Perspectiva de género en el desarrollo rural

September 25, 2017 | Autor: Fatima Cruz Souza | Categoría: Género, PSICOLOGIA AMBIENTAL, Desarrollo rural, Psicologia Rural
Share Embed


Descripción

PERSPECTIVA DE GÉNEROEN EL DESARROLLO RURAL PROGRAMAS Y EXPERIENCIAS

índice Presentación ....................................................................................................................................... 7 Capítulo I. Perspectiva de género en el desarrollo rural: empoderamiento de las mujeres ............................................................................................. 11 Fátima Cruz 1 Introducción ................................................................................................................................. 12 2 Cambios en los sistemas productivos y en la situación de las mujeres en el medio rural ........................................................................................... 16 3 Las mujeres desarrollan nuevos espacios sociales y económicos en el medio rural ......................................................................................................................... 21 4 La perspectiva de género .......................................................................................................... 24 4.1 La construcción de las desigualdades de género en la organización social 4.2 Evolución de la perspectiva de género en el desarrollo 4.3 El empoderamiento de las mujeres Referencias bibliográficas ........................................................................................................ 40

© Fátima Cruz Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra Paloma Jimena Medina Consorcio de Desarrollo de la Zona Media de Navarra María Ignez Paulilo Elena García Gómez Rocío Rayón Escalada © Edición: Asociación País Románico Avda. de Cervera, 26. 34.800 Aguilar de Campoo – Palencia C/ Las Eras s/n 39410 Mataporquera – Cantabria Coordinación: Fátima Cruz Diseño y maquetación: AZ2 Comunicación Portada: José Emiliano Ibáñez Printed in Spain ISBN: 978-84-613-3464-3 Depósito Legal: SA-152/2012

Capítulo II. Experiencias de igualdad y de empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales .............................................................................. 45 5 Construcción de Referentes Femeninos en la Zona Media de Navarra: Participación Política y el Protagonismo del Asociacionismo de Mujeres ........ 46 Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra 6 El rincón de Lilith: Buscando nuestro espacio en el mundo rural. La Asociación de Mujeres por la Igualdad-Tejiendo Cambios ................................ 56 Paloma Jimena Medina 7 Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres de la Zona Media ......................................................................................................................... 62 Consorcio de Desarrollo de la Zona Media de Navarra Capítulo III. Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil .................................................................................................... 71 8 Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil .................... 72 María Ignez Paulilo Capítulo IV. Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios" ......................................................... 85 9 Proyecto de Cooperación Transnacional ‘Ecosolidaridad entre Territorios’ .... 86 Elena García Gómez, Rocío Rayón Escalada y Fátima Cruz

Presentación

Este libro nace a partir del Proyecto de Cooperación Transnacional “Ecosolidaridad entre Territorios” realizado en el marco de la Iniciativa Comunitaria LEADER+, con la participación de entidades promotoras del desarrollo rural en España y Brasil. Entendiendo que la cooperación entre agentes de diferentes territorios es fundamental para impulsar la innovación y la creación de alternativas menos convencionales en la búsqueda de soluciones a los problemas enfrentados por los diferentes agentes sociales en el medio rural, desarrollamos un proyecto de cooperación intercontinental con la participación de dos Grupos de Acción Local españoles –G.A.L. “País Románico” y G.A.L. “Zona Media de Navarra”– una entidad similar en Brasil, denominada Asociación para el Desarrollo Sostenible de las “Encostas da Serra Geral” y la Asociación de Agricultores Ecológicos de las “Encostas da Serra Geral” (AGRECO), ambas con un ámbito de actuación situado al sur de Brasil en el interior del Estado de Santa Catarina. Tanto los Grupos de Acción Local españoles, como la Asociación de desarrollo brasileña, están constituidos por un conjunto de entidades públicas y privadas que actúan en un programa común de desarrollo rural en sus respectivos territorios y cuentan con una larga trayectoria de iniciativas innovadoras en el medio rural. La Asociación de Agricultores Ecológicos es una organización de agricultores y de agricultoras que fue el germen de todo el movimiento para el desarrollo rural en las “Encostas da Serra Geral” en el Estado de Santa Catarina, auspiciadas por esta asociación se crearon varias entidades e iniciativas en la región (Cooperativa de Crédito; Cooperativa de Agroturismo “Acolhida na Colonia”, Centro de Formación de las Encostas da Serra Geral; Cooperativa de Profesionales de Desarrollo Sostenible “ALIAR” y Forum de desarrollo de las Encostas da Serra Geral)1. El proyecto de cooperación llevado a cabo de 2006 a 2009, se desarrolló en torno a seis ejes temáticos: perspectiva de género, desarrollo sostenible, gestión del desarrollo rural, economía solidaria, agroecología y turismo rural. En la presente publicación

1. En el libro Desarrollo rural y sostenibilidad: estrategias y experiencias en España y Brasil (Cruz et al., 2011) se encuentra una descripción detallada del proyecto “Ecosolidaridad entre territorios” y de los grupos participantes con textos específicos sobre cada uno de ellos.

8 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

tratamos específicamente el primer eje, que fue, sin duda, un campo de trabajo prioritario en el proyecto y que merece y necesita un abordaje pausado y específico. La equidad de género necesita un amplio debate y una intervención concreta en los proyectos de desarrollo, pero para ello no se puede partir solo del sentido común. En este tema, que afecta personal y profesionalmente a todos y todas las implicadas, el sentido común constituye una posición de partida demasiado limitada, condicionada por la socialización diferencial de mujeres y hombres, legitimadora de las desigualdades de género que predominan, en mayor o menor medida, en todas las culturas y sociedades actuales. Concientes de las dificultades y resistencias a las que se enfrenta todo trabajo con perspectiva de género, nos parecía muy importante el intercambio entre los grupos sobre las experiencias que en este tema se están desarrollando en cada uno de los territorios, pero además, una formación específica mínima sobre las teorías de género, que presentase el marco interpretativo a partir del cual analizar la realidad social de mujeres y hombres en los diferentes contextos. El proyecto ‘Ecosolidaridad entre territorios’ podría constituirse así en un catalizador, una provocación para la reflexión sobre las cuestiones de género en el medio rural, entre las personas representantes de los grupos y territorios participantes. Todavía hay hoy en día una enorme dificultad de abordar con serenidad y trabajar en profundidad las desigualdades de género y la realidad de subordinación de las mujeres. Por muchas personas, hombres y mujeres, y en muchos grupos sociales las cuestiones de género son equivocadamente percibidas y rechazadas como una confrontación entre mujeres y hombres, o incluso como un ataque o culpabilización hacia los hombres. En otros casos, todavía más frecuentes, se constata la invisibilidad de las desigualdades entre mujeres y hombres, que se enmascaran con las conquistas femeninas de las últimas décadas en determinados contextos y grupos sociales, sin considerar que estas conquistas no afectan todavía a todas las mujeres en todas las sociedades, ni siquiera a la mayoría. La extensión y el arraigo de la naturalización de la subordinación de las mujeres a los varones es tal, que una de las mayores dificultades es, precisamente, reconocerla, hacerla visible para, entonces, poder combatir las discriminaciones de género y que las mujeres se integren en igualdad de condiciones en todas las dimensiones de la sociedad y en todas las etapas de los procesos de desarrollo rural. El presente libro trata de introducir un marco teórico sobre la perspectiva de género, pero también presentar algunas experiencias prácticas que se desarrollaron en los territorios participantes del proyecto de cooperación ‘Ecosolidaridad entre territorios’ para promover la equidad entre mujeres y hombres. Quiere ser una herramienta para la continuidad y para la profundización del debate sobre los temas de género, así como para la promoción del empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales. En el primer capítulo hacemos una introducción sobre la perspectiva de género en el desarrollo rural, procurando presentar de manera sencilla una herramienta teórica para entender los procesos de subordinación histórica y cultural de las mujeres a los varones y los mecanismos que todavía están presentes en la reproducción, generación tras generación, de dicha subordinación. Además, en las políticas y pro-

Sostenibilidad y desarrollo territorial en Europa y España 9

gramas de desarrollo rural tenemos que entender que estamos trabajando en la intersección de al menos dos realidades socioculturales y económicas que afectan al arraigo de las mujeres en el medio rural: el género y la ruralidad. Y en ese sentido intentamos presentar un marco teórico que posibilite mejorar la intervención en esta compleja realidad. El segundo capítulo presenta algunas experiencias de empoderamiento de las mujeres a partir de la aplicación de la perspectiva de género en los dos territorios rurales participantes del proyecto: ‘País Románico’, ubicado en las Comunidades Autónomas de Castilla y León y Cantabria, y Zona Media de Navarra. Presentando realidades diversas, pero también experiencias compartidas, los dos territorios tienen una trayectoria de varios años de trabajo en los temas de género que pueden servir para ilustrar lo que se entiende por perspectiva de género en el desarrollo rural, a la vez, permite visibilizar actuaciones concretas en la práctica de la gestión del desarrollo rural y en el empoderamiento de las mujeres en los territorios. El tercer y último capítulo está dedicado a la realidad de las mujeres rurales brasileñas. Siendo Brasil un país especialmente marcado por los contrastes, parece interesante una visión que no se limite a la escala local del territorio participante en el proyecto de cooperación, y en este texto encontramos un panorama mucho más amplio de la realidad de los movimientos de mujeres agricultoras en Brasil, especialmente en el sur del país, analizando el proceso de empoderamiento de las mujeres agricultoras a partir de su organización colectiva. El objetivo de este libro no es constituirse en un manual sobre el tema, ni presentar recetas de fácil aplicación, que, por otro lado, nunca funcionan; sino la puesta en común de experiencias vividas y de las reflexiones que forman un punto de partida para seguir trabajando con hombres y mujeres en el medio rural desde la perspectiva de género. FÁTIMA CRUZ

CAPÍTULO I PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL: EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 13

Introducción

1

Fátima Cruz ÁREA DE PSICOLOGÍA SOCIAL. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

Poco se ha escrito sobre la aplicación de la perspectiva de género al desarrollo rural. Éste es un tema que ha tenido mayor penetración en los ámbitos propios de la cooperación al desarrollo hacia los países empobrecidos, que cabida en las políticas y programas de desarrollo rural dentro de España y Europa. Así como, todavía hoy, la agricultura profesional es una actividad masculinizada también lo es el desarrollo rural. Eso no es de extrañar, teniendo en cuenta que el desarrollo rural estuvo hasta la última década, y para muchos todavía lo sigue estando, particularmente vinculado a la concepción de lo rural como agrario y, como tal, un espacio profesional y sociopolítico marcadamente masculino. En España, todavía la gran mayoría de responsables políticos y técnicos de los programas de desarrollo rural (LEADER y PRODER, en sus tres ediciones) son varones, y aunque cada vez más mujeres vienen integrándose en las plantillas de los Grupos de Acción Local, hay que tener en cuenta que lo hacen, principalmente, ocupando puestos administrativos y técnicos, con menor implicación en la toma de decisiones que sus compañeros varones. En el caso concreto de Castilla y León, según Milagros Alario et al (2004), los gerentes de estos grupos son hombres en el 71% de los casos, aunque en el conjunto de los cuadros técnicos aumenta claramente la contratación de mujeres. Igualmente las Juntas directivas de los grupos están compuestas casi exclusivamente por hombres en un 85,3% de los grupos. Considerando esta situación general del desarrollo rural 2, no es de

2. Como hemos citado, uno de los socios del proyecto de cooperación que dio lugar a este libro es el Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra, y cabe resaltar que la situación en esta zona es atípica, con una realidad muy distinta de la que predomina en España. Allí, como se refleja en el capítulo II de esta publicación, la presencia femenina en el desarrollo rural es más significativa que en otras regiones, tanto entre gerentes y responsables políticas, como entre el personal técnico.

extrañar que la aplicación de la perspectiva de género y la elaboración de herramientas metodológicas para promover la participación de las mujeres en igualdad de condiciones tengan dificultades para desarrollarse y se queden, demasiado a menudo, como una declaración de intenciones o un enunciado en las directrices de muchas políticas y programas dirigidos al medio rural. Según el padrón municipal de 2007 del INE, el 21,8% de la población española vive en municipios menores de 10.000 habitantes: la quinta parte de la sociedad española. Con la situación de envejecimiento y masculinización experimentada en el medio rural y descrita en diversos estudios (Cruz, 2006; Camarero et al., 2009; Díaz Méndez y Dávila Díaz, 2006; etc.), cada vez es más habitual el reconocimiento de la necesidad de integración de las mujeres en los procesos de desarrollo rural, sin embargo, las medidas adoptadas para esa integración son claramente insuficientes y superficiales, y no llegan a profundizar en los mecanismos de discriminación de las mujeres en la vida cotidiana de los pueblos y cómo estos se reproducen en los procesos de desarrollo rural. Habitualmente, las mujeres tienen que encajarse en las medidas adoptadas para promover el desarrollo en un territorio, pero sin tener en cuenta las desigualdades históricas y las especificidades de los mecanismos de discriminación de género. La presencia de las mujeres es necesaria, pero no suficiente para construir una realidad más equitativa entre mujeres y hombres. Se hace necesario conocer y reconocer la complejidad del proceso de subordinación de las mujeres en el patriarcado para poder generar condiciones y procesos de empoderamiento de las mujeres. La situación de las mujeres en el medio rural está marcada por una doble condición de discriminación: de género y de habitante de un territorio despoblado, con profundas transformaciones en las actividades productivas, y marcado por la condición de periférico –en el sentido de Wallerstein (1984)– en cuanto territorio alejado de los centros de poder y desempoderado. Los programas de desarrollo rural vienen identificando a las mujeres como población estratégica en la dinamización social y económica del medio rural, pero para trabajar en esta perspectiva, más allá de la identificación de su importancia, es imprescindible tener formación específica en género y desarrollar la sensibilidad necesaria para poder percibir los sutiles mecanismos sociales implicados en las relaciones de género que perpetúan las desigualdades entre mujeres y hombres. Actualmente, tenemos que luchar contra lo que se viene denominando el “velo de la igualdad”, que consiste en una creencia bastante generalizada de que ya hemos alcanzado la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Puesto que la situación de las mujeres es visiblemente muy distinta de la que había hace treinta o cuarenta años, parece que ya existe la igualdad de oportunidades y que si las mujeres siguen estando en posiciones inferiores a los hombres, con salarios más bajos y mayor (o exclusiva) responsabilidad en las tareas domésticas y de cuidados, es solo una cuestión de tiempo para que todo cambie o porque ellas mismas no quieren otra posición en la sociedad. Esa creencia en la igualdad es ficticia y frena los avances necesarios en la vida cotidiana, legitimando las desigualdades estructurales históricas como opciones individuales de las mujeres, que “no quieren” ocupar otro

14 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

lugar en la sociedad, y que “eligen libremente” los mandatos tradicionales de género. Para construir una sociedad rural más atractiva para las mujeres habrá que analizar detenidamente la situación específica de mujeres y hombres y sus “elecciones”, de cara a diseñar programas y estrategias que respondan realmente a sus necesidades, expectativas y demandas explícitas e implícitas, transformando los pueblos en espacios acogedores y propicios para la convivencia en equidad y el desarrollo de toda la sociedad, y muy especialmente para las mujeres más jóvenes. Camarero et al. (2005 y 2009) describen el paisaje sociodemográfico rural de la última década como “dramático”, debido a que el sobreenvejecimiento se dispara y la masculinización juvenil se generaliza y se cronifica. Esto produce un panorama de difícil reproducción de las poblaciones rurales, así como un paisaje “hostil” para las mujeres jóvenes que: “aparecen así, necesariamente como “resistentes” en un paisaje social en el que todo parece invitar al desarraigo” (Camarero et al, 2005. p. 67). “Quizás el fenómeno de mayor repercusión, y generalmente más olvidado sea la fuerte masculinización de las poblaciones rurales” (p.61). los autores afirman que “el medio rural es hoy un “desierto” de mujeres” y eso hace que el “handicap” de las relaciones de género deba ser tratado como prioritario y decisivo en cualquier política e iniciativa de desarrollo rural (p. 53). Pero aún siendo tan dramática la situación de masculinización y envejecimiento del medio rural por la migración masiva de las mujeres hacia las ciudades, no parece tan evidente para las administraciones públicas y los gestores y gestoras del desarrollo rural la relación de este fenómeno con las discriminaciones de género. La masiva colonización económica de nuestro imaginario hace que se busquen explicaciones economicistas a un proceso migratorio que es claramente una respuesta diferenciada marcada por la condición de género. En la percepción comparativa de las mujeres, los espacios urbanos son mucho más igualitarios y los núcleos rurales más restrictivos a la plena incorporación de las mujeres a todas las esferas de la vida pública y productiva (Cruz, 2006). El permanente entrelazamiento de todas las esferas de la vida personal y profesional con las relaciones familiares hace que el control social sea mucho más estricto y limitante para las mujeres que para los hombres. En este sentido, las mujeres se sienten con más posibilidades de experimentar papeles menos tradicionales en los entornos urbanos que en los rurales, donde el control social y el peso de las tradiciones son debilitados por el alejamiento de las referencias familiares y la posibilidad de un mayor anonimato. Para un adecuado abordaje del problema y el diseño de políticas y programas efectivos de dinamización socioeconómica, es importante analizar en profundidad la situación de las mujeres y hombres en el medio rural y comprender la aplicación de la perspectiva de género no solo como la promoción del acceso de las mujeres al mercado de trabajo, sino como una cuestión mucho más compleja y estratégica para el desarrollo rural. Cuando hablamos de las mujeres en el medio rural estamos hablando de grupos sociales muy diversos, que sistemáticamente han sido homogeneizados bajo una imagen estereotipada y prejuiciosa. Hoy en día, con la interconexión de las socie-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 15

dades a escala mundial, la diversidad de perfiles sociales y profesionales entre las mujeres en el medio rural es todavía más patente. Cualquier intervención simplista está abocada a dirigirse a un perfil muy específico y limitado de mujeres, o ni siquiera a éstas. Todas las mujeres residentes en el medio rural están implicadas en realidades sociales muy complejas y la homogeneización de las mujeres como un “colectivo” o bajo el título de “la mujer rural”, como si de una sola se tratara, es una clara equivocación, además de un reduccionismo insultante. Además, es fundamental entender que las discriminaciones de género no afectan solamente a las mujeres, sino que es un problema para toda la sociedad y sus consecuencias afectan tanto a mujeres como a hombres, aunque con diferentes constreñimientos y sentidos. En las siguientes páginas procuraremos presentar un análisis de algunos aspectos destacables de la situación de las mujeres residentes en el medio rural, enmarcando el contexto de aplicación de la perspectiva de género, para después presentar las líneas fundamentales de la perspectiva de género como propuesta para la participación integral de hombres y mujeres en el desarrollo sostenible de sus territorios.

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 17

2

Cambios en los sistemas productivos y en la situación de las mujeres en el medio rural

Para abordar la situación de las mujeres en el medio rural hay que situar el contexto rural y sus profundas transformaciones en el siglo XX. Primero, la modernización de la agricultura y el desarrollismo, entre los años 20 y 70, que forjó un modelo de agricultura intensiva muy masculinizado, acorde con el modelo industrial y empresarial de la modernidad: poca mano de obra y máxima productividad agraria. Este modelo llevó a la expulsión del campo de la mano de obra excedente, que además era muy necesaria en las crecientes ciudades y su industrialización. Ello afectó particularmente a las mujeres que se vieron relegadas en las actividades productivas agrarias, recluidas al espacio doméstico y sus tareas, mientras muchas encontraron mejores oportunidades en las ciudades. Posteriormente, a partir de los años 70-80, pensar en las transformaciones socio-productivas del medio rural es pensar principalmente en dos procesos fundamentales: la desagrarización y la multifuncionalidad (Camarero, 2007; Camarero et al., 2005 y 2009; Cruz, 2006 y 2007; García Bartolomé, 1999; González, 2002; Hervieu, 1997 y 1999; Ramos, 1999; Sampedro, 1996; etc.). Pero, volviendo sobre el período desarrollista, con el proceso de modernización de la agricultura se fueron introduciendo una serie de cambios radicales en los modos de producción. Las mujeres fueron mayoritariamente excluidas del sector productivo agrario, siendo relegadas al ámbito doméstico, aunque siguieron participando como trabajadoras invisibles, en la condición de dependientes económicamente de los varones. Este proceso, que está fundamentado en lo que Sandra Harding (1996) identificó como la estructura de género, consiste en el reparto de tareas, funciones y papeles sociales a partir de la adscripción a un sexo u otro, marcando las pautas de disociación entre “el espacio productivo” (conectado con el

mercado, y por tanto fuente de poder, prestigio y autonomía, o sea: de existencia social) y el “espacio reproductivo” (del trabajo no mercantil, gratuito, inmensurable y sin existencia social)” (Sampedro, 1996, p. 27). Las mujeres en las familias agricultoras y/o ganaderas, prácticamente, asumen en exclusividad las tareas del espacio reproductivo, pero sin abandonar las productivas, dentro de las cuales son calificadas como “ayuda familiar agraria”, sin protagonismo social y como mano de obra invisible. “La explotación familiar agrícola adopta, en efecto, la forma de una empresa en la que uno de los miembros de la familia –designado como ‘jefe de explotación’– detenta el patrimonio familiar –ahora convertido en medio de producción– mientras el resto –con la categoría de ‘ayudas familiares’– aportan su trabajo gratuito. La esfera de la producción y de la reproducción tiende a disociarse, al menos en lo que a percepción social, derechos patrimoniales y jurídicos se refiere, categorizándose automáticamente la primera como dominio masculino, y la segunda como ámbito femenino. El trabajo de la mujer, independientemente de su contenido concreto, se considera perteneciente al orden de lo doméstico, y consecuentemente su estatus social y profesional tiende a percibirse como derivado de su condición familiar –de esposa o hija de agricultor– y no de su papel o cualificación laboral” (Sampedro, 1996, p. 76). Ésta es la realidad de muchas mujeres todavía hoy en las familias agricultoras, pero en los demás negocios familiares no agrarios en el medio rural la participación de las mujeres asume patrones muy similares. En muchos pequeños comercios, bares, restaurantes, alojamientos turísticos, pequeñas industrias agroalimentarias y en otras actividades productivas de base familiar, las mujeres “echan una mano”, pero no tienen el reconocimiento social ni económico como trabajadoras. En el ámbito familiar la aportación productiva de las mujeres tiende a diluirse entre las tareas domésticas y de cuidados, por eso el título de “ayuda familiar” encubre la falta de reconocimiento profesional del trabajo femenino y tiende a asociarse como otra forma más de cuidado femenino hacia los “verdaderos” trabajadores, que son los varones. Las buenas esposas e hijas “ayudan” a sus maridos y padres en el negocio familiar y ellos, algunos de ellos, los “buenos maridos”, “ayudan” en las tareas de la casa. Reproduciendo así, indefinidamente, las relaciones de dependencia y de responsabilización diferenciada por sexos sobre los ámbitos reproductivo y productivo. Pero el proceso de modernización y de especialización de la actividad agraria aparte de ventajas productivas desde la lógica de la rentabilidad de mercado, ha generado el panorama de despoblamiento, de envejecimiento y de masculinización que tenemos en el medio rural actual. Como es bien conocido, el éxodo rural fue protagonizado básicamente por la población joven, pero muy especialmente por las mujeres jóvenes. Sarah Whatmore en una expresión muy ilustrativa, afirma que las mujeres han “votado con los pies” (Whatmore, 1991) al utilizar la huida del medio rural como estrategia de cambio y al socializar a los hijos, y sobretodo a las hijas, para el desarraigo, abandonando el sector agrario y el medio rural (Cruz, 2006). Una de las consecuencias más evidentes del proceso de éxodo rural femenino es, hoy en día, la soltería de los hombres rurales, que afecta principalmente a los hombres más relacionados con la actividad agrícola y ganadera. Según el estudio sobre

18 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

la población rural que hemos realizado muy recientemente (Camarero et al., 2009), en el medio rural español la proporción de sexos en la edad activa es de 80 mujeres por cada 100 hombres. Sólo la mitad de los hombres convive en pareja, únicamente un 45% tiene hijos, y la tasa de los no emancipados llega al 30% y duplica la de las mujeres. Este estudio también refleja que la tasa de permanencia de las generaciones jóvenes e intermedias de los municipios rurales baja cada vez más, alentada por la emigración femenina, destacando que solo el 38% de las personas de entre 30 y 49 años viven en el mismo municipio en el que nacieron. En este contexto, las mujeres han utilizado estrategias claras para huir del medio rural y del papel tradicional que se les ha adjudicado. Utilizando la escolarización como herramienta fundamental para el cambio, lo que se viene identificando como la “huida ilustrada”, los estudios sirvieron y sirven de palanca para la independencia económica y el rechazo del estilo de vida agrario tradicional. “La «huida ilustrada» es una estrategia de cualificación formativa que permite dejar atrás el mundo rural/agrario, haciendo posible el ascenso social mediante el ejercicio de una ocupación o profesión cualificada” (Camarero y Sampedro, 2008, p. 77). La formación académica constituye un potente argumento, tanto hacia la sociedad y la familia, como hacia una misma, con la legitimación necesaria para la decisión de abandonar el entorno familiar y el medio rural. Las madres y las abuelas en el medio rural, aún sin romper con los valores tradicionales femeninos, porque ellas mismas seguían erigiéndose como buenas madres y esposas e intentaban transmitir dichos papeles a sus hijas, sin embargo, fueron las principales aliadas de las mujeres más jóvenes para posibilitar un cambio significativo en sus perspectivas de desarrollo personal y profesional. Las madres han materializado sus aspiraciones de tener otro estilo de vida a través de sus propias hijas, priorizando los estudios de las hijas en detrimento de su aportación a la actividad productiva familiar. “Las madres conocedoras de sus limitaciones como transmisoras de un modelo de mujer que no es el que ellas representan, optan por empujar a sus hijas hacia otras agencias socializadoras que les garanticen el aprendizaje de modelos femeninos urbanos. Hacen esto con un claro objetivo: alejarlas del destino al que por su origen están orientadas” (Díaz Méndez y Díaz Martínez, 1995, p. 208). Sin embargo el éxito en esta estrategia de fuga del medio rural ha generado por otro lado la soltería en los hombres jóvenes que se quedaron. Se han marchado las hijas, pero a la vez las futuras nueras y el relevo generacional en el medio rural hoy día es ya inviable en muchos pueblos de España En Europa desde finales de los años ochenta empieza a vislumbrarse un nuevo modelo de desarrollo, “más adecuado a una ruralidad crecientemente desagrarizada, que soporta nuevos usos y nuevos significados propios de una sociedad móvil, terciarizada y posmoderna” (Camarero et al., 2005, p.13). Según estos autores, a partir de ahora, la relación del medio rural con el resto de la sociedad ya no se define tanto por su papel en el abastecimiento alimentario, sino por “cuestiones tan postmateriales, como el equilibrio territorial, la conservación del patrimonio medioambiental y cultural, o la producción de alimentos de “calidad”... Nuestro nuevo modelo de desarrollo aspira a fijar población rural, mediante la diversificación de actividades econó-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 19

micas, y la mejora de la calidad de vida, en un proceso integrado, endógeno y sostenible” (p.14). Aunque estas expresiones han perdido potencia conceptual en los últimos años y se haya instalado una insidiosa sospecha sobre la posibilidad de existencia real de un modelo de desarrollo que no sea insostenible, lo cierto es que el medio rural se sigue transformando hacia actividades productivas más vinculadas al ocio y a la calidad de vida. Las mujeres más jóvenes rechazan claramente la actividad agraria en sus imágenes más arcaicas de penuria y esfuerzo (Cruz, 2006), así como rechazan determinados modelos tradicionales de dependencia económica y de reclusión en el ámbito doméstico. Aunque pueden, siguiendo por otro lado la mística de la feminidad (Friedan, 1963/2009), asumir el protagonismo en el ámbito doméstico en los moldes más tradicionales, renunciando a sus aspiraciones profesionales y de independencia económica, principalmente cuando entra en juego el amor romántico y la fuerza de los estereotipos de feminidad en la vida familiar. Sin embargo, hasta llegar a ese momento, eligen un contexto social que les parece más favorable a la construcción de un proyecto profesional propio, y ese suele estar más asociado a las ciudades que al medio rural. En un marco sociocultural y productivo en el que surgen nuevas funciones y actividades, al mismo tiempo en que otras van perdiendo protagonismo o modificándose, las formas de inserción social y laboral de hombres y mujeres también se ven condicionadas, en cada período, por las cuestiones de género. Aunque actualmente la inserción masiva de las mujeres en el mercado de trabajo muestra claramente que algunas barreras van siendo superadas, las condiciones laborales y personales desiguales de mujeres y hombres siguen estando marcadas por la adscripción histórica de los hombres al espacio público y al ámbito productivo y por la responsabilización también histórica de las mujeres por el ámbito doméstico y familiar. La situación cambia demasiado lentamente, mientras los y las jóvenes, especialmente las mejor formadas y más dinámicas, siguen marchando a las ciudades. En un sentido opuesto, conviene situar también como pieza importante en el engranaje del desarrollo rural el fenómeno de la migración urbana hacia el medio rural, dado que en buena parte son mujeres, y mayoritariamente jóvenes quienes se están asentando en las zonas rurales. Éste es un fenómeno absolutamente minoritario, pero cualitativamente significativo y que merece ser destacado, “Contamos con una nueva repoblación, ‘simbólica’ en términos numéricos, que puede ser un potencial de desarrollo humano en estas zonas” (Martínez et al., 2000, pp. 215-216). A pesar de ser menos extendido que en otros países de Europa, también en España, en las dos últimas décadas, los pueblos están recibiendo nuevos residentes provenientes del medio urbano, que van cambiando actitudes y actividades, contribuyendo a una mayor diversificación sociocultural, imprimiendo dinamismo al tejido social y en muchos casos incidiendo en la flexibilización de los modelos de feminidad y masculinidad tradicionales. El perfil de las mujeres nuevas residentes en el medio rural, modifica significativamente (por edad y sexo) el paisaje demográfico, e introduce cambios relevantes en las dinámicas sociales del medio rural. Las nuevas pobladoras llegadas de las ciu-

20 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

dades están acelerando los procesos de transformación sociocultural y contribuyendo a una creciente diversificación de los perfiles femeninos en el medio rural. La revitalización demográfica es indispensable y en ella juegan un papel cualitativamente importante los y las nuevas residentes procedentes del medio urbano. Sus nuevos roles en la familia y en la comunidad, las relaciones que mantienen dentro y fuera de las poblaciones locales, las nuevas actividades que desempeñan –muchas de las emprendedoras rurales son nuevas residentes– y sus diferentes estilos de vida, están generando nuevos patrones de comportamiento en las familias, en las relaciones vecinales y en las dinámicas económicas, que deben ser tenidas en cuenta en el abordaje de los futuros procesos de desarrollo rural y con la aplicación del enfoque de género. Con cambios estructurales tan significativos es comprensible que se tambaleen los cimientos de la identidad rural y que la diversificación económica se convierta en parte de un proceso más amplio que abarca también la diversificación cultural, social, política y representacional de los espacios y poblaciones rurales. Aparecen pues, nuevos elementos de conformación de las identidades personales y colectivas, aunque se siga constatando la fuerte utilización de lo agrario como parámetro de referencia en la identificación de la ruralidad.

3

Las mujeres desarrollan nuevos papeles sociales y económicos en el medio rural

Como hemos ido viendo, en las últimas décadas se ha experimentado en el medio rural un declive de las actividades agroganaderas y una diversificación creciente de las economías rurales. Se constata un desarrollo fundamentalmente centrado en el sector servicios, en el cual la mano de obra y la capacidad emprendedora femenina adquieren especial protagonismo. Las mujeres van abriendo camino a la inserción socio-laboral en un entorno masculinizado, sobre todo en las actividades no agrarias y en los denominados nuevos yacimientos de empleo. Las nuevas funciones sociales del medio rural, más vinculadas a la calidad de vida, al ocio y a la conservación del patrimonio natural y cultural, están generando una reestructuración de las actividades productivas, con una ampliación del abanico de posibilidades de inserción económica para las mujeres. El sobreenvejecimiento de la población rural viene fomentando la proliferación de residencias y centros de atención a ancianos/as, donde la plantilla laboral está compuesta en su gran mayoría por mujeres. Las artesanías agroalimentarias, la restauración, las pequeñas industrias, entre otros, son sectores con una amplia participación femenina. Los nuevos yacimientos de empleo en el medio rural están muy vinculados a los servicios a la población local y al turismo rural, siendo las mujeres las protagonistas indiscutibles en estos sectores, tanto como asalariadas como a través del autoempleo. Aunque hay que tener en cuenta que las condiciones y el volumen de la mayoría de estos negocios no consolidan el desarrollo de una carrera empresarial, sino que a menudo están constituyéndose más en una renta complementaria. La inserción de las mujeres en los mercados de trabajo locales está muy marcada por el contexto de ruralidad, con claras limitaciones estructurales y socio cultura-

22 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

les. “Es un escenario en el que a las nuevas e indudables oportunidades de empleo se aúnan limitaciones estructurales igualmente innegables: demografía débil y desequilibrada; escasez de servicios y equipamientos de apoyo al trabajo reproductivo; aislamiento respecto a las grandes vías de comunicación y a los sistemas de transporte público; mercados de trabajo poco dinámicos que vinculan casi necesariamente el acceso al empleo a la movilidad, etc.” (SAMPEDRO Y CAMARERO, 2007, p. 138). Así, en este contexto poco facilitador, la inserción se viene dando no solo por el empleo asalariado, sino también a través de la figura de las emprendedoras rurales. Aunque el concepto de emprendedora o emprendedor debería ser ampliamente debatido, asumimos aquí como aquellas personas que, en el marco de los programas de desarrollo rural, con una actitud emprendedora, desarrollan un proyecto empresarial a pequeña escala, además con carácter marcadamente local y en cierta medida innovador en sus territorios. En este sentido, el autoempleo y las microempresas son las formas de inserción de las mujeres en el mercado de trabajo más promovidas por los programas de desarrollo rural. Dentro de la apuesta por la diversificación económica del medio rural y la necesidad patente de incentivar el arraigo femenino, la formación, asesoramiento y apoyo a las iniciativas económicas de mujeres emprendedoras viene ocupando una gran atención y una importante cantidad de recursos en muchos programas. “Irónicamente, los mismos factores que impiden a las mujeres tener una buena posición en el trabajo asalariado, y que las impulsan a establecer sus propios negocios, son los que a la postre les impiden ser competitivas” (Sampedro y Camarero, 2007, p. 125). En el caso de las mujeres, frecuentemente, el autoempleo está supeditado a las demandas familiares y es una alternativa que se contempla precisamente priorizando la conciliación de las tareas domésticas y de cuidados de las personas dependientes con la actividad profesional de las mujeres. La existencia de hijos produce la necesidad en las mujeres, que no así en el caso de los hombres, de desarrollar trabajos más flexibles y compatibles con su cuidado, aunque para ello tengan que ganar menos dinero. Así, para muchas mujeres el montar su propia empresa o autoemplearse es una forma de facilitar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y, en algunos casos, no tener que renunciar al trabajo remunerado, creando un puesto de trabajo lo más adaptado posible a sus necesidades y muy próximo o, incluso, dentro del hogar familiar. La vinculación de las mujeres con el ámbito doméstico no es una elección, es una obligación cultural por motivo de nacimiento. Según Durán (1987), “el sistema económico español no ofrece alternativas reales al trabajo doméstico. La producción doméstica de bienes y servicios es la base en que descansa todo el resto del sistema y la decisión de ‘dedicarse al hogar’ no es una opción personal y libremente asumida por las mujeres, sino una exigencia económica estructural que obliga a ello a la mitad de la población adulta” (p. 312). Aún, entre las mujeres que logran la inserción en el mercado laboral, no se logra un reparto de las tareas domésticas, lo que supone la sobrecarga de una doble jornada. La mayor inserción de las mujeres en los nuevos yacimientos de empleo está claramente relacionada con la proximidad entre éstos y los roles tradicionalmente feme-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 23

ninos y el trabajo doméstico. García Ramón et al. (1995) apuntan lo paradójico que supone que sea precisamente su rol de género tradicional lo que les ha facilitado a las mujeres la incorporación al turismo rural. El turismo rural y sus actividades complementarias vienen siendo el gran escaparate de las transformaciones del medio rural. Aún siendo un instrumento interesante de vinculación rural-urbano, para muchas mujeres el turismo rural no representa una profesionalización real, sino simplemente una prolongación de las tareas del hogar, en la medida en que se amplían las tareas desarrolladas para los servicios a la propia familia (limpieza, cocina, atención personal...) a los clientes y ambientes de los alojamientos turísticos. Sin embargo, sin ser demasiado optimistas, es importante reconocer que la incorporación de las mujeres a estos sectores, al menos, ha mejorado algo la visibilidad y el reconocimiento del trabajo femenino, siempre marcado por los estereotipos de género y la invisibilidad. Así mismo, el turismo rural y otros yacimientos de empleo permiten a las mujeres desempeñar diferentes papeles sociales, como son la gestión de los negocios, las relaciones comerciales con clientes y proveedores, la participación en las asociaciones profesionales, etc. Por otro lado, posibilita a las mujeres mayor independencia económica y una participación cuantificable en los ingresos familiares. Estos aspectos son fundamentales para su empoderamiento. Pero, quizás, el aspecto más positivo de la incorporación de las mujeres al turismo rural sea el de permitir romper el círculo de aislamiento en los pueblos más pequeños, posibilitando un mayor nivel de relaciones sociales y de intercambios con otros pueblos y ciudades que enriquecen la vida cotidiana. Creemos que la implicación en el turismo rural o en actividades complementarias, permite no sólo construir una imagen más positiva de su propio entorno, sino también de su grupo social de pertenencia (Cruz, 2006). Para que los programas de desarrollo rural puedan incidir de manera más eficaz en la promoción de iniciativas que posibiliten el arraigo de mujeres en el medio rural, con el fomento de la capacidad emprendedora de las mujeres, pero sin reforzar de manera acrítica los mecanismos de reproducción de los papeles tradicionales de género y de apropiación e invisibilización del trabajo femenino, generando mayor carga de trabajo y de responsabilidades, pero sin mayor empoderamiento de las mujeres, es necesario entender los procesos socio-económicos y familiares desde una perspectiva de género. Entender cómo se han construido históricamente las relaciones de subordinación/dominación entre hombres y mujeres y cómo hoy en día se siguen reproduciendo estas relaciones en nuestra vida cotidiana.

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 25

La perspectiva de género

4

Una de las primeras aclaraciones conceptuales importantes a hacer es que: género no es sinónimo de “mujeres”. Cuando hablamos de género no podemos referirnos solo a las mujeres, porque las relaciones de género se construyen entre mujeres y hombres y afectan a toda la sociedad y a todos los ámbitos de la vida humana. Sí que es necesario analizar y contrastar separadamente las situaciones específicas de mujeres y hombres. Construir y visibilizar los espacios simbólicos y sociales de y para las mujeres. Una de las formas más insidiosas de reproducción de la dominación masculina es precisamente a través de la invisibilización de las mujeres en la sociedad, de sus aportaciones y de sus necesidades. Pero analizamos y actuamos con mujeres o con hombres o con mujeres y hombres, pero pensando siempre en las especificidades de los procesos y en las relaciones que construyen las desigualdades y discriminaciones sociales de la subordinación de las mujeres. Trabajar con mujeres no significa trabajar con perspectiva de género, a menudo, al contrario, al trabajar con mujeres de forma acrítica o sin la perspectiva de género se están reforzando los modelos femeninos tradicionales y los mecanismos de control social y moral sobre las mujeres, que reciben con fuerza los mensajes de las “buenas madres”, “buenas esposas”, “buenas hijas”, “buenas nueras”, “buenas vecinas”, “buenas empresarias”, “buenas trabajadoras”, buenas, buenas, buenas... y todas esas bondades que vinculan las mujeres antes a las obligaciones familiares y de cuidados y les limitan en el ámbito público, generando sentimientos de culpa en la medida en que estos poderosos mandatos no son cumplidos a la perfección. Obviamente, estas cuestiones no son tan fáciles de reconocer, pues se enmascaran e invisibilizan a través de una amplia y sutil red de mecanismos sociales, histórica y culturalmente construidos, que permean las relaciones sociales y familiares. Trabajar con perspectiva de género es deconstruir esos mandatos culturales y sociales y construir una comprensión crítica sobre la organización social a partir del género, que permita el cuestionamiento de los mandatos tradicionales, y a la vez la solidaridad entre las mujeres y entre mujeres y hombres, construyendo otros modelos posibles de masculinidad y feminidad menos estereotipados.

Según Sandra Harding (1996), el género se define como categoría analítica, “en cuyo marco los humanos piensan y organizan su actividad social, en vez de como consecuencia natural de la diferencia de sexo, o incluso como simple variable social asignada a las personas individuales de forma diferente, según las culturas” (p. 17). Así, en cuanto eje de organización de las sociedades, el género constituye una categoría básica para comprender los procesos sociales, una categoría que discrimina, asignando significados, funciones sociales y valoraciones a todo aquello que se asigne respectivamente a las categorías femenino y masculino, y a mujeres y hombres. Según Marcela Lagarde (1996), la perspectiva de género reconoce la diversidad de géneros y la existencia de las mujeres y los hombres, con sus especificidades, como un principio fundamental en la construcción de una humanidad diversa y democrática, que “requiere que hombres y mujeres seamos diferentes de quienes hemos sido, para ser reconocidos en la diversidad y vivir la democracia genérica” (p.14). La perspectiva de género se plantea como herramienta para la construcción de una sociedad participativa e inclusiva, cuestionando también el sistema económico capitalista, que demuestra claramente ser una organización social construida sobre relaciones de dominación y exclusión. Aplicar la perspectiva de género es implicar a mujeres y hombres en los procesos de desarrollo, pero cuestionando los modelos dominantes de desarrollo que generan más desigualdades. No es un trabajo solo con mujeres, que excluya a los hombres, sino que contempla las diferencias y los puntos de encuentro, propone la visibilización de las especificidades y de las aportaciones del trabajo femenino y potencia las sinergias y la solidaridad para la construcción de relaciones más equitativas. Es un proceso de explicitar los deseos y necesidades y desvelar los mecanismos de dominación y de ocultamiento de las discriminaciones, estableciendo negociaciones y pactos, así como fortaleciendo los vínculos de solidaridad y cooperación intra e inter-géneros. Pero hay que tener en cuenta que las negociaciones y pactos sólo son posibles cuando las diversas partes tienen recursos con los que negociar, además son concientes de ellos y tienen capacidad para tomar decisiones con autonomía. La situación de desigualdad de poder en las relaciones entre mujeres y hombres impide que se den estas premisas, imponiendo la subordinación y la dependencia femenina. La socialización diferencial de mujeres y hombres legitima las relaciones jerárquicas y la segregación de espacios, la delimitación de funciones y responsabilidades sociales y la minusvaloración social de todo aquello considerado femenino. A diferencia de los hombres, las mujeres son educadas principalmente para la vida doméstica y para el cuidado de los demás, especialmente el cuidado de los varones. En la sociedad se visibilizan especialmente las características y habilidades femeninas vinculadas a legitimación de esa división sexual del trabajo, a la vez que se limita la participación de las mujeres en el ámbito público y en la actividad productiva socialmente reconocida. Las mujeres son socializadas para servir a los demás en la invisibilidad y como objetos estéticos y sexuales para el disfrute de los hombres (Berger, 2004).

26 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Aunque las relaciones de género y la participación social de las mujeres ha cambiado mucho en las últimas décadas, más en unos grupos sociales que en otros, todavía estamos muy lejos de una situación de equidad, incluso en las sociedades más avanzadas en estos temas, y el trasfondo cultural patriarcal está todavía muy arraigado en todo el mundo y cambia muy lentamente, dependiendo mucho también del contexto sociocultural de referencia. En el medio rural el control social es mucho más incisivo y masivo que en las grandes ciudades (ver Cruz, 2006). Las relaciones sociales y familiares son más estrechas, y el control social es más eficaz para mantener el cumplimiento de los mandatos tradicionales de género. Los hombres siempre han tenido mayor margen de libertad de movimientos y opciones personales, pero las mujeres experimentan un control más estricto. Para potenciar el desarrollo rural es fundamental ampliar los modelos de feminidad y masculinidad, debilitar los modelos hegemónicos y reducir las desigualdades entre mujeres y hombres, equilibrando las relaciones de poder que posibiliten lo que en las teorías de género venimos denominando “empoderamiento” de las mujeres. Las mujeres, al buscar establecer relaciones y contextos sociales de mayor libertad y autonomía personal, están construyendo proyectos personales y profesionales más cercanos a los estilos de vida asociados a la modernidad y a las ciudades, alejándose de los modelos tradicionales asociados a la vieja imagen muy extendida de un mundo rural machista y atrasado. El medio rural también ha cambiado mucho, las realidades personales y locales pueden ser muy diversas, pero las representaciones sociales arraigadas son poderosas referencias en la toma de decisiones (Cruz, 2006), así algunas tareas fundamentales en los programas de desarrollo rural para promover el arraigo de las mujeres en los territorios rurales pueden ser, entre otras: · Transformar las imágenes arcaicas y estereotipadas de la ruralidad y visibilizar la diversidad de prácticas sociales y de perfiles personales y sociales existentes en los territorios rurales; · Visibilizar diferentes modelos y perfiles de feminidad y masculinidad en el medio rural, cuestionando los patrones patriarcales de dominación y construyendo redes sociales de legitimación de las prácticas sociales más igualitarias: reparto de tareas en el ámbito doméstico, cuidado compartido entre hombres y mujeres de las personas dependientes, fortalecimiento de la participación de las mujeres en los ámbitos político, social, laboral y empresarial, con la promoción de la igualdad real de condiciones de participación tanto en lo público/productivo, como en lo doméstico/privado. · Transformar las estructuras patriarcales hacia contextos más equitativos e igualitarios para las mujeres; · Dinamizar las relaciones sociales y económicas locales desde la diversidad y las alianzas con otros territorios y con otras culturas rurales y urbanas. Para ello es tan importante la aplicación de la perspectiva de género, pero la perspectiva de género no es una técnica o conjunto de técnicas que se aplican automáticamente, sino que es una forma de intervenir para la transformación de las des-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 27

igualdades de género desde una mirada compleja sobre las relaciones entre mujeres y hombres, identificando los mecanismos de discriminación y de dominación que limitan las posibilidades de ser de las personas de ambos sexos al asignarles valoraciones, roles y funciones sociales estereotipados y restrictivos. Es una opción política de cambio social, que afecta a la correlación de fuerzas en un territorio, pero que no solo sobrecarga a las mujeres con más trabajo y responsabilidades, sino que promueve el empoderamiento de las mujeres para que puedan participar activamente en la construcción de una sociedad democrática y diversa, visibilizando las diferencias para que puedan ser respetadas y no instrumentalizadas en beneficio de algunos. Proponemos pensar el desarrollo rural a partir de estas claves psicosociales y políticas, no solamente desde la perspectiva economicista que viene predominando, sino priorizando lo humano, priorizando la gente que todavía vive o que quiere vivir en los territorios rurales, principalmente las mujeres y jóvenes. Cuando hablamos de intervenir sobre las relaciones de género y cambiar la situación de las mujeres rurales, estamos articulando dos realidades importantes en la construcción de las condiciones materiales y subjetivas de vida de personas concretas: género y ruralidad, procurando abordar este campo a partir de su complejidad. No es suficiente la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo o al ámbito público, sino que éstos están construidos históricamente a la medida de los hombres y hay que transformarlos para que quepan las mujeres (que son más de la mitad de la población y no una minoría) en condiciones de equidad, incluyendo y valorizando el trabajo y las tareas domésticas y de cuidados, tanto para hombres como para las mujeres, que son las que garantizan el soporte a la reproducción de la vida y la calidad misma de las condiciones de vida. Por ruralidad entendemos una construcción social, un espacio simbólico y a la vez territorial, que experimenta una profunda transformación, marcada principalmente por el declive de las actividades tradicionales ligadas a la agricultura y ganadería como referencias hegemónicas de identidad. Marcado también por el despoblamiento y por la actual multifuncionalidad, el medio rural viene desarrollando nuevas funciones en las sociedades postmodernas, relacionadas con la naturaleza, la calidad de vida y el tiempo de ocio. En este contexto, las mujeres vienen construyéndose nuevos papeles sociales y espacios de inserción social y laboral, que a la vez conviven con los papeles tradicionales de género, que obligan a las mujeres a asumir dobles jornadas de trabajo, responsabilizándose principalmente de las tareas de cuidados y del ámbito doméstico, con una fuerte carga familiar. Tener esto en cuenta, supone introducir en el desarrollo rural un nueva perspectiva: la perspectiva de género, que será la clave del trabajo a desarrollar en los territorios rurales en los próximos años.

28 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

LA CONSTRUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN LA ORGANIZACIÓN SOCIAL El mundo, organizado a partir de las marcas sexuales y sus respectivas valoraciones, no se da de forma casual y aleatoria, sino que implica un complejo entramado de mecanismos de poder que garantizan la producción y reproducción material y simbólica, a través de las diferentes generaciones, de un sistema de dominación basado en la fuerza física y en la expropiación de la capacidad de decisión y de trabajo de las personas y grupos dominados. Tal sistema garantiza el dominio masivo de los hombres sobre las mujeres, pero también obedeciendo a una jerarquía de poder de unos hombres sobre otros. No consiste solo en una división de papeles entre mujeres y hombres, sino en una forma de organización de la sociedad atribuyendo significados, posiciones sociales, responsabilidades y generando mecanismos de corrección, penalizaciones y culpas, cuando los mandatos no se cumplen según lo tradicionalmente establecido y los intereses dominantes. “El patriarcado es un orden social genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este orden asegura la supremacía de lo masculino sobre la inferiorización previa de lo femenino” (Lagarde, 1996, p. 52). En este sentido, no estamos hablando solo de que en los proyectos de desarrollo se incluyan a las mujeres en estadísticas e indicadores de evaluación, en la creación de empresas o en el reparto de las subvenciones, sino de realmente deconstruir los mandatos de género culturalmente construidos y ampliar las posibilidades de ser hombres y mujeres en el mundo generizado, con un mayor equilibrio en la participación de ambos sexos en los ámbitos público y privado, tanto en las labores domésticas y de cuidados, como en el trabajo remunerado, pero además con la transformación de los significados y valoraciones asociados a la feminidad y masculinidad. Los principios del orden patriarcal moderno son los que, según Camarero et al. (2005), guiaron la modernización de la agricultura, “eje de un modelo de desarrollo ahora periclitado de tal forma que, el esquema del varón proveedor y de la mujer centrada en el ámbito doméstico, se aplica rígidamente a las formas de producción familiar (Sampedro, 1996). Este esquema invisibiliza la participación laboral de las mujeres rurales, impidiendo que su trabajo se convierta en empleo. El trabajo femenino en las explotaciones familiares –sean agrarias o no– se convierte en una anomalía, en una excepción, es difícilmente recogido en UTAS3, o se transmuta en el orden social y en las propias conciencias individuales, en un complemento, una ayuda, un entretenimiento...” (p.16). Los programas de desarrollo rural también son un reflejo de la cultura patriarcal dominante y están anclados en la organización patriarcal del mundo, habitualmente reproduciendo sus modelos y relaciones sin cuestionarlos y sin considerar las realidades y necesidades específicas de las mujeres y de los hombres concretos que

3. Unidades de Trabajo Agrícola.

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 29

pueblan los territorios. Por eso hay que fomentar la formación de los agentes de desarrollo en la perspectiva de género, venciendo la resistencia al cambio en las relaciones de poder entre hombres y mujeres y posibilitando la participación activa de las mujeres en los programas. Felizmente, existen ya programas de desarrollo en España y en otros países, que poco a poco van integrando la perspectiva de género, siendo importante darles visibilidad y fortalecer las redes para los intercambios. Es importante detenernos brevemente a buscar respuestas a los interrogantes que se nos plantean en torno a: ¿cómo se mantienen los sistemas de desigualdad del patriarcado? ¿Por qué es tan difícil romper con los modelos tradicionales de género? ¿Por qué es tan difícil siquiera darse cuenta de ellos? Las respuestas no son sencillas. Precisamente, porque son valores y posiciones transmitidos a través de todas las instituciones y agencias de socialización, empezando por la familia y los medios de comunicación social, e internalizados a través del proceso de socialización (Berger y Luckmann, 1991) de cada persona desde su nacimiento. Aprendemos y aprehendemos la realidad del mundo social generizado y pasamos a formar parte de esa organización social naturalizada desde antes de tener consciencia de nosotros mismos. Por eso, precisamente por su naturalización, es necesario tomar conciencia de la construcción social del género y de sus mecanismos de reproducción para poder trasformarlos. Según la autora Sandra Harding (1996), la producción de la vida social en el orden patriarcal se da a través de tres procesos estrechamente relacionados entre sí y que se retroalimentan, formando una trama que permea todos los ámbitos de la vida humana. Estos tres procesos son: simbolismo de género, estructuras de género e identidad de género.

SIMBOLISMO DE GÉNERO El sistema simbólico de las diferentes culturas occidentales atribuye significados como pares opuestos, dividiendo el mundo en combinaciones binarias y atribuyéndoles valoraciones opuestas y asimétricas. Así, los símbolos asociados a la masculinidad son valorados más positivamente y relacionados con cualidades que legitiman y retroalimentan el sistema de dominación. El mundo de significados se organiza en torno a buenos y malos, fuertes y débiles, siempre estableciendo las valoraciones a partir de las correlaciones de fuerzas en el ejercicio del poder. El simbolismo de género se constituye en el sustrato que fundamenta la naturalización de las diferencias de género y de la asimetría simbólica, legitimando las relaciones jerarquizadas entre mujeres y hombres, donde ellas son destituidas de protagonismo social y de capacidad de decisión, reproduciéndose y naturalizándose así la dominación masculina. Como enfatiza Raquel Osborne (2008), “persiste una diferencia de estatus simbólica entre los sexos, por lo cual los varones gozan de un excedente de valoración por el mero hecho de serlo, mientras que las mujeres necesitan sobre cualificarse, demostrar, de una parte, que son más que lo que se espera de ellas y, de otra, que no son eso que

30 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

al mismo tiempo se espera de ellas” (p. 105). Diferentes estudios y teorías de género ponen de manifiesto que las mujeres experimentan una doble y difícil posición en el ámbito público, porque, por ejemplo, los estereotipos y expectativas de género contraponen feminidad y liderazgo, al mismo tiempo que asocian el liderazgo a las características típicamente masculinas. Así las mujeres tienen que conseguir ser oídas y tener sus voces legitimadas, lo que representa un ejercicio de autoridad, pero a la vez no ser rechazadas por ser poco femeninas. Un difícil equilibrio que los hombres están liberados de hacer, porque precisamente ejercer la autoridad es algo conforme a las características de la masculinidad y les imbuye de mayor prestigio y poder.

ESTRUCTURA DE GÉNERO La estructura de género, a su vez, acorde con el simbolismo de género, consiste en el reparto de tareas y funciones sociales a partir de marcas sexuales, asignando tareas diferenciadas a hombres y a mujeres: donde la actividad humana (visible e invisible) en la sociedad se fundamenta en una división del trabajo que se establece en función de las atribuciones de género. Tradicionalmente a los hombres se les ha asignado las tareas y responsabilidades en lo que se denomina “ámbito productivo”, ligado a la producción y al mercado, con su correspondiente remuneración económica y reconocimiento social. A las mujeres, a su vez, se les ha asignado las tareas y responsabilidades del “ámbito reproductivo”, de las actividades domésticas, de la atención a las necesidades de mantenimiento básico de la vida, de cuidado de las personas dependientes y de atención a la vida cotidiana familiar. Ese reparto también implica el dominio de los hombres sobre el espacio público, la ciudadanía y la política, mientras que las mujeres se encuentran simbólica y materialmente restringidas al espacio privado, familiar y doméstico. Pero, además, hay una relación directa con el simbolismo de género: la fuerte valorización del espacio público como espacio de ejercicio de poder y de dominio masculino con reconocimiento y legitimación social sobre la inferiorización del espacio doméstico subsumido en la invisibilidad social. Considerando esta división estructural de la sociedad, hombres y mujeres tienen dificultades importantes para romper con los papeles tradicionales de género y asumir protagonismos en los “otros” ámbitos del mundo generizado. El funcionamiento de las Instituciones y de las unidades de producción obedece a la organización patriarcal de las actividades, guardando y promoviendo la división estructural de funciones entre hombres y mujeres y penalizando las transgresiones.

IDENTIDAD DE GÉNERO También la identidad personal y social se construye a partir de la ubicación en un género u otro y su respectiva socialización diferenciada, así se crea un sujeto con unas expectativas, unos roles y unas posibilidades de ser u otras. La identidad de

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 31

género es la apropiación personal de los modelos de hombre o mujer construidos socialmente en un contexto cultural e histórico determinado, garantizando la continuidad de dicho modelo. En la construcción de la identidad personal influyen multitud de factores, entre ellos el conjunto de procesos que permiten autoconceptualizarse como hombre o como mujer. Cada sujeto desarrolla una identidad, a través del aprendizaje del simbolismo y de los roles específicos de género, que representan el conjunto de comportamientos, cogniciones y afectos asignados socialmente en una determinada cultura a hombres y a mujeres, aun teniendo en cuenta que hay una gran flexibilidad y variabilidad de patrones interindividuales (Barberá, 1998). Ser hombre o ser mujer, además de las características biológicas, depende de un aprendizaje social que está delimitado por las representaciones sociales y los mandatos de género en las interacciones sociales. Éstos marcan las pautas de comportamiento que son ‘propias’ de un grupo sexual u otro y que fueron construidas por la comunidad cultural a través de la historia. Los estereotipos de género representan las características de comportamientos, sentimientos, actitudes, valores y normas, que componen el modelo culturalmente construido de hombre o de mujer y, según el cual, se espera que se guíen los miembros del grupo social. Esta tipificación de género, que consiste en la simplificación de las características y comportamientos humanos, vinculándoles a asociaciones ligadas al sexo, marca las pautas sociales de la educación diferencial de niños y niñas, así como orienta las expectativas de los miembros de la sociedad hacia los individuos hombres o mujeres (Bem, 1993; Eagly, 1987; Rudman y Glick, 2008). La identidad de género en la significación social del mundo fundamenta y legitima la división sexual del trabajo y de las actividades cotidianas. Secularmente, se ha asignado a las mujeres las tareas referentes a la crianza de los hijos y al cuidado del hogar, se les ha educado para que ocupen en la comunidad un “lugar” socialmente construido y adjudicado, que les impone una exigencia social de ser esposas, madres y amas de casa. Las mujeres tienen asignado el ámbito reproductivo, el espacio doméstico, y sus vidas y sus identidades están construidas sobre la centralidad de la familia, especialmente de la maternidad y de su función social como cuidadoras. Como señala Marcela Lagarde (1996), las mujeres son socializadas como “seres-para-otros”, mientras los hombres lo son como “seres-para-sí”. Hacia los hombres las exigencias sociales son marcadamente distintas, pero no menos determinantes, dirigiéndoles hacia las tareas de producción de bienes destinados a la sociedad, con un desarrollo personal en el ámbito público y fuertes limitaciones a la expresión de emociones y afectos. Los hombres son históricamente responsables por el ámbito productivo y el eje central sobre el que se construye su vida y su identidad es el ‘trabajo’ (Bauman, 2003), entendido como trabajo económicamente retribuido. Con estos parámetros, además, la valorización social de los papeles de género es asimétrica y jerárquica, con un claro dominio de lo masculino y una desvalorización social de lo femenino. Esta distribución de roles sociales implica una identidad de género fragmentada en las mujeres, en la medida en que el modelo que caracteriza su grupo de pertenencia sexual es infravalorado socialmente. Sau (1996) rela-

32 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

ciona este proceso con la teoría de la “similitud percibida”, donde el grupo dominante (los varones) se percibe como un modelo al que el grupo dominado debe imitar. A la vez que el grupo dominado, las mujeres se ven divididas entre intentar imitar al grupo mejor valorado y cumplir las expectativas asignadas a su propio grupo de pertenencia. Como afirma García Colmenares (2000), “desde edades tempranas, los niños se perciben a sí mismo como más fuertes y superiores, mientras que consideran débiles e inferiores a las niñas, y les parece normal que las niñas quieran parecerse a ellos, y no al contrario. Asimismo, las niñas intentarán por un lado imitar al grupo mejor considerado, pero irán interiorizando, a la vez, los roles tradicionalmente considerados propios de las mujeres... Las marcas de género se perciben desde los primeros años, esperando que los niños sean movidos, fuertes, y las niñas dulces, quietas y obedientes…” (p. 45). Según Banch (2001), tanto a nivel del discurso y sobre todo al nivel de los comportamientos y prácticas sociales, existen fuertes resistencias para aceptar la resignificación de las relaciones e identidades de género, ya que éstas están ancladas en una memoria social patriarcal milenaria. El conocimiento de este proceso permite comprender las dificultades para consolidar los cambios en los roles tradicionales de género y las resistencias, a menudo, poco racionales, que todas estas cuestiones generan.

EVOLUCIÓN DE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO Como parte de los propios mecanismos de dominación del patriarcado hubo un largo período de completa ausencia de las mujeres en las políticas y programas públicos, también en el desarrollo rural se dio un proceso similar. Las mujeres eran seres invisibles, tal como los niños y niñas, estaban asimiladas en los grupos familiares, directamente bajo la responsabilidad y tutela del hombre: jefe de familia (padre, hermano o marido). El desarrollo rural era planificado y ejecutado desde y para los hombres, con una perspectiva de equiparación de los intereses masculinos a los intereses universales, teniendo a los hombres como representantes de los intereses y necesidades de toda la sociedad. Cuando esta perspectiva cambia un poco y las mujeres empiezan a hacerse más visibles, principalmente, políticamente a través del voto, las políticas y organizaciones públicas empiezan a preocuparse de la formación de las mujeres en el medio rural y a orientarlas para la “buena” gestión del hogar, la educación de los futuros trabajadores y el aprovechamiento del trabajo de las mujeres como “ayuda” al trabajo de los hombres de la familia. Desde entonces, las actividades organizadas y destinadas a las mujeres han consistido en la proliferación de cursillos de manualidades, de talleres de autoestima, de charlas y cafés, etc. Estas actuaciones, que se siguen dando todavía hoy en día, con algunas variaciones y ciertas modernizaciones, buscan mantener a las mujeres ocupadas y entretenidas, ocultando sus insatisfacciones, pero sin cambiar los roles tradicionales de género, sino al contrario reforzándoles. Muchas

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 33

asociaciones y administraciones públicas siguen ancladas en la realización de este tipo de actividades, aunque en sus propuestas políticas y sus planes de igualdad aparezcan las palabras género, empoderamiento e igualdad de oportunidades, que son incorporadas a los discursos por su sonoridad de moda y vaciadas de sus contenidos políticos e ideológicos. Este tipo de actividades sigue reproduciendo y reforzando los modelos de mujer destinada “por naturaleza” a ser protagonista del ámbito doméstico, a “sus labores” y a la existencia en cuanto seres-para-otros. Por otro lado, en las dos o casi tres últimas décadas, muchos técnicos/as e investigadores/as empiezan a percibir y a visibilizar la posición clave de las mujeres para el desarrollo y éstas pasan a ser objeto de estrategias y políticas de intervención específicas. En el ámbito del desarrollo a la cooperación, que despertó mucho antes que el desarrollo rural para la necesidad de incorporación de las mujeres a los procesos, surge a partir de los años 70 lo que se denominó enfoque ‘Mujeres en el Desarrollo’ (MED). “Dicho enfoque tiene por objetivo integrar a las mujeres de una manera funcional a una estrategia de desarrollo dada. Es decir: el desarrollo necesita a las mujeres. Para esto pone el énfasis en el papel productivo de las mujeres entendiendo su subordinación por su exclusión del mercado. Tiende a considerar a las mujeres aisladamente, buscando soluciones parciales y señalando sus necesidades a través de intervenciones específicas o en proyectos con un “componente” de mujer” (Cruz, 1998, p. 26). Muchos programas de desarrollo rural e iniciativas comunitarias de igualdad de oportunidades, respondiendo a las directrices europeas con el énfasis en la creación de empleo, asumen el enfoque de ‘Mujeres en el Desarrollo’, trabajando con ahínco para la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. Se entendía que las desigualdades de género tenían su origen en la reclusión de las mujeres en el ámbito doméstico y su exclusión del mercado laboral y de la imposibilidad de acceso a una remuneración individual. Con este marco interpretativo, se traslada la centralidad del trabajo remunerado como fuente del poder masculino hacia las mujeres. Para entender mejor esa centralidad del trabajo hay que comprender que la sociedad moderna se ha fundamentado en la “ética del trabajo”, donde el trabajo productivo ha funcionado como eje vertebrador de la organización económica y de la vida personal de los hombres. En palabras de Bauman (2003): “para la enorme y creciente mayoría de varones que integraban la sociedad postradicional o moderna (una sociedad que evaluaba y premiaba a sus miembros a partir de su capacidad de elección y de afirmación de su individualidad), el trabajo ocupaba un lugar central, tanto en la construcción de su identidad, desarrollada a lo largo de toda la vida, como en su defensa. El proyecto de vida propia surgía de diversas ambiciones, pero todas giraban alrededor del trabajo que se eligiera o se lograra. El tipo de trabajo teñía la totalidad de la vida; determinaba no sólo los derechos y obligaciones relacionados directamente con el proceso laboral, sino también con el estándar de vida, de esquema familiar, la actividad de relación y de entretenimientos, las normas de propiedad y la rutina diaria” (p. 34). La ética del trabajo ha servido para disciplinar a los hombres y regular sus comportamientos de modo que estuviesen siempre preparados y a disposición de entrar y mantenerse en el mercado de trabajo. Sin embargo, como analiza muy bien

34 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Bauman (2003), estos mecanismos de control han dado resultado mientras había la esperanza del pleno empleo, ahora vemos cada vez más lejana esa posibilidad y cada vez mayor el contingente de excluidos del mercado de trabajo. Precisamente, en estos momentos de mayor precarización, flexibilización y de menores garantías en el mercado de trabajo es cuando las mujeres se están incorporando y, desde luego, en las posiciones de mayor fragilidad y mayor explotación de su fuerza de trabajo. La sociedad de consumo no necesita a tantos trabajadores y trabajadoras, sino que la globalización se centra en la especulación y en la acumulación de capital, la mano de obra ha perdido valor. Tanto hombres como mujeres son superfluos en la actual sociedad de consumo (Bauman, 2003), sólo adquieren valor en la medida de sus posibilidades como consumidores. Pero en vista de la falta de nuevos referentes éticos y la desesperada necesidad de mantener y reproducir el sistema capitalista, las políticas y programas de desarrollo se siguen orientando por la ética del trabajo y aplicando todavía los esquemas de la modernidad y de la industrialización. En este contexto, el enfoque de Mujeres en el Desarrollo (MED) se centra en la integración de las mujeres en el mercado de trabajo, considerando el trabajo como el mecanismo igualador fundamental. Pasadas varias décadas desde que las mujeres empezaron a acceder a un empleo remunerado, vemos que las mujeres están ya integradas masivamente en el mercado de trabajo, las tasas de actividad femenina son crecientes en España y con una pauta de inserción en el mercado de trabajo que cada vez es más parecida a la de los hombres, cumpliéndose el ciclo completo de vida laboral hasta la jubilación (Fernández Cordón, 1999). Sin embargo, las mujeres no están en las mismas posiciones ni en las condiciones laborales que los hombres, los sueldos son significativamente inferiores, el desempleo y la precarización son mucho mayores, las dificultades para asumir puestos de responsabilidad son enormes y la brecha no disminuye. El mercado de trabajo está construido a la medida de la organización patriarcal de las sociedades, sigue el modelo de masculinización del ámbito productivo y excluye aquellos aspectos de la vida relacionados con los cuidados, con lo doméstico y con las relaciones humanas. La integración de las mujeres en ese sistema productivo supone la adaptación de éstas a los moldes masculinos de vida y no incluye las especificidades de la feminidad. Sin contar que es un modelo de explotación del ser humano, que tampoco beneficia a la mayoría de los hombres, sino sólo a los más poderosos. En las últimas décadas el enfoque MED viene siendo ampliamente criticado y revisado, dando paso a lo que se ha llamado enfoque de ‘Género en el Desarrollo’ (GED), con una clara opción política por el cambio en la situación de hombres y mujeres, por la construcción de sociedades más solidarias y justas y por el empoderamiento de las mujeres y de los colectivos socialmente más vulnerables. Este enfoque, que acompaña a los desarrollos conceptuales de las teorías de género y los planteamientos de los movimientos feministas y de mujeres, cambia radicalmente el centro de sus atenciones de la estricta inserción de las mujeres en el mercado de trabajo a las relaciones de poder en la sociedad entre hombres y mujeres. Aquí la inserción laboral es sólo un aspecto de la transformación de las relaciones de subordinación de las mujeres y además su incidencia en la autonomía de las mujeres depen-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 35

derá de las condiciones laborales, si no reproducen simplemente los esquemas donde las mujeres son siempre las más perjudicadas y la mano de obra más barata. La perspectiva de género incorpora al debate de la igualdad el análisis de las relaciones de poder, los conflictos y las relaciones de género en la dominación masculina y en la sistemática subordinación de las mujeres. Sobre todo, hay que resaltar que la perspectiva de género pone el énfasis en el debate en sí mismo, en el cuestionamiento de las verdades asumidas socialmente como “la verdad” y en la construcción de otros modelos y parámetros de relaciones entre mujeres y hombres en los espacios productivos y reproductivos. No se define a priori la verdad final, sino que se cuestiona lo que está establecido y que subyuga a las mujeres, planteando que el equilibrio en las relaciones de poder entre mujeres y hombres y la participación de todas las personas en la toma de decisiones es beneficioso para la sociedad en su conjunto. Aplicar el enfoque de género no es una tarea fácil y a menudo encuentra muchas resistencias, pues contradice el orden patriarcal en el que todos y todas fuimos socializados. Así, la perspectiva de género exige una reflexión y una formación permanentes, para ir encontrando alternativas a la organización social tradicional, para ir rompiendo las inercias que asumen las jerarquías y el principio de autoridad masculina. Tanto hombres como mujeres estamos acostumbrados a delegar el poder y a eximirnos de responsabilidades, también el personal técnico de los programas de desarrollo. La perspectiva de género implica un cambio profundo, aunque lento, de tomar las riendas de la propia vida y de la colectividad, donde los técnicos y técnicas, los y las representantes públicos, empresariado y el tejido social forman parte de la comunidad, y la ciudadanía se hace responsable de una sociedad que se construye colectivamente, con relaciones de poder más equitativas entre todos y todas y también en las relaciones entre mujeres y hombres. La perspectiva de género no promueve una disputa de poder entre mujeres y hombres, sino la construcción de alianzas entre las mujeres y entre mujeres y hombres, a partir del reconocimiento de la situación concreta de subordinación histórica y actual de las mujeres, para el equilibrio de las posiciones sociales de unos y otras. Partiendo de ese reconocimiento de la subordinación de las mujeres como condición estructural de las relaciones de género, se analizan las situaciones concretas de hombres y mujeres en los territorios, sus necesidades prácticas y sus intereses estratégicos para lograr una mayor equidad social. La socialización femenina se fundamenta en la dependencia, tanto afectiva como material, y es necesario construir autonomía para generar desarrollo. En la medida en que las mujeres tienen conciencia de su propio poderío, pueden negociar y decidir, por sí mismas y también con los hombres sobre las cuestiones de la vida cotidiana que afectan a ambos y a cada uno/a, y pueden también liberarse de algunos mandatos tradicionales para poder desarrollarse, sin que ello suponga una carga añadida de tareas, contradicciones y culpas. En palabras de Marcela Lagarde (1996): “en el sentido patriarcal de la vida, las mujeres deben vivir de espaldas a ellas mismas, como ‘seres-para-los-otros’. La perspectiva de género expresa las aspiraciones de las mujeres y sus acciones para salir de la enajenación, para actuar cada una como

36 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

un ser-para-sí y, al hacerlo, enfrentar la opresión, mejorar sus condiciones de vida, ocuparse de sí misma y convertirse por esa vía en ‘protagonista’ de su vida” (p. 18). Los programas de desarrollo rural siguen siendo un ámbito masculinizado de acción. Para lograr la equidad de género en el desarrollo rural es fundamental planificar e implementar estrategias para promover la participación de las mujeres en todas las etapas de los procesos de desarrollo; dejando de considerar a las mujeres solamente como posibles beneficiarias de las ayudas, para crear los espacios de participación necesarios para su integración como co-protagonistas del desarrollo rural. El libro de Alicia Puleo (2011) recoge un profundo debate y la amplia participación de las mujeres en los temas de desarrollo y ecología desde el movimiento feminista. En este sentido, reconociendo las discriminaciones de género, el empoderamiento de las mujeres es un concepto clave para aplicar la perspectiva de género en el desarrollo rural y promover una sociedad más equitativa.

EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES Durante las últimas décadas las acciones y reivindicaciones para reducir las discriminaciones de género se centraron especialmente en la conquista de derechos y en cambiar las condiciones materiales de vida de las mujeres, posibilitando su acceso a la educación, a los servicios, a las ventajas de la modernidad y, especialmente, a la inserción laboral como forma de lograr la igualdad. Sin embargo, se ha constatado que para eliminar las discriminaciones de género no es suficiente el acceso de las mujeres a la educación y al mercado de trabajo, éstos son imprescindibles, pero no suficientes. En los países más desarrollados, actualmente, las mujeres están ya masivamente en el ámbito público, pero no están de la misma manera ni en las mismas condiciones que los hombres. Siguen experimentando dificultades añadidas por su condición de género, tanto en el propio ámbito laboral y público, como en la interrelación de éstos con el ámbito reproductivo, por las responsabilidades y el volumen de trabajo añadido en el ámbito doméstico y en el cuidado de las personas dependientes. Las relaciones de dominación y subordinación de las mujeres se siguen produciendo y reproduciendo en todos los ámbitos de la sociedad y en todos los rincones del mundo, aunque con mejoras incuestionables en las condiciones de vida de las mujeres, especialmente en las sociedades más desarrolladas. No se puede dejar de reconocer que todavía persisten contextos de extrema opresión de las mujeres en muchos países y culturas, incluso con retrocesos en la conquista de derechos en algunos de ellos. Constatando, entonces, que los cambios conseguidos en las últimas décadas no son suficientes para lograr la equidad entre mujeres y hombres, los movimientos de mujeres y los estudios de género apuntan hacia la necesidad de cuestionar la organización social y equilibrar las relaciones de poder en la sociedad. En esta perspectiva, se busca una reconceptualización del género, no solamente como reafirmación de las diferencias específicas o de la igualdad entre mujeres y hombres, sino, además, como un principio de organización social, construido sobre el sim-

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 37

bolismo de género que otorga significados a la realidad humana con una inferiorización y subordinación de lo femenino y que actúa como principio estructurante de las relaciones de poder entre los sexos (Buttler, 2007; Gergen, 2001; Nicolson, 1997). Entendiendo el poder no como una consecuencia natural de la masculinidad ni una posición institucional o formalmente establecida, sino en una concepción relacional del poder, que es ejercido en las relaciones sociales en el sentido de dominación-subordinación. Según Lagarde (1996), el empoderamiento de los hombres se construye en sus relaciones de dominación con las mujeres, así como con los otros hombres de grupos más vulnerables, teniendo el sistema patriarcal como marco de legitimación y reproducción del ejercicio del poderío masculino. Una concepción relacional del poder consiste en entender cómo el poder se ejerce en las relaciones, es dinámico y no está ubicado sólo en la parte de la relación que domina y subyuga (Foucault, 1979 y 1999). Ello permite comprender que también los grupos socialmente alejados de los centros de poder, tienen y ejercen un determinado poder. El poder de las mujeres es sistemáticamente invisibilizado, disminuido e instrumentalizado por el sistema patriarcal, para la propia reproducción de la dominación, pero que puede ser potenciado y visibilizado a través de una organización sociopolítica que permita la producción del empoderamiento personal y colectivo de las mujeres. A partir de esa comprensión del género como principio de organización social que determina las desigualdades entre mujeres y hombres en base al empoderamiento de los hombres y a la subordinación de las mujeres, se viene trabajando en la perspectiva del empoderamiento de las mujeres para el equilibrio en las relaciones de poder estructurantes de las sociedades humanas. El concepto de “empoderamiento”, que es una traducción literal de la palabra inglesa “empowerment”, empieza a adquirir importancia y visibilidad a partir de la década de los 80, y especialmente a partir de las últimas Conferencias Mundiales de las Mujeres de Naciones Unidas, realizadas en Nairobi (1985) y en Beijing (1995). El surgimiento del concepto de empoderamiento se enmarca en los años 70 en dos ámbitos distintos, en el movimiento de mujeres y en el movimiento afroamericano de EE.UU, con las luchas contra las discriminaciones de género y raciales. Aparece de una forma sistematizada por primera vez en 1976 en el libro ‘Black Empowerment’ de Barbara Salomon, donde se plantea como una herramienta en el trabajo social con personas negras usuarias de los servicios sociales. Desde entonces ha crecido la importancia del concepto de empoderamiento y su aplicabilidad, no solo en lo referente a las relaciones de género, sino en todas las relaciones de discriminación y desigualdad, incluidas las de género. En este sentido, Friedmann (1992) plantea una comprensión de la pobreza y de la exclusión social, como un proceso de “des-empoderamiento” a tres niveles: social, político y psicológico. Este autor presenta un modelo de trabajo con familias tanto como unidades productivas, como comunidades políticas y articula una propuesta de cambio social, desarrollo económico y procesos de empoderamiento social. Ellen McWhirter (1991), trabajando en el asesoramiento y orientación de jóvenes y de mujeres en un marco de Orientación Educativa en Psicología Comunita-

38 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

ria, define el empoderamiento como “el proceso por el que las personas, las organizaciones o los grupos carentes de poder: a. Toman conciencia de las dinámicas del poder que operan en su contexto vital; b. Desarrollan las habilidades y la capacidad para lograr un control razonable sobre sus propias vidas; c. Ejercitan ese control; d. Lo hacen sin infringir los derechos de otros y e. Apoyan el empoderamiento de otros en sus comunidades” (p. 224). Así, el empoderamiento de las mujeres incluye tanto un cambio al nivel personal como una acción colectiva, e implica la alteración radical de los procesos y estructuras que reproducen la posición subordinada de las mujeres por su condición de género. Entendiendo el empoderamiento como la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones sobre su propia vida y la toma de conciencia del poder que personal y colectivamente ostentan las mujeres. El proceso de empoderamiento tiene una dimensión personal, en cuanto toma de conciencia y construcción de una posición personal de mayor capacidad de acción y de decisión en el mundo social, sin embargo no es una tarea o un logro individuales. No existe empoderamiento individual. En el sentido de que el empoderamiento o el des-empoderamiento siempre se dan en las relaciones humanas, en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en los grupos de mujeres, en las asociaciones, etc. El empoderamiento es un proceso de construcción del equilibrio en las relaciones de poder. No existe relación de poder de una con una misma, siempre es un proceso social. El empoderamiento de las mujeres es, por definición, un reequilibrio en las relaciones de poder entre hombres y mujeres - personas con posiciones sociales desiguales. Nadie se empodera a sí mismo, sino que ello se construye en las relaciones con los otros y otras. Una manera de neutralizar el empoderamiento de las mujeres es fragmentar, dividir y plantearlo como proceso individual, como una tarea más sobre las espaldas de las mujeres - ¡como si ya no tuviesen suficientes! El empoderamiento, en cuanto producto y proceso interpersonal, es siempre fruto de una acción colectiva, porque exige una legitimación social. Y esa legitimación social se viene construyendo en las últimas décadas poderosamente, aunque muy lentamente todavía, por los movimientos feministas y los grupos de mujeres. Con el apoyo de la colectividad, las mujeres pueden repensar sus vidas críticamente, reconocer las estructuras y mecanismos de subordinación, descubrir sus fortalezas y ampliar sus posibilidades de ser y de transformar las estructuras de género. Es necesario que desde un nuevo enfoque del desarrollo rural con perspectiva de género, se creen espacios para el encuentro, la comunicación, el intercambio, el disfrute, la participación, la creación, la expresión, la formación y la reflexión entre mujeres sobre las cuestiones específicas de género. Generar dinámicas para el empoderamiento. Es necesario abordar aquellos aspectos que dificultan o impiden encontrar espacios de libertad y autonomía para las mujeres, que tienen que ver con el control social y moral del comportamiento de las mujeres, la interiorización de la socialización de género tradicional, las formas de vida históricamente asignadas a las mujeres y a los hombres y la legitimación social. También es importante y necesario construir espacios para el intercambio y el debate sobre las cuestiones de género con la participación mixta de mujeres y hombres (espacios intergenéricos), pero ello

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 39

no disminuye la necesidad de los espacios propiamente de y para las mujeres, así como los espacios de y para los hombres (espacios intragenéricos). Los espacios mixtos tienen dinámicas distintas de los espacios propios y permiten el abordaje de los temas de género con diferentes profundidades y perspectivas específicas. Crear espacios de reflexión en grupo es una de las mejores y más útiles herramientas para posibilitar el empoderamiento personal y colectivo de las mujeres, pero el empoderamiento es un proceso también de transformación sociopolítica en los territorios y necesita la transformación de las estructuras de género que inciden directamente en el ámbito público y en la división sexual del trabajo. En suma, y como señala Magdalena León (2001), los procesos de empoderamiento de las mujeres son un desafío a la ideología patriarcal con miras a transformar las estructuras que refuerzan la discriminación de género y las desigualdades sociales. Para mostrar cómo se viene trabajando el empoderamiento de las mujeres en la realidad de los territorios rurales, a continuación, presentamos algunas experiencias de aplicación de la perspectiva de género en los programas de desarrollo rural gestionados por los Grupos de Acción Local País Románico (Castilla y León y Cantabria) y Zona Media de Navarra.

Perspectiva de género en el desarollo rural: empoderamiento de las mujeres 41

Referencias bibliográficas Abraza la Tierra (2008). Memoria Resumen / Abraza la Tierra 2004-2008. http://www. abrazalatierra.com/extras/comunicacion/Abraza_la_Tierra_2004_2008.pdf Alario Trigueros, M. et al (2004). Las mujeres en el medio rural de Castilla y León. Valladolid: Consejo Económico y Social de Castilla y León (CES). Banchs, M. A. (2001). Representaciones sociales, memoria social e identidad de género. En AKADEMOS ( revista digital), vol. 2, nº 2. Barberá, E. (1998). Psicología del Género. Barcelona, Ed. Ariel. Bauman, Z. (2003). Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres. Barcelona: Gedisa. Bem, S. L. (1993). The lenses of gender. New Haven: Yale University Press. Berger, J. (2004). Modos de ver. Barcelona: Gustavo Gili. Berger, P. y Luckmann, T. (1991). La Construcción Social de la Realidad. Buenos Aires: Amorrortu. (Original de 1967). Butler, Judith (2007). El Género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós Ibérica. Camarero, L. A. (1997) Pautas demográficas espaciales de las transformaciones del medio rural: ruralidad y agricultura. En: Gómez Benito, C. y González Rodríguez, J. J. (eds.), Agricultura y Sociedad en la España Contemporánea. Madrid: Ed. CIS/ Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación. Camarero, L. A. (1992). El mundo rural español en la década de los noventa: ¿renacimiento o reconversión?. En: Documentación Social, nº. 87, pp. 9-28. Camarero, L. A. (1993). Del éxodo rural y del éxodo urbano: Ocaso y renacimiento de los asentamientos rurales en España. Madrid: Ed. Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, Serie Estudios. Camarero L. et al. (2005). Emprendedoras rurales. Valencia: UNED Alzira-Valencia. Camarero, L. A. y Sampedro, R. (2008). ¿Por qué se van las mujeres? El continuum de movilidad como hipótesis explicativa de la masculinización rural. Revista Española de Investigaciones Sociológicas (Reis), N.º 124, 2008, pp. 73-105 Comisión de las Comunidades Europeas (1998). Guía para la evaluación del impacto de género. Comisión Económica Europea (CEE) (1989). El futuro del mundo rural. Madrid: MAPA. Cruz, C. (1998). Guía metodológica para integrar la perspectiva de género en proyectos y programas de desarrollo. Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer.

Cruz, F. (1998). El Programa de Desarrollo Rural de la Montaña Palentina. En: V Congreso Estatal de Intervención Social. Madrid: Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Cruz, F. (2000). Intervención psicosocial por la igualdad de oportunidades para las mujeres en el programa de desarrollo rural de la Montaña Palentina. En: Fernández, J.; Herrero, J. y Bravo, A. (Eds.). Intervención psicosocial y comunitaria: La promoción de la salud y la calidad de vida, pp. 31-36. Oviedo: Biblioteca Nueva. Cruz, F. (2006). Género, psicología y desarrollo rural: La construcción de nuevas identidades. Madrid. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Cruz, F. (coord.), (2006). Desarrollo rural y sostenibilidad: estrategias y experiencias en España y Brasil. Palencia: Asociación País Románico. Cruz, F. y Red, N. de la (2000). Intervención integral para el desarrollo en el medio rural. En: Intervención Psicosocial, vol. 9, nº 2, pp. 155-168. Díaz Méndez, C. y Díaz Martínez, C. (1995). De mujer a mujer: estrategias femeninas de huida del hogar familiar y del medio rural. En: Agricultura y Sociedad, nº 76, pp. 205-218. Durán, M. A. (Dir.) (1987). De Puertas Adentro. Madrid: Ministerio de Cultura – Instituto de la Mujer. Eagly, A. H. (1987). Sex differences in social behavior: a social role interpretation. New Jersey: Erlbaum. Foulcault, Michel. (1979). Microfísica do Poder. Rio de janeiro: Graal. Foulcault, Michel. (1999). Estrategias de Poder. Barcelona: Paidós (Ed. de J. Varela y F. Álvarez-Uría). Friedmann, J. (1992). Empowerment: the politics of alternative development. Cambridge: Blackwell. Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior-FRIDE, (2006). Desarrollo “En Contexto”. “El empoderamiento”. Madrid (www.fride.org) García Bartolomé, J. M. (1991). Sobre el concepto de ruralidad: crisis y renacimiento rural. En: Política y Sociedad, nº 8, pp. 87-94. García Bartolomé, J. M. (1993). ¿El final del campesinado? En: El Boletín, nº 5, pp.31-37. García Bartolomé, J. M. y Belmonte, C. (coords.) (1999). Mujeres y Sociedad Rural: entre la inercia y la ruptura. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales - Instituto de la Mujer García Colmenares, C. (coord.) (2000). Monografía: Identidad, Género y Educación. En: Tabanque Revista Pedagógica. E.U. de Educación de Palencia, nº 15. García Ramón, M. D.; Canoves, G.; Salamaña, I.; Valdovinos, N. y Villarino, M. (1995). Trabajo de la mujer, turismo rural y percepción del entorno. En: Agricultura y Sociedad, nº 75, pp. 115-152. Gergen, M. M. (2001). Feminist reconstructions in psychology: Narrative, gender and performance. Thousand Oaks: CA: Sage González Fernández, M. (2002). Sociología y Ruralidades: La construcción social del desarrollo rural en el Valle de Liébana. Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Harding, S. (1996). Ciencia y Feminismo. Madrid: Morata. Hervieu, B. (1997). Agricultura y desarrollo rural: la convergencia necesaria. En: LEADER II Magazine, nº 15, pp. 6-13. Instituto de la Mujer - Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2004). III congreso Mundial de Mujeres Rurales. Madrid. P.328.

42 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Instituto de la Mujer (1995). Carta para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres en el Ámbito Rural – Las mujeres protagonistas en el desarrollo rural 1994-1995. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales – Instituto de la Mujer. Lagarde, M. (1996), Género y Feminismo: Desarrollo humano y democracia. Madrid: Ed. Horas y horas. León, Magdalena, (2001). «El empoderamiento de las mujeres: encuentros del primer y tercer mundos en los estudios de género». En La Ventana, Revista de estudios de género, núm. 13, pp. 94-116. Martínez, J.M. et al. (2000). Situación de cambio en el mundo rural. Un estudio de aspectos psicosociales desde la investigación-acción participativa, en psicología social comunitaria. En: Fernández, J.; Herrero, J. y Bravo, A. (Eds.). Intervención psicosocial y comunitaria: La promoción de la salud y la calidad de vida, pp. 215-222. Oviedo: Biblioteca Nueva. McWhirter, Ellen Hawley (1991). ‘Empowerment in Counseling’. Journal of Counseling and Development, vol 69, p. 224. Nicolson, Paula (1997). Poder, género y organizaciones. Madrid: Narcea. Puleo, A.H. (2011). Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid. Ediciones Cátedra. Ramos, E. (coord.), (1999). El desarrollo rural en la Agenda 2000. Madrid, MAPA. Rudman, L.A. y Glick, P. (2008). The social psychology of gender: How gender and intimacy shape gender relations. New York: The Gilford Press. Sampedro, R. (1996). Género y Ruralidad. Las mujeres ante el reto de la desagrarización. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales - Instituto de la Mujer. Sampedro, R. y Camarero, L. (2007). Mujeres Empresarias en la España Rural: El sujeto pendiente del desarrollo. Revista Internacional de Sociología (Ris), vol. LXV, nº 48, septiembre-diciembre, pp. 121-146. Sau, V. (1993). Ser Mujer: el fin de una imagen tradicional. Barcelona, Icaria. Sau, V. (1996). Construcción de la Identidad Personal y la Influencia del Género. En: La coeducación ¿transversal de transversales?, pp. 11-20. Vitoria: Emakunde, Instituto Vasco de la Mujer. Solomon, B. B. (1976). Black Empowerment: Social Work in Oppressed Communities. New York: Columbia University Press Whatmore, S. (1991). Farming Women, Gender, Work and Family Enterprise. Londres: Mcmillan.

CAPÍTULO II EXPERIENCIAS DE IGUALDAD Y EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LOS TERRITORIOS RURALES

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 47

5

Construcción de Referentes Femeninos en La Zona Media de Navarra: Participación Política y el Protagonismo del Asociacionismo de Mujeres Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra

Uno de los conceptos centrales de la IV Conferencia Mundial de las Mujeres de Pekín, en 1995, es el empoderamiento de las mujeres, una traducción del término inglés ‘empowerment’ y cuya necesidad ha sido difundida con éxito por los movimientos feministas, pasando a formar parte de la agenda política de las mujeres. La desautorización histórica de las mujeres, la dificultad de sentirse capaces de hacer cosas, la falta de reconocimiento y valoración, propias de la cultura patriarcal, son el marco que hacen preciso hablar de este término. Empoderarse es, en palabras de la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, “el proceso a través del cual cada mujer se faculta, se habilita y se autoriza”1, “deja de ser objeto de la historia, la política y la cultura, deja de ser el objeto de los otros, y se convierte en sujeta de la propia vida, en protagonista de la historia, la política y la vida social”2. El empoderamiento tiene dos dimensiones: por un lado, el empoderamiento tiene que ser individual, de cada mujer, ya que es preciso tomar conciencia del poder

1. Lagarde y de los Ríos, M., Vías para el empoderamiento de las mujeres, Proyecto Equal I.O. Metal, Valencia, 2004, Pag. 5. 2. Ibidem Pag. 6.

que las mujeres tienen individual y colectivamente para lograr la recuperación de su dignidad como personas. Por otro lado, el empoderamiento tiene una dimensión social, es decir, es preciso que las mujeres estén presentes en los lugares donde se toman las decisiones, que ejerciten su poder político. Contribuir al proceso de empoderamiento de las mujeres tiene que ser un objetivo transversal a cualquier proyecto o actuación. Empoderada, a través de la acción pública, cada mujer puede incidir en la sociedad y transformar modos de vida y de cultura. Por ello, la participación pública de las mujeres y el empoderamiento de sus organizaciones es fundamental. Como señala el ‘Diagnóstico sobre la situación y posición de mujeres y hombres en la Zona Media’, realizado en 2005, la comarca es un territorio cargado de historia, tal y como lo atestiguan los innumerables vestigios arqueológicos hallados, los entramados urbanos, la riqueza de su patrimonio histórico así como las tradiciones y costumbres populares. Bucear entre todas estas fuentes (documentales, arqueológicas, iconográficas, etc.) para rescatar brevemente la presencia de las mujeres en el devenir histórico de la comarca es una difícil tarea ya que, como en tantas ocasiones, su presencia ha sido omitida en el relato de la historia de la Zona Media. De hecho, este vacío de protagonismo femenino lleva a una reflexión acerca del actual relato histórico y de las tradicionales líneas historiográficas, así como de las tradiciones culturales herencia del mismo. Por lo tanto, surge la obligación, ya no sólo de denunciar esta ausencia de las mujeres en el relato de la Historia y las historias, sino también de reivindicar la recuperación de la colectividad femenina en el pasado histórico y cultural de la Zona Media. Ese diagnóstico manifiesta que la falta de referentes y genealogías de mujeres en la Zona Media es un hecho en el que es necesario incidir. Un rápido paseo por la historia de la comarca constata la invisibilización de las mujeres en todas las manifestaciones artísticas, en las leyendas, en los mitos, etc. Las escasas alusiones que hace la historia a las mujeres son a través de mujeres dependientes, esposas de reyes, religiosas o vírgenes que dan nombres a calles o iglesias. Ante esta situación, desde el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media, en su apuesta por un modelo de desarrollo comarcal igualitario, se ha visto la necesidad de recoger y valorizar a las mujeres que aparecen en la historia de la vida cotidiana del medio rural: las matronas que dejaron su nombre a calles, las hilanderas, las vendimiadoras, las mujeres víctimas de la violencia de género en la guerra civil de 1936, las artistas, las pensadoras, etc. Así pues, el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media dentro del Proyecto de Cooperación Interterritorial Avanza “Mujeres rurales: alternativas de empleo y acceso a la dirección” enmarcado en la Iniciativa Comunitaria Leader Plus, ha promovido una de las líneas de trabajo que se ha realizado con las asociaciones de mujeres de la comarca basada en la necesidad de visibilizar a las mujeres en el medio rural, de animar a su participación, de dar a conocer modelos y referentes de mujeres que en su día rompieron, de alguna manera, con el modelo social imperante en la época o en el momento en que han vivido cada una de ellas, porque las mujeres son y han sido parte fundamental de la vida de los municipios rurales.

48 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

SITUACIÓN DE PARTIDA: LAS MUJERES EN EL ESPACIO PÚBLICO DE LA ZONA MEDIA En este apartado se pretende analizar y visibilizar la participación social de las mujeres, a través de su participación política y del protagonismo del asociacionismo de mujeres. En este contexto se ha diseñado este capítulo, cuyo objetivo es analizar y visibilizar la participación social de las mujeres, a través de la participación política y de su presencia en el asociacionismo de mujeres. Para realizar este apartado se han analizado, por un lado, los grupos de educación participativa realizados al personal político y a las asociaciones de mujeres, además de los cuestionarios que cumplimentaron todas las asociaciones de mujeres de la zona y las entidades locales.

LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES En la última década estamos asistiendo en la Zona Media al proceso de mayor acceso y participación de las mujeres en la vida pública y política de la historia. El acceso a la educación y al empleo, la participación en organizaciones, la acción comunitaria, además de cambios legislativos importantes y medidas de acción positiva, como la democracia paritaria y el sistema de cuotas, están contribuyendo a que de forma lenta, las mujeres estén presentes en los lugares donde se toman las decisiones. No obstante, esta participación todavía se sigue realizando en un marco político patriarcal, que organiza poderes, relaciones y estructuras de forma androcéntrica. Tras las elecciones municipales de mayo de 2007, en la Zona Media hay ocho mujeres alcaldesas, que representan al 22% del total de alcaldías de la zona. Además, hay setenta y una mujeres concejalas, que representan un 27% del total de cargos municipales electos en la Zona Media. En cuanto a la composición de los ayuntamientos por sexo, las mujeres están representadas en menor medida que los hombres, tanto en alcaldías, como en concejalías. Hay que tener en cuenta que las mujeres accedieron al derecho al voto después de la II Guerra Mundial y en el caso de España, tras la breve experiencia de derecho al voto de las mujeres reconocido por la constitución republicana de 1931, no tuvieron derecho a votar hasta 1977, por lo tanto estamos hablando de 30 años de participación de las mujeres en la vida política. Como señala la filósofa Amelia Valcárcel, “la verdadera innovación en materia de igualdad de los últimos treinta años es hablar de igualdad”3. Atendiendo a la proporción de mujeres y hombres que ocupan las alcaldías en los Ayuntamientos de la Zona Media, resulta que el 78% corresponde a los hombres,

3. Extracto de una ponencia impartida por Amelia Valcarcel en el marco del II Seminario Equal de Igualdad de Oportunidades, organizadas en Salamanca, en 2004, por la Unidad Administradora del Fondo Social Europeo.

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 49

cifra muy superior a la de mujeres, que se sitúa en el 22%. Si bien existe igualdad formal para participar y acceder al espacio político, en la realidad existen importantes frenos estructurales y personales para que las mujeres participen en política como ciudadanas de pleno derecho. Como se ha mencionado antes, de los treinta y siete municipios de la Zona Media, en la legislatura actual 2007 – 2011, ocho tienen al frente a una mujer en la alcaldía. En relación con este dato, resulta relevante destacar que en cuatro de las localidades de mayor población de la Zona Media, Caparroso, Larraga, Olite y Tafalla, la alcaldía está ocupada por una mujer, y entre ellas, en Olite la actual alcaldesa repite legislatura, habiendo ocupado la alcaldía en las dos legislaturas anteriores. Según este dato, en la actualidad 20.661 personas de la Zona Media, 10.219 mujeres y 10.442 hombres, viven en municipios que tienen a su frente una mujer alcaldesa, lo que representa el 53% de la población total de la comarca. Si se desciende en el análisis de la participación de las mujeres en la vida política, se constata que existe una segregación de mujeres y de hombres en función del área de responsabilidad de la concejalía que ocupan. Así, se observa cómo la presencia de las mujeres es mayor en áreas como mujer, bienestar social, cultura o educación. Al contrario, al frente de concejalías como agricultura, industria, urbanismo y deporte la presencia de mujeres es minoritaria. Dentro de la jerarquía de poder y decisión de las entidades locales, las mujeres ocupan aquellas concejalías que tienen que ver con su rol de género y, en la actual organización de los Ayuntamientos, las de menos prestigio y presupuesto. En cuanto a la edad de las personas que en las entidades locales ocupan alcaldías o concejalías, del total de mujeres, el tan solo el 1% es menor de 24 años, el 58% están en edades comprendidas entre los 25 y 39 años, el 41% entre los 40 y 65 años y ninguna tiene más de 65 años. Para el caso de los hombres, el 4% es menor de 24 años, el 37% están en edades comprendidas entre los 25 y 39 años, el 58% entre los 40 y 65 años y el 1% tiene más de 65 años. Atendiendo al nivel formativo, del total de mujeres en la política municipal de los municipios de la Zona Media, el 24% tienen estudios primarios, el 36% de formación profesional y el 40% estudios universitarios. Del total de hombres en los ayuntamientos de la zona, el 37% tienen estudios primarios, el 42% estudios de formación profesional, y el 21% estudios universitarios. Los datos anteriores reflejan que las mujeres que participan en la vida política poseen mayor formación académica en general que los hombres. En cuanto al sexo de quienes ostentan la presidencia política de los diferentes entes supramunicipales que agrupan a los municipios objeto de análisis, de las once entidades analizadas, seis están presididas por mujeres y cinco por hombres. De las cinco mancomunidades o agrupaciones de servicios sociales existentes en la Zona Media, cuatro están presididas por mujeres. Por el contrario, de las cuatro mancomunidades de aguas y/o residuos que reúnen a los municipios de la zona sólo una está presidida por una mujer. El Consorcio de Desarrollo de la Zona Media está presidido por una mujer. Dentro de esta misma entidad, en la asamblea general, lugar donde se informa y consensúan las decisiones que afectan a la entidad y en la que

50 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

participa una persona política en representación de cada uno de los treinta y siete Ayuntamientos que lo componen, el 37% son mujeres y el 63% hombres. A la vista de todo lo anterior, podemos señalar que la participación de las mujeres en la vida política es fundamental para que los intereses de las mujeres estén presentes en los lugares donde se toman las decisiones. La falta de empoderamiento personal, el techo de cristal y el androcentrismo dificultan un proceso en el que se vislumbran cambios. Así, pese a la menor representación de las mujeres en la vida política en comparación con los hombres, el año 2007 es el momento histórico en la Zona Media donde las mujeres ocupan más puestos en la política municipal y comarcal: ocho alcaldesas, con presencia en los cuatro municipios de mayor número de habitantes, setenta y una concejalas y seis presidentas de entidades supramunicipales. La formación de estas mujeres es superior a la de los varones que ocupan puestos de representatividad en la política municipal. Este dato corrobora cómo, por lo general, se exige más a las mujeres en política que a los hombres, sus decisiones y actuaciones se miran con lupa y ellas mismas se consideran equivocadamente menos preparadas ya que es un espacio para el que no han sido socializadas. Además, las mujeres ocupan los puestos en política de menos prestigio, presupuesto y poder, y resulta que las concejalías y áreas de industria, urbanismo o agricultura las ostentan mayoritariamente hombres, mientras que aquellas que tienen que ver con la cultura, educación, los cuidados para la vida y la igualdad de oportunidades, las ocupan en mayor proporción mujeres.

LA PARTICIPACIÓN SOCIAL DE LAS MUJERES: LAS ASOCIACIONES DE MUJERES DE LA ZONA MEDIA Una plataforma de participación importante para las mujeres que viven en la comarca son las asociaciones de mujeres. En ellas se reflejan las inquietudes, expectativas y experiencias de muchas mujeres, sobre todo de las mujeres mayores de cuarenta años. Como antes se ha introducido, empoderada, en palabras de Marcela Lagarde, “cada mujer es la primera satisfactora de sus necesidades y defensora de sus intereses, y la principal promotora de su sentido de la vida, de su desarrollo y enriquecimiento vital, de sus libertades y de su placer 4”. Empoderada, cada mujer puede contribuir al empoderamiento de su asociación. Las asociaciones se empoderan por la acción de sus integrantes y darles poder y credibilidad a las asociaciones de mujeres, como parte importante del desarrollo rural sostenible con enfoque de género, es un objetivo en el que hay que trabajar. Desde esta perspectiva, el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media ha impulsado, en la línea de cooperación interterritorial de la Iniciativa Comunitaria Leader Plus, el proyecto Avanza. A través de este proyecto y con

4. Lagarde y De los Ríos, M., Claves Feministas para la autoestima de las mujeres, Madrid, Horas y Horas, 2000.

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 51

enfoque de género, se ha trabajado con las asociaciones de la comarca, dinamizándolas y buscando el intercambio y la motivación entre ellas. A medio plazo, y a través del trabajo con las asociaciones, se espera que estén en condiciones para constituir una asociación o federación de asociaciones para la igualdad en la Zona Media. En la actualidad, en la comarca objeto de estudio, hay veinticuatro asociaciones de mujeres funcionando, todas ellas compuestas por mujeres y la mayoría constituidas como tales a partir de la década de los años 90 del siglo pasado, coincidiendo con el trabajo realizado por el Programa Futura, promovido por el Instituto Navarro de la Mujer. El número de personas asociadas varía, así como la implicación de las asociadas en el diseño y asistencia a las actividades programadas, según información recogida en los grupos de educación participativa organizados para la realización del diagnóstico de la comarca. Todas ellas son diversas y se integran en la red de asociaciones de mujeres del medio rural. Aunque no todas las asociaciones viven el mismo momento ni poseen los mismos problemas, entre ellos podemos destacar falta de relevo generacional, y es que muchas de estas asociaciones sienten que las más jóvenes no participan en la asociación. En general, las expectativas y las realidades de las mujeres más jóvenes son otras y en las asociaciones de mujeres de la comarca la variable edad es un elemento que las identifica. Relacionado con el anterior, otro problema que encuentran es la falta de relevo en las juntas directivas y la falta de participación, todas las asociaciones de mujeres pasan por momentos de mayor y menor actividad, viven diferentes procesos internos, y el descenso de la participación es uno de ellos. Otros obstáculos que encuentran son la falta de información para empezar a funcionar, señalan no saber qué actividades hacer, ni tampoco cómo presentarlas a subvenciones y los trámites para solicitar subvenciones, burocracia. Paradójicamente, todas las asociaciones tienen asesoramiento público disponible para realizar cualquier trámite (ayuntamientos, Consorcio Desarrollo Zona Media, Instituto Navarro para la Igualdad). Los motivos que las mujeres asociadas señalan como fundamentales para continuar con la asociación de mujeres de su municipio son, en palabras de las propias asociaciones, la respuesta que obtienen de las asociadas y el reconocimiento general del pueblo a su labor, y porque trabajar en la asociación contribuye a su bienestar y al bienestar de otras mujeres. Este bienestar está directamente relacionado con la facultad de autorizarse, de habilitarse, de satisfacerse y, por tanto, no es ajeno al proceso de empoderamiento de las mujeres. A modo de conclusión, podemos señalar que en lo relativo a la participación social a través de las asociaciones de mujeres, en la actualidad hay 24 asociaciones en activo que agrupan a más de 3.500 mujeres mayores de 40 años. Estas asociaciones están viviendo procesos diferentes pero el asociacionismo de mujeres, tan denostado e infravalorado por las actividades que realizan, es fundamental para dinamizar el medio rural y como parte del proceso de empoderamiento de las mujeres y de su participación en otras esferas de la vida pública.

52 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

CONSTRUCCIÓN DE REFERENTES FEMENINOS EN LA ZONA MEDIA El Consorcio de Desarrollo de la Zona Media dentro del Proyecto de Cooperación Interterritorial Avanza “Mujeres rurales: alternativas de empleo y acceso a la dirección” enmarcado en la Iniciativa Comunitaria Leader Plus. Como es sabido, las mujeres hemos permanecido invisibles en la historia de muchos de nuestros municipios, a pesar de haber contribuido a su desarrollo en todas las áreas (cultura, cuidados de la vida, deporte, política, economía, participación social, etc.). En un estudio hecho desde el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media, hemos podido comprobar cómo las referencias históricas a las mujeres en la comarca son siempre escasas y a través de reinas, santas, religiosas o mujeres reconocidas por sus labores asistenciales y de cuidado. Sin haber sido famosas, en todos nuestros pueblos hay muchas mujeres vivas que por diferentes causas son conocidas, pero que nunca han sido reconocidas. Consideramos que es necesario y de justicia hacer visibles a estas mujeres de nuestra comarca, crear referentes entre nosotras. En el año 2005 se centró en la visibilización de las mujeres en la actividad económica y empresarial de la Zona Media. De este trabajo se rescató la vida de once mujeres a las que se reconoció en una jornada en la que también se abordaron las nuevas identidades de las mujeres en el medio rural y los retos del asociacionismo de mujeres. Del trabajo desarrollado durante el año 2006 con las asociaciones de mujeres, se rescató la vida de un centenar de mujeres a las que se reconoció por su contribución al mundo de la cultura y las artes en la Zona Media. El acto de reconocimiento tuvo lugar en una jornada en la que hizo mención especial a 18 mujeres maestras e investigadoras, pintoras, escritoras, actrices y religiosas. En julio de 2007 se presentó la obra ‘Mujeres en la Cultura de la Zona Media’, libro en el que se recoge este proceso.

RECONOCIMIENTO ‘MUJERES HACIENDO LA HISTORIA DE LAS MUJERES’ El sábado día 17 de diciembre de 2005, se celebró en la localidad de Miranda de Arga una jornada en la que se reconoció a once mujeres de la Zona Media por su trayectoria empresarial y su experiencia de vida. La organización de este acto corrió a cargo del Grupo de Acción Local de la Zona Media de Navarra y a él asistieron la directora del Instituto Navarro de la Mujer, Teresa Aranaz, y la directora de Acción Exterior de Gobierno de Navarra, Ana Lizarraga. El reconocimiento surgió de las propias asociaciones de mujeres de la Zona Media que han participado en esta iniciativa y que fueron la Asociación Andión de Mendigorría, La Rentería de Tafalla, Las Torres de Miranda de Arga, La Muralla de Artajona, Santa Ana de Pitillas, Santa María La Real de Olite, Laguna de Berbinzana y Zugar de Muruzábal.

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 53

Durante varios meses a lo largo del año 2005, el Grupo de Acción Local de la Zona Media trabajó, en el marco del proyecto Avanza, con las asociaciones de mujeres para que intercambiaran experiencias, conocimientos, situaciones y objetivos. Para ello, se reunieron durante el año 2005 en los municipios de Larraga, Pitillas y Muruzábal, además de viajar a Murcia para conocer cómo trabajan otras asociaciones de mujeres de diferentes puntos de la geografía estatal. Una de las líneas de trabajo que se siguió con las asociaciones de mujeres fue la necesidad de visibilizar a las mujeres en el medio rural, de animar a su participación, de dar a conocer modelos y referentes de mujeres que hayan roto, de diferentes formas, con el modelo social imperante en la época o el momento en la que han vivido cada una. De este trabajo, se rescataron las vidas de las once mujeres a las que se reconoció en esta jornada en la que también se abordaron las nuevas identidades de las mujeres en el medio rural, a cargo de Fátima Cruz, técnica de igualdad del Proyecto Avanza, los retos del asociacionismo de mujeres, con Pilar Bobes, presidenta del Colectivo Alaiz y los objetivos y forma de trabajo que se están desarrollando en el proyecto Avanza, con Sara Ibarrola, técnica de igualdad del Consorcio de Desarrollo de la Zona Media.

MUJERES HACIENDO HISTORIA DE LAS MUJERES Jerusalén Usar (Artajona, 1948) Artajona. Empresaria de una tienda de electrodomésticos. Lleva trabajando desde los 13 años. Carmen Bazán (Guirguillano, 1938) Artajona. Empresaria de turrones, pastas y dulces El Cerco. Encarna y Vitoria Flamarique (1929 y 1930, Tafalla) Tafalla. Joteras del dúo Hermanas Flamarique. Izaskun Lizaso (Asteasu, Guipúzcoa) Tafalla. Propietaria del Tanatorio Ciprés. Mª Ángeles Estensoro (Olaberria, Guipúzcoa, 1938) Olite. Presidenta de la Asociación de Viudas de Navarra y Presidenta del Consejo de Mayores de Navarra. Milagros Escalera (Olite, 1927) Olite. Empresaria. Monta y dirige desde los 24 años el Restaurante Zanito. Benita Baztán (Miranda de Arga, 1931) Miranda de Arga. Propietaria de la churrería de Miranda de Arga desde hace 35 años. Ramona Bermejo (Lerín, 1917) Miranda de Arga. De etnia gitana. Referente en la integración de la etnia gitana en el municipio. Marta Lizarbe (Berbinzana, 1975) Berbinzana. Directora y creadora del coro de Berbinzana desde que tenía 19 años. Ana Beriain (Mendigorría) Propietaria del Cámping de Mendigorría. Presidenta de la Asociación de Hostelería de Navarra, Presidenta de la Federación de Camping de Navarra, Vicepresidenta Asociación Camping de España.

54 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

RECONOCIMIENTO ‘MUJERES EN LA CULTURA DE LA ZONA MEDIA DE NAVARRA’ El acto de reconocimiento Mujeres en la cultura de la Zona Media fue organizado por el Grupo de Acción Local de la Zona Media dentro del Proyecto Avanza: Mujeres rurales, alternativas de empleo y acceso a la dirección, y tuvo lugar el 16 de diciembre de 2006 en la Casa de Cultura de Tafalla. Un total de dieciocho mujeres del ámbito de la cultura de la Zona Media fueron homenajeadas, y además se nombró a más de cien mujeres por su contribución a la cultura del territorio en la enseñanza, investigación, artes plásticas, artes escénicas, música, literatura y desde la religión, ya que, para esas mujeres, para las monjas, la religión fue el ámbito a través del cual pudieron expresarse artísticamente o acceder al conocimiento. Las mujeres homenajeadas destacan por diferentes motivos: por su trayectoria profesional; por haber roto con los roles esperados socialmente paras las mujeres; algunas de ellas destacan porque, pese a su corta edad, han sido claves en aspectos de la cultura; y la mayoría de ellas merecen el reconocimiento porque con sus conocimientos y formas de expresión artísticas han contribuido al desarrollo y avance del territorio. La organización de este importante evento, que supuso visibilizar y recoger la biografía no escrita de muchas mujeres, se fue madurando a lo largo de varios meses de preparación. Así los días 8, 15 y 22 de noviembre de 2006 se celebró en Berbinzana un taller preparatorio de esta jornada. En este taller participaron veintiséis mujeres pertenecientes a las asociaciones de mujeres La Muralla de Artajona, Laguna de Berbinzana, La Rentería de Tafalla, Las Torres de Miranda de Arga, Santa Ana de Pitillas y Santa María la Real de Olite. En esas tres sesiones, guiadas por la poeta y escritora tafallesa Marina Aoiz Monreal, se trabajó la importancia de visibilizar a las mujeres de nuestra comarca que han destacado en las artes y en la cultura para crear referentes femeninos cercanos. Las reconocidas fueron elegidas entre más de un centenar de candidatas que han destacado por su trayectoria profesional, por ser pioneras en sus respectivos ámbitos y especialidades artísticas y culturales y haber roto con los roles socialmente esperados de ellas por el hecho de ser mujeres, contribuyendo de este modo al progreso colectivo y a la igualdad entre mujeres y hombres. El desplazamiento de las mujeres hasta Berbinzana fue costeado por el Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra. Además en este trabajo han participado otras asociaciones de mujeres de la Zona Media como Andión de Mendigorría y Santa Catalina de Beire, todos los ayuntamientos de la comarca, personas clave de los municipios y el propio Grupo de Acción Local de la Zona Media. En el acto de homenaje participaron representantes de todas estas entidades. El acto estuvo dinamizado por Marina Aoiz. A las dieciocho mujeres reconocidas se les entregó una pieza de cerámica realizada por la diseñadora local Consuelo Ochoa. En el primer semestre de 2007 se ha elaborado y editado la publicación que recoge las biografías de las dieciocho mujeres reconocidas en la jornada del 16 de diciem-

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 55

bre de 2006, así como una breve reseña del resto de mujeres de la Zona Media que han contribuido a la cultura del territorio, bien desde la enseñanza, la investigación, las artes plásticas, las artes escénicas, la música, la literatura, e incluso desde la religión. Esta publicación es el resultado del trabajo realizado en Zona Media durante el año 2006 con las asociaciones de mujeres de los municipios pertenecientes a este Grupo y ha sido elaborada por la escritora tafallesa Marina Aoiz y editada y publicada por el Grupo de Acción Local de la Zona Media de Navarra. El jueves 2 de agosto de 2007 el Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra presentó esta publicación en la Casa de Cultura de Olite. En esta presentación participaron 35 personas representantes del personal político de la comarca, de las asociaciones de mujeres participantes en esta actuación y de los medios de comunicación locales.

MUJERES EN LA CULTURA DE LA ZONA MEDIA DE NAVARRA ENSEÑANZA/INVESTIGACIÓN Esther Leza (Docente. Ujué) Mª Amor Beguiristain (Historiadora. Obanos)

Esther Pagola (Docente. Medalla Oro al Mérito en el Trabajo por el Consejo de Ministros. Mendigorría)

MÚSICA Cristina Bergasa (Música y directora de coro. Olite)

Beatriz Jimeno (Directora de coro e intérprete. Artajona)

ARTES PLÁSTICAS Asun Requena (Pintora. Tafalla) Mary de Esteban (Pintora. Berbinzana) Elena Bezunartea (Pintora. Beire) Teresa Izu Pintora (Biurrun) Berta Balduz (Restauradora. Olite) ARTES ESCÉNICAS Marisol García (Actriz y directora de teatro. Tafalla)

Azucena Zabaleta (Actriz, guionista y directora de teatro. Miranda de Arga)

María José Goyache (Directora de teatro. Puente la Reina)

LITERATURA Mª Antonia Morales (Poeta e investigadora. Artajona)

Marina Aoiz (Narradora, poeta, investigadora y periodista. Tafalla)

RELIGIÓN Sor Mª Carmen Martínez de Azagra (Música. Pitillas)

Sor Mª de las Nieves Muruzábal (Educadora. San Martín de Unx)

Sor Julia Usoz Nuin (Música, organista, directora de coro. Añorbe)

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 57

6

rrollo y a la democracia aunque las políticas de desarrollo hegemónicas y la gran parte de las búsquedas democratizadoras realizadas por otros sujetos subalternos, no lo reconozcan...”

(...)“La protesta de las mujeres recorre el mundo hace más de siglo y medio. Desde que nuestras ancestras y nuestras contemporáneas se dieron cuenta de que su situación, la injusticia vital y la infelicidad que las embargaba no era natural, tenía causas históricas y era posible cambiar... El malestar de las mujeres está presente en la queja, la denuncia, la protesta y las acciones que, de manera individual casi silenciosa, o multitudinaria, discursiva y política, millones de mujeres realizan en todo el mundo. Y ha conducido a reconocer que las mujeres vivimos bajo una forma peculiar de opresión. Se trata de la opresión genérica que atraviesa nuestras vidas, de manera independiente de nuestra voluntad y de nuestra conciencia, y no la queremos. Hoy es posible probar y mostrar que la opresión de las mujeres es un hecho real, que afecta en grados y con magnitudes diferentes a todas las mujeres y a las sociedades. Que nos afecta aunque ni siquiera nos demos cuenta. Y afecta al desa-

Un malestar relacionado con los roles que se nos han asignado a las mujeres desde siempre por el mero hecho de serlo. Malestar asociado a jornadas interminables de trabajo dentro y fuera del hogar, a la escasa representación en los lugares de toma de decisiones, a la invisibilización de nuestro trabajo, nuestros sentimientos y nuestras necesidades, a la desvalorización de nuestros aportes económicos, afectivos, sociales a la comunidad, a la violación de nuestros cuerpos, espacios, pensamientos, al atropello de nuestras ilusiones y derechos y en definitiva a nuestra no existencia o existencia de segunda clase. En mi caso, e imagino que en el de casi la mayoría de las mujeres que pertenecemos a asociaciones, éstas nos ofrecen ese espacio de reflexión, de parada, de contraste en el que con dificultad, pero con ilusión nos ponemos frente a un espejo, que a veces son las otras, para examinarnos con detenimiento, para buscar esos porqués que se esconden detrás de nuestro malestar. A veces, muchas veces no nos gusta la imagen que nos devuelve el espejo y es entonces cuando debemos empezar a pensar en encontrar en el fondo del azogue ese rostro nuestro verdadero, en calma, que a mí, mujer valiosa, me define y representa. Los momentos de compartir, los momentos de conocer, de estudiar, de reflexionar, de salir a la calle a denunciar, a sensibilizar, se convierten en parte de una rutina que nos hace más mujeres, a la vez que más ciudadanas, más humanas. Y es entonces cuando la imagen que el espejo nos devuelve nos gusta mucho más. A esto llamamos empoderamiento. No es sencillo, como dije nada más empezar, encontrar ese espacio, ese rincón de Lilith2 en el que encontrar el sentido a nuestro ser mujer en el siglo XXI. Mujer libre y consciente, formada e informada, llena de experiencias y de límites, de luces y por qué no, también con sombras. Y esto se nos hace mucho más difícil en un contexto como es el medio rural castellano-leonés, despoblado, con una climatología dura, con no muchas oportunidades de trabajo y desarrollo personal, encorsetado en la costumbre y desgraciadamente en demasiadas ocasiones, en el letargo y la resignación. La idea de la asociación surge en la mente de algunas mujeres, técnicas y participantes en la Iniciativa Comunitaria NOW promovido por la Federación de Asociaciones para el Desarrollo Rural de la Montaña Palentina (ADEMPA) del año 1998 a 2000. A raíz de las acciones y reflexiones planteadas en las actividades de este programa, de los conocimientos adquiridos y de las ganas de trabajar para desafiar y luchar contra unas relaciones de género injustas, estas mujeres conciben la idea de que una asociación de mujeres en la montaña palentina puede ser un esla-

1. Marcela Lagarde, Antropóloga y feminista, ex diputada del parlamento mexicano. Catedrática en la Universidad Nacional Autónoma de México, lleva más de treinta años luchando por la causa de las mujeres.

2. Lilith, primera mujer de Adán. Ella se fue del paraíso pues no soportaba lo de ser inferior a Adán. El origen de la leyenda que presenta a Lilith como primera mujer de Adán se encuentra en una interpretación rabínica de Génesis 1, 27.

El rincón de Lilith: Buscando nuestro espacio en el mundo rural Paloma Jimena Medina

PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN DE MUJERES POR LA IGUALDAD-TEJIENDO CAMBIOS

En ocasiones, es difícil encontrar un huequecito en los quehaceres cotidianos para lo importante. Vamos corriendo de un lado para otro, tenemos mil cosas en la cabeza ¡y en el corazón! Y nos queda, muy pero que muy poquito tiempo para detenernos, mirar hacia adentro y pensar: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Cómo quiero vivirla? ¿Para qué quiero vivirla? En el caso de las mujeres, estas preguntas son incómodas y a veces responderlas nos enfrenta a un cierto malestar, como diría Marcela Lagarde1:

58 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

bón más en esa cadena que forman muchas otras organizaciones del entramado social regional, español y porqué no, mundial. Piensan que desde su lugar de vida y trabajo, desde su realidad concreta y diversa, pueden hacer un aporte a la transformación de la situación de subordinación que sufren las mujeres en la actualidad en todas las partes del mundo. Y en lo concreto, en lo local, en nuestra comarca, piensan, pensamos que merece la pena vivir en estos pueblos, que el letargo lo vamos a cambiar por imaginación, la resignación por la reivindicación y la “costumbre” por una mirada crítica y analógica de examinar la realidad para hacerla más agradable y esperanzadora. Son conscientes, desde el principio este grupo de mujeres, de que no quieren un mero espacio de expansión, desahogo y entretenimiento. Quieren más, queremos algo más. Y por eso desde los comienzos se intenta que la vida de la asociación discurra por dos vertientes principales: la reflexión y la reivindicación. Reivindicación desde lo más banal como es un espacio propio de reunión, cosa que aún no hemos conseguido… siempre estamos compartiendo con otras asociaciones de mujeres de la localidad: la de encajeras de bolillos, las amas de casa… Y siempre con la sensación de estar de “prestao”. Sin “espacio propio” como reivindicaba Virginia Wolf. Y no reivindicamos ese espacio porque nos importe compartir con otras, pues esto podría ayudar al conocimiento mutuo y al intercambio. Sino porque un grupo necesita expresarse también en lo físico: manifestar cómo es y cómo siente, sentirse a gusto en su espacio propio, tener en definitiva nuestro ‘rincón de Lilith’. Reivindicación también a nivel institucional local, regional y autonómico de unos recursos que nos ayuden a poner en práctica nuestras ideas e iniciativas y reivindicación de un espacio público visible, un reconocimiento en el imaginario colectivo de la población de la zona, para lo cual intentamos mantener un nivel de actividades equilibrado entre las propias para las asociadas y las que realizamos con otras mujeres y asociaciones y otros actores de la comunidad, en pos siempre de un desarrollo más humano, más sostenible y más equitativo desde el punto de vista de género de nuestra comarca. Nos duele la situación en que se vive en el medio rural y como ciudadanas conscientes del mismo (algunas por elección, otras por nacimiento) nos duele más aún la situación en que las mujeres vivimos en el medio rural. Podríamos decir que éstos son los aspectos prácticos que nos consumen muchas energías, pero la reivindicación principal que nos ocupa y preocupa es la de una vida digna, libre de violencia y en igualdad para todas las mujeres. Reivindicación que nos sitúa en la dinámica de reflexionar y compartir con otros colectivos, cómo imaginamos nosotras ese nuevo pacto social-sexual en el que mujeres y hombres salgamos beneficiadas y beneficiados. Pacto que Elena Simón3 llama “democracia vital” y que podríamos definir como:

3. http://www.ciudadanas.org/ELENASIMON/DOCUMENTOS/DEMOCRACIA_VITAL_O_%20 CIUDADANIA_DE_LAS_MUJERES.htm

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 59

(...) “Propuesta de compromiso ético para el progreso de una ciudadanía social que tenga en cuenta los aspectos concernientes a la sociedad relacional-familiar y a la sociedad cívico-ocupacional, o como lo decimos frecuentemente, al ámbito de lo público (justicia y contrato) y al ámbito de lo privado (cuidado y afectos)...” Pero para todos estos actos de reivindicación, necesitamos horas previas de formación y reflexión, que vamos propiciando a través de diversas actividades: unas con carácter temporal como el curso de Agentes de Igualdad de Oportunidades llevado a cabo en 2003 con la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid y otras con un carácter más sostenido en el tiempo como el taller de lectoras con obras principalmente de escritoras y los video fórums sobre problemática y relaciones de género, así como la preparación e investigación para los actos callejeros que organizamos en torno a fechas señaladas como el 8 de marzo, el 25 de noviembre o el 16 de octubre, día de las mujeres rurales. Tenemos otras actividades eventuales de formación, crecimiento y empoderamiento personal/ olectivo que realizamos una o dos veces al año. Junto al desarrollo de estas actividades, sentimos que nuestra presencia es necesaria en los ámbitos de desarrollo que tenemos más cerca. De ahí nuestra activa participación en la Junta Directiva del Grupo de Acción Local País Románico y en la Agrupación Comarcal de Desarrollo Montaña Palentina. Además de estos espacios de presencia permanente, acudimos a la llamada de otros agentes sociales cuando nos lo solicitan. En la actualidad, por ejemplo, tres socias están como referentes para la transversalización de la igualdad de género en dos escuelas públicas de educación primaria de Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga y en el Instituto público de educación secundaria de Aguilar de Campoo, pues consideramos urgente y necesario el trabajo en el ámbito educativo. Participamos también como jurado especializado (lo llevamos haciendo los tres últimos años) en el Festival de Cortometrajes de Aguilar de Campoo, para premiar el mejor corto dirigido por una mujer, como manera una vez más de reivindicar la presencia de mujeres en espacios tradicionalmente ocupados por hombres. Como experiencia más significativa de trabajo en red sobre género y desarrollo rural, podemos hablar del proyecto interterritorial AVANZA, auspiciado por la Iniciativa comunitaria LEADER +, en el que vamos a profundizar un poco a continuación. El Proyecto de Cooperación Interterritorial AVANZA “Mujeres Rurales, Alternativas de Empleo y Acceso a la Dirección” ha tenido como objetivo general unir las capacidades y esfuerzos de las personas participantes para mejorar la posición de las mujeres en cada territorio mediante la aplicación de medidas comunes que fomenten y faciliten el aprovechamiento por las mujeres de las oportunidades de desarrollo que existen en cada zona. En el proyecto han participado los territorios Leader+ de Vega del Segura y Nordeste de la Región de Murcia, País Románico de la comunidad Autónoma de Castilla y León y Cantabria, Zona Media de la Comunidad Foral de Navarra, Sierra Mágina de la Comunidad Autónoma de Andalucía y Puente Los Santos de la Comunidad Autónoma de Galicia y el Principado de Asturias.

60 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Como entidades cooperantes participaron: Asociación para el desarrollo Rural Integrado de los Municipios de la Vega del Segura; Asociación País Románico, Comunidad Autónoma de Castilla y León y Cantabria; Asociación para el Desarrollo Comarcal del Nordeste de la región de Murcia; Grupo de Acción Local de la Zona Media de Navarra; Asociación de Desarrollo Rural de Sierra Mágina, Andalucía; Asociación Puente Los Santos, Galicia y Asturias Y como asociaciones colaboradoras: Federación de Asociaciones de Mujeres de la Vega del Segura, Murcia; Asociación de Mujeres por el Desarrollo de Abanilla y Asociación de Mujeres “La Purísima” de Fortuna, Murcia; Asociación de Mujeres por la Igualdad de la Montaña Palentina, Castilla y León; Consorcio de Desarrollo de la Zona Media, Navarra; Asociación de Mujeres de Larraga, Navarra; Asociación La Rentería de Tafalla, Navarra; Asociación de Empresarias de Sierra Mágina, Jaén; Asociación de Mulleres Rurais “Porta Norte”, Lugo; Asociación de Mujeres “La Searila” Castropol; Asociación de Amas de Casa de Ribadeo, Lugo y Familias Separadas y Divorciadas, SOLIDARIDAD, Lugo. Las medidas comunes que se incluyeron en el proyecto estuvieron dirigidas a conseguir el objetivo anteriormente citado y con ellas se pretendió reducir los mayores obstáculos que encuentran las mujeres en el desarrollo de iniciativas empresariales en el mundo rural. La reducción de estos obstáculos llevó consigo una mayor participación de las mujeres en la Estrategia de Desarrollo Leader + de cada territorio, lo que redunda no sólo en el aumento del empleo femenino sino en la eficacia global de dicha estrategia. Con AVANZA pretendimos aumentar y dar a conocer las iniciativas empresariales promovidas por las mujeres en el marco del Leader+, aumentar la presencia de mujeres en los órganos de participación y gestión de las entidades asociativas de carácter económico y social, aumentar los servicios de asistencia a personas dependientes, aumentar el asociacionismo entre las mujeres y crear redes que refuercen el trabajo con perspectiva de género en los territorios rurales. Mejorar la posición de las mujeres significa para nosotras y nosotros acercarlas a las posibilidades de desarrollo, empoderarlas para que pueda participar de la vida asociativa del territorio, ocupando puestos de gestión y responsabilidad, animarlas a que inicien un proyecto laboral propio o compartido y, en definitiva, a que opten por quedarse a vivir en el medio rural. Para eso necesitan, además de su propio impulso, el reconocimiento de su valía y capacidades por parte del entramado social y empresarial de la zona en la que viven, el acceso a las medidas de apoyo económico y al asesoramiento que diferentes organismos puedan proporcionarles, pero sobre todo necesitan situarse en una posición de partida equiparable a la de los hombres. Así pues, el impulso a la igualdad de oportunidades se convierte en vehículo del proyecto a la vez que en un fin en sí mismo. Este impulso necesita de la participación de todas y todos: entidades públicas a nivel estatal, regional, autonómico y local, entidades privadas empresariales y/o promotoras del desarrollo, asociaciones de diversa índole del territorio, etc. Las mujeres están presentes en la vida de los pueblos, pero no siempre están visibles y se reconoce su aportación al desarrollo. Con este proyecto se pretendía visi-

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 61

bilizar los esfuerzos cotidianos de miles de mujeres que en todo el territorio del estado colaboran para que la vida en el medio rural sea más fácil. Desarrollan proyectos empresariales, trabajan dentro y fuera del hogar, se hacen cargo de las personas dependientes y además promueven la vida cultural ya asociativa de sus pueblos. Por último, conviene destacar otro de los objetivos fundamentales del proyecto: la cooperación interterritorial. El hecho de involucrar a grupos de acción local y asociaciones de mujeres de seis territorios nos ha proporcionado la oportunidad de compartir inquietudes y formas de entender el desarrollo rural, la oportunidad de compartir estrategias y buenas prácticas, de conocernos y en definitiva, unirnos para avanzar. Junto a nosotras, la Asociación de Mujeres por la Igualdad-Tejiendo cambios, participaron además en el AVANZA otras asociaciones de mujeres de nuestra comarca fronteriza entre Castilla y León y Cantabria con lo cual el proyecto también sirvió para que unas 11 asociaciones de mujeres, vecinas, pero casi desconocidas unas de otras, estrecháramos lazos de intercambio y conocimiento. Una de las actividades más significativas de las realizadas, el Marzo Mujer, se sigue celebrando aún después de la finalización del proyecto y lo hemos convertido en una especie de seña de identidad. Cada año, desde el inicio del proyecto en el 2006 y hasta el presente, organizamos un mes entero de actividades, encuentros, talleres, jornadas de reflexión, espectáculos… en torno a la celebración del 8 de marzo. Aprovechamos esas fechas para hacer un esfuerzo extra de sensibilización y reivindicación y aunque el resto del año casi hemos perdido el contacto unas asociaciones y otras (aunque nos invitamos de vez en cuando a actividades concretas de cada una) en ese momento, especialmente con el encuentro de asociaciones, retomamos las relaciones y nos informamos de la marcha de cada una. Poco a poco somos más mujeres en la asociación, con perfiles diversos, con caracteres distintos, con habilidades complementarias, pero todas con un interés común, que como Lilith sepamos decir no a las estructuras injustas del sistema sexo-género en el que hemos sido socializadas y sigamos tejiendo nudos de sororidad con las mujeres del mundo en pos de la igualdad.

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 63

7

Plan de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la Zona Media Consorcio de Desarrollo de la Zona Media de Navarra

JUSTIFICACIÓN El Consorcio de Desarrollo de la Zona Media (CDZM) es una entidad pública que nace en el año 1996 con la finalidad de impulsar el desarrollo integral de la comarca a través de la participación de todas y todos los agentes económicos y sociales. En la actualidad, agrupa a 36 municipios y diferentes organizaciones públicas y privadas. El territorio que abarca es un área pequeña y eminentemente rural. Se caracteriza por ser una comarca con escasa población joven y con un alto índice de envejecimiento. Es destacable también la masculinización de la zona, en la que se produce una migración selectiva de las mujeres hacia otros núcleos donde encuentran mayores oportunidades de desarrollo profesional. El CDZM ha hecho una apuesta muy importante por un modelo de desarrollo comarcal igualitario y sostenible, lo que significa partir de que las mujeres y los hombres son parte activa del desarrollo rural. Por tanto, a la hora de plantear cualquier actuación, habrá que tener en cuenta sus diferencias de situación y posición, los recursos a los que acceden, sus expectativas o las necesidades que manifiestan, sus oportunidades o la forma en la que participan en su entorno. El impacto del desarrollo y del cambio social en las mujeres, tal y como señalan muchas investigaciones, es diferente al de los hombres. Las relaciones de género son esenciales, ya que pueden condicionar las oportunidades que tienen las mujeres y los hombres e influyen en las limitaciones con que tropiezan sus aspiraciones en el contexto cultural, político, económico, social y ambiental del territorio.

En definitiva, este modelo promueve mejorar las condiciones de vida de hombres y mujeres a través del crecimiento económico con equidad social, del uso racional de los recursos naturales y de la protección del medio ambiente, en un marco democrático y de respeto de las necesidades de unas y otros. Desde este modelo de desarrollo, que sirve como marco teórico, político y metodológico, es posible establecer políticas y programas que transformen el modelo de sociedad patriarcal existente y dignifiquen y contribuyan al bienestar y la calidad de vida de mujeres y de hombres. Desde el año 2002, en la Zona Media se desarrollan diferentes actuaciones encaminadas a la consecución del principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Conscientes de que no existe una igual participación, representatividad y empoderamiento de mujeres y hombres en las esferas pública y privada, las personas que viven en el territorio han ido interiorizando la necesidad de poner en marcha una estrategia de desarrollo comarcal sostenible con enfoque de género. Este aspecto es innovador en el desarrollo rural, puesto que son escasas las referencias a nivel estatal de este modelo de trabajo. En este marco, los motivos que justifican la elaboración participativa y el carácter comarcal del I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media son los que se detallan a continuación: · Existe un diagnóstico comarcal realizado durante el año 2005 en el que se constata la necesidad de poner en marcha medidas que corrijan las diferencias de situación y posición entre mujeres y hombres en las esferas pública, privada y doméstica. · El Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres de la Comunidad Foral de Navarra, en su fase de prediagnóstico y presentación del proceso, señala la diversidad que se da en el medio rural y la necesidad de fijar a las mujeres en los territorios como garantía de su viabilidad, calidad y desarrollo a través de su empoderamiento social y económico. En la Zona Media, a excepción del municipio de Tafalla, la población no supera los tres mil habitantes, incluso hay municipios que tienen menos de trescientas personas censadas. Además, se da un envejecimiento progresivo de la población, un éxodo de las personas mejor formadas, sobre todo las mujeres, a los núcleos urbanos, y las entidades no disponen de recursos propios para trabajar en pro de la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. Como potencialidades, existe una fuerte identidad de la ciudadanía con el territorio y la comarca, las entidades locales han iniciado un proceso de trabajo en materia de igualdad y están de acuerdo en realizar acciones coordinadas, así como en aunar recursos y necesidades y en mejorar la calidad de vida y el bienestar de las mujeres y hombres que viven en sus municipios. · El Consorcio de Desarrollo de la Zona Media es un organismo público donde están representados todos los ayuntamientos, cuenta con recursos para poner en marcha el proyecto y, a través de diferentes actuaciones, ha generado las condiciones para que se pueda iniciar el trabajo de elaboración de un plan de igualdad de oportunidades comarcal, rural, participativo y realizado a través del aprovechamiento de los recursos existentes en el territorio.

64 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

OBJETIVOS

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 65

OBJETIVOS GENERALES

PROCESO PARTICIPATIVO DE SENSIBILIZACIÓN E IMPLICACIÓN PARA LA ELABORACIÓN DEL PLAN DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES

· Elaborar un Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de carácter comarcal, que implique a todos los municipios que integran la Zona Media de Navarra y que establezca el programa de trabajo en materia de igualdad para el periodo 2007-2010. · Dar continuidad y consolidar un proceso de trabajo en materia de Género e Igualdad de Oportunidades que el territorio inició en el año 2002. · Avanzar en la estrategia de desarrollo comarcal igualitario y sostenible. · Mejorar la calidad de vida y el bienestar de las mujeres y los hombres que viven en la Zona Media.

La definición y puesta en marcha de una estrategia de desarrollo comarcal igualitario no es un hecho puntual y sí un proceso de trabajo que el Consorcio, con la participación de todas las entidades locales que lo integran, inicia en el año 2002. El Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media tiene sentido y se ubica en este proceso, ya que son muchas las actuaciones y proyectos que le han precedido y sin los cuales no se estaría en las condiciones necesarias para su elaboración y aplicación. Dichos proyectos y actuaciones han sido el marco para poder avanzar en la igualdad de género de forma coordinada y participativa, como parte del desarrollo integral de la Zona Media, aunando conocimientos y recursos.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS · Conseguir la implicación y el trabajo de todos los municipios que integran la Zona Media de Navarra en materia de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres. · Avanzar en la integración de la perspectiva de género en la elaboración, ejecución y seguimiento de todas las políticas y actuaciones llevadas a cabo en las entidades locales que forman parte del territorio. · Aunar esfuerzos y recursos y coordinar las actuaciones en materia de igualdad en el territorio. · Impulsar el papel de las mujeres en todos los procesos de toma de decisiones. · Desarrollar acciones positivas en distintas áreas y en todas las entidades locales, según sus necesidades y características. · Promover la participación de las mujeres en la vida social, económica, política y cultural del territorio e incrementar la sensibilidad social y la modificación de las actitudes respecto a la situación de las mujeres.

CONOCIMIENTO DE NUESTRO TERRITORIO Y SUS POSIBILIDADES EN MATERIA DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Con el objetivo de conocer los desequilibrios existentes entre mujeres y hombres en los ámbitos público, privado y doméstico, en el año 2005 se elaboró un diagnóstico sobre la situación y posición de mujeres y hombres en la Zona Media. Un estudio que analizaba, desde una perspectiva de género, diferentes áreas como población, educación, trabajo y empleo, empoderamiento y participación política y social, cuidados para la vida e historia y cultura. Este diagnóstico es una muestra de la necesidad de hacer acciones coordinadas y efectivas y de aunar recursos en el medio rural. Además, es el primer diagnóstico participativo que, desde el modelo de desarrollo rural sostenible con enfoque de género, se realiza en Navarra. Para su elaboración se contó con la participación de 120 personas de la comarca, gracias a la cual se recogió e integró, a partir del trabajo y la formación en grupos, los intereses, expectativas, potencialidades, saberes y necesidades de las mujeres y los hombres que viven en la zona. El hecho de plantear un diagnóstico participativo tiene que ver con el modelo de desarrollo igualitario en el que se quiere avanzar y, para ello, se realizaron talleres de educación participativa dirigidos al personal político, personal técnico y asociaciones de mujeres que permitieron, por un lado, sensibilizar, dar pautas de reflexión y dinamizar el compromiso municipal y técnico hacia la igualdad en todos los ámbitos de la vida, y por otro lado, recoger y trasladar al diagnóstico las necesidades y expectativas de la ciudadanía. En el estudio realizado se presentaba una serie de conclusiones por cada una de las áreas objeto de estudio y se constataba, asimismo, la existencia de una realidad desigual para mujeres y para hombres de un sistema social que condiciona sus oportunidades y recursos, su estatus y sus relaciones de poder, sus expectativas, su sentido y su lugar en la vida. Todo ello exige generar herramientas de trabajo que reconozcan y palien los desequilibrios de mujeres y de hombres en las esferas pública, privada y doméstica. En este sentido, desde el comienzo del diagnóstico,

66 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

se proponía el diseño, elaboración y puesta en marcha de un plan de igualdad de oportunidades comarcal para la Zona Media, en el que se tuviera en cuenta el resultado del mismo y se articularan los objetivos, medidas y actuaciones necesarias para corregir las situación de desigualdad en la que se encuentran las mujeres de la comarca, así como para avanzar hacia un modelo de desarrollo comarcal en el que las condiciones de vida sean mejores para el conjunto de la ciudadanía, mujeres y hombres. Este diagnóstico sería, pues, el punto de partida para la elaboración del I Plan de Igualdad de Oportunidades de la Zona Media, entendiendo que dicho plan establecería las pautas que deben inspirar las actuaciones políticas y técnicas de los ayuntamientos de la comarca en aras de conseguir una sociedad más justa y con mejores condiciones de vida para toda la población de la comarca.

PROGRAMA DE FORMACIÓN Y SENSIBILIZACIÓN EN IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EN LA ZONA MEDIA. El I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Comunidad Foral, en su fase de presentación y prediagnóstico del Área 6 dedicada a las Mujeres en el Ámbito Rural, destaca la diversidad del medio rural en Navarra y la doble discriminación que sufren las mujeres en estos territorios. Además, señala cómo el camino hacia la consecución de la igualdad de oportunidades es más lento en el medio rural que en el urbano. Coincidiendo con este análisis y su perspectiva, el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media (CDZM), desde el año 2004, ha puesto en marcha un Programa de Formación y Sensibilización en Igualdad de Oportunidades de carácter complementario y anual, dirigido al personal político, técnico y a las y los diferentes agentes sociales que viven en la Zona Media con el fin de sentar las bases para poder trabajar de forma coordinada, profesional y efectiva por un modelo de desarrollo comarcal igualitario. El recorrido hacia la igualdad en el medio rural es largo y tiene que ser continuado en el tiempo. No parece positivo ni adecuado diseñar y aplicar un plan de igualdad si la propia población del territorio donde se va a poner en marcha considera la igualdad un fin ya conseguido. Así las cosas, este programa persigue sensibilizar en la necesidad de avanzar hacia la igualdad como parte del desarrollo de la zona, entendiendo que este objetivo forma parte de un proceso largo y continuado en el tiempo. Esta idea ha sido innovadora en la zona de actuación, porque no existía experiencia de trabajo desde el enfoque de género en ninguno de los ayuntamientos de la comarca y porque la mayoría de los municipios no poseían ni medios ni recursos para realizarlo. Los objetivos de este programa son: formar y sensibilizar a las personas que participan en el desarrollo de la comarca en materia de género e igualdad de oportunidades; implicar al personal técnico y político, al entorno asociativo y a las y los agentes sociales de la Zona Media en el modelo de Desarrollo Comarcal Igualitario y consolidar y dar continuidad a este proceso de formación en materia de igualdad de oportunidades que el CDZM viene desarrollando desde el año 2004.

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 67

En 2004, año en el que comienza este programa, se impartió formación básica en materia de igualdad de oportunidades y empoderamiento y participación social de las mujeres. Un año más tarde, el programa formativo tenía como objetivo continuar el proceso iniciado y, sobre todo, recoger, como resultado de la participación del personal político, técnico y de la ciudadanía, sus aportaciones para la realización del diagnóstico elaborado entonces. El Programa de Formación del año 2006 estaba directamente relacionado y vinculado al diseño y elaboración participativa del I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media. A través de las sesiones de formación participativa realizadas, se consiguió que el personal político, el personal técnico de diferentes entidades y áreas de actuación y las asociaciones de mujeres conocieran y participaran en el proceso de elaboración del Plan, entendieran el porqué y para qué de un plan de igualdad, se comprometieran en su elaboración e hicieran aportaciones, desde sus conocimientos y experiencias. Por su parte, el programa formativo realizado en 2007 y 2008 pretendía consolidar y avanzar en este proceso de sensibilización y formación en materia de género e igualdad de oportunidades, así como crear las condiciones para implicar a las entidades y personas participantes en la elaboración del programa anual de trabajo para el desarrollo y aplicación del plan, atendiendo especialmente a las circunstancias específicas de las localidades de menor población y mayor índice de ruralidad, dando así cumplimiento a lo establecido en el propio Plan de Igualdad de Oportunidades de la Zona Media.

ELABORACIÓN, CONTENIDO Y PUESTA EN MARCHA DEL I PLAN DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES ENTRE MUJERES Y HOMBRES DE LA ZONA MEDIA En esta situación de sensibilidad, conocimiento y apuesta por la igualdad de oportunidades desde todos los ámbitos, el siguiente paso ha consistido en la redacción y puesta en marcha del Plan de Igualdad de Oportunidades de la Zona Media para todos los municipios de la comarca. Este Plan marca los objetivos y las actuaciones a realizar en la Zona Media para el periodo 2007-2010, aplicando el enfoque de género y promoviendo la consecución de la igualdad de oportunidades en las diferentes áreas de actuación, tanto en el ámbito interno de las entidades municipales como hacia la ciudadanía. Como se ha expuesto en el apartado anterior, el I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media pretende consolidar la metodología participativa tanto en su elaboración como en las diferentes fases de puesta en marcha del mismo, para lo que se continua con la participación e implicación de los organismos políticos, el personal técnico, los y las agentes sociales y la ciudadanía de la Zona Media. Por su carácter participativo, el contenido responde a las necesidades e inquietudes de la población de los municipios de la Zona Media y al modelo de Desarrollo Comarcal Igualitario en el que se quiere avanzar en esta comarca.

68 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

A lo largo del año 2006 tuvo lugar el trabajo de elaboración participativa del Plan, para lo que se organizaron diferentes grupos de trabajo por áreas de intervención en las que participaron las instancias política, técnica, asociativa y ciudadana. También se realizaron entrevistas a personas expertas en las diferentes áreas objeto del plan. De este modo, se establecía un plan de trabajo basado en la implicación y dinamización del conjunto de la población en aras de la igualdad real de oportunidades entre mujeres y hombres. El I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media pretende abordar la realidad de una manera compleja e integral teniendo en cuenta todos los factores y todos los agentes implicados en el mismo. De ahí que se estructure en dos niveles de intervención. Es decir, un nivel interno, que afecta a las instituciones que lo promueven, entre las que figura de una parte el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media (CDZM), y por otro lado, cada uno de los ayuntamientos, con su estructura y funcionamiento propios. Este nivel pretende trabajar desde el seno de las entidades implicadas, estableciendo objetivos y acciones que corrijan las desigualdades discriminatorias entre mujeres y hombres y generando, al mismo tiempo, procesos de sensibilización y formación que reviertan en la atención, los servicios y las políticas que llevan a cabo. El otro nivel, el externo, hace referencia a la ciudadanía de la comarca en su conjunto y en relación a las diferentes áreas de actuación que comprende el plan. Desde este nivel se quiere proponer objetivos y acciones que corrijan las desigualdades discriminatorias entre mujeres y hombres contribuyendo al desarrollo de la ciudadanía plena de mujeres y hombres. Esta estructura tiene en cuenta el carácter comarcal del plan y la complejidad de entidades que ello supone, ya que, como plan comarcal y supramunicipal, debe tener en cuenta los diferentes niveles de actuación. El Plan se propone trabajar en seis grandes áreas de actuación donde se refleje la realidad y desde donde se articulan objetivos, actuaciones y agentes implicados en la consecución de los mismos. Estas áreas a su vez integran diferentes temáticas y situaciones que se han de corregir e intervenir. Las áreas de actuación propuestas son sensibilización y promoción de la Igualdad, empleo y trabajo, calidad de vida, participación y violencia de género. Para hacer más eficaz este plan y sus propuestas, así como para materializar sus principios e intenciones, en el mismo se establece la elaboración de un programa anual de actuaciones que recogerá los objetivos y actuaciones concretas para cada periodo, permitiendo, de esta forma, ajustar las acciones y responder en cada momento a las realidades cambiantes. Cada programa anual permitirá a la vez, a través de su evaluación, corregir y mejorar la intervención manteniendo vivo y activo el plan. Para garantizar el buen desarrollo del I Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de la Zona Media es importante sistematizar y organizar las entidades e instancias implicadas y responsables de su aplicación, sus funciones, así como el proceso para su puesta en marcha, teniendo en cuenta el carácter comarcal del mismo. Así pues, el plan establece una organización en la que se crea una Comisión Política, formada por el Consorcio de Desarrollo de la Zona Media, a través de su

Experiencias de igualdad y empoderamiento de las mujeres en los territorios rurales 69

Ejecutiva y/o su Asamblea, al que atribuye la responsabilidad en la dirección y la coordinación del Plan, y los ayuntamientos de la Zona Media, a través de su Comisión de Gobierno y/o su Pleno, responsables de la dirección y la coordinación en el ámbito de su municipio. Además, establece una Comisión Técnica, formada por la Técnica de Igualdad del Consorcio de Desarrollo de la Zona Media y por el personal técnico comarcal y municipal de las diferentes áreas sobre las que actúa el presente Plan. Esta Comisión tiene la responsabilidad de ejecutar las acciones previstas en el mismo. Finalmente prevé la creación de una Comisión de Igualdad, con representación política, técnica y ciudadana, a través de las asociaciones de mujeres y otras entidades implicadas en el trabajo por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la comarca, que tiene como cometido principal velar por el cumplimiento y aplicación del plan. En consonancia con esta estructura organizativa, el Plan realiza, asimismo, el reparto y adjudicación de las funciones necesarias para la aplicación y puesta en marcha del mismo. Así pues señala que la Asamblea del Consorcio tendrá como su principal función todas aquellas actividades y tareas dirigidas a impulsar y difundir el Plan en todo el territorio de influencia. La Comisión Técnica se encargará de la puesta en marcha, la planificación de los programas anuales y la ejecución del Plan, atendiendo a las incidencias y garantizando el desarrollo del mismo. La Ejecutiva del Consorcio tendrá como su principal función coordinar las acciones, programas y comisiones para el cumplimiento de este Plan. La Comisión de Igualdad de la Zona Media se ocupará, entre otras funciones, del seguimiento del desarrollo del plan proponiendo los ajustes y las mejoras que considere necesarias para el buen desarrollo del mismo. Y se prevé la creación de un Comité de Evaluación con representantes de todas las Comisiones, que asumirá las funciones de revisión, evaluación y propuesta de mejoras para el desarrollo del plan y de los programas anuales. En cuanto a la puesta en marcha y aplicación del Plan, en el mismo se establecen diferentes etapas. En primer lugar, y una vez elaborado el documento del Plan, la Asamblea del Consorcio y el Pleno de cada ayuntamiento lo aprueban para darle el aval y compromiso institucional y para iniciar su puesta en marcha. Una vez aprobado, se inician las tareas de planificación del programa anual y de puesta en marcha del plan durante la vigencia del mismo. También se articula el procedimiento y los contenidos para la realización del seguimiento del Plan y el comité responsable planifica el sistema de evaluación del que saldrán las propuestas para elaborar los programas anuales. A modo de conclusión, podemos afirmar que el balance que desde el CDZM se hace de su apuesta por el desarrollo rural integral con enfoque de género es muy positivo, y así lo demuestra el hecho de que esta entidad se haya erigido en impulsora y referente de las actuaciones y políticas a favor de la igualdad de oportunidades en la Zona Media.

CAPÍTULO III MOVIMIENTOS DE MUJERES AGRICULTORAS Y EMPODERAMIENTO EN BRASIL

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 73

8

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 1

Maria Ignez Paulilo UNIVERSIDAD FEDERAL DE SANTA CATARINA (BRASIL)

A principios de los años 80, la iniciativa de las mujeres rurales brasileñas de organizarse, para reivindicar derechos que les habían sido negados, fue un hecho nuevo que trajo cambios importantes en cuanto a la participación de éstas en el escenario público y contribuyó significativamente para que tuviesen mayor poder de negociación frente a costumbres, personas, organismos públicos, prensa, en fin, frente a todo aquello que influía para mantenerlas en una posición subordinada y para minusvalorar su trabajo. Aunque muchos estudios muestren que hay mucho camino por delante para lograr la equidad, no se puede negar las conquistas de las tres últimas décadas. Aunque otros movimientos y organizaciones hayan contribuido para que objetivos importantes fuesen alcanzados, este texto centra la atención en los movimientos de mujeres rurales, específicamente en aquellos considerados autónomos por no vincularse a organizaciones ya existentes, como es el caso de otros grupos, secretarías, departamentos y otras iniciativas femeninas, que pertenecen a sindicatos, partidos políticos, ayuntamientos, entre otros. Los movimientos de mujeres agricultoras surgen con el impulso de la explosión de movimientos sociales de la década de 1980, no solamente en Brasil, sino en varios países del mundo, en un amplio cuestionamiento de los modelos económicos con-

1. Traducido del original en portugués por Fátima Cruz.

centradores de riqueza y de la falta de democracia y participación social en las decisiones gubernamentales en muchos países, entre ellos, los de América Latina. En tierras brasileñas, otros dos factores contribuyeron a la intensificación de las luchas reivindicativas: la distensión política que, en 1985 con la llamada Nueva República, pondría fin a veinte años de dictadura y la formación de una asamblea para elaborar la nueva Constitución del país, promulgada en 1988, lo que abrió posibilidades de cambios más profundos, alentando los movimientos sociales. Merece la pena recordar que no solo los grupos subordinados y excluidos se organizaron para influir en la elaboración de las futuras directrices. Fue muy significativa la articulación de los grandes propietarios de tierras que formaron la Unión Democrática Ruralista –UDR–, en 1985/86, movimiento con características muy conservadoras y beligerantes, que a través de la defensa del neoliberalismo económico buscó la alianza con las clases empresarias, para impedir la aprobación de las leyes favorables a la reforma agraria2. Las inquietudes de las mujeres rurales surgieron en muchos estados del país, habiendo similitudes en cuanto a las reivindicaciones en lo que respecta, principalmente, a los derechos laborales derivados del reconocimiento de las agricultoras como “productoras rurales”. No sólo como esposas o como “sus labores”. Sin embargo, hay algunas diferencias en las alianzas y formas de organización, especialmente entre las regiones norte y nordeste y el sur de Brasil. La influencia de la Iglesia católica junto a los movimientos sociales fue grande en Brasil, a través de su ala más progresista, vinculada a la Teología de la Liberación3. En cuanto a los sindicatos, hay una diferencia entre la actuación de estas entidades en las regiones norte y nordeste del país y en los tres estados del sur de Brasil, en la región situada en el noroeste de Río Grande del Sur, oeste de Santa Catarina y sudoeste de Paraná, formando un área continua. En esta zona, la lucha contra los sindicatos afiliados a la Confederación Nacional de los Trabajadores en la Agricultura de Brasil –CONTAG–, promovida por lo que se denominó “oposiciones sindicales”, estuvo ligada a la movilización de las mujeres por el derecho a la sindicalización, movimiento que fue el primer paso para la creación del movimiento autónomo de mujeres rurales del sur de Brasil. CONTAG defendía la afiliación de solo un miembro de la familia al sindicato, en este caso, el hombre (Deere, 2004). Las “oposiciones sindicales”, aunque hayan surgido antes de la fundación de la Central Única de los Trabajadores –CUT–, pasaron a proponer la afiliación de los Sindica-

2. La investigadora Regina Bruno escribió varios textos sobre la UDR. Ver especialmente Bruno (1997). 3. La Teología de la Liberación es una corriente teológica que reúne a diversas Iglesias cristianas, desarrollada en el Tercer Mundo y en las periferias de los países ricos a partir de los años 70. Está basada en la opción por los pobres y se apoya en la lucha contra la pobreza y por el respeto a los derechos sociales.

74 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

tos de Trabajadores Rurales a esta entidad, que en aquél momento se oponía a la CONTAG, que tenía entonces 20 años de actuación, habiendo sido fundada en 1963. A pesar de esta relación inicial con los sindicalistas de oposición, una vez conquistada la directoria de los sindicatos por los opositores, la movilización de las agricultoras no fue absorbida por estas entidades, habiéndose mantenido la identidad y dinámica propias. Por otro lado, la influencia de la Iglesia Católica en el oeste de Santa Catarina fue muy marcada por la figura del obispo D. José Gomes (1921-2002), que desde 1979 apoyó las movilizaciones de los agricultores de la región. Uno de los factores que produjo mucha revuelta fue el proyecto de construcción de 25 hidroeléctricas a lo largo de dos ríos que cortan la región del Alto Uruguay y afectan a regiones limítrofes de los estados de Santa Catarina y Río Grande do Sul. La construcción de los pantanos, bajo la responsabilidad de las Centrales Eléctricas del Sur de Brasil (ELETROSUL), filial de la empresa estatal ELETROBRÁS, implicaría el desalojo de muchas familias de agricultores y la inutilización de tierras cultivables. Hubo una fuerte reacción de los residentes en la zona, que resultó en la organización denominada “Movimiento dos Atingidos pelas Barragens” –MAB, Movimiento de Afectados por los Pantanos–, cuya actuación recibió el apoyo de sindicatos, iglesias, políticos, entidades diversas y sociedad en general4. Así mismo, D. José Gomes apoyó a los militantes del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, que se organizaron en la región al inicio de la década de 1980. Se observa por lo tanto, que esta área está formada por una población rural combativa, lo que explica en cierta medida la visibilidad de los movimientos autónomos de mujeres ahí situados, que terminan a menudo marcando la dirección para las otras organizaciones de mujeres del sur de Brasil, e incluso de todo el país. Este liderazgo se consolidó con la formación de un movimiento nacional en 1995, denominado “Articulación Nacional de los Movimientos de Mujeres Trabajadoras Rurales” –ANMTR– (Sales, 2007 y Bordalo, 2007). En 2004 esta organización se vinculó a la Vía Campesina5 y cambió su nombre por el de Movimiento de Mujeres Campesinas –MMC–. Este último cambio no fue aceptado por todos los grupos vinculados al antiguo MMTR, encontrando la principal disidencia en el estado de Pernambuco, que mantiene la denominación MMTR-PE.

4. Ver, entre otros, Sílvio Coelho dos Santos y María José Reis (1993) y Lygia Sigaud (1992). 5. Esta organización, constituida en 1993, durante la primera Conferencia de Vía Campesina realizada en Bélgica. La Segunda Conferencia se realizó en 1996 en México; la tercera en 2000 en India; y la cuarta en 2004 en São Paulo. Vía Campesina es una organización internacional que busca desarrollar la solidaridad y unidad entre organizaciones campesinas, trabajadores agrarios, mujeres rurales y comunidades indígenas y negras de Asia, África, América y Europa. Tiene entre sus principales objetivos la defensa de la soberanía alimentaria, o sea, el derecho de los pueblos a decidir sobre su política agraria y alimentaria (www.viacampesina.org).

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 75

El Movimiento de Mujeres Agricultoras de Santa Catarina, conocido desde su consolidación, en 1983, como MMA, aunque posteriormente se ha vinculado al ANMTR y ejercido un fuerte liderazgo en la dirección de esta entidad, mantuvo su denominación de origen hasta 2004, cuando entonces aceptó el cambio de nombre por el de MMC. MMA consiguió gran visibilidad nacional, e incluso internacional, porque una de sus integrantes, la agricultora Luci Terezinha Choinaski 6, fue la tercera mujer en la historia del estado de Santa Catarina en ocupar el cargo de Diputada Estadual en 1986 y una de las pocas, tal vez la única campesina en llegar, en la década de los 90, al congreso nacional, donde ejerció, por tres mandatos consecutivos, el cargo de diputada federal. Su actuación, siempre volcada al apoyo de los movimientos sociales, de los agricultores y de las mujeres pobres, provocó tanta admiración como reacciones agresivas de parlamentarios conservadores. En las regiones norte y nordeste del país el surgimiento y la dinámica de los movimientos de mujeres tuvieron una influencia más fuerte de los sindicatos de trabajadores rurales ligados a CONTAG que en la región sur. Aquí cabe aclarar que en los tres estados del sur, en las áreas más alejadas de las zonas más conflictivas, los sindicatos considerados más conservadores influyeron en las organizaciones de mujeres rurales, y en cierta medida las tutelaron. Sin embargo, el liderazgo estuvo siempre en manos de grupos más autónomos y dinámicos provenientes del área oeste de los tres estados del sur de Brasil. En el norte y nordeste, con la fuerte dominación ejercida por los grandes propietarios de tierras sobre los trabajadores rurales, la lucha por el cumplimiento de la legislación laboral, ya existente en las décadas de los 70 y 80, es suficiente para generar situaciones de violencia y muertes. Los asesinatos de la líder sindicalista Margarita María Alves, en el estado de Paraíba, en 1983, y de Chico Mendes, líder en la Amazonía, en 1988, y de la religiosa Dorothy Stang en 2005 en Pará, hablan bien del riesgo que corren los que, aún dentro de la ley, se atreven a defender a los más pobres. Estos tres asesinatos ocuparon las portadas nacionales e internacionales, pero los “crímenes por encargo”, son situaciones cotidianas de los habitantes de esas regiones. El cumplimiento de los derechos laborales conquistados por los trabajadores rurales aún es una lucha silenciosa, dura, diaria y sin grandes repercusiones en la prensa, a menos que, sin armas legales, los señores de las tierras recurran, simple y llanamente, al asesinato de líderes respetados por sus actuaciones. El reconocimiento de las agricultoras como “productoras rurales”, consiguiendo con ello el acceso a los derechos laborales fue una de las grandes conquistas de los movimientos de mujeres rurales, que llegó a todos los rincones del país. Estos derechos hacen referencia a la jubilación a los 55 años, permiso por maternidad, bajas por enfermedad y pensión de viudedad. Pero estas conquistas no se implementaron rápidamente. Dos factores retrasaron el acceso: la tardanza en el desarrollo reglamentario de las nuevas leyes y la falta de documentación de las mujeres rurales.

6. Su apellido también se escribe “Choinacki”.

76 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

El retraso en el desarrollo de las leyes puede observarse en el caso de las bajas por maternidad para los “asegurados especiales”, categoría en la que están incluidas las agricultoras. Este derecho es tratado en el Art. 11, Inciso VII, de la ley 8213/1991 y fue otorgado por la ley 8861/1994, siendo reconocido el derecho a partir de 28/03/1994. Los años 1993 y 1994 no pudieron ser solamente años de espera. Entre la concesión legal de este derecho y su implementación fue necesario ejercer mucha presión social. Luci Choinaski, diputada federal en esa época, considera fundamental la movilización de las mujeres de los movimientos autónomos. Las militantes de los Sindicatos de Trabajadores Rurales y las del MST, aunque han contribuido mucho, por su participación en organizaciones más formalizadas y jerarquizadas, necesitaban que sus acciones fuesen aprobadas en varias instancias (municipal, regional y nacional), lo que retrasaba las decisiones y las militantes no podían ser convocadas con rapidez para la acción. Sin embargo, las de los movimientos autónomos simplemente llenaban un autobús en sus municipios y acudían, recabando recursos para los gastos a través de fuentes diversificadas: ayuntamientos, iglesias, políticos, así como otros sistemas como rifas y fiestas populares. Como manifiesta Luci al describir la actuación de cerca de tres mil mujeres acampadas en la Capital Federal: “(...) después de que aprobaran el proyecto y de que el gobierno no quisiera pagar, 1992/1993, fue ocupado el Ministerio de Sanidad (...). Yo estaba allí, en ocho minutos el edificio estaba ocupado. Las mujeres hicieron una lucha muy grande (...). La implementación de la baja por maternidad, si no fuese por el movimiento de mujeres... Estuvieron acampadas un mes en Brasilia, yendo de despacho en despacho, presionando para que ese proyecto fuese votado. Así fue: desde encerrar a un ministro, detener a un diputado... hacer todo tipo de presión...” (ENTREVISTA CONCEDIDA A Mª IGNEZ PAULILO, 26/06/2000). Otra dificultad fue la falta de documentación de las mujeres. No sólo la ausencia del nombre de las esposas en los títulos de propiedad, hecho común hasta la actualidad, sino que muchas, principalmente en la región norte y nordeste, no poseían siquiera partida de nacimiento. Rosineide Meira Cordeiro (2007), en investigación realizada de 2001 a 2003, en el nordeste de Brasil, encontró situaciones dramáticas. Una de las entrevistadas, Isadora, cuenta que cuando su hijo murió tuvo dificultades para enterrarlo porque el niño no tenía partida de nacimiento. Los otros hijos solo fueron registrados porque la Iglesia Católica empezó a exigir ese documento para el bautizo y ella no quería que ellos “se quedasen paganos”. “Así como Isadora, de las 14 mujeres entrevistadas, casi todas se ocuparon de la documentación cuando surgió alguna necesidad imperiosa. Algunas, que están en la franja de edad de los 50 años, obtuvieron su primer documento (la partida de nacimiento) a partir de los 18 años (...): Muchas consiguieron sus documentos acompañadas de un concejal o político local de confianza de la familia. Así la familia se liberaba de las tasas, de gastos de trasportes y de las dificultades de manejo de la burocracia” (Cordeiro, 2007, p. 456).

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 77

Los intereses políticos, o mejor, partidistas por parte de los que facilitan la obtención de los papeles oficiales, según la misma autora, hace que el segundo documento demandado sea el “título de elector”7, siendo los demás obtenidos al cabo del tiempo. En el sur del país la situación es menos dramática, porque la pobreza y el aislamiento de las comunidades son menores. Pero aún así, vemos que en Santa Catarina el 12 de agosto de 1997 se lanzó la campaña “Ninguna trabajadora rural sin documentación” (MMA/SC, 2000). La necesidad de desarrollar una campaña muestra que hasta hace poco más de una década este era un problema que exigía atención. Hoy, sin embargo, las militantes dicen que esta es “una cuestión ya superada”. Con la conquista de los derechos laborales, en cierta medida, los movimientos autónomos de mujeres rurales se replegaron un poco. Poco a poco nuevos frentes fueron siendo abiertos. Sin embargo, educación y salud fueron siempre problemas de mujeres. Son las madres las que se preocupan del material escolar, de los uniformes y del transporte de niños, niñas y adolescentes de las explotaciones agrarias a las escuelas. Son ellas también las que cuidan de los enfermos. Normalmente no es necesario abrir frentes de luchas nacionales sobre los problemas relacionados con estas dos esferas de la vida cotidiana, pues éstos son resueltos a nivel municipal o regional. La organización fluida de los movimientos autónomos hace que pocas agricultoras asistan a las reuniones periódicas para debates. Sin embargo, si la propuesta es reivindicar más escuelas, transporte escolar, ambulatorios, o algo relacionado con la salud y/o la educación, las mujeres llenan las calles, hacen manifestaciones y presionan a los alcaldes. La intensidad de las movilizaciones, a menudo, sorprende a militantes y autoridades. Según las propias mujeres, después que “aprendieron a salir de casa”, no aceptan más estar pasivamente entre cuatro paredes, aunque no participen activamente todo el tiempo. Por ello, el movimiento “resurge de repente”, como dice una vecina de un municipio rural de Santa Catarina. Otro punto importante en relación a los movimientos autónomos es el énfasis de las participantes en reunirse sin la presencia de hombres, o por lo menos siendo una gran mayoría femenina. Hay muchas críticas a ese comportamiento, tanto por parte de mujeres sindicalistas, como por aquellas que forman parte del MST, que consideran radical y que vulnera el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, cuando se siguen sus reuniones, lo que se observa es que el hecho de estar entre iguales, sin la presencia masculina, que para ellas es constrictora, hace que las mujeres socialicen sus problemas y angustias, percibiendo con ello que el origen de sus sufrimientos es más social que personal. Hablan sobre los miedos o vergüenzas que nunca contaron a nadie y empiezan a vivirlos como menos amenazadores, al mismo tiempo que aprenden con otras mujeres a cómo enfrentarlos. Esta especie de catarsis colectiva provoca críticas, de personas que menosprecian los encuentros considerándolos como simples sesiones de “llantinas”. Pero la visión de las organizadoras es muy distinta:

7. Documento exigido en Brasil para el ejercicio del voto.

78 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

“—¡Para que veas la represión que las mujeres sufren! ¡Es tanta! Yo me acuerdo muy bien cuando empezamos allá en el movimiento de mujeres, que yo empecé a participar en 1983, la cosa más desobediente es que saliésemos de casa... Cuidar de los hijos, del marido y de la casa y ayudar en el campo, esa era la función. Entonces, ¿salir para aprender algo? Ella (la mujer) hacer amistades, buscar otra relación... Es una ruptura con una dominación cultural muy grande, muy grande. Puede estar segura. Mira, ¡no se puede! Sólo para quien lo vivió... Tanto que un día, la primera vez que hicimos una reunión, las mujeres discutieron la sexualidad con la coordinación, líderes de los municipios, la mayor parte de las mujeres lloraron. Que jamás se habían tocado el cuerpo, no sabían que ellas podrían sentir placer, la mayor parte no lo sabía. ¡Fíjate!, una persona que vive 20 ó 30 años con el mismo hombre, que nunca sintió placer, que va por obligación, porque es un matrimonio, una obligación, una ley. Imagina cuanto sufrimiento y represión lleva esa persona. Así, la forma como ellas hablaban, lo que hubo, lo que las mujeres lloraron, descubrir que ellas podrían tener una vida diferente, ¡una vida diferente!” (ENTREVISTA DE LUCI CHOINASKI PARA Mª IGNEZ PAULILO, 26/06/2000). “—Yo participé en muchos momentos en que llorábamos junto con las mujeres, porque para nosotras es emocionante cuando consigues su confianza para que ellas hablen lo que nunca habían hablado en otro espacio. Eso para nosotras es una conquista, tú conquistar un grupo, hablar de cosas que las mujeres lloraban y decían: ‘yo nunca tuve valor para decir esto en lugar ninguno’. Y nosotras las motivábamos: ‘suelta todo, suelta todo, puedes contar lo que te molesta, lo que te encierra, suelta todo, porque tú tienes el derecho a ser una persona libre. Si empiezas a hablar a lo mejor las cosas empiezan a ser más fáciles’... Ahora, ¿si hubiese un hombre al lado eso habría pasado? ¡No habría pasado!, por eso es importante un espacio sólo para mujeres. Para mí fue una gran conquista conseguir que una persona se abra y hable, sin haber hecho un curso de psicología...” (ADELIA SCHMITZ, LÍDER NACIONAL DEL MMC – ENTREVISTA CONCEDIDA A Mª IGNEZ PAULILO Y CRISTINA B. DA SILVA EN 05/03/2007). La importancia del diálogo entre iguales recuerda las ideas de James Scott (1990), cuando este autor diferencia “transcripciones públicas” y “transcripciones ocultas” al estudiar el comportamiento de grupos subordinados. ‘Transcripciones’, para este autor, es un término utilizado en el sentido jurídico de “registros completos de lo que ha sido dicho”. Las transcripciones públicas hacen referencia a comportamientos que son claramente reconocidos por los subordinados delante de sus dominadores. Sin embargo, las transcripciones ocultas hacen referencia a lo que se dice off stage, a las conversaciones entre iguales donde está permitió dudar de lo que los superiores consideran “ley natural o divina, y, por lo tanto, inmutable”, e incluso, mofarse de la arrogancia de los que les consideran inferiores. El diálogo entre pares se constituye en un contra-discurso que muchas veces, en momento de revuelta, es verbalizado de manera inesperada, sorprendiendo a quien lo oye, porque aunque tenga la forma de una explosión emocional, el habla tiene una lógica clara y bien articulada, propia de razonamientos elaborados con anterioridad, razonamientos

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 79

que muchos no creían tener cabida en la cabeza de los más pobres (Paulilo, 2003). Cierto menosprecio puede venir también de otros movimientos que consideran que la única lucha que merece la pena es la lucha de clases, siendo género una cuestión menor. Muchas veces, militantes más radicales del MST adoptaban esta postura, considerando la acción de las mujeres como una lucha inferior. Como manifiesta Adélia Schmitz, líder nacional del MMC: “...El MST lucha por tierras. Hoy (la tierra) ya no es más el centro, hoy es política para el campo, porque con tierra, solo con tierra, hoy nadie resuelve ya nada. Así ellos llamaban la lucha por salud, la “luchita” de las mujeres. (M.I.)—¿Quién llamaba? —¡Ah!, el MST, “la luchita de las mujeres”. Entonces, pero quien más tiró de la lucha por la seguridad social fueron las mujeres. Y no estamos pensando solo en nosotras, porque nosotras luchamos también por la jubilación de los hombres, por la familia, el bienestar. Pero, sabes, a veces hay esas cosas de “mezquindad”, como existen en todos los espacios. Ya escuchamos muchas veces: ‘ah, las mujeres con su luchita por la salud’. Pero, ¿y si no hubiese salud, qué iban a hacer los otros? Nosotras no luchamos solo por la salud de las mujeres, luchamos por la salud del pueblo. (M.I.)—Me parece que lucháis también más por educación... —¡También, también! Salud, educación, seguridad social, son todo puntos fuertes para nosotras. Y la cuestión de las semillas. Alimentación. (ENTREVISTA CONCEDIDA A Mª IGNEZ PAULILO Y CRISTINA B. DA SILVA EN 05/03/2007). Después de que el ANMTR se vinculase a Vía Campesina, pasando a ser MMC, sus formas de lucha se volvieron más agresivas y transgresoras. La destrucción de un laboratorio de plantas de “Aracruz Celulose” en la madrugada del día de las mujeres, 8 de marzo de 2006, por cerca de 2000 mujeres vinculadas a los movimientos de defensa de los trabajadores del campo, en especial a Vía Campesina, tuvo una gran repercusión en prensa. Sería difícil hoy hablar de “luchita”. Las principales metas defendidas por los movimientos autónomos desde sus inicios hasta los días actuales, fueron resumidas por el propio MMC: La historia de lucha del MMA/SC, marcada por la existencia de las mujeres agricultoras organizadas, va desde la conquista de salir de casa y pensar sobre su propio destino, el reconocimiento de la profesión de Trabajadora Rural, formación y capacitación de las dirigentes y de las mujeres sobre sus derechos, luchas por el derecho a la salud pública y de calidad, derechos laborales (jubilación, baja por enfermedad o accidente laboral, invalidez, pensión de viudedad, baja por maternidad), y la lucha por un nuevo proyecto de agricultura ecológica, recuperando semillas y sabiduría popular, buscando la preservación de la biodiversidad (MMC, 2004). Aunque el citado texto sea de 2004, la postura ecológica aún es la preocupación central de las militantes, que continuamente vienen manifestándose contra los trans-

80 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

génicos, reforestación, agrotóxicos, falta de incentivo a las producciones orgánicas y contra el poder político de las grandes empresas productoras de celulosa, semillas híbridas y transgénicas, pesticidas y otros tipos de insumos considerados peligrosos para el medio ambiente. En los años posteriores a 2006, las mujeres hicieron nuevas manifestaciones poco pacíficas en los días 8 de marzo. Los cambios, principalmente en la forma de protestar, crearon disidencias. Hoy, según Caroline Bordalo (2007), hay claramente dos movimientos de mujeres rurales en el país: MMC y el MMTR-PE, siendo que las diferencias vienen desde sus orígenes, a partir de la gran influencia del sindicato CONTAG en el nordeste de Brasil. El MMC es visto como un movimiento que representa a las mujeres de todo Brasil, por considerar que mantiene posiciones “más avanzadas” políticamente, que las organizaciones bajo la influencia de los sindicatos. Esta autora cita el discurso muy ilustrativo de una líder del MMC: “No hay ningún movimiento en Brasil que no se haya reconvertido al MMC, sólo en Pernambuco no hay, allá las mujeres tienen vicio de sindicato” (Bordalo, 2007, p. 15). Para Caroline Bordalo, que no acepta el MMC como una forma “más avanzada” de lucha, y, por lo tanto, un ejemplo a ser seguido, la convergencia de varios de los movimientos que lo formaron significa, también, la exclusión de otros. “El Movimiento de Mujeres Campesinas consiguió aglutinar varios movimientos regionales en torno a una forma de acción política y bajo una amplia definición de lo que representaría ser campesina... Sin embargo, es importante observar que los diversos movimientos regionales... ya estaban desde 1995 articulados nacionalmente a través del ANMTR, incluyendo el Movimiento de Mujeres Trabajadoras Rurales del Nordeste. O sea, además del cambio de nombre, el resultado de este proceso es la exclusión del MMTR-NE (Bordalo, 2007, p. 10). Es importante resaltar que hay críticas al cambio de nombre también entre militantes de la región sur. Una de las líderes más reconocidas del MMA, hoy militante del Partido de los Trabajadores, comenta: ` “No es la denominación lo que cambia la línea política. Siempre fue Movimiento de Mujeres Agricultoras, de pronto, MMC, Movimiento de Mujeres Campesinas. Eso no fue comprendido. Por las líderes sí, pero por la base no… entre mi comprensión y la comprensión de la mayoría hay diferencia. En el primer curso de formación, en el 94, al que yo fui, era el profesor Randolfo, nunca me olvidé de él. Él dijo una frase que recuerdo siempre: ‘No todo, por más correcto y mejor que me parezca, si yo no consigo ser bien comprendida y que se ajuste a la mayoría, no será aceptado’. Porque pasa lo siguiente, para las personas, ellas ya asimilaban Movimiento de Mujeres Agricultoras, el movimiento conquistó jubilación, conquistó, baja por maternidad, ¡no es fácil que tú lo cambies! A lo mejor un proceso más largo para cambiar de nombre…” (ANTIGUA LÍDER DEL MMA. ENTREVISTA CONCEDIDA A MARÍA IGNEZ PAULILO Y CRISTIANI B. DA SILVA, 2007). Según esa misma líder, hay municipios en los Estados del Sur de Brasil donde están presentes tanto el MMC, como el MMA. Informaciones recogidas en diferentes

Movimientos de mujeres agricultoras y empoderamiento en Brasil 81

lugares confirman esta afirmación. Aún es pronto para tener claridad en cuanto a si la nueva forma de organizarse y protestar de los movimientos de mujeres rurales reunidos en el MMC será solamente un factor de exclusión de los grupos más resistentes al cambio, o si de esta cisión resultará una pluralidad de acciones que podrá beneficiar la búsqueda de mayor igualdad y equidad social, especialmente de género, en el medio rural brasileño.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFÍCAS Bordalo, Caroline A. 2007. Os caminhos da representação política: um estudo a partir dos movimentos de mulheres rurais.Trabalho apresentado no II Seminário Nacional “Movimentos sociais, participação e democracia”. Florianópolis, 25 a 27 de abril. Bruno, Regina A. L. Senhores da Terra, Senhores da guerra; a nova face política das elites agroindustriais no Brasil. Rio de Janeiro: Forense Universitária/ Ed. da UNB, 1997, vol. 1, 161p. Cordeiro, Rosineide de L. Meira. Vida de Agricultoras e histórias de documentos no Sertão Central de Pernambuco. Revista de Estudos Feministas vo. 15, n. 2. Florianópolis: UFSC, 2007, p. 453/460. Deere, Carmen Diana. Os direitos da mulher à terra e os movimentos sociais rurais na reforma agrária brasileira. Revista de Estudos feministas. Vol. 1, n. 1, Florianópolis: Ed. da UFSC, 2004, p. 175/204 MMA/SC (Movimento de Mulheres Agricultoras de Santa Catarina). Nossa história, nossas lutas. Chapecó/SC: MMA/SC. 2000, 24p. Movimento de Mulheres Camponesas – MMC. 2004. Movimento de Mulheres Agricultoras: 21 anos de organização em Santa Catarina. Chapecó-SC: MMC, 8p. Oliveira, Francisco de. A economia brasileira: crítica à razão dualista. Seleções CEBRAP 1. São Paulo: Ed. Brasiliense,1976, p. 6/78. Palmeira, Moacir G.S. Desmobilização e conflito: relações entre trabalhadores e patrões na agricultura pernambucana. Revista de Cultura Política, v. 1, n. 1, 1979, p. 41/56 Palmeira, Moacir e Leite, Sérgio. Debates econômicos , processos sociais e lutas políticas” In: Costa, Luiz Flávio e Santos, Raymundo. Política e Reforma Agrária. Rio de Janeiro: Mauad, 1998, p. 92/165. Paulilo, M. Ignez. . Movimento de mulheres agricultoras: terra e matrimônio. In: Paulilo e Schmidt. Agricultura e espaço rural em Santa Catarina. Florianópolis: Ed. da UFSC, 2003, p. 183/210. Sales, Celecina V. Mulheres rurais: tecendo novas relações e reconhecendo direitos. Revista de Estudos Feministas, vol.15, n. 2, 2007, p. 437/443. Santos, Sílvio C.; Reis, M.J. A construção de hidrelétricas como um fenômeno social. In: Reis, M.J.: Helm, M.C.V. (Coords.) Hidrelétricas e reassentamento compulsório de populações: aspectos socioculturais. Curitiba: Instituto Ambiental do Paraná /GTZ, 1993. Scott, James C. 1990. Domination and the arts of resistance: hidden transcripts. New Haven and London: Yale University Press. 251 p. Sigaud, Lygia M. A nação dos homens. Anuário Antropológico/78, 1979, p. 13-116. Sigaud, Lygia. O efeito de tecnologias sobre as comunidades rurais: o caso das grandes barragens. Revista Brasileira de Ciências Sociais. São Paulo, n. 18, ano 7, 1992.

82 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Conclusiones y Memoria Final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios" 83

CAPÍTULO IV CONCLUSIONES Y MEMORIA FINAL: PROYECTO DE COOPERACIÓN TRANSNACIONAL "ECOSOLIDARIDAD ENTRE TERRITORIOS”

9

Proyecto de Cooperación Transnacional ‘Ecosolidaridad entre territorios’ Elena García Gómez (UNIVERSIDAD DE VALLADOLID) Rocío Rayón Escalada (ASOCIACIÓN PAÍS ROMÁNICO) Fátima Cruz (UNIVERSIDAD DE VALLADOLID)

TABLA 1. Encuentros técnicos de cooperación transnacional.

El Proyecto de Cooperación Transnacional “Ecosolidaridad entre territorios”, realizado en el marco de la Iniciativa Comunitaria LEADER+, con financiación de la UE y del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, consistió en un programa de cooperación e intercambio de experiencias entre el Grupo de Acción Local País Románico (Castilla y León y Cantabria), el Grupo de Acción Local Zona Media de Navarra, ambos de España, la Asociación para el Desarrollo Sostenible de las Encostas da Serra Geral y la Asociación de Agricultores Ecológicos das Encostas da Serra Geral, ambos del Estado de Santa Catarina en Brasil. Desde su concepción quiso ser una experiencia de aprendizaje mutuo y de reflexión permanente, en el que personas y grupos de diferentes continentes y realidades compartiesen experiencias y saberes, apostando por fortalecer las estrategias territoriales locales de desarrollo sostenible. El proyecto, que se realizó entre 2006 y 2009, estaba planteado como una oportunidad de trabajo colectivo transcontinental, con la organización y sistematización de debates en torno a diversos ejes temáticos: perspectiva de género, desarrollo sostenible, gestión de grupos de desarrollo, economía solidaria, agroecología y turismo rural. En el transcurso de esos años, los partners españoles visitaron Brasil en cuatro ocasiones, y los brasileños se trasladaron a España dos veces. Las visitas del grupo brasileño tuvieron una duración inferior a las visitas españolas, puesto que éstas no contaban con financiación por parte del proyecto europeo y las entidades brasileñas tuvieron que recabar fondos para realizar las visitas y correr con sus gastos.

NÚMERO

1º 2º 3º 4º 5º 6º

PAÍS DE ENCUENTRO

Brasil Brasil España Brasil Brasil España

FECHAS Y JORNADAS DE DURACIÓN INICIO FIN TOTAL (DÍAS)

17-11-2006 21-03-2007 07-06-2007 25-06-2008 24-10-2008 18-11-2008

25-11-2006 29-03-2007 12-06-2007 02-07-2008 31-10-2008 24-11-2008

9 9 6 8 8 6

En líneas generales, el planteamiento de los encuentros y las visitas a cada uno de los territorios, aun con las especificidades de cada uno de los viajes, ha pretendido conjugar las reuniones de coordinación del equipo técnico, con la formación en desarrollo local ofrecida por cada uno de los grupos a los demás partners y apoyada desde distintas universidades, así como con las visitas concretas a las iniciativas y proyectos más representativos de cada una de las estrategias planteadas en los diferentes territorios. Todo ello, dando cabida a la participación no sólo de los técnicos y técnicas de los programas de desarrollo, sino a las autoridades locales y agentes tanto sociales como económicos, que han estado participando de las sesiones formativas, intercambio de experiencias y visitas técnicas.

88 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

También de manera transversal en las actividades desarrolladas en estos encuentros, y de manera específica (mediante talleres) se ha dedicado un espacio para la formación en género, que exponemos más adelante. Conviene hacer hincapié en que los encuentros han perseguido el que cada uno de los grupos visitantes, conociera al máximo el trabajo desarrollado por el grupo de acogida, y que cada uno de los tiempos y espacios de estos viajes, se haya convertido en un lugar de intercambio, y aprendizaje sobre diferentes formas de abordar el desarrollo de los territorios locales. Con esta idea, se han planteado los encuentros técnicos y los recorridos para conocer los proyectos en marcha, de manera que incluso el alojamiento y la manutención de los visitantes, siempre se han diseñando con la finalidad de convertirlos en espacios de acercamiento y experimentación de iniciativas emblemáticas por el aprovechamiento de los productos y recursos locales, desde el patrimonio histórico y natural, a las producciones agroalimentarias.

Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios” 89

Románico. Se ha cumplido así con el objetivo de dar la mayor difusión posible, tanto a los actos como a la transferencia de las experiencias y la apropiación de los conocimientos generados en las distintas etapas y líneas de actuación previstas. La perspectiva del proyecto es fomentar el empoderamiento de los territorios, y este objetivo sólo se consigue con la implicación activa de la población local. La participación es una herramienta de desarrollo, pero, y sobre todo, es la finalidad del propio proyecto. Sin la participación social no puede haber un proceso de desarrollo rural sostenible e integral. En este sentido, se ha procedido a la divulgación tanto de las actividades como de los resultados a través de los medios de comunicación, a través de los agentes sociales y de las instituciones y de información directa a los colectivos del territorio.

FORMACIÓN PARA LA PLANIFICACIÓN EN DESARROLLO RURAL E INTERCAMBIO DE METODOLOGÍAS DE TRABAJO ACOGIDA DE LAS AUTORIDADES LOCALES E INFORMACIÓN PÚBLICA A LA POBLACIÓN DEL TERRITORIO Cada vez que los partners del proyecto ‘Ecosolidaridad entre territorios’ se han trasladado a cada uno de los territorios de actuación han sido recibidos por las autoridades locales, procediéndose a la presentación del proyecto ante los medios de comunicación. Así, en las visitas de los grupos españoles a Brasil, han sido recibidos por las autoridades locales del Municipio de Gravatal, Anitápolis y Santa Rosa de Lima. Habiéndose celebrado además una reunión con el Forum de Alcaldes del territorio Encostas da Serra Geral. Por su parte, en España, las recepciones las han realizado los Ayuntamientos Navarros de: Olite, Berbinzana y Puente La Reina-Gares, así como el de Valdeolea, Salinas de Pisuerga, San Cebrián de Mudá y Aguilar de Campoo en el territorio País

Si bien en un principio se había programado la realización de cursos en cada territorio, sobre la planificación estratégica del desarrollo rural sostenible y las posibilidades de los modelos de producción agroecológica, dadas las características de los encuentros trasnacionales y la cooperación interna acordada, los grupos decidieron de cara a una mayor operatividad, organizar esos cursos con presentaciones públicas de sus proyectos y territorios de actuación, mediante charlas, audiovisuales, coloquios y debates, acompañados de visitas técnicas a los proyectos más representativos. Así, se han realizado por parte del equipo técnico, varias presentaciones de cada territorio, en cada país, al resto de partners: características físicas, potencialidades, debilidades, etc.; así como de cada uno de los proyectos de desarrollo implementados, y de los ejes de intervención y los resultados obtenidos.

90 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Han sido presentadas públicamente, por parte de los agentes sociales implicados, varias iniciativas locales de desarrollo, en un amplio abanico de actividades, desde la producción agroecológica, al turismo rural y patrimonial, pasando por movimientos asociativos de jóvenes, mujeres y/o pequeños productores agroecológicos. En cuanto a la formación en género, queremos destacar, que además de abordarlo como tema de intercambio y debate en los encuentros de cooperación, se ha tratado de forma especial dentro del proyecto, destinando a ello recursos específicos, que hemos desarrollado más adelante. En lo relativo a la formación en gestión del desarrollo sostenible y Grupos de Acción Local (GAL), se ha incidido de manera especial, mediante la presentación de proyectos en áreas de: Turismo Rural y Agroturismo, Producción Ecológica y Desarrollo Endógeno (GAL) y también en la gestión del desarrollo territorial y contribución de la Universidad a los proyectos de desarrollo. Entre todas esas sesiones técnicas de formación y debate, destacamos las siguientes: · Proyecto de Investigación “Dinámica socio-ambiental rural-urbano” (Universidade Federal Rural de Río de Janeiro). · AGRECO: Associação de Agricultores Ecológicos das Encostas da Serra Geral. Territorio, proyectos y productos (Sta. Rosa de Lima). · Proyecto “Acogida en la Colônia” agro-eco-turismo en Brasil (Cooperativa de agroturismo y Agroindustrias-Posadas rurales). · Consejo de Producción Agraria Ecológica de Navarra Gestión, entidades participantes, funciones... etc. · Proyecto “Ruta del Vino de Navarra“. · Proyecto “Casas amigas” (Zona Media de Navarra), para la atención y cuidados a la infancia, así como para facilitar la conciliación laboral-profesional. · Agroproducción en los modelos de Permacultura y de producción de pescado orgánico (Sta. Rosa de Lima, Brasil). · Proyecto “Mundo Miner” y demostración del “Ciclo-raíl”, ejemplos de aprovechamiento de instalaciones mineras (ferroviarias e industriales) en desuso (San Cebrián de Mudá, Palencia).

Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios” 91

En cuanto al proyecto y demostración del “Ciclo-raíl”, señalamos además que esta infraestructura ha sido probada por los asistentes en dos ocasiones: en la vía ferroviaria turística ubicada al efecto en Palencia (de Mudá a Salinas de Pisuerga) y, por otra parte, ha podido ser también utilizada en Brasil, en unos metros de vía habilitados para esta demostración, gracias al traslado de un prototipo (plataforma y mecanismos de sujeción y tracción), trasladados desde España por el grupo País Románico, expresamente para esta demostración. · Taller de confección artesanal de edredones de lana de oveja. Uno de los recursos identificados durante las primeras visitas a Brasil fue el aprovechamiento de la lana de oveja para la confección artesanal de edredones por parte de la presidenta de la Asociación de Agroturismo “Acolhida na Colonia”. A fin de optimizar recursos, y aprovechando la participación de esta artesana en una de las visitas a España, se realizó en cada uno de los territorios de España (Navarra y País románico), un taller de confección de edredones con lana de oveja. Participaron una media de ocho personas, en su totalidad mujeres, en cada territorio.

92 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

· Sesiones de formación/debate: “Jóvenes en el Desarrollo Rural”, tanto en Brasil (CEDEJOR – Centro de Desarrollo del Joven Rural, Sta. Rosa de Lima) como en España, con representantes de ambos países (Salinas de Pisuerga, Palencia).

VISITAS TÉCNICAS A PROYECTOS E INICIATIVAS DE DESARROLLO Para reforzar las sesiones técnicas de formación, a través de presentaciones y debates, se han realizado visitas a algunos de los proyectos e iniciativas más emblemáticos. Así, entre otras, destacamos aquí: · Visitas técnicas a iniciativas de turismo rural en España (Navarra, Palencia y Cantabria): casas rurales, posadas, hostales rurales y centros de turismo rural; así como a comercios e iniciativas artesanales tanto agroalimentarias (panadería ecológica en Navarra) como cerámicas (Navarra), construcción de maquetas de monumentos (Aguilar de Campóo, Palencia), etc. · Visitas técnicas a iniciativas de agro-eco-turismo en Brasil: Acogida en la Colônia (cooperativa de agroturismo) y agroindustrias-posadas rurales (Sta. Rosa de Lima, Anitápolis,etc) . · Ruta guiada por área de actuación de Proyecto de Investigación “Dinámica socioambiental rural-urbano” en comarcas rurales del Estado de Río de Janeiro (Brasil). · Ruta de visitas técnicas a agroindustrias y producciones de transformación agroecológicas: avícola y conservera (Sta. Rosa de Lima), de pescado orgánico (Sta. Rosa de Lima, Gravatal), melaza, miel, etc. · Visita a proyecto de conservación, promoción y gestión de patrimonio cultural: “Museo del Románico y Monasterio de Sta. Mª La Real”, Centro Tecnológico del Patrimonio, producción artesanal de maquetas, etc. · Visita a iniciativas relacionadas con la producción vinícola y la iniciativa “Ruta del Vino de Navarra”como: bodegas, mirador de los paisajes del vino, vinoteca, Consejo Regulador de la Denominación de Origen Navarra, etc.

Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios” 93

94 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

· Visitas a iniciativas de servicios sociales de proximidad (comedor infantil) para la conciliación laboral-familiar en zona rural (Artajona, Navarra), así como a iniciativas de atención a la Tercera Edad (Residencia “3ª Actividad”, en Aguilar de Campóo, Palencia). · Producción ecológica de carne de vacuno, en un proyecto de Marca de Garantía (Carne de Cervera), Palencia. · Visita al Centro de Interpretación de la Cigüeña Blanca, proyecto de conservación y promoción del patrimonio natural (Palencia). · Visitas técnicas a las oficinas de atención al público y gestión técnica de diferentes GAL españoles: Zona Media, País Románico y Montaña Palentina.

Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios” 95

96 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

Conclusiones y memoria final: Proyecto de Cooperación Transnacional "Ecosolidaridad entre Territorios” 97

FORMACIÓN EN GÉNERO

MODIFICACIONES EN ALGUNOS OBJETIVOS

La formación en género ha consistido en: sesiones específicas incluidas dentro de las actividades realizadas durante los encuentros técnicos de cooperación transnacional, y además en talleres de género desarrollados expresamente en Brasil, en jornadas diferentes a las de los encuentros. Así, se llevaron a cabo dos sesiones de formación/debate, con el marco: “Perspectiva de Género en el Desarrollo Rural”, consistentes en una charla-coloquio a cargo de Dra. Fátima Cruz (Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid) y presentación de la ‘Asociación de Mujeres por la Igualdad – Tejiendo Cambios’ en el desarrollo rural, a cargo de mujeres pertenecientes a dicha asociación (en Brasil y España). Se realizaron además, dos talleres de género en Brasil en el marco del proyecto:

El desarrollo de este proyecto ha requerido sucesivas adaptaciones de cara a lograr los objetivos inicialmente propuestos, y en los dos aspectos que citamos a continuación y de cara a una mayor operatividad, así como a la optimización de recursos en cada uno de los territorios, se decidió:

· 1er Taller de Género: Desarrollado en el municipio de Santa Rosa de Lima el día 15/07/2008, y de 10 horas de duración. Participaron 20 mujeres de la región, con edades entre 18 y 61 años. Tres de ellas son políticas, 4 técnicas de AGRECO, 2 líderes de asociación juvenil, una periodista responsable del gabinete de prensa del ayuntamiento de Sta. Rosa de Lima y comarca, 2 profesoras de primaria, 1 profesora de la Universidade Federal de São Carlos y 7 agricultoras y promotoras de agroturismo de la Asociación de Agroturismo “Acolhida na Colônia”. · 2º Taller de Género: Desarrollado en CEDEJOR – Centro de Desarrollo Del Joven Rural , el 16 de julio de 2008 en el municipio de Lauro Müller (SC). Duración: 7 horas. Participan 22 jóvenes: 14 hombres y 8 mujeres de 17 a 26 años, todos provenientes de explotaciones agroganaderas, algunas de ellas también agroturísticas, y realizando una formación de 3 años como Agentes de Desarrollo Rural en el CEDEJOR; y una educadora y un educador que son los coordinadores del centro.

· Información web sobre el proyecto: Dado que ya cada territorio cuenta con una página web propia de cada uno de los grupos participantes, y para no duplicar recursos, se decide incluir en ellas un enlace para acceder a la información del proyecto Ecosolidaridad. · Creación de una marca de calidad: El intercambio de experiencias y las reuniones ponen de manifiesto la prioridad de consolidar la creación de las marcas de calidad propias de cada territorio, en las que ya los grupos vienen trabajando. Se considera por tanto más operativo, afianzar y finalizar la creación de las marcas de quienes aun las están creando, que iniciar una nueva dinámica de creación conjunta de una nueva marca, que supondría la duplicidad de recursos y la no culminación de algunas de las ya iniciadas. No obstante, los grupos hacen hincapié en la idoneidad del proyecto de cara a futuras colaboraciones, y como idea de continuidad, ejecutable en fases posteriores del proyecto transnacional, una vez consolidadas las marcas internas.

VALORACIÓN DE RESULTADOS · Incorporación de nuevas metodologías. · Contacto intensivo con especialistas de alto nivel con percepciones y puntos de vista diversos e innovadores. · Estimulación y apoyo a diferentes actividades e iniciativas.

98 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN EL DESARROLLO RURAL

· Fomento de la cooperación en áreas de importancia estratégica. · Desarrollo y puesta en marcha de grandes objetivos y líneas de actuación. · Fomento de una cultura de integración de la innovación en la planificación estratégica. · Estímulo de la innovación y cooperación en las organizaciones, de cara a la creación de nuevos proyectos. · Acercamiento entre territorios y la colaboración activa. · Refuerzo de conceptos respecto al intento de crear una sociedad conservadora de recursos y amigable con el medio ambiente. · Creación de plataformas para intercambiar consultas y coordinación que servirán para fortalecer la cooperación en capacitación e intercambio de personal técnico y en compartimiento de datos. Para los territorios y grupos participantes, este proyecto ha abierto la posibilidad de participación en redes de trabajo, que han podido configurarse como espacio de cooperación e intercambio de experiencias, conocimientos y habilidades para la solución de problemas comunes en los proyectos de desarrollo rural endógeno, sostenible y con perspectiva de género. Igualmente ha supuesto entablar y mantener contactos con otros territorios, grupos y/o entidades, reforzando sus estrategias de desarrollo mediante el acercamiento mutuo a proyectos innovadores. Esta metodología de trabajo ha proporcionado un valor añadido a sus participantes y a sus territorios, superando las barreras de la distancia y el idioma, que han sido enfrentadas exitosamente desde una coordinación eficaz y un ingente esfuerzo de los participantes, que valoran altamente la adquisición de experiencias y conocimientos externos a sus propios territorios abriendo posibilidades de trabajo conjunto de cara a futuras actuaciones. El proyecto ha repercutido en un aumento de la sensibilización en cuanto a la necesidad de sostenibilidad en desarrollo rural, así como en el conocimiento y la comprensión de las diferentes políticas y programas que se llevan a cabo en los territorios participantes. Ha permitido el acceso a nuevas ideas y la puesta en común, e incluso el cuestionamiento de las ideas propias en un contexto más amplio. Se ha dado la oportunidad de conocer e indagar en nuevos métodos de desarrollo de nuevos productos, pudiéndose experimentar otros ámbitos de interés común. Con la participación en este proyecto de cooperación se ha creado una cantera de posibles aliados o colaboradores técnicos, a la vez que permite aumentar y mejorar las fuentes de información y contactos de cara a dar continuidad a muchas de las nuevas ideas originadas. Más a largo plazo, proyectos de cooperación de este tipo contribuyen y permiten llevar a cabo una mejora progresiva de transferibilidad en métodos y prácticas de trabajo. Asimismo, se procura fomentar la participación conjunta de diversas instituciones y autoridades federales, en el caso brasileño, estatales, académicas, centros de desarrollo, sector privado, etc., así como promover una mayor participación de la sociedad civil en general y con especial incidencia en colectivos de mujeres y jóvenes.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.