Percepciones de la luz (2009) Libro de poesía.

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Descripción

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PERCEPCIONES DE LA LUZ.

RICARDO CONTRERAS

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PERCEPCIONES DE LA LUZ.

¿Has percibido cómo toda esta música que nos viene de la luz llega agotada? ¿Lo has percibido? el aire se ha cansado de ser aire y navega mares lunas o pieles que se pliegan en sí mismas y no temen a la luz esclava ni a la sombra sino que se agitan, silban, se penetran, se envuelven, se escupen, como si cada encuentro fuera la última oportunidad para alcanzar esa nostalgia de no ser otra cosa, o tal vez para acallar el silbido de los trenes cuando atraviesan la parte más oscura de un túnel, permitiendo que el eco se quede allí, o entre tus piernas, o en mi oído, haciendo brotar el fruto del fondo de la tierra, rasguñando al silencio en su quietud, y erigiendo de la luz esta música tan sombría ¿Lo percibes?

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DESPEDIDA FRENTE A LOS GIRASOLES DE VAN GOGH

En Lima se oye el grito de alguien que no quiere vivir más, y pienso que esta lluvia que me augura albergó su tristeza de animal herido que viene a morir en la plaza vacía donde nadie oye las viejas campanas que se lamentan ahora como hace mil años.

En Bogotá un poeta dejó estampado su corazón en la piel de una casa cuyos muros ahora palpitan a un ritmo incierto, como el latido de una sombra que busca su corazón en el pliegue de la luz luna y en el envés de la noche

Un oriental hace una exposición detallada de su despedida, se sienta despacio mientras sonríe tímidamente al espejo, y aquello que atravesó su pecho con la lentitud de una larva que busca ser alas de polvo al viento, fue una hoja de metal que extendió su filo al corazón adolorido hasta hacerse un solo dolor como un golpe seco sobre un tambor templado.

En el mar una mujer busca su último verso sin saber que es su cuerpo cubierto ahora de musgo el faro que se enciende en las noches marinas para alejar el temor de estar vivo,

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- en sus profundidades ella no vuelve, pero está aquí-

En esta fiesta que se consuma, en este ritual de manos con líneas tejidas por las mismas manos que se extienden para ondearse en el adiós, sus palabras permanecen, custodian, revelan, se ofrecen frescas y cristalinas hacia ti, atorándose en la garganta como un girasol al quererlas pronunciar.

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SUSPENDIDO DE UN HILO

He visto castillos levantados en los fondos de los jardines, sé que son otros jardines que guardan en su arquitectura el secreto y la alquimia con que los sueños se hacen hilo y tejido, la perfecta geometría del trabajo paciente y sereno, la invulnerabilidad de lo sencillo frente a la tormenta y sus promesas de arrasarlo todo.

Mas otra fe palpita entre sus redes. A una mariposa se le congeló el tiempo y el espacio en la espalda y del tejido del sueño cae aturdida una pesadilla, - ella también de perfecta geometríaque reclama la tormenta, y en ese juego de figuras que se superponen y luchan están la vida y la muerte, cada una con su fe que se posa suspendida de un hilo.

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CAMINANDO POR UNA CALLE VACÍA

Caminando por una calle vacía desde donde llegan músicas de alas de cigarra que nacen de mis pesados pasos contra las pequeñas ruinas de imperios de agua que había dejado la lluvia como testimonio de su marcha por la ciudad, pienso en la quietud de la noche y en nidos de sombras, en el vacío que me habita y me quiebra de estar solo aquí, y es en ese instante en que aparece otro hombre delante mío que camina con desconsuelo y parece oír sus pasos, su ritmo grávido de hombre sin tierra, su fe intacta en la lluvia con la juega silenciosamente y a la que debe algún mudo pacto me hizo ser por un instante él y ser yo al tiempo, y nuestro paso se hizo uno en el eco para ser compás, para ser canción, y en tal dicha me encontraba yo extasiado cuando sentí alguien caminando detrás mío, podía sentir su respiración revolotear en mi hombro, voltee a mirar y solo mi sombra me espiaba, más adelante el hombre tampoco estaba ya.

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SUCEDE TAMBIÉN A VECES.

A Irma Pineda.

Sucede también a veces, que uno esta tan solo que le empiezan a salir hojas de las manos, los brazos se endurecen como ramas y la amargura empieza a dar sus frutos.

Sucede entonces que uno se desnuda para sentir la primavera sobre la piel corteza y los ojos son hojas raíces que se incrustan en el sol y arrullan los cantos de pájaros ciegos que vuelan por caminos inciertos.

Sucede un día, finalmente, que la mujer que uno esperó llega y lo mira convertido en árbol, la luz que se posa sobre las hojas se hace más pesada,

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los brazos rama no responden al abrazo, los ojos hojas llanto caen inútilmente sobre la amada -ella reconoció el gesto de amor bajo el húmedo musgo y huyó despavorida por el bosque-.

No queda más que repetir infinitamente el perfume de la mujer luna bosque y humedecerse con su olor hasta quedar ahogado en medio del silencio.

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PIEDRAS COMO AVES.

Una vez lanzada al aire Pesada e inmóvil la piedra busca el suelo que la forjó en su dureza

Sé que en su interior florecen los ecos del mar nunca visto

Tal vez sea un ave que anida en su propio silencio

Tal vez si la lanzaras contra ti mismo observarías como se desvanece en el aire hasta quedar convertida en una tímida ave que torpemente surca el cielo.

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LA GEOMETRÍA DEL DESEO LA LÍNEA

Después de hacer el amor por primera vez se desnuda frente al espejo y contempla la feroz mueca de su sexo reposado -ronroneante gato negro ahogado en fluidosLa imagen que encuentra de sí misma es una sola línea que se curva en unos lados, se retuerce en otros, y conquista un paisaje de carne vellos, sudores, poros como ojos ciegos, que no encuentran su voluptuosidad en el espejo pero se deleitan ante tímido fuego de la satisfacción prematura.

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VICTORIA PÍRRICA

Cuenta la historia que hace mucho tiempo, en el aire, un olor temprano de desconfianza se cernía sobre el mundo en el cual los humanos, temerosos del mundo de los seres especulares y de un posible ataque sorpresa, hicieron de los espejos cárceles perfectas para ellos, obligándolos a imitarnos en el movimiento asegurando así nuestro perfecto triunfo. Mas cada día frente al espejo reconozco otra silenciosa batalla donde el enemigo, a veces, por intersticios de tiempo, me devuelve un gesto de muerte donde yo veía vida, una mirada de ceniza donde yo presentía fuego, y sé que su venganza es mayor y más duradera cuando cada mañana, frente a frente, me arranca el sollozo de Pirro, “otra victoria como ésta y estaré vencido”

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SOLO EL SILENCIO

De este día que se desmorona gris como cenizas de un cigarro que irremediablemente se consume entre dedos amarillentos, de esta voz entrecortada a fuerza de pasar de la risa al llanto, de la quietud al llanto, del llanto al llanto de esta irremediable manía de saberme ave herida en su vuelo, de plumas marchitas por un sol benigno que el viento lleva y trae meciéndolo para que no olvide su canción de infancia y no deje de iluminar nuestra pobreza

De este día, que se me hace más inútil que los anteriores, con sus cifras oficiales que dicen que todo va bien, números que se alistan uno tras otro para hacer sombra de nosotros, y creemos en ellas por que son exactas y no mienten, y nos seguimos viendo el rostro muerto y seguimos presintiendo, muy en el fondo que lo único que ha aumentado es el gran vacío que nos llena. Entonces recuerdo la canción del hombre que canta en el bus, 17

ese maravilloso espectáculo de lo que las cifras no conocen ni conceden, y aplaudo al aire, sólo en mi habitación, la gran función ha terminado, me digo, la palabra no alivia, no es aliciente, solo el silencio queda, solo el silencio queda, solo el silencio sólo, observando mi cuerpo que se tambalea por dentro, mientras camina airoso bailando con su propio cadáver.

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ORFANDAD

Huérfanos demasiado temprano los niños ya no se reúnen en las calles de sus ciudades ni en los barrios de sus pueblos, se les ve pasar con el rostro adolorido presentimiento de saberse huérfanos, hijos de otros huérfanos.

Demasiado temprano se ve partir el hijo como se abandona el mar cuando se le conoce por primera vez, y aún nos abraza la esperanza de que alguna brisa exiliada de las hojas de un árbol nos traiga el rumor de su voz, el polvo se solidariza con nuestra pena cubriendo uniformemente los objetos que conservan su inocencia, pero han empezado a envejecer por la espera

Demasiado temprano este dolor afila sus bordes y devasta, hiere la mano que lo escribe, la piel conserva su memoria pero cicatriza, las palabras hacen una honda herida en el papel,

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tan solo cuaja el silencio, un silencio empolvado y huérfano, hijo de un poema.

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INFANCIA

Óyeme bien, infancia devastada, soy hijo perdido en tu llanura, heredero de las cicatrices que impuso sobre mi voz el silencio que galopaba indómito quebrando ciudades de barro cuidadosamente levantadas con mis manos de niño.

Aquí yacen tus escombros, sobre estas ruinas te has sentado a llorar, y has bautizado padre al viento que reseca los ojos y mece en su vientre cantos sordos de pájaros que aprendieron a volar sin cantar, y eso es padre, viento, noche, eso es esta infancia, un vuelo bajo sin canto ni llanto, un solo ruido de ti, sin ti, golpeando salvajemente estas cuerdas que no aprendieron a cantar sino a imitar el susurro de la lluvia para hablar con el río, y la vida se nos fue, infancia,

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y en el fondo aún nos persigue ese tembloso deseo de cantar, y se nos hace un nudo en la garganta , una bofetada en la voz, y allí sale solo, como si fuera un canto, este chillido insulso , este rio de palabras secas, esta temprana muerte, este poema. VIENDO LLOVER SOBRE LA CIUDAD

Navegando sobre las ruinas que no aguantan el oleaje del dolor la ciudad contempla sus casas derrumbadas en el suelo como si se declararan derrotadas en algún antiguo juego donde el perdedor es sacrificado para el festín de los dioses.

La noche se extiende como un milagro sobre la ciudad y exhaustos los pobladores acuden a sus resguardos improvisados desde donde aún retumban los ecos de algún estallido, el silbido cortante de un avión, el grito agónico de algún animal o un niño o una mujer o un hombre, nunca se supo quien lo aullaba, mas la noche ha llegado y con ella el cansancio, en una barca de lágrimas la ciudad se ha hundido en lo profundo del sueño

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y de ella regresará nuevamente con una cicatriz que se parece a la lluvia, ciudadanos siempre náufragos de su propia tierra, sólo navegar en este mar de dolor nos pertenece plenamente. NADA DE ESTE DÍA TE PERTENECE

Ni las sombras que se anidan bajo los autos, ni las torpes farolas que iluminan nuestra pobreza, nada de este día te pertenece.

Lo recorrerás afanosamente buscando en su tránsito algún indicio que hable de ti o por ti, frecuentarás amigos que hacía mucho tiempo no visitabas, alentarás cada ceniza de complicidad que devuelva el incendio del recuerdo, alertarás lo maravilloso de aquellos viejos amores tratando de olvidar que los relojes que guardan su memoria en tu cuerpo algún día se detendrán, lo sabes bien.

El sinsabor del atardecer no se hace esperar, y aún no has podido encontrar un rastro, una huella, algún indicio que te resople en el alma para escapar del vacío de los días o llenar de aliento la llegada de otro amanecer.

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Volverás a casa por la calle como si hubiese acabado de nacer, el temor de ser solo fantasma te invadirá nuevamente, despreocupado levantarás la mirada hasta anidarla en unos ojos que te observan y te hacen extraño a su mirada, así se salva la muerte del olvido.

Después el vacío…

¡¡Silencio!!

Ahí va un cuerpo sin nombre un número, una estadística, el nacido muerto, su piel nos habla de veranos en otras pieles que ahora son recuerdo, su paso afanoso rima con el ajetreo de la calle, allá va el siempre extraño, el otro, el que nunca seré…

Escúchame atentamente, nada de este día te pertenece.

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DESDE EL JARDÍN JUNTO A TU SILENCIO

Recuerda padre aquella mañana en que te hallamos sangrando, exhibiendo impúdicamente las heridas propinadas por tres ladrones que entraron a casa la noche anterior.

Te descubrimos ahí, guardián del silencio que lo borra todo, vigilando rabiosamente la llegada de la mañana con tu mirada de Odiseo que sobrevive al mar habitada por un profundo temor como una cicatriz que se niega a cerrar.

Y la voz cortada por el recuerdo surtía a lo lejos una tristeza de animal herido, y ni un rostro con el cual bautizar nuestros miedos, ni una sola forma con la cual concertar nuestro dolor, solo sombras , padre, una reverberación de cenizas de un hogar invisible donde habitamos como en un jardín junto a tu silencio.

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Más esa mañana llega a mi de nuevo y con ella el presentimiento de que fue algo más lo que se nos fue arrebatado o dado, tal vez la certeza de que cada amanecer puede ser una larga y temprana despedida de aquellas personas a las cuales hasta ahora estamos empezando a entender.

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J. G.

Si tu voz desgajada de la luz del día volviera a ser sol, si tu mano inquebrantable despegara del suelo donde se anidó, si volviera la risa a hacernos reír tras bambalinas de muerte, si una máscara mitigara el dolor que se hace rostro frente al espejo, entonces, tal vez bastaría decir tu nombre para desaparecer el peso sobre nuestros hombros, y creeríamos nuevamente que es posible, que siempre es posible, y tendríamos lágrimas para hacer de las pesadillas pesadillas y el miedo, ese mismo que nos carcome día tras día, que se hizo carne y sombra en el otro, sería un bastón inútil para golpear la lluvia

Pero no es así, y esta noche no tengo nombre que me abarque, sólo el miedo Jaime, el miedo, haciendo un boquete inmenso en mí como un hoyo negro, donde concurren afanosamente palabras desnudas que desean suicidarse de dolor.

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YO TAMBIÉN HE SIDO NOCHE.

Yo también he sido noche, cuerpo, he ocultado mi desnudez en el silencio de una hoja y he procurado un nombre para bendecir la lluvia He sido el pan y el hambre, en los bosques perdidos de la infancia fui el lobo que aúlla y se amamanta solo Sobre el asfalto he bailado mi dolor sin una sombra o una nube que anuncie la llegada de otro sol.

He hecho daño y me han procurado intenso dolor, he maldecido la sombra que me cobija y he esperado ansioso la herida que me devuelva los deseos de vivir, he galopado con suicidas en sus llanuras, he orado infamemente junto a un cadáver, he muerto mil veces en un mismo punto y mi llanto es una línea curva que gira sobre sí misma y tiene una luna sola como un vulgar planeta.

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He ido muy lejos por los caminos que me traen de regreso, me he extraviado solo para encontrarme distante, me he borrado para existir y esta noche grito, escupo, aúllo, escribo, con la firme esperanza de ganar el ansiado apremio de un momento de silencio.

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EL RESPLANDOR

La escritura se parece a la muerte, la demencial manía de dar un orden al universo, saber que nieva también en el alma, prender fuego a la casa o asesinar lo más amado pueden volverse tareas comunes si se ama escribir

Ahorcar el tiempo entre las manos tratando de exprimir el nombre adecuado para cada dolor, porque cada dolor tiene su propio nombre y rostro, el filo del cuchillo que se empuña a media sombra para cortar el pan de la palabra

Entonces decimos noche, y la cicatriz del alma se enciende y trae consigo la memoria, ese río perpetuo de peces como aves que mueren en el trayecto y vienen a sembrarse en la orilla de nuestra arena, basta una mano para tomarlos y salir a caminar con ellos por la ciudad mientras se canta muy despacio el dolor que cojea dentro, se dispone la herida y se baila pronto en un rito iniciático, no queda duda alguna, ese resplandor nos prepara tempranamente para la muerte de lo invisible.

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