Pensamiento occidental versus pensamiento indio. ¿Un amor imposible?

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Descripción

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Sihidr'. -¡ Jc octubrcrlc 1997

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¿Unamorimposible?

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'las modas'el ünicomoF\.ueccn que le esú ¡rermitidoa lo P¿n.n marginal(lo penfénco,lo difeI rentc.lo'radicalmenteextraño');¡u penetracióne'ncl Discurso Hegem*onico de la sobcrbia occidentaltardomodema postindustrial.Naturalmente que, bajo semejantecamuflaje del 'estar de moda', lo marginal ha de re¡runciar a menudo a gran parte de la luerza de su sabor genuino, como ararrcel que pagar por s¡ acceso a rm Occidente proteccionisa no solo ñen'comerciales'. te a las materiasprimas Mas aun desnahualizada"esterili'"dr y pasteurizada (cuando no en polvo, o francamente adulterada), la inmigración de ideas y culturas ajenas,de mús y personajesmetecosse muestra hoy, como toda inrnigraciórL in€vitable. Si Euopa continúa con cr€cimientos poblacionales negativoa o cercanos al cero, no estanílejos el dia en que haya que aceptarabiertamente la inmigracior como ÍÉtodo de manlenimiento de la población activa. Si Occidentecontinru oon lo qn la Zarr brano diagnosticaba como , ni lejos el mdn€rito eri q¡€ baya que aceptar cúnrahn€ob la inmigrrcion de ideas desde Orieote o Africa o [,¿tinoamérica, como método de mantenimie¡üo de rrne ¡¿2S¿y rrna üd¿ reciprocamente activas. Tal es la paradoja de nuestros países, a la vez necesitados y recelosos de ambas migraciones Son la modat las que han hecho que Eryañ4 considerablanente periferica en esto de la Modernidad (y, portransitivida{ tambien en la Portmodernidad st la hay o cuando la haya), se acercara al núcleo de un Discumo que arüela timidame¡te novedades,diferencias, nuís por nihilismo intemo que por conücción en el valor de lo 'oho', lo de 'fi¿era'(Yattimo\. '.!parn' puso se de mod4 es cierto, por ser' diferent', pro precisamentepor srrlo'na non toppo', sin excesoq sin abismos tan diñciles de salarpor los tímidos nihilistas pos[nodemos. Prueba de ello es que el 'Spain lema is different' s€ ha enuriciado siernpreen ingles, incluso en Spain que así, anglicanizada, 'modernizada', no 'distinta' y era tan dificil de entender: era solo'diferent', algo que entiende todo el mundo. Las modas también son las causantes de que los ángeles, el resto más mitológico de la cultura católica, @upen, aunque desnaturalizados, el centro de atención de la sociedad más carente de tradiciones de la Tierra, la norteamericana. Ellas son las responsablesde que corrisnt€s artísticasmargin4les(por marginadas) como las del Africa Negra se exhiban en los asépticos museos postindustriales,adulterantespor su . simple esterilidad.Y, de modo paradigmático, las modas nos traen hasta las orillas de Occidorte el Oriente que

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es cryaz de resisir las ftÉgilespater¿s que cum rmiio tanspute Fguhr c r¡ectan ambos continedes. ¡¡múübHa A principios del siglo pasado, Súop€nba¡er rvenamh 4re el descubrimiento de la sult¡r¿ irxtia s€dt tan relo¡ante para el pensamiento cmt€frpffiáfpo er¡¡opeooqr¡o lo fir en el Renacimiento el redescr¡brimiento dc los cl,ásios grecoü*irns. Su previsimr ha fallado. Sobre todo porque la India (a diferencia de Grecia) nunca ha sido abord¿da con el deseo de hacer plenamente propia su diferente esencia; deseode cumplimierito €n puridad imposible, como el amor (deseo que es amor), mas que, como el amor, engerdraüda y esenciasnuevas cuar¡do fluece. Ernopa se acercóa Grecia con amory engen&ó a los humanistas del Renacimiento, que no son idénticos a los griegos, peropc cuyas venas espirituales corre identica sangre. A India, en cambio, Europa se ha aproximado sin deseo de identificaciór¡ solo con zu curiosidad (la curiosidad por las nuevas modas), y consecuentementemanteniendo las distancias, ya sea al circr¡nscribir su interés en el restricto grupo del 'orient¿lis-

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mo', ya sea eri la SemanaOriental del Corte Inglés: es tal la razón de que no se haya podido engendrar nada en común, de tal modo que la India sigue siexdo tan exótica y tan ajena hoy como en tiempos de Schopenhauer. Es, pues, la historia de India y Occidente la historia de un desamor lujuriosamente superficial. de un mero contacto fisico sin voluntad de comprensión. Al menos desde el lado oc-

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cidental, qpe es riuügo hdo. Estosd¡¡q bt*lhdc h ldia se ha üsto enbe ffimÉlralqizada Por un lado, se ban cckürado los primeros 50 años d€ b i¡{ependencia política de r$Fl$cmtiodc. Por oha parte, caloqrc Sñe r n¡esffi cir¡da{¡o sókíoe'p*mtm er¡ ca¡tclera dos filmec dc la te prolífica omp dcsomciib (aúc rasgossur caracterr.sticameriteindiff) bú¡sria qr¡e la secin€narogúficahin:iisino mana pasada cmtflnos con la celebración en el Palacio de Anaya &l II EncuenuroEspañol de lndología donde la mayoria de los n¡¡is destacados especialistas de nuestro país se reuniercn para comparth conocimientos, problemas, proyectos y pasiones. El Encueño, in¿ugurado por el embajadorindio en Eryaña no sélo se prodigó en el desarrollo de qrcstiones lingüísticas, litera¡ias, filosóficas, religiosas,místicas,mitologicas, artisticas y estéticas; embien se tuvo ocasión de presenciar algunas actuaciones en directo de musica y danza hindúes, y rma y ota vez surgieron diálogos tas las intervenciones en torno a cómo construir un puente enfiE Occidente y la India que nos permita a los europeos gozarde los tesoros del subcontinente m¡ís allá de lc maleritendidos y del folclorismo. Estos diálogos se üeron especialmente concentradosen tomo al debate que mantuüeron la profesora Ana Agud, del Departamento de Filología Clasica e Indoeuropeo de la Universidad de Salamanc4 y el mistico español Fernando Díez, que, &as diversasexperienciasespirituales por la India, reside actualmente en Guadalajara- Este defendió qrle la mística india era una experiencias4erior, por ser la única que acerca al hombre todo a la realidad toda de al modo que el acercamienúoacabeconvirtiendose en r¡ra identificación indisoluble, que es el mejor grado de conocimiento posi-

ble. An¡ fut¡{ e,ncambio, trlr¡yé qrrc or el fudo la ¡eflcxionfiIocófisa euopca podia condrrcir a hs n¡ietos rcflecrivoode Occidente a conclusiones vitales semejantesa las dc los ní*iooe i¡dioc desconfiaaza prejuicios,,d€ de bs mipaeseate las idmlogíaq dc las represcritacionesdel s$eto (sitxpre srüjetivlsas)... Offi*¡¡hü¡ Tmto en este planteamiento geneilaldel d€bdecomqenlas sucesivas intervenciones de gran número de los asisturtes (de las cr¡alestuve el honor de sen¡ir de seqetario), la dialéctica-se moüa siempre en tales coordenadas:los'promísticm' intentandoexpresar la superioridad del misticismo hindú sobre todo pensamiento, y en especial sobre el de Occidente; los 'pro-filósofos' intentando identificar de algun modo la experiencia filosófica con la mística, para así gozar de las mismas excelencias y privilegios que el oto gnpo pr€ter¡dióreseryats€en €xclusividad para sí. Desde luego, es evidente que el debate podría haberse planteado de va¡ias manerasaltemativas. Por ejernplo, podría haber sido la filosofia la primera en cantar sus excelenciasgenuinas (criticismo, fomento de la democratización, sustitución de la guerra armada por la guernr de argurnentos, promoción de la ciencia --hija de la filosofia y, en su versión más avanzada solo de la filosofia occidental-) y haber dejado que la mística intentaseequipararsea ella e¡restosvalores. O haber criticado filosoficamente las autoalaba¡zas de la mística (del mísnco) porzu intimisno pasivo, su quietismo frente a la injusticia social, su

(o al mcnog egocentiegpcn¡rffi cidad), el dognsip de sus visiommás -chdffiecislrnente, el de que ella es lo Superior). O haber resaludoque ya eldiriüogomiuno ente anbosoampos es filosófico, con lo que,la !ní*ha ha do acqt¿r uicitamente aI filosofar en el misrno momento del querer exprcs¡rse, y que por tanto la realidad misma del diálogo presrryoneya cierta srryerioridad üicira de lo filosófico. En cualquiercaso, en mi opinión, cada uno de estosmodeloe de diri'logo pierde de üstaslgo es'encial:que sólo habÉ ace¡camiento enhe India v Occi&ntesi existe el.deseo por ambas partes de recoger en sí lo mejordelofo. Ni la autoalabanza ni la crítica ni los golpes de mano retoricos parecen buenos caminos paraello,o al menos, no buenos caminos iniciales. La confrontación 'Occidente versus India'no resulta demasiado preferible al mutuo olvido o a las curiosidades frívolas. Se me ocurre que quiá sería mejor recuperar el antiguo sentido latino de' versus':' hacia' (sentido originario frente a la anglicanización moderna que bansformó el significado de tal preposición por el agresivo'contra'). Y es que sólo 'hacia' tn Occidente la India y una 'hacia' India Occidente podnin pro. ducir 1esevidente) acercamienü0.Como el que los renaceritistas lograron hacia la Antigüedad griega. Como el que el fuh.uo de un mundo globalizado reclama.
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