por esa inscripción. Al producirse una falla en el sistema de las protecciones cercanas, la sociabilidad solo se aflojaba sin llegar a cortarse, y el éxito de las operaciones de recuperación dependía de su elasticidad, que no era infinita... Las sobrecargas llegaban a veces a desequilibrar las redes primarias de solidaridad, y a romperlas. Era posible que por esta asistencia hubiera que pagar un precio muy alto, soportar una superexplotación, pequeñas persecuciones o un pesados desprecio...” ( Castel, 1997: 35-36).

153

reconocen esta tensión239. Para resolverlo sugieren dar "libertad de elección y no plantear la urbanización cosmopolita como un estadio de evolución más compleja"240. Afirman que los parámetros con que se deben fijar las políticas son la sociedad moderna, industrial y tecnificada, ya establecidos y que subsistirán. Los autores intentan deligarse de tendencias “tradicionales” no “modernas” que puedan asignárseles a su discurso o que sus argumentos puedan ser homologados a una remedievalización de lo social. Afirman, “nuestro argumento no es contra la modernidad sino a favor de explorar los modos en que la modernidad puede adquirir un perfil mas humano" (Berger y Neuhman, 1977: 192, cursivas nuestras). Se trata aquí no solo de darle al desarrollo un rostro humano sino también hacer la modernidad más humana. Se asevera entonces que no era humana. Este discurso propende a la conformación de una sociedad dual, por un lado moderna, tecnificada y burocratizada donde se ha “roto” con los lazos comunales que se cree “asfixian” la libertad personal y, por otro, una sociedad más “humana”, tradicional dirigida a los pobres. Como vimos, el interés por reforzar las funciones sociales de la familia pone en tensión los derechos individuales. La familia que ha ido perdiendo o debilitando algunas de sus funciones por la expansión de instituciones como las educativas, por la mercantilización de las relaciones sociales y por la tutela estatal sobre los menores en situación de “abandono moral y material”, debe ser recompuesta. Al mismo tiempo que se otorga a la familia más autonomía, se limita al control de la familia sobre los niños. Berger visualiza la peligrosidad de la extensión de los "derechos del niño" sobre la propuesta de potenciar a las familias, puesto que estas normativas le quitaría poder a las familias entregándoselas a los expertos gubernamentales241. Dado que estas propuestas ponen en tensión los valores de autonomía individual y las paulatinas formas de autonomía logradas por diversos movimientos sociales, fundamentalmente el feminista, se afirma que el control no debe ejercerse sobre los adultos sino sobre los niños242. Por ello se propugna la independencia de los adultos, pero no de todos. En los hechos, es sólo un grupo el que puede elegir "estilos de vida" diferentes, los que pueden insertarse en la economía moderna y de mercado. Se favorece la "autonomía individual" que ya era promovida

239

"El desplazamiento desde una comunidad cohesionada a una cosmopolita, desde la vecindad aldeana a la urbana, no es, necesariamente, un movimiento desde lo más simple a lo complejo. Puede ser, en efecto, que quienes se desplazan hacia la opción cosmopolita simplifiquen sus vidas al liberarse e las embrolladas asociaciones que dominan la vida de aldea: la familia, la Iglesia, el club, etcétera.... No hay una superioridad inherente, o un movimiento inevitable, hacia el tipo de barrio cuya vida gira en torno al club liberal democrático y alrededor de la parroquia o el salón municipal de actos. El objetivo de las políticas públicas debiera ser el de reforzar la gran diversidad de vecindarios que la gente elige de acuerdo a la idea que tiene de sí misma y conforme a sus propias expectativas ..." (Berger y Nehuman, 1977: 187) 240 Esta última es la posición de las teorías de la urbanización desarrollistas: el continum folk-urbano de Redfield y el nodo de las explicaciones sobre los procesos de modernización y urbanización en América Latina. 241 "....Nos oponemos a las políticas que exponen al niño a la intervención directa del Estado, sin mediación de la familia. Somos escépticos respecto a buena parte de la discusión actual en torno a los derechos del niño, especialmente cuando tales derechos son reivindicados en oposición a la familia. Evidentemente los niños tienen derechos, entre los cuales se cuenta el derecho a un grupo familiar sólido y funcional. La retórica de los derechos del niño, que implica transferir el cuidado de ellos a camarillas de expertos..., resulta sospechosa y también puede ser que encubra intereses creados..." (Berger y Neuhaus, 1976: 198) 242 "Una vez más estamos conscientes de las críticas actuales a la familia tradicional, provenientes ante todo de las feministas, pero no sólo de ellas. En lo que concierne a los adultos, estamos de acuerdo en maximizar las opciones que suponen estilos de vida distintos. Pero, la preocupación fundamental de la política gubernamental en lo que respecta a la familia son los niños, no los adultos. Esa preocupación es común a todas las sociedades, pero en la sociedad democrática hay un interés adicional y urgente en fomentar modelos de socialización y valores que permitan la autonomía individual. Ese interés implica una mayor protección de la familia en relación al Estado e implica confiar en las personas para que se hagan cargo de sus propios hijos en un mundo forjado por ellos mismos" (Berger y Neuhaus, 1976: 204)

154

desde el discurso higienista, pero sólo la pueden realizar en el mercado los "más capaces". Al resto no le queda otra alternativa que la "cohesión familiar" y la "familia providencia". En relación con los dispositivos disciplinares, para los “minusválidos” se procura la desinstitucionalización de las formas terapéuticas estatales que tienen como función el disciplinamiento de los cuerpos. Como contrapartida, la familia pasa a tener funciones terapéuticas a menor costo. "Las pretensiones terapéuticas de estas instituciones están hoy en tela de juicio y el cuidado institucional es tremendamente caro en virtud de lo cual el pensamiento innovador de nuestros días se ha desplazado en la dirección de emplear lo más posible a la familia como contexto terapéutico. Esto significa que el profesional es visto como un auxiliar, en lugar de un sustituto de los recursos de la familia. Esto puede significar, tal vez, que se le deba pagar a las familias por cuidar a un niño impedido... Un enfoque de esta índole reduciría con certeza los costos de cuidar a los minusválidos" (Berger y Neuhman, 1976: 203, cursivas nuestras). Similar proposición se realiza para los adultos impedidos. En síntesis los dispositivos para el control de la discapacidad para el trabajo vuelve a los vínculos locales y familiares más primarios. La critica de las corrientes socialdemócratas a las denominadas “instituciones totales”, es compartida por otras posturas más progresistas. Es claro que en las primeras el objetivo es abaratar costos gubernamentales, mientras que en las segundas se trata de reducir la presión de las tecnologías disciplinares sobre los individuos. La función que le había delegado a la psiquiatría y a los tribunales de menores la tutela estatal, por medio de la judicialización y estatización de la institución del patronato vuelve a las familias. Los saberes expertos asociados a la terapéutica se recomponen, perdiendo paulatinamente su poder tutelar. Dicho poder se traslada paulatinamente a los padres, a las familias ampliadas y, eventualmente, a las llamadas familias "sustitutas". De todas maneras se trata de una transferencia de responsabilidades a bajo costo. La privatización de la educación y su traslado a organizaciones privadas por medio de vales que el Estado daría a los individuos para que elijan instituciones (Friedman y Hayek) es similar a la opción que propone Berger para las guardarías infantiles. También sugiere otras "propuestas imaginativas" como los "abuelos sustitutos" (Berger & Neuhman, 1976: 203)243. En síntesis, se promueve la autogestión de la atención a los riesgos y la protección social rompiendo con las formas de gubernamentalidad anteriores sobre los sectores de menores recursos. Aunque se dice potenciar las capacidades individuales y locales, esto es sólo en términos de descentralización y de desgubernamentalidazación de responsabilidades, pero sin redistribución económica ni responsabilidad pública, que traduzca dicha potenciación en derechos y garantias. La solución entonces es la vuelta a la reciprocidad local, asegurando un piso mínimo para los pobres. Berger y Luhman consideran que para potenciar al ciudadano es necesario establecer un "límite inferior de pobreza". Es preciso fijar un "nivel mínimo de decencia", méritos relativos que poseen los "programas de mantención del ingreso - ingreso garantizado, impuesto progresivo al ingreso- ... Además de los imperativos morales, dicho criterio puede fortalecer a las estructuras intermedias, especialmente a las familias más pobres, permitiéndoles superar la dependencia que supone el actual sistema de beneficencia, confuso y que confunde" (Berger y Neuhaus, 1976: 199, cursivas nuestras). Categorías y eufemismos que muestran un doloroso sarcasmo “moral” para mantener la vida de muchos congéneres en el límite biológico con la muerte. Se trata de "potenciar al ciudadano y rechazar el tutelaje", "dotar de derechos a las personas de menores ingresos sin privar de los suyos o empobrecer a los que están mejor" . El discurso aparenta potenciar al "ciudadano" pero busca

243

El ex ministro de Economía de la Argentina, Domingo Caballo promotor principal de las transformaciones neoliberales, en una entrevista televisiva justificaba los bajícimos montos de los jubilaciones en Argentina y sugería que deberían ser las familias las que debían hacerse cargo de los ancianos y no la seguridad social, por medio de sistemas jubilatorios, como el hacía con su madre. La entrevista se realizó en circunstancias de reclamos de los jubilados por los bajos montos de las jubilaciones en plaza de Mayo (la plaza central de la ciudad de Buenos Aires).

155

potenciar "al pobre", para que sólo o con sus pares, resuelva sus problemas. En definitiva, "se puede potenciar a las personas de bajos ingresos sin castigar a otras" (Berger & Neuhman, 1976:201). Las "otras" personas, a las que se cubre de ser castigadas por la presión tributaria, no requieren ser potenciadas.

LAS

CIENCIAS

SOCIALES

Y

LA

CATEGORÍA

DE

RELACIONES

PRIMARIAS En esta sección veremos como las relaciones primarias han sido objeto de análisis de los científicos sociales para explicar su permanencia dentro de las llamadas “sociedades complejas”. Desde el don de Mauss, las redes de los antropólogos sociales ingleses, las estrategias de sobrevivencia y de vida propuestas por teóricos latinoamericanos, la economía moral de la historia social inglesa, los soportes de proximidad de Robert Castel, el capital social en Bourdieu, hasta llegar al actual capital social en el discurso del Banco Mundial, que se constituye en parte fundamental del discurso y de las nuevas formas de gobernar, la focopolítica. En América Latina, el fortalecimiento de las redes de reciprocidad primarias tiene también sus defensores proveniente de una corriente que podríamos denominar progresista. Esta se basa en muchos de los fundamentos de los autores que proponían la participación de los pobres en el desarrollo, a los que hacíamos referencia con anterioridad. Consideran que las organizaciones de la sociedad civil son capaces de lograr el objetivo histórico de la de equidad de la política social, así como impulsar solidaridad, cooperación cívica y expansión de la ciudadanía. A diferencia de la promoción de la sociedad civil como "mallas de contención" de la pobreza, aquí se pone énfasis en la constitución de actores sociales y en la generación de movimientos sociales que tendrían la capacidad de movilizar los grupos sociales más postergados para plantear una agenda social, con nuevas prioridades más humanizadas y participativas (Bustelo, 1995a: 40)244. Estos grupos actualizan algunas de las concepciones de los movimientos de base de los 60 y 70, que propugnaban la participación comunitaria, como forma de lograr un “desarrollo inclusivo”. Otros basan la defensa de la lógica de la reciprocidad en el ámbito comunal, a partir de la constatación de que ciertas culturas nativas, como las andinas, han sobrevivido durante milenios a la agresión occidental gracias a la manutención de estas redes de ayuda mutua basadas en el don (Rojas Ortustre, Gonzalo, 2000). La tematización de las redes se vincula, la mayoria de las veces, a la promoción de estrategias o dispositivos que amortiguan los problemas de "desintegración social", "marginalidad" o de “exclusión social”, de esta manera su potenciación tiende a lograr una mayor adaptación de estos grupos, junto a una mayor cohesión social. En este sentido puede citarse las funciones otorgadas por Mauss al don, o Durkheim a la solidaridad orgánica en las sociedades tradicionales, tendientes al logro de la paz o la cohesión en las sociedades no modernas. También las ciencias sociales de mediados de siglo XX desarrollaron nociones tales como "redes", "capital social" o "soportes de proximidad". Se trataba de categorías de pensamiento aplicadas a relaciones de reciprocidad no mercantiles que no se encontraban basadas en el contrato ni en derechos, ancladas en vínculos comunitarios o locales. Su revisión 244

Bustelo duda que se logren los objetivos de humanización que se asigna a la sociedad civil o al denominado tercer sector. Utilizando la metáfora de Bobio, sobre el abrazo vital o mortal en la relación entre el estado y sociedad civil en especial "los organismos no gubernamentales", expresa "o se trata de un "abrazo mortal" en donde los organismo no gubernamentales se transforman a través del clientelismo, la cooptación política y la dependencia asistencial en organismos neo gubernamentales, o de lo contrario se trata de un abrazo vivificador, posibilitador y habilitante de nuevas propuestas de relacionamiento social a partir de la constitución de una esfera pública y del desarrollo de una autonomía política y económica que posibilite la realización e los derechos y responsabilidades de la ciudadanía". (Bustelo, 1995a: 44)

156

actual permite que sean vistas como vínculos asociados con energías que complementan la cohesión social y, en algunos casos, como alternativas a las formas más modernas de ciudadanía social y de derechos vinculados al trabajo o a la lógica mercantil. De todas ellas la categoría de redes fue la primera y tuvo un papel relevante, tanto en el campo de la Antropología como de la Sociología. Cuando se iniciaron los estudios sobe las denominadas sociedades complejas en la antropología, existió un marcado interés por demostrar la relevancia que seguían teniendo las relaciones informales de reciprocidad no mercantil, a pesar de las generalización de las instituciones de la “modernidad” más formales. Esta forma de dsiganosticar la modernidad es parte de una construcción social que la opone a la tradición y parte de una visión unilineal y evolucionista del devenir de las sociedades que sirvió para clasificar a América Latina como tradicional, sobre todo en las teorías de la modernidad. Básicamente, los estudios tuvieron lugar en sociedades post-coloniales y en los países del tercer mundo. Los estudios de la antropología social inglesa, en las décadas del 60 y 70, partían del enfoque de redes, tratando de captar su funcionalidad en situaciones de migración y en procesos de urbanización245. El interés se centraba en abordar las redes como estructuras insterticiales y complementarias a otras instituciones de las llamadas sociedades complejas por oposición a las simples, visión similar a la de la dualidad modernidad/tradición (ver Wolf, E. 1980; Mayer, A. 1980; Mitchell, C., 1980). En América Latina, estas categorías tuvieron una importancia relevante desde los cincuenta para explicar las maneras como sobreviven los pobres frente condiciones de exclusión del mercado de trabajo y de bienes. Los estudios acerca de la “cultura de la pobreza” (Lewis, O; 1961), como vimos, puntualizaron la importancia de las redes de parentesco y vecindad de los pobres para resolver problemas propios de la industrialización en América Latina. En los 60 y 70, en etnografías en barrios de las ciudades, las redes y estrategias explicaban la importancia de las formas de reciprocidad, para la sobrevivencia de los sectores populares urbanos. El trabajo "¿Cómo sobreviven los marginados?", de Larissa Adler de Lomnitz (1976) es pionero en esta línea. Los abordajes sobre estrategias familiares de sobrevivencia y de vida ampliaron el marco de estudio de las redes, en ámbitos locales y barriales a la reproducción de la fuerza de trabajo (Torrado, Susana; 1980). El planteo se basaba en el análisis de las consecuencias particulares de la lógica de acumulación capitalista, los modelos de desarrollo en América Latina y la importante cantidad de población que quedaba sin posibilidad de sobrevivir a través de relaciones asalariadas (Rodríguez, 1981)246. Estos mecanismos o estrategias permitían generar recursos y contrarrestar las distintas formas de violencia que generaba la modernidad: destrucción de valores de origen rural por la migración, adaptación, contención y generación de recursos para la sobrevivencia en las ciudades. Si bien daban por supuestos que las redes o estrategias de ayuda mutua eran propiedad exclusiva de los sectores pobres o de origen rural y que provenían de los saberes "tradicionales" de origen, los estudios de estrategias puntualizaron la creatividad y las capacidades de los pobres para hacer frente a diversas situaciones de exclusión, a diferencia de la representación inerme e inane de la cultura de la pobreza o de la marginalidad. Más tarde, el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1980), desarrolló la categoría de “capital social” sustentada en la idea primigenia del don en Mauss (1923-24) para las sociedades primitivas. Para Bourdieu, los recursos de las redes son parte de los capitales o fuerzas que actúan en un campo cualquiera. Entiende como capital social el “... conjunto de los recursos actuales o potenciales que están ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de inter-conocimiento y de inter-reconocimiento; o, en otros términos,

245

Estos trabajos estaban desarrollados sobre la base de la concepción de Barnes y Bott, y abordaban las redes como una serie de relaciones de carácter personal que un individuo configura en torno suyo. 246 También desde el movimiento feminista surgieron investigaciones relacionadas con el rol jugado por la mujer en la reproducción de las unidades domésticas y su aporte gratuito a la reproducción de la fuerza de trabajo.

157

a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no sólo están dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mimos), sino que también están unidos por lazos permanentes y útiles” (Bourdieu, 1980: 2). El capital social puede procurar beneficios materiales o simbólicos. También puede multiplicar otros tipos de capitales. La red de relaciones es el producto de estrategias de inversión social, consiente o inconscientemente orientadas hacia la institución o la reproducción de relaciones sociales directamente utilizables, a corto o largo plazo. Si bien en la concepción de capital social de Bourdieu se trata de estrategias de inversión social, los motivos para la interacción no están basados en comportamientos con fines económicos. Se pude conseguir trabajos o aumentar el capital por la pertenecía a una red, pero formar parte de estos vínculos no tiene como móvil la razón instrumental o el calculo. El propio intercambio transforma los objetos intercambiados en signos de reconocimiento mutuo y de pertenencia al grupo, lo que construye al grupo y determina sus límites. Delimita el espacio mas allá del cual el intercambio no puede tener lugar. El volumen del capital social no solo depende de la extensión de la red de relaciones sino del volumen del capital económico, cultural o simbólico de los miembros de la red. Este capital esta estrechamente vinculado al capital simbólico por medio de la reputación y al honor que en ciertas circunstancias otorga247. Un elemento a destacar en el análisis de Bourdieu, tomado de Mauss tiene que ver con la progresiva diferenciación, a través de la historia, entre el capital social, simbólico y el económico, lo que se traduce en la separación entre derecho personal y derecho real, disociando la venta, del don y del cambio y permitiendo el desarrollo del mercado, el comercio y la producción248. En la Argentina durante los 90 y a partir del concepto de capital social de Bourdieu, se desarrollaron muchos estudios sobre la denominada nueva pobreza. Con esta categoría se buscaba dar cuenta del empobrecimiento de las clases medias y sus estrategias para enfrentar o mitigarla (Kessler, 1999; Minujin y Kessler, 1995). Hasta ese momento, las relaciones de reciprocidad, ya sea como estrategias o como redes, se había aplicado sólo a grupos pobres, marginales o informales. Esas estrategias parecían ser patrimonio exclusivo de los pobres o de la “fuerza de trabajo explotada” cuya capacidad para resolver problemas se rescataba. Se puede observar aquí el sesgo antropológico de los estudio sobre la pobreza, en el sentido de puntualizar las relaciones más informales que se realizan en ámbitos menos institucionalizados como la comunidad, la vecindad o el parentesco ampliado. Hasta ese momento se aplicaban a grupos de iguales. Su empleo en las relaciones de compadrazgo (Adler, 1994) y clientela política (Auyero, 1996) puso en el tapete la importancia de relaciones jerárquicas y de cambios de roles en las redes. Además mostró como los intercambios informales, más o menos estables,

247

“Forma parte de la red de aliados y de relaciones que se tiene (y a los que se mantiene) a través del conjunto de compromisos y deudas de honor, derechos y deberes acumulados a lo largo de las generaciones sucesivas y que puede ser movilizado en las circunstancias extraordinarias. Capital económico y capital simbólico están tan inextricablemente mezclados que la exhibición de la fuerza material y simbólica representada por aliados prestigiosos aporta por sí misma beneficios materiales. Un ejemplo de la relación estrecha entre ambos capitales se da en las economías de buena fe en la que una buena reputación constituye la mejor, sino la única garantía económica” (Bourdieu, 1991: 200). 248 Sin embargo, “es necesario tener en mente que la distinción entre el capital económico y el capital simbólico es el producto de la aplicación de un principio de diferenciación extraño al universo al que se aplica, y que sólo puede aprehender la indiferenciación de estos dos estados del capital bajo la forma de su convertibilidad perfecta” (Bourdieu, 1991b: 200). Para Mauss (1923-24: 232) son los romanos y los griegos “quizá influenciados por los semitas .. , quienes crearon la distinción entre derecho personal y derecho real, separando la venta del don y del cambio, aislando la obligación moral y el contrato y sobre todo marcando la diferencia entre ritos, derechos e intereses. Son ellos verdaderamente, quienes superan, con una autentica revolución, la vieja moral y la economía de los dones, demasiado azarosa, dispendiosa y suntuaria, repleta de consideraciones personales e incompatible con un desarrollo del mercado, del comercio y de la producción, que ya entonces era antieconómica”

158

tanto horizontales como verticales, podían ser encarados con el mismo concepto (Kessler, 1999).

LA

MERCANTILIZACIÓN DE LAS REDES PRIMARIAS: DE CÓMO EL CAPITAL SOCIAL DEVINO PRODUCTIVO “Esta evolución del mercado en su interrelación con instituciones no mercantiles se caracteriza por una situación en la que las actividades económicas son subsumidas en las relaciones sociales a otra donde las relaciones sociales son subsumidas por el sistema económico” Josef Stiglitz, “Formal and informal institutions” Aquí intentamos responder a la pregunta sobre cuales han sido las configuraciones de conceptos y nociones, las categorías de pensamiento y acción que han llevado a que los vínculos primarios de reciprocidad, - antes representados como una “rémora” de las tradiciones o “trabas” para el desarrollo y una amenaza para la lógica mercantil- alcancen un progresivo consenso y se conviertan en una estrategia básica de gobierno e intervención social sobre la pobreza y como un dispositivo básico en la discursividad del Desarrollo Humano. La incorporación de estas categorías de pensamiento en la agenda política refleja una visión utilitaria en la economía política de la pobreza. Existe un creciente convencimiento de neoliberales y neoconservadores a cerca de las “energías” latentes de la sociedad civil y del capital social como un nuevo objeto de saber de los y y hacer en los discursos de verdad del “desarrollo” humano249. Los más pragmáticos lo promueven para compensar la creciente flexibilización, desmercantilización y desjuridización de las relaciones laborales, haciendo reposar la protección social y las situaciones de pobreza en las “energías” autusustentables de los pobres, desembarazándose el Estado y las instituciones públicas de propender al bien común. Otro grupo está representado por sectores políticos y académicos que aplauden la incorporación de los factores sociales y culturales al discurso del desarrollo. Argumentan que de esta manera se podría hacer al desarrollo más inclusivo, participativo e intercultural. Aducen que las cuestiones sociales y culturales que habían sido relegadas, al asociar el desarrollo al crecimiento económico, ahora pueden ser tomadas como un elemento para ser tenido en cuenta en las modalidades de desarrollo (Kliskberg, 1999)250. Aunque se afirma como objetivo humanizar el “desarrollo”, en realidad en su versión instrumental de gestión de la pobreza se trata, como afirma Edwards (1999), de la trivialización de lo social convirtiéndolo en un brazo de la micro economía. En definitiva esta trivialización se traduce en la “mercantilización” de lo social. Una segunda corriente de pensamiento proviene de una visión culturalista y neoevolucionista del desarrollo que revisita los viejos postulados de Oscar Lewis (1961) sobre la cultura de la pobreza y la hace funcional a las explicaciones de las causales de la exclusión. Para esta concepción, la equidad que dice pretender la economía neoliberal es un lugar de llegada. Arriban los más aptos, los que tienen “capacidades” que se adquieren por el desarrollo

249

Escobar plantea que el discurso del desarrollo ha ido cambiando de objetos de saber, por ejemplo los analfabetos, los pobres de las ciudades, los campesinos (Escobar, Arturo; 1998: 91). Por nuestra parte consideramos que las redes de reciprocidad no mercantiles se constituyen en un objeto de saber fundamental del discurso del desarrollo humano, a partir de los 90. 250 Una reciente iniciativa del BID; con la colaboración de los gobiernos de Noruega y Francia, denominada “Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo”, pretende incorporar las capacidades de la gente y valores éticos de equidad dentro de las prácticas del desarrollo. Esta constituye una nueva filantropía de este organismo internacional vinculada también a una visión más inclusiva del desarrollo de los países financiadores. Se ha realizado, recientemente en Buenos Aries, un Seminario Internacional, en septiembre del 2002, denominado “Los desafíos éticos del desarrollo” y en noviembre, ha tenido lugar otro en La Paz, Bolivia. Se puede ver información en la página www.iadb.org/etica.

159

individual, desvinculado de las oportunidades de partida o de las trayectorias. Los que no llegan son los “incapaces”, nominados como los “más vulnerables”. La incapacidad histórica y “cultural” de algunos y su “desadaptación” a los valores y pautas que “estimulan” el desarrollo económico, se constituye en la explicación implícita y a veces explícita de su “fracaso” para competir en el mercado. El estudio pionero de Putman (1993) sobre el desarrollo en Italia es el mejor representante de esta acepción. La cohesión al sistema de valores dominantes, a través de la cooperación cívica implícita en el capital social, es requisito para alcanzar el desarrollo y su carencia es muestra de “retraso socio económico” y de “incultura cívica”. Si bien la cooperación es básica para el respeto de los derechos sociales e incide en una mayor calidad de vida, estos planteos omiten los procesos de destrucción de formas de cooperación comunitaria, la desigualdad en la distribución de los ingresos y del poder y la indiferencia, el individualismo y el desinterés por las crecientes desigualdades sociales. Además, como lo han señalado Portes y Landlot (1994), el capital social contrariamente puede obstaculizar las normas de la democracia, aunque propicie el desarrollo económico, como el caso los carteles de droga. El aporte de Robert Putnam en su estudio sobre Italia es fundamental. Define el stock de "capital social como redes recíprocas informales, confianza y normas –en instituciones jerarquizadas y horizontales- que facilitan la cooperación y la coordinación para beneficio mutuo” (Putman, 1993). Según él, en comunidades como las del norte de Italia donde el capital social es fuerte (organizaciones comunitarias activas, clubes, asociaciones) existe progreso económico, a diferencia del área sur “incivilizada” que se mantiene por estas causas subdesarrollada. Para Putman la “incultura cívica” es equivalente a carencia de capital social y a subdesarrollo económico251. En la visión de Putman se ve claramente como se traspasa el “bien común” y el interés general de los ámbitos públicos estatales a la sociedad civil y al capital social 252. La acepción del capital social que promueve el Banco Mundial y otros organismos de “desarrollo” no tiene como objetivo fortalecer su función emancipatoria o convocar a resistir la economía del libre mercado. Es una estrategia política y económica para compensar las “fallas” del mercado y el retiro del Estado de sus anteriores responsabilidades. Circunscribe su potencial a su función de protección, adaptación y generación de recursos ante situaciones de carencia o de crisis. Al dársele un valor económico además, la solidaridad se mercantiliza y es incorporada a la lógica económica. Al tener como objetivo sólo la “eficiencia económica”, pierde su valor como regenerador de los valores del lucro y la ganancia. Justamente el poder de la sociedad civil como lucha y resistencia es erosionada cuando los grupos cívicos solo son usados para ofrecer bienestar social (Edwards, 1999: 4). En América Latina hasta los ochenta, la antropología y la sociología habían desarrollado una serie de categorías y trabajos empíricos para explicar la importancia de las relaciones de reciprocidad primarias, como formas de generar recursos basados en relaciones de confianza y cohesión entre los pobres urbanos. La categoría capital social viene a extrapolarse al campo de la economía y al discurso del desarrollo. Los economistas la incorporan como un capital o como un activo. Se reconoce "su importancia determinante en la factibilidad y la productividad en la

251

“Estas comunidades no se hicieron cívicas simplemente por que eran ricas. Los récord históricos sugieren fuertemente precisamente lo opuesto: Ellos se hicieron ricos porque eran cívicos”. (Putman, 1993). Otros autores, en esta misma línea, ponen énfasis en la forma en que los valores y actitudes del capital social cohesionan al grupo (Stiglitz; 1998; Kenneth Newton y Stpehan Baas, cit Kliskberg, 1999). Para Baas el capital social tiene que ver con la cohesión social, con la identificación con las formas de gobierno, con expresiones culturales y comportamientos sociales que hacen a la sociedad más cohesiva. Baas afirma sin tapujos que el capital social sería fundamental para resolver las "fallas" del mercado, a través de acciones colectivas y el uso comunitario de recursos. 252 Robert Putman (1993: 3) considera que el capital social a diferencia de los capitales convencionales es un “bien publico”. Esto significa que no es propiedad privada de aquellos que se benefician de su uso.

160

actividad económica" (Moser, 1998: 4, traducción nuestra) y su valor y funcionalidad en la “lucha contra la pobreza”253. Kliskberg (1999) analiza una serie de trabajos que utilizan la categoría de capital social. En su inventario alrededor de este término incluye un abanico que va desde las instituciones de la democracia, las capacidades de intercambio y resolución del conflicto, la capacidad de asociatividad medida en términos de cuantía de organizaciones intermedias, hasta el acatamiento a normas y valores dominantes como el de la familia nuclear legítima. Dentro de este rango se podrían clasificar los trabajos que allí se sintetizan, entre aquellos que ponen más énfasis en la confianza y cooperación cívica como parte del capital social, en relación al desarrollo económico y los que la ponen en los valores morales asociadas a la estructura familiar. En ambos grupos, la cohesión al sistema de valores dominante es requisito para alcanzar el desarrollo y su carencia produce anomia, lo que lleva a profundizar las desigualdades económicas. Se infiere de estos estudios que, adecuándose a ciertos valores como la cooperación cívica se resolvería las desigualdades sociales. Otro aporte fundamental en este proceso de construcción de este nueva categoría funcional al discurso del desarrollo, es la aplicación de la idea de titularidades intangibles en los estudios de Amartya Sen sobre las hambrunas, a la de activos como capital social realizada por estudios promovidos por el Banco Mundial. Para Sen (1995) hay bienes tangibles e intangibles con los cuales una persona puede contar e intercambiar. A estos últimos los denomina “titularidades” (entitlements). El mapa de titularidades intercambiables depende de las características de la situación legal, económica de la sociedad en cuestión y de la situación de la persona en ella. También dependerá de las oportunidades productivas y de las posibilidades de intercambiar productos y recursos. Las provisiones de la seguridad social, el seguro de desempleo o los ingresos mínimos, también forman parte de ese mapa. La hambruna es el resultado de falta de bienes tangibles o de titularidades o de ambas a la vez. La aplicación de las titularidades al capital social extiende la idea de capital a otros activos intangibles, como los recursos provenientes de redes y a las relaciones domésticas. Caroline Moser (1998) en un estudio propiciado por el Banco Mundial, incorpora la categoría de capital social como activo de los hogares sobre la base de los aportes de Sen y otros. Su estudio pretende "contribuir al debate acerca de las estrategias de reducción de la pobreza a un nivel local sustentable que refuerza las soluciones inventivas de las propias personas, mas que substituirlas, bloquearlas o no tenerlas en cuenta”. Categoriza “los activos de los individuos pobres de la ciudad en términos de cinco abordajes de la vulnerabilidad (asset vulnerability framework). Estos incluyen los activos tangibles como el capital humano y laboral, activos menos productivos tales como la vivienda, y activos intangibles y más invisibles tales como las relaciones domesticas y el capital social" (1998:1, traducción nuestra). El uso de la categoría de capital social a la economía realizada por Glen Loury y Coleman; la visión de Putman como promotor de condiciones que facilitan el desarrollo, el estudio pionero de Amartya Sen y la aplicación de su idea de titularidades no tangibles254 a los

253

Según Alejandro Portes (1996) son dos economistas quienes introducen el concepto en la sociología norteamericana Glen Loury (cit. Portes, 1999: 245, 246) y Coleman (2000). A estos autores les interesa el capital social en su relación con la formación de capital humano y en la identificación de mecanismos por los cuales se genera. 254 Es interesante destacar que en Sen (1995) el concepto de titularidades asociado a derechos de acceso se desarrolló para explicar como las hambrunas no sólo se vinculan con carencia de alimentos sino con el debilitamiento o falta de titularidades. Al tomarlo como un capital individual, de redes, o de naciones vinculado con capacidades asociadas a cierto tipo de valores morales y generación de recursos intercambiables fuera del mercado, en cuenta de asociarlo al fortalecimiento de derechos o garantías vinculadas con la sobrevivencia o la calidad de vida se lo informalizó, quitándole su carácter de “titularidad”.

161

activos de los hogares desarrollada por Moser, ofrecen el marco general que permite al Banco Mundial promoverlo en sus políticas de “ataque” a la pobreza. La visión de Stiglitz, sobre el capital social es más escéptica255. Considera que si bien el capital social puede ser funcional ante situaciones de pobreza, al substituir bienes basados en relaciones mercantiles, debe ser reconvertido por el “desarrollo”. Stiglitz (1998), en un trabajo donde crítica ciertas aplicaciones de las denominadas reformas de primera generación promovidas por el consenso de Washington, señalando la importancia de introducir cuestiones sociales al desarrollo, que se constituyen en las denominadas “reformas de segunda generación” manifiesta que esta nueva estrategia, "necesita incluir la transformación de las instituciones y la creación de nuevo capital social y nuevas capacidades, en algunos casos para reemplazar instituciones tradicionales que inevitablemente se debilitan en el proceso de desarrollo. En algunos casos, las nuevas instituciones contendrán elementos de las viejas; habrá un proceso de evolución y adaptación” (Stiglitz, Joseph, 1998: 8, cursivas nuestras) Según las visiones pragmáticas y culturalistas del capital social, su promoción respetaría las "pautas culturales" de los sectores pobres. Sin embargo el desarrollo debe transformar ese capital social en otro alternativo según Stiglitz. Para él los ingredientes llave para una estrategia exitosa de desarrollo son la apropiación "empowerment" y la participación". Esta última como parte esencial de la profundización del desarrollo porque "debe envolver los grupos soportes de la sociedad civil; estos grupos son parte del capital social que necesita ser fortalecido, y esto da la palabra "give voice" a los miembros frecuentemente excluidos de la sociedad, facilitando su participación y elevando la apropiación del proceso de desarrollo". Ya en ese momento Stiglitz diferenciaba entre un tipo de capital social funciona y otro que debe ser destruido. El ex Vicepresidente del Banco Mundial reconoce que “una importante función de lo que nosotros hemos venido a llamar “capital social” es complementar o substituir los intercambios basados en el mercado y en la asignación de recursos. Claramente también, interactúa e incide en los intercambios de mercado”. Por ello señala abiertamente, a diferencia de Putman, que “puede haber ... como la forma de una U invertida en la relación entre densidad de capital social y nivel de desarrollo” (2000: 64-65). Stiglitz reconoce claramente que el “desarrollo” destruye capital social que debe ser reconvertido, por lo que se puede colegir entonces que los valores nativos deben ser excavados. Para Stiglitz (2000) el capital social tendría cuatro aspectos diferentes. El primero es el “conocimiento tácito”, que es parte de lo que mantiene unido a la sociedad produciendo cohesión, pero también un conjunto de aptitudes cognitivas y predisposiciones256. Esto es capital porque toma tiempo y esfuerzo en producirlo (tiene costos de oportunidad) y es un medio de producción. En segundo término, el capital social puede ser pensado como una “colección de redes” en las cuales uno es socializado y aspira a serlo. Tercero, el capital social es al mismo tiempo una “agregación de reputaciones” y una manera para conseguir reputación. Los individuos invierten en reputación (una forma implícita de capital) porque reduce los costos de transacciones y ayuda a romper barreras para entrar en una variedad de producciones y relaciones de intercambio. Finalmente, el capital social incluye el “capital organizacional” (estilos de administración, incentivos, comandos, prácticas de trabajo, sistemas de resolución de

255

Entiende el capital social y organizacional "como otra forma de capital, además del capital físico , el capital humano y el conocimiento... que incluye las instituciones y relaciones que median en las transacciones y resuelven disputas... Las sociedades tradicionales normalmente tienen un alto nivel de capital social y organizacional, pero este capital puede no facilitar el cambio. Pero en este proceso de desarrollo, el capital social y organizacional es frecuentemente destruido. La transformación puede debilitar las relaciones de las autoridades tradicionales, y nuevas pautas migratorias pueden cortar los lazos de la comunidad. El problema es que en este proceso de destrucción puede ocurrir antes que el nuevo capital social y organizacional es creado..." (Stliglitz, 1998: 15). 256 Por ejemplo la cultura de internet que comparten los alumnos que asisten a las universidades americanas.

162

conflictos, estilos de venta, procesos de afiliación a la empresa). Este último aspecto, permite pensar en mecanismos diferentes a los del mercado pero que están estrechamente vinculados (Stiglitz, 2000: 60-61, traducción nuestra). Podemos ver en la visión de Stiglitz un parecido de familia con la de Bourdieu. En ambos autores, hay una mutua relación entre la reputación, las redes, el conocimiento tácito y el capital económico. Para Stiglitz en “las economías de mercado avanzadas parece haber una reestructuración y profundización del capital social, no en la forma de “normas y regulaciones” que substituyen o complementan el mercado y el Estado pero si en la forma de densas redes interpersonales de conocimiento tácito que se desarrolla en la empresa y en las grandes organizaciones burocráticas (como el monitoreo de pares, círculos de control de calidad, por ejemplo). Esta evolución del mercado en su interrelación con instituciones no mercantiles se caracteriza por una situación en la que las actividades económicas son subsumidas en las relaciones sociales a otra donde las relaciones sociales son subsumidas por el sistema económico” (2000: 64, 65). Se trata entonces de una subsunción de lo social por lo económico, es decir en una mercantlización de lo social257. La visión oficial del Banco sobre el capital social, la que se expresa en sus documentos oficiales, es táctica. La pagina web (World Bank Group, 1998) sobre capital social ("social capital for development") expresa esta concepción utilitaria. “Cada vez mas evidencias muestran que el capital social es crítico para aliviar la pobreza y para el desarrollo humano y económico sustentable" teniendo un “efecto en la productividad comunal y en su bienestar” (World Bank Group, 1998, traducción nuestra). La visión del Banco sobre esta categoría es muy amplia e incluye a instituciones muy variadas. El capital social sería lo que mantiene unida a la sociedad, estando compuesto por instituciones, asociaciones y redes horizontales y verticales, formales e informales; relaciones y normas que moldean la calidad y cantidad de las interacciones, e "incluye el ambiente social y político que moldea la estructura y facilita el desarrollo de normas, como los gobiernos, el régimen político, las leyes, las cortes de justicia y libertades civiles y políticas" (World Bank Group, 1998 traducción nuestra)258. El Banco comienza el texto con una definición similar a la de Coleman. Entiende como capital social a "las instituciones, relaciones y normas que moldean la calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. Evidencias crecientes muestran que la cohesión es crítica para que las sociedades prosperen económicamente y para un desarrollo sustentable". Pero afirman que "el capital social no es sólo la suma de las instituciones que constituyen el entramado de la sociedad, es lo que las mantiene unidas". Sobre la base de esta afirmación proponen ampliar la categoría más allá de las instituciones de reciprocidad horizontales. Esta sería para ellos “una mirada estrecha del capital social” que lo miraría solo como “un conjunto de asociaciones horizontales entre las personas, consistentes en redes sociales y normas asociadas que tienen un efecto en la productividad comunal y en su bienestar”. También basados en un estudio de Portes señalan que dentro de estas formas de cooperación, se podría encontrar a un capital social negativo (como los carteles de droga) que pueden obstaculizar el desarrollo económico y social. Por eso proponen "un entendimiento más amplio del capital social, tanto en sus aspectos positivos como negativos" que incluye, además de las asociaciones

257

Estos cuatro elementos que señala Stiglitz como formando parte del capital social, explican los dilemas en los que se encuentran las organizaciones de la sociedad civil en sus prácticas de intervención (Aguilar, Ves Losada, Yudi; 2001) entre mantener la eficiencia (capital organizacional) y los valores “morales” de solidaridad no contractual en la que se fundan. 258 La cantidad de trabajos que el Banco promueve sobre este tema muestra la relevancia que tiene para sus estrategias de desarrollo y las políticas que denomina de "alivio a la pobreza". Recientemente se ha generado un área denominada Social Capital Initiative (SCI) con subsidios del gobierno de Dinamarca (Collier, Paul; 1998). A partir de doce proyectos se pretende “ayudar a definir y medir el capital social de una mejor manera”, además de mejorar el monitoreo del “stok, la evolución y el impacto del capital social”.

163

horizontales a las verticales y las conductas entre y en las organizaciones, como la firmas. Afirman por ello que "este punto de vista reconoce que los lazos horizontales son necesarios para dar a la comunidades un sentido de identidad y objetivos comunes". Aunque el capital social debe tender a lazos más variados que trasciendan las divisiones sociales religiosas, étnicas o de estatus socio económico, los lazos horizontales pueden sentar las “bases de intereses mezquinos”, y pueden activamente “evitar el acceso a información y recursos materiales que podrían ser una importante asistencia a la comunidad (por ejemplo acerca de puestos de trabajo, acceso al crédito)". Por todo lo anterior proponen "una visión más amplia del capital social". Esta "incluye el ambiente social y político que moldea la estructura y facilita el desarrollo de normas”. Extendiendo la importancia del capital social a “las relaciones institucionales más formalizadas y estructuras, como los gobiernos, el régimen político, las normas de las leyes, las cortes de justicia, y libertades civiles y políticas". La promoción de redes de seguridad públicas y privadas serían funcionales a la crisis. Las redes públicas (public safety nets), tienden a "aliviar a los mas vulnerables de los pobres transitorios para sobrevivir". Pero se señala sobre todo la importancia que tienen "los arreglos informales basados en las comunidades lo que denominan redes privadas de seguridad (private safety nets), "las que ayudan a mitigar las deprivaciones y las caídas temporarias de ingresos". El Banco, en otro documento, expresa que "el Estado, en tiempos de inseguridad, tiene el rol de sumar a los hogares o comunidades mínimos niveles de provisiones a aquellos que están incapacitados de ganar en el proceso de crecimiento. Las políticas efectivas tendrán que tomar en cuenta lo que los individuos y los hogares pueden hacer para protegerse a si mismos y cuales son sus limitaciones. Las intervenciones de los gobiernos deben también tratar de incorporar a la gente en las soluciones más que tratarlos como pasivos receptores de la ayuda".

DE LA BIOPOLÍTICA A LA FOCOPOLÍTICA, LA REVITALIZACIÓN DE LA COMUNIDAD COMO CATEGORÍA Retomemos nuestro planteo inicial. Hasta qué punto la transformación de las instituciones de reciprocidad, está mostrando mudanzas en las relaciones sociales y cuáles serían sus consecuencias sobre las formas de control social. La modernidad neoliberal conjuga estímulos de solidaridad/tradición/comunidad para los pobres con los de competencia/modernidad/individualismo para el resto. ¿Hasta qué punto es posible construir una sociedad más equitativa sobre la base de valores radicalmente opuestos?. Participación, solidaridad, ayuda mutua, desarrollo autosustentable sólo para los pobres y grupos excluidos, y competencia, individualismo, destrucción del medio ambiente, concentración de la riqueza y creciente desigualdad social como los valores “inevitables” de la globalización259. Para la población que no puede sobrevivir por la vía de la mercantilización de su fuerza de trabajo se desarrollan estilos de gobierno que promueven la inscripción de las familias en las redes solidarias locales. Se incentivan nuevas formas de territorialización, diferentes a las de la etapa del control disciplinar sobre los cuerpos, aunque con elementos similares a los que predominaban en el antiguo régimen y en la sociedad del control. Se tiende ahora a promover la "autogestión comunitaria" que no sólo genera recursos, sino que produce autovigilancia.

259

En un contexto de exclusión cada vez más alarmante, no cabe duda que la apelación a las solidaridades comunitarias de los más pobres, - sin derechos ni garantías y como espacio donde se realiza el escuálido “bien público” - tiende a agudizar las diferencias sociales ya existentes. El estímulo predominante: "solidaridad entre los pobres, competencia e individualismo para los más "capaces", subsidiariedad para el Estado" intensifica la dualidad ya existente entre los que sólo pueden acceder al “mínimo biológico” y, obviamente, profundiza la brecha de las formas de distribución de los pseudos beneficios de la "modernidad".

164

En la etapa de la “focopolítica” los objetos de saber de los expertos sociales son la precisa identificación de las poblaciones excluidas del trabajo estable o de la dinámica dominante, “las poblaciones objetivo” (targets groops). Lo que se denomina poblaciones de “riesgo”. Los saberes que se generan para su identificación y para incentivar la autogestión y el autocontrol es el campo de saber fundamental de la focopolítica. Junto a los cambios de los dispositivos asistenciales fueron cambiando la familia y la comunidad territorial progresivamente debilitadas, sin las funciones de "asistencia" a la salud, a la educación y al riesgo que antes tenían. Por ello, las políticas denominadas de inserción o focalizadas deben “fortalecer” las denominadas "redes de seguridad", coordinadas por instituciones gubernamentales, cada vez más centralizadas y especializadas, para la detección de los grupos "vulnerables". Ya no es la "población" a la que hay que controlar como en la biopolítica, ni la figura posterior del ciudadano o el trabajador. Son los "beneficiarios", los "stackholders” (los socios que participan), bajo el estímulo de la autosubsistencia y el autocontrol. Parafraseando una ordenanza del final del antiguo régimen en Francia que reza: “cada parroquia responderá por sus pobres como un padre de familia por sus hijos” (Castel, 1997: 57), el ejercicio de una tutela comunitaria para las actuales políticas focalizadas ordenaría: “cada comunidad pobre responderá por sus pobres con un mínimo de incentivo del Estado, como cada familia pobre responderá por los suyos, "los no pobres" el resto, podrá realizarse en el mercado y eligiendo a partir de "estilos de vida distintos", formas alternativas a la familia tradicional". Las prácticas milenarias de los sectores populares de los países del tercer mundo, para sobrevivir ante la dinámica excluyente del capitalismo, son incorporadas como un recurso básico del “desarrollo humano”. Está probado que los vínculos primarios sirven para mitigar las situaciones de carencia o vulnerabilidad, como lo han demostrado durante estas últimas décadas los estudios antropológicos sobre poblaciones pobres en América Latina. Lo que no se ha probado todavía, es su utilidad para resolver problemas de desigualdad y condiciones estructurales de inequidad. También se ha demostrado que el uso de algunas estrategias de los pobres para no hundirse, como el trabajo de menores, puede resolver problemas coyunturales pero, en el largo plazo, aumenta la exclusión. Sabemos que las fuentes más importantes de debilitamiento de la confianza han sido las diversas formas de explotación, humillación, dependencia y falta de poder que sufren los excluidos260. Si esto es así, la confianza será difícil de renacer en una sociedad cada vez más excluyente. ¿Qué valores habrá que fortalecer para recuperar la confianza?. No parece que los incentivos actuales “solidaridad entre los pobres y competencia para los más capaces”, pueda coadyuvar en esa línea. ¿Qué capital social se recompondrá? ¿Aquél que dignifique al género humano o el que produce más dependencia, humillación y explotación?. ¿Surgirán formas de sobrevivencia a partir de redes que multiplican la violencia o promueven relaciones clientelares y prebendarias, obligando familias y niños a vivir mercantilizando su cuerpo o su vida? O serán redes que refuercen y multipliquen la solidaridad social más amplia que implique una redistribución de la riqueza. Vale la pena preguntarse además, si la incorporación del capital social como categoría analítica y como herramienta para la “lucha contra la pobreza” puede significar una aceptación de la diversidad cultural y el respeto a las variadas formas de vivir en el mundo. Ante las tendencias destructoras del capitalismo a los vínculos sociales que no se adecuan a la lógica mercantil, parece ser sólo una herramienta instrumental. En la historia de América Latina, ya ha se ha demostrado que los procesos de subsunción o funcionalización de lógicas no mercantiles a la capitalista ha generando procesos de exclusión y segmentación social y étnica de la población. Podría pensarse que las tendencias actuales de subsumir a la lógica económica los recursos que se generan a partir de lazos no mercantiles, tiene como único fin asegurar la 260

Como lo demuestra el propio Banco en su último libro sobre las voces de los pobres (Narayan, Deepa, 2000).

165

gobernabilidad, promoviendo la autonomización y autosustentabilidad de los pobres del mundo. Se parte del reconocimiento tácito y muchas veces explícito de que existen poblaciones, etnias, países y regiones residuales o “no viables”. A los fines de la “gobernabilidad” conviene que se reproduzcan de alguna manera, a partir de vínculos muy endebles con el mercado y cada vez más lejanos de los derechos sociales. Si no situamos el análisis en cada contexto social particular, podemos arribar a conclusiones peligrosamente ingenuas. El capital social puede favorecer la democratización y humanización de la sociedad. Pero puede también debilitar los derechos y garantías sociales. Su resultado dependerá de la intensidad y crudeza de la desigualdad social y de las formas de dominación. Visto que los bienes que se intercambian dependen de normas de la costumbre y no están basados en garantías o derechos, su generalización entre los pobres puede aumentar los lazos sociales de pertenencia comunitaria. Pero también puede al mismo tiempo, promover la concentración de otros capitales en los que más tienen y minar la confianza mutua. El contrato en el que se fundamentan las relaciones sociales, si bien esconde las diferencias también ofrece garantías entre las partes (testigos, fianzas, escrituras). Las comunidades o los grupos cuya forma de regulación de las diferencias son las lealtades, el honor o la confianza mutua no recurren al contrato. La palabra es lo que vale, como en la mafia, en el grupo de amigos y parientes, en las redes basadas en el prestigio académico. La cohesión depende del autocontrol mutuo y de la fuerza de las recompensas y de los castigos a los que no son leales. Como plantean Portes y Landlot (1996), hay que prestar atención en las implicancias negativas de este tipo de intercambios. Por ejemplo, pueden conspirar en contra de lo público al limitar la posibilidad de acceder a ciertos recursos a aquellos que no pertenecen a ciertas redes. Pueden restringir la libertad individual al reforzar los lazos comunitarios. Pueden presionar hacia abajo como la pertenencia a tribus urbanas que si bien ofrecen auto respeto y bienes materiales, en el largo tiempo, previenen de adquirir otros recursos. En el ámbito local podrán facilitar la sobrevivencia y otorgar cohesión para resistir a la violencia del hambre y la indiferencia social. Sin embargo en un nivel más societal y en sociedades marcadamente desiguales, los intercambios informales seguramente fortalecerán las prebendas y debilitarán los derechos y garantías ciudadanas. En una sociedad más igualitaria podrán servir para profundizar los vínculos de solidaridad y los derechos sociales. Según Donzelot (1998: 186-187) existe en la actualidad un retorno a la concepción comunitaria de lo social a través de la valorización de lo local, del barrio del grupo, de la familia. En resumen, de todo lo que vehiculiza la idea de una posible solidaridad por la semejanza de las condiciones de pertenencia a un mismo lugar. Lo social se refuerza allí donde las relaciones ocurren sin ligarlo a los problemas de una instancia estatal distante. Sin embargo no se trataría de un simple retorno a las viejas concepciones de lo social, sino de rellenar sus lagunas y de suplantar la idea de solidaridad en que se basaba el Estado de Bienestar. Las propuestas actuales de los organismos internacionales y de pensadores locales de promover una “economía social” o “economía popular” basada en la autosugestión de redes no mercantiles articulada con generación de ingresos monetarios por la vía del intercambió y en una asalarización precarizada nos remiten a la idea de la “familia y comunidad providencia”. Pero, ¿hasta qué punto la vuelta a las redes de solidaridad implica una mayor autonomía del mercado y un menor control del Estado?. El desarrollo y extensión de las solidaridades personales puede generar autonomía de las formas de control del Estado y reforzar identidades, pero también promueve lazos de dependencia más fuertes y cumplimiento de estrictas lealtades261. Este es una etapa que se puede caracterizar por la evocación del mito de la comunidad como forma de dominio, localización y control de los pobres y excluidos. Según Coronil (2000: 104) las naciones ahora globalizadas se han abierto al flujo de capital, pero se han cerrado al 261

Este es un tema que atraviesa la reflexión de los pensadores clásicos de la modernidad (Simmel, Marx, Durkheim, Weber).

166

movimiento de los pobres. Mientras la gran mayoría de la población pobre tiene una movilidad social limitada o inexistente, a estas gentes se le ve no tanto en términos de las unidades jurídicas o políticas que han conformado la cartografía de la modernidad (...) sino más bien en términos de criterios étnicos, religioso o de clase. Han perdido la débil asignación a la ciudadanía que en algunos Estados tenían y han pasado a ser parte de la comunidad. La actual política neoliberal localiza y territorializa más a los pobres. Se los confina a lo local, no como lugar de identidad y de emancipación sino como espacio cerrado de la autogestión de la sobrevivencia. En este caso podemos pensar que el discurso predominante evoca a una mitología particular, la tradición, la región y el lugar de la identidad cultural de los pobres, para hacer de ello el lugar de la reproducción de los excluidos262. Por otro, evoca también el tiempo a partir de la conquista del espacio y de la ruptura espacio temporal como característica de la modernidad263. Esto no invalida que el “lugar cultural” pueda ser un lugar de emancipación (Escobar; 2001). Pero este aspecto justamente es sustraído de este nuevo mito comunitario, cuando frente a las prácticas emancipadoras se activan la represión o la cooptación las neutralizan. La representación de la pobreza esta confinada al lugar de la comunidad en la periferia de las ciudades, de las naciones y del planeta globalizado. Se evoca la pertenencia a un “lugar” legitimo para ser “beneficiario de las políticas sociales”. La pertenencia al lugar, remite al requisito inveterado de las prácticas asistenciales para ser considerado un “pobre válido”, la necesidad de pertenecer a un lugar legítimo. En la actualidad el discurso neoliberal y del desarrollo humano actualizan el mito de la comunidad para naturalizar el hecho de que los pobres deben quedar librados a su suerte, a partir de la fijación en la comunidad, en lo local, en la vecindad. Allí deben empoderarse, en el marco estrecho de lo local pero, paradojalmente, fuertemente vinculados con las relaciones de poder y de dominación capitalista. Para los más progresistas, esto sería algo así como una nueva utopía de un mundo de iguales enclavado en uno donde la desigualdad es la ley264. Como dice Harvey (1998: 242) al mismo tiempo que se reconoce la autenticidad de otras voces, se cierra inmediatamente su acceso a fuentes más universales de poder, al guetificarlas dentro de una otredad opaca. Mediante este procedimiento se desautoriza a esas voces de mujeres, de minorías étnicas y raciales, de pueblos colonizados, desempleados o jóvenes; en un mundo de mutiladoras relaciones de poder. Volvamos a las formas de control de la vida y de los cuerpos propias de la biopolítica. La importancia de los fenómenos colectivos -que presentan constantes de larga duración-, la aparición de la previsión y de estimaciones para asegurar compensaciones, además de la población como categoría, fueron algunos de los campos de saber de la política de la vida (Foucault; 1992: 254). Ahora, con el auge de la “familia o comunidad providencia”, el control no es mas sobre la población. Se trata ahora de un nuevo arte de gobierno y una nueva tecnología de poder, la "focopolítica". No es la vida de la población productiva la que importa o

262

“Las practicas sociales pueden invocar ciertos mitos y dar lugar a ciertas representaciones espaciales y temporales como parte del impuso destinado a implantar y reforzar su predominio sobre la sociedad” (Harvey, 1998: 242) 263 Ver Giddens (1994a y b y 1997) 264 Polanyi (1997: 178-181) realiza un interesante síntesis de ideas similares para resolver la cuestión social del paro, que surgen a mitad del siglo XVII en Inglaterra. Así los cuáqueros, con la misma sólida fe que tenían en sus métodos y en sus negocios aplicaron a sus pobres el principio de “ayúdate a ti mismo”, principio que practican ocasionalmente como objetores de conciencia. John Bellers un cuáquero propuso utilizar, tras la revolución de 1688, el tiempo de ocio obligado de los pobres a partir del intercambio de trabajo entre ellos. Bellers decía, “el trabajo de los pobres es la mina de los ricos”, ¿por qué entonces no podrían los pobres satisfacer sus necesidades explotando esas riquezas en beneficio propio, obteniendo incluso beneficios suplementarios?. Bastaba con organizarlos en una corporación en la que pudiesen realizar sus trabajos en común. Este proyecto, según Polanyi, “ha estado en el centro de todo pensamiento socialista ulterior sobre la pobreza ya se trate de las Villages of Union de Owen, de los falansterios de Fourier, de los Bancos de cambio de Proudhon, de los talleres nacionales de Luis Blanc, de los Nationale Werkstatten de Lassalle, o incluso de los planes quinquenales de Stalin” (1997:179).

167

el aumento de la productividad del trabajo. El mercado regula la vida de los “más capaces”. El Estado, a partir de la gestión y promoción de las “organizaciones de la sociedad civil” y de las redes autogeneradas comunitarias “productivas” promueve la vida sólo al nivel de mínimos biológicos. Además la deja reposar en la moral individual filantrópica - como las organizaciones no gubernamentales o benéficas- y en los recursos autogenerados de los propios pobres. Esto se viabiliza a través del paradigma del desarrollo humano por medio de la provisión, de parte del Estado de servicios y/o “paquetes” básicos para los pobres. Es decir la vida en los límites de la subsistencia. No es más la población, en su sentido genérico como lo era en la biopolítica sino los más pobres, los vulnerables y ciertas minorías. Los que constituyen de uno u otra manera una amenaza para la estabilidad del sistema. Esta propuesta es funcional al proceso de desmercantilización del trabajo y al debilitamiento del Estado de Bienestar. La liberalización y progresiva mercantilización de las relaciones sociales para algunos, excluye a otros de la posibilidad de reproducirse con ingresos monetarios, por los que cada vez más la reproducción reposa en los recursos provenientes de las relaciones de reciprocidad no mercantil. Por ello el Banco Mundial recomienda políticas para reforzar y extender sistemas locales de ayuda mutua (Adams, 1993, cit. Moser, 1998) ante la evidencia de que en situaciones de escasez moderada se desarrollan importantes intercambios fuera del mercado. El autocontrol reposa en los mecanismos normativos que ofrece la fuerte cohesión social de las relaciones más locales. Por ello se potencian sus funciones como estructuras mediadoras para evitar conflictos. El Estado deja de regular y dirimir entre intereses contrapuestos en estos ámbitos. Es en el mercado de las relaciones desiguales recíprocas comunitarias y locales donde se resuelven los conflictos. Una vez explicitado el sistema discursivo y las categorías más fundamentales del discurso del desarrollo humano o la nueva focopolítica de la vida, abordaremos cuales son las transformaciones en las representaciones de la pobreza que este nuevo paradigma trae aparejado. Estas están estrechamente vinculadas con las categorías discursivas más sobresalientes del desarrollo humano que venimos analizado. Es decir que a la focopolítica de la vida le interesan sólo ciertas poblaciones de riesgo. Que el dispositivo de intervención más fundamental, además del sostenimiento de la vida de los pobres en un nivel de mínimos biológicos, es la participación para fortalecer redes no mercantiles a nivel local. Esto significa el paso de la sociedad actuando sobre ella misma por medio de instituciones especializadas a la reivindicación de las redes autogeneradas societales. Aquí la participación de las organizaciones de la sociedad civil y de los pobres surge como nuevos actores de los procesos de reprimarización y desgubernamentalidad. Por ello se “descubren” las capacidades de los pobres las que trasmutan las representaciones sociales predominantes convirtiéndolos en seres “inteligentes” y con “ideas propias”. Representación que se convierte en funcional al lema de “ayúdate a ti mismo” que este paradigma fundamenta.

168

CAPÍTULO V LAS REPRESENTACIONES DE LA POBREZA EN LOS 90’, DE CÓMO HACER MAS “HUMANO” EL DESARROLLO: NOMINACIONES, “CAPACIDADES” Y DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN SOBRE LOS POBRES. “Se oye decir machaconamente –y es lo que crea la fuerza de este discurso dominante- que no hay oposición posible a la visión neoliberal, que se presenta como algo evidente, contra lo que no cabe ninguna alternativa. Si esta idea se ha convertido en un tópico generalmente aceptado, es porque existe todo un trabajo de inculcación simbólica en el que participan los periodistas o los simples ciudadanos, de manera pasiva, y, sobre todo, cierto número de intelectuales, de modo muy activo. Me parece que los investigadores tienen un papel que desempeñar contra esta imposición permanente e insidiosa que produce, por impregnación, una auténtica creencia. En primer lugar pueden analizar la producción y la circulación de ese discurso. (...) Este trabajo de imposición, que lleva tanto tiempo en marcha, prosigue hoy en día. (...) Esta especie de gota a gota simbólica (...) produce efectos muy profundos. Así es como, a fin de cuentas, el neoliberalismo se presenta con las apariencias de la “inevitabilidad” (...) Me parece que es preciso defenderse de esta doxa sometiéndola al análisis e intentando comprender los mecanismos por los que se produce y se impone”. Pierre Bourdieu, La mano izquierda y la mano derecha del Estado Este capítulo aborda las representaciones predominantes de la pobreza en la década de los 90’ enfocando en las categorías para nombrarla, en sus representaciones y en las tecnologías de intervención predominantes tanto en el campo académico como en las agencias de desarrollo265. Se trata de analizar el discurso que hace posible la imposición de los dispositivos neoliberales así como, las políticas enmarcadas dentro del Desarrollo Humano tanto como los dispositivos por medios de los cuales se impone.

265

Partes de este capítulo fueron publicadas en dos artículos: “Los discursos minimistas sobre las necesidades básicas y los umbrales de ciudadanía como reproductores de la pobreza” en Alvarez Leguizamón, Sonia (compiladora) Trabajo y producción de la pobreza en Latinoamérica y el Caribe: estructuras, discursos y actores. Buenos Aires, CLACSO-CROP, 2005. El otro denominado “Capital social y concepciones de la pobreza en el discurso del Banco Mundial, su funcionalidad en la “nueva cuestión social”, en Andrenacci, Luciano (org.), Cuestión social en el Gran Buenos Aires, Instituto del Conourbano, Universidad Nacional de General Sarmiento, Ediciones Al Margen, mayo del 2002. La parte referida a la participación, se presentó en el XXIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, con el nombre “El discurso y la práctica de la “participación” en los políticas sociales de “lucha contra la pobreza”, contradicciones y ambivalencias”, Antigua Guatemala, República de Guatemala Octubre 29 – Noviembre 2 / 2001.

169

Este momento marca una tercera ruptura respecto a los dispositivos de intervención en el ámbito global, debido a una profunda transformación producida en el paradigma del desarrollo. En este período se puede datar en América Latina el quiebre de las formas de sobrevivencia e identidad anteriores: el trabajo asalariado y los servicios y bienes provenientes del debilitado Estado de Bienestar. La primera de las ruptura a nivel global fue el momento de extensión de las formas de vida capitalista en Europa que generaron la pobreza como fenómeno colectivo al dejar a miles de campesinos sin tierra o despojados de sus instrumentos de trabajo para reproducir (Rahnema, 1998; Polanyi, 1997 [1944]; Sachs, 1999). Esta ruptura dio lugar al surgimiento de distintas formas de intervención social, como la beneficencia primero y la filantropía después. La segunda ruptura vino con la aparición del discurso del Desarrollo, como forma de intervención sobre la pobreza en los países que pasaron a llamarse pobres y subdesarrollados266. En los 90’s, las problematizaciones del desarrollo se reorientan en el contexto de cambios en los sistemas discursivos y las políticas económicas producto de las transformaciones que se venían produciendo durante década pasada. Se jerarquiza el medio ambiente vinculado a la idea de sustentabilidad y se añade el carácter humano al desarrollo sustentable267. Junto a ello, otros objetos comienzan a incorporarse en el discurso del desarrollo humano: la multiculturalidad, los efectos de la globalización, las cuestiones de género, la seguridad y la redefinición de la pobreza a partir de su carácter multidimensional y complejo. A la idea de que la pobreza es una situación o un estado básicamente relacionada con la carencia de ingresos monetarios o de patrimonio se le suman ahora otros componentes más “subjetivos” o culturales que explican la pobreza en términos de falta de “capacidades”. Para nombrarla y explicarla ya no se habla más de marginalidad o informalidad, sino de diferentes tipos de pobreza y de las dimensiones que ahora la explican. A partir de esta mirada y de los efectos del ajuste sobre nuevos grupos sociales que pasan a convertirse en nuevos pobres, se pone énfasis en su heterogeneidad como también en las situaciones y posiciones que agudizan el “riesgo social”, que es abordado por la idea y la categoría de vulnerabilidad. Junto a ello, en Europa, sobre todo en Francia, se comienza a explicar las modificaciones en el mundo del trabajo y su impacto sobre la pobreza en términos de exclusión social. En él capítulo anterior observamos cómo, dos fenómenos concomitantes intensifican la prevalencia de una mirada social sobre las formas de gestión, administración y control sobre la pobreza que se habían iniciado en los 70’, una renovada visión “social” del Banco Mundial y el surgimiento del paradigma del Desarrollo Humano promovido por el sistema de las Naciones Unidas. El protagonismo del ex Vicepresidente Senior y Jefe de Economista del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, en forma conjunta con James Wolfersohn, han sido fundamentales para incorporar una visión “social” de la misión del Banco (Edwards, 1999). En este período se profundiza una simbiosis entre el campo académico y el discurso de los organismos internacionales que naturalizan ciertas representaciones sobre la pobreza. Cada vez hay más científicos sociales travestidos en funcionarios. “El imperialismo de la razón neoliberal encuentra su realización intelectual en dos figuras ejemplares de la producción cultural. Primeramente el especialista que prepara, en las sombras de los bastidores ministeriales o patronales o en secreto los think tanks, documentos de fuerte cuño técnico, en lo posible construidos en un lenguaje económico y matemático. Enseguida, los consejeros de comunicación del príncipe, tránsfuga (trânsfuga) del mundo universitario ahora al servicio de los dominantes, cuyo servicio es dar forma académica a los proyectos políticos de la nueva nobleza de Estado y de la empresa” (Bourdieu y Wacquant, 2000 traducción nuestra). Las agencias han colonizado el campo académico de diversas maneras, entre otras, financiando investigaciones o por la vía de la contratación de investigadores de alto prestigio para propulsar

266

En este punto seguimos a Arturo Escobar (1997). Para un análisis de los vínculos entre pobreza y el discurso del medio ambiente sustentable en la era neoliberal ver Laguardia Martínez (2008)

267

170

políticas estratégicas. De esa manera hay un efecto mutuo de “autoridad” sobre lo que se dice. Los académicos nominan e interpretan lo “social”, no sólo bajo el respaldo de la ciencia, apelan ahora al poder económico internacional. Las agencias de desarrollo utilizan la autoridad legítima del saber científico para promover y naturalizar los cambios que promueven268. La pobreza en los 90’ en el discurso del Desarrollo Humano, está fuertemente vinculada a la idea de su multidimensionalidad y a ciertas categorías discursivas que, a mi entender, forman parte del núcleo más fundamental del desarrollo humano: el acceso a “necesidades mínimas biológicas” cuantificables para los más pobres de entre los pobres y los más vulnerables; al descubrimiento de las capacidades de los pobres para lidiar con su pobreza y a la afirmación de la importancia de la “libertad de mercado” en donde esas capacidades se deben desarrollar. Esto significa que habría algo así como un núcleo duro de la representación de la pobreza, la existencia de las necesidades básicas objetivamente cuantificables bajo las cuales es posible “vivir “y “experimentar” carencias, y un núcleo blando subjetivo y cualitativo, las capacidades y el complejo de oportunidades que la gente con su “destreza”, “habilidad” e “inteligencia” puede transformar la “escasez” y “restricciones” en oportunidades. La visión de las agencias de desarrollo y las políticas gubernamentales combinan el núcleo duro de la representación de la pobreza con el blando (que incluye lo subjetivo y lo cualitativo). La primera concepción se expresa en la idea de la “entrega”269 de paquetes básicos para satisfacer necesidades biológicas mínimas en algunas áreas de políticas sociales como la salud o la vivienda, y también en la promoción de un mundo de pobres o una “economía popular o social” de baja productividad y autogestionada. El núcleo blando se traduce en la promoción de capacidades, inteligencias y destrezas para autogestionar su propia pobreza que, a su vez, se considera una herramienta y una tecnología para instrumentar las primeras. Las tecnologías de intervención y los modelos de gestión de la pobreza son el resultado de la fusión entre el núcleo duro y el núcleo blando. Para detectar las poblaciones con necesidades básicas, a las que se piensa hay que “entregarles” –delivery-, en forma transitoria servicios o bienes básicos de los que carecen, se hace imprescindible detectarlos, identificarlos, conocer sus vulnerabilidades transitorias, localizarlos y luego instrumentar programas dirigidos sólo a aquellos que poseen algún atributo particular que los hace más pobres o vulnerables. Por ello se desarrolla una técnica particular para su identificación y para su gestión la que se denomina focalización (targeting). Para la gestión, la lógica asistencial tutelar requiere de contraprestaciones de distinto tipo, al no estar basada en derechos ni en garantías, pero su característica particular es que se exige trabajo no pagado del pobre para poder recibir esta nueva forma de dádiva que se denomina, en la jerga de los organismos internacionales: “entrega” de servicios o bienes. La semántica es similar a la del don pero bajo relaciones tutelares particulares. En este marco las capacidades de los pobres son descubiertas y puestas en acción por la vía de dos nociones (prácticas discursivas): la participación y el empoderamiento. El discurso de un “multiculturalidad globalizada” homogénea esconde las relaciones de dominación económica, social y cultural entre clases, pueblos, etnias y regiones pero además se presenta como una nueva ventaja para los pobres270. Se esboza un discurso, a veces barroco,

268

Dos ejemplos son paradigmáticos de esta simbiosis. El premio Nóbel de economía Amartya Sen ha trabajado en el Banco Mundial y ha producido artículos en forma conjunta con el actual presidente (Wolfersohn, James and Sen Amartya, 1999). El ex vicepresidente senior y jefe de economistas Josef Stiglitz alcanzó el premio Nóbel de economía en el 2001. 269 Esta nominación (la “entrega” de servicios o bienes) asociada a las nuevas políticas compensatorias y focalizadas que se visualiza en los documentos y discursos de los organismos internacionales, es una muestra de la mutación de las políticas entendidas como derechos, a políticas entendidas como dádiva estatal. 270 Isidoro Moreno (1995), plantea que la “globalización” es un disfraz ideológico que enmascara la realidad del crecimiento de la explotación, la opresión y la discriminación sobre las personas y los

171

donde se muestra algo así como una intención humanizante por incorporar las culturas minoritarias a las “ventajas” del desarrollo, al mismo tiempo que se afirma y se incorpora en el discurso del desarrollo humano la “intención” de preservar su identidad cultural. La multiculturalidad pacificada, es el reverso de la medalla del discurso único de la cultura neoliberal del capitalismo globalizado. Analizaremos primero las transformaciones socio económicas que son la antesala para el surgimiento de esta nueva discursividad, luego la invención de la multidimensionalidad de la pobreza, la problematización de su heterogeneidad unida al procesos masivo de empobrecimiento de las clases medias y el surgimiento de los denominados “nuevos pobres” para el caso de la Argentina. Luego el vínculo de la idea de multidimensionalidad de la pobreza como parte del núcleo blando, el descubrimiento de las capacidades de los pobres y de la participación como estrategia y dispositivo de intervención social focalizado. Indagaremos brevemente el discurso de la multiculturalidad globalizada y su instrumentación como insumo para las políticas de “ataque” a la pobreza y, finalmente, la tecnología más fundamental de intervención social: la focalización.

EL

DESARROLLO PIERDE UNA DÉCADA Y EL AJUSTE OPRIME LA OTRA. DE CÓMO EL DESARROLLO RECONOCE QUE HA PERDIDO SU “ROSTRO HUMANO” “En primer lugar hemos de sellar [la necesidad de] un nuevo contrato social, según el compromiso que asumieron los Gobiernos en la Cumbre para el Desarrollo Social de Copenhague. Su objetivo prioritario sería reconstruir una sociedad volcada en la cooperación, a fin de erradicar la pobreza y reducir las disparidades escandalosas, que no conducen sino a la desesperanza y la exclusión. Es nuestro deber regular la tercera revolución industrial y humanizarla antes de que sea demasiado tarde. Debemos redistribuir los dividendos de la mundialización para dar fin a la asimetría que genera una "sociedad de la quinta parte" (...) ¿Será el próximo siglo testigo de una miseria sin parangón, en la que los desfavorecidos observarán, del otro lado del cristal blindado del apartheid urbano y social, una riqueza sin precedente? ¿Será el siglo XXI sinónimo de desigualdad creciente y vertiginosa? A sus puertas, más de 3.000 millones de personas (o sea, más de la mitad de la humanidad) viven en la pobreza, con menos de dos dólares al día. Comparando la renta del 20% más rico de la población a la del 20% más pobre, la proporción ha pasado de 30 a 1 en 1960, de 61 a 1 en 1991 y de 82 a 1 en 1995. Aquí vemos, pues, cómo se va consolidando la sociedad de "una quinta parte". Federico Mayor Zaragoza y Jérome Bindé271 , ¿Un mundo mejor o un mundo feliz'?. La década de los 80’, desde el punto de vista económico fue la “década perdida”272. Según Esteva (1998) esta sería en realidad la década perdida para las promesas del desarrollo.

pueblos. Que parte de este enmascaramiento implica, junto con un discurso de la interculturalidad pseudo democrática, un nuevo auge del racismo y la xenofobia. 271 Federico Mayor era director general de la Unesco y Jérôme Bindé de la Oficina de Análisis y Previsiones de esa organización. 272 Esta denominación fue acuñada por los propios organismos internacionales estudiosos del desarrollo, como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), para expresar el retroceso en el

172

Prevaleció el pesimismo con relación a las ilusiones de crecimiento que había sustentado la “ayuda” y la “cooperación” internacional. El proceso de ajuste significó para muchos países desmantelar, en nombre también del desarrollo, la mayor parte de los logros que en su nombre se habían conseguido. Esto se tradujo en un “strip tease” del estado, la eliminación de sus funciones de protección social y en una violencia estatal cada vez mayor (Marcos, 1997)273 sobre las poblaciones más pobres. Desde el punto de vista político, esta década y la de los 70’ fueron en muchos países épocas de represión. El informe de la CEPAL sobre la situación de América Latina en los 80’ dice que "el costo social del ajuste recayó, de manera desproporcionada, sobre los trabajadores y los estratos de ingresos medios, quienes absorbieron el grueso de los sacrificios asociados al síndrome de estancamiento con inflación. Uno de los fenómenos que más llama la atención en el decenio de los 80’ es, en efecto, la magnitud del ajuste distributivo y la intensidad del sacrificio realizado por los estratos más desprotegidos de la población” (CEPAL, 1990: 26-28)274. Si bien la mayoría de las economías dejaron de crecer, no ocurrió lo mismo con la población. Al iniciarse la década había 362 millones de habitantes en la región, al concluir, estos alcanzaban a 448 millones. Al crecimiento de la población de períodos precedentes se sumó la gradual incorporación de la mujer al mercado de trabajo, con lo cual la población económicamente activa creció, en promedio, al 2,8% anual. Los datos disponibles generalmente revelan que si bien el desempleo abierto aumentó no lo hizo en forma proporcional a la contracción de la actividad económica. El desborde del desempleo se evitó parcialmente a costa de un deterioro en la calidad de los empleos, sobre todo en las áreas urbanas, del incremento de las ocupaciones en la pequeña y la microempresas, posiblemente estimulados por la disminución de los salarios reales, y del aumento del número de los trabajadores por cuenta propia. En otras palabras, se produjo un rápido crecimiento del mercado informal de trabajo: el volumen relativo de los empleos creció en los sectores que presentaron mayor deterioro en el nivel y estabilidad de los ingresos. La falta de dinamismo económico, las modificaciones en la situación del empleo recién anotadas -que fueron acompañadas por un deterioro del salario real en la mayoría de los países- y las restricciones del gasto público, contribuyeron en conjunto, de una u otra manera, al aumento de la pobreza extrema, especialmente en las áreas urbanas. Se estima, en términos muy generales, que en 1980 unos 112 millones de latinoamericanos y caribeños (35% de los hogares) vivían bajo la línea de pobreza. Ese número aumenta a 164 millones en 1986, los que representaban aproximadamente 38% de los hogares. Asimismo, en la vasta mayoría de los países surgieron islotes de modernidad productiva, generalmente asociados a la exportación de bienes no tradicionales, que contrastan con los indicadores de pobreza, desempleo y precarización descrito. Las consecuencias para la población, según la CEPAL, fueron entre otras las siguientes. Aumento de la tasa de participación de las madres para complementar los ingresos familiares deteriorados; debilitamiento de las funciones de socialización de las familias puesto que dicha inserción no fue acompañada de un consecuente aumento en guarderías infantiles; restricción en el acceso al mercado de trabajo a los jóvenes en niveles acordes con sus años de estudio; el deterioro del nivel de vida y las frustraciones de la juventud provocó el aumento de la delincuencia; la crisis de la economía debilitó la capacidad de importantes segmentos de la población de adquirir servicios en el mercado, por lo que aumentó por ende la demanda de servicios públicos en aspectos tan vitales como la educación y la salud, en circunstancias de progresiva reducción de la inversión pública social por habitante en esas áreas (CEPAL, 1990). Pese a este marco negativo aumentó la dotación de personal por demandantes potenciales, cocientes de médicos por habitantes y maestros por alumnos; disminuyó la

crecimiento del producto bruto interno en la mayoría de los países de América Latina. 273 Marcos, Subcomandante (1997); “La 4e guerre mondiale a commencé”, Le Monde diplomatique, Paris, Agosto de 1997, citado por Fernando Coronil (2000: 96-97). 274 Los datos que siguen se basan en este estudio de la CEPAL.

173

mortalidad infantil; aumentó la matrícula en el segundo y tercer nivel de enseñanza y la transferencia de alumnos entre la primaria y secundaria. Sin embargo este incremento de la cobertura potencial de los servicios pudo haberse logrado a partir de un deterioro gradual de su calidad, al detenerse la inversión en instalaciones o en dotación tecnológica. Estas medidas tendrán consecuencias todavía más negativas para el bienestar de la población que se verán en las próximas décadas. En los 90’, los efectos de los planes de ajuste y las políticas neoliberales intensificaron y diversificaron la pobreza, surgiendo además nuevas formas de exclusión. El rebalse, vaticinado por los promotores de las transformaciones económicas y las políticas de ajuste, no se produjo. Al contrario, tendió a aumentar relativamente la pobreza. La dependencia de los centros de mayor poder económico se intensificó, tomando nuevas modalidades sobre todo vinculadas con la creciente transferencia de riquezas provocada por los flujos de la deuda, por la enajenación de los recursos naturales y servicios básicos privatizados, básicamente por compañías europeas y americanas y por la política de subsidios a los productos agrícolas de la Unión Europea y de Estados Unidos de Norteamérica lo que en conjunto intensificó el deterioro de los términos del intercambio. Temática ésta que ya había explicado la teoría de la dependencia y la CEPAL como una de las formas más radicales de exacción de excedente de parte de los países centrales a los periféricos, en la década de los 70’, y que ahora adquiere nuevas formas debido a la presión del imperio y los intereses de los países centrales, por la desregulación de los mercados internacionales sobre los países periféricos y, por los subsidios que realizan los países centrales a sus productos primarios. . En lo que hace a los efectos sobre la creciente pobreza de estos procesos a nivel latinoamericano, un informe reciente de la CEPAL titulado “Panorama social de América Latina” afirma que en esta región, en el 2002 convivíamos con 221 millones de personas pobres (44% de la población), de las cuales 97 millones se encontraban en condiciones de pobreza extrema o indigencia (19,4%), condenados a una muerte muy pronta porque no cuentan con los recursos mínimos de alimento y salud que permitan su sobrevivencia (CEPAL, 2004: 6-7). El caso de la Argentina es particular ya que en vez de haberse reducido la pobreza extrema, como en otros países como Chile, ésta ha aumentado275. En lo que respecta a la distribución de la riqueza medida en términos del índice de Gini, la Argentina es otro caso paradigmático. Pasó de ser uno de los países con un grado de desigualdad medio, entre 0,4700-0,5199, en el conjunto de los países latinoamericanos en 1990, a participar del grupo de países con mayor desigualdad de América Latina junto con Brasil y Honduras en el 2004 (0,5800-1)276. Esto muestra una transformación radical de la sociedad con una concentración de la riqueza cada vez más excluyente, produciente un proceso de pauperización de la sociedad y una polarización social muy marcada que ha revertido las condiciones de la estructura social Argentina.

LA

POBREZA MULTIDIMENSIONAL, EL DESCUBRIMIENTO DE LAS CAPACIDADES DE LOS POBRES. En este contexto el Banco Mundial en los 90’, promueve un análisis de la pobreza desde una perspectiva multidimensional para identificar de “manera rutinaria”, dicen, los problemas “fundamentales de la pobreza en los países y asociar la agenda política a temáticas de la pobreza”. Esta perspectiva incluye datos cuantitativos como las líneas de pobreza, las características demográficas de las poblaciones pobres y su nivel económico, fuente de recursos, propiedad de bienes, patrones de consumo, acceso a servicios, y otros aspectos cualitativos. La multidimensionalidad articula el núcleo duro y el blando de esta visión “renovada” de la pobreza.

275 276

Ver CEPAL (2004: Gráfico 2: 8) Ver CEPAL (2004: Cuadro 1:12)

174

El Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000/1 para “atacar la pobreza” del Banco, parte de una definición de pobreza que tiene en cuenta tanto “los bajos niveles de ingresos y consumo” como los “bajos niveles de logros en educación, salud y estado nutricional”. También incluye la falta de poder y la vulnerabilidad. “Esta concepción amplia de la pobreza está basada en las voces de los pobres mismos y por el argumento filosófico de Amartya Sen y otros que ven a la pobreza como una privación de capacidades básicas más que solamente bajos ingresos” (World Development Report, 2000/1, subrayado y traducción nuestra). Desde esta nueva mirada, la pobreza no es sólo un problema de recursos materiales sino de privación de otras capacidades. El foco en las capacidades y no en las condiciones estructurales de desigualdad que provocan la pobreza, acerca esta visión a la de la “cultura de la pobreza” aunque en una visión remozada. De nuevo se presenta una paradoja y un discurso dual. Por un lado, los pobres son vistos como carentes de capacidad para “triunfar” en el mercado. Por otro, se reconoce por el aporte que realiza Amartya Sen, que la pobreza no es sólo carencias materiales, sino privación de “capacidades básicas”. Sin embargo los pobres “poseen” otras capacidades, que no son otra cosa que sus recursos para resolver problemas. Esta visión es como el espejo invertido de los fundamentos de la “promoción comunitaria”. Antes había que promover “capacidades” de carácter cultural y participativo, que los pobres no poseían para lograr el desarrollo. Estas “capacidades” ahora les permiten no sucumbir ante el “mundo de la pobreza” y se convierten en “la” solución para el “ataque” a la pobreza, no en su causa como pregonaban las teorías desarrollistas en las décadas de los 60 y 70. En el informe del Banco Mundial sobre la Pobreza en el Mundo (Banco Mundial: 2000; 14) la conceptualización de la pobreza se asocia también a una representación multidimensional que es producto de un estudio promovido por el Banco, como veremos, sobre las “voces de los pobres” que recoge sus opiniones sobre la situación de pobreza en un importante número de países. La visión multidimensional incluye los siguientes aspectos. “Se reconoce que la pobreza no es sólo un problema de falta de ingresos o de desarrollo humano: pobreza es también vulnerabilidad e incapacidad para hacerse oír, falta de poder y de representación. Esta concepción multidimensional de la pobreza va acompañada de una mayor complejidad en las estrategias de reducción de la misma, ya que son más los factores –por ejemplo, las fuerzas sociales y culturales- que deben tenerse en cuenta” (cursivas nuestras). Esta concepción resume el entramado del sistema de categorías que incluye el discurso del Desarrollo Humano sobre la pobreza: la vulnerabilidad, la necesidad de la participación y de empoderar a los pobres para superar su “falta de poder” y las descentralización de los servicios destinados a los pobres. Por ello se afirma que “la manera de hacer frente a esta complejidad es el potenciamiento y la participación (...) Los mecanismos de participación pueden ofrecer a los hombres y mujeres una oportunidad de expresar su opinión, especialmente cuando se trata de los pobres y de los segmentos excluidos de la sociedad. El diseño de los organismos y servicios descentralizados debe estar en consonancia con las condiciones locales, las estructuras sociales y el patrimonio y las normas culturales”. Los pobres “son los principales protagonistas en la lucha contra la pobreza”. Pasemos ahora a analizar las categorías y clasificaciones a las que se vincula el núcleo blando y subjetivo de la pobreza en los 90’. Estas categorías se asocian a representaciones más cualitativas y lábiles de la pobreza tales como: la pobreza heterogénea y específica, la pobreza vulnerable, la pobreza participativa, con capacidades y voces propias. Finalmente, y como corolario, de estas categorías y nominaciones hechas cuerpo y vivencia en el devenir de las destrezas, capacidades, heterogeneidades y vulnerabilidades, se inventa un imaginario que promueve un mundo y una economía de pobres, multicolor, culturalizado y globalizado.

175

EL

DESCUBRIMIENTO DE LA HETEROGENEIDAD DE “LAS POBREZAS”, HISTORIAS DE POBREZAS DIVERSAS, CREATIVAS, ESPECÍFICAS Y CULTURALES Las características del núcleo blando de las representaciones de la pobreza, revista y actualiza las representaciones de la pobreza como producto de una cultura particular, centrada en sus “estilos de vida”. Ahora no se trata solo de caracterizar la “vida de los pobres”, observar como viven y describir las trabas que sus pautas culturales presentan para el “desarrollo” y la “modernidad”. Se trata de medirlos, mapearlos e identificarlos, al mismo tiempo que un abordaje cualitativo y culturalizado complementa esta visión numérica e indaga aspectos cualitativos a partir del supuesto que para resolver la pobreza (falta de capacidades) es necesario desarrollar habilidades para salir de ella. En una tensión paradojal entre una concepción de pobreza como falta de capacidades y no de bienes, se construye un discurso que pone énfasis en el desarrollo de destrezas para mantenerse en un submundo de pobres donde se incentiva la solidaridad, mientras que por otro lado la economía global promueve la competencia y el individualismo sin fronteras. En el campo académico, el núcleo blando coincide con el contexto de crisis de los paradigmas estructuralistas y la progresiva relevancia de los abordajes constructivistas. En este contexto se inicia una etapa que pone en cuestión las visiones de la pobreza que la reducen a la carencia de aspectos materiales (medios de empleo, subsistencia o acceso a servicios sociales). Los científicos sociales, comienzan a revalorizar estudios sobre las formas de vida de los pobres donde la pobreza es vista como un fenómeno multidimensional, no sólo material. Las percepciones de los propios sujetos son consideradas una llave fundamental para entender la complejidad del problema. Sus capacidades comienzan a presentar interés para los investigadores. Se retoman visiones y maneras de abordarla más antropológicas. Algunas cercanas a la “cultura de la pobreza” se reactualizan (Feijoo, 1990), otras como las señaladas para los estudios de sectores empobrecidos focalizan en la importancia de los “capitales”, no materiales (simbólicos, culturales, sociales) como recursos para contrarrestar los efectos de la “caída”, siguiendo a Bourdieu. Las representaciones de los científicos sociales sobre la pobreza se modifican y se re-visitan algunas visiones clásicas. Los pobres son vistos como carentes de capacidad de movilización y de demanda aunque poseen recursos para resolver problemas a partir de las redes de proximidad y encarar la subsistencia, por medio de la autogestión comunitaria o familiar. Ahora interesan las percepciones de los propios pobres. Así como se creía que un conjunto de datos estadísticos “hablan” por sí solos, existe la creencia que la palabra de un pobre expresa la verdad. Se pretende que escuchando al pobre se accede a un estado de verdad residente en la mente de los sujetos (Merklen, 1997: 59). Tratar la pobreza desde la percepción de los propios pobres, permite estudiar las capacidades en términos de los recursos y capitales, sobre todo los vínculos no mercantiles y los denominados activos o capitales, como postula Amartya Sen. En este marco y conteste con las tendencias internacionales en los 80’ comienza en la Argentina una importante producción teórica y empírica sobre lo que se ha dado en llamar heterogeneidad de la pobreza. (García Delgado, 1995; Golbert, L. y Tenti, E, 1994; Minujin y Kessler, 1995; Minujin y otros, 1995; Murmis, y Feldman, 1995). Esta representación de la pobreza proviene de una serie de ideas promovidas por el Banco Mundial, el PNUD y la CEPAL, a fines de los 80’ y principios de los 90’. En un documento donde se fijan las bases para una “estrategia y un programa de acción” del Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza en América Latina, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la primera conferencia regional para América Latina y el Caribe, realizada en 1988, en Quito, aparece la representación de los pobres como heterogéneos, 176

diversos y creativos (PNUD, 1988: 46). La representación de la pobreza como heterogénea está fuertemente vinculada también con la idea de que hay pobrezas particulares y específicas. La hetereogeneidad se vincula a la diversificación de los grupos pobres y, la especificidad, a condiciones particulares en que se expresa la pobreza. La tendencia, en la literatura sobre el tema, en la Argentina, es asociar la heterogeneidad a las nuevas formas de pobreza, “nueva pobreza”, y la especificidad a los grupos “tradicionalmente” vulnerables, entre otros: población de zonas rurales, mujeres, niños, ancianos, etnias, etc... Esta concepción parte de un imaginario donde la pobreza se representa en un estado previo de homogeneidad que ahora viene a diversificarse. Más allá del hecho que siempre fue heterogénea, el fenómeno más importante es la incorporación de la ex clase media a sus filas. Podríamos decir que en parte el descubrimiento de la heterogeneidad en la Argentina responde a un blanqueamiento de la pobreza. Hasta los 80’ los pobres se asociaban a la Argentina morena, de origen rural y mestizo. Ahora la clase media mayoritariamente con ascendientes de origen europeo, ha devenido en pobre. El proceso de ajuste estructural de los 80’ generó el empobrecimiento de nuevos sectores sociales y por ende la agudización, en todo caso, de la heterogeneidad del fenómeno. Si bien, como se produjo una disminución generalizada del nivel y calidad de vida de la población en la Argentina, su impacto mayor se ha expresado en los sectores medios en términos relativos (Minujin y Kessler, 1995). Alberto Minujin, en un artículo sugerente por su título “Cuesta Abajo”, caracteriza los procesos acaecidos en Argentina en los 80’, como de polarización y heterogeneidad. La polarización ha devenido en más heterogeneidad277. Por la incidencia significativa de la clase media en la estructura social y en el imaginario de una Argentina desarrollada y moderna, los estudios sobre heterogeneidad han puesto especial hincapié en este fenómeno de la nueva pobreza. A los sujetos que han caído en esta nueva situación se los ha nominado de diferentes maneras, nuevos pobres, clases medias en transición, pauperizados, etc. El proceso de empobrecimiento y el uso de esta nueva categoría esta fuertemente vinculada a una reforma estructural de la sociedad que ha creado nuevas pobrezas y ha conferido vitalidad a alguna de las viejas pobreza. Sin embargo, esta representación se desarrolla en un contexto económico y social muy diferente al de la década de los 60’ donde el imaginario del crecimiento y del ascenso de las clases medias era fundamental. La inflación, la recesión, el desempleo hace que la pobreza de los sectores medios empobrecidos sea vivida con miedo y como una amenaza a su destino personal por parte de aquellos que en los 60’ vivían el problema de la pobreza como algo que afectaba a otros (Murmis y Feldman, 1995). Esos otros, en el imaginario de la clase media eran pobres por ser apáticos, pasivos, indolentes y por su origen rural o mestizo, por su color moreno o por pertenecer a culturas nativas. Los pobres de siempre eran los “cabecitas negras”278. Ahora la pobreza se ha blanqueado y por ello es necesario diferenciarla. Cuando se estudia la heterogeneidad desde la mirada de la especificidad, se consideran características particulares que condicionan o “distinguen” las situaciones de pobreza, como el ámbito de localización de los hogares (urbanos versus rurales); la edad y el sexo de los jefes de 277

“Más más ricos, más, más pobres y dispersión de los sectores medios. Los “pobres estructurales” , que llevan consigo una historia de pobreza, profundizan sus carencias; los sectores medios en su mayoría se hunden y un pequeño grupo ocupa una posición aún más privilegiadas, revelando de un modo incontrastable la miseria que azota a los sectores de menores recursos”. En lo que hace a la heterogeneidad, es útil mencionar que el conjunto de los pobres se complejiza, con la incorporación de otras familias, algunas ex “pobres estructurales” que retornan a una indigencia que habían logrado abandonar y otras provenientes de los sectores medios, integrantes de los “nuevos pobres” grupo cuya conformación es muy disímil.” (Minujin, 1992:16). 278

Nominación nativa que, como hemos visto remite a los trabajadores migrantes del “interior” de la Argentina (el interior es otra categoría nativa para nominar las poblaciones y los territorios más allá del puerto), hacia su capital Buenos Aires.

177

hogares; la estructura por edades de la población; la composición de las unidades domésticas; el acceso a servicios esenciales como salud y educación y la posible influencia cultural y étnica sobre la pobreza. Según Lo Vuolo y otros (Lo Vuolo et al, 1999: 127-128) el énfasis de los estudios sobre pobreza que ponen el acento en las diferencias - desde un punto de vista más político - puede atentar contra el propio propósito de promover nuevas formas de organización social y nuevos agentes sociales. Si se quiere lograr su movilización, más que enfatizar las diferencias se requiere identificar semejanzas, intereses comunes sobre los que se puede construir identidad social. En segundo lugar, si la puerta de entrada son las diferencias, las salidas que inmediatamente se promueven son políticas diferentes para cada atributo, se define la política social como una suma de programas dirigidos a atender la heterogeneidad y se pierde el sentido de la política social como un conjunto coordinado de acciones que buscan resolver los problemas sociales del conjunto de la sociedad. En tercer lugar, enfatizando las diferencias entre los pobres y en la multiplicidad de factores que explican la pobreza se devalúan los elementos económicos que la definen y, por tanto, se desvalorizan los factores económicos en la solución del problema. Según estos autores parte de esta representación de la pobreza “es funcional a la visión que proponen los organismos internacionales y que definen el particular modo estático de regulación de la pobreza en la Argentina. La solución pasa principalmente por los propios pobres y por programas especiales que trabajan sobre la particularidad que se identifica como la “causa principal” de su situación. De ningún modo hay que interferir en la política económica, sino que lo económico se reduce a esperar que el “derrame” de los beneficios del crecimiento resuelva automáticamente el problema” (Lo Vuolo et al, 1999: 125-126). Un aspecto positivo de esta nueva representación es que rompe con el imaginario homogeneizante de la pobreza, como si todos tuvieran la misma cultura, “la de la pobreza” y las mismas formas de lidiar y vivir en el mundo. Este re-conocimiento de la heterogeneidad y multidimensionalidad obvia de millones de personas que viven en la pobreza, tiene como consecuencia una mayor visibilidad de los aspectos sociales y culturales de la vida de estos hombres y mujeres y, por supuesto, la diversidad de vivencias y de experiencias de las situaciones de privación. A nadie le cabe duda que las condiciones de vida varían de acuerdo al contexto socio cultural y político, a la constitución de las unidades domésticas, a la mayor vulnerabilidad de ciertas edades en las sociedades capitalistas como la niñez o la ancianidad, a la situación especial de segregación histórica que se encuentran las mujeres o ciertas etnias o ciertos espacios geográficos marginales. A pesar de ello, esta representación invisibiliza las condiciones materiales que generan y agudizan la pobreza y facilita el proceso de naturalización discursivo que coloca sus causas en los factores culturales. Esta representación de la pobreza como heterogénea, especifica y cultural, como dijimos, es una visión remozada de la cultura de la pobreza. Si bien señala la complejidad del fenómeno, su extensión a nuevos grupos sociales, y una consideración a los factores estructurales que la producen, por el otro, al hacer hincapié en los aspectos específicos y culturales insiste en aquellos factores subjetivos que la producirían. Así se olvida que la pobreza como fenómeno masivo no es una cuestión cultural sino falta de medios de empleo y de ingresos adecuados, o de derechos de acceso a servicios gubernamentales, o falta de propiedad sobre medios de producción. La diferencia quizás más importante con relación al imaginario fundante de Oscar Lewis sea el carácter diverso de las “culturas de las pobrezas”. No se trata de una “cultura de la pobreza” de la que se puede hacer un inventario de sus formas de vida, aplicable a todos los pobres que habitan en las ciudades de América Latina como hacía Lewis (1992), se trata de una cultura diversificada, heterogénea y específica que ofrece ciertas capacidades que pueden ser utilizadas funcionalmente como capitales para enfrentarla. Por otra parte la visión sobre la heterogeneidad y la especificidad de las pobrezas está fuertemente vinculada también con otra serie de elementos analíticos. Por un lado, aparece la representación del pobre como un sujeto activo, los pobres son agentes de su propio destino. Por lo tanto, su situación varía de acuerdo a sus características particulares, sociales y culturales y a sus habilidades para usar lo “mejor” posible sus escasos recursos económicos o potenciarlos a 178

través del uso de otros capitales culturales o sociales. Las capacidades de los pobres son fruto de la agencia a la que se refiere Amartya Sen o las estrategias que tan bien han descripto y analizado los antropólogos latinoamericanos. Por ello esta visión orienta sus investigaciones y la intervención social a detectar y potenciar las capacidades de los pobres para afrontar o resolver sus carencias, problemas y necesidades. Como veremos más adelante, esta representación permite poner el acento en los recursos para la sobrevivencia que los propios pobres pueden generar a partir de vínculos no mercantiles. Se revalorizan los recursos y capitales culturales asociados a la organización de las unidades domésticas para optimizar la producción de bienes y servicios -en ese ámbito- y las relaciones de reciprocidad e intercambio que potencian recursos comunitarios o del mercado de trabajo.

179

LA

PARTICIPACIÓN, SU INVENCIÓN COMO TECNOLOGÍA DE INTERVENCIÓN SOCIAL PARA LA REGULACIÓN Y AUTOGESTIÓN DE LA POBREZA “Los beneficiarios (de programas sociales para pobres) tienen más que trabajo y fondos para contribuir a que el proyecto sea efectivo. Ellos tienen inteligencia, experiencia y habilidades de gestión para ser movilizadas y tomadas en cuenta para el logro de los objetivos del desarrollo”. También tienen “buenas ideas” que hay que considerarlas. Existe una “expectativa en los potenciales humanos que deben ser movilizados para la autogestión y la autosustentabilidad del desarrollo”. Norman Uphoff, Monitoring and evaluation popular participation in World Bank-assisted projects. “Los pobres son los principales protagonistas en la lucha contra la pobreza”. Banco Mundial, Informe sobre el Desarrollo Mundial. Lucha contra la pobreza -2000. El incentivo a la participación para la gestión de la autogestión de los programas sociales es una tecnología básica de intervención para regular y administrar la pobreza de la focopolítica. Para completar la mirada estadística de la pobreza y el refinado análisis cuantitativo, el BM ha desarrollado un nuevo marco conceptual de lo que se denomina evaluación participativa de la pobreza (participatory poverty assessments: PPA), que implica la evaluación de la pobreza por los propios pobres. Esto constituiría un proceso participativo de investigación focalizada en las “voces de los pobres” que pretende entender la pobreza en el contexto social local, institucional y político (Narayan, 1999: 7-15, traducción nuestra)279. El abordaje del PPA examina la problemática de la pobreza a través de las instituciones “de una manera multidimensional”. Parte del supuesto de que éstas juegan un rol crítico, ya sea respondiendo o reprimiendo sus necesidades, opiniones y voces. En este sentido, la preocupación por las instituciones es coherente con las denominadas reformas de segunda generación y pasa a ser una de las causas de la reproducción de la pobreza, por eso se promueve modificarlas y crear instituciones “pro pobres”. Esta perspectiva tiene influencia de la corriente neo-institucional en el análisis de las ciencias sociales e incluye las valoraciones de la efectividad, calidad y accesibilidad de una serie de instituciones con las que los pobres se encuentran, incluidas las agencias gubernamentales e instituciones legales y financieras. El estudio de las “voces de los pobres” arriba a cuatro conclusiones, algunas de ellas bastante obvias, acerca de la experiencia de la pobreza desde la perspectiva de los propios pobres. “Primero que la pobreza es multidimensional. Segundo que los hogares se deshacen bajo el estrés de la pobreza. Tercero que el Estado ha sido largamente inefectivo en llegar a los pobres. Cuarto que el rol de las ONG en la vida de los pobres esta limitado y así, los pobres dependen primariamente de sus propias redes informales. Finalmente, los pobres creen que los lazos de solidaridad y confianza se están rompiendo” (Narayan, 1999: 7-9). Estas dos últimas

279

El Banco Mundial ha procesado setenta y ocho reportes de PPA los que se basaron en “discusiones con hombres y mujeres pobres y otros participantes (stakeholders)”. Sus resultados se han publicado en dos libros. El primero se denomina “Voices of the poor. Can anyone hear us? (Narayan, y otros, 2000) y el segundo “Voices of the poor. Crying out for change” (Narayan, y otros, 2000). Este producto sirvió para insumo del Reporte del Desarrollo Mundial 2000/1 para “atacar la pobreza”.

180

conclusiones ponen en cuestión dos de las más importantes estrategias de sus políticas de “alivio” a la pobreza: la importancia de las ONG y la promoción de las redes primarias de base local. Por ello, la publicación de la investigación final tubo una serie de dificultades280. La investigación acción participativa (IAP) en el marco de los programas de desarrollo ha sido promovida en Latinoamérica, como ya vimos anteriormente, como una alternativa emancipatoria a las formas de intervención social que no incluían los saberes locales de la gente (Fals Borda, 1982). La “participación popular” era una bandera levantada por los movimientos de base de los 70’. Allí se propugnaban la participación comunitaria como forma de lograr un “desarrollo inclusivo”. Entonces era mal vista por los grupos de poder y muchas veces reprimidos y perseguidos sus militantes. Sin embargo, en la actualidad, se ha convertido en un dispositivo básico de intervención social. Ahora la promoción de la participación se extiende en estos tiempos de los pobres a una acepción ampliada y nueva de sociedad civil281. Dado que en este nuevo discurso, la sociedad civil se hace cargo de la acción societal y el bien común se coloca en sus energías, es necesario incentivar la participación de sus distintos componentes: las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de base de los pobres, las empresas privadas y las organizaciones benéficas y filantrópicas282. Participar significa diferentes cosas y depende de sus estilos, de las instituciones adonde se participa, los actores que participan, los fines, las instituciones que entran en juego. La idea de involucrarse, apostar, formar parte es mucho más que la suma o el conjunto de dimensiones analíticas de la categoría de participación. Participar, en la lengua castellana, tiene dos acepciones. Por un lado, formar parte de algo, o tener parte de algo. La otra alude a comunicar, hacer participe a alguien de algo. En las dos hay una idea de vínculo o de actividad compartida. Vivir en el mundo o el propio goce de estar en el mundo, es participar. Según Rahnema habría dos formas de participar, una transitiva y otra intransitiva. En la forma intransitiva, el sujeto vive el proceso de participar sin un objetivo predefinido, “cuando uno esta escuchando, amando creando o viviendo plenamente su propia vida uno toma parte sin buscar necesariamente el logro de un objetivo particular” (Rahnema, 1998). Esta sería una forma de participar donde no hay cosas en juego, sólo el hecho de estar en el mundo. En el caso de una participación transitiva, la acción se orienta a un objetivo o meta definidos, aunque no necesariamente consciente o intencionado. Esta segunda forma la podríamos encuadrar en lo que Bourdieu (1997) llama el interés o el sentido del juego283, es decir "formar parte", participar, por lo tanto reconocer que el juego merece ser jugado y que los envites que se engendran, en y por el hecho de jugarlo, merecen seguirse. Las personas que cogidas por el juego están dispuestas a apostar, a arriesgar, aunque aparezca como un juego desinteresado, apuestan a los envites de un juego concreto. Entonces participar significa, la mayoría de las veces, un interés por algo que merece la pena y en el que se apuestan cosas, sentimientos, proyectos, utopías, deseos, intereses. Siguiendo a Rahnema también se puede clasificar a la participación según la naturaleza éticamente definida de las metas que persigue, según sea forzada o libre, según sea espontánea o 280

Deepa Narayan denunció presiones para sacar algunas conclusiones de la versión final del estudio. Esta concepción de sociedad civil se asocia al fortalecimiento de identidades no vinculadas a la condición de trabajador o de ciudadano fundada en derechos formales que se traducen en garantías. No se trata de la promoción de una sociedad civil que desarrolle prácticas contra hegemónicas, fundadas en una educación política crítica a la lógica del mercado y a la dominación capitalista. Es contraria también al ejercicio de auto reconocimiento como clase o grupo que con fuerza política ejerza presión. Para esta concepción neoliberal, la sociedad civil implica una sectorialización de lo social (Castro, 2001). 282 Dentro de esta acepción ampliada de la participación, según Rahnema (1998), actividades de desarrollo rentables, podrían ayudar al sector privado a involucrarse directamente en el negocio del desarrollo. 283 Para Bourdieu, el juego expresa el interés de la gente para hacer lo que hace, implica inversión, estar metido en él, tomarse el juego en serio, creer que el juego merece la pena jugarse (Bourdieu, P.; 1997: 141). 281

181

manipulada y teledirigida, formas y acciones de la gente que son inspiradas o dirigidas por centros fuera de su control. Estas tipologías sugieren formas propositivas, que serían aquellas promovidas desde afuera y las formas espontáneas que generalmente son más libres y que surgen del sólo hecho de estar en el mundo, de vivir. Algunas de estas últimas, constituyen luchas por modificar diversas formas de dominación y tienden a ser más emancipadoras. A pesar de estas modalidades de participar en el mundo, generalmente la participación tiende a percibirse como una acción libre, espontánea y positiva, aunque muchas veces es forzada para fines ajenos a los intereses de la gente. Veamos cuales pueden ser los objetivos de la participación o cuales son las diferentes apuestas o los intereses que entran en juego. En el caso de que la participación sea propositiva, tiene lugar en un espacio social donde hay intereses en juego y reglas de intercambio que se desarrollan en un campo particular (Bourdieu, 1997). Dependiendo de las circunstancias, la participación puede generar autonomía de grupos a través de la creación de comunidad y de identidad, de reconocerse en el otro y por el otro y en oposición o diferencia con otros. La participación puede propiciar acciones colectivas o individuales que tengan como fin obtener rendición de cuentas de parte de instituciones estatales o de otro tipo. Aquí el resultado es el fortalecimiento de la ciudadanía. La participación también puede tener fines instrumentales. Por ejemplo, se participa para adquirir o reforzar capacidades o habilidades de distinto tipo (organizativas, de autosubsistencia, para el trabajo, etc.) o proveerse de servicios o bienes o, también, para adquirir más poder o prestigio. Finalmente, la participación puede tener objetivos emancipatorios. Aquí la apuesta es la lucha contra la explotación y las diferentes formas de dominación social de clase, género o etnia. Pero también la participación puede ser inducida o forzada para generar o fortalecer vínculos de dependencia o relaciones de poder y subordinación o dominio. En la dolorosa historia de América Latina, la participación emancipatoria ha sido contrarrestada generalmente por la violencia, la represión, la manipulación, la cooptación, el clientelismo o la instrumentación de las prácticas para fines diferentes a los de la propia gente. Formar parte de algo o comunicar algo implica también diferentes tipos de vínculos o relaciones. Podemos señalar tres. Se puede participar a través de lazos sociales no mercantiles basados en la lógica de la solidaridad intragrupo284, por ejemplo, por medio de formas asociativas de reciprocidad de tipo comunitaria o vecinal. También es posible participar a partir de lazos basados en las instituciones burocráticas y formales donde priman las relaciones jerárquicas, como en las instituciones estatales o en una empresa. Finalmente la participación puede implicar lazos sociales mercantiles (formas asociativas fundadas en la lógica del lucro). Generalmente la participación que se promueve en las políticas para pobres se asocia a los lazos de reciprocidad no mercantil y las dos últimas están más vinculadas con la idea de trabajo. Distintos tipos de instituciones se construyen participando. Podríamos señalar dos grandes tipos: aquellas instituciones más formales o burocratizadas como las de tipo gremial, estatal, educativas, deportivas, asistenciales, filantrópicas, organizaciones no gubernamentales, benéficas, etc.. Pero también pueden formar parte de instituciones más informales como las redes de parentesco, de amigos, de colegas, de vecinos, de parientes. El capital social, como vimos, se asocia a este último tipo de vínculos. Otra manera de analizar la participación es observar que bienes están en juego cuando se participa. Estos podrían ser considerados propiedades actuantes o capitales (Bourdieu, 1991, 1995). Pueden ser tangibles (cosas, servicios, dinero) o intangibles (información, comunicación, relaciones, habilidades, prestigio).

284

Esta solidaridad puede ser para fines morales positivos como lograr el bien o puede ser para organizar asociaciones delictivas como la mafia, por ejemplo. La solidaridad intragrupo, en definitiva, puede tener diferentes fines morales, lo distintivo de este tipo de solidaridad es que requiere lealtades recíprocas entre sus miembros.

182

Las nominaciones de las personas que participan cambian de acuerdo al campo específico donde actúan, a las reglas que están en juego y a los vínculos que se estructuran en ese campo. Si se participa inducido por un programa social, la nominación del participante ha ido cambiando según la característica de la intervención, desde “beneficiarios”, a “grupos objetivo”. Si el vínculo de la participación se encuadra en el campo de la beneficencia o la filantropía, se trata de sujetos de “dádiva” o personas “voluntarias”. Si se participa en un comité o se vota, se reclama rendición de cuentas, o se lucha en un movimiento social se trata de “ciudadanos”. Si la participación es en la construcción de un barrio, se trata de dirigentes barriales o de pobladores. Si la participación está implicada en un campo laboral se trata de un “trabajador”.

LA

PARTICIPACIÓN OPERANDO COMO INTERVENCIÓN, DISTINTAS ACEPCIONES Y FUNCIONAMIENTO

TECNOLOGÍA MECANISMOS

DE DE

La participación convertida en un dispositivo de intervención de la focopolítica se ha producido no sólo por la nueva concepción multidimensional de la pobreza, sino también por otras influencias del discurso del desarrollo de otras agencias como el BID, la CEPAL, el PNUD. En estas concepciones están inscriptas representaciones particulares de los participantes que este dispositivo promueve. Veremos esas representaciones tanto en los documentos que resumen las líneas de acción de esta “estrategia” y, también, el modo en que éstas se reflejan en programas sociales particulares. Como vimos ya en los 60’, en los organismos internacionales aparecen ideas que vinculan el desarrollo con aspectos sociales y culturales. Se considera que en los países llamados subdesarrollados los factores extra económicos están relacionados con la superación de trabas vinculadas a aspectos mentales, actitudinales, de conducta. El desarrollo comunitario era el dispositivo que permitiría dicho cambio. Existía una concepción donde la pobreza se asociaba a la “negligencia”, la “pereza” y la “relajación”. Por ello, la "participación" y el "desarrollo comunitario” eran considerados vitales para superar situaciones provocadas por la "desidia" que se cree “hay en toda pobreza”. En la participación que promueve el discurso del desarrollo de los 90’, la representación de los pobres ha cambiado. Ahora se valoran sus “potencialidades” y algunos comienzan a ser considerados creativos e inteligentes para generar recursos y subsistir en forma autogestionada. Rahnema (1996) opina que el actual interés por la participación, de los gobiernos e instituciones de desarrollo, permite otorgar al “desarrollo” una nueva fuente de legitimación. Con el objetivo de economizar la vida, se promueve la participación teledirigida. El concepto y la práctica de participar ya no son más percibidos como una amenaza. La participación se ha vuelto un lema publicitario políticamente atractivo. Cuando se ha logrado contener y controlar la participación, se obtienen ventajas políticas de las intenciones de ampliar la participación. La participación se ha convertido también en una proposición económicamente tentadora. Como resultado de los “ajustes” se traspasa costos a los más pobres en nombre de la participación y la autoayuda. La participación es percibida como un instrumento de mayor eficacia, así como una nueva fuente de inversión. Se dice ahora que la participación permite un mayor conocimiento de las problemáticas locales como insumo para los técnicos nacionales e internacionales, genera redes de relaciones esenciales para el éxito de los programas y viabiliza la cooperación a nivel local para brindar sustentabilidad a la autoayuda. En un informe del PNUD de finales de los 80’ (PNUD,1988: 46-50), se reconoce explícitamente que la participación promovida es instrumental, finalista y promotora del autogobierno285. Ya en ese documento se plantea la necesidad de promover instituciones donde 285

“Es el valor simultáneamente finalista e instrumental de la práctica participativa lo que concita su

183

se representen los intereses de los pobres. Estas ideas luego se formalizarán en las denominadas “instituciones pro pobres” que se impulsan a finales de los 90. En la segunda conferencia regional sobre la pobreza en América Latina y el Caribe, dentro del mismo proyecto regional para la superación de la pobreza, se propone satisfacer el componente universalista de las necesidades básicas para toda la población y modificar las bases económicas de la pobreza286. Se dice, sin embargo que, a pesar de ello, se debe prestar atención “a necesidades no económicas, como participación, creación y libertad y generar las condiciones para que las necesidades de afecto e identidad puedan realizarse” (PNUD, 1990: 101 cursivas nuestras). Esta estrategia de acción del PNUD, para esa década, tiene cinco componentes básicos: a) la recuperación de la capacidad de crecimiento y la transformación productiva de las economías de América Latina y el Caribe, b) el apoyo masivo a la economía popular, c) una política de satisfacción de necesidades básicas especificas o política social para la superación de la pobreza287, d) una política de desarrollo socio cultural, orientada a fortalecer las capacidades de los pobreza reforzando así su papel protagónico en la superación de la pobreza, y e) la reforma y modernización del Estado, tendiente a desarrollar un estilo gerencial proparticipativo, flexible y adaptativo (PNUD, 1990: 104). En estos componentes encontramos tres aspectos donde la participación es fundamental: en las formas asociativas de la denominada “economía popular”, en las “capacidades socio culturales” para superar la pobreza y en la “gestión gerencial pro participativa”. La participación está vinculada fuertemente también al trabajo asociativo productivo, denominado sector social, dado que se piensa que “las formas asociativas pueden potenciar muchas unidades productivas populares”. En este sentido la participación y la organización comunitaria se consideran aspectos particularmente impulsores de sinergias positivas (con sentido utilitario y productivo) derivadas de un apoyo a lo que se comienza a denominar “economía popular”, en un entorno territorial de barrio o de comunidad (PNUD, 1990: 110-111). Se plantea que la capacidad organizativa asociativa, en el ámbito territorial, permite identificar problemas y buscar soluciones. Esta estrategia valora variados elementos de la participación, que expresan diversas formas de expresión de lo que se comienza a llamar como “activos” de los pobres que se pretende favorecer. Se comienza a producir lentamente la creación de un nuevo capital, dándole valor económico a los vínculos sociales. El primer elemento sería el incentivo a lo que se denominan activos tangibles de acceso comunitario, como la infraestructura barrial o familiar como la vivienda, que permitirían constituir lo que denominan “Comunidades Urbanas Productivas” (CUP) para mejorar la infraestructura y servicios barriales y de vivienda. El segundo aspecto que se aprecia son los activos asociados al “capital humano”, a partir de la “la conformación de redes productivas y las actividades de capacitación”. La revalorización de esta “forma de producción”, denominada economía popular se basa en la constatación que “pequeñas unidades de producción podrían ser competitivas y, apoyándolas, transformarían recursos en bienestar”288. El tercer elemento es la capacitación y el cuarto la participación productiva “intensa” de la mujer en actividades “comunitarias de cuidado, nutrición, salud y educación de los menores”. Se puede visualizar la importancia que se le da al dispositivo del capital social como activo intangible a nivel doméstico y comunitario y la representación de la mujer pobre circunscripta a su rol

despliegue de modalidades y de tipos de participación social. La participación es un medio para satisfacer necesidades y un fin en si misma, porque es una práctica de autogobierno” (PNUD, 1990: 104). 286 Esta es la “estrategia de acción” para la década del 90 (PNUD, 1990) denominado con el pretencioso nombre de “desarrollo sin pobreza”. 287 Se puede visualizar como las políticas para la pobreza son solamente atender a necesidades básicas específicas y no cualquier necesidad básica. 288 “Los recursos generados por esta vía no requieren redistribuirse, están ya en manos de la población objetivo que, además, tiene como preocupación central el bienestar familiar” (PNUD, 1990: 112).

184

reproductor. Al mismo tiempo el Sistema de las Naciones Unidas, en forma ambivalente, promueve los derechos de la mujer y su virtual empoderamiento. La participación ciudadana se entiende puntualmente como una manera de involucrarse en “programas de apoyo a la economía popular como a los de política social: participación potenciada a su vez por las políticas de desarrollo cultural” (PNUD, 1990: 112). Se ve aquí como la ciudadanía de los pobres se limita y circunscribe a un mundo acotado de reproducción de la pobreza. La acepción de participación se concentra entonces en cuatro grandes aspectos que se verán reflejados luego en el tipo de programas sociales que se implementan: a) al trabajo informal en la “economía popular”; b) las redes informales que potencian las sinergias asociativas; c) la gestión en programas de mejora barrial, de provisión de servicios e infraestructura y d) la participación productiva no pagada de la mujer en actividades de provisión de servicios básicos comunitarios y domésticos. Hacia 1993, en otro documento relevante del PNUD, se amplia la visión de participación del campo de la sociedad civil al de la actividad privada. Se afirma la importancia del “fortalecimiento de la participación de la sociedad civil en su sentido amplio, incluyendo tanto las diversas formas de organización local y comunitaria como el sector privado empresarial” (cursivas nuestras)289. Para ello se propone, entre otras cuestiones, “reorganizar las formas de prestación de los servicios públicos, en especial la educación, salud, vivienda y saneamiento básico, tanto en áreas urbanas como rurales, articulando nuevas formas de gestión entre el Estado y la sociedad civil, y apoyando a las organizaciones de esta última para que desempeñen un papel creciente en esta materia” (PNUD, 1993: 12). El documento revela que la participación se vincula a la eficacia económica vinculada con la descentralización y la transferencia a la “comunidad organizada” y gobiernos locales” de los servicios sociales290. Dos años más tarde, en un estudio de la CEPAL se señala la necesidad de “concentrar el apoyo en los grupos pobres que puedan transformar la ayuda en capacidad de autosustentación productiva y sostenida (CEPAL, 1995). Las capacidades de “autosustentabilidad” es otro requerimiento que debe poseer la "comunidad", para mejorar las relaciones costo beneficio. Eufemismo para designar su capacidad organizativa y el sobre-trabajo comunitario o familiar necesarios para la ejecución y continuidad del programa291. En otras palabras, se desea que los beneficiarios no dependan permanentemente de los programas de asistencia social, “al no haber desarrollado la capacidad de llegar a generar ingresos suficientes para enfrentar sus necesidades básicas”. Las capacidades de “autosustentabilidad” y “autogestión” de los pobres se deben reforzar, para mejorar las relaciones costo beneficio que busca la lógica utilitaria de la focopolítica. En esta lógica económica de lo que se trata es que “el gasto social pueda efectivamente operar como inversión social”. En este sentido será “decisivo focalizar el apoyo hacia los grupos etarios y productivos pobres con potencialidad de desarrollo, a fin de que estos ejerzan un efecto de demostración en los más rezagados” (1995: 29, cursivas nuestras). Esto sería uno de las causas por las que la "agenda social" prioriza las primeras etapas de la vida. La sustentabilidad enmarcada en esta ecuación, requiere no sólo una selectividad de los 289

Este documento recoge los resultados de un Foro sobre “Reforma Social y Pobreza” organizado en forma conjunta por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en febrero de ese año. 290 “Las acciones propuestas comparten criterios de modernización y eficacia tales como el apoyo a los esfuerzos de descentralización y la transferencia de servicios a la comunidad organizada y los gobiernos locales” (PNUD, 1993: 13, cursivas nuestras). 291 Robert Castel señala a las formas de contraprestación como riesgos de las políticas de inserción y las denomina "riesgo de neo filantropía". A las contrapartidas requeridas, como el “insertado” no las puede pagar con su trabajo, se le exige que haga pruebas de buena voluntad, de participación, de clientelismo político. Por lo demás, todo lo que se le ofrece es mantenerse en una suerte de estado intermedio y de no hundirse en la miseria total o en la desocialización completa. (Entrevista en el periódico Página 12, del 27 de Septiembre de 1995, Buenos Aires).

185

más pobres de entre los pobres, sino los más competitivos y de quienes puedan tener un efecto de demostración ejemplarizante para los “rezagados”. De estos últimos, en la perspectiva de los más ortodoxos, las políticas focalizadas no deberían hacerse cargo, quedando librados a su propia suerte, al no tener capacidades de auto-sustentación. Las "potencialidades de desarrollo", requieren de ciertas "calidades físicas y psíquicas" dice el informe, de productividad, de capacidad de gestión y de organización para la autoayuda. La representación de los pobres diferencia entre dos tipos. Los “rezagados” que por su apatía o condición (vejez, enfermedad, incapacidad) no tienen potencialidades para producir o gestionar programas. Son residuales, es decir no pueden ejercer efecto de demostración en su grupo y tampoco poseen calidades físicas y psíquicas que justifiquen una intervención social. Por otro, estarían los pobres “con potencialidad de desarrollo”. Estos serían los niños, los que pueden trabajar y los que tienen ciertas “cualidades físicas y psíquicas”. Grupos y atributos donde la inversión se justifica por que tiene un efecto multiplicador e instrumental, pues opera como una “inversión social”. Se trata de los pobres útiles para la lógica de las políticas focalizadas. A diferencia de la biopolítica, donde importaba el aumento de la productividad de la vida útil de los trabajadores, ahora interesa solo la “vida útil” de los más pobres entre los pobres y que además no tengan incapacidades físicas ni psíquicas. Esto significa que, en las políticas para pobres a mínimos biológicos, ha operado un giro copernicano sobre los destinatarios entendidos como sujetos válidos de la asistencia. Los incapacitados para el trabajo son cada vez menos sujetos de asistencia gubernamental, no son pobres válidos para la focopolítica, como lo eran en la época de la asistencia clásica. La focopolítica problematiza a aquellos que tienen capacidades productivas potenciales y de autogestión comunitaria. A diferencia del BID, el Banco Mundial no habla tanto de reforma social sino de programas de “lucha contra la pobreza” o de “estrategia de alivio a la pobreza”. No plantea como el PNUD la promoción de una economía popular sino de un desarrollo participativo o de acciones de participación popular. En el discurso del Banco Mundial, la participación es también claramente instrumental y utilitaria. En un documento denominado “Monitoreando y evaluando la participación popular en los proyectos asistidos por el Banco Mundial” (Uphoff, 1992: 135-136) se destaca el objetivo de “pensar y trabajar en una manera menos centrada en el gobierno. De este modo, con una apropiada reorientación burocrática, las agencias gubernamentales pueden jugar un rol constructivo propiciando un desarrollo participativo”. Define la participación popular “como un proceso por el cual las personas, especialmente aquellas con desventajas, influyen en las decisiones que las afectan. El término “popular” alude no sólo a los pobres absolutos sino también a un abanico más amplio de personas quienes poseen “desventajas en términos de salud, educación, grupos étnicos y género”. La representación de la pobreza se vincula a desventajas no sólo económicas. En síntesis, popular es equivalente a poseer desventajas. El pueblo no se representa como perteneciente a una comunidad nacional ni como protagonista de derechos civiles, políticos o sociales sino como portadores de desventajas. La nominación de “grupo étnicos y de género” tienen una fuerte connotación neocolonial racista y machista. Se señalan los objetivos más importantes de la participación popular para las actividades de “desarrollo” apoyadas por el Banco. Estos son el “empowerment”, que implica el “desarrollo de la capacidad de las personas para iniciar acciones por ellas mismas o influir en decisiones de actores de más poder”. El segundo objetivo es el desarrollo de “capacidades de los beneficiarios”. Se dice que, de “esta manera los beneficiarios pueden compartir las responsabilidades de gestión de la operación tomando responsabilidades por ellos mismos” y contribuir a la sustentabilidad del proyecto. Están también, la efectividad y eficiencia para el cumplimiento de las metas del proyecto. Finalmente, un último objetivo, sin eufemismos, plantea la necesidad de “compartir costos” (cost sharing). “Así, se espera que los beneficiarios contribuyan con trabajo y capital o hagan uso de la “autoayuda” para mantener el proyecto” (Bhatnagar & Williams : 1992, 177-178 cursivas nuestras).

186

En el informe sobre el desarrollo mundial 2000/2001 denominado “lucha contra la pobreza” (Banco Mundial: 2000) se plantean tres elementos fundamentales de la estrategia de “alivio a la pobreza”: la oportunidad, la seguridad y el empoderamiento o potenciamiento. Sería una estrategia para generar “las oportunidades materiales que los pobres destacan sistemáticamente” como empleo, crédito, carreteras, electricidad, mercados, servicios de abastecimiento de agua, saneamiento, escuelas y salud. Se señala, junto con el crecimiento y la introducción de reformas en los mercados “que pueden ser claves para la expansión de las oportunidades para los pobres”, “la importancia que el Estado respalde la acumulación de activos que poseen los pobres o a los que tienen acceso (recursos humanos, tierra e infraestructura)”. La seguridad implica la reducción de la vulnerabilidad a que se ven expuestos los pobres. Para ello se propone no sólo la gestión de los riesgos sino también “acrecentar los activos de los pobres, diversificar las actividades de los hogares y ofrecer, para las situaciones adversas, toda una gama de mecanismos de protección, desde las obras públicas hasta los programas contra la evasión escolar y el seguro de salud”. El desarrollo comunitario se entiende como “mecanismos eficaces de participación popular y de supervisión de la ciudadanía de los organismos gubernamentales” que compagine la descentralización de los organismos que “ofrecen servicios” a los pobres. El “respaldo al patrimonio social de los pobres” se refiere a las “normas y redes sociales” que se entienden como “una forma de patrimonio que puede ayudar considerablemente a los necesitados a salir de la pobreza”. Por ello se considera “importante colaborar con las redes de personas pobres y prestarles apoyo, con el fin de incrementar su potencial”. (Banco Mundial, 2000: 7-12 cursivas nuestras). Vemos que los tres organismos coinciden en que la participación como dispositivo de intervención es instrumental para promover una mayor eficiencia en la gestión de los programas desde una visión utilitaria, vinculada tanto a la subsidiariedad del estado y al traslado de la protección social a la “sociedad civil” y a las “comunidades locales”, como al ahorro de recursos por medio de la utilización del trabajo de los pobres en la autogestión de los programas y en la conversión de este trabajo participativo en activos o capitales de tipo social intangibles. Se trata de una representación de la pobreza que comienza a valorar sus capacidades participativas supeditadas a la utilización de activos no económicos para enfrentar la pobreza. Dado que se ha comprobado que el crecimiento, en condiciones de apertura de los mercados y reforma del Estado ha aumentado la desigualdad y no ha provocado el rebalse “esperado”, el discurso promueve el aumento de las “oportunidades” que ofrece el mercado y “el mejoramiento de los activos de los pobres”. En los hechos las oportunidades, sin embargo, son cada vez más reducidas. De esta manera, los pobres se convierten en “artífices” del alivio a su propia pobreza. La sociedad por lo tanto no debe actuar sobre las desigualdades que las provocan. Los programas gubernamentales y no gubernamentales deben potenciar sus activos. Los activos están conformados por: a) recursos humanos, donde la participación dentro de programas focales, tiene como objetivo la capacitación; b) por infraestructura, donde la participación en programas focales tiene como objetivo generar recursos o trabajo a través de la potenciación de la vivienda o la infraestructura barrial y c) el “patrimonio social” donde la participación se basa en la energización sinérgica de las redes asociativas no mercantiles (familiares y comunales). De esta manera los pobres no dejan de serlo sino que se mantienen en su situación, en el marco de la “economía de los pobres” potenciada y reforzada por los programas sociales.

LA

REPRESENTACIÓN DEL POBRE COMO PRODUCTOR, AUTOGESTOR Y AUTOPROVEEDOR, DIFERENTES ESTÍMULOS PARTICIPATIVOS

“Se puede afirmar entonces que las necesidades no sólo revelan una condición de carencia, sino sobre todo una condición de potencialidad cuando son satisfechas sinérgicamente. En este contexto, el trabajo tiene una implicación más amplia, que supera la 187

simple generación de ingresos, estimulando la creatividad, la solidaridad, la identidades; es decir moviliza las potencialidades de la comunidad organizadas, convirtiéndose la fuerza de trabajo, que es el recurso más abundante en la población pobre, en generación de otros recursos. En esta perspectiva, las múltiples iniciativas microsociales articuladas con políticas globales a nivel nacional y local, permitirán el desarrollo masivo de comunidades urbanas y de comunidades rurales autosustentadas, generadoras de empleo e ingreso y participantes en la dotación de servicios sociales básicos, contribuyendo a superar su condición de pobreza y al desarrollo nacional” PNUD, Desarrollo sin pobreza La representación y conceptualización de la pobreza en el discurso de la focopolítica se basa no sólo en carencias materiales sino en aspectos socioculturales y en la deprivación de capacidades como ya hemos visto. Al mismo tiempo, sin embargo, se reconocen otras capacidades y virtudes que son funcionales a las modalidades autogestionarias predominantes en la gestión de la pobreza que el “desarrollo social” propugna. De allí que el incentivo a la participación popular en los programas para pobres, sean parte constitutiva de la reforma. Dice una de las voces autorizadas de los programas del BM: “las intenciones para promover un “mejor gobierno” y un más activo y productivo “sector privado” son solo retórica si las capacidades locales para la autogestión y la autosustentabilidad no son reforzadas” (Uphoff, 1992: 135-36). Se aprecia entonces que “los beneficiarios tienen más que trabajo y fondos para contribuir a que el proyecto sea efectivo. Ellos tienen inteligencia, experiencia y habilidades de gestión para ser movilizadas y tomadas en cuenta para el logro de los objetivos del desarrollo”. Se ha realizado un importante descubrimiento: los pobres tienen “buenas ideas” que hay que considerarlas. Existe en esta representación una “expectativa en los potenciales humanos que deben ser movilizados para la autogestión y la autosustentabilidad del desarrollo” (Uphoff, 1992: 143, cursivas nuestras). La participación tiene diversas acepciones en el discurso del desarrollo humano. Se asocia a la generación de capital humano en trabajos de baja productividad en el marco de la economía informal o la economía llamada de pobres y la capacitación en gestión de programas o de destrezas para la generación de micro emprendimientos de baja productividad. También se vincula con la potenciación de vínculos asociativos no mercantiles como el capital social para generar mayor capacidad organizativa. Estos pueden tener fines productivos de sobrevivencia y también de cohesión social, tanto para potenciar las asociaciones de productores informales como para proveer servicios autogestionados. También la participación se vincula con el uso de algún patrimonio de los pobres para generar recursos para la sobrevivencia como la vivienda, como el caso de los núcleos productivos promovidos por la CEPAL. Otra acepción de la participación vinculada a ciertas prácticas ciudadanas y el empoderamiento pretende lograr una mayor transparencia en el uso de los fondos públicos o de las políticas sociales, una mejor rendición de cuentas En un documento donde se fijan las bases para una “estrategia y un programa de acción” del “Proyecto regional para la superación de la pobreza” del PNUD, en la primera conferencia regional para América Latina y el Caribe, realizada en 1988, en Quito, la participación juega un papel fundamental.. “La principal función de la participación es liberar el potencial creativo que las sociedades manifiestan, en especial en los espacios de pobreza, como resultado de la diversidad que contienen. (...) Heterogeneidad, diversidad y creatividad son elementos que pueden conciliarse a través de la participación y, con el estímulo del Estado, convertirse en agentes eficientes para la eliminación de la pobreza” (PNUD, 1988: 46). La creatividad se vincula con las estrategias de sobrevivencia del “mundo de los pobres”, las cuales se dice “pueden significar la satisfacción de nuevas y más complejas necesidades básicas” (1988: 50). 188

La pobreza se representa como un espacio separado del resto. Vuelve la representación de la pobreza como perteneciente a una sociedad dual, como las categorías de marginales e informales de los sesenta. La diferencia radica en que ya no son una patología de un mundo que se pretendía integrado y homogéneo. Las nuevas categorías para nominarla son entre otras, el “mundo de la pobreza” o el “mundo pobre” o también de la “organización marginal” o “marginados” (PNUD, 1988: 46-50). En este caso, la participación que se promueve, se vincula con capacidades cognoscitivas y organizativas, relaciones de reciprocidad comunitaria y de instituciones de “economía solidaria” asociadas al trabajo. Estos tres componentes, como veremos, se mantienen en todos los documentos analizados. “La importancia del asunto radica en el tipo de movilización a la cual se convoca al mundo pobre. (...) Se trata de que (la participación) adquiera un carácter endógeno o, si se prefiere, una modalidad de participación que involucre no sólo la afectividad de los participantes sino también su capacidad cognoscitiva y genere una nueva práctica social. Las movilización pueden desarrollar sus expectativas si, en verdad, logran fortalecer las organizaciones aumentando su recursos de poder y enriqueciendo la red social que las une, a través de la diversificación y la generación de instituciones solidarias. Las instituciones de economía solidaria suelen ser pasadas por alto por el Estado. Se las interpreta frecuentemente como procesos residuales de escasa eficiencia, y la labor que tratan de desplegar suele ser sustituida por servicios asistenciales directos. No se percibe el enorme potencial que contienen. De allí que la iniciativa popular y la creatividad que contiene resultan tremendamente golpeadas por la acción burocrática y tecnocrática de los organismos estatales. Esto es especialmente cierto respecto a los mecanismos de sobrevivencia de los pobres”. Se debe apoyar y estimular las organizaciones solidarias, “en particular (...) organizaciones económicas populares autogestionadas, tales como talleres, empresas familiares y microempresas en general, además de otros tipos de organizaciones comunitarias de apoyo mutuos” (PNUD, 1988: 48-49, cursivas nuestras). El tipo de actividades que se promueve en esta acepción instrumental de la participación se basa en actividades y relaciones asociativas vinculadas, en el nuevo léxico económico, a la potenciación de los “activos de los pobres”. Estos serían de tres tipos, los activos tangibles como el capital humano y laboral, activos menos productivos tales como la vivienda o también denominados activos de consumo básico, y activos intangibles y más invisibles tales como las relaciones domésticas y el capital social" (Moser, 1998: 1, traducción nuestra). Los activos tangibles se basarían en el capital humano asociada a la promoción de una nueva categoría conceptual para nominar a la alteridad, la “economía de los pobres” (PNUD, 1989) la “economía popular” o la “pequeña empresa popular productiva urbana” (PNUD, 1990), “economía social o sector social” (PNUD, 1990: 104) 292. Esta primer tipo de estímulo a la participación equivale a una representación de la pobreza asociada con trabajos de baja productividad pero que soluciona problemas, dentro de la promoción de una economía dual. No se trataría de erradicarla como en los 70’ y 80’ ni tampoco estas formas de trabajo son consideradas como patológicas y, en cierto sentido, causales de nuestro subdesarrollo293, la informalidad ha dejado de ser una rémora para convertirse en una política activa 292

El Proyecto regional de superación de la pobreza que promueve el PNUD, en América Latina, complementa según ellos la propuesta previa de la CEPAL de transformación productiva con equidad. La estrategia homologa la importancia de la economía popular a lo que la CEPAL, en dicho trabajo, denomina “economía social o sector social”, que incluiría la pequeña y mediana empresa y que en la estrategia del PNUD se conceptualiza como “formas asociativas de la economía popular”. En ambos trabajos, se dice que “se parte de premisas similares, entre otras: las formas asociativas pueden potenciar a que muchas unidades económicas populares; los trabajadores por cuenta propia representen uno de los potenciales empresariales de la región, las necesidad de las pequeñas empresas y a las formas asociativas” (PNUD: 1990, 206). 293 La única excepción fue de Soto, en su libro el “Otro Sendero” quien se adelantó a la representación de la pobreza y de su “economía” en el discurso del desarrollo de los 90. Consideró que había que potenciar esta energía informal desregulando la economía, flexibilizando las relaciones laborales y liberando las

189

El estímulo a una economía popular o economía de los pobres (PNUD, 1989) complementaria y articulada a la economía moderna por la provisión de bienes y servicios de una a la otra. Esta economía estaría “intrínsecamente unida con la familia y los lazos de solidaridad del barrio” e implicaría “formas espontáneas de organización para la producción” (PNUD, 1989: 5). Por oposición a las tendencias de décadas anteriores, se dice que “el desarrollo de la economía de los pobres lejos de representar un obstáculo al crecimiento económico, se constituye en una formidable estímulo al mismo”. Es la representación de la pobreza y del pobre como productor, autogestor y autoproveedor de sus propias necesidades. Un segundo estímulo participativo sería el de actividades que potencian los activos más improductivos, como la vivienda. Esta forma de participación se sintetiza en la idea de lo que la estrategia del PNUD ha denominado “Comunidad Urbana Productiva CUP”, “que plantea la optimización de la fuerza de trabajo y la utilización de la vivienda y el barrio de las familias pobres para la producción asociativa de bienes y servicios” (PNUD, 1990: 127). La existencia de la vivienda es vista como una ventaja comparativa. En un contexto de carencia, se dice, es necesaria la utilización óptima de todos los recursos. Uno de éstos, es el territorio en el que se asienta la comunidad. De allí la idea de una vivienda “productiva”. El tercer tipo de estímulo y acepción de la participación es la que promueve las formas asociativas de reciprocidad no mercantiles denominadas capital social y las relaciones domésticas. Estas están vinculadas fuertemente a la provisión de servicios por medio de la reciprocidad basada en las más variadas relaciones familiares, vecinales, de clientela política, etc. Aquí la participación se traduce en trabajo no pagado para autogestionar programas sociales o realizar actividades no rentadas o promover actividades de voluntariado. Los activos intangibles o también denominados capital social de los pobres, en esta concepción económica, tendría cuatro componentes según el ex Vicepresidente Senior y Jefe de Economistas del Banco Mundial, Joseph Stiglitz (2000). El primero es el conocimiento tácito, que es un conjunto de aptitudes cognitivas y predisposiciones. Es considerado capital, porque toma tiempo y esfuerzo en producirlo (tiene costos de oportunidad) y es un medio de producción. En segundo término, el capital social puede ser pensado como una colección de redes, en las cuales uno es socializado y aspira a serlo. Tercero, el capital social es al mismo tiempo una agregación de reputaciones y una manera para conseguir reputación. Los individuos invierten en reputación (una forma implícita de capital) porque reduce los costos de transacciones y ayuda a romper barreras para entrar en una variedad de producciones y relaciones de intercambio. Finalmente, el capital social incluye el capital organizacional (estilos de administración, incentivos, comandos, prácticas de trabajo, sistemas de resolución de conflictos, estilos de venta, procesos de afiliación a la empresa). Este último aspecto, permite pensar en mecanismos diferentes a los del mercado pero que están estrechamente vinculados (Stiglitz: 2000, 60-61, traducción nuestra). La representación de la pobreza participativa, autogestionada, autoproductiva y con buenas ideas, es significativamente diferente a las que primaba en las otras estrategias desarrollistas. Las necesidades y las condiciones de carencia se reconvierten dolorosamente y paradojalmente de trabas en recursos y capitales para autoabastecerse. Las estrategias de sobrevivencia han sido potenciadas como un recurso participativo y creativo que ahora se denominan “activos de los pobres”. Los programas sociales promueven una participación que convierte en recursos activos, identidades o capacidades organizativas, pero sólo y exclusivamente para dejar a los pobres dentro del mundo de pobreza, sin cuestionar o avanzar en las causas mismas de la pobreza. La necesidad, el hambre, la marginalidad, el aislamiento, la falta de servicios, la violencia que sufren los pobres no deben ser vistos como carencias o limitantes de su desarrollo humano sino, y aunque parezca perverso, como potencialidades para generar trabajo “participativo”. Este tendría un efecto sinérgico fundado en “capacidades” no en carencias. Se trata de reproducir y potenciar este mundo cada vez más desigual, creando y reforzando las desigualdades a partir de potencialidades de los pobres y aumentando su producitividad.

190

la promoción de una sociedad dual. En esta etapa los estímulos, que devienen en dispositivos de asistencia y de las políticas sociales en general, son la competencia para los más capaces (coherente con el traslado al mercado de los que tienen “capacidades” individuales) y para los pobres y excluidos, la revalorización del “mundo de la pobreza”, de lo local y las redes de solidaridad primarias. Por ello, las actuales políticas se basan, en un discurso que dice fortalecer la “sociedad civil”, que en la superficie podría entenderse como un mejoramiento de la participación de los sectores excluidos. Sin embargo este fortalecimiento no es más que el espejo deformado del retiro del estado en la distribución de bienes y servicios y en el otorgamiento de garantías de bienestar. En este contexto, es difícil plantearse la posibilidad que la participación social se convierta en un mecanismo de reconstrucción de la esfera pública y de re-equilibramiento en la relaciones de poder. El proyecto regional para la superación de la pobreza del Programa de las Naciones Unidas, en su estrategia de acción para los 90 expresa esta dolorosa paradoja con un estilo desembozado. “Se puede afirmar entonces que las necesidades no sólo revelan una condición de carencia, sino sobre todo una condición de potencialidad cuando son satisfechas sinérgicamente. En este contexto, el trabajo tiene una implicación más amplia, que supera la simple generación de ingresos, estimulando la creatividad, la solidaridad, las identidades; es decir moviliza las potencialidades de la comunidad organizadas, convirtiéndose la fuerza de trabajo, que es el recurso más abundante en la población pobre, en generación de otros recursos. En esta perspectiva, las múltiples iniciativas microsociales articuladas con políticas globales a nivel nacional y local, permitirán el desarrollo masivo de comunidades urbanas y de comunidades rurales autosustentadas, generadoras de empleo e ingreso y participantes en la dotación de servicios sociales básicos, contribuyendo a superar su condición de pobreza y al desarrollo nacional” (PNUD: 1990, 112). No se trata ahora de actitudes mentales que es necesario construir, como en la concepción del desarrollo comunitario de los 70. El problema no es crear capacidades, comportamientos, necesidades sentidas que incentiven actitudes y prácticas positivas al trabajo y al mejoramiento individual, como se pensaba en ese entonces. En la representación del pobre de estas políticas, no prevalece la indolencia como en otras épocas, aunque sigue presente de forma más sutil. Ahora los pobres son inteligentes, creativos, pero no para ser ciudadanos con derechos y garantías que le permitan vivir una vida digna. Son creativos e inteligentes para seguir siendo pobres en un territorio cada vez más confinado y alejado de los otros ciudadanos “de primera”. La participación en este contexto es una categoría utilitaria y constituye una tecnología de poder para gestionar programas que no hacen otra cosa más que convertir activos en recursos, identidades en capacidades organizativas, pero sólo y exclusivamente para dejar a los pobres dentro del mundo de pobreza, gestionando y reduciendo así las amenazas a la estabilidad del sistema. Es la nueva paradoja de los programas de desarrollo y del discurso del desarrollo humano, el desarrollo “para la gente pobre”, en un mundo reducido y sin expectativas. Es la mueca “social” del discurso neoliberal.

LA

POBREZA VULNERABLE. HISTORIAS DE “DEMARCACIÓN” Y “ATENCIÓN” DE LOS ATRIBUTOS Y LA GESTIÓN DEL RIESGO La vulnerabilidad social se convierte en una categoría fundamental en la reflexión sobre la pobreza, tanto en el campo académico como en las agencias de desarrollo. La idea de vulnerabilidad proviene de las ciencias de la Salud. Los vulnerables son las personas que se encuentran en condiciones de riesgo de perder su situación de salud por alguna condición particular o social y caer en la enfermedad294.

294

También la vulnerabilidad se asocia a condiciones de riesgo natural a las que están expuestas las

191

La preocupación de las políticas y de la academia por la vulnerabilidad remite las formas de inserción social y a los atributos de las personas cuya fragilidad es mayor. El enfoque no esta centrado mayoritariamente en la inserción en la estructura social ni el mundo del trabajo. En esta perspectiva donde la exclusión es una condición de vulnerabilidad se remite a la búsqueda de una condición individual, aunque sea compartida por un grupo. Se trata de buscar un conjunto de características y/o atributos que limitarían la posibilidad de inserción de los individuos en el mercado, ya sea como productores o como consumidores (Fleury, 1998: 78-79). La categoría de vulnerabilidad remitiría a dos elementos: atributos personales o grupales que ponen en riesgo la inserción social más amplia y las formas precarias de inserción en el mercado de trabajo. Estas dos maneras de abordar la vulnerabilidad a veces están entrelazados y a veces resultan más autónomas. La preocupación sobre la vulnerabilidad desde las agencias internacionales de desarrollo y de las políticas gubernamentales se vincula fuertemente al proceso ya descrito, de particularizar situaciones de pobreza, intervenir sólo sobre las necesidades mínimas básicas, atender las especificidades de las situaciones que agudizan o potencian el hambre, y la segregación de los pobres de siempre. El riesgo de ciertas situaciones personales como la desocupación, la enfermedad, la falta de familiares que colaboren en la manutención y crianza de los niños; las etapas de la vida que nos ponen ante situaciones de mayor carencia o necesidad de protección, como la niñez, la ancianidad o el embarazo; son factores que potencian las situaciones de carencia. Es decir son problemáticas que van más allá de la satisfacción de las necesidades básicas. O, en todo caso, dificultan los comportamientos, las acciones, las habilidades (las capacidades) para mantenerse en la línea de flotación de la pobreza absoluta. Por ello, estas situaciones se convierten ahora en un riesgo. En contextos de políticas sociales más universales o basadas en la inserción laboral estable, estas situaciones particulares eran cubiertas por distintos derechos provistos por sistemas de seguro o servicios gubernamentales universales, como licencias por enfermedad, salario familiar, cobertura médica, seguro de desempleo, licencia por embarazo, jubilación. Es interesante recordar que parte del origen y la institucionalización progresiva de los sistemas de seguro y también de las leyes laborales fue justamente la materialización en derechos de sistemas de protección para atender situaciones de riesgo del trabajador y su familia, como la enfermedad (la cobertura de salud universal), el nacimiento y crianza de los hijos (salario familiar), la edad inactiva (los sistemas previsionales), el desempleo transitorio (la indemnización por despido y/o los seguros de desempleo), accidentes de trabajo, licencias por enfermedad o embarazo, etc. Ahora las formas de atender esos riesgos se desjuridiza e informaliza, siendo las redes de protección cercana las que deben atenderlos, con una mínima ayuda transitoria del Estado. En la actualidad el concepto de redes y su relación con la seguridad y la protección de las personas como dispositivo de intervención focopolítico se ha sintetizado en una noción: la de las redes de seguridad (safety nets). El Banco Mundial (2001) utiliza esta idea para suplantar los sistemas de seguro basados en derechos sociales. Diferencia entre redes de seguridad públicas (public safety nets) y "los arreglos informales basados en las comunidades”, a los que denomina redes privadas de seguridad o redes informarles privadas de seguridad (private safety nets or informal private safety net). Considera que el rol de estas redes se relaciona con dos aspectos. Una es su función política: redistribuye ingresos y recursos para las personas necesitadas, ayudándolas a superar problemas de pobreza en el corto tiempo. La segunda tiende a ayudar a las personas para manejar los riesgos de las unidades domésticas. (The World Bank Group, 2001a y 2001b) En este sentido las redes de seguridad son promovidas como una alternativa a los sistemas de seguro social basados en la previsión de los riesgos como un derecho de ciudadanos

poblaciones.

192

y trabajadores. Son de tipo transitorio y se asientan en las costumbres de las comunidades y personas para generar redes de reciprocidad295. Con respecto a los atributos de las personas que limitan la inserción social, la vulnerabilidad es de alguna manera, la continuación de la preocupación por la heterogeneidad y la especificidad de la pobreza. La pobreza además de heterogénea y específica, posee ciertos atributos que colocan a ciertos pobres en situaciones de mayor riesgo. Estos atributos se asocian a condiciones de subordinación históricas como la segregación de la mujer a los que se vinculan las temáticas de género, la subordinación étnica, grupos de edad como la “infancia”, composición de los hogares, etc. El énfasis de las agencias internaciones en la vulnerabilidad, en los 90, se orienta desde la mirada de los atributos más que de la inserción en el mercado de trabajo. Sobre todo, la preocupación es por la “amenaza” que presentan estas situaciones. Las políticas para regular la pobreza no sólo se circunscriben a atender los mínimos básicos de los más pobres de entre los pobres, dentro de ellos, además, a los más “vulnerables” (mujeres jefas de hogar viviendo en hogares en precarias condiciones sanitarias, mujeres embarazadas, niños desnutridos menores de equis años, desocupados con más de equis hijos y sin vivienda, campesinos sin tierra, aborígenes, etc.). Por ello también los “paquetes básicos”296 que se promueven como políticas alternativas a las políticas universales de salud atienden a situaciones de mayor riesgo. Dada la relevancia que tiene entonces detectar a los vulnerables se desarrolla un arsenal teórico y técnico sobre esta categoría, que no había tenido importancia hasta ahora en las ciencias sociales. La categoría de vulnerabilidad traslada la representación de la pobreza como carencias materiales directamente al “riesgo”. Al nivel de política se hace necesario identificar los vulnerables para poder establecer acciones preventivas para “evitar” mayores riesgos o políticas de bombero para “apagar el incendio” de la vulnerabilidad. La vulnerabilidad entonces es un eufemismo para esconder la posibilidad de la muerte, la enfermedad, la discapacidad, el abandono, la malnutrición y la protesta social. La reflexión académica en la Argentina sobre la vulnerabilidad si bien ha desarrollado estudios desde la mirada de los atributos personales, a puesto más el énfasis sobre las formas de inserción en el mercado de trabajo. Este tipo de inserción remite a relaciones, donde el riesgo por excelencia es frente a la pérdida de trabajo, particularmente del trabajo asalariado estable, o al deterioro de sus condiciones (Aguilar, 2001). Desde la perspectiva de la inserción quizás el francés Robert Castel (1997) sea el mayor referente de los 90’, en base a las reflexiones que realiza sobre lo que él denomina la “crisis de la sociedad salarial” en Francia, vinculada a la recomposición de las relaciones capitalistas. La masa marginal de los 70’ y la informalidad de los 80’, en América Latina, también tematizaron

295

“Las redes de seguridad en contraste de los programas de seguros sociales, como las pensiones contributivas o los seguros de desempleo…., no incluyen ninguna transferencia… aunque algunas contienen elementos de subsidios cruzados. Los programas de seguro social ayudan a las familias a manejar los riesgos antes de que ocurra. Las redes de seguridad actúan cuando las familias no pueden participar de los esquemas de seguridad social o cuando sus beneficios no alcanzan (World Bank Group, 2001b, traducción nuestra) 296 Los paquetes básicos se refieren a un grupo de servicios mínimos básicos que el estado u organizaciones privadas debe brindar. No se tratan de servicios de diversa complejidad sino lo mínimo básico en salud, educación y provisión sanitaria. Los paquetes básicos son el reflejo de la visión del desarrollo en los mínimos biológicos. Así, en el área de Salud por ejemplo la CEPAL en su Informe de 1995, habla de la incapacidad del Estado de brindar a la población todos los servicios de salud, por el alto costo que significan, planteando la prestación de un “paquete de atención básica”. “Los sistemas públicos no pueden sencillamente, ofrecer en forma amplia e irrestricta el conjunto de servicios de salud que la tecnología hace disponible. Se requiere, por tanto, priorizar en favor de aquellas actividades que han probado ser más efectivas en relación al costo asociado a su aplicación”. También plantea el arancelamiento de las prestaciones como recurso para el financiamiento del sector y la focalización de los servicios a los grupos más vulnerables (Sacchi, Mónica; 2000)

193

la exclusión o la marginalidad en términos de una inserción inestable, discontinua, de baja productividad y/o de ilegalidad de las relaciones con el trabajo. La disolución del modelo de asalariado contractual y permanente y el desmantelamiento y privatización del estado social, en los 80’, ha ido generalizando los vínculos precarios o inestables a otros grupos de población. Ya no son exclusivamente sólo los marginales, los que se encuentran bajo vínculos inestables, discontinuos o ilegales con el mercado de trabajo. La legitimidad y legalización de las relaciones no contractuales denominada flexibilización laboral, promovida por las reformas neoliberales, ha producido un giro en la representación de la exclusión y la pobreza, que ahora la mira desde el lado de la inserción. Esta mirada de la vulnerabilidad retoma las problematizaciones de los 70’ que vinculaban la marginalidad a problemas de inserción con el mundo del trabajo, como lo fueron las categorías de “masa marginal” o de “informalidad”. Bajo la influencia del pensamiento de Robert Castel en la Argentina, particularmente a partir de los 80’, se desarrollan estudios que tratan de dimensionar las zonas de vulnerabilidad asociadas a la perspectiva de la inserción con los vínculos con el trabajo (Lo Vuolo y otros, 1999). Lo interesante de esta mirada de la vulnerabilidad es que retorna a las reflexiones vinculadas a las relaciones de producción, como soportes de integración social, que no es considera en la representación de la pobreza como mínimos básicos y como heterogénea o específica. Estas tematizaciones se producen en contextos diferentes a la de los 70’. Ahora es “natural” lo que antes era anormal, legal lo que era ilegal, formal lo que era informal, moderno y globalizado lo que eran residuos de formas precapitalistas de ilegalidad contractual. Se ha legalizado, formalizado y convertido en la manera más capitalista de relación social. La naturalización de esta nueva relación con el trabajo, se debe según Castel a la desjuridización y reindividualización de las relaciones laborales. Las regulaciones de la sociedad salarial de tipo jurídico político fueron instrumentadas en contra de las regulaciones del mercado297. Para él la reindividualización de la condición salarial produce un efecto paradójico, ya que si bien ser un individuo es un valor positivo, en tanto propone la autonomía del sujeto, esta no es una posibilidad alcanzable para todos. Para ser un individuo y jugar el juego de la autonomía, hay que tener un mínimo de garantías de protección (1999: 28). La desjuridización significa que el derecho al trabajo se vuelve individual y toma cada vez más en cuenta categorías particulares de trabajadores: con lo que aparece un principio de discriminación positiva. La reflexión sobre la crisis de la sociedad basada en el trabajo asalariado en Europa es, en realidad, producto del reposicionamiento del poder económico con relación al poder político, en el que el capitalismo se emancipa del estado, se desterritorializa y se concentra, fijando nuevas reglas de juego económicas y en consecuencia, políticas (Gorz, 2000). La sociedad salarial, según Castel (1999: 26), es aquella donde la mayoría de la gente es asalariada pero además es una donde la mayoría de la gente extrae su renta, su estatus, su protección, su identidad, su existencia social, su reconocimiento social del lugar que ocupan en el salario. Este lugar es el que permite acceder a otros sectores de actividad (esparcimiento, vacaciones pagas, a

297

“Se trata del paso de un contrato de trabajo puro, que es la relación directa de subordinación del empleado al empleador, a un estatuto de salario colectivo, garantizado por el derecho. Desde el siglo XIX, asistimos a una reducción del carácter individualizado de la relación de trabajo que desde ese momento se inscribe en un sistema de regulaciones colectivas, combinado con garantías colectivas para el asalariado. La remuneración no se reduce a un mero intercambio de mercado sino que se inscribe en la seguridad, a través de la doble instancia de obligaciones que representa el derecho al trabajo y a la protección social (…) A medida que el mercado sé internacionaliza y aumenta la competencia, el trabajo se vuelve el blanco principal de una política de reducción de costos de producción acompañada por esfuerzos para bajar el precio de la fuerza de trabajo, mientras se aumenta su eficacia productiva (…) De este modo se impone la idea de que la liberalización del mercado y la maximización de los beneficios deben pasar por la lucha contra los logros sociales, es decir, de hecho contra los derechos sociales que habían sustraído, parcialmente, al trabajo de la hegemonía del mercado” (Castel, R. 1999: 27).

194

la cultura, a la educación, a la salud)298. En los países latinoamericanos la asalarización no tuvo la extensión que alcanzó en los países europeos. La Argentina fue, sin embargo, uno de los países de América Latina con mayor grado de asalarización pero, como vimos, con un cuarto de su población activa bajo condiciones informales o precarias. La relativa generalización de la forma asalariada no tuvo siempre un correlato de formas permanentes de contrato de trabajo. Además la exclusión económica mantuvo un fuerte carácter étnico299. En el debate contemporáneo reciente, en la Argentina, cobró relevancia, la idea de zonas de vulnerabilidad desarrollada por Castel y su vínculo con la categoría de soportes de proximidad asociada a los vínculos relacionales, junto a las características débiles o fuertes de la inserción laboral, lo que el denomina zonas de cohesión social. Esta es una categoría que se inserta dentro del marco de las discusiones sobre las formas de exclusión social en Francia y de la crisis de lo que Castel denomino la sociedad salarial. Existiría una fuerte correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo y la participación en las redes de sociabilidad y en los sistemas de protección que “cubren” a un individuo ante los riesgos de la existencia. La asociación “trabajo estable/ inserción relacional sólida” caracteriza una zona de integración. A la inversa, la ausencia de participación en una actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan sus efectos negativos para producir la exclusión, o lo que el denomina la desafiliación300. “La vulnerabilidad social es una zona intermedia, inestable, que conjuga la precariedad del trabajo y la fragilidad e los soportes de proximidad” (Castel, 1997: 15). Los problemas de disolución de lo que este autor denomina sociedad salarial en Francia que, a diferencia de América Latina, había vivido los treinta años posteriores a la posguerra en situación de pleno empleo y con un importante desarrollo del Estado de Bienestar, se acerca a la temáticas que venían discutiéndose desde hace cuarenta años en América Latina. La aplicación de la idea de zonas de cohesión social, sin ponerlas en cuestión en el contexto latinoamericano se generalizó en la Argentina, para comprender la problemática de la precarización y flexibilización del trabajo -quizás por que fue uno de los países de América Latina con mayor asalarización y desarrollo de Estado de Bienestar-. Si se tiene en cuenta que las formas de inserción inestables en el mercado de trabajo en América latina- denominadas con diversas categorías a lo largo de los años, desde la marginalidad, masa marginal, mano de obra marginal, sector informal- han sido muy significativas y que la fragilidad de la inserción se ha encarado, la mayoría de las veces, por medio de redes de protección cercana fuertes, se puede deducir entonces que la vulnerabilidad conjugaría la precariedad del trabajo y la fortaleza de los soportes de proximidad, por oposición a lo que plantea Castel para el caso de Francia. De allí la importancia de la producción de categorías teóricas en América Latina para explicar la producción de la pobreza, la precariedad laboral y las formas de sobrevivencia en

298

“Una condición de trabajo estable da una especie de umbral a partir del cual se puede llegar a otros campos. La sociedad salarial había logrado articular, de este modo, trabajo y protección, trabajo y seguridad relativa. Esta fue una invención extraordinaria con relación a la situación anterior, ya que antes, en efecto estar protegido era tener bienes, un patrimonio, hijos; sin todo esto se estaba en la inseguridad social” (Castel, Robert; 1999: 26). Situación a la que volvemos a partir de la pérdida de esas protecciones. 299 En los países latinoamericanos la asalarización no tuvo la extensión que alcanzó en los países europeos. En la Argentina, su relativa generalización se realizó con fuerte incidencia en el trabajo precario (Galin y Novick, 1990). Las formas de exclusión y precarización del mercado de trabajo mantuvieron además de estos aspectos económicos un carácter étnico que si bien no adquirió la forma más estamental de otros países Latinoamericanos, se expresó de manera menos evidente debido a las posibilidades de ascenso social de mediados del siglo XX. 300 La desafiliación remite en el pensamiento de Castel a una cuestión más individual que social de mirar la exclusión. La desafiliación es tanto una zona caracterizada por la ausencia de participación en una actividad productiva y el aislamiento relacional, como una situación de desenlace, de ruptura para el que es necesario ver trayectorias (1997: 25). En este último sentido de la desafiliación remite también a situaciones individuales o a atributos de vulnerabilidad.

195

condiciones de exclusión. Los estudios antropológicos y sociológicos sobre la importancia de las estrategias de vida en los sectores populares en América Latina, muestran que lo que ahora se denomina zonas de vulnerabilidad, lo es con relación al trabajo y no a los soportes de proximidad. Los denominados “informales” y los “marginales” han sobrevivido o subsistido gracias a esas redes. En el marco de la preocupación discursiva de Castel por la cohesión e integración social301, los soportes de proximidad tienen un parecido de familia a la reflexión teórica en América Latina que ponía el énfasis en la funcionalidad de las redes y estrategias como formas de “integración y adaptación” al mundo moderno, la industrialización y la urbanización acelerada, durante las décadas de los 70’ y 80’.

LA

CULTURA DE LOS POBRES COMO UN INSUMO PARA LA SUPERACIÓN DE SU PROPIA POBREZA Dentro del sistema discursivo que comienza a problematizar a las formas de vida de los pobres ya no como una traba sino como un elemento positivo para superar sus propias carencias pero viviendo en un mundo de pobres, surge otra categoría que se revaloriza su “cultura”. Las políticas de los organismos de desarrollo coinciden en incorporar a la “cultura de los pobres”, “desventajados” y “minorías” como un elemento fundamental de los programas participativos de “alivio a la pobreza”. La importancia de la cultura en estos programas que antes era considerada residual y una traba en la visión más dura y económica del crecimiento, a mediados de los 70’. En los 90’, adquiere un lugar cada vez más protagónico, bajo la fuerte influencia del economista hindú Amartya Sen. La tematización de la multiculturalidad ha venido asociada a la de la globalización y a la promoción de la cultura de los pobres como parte de sus activos, es decir se ha vinculado a un proceso de economización no sólo de lo social sino de lo cultural. La cultura como objeto de saber propio de la antropología, luego de los “estudios culturales” y de las ciencias sociales en general, en los 90302 en América Latina ha pasado a ser una tematización fundamental no sólo de las agencias de desarrollo. La moda de la multiculturalidad se ha sumado a la representación de la pobreza y se ha incorporado como política en las modalidades de intervención que promueven las agencias de desarrollo, como otro de los efectos de la globalización y de la incorporación de factores sociales y culturales al discurso del desarrollo. Sin embargo la multiculturalidad globalizada en América Latina no es nueva. La comprensión espacio tiempo propia de los diagnósticos de la globalización es y ha sido, desde la época de la colonización, mucho más intensa y violenta que en los países ricos, por lo que la gama de etapas que conviven en el mismo espacio/tiempo es más compleja y diversa. Asimismo, la llegada de los colonizadores, el comercio, los movimientos forzados de la población nativa, en la época colonial y también durante la república, las relaciones de explotación y violencia entre criollos e indígenas, la migración rural urbana de los campesinos

301

La crisis de la sociedad salarial Castel (1997:14) la aborda en términos de la integración social. Considera que su intención “de explicar la incertidumbre de los estatutos de fragilidad del vínculo social, de los itinerarios cuya trayectoria se ve estremecida” es a partir de la concepción de integración e interdependencia durkheniana. Sus ideas sobre la “desconversión social, el individualismo negativo, la vulnerabilidad de masas, la handicapología, la invalidación social, la desafiliación, adquieren sentido en el marco de una problemática de la integración de la anomia; de hecho, se trata de una reflexión sobre las condiciones de la cohesión social a partir del análisis de situaciones de disociación”. Otros autores como Habermas (1997 [1985]), plantean que la perdida de vigencia de la utopía de la sociedad basada en el trabajo no es un problema de anomia sino de conflictos intrínsecos al propio estado de bienestar entre la acumulación del capital y la socialización del trabajo que el estado de bienestar tiende a compensar. 302 Para citar sólo algunos autores latinoamericanos y argentinos preocupados por esta relación ver Ortiz, Renato (1998), Franco, Jean (1997); Martín-Barbero (1999); Bayardo, Rubens y Lacarrieu, Mónica (1999); Margulis, Mario (1996).

196

en este siglo, la segregación urbana, étnica y cultural en las ciudades de la actualidad, revelan de parte de las poblaciones nativas, una intensa vivencia de aceleración de la historia y de interculturalidad continua303. Silvia Rivera Cusicansqui (1993) puntualiza la violencia de estas experiencias a lo largo de la historia latinoamericana, las denomina “contradicciones nocoétaneas”, que sería la encrucijada construida a lo largo de siglos de conflictos étnicos no resueltos –sólo pormenorizados y acallados– y de la violencia estructural que implicó e implica la ruptura de cosmovisiones locales. Se dice promover derechos multiculturales dentro del discurso del desarrollo humano. La multiculturalidad aporta un nuevo elemento a la nueva representación de la pobreza multidimensional, heterogénea, específica y vulnerable. En realidad la multiculturalidad aplicada a las políticas para pobres, no es otra cosa que el color racista de la pobreza. Implica el reconocimiento que la pobreza es más dolorosa y difícil si a eso se le suma el racismo o la segregación, por razones étnicas. Se piensa que aminorando estas diferencias se podría hacer menos aguda la pobreza. La multiculturalidad aparece como un discurso aparentemente neutro, dentro de políticas destinadas a los denominados grupos vulnerables, entre los que las minorías étnicas son convidadas especiales. ¿Por qué causa, si antes las culturas nativas eran consideradas primitivas, incultas y premodernas a las que había que civilizar o desarrollar, es decir homogeneizar dentro de los patrones culturales de la elite dominante, ahora la multiculturalidad es propiciada como dispositivo. La explicación de este vuelco copernicano no se debe, sin duda, a un interés por mantener la riqueza de la diversidad cultural en el planeta o por incentivar el desarrollo igualitario de pueblos y culturas. La causa es estrictamente económica. De esta forma, las lógicas no mercantiles son fuente de recursos para los pobres, minorías y grupos vulnerables ante las limitadas posibilidades de obtener recursos por vía del mercado o del estado. Su valoración relativa permite crear confianza allí donde el sistema la ha debilitado y neutralizar el conflicto social que produce la desigualdad creciente de las políticas de reestructuración económica. Esto explica que el “etnodesarrollo”, otrora bandera política de los sectores progresistas como alternativa a los avances destructores del capitalismo sobre culturas nativas304 se haya incorporado como estrategia de intervención fundamental de las agencias de desarrollo. Por ejemplo, en un documento del Banco Mundial, sobre el etnodesarrollo en América Latina, se afirma que “la característica del desarrollo indígena debe ser considerado en el contexto de la propia naturaleza de estas comunidades, lo cual les permite sobrevivir y mantener su cultura y organización social desde centurias, a lo largo de constantes procesos de adaptación, usualmente combinando conocimiento tradicional y moderno” (Patridge W. y Uquillas E. con Johns, K.; 1996: 7). Dentro de un departamento, que crea el Banco Mundial en 1997, denominado World Bank's Social Development Family, existe un área denominada “Cultura en desarrollo

303

Según Auge los colonizados vivieron, las más veces en medio del dolor, una triple experiencia relacionada con el descubrimiento del otro que hoy es común a la globalización: la experiencia de la aceleración de la historia, del encogimiento del espacio y de la individualización de los destinos (1995:138). 304 Ver los análisis entre otros de Guillermo Bonfil Batalla (1993) en su libro “El etnodesarrollo: sus premisas jurídicas, políticas y de organización”. En esta concepción el etnodesarrollo “se entiende como el ejercicio de la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ella las enseñanzas, las experiencia histórica y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que se defina según sus propios valores y aspiraciones”. Además, en esta concepción, el etnodesarrollo no implica la subsunción de la cultura propia a la cultura global sino, por el contrario la “ampliación y consolidación de los ámbitos de la cultura propia, es decir, en el incremento de la capacidad de decisión del propio grupo social, tanto sobre sus recursos como sobre recursos ajenos de los que pueda apropiarse. Y, consecuentemente, el etnodesarrollo se traducirá en la reducción de los componentes enajenados e impuestos dentro de la totalidad cultural” (1993:133 y 135).

197

sustentable”. Esta "es partidaria de la incorporación de la cultura viva y material, en los programas de reducción de la pobreza, inclusión social y protección ambiental". También instituye otra denominada “Pueblos indígenas”, la que “incorpora las culturas y grupos étnicos vulnerables en las operaciones financieras del Banco” (World Bank Group,1998, cursiva nuestra) 305. Más tarde, la relación entre cultura y pobreza se incorpora en un programa particular del Banco denominado “Pobreza y Cultura” el que se inserta dentro de otro programa más amplio: “Capital cultural y pobreza para el Programa de Reducción de la Pobreza” del Departamento de Desarrollo Social306. Este subprograma estudia cinco relaciones entre cultura y pobreza. La primera se denomina “emprendimientos culturales y la industria del desarrollo en la reducción de la pobreza, el que trata cómo “el conocimiento tradicional pueden ser visto como recursos potenciales de ingresos y contribuir efectivamente a un desarrollo sustentable”. La segunda relación es entre “voces y participación” (voice and participation), dando las voces a las pobres y, “con una mejor participación los grupos pobres pueden mejorar su stock dentro de sus propias pautas culturales”. Este vínculo, además, lleva a “la necesidad de soportar instituciones que desarrollen una cultura que es “pro- pobre” (pro-poor). El tercer vínculo es entre las “fuerzas de la globalización y la identidad”, este plantea directamente la cuestión de “¿cómo se deben promover los intereses de los pobres en el marco de la globalización, liberalización, marketing y cambios tecnológicos?”. El cuarto es entre “comportamientos de los hogares y la reducción de la pobreza”, el que se vincula a las trabas que pueden generar las barreras culturales (tabúes culturales específicos, prácticas sexuales) al bienestar de los hogares, como las prácticas de prevención del sida o la anticoncepción o “salud reproductiva”. Finalmente, el último vínculo que el programa explora es la relación entre “derechos intelectuales y reducción de la pobreza”, el que indaga la forma de darle a la herencia cultural indígena un beneficio económico similar al de los derechos intelectuales, en la medida que este conocimiento sirve para la reducción de su propia pobreza. En un trabajo presentado en junio de 1996, en la Conferencia anual del Banco Mundial sobre “Desarrollo en América Latina y el Caribe”, en Bogotá, Colombia (Patridge y Uquillas con Johns, 1996) se observan los lineamientos más sobresalientes sobre el discurso dirigido a los pueblos aborígenes. El documento comienza haciendo una referencia a la cercanía del inicio de la década internacional de las Naciones Unidas para los pueblos indígenas (2004), afirmando y probando con datos que estos pueblos viven en las condiciones más marginales y pobres del planeta siendo “el sector más empobrecido, tanto en los países ricos como en los países en desarrollo” (1996: 3). Para América Latina, afirman que los pueblos aborígenes son los más pobres de entre los pobres. Con la “mano izquierda” las agencias promueven el “respeto” a las minorías, la afirmación de su cultura y las reivindicaciones de los pueblos indígenas307, con la mano derecha integran la racionalidad no mercantil dentro del modelo económico.

305

En septiembre de 1991, el Banco Mundial instituyó una directiva operacional (OD4 Pueblos indígenas) para desarrollar proyectos que los afecten. Se los definió en OD 4.20 como un grupo social con una identidad cultural y social distinta de la sociedad dominante, lo que los hace vulnerables, siendo desaventajados para el proceso de desarrollo”. Este OD fue una revisión de la política del Banco sobre pueblos indígenas (OMS 2.34 Pueblos Tribales en Proyectos financiados por el Banco) desarrollado en 1982. OD 4.20 provee una política guía para asegurar que los pueblos indígenas se beneficien de los proyectos de desarrollo y eviten o mitiguen los potenciales efectos adversos que las actividades de asistencia pueden generar. (Patridge W. y Uquillas E. con Johns, K.; 1996: 25 y 26, traducción y cursivas nuestra) 306 Una síntesis del programa se puede encontrar dentro de la página web del Banco Mundial denominada “PovertyNet: Culture and Poverty” http://www.worldbank.org/poverty/culture/index.htm, (05/03/01) 307 “En el lenguaje del Banco nosotros diríamos que para que el desarrollo económico sea sustentable debe proveer nuevas oportunidades para que las personas desarrollen sus potencialidades y objetivos definidos en su propio contexto cultural” (Patridge W. y Uquillas E. con Johns, K.; 1996: 7). “Nosotros sabemos que el capital social, valores compartidos, reglas sociales correctas y un sentido común de

198

De esto surgen algunas preguntas y dilemas, ¿como desarrollar las potencialidades sociales de estos pueblos en contextos culturales opuestos a la lógica del mercado, la productividad y el crecimiento?. En realidad, las agencias y los gobiernos con estos proyectos de desarrollo, incentivan estos valores con el revoque del “respeto a la cultura”. Por ello esta contradicción se aclara cuando se afirma que “uno de los mayores desafíos del Banco en los países de América Latina y el Caribe es encontrar modos de ofrecer a los pueblos indígenas nuevas oportunidades para el proceso de desarrollo. La exclusión de estas pueblos de la economía central representa una pérdida de recursos humanos y materiales, mientras que su inclusión aumentará la productividad, fortalecerá los intercambios en el mercado (purchasing) y promoverá el crecimiento” (Patridge y Uquillas con Johns, 1996:31). Es difícil pensar en un “etnodesarrollo” que respete pautas culturas nativas cuando propugna los valores de la cultura del capitalismo, la productividad, el lucro y la competencia. Es cierto, sin embargo que, al mismo tiempo y paradójicamente, el discurso multicultural remite a valores positivos para los reclamos de respeto a la identidad cultural, como la necesidad de consolidar derechos colectivos en consonancia con los derechos humanos individuales (Jelin, 1996). Se formaliza e instituye al menos el derecho abstracto y la posibilidad de que grupos culturales y étnicos puedan acceder a cuestiones que se les ha negado históricamente, como el derecho a la tierra, a la lengua y a expresar su cultura. Se abre la posibilidad de construir un mayor pluralismo cultural en la esfera cívica, aunque en un contexto de cercenamiento de garantías sociales. Pero ¿hasta qué punto es posible disminuir la violencia simbólica en el campo de la cultura cuando las diferencias sociales, que reproducen las diferencias culturales y étnicas, son más marcadas?. No solo es dudoso que en este contexto las minorías culturales accedan a la posibilidad de poseer su territorio, desarrollando su cultura y su identidad. De esto pueden dar cuenta los movimientos sociales Es cada vez más difícil que le lleguen las migajas del escaso “desarrollo” que habían recibido que han surgido en los 90’ de las poblaciones nativas en América Latina, en Bolivia, México, Ecuador, Guatemala, entre otros. Estando el estado y el empleo en retirada, el mercado en avanzada, las zonas donde estas poblaciones se localizan son menos rentables para inversión social. Sin embargo, lo son cada vez más para inversión de emprendimientos de hidrocarburos y gas de alta rentabilidad, pero de fuerte impacto sobre el equilibrio ambiental y cultural de estas comunidades. El discurso del Banco Mundial de inclusión de los aspectos culturales en sus estrategias de desarrollo, la promoción del etnodesarrollo e inclusive la promoción del acceso a la tierra de las comunidades aborígenes, no es otra cosa que utilizar las formas de sobrevivencia ancestrales, - siempre que no entran en contradicción con la lógica de la ganancia o los intereses de los monopolios - para la gobernabilidad del sistema. Una mirada muy rápida, como la que aquí realizamos muestra la esquizofrenia del discurso. Por un lado una retórica basada en el “respeto” a la diferencia y, por otro, aplicación de programas totalmente opuestos a su lógica de sobrevivencia, a las estructuras de parentesco, a sus organizaciones políticas y a sus cosmovisiones de vida. (Alvarez Leguizamón y Sacchi, 2000) o aseveraciones que los valores diferentes se deben erradicar por que son “premodernos” (Stiglitz) para aumentar la productividad y los intercambios. La violencia económica y cultural, ejercida sobre los pueblos dominados, alcanzó diversas formas de explotación de la mano de obra y de las culturas de esos pueblos. Primero se llamó colonización, relaciones post coloniales imperiales o neocolonialismo después, desarrollo a partir de mediados del siglo XX. Ahora la nueva forma de dominación encubierta es el desarrollo humano multicultural y globalizado. Al igual que en la categoría de hibridación

responsabilidad cívica e identidad, son las características culturales mas fuertes de las comunidades indígenas” (1996: 34). “El objetivo de la asistencia técnica y la construcción de capacidades del Banco Mundial para los pueblos indígenas tiende a fortalecer las organización de los pueblos indígenas e incrementar sus opciones para el etnodesarrollo” (1996: 3).

199

(Garcia Canclini, 1992), la multiculturalidad que pretende desembarazarse de los prestigios del exotismo, no puede ser mirada con una visión ingenua308. LAS POLÍTICAS COMPENSATORIAS, FOCALIZADAS O DE DESARROLLO SOCIAL El desarrollo de las denominadas políticas dirigidas a los más pobres o los más vulnerables, conocidas como políticas focalizadas, surgen a partir del ajuste estructural y el debilitamiento del Estado de Bienestar como forma y dispositivo de intervención social predominante. Estas políticas se orientan a “reducir el impacto” que el ajuste tiene sobre estos grupos y a asegurar la “gobernabilidad” necesaria para la realización de las políticas económicas aunque tengan otros objetivos retóricos como “atacar” la pobreza. Es posible ubicar a quienes promueven la focalización en dos extremos. Uno está basado en una concepción más neoliberal de retiro del Estado, expresadas en las ideas de Hayek y Friedman. En este caso se postula la descentralización y la transferencia de las cuestiones sociales a las redes asociativas de la sociedad civil. Proponen, además, un ingreso mínimo para los más pobres buscando compensar la no-injerencia del Estado en las cuestiones sociales. En el otro extremo, los excluidos se ubican las propuestas que ponen el énfasis en la inserción social309, concebida como un derecho. Sí bien se diferencian del neoliberalismo como ideología y reivindican el rol del Estado en la regulación de lo social, entienden como políticas de inserción o compensatorias dispositivos similares, aunque bajo otros nombres como por ejemplo “el ingreso ciudadano”310. 308

Según Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant (2000: 12) “el multiculturalismo lleva a todos los lugares donde se los exporta tres vicios propios del pensamiento nacional estadounidense: a) el grupismo, que cosifica las divisiones sociales canonizadas por la burocracia estatal, como principio de conocimiento y de reivindicación política, b) el populismo, que reemplaza el análisis de las estructuras y de los mecanismos de dominación, por la celebración de la cultura de los dominados y de su “punto de vista”, elevado a real rango de proto teoría funcional; c) el moralismo, que al obstaculizar un análisis materialista racional del mundo social y económico, condena a un debate sin fin ni efectos sobre el “necesario reconocimiento de las identidades”, cuando en la triste realidad de todos los días el problema no se sitúa en ese nivel”. 309 Esta denominación de las políticas focalizadas como de inserción social proviene de la tradición francesa y se vincula con la idea de integración y cohesión social propia de la preocupación de esta línea de pensamiento. 310 Esta propuesta viene siendo promovida en la Argentina por el CIEPP, Centro Interdisciplinario para el Estudio de las Políticas Públicas (ver Lo Vuolo y otros, 1995 y Lo Vuolo, Barbeito, 1996) a partir de arreglos institucionales que garanticen cierta forma de ingreso incondicional a las personas, para cuyo acceso se requiere solo la condición de ciudadano. Entre otros aspectos, según estos autores, este sistema tendería a eliminar las transferencias de ingresos focalizadas a los sectores pobres y su dependencia con respecto a ellos. Además, al basarse en una eliminación de todas las deducciones a los ingresos personales, redistribuiría ingresos de una manera más equitativa entre ricos y pobres, conjuntamente con los beneficios de una mejora del nivel de vida de los sectores más desfavorecidos y de su poder de negociación. En este caso la forma de solidaridad propuesta es entre los que encuentran en situaciones diferentes de bienestar e ingresos. Un argumento que abona un derecho generalizado a toda la población, es la actual naturalización de los salarios familiares atados a la condición del empleo formal. Esto significa que los asalariados tienen derecho a recibir un ingreso complementario según ciertas condiciones familiares. Sin embargo, el resto de los ciudadanos no asalariados no poseen este derecho. El ingreso ciudadano es una forma de asegurar ciertas condiciones mínimas de vida a toda la población sin que los derechos estén atados a la condición de empleo. Por otra parte, al eliminarse las deducciones a los ingresos personales que son significativas para los grupos sociales de mayores recursos, estos los recibirían por vía del ingreso ciudadano redistribuyéndose, además, para el resto de la población con menores recursos. A diferencia de las alternativas focalizadas su instrumentación y accesibilidad es más clara, sin requerir pruebas estigmatizadoras y clasificatorias para su instrumentación. Según estos autores,

200

En relación a los orígenes de este estilo particular de intervención social, el PNUD señala la existencia de dos visiones que comienzan a subrayar la necesidad de la focalización de las políticas. "Una concibe esa focalización como un respuesta a la limitación de recursos y a la improbabilidad de que aumenten a corto plazo a niveles que permitan una extensión universal de la cobertura, incluyendo las modalidades adecuadas para asegurar la provisión de los servicios y condiciones adecuadas de acceso para los más pobres. Otra más extrema, sostiene que la acción del sector público debe concentrarse en los estratos mas pobres en todos los casos, independientemente de los recursos disponibles, dejando que el resto de la población adquiera los servicios que necesite" (PNUD, 1993: 35). Esta última es el fundamento de la focalización de las políticas neoliberales y el porqué de la predominancia de las denominadas metas "blandas" de política social (Katzman & Gerstenfeld, 1990). La focalización es definida como una política tendiente a lograr una mayor selectividad de los destinatarios de las políticas; la identificación de grupos más vulnerables (grupos sociales específicos, grupos de edad o etarios); una mejor distribución geográfica del gasto en base localización mas precisa de las necesidades y de las políticas destinadas a resolver necesidades más básicas311. Para el PNUD, la selectividad y focalización se plantea como una tendencia a lograr una mayor "equidad del gasto"; definida por "la concentración del gasto social en rubros y categorías de mayor impacto distributivo, como la educación básica, el reentrenamiento de la fuerza de trabajo y el saneamiento y la salud básica. La focalización del gasto es dirigida a los grupos de mayores carencias y en aquellos cuya atención es decisiva para el desarrollo de potencialidades futuras, como madres embarazadas, lactantes, niños y jóvenes" (PNUD, 1993: 34)312. Las críticas al modelo de bienestar y a las escasas políticas universales se basan, al igual que muchos diagnósticos neoliberales, en su "ineficacia" y la "inequidad" del gasto público al recibirlo aquellos que no lo necesitan. El cambio del modelo de prestación de servicios en la concepción de descentralización se asocia a una transferencia de las responsabilidades del Estado al sector privado313. Los grados y tipos de descentralización, en el financiamiento y ejecución afectan la correlación de fuerzas en el sistema político nacional, como se verá más adelante. En la primera mitad de la década de los 80’, tanto el BM y el FMI no creían que fuese necesario abordar el problema de la pobreza durante el período del ajuste, entendiendo que los programas de ajuste lo harían por sí solos y que ellos constituirán una opción para los pobres más conveniente que la ausencia de ajustes. Entre los años 1985 al 1989, el BM comienza a reconocer que era menester adoptar algunas medidas especiales. Al principio el acento estuvo puesto en la recolección de información y en la fiscalización314. En esa etapa se reconoce que “no ha habido muchos intentos de identificar los afectos adversos sobre los pobres” de los programas de ajuste315. A partir de allí se comienzan a financiar programas compensatorios,

(Lo Vuolo y otros, 1995) los resultados de una u otra política pueden ser similares, pero el principio de organización social y el régimen de estado de bienestar que promueven son diferentes. 311 Para mayores análisis sobre la problemática de la focalización y de su instrumentación ver Bvrawermann y Minujin (1991); CEPAL (1995); Secretaría de Desarrollo Social (1995b). 312 Las políticas focalizadas o compensatorias han sido llamadas también sarcásticamente, políticas de “bombero” (para apagar el fuego allí donde estalla); de efecto "enfermería" (recoger los heridos que genera la política económica); o capacitar para "enseñar a pescar" pero frente a un río sin peces" (García Delgado, 1995: 12). 313 Estas pueden ser co-ejecutadas entre el sector privado y el estado (distintas organizaciones de la sociedad civil, como las ONG y también empresas privadas) o, ejecutadas en su totalidad por el sector privado. Pueden tener financiamiento público directo o indirecto o no recibir financiamiento por parte del estado. 314 Por ejemplo a través de las operaciones vinculadas con la medición del nivel de vida y con el inicio de algunos programas sobre las dimensiones sociales del ajuste. 315 Reseña sobre los informes del Presidente del Banco Mundial realizada por Ribe y Carvalho, citada en Stewart, Frances (1992: 6-7).

201

pero del análisis de las líneas de financiamiento durante ese periodo, a los países de América Latina, surge que sólo el 33% de los programas financiados se destinan a asistir a los pobres “nuevos” o “crónicos” y el 78% a la reasignación del gasto social (Stewart, 1992: 5-7)316. En esos años, el BM organizó un seminario relacionado con la evaluación de los programas dirigidos a la pobreza durante el ajuste estructural para reducir el “impacto del ajuste inducido sobre los pobres”317. En el documento que sintetiza sus resultados; se afirma la necesidad de introducir y desarrollar estos programas denominados “targetted programs”, programas focalizados que tienen “poblaciones objetivo” (World Bank, 1988)318. En la introducción de ese informe, se da cuenta de “los cambios operados en la política económica, denominados ajuste estructural, forzados por la crisis de la deuda y la caída económica de los 80’ ”. Al mismo tiempo se aclara que las condiciones a los países subdesarrollados impuestas por el FMI y el BM -para el otorgamiento de préstamos-, tenía como “objetivo reducir el déficit fiscal, incrementar la eficiencia económica y reducir el gasto público”, condujeron a la reducción de los subsidios, la eliminación de tarifas, la privatización de empresas públicas y la reducción del número de empleos gubernamentales. Se descubría que “normalmente (...), la jerga formal económica esconde otros aspectos del ajuste estructural: que las personas que quedan sin trabajo se convierten de repente en pobres y que las personas que viven en los margen de las pobreza son forzados debajo de la línea del precio de los alimentos básicos y otros “aumentos del costo de la vida”. Otro descubrimiento era que “la inevitabilidad del costo estructural del ajuste no surge equitativamente ante la ausencia de esfuerzos especiales para proteger los más pobres en la sociedad, que tienen menos capacidades de resistir a la reducción de su nivel de vida. Algunos consideran que la reducción de su nivel de vida nos lo lleva al hambre. Pero para aquellos que ya son pobres o aquellos ahora nuevos pobres, el ajuste estructural puede significar hambre, aumento de la mortalidad infantil y grandes deprivaciones” (World Bank, 1988: 1-5, traducción y cursivas nuestras). El BM descubría que el ajuste produce más muerte por privación de necesidades básicas. Las propuestas de los programas focalizados para los más pobres, “para los que realmente necesitan ayuda”, se enuncia bajo un lenguaje pseudo humanizado y como una concesión que hace el discurso a su núcleo más duro, tanto a la necesidad de reducir la intervención estatal, como a la necesaria reducción presupuestaria que promueven y al libre juego del mercado que profesan. Se está interpelando a otro discurso todavía más ortodoxo que no quiere aumentar los presupuestos en áreas sociales, más allá de los devastadores resultados sobre la vida de la gente. El reconocimiento de la necesidad de promover estos programas aparece junto al imperativo de detectar y medir aquellos que “realmente necesitan la ayuda”. De ese modo reaparece la categoría de los pobres válidos, es decir aquellos sujetos válidos de la escasa intervención estatal. Se plantea ante este dilema dos propuestas extremas. Una sería destinar, a todas las personas con un ingreso debajo de cierto nivel definido como la línea de pobreza, lo faltante para alcanzar a esa línea. Esto implicaría, según el informe, un esquema estadístico muy acotado, dificultades de administración y además crearía “fuerte desincentivo hacia el trabajo”, a pesar de que “las transferencias implicarían recursos mínimos”. El otro extremo sería proveer 316

Entre estos programas se señalan: la construcción de obras públicas, fondos para la alimentación de las mujeres embarazadas y los niños, reformas del gasto social para encauzar sumas a los pobres y subsidios específicos para alimentos, cuando eran suprimidos los subsidios generales (Stewart, 1992: 6). 317 El encuentro tenía lugar en la misma fecha del seminario que daría a luz el Consenso de Washington, el cual reunió 17 funcionarios de países que venían aplicando estos programas, más funcionarios del Banco y del Fondo Monetario Internacional y de otras agencias internacionales e investigadores de universidades y agencias independientes. (World Bank; 1988). 318 A dos meses del evento un informe al consejo directivo del FMI, informaba sobre “los efectos negativos del ajuste estructural sobre los pobres” y reconocía la obligación de tratar de protejerlos, por ejemplo, “eximiendo a los pobres del total del encarecimiento de los precios de los alimentos básicos que los pobres consumen, usando alimentos suplementarios e introduciendo esquemas de empleo de emergencia” (WB, 1988: 2).

202

a todas las personas de la sociedad con un ingreso básico equivalente al de la línea de pobreza319. Dado que los no pobres recibirían también transferencias, esto encarecería el programa multiplicado por el número de personas de la sociedad que caen en este grupo. Por ello se propone que “la focalización debe encontrar un punto medio entre estos dos extremos”. La opción encontrada fue propuesta por Tony Addison y Lionel Demery, del Instituto de Desarrollo Ultramarino de Londres (The Overseas Development Institute of London), y señalan la importancia de incrementar los ingresos primarios de los pobres, entendiendo los ingresos generados por medio de la producción de bienes y servicios. Luego puntualizan cinco medidas que se pueden tomar durante el ajuste estructural. La primera sería incrementar el acceso de los pobres a activos productivos 320. El segundo sería aumentar los retornos de los activos producidos por los pobres, por medios de programas focalizados de asistencia a los campesinos pobres para incrementar tanto su productividad como el acceso a los mercados. El tercero consistiría en la creación de oportunidades de empleo, a partir de capacitación para adquirir nuevas habilidades que ahora se demandan, aumentar la movilidad ocupacional y geográfica de manera que los desempleados urbanos puedan “retornar a la agricultura” donde mantienen lazos familiares (1988: 8)321. El cuarto, sería que se remarca la importancia en la manutención del capital humano, entendiendo que es el único capital poseído por los hogares pobres, para que se “mantengan en buena salud para continuar sus actividades normales” y que sus hijos que “representan la mayor inversión para el futuro de los ingresos familiares”. Por ello es necesario que los pobres accedan a servicios básicos de salud y educación. Estas estrategias caracterizan los tipos de programas sociales promovidos. El reporte mundial 1990 del BM, se focaliza en la pobreza y desde entonces el BM promueve “la lucha contra la pobreza”. A partir de allí se presta más atención a los más pobres y a los programas de nutrición y los fondos especiales (Stewart, 1992: 8). Junto a esta nueva

319

Esta forma sería algo así como un “ingreso ciudadano” según la denominación que se le dio en la Argentina a esta propuesta y tendría un carácter más universal que focalizado. El informe afirma que los estudios realizados dan como resultado que su administración tendría un costo de cerca del 2.5 al 3.5 de porcentaje de los beneficios transferidos. Mientras que los más focalizados tendrían un costo mayor, tanto en determinar los ingreso de los receptores como en mantener los datos actualizados. Los estudios realizados en los Estados Unidos y en el Reino Unido alcanzan a un monto entre un 10 y un 12% de los beneficios transferidos. Un caso extremo, es el del programa destinado a los veteranos de la guerra cuya administración cuesta el 95% de los beneficios transferidos. Dado estos limitantes se dice que una manera de reducir costos de administración es focalizar por “indicadores” a partir de otorgar, por ejemplo cupones alimentarios, a toda persona que vive en un barrio pobre. Esto por que el lugar de residencia es mucho más fácil que determinar los ingresos y más eficiente aunque algunos no pobres del barrio puedan recibir este beneficio. Otro abordaje es subsidiar directamente alimentos importantes en la dieta de los pobres. Cualquiera sea el que se elija estos incentivan el mercado y el trabajo o la búsqueda de trabajo. También se señala que como estrategia para lograr consenso político se debe incluir a los “casi pobres” para no producir un aislamiento de los más pobres y de esta manera evitar que se desarrolle la semilla de su destrucción. (World Bank, 1988: 2-3 cursivas nuestras). 320 Por ejemplo, líneas de créditos dirigidas específicamente a ellos sobre todo los que generan autoempleo en el sector informal y campesino, promoviendo préstamos a pequeños grupos asociados donde el grupo es el responsable del pago. Este es el caso del Grameen Bank en Bangladesh. Se dice, que se debe pensar no sólo en los que poseen tierras sino también, que es necesario “incrementar el acceso de los pobres a activos por medio de la reforma agraria” (1988: 6). 321 Este tipo de movilidad espacial urbano rural que ahora se promueve es el incentivo contrario al que predominaba durante la etapa desarrollista, donde la migración rural urbana era considerada un elemento fundamental para la modernización de la sociedad, para romper los lazos de la sociedad tradicional rural y para la creación de mercados internos básicamente urbanos. También se puntualiza que estos programas deben “movilizar las capacidades organizacionales de las comunidades locales, de manera de contener las demandas administrativas sobre el gobierno central” (World Bank,1988: 9). A pesar de ellos se dice que algunos países deberían generar programas públicos adicionales, en actividades que promuevan las exportaciones, por ejemplo rutas y también la sustitución de importaciones.

203

estrategia, surge la cuestión de cómo gestionar estos programas, dado el diagnóstico de ineficiencia estatal. Se propone la creación de los llamados Fondos de Inversión Social (FIS) que concentrarían y gestionarían estos recursos de manera intersectorial. Al mismo tiempo se incentiva la reestructuración de los ministerios relacionados con lo social. Otro documento del BM evalúa la experiencia latinoamericana sobre estos fondos, manifiesta que “en la mayoría de los países latinoamericanos, los ministerios tradicionales del sector social han sido siempre ineficientes en la provisión de servicios sociales a los pobres, particularmente a los pobres de las zonas rurales, y los recortes presupuestarios y la acelerada inflación, consecuencia de la crisis económica de los años 1980, han reducido aún más su efectividad”. Los fondos de inversión social permitirían “tomar acciones rápidas y efectivas para asistir a los grupos vulnerables y/o marginados y al utilizar un enfoque más participativo en la selección, el diseño y la ejecución de los proyectos, las autoridades percibieron a los fondos de inversión social como un medio para restablecer, o en algunos casos establecer, la credibilidad del gobierno y garantizar el apoyo político a las reformas económicas en curso” (Glaessner; Sant’Anna & de St. Antoine, 1995: 2-3)322. En este marco, se incentivó la participación de los propios pobres en la autogestión de la pobreza. Lo cual significó la intensificación de procesos ya existentes en la utilización del trabajo gratuito colectivo y familiar para la ejecución de las políticas asistenciales323. Junto a ello se promueve un mayor protagonismo de las organizaciones no gubernamentales en la ejecución, coordinación y supervisión de las políticas. La pérdida de control de los sistemas políticos provinciales sobre la asignación de recursos tiene su contracara en la transferencia de responsabilidades de administración directa de recursos públicos y responsabilidades del control de gestión en los FIS. Las reglas del juego cambian, se pone énfasis en la "transparencia" en el acceso a los subsidios, en la autonomización de los beneficiarios y en el reforzamiento de sus capacidades de autogestión, todo lo cual se condensa en la palabra/noción/dispositivo de “proyecto”. Conjuntamente con esta nueva preocupación por los efectos de la pobreza. El BM comienza a promover lo que llama “instituciones pro pobres”. En el informe del año 2000 del Banco Mundial, sobre la pobreza en el mundo (Banco Mundial, 2000; 14), reconoce que “la pobreza no es sólo un problema de falta de ingresos o de desarrollo humano: pobreza es también vulnerabilidad e incapacidad para hacerse oír, falta de poder y de representación”. Es por ello que “las estrategias de reducción”, ponen énfasis en los factores “culturales”. De esta manera es que la “participación” y el “potenciamiento” se refuerzan como dispositivo de intervención o empoderamiento de los pobres. Mientras que se argumenta la necesidad de considerar el “patrimonio y normas culturales” de quienes “son los principales protagonistas en la lucha contra la pobreza”. Si bien las políticas de "desarrollo social" que se utiliza para denominar la instucionalización gubernamental de los mismos luego de la declaración de Copenhagen, incorporan algunos elementos de eficiencia a sus características "focalizadas", "concentradas" y "compensatorias", mantienen los rasgos estructurales más fundamentales de las intervenciones asistenciales. Los pobres son sujetos de las políticas de "asistencia" no sujetos de "derechos". Lo novedoso no son sus características, ni su filosofía. Al contrario, muchos de los requisitos de los dispositivos asistenciales como la pertenencia territorial y la ausencia de relación con el trabajo se intensifican. Lo nuevo radica en la gestión cada vez más privatizada, tanto en manos de las ONG como en las propias organizaciones de base comunitarias. Como también, en la mayor descentralización y competitividad en el acceso y en la gestión y una creciente centralización en el diseño, monitoreo y evaluación. Esto recompone las prácticas clientelísticas y las relaciones

322

Para una crítica al funcionamiento e impacto de estos fondos en América Latina véase el artículo de Eduardo Bustelo y Alberto Minujin “La política social en los tiempos del cólera” (1991). 323 Lo que se denomina en el renovado discurso de la participación, la movilización de recursos y potencialidades de la sociedad civil para complementar los recursos públicos" (PNUD, 1993).

204

entre los gobiernos federales, departamentales y municipales. En este mismo sentido Tenti (1997) afirma que el modelo ahora dominante de las políticas sociales parece más bien una restauración del paradigma clásico de la ayuda social, que acompañó la evolución del Estado liberal latinoamericano, en las primeras etapas de su desarrollo y, en el caso argentino, en la etapa liberal oligárquica. La focalización viene unida a un saber fundamental, el desarrollo de técnicas y categorías que permiten diferenciar y distinguir entre tipos de pobres: los “legítimos” y los “ilegítimos”. Es como empiezan a ser nominados en el lenguaje que utiliza el BM para concentrar las intervenciones en los “más necesitados o vulnerables”. La nueva técnica de intervención, a su vez método de la prueba y detección de la “verdadera” pobreza a escala agregada, es la focalización. Los destinatarios son los denominados "stakholders”, los que serían en una de sus traducciones, “los socios que participan”, para concentrar las intervenciones en los “más necesitados o vulnerables”. Por medio de un importante arsenal técnico clasificatorio se identifica, social y geográficamente, los espacios más “vulnerables” (regiones, provincias, municipios, ciudades, barrios). Los destinatarios de las ayudas son la creciente masa de “imposibilitados para trabajar”. Definidos no tanto por carecer de algún handicap que les impida acceder al trabajo, sino por la creciente lógica de exclusión. Son, como dice Castel (1997), los "desempleados válidos"; interinos permanentes, supernumerarios, o masa marginal como dirían Nun y Quijano para América Latina. Los que poseen algún handicap o incapacidad, dejan de ser sujetos de asistencia en el marco del desarrollo social. Esta vez, la nueva handicapología es la “vulnerabilidad” pero entendida como la posesión de atributos transitorios que potencian los riesgos de la deprivación. No como en la vieja caridad, la beneficencia y la asistencia social, que había primado hasta la aparición del desarrollo social, donde las discapacidades “probadas” sí eran objeto de dispositivo asistenciales. A partir de las formas de medición de líneas de pobreza por ingreso y los indicadores de necesidades básicas, desarrollados a mediados de los 80’, se cuadricula hasta el infinito el territorio y se definen tipologías de pobreza. Considerando la combinación de ambas formas de medición, se caracteriza de “nueva pobreza” a las primeras y de “pobreza estructural” a las segundas324. La construcción técnica y estadística de la pobreza, al mismo tiempo, sirve para encontrar regularidades, diferenciar entre tipos de pobreza, orientar la identificación de grupos u observar la evolución de la calidad de vida de la población y sus vaivenes, así se va convirtiendo en la tecnología para detectar “los pobres de entre los pobres” y dentro de ellos “los que realmente necesitan ayuda”. Para ser beneficiarios, es necesario haber caído en la caracterización estadística que habilita a ser sujeto “válido” de asistencia, ser “un NBI” como dice la gente. En la Argentina, la mayoría de estos programas sociales en el ámbito regional, provincial o barrial, seleccionan la población a partir de los denominados mapas de pobreza basados en la traducción de indicadores de necesidades básicas insatisfechas a zonas geográficas325. Las áreas con mayor

324

En la Argentina, la nueva pobreza se mide a partir de aquellos que se encuentran bajo de la línea de pobreza y que no poseen indicadores de necesidades básicas insatisfechas y la pobreza estructural aquella que posee indicadores de NBI. Ver Minujin, Alberto y Kessler, Gabriel (1995). 325 El indicador de necesidades básicas insatisfechas en el que se basa el estudio de La pobreza en la Argentina (1984) por el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) que se realizó con la colaboración de la CEPAL, aplicado a partir de los censos de población, está comprendido por cinco indicadores. Un hogar con NBI es aquel que tiene al menos una de las siguientes características: más de tres personas por cuarto (hacinamiento), que habiten en una vivienda de tipo inconveniente, pieza de inquilinato, rancho, vivienda precaria (vivienda); que no tuvieran ningún tipo de retrete (condiciones sanitarias); que tuvieran algún niño de entre 6 y 12 años que no asiste a la escuela (asistencia escolar), que tuvieran cuatro o más personas por miembro ocupado y además, cuyo jefe no hubiera asistido a la escuela o lo hubiera hecho sólo hasta segundo grado de nivel primario (capacidad de subsistencia). La identificación de un hogar con NBI, puede producirse por la existencia de una sola de las dimensiones de insatisfacción críticas que componen el indicador compuesto. La selección del indicador compuesto de NBI se realizó teniendo en

205

índice de NBI son las seleccionadas generalmente para los programas focalizados326. A pesar de esta asignación de identidad que las clasificaciones técnicas producen, la gente resignifica y se apropia a medias de ellas, en la medida que les permite usarlas instrumentalmente. Pero sus identidades se construyen en sus luchas no en la aceptación ciega y sin cuestionamiento, como veremos en el capítulo siguiente. La nueva forma de detección de la pobreza válida, requiere nuevos saberes y taxonomías de los pobres, es decir nuevos “actos de nombramiento”327. Estos instituyen grupos o territorios que comienzan a identificarse como “pobres estructurales” o “áreas con pobreza estructural” (pobres de siempre) o “vulnerables" (pobres transitorios según la posesión de ciertos atributos) o “nuevos pobres”. A cada una de estas nominaciones le corresponde una técnica específica de medición y un bagaje de saberes para su identificación. Si bien la nueva forma de detección de la “pobreza real o válida” se ha tecnificado y ha perdido su carácter personalizado, sin embargo sus prácticas reactualizan un nuevo estilo moralizante en la asignación de las ayudas. Por ejemplo, siempre se requiere una contraparte de trabajo gratuito y algún tipo de requerimiento disciplinario que “enderece” comportamientos328. Se mejora la evidencia de la “pobreza” a la que se debe asociar la pertenencia local y o comunal propia de los dispositivos asistenciales tradicionales. Durante el predominio del discurso caritativo, los “verdaderos” indigentes debían evidenciar sus carencias, desde llagas hasta laceraciones. La beneficencia laica incorpora técnicas de diferenciación entre la "indigencia ficticia" y la "verdadera pobreza", que permite distinguir entre pobres válidos e inválidos (Donzelot, 1980; Castel; 1997). Las características actuales de las políticas focalizadas mantienen y profundizan también los principios básicos de la asistencia laica: clasificación y selección de los "beneficiarios" del "socorro", prueba de la "pobreza real", esfuerzos para organizarlos de una manera racional sobre una base territorial. Se retoma asimismo, otra característica propia de la etapa filantrópica para el Desarrollo Humano: el pluralismo de las instancias responsables: eclesiásticas y laicas, “privadas” y “públicas”, centrales y locales329. En este pluralismo, se le da relevancia a la denominada "sociedad civil" constituida en una nueva filantropía privada del tipo laica, religiosa, técnica o mixta, orientada a los ámbitos privados y a los locales. Los territorios

cuenta aquellos indicadores que además de representar alguna dimensión de privación, tenían una fuerte asociación con las situaciones de pobreza medidas a través de los ingresos de los miembros del hogar, por medio de líneas de pobreza. 326

"La construcción técnica de la pobreza como agregación de individuos en función de sus posiciones homólogas en las distribuciones de una serie de propiedades que se consideran pertinentes, cuando se constituye en un factor determinante del acceso a bienes y servicios públicos, supone una asignación de identidad. De este modo, ciertos individuos pasan de ser "estadísticamente pobres" a ser socialmente vistos y tratados como pobres (efecto análogo a la asignación de los clásicos "certificados de pobreza"). Para ser beneficiario de un servicio social a cargo del Estado en forma gratuita (escuela, hospital, vivienda, alimento, etc.) habría que acreditar la condición de indigente, carenciado, "ciudadano NBI" (con necesidades básicas insatisfechas) o con cualquier otra tipificación tecno-burocrática en boga." (Tenti Fanfani, 1991). 327 Los actos nombramiento según Bourdieu (1996) son de distinto tipo e implican enclasamiento, por medio de "expertos": técnicos de la administración burocrática y por los cientistas sociales. Estas acciones son formadoras de representaciones durables, las percepciones de los sujetos son mediadas por los actos de nombramiento y enclasamiento de los "expertos". "El nombramiento es un acto, en definitiva muy misterioso que obedece a una lógica próxima a la de la magia tal como la describe Marcel Mauss. Como el brujo moviliza todo el capital de creencias acumulado por el funcionamiento del universo mágico, el presidente de la república que firma un decreto de nombramiento, o el médico que firma un certificado (de enfermedad, de invalidez, etc.) moviliza un capital simbólico acumulado en y por toda la red de relaciones de reconocimiento que son constitutivas del universo burocrático" (1996: 20-21). 328 Por ejemplo, en los programas alimentarios instrumentados a partir de “Comedores Comunitarios” destinados a niños desnutridos, se exigen cursos de higiene y puericultura, hábitos de mesa, etc. 329 Ver para las características de la filantropía a Castel, 1997: 70.

206

con NBI son los equivalentes a las parroquias del Antiguo Régimen o de la etapa de la beneficencia republicana. Sin embargo, en algunos programas, se combinan ambos requisitos: adscripción territorial y constatación de la handicapología. Las políticas focalizadas refuerzan la territorialización, no sólo para afinar la detección de poblaciones sujetos de políticas sino también para utilizar los recursos que se pueden auto generar en ese espacio acotado y circunscrito. De este modo, la idea de "comunidad" se revitaliza como objeto de saber y de control. Este concepto se re-construye y sus límites dependen de múltiples criterios. Desde los fijados por las características de los programas a las intenciones políticas de los funcionarios de turno. Como criterio de selección geográfica, la "comunidad" aparece en forma de regiones o jurisdicciones políticas a distinto nivel de agregación: provincias, municipios, ciudades o aldeas330. La "comunidad", en el nuevo léxico, significa pertenencia local, posibilidades de "autosustentabilidad" y el espacio donde se potencian las redes de proximidad, los activos tangibles como el barrio o la vivienda y el capital humano para la generación de trabajo informal. En el ámbito urbano, la referencia es un barrio o a una organización barrial, que en algunos programas debe ser acreditada. A diferencia de la etapa anterior, cuando el dispositivo era la “promoción de la comunidad”, no se trata de modificar comportamientos y actitudes que operaban como trabas al desarrollo, o de detectar “necesidades sentidas” o de superar la apatía y la indolencia de la representación predominante en esa época. Ahora hay que potenciar sus capacidades, sus ideas y utilizarlas como capitales para la autogestión de los programas. Estos criterios adquieren complejidad y sofisticación creciente, dado el imperativo de llegar sólo a los más necesitados. Este dispositivo de intervención requiere de nuevos “especialistas”. El Estado, las organizaciones no gubernamentales laicas y la beneficencia aggiornada precisa cada vez más de un nuevo perfil de profesional: el "gerente", coordinador de los programas especiales quien, además de gestionar el programa, debe poseer capitales que le permitan identificar las “poblaciones objeto”. La focalización, en tanto una tecnología de poder particular de identificación de los destinatarios, requiere de mediciones estadísticas agregadas. Ya no es necesario un trato personalizado, como lo suponían los “informes sociales” o los “certificados de pobreza” en tanto dispositivos autorizados de la prueba de la pobreza real de las formas asistenciales previas. Los indicadores estadísticos, socio-económicos o culturales, sustituyen los métodos de prueba de "la pobreza real" anteriores, cuyo producto tenía siempre algún tipo de identificación. Recordamos que desde el siglo XIV se comienzan a imponer marcas distintivas a los indigentes domiciliados (fichas, plaquetas de plomo, cruces cocidas en las mangas en el pecho) que conceden una especie de “derecho” para participar en las distribuciones regulares de limosna, o a concurrir a instituciones hospitalarias (Castel, 1997:52). Luego, durante la etapa de la asistencia laica, estas formas identificatorias se materializaron en “los certificados de pobreza” que otorgaba y otorga la policía. Pero a partir del surgimiento de los trabajadores sociales como especialistas, dicha nominación de validación se materializó en los informes sociales favorables (constatación de la pobreza válida). Una diferencia fundamental entre las viejas formas identificatorias respecto a la focalización, es que esta última despersonaliza la asignación del atributo de pobre válido. Antes, los especialistas tenían una relación cara a cara con el asistido331. La focalización es el producto de mediciones estadísticas agregadas, como los

330

Un documento de la Secretaría de Desarrollo Social de la Argentina afirma que "una categoría especial de la focalización la constituye la asignación de recursos sociales, tomando como unidad de análisis a las regiones. Ello supone asumir que el espacio de intervención social no es ya exclusivamente la familia en sí, sino la localidad o aquel conjunto de localidades cuya trama económica, sociocultural y política de la pobreza presenta rasgos comunes. La complejidad de la información requerida exige, también, la elaboración de un número mayor de hipótesis sobre condiciones estructurales de pobreza. " (SDS, 1995:17) 331 Los especialistas en cuestión eran los sacerdotes, visitadores de higiene, policías, trabajadores sociales,

207

indicadores de necesidades no satisfechas (los que no cubren los mínimos básicos) el que tiene como producto un mapa que marca fronteras entre territorios sociales focalizados y no focalizados o que nos indica, en términos de índices estadísticos, los grados de carencia. Esto último se traduce en una diferenciación del territorio según diversos criterios que expresan gamas de necesidades que, en términos de intervención social, se objetiva en el reconocimiento de zonas más o menos necesitadas para ser focalizadas. En segundo término, se focaliza a las personas que ocupan ese espacio. Sin embargo, la intervención social basada en la focalización de programas y proyectos produce superposiciones. Esto junto a otro hecho obvio, que los criterios de la focalización y los diferentes programas -al definir los criterios de elegibilidad en un gama muy variada de carencias de atributos de vulnerabilidad (jefes de hogar desocupados, estar en edad activa y no conseguir trabajo, vivir en una vivienda precaria, familias con algún niño desnutrido, madres pobres embarazadas, etc.), por lo que una familia pobre que, generalmente concentra todas las carencias (aseveración probada estadísticamente por las ciencias sociales y materializada en la idea del famoso círculo vicioso de la pobreza), es generalmente “beneficiaria” de más de un programa. Las dificultades asociadas a la idea de una eficacia de la focalización, genera una suerte de desencanto entre los especialistas. Rápidamente el problema es reubicado pero no tanto en sus propias características intrínsecas. Como siempre sucede en los dispositivos asistenciales, se culpabiliza a la víctima y la representación de la picaresca de los pobres renace remozada. Ya no son los pícaros que piden limosna porque dicen no poder trabajar, ni los pícaros que por ser vagos no eran sujetos de la asistencia social laica, o los pobres pícaros que eran vagos y por lo tanto no querían “mejorar” para sumarse al desarrollo. Ahora ha renacido una generación de nuevos pícaros. La picaresca de la pobreza también se ha a convertido en multidimensional y heterogénea. Los pobres, inteligentes y capaces para gestionar programas pueden serlo obviamente para más de uno, dado que sus carencias son tan múltiples y diversas como los programas. Esta lógica de la sobrevivencia, que hace a la gente buscar los más diversos recursos en “programas” es ahora vista como una nueva picaresca. Los técnicos y especialistas deben enderezarla. Un método es superponer a la focalización territorial de mediciones estadísticas agregadas, sistemas también estadísticos pero identificatorios y marcatorios. Estos serían los sustitutos modernos de los certificados de pobreza, ahora focalizados. Un ejemplo es el denominado, “Sistema Único de Identificación y registro de familias beneficiarias de Programas Sociales” (SISFAM) implementado por la Secretaría de Desarrollo Social Argentina a partir de 1998. El mismo prevé identificar a los destinatarios de los “programas sociales”, a partir de sistemas estadísticos materializados en bases de datos de “beneficiarios”, los que se objetivarían también en la confección de un carnet familiar que atestigüe la recepción de “programas sociales”. De esta manera se pretende “evitar” la superposición de programas y lograr mayor eficiencia en la asignación de las ayudas. El programa, entre sus objetivos, plantea la “identificación, priorización y registro de las familias más pobres y vulnerables para facilitar su atención a través de las intervenciones sociales desde una perspectiva integral, familiar y territorial”, lo que “permitirá el diagnostico socioeconómico preciso de grupos poblaciones para la selección técnica, objetiva, equitativa y transparente de los beneficiarios de los programas sociales”. Entre sus productos se pretende construir un Índice de Calidad de Vida en base a las “fichas de identificación de beneficiarios de programas sociales” denominadas FIBAPs. Se observa que el objetivo de creación de un sistema único identificatorio y de registro de las “familias beneficiarias”, que la nominación clara del programa expresa, se pretende diluir dentro de un seudo lenguaje equitativo eficientita, para lograr, se dice, una política integral y transparente basada en la priorización de los más pobres de entre los pobres. Lo equitativo se transmuta en la eficiencia/técnico/objetiva de la “identificación y registro” de los beneficiarios.

entre otros.

208

Estos modernos y complejos dispositivos gubernamentales para la validación de la pobreza se parecen a las viejas formas, como los “certificados de pobreza” en su carácter personalizado: cada persona o familia pobre adquiriría una identificación (carné) el que, sin embargo no sería el producto de una valoración de su situación por un profesional que lo visita o lo mira (no requeriría de la domiciliación de la asistencia), sino que sería el producto de un procesamiento estadístico de datos relevados basándose en criterios e indicadores de “validez”. Estos seguramente se basarán en los criterios categoriales de la taxonomía de turno (estructurales, vulnerables, pobres por ingresos), dependerán también de la arbitrariedad de los especialistas y de su preciosismo técnico, así como de las condiciones presupuestarias de los programas sociales. Todos estos condicionantes irán modificando los criterios de validez de la pobreza y también de los dispositivos de su validación. El carné se traduce, a su vez, en un sistema informativo (“creación de un inventario uniforme de las personas.... y familias que son beneficiarias de los programas sociales dirigidos a la población en situación de pobreza y vulnerabilidad social”332). A diferencia de lo que planteaba Foucault del nuevo orden interior, basado en “una sistema de información general, como condición para que puedan funcionar estas zonas vulnerables de forma precisa e intensa, pudiendo controlar desde lejos dichos márgenes”, existe en estos dispositivos de intervención, una clara intención de vigilancia de cada individuo o familia (beneficiarios o potencialmente beneficiarios). En este caso, no importa tanto estar listos para intervenir cuando haya peligro, sino la vigilancia de la picaresca de la pobreza focalizada. En el capítulo que sigue veremos como estas categorías, representaciones de la pobreza y tecnologías de intervención se hacen carne en un nuevo genero de políticas sociales llamadas de “desarrollo social” en Argentina, palabra nativa para traducir, la focopolítica como nueva forma de gobierno sobre los pobres. El capítulo que sigue, en un estudio de caso, retoma el hilo de exposición histórica a partir del análisis de la forma particular en que se despliegan estas nuevas formas de gobierno y prácticas discursivas.

332

Ver: Secretaría de Desarrollo Social, Unidad de Financiamiento Internacional, SIEMPRO, Sistema Único de Identificación y registro de familias beneficiarias de Programas Sociales, SISFAM y Secretaría de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Desarrollo Social, 1998- Año de los Municipios. Ficha de Identificación de Beneficiarios de Programas Sociales. SIEMPRO.

209

CAPITULO VI LA TRANSFORMACIÓN DE LAS POLÍTICAS SOCIALES EN LA ARGENTINA EN LOS 90’, FORMAS DE GESTION Y REPRESENTACIONES DE LA POBREZA PREDOMINANTES En este capítulo analizamos las transformaciones de las formas de gestión y las representaciones predominantes de la pobreza en la Argentina en los 90’333. Pensamos que las características que asumen los dispositivos de asistencia como las modalidades de intervención y gestión de la pobreza están fuertemente vinculadas con las transformaciones económicas y políticas del período. Este período se inicia con la gestión de un presidente surgido del partido que fundó Perón, el Dr. Menem, quien profundiza una transformación radical de la economía cuyas características ya se habían iniciado en etapas anteriores. Las políticas de desarrollo social alcanzan un desarrollo sistemático durante esa gestión. Si a finales de los 40’ el partido justicialista consolidó el Estado de Bienestar y terminó con la beneficencia, en la década de los 90’, encabeza su desmantelamiento y generaliza las políticas asistenciales. De ese modo cobran legitimidad las políticas de "desarrollo social" y el fortalecimiento de la sociedad civil. Así se postula que la incorporación de los sectores afectados, como participantes de las políticas y el necesario consenso que requiere su instrumentación en democracia, constituyen los elementos considerados superadores en relación a la etapa de la dictadura donde se daba preeminencia a los elementos técnicos334 (Secretaría de Desarrollo Social, 1996b: 33). Como vimos anteriormente, las políticas que caracterizan este momento consisten en: el debilitamiento y privatización del sistema de seguro; la asistencialización de las políticas universales como salud y educación, la transformación de la “Asistencia Social” en políticas denominadas de “desarrollo social”, junto a la promoción de derechos de ciertas poblaciones especiales como las minorías étnicas, las mujeres y los niños. Esta etapa se inicia con una profunda reconversión de la economía y una reforma del Estado basada en la desregulación de las relaciones laborales, la apertura de los mercados, la privatización y descentralización de las instituciones públicas, en consonancia con la aplicación de las recetas del consenso de Washington y los lineamientos de política de las “agencias de desarrollo”. La cara macabra de la desigualdad retrotrae los fantasmas que se creían erradicados del imaginario de la Argentina blanca, europeizante, desarrollada, fuertemente asalariada y predominantemente de “clase media”, que se consolida a mediados del siglo XX. La pobreza mestiza del interior estalla con crudeza, dolor y muerte en los “piquetes” que comienzan a surgir en el año 93’. La provincia de Salta fue uno de los escenarios donde se mostraron las consecuencias dolorosas de la reforma neoliberal acaecida durante el período menemista. Ex trabajadores de YPF y pueblos del norte, como Tartagal y General Mosconi335, tomaron las rutas e incendiaron las instituciones públicas, como sucedió también, en la misma fecha, en Santiago del Estero336.

333

Esta parte del capítulo ha sido publicado en un artículo denominado: “La invención del desarrollo social en la Argentina, historia de “opciones preferenciales por los pobres” (2006) en Luciano Andrenacci (compilador), Problemas de política social en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, PrometeoUNGS (Universidad de General Sarmiento) 334"La primera etapa de focalización tuvo lugar durante gobiernos militares; esto en cierta forma "facilitó" la implementación de las políticas. El consenso no formaba parte de los requisitos de focalización" (SDS, 1996: 33- 34). 335 Ver Aguilar, María Angela y Vázquez, Estela (1997). 336 Ver Auyero, Javier (2002).

210

Los procesos de ajuste generaron una creciente desocupación a partir de la destrucción de fuentes de empleo y de riqueza. Como alternativa a esta situación, el Estado comienza a distribuir programas sociales denominados “compensatorios”, entre quienes demuestran ser los más pobres de entre los pobres. Los programas adquieren distinta formas y denominaciones: “planes trabajar”, “planes para jefes de hogar desocupados”, entre otros. Estos desplazamientos evidencian una reconversión en las categorías de los trabajadores y los ciudadanos. Antes los sujetos incluidos en estas categorías eran definidos como portadores de derechos, convirtiéndose ahora en personas “bajo planes” (Cravino, Fournier, Neufeld y Soldano; 2002), que sobreviven en la línea de los mínimos biológicos. Al finalizar la década del 90’ y el siglo XX, cuando los efectos del ajuste y de las reformas del Estado ya habían producido una razzia sangrienta de la clase media expulsándolos hacia el mundo de los pobres337. Ya durante la presidencia de De la Rúa, otro evento viene a blanquear la protesta338. Luego de una fiesta de venta de bonos de deuda pública, con altas tasas de interés y una fuga de ahorros bancarios, el Ministro Caballo inmoviliza los ahorros de la clase media y el circulante monetario. Esto produce los denominados “cacerolazos”339 de la clase media porteña y también de otras provincias. Con ello se desata una de las crisis más graves que ha vivido el país en estos últimos tiempos, derrocando dos presidentes en menos de diez días. Con las medidas tomadas por el presidente Duhalde, los ahorros se volatilizan y la protesta aumenta340. El país que había seguido las recetas del Fondo Monetario Internacional al pie de la letra, es llevado al fondo del abismo. El fantasma de la “barbarie” regresa. Esta vez, en la forma de la pobreza urbana a través de ex trabajadores devenidos en cartoneros que revuelven la basura para sobrevivir341. O la pobreza de los pueblos fantasmas del interior y su gente que se manifiesta en las calles, incendiando pueblos o haciendo piquetes. Todos esbozos de cadáveres de la etapa de la “industrialización” y el “bienestar”, que la generación del 80’342 -a finales del siglo XIX- había puesto como objeto de su gesta civilizadora y que el peronismo -a mediados del siglo XXhabía hecho sujeto de derechos. Un país que se vanagloriaba de la posibilidad de ascenso social,

337 Se dice que el fenómeno de empobrecimiento de la clase media en la Argentina no tiene parangón en el mundo. Sólo se parece a lo sucedido durante la preguerra en Alemania. Aproximadamente más de 10 millones de personas se empobrecieron entre la década de los 80’ y la tragedia de finales de los 90’. (Conferencia brindada por Rubén Lo Vuolo). 338 De la Rúa mantuvo las políticas neoliberales iniciadas por Menem, inclusive designando al super ministro Cavallo, artífice principal de la aplicación de las recetas del Fondo Monetario Internacional durante la etapa menemista. 339 La denominación de “cacerolazo” hace referencia a manifestaciones públicas autoconvocadas primero, luego de las medidas económicas de inmovilización de los ahorros bancarios, donde la forma de protesta consiste en hacer sonar cacerolas en las calles y en lugares de alta significación como bancos, el Congreso de la Nación, etc. 340 Estas medidas consistieron en devaluar la moneda y pesificar las deudas privadas de los ahorristas, no permitiendo su retiro. 341 Cartoneros son las personas que revuelven basura para recoger cartón y otros deshechos, para luego venderlos a otros intermediarios. Se ha calculado que en julio del 2002 viven de la venta de cartón, papeles y metales cerca de 155.000 personas, los cuales entran a la Capital Federal, provenientes de la provincia de Buenos Aires, diariamente a recoger la basura. (Diario El Tribuno, 28 de Julio de 2002). 342 La denominada Generación del '80" estaba integrada por un conjunto de hombres de la oligarquía de Buenos Aires, creían en el progreso indefinido. Una generación de ideas liberales, laiquizantes, imbuidos de las ideas positivistas, seudo-culta, ansiosa por superar la Barbarie, así caracterizada por uno de sus ideólogos más importantes: Domingo Faustino Sarmiento. Su proyecto de país se basaba en el desarrollo de la producción primaria, sin que la acumulación obtenida se reinvierta en el crecimiento. Promovieron la inmigración masiva de trabajadores provenientes de países europeos que fue pensada como anglosajona, pero finalmente provino de países sobre todo latinos, lo que produjo una construcción mítica de una Argentina blanca europeizante por oposición al imaginario de la argentina “morena” del interior.

211

del acceso a la educación, a la cultura y el bienestar de su gente; que en el 2003 poseía más de la mitad de su población que no podía cubrir su canasta de consumo. Concomitantemente un pequeño grupo vive en enclaves del primer mundo, pero amurallados y aterrados por la violencia que esta morbosa desigualdad social les trae a sus puertas. Dada la alta criminalidad que ha generado la reconversión de la estructura social, la concentración del ingreso, el aumento de la pobreza y el retiro del Estado. La movilización popular, el dolor y la muerte colectiva, hacen explotar las contradicciones de la Argentina. Pero también la crisis de sus utopías de país de primer mundo, la del Estado de Bienestar y de la formas de integración social a partir del salario. Abordamos la transformación de las políticas sociales en la Argentina, poniendo especial hincapié en la construcción e institucionalización de las políticas denominadas de desarrollo social y en los estilos institucionales de gestión de la pobreza, predominantes a nivel nacional. A pesar de la existencia de una gran variedad de modelos de gestión en cada país, dependiendo de las fuerzas políticas en juego y de los recursos institucionales y técnicos existentes (Fleury; s/f: 5), se puede hablar de un marco común y de tendencias generales que imprimen las directivas de los organismos internacionales protagonistas de las denominadas reformas de primera y segunda generación. Por ello comparamos los modelos de gestión promovidos por estos organismos con las formas nativas de su materialización.

PROCESOS

DE INVENCIÓN E INSTITUCIONALIZACIÓN DE LA FOCOPOLÍTICA EN LA ARGENTINA. HISTORIAS DE UN “PRUDENTE TRASPASO DE LAS RESPONSABILIDADES DEL ESTADO HACIA LA COMUNIDAD, CONFORME AL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD” Proponemos abordar aquí las formas en que se va constituyendo e institucionalizando la focopolítica del desarrollo social en la Argentina, la manera como se van naturalizando dispositivos de intervención y categorías de poblaciones, en fin… nuevos artes y estrategias de gobierno que pretenden resolver los riesgos de fractura social a partir de la generalización de tecnologías tutelares asistenciales. Esto para un grupo cada vez mayor de población sin trabajo, empobrecida y sin cobertura de protección laboral y social estatal o de seguro vinculada al trabajo. Las fuentes de análisis son mayoritariamente documentos instituyentes en la invención de nuevos organismos gubernamentales, documentos donde se delinean políticas “de estado” y se fijan posturas estratégicas en relación al proceso de problematización e invención de esta área de saber e intervención particular. Además, en menor medida, también se tuvieron en cuenta entrevistas a funcionarios públicos. Nuestra intención es doble. Por un lado deshilvanar este sistema discursivo y, por otro, observar como la focopolítica nativa se va haciendo carne en instituciones que comienzan a desarrollar este arte de gobernar particular. Se va perfilando una analítica no utilitaria de la pobreza, a diferencia de la etapa de la biopolítica, en la que la que ya no aparece como prioridad el vínculo y los imperativos relacionados con el trabajo y la necesidad de producción343, sino por el contrario la autogestión comunitaria de la reproducción de la vida. El caso de la Argentina es paradigmático para estudiar este proceso al ser uno de los países de América Latina donde el mercado de trabajo y la asalarización se constituyó y consolidó más tempranamente, la protección social alcanzó una extensión, estabilidad y calidad considerable y la distribución de la riqueza estaba entre uno de las mejores de estos países. En sólo diez años, estas características se modificaron radicalmente, impactando dolorosamente

212

sobre la calidad de vida de la población y llevando a millones de personas a situaciones de exclusión y pobreza344, lo que los convirtió en objetos del desarrollo social humanizado. Este período se inicia a comienzos de los 90’ con la gestión de un presidente surgido del partido que fundó Perón quien profundiza una transformación radical de la economía cuyas características ya se habían iniciado en etapas anteriores. Si a finales de los 40’ el partido justicialista consolidó el Estado de Bienestar y terminó con la beneficencia, en la década de los 90’, encabeza su desmantelamiento y generaliza las políticas asistenciales de "desarrollo social". El antecedente de políticas focalizadas tecnocráticas, durante los gobiernos militares anteriores, es considerado por la retórica gubernamental como un factor facilitador, percibiendo a la democracia como un elemento “superador” puesto que posibilita la incorporación de los sectores afectados como participantes de las políticas y el “necesario consenso que requiere su instrumentación en democracia”345. Las políticas sociales que caracterizan este momento se pueden resumir en los siguientes aspectos: debilitamiento y privatización del sistema de seguro; asistencialización de las políticas universales como salud y educación, transformación de la “Asistencia Social” en políticas denominadas de “desarrollo social”; junto a la promoción de derechos abstractos de ciertas poblaciones especiales. Esta etapa se inicia con una profunda reconversión de la economía y la reforma del Estado basada en la desregulación de las relaciones laborales, la apertura de los mercados, la privatización y descentralización de las instituciones públicas, en consonancia con la aplicación de las recetas del consenso de Washington y los lineamientos de política de las “agencias supranacionales de desarrollo”. El desarrollo social humanizado ha recompuesto los sistemas de reciprocidad anteriores, asignando un lugar casi nulo a los derechos y garantías que el estado regulaba (seguro social, educación y salud pública por ejemplo), revalorizando los capitales o activos (no mercantiles) provenientes de la familia y la comunidad de los que quedaron fuera de la relación salarial o en condiciones de extrema precariedad y, mercantilizando cada vez más la reproducción de la vida y el bienestar, sólo para aquellos que pueden demandar servicios y bienes en el mercado. Todo ello ha implicado para muchos el paso de una situación de contrato a la tutela asistencial y/o la autogestión de la vida a niveles mínimos biológicos. En este contexto, observamos las características que asumen los modelos de gestión de la pobreza en los 90’ en la Argentina. A pesar de la existencia de una gran variedad de estos modelos en cada país, dependiendo de las fuerzas políticas en juego y de los recursos institucionales y técnicos existentes346 se puede hablar de un marco común y de tendencias generales que imprimen las directivas de los organismos internacionales protagonistas de las denominadas reformas de primera y segunda generación. Por ello comparamos los modelos de gestión promovidos por estos organismos con las formas nativas de intervención. Tratamos de observar como operan en las políticas locales el incentivo a que las organizaciones no gubernamentales se hagan cargo de la protección social; el énfasis en la “participación” de los

344 A principios del 2002 la Argentina tenía más de un cincuenta por ciento de su población pobre, un 35% en la línea de indigencia y casi cuatro de cada diez argentinos no tiene trabajo. La desocupación en Julio del 2002, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, llegaba a la cifra record de 21, 5%, lo que afecta a 3.036.000 personas o lo que es lo mismo a 750.000 hogares. El nivel de subocupación era de 5.666.000 personas, casi una de tres familias tiene en sus hogares un miembro con problemas de empleo. De los que trabajan, tres millones ganan menos de 200 pesos por mes que no llega a cubrir la canasta de consumo alimentario (Diario “El Tribuno”, 28 de Julio del 2002). 345"La primera etapa de focalización tuvo lugar durante gobiernos militares; esto en cierta forma "facilitó" la implementación de las políticas. El consenso no formaba parte de los requisitos de focalización" (Secretaria de Desarrollo Social: Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales, SIEMPRO, Unidad de Financiamiento Internacional. Rep. Argentina SDS, 1996b: 33- 34). 346 Ver para un análisis de los modelos de gestión de las políticas sociales en América Latina y su transformación actual, el artículo de Sonia Fleury (1998).

213

propios pobres en la regulación de su propia pobreza; la “focalización” como método de prueba de la “pobreza válida” y técnica para mapear geográficamente dichas poblaciones. La focopolítica en la Argentina en los 90’ es la manifestación de un cambio substancial en su régimen de bienestar, que podríamos denominar régimen neoliberal347 tutelado. Este ultimo seria la forma particular que adquiere la focopolítica local. Las voces autorizadas gubernamentales afirman que estas nuevas políticas sociales reemplazan al Estado de Bienestar por un sistema que denominan políticas sociales integrales348. El desarrollo social humanizado ha recompuesto entonces los sistemas de reciprocidad anteriores, asignando un lugar casi nulo a los derechos y garantías que el estado regulaba (seguro social, educación y salud pública por ejemplo), revalorizando los capitales provenientes de la familia y la comunidad (vínculos no mercantiles) de la población sobrante, pobres y empobrecidos y mercantilizando cada vez más la reproducción de la vida y el bienestar a aquellos que pueden comprar servicios para prever sus riesgos y “bienestar” en el mercado. El primer antecedente de aplicación de tecnologías de diagnóstico focalizado fue el “Informe sobre la pobreza en la Argentina”349, publicado en 1984, el que definió el índice de necesidades básicas, dispositivo que permitió identificar a las futuras poblaciones “objeto” de las políticas de foco y realizar el primer “mapeo”, en todo el país, de los que se comenzaron a denominar “pobres estructurales”. La primera vez que en la Argentina se instrumenta un programa masivo, selectivo y focalizado de aporte alimentario caracterizado como una política de emergencia, dirigida a paliar una etapa de crisis para los “comprobadamente pobres”, es el denominado Plan Alimentario Nacional (PAN), al comienzo de reapertura democrática que sucede a la última dictadura, en marzo de 1984. Si bien los fundamentos políticos del proyecto promueven la necesidad de atender a aquellos sectores de población considerados como las “víctimas inocentes” de la política económica del régimen militar”350, ya las nominaciones se refieren a “población más vulnerable y de pobreza extrema”, especialmente a las personas con “más riesgo de morir por desnutrición” y a familias donde existen mujeres embarazadas y niños menores de seis años de la población “más vulnerable y de pobreza extrema”351. Entre sus objetivos ya

347 Según Esping Anderson en el régimen de estado liberal predomina la asistencia a los comprobadamente pobres, las transferencias universales son reducidas y los sistemas de seguro son modestos y acotados. 348 Secretaría de Desarrollo Social: Plan Social 1995. Políticas de promoción y solidaridad con los más necesitados. Presidencia de la Nación, 1995. 349 Este estudio fue el primero en América Latina. Se realizó con el apoyo de la CEPAL y permitió crear los “indicadores de necesidades básicas insatisfechas” para la Argentina, en base a la selección de ciertas condiciones sociales de carencia de los hogares o precariedad de sus viviendas. Este partió de un estudio de correlación entre ciertos indicadores de las características de los hogares y las viviendas e ingresos de los hogares según línea de pobreza. Los indicadores que mayor correlación tenían entre estas dimensiones fueron los que luego constituyeron los cinco indicadores de necesidades básicas insatisfechas. Se mapeo así por primera vez, en un país de América Latina, todo el territorio nacional según indicadores de necesidades básicas insatisfechas. 350 El programa, sancionado por la Ley 23056, sería administrado, “ejecutado, controlado y evaluado, a nivel nacional, por una comisión ejecutiva dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social” de la época y un programa de emergencia de corto plazo, “destinado a enfrentar la crítica situación de deficiencia alimentaria aguda”. Su duración se estimó en dos años inicialmente pero, posteriormente, es prorrogado por cuatro años más. 351 Consistiría en la entrega de una caja de comestibles mensual con alimentos conteniendo el 30% de las calorías mensuales necesarias para un grupo familiar tipo. El programa tuvo una amplia cobertura en todo el país. En 1984 se distribuyeron mensualmente 1,4 millones de paquetes de comida llegando a 5,6 millones de personas con un costo anual que rondaba los 120 millones de dólares. En 1986 el presupuesto creció a 296 millones, de los cuales el 92% se destinaba al suplemento alimentario y el resto a gastos administrativos. Una encuesta realizada por el INDEC, en 1987, informaba sobre la cobertura alcanzada. Por ejemplo en el cono-urbano bonaerense (que conforman los distritos del gran Buenos Aires, fuera de

214

podemos visualizar parte de las categorías discursivas de la focopolítica puesto que se trataba de estimular “la participación comunitaria”, “el trabajo voluntario”, las donaciones352 de bienes o servicios y “canalizar la solidaridad social”. Existían en la Argentina, desde décadas anteriores, políticas selectivas que atendían a las madres embarazadas y recién nacidos “carentes”, como el Programa Materno Infantil y otros como el de Comedores Escolares de carácter asistencial benéfico y gubernamental. En estos programas ya se detectan categorías y dispositivos similares a los de la focopolítica, aunque todavía están imbuidos del discurso de la “promoción comunitaria”. Sin embargo la promoción social que era el dispositivo de intervención de la asistencia social estatal no tenía la importancia ni la generalización que adquiere más tarde la focopolítica. Por ello, en el inicio de la democracia existía todavía una secretaría denominada de “Promoción Social”, dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social. La intervención con los pobres y grupos sin relación con el trabajo o en situación de “riesgo”, se vinculaba por ello al campo de la salud y la “acción social”, denominación laica para referirse a los dispositivos técnicos asistenciales. En esta secretaría se desarrolla, también en el período del Presidente Alfonsin, el “Programa Social Nutricional” dirigido a mejorar el nivel nutricional de sectores más pobres, especialmente de “niños en edad escolar y preescolar”353. La intervención asistencial se ha caracterizado siempre por elegir como sujeto de sus acciones a la relación madre niño, donde se piensa anida no sólo un mayor riesgo social sino la creencia en una amoralidad futura. Por ello, en este caso, los programas tienen un fuerte componente disciplinador y moralizante. Se esperaba disminuir la deserción, el ausentismo y el desgranamiento escolar. Como “contraparte” se esperaba promover la “participación social” en la “solución de los problemas” de los sectores “más desfavorecidos de la sociedad”. La distribución de los alimentos se complementaba con otras actividades de tipo “promocional”, como el apoyo a la creación de huertas y granjas escolares, el equipamiento de comedores comunitarios y el desarrollo de actividades de capacitación y extensión mediante: talleres comunitarios de transformación y envasado de alimentos, capacitación sobre administración del presupuesto familiar, etc (di Pireto, 1996) (Di Prieto, 1999). La pobreza que en el discurso del desarrollo comunitario ya era vista como una cuestión de falta de capacitación para el trabajo, ahora es considerada como un problema de mala “gestión del presupuesto familiar”. El contexto del desarrollo de estos dos programas masivos, destinados a las poblaciones que iban siendo excluidas del modelo económico neoliberal, iniciado durante la dictadura militar, se produce en un marco internacional que todavía no había dado a luz el discurso del Desarrollo Humano en toda su amplitud, como vimos. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, no creían necesario abordar el problema de la pobreza durante el período del ajuste, en el convencimiento que este constituía una opción que los beneficiaría. Recién en 1985, un año después del lanzamiento de estos dos programas en la Argentina, se comienza a poner el acento en la recolección de información sobre la pobreza y, más tarde, en la promoción de los programas focalizados (Stewart, Frances, 1980). Por primera vez, el discurso del Desarrollo Humano aparece institucionalizado en una Secretaría de Estado. Conteste con las características de la focopolítica como arte de gobierno y con los sujetos clásicos de la asistencia, su aparición se vincula con la atención de los denominados grupos especiales a los que comienzan a asociarse los derechos de minorías

los límites de la Capital Federal), el 42% de los pobres estructurales y el 19% de las familias pauperizadas recibían cajas PAN (Golbert, Laura: 1996: 20). Un estudio basado en entrevistas en profundidad de estrategias alimentarias a familias en un Barrio de la ciudad de Salta, comprobó que la caja servía para una semana de comida, aproximadamente, de una familia (generalmente con dos mayores y cuatro menores). (Alvarez Leguizamón, 1988). 352 Se preveía que las donaciones serían deducidas del impuesto a las ganancias. 353 Para 1986 se estimaba un total de 600.000 beneficiarios, lo cual representaba un 42% del total de los niños en edad escolar con NBI. (ver Tenti Fanfani, Emilio: 1987)

215

promovidos por el sistema de las Naciones Unidas, como niños y mujeres. Es por eso que la ex Secretaria de Familia y Minoridad pierde esta última nominación vinculada con una concepción judicializada de la niñez pobre y obtiene la denominación de “Secretaría de Desarrollo Humano y Familia”, todavía en el marco del Ministerio de Salud y Acción Social. Esta dependencia se proponía disminuir las situaciones de “riesgo social” de la familia en general y de los menores, en particular. La intervención asistencial con el resto de las poblaciones pobres se mantiene en un espacio institucional independiente asociado a la “promoción”: la Secretaría de Promoción Social. Tendrá que llegar la gestión del presidente Menem para que el Desarrollo Humano se asocie a las intervenciones asistenciales de las poblaciones sobrantes: los grupos “más pobres”, “pobres estructurales” y “vulnerables” por medio de la creación de la Secretaría de Desarrollo Social. En 1989 asume como presidente Menem el que puso en marcha una reforma estructural neoliberal de la economía ya explicada en capítulos de este libro. En la Argentina en muy pocos años se privatizaron prácticamente todas las empresas públicas de prestación de servicios de uso masivo (teléfonos, gas, electricidad, agua, transporte, siderurgia)354. Además se abrió la economía al libre movimiento de capitales financieros. Luego de la estabilidad inicial, se produjo una drástica reducción de los costos laborales y fuerte aumento del endeudamiento. Se cambió toda la legislación laboral, reduciendo la estabilidad en el puesto de trabajo, incorporando figuras de empleo por tiempo parcial, bajando los costos de contratación y despido, disminuyendo las responsabilidades del empleador frente a accidentes laborales. Se generaron profundos cambios en la administración pública y se modificó el régimen fiscal, reduciendo las tradicionales fuentes de financiamiento de las políticas sociales. En el primer período junto a un crecimiento del producto bruto interno se produjo una significativa concentración de la riqueza junto a una distribución de los ingresos regresiva355, retracción del empleo356 y los ingresos357. La disminución de la pobreza medida en términos de ingreso del primer período debida a la estabilidad monetaria se interrumpió para luego revertirse drásticamente358. Sumado al debilitamiento del Estado de Bienestar, todo este proceso produce un deterioro del nivel de vida de grandes grupos de población, tanto de los pobres de siempre como los que venían de procesos de descenso social de largo plazo, junto a un drástico empobrecimiento de la clase media.

354 La reforma del Estado y de la economía del período, se inicia el 18 de Agosto de 1989 con las leyes 23696/89 de “Reforma del Estado” que legisla sobre la privatización de las empresas públicas y la 23.697/89 llamada de “Emergencia Económica y Social”. 355 En lo que hace a los efectos sobre la creciente pobreza de estos procesos, un documento reciente sobre el “Panorama Social de América Latina” de la CEPAL muestra que el caso de Argentina es particular ya que en vez de haberse reducido la pobreza extrema, como en otros países, ésta ha aumentado (ver Gráfico 2 página 8). 356 Entre 1990 y 1994, el PBI crece casi el 35% pero el número de ocupados lo hace sólo en un 6%. El trabajo asalariado se estancó, creciendo los ocupados en el sector informal y cayendo las ocupaciones a tiempo completo. Aumenta el empleo en los servicios y cae en la industria manufacturera, aumentan concomitantemente la duración media de la desocupación, la tasa de desocupación de los jefes de hogar y el número de horas trabajadas de los ocupados (Lo Vuolo, Pautassi, Barbeito y Rodriguez, 1999: 166, véase también Beccaria, Luis y López, Néstor, 1996 y Monza, Luis, 1993). 357 Según Minujín y Kessler (1995)en la Argentina, el ingreso medio del conjunto de la población cayó en las últimas dos décadas alrededor de un cuarenta por ciento, lo que significa que para la gran mayoría de las familias el monto real de dinero con el que contaban por mes se redujo brutalmente. 358 Los índices de pobreza pasaron de un promedio del 17% a comienzos de los 80 a un 30% en 1998, los que luego de la salida devaluacionista adoptada en marzo del 2002 legan a más del 50%, lo que significa un incremento en el último período del 59%. La desocupación abierta al 13,2 en el 98 y alcanza el 23% en abril del 2002 con un incremento del 74,2%. La indigencia del 7,8% en el 98 al 17,8% en abril del 2002, con un incremento del 128%. (Lozano, Claudio: “Contexto económico y político de la protesta social de la Argentina contemporánea”, en Observatorio Social de América Latina, Septiembre. 2002: 4, en base a datos proporcionados por el INDEC y SIEMPRO).

216

El estilo de gestión de la pobreza de este período es una suerte de híbrido entre la impronta de la tradición peronista clientelística, expresada en un tipo particular de práctica política, donde las intervenciones asistenciales constituyen un campo de disputa por las lealtades partidarias359, la onegización de la intervención social, la creciente importancia de las organizaciones benéficas como gestoras de políticas descentralizadas y las tendencias que venían marcando los organismos internacionales de crédito. Estas consistían en introducir una lógica eficientista a la intervención social, promover los denominados Fondos de Inversión Social y gestionar programas sociales en forma intersectorial, a fin de contrarrestar lo que se consideraba como “la ineficiencia” de los “ministerios tradicionales del sector social”, trasladando a la “sociedad civil” la responsabilidad del “bien común”. Es significativa esta tensión del peronismo entre diferentes formas de intervención social y política para los pobres. A los pocos días de asumir el gobierno, el Dr. Menem decidió la supresión del PAN y su reemplazo por un programa que no tuviera la impronta del partido radical. El primero de agosto de 1989, por un decreto presidencial360, se crea el Bono Nacional Solidario de Emergencia. Para su implementación se instituye un “Consejo Nacional para la Emergencia Social”, cuya configuración es una muestra de las alianzas clásicas del peronismo y de las complicidades que intenta involucrar en la asignación de fondos sociales361. Su objetivo era “contribuir a la atención de las necesidades alimentarias mínimas del sector más postergado de la población”. El lenguaje minimista en la focopolítica comienza a expresarse de diversas maneras. El programa consistía en la entrega de “bonos canjeables por mercaderías”. Para recibir al bono era requisito la prueba de la pobreza “real” que se concretaba con una declaración jurada donde se acreditara el “estado de necesidad alimentaria” 362. La retórica que asimila la imposibilidad de reproducir la vida con la ingesta de calorías y proteínas necesarias con un “estado de necesidad transitorio” que debe ser convalidado con una declaración jurídica de fe pública, muestra la manera como se van entramando configuraciones tutelares que requieren de la estigmatización de la prueba de la pobreza y una concepción de ésta que la asimila a un “estado” más que al producto de relaciones sociales de exclusión. En 1993 comienzan la protesta social contra las medidas del ajuste, de las víctimas de las privatizaciones, de las reformas del estado provinciales, del desempleo y la pobreza creciente. Se producen movilizaciones populares como el Santiagueñazo363 y los primeros piquetes de los desocupados de las privatizaciones de la ex empresa petrolera, en las localidades de Mosconi y Tartagal y Qutralco. En el contexto de la crisis social desatada el gobierno nacional comienza a pensar en medidas que neutralicen el conflicto social. Se promueve entonces la creación de una “autoridad social” que se creía necesaria y faltante en el conjunto de las instituciones gubernamentales. Esta percepción demuestra la ambivalencia del discurso neoliberal en relación a lo social, entendido como una función compensatoria del ajuste

359 Para una interpretación más acabada de esta forma particular de hacer política del peronismo ver Grassi, Estela 2000; Svampa, Maristella y Martuccelli, Danilo, 1997; Auyero, Javier, 1997; Auyero, Javier, 2000; Auyero, Javier, 2001. 360 El decreto es el número 400/89. 361 Estaba presidido por el Ministro de Salud y Acción Social e integrado por representantes del gobierno, de las fuerzas Armadas, de la Iglesia Católica, de la Confederación General del Trabajo y un representante de las organizaciones empresarias de la industria y del comercio. En las provincias debía estar integrado por un consejo de iguales características. 362 El programa tuvo una vida corta puesto que sus responsables entregaron chequeras de manera discrecional a diputados, senadores y políticos partidarios. Cuando esta situación se hizo pública, el Secretario de Salud y Acción Social se vio obligado a renunciar y se suspendió el programa y en su lugar se propuso uno llamado PROSOCO (Políticas Sociales Comunitarias) que prevé además de prestación directa alimentaria, sanitaria y asistencial, subsidios para cubrir necesidades alimentarias y locativas (GOLBERT, 1996, op. cit, pp. 21-22). 363 Nominación que se dio a la movilización popular producida en la capital de Santiago del Estero por reclamos de corrupción y suba de salarios.

217

económico. Entre las medidas dispuestas para ese objetivo se crea un “gabinete social”, se incentiva dotar de “eficiencia al gasto social”, articular las políticas de intervención sobre la pobreza entre las distintas áreas de gobierno nacional con las provincias. Para ello, el entonces Ministro de Economía Cavallo, promotor principal de esta idea de la “autoridad social”, comienza a propiciar estudios que demuestren la dispersión de los proyectos y programas sociales existentes, con el objetivo de centralizarlos en una entidad nacional federal y una coordinación de las acciones por medio del funcionamiento de un “gabinete social federal”364. En enero del 93’, el gobierno nacional lanza el denominado Plan Social. En sus fundamentos se puede constatar el doble discurso de las políticas que se promovían. Por un lado se produce exclusión social creciente y, por otro, se dice que este plan es la demostración de “la decisión estratégica de asumir una opción preferencial por los pobres”. La provincialización de la protesta y la necesidad de conseguir consenso entre los gobernadores para centralizar el diseño de los programas, produce una retórica que suma a la “opción preferencial por los pobres”, la construcción de un “federalismo social”, mediante la descentralización de la inversión y la participación de los gobiernos provinciales y municipales en la gestión de los programas, junto a las ONG. La desgubernamentalización de lo social se traduce en el “incentivo de un mayor protagonismo de las organizaciones no gubernamentales” que deben realizar una “auditoria social” ,además de la promoción de la “participación organizada y gravitante de la sociedad civil en las políticas sociales”. Hasta 1994, fecha de creación de la Secretaría de Desarrollo Social, se suceden una serie de modificaciones de los organismos del área social, en los cuales se puede vislumbrar la aparición de la nominación de desarrollo en el área asistencial, directamente vinculada a la idea de desarrollo humano que se iba perfilando en las Naciones Unidas. La Subsecretaría del Desarrollo de la Persona365 se encarga de intervenciones ante “emergencias sociales” y se dirige a personas con “problemas sociales” y a la “revitalización del conjunto social”. El conjunto social empieza a aparecer como el no Estado y el anticipo de lo que luego se llamará sociedad civil. La revitalización del conjunto social implica un “renacer” de los vínculos asociativos que los neoliberales anunciaban como salida a la subsidiariedad del Estado. El desarrollo de la persona hecho institución gubernamental es el preludio del desarrollo social y humano. Se dice que la revitalización del “conjunto social” se realizará “mediante el progresivo y prudente traspaso de las responsabilidades del Estado hacia la comunidad conforme al principio de subsidiariedad”366. El proceso de reprimarización y desgubernamentalización se encarna en los objetivos de este organismo público con una retórica que dice potenciar las capacidades personales pero que se dedica a realizar actividades de bombero sólo donde aparecen las “emergencias sociales”. Se intensifica el “streaptease” del Estado. Este arroja sus prendas en forma prudente hacia la comunidad. Prendas que no son otra cosa que sus responsabilidades. La Sub-Secretaría de Desarrollo de la Persona dura poco con ese nombre y en una nueva reestructuración de la Secretaria de Acción Social, pasa a denominarse de Asistencia Social y de Promoción y Desarrollo Social367. Surge por primera vez, junto a las nominaciones clásicas asistenciales de promoción y asistencia, la de desarrollo social instituida en un

364 Este gabinete estaría integrado por los Ministerios de Salud y Acción Social, del Interior, de Trabajo y Seguridad Social, de Educación y la Secretaría General de la Presidencia de la Nación (Lo Vuolo et. al. 1999: 181 y Di Prieto, 1999: 71-72). Ver también la síntesis de los principales programas que pretendía llevar a cabo el plan, en Di Prieto, 1999:72-74. 365 Por decreto 667/91 se aprueba la estructura organizativa del Ministerio de Salud y Acción Social integrado por cinco subsecretarías, de Salud; de Desarrollo de la Persona; de Vivienda y Calidad Ambiental; de Proyectos; de Cooperación Técnica y de Administración 366 Texto del Decreto 667 (Di Prieto, 1999: 113). 367 Por Decreto 783, de abril del 93’, a dos meses del lanzamiento del Plan Social, se reorganizan las Secretarías y Sub-Secretarías del Ministerio de Salud y Acción Social

218

organismo gubernamental. Recordemos que un año antes, en 1990, se había publicado el primer informe de Desarrollo Humano del PNUD y las agencias empezaban a publicitar el “ajuste con rostro humano”. La focopolítica se termina de institucionalizar a partir de la creencia y la progresiva naturalización de la necesidad de suplantar el Estado de Bienestar, conforme al principio de subsidiariedad, a través del “prudente traspaso” de sus “responsabilidades” hacia la comunidad. Se abandona el “estado de bienestar” no sólo en las prácticas sino en la retórica oficial. Se comienza a construir lo que se denomina un “Sistema Nacional Integrado de Políticas Sociales”, “que reemplace al sistema del Estado Bienestar”368, que se considera “desarticulado y en crisis”. Lo “social” deja de estar inserto en las relaciones de reciprocidad entre el estado y los ciudadanos a través de regulaciones y transferencias de ingresos y en las relaciones laborales según la propia Secretaría de Desarrollo Social369. Se funda esta iniciativa a partir de un diagnóstico que reconoce que las propias medidas promovidas por el gobierno como “la transformación del mercado de trabajo, el desfinanciamiento del Estado y la descentralización a las provincias de los servicios sociales que prestaba, debilitaron el Estado de Bienestar”. El sistema integrado vendría a reemplazarlo ya que se hacia necesario crear un nuevo “modelo de política social que acompañe al modelo económico”370. Este sería el fundamento para el diseño de un “nuevo Sistema de Políticas Sociales que se proponga definir y construir un marco de institucionalidad claro para fortalecer la autoridad social y cuya misión fundamental estaría dirigida al logro de la equidad”. La equidad, en este marco, se circunscribe a transferencias en forma de subsidios asistenciales tutelados y a intervenciones focalizadas, las que requieren de una serie de saberes y tecnologías de intervención particulares. Para instrumentar esta estrategia política, en Febrero de 1994, se modifica la estructura del Ministerio de Salud y Acción Social y surge en el ámbito de la Presidencia de la Nación, la Secretaria de Desarrollo Social371. Nace finalmente el desarrollo social en la Argentina como un área pública de “saber” y “hacer” política, autónomo de los otros campos antes vinculados al “bienestar social” (como la salud, la educación o el trabajo) y diferente también a sus antecesores tutelares como la “Asistencia Social Estatal” y la “Promoción/Acción Social”372. Se produce un proceso lento de subsunción de los primeras áreas al desarrollo social. De esta manera van perdiendo su carácter de políticas de “bienestar” (biopolítica) convirtiéndose en políticas de mínimos básicos (paquetes básicos de salud, necesidades básicas educativas, etc.). La dependencia directa del Presidente muestra la intención de sacar esta nueva forma de intervención de las estructuras burocráticas ya instituidas, en el área social y política. Se pretende desarrollar con este organismo una “política social activa”, lo que comienza a autodenominarse como un “enfoque integrado” o “sistémico” de políticas sociales aunque

368 Documento donde se sustenta la creación del “Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales” (SIEMPRO). 369 El Estado de Bienestar en crisis “organizaba sus acciones en función del salario y por esta vía ofertaba seguridad, integración y movilidad social a las familias. Disponía de un marco regulatorio claro de funcionamiento (leyes, normas, etc.) y de mecanismos de transferencia de ingresos directos e indirectos hacia los hogares más pobres. En el proceso de acumulación estaba inserto lo social.” En Secretaría de Desarrollo Social de la Nación (s/f). 370 Además a través del Gabinete Social, se intenta alentar “la integralidad de las políticas sociales”, brindando impulso a los programas intersectoriales. (SDS; s/f) 371 La Secretaría es creada por el decreto 227 del 14 de febrero de 1994 (Di Pietro; 1999: 114). 372 Estas tres últimas nominaciones: la asistencia, la promoción y la acción social gubernamental fueron formas de saber e intervención tutelar que se sucedieron durante la segunda mitad del siglo XX, dirigidos a las personas imposibilitadas de trabajar, a las comunidades territoriales urbanas pobres y a las consideradas “incapaces” o “subdesarrollados”, como niños, mujeres pobres, etnias inferiorizadas y poblaciones campesinas.

219

mantiene las denominaciones del saber tutelar y filantrópico anterior como la “promoción” y la “solidaridad”373. El diagnóstico que justificaba la creación de la Secretaría de Desarrollo Social, considera a ésta como una “respuesta innovadora que reformul(a) los tradicionales modelos de intervención” y que responde al “agravamiento de la situación social”, traducido en un “fuerte incremento de la demanda de políticas y programas sociales compensatorios”, a fin de que se “neutralicen los desajustes iniciales de la política de reconversión y (se) atiendan sus efectos sociales”. El objetivo de neutralizar el conflicto social agravado, expresado en la retórica oficial como “desajustes” es buscado taxativamente por esta política con un dispositivo filantrópico: la compensación. La lógica estatal sobre las poblaciones sobrantes se basa en el principio de compensación de riesgos. El origen de los riesgos no son individuales o familiares, como los tradicionales a los que se asociaban los derechos sociales y laborales (enfermedad, accidentes de trabajo, etc.), sino fruto de los efectos de la “reconversión” (políticas gubernamentales) que actúan como un cataclismo sobre las posibilidades de reproducción de la vida de sus propios ciudadanos. La denominación de “reconversión” sintetiza en forma cabal el rediseño socio estatal y sus procesos de exclusión. Por otro se cree y se afirma que el Estado (nacional, provincial y municipal) es inepto, sobre todo los estados provinciales, para atender estas demandas. Representación propia de los diagnósticos que promueven la reforma del estado neoliberal. Se coloca en un diagnóstico técnico-administrativo y no de las características excluyentes del modelo, el empeoramiento de las condiciones de vida de la población374. Entre los elementos sobresalientes del diagnóstico que justifica esta estrategia se señalan una serie de aspectos vinculados a carencias de estrategias, saberes y acciones propios de la focopolítica que se consideran, faltan en las políticas anteriores. Por ejemplo: la “inexistencia de una política explícita y sistemática de focalización como criterio de asignación del gasto”, “carencia de información que permita detectar los cambios y las nuevas necesidades de la población”, “ausencia de mecanismos e instancias sistemáticas e integradas para el diseño, la ejecución, el monitoreo y evaluación de los programas sociales”, “carencia de evaluaciones acerca del impacto de los programas sobre la distribución del ingreso”375. Por todo ello comienza a destacar y justificar la “importancia” de conformar sistemas informativos y de monitoreo, cada vez más desagregados y meticulosos para la identificación de las poblaciones “objeto”, “foco”, denominadas “target group”, en el léxico de los organismos internaciones de crédito. A partir de allí se proponen tecnologías de intervención que mejoren los elementos técnicos en el diseño, mapeo de la población objeto y monitoreo de los programas en relación al cumplimiento de metas. Con financiamiento del Banco Mundial se instrumenta un sistema de información y monitoreo de programas sociales a través de la creación del SIEMPRO376, lo que se tradujo en la materialización de información

373 Secretaría de Desarrollo Social: Plan Social 1995: 12. 374 El Estado, se dice, posee insuficiencia de “capacidad político-instrumental (...) para proponer, diseñar y ejecutar las políticas y programas sociales demandados por la población”. “La “insuficiencia administrativa, técnica e instrumental, dificultó el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, a pesar del incremento de los recursos disponibles (gasto social) registrado en este período. La limitación de las capacidades técnicas resulta particularmente marcada en el ámbito de los Estados provinciales que, como consecuencia del proceso de descentralización, soportan el peso de haberse convertido en ejecutores de variadas políticas sociales. La suma de estos factores, combinada con el incremento de las demandas, da lugar a una realidad particularmente compleja y heterogénea. Es necesario, por tanto, dar respuestas innovadoras que reformulen los tradicionales modelos de intervención” (SDS, 1995, cursivas nuestras) 375 Secretaria de Desarrollo Social, SIEMPRO: Evaluaciones de Programas sociales, URL: http://www.siempro.gov.ar/programas%20sociales/Evaluaciones/en%20curso.htm. 376 Entre otros documentos ver Secretaria de Desarrollo Social: Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales, 1996

220

sistematizada y agregada a nivel nacional necesaria para el control, la información y la identificación de las poblaciones “objeto”. La intención de crear una “política social activa” y una “autoridad social” vienen a compensar y a neutralizar las consecuencias de las reformas neoliberales en consonancia con las directivas del momento de las agencias de desarrollo377. El objetivo de crear una activa política de desarrollo humano focalizado, tendiente a compensar los efectos del ajuste se tradujo en la importancia que adquirió en la Argentina esta Secretaría, el volumen de los fondos que manejaba y la materialización de las artes de gobernar de la focopolítica. La intención y la mítica de constituir un “sistema integrado” e intersectorial es intrínsecamente contradictorio con una política de programas sociales focalizados, descentralizados y atomizados en problemáticas especificas, por lo que el sin fin de programas que se fueron creando siguieron altamente dispersos y desarticulados. El logro político más importante fue el de “fortalecer la gestión del Estado” a nivel federal y del control de la política de foco, al mismo tiempo que el estado se desembarazaba de otras responsabilidades que había asumido a través de los derechos sociales y laborales. Esto en un contexto de descentralización y de “redefinición de su relación con las provincias y los municipios”. El Estado nacional adquirió así un lugar protagónico en el diseño y monitoreo de las políticas sociales. De esta manera se centralizaron los fondos federales y los provenientes de los organismos internacionales. La asignación hacia provincias, municipios y organizaciones no gubernamentales quedó en manos del poder central. A pesar de la incorporación de la lógica técnica y de la focalización, en la elección de regiones y grupos beneficiarios, en forma superpuesta, se mantuvo una lógica clientelar que adquirió diversas formas. La pérdida de control de los gobiernos provinciales en la asignación de los recursos, el diseño y ejecución de los programas y la atomización de los programas sociales, aumentó las presiones de los gobernadores provinciales peronistas sobre el entonces Secretario de Desarrollo Social, para lograr una mayor cuota de poder en su control y gestión378. Así lo social que antes era entendido como una cuestión básicamente de derechos y en forma residual de asistencia, se reconvierte pasando a ser una política de foco o focopolítica.

MODELOS DE GESTIÓN Y REPRESENTACIONES DE LA POBREZA EN LAS POLÍTICAS DE “DESARROLLO SOCIAL” EN LA ARGENTINA DE LOS 90’ La gestión de la pobreza descentralizada, autogestionaria y participativa, al incorporar a la “sociedad civil” en diversos grados y funciones, constituye nuevas articulaciones entre los distintos actores e instituciones intervinientes. Estos cambios modifican las relaciones sociales y van constituyendo nuevos entramados de configuraciones y vínculos, cuya combinación nos permite pensar en tipologías del nuevo modelo de gestionar la pobreza. Proponemos una tipología de programas para gestionar la pobreza en la Argentina. Esta parte de la representación de la pobreza predominante en los programas, teniendo en cuenta las capacidades que estos dicen fortalecer los que se traducen, en realidad, en la generación o

377 El PNUD hablaba en 1988 de “la urgente necesidad de la generación de una autoridad o ejecutivo social, en le más alto nivel de la conducción administrativa. Tal autoridad podrá facilitar una armonización entre las políticas económicas y las políticas sociales con vistas a elaborar una política pública unificada. Así mismo, ella será un acto de tecnificación de la política pública en lo que hace relación as sus dobles efectos económicos y sociales. La emergencia en la región de tales autoridades o ejecutivos sociales facilitará así mismo la acción coordinadas y efectiva de las políticas sociales, así como la difusión de informes sociales periódicos para conocer los avances y retrocesos en el programa social, y más en concreto en el proceso de superación de la pobreza” (PNUD, 1988: 51). 378 Para más detalle acerca de la puja de poder entre gobernadores peronistas y la Secretaría de Desarrollo Social de la Nación liderada por el Licenciado Amadeo, ver Alvarez Leguizamón, Sonia, 2001.

221

fortalecimiento de ciertos “activos”. La primera dimensión considerada es la forma de articulación, relación jerárquica y funciones asignadas a las distintas instituciones participantes (organismos gubernamentales federales o nacionales, provinciales y municipales; comisiones asesoras - intergubernamentales, intersectoriales o inter-instituciones - organismos internacionales financiadores; organizaciones no gubernamentales). Otra dimensión, es la manera en que se asignan y canalizan los fondos a los destinatarios y la relación y responsabilidad de las instituciones intervinientes. Esta es una variable fundamental que define la correlación de fuerzas entre los sectores sociales vinculados al campo de las políticas sociales. No es lo mismo que los fondos lleguen directamente a los beneficiarios, intermediada por una comisión asesora provincial, o una organización no gubernamental sin relación de dependencia con el gobierno estadual, que una dependencia provincial asigne los fondos y decida sobre los destinatarios o que los Movimientos sociales de desocupados participen en su asignación o ejecución. Si bien estas dimensiones son importantes, desde el punto de vista de las características estructurales del programa, la representación que tiene el programa de la pobreza es la variable más significativa para definir esta tipología. De esta representación dependerá la forma que asume el componente “participativo” del programa, que constituye la tercera dimensión. Este estaría compuesto por el tipo y características de “capital” o “activo” requerido a la gente (físico, humano y/o social) directamente vinculado con las “capacidades” que se pretende fortalecer. Se pueden señalar tres tipos de estas capacidades. Dos de ellas tienen que ver con las representaciones del modelo de gestión “tecno-liberal”, utilización de los “activos”, básicamente el “capital humano” y el “capital social”. El tercer tipo de capacidades que se promueven, serían aquellas vinculadas con el acceso a derechos especiales (de género, de etnia, de edad, ambientales, etc.). Los programas que refuerzan el capital humano, promueven formas de trabajo que permiten sobrevivir en forma residual a la dinámica capitalista. Se trata de la generación o fortalecimiento de diversas actividades poco productivas, ya sea como trabajador informal, como campesino o como trabajador de una microempresa. Estos programas se destinan básicamente a población pobre rural. El componente asistencial es menor y si bien incluyen objetivos de fortalecimiento de capacidades asociativas (capital social), financian básicamente activos productivos. Como créditos, acceso a la tierra, mejora de la comercialización, etc. La informalidad ha pasado de ser una patología que había que erradicar, como la diagnosticaba la OIT, en los 70’ a una política “activa”. En estos programas la representación del pobre se vincula al buen trabajador improductivo/informal. Si bien los modelos de gestión que se derivan pueden incentivar la cooperación comunitaria o de grupos, por ejemplo campesinos asociados, el eje esta puesto en la capacidad de producir del individuo. A pesar de que apoyan proyectos productivos que generan ingresos genuinos, a través de préstamos, mantienen su carácter focalizado. Modelos de gestión de este tipo se pueden observar en el Programa Social Agropecuario y en el Fondo de Capital Social (FONCAP). Seguidamente se describe las características sucintas de estos programas los que nos permite ejemplificar los casos tipo. El Programa Social Agropecuario, creado en 1993 en el ámbito de la Secretaría de Agricultura con financiamiento del Banco Mundial, postula entre sus objetivos la promoción productiva de los productores minifundistas ubicados en todo el país, aquellos cuya principal fuente de ingresos proviene del “trabajo directo en la explotación agropecuaria”379. Se dice que

379 Este programa financiado por el Banco Mundial y nominado como Desarrollo de Pequeños Agricultores (fecha de inicio 7/02/1998 al 30/06/2003). Se ejecuta por la Secretaria de Agricultura, con la colaboración de la Secretaria de Desarrollo Social. El objetivo primordial de este proyecto es, según el Banco “incrementar la productividad y la participación de las comunidades rurales más pobres a través de: (i) mejorar la infraestructura de producción, (ii) incrementar la producción de alimentos destinados al consumo familiar, (iii) diversificar la producción, (iv) incrementar el valor agregado de la producción e (v) integrar a los destinatarios de este programa, a las organizaciones. El objetivo de desarrollo del

222

los destinatarios del programa disponen de escaso capital, poca superficie o tierras muy marginales, no contratan trabajo asalariado o lo hacen en momentos pico del ciclo productivo, y cuyos ingresos no superan el equivalente a dos salarios mensuales de un peón agropecuario. La implementación fue prevista por medio de tres SubProgramas, el de Emprendimientos Productivos Asociativos, el de Fortalecimiento del Autoconsumo y el de Capacitación. Los Emprendimientos Productivos Asociativos “apoyan la creación o el fortalecimiento de actividades productivas mediante formas asociativas de pequeños productores”. Los instrumentos principales que sustentan su implementación son el crédito, la asistencia técnica, la capacitación y la organización para la gestión. El SubPrograma de Fortalecimiento del Autoconsumo, consiste en una línea de apoyo para el desarrollo de proyectos tendientes a fortalecer la “seguridad alimentaria” (SDS; Evaluación Programa Social Agropecuario). Se afirma que “su institucionalización fue progresiva, a partir de la intención de poner en marcha una línea de acción que superara los enfoques asistencialistas y que contribuyera a la promoción productiva (a través del crédito y la asistencia técnica) y la organización de los pequeños productores”. Este programa se ejecuta en las provincias por medio de las delegaciones del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y por comisiones asesoras provinciales. El FONCAP (Fondo de Capital Social) es una iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Apunta a “crear un esquema de financiación, autosustentable y perdurable, destinado a apoyar activamente al sector de la micro empresa de menores recursos económicos”. Se gestiona a través de una Sociedad Anónima que administra un fondo fiduciario. El Directorio está integrado por el Sector Público, a través de los Ministerios de Desarrollo Social y Medio Ambiente, de Economía, y de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos; y por el Sector Privado, representado por Asociaciones Empresarias y Organismos involucrados en el desarrollo de la micro empresa. Tiene como misión “eliminar las barreras de acceso al crédito para el sector de la micro empresa de menores recursos económicos, apoyando la organización representativa y su articulación con los demás sectores de la sociedad”. Los objetivos son “favorecer el protagonismo de los trabajadores y sus organizaciones, la labor voluntaria y permanente de las iglesias, y la participación de las Ong´s que desarrollan actividades con micro empresarios”. Intervienen, el Banco Mundial, a través del “Programa de Pequeñas Donaciones para las Organizaciones de la Sociedad Civil” y una fundación denominada EMPRETEC, que nuclea al Banco de la Nación Argentina, el Banco de la Provincia de Buenos Aires, la Confederación General de la Industria, la Unión Industrial Argentina (FONCAP; 2001, cursivas nuestras). La segunda tipología de programa es la que fortalece el capital social de las comunidades locales. Se trata de reforzar formas de reciprocidad que permitan la autegestión y autosustentabilidad de los programas y la cohesión de los grupos. Si bien la representación de la pobreza aquí se diferencia de la indolencia que primaba en la visión del desarrollo comunitario, se mantiene una valoración negativa basada en carencias “espirituales” u organizativas que no generan autoestima. Sin embargo, como veíamos anteriormente, se ha producido un importante descubrimiento. Los pobres son “inteligentes”, tienen “ideas interesantes”, “experiencia y habilidades de gestión para ser movilizadas y tomadas en cuenta para el logro de los objetivos del desarrollo”. Acorde con la característica intrínseca de este

proyecto es enfatizar los temas de pobreza rural dentro de la agenda de los gobiernos provinciales y mejorar la coordinación de las políticas de desarrollo y los programas de información estadística sobre la pobreza rural a partir de: (i) la confección de una estrategia provincial y nacional que refleje el interés de los beneficiarios y provea información estadística sobre la pobreza en las zonas rurales, (ii) la incorporación de mecanismos de coordinación para los procedimientos operativos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca y de los gobiernos provinciales. Este programa espera asistir a 30.000 familias e incrementar su nivel de ingresos para que puedan satisfacer sus necesidades básicas, mejorar su organización social, e incrementar su participación dentro de los procesos de producción” (Banco Mundial, 1997).

223

capital social (reciprocidad entre grupos de base territorial), los programas basados en su incentivo desarrollan modelos de gestión, donde las unidades no son los individuos sino las comunidades. Están destinados, generalmente a proveer equipamiento comunitario por medio de la “participación” de los propios beneficiarios en su construcción y gestión del programa, a partir de su trabajo gratuito. Se destinan primordialmente a los “pobres estructurales” urbanos y tienen un componente fuertemente asistencial aunque un discurso ciudadano. La representación de la pobreza se basa en la ambivalencia entre incapacidades para competir en el mercado, pero capacidades para la organización comunitaria y la autosustentabilidad. Ejemplos de modelo de gestión de este tipo son el programa FOPAR, el Programa de Capacitación de Animadores Comunitarios, el de Desarrollo Juvenil, entre otros. El programa de Capacitación de Animadores Comunitarios, se inicia en 1995 y se dirige a “líderes naturales de comunidades de base, con alto índice de NBI”. Tiene como “objetivo cuantificar los animadores comunitarios naturales para que promuevan el autodiagnóstico comunitario permanente y el desarrollo de proyectos sociales que incluyan prácticas productivas culturales y el perfeccionamiento de la organización popular. Se parte del siguiente diagnóstico: “la inadecuada organización de las comunidades, lo cual perjudica su autodesarrollo y el modelo lineal y excluyente del ejercicio del liderazgo”. Como problema secundario se señala “el afianzamiento de la hétero exclusión y autoexclusión del proceso económico. El surgimiento o potencialización de comportamientos sociales destructivos (por ej. delincuencia, violencia sexual, maltrato, etc.). El surgimiento o potencialización de comportamientos individuales autodestructivos (por ejemplo degradación de la autoestima, adicciones, enfermedades psicosomáticas” (SDS, 1995: 95, cursivas nuestras). El modelo de gestión articula el organismo central con instituciones madrinas (organizaciones no gubernamentales provinciales) y las organizaciones de base comunitarias a capacitar. Se observa en el diagnóstico de este programa, una fuerte presencia de la representación de la “cultura de la pobreza” (pobreza/delincuencia/violencia/degradación/criminaliación) unida a una utilización instrumental del liderazgo natural que, a pesar de semejante caracterización, promovería prácticas productivas culturales. El Programa de Fortalecimiento del Desarrollo Juvenil, se inicia de acuerdo con los lineamientos del Plan Social 1995 de la Secretaría de Desarrollo Social de la Nación. Se propone “dar un espacio a los jóvenes como sujetos del desarrollo, impulsando y apoyando las prácticas solidarias de los grupos juveniles que tengan como objeto el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores sociales en situación de pobreza estructural y/o de vulnerabilidad social”. Es a partir de la potenciación del trabajo voluntario y de las iniciativas juveniles solidarias que se pretende alcanzar la “responsabilidad social como tarea de todos"380. El programa se organiza a partir de lo que se entiende como “una gestión asociada: Estado y Comunidad, implementando un modelo de descentralización técnico-administrativa a través de Organizaciones No Gubernamentales que coordinan actividades con los Estados Provinciales para trabajar con grupos juveniles. El principal objetivo de este modelo de gerencia social es fortalecer las formas democráticas de participación social y favorecer, de este modo, la forma federal de gobierno.” (SDS, 1996a, cursivas nuestras). A pesar de esta retórica la ejecución del programa en Salta, por ejemplo, se ejecutó con una práctica de derechos. El Fondo Participativo de Inversión Social (FOPAR), un programa con estructura de FES, es un componente del PRODESO (Programa de Desarrollo Social), financiado por el BM,

380 “La perspectiva del ejercicio de una ciudadanía plena es el fundamento desde el cual está concebido nuestro programa. Ciudadanía entendida como conjunto de prácticas jurídicas, políticas, económicas, sociales y culturales que definen a una persona como miembro pleno de una sociedad. Pero también en el marco de una concepción que supone un sustrato valorativo, al implicar la responsabilidad social como tarea de todos”.(SDS; 1996). Se observa la homologación de la idea de ciudadanía a la de trabajo comunitario participativo, al igual que la concepción que se puntualizaba en los documentos de los organismos señalados.

224

del que también forma parte el SIEMPRO381. Constituye un programa de “financiamiento de iniciativas comunitarias en barrios y localidades de los departamentos más pobres del país, promoviendo la participación y el compromiso comunitario” y fomenta “la capacidad de gestión social de las organizaciones de base”. Para la formulación y ejecución de los proyectos comunitarios, se constituyen los llamados NUB, que son núcleos de beneficiarios organizados en representación de la población. Además de los proyectos de infraestructura, existen otros de capacitación que son ejecutados por instituciones privadas (iglesias, ONG), que constituyen las denominadas Organizaciones Técnicas de Apoyo, en algunos casos con la participación de los beneficiarios como solicitantes organizados en NUB. Existe financiamiento para la actividad a realizar pero se requiere de una contraparte importante en trabajo y otras actividades comunitarias382 (SDS, 1995b). Finalmente, una tercera modalidad, la menos presente, es la referida a la rendición de cuentas y el acceso a derechos que se asocia más a la construcción de una ciudadanía plena. Allí el componente de gestión de programas para proveer servicios de distinto tipo o en la generación o mejoramiento de ingresos, como en las anteriores es menos importante. Esta modalidad es la menos presente en los modelos de gestión de los programas para pobres. En el próximo capítulo presentaremos y discutiremos el modo en que los sujetos perciben y se representan estas nuevas de formas de intervención social o también como generan un saber sometido, no validado por la ciencia, sobre la pobreza, a través de un estudio de caso en una de las provincias argentinas más pobres.

381 Salta fue la primera provincia donde se puso en marcha como Programa piloto. 382 En la evaluación ex post se comprobó que los aportes locales reales elevaron su participación en el costo total de los proyectos estudiados del 11.3% ex ante, al 20.1% ex post. El 87% de los proyectos cumplió o superó el compromiso de aporte comunitario (SDS; FOPAR).

225

CAPITULO VII LAS PERCEPCIONES Y REPRESENTACIONES ACERCA DE LA POBREZA Y DE LAS POLÍTICAS SOCIALES. UNA MIRADA DESDE LOS SUJETOS/OBJETOS DEL DESARROLLO SOCIAL FOCALIZADO “Cuando se habla de mendigos, pordioseros, linyeras, etc., eso incluye a gente que no quería trabajar. La categoría de los que eligieron no trabajar. Pero están los otros, los que fueron elegidos para no trabajar. Los desocupados. Que no eligieron no trabajar sino que el no trabajar los eligió a ellos. Este último cambió el perfil del mendigo tradicional, que ya es una rareza. Son los “locos de bolsillo”. El desocupado se “linyeriza” como producto de “un brote de pobreza”...” Alfredo Moffat- Los linyeras, los lacanianos y las mañas del poder. "Nosotros sabemos mejor que nadie nuestras necesidades, y los programas nos llegan ya hechos, con requisitos que son inadecuados y se nos escapan de las manos por desgaste de exigencias y trámites"..."nos dan y no nos dan, nos lo sacan"..."los comedores y otros programas alimentarios son buenos, pero no podemos estar juntos y hasta nos dividimos para repartir lo poco que llega"..."los programas desarticulados nos fragmentan a nosotros y no nos ayudan. Sufrimos maltratos, agresiones, discriminación y desvalorización por algunos de los que los ejecutan". "Nos exigen participación permanente de un lado y de otro, y cuando participamos no nos escuchan o sólo es para decirnos lo que tenemos que hacer, no nos dan oportunidad de hablar... y después dicen que no participamos.”..."Nos dicen que somos iguales ante la ley, pero siempre nos tratan distinto que los blancos, en los hospitales, en el municipio, en todas partes; nos hacen esperar o no nos atienden". Testimonios de dirigentes del Programa Yachay de O.CLA.DE383. En este último capítulo nos detendremos en oír los saberes sometidos de la gente. Saberes donde se focaliza el discurso del desarrollo humano, a partir de políticas de desarrollo social hechas cuerpo, vividas en el día a día, en la búsqueda de recursos para mantenerse en un mundo de pobres384. Se trata de escuchar sus opiniones, comprender sus vivencias y

383

Testimonio realizados en el Seminario Políticas Públicas para la Infancia Rural. Humahuaca, abril de 1998. Programa Yachay de O.CLA.DE. (Obra Claretiana de la Prelatura de Humahuaca, incluye los departamentos de Iruya, Santa Victoria y La Poma de la provincia de Salta). 384 Una versión sintetizada de este capítulo fue publicado con el nombre de “Percepciones de las nominaciones de la pobreza, la focalización y la participación: historias de luchas clasificatorias”, en Revista Síntesis, Buenos Aires, Mayo de 2004, Año 12, No 30.

226

representaciones con relación a la manera como perciben, sienten y sufren “los programas”. Se propone analizar ¿cómo visualizan o utilizan las categorizaciones y clasificaciones que el saber autorizado hace operar en la nueva forma de obtención de recursos (los programas). Nos proponemos indagar la visión que tienen de estas nuevas formas de gestión y cuáles son sus expectativas para mejorarlos. Hasta ahora habíamos puesto el énfasis en la construcción de los sistemas discursivos de la pobreza, sus representaciones y dispositivos de intervención, lo que fuimos devanando tanto, desde el punto de vista histórico, como en sus articulaciones categoriales y argumentativas. Nos hemos detenido, para concentrarnos en los cambios de los estilos de gobierno que desarrollan los centros de poder en relación con los países pobres, lo que ha dado como nuevo arte de gobierno y forma discursiva al “desarrollo con rostro humano”. Momento de quiebre con la biopolítica. Este quiebre dio lugar al surgimiento de la focopolítica como el nuevo arte de gobernar, regular y controlar las poblaciones llamadas de riesgo. Hemos visto cómo los científicos sociales y las agencias internacionales de crédito que surgen a partir de la invención del desarrollo, han sido protagonistas principales en la construcción de categorías y representaciones sobre la pobreza. Hemos indagado sobre la materialización histórica de estas prácticas discursivas en las políticas de gestión de los grupos en riesgo pobres, en Argentina. Finalmente pondremos énfasis en los saberes sometidos (saberes de la gente común) y las percepciones y representaciones que tiene sobre los programas focalizados. También se tomará en consideración la manera en que la nueva cuadriculación de la pobreza y sus dispositivos de intervención les significa nuevos saberes, pero también nuevos dolores y luchas al interior de los “barrios bajo planes”. Como hemos visto, la arqueología según Foucault, está conformada por la estructura discursiva de los saberes totalizantes y eruditos basados en la pretensión de verdad de la ciencia. Mientras que estarían también las prácticas discursivas que se desarrollan en función de un conocimiento local (1997 [1969]), las que están en tensión con otros saberes y experiencias que se pretenden reducir a un estatuto de minoría. Estas prácticas no discursivas son aquellas prácticas cotidianas apenas conceptualizadas, apenas teorizadas (Foucault; 1997 [1969]: 111), que más tarde las denomina como saberes sometidos. Estas no necesitan, para afirmar su validez, del beneplácito de un sistema de normas comunes. Parte de estos saberes, además de los saberes sepultados de la erudición, son los saberes sometidos de la gente. Estos serían saberes no calificados o descalificados (del enfermo, del delincuente). Nosotros ahora indagaremos los saberes de los “pobres” bajo planes385. Dice Foucault, “estos saberes que yo llamaría el saber de la gente (y que no es propiamente un saber común, un buen sentido, sino un saber particular, local, regional, un saber diferencial, incapaz de unanimidad y que sólo debe su fuerza a la dureza que lo opone a todo lo que lo circunda)” (1992 [1975-76]: 20). “Sería algo así como una especie de tentativa de liberar de la sujeción a los saberes históricos, es decir, de hacerlos capaces de oposición, de lucha contra la coerción de un discurso teórico, unitario, formal y científico. Estos conformarían intentos de construir genealogías en desorden y fragmentarias. Para decirlo en pocas palabras: la arqueología sería el método propio de los análisis de las discursividades locales y la genealogía sería la táctica que, a partir de las discursividades locales así descritas, hace jugar los saberes liberados de la sujeción, que surgen de ellas” (Foucault, 1992 [1975-76]: 22-24). Decíamos que los actores principales en la producción y naturalización de las categorías y clasificaciones y en la aplicación de los dispositivos de intervención son, en la actualidad, los agentes del Estado (funcionarios y políticos), los profesionales de las Ciencias Sociales, la Iglesia, las organizaciones filantrópicas y benéficas y no gubernamentales. Estos actores clasifican, distinguen destinatarios, seleccionan y asignan recursos. En la puesta en práctica de los

385

Utilizamos esta denominación, haciendo una adecuación de la categoría de Barrios bajo planes, para hacerla extensiva a la gente que se encuentra en algún tipo de relación de reciprocidad que implica estar bajo “planes” o “programas” (Cravino, Fournier, Neufeld y Soldano; 2002).

227

“programas” focalizados se materializan distintas lógicas, aunque no contrapuestas. Estas dependen de las tradiciones y saberes propios de cada uno de estos actores: la lógica técnica, la lógica política, la lógica comunitaria, la lógica benéfica y la filantrópica. La construcción técnica y estadística de la pobreza, a través de las políticas focalizadas combinan distintas formas de selección de las personas y dispositivos de nominación. Sin embargo, la más característica, como ya vimos, es la identificación y nominación de los grupos a partir de indicadores estadísticos que delimitan espacios y regiones, con grados de insatisfacción de necesidades básicas, que sustituyen los anteriores métodos de prueba de "la pobreza real". Este proceso técnico elimina, en la fase de identificación, la relación cara a cara con el pobre. A esta forma de nominación y selección de beneficiarios la llamada “lógica técnica”, cuya materialización es el programa el que se traduce en el principal dispositivo de intervención. El programa a su vez se concreta en objetivos, metas e indicadores para medir el grado de ejecución del proyecto y se vuelca en un formulario que es algo así como el programa hecho palabra. Los destinatarios de los programas, en esta lógica, son los que han cumplido con el criterio de focalización (territorios cuyas carencias evidencian grados de “necesidades básicas insatisfechas”). Sin embargo se mantienen y re-significan otras lógicas como la asistencial clásica. Esta, como vimos, se materializa en otras formas identificatorias, como “los certificados de pobreza” que otorga la policía o los informes sociales favorables (constatación de la pobreza válida) que realizan los trabajadores sociales e implican una relación cara a cara con el pobre. La “lógica política” está basada en sistemas de reciprocidad clientelares que actúan conformando bloques o redes de dependencia mutua bidireccionales. Estas relaciones recíprocas no siempre se estructuran en forma de dominación o de simple obediencia clientelística. Las formas de intercambio para obtener beneficios asistenciales (programas, entrega directa o ser beneficiario de un programa particular) están fuera de la lógica técnica y de la lógica asistencial clásica. Las organizaciones de la sociedad civil conjugan todas estas lógicas, dependiendo de su tipología (técnica, religiosa, política, benéfica, organizaciones de base o mixtas). La lógica de la beneficencia y el sistema de obligaciones recíprocas en que se inscribe, es la “economía política de la salvación” (Castel, 1997: 43-59). Sin embargo, ante la reconversión de la asignación de fondos asistenciales de los organismos financiadores vía programas, las organizaciones religiosas se ven obligadas a superponer a esta lógica, algunos aspectos de lógica técnica, para acceder al financiamiento386. Nos preguntamos hasta dónde las visiones de las voces autorizadas, de los que tienen la autoridad de la nominación legítima (Bourdieu, 1985) para imponer una visión del mundo como hegemónica, es aceptada sin conflictos o resistencias. Se trata de entender cuáles son, de parte de la población focalizada, las astucias, sentidos del juego para zafar, debilitar, aminorar, utilizar para su beneficio estas imposiciones. Creemos que existen luchas clasificatorias que permiten entender cómo, los “pobres” se sitúan en relación a esas clasificaciones y las formas como las utilizan o las sufren. ¿Cuáles son sus percepciones sobre las formas de nominación y cuál su relación con los saberes autorizados? En este juego mutuo de negociaciones entran en escena las organizaciones de base territorial, familias, individuos que estructuran vallas, a veces sutiles, contra la intención de manipuleo o cooptación de parte de los agentes del sistema político, de las ONGs, del sistema asistencial y la gestión colectiva estatal de los ciudadanos. Las políticas asistenciales se ejecutan a partir de organismos gubernamentales y no gubernamentales, pero la demanda no se procesa en el mercado sino en el sistema político, en los barrios o comunidades territoriales y ahora en el espacio lábil que construyen y politizan los vínculos de las organizaciones de la sociedad civil. Estas políticas involucran mediaciones entre los diversos intermediarios y sus destinatarios o sus representantes. La manera en que se dan estas mediaciones es lo que marca la especificidad de cada política. Dichas relaciones son

386

Para un estudio de caso en Salta de las contradicciones que se les plantean a las organizaciones denominadas de la Sociedad Civil, entre la lógica técnica y la lógica política, ver el trabajo ya mencionado de Aguilar, María Angela; Ves Losada, Marta y Yudi, Javier (2001).

228

diversas: “hay áreas de una penetración del Estado en la sociedad civil, en otras (...) sería más exacto hablar de mutuas y variables interpenetraciones, donde al componente de ‘mando’ que pone el Estado se agregan relaciones mucho más bidireccionales de poder, influencia, negociación y cooptación. Esto sugiere que las políticas estatales se insertan en ‘estructura de arenas’ que debemos conocer mejor para entender porqué se plantean y resuelven cuestiones…” (Oszlak y O’Donnell, 1976: 8). Los sujetos y grupos sociales destinatarios, junto con los diversos actores que ejecutan políticas focalizadas conforman, en conjunto, un campo de fuerzas con cierto equilibrio de poder (Thompson, 1984), aunque en el se construye y reconstruye el orden social y un sin número de rangos de desigualdad y distinción social negativa. Thompson utiliza el concepto de campo de fuerzas cuando estudia las relaciones entre la gentry y la plebe del Siglo XIX en Inglaterra. Encuentra que no se da tanto una reñida e inflexible batalla entre antagonismos irreconciliables, sino más bien un “campo de fuerza societal”387. Refiriéndose a la idea de paternalismo, afirma que este concepto si bien puede denominar una concentración de autoridad económica y cultural “también hay que admitir que es demasiado amplio para un análisis discriminatorio. Nos dice muy poco sobre la naturaleza del poder y del Estado, sobre las formas de propiedad, sobre la ideología y la cultura” (1984: 17). La noción de paternalismo sugiere un modelo para explicar el orden social desde arriba, siendo que él trata de construir una teoría para reconstruir una visión desde abajo (1984: 20). El autor propone encarar dicha relación en términos de reciprocidad de un “equilibrio paternalista”, en el cual ambas partes de la ecuación son, hasta cierto punto, prisioneras de las contrarias, dentro de un esquema de polarización de intereses antagónicos y su correspondiente dialéctica de la cultura (1984: 39). La referencia a la interdependencia mutua es similar a la idea de configuración que ya hemos desarrollado de Norbert Elías. La diferencia de Thompson en relación a Elías está en el énfasis que pone en los intereses antagónicos siendo así que su modelo de campo de fuerzas se presenta dentro de una concepción más dual de los intereses en juego, aunque reconoce la existencia de interdependencias múltiples. Decíamos que la política social es un campo cultural donde se construyen identidades y se produce y reproduce día a día la desigualdad y la diferencia. Este campo cultural conforma diversas configuraciones sociales donde existen variados vínculos de contraprestaciones recíprocas. Sin embargo, como hemos afirmado siguiendo a Ferguson (1997), la forma en que se dan las mediaciones en estos vínculos recíprocos y sus reglas de intercambio no depende unívocamente de las que se imponen desde el sistema político o desde la nominación y la práctica técnica, benéfica o neofilántropica. Implican procesos de apropiación y reconfiguración de sentidos, una estructura de arenas donde se expresan relaciones de negociación y de mutuas concesiones. Donde la desigualdad se construye no sólo entre “oferentes” y “demandantes”, si podemos simplificar así el entramado de configuraciones y vínculos inscriptos en estas relaciones, sino también se construyen vínculos de desigualdad y poder al interior de los propios grupos pobres. Se trata de entender dentro de esta mirada, cuáles son sus estrategias, astucias, sentidos del juego para zafar, debilitar, aminorar, utilizar para su beneficio estas imposiciones. Creemos que existen luchas clasificatorias en este campo de fuerza que permiten entender cómo, los “pobres”, se sitúan con relación a esas clasificaciones y de que forma las utilizan. ¿Cuáles son sus percepciones sobre las formas de nominación y cuál su relación con los saberes autorizados? ¿Hasta dónde las visiones de las voces autorizadas, de los que tienen la autoridad de la nominación legítima para imponer una visión del mundo como hegemónica, es aceptada sin conflictos, dudas o luchas?. Creemos que las personas y los grupos nominados no son inermes a

387

“Estoy pensando en un experimento escolar (...) en que una corriente eléctrica magnetiza una placa cubierta de limaduras de hierros. Las limaduras que estaban uniformemente distribuidas se arremolinaban en un polo o en otro, mientras que entre medio, las limaduras que permanecían en su lugar tomaban el aspecto de alienaciones dirigidas hacia uno u otro polo opuesto.” (Thompson, E. P.; 1984: 40).

229

ellas, pueden apropiarse y reapropiarse de estas nominaciones con otros significados y para otros fines. Nos interesa entonces preguntarnos, ¿de qué manera estos grupos sociales participan en la determinación de las reglas de intercambio? ¿Cuáles son las que admiten y cuáles son las que ellos imponen?, ¿cuál es el grado de aceptación de las primeras? ¿De qué manera un bien de consumo ofrecido o a demandar al sistema asistencial se convierte en accesible?. Y, más aún, ¿estos mecanismos interactivos, qué cursos de acción individuales o grupales estimulan y qué consecuencias tienen éstos para su vida cotidiana? El foco de análisis está centrado en determinar cómo se procesan las opciones posibles, cuál es la experiencia compartida que hace elegir ésta y otra forma de relación con el sistema político ante las limitaciones que impone el marco de lo “posible”. Estas experiencias anteriores implican sistemas de valores, mapas cognitivos, sentido común como sistema cultural. Toda práctica social es una práctica significativa, es un proceso de producción y reproducción de significados (Comaroff, 1985 y 1998)388. Generalmente las relaciones clientelares al igual que la idea de paternalismo han sido enfocadas como de cooptación política, lo que implica una relación vertical paternalista en la que el actor social es pasivamente “cooptado”. Se subestima la capacidad de producir resistencia o reacción389, de recrear las reglas de intercambio impuestas o de usarlas instrumentalmente sin la lealtad última requerida por la otra parte. La hipótesis que planteamos es que si bien, desde el sistema político, las políticas focalizadas tienen como objeto conseguir lealtades partidarias dentro de esquemas de cooptación clientelísticas, esta intencionalidad de la lógica política no es aceptada pasivamente por sus receptores. Desde la lógica técnica pueden haber distintas intenciones en ese vínculo tutelar que las políticas focalizadas actualizan: una economía misional laica o la intención de modificar comportamientos dentro de formas de gobierno pedagógicas y educativas, vinculadas a una visión paternalista de la superación de la pobreza o también una creencia acerca de la neutralidad de los instrumentos técnicos para seleccionar los “beneficiarios” -a partir de la prueba técnica y no moral de la pobreza válida-, etc. Pero estas lógicas si bien son dominantes y actúan sobre los actores con una fuerte violencia simbólica son resignificadas en el proceso real en que los bienes o servicios son intercambiados. Por ello, las relaciones que se estructuran implican espacios de negociación, mutuas concesiones en un campo de fuerzas, las que conforman bloques o redes de dependencia mutua multi-direccionales. En este juego mutuo de negociaciones entran en escena las organizaciones de base, organizaciones barriales, familias, individuos que estructuran vallas, , contra la intención de manipuleo o cooptación de parte de los agentes del sistema político o del sistema asistencial y la gestión estatal y colectiva de los ciudadanos. Un juego móvil de lazos y bienes

388

Los Comaroff, en sus etnografías (1985 y 1998) plantean la relación de las prácticas sociales, los procesos históricos y las mediaciones culturales en términos de practicas significativas. Les interesa cómo los procesos históricos están condicionados, por fuerzas determinantes de las estructuras socioculturales y por otra parte, la importancia de las prácticas transformadoras de los actores sociales. Ambos niveles están vinculados en una concepción de la acción "agency" histórica. Hacen especial hincapié en la ideología como un discurso explícito y como una experiencia vivida. Este concepto de experiencia vivida es una suerte de "hegemonía vivida" como estructura de sentimientos que en medio de disputas de poder articulan elementos emergentes y residuales (Williams, 1980). Tomando la influencia de Althuser, Bourdieu y Foucault, la ideología para ellos es una dimensión coercitiva de la sociedad y la cultura, el medio por el cual, cualquier relación particular de dominación se convierte en inscripta en las cosmovisiones del mundo y es dada como descontada, se inscribe en las definiciones del cuerpo, de la personalidad, de la productividad, el espacio y el tiempo (Comaroff, Jean: 1985: 2-9 traducción nuestra). 389 De Certeau y Giarard (1997) desarrollan la idea de tácticas que permiten poner en descubierto las fisuras, los golpes de suerte de los dominados. Scott (1990) en la línea de la historia social inglesa desarrolla la idea de transcripción oculta que de alguna manera, también permite romper con esta idea reificada y cristalizada de la sumisión dóxica y de la reproducción del orden social de los habitus en Bourdieu (1996)

230

de intercambio de diversas formas: lealtades políticas por trabajo, apoyo y trabajo coyuntural en una campaña política por concesiones hechas en el marco de reivindicaciones para conseguir equipamientos o infraestructura urbana o ser elegido “beneficiario”; concesión a la aceptación de una nominación técnica como el de “pobre con necesidades básicas insatisfechas” para poder constituirse en posible territorio de asistencia focalizada, etc. Estas relaciones recíprocas, como veremos, no siempre se estructuran en forma de dominación, imposición o de simple obediencia clientelística. Pueden ser usadas en forma instrumental dentro de este campo cultural. Sin embargo, es necesario reconocer como veremos con los testimonios de las personas que aquí hablan, que el margen de maniobras para el desarrollo de estas tácticas no es tan amplio como para lograr revertir la fuerza simbólica de la nominación, de la representación inscripta en ella, de la tecnología de intervención que la actualiza y de los productos que se esperan de la acción de gobierno y control focalizado. Nos preguntamos en esta trama de luchas de nominaciones recíprocas ¿cómo sé autoidentifican las poblaciones “objeto” de la técnica focalizada?, ¿Cuáles son sus representaciones y cómo se constituyen en relación con las políticas sociales?, ¿Cuáles sus prácticas cuando tienen que lidiar con los políticos y como actúa la violencia simbólica que representan las taxonomías de los expertos?; ¿hasta que punto sus autopercepciones coinciden con las representaciones de las clasificaciones técnicas?. ¿Cuáles son sus valorizaciones y percepciones de los estilos de intervención y de sus dispositivos como el fortalecimiento de la participación, la capacitación, por ejemplo? Algunas de los saberes sometidos, prácticas y representaciones de los sujetos gobernados actualizan o reproducen la diferenciación social, otras son tácticas de resistencias (De Certeau, 1987) o de producción de una transcripción oculta como crítica al poder (Scott, 1990). Por ello la auto-percepción de los sujetos y sus representaciones no responden automáticamente a las clasificaciones o definiciones técnicas que se producen desde el Estado y desde los expertos, ni a sus propias nominaciones. Generalmente se conforman desde otras categorías como el barrio, la comunidad local, la comunidad étnica, aunque las taxonomías oficiales inciden en sus demandas y sus estrategias. El registro de análisis son las voces de los sujetos de asistencia focalizada. Estas fueron registradas a través de diferentes fuentes: entrevistas en profundidad a hogares de familias pobres390, grupos focales o entrevistas grupales con destinatarios de programas sociales focalizados y dirigentes barriales391, y talleres con destinatarios de programas sociales focalizados de la ciudad de Salta392 y destinados a campesinos de la Puna393.

390

Estas tuvieron lugar entre 1987, 1989 y 1990 y durante los años 1999 y 2001. Las primeras se realizaron en una Villa de Emergencia denominada “Villa Esperanza” y las segundas a 10 hogares seleccionados de una muestra probabilística, en base a la construcción de casos tipo. 391 Se realizaron los siguientes grupos focales: uno con integrantes de programas alimentarios (madres cocineras y gestoras, familiares de destinatarios y beneficiarios) y tres con dirigentes vecinales de barrios “bajo planes”, durante el año 2000. 392 Realizados en 1999. 393 La puna es una peniplanicie ondulada surcada por cordones montañosos orientados según los meridianos, la cual oscila entre los 3.500 y 4.000 metros sobre el nivel del mar, conformando en su interior valles sin desagües. Los Testimonios fueron recogidos en el Seminario Políticas Públicas para la Infancia Rural realizado en Humahuaca (Provincia de Jujuy) en abril de 1996, organizado por Programa Yachay de O.CLA.DE. (Obra Claretiana de la Prelatura de Humahuaca) del que participaron campesinos y dirigentes de la Puna. Este es un programa destinado a la estimulación temprana de niños en edad preescolar, entre 2 y 6 años, a través de la organización de Salas Infantiles

231

REPRESENTACIONES DE LA POBREZA Y LAS POLÍTICAS SOCIALES Las representaciones sobre su situación de pobreza son variadas y al mismo tiempo algunas complementarias. Están los que ponen el énfasis en la falta de trabajo y en su precarización y, en el otro extremo, aquellas representaciones que se acercan más a las de la vagancia y la desidia. En el medio hay una variada y entrelazada gama de representaciones sobre la pobreza y de propuestas para superarla. En un estudio sobre la percepción de la situación de pobreza en Salta (Aguilar, Alvarez Leguizamón, Moons, Sachi, Sbrocco, Vazquez; 1998) con base en los resultados de aplicación de una encuesta y de grupos focales, se demostró que esta representación está permeada por cierta ambivalencia, en cuanto a la autoidentificación o no de los pobres como tales. Se pudo detectar la coexistencia de varias dimensiones que entran en juego y que median la propia percepción sobre sí mismos y sobre los otros. Estas dimensiones se vinculan con los siguientes aspectos. Un imaginario social en el cual la pobreza es un estigma y el pobre, por ende, está estigmatizado. Otro imaginario, de fuerte raigambre religioso, donde el concepto se reserva para los pobres de “espíritu” y, por lo tanto, también es necesario distanciarse. Se percibe también la introducción en el discurso cotidiano de un lenguaje técnico, principalmente a través de los programas sociales, que define a la pobres a partir de la medición de determinados indicadores, principalmente NBI e ingresos. Otro aspecto son las propias experiencias vitales de privación, de empobrecimiento, de sacrificio. Finalmente se observó que la mirada sobre sí mismos y su posición en términos relativos, a un contexto más amplio, hace que siempre sea posible encontrar a alguien peor posicionado o más pobre. El identificarse con los pobres o el sentirse pobre, en parte depende del peso asignado a cada una de estas mediaciones. Los jóvenes plantearon la existencia de dos tipos de pobreza. Distinguieron entre pobreza económica -falta o escasez de dinero- y pobreza social -asociada a la discriminación racial y geográficoespacial394-, en particular referida al color de la piel y por el barrio donde viven. Este último tipo de pobreza es vista más claramente como un estigma socialmente colocado en ellos ,que como una autoestigmatización. Cuando la pobreza se asociaba al estigma social y se hablaba desde ese imaginario, colocaban en los pobres la escoria social, la pobreza asociada a faltas, a carencias, a aspectos socialmente condenados. Pero al mismo tiempo y como es una representación que condena, hacen esfuerzos por diferenciarse. “Somos pobres, pero limpios”. “Somos pobres, pero honrados”. “Somos pobres pero no mendigos”. “Somos pobres con dignidad”. El imaginario religioso interviene, en el discurso a veces con un contenido de resistencia de una mirada particular que da cuenta de las jerarquías sociales señalando a aquellos otros que, poseyendo bienes materiales son mezquinos. Por ejemplo cuando dicen: “la pobreza preocupante es la de espíritu”, “a veces hay pobrezas más lamentables, no?, pobreza de espíritu, de mezquindades...”. En las entrevistas y grupos focales realizados para esta investigación la representación más fuerte que surge, en forma repetitiva y reiterada es la pobreza como falta de trabajo, la imposibilidad de acceder a trabajos si uno no tiene contactos o más dinero. La situación del desempleo, se visualiza como un retroceso de las oportunidades laborales que tenían antes los obreros y su mejor correlación de fuerzas para fijar salarios. La falta de trabajo trae el robo, la desesperanza en general y de los jóvenes en particular, la droga. (Luis) : -Yo, yo pienso de que estamos ... estamos, pior, estamos pior que antes. ¿Por qué?, porque no habiendo trabajo hay una desocupación. Entonces la gente ... no es cierto, aquellos que son, que son así de jóvenes que tienen varios hijos, ¡qué les dan de

394

En particular por el color de la piel y por el barrio donde viven.

232

comer a los hijos!, si hay desocupación, ¡qué les dan de comer! ... esos son también unas causas para que.. No justifico el robo no!!!!, pero es una causa también para que salgan 395 a robar ... para que haigan los chicos que se poxiranean , que se poxiranean porque no ven un futuro, no tienen un futuro. Por más que hay muchos que tienen estudios y no pueden trabajar por qué?, Porque no hay, no hay trabajo, entonces yo veo que estamos muy atrasados, hemos vuelto... Yo me acuerdo de antes que también he sido obrero de la construcción, uno salía de un taller, digo uno salía de una obra de construcción y entraba a otra y así, entraba a otras ...¿Sabe quién tiene trabajo hoy en día?, aquel ... que tiene plata. A esos les dan trabajo, pero ¿quién pone el precio del trabajo?. Ahora lo pone el que tiene plata, él pone el precio. (María):- Lo que para mí es lo esencial y lo primordial en este momento, es que el gobierno que entre, porque lamentablemente, nosotros tenemos que hablar por el gobierno porque nosotros de por sí ... solos no hacemos nada y podremos soñar.... Por ejemplo que venga un hada mágica y este árbol lo convierta en una fábrica o aquella plaza que sea que se yo. Un mago que convierta las cosas en objetos, instrumentos de trabajo para la gente...Para mí el gobierno, tiene que crear fuentes de trabajo no sólo para hombres sino también para mujeres... La representación de la pobreza más que responder a los criterios técnicos de nominación de los especialistas autorizados se vinculan fuertemente con la pertenencia a un territorio, a ser habitante de una villa -ser villero-, o pertenecer a un asentamiento396. Las categorías nativas identitarias también están en pugna. Ser villero es asumir el estigma del pobre vago y potencialmente criminal. Como veremos, las representaciones de los "otros" sobre los villeros como un pobre "indigno", es extirpada por medio de distintas estrategias de corrimiento de la villa y del ser “villero”. En el estudio sobre representaciones de la pobreza en Salta, antes citado (Aguilar, Alvarez Leguizamón, Moons, Sachi, Sbrocco, Vazquez; 1998) se observa como, en las representaciones de la pobreza, también aparecen definiciones técnicas, menos hechas carne y más tomadas de prestado, parcialmente apropiadas. Ello es frecuente en los casos de participantes beneficiarios o gestores de programas sociales. La referencia a estas explicaciones técnicas parece más bien un recurso usado para complacer a los organizadores de grupos y talleres, pensando que eso es lo que quieren escuchar. En el testimonio siguiente se puede apreciar como Hilario concibe la pobreza desde un imaginario religioso, pero tiene en cuenta las clasificaciones técnicas que ha recibido en un curso y que lo habilita a ser beneficiario de programas sociales. (Hilario): -Pobreza yo entiendo que es...para nosotros que practicamos la actividad religiosa...pobre es aquel que ha perdido la fe en Dios...ahora hay gente...para el gobierno...es...NBI y después está línea de pobreza... la gente que está por debajo de esa línea es pobre... eso por el curso que yo recibí la semana pasada.... El trabajo de hacer el barrio en la autogestión urbana dignifica y opera también como una forma de salir de la acusación de ser un pobre indigno. La participación en el trabajo comunitario dignifica como el trabajo en sí. El barrio como lugar de identidad, condensa las prácticas y representaciones cotidianas de sus hacedores invisibles, sus luchas contra la interperie, contra el Estado sordo, en confrontación o negociación con los políticos y funcionarios. En esas trayectorias variadas según las formas de ocupación y las trayectorias

395

Modismo para expresar el uso de poxiran como inhalante. Nueva forma de ocupación de terrenos por apropiación que surge en la Argentina a partir de los 80’, con una lógica diferente a las de las villas (Ver Sbrocco, 2000; Aguilar, Alvarez Leguizamón y Sbrocco; 2000; Merken; 1997).

396

233

individuales, los pobladores hacen la ciudad, desde el momento fundador en que lo nominan expresando una esperanza, una estrategia de lucha, una forma de negociación; hasta aquellos que deben trazar las calles o construir sus viviendas o proveerse de los servicios mínimos o de equipamientos barriales. Sin embargo, y debido a la historia de carencias, todos valoran positivamente el barrio, ya sea por la posibilidad de construir un futuro común, por la alternativa de plantar una planta, por tener un techo y brindarles un futuro para los hijos. Esto a pesar del estigma que todavía deben acarrear por ser pobres y vivir en las periferias (Alvarez Leguizamón; 2000). En el barrio se desarrollan las luchas cotidianas por la existencia física, procesos de autoayuda colectiva para hacer propio lo ajeno y una persistente defensa de la base territorial. Al mismo tiempo se va construyendo una identidad que está basada en las luchas e historias compartidas, en la materialización de los logros y la sociabilidad que se genera. La conformación paulatina y dura de la organización vecinal expresa un campo de luchas entre sectores del barrio y diversas instancias de participación que dependen de la etapa histórica en que se constituyeron. La tensión entre el deber ser "vecinal" asociado a su función de servicio comunal y la acción "política" interesada es continua. La primera expresa las capacidades y virtudes de la organización vecinal y de los dirigentes y la tensión, la lucha entre ellos. El capital social que se valora en los dirigentes proviene del conocimiento de la problemática barrial, de los vericuetos de la burocracia, de los espacios de la política a los que hay que recurrir y de su capacidad de negociación. La representación de la pobreza se asocia a historias de sufrimiento, de lucha, de marginación de generación en generación. Historias de esfuerzo por hacer propio lo ajeno, de hacer un barrio en un campo para construir una familia y un futuro. Esto es visualizado como algo positivo, que construye identidades. Las cosas que han logrado, en términos relativos, son muy importantes a partir del piso de carencia de los que han partido, en sus trayectorias individuales. Son concientes que esto es el fruto de sus luchas y también de “apretar a los gobiernos” para lograr lo que parece poco, que para ellos es mucho. Esta representación de la pobreza es dignificante pero imbuida de historias de sufrimiento. Las historias repiten este dolor de esfuerzo y materialización, luego de largas batallas. “No solo las ganas, esfuerzo, nosotros hacemos, lo materializamos”. “Nuestro comedor tenía cuatro paredes, de cartón, de chapa, en medio del valle, era una chapita que cubría tan solamente para hacer el fueguito”. “Así empezó mi comedor ... con sacrificio, cargando en las espaldas la leña, yendo al río, trayendo para poder cocinar, acarreando el agua como un kilómetro, a las siete de la mañana, en lo que podíamos traíamos agua cuesta arriba así”. “Entonces nosotros hemos logrado que nuestro barrio se construya haciéndolo nosotros mismos... sin el apoyo del gobierno”, “pero tenemos que ir a pedir a golpear las puertas”. En este testimonio de María se puede observar dichas trayectorias y la materialización de la representación de la pobreza como historias de luchas dignificatorias, a pesar de las dificultades enormes que han tenido que ir superando. Junto a la representación del pobre vago aparecen como contrapartida historias de luchas y trabajo continúo. (Elsa): - Como quien diría, nosotros en nuestro lugar de trabajo, así tan insignificante para algunos, porque en realidad nosotros no somos muy leídos, estamos más bien... no hemos alcanzado a estudiar mucho. Por ejemplo yo, apenas terminé mi primaria. Entonces, lo que si es que tengo mucho amor para dar, para apoyar a los chicos. Porque yo también tengo seis hijos, ya casados. El más chico tiene 19 años, mis nietos si tengo a montones. Aquí en el comedor pongo mi granito de arena en el barrio donde yo vivo. Porque ha sido un barrio que lo hemos hecho nosotras también a pulmón. Porque cuando nosotros nos hemos ido asentar en ese barrio, realmente estabamos en 234

un campo donde te pasaban las ovejas. Las vacas pasaban por medio de nuestras casitas. Unas casitas precarias que hacíamos de bloque apiladito y ahí vivíamos y por ahí pasaban. En medio de las vacas estábamos. O sea que nosotros hemos vivido mucho sacrificio. De eso hemos levantado y ahora es un barrio que está progresando. Tenemos todo, luz, agua, colectivo en la puerta. Y así ve, tenemos una escuela pronto a inaugurar y tenemos una biblioteca que está cerca del comedor. Después ese comedor, gracias a Dios, también con mucho esfuerzo y mucho apretar, como se diría, a los gobiernos hemos logrado que nos lo hagan. Sí... nosotros silenciosamente también ponemos nuestro granito de arena, para que la comunidad donde uno vive. Para no quedar marginados... A veces pasa la gente y dicen que no hacemos nada ... O sea, debe haber como yo varias mamás, papás que también quieren hacer del lugar donde viven lo mejor y piensan que debemos mejorarnos, superarnos, a pesar de la pobreza, a pesar de todo para mí es importante superarse, no quedarse ahí ... o sea. Y por eso nosotros también tratamos de que los chiquitos ahora que empiezan a este... a florecer como se diría, que también tengan una vida mejor para que no sufran como nosotros los padres y abuelos hemos sufrido. Con sacrificio nos hemos levantado, porque no hemos tenido la suerte de tener una casa donde por lo menos... Yo me crié sola sin padre ni madre, entonces eso es triste. Con sacrificio uno se hace las cosas, con mucho esfuerzo.. La estigmatización de la villa y el asentamiento como algo malo e inferiorizante se logra exorcizar de diferentes maneras. Una es irse y buscar nuevos horizontes pero no olvidando que salieron de ese lugar, pero el círculo vicioso de la desigualdad no logra sacarlos de la pobreza a pesar de salir del barrio. Los recuerdos y las vivencias de la reforma del Estado, las privatizaciones, la desocupación la experimentan como si les “estuvieran cortando las manos”. No hay como salir de la pobreza aunque uno se vaya del barrio, estudie y trabaje. Así lo recuerda un habitante de una villa/asentamiento. (Raúl): - Yo salía de esa villa de Puerto Argentino, yo salí de esa villa..... Yo pude estudiar y seguir para adelante. Eso es algo que agradezco a mis padres y lo pelee bastante y fui viendo que la gente que fue ahí arriba es toda gente trabajadora. Gente que siempre pecha el carro para adelante y que cualquier oportunidad que le dé el gobierno ellos lo van a saber aceptar. Pero ahora están privatizando todo y realmente es como si nos estuvieran cortando las manos y no nos dan oportunidad de nada. Hoy nos están quitando lo poco que teníamos y no nos dan acceso a nada. Quizás empezando del trabajo que dignifica.... Esta representación de la pobreza como sufrimiento y como lucha personal no se evoca como dignificante sino como falta de esperanza en el futuro, como sufrimiento. “..Ser pobre es...uno tiene que ver todos los días qué le va a faltar mañana, qué le va faltar pasado, cómo va a hacer para comprarle algo para los chicos cuando le piden en la escuela, no alcanza, lo que uno gana, no alcanza..”397 La representación de la pobreza también, en algunos casos, se asimila a la del pobre, vago y sucio. Reflexionando acerca de los programas focalizados para pobres vulnerables, como son los comedores comunitarios destinados a niños desnutridos, una madre encargada del comedor justificaba la transitoriedad del programa sobre la base de que este debía atender la situación “pasajera” de la carencia (la desnutrición, la falta de trabajo, la madre sola), afirmando que de otra manera se alimentaba la vagancia y el vicio. Esta mamá reproducía el discurso dominante de los programas cuya población “objeto” son las poblaciones de riesgo en situación de vulnerabilidad. Esto es, que el apoyo no debe ser un derecho a la situación de desocupación o que todos los niños deben tener el derecho a la alimentación. Si no que el programa es 397

Testimonio del trabajo citado (Aguilar, Alvarez Leguizamón, Moons, Sachi, Sbrocco, Vazquez; 1998).

235

transitorio porque atrás de ese tipo de instrumentación está la representación de que la desnutrición o la desocupación son un problema de la gente que ella puede solucionar398. (María): - Sacamos a los chicos para dar lugar a otras chicos... No se puede mantener una familia de 6, 8 chicos... así, año tras año. No se puede porque el comedor es una ayuda para las familias, para palear las necesidades de esas familias, de ese esposo que no tiene trabajo o de esa mamá que supongamos es sola y no tiene trabajo, está pasando una crisis. Entonces el tiempo que sea necesario usted le puede ayudar, 2 meses,3 meses. Pero año tras año, eso ya es fomentar la vagancia, el vicio, todo. Porque, las mamás... se duermen, los mandan y levantan a los chicos, no les lavan la cara, no les peinan. Como se han levantado de la cama así se van al comedor... no los bañan. Sabe que más, cuando hace calor, usted se acerca a un chiquito, no es por criticarlo pero es una pena, porque yo siento un olorcito de cabeza sucia, del cuerpito sucio, la ropita sucia está, tal vez miadito y todo... De dos historias de barrios localizados muy cerca de otros de clase media, donde el contraste entre las características de las formas de ocupación del suelo es muy grande, surgen testimonios que visualizan la representación del pobre más hegemónica y atávica, la del pobre “negro”, “sucio”, “morocho” que se les asigna y la manera en que perciben que son victimizados, mal tratados y “ultrajados”. Sus relatos son, por oposición a la anterior representación, son ejemplos de formas de salir de esa representación que se les presenta como destino, a partir de una explicación del contexto de desigualdad social, de la falta de oportunidades de trabajo, del sufrimiento por las historias de segregación. El hecho de estar cerca de un barrio “residencial” no los habilita a entrar en la selección de un barrio de “pobreza estructural”, lo que los limita a recibir “planes” o a convertirse en un barrio bajo planes. En ese caso la diferencia por un lado estigmatiza al otro y, al mismo tiempo, la cercanía impide que la arbitrariedad de la lógica de los programas focalizados los convierta en poblaciones seleccionadas. (Soledad): - Del barrio que tenemos al frente, el Milagro, nos dicen que somos pobres, que somos negros, que tenemos los chicos que no están bien vestidos o que no tenemos una casa bien. Y yo les digo, y bueno no pueden hacer ustedes una brecha ... nosotros no somos culpables. Al contrario, nos queremos insertar a una sociedad y ellos nos tienen que aceptar a nosotros ... Seremos pobres, estaremos mal, ultrajados, pero somos seres humanos y tenemos que insertarnos a esta sociedad, más allá que no les guste... Pero nosotros hemos trabajado y nosotros queremos trabajar... (Ricardo): - En el barrio nuestro pegado al lado de barrio el Grand Bourg de los profesionales... Hay una diferencia bastante marcada. El barrio Grand Bourg se caracteriza por ser de zona residencial, casas altas de dos plantas, parquizadas, etc, etc, etc... Y pasando la calle es totalmente lo contrario. Hay una marcada diferencia... La gente del Grand Bourg no ve las necesidades, porque no tiene las necesidades que tenemos nosotros por parte de las villas... Entonces quieren que la zona sea residencial y no solamente nos suben los impuestos. Sino que nosotros perdemos el derecho a participar en planes de mejoramiento barriales. No entramos en ningún plan al ser zona

398

Emilio Tenti Fanfani (1992: 129) en un trabajo similar sobre representaciones de la pobreza y su relación con programas sociales, realizado en villas y barrios pobres del Gran Buenos Aires y Gran La Plata, llega a conclusiones similares. Encuentra que también surgen discursos que describen y condenan cierto tipo de pobreza. Se trata de identificar a los “pobres por su culpa”, los cuales no son merecedores de ninguna ayuda (“A todos los padres que andan allí sin trabajar y que se pasan tomando, tendrían que mandarlos a trabajar y no darles de comer”, en el comedor popular).

236

residencial. Entonces hay una marcada super diferencia, además de las físicas, ellos son más bien gringos y nosotros somos más morochos. Pero lo que marca más la diferencia es la casa, es el auto, etc, etc...etc... Y a ladito cruzando la calle nomás está el rancherio, techito de chapa, así nomás con lo que se puede, entonces es impresionante la diferencia.

PERCEPCIONES

DE LA FOCALIZACIÓN, HISTORIAS DE LUCHAS

CLASIFICATORIAS La focalización al interior de las comunidades implica luchas clasificatorias por imponer criterios de verdad “válidos” para la asignación de la “ayuda”, lo que fragmenta y atomiza a la comunidad, por oposición a la solidaridad que el discurso dice promover. Estas luchas se producen no sólo entre la gente sino también entre las diferentes lógicas (la lógica técnica, la política/clientelar y la comunitaria). Existen distintos tipos de actores que clasifican y distinguen beneficiarios: los políticos, los técnicos o profesionales de las Ciencias Sociales y las organizaciones benéficas. Estas lógicas son diferentes aunque no contrapuestas. En muchos casos son complementarias: la de la clientela, la de la focalización y la de la caridad. Por otro, las clasificaciones que constituyen a las personas o grupos en “beneficiarios” de las políticas focalizadas, generan luchas no sólo entre los nombradores y la gente nombrada, sino entre los propios nominadores. Los programas cuadriculan a la población al focalizar, en NBI y no NBI, entre los niños de entre 2 y 4 años y los mayores, entre madres jefas de hogar y madres no jefas, entre jóvenes y ancianos, niños desnutridos y nutridos, etc. Provocan una segmentación extrema de los barrios, las comunidades y las familias. Esta segmentación se traduce en luchas clasificatorias entre los miembros de un grupo comunitario por conseguir criterios de “verdad” en la asignación de la asistencia. Siempre hay uno que esta peor, o siempre se encuentra un criterio alternativo a la lógica del programa, de la clientela, o de la técnica utilizada para la selección. Hay quienes pasan de viejos a discapacitados para seguir recibiendo comida en el comedor. Josefa cuenta que en el plan ASOMA que implica un bolsón de alimentos para personas de más de sesenta años “la han pasado a los discapacitados... porque tengo 70 años, me han pasado a los discapacitados”. La focalización además de provocar luchas clasificatorias para llegar a ser “legítimos beneficiarios”, produce divisiones entre los integrantes de las familias, entre los focalizados y no focalizados. Los comedores comunitarios si bien resuelven un problema de alimentación dividen a la familia. Los padres no pueden comer con sus hijos, los hijos adolescentes no son seleccionados. (Gloria): -En el comedor teníamos gente que retiraba la comida. La llevaba a su casa ... Porque un matrimonio con sus cuatro chicos, le alcanzaba para los chicos y para ellos. Le hicimos una reunión ... Dicen que ha habido muchas peleas. El marido, el marido peleaba mucho, porque decía que no mandaba a los chicos a comer ... pero que lo poco que había, había que compartir. Entonces de eso nos reunimos .... entonces retiraba la comida del comedor. Por más poquito que sea la porción de los chiquitos, la repartían entre la familia y la compartían. La gente observa esta recomposición de agentes que intentan imponer sus lógicas en forma ambivalente. Por ejemplo, como solución, se pide más justicia la que se expresa a veces en un pedido de mayor precisión en la lógica técnica. Por ello se valora los especialistas o los sistemas agregados de inventario de la población, como los censos. Junto a ello, surgen relatos de injusticia producto de la aplicación práctica de la lógica técnica, al mismo tiempo que toman conciencia que si se lograra mejorarla, significaría también adecuarse a las representaciones y materializaciones estigmatizantes de la pobreza válida de la focalización. Decíamos que parte de las propuestas para mejorar las políticas sociales se asocian a pensar en ajustar los criterios de focalización. Por ejemplo, se dice que sean “más justos” 237

(“sería justo,.... que se dé a la persona que realmente lo necesita”, “la asistente social viene solo cuando uno está al límite”). Otra alternativa sería que la lógica técnica debe ser más firme, “tienen que ser más estrictos”, puesto que a veces se “le da al que no necesita”. Cuando se indaga cómo se logra que los programas sean más estrictos, la gente opina de diversas formas. Una de las respuestas es que sean los especialistas que decidan sobre quienes deben ser los destinatarios. Ya sea por la presencia en el barrio o por medio de técnicas censales agregadas. Se debe “mandar una asistente social, si mandar una asistente social. Yo pienso de que puede haber un censo y mandar una asistente social”. Pero cuando se evoca la presencia de la Asistente Social surgen recuerdos dolorosos, de falta de respuestas, luego de largas averiguaciones sobre sus condiciones de vida. Por ejemplo Salustiana recuerda: (Salustiana) - A mi casa ha venido la asistente social dos veces. Una vez que yo estaba por morir, estaba enferma, ahí cuando ha visto que estaba bien enferma ha venido la asistente social, me ha hecho la nota y se ha ido ...” “Nunca más volvió... después vino otra ¿qué necesita señora ? Mire como estoy, no tengo televisor, no tengo nada ... solo mi cama nada más y la ropa de los chicos ... y entonces me dice: ya vamos a venir. (María) - Es que trabajan mal las chicas que están en la asistencia social. Pero al mismo tiempo reflexionan y vuelve la ambivalencia. Ser justos y estrictos implica un proceso de “validación de sus pobreza” que los coloca de nuevo en la indignidad de la representación del pobre “válido”: “uno tiene que volverse loco o ser inmundo para recibir”. “No hay que tener nada para que le acuerden las cosas”. “Los pobres que son dignos no pueden recibir nada”. En definitiva se trata de la tensión entre reflejar la representación de la pobreza “válida” de la que están tratando de huir y que los estigmatiza. Ser sujeto de asistencia con criterios “justos” o “estrictos”, finalmente implica entrar dentro del juego ritual que exige la prueba de la “pobreza válida”, encarnada en la lógica perversa de los programas. La “pobreza real”, la que hace “justo” los programas se vincula con la representación estigmatizante de la pobreza (no tiene trabajo, está enfermo, esta incapacitado para trabajar, esta loco, provoca situaciones de riesgo y vulnerabilidad). La locura se acerca a la pobreza válida pero también puede llevar a no conseguir nada y a perder todo. Esta trampa a la que los obliga la lógica de los programas focalizados, no sólo los estigmatiza o los denigra, sino también los obliga a mantenerse, al menos a la luz de los expertos, como indigentes dado que dicha lógica requiere de la prueba de la pobreza, elemento que no estaría presente en las políticas basadas en derechos. Paradojalmente, el concepto de trampa de la pobreza se ha acercado al de circulo vicioso, al que nos hemos referido cuando analizábamos la visión culturalista de la pobreza de Oscar Lewis. La siguiente conversación muestra como este hecho de que “uno tiene que volverse loco o ser inmundo para recibir” sintetiza de manera patética los requisitos para el pobre válido. Este se convierte en un círculo vicioso donde si uno quiere mantener cierta dignidad y no llegar al extremo de teatralizar la pobreza válida no recibe nada. Si uno la teatraliza puede perder todo y sobre todo la dignidad399. (Juan): Entonces ve, es como dice....hay que vivir en la inmundicia y no hay que tener nada para que, recién, le acuerden las cosas ¿no?. Pues, eso ¿no?. Seremos pobres, como dice la señora. Pero no lleguemos a eso... Había un vecino, que en paz descanse....el ¿sabe?, tomaba. Yo también tomo muchas veces, tomaba. Y ¿sabe? se ha

399

En el trabajo anterior Emilio Tenti Fanfani (1992: 154) plantea que la participación obligada en programas sociales, producen insatisfacción, en la medida en que afecta la dignidad y autoestima de los beneficiarios. Estos últimos se convierten en una suerte de “asistidos vergonzantes”. Ante la necesidad de rendir cuentas de su situación se sienten obligados consigo mismos a dar explicaciones y justificaciones de su inclusión en programas de ayuda social.

238

hecho al loco, le ha quemado las colchas a los hijos. La señora ahí nomás ha ido y le ha puesto colchones nuevos. Entonces yo también tengo que hacerme al loco, quemar las cosas para que me ayuden. ¡En qué mundo vivimos!. (Lucia): Si nos ponemos todos locos, vamos a perder las cosas y por hai.... no vamos a conseguir, ¿no?. (Luis) : Pero ahí está. Se ha hecho al loco, ha quemado las cosas y todo, él pobrecito ... La estigmatización de la pobreza se reproduce en los vínculos de reciprocidad asistencial de la que se intenta salir. Pero ya el solo hecho de ser pobre y vivir en una “villa” o en un “asentamiento” se vincula con una representaciones de pobre "indigno" (Gravano y Guber, 1991), pero que al mismo tiempo y paradójicamente los hace sujetos de programas focalizados a nivel barrial. El estigma de villero, de pobre indigno resulta como una maldición en sus trayectorias de vida. Tiende a encerrar a las víctimas en una acusación que funciona como destino (Bourdieu, 1990: 81). Pero la gente intenta exorcizar la maldición en un esfuerzo por diferenciarse de la “villa” a través de las mejoras que se logran hacer. "Este es el barrio Palermo II. Antes decía la gente que no querían saber nada que digan villa, era barrio, era lindo, era fino". La identidad no se construye desde las clasificaciones técnicas (pobres estructurales, vulnerables) que los hacen eventuales destinatarios de los programas sociales, a través de procesos de prueba y validación. Su identidad no se construye como pobre, sino como habitante de un lugar como trabajador vecinal del barrio o de la villa, o como dirigentes, o como pobladores o como peronistas, entre otras identidades que se asumen. (Mario) -La cosa positiva del barrio es que la gente a pesar de todo lo que pasa, no baja los brazos, sigue luchando. Es gente de trabajo, a pesar de la mala propaganda que tiene la zona... la gente sigue viviendo en el barrio y sigue luchando. Lo negativo es la mala fama que nos dieron. Cuando un chico va a buscar trabajo y dice que viven en este barrio, no le quieren dar el trabajo. Se nos sigue viendo mal. Todo lo malo se ha puesto de este lado. Se nos ha marginado de la sociedad. Hay un trabajo de corrimiento de esta clasificación asignada y apropiada, en parte, de pobre indigno. También se buscan nuevas categorías que van más allá del mal o buen villero, la de ciudadano y vecino de un barrio. Pero también se percibe que el barrio, más allá de las mejoras, es un lugar abandonado por las políticas del Estado. (Daniel): - Porque para mí no existen chicos de la villa. Para mí existe mi vecino que vive en un lugar, no tan favorable como el que yo vivo. O sea el que me dice ¿te juntas con los villeros? Si le digo...Si a los que viven en el asentamiento, ellos son los villeros y yo estoy en el barrio, entonces si yo tengo que ser villero soy villero me voy y trabajo con ellos... (Agustina): - Sí es muy injusto que, yo creo que en todos lados debería hacer lo mismo, así como mi barrio pobre es pobre, barrio bien como él.. deberían encargarse pero somos marginados, somos abandonados póngale, somos un barrio pobre al que nadie va, abandonados directamente, esa es mi opinión que deberían ser iguales para todos ¿no? Hablando de un programa que otorga subsidios a familias con niños en edad escolar, en base a encuestas que realizan agentes sanitarios, las conversaciones muestran que la lógica técnica no se aplica a todos y que a pesar de fundarse en criterios de eficiencia, si miran a su alrededor, en ella se enmascara otra injusticia. Los que reciben son los que tienen más y los que tienen menos están invisibilizados en la mirada de los “expertos”: los agentes sanitarios. 239

También están invisibilizados por los que coordinan los programas, por que aunque se hacen oír y ver, yendo y reclamando, el sentimiento es que todo es en vano. La tecnología de la focalización aplicada para grupos más vulnerables en el barrio, seleccionado previamente como carente de “necesidades básicas”, no tiene la “justicia” con la que algunos soñaban de este método. (Lucia) - Sabe que ha pasado, ha habido un error. Nosotros hemos ido ... allá a la calle Caseros para ir averiguar. ¡No! nos dicen: tiene que ir y tiene que hacer la encuesta a los chicos de acá del centro de salud... las agentes sanitarias. Pero yo no sé cómo lo hace la agente sanitaria esas encuestas ... por que a algunas señoras yo creo que no le han hecho,... ¿ve? Entonces no se como es eso........ (María)- Mire yo vivo al lado de la Salita y a mí jamás me han hecho una encuesta así como dice la señora, nunca. Aparte de eso, mire mi esposo no esta trabajando desde hace dos años. Ellos mismos me dicen ¿porque no vas ahí? Y, en realidad... en vano va, en vano vamos ... Pero como ella dice: es verdad que ellos, los que tienen sueldo, que tienen todo cobran, pero los que no tenemos ... La focalización produce luchas al interior del barrio, “al de al lado le dan a mi no me dan”. El tema del discurso basado en la solidaridad de las redes primarias tiene como resultado paradojal el incentivo a la competencia entre los que son o no son seleccionados como grupos focalizados. (Virginia) - Y a mí me han hecho papeles [para algún programa] para 7 hijos. Hace 8 años ya que me lo han hecho, a mi no me llegó nada, yo no tengo nada, ayuda de nadie y hay gente que tienen ...pero a ellos les dan, a ELLOS LE DAN!!!!!. Yo digo... ¿cómo si ellos tienen?. Tienen el sueldo, tienen salario y ellos quieren el sueldo de los 7 hijos y de la escuela. Yo que estoy criando 2 nietos, tengo 12 hijos, a mí jamás me han dicho; mira- yo te voy a dar un trabajo, o -te voy a dar esto.

PERCEPCIONES SOBRE LAS POLÍTICAS FOCALIZADAS Analizamos aquí las formas en que son percibidas las técnicas de control en la asignación de la ayuda (burocracia, formulario, requisitos de las presentaciones) y cómo los destinatarios valoran y perciben las políticas sociales en general, las focalizadas en particular y las formas que proponen para mejorarlas. La asistencialización de la salud pública y su deterioro, es visualizado como una contradicción entre la representación predominante que se les asignan, en el sentido que la gente se enferma por que no sabe prevenir su salud ni ir al hospital cuando corresponde por que es indolente. Los relatos cuentan como la muerte es moneda corriente, por inaccesibilidad, negligencias, discriminaciones, falta de recursos y de atención médica en los momentos precisos por el deterioro de los servicios de salud, sumado a las deplorables condiciones de vida, a los procesos de arancelamiento y a la pérdida de las pautas de la medicina popular. (Jorge): - A veces parece que vamos a conversar con el médico cuando estamos enfermos, porque nos dan la receta y después no podemos comprar el remedio.. Nos critican por que no usamos el hospital, pero cuando vamos a pedir la ambulancia no hay plata para nafta o llega tarde, o no vamos porque tenemos que pagar los aranceles, o no está el médico, o no nos atienden...Quieren municipalizar los hospitales, aranceles, bonos contribución, por todo hay que pagar, los bonos que dicen que son solidarios no son tanto, son exigidos. Campesino de la Puna

240

En un comedor comunitario urbano donde hubo más de un programa focalizado para su materialización, la gente tiene sentimientos ambivalentes, por un lado reconoce que estos programas los pueden conseguir y los benefician relativamente y, por otro, se quejan de la primacía de la lógica técnica que les requiere mucho trabajo y esfuerzo. (Susana): - Por ejemplo viene el gobierno mal que bien siempre nos ha estado ayudando¿ no ? Por ejemplo han hecho el FOPAR que eso lo mandó el gobierno ¿no es cierto o sea la nación?.... Bueno se hizo con FOPAR se hizo los salones esos que están adelante, o sea el baño todo no. Después con el PRANI se hizo esto. Por eso le digo que ahora está más fácil, en cambio antes había que decir no vamos hacer esto y había que pensarlo diez veces para poder hacerlo ... así es. Hemos conseguido el FOPAR aportando un poquito. Bueno ...el presidente que había ..., ha venido un asistente social que teníamos nosotros por el programa del comedor ... Pero como no teníamos personería jurídica no podíamos presentar ese proyecto. Entonces lo hemos pasado para el centro vecinal que era del señor este que formó un grupo y buen.... Ellos han trabajado esto, han hecho el proyecto, ellos han venido haciendo reunión acá con la gente que iba a poner acá y bueno ... Después lo han mandado y era sorteo ¿no?. Eso tenía que ir por sorteo..., ellos se juntaban con el grupito que ha formado él, y el proyecto que iban formando cada uno y eso han presentado ahí al FOPAR y de ahí había que esperar tres meses creo... se ha liberado no ? (Madre gestora de un Comedor Comunitario) Pero esta lógica del proyecto competitivo es vista desde una percepción similar a la lógica clientelar. Cuando las madres se enteran que su programa fue seleccionado dicen: “ganamos también en estas internas”, haciendo alusión a la instancia eleccionaria de las denominadas internas partidarias pre-eleccionarias. En el caso de la Puna la gene percibe que como los programas vienen “empaquetados”, diseñados en Buenos Aires, sin ninguna consulta o participación de las instituciones locales o las organizaciones de base que conocen los programas, los programas focalizados no resuelven los problemas de la gente. "Nosotros sabemos mejor que nadie nuestras necesidades, y los programas nos llegan ya hechos, con requisitos que son inadecuados y se nos escapan de las manos por desgaste de exigencias y trámites"..."nos dan y no nos dan, nos lo sacan"..."los comedores y otros programas alimentarios son buenos, pero no podemos estar juntos y hasta nos dividimos para repartir lo poco que llega"..."los programas desarticulados nos fragmentan o nosotros y no nos ayudan. Sufrimos maltratos, agresiones, discriminación y desvalorización por algunos de los que los ejecutan". La visualización de cómo mejorar la política social está fuertemente asociada con la representación de la pobreza y la percepción de cómo salir de ella. La política social, remite a dos aspectos. Por un lado a la “política” partidista/gubernamental o clientelar y, por otro, a los “programas”. Forma en que la política social se hace cuerpo en el barrio y en sus vidas. Por un lado se considera que no es bueno recibir de arriba: “mucha gente esta acostumbrada que le venga de acá que le venga de allá”. La mayoría opina que la solución es el “trabajo”. La respuesta sale de la política asistencial y se coloca en el mundo de la economía. Yo “daría trabajo”, pero el trabajo que se consigue es como de “esclavo” y no “nos pagan” y “somos discriminados”. A pesar de sus críticas a los programas, consideran que los programas alimentarios, sobre todo los comedores deben seguir. “Siguen siendo necesarios porque el trabajo no alcanza”, o porque la mujer trabaja y no tiene con quien dejar a los chicos. Sólo el “trabajo” no resuelve los problemas de hambre y de necesidad de protección. Aquí la representación de la pobreza no sólo es falta de trabajo sino bajos ingresos. Se parte del convencimiento que la pobreza no es solo falta de trabajo, también es falta de protección social (guarderías, por ejemplo). Que el tener trabajo sin protección, en el caso de las madres solas, 241

sino estarían los comedores y como tampoco hay guarderías “uno tiene que dejar los chicos solos para que se cocinen”. Las madres que administran el comedor, creen que hay que mantener programas entre los que más lo necesitan. Se valora el comedor comunitario, por que hay mucho “hambre”, no se paga bien el trabajo y “los niños son los que más lo necesitan”. Hay mucha discriminación por vivir en barrios pobres y por eso no consiguen trabajo. La pobreza se asocia a la falta de trabajo y a la discriminación, por eso es tan importante el comedor para los niños. El diálogo siguiente muestra la tensión de esta dinámica dolorosa. (Berta) - “Yo si fuera Secretaria de social... lo primero que haría serían los chicos, la alimentación, ayudar a las mamás solteras o a las mamás que tienen muchos hijos, eso ... y pienso de que mandaría una Asistente Social para saber de eso, para que me digan quien tiene, quien no tiene”. “(María) - Cuando no hay comedor, estamos con la cara larga y hay veces el comedor se para una semana, dos semanas porque no hay plata para pagar .... Se siente... nos pagan mal ... mal como dice ve? (Feliza) – Además cuando uno quiere trabajar no hay trabajo, uno quiere ir a hacer algo y no hay ... nadie te quiere tomar ... 400 (Lucía) – Y otra cosa usted va a decirle ... póngale: yo voy al centro , señora yo necesito trabajar y esta el letrero, ¿cuántos años tenés? ¿50?, pongalé - tengo 48 le digo, - hay nó, hijita perdoná pero ya sos mayor de edad ... (Juana) – Te dicen ¿qué es ese papel?, ... eso; -¿tiene este ...una recomendación?. Bueno, entonces te dicen: - No .... no necesito. Pero cuando uno tiene la recomendación, te dicen - No por que yo necesito esto, necesito esto otro... (Lucia) - Lo mismo que para trabajar en una casa de familia. Se está trabajando el primer mes y ese mes lo cobra. En el segundo mes, a la mitad del mes te dicen no tienen y te pagan la mitad del sueldo .... y usted no puede decir nada, porque sino se queda sin trabajo”. Hay una tensión entre el trabajo que dignifica y la lógica de la asistenci. Un dirigente recuerda la importancia de Eva Perón y de sus políticas asistenciales dentro de la estructura del sentir del peronismo. Y, al mismo tiempo propone distinguir entre la política partidista y la política barrial. Pero otra persona le recuerda que si se acepta la asistencia habría como un círculo vicioso asistencial que no permite salir de ese estigma que funciona como destino. (Raúl) – O sea que hay personas que lucran diciendo que soy de tal centro vecinal, se pegan con algún político y pegan lo que es la política barrial con la política partidaria. En lo que si voy a estar un poco en discrepancia es con el tema del asistencialismo. Yo analice en lo que es la historia Argentina hubo asistencialismo. Desde que estaba Eva Perón, quien le dio mucha importancia al asistencialismo y yo comparto eso. Porque muchas veces al Estado no le alcanzan los recursos para cubrir los distintos niveles que hay que cubrir. (Magdalena) - Nos engañamos pues, porque si nosotros decimos que queremos trabajo y después nos conformamos con un techo de chapa y un bolsón siempre vamos a vivir así en la pobreza... Si bien el “trabajo” se percibe como la solución, se sabe que el trabajo actual ya no es el del “obrero” sino de los “esclavos”. Entonces hay que ser esclavos para sobrevivir y los jóvenes “¡antes que anden de vagos!”, es preferible que sean esclavos. Y no queda otra que aceptar ser esclavos, porque el trabajo aunque sea esclavizante da identidad y además ocupa la mente. La

400

Se refiere con el “centro” al centro de la ciudad.

242

conversación comienza cuando Juana cuenta que a su hijo le pagan dos pesos por día y trabaja diez horas, para aprender... (Luis) - Se paga dos pesos por día a un niño que trabaja para aprender, pero tampoco se puede llegar a eso..... Bueno, uno puede llegar, ya estamos en época de esclavos, para que estemos ganando miserias, no somos obreros somos esclavos. No!!!! Ya no hay obrero hay esclavos”. (Mario) – Claro lo que dice usted.... Antes de que ande de vago, es mejor eso, porque la mente la tiene ocupada en el trabajo y todas esas cosas. Y aquél que no trabaja ya la mente la tiene ocupada en otras cosas..... (Juana) - Claro, pero así me hace él, el día que no está trabajando, por ejemplo póngale que hoy no tiene ganas de trabajar, bueno él no va, ya lo tengo allá en el río. También se percibe que uno de los problemas más importantes es la falta de trabajo de los jóvenes. Por eso ante la posibilidad de pensar en soluciones dicen “yo le daría trabajo a todos los jóvenes, a todos les daría trabajo ... si quieren vivir bien y no agarrar cosas de arriba”. La representación es que el trabajo dignifica y la asistencia no. Pero “mucha gente esta acostumbrada que le venga de acá que le venga de allá, sin trabajar ... Aunque mis chicos que tienen estudio.... Yo tengo tres, no trabajan porque no tienen trabajo y no los quieren ocupar, porque somos del Barrio Progreso o que son menores o .... Yo tengo un hijo grande, tiene 28 años. El ha estudiado se ha recibido y todo y no consigue trabajo ...”. Otra participante agrega “mi hijo ha estado en la Universidad el chico, el chico ha ido un año a la Universidad ... y no ha ido más porque no me alcanzado la plata para el ómnibus ...”. Estos testimonios muestran la ambivalencia de la exclusión y del estigma. Por un lado, se apropian de la representación de que los pobres son vagos por que quieren y que la asistencia refuerza la vagancia, por otro, está la vivencia dolorosa de los hijos que, a pesar de haber estudiado no consiguen trabajo porque son estigmatizados por vivir en una villa o por su edad. El estudio tampoco es una alternativa de salida, a pesar del sacrificio que significa: “ni estudiando se consigue trabajo”. Es como una suerte de círculo vicioso de la asistencia. La educación y el trabajo que eran un camino de salida dignificante, no ofrece posibilidades de mejora. Entonces a pesar de que la asistencia es estigmatizante: “no queda otra”: - ¿Y usted que haría si tuviera la posibilidad de soñar ... ? - (Salustiana): - Yo les daría a los pobres, ayudaría a los pobres, les daría trabajo ... y bueno que tengan su sueldo trabajando ... Como años antes, hasta a los chicos cuando se los mandaba a trabajar, trabajaban. Ahora no. Si usted lo manda a 401 trabajar a los chicos, lo corretean del centro. Mi hijo era un lustra , ellos trabajaban y me traían plata cuando yo dejé de trabajar, porque yo trabajé en Potrero. Yo con ellos hemos trabajado en Potrero, después he trabajado últimamente desmontando leña, hasta los 51 años. Ahora yo ya no tengo edad”. Otros sueñan con que si se capacitarían podrían solucionar el problema de falta de trabajo a través de programas que utilizan la capacitación como los denominados “microeprendimientos”. Programas que como hemos visto, tienden a incentivar la “economía social” o “popular” o el capital humano de los pobres. Pero el sueño se desvanece cuando otro trae a la realidad las limitaciones de una capacitación que “enseña a pescar en un río sin peces”. Además, los trámites también engorrosos que requiere acceder a préstamos de este tipo y luego de los cuales no siempre se concretan. Se exigen una serie de requisitos (formularios, capital inicial), que en general implican esfuerzo y dedicación de tiempo.

401

Modismo para nominar a los niños que trabajan lustrando zapatos en la calle.

243

(Sara) - Y, otra cosa también. Yo pienso como hay mamás que vienen aquí a cotillón [del comedor], yo pienso ¿por qué no las forman?. Hay mamás que saben coser, hacer cosas ¿no?. Yo pienso que pude haber un micro-emprendimiento en nuestro barrio ¿no?. Póngale que hay mamás que cosen, yo pienso que con ese micro-emprendimiento pueden coser para los hospitales, y así ya tenemos para nosotros. (María) – Si, por cierto.... Pero yo tengo máquinas, son industriales. Cuando mi esposo trabajaba yo me ahorraba y me los compraba, pero ahora, ¡para que me sirven, son adornos!, no puedo hacer nada en vano... (Estela) - Yo tenia expediente, todo ahí ha quedado archivado. Yo quería hacer otra cosa salir del comedor .... Y bueno un día se me da con una señora que también trabajaba acá, y me dice: porque no hacemos una cosa, porque no nos unimos. Y entonces yo le digo - podría ser. Bueno nos habíamos unido y sacó los papeles, los requisitos que nos pedían para el micro- emprendimiento ... Mire me iba mañana, me iba tarde, me iba noche. A veces venia hasta las 10 de la noche y mi marido decía: ¿a dónde te vas ...? Y ¿que ha pasado?, cambió el gobierno. Luego dijeron: la semana que viene, van a salir todos los micro-emprendimientos. Hablé, con los ingenieros, hablé con..., incluso me pidieron que tenga una pieza, haga vestidos. Me han hecho comprá de mi plata vestidos para mostrar. Bueno, la cuestión es que me he quedado con el trabajo en las manos ... y ahí lo tengo todo el paquete.... y nada de micro-emprendimiento. Semejante esfuerzo desmoraliza... Consideran algunos que la asistencia promueve la vagancia y en este sentido su representación reproduce la de los pensadores más neoliberales. En la defensa acérrima por el trabajo y el valor que tiene por el esfuerzo que significa, asocian la ayuda a la vagancia. Pero el testimonio es ambivalente, reconoce que cuando uno no gana mucho una “pensión asistencial” viene bien. (Gloria): - Lo otro sería no regalar nada... principalmente no regalar absolutamente nada. Si ella quiere su caramelo, que lo trabaje la pobrecita así... se le van a enchufar las ganas de vivir: Para ver que es otra cosa el conseguir con esfuerzos y no recibir regalado. Porque, porque yo recibí cosas regaladas no, pero más sabor me hace a las que yo he sacrificado mi esfuerzo, mí tiempo...... Porque hay gente que está recibiendo de arriba la comida o sea una pensión.... Uno no gana mucho no, este una pensión...La gente nada más que para conseguir cosas regaladas, que el gobierno las mantenga. Habrá casos muy específicos, pero hay otros que están gozando de salud y las están derrochando. Así que nada, sin tratar de sacrificarse vé, ese es un ocioso... Trabajo, darle trabajo al que lo necesita, sea poco o mucho. Otra respuesta es mejorar la “lógica técnica” que sea “justo” el proceso de selección, que se hagan “encuestas”, que “venga la asistente social”, aunque en seguida aparece la vivencia y el sentimiento “que las encuestas no sirven”. Que ha habido encuestas en el barrio pero ellos no se han enterado. Que hay gente que no recibe un programa, como el de becas para familias que mandan sus niños a la escuela, que se denomina “Escuela con mamá”, “que tiene mas problemas” por los criterios de selección, además de haber sido un programa que salió antes de elecciones y por lo tanto se lo visualiza como politizado. (Ana): - En el tiempo que se iban a elecciones antes de gobernadores ... o de diputados e intendentes salió el programa éste, mamá con la escuela o escuela con mamá. Bueno ahí también he visto en el mismo barrio que había ha sido política esto ... Porque hay mamás que están el esposo trabajando, cobrando un sueldo más o menos de 800 pesos ... Cobran la jubilación de madres de siete hijos y encima tienen el beneficio ese de 120 pesos ... 244

Las luchas y desigualdades que los vínculos de las políticas sociales generan entre los pobres se expresan a veces en propuestas sociocéntricas que muestran las luchas de intereses entre argentinos y bolivianos402, entre pobres residentes en los barrios403 y los pobres salteños del interior que, ante la posibilidad de recibir “planes”, son percibidos como amenaza porque pueden venir a quitarles oportunidades. La pobreza, la carencia y las características de los dispositivos de intervención de la focalización, ponen a todos contra todos. Los migrantes y extranjeros son potenciales competidores de recursos escasos. Los pobres proponen retenerlos o excluirlos, para que no avancen sobre sus pobrezas. (Luis) -“Hay que crear planes ... para que la gente, no se venga para acá, no vaya para ningún otro lado, si aquí la gente viene acá y de acá se va a Buenos Aires ... y ahora ha visto cómo están los asentamientos ahí ...asentamientos como ciudades están ahí ... pero entonces si no hay un verdadero ...plan, plan de gobierno, no hay plan de gobierno porque aquí tenemos tierra, tenemos todo ... aquí tenemos materia prima y son los gobernantes que no saben trabajar ...” (Angel) - Si yo si fuera funcionario, tendría que buscar, ...tendría que buscar mejores asesores. Crear planes agrarios, para que la gente que está trabajando en el campo no se vengan ...porque tenemos mucho campo para trabajar ...” Otro testimonio plantea, por un lado, que sería conveniente mejorar los criterios de selección por “especialistas”, pero por otra parte reconocen que su aplicación no mejora substancialmente las cosas. “Sólo lo seleccionan si uno vive en un rancho o no tiene nada”. La focalización sólo visualiza la “carencia absoluta” que valida la pobreza. Pero las cosas que lograron comprar fueron adquiridas en épocas mejores. Entonces los indicadores clásicos de “necesidades básicas insatisfechas”, como la precariedad de la vivienda juega en contra si antes uno tuvo “suerte”, pudo construirse una casa más o menos digna. El problema es que ahora uno vive en una casa que no entra dentro de los atributos de focalización de la “pobreza estructural” extrema siendo que ahora uno no tiene trabajo. Los criterios técnicos clásicos de la pobreza válida (vivir en un rancho), ahora materializados en la “posesión” de indicadores de la falta de “satisfactores” mínimos básicos (vivienda precaria) se mantienen, a pesar de no tener para comer. Vivimos dignamente pero no tenemos trabajo, no somos “pobres válidos”. La mácula de vivir en una vivienda pobre, en un “rancho”, ha desaparecido. (Soledad): - Sí yo trabajaría como Asistente Social, y bueno ver..., ver todas las necesidades, claro, porque como le digo no hay que ver únicamente porque tengo un rancho pobre, también hay cosas que uno no tienen porque no hay trabajo... por ejemplo uno hace la casa linda ¿ha visto? en el momento que uno tenía trabajo. Como se dice “hay que estirar la plata para tener algo”... Pero, en el momento en que no trabajamos bueno.... las cosas que tenemos, las tenemos por que las compramos cuando teníamos trabajado. Pero ahora, cuando no tenemos por ejemplo, nuestros hijos vienen al comedor, porque no tenemos y quieren comer. Con eso me ayudan... es una ayuda el comedor, hay que tenerlo... O sea en mi caso yo... perdóneme solo Dios sabe como estoy ¿no? Pero hay ratos que no tengo para cocinar, no tengo para nada, pero mis hijos están en el comedor ¿no?, que se alimenten mis hijos pero aunque yo tome un vaso de agua y listo... eso es lo más lindo que hay: que el comedor existe”.

402

Salta se caracteriza, por recibir inmigración boliviana, al ser una provincia limítrofe con este país. Pero su incidencia ha ido descendiendo en los últimos períodos ínter censales. Hay bolivianos que viven en la ciudad desde hace muchos años. Tuvieron un circuito migratorio, de la zafra y la cosecha a la sedenterización en la ciudad capital. 403 Similares conclusiones se encuentran en el trabajo de Tenti (1992) y en el de Guber (1991).

245

Este ejemplo de la invisibilidad de la evidencia de la pobreza, no es más que la muestra de que los dispositivos asistenciales no hacen otra cosa que reproducir estigmas que inferiorizan. La vivienda precaria o la desvalidez es un estigma que hace visible la inferioridad y que convierte a aquellas personas en sujetos válidos de asistencia. Según Goffman los estigmas, signos visibles de ciertos atributos que son considerados negativamente o males en las sociedades, producen un mecanismo que construye inferioridad. Las personas que poseen atributos que son considerados un problema, si se quiere son menos humanos o menos normales, se piensa que pertenecen a una jerarquía social inferior. En la interacción social sufren distintos tipos de desacreditación o “discriminación”. Creemos por definición que la persona que tiene un estigma “no es totalmente humana” y ejercemos distintos tipos de discriminación, que “en la práctica se traducen en la reducción de sus posibilidades de vida” (Goffman; 1995: 15). Los dispositivos asistenciales encarnan un juego ambivalente de la estigmatización. Por un lado la posesión de un estigma (desnutrición, precariedad de la vivienda, falta de trabajo, discapacidad, etc.), convierte a las personas en sujetos válidos de asistencia focalizada, siempre que se cumplan una serie de condiciones. Por otro, la visibilidad de ese estigma/carencia habilita para ser sujeto de gobierno de la focopolítica. Esta, una vez que “mira”, mide o comprueba la validez del “estigma” y su permanencia en el tiempo, otorga vida, pero a niveles de mínimos biológicos. El ejemplo más crudo es el de programas alimentarios para niños desnutridos. Los dispositivos asistenciales por un lado construyen inferioridad y reducen las posibilidades de vida y, por otro, producen una vida mínima. Esta está supeditada a la arbitrariedad de las distintas lógicas de los dispositivos que actúan en el marcaje de la focopolítica: la técnica, la clientelar, la benéfica. La focalización dice propiciar la participación solidaria, pero su práctica en la asignación y selección de beneficiarios, rompe y debilita lazos de solidaridad barriales, al fragmentar los grupos y personas de acuerdo a los distintos criterios técnicos y políticos que se utilizan para convertir a la gente en “población objetivo”, en “beneficiario”. Además de desarrollar nuevas formas de control burocráticas que implican nuevas formas de control sobre la capilaridad de la vida diaria. (Lucia) - Yo tengo 9 hijos. Los crié a mis 9 hijos con lo que mi marido trabajaba en la construcción y cobraba el salario de ellos. Pero ahora eso yo digo.... la beca, eso también ven?... el tema de la beca. Nosotros no hemos tenido nunca una ayuda para hacer estudiar a los hijos con una beca. Hay una compañera de nosotros, que trabaja con nosotros, ella tiene dos chicos en la escuela. Cobra beca de los dos, cobra salario. Esa chica falta. Yo creo que al mes irá dos veces o tres veces a la semana y ella tiene la beca. Yo entendía, entendí que la beca es para excelentes alumnos. La perversión de la selección de los beneficiarios basándose en sus “carencias extremas” hace que un niño cuando felizmente deja de estar desnutrido, debe dejar de ir al comedor comunitario. Se desarrollan prácticas tan perversas que los hacen llevar a exponer sus carencias extremas, para conseguir mantenerse en la pobreza valida focalizada: “mi hijo es más flaco”, “está más desnutrido”. Finalmente la lógica técnica de las crudas mediciones antropométricas que acreditan la desnutrición y el hambre, habilita a los niños a tener derechos a comer en el comedor, pero producen un efecto perverso. Es preferible quedarse en el “hambre”, ser “flaco”. Si se mejora relativamente la nutrición, el resultado será peor, pues no habrá posibilidad de comer. Habrá terminado la transitoriedad de la situación de hambre, el status de “vulnerable” y, por lo tanto, también la intervención sobre este riesgo. El “programa” desfocaliza a la persona que dejó de poseer esos atributos transitorios (el hambre). Pero como las causas que generan el hambre se siguen regenerando, estar nutrido significa dejar de estar

246

focalizado (dejar de tener posibilidad de mantenerse en los mínimos biológicos) pero volver al hambre familiar. Por ello hay que seguir flaco404. Igual proceso de exclusión se produce con los cambios en la edad. Al crecer, mucho de los programas dejan de contemplar a las personas como vulnerables, pero la pobreza se mantiene. Una madre manifiesta la importancia de que los adolescentes también reciban comida en los comedores. “Los adolescentes igual necesitan comer ... tienen que estudiar, tienen que vestirse, tienen que tener buena alimentación. En esos momentos no se les da...” (Holga) - Cuando un chiquito cumple los seis años ya se le quita la caja 405 PRANI , porque es únicamente hasta los seis años y de allá vienen de la computadora ... y los chiquitos lloran un montón, cuando ya ven que empiezan a pasar hambre. (Salustiana) - En el centro materno no le dan la leche. Y disculpe, pero en el centro materno... ¡mí hijo es flaquito! Yo miro de otras mamás que tienen pecho y es de la misma edad, de mi hijo. Pero les dan la leche, ¿ porqué no me dan a mí?. Ahora la nutricionista le da al hijo de la que limpia. Tiene varios hijos pero le da. ¿Porqué le da al chiquito si tienen cinco años?, - porque es bajito. Mentira le digo, está más grande que mi hijo y es más gordo que mi hijo ...¡ es una injusticia!. (Juana) - Si a los otros les dan. Por eso yo digo, yo he tenido una vez aquí un rose porque les he dicho. ¿Por qué le dan así? - le digo, mirando caras a la gente. (Holga) -Y es así, mirando caras dan la leche. (Luis) - La política está así señora en todos lados. (Ana) - Si la política también, uno va al ministerio, vamos humildes como somos, pero ellos van con terno, con su corbata, bien pintadas ¡ah pase!, ahí hay una discriminación Junto a la perversión de la lógica técnica, viene adosada la “injusticia” de la lógica política. Algunos desnutridos cuando dejan de serlo, o cuando crecen no son más “población objeto” para la lógica técnica de la focalización (niños desnutridos de 4 a 7 años, por ejemplo). A otros hambrientos que intrínsecamente pertenecen a la “población objetivo” no se los selecciona. Son corridos por la lógica política; la que está en todos lados y elige “mirando las caras de la gente”. Y esas caras que se miran, que son “seleccionadas”, elegidas, son caras que no tienen la mácula del estigma del pobre de siempre: tienen “terno”406 o vínculos recíprocos que permiten que se los mire. En esta lógica política de la “discriminación” positiva y subjetiva que “mira caras” no necesariamente se selecciona al pobre “valido”, el que no tiene “nada” y el que la otra lógica busca para ser “justa”. La lógica política de la clientela focalizada, mira a aquel que además de ser pobre está inscripto en relaciones de lealtad con los que tienen el poder de asignar asistencia; y esta lógica se opone, a veces, a la técnica. El pobre focalizado en este caso debe demostrar su validez reproduciendo el estigma (la mácula que hace visible su carencia).Se reconoce a pesar de la continua critica a la “política” como clientela y prebenda que este espacio de negociación y conflicto significa otra manera de conseguir cosas. La “política” además de ser “injusta”, también percibida como una estrategia para mejorar. Es una alternativa de salida relativa de la pobreza, para conseguir trabajo, programas sociales

404

Salvando las distancias, esta perversión que genera la lógica focalizada recuerda un estudio de una antropóloga americana, Nancy Scheper-Hughes, en una comunidad endémicamente hambrienta, donde las madres dejan morir a sus niños famélicos. El libro se llama “Death without weepping. The violence of everydiay life in Brasil” (morir sin lágrimas, la violencia de la vida cotidiana en Brasil) (citado por Franco, 1997: 70). La autora explica que los comportamientos en una sociedad que sufre la hambruna crónica de “dejar ir” a los niños menos aptos, “implican una postura metafísica” de calma y resignación razonable hacia los acontecimientos que no se pueden cambiar o vencer fácilmente. 405 Programa que consiste en la entrega de un bolsón de alimentos. 406 Palabra que significa traje (pantalón y saco) de hombre.

247

individuales o para el barrio. Aunque se dice también que “ahora son tiempos más duros que antes”. La política clientelar es, en cierto sentido, una alternativa que compensa las carencias y que genera recursos. La clientela es percibida como relaciones de reciprocidad que traen recursos. (Juan): Dan las pensiones a los amigos de los políticos. A veces con los políticos se consigue un montón. Si, yo me he metido y he tenido partida...y después consigo para mí, consigo para el hermano... así, así, y ahí ve? Como la señora que no tiene nada y que tendría que tener una pensión, pero nada, nada...... “ (Lucia): - Son promesas de los políticos, vienen aquí con promesas, promesas después ellos ganan y uno le van a pedir un favor, que lo ayuden o que vengan a ver la casa o que haga algo por ese barrio, no después que lo han votado.

LA PERCEPCIÓN DE LA PRUEBA DE LA POBREZA REAL, HISTORIAS DE RITUALES DE LA CORPORIZACIÓN DE LA ASISTENCIA A los que tiene que pasar por los vericuetos de las instituciones más clásicamente asistenciales, donde la gente asiste espontáneamente a exponer morbosamente su pobreza, se les exige un sin número de requisitos personalizados de prueba. En la demanda directa que realizan personalmente en la Cooperadora Asistencial, las quejas son continuas por la discriminación, el maltrato, las esperas, la clientela. Todos elementos propios de la “prueba” de la pobreza. Desde el “certificado de pobreza”, la entrevista social, visita domiciliaria, etc.. A diferencia de la focalización despersonalizada de los programas destinados a barrios “pobres estructurales”, la burocratización excesiva personalizada, es parte de esta teatralización de la asistencia y de la puesta en acto del vínculo asistencial. Este rito materializa y reproduce la inferioridad de la representación de la pobreza. La gente desarrolla “carreras de obstáculos” para poder acceder a algo. Se deben prestar a cumplir con todos los requisitos que requiere cada organismo. La prueba de la pobreza es un acto ritual donde el ritual y las tecnologías que se ponen en acto en la nominación del otro como “pobre válido”, reproducen la diferencia y la inferioridad que esos vínculos recrean. El cumplimiento de los requisitos de la prueba de la “pobreza real”, opera como control y actualiza la reciprocidad del vínculo. Yo pruebo que soy el más pobre de entre los pobres, el técnico lo reconoce y luego entrega el certificado, o sella un papel donde nomina al otro como “carente”, “vulnerable”. Otras lógicas como las relaciones de reciprocidad clientelares permiten esquivar algunos de estos obstáculos, que en este largo proceso de prueba técnico/presencial (visita, entrevista, nota o formulario con posterior reclamo), pueden ser suplantados por medio de las intermediaciones políticas. Este último aspecto de la lógica política/clientelar, la recomendación, permite que la gente acceda a algo sin pasar por las barreras del ritual de la exposición y posterior comprobación de la pobreza real. Pero deben sortear otro tipo de escollos: los que imponen esos vínculos recíprocos de la clientela política. Esta se materializa de diversas formas. Una es por ejemplo la recomendación escrita. La gente se mune de información y desarrolla vínculos clientelares que le sirve como capitales, tanto para sortear la prueba personalizada y degradante de la pobreza real, como para conseguir cosas más rápido. - Yo he venido a que me den una ayuda, porque necesito por las criaturas. Tengo en total ocho chicos. Yo hei venido a pedir que me ayuden, porque el compañero Romero cuando trabajaban con la política... Yo hei sido una de las primeras que ha puesto unidades básicas en el barrio Vicente Solá. Ellos me han prometido que me iban a dar trabajo. Bueno yo hei dicho: ya no me va a faltar nada, ya no voy a andar pidiendo. Yo trabajo de muchacha... - (¿Y por qué ha venido esta vez?) 248

- Para que me ayudaran en el colchón. Aquí tengo mire el papelito, que me dijeron que me iban a ayudar con un colchón aunque sea. Tengo la receta de la Dra. Mire de los tres niños ve, así que hei ido y he hablado con un señor y me dieron el papelito. Y ahora estoy esperando francamente porque necesito porque tengo la cucheta sin colchón, dormíamos sobre los diarios, la revista, los trapos viejos, eso así acolchonado, así dormían los chicos, tengo tres camas y con las cuchetas son cinco. Ese señor, era el que era senador de Bs. As. Ahora la chica me ha dicho que me espere porque no hay número, le hei dicho que bueno. Será hasta la tarde señorita porque necesito, sino necesitaría no estaría aquí le digo. - (¿Qué hizo para conseguir ese papelito?) - Una señora me ha dicho que lo valla a ver a este Sr. que me va a dar una pista para conseguir un colchón, porque ella ha visto francamente como tengo la casa (...) Y de ahí he ido al partido y me ha atendido un Sr. y éste me ha mandado a otro lado y ese Sr. no estaba un tal... Del partido me mandaron a la municipalidad. Eso hei hecho ayer. Ud. sabe como hei andado, hei andado dos días con hoy día, pero ayer todo el día en la tarde también he andado. Ya al último hei venido aquí, y de ahí de la municipalidad me dijeron que venga a ver a las visitadoras porque yo ya tenía la noticia. Y aquí estoy desde esta mañana, desde las seis menos veinte estoy, no hei conseguido número, había muchísima gente. Yo le dicho que me sentía mal que tenía adormecida las piernas tanto que hei andado, horrible de tanto caminar, yo ando pero no tanto, yo llevo tres días seguidos. (1987). La descripción de Juana de su peregrinaje entre las redes político clientelares y las amansadas propias de la Cooperadora Asistencial, son parte de esta puesta en acto. En 1987 atendían solo a 30 personas, a las que se les daba un ticket con un número, luego de madrugar para poder estar entre los primeros, luego de horas de espera, recién podía pasar. Luego aguardar para ser atendidos (entrevista personal) y luego se les da un papel donde se les autoriza a retirar lo que eventualmente hay en stock. Todo este proceso de teatralización de la pobreza además permite reproducir la representación de vagancia. - He venido a pedir zapatillas y el colchón - (¿A qué hora han venido?) - A la cinco de la mañana, porque como dan sólo 30 números, si uno no llega temprano no lo atienden. Hay otra gente que viene más antes a las cuatro de la mañana y se imagina Ud. hay que venir en colectivo, hay que salir de noche de su casa - (¿Y por qué ha venido?) - Y por la crisis! los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Esta mañana pasó una señora que trabaja en la legislatura, que yo la conozco, es peronista y nos dijo: que hacen aquí vayan a trabajar! lo van ha hacer quedar mal a Romero. Y una señora le contestó -¿Ud. cree que venir a las cinco de la mañana y estar esperando es porque somos vagos? Encima que no tenemos la gente nos agrede. Hay gente que se resiste a pasar por los distintos procesos de degradación personal y de reproducción del ritual que permite que el otro (el otorgador) se conmisere del receptor por que el otro se presta a “olerle los pies”. (María) - Todo se hace por cuña, todo es cuña... Yo hei tenido bueno... yo doy gracias a Dios. Yo a veces no mei querido anotar en ninguna parte. Para todo uno tiene que andar como se dice oliéndoles los pies al uno al otro, no me gusta. Yo digo, si me ayudan bien y sino también. (1989)

249

(Alicia) - Ahora en la Cooperadora, el anterior mes, yo fuí, pero vá..., Esperen dicen. Y yo pregunto - ¿Señora yo tengo cuatro hijos?. Tres de mis hijos duermen conmigo, una mi hija nomás duerme sola. Yo necesitaba colchón, - le digo a la señora ... - Si pero hay que esperar al jefe. Bueno, - le digo. Y entra uno con saco y corbata. Pase, le dice. Se entra el señor, entra ... Y yo a esperar. Porque yo a mis hijos les encierro, les encierro a mis hijos ... Y el señor se entra y sale ya con el colchón. Ve es una discriminación ... Al que tienen le dan más, al que no tienen no le dan. (2001) La situación no ha cambiado luego de 12 años como vemos. Un nuevo relato describe las mismas bejaciones de las amanzadoras de la Cooperadora y los números que dividen entre los que entran ese día y los que deben volver a pasar por el rito renovado de la discriminación al otro día. La novedad es que ahora además hay que esperar no sólo los números sino a la computadora. Se ha tecnificado la posibilidad de pasar por el ritual. (Juana): - Tiene que ir a la mañana, a las 8, a las 7 a las 6, a las 5, a la hora que mejor pueda ir...Tiene que esperar y hacer cola hasta que ellos llegan y dan números. Claro dan números y es para el otro día. Si es que alcanza, porque dan 30 a 40 números, nada más. Hay muchísima gente esperando ...Y tiene que hacer cola ahí, hasta que hora... Y después le dicen que vaya y que vuelva al otro día, a retirar, por supuesto. Pero lo mismo tienen que esperar hasta que empiecen a atender la computadora... Y para pedir cama, colcha, colchones, tiene que hacer una nota y esperar cinco años, para que ellos decidan y venga la visitadora a la casa ...

PERCEPCIONES

SOBRE LA PARTICIPACIÓN EN EL CAMPO DE LA

POLÍTICA SOCIAL "Nos exigen participación permanente de un lado y de otro, y cuando participamos no nos escuchan o sólo es para decirnos lo que tenemos que hacer. No nos dan oportunidad de hablar... y después dicen que no participamos." María, campesina de la Puna Salteña Tratamos de indagar aquí cómo perciben y viven la “participación” y los vínculos de las lógicas de reciprocidad en las que están inscriptos (comunitaria, político/clientelar, lógica técnica; lógica religiosa). La mayoría de la gente es consciente que la participación, tanto inducida como espontánea mejora el barrio, pero que está inscripta en relaciones de poder. También son conscientes que la participación, si bien es un gran esfuerzo que tiene algunos resultados, no se traduce en mejoras sustantivas de su situación de pobreza. Muchas de estas representaciones y formas de participar están mezcladas en un entramado de vivencias y significados a veces ambivalentes. El tema de la participación, como vimos anteriormente, tiene variados ribetes y concepciones. En la representación que asocia la pobreza a la “negligencia”, a la “pereza” y a la “relajación”, la "participación" es fundamental no sólo como dispositivo de intervención de los programas focalizados sino como práctica disciplinaria para superar situaciones provocadas por la "desidia" que se cree, hay en toda pobreza. Sin embargo, la gente vive la participación no como acción reparadora de las causales moralizantes de la pobreza. La participación barrial, tanto para construir el barrio, como para gestionar los programas para pobres, es vivida como una estrategia, un sentido del juego y un interés (Bourdieu, 1997: 141). La participación tiene que ver con las cosas en juego, no sólo satisfacer necesidades materiales mínimas de vivienda y servicios habitacionales básicos, sino también incrementar poder político y capital simbólico de la gente y de los dirigentes, fortaleciendo su capacidad de confrontación y o negociación con el Estado. En este marco no siempre la participación es "unión" y posibilidad

250

de construir acuerdos básicos, implica también luchas entre distintos grupos de interés: partidos políticos, facciones de un mismo partido, lealtades a los dirigentes, etc. Una primera acepción de la participación se entiende como “trabajo comunitario”, diferente al trabajo político propiamente dicho. La participación de tipo comunitaria, puede ser espontánea. Surge de la propia iniciativa de la gente, en el sentido de un juego que merece la pena jugarse. Aquí la apuesta es a la mejora del barrio. Esta participación crea comunidad por que construye una identidad del barrio “propio”. Se trabaja “por la gente”, por la apuesta de involucrarse en un juego que tiene relaciones de poder, pero al mismo tiempo se apuesta el atributo de la “dignidad”, de hacer las cosas con esfuerzo y mejorar las condiciones de vida. En este participar se generan nuevos y viejos capitales, capacidad de demanda, fortalecimiento de los poderes locales, conocimiento de los recursos que refuerzan identidades, etc. Esta participación se percibe como un trabajo duro, un esfuerzo que no es remunerado y que implica mucho trabajo. La “autosustentabilidad” requiere de esfuerzos y de sobre-trabajo no pagado. Como dice un dirigente, requiere de trabajo “ad honorem”. Además esta “participación” se superpone y subordina a la lógica política. Los “trabajadores participativos”, los que participan “trabajando”, no son reconocidos por los denominados “punteros políticos”. Estos últimos reciben todos los beneficios que ellos no. Sobre todo el reconocimiento del poder político. Perciben un des-balance entre los esfuerzos y el trabajo que implica su participación como “dirigentes barriales” y la falta de reconocimiento social del mundo de la política partidista. Sienten que son los “idiotas útiles” que le hacen “el caldo gordo al gobierno”. La política aquí es percibida como un campo diferente al trabajo participativo de la autogestión comunitaria. Los atributos positivos de la participación dentro de la lógica comunitaria se asocian a la del buen dirigente "que atienda a necesidades comunitarias", que sea "apolítico", "desinteresado", "neutro", "solidario", son continuamente puestas en confrontación con las del "político" al que se asocia que son "corruptos", "deshonestos", "interesados". Son continuos los conflictos entre facciones políticas, o entre los que dicen que no son políticos y reivindican un perfil "vecinal" por oposición al "político" y, al mismo tiempo, la mayoría valora la práctica política, "a veces tener un padrino, es inevitable". Según Virginia Ceirano (1997) es recurrente esta contradicción entre lo normativo y lo instituido: que estas entidades no deben tener banderías políticas, y lo instituyente, las prácticas: sin banderías políticas nada es posible, no hay logros. Podemos identificar aquí otra lógica la que denominamos comunitaria, donde se construye ciudadanía mientras se hace el barrio. Esta participación si bien es funcional a los programas focalizados y a la lógica política que la utiliza pero no la reconoce, al mismo tiempo construye comunidad e identidades barriales. (Magdalena) - Yo pienso que dentro del dirigente siempre le hacemos el caldo gordo al gobierno, yo no trabajo con ningún político no. Nosotros como dirigente comunitarios .... yo analizo y veo cómo se sufre dentro de la comunidad. Tenemos que luchar para sacar el barrio adelante no. Si, nosotros como dirigentes, sino participamos con ningún político, por mi parte es así, esto nos cuesta, es duro. Entonces pienso que se tiene que revertir la política porque realmente nosotros trabajamos ad honores y somos los que más trabajamos entienden, para que ellos lleguen al poder y ellos están arriba y no nos miran, se olvidan. Por eso es que nosotros decíamos, cuando nos reuníamos con otros dirigentes, que se tiene que cambiar de abajo ..... Lo digo por experiencia. Por ejemplo los famosos punteros políticos por ejemplo. Ellos son avalados por el propio gobierno. ... Y nosotros como dirigentes vecinales que nos nace de adentro trabajar, para servir a nuestro barrio y vecinos. Lo hacemos sin estar comprometidos con ningún político porque queremos ver el desarrollo, queremos una calidad de vida mejor para nuestros vecinos. Me entiende y bueno como que a nosotros nos relegan, no nos miran porque no estamos apoyándolos directamente a ellos......

251

El “desarrollo” en el ámbito territorial se percibe como “mejora” de la calidad de vida del barrio. Como un lugar positivo de mayor dignidad que requiere de trabajo duro participativo, ad honorem e invisilibilizado a la mirada de los políticos. Aquí la participación es valorizada en su componente que potencia las relaciones sociales territoriales. Como una forma de estar y participar con el otro. En este sentido es una participación no inducida. Esta requiere de lucha, esfuerzo, trabajo, “apretar al gobierno”, mejorar el barrio, el hábitat. En este contexto se cree que el trabajo “comunitario” y la participación dignifican. La representación de la pobreza se asocia a la falta de trabajo, o a los bajos sueldos, no a la falta de participación. Por oposición a las participaciones inducidas en programas sociales donde también consideran que es un trabajo útil a la comunidad a la que pertenecen, perciben que es un trabajo gratuito y no reconocido. Pero también el trabajo en la construcción del barrio, a partir de programas “participativos”, da identidad a los dirigentes porque perciben que han formado parte de ese proyecto y han hecho cosas. Han hecho el barrio. En esa lucha también se construye ciudadanía. Desde nominar las calles sin nombre a construir el comedor comunitario, realizar el playón deportivo, un “proyecto” para jóvenes, etc. (Daniel): -Hemos hecho muchas cosas: el edificio del comedor comunitario, la ampliación de tres salas más. Con el proyecto de poder seguir ampliando... Primero necesitábamos el subsidio para realizar la primera etapa de ampliación y después, en posterior otra ampliación más. Después en particular hicimos un proyecto que como le dijimos se asociaba con la idea de mejoramiento en el barrio que era la señalización de las calles. O sea que todos tengan su nombre y su altura para ayudar no tan solo a los ciudadanos que viven allí, sino a las diferentes empresas que prestan servicios en toda la ciudad. El otro proyecto que hicimos y que estuve participando, fue el proyecto de la plaza, donde se parquizó, se hizo vereda, lo que es el medio de la plaza. Después tenemos el proyecto del playón deportivo que ese si lo presentamos al proyecto joven. Después tenemos el alto barrial que se trabajó con el FOPAR. Los cambios operados por los programas basados en la focalización territorial involucran nuevas mediaciones entre el sistema político y los “pobres participativos”. La propia forma de acceso a los programas focalizados y la necesidad de contar con líderes barriales que sepan moverse y comprender las reglas de la clientela política y la de la eficiencia focalizada, hecha programa, requiere de nuevos saberes de la gente y de los dirigentes barriales. Estos saberes se manifiestan en destrezas para usar las nuevas tecnologías de control burocráticas que movilizan y producen nuevos capitales de la propia gente –capacidad de demanda, fortalecimiento de los poderes locales, conocimiento de los recursos y contradicciones gubernamentales – y visualización de nuevos actores con los cuales tienen que negociar. Esto requiere de un conocimiento sutil de las diferencias entre la lógica de la clientela política, la de la focalización tecnificada, la de la caridad y la comunitaria. También la participación es percibida como educación. Participando se aprende, se progresa, por oposición a la apatía, que se asocia a la falta de ganas de progresar, más vinculada a una representación de la pobreza como producto de la indolencia. Aquí, la participación se vincula más a la construcción de ciudadanía, de liderazgo, de reapropiación de lo que se es propio, de lo que da dignidad e identidad: “es nuestro, lo hicimos nosotros”. Es interesante en este contexto la asociación con la representación de la pobreza, el “buen” y el “mal” pobre. El buen pobre es el que participa, el que progresa, el otro es vago (en las representaciones de los dirigentes), el que no tiene ganas de progresar. Pero también en la participación comunitaria se están apostando intereses y por eso es una fuente también de prestigio. La participación supera algo así como la “mala pobreza”. Un dirigente recuerda la experiencia de haber trabajado en al realización de una plaza con jóvenes villeros que, según él, luego de haber hecho la plaza la

252

valoran por que es de ellos: “porque la participación se hace haciendo”.. y resulta algo así como un círculo virtuoso de la participación. (Daniel): - Ahora yo pongo el ejemplo de mi comunidad, de mi plaza, digo mi plaza porque yo también lo hice. Creo que en tu barrio, en mi barrio en todos los barrios están los mal llamados chicos de la villa si, ...los que comúnmente destrozan las cosas. Porque a veces dicen no permiten el progreso en el barrio. Pero sabes como solucionamos nosotros....los hicimos participar a ellos. Ellos están más orgullosos que cualquier otro vecino de su plaza. Porque ellos dicen esta es nuestra plaza, yo hice este cordón, yo trabaje en esta parte de la vereda, yo tiré la arena acá y sabe que todo se logra...Porque la participación se la hace haciendo.. Ver las necesidades pero no del punto de vista mío, sino de tu punto de vista. Los chicos de la villa, ellos van, a veces, están regando la cancha pero la plaza no la tocan. Cuando ellos participan, no hace falta, que sigas haciendo la política de participación vos sino que él le dice al otro y así . Ellos te van trayendo más chicos. Los hacen participativos a los otros sí. También la gente es consciente que la participación no es la panacea para resolver sus problemas o para mejorar ya que las historias de carencia y los recursos escasos llevan a conflictos que son difíciles de resolver solo con participación. (Ricardo): - Yo entiendo eso de la participación. Pero claro.... cada barrio tiene su vivencia propia, en nuestro caso, yo acá y la señora somos de barrios vecinos, hubo tiros por el tema de los terrenos, hubo gente herida..Por eso es que la gente esta medio dividida...Hay preconceptos formados y que nos están resultando bastante difícil hacer que la gente olvide. Porque realmente hay un pasado bastante duro y conflictivo, entonces esa es una manera ... la participación. Algunos de los entrevistados (líderes comunitarios capacitados) reflejan el discurso de que la participación da poder “empodera” y que aunque sean pobres pueden tener poder si participan. Que como dijeron en un curso “que la pobreza no es parte del dinero sino del poder”. En un testimonio donde se plantean los sueños para el barrio, que tenga todo lo que lo que debería tener, se recuerda el lema del “empoderamiento participativo” de la capacitación para el fortalecimiento de “líderes comunitarios”, en el marco del programa que efectiviza las “nuevas relaciones” entre el Estado y la sociedad civil salteña. Allí se señala como los programas ponen el énfasis en la necesidad de que la gente adquiera capacidades de autogestión que sepa “manejar” los programas como se aprende a manejar un auto, para poder cumplir con los “objetivos que te dan”. Se afirma que es importante saber manejar los programas porque sino se pierden futuras oportunidades de continuar siendo un barrio “bajo planes”. (Julia): - Me gustaría que mi barrio este parquizado a la vuelta. O sea tener toda la vereda parquizada. Salir de noche y tener todo iluminado. Que el agua no te la corten y no hagamos todo ese tramo del tema del agua. Que tengamos gas natural, que tengamos todo lo que realmente tienen otras personas. Ese es mi sueño. No es un sueño de grandeza, yo creo que si es realizable. Te acordás lo que dijeron en ese curso: “que la pobreza no es parte del dinero sino del poder” ... Y yo creo que cada comunidad, yo lo analizo como si fuera una persona. Si esa persona no es madura, no le podés dar las llaves de conducir, porque va y choca en la esquina. Entonces vos no podes conseguir los recursos y no saben convivir y se traba el proyecto y te quemas. No te dan más porque no cumplís con los objetivos que te dan o están en el proyecto. Entonces yo creo que si sabes equilibrar las dos cosas.. La visión, percepciones y representaciones de estos conflictos y la correlación de fuerzas entre los actores involucrados - por un lado técnicos, funcionarios y políticos del 253

gobierno nacional, provincial y municipal; autoridades laicas y eclesiásticas de las organizaciones no gubernamentales y benéficas y, por otro, los propios destinatarios: dirigentes de distinto tipo y la gente del barrio o la comunidad, dependen no sólo de procesos de transformación de más largo alcance, como venimos analizando, sino del grado de conflictividad de la coyuntura y la correlación de fuerzas entre estos sectores. Por ello es muy importante situar la correlación de fuerzas en el contexto político y social donde se producen. Por ejemplo, el reciente programa focalizado destinado a jefes de hogar desocupados, cuya instrumentación se produjo durante el gobierno de Duhalde, luego de la fuerte movilización popular producida por el “movimiento piquetero”407, en los Consejos Consultivos - que son quienes tienen la última decisión sobre la selección de los beneficiarios - se han incluido, en algunas provincias, a dirigentes de esos movimientos y de organizaciones políticas de izquierda, activas en las movilizaciones. Este caso puede estar mostrando una modificación en la correlación de fuerzas entre los destinatarios de programas sociales, cuya representación política es la del movimiento piquetero, con el Estado. El actual programa si bien sigue siendo focalizado y destinado a grupos familiares en situación de vulnerabilidad, tiene un carácter mucho más masivo que el anterior y ha incorporado de manera formal y a veces informal, por presión de los piquetes puntuales, a los destinatarios en su asignación, más allá de la asignación política clientelar que se superpone a la asignación que el propio movimiento hace. Los saberes sometidos nos develan que los dispositivos de intervención focalizados, del discurso que se dice humano, participativo y solidario, no hace más que reproducir la pobreza y la desigualdad de manera perversa. La focalización traslada la distribución de los recursos a un problema entre los propios pobres. Es en el territorio, en el barrio donde se dirime, entre los pobres que se ven acorralados y atrapados por las ataduras de estigma que opera como destino y, al mismo tiempo, aceptarlos, buscarlos y demandarlos es una de las pocas llaves para quedarse en la vulnerabilidad de una pobreza en la línea de flotación de los mínimos biológicos.

407

Organización que nuclea a todos los grupos de piqueteros del país que se fueron conformando desde 1993 y que desde hace un año se ha constituido en un movimiento que tiene sus representantes o líderes que negocian con el sistema político.

254

CONCLUSIONES A lo largo del libro hemos ido indagando, a través de la investigación empírica y el análisis histórico arqueológico, las formas de intervención sobre la pobreza, sus representaciones, las características que asumen los saberes autorizados en la problematización de la pobreza y su vínculo con la construcción de problemas sociales, sus discontinuidades y su encarnación en políticas nativas de intervención social. Esto lo hicimos tanto sobre la base del análisis de los sistemas discursivos en sí mismos, como de las condiciones de surgimiento de nuevos objetos de saber y control, dispositivos de intervención e instituciones y categorizaciones sobre el otro. Una de nuestras hipótesis planteaba que las políticas sociales no son otra cosa que formas culturales particulares que adquieren los sistemas de reciprocidad no mercantiles que permiten construir y naturalizar las diferencias. Son particulares cosmovisiones del mundo y de la vida que implican un campo de lucha, artes de gobierno específico y una asignación diferencial, jerarquizada y desigual de las personas en el espacio social. También tratamos de demostrar que la cuestión social moderna no es sólo la manera en que se resuelve la cohesión social, en la tensión entre igualdad jurídica y desigualdad social, sino que es también una cuestión intrínsecamente cultural de invención y reproducción de las diferencias y rangos de jerarquía social y cultural, a través de estilos de gobierno particulares sobre las poblaciones que son percibidas como amenaza y en las cuales se combinan, de la más variada forma, las tensiones entre pretensión de igualdad y desigualdad jurídicas, sociales y políticas. En este sentido podemos decir que las discontinuidades de los artes de gobierno son, en sí mismas, formas de invención y reinvención de lo social. En estos momentos de ruptura, los diversos sistemas de relaciones recíprocas no mercantiles (lo social y sus variadas formas de institucionalización) la familia, la comunidad y el Estado se materializan en la construcción cultural de discursos de verdad, que van legitimando diferencias sociales, al mismo tiempo que des-atan o re-anudan vínculos sociales, unos más tutelares otros más dignificantes e igualitarios. Trataremos de sintetizar aquí la forma en que estas dimensiones se han ido articulando, mostrando las discontinuidades que marca la arqueología de la pobreza y su relación con hitos de significancia408 que pueden expresar momentos de invención409. En cada etapa hemos podido observar cómo se articulan o diferencian los procesos de esta construcción en una comunidad nacional particular, la Argentina y su relación con las formas de gobernar de los países de mayor poder e influencia en la geopolítica global. La historia de los problemas sociales como hemos visto y la invención y reinvención de lo social, desde sus orígenes más remotos, ha estado dirigida a enfrentar “amenazas”. La percepción del grado de amenaza al “orden social” muestra también variabilidades históricas, pero es intrínseca a un pensamiento que homologa la sociedad con un organismo o cuerpo vivo410. Esto ofrece a la Ciencia Social un tipo de saber sobre otra serie de percepciones

408

Si bien hemos trabajado cada período en forma procesual, tratando de mostrar las luchas entre los distintos actores involucrados, podemos también destacar algunos hitos que se constituyen en eslabones que representan estas discontinuidades y también las líneas de desarrollo más general. 409 Utilizamos la idea de invención como construcción histórica y cultural. Esto significa que no fue natural ni inevitable sino el producto de procesos históricos identificables que se materializan en distintas problematizaciones que implican ciertos desajustes. 410 En los orígenes de las Ciencias Sociales, esta idea estuvo asociada a diferentes corrientes de pensamiento. Desde el positivismo de Comte que pensaba la sociedad como un organismo vivo al que se le podían aplicar leyes similares a las ciencias positivas, a las diversas versiones sistémicas de lo social. Desde las ideas de morfología social de Mauss y Durkheim donde la espacialización de los “sistemas sociales y culturales” son fundamentales, como las diferentes versiones de la ecología social, desde las de la Escuela de Chicago hasta las más modernas concepciones ecologistas y ambientalistas de finales del siglo XX. Allí también las metáforas para pensar lo social se asimilan a órganos vivos. Tanto en los

255

concatenadas. Si los problemas sociales son una construcción que van constituyendo ciertas “amenazas”, dentro de un imaginario de “orden social” homólogo a la sociedad como un cuerpo, luego los problemas “diagnosticados” con pretensión de verdad, son corporizados en el cuerpo de los que portan los problemas. Las categorías que las Ciencias Sociales usan para nombrar los problemas sociales o para “diagnosticarlos” provienen del campo las ciencias médicas. Hasta la palabra diagnosticar que acabamos de usar se traslada de este campo de saber vinculado al momento en que el médico decide la enfermedad. El diagnóstico tiene su génesis en la detección de una enfermedad o una “patología”. En este proceso de construcción del problema, la nominación de los grupos de personas que lo poseen, las percepciones que asignan ciertos atributos a esos grupos y luego la encarnación de los problemas en los grupos, está la base del proceso en que se naturalizan las desigualdades sociales. En esta conclusión trataremos de observar como los vínculos entre el discurso del desarrollo, políticas sociales, representaciones e intervenciones de la pobreza, la construcción de una comunidad nacional, los hitos de invención y reinvención de lo social, las problematizaciones predominantes y las características que van asumiendo los saberes autorizados para nombrarlas y naturalizarlas. En América Latina, la aparición de la pobreza como fenómeno colectivo, tiene su primer ruptura en el siglo XVII, cuando las formas de dominio coloniales rompen con los anteriores sistemas de reciprocidad y de inscripción de las comunidades y las familias nativas, creando y reconfigurando nuevas relaciones de dominación, como la mita, el yanaconazgo, la encomienda o, directamente, por medio de la represión violenta sobre todas las formas posibles de liberación, como el “pillaje” o el “vagabundeo”. Este momento de ruptura violenta con las formas de subsistencia y producción de la vida de las culturas nativas latinoamericanas coincide con el de ruptura del Antiguo Régimen en Europa y la aparición de la pobreza masiva. El comercio internacional basado en la explotación colonial, rompe violentamente las formas de reproducción social y cultural en América Latina y, por otro, coadyuva a quebrar los lazos de sujeción al trabajo y la creación de un mercado de trabajo libre en Europa. Dos tipos de pobreza masiva aparecen. Las dos a ambos lados del océano son el producto del quiebre con lazos de contención anteriores que permitían y daban sentido a la reproducción de la vida. De un lado, la pobreza masiva se resuelve por la superexplotación del trabajo producida por las relaciones serviles del coloniaje que generan muerte y pérdida de identidades culturales anteriores y del otro, las leyes de pobres primero en Inglaterra, las obras de misericordia en España y más tarde, la ayuda pública a los pobres en Francia, se constituyen en los dispositivos de intervención predominantes, junto al surgimiento del ciudadano y trabajador libre. Hasta la conformación de la Argentina como República, a principios del siglo XIX, las formas de intervención predominante sobre las poblaciones fueron las distintas instituciones del coloniaje, además de las congregaciones religiosas de la “caridad cristiana” en forma de misiones o hermandades, en las que se basaba el dominio cultural colonial español. La segunda ruptura se produce, en la Argentina, con la independencia de la corona española, entre 1823 y 1880. En 1823, se funda la Sociedad de Beneficencia que subsume las anteriores instituciones de caridad religiosa en una forma particular de caridad laica bajo control estatal. Y, en 1880 se institucionaliza la educación pública y gratuita. En ese período se constituye un mercado de trabajo libre en la zona del litoral que implica la intensificación de los controles sobre el vagabundeo y la promoción y materialización de masivas migraciones de ultramar. Esta etapa se caracteriza por estilos de gestión de la población pobre, por medio de las asociaciones privadas benéficas que implican una laicización de la intervención social, y al mismo tiempo, un proceso lento de gubernamentalización de la vida, propiciado por el discurso higienista y las ideas positivista civilizatorias que promovían las elites del litoral.

primeros como en los últimos, las temáticas de adaptación/desadaptación son fundamentales.

256

A mediados de siglo XX, es el momento de la tercera ruptura en América Latina de la arqueología de las formas de gobernar la pobreza. En esta etapa, la mayoría de los países, van desarticulando paulatinamente las estructuras semiserviles y se conforman mercados internos para los procesos emergentes de industrialización. En cada país, su aparición tiene distintos momentos y diferencias entre regiones. Hasta entonces, la provisión de medios de subsistencia reposaba en las relaciones serviles, semiasalarizadas o en las economías de subsistencia campesina. Este período es el que coincide con la segunda ruptura, señalada por Sachs, de las formas de intervención y administración de la pobreza en los países centrales, con la invención de la pobreza a escala planetaria y la invención del desarrollo y el subdesarrollo. En este momento, se reinventa lo social a través de otro acto fundacional que recrea el mito de igualdad y de los derechos del hombre. Se trata de otra declaración sobre los mitos de igualdad, que es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas. A diferencia de la Declaración de la Revolución francesa, esta tiene carácter universal. Emitida por un organismo multinacional y planetario, cuya función es pacificar y neutralizar los conflictos sociales, luego de la segunda guerra mundial. Allí las temáticas de la erradicación de la pobreza ponen el énfasis en asistir a los países para aumentar su estándar de vida. Este es un segundo acto de institución de los mitos de la igualdad de lo social. Dicha declaración legitima luego la aplicación de una serie de dispositivos vinculados a los artes de gobernar del desarrollo. Tanto a través de los organismos que forman parte de su propio sistema, como de otros que se crean en esa década para resolver áreas particulares de problemas considerados sociales. Ni el BM ni el FMI están interesados por la pobreza como tal, sino por el crecimiento económico que la iría eliminando espontáneamente, por el juego del libre mercado. La economía política internacional de esa época (décadas del 50’ y 60’) no problematiza la pobreza. Sin embargo si lo hace la antropología con la invención de la idea de “cultura de la pobreza” de Oscar Lewis. Con esta concepción que abona una construcción de inferioridad de la pobreza, a partir de ciertos valores culturales particulares y la idea del circulo vicioso, se facilita la victimización de la pobreza que realiza la economía política y se justifica culturalmente la construcción de inferioridad que había inventado el discurso del desarrollo/subdesarrollo. Los teóricos del desarrollo y de la “modernidad” de la época, consideraban que los pobres eran tales por que no sabían competir en el mercado exitosamente. Es decir, no sabían vender el capital que tenían que era su trabajo. Por lo tanto, la pobreza era un problema subjetivo y que se adjudicaba al pobre, no a las condiciones sociales que impedían que estos accedieran a medios de empleo o a medios de subsistencia. Coincidentemente, las agencias de desarrollo y la economía neoclásica con su teoría del bienestar, no se preocupaban por promover medidas que regulen las desigualdades sociales y aumenten el bienestar de la población. Por oposición, si lo hacían las políticas de algunos países latinoamericanos, como el caso de Argentina, cuyos gobiernos empezaban a promover la distribución de la riqueza para hacer más inclusivo el “desarrollo”. Es recién en 1968, con la asunción de McNamara a la presidencia del Banco Mundial que estos organismos internacionales comienzan a promover políticas de “alivio a la pobreza” y a problematizarla. En una declaración, de 1973 se marca este cambio, que implica la incorporación de valores sociales y culturales, también llamados factores “indirectos” del desarrollo, lo que da como resultado la promoción de políticas educativas y de atención a la pobreza rural y a la enseñanza técnica. En ese momento se produce un importante descubrimiento asociado a la discursividad del desarrollo, esta es la invención del capital humano. Primer antecedente de la humanización del desarrollo, asignándole valor económico a ciertas destrezas que pueden incidir en el aumento del crecimiento. También se desarrolla un nuevo dispositivo de intervención asistencial con los pobres, el “desarrollo comunitario”. Como vimos, en el ámbito nacional, a diferencia de lo que sucede con las directivas de estos organismos que comienzan a jugar un rol fundamental en la gestión planetaria de la pobreza, 257

existe una preocupación sobre las causas de la desigualdad social que provocan la pobreza. Esta preocupación se manifiesta en las políticas llevadas a cabo por el peronismo y la conformación de un Estado de Bienestar corporativo de importante cobertura y una legislación laboral que incentiva un proceso de ascenso social y distribución de la riqueza. Los dictadores que derrocan a Perón, en 1955, por medio del Plan Prebisch promueven políticas de apertura de la economía, alineación con los organismos promotores del “desarrollo” y redistribución de la riqueza en contra de las clases trabajadoras. En el período de la gestión de McNamara, en el Banco Mundial, a finales de los 60’ y parte de los 70’, la Argentina estaba viviendo una dictadura militar de carácter claramente conservador y nacionalista que promovía los dispositivos de intervención del desarrollo comunitario con los pobres, al mismo tiempo que reprimía las organizaciones y reivindicaciones de los sectores obreros.

DESARROLLO CLASIFICACIONES ARGENTINA.

NACIONAL, INTERVENCIÓN SOCIAL SOCIALES A MEDIADOS DEL SIGLO XX EN

Y LA

El tercer quiebre con las formas de intervención de la pobreza en la Argentina se produce entre 1943 y 1955, en la etapa de lo que se denomina el peronismo clásico, se consolida un mercado de trabajo libre, se produce la gubernamentalización de la vida de los trabajadores y una significativa constitución de estos en destinatarios de derechos sociales, al mismo tiempo que se estatizan los dispositivos de asistencia, pasando de la beneficencia laica a la asistencia social estatal. Las políticas sociales y económicas que tienen lugar en esta época, como la regulación del trabajo a partir de la legislación laboral, la generalización progresiva del sistema previsional, las obras sociales sindicales - para atender la salud y la recreación de los trabajadores sindicalizados -, la salud pública gratuita para los no pudientes, las políticas de protección y prevención dirigidas a la niñez y a la vejez, etc., produjeron una transformación profunda de la estructura social que implicó una redistribución de recursos significativos hacia los sectores trabajadores y asalariados. Estas formas de gobernar, si bien responden al núcleo duro del desarrollismo: crecimiento de la producción, asalarización e industrialización, se diferencian del discurso dominante propiciado por los Estados Unidos y las agencias de desarrollo que comienzan a surgir, en esta fecha, en dos aspectos. Primero, Perón mantiene una posición de no alineación con Estados Unidos de Norte América que denomina tercerismo y que promueve una autonomía de las políticas diseñadas por el imperio y segundo, distribuye riqueza hacia los sectores trabajadores promoviendo su bienestar y generando políticas dignificantes para los pobres. Es el momento en donde se produce una definitiva gubernamentalización de la vida y el discurso higienista que comienza a tener influencia sobre el reciente desarrollismo triunfa sobre los dispositivos y formas de intervención benéficas. El pensamiento biológico-social se traduce no sólo en formas de intervención sobre las llamadas “causales indirectas de la enfermedad”, que comienza a conformar un campo de saber específico: la medicina social, sino que se produce una sutil ruptura con los criterios que diferenciaban entre gente “inferior” y “superior” de las etapas anteriores. El trabajador y lo que se denomina “el elemento humano”, que no es otra cosa que los otros que no pertenecen a las clases consideradas superiores, comienzan a ser objeto de intervenciones denominadas de “salud pública” y “asistencia social”. Estas constituyen “políticas de Estado” donde la problematización del bienestar, en términos tanto de la importancia pública de atender a su “vida útil”, como de distribuir la riqueza a aquellos que la aportan con su trabajo, es motivo de institucionalización. Lo social está vinculado a impactos de larga duración en el tiempo y en el espacio, por lo que las cuestiones estadísticas, el control poblacional y al valor económico de la vida son temáticas fundamentales de intervención gubernamental. En la versión nativa de la biopolítica importa también la construcción de un tipo

258

humano argentino fundado en el mejoramiento de los biotipos y el diseño de un estándar biológico racial el que es promovido por el ministro de Salud Pública Ramón Carrillo. En este período la cuestión social trata de resolver, por una parte, problemas atinentes a la tensión entre igualdad jurídica de ciudadanos y la desigualdad social. Y, por otra, entre desigualdad jurídica y un tipo particular de desigualdad social. Se profundiza la estrategia de intervención de los sistemas de seguro, manteniéndose a su vez, sistemas de tutela asistencial. Durante el peronismo, el sistema de seguro se termina de conformar expandiéndose los derechos previsionales, al mismo tiempo que se conforman las obras sociales sindicales y se instituyen los salarios familiares. Se trata de regulaciones tejidas en torno al trabajo y al ciudadano, pero no a cualquier tipo de trabajo. Principalmente debe ser un trabajo bajo condiciones contractuales “legales”, básicamente urbanas y vinculadas a las ramas de la producción de mayor poder económico y sindicalización (ferrocarriles, petróleo, industria metalúrgica y de la construcción, entre otras). También se encaran cuestiones en base a la tensión entre desigualdad jurídica y cierta desigualdad social dirigida a poblaciones consideradas inferiores, como niños pobres y aborígenes, para los que se desarrollan sistemas de patronazgo estatal. En esta etapa las clasificaciones de la pobreza y el protagonismo de ciertos grupos se transforman significativamente, pasando el trabajador, sobre todo bajo la nominación de obrero criollo o migrante del interior, de una identidad negativa y subordinada, a otra positiva más emancipatoria. Desde el punto de vista de la construcción social de las diferencias y los cambios en la estructura social, en este período, se lleva a cabo un proceso de mestización opuesto al que se había producido anteriormente por influencia de la migración ultramarina, en dos sentidos uno geográfico y otro social. Por un lado, es una migración interna nacional hacia los centros urbanos. Son las poblaciones del interior consideradas inferiores, tanto por su carácter mestizo nativo como por sus pautas culturales incivilizadas, las que migran. Por otro, esta migración implica un proceso de mestizaje y modificación de la estructura social opuesto al anterior ya que Buenos Aires, se puebla de lo que se dio en llamar los “cabecitas negras”. Como contracara del proceso civilizatorio de fundación de la nación, entendido como mejoramiento de razas por mestizaje “blanco” y población de espacios vacíos, se produce un proceso de modificación de la estructura social y una suerte de ennegrecimiento ocasionada por la influencia impactante que tiene la migración interna hacia las ciudades de la pampa húmeda. Hemos visto que la interpelación discursiva a los tipos de población que construye el peronismo está estrechamente asociada a sus estilos de gobierno e intervención social, el que se basa en una dignificación de las clasificaciones de inferioridad anteriores. La aristocracia criolla y la incipiente clase media porteña nominaban a los migrantes del interior como cabecitas negras o descamisados. Tipologías que hacían referencia al color de la piel obviamente y a estilos de vida y de vestir diferentes, contrapuestos a la etiqueta urbana civilizada o de clase media. Estas etiquetas fueron resignificadas por el discurso peronista a partir de una identidad que colocaba a los grupos antes estigmatizados, ahora, como actores protagónicos de una ciudadanía más inclusiva. Fueron tres las clasificaciones más importantes en la apelación que hace el peronismo sobre la inclusión de estos grupos como “pueblo”. La primera es la de trabajador, que supone un sujeto portador de derechos otorgados a partir de la seguridad social como forma de intervención predominante donde los estilos de gobierno se basan en una idea de justicia social, por su aporte a la riqueza y al futuro promisorio que se visualizaba de Argentina. La segunda es la del pobre por medio de un estilo de gobierno que combina la asistencia sustituyendo la beneficencia laica por la asistencia social estatal y la salud pública gratuita, basadas en principios de solidaridad entre los que trabajan y los que no lo hacen; y en la necesidad, en el segundo caso, de aumentar la vida útil de los trabajadores. Junto a estos dispositivos que significan un paso de sistemas de tutela estamental a tutela estatal dignificatoria y basada en la idea de solidaridad y justicia social, opuesta pero en dialogo con la caridad cristiana, se mantienen sistemas de patronato gubernamental con menores y mujeres pobres y aborígenes en situación de abandono moral y material. La tercera clasificación corresponde al ciudadano. A estos, se apela a partir de su condición de pueblo y la ampliación 259

de políticas públicas que ya se habían desarrollado en tiempos pretéritos, como la educación gratuita y pública. La iniciativa de construir un “biotipo social argentino”, llevada a cabo por el ministro de Salud Pública de Perón, el Dr. Carrillo, es una muestra de la permanencia de esta idea biológica de los grupos inferiores. En este caso, sin embargo, tenía un carácter más homogéneo y más que imponer una raza superior blanca, se trataba de una “buena” hibridación mestiza. Esta se asociaba a estándares físicos, dietas tipo y una homogeneización cultural con fuerte contenido racial. La necesidad de inventariar estas poblaciones se constituyó en un saber vinculado a dicha problematización y a una política de Estado. En la etapa que va del 55’ al 84’, se suceden gobiernos democráticos y dictatoriales. Estos últimos, en la década de los 60’, comienzan a desarrollar estrategias para disminuir los beneficios sociales que había implicado la transformación peronista y a promover el desarrollo comunitario como estrategia de intervención social. Dicha estrategia implica una representación del pobre como incapaz de mejorar por si mismo, su situación y concibe la necesaria participación de agentes externos dedicados a detectar sus necesidades y promover su desarrollo. Con la dictadura que va del 76’ al 84’, se intensifican los procesos de subsidiariedad del Estado. El “desarrollo comunitario”, es el dispositivo de intervención promovido en los 60’ por los organismos internacionales. Se basa en el supuesto que los países “subdesarrollados” y los pobres en general, poseen actitudes y hábitos que constituyen trabas para el desarrollo. Entre estas se señalan aspectos psico-sociales tales como el bajo nivel de aspiraciones y la escasa participación. Este diagnóstico coincide con la representación de la “la cultura de la pobreza” de Oscar Lewis y las corrientes ecologistas de la marginalidad de origen estructural funcionalista. El “desarrollo comunitario” implica, entonces, la acción de “técnicos externos” que promuevan “aspiraciones”, “participación” en las comunidades y “ayudan” a la gente pobre a definir sus “necesidades sentidas”. También se trata de “modernizar” actitudes y comportamientos “tradicionales”, mediante estrategias de “capacitación”. Esto fundamenta las acciones del “desarrollo comunitario” en los barrios pobres y el “desarrollo rural”, ambas tendientes a incorporar valores “modernos” (tecnología, capacitación técnica, ahorro) y trabajo gratuito para provisión de servicios por medio de ayuda mutua. Esta línea instrumental que promovían los organismos internacionales convivía con otra más emancipatoria como la de Paulo Freyre por medio de la educación dialógica y para la libertad que promovía recuperar los saberes de la gente, para “ampliar sus expectativas” y generar actitudes positivas para el “progreso”. La representación de la pobreza en esta concepción era la de los “oprimidos, que tenían un potencial revolucionario”. La introducción de valores sociales y culturales en las artes de gobernar del discursos del desarrollo va institucionalizando organismos nacionales y provinciales “de desarrollo comunitario”, los que se fundan durante los gobiernos dictatoriales, vinculados a una mayor tecnificaron a través de la “planificación” de la intervención social. Durante la última dictadura militar se agudizan (76-83), los procesos de subsidiariedad del Estado. Se reprime en general a toda manifestación social que mostrará diferencias con el “orden” del terror establecido. Las organizaciones obreras son perseguidas y sus reivindicaciones limitadas o anuladas. Se agudiza un discurso de introducción de criterios “técnicos” y “neutros” a la cuestión social que tendía a ser despolitizada. La representación de la pobreza, en esa época, radicaliza su “alteridad”. Los pobres son tratados violentamente y equiparados, en circunstancias paradigmáticas a los locos. Las villas de emergencia fueron erradicadas o amuralladas, pintadas de blanco como a principios de siglo XX durante el higienismo. La paranoia de la intolerancia y la construcción de inferioridad se exacerban tratando de invisibilizar la pobreza del espacio público. Surgen categorizaciones de los saberes autorizados (antropológicos, sociológicos y económicos), que constituyen campos de saber autónomos y a la vez, van imbricando sus categorías perceptivas de construcción de los grupos sociales problematizados (los marginales, 260

la cultura de la pobreza, los informales, etc.) como “anomalías” culturales y luego económicas. En el discurso desarrollista la matriz principal de la construcción de la inferioridad de los pobres y de los países pobres, se trasunta en una inferioridad cultural, aunque no exenta de una visión evolucionista de lo social. Es una suerte de darwinismo sociocultural. Los pobres son inferiores, no por sus atributos bio-típicos como los fueron en la etapa del higienismo, sino por sus hábitos y costumbres culturales pensados en términos de etapas anteriores en la “evolución del desarrollo social”. En este sentido amplio, se mantiene la discursividad de la biopolítica ya no asociada a la visión de raza o biotipos, sino a una inferioridad cultural de los estilos de vida particulares, considerados inferiores. Por ello, los dispositivos que se desarrollan para los trabajadores, en el ámbito nacional, si bien apuntan a la mejora de su “bienestar”, entendido este en términos biológicos de salud y vida útil, para los pobres los dispositivos jerarquizan la modificación de sus pautas culturales consideradas “tradicionales”. Al mismo tiempo esto implica una circularidad entre causas del desarrollo y las soluciones que se deben implementar para erradicar eso que es considerado una traba del “subdesarrollo”, los que se convierten en nuevos problemas y nuevas “anomalías”. La inferioridad se construye por medio de nominaciones como las de cultura de la pobreza o marginalidad. La “tradición” (pautas y formas de vida de los grupos considerados inferiores en la escala de valores de las elites) se vincula con resabios de costumbres consideradas trabas para el “desarrollo” y la “modernidad”. Esto llevaría, junto con medidas de orden económico, a la promoción del crecimiento económico para salir del subdesarrollo. El desarrollo debía resolver “problemas” (“problem solving”). Para ello había que planificar, eliminando algunas cuestiones consideradas “problemas” prioritarios como la urbanización marginal, la pobreza urbana, el “atraso” rural, la migración, más que el problema “obrero”. En los 70’, junto con una fuerte conflictividad social en América Latina y dolorosas dictaduras que reprimieron estos movimientos, las representaciones de la pobreza pasan de un plano culturalista a otro que piensa más el problema en términos de desigualdades económicas o como parte de una potencialidad revolucionaria. Las ideas de la teoría de la dependencia y el neo-estructuralismo nominan a los mecanismos de exclusión y producción de una mano de obra excedente como masa marginal o polo marginal, aunque poniendo énfasis en los procesos sociales, históricos y económicos que los provocan a nivel macro económico. Estas visiones no están exentas de una percepción de los marginales como inferiores. En un caso, como el de Quijano la influencia de Lewis en la representación de la pobreza como una forma cultural particular, se le suma la explicación de los mecanismos particulares de producción de mano de obra excedente que se procesa diferente al ejército industrial de reserva en contextos de dependencia. Para Nun, además de esta última argumentación, los marginales no tienen capacidades de transformación de la sociedad por lo que se desestima su capacidad política, dada su especial forma de inserción fragmentada y discontinua en el mercado de trabajo. También en esta etapa se destacan las ideas de Pablo Freyre que si bien hace hincapié en una representación del pobre como portador de un potencial revolucionario, este se logra luego del proceso de una pedagogía particular que él denomina del “oprimido”. Esta implica una representación del pobre que lo asimila a una vida vegetativa y a la pertenencia de pautas culturales asociadas al pensamiento mágico que deben ser erradicadas. La antropología abonará, a partir de los estudios etnográficos de antropología urbana sobre mecanismos de sobrevivencia y estrategias familiares de vida en barrios pobres de las ciudades, una representación diferente basada en sus capacidades y destrezas para la sobrevivencia. Esta se opone a la concepción de indolencia, apatía, falsa conciencia, hábitos o patologías culturales subdesarrolladas, etc. que había primado hasta ese momento. Además, en cierto sentido, muestra cómo esos hábitos culturales, considerados rezagos de etapas de evolución anterior son funcionales a la sobrevivencia, en un ámbito de exclusión dolorosa. Aunque esta postura no logra salir de la tensión entre modernidad y tradición, se pone en el tapete como aquellos aspectos considerados negativos y formas de vida “tradicionales”, operan positivamente dando vida. 261

Quizás estas últimas discursividades, las de los 70’ en sus diversas gamas, sean las de mayor autonomía en la construcción de los problemas sociales en las Ciencias Sociales latinoamericanas. Más que colocar la pobreza en diagnósticos culturales, intentan una explicación sobre la base de las desigualdades histórico sociales, destacando las capacidades de las personas para lidiar con la dolorosa vida que les ha tocado, en la construcción de esta “modernidad” donde el desarraigo por la migración y la violencia cultural y económica son moneda corriente. Sin embargo, como hemos visto, los atributos de estas nuevas clasificaciones que constituyen también problematizaciones no se logran despegar del todo de una asignación de inferioridad cultural. Sobre todo en el caso de los promotores de la idea de una pobreza revolucionaria o la inferioridad política en los debates neo-marxistas.

UN

NUEVO ARTE DE GOBERNAR LA FOCOPOLÍTICA Y EL DESARROLLO HUMANO. Entre los 80’ y 90’ se produce un cambio importante en los artes de gobernar. Tanto el higienismo como el desarrollismo implicaron un arte de gobernar particular, en el sentido de virtudes, habilidades, mañas, distinciones, conjunto de reglas, dispositivos para influir sobre la vida de los otros. A este arte de gobernar particular, Foucault lo denomina gubernamentalidad que se traduce en la gubernamentalización de la vida privada y una domesticación del mundo público – diría Hanna Arendt - de parte del estado. En esta forma de gobernar particular, el Estado va adquiriendo más importancia en sus tareas y funciones. Foucault la denomina la política de la vida, o biopolítica, donde las formas de control pasan de la familia a la población y a su bienestar. Proceso, en el que se fueron constituyendo ciudadanos y trabajadores y las tácticas de gobierno le dieron un rol fundamental al Estado, en la definición de lo que le compete con relación al bien común, lo que es público y lo que es privado, lo estatal y lo no estatal. Estas artes de gobernar fueron parte de lo que Norbert Elías denominó proceso civilizatorio, por medio de la auto-constricción de los comportamientos y el control sobre la violencia, además de la centralización de los medios de administración por “políticos profesionales”, según Weber. Estos últimos son quienes comienzan a adquirir centralidad en la administración del Estado y en la nominación y gestión de las poblaciones percibidas como amenaza. Estos procesos implican la concentración progresiva de funciones de gobierno en el Estado, la importancia de la educación como un estilo particular de arte de gobierno para la transformación de los comportamientos y la aplicación de dispositivos de control y regulación de las poblaciones. Se trata del uso de tecnologías de gestión cada vez más sofisticadas, como la planificación, utilización de sistemas estadísticos agregados para la identificación de la población objeto de saber y de control, etc. Durante el predominio de la biopolítica los procesos más importantes fueron el paso del gobierno de la familia al gobierno de la población o lo que es lo mismo, la aparición de la economía política y la constitución de un mercado de trabajo libre. Estas formas de gobierno se expresan en estilos particulares de estado donde las relaciones de clase y las configuraciones sociales adquieren una forma particular. Con la focopolítica y el predominio del pensamiento único del neoliberalismo se retorna a la idea más extrema liberal, la que se opone a cualquier actuación de la sociedad sobre sí misma y a toda regulación de los vínculos sociales, sobre todo los atinentes a la vida de los trabajadores. Por ello, la denominada sociedad civil y/o las asociaciones intermedias son las alternativas al control estatal sobre las familias y sobre la población. Es el paso de una economía política de la población a una economía política de las asociaciones intermedias o de la comunidad. Lo que denominamos proceso de reprimarización es la materialización de esta transformación. La comunidad (la similitud, la pertenencia a un territorio, los vínculos no mercantiles) son la expresión genuina de la sociedad. En estas redes autogeneradas es donde anida la nueva energía societal. La sociedad para los neoliberales como Hayek y Friedman se reconceptualiza como “un sistema de redes asociativas”. Las redes asociativas son la sociedad misma. Esto último implica que la sociedad se hizo comunidad. Pero cómo articular estos 262

procesos de similitud con una intensificación de la división social del trabajo y de aumento de la competencia y los valores de la ganancia y el lucro. En realidad lo que se hizo igual, similar, cercano, con escasa división social del trabajo es lo “social”. No las relaciones económicas o la “economía política” que están cada vez más complejizadas, atomizadas, desterritorializadas, aunque centralizadas en su gestión. El hecho de la reprimarización de lo social estaría mostrando el paso de una moral positiva y de una situación de contrato, entre individuos relativamente libres, que devino en justicia social a una moralización remozada de lo social. La moralización de lo social, el paso de relaciones de contrato a la tutela de las organizaciones intermedias, de la comunidad local, de nuevas formas de moral laica -como las organizaciones no gubernamentales - o también de una renovada beneficencia, constituye la nueva ética de fines del siglo XX. Lo que hemos llamado procesos de reprimarización conducen a jerarquizar a la comunidad como objeto de saber y de control. Mientras que la desocialización supone un retorno a las redes de sociabilidad primarias no gubernamentales como forma predominante de intervención sobre los pobres. La mercatilización de las relaciones sociales lleva implícito la destrucción o debilitamiento de las instituciones gubernamentales conocidas; siendo su rasgo más notorio la desgubernamentalización de la protección social. Las formas de gobierno dejan de ser gubernamentales, en el sentido estatal, para trasladarse a instituciones denominadas, justamente, no gubernamentales, como las organizaciones no gubernamentales propiamente dichas, benéficas, filantrópicas y laicas. La desocialización o comunización de la sociedad se materializa a través de un conjunto de enunciados y categorías como el capital social, la comunidad, el "empowerment" y la creciente importancia de la "sociedad civil" en las prácticas discursivas del desarrollo humano. En la etapa actual de predominio del discurso del desarrollo humano no es objetivo prioritario controlar los cuerpos y las vidas, para obtener una mayor productividad. Se trata de territorializar y de producir formas de autocontrol comunitario sobre las poblaciones pobres, aunque se mantienen algunas de las técnicas de la biopolítica. El tiempo ya no debe ser dedicado al trabajo sino a las formas de subsistencias comunitarias y locales. Estamos en la etapa que hemos denominado “focopolítica”. El capital social no es otra cosa que las relaciones de reciprocidad no mercantiles que los sectores populares de América Latina vienen desarrollando para sobrevivir, ante la dinámica excluyente del capitalismo. Su significación histórica revela la importancia de los estudios etnográficos y sociológicos de las Ciencias Sociales latinoamericanas sobre redes, mecanismos de sobrevivencia, estrategias familiares de vida. Estas categorías, ahora son incorporadas como un recurso básico de la "nueva agenda social". Esta propuesta es funcional al retiro del Estado de su responsabilidad en atender el riesgo social y aportar recursos a para asegurar cierto nivel de vida, regulando las relaciones entre el capital y el trabajo. Los organismos internacionales postulan que han comprobado que, ante situaciones de escasez, se desarrollan importantes intercambios fuera del mercado, por ello recomiendan políticas para “reforzar y extender sistemas locales de ayuda mutua”. La liberalización y progresiva mercantilización de las relaciones sociales para algunos, excluye a otros de la posibilidad de reproducirse con ingresos monetarios, por los que cada vez más la reproducción reposa en los recursos provenientes de las relaciones de reciprocidad. El nuevo arte de gobernar está constituido por una nueva tecnología de gobierno que conforma una “nueva economía”, basada en el ahorro de energía del Estado caracterizada por el marcaje de poblaciones de riesgo (Foucault, 1991: 163-166). Tiene como preocupación la gestión, control y producción de saberes especializados sobre esas poblaciones. Mantiene la característica surgidas a finales del siglo XVII en Europa de “racionalización y economía” (en sentido estricto), de un poder que debía aplicarse del modo menos dispendioso posible que es "una tecnología no disciplinaria del poder”, pero en ese momento era una tecnología “disciplinaria del trabajo”. Así como la biopolítica se instaura, dice Foucault, sin excluir la “técnica disciplinaria propiamente dicha, sino en el sentido de que la incorpora, la integra, la modifica parcialmente y sobre todo la utiliza instalándose de un modo en ella”, ahora el nuevo 263

arte de gobernar, la focopolítica de la vida de las poblaciones de riesgo, tampoco excluye a la biopolítica. Le sirve para utilizar sus viejas preocupaciones como la demografía, los inventarios de población, la producción de vida (a mínimos biológicos), aunque también los modifica integrándolos. Se mantiene su carácter de “racionalización y economía”, extremando los artilugios para no gastar recursos. La focalización, como nuevo arte de gobierno es una nueva habilidad y un conjunto de reglas para ahorrar recursos. No tiene como objeto al trabajo, sino el no trabajo o el trabajo improductivo, la pobreza y las viejas minorías. En este sentido ha dejado de ser una “tecnología disciplinaria del trabajo” y ha pasado a ser una tecnología no disciplinaria de las poblaciones de riesgo, con una relación precaria o nula con el trabajo. Existen ahora otras formas de vigilancia que hacen menos necesarios los controles por medio de políticas sociales más masivas. No es una técnica de poder no disciplinaria sobre la vida de los trabajadores, ni tampoco la disciplina que penetra en los cuerpos. Es una vigilancia de "los soportes de proximidad", de la "comunidad local", de ciertos grupos sociales "vulnerables". Por ello no es masiva como lo es la biopolítica sino focalizada. Valora la comunidad como objeto de saber y de control. Por ello apela a la "solidaridad", a la multiculturalidad, al "etnodesarrollo", a la autosustentabilidad comunitaria. Los pobres legítimos son los que pueden “recibir” asistencia, a ellos se “les entrega” servicios sociales. El desarrollo del saber especializado en conocer a los “otros”, a los pobres, ha construido un complejo conocimiento de tipologías sobre la pobreza y sobre sus maneras de ser detectada. Las instituciones locales de base territorial (comunidad, vecindad, comunidades étnicas), son usadas para lograr la integración, la neutralización del conflicto o el control de la violencia por medio de la descentralización a escala local y el autocontrol comunitario. Por oposición a la globalización desanclada, la políticas neoliberales y la focalización territorializan e insularizan a los pobres. El arte de gobernar o nuevo orden interior, se materializa en el discurso del desarrollo humano. Decíamos que la aparición del desarrollo humano implica un quiebre con los artes de gobernar anteriores. Este nuevo discurso que hemos llamado focopolítica le ha sumando al desarrollo dos elementos, pretendiendo hacerlos más humano y sustentable. El desarrollo humano significa que el rostro humano del desarrollo ha pasado a convertirse en la promoción de la vida a mínimos biológicos para las poblaciones más pobres de entre los pobres, basándose en la promoción de sus capacidades. Se ha producido un quiebre de las formas de protección social anteriores ya que el crecimiento (desarrollo), el mercado, ni el Estado garantizan la sobrevivencia de un número cada vez mayor de población. Hemos demostrado, que este nuevo arte de gobernar se distingue de la biopolítica que dio lugar al discurso del higienismo y el desarrollo durante el siglo XX. Ahora se dan procesos opuestos a los que dieron lugar a la política de la vida. Esto se produce a partir de una paulatina degubernamentalización del estado, una reprimarización de las relaciones sociales y una informalización de las instituciones de lo social. Estos procesos implican la importancia de un sistema de categorías que operan también como dispositivos de intervención social de distinta manera, como la comunidad, el capital social y la sociedad civil. Este nuevo arte de gobierno que hemos denominado como focopolítica, puede ser visto también desde otras significaciones que la palabra evoca. Una desde el punto de vista óptico, es decir el lugar donde confluyen los rayos luminosos y, la otra, desde el punto de vista figurativo, lugar donde se haya reconcentrada una cosa y desde donde se propaga o influye411. Desde el punto de vista óptico, la metáfora nos remite a una imagen del lugar donde se concentra la visión del arte de gobernar. Es decir, adonde se mira con más detenimiento. Donde se ponen más esfuerzo. Desde el punto de visa figurativo, el foco remite a la idea de “foco infeccioso”. Por ello, antes que se propague se debe insularizar. Y por que se puede propagar se debe “atacar”, es necesario declararle la guerra. Como en la época del higienismo donde la práctica discursiva remitía a un lenguaje militar y a un foco infeccioso que había que neutralizar. En la 411

Diccionario Karten Ilustrado.

264

Argentina este “foco” era interpretado como un “veneno” racial que tenía efectos hereditarios. Durante el desarrollismo se trataba de “anomalías” o “patologías” del subdesarrollo. Ahora estas poblaciones se deben territorializar para que se autogestionen y, al mismo tiempo, se los pueda controlar desde lejos, con sistemas de monitoreo a distancia. Desde el segundo punto de vista óptico, donde confluyen los rayos luminosos, los dispositivos de intervención remiten al desarrollo de complejos sistemas de información tecnoburocráticos412 para su control a distancia. Estas artes de gobierno se asocian a la metáfora de la globalización vinculada a la ruptura espacio temporal aplicado a la comunicación. Para el arte de gobernar a las poblaciones de riesgo pobres se mitifica el espacio y la comunidad, que se controlan también a distancia por dispositivos que acumulan información, por oposición al imaginario de comunidad global horizontal y comunicable. Otro dispositivo es la violencia policial no dispersa ni fragmentada sino localizada y concentrada.

REPRESENTACIONES INTERVENCIÓN.

DE

LA

POBREZA

Y

DISPOSITIVOS

DE

La representación de la pobreza en los 90’ cambia significativamente y está fuertemente vinculada a las categorías discursivas del núcleo más fundamental del desarrollo humano: el acceso a “necesidades mínimas biológicas” cuantificables y básicas; el descubrimiento de las capacidades de los pobres y la importancia del mercado donde esas capacidades se deben desarrollar. Decíamos que podríamos hablar, en esta etapa, de un núcleo duro de la representación de la pobreza, la existencia de las necesidades básicas “objetivas” y de un núcleo blando, subjetivo y cualitativo vinculado a la importancia de las capacidades de los pobres en términos de destreza, habilidades e inteligencia. Estas se convocan para transformar escasez y restricciones en oportunidades o capitales. El dispositivo es la autogestión de su pobreza por medio del incentivo a la participación que, a su vez, es una herramienta y una tecnología para instrumentar las políticas para pobres. En el campo académico, el núcleo blando coincide con los abordajes constructivistas. Se revaloriza los estudios cualitativos sobre las formas de vida de los pobres entendiendo a estas como un fenómeno multidimensional, no sólo material. Las percepciones de los pobres sobre su situación se valoran lo que produce una suerte de subjetivación de la pobreza. Planteábamos como hipótesis que se produce una visión remozada de la representación de la “cultura de la pobreza” lo que de alguna manera invisibiliza a los fenómenos económicos y sociales que la producen. La representación de las agencias de desarrollo y las políticas gubernamentales combinan ambas miradas. La visión dura produce la “invención” de los “mínimos biológicos”, que remite a historias de un desarrollo biológico a “escala humana”. Esto se traduce en saberes específicos para medir las poblaciones que se encuentran en la línea de estos mínimos biológicos o que no pueden satisfacer las llamadas “necesidades básicas”. El dispositivo de intervención gubernamental se reduce a la “entrega” de paquetes básicos en algunas áreas de políticas sociales como la salud o la vivienda y la promoción de un mundo de pobres o una “economía popular o social” de baja productividad y autogestionada. Las categorías y clasificaciones de la pobreza en los 90’ asociadas a representaciones más cualitativas son: la pobreza heterogénea y específica, la pobreza vulnerable, la pobreza con capacidades y voces propias. Todo ello lleva a la invención de un imaginario que promueve un mundo y una economía de pobres, multicolor, culturalizado y globalizado. El nuevo discurso evoca el mito de la comunidad como forma de dominio, localización y control de los pobres y

412

Para una crítica a estos dispositivos de intervención tecnoburocrática, propias del desarrollo del capitalismo a finales del siglo XX, ver las críticas de Melucci (1994) y Manuel Castel (1997), entre otros autores europeos que tematizan los controles a distancia producidos por la revolución de los microships y la denominada sociedad en red.

265

excluidos. El discurso convoca una mitología particular, la evocación de la tradición, de la memoria colectiva, de la región y el lugar413, de la identidad cultural para hacer de ello el lugar de la reproducción de los excluidos. Esto no invalida que el lugar cultural puede ser también un lugar de emancipación (Marcos, 2000 y Escobar, 2000). Pero en la producción y las prácticas discursivas del paradigma del desarrollo humano, la representación de la pobreza esta confinada al lugar de la comunidad, generalmente en la periferia de las ciudades, de las naciones y del planeta globalizado. Se evoca la pertenencia a un “lugar” legitimo para ser “beneficiario de las políticas sociales”. Este viejo mito del lugar, no es un lugar de emancipación o de resistencia, es un lugar reificado donde las rupturas espacio temporales del planeta globalizado se circunscriben a la revalorización de la cultura propia. Es una expresión particular de una cosmovisión morfológica del lugar por oposición al no lugar, descentrado y desterritorializado del mito de la globalización414. El desarrollo de capacidades es constitutivo de la asistencia estatal, desde su surgimiento, en la década de los 50’. La estrategia asistencial se diferencia de los formas benéficas entre otras cosas por que más que moralizar y distribuir limosna realiza “asistencia” para desarrollar capacidades (Tenti; 1989). Con estas prácticas se trataba de generar actitudes positivas para el crecimiento y el desarrollo. En la etapa del desarrollo humano si bien se sigue manifestando en el discurso que el crecimiento disminuye la pobreza, se ha constatado también que el mayor crecimiento no disminuye las desigualdades, en algunos casos las agudiza. El mito del rebalse se ha desmoronado. La representación actual de la pobreza mantiene el núcleo duro anterior, en el sentido de que los pobres no tienen capacidades para competir en el mercado. Sin embargo, el paradigma del desarrollo humano se diferencia del desarrollo comunitario. Por oposición a este valora positivamente las capacidades relacionadas con las “energías solidarias” de las redes de reciprocidad de base comunitaria o cooperativa. Estas permitirían compensar la identidad que otorgaba el trabajo y la pertenencia a sistemas de protección estatales, además proveen bienes y servicios para la autosustentabilidad o para complementar recursos monetarios escasos. Se deben reforzar esas capacidades a partir de estrategias políticas de “fortalecimiento de la sociedad civil”. En la práctica, no se trata de ampliar capacidades de decisión o garantías asociadas a la condición de ciudadanía. Sólo aumentar capacidades de autosubistencia, autogestión y reciprocidad entre los pobres. No se trata de una solidaridad entre clases que permita redistribuir la riqueza. Los incentivos actuales se caracterizan por promover la “solidaridad entre los pobres” y la competencia para los más “capaces”.

LAS

PERCEPCIONES DE LA POBLACIÓN, LA MATERIALIZACIÓN Y EFECTOS DE LOS PROGRAMAS HECHOS CARNE. En el último capítulo, a partir de un análisis de los saberes, opiniones, percepciones y representaciones de la gente “destinataria” de programas sociales y dirigentes barriales hemos podido observar como operan los programas asistenciales focalizados. Los “programas” son la materialización de la intervención de la focopolítica. En ellos se objetivan los criterios de selección, asignación de recursos y dispositivos de intervención para gestionar la pobreza válida. En el marco de un discurso participativo y “solidario”, si bien se desarrollan nuevos saberes que permite a la gente moverse entre la lógica técnica y la política para obtener recursos ante la escasez extrema, los programas fragmentan y atomizan a la población y presionan a teatrealizar una representación de la pobreza válida que reproduce la inferioridad social. Esta resulta como una maldición que tiende a encerrar a las víctimas en una acusación que funciona

413

“Las prácticas sociales pueden invocar ciertos mitos y dar lugar a ciertas representaciones espaciales y temporales como parte del impulso destinado a implantar y reforzar su predominio sobre la sociedad” (Harvey; 1998: 242). 414 Ver Giddens, Anthony (1994 y 1997); Augé, Marc (1995 y 1996), Harvey, David (1993), entre otros.

266

como destino. Este destino tiene una cara perversa. Se deben desarrollar estrategias para mantenerse dentro de la pobreza válida. En casos extremos puede llegar a materializarse en dejar a un hijo en niveles de desnutrición para seguir recibiendo comida en los programas de comedores comunitarios o simular la representación predominante (carencia total, inmundicia, abandono), cuando sus luchas muestran esfuerzos para exorcizar esa maldición, por caminos más dignos como el trabajo, la educación y la tarea comunitaria. La percepción y la experiencia vivida están llenas de relatos que muestran como los caminos de salida no han sido exitosos por la lógica perversa de la exclusión y los programas que sólo enseñan a pescar en un río sin peces. La capacitación y la educación no sirven más para conseguir trabajo. Si se consigue, es en condiciones cercanas a la “esclavitud” o el servilismo. Los programas que promueven una “economía popular” que incentiva distintos activos en el análisis de la experiencia vivida por la gente, no dan una respuesta a la superación de la pobreza, crean desconfianza y luchas clasificatorias entre los habitantes del barrio y al interior de las familias, encarnando en los propios pobres suspicacias entre ellos. Esto lleva a concluir sobre la contradicción entre el discurso participativo del desarrollo humano y su efectivización instrumental, con la realidad hecha cuerpo en la competencia y fragmentación entre la gente. En los relatos se vislumbran experiencias de sufrimientos y una fuerte sensación de injusticia en la aplicación de los criterios técnicos y políticos para la asignación de programas. Las posibilidades propuestas de mejorar los programas focalizados que pasan por mejorar los criterios técnicos, con la pretendida utopía que sean más justos, los llevan al lugar de donde pretenden huir, el estigma de la pobreza válida. Aquí surgen aquella representaciones de la pobreza de las cuales vienen huyendo y que operan como destino, el pobre sucio, loco, vago, dejado. Estas encarnan la pobreza válida de hoy, la pobreza de siempre, ser los más pobres de entre los pobres. El empoderamiento participativo se lo visualiza sólo como posibilidad de gestionar los programas y cumplir con sus metas. Sus experiencias, a pesar del esfuerzo y la evocación del trabajo comunitario como trabajo gratuito, no reconocido por el poder político ni por los políticos, remiten a recuerdos de maltrato y manipuleo más que de aumento de poder de decisión para mejorar sus vidas. La lógica de la focalización agregada territorializada en un área con pobreza estructural, al mismo tiempo que remite a la vieja representación de pobreza asociada a vagancia, indolencia que no les permite encontrar trabajo y que los hace sujetos de discriminación evocados con testimonios de dolor y sufrimiento, es buscada como alternativa para recibir programas. La lógica técnica focalizada en la personas más vulnerables, actúa también de una manera perversa. Los programas que encarnan estos estilos de gobierno focalizados son transitorios y los “grupos objetivo”, a los que se destinan, tienen que tener ciertas características de “riesgo social” que los habilita a ser destinatarios (niños desnutridos, ancianos, discapacitados, desempleados que cumplan, además, con otra serie de requisitos). Cuando se deja de estar desnutrido felizmente, o se deja de ser niño, o se deja de ser anciano? (cumplió la edad hasta la cual el programa lo habilita) se pasa de nuevo a la dolorosa “carencia”. Entonces se desarrollan estrategias perversas para quedarse en la desnutrición, o pasar de anciano a discapacitado. La lógica técnica personalizada se vive también como una ritualización diaria de la discriminación y el estigma de la cual se intenta salir de diversas maneras. Una de ellas, es la lógica política por medio de los contactos y las redes recíprocas clientelares. Pero estas aunque a veces necesarias, también son vividas como injustas pues asignan “mirando” al que ha sido elegido o forma parte de la red. Generalmente estos no entran dentro de los atributos de los pobres válidos: tienen traje o terno o están en mejores condiciones socio económicas que los que tienen que pasar por todas las pruebas de la pobreza válida. Como conclusión del análisis de los saberes sometidos se puede decir que el discurso que se dice humano, participativo y solidario, no hace más que reproducir la pobreza y la desigualdad de manera perversa, incentivar las luchas al interior del barrio y entre los miembros de las familias y desarrollar estrategias para quedarse en la vulnerabilidad del riesgo de vida.

267

REFLEXIONES FINALES. Como pensar una política social alternativa en un contexto como el que vivimos. Ante la profunda reforma del Estado, la privatización de servicios públicos y la supresión de los aportes redistributivos del Estado por medio de políticas de seguro o de cuño universal, conjuntamente con la reducción drástica de formas asalariadas, la flexibilización y precarización laboral, la corrupción creciente y la cada vez mayor dependencia del financiamiento externo. El nuevo arte de gobernar a los pobres, la focopolítica y la lógica mercantil apelan ahora a la solidaridad del espacio donde se desarrolla prioritariamente la “comunidad”, como lugar de realización de un mundo diferente, el mundo de los pobres o la economía social. La misma lógica mercantil, fue promotora directa de la destrucción y transformación de las relaciones de reciprocidad no mercantiles a las que ahora apela. Por otra parte, la focopolítica intenta valorizar las formas culturales de sobrevivencia de los sectores populares. Lo que antes era considerado un rezago de la tradición propio de las culturas nativas de origen rural y que los procesos de modernización deberían erradicar, hoy se convierten en la panacea para resolver la exclusión en el marco de una “modernidad” cada día menos inclusiva. La gestión focalizada de las poblaciones de riesgo social es transferida al mercado o a la denominada "sociedad civil" y a las relaciones primarias de los más pobres. Este proceso expresa una serie de contradicciones de nuestra "modernidad a medias", entre los constructos teóricos de tradición y modernidad, entre solidaridades mecánicas y orgánicas, entre integración y exclusión, entre posibilidades de expresión cultural y acceso a una cierta calidad de vida. Estos sistemas de enunciados y los estilos de intervención producen algunas consecuencias. En primer término, intensifican la alterización de la pobreza y promocionan una sociedad cada vez más dual donde los estímulos subjetivos son cada vez más ambivalentes. Se estimula la competencia para los más "dotados" y se consagra la "solidaridad" entre los pobres y excluidos. Ante esta circunstancia se plantean algunos dilemas, ¿es posible hacer efectivo el respeto a los valores culturales de la gente y su participación en la toma de decisiones acerca de su vida, vieja bandera de lucha de los excluidos, en el marco de una sociedad cada vez más desigual? Hemos visto cómo, la participación instrumental y la focalización como tecnología de intervención tienen como efecto la insularización, competencia, fragmentación y reproducción estigmatizada de la desigualdad. Esto en el marco de una política social, económica y cultural fuertemente excluyente que no modifica las relaciones de fuerza, sino que tiende a aumentar las desigualdades . La focopolítica de las poblaciones de riesgo, el discurso del desarrollo humano y la transformación neoliberal llevan a una progresiva polarización de la sociedad: democracia, ciudadanía, propiedad, derechos individuales, trabajo formal y mercado para algunos pocos. Comunidad, grupos objetivo, autogestión, trabajo informal y precarizado, para otros. De ese modo se configura un contexto de pérdida paulatina de derechos sociales, concentración del poder económico y político, desregulación y privatización de lo público, hegemonía del discurso individualista y de prácticas paternalistas estigmatizantes para los excluidos, escasa democratización en las decisiones y diseño de las políticas públicas en general y de las sociales en particular, creciente regresividad en la distribución de los ingresos, desmantelamiento de las políticas universales basadas en derechos. Es difícil pensar que una recomposición a favor de los grupos excluidos se opere por medio de la relativa autonomía que puedan generar este desarrollo con rostro seudo humanizado. La tendencia parece la opuesta y el discurso del desarrollo, basado en la participación y el capital social, abona la progresiva desigualdad en la distribución del poder, la riqueza y la creciente atomización de los intereses públicos. Sin embargo, es cierto que a nivel muy micro se fortalecen las organizaciones locales. Pero este proceso esta muy lejos de recomponer las relaciones de fuerza entre los grupos sociales a favor de los grupos excluidos. En este contexto se producen dos procesos complejos concomitantes, paradójicos y complementarios. Por un lado, se pretende extender territorialmente la "eficacia" de la burocracia en una área reducida de política social: la destinada a los más pobres y, como 268

contracara, se quita eficiencia y calidad a las escasas políticas universalistas como lo eran la salud y la educación. Por otro, se achica cada vez más la presencia de lo público en la legalidad de los derechos sociales y se privatizan los espacios que antes constituían derechos sociales asociados a la cuestión de la ciudadanía. Se produce un paso de los vínculos de contrato a los de tutela para el trabajador y sé juridizan derechos abstractos para las poblaciones antes tuteladas. Se volatiza lo público en la legalidad del acceso, más o menos homogéneo a los derechos sociales. La extensión de la eficacia se reduce a ciertos ámbitos de política social donde, paradójicamente, los derechos sociales son los más escasos y donde la legalidad no está ni en práctica ni menos aún sancionada. Que en la cultura neoliberal los valores de la "tradición" se conviertan en la forma de neutralizar sus devastadores consecuencias, pone en evidencia la debilidad de sus utopías. Pero también reactualiza la debilidad de las categorías clásicas duales de las Ciencias Sociales para entender esta dinámica social, "comunidad" y "sociedad", solidaridad "orgánica" y "mecánica", "tradición" y "modernidad”. Nuestra dolorosa modernidad ha debilitado progresivamente las formas primarias de reciprocidad y ahora viene a descubrir su vitalidad. Se avecina una nueva era donde lo social, deja de ser una cuestión de bien común que la sociedad actuando, sobre sí misma, a través de sus representantes en el Estado, debe administrar. Este nuevo orden no incentiva la creación de espacios de libertad, ni la posibilidad de un “desarrollo” inclusivo que tenga en cuenta las diversas formas de vivir en el mundo. Todo lo contrario, las reprime más allá de las iniciativas emancipatorias que surgen en los intersticios del poder global. El nuevo orden ha pasado de lo público a lo privado, de la población a la comunidad, del ciudadano a las poblaciones de riesgo, de lo estatal a las asociaciones intermedias o a la sociedad civil. Estamos avizorando una nueva era para los países de América Latina donde lo desarrollo social no implica bienestar, en base al mito de una transformación ineluctable de la sociedad hacia una mejor calidad de vida que rebalsaría para los más necesitados, la que se sintetizada en el discurso y la idea del “desarrollo” como una etapa superior de las sociedades. Se trata sólo de un desarrollo que, para algunos, significará la potencialidad de acceder a mínimos biológicos, sólo bajo la eventual circunstancia que se pueda probar ser un pobre válido – previo a una serie de mecanismos de reproducción, legitimación y validación de la inferioridad -, es decir una población en riesgo (los más pobres de entre los pobres, los vulnerables y las ex minorías). En este marco podríamos preguntarnos si es posible, que la creciente vulnerabilidad y exclusión pueda resolverse con los dispositivos de la focopolítica y las utopías de un desarrollo más humano. El lema actual "solidaridad entre los pobres, competencia e individualismo para las relaciones Estado-sociedad-mercado", no puede generar equilibrio alguno de poder. Sería tan ingenuo como pensar que la solidaridad en las actividades que realizan las abejas obreras, las pusieran en equilibrio de poder con la reina. La tendencia parece la opuesta y el discurso esquizofrénico que lo sustenta, abona la progresiva desigualdad en la distribución del poder, la riqueza y la creciente atomización de los intereses públicos. Al basarse la intervención social en el refuerzo de solidaridades locales como sustituto de los derechos sociales, es muy difícil pensar que estas prácticas se traduzcan en una auténtica reconstrucción de la esfera pública y en un mejor equilibrio de poder de los sectores subalternos. ¿Puede el capital social de los más pobres aumentar el sentimiento de comunidad y la confianza y disminuir la pobreza? Pareciera que si no se modifican otras condiciones más estructurales, los vínculos no mercantiles sólo podrán complementar o parchar las carencias de derechos de acceso o la escasez de ingresos monetarios. Ya Bourdieu planteaba que el volumen del capital social no sólo depende de la extensión de la red de relaciones sino del volumen del capital económico, cultural o simbólico de sus miembros. Esto significa que mientras más poderes tengan los grupos o las personas, más efectivo será el capital social. Si es así, las crecientes desigualdades económicas, raciales, étnicas, de género, de clase potenciarán los capitales sociales respectivos. Es muy poco probable entonces que de su fortalecimiento resulte una disminución de la pobreza y de la desigualdad.

269

Las nuevas formas de lucha, que van desde los cortes de ruta piqueteros, las puebladas, los cacerolazos, las asambleas barriales en la Argentina y, a nivel internacional, el movimiento anti-globalización, son expresividad de un creciente malestar expresado en una importante crítica a los valores dominantes del neoliberalismo, la ganancia, el lucro, la destrucción del medio ambiente, la creciente desigualdad social. Todas ellas agudizadas por la aplicación de la recetas y directivas de los organismos internacionales sobre los países pobres y los pobres del mundo. Sin embargo, la heterogeneidad de los actores subalternos y de los valores que ponen en cuestión, requiere de abordajes particulares y no de visiones generalizables sobre el germen de una nueva sociedad. Lo que si parece vislumbrarse son prácticas y luchas que expresan viejas y nuevas búsquedas de valores y estilos de vida alternativos. Las protestas contra el capitalismo global y las consecuencias del neoliberalismo sobre la dignidad de las personas (Seattle, Davos, Washington, Londres, entre otras manifestaciones), están descarnando el discurso único y las consecuencias nefastas de este modelo de gobierno sobre los pobres de la tierra. En este contexto globalizado y al mismo tiempo territorializado, las luchas sociales están repensando una nueva sociedad, algunas más abiertas y democráticas, otras que proponen el resurgimiento de fundamentalismos vernáculos. Repensar y deconstruir los discursos de verdad sobre los “pobres” en el siglo XX y sus mecanismos discursivos de reproducción y producción de la inferioridad social, en base a las alternativas desde los márgenes, no debe significar mitificar las “bondades” de las sociedades vernáculas a secas, pensando que es posible construir una “economía social” igualitaria donde primen valores radicalmente diferentes a los de la sociedad hegemónica. Al ser esta una propuesta que coincide con las nuevas arte de gobernar, aunque pretenda construir una sociedad diferente y más justa, puede caer en el espejismo de creer que es posible que la sociedad de pobres se autorregule, en un mundo cada vez más interdependiente, excluyente, polarizado y poco tolerante con el valor de la vida y la dignidad del resto de los congéneres. Por otro, no podemos olvidar que junto a estas devastadoras consecuencias, ha habido significativos avances que los mitos de igualdad de la modernidad han ido materializando a través del tiempo. Es necesario en todo caso retornar y profundizar algunos valores que la modernidad ha aportado a la dignidad humana: la autoreflexividad, los derechos civiles y sociales, la tolerancia y el respeto por las diferencias, la tensión entre universalidad y especificidad, el debilitamiento del control de la comunidad local sobre la vida de la gente, entre otros.

270

BIBLIOGRAFÍA Abramavoy, Ricardo (1996) “A atualidade do Método de Josué de Castro e a Situacao Alimentar Mundial”, Revista de Economía e Sociología Rural, vols, 3 a 4, dezembro: 81-102. Adler de Lomnitz, L. (1975); Como sobreviven los marginados. Madrid. Siglo XXI. Adler, Larissa (1994); Redes sociales, cultura y poder: Ensayos de Antropología latinaomericana, México, FLACSO- M.A. Portua. Aguilar, Alvarez L.; Sbrocco, (1993) Los sectores populares y la ocupación del suelo en la ciudad de Salta. Mimeo Aguilar, Alvarez, Moons, Sachi, Sbrocco, Vazquez (1998); Estudio participativo de la pobreza en la provincia de Salta, Informe Final, CEIDEA (Centro de Investigación y Desarrollo en Estrategias Alternativas), Secretaria de Desarrollo Social de la Nación, Presidencia de la Nación, (mimeo). Aguilar, M.A., Vázquez, E. (2000); "De YPF a la ruta: un acercamiento a Tartagal" en Panaia, M y otros (comp.) Trabajo y población en el Noroeste Argentino, Buenos Aires, Editorial La Colmena. Aguilar, María Angela (1996), Descentralización y gobiernos municipales, limitaciones y posibilidades. En Revista de Humanidades. Salta, UNSA Aguilar, María Angela (2001), “La vulnerabilidad” en Aguilar, Alvarez, Sacchi, Sbrocco, Moons y Cid, “Miradas y visiones sobre la pobreza”, 3er premio en el Concurso “Las Caras de la pobreza” de trabajos de investigación, organizado por el Departamento de investigación Institucional del programa “Deuda Social” de la Universidad Católica Argentina, 23 de Agosto del 2002. Aguilar, María Angela y Vez Losada, Marta (1998); Políticas Sociales y ONG'Ss, el caso salteño, Presentado en las Terceras Jornadas internacionales Estado y Sociedad. CEA, UBA, Sep/Octubre de 1998. Aguilar, María Angela y Vez Losada, Marta (1998); Programas de empleo: del trabajo como integrador al trabajo como asistencia. Presentado en las Jornadas de discusión de ASET, Encuentro de fin de siglo, Universidad de Nacional de Salta, Salta, noviembre de 1999. Aguilar, María Angela; Ves Losada, Marta y Yudi, Javier (2001); Relaciones entre el Estado y las Organizaciones de la Sociedad Civil en el marco de las políticas sociales en Salta, Informe Final, Convenio CENOC y Maestría en Políticas Sociales, Universidad Nacional de Salta. Al-Zubaidi, Layla (s/f); http://www.indiana.edu/~wanthro/URBAN.htm

Urban

Anthropology,

an

overview

Alayón, Alvariño, Araneda, Atilano y otros (1975); Desafío del Servicio Social, ¿crisis de la reconcpetualización?. Buenos Aires, Editorial Humanitas.

271

Alayón, Norberto (1980); Hacia una histórica del trabajo social, Lima Perú, CELATS Editores,. Alayon, N. (1989); Asistencia y asistencialismo, ¿Pobres controlados o erradicación de la pobreza?. Bs. As. Ed. Humanitas. Alvarez Leguizamón, Sonia (1986); Estudio de los mecanismos de sobrevivencia del sector de subsistencia urbano de la ciudad de Salta, Informe Final Beca de Iniciación, CONICET, mimeo. Alvarez Leguizamón, Sonia (1987); "La crisis en la economía provincial y la estructura de clases en Salta", en Tercer Mundo y Tercer Mundismo: de debates y combates". Universidad Nacional de Salta, Facultad de Humanidades, Salta, 1987. Alvarez Leguizamón (1988).Estrategias familiares de vida en Salta, Informe Final beca de perfeccionamiento, CONICET, Alvarez Leguizamón, Sonia (1989); Modalidad de estado y reproducción de la fuerza de trabajo. Análisis Argentina 1976-1981, Tesis de Maestría en Sociología del Desarrollo. Instituto de Sociología y Desarrollo del Area Ibérica, mimeo. Alvarez Leguizamón, Sonia (1995); "Las ciudades medianas, de viejas y nuevas posmodernidades", en Ensayos sobre la Ciudad. Tucumán. Ed. del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán. Alvarez Leguizamón, Sonia (1996); Los efectos del ajuste estructural sobre las economías de subsistencia de la provincia de Salta. Presentado al Taller: Trabajo y población en el Noroeste Argentino. Universidad Nacional de Santiago del Estero, 28 y 29 de Junio. Alvarez Leguizamón, Sonia (2000); "Los "pioneros modernos", hacedores invisibles de una ciudad a medias", en Rabey, M. y Jerez O. (editores); Procesos de Urbanización en Argentina: una mirada antropológica. Red de Editoriales de Universidades Nacionales y Universidad Nacional de Jujuy, pp. 59 a 109. Alvarez Leguizamón, Sonia (2002); "La pacificación de la “multiculturalidad globalizada”, recomposición de campos del saber y nuevas formas de intervención social”, en Relaciones Interétnicas. Ministerio de Cultura. Bogotá, Colombia. Alvarez Leguizamón, Sonia (2004) “La pobreza: configuraciones sociales, relaciones de tutela y dispositivos de intervención. (Salta primer mitad del siglo XX)” en Abordajes y Perspectivas, Concurso Provincial de Ensayo 2003, Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta, Segundo Premio, Salta, Argentina. Ametrano, Lucrecia (1995), "Barios pobres del conourbano. Una mirada desde adentro". En Gravano, A. comp., Miradas urbanas, visiones barriales. Montevideo, Ed. NordanComunidad. Amin, Samir (1973); El desarrollo desigual, ensayo sobre las formaciones sociales del capitalismo periférico, Ed. Fontanella, Barcelona. Amin, Samir (1974); La acumulación a escala mundial, crítica a la teoría del desarrollo, Buenos Aires, Siglo XXI. 272

Ander Egg, Ezequiel (1981); Metodología y práctica del desarrollo de la comunidad. Buenos Aires, Editorial Humanitas. Ander Egg, Esequiel y otro (1975); Del ajuste a la transformación, apuntes para una historia del trabajo social, Buenos Aires, Editorial Ecros. Anderson, Benedict (1983); Comunidades Imaginadas, México, FCE. Anderson Sumbi, Jeanine (1991); "Estrategias de sobrevivencia revistadas", en Feijoó, María del C. y Herzer, Hilda M. (comp.) Las mujeres y la vida en las ciudades. Bs. As. Grupo Editor de América Latina, IIED-América Latina. Andrenacci, Luciano; Falappa, Fernando y Lvovich; Daniel (2001); “Acerca de los orígenes del Estado de Bienestar en Argentina (1880-1955)”¸ Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (UNGS). Primera etapa del proyecto de investigación La política social del peronismo clásico (1943-1955). Mimeo. Andrenacci, Luciano (2002); “Algunas reflexiones en torno a la cuestión social y la asistencialización de la intervención social del Estado en la Argentina contemporánea”, en Luciano Andrenacci (organizador); Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires, Ediciones Al Margen y Universidad Nacional de General Sarmiento. Appadurai, Arjun (2001) “Paisajes étnicos globales: apuntes e interrogantes para una antropología transnacional” en La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires, Ediciones Trilce y & Fondo de Cultura Económica. Arendt, Hannah (1993 [1958]); La condición humana. Introducción de Manuel Cruz. Ediciones Paidos, Barcelona, Buenos Aires, México. Armus, Diego (1999); “Salud y anarquismo. La tuberculosis en el discurso literario argentino, 1890-1940” en Lobato, Mirta Zaida (editora), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de la historia de la salud en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Biblos, Universidad de Mar del Plata Armus, Diego (1984); “Enfermedad y ambiente urbano e higiene social. Rosario entre fines del siglo XIX y comienzos del XX”, en Barrán y Nahum, Armus, Landgon, Hardoy y otros, Sectores populares y vida urbana, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires Augé, Marc (1995), "Nuevos mundos" en Hacia una antropología de los mundos contemporáneos. España, Ed. Gedisa. Augé, Marc (1996), El sentido de los otros. Actualidad de la antropología. Barcelona, Editorial Paidos. Auyero, Javier (1996) “La doble vida del clientelismo político”, en Revista Sociedad N°8, Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Buenos Aires, abril de 1996, pp 54-31. Auyero, Javier (1997); "Evita como performance. Mediacion y resolución de problemas entre los pobres urbanos del Gran Buenos Aires, en Javier Auyero (comp.) ¿Favores por votos?. Estudios sobre clientelismo político contemporáneo. Bs. As. Editorial Losada 273

Auyero, Javier (2000); “Cultura política, destitución social y clientelismo político en Buenos Aires. Un estudio etnográfico”, en Svampa, Mariestella (editora), Desde abajo. La transformación de las identidades sociales. Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento y Editorial Biblos, pp. 181-209. Auyero, Javier (2001); La política de los pobres, las prácticas clientelísticas del peronismo. Buenos Aires, Editorial Manantial. Auyero Javier (2002); “El santiagueñazo (Argentina 1993)” en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 8, no1 (enero-abril), pp. 33-75. Balandier, Gorges (1974), Antropo-lógicas. Barcelona, Ed. Península. Banco Mundial (1995); Alivio de la Pobreza y Fondos de Inversión Social, Washington. Banco Mundial (1997), Argentina, Información básica de los proyectos en curso, Octubre. /www.siempro.gov.ar/programas%20sociales/sisfam/Cenoc/informe1.html Banco Mundial (2000), pobreza. Washington DC.

Informe sobre el desarrollo mundial. Lucha contra la

Banco Mundial (2006) Informe sobre el desarrollo mundial 2006, equidad y desarrollo. Barba Solano, Carlos (2006) “Regimenes de bienestar, producción y reproducción de pobreza una estrategia para estudiar América Latina” presentado al Simposio Políticas de producción de pobreza, organizado por el programa CLACSO-CROP de estudios sobre la Pobreza en América Latina y el Caribe en el “Foro internacional sobre el nexo entre políticas y Ciencias Sociales”, Buenos Aires, 20-24 de febrero 2006. Barbeito, Alberto C. y Lo Vuolo, Rubén M. (1992); La modernización excluyente. Transformación económica y Estado de Bienestar en la Argentina. Bs. As., Ed. Losada y UNICEF. Barbeito, A. (1995); “La integración de los sistemas de transferencias fiscales como instrumento de integración social” en Lovuolo y otros (1995), Contra la exclusión. La propuesta del ingreso ciudadano. Buenos Aires, Ciepp, Miño y Dávila editores. Barbero, Martin J. (1994); "Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación", en revista Sociedad. Industria cultural, signos y creencias. Bs. As. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, número 5, oct. 1994. Bartolomé, Miguel Angel (2004) “Amerique Latine Histoire et Mémoire”, Les Cahiers ALHIM, Identités: psositionnements des groupes indiens en Amerique latine- Numéro 102004. Barranco, Dora (1999); “Socialismo, higiene y profilaxis social, 1900-1930” en Lobato, Mirta Zaida (editora), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de la historia de la salud en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Biblos, Universidad de Mar del Plata, pp. 119-153.

274

Beccaria, Luis y López, Néstor (1996), El debilitamiento de los mecanismos de integración, en Beccaria, Luis y López, Néstor (comps.); Sin trabajo. Las características del desempleo y sus efectos en la socieadad argentina. Buenos Aires, UNICEF/LOSADA. Belmartino, Susana (1999); “Las obras sociales: continuidad o ruptura en la Argentina de los años 40” en Lobato, Mirta Zaida (editora), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de la historia de la salud en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Biblos, Universidad de Mar del Plata, pp. 211-237. Bennholdt-Thomsen, Veronika y Mies, Maria (2000); The subsistence perspective. Beyond the globalised economy. Zed Books, Spinifex Press, Australia. Berger, Peter y Luckmann, Thomas (1997), Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno. Barcelona, Ed. Paidós. Berger, Peter y John, Neuhauss (1977), "Potenciar al ciudadano. El rol de las estructuras intermedias en las políticas públicas" en Libertad y Leviatan, Revista del Centro de Estudios Públicos, Santiago de Chile. Bhabba, Homi (1990); “The other question, Difference, discrimination, and the discourse of colonialism” en Out There, Marginalization and Contermporary Cultures, Russel Ferguson, Matha Gever, Trinh T. Minh-ha y Cornel West, eds., pags. 71-89, Nueva York, The New museum of Contermporray Arte y Cambridge, MIT Press. Bhatnagar, Bhuvan and Williams, Aubrey C (ed) (1992); Participatory development and the World Bank. Potential directions for change. World Bank Discussion Papers 183. The World Bank, Washington, D.C. Página: 275 Bonfil Batalla, Guillermo (1991), Latina, Puerto Rico/Bs as, CEHASS.

Identidad y pluralismo cultural en America

Bialet Massé, Juan (1972 [1904]), Las clases obreras argentinas a comienzos del siglo. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión. Boltvinik, Julio (1990); Pobreza y necesidades básicas, conceptos y métodos de medición. Proyecto Regional para la superación de la pobreza, RLA/86/004, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Bogotá, abril de 1990. Bolvitnik, Julio (1991); “Métodos de medición de la pobreza”, en PNUD, Proyecto Regional para la superación de la pobreza en Argentina, Bogotá. Boltvinik, Julio (1992), “Pobreza, naturaleza humana y necesidades”, en Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza, América Latina. El reto de la pobreza, conceptos métodos, magnitud, características y evolución. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Colombia. Boltvinik, Julio (1999); “Economía moral”, La Jornada, México, viernes 12 de marzo. Bonfil Batalla, Guillermo (1991), Latina, Puerto Rico/Bs as, CEHASS.

Identidad y pluralismo cultural en America

275

Bonfil Batalla, Guillermo (1993) “El etnodesarrollo: sus premisas jurídicas, políticas y de organización”. Boschi, Renato Raul y do Prado Valladares, Lícia (1983); "Problemas teóricas na análise de movimentos sociais: Comunidades, acao coletiva e o papel do Estado" en Espacos & Debates, Revista de estudos regionais e urbanos, años III, no. 8. Sao Paulo, Cortez Editora. Bourdieu, Pierre (1980); "Le Capital social". Actes de la recherche en Sciencies Sociales. 31, pp 3-6. Bourdieu, Pierre (1985); ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Ed. Akal. Bourdieu, Pierre (1988); "De la regla a la estrategia", en Cosas dichas. Bs. As. Gedisa. Bourdieu, Pierre (1989ª); “Introducción a una sociología reflexiva” en Bourdieu, Pierre, O poder simbólico, Editora Bertrand Brasil y Lisboa, Difusao Ed., Rio de Janeiro y Lisba, pp 17 a 58. Originalmente “Introducao a um seminario da Ecole des Hautes Etudes en Sciencies Sociales” (Outubro de 1987) Bourdieu, Pierre (1989b), “A genése dos conceitos de habitus e de campo” en Bourdieu, Pierre, O poder simbólico, Rio de Janeiro y Lisboa, Editora Bertrand Brasil y Difusao Ed., pp 59 a 73. Bourdieu, Pierre (1991); El sentido práctico. Madrid, Ed. Taurus. Bourdieu, Pierre (1995); “La violencia simbólica” en Bourdieu, Pierre y Wacquant, Luic J. D; Respuesta para una antropología reflexiva. México, Grijalbo, pp. 101-127. Bourdieu, Pierre (1996); "Espíritu de Estado. Génesis y estructura del campo burocrático", en Revista Sociedad, Bs. As, no.8, abril de 1996 Bourdieu, Pierre (1997); Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona, Editorial Anagrama. Bourdieu, Pierre (1999); “La mano izquierda y la mano derecha del Estado” en Contrafuegos, reflexiones para servir a la resistencia contra la invasión neoliberal. Barcelona, Editorial Anagrama, Colección Argumentos. Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loic (1995); Respuestas. Por una antropología reflexiva. Editorial Grijalbo. Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc (2000); “Mundo norte-americano, A nova bíblia de Tio Sam”, Biblioteca das Alternativas, Publicado originalmente en Le Monde Diplomatique, maio de 2000. Brawerman, Josette y Minujin, Alberto (1991), Focalización, ¿fábula o herramienta?, UNICEF Argentina, Documento de Trabajo No. 2, agosto de 1991. Bretton Woods Proyect March 2000.

(2000); New Leaf or Fig Leaf Washington Consensus,

276

Brito Leal Ivo, Anete (s/f) “A reconversão do social: dilemas da redistribuição no tratamento focalizado” Publicado na revista São Paulo em Perspectiva v. 18, n. 2, p 57-67 Brito Leal Ivo, Anete 2005, The redefinition of the social issue and the rethoric on poverty during the'90s; en Cimadamore, A; Dean, H.; Siqueira, J (Eds) The Poverty of the State: reconsidering the role of the State in the struggle against global poverty. Buenos Aires: Clacso Books, Série Clacso/Crop, 2005, p. 65-90 Bustelo, Eduardo S. (1991); “Mucho, poquito o nada: crisis y alternativas de Política Social”, en Política Social y pobreza en la Argentina. Bogotá, PNUD, Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza. Bustelo, E. y Minujin A. (1991), La política Social en los tiempos del cólera; Bs. As., Unicef Argentina, Documento de Trabajo No. 7. Bustelo, Eduardo (1995a), "El abrazo", en revista Enoikos. Año 3, número 9, Bs. As.. Bustelo, Eduardo (1995b); “La producción de estado de Malestar, ajuste y política social en América Latina” en Minujin, Alberto y otros; Cuesta abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina. Buenos Aires, UNICEF/Losada, 3ra edición, pp. 119-141. Bustelo, Eduardo S. y Minujin, Alberto (1991), La Política social en los tiempos de cólera. UNICEF Argentina, Documento de Trabajo No. 7, julio de 1991. Cardozo, Fernando Enrique (1972): “Comentario sobre los conceptos de sobrepoblación relativa y marginalidad”, Revista Latino Americana de Ciencias Sociales, no.1/2, Santiago, pp. 57-76. Cardoso, Fernando Enrique y Faletto, Enzo (2003) Dependencia y desarrollo en América Latina: ensayo de interpretación sociológica, Siglo XXI, 1ª ed., Buenos Aires, 2003. Carrillo, Ramón (1974); Teoría del Hospital, Obras Completas T. I. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires EUDEBA Carrillo, Ramón (1975 [1951]); Planes de Salud Pública: 1952-1958, Obras Completas IV. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires EUDEBA. Carpio, J. y Novacosvsky, I. (2001); De igual a igual. El desafío del Estado ante los nuevos problemas sociales. Buenos Aires, SIEMPRO, FLACSO, FCE. Casaus Arzú, Marta Elena (S/F) “Las redes intelectuales centroamericanas y sus imaginarios de nación (1890-1945) en Revista Circunstancias Revista de Ciencias Sociales del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Año 3, no. 9 Castells, Manuel (1982); La cuestión urbana. Siglo XXI, Madrid. Castells, Manuel (1997); “El fin del patriarcado: movimientos sociales, familia y sexualidad en la era de la información” en La era de la información. Economía, sociedad y cultura. El poder de la identidad. Vol. 2. Madrid, Alianza Editorial.

277

Castel, Robert (1997), Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del asalariado. Bs. As., Ed. Paidos. Castel, Robert (1999); “Vulnerabilidad social, exclusión: la degradación de la condición salarial” en Jorge Carpio e Irene Novacovsky (comp.), De igual a igual, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, pp. 25-29. Castel, Robert (2004), La inseguridad social ¿Qué es estar protegido?. Buenos Aires, Ediciones Manantial. Castro-Gómez, Santiago (s/f) Michel Foucault y la colonialidad del poder; Universidad Javeriana, Instituto Pensar; http://amauta.upra.edu/vol4investigacion/vol_4_Michel_Foucault_y_la_Colonialidad_del_Pode r.pdf Castro Gomez Santiago “Ciencias Sociales, violencia epistémico y el problema de la invención del otro" (2000) en Edgardo Lander (comp.) La colonialidad del saber: eurocientrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas. CLACSO, UNESCO. Castro, Mary Garcia (2001); Algumas provocações sobre cultura política e cidadania, Foro Social Mundial 2001, Biblioteca de las Alternativas. Ceirano, Virginia (1997), Las sociedades de fomento, son espacios de solidaridad y participación de los vecinos?. Las sociedades de Fomento en Beriso y Florencio Varela. Mimeo. CEPAL (Comisión Económica para América Latina) (1959); El desarrollo económico en la Argentina. Bs. As. CEPAL (1990); Transformación productiva con equidad. La tarea prioritaria del desarrollo de America Latina y el Caribe en los años noventa. CEPAL (1992); Equidad y transformación productiva: un enfoque integrado. Santiago de Chile. CEPAL (1995), Focalización y pobreza. Cuadernos de la CEPAL. Naciones Unidas, Comisión económica para América Latina y el Caribe, Santiago de Chile. CEPAL (1997), La brecha de la equidad: América Latina, el Caribe y la Cumbre Social; Santiago de Chile, Naciones Unidas. CEPAL, (1998) Panorama social de América Latina, 1997, Santiago de Chile, Naciones UnidasCEPAL (2003); Panorama social de América Latina 2002-2003 .Santiago de Chile, Naciones Unidas CEPAL, (2004); Panorama Social de América Latina, documento informativo. Santiago de Chile, Naciones Unidas . Cid, Juan Carlos (1996a); Evolución del mercado laboral en la ciudad de Salta, Dirección Gral. de Estadísticas, Gobernación de la Pcia. de Salta.

278

Cid, Juan Carlos (1996b); Pobreza en la ciudad de Salta: nuevas estimaciones. Dirección Gral. de Estadísticas,Gobernación de la Pcia. de Salta. Cisneros, Claudia (1996), Los problemas sociales y su definición ambigua. El caso de la asistencia alimentaria en la ciudad de Rosario. Presentado en las Jornadas de Antropología de la Cuenca del Plata, Rosario, octubre. Mimeo Coleman, James S. (2000), “Social capital in the creation of human capital” en Dasgupta, P. y Serageldin, Ismail, Social capital, a multifaceted perspective. The International Bank for Reconstruction and Development, Washington. Collier, Paul (1998); “Social Capital and Poverty, Social Capital Initiative”, Working Paper, no. 4, Washington, The World Bank. Social Development Family. Enviromentally and Socially Sustainable Development Network, noviembre. Comaroff, Jean (1985), Body of power sipirit of resistance. The Culture and History of a South African People. Chicago and London, The University of Chicago Press. Comaroff Jean and John (1998), “Occult economies and the violence of abstraction: notes from the South African postcolony” in The Max Gluckman memorial lecture, University of Chicago, Department of Anthropology. Copenhagen Declaration on Social development, United Nation, Division for Social Policy and Development, Last updated 25 june 1998. Coraggio, José Luis (1999); Política social y economía del trabajo. Alternativas a la política neoliberal para la ciudad. Buenos Aires/Madrid, Miño y Dávila Editores. Corominas, Joan (1973); Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos. Coronil, Fernando (2000); “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentrismos al globocentrismo”, en Edgardo Lander (comp.) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, CLACSO, pp. 201-246. Cortés, Rosalía (1985); La seguridad social en la Argentina. Las obras sociales, Flacso, Buenos Aires. Cortés, Rosalía y Marshall, Adriana (1993), “Política social y regulación de la fuerza de trabajo”; en Cuadernos Médico-Sociales n° 65-66; Rosario, Argentina. Cravino, María Cristina; Fournier, Marisa; Neufeld, María Rosa y Soldano, Daniela (2002); “Sociabilidad y micropolítica en un barrio bajo planes”, en Andrenacci, Luciano (org.), Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires, Ediciones Al Margen y Universidad de General Sarmiento, Argentina, pp. 61-85. Crusch J., ed. (1995); Power of Development. Nueva York; Routledge. Cuevas, Agustín (1981); El desarrollo del capitalismo en América Latina, México, Siglo XXI, 5ta. edición.

279

Chartterjee, Partha (1997) Our modernity. SEPHIS-CODESRIA Lecture No. 1, Rotterdam/Dakar. D’Antonio, Daniel Hugo (1986); Derecho de Menores, Buenos Aires, Ed Strea. Danani, Claudia (1996); “Algunas precisiones sobre la política social como campo de estudio y la noción de población-objeto”, en Susana Hintze (organizadora); Polítcas sociales. Contribución al debate teórico-metodológico. Buenos Aires, Colección CEA-CBC, Oficina de Publicaciones del CBC, Universidad de Buenos Aires, pp 21-39. Dasgupta, P. y Serageldin, Ismail (2000); Social capital, a multifaceted perspective. Washington, The International Bank for Reconstruction and Development. De Certeau, Michel (1987), "La invención de lo cotidiano", en revista Espacios, Centro de Investigaciones Filosóficas, Instituto de Ciencias, Universidad Autónoma de Puebla, Año IV, No. 11. De Certeau, Michel (1996), La invención de la cotidiano. 1 Artes de Hacer. México, Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia. Instituto Tecnológico y de estudios Superiores de Occidente. Centro francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. De Certeau, Michel y Giard, Luce (1997); A invencao do cotidiano. Petropolis, Editora Vozes. De Sousa Santos, Boaventura (1997) “Hacia una concepción multicultural de los derechos humanos”, en Análisis Político, No. 31. Universidad Nacional de Colombia, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Mayo/Agosto 97. De Tocqueville, Alexis (1835); Democracy http://xroads.virginia.edu/~HYPER/DETOC/toc_indx.html

in

America,

Deleuze, Gilles (1980), “Epílogo” en Donzelot, La policía de la familia, Barcelona, Pre textos editorial. DESAL (1969); Marginalidad en América Latina, un ensayo diagnóstico, Barcelona, Ed. Herdes. Di Liscia, María Silvia (2001); “Hijos sanos y legítimos. Sobre matrimonio asistencia social en argentina (1935-1948)” en VIII Jornadas Interescuelas de Departamentos de Historia, Salta, Septiembre de 2001. Di Prieto, Luis (Coord.) (1999); Las políticas de asistencia y promoción social en la Argentina. Una reseña histórica desde la perspectiva de las políticas públicas. Estudio Preliminar. Subsecretaría de Proyectos sociales, Dirección Nacional de Programación Social. Dirección de Investigación, Estudios y Fortalecimiento de los Programas Sociales. Buenos Aires, noviembre de 1999. Donzelot, Jaques (1980); La policía de la familia, Barcelona, Pre textos editorial. Donzelot, Jaques (1984); L´invention du social, Paris, Fayard. Donzelot, Jaques (1990); La policía de la familia, Valencia, Artes Gráficas Soler. 280

Donzelot, Jaques (1998); “As transformacoes da intervencao social face a exclusao”, Ser Social, no. 3, Revista do Programa de Pos-Graduacao em Política Social do departamento de Servicio Social da Universidade de Brasilia, pp. 177-192. Dos Santos, Theutonio (2002) “A teoria da dependencia: um balanco histórico e teórico” Los retos de la globalización: desafíos del sistema mundial. Ensayos en homenaje a Theotonio Dos Santos (CRESALC, UNESCO) Dragone, Jorge (2002); “Ramón Carrillo” en Revista Claves No. 114. Salta Duque, J. y Pastrana, E. (1973), Las estrategias de supervivencia familiar económica de las unidades familiares del sector popular urbano: una investigación exploratoria. Santiago de Chile, Programa ELAS/CELADE. Durham, Eunice R. (1988); "A pesquisa antropologica com populacoes urbanas: problemas e perspectivas", en Cardoso, R. (org.); A aventura antropologica, teoria y pesquisa. Brasil, Paz & Terra. Edwards, Michael (1999); Enthusiasts, Tacticians and Sceptics: The World Bank, Civil Society and Social Capital, tomado de http://www.worldbank.org/poverty/scapital/library/edwards.htm, bajado el 16-02-2000. Elias, Norbert (1993 [1977-1979]); El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Fondo de Cultura Ecónomica, México, Madrid, Buenos Aires. Elias, Norbet (1994 [1987]); “El retraimiento de los sociólogos en el presente” en Conocimiento y Poder. Las Ediciones de la Piqueta, Madrid. Elías, Norbert (1996 [1969]); La sociedad cortesana. Fondo de Cultura Económica, México, 1era reimpresión. Elías, Norber (1998 [1980]); “La civilización de nuestros padres”, en Norbert Elías, La civilización de nuestros padres y otros ensayos. Santa Fe de Bogotá, Grupo Editorial Norma, pp. 497-455. Elias Norber, (1998 [1976]); “Ensayo teórico sobre las relaciones entre establecidos y marginados”, en Norbert Elías, La civilización de los padres y otros ensayos. Santa Fé de Bogota, Editorial Norma. Elías, Norbert (1998); “Hacia una teoría de los procesos sociales” en La civilización de los padres y otros ensayos, Editorial Universidad Nacional y Editorial Norma, Colombia. Escobar, Arturo (1995), Encountering development. The making and unmaking of the third world". Princeton University Press. Princeton, New Jersey. Escobar, Arturo (1998), La invención del Tercer mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Grupo Editorial Norma, Bogota. Escobar, Arturo (1997): “Antropología y desarrollo”, Revista Internacional de Ciencias Sociales, no. 154, Antropología, temas y perspectivas, UNESCO, http://www.unesco.org/issj/rics154/escobarspa.html bajado el 5-09-2001. 281

Esping Anderson, Gosta (1991), A tres economías políticas do welfare state, en Lua Nova, Revista de Cultura e Politica, 24, septembro 91: 101. Esping-Andersen, Gosta (1993) Los tres mundos del estado de bienestar. Ediciones Alfons et Magnanimus. España. Esteva, Gustavo (1996), “Desarrollo”, en Sachs, Wolfang, Diccionario del Desarrollo. Una guía del conocimiento como poder. PRATEC Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas. Esteva, Ignacio (2001), “El estado de la sociedad civil y las estrategias de empoderamiento en México”. Presentado en el Primer Foro Temático Regional en América Latina y el Caribe Sociedad Civil-Banco Mundial, “Empoderamiento y acción: construyendo una agenda para la reducción de la pobreza", Tequesquitengo, México, 25-26 de octubre de 2001. Fals Borda, Orlando (1982); “La ciencia y el pueblo. Nuevas reflexiones sobre la Investigación Acicción”, en Fas Borda, O. La Sociología en Colombia. Bogota, Asociación Colombiana de Sociología, III Congreso Nacional de Sociología. Fals Borda, O. (1992) “La ciencia y el pueblo: nuevas reflexiones”, en M.C. Salazar, La investigación acción participativa: inicios y desarrollos, Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio. Feijoo, María del Carmen (1990); “La pobreza latinoamericana revisitada” en Revista Nueva Sociedad, No. 108, Venezuela. Feijoo, María del Carmen (2001); Nuevo país nueva pobreza. Buenos Aires, Fondo de Cultura Ecónomica. Fernández Bravo, Alvaro (2000) (ed. ) La invención de la nación. Lecturas de la identidad de Herder a Homi Bhabha. Manantial Ed. Buenos Aires. Ferguson, James (1997); “Antropology and its Evil Twin. “Development” in tha constitution of a discipline”, en Cooper, Frederick and Packard, Randall (edit.), International development and the Social Sciences. Essays on the hisstory and polítics of knowledge. University of California Press, Berkeley, Los Angeles, London, pp 150-173. Filgueras, Carlos (1999) “Bienestar y ciudadanía. Viejas y nuevas vulnerabilidades” en Tokman y Odonell (comp.) Pobreza y desigualdad en América Latina. Buenos Aires, Editorial Latinoamericana Filgueira, Carlos y Peri, Andrés (2004) América Latina: los rostros de la pobreza y sus causas determinantes Proyecto Regional de Población, Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) División de Población / Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) Población y desarrollo 54, Santiago de Chile, junio de 2004, Publicación de las Naciones Unidas. Finnemore, Martha (1997); “Redefining development at the World Bank” en Cooper, Frederick and Packard, Randall (edit.), International development and the Social Sciences.

282

Essays on the hisstory and polítics of knowledge. University of California Press, Berkeley, Los Angeles, London, pp 203-228. Fleury, Sonia (1997); Estado sin ciudadanos. Seguridad Social en América Latina. Buenos Aires, Lugar Editorial. Fleury, Sonia (1998); “Política Social, exclusión y equidad en América Latina en los 90”. En Nueva Sociedad No. 156, Caracas, Julio-agosto 1998. Flores Klarik, Mónica (2001), La construcción de Salta “la linda”. Apuntes para una antropología del turismo. Universidad Nacional de Salta, Facultad de Humanidades, Tesis de Licenciatura en Antropología, mimeo. Foucault, Michel (1981 [1966]); Las palabras y las cosas, una arqueología de las ciencias humanas. México, Siglo XXI, traducción de Elsa Cecilia Frost. Foucault, Michel (1981), “La gubernamentalidad” en Foucault, Donzelot, Gignon y otros, Espacios de Poder. Madrid, Las Ediciones de la Piqueta, p.p. 14 a 23. Foucault, Michel (1981 [1975]): Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 5ta edición en castellano. Foucault, Michel (1991), “El interés por la verdad”, en Saber y Verdad, edición, traducción y prólogo: Julia Varela y Fernando Alvarez- Uría. Madrid Las Ediciones de la Piqueta, pp 129 a 242 Foucault, Michel (1991b); "Nuevo orden interior y control social” en Saber y Verdad, (edición, traducción y prólogo: Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría), Madrid, Las Ediciones de la Piqueta. Foucault, Michel (1992); La genealogía del racismo. Madrid, Las ediciones de la La Piqueta Foucault, Michel (1993); “La sociedad punitiva” en La vida de los hombres infames. Montevideo, Editorial Altamira. Foucault, Michel (1996), “Tipos de tecnologías de poder”, en Tecnologías del yo, Paidos,/ICE y UAB, Barcelona, 1996, 3era. Reeimpresión. Foucault, Michel (1997 [1969]); La arqueología del saber. México, Siglo XXI Foucualt, Michel (1997 [1963]); El nacimiento de la clínica, una arqueología de la mirada médica, México, Siglo XXI, decimosexta edición en español. Franco, Jean (1997); “La globalización y la crisis de lo popular” en Revista Nueva Sociedad N° 149. Caracas, mayo-junio 1997, pp 62-74. Frederic, Sabina (1996), Focalización y clientelismo: Políticas de regularización del dominio en un municipio del Gran Bs. As. Presentado en las Jornadas de Antropología de la Cuenca del Plata, Rosario, octubre. Mimeo

283

Freyre, Paulo (1967), Educacao como práctica da liberdade. Rio de Janeiro, Paz e Terr, 1967. Freyre, Paulo (1970); La educación como práctica de la libertad. Buenos Aires, Siglo XXI. Friedman, Milton y Rose (1980); Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo económico, Barcelona, Ed. Grijalbo. Friedmman, John (1988); "El derecho a la ciudad", en Hardoy y Morse (comp.); Repensando la ciudad de América Latina. Bs. As., Grupo Editor Latinoamericano. Furtado, Celso (1974 [1969]); La economía latinoamericana. Desde la conquista hasta la revolución cubana. México, Siglo XXI. Furtado, Celso (1984 [1968]); Teoría política del desarrollo económico. México, Siglo XXI. Galín, P.y Novick, M. (1990, Comp.) La Precarización del empleo en la Argentina, C.E.A.L. Bs.As. Garcia Canclini, Nestor (1987); "Antropología versus sociología, un debate entre tradición y modernidad?", en David y Goliath. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales. No. 52. Bs. As. Garcia Canclini, Nestor (1992); Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Bs. As. Ed. Sudamericana. García Delgado (1995); "Argentina la cuestión de la equidad"; en revista Nueva Sociedad, no. 139, Caracas, septiembre-octubre. Gautie, Jerome (1998); "Da invencao do desemprego a sua descontrucao", en revista Mana. Estudos de Antropologia Social. V.4, N.2 pp. 67-84, out.1998. Rio de Janeiro Geertz, Clifford (1963ª); Agricultural involution: the process of ecological change in Indonesia, Berkeley y Los Angeles, University of California Press Geertz, Clifford (1963b); Peddlers and princes: social development and economic change in two Indonesian towns, Chicago, University of Chicago Press. George, Henry (1879), Progreso http://en.wikisource.org/wiki/Progress_and_Poverty en

y

Pobreza,

Germani, Gino (1962); Política y sociedad en una época de transición. Editorial Paidos, Buenos Aires. Germani, Gino (1971 [1965]); “Hacia una democracia de masas” en Di Tella, Torcuato; Germani, Gino y Graciarena, Jorge y colaboradores, Argentina, sociedad de masas. EUDEBA, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 3ra. Edición. Buenos Aires. Pp. 206-227.

284

Germani, Gino (1973); El concepto de marginalidad. Significado, raíces históricas y cuestiones teóricas, con particular referencia a la marginalidad urbana. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires. Germani, Gino, Graciarena y otros (1965); Argentina sociedad de masas, Eudeba, Buenos Aires. Germani, Gino (1987 [1955]); Estructura social de la Argentina; análisis estadístico. Buenos Aires, Editorial Solar. Giddens, Anthony (1967), Las nueva reglas del método sociológico, Bs. As., Amorrortu editores. Giddens, Anthony (1994a); Consecuencias de la modernidad. Madrid, Alianza Ed. Giddens, Anthony; (1994b): "Riesgo, confianza y reflexividad" en Ulrich Beck, Anthony Giddens y Scott Lash, Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en el orden social moderno, Madrid, Alianza Universidad, pp. 220-235. Giddens, Anthony (1997); "La vida en una sociedad post-tradicional", en Agora, Cuadernos de Estudios Políticos, Número 6, año 3. Bs. As. Glassner, Philip J.; Lee, Kye Woo; Sant’Ana, Anna Maria y de T. Antoine, JeanJacques (1995); Alivio de la Pobreza y Fondos de Inversión Social. La Experiencia Latinoamericana. Documento para discusión del Banco Mundial 261S. Banco Mundial, Washington, D.C. Goffman, Erving (1995); Estigma, la identidad deteriorada. Buenos Aires, Amorrortu editores. Golbert, Laura y Tenti Fanfani, Emilio (1993); Estructura social y pobreza en la Argentina: escenario de los 90’. Documentos de Trabajo CIEPP, Kellog Institute, Buenos Aires, enero de 1993. Golbert, Laura (1996); “Viejos y nuevos problemas de las políticas asistenciales”, en Serie de Estudios N° 12, Fundación CECE (Centro de Estudios para el Cambio Estructural), mayo de 1996. Golbert L. Y Tenti Fanfani E. (1994); “Nuevas y viejas formas de pobreza en la Argentina”, en Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Buenos Aires. González Casanova, Pablo (2006). “El colonialismo interno”, en Sociología de la explotación. Pablo González Casanova. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires,Argentina. 2006. 240 p.http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/gonzalez/colonia.pdf González Leandri, Ricardo (1984); “Caridad y filantropía en la ciudad de Buenos Aires durante la segurnda mita del siglo XIX”, en Barrán y Nahum, Armus, Landgon, Hardoy y otros, Sectores populares y vida urbana, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires, pp. 251- 259.

285

González Leandri, Ricardo (1999); “La profesión médica en Buenos Aires, 1852-1870” en Lobato, Mirta Zaida (editora), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de la historia de la salud en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Biblos, Universidad de Mar del Plata, pp. 21-57. Gautie, Jerome (1998); "Da invencao do desemprego a sua descontrucao", en revista Mana. Estudos de Antropologia Social. V.4, N.2 pp. 67-84, out.1998. Rio de Janeiro Gorz, Andre (2000); Metamorsis del Trabajo. Búsqueda del sentido, crítica a la razón ecónomica. Editorial Sistema. Grassi, E; Hintze, S. y Neufeld, M. (1994); Políticas Sociales. Crisis y ajuste estructural. Buenos Aires, Espacio Editorial. Grassi, Estela (2000); “Procesos político-culturales en torno del trabajo. Acerca de la problematiczación de la cuestión social en la década del 90’ y el sentido de las soluciones propuestas”, en Revista Sociedad N° 16, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, noviembre de 2000, pp. 49-80. Gravano, A. y Guber, R (1991), Barrio sí, villa también. Bs. As, Centro Editor de América Latina. Guber, Rosana (1991), "Villeros o cuando querer no es poder" en Gravano, A. y Guber, Rosana, Barrio sí, villa también. Bs. As, Centro Editor de América Latina. Gunder Frank, Andre (1970); Capitalismo y subdesarrollo en América Latina. Buenos Aires, Ediciones Signos. Gunder Frank, Andre (1978); “Sociología del desarrollo y subdesarrollo de la sociología: un examen del traje del emperador”, en América Latina, subdesarrollo o revolución, Ed. Era, México. Guy, Donna J. (1994); "Niños abandonados en Buenos Aires (1880-1914) y el desarrollo del concepto de la madre,” in Lea Fletcher, comp. Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX. Buenos Aires: Feminaria Editora, pp. 217-226. Guy, Donna J. (1997), “Rupturas y continuidades en el papel de la mujer, la infancia y la familia durante la década peronista,” Proceedings, AHILA (Asociación de Historiadores de América Latina en Europa). Guy, Donna J. (1998), “The Pan American Child Congresses, 1916-1942: Pan Americanism, Child Reform, and the Welfare State in Latin America,” Journal of Family History 23:3 (July 1998), 272-291. Guy, Donna J. (2000), ”Parents Before the Tribunals: The Legal Construction of Patriarchy in Argentina,@ in Maxine Molyneaux and Elizabeth Dore, The Hidden Histories of Gender and the State in Latin America (Durham: Duke University Press), 172-193 Guy, Donna J. (1998); The Casa Correcional de mujeres as an Institution for Child Rescue in Argentina, 1880-1940, paper given in Austin Texas, February, 20, 1998, traducido como “Niñas en la cárcel. El papel de la casa correccional de mujeres como institución de socorro infantil” mimeo. 286

Guy, Donna J. (1999); La verdadera historia de la Sociedad de Beneficencia, presented in the European Association of Latin American Historians, AHILA, Porto, Portugal, September 1999. Guy, Donna J. (2000a); The State, family and marginal children in Latin America, mimeo Guy, Donna J. (2000); "Parents Before the Tribunals: The Legal Construction of Patriarchy in Argentina,@ in Maxine Molyneaux and Elizabeth Dore, The Hidden Histories of Gender and the State in Latin America Durham: Duke University Press, 2000), 172-193. (http://www.archivo.gov.ar/mc_general.htm) Grosfoguel, Ramón (2000), “Developmentalism, modernity, and dependency theory in Latin America” Nepantla: Views from South 1: 2, Duke University press. Habermas, Jürgen (1997 [1985]); “La nueva impenetrabilidad” en Ensayos Políticos. Traducción de Ramón García Cotarelo. Barcelona, Península, 3ra Edición. Hannerz, Ulf (1993); Exploración de la Ciudad. México, Fondo de Cultura Económica. Harvey, David (1993); Condicao pos moderna. Sao Paulo, Edicioes Loyola Harvey, David (1998); La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires, Amorrortu editores. Hayek, Friederich (1980); "El ideal democrático y la contención del poder", Libertad y Leviatán. Revista del Centro de Estudios Públicos, no. 1, Santiago de Chile, pp.10-79. Hernández Arrigui, Juan José (1973); La formación de la conciencia nacional (19301960). Buenos Aires, Editorial Plus Ultra. Hintze, Susana (1989); Estrategias alimentarias de sobrevivencia. Bs. As. CEAL, N° 270. (2 Vol.) Hintze, S., Grassi, E. y Grimberg M. (1991), Trabajo y condiciones de vida en sectores populares urbanos. Bs. As. CEAL. Hobsbawm, Eric (1990), Nations and Natioalism since 1780: Programme, Myth, Reality, Cambridge, Cambridge University Press. Hollander, Frederick Alexander (1976), Oligarchy and the politics of pretroleum in Argenina, teh case of the Salta, oligarchy and Standard Ooil, 1918-1933. University of Califonira, Los Angeles, Ph.D. Xerox University Microfilms. Hoselitz, Bert F. (1964); “Social stratification and Economic Development”, en Internacional Social Science Journal, Vol. 16, Nº 2. INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas e Investigaciones Económicas) (1984); La pobreza en la Argentina, indicadores de necesidades básicas insatisfechas a a partir de los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda de 1980, Buenos Aires. 287

International Monetary Fund and International Development Association; (1999) Poverty reduction Strategy Papers- Operational Issues. Prepared by the Staffs of the IMF and the World Bank, Aproved by Jack Boorman and Masood Ahmed. December, 10. 1999. Isuani, Ernesto Aldo (1985a), Los orígenes conflictivos de la Seguridad Social argentina. Bs. As. CEAL. Isuani, Ernesto Aldo (1985b); Universalización de las Seguridad Social en América Latina: límites estructurales y cambios necesarios”, en Desarrollo Económico, Nº 97, Vol. 25, abril-junio. Isuani, Ernesto Aldo (1991a); "Ciudadanía o inequidad. Política Social argentina en los 90", en PNUD, Política Social y Pobreza en Argentina, Bs. As. Isuani, Ernesto Aldo (1991b); “Bismarck o Keynes: ¿quién es el culpable?”; en Isuani, Ernesto; Lo Vuolo, Rubén y Tenti Fanfani, Emilio, El estado benefactor. un paradigma en crisis; Buenos Aires, Miño y Dávila/CIEPP. Isuani, Ernesto Aldo (1997), “Las dos Argentinas del Siglo XXI” en Escenarios Alternativos, Año 1, No.1, Buenos Aires. Isuani, E. y Tenti E. (1991); "Una interpretación global de la Política Social del Estado" en Política Social y pobreza en la Argentina. Bogotá, PNUD, Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza. Isuani, E., Tenti E., Lumi S., Gobert L., Lo Vuolo, R, Perez C. (1989), Estado democrático y Política Social. Buenos Aires, EUDEBA Jauretche, Arturo (1970 [1966]), El medio pelo en la Sociedad Argentina (apuntes para una sociología nacional). Buenos aries, a. Peña Lillo editor, 10ma. Edición. Jelin, E (1986), "Otros silencios, otras voces: el tiempo de la democratización en la Argentina", en Calderón, Fernando (comp.), Los movimientos sociales ante la crisis. Bs. As., ONU, CLACSO Y IISUNAM. Jelin, Elizabeth (1996), "Ciudadanía emergente o exclusión?, Movimientos Sociales y ONG en América Latina en los años 90" en Revista Sociedad, No. 8, Bs. As Jodelet, Denise (1988), "La representación social: fenómenos, concepto y teoría" en Moscovici (comp), Psicología Social, Bs. As. Editorial Paidós. Katztman, R. y Gerstenfeld, P. (1990), "Areas duras y áreas blandas en el desarrollo social", en Revista de la Cepal, No. 41. Santiago de Chile, CEPAL. Kessler, Gabriel (1999), "Lazo social, don y principios de justicia: sobre el uso del capital social en sectores medios empobrecidos" en Ipola, Emilio (comp); Los cien años de la primera cátedra de sociología. Buenos Aires, EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires) p.p 35-49. Kliksberg, Bernardo (1999), Capital Social y Cultural, claves olvidadas del desarrollo, INDES, BID. Mimeo 288

Kowarick, Lucio (1980); A espoliacao urbana, Rio de Janeiro, Paz e Terra. Lacarrier, Mónica (2000a), “Una antropología de las ciudades y la ciudad de los antropólogos” en Nueva Antropología, Volumen 20, No 67, México, mayo 2007. Lacarrier, Mónica (2000b), “Ciudades al borde del ataque de nervios. Las ciudades de Fin de Siglo y la perspectiva antropológica”, en Rabey y Jerez (ed.), Procesos de urbanización en la Argentina: la mirada antropológica”. San Salvador de Jujuy, Red de Editoriales de Universidades Nacionales, UNJU. La Cerna, Carlos, Burijovich, Jacinta y Ahumada, Jorge (1995), Oferta y demanda de políticas sociales: la percepción de los beneficiarios. Córdoba, Instituto de investigaciones y formación en Administración Pública. Universidad Nacional de Córdoba. La Torre Avellaneda, Jorgelina (2002); Historia de la Sociedad de Beneficencia de la Provincia de Salta, monografía presentada en la Maestría en Políticas Sociales, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, mimeo. Laguardia Martínez, Jacqueline (2008); Los vínculos entre pobreza y medio ambiente en la era neoliberal; CIDCC “Juan Marinello”, Cuba, 2008-12-01 Landi, Oscar (1983), "Lenguajes, identidades y ciudadanía política", en Lechner, Norbert (ed), Estado y política en América Latina. México, Siglo XXI. Lenoir, Remi (1993), “Objeto sociológico y problema social”, en Shampagne, Patrick y otros, Iniciación a la práctica sociológica. México, Siglo XXI Editores. Levin, S. (s/f), "La ciudadanía social en Argentina: encuentros y desencuentros con la política social" en Oscar Ozlak (comp); Estado y Sociedad: Las nuevas reglas del juego. Volumen 1. CEA, UBA. Leys Stepan, Nancy (1991); The hour of Eugenics. Race, gender, and nation in Latin America. Ithaca and London, Cornell University Press, Llobera, Jose (s/f); "Postcriptum: algunas tesis provisionales sobre la naturaleza de la antropología" en Llobera, J., (comp.) La antropología como ciencia. Barcelona, Editorial Anagrama. Lenoir, Remi (1993), “Objeto sociológico y problema social”, en Shampagne, Patrick y otros, Iniciación a la práctica sociológica. México, Siglo XXI Editores. Lewis, Oscar (1961); La cultura de la pobreza, cinco familias, México, Fondo de Cultura Económica. Lewis, Oscar (1963); Antropología de la pobreza, F.C.E., México Lewis, Oscar (1964); La vida, Ed. Joaquín Mortiz, México. Lewis, Oscar (1992); Antropología de la pobreza. México, Fondo de Cultura Económica, Decimoquinta edición.

289

Lo Vuolo, Rubén (1993); "Conflictos actuales y escenarios futuros de la Política Social", en Lo Vuolo y Barbeito, A.; La nueva oscuridad de la Política Social. Del Estado Populista al Neoconservador. Bs. As., Ciepp, Niño y Dávila editores, Lo Vouolo, R. y Barbeito, A. (1993); La nueva oscuridad de la Política Social. Del Estado populista al neoconservador. Bs. As., Ciepp, Niño y Dávila ed. Lo Vuolo, R., Barbeito, A., (1996) “Ingreso Ciudadano. Una propuesta diferente”, en Sociedades y Políticas, Buenos Aires, Fundación Pibes Unidos, Lovuolo y otros (1995); Contra la exclusión. La propuesta del ingreso ciudadano. Ciepp, Miño y Dávila editores, Buenos Aires. Lo Vuolo, Ruben (1998); “Apéndice teórico acerca del funcionamiento del Estado de Bienestar” en Lo Vuolo y Barbeito, La nueva oscuridad de la política social. Buenos Aires, Niño y Dávila editores y Ciepp. Lovuolo, R..; Barbeito, A.; Pautassi, Laura; Rodríguez, Corina (1999); La pobreza.... de la política contra la pobreza. Buenos Aires, Miño y Dávila Editores y CIEPP. Lozano, Claudio (2002); Salarios, pobreza e indigencia en la Argentina del 2002. Las posibilidades de una política de distribución y los nuevos valores del shock distributivo. Buenos Aires, Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos. Lumi, Susana, Golbert, L. y Tenti Fanfani, E. (1992); La mano izquierda del Estado. La asistencia social según los beneficiarios. Bs. As., Miño y Dávila Ed. Mc. Gee, G. (1970); “Catalysts or cancers? The role of cities in Asian society” en Jakobson y Prakesh (1970) (eds) Urbanization and National development, Beverly Hills, California, Sage. Mahbub ul Haq; (1995); Reflections on Human Development, Oxford University Press, New York, Oxford.

Malthus, Thomas (1951), Ensayo sobre el Principio de la Población, Fondo de Cultura Económica. México. Manrique, Néstor (1999) “Algunas reflexiones sobre el colonialismo, el racismo y la cuestión nacional” en La piel y la pluma: escritos sobre literatura, etnicidad y racismo. SUR, Casa de Estudios del Socialismo, Lima. Margulis, Mario (1996), "Globalización y cultura", en revista Sociedad. No. 9, Bs. As., Facultad de Ciencias Sociales UBA. Marini, Ruy Mauro (1977); Dialéctica de la dependencia; México, Serie popular Era, 3ra. Ed. Marshall, Adriana con la colaboración de Estela Cosentino (1985), Gasto público y servicios sociales, su performance entre 1976 y 1983, Buenos Aires, FLACSO.

290

Marshall, Adriana (1988); Políticas sociales: el modelo noeliberal. Buenos Aires, Editorial Legasa. Marshall, T. H. y Bottomore, Tom (1998); Ciudadanía y Clases social. Madrid, Alianza Editorial. Martín-Barbero (1999) "Dinámicas urbanas de la Cultura". Ponencia presentada en el seminario "La ciudad: cultura, espacios y modos de vida" Medellín, abril de 1991. Extraído por Naya, de la Revista Gaceta de Cultura No. 12, diciembre de 1991, editada por el Instituto Colombiano de Cultura. Martínez de Hoz, Alfredo (1981); Bases para una Argentina moderna 1976-1980; Buenos Aires, Imp. Argentina.. Marx, Carlos (1971 [1857-58]); Elementos fundamentales para la critica de la economía política borrado (Grundrisse) tomo I y II. Buenos Aires, Siglo XXI. Marx, Carlos (1973 [1894]); El Capital. Crítica de la Economía Política, México, FCE. 8va reeimpresión. Mauss, Marcel (1991); "Ensayo sobre los dones, motivo y forma del cambio en las sociedades primitivas" en Marcel Mauss Sociología y Antropología. Madrid, Ed. Tecnos. 2da. Reimpresión. pp. 155-268. Mauss, Marcel y Durkheim, Emile (1971 [1903]); “Las formas primitivas de clasificación. Contribución al estudio de las representaciones colectivas”, separata del Année sociologique, 6, en Marcel Maus, Obras Completas (Vol. II: Institución y Culto. Representaciones colectivas y diversidad de civilizaciones), Barcelona, Barral Editores, p.p. 1385. Mayer, Adrian C. (1980); “La importancia de los cuasi grupos en el estudio de las sociedades complejas” en Michael Banton (comp.), Antropología social de las sociedades complejas, Madrid, Alianza Editorial, pp.108-132. Mayor Zaragoza, Federico y Bindé, Jérome (1999); Siglo XXI: ¿Un mundo mejor o 'un mundo feliz'?. Madrid, El País digital, Viernes 22 octubre, 1999 - Nº 1267 Melucci, Alberto (1994); "Que hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales?", en Los nuevos movimientos sociales, de la ideología a la identidad, edición a cargo de Enrique Laraña y Joseph Gusfield. Centro de Investigaciones Sociológicas. Madrid. Merklen, Denis (1997); “Un pobre es un pobre” en Revista Sociedad, No. 11, agosto de 1997, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, pp. 21-65. Merlino, Rodolfo y Rabey, Mario (1980); Pastores del altiplano andino meridional: religiosidad, territorio y equilibrio ecológico, presentado en el Congreso Internacional Iberoamericano, Santiago del Estero, Septiembre de 1980. Merton, Robert K. (1957); Social Theory and Social Structure. Chicago, The Free Press of Glencoe.

291

Mesa Lago, Carmelo (1977); Modelos de seguridad social en América Latina, Bs. As., Ed. SIAP, planteos. Minujin, A. y Orsatti A. (1991); “Antecedentes sobre estudios de la pobreza en la Argentina”, en PNUD, Politico Social y Pobreza en la Argentina. Buenos Aires. Minujin, Alberto (ed) (1993); Desigualdad y exclusión. Desafíos para la política social en la Argentina de fin de siglo. Bs. As., UNICEF/LOSADA. Minujin, Alberto y Kessler, Gabriel (1995); La nueva pobreza en la Argentina. Bs. As. Ed. Temas de Hoy. Minujin, Alberto y otros (1995); Cuesta abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina. Bs. As., UNICEF/LOSADA. Miranda, María José y Quinteros, Carina, (2001); La protección de la infancia abandonada en Salta (1950-1980), presentado al Modulo “Políticas Sociales en la Argentina”, Curso de Posgrago de políticas sociales para la infancia y derechos del niños, Maestría en Políticas Sociales, UNSa. Mitchel, Clyde (1980): “Orientaciones teóricas de los estudios urbanos en Africa” en Michael Banton (comp.), Antropología social de las sociedades complejas, Madrid, Alianza Editorial, pp. 53-76. Moffat, Alfredo, “Los linyeras, los lacanianos y las mañas del poder” en Revista Unidos, Buenos Aires, Junio de 1986. Monza, Luis (1993); "La situación ocupacional argentina", en Alberto. Minujín (ed), Desigualdad y Exclusión. Desafíos para la política social en la Argentina de fin de siglo. Buenos Aires, UNICEF Y Editorial Losada. Moreno, Isidoro (1995), La crisis mundial actual y la quiebra de los modelos civilizatorios occidentales, Corimayeur, Diciembre de 1995. Mimeo. Moser, Caroline (1998); The asset vulnerability framework; reassesing urban povery reduction strategies. World Development, Vo, 26, No1, pp. 1-19, Great Britain, Elsevier Science Ltd. Murmis, M. y Feldman, S. (1995): "La heterogeneidad social de las pobrezas" en Alberto Minujin y otros (1995), Cuesta abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina, Buenos Aires, UNICEF/LOSADA, pp.15-92. Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos (1972); "Crecimiento industrial y alianza de clases en la Argentina, 1930-40”. En Estudios sobre los orígenes del peronismo, Vol. 1, Centro Editor de América Latina, Bs. As. Myrdal, Gunnar (1957); Economic theory and underdeveloped regions. London. Myrdal, Gunnar (1970); The challenge of World Poverty: a world anti-poberty program in outline. New York, Pantheon Books.

292

Naciones Unidas (1961); Informe sobre la situación social en el mundo; Nueva York. Naciones Unidas (1996); Informe de las Naciones Unidas sobre la distribución de la riqueza en el mundo. Nueva York. Narayan, Deepa y otros (2000) Voices of the poor. Can any one hear us? Washinton, Published by Oxford University Press for the World Bank. Narayan, Deepa y otros (2000). Voices of the poor. Crying out for change . Poverty Groupe. World Bank. June 2000. Narayan, Deepa y otros, (1999) Voices of the Poor, Volume I, Can Anyone Hear Us?. Vocies From 47 countries. Poverty Group, PREM, World Bank, December. Nari, Marcela (1996); “Las prácticas anticonceptivas, la disminución de la natalidad y el debate médico, 1890-1940), en Mirta Zaida Lobato (editora); Política, médicos y enfermedades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Editorial Biblos.. Neiburg, Federico (1988); Los intelectuales y la invención del peronismo. Estudios de Antropología Social y Cultural. Buenos Aires, Alianza Editorial. Nun, José (1970): “Superpoblación relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal”, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Vol. IV, no 2, Buenos Aires, pp.178-236. Nun, José (1972): “Marginalidad y otras cuestiones”, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, no 4, Santiago de Chile, pp. 97-128. Nun, José (1986); “Elementos para una teoría de la democracia: Gramsci y el sentido común”, en Punto de vista Nº 9 Buenos Aires. Nun, José (2001): “2000 Introducción” en José Nun, Marginalidad y Exclusión Social, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. O’Donnel, Guillermo (1982); 1966-1973, el Estado burocrático autoritario, Buenos Aires, Editorial Belgrano. Offe, Claus (1992); Partidos políticos y nuevos movimientos sociales. Madrid, Ed. Sistema. (OIT) Oficina Internacional del trabajo, Grupo de Trabajo sobre las Dimensiones Sociales de la Liberalización del Comercio Internacional (2000) Acontecimientos recientes en otras organizaciones. Resumen de los acontecimientos recientes en otras organizaciones y organismos internacionales, que son pertinentes para la labor del Grupo de Trabajo, Segundo punto del orden del dia, Consejo de Administración, Ginebra, marzo de 2000, GB.277/WP/SDL/2; http://www.oit.org/public/spanish/standards/relm/gb/docs/gb277/pdf/sdl-2.pdf Oliven, George R. (1981); "Por uma antropologia em cidades brasileiras" en Velho Gilberto (comp); O desafio da cidade. Novas perspectivas da antropología brasileira. Rio de Janeiro. Ed. Campus. 293

Oliven, George R. (1985); A antropología de grupos urbanos. Ed. Vozes. Petropolis. Ortiz, Renato (1998), "Diversidad cultural y cosmopolitismo", en Revista Nueva Sociedad, No. 155, Caracas. Oszlak, Oscar y O’Donnel, Guillermo (1976), Estado y políticas estatales. Hacia una estrategia de investigación, Documentos CEDES / FLACSO Nº 4, Marzo, Buenos Aires. Oyen Else (1999); “La política de reducción de la pobreza”, en Revista Internacional de Ciencias Sociales, Las alternativas en las políticas de desarrollo social”, No. 162, UNESCO, diciembre de 1999. (htpp://www.unesco.org/issj/rics162/162/tutlepage.htm), del 1/04/00. Parson, Talcott (1976); El sistema social, Ed. Revista de Occidente, 2da ed., Madrid. Perez Bustillo (2001) “The righ to have rights”: poverty, ethnicity, multiculturalism and State Power” en Poverty reduction: what role for the state in today’s globalizad economy? CROP, NAEP & Zed Book Perón, Juan (1954); La comunidad organizada. Esbozo filosófico. Buenos Aires, Club de Lectores. Perroux, Francois (1962); Lección inaugural, Curso para “stragiaires du secrateriat d’etat”. En Revue Etude, enero 1962. Pirez, Pedro y Novaro Marco (1993); "El gobierno de la ciudad latinoamericana, gestión de la crisis y necesidades" en Medio Ambiente y Urbanización, Año 10, Nos. 43 y 44, junsept. 93, Instituto International de Medio Ambiente y Desarrollo IIED- América Latina. Portes, Alejandro (1987); "El sector informal, definición, controversias y relaciones con el desarrollo nacional"; en Ciudades y Sistemas Urbanos. (Bs. As. CLACSO). PNUD (1988); Proyecto regional para la superación de la pobreza, Base para una estrategia y un programa de acción regional (documento técnico para discusión). Conferencia regional sobre la pobreza en América Latina y el Caribe. Proyecto Regional para la superación de la pobreza RLA/86/004. Mayo de 1988, Bogotá, Colombia. PNUD (1989); Proyecto regional para la superación de la pobreza. La comunidad urbana y la vivienda productiva. Sugerencias para el desarrollo de actividades productivas, como eje del mejoramiento de los asentamientos urbanos pobres (documento preliminar de trabajo para discusión), Abril de 1989, Cartagena, Colombia. PNUD (1990); Proyecto regional para la superación de la pobreza, Desarrollo sin pobreza, II Conferencia regional sobre la pobreza en América Latina y el Caribe. Quito, nov. 1990. PNUD (1991); Política Social y pobreza en Argentina, Bogotá. PNUD (1993); Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo.

294

PNUD (1996a); Informe sobre desarrollo humano. Madrid, Ediciones Mundi Prensa. PNUD (1996b); Informe de Desarrollo Humano, Argentina. PNUD (1996c); Erradicar la pobreza: marco general para la elaboración de estrategias nacionales. PNUD (1997); Presentación del Informe sobre Desarrollo Humano 1997, División de Asuntos Públicos. Polanyi, Karl (1989 [1944]); La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. Presentación y traducción de Julia Varela y Fernando Alvarez-Uría. Ediciones de la Piqueta, Madrid. Polanyi, Karl (1977 [1994]); El sustento del hombre, Barcelona MONDADORI (Grigjalbo Comerical, S. A.) Portes, Alejandro (1964) "El sector informal: definición, controversias, relaciones con el desarrollo nacional"; en Ciudades y Sistemas Urbanos, Buenos Aires CLACSO, 1964. Portes, Alejandro (1999), “Capital Social: sus orígenes y aplicaciones en la sociología moderna” en Jorge Carpio e Irene Novacovsky (comp.), De igual a igual, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, pp. 243-266. Portes, Alejandro y Landolt, Patricia (1996): “The downside of social capital”, The American Prospect, no. 26, Mayo- Junio 1996, tomado de http://epn.org/prospect/26/26-cnt2, bajado el 16-02-2000, pp.18-21, 94. Prebisch, Raúl (s/f); Despedida de la CEPAL, Mar del Plata, mimeo. Prebisch, Raul (1981); Capitalismo periférico, crisis y transformación, México, Fondo de Cultura Económico. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD (1993); Reforma social y pobreza. Hacia una agenda integrada de desarrollo, Trabajos del Foro sobre Reforma Social y Pobreza. BID, PNUD. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Documento de Políticas Generales (1996b); Erradicar la pobreza: marco general para la elaboración de estrategias nacionales, New York, PNUD, Dirección de Políticas y de Apoyo de Programas [título original: Poverty Eradication: A policy framework for Country Strategies, publicado en octubre de 1995] Putman, Robert D. (1993); “The prosperous Community: Social Capital and Public Life”, The American Prospect, no. 13, tomado de http://epn.org/prospect/13/13putn.html, bajado el 16-02-2000, primavera. Quijano, Anibal (1971); “La formación de un universo marginal en las ciudades de América Latina”, en Castells, M. (comp.), Imperialismo y urbanización en América Latina, Barcelona, Ed. Gustavo Gilli.

295

Quijano, Anibal (2000); “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” en Edgardo Lander (comp.) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas. BsAs, CLACSO. Quijano, Aníbal y Weffort, Francisco (1973); Populismo, marginación y dependencia, Costa Rica, Ed. Universitaria de Centro América. Raczynski, Dogmar (1979); Sector informal urbano, algunos problemas conceptuales, en El subempleo en América Latina. El Cid Ed., Buenos Aires. Rahnema, Majid (1996), “Participación” en Sachs, W. (ed.) Diccionario del Desarrollo. Una guía del conocimiento como poder. Proyecto Andino de tecnologías campesinas, Perú. Rahnema, Majid (1996b); “Pobreza” en Sachs, Wolfang, Diccionario del Desarrollo. Una guía del conocimiento como poder. Cuzco, PRATEC Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas. Ramacciotti, Karina Inés (2001); La influencia de Ramón Carrillo en la delimitación de la política sanitaria argentina entre 1946-1954” en VIII Jornadas Interescuelas de Departamentos de Historia, Salta, Septiembre de 2001. Ratier, Hugo (1971), Villeros y Villas miserias, La Historia Popular No. 60, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Recalde, Hector (1991); Beneficencia, asistencialismo estatal y previsión social/1, Bs. As., Centro Editor de América Latina. Redfield, Robert (1941); The folk culture of Yucatan. University of Chicago Press. Rivera Araóz (2002); Representaciones sociales sobre el niño en el Hogar escuela de Salta, monografía presentada a la Asignatura “Ciudad, alteridad y Pobreza, Salta siglo XX”, Carrera de Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, mimeo. Rivera Cusicansqui, Silvia (2003b) “Prefacio. Mirando al pasado para caminar por el presente y el futuro” en Rivera Cusicansqui, S. (2003 [1984]) Oprimidos pero no vencidos. Yachaywasi ed. Bolivia. Roberts, Bryan (1978); Ciudades de campesinos, la economía política de la urbanización en el tercer mundo. México, Siglo XXI. Rabinow, Paul (1986), “Representations are Social Facts, Modernity and PostModernity in Anthropology”, en James Clifford y George Marcus, eds Writing Culture, the poetics and politics of ethnography, Berkeley, págs. 234-261. Rodríguez, Daniel; “Discusiones en torno al concepto de estrategias de supervivencia. Relatoria del taller sobre estrategias de supervivencia”, en Demografía y Economía, Vol. XV, Nº 2, Colegio de México, México. Rodríguez, Octavio (1984); La teoría del subdesarrollo de la CEPAL, México, Siglo XXI.

296

Rahnema, Majid (2000) Eradicating “Poverty” Or The Poor? www.iucn.org/themes/ceesp/Wkg_grp/TGER/Eradicating%20poverty%20or%20the%2 0poor.doc Rahnema, Majid (2001) Poverty Oakland Table June, 19, 2001 Ramacciotti, Inés (2005) “Las huellas eugénicas de la política Sanitaria Argentina” en Marisa Miranda y Gustavo Vallejo (comp.) Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Siglo XXI de Argentina Editores. Rivera Cusicanqui, Silvia y Barragán, Rossana (comp) (1997) Debates post coloniales: una introducción a los estudios de la subalternidad, La paz, Editorial SEPHIS, Aruwiyir, Historias. Rojas Ortustre, Gonzalo (2000); Repensar la pobreza en una sociedad no occidental. La Paz, Bolivia, Ministerio de Hacienda. Rojas, María Cristina (1994); A political economy of violence, Ph. D. Diss., Department of Poltical Science, Carleton University, Ottawa. Rojas, Cristina (1999), “Corporate Philanthropy and Democratic Governance: The Case of Colombia”. Case prepared for the Project Civil Society and Democratic Gobernability in the Andean and South Cone, coordinated by Pontificia Universidad Católica del Peru. It was based on a research financed by the Ford Foundation whose results appear in Rojas, Cristina, Gustavo Morales, Carmenza Saldías, Elvia Caro and Juan Carlos Jaramillo. Filantropía y Cambio Social: El Caso de las Fundaciones Empresariales Filantrópicas en Colombia, Informe presentado a la Fundación Ford, CCRP, 1999. Rolhaizer, Martha Elizabeth (2001); La construcción histórica social de la infancia. Evaluación Modulo I, sub modulo I.1, Posgrado sobre Derechos del Niños y Políticas de la infancia. Maestría en Políticas Sociales y UNICEF, Universidad Nacional de Salta, mimeo. Rostow, Walt Whitman (1970); Las etapas del crecimiento económico, F.C.E. México. Rouquié, Alain ( [1978] 1982); Poder militar y sociedad política enla Argentina II. 1943-1973. Buenos Aires, Emece Editores. Rouquieu, Alain (1987); Introducción a la Argentina. Buenos Aires, Emece Editores. Sábato, Hilda y Romero, Luis Alberto (1992); Los trabajadores de Buenos Aires. La experiencia del mercado: 1850-1880. Buenos Aires, Sudamericana. Sachs, Wolfgang (1999); “The archaeology of the development idea” Dialectics, explorations in environment & development. London, Zed Book.

en Plantet

Said, Edward W. (1979). Orientalism. Nueva York, Vintage Books. Said, Edward W (1996); Orientalismo. O oriente como invencao do ocidente. Sao Paulo, Brasil, Ed. Companhia das Letras.

297

Said; Edward W. (1993); Cultura e Imperialismo. Anagrama, Barcelona, Colección Argumentos. Salama, Pierre y Valier, Jacques (1996), Neoliberalismo, pobrezas y desigualdades en el tercer mundo. Buenos Aires, Ciepp y Miño y Dávila Editores. Sahlins, Marshall (1983); Economía de la Edad de Piedra, Madrid, Akal/ Universitaria. Samir Amin (1974), El desarrollo desigual. Ensayo sobre las formaciones sociales del capitalismo periférico. Barcelona, Editorial Fontanella. Sarmiento, Domingo Faustino (1967 [1845]); Facundo. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. Scott C., James (1976): The Moral Economy of the Peasant, New Haven y Londres, Yale University Press. Scott C., James (1990), Domination and the arts of resistanace. Hidden transcripts. Yale University Press. New Haven and London. Sen, Amartya (1981); Poverty and Famines. An Esay on Entitlemente and Deprivation, OIT, Clarendon Press, Oxford. Sen, Amartya (1993 ); “Capability and Well Being”, en Nussbaum y Sen (comp.), The cuality of life, Oxford, Clarendon Press. Sen, Amartya Kumar (1995); "Ingredients of famine analysis: availability and entitlements" en Nueva economía del bienestar. Escritos seleccionados. Universidad de Valencia, Servei de publicaciones. Arts Grafiques Soler, Valencia. SIEMPRO, CEIDEA (1997); Estudio participativo de la pobreza en Salta. Secretaria de Desarrollo Social de la Presidencia de la Nación. Sierra Fonseca, Rolando (2001); “Mahbub ul Haq pensador del desarrollo humano”, en Biblioteca de Ideas, Colección de Documentos del Instituto Internacional de Gobernabilidad, Barcelona, España. (http://www.iigov.org) Shiva Vandana (2005); Hacer que la pobreza sea historia, y la Historia de la Pobreza. Cómo poner fin a la pobreza, Znet – Rebelión, 2 de junio del 2005 Spicker, Paul; Alvarez Leguizamón, Sonia y Gordon Robert (2007) Poverty, An International Glossary (Second Edition), Edited by University, CROP y Zed Book, Londres. Strange, Susane (1986); Casino capitalism. Oxford, Blackwell. Stavenhagen, Rodolfo (1973); “Siete falacias sobre América Latina”, en América Latina, reforma o revolución, Ed. Tiempo Contemporáneo, 2da ed. Stavengahgen, Rodolfo (1974) Siete tesis equivocadas sobre América Latina, en Sociología y Subdesarrollo; México: Editorial Nuestro Tiempo.

298

Stewart, Frances (1992); La protección de los pobres durante el ajuste en América Latina y el caribe en la decada de 1980; Documento de Trabajo, No. 13, UNICEF, Argentina, Agosto de 1992. Stiglitz, Joseph (1998): Towards a New Paradigm for Development: Strategies, Policies and Processes, 1998 Prebisch Lecture at UNCTAD, Geneva, Switzerland, 19 de octubre. Stiglitz, Joseph E. (2000), “Formal and informal institutions” en Dasgupta, P. y Serageldin, Ismail, Social capital, a multifaceted perspective. The International Bank for Reconstruction and Development, Washington. Sunkel, Oscvaldo y Paz, Pedro (1970); El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo. México, Siglo XXI. Svampa, María Stella y Martuccelli, Danilo (1997); transformaciones del peronismo. Buenos Aires, Editorial Losada.

La plaza vacía. Las

Svampa, Marístella (2000), Desde abajo, la transformación de las identidades sociales; Buenos Aires, Editorial Biblos y Universidad de General Sarmiento. Támara, Joaquín (2001); “La consecución de la democracia: una lucha en un proceso incesante que ha de saber ganarse”. Entrevista a Guillermo O’Donnell. Magazine Nº 17, Biblioteca de Ideas, Instituto Internacional de Gobernabilidad, http://www.iigov.org/ Tapía, Luis (2002) La producción del conocimiento local, historia y política en la obra de Rene Zavaleta. Muela del Diablo Ed., Bolivia. Tenti Fanfani, Emilio (1987), “Políticas de asistencia y promoción social en la Argentina” en Boletín informativo Techint no 248. Buenos Aires, julio agosto 1987. Tenti, Emilio (1989), Estado y pobreza: estrategias típicas de intervención. Tomo I y II, Bs. As. Centro Editor de América Latina. Tenti Fanfani, Emilio (1991), "Pobreza y política social: más allá del neoasistencialismo", en El Estado Benefactor: un paradigma en crisis. Bs.As., Niño y Dávila/Ciepp.Tenti, pp. 89-136. Tenti Fanfani, Emilio (1992), “Representación, delegación y acción colectiva en comunidades urbanas pobres” en Lumi, Susana, Golbert, L. y Tenti Fanfani, E.; La mano izquierda del Estado. La asistencia social según los beneficiarios. Bs. As., Miño y Dávila Ed, pp 125-157. Thiollent, Michel (1984); “Notas para o debate sobre pesquisa-acao”, en Rodríguez Brandao, O (org); Repensando a pesquisa participante. Sao Paulo, Editorial Brasilense. Thompson, Edward P. (1984); Tradición, revuelta y conciencia de clase, Ed. Crítica, Barcelona. Thompson, Edward P. (1995): Costumbres en común, Barcelona, Editorial Crítica.

299

Tockman, Victor y Renato Souza (1976); El empleo en América Latina, problemas económicos, sociales y políticos, Siglo XXI, Buenos Aires. Toranzo, Carlos (1977): “Notas sobre la teoría de la marginalidad social”, Historia y Sociedad, no. 13, México, pp. 5-21. Torrado, Susana (1980); Sobre los conceptos de estrategias familiares de vida y procesos de reproducción de la fuerza de trabajo. Mimeo Torrado, Susana (1981): “Sobre los conceptos de estrategias familiares de vida y proceso de reproducción de la fuerza de trabajo”, Demografía y Economía, vol. XV, no. 2, México, 204-234. Torrado, Susana (1982); El enfoque de las estrategias familiares de vida en América Latina, orientaciones teórico metodológicas. Bs. As., Cuadernos del CEUR, no.2. Trogliero Carlos (1992), Reflexiones descentralización y la regionalización, mimeo.

sobre

la

reforma

del

Estado,

la

Uphoff, Norman (1993), “Monitoring and evaluation popular participation in World Bank-assisted projects”en Bhatnagar, Bhuvan and Williams, Aubrey C (ed) Participatory development and the World Bank. Potential directions for change. World Bank Discussion Papers 183. The World Bank, Washington, D.C. Valentín, Charles (1970 [1968]); La cultura de la pobreza, Amorrortu Editores, Buenos Aires. Veckemans, Roger y Venegas, Ramón (1966); Seminario de promoción popular, Ed. DESAL, Santiago de Chile. Velho, Gilberto (1980); "O antropologo pesquisando en sua ciudade: sobre conohecimiento e heresia " en Velho Gilberto (comp) O desafio da cidade. Novas perspectivas da antropología brasileira. Rio de Janeiro. Ed. Campus. Velho, Gilberto (1987), Individualismo e Cultura. Notas para uma Antropologia da Sociedade Contemporanea. Rio de Janeiro, Jorge Zahar Editor, 2da. Edición. Velho, Gilberto (1994), Projeto e Metamorfose. Antropología das sociedades Complexas. Jorge Zahar Editor. Rio de Janeiro. Wacquant, Loic J. D. (1995); “Introducción”, en Pierre Bourdieu y Loic J.D. Wacquant; Respuestas para una antropología reflexiva. Editorial Grijalbo, México, pp. 15-38. Walton, John (1984); "La economía internacional y la urbanización periférica"; en Ciudades y sistemas urbanos. (Bs. As.: CLACSO) Wade, Robert (2001), “Shawdown at the World Banck”, en New Left Review 7, Second series, january february 2001. Weber, Max (1944 [1922]); Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. México, Fondo de Cultura Ecónomica. (Primera edición 1992 por Bhor)

300

Weber, Max (1981 [1959]); El político y el científico. Buenos Aires, Alianza editorial, Séptima Edición. Traducción de Francisco Rubio Llorente. Weber, Max (1985), ¿Que es la burocracia? Bs. As. Ed. Leviatan. Wilkinson, Adrian (1998), “Empowerment: theory and practice”, en Personnel Review Journal. Volume, 27, Issue: 1, páginas 40 - 56 Williamson, John (1998) “Revisión del Consenso de Washington” en Emmerij, Luis y Nuñez del Arco, José (comp) El desarrollo económico y social en los umbrales del siglo XXI, BID, Washingotn D. C. 1998 Wirth, Luis (1988); "El urbanismo como modo de vida" en Bassols, Mario, R. Donoso, A.Massolo y Méndez, A. Antología de Sociología Urbana, UNAM, México. Wolf, Eric R. (1980): “Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas” en Michael Banton (comp.), Antropología social de las sociedades complejas, Madrid, Alianza Editorial, pp. 19-38. Wolfensohn, James (1997), El desafío de la inclusión, Discurso pronunciado ante la Junta de Governadores, Hong Kong, China, 23 de septiembre de 1997. httrp://www.worldbank.org/html/extdr/am97/jdwsp_97s.htm Wolfensohn, James and Sen Amartya (1999); Development: a coin with two sides, first published in the [4] International Herald Tribune, May 5, 1999, http://www. Worldbandk.org/html/extdr/extme/jdwsp050599.htm. Wolfersohn, James (2000), Discurso en el 3er. Foro de Ministros de Finanzas de Occidente, 4 de febrero del 2000, Cancun, México. Wordld Bank (1988); Targeted programs for the poor during structural adjustment. A summary of a Symposium on Poverty and Adjustment. April 1988; Washington, D. C., The International Bank for Reconstrucción and Development, The World Bank. World Bank Group (1998): Poverty net. Social capital for development, tomado de http://www.worldbank.org/poverty/scapital/index.htm, última actualización: 02 de octubre. World Bank (1999), World development report 2000/1. Attacking Poverty. Approach and Outline. September 2, 1999. (http://www.adobe.com/prodindex/acrobat/readstep.html) World Bank Group (1997); A Status Report to Participatory poverty assessments. httrp://www.worldbank.org/html/extdr/am97/jdwsp_97s.htm Worlk Bank Group http.//www.worldbank.org/cdf/

(2000),

Comprenhensive

development

framework,

World Bank (2000), World development report 2000/1. Attacking Poverty. Approach and Outline. Consultation Draft. January 17, 2000. Worlk Bank (2000), Globalización, http://www.worldbank.org/htm/extdr/pb/globalization/.

Desarrollo

y

Pobreza

301

Worlk Bank (2001), PovertyNet: Culture http://www.worldbank.org/poverty/culture/index.htm, (05/03/01)

and

Poverty

Zabaleta Mercado, Rene (1997) “Consideraciones generales sobre la historia de Bolivia (1932-1971) Gonzalez Casanova, Pablo (ed.) América Latina historia de medio siglo 1América del Sur. Siglo XXI, México. Zabaleta Mercado, Rene (1990) La formación de la conciencia nacional, Editorial Los Amigos del Libro, Cochabamba, Bolivia. Zabaleta Mercado, Rene (1986) Lo nacional-popular en Bolivia. Siglo XXI Editores, México.

Archivos y Bibliotecas de Salta Fassio, Arturo (1945), Un año de gobierno, 15 de Agosto de 1945 – 15 de Agosto de 1945. Provincia Salta, Intervención Federal. Frías, Bernardo (1971 [1902]); Historia del General Marín Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la Independencia Argentina, Tomo I, Prólogo del Dr. Atilio Cornejo. Ediciones de Palma, Buenos Aires. Oñativia, Arturo (1978); “Salta y la Salud en los últimos 30 años” en diario El Tribuno, 21 de septiembre de 1978.

Biblioteca de Gregorio Caro Figueroa Cornejo, Lucio Alfredo (1947), Mensaje del gobernador de Salta Dr. Lucio Alfredo Cornejo al inaugurar el Segundo período ordinario de sesiones de las HH CC legislativas, Salta mayo de 1947. Perón, Eva (1999 [1948a]), Significación social del descamisado, discurso pronunciao el 4-8-1948, en Mensajes y Discursos. Buenos Aires, Fundación pro Universidad de la Producción y del Trabajo, Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón. Perón Eva; (1999 [1948b]); “La justicia social se consolida con una mayor producción”. Discurso pronunciado el 25-8-1948, en Mensajes y Discursos. Buenos Aires, Fundación pro Universidad de la Producción y del Trabajo, Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón Perón, Eva; (1999 [1948c]; “Ayuda Social, si; limosna, no”. Discurso pronunciado el 28-7-48, en Mensajes y Discursos. Buenos Aires, Fundación pro Universidad de la Producción y del Trabajo, Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón. Perón, Eva; (1948d), Renunciar a los niños es renunciar al porvenir, Discurso pronunciado el 11-8-1948, en Mensajes y Discursos. Buenos Aires, Fundación pro Universidad de la Producción y del Trabajo, Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón.

Secretaría de Desarrollo Social de la Nación

302

Boletín Informativo N° 1, Desarrollo Social. SIEMPRO (Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales). SDS, BIRF, año 1, julio de 1997. Presidencia de la Nación, Secretaría de Desarrollo Social. Boletín del SIEMPRO N° 2, Desarrollo Social. SIEMPRO (Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales). SDS, BIRF, año 1, febrero de 1998. Presidencia de la Nación, Secretaría de Desarrollo Social. CENOC (Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad); Secretaría de Tercera Edad y Acción Social. Ministerio de Desarrollo Social. FONCAP (2001), Concurso de Proyectos de Desarrollo Institucional. Mimeo. Secretaría de Desarrollo Social (1995); Plan Social 1995. Políticas de promoción y solidaridad con los más necesitados. Presidencia de la Nación. Secretaría de Desarrollo Social (1995a), Focalización y Planificación de Programas Focalizados, Curso Semipresencial de Gerencia Social, Unidad I: Focalización. Buenos Aires. Secretaría de Desarrollo Social (1995b). Fondo Participativo de Inversión Social. FOPAR. Secretaria de Desarrollo Social (1995c)., Presidencia de la Nación, Guía para la presentación de proyectos hasta U$S 50.000. Parte General. FOPAR, Juntos con la gente, Fondo Participativo de Inversión Social. Secretaría de Desarrollo Social SDS (1996a); Programa de fortalecimiento del desarrollo juvenil, Argentina, Presidencia de la Nación. Gestión 96. Secretaria de Desarrollo Social (1996b); Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO), Unidad de Financiamiento Internacional. Rep. Argentina Secretaría de Desarrollo Social de la Nación (s/f), Sistema Integrado de Monitoreo de los Programas Sociales de la SDS, (SIEMPRO) Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales Secretaría de Desarrollo Social (1997). Desarrollo Social. Guía de Programas Sociales Nacionales 1997. SIEMPRO, Presidencia de la Nación. Secretaría de Desarrollo Social (1998). Desarrollo Social. Guía de Programas Sociales Nacionales 1998. SIEMPRO, Presidencia de la Nación. Secretaría de Desarrollo Social (1998), Unidad de Financiamiento Internacional, SIEMPRO, Sistema Unico de Identificación y registro de familias beneficiarias de Programas Sociales, SISFAM y Secretaría de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Desarrollo Social, 1998- Año de los Municipios. Ficha de Identificación de Beneficiarios de Programas Sociales. SIEMPRO. Secretaría de Desarrollo Social (1999). Desarrollo Social. Guía de Programas Sociales Nacionales 1999. SIEMPRO, Presidencia de la Nación.

303

Secretaria de Desarrollo Social, FOPAR, Evaluación Expost Programa Fondo Participativo de Inversión Social. Evaluación Social, Económica y Técnica de Proyectos (FOPAR). Secretaria de Desarrollo Social, SIEMPRO, Evaluaciones de Programas sociales, URL: http://www.siempro.gov.ar/programas%20sociales/Evaluaciones/en%20curso.htm Secretaría de Desarrollo Social, Unidad de Financiamiento Internacional, SIEMPRO, Sistema Unico de Identificación y registro de familias beneficiarias de Programas Sociales, SISFAM. Secretaría de Desarrollo Social, Presidencia de la Nación, Desarrollo Social, 1998- Año de los Municipios. Ficha de Identificación de Beneficiarios de Programas Sociales. SIEMPRO.

Otras fuentes Anuario General Güemes (1949), Salta, Jujuy, Antofagasta. Estudio Económico Social y Turístico. Guía General. Salta, Empresa Editora del Note “General Guemes”. Caja de Previsión Social de la Provincia de Salta (1985), Acción de Gobierno, Diciembre 1983 – Octubre 1985. Cámara Gremial de Productores de Azúcar. Tomado del Consejo Federal Agropecuario. Identificación de la problemática agropecuaria a nivel provincial. Revista “Relaciones”, Sociedad Argentina de Antropología (números que van desde el año 70 al 87)

304

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.