Perseguir el mito, de Adán Echeverría (poemas)

July 6, 2017 | Autor: Adán Echeverría | Categoría: Poems, Poesía mexicana, Poemas
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Descripción

adán echeverría

Inycre editorial • colección el malabaR

Perseguir el mito. D. R. © 2014, Adán Echeverría. Colección El Malabar. Ediciones Inycre. Primera edición, 2014. Queda prohibida, sin la autorización expresa del editor, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos reprográfico y tratamiento informático. Edición, diseño de interiores y cubiertas: Inycre. Editorial y diseño.

IMPRESO EN MÉXICO/ PRINTED IN MEXICO

adán echeverría

perseguir el mito

Inycre editorial • colección el malabaR

Persecución

¿Habrá que preguntarse que persigue la poesía? ¿O a quién? Entonces uno piensa en caminos o en personas o en destinos o en mitos y estos automáticamente se convierten en mantos que cubren los enigmas, por eso Adán Echeverría interroga a las falsas certidumbres, despierta a los ecos, cuestiona a las ideologías porque su poesía es reafirmación, pero no del que la escribe sino de quien la lee, Adán muestra su principio templado en los sin límites, en la sobredosis de no tener principio (ese es uno de sus principios) y lava su rostro en remolinos de palabras constantes como los días del amor y encuentra sus dobleces, porque uno se encuentra con algo o con alguien después de tantas despedidas. Fernando Savater afirma en La tarea del héroe -yo en lo personal no puedo dejar de ver a los que escriben poesía como héroes- que el querer es deber y posibilidad, es decir: reflexionar, simbolizar y realizar, todo eso se lee claro, se lee bien en Perseguir el mito acto seguido vienen las posibilidades y los descubrimientos, eso sí, siempre acompañados de temores, de goces, de castigos… Entonces Echeverría convertido en una especie de brujo encandilado, nos da luz, sus palabras resurgen del río subterráneo •4•

de la reflexión (taladro para las neuronas) y nos llevan, nos comunican con todo lo imposible, quizá esa secreta alianza del poeta (del héroe) hoy casi inconcebible represente en sí misma un mito, o quizá sea un paso civilizatorio hacia otro rumbo, un rumbo que Adán recorre apasionadamente desde hace tiempo con una postura peninsularmente bien ubicada. Estos poemas son sin duda un emprendimiento siempre renovado, acechan constantemente a la “ternura” a mi me guían con una voluntad que dulcifica, me hacen identificar a las que son culpables de belleza, ya que aquí la “victoria” la cacería y la seducción son una misma cosa. Aquelarre y dinamita este libro es. Armando Alanís Pulido Monterrey Nuevo León Septiembre de 2012

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Habrá que perseguir el mito dentro de nosotros, el mito que nos hará despedazarnos.

Reflejos del fuego sobre el agua helada

Y aquí me tienes bajo la negrura del eclipse Nadie como Tú para anegarme Llevo el manto del basilisco colgado en la espalda la voz del águila inundando la semilla Déjame hacer nido en la roca de tu vientre inundarte con el poder de mis agujas Cuando entres no dejaré que salgas del remolino que me habita violento laberinto de miradas Cada dos días seré látigo y voz que te domine cada tres iremos a repartir el pan la costilla y el lodo Él y el escondite de los truenos Ella y la voz cautiva del lenguaje

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Encontrarte ha sido la caricia del tigre un adormecerse en ese diablo tan nuestro acechante siempre sin complejos ni odios:

Mi arcángel se ha perdido en la maleza su luz ha devastado tu rostro y te recuerdo hambrienta dolorosa y culpable de belleza

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Yo ofrezco mi pan de almendra

Yo pedazo de polvo partícula indivisible me entrego a esta semidiosa aletargada le pertenezco Porque nada hay que el ser humano espere de este caprichoso Gólgota que somos Ni una sola manzana en que perderse

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Nos hemos enfrentado cuerpo a cuerpo

respetando los códigos de la antropofagia Nos hemos lastimado cuerpo en cuerpo con toda esa malicia de los dientes No hay monumento ni consulta en que no hayamos vertido nuestra sorna Ceñidos bajo el código Hammurabi habremos de partirnos el cráneo en tres partes y esta cama de diorita nos dará descanso para sabernos maldolientes requebrados asesinos encimados en las aves de los sueños corrompidos a puras dentelladas

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Quiero irme contigo hasta el Valle Hinón

para sacrificar a nuestras criaturitas No dejemos que nunca más vuelvan a sonreírnos las quimeras y todo sea respetarnos la locura el aletazo que ya no se discute Hay que elevarse sin complejos alejarse uno del otro con todo y el golpe entre los labios La voluntad de las hormonas siempre extenderá sus lanzas y ningún Josías podrá purificarnos Tan limpios ya de toda idolatría seguiremos el impulso que nos anuncia el grito de los niños ahogadas criaturitas quemándose en el fuego

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Han derramado su fronda los árboles eternos

Este jardín inmenso contempló la fuga del odio simulado en que pernoctan a la intemperie Ellos cualesquiera Esos otros los que no han podido deformarse El despiadado buitre les escarba una vela extinta y silenciosa Una madera dura ya de muerto detiene el cauce del Estigio el iracundo camino del Leteo Ellos o nosotros los de siempre siguen buscándose en los pantanos del silencio como una voz tejiendo nuestros nombres en los árboles o el espinazo colmando sus avispas Todo viene a redimirlos todo como sustancia informe quebrando los tatuajes piedras luminiscentes en cada rododendro los muslos y su gangrena de fuego ante el sol que nunca se detiene: hojarasca hojarasca y un trébol deshojado

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Ellos se buscarán hasta complementarse

esos dos aquellos esos otros que han tirado los ojos a la vida ante la muerte son espada de gemidos un tañir lastimoso en que se cierran las campanas comulgando en la alegría del fuego nosotros Ellos cualesquiera bajo el sonido amargo de los campanarios que nos reinventan como unos ojos una espalda o las cejas sobre la costra en que todo se consume para perder la voz e imaginarse desnudos clavándose los garfios

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En la agonía de pertenecernos Somos así orquídea y aguijón de muerte inesperados y hambrientos Una mentira de dientes filosos la vela el grillete del odio Uno más único Indivisible demonio devorando las noches calurosas En tus lamentaciones me invocas como el mismo Jeremías desnudo en las murallas y te regalas intacta a cada Nombre a cada religión o historia que me ha dado forma como una lengua mítica ya olvidada Era yo Nemrod y tú: mi devastada Babilonia

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Eres tú detrás de la colina

tras el inabordable grito de infantes perseguidos por Herodes dentro de las alcantarillas de la Casa de la Muerte en que Sinuhé aprendió la necrofilia enredada con las sombras sobre contraluces en las costuras de vidrio o las puntas desplegadas del diamante junto a la tienda abierta de Amunenshi que todo lo abarca extiendes el ojo buscándote en cada rostro marcado por la arena del desierto en que me has desperdigado

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Reconstruirse

Un hueso un poco de polvo una costilla construir los pasadizos de la Muerte Muerte de muertes y cuerpos descarnados muerte pequeña dibujándose los muslos como en las cuevas de Altamira prehistórica unión de muerte amordazando los cabellos Así es tu rostro en las paredes dos líneas curvadas de negro y el rojo destino que secuestra las miradas

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Adentro de la soledad del crucifijo

estás como la gran ramera de las profecías bajo las murallas de Jericó te reconstruyes en el anuncio de la victoria equidistante de la hembra costa simulada de otra Alejandría víctima que no tiene contratiempos victimaria en esta noche que lo cubre todo Ella lo cubre todo es la victoria de los odios y los sinsabores constantes del miedo y sus distancias Bajo los higos espera el calor de su llamada ¿victoria o cacería de serpientes? ¿cacería o seducción impuesta? ¿no has podido velar conmigo? Todos callan desde el Sinaí hasta el Gólgota callas y tu silencio me lame las heridas: Hijo he aquí a tu Madre dices abriéndome las piernas

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Astarté nos cerca con su manto de murciélagos

nos abre las heridas y estamos ahí Reunidos bajo el temblor de piernas amaneciendo como si no pasara nada sólo la vida con ese diminuto trueno en que se anuncia con ese dinamitado círculo de muerte en los tobillos nos toca el rostro y lo sabemos: los mismos amaneceres nos victiman ahí sobre esa vida que despierta es ella con sus lunares trasnochados y el abandono en la maleta

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No hubo Helena secuestradano hubo

Apocalipsis entonado en esta cítara junto al océano que todo lo circunda los ojos de Juan en la Isla de Patmos su voz de soledad y polvo y montañas de agua en la mirada No No al canto del adiós que nos victima Antes del Diluvio éramos Nosotros Yo o Aquel Aquella o Ellos que se han olvidado el uno al otro se patean y se muerden las axilas bajo los siete sellos de una nueva Troya que les disimula el abandono y la tristeza de ser hijos de Dárdano Asqueados de la tiranía se dedican a olvidarse los cabellos quemar sus vestiduras en la hoguera hartos ya de la sangre derramada en las calumnias Todos de regreso hacia la orilla de su Patria ser Ellos mismos Yo o Aquella reconstruyendo sus propios escudos

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Tras las hojas de parra

Ellas cintilan inocentes caminan lento pudren el Árbol de la ciencia del bien y del mal cuelgan sus frutos amargos humeantes abandonan los ritos del agua por el ardor luminiscente Yo como un espectador hundido en esta máscara voy absorto por el genocidio al que me impulsan Sobre la verde hierba a las orillas del Pisón donde se transgrede el Imperio de tenerse unas envueltas en las Otras en las uvas rojas se consagran Lo han sabido desde el nacimiento son hienas en la cruz del espinazo precipitado rocío afiebradas siempre se alejan lentas humeantes se abandonan oscurecidas e inaugurales sobre los camastros

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En el sudor la noche no les basta Cachorros son los días constantes del amor que han soltado las caricias esta noche La lengua sigue intacta sobre el corazón del cielo. Hágase la luz dijiste y mi cuerpo rodó fuera de las sábanas.

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éste es el báculo Cirene para apacentar mis músculos el cataclismo de tenerte adolorida y hecha nube el poder de romperte sobre la roca He acá mi brazo y el mar soñado donde habitan tus montañas tus prados tus rituales de maga lúnica Acá están los corderos Cirene detenidos en el borde de mis labios Soy el león y el brazo de Apolo que te empuja los corderos y las alas en las pantorrillas abiertas sobre mis hombros ¿dónde está Aristeo Cirene? Tu mano sobre mi piel y la melena donde habitas cada día en la codicia matinal Huyes en el tiempo para soltarnos la voz Mi espantosa voluntad te dulcifica el canto y el eco se extiende sobre el Mediterráneo En el espejo del oleaje flota mi trasquilado cráneo y el empuje de mi báculo se quiebra sobre tus cráteres

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Se van arrastrando cabelleras

flores de polvo arenan la vista de un sedentario Yo que te persigue y se persigna que lleva a cuestas la marca de Caín Alta la marca alta la guerra que nos entregamos Hay que reconocerse en el delta de los ríos redescubrirse en la profundidad de las cuevas en los cementerios en los anuncios que ya no bastan para nombrarla que no responden al trauma de las manos ni al neón en que palpitan porque abren los ojos arenados y silentes reconociendo el trazo de sus dedos sobre nuestra espalda la garra de su lengua bajo las axilas

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En la ansiedad plomiza de tus inocencias

dejas bajo mi brazo poderoso este muro ardiente pendiente del relámpago de sangre olvidando la ternura agria de las sonrosadas víctimas que esperan bajo la fruta del templo ese altivo nácar del espejo inmaculado en que la Gorgona nos previene de los ojos cánidos que guardan la puerta del Infierno donde nos mantuvimos tantas noches aletargados y fugaces como la miseria

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Ellas van arando su huella subliminal con el tacto de una hembra fanerógama que artera pretende la escapatoria mítica del mundo que hecho agua se cierne sobre las cabezas No más hombres con que despedazarse en este mundo de frutos que siempre caen Ellas como tierra fértil van creciendo el surco para hacer que germine la palabra

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En esta infancia de cadáveres reconozco la voz transparente tus manos ásperas donde ahogo el canto de mi nombre me doblegas la flor carnívora y el estigma que nos hace débiles antílopes sedientos caimanes furiosos fusión fisión impuesta aquelarre y dinamita Un poco de aire y la voz es únicamente la callada voz de Eva donde han urdido el holocausto donde está guardado el pergamino que nos forma

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No poder caminar de mano de la furia

como Judith y los destellos del cuchillo Y esperar ¿sólo queda esperar en este valle de paradigmas a que venga el esposo dentro de las sombras y apague mi luz en el desierto? He aquí su cabeza y el canto de la noche que lo llama Acá está mi cuerpo como una pradera que espera apacentar las cabras

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La furia del cielo clama su diluvio diluviante ilusión en que te entregas diluviarse sobre la noche de Noé en que todo vuelve a ser semilla como tu mano de árbol entrando en esta carne tu mano sabia que todo me lo duele tu mano garganta ahogándome la voz como tu ser de sombra en que me vuelvo espuma flotar flotar minúsculo en el aire y reventar adentro de tus ojos mientras los hombres flotan a la orilla

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No desear salir y caminar por los desiertos como mujer fantasma arrastrarme sodomizada sodomita envenenada venenosa entrar a la caverna del odio tanta arena para los huesos tanto espacio para anidar la Muerte una cuna un arremolinado temblor de angustias mecer la ronda el canto de las circunferencias Ella Ella Ella entre la noche y la madrugada separando las primicias

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Espejo antiguo

He dejado mi cabellera colgada de la lanza he cubierto mi escudo con hermosas gemas del Estigio Las fronteras de púas reclaman mi arrojo de Sadoth la luz embrutecida del Sinuhé que me presiento Bajo la noche de Asmodeo beberé lo que me ofrezca el jícaro en esa búsqueda por el agua de tu fuente maravillosa Eréndira no calumnies la soledad de mi esperanto el monstruo flemático recorre los pasillos del templo de Amenoteph donde me absuelvo con el rostro y los huesecillos de los héroes bajo el brazo

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Figurativo Con el báculo de Aarón golpeé los muros de tus piernas y nos hundimos cabras en la carne Mi adormecida Ella de caderas amplias de insoportables ritmos por la enramada de mi pecho vas agridulce como envidiada por la noche Me dejas protegido Los hombros como cuervos desprenden limaduras de oro con el aletazo Golpeo con el báculo hasta saciarme la sed con tu roca

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Y calleron las murallas en esa hoja de papiro que Soy voy con el sonido de trompetas en el ulular del búho Soy esta vulgaridad de paradigmas que abre la noche y nada de lo que lo Soy en este tiempo descalzo Invicta Aniquirona de cuerpo anquilosado ha llegado el alba y el tiempo de volver y reencarnar caricias como Job bajo el árbol y las ronchas tantas quejas para el abismo tanto abismo sobre el rostro y ella se deshace la trenza dispuesta a sanar mi cobardía pálida pálida la Muerte me persigue en tu garganta hasta arrancarme la voz invicta que soy

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Nunca hará falta pan y carne sobre la mesa de mis hijos los hijos de Satán que me asedian y comen en mi espalda pequeños escorpiones dejan poco a poco su veneno En las heridas sólo quedará mi hambruna y tus uñas de amor abriéndome el estómago

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Diorama Tú eres el filo que hará rodar mi cabeza el ala de mercurio Tú que no me abortas no me aplastas gusano victorioso una más de las canciones que entonando van los faunos eres Tú siempre Tú y los caleidoscopios Tú en la sinrazón de mi agonía eres Tú o Yo mismo quien te inviste te embiste te invoca en la cintura de mis traumas Yo en el derretir pupilas de antílopes descarnados Yo en el muladar de tu recuerdo sobre esa huida incierta de la carne manos y alabastros olvidados detrás de los refugios

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Detrás de la sombra Nos hemos lavado tantas veces la piel el odio de las noches el brillo de los dientes y esa luz intacta en que nos despedimos Acá estoy detenido Clausurado entre paredes Ella me sobrevive Ella siempre me sobrevive como un corazón dispuesto una palabra tuya bastará para sanarme para encontrarme de nuevo en las ventanas de esta casa Ya la sangre corre por el suelo hace costra en los tobillos y no se cual es el signo escrito con ceniza en tu rodilla No hay humo blanco en la alcoba bajo la cama se clausuran los poemas quiero mirarte regresar desde las cuencas de mi calavera

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He cruzado ríos

servido a los poderosos arreglado sus togas gigantes que dejan su talón sobre hormigas de ácido fórmico que me han roto el culo (bésame bésame bésame mucho) y todos los enigmas se apresuran a cubrirme con su manto Me he humillado con tal de seguir ofreciendo mi holocausto bajo la hoguera de aquelarres antiguos donde los huesos son solamente el gemido ensalivándome el ano (bésalo bésalo bésalo mucho) y me sitian los desiertos de la trepanación y la pirámide

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Esta es mi señal la señal de Jonás el golpe en la roca de la negación y el agua clara para un Moisés incauto ciego a la Tierra Prometida Los ojos victimarios de un Abel lleno de frío se desvanecen con la lluvia un Abel me mira en la sonrisa del diluvio con sangre ha regado la ofrenda La frutas van pudriéndose en el altar y la noche se hace alta como tu blanca mano en los testículos Sangré tu Nombre como cascabeles y ese ruido de ejecutantes bajo la danza en que desata su furia Salomé Muslos sudorosos en que precipito la bandeja de plata en que sirves mi cabeza

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Arrebataré la piel de los rostros ese manto de la Babilonia invencible a los hititas que alaban mi nombre No más desiertos sobre tu voz de ángel oscuro Desierto sangrante Tú mi aguerrida Corinto mi impostergable Samaria eres Tú desierto mujer mujer desierta Mutilada Evanescente Siempre Eva para el Adán que me presiento

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Ese fue tu cuerpo

una espera distante y pegajosa donde surgen los códices perdidos los espejos del jade reluciente las comparsas que bailan junto al Arca de la Alianza el baile de un David y sus condenas sus propios odios que luego venceremos: eres mi pastor nada me faltará eres mi pastor y sin ofensas

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El dios ahogado en la garganta ya no aúlla no celebra el día primero sus horrores de servidumbre su relamer el pasto en este devenir continuo de prisiones que somos uno dentro del otro uno negándose en el otro hasta la sobredosis de no tener principio no hay más remedio que dejar caer la guillotina

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Seremos tribu aniquilamiento del nómada redentores de cuerpos en este sima en este clima de victorias sobrepuestas Los rostros sitiados por avispas Las moscas nuestras mentes turbias en el amanecer donde estaremos silábicos adormilados quietos enfebrecidos nunca de rodillas esperando la voz que anuncia el nuevo siglo de la piel

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Vuelan las astillas del sueño Se arrebatan las palabras de la noche Un golpe a la hombría Las huestes sobre los moretones del rostro la mortandad del agua Una caricia a contraluz infame una fruta más que cuelga Un ahorcado esperando por sus dioses y el viento corre a lo largo de su cuerpo la lluvia de su lengua que lo envuelve acariciándole el nombre que soy que siempre he sido dentro de esta esfera de carne soy esta distancia entre la hierba y los tobillos el espasmo de luz que abre su garganta

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Mi voz se ha hecho diminuta al crecer los senos

Soy amapola en círculos Caracol silente que no deja de enredarse a tu lengua Las células del agua como muertos con la sal a cuestas se apagan sólo queda de nosotros estas derruidas piedras creciendo al horizonte edificios olvidados que caminan sin nombre las pirámides de nuestra sepultura han sido saqueadas Queda el laberinto ese caracol en que rejuvenecemos cada paladar intactos y poderosos como los escudos y tú preparas de nuevo tus lanzas y la voz escapa de mi vientre y mi vientre hecho de agua por la espera Soy el caracol silente en busca de tu lengua

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No dejaré caer a mi callada voz el azul de esta callada voz nunca cesará de golpear la piel No dejaré se apague mi callada voz en la sombra que el eclipse ha dejado bajo tréboles Callada voz del día último bajo la luz de las Legiones los golpes en el río y las guerrillas que ajustan sus vértebras como Belial a este cementerio en que me has arrojado La vejez se apodera de la mancha de mis días y Ellas quedan solitarias y aquiescentes Aniquirona de los pechos diminutos Eréndira con los sueños enormes y lumínicos redondos sueños circulares tan llenos de preguntas llenos de lengua ensalivados sueños de cicuta Tais de caderas amplias como cuestas sin dominio Amerindia hierve y se derrama como río de diamantes eres el Nilo Virgen eterna el monte Sión que me origina y en el temblor de la calumnia me alimento en el desierto de su carne

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No dejaré vacío este costado roto

porque estás conmigo divina Mengala último refugio de esta callada voz tan mía crucificada a un costado como cualquier mendigo entre la piel y el agua quemada por los años oh mi incomprendida Circe mi inabordable Antígona deja mi rostro desvanecerse sobre el hombro de mis [pesadillas ahí habitas y habitarás en el rincón del roble que amarra mi recuerdo a tus esferas

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Agitarse polvo ¿Se ha agotado la muerte? ¿se han perdido las cabras en la noche? todo se renueva al elevarse el polvo junto a la cueva de Zugarramurdi dentro del sol de mediodía Ellas cada año se desnudan La música va encerrando al mito y cada movimiento es una nueva erosión sobre tu nombre sólo se dejan los cabellos limpios por el agua viva tan viva como su piel

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Bajo la terrible descendencia de Adán se mueve el aguerrido brazo Caín aletea en el silencio de tu cuerpo un cuerpo su cuerpo su desquiciado cuerpo agitándose las alas su enarbolado cuerpo que pende del Árbol de la ciencia entre las columnas de Babel como Judas disolviéndose en la lluvia (abajo sólo margaritas crecen) en esta nueva luz que lo renueva todo que todo lo pica como el escorbuto para que de la tumba no salgan más venenos y quede clavado el mito en la roca de las emociones Cuerpo que se desprende del holocausto bajo la lengua ennegrecida febril imantada de carbón ardiente besando los labios de Eliseo que te acusa: elí elí lamma sabactaní

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Decidiré el refugio en el grillete del odio Brazo estival ardor y lanza relumbra el níquel de sus pasos Filo lunar adarga en plata y es la sombra sólo un resquicio en esta vida de complementarnos... Templado en el agua austral acero el Hombre en el silencio se resguarda su diminuta voz regresa a un mismo día a un mismo espacio sin límites que le atraviesen los ojos sin retornar por esas praderas primerizas en que confiado guiaba sus rebaños seguro de su omnipresencia Eran los tiempos cuando la Muerte estaba encadenada y la voluntad era mansa y obediente No había ruidos inconscientes en su oído ni pardos colores de tristezas que pudieran redimirle el sueño sólo el rumor del agua de las fuentes y el movimiento de las hojas y los días

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Todo quedó clavado en el Abismo: como los manantiales que surgen en la roca la memoria es sólo hiedra tapiando el túnel de la infancia Esos días cuando el lodo trepaba sobre las paredes y dibujaba rostros en el humo en otras piernas otras casas otras costras lumínicas para la misma carne que ha sido expulsada de este Paraíso Y es que solitario tras la azulosa bruma en la espesura negra del hallazgo y el insomnio inabarcable de su orgullo vencido aniquilado el Hombre espera al Minotauro: su condena de ojos tras el laberinto no justifica el sueño de batallas inconclusas grabadas en la piel de Pasifae Es en la noche a través de la caverna bajo la lumbre que se inclina sobre los parajes donde se han dado los sabores los rugidos la consumación del equinoccio de sí mismo: de no sentir no remordimientos abrazarse al odio encadenar la sangre como Prometeo como Ícaro con el sol a cuestas recorrerse victorioso y único una y otra vez hasta el delirio o escaparse con la sombra hacia los bosques plagados de sombras y duendes que se mutilan entre sí unos a otros para no olvidarse Como en el juego de ninfas disolutas en que brinda su hombría Teseo a la dormida Ariadna el Hombre vaga por los callejones de la noche • 50 •

con la voluntad de ser hijo de Nadie Nobadi Els Ninguno quedar libre en el páramo inhóspito sin luz en esta cerrazón del cielo que lo mira correr sobre los valles agitarse bajo la luz de la cavernas El Hombre que Soy fuera de mí solitario poderoso irredimible con la diminuta voz en abandono desde el cofre donde el alma guarda sus grilletes de diablo adormecido por el Napalm vengo a diluir la historia hacia este momento en que puedo nombrarte: Tú hombre moderno: nieto de Astarté infame hijo de Lilith generación caída en la distancia ¿cayendo de dónde? ¿hacia dónde? ¿por qué? Cayendo de nuevo a este laberinto que somos por dentro en esta cueva sin luz nos recordamos ahí están la flamas y los cortes en la roca ahí la corona de espinas y el espejo en el escudo el corno de la abundancia el vellocino de oro los cíclopes y las sirenas ahí el mar océano y la olvidada Ítaca donde me has vencido ¿Nos hemos imaginado doblegados con la voz como un grillete de odio para dejar atrás el mito y los rituales?

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De alguna invicta calumnia He lavado mi rostro He quemado las pestañas bajo el quinqué de la agonía (a las otras las dominó el sueño) espero que tu voz me llame que tu cuerpo me acepte en su costado Te espero esposo con la luz del agua encendida con la lustrosa piel de olores almendrados como una mágica cebolla que no se cansa de desprender la ropa mirando la distancia Sigo en el presentimiento que detrás de tu escudo estaré protegida y lavaré tu espalda en la pesadez del sueño Voy a refrescarte las piernas con mi aliento de escarcha para que erijas tus salmos como columnas del templo sea tu voz el destello de la noche esa callada voz tan tuya simulacro de cuervos que se abisman

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En cada gota mi rostro se funde con el tuyo Me encanta sentarme sobre tus rodillas a contemplar la lluvia en cada semicírculo de agua voy flotando hasta la herida Porque estoy unida a ti (nadie reconoce los ojos salamandra) como quise estarlo antes de la serpiente antes del Napalm y los genocidios del holocausto y la muerte en los desiertos Yo tendida sobre el cactus Tú como el féretro buscándome He permanecido atada a tus tobillos mi mano delgada mi quijada deseando enredarse a tu barba Sigo tu huella bajo el calor de las fogatas que me obligan a extrañarte no me conformo con otros senos aplastándome la piel necesito la dureza de tu cuerpo montaña tu cuerpo musgo tu cuerpo piedra sentimental penetrándome la dicha Ser agua en tu cabellera de espinas Ser el agua viva que alguna vez fue anunciada en el pozo de Samaria

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Como los asirios desaparecerás de la historia Aunque te refugies en la nueva Karkemish no podrán tus códices recuperarse no podrán nuevos vientos saludar tus estandartes Yo rodeado de mis carros de combate voy a arrastrarte por el suelo de la cabellera voy a dejarte sobre las arenas destinado a las aves de carroña en que te regodeas para que los buitres te canten al oído Todo el poder que me corona Babilonia golpeará tus muros y no podrás envejecer fuera de mis manos fuera de mis espejos en los campos de Nínive.

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Me he quemado al preparar los dardos para la cacería las lágrimas ahogaron la fogata

En medio del fuego Yo bajo esta sombra del eclipse recapacito esperando la bruma de mi amada Yo bajo la luz que el rayo deposita en el árbol seco que detuvo el tiempo pienso y distingo He aquí el valle luminoso tus piernas la cacería de coyotes a que me dispongo Tú exhumando furias y royendo los tobillos sigues atada a Mí y las palabras no tienen sentido en el aletazo Yo como una fruta más del árbol de la Muerte en la confusión hiriente de perseguir ternuras apedrear el sentimiento en esa posibilidad de amor que me regalas en que te obsequias ajena permanezco

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Sangrante la piedra

Con tus ramas de vidrio palidecemos cada remolino de silencio cada célula que ha borrado el viento en nuestra calle volcando los sepulcros La noche y los cervatos se alejan con la luz y esas nubes bajo tu vestido El diamante en la luz de las estrellas esa luz la luz que aborrecemos tanto Con tus ojos teresa de piedra sangrante los sepulcros abiertos en nuestros lomeríos y la paz que se dibuja con la niebla Como la noche cuando el alba tejió sobre tus hombros el tatuaje de vidrio que tanto te gusta La madrugada de espinas y cruceros insomnes y esa lluvia Llueve llueve y con cada golpe la distancia crece hacia los matorrales del sueño hacia los cuerpos en que me he rendido por cada borrasca que te va dejando seca pálida y pisando los brazos del insomnio Así era la luz la luz la luz que nos olvida y así eran tus ojos sangrantes La luz de tu vestido de pedrería imaginaria de nube gris y arcoiris indefenso Voy sobre el asfalto a entregarte margaritas • 58 •

hasta ser tan sólo la rama del árbol que cruje y el pájaro de aragonita la raíz en que contienes el aire enrarecido por el humo el cielo herido ya por tanto eclipse por esos años que nos van despedazando y nada queda sino esta veladora y algunas cuentas de mercurio encima de las teas algunos humos dióscuros para una vida dependiente carajo nos amamos y los cuervos de la repisa se revisan el plumaje carajo las luciérnagas de nuestros labios trozando el viento el uno encima del otro y las cabelleras crujiendo con las ramas el uno bajo el otro y los gatos se descubren impuros el árbol crecido de nubes y el arcoiris abarca la torcida lengua cuídame de tanta piedra No me dilates te digo encimando los aullidos en esta calavera lúnica en que me descubres siempre bajo tu sombra No me dispares al epicentro de tus espinas y cardos lunares parricidas espermáticos Nos hemos vuelto coráceos como las calles de estrellas que diluyen y esas ráfagas que deja el ojo frío el ojo neutro de nuestras distancias renovadas la pesada ceniza que se filtra entre las nubes y los remolinos rendidos a la noche quedan el silencio y su neón sobre cada cuerpo desgarrado sobre cada piedra que se percibe intacta Es tu manto teresa tu mano de iridio que no sucumbe al torrente del tiempo tu pierna de roble elástica elástica la montaña donde me guardo la luz que me envenena el disperso tiempo y las horas como tropezones y por siempre es la vida para beberte cada pómulo de lomeríos y diamantes • 59 •

sí teresa diamantes diamantes los circulares pechos en que me disuelvo gris tan gris como mi propia ardilla que precipita cada noche cada mutación del sino de mi rostro en cada árbol ese pálido fulgor de la sequía negra yo y el maldito venado de mi nombre ese brujo encandilado por la carretera quse soy por el agua que soy por la leche silente que soy al entregarme Soy esta sierpe que se curva sobre cada bosque imantado de quebrantos en cada muralla lo sabes todo ocurrió esa noche que se violentaron las peceras de mi cuerpo todo fue rendirse sobre el prado ambivalente y el columpio que me presentía fiero por tu catarro de dioses inseguros por cada talón con que despides la lepra con cada movimiento en que te escapas de mi patria de la memoria lúcida del aquelarre de ese cadáver florecido por los filos giratorios de cada río que me recorre el cuerpo escorpiónicas mis piernas cardos cardumen de equilibrista mágico porque mágico es tu cuello para la soga de mi brazo para esta fogata en que me consumo con el licor propicio en la mirada y el aletazo a ciegas esa transparencia del sonido de tu carne esta ave negra que soy en cada ceja tuya en cada picotear la espera con todo mi demonio translúcido mi gobierno de duendes y panteras blancas que te hacen la corte maldita cortesana • 60 •

Qué no ves que te he acercado las mareas que la arena no me basta para poder plantar mi huella en tu búsqueda ¿no lo notas? ¿no lo alcanzas a dibujar en cada arremetida de cabras a tu costado? ¿no te has dado cuenta cebolla mágica? mañana todos con nuestro rostro de cobre y ese vestido de pedrería imaginaria seremos esa luz en el plumaje voltaico la siempre viva hambre de pertenecerte seremos la distancia perezosa de árboles en el estío esas puertas que no resisten el paso de las barcas o esas caracolas de odio que se regodean en tu luz ¿no logras reconocerlo? He aquí las margaritas que siempre tengo dispuestas junto a la ventana un poco de miel un poco de agua serán todas las abejas las que promulgarán sus intemperies donde no hemos vuelto a equinocciarnos porque no hay motivo nada más que tus cejas duras y maquinistas del tiempo donde me guardo los lobos tus cuartos amplios donde me recibes y el beso tan delgado y húmedo en que palidezco Oh mi teresa de las fábulas tú me preguntas si estas flores eran para ti si cabrá esperar otra madrugada para atragantarnos el uno en el otro con cada semilla que depositas en mi lengua

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Piedras lejanas se cubren en el silencio de tus labios Esos ríos los ríos que se abren con cada nueva barca El viento regresa atravesando los valles hacia tus manos de trigo Tus manos de sal en mis uvas y luna carnicera Es en mis praderas donde despiertas cada amanecer para la quieta miseria en que me perteneces

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Hay que ver si me he vuelto sombra si mis dobleces sólo son aullidos o si el animal que me presiento guardó su polvo sobre la palma Si parto de la noche hasta el ágora en que nos refugiamos todos juntos espantando las ampollas del vientre Bebe en mi pecho Esa oscuridad me pertenece Guarda tus filos sobre mis orejas No hay más que un somnífero en que rendirme

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Si en la pirámide de mi cactus te fuiste refugiando y enfureciste como costra vientre escupitajo saliva negra sangrante la piedra con la cara al sol sin más dolor que el de tus tobillos los grilletes y cada estrella prevenida que se anuncia enarenándonos la silueta de cada labio roto ¿Cómo habrás gozado mi voz accidentarse en esa noche zaherida por el vaho de tu espalda?

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No se nublan las paredes con tus gritos

no se nublan los silencios repartidos para dos para dos mordidas más y dale que dale zumba el viento que aguantaremos otra década sabes que espaciaremos el abrazo porque los erizos lo han nombrado todo La noche se curva en tus omóplatos: Hay una luna parda en espera que caiga tu nombre

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No hay batallas

ni rendimientos insanos sobre esta devaluación constante porque nada es como fueron los huracanes refugiados en tus mejillas Ahí la milpa del sueño y acá un poco de perdón por cada noche de embarazo que no tuvo remedio lo sabes cuando un faro se apaga dónde irán los marineros atravesándonos la costa la entrepierna o la caries no se justifican porque no se justifica el abandono de un hombre que te vio crecer el cabello que te vio arrojar los condones en medio de esa risa tuya tan tenue tan coloradita tu risa tan de pocos pies y caminando encima de las puntas del sol Así era tu risa una columna de agua que luego ensancha en río en cascada océano y vamos todos hacia los abismos y profundidades que brinda tu respiración Cada amígdala desangrándose:

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Disculpe usted que no le preste mi pañuelo pero el niño duerme y la cama no deja de moverse mientras te veo la nuca Hay una voz nueva teresa en cada noche y me he quedado a guardar cada pedazo de playa que caminamos de la mano del diablo Juntos nos fuimos atravesando los manglares y esa doble hembra que eres me salió hacia el rostro La dulce niña filosa que se arranca las botas industriales y carga el látigo y esa intelectual profesionista que sabe pedirle a gritos a su macho que la monte Así eres teresa de cristal y óxido en cada lanza que va atravesándonos el vientre Vamos a crucificarnos que no quedan nuevos himnos donde salvar la historia.

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Todo vuelve a reunirnos junto al pozo

el río y el ave de mal agüero la noche y las estrellas que se diluyen en tu abrazo Son tus cejas de una negra verdad y cada noche mordiste mi esperanza sobre el animal escolopéndrico que te pertenece porque te pertenezco como esta calavera le pertenece a mi nombre como esta aguja a su propio encéfalo Dame electricidad y gime Con los remolinos que siempre avienta tu mirada he de construirme un barco

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Se ha oscurecido ese lamento

y no tenemos más rincones que juzgarnos ahí viene el aletazo sobre nuestros huesos imaginarios No saben que somos puntos de equilibrio sobre los mártires de la cama y hay una alfombra musical donde lamentamos la tarde Esos tamarindos de siempre nos llovían la piel de sus hojas todo verde todo verde hasta enmudecer porque no habitas en el armario de mi corazón en ese sapo que brinca a disgusto dentro de mi pecho dentro de mi sepulcro amarillante en que aun [me sobrevivo Luego de tantas despedidas nos hemos encontrado así fúricos y cándidos nos hemos escondido arriba [de los techos tras los matorrales donde pastan las ovejas donde se mueve la roca esperando nuestros pasos Habremos de caminar sobre el esperanto de nombrarnos fuego y maremoto

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Voy a dejarte sembrada en los desiertos

para consumar los ritos de los amanuenses cumplir las profecías en el vientre de mi madre Serás tú la escolopendra que venga a lamerme las heridas serás la bruja nueva que venga cada amanecer hasta el charco de mi cuerpo Y es que en el cristal donde nos hemos pertenecido todo es ahora humo

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No pude arrancarme tus espinas

ni tus dientes sobre esta calavera Las avispas de tus labios siempre fueron ácidas siempre ácidas tus emociones y tus laberintos Corriendo sobre maremotos sobre las olas dentro del agua que lo arrastra todo Sobre las fogatas que fuimos encendiendo en cada costa Adentro de las cuevas de los arrecifes ahí vienen los barcos extiende los pañuelos Nos fuimos estrellando en las montañas bajo las cascadas que el musgo nos anuncia Siempre disfrazados de leopardos buscándonos el beso en las axilas Siempre buscándonos el grito en las agujas

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Hay un animal un animal armado de cianuro en cada costra en cada penitencia de nombrarme volvernos cíclicos persiguiendo las huellas que dejamos en el espejo de la luna en el espejo de la muerte: Ahí la sonrisa y el dentífrico no se queda quieto

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No reconozco el aroma de tu vientre

y quedo manchado en este despertarme bajo el álamo ¿en qué momento me tiraste fuera? ¿en qué momento dejó mi luna de buscarte los labios? Estoy afuera caminando sobre las espinas no hay más alas que seguir lejos de tu sombra Estoy afuera y no me quedan más frutas para sobrevivirme me queda el hueso simple de tu voluntad de fiera Estoy afuera olvidado de tu vientre como una mandrágora buscándose la sangre en las raíces.

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Utopía del silencio

Y me cogiste en la debilidad del medio día Enrique Lihn

Puedo decir que mi vida ha estado bien planeada y quiero reventar burbujas en los campos Y no puedo entender el seguir esperándote clavado en este rostro inmenso y agitado de pechos asmáticos y nubarrones Todo lo que puedo hacer es ponerme en pie dar pasos al frente aplaudir aplaudir aprender a salirme siempre en tu costado Puedo decir que me gusta caminar con los brazos extendidos bajo la lluvia saltar los charcos y las anémonas que vas dejando al escapar Otra luna se agitará en las colmenas de los ojos otra vida levantará mi cráneo del lodo que me cubre Otro mundo construido con las ruinas de mi cuerpo otra noche para olvidarnos de los ruidos externos

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El ardiente signo azul en el ombligo

La mitad de este mundo es del demonio, la otra mitad es mía Dylan Thomas

Hay maneras de reconciliarse con la Muerte hay formas para redimirse de la gusanera. Hoy los piojos cantan su ronda bajo mis axilas y en la sobredosis de relámpagos me palpo sudoroso. He de sentir mi vientre presa de la hoguera he de sentir la punta del hacha sobre las pupilas Hoy que la noche no taladra mi entrepierna voy vulcanizando sobre el paso de los días. Nada que construir para este claroscuro párpado nada que mirar en este laberinto. El azul invicto de mi flama ahora se consume. Ni una sola parte de este árbol mío ni una sola rama quedó sin calcinarse Toda tu soberbia me abandonó en el nido.

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Sigilosa te has metido entre las vértebras del calendario

diste vuelta a las hojas de mi voluntad muy despacio como te prolongas En el abrazo en el dejarse intimidar sobre cada verso en el dejarse la mordida para las aceitunas que tienes en el pecho Hay que inflar la horca sobre los techos para no perder la vista Hay que sembrarlo todo de margaritas o de postes de telégrafos Subir a las montañas de cemento a colgarse de los pulgares o sembrar las esquirlas que has vertido con tu dinamita

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Marcaje

Henos acá revolucionarios henos acá sobre la hojarasca siempre victimados por las sobredosis recalcitrantes como los testigos Henos acá Somos serpientes blancas siempre buscando la agonía de los cuellos dentro muy adentro de las vértebras ella se ha disculpado y se arranca la ropa Ella que nunca quiso regodearse con nuestra ceniza que nunca quiso desdoblarse y no tejió su camisón con los hilos de nuestra propia sangre Así quedamos poderosos de vencidos así quedamos alquitranados en los orgasmos del miedo arriba de los árboles siempre hechos pedazos.

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Vas a romperme las vértebras a romperme los dientes con tus clavículas y no podré entrar hasta la fruta de tu carne no podré llegar hasta ese manantial de acero del arco infame de tu nombre donde has sido luz y voltereta manivela que no tiene la culpa potro y lanza sobre cada oreja sobre cada pulgar que precipita por tu vientre en esta tortura tenue en que me dilatas Voy a caminar por toda tu espalda dejando el rastro de una nueva espera con mi lengua de rinoceronte

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No queda sombra del hombre que fui sobre los techos

no tengo intenciones de recuperar el brillo algo has clausurado con los ojos De qué me vale seguir buscando en cada cueva si te da risa este cabello esta anémona clavada en el pecho Acá estoy esperando tu palabra de incendio pero no hay gritos que te acerquen Todo lo que tengo para darte son mordidas pedazos de uña quedan en las puertas incrustadas en el ombligo de mi cráneo ¿Lo verás? ¿Sabrás reconocerte en mis ojos? ¿Sobre mi vientre? Dudo que supongas cuánto es la honra que lamentamos que puedas identificar mi sombra entre mil cadáveres Acá estoy aletargado contrito y sin flemas envidiando la libertad que te supones Estoy acá esperando el miligramo siempre la triste cafetera para ser cafeína remedio indisoluble la abierta ventana de mi cuerpo una defectuosa historia de fragmentos ¿Sabrás reconocerme cuando llegue a la ventanilla? • 79 •

Todo se ha quedado detrás del escritorio

todo se ha quedado unicórnico vago vago vago vidrioso y acuático Todo se ha quedado barreno taladro para las neuronas Ahora sí que empiezo a descubrir ese barco aullando en horizontes ese barco oscuro blanquísimo mar ese barco Todo ese barco perdido en maremotos tu indecible indiferencia hacia mi espanto tu indecible indiferencia en mis refrenados instintos de diseccionarnos las partes de un todo que nunca fuimos que no seremos que has devastado en el aliento y la saliva de reptil quieto quieto sobre el muro de la noche Todo lo has quebrado y agonizo todo lo has quebrado y sigues esperando un puerto aciago delirante y sin viento Lo has quebrado en contradicciones como se quiebran las nubes y se gasta la lluvia como la selva de incendios que se curva sobre el río Así nos hemos fantaseado. • 80 •

como las panteras de encierro cósmico como las parteras y las penalidades incierto incierto Ciertamente incierto es el pasado el pasado que aun no llega el pasado de nombrarte de olvidarte en las praderas de un nuevo testimonio el pasado de no poder mirar tras de tus biombos tras de tu espinazo de legumbres tras tu perniciosa búsqueda de otra pantorrilla No hay silencio No queda ya sólo remolinarse continuo sobre las sábanas sobre el caserón vacío que has dejado en la conciencia.

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Yo y el universo

yo y el todo que te expulsa de este reconocible paraíso en que no buscas la entrada en que no logras entrar sino de puntitas en presencia de un largo quejo que no se disuelve que no se contempla a media noche He de resentirme he de aniquilarme cuando levantes los puños Resistiré la horca para sentirme infiel a mi algoritmo que no tiene copia ni precipicio que no tiene sentido en la razón de agonizarse que no tiene expresión que no tiene latido Cualquier día seré ruina lejana en otro continente por el que me conviene dilatarme por el que me conviene quedarme a mirarte pasar las cabelleras Así De lejos como siempre lo has querido como lo has dibujado en cada arco lo has perseguido en el silencio de la pesadilla Nada hay que no pueda obscurecerme sin tus ojos negro cosmos y el ahogo sin tus manos todo centellellar Habré de morirme pulso a pulso. • 82 •

Bienvenida mi muerte

La tristeza es demasiado extensa en esta noche. El miedo es sólo una caricia en la nuca suave suave suavísima. Una vez que te has dejado arrastrar hasta el límite nada es suficiente: habrá que levantarse. Salud por todos aquellos que se han quitado la vida. Por esos camaradas que dieron el paso firme. Salud por esa gente que se sabe dueña de su vida y logra firmar su final. Los que han escogido su mortaja. Yo los saludo. El hombre que soy los saluda a todos y espera que la noche sea alta para ir en busca de la Muerte pequeñita. Muerte hermosa. Muerte blanca y balbuceante Muerte. Dame tu espada. La soga para poder colgarme. Que nadie silbe en busca de reconocerse. He de matarme con lentitud y en cada célula Hay una tristeza inmensa en esta noche. Un zumbido en los ojos y todo es negro en el oído. El odio me aprieta la garganta. Ya nada es. No valió la pena reconocerme lleno de alegría.

• 83 •

Secuéstrame ramera mía

que no me canse de recorrer el abismo que te siga hasta las cordilleras y el aire que te guarde en el ropero de alquimista donde se guardan las ropas de las niñas sangrantes de las niñas que no tuvieron tiempo para la bienvenida que no tuvieron tiempo de gritar su propia sarna agitar su cabellera sobre el sol que ya despunta las niñas agridulces que todos comeremos las niñas que arrastrando en los ojos llevan cremalleras niñas lobas que se entregan en la plaza sorben su nombre como una flor de bugambilia separan las piernas y se agitan cual palomas dueñas del asalto cual avispas remolinando unas sobre otras y nosotros en la calle mirando los vestidos caen y caen los vestidos sobre las aceras y todos nos quedamos ciegos en espera de la noche para tomarles los tobillos y arrastrarlas sobre fangos como un escupitajo de violencia hacia los rostros esas niñas dulces que tocan la armónica y agitan el alba entre los senos

• 84 •

Verde y todos ansiosos hay tantos círculos rodeándonos las hojas murmurantes de sol nos crecen piedra a piedra y las voces que siempre nos persiguen estallan desde las enredaderas ¿De qué nos ha servido intercambiar los ojos los perfumes y las células del cáncer sus armas líquidas pálidas y equilibradas sus armas de ardiente limadura? Uno por acá camina sediento a cuestas con su árbol obediente las manos resecas y la lengua decidida Ella se esconde entre la selva Selva su voz suave su destino de jaguar equilibrista silencio silencio el cuarto se nos mueve completito Ven a refugiarme de tanta espada Abre las manos déjame beber tus pliegues mirar tus cardenales impacientes pantorrillas del alba y lucifer metido entre las vértebras

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Pensarte anfibiecida

Has recorrido el cuerpo has paseando tus sangrantes senos sobre mi cordura ¿qué te place mas que moverme sobre el equinoccio? ¿esta ratonera que soy? ¿esa gusanera que te va esperando en el hoyo? Sólo un pedazo de carne se nos queda y esta maldita razón de recorrerte Me habitas oh luz sextante astro mineral de la nostalgia Aletean los cuervos y tus manos se hacen pergamino para gritar mi nombre y por mi nombre penetran la tristeza el animal de la ternura solar que canta en su paleta de colores ¿estás de acuerdo con ese ojo propicio que me siento? En tu gemido de loba me he quedado dulce como la fruta que juntos comeremos los últimos días de la palabra femenina los últimos versos de la mansedumbre

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La huella sigue continúa el árbol inquieto tiritando flores inflorescencias en los párpados y tus dedos de acero escarbando en la garganta

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No estoy si estoy acá / allá porque la vida suele ser rutina de miserias porque la madrugada nos pasará oscura porque los cigarros se acaban y no hay mas dolor en los pulmones porque los pulmones sólo son la madrugada porque la vida suele pasarnos en cada cigarro porque se acaban las miserias en el dolor que sólo suele ser esa vida oscura plagada de mañanas y soy rutina de dolor dentro del cigarro de mi hambre. Estoy quedando calvo y no hay luciérnagas cercanas. Estoy quedando calvo y no hay luciérnagas cercanas. Estoy quedando calvo y arde la niebla al horizonte. Mi propia carne oscura servida en bandeja de plata. Ese preguntarse sórdido por el ave y sus harapos. Los harapos de mi carne y la plata sórdida que ahora nos pregunta si tendrá sentido abarcarnos hasta el núcleo Llagarnos la distancia y el dolor en los pulmones. Estoy quedando calvo.

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Voy a demolerte el sueño

porque tengo una rabia intolerable un deseo maldito de sangrarte Voy a reconocerte a despedirme de tu piel con estas garras tu piel convertida en sal por el olvido Quizá no hubo más adioses para reconocerse luego de los golpes y lágrimas y adioses cortos los rencores cortos y lágrimas y adioses cortos los golpes fuera de los labios Así entre los dientes de mercurio nos diferenciamos cada luna parda

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Voy a correr hacia las mareas

sobre las ramas de los cipreces sobre el diario ir y venir de los edificios Voy a romper con las camisas y los tirantes del día domingo entre las cervezas Voy a sacudir los antebrazos y los cuervos y las cuerdas donde tantas veces nos ahorcamos la honra ¿Lo recuerdas? Ese amor subía por las tuberías se metía entre las sábanas para horadar nuestros pezones Sentado bajo las palmeras de los espectaculares sangro las rodillas mientras van goteando balas y ¿lo sabes? Hemos aullado tantas cacerías entre los árboles que no quieren doblarse con la lluvia Pero me arrancaré las cuerdas y los cuervos Habré de soltar la mano a esa sonrisa cadavérica que alguna vez nos quiso dar el beso Solo un beso agrio nos faltó en la noche un beso falso que pusiera en su sitio a las mareas No hay problema señor chofer, puede usted correr al precipicio

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Habrá que reconocerse cielo Soy esa luz y el mazo sobre tu costillar de humo Sobre tu costillar de humo en el que he dejado de soñarme Plexo solar cuyo sabor amarillo se recorre hasta el sueño Como el mazo abriéndote el cráneo Abriéndome las alas para surgir como la luz en espera de la noche Para emerger en cada parte de tu cuerpo y en la maleza de tu espacio en el que siempre soy la ráfaga.

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Perseguir el mito de Adán Echeverría es una versión exclusivamente electrónica de la edición impresa. Su cuidado estuvo a cargo de su autor y de Editorial Inycre.

Q

uizá por su participación de una tradición bien definida y con solera, la poesía de Adán Echeverría se nos presenta cargada de elementos litúrgicos, con cierto tono adoctrinante, y una abundante floración, bosque de palabras que al final definen un estilo, carácter de la escritura, y que posiblemente sea un sustituto, o, -¿yerro caliente?de aquellas otras selvas reales. Resultado de un intercambio desigual: palabras por árboles. Habría que agregar que antes de la llegada de europeos ya en Yucatán se decían leyendas y cuentos, e incluso se negociaba con la muerte, como un ejercicio de iguales ante la vida. Ahora nos propone el autor de “La confusión creciente de la alcantarilla”, en este su nuevo libro de poemas, “Perseguir el mito”, una escapada del propio mito para apremiarlo. Una acción sorprendente a la que asistimos como guiados, más por un tono, una cadencia, manera de decir, que por una lógica ortodoxa: Adán va deconstruyendo una mitología suya de sufrimientos, como una guía de sus lesiones más que de sus victorias, que también las tiene, en un recorrido íntimo echado a la vista de los lectores, y contra ellos, como en un final donde anuncia, amenaza o sentencia, según se quiera entender, la demolición del sueño, y lo fundamenta en sus malditos deseos de hacer sangrar, de hacer notar una rabia intolerable. L. Santiago Méndez Alpízar

Editorial Inycre Mérida, Yucatán, México, 2014

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