Pensar el patrimonio desde Chile. Diagnóstico y desafíos de la Academia en la conceptualización del patrimonio

September 27, 2017 | Autor: Daniela Serra | Categoría: History, Education, Cultural Heritage, Cultural management
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Descripción

EDUCACIÓN PATRIMONIAL

[4] PENSAR EL PATRIMONIO DESDE CHILE. DIAGNÓSTICO Y DESAFÍOS DE LA ACADEMIA EN LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PATRIMONIO

Daniela Serra

Chile

Resumen

Abstract

El patrimonio se ha ido consolidando en Chile como un campo multidisciplinar en el que ha predominado la práctica por sobre la teoría. El siguiente artículo realiza un diagnóstico sobre el rol que ha jugado la academia en la conceptualización del patrimonio, para luego delinear los desafíos que vienen por delante en cuanto a lo que significa pensar y repensar el patrimonio desde Chile.

Heritage has been consolidated in Chile as a multidisciplinary field in which practice has prevailed over theorization. The following article provides an analysis of the role played by the academy in the conceptualization of heritage, in order to outline the challenges of thinking and rethinking heritage from Chile.

Palabras clave: Patrimonio cultural, academia, gestión patrimonial

Keywords: Cultural heritage, academy, heritage management

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1. INTRODUCCION

UN CAMINO INCONCLUSO

Desde hace un tiempo el patrimonio ha venido constituyéndose en un campo profesional que convoca a múltiples disciplinas interesadas en su rescate, interpretación, puesta en valor y conservación. La reflexión sobre el patrimonio, ligada indisolublemente a la acción, juega un rol fundamental por cuando permite evaluar lo hecho, establecer lineamientos y directrices, y, finalmente, proyectar futuros posibles. De ahí la importancia que tiene el estudio académico del patrimonio.

Partamos por el principio. No es sencillo trazar la trayectoria del país en lo que ha venido a denominarse lo patrimonial, entendido como un sistema de representación donde un conjunto de símbolos y valores encarnan una determinada manera de ver y entender el mundo. Como construcción social está en permanente cambio, definiéndose a partir de los valores, creencias y deseos de los imaginarios sociales. Pero, al mismo tiempo que es fuente de inspiración, de sentido e identidad, es un recurso tangible e incluso comercializable. Por lo mismo, el patrimonio sirve para la generación de ideas, pero también es objeto de practicas que le otorgan valor mediante la conservación y difusión. Si bien habrá acuerdo en considerar que es un ámbito de lo patrimonial es de reciente desarrollo a nivel nacional, la preocupación por el patrimonio y las prácticas asociadas a ello se remonta más atrás en el tiempo, especialmente al alero de lo que se conoce como gestión cultural, la podría definirse por constituir un conjunto de acciones programadas que persiguen el rescate y la promoción de la cultura, haciéndola accesible y asegurando su desarrollo y permanencia en el tiempo.

En mayo del 2013, en un artículo publicado en la International Journal of Heritage Studies, el sociólogo Tim Winter denunció que todavía existía un privilegio de Europa en nuestra forma de pensar sobre el patrimonio (Winter, 2013: 4). Si bien es sabido por todos que el origen de la preocupación moderna por el patrimonio, así como las primeras acciones en pos de su protección y puesta en valor, provienen justamente del ámbito europeo, resulta por lo menos inquietante que a nivel académico todavía prevalezca un discurso conceptual europeizante. Esto no es extraño en un escenario donde los principales organismos rectores de la política patrimonial internacional son justamente europeos, tales como UNESCO, ICOMOS, ICCROM, etc. De hecho UNESCO es –quizás demasiado a menudo– invocada por muchos investigadores como una metonimia de un escenario globalizado de la gobernanza del patrimonio. En relación a este panorama vale la pena preguntarse qué es lo que ocurre en Chile. Y este artículo busca justamente avanzar en posibles respuestas a esta interrogante . Por lo mismo, a continuación se hará una breve revisión de la trayectoria del campo del patrimonio en el país y luego se presentará el escenario actual de la presencia del tema del patrimonio en la academia. Por último, a partir de la reflexión sobre los desafíos actuales que surgen de la relación entre el mundo académico y la gestión, se propondrán ciertos aspectos que debieran considerarse en la medida en que la problemática del patrimonio está instalada y que, dado el giro ciudadano que se ha manifestado en los últimos años, ésta preocupación ha adquirido mayor visibilización y verbalización de lo que había tenido hasta ahora.

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En este sentido, a mediados de la década de 1970 se instaló en la agenda de la UNESCO la necesidad de fomentar capacitaciones en materia de gestión cultural, para lo cual se organizaron encuentros, seminarios y proyectos de cooperación en el ámbito latinoamericano, los cuales contaron con el respaldo de instituciones internacionales, regionales y nacionales (IBEROFORMAT, 2005). De esta manera, progresivamente la cultura comenzó a ser considerada como una dimensión a ser explorada como categoría profesional, lo que respondía a una mayor conciencia y generalización del entendimiento de la cultura como un bien susceptible de ser gestionado, enriquecido y devuelto a la sociedad. En sintonía con esto, fue a mediados de la década de los ’90 cuando en Chile la academia se sumó a este esfuerzo profesionalizante, con la creación del Postítulo en Gestión Cultural de las facultades de Artes y Economía de la Universidad de Chile, convertido hoy en un programa de magíster (Navarro, 2006: 51). Desde entonces la oferta nacional en formación en el ámbito de la gestión cultural se

ha expandido de manera considerable y hoy existen programas tanto en universidades públicas como privadas en diferentes regiones del país. En este escenario, la diferenciación entre la disciplina de la gestión cultural y el campo de lo patrimonial, entendido como uno de los ámbitos de la cultura, es más bien reciente. Y, de hecho, aún no se ha efectuado por completo. La recurrente utilización de las nociones de gestión cultural y gestión patrimonial como sinónimas, es prueba de aquello. A pesar de esto, y sobre todo en los últimos años, el patrimonio se ha posicionado como un elemento fundamental en el debate sobre el desarrollo de políticas de protección y fomento de la cultura, al mismo tiempo que ha ido despertando cada vez mayor interés en parte importante de la ciudadanía, la cual se ha organizado en pos de su defensa y promoción. Lo anterior porque, al encarnar ciertos valores, el patrimonio se vuelve un bien preciado y en constantes disputas, sujeto a tensiones e intereses que cruzan el ámbito político, social y económico. LA PROFESIONALIZACIÓN DEL CAMPO DEL PATRIMONIO. El CASO DE CHILE En términos de la profesionalización del campo patrimonio es interesante notar que todavía se discute sobre si el patrimonio es una disciplina o no, lo que en gran medida tiene que ver con la incipiente delimitación del ámbito de lo patrimonial. A pesar de esto, lo cierto es que con el paso de los años el patrimonio se ha establecido como un campo que convoca a múltiples disciplinas –entre ellas el arte, la arquitectura, la historia, la geografía, la antropología y la sociología– interesadas en su rescate, interpretación, puesta en valor y preservación (Uzzell, 2009: 326-327). En Chile este proceso que ha tenido ritmo propio y, en parte, podría aplicarse el diagnóstico que se ha hecho con respecto a la formación de gestores culturales, en donde se constata la existencia de profesionales provenientes de diversas disciplinas los cuales han ido aprendiendo sobre la marcha, sin necesariamente contar con una formación académica apropiada (Navarro, 2003: 4-5) . Frente a este escenario, y también producto de la internacionalización de las universidades que condujo a mirar las mallas curriculares extranjeras en busca

de nuevos caminos, el mundo académico nacional reaccionó. Y a mediados de la década del 2000 se crearon los primeros programas y centros de estudio dedicados al patrimonio. Desde entonces la oferta de programas ha aumentando y se ha diversificado, concentrándose en el nivel de estudios superiores. A continuación se hará una breve revisión de las diferentes maneras en que el mundo académico actual se hace cargo del tema del patrimonio. PROGRAMAS DE FORMACIÓN En cuanto a programas de formación, a nivel de postgrados es donde se concentra la mayor oferta. Si bien todavía no existen doctorados en patrimonio, lo que sintoniza con la escasa oferta que existe a nivel internacional, existen varios programas de magíster. La Figura 1 muestra la oferta de programas de magíster a nivel nacional que existen en la actualidad. A estos se suman aquellos programas específicos de una disciplina pero que tienen mención en algún ámbito del patrimonio (Ej. Magíster en Artes, mención Patrimonio). Los diplomados, por su parte, constituyen la segunda oferta más relevante en cuanto a programas de formación. Pero, a diferencia de los magíster, son menos permanentes y van variando en el tiempo en cuanto a la cantidad, enfoques e instituciones que los dictan. Durante el año 2013 se dictaron los que aparecen en la Figura 2. Según lo que aparece en las figuras 1 y 2, tanto en los programas de magíster como en los diplomados la oferta se concentra en principalmente en Santiago y en algunas ciudades del sur. Y con respecto a las unidades académicas, las ciencias sociales aparecen como el área de mayor presencia, seguida por las artes y la arquitectura. A pesar de esto, tradicionalmente la arquitectura ha sido la disciplina que más ha hecho cosas relativas al patrimonio, esto porque hasta hace poco lo patrimonial se entendía casi exclusivamente como lo monumental. Pero la ampliación de lo que se entiende por patrimonio está teniendo efectos en el ámbito académico, lo que se manifiesta en la inclusión de nuevas disciplinas y enfoques entre la oferta de

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Figura 1

Figura 2

programas de magíster y diplomados. A nivel de pregrado, en cambio, la oferta es mucho más escurridiza, sobre todo porque resulta difícil rastrear los cursos que semestre a semestre se dan en las carreras afines. A pesar de esto, en general es escasa la presencia del tema del patrimonio en las mallas curriculares, porque si bien existen cursos sobre el tema, son contadas las iniciativas tendientes a posicionar la problemática del patrimonio a nivel de pregrado en las disciplinas vinculadas a este campo.

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Un ejemplo de lo anterior es lo que ha hecho el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile que, desde el año 2007, ha incorporado sistemáticamente cursos sobre patrimonio en la carrera de Historia. Este proceso responde a variados factores: por una parte, el perfil de egreso de los estudiantes mencionaba el ámbito de lo patrimonial como una de las áreas en las que se podían desempeñar los historiadores. Pero en la práctica en la malla curricular la Licenciatura en Historia no contaba con cursos sobre

patrimonio. Fueron los propios estudiantes quienes llamaron la atención sobre esto, demandando una formación apropiada que les permitiera dedicarse al patrimonio. Y por otra, el mercado laboral también demandaba a historiadores, contratándolos para ejercer en esta área. Así, en la actualidad, se dictan en promedio seis cursos al año sobre patrimonio, proceso que ha estado acompañado de la redefinición del perfil de egreso de los alumnos, integrando lo patrimonial como una de las áreas en las que tiene competencia. Algo similar ha ocurrido con carreras como Arquitectura, Arte y Construcción Civil de la UC. Este aumento paulatino en la oferta de cursos a nivel de pregrado en la Universidad Católica ha posibilitado la creación de un Certificado Académico en Patrimonio Cultural Material, el cual se obtiene luego de cursar 5 asignaturas establecidas de las carreras antes mencionadas. CENTROS DE INVESTIGACIÓN Junto a los programas de formación, han surgido centros de estudio e investigación que actúan como complemento al proceso de profesionalización del campo del patrimonio. Sus aportes se dan en el ámbito de la docencia, investigación, proyectos, extensión y servicios. Entre ellos se encuentran los que aparecen indicados en la Figura 3. El principal aporte de este tipo de entidades es que, en general, buscan vincularse con la sociedad civil, con instituciones públicas y con organismos privados, constituyendo un medio eficaz para la transmisión del conocimiento e intercambio de experiencias entre el mundo académico y el resto de los actores involucrados en el ámbito del patrimonio.

en el tiempo y otras que se imitan a un determinado proyecto. A continuación se detallan algunos ejemplos actuales de alianzas establecidas entre el mundo académico y empresas o instituciones vinculadas al patrimonio: -Diploma en Educación Memoria y Derechos Humanos, dictado por la Universidad de Chile y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. - Fundación Ruinas de Huanchaca, institución sin fines de lucro cuyos fundadores son la Universidad Católica del Norte y la empresa de casinos Enjoy Antofagasta, que tiene a su cargo de la gestión del Parque Cultural Huanchaca y el Museo del Desierto de Atacama. - Centro del Patrimonio Fotográfico, corporación cultural que cuenta con el patrocinio de la Universidad Diego Portales. - Archivo Oral Villa Grimaldi, unidad perteneciente a la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi cuenta con la colaboración del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.

ALIANZAS ESTRATÉGICAS

Como se ha visto, la academia está abordando de diversas formas el tema de lo patrimonial. Y este panorama actual ha modificado el perfil profesional de quienes se dedican al patrimonio en dos sentidos: por una parte, un número importante de aquellos profesionales autodidactas que contaban con experiencia en el campo del patrimonio accedieron a instrucción formal y capacitación en el tema; y por otra, nuevos profesionales, muchos de los cuales no cuentan con experiencia laboral previa, se han especializado en el ámbito del patrimonio. Y es justamente esta mixtura la que caracteriza el campo profesional del patrimonio hoy.

Por último, existe una cuarta dimensión en cuanto a la preocupación académica por el patrimonio que se manifiesta en el establecimiento de vínculos y convenios entre universidades, empresas e instituciones patrimoniales. Estas relaciones se establecen entre entidades que en conjunto sean un aporte, permitiendo la realización de proyectos que no podrían concretar cada una por sí sola. Entre las alianzas estratégicas encontramos algunas que son permanentes y duraderas

Ahora bien, según lo expuesto hasta ahora se podría señalar que la preocupación académica por el patrimonio es considerable, sobre todo dada la numerosa y variada oferta que existe en cuanto a programas de formación, centros de investigación y vínculos con el mundo público y privado. Pero es necesario matizar esta afirmación, por cuanto la cantidad y variedad de la oferta académica relativa al patrimonio no implica, necesariamente, que el mundo académico esté a la altura de lo que la

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Figura 3

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ciudadana preocupada por el patrimonio y los gestores patrimoniales requieren hoy en día. De hecho, en general, la preocupación académica por el patrimonio ha surgido como respuesta a las necesidades del ámbito de la gestión patrimonial, lo cual ha significado que la mayoría de los programas de formación tengan un perfil más bien profesionalizantes, dejando muchas veces la teoría en un segundo plano. Algo similar ha sucedido con los centros de estudio e investigación, los cuales han privilegiado las actividades de extensión y el ámbito de las asesorías y servicios, por sobre la generación y comunicación de nuevos conocimientos. Si bien creo que esta forma en que las universidades se hicieron cargo de lo patrimonial fue necesaria y provechosa para instalar esta problemática en el mundo académico, el escenario ha cambiado. Una vez que el patrimonio se ha consolidado como un bien para el desarrollo social, urge contar con una masa crítica que no solo sea un complemento para la gestión del patrimonio, sino que sirva también para cuestionar y poner en duda lo que se está haciendo y para proponer nuevos caminos. De esta forma, si bien el avance en la delimitación y profesionalización de lo que se ha venido a denominar el campo patrimonial es evidente, surge la pregunta sobre hasta qué punto este proceso ha estado acompañado de la elaboración, discusión y difusión de marcos conceptuales acordes a los problemas y desafíos propios de nuestro país. AVANZAR EN LA TEORÍA Responder a esta interrogante no es tarea fácil. En primer lugar hay que considerar dos elementos ya mencionados: el reciente fortalecimiento del campo y su compleja composición. Complejo porque, a diferencia de otros campos académicos, el patrimonio, en su carácter de activación social, está siempre en movimiento, fluctuando en significados, tiempos y espacios (Mateos, 2008: 24). Por lo tanto, si bien distintas instituciones, autores y gestores patrimoniales reconocen la necesidad de una formación académica mixta entre teoría y práctica (Ballart y Trisserras, 2010) (Bayardo, 2002) (Porta, 2005), hasta ahora pareciera que se ha privilegiado solo esta última. Lo anterior no es un fenómeno exclusivamente nacional. De hecho, en general, la articulación teórica en el ámbito patrimonial

ha provenido después de las experiencias prácticas, según lo cual estaríamos en la senda correcta. Pero todavía queda mucho camino por recorrer. En los últimos años académicos han llamado la atención sobre la existencia de un excesivo presentismo en nuestro entendimiento del patrimonio, lo cual respondería al inadecuado reconocimiento de la historia de las prácticas patrimoniales (Harvey, 2001: 320). Para seguir avanzando es fundamental, entonces, historizar debidamente el fenómeno. Como señala David Harvey, proporcionar una narrativa histórica más larga de la patrimonialización como proceso es vital, tanto para evitar producir casos de estudios centrados en el presente y débiles en cuanto a fundamentos, como para generar compromisos reales con los debates sobre la producción de la identidad, el poder y la autoridad en la sociedad (Harvey, 2001: 320-321). Este relato histórico debiera reflejar adecuadamente los eventos y procesos ocurridos a nivel nacional y local, posibilitando así el desarrollo de marcos conceptuales capaces de interpretar los cambios sociales y culturales del Chile de hoy (Winter, 2013: 4) y la proyección de posibles caminos a seguir en el futuro. Pero, junto con esto, es fundamental reconocer también el escenario en el que se inscribe el campo del patrimonio hoy. Retomando la idea con que comencé esta exposición, a nivel mundial todavía predomina un discurso europeizante y occidental en los modos de pensar sobre el patrimonio. Según Winter, esto se explica por tres factores: en primer lugar, Europa y Estados Unidos representan los centros de la academia global en la actualidad, lo que sumado a la hegemonía del idioma del inglés en las publicaciones, hace que estos dos polos sigan siendo los principales lugares de la generación teórica. Un segundo factor estaría en la Europa post-ilustrada y su creencia en el universalismo de sus áreas de conocimiento. Esto se traduce en la articulación de un discurso que considera que el interés por lo patrimonial, y las acciones que esto conlleva, surgió exclusivamente en Europa y luego se extendió por el mundo, lo que ha significado que en la actualidad se sigan leyendo los fenómenos patrimoniales no europeos o no occidentales a través de marcos conceptuales derivados de contextos empíricos del viejo mundo. Por último, esta el hecho de que la escritura de

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la historia no europea y no occidental ha sido escrita principalmente por académicos occidentales y, cuando no, las posibilidades de publicación y de incorporación en los circuitos de difusión de los países del hemisferio norte son prácticamente nulas (Winter, 2013: 5-6). Como señalaran el 2011 el arqueólogo sudafricano Nick Shepherd y el antropólogo argentino Alejandro Heber: “Nuevas ideas y formas de prácticas están estallando por todas partes, a menudo no en los centros tradicionales de la disciplina (…) Nuestra lucha es que nuestros propios libros sean publicados y distribuidos en las metrópolis disciplinarias” (Shepherd y Heber, 2011: 96–115). Y, de hecho, la escases de publicaciones nacionales es quizás el indicador más importante de la falta de teoría en el ámbito nacional del patrimonio. Si bien algo se ha avanzado en los últimos años, el nivel de producción bibliográfica sigue siendo insuficiente frente a la realidad y las necesidades del campo. De alguna manera Chile está experimentando esta ebullición de ideas y prácticas de la que hablan Shepherd y Heber. Por lo mismo, existe una valiosa oportunidad para encausar esta irrupción del patrimonio de manera tal que las nuevas ideas que comienzan a articularse no queden opacadas por las prácticas que se manifiestan por doquier. Así, el ámbito de la teoría y el quehacer patrimonial debieran desarrollarse de manera equilibrada, generando diálogos, cuestionamientos y retroalimentación entre lo uno y lo otro. Por otra parte las universidades tienen el deber de vincularse con la sociedad que estudia y a la que se debe. De esta manera, la academia no puede cerrarse sobre sí misma, sino que, atenta a los cambios y procesos que se desarrollan en los diferentes ámbitos donde se manifiesta lo patrimonial, debe que ser capaz de proponer conceptualizaciones que sean útiles y operativas a la realidad local y nacional. Alcanzar el equilibrio entre la acción y el desarrollo de una masa crítica que ponga en cuestión y que pruebe las posibilidades y límites de lo patrimonial no será fácil, pero es imperativo. Lo patrimonial en Chile debiera continuar avanzando en cuanto a su consolidación como una práctica profesional asentada en conocimientos multidisciplinares, ligada a los contextos sociopolíticos y a las comunidades, al acontecer y a la acción, pero apoyada al mismo tiempo de la generación teórica y discursiva proveniente del

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ámbito académico (IBEROFORMAT, 2005: 33). El patrimonio, como construcción social en permanente cambio, involucra un universo de múltiples actores de manera que la forma en que se piensa sobre el patrimonio debe tener siempre en cuenta esta naturaleza heterogénea. Finalmente si la conceptualización del patrimonio esta fundada en alguna forma de realidad empírica, y como respuesta a ella, entonces el campo tiene que dar cuenta no solo de su relación con las transformaciones locales, sino también de los cambios mundiales de hoy en día. Esto permitirá explorar la conceptualización de múltiples patrimonios (Winter, 2013: 1-4). Avanzar en esa dirección permitiría generar un escenario más propenso para que la institucionalidad estatal se transforme en una entidad más permeable en el sentido de incorporar más orgánicamente en la legislación las nuevas maneras en que se entiende lo patrimonial y cómo debe ser protegido, gestionado y promovido como tal.

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Autor: Daniela Serra

Antecedentes: Licenciada en Historia y Magíster en Historia UC. Entre sus áreas de interés destacan la historia cultural y los estudios patrimoniales. Es autora del libro Fundo Isla de Pirque: Tradición e innovación en 400 años de historia (2010) y participó como autora de dos capítulos en el libro Ensayos en torno al patrimonio cultural y desarrollo sostenible en Chile y España, editado en Madrid por la Universidad Autónoma de Madrid (2013). Además ha publicado en revistas especializadas y participado en congresos y seminarios. Pertenencia Institucional: Académica del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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