¿Pérdida de valores o el fracaso de la sociedad costarricense?

Share Embed


Descripción

¿Pérdida de valores o el fracaso de la sociedad costarricense? Ernesto Herra Castro Licenciado en Sociología A la luz de las múltiples manifestaciones de una sociedad que a paso agigantado se enrumba hacia el descalabro y que deja en evidencia el inminente fracaso al cual como sociedad hemos apostado, me permito elaborar unas breves líneas que propicien la reflexión y la discusión con el objetivo de aportar algunos elementos sobre la necesidad de establecer un viraje en nuestro modelo económico y en nuestra sociedad como conjunto. Como ejemplo de lo anterior basaré mis argumentos en la noción de lo que popularmente es señalado como “pérdida de valores”, estableciendo una relación entre esta percepción y el modelo neoliberal en el cual nuestra sociedad está inmersa. Es precisamente en este momento de la expansión del capitalismo que se han acentuado las contradicciones sociales sobreponiendo los intereses del capital a las necesidades de la humanidad. Lo primero que me gustaría argumentar es que “los valores”, o la “pérdida de valores”, responden a la posibilidad de lograr dinámicas de construcción colectiva que den sentido universal a determinadas pautas y comportamientos reconocidos socialmente. Estos valores tendrían validez universal en tanto práctica social, sin embargo, éstas se circunscriben en espacios y tiempos particulares, lo cual denota que lo universal no es sinónimo de eterno o constante, ya que los valores sociales se encuentran en permanente construcción. Para explicar un poco lo anterior, podríamos suponer que en una sociedad en particular la honradez es reconocida como un “valor” que goza de reconocimiento social, precisamente porque éste es el resultado de un proceso de construcción colectiva a partir de las dinámicas sociales y los espacios de interrelacionamiento a los que esta sociedad tiene acceso como conjunto. Ser honrado supondría seguir algunas pautas y comportamientos que se asocian directamente con la concepción honradez. Estas pautas y comportamientos cobrarían un sentido universal en tanto que “el otro” comparta, asuma y reproduzca las mismas pautas y comportamientos socialmente construidos y asociados con la honradez. Su alcance temporal estaría limitado a la posibilidad que tenga una sociedad de mantener el sentido universal de la honradez a través del tiempo, basada en las dinámicas sociales que se construyen en el seno de esta sociedad. Lo segundo que me gustaría mencionar es que estas relaciones e interrelacionamientos sociales no se establecen en abstracto. Éstas tienen cabida en una sociedad edificada sobre la base económica en la cual se construyen las distintas instituciones sociales, la política, la cultura, la justicia, entre otros. Esta base económica determina, en última instancia, el tipo de sociedad, de relaciones sociales, de “valores” que se construyen o reconfiguran en una sociedad particular. El modelo económico neoliberal parte del principio que en la medida que el Estado cumpla un papel mínimo y asegure la libre competencia el mercado y la sociedad se regularán así mismos. Son estas, precisamente, las trampas de un modelo que no tiene ni pies ni cabeza. La disminución del tamaño del Estado, el recorte presupuestario en el sector social, la venta de los activos estatales respondió precisamente a esta lógica. Si el Estado no podía asegurar más que las y los niños se mantuvieran dentro del colegio el sector privado le ofrecía esta opción. Lo mismo sucedió con la salud, la seguridad social, las garantías sociales, entre otros. El único inconveniente es que tiene acceso quien puede pagarlo. La tesis del goteo, aquella que señalaba que en la medida que los países ricos lograran mejores condiciones económicas provocaría un desbordamiento de la riqueza al punto que ésta impactaría a las economías periféricas, sólo fue una reflexión de académicos y políticos liberales. Lo que éstos nunca previeron fue que las relaciones sociales, políticas, culturales, religiosas e incluso económicas no se desarrollan, estrictamente, en el campo de la economía y

muchos menos en ejercicios de abstracción económica y construcción de escenarios económicos. Hay otras variables que entran en juego. El resultado de casi tres décadas de aplicar la misma receta económica se ha traducido en la pauperización de las condiciones de vida de la sociedad costarricense como conjunto. La devastación de las zonas naturales y de biodiversidad protegidas, las garantías sociales, las relaciones humanas se reconfiguraron con y en la nueva lógica económica. La competencia desleal, la individualidad exacerbada, el “éxito” inmediato (lo que sea que eso signifique), el culto a la personalidad, suplieron el lugar que algún día tuvo la solidaridad o la honradez, los cuales, como el resto de las instituciones del Estado, se “modernizaron”. Según Horkheimer, “esta hybris o desmesura del capitalismo impulsa el principio de lo mercantil a mercantificar hasta lo inmercantificable y a asegurarse su eficiencia mediante recursos que lo contradicen esencialmente”. Este “orden” o “lógica” económica, en un afán capitalista, ha convertido en objeto mercantil la misma vida humana y ha tolerado la aparición de nuevos monopolios que contradicen la esencia sobre la que se edifica su teoría política y económica. Es precisamente esta contradicción, este voraz impulso por acabarlo, consumirlo, aprópiaselo todo, mercantificarlo todo, lo que ha subsumido a nuestra sociedad costarricense en el más profundo sentimiento de desesperanza generalizado teñido por nuevos y más complejos fenómenos como los de la inseguridad ciudadana o la corrupción política. Las cenas, las avionetas, los helicópteros, los viajes, las copas de Champan, los memorándums que incitan a ver como enemigos a quien opine diferente, a quien piense diferente, a quien desee un futuro diferente. El abuso de la fuerza, el abuso del poder, la concentración de la riqueza en pocas manos, los expresidentes acusados de corrupción o, peor aún, los que ya sabemos que lo son. Las toneladas de droga que se incautan en nuestro país, la violencia generalizada, la exclusión social son sólo algunas muestras de un país que, como se dice popularmente, puso todos los huevos en una misma canasta, la cual, lastimosamente, traía un hueco de fábrica pero que había sido adquirida a través de licitación por lo cual nadie va a responder. ¿Cómo hablar de valores en un modelo que es más eficiente excluyendo a sus semejantes que construyendo puentes? (Sin afán de recordar que ya hasta los puentes se caen a pedazos encima de nuestra propia sociedad). Nuestros valores no sólo se reconfiguraron, sino que como sociedad estamos inmersos en un modelo que como pautas y comportamiento se mira a sí misma en el espejo de la violencia cotidiana en todos sus ángulos y dimensiones. De no propiciar la construcción de alternativas a este modelo económico habremos sido nosotras y nosotros los cómplices de nuestro propio fracaso a través de un silencio que, como bien señala Martí, es más parecido a la estupidez.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.