Pedro J. Ramírez, director de El Español y exdirector de El Mundo: «El poder del Periodismo»

August 15, 2017 | Autor: Ignacio Uria | Categoría: Journalism, Journalism Ethics, Periodismo
Share Embed


Descripción

Entrevista Pedro J. Ramírez: «Publicar o perecer»

pedro j. ramírez el poder del periodismo Pedro J. Ramírez (Logroño, 1952) es el periodista español más influyente y polémico de la democracia. Amado u odiado casi a partes iguales, su presencia pública ha sido constante en las últimas cuatro décadas, en las que ha dirigido dos periódicos de referencia, Diario 16 y El Mundo, este último fundado por él en 1989. De ideología liberal y europeísta, Ramírez tiene como modelo la prensa norteamericana, que descubrió con el caso Watergate mientras vivía en Estados Unidos. Su periodismo se sintetiza en una frase: «Publicar o perecer, aunque se perezca… pero publicando». Texto Nacho Uria [Der 95 PhD His 04] Fotografía Cortesía de El Mundo y Archivo Universidad de Navarra Ilustración Pedro Perles 6—Nuestro Tiempo  verano 2014

verano 2014  Nuestro Tiempo —7

Entrevista Pedro J. Ramírez: «Publicar o perecer»

S

de la evolución tecnológica. Por tanto, estamos bajo la desventura, la adversidad de un cambio del modelo económico de la empresa informativa. La consecuencia inmediata es la pérdida de muchos puestos de trabajo, el cierre de medios de comunicación, nuevas restricciones presupuestarias en la cobertura informativa, y debilidad endémica a la hora de intentar cumplir la función social de la prensa con relación al poder. ¿Qué es para usted un periodista? Periodista es el que ejerce de periodista [sonrisa] y logra la confianza de los lectores. Al principio, como puede; pero después con el respaldo de los lectores y del director del medio para el que trabaja.

Su último libro, ambientado en el trienio liberal que comenzó en 1820, se titula La desventura de la libertad. ¿Y el periodismo? ¿Es un oficio desventurado? Hay quienes han pensado que he puesto ese título en función de mi destitución como director de El Mundo, pero ya estaba decidido hacía tiempo. En realidad, hay desventuras muy diferentes: lo que les ocurrió a los liberales a final de ese trienio fue terrible porque se hundió el régimen constitucional. Esto les dejó sin espacio en su propia patria, y les obligó a exiliarse si no querían terminar en el patíbulo. En el caso del periodismo, se da la paradoja de que la llamada «sociedad de la información» alcanza hoy su apogeo, pero los medios informativos estamos en una situación muy difícil. Golpeados por la doble crisis de vivir un tsunami dentro de un terremoto: la peor recesión en Europa, unida a los cambios en la estructura de la demanda informativa como consecuencia 8—Nuestro Tiempo  verano 2014

¿Es posible ser periodista y tener la conciencia tranquila? Al contrario: es imposible ser un buen periodista si no se tiene la conciencia tranquila. Aunque a veces la gente se ríe, siempre digo que el primer requisito para ser un buen periodista es ser una buena persona. Y no lo digo cínicamente. Un periodista debe ser alguien comprometido con la búsqueda de la verdad, y lo suficientemente honesto —consigo mismo y con los demás— como para admitir que el conocimiento adicional de las cosas pueda cambiar una idea preconcebida. Es decir: el buen periodista tiene que estar lo bastante abierto a que la realidad refute sus previsiones. Por lo tanto, un buen periodista tiene que mirarse todas las mañanas al espejo y sentirse bien consigo mismo.

Es decir, alejarse del modelo de Charles Foster Kane… He visto Ciudadano Kane un millar de veces. Es fascinante porque representa todo lo que debe y no debe hacerse en el periodismo, ejemplos buenos y malos, toda la grandeza y la miseria de esta profesión… Lo que más me interesa es cómo transmite la magia del periodismo, la búsqueda de

la exclusiva y, por supuesto, los abusos de la prensa amarilla. ¿Y qué opina de Kane? ¿Es usted su alter ego? Nunca me he visto reflejado en Kane, la verdad. Él era un empresario, yo soy un periodista. Sí me identifico con Jed Leland… Al fin y al cabo, era el periodista, el único que escribía lo que no les gustaba a los demás [sonríe]. Si hablamos de cine, prefiero a Humphrey Bogart en una vieja película policiaca llamada Deadline, que en España se tituló El cuarto poder. Bogart era el director de un periódico muy combativo que recibía presiones de todo tipo… La última escena es magistral: un político corrupto llama al director y le amenaza con matarle si publica que cometió un asesinato. Entonces Bogart le pone el sonido de la rotativa imprimiendo el periódico. Ese sonido de las máquinas cuando tienes una exclusiva… Eso es periodismo puro, suena a música celestial. No hay nada comparable en la vida. Usted comenzó en ABC con una sección de política llamada «Crónica de la semana». Ahora vuelve al columnismo con sus «Cartas de un arponero ingenuo»… Lo cierto es que llevo treinta y siete años publicando todos los domingos. En ese tiempo solo he dejado de escribir los siete meses transcurridos entre mi despido como director de Diario 16 y el nacimiento de El Mundo, y no más de dos semanas al año por viajes o vacaciones. De hecho, no añoro dirigir un periódico, pero sí echaría de menos no escribir los domingos. Antes que director, me considero columnista, periodista, escritor. Ya que menciona sus destituciones… ¿Tan mal lo ha hecho para que le despidan dos veces? No, al revés. Eso significa que lo he hecho bien, especialmente si recordamos que

en Diario 16 ocurrió por las presiones del PSOE, y en El Mundo han sido las del PP. Siempre he antepuesto los derechos de los lectores a cualquier otra consideración, incluida la conveniencia del propio periódico y, desde luego, la mía. Si lo miramos desde otra perspectiva, lo raro no es que la primera vez me destituyeran después de nueve años y ahora tras veinticuatro, sino que tardaran nueve y veinticuatro años en hacerlo. No niego que ha sido doloroso. Ojalá fuera un mal sueño y pudiera sacar el periódico de mañana. Pero lo excepcional no es mi despido, sino que yo tenga sesenta y dos años y haya sido director de periódicos durante treinta y cuatro. Es decir, lleva toda la vida mandando… Yo no nací para ser director [risas]. Sí nací para periodista porque esta profesión tiene un componente vocacional. Desde siempre quise ser periodista, y mira que en mi familia no había nadie en este mundo. Insisto: es vocacional, aunque no seas muy bueno en nada, tienes que servir para esto. Entonces, ¿es periodista el que no puede ser otra cosa? El auténtico periodista debe poseer esa fórmula «secreta» que le convierte en bueno de verdad. Si no me hubiera dedicado al periodismo, yo habría sido una expresión

más del fracaso escolar. De modo que he tenido la suerte de poder dedicarme a lo único para lo que valgo. El polaco Ryszard Kapuściński afirmaba que los cínicos no sirven para el periodismo. ¿Se ha encontrado muchos cínicos en las redacciones? Por supuesto. El paso del tiempo fomenta el cinismo, que tiene diferentes variedades: el cinismo que sirve para justificar la indolencia (hay mucho zángano instalado en la profesión), el cinismo que sirve para esconder el servilismo con el poder, o para enmascarar el conformismo con el modelo social. El peor enemigo del ejercicio del periodismo es la rutina. Caer en el resignación de que nada tiene remedio, de que no está en tus manos cambiar las cosas. Yo pienso que sí, que el buen periodista actúa como si cada crónica, cada entrevista, fuera la primera y la última. ¿Y cuando un periódico tan emblemático como The New York Times le pide un artículo, y después lo reescriben y le cambian el título? Esa es una de las experiencias más surrealistas de mi vida profesional. No he querido seguir haciendo sangre, pero ellos incumplieron drásticamente sus propios protocolos deontológicos. La historia es

– La despedida. Último día como director de El Mund0, acompañado por Victoria Prego, Antonio FernándezGaliano y Casimiro García-Abadillo. la siguiente: después de mi despido me solicitaron un artículo. Yo lo escribí y se lo envié en una versión traducida que retocaron, algo que yo acepté porque era menor. Entonces me dijeron que emprendían un proceso de revisión de los hechos (facts checking), pero con esa coartada lo que hicieron fue reescribirlo, incluyendo afirmaciones que yo no había hecho ni haría jamás. Por ejemplo, llamar a ETA «organización separatista vasca». Es más, les señalé expresamente que quería autorizar la versión final, pero no me hicieron verano 2014  Nuestro Tiempo —9

PERFIL

Un látigo de tinta

–Antiguo alumno. Como director de Diario 16, en unas jornadas periodísticas. Pedro José Ramírez Codina nació en Logroño el 26 de marzo de 1952, y es el mayor de seis hermanos. Su padre, Juan Antonio, tenía una pequeña fábrica de ladrillos, y Montserrat, su madre, estaba volcada en su amplia familia. Estudió en el colegio marista de San José, uno de los preferidos de la burguesía local. En 1969 comenzó los estudios de periodismo en la Universidad de Navarra, al tiempo que vivía en el colegio mayor Belagua-Torre I. Allí desarrolló dos de sus grandes pasiones: el teatro y el baloncesto. Jugaba de base en «Los Plumillas» con Manolo Saucedo –exdirector de Marca– y Luis de Benito, histórico corresponsal de TVE. Su siguiente destino fue Estados Unidos. En el curso 1973-74 llegó a la pequeña universidad Lebanon Valley College, en Annville (Pensilvania) donde impartió clases de literatura española. En ese momento había estallado el caso Watergate, y las investigaciones de The Washington Post transformaron su visión del periodismo al descubrir el papel de la prensa en una democracia. sus «escuelas» de periodismo. En el verano de 1974 llegó a la revista La Actualidad Española. Dos años más tarde pasó a ABC, donde permaneció hasta 1980. Ese año Joaquín Garrigues –exministro de UCD– propuso a Pedro 10—Nuestro Tiempo  verano 2014

J. Ramírez para director de Diario 16, que estaba a punto de quebrar. Allí se encontró con jóvenes periodistas como Cuco Cerecedo, Melchor Miralles, Casimiro García-Abadillo o José Luis Gutiérrez. Más adelante, se incorporó a Opinión un colaborador de El País llamado Federico Jiménez Losantos. En 1985, Pedro J. estuvo a punto de ser asesinado por el comando Madrid de ETA a la salida de un partido de baloncesto. Entre los etarras estaba Juan Manuel Soares Gamboa, antiguo compañero de colegio en Logroño. En 1996, con Gamboa ya fuera de ETA, Ramírez le entrevistó en Telemadrid en uno de los momentos más impactantes de su trayectoria profesional. A mediados de la década de 1980, Diario 16 ya vendía 150 000 ejemplares diarios, y se convirtió en la tercera cabecera nacional. El descubrimiento de la conexión de los terroristas del GAL con el Ministerio del Interior socavó el ya menguado prestigio del presidente socialista Felipe González. El choque con el Gobierno fue inevitable y terminó con su destitución en marzo de 1989 al frente de Diario 16. el gran proyecto. Después del despido, Ramírez lanzó en siete meses El Mundo, un periódico de centro liberal. Pese a lo incierto de la iniciativa, unos

cien profesionales de Diario 16 se incorporaron a El Mundo, además de Jesús Cacho –redactor de El País– y Paco Umbral. El entonces banquero Mario Conde, y el presidente de Campofrío, Pedro Ballvé, aportaron parte importante del capital fundacional. La influencia de El Mundo en la vida española creció sin descanso en las décadas siguientes, y se consolidó como el segundo periódico nacional generalista. Sus exclusivas desvelaron una lista interminable de casos de corrupción en el PSOE, investigaciones que otorgaron al periódico un gran prestigio internacional. Su cenit lo alcanzó en 1995 con el caso Lasa y Zabala, dos etarras desaparecidos y que habían sido torturados y asesinados por los GAL. La llegada de José María Aznar a La Moncloa aumentó la influencia de Pedro J. Ramírez en los círculos de poder. Mantuvo, sin embargo, un tono crítico con el Gobierno del Partido Popular, en especial durante la guerra de Iraq. Con José Luis Rodríguez Zapatero se normalizó la relación de El Mundo con el PSOE, y el periódico llegó a su máximo histórico de ventas. punto seguido. El actual presidente, Mariano Rajoy, que consideraba a El Mundo un medio afín, ha supuesto el final de Pedro J. Ramírez como director. El motivo oficial son los malos resultados económicos del periódico; el extraoficial, sus denuncias de corrupción en el PP y las informaciones sobre la Familia Real, especialmente el caso Urdangarín. Ha publicado varios ensayos, si bien sus dos últimos libros son investigaciones históricas: El primer naufragio (2011) y La desventura de la libertad (2014). Cuenta con premios internacionales como el Montaigne o el Isaiah Berlin. Ha presidido la Fundación para la Libertad de Expresión de la Asociación Mundial de Periodistas. En su faceta privada, Pedro J. Ramírez tiene tres hijos (María, Tristán y Cósima), los dos últimos con la famosa diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada.

caso y lo publicaron. Eso demostró que el que consideramos como el mejor periódico del mundo también comete errores de mala praxis. A mí no me hubiera importado tanto si hubiera sido una entrevista porque ahí se recoge el sentido de las palabras, se hace una síntesis, y puedo pensar «No me han entendido». Otra cosa bien distinta es que tú escribas un artículo, que se supone que expresa literalmente tu pensamiento, y después aparezcan ideas que no son tuyas.

ética profesional

¿También ocurre eso en España? Yo he cometido errores, pero en treinta y cuatro años jamás he alterado —y menos aún publicado— el texto de un colaborador sin que él lo haya autorizado expresamente. Otra cosa es que, dentro de las competencias propias de un director, puedas indicar que se cambie un párrafo, o se añada algo, o que se redacte de otro modo. Eso no sería nada extraño.

el lector

¿Le han censurado alguna vez? ¿Ha sido usted censor de otros? El encargo tendría que habérmelo hecho a mí mismo, pero no tengo conciencia de haberme autocensurado. Tampoco se lo he hecho a los demás. Tuve la suerte de llegar a la profesión coincidiendo con la Transición democrática, que fue un momento donde había libertad. Otra cosa es que se entienda por censura que tú quieras publicar algo pero una instancia superior lo rechace: eso a mí no me ha pasado. Sí es verdad que, en los últimos años, a medida que la prensa se ha debilitado por la crisis, la autocensura se ha introducido en las redacciones. En especial, en la relación con el poder económico. Hoy no es posible publicar un artículo crítico sobre ninguno de los empresarios que forman el verdadero gobierno del país. Me refiero a los que de vez en cuando se reúnen con el Rey o con Rajoy con el eufemístico nombre de «Consejo de la competitividad». Ese es el verdadero poder en España hoy, y nadie está en condiciones de escribir ni sobre César Alierta [el presidente de Telefónica] ni sobre Emilio Botín. Y los que lo hemos hecho hemos sufrido las consecuencias. Consecuencias muy negativas.

«Un periodista debe estar comprometido con la búsqueda de la verdad» conformismo

«El peor enemigo del ejercicio del periodismo es la rutina» «Siempre he antepuesto los derechos de los lectores a cualquier otra consideración» coherencia

«En treinta y cuatro años como director jamás he alterado —y menos aún publicado— el texto de un colaborador sin que él lo haya autorizado expresamente»

¿Ha dejado de publicar o ha retrasado alguna información relevante por no perjudicar a alguien? Hace muchos años que sigo el principio de «Publicar o perecer», y si hay que perecer se perece…, pero publicando. Una información relevante y veraz que llegue a la mesa de un director que se tenga por tal... tiene que publicarse. No me responde… Si alguna vez hemos retrasado una noticia importante y veraz, ha sido por razones de calendario. Por ejemplo, para que no coincida con una campaña electoral y evitar así que digan que intentamos influir en el resultado. Otro ejemplo: no vamos a publicar el hallazgo de los huesos de [los terroristas de ETA] Lasa y Zabala el día de la boda de la infanta Elena. Cosas así, pero que no afectaban a la cuestión esencial de informar con rigor e independencia. Nunca he dejado de publicar nada importante, y esto es bien conocido. ¿Le han presionado para hacerlo? Hace mucho tiempo que me dejaron por imposible [risas], así que ya nadie intenta que no publique algo porque es perder el tiempo. Asegura usted que la libertad avanza entre retrocesos. ¿También le ocurre al periodismo? Ahora mismo estamos en un momento de franca regresión. Por decirlo gráficamente: el periodismo está de rodillas. Es decir, la unión del poder político y del poder económico es más fuerte que nunca. De todos modos, el problema no es que el poder sea fuerte, sino que el periodismo sea débil. Nuestra democracia es una farsa porque se ha convertido en una partitocracia donde los poderosos están más fuertes que nunca. Por otra parte, la debilidad del modelo económico de los medios —prácticamente todos sufren pérdidas— hace que la prensa, que debe ser un contrapoder, esté más sojuzgada que nunca. ¿Cuánto tiempo más va a prolongarse esa situación? No creo que dure mucho tiempo, porque verano 2014  Nuestro Tiempo —11

NUEVO LIBRO

La desventura de la libertad habrá un nuevo modelo que será competitivo, y permitirá a los medios volver a la rentabilidad. Un periodismo que dependa de los ciudadanos, en el que muchos paguen un poco y no haya pocos que paguen mucho (empresas, Estado) a cambio de condicionar la línea editorial. Sin duda, volveremos a ponernos en pie. ¿Le habrían depuesto si El Mundo no tuviera problemas económicos? El Mundo ha estado saneado durante la mayor parte de su historia. Si lo fuera también ahora, yo seguiría siendo el director. La seña de identidad de sus periódicos es el llamado «periodismo de investigación». El caso GAL en Diario 16, o el 11-M en El Mundo. ¿Los considera sus mayores éxitos profesionales? Yo no mido las cosas en términos de éxito o fracaso. Pienso que se me valorará por la actitud que he mantenido como director ante la información, con los GAL, el caso Bárcenas, el 11-M… Ha habido tantas cosas… Yo viví el 23-F ya como director y retiraron Diario 16 de los quioscos por una portada que, dos días después del Golpe de Estado, decía «Armada quiso tomar el poder». En estos treinta y cuatro años he vivido de todo. Lo que sí puedo decir es que la actitud frente a la búsqueda de la verdad siempre ha sido la misma. Unas veces los «malos» dejan un rastro más palpable y tú tienes más suerte o más pericia a la hora de descubrir esas pistas. Otras veces el operativo es más sofisticado, y un medio no tiene la capacidad suficiente… Pienso ahora en el 11-M. Nosotros hemos hecho todo lo posible por descubrir la verdad de lo que ocurrió (¿Quién ordenó el atentado?, ¿por qué en Madrid y a tres días de unas elecciones generales?, ¿quiénes intervinieron?). No lo hemos conseguido. Pese a todo, que un periódico no averigüe la verdad de un atentado en el que mueren ciento noventa y dos personas y casi dos mil son heridas entra dentro de lo posible, 12—Nuestro Tiempo  verano 2014

–Charla en Faustino. Con el rector Sánchez-Tabernero, también periodista, en 2012. presiones externas

«Hoy no es posible publicar un artículo crítico sobre ninguno de los empresarios que conforman el verdadero gobierno del país» la libertad del periodista

«La libertad de expresión es tener libertad para la disidencia, para la heterodoxia. para los planteamientos alternativos» periodismo y política

«Me interesa la influencia del periodismo, no el poder de la política»

pero que no lo descubra el Estado, que ni siquiera lo intente… Eso es lo peor. ¿Extrajo alguna enseñanza de esa situación? De todo se aprende. Al final, después de tantas idas y venidas, de tantas peripecias, comprendes que muchas cosas no dependen de ti, que no hay nadie que lo pueda todo y que lo importante no es adónde llegas en cada momento sino tu actitud al hacer el recorrido. De esto último siempre me he sentido muy orgulloso: de haber estado al frente de dos redacciones que han tenido la búsqueda de la verdad como asunto central, que nunca han ocultado nada en el cajón, que siempre hemos preferido publicar aun a costa de que pudiera resultar perjudicial para nosotros mismos. ¿Lo dice por el último caso de supuesta corrupción en el Partido Popular? Yo sabía que si publicábamos las cuatro horas de entrevista con Luis Bárcenas y los sms de apoyo que Rajoy le mandó (no lo olvidemos, dos días después de que se conociera que el extesorero tenía veintitantos millones de euros en Suiza), sabía que iba a ser considerado poco menos que un enemigo del Estado y de la recuperación económica. Pero esos mensajes los envió Mariano Rajoy, no yo. Al descu-

brirse, lo mínimo que podía haber hecho el presidente es poner su cargo a disposición de los órganos democráticos de su partido. Otro caso que no me han perdonado es el del sobrino de César Alierta, que se llevó cuatrocientos millones de pesetas [2,4 millones de euros] gracias a la información privilegiada que le facilitó su tío. Esto no lo digo yo, lo dice la sentencia de un caso que acabó en nada porque el delito prescribió, pero no porque los hechos no estuvieran probados. Nuestra democracia se está pudriendo, y solo una regeneración inmediata puede salvarla. ¿En qué consistiría esa regeneración? De entrada, en el cambio de cuatro leyes fundamentales: la ley electoral (para que los diputados dependan de los ciudadanos y no de sus partidos), la supeditación de las subvenciones a los partidos a que tengan una verdadera democracia interna, y la despolitización del Poder Judicial para evitar que los políticos elijan a los jueces que después los van a juzgar. Por último, cambiar el reglamento de las cámaras para conseguir que los legisladores tengan libertad de voto y representen a sus votantes, no a las estructuras de sus partidos. ¿Y la Corona? Si todo puede revisarse, como ha dicho recientemente el Tribunal Constitucional, también la monarquía debería poder serlo. Otra cuestión es que convenga hacerlo ahora, y cómo. El escritor Manuel Hidalgo, compañero suyo de universidad, dice que es usted «un político por otros medios»… Me interesa la influencia del periodismo, no el poder de la política. La influencia es algo intangible, el poder es publicar algo en el BOE y que al día siguiente obligue a todos los ciudadanos. En nuestra vida pública influyen muchos actores (la Casa Real, los grandes empresarios, la Iglesia, los sindicatos…) y por supuesto los me-

Segundo libro de historia que publica Pedro J. Ramírez. Comienza en mayo de 1823 cuando el duque de Angulema entra en España para acabar con el régimen liberal. Masones y comuneros buscan entonces a un hombre providencial que lidere la resistencia, y logran que Fernando VII encargue formar Gobierno a José María Calatrava. Esta investigación reconstruye los cinco meses de ese último gabinete, que resiste primero en Sevilla y luego en Cádiz, mientras los militares traicionan a Calatrava, las arcas públicas se vacían y Fernando VII conspira para destruir el orden constitucional que había jurado proteger. ¿Aporta este libro alguna novedad historiográfica? Se basa en el archivo inédito del último presidente del Trienio Constitucional, José María Calatrava. Incluye cartas, notas reservadas, sus memorias… Según el catedrático de historia contemporánea de la Complutense Juan Francisco Fuentes, equivale a la aparición de las memorias de Azaña con relación a la Segunda República. ¿Cómo lo encontró? A finales de 2001 descubrí en internet que la librería de viejo de Miguel Miranda, en Madrid, ofrecía algunos documentos contenidos en el archivo de José María Calatrava. De todos ellos despertó mi curiosidad la carta de suicidio del general Estanislao Sánchez Salvador, secretario interino de Guerra. A partir de ahí percibí el interés objetivo que tenía

la documentación, y la compré. Por lo tanto, es un libro para especialistas… Al contrario, cualquier persona amante de la historia puede encontrarlo interesante, y le resultará imposible no descubrir paralelismos con la actual situación de España. ¿En qué sentido lo dice? Sin caer en el «presentismo», porque es un libro de historia, es indudable que sus lectores viven en 2014. Si alguna lección puede extraerse de aquella época es que solo con pequeñas reformas se evita la destrucción del sistema constitucional. Nada es más urgente en España que la movilización intelectual de nuestra conciencia colectiva. Que no pueda decirse que la generación que hizo la Transición cayó después en el derrotismo que evita buscar soluciones. Al final, la historia es el espejo en el que nos miramos. ¿Qué diferencias existen entre los políticos del Trienio Liberal y los actuales? Profundas. En aquella época, primer cuarto del siglo xix, los parlamentarios, los ministros, los dirigentes en general, eran personas de mérito: científicos, magistrados del Tribunal Supremo, intelectuales, economistas… Hombres como el propio Calatrava, Mariano Lagasca o Agustín de Argüelles han pasado a la historia de España por sus contribuciones en sus campos profesionales. Ahora… ahora lo que predomina es la incultura y la banalidad: de ahí que carezcamos de un proyecto político nacional. verano 2014  Nuestro Tiempo —13

Entrevista Pedro J. Ramírez: «Publicar o perecer»

DE CERCA

un recuerdo de infancia: El guiñol de los Almacenes Jorba de Barcelona, en la Puerta del Ángel. Fui muy feliz viviendo en casa de mis abuelos maternos. un plan de domingo: Jugar al pádel, ir al periódico y leer. un libro: Citizens, del historiador Simon Schama. Es una crónica apasionante de la Revolución Francesa, el primero que yo leí sobre esa época. Hoy tengo tres mil libros sobre esa revolución. un autor: William Manchester, que era un historiador con un estilo muy periodístico. También Winston Churchill o Barbara Tuchman. un deporte: El baloncesto. Ha sido sin duda el deporte de mi vida. Me hubiera gustado ser mejor jugador. Desgraciadamente, no lo conseguí. un político: Joaquín Garrigues Walker (ministro de Obras Públicas y Urbanismo del segundo Gobierno de Adolfo Suárez) y Francisco Fernández Ordóñez (ministro de Hacienda y de Justicia con Adolfo Suárez y ministro de Asuntos Exteriores en la primera legislatura de Felipe González). un estilo: La ópera. Especialmente, Wagner. 14—Nuestro Tiempo  verano 2014

dios, que ayudan a conformar la opinión pública. Todos quieren influir, que sus opiniones se tengan en cuenta, lograr un acceso directo a quienes deciden. Eso es propio de la sociedad abierta. Pero la política… no. Tengo una visión fatalista del poder, lo ejerza quien lo ejerza, así que de esa agua no beberé. ¿También el periodismo necesita una renovación? Sin duda. Los ciudadanos tampoco nos estiman mucho. Quizá nos ven demasiado condescendientes con los políticos, que servimos más a los poderosos que a los ciudadanos. En las campañas electorales, los partidos mienten sin pudor, pero después los medios no exigen responsabilidades, como ocurre en democracias asentadas. ¿Ocurre quizá porque el poder y la prensa son «enemigos íntimos»? ¿Quién necesita más a quién? No me parece una cuestión de necesidad, sino de inevitabilidad. Cada uno tiene su función. Somos como el perro y el gato, dando siempre vueltas alrededor de esa simbólica mesa camilla que es la sociedad. El periodista, en definitiva, es un pez que elige qué anzuelo picar, pero lo que no puede elegir es vivir fuera del estanque. ¿Quién hace más daño a la libertad de expresión: los políticos, los empresarios de los medios, los propios periodistas…? La libertad de expresión es la libertad para la disidencia, para la heterodoxia, para los planteamientos alternativos. Por tanto, creo que lo importante no es el papel que representa cada uno, sino la realidad en la que se ejerce el periodismo. Si es un entorno sano donde las reglas permiten cumplir la función social que nos corresponde o, si por el contrario, lo que se construye es un tinglado en el que se terminan cubriendo las apariencias y se abdica constantemente de las responsabilidades. Esto sucede cuando los medios de comunicación no

son rentables, como ahora, y dificulta muchísimo la independencia. ¿Puede mantenerse la independencia cuando, como usted ha hecho con reiteración, se pide el voto para un partido concreto? Por supuesto que sí, claro que sí. Independencia no significa neutralidad, ni equidistancia —en el sentido de presentar de igual manera todos los puntos de vista—. Siempre he entendido que lo importante es la subjetividad honesta y el pluralismo. Como director siempre he pedido el voto —para UCD, para el PP o para UPyD—, como se hace en EE. UU. Eso no merma la independencia. Entre otras cosas, porque votar a alguien no significa «casarte» con él… aunque a veces ese «él» piense que sí. Sin embargo, Mariano Rajoy no ha agradecido mucho su respaldo. Es más, algunos aseguran que ya no dirige El Mundo por enfrentarse al presidente del Gobierno. Los periodistas nos limitamos a dar elementos de juicio a los ciudadanos. En este caso, lo llamativo es que Rajoy siga en La Moncloa después de que El Mundo destapara el caso Bárcenas. Siempre pensé que iba a ser mejor presidente que líder de la oposición, un presidente previsible. Previsible y aburrido, todo hay que decirlo [sonríe]. Lo segundo lo ha confirmado, lo primero no. El problema es que él depende solo de sus diputados… y a su vez ellos de él, que es quien confecciona las listas electorales. Por tanto, nuestros representantes —los de cualquier partido— se ocupan de lo que necesita su formación, y no de lo que necesitamos los ciudadanos. Entonces, Rajoy no tuvo nada que ver… A mí me destituyeron los accionistas del periódico. Dicho esto, Rajoy hizo todo lo que pudo para que yo no siguiera. No hay más que revisar el diario de sesiones del

– En la Universidad. Actor de teatro, ponente o presentador. Sobre estas líneas, con Luka Brajnovic y la poeta Gloria Fuertes. Congreso del 1 de agosto del año pasado. Ese día, en vez de responder a las acusaciones que le hizo la oposición, prefirió arremeter contra El Mundo. Es el mismo procedimiento que utilizaron en su día Felipe González y Rubalcaba con el asunto de los GAL. Dice Muñoz Molina —y lo suscribo— que las situaciones más desagradables llegan cuando criticas a aquellos que te consideraban de su bando. Aunque por su condición de director no ha realizado muchas entrevistas, ¿qué personaje le ha impactado más? Efectivamente, dirigir y entrevistar son a menudo actividades difíciles de compatibilizar. De las últimas, me ha removido especialmente José Antonio Ortega Lara [secuestrado por ETA durante 532 días]. Escucharle contar las cosas que sentía en el zulo, lo que hizo y vivió cuando estaba bajo tierra... Lo trataron como a un perro. Es terrible.

¿Qué exclusiva le hubiera gustado dar? La verdad sobre el 11-M. Pero tiempo al tiempo. Estas desgracias son como los naufragios: tarde o temprano el mar devuelve los restos a la playa. Muchas veces es necesario esperar a que se desclasifiquen documentos o a que alguien cuente la verdad. La realidad es que no sabemos lo que ocurrió ese día en España, una jornada en la que nuestro proceso político se vio alterado por una masacre espantosa. Una matanza que no está aclarada ni en su génesis ni en su ejecución. Ni siquiera dando por buenos los términos (más que discutibles y poco verosímiles) de la propia sentencia. ¿Tiene alguna portada favorita de sus años como director? Por supuesto [risas]: «Cuatro horas con Bárcenas», que fue el comienzo del proceso que desembocó en mi reciente destitución. Todo por cumplir con la obliga-

ción básica de un periodista: informar. Luis Bárcenas me buscó por medio de amigos comunes, que me convencieron de que realizara esa entrevista. Su relato era veraz y cuadraba con otras investigaciones que ya habíamos hecho. ¿Quién es el político más coherente que ha conocido? [Suspiro profundo] Esa pregunta es difícil de contestar. Coherente… A mí me impresionaron mucho las huellas de un político al que no he conocido, pero del que sí he visitado su lugar de nacimiento, un pueblecito de la Lorena llamado Colombey-les-Deux-Églises. Me refiero al general De Gaulle. Es impresionante ver su residencia particular, La Boisserie, donde pasaba los fines de semana. Allí recibió a Konrad Adenauer en la primera visita de un gobernante alemán a la Francia de posguerra. Nos contaba el dueño del restaurante del pueblo —hijo del chófer de De Gaulle— que su padre recordaba verano 2014  Nuestro Tiempo —15

PRIMERA PLANA

Veinticinco años, diez portadas Entre 1989 y 2014, El Mundo ha publicado muchas portadas excelentes. Me piden que elija diez de ellas. No es fácil. Dejo al margen las que se centran en asuntos internacionales. Y no utilizo un solo criterio: la elección —expresada en un tuit— se basa en razones de relevancia, diseño, sensibilidad, coyuntura y, quizá, de capricho. Por Esteban López-Escobar

—21 marzo 1995. Los restos de Lasa y Zabala, en la batalla informativa para mostrar la connivencia del Gobierno del PSOE y los GAL, fue impactante.

—12 marzo 2004. El 11-M. Una infamia que permanece sin explicación plausible. Un enigma que Pedro J. y El Mundo todavía no han logrado 16—Nuestro Tiempo  verano 2014

—13 julio 1997. El asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco por ETA fue un revulsivo que puso en marcha al país y despertó el valor contra la barbarie.

—23 mayo 2004. Sí, también diluviaba en La Rioja. En un restaurante pude seguir la boda de los futuros reyes de España: Felipe VI y doña Letizia.

—23 octubre 1989. La primera portada de El Mundo: el despegue de un nuevo diario nacional con un joven pero experimentado director, y un equipo audaz.

—2 julio 1997. Ortega Lara es liberado del terrible secuestro de ETA. Recientemente, Pedro J. Ramírez lo ha entrevistado con admiración manifiesta.

—24 febrero 2013. El atractivo de Corinna llena esta portada. En el trasfondo, los escándalos provocados por su papel como asistente del monarca.

—13 febrero 1992. Ibercorp fue uno de los primeros casos que persiguió El Mundo. Con tozudez y contra corriente, mientras otros medios preferían ignorar lo que ocurría.

—8 abril 2003. En su primera portada El Mundo decía: «En el riesgo hay esperanza». Pero también incertidumbre: el reportero Julio A. Parrado muere en la guerra de Iraq.

—2 febrero 2014. Tras veinticinco años, Pedro J. se despidió del cargo. No de sus lectores; ni de sus colegas: con ellos comenzaría un nuevo proyecto.

cómo, cada vez que De Gaulle iba a su pueblo en coche oficial, se ocupaba de devolver al Tesoro francés el coste exacto de la gasolina. Consideraba que esa era una actividad personal. Pocos ejemplos hay de un hombre tan íntegro. ¿Y en España? Siempre me he sentido identificado —y éramos buenos amigos— con las actitudes de Joaquín Garrigues [liberal y ministro del Gobierno de Adolfo Suárez] y Paco Ordóñez [socialdemócrata y ministro con Felipe González] cuando estaban en la UCD. Más tarde ha habido de todo y poco bueno. ¿Julio Anguita quizá? Anguita ha sido y es muy amigo mío. Hace un par de meses estuvimos juntos en Barcelona, durante el Día del Libro, firmando ejemplares. La gente se acercaba a pedir un autógrafo o a hacerse fotografías, los selfies tan de moda. Cada vez que alguien lo intentaba, Anguita los espantaba como si fueran moscardones, diciendo «Ni fotos ni autógrafos, ni fotos ni autógrafos». Genio y figura. ¿Sigue Anguita llevando pistola? No, no [risas]. Supongo que no. Antes como periodista y ahora como historiador siempre ha defendido la importancia de la investigación. ¿Son vasos comunicantes? Desde luego. Jiménez Losantos escribió hace unas semanas una reseña sobre La desventura de la libertad que terminaba así: «Por escribir un libro como este bien merece la pena dejar de hacer periódicos». La realidad es que yo he escrito este último libro siendo director de El Mundo, algo que se logra, al menos en mi caso, madrugando. He sido muy feliz escribiéndolo, igual que con El primer naufragio. La historia y el periodismo son amores compatibles, y hay que afrontar su ejercicio con la misma actitud: la búsqueda de la verdad, la pasión por el descubrimiento

periodista y escritor

«La historia y el periodismo son amores compatibles, y hay que afrontar su ejercicio con la misma actitud: la búsqueda de la verdad» la salida de el mundo

«Me destituyeron los accionistas del periódico. Dicho esto, Rajoy hizo todo lo que pudo para que yo no siguiera» nuevos y viejos proyectos

«Mientras El Mundo sea viable, mantenga su identidad y pueda escribir en él, yo no haré nada en contra de mis compañeros»

y la capacidad de transmitirla a los demás. Mi próximo libro, que será sobre la Revolución Francesa, conjuga ambas disciplinas. Será la primera vez que un español publique en Francia un libro sobre esa época. ¿Ya tenía esa pasión cuando estudiaba en la Universidad de Navarra? ¿La descubre en los nuevos periodistas? Pamplona es una ciudad muy querida, donde pasé unos años maravillosos de estudiante, y donde tengo grandes amigos. La vida comenzó para mí en la facultad y en Estados Unidos. La pasión periodística se tiene o no se tiene, con independencia de ser un periodista joven o veterano. Estoy convencido de que, en cuanto se ajuste el modelo de negocio, vamos a vivir una nueva edad de oro del periodismo, donde los «apasionados» tendrán buenas oportunidades. Por otra parte, es de sentido común que el dinero que se obtenga de la actividad informativa no se va ya a repartir entre los impresores, los distribuidores o los quiosqueros. Los contenidos con valor añadido van a ir destinados íntegramente a pagar a los periodistas y a la actividad comercial, porque la barrera de entrada a este mundo es ahora mucho más baja. Yo no aconsejaría a nadie que se haga fabricante de papel [risas], pero sí que estudie periodismo porque el periodismo tiene un futuro espléndido. ¿Qué opina de una posible fusión de El Mundo con otro medio? Se habla de La Razón o ABC… Sería muy malo para el periódico porque perdería su identidad y se desvirtuaría. El Mundo es muy distinto de ABC o La Razón. ¿Qué haría si sucediera? Promovería un nuevo proyecto, pero mientras El Mundo sea viable, mantenga su identidad, y pueda escribir en él, yo no haré nada contra mis compañeros. Ahora bien, repito: si ellos percibieran que es necesario emprender otro proyecto, lo haríamos. Sin duda. Nt

verano 2014  Nuestro Tiempo —17

FIRMA INVITADA Gabriel González-Andrío

Adiós, filantropía; bienvenido, marketing

Es necesario que las ong y las empresas comprometidas con la responsabilidad social corporativa busquen nuevos modos de dirigirse a la sociedad.

Publicidad

L

Desde luego, es un buen síntoma que nuestra juventud prefiera dar la cara por las ong, pero esta vez se peca por exceso. En ningún caso la culpa es de los voluntarios, sino de las organizaciones que los envían, por ejemplo, a «la milla de oro» de Madrid. En Barcelona la situación es similar. El Tercer Sector necesita profesionalizarse porque, si no, se extinguirá. Y con su desaparición muchas causas sociales quedarán desatendidas para siempre. Es necesario replantearse las cosas, o las empresas y donantes acabarán por limitar o, lo que es peor, cancelar su ayuda. En este caso, «más» no es «mejor». Los tiempos son difíciles, y es contraproducente pedir a los ciudadanos que se «rasquen el bolsillo» cada vez que se cruzan con un joven que les pide que apadrinen a un niño o ayuden a combatir el cáncer de mama. Hace tiempo que la época de las donaciones sin fundamento terminó. Por eso las ONG deben asumir que, si quieren captar fondos recurrentes, sus proyectos tienen que ser coherentes con las estrategias de las marcas a las que se dirigen. El Tercer Sector tendría que pensar en clave marketiniana, es decir, en un marketing social. En primer lugar porque los últimos estudios de Responsabilidad Social Corporativa realizados por Edelman —la firma de relaciones públicas más grande del mundo— señala que el 88 por ciento de los consumidores piden a las marcas que se impliquen activamente en solucionar sus necesidades de compra. Por su parte, porque las empresas necesitan demostrar con hechos su compromiso real en dar soluciones, más allá de unas donaciones que simplemente no atajan el problema. Para que esta alianza sea exitosa hay que trabajar a medio y largo plazo, como han demostrado grandes marcas que son un referente mundial en su compromiso social. El compromiso social, la manera en la que las empresas participan en la solución de los problemas que afectan a sus consumidores, empieza a liderar una tendencia más que evidente en el mercado de la reputación.

A CRISIS obligó hace tiempo a cerrar el grifo de las ayudas a las ong. Esta decisión ha transformado radicalmente el mapa del Tercer Sector, obligado desde entonces a plantearse nuevas fórmulas de financiación. Algunos —los menos— han asumido que hacer «lo de siempre» les aboca a la desaparición. Por eso han buscado a profesionales especializados en diseñar estrategias de marketing rentables para sus potenciales empresas colaboradoras y coherentes con sus valores. Un informe elaborado en 2012 por ESADE Business School, la Fundación La Caixa y la Fundación de PwC asegura que la financiación de las ong españolas caerá hasta un quince por ciento en Gabriel González-Andrío [Com 92] es fundador de The Ninth, marketing los próximos años. Asimismo, concluye que entre el veinte y el &communication veinticinco por ciento de ellas desaparecerán. Sin embargo, una marea de organizaciones puebla las calles de nuestro país en LA PREGUNTA DEL AUTOR busca de las donaciones de los viandantes. Distribuidos por los semáforos de las gran¿Cómo deberían des ciudades, cientos de voluntarios intenser las campañas de tan convencernos de la labor que hace su comunicación de las institución. ong para sobrevivir a Los que actúan así parecen no advertir que esta época de crisis? la «persecución» callejera no es la solución. Su estrategia no debería ser mandar a jóvenes con petos a pedir «limosna». En primer @nuestrotiempo_ lugar, porque la situación económica es maOpine sobre este asunto en la, y son muchos los que deben mantenerse Twitter. Los mejores tuits con sueldos que no llegan a mileuristas. En aparecerán en el siguiente número. segundo lugar, porque nuestras calles están plagadas de personas que piden para comer.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.