“Pensar una espiritualidad en clave de Pueblo” Revista Teología Espiritual ISSN 0495-1549, Vol. 59, Nº. 175, 2015, págs. 77-86

June 30, 2017 | Autor: J. Espinosa Arce | Categoría: Teologia, Espiritualidad y fe, Espiritualidad, Teologia Contemporânea, Teologia biblica, Espiritualidade
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Teología Espiritual LIX (2015)

PENSAR UNA ESPIRITUALIDAD EN CLAVE DE “PUEBLO”

Juan Pablo ESPINOSA ARCE Chile

RESUMEN: El presente artículo busca indagar en la categoría de “pueblo” entendido como sujeto teológico y su relación con la teología espiritual. Desde una lectura del apartado “El gusto espiritual de ser pueblo” presente en el Capítulo V de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (EG) del Papa Francisco y con aportes de la teología y espiritualidad latinoamericana se pretende mostrar que la espiritualidad responde a una experiencia religiosa de carácter colectiva, comprometida e histórica antes que a una vivencia de la fe cristiana desencarnada, a-histórica o individualista. La importancia de esta consideración permitirá proponer y asumir un proyecto de seguimiento de Jesucristo que se oponga, proféticamente hablando, al individualismo postmoderno. ABSTRACT: The aim of this paper is to explore the category of “People”, understood as a theological topic and its relation with the spiritual theology. From a reading of the section “The spiritual savour of being a people” present in Chapter V of the Apostolic Exhortation Evangelii Gaudium (EG) of Pope Francis. And from the contributions of the theology and the latin american spirituality we pretend to show that the spirituality is the response to a religious experience, collective, engaged and historical instead of a disemboieded, ahistorical or individualistic vivid faith. The importance of this option will allow us to propose and asume a project of following Jesus Christ that contrasts, in a prophetic form speech, with the postmodern individualism.

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INTRODUCCIÓN La consideración de la espiritualidad dentro de cualquier religión, responde a la búsqueda de un elemento integrador y dador de sentido, ya sea por la búsqueda de lo trascendente o como elemento que permite la unión entre los mismos creyentes. La espiritualidad también está unida a una determinada época histórica y también a una reflexión teológica, en palabras de G. Gutiérrez “la experiencia espiritual es el terreno en que hunde sus raíces una reflexión teológica. La comprensión intelectual permite profundizar el nivel de la vivencia de la fe que siempre es previo y fontal”.1 Desde esta perspectiva queremos presentar nuestro artículo el cual quiere asumir la experiencia comunitaria que hemos hecho de la presencia de Dios en nuestra historia y al cual hemos decidido seguir, seguimiento que nace de su propia invitación y seguimiento que a su vez constituye la espiritualidad propia del cristianismo.2 La tradición bíblica nos ha señalado a su vez que esta experiencia de fe se realiza fundamentalmente en comunión con el Pueblo, sujeto colectivo cuya creación responde a un querer de Dios. Así, el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium nos dice “fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente. Por eso eligió al pueblo de Israel como pueblo suyo” (LG 9). Pueblo, como concepto bíblico y teológico, ha venido a significar pues la comunidad que, unida por una vocación común (convocados) asume un servicio específico y distintivo (confesar en verdad y servir en santidad). Para la teología latinoamericana, que es el lugar epistemológico y experiencial desde el cual re1 G. GUTIÉRREZ, Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo, Salamanca 1985, 50-51.

En relación a esto, Gutiérrez definirá espiritualidad como “un caminar en libertad según el Espíritu de amor y de vida. Ese andar tiene su punto de partida en un encuentro con el Señor. Se da allí una experiencia espiritual que hace brotar y da sentido a la libertad mencionada. El encuentro está marcado por la iniciativa divina”. G. GUTIÉRREZ, Beber en…, 49. 2

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flexionamos en este artículo, el pueblo es un concepto central del cual se predica tanto que es oprimido y por otro lado que ha de ser liberado de las llamadas estructuras de pecado personal y social. Y es desde la compleja realidad latinoamericana desde la cual viene Francisco a proponer una teología que considera recurrentemente al pueblo y sus múltiples facetas teológicas, entre ellas la espiritual. Así, en su primera Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium ha dedicado un apartado a considerar la relación entre Pueblo y espiritualidad, esto bajo el título de “El gusto espiritual de ser pueblo”. Asumir los desafíos teológicos y pastorales en clave de pueblo, ha sido uno de los grandes aportes y desafíos del breve pontificado de Francisco, y viene a desafiar proféticamente al exacerbado individualismo de la época postmoderna la cual viene marcada por el culto al éxito personal antes que a la consideración de la superación comunitaria. Considerar la espiritualidad del sujeto colectivo y teológico “Pueblo” viene a proponer la recuperación de la forma bíblica de seguimiento de Jesucristo, revalorizada por el Concilio Vaticano II y por la Teología Latinoamericana de la cual Francisco extrae su propia experiencia. Es lo que pretendemos hacer en este artículo.

1.- HABLAR DE “PUEBLO” EN LA CULTURA POSTMODERNA Antes habíamos sostenido brevemente que hablar de una espiritualidad del “Pueblo” o del “Pueblo” como sujeto teológico y espiritual representa una denuncia profética a la postmodernidad. La época que nos toca vivir es una en la que “se extiende un individualismo puro, desprovisto de los últimos valores sociales y morales (…) la res publica está desvitalizada (…) únicamente la esfera privada parece salir victoriosa de ese maremoto apático”.3 En la época postmoderna las grandes cuestiones sociales, filosó-

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G. LIPOVETSKY, La era del vacío, Barcelona 1995, 50-51.

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ficas, espirituales, que podríamos unificar bajo el concepto de “Pueblo” han perdido la importancia que en otra época tuvieron. A nivel de lo antropológico el hombre se ha vuelto un problema para sí mismo, esto porque “fue sacado de su sitio, del centro, convirtiéndose en un ser descentrado”.4 Algunas de las causas que Amengual considera para hablar de dicho descentramiento problemático son las ciencias en cuanto que “trastocan el modo de considerar y valorar al hombre”,5 el nihilismo entendido como la doctrina que establece la nada como único paradigma de interpretación de la realidad humana a la cual se le ha extirpado el fundamento trascendente. Ya no existe la confrontación con Dios y el sentido de ser su imagen y semejanza se ha perdido. La imagen propia del nihilismo es la de “la muerte de Dios”. Esto posee además consecuencias para la propia espiritualidad, ya que ahora el hombre vendría a creer en sí mismo y no en aquello que ha significado el fundamento de sus valores más tradicionales. El nihilismo, las ciencias y la experiencia cotidiana del sinsentido han provocado un retraimiento hacia lo individual perdiendo el sentido comunitario. Es lo que el Papa Francisco ha llamado la “globalización de la indiferencia”. Con esto ¿qué significa hablar de Pueblo en la cultura actual? ¿Cómo compatibilizar el sentido eminentemente comunitario del cristianismo con una propuesta antropológica individualista? A nuestro juicio expresar nuestra espiritualidad del seguimiento de Jesucristo en clave comunitaria y popular significa una reinversión profética de aquello que ha venido a significar el fundamento de la cultura posmoderna marcada por el narcisismo y el éxito a costa de los demás. En palabras de Mifsud, considerar una experiencia antropológica y una espiritualidad del “Pueblo” significa asumir que “el ser humano es un ser relacional y que se realiza en la auto-trascendencia, y, por tanto, la aceptación, el reconocimiento y la aprobación de los demás no le son indiferentes. No basta considerar los proyectos vitales desde una perspectiva individual para poder evaluar la propia vida (…) porque las expectativas de

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G. AMENGUAL, Antropología filosófica, Madrid 2007, 5.

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G. AMENGUAL, Antropología…, 6.

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los demás sobre uno también tienen una importancia y una relevancia que condiciona la propia determinación”.6

2.- HACIA UNA DEFINICIÓN BÍBLICA DEL “PUEBLO” Cuando hablamos del “Pueblo” o del “Pueblo de Dios” debemos considerar como referencia obligada el testimonio bíblico, ya que de él extraemos la experiencia que Israel realizó al momento de comprender que el Dios que se había revelado en la historia lo hacía en clave comunitaria y que la espiritualidad que le era propia era una eminentemente popular. La acción de Dios comienza con la elección gratuita de un pueblo el cual no era ni el más numeroso pero del cual Yahvé se prendó en amor y en virtud de la alianza, primer concepto teológico del Antiguo Testamento, que había formado con los patriarcas (cf. Dt 7,7-8). La elección y la alianza a su vez suponen la aventura de ponerse en camino detrás de una promesa. La fe y la espiritualidad bíblica tiene la clave de que es todo el Pueblo el que se sabe peregrino, y que es lo que presentó el Concilio Vaticano II cuando habló de la índole escatológica de la Iglesia (cf. LG VII). Con la Alianza y el acontecimiento del Éxodo adquiere su sentido el qahal Yahvé, “un pueblo, su pueblo privilegiado, que quiere totalmente consagrado a su servicio y a su gloria”.7 Dicho Pueblo posee la conciencia de ser elegido por Dios para un servicio santo y ser un reino de sacerdotes (cf. Ex 19,6) y en dicha constitución se comprende cuál es su espiritualidad propia. El seguimiento y la praxis de Israel será el de ser portador de la promesa que es universal. Con la experiencia del destierro acontece una crisis al interior de Israel que está dominada por los conceptos de sufrimiento y esperanza. El profetismo hablará de la escatología y de la pre6

T. MIFSUD, Una espiritualidad desde la fragilidad, Santiago 2014,

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P. FAYNEL, La Iglesia, T.I, Barcelona 1974, 33.

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sencia de un Mesías visto como representante de Yahvé en medio del pueblo. Este Mesías constituye el paradigma de lo que es la espiritualidad del profetismo la cual va de la mano con su propia misión. Así leemos en Isaías: “El Espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahvé. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahvé, día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,1-2). El Mesías sobre el cual descansa el Espíritu de Dios “es para el pueblo y es el instrumento de Dios que lo conducirá a realizar su vocación de pueblo”.8 Es interesante esto de que el Mesías se deba al Pueblo, y nos puede llevar a pensar ¿en qué medida la espiritualidad popular y comunitaria constituye un verdadero servicio para la evangelización y la misión? ¿cómo encauzar la crisis de credibilidad eclesial actual en clave de la presencia del Espíritu en los creyentes en sintonía con la vocación del Mesías? El qahal Yahvé o la ekklesía griega que viene a significar lo mismo, a saber, una comunidad convocada por Dios para una vocación a la santidad constituye el sustento para el proyecto de reividincar la espiritualidad comunitaria y popular como expresión proféticamente contracultural en medio de una sociedad cada vez más individualista y que ha terminado confinando a la persona a un rincón perdido sin presencia de valores grupales que vengan a aglutinar su propia ontología relacional.

3. “EL GUSTO ESPIRITUAL DE SER PUEBLO”: APORTES DESDE EVANGELII GAUDIUM Entramos ahora al corazón de nuestro artículo, esto es, rescatar algunas consideraciones interesantes de esto que el Papa Francisco ha llamado “el gusto espiritual de ser pueblo”, apartado presente en el Capítulo V de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del 2013. 8

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J. SAYES, La Iglesia de Cristo. Curso de Eclesiología, Madrid 1999,

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Habíamos hecho referencia a que la espiritualidad cristiana se comprendía desde el seguimiento de Jesucristo, y ese seguimiento –discipulado– conlleva además la evangelización y el anuncio de aquello que él dejó como enseñanza (cf. Mt 28,19-20). Así, el Papa Francisco expresa: “para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta descubrir que eso es fuente de un gozo superior” (EG 268). Estar cerca del Pueblo exige que el creyente posee una compasión específica y que su sintonía esté en clave de escucha y de discernimiento de la voz de Dios que resuena a través de la voz del mismo Pueblo. Así sostiene Segundo Galilea: “hoy los cristianos reunidos necesitan nutrirse de una espiritualidad que sea moderna, abierta al futuro, a la secularización y a los cambios sociales e históricos”.9 Esta apertura que se ha creado como conciencia en América Latina y en otras Iglesias constituye el fundamento de lo que conocemos como signos de los tiempos, los cuales también vienen a relacionarse con la espiritualidad que tiene el gusto de estar en medio del pueblo. Desde el discernimiento, la apertura y la fraternidad cristiana nace la misión, la cual “es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo” (EG 268). Es gracias a dicha misión que Jesús “nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia” (EG 268). El tema de la pertenencia y de la identidad, entendida como “el proceso social mediante el cual los sujetos o comunidades construyen una comprensión de sí mismos, a partir de su posición en la estructura social, de los hitos que han marcado su trayectoria personal y social y de las expectativas que tienen del futuro”10 vienen a aportar el sentido her-

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S. GALILEA, Reflexiones sobre la evangelización, Ecuador 1970, 121.

10 C. CONCHA, Identidad e identidades en el Maule. Claves para imaginar el desarrollo regional, Talca 2010, 15. Es más, el tema de la identidad y de la pertenencia es uno recurrente en la espiritualidad de Evangelii Gaudium. Así en el número 269 se dice que Jesús modelo de evangelizador debe ser asumido como una “opción personal que nos llena de alegría y nos otorga identidad”, en el número 270 se afirma que pertenecer al pueblo es una experiencia de carácter espiritual. En

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menéutico que posee la espiritualidad. Uno de los desafíos de la espiritualidad cristiana es la de constituirse como narración y como relato creado y creativo de las experiencias de fe del mismo pueblo. Dicho pueblo posee un potencial de gracia que se denomina sensus fidelium es decir esa capacidad que tiene de asentir comunitariamente a la fe que ha recibido. Ser cristianos desde la espiritualidad popular y comunitaria exige de nosotros esta tensión dialéctica de ser sacados del pueblo pero volver a él como evangelizadores apasionados por Jesucristo y su proyecto del Reino de Dios que es salvación fundada en una escatología de carácter comunitaria. Ahora bien, ¿desde dónde extraemos este sentido de pertenencia y de identidad? Francisco nos responde: “Jesús mismo es el modelo esta opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo” (EG 269). Junto con esto, el Papa Francisco presenta una serie de verbos que vienen a significar la experiencia comunitaria de Jesús y de su radicalidad en su proyecto del Reino de Dios. Nos gustaría rescatar estos verbos para así mostrar cuál es la interpretación de Francisco en cuanto a la espiritualidad. Se mencionan: “mirarlo (a Jesús) – (Jesús) miraba – miró”, “(Jesús es) accesible y come y bebe con pecadores”, él está “disponible, recibe y entrega”. El proyecto de espiritualidad encarnada e histórica, esencia del mismo Dios cristiano, debe considerar necesariamente estas actitudes de Jesús. Se hace pues urgente una verdadera conversión pastoral que ponga acentos en la experiencia que los interlocutores hacen de la persona de Jesús. Así una auténtica espiritualidad que se comprenda como “una manera precisa de vivir ante el Señor en solidaridad con todos los seres humanos, con el Señor y ante ellos”,11 debe responder a las exigencias de la cultura actual. Sólo así seremos fieles al modelo de opción evangelizadora de Jesús de Nazaret. Un último punto que queremos considerar es la relación antropología-espiritualidad popular. Así Francisco sostiene: “queda síntesis el tema de la pertenencia al pueblo se comprende como una característica esencial del cristianismo y de su espiritualidad. 11

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G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, perspectivas, Lima 2014,

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claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo” (EG 271). Con esto se pretende afirmar que la exaltación del individualismo posmoderno no tiene cabida en la espiritualidad cristiana que debe ser una que asuma la fraternidad y la solidaridad efectiva, especialmente con los pobres. Más adelante Francisco nos dice: “cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor (…) Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios” (EG 272). Los conceptos de reconocimiento y cercanía fundamentan una antropología de carácter personalista que considera al Otro como igual en dignidad. En clave cristiana significa reconocer en Él la presencia del mismo Dios que lo/la creó a su imagen y semejanza. Desde el respeto al otro nos viene la plenitud de lo comunitario, o como sostiene Gutiérrez “este único encuentro fundador de la comunión de los hombres y mujeres entre ellos y de todos ellos con Dios, es la fuente de la alegría cristiana”.12 Así podremos comprender lo que Francisco expresa cuando dice: “Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!” (EG 274).

4. EL DESAFÍO DE VIVIR UNA ESPIRITUALIDAD COMUNITARIA Y POPULAR

La actitud profética, del anuncio de la Palabra de Dios y de la denuncia de lo que va contra esa palabra, se patentizan en el proyecto de la espiritualidad comunitaria y popular. Expresamos con esto un deseo de revitalización del Pueblo de Dios que posee una sensibilidad especial para reconocer la Señor que habla en el tiempo y en la historia. En medio de la cultura posmoderna donde el individualismo y el narcisismo parecen aparecer como los únicos elementos de interpretación de la realidad, creer en Jesucristo y seguirlo en comunión con todo el Pueblo responde a un desafío que nos urge. 12

G. GUTIÉRREZ, Teología…, 316.

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El testimonio de Francisco que nos llama a tener un gusto espiritual de vivir cerca de las comunidades expresa la esencia misma del movimiento cristiano que se caracterizó por la fraternidad con la que vivía en lo cotidiano. No podemos considerar la espiritualidad como algo ahistórico y desencarnado, ya que con esto estaríamos evitando el modelo evangelizador de Jesucristo. Únicamente en el seguimiento comunitario y popular que nace como movimiento del Espíritu de Dios vendrá a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo la oportunidad de hacer experiencia gratuita y salvadora del Dios que, moviéndose en medio del pueblo, llama constantemente a los creyentes a ser misioneros en medio de la gente, de los rostros y de sus relatos.

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