Pedro Lissaute y el Instituto de Ciencias de Jalisco: visión renovada de la educación después de la Independencia

June 9, 2017 | Autor: Federico De la Torre | Categoría: Historia de la Educación, Historia de la Ciencia
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Descripción

Aprendizaje de una sensibilidad

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Resumen Español

En febrero de 1827 nació el Instituto de Ciencias de Jalisco en lugar de la recién clausurada Real y Literaria Universidad de Guadalajara. Ese cambio supuso la adopción de un nuevo concepto en la educación, que asignó un papel especial a las ciencias físico-matemáticas y naturales, así como a los idiomas vivos, para lo cual se recurrió al apoyo de algunos profesores extranjeros. En ese marco, fue muy importante lo que hicieron personajes como el español José Gutiérrez, el inglés Ricardo Maddoux Jones y los franceses Pedro Lissaute, Claudio Gen y Guillermo Faget. A través de varios documentos en los que uno de los principales protagonistas fue Lissaute, se muestran las ideas que dieron sustento a este proyecto y las dificultades que debió enfrentar durante su primer periodo de vida (1827 y 1834). Pero también, con el apoyo de múltiples fuentes archivísticas y bibliográficas, se ofrece la trayectoria seguida por varios egresados del Instituto que de una u otra manera recibieron la influencia de ese grupo de profesores extranjeros, en el cual Lissaute jugó un papel muy destacado.

Français

En février 1827 fut créé l’Institut des Sciences de l’Etat de Jalisco à la place de l’Université Royale de Littérature de Guadalajara qui venait de fermer ses portes. Ce changement entraîna l’adoption d’un nouveau concept éducatif qui donnait un rôle essentiel aux sciences physiques, aux mathématiques et aux sciences naturelles ainsi qu’à l’apprentissage des langues vivantes pour lequel on demanda l’appui de quelques professeurs étrangers. Dans ce cadre, l’apport de personnages tels que l’Espagnol José Guitiérez, l’Anglais Richard Maddoux et les Français Pierre Lissaute, Claude Gien et Guillaume Faget fut très important. A travers différents documents dans lesquels Pierre Lissaute apparaît comme le principal protagoniste, on perçoit les idées qui furent à la base de ce projet et les difficultés qu’il rencontra lors de sa permière période d’existence (1827 à 1834). D’autre part, grâce à de nombreuses sources d’archives et bibliographiques, il nous est possible d’observer la trajectoire suivie par différents diplômés de l’Institut qui, d’une manière ou d’une autre, subirent l’influence de ce groupe de professeurs étrangers, au sein duquel Lissaaut joua un rôle essentiel.

Portada:

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Edificio de la Universidad de Guadalajara que en alguna ocasión fue sede del Instituto de Ciencias de Jalisco (junto al antiguo templo de Santo Tomás, hoy Biblioteca Iberoamericana). Fuente: Colección del Ayuntamiento de Guadalajara.

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[…] Nuestros felices descendientes y los filósofos todos de los siglos venideros, celebrarán la gloria de Jalisco. Ellos repetirán con entusiasmo, y esculpirán en monumentos indestructibles, estas palabras sacadas de nuestra futura historia: “Cuando apenas acababa de desaparecer la inquisicion y cuando reinaba todavia la mas horrible barbarie desde las floridas márgenes del Misisipi hasta las cumbres eternamente heladas del Polo austral, en Jalisco triunfaba la razón. En Guadalajara se proclamó el sistema federal; y sus legisladores destruyeron inmediatamente los establecimientos destinados á inculcar las costumbres de la esclavitud y las macsimas favorables á la tiranía, substituyendolos con el Instituto del Estado, que ha sido el gérmen mas fecundo de la ilustracion americana”. ¡Individuos del Instituto! Y, vosotros jaliscienses todos! no lo olvidéis; estas serán las espresiones de la posteridad; estas las que resonarán en este mismo recinto, cuando, después de mil años, en semejante dia, se haga memoria del aniversario de esta felíz revolución que hoy celebramos.1

Introducción

P

oco tiempo después de concluida la Independencia de México respecto a España, inició la recomposición del entramado institucional del nuevo país. Esto fue especialmente notorio cuando el Congreso General expidió la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos el 4 de octubre de 1824. Con ese hecho trascendental, se creó el marco a través del cual se buscaría encauzar las aspiraciones federalistas desplegadas desde varios puntos del territorio en años anteriores. Bajo esa directriz se expidieron, poco tiempo después, las respectivas constituciones en cada entidad federativa, impulsadas por sus respectivos congresos. Una de las primeras fue la de Jalisco, que tuvo efecto a partir del decreto expedido por su Congreso el 18 de noviembre de 1824 (poco más de un mes después de la nacional), y gracias a la cual fue investido como primer gobernador del estado el señor Prisciliano Sánchez Padilla, el 8 de enero de 1825. Este personaje duró en el máximo cargo de Jalisco casi dos años, debido a que murió repentinamente por enfermedad el

Pedro Lissaute, Discurso pronunciado en la solemnidad del tercer aniversario de la apertura del Instituto de Jalisco, por el ciudadano […], profesor de la primera sección en el mismo establecimiento, Guadalajara, Imprenta del Supremo Gobierno, 1830, pp. 1-2, Biblioteca Pública del Estado de Jalisco (en adelante BPEJ)/Miscelánea 164. 1

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30 de diciembre de 1826. Sin embargo, varias de las acciones que se atribuyen a su corto tiempo de gobierno, lo han posicionado como uno de los hombres más destacados de la historia de esta entidad federativa. Una de sus decisiones más importantes fue, sin lugar a dudas, la que condujo a la clausura de una institución educativa que, de acuerdo con la percepción de los tiempos post-independentistas, expresaba todavía las aspiraciones coloniales: la Real y Literaria Universidad de Guadalajara. Aunque dicha Universidad fue inaugurada casi simultáneamente al Real Seminario de Minería de la ciudad de México (ambas instituciones nacieron en 1792) y lo que ello implicó en cuanto a la aceptación tácita de la revolución científico-técnica en las aulas por parte de la corona española, su orientación, en tanto que universidad y todo lo que entrañaba ese concepto en la época, no pudo ir en la misma dirección en cuanto a la apertura de las nuevas corrientes de pensamiento. O al menos no con la velocidad que reclamaban los nuevos actores políticos y económicos. Debido a ello, los gobernantes federalistas que asumieron la conducción de Jalisco tomaron la decisión de clausurar dicha institución el 18 de enero de 1826.2 A este acto siguió la creación de un nuevo establecimiento para suplir sus funciones: o sea, el Instituto de Ciencias del Estado, que nació legalmente a partir del Plan General de Estudios que se expidió el 29 de marzo de 1826,3 aunque realmente su operación fue pospuesta hasta el 14 de febrero del año siguiente. Dentro de las novedades más destacables del establecimiento recién creado sobresalió, por un lado, la inclusión de la enseñanza de las ciencias físico-matemáticas y naturales, de las bellas artes y de los idiomas castellano, francés e inglés. Con ello se inauguró la posibilidad de que en Jalisco se expidieran por primera vez los títulos de arquitecto y agrimensor (o topógrafo), además de actualizar el contenido de los de abogado y de médico, que ya se otorgaban desde 1792 por la Universidad de Guadalajara. En el mismo sentido, al Instituto le fue asignada la función de pun-

Colección de los Decretos, Circulares y Ordenes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de Jalisco, tomo II, Guadalajara, Tip. de Manuel Pérez Lete, 1874, pp. 198-199. Consultada en BPEJ. 3 Ibidem, p. 266. 2

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tal para el desarrollo educativo en todos los niveles, motivo por el cual tuvo también dentro de sus funciones la de sostener una Escuela Normal Lancasteriana.4 Por otro lado, a diferencia de la recién clausurada Universidad, al Instituto le fue eximida la responsabilidad de formar teólogos en sus aulas. Para dar sustento al nuevo modelo educativo que se trataba de implantar, se buscó el apoyo de profesores extranjeros, dentro de los cuales un papel destacado lo tuvieron tres franceses, un español y un inglés. Justamente, el objetivo central de este trabajo es analizar el tipo de establecimiento educativo que se intentó Catedral de Guadalajara (frente) y Palacio de Gobierno fuera el Instituto de Ciencias de de Jalisco (lado derecho), principios o mediados del siglo XIX. Jalisco durante los años de 1827 Fuente: Colección particular: Federico de la Torre. a 1834, especialmente a partir de la influencia que ejercieron sus profesores extranjeros, entre los cuales fue notable la del matemático Pierre Lissaute (más conocido por su nombre en castellano, como Pedro Lissaute), quien dejó varios testimonios de su activismo dentro de esta propuesta educativa, que son analizados, sin que ello signifique omitir lo hecho por los demás. También se pretende mostrar las posibles influencias que ejercieron estos profesores en los alumnos, a partir del seguimiento de algunos profesionistas que recibieron su primera formación en el Instituto, continuaron sus estudios en Francia, y en varios casos tuvieron una destacada trayectoria en México y Jalisco, sobre todo hacia mediados del siglo XIX.

Este método consistía en enseñar a la mayor cantidad posible de alumnos con la presencia de un solo maestro. “La pieza clave eran los alumnos más adelantados, quienes fungían como instructores de los alumnos de menor preparación”. Uno de sus principales creadores fue el señor Joseph Lancaster. Cristina Cárdenas Castillo, “Franceses y enseñanza en Guadalajara, 1824-1825”, en Estudios Jaliscienses, núm. 52, Zapopan, Jal., El Colegio de Jalisco, mayo de 2003, p. 6. 4

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Organización del Instituto y profesorado Por las evidencias documentales encontradas, puede observarse que al naciente Instituto se le dio la encomienda oficial de educar a los jóvenes jaliscienses con base en los saberes modernos, pero también, que para hacerlo posible, se dependió en gran medida de los profesores de origen extranjero. Así parece haber ocurrido, sobre todo cuando se ve que fue en ellos en quienes recayó la dirección de las áreas novedosas del nuevo establecimiento, pero sobre todo, porque a los mismos correspondió definir el nuevo concepto educativo que desde ahí se pretendía impulsar. El origen geográfico de este segmento del profesorado fue de España, de Inglaterra y, sobre todo, de Francia. De este último país fue Pedro Lissaute, quien había llegado a Guadalajara alrededor de 1823, previa escala en Nueva Orleáns, para dirigir una escuela de enseñanza Arquitecto José Gutiérrez, Responsable de la Academia mutua. Pero desde 1827 fue nomde Dibujo, Geometría Práctica, Arquitectura, Escultura y brado responsable de impartir Pintura del Instituto de Ciencias de Jalisco de 1827 a 1834. las matemáticas como parte de Fuente: Colección de Federico de la Torre. la Primera Sección del Instituto de Ciencias, y hay varios indicios que sugieren también que fue el primer director de ese establecimiento. La misma nacionalidad tuvo Claudio Gen, a quien se le dio la responsabilidad de enseñar los idiomas francés e inglés dentro de la Segunda Sección; así como Guillermo Faget, encargado de la Novena Sección, donde se enseñaba la anatomía y la cirugía.

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También fue muy notorio el lugar que ocupó el arquitecto español José Gutiérrez5 –ex director de la primera Escuela de Dibujo que hubo en Guadalajara, al menos desde 1805–, quien fungió como el responsable de la Academia de Dibujo, Geometría Práctica, Arquitectura, Escultura y Pintura, que se abrió como la Onceava Sección del Instituto. Finalmente, un año después de la apertura de este centro educativo, abrió también sus puertas (como la Doceava Sección) la Escuela Normal Lancasteriana, para la cual se contrató al inglés Ricardo Maddoux Jones, yerno de José Lancaster, creador del sistema de enseñanza mutua.6 A éstas, que fueron las partes más novedosas de la enseñanza ofrecida por el Instituto, se adhirieron también algunos mexicanos. Entre ellos el boticario Manuel Ocampo, responsable de enseñar la química y la mineralogía en la Cuarta Sección; el médico José María Cano, encargado de la cátedra de fisiología, patología, higiene y medicina legal (Décima Sección), así como las personas que fungirían en calidad de asistentes del arquitecto José Gutiérrez en la Academia, que para el caso fueron: Santiago Guzmán, en dibujo, quien también fungía para entonces como responsable de la Casa de Moneda de Guadalajara; Sebastián Salazar, en escultura, con estudios previos en la Academia de San Carlos; y José María Uriarte, en pintura. No está de más anotar 5 El arquitecto José Gutiérrez nació en Málaga, España, en 1772. Inició sus estudios de arquitectura en la Península Ibérica y los concluyó en la Academia de San Carlos de la ciudad de México. Siendo muy joven, se integró como dibujante a la famosa expedición científica encabezada por Alejandro Malaspina en la Nueva España a finales del siglo XVIII. Pocos años después, en 1805, por recomendación del arquitecto Manuel Tolsá, le tocó dirigir los trabajos de construcción de la Casa de la Misericordia de Guadalajara (Hospicio Cabañas). Participó como artillero voluntario del ejército realista en la batalla del Puente de Calderón. En 1813 fue nombrado director de la Sección de Arquitectura de la Academia de San Carlos en la ciudad de México, y en 1817 ocupó el cargo de tasador de obras de la misma Academia. De 1827 a 1834, fue responsable de la Academia de Arquitectura, Dibujo, Escultura y Pintura que se creó como una de las novedades dentro del Instituto de Ciencias de Jalisco. Datos tomados de Alberto Santoscoy, Obras completas, tomo II, Guadalajara, UNED-Gobierno de Jalisco, 1984, pp. 107-108; Virginia González Claverán, La Expedición científica de Malaspina en Nueva España, 1789-1794, México, El Colegio de México, 1993, p. 394; Diccionario Porrúa. Historia, biografía y geografía de México, 6a. ed., Editorial Porrúa, 1995, pp. 1621-1622; y Arturo Camacho, “Documentos de la Academia de Bellas Artes de Guadalajara”, Memoria del Museo Nacional de Arte, núm. 8, México, Museo Nacional de Arte, 2000, p. 28. 6 Aunque el Instituto de Ciencias de Jalisco inició sus actividades el 14 de febrero de 1827, la “Sección” Doceava correspondiente a la “enseñanza normal lancasteriana”, debió esperar para ser inaugurada hasta el 1° de junio de 1828, según se desprende de lo dicho en el decreto expedido para este propósito, el 30 de abril del último año. Colección de los Decretos de Circulares y Ordenes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de Jalisco, tomo III, Tip. de Manuel Pérez Lete, 1874, p. 229. BPEJ.

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las dificultades que tuvo el Instituto para conseguir un profesor de botánica en esa época. El resto de materias, más cercanas al perfil de las que se habían impartido en la antigua Universidad de Guadalajara, aunque sujetas a la visión moderna del Instituto, quedaron bajo la responsabilidad de profesores locales, presumiblemente egresados en su mayoría de esa institución, pero fuertemente impregnados del pensamiento ilustrado que no dejó de fluir por estas tierras al menos desde la última parte del siglo XVIII y principios del XIX. Así, la primera plantilla completa de profesores que trabajó en el Instituto de Ciencias durante los primeros años, quedó integrada tal como se puede apreciar en el siguiente cuadro: SECCIONES Y PROFESORES DEL INSTITUTO DE CIENCIAS DE JALISCO EN LOS AÑOS DE 1827-1829

Núm. de sección

Nombre de la sección

Profesor(es) responsable(es)

Primera

Matemáticas puras en toda su extensión

Pedro Lissaute

Segunda

Gramática general, castellana, francesa e inglesa

Luis Solana y Claudio Gen

Tercera

Lógica, retórica, física general y geografía

Manuel Rioseco y José María Ilisaliturri

Cuarta

Química y mineralogia

Manuel Ocampo

Quinta

Botánica

Sexta

Derecho natural, político y ci- Juan J. Romero e Ignacio vil, y constituciones –general y Vergara la de Jalisco–

Séptima

Economía política, estadística e historia de México

José Ramón Pacheco

Octava

Moral, instituciones eclesiásticas, historia eclesiástica y concilios

José Luis Verdía

Novena

Anatomía descriptiva teórica y práctica, ya en el hombre, ya en los otros animales, anatomía patológica y cirugía teóricopráctica

Guillermo Faget

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Núm. de sección

Nombre de la sección

Profesor(es) responsable(es)

Décima

Instituciones médicas, clínica y medicina legal

José María Cano

Décimo primera

Academia de dibujo, geometría práctica, arquitectura, escultura y pintura

José Gutiérrez (responsable), Santiago Guzmán, Sebastián Salazar y José María Uriarte (ayudantes)

Décimo se- Escuela Normal Lancasteriana gunda

Ricardo Maddoux Jones

Fuentes: Colección de los Decretos […], op. cit., tomo II, p. 270; Angélica Peregrina, La educación superior en el occidente de México, Tomo I/ Siglo XIX, Guadalajara, Universidad de Guadalajara-El Colegio de Jalisco, 1993, p. 35; y Arturo Camacho Becerra, “Documentos de la Academia de Bellas Artes de Guadalajara”, Memoria del Museo Nacional de Arte, núm. 8, México, Museo Nacional de Arte, 2000, pp. 28-29.

Pedro Lissaute: una breve semblanza En el proyecto educativo que se impulsó desde el Instituto, sin menosprecio a lo realizado por los demás profesores extranjeros y mexicanos, fue especialmente relevante la participación del francés Pedro Lissaute. Incluso, como lo sugiere Cristina Cárdenas, “es más que plausible” suponer que él “haya sido una pieza clave en la concepción del Plan General de Instrucción Pública de 1826”,7 a través del cual se formalizó la creación de ese centro educativo, al que se le asignó un papel central en la solución de los problemas que enfrentaba Jalisco. Lo anterior se sustenta en que la presencia de este personaje fue muy notoria en el medio educativo local, al menos desde 1824, cuando fungió como uno de los principales artífices para la fundación de una Escuela Lancasteriana en Guadalajara (responsabilidad en la cual le sucedió otro ciudadano francés de nombre Edouard Turreau de Linières),8 pero también por su apego a ciertos grupos políticos locales que le ofrecieron la cobertura para opinar sobre educación y asuntos muy diversos.

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Cristina Cárdenas Castillo, op. cit., p. 8. Ibidem, p. 9.

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Pero, más allá de esos datos generales, ¿quién fue Pedro Lissaute? Y ¿por qué considerarlo como uno de los artífices del rumbo que tomó el Instituto de Ciencias de Jalisco? Los testimonios sobre la presencia de él en Guadalajara y en México indican que su activismo merece análisis más detallados, aunque ciertamente la información a que se ha tenido acceso no da para mucho todavía. Los pocos datos personales que se tienen sobre él a través de los archivos, junto a otros que han aportado cronistas cercanos a su época, así como los testimonios que él mismo dejó a través de sus escritos sobre cuestiones educativas, alcanzan a proyectar algunos rasgos de su persona y su pensamiento, pero también ayudan a entender mejor las características que definieron el establecimiento educativo que contribuyó a forjar desde 1827: en este caso, el Instituto de Ciencias de Jalisco. Con la información disponible, se sabe que nació en 1798 en los Bajos Pirineos, Francia, y que sus padres fueron Mariano Lissaute y María Salomé.9 En 1822, Pedro Lissaute ejercía como profesor y retratista en la ciudad de Nueva Orleáns, según un directorio de la época.10 Pero hacia 1823 se avecindó en Guadalajara y pronto ganó la atención de sectores influyentes de México, que para bien o para mal hablaban sobre sus acciones. Una opinión muy significativa de sus adversarios fue la que externó José María Tornel y Mendívil, cuando dijo de Lissaute que era “uno de esos empíricos políticos que de tiempo en tiempo nos vienen de Europa para extraviar las ideas y corromper las costumbres”.11 Durante las estancias que tuvo en Guadalajara, propagó su pensamiento a través de dos publicaciones periódicas, en distintos momentos, de las que él mismo fungió en calidad de director:

Información obtenida de “Matrimonio de Pedro Lissaute y Rosa de Hijar”, Parroquia del Sagrario Metropolitano de Guadalajara, Matrimonios, rollo 1587, vol. 19, 1819-1833. 10 Cfr. en el New Orleans City Directory de 1822, en , consultado el 8 de abril de 2011. Esta información se corrobora en David Karel, Dictionnaire des artistes de langue française en Amérique du Nord: peintres, sculpteurs, dessinateurs, graveurs, photographes, et orfèvres, Musée du Québec-Les Presses de L’Universitè Lavel, 1992, pp. 520 y 993. Según esta obra, el Louisiana State Museum de Nueva Orleans conserva un retrato realizado por Lissaute en 1824. 11 Citado en Juan B. Iguíniz, El periodismo en Guadalajara, 1808-1915, tomo I, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1955, p. 39. 9

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La Fantasma y El Tribuno. Desde estos medios, según Juan B. Iguíniz, “combatió con alguna exaltación a las autoridades políticas y al clero”, tanto de Jalisco como de México. El primero de esos periódicos tuvo una fugaz aparición durante los primeros meses de 1824 (su primer número fue del 8 de enero), antes de que se expidiera por el gobierno nacional una orden de aprehensión que le obligó a una rápida huida hacia San Luis Potosí, gracias a la cual logró evadir el arresto.12 Prácticamente desde el inicio de actividades del Instituto de Ciencias, el 14 de febrero de 1827, Lissaute apareció como el responsable de la Primera Sección (o sea, la de matemáticas puras en toda su extensión) y hay fundados motivos para suponer que desde entonces también ocupó el cargo de director del mismo establecimiento.13 De lo anterior se deduce que el exilio forzoso que lo llevó a tierras potosinas en 1824 había terminado poco antes de la apertura del Instituto, muy probablemente cuando llegó a la gubernatura Prisciliano Sánchez, durante los años de 1825 y 1826. Lo interesante de este momento es que, a pesar del vasto compromiso que le significaba atender sus responsabilidades en el Instituto, Lissaute todavía se dio tiempo para sostener la publicación de El Tribuno, a través del cual, según Iguíniz, continuó “su campaña disolvente iniciada” años antes en La Fantasma. Y justamente por su perseverancia a través de la prensa con fuerte matiz anticlerical, como fueron sus periódicos, el 12 de octubre de 1827 –ocho meses después de iniciadas las actividades del Instituto– se expidió una orden desde las autoridades políticas de Guadalajara y de Jalisco, para que abandonara estas tierras a más tardar en una semana. Esa situación lo llevó a buscar la protección de sus contactos en la ciudad de México, entre quienes estaIbidem, p. 40. En las indagaciones archivísticas realizadas para este trabajo, no fue posible identificar documento alguno que avale la afirmación de que Lissaute fue director del Instituto en algún momento. A pesar de que hay varias referencias bibliográficas recientes que así lo dicen, éstas no muestran claramente las pruebas que avalen tal afirmación. Sin embargo, al menos una fuente de la época sostiene lo mismo en 1832. Lorenzo de Zavala, al referirse a Lissaute, dice que era “un francés de nacimiento, naturalizado de los Estados Unidos Mexicanos, ó al menos declarado ciudadano del estado de Jalisco en donde era director del Instituto y profesor de Matemáticas nombrado por el gobierno del mismo estado”. Lorenzo de Zavala, Ensayo histórico de las revoluciones de México, desde 1808 hasta 1830, tomo segundo, Nueva York, Imprenta de Elliott y Palmer, 1832, pp. 47-48. 12 13

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ban el Coronel Juan Nepomuceno Almonte y el gobernador del Estado de México, Lorenzo de Zavala. Durante algún tiempo corto, ellos lo mantuvieron resguardado desde la trinchera de Tlalpan, en el Estado de México.14 “Pero un dia que [Lissaute] tuvo necesidad de pasar al distrito [Federal a resolver] algunas diligencias, el gefe político [José María Tornél y Mendívil] echó mano de él y lo hizo salir custodiado hasta el puerto de Veracruz en donde se le embarcó para Nueva Orleans”.15 Esta expulsión lo alejó de las responsabilidades en el Instituto por más de un año, motivo por el cual aparentemente fue cubierto en la Sección de Matemáticas por el joven Sotero Prieto Olasagarre.16 Sin embargo, la llegada de Vicente Guerrero a la presidencia de México, el 1° de abril de Acta matrimonial de Pedro Lissaute con Rosa de Hijar, 1829, fue el momento en que efectuado en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara, el 28 de julio de 1829. nuevamente se abrió la posibiliFuente: Parroquia del Sagrario Metropolitano de Guadadad de su regreso al país debido lajara, libro de 1827 a 1837, p. 94, consultado en Sociedad Mexicana de Genealogía y Heráldica, Matrimonios Vol. 21. a la amistad y afinidad ideológica que compartían ambos per-

Del 15 de junio de 1827 al 14 de agosto de 1830, Tlalpan fue la capital del Estado de México. Diccionario Porrúa. Historia, Biografía y Geografía de México, México, Porrúa, 1995, p. 3512. 15 Lorenzo de Zavala, op. cit., p. 48. 16 Seguramente a la ausencia de Lissaute por los motivos señalados, se debió que el 14 de febrero de 1828 fueran reportadas por Sotero Prieto Olasagarre las calificaciones de los alumnos en la Sección de Matemáticas en el Instituto. Este personaje, panameño de nacimiento, para entonces recién habría egresado del Seminario de Minería de la ciudad de México. Dentro de los examinados por Prieto estaban los alumnos Juan Oropeza y Bruno Aguilar, en aritmética y álgebra, así como Atanasio Oropeza, Pedro Cárdenas, Salvador Rocha, Doroteo Fuentes, Antonio Lozano y Tomás Andrade, en geometría y trigonometría plana. Sotero Prieto a la Dirección del Instituto de Ciencias de Jalisco, “Calificación de los jóvenes que se examinaron en los días 1 y 2 de este mes y cursan en la 1ra. Sección [Matemáticas], con extensión de las materias de que lo hicieron”, 14 de febrero de 1828, BPEJ, Archivo de la Dirección de Instrucción Pública [en adelante BPEJ/ADIP], 29-13-1056, f. 16. 14

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sonajes. Fue en ese contexto que se hizo presente de nuevo en la ciudad de Guadalajara como profesor del Instituto. Pero también fue entonces cuando, a los 31 años de edad, contrajo matrimonio en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara con la señorita Rosa de Hijar Ríos de 19 años, originaria de Compostela, Nayarit, entonces parte de Jalisco. Este enlace ocurrió el 28 de julio de 1829.17 Durante los años de 1829 y 1830, el profesor Lissaute dejó sin duda las más claras evidencias de su trabajo dentro del Instituto. Poco tiempo después, sería trágicamente uno de los varios cientos de muertos que cayeron en la llamada “Acción de El Gallinero” (lugar cercano a Dolores Hidalgo, en el estado de Guanajuato), ocurrida entre los días 17 y 18 de septiembre de 832, peleando en contra de la administración de Anastasio Bustamante.18 Ahí terminó la existencia de este talentoso francés que peleó férreamente por consolidar las instituciones del federalismo mexicano en una de sus entidades: en este caso, particularmente el Instituto de Ciencias en Jalisco.

La propuesta del Instituto según Lissaute Sin duda, uno de los documentos donde mejor se definen los objetivos renovadores que pretendía alcanzar el Instituto de Ciencias que se fundó en Jalisco, fue obra del profesor Lissaute. Se trata del impreso titulado Discurso pronunciado en la solemnidad del tercer aniversario de la apertura del Instituto de Jalisco, por el ciudadano […], profesor de la primera sección en el mismo establecimiento. A través de ese folleto se da constancia sobre la manera en que fue concebido el nuevo establecimiento educativo que sustituyó a la antigua Universidad. Una institución que, en atención a la tradición ilustrada y liberal, buscaba contribuir a la popularización de la educación, entendida ésta como una herramienta que serviría para solucionar los grandes problemas materiales y de inequidad de Jalisco y de México. 17 “Matrimonio de Pedro Lissaute y Rosa de Hijar”, Parroquia del Sagrario Metropolitano, Matrimonios, rollo 1587, vol. 19, 1819-1833. 18 Juan B. Iguíniz, op. cit., p. 42. Sobre la Acción de El Gallinero, cfr. Enrique González Pedrero, País de un solo hombre: el México de Santa Anna, vol. II, La sociedad del fuego cruzado 1829-1836, México, FCE, 1993, p. 284.

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Sobre el contexto que rodeo a la publicación de este impreso, cabe hacer una anotación previa. Si bien se trató de un discurso cuya lectura originalmente se había hecho el 14 de febrero de 1830 en el acto conmemorativo del tercer aniversario del Instituto, la versión impresa del mismo ocurrió hasta pasado algún tiempo. Por ello es que en el folleto se agrega primeramente una larga “advertencia” que abarca las primeras 18 páginas en números romanos, antes de las 45 que incluyen propiamente al citado discurso. Con dicha “advertencia”, Lissaute buscó, según dijo, dar un poco más de claridad “a dos ó tres pasages que [dentro del discurso] pudieran parecer obscuros á los lectores faltos de antecedentes”.19 Se refería concretamente al esfuerzo que hizo por clarificar algunos conceptos relativos al sistema de educación de Johann Heinrich Pestalozzi,20 que de manera no muy explícita fueron desarrollados en el cuerpo de su discurso, previo a un amplio recorrido sobre las bondades del ideario ilustrado (Rousseau, Montesquieu y Voltaire) y su Portada del Discurso pronunciado por Pedro Lissaute relación con proyectos como el con motivo del tercer aniversario del Instituto de Jalisco supuestamente encarnado en en 1830. Fuente: Biblioteca Pública del Estado de Jalisco/Misce- el propio Instituto de Jalisco. lánea No. 164. Para aclarar esta primera parte

Pedro Lissaute, Discurso […], op. cit., p. III. Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827). Pedagogo suizo, influido por Juan Jacobo Rousseau, que desarrolló una pedagogía donde la libertad se compagina con la autoridad. El objetivo de la educación, desde esta corriente, es darle al individuo los elementos necesarios para alcanzar la libertad de elegir. Nuevo Diccionario Enciclopédico Grijalbo, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1986, 1443. 19 20

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de su discurso (que abarcó las primeras 24 de 45 páginas), reprodujo en la “advertencia” varios párrafos sobre el método de Pestalozzi, originalmente escritos por uno de sus propagadores de nombre William MaClure, en el periódico Disseminator, que se publicaba por esas fechas en la colonia New-Harmony, que había sido impulsada por Robert Owen y los seguidores de su utopía en Indiana, Estados Unidos.21 Mientras tanto, la segunda parte del referido discurso fue dedicada concretamente a explicar el concepto educativo que se pretendía desarrollar desde el Instituto de Ciencias, así como algunas dificultades que habrían de superarse para ello. De entrada, menciona que el Instituto fue pensado por el legislativo local como una entidad que se encargaría de erigir “la igualdad intelectual” después de proclamada la “igualdad política” con la Constitución.22 Esta afirmación venía acompañada, varias páginas adelante, de una importante cuota de realismo que más bien parecía un diagnóstico sobre la situación socioeconómica y política a la que tenía que sujetarse y responder el nuevo establecimiento educativo. Ahí afirmaba que era urgente impulsar en la entidad una profunda reforma, apoyada en los conocimientos de la economía política, para mejorar el sistema de recaudación hacendaria, que por esos años encontraba fuertes obstáculos debido –según denunciaba–, entre otras razones, a que la “mitad del valor de las fincas [pertenecían] a manos muertas, tanto civiles como eclesiásticas”.23 Su queja alcanzaba igualmente a todos los productores jaliscienses, quienes, según expresaba, estaban aún en la total “ignorancia del arte de multiplicar las fuerzas mecánicas y de los descubrimientos físicos y químicos, sin cuyos conocimientos” cualquier esfuerzo por transformar la naturaleza serían precarios. Particularmente anotaba la situación de atraso tecnológico en que se encontraba la agricultura, lo intransitable de las vías de comunicación, así como el desconocimiento y hasta el desprecio que se daba hacia la maquinaria moderna en prácticamente todos

21 Pedro Lissaute, Discurso […], op. cit. Sobre MaClure y Pestalozzi, ver especialmente en las pp. IIIXII. En cuanto a la primera parte del discurso, ver pp. 1-24. 22 Ibidem, p. 25. 23 Ibidem, p. 31.

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los ámbitos.24 Ante dichas adversidades, refrendaba la importancia que tenía el Instituto de Ciencias como instrumento a través del cual se deberían revertir esos lastres. A ese respecto, ofrecía Lissaute que de contar el Instituto con el auxilio de la administración pública, podría convertirse en “el agente mas poderoso para mejorar [ese] estado de cosas”.25 La Ley orgánica que rigió los destinos del Instituto marcaba tres obligaciones que éste debería cumplir. La primera consistió en “enseñar en toda su extensión, los ramos de los conocimientos humanos”. La segunda tuvo que ver con “publicar ó formar las obras elementales en idioma castellano”, que fueran necesarias. Y la tercera, considerada por Lissaute como la más difícil e importante, consistió en “reglamentar todas las clases de enseñanza, en toda la estension del Estado, y promover su mejora, siguiendo el espíritu del siglo y los progresos del entendimiento humano”.26 La persecución de estas tres obligaciones sirvió de guía en la articulación de un proyecto que superaba la mera expectativa de un centro escolar convencional dedicado a los asuntos de la educación superior. Según lo expuso el mismo personaje en el impreso citado, a partir del conjunto de las materias contenidas en las once primeras secciones del Instituto (exceptuando la doceava, que era la Escuela Normal Lancasteriana), la pretensión era desarrollar en Jalisco los ramos del conocimiento humano que él visualizaba en las siguientes cinco “clases” o áreas del conocimiento: 1) las ciencias físicas y matemáticas; 2) las ciencias naturales; 3) las ciencias morales y políticas; 4) las bellas letras; y 5) las bellas artes.27 En la práctica, la enseñanza de esos conocimientos se tradujo en la posibilidad de expedir títulos de abogado, médico, agrimensor y arquitecto, a quienes estudiaran en el Instituto. Pero también buscó atender necesidades más generales del atraso económico y social persistente en la entidad, como se puede ver a continuación, a través de un análisis más detallado del discurso que nos legó Lissaute:

Ibidem, pp. 35-37 Ibidem, p. 37. 26 Ibidem, p. 25. 27 Ibidem, p. 26. 24 25

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1) Según su definición, la “clase” o área de las ciencias físico-matemáticas estaba comprendida en la estructura curricular del Instituto, a partir del segmento donde se enseñaban las siguientes materias: las “matemáticas puras en toda su extensión, la geometría práctica, la física general, y la geografía.” Materias que a su vez estaban distribuidas en las secciones uno y tres respectivamente. Con la impartición de esos conocimientos, se pretendía que la juventud jalisciense recibiera lecciones de exactitud y ejercitara “su entendimiento en distinguir lo demostrado de lo meramente probable, análogo ó congetural [sic]”.28 En la realidad, la incorporación de estos contenidos dentro del plan de estudios trataba de responder a preocupaciones previstas con antelación: como la de formar científicamente a los agrimensores o topógrafos, en quienes recaía la función de medir terrenos, mismos que al menos desde los últimos meses de 1826 requirieron título oficial para ejercer como tales en Jalisco.29 Manuel Gómez Ibarra, uno de los primeros arquitectos Por ello se le dio al Insti- egresados y titulados del Instituto de Ciencias de Jalisco, tuto la responsabilidad de exa- con una larga trayectoria constructiva en Guadalajara. Fuente: Colección de Federico de la Torre. minar y certificar a quienes ya ejercían como agrimensores con Idem. Hay referencias en el sentido de que el gobierno de Jalisco, desde 1826, expidió una orden “que anunciaba los trámites a seguir para poder conseguir el título” de agrimensor, antecedente del ingeniero topógrafo. Anne Staples, “La constitución del estado nacional”, en Josefina Zoraida Vázquez et al., Historia de las profesiones en México, México, El Colegio de México-SEP, 1982, p. 117. 28 29

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anterioridad (formados como autodidactas), para valorar si podrían refrendar o no su vigencia ante las nuevas disposiciones legales.30 Y con ese motivo, según se puede ver en otro documento de la época, el gobierno encargó al personal del Instituto en 1829 un informe sobre el estado que guardaba la práctica de quienes ejercían esta actividad. Según lo consignaba el profesor Lissaute –responsable de elaborar dicho informe–, después de asumir el Instituto el compromiso de examinar a “varios sujetos que se [habían] presentado” durante más de un año, para obtener el título respectivo, se pudo demostrar que las personas en ejercicio de la agrimensura para entonces en Jalisco, eran “en general ignorantes hasta el grado de pretender ellos mismo [que] para ejercer dichas funciones les [era] inútil el conocimiento de la trigonometría, o como ellos la llama[ban], de la teórica”. Por ello los calificaba como charlatanes. Eran, en general, decía Lissaute, individuos que estafaGestiones de Bruno Aguilar para solicitar su ingreso a la ban el dinero a los propietarios, Escuela Politécnica de París en 1834. Fuente: Archivo Histórico Genaro Estrada, Secretaría de “á pretexto de unas medidas que Relaciones Exteriores de México, Fondo de la Embajada solo [podían] servir para emde México en Francia (en adelante AHGE-FEMF), Exp. brollar todo el sistema territorial 6107. del Estado”.31 El cinco de mayo de 1828, el Congreso del Estado de Jalisco expidió un decreto que involucró de manera directa al Instituto en la realización de los exámenes a los aspirantes a ejercer como agrimensores. Ahí se estableció que “el profesor de matemáticas, en unión de dos profesores de las secciones más análogas del Instituto [examinaran] a los que [pretendieran] ser agrimensores”. Colección de los Decretos, Circulares y Ordenes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo del Estado de Jalisco, tomo II, p. 213. 31 Pedro Lissaute, “Nota instructiva sobre el estado en que se halla la agrimensura en el Estado [de Jalisco], redactada por el profesor de la primera sección [matemáticas] del Instituto, en cumplimiento del acuerdo de la Junta Directiva de Estudios, del día 7 del corriente”, Guadalajara, 13 de diciembre de 1829, BPEJ, ADIP, 29-14-1057. 30

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En descargo de esa grave situación, Lissaute aprovechó el mismo informe para exaltar los frutos que empezaba a dar el naciente Instituto de Ciencias, a propósito de que ya para entonces estaba en condiciones de “suministrar cuatro ó cinco jóvenes muy inteligentes” y científicamente formados para fungir como agrimensores:32 seguramente se refería a personajes que después serían los primeros egresados (algunos con gran trayectoria, tal como se verá más adelante), como Bruno Aguilar y Antonio Corona.33 2) A la “clase” de las ciencias naturales en el Instituto se le atribuyeron cualidades que la hacían una compañera inseparable de las exactas y físico-matemáticas. En ella estaban incluidas materias como la botánica, la química, la mineralogía y los diferentes ramos generales y particulares de anatomía, cirugía y medicina. Estas materias estaban comprendidas en las secciones quinta, cuarta, novena y décima del plan de estudios. Conviene mencionar que no Gestiones de Vicente Ortigosa ante el Gobierno de para continuar sus estudios en la Escuela Poliobstante haberse concebido di- México técnica de París durante el año de 1836. chas materias, prioritariamente Fuente: AHGE-FEMF, Exp. 6210. en atención a las necesidades profesionales de los médicos, sus promotores no descartaron la utilidad que pudieran tener en otros campos. Por ejemplo, Lissaute sugería que el estudio de la botánica haría “conocer a los

Ibidem. Aparte de ellos, en esa época estudió la agrimensura Atanasio Oropeza, quien años después ejercía en esa condición en el estado de Coahuila. Cfr. Carlos Manuel Valdés e Ildefonso Dávila (coordinadores), Fuentes para la historia India de Coahuila, Madrid, Fundación Tavera y Archivo Municipal de Saltillo, 1998, p. 244. 32 33

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ciudadanos las inmensas riquezas que encierra el reino vegetal en este continente en general, y en particular en el estado de Jalisco”, Mientras que en relación con la química sostenía que era una materia “indispensable para caminar con acierto en la práctica de cualquier ramo de la industria”. Por ello, opinaba que deberían aprender de ella los dedicados a diferentes oficios, entre los cuales mencionaba a los curtidores, arquitectos, labradores, tejedores, tintoreros, farmacéuticos y todas las personas que se dedicaran a “estraer, combinar, o hermosear los productos de los tres reinos de la natuaraleza”. Asimismo, decía coincidir con otros jaliscienses en “la necesidad de propagar los conocimientos mineralógicos”, debido al potencial minero de estas tierras. Finalmente, en su último comentario sobre esta clase o área del conocimiento, opinaba que el estudio de la anatomía no sólo era útil para reforzar la enseñanza de la cirugía y la medicina, sino que también era “la base de los descubrimientos más importantes de la historia natural”, por lo que debería generalizarse a otros ámbitos.34 3) Sobre la “clase” de las ciencias morales y políticas también llamada por Lissaute “el evangelio de los derechos del hombre”, estaban comprendidos los estudios del derecho natural, político, civil, constitucional, moral, las instituciones eclesiásticas y la economía política, materias que estuvieron incluidas en las secciones sexta, séptima y octava. Con estos estudios se buscaba darle una nueva dimensión a la enseñanza del derecho, desprendida de los antecedentes monárquicos y clericales. No obstante la intención, en la práctica este cambio no había fructificado aún hacia 1830, debido, entre otras causas, a que una materia primordial para ello no había podido concretarse a plenitud: la economía política. Lissaute señalaba que de haberse dado para entonces su enseñanza (a tres años de iniciadas las funciones del Instituto) hubiera contribuido a superar algunos problemas que seguían presentes en la administración pública estatal. Particularmente se refería al “horrible caos” prevaleciente en el “llamado sistema de hacienda del Estado”, carente de las luces de la economía política, que de haber llegado “habrían penetrado” y tal

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Pedro Lissaute, Discurso […], op. cit., pp. 28-29.

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vez permitido para entonces entrever “el procsimo advenimiento del orden”, mismo que seguiría ausente “mientras que las luces no se” generalizaran.35 4) Respecto a la “clase” de las bellas letras, Lissaute en su discurso decía lo siguiente: en tanto la filosofía de la época tenía como base la razón, no se admitía como bueno lo que no serviría para “mejorar la suerte de los pueblos”. Por ello, la enseñanza de las bellas letras en el Instituto se concibió en íntima relación con el “estudio de la ciencia”. En nuestro establecimiento, expresaba el profesor, “esta clase está fundada con miras mas estensas, supuesto que debemos hacerla marchar de frente con el estudio de las principales lenguas vivas, y el de la gramática general que debe enseñar la filosofía de todos los idiomas”.36 5) Finalmente, sobre la “clase” de las bellas artes, prevista en la Academia de Dibujo, Geometría Práctica, Arquitectura, Escultura y Pintura –Décimo Primera Sección del Plan de Estudios–, Lissaute dijo que los fundadores del Instituto echaron una mirada sobre este campo del conocimiento humano “después de haber asegurado la propagación de las ciencias en el Estado”. Fue por ello también que, en tanto a este centro escolar se le vio como un instrumento de utilidad pública, “entre esta amable clase de conocimientos [o sea las bellas artes] solo se admitieron los ramos necesarios para la aplicación de las ciencias á la industria, cuales son las bellas artes que tienen por base el dibujo”.37 Por otro lado, y aunque no se dijo en el citado documento, la Escuela Normal Lancasteriana que funcionó en el Instituto se hizo pensando en propagar el sistema de enseñanza mutua no sólo en la ciudad de Guadalajara, sino en todo Jalisco. De modo que, a la vez de abrir sus aulas al alumnado de la ciudad de Guadalajara, fue el principal soporte para la preparación de los preceptores que se encargarían de atender las diversas escuelas públicas creadas en los distintos puntos del Estado. Sin embargo, este experimento educativo impulsado por el gobernador federalista Prisciliano Sánchez y sus aliados políticos, con el apoyo de intelectuales como Pedro Lissaute, sería

Ibidem, pp. 30-31. Ibidem, pp. 33-34. 37 Ibidem, p. 34. 35 36

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interrumpido parcialmente a partir del triunfo del Plan de Cuernavaca y la implantación del régimen centralista, debido a la clausura del Instituto y la posterior reapertura de la Universidad de Guadalajara, que nuevamente trató de ofrecer sus tradicionales carreras de abogado, teólogo y médico. No obstante ese cambio de instituciones en la responsabilidad de la educación superior de Jalisco, las bases sentadas por el Instituto y quienes lo impulsaron desde 1827 pronto encontrarían eco en otras instituciones educativas –incluida la misma Universidad, por ejemplo, en la enseñanza de la medicina–, al calor de la efervescencia industrial que tuvo sus primeras manifestaciones al iniciar la década de 1830 en el centro del país, y concretamente en Jalisco, al comenzar la siguiente. Por ejemplo, bajo esa inercia empezó funciones la Escuela de Artes Mecánicas de Guadalajara (después llamada Escuela de Artes y Oficio de Jalisco) desde 1843, e incluso el propio Instituto fue reabierto en 1848, ya con otro plan y profesores distintos, pero bajo principios similares a los que había portado desde su fundación. Al evaluar lo realizado por esta primera época del Instituto de Ciencias de Jalisco, José María Luis Mora expresaba en 1837 que “fue el ensayo más feliz y perfecto que por entonces se hizo [en México] no sólo para despejar de todos sus vicios la educación y la enseñanza, sino para introducir los nuevos métodos que facilita[ban] la una y la otra en los países adelantados en la civilización”.38 Más allá de esa opinión, que por venir de uno de los ideólogos del liberalismo mexicano debe tomarse con reservas, es indudable que la huella de dicho establecimiento y de quienes lo impulsaron quedó marcada en la historia de Jalisco.

José Ma. Luis Mora, “Mejoras del estado moral de las clases populares, por la destrucción del monopolio del Clero en la educación pública, por la difusión de los medios de aprender, y la inculcación de los deberes sociales, por la formación de museos, conservatorios de artes, por la creación de establecimientos de enseñanza para la literatura clásica, de las ciencias y la moral”, en Ma. Estela Eguiarte Sakar (compiladora), Hacer ciudadanos. Educación para el trabajo manufacturero en el s. XIX en México, México, Universidad Iberoamericana, 1989, p. 60. 38

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Epílogo A partir de los testimonios que dejó Lissaute, puede comprenderse mejor la orientación que se buscó asignar al Instituto de Ciencias de Jalisco, durante los años de 1827 a 1834. Los argumentos esgrimidos dejan entrever que las funciones de ese establecimiento pretendían impactar no sólo al estrecho segmento de la población que aspiraba a un título profesional, sino también a capas más amplias de la población, a través de la difusión del conocimiento nuevo entre los artesanos, hacendados, incipientes empresarios y gobierno. O incluso, como refuerzo del sistema educativo elemental con la Escuela Normal Lancasteriana. ¿Hasta dónde se logró este sueño de quienes fundaron el Instituto? Es difícil todavía hacer una evaluación objetiva porque los estudios al respecto son muy escasos y las fuentes consultadas hasta hoy también son limitadas. Sin embargo, puede afirmarse que este centro educativo ayudó a prefigurar una nueva realidad en el entorno científico y profesional, dada la emergencia de nuevas profesiones como la de agrimensor y la de arquitecto, tal como se ha podido mostrar en otro trabajo,39 pero también por el nuevo perfil que asumieron otras como la de abogado y la de médico, a partir de la dotación de nuevas disciplinas científicas en su enseñanza. Ahora bien, ¿qué legado dejaron los extranjeros en su paso por el Instituto? Con lo expuesto, tampoco es fácil hacer un balance completo y concluyente al respecto. Sin embargo, puede afirmarse que la huella de algunos, como fue el caso de Pedro Lissaute, a pesar de lo intermitente de su participación (primero por las expulsiones de que fue objeto y después por su fallecimiento repentino), resultó muy fructífera en cuanto a marcar las directrices de dicho establecimiento educativo, pero también por sentar las bases de novedosas profesiones como la de ingeniero, y perfilar con ello la emergencia de nuevos sujetos encarnados en la dinámica científica y tecnológica en boga. A este respecto, no es gratuito que todavía durante la época de la intervención

39 Al respecto, cfr. Federico de la Torre de la Torre, La ingeniería en Jalisco en el siglo XIX, 2a. ed., Guadalajara, Universidad de Guadalajara-SEDEUR/Gobierno del Estado de Jalisco-Colegio de Ingenieros Civiles del Estado de Jalisco- Centro de Enseñanza Técnica Industrial, 2010, pp. 79-141.

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francesa, para justificar ante el Emperador la permanencia del Instituto, la Junta Directiva de Estudios de Jalisco utilizara como uno de sus argumentos el hecho de que, desde ahí, Pedro Lissaute había sido “el maestro de [Antonio] Corona, [Bruno] Aguilar y muchos otros ingenieros que recibieron sus primeros conocimientos”.40 Todo parece indicar que lo dicho por la mencionada Junta en favor de lo realizado por Lissaute y el Instituto durante la Primera República Federal, lejos estuvo de ser una mera declaración ventajosa y realmente tenía una gran dosis de verdad. Al indagar sobre los ingenieros aludidos y otros que egresaron en esa época, incluso con carreras afines como la arquitectura, aflora información muy relevante. Por ejemplo, es muy conocida en la historiografía jalisciense la trayectoria seguida por personajes como el arquitecto Manuel Gómez Ibarra (entre otros motivos, por ser el autor de las actuales torres de la catedral de Guadalajara), de quien se sabe que como estudiante estuvo bajo la tutela del arquitecto José Gutiérrez y en parte también del matemático Pedro Lissaute.41 Pero también hay trayectorias profesionales no tan conocidas porque no han merecido estudios específicos, como las de los citados Aguilar y Corona, o las de Desiderio Muñoz y Vicente Ortigosa de los Ríos, quienes después de recibir parte de su instrucción matemática (y de idiomas) o su título en el Instituto jalisciense, continuaron estudios y ejercieron su profesión en ámbitos y lugares diversos. Algo común en todos ellos fue su adscripción a la Armada de México desde la década de 1830, previo paso por el Colegio Militar. Una característica más que distinguió a los cuatro, donde quizás resultó fundamental la influencia que había dejado Lissaute y los otros profesores galos, fue su estancia como estuManifestación que hace la Junta Directiva de Estudios del Departamento de Jalisco a S. M. el Emperador por conducto del Ministerio de Instrucción Pública y Cultos, pidiendo la continuación de los estudios profesionales en Guadalajara, cuando se publique el nuevo plan de enseñanza, Guadalajara, Tip. Económica de Vidaurri, 1865, p. 7, BPEJ/Miscelánea Núm. 73. 41 Gómez Ibarra se inscribió en el Instituto de Ciencias en 1828. Ahí estudió los fundamentos de matemáticas con Pedro Lissaute, el dibujo con José María Uriarte y la arquitectura con José Gutiérrez. Obtuvo el título de arquitecto entre los años de 1835 y 1836. Alberto Santoscoy, op. cit., p. 84. Hay testimonios documentales que lo acreditan como estudiante del Instituto, por ejemplo en la “Lista calificativa de los discípulos del Instituto del Estado de Jalisco que se han examinado en el mes de agosto de 1830 y febrero de 1831”, BPEJ, ADIP, 29-16-1059. 40

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diantes en Francia. Este dato es revelador de la ruta que siguieron varios alumnos con pasado en el Instituto de Jalisco, que después se catapultaron desde el ejército mexicano para estudiar en dicha nación. A este respecto, es preciso mencionar que de siete estudiantes a quienes sostenía la Armada de México en aquel país, entre 1834 y 1840, cuatro eran los mencionados anteriormente.42 Un repaso breve sobre la trayectoria particular de cada uno de los becarios mencionados con pasado en el Instituto puede dar mejor claridad. En cuanto a Bruno Aguilar, se sabe que nació en la ciudad de Guadalajara en 1808. El 19 de febrero de 1830 él mismo declaraba ante las instancias militares ejercer el cargo se Sargento Primero asignado al “Cuerpo Cívico” del ejército mexicano que había en dicha ciudad, a la Libros entregados por la Legación Mexicana en Francia vez que solicitaba de los mandos a Bruno Aguilar para sus estudios en la Escuela Politécsuperiores el empleo de “Alferez nica (1836). de la Artillería”. También decía Fuente: AHGE-FEMF, Exp. 6121. acreditar con documentación adjunta de la dirección del Instituto del Estado de Jalisco, que gracias a su “aplicación y decidido annelo [sic]” había llegado a “poseer con perfeccion” los conocimientos de “Aritmetica, Algebra, Geometria teorica y practica, Trigonometria esferica y rectilinia, Aplicación de Algebra a Geometria, y Secciones Conicas”; restándole “solamente un semestre para concluir las Matematicas en toda su estencion” en el Instituto. Además, mencionaba

En esta condición recibían apoyo de la Legión Mexicana en Francia, el Capitán Bruno Aguilar, desde 1834; el Subteniente Vicente Ortigosa, desde 1835; el Teniente Antonio Corona, desde 1835; el Teniente Desiderio Muñoz, desde 1835. Además de ellos, desde 1835 recibían el apoyo los tenientes Ignacio Iniestra, Antonio Ortiz Izquierdo y Rafael Frías. Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Fondo de la Embajada de México en Francia (en adelante AHGE/ FEMF), expedientes 6107- 6217. 42

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que “en el dibujo h[abía] adelantado lo bastante para la configuración del terreno” y también había adquirido buenas bases en “pintura”. En cuanto al idioma francés, decía sentirse “capas de traducir qualquier [sic] escrito”.43 Fue en esas condiciones que, después de ser uno de los primeros egresados con formación matemática del Instituto bajo la tutela de Lissaute,44 ingresó como alumno al Colegio Militar el 31 de octubre de 1831. En marzo de 1834 se embarcó para Europa con objeto de continuar su formación en las armas, “con la aprobacion del Supremo Gobierno”, que además lo sostuvo económicamente durante cerca de 8 años. Fue admitido en la Escuela Politécnica de París “como alumno esterno por tres años y luego por dos en la de Minas como lo acreditó con certificados de ambos directores”, según se consigna en su hoja de servicios en el Archivo Militar de México.45 A partir del mes de julio de 1838 viajó a Alemania, en donde practicó durante 18 meses la “parte técnica de la artillería” en compañía de Vicente Gestiones desarrolladas por Bruno Aguilar durante su estancia en Europa encaminadas a perfeccionarse en el Ortigosa y con la intermediación conocimiento de armas y artillería. de Alexander Von Humboldt.46 Fuente: AHGE-FEMF, Exp. 6128. Instituto Cultural Dávila Garibi de la Cámara de Comercio de Guadalajara, Archivo Militar del Estado de Jalisco (en adelante ICDG/AMEJ), XI-III-2-6, R. A 13-14, f. 34. 44 Hay varias evidencias que acreditan el paso de Aguilar en calidad de alumno de Lissaute. Algunas de ellas están en “Lista calificativa de los discípulos del Instituto del Estado de Jalisco que se han examinado en el mes de Agosto de 1830 y Febrero de 1831”, BPEJ/ADIP, 29-16-1059. 45 Ibidem, f. 32. 46 A este respecto, cfr. Alejandro de Humboldt, Cartas americanas, Caracas, Venezuela, Ed. Ayacucho, pp. 208-209. 43

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Después visitó las escuelas de artillería de Francia, Bélgica e Inglaterra, y gracias a los conocimientos adquiridos, en enero de 1845 fue nombrado Director de la Maestranza por el gobierno mexicano, entre muchos otros cargos del mismo tipo que ostentó a lo largo de su trayectoria militar. En 1856 Aguilar recibió el grado de General de Brigada, y en esa condición ocupó el cargo de Gobernador y Comandante General del Estado de México (Toluca) en 1860. Fue partidario y colaborador del Imperio de Maximiliano, motivo por el cual ocupó la Dirección General de Artillería desde julio de 1863 a hasta la derrota de los franceses en 1867.47 Durante esa etapa, también participó como responsable de la Sección de Matemáticas y Mecánica de la Comisión Científica, Literaria y Artística de México, organismo que fungió como apoyo de la Commission Scientifique du Mexique que el gobierno de Napoleón III auspició a partir de un decreto expedido el 27 de febrero de Lista de gastos erogados por Antonio Corona, Desiderio Muñoz y Bruno Aguilar en el mes de julio de 1838, du1864, para “explorar el naciente rante su estancia como estudiantes en París. imperio mexicano”.48 Al reinsta- Fuente: AHGE-FEMF, Exp. 6181. larse la República, Aguilar dejó la actividad militar para dedicarse a la minería en los estados de México, Michoacán y Guerrero. Murió en la ciudad de México en 1876.49 Como parte de su legado familiar e intelectual, es muy

ICDG/AMEJ, XI-III-2-6, R. A 13-14, f. 32. Cfr. Alberto Soberanis, “La ciencia marcha bajo la égida de la guerra. Las relaciones científicas franco-mexicanas durante el Imperio de Maximiliano (1864-1867)”, en Revista de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, enero-febrero de 1995, pp. 50-60. 49 Datos tomados de Diccionario Porrúa…, p. 60. 47 48

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importante resaltar la figura de su hijo Rafael Aguilar y Santillá, uno de los principales artífices de la sociedad Científica Antonio Alzate a partir de 1884.50 Respecto de Antonio Corona, se sabe que nació en Guadalajara en 1808 y que al egresar del Instituto donde fue alumno de Lissaute, tal como consta en varios documentos,51 inició su exitosa carrera en la milicia de México. E igualmente que Aguilar, ya como egresado del Colegio Militar, fue autorizado para realizar estudios en la Escuela Politécnica de París en octubre de 1835, mismos que dieron inicio hasta mediados de 1836.52 Su estancia en Europa incluyó viajes de estudio por Bélgica e Inglaterra que terminaron en 1838. Después de ello, regresó a México donde alternó la docencia en el Colegio Militar junto a otros cargos como el de director de la fábrica de pólvora de Zacatecas. Escaló varios grados militares hasta alcanzar el de General de Brigada.53 Luchó en el gobierno de Santa Anna contra la invasión norteamericana de México en 1846-1847. Fue gobernador de Veracruz de 1853 a 1855; gobernador y comandante del Distrito Federal en 1859; y Ministro de Guerra y Marina de México en los años de 1859-1860.54 Por otro lado, las evidencias documentales muestran que Desiderio Muñoz no fue alumno regular del Instituto durante la estancia de Lissaute. Sin embargo, sí fue en esos años que obtuvo su título de agrimensor en el mismo establecimiento y con la planta de profesores que ahí estaba –entre ellos Lissaute–. Ello sucedió el 14 de julio de 1830, después de que Muñoz se acogió a lo dispuesto en un decreto expedido por el Congreso del Estado de Jalisco, del 5 de mayo de 1828, en el que estableció como condición para ejercer la agrimensura pasar por un examen previo que se haría en el Instituto: tal como lo hizo.55 Después de

Luz Fernanda Azuela Bernal, Tres sociedades científicas en el porfiriato. Las disciplinas, las instituciones y las relaciones entre la ciencia y el poder, México, Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología-Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl-Instituto de Geografía/UNAM, 1996, p. 91. 51 Entre ellos, la “Lista calificativa de los discípulos del Instituto del Estado de Jalisco que se han examinado en el mes de Agosto de 1830 y Febrero de 1831”, BPEJ/ADIP, 29-16-1059. 52 Cfr. AHGE/FEMF, expediente 6141, ff. 8-11 y expediente 6160, ff. 1-3. 53 ICDG/AMEJ, XI-III-2-171, R. A 19, f. 35 B. 54 Diccionario Porrúa…, p. 960. 55 BPEJ/ADIP, 27-17-1060, f. 1. 50

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obtener el título referido en el Instituto, fue alumno del Colegio Militar y desde ahí obtuvo el apoyo, junto con Antonio Corona, para estudiar en la Escuela Politécnica de París.56 A su regreso, se incorporó como profesor de matemáticas al Colegio Militar57 sin una trayectoria que hasta hoy haya merecido la atención especial de los estudiosos. En lo que respecta a Vicente Ortigosa de los Ríos, se ha identificado información en la que se acredita que en febrero de 1829 aprobó el curso de “Regla de 3 directa e inversa y fracciones”, como estudiante de la Escuela Normal Lancasteriana que dirigió Ricardo Maddoux Jones desde el Instituto.58 La trayectoria de este personaje en las décadas posteriores fue muy destacada en los ámbitos científico, intelectual y empresarial. Nació en Tepic (parte de la Nueva Galicia) el 4 de abril de 1817.59 Desde muy joven, fue enviado por sus padres a estudiar a Guadalajara en el Instituto. Hacia mediados de 1831, después de quedar en la orfandad, emigró (junto a sus hermanos Aleja y Manuel) a Fotografía del ingeniero civil y químico Burdeos, Francia, donde estudia- gosa de los Ríos hacia la década de 1870. ba para entonces su primo León Fuente: Colección de Susana Carrera.

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Cfr. AHGE/FEMF, expediente 6141, ff. 8-11 y expediente 6160, ff. 1-3. ICDG/AMEJ, XI-III-8-17892, R.A 213, f. 32. 58 En el ciclo escolar 1828-1829, Vicente Ortigosa era estudiante de esa Escuela. Ver “Lista calificativa de los discípulos del Instituto del Estado de Jalisco que se han ecsaminado en el mes de Agosto de 1828 y en Febrero de 1829”, BPEJ/ADIP, 29-12-1055. 59 Dato tomado del Archivo de la parroquia del Sagrario de Tepic, Nayarit, México, reproducido en microfilm por la Iglesia de Jesucristo de Todos los Santos de los Últimos Días, Rollo 654241 de bautismos, años de 1713-1940, de Tepic, Nayarit, México. 56 57

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Ortigosa.60 Años después, con el apoyo del ejército mexicano, haría estudios de matemáticas en la Escuela Politécnica de París y continuaría los de ingeniería civil a la Escuela de Puentes y Calzadas61 de la misma ciudad (donde entabló gran amistad con Bruno Aguilar). Más tarde, con la mediación de Alexander Von Humboldt y previo paso por la Escuela de Artillería de Alemania, sería uno de los brillantes alumnos que tuvo el sabio Justus Von Liebig en la Universidad de Giessen de ese país, institución pionera de la química orgánica. Ahí fue donde Ortigosa haría importantes estudio en torno a la nicotina, alcaloide del tabaco, así como sobre la conina, alcaloide de la cicuta, lo que le daría un lugar entre la comunidad científica mundial. A su regreso a Guadalajara desde 1843, Ortigosa destacó como uno de los más importantes empresarios industriales de Jalisco, pero también por ser uno de los principales portadores del socialismo Trámites de Vicente Ortigosa para estudiar en la Escuela utópico de corte fourierista. Fue de Puentes y Calzadas de París en 1838. además consejero de Estado en la Fuente: AHGE-FEMF, Exp. 6214. época de la intervención francesa y murió en Guadalajara en enero de 1877.62 Carta de Juan de Dios Ortigosa a León Ortigosa del 31 de agosto de 1831, Fondo Epistolar de León Ortigosa, Biblioteca Cervantina del ITESM, años de 1784 a 1835, ficha 32 b f. 1. 61 Evidencias sobre su paso como estudiante de ambas escuelas se encuentran en AHGE/FEMF, expedientes 6210 y 6214. 62 Luis Robles Martínez, “Datos Biográficos del Ing. D. Vicente Ortigosa. Estudio leído por su autor el socio Lic. D. […], en la sesión ordinaria del 3 de agosto de 1916”, en Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, s. l., Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, s. f., p. 219, BPEJ/ Miscelánea 814. Gabriel Camarena Gutiérrez, “Ortigosa de los Ríos, Don Vicente”, en La Ingeniería en Jalisco, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1990, pp. 434-435. 60

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Ahora bien, el beneficio que proporcionó a Jalisco el Instituto durante su periodo 1827-1834, sería injustamente medido si sólo se ve a través de quienes iniciaron su trayectoria profesional desde ahí en campos novedosos como la ingeniería o la arquitectura, y únicamente gracias al impulso que dieron algunos de los profesores extranjeros (en este caso, sobre todo, Pedro Lissaute por ser el responsable de enseñar las matemáticas; en menor medida, Claudio Gen por la enseñanza del idioma francés, pero también el arquitecto José Gutiérrez). En esa época también se titularon destacados médicos, como Pablo Gutiérrez, que había iniciado sus estudios cuando todavía estaba vigente la Universidad, y los terminó en la era que inauguró el Instituto.63 En este caso, se puede observar que en septiembre de 1827 y en febrero de 1828, Gutiérrez obtuvo calificación en el curso de francés que impartía Claudio Gen, y en la última fecha también la tuvo en la clase de “clínica” impartida por el profesor mexicano José María Cano.64 Lo interesante del caso es que apenas egresó del Instituto, viajó a París a perfeccionar su formación (sin que se descarte una posible influencia del médico Guillermo Faget). Años más tarde, Gutiérrez destacaría como uno de los pioneros de la medicina hospitalaria en Guadalajara, junto con el médico de origen belga, Pedro Vander Linden.65 Igualmente, es importante valorar el papel de ese centro educativo por otros personajes que iniciaron ahí sus estudios profesionales, independientemente de que no siempre sea claro si los concluyeron o no. Uno de estos casos fue el de Sabás Sánchez

Es importante mencionar que de la etapa del Instituto analizada en este trabajo, también egresaron abogados de gran trayectoria local y nacional en su tiempo. Este fue el caso de Juan Gutiérrez Mallén y Dionisio Rodríguez, quienes se hicieron notar en el foro local, pero sobre todo en la labor filantrópica a través de instituciones como la Escuela de Artes Mecánicas de Guadalajara. Igualmente, el del prestigiado jurisconsulto Mariano Otero y el del también abogado pero sobre todo escritor Fernando Calderón, gran héroe de Zacatecas. A este respecto, cfr. Federico de la Torre de la Torre, “El Instituto de Ciencias de Jalisco, 1827-1834: instrumento de cambio con orientación federalista”, en Rosaura Ruiz, Arturo Argueta y Graciela Zamudio, Otras armas para la Independencia y la Revolución. Ciencia y Humanidades en México, México, FCE-UNAM-UAS-UMSNH-Historiadores de las Ciencias y las Humanidades, A. C., 2010, pp. 120-121. 64 Sobre la estancia de Pablo Gutiérrez como estudiante del Instituto en septiembre de 1827 y febrero de 1828, cfr. BPEJ/ADIP, 29-15-1058, f. 1 y 8. 65 Lilia Oliver Sánchez, “Profesionalización de la medicina en Guadalajara”, en Estudios Jalisciense, núm. 42, Zapopan, Jalisco, El Colegio de Jalisco, noviembre de 2000, pp. 9-10. 63

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Hidalgo Palacio, quien al menos estudió francés en el Instituto, de la mano del profesor Claudio Gen –a veces compartiendo las clases con Bruno Aguilar y con Pablo Gutiérrez– durante los años de 1827 y 1828.66 Aunque Sánchez Hidalgo no obtuvo título alguno, desde mediados del siglo destacó por sus posiciones cercanas al ideario socialista de Francisco Severo Maldonado y al de Charles Fourier –junto con Sotero Prieto Olasagarre y Vicente Ortigosa de los Ríos–, tanto en su calidad de legislador como de de Gobernador Interino y periodista.

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Ver BPEJ/ADIP, 29-15-1058, y BPEJ/ADIP, 29-13-1056, f. 23.

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