Pero, ¿cómo podemos reconocer los estados?

October 8, 2017 | Autor: Juan Cuartero Otal | Categoría: Spanish, Spanish Linguistics, Tense and Aspect Systems, Aktionsarten, Stative Verbs, Aktionsart, Stativity, Aktionsart, Stativity
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Descripción

Pero, ¿cómo podemos reconocer los estados?∗ Juan Cuartero Otal (Universidad Pablo de Olavide / Grupo SyLex) 0. Presentación En las siguientes páginas pretendo mostrar a grandes rasgos la gran variedad de fenómenos que están en realidad abarcados por las concepciones de estado que se emplean de modo general. Aquí voy a ocuparme exclusivamente de enunciados y predicados verbales estativos, presentando en cada caso algunas reflexiones acerca de los problemas que quedan pendientes y algunas propuestas de solución, unas ya publicadas y otras en preparación1. La primera parte del artículo les presento una revisión crítica de las propuestas generales que se han dado en los trabajos más conocidos sobre estatividad. La segunda incluye el resumen de algunas de las propuestas que ya hemos ofrecido acerca de la determinación de los verbos de estado. Finalmente en la tercera se revisan los enunciados estativos, poniendo especial atención en las propuestas que se han hecho acerca de las lecturas estativas de enunciados construidos con verbos eventivos. 1. Caracterizaciones de los estados Todos los acercamientos al análisis de la aspectualidad y las aktionsarten, pese a que entre ellos se pueden apreciar muchísimas diferencias y discrepancias teóricas y metodológicas, coinciden unánimemente en distinguir una clase específica de situaciones2 llamadas estados frente a todas las demás. Esa unanimidad está basada sobre todo en una concepción simplificada de la naturaleza de los estados y de los verbos estativos y en la aceptación no siempre bien contrastada de algunas afirmaciones ciertamente precipitadas acerca de las características tempo-aspectuales que tal naturaleza debería conllevar. 1.1 Dos ejemplos de aproximaciones intuitivas Es interesante reflexionar sobre el hecho de que desde hace mucho tiempo se esté trabajando con un concepto fuertemente intuitivo de lo que puede ser considerado un estado. Se debe en buena medida a la popularidad del trabajo de Comrie (1976) cuyo planteamiento ha influido en la inmensa mayoría de los trabajos que posteriormente se han ocupado de analizar la estatividad: [S]tates are static, i.e. continue as before unless changed, whereas events and processes are dynamic, i.e. require a continual input of energy if they are not to come to an end […].(Comrie 1976:13). ∗

To remain in a state requires no effort, whereas to remain in a dynamic situation does require effort, whether from inside […] or from outside […]”(Comrie 1976:49). Hay otra propuesta que resulta igualmente ilustrativa de los acercamientos que se hacen a la cuestión de la naturaleza de los estados: Würde man das Ereignis [The box stood on the self (for three hours)] filmen, könnte jedes einzelne Bild des Films für das ganze Ereignis stehen, d. h. man bräuchte nur ein Photo, um ein Ereignis, das drei Stunden andauert, adäquat abzubilden3. (Wanner 1999:14) En estos dos acercamientos se resalta la presencia o la ausencia de cambio como criterio necesario y suficiente para separar a los estados de todos los otros tipos de situaciones. Es muy importante adelantar que no resulta nada sencillo encontrar una prueba lingüística para demostrar objetivamente la presencia o ausencia de dinamicidad en el concepto que corresponde a una determinada situación. El peligro más evidente que suele acechar a estos intentos de definición es el de caer en caracterizaciones circulares o, aún más grave, el de ignorar los datos que se pueden encontrar en el habla. 1.2 Desarrollos de la definición y caracterización de los estados En realidad, es relativamente sencillo demostrar que la historia de la clasificación, determinación y análisis de los estados desde el precedente de Vendler está lastrada por el peso de intuiciones, sobregeneralizaciones y en algunos casos de verdades a medias que, muy sorprendentemente, han ido siendo aceptadas y divulgadas en muchos trabajos posteriores. En este apartado pretendo hacer una somera revisión de las afirmaciones más frecuentes4. a. La caracterización de los estados que ofrecía Vendler en las primeras páginas de su trabajo (1957) ya afirma que los estados –en inglés- son claramente incompatibles con la morfología progresiva. Esa es la primera característica que se les atribuyó: sobre ella se ha escrito verdaderamente mucho, sobre todo, en relación con la relativamente exigua morfología verbal del inglés (vid. p. ej. Schopf 1984). De todos modos, es un hecho que en español, como en inglés, muchos verbos estativos se pueden combinar sin problemas con la perífrasis progresiva. Incluso en el caso del inglés, para diferenciar verbos que son claramente controlables y compatibles con ella pero se consideran estativos, ha habido autores que han considerado clases de aktionsarten específicas como las llamadas stances (Quirk et al. 1985:205) o dynamics (Carlson 1989:) en las que se incluyen verbos como stay, lie, sit, etc. Con una perspectiva afortunadamente más contrastiva propone Bertinetto (1997:76-79) que en realidad las lenguas pueden mostrar diferentes grados de compatibilidad entre predicados estativos y perífrasis progresivas: el italiano, al parecer, pone enormes dificultades, mientras que el inglés lo permite

Este trabajo ha contado con el apoyo del proyecto de investigación Las relaciones entre semántica y sintaxis: el modo de acción. FFI2008-0081 parcialmente financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación con fondos FEDER. 1 El presente estudio se inserta en una serie de trabajos acerca de estados léxicos, enunciados estativos y estatividad en general que estoy llevando a cabo junto con María del Carmen Horno Chéliz, autora que también presenta una contribución a este mismo volumen. 2 Empleo aquí el término situación para todo tipo de states of affairs, incluyendo estados y eventos. Con el término evento me refiero a todos los tipos situacionales no estativos.

“Si filmásemos la situación [La caja estuvo metida en el cajón (durante tres horas)], cualquiera de los fotogramas representaría la totalidad de la película, es decir, que una única imagen podría mostrar adecuadamente una situación que dura tres horas”. La traducción es mía: JC. 4 Se pueden hallar más revisiones de estas y otras pruebas en Havu (1998:152-164), De Miguel (1999:3012-3018) o Coll-Florit et al. (2008:24-31).

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dando lugar a lecturas desestativizadoras o temporales; en japonés o en portugués de Brasil, sin embargo, no parecen darse apenas restricciones. Para muchos autores la morfología progresiva induce un cambio de categoría en los estativos, lo que permite solventar con facilidad el dilema de la incompatibilidad, puesto que el estado se dinamiza y pasa a ser una actividad: In English, the general rule seems to be that lexically stative verbs can be used nonstatively and appear in the Progressive, while lexically nonstative verbs do not lose their ability to be in the Progressive by being used statively. (Comrie 1976:36) El propio Comrie hace inmediatamente después (1976:37-38) una serie de matizaciones en las que acepta que en algunos casos la única diferencia puede ser que el estado sea temporal (I live at 6 Railway Cutting y I’m living at 6 Railway Cutting) e incluso reconoce casos que son puramente idiosincrásicos (You look well y You are looking well son equivalentes mientras que You seem well no corresponde a *You are seeming well). En español, la disputa se centra igualmente en cuáles son los efectos semánticos que induce la perífrasis progresiva sobre las construcciones estativas, que no parecen estar claros ni para los hablantes ni para los lingüistas: (1) Este chico está siendo tonto. Acerca de (1) se argumenta que el chico se está comportando de tal modo que lo hace parecer tonto a ojos de los demás5. Frente a ello, hemos defendido que la morfología progresiva no necesariamente es incompatible con la expresión de estatividad. Se puede aducir, de acuerdo con parte de la argumentación de Bertinetto (1997:104-109), que el progresivo es simplemente un operador de parcialización, que focaliza una parte de la estructura interna de una subfase durativa. Así, con muchos predicados estativos, la morfología progresiva descarta una lectura permanente de un enunciado estativo, lo que explica contrastes como El río huele mal / El río está oliendo mal o Este chico es tonto / Este chico está siendo tonto. También de esta disputada relación entre estatividad y progresividad surgen efectos diferentes si se está focalizando una parte previa y dinámica de una situación estativa (La película me está gustando o Estoy conociendo las ventajas de la vida en el campo) o si la situación es difícilmente parcializable (??Estoy siendo holandés o ??Este coche nos está perteneciendo). A este asunto volveremos un poco más adelante. b) La supuesta incompatibilidad entre estados y perífrasis progresivas encontró justificación en la propuesta de que los estados no son dinámicos: Thus we can give the general definition of progressiveness as the combination of progressive meaning and nonstative meaning. Naturally, then, stative verbs do not have progressive forms, since this would involve an internal contradiction between the stativity of the verb and the nonstativity essential to the progressive. Comrie (1976:35)

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Otros autores como Vlach (1981) o Mittwoch (1988) objetan, por el contrario, que los progresivos son operadores estativizadores, lo que explicaría perfectamente que no se puedan combinar con los estados. La falta de dinamicidad se ha ido convirtiendo en la característica de las situaciones estáticas que se presenta como la más específica para distinguirlas de todas las demás y en ello coinciden muchos autores que han propuesto una definición de los estados, p. ej. Sasse (1991:34), Smith (1991: 19), Havu (1998:152) o Morimoto (1998:14). Creo que no hay, sin embargo, ninguna prueba que pueda servir para objetivar la presencia o la ausencia de esta característica en cualquier predicado. Se suele argumentar como evidencia de su carácter no dinámico la incompatibilidad de los estados con indicaciones de carácter gradual. En general, el análisis se soluciona como en el caso anterior, es decir, aduciendo que desde el momento en que aparece una indicación de gradualidad del tipo poco a poco o cada vez más como en (2), lo que debería ser un estado (y por tanto incompatible con ellas) ha pasado a convertirse en una actividad: (2) a. Este chico es cada vez más tonto b. Poco a poco, este chico está tonto c. Max se parece {poco a poco / cada vez más} a su padre. La propuesta que se encuentra en Cuartero Otal / Horno Chéliz (2011) es que una buena parte de los estados son inherentemente graduables y que, de hecho, su combinación con perífrasis incoativas nos permite ver que muchos adquieren lecturas claramente progresivas (Ya empieza a ser mayor, Está empezando a necesitar consejos). Allí argumentamos que “si la atribución de una característica a un argumento conlleva un estado, ello es válido incluso cuando esa característica se da en un grado cambiante” (2011:239). La combinabilidad de los estados con indicaciones del tipo un poco, que con predicados estativos nunca pueden recibir una interpretación temporal (Maienborn 2003:100-103 y Rothmayr 2009:33-34), es otro argumento a favor de la gradualidad de los estados: (3) a. Max se parece un poco a su padre. c. Max es un poco adulto. c) Hay autores que consideraron, haciéndose eco de la idea que aparece en el trabajo de Dowty (1979), que los estados son claramente no-agentivos; entre ellos destaca Smith por la gran repercusión de su monografía (1991). De hecho, ambos autores hacen de la agentividad el test fuerte para determinar la dinamicidad de los predicados. Este criterio, pese a la enorme frecuencia con que se ha citado y se ha aplicado, resulta doblemente erróneo: de un lado no se puede esperar de ningún modo que todos los predicados no-agentivos sean necesariamente estativos (piénsese sin ir más lejos en verbos como amanecer, atardecer, llover o tronar), lo que le quita toda validez a las pruebas, pero por otro lado ya hay diversos estudios que demuestran que además existen estados perfectamente agentivos (Morimoto 2008 y su contribución a este volumen). d) Otros autores se han referido en distintos términos a la falta de límites temporales que serviría para caracterizar a los estados, por ejemplo Sasse (1991:35), Bache (1995:238),

La argumentación se encuentra p.ej. en Bertinetto (1997:76-77), Havu (1998:156-157), Bosque y Gutiérrez-Rexach (2009:302) o en Moreno Burgos (2011:200).

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Mitko (2000:61-62). Esta última autora revela con claridad el vínculo que se puede establecer entre la caracterización de Comrie (1976) y este planteamiento: Ist eine Situation statisch, so deshalb, weil die Grenzen der Situation ausgeblendet sind. Zustände bestehen prinzipiell unendlich fort, es sei denn, ein situationsveränderndes Ereignis von außen tritt ein und beendet den Zustand.6 (Mitko 2000:61) Tal vez una solución de compromiso se halla en la interesante afirmación de Hatav (1989): States and activities do not entail endpoints but at the same time do not entail a lack of endpoints. (1989: 510) Esta caracterización se halla en relación con multiples factores como pueden ser la supuesta falta de dinamicidad de los estados y su homogeneidad característica pero también la tradicional distinción entre estados permanentes y temporales y la indefinición que se les atribuye con respecto a la distinción telicidad / atelicidad (Smith 1991). En otro trabajo, (Cuartero Otal / Horno Chéliz 2011:231-234) hemos argumentado, sin embargo, que los estados, incluso los más sospechosos de ser permanentes, de ningún modo carecen de límites temporales: Tienen límites, porque se pueden presentar cuando aún no se han producido, cuando comienzan o cuando ya no se dan, cuando han finalizado o incluso pueden presentarse como iterativos. (2011:232) e) Como consecuencia de las afirmaciones de Davidson (1967) acerca de la presencia de un argumento eventivo en los estados, se sugirieron varias pruebas relacionadas entre sí que se presentan como comportamientos específicos y característicos de los estados frente a los eventos: las situaciones estativas no responden a preguntas del tipo ¿qué sucede? / ¿qué ocurre? (Wanner 1999:15) ni son compatibles con construcciones pseudo-escindidas con ocurrir (De Miguel 1999:3011-3012) ni sustituibles por ocurrir / suceder. De nuevo parece ser una prueba que presenta inconvenientes y para la que pueden hallarse contraejemplos en el habla: (4) a. Lo que ocurre es que necesita cuidados b. No tiene amigos y eso le sucede por envidioso (ambos en Cuartero Otal 2006:220) c. Sucede que no tengo nada de hambre d. Lo único que pasa es que el techo es demasiado alto (ambos en Bosque y Gutiérrez-Rexach 2009:303). f) Finalmente acerca de la presencia o ausencia del argumentos eventivo en los predicados estativos, consideramos que hay evidencias de que está presente (Horno y Cuartero 2010 y Horno Chéliz en este volumen), solo que ya viene saturado como

estado desde el léxico. Ello permite dar cuenta, por ejemplo, de que los estados léxicos tengan mayores restricciones de combinación con complementos locativos y modales. 1.3 Una reflexión sobre esas caracterizaciones Es muy importante recordar que hay dos niveles en los que se determina la información aspectual: el del léxico y el del enunciado (vid. Cuartero 2006 y 2007, Horno y Cuartero 2010, Cuartero y Horno 2011). Hay por lo tanto, para el caso que nos ocupa, una clara dicotomía que separa dos tipos de elementos de muy distinto carácter que igualmente se deben etiquetar como estados: 1. Los predicados que se incluyen entre los que hemos llamado estados léxicos: ya que el trabajo se centra en los predicados verbales7, los ejemplos más claros son, entre otros, verbos como poseer, pertenecer, merecer, saber, comprender, gustar, interesar... 2. Los enunciados estativos, entre los que se incluyen elementos de carácter ciertamente diverso: de un lado, enunciados formados a partir de estados léxicos, ya que los estados léxicos -por defecto- dan lugar a enunciados estativos (Ese libro pertenece a Max; Max sabe latín...) y de otro lado, enunciados constituidos a partir de predicados eventivos pero que o bien se emplean con referencia generalizada, lo que permite adscribirle una propiedad característica a una entidad (Max cuenta chistes malos, La aspirina se toma con las comidas...) o bien se emplean como situativos (La valla rodea el terreno, La catedral preside la plaza...). Muchos autores se han encontrado con dificultades para caracterizar lingüísticamente a los estados debido principalmente a la falta de conciencia clara de esa diferencia básica, a partir de la cual resulta sencillo aclarar buena parte de las dificultades y malentendidos a los que han ido dando lugar diversos análisis evidentemente unilaterales. No debería sorprendernos pues que se llegue a conclusiones como que los estados resultan incompatibles con la morfología progresiva, que los estados no son dinámicos o que todos los estados son necesariamente no-agentivos cuando lo que se ha empleado como objeto de análisis han sido preferentemente enunciados estativos (tanto los construidos con verbos estativos como los originados a partir de verbos eventivos) y no los verbos estativos por un lado y los enunciados estativos por otro. Voy a tratar de aportar a continuación algunas pruebas de ello. En primer lugar, es posible imaginar por qué tantos autores coinciden en hablar de la incompatibilidad de los estados y la morfología progresiva: de un lado, los enunciados construidos a partir de verbos estativos o son muy difícilmente compatibles con el progresivo como en (5a-b) o necesitan que se lleve a cabo una reinterpretación como en (5c-f): (5) a. ??Esta casa me está perteneciendo b. ??Estoy poseyendo un buen capital c. El río está oliendo mal (≠ El río huele mal) d. Max está siendo tonto (≠ Max es tonto)

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“Una situación es estática porque tiene difuminados sus límites [temporales]. Los estados, en principio, perduran indefinidamente a no ser que se dé un evento externo con capacidad de alterar esa situación y le ponga fin.” La traducción es mía: JC.

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Son predicados estativos todos los sustantivos (excepto los propios), todos los adjetivos (excepto los relacionales), las preposiciones estativas y algunos verbos. Este trabajo se centra evidentemente en la estatividad verbal.

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e. A Max le está gustando esa sopa (≠ A Max le gusta esa sopa) f. Max está conociendo a Mira (≠ Max conoce a Mira). Esas reinterpretaciones no solo pueden dar lugar como en (5c-d) a lecturas estativas temporales (aunque algunos autores prefieren considerarlas dinámicas) sino también a lecturas claramente no estativas de carácter progresivo como en (5e-f). Además, los enunciados con verbos eventivos en forma progresiva suelen recibir una lectura de presente actual que impide cualquier posible interpretación estativa: (6) a. Max está contando chistes malos b. Max no está bebiendo alcohol. Algunas lecturas no estativas de verbos eventivos en enunciados situativos se infieren más bien por analogía con casos como los anteriores si bien resultan más difíciles de justificar, ya que la perífrasis progresiva no parece excluir una interpretación estativa: (7) a. Esa columna está sosteniendo el tejado (= Esa columna sostiene el tejado) b. Una valla está rodeando toda la finca (=Una valla rodea toda la finca). En general y obviando (o reinterpretando) casos como (5c-d) o (7a-b), aquí tenemos algunos datos que podrían esgrimirse como argumentos a favor de que la naturaleza de la estatividad se explica por la falta de dinamicidad y se puede descubrir mediante la incompatibilidad de los estados y los progresivos. Por lo que respecta a la falta de agentividad, aparte de que muchos estados léxicos sean efectivamente no agentivos, se pueden observar muchos contrastes entre enunciados con sujeto agentivo y no agentivo que corresponden con contrastes entre estatividad y eventividad: (8) a. La valla rodea el parque (estado) – El corredor rodea el parque (evento) b. El puente cruza la bahía (estado) – El barquero cruza la bahía (evento) c. El muro nos impide el paso (estado) – El portero nos impide el paso (evento). La agentividad no siempre es la clave que aclara estos contrastes, ya que la lectura estativa de (8a) y (8b) deriva más bien del empleo de verbos de movimiento con referentes que claramente no son desplazables mientras que en (8c) sí que la diferencia puede relacionarse con presencia de agentividad y control. No obstante, estos son casos que de nuevo pueden invitar a establecer una (sobre)generalización sobre la naturaleza estrictamente no agentiva de la estatividad (obviando evidentemente casos del tipo Vive voluntariamente apartado del mundo o Se estuvo quieto para no despertarnos). En este apartado he tratado pues de mostrar los inconvenientes para la definición y descripción de los estados que conlleva mezclar unidades estativas de diferente naturaleza. Hay que distinguir pues entre estados como tipos de aktionsarten que responden a información inherente al léxico, por un lado, y estados que se obtienen estrictamente en el nivel del enunciado, por otro: no se trata de favorecer la caracterización y descripción basadas antes en unos que en otros, sino proponer que antes de nada se deben realizar descripciones por separado de distintos tipos de unidades con carácter estativo.

2. Una propuesta acerca de los verbos de estado Las distinciones básicas que implícita o explícitamente abordan todos los acercamientos a los análisis de clases de aktionsarten son dos: de un lado la que se establece entre predicados télicos y atélicos (o delimitados y no delimitados) y de otro lado la que se establece entre los estados y los eventos. Esas dos distinciones puede ser presentadas en términos discretos, de condiciones necesarias y suficientes, y de hecho es lo que se ha solido hacer en la mayoría de los casos. En varios de nuestros trabajos (Horno Chéliz / Cuartero Otal 2010 y Cuartero Otal / Horno Chéliz 2011) ya hemos abogado por revisar una serie de tests que permiten objetivar las intuiciones acerca de las diferencias entre estados y eventos y que permiten matizar en cierta medida las afirmaciones que hasta ahora se han ido acumulando acerca de la estatividad. 2.1 La caracterización de los verbos de estado En el caso de los estados, la gran dificultad con la que nos encontramos es tratar de separar netamente las actividades de los estados, ya que las clases aspectuales télicas y las puntuales (realizaciones, logros y semelfactivos) presentan características muy marcadas de modo que toda una serie de pruebas de implicación de sentido y de comportamiento combinatorio nos permiten describirlas y distinguirlas. En trabajos anteriores (Horno y Cuartero 2010 y Cuartero y Horno 2011) ya hemos propuesto que la distinción entre las actividades y los estados léxicos se puede objetivar mediante las siguientes observaciones: a) En presente de indicativo simple, los predicados de actividad presentan en principio tres lecturas posibles, de tal modo que pueden ser interpretadas o como un evento actualmente presente (Max va en bicicleta = Max ahora mismo está circulando en bicicleta), o como un evento iterativo, habitualmente recurrente (Max va en bicicleta = Max suele circular en bicicleta), o como una propiedad característica que se le atribuye (Max va en bicicleta = Max no circula (nunca) en automóvil); en oposición, los estados léxicos no presentan de ningún modo la posibilidad de diferenciar esas tres lecturas (A Max le encanta el ciclismo, Esa bicicleta le pertenece a Max...). b) En combinación con la perífrasis progresiva estar + gerundio, las actividades pierden la posible lectura como estado caracterizador (Max está circulando en bicicleta ≠ Max es un consumado ciclista), en oposición, como ya he indicado, los estados léxicos o no son combinables con ella (??El libro me está perteneciendo o ??Estoy poseyendo un pequeño capital) o necesariamente deben recibir interpretaciones alternativas: una lectura de carácter temporal, es decir, que descarte una lectura permanente (Max está siendo tonto o El río está oliendo mal) o una lectura de carácter progresivo (A Max le está gustando esa sopa o Max está conociendo a Mira). Básico para justificar una distinción de este tipo es no correr el riesgo de estar defendiendo una caracterización circular, es decir, una caracterización basada en el resultado de una única prueba a la que se le otorga arbitrariamente un papel definitorio. Las dos pruebas propuestas se complementan adecuadamente, lo que se puede evaluar muy positivamente ya que no parece suceder con ninguna de las otras pruebas de comportamiento que se han solido atribuir a los estados.

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2.2 Varios tipos de verbos de estado En otros trabajos previos (Hono y Cuartero 2010 y Cuartero y Horno 2011) ya ha quedado demostrado que los verbos que de acuerdo con nuestra propuesta de caracterización deben ser considerados estativos muestran una serie de comportamientos muy divergentes en lo que se refiere sobre todo a la combinabilidad con diversas perífrasis y a las implicaciones que presentan en pretérito perfecto compuesto y en pasado reciente. Lejos de resultar inesperado, esas divergencias se explican teniendo en cuenta que existen tres clases diferentes de estados léxicos, de acuerdo con las características de las estructuras subeventivas que les hemos atribuido. Para esos tres tipos de estructuras subeventivas, proponemos las representaciones que se presentan en la Tabla 1, tomando como punto de partida las que se ofrecen en trabajos como Klein (1994) o Croft (2000). (a) (¬P)

(P)

(b) (⌐P)

(t)

(P)

(⌐P)

(t)

(P)

(c)

Tabla 1: Estructuras subeventivas correspondientes a los verbos estativos En los estados correspondientes a (a) se han lexicalizado dos fases subeventivas: (¬P), en la que el estado todavía no se da, y (P), en la que ya se da el estado. Estos son verbos estativos como ser, estar, poseer, pertenecer, vivir, consistir en, constar de... que son los que se suelen definir y caracterizar. Hay verbos de estado con estructuras más complejas que incluyen un subevento previo (¬P), un subevento llamado (t) que indica que tiene lugar una transición que da inicio a un subevento estativo (P). A su vez, de acuerdo con las características de estructura interna de (t) se pueden diferenciar los estados correspondientes a la estructura (b) en los que el subevento (t) presenta las características de un logro (como saber, entender o conocer) y los estados correspondientes a la estructura (c) en los que (t) presenta las características de una actividad (como gustar, interesar o encantar). Estos últimos verbos estativos se caracterizan por el hecho de que, si se combinan con determinada información gramatical, dan lugar a predicados eventivos, ya que focalizan fases subeventivas distintas a la fase principal de estado. Creo que hay que hacer en este punto una aclaración importante: estas tres son las únicas clases de estados léxicos que contemplamos. Hemos renunciado a distinguir entre estados permanentes y temporales en el nivel de información léxica. Por otro lado, la clase de los estados así como estas tres clases no son concebidas como categorías graduales en el sentido de Coll-Florit et al. (2008) sino como clases con características pertinentes, definitorias y claras. Otra cuestión distinta es si los hablantes siempre 9/22

comparten los juicios e interpretaciones sobre ciertas construcciones dependiendo de las estructuras subeventivas que individualmente adscriben a los predicados. En ese sentido, hemos propuesto tambien que esas estructuras subeventivas puede ser concebidas de manera dinámica y articulada, es decir, que se les pueden añadir y ensamblar fases subeventivas mediante ciertos patrones y de acuerdo con el conocimiento y la experiencia del hablante. 3. Los enunciados estativos Se pueden distinguir tres tipos de enunciados estativos: 1. Identificadores: aquellos que relacionan dos elementos correferenciales: (9) a. Berlín es la capital de Alemania b. Max fue mi compañero de piso 2. Clasificadores: que adscriben una entidad a un conjunto de elementos: (10) a. Berlín es una ciudad enorme b. Max no fuma 3. Situativos: que adscriben una entidad a una ubicación espacial o temporal8: (11) a. Berlín está en el norte de Alemania b. Max está en Berlín. A su vez, como puede verse en los contrastes entre los pares de ejemplos de arriba, es en el nivel de los enunciados donde se da la distinción entre los estados que se consideran permanentes (a) y los que se consideran temporales (b). Los estados léxicos dan lugar por defecto a enunciados estativos y creemos que no es posible convertirlos en eventos: solo los estados léxicos que presentan una estructura subeventiva compleja pueden dar lugar a enunciados eventivos si la que se proyecta es la subfase previa no estativa. Puede proyectarse p. ej. la fase en la que el estado se adquiere progresivamente (La sopa de ortigas poco a poco me estaba gustando) o toda la fase de transición (Ayer supe la noticia). Existe además la posibilidad de que cualquier evento léxico pueda dar lugar a enunciados con lecturas de carácter estativo: (12) a. Max canta b. Max canta muy bien c. El jabón limpia la piel d. Mi sobrino gana muchas carreras e. La carretera recorre la costa. 3.1 Estados construidos a partir de eventos De acuerdo con nuestra propuesta, los predicados estativos se proyectan con su argumento eventivo saturado por la interpretación estativa, asimismo los eventivos se proyectan con el argumento eventivo sin saturar, lo que permite que un enunciado en presente (como el citado Max circula en bicicleta) pueda ser interpretado en principio de tres maneras distintas: como única ocurrencia de la situación, como conjunto habitual 8 Una caracterización somera de los tipos 2 y 3 se puede encontrar en Horno y Cuartero (2010:90-101).

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de ocurrencias o como recurrencia caracterizadora. Para que un enunciado con predicado no estativo se pueda interpretar como caracterizador, es necesario que el argumento eventivo se sature en la combinatoria mediante mecanismos pragmáticos y gramaticales. Otra cuestión mucho mucho más compleja y que sobrepasa con creces los límites de espacio de este artículo es describir cuáles son esos mecanismos y su funcionamiento concreto. A continuación quiero llevar a cabo simplemente una revisión de lo que diversos autores han planteado en relación con las lecturas estativas derivadas. Aquí solo voy a poder ocuparme de llevar a cabo un primer acercamiento a las interpretaciones como clasificadores (o genéricos) de enunciados con verbos eventivos, las lecturas como enunciados situativos conllevan procedimientos distintos que están ya apuntados en Horno y Cuartero (2010:97-100) y esperan a ser tratados proximamente con más exhaustividad. 3.1.1 Vendler (1957): acercamiento a la cuestión En primer lugar, Vendler se ocupa de justificar su taxonomía de construcciones verbales (no exactamente de verbos sino de lo que llama terms) a partir de varias pruebas que permitían objetivarla. Una vez establecido el sistema de clasificación y presentadas sus herramientas metodológicas, Vendler los pone en práctica ocupándose en primer lugar de perfilar su caracterización de los estados. El autor propone que las construcciones con predicados no verbales se comportan como estados y que además ello es igualmente válido para cualquier característica: From the point of view of time schemata, being married, being present or absent, health y or ill, and so on also behave like states. But then we can take one more step and realize that this is true of all qualities. (1957:108) No solo eso, a renglón seguido amplía el campo de acción de lo que él considera estados incluyendo entre ellos también una amplia categoría a la que se refiere como habits y en la que a ojos vista quedan incluidos, además de eventos que se suceden de modo iterativo, como veremos, otros tipos de enunciados caracterizadores: Habits (in a broader sense including occupations, dispositions, abilities, and so forth) are also states in our sense. Compare the two questions: Are you smoking? and Do you smoke? The first one asks about an activity, the second, a state. This difference explains why a chess player can say at all times that he plays chess and why a worker for the General Electric Company can say, while sunbathing on the beach, that he works for General Electric. (1957:108) Vendler dedica a los enunciados estativos otra parte significativa de su artículo sobre aktionsarten justificando que entre esos habits se diferencien los specific states, los de fumadores, pintores y escritores, y los generic states, los de gobernantes, sirvientes o educadores9. Finalmente Vendler hace una afirmación de bastante interés:

9 La distinción, que me parece ciertamente injustificada, se establece más bien en términos de concreción del significado léxico, teniendo en cuenta si los verbos correspondientes (por su concreción) pueden dar lugar o no a lecturas de carácter actual (un fumador suele estar fumando en diversos momentos, un conductor de taxi conduce su taxi durante horas, sin embargo, el rey

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As we see, the distinction between the activity sense and the state sense of to smoke, to paint, and the like is a general distinction, not peculiar to the concept of smoking or painting alone. Many activities (and some accomplishments and achievements) have a “derived” state sense. (1957:109) No se debe esperar, por lo tanto, nada especial de los verbos para que puedan tener en determinadas condiciones lecturas estativas, al menos en inglés: no hay morfología ni marcas específicas. Por otro lado, Vendler tienen razón en cierto modo al considerar que los hábitos están en relación con los enunciados estativos genéricos que se emplean para describir entidades, pero está partiendo de la premisa -errónea en mi opinión- de que los hábitos son enunciados genéricos o caracterizadores. 3.1.2 Comrie (1976): una cuestión de punto de vista La monografía sobre aspecto gramatical de Comrie (1976) plantea que se pueden distinguir tres subtipos dentro del llamado aspecto imperfectivo: a) habitual: “The feature that is common to all habituals, whether or not they are also iterative10, is that they describe a situation which is characteristic of an extended period of time, so extended in fact that the situation referred to is viewed not as an incidental property of the moment but, precisely, as a characteristic feature of a whole period.” (1976:27-28). b) (continuo) progresivo: Comrie considera continuos a los imperfectos que no son habituales y uno de los subtipos es el de los progresivos a los que define “as the combination of progressive meaning and nonstative meaning” (1976:35). c) continuo (no progresivo): este tercer subtipo, por contraposición al continuo progresivo, se acaba relacionando con la estatividad: “We find that verbs tend to be divide into two disjoint (nonoverlapping) classes, those that can appear in the progressive forms, and those that cannot. Moreover, this distinction corresponds to that between stative and nonstative verbs” (1976:34-35). Realizando algún reajuste metodológico11, se podría intentar aplicar este análisis para analizar ciertos fenómenos aspectuales del español, sobre todo el de la lectura genérica de los presentes. En principio, la hipótesis que se puede derivar de la propuesta de los tres subtipos de aspecto gramatical imperfectivo vendría a ser la siguiente: Los enunciados que presentan aspecto gramatical imperfectivo o bien tienen que ser habituales o bien progresivos o bien estativos. Esta hipótesis resulta realmente muy atractiva porque, por un lado, da cuenta de las tres posibles lecturas como presente actual, como iteración o como caracterización que de Camboya no suele estar gobernando por las mañanas o un educador no ha educado esta mañana). 10 Hay una clave para entender esta afirmación (y justificar los reajustes que propongo para tratar de aplicar la distinción de Comrie al español): en inglés, solo son habituales los enunciados construidos con el verbo to use to. 11 Como he dicho, Comrie solo atribuye valor habitual a las construcciones con to use to del inglés (1976:30), lo que lo obliga a considerar habituales construcciones no iterativas (y caracterizadoras) del tipo The Temple of Diana used to stand at Ephesus. Para el español, voy a considerar que la habitualidad implica necesariamente un tipo específico de iteración.

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presentan los predicados eventivos construidos en presente y porque, por otro lado, prevé de un modo bastante sencillo que los enunciados con aspecto imperfectivo sean o (eventos) progresivos o (eventos) habituales (si no hay progresión estativa ni habitualidad estativa) o, si no, estados. Para comprobar esta hipótesis, se puede recurrir a las posibilidades de parafrasear los enunciados habituales y los progresivos: así, voy a emplear como test para comprobar la habitualidad de un enunciado la posibilidad de combinarlo con la perífrasis soler o con adjuntos como habitualmente o de manera habitual sin que se dé un cambio de significado y como test para comprobar el carácter progresivo de un enunciado la posibilidad de cambiar el verbo simple por su forma progresiva correspondiente sin que se produzca un cambio de significado. Finalmente, voy a aceptar que el preterito perfecto simple confiere necesariamente un punto de vista aspectual perfectivo a cualquier construcción. Voy a adelantar que esta interesante hipótesis resulta imposible de sostener ya que las tres subcategorías imperfectivas que propone Comrie no se distribuyen en español de un modo tan nítido como cabría esperar. Por un lado, como vamos a ver, también los tiempos verbales perfectivos del español permiten expresar tanto progresividad como habitualidad, y por otro, la habitualidad y la progresividad no son mutuamente excluyentes, de modo que la hipótesis que acabo de proponer no se cumple; es más, la estatividad no resulta incompatible con respecto a la habitualidad ni a la progresividad. De este modo, podemos comprobar claramente que en español: a) la progresividad no siempre es incompatible con el aspecto perfectivo: (13) Max cantó en un karaoke ~ Max estuvo cantando en un karaoke; b) la habitualidad no siempre es incompatible con el aspecto perfectivo12: (14) Max cantó en un coro ~ Max solía cantar en un coro; c) la progresividad y la habitualidad unidas tampoco son incompatibles con el aspecto perfectivo: (15) Max cantó en un coro ~ Max estuvo cantando de manera habitual en un coro; d) por otro lado, la estatividad no siempre es incompatible con la habitualidad13: (16) a. Every morning, at the end of the school, I was very hungry (tomado de Bertinetto 1994:64) b. Está en el bar de manera habitual c. Suele ser cruel con sus colegas d. Las cigüeñas viven habitualmente en esa zona; e) finalmente, es posible considerar que tampoco la estatividad es incompatible con la progresividad: (17) a. El río está oliendo cada vez peor b. El butano está costando cada vez más. Si estamos de acuerdo, aunque sea en parte, con estas objeciones parece que esta versión de la propuesta de Comrie no permite ni prever ni explicar cómo se producen lecturas estativas en enunciados con verbos eventivos. 12 13

En Havu (1998:309-324) hay una revisión muy pormenorizada de este dato. Este dato ya se halla referido en la monografía de Havu (1998:328).

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3.1.3 Carlson (1989) y Havu (1998): una cuestión de relaciones La aportación de Greg N. Carlson (1989) acerca de las posibilidades de establecer lecturas genéricas en los enunciados consiste en haber observado que la existencia de una interpretación genérica siempre es debida a la relación entre dos elementos del enunciado: The first element is a nongenerically interpreted matrix sentence or predicate containing the sentence main verb; then “something else” is required to complete the generic interpretation. […] I will call this “something else” “the related constituent”. (1989:177) Los constituyentes relacionales son o bien sintagmas nominales con interpretación intensional, a veces el sujeto (18a), a veces el objeto (18b) (sobre este particular vid. Horno 2007) o bien indicaciones de tiempo, de modo o de lugar (18c-e): (18) a. Los perros ladran b. María no come carne c. María llega al trabajo en metro d. María llega al trabajo por este camino e. María llega al trabajo a las 11. Esos constituyentes relacionales son los responsables de que se produzca una lectura genérica, es decir, one expressing a regularity, as opposed to an instance from which one infers a regularity. For example, the generalization “The sun rises in the east” expresses a regularity, while “The sun rose this morning in the east” expresses an instance […] (1989:167) En lo que respecta al español, en Havu (1998) se ha empleado la propuesta de Carlson para realizar unos cuantos apuntes sobre la interpretación habitual de las situaciones, uno de los que él llama aspecto de manera. Para Havu, los hábitos son un tipo de estados, más concretamente, la habitualidad “expresa iteratividad indeterminada, habitual, considerada como una propiedad inherente al sujeto o a la situación” (1998:285) y además “es una subcategoría de la genericidad” (1998:299). Su estudio se concentra pues en la habitualidad y muy especialmente en el papel que asumen los tiempos verbales y los cuantificadores temporales en relación con ella. El tratamiento queda lamentablemente solo esbozado en algunas cuestiones que pueden dar mucho de sí en un desarrollo posterior. Apunta Havu (1998:307-308) que el predicado debe cumplir ciertos requerimientos semánticos y no representar una situación común a todos (así, Max come no puede tener una interpretación claramente genérica porque la acción de comer no nos permite caracterizar a uno frente a los demás individuos; otra cosa es con Max come mucho o Max come pulpo crudo por ejemplo) pero tampoco excesivamente restrictiva (así, Max se acerca a la ventana de puntillas no logra fácilmente una interpretación genérica porque la acción de acercarse a la ventana no se suele usar para caracterizar a individuos). También se apunta que las acciones negadas tienen la doble posibilidad de ser interpretadas como genéricas o habituales (1998:309) (de modo que Juan no iba nunca a la playa puede parafrasearse como un estado

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genérico Juan no tenía la costumbre de ir a la playa o como un hábito Juan tenía la costumbre de no ir a la playa). Se sugiere asimismo que entre los diferentes tipos de aktionsarten pueden darse diferencias en cuanto a la necesidad de elementos relacionales y que los predicados atélicos “parecen requerir la presencia de un cuantificador temporal para que se les pueda asignar una interpretación habitual” (1998:307). Mi única discrepancia con las propuestas de estos dos autores es, como voy a mostrar, que me parece posible y sobre todo importante separar bien la categoría de la habitualidad. Por otro lado, si bien se da un paso importante hacia la caracterización más detallada de las construcciones con interpretación habitual o genérica, ha de notarse que, por sí misma, la aparición de elementos relacionales en la estructura no induce inmediatamente la lectura habitual o la genérica sino que sencillamente permite que existan varias esperables: la actual, la habitual y la caracterizadora. 3.1.3 Bache (1995): una cuestión de referencias En la monografía de Bache (1997) la distinción entre estados y eventos se sitúa en un plano distinto al de la temporalidad y al de la aspectualidad: As we have seen, TEMPORALITY concerns the location in time assigned to situations, ASPECTUALITY the focus with which the locutionary agent represents situations, and ACTIONALITY the type of situation expressed. (1995:210) Los referentes situacionales que tienen lugar son +ACCIONALES, los que no cumplen esta condición son –ACCIONALES. Esta implica en resumidas cuentas la tradicional distinción entre lo eventivo (dinámico) y lo estático: A +ACTIONAL situation is conceived of as taking place, or happening, at a particular time and place in the projected world A -ACTIONAL situation is not such a particular-ocurrence situation. (1995:238) Al mismo tiempo, esta propuesta supone una reinterpretación de la concepción de la estatividad, que ya no se considera como una clase accional (un tipo de aktionsart) sino como una clase específica de accionalidad no marcada (Bache 1995:238). Los eventos, acciones, actividades, transiciones, etc. que suceden de modo particular son +ACCIONALES, mientras que los estados, hábitos y caracterizaciones son considerados –ACCIONALES. Hay que advertir, eso sí, que el análisis de Bache se centra en los enunciados concretos y no se ocupa de las clases accionales como tipos de predicados de acuerdo con información léxica. El análisis de Bache para la caracterización de los estados presenta, no obstante, varios inconvenientes de peso. El primero y más básico es que sólo está caracterizando los enunciados que tienen lectura o genérica o habitual y los caracterizadores permanentes pero no todos los enunciados con lecturas estativas, ya que no contempla ni los caracterizadores temporales ni los situativos. Mezcla los criterios de eventividad según los que un evento ocurre o tiene lugar y ello porque está anclado en el espacio y en el

tiempo para hacer generalizaciones sobre la estatividad14. Sobre las dificultades que tiene suponer que suceder y otros proverbos son un test fiable para identificar estados ya he hablado en el apartado 1.2; igualmente hay estados caracterizadores y situativos que se incluyen sin dificultad en coordenadas concretas de espacio y tiempo (En la terraza estoy muy relajado, Hoy estaré en casa de 9 a 11; Estuvo muy divertido en la reunión; Necesito el coche esta tarde) por lo que estas no son características de todos los estados. Si se aceptaran, no obstante, esas condiciones de estatividad, una consecuencia directa sería que la clase de los enunciados estativos aumentaría innecesariamente ya que deberían incluirse entre los estativos además de los hábitos, algunas iteraciones no habituales y no concretas (Mi padre viene a visitarnos de vez en cuando con pasteles). Finalmente, la argumentación que ofrece Bache de que los hábitos son estados es realmente muy débil: “A habit is something one has, not something one does” (1995:238). 3.1.5 Carlson (1981): una cuestión de (re)interpretación En un artículo de Lauri Carlson (1981) hallamos una serie de propuestas acerca de la interpretación secundaria de enunciados en presente que se puede asumir como una lista de reglas de “recategorización” de enunciados. Su punto de partida es considerar que el periodo de evaluación del valor de verdad de un enunciado en presente puede ser, pero no es necesariamente, el periodo de tiempo en que se produce la enunciación y lo que es más importante, que ese periodo de evaluación puede hacerse variar bastante en su extensión (1981:41-42). A partir de ello, Carlson enumera cuatro reglas de reinterpretación que dan cuenta de que existe una serie bien definida de lecturas suplementarias que pueden tomar los enunciados en presente. Esas cuatro reglas se basan en establecer relaciones entre posibles variaciones de amplitud temporal del periodo de evaluación: A common property of such rules is that they reduce the truth of a sentence on the relevant secondary sense to the truth of the same sentence in its basic primary sense in periods related in a systematic way to the period of evaluation. (1981:42) Esas cuatro reglas de (re)interpretación que propone son: 1) Regla de interpretación iterativa: permite interpretar que la situación se produce de modo recurrente y se considera una pluralización de la acción verbal. 2) Regla de interpretación habitual: permite interpretar que la situación tiene lugar de modo recurrente pero con carácter altamente previsible y contrafactual (es decir, se considera que la iteración se da aun cuando en ocasiones pueda fallar).

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La propuesta de Bache bebe directamente de la de Davidson (1967) que diferencia sus dos tipos de enunciados de acuerdo con la presencia del argumento eventivo : su presencia permite ciertas operaciones y su ausencia las impide. Bache, que analiza solo enunciados, no emplea pruebas combinatorias para justificar esta clasificación. Sin embargo, la combinabilidad de los estados con las indicaciones de modo, tiempo y lugar son tests fuertes en los trabajos p.ej. de Rothmayr (2009) y de Maienborn (2003).

3) Regla de interpretación disposicional: permite interpretar que una entidad es capaz de producir esa situación. 4) Regla de interpretación ingresiva: permite interpretar que sólo se refiere el comienzo de la situación15. Para el tratamiento de ciertos enunciados estativos “derivados”, es decir, construidos a partir de predicados eventivos, parece de nuevo una hipótesis muy atractiva tratar de aprovechar las reglas de reinterpretación de Carlson. Supone incluir en un modelo de explicación sobre la naturaleza de la información aspectual de los enunciados algunas pocas reglas de recategorización o de type-shifting que permitan explicar algunas lecturas que se pueden o se deben adscribir a ciertos enunciados teniendo en cuenta que dependen de criterios no siempre formalizables y sobre todo de cierta subjetividad. A ello volveré inmediatamente después de una digresíon que llegados a este punto considero necesaria sobre la discutida naturaleza supuestamente estativa de los hábitos. 3.1.6 Una digresión: Los caracterizadores no solo son habituales Hay una serie de evidencias de que las dos lecturas, la habitual y la caracterizadora, de las construcciones con verbos eventivos, aunque puedan estar intimamente relacionadas, presentan ciertas características bien distintas. Ya que en cada caso lo he empleado como argumento para apoyar mis críticas o mis reajustes a las propuestas de otros trabajos, a lo largo de esta exposición ha ido quedando claro que el punto de debate que constantemente se ha repetido es la naturaleza estativa que se suele atribuir a los hábitos y en la que coincidían Vendler (1957), en cierto modo Comrie (1976), Greg Carlson (1989), Havu (1998) y Bache (1995). A este respecto, voy a intentar apoyar con más argumentos la versión de Bertinetto (1997:86-89), que ofrece algunas pruebas que justifican el mantener separados los que él llama pure habituals de los attitudinals. a) Los hábitos por sí solos no pueden utilizarse como caracterizadores (en Camus 2011). Así, las lecturas caracterizadoras de estos ejemplos (La función de la policía es hacer cumplir la ley y Pau es violonchelista) no puede parafrasearse con un enunciado abiertamente habitual: (19) a. La policía hace que se cumpla la ley ≠ La policía suele hacer que se cumpla la ley b. Pau toca el chelo ≠ Pau toca habitualmente el chelo. b) En relación con el dato anterior, tampoco los hábitos con indicaciones explícitas de frecuencia pueden ser empleados como caracterizadores (Bertinetto 1997:88): (20) a. La policía hace que se cumpla la ley ≠ La policía a menudo hace que se cumpla la ley b. Pau toca el chelo ≠ Pau toca muchas veces al día el chelo. c) Los hábitos pueden ser objetos de verbos de percepción (en Zwarts 1989, citado en Bertinetto 1997:85), pero no las caracterizaciones. En estos ejemplos, cualquier lectura que no sea iterativa o habitual está descartada:

a. Desde mi terraza, veo a la policía hacer que se cumpla la ley b. Desde mi terraza, veo a Pau tocar el chelo. d) Los hábitos pueden expresarse también en formas progresivas mientras que los eventos en forma progresiva nunca pueden ser interpretados como caracterizadores16. Es muy interesante, sin embargo, que los hábitos en presente progresivo se (re)interpretan como focalizaciones de una fase previa como en (22a) o como lectura temporal en (22b)17. (22) a. Está saliendo a correr a las siete de la mañana ∼ Está adquiriendo la costumbre de correr a las siete b. Está saliendo a correr a las siete de la mañana ∼ Por el momento sale a correr a las siete de la mañana. Bertinetto (1997:88) propone asimismo un contraste basado en la expresión de agentividad en los hábitos que yo no considero compatible con nuestras afirmaciones acerca de la agentividad de ciertos estados. Finalmente sugiere el autor que los caracterizadores se derivan de predicados eventivos por pérdida del argumento eventivo mientras que los hábitos la mantienen, explicación con la que como ya he indicado al principio no podemos estar de acuerdo (Horno y Cuartero 2010 y Horno en este volumen). 3.2 La (re)interpretación revisada: una propuesta inicial De acuerdo con los datos que he ido presentando en el capítulo sobre las interpretaciones estativas de predicados eventivos, la línea de trabajo que me resulta más plausible es la relacionada con las reglas de reinterpretación en el sentido en el que se propone en Carlson (1981): si la clave de la interpretación estativa no está en el la presencia de un tipo específico de aspecto gramatical, ni en la presencia de determinados elementos en la construcción ni en las propiedades de la situación real descrita, tenemos que aceptar con Carlson que se trata de que los interlocutores tengan la habilidad de escoger una entre las varias interpretaciones posibles. Ya he comenzado sugiriendo que en realidad toda la cuestión estaba planteada por Vendler (1957) en términos engañosos puesto que identificaba con carácter axiomático los enunciados estativos, los habituales y los genéricos. Dentro de la tradición de los análisis bicomponenciales, una explicación muy sencilla y muy elegante para el fenómeno podría haber resultado de una adaptación al español de la propuesta de Comrie acerca de los tres subtipos de aspecto imperfectivo: lamentablemente el que las lecturas estativas de los predicados eventivos se puedan explicar directamente por efecto del aspecto gramatical imperfectivo queda en un simple desideratum teórico. Acerca de la propuesta de Carlson (1989), resulta otra vez tentador plantear que esas lecturas genéricas estativas se puedan explicar por medio de ciertos elementos de la construcción sintáctica, es decir, que realmente haya marcas formales que indiquen que

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16 Pero sí como situativos, si pensamos en los ejemplos de (7): Esta columna está sosteniendo el tejado y Una valla está rodeando toda la finca. 17 Havu (1997:320, n.35) se hace eco de estas lecturas especiales como un cambio de hábitos.

Para los objetivos de este trabajo, evidentemente, esta cuarta regla de reinterpretación es irrelevante, por lo que no se va a tratar aquí.

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se debe producir una reinterpretación de la aserción del enunciado. Es evidente que vale la pena seguir indagando en esa dirección, si bien la presencia en el enunciado de esos related constituents parece que solo son las condiciones previas y mínimas para la existencia de una predicación potencialmente genérica. La versión de Bache (1995), por su parte, desecha la adscripción de la interpretación estativa a cuestiones temporales y aspectuales pero en definitiva propone que el peso de tal interpretación recaiga directamente en las cualidades ontológicas del evento que se pretende describir. En otro lugar (Cuartero 2009:259, n.3) ya propuse que son justamente las cuatro reglas de interpretación de Carlson (1981) las que nos permiten aclarar los fenómenos de type coercion que no se explican por efecto del propio aspecto gramatical18. Con relación a esa propuesta, que se ocupa exclusivamente del caso de los enunciados en presente, para entender cómo surgen las lecturas estativas de los predicados eventivos debemos contar ante todo con las posibilidades del destinatario de un enunciado de interpretar correctamente el alcance temporal que se atribuye al tiempo presente del verbo. De acuerdo con el contexto en el que se produce un enunciado se dan una serie de condiciones de felicidad para establecer sus valores de verdad. Carlson (1981:42) se remite como punto de partida de su planteamiento al que de manera muy gráfica bautizó como Jespersen’s Principle: In practice ‘now’ means a time with appreciable duration, the length of which varies greatly accordingly to circumstances. (Citado de Jespersen 1923:258) El tiempo de la aserción, por lo tanto, puede ocupar más o menos el periodo de tiempo en el que se inserta la enunciación, a partir de lo cual la lectura que se obtiene es el presente actual. La otra posibilidad, si el contexto está dejando claro que el tiempo de aserción no está coincidiendo con el de la enunciación, es ampliar el alcance de la aserción de forma relativamente convencional, y así que solo se recupere su valor de verdad interpretando que la situación referida al presente ha tenido en realidad diversas ocurrencias previas. Finalmente, puede suponerse que, si dadas las circunstancias se elimina toda restricción temporal al valor de la aserción, el resultado tiene que ser una interpretación genérica. Su regla de reinterpretación disposicional es la que justifica, por tanto, las lecturas genéricas que pueden tomar los predicados eventivos. Si se tienen en cuenta estas especulaciones, es posible que en español la cuestión de la genericidad esté más relacionada con fenómenos de aspecto gramatical de lo que dejaban entrever los datos mostrados en relación con los tres tipos de imperfectividad propuestos por Comrie. Hay que asumir, eso sí, que para el español se debe desarrollar un modelo bastante más complejo que el de Comrie para dar cuenta relación entre el periodo de tiempo en el que se produce la situación y el periodo de tiempo al que se refiere la aserción ya que, como se puede ver en los ejemplos de (13) a (17), las 18 En el marco del modelo de descripción de fenómenos relacionados con la composición de la información aspectual en el que estamos trabajando (Horno y Cuartero 2010, Cuartero y Horno 2011), tratamos de aprovechar los principios del Lexicón Generativo de Pustejovski (1995) para justificar un modelo con más información en el lexicón sobre el desarrollo de las situaciones y menos reglas de recategorización.

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relaciones de los tiempos verbales de pasado con las lecturas habituales y genéricas todavía están por describir en detalle. 4. Resumen y conclusiones En la primera parte del trabajo he tratado de presentar una revisión crítica de las opiniones más generalizadas que se suelen encontrar en la bibliografía a propósito de los estados. Soy consciente de que intentar argumentar en contra de la falta de dinamicidad de los estados es arriesgado por lo asentada que está la idea entre los estudiosos. La falta de dinamicidad es, como he dicho, ante todo muy difícil de demostrar, al mismo tiempo que resulta muy atractiva como caracterización que da cuenta del carácter temporalmente especial de los estados en general y que, como hemos visto, es muy compatible con ciertas intuiciones cognitivas. Sin embargo, esto obliga a descartar del inventario de los estados todos aquellos enunciados donde estos se comporten de un modo poco ortodoxo, combinándose con elementos que son teóricamente incompatibles con ellos y obliga a crear una regla de type coercion que directamente los incluye entre las actividades. Por otro lado, no está nada claro cómo se podría justificar la presencia o ausencia de dinamicidad de enunciados como Juan vende coches, Juan va en bicicleta o Juan juega en la selección para que sirva de criterio que permita explicar que tiene según el caso lecturas eventivas o estativas. La segunda parte del trabajo contiene sin más un breve resumen de algunos trabajos previos que tratan de justificar nuestro planteamiento en relación a las características y a la definición de los verbos estativos. Es importante tener en cuenta estos datos aunque sea en una versión muy resumida para poder contrastarlos con los de la tercera parte del trabajo: en resumidas cuentas la clave inicial para acercarse al asunto es poder distinguir entre los estados que corresponden a tipos de aktionsarten de acuerdo con información inherente al propio verbo, los estados que corresponden a enunciados construidos con verbos estativos y los estados que corresponden a enunciados construidos con verbos eventivos sujetos a un tipo determinado de reinterpretación. Es más, los verbos eventivos pueden dar lugar dos tipos de enunciados estativos, los situativos y los caracterizadores, que tienen diferente naturaleza y que responden a muy diferentes procesos que ya estamos tratando de aclarar y describir por separado. El repaso realizado en la tercera parte del trabajo a los diferentes planteamientos acerca de las causas de las lecturas estativas caracterizadoras de los enunciados eventivos se ha centrado en mostrar en qué dirección puede resultar más fructífero avanzar. Ya que las hipótesis que planteaban explicaciones de las lecturas estativas derivadas por medio del aspecto gramatical (como hace Comrie 1976), por la presencia de ciertos constituyentes relacionales (como proponen Carlson 1989 o Havu 1998) o por las mismas características de la situación real descrita (como Bache 1995) parecen dejar muchas cuestiones en el aire, creo que debemos seguir insistiendo en la relativamente poco conocida línea de trabajo planteada por Carlson (1981) que considera que la explicación de las reinterpretaciones de los enunciados está en elegir una de varias interpretaciones convencionalmente previstas.

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Evidentemente esta última parte debe entenderse más como punto de partida para próximas investigaciones que como un resultado en sí mismo, si bien confío en que con todas estos datos haya contribuido de algún modo a plantear ciertas preguntas nuevas acerca de una propiedad tan extraordinariamente compleja como es la estatividad. Bibliografía Bache, Carl (1995): The Study of Aspect, Tense and Action: Towards a Theory of the Semantics of Grammatical Categories. Frankfurt am Main: Peter Lang. Bertinetto, Pier-Marco (1997): Il dominio tempo aspettuale. Demarcazioni, intersezioni, contrasti. Torino: Rosenberg & Sellier. Bosque, Ignacio y Gutiérrez-Rexach, Javier (2009): Fundamentos de sintaxis formal. Barcelona: Akal. Camus, Bruno (2011): “Restricciones aspectuales y la perífrasis soler + infinitivo”. En Cuartero Otal, Juan / Luis García Fernández / Carsten Sinner (eds.) Estudios sobre perífrasis y aspecto. München, peniope. Carlson, Greg N. (1989): “On the Semantic Composition of English Generic Sentences”. En: Gennaro Chierchia, Barbara H. Partee y Raymond Turner (eds.): Properties, Types and Meaning vol. II. Dordrecht: Kluwer, 167-192. Carlson, Lauri (1981): “Aspect and Quantification”. En P. Tedeschi y A. Zaenen (eds.): Syntax & Semantics, Volume 14: Tense & Aspect: 31-64. Coll-Florit, Marta, Irene Castellón y Salvador Climent (2008): “Sobre la natura del estats. Una revisió basada en corpus”. En Sintagma 20: 21-36. Comrie, Bernard (1976): Aspect. An Introduction to the Study of Verbal Aspect and Related Problems. Cambridge: Cambridge University Press. Croft, William (2000): Verbs: Aspect and Argument Structure. Albuquerque: University of New Mexico. Manuscrito publicado en . Cuartero Otal, Juan (2006): “Hacia otro modelo de análisis de la aspectualidad”. Moenia 11, 197-228. Cuartero Otal, Juan (2007): “Sobre estados y clases de estados”. En Juan Cuartero Otal / Martina Emsel (eds.): Vernetzungen: Bedeutung in Wort, Satz und Text. Festschrift für Gerd Wotjak zum 65. Geburtstag. Frankfurt am Main: Peter Lang, 111-122. Cuartero Otal, Juan (2009b): “Clases aspectuales de verbos de desplazamiento en español”. Verba 36, 255-291. Cuartero Otal, Juan y María Carmen Horno Chéliz (2011). “Estados, estatividad y perífrasis.” En Cuartero Otal, Juan / Luis García Fernández / Carsten Sinner (eds.) Estudios sobre perífrasis y aspecto. München: peniope. Davidson, Donald (1967): “The Logical Form of Action Sentences”. En: Nicholas Rescher (ed.): The Logic of Decision and Action. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 81-95. Dowty, David (1979). Word Meaning and Montague Grammar. The Semantics of verbs and times in Generative Semantics and in Montague's PTQ. Dordrecht: Reidel. Hatav, Galia (1989): “Aspects, Aktionsarten and the time line”. Linguistics 27/3, 487-516. Havu, Jukka (1998): La constitución del sintagma verbal en el español moderno. Helsinki: Academia Scientiarum Fennicae. Horno Chéliz, María del Carmen (2007): “Sintagmas Genéricos en posición de objeto”. Revista Virtual de Estudos da Linguagem – ReVEL 5/8, www.revel.inf.br/site2007/_pdf/8/artigos/revel_8_sintagmas_genericos_en_posicion_de_objeto. pdf. Horno Chéliz, María del Carmen / Juan Cuartero Otal (2010): “Un modelo lexicalista de la estatividad verbal”. En José Francisco Val Álvaro / María del Carmen Horno Chéliz (eds.): La Gramática del Sentido: Léxico y Sintaxis en la encrucijada. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza. Jespersen, Otto (1923): The Philosophy of Grammar. London: Allen and Unwin. Klein, Wolfgang (1994): Time in Language. Londres / New York: Routledge.

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