Patria. Nación e Identidad.doc

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Descripción

PATRIA, NACIÓN E IDENTIDAD:
Temas tratados por el Arzobispo Roberto González
en su Carta Pastoral y sus paralelismos
con la obra de Monseñor Antulio Parrilla Bonilla*
Carmelo Delgado Cintrón**

"La iglesia se reconoce obligada a insistir sobre la raíz
espiritual de la persona humana y su expresión comunitaria
llamada identidad nacional".

Monseñor Roberto González Nieves[?]

"Muchas veces el no hablar es una imprudencia terrible".
Monseñor Antulio Parrilla Bonilla[?]

"El santo de nuestros días, por varias razones vuelve a ser
una personalidad fuerte, un testigo visible de Cristo, y
necesita serlo porque tiene que confrontarse con un mundo
paganizado, materialista, ávido de riquezas, poder,
placeres sensuales y muy celoso de mantener intactas sus
injustas e inhumanas estructuras".

Doctora Margot Arce de Vázquez [?]


I
Un imperativo moral



Uno de los acontecimientos más importantes—sino el más—ocurridos durante
el pasado año fue la publicación de la Carta Pastoral sobre patria, nación
e identidad: don indivisible del amor de Dios suscrita por el Arzobispo
Metropolitano de San Juan, Monseñor Roberto González Nieves el 15 de agosto
de 2003. La referida epístola tiene un prólogo del Cardenal Luis Aponte
Martínez. Nos dice, "Considero que es un aporte de gran envergadura no sólo
para las comunidades eclesiales, sino también para toda la sociedad
puertorriqueña". Es emblemático que un miembro del episcopado
puertorriqueño se exprese en estos momentos sobre estos importantes y
fundamentales temas. Los tres son cuestiones de uso común y normal en
cualquier sociedad que no tenga las peculiaridades de la nuestra. Entre los
naturales de Puerto Rico, por su sujeción colonial los mismos constituían y
— aún en algunos sectores—constituyen asunto controversial. La emisión de
la Carta Pastoral nos demuestra la valentía, la sapiencia, el amor y la
dedicación a su grey y a ésta, en su forma colectiva: la nación borincana,
del director espiritual de los católicos de la Arquidiócesis de San Juan,
nuestro Arzobispo. En otros países y en otros tiempos, miembros del
episcopado y de la clerecía abordaron, con igual responsabilidad y
patriotismo, temas de similar importancia. Aun en circunstancias difíciles
y controversiales. Entendieron que su ministerio espiritual los obligaba a
estar incondicionalmente con sus compatriotas en la defensa de los mejores
y más caros intereses colectivos. Me refiero primero al Arzobispo Francesc
Vidal I Barraquer, Cardenal de Tarragona, quien fue un defensor tenaz de la
cultura y la lengua catalana frente a poderosas fuerzas políticas
disolventes y que fue el único cardenal que se opuso y no firmó la carta
colectiva del episcopado español sobre la guerra civil. Hecho que le valió
muchos sinsabores y el exilio y el nombre glorioso de, "El Cardenal de la
Paz". Otro fue el Obispo de Cuba, Monseñor Juan José Díaz de Espada. "El
Obispo Espada", quien en días procelosos para su diócesis, allá por las
calendas de 1820, protegió al presbítero Félix Varela, y junto al
Intendente de Ejército y Hacienda, Alejandro Ramírez y la Real Sociedad
Patriótica de Amigos del País, creó las condiciones para la búsqueda de
mayores libertades y la difusión de la cultura y la educación liberadora.
El obispo Espada fue mentor, ¨protegió y alentó a cuanto cubano benemérito
era digno de ello, en su época surgieron los padres José Agustín Caballero
y Ricardo Ramírez, el presbítero Félix Varela, José de la Luz Caballero,
José Antonio Saco, Nicolás Manuel Escobedo, José Agustín Govantes, Leonardo
Santos Suárez, el presbítero Francisco Ruiz y otros muchos, cuyos talentos
fue el primero en celebrar y premiar.¨[?] En iguales condiciones se
encontró el único Obispo puertorriqueño del siglo XIX, Monseñor Juan Alejo
de Arizmendi, quien también figura entre quienes arrostran todo por
servirle a su patria y grey. El Obispo Arizmendi, como sabemos, es uno de
los pilares de la nacionalidad puertorriqueña. Luchó intensamente por
lograr libertades para su patria y entendió el valor de los actos
simbólicos para la consolidación de los sentimientos patrióticos. En
momentos delicados, y cuando se necesitaba orientación y ejemplo, allí
estaba nuestro pastor.
Un clérigo que, por sus virtudes y acciones, se convirtió en el "Padre
de la patria cubana" fue el presbítero Félix Varela.[?] Figura ilustre de
las Antillas, quien defendió la cubanidad desde el púlpito, la cátedra, la
publicidad[?] y la política, pues fue catedrático de filosofía y de Derecho
Constitucional; diputado a las Cortes de 1820. En el exilio, inspiró las
luchas por la libertad y los derechos del ciudadano en Cuba. El padre Félix
Varela preparó el primer proyecto autonómico de gobierno de las
Antillas.[?] En este participó el diputado puertorriqueño José María
Quiñones y el cubano Leonardo Santos Suárez. Éste proyecto se discutió por
las Cortes, pero no fue implementado. Antes, en 1811, el presbítero José
Agustín Caballero, profesor del afamado Seminario de San Carlos de La
Habana, redactó una extensa exposición sobre el gobierno de las islas para
que el diputado Jáuregui lo presentase a las Cortes de Cádiz de 1812. Sobre
Félix Varela, dijo José de la Luz y Caballero que: "Varela nos enseño a
pensar". El historiador cubano Herminio Portell Vila expresó que en el
padre Varela "el régimen constitucional, influyó poderosamente sobre su
ideario político y le convirtió a la independencia".[?] Afirma por su
parte el historiador cubano José Antonio Portuondo que: "Varela, sacerdote
secular, nativo de una provincia esclavizada, es la voz de un pueblo que
exige libertad".[?]
Y finalmente recuerdo aquí, entre los que ilustran y guían a los
pueblos en la búsqueda de la justicia, la libertad, la afirmación de la
cultura y la nacionalidad, al Obispo Titular de Ucres, Monseñor Antulio
Parrilla Bonilla, S. J. En palabras diáfanas de un ilustre compatriota, el
doctor José Ferrer Canales, dice de Monseñor Parrilla,
"Sabemos de su abierta y valiente condena de todo crimen racial; de
sus nobles esfuerzos por lograr la unidad nacional a favor de la
independencia puertorriqueña; de su ataque frontal, directo al
Servicio Militar Obligatorio y a la inmisericorde guerra de Vietnam.
Ha combatido—y combate—contra la colonia, contra la corrupción moral.
Entiende que toda intervención norteamericana en Puerto Rico, después
de 1898, es ilegal". "En la hora de hoy, nadie supera a Monseñor
PARRILLA en heroísmo intelectual, en consagración al forcejeo por
crear la patria sonada por egregios puertorriqueños cual HOSTOS y
BETANCES, DE DIEGO, CONCEPCIÓN y ALBIZU CAMPOS, y en la afirmación de
los más altos valores de la ética y el decoro".[?]
Fue el Obispo Antulio Parrilla Bonilla un hombre de Dios que además de
su compromiso espiritual con nuestra Iglesia Católica fue un fiel creyente,
un decidido creyente, en el destino soberano de su patria, un luchador por
la libertad, la independencia y la liberación de Puerto Rico y un defensor
de nuestra cultura nacional y nuestra lengua natural, el idioma castellano,
y que siempre estuvo al servicio de los mejores intereses de nuestro pueblo
y nación.

II
La lucha por la libertad es un deber del ser humano

En la breve introducción hemos mencionado lideres espirituales que han
salido en defensa de los derechos inalienables de los ciudadanos como son
la búsqueda de la libertad, el disfrute de la justicia, el derecho a la
propia nacionalidad y el goce, la conservación y el enriquecimiento de la
cultura y de la lengua natural que son partes integrantes de lo que da
sentido a la vida social, y constituyen la nacionalidad. Ello como un
derecho, no como un favor. La libertad, dijo Eugenio María de Hostos cuando
los estadounidenses nos invadieron en el noventa y ocho y nos impusieron
por la fuerza un régimen colonial, está, "fundada en el perfectísimo
derecho que tenemos de dárnosla nosotros mismos en un cuerpo de Derecho
formado y constituido por nosotros mismos".[?] Es decir, tenemos el deber
moral y el mandato espiritual de luchar por nuestras libertades. Más aún,
tienen la obligación aquellos que han sido dotados de clara inteligencia y
tienen el liderato material y espiritual de la tierra. Me refiero a los
gobernantes, los intelectuales y los que, llamados por Dios, tienen la
dirección espiritual de nuestro pueblo. Ese mandato puede, y debe ejercerse
de diversas maneras. Es necesaria la imposición de un régimen democrático,
libre, soberano y equitativo, basado en la libertad, pues, como afirma
Enrique Ahrens en su Curso de Derecho Natural que ésta, la Libertad: "Es la
salvaguardia de todas las otras libertades; es la Libertad dentro de la que
la Nación, en su totalidad, y en la conciencia pública, que la protege a
todas las partes a todos los miembros; es la atmósfera común en la que
respiran y se desarrollan las demás libertades".[?]
Que la fuente de todo poder esté en Puerto Rico.[?] El sistema colonial
que sufrimos propicia la más abyecta dependencia, impide la distribución
equitativa de la riqueza, promueve la continua e incesante violencia de
amplísimos sectores paupérrimos que carecen de oportunidades educativas y
de salud.[?] Así mismo distorsiona los fines del hombre en la tierra y le
inculca un consumismo y un materialismo que oblitera la misión espiritual a
que estamos llamados los cristianos. En el ámbito del espíritu, el dominio
y la dependencia causan estragos, forjando, entre sectores, nuevos estilos
propios de gente mandada, que no aprecia lo suyo, requiriendo esfuerzos
continuos para que se tenga fe en la dignidad y el destino de lo
puertorriqueño.[?] El colonialismo de Estados Unidos que continúa rigiendo
en Puerto Rico, sea crudo, sea sutil, tengamos el autogobierno en áreas o
lo tengan ellos, es deletéreo. Las pruebas están ahí, desde las aduanas de
Estados Unidos, hasta el funcionamiento de una Corte Federal en San Juan,
que interviene continuamente en los asuntos puertorriqueños.[?] Una muestra
reciente del colonialismo imperante. El Departamento de Estado de Estados
Unidos, dirigido por el Secretario Colin Powell, le ha prohibido
públicamente al gobierno de Puerto Rico de doña Sila María Calderón
relacionarse internacionalmente con los países de nuestro orbe histórico,
América Latina. Los puertorriqueños no somos un grupo de ciudadanos
estadounidenses que vivimos en el Caribe. Somos una nación hispanoamericana
con nuestra lengua natural, el idioma español, nuestra cultura y
nacionalidad y pertenecemos, por derecho propio, histórico y natural a la
comunidad de naciones latinoamericanas.[?] Tan es así, que cuando nos
referimos a un país latinoamericano le damos trato de hermano, y a España
la llamamos en Puerto Rico, "la Madre Patria".[?] Aun usando las categorías
de la jurisprudencia norteamericana, sentada por el Tribunal Supremo de
Estados Unidos, "Puerto Rico no es parte de Estados Unidos".
Se ha argumentado que los plebiscitos celebrados han dado juridicidad a
la presencia colonial estadounidense. La aquiescencia de los colonizados
carece de validez moral y jurídica, no puede haber plebiscito con valor
jurídico con la presencia y permanencia de los estadounidenses en Puerto
Rico o de sus mandatarios aquí. Es principio antiguo, expresado
públicamente en 1539, en el aula magna de la Universidad de Salamanca por
el padre Francisco de Vitoria, O.P., catedrático de prima de teología, en
la Reelección de los Indios.[?] La presencia actuante del poder interventor
colonial enerva y conculca la libre voluntad de los sometidos al poder
imperial. Toda votación o plebiscito carece de vigencia, es inválido, si
los que dominan están actuando e intervienen de diversas formas en todos
los actos de la vida social, pues los dominados no tienen libertad para
expresar su voluntad. Tienen que ser libérrimos. Manifestó Vitoria otro
principio que rige las relaciones internacionales, y que los
puertorriqueños tienen que tener presente siempre, que: "Todo pueblo, por
Derecho natural, está llamado a constituirse en Estado y configurar
libremente su destino histórico".[?] Fernando Vázquez de Menchaca reafirma
que: "Atendido el Derecho Natural, todos los hombres nacen libres y no
están sometidos a la jurisdicción o dominio de otro".[?] Eugenio María de
Hostos, ante la invasión militar de 1898, manifestó que: "Puerto Rico es
una persona de Derecho que no ha podido perder ninguna de sus prerrogativas
nacionales por una guerra que no ha hecho; que quiere, puede y debe ejercer
su derecho a expresar su voluntad".[?] Así mismo sostiene que: "El
plebiscito, la salvaguarda de la dignidad de nuestra patria",[?] "a la
cesión no debió seguir una transferencia de dominio, sino una consulta a la
voluntad de Puerto Rico". Si hay alguna duda sobre la vigencia actual del
Derecho Natural, recordemos lo que escribió Hugo Grotio, que: "existe un
derecho natural eterno e inmutable que no está sujeto a los cambios
inherentes de las distintas épocas y lugares".[?] Rafael García Barcena
plantea en su introducción a la obra del presbítero Félix Varela titulada,
Observaciones sobre la Constitución Política de la monarquía española, que,


"Para Varela, los hombres poseen derechos imprescriptibles, de los
cuales no puede despojarlos la nación, porque son anteriores y
posteriores a toda ley. Puede decirse, por tanto, que para nuestro
insigne compatriota, existe un derecho puro que no puede ser
invalidado ni transgredido legítimamente por ningún régimen de derecho
positivo, porque se funda en valores intemporales referidos a la
persona humana. En una diametral contraposición a las doctrinas de
Hobbes, sostiene que, puesto que jamás lo injusto será justo por el
hecho de que muchos lo quieran, así no bastan que las leyes y el
Estado tengan una disposición por justa para que lo sea".[?]



El Derecho Natural rige en Puerto Rico y en el orbe. Sabemos que, por
razones de intereses imperiales, las potencias lo reinterpretan a su
acomodo, lo denostan, lo disminuyen, no le dan credibilidad. José de Diego,
que sabe de las realidades de la geopolítica, y fue el primero en Puerto
Rico, que usó la palabra imperialismo, en sus escritos refiriéndose a los
Estados Unidos, completa el pensamiento de Grotio.[?] Es por ello que
apunta en, Aleluyas. A los caballeros del norte, que los estadounidenses
tienen otras teorías jurídicas propias de su particular teoría del Derecho
de Gentes, "del salto mortal de las doctrinas", que avalan su expansionismo
que puso a California al pie de Filipinas. Los norteamericanos han
inventado, o formulado su propio Derecho Internacional. Nos dice el poeta a
esos efectos que: …

Sabemos los misterios de la Filosofía
Y del Arte en que reina la santa Poesía.


Pero nada sabemos, en el país del sol,
Del Arte del Gobierno, como en Tamany Hall.


Ni sabemos del salto mortal de las doctrinas,
Que puso a California al pie de Filipinas.


Perdonad, Caballeros, si estamos inconscientes
De vuestras concepciones del Derecho de Gentes.


Ignoramos, aquellas sublimes concepciones,
Que os dieron la simbólica Isla de los ladrones.


Ignoramos, en estos históricos reveces,
La lengua y el sentido de los pueblos ingleses.


Hablamos otra lengua, con otro pensamiento,
En la oda del espíritu y en la onda del viento,


Y os estamos diciendo hace tiempo en las dos,
Que os vayáis con el diablo y nos dejéis con Dios.


Son deberes insoslayables de los que tienen el liderato
intelectual o espiritual de nuestro pueblo la defensa de la primacía de la
lengua castellana, nuestro idioma natural, la lengua castellana y la
cultura nacional. Es en ese contexto colonial, con todas sus lacras, que
Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, Obispo Titular de Ucres, ejerció su
ministerio profético, defendiendo la integridad espiritual de la nación
puertorriqueña. Dijo verdades que entonces—y ahora—tienen vigencia, que
abren caminos, que nos hacen entender nuestra situación colonial y cómo
combatirla. Ello le costo sinsabores, malos ratos y persecuciones. Aplicó
el mensaje evangélico de JESÚS en el evangelio de San Juan donde dijo,
"conocerán la verdad y la verdad os hará libre".



III
Los tiempos del Obispo Antulio Parrilla Bonilla

Los tiempos donde desarrolló su ministerio Monseñor Antulio Parrilla
Bonilla fue época de autoritarismo, represión y persecución por expresar
ideas y opiniones distintas a las oficiales, o a las sustentadas por la
mayoría. Había una verdad y el que difería tenia que pagar las
consecuencias. Tiempos duros aquellos. No importaba que las expresiones
fueran verdaderas y se sustentasen por los hechos. O mejor dicho, una
minoría representativa de los intereses políticos dominantes, los afilados
intereses económicos y sociales, y otros que no mencionare, le imponía a la
mayoría una serie de ideas esteriotipadas que ellos entendían debían ser
las correctas y las apropiadas. Si no se seguía ese rumbo marcado, se
estaba fuera de lo que constituía lo correcto, y conllevaba serias
consecuencias. Hoy ocurre algo similar aunque hay más latitud para opinar y
diferir. Doy por ejemplo, en estos momentos, escribo entre diciembre 2003 y
enero 2004, en plena guerra e invasión a Irak por el presidente George W.
Bush, criticar la guerra de Irak y defender la cultura árabe y musulmana
causa problemas a quienes lo expresen, la propaganda es a favor de la
invasión. El Puerto Rico de la época de Monseñor Parrilla Bonilla es uno
que sufre los embates de las guerras de Corea y de Vietnam, las
persecuciones de la ley de la mordaza, las huelgas de la Universidad de
Puerto Rico, la proscripción del consejo de estudiantes y la imposición del
occidentalismo y teoría de la casa de estudios de Jaime Benítez, el
desarrollismo rampante de la llamada operación manos a la obra, y las
políticas de industrialización de Teodoro Moscoso, la modernización
mimetizante, las políticas gubernamentales de emigración forzosa, las
prácticas neo maltusianas, los Obispos norteamericanos, la desintegración
de la familia, el auspicio de un paradigma materialista del hombre exitoso,
los problemas del bilingüismo, la transculturación, la militarización del
país, en fin el Puerto Rico de la vitrina de la democracia. Aquellos
tiempos, tan cercanos y tan lejanos—desde los cincuenta—fueron muy
difíciles y consecuencia de los hechos terribles de los treinta. Quizás
unos señalamientos o presupuestos, provisionales, nos ayuden a entender la
valentía moral del Obispo pues al hacer sus declaraciones, al manifestar
sus opiniones, Monseñor Antulio Parrilla Bonilla se enfrentaba a muy
poderosas fuerzas e intereses que ejercieron todo su poderío para callarle.

El primer presupuesto que tenemos que consignar es que nuestra
sociedad es una colonia. Como tal tiene una óptica especial. La realidad se
distorsiona. Ya lo ha explicado en sus alcances jurídicos y
constitucionales el doctor José Trías Monge, en su libro, Puerto Rico: Las
penas de la Colonia más antigua del mundo.[?] Son tan numerosos los hechos
que no podemos señalarlos todos. La dependencia permea toda la fábrica
social y está presente en todas las cuestiones y asuntos jurídicos. Nuestro
Tribunal Supremo de Puerto Rico, no lo es en realidad, pues el Tribunal
Supremo de Estados Unidos lo revoca en ciertas áreas, antes lo revocaba el
Tribunal del Circuito de Apelaciones con sede en Boston. En Puerto Rico,
durante cincuenta años desde 1898 a 1952, se intentó por todos los medios
obliterar nuestro idioma español, imponernos el idioma ingles y la cultura
estadounidense y eliminar nuestras costumbres; una sola bandera flotaba en
todos lados, la de Estados Unidos, y todos los niños tenían que saludarla
en idioma inglés todas las mañanas. Nuestra enseña nacional la bandera
puertorriqueña estaba prohibida. El pueblo de Puerto Rico resistió y
conservó sus más caras creencias culturales e idioma español. Después del
establecimiento del Estado Libre Asociado rige lo bifronte desde 1952,
(pero teniendo presente que impera lo norteamericano sobre lo local como se
refieren a lo nacional puertorriqueño los anexionistas y los confundidos)
es decir, dos banderas, dos ciudadanías, dos sistemas judiciales (el
federal y el puertorriqueño, sujeto éste a aquél en numerosas cuestiones),
dos sistemas de Derecho, (el anglo-estadounidense y el civilista). Los
puertorriqueños combatimos de diversas formas el colonialismo. Un ejemplo
mínimo es no aceptar el sistema monetario de Estados Unidos y por ello para
usarlo lo hemos nacionalizado, lo hemos criollizado. [?]
Las comunicaciones sociales entonces eran limitadas. El periódico
prepotente que controlaba la opinión pública era el diario anexionista El
Mundo, aunque existiesen otros, como el diario El Imparcial, dirigido por
don Antonio Ayuso Valdivieso, que realizaba una labor de exaltación de lo
nuestro. Un semanario, desde 1959, es la prensa alternativa, donde se lee
lo que los demás periódicos no publican, me refiero a Claridad. A través
del diario El Mundo la mayoría de las clases sociales veía lo que se
entendía era la realidad nuestra y la internacional. Las agencias de prensa
estadounidenses publicaban las noticias matizadas que leíamos. En las
páginas editoriales pontificaba un periodista que creía tener la verdad
consigo, Eliseo Combas Guerra.[?] Nos planteaba en su columna titulada En
Torno a la Fortaleza sus prejuiciadas ideas sobre el poderío de Estados
Unidos y nuestra supuesta fragilidad, así como la poca valía de lo
latinoamericano, lo mucho que le debíamos al Tío Sam. Cualquier política de
Estados Unidos tenía en el sector anexionista un total respaldo, aunque
fuese una descabellada o abusiva. Su continuador en esas ideas después fue
Luis Rechani Agrait[?] quien escribía una columna en el diario El Nuevo
Día. Uno de los señalamientos de Combas Guerra era, que cuando alguien
viajaba al extranjero con el pasaporte de Estados Unidos, ("El de la
pichona", decía) gozaba de innumerables privilegios; inmediatamente
ingresaba en el país a que estaba destinando, y se le daba un trato
especial. Los tenedores de pasaporte de otros países tenían muchos
problemas, y mil dislates más. Como colonia al fin, imperaba el gigantismo
oficial, siempre que se construía o inauguraba alguna obra pública, se
decía la trillada leyenda de que era lo más grande del mundo. Recuerdo,
siendo niño, que decían que el aeropuerto de Isla Verde era el más grande
del mundo. Y aún hoy día se dice que el tren urbano (que no ha podido
terminarse), un tren metro común y corriente, es una hazaña, cuando el de
México pasa por debajo de una laguna. La seudo realidad colonial es
combatida por un sector de nuestro pueblo, entre el cual se encontraba
Monseñor Parrilla Bonilla y otros luchadores. En el diario El Imparcial se
publicaba diariamente una columna descolonizante escrita por el periodista
Cesar Andréu Iglesias, titulada Cosas de Aquí. Andréu, principalmente,
castigaba a los americanizantes; personas; que siendo puertorriqueñas
deseaban, en su inseguridad, ser estadounidenses, y diariamente se burlaba
de las contradicciones de éstos.[?] Al final, después de largos años, el
columnista tuvo que renunciar por presiones políticas contra el diario El
Imparcial. Un conservadurismo asfixiante perneaba nuestra sociedad. Ser una
persona decente era obedecer la línea oficial, no discrepar, estar de
acuerdo con las grandes verdades. Hace unos años vimos con asombro como una
cadena de distribución de gasolina, llamada Puerto Rico, que usaba una
gigantesca bandera de Puerto Rico como símbolo en sus gasolineras fue
obligada a sustituirla, pues miembros del anexionismo, protestaron. La
bandera se sustituyó por una azul oscuro con las letras PR. Hoy, esa acción
sería inconcebible. El Ateneo Puertorriqueño comenzó a celebrar el
centenario de nuestra bandera y hoy gracias a las luchas de lideres como
Monseñor Antulio Parrilla Bonilla somos mas conscientes. Otro ejemplo, un
senador del partido anexionista está empeñado en cambiar el horario
internacional y colocar a Puerto Rico en las zonas y practicas horarias de
Estados Unidos. Recuerdo que en aquellos tiempos no se podían mencionar
ciertos nombres, como el de Pedro Albizu Campos, pues ello no era
políticamente correcto y conllevaba problemas al que lo hiciera. El colmo
fue cambiar los hechos históricos, cuando el periodista Teófilo Maldonado
publicó un modesto libro titulado, Hombres de primera plana, no incluyó al
licenciado Pedro Albizu Campos, a pesar de ser uno de ellos. Cuando se le
criticó y se le cuestiono de porque dejaba fuera a un líder de la entidad
de Albizu, admitió que debió colocarlo en la lista de hombres de primera
plana, pero que entonces tendría serios problemas con el oficialismo
gubernamental. Recientemente, en Ponce se hizo una actividad de ponceños
ilustres, Albizu Campos lo es, y no se incluyó a don Pedro. Cuando la
prensa reclamó se ofrecieron excusas y razones, se trabó una polémica, pero
no se incluyó. Si hoy la figura y la obra del licenciado Pedro Albizu
Campos se conoce y aprecia se debe entre otras causas a la labor que el
abogado y humanista Enrique Ayoroa Santaliz realizo cuando coordinó el
comité del centenario de don Pedro Albizu Campos. Entonces se realizaron
numerosas actividades de orden histórico y se construyo un monumento en el
Barrio Tenerías, donde nació el ilustre ponceño y luchador latinoamericano.
Acorde numerosas escuelas, calles y avenidas llevan su nombre. A pesar de
ello, durante años, la figura y el nombre de don Pedro Albizu Campos estuvo
proscrito, así como la palabra NACIÓN, NACIONAL o NACIONALIDAD, se prefería
para describir a Puerto Rico, el hecho geográfico, se decía INSULAR. No
debo olvidar el galimatías o trabalenguas sobre patria, pueblo, nación y
como querían hacernos creer que se puede ser libre personalmente, pero
dependientes como nación.
El segundo presupuesto era el autoritarismo. Desde los tiempos de
España—cuando un gobernador nos prohibió el uso de bigote y barba—el
autoritarismo oficial fue uso continuo en el trato con el pueblo. La
autoridad manda y usted obedece, sin replica. Esta forma de gobernar fue
usada también por los gobernadores norteamericanos, célebres fueron: el
General Guy V. Henry que encarceló al editor del periódico El Combate,
Evaristo Izcoa Díaz, hecho que le costó la vida, por publicar artículos
que, según Henry, eran ofensivos a la autoridad. Recordemos especialmente
el artículo de Benigno Vientós, padre de Nilita Vientós Gastón, titulado
"Soldados o Bandidos". El gobernador Henry suscribió un decreto donde
amenazó con fusilar a los que no estuviesen de acuerdo con sus medidas.
Otro gobernador autoritario fue E. Montt Reilly, a quien le puso el mote
de, "Moncho Reyes"; también el gobernador Gore, a quien nuestro pueblo, con
sentido jocoso, bautizó como "el gran Gorito". Finalizo la galería con el
infame General Blanton Winship, autor de la masacre de Ponce y otros
latrocinios. Ese autoritarismo continuó después de estos gobernantes. Aun
sin quererlo regía una jerarquía autoritaria desde La Fortaleza hasta el
más humilde alguacil o conserje de escuela. Una vez dada la consigna o la
orden, nadie debía diferir. Hoy día, todavía ese autoritarismo impera en el
país a pesar de lo poderosa que la opinión pública se ha convertido, del
disfrute y uso de nuevos medios de comunicación y de que las clases
sociales se han cultivado. Todavía impera el conformismo, mucha gente no
opina para evitar represalias. La transmisión diaria de más de cien
estaciones de radio, televisión, diarios, semanarios y revistas, y
programas de opinión, ofrecen al pueblo una variada información que permite
el ejercicio de criterios discrepantes. Ahora la opinión discrepante
abunda. Aunque se da la situación de personas que creyendo en un ideal
libertario, lo esconden, colaboran con el régimen para ascender a cargos,
puestos y prebendas. Ejemplo de este autoritarismo fue el empeño de la
gobernadora Sila María Calderón de designar al Secretario de Estado,
Ferdinand Mercado, como Juez Presidente del Tribunal Supremo, a pesar de
carecer de cualidades morales e intelectuales. No lo logró, pero después de
unos penosos procesos que fueron una ordalía, pues la gobernadora se
reafirmó, y lo intentó tres veces. En los tiempos del profesorado del
Obispo Parrilla en la Universidad, el Rector, los Decanos, los jefes de
Departamento y otros directores ejercían una autoridad plena que afectaba
las libertades necesarias a una verdadera universidad. De hecho, conocemos
los sinsabores que sufrió el profesor Monseñor Antulio Parrilla Bonilla en
el Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico[?]
El tercer presupuesto era la ausencia de verdaderas libertades de
expresión, pensamiento, reunión, asociación, y demás, y el disfrute de las
mismas. Los tiempos de la ley de la mordaza fueron descritos por David M.
Helfeld e Ivonne Acosta Lespier.[?] Aquella época dejó su impronta. Se
podía hablar, criticar, señalar, pero el que lo hacía se atenía a las
consecuencias.[?] Si era un profesor universitario, y no tenia
permanencia, con mil excusas le iban llevando hasta quitarle el programa
asignado, o lo colocaban en horarios imposibles. Si por el contrario, tenia
un contrato permanente, se las arreglaban para hacerle la vida imposible.
Si se expresaba sobre nuestra nacionalidad, sobre nuestras costumbres, y
demás hechos constitutivos de nuestra personalidad colectiva, era un
independentista, o peor aún, un nacionalista, y se le colocaba en la lista
negra y no conseguía trabajo. Leer Claridad, hablar de Fidel Castro,
respaldar a la República de Cuba, después de 1959, oponerse a la guerra de
Vietnam, oponerse al servicio militar obligatorio, era asegurarse graves
problemas personales. Es tristemente célebre, que la única Asamblea
Legislativa que respaldó la guerra de Vietnam fue la de Puerto Rico, y el
único voto en contra fue el del senador José Arsenio Torres, todos los
demás legisladores populares votaron a favor. Lo mismo ocurrió con la ley
de la mordaza. En Estados Unidos todas las legislaturas—de todos los
Estados—se opusieron, o no aprobaron medidas respaldando la guerra de
Vietnam. La Asamblea Legislativa del Estado de Massachussets no sólo se
opuso a la guerra de Vietnam sino que prohibió el uso de dineros estatales
para esos fines. En los tiempos del Obispo Parrilla Bonilla usted hablaba,
usted se atenía a las consecuencias. Había censura y había represalias.
Ello fue cambiando según se abrían nuevos canales de comunicación, y la
semilla sembrada por numerosos activistas dio frutos.
Podemos mencionar otros presupuestos, pero la brevedad de esta
monografía lo impide.



IV
Los temas del Obispo Parrilla Bonilla

Es en ese contexto donde se da la participación heroica del Obispo
Parrilla Bonilla. ¿Por qué es heroica?, nos preguntamos. Pues, ante una
sociedad dependiente, asediada, en peligro de desaparecer se pueden asumir
varias posiciones. Estar de acuerdo y colaborar. Conformarse y vivir la
vida. Militar en contra del colonialismo, explicando, educando y luchando
en su contra, rescatando nuestra personalidad colectiva. Ésta requiere
valentía moral, aplomo, y una especial forma de ser, para darse en el
sacrificio por nuestro pueblo. Esa escogió heroicamente Monseñor Parrilla,
siempre con un gran sentido de caridad, delicadeza y amor al próximo.
Heroica, pues este hombre de la iglesia entendió que su ministerio era
decir la verdad, educar, orientar y tratar de cambiar la sociedad y la
Iglesia. Fue una conciencia que, junto con otras fuerzas, instituciones y
personas llevaron poco a poco a nuestra sociedad a ser más abierta, más
equilibrada, menos represiva. Sus mensajes, conferencias, señalamientos,
escritos y declaraciones contribuyeron a la consolidación de nuestra
cultura, y a un mejor disfrute de las libertades civiles. Esa vocación por
la verdad dicha en su tiempo, volvemos a repetirlo, exigió de este prelado
numerosos sufrimientos, exclusiones y sinsabores. La doctora Margot Arce de
Vázquez lo expresó en un prólogo a la obra, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad
1969-1971, cuando dice:

"He sabido que Monseñor Parrilla—como todo profeta, como todo
cristiano auténtico—es combatido, perseguido, calumniado por el
Estado, por los cristianos confundidos que parecen desconocer el
verdadero sentido de la vocación cristiana y a lo que ella obliga".[?]



La obra de Monseñor Antulio Parrilla es amplia y puede categorizarse
en diversos temas y segmentos. Sin embargo, sobresale su incuestionable
compromiso con su patria, y la defensa de sus verdaderos intereses. No
rehuyó combatir el colonialismo y sus lacras. Ante el cadáver del doctor
Gilberto Concepción de Gracia, el 17 de marzo de 1968, manifestó su
preocupación por el destino de nuestra cultura. Dijo el Obispo Parrilla
Bonilla:

"Supo pulsar las terribles angustias de una puertorriqueñidad en
creciente peligro de desaparecer absorbida y mixtificada por unos
valores ajenos a ella, y supo identificarse con amorosa entrega con
ese dolor y esa tensión. Los últimos años de su vida incansable fueron
un holocausto en aras del deber y de la responsabilidad patriótica,
que impulsaba a la contemplación del deterioro del ser nacional. Así,
con una actitud de cristiano sereno, quiso buscar en lo político, un
remedio pacífico al gravísimo problema moral que plantea el proceso de
estrangulamiento persistente del ser puertorriqueño, a todo lo largo
de su historia, pero que se ha recrudecido desde el 98, y últimamente
a un ritmo más acelerado".[?]

"El hecho de que en Puerto Rico no se pueda ejercer—dadas las
actuales circunstancias—el derecho a la revolución para solventar el
problema nacional de soberanía, debe operar las conciencias y debe
plantear una grave responsabilidad a los que ocupan las estructuras de
poder, tanto aquí, como en Estados Unidos, de buscar conjuntamente una
solución digna que liquide, a la brevedad posible, nuestro actual
estado colonial por medio del rescate de nuestra soberanía nacional".



El problema de la cultura y los efectos del colonialismo son tratados
continuamente, y es un hilo conductor. Su jugosa conferencia titulada: "El
rol del cristiano ante el colonialismo; el caso de Puerto Rico",[?] recoge
sus preocupaciones; y es una lección magistral donde explica pausadamente
todas las facetas de esa herida que sufre en su dignidad nuestra nación. En
1968 se cumplió el centenario del Grito de Lares. Monseñor Parrilla
presidió el Comité Nacional Pro Centenario de Lares y le dio un significado
nuevo a esa efeméride. Dice que, "Significa el momento máximo en que la
nación se da un himno y una bandera, consagra unos líderes y proclama unos
propósitos de pueblo. Lares simboliza además un acto de redención".[?] En
la misa del centenario, oficiada por Monseñor Parrilla Bonilla el 23 de
septiembre de 1970, manifestó en la Homilía que:

"En otras palabras, la obra de liberación que es a la vez uno de los
más claros signos de los tiempos, tiene que hacerse en forma
solidaria, con un gran sentido de proximidad".


"El caso de Puerto Rico es parte de un proceso en que luchan
oprimidos de todos los rincones del mundo, guerrilleros, estudiantes,
obreros, campesinos, mujeres, negros, hambrientos…Hay que ver a Cristo
detrás de todos estos movimientos de liberación. Hay que ocuparse y
preocuparse de lo propio, pero sin perder de vista el gran
conjunto…".[?]

Dedicó grandes esfuerzos oponiéndose a la nefasta e injusta guerra de
Vietnam y la injusta inclusión obligatoria de los puertorriqueños en la
misma como combatientes. Así mismo, se solidarizó con los estudiantes
universitarios que luchan contra el ROTC.[?] En una conferencia a los
estudiantes luteranos universitarios ofrecida en Aibonito el 6 de marzo de
1968, demuestra su conocimiento sobre el tema, y termina con una
admonición, "Los puertorriqueños debiéramos de protestar y solicitar
oficialmente el retiro de las armas nucleares almacenadas aquí".[?] En
varias ocasiones volvió sobre el tema, con señalamientos renovados. Dedicó
esfuerzos para lograr la excarcelación de los presos políticos por el
ataque al Congreso de Estados Unidos en 1950. Escribe al presidente Lyndon
B. Johnson una carta, el 18 de diciembre de 1968, en la cual reclama
dignamente la libertad para los patriotas, Lolita Lebrón, Oscar Collazo,
Rafael Cancel Miranda, Irving Flores Rodríguez y Andrés Figueroa
Cordero.[?] Se preocupa de las condiciones de las cárceles y prisiones.[?]
La vida de los hombres y mujeres que han dedicado esfuerzos a la lucha
por la liberación de nuestra patria es también uno de los temas que trata
Monseñor Parrilla Bonilla. Escribirá sobre Ramón Emeterio Betances, Pedro
Albizu Campos, Antonio Vélez Alvarado, José Celso Barbosa, Rosendo Matienzo
Cintrón, Gilberto Concepción de Gracia. Habla palabras bellas sobre el
"Padre de la Patria puertorriqueña", doctor Ramón Emeterio Betances. En
Cabo Rojo, patria chica del Dr. Betances, dice el 3 de abril de 1970, que,

"Y en nuestro siglo veinte un sólo hombre ha llegado a las alturas
betancinas. Uno sólo hay que recogió su pensamiento, uno sólo de la
misma profundidad, sabiduría y profetismo y del mismo patriotismo.
Tampoco ahora pretendo empequeñecer a otros patriotas de suprema
autenticidad que vivieron, y viven en este supuesto siglo veinte del
progreso. Pero la verdad es proclamadota sin ambages. Uno sólo hay
que, como BETANCES, fue vertical y rectilíneo y, como él, sufrió el
martirio y el dolor del auténtico profeta, cárcel, exilio e
incomprensión por el amor entrañable que tenía por su patria. Me
refiero al Dr. Pedro ALBIZU CAMPOS".[?]

En el mensaje que ofrece en la dedicación del edificio que alberga la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad, al padre de la patria,
Doctor Ramón Emeterio Betances, el 8 de abril de 1970, dice Monseñor
Parrilla Bonilla, "Realmente BETANCES se merece este homenaje de una
juventud que ha sabido responder a su ejemplar y luminosa trayectoria
independentista, siguiendo un ideal sin desmayar, con una gran pureza
patriótica y con un claro ideario de libertad para los hombres y para los
pueblos". [?]
Celebra la creación de la bandera puertorriqueña. La Bandera de la
Estrella Solitaria. Va a Manatí, de donde es oriundo don Antonio Vélez
Alvarado, y en la Atenas de Puerto Rico diserta sobre nuestra enseña
nacional y sus significados. Y manifiesta que: "La bandera es un constante
recordatorio de nuestra obligación que tenemos en justicia de amar a
nuestra patria. Por mucho tiempo algunos puertorriqueños se han olvidado de
amar a su propia tierra para admirar, algunas veces servilmente, las otras
que nos han sojuzgado y nos mantiene sometidos. Tienen en sus corazones el
complejo colonial que los hace atender más a lo ajeno que a lo suyo. Y
'ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya', según
dijera SENECA".[?] Repudia la invasión del ejército de Estados Unidos a
nuestra patria el 25 de julio de 1898. En su "Mensaje de Repudio a la
invasión de 1898" sostiene que,

"Al repudiar vigorosamente, con mis compatriotas en Guánica, la
invasión del 98, y la presencia de las fuerzas imperialistas que desde
entonces mantienen la colonia con su dominio político, militar, y
socioeconómico, hago votos para que esta fecha negra de nuestra
historia sea definitivamente borrada. Esto será posible solamente por
el acrecentamiento de la lucha por la independencia. Sin tregua…hasta
la total emancipación política, social y económica. Por la derrota del
militarismo por las fuerzas del espíritu de resistencia pacifica".[?]

La extensa obra escrita, oral, la enseñanza y el ministerio del Obispo
Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, pero sobre todo su ejemplo, junto a
otros hombres y mujeres que han dedicado sus vidas al servicio de nuestro
pueblo, ha logrado, luego de cuatro décadas, un nuevo clima en el país.
Esas personas e instituciones, dedicados a divulgar las verdades que se
requieren saber y posiciones que se tienen que adoptar en una sociedad
colonial, han llevado a nuestro pueblo a tomar noticia y conocimiento de
los verdaderos hechos de su pasado, sus raíces, sus hitos históricos, han
hecho posible la consolidación de nuestra cultura y el aprecio de nuestra
nacionalidad borincana. Gracias a esos luchadores sabemos quiénes le
defienden y quiénes realizan actos deletéreos, creando un nuevo ambiente
nacional que, poco a poco, concientiza cada vez más a los puertorriqueños.
Abonado el terreno, esperaba la semilla.

V
La Pastoral del Arzobispo

La función moral y religiosa de la Iglesia Católica es la base de sus
declaraciones en torno a los asuntos sociales, económicos y políticos. Nos
dice el Arzobispo Metropolitano de San Juan, Monseñor Roberto González
Nieves que: "En los tiempos actuales la Iglesia sigue proclamando su
magisterio y su palabra iluminadora para contribuir al bien integral de un
pueblo que recibió su fe hace cinco siglos".[?] Meditando sobre la misión
de la Iglesia en Puerto Rico, el suscribiente nos deja saber que publica su
Carta Pastoral por las siguientes razones: el bicentenario del episcopado
del único Obispo puertorriqueño del siglo XIX, doctor Juan Alejo de
Arizmendi; cumplir con la agenda de la primera homilía que hizo como
Arzobispo de San Juan; la pobre calidad de vida y el grado de división que
impera en la sociedad y porque "estamos pasando por una crisis de identidad
que debilita nuestra capacidad para enfrentarnos a los retos y aprovechar
las oportunidades presentes y venideras". [?] Advierte sin embargo que la
Iglesia "no tiene la misión ni el derecho, ni la intención de favorecer
soluciones políticas concretas respecto al status que mejor exprese la
identidad puertorriqueña".[?] Trata pues la Carta Pastoral de los
fundamentos de la puertorriqueñidad pues, sin lugar a dudas, "Patria,
nación e identidad", son tres ingredientes esenciales de la cultura
puertorriqueña. Nuestra cultura nacional es indispensable para una vida
digna y a plenitud y que tenga un sentido; somos cristianos, somos
católicos, pero somos puertorriqueños.

El sumo pontífice Juan Pablo II, manifestó en su Discurso en la UNESCO,
de 2 de junio de 1980, que la cultura es fundamental para el hombre y para
la misión de la Iglesia en la tierra. Dijo que:
"La cultura es un modo específico del existir y del ser del hombre.
El hombre vive siempre según una cultura que le es propia y que, a su
vez crea entre los hombres un lazo que le es también propio,
determinando el carácter Inter-humano y social de la existencia
humana".

Este Obispo de Roma había suscrito en la importante Constitución
'Gaudium et Spes', sobre la Iglesia en el mundo de hoy, de 7 de diciembre
de 1965, importantes consideraciones sobre el ser humano, la sociedad y la
cultura. La UNESCO aprobó una declaración, de principios en 1966, donde
afirma que,

"Toda cultura tiene una dignidad y un valor que deben ser respetados
y protegidos". "Todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar
su cultura". "En su fecunda variedad, en su diversidad, y por la
influencia recíproca que ejercen unas sobre otras, todas las culturas
forman parte del patrimonio de la humanidad".

Acorde con estas declaraciones, la cultura propia de todo país, aquello
que lo caracteriza y que es su estilo colectivo, debe ser tenido como parte
importante e indispensable de su personalidad nacional. Y, ciertamente,
Puerto Rico es una nación, pues cumple con la definición que, en 22 de
enero de 1851, el profesor de Derecho Internacional, Pasqualle Manzini,
ofreció en la inauguración de su curso de la Universidad de Turín: "La
nación es una sociedad natural de hombres y mujeres, de unidad de
territorio, de costumbres, de lengua, una comunidad de vida y conciencia
social". Con todos esos requisitos cumple nuestra patria, Puerto Rico.
No debe confundirse nación con soberanía. Ni pueblo con nación. Hay
naciones que no son soberanas, pero su perfil nacional las constituye en un
país con nacionalidad propia, en una nación. Aún más en el caso de Puerto
Rico, que desde su fundación en 1508, como parte integrante del imperio
español de ultramar, es miembro de la comunidad histórica, geográfica y
social de Hispanoamérica. No es cuestión de opiniones, es un hecho
incontestable, lo abona la razón y la historia y lo determina nuestro
idioma, nuestras costumbres y nuestra raza en el sentido martiano, somos
parte de nuestra América. Los puertorriqueños no somos un grupo o conjunto
de ciudadanos estadounidenses que vivimos en el caribe. ¡No!, ahí están los
hechos históricos que demuestran nuestra rica herencia latinoamericana; y
las manifestaciones y rasgos que así lo demuestran. Que Puerto Rico es una
nación no tiene que ver con opiniones personales de juristas o políticos, o
de dichos en columnas periodísticas, en informes y encuestas, en
declaraciones político-partidistas; tiene que ver, tiene su razón de ser
con los hechos históricos, sociológicos y antropológicos, que no pueden ser
interpretados de otra manera. Ernest Renan ha manifestado que: "La
existencia de una nación es un plebiscito cotidiano". Ello significa que
los habitantes naturales manifiestan con su vocación de permanecer, de ser,
de apreciar sus cosas, de buscar un destino común elaborando, conociendo y
disfrutando, día a día, su propia cultura, y tratando de lograr su lugar
entre las otras naciones.
La Carta Pastoral sobre patria, nación, e identidad: don indivisible del
amor de Dios suscrita por el Arzobispo Metropolitano de San Juan, doctor
Roberto González Nieves, el 15 de agosto de 2003, es un documento bien
escrito y pensado. La temática es de primerísima importancia y actualidad.
Es conveniente que se discuta seriamente, como lo hace el autor. Estos
temas son fundamentales y tenemos que abordarlos. El prologuista, el
Cardenal Luis Aponte Martínez, primer Arzobispo y cardenal portorricencis,
nos dice que es "un aporte de gran envergadura, no sólo para las
comunidades eclesiales, sino también para toda la sociedad puertorriqueña".
La Carta Pastoral se publica en momentos de especial importancia para
Puerto Rico, y el mundo. Iniciamos un nuevo siglo y un nuevo milenio,
centenario de la invasión de Puerto Rico por las tropas estadounidenses.
Ello, con todas las consecuencias que tiene nuestra dependencia de un
pueblo de diferente lengua, cultura y filiación. Eugenio María de Hostos en
su escrito, El Plebiscito (1899), ha manifestado que, a pesar de ello,
Puerto Rico no ha perdido ninguna de sus prerrogativas nacionales. En estas
fechas celebramos el centenario de la fundación de la Universidad de Puerto
Rico, como un hecho de importancia capital para la cultura nacional
puertorriqueña en todas sus manifestaciones. Recordamos el centenario de la
muerte en Santo Domingo de Eugenio María de Hostos. Igualmente,
conmemoramos el bicentenario de uno de los fundadores, sino el más insigne,
de nuestra nacionalidad; me refiero al doctor Juan Alejo de Arizmendi,
único obispo nacido en Borinquen durante la dominación española, de 1508 a
1898. Como hemos expresado antes, el prelado Arizmendi fue un hombre de
gran valentía moral, profunda espiritualidad y de un amor ilimitado por su
patria. Entendemos que la publicación de la Carta Pastoral es oportuna y
necesaria, por los tiempos que vivimos. A los fastos antes señalados, hay
que añadir que nuestra sociedad y la humanidad pasan por momentos difíciles
de guerras, masacres, insolidaridad, materialismo rampante, crisis
económicas, crisis social y de identidad, y profundos problemas económicos;
traduciéndose todo ello en una criminalidad que nos ahoga, como también
otras calamidades. No debemos olvidar que, subyacente a estas plagas
sociales, específicamente en el caso de Puerto Rico, se encuentra la
condición política de la nación puertorriqueña, de dependencia colonial. A
pesar de los esfuerzos continuos, la psicología de la dependencia pesa en
nuestra sociedad. Necesita nuestro pueblo orientación de quienes le aman y
defienden, de quienes están comprometidos con su destino y su lugar entre
los pueblos de la tierra. La humanidad esperaba de esta centuria que fuera
el siglo de la paz, de la igualdad, de la distribución equitativa de la
riqueza entre las naciones e individuos opulentos y las naciones y personas
paupérrimas, del disfrute masivo de la cultura, las comunicaciones, el arte
y la ciencia; y entráramos por fin a una nueva época.
La oportuna y atinada Carta Pastoral explica en su texto las razones
que han movido, al Arzobispo González Nieves a la preparación de este
documento sustantivo en estos momentos. Pudo no escribirlo, no emitirlo,
dejar pasar, no manifestarse. El imperativo de su vocación, la
responsabilidad de su alto cargo eclesiástico, la solidaridad con sus
connaturales, los puertorriqueños, y su sentido de lo propio, le obligan a
dirigirse a todos sobre tan delicado tema. Tiene también el Arzobispo un
compromiso vital con su patria, aunque ha vivido y trabajado décadas en
Estados Unidos. A esos efectos manifiesta que: "Desde que tengo memoria de
mi mismo, he amado a nuestra patria y me he sentido alegre y orgulloso de
nuestra identidad puertorriqueña". Ha reflexionado y le preocupa
"profundamente que, después de medio milenio, todavía estemos atravesando
por una crisis de identidad, esencialmente espiritual".
Cumple además con la exhortación del Papa Juan Pablo II de "emprender
una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión".
Dice nuestro Arzobispo que la Iglesia "Ha estado presente, desde un
principio, en este itinerario de luces y sombras, y ha sido un factor
importantísimo en la conformación de la cultura autóctona; más aún
podríamos decir que ha sido la madre de nuestra cultura". Debemos recordar
que esa afirmación está avalada por la historia, pues en América hispánica,
para las décadas fundacionales de las nacionalidades, los clérigos y la
Iglesia tuvieron una participación destacada. Antes recordemos los nombres
de los sacerdotes Antonio Montesinos, Bartolomé de las Casas, Toribio
Motolinia, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Alonso Manso, primer
Obispo de Puerto Rico y de toda América, Francisco de Ayerra Santa María,
primer poeta puertorriqueño, Fray Iñigo Abad y Lasierra, primer
historiador, Juan Alejo de Arizmendi, y, modernamente, el padre Berrios,
Monseñor Vicente Murga Sanz, Martín Bernstein, O.P., Monseñor Luis Aponte
Martínez, Obispo de Ponce, primer Arzobispo de San Juan, primer Cardenal
portorricensis, y Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, Obispo titular de
Ucres. Mencionemos algunos de los eclesiásticos que, en diversos países,
desempeñaron un papel de importancia. En el caso de México, los curas
Miguel Hidalgo y José María Morelos son los padres de la libertad; en el
Río de la Plata, la labor del Deán Gregorio Funes es destacada. En Cuba, el
ya citado presbítero Félix Varela, catedrático de Derecho constitucional
del Seminario de San Carlos y profesor de filosofía, es el padre de la
patria cubana. El padre Varela, quien vivió en Estados Unidos exilado,
ejerciendo su ministerio espiritual desde 1823 hasta su muerte en 1853, es
una de las figuras más relevantes de América. Sus cenizas están
guardadas—desde hace décadas—en un catafalco en la hermosa y digna Aula
Magna de la Universidad de la Habana, salón construido únicamente con
materiales encontrados en suelo cubano, por cubanos.
En Puerto Rico, el obispo Juan Alejo de Arizmendi, en similares
situaciones, ante la elección de Ramón Power como diputado a las Cortes de
Cádiz, con todo lo que ello significó en su momento para nuestras
libertades y derechos, le convidó a una visita de despedida, antes que
embarcase para España. Quería el Obispo demostrarle el afecto y la
importancia del momento histórico. La ceremonia, en la que participó el
cabildo eclesiástico, se llevó a cabo el 16 de agosto de 1809, en la
Iglesia Catedral de San Juan. Allí el Obispo le entregó emocionado, como
relata don Lidio Cruz Monclova, a su compatriota, Ramón Power, el anillo
episcopal diciéndole:

"Todo lo que habéis prometido lo esperaba el pueblo y la isla entera
de su buen hijo cuyo espíritu católico, lleno de patriotismo y caridad
todos reconocemos. Como prenda segura que os afirmara en la memoria
vuestra resolución de proteger y sostener los derechos de nuestros
compatriotas, como yo mismo la tengo de morir por mi amada grey".

Entonces, el Obispo Arizmendi le dio al diputado el anillo episcopal,
símbolo de Puerto Rico. La reacción airada del gobernador Salvador Meléndez
Bruna no se hizo esperar, y trajo graves consecuencias. Han transcurrido
casi doscientos años, y los buenos puertorriqueños recuerdan aquel obispo,
y agradecen su gesto integrador de nuestra nacionalidad. Somos un pueblo
inteligente que conoce quién lo afirma y defiende sus mejores intereses, y
quienes son sus detractores y desean disolverlo. Así se demostró
recientemente en la decisión de un jurado puertorriqueño en la Corte
Federal en San Juan, cuando esa institución quiso imponer la pena de muerte
a unos acusados, a pesar de que la Constitución de Puerto Rico prohíbe la
pena capital para todo delito. El jurado no los encontró culpables,
prefirió no ponerse de acuerdo antes de votar contra sus conciencias.
Segunda vez que esto ocurre en esa Corte Federal.
Con el propósito de edificar y revitalizar nuestras raíces cristianas
para lograr "el proyecto de un Puerto Rico digno, feliz y pacifico"
suscribe esta epístola. El Arzobispo Roberto González dice en su Carta
Pastoral que: "Siempre he reconocido y declarado que la Iglesia no tiene la
misión ni el derecho, ni la intención de favorecer soluciones políticas
concretas al status que mejor exprese la identidad puertorriqueña". Cree
que la patria, la nación y la identidad deben unirnos, pero nos separan.
Explora el misterio de la identidad. El Arzobispo, de manera docta, propia
de un estudioso de la sociología, como es, nos ilustra sobre los orígenes y
el desarrollo de la puertorriqueñidad. Afirma que: "Resulta imposible
entender el misterio de nuestra identidad fuera del misterio de Cristo".
Recuerda a los sacerdotes Cirilo y Metodio y sus aportaciones a las
culturas orientales de tal calidad, que el alfabeto cirílico todavía se usa
en Rusia y otros países eslavos. El Arzobispo le dice a su pueblo que:
"En Puerto Rico se debate intensamente la naturaleza de la identidad
nacional de nuestro pueblo, y la Iglesia reconoce y respeta la
libertad de los ciudadanos para escoger la mejor manera de representar
jurídicamente esta identidad. Sin embargo, la Iglesia se reconoce
obligada a insistir sobre la raíz espiritual de la persona humana y su
expresión comunitaria llamada identidad nacional".

Procede a hablarnos de la patria y dice que:

"Su imagen provoca una actitud de amor, fidelidad y abnegación. La
patria no consiste sólo en el recuerdo de las grandes gestas
comunitarias, sino también en las tragedias y alegrías vividas y la
esperanza de un mejor porvenir".

En el capitulo VIII, Patria y Virtud, recuerda los ciento cincuenta años
de la muerte del padre Félix Varela y la Carta Pastoral que el Arzobispo de
la Habana, Cardenal Jaime Ortega hace pública con ese motivo. Se dice allí
que Varela "es un apasionado de la libertad del hombre". Dedica el
Arzobispo González Nieves el capitulo IX a tratar el tema de, Patria
tradicional y patria racional. Cita a Eugenio María de Hostos, rechazando
las creencias krausistas, racionalistas y positivistas de éste. Manifiesta
el Arzobispo González Nieves que:

"En Eugenio María de Hostos estalla la clásica tensión entre lo
particular y lo universal. Por una parte, ama profundamente la patria
porque, en el viaje de la vida, la razón no encontraría el punto de
partida si no fuera por el terruño cuya imagen atrayente se hace
omnipresente. Sufre y goza los altibajos de la patria más que nadie".…
"Y convierte el patriotismo en una misión ineludible y absorbente,
ofreciendo todo en el altar de la patria y sufriendo remordimientos
punzantes ante los reclamos del deber".… "Por otra parte, quiere
superar las estrecheces de un patriotismo tradicional que 'encarcela
el espíritu humano en un límite geográfico, en una aspiración
etnológica, en un exclusivismo, mientras que el de razón, trasponiendo
fronteras, lleva al hombre a donde quiera que se realiza el espíritu
del hombre, lo hace hermano del próximo y del distante, del culto y
del salvaje, y dándole por norma la justicia, lo declara ciudadano del
mundo'."

Continúa la Carta Pastoral comentando las ideas hostosianas de la patria
europea y americana y el cosmopolitismo, la globalización y la poligrafía
de Hostos y de Alejando Tapia y Rivera. En el próximo capítulo, el X,
titulado Nuevo pueblo de Dios, se refiere a la catolicidad y el
patriotismo, recordando unas palabras de Monseñor José Maria Escrivá de
Balaguer, "Que nadie nos supere en amor patrio, mientras nos hacemos
solidarios con las buenas obras de los otros países". Algunos
comentaristas, sobre la Carta Pastoral, manifiestan que creen en la cultura
universal y no en las culturas nacionales. No hay cultura universal, sino
el conjunto de los valores y obras nacionales. Mozart seguirá siendo alemán-
austriaco aunque todos disfrutemos de su música y lo consideremos
universal, y así por el estilo. No hay cultura universal per se, lo más
exquisito de cada país es patrimonio de la humanidad, es parte de cada
nación para constituir la cultura universal. El Arzobispo aclara que: "la
nación es algo muy distinto de la política nacionalista o partidista; en su
esencia es una realidad no política". Aclaraciones que no habría que hacer
en otros países o naciones.
Termina la Carta Pastoral sobre Patria, nación e identidad
expresándose sobre la lengua natural de los puertorriqueños, el idioma
castellano. En su último capítulo, el XI, titulado Iglesia y nación, nos
dice que: "La lengua vernácula es reconocida, a escala internacional, como
uno de los derechos fundamentales de la humanidad". A ese respecto, señala
el profesor José Julián Álvarez González, de la Escuela de Derecho de la
Universidad de Puerto Rico, que:" En lo que respecta al derecho
internacional, bajo cualquier definición razonable, Puerto Rico es una
nación, con cultura y personalidad propia y un idioma característico".
Terminemos con unas palabras sobre el idioma castellano, lengua nacional
de los naturales de Puerto Rico. Expresa el Arzobispo que:

"Hasta los dirigentes que abogan por la asimilación y la incorporación
han manifestado públicamente que el idioma español y la cultura no son
negociables. El asunto del idioma es de suma importancia,
independientemente de la relación que se quiera establecer entre las
comunidades políticas. Reconocemos la ventaja de conocer varios
idiomas—bien sea por razones comerciales o profesionales, bien sea por
erudición o comunicación fraterna—sin que esto signifique una
disminución en el dominio y aprecio de la lengua nativa. El lenguaje
no es sólo un instrumento de comunicación extrínseco, sino que también
expresa la identidad, el genio, el espíritu de un pueblo. Nuestra
manera de hablar y escribir revela, en gran medida, nuestra forma de
ser".

Concluye el Arzobispo Metropolitano de San Juan, Monseñor Roberto
González Nieves, con unas palabras finales, serenamente, demostrando su
erudición, conocimientos sociológicos y profunda espiritualidad.







*Ponencia presentada en las actividades de recordación del Décimo
aniversario de la muerte de Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, S. J.,
Obispo Titular de Ucres, auspiciado por el Comité para la protección,
organización y divulgación del Fondo Documental Mons. Antulio Parrilla
Bonilla, Biblioteca Padre Martín J. Berntsen, O.P. leída el 21 de enero de
2004.
** El Dr. Carmelo Delgado Cintrón es catedrático de la Escuela de Derecho
de la Universidad de Puerto Rico y profesor de cursos doctorales del Centro
de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Enseña Historia del
Derecho, Historia Constitucional de Puerto Rico, ¨Derecho y Literatura¨,
¨Derecho y Cinematografía¨ y un Seminario sobre las ideas jurídicas y
constitucionales de Eugenio Maria de Hostos y José de Diego. Ha sido
Director Ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Su dirección
electrónica es [email protected]
[1] Monseñor Roberto González Nieves, Carta Pastoral sobre patria, nación e
identidad: don indivisible del amor de Dios de 15 de agosto de 2003, San
Juan, 2003, p. 46.
[2] Monseñor Antulio Parrilla Bonilla, "Conferencia de prensa en la WIPR'
TV sobre la celebración del centenario nacional del Grito de Lares" en
Antulio Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971,
Cuernavaca, CIDOC 84, 1971, p. 2- 52, cita a la p. 2-57.
[3]Margot Arce de Vázquez, "Monseñor Parrilla, Ejemplo de cristianos", en
Antulio Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971,
Cuernavaca, CIDOC 84, 1971, p. 14.
[4] ¨Vidal Morales y Morales, Iniciadores y primeros mártires de la
Revolución Cubana, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963, tres
tomos, Vol. I, p. 181.
[5]José Ignacio Rodríguez, Vida del Presbítero don Félix Varela, Nueva
York, Imprenta del Nuevo Mundo, 1878. Biografía fundamental para entender
la vida del padre Varela. Hace falta un estudio pormenorizado de la vida
espiritual y política del padre Varela en Estados Unidos.
[6] Presbítero Félix Varela, Lecciones de Filosofía, Nueva York, 1841,
Quinta edición, corregida y aumentada; Miscelánea Filosófica, Nueva York,
Imprenta de Enrique Newton, 1827, Tercera edición.
[7] Véase, José María Chacón y Calvo, "El Padre Varela y la autonomía
colonial", Homenaje a Enrique José Varona, La Habana, 1935.
[8]Herminio Portell Vila, "Sobre el ideario político del Padre Varela",
Revista Cubana, febrero-marzo, 1935.
[9] José Antonio Portuondo, "Significación literaria de Varela", Vida y
pensamiento de Félix Varela, La Habana, Oficina del Historiador de La
Habana, 1944, dos Tomos, Volumen II, p. 23.
[10]José Ferrer Canales, "El Obispo y el Ciervo", El Mundo, 4 de diciembre
de 1970; Antulio Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-
1971, Cuernavaca, CIDOC 84, 1971, p. I/7.
[11]Eugenio María de Hostos, El Plebiscito, Obras Completas, Vol. V, Madre
Isla, La Habana, 1939, p. 95, cita, p 108. Véase Carmelo Delgado Cintrón,
"La Convención Constituyente en Hostos, de Diego y Pedro Albizu Campos",
Río Piedras, Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, 2003,
inédita. (una versión anterior de esta monografía se publicó por el
Congreso Nacional Hostosiano)
[12]Enrique Ahrens, Curso de Derecho Natural o de Filosofía del Derecho,
Madrid, 1906, p. 304.
[13] Luis Muñoz Rivera tiene una frase similar, La fuerza está en el país,
y algunos ilusos, inseguros de su valía y nacionalidad, no le dieron a la
frase la importancia que tiene la misma. Corresponde a los puertorriqueños
la búsqueda de la libertad y de la soberanía.
[14]El doctor José Trías Monge dice en sus "Reflexiones Finales", escritas
como el capítulo XLVI de su Historia Constitucional de Puerto Rico, Río
Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, (1983), tomo IV, p.
249, que: "El proceso ha sido degradante, tanto para Puerto Rico como para
Estados Unidos. En un mundo en que el colonialismo, al menos en su versión
del siglo diecinueve, es fuerza ya acabada, se mantiene a Puerto Rico en
situación indigna, ni dentro ni fuera, gobernándose en parte y gobernado en
otras, al margen del respeto internacional, con supuesto derecho a ser lo
que quiera, pero lanzado al muro de las lamentaciones cada vez que expresa
su deseo". Cita a la p. 250.
[15] El doctor José Trías Monge dice en sus "Reflexiones Finales", escritas
como el capítulo XLVI de su Historia Constitucional de Puerto Rico, tomo IV
(1983), p. 249, que: "La lacra del colonialismo ha dejado su marca en el
espíritu y la historia del pueblo puertorriqueño. El perpetuo estado de
sujeción ha procreado las más peregrinas figuras y actitudes. Surge así en
nuestra historia, como hemos visto, el puertorriqueño incondicional,
servidor entusiasta del imperio, buscador incansable del favor
metrópolitico. Este puertorriqueño quiere olvidar que lo es, quiere dejar
de serlo. A principios de este siglo es que se da en sus manifestaciones
más crudas. Luego se civiliza un tanto, o simplemente se maquilla y habla
de una estadidad sui generis, a su medida, una estadidad sin asimilación".
Cita a la p. 250.
[16] Véase, Carmelo Delgado Cintrón, "La Corte Federal en Puerto Rico. Una
Historia Política", en Luis Nieves Falcón, Violation of Human Rights in
Puerto Rico by the United States –La Violación de los Derechos Humanos en
Puerto Rico por los Estados Unidos, San Juan, Ediciones Puerto, 2002, p.
99'167.
[17] Véase, Monseñor Roberto González Nieves, Carta Pastoral. Patria,
nación e identidad: don indivisible del amor de Dios, San Juan, 2003. Cf.
Carmelo Delgado Cintrón, "La Carta Pastoral del Arzobispo", El Nuevo Día,
Revista Domingo, 21 de septiembre de 2003, p. 18. Puerto Rico fue fundado
en 1508, y cuando los peregrinos llegaron a Plymouth Rock, en 1620, ya
teníamos décadas de civilización.
[18]A la bandera de Puerto Rico se le llama la bandera de la estrella
solitaria o la monoestrellada.
[19]Reelecciones de Indis y De Iure Belli de Fray Francisco de Vitoria,
O.P. fundador del Derecho Internacional, Edición y notas de Javier Malagón
Barceló, Washington, Unión Panamericana, 1963.
[20] Véase, Antonio Truyol y Serra, Historia de la Filosofía del Derecho y
del Estado, Madrid, Revista de Occidente, 1975, 2 Vol., Tomo II, "Del
Renacimiento a Kant", Capítulo 4, "Renovación escolástica y humanismo.
Vitoria", p. 50, cita a la p. 55-56.
[21] Véase, Francisco Carpintero Benítez, Del Derecho Natural Medieval al
Derecho Natural Moderno: Fernando Vázquez de Menchaca, Salamanca, Acta
Salmanticensia, 1977, p. 87, 124, 175.
[22]Eugenio María de Hostos, El Plebiscito, Obras Completas, Vol. V, Madre
Isla, La Habana, 1939, p. 95, cita, p. 108.
[23] Ibíd. P. 98.
[24] Rafael García Barcenas, "Prólogo", al libro del presbítero Félix
Valera, Observaciones sobre la Constitución de la Monarquía Española
seguidas de otros trabajos políticos, La Habana, editorial de la
Universidad de la Habana, 1944, p. XI. El caso de Miriam Ramírez de Ferrer
vs. Juan Mari Bras que decidió el juez superior Ángel G. Hermida, 4 de
octubre de 1996, se recurre en la decisión judicial al Derecho Natural.
[25] García Barcena, Op. Cit. p. XI.
[26]Véase, Juan Mari Bras, "El Verbo predicador", "…De Diego es el primer
puertorriqueño que en el siglo XX utiliza el vocablo 'imperialista' para
definir el régimen norteamericano en Puerto Rico", en Juan Mari Bras,
Abriendo Caminos. Selección de discursos y ponencias que son hilo conductor
del pensamiento político del autor durante el curso de cuarenta y dos años,
San Juan, 2001, p. 167, cita a la p. 169.
[27]José Trias Monge, Puerto Rico: Las penas de la Colonia más antigua del
mundo, Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1999.
[28] La puertorriqueñización del sistema monetario de Estados Unidos usado
en Puerto Rico actualmente:
Estados Unidos Puerto Rico
Dollar Bill Peso
Half dollar Medio peso
Quarter Peseta (El único país que la
mantiene pues España la
elimino)
-- Real (1/2 peseta, 12.5 centavos, 2 reales =
1 peseta)
Dime ficha o vellón de diez
Five cents Vellón
Cent Chavo (de ochavo)

[29]Ironías de la vida, cuando Eliseo Combas Guerra se retiró se fue a
vivir a Madrid y no a los Estados Unidos.
[30]En su juventud escribía una columna llamada "Los Diablos de la
Universidad", y pensaba de otra manera; entonces defendía nuestras cosas.
[31] Para que se calibre este problema reacuérdese que en una ocasión por
los años treinta, discutieron dos lideres del anexionismo, Juan B. Huyke,
exagerado expositor de la imitación de lo norteamericano, que para
bromearlo le decían en la prensa, JUAN BEJUCO. Éste fue Comisionado de
Educación y rompió el "Americanómetro", supuesta máquina que medía el grado
de lacayunez, si se me permite la palabra, o mejor, de imitación lacayuna
de la cultura estadounidense. Pues bien, Juan B. Huyke riñó públicamente
con Juan José Osuna y éste le dijo al otro, "PEROYO NUNCA ME HE LAMADO
JOHN". Anécdota aparte, nuestro pueblo es heroico, pues conservó su idioma
y cultura nacional, a pesar de toda la presión que se le impuso para
borrarlas.
[32] Véase, "Dos cartas al Dr. Héctor Zayas Chardón, Director del Instituto
de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico", 27 de marzo y 2 de
mayo de 1970, y "Contestación a unas manifestaciones del señor Héctor
Zayas Chardón aparecidas en la prensa del 5 de junio de 1970", en Antulio
Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971, Cuernavaca,
CIDOC 84, 1971, p. 6?95, 6/99 y 6/ 103-115.
[33]Ivonne Acosta, La mordaza. Puerto Rico 1948-1957, Río Piedras,
Editorial Edil, 1998, p. 85 , David M. Helfeld, "Discrimination for
political beliefs and associations," Revista del Colegio de Abogados de
Puerto Rico, Volumen XXV, noviembre, (1964), p. 5,
[34] Ward Churchill, Jim Vander, John Trudell, Cointelpro Papers: Documents
from the FBI´s secret war against dissidents in the U.S. South End Press,
second edition, 2002.
[35]Antulio Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969'1971,
Cuernavaca, CIDOC, 1971, p. I/ 14,16.
[36] Ibíd. p. 2/3, "Palabras ante el cadáver del Dr. Gilberto Concepción de
Gracia".
[37] Ibíd. P. 2/7.
[38] Claridad, 20 de septiembre de 1970.
[39]Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969'1971, CIDOC,
Sondeos 84, p.5'13, cita a la p. 5-17.
[40]Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971, CIDOC,
Sondeos 66, p.2´120.
[41]Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1967-1969, CIDOC,
Sondeos 66, p.2´100, cita a la p. 2´113.
[42] Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971, CIDOC,
Sondeos 66, p. 2'98.
[43]Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969-1971, CIDOC,
Sondeos 84, p. 3-61.
[44]"Palabras con motivo de la apertura de los actos conmemorativos del
aniversario 143 del nacimiento del Dr. Ramón Emeterio Betances", en
Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969'1971, CIDOC, Sondeos
84, p.5'34, cita a la p. 5'36.
[45] "Mensaje de dedicación del edificio de la Facultad de Ciencias
Sociales a Ramón Emeterio Betances", en Parrilla Bonilla, Puerto Rico:
Iglesia y Sociedad 1969'1971, CIDOC, Sondeos 84, p. 5-51.
[46]"Homenaje al creador de la Bandera Puertorriqueña", 11 de junio de
1970, en, Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969'1971,
CIDOC, Sondeos 84, p. 5-56, cita a la p. 5-60.
[47]Parrilla Bonilla, Puerto Rico: Iglesia y Sociedad 1969'1971, CIDOC,
Sondeos 84, p.5´80, cita a la p. 5-81.
[48] González Nieves, Carta Pastoral, Op. Cit. Prólogo, p. 7.
[49] Ibíd. p. 13.
[50] Ibíd. p. 14.


El Dr. Carmelo Delgado Cintrón es catedrático de la Escuela de Derecho de
la Universidad de Puerto Rico y profesor de cursos doctorales del Centro de
Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Ha sido Director Ejecutivo
del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Su dirección electrónica es
[email protected]
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