Perspectivas contemporáneas sobre la Filosofía Antigua: aproximaciones mayéuticas a la mayéutica socrática

July 6, 2017 | Autor: C. Valenzuela Issac | Categoría: Plato, Socrates, Ancient Philosophy, Elenchos
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Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González” Congreso internacional Perspectivas Pedagógicas desde la Contemporaneidad. CABA. 15-17 de agosto de 2012

Perspectivas contemporáneas sobre la Filosofía Antigua: aproximaciones mayéuticas a la mayéutica socrática Mariana Gardella (FFyL, UBA) - Cristian E. Valenzuela Issac (FFyL, UBA) Abstract En el presente reflexionaremos sobre la actualidad de la mayéutica socrática, no sólo como objeto de estudio y contenido de enseñanza, sino también como estrategia didáctica. Para ello, en primer lugar, abordaremos algunas posiciones tradicionales acerca de la actualidad de la Filosofía antigua –Wieland (1988), Taylor (1997), Boeri (2000)- para concentrarnos particularmente en la posición de Berti (1975), para quien la actualidad de la Filosofía antigua reside, por una parte, e n su carácter problematizador y, por otra parte, en su pretensión de preguntarse por la totalidad de lo real, todo lo cual se manifiesta en la estructura dialéctica del método socrático. En segundo lugar, analizaremos el pasaje de Teeteto 148e-150e, donde Platón expone la técnica mayéutica socrática, y evaluaremos la vinculación de la mayéutica con el élenchos (refutación), teniendo en cuenta la impronta dialéctica de este método y su relación con el género literario-filosófico del diálogo socrático y su carácter dramático. En tercer lugar, propondremos algunas proyecciones del método socrático en el contexto de la práctica docente actual, para lo cual aludiremos a nuestra propuesta de transposición didáctica en el taller de extensión universitaria “Introducción a los diálogos socráticos de Platón” (SEUBE, UBA). I. La actualidad de la Filosofía

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Un problema que aqueja tanto al investigador cuanto al docente de Filosofía antigua es el del valor y la actualidad de ésta como área del conocimiento. Frente a este interrogante, el panorama de respuestas es variado y diverso. Si siguiéramos al historiador de la Filosofía Wieland, podríamos decir que la Filosofía antigua no tiene valor simplemente como objeto de investigación sin más, sino también como voz actual significativa y aún vigente “si puede además efectuar un aporte a la elucidación de nuestros problemas, cuando es interrogada de modo pertinente” (1988: 12). Mas desde otra perspectiva, Taylor propone, en cambio, dotar de sentido a la investigación histórico-filosófica a partir de un análisis de la génesis de nuestras prácticas sociales. Los desarrollos conceptuales de la Filosofía antigua vendrían a sustentar algunas de las formas en que hoy reconocemos o señalamos la realidad, formas que compartimos por vivir en comunidad y que transmiten explícita o implícitamente distintos tipos de valores. La perspectiva de Taylor acuña una intención no sólo teórica, sino también práctica, dado que confía en que mediante la reflexión filosófica puede generarse algún cambio. El estudio de la Filosofía antigua podría combatir las nociones de sentido común sobre la génesis de las prácticas sociales que hemos heredado (1997: 39-40). Por otra parte, Boeri (2000: 133) indica que la Filosofía antigua es actual “porque los pensadores antiguos tienen algo que decirnos, tanto desde el punto de vista material (es decir, desde la perspectiva del contenido de las cuestiones que tratan) como desde un punto de vista un poco más formal que tiene que ver con sus formas de pensar, sus recursos argumentativos, el modo de plantear los problemas y las estrategias propuestas para resolverlos, etc.”. En la misma línea, Berti (1975) señala que la actualidad de la Filosofía antigua, desde el punto de vista “formal”, reside en su carácter predominantemente problemático, que constituye la esencia de la Filosofía, cualquiera sea el período histórico en el que se desarrolle. Esta problematicidad se 2

expresa no sólo en su carácter indagatorio, sino también en la pretensión de preguntar por la totalidad, rechazando respuestas parciales. ¿Es entonces escéptica la Filosofía? Pues no, ya que si la pregunta que rechaza la respuesta unívoca se afirma como última palabra, ella misma se estaría auto-absolutizando, se estaría convirtiendo ella misma en su propia respuesta. Es así como la indagación filosófica reconoce siempre la necesidad de una respuesta que trascienda el interrogante. Este modo de hacer Filosofía fue desarrollado por primera vez en la historia por Sócrates, que con su estrategia de la refutación como componente fundamental del diálogo elimina todas las soluciones particulares que pretenden proponerse como explicaciones exhaustivas de la realidad, y muestra, a su vez, la necesidad de no agotar la búsqueda. II. La estrategia socrática: mayéutica y élenchos El élenchos socrático manifiesta la estructura problemática inherente a la Filosofía. ¿En qué consiste este proceder socrático? Usualmente se identifica el método socrático con la mayéutica. Sin embargo, es necesario hacer dos señalamientos sobre esta identificación. En primer lugar, no son ni abundantes ni variadas las fuentes que atribuyen a Sócrates el “método” de la mayéutica. Por el contrario, ésta es mencionada explícitamente una sola vez en el Teeteto de Platón, el cual, junto con el Parménides, el Sofista y el Político, forma parte de una tetralogía de obras escritas durante la vejez de Platón en las que éste revisa algunos aspectos de las teorías que desarrolló en su madurez intelectual. En segundo lugar, la mayéutica no es la descripción rigurosa de un método filosófico, sino que es una metáfora a la que Sócrates (o más bien Platón) apela para explicar el proceso de búsqueda del conocimiento y el rol que el maestro desempeña en esa búsqueda. i “Mayéutica” es

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un término que deriva del verbo griego μαιεύομαι, cuyo significado es “actuar como una partera”, “traer al mundo”, “dar a luz”. ii Una vez que Teeteto fracasa por primera vez al intentar definir qué es el conocimiento (epistéme), problema central al que está dedicado el diálogo, y se declara incapaz de poder responder a la pregunta socrática, Sócrates describe la mayéutica del siguiente modo: ¿Quieres decir que no has oído que yo (scil. Sócrates) soy hijo de Fenareta, una muy noble e imponente partera (maías mála gennaías te kaì blosurâs)? […] Ten en cuenta, entonces, lo que por lo general ocurre con las parteras y fácilmente comprenderás lo que me propongo. Pues sabes que ninguna partera hace parir (maieútai) a otras mujeres cuando ella misma está encinta (kuïskoméne) y puede dar a luz (tíktousa), sino cuando ya son incapaces de parir (tíktein) […]. Mi arte de parir (têi emêi téchnei tês maieúseos) tiene, en lo demás, lo que tiene el de ellas, pero se diferencia en que hace parir a los varones, no a las mujeres, y en que examina las almas de los que dan a luz, no sus cuerpos. Lo más importante de mi arte es que es capaz de poner a prueba, por cualquier medio, si la mente del joven engendra una imagen y una falsedad, o algo fecundo y verdadero. Ello es así porque tengo la misma característica que las parteras: soy estéril en sabiduría, cosa que también muchos ya me reprocharon, a saber, que interrogo a los demás, pero yo mismo no afirmo nada acerca de nada, por no tener nada sabio que decir, y lo que me reprochan es cierto […]. Y es obvio que jamás aprenden nada de mí, sino que ellos por sí mismos descubren y dan a luz muchas cosas nobles (Teeteto 148e-150e).iii Como su madre, Sócrates es experto en el oficio de las parteras. Aunque estéril, es decir, ignorante sobre cualquier asunto, ayuda a los que están preñados a que puedan dar a luz ese conocimiento que engendraron. Para desencadenar el proceso del parto y dar a luz conocimientos, es necesario que quien está preñado se disponga a responder al interrogatorio socrático, ya que es por medio de preguntas y respuestas como llegarán a dar a luz y evaluar si lo que engendraron es falso o verdadero. El diálogo es la esencia del proceder filosófico socrático. Muchos siglos después, Borges sintetiza el valor del diálogo para la Filosofía griega, al decir de Sócrates y Parménides que: “Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar

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a una verdad”.iv La valoración y uso del diálogo parece haber sido la máxima capital del legado de Sócrates, la cual inspiró a todos sus discípulos y de la cual éstos dieron testimonio al escribir “diálogos socráticos”, es decir, conversaciones ficticias que tenían como protagonista principal a Sócrates.v En el ámbito de los estudios platónicos, la estrategia utilizada profusamente por Sócrates en los primeros diálogos de Platón para examinar las creencias de los interlocutores sobre la esencia de conceptos tales como la justicia, la piedad, la valentía y conducirlos hacia una aporía sobre estos temas ha sido llamada por Robinson (1953) élenchos. Aunque en su origen elénchein significa “hacer avergonzar a alguien”, posteriormente en el ámbito judicial adquiere el sentido de “refutar”.vi Intentar definir qué es el élenchos no es tarea sencilla. En efecto, éste ha sido objeto de diversos debates acerca de sus características esenciales, su finalidad e incluso respecto de su existencia (Fierro, 2010 y 2011). Algunos intérpretes consideran que es imposible dar una caracterización unívoca y homogénea del élenchos, el cual varía ampliamente de acuerdo con los diferentes contextos conversacionales (Carpenter & Polansky, 2002). Por el contrario, otros intérpretes, admitiendo que el método socrático existe y es posible ofrecer de él una caracterización unívoca, le adjudican, sin llegar a ningún acuerdo, distintas funciones: una función constructiva, porque sería un método con el cual es posible no sólo refutar las premisas del interlocutor, sino también demostrar la verdad de las premisas socráticas (Vlastos, 1983a y b); una función destructiva, porque o bien sólo buscaría hacer que el interlocutor llegue a una contradicción y abandone sus creencias sobre el tema investigado (Robinson, 1953), o bien sólo se limitaría a señalar las inconsistencias presentes en el grupo de premisas que sostiene el interlocutor socrático, sin demostrar fehacientemente la verdad o falsedad de ninguna tesis (Benson, 1987 y 1995).vii

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Como ya ha indicado Penner (2007), la insuficiencia de estas definiciones sobre el método socrático consiste en que todas ellas se concentran mayormente en lo que concierne a la estructura lógico-argumentativa de la refutación, soslayando otros aspectos que son imprescindibles para una visión más completa y compleja de los fundamentos y los objetivos de la práctica socrática. Por esta razón, es importante destacar otras funciones del élenchos que exceden el nivel de la argumentación. Además de perseguir objetivos epistemológicos, el élenchos tiene una función existencial, la cual consiste no tanto en examinar proposiciones, cuanto en poner a prueba la forma de vida que llevan los interlocutores socráticos, con el objetivo de que éstos la modifiquen (Brickhouse y Smith,1991). viii El élenchos tiene entonces una fuerte injerencia sobre el curso de acción de los interlocutores y sobre los deseos y motivaciones que lo sustentan, pues tiene la capacidad de producir cambios en esos deseos. En este aspecto, el élenchos poseería, en común con la tragedia griega tal como la concibe Aristóteles, la posibilidad de producir una kátharsis –o “depuración”- de la emociones de los interlocutores a lo largo de la conversación. En un pasaje del Sofista Platón sintetiza todas las funciones que les adscribimos recientemente al élenchos, es decir, tanto aquellas epistemológicas como aquellas existenciales. Allí se asocia el proceder socrático con una práctica médica que tiende a la salud psíquica, ya que se describe el élenchos como una técnica que depura lo feo y lo enfermo presente en algunas almas, donde impera el desorden entre elementos anímicos: “las opiniones (dóxai) y los deseos (epithymíai), el valor (thymós) y los placeres (hédonai), el pensamiento (lógos) y los pesares (lýpai), están todos en mutuo a desacuerdo (plaurós)” (Sofista 228b). Uno de los peores males que afectan al alma, se señala en este contexto, es la ignorancia (agnóia) (228d). La ignorancia que puede ser entendida como la ausencia de conocimiento (amathía), en el sentido de “creer saber, cuando no se sabe nada (tò mè kateidóta ti dokeîn eidénai)” (229c). Para el mal de la 6

ignorancia que afecta el alma, existe una forma de liberación que es la educación (paideía, 230a). Este procedimiento puede ser dividido en dos: la amonestación (nouthetetikós), que tiene escasos efectos, y la refutación (élenchos, 230d). A continuación, se describe el proceder eléntico: En efecto, estimado joven, quienes así purifican (kathaírontes) piensan, al igual que los médicos (iatroí), que el cuerpo no podrá beneficiarse del alimento que recibe hasta que no haya expulsado (apolaúein) de sí aquello que lo indispone; y lo mismo ocurre respecto del alma (perì psychês): ella no podrá aprovechar los aprendizajes (mathemáton) recibidos hasta que la refutación (elénchon) consiga que quien ha sido refutado (elenchómenon) se avergüence, eliminando (exelón) así las opiniones (dóxas) que impiden el aprendizaje (mathémasin), y muestre que ella está purificada (katharón), consciente de que conoce sólo aquello que sabe, y nada más. (Sofista 230c-d) Aunque a partir de la descripción del proceso refutatorio que tiene lugar en este pasaje, podría suponerse que el élenchos procede sólo con los elementos del alma que tienen un carácter cognitivo (lógoi, dóxai, mathématai), la enfermedad del alma, que había sido definida en 228b, también comprendía elementos de carácter no-cognitivo (hédonai, thymós, epithymíai, lýpai). Asimismo, el hecho de que aquí se haga omisión de la intervención del élenchos sobre los elementos no-cognitivos el alma no significa en modo alguno que no pueda intervenir efectivamente sobre ellos. En este sentido, el carácter catártico del élenchos no sólo tendría implicancias epistemológicas, sino también emocionales, ya que “no se circunscribe a la limpieza o al despeje de las partes racionales del alma, sino que compromete a la totalidad del alma, es decir, tanto sus partes racionales como sus apetitos, creencias, emociones y deseos” (Solbakk 2012). III. Aproximaciones elénticas a los diálogos socráticos Con nuestro grupo de trabajo “Proyecto Élenchos”, en el marco del Proyecto de Reconocimiento Institucional (PRI, UBA) 2011-2012: “El élenchos (refutación) en los diálogos platónicos y el desarrollo del amor por la verdad” hemos desarrollado un enfoque de aproximación eléntico a los 7

diálogos platónicos y al problema particular del método socrático. ix Durante este ciclo, luego de cuatro años de investigación en equipo, nos hemos propuesto llevar adelante actividades de divulgación que tengan como objetivo principal dar a conocer a la comunidad nuestro trabajo. Por este motivo, hemos presentado una propuesta para el dictado de un Taller de Extensión Universitaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, denominado “Introducción a la lectura de los diálogos socráticos de Platón”. Sin requisito alguno de formación filosófica previa, la propuesta será ofrecer un espacio para que puedan acercarse al quehacer filosófico todos aquéllos que lo deseen. Mediante la lectura y la discusión de pasajes de los primeros diálogos de Platón, estrategias grupales de aprendizaje, el uso de recursos lúdicos y audiovisuales (cine, teatro, fotografía, música) y propuestas creativas de producción filosófica, se propiciará un ámbito ameno para dialogar entre nosotros a partir de las inquietudes que siembran los diálogos de Platón y la indagación socrática. ¿En qué sentido concebimos nuestra metodología como socrático-platónica? Pues, así como hacía Sócrates con sus interlocutores, intentaremos que la situación de aprendizaje sea significativa, esto es, que los conocimientos tratados puedan entrar en diálogo con la realidad personal y social de los participantes. Como Sócrates, nos valdremos, además de razonamientos discursivos, de narraciones y dramatizaciones. Así como Platón reconoce la impronta pedagógica del mito y de la tragedia, nosotros haremos uso de recursos audiovisuales (fotografía, música, cine y televisión) y técnicas teatrales que acerquen a los participantes a los aspectos vívidos de los debates tratados. Como Sócrates, en lugar de buscar definiciones conclusivas, fomentaremos la indagación, el cuestionamiento, la repregunta. Por último, enfatizaremos aquella enseñanza socrático-platónica de que el maestro no ha de hacer alarde de su conocimiento, que enseñar no es una práctica de depósito de aprendizajes, sino el recorrido conjunto de un camino de obstáculos, dilemas y logros progresivos; que enseñar es acompañar con la palabra y con el 8

diálogo, como ilustra el legado de nuestros filósofos griegos aludidos, tan lejanos, pero a su vez tan cercanos a nosotros.

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Platón utiliza la imagen del parto metal en Banquete 206c-e; República 490b y Fedro 278a-b. Sobre el valor de esta imagen, véase Pender (1992). Sobre la metáfora del parto utilizada en el Teeteto, véase Giannopoulou (2007). ii

LSJ, s.v. μαιεύομαι. Este verbo deriva del sustantivo griego μαῖα “partera”. Ver Chantraine (1977: 657-8).

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La traducción pertenece a Boeri (2006). Recomendamos consultar el pasaje completo que se extiende desde 148e a 151b. iv

Borges (1984), “El principio”, en Atlas.

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Aunque usualmente se restringe el desarrollo de los diálogos que tienen a Sócrates como protagonista a Platón y Jenofonte, las fuentes antiguas indican que había sido desarrollado por numerosos discípulos de Sócrates, tales como Antístenes, Aristipo, Euclides de Mégara, Esquines socrático, Fedón de Elis, Simón el zapatero y que era un género bien establecido en la época. Así lo testimonia Aristóteles, al decir que “Hay, además, un arte que imita sólo a través del lenguaje, sin armonía, en prosa o en verso, ya en uno o en pluralidad de metros. Esta forma de imitación carece de nombre hasta hoy. No tenemos, en efecto, un nombre común para un mimo de Sofrón o Jenarco y para un diálogo socrático” (Poética, 2.1447a27-b11; FS 27). Sobre el diálogo socrático ver FS 27-40 (SSR I.H.17-24), así como los trabajos de Clay (1994) y Rosetti (2003). Este último estima que, durante el primer tercio del siglo cuarto, se escribía aproximadamente un diálogo por mes, lo cual eleva el número total de diálogos a 300. vi

Véase Chantraine (1977: 334), s.v. ἐλέγχω.

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Este problema fue tratado por M. Gardella (2010).

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Las implicancias existenciales del método socrático han sido especialmente desarrolladas por los integrantes de nuestro equipo. Cfr. Cosentino (2010), Madrazo (2011) y Valenzuela Issac (2010, 2011 a y b). ix

Nuestro grupo, que trabaja desde el año 2009, es un Proyecto de Reconocimiento Institucional (UBA) dirigido por la Dra. María Angélica Fierro y en el que participamos Maximiliano Cosentino, Mariana Gardella, Álvaro Madrazo y Cristian Emiliano Valenzuela Issac.

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