Pinturas murales de la Villa de Almenara de Adaja (Valladolid)

May 20, 2017 | Autor: M. Sánchez Simón | Categoría: Roman Wall Painting
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Descripción

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Circulación de temas y sistemas decorativos en la pintura mural antigua Actas del IX Congreso Internacional de la Association Internationale pour la Peinture Murale Antique [AIPMA] Zaragoza – Calatayud 21 – 25 septiembre 2004

Edición científica de Carmen Guiral Pelegrín

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En cubierta: Detalle de un erote de las pinturas del triclinio de la domus de la calle Añón de Zaragoza (España). Fot. J. Garrido (Museo de Zaragoza).

Edita Gobierno de Aragón. Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior Universidad Nacional de Educación a Distancia. Calatayud Diseño gráfico y coordinanción técnica Víctor M. Lahuerta Impresión ISAC Artes Gráficas Encuadernación Gil Depósito legal Z-3085/07 © de los textos e imágenes, sus autores. © del diseño gráfico, Víctor M. Lahuerta. Zaragoza, 2007 © de la presente edición, Association Internationale pour la Peinture Murale Antique [AIPMA]. Lausanne, 2007. Hecho e impreso en España–Unión Europea /Made and Printed in Spain–European Union

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COMUNICACIONES.Recientes hallazgos y nuevas interpretaciones

Pinturas murales de la Villa de Almenara de Adaja (Valladolid) Carmen GARCÍA MERINO Margarita SÁNCHEZ SIMÓN Milagros BURÓN ÁLVAREZ

RESUMEN La villa de Almenara de Adaja, objeto en los últimos años de un amplio proyecto de recuperación y nuevas excavaciones, ha sido exhumada en la totalidad de la pars urbana, datable en los siglos IV -V. Las pinturas que vamos a analizar, consistentes básicamente en imitaciones de lastras marmóreas, corresponden a las habitaciones que bordean el peristilo meridional del palacio. Con ello intentamos hacer una primera aproximación al estudio de las pinturas del edificio residencial centrándonos en los zócalos, pues la mayor parte de la superficie del revestimiento parietal recogido en los niveles de destrucción está aún pendiente de limpieza, consolidación y estudio.

INTRODUCCIÓN Entre 1996 y 2004 se ha llevado a cabo un proyecto de excavación, recuperación y musealización de la villa de la Calzadilla1. El yacimiento, situado entre los términos de Almenara de Adaja y Puras, ya era conocido en la bibliografía por haberse realizado en él desde los años cuarenta hasta comienzos de los noventa del siglo XX una serie de campañas a cargo de diversos equipos. Nuevas excavaciones practicadas entre 1998 y 2002 han completado las anteriores sacando a la luz la totalidad de la planta de la pars urbana, un palacio campestre construido en la segunda mitad del siglo IV que dejó de usarse como residencia de sus dueños en el VI (García Merino y Sánchez Simón, 2004: 180-182) y parte de las instalaciones de la explotación agropecuaria. Además, se han descubierto estructuras del balneum y de la zona de almacenamiento y trabajo de una villa previa (García Merino y Sánchez Simón, 2004: 180). El edificio residencial tiene 2.500 m2 de superficie distribuida en 50 espacios y fachada al este. En su planta, inscribible en un gran rectángulo con orientación N-S, se distinguen tres partes: la zona norte y la zona sur organizadas a partir de sendos peristilos, y la zona oeste con los baños. La zona norte tiene eje longitudinal en sentido EO donde se abre la entrada principal; está integrada básicamente por grandes salas de representación pavimentadas con mosaicos. La zona sur, con eje longitudinal N-S, se centra en un peristilo al que se abren cinco diaetae o grupos de habitaciones, entre ellas la única sala con hipocausto, y dos amplios espacios de representación. Ambas zonas se comunican a través de una estancia con puertas afrontadas, cada una orientada a un peristilo. Al sector del balneum se accede desde el peristilo meridional por un pasillo en bayoneta iluminado desde un patio interior (fig. 1, 24) (García Merino y Sánchez Simón, 2001: 182-192). Los muros son de encofrado en la base con alzado de tapial o adobe, o de encofrado solamente. La cubierta era de teja curva y los suelos de mosaico teselado y de opus signinum liso de tono rosado. Hay además, algunos solados hechos con dos capas de mortero blanco sobre el terreno natural (fig.1, pasillo sur del peristilo 19 y estancias 6, 9, 16 y 28). Hay 18 mosaicos: 14, más los de las cuatro crujías del peristilo norte; la decoración es básica-

mente geométrica, incluyendo en los emblemas elementos vegetales o vasos, salvo en el fondo de una pequeña bañera de las termas con peces y delfines y en la exedra octogonal con escena mitológica (Mañanes, 1992: 55-71; García Merino y Sánchez Simón, 2004: 184 y 191-193).

LAS PINTURAS DESCUBIERTAS EN LAS EXCAVACIONES ANTERIORES A 1996 Sobre las pinturas halladas antes de la puesta en marcha de este proyecto de recuperación es muy poco lo que

Fig. 1. Plano de la zona excavada de la villa de Almenara de Adaja (Valladolid) con la situación de las pinturas conservadas en su posición original. (G. Gillani y E. Martínez).

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se sabe. De las primeras excavaciones, realizadas en la zona N en 1942 por G. Nieto y que exhumaron un 40 % de la planta total, solo se publicó una fotografía (Nieto, 1943: lám. V) donde se observan restos de pintura mural en el zócalo del salón de planta ultrasemicircular trilobulada (fig. 1, 29). De ello se hace eco la Carta Arqueológica de Valladolid que describe la decoración (Palol y Wattemberg, 1965: 196). Poco después L. Abad los incluye en el grupo III de las imitaciones de crustae a base de losanges con un círculo en el centro en su libro sobre pintura romana en Hispania, comparándolos con las de la Casa de la Exedra de Itálica y proponiendo para ellas una fecha de la primera mitad del siglo IV (Abad, 1977-78: 202 y fig. 17). Después Mañanes en la publicación sobre Almenara, refiriéndose a sus excavaciones solamente indica “...comprobamos que la mayor parte de las habitaciones que se han descubierto, a pesar de que las paredes rara vez levantan más de un metro, estaban cubiertas de estuco sobre el que se realizó la decoración pictórica” (Mañanes, 1992: 50-51) e incorpora la descripción que Palol y Wattemberg hacían de los restos del zócalo fotografiado por Nieto. Aparte de eso, este autor presenta dos fotografías de revestimientos pictóricos sin indicar su situación en plano (Mañanes, 1992: lám. I). En la primera de ellas, correspondiente a una de sus campañas realizadas en el sector suroeste de la villa, se observa un derrumbe de pinturas, de aproximadamente 4 m2, caído sobre un pavimento. En la otra se muestra un lienzo de muro (identificable como el perimetral de la habitación 29 de nuestro plano) con las pinturas in situ, pero sin limpiar, por lo que no se puede apreciar decoración alguna. Entre 1992, fecha de esa publicación, y 2001 en que reexcavamos esta gran sala, solo quedaba el rodapié, consistente en una banda roja bordeada por un filete negro. Aparte de esos escasos datos publicados, hay que añadir que en dependencias de la Diputación Provincial se conservaban algunas placas de revestimiento procedentes de excavaciones anteriores a las nuestras2 y que en los trabajos de restauración integral se descubrieron en la pared O del oecus 7, bajo el sustrato del mosaico, restos aislados de 5 cm de altura del mortero del zócalo con mínimas islas de película pictórica3.

LAS PINTURAS HALLADAS EN LAS EXCAVACIONES DE 1998 A 2002 Consideraciones generales En las excavaciones de 1998 a 2002 hemos exhumado por completo la parte sur del palacio donde los muros que no habían sido expoliados de antiguo se conservaban en una altura entre 0,20 y 0.80 m correspondiente al rodapié y parte del zócalo de la decoración pictórica que cubría todas las paredes (fig. 1). Donde mejor se han conservado las pinturas es en las habitaciones del SE cuyos muros residuales son los más altos. La decoración consiste en recreaciones de revestimientos de piedras nobles. Se trata en la mayor parte de las estancias de secuencias de placas verticales de varios tipos de mármoles combinados de diverso modo. Todas esas pinturas in situ se han documentado, consolidado y restaurado en su ubicación original4.

CIRCULACIÓN DE TEMAS Y SISTEMAS DECORATIVOS EN LA PINTURA MURAL ANTIGUA

También se han recogido numerosas placas de mortero pintado al fresco desplomadas de los muros. Esas placas, halladas en los niveles de destrucción del edificio en diferentes habitaciones, corresponden a la parte media y alta de la pared y al techo. En total suponen una superficie de varias decenas de metros cuadrados5. Por ahora, a la espera de su limpieza, nada más se puede decir de ellas. Solamente en el caso de la exedra octogonal (fig. 1, 34) donde algunos fragmentos desplomados presentaban clara su decoración, se ha visto que en la parte media había elementos figurativos. Aspectos técnicos de las pinturas in situ. Los muros de estas habitaciones están construidos en su parte baja en opus caementicium de cal y arena con fragmentos de piedra caliza, cantos rodados y ocasionalmente fragmentos de teja. Tienen en promedio incluyendo el revestimiento pictórico, una anchura de 55 cm. En la parte superior del paramento conservado se aprecia una verdugada que marca la separación con el resto del alzado que debía de ser de tapial o adobe, a juzgar por algunos restos adheridos al dorso de los revestimientos desplomados. El soporte de las pinturas lo componen dos capas de mortero de cal y arena de entre uno y dos centímetros de grosor cada una. Las marcas de reverso en los fragmentos de pintura recuperados del nivel de derrumbe muestran improntas en espina de pez para facilitar su adherencia al muro. En las pinturas que permanecían in situ no se ha podido ver el sistema de fijación por haberlas tratado sólo con inyecciones de consolidante, sin arrancarlas. También se ha observado en todas las habitaciones con pavimento de signinum que los revestimientos se superponen a la moldura de cuarto de círculo situada en la unión de suelo y la pared, lo que indica que se hicieron tras la pavimentación. En cuanto a las trazas preparatorias, se ha apreciado en las placas desprendidas de jambas de puertas el uso de reglas en las esquinas para marcar el espesor del mortero a aplicar. Asimismo, en un fragmento de pintura aislado que se ha conservado en el corredor meridional del peristilo sur, se ha localizado con luz rasante el empleo de una fina cuerda para trazar la línea de separación entre el zócalo y la parte media de la pared (Hernández, 2003: 11-12). Por lo que respecta al trabajo realizado por los diferentes operarios que intervinieron en la decoración pictórica, se ha visto que en aquellos lugares donde el muro conserva mayor altura el intonaco se aplicó en una sola jornada, salvo en la antesala 32 donde una junta engrosada de contorno irregular en la pared meridional señala la unión de dos jornadas. También se ha observado el uso de pinceles finos, brochas de pelo ancho y espátulas para trabajar la superficie que han dejado diversas marcas. Asimismo, se han detectado pequeñas salpicaduras involuntarias de pintura caídas al decorar la zona media o alta de la pared (por ejemplo, de color rojo en la habitación 30 y blanco en el cubículo 21) (Hernández, 2003: 11). En la sala 31 hay evidencias de que la decoración se debe a dos operarios diferentes, uno de ellos, el que pintó la esquina NO, era bastante menos hábil que el

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otro, aunque faltan datos para concretar si trabajaron simultáneamente o no (Hernández, 2003: 13). Se han documentado algunas reparaciones en las habitaciones 22, 23, 38, 36, 35, 33 y 34. Consisten en parches de mortero de cal deleznable más o menos anaranjado, aplicado generalmente en la unión de la pared con el suelo. El deterioro pudo deberse a la deficiente cimentación del mosaico en el enlace con la pared, o a la proximidad del nivel freático que por filtrado de humedades provocaría la caída de los revestimientos en esa zona. Todos estos groseros arreglos parecen haberse hecho coetáneamente como fruto de un plan de reparaciones, tal vez coincidente con el reaprovechamiento de las estancias por nuevos ocupantes, pues todos se han realizado de la misma forma y con mortero de similar composición (Hernández, 2003: 12-13).

Las pinturas en su contexto arquitectónico El ala oeste del peristilo meridional Agrupación 20-21 La antecámara 21. Es una habitación de 8,12 m2, casi cuadrada, con pavimento de opus signinum sin moldura de cuarto de círculo. Las paredes se conservan en una altura entre 40 y 50 cm, salvo en el lado oriental donde solo permanecen 10 cm de alzado. De la decoración pictórica se conserva un zócalo corrido que simula un material pétreo de difícil identificación, el mismo que, con una realización menos cuidada, aparece en 23 y 32. Tiene fondo marfil con vetas gruesas en distribución aleatoria, unas veces oblicuas, otras ligeramente curvas o incluso rectas, hechas con brochazos de 1 cm de anchura de pintura roja y anaranjada y de 3 cm de pintura negra. Sala 20 con hipocausto central y canales de calor Esta habitación ocupa un área de 22,80 m2. La gran zanja de expolio que cruza el pavimento de signinum afectó también a los muros de la esquina sudoeste, prácticamente desaparecidos. El paño de la pared septentrional que conserva el revestimiento pictórico en 50 cm de altura, ha permitido reconocer el esquema decorativo del zócalo. Consiste en una secuencia de placas rectangulares de 34 cm de anchura en mármol caristio o cipollino (fondo blanco y vetas oblicuas negras y amarillas), mármol lucúleo (fondo rojo con trazos negros) y mármol negro, enmarcadas por filetes negros de 0,5 cm de grosor. En cada jamba de la puerta se representa una placa de caristio. Apartamento 22-23 Sala 23. Los muros de esta pieza de 24,42 m2 con pavimento musivo de motivos geométricos conservan, a excepción del oriental, restos de las pinturas que representan, como en 21, un zócalo continuo de 45 cm altura de un mármol de fondo marfil con vetas de distinto grosor oblicuas u horizontales en naranja, rojo y negro. A diferencia de aquel, en éste las vetas son más gruesas y toscamente trazadas y aparece separado de la zona media por una banda roja. Cubículo 22. Es casi cuadrado y de 8,12 m2 de superficie. El suelo, un mosaico muy bien conservado que se ha

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descubierto en la campaña de 2001, es un tapiz de tema geométrico con una composición de escamas alternantes y bicolores (García Merino y Sánchez Simón, 2004: 192-193). En los muros queda el zócalo de la decoración pictórica hasta una altura máxima de 30/34 cm. La decoración, donde es visible, consiste en la imitación de lastras de mármol blanco de 59 cm de anchura, delimitadas por doble filete negro de 0,5 cm de grosor. La ejecución poco cuidada de estos trazos parece a mano alzada, aunque con la ayuda de algún tipo de guía. En el chaflán oeste de la puerta hay un cuadrado o rectángulo granate de 10 cm2 fileteado en negro con un punto del mismo color en la esquina en cuyo interior remata una fina línea blanca. La pérdida de la decoración en la otra jamba impide hablar de simetría. Reparaciones. En la esquina noroeste se ha documentado un parche de mortero blanco pseudotriangular, de 10 cm de base y 20 cm de altura, que se superpone en su contorno a la pintura original. Ésta es la única estancia de la zona sur cuya decoración de placas pétreas en el zócalo, no imita el mármol coloreado ni es monócroma (pequeña crusta en una jamba), tal vez por un intento de destacarla del resto.

Apartamento 38-36-37 La antesala 38 Tiene 6 m2 y esta pavimentada con un mosaico de tema geométrico. La parte inferior de la decoración pintada, apreciable en las cuatro paredes, sobre todo en la del N, es la misma que en el cubículo 37 anejo: sobre un zócalo corrido del color natural del intonaco, de 47 cm de altura, hay una banda roja ribeteada en negro de 10 cm de anchura que enlazaría con la zona media de la pared. Sobre el color rojo se han observado salpicaduras blancas caídas posiblemente al decorar la zona superior (Hernández, 2003: 11). Reparaciones. En la esquina SE hay una capa de mortero de 10 cm de altura entre el pavimento y las pinturas, aunque ambos ofrecen una conservación aceptable. La sala 36 Tiene 24 m2 y sus muros se mantienen en 55 cm de altura sobre el nivel del pavimento que es un mosaico de tema geométrico. En el nivel de derrumbes, tanto en los testigos de excavaciones anteriores como en las nuestras, se han recogido y engasado 18 placas de revestimiento parietal pintado, dispuestas boca abajo sobre el mosaico. En las paredes norte y este se conservaba prácticamente todo el zócalo, lo que permite reconstruir bien el esquema decorativo consistente en una secuencia de placas rectangulares de cuatro mármoles diferentes, bordeadas de un filete negro de 0,5 cm de grosor. Todas tienen 50 cm de altura pero hay dos anchuras diferentes, 34 y 18 cm, que se alternan. Las placas estrechas simulan siempre mármol africano (luculleum) mediante un fondo de color rojo vivo pintado con gruesos brochazos (de 6 cm) de arriba a abajo, sobre el que se han trazado vetas negras con un pincel fino (de unos 4-6 mm). En las placas anchas, por el contrario, se simulan pórfido de fondo granate con salpicaduras de gotas blancas circulares de 4-5 mm de diámetro y dos tipos de mármoles: mármol de negro intenso con vetas blanquecinas largas y estrechas, oblicuas hacia la esquina inferior derecha y

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mármol caristio (cipollino) con fondo blanco sobre el que aparecen una serie de trazos de 5 cm de anchura, oblicuos hacia la esquina inferior izquierda. Esos trazos se hicieron de una sola vez con brocha plana, empleando color rojo, amarillo y negro principalmente, y en los bordes naranja, azul y gris para lograr un efecto de degradación de la propia veta (lám. 26.73). Las lastras estrechas de mármol africano separan las anchas de los otros mármoles que se suceden de manera aleatoria. Los empalmes en las esquinas se realizaron cuidadosamente. En el ángulo oriental se ha conservado parte de la banda roja fileteada en negro que constituía la unión entre el zócalo y la zona media de la pared. Se han documentado reparaciones por hundimiento del borde del mosaico o por exceso de humedad, en las esquinas NO y SE. En esta última hay un parche de mortero con teja y caliza, de casi 15 cm de altura y casi 3 m de longitud repartidos en ambos muros (lám. 26.73).

El cubículo 37 Su superficie se acerca a los 9 m2. Está pavimentado con un opus signinum en excelente estado de conservación. En el interior de esta habitación, en un testigo de viejas excavaciones adosado al muro meridional, se han recuperado en los niveles de destrucción numerosas placas de mortero con pinturas correspondientes al derrumbe de las zonas media y alta de las paredes oriental y septentrional y al techo. Las pinturas in situ se localizan en todos los muros, siendo la altura máxima conservada de 52 cm en el me-

Fig. 2. Cubículo 37 con zócalo corrido blanco.

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ridional. En cuanto a la decoración, que es semejante a la de la antecámara, y a juzgar por los restos mejor conservados, toda la habitación tuvo un zócalo blanco de 29 cm de altura, delimitado en la zona superior por una franja roja de 10 cm de ancho enmarcada por filetes negros de 0,5 cm de grosor (fig. 2). Sobre ella algunas salpicaduras de pintura blanca indican que ese color se empleó también en la decoración de la zona media o superior de la pared.

El ala sur del peristilo La habitación 35 Se trata de una pieza de planta cuadrada con una superficie de 13,32 m2 y pavimento de opus signinum muy bien conservado, sin moldura de cuarto de círculo. Es accesible sólo desde el peristilo por un vano abocinado hacia el interior. En las cuatro paredes quedan restos de un zócalo blanco. El examen efectuado por el equipo de restauradores ha permitido identificar sobre las paredes del sur y este quemaduras por contacto de llama de velas, así como el ennegrecimiento por humo del área aledaña (Hernández, 2002: 12). También se constató una película grasa, untuosa y oscura en algunas zonas inferiores, lo que podría indicar una actividad para elaboración o almacenaje de alimentos, aunque sin poder precisar si fue posterior al abandono residencial del edificio o contemporánea de su uso (Hernández, 2003: 12). En ambas esquinas de la pared occidental un parche de mortero en el contacto entre el pavimento de signinum y la pared pintada, testimonia una reparación

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Fig. 3. Antesala (33) del salón 34. Al este de la puerta de paso al peristilo. Aquí se incluye mármol amarillo (numídico) en la secuencia de placas ya conocida de caristio, pórfido rojo y mármol negro.

Agrupación de espacios 33 y 34 Antecámara 33 Tiene una superficie de 22 m2 y funciona como antesala del espacio de representación 34. Es accesible desde el peristilo, situado a un nivel más bajo. Al completar su excavación se hizo visible por completo su pavimento musivo con nudos de Salomón inscritos en octógonos sobre fondo blanco marfil. Las jambas de las dos puertas que la comunican con la exedra y el peristilo respectivamente, conservan restos de pintura roja. En cuanto a la decoración pictórica, en los muros septentrional y occidental de la antesala se mantenían algunos paneles in situ. En el zócalo la reconstrucción del esquema decorativo llevado a cabo tras su limpieza y restauración, remite de nuevo a un modelo de recreación de revestimiento pétreo muy parecido al de la sala 20. Se representan placas de 34 cm de anchura de pórfido rojo, mármol negro y otro mármol ausente de los anteriores zócalos, el numídico o giallo antico, separados por caristio (fig. 3). El hundimiento de la superficie del mosaico en el peldaño del vano que lo separa de su antesala provocó una reparación en la jamba oeste a base de mortero con película pictórica. Exedra octogonal 34 Tiene una superficie de 55 m2. Los muros que la delimitan en su mitad septentrional se conservan en una altura de 20-28 cm mientras que en la otra mitad los muros

del oeste y del sur se hallan saqueados casi por completo. El pavimento, un tapiz blanco con peltas negras, presenta en emblema central a Pegaso como hacedor de fuentes, atendido por dos ninfas (García Merino y Sánchez Simón, 2001: 184-186). Se accede a ella desde la antecámara situada a un nivel inferior. La configuración escalonada del espacio resalta el carácter noble de esta exedra y le confiere una posición privilegiada, dotándola de una perspectiva completa de la planta hasta el salón de cabecera poligonal situado en el extremo opuesto del eje del edificio Esta habitación había sido en su parte central objeto de excavaciones en 1982 y 83 cuando se descubrió parcialmente el mosaico bajo la dirección de A. Balil con la colaboración de T. Mañanes (Mañanes, 1992: 30), pero no se han publicado datos sobre las pinturas halladas. En el año 2001 excavamos el resto de la estancia, aún intacto, y los testigos entre los sondeos de aquellas campañas que ocultaban el trazado de los muros. Los niveles de destrucción contenían grandes paneles de pintura mural. En la mitad occidental de la estancia los paneles correspondientes al derrumbe de las paredes noroeste y oeste aparecían en su mayoría en posición invertida, mostrando marcas de reverso en espiga para facilitar la fijación al muro. El estado de conservación, tanto del mortero como de las pinturas murales, parece ser peor que el de los paneles del este, pues estaban más fragmentados y, de hecho, varios de ellos se han decapado al proceder a su levantamiento.

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Había varios fragmentos con remates en ángulo correspondientes a algún vano u hornacina, y se localizó un panel geométrico de fondo granate delimitado por filetes blancos que lo separan de una franja azul, así como otros con zonas amarillas y rojas limitando con bandas verdes. En la mitad oriental de la sala los numerosos paneles de pintura mural desplomados de los paños nordeste, este y sureste se disponían en tres capas sucesivas que suponen un total de 40 m2. En el primer estrato –el más superficial– los paneles aparecían en su mayoría en posición invertida mostrando en el reverso estrías en espiga para facilitar su fijación al muro, y con una marcada inclinación hacia el interior de la estancia. Los del segundo estrato estaban con la superficie pintada hacia arriba. Los de mayor tamaño muestran una simulación de revestimiento pétreo en placas rectangulares de diversos materiales. Sobre fondo amarillo, rojo, negro o verde se superponen puntos blancos o pinceladas sinuosas. En algún caso se ha constatado decoración a base de crustae en forma de casetones flanqueados por decoración figurada a juzgar por la presencia de aves y un felino (lám. 26.74). En el tercer y último estrato de derrumbe las placas de revestimiento mural se apoyaban directamente sobre el mosaico, estando generalmente la superficie pictórica en contacto con las teselas. Es interesante destacar que en el ángulo nordeste, apoyados directamente sobre el mosaico, se han encontrado algunos fragmentos de pintura mural con graffiti cuya lectura se encuentra supeditada a su limpieza. En cuanto a las pinturas in situ, apenas se mantenía un zócalo con imitación de lastras marmóreas que, según el informe de restauración, se encontraba en mal estado “con erosiones y picaduras” y podrían ser anteriores a las halladas en los derrumbes donde afirman haber apreciado superposición de pinturas (Hernández, 2002: 13 y lám. 31). El esquema ornamental consiste en la repetición rítmica de placas de fondo rojo vivo con pinceladas superpuestas en negro formando un veteado radicular. Esa combinación parece imitar al mármol africano –marmor luculleum– y sirve de separación entre lastras donde se representan sucesivamente el cipollino o caristio, el mármol negro y, de nuevo, el caristio. El carácter destacado de la habitación, manifiesto en la planta, trasciende también a la iconografía que se representa no sólo en el pavimento, sino también en las paredes ya que ésta es la única estancia donde se han documentado motivos figurados animales y vegetales6. Éstos corresponderían a la zona inmediata al zócalo donde es posible que se localizase algún friso con roleos, aves y animales relacionables con la caza. Paralelo para el tema del felino lo encontramos en un fragmento procedente de las Termas Menores de Asturica Augusta (García y Vidal, 1990: 31).

La esquina sudeste del peristilo Apartamento formado por las piezas 32-31-30 Estas tres estancias se localizan en una zona apenas tocada en intervenciones anteriores al año 1998 en las que ya se podía atisbar la existencia de tres habitaciones situadas a un nivel más bajo que las aledañas. En esta zona, exhumada por completo en 2000, no solo se han

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mantenido pinturas al fresco en todos los paramentos sino que, además, es donde se conservan en mayor altura, pues los muros llegan en 31 y 32 hasta los 80 cm. La antesala 32, de 13 m2, se localiza al este de la antecámara del salón de Pegaso con la que comunica, pero su suelo está 20 cm más bajo que el de ésta, diferencia que se salva con un escalón hecho con cuatro baldosas recubiertas de signinum con moldura de cuarto de bocel. Se conservan pinturas en su posición original en los cuatro muros y consisten una vez mas en un fingido zócalo de lastras marmóreas verticales de aproximadamente 60 cm de altura y dos anchos diferentes (de 34 y 17 cm), enmarcadas por filetes negros de un centímetro de grosor. Se disponen alternando una ancha y otra estrecha, pero aquí todas representa un mismo tipo de mármol no identificado, ya visto en las habitaciones 23 y 21. Tiene fondo blanco/beige con vetas de entre 25 cm y 34 cm de longitud, en rojo, negro y amarillo mediante brochazos irregulares y de grosera ejecución, a veces superpuestos unos a otros. Sobre estas placas hay en la transición a la zona media de la pared, una hilera de otras en forma de paralelepípedo con las mismas anchuras y 13 cm de alto (fig. 4).

La sala 31 Tiene una superficie de 25,48 m2 pavimentada con signinum. Tal vez sirvió como sala de estar, triclinio o, incluso, biblioteca al estar privilegiada en cuanto a la disponibilidad de luz por su posición en esquina. En la pared oeste se abre un vano de acceso desde la antesala 32, otro similar la comunica por el norte con la estancia 30. En lo que respecta a la decoración pintada, se conserva zócalo en todas las paredes, sobre todo en la oeste y en la sur. Se trata también de una sucesión de placas algo más anchas –43 cm– bordeadas por similares filetes negros, pero en este caso en una secuencia rítmica de tres tipos de mármol: negro, caristio y lucúleo (lám. 26.75). La ejecución es también mucho más cuidada que en las otras habitaciones: cada una de las esquinas coincide con el límite de una placa y en la arista de las jambas abocinadas de la puerta oeste donde coinciden placas de mármol caristio, las líneas oblicuas convergen en el cambio de plano. Sin embargo, en la pared occidental se aprecian dos formas netamente diferenciadas de interpretar la imitación de este mármol, quizá fruto del trabajo simultáneo de dos operarios o quizá consecuencia de un arreglo. En efecto, al sur la puerta, como en los otros paños, para dar la impresión de gradación cromática de la veta, los trazos oblicuos tienen fuerte presencia del gris muy oscuro y trazos amarillos casi ocultos por otras coloraciones, en cambio, en las jambas y al norte de éstas sólo se emplean simples franjas de un gris azulado y un amarillo anaranjado, como en las habitaciones ya vistas. El espacio 30 Tiene un área de 19,33 m2 y las pinturas in situ conservadas se limitan a la parte inferior de un zócalo de fondo blanco. Algunas salpicaduras de pintura roja sobre él en la pared norte sugieren la presencia de elementos en ese color, quizás una franja de separación del zócalo con la parte media como en la antesala y el cubículo de la agrupación 36-38 del ala oeste del peristilo.

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Fig. 4. Pared septentrional de la antesala 32. Se representan placas de un material pétreo no identificado.

Los pasillos del peristilo Solamente se conserva decoración pictórica en el corredor meridional donde, a pesar del reducido tamaño de los fragmentos, se intuye una composición con crustae de diferentes tipos de mármol. Además, en el muro del estilobato del pasillo occidental hay un enlucido blanco.

CONCLUSIONES A la espera de la limpieza de los numerosos fragmentos de pinturas murales recogidos en los niveles de derrumbe de esta villa durante las excavaciones 2000-2002, lo único que por ahora conocemos de la decoración pictórica del palacio campestre de la villa de Almenara es la parte baja de las paredes. Concretamente se trata de los zócalos del sector meridional del edificio, que han permanecido in situ y han sido limpiados y consolidados en su posición original. El conjunto responde al tipo de decoración característico de los ambientes domésticos del Bajo Imperio (Abad, 1977-1978: 192; Aguado et alii 1999: 202; Mostalac y Guiral, 1999: 366-367; Vaquerizo y Noguera, 1997: 89-92;),es decir, a la imitación de revestimientos pétreos, placas de diversos y costosos mármoles y otros tipos de piedras de lujo que servían para decorar suelos y paredes en edificios nobles. En esa simulación se advierten en Almenara tres variantes: a) Zócalos de placas marmóreas Adornan las salas principales, exedrae y oeci, y otras piezas destacadas. Se dan al menos en un ambiente

de cada una de las agrupaciones de estancias: en la sala 20 con calefacción, en la sala 36, en el oecus o exedra octogonal 34 y su antesala 33, en la crujía meridional del peristilo, en las salas 31 y 32 y, como excepción, en el cubículo 22. Las placas figuradas son en su mayoría rectangulares y verticales, pero también en algún caso paralelepípedos. En cuanto a la composición, hay dos modalidades. En una, la más frecuente (habitaciones 20, 36, 33, 34 y 31), se representan pórfido rojo y cuatro tipos de mármol (caristio, lucúleo, negro con vetas blancas y, sólo en la antesala 33, numídico) que se combinan de forma distinta en cada habitación, siendo en tres de los casos el mármol lucúleo el elemento separador de los otros. En la otra se emulan placas de un mismo tipo de piedra pero de anchuras e, incluso, formas diferentes (habitaciones 22 y 32). b) Zócalos corridos Reproducen un sólo tipo de mármol sin compartimentar en placas. En las estancias 23, 21 y 30 se trata de un mármol veteado no identificable, con trazos amarillos, rojos y negros en dirección horizontal o inclinada, sobre el blanco del intónaco. En otras (38, 37 y 30) es solamente de color marfil, separado de la zona media por una banda roja bordeada de filetes negros. c) Zócalos de crustae Esta imitación de opera sectilia, que se conoce bien en algunas casas de Mérida, se ha hallado en dos de los espacios más suntuosos del conjunto: el salón poligonal 34, con casetones cuadrados como los de

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la villa de la Dehesa de las Tiendas, grupo I de Abad (Abad, 1982: 199), y a juzgar por una fotografía de excavaciones antiguas, el ultra-semicircular lobulado 29 con combinaciones de losanges y círculos. Entre las estancias descritas destaca la exedra octogonal con mosaico de tema mitológico por la mayor calidad de ejecución y por haberse reconocido elementos de la decoración de la parte media de los muros en algunas placas del nivel de destrucción. Eso parece indicar que, como sucede en otras villas coetáneas y pone de manifiesto la del Ruedo (Vaquerizo y Noguera, 1997: 91), la decoración figurada estaría reservada a los espacios de representación más destacados. En principio y como hipótesis a verificar en el futuro, la estructura decorativa de este ambiente 34 tras la posible reforma de una primera ornamentación con lastras en la parte baja, sería un rodapié rojo, sobre él un zócalo con motivos de crustae marmóreas donde alternaban círculos de casi 20 cm de diámetro y casetones en mármol lacónico de vértices apuntados sobre fondo claro con cuadrados inscritos y diagonales que no se cruzan en el centro y, tal vez en la parte media, otros paneles con motivos vegetales (flores, hojas, zarcillos), pájaros y un felino sobre fondo negro. El estudio de los numerosos paneles pictóricos recuperados permitirá saber si pudo existir algún tipo de relación iconográfica entre la escena representada en el pavimento musivo y la decoración parietal, aspecto que ha sido reconocido en estancias de aparato de algunas otras villas, como en el oecus de la Villa del Val, en Complutum (Rascón, 1995: 87). Tanto el análisis formal de las pinturas como una serie de características técnicas, apreciadas durante los trabajos de restauración, han permitido comprobar que los mosaicos y la decoración mural pintada responden a unos criterios uniformes y se deben, en cada uno de los casos, al mismo grupo de operarios.

NOTAS 1 El proyecto ha sido financiado por la Diputación Provincial de Valladolid que ha completado la exposición al público con la creación de un Centro de información – Museo, el Museo de las villas romanas. Se ha desarrollado desde 1996 a 2004 a través de varios Convenios de Colaboración entre la Diputación y la Universidad de Valladolid y ha supuesto la excavación de 5.800 m2 en los que, además de la ocupación en época romana desde el siglo I-II hasta el VI, se han documentado un yacimiento calcolítico y evidencias de ocupación en diferentes momentos de la Prehistoria. 2 Cuando los recogimos estaban sin limpiar y las etiquetas de identificación se habían perdido o eran ya casi ilegibles. Se han dejado en un nuevo embalaje, preparados para un futuro tratamiento. 3 Estos restos en los que sobre fondo granate había algún trazo negro, fueron extraídos y engasados. Hay que señalar que también se halló un pavimento de opus signinum anterior que se había aprovechado como rudus del mosaico (Hernández, 2002: 10). Al haber sido excavado este gran salón de cabecera poligonal en 1942 y no quedar revestimiento pictórico por encima del nivel del mosaico, carecemos de datos para saber si la decoración parietal también fue reformada. 4 Los trabajos de restauración han corrido a cargo de la actuación coordinada de las empresas Tres Medios, Artelán y José Antonio Mondejar. Los informes han sido realizados por Miriam Hernández (Hernández, 2003). 5 Las placas desplomadas de las paredes se han recogido y engasado para su posterior limpieza y restauración y se han dibujado, asignándoles el número de la UE seguido de una de las letras del alfabeto por orden correlativo llegando hasta la AF.

CIRCULACIÓN DE TEMAS Y SISTEMAS DECORATIVOS EN LA PINTURA MURAL ANTIGUA

6 La ausencia de información las excavaciones anteriores sobre las pinturas halladas en otros salones nos impide verificar ese carácter especial.

BIBLIOGRAFÍA ABAD CASAL, L. (1977-1978): ”Las imitaciones de crustae en la pintura mural romana en España”, AEspA, 50-51, 189-208. • (1982): La pintura romana en España. Alicante AGUADO, M. et alii (1999): “El yacimiento arqueológico de El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo): Balance y perspectivas”, CuadPrehistArq, 25.2, 193-250 BARBET, A. (1985): La peinture murale romaine. Les styles dècoratifs pompèiens, Paris. GARCIA MARCOS, V. y VIDAL ENCINAS, J. M. (1990): Arqueología en Asturica Augusta (Astorga, León), León. GARCÍA MERINO, C. y SÁNCHEZ SIMÓN, M. (1974): “De nuevo acerca de la villa de Almenara de Adaja (Valladolid): excavaciones de 1998 a 2004”, AEspA, 77, 177-195. MOSTALAC CARRILLO, A. y GUIRAL PELEGRIN, C. (1999): “La pintura”, in: Hispania. El legado de Roma (Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, febrero-abril, 1999), Zaragoza. HERNÁNDEZ VALVERDE, M. (2003): Memoria de Restauración de los mosaicos, opus signina y pinturas murales correspondientes a la 4ª etapa de recuperación de la villa romana de Almenara-Puras. Valladolid 2001-2002, Valladolid, 8-31. (inédito y depositado en la Diputación de Valladolid.) MAÑANES PÉREZ, T. (1992): La villa romana de Almenara-Puras (Valladolid), Valladolid. NIETO GALLO, G. (1943): “La “villa” romana de Almenara de Adaja (Valladolid)”, BSEAA, X, 197-199. PALOL, P. de y WATTEMBERG, F. (1974): Carta arqueológica de Valladolid, Valladolid. RASCÓN MARQUÉS, S.(1995): La ciudad hispanorromana de Complutum, Alcalá de Henares. VAQUERIZO GIL, D. y NOGUERA CELDRÁN, J. M. (1997): La villa romana de El Ruedo (Almedinilla, Cordoba). Decoración escultórica e interpretación, Murcia.

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73. Sala 36. Muro meridional con simulación de lastras marmóreas donde el lucúleo sirve de separación entre el caristio, el negro y el pórfido rojo. Obsérvese a la derecha el largo parche de mortero en la unión de la pared y el suelo.

74. Exedra 34 con mosaico mitológico protagonizado por Pegaso. Nivel de derrumbes de las paredes. Fragmento de revestimiento pintado con casetón de mármoles y prótomo de felino a la derecha.

75. Sala 31 cuyo zócalo simula un revestimiento de lastras conforme a la secuencia rítmica de pórfido rojo, mármol negro y mármol caristio. Pared meridional.

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