Pauperismo y Asistencia en Europa en la Edad Moderna. Un estudio comparativo entre Lyon y Palencia

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Descripción

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

TRABAJO DE FIN DE GRADO

ITINERARIO : ESTUDIOS EUROPEOS ÁREA : EUROPA EN LA EDAD MODERNA

PAUPERISMO Y ASISTENCIA EN EUROPA EN LA EDAD MODERNA. UN ESTUDIO COMPARATIVO ENTRE LYON Y PALENCIA.

C RISTINA J IMÉNEZ B ARRENO DIRECTOR : JOSÉ MIGUEL LÓPEZ GARCÍA

MADRID, MAYO 2014

Cristina Jiménez Barreno – El pauperismo en Europa en la Edad Moderna : Lyon y Palencia.

ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN

pág. 4

2. SER POBRE Y PAUPERISMO

pág. 6

2.1. El pobre, ¿ quién es ?

pág. 6

2.2. ¿ Por qué es pobre ?

pág. 13

3. DEL POBRE ÚTIL AL POBRE MOLESTO

pág. 14

3.1 El pobre útil

pág. 15

3.2 Las instituciones asistenciales Modernas

pág. 15

3.3. Ilustración y Revolución : un cambio en la mentalidad

pág. 20

4. LA ILUSTRACIÓN LLEVADA A LA PRÁCTICA

pág. 22

4.1. El “gran confinamiento” : ¿ una práctica generalizada ?

pág. 22

4.2. La búsqueda del sistema asistencial ideal durante la Revolución

pág. 27

4.3. La crisis finisecular : el colapso del Hospital de San Antolín y la erradicación de los ideales asistenciales revolucionarios

pág. 29

5. CONCLUSIÓN

pág. 31

6. BIBLIOGRAFÍA

pág. 33

7. ANEXOS

pág. 36

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Le rôle de l'écrivain, […] ne se sépare pas de devoirs difficiles. Par   définition, il ne peut se mettre aujourd'hui au service de ceux qui font   l'Histoire : il est au service de ceux qui la subissent1.

1 « el papel del escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición, no puede ponerse al servicio de quienes hacen la Historia : está al servicio de quienes la sufren. », traducción propia. Albert CAMUS, discurso de aceptación del premio Nobel de literatura en Estocolmo, el día 10 de diciembre de 1957. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1957/camus-speech-f.html, consultado el 17/11/13. 3

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1. INTRODUCCIÓN La sociedad está compuesta de individuos visibles y de individuos invisibles, o mejor dicho, de individuos a quienes no gusta ver. Estos últimos fueron uno de los temas de debate más importante y recurrente a lo largo de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Desde finales del siglo XVII, estas personas que durante tanto tiempo fueron utilizadas como objetos, atrajeron hacia ellas nuevos puntos de vista. Esta mutación intelectual, impulsada en gran parte por los filósofos franceses de las Luces, desencadenará grandes cambios durante el siglo XVIII que cristalizarán en la Revolución Francesa. Nació así en Francia una voluntad de visibilización de los pobres del reino que culminaría con la publicación de M. Dufourny de Villiers el 25 de Abril de 1789, Cahiers du Quatrième Ordre2, seguida de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano quien les dio voz política. Sin embargo, aunque en España los Ilustrados también los mirasen de manera distinta, se les siguió manteniendo como un grupo aparte en la sociedad. La declaración de bancarrota del 30 de Septiembre de 1797 en Francia pondrá punto y final a todos los trámites iniciados con tanto entusiasmo al comienzo del periodo revolucionario volviendo al modelo represivo anterior, mientras que en España la desamortización de Godoy, pero sobre todo la crisis finisecular del siglo XVIII, abrirán una nueva vía para la asistencia al necesitado. Analizar y comparar la asistencia y el trato de la pobreza de dos países como Francia y España resulta tentador, pero inabarcable en un trabajo como este. Por ello, he decidido seguir la línea de investigación sugerida por José Luis de los Reyes Leoz en las Jornadas de Historia Social que tuvieron lugar en la Universidad Autónoma de Madrid los días 14 y 15 de Marzo de 2013 3 : en su intervención, señaló la necesidad de hacer estudios comparativos sobre pobreza y asistencia entre distintas ciudades tanto a nivel nacio2 Cuadernos del Cuarto Orden definiendo el Cuarto Orden ( o Estamento ) a los Pobres. 3 Jesús AGUA DE LA ROZA, José A. NIETO SÁNCHEZ, Álvaro PARÍS MARTÍN, Fernando M. SÁNCHEZ ESCOBAR, Juan Carlos ZOFÍO LLORENTE (eds.), Veinticinco años después : Avances en la Historia Social y Económica de Madrid, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2014. 4

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nal como a nivel internacional o europeo. De esta manera, me inclino por estudiar y comparar dos urbes de uno y otro lado de los Pirineos : Lyon y Palencia. La elección de las mismas no resultó fácil. La idea inicial era comparar dos gran des ciudades que no fuesen capitales, así que elegí una ciudad industrial francesa de gran tamaño : Lyon. Para que la comparación fuese coherente, había que elegir otra ciudad industrial en España. En un primer momento pensé en Barcelona, pero a la vista de que los estudios más relevantes sobre la ciudad condal eran de Montserrat Carbonell i Estellerla y estaban escritos en catalán, opté, aconsejada por mi tutor, por la capital de la zona más industriosa de la Corona de Castilla : Palencia 4. Sin entrar en el detalle de sus situaciones industriales puesto que no es el tema de nuestro trabajo 5, simplemente diremos que eran similares aunque a diferentes escalas puesto que sus poblaciones eran bien distintas : en Lyon, había 65.000 habitantes en 1550 6, sobrepasando los 100.000 a finales del siglo XVIII7 mientras que en Palencia en 1530 había 7.168 habitantes, en 1776 unos 10.485 y en 1818 alrededor de 8.361 8. Se constatará a lo largo del escrito, que la cantidad de estudios realizados sobre cada ciudad es también cuantitativamente desigual, aunque pensamos que suficiente para ver cómo la cara de la pobreza es la misma en ambas ciudades, siendo tratada a veces de igual forma y otras de manera bien distinta. 4 Alberto MARCOS MARTÍN, “ Palencia en el siglo XVIII ”. Historia de Palencia, vol. II, Valladolid, Exma. Diputación Provincial de Palencia, 1990, pp. 83-122 y también en Carlos E. CORONA BARATECH, “ Los sucesos de Pa lencia en abril de 1766 ”, Cuadernos de Investigación Histórica, 3, 1979, p. 38. 5 No obstante, como al lector le puede chocar que califiquemos a Palencia como la capital de la zona más industriosa de Castilla, conviene que justifiquemos dicha expresión. A mediados del XVIII, a nivel provincial, el 67.2 % de la población artesana, sin contar mujeres ni niños, estaba relacionada con la industria textil. Centrándonos en la ciudad de Palencia, alrededor de 1.750 personas ( maestros, oficiales, aprendices, jornaleros, mujeres, niños, criados , etc. ) trabajaban en la mencionada industria ( paños, estameña, seda, sombreros, tintes, etc. ), lo que representa el 17 % de la población total de la ciudad. Mientras tanto, en el mismo periodo, la principal industria lionesa, la sedera, creaba en Lyon 14.000 puestos directos ( 14 % de la población total ) y daba trabajo a unas 16.000 personas más, es decir, algo menos del 30 % de la población. Pero aunque el textil fuese la industria palentina más famosa, también estaba la industria ligada a las necesidades primarias como la del vestido y calzado, la alimentación o la vivienda, por lo que estos porcentajes pueden llegar a acercarse. En Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971 y Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 52-67. 6 Natalie ZEMON DAVIS, “ The Sacred and the Body Social in the Sixteenth-Century Lyon ”. Past and Present, 90, Febrero 1981, pp. 40-70. 7 Robert FERRAS, “ La population de la France au XVIIIe siècle [ Bonin S., Langlois CI. (1995). Atlas de la Révolution française, série du bicentenaire 1789-1989, sous la direction de Bernard Lepetit et Maroula Sinarelli. Paris : EHESS ] ”. Espace géographique, XXVI, 1, 1997, pp. 95-96. 8 Guillermo HERRERO MARTÍNEZ DE AZCOITIA, “ La población palentina en la Edad Moderna ”. Historia de Palencia, vol. II, Valladolid, Exma. Diputación Provincial de Palencia, 1990, pp. 62-71. 5

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Así, remontándonos hasta el siglo XVI, pero centrándonos sobre todo en el siglo XVIII, estudiaremos las similitudes y diferencias de la Asistencia y de la pobreza en Lyon y Palencia. ¿ Fue la Ilustración capaz de resolver el problema de la pobreza en Francia y España o llevó a cabo una labor de ocultamiento y de represión ? Para abordar esta problemática, se analizará en un primer tiempo lo que significa ser pobre a lo largo de toda la época Moderna. Después, se verá la evolución del pobre como objeto útil, que posteriormente se convertirá en molesto e incluso en un criminal para los intelectuales de los siglos XVII y XVIII . Finalmente, se examinará la puesta en marcha de la teoría asistencial ilustrada así como los problemas del trato de los pobres durante la crisis finisecular.

2. SER POBRE Y PAUPERISMO Pobre, mendigo y vagabundo se han convertido en sinónimos. Sin embargo, en la época Moderna, no lo fueron. Definamos, pues, dichos términos en el contexto del estudio que aquí se presenta.

2.1. El pobre, ¿ quién es ? En el Antiguo Régimen, es pobre tanto el que vive en una situación de miseria como el que puede incurrir en esta situación, siendo las personas ligadas al sector primario y secundario ( productores ), así como los criados los más pauperizables puesto que el trabajo por sí solo no basta9. El pobre es, ante todo, un individuo mudo y pasivo, que acepta su destino con sufrimiento. Como no emergía más que cuando tenía que rendir cuentas ante la ley o cuando caía enfermo, no lo conocemos más que por las autoridades ; por lo tanto, la visión que nos ha llegado de él es parcial, yendo desde la repulsión hasta el miedo 10. Según tex-

9 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 389-390. 10 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 24-25 6

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tos de la época Moderna : « se es pobre cuando no se tiene más que el trabajo como medio de subsistencia »11. Así lo corroboraba uno de los grandes filósofos franceses modernos, el barón de Montesquieu quien afirmaba en su obra de l'Esprit des lois, en 1748, que « un hombre no es pobre porque no tenga nada, sino porque no trabaja »12. Más recientemente, Jeremy Bentham también lo señaló perfectamente asegurando que « la pobreza es el estado de cualquiera que para subsistir se ve obligado a trabajar »13. La situación tampoco ayudaba : si había un momento crítico, se solía asistir a menos gente dado que los propios centros sufrían carestías. Aunque sea realmente al final del siglo XVIII cuando empieza la era estadística, con sus censos y encuestas, está aceptado que contienen errores14. Por ejemplo, el de Mendicidad francés, del que hablaremos en el cuarto apartado, reconoció sentirse incapaz de saber quién era verdaderamente pobre en la Francia de 179015. Dentro de la categoría de pobre había en realidad dos sujetos distintos : el pobre funcional16 o estructural17, y el pobre coyuntural. El primero es así llamado al ser “pobre de siempre”, es decir, al deberse su pobreza a la estructura del Antiguo Régimen. A su vez, el pobre estructural está dividido en dos subcategorías : el pobre vergonzante (o de vergüenza) y el pobre glorioso. El segundo, el pobre coyuntural, es así denominado por caer en la pobreza en momentos puntuales como crisis económicas o por enfermedad. Analicemos con más detalle al pobre estructural. El vergonzante es pobre únicamente por su situación económica, dejándole su posición social fuera de la pobreza. En este grupo nos podemos encontrar, por ejemplo, con nobles, de ahí el término de ver11 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 7-14. 12 Ibídem, p. 490, nota 3. 13 Victoria LÓPEZ BARAHONA, El cepo y el torno. La reclusión femenina en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, editorial Fundamentos, 2009, p. 9. 14 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 51-85. 15 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, pp. 24-25. 16 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 7-14 y 51-85. 17 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 389-390. 7

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güenza. Precisamente por esa vergüenza de no querer reconocer públicamente que no tenían nada con lo que alimentarse, lo confesaban a las autoridades pertinentes con el fin de ser asistidos secretamente, de ahí que no haya apenas documentación sobre ellos, y eso que en Francia, la Limosna General, institución que estudiaremos más adelante, repartía ayudas con mucho rigor, apuntando cada movimiento 18. Aún así, ha llegado hasta nosotros el ejemplo de una costurera de Lyon, Catherine Guillot, quien en su testamento dejó como herederos universales a todos los pobres de la parroquia de la Sainte-Croix 19. El segundo, el glorioso, es el que considera que la pobreza no tiene nada de humillante y por eso no la esconde20. Añadamos a estos una parte de la población que ha sido aún más olvidada si cabe por los grandes anales de la Historia y que merece un estudio propio: enfermos, dis capacitados, mayores, y personas que viven en soledad. A éstos los incluimos dentro de los pobres estructurales por estar contrapuestos a los coyunturales, quienes por motivos coyunturales vivían en sus carnes la amenaza de la miseria. Los enfermos suelen ser miembros fijos de alguno de los tres grupos más arriba explicados ya que no pueden va lerse por sí mismos, al igual que los discapacitados. Se ha constatado un prematuro envejecimiento entre la población lionesa, posiblemente por las malas condiciones de vida ( accidentes laborales, por ejemplo ) y de alimentación. Las personas mayores, por su edad, tampoco podían vivir del trabajo de sus manos ; es más : a partir del siglo XVIII, se les considerará como grupo aparte, aunque generalmente se les incluirá en la categoría de mendigos. Y la soledad... en 1697, había 1.269 viudas y solteras ( 36 % de ellas mayores de 20 años ) frente a 883 viudos y solteros en Lyon. Social y económicamente, el matrimonio resultaba ser algo muy bonito ya que la pareja trabajaba siempre en equipo ; mas cuando el marido fallecía, este equipo se deshacía, llevando a la viuda al peligroso estado 18 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp.181-183. 19 O de la Santa Cruz. En Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 15341789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 23-29. 20 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 7-14. 8

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de pobre21. Tenemos el ejemplo de Joseph de la Cuesta en Palencia quien en su testamento legó todo lo que tenía a su mujer porque consideraba que la dejaba pobre y con pocos medios22. Los pobres coyunturales son artesanos, obreros no cualificados, pequeños comerciantes que, temporalmente, se encuentran en estado de pobreza 23. Para demostrar su delicada existencia al vivir prácticamente con lo puesto, asomémonos a los inventarios que dejaban tras de sí al morir. En ellos vemos que carecen, como era de esperar, de re servas, sin tampoco dinero líquido, y teniendo el mobiliario justo para las labores cotidia nas : viven al día24. Y por si todo esto no fuese suficiente, además morían endeudados ( por retraso en el pago del alquiler 25 ) o por haber caído enfermos ( había que pagar al médico, al boticario, … ). Aparte de estos pobres, hay otros dos personajes que están relacionados con la pobreza pero que no se pueden incluir en ningún grupo de los anteriormente menciona dos al tratarse de pobres trashumantes : el mendigo y el vagabundo26. El término mendigo se le atribuye a la persona que ha caído en la pobreza. Éste es, desde un punto de vista económico, el que no se gana la vida con su trabajo al no poder tenerlo27. Este grupo está integrado por más mujeres que hombres, sobre todo por viudas. A partir del siglo XVI y principio del XVII, cuando se desarrolla un incipiente capita21 Jean-Pierre Gutton cita al obispo Camus en repetidas ocasiones para dar más fuerza a sus definiciones, al ser una visión de la época Moderna. Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 29-38. 22 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 522. 23 Esto sucedía regularmente en las ciudades precapitalistas debido a la precariedad y estacionabilidad de su mercado laboral, ya que había periodos en los cuales los albañiles, los pañeros y otros colectivos dejaban de trabajar, motivo por el que las autoridades municipales tenían que asistir con ellos a muchas más personas, como puede comprobarse en Catharina LIS y Hugo SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial ( 1350-1850 ), Madrid, Akal, 1985, pp. 96-100 y 126-136. 24 De nuevo, Jean-Pierre Gutton citando al obispo Camus. Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 61-78. 25 Arthur Young, de viaje por Francia entre 1787 y 1789 constata que el alquiler medio de Lyon es de los más caros, en Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, p. 66. 26 Martin RHEINHEIMER, Pobres, mendigos y vagabundos. La supervivencia en la necesidad, 1450-1850, Madrid, Siglo XXI, 2005, pp. 138-144. 27 Jean-Pierre Gutton en palabras de Camus. En Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 7-14. 9

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lismo, la mendicidad será tratada como un hecho social28 que a su vez será visto como peligroso para el orden público29. En la tabla siguiente, se puede apreciar que hacia 1770, efectivamente, el número de mujeres era más numeroso entre los mendigos en Lyon y, vistas las edades, se puede deducir que eran viudas 30.

Aunque la represión de la mendicidad ya se había iniciado en los siglos XVI y XVII, en Francia será sistemáticamente perseguida desde la ordenanza de 1764, por la que los mendigos entre 16 y 70 años habrían de ser enviados durante tres años a galeras o, en caso de enfermedad, encerrados de por vida en un hospital 31. Según un texto de la primera mitad del siglo XVII, vagabundo es aquel que no dispone de domicilio y se dedica a vagar por los caminos 32. Los hay de diversa procedencia : mendigo transeúnte, vago delincuente, emigrante, trabajador estacional, peregrino o el

28 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, p. 9. 29 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 111-122. 30 Ibídem, p. 116. 31 Se verá el tema del confinamiento en el apartado 4.1 Jean TULARD, Jean-François. FAYARD, Alfred. FIERRO, Histoire et dictionnaire de la Révolution Française, Paris, éd. Robert Laffont, 1987, p. 980. 32 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 1331-1332. 10

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clérigo errante. Además, ciertas profesiones están asociadas al vagabundeo como los comediantes, buhoneros, vendedores ambulantes, carboneros, leñadores, e incluso los soldados mayores o inválidos a los que el sueldo de retiro otorgado por la Real Ordenanza del 30 de Abril de 1745 les era insuficiente 33. Eran vistos como personas libertinas que vivían al margen de la sociedad. No es de extrañar que ya en 1666 la monarquía francesa se criminalizara al vagabundo, por carecer voluntariamente al decir de las autoridades y las elites, de oficio y de beneficio 34. El cambio de actitud con respecto a los menesterosos se había iniciado en el siglo XVI, cuando ante el crecimiento de las gentes sin recursos y hogar que generó el desarrollo del capitalismo, se empezó a favorecer la doctrina de la utilidad moral de la pobreza y a penalizar a quienes carecían de arraigo o trabajo. Este giro se percibe con toda claridad tanto en los humanistas cristianos, como en los maestros de la Reforma, teniendo asimismo su reflejo en el debate que acerca de la reforma asistencial sostienen en la Monarquía Hispana Cristóbal Pérez de Herrera y Miguel de Giginta. Por doquier comienzan a desarrollarse planteamientos similares : clasificar a los pobres, dividiéndolo entre estructurales y coyunturales ( autorizados a recibir asistencia ) por un lado, y vagabundos sobre los que caerá el peso de la ley, por otro.35 Para las elites del Setecientos, es indudable que los vagabundos se mueven en un ambiente propicio para el desarrollo de la criminalidad ya que, al no tener un sitio al que sentirse atado, no le asusta el cambio, y vagan cometiendo delitos ( de la mendicidad, tanto en la ciudad como sobre todo en el campo, no hay más que un paso hacia el vagabundeo ) ya sea disfrazados de peregrino para aprovecharse de los viajeros, e incluso abusando de su formación bélica, como hicieron algunos antiguos soldados 36, o 33 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 537-539. 34 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 7-14. 35 A nivel europeo, el giro hacia la represión en Catharina LIS y Hugo SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial ( 1350-1850 ), Madrid, Akal, 1985, pp. 101-105. Para el caso español, en Alberto MARCOS MARTÍN, España en los siglos XVI, XVII y XVIII, Barcelona, Crítica / Caja Duero, 2000, p. 222. 36 Alonso Pierna, exsoldado natural de Carrión, fue acusado de degollar a dos aspirantes al sacerdocio en el camino de Torquemada a Burgos. Esta es una muestra clara de que incluso alguien que pudo haber sido respetado por su graduación no le impidió cometer un delito de sangre como vagabundo. En Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 549. 11

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cayendo en la prostitución en el caso de las mujeres 37. Éstas suelen ser inmigrantes venidas del campo que no encuentran trabajo en la ciudad o bien viudas que han de mantener una familia. En cuanto a ellas hay divergencias de opiniones sobre si eran peligrosas o no : para algunos

eran consideradas un peligro para la sociedad

revolucionaria puesto que « elles corrompaient les jeunes gens et, au lieu de les rendre vigoureux et dignes des anciens Spartiates, elles n'en faisaient que des sybarites incapables de servir la liberté »38 mientras que para otros ellas no son el peligro sino los proxenetas, aunque poco o nada puede hacer la Justicia con ellos 39. Así, en el siglo XVIII se tomarán medidas represivas contra todos estos perturbadores del orden público y de la paz social, hasta el extremo que una gran cantidad de prostitutas pasó por la guillotina durante el periodo revolucionario por osar defender la permisividad de la monarquía para con su profesión. Desarrollaremos este punto de represión en los siguientes apartados. Para acabar, unas palabras sobre los miles de niños que eran abandonados cada año en las capitales40 y recluidos en Inclusas donde la mayoría moría. Claramente, también pertenecen al grupo de los pobres puesto que, como decimos, son abandonados a su suerte. Su origen es de lo más diverso : madres viudas que no pueden hacerse cargo del recién nacido, casadas o solteras ( de las que posiblemente se haya abusado, ¿ criadas venida del campo ? ) para las que un bebé supondría el reconocimiento de un pecado y el estigma de ser un bastardo en una sociedad donde no era bien visto 41. Aun-

37 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 97-111. 38 “ corrompían a los jóvenes y, en vez de volverles vigorosos y dignos de los antiguos Espartanos, no hacían de ellos más que sibaritas incapaces de servir a la libertad ”, traducción propia. En Jean TULARD, Jean-François. FAYARD, Alfred FIERRO, Histoire et dictionnaire de la Révolution Française, Paris, éd. Robert Laffont, 1987, p. 1049. 39 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 97-111. 40 El ejemplo de Madrid es pragmático. A este respecto, Jesús AGUA DE LA ROZA, “ Infancia y pobreza en el Ma drid del Setecientos ”, en Javier HERNANDO ORTEGA, José Miguel LÓPEZ GARCÍA y José Antolín NIETO SÁNCHEZ (eds.), La Historia como arma de reflexión. Estudios en homenaje al profesor Santos Madrazo, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2012, pp. 21-32. Y también Jacques SOUBEYROUX, Paupérisme et rapports sociaux à Madrid au XVIIIème siècle. Lille y París, Atelier Reproduction des thèses, Université Lille III, 1978. 41 Alan. FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 169. 12

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que la sociedad revolucionaria francesa apoyase la procreación para engrosar las filas del ejército, al igual que para perpétuer l'esprit de liberté42, la mentalidad de las familias sin recursos económicos era bien diferente, califiquémosla de ser más práctica. El infanticidio era también una solución a la orden del día. Sabiendo ahora quien es el pobre, pasemos a descubrir las razones por las que caía en tal situación.

2.1. ¿ Por qué es pobre ? Algunos pobres lo han sido siempre, pero otros no. Analicemos las causas de su penuria y miseria. Nos encontramos en un contexto donde la población depende por completo de las condiciones climáticas para subsistir. Es decir, una mala cosecha o unas condiciones climáticas adversas pueden conllevar un desastre humano : hambre y desempleo son las consecuencias directas. A continuación vienen las epidemias, que se ceban en aquellos que sufren carencias nutricionales de carácter crónico, sumado a una falta de higiene ( fi loxera, fiebre aftosa ). Los pobres válidos migrarán entonces a las ciudades, dejando reposar las tierras ( barbecho ) que podrán ser cultivadas posteriormente. De esta suerte, sus familias conseguirán tener un cierto equilibrio económico 43. Sin embargo, las personas mayores y los inválidos no tendrán esta posibilidad, teniendo entonces que depender de otros miembros de la familia o, si viven solos, viéndose obligados a engrosar las filas de la mendicidad. Las ciudades no dependen directamente de la climatología, lo que no quita que también sufran episodios de miseria extrema como Andrés Hernández en el Hospital de San Antolín de Palencia, quien murió en la sala de cirugía comido por ratones el 15 de fe brero de 164644 ; son más bien dependientes de las fuerzas económicas. Las que son 42 “ perpetuar el espíritu de libertad ”, traducción propia. En Alan. FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 167. 43 Alan. FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, pp. 33-34. 44 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, 13

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dependientes de una única actividad manufacturera sufren una situación que no es menos delicada que la que se vivía en el campo : si esta única industria se veía obligada a cerrar, la ciudad entera se vería abocada al desempleo, como podría ser el caso de Lyon y la in dustria sedera45. A menor escala, los maestros artesanos o los dueños de un pequeño taller también dependen de la coyuntura económica, y si la demanda baja estrepitosamente, estas personas caerán igualmente en la pobreza 46. Para afrontar este trance, algunos optan también por la emigración ; los otros caerán generalmente en la mendicidad y, en el peor de los casos, en el vagabundeo. Así, la cultura de la pobreza está impregnada de una idea fatalista de impotencia, lo que provoca un sentimiento de miedo omnipresente en la mentalidad de las personas que aceptaron la indigencia y el hambre como algo cotidiano e ineludible. La sociedad en general, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, desconfía así de los pobres, temiéndoles, rechazándoles y odiándoles. En Palencia, el pobre es, como en la mayoría de las ciudades europeas, una persona que vive en la sociedad, pero que no está integrado en ella, como atestiguan los documentos oficiales hablando del Común y Pobres47; sin embargo, a diferencia de Francia y – sobre todo – Inglaterra, aquí no parece haber indicios tan claros de rechazo. Ahora bien, la pobreza no ha sido siempre castigada, habiendo incluso conocido un cierto aura místico, idea que será retomada durante la Revolución Francesa.

3. EL POBRE : ¿ ALGO ÚTIL O ALGO MOLESTO ? IDEOLOGÍA E INSTITUCIONES En el Antiguo Régimen, la mentalidad cristiana y la Iglesia obligaban a las gentes pudientes a dar limosnas a los pobres con el fin de recibir la Salvación divina. ¿ La mirada hacia el pobre útil socialmente de los grupos privilegiados se mantendrá a lo largo de toda Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 543. 45 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 120. 46 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 533. 47 Carlos E. CORONA BARATECH, “ Los sucesos de Palencia en abril de 1766 ”, Cuadernos de Investigación Histórica, 3, 1979, pp. 35-54. 14

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la Edad Moderna ? ¿ Habrá momentos de inflexión tales como la Ilustración o la Revolu ción Francesa ?

3.1. El pobre útil Desde la Edad Media, los cristianos saben que para conseguir el Perdón de Dios y poder entrar en el Cielo, tenían que ser ante todo buenos cristianos, consistiendo esto en llevar a cabo obras piadosas a lo largo de sus vidas como dar limosna a los pobres. De esta manera, ser caritativo se convertía en un deber moral y social. Con el fin de administrar todos los donativos, la Iglesia procedió desde la Edad Media a regentar centros asis tenciales como los hospitales, construidos con el dinero recibido. En los hospitales traba jaban principalmente sacerdotes, monjas y limosneros. Generalmente los curas son los responsables de la distribución de la limosna puesto que son los únicos que conocen en profundidad a los parroquianos 48 aunque suponemos que serían ayudados por los limosneros, enfermeros y médicos49. Por consiguiente, como los pobres eran la llave que abría las puertas del Cielo para las capas altas de la sociedad, nadie quería realmente erradicar la pobreza. El pobre no era más que un objeto útil para las gentes con mayores recursos. ¿ Cómo se conseguía tener al pobre identificado y localizado ? Para responder a este interrogante, asomémonos a las instituciones que controlaban a los pobres.

3.2. Las instituciones asistenciales Modernas Podemos definir dos grandes tipos de instituciones asistenciales que se mantendrán a lo largo de toda la época Moderna : los Hospitales y las Cofradías. Los pósitos y las obras pías complementaban esta ayuda. La labor principal de los hospitales era la asistencia espiritual, seguida de la mate48 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 39. 49 Un brillante análisis de la doctrina de la utilidad social de la pobreza, defendida y patrocinada por las órdenes mendicantes, en Catharina LIS y Hugo SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial ( 1350-1850 ), Madrid, Akal, 1985, pp. 37-42. 15

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rial o terapéutica. Su fundación se remonta a la Edad Media : en Lyon, el inicialmente lla mado Hôpital du Pont du Rhône ( por situarse junto al puente que cruza el Ródano ) y más conocido por su nombre posterior, Hôtel-Dieu, fue construido a finales del siglo XII 50 por iniciativa de la cofradía de los Hermanos Pontifes ; el Hospital de San Antolín de Palencia fue seguramente fundado en la misma época aunque hay dudas aún sobre su origen51. Como la mayoría de los hospitales medievales, la finalidad de ambos no era simplemente de curar a los enfermos, sino también la de dar cobijo a los peregrinos y ali mentar a los pobres. En cuanto a sus administradores, el Hôtel-Dieu fue expropiado por el ayuntamiento a finales del siglo XV, con el fin de hacer frente al incremento de la población que requería tratamiento y cuidado : los supervisores religiosos ( monjes de la Chassagne ) fueron reemplazados por rectores municipales (cónsules de la ciudad), en cambio, el Hospital de San Antolín dependió del Cabildo catedralicio desde sus inicios 52. Ambos eran los hospitales más grandes e importantes, pero no los únicos. En Palencia estaba el hospital de San Blas, donde la orden hospitalaria de San Juan de Dios atendía a pobres enfermos, aunque era administrado por el ayuntamiento palentino 53. En Lyon coexistían los antiguos hospitales medievales y casi cerrados, como era el caso de La Madeleine para leprosos o la encomienda de Saint Antoine 54, con los construidos en el siglo XVI y que estaban en auge : a las afueras de la ciudad, había uno dedicado a los apestados y otros dos para recibir a los huérfanos de la ciudad ( Sain-Martin de la Chana ), apodado La Chanal, para niños y Sainte Catherine para niñas 55. Todos los hospitales lioneses dependían de la Limosna General. La Limosna General fue creada a raíz de la Grande Rebeyne56 de la primavera de 1529, momento en el que se tomó realmente en cuenta a los pobres. En un día, chicos 50 http://www.mlyon.fr/55082-l-hotel-dieu-classe-monument-historique.html, consultado el 7/03/14. 51 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, pp. 551-553. 52 Ibídem pp. 551-553. 53 Ibídem, p. 465. 54 Natalie ZEMON DAVIS, “Mal gobierno en el Hôtel-Dieu (Lyon, 1537-1543)” en Sociedad y Cultura en la Francia Moderna. Barcelona, Crítica, 1993, pp. 133-148. 55 Ver anexo 1 para situar ambos lugares. 56 Gran Revuelta. 16

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adolescentes, jornaleros, mujeres... y así hasta unas 2 000 personas, asaltaron el pósito municipal, el monasterio de los franciscanos y las casas de varias personas ricas e importantes de la ciudad, por estar hartas del alto precio del pan 57. Desde entonces, nada volvió a ser lo mismo en cuanto al menu-peuple58 se trata: la Grande Rebeyne fue el revulsivo para aceptar que los pobres eran un importante grupo social en Lyon y que algo se debía de hacer con él. A esto se le sumaron epidemias en 1530, y la carestía de alimento de 1531: Lyon estaba llena de miserables, así como de inmigrantes de los alrededores 59. Dado que hacia 1531 había unos 8 000 pobres lioneses 60, se tomó conciencia de que hacía falta una disciplina social sobre todo por temor a una nueva revuelta 61, y fue así como nació, primero temporalmente, y luego permanente en 1533, la primera obra de asistencia urbana en Lyon: l'Aumône Générale62, cuya oficina central se ubicó en el claustro de la iglesia franciscana de Saint Bonaventure 63. Obviamente fueron aquellos que más se quejaban de la población marginal quienes se pusieron manos a la obra para crear el nuevo servicio, una coalición de notables, católicos y simpatizantes del protestantismo y todos ellos azuzados por humanistas cristianos 64, y no una iniciativa religiosa, aunque el nombre parezca remitirnos a ella. Esta nueva institución copiaba las leyes parisinas repre sivas, que regulaban la asistencia de los pobres: se prohibía la mendicidad, había ayudas garantizadas institucionalmente, se obligaba al trabajo y a una voluntaria contribución del clero y burgueses a favor de los pobres 65. De este modo, se había de combatir la haraganería, el ocio y se controlaba la inmigración ( excluyendo los mendicantes forasteros ).

57 Natalie ZEMON DAVIS, “ El socorro de los pobres, humanismo y herejía ” en Sociedad y Cultura en la Francia Moderna. Barcelona, Crítica, 1993, pp. 33-82. 58 Título que se le daba al pueblo en general, aquel que no pertenecía ni a la nobleza, ni al clero, ni al pueblo con recursos para subsistir. 59 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp. 181-183. 60 Richard GASCON, Gran commerce et vie urbaine au XVIe siècle. Lyon et ses marchands ( environs de 1520 – environs de 1580 ). Gran commerce et vie urbaine. II, 2, D, le menu peuple, vol. 1, París, SEVPEN, 1971, pp. 400-403. 61 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, p.181-183. 62 Limosna General. Ver anexo 1. 63 Natalie ZEMON DAVIS, “Mal gobierno en el Hôtel-Dieu (Lyon, 1537-1543)” en Sociedad y Cultura en la Francia Moderna. Barcelona, Crítica, 1993, pp. 133-148. 64 Natalie ZEMON DAVIS, “El socorro de los pobres, humanismo y herejía”, en Sociedad y Cultura en la Francia Moderna. Barcelona, Crítica, 1993, pp. 33-82. 65 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp. 181-183. 17

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Para evitar problemas durante el reparto de dádivas, se asignaron a la Limosna General seis sirvientes atrapa-vagabundos o arqueros de pobres66. A ellos se le sumaban guardias asentados en las puertas de la ciudad de Lyon que trataban de contener la entrada de mendicantes forasteros. Es más: se prohibió que los barcos que navegasen por la Saona y el Ródano transportasen vagabundos67. Así pues, la Limosna General era la gran institución que controlaba la asistencia lionesa, garantizando el bien básico que tanto se ha negado y tantas revueltas ha causa do: el pan. Únicamente a los ancianos que no podían comerlo se les repartía la limosna directamente en dinero ; a los pobres vergonzantes se les llevaba el pan y el dinero a su propia casa, mientras que al resto se le daba pan y, ocasionalmente, dinero 68. Por el contrario, la asistencia Palentina quedó en manos de los religiosos durante toda la época Moderna puesto que la coordinación de toda la red asistencial estaba en manos del propio Hospital de San Antolín que servía de sanatorio para curar enfermos pobres, Inclusa y hasta de hospital militar. Sin embargo, los hospitales no eran los únicos centros asistenciales, siendo apoyados por las cofradías. Estas están arraigadas desde antiguo en la sociedad tradicional, combatiendo ataques contra la fe, el hambre, la enfermedad. En la provincia de Palencia, había casi 1.000 cofradías en 1771 69, lo que significa que buena parte de la población urbana pertenecería a una, puesto que la ciudad rondaba por aquel entonces los 10.000 habitantes. Sus nombres estaban relacionados con su fin principal, como la del Santísimo, que se dedicaba a la exaltación de Cristo. Pero las que más nos interesan son las que te nían, además de las funciones religiosas, carácter asistencial. A partir del siglo XVII, en Lyon, y posiblemente por la situación dramática de la ciudad, a las cofradías medievales se les sumaron nuevas hermandades con el fin especí66 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp.181-183. 67 Aunque las insistentes y continuas órdenes de expulsión de vagabundos demuestran la poca efectividad de las mismas... Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp.181-183. 68 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp.181-183. 69 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 424. 18

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fico de dedicarse a la caridad. Por ejemplo, la cofradía medieval de la Sainte Trinité atendía a pobres vergonzantes, labor también desempeñada por la nueva hermandad de Pe nitentes Negros del Muy Santo Oficio 70. De la misma manera, a orillas del río Carrión, los pobres vergonzantes eran atendidos por la cofradía de La Caridad, que también asistía a todos los pobres enfermos de la ciudad que no podían ser atendidos por el Hospital de San Antolín. Además, la orden hospitalaria de San Juan de Dios se encargaba de enterrar a los pobres que fallecían en los dos hospitales palentinos 71. La cofradía de la Trinidad y Concepción y la de la Santa Vera Cruz apoyaban al Hospital de San Antolín en su labor por el cuidado de la infancia, escolarizando a unos seis niños la primera, y vistiéndolos la segunda 72. La inclusa del Hospital de San Antolín existía seguramente desde sus inicios, cuando ya contaba con un cuarto exclusivo para los pequeños expósitos73. Tras un periodo de crianza hasta los siete años, si no eran adoptados por una ama de cría, se quedaban a cargo del Hospital, recibiendo instrucción cristiana y se les enseñaba las primeras letras. A los chicos se les intentaba orientar hacia el aprendizaje de un oficio ( contratos que conseguía el Hospital ) y a las chicas hacia las labores de hilado para las fábricas de lino, lana y medias de la ciudad 74. El caso lionés es muy similar al palentino en cuanto al trato de los más pequeños, aunque no parece haber cofradías o hermandades que ayudasen a los orfanatos : la Chanal para niños huérfanos o hijos legítimos a los que sus familias no podían alimentar ( los vástagos de familias pudientes iban al Collège de la Trinitié 75 ), y el hospital de Sainte Catherine para niñas que iban a ser educadas como buenas amas de casa y sirvientas, pero sobre todo eran orientadas, nada inocentemente, hacia la industria de la seda 76. 70 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 356-377. 71 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 445. 72 Ibídem, p. 442. 73 Ibídem, p. 629. 74 Ibídem, p. 672-673. 75 Richard GASCON, Gran commerce et vie urbaine au XVIe siècle. Lyon et ses marchands (environs de 1520 – envi rons de 1580). Gran commerce et vie urbaine. II, 2, B, le profil du groupe: diversité des originies, cohésion du groupe, attrait des offices, éducation, vol. 1, París, SEVPEN,1971, pp. 400-403. Ver también el anexo 1. 76 Natalie ZEMON DAVIS, “ Women in the Crafts in the Sixteenth-Century Lyon ”. Femenist Studies, VIII, 1, Spring 19

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Para terminar, existían los pósitos y las obras pías. Los pósitos eran graneros comunales con función crediticia. Las obras pías mitigaban la pobreza repartiendo pan, vis tiendo a los harapientos, y extendiendo la labor educativa entre los jóvenes. La mayoría de éstas desaparecerán en la crisis finisecular del Setecientos 77. Así pues, la red asistencial antiguorregimental está constituida por hospitales, cofradías, pósitos y obras pías. Estas instituciones sirven para aliviar la pobreza, mas en ningún momento tiene intención de erradicarla : se mantiene, por ahora, al pobre útil redentor de los privilegiados, además de contribuir a lo que Callaham ha llamado paz social borbónica : un contrato social entre privilegiados y clases populares con el fin de evitar las tensiones y conflictos78. ¿ En algún momento de la Historia alguien ha querido acabar con la pobreza de verdad ? Puede que la Ilustración se plantease dicha meta.

3.3. Ilustración y Revolución : un cambio en la mentalidad El siglo XVIII vio nacer en Francia la filosofía de las Luces, la fisiocracia y el Humanitarismo. Las Luces consideraban que el Hombre era perfecto, por lo que no necesitaba la existencia de Dios y que por eso la suerte de los pobres nada tenía que ver con el pecado Montesquieu y Voltaire señalaron que ahí donde se repartían más limosnas era donde había más miseria79. Sin embargo, en el Reino de España, la Ilustración no estaba de acuerdo con este punto : la existencia de Dios fue en todo momento incuestionable e innegable. Por su parte, los fisiócratas afirmaban que la caridad era una actividad econó mica como cualquier otra y que por eso mismo la Iglesia no tenía que inmiscuirse en ella. Finalmente, los humanitaristas, con el fin de mejorar la condición humana, hicieron lo im posible por resolver el problema de la pobreza, como lo atestigua el concurso anual de la Academia de Lyon en 177780. Es decir, menos en España, la degradación de la opinión 1982, pp. 47-80. 77 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 471-490. 78 Ibídem, p. 490. 79 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 45. 80 Ibídem, p. 44. 20

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hacia los religiosos era evidente, siendo considerados improductivos e inútiles en su labor para erradicar la pobreza. Es así como surgió el concepto de obligación social, laico en Francia, hacia la sociedad y los desprotegidos. De la misma manera, como los mendigos y vagabundos no eran más que una calamidad e incluso una plaga, la obligación social exigía que se les persiguiese y se les encerrase para que no contagiase al resto de la sociedad. Fue la Revolución Francesa la que vio cristalizar la mayoría de estos ideales 81. Las ideas ilustradas penetraron en el Reino de España, asegurando que la mejor manera de acabar con la pobreza era mediante el trabajo. Si se daba trabajo al pobre, se llegaba a una solución económica, política y moral que beneficiaba a toda la comunidad 82. En la primera mitad del siglo XVIII, los economistas mercantilistas del momento basaban la riqueza de un país en su producción y, por lo tanto, en sus productores. De esta forma, dando trabajo a los vagos teóricamente se incrementaría la producción del país, enrique ciendo tanto a sus pobladores como a la Hacienda Real. Esta medida, apoyada por los ilustrados Campomanes y Jovellanos, se quedó en la teoría porque al poco de intentar poner en marcha este sistema, se vio que obligando a personas a trabajar horas y horas en algo que no les convenía o no les gustaba, se perjudicaba a la propia manufactura que los explotaba. Además, si se daba trabajo a los desempleados, se evitaba que estuviesen delinquiendo, robando o mendigando por las calles, por lo que sería beneficioso para la so ciedad política. Sin embargo, al no estar a gusto, se huía de la reclusión y caía en la delincuencia. Y, finalmente, facilitando un trabajo a estas personas, se les alejaba de los malos hábitos, limpiando su moral, como defendía el padre Feijoo años antes. Por ejemplo, las mujeres libertinas o licenciosas eran enviadas a La Galera madrileña o al Correccional de San Fernando de Henares, donde Pablo de Olavide las maltrataba 83. Como estas soluciones no parecían tener en la práctica mucho futuro, la Sociedad 81 Desarrollaremos este tema en el apartado 4.2. 82 Jacques SOUBEYROUX, Paupérisme et rapports sociaux à Madrid au XVIII ème siècle. Lille y París, Atelier Reproduction des thèses, Université Lille III, 1978, pp. 328-367. 83 Victoria LÓPEZ BARAHONA, El cepo y el torno. La reclusión femenina en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, editorial Fundamentos, 2009, pp. 149-212. 21

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Económica de Amigos del País, fundada en 1775, una de cuyas funciones principales era buscar soluciones nuevas en materia de asistencia, decidió en 1782, al igual que las élites de otras ciudades europeas como Lyon que hemos visto anteriormente 84, promover una encuesta pidiendo opiniones sobre cómo terminar el problema de la pobreza, Resumiendo, el resultado fue el mismo que el propuesto por otras instituciones: contra la vagancia, el trabajo. Las nuevas ideas no tardarían en llegar a los diversos ámbitos de la sociedad, y la asistencia no iba a ser olvidada. ¿ Pero llegaron de la misma manera a Lyon y Palencia ? En este apartado, hemos visto cómo las instituciones asistenciales modernas sirven entre otras cosas para mantener el orden establecido en el Antiguo Régimen y evitar así conflictos sociales, mas en ningún momento sirven para borrar la pobreza de la faz de la Tierra puesto que el pobre no deja de ser algo útil... ¿ o más bien molesto desde el punto de vista ilustrado ? Para resolver este y otros interrogantes, conviene analizar la puesta en práctica de la teoría ilustrada.

4. LA ILUSTRACIÓN LLEVADA A LA PRÁCTICA Según la tesis de Michel Vovelle, el progresivo aumento de la descristianización de una sociedad es proporcional a la bajada de la caridad 85. ¿ Lyon y Palencia respaldarán esta teoría ? ¿ Consiguieron erradicar, o al menos disminuir la pobreza ?

4.1. El “gran confinamiento” : ¿ una práctica generalizada ? A partir de la segunda mitad del siglo XVII, el pobre, el mendigo y el vagabundo son - aún más - separados forzosamente de la sociedad porque solían ser vistos como la encarnación del Mal, y un peligro para el orden público, siempre vinculados a acciones violentas o a motines. : o bien se les deportaba a las colonias, o bien se les encerraba en 84 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, p. 468 ; y también Jacques SOUBEYROUX, Paupérisme et rapports sociaux à Madrid au XVIII ème siècle. Atelier Reproduction des thèses, Université Lille III, Lille y París, 1978, pp. 125-127. 85 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 42. 22

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hospitales generales. La sociedad por su parte, rechaza a los pobres deportados mientras que se interesa por los recluidos. Nacía así lo que Foucault ha llamado el Gran Confinamiento86. En realidad, esta explicación poco sentido tiene para el caso palentino. De las revueltas del XVIII, cabe destacar la del 23 de abril de 1766, cuyos instigadores y protago nistas no fueron otros que los miembros de gremios como el de la lana. En la documentación manejada, nada hace pensar que se culpabilizase o siquiera estuviese presente algún tipo de pobre87. Las medidas fueron coherentes, responsabilizando a los presuntos culpables, y por lo tanto, los pobres palentinos no fueron ni reprimidos ni encerrados, o al menos eso es lo que podemos deducir de la bibliografía utilizada 88. No se puede decir lo mismo de Francia. En un primer momento, Colbert es reticente a este cambio debido a sus principios morales, pero aún así, habrá deportaciones a las Antillas. Al fallecer Colbert, estas nuevas ideas evolucionan llevándose más allá. En 1719, por orden judicial, los miserables y vagabundos son mandados a las colonias. Para que esto se llevase a cabo, hubo muchas redadas de mendigos muy duras. Al poco tiempo, en 1720, precisamente por esa dureza extrema, pero también por acabar con las hostilidades contra la Compañía de Indias que por aquel entonces tenía el monopolio de la zona del Caribe, esas deportaciones fueron ilegalizadas. Como sabemos, desde los siglos XVII y XVIII, los hospitales generales acogieron a pobres, mendigos y vagabundos. Aunque, bueno, podrían considerarse como cárceles ( una vez se entraba, nunca se salía ) y como talleres ( el trabajo era obligatorio si se estaba en condiciones ) : en Francia, Lyon fue el modelo a seguir desde 1614 hasta 1789. Se prohibió la mendicidad : fueron encerrados y obligados a realizar trabajos forzados 86 Luce GIARD, Michel Foucault. Lire l'oeuvre, éd. Jérôme Millon, p. 215. (Google Books). El despliegue práctico de esta doctrina, a través de los Hospitales Generales, Workhouses, Hospicios y Correccionales, en Catharina LIS y Hugo SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial ( 1350-1850 ), Madrid, Akal, 1985, pp. 137-149. 87 Carlos E. CORONA BARATECH, “Los sucesos de Palencia en abril de 1766”, Cuadernos de Investigación Histórica, 3, 1979, pp. 35-54. 88 Por el contrario, en otras ciudades españolas, como Madrid o Zaragoza, sí se les acusó de participar activamente en los disturbios de 1766, como puede comprobarse en José Miguel LÓPEZ GARCÍA, El motín contra Esquilache. Crisis y protesta popular en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Alianza, 2006, pp. 174-180 y 216-222. 23

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sólo los que vivían en Lyon desde hacía, al menos, siete años. Los pobres fueron repartidos entre el Hospital de Saint Laurent, el Hôtel-Dieu ( enfermos ) y la Charité ( incurables ). Así aumentó el número de encerrados, provocando la necesidad de mayores espacios para poder acogerlos 89. Esto nos lleva a ver que, aunque la imagen del pobre como término general, sea aquel que vive en un mundo aparte, la realidad es que es la propia sociedad la que le obliga a vivir en ese otro mundo. Estas formas de atacar la pobreza fueron rechazadas por un sector de la socie dad : las antiguas formas de asistencia ( limosna, hermandades ) siguen existiendo y se renuevan. Hay incluso grupos que siguen viendo en los pobres la imagen de Cristo en la Tierra. Efectivamente, cuando la policía o los arqueros de pobres capturaban mendigos, el menu-peuple solía ponerse de parte del detenido, al menos en las ciudades 90. Hemos visto las distintas hermandades o cofradías que existen desde la Edad Media, y también las que surgen en el XVII, y que todas ellas se ocupan de los pobres. Hemos visto la herman dad de Penitentes Negros del Muy Santo Oficio, a la que se le sumó la hermandad de los Penitentes de Misericordia que atendía a prisioneros ya condenados a muerte. A estas hermandades se les sumaban compañías o hermandades femeninas de las que podemos destacar en 1677 la Compañía de Damas que atendía a los pobres de Saint Nizier ( nunca a los mendigos ) así como sociedades religiosas secretas como las Aas y la Compañía del Santo-Sacramento. Las Aas buscaban más la transformación interior de sus miembros que en la acción directa sobre la sociedad 91. Actuaban discretamente y por ello poco se sabe sobre ellas. En cambio, de la Compañía del Santo-Sacramento se tiene larga información. Ésta procuraba que el encierro fuese más riguroso, para que los reclusos volviesen al recto camino de la salvación. Llegó a ser muy poderosa en Lyon, y por ello Mazarino luchó para que desapareciese ya que tenía miedo de que ese poder llegase a 89 Como se verá más adelante, se pusieron en marcha obras para edificar nuevos centros de reclusión. Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 289-349. 90 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, p. 356. 91 Ibídem, p. 377. 24

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dominar el Reino de Francia. Los centros de reclusión y encierro evolucionan lentamente. Para empezar, dejarán de ser los hospitales, pues en este momento se piensa que estos han de dedicarse a cuidar de pacientes y no de pobres, tomando su relevo los Depósitos o Centros de mendicidad92. En 1724 se intenta centralizar la asistencia social dado que muchos planteamientos y patrones eran similares (por no decir idénticos) en las ciudades francesas. El plan fracasa ( aunque no del todo porque ha conseguido sembrar la semilla para que en un futuro la asistencia en Francia sea centralizada 93 ) porque cada centro quiere seguir manteniendo su independencia y porque las reformas que se debían de aplicar resultaban ser demasiado costosas ( por ejemplo: la vigilancia era complicada, teniendo que hacer frente a múltiples fugas, y también por problemas de espacio ). Estos últimos intentaron ser subsanados primero con un donativo por parte del gobierno ciudadano de una torre de la muralla de la ciudad para encerrar a mendicantes 94 y después con la construcción de un nuevo recinto, que se hizo esperar casi treinta años: en 1759 abrió las puertas la manu factura Bicêtre ( que no centro de mendicidad 95 ), dejando la Charité para niños únicamente. En 1768 se abrió otro centro, la Quarantine, y éste sí que fue una cárcel de mendigos ( atendía a vagabundos, prostitutas, … ). Bicêtre mucho se hizo esperar para el poco tiem po que estuvo operativo: en 1783 fue cerrado, llevando a todos sus acogidos a la Quarantine. Este centro obligaba a trabajos muy penosos y sus guardias eran soldados armados. No había jóvenes ya que éstos eran enviados directamente al campo desde 1784, vistiéndolos y atribuyéndoles una pensión anual. A partir de los veinte años los varones, y de los dieciocho las mujeres, eran libres. A estos sitios se les sumaban los talleres de caridad 96. Éstos se encargaban de

92 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 419-489. 93 Ibídem, p. 489. 94 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp. 181-183. 95 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, pp. 419-489. 96 Ibídem, pp. 465-467. 25

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coordinar trabajos ( forzados ) públicos desde 1771, realizados por nuestros miserables protagonistas, y no precisamente en zonas de miseria. De nuevo, estos centros de reclu sión, estas auténticas cárceles que servían de símbolo de violencia y terror para así poder llevar a cabo la nueva política social, despertaron un sentimiento de repulsa por parte de la población, que llegó a amotinarse 97. Los cambios legislativos son fáciles de acometer; los cambios en las mentalidades son de larga duración, y la sociedad aún no estaba pre parada para aguantar eso. Ni esa sociedad, ni ninguna. Desde 1700 se constata un despoblamiento del ámbito rural. Por eso, decidieron mandar a niños y niñas a trabajar allí, pero siempre con una educación básica primero. También existía una preocupación por qué trabajo dar a las personas encerradas: desde 1769 se lanzan campañas publicitarias en busca de ideas 98. Sobreviven ciertas instituciones asistenciales medievales, mas desde 1731 nada se sabe de la antaño poderosísima Compañía del Santo-Sacramento. En octubre de 1789 se crea una sociedad filantrópica, para asistir a domicilio, dando pan y carbón a los necesitados. También cuidará de que los talleres-escuela infantiles sigan existiendo y se siga impartiendo, contrariamente a lo que se podría suponer vista la fecha, una formación religiosa 99. Podemos decir entonces que la práctica del encerramiento no fue aplicada en todas las ciudades europeas, a menos que Palencia sea un caso excepcional ; para salir de dudas, habría que plantear un estudio comparativo con otras ciudades con un número de habitantes similar al de Palencia. Además, al haberse puesto las bases para una futura asistencia estatal francesa, entre 1724 y 1789, el interés del Estado por el pauperismo no hizo más que aumentar. De esta forma, tras perseguir la pobreza, el Estado ayuda ( especialmente cuando Necker estuvo al mando de las finanzas francesas ) fundamentalmente a los huérfanos100. La Revolución Francesa buscará el sistema 97 Bronislaw GEREMEK, La piedad y la horca. Madrid, Alianza, 1989, pp. 237-246. 98 Jean-Pierre GUTTON, La société et les pauvres. L'exemple de la généralité de Lyon 1534-1789. París, Les Belles Lettres, 1971, p. 468. 99 Ibídem, pp. 485-489. 100 Ibídem, pp. 485-489. 26

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asistencial ideal que habría de acabar definitivamente con la pobreza.

4.2. La búsqueda del sistema asistencial ideal durante la Revolución Para poner en marcha estas nuevas ideas, habría que contar con nuevos benefactores, como el Estado. Necker sostenía en 1784 que la pobreza es una de las condiciones inseparables del estado de sociedad por lo que el Estado había de actuar para ayudar101, pero sus medidas no serían más que paliativos. Los diputados de la Asamblea Nacional, a quienes importaba de verdad la eliminación del problema puesto que la men dicidad era una humillación nacional, fueron los primeros en poner realmente en marcha estas ideas. Así, en 1790, el Estado tomó las riendas de la asistencia pública, creando el Comité de Mendicidad102. Su papel era el de diagnosticar la situación y proponer los remedios pertinentes ; el Comité de los Socorros tendría la responsabilidad de distribuir las ayudas. Pero no hubo una homogeneidad ni en la concepción ni en la puesta en marcha de las nuevas ideas. Así, podemos resaltar dos grandes tendencias : la de los jacobinos y la de los liberales. Desde La Rochefoucauld-Liancourt, se estima que los ciudadanos que trabajaban y tenían propiedades podían ser socorridos 103 ( pero un pobre, por definición, no tiene absolutamente nada ). Por su parte, los jacobinos defendían un sistema de asis tencia para todos los buenos ciudadanos, contrariamente a los liberales ( como los Termi dorianos ) para quienes la caridad era intolerable. Su razón era simple : incitaba a la ociosidad. Cuando estos últimos llegaron al poder, en 1794, disminuyeron las ayudas a los hospitales, lo que condenó, en ese momento de malas cosechas y seguidas del duro invierno de 1795, al sufrimiento de una gran parte de la población francesa 104. El Comité de Mendicidad estaba compuesto por personas muy implicadas 105 : en 101 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 47. 102 Yannick BOSC y Sophie WAHNICH, Les voix de la Révolution, Paris, La Documentation française, 1990, pp. 351352. 103Ibídem, p. 364. 104 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 60. 105 Ibídem, p. 53. 27

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18 meses se reunió setenta veces, elaborando un Plan de Trabajo y siete informes. Ade mas, coordinando las estadísticas a nivel nacional, analizó y presentó ante la Asamblea los resultados : el paro era la causa principal de pobreza en el reino. Para atajar esto, había primero que conseguir una sociedad igualitaria, lo que era posible garantizando un acceso al mercado del trabajo a personas válidas, sustituyendo las limosnas por ofertas de empleo porque tenían derecho a la subsistencia por el trabajo 106. Para los Jacobinos, el que no trabaja por el bien común está faltando a su deber de ciudadano y, por lo tanto, había de perder sus privilegios recién conseguidos. La Asamblea Nacional creó una Caja de socorro para niños, mayores, enfermos y discapacitados, los cuales recibieron así una pensión gracias a la ayuda del Comité de la Armada y pudieron mantener – en teoría – su estatus de ciudadanos107. La asistencia francesa estaba mayormente controlada por la Iglesia ayudada por los donativos de las elites locales ( caridad cristiana ). Todos sus centros pasaron a de pender del Estado tras la nacionalización de los bienes del clero ( noviembre 1789 ). Si guieron en funcionamiento y fueron protegidos por los jacobinos, retrasando su inevitable cierre completo bajo el régimen del Directorio, en mano de los termidorianos debido a la desastrosa situación económica y también por la ideología radicalmente distinta. Lo que ningún gobierno francés toleró fue la mendicidad o el vagabundeo. El revolucionario no sería menos, sobre todo cuando se vio la posibilidad de que los vagabundos estuviesen ligados a la chouanerie. Desde Luis XIV existe la idea de encierro de pobres108 que será retomada en 1767, cuando el poder real ordenó arrestar a todo mendigo o vagabundo ; como los hospitales ya rebosaban de mendigos, quienes no querían seguir encerrados, causando grandes desórdenes 109, hubo que crear una red municipal de Depósitos de mendicidad que no fue más que, en palabras de Michel Foucault, una red de 106 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, p. 59. 107 Jean IMBERT (dir.), La protection sociale sous la Révolution Française, Paris, Association pour l'étude de l'histoire de la Sécurité Sociale, 1990, p. 196. 108Ibídem, p. 23. 109 Arlette. FARGE, La déchirure : souffrance et déliaison sociale au XVIIIe siècle, Montrouge, Bayard, 2013, p. 203. 28

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lugares de reclusión, encierro y de refuerzo de la marginalización del marginado 110. Es así como la Revolución Francesa vio cristalizar las ideas concebidas durante el siglo XVIII. La descristianización de la sociedad empieza, reflejada por ejemplo en la laicización de la asistencia, así como el encierro de los marginados en los depósitos de mendicidad.

4.3. La crisis finisecular : el colapso del Hospital de San Antolín y la erradicación de los ideales asistenciales revolucionarios La situación de España y Francia entre finales del siglo XVIII y principios del XIX es similar, además de estar muy ligada : crisis económicas, climáticas y políticas, se combinan con un estado de Guerra. La Francia revolucionaria sufrió una inflación creciente insostenible a lo largo de los años 1790, y por ello recortó las subvenciones a los más desfavorecidos, obligando a los hospitales a admitir y mezclar miserables que nada tenían que ver los unos con los otros ( pobres, enfermos psíquicos 111, ludópatas, alcohólicos ). Esto desencadenó problemas de disciplina y acrecentó el sufrimiento de estos prisioneros por falta de cuidados112. La guerra y los golpes de Estado ( Termidorianos ) desestabilizaron aún más la situación, vaciando las arcas estatales y hacinando soldados heridos en los hospitales, dejando en la calle a pobres y enfermos puesto que los defensores de la patria habían de ser priorizados. Lyon, como gran ciudad de Francia y con instalaciones suficientemente analizadas en este trabajo, fue una ciudad profundamente afectada por esta situación. El fin del periodo revolucionario demostró que la coyuntura fue más fuerte que las esperanzas y el impulso entusiasta de los revolucionarios para vencer la pobreza.

110 Luce GIARD, Michel Foucault. Lire l'oeuvre, éd. Jérôme Millon, p. 215. (Google Books). Los cambios culminarían en 1796, cuando los ayuntamientos crearon Oficios de la Caridad para organizar la asistencia a domicilio, que se financiaría mediante octrois, de suerte que el menú-peuple acabó financiando su propia asistencia. En Catharina LIS y Hugo SOLY, Pobreza y capitalismo en la Europa preindustrial ( 1350-1850 ), Madrid, Akal, 1985, p. 227. 111 Yannick BOSC y Sophie WAHNICH, Les voix de la Révolution, Paris, La Documentation française, 1990, p. 390. 112 Alan FORREST, La Révolution Française et les pauvres, Paris, Perrin, 1986, pp. 88-90. 29

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La documentación sobre la contabilidad del Hospital de San Antolín es en general incompleta, y de lo que nos ha llegado se constata que en el tránsito de los siglos XVIII al XIX el centro asistencial tenía más ingresos que gastos. Las malas cosechas encarecieron los precios de los mantenimientos, llevando a un empobrecimiento general, a un au mento del hambre y de las enfermedades : los pobres eran los más indefensos y, por lo tanto, los más afectados. Podemos ver cómo en 1796, el Hospital atendía a más gente de la que era capaz ( había 58 camas y diariamente dispensaba cuidados a una media de 100 personas )113. A esto se sumó que la institución se quedó sin ahorros : como era poseedor de vales reales y de acciones en el Banco Nacional de San Carlos y en los Cin co Gremios, los problemas de la Hacienda Real afectaron sobremanera, obligándola a pedir préstamos y a vender parte de sus bienes raíces. Ante tal situación, y posiblemente previendo las consecuencias de la desamortización de Godoy que en 1807 afectarían al Hospital de San Antolín ( que no fueron tan funestas como habría cabido esperar ) , en 1802 el Ayuntamiento de Palencia decidió ayudar a las instituciones asistenciales, financiando parte de las camas del Hospital, así como suministrando ayuda económica a cofradías como la de La Caridad. Tras la creación de la Junta de Policía y Sanidad en 1804, la corporación municipal reconoce la incapacidad de la asistencia tradicional, por lo que co mienza la secularización de la asistencia palentina 114. El término del siglo XVIII fue duro para Lyon y Palencia. La crisis económica francesa obligó la privatización de algunos servicios asistenciales en 1798, volviendo así a la caridad privada, seguida del advenimiento de Napoleón, quien devolvió prácticamente toda la asistencia a la Iglesia. Mientras tanto, en Palencia se abría una nueva e inédita fase en la asistencia al necesitado. Así pues, la teoría ilustrada fue llevada a la práctica de manera desigual. Mientras que en Palencia el pobre fue tratado como un pobre útil, cuidado y auxiliado a lo largo de 113 Alberto MARCOS MARTÍN, Economía, sociedad y pobreza en Castilla: Palencia, 1550-1814, Palencia, Diputación Provincial de Palencia, 1985, p. 689. 114 Ibídem, p. 689. 30

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toda la época Moderna, otras grandes ciudades como Lyon o Madrid encerraron y esclavizaron a sus pobres. La crisis finisecular afectó a ambos estados, lo que supuso un cambio decisivo en sus sistemas asistenciales, secularizándose en un caso, y volviendo a las manos de la Iglesia en el otro. Parece ser que las ideas pierden fuerza cuando las circunstancias son verdaderamente adversas.

5. CONCLUSIÓN A lo largo de este ensayo, hemos analizado la evolución de la percepción social de la pobreza desde el Medievo hasta finales del Antiguo Régimen, tomando como refe rencia lo acaecido en dos urbes manufactureras de Francia y España, un largo periodo en el que el pobre pasó de ser útil para los privilegiados a un delincuente que amenazaba el orden público, aunque en Palencia no se llegase a dar este paso. Este sentimiento au mentó proporcionalmente con el auge de la depauperización causada por la expropiación de los campesinos y de la privatización de los medios de producción, provocados por un cambio social que corrió parejo a la primera acumulación primitiva de capital. Esta expulsó a muchos campesinos del mundo rural, llevándolos a morir socialmente en las grandes ciudades. Sin hogar, sin destino, sin familia. Cayeron en la mendicidad ya que otra cosa no podían hacer, dada la precariedad de la oferta de empleo imperante en Lyon y Palencia. Todas ellas tocaron fondo y, encima, se las persiguió. Pero desde mediados del siglo XVIII, parece que hay un intento serio por poner fin a su marginación, interviniendo el Estado. En Francia, el movimiento descristianizador del XVIII culmina en la Revolución Fran cesa, momento en el que el Comité de Mendicidad y su pasión por una mejora de la situa ción parecía poder poner punto y final a todos estos abusos, pero no fue más que un espejismo : perseguidos y reducidos a la esclavitud, fueron traicionados de nuevo por este Estado revolucionario que osaba incluso afirmar que los pobres eran el verdadero pueblo115. En España, las ideas ilustradas también calaron, aplicando una regla de San 115 Según la cita de Collot d'Herbois de noviembre de 1793, en : Michel BIARD y Hervé DE CHRISTEN, « Familles lyonnaises victimes du siège de Lyon en 1793 », Annales historiques de la Révolution Française, CCCXXXIX, 31

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Benito laica, un calla y trabaja, confinando a estos desdichados a trabajos forzosos cuyos resultados – el Paseo del Prado y otras construcciones monumentales – hacen las delicias de turistas dos siglos y medio después en la capital del Reino. Pero el poder civil no se implicó en estos asuntos en Palencia hasta principios del siglo XIX, dejando hasta entonces todo el control de la caridad a las autoridades religiosas, quienes ni despreciaron ni maltrataron al pobre, aunque se valieran de él para mantener sus privilegios, llegando incluso a darle una posibilidad de inserción en la sociedad. Palencia y Lyon siguen siendo a día de hoy ciudades de acogida y urbes indus triales, pero también continuan manteniendo sus diferencias tanto poblacionales como asistenciales. El Hospital de Sainte Catherine educó a niñas hasta la primera mitad del siglo XX. El Hospital de San Blas es hoy un centro sociosanitario perteneciente a la Orden de San Juan de Dios que atiende a discapacitados mentales y a drogodependientes 116. De los dos principales hospitales de estas ciudades, podemos decir que el de San Antolín se mantuvo como gran centro asistencial hasta bien entrado el siglo XIX, albergando actualmente una residencia para la Tercera Edad y dependiendo como siempre del Cabildo117, mientras que el Hôtel-Dieu siguió acogiendo a pacientes hasta el año 2010, y se prevee su reapertura en 2016 como hotel de lujo 118, muy acorde con su finalidad inicial. Empezamos este trabajo con la definición del papel del escritor según Albert Camus. Esta definición puede aplicarse de igual manera al historiador quien, contrariamente a lo que se dice, no está para dar voz a nadie sino para visibilizar a los que se intentó esconder : todas y cada una de las personas que hemos citado han tenido y siguen teniendo voz, lo que hay que hacer es escucharlas atentamente, pues sus palabras retumban en los archivos. Esto es lo que hemos intentado hacer en este escrito, para que todas ellas salgan del olvido y recuperen su lugar en la Historia universal. 2005, 1, pp. 170-172, http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/ahrf_0003-4436_2005_num_339_1_2758_t1_0170_0000_2, consultado el 2/12/2013. 116 http://www.sanjuandedios-palencia.com/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=5 , consultada el 23/04/14. 117 http://www.diocesispalencia.org/catedral/palcabildo.htm , consultada el 23/04/14. 118 http://www.lyon.fr/page/projets-urbains/amenagements-urbains-et-travaux/hotel-dieu.html , consultada el 23/04/14. 32

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7. ANEXOS Me pareció interesante ilustrar el trabajo con mapas de las ciudades estudiadas para visualizar en su contexto urbano los lugares citados a lo largo del escrito. · Anexo 1: “ Lion. Ville très considerable du Royaume de France ”, Nicolas de Fer, 1705. Para Lyon, los mapas del siglo XVI no nos valían porque del siglo XVI al XVIII hubo gran des cambios arquitectónicos en la ciudad ; por eso finalmente opté por uno de principios del siglo XVIII. A estos emplazamientos me gustaría haber añadido otros como, por ejemplo, La Quarantine, pero me ha sido imposible localizarlo con los medios a mi alcance. En : http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8493279j

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· Anexo 2: “Palencia”, Francisco Coello, 1852. Al no encontrar mapas de los siglos estudiados, he seleccionado el mapa más antiguo de la ciudad de Palencia, que elaboró Francisco Coello en 1852. En : http://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=12064

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