Plantillas y maclas

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Descripción

La enqulrncruRA TARDocórrce cASTELLANA ENTRE

Eunope y AvÉruc¡.

Begoña Alonso Ruiz (ed.)

ffiffiffim ffiÉw *gr*-

Plantillas y maclas

Enrique Rabasa Díaz Escuela Técnica Superior de

Arquitectura de Madrid

o menos complicadas, y con Las molduras de los nervios de las bóvedas góticas, más para suspender o maneiar independencia del efecto estético conseguido, resultarían útiles serían arcos de madera' la. do,relar, o para facilitar su colocación sobre las cimbras, que rectangular Los nervios más antiguos son con frecuencia una sección simplemente más la disposición Pero algo transformada con .hrfl"r-r.. o baquetones en las esquinas. quilla' de central, en forma habitual en el tardogótico castellano consiste en un baquetón o molduras convexas, sibaquetones otfos flanqueado por concavidades que dan paso a de detalle, pero cuando métricamente situados en lo, l"ter"ler. §. prr.d.., añadir variantes presentan de forma aproximada este esquema, convexo-cóncavo-convexo-cóncavo-conTambién pueden ser ,r.*o, I", piezas pueden ser sostenidas por los baquetones laterales. más o menos' como las que .r-r.aj"dffi e.t cimbras de manera segura, si estas cimbras son' los años sesentar' han sido ideadas en la reconstrucción de algunas bóvedas en Francia, un filete liso que en La quilla central presenra a veces, con más frecuencia

por una línea pintada, que podría serri. de apoyo; en ocasiones este filete es sustituido subraya el carácter lineal del nervio'

una plantilia que reproduzca ese Estas dovelas no pueden ser talladas sin el empleo de corresponde con el lengua.ie perfil,. La dovela -por llrm"rla así, lo que seguramente no se d.ouelle) era la cara de intradós de de cantero del siglo xvr, cuando do,r.l" (o doela, francés lechos planos que deben contenef el perfil de

un bolsor (francés uoussoir)-,presenta unos la plantilla en los lechos' la plantilla. Tállada la pteza.or-, l, .rrrr",ura adecuada y situada a 1o largo' .rá grrí" la 1abra de la molduración de baquetones y cavetos que la recorre piezas generan entonces se En algunos puntos Se encuentran los nervios entre sí, y en otros lugares el diseño formal qrr. r"-biér, .*ige' el uso de las plantillas. He explicado Las claves son encuentros de de las claves, en relación .o.r 1r.or-r..pción de la bóvedat. entre sí cuando llegan a ia varios nervios; los nerüos y ,,rs *olduras pueden encontrarse

', r

López Collado, r976. del perfil del nervio' En otro capírulo Aoui nos relreriremos a la planrilla que ejerce l¿ Función de control cdmo est¿ idea de sección esrá aduieire uoot. C,luo. En .i}:"i::;,'il'; ¿;i; d;J;;t,io.i.,'".pti.. molLe' moule' morlle, molde, Je términos en reiación con'moldura':

:i".:i;:"d;.,fi ii, á-ir; Rabasa, zooT

y zoo7b.

_435-

ENruqur Rraasa

Ditz

oculta los clave, o bien puede haber una especie de tarta, un cilindro habitualmente, que labrado problemas de ese encuentro y queda rematado en su Parte inferior por un disco ella' En de cuelga que qrr. p.r,..r..e a la misma pieza, o por un disco de madera o latóna todo caso también aquí se requiere de las plantillas para definir los nervios' eviPero hay otro lugar en el que los nervios se encuentran y donde quizá con más En esa zona d,encia se interpenetran. Se trata del enjarje, el ms de charge de los franceses' hay una macla de nervios en la que se puede ver, en ocasiones, cómo algunas molduras d.r"prr...., embutidas en el interior de otro nervio, y qrizávuelven a aParecer o liberarse arco circular más tarde. La única regla es que cada nervio sigue su camino, que suele ser un resultando intersobre un plano vertical, con absoluta independencia de todos los demás, evidentemente son secciones entre ellos, que a veces Parecen casuales y en otlas ocasiones en algunos deliberadas. Como resultado, los nervios con sus molduras existen lealmente en el inideal existencia su imaginar lugares de su recorrido, mientras en otfos debemos

terior de otro elemento. del Las piezas del enjarje tienen los lechos horizontales, como si fueran prolongación superior la parte en Para repilar, excepto la última, que debe Presentar lechos inclinados cibir las dovelas. Robert'§Tillis (r8az) estableció, a partir de observaciones de los trazados en que los lechos contienen, que esras piezas se tallan empleando las plantillas, colocadas y separánhorizontal, cada uno de los lechos, siguiendo la disposición de su proyección siempre ha dose cada vez más del eje del nervio según subimos los niveles' Probablemente

habido un retoque final, un retundido que corrige las posibles cejas o Pequeños desfases talladas no entre las pi.rrr, p.ro la norma según la cual las piezas del enjar.ie se colocan ya yo mismo ha sido desmentida por ViolletJe-Duc ni por ningún otro autor hasta ahora, y colocación' de la antes tallan se he podido encontrar confirmación de ellot. Si las piezas .o., i.rd.p..rdencia de que esto resulte evidente de la observación de algunos trazados6' uso de no se puede imaginar una manera lógica de controlar su forma que no pase por el las plantillas.

horizontales Este sistema gafafltizael conocimiento de lo que ocurte en los niveles intuición' su solo es guiado cantelo Por que coinciden con los lechos, pero entre ellos el el muro en Así, por ejemplo, en un enjarje extremadamenre sencillo, como es la recepción d. *.ro, arcos de las puertas de Quart de Valencia (fig. t), los errores se hacen evidentes' dei arco no es exactamente ortogonal al muro al que acomete, sino ligeramente

El plano

con obli..ro. En la imagen ha sido destacada la línea de intersección del intradós cilíndrico ligeramente curvada, y, en ese plano vertical ábli.,ro, que debiera ser una línea continua

cambio, resulta con un quiebro que

se

hizo necesario pafa rectificar la dirección.

;!iil

a Así ocurre en algunas de la catedral de Plasencia' 5 Rabasa, 1996.

. E;l;Gi;ií y

*.l.í,r".,

interrumpidos p"risina de Saint-Séverin hay grupos.de molduras de los pilares de la nave que están üs lechos con marcas de loi eJes de las plantillas empleadas'

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Plstttus

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icar la dirección'

v vecr-¡s

Villis explicó que la plantilla empleada en esos diversos cortes horizonrales, correspondientes a los lechos, y la empleada en el lecho inclinado de la última pieza para las -y

dovelas-, eran la misma. El nervio, tras el arranque vertical, presenra pronro una cierta inclinación, de manera que un corte horizontal y un corte dirigido hacia su cenrro no pueden ser iguales; sin embargo, sostiene'§7'illis, la diferencia es pequeña e inapreciable a simple vista. En la ejecución de un modelo para una exposición, con la colaboración del cantero César Cabeza, quien talló pequeños bloques de yeso, hemos podido comprobar que, efectivamente, es posible emplear la misma plantilla sin que el error sea percepribleT. Pero hay que decir que si la curvatura del arco es notable en comparación con la altura del eryar1e,la práctica de \willis no se puede aplicar, porque puede haber una gran diferencia entre las dos secciones. Así ocurre, por ejemplo, en las bóvedas rebajadas, formadas por arcos carpanel o de varios centros, pues en ellas suele suceder que el enjarje coincide con

un primer arco de los nervios, de pequeño radio de curvatura, al que sigue un tramo de dovelas casi horizontal y de gran curvatura. fuí es evidente en el rincón de la sacristía de la catedral de Palencia que vemos en la fig. zr. Gracias al empleo de la plantilla, es posible cont¡olar Ia talla de estas piezas, por complejas que sean las intersecciones entre sus partes. En casi todos los casos ésta es una práctica empleada para resolver con facilidad el problema de Ia presencia en el mismo lugar de dos o más elementos, que da lugar a detalles fo¡males obtenidos como consecuencia natural de ese proceso. Así son los enjarjes de Juan Guas, (por ejemplo en el monasterio de El Parral y en San Juan de los Reyes), en los que los cruces de las molduras son poco llamativos y cabe pensar que nada importante cambiaría si se hubieran evitado. En los de

Simón de Colonia, por el contrario, se hace ostensible el gesto, separando los arranques de los nervios para que la intersección se produzca más arriba. Como es sabido, en estos casos se está

trasladando a España una tradición centroeuropea, que podemos ver notablemente

exagerada en Santa María de Núremberg o la catedral de Friburgo, donde se hacen nacer las tramas de las bóvedas reticuladas de unos enjarjes especraculares.

Pero en otras ocasiones las maclas entre molduras no son deliberadas, pues no dan

lugar a una forma significante. En este grupo hay que incluir los llamados "arrepentimientos", las discordancias enrre las molduras del pilar y los nervios de la bóveda que conduce a la necesidad de hacer desaparecer algunas de las primeras, lo que se hace por el sencillo sistema de seguir colocando su plantilla en el mismo lugar en los diversos niveles del enjarje, hasta que las formas, siguiendo su camino yertical, desaparecen en el interior de la masa pétrea de la bóveda.

Sin embargo, en algunos en.iarjes de la catedral de Sevilla se observan titubeos o confusiones, como llevar una misma moldura por el enjarje por dos caminos, en vertical y siguiendo la curvatura del arco. Támbién hemos visto en la iglesia de Medina Sidonia cómo un baquetón vertical del enjarje, que no es continuación de algo anterior, puesto que el

e

la nave que están

interrumPidos

7 Rabasa, zoo8. 8 Fotografía de Ana López Mozo, a quien debo la observación.

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ENnIqur Ruasa DÍez

con.iunto descansa en ménsula sobre el muro, se explica por la aparición, varios metros más arriba, de una moldura lateral de una bóveda más alta, a la que el baquetón corresponde. En este caso no cabría hablar de arrepentimiento, sino más bien de anticipación. Estas anticipaciones a cierto nivel de 1o que va a suceder mucho más arriba, solo son posibles con una concepción del proyecto en la que la proyección horizonral es la base del control general y gracias al empleo sistemático, para el diseño de los elementos, de las

plantillas de los nervios. El uso de las plantillas es coherente con la idea de que el nervio es un elemento con un recorrido ideal, que se manifiesta materialmente o no, pero existe siempre. Así resulta muy semejante a lo que algunos programas de CAD llaman extrusión, el resultado de mover una sección a 1o largo de un camino; estos programas unen las formas resultantes para obtener sus interpenetraciones, con toda facilidad.

Habiéndose iniciado en ia necesidad de unir varios nervios en el enjarje, el uso de las plantillas conduce a concebir los elementos de la construcción gótica como generados por el movimiento de traslación del perfil en el espacio, y a manejar con toda soltura sus encuentros y maclas. En muchos casos el resultado es ciego, porque su complejidad es imposible de prever en ese momento, cuando aún nadie maneja con soitura nuestros sistemas de representación espacial -excepro la proyección horizontal-, y así se explica que haya errores, titubeos y asimetrías. Pero la precisión en Ia determinación del lugar que debe

ocupar una moldura en cada uno de los lechos horizontales, es absoluta. Enconrraremos en los enjarjes formas poco explicables y presencias incómodas de algunos elementos, pero

nunca un error derivado de la estimación intuitiva o libre de un diseño general, como sí resultaría, en cambio, si hubieran sido tallados con los métodos que escultores e imagineros aplican a la decoración no sujeta a plantillas. Táles modos de diseñar y labrar se aplican a elementos estructurales de las construcciones. Además de los nervios en los enjarjes, los arcos y los pilares se encuenrran y maclan en el espacio, como ocurre a la entrada de la capilla de Santiago en la catedral de Toledo. Pero, esta idea del nervio que sigue su camino sin quebrar -quebrar para cambiar de di-

rección sería el sistema de la arquitectura clásica-, sino persistenremente, y apareciendo o desapareciendo según resulte de su interferencia con otros, va a aplicarse también a detalles decorativos, especialmente las molduras de las puertas y las ventanas. De nuevo

hay que decir que en muchos casos la práctica da lugar a detalles ínfimos, que solo una mirada atenta puede adverti¡ como por ejemplo, en un arco carpanel del hospital de San Sebastián en Córdoba'. Otras veces es un recurso estético asumido. Esto es evidente en todo el sur de Alemania. Quien visite, por ejemplo, la iglesia de Pirna, podrá encontrar

una colección de puertas pequeñas y secundarias en las que se sigue sistemáticamente el hábito de cruzar las molduras en los cambios de dirección; pero además, las molduras que hacen el oficio de goterones en la cornisa baja de esta iglesia, también se cruzan en las esquinas y los rincones, dando lugar a detalles anticlásicos (fig. ¡). Los basamentos de e

Rabasa, z-oo7, p. 6z

-438-

PuNutus

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Freiberg y Annaberg cruzafi sus baquetones en las esquinas, consrituyendo algo como pequeñas bóvedas de arista (fig. +). Y en ésta última, la ligerísima concavidad de los pilares

permite que las molduras de algunos arcos emerjan muy surilmente en esos canales. En España se diseñan portadas con decoración de molduras continuas que se cruzan, que Pertenecen más bien al dominio del dibujo plano y de los recursos del diseño de conopiales e inflexiones varias. Sin embargo, en Centroeuropa, en las decoraciones de

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los huecos hay más notoriamente un modo de expresión de la idea de extrusión, a veces tan evidente que se deja un nervio cortado para mosrrar el plano de su sección. Lo más parecido en España a estos detalles del gótico alemán es el uso de la plantilla en la Corona

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de Aragón.

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Singularmente, en la primera mitad del siglo xv, los diseños de Guillem Sagrera muestran dos hábitos que van a aparecer sistemáticamente en el tardogótico cenrroeuropeo (también en los interiores de las iglesias parisienses de final del siglo xvr), como son los enjarjes que emergen limpiamente del muro, sin pilar ni ménsula, y los perfiles formados

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por concavidades a los lados de un filete central. Es verdaderamenre sorprendente que se den coincidencias tan notables entre dos lugares algo separados temporal y espacialmen-

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te. Recientemenre, un arrículo de Joan Domenge ha explicado en qué lugares del sur de Francia pudo haber estado Sagrera, y señala algunos en.iarjes con cruces de molduras que

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io sl me-

riocle¡ edo , l;

pueden constituir un precedente''. En cualquier caso, las construcciones de Sagrera son asombrosamente limpias, y por eso las maclas de los enjarjes de la lonja de palma, no resultando aParatosas, hacen sin embargo destacar claramente la penetración de los nervios en el muro y entre sí. Sagrera parece querer mostrar el sistema formal y construcrivo sin que decoración alguna lo difumine. Las columnas entorchadas dan vida a un espacio que tiene forma de caja; pero, como muestra el manuscrito de Gelabert, sus piezas son también el resultado de la correcta disposición de las plantillas estrelladas en los lechos (pudieron haberse trazado en cada uno, pero es más probable que una plantilla general

ndc,

simplificara el problema)". En el caso de Palma los tambores de las columnas son rodos iguales, y el giro de la plantilla es siempre el mismo,,. En la lonja de valencia, aprendida la lección, las piezas son de alturas diferentes, lo que obliga a determinar la rotación de la

!er'0

plantilla en cada tambor,3.

un"a

Ser

Los encuentros de los nervios entre sí, con los muros y con la forma helicoidal de las columnas, en ambas lonjas, son elegantes y sutiles, pero además certifican el entendimien-

tler

to de un proceder material. En estos casos, en los del gótico tardío europeo y en los cruces del tardogótico castellano, creo que no hay tanto una pretensión de llevar hasta el exrremo

i.ras

ren

ide

10

Domenge, zoo9.

rl Gelabert, 1977, p.73 del facsímil. r2 Los lechos tienen forma estrellada, y en realidad no hay giro, pues la línea helicoidal pasa de un vértice la estrella al siguiente.

de

r3 Otra dilerencia entre ambas es el giro igual en tódos los pilares y pilastras de Valencia, pero simétrico en los de Palma, dextrógiros a un lado y le"ógños al orro lado dil e;e lángitudl"al.

_439_

ENruqur Rreese

Dllz

un estilo como la voluntad de mostrar el dominio de una técnica, un cierto orgullo de una artesanía intelectual en pleno progreso'a. Pero desde este punro de vista que atiende a las formas y los procesos constructivos, interesa destacar una diferencia importante entre las bóvedas tardogóticas alemanas y las de Sagrera, y aún más con las castellanas. Antes hemos mencionado otro elemento en el que se cruzan nervios y cuyo diseño requiere el uso de plantillas, las claves. En las bóvedas reticuladas alemanas desaparecen las claves, entendidas como ese bulto que oculta ios encuenrros de los nervios. No hay temor a abordar las intersecciones de las molduras entre

u

s(

c

p e

-si bien no son muy complicadas, pues suele tratarse del encuentro de tres nervios de igual perfil-. Esto no ocurre en Castilla. Al contrario, algunos canteros, como Juan de Badajoz, las

t(

desarrollan muy expresivamente, diseñando las claves que llamamos pinjantes, que cuelgan hacia abajo verticalmenre. En otros lugares he relacionado esta verticalidad con el sis-

c

tema general que consrituye Ia const¡ucción gótica. Basta recordar aquí que el manuscrito de Simón García explica y muestra en un dibu.io cómo las claves se colocan, antes que

e



los nervios, sobre zapatas y pies derechos, de manera que cada clave se encuentra sobre su proyección en planta, para después montar los nervios sobre cimbras que unen las claves'5. La verticaiidad de las claves (a veces disimulada, a veces innecesariamente destacada) es expresión del sistema consrructivo como la complejidad de los enjarjes Io es de la concepción de los elementos lineales y sus intersecciones. Las bóvedas reticuladas alemanas, y sus precedentes inglesas, suelen presentar una

forma general cilíndrica, como una bóveda de cañón más o menos apuntada. Cabe dudar de que una bóveda así, sin las plegaduras y aristas de las castellanas, que está constituida además por una gran canridad de cortos nervios y de cruces, se beneficie de un modo de establecer las cimbras como el que muestra el dibujo de Simón García. En algunos de esos casos no es descabellado pensar en unas cimbras que constituyan una superficie cilíndrica, conrinua o simplemente definida por largueros longitudinales, sobre la que ir disponiendo las piezas. O bien, definidas por varios arcos de circunferencia, todos iguales y correspondientes a lo que se ha llamado Prinzipalbogen'u. En este sistema, no parece eficaz estorbar los nudos de la red con claves como las castellanas. Probablemente no hay claves en las bóvedas reticuladas porque incomodan en Ia colocación. En Ia bóveda castellana los nudos de Ia red son encuentros de líneas que a su vez son plegaduras de la cáscara y según la altura a la que se sitúan, que es variable, dan lugar a una u otra forma espacial. En las reticuladas, un nervio va encontrando varias claves en su recorrido circuiar, y esto fija las alturas.

esté directamente relacionado con el tema, no me resisto a citar el libro de Sennet, zoo9. En él se explica cómo una cierta organización del trabajo da lugar a innovaciones eficaces. Las-explicaciones tradicionales acerca del cansancio de la forma o de los periodos barrocos, resultan a veces insuficientes.

'1 Aunque no

15 García, 168r.

'6 Müller, r99o; Tomlow, zoo9.

-440-

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Plaxrrrus v mcus

renro en el

Viollet-le-Duc definía el estilo como "la manifestación de un ideal establecido sobre un principio". Hay que advertir que para Violletle-Ducy para Choisy los principios no eran de nafiraleza moral, sino material. Los principios son reflexiones fundamentales sobre la manera en que suceden las cosas, desde el punto de vista del üazado,la construcción y la estabilidad. fuí que el estilo viene a ser la expresión formal de los conceptos y

ul.lo de una

rstructivos, nanas y las as bór,edas

procederes que sirves de base a un sistema constructivo.

rlra ios enluras entre

El estilo gótico fomenta las maclas e intersecciones de elementos concebidos como extrusiones, para expresar un modo de hacer que ha sido consecuencia del empleo sis-

nen-ios de

temático de la plantilla-perfil del nervio. De igual manera la ve¡ticalidad de las claves es coherente y expresiva del sistema de diseño y montaje, pero si este sistema se dirige por nuevas vías, como ocurre en las bóvedas reticuladas, se abandona la formalización de la clave como un cilindro que cubre el encuentro de los nervios. Para Robert Villis el bulto de las claves permite evitar los problemas que genera el encuentro de nervios con molduras diferentes. Sin embargo, en el detalle de cruces de nervios que desarrolla Juan de Badajoz en Carrión de los Condes (fig. l), podemos ver cla-

adajoz, las

que cuelcon el sisranuscrito anres que a sob¡e su

ramente que no hay miedo a abordar las intersecciones de las molduras de los nervios. Y

§

junto

clar-g5rr.

a esto aparecen sus claves

pinjantes, Ias cuales, a su vez, presentan una molduración

lesracada)

compleja y que sigue la inclinación de la bóveda. En consecuencia, las claves no son aquí

le la con-

una manera de evitar problemas formales en Ia labra, sino, como los enjarjes alemanes, la expresión coherente de un sisrema.

:ntar una rbe

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:o€r. :: EC¡ft t::

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-441-

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of the Inxitute

of

Pt

¡Nt¡.r ¡s v vrctLes

iilería en la edad icvilla, zoor, pp.

,¡. ú6 (zoo9-4). ril

en Valladolid,

fig. z. Enjarje en la sacristía de la catedral de Plasencia. Foto: Ana López Mozo ¿das de crucería

n:mtcción (t9-zr fig. r. Enjarje de un arco en un muro ligeramente oblicuo

tión, zo (t-oo7), ,i¿drd postreru.

dral

en las torrcs de Quart

V

de Seuilla en

oricae: ingeniería

€"é 'rearing

,.¡'rhe

Shapes

in fig. 3. Goterones en Pirna

]nstitute of

fig. 4. Cruces de baquetones en Freiberg y Arnaberg

fig. San

5. Cruces de nervios

Zoilo

y claves en

de Carrión de los Condes,

Palencia, de Juan de Badaioz

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