Pasado, presente y futuro de la religión

July 6, 2017 | Autor: G. Perez Herrera | Categoría: Historia De Las Religiones
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Descripción

UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA ROSA GERMÁN PÉREZ
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
ESCUELA DE FILOSOFÍA
HISTORIA DE LAS RELIGIONES
ALGARÍN, ERICK
¿HISTORIA DE LA RELIGIÓN O DE LAS RELIGIONES?
PASADO PRESENTE Y FUTURO DE LA RELIGIÓN

Al preguntarnos si debe ser de la o de las religiones creo que nuestro objeto de estudio nos aclara el punto ya que como dijimos en el esquema, ese objeto de estudio es el hecho religioso el cual se encuentra presente en TODAS las religiones, las infinitas religiones del ser humano, a menos claro que nuestra posición personal le dé la primicia a una religión sobre el resto, pero entonces ya no estaríamos siendo historiadores de las religiones sino prosélitos llevando la verdad revelada. Negada la posible religión natural del hombre ya que los hechos religiosos son hechos culturales, inscritos en un marco histórico definido que en gran medida permite explicarlo.
Existen algunos nombres que son comúnmente asociados al campo semántico relacionado con la historia de las religiones como: Ciencia de la religión, es este un término muy amplio que incluye todo tipo de estudios de la religión, es demasiado genérico y dentro de él se encuentra la historia de las religiones, Religión comparada o estudio comparado de las religiones que es un término que se asemeja a historia de las religiones que como ya hemos dicho estudia el hecho religioso en su contexto cultural e histórico
Tal vez pudiéramos hacer la historia de una religión particular y utilizar los métodos históricos incluyendo la fenomenología, la hermenéutica, la crítica de fuentes y seguirá siendo historia de las religiones ya que como hemos dicho todas las religiones han de ser tratadas con el mismo respeto por cualquier manifestación de sus hechos religiosos, evitando siempre cualquier signo de religiocentrismo o de etnocentrismo.
Uno de los grandes problemas de la disciplina de la historia de las religiones en el mundo es el de lograr una configuración claramente diferente a las de los estudios de tipo confesional o teológico ya que debe ocupar un espacio distinto al de la verdad revelada, y siendo como es el momento actual el de la multirreligiosidad y que la teología tiende a ser normativa y moralista, una de sus finalidades es la determinación del bien y el mal entendidos como la adecuación o no a la "verdad religiosa" tiende a ser también la teología exclusiva ya que la comparación con otras religiones tiene como finalidad determinar qué tan adecuadas se encuentran las otras religiones comparadas al mensaje de la propia que es el único que se considera verdadero, esencialista en el aspecto que busca la esencia generalmente revelada de la religión propia, menospreciando las manifestaciones religiosas e históricas juzgadas como imperfectas ,tiende la teología a ser originalista el mensaje revelado ha de ser eterno, las manifestaciones diferentes de la religión propia juzgan como degeneraciones de un mensaje verdadero y primordial.
Frente a lo anterior la historia de las religiones es: no moralista, no busca extraer conceptos de moral práctica ni desautorizar las formas religiosas de un pueblo x por muy alejadas que resulten de la moral en la que se enculturó el historiador de las religiones, la finalidad del estudio histórico-religioso es comprender la práctica religiosa en el contexto social que le dio origen y mejorar el conocimiento de la sociedad y en última instancia, mejorar el conocimiento del hombre como ser histórico, como ejemplo de lo difícil de este posicionamiento podemos utilizar el del sacrificio humano que para casi todas las religiones actuales está prohibido y que sin embargo durante largos períodos históricos fue una práctica común, la historia de las religiones es no exclusiva ya que se basa en el respeto por las creencia ajenas y requiere una actitud no dogmática por parte del historiador de las religiones y la libertad personal para enfrentar los problemas que pueden encontrarse en una investigación histórico-religiosa no pudiendo asumir una posición de fobia con ninguna religión ni tampoco apologética encubierta que consiste en buscar en el análisis histórico religioso un medio de establecer "científicamente" la verdad esencial de las propias creencias, la historia de las religiones es diversa y no esencialista: la historia de las religiones parte de la constatación de la diversidad de las experiencias religiosas y sus manifestaciones históricas, las experiencias religiosas se analizan como productos de la sociedad y el momento histórico en el que surgen, sin caer en el error de enjuiciarlas en esquemas generales de revelación, es pues, una investigación particularizada en lo cultural y en lo histórico, por ejemplo las obras de San Juan de la Cruz han de estudiarse como el producto de unas condiciones histórico-culturales determinadas y no como cumbre de la revelación divina, que sí lo son del pensamiento místico cristiano, la historia es marcada la línea que diferencia el campo de la historia religiones que realiza análisis históricos como contingencias culturales, muy distinta del campo de la teología y sus interpretaciones imaginarias y religiocéntricas, es así que la teología pasa a ser también objeto de estudio de la historia de las religiones.
Es que las religiones tienen un mundo de cultura, de tradiciones, de valores que las acompañan y las convierte en reproductoras de esos valores de manera que el mensaje que llevan las religiones es un mensaje de una comunidad cultural y que debe ser analizado en su contexto histórico para que sea considerada como estudiadas por la historia de las religiones.
El método de la historia de las religiones. La metodología es el estudio de la forma especial de proceder en cualquier rama de la ciencia para adquirir conocimiento relativo a la materia de esa ciencia en el aspecto concreto del tratamiento de la materia. La metodología se ocupa de los procesos cognitivos impuestos por los problemas que surgen de la naturaleza de su materia. Podemos decir que un método es la combinación sistemática de procesos cognitivos, haciendo uso de técnicas específicas. La clasificación, la conceptualización, la abstracción, el juicio, la observación, el experimento, la generalización, la inducción, la deducción, el argumento por' analogía y, finalmente, la comprensión misma son procesos cognitivos. Se distinguen diferentes métodos según la variedad de formas en las que el pensamiento humano puede organizarse y las diferentes tareas a las que puede aplicarse. En todo método científico debería haber estrecha y sistemática relación entre la teorización y la experiencia. La observación y el experimento nos proporcionan la base para las generalizaciones e hipótesis, que deben ser sometidas a prueba (verificadas o demostrada su falsedad) haciendo deducciones de ellas y comparando éstas con los resultados de nuevas observaciones y experimentos.
La historia de las religiones utiliza el método científico cuando estudia los fenómenos religiosos. Su campo de estudio se compone de hechos religiosos, que son subjetivos y objetivos: subjetivos, porque se ocupan de los pensamientos, sentimientos e intenciones de personas religiosas que se expresan en sus actos externos; objetivos, porque estas expresiones son objetivadas en mitos, símbolos, rituales y actitudes externas en las diferentes religiones. La comprensión de las expresiones de estos estados subjetivos es lo que hace de los hechos citados un acto de religión como el culto, y no simples movimientos. Denominamos a estos estados subjetivos en el sentido de que tienen lugar en el sujeto humano. La religión es ante todo un fenómeno que tiene lugar en un sujeto humano y se expresa en signos y símbolos. Podemos repetir el acto de comprensión dei fenómeno religioso y compararlo con los actos de comprensión de otros observadores, concluyendo que X es un acto de adoración, que Y es un acto de sacrificio y que Z es un acto de oración. Así estos hechos asumen el status de objetividad. En otras palabras, los fenómenos religiosos son objetivamente verificables, pero subjetivamente arraigados. Obviamente, comprendiendo las palabras e intenciones de los participantes en actos religiosos es como se llega a su carácter religioso. Que la gente se comporta de una manera religiosa es un hecho. El historiador de las religiones tiene una comprensión preliminar de lo que es una conducta religiosa, bien a partir de su propia experiencia personal, bien a partir de la experiencia de otros.
Al mismo tiempo, los hechos religiosos son objetivos, en el sentido de que no son fabricación de la mente pensante, sino que observadores independientes podrían verificarlos.
Algunos investigadores creen que el único camino para escapar a la parcialidad o al prejuicio en el estudio de las religiones, especialmente las de otros diferentes de la nuestra propia, es afirmar a priori la igualdad fundamental de todas las religiones. Esta postura, como vemos, es inadmisible, porque su misma afirmación a priori implica un juicio de valor, o más bien una petición de principio. Para afirmar a priori la igualdad fundamental de todas las religiones sería necesario adoptar una postura metafísica, por decirlo así, por encima de todas las religiones particulares; mas esta perspectiva superior a las religiones individuales realmente existentes es abstracta e irreal. Además, el primer requisito de un estudio comparado de las religiones es la suspensión de todo prejuicio y de supuestos a priori, lo que de ninguna manera implica renunciar a las propias convicciones religiosas.
Por otra parte, el acto de comprensión de los fenómenos religiosos no es un acto de algún tipo de intuición misteriosa, mística diríamos, basada en alguna habilidad sobrenatural de penetrar en las experiencias religiosas de otros. El conocimiento de la fe religiosa de otros es indirecto; la inferencia de los estados religiosos de otros se basa en sus afirmaciones, gestos, productos de su trabaja y otros datos observables. La comprensión de la fe religiosa de otros se basa en la observación de la conducta religiosa humana y en los productos de la actividad religiosa humana. Este proceso de comprensión puede tener lugar debido a dos hechos: primero, que tenemos acceso a nuestras experiencias, emociones, pensamientos e ideas religiosas internas; segundo, que psicológicamente las personas religiosas están estructuradas de una manera similar. Hay aquí, pues, una cuestión de inferencia por analogía. Sólo podemos captar los estados mentales de otra persona que de alguna forma, en algún grado y de algún modo han sido incluidos en nuestra experiencia interna. Lo que es totalmente ajeno a nuestra experiencia interna permanece fuera del alcance de nuestra comprensión de la mente de otros. Esto vale aún más de la comprensión de la conducta religiosa de otros. Tenemos que tener presente además que los diversos estados mentales siempre se experimentan en un contexto un contexto de medio socio-cultural en el que la persona vive. A través de la empatía el historiador de las religiones intenta situarse él mismo en la postura del adepto a otra fe para entender su fe interior. Como vemos, la historia de las religiones trata del aspecto más vital de la vida humana, hasta el punto de ser perfectamente consciente de que la religión es lo más profundo y noble en el reino de la existencia espiritual e intelectual del hombre, aunque conoce sus límites en la tarea de penetrar en lo hondo de la interioridad de un alma religiosa. Si un estudioso de la religión no conoce desde la experiencia personal de su propia vida lo que significa orar, sus opiniones sobre la oración no tendrán ningún valor.
Carlos Marx (1818-1883) "el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre... pero el hombre no es un ser abstracto que ocupa el mundo desde fuera. El hombre es su propio mundo y es también el estado y la sociedad. Este estado, esta sociedad producen la religión, una conciencia invertida del mundo... El sufrimiento religioso es, a la vez, expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es la expresión de las criaturas oprimidas, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de una situación desespiritualizada. Es el opio del pueblo. El pueblo necesita abolir la religión, su felicidad ilusoria, para recuperar su verdadera felicidad". Una crítica a la filosofía del derecho de Hegel, 1844
Luego de la tan afamada cita de Marx donde la vitupera, descalifica y ordena su abolición, cuestión que no pudo llevar a cabo el marxismo en ningún sitio donde ha gobernado, sino más bien después de tantos años de entronizado en el poder de la Unión Soviética, cuando el marxismo dejó de gobernar aparecieron todas las religiones que habían sido dadas por desaparecidas allí, parece ser que las religiones pueden desaparecer como la egipcia o la griega o la de Zoroastro o la antigua romana en un proceso más o menos largo y básicamente por el surgimiento de otras religiones y no porque se la persiga como a los judíos en ciertas épocas o a los cristianos incluso en los actuales momentos en algunas partes del cercano oriente o de África.
El tema de estudio que siempre ha de estar claro y presente es el hecho religioso que en el decir del filósofo y teólogo español José Gómez Caffarena "El enigma y el misterio. Una filosofía de la religión" Trotta, Madrid, 2007. "es un hecho real al que intentamos referirnos y se trata de conductas humanas, múltiples y diversas que unificamos bajo esa denominación común de "religiosas" "
Ha habido, hay y habrá muchas religiones este es un hecho innegable, el hombre crea religiones de acuerdo a su desarrollo cultural, es un camino que asciende al cielo de la divino, lo religioso es totalmente humano, es en lo religioso donde el humano se alimenta el espíritu, para el gran filósofo español Xavier Zubiri "El hombre no tiene religión, consiste en religión" es decir religación con la divinidad. Quien no acepta la tradicional religión de su cultura se incorpora a otra o inventa la suya propia aunque se declare no religioso e incluso miembro de la secta de los ateos que afirman como verdad revelada que Dios no existe.
Siendo la historia de las religiones una ciencia positiva no le es propio demostrar la verdad o el grado de error de una religión determinada sino mostrar el inmenso abanico de las creencias religiosas de los hombres de las diversas épocas, regiones y culturas esa es la conveniencia y la utilidad de la historia de las religiones se entronca con la naturaleza del ser humano y su evidente pluralismo religioso y su repercusión en lo socio-cultural, así como también de la necesidad de una formación integral que incluye lo religioso-cultural para la madurez personal, el poder estudiar lo común en todas si lo hay y lo específico de cada una, lo particular en cada región, es el punto de partida de las ciencias de la religión.
Podemos continuar definiendo la historia de las religiones como el estudio diacrónico y sincrónico de las estructuras doctrinales, rituales, organizativas religiosas y de su desarrollo a lo largo de la historia humana, como es bien sabido, lo diacrónico se refiere al proceso o desarrollo histórico de cada religión o elemento religioso con sus mutaciones, y lo sincrónico a lo simultáneo, a lo actual, es como pruebas de vigencia socio-religiosa en un momento o circunstancia determinados de la historia, aspira la historia de las religiones a describir religiones concretas tal y como se han dado en su desarrollo histórico y, si es posible, su específica evolución interna, también en la interioridad de sus miembros.
La realidad concreta de una religión es la religiosidad de sus miembros, es por eso que el estudio básico de la religión consiste en un estudio de personas, de su sentido religioso, de ahí que la historia de las religiones aspira a explicar las creencias y los hechos religiosos específicos del hinduismo, del budismo, de cada religión, de manera que los hinduistas, los budistas y cada miembro de una religión estudiada se reconozcan en su exposición, se vean reflejados en ella, el ideal será que cada miembro de una religión al ver la exposición de su religión exclamara "eso es lo que yo creo" "lo que yo celebro" "ese es nuestro ritual" ciertamente esa es la aspiración de la historia de las religiones,
Lograr que la religión propia no se imponga a la hora del análisis histórico-religioso es el mantra, permítasenos la palabra, que ha repetirse en cada paso el historiador de las religiones, siendo que la subjetividad se encuentra al lado de todo ser humano y que debe ser abandonada como criterio de trabajo en esta disciplina académica.
Entender que casi todas las religiones profesadas tienen carácter misionero-evangelizador y que es considerado lo correcto pertenecer al grupo que ha recibido la verdad por revelación.
Religión se define como conjunto de creencias, dogmas y prácticas relativas a lo que un individuo considera divino o sagrado.
En la actualidad una gran gama de religiones están presentes en nuestra sociedad y en nuestras vidas, cosa que para algunas personas pudiera parecer bueno o no pudiera tener mayor importancia en sus vidas ya que ellos cuentan con una religión, y es con esta con la cual comulgan. Aunque hay personas que piensen que el que existan las diversas religiones es algo absurdo ya que todas cuentan con un fin en común que es adorar a un Dios tal como lo dice la palabra "religión" religare del latín re: unir al hombre con Dios.
La religión en nuestros días es tan fuerte a tal grado que es capaz de regir las vidas de la mayoría de las personas, y es por esto que tiene un lugar de suma importancia en nuestra existencia. Muchas personas forman su vida a partir de la religión e incluso sociedades lo hacen, y es que ¿es necesario sentirse parte de algo o creer en algo?, ¿nuestra vida no tiene sentido sin creencia?, es aquí donde entra la fe la cual considero como creer en algo aunque no lo pueda ver. La palabra fe proviene del latín fides, que significa creer, también es considerada como la aceptación de ideas que son teóricamente indemostrables, aunque impuestas necesariamente por la realidad indudable de la libertad. La fe, más que creer en algo que no vemos es creer en alguien que nos ha hablado. Dios nos habla. La fe divina es una virtud teologal y procede de un don de Dios que nos capacita para reconocer que es Dios quien habla y enseña en las Sagradas Escrituras y en la Iglesia. Quien tiene fe sabe que por encima de toda duda y preocupaciones de este mundo las enseñanzas de la fe son las enseñanzas de Dios y por lo tanto son ciertas y buenas.
La fe es esencialmente la respuesta de la persona humana al Dios personal, y por lo tanto el encuentro de dos personas. El hombre queda en ella totalmente comprometido. La fe es cierta, no porque implica la evidencia de una cosa vista, sino porque es la adhesión a una persona que ve. La transmisión de la fe se verifica por el testimonio. Un cristiano da testimonio en la medida en que se entrega totalmente a Dios y a su obra. Normalmente, la verdad cristiana se hace reconocer a través de la persona cristiana. El que no tiene fe no entiende al que la tiene, y sabe estimar los valores eternos. Es como hablarle a un ciego de colores.
Otra de las cosas que tienen importancia en el área de la historia de las religiones es por qué algunas personas niegan la existencia de ningún ser divino y rechazan las religiones es otra razón muy importante para la investigación histórico-religiosa, a nuestro entender como ya hemos dicho, llegan a formar verdaderas sectas militantes y evangelizadoras de ateísmo radical.
Esta investigación debe abordar la religión X y comparala con algunas otras XX, ya que en casi todo el mundo la mayoría de la familia impone a su hijo a seguir la religión que ellos siguen, y puede que esta no le parezca a ese individuo o no crea en sus enseñanzas, así puede buscar una religión que se adapte a sus necesidades y la que crea que es la más correcta. O si no le parece ningún punto de vista de ninguna religión, o no cree en seres divinos, puede escoger el no tener religión.
Es importante la historia de las religiones porque cada religión tiene diferentes enseñanzas de cómo debe de ser una sociedad, también en el ámbito político ya que hay religiones que prohíben la participación de las personas en elecciones populares para elegir a sus gobernantes, esta particularidad no corresponde tan sólo a los Testigos Jehová sino por ejemplo algunas formas ortodoxas de judaísmo, de budismo y otras.
Creemos que lo que hace al hombre creer en la religión es principalmente el miedo a lo desconocido. El hombre se siente impotente. Hay a nuestro entender tres cosas que le infunden miedo al hombre. Primero, lo que la naturaleza puede hacerle. Segundo, lo que pueden hacerle otros hombres, Y tercero lo cual tiene que ver mucho con la religión, teme lo que la violencia de sus pasiones podría inducirle a hacer; cosas de las que, en un momento de serenidad, sabe que se arrepentiría. Por esta razón la mayoría de los hombres tienen muchísimo miedo en su vida, y la religión les ayuda a no sentirse tan atormentados por estos temores. Ese es otro buen punto que tiene que ver con la importancia de esta investigación
Enseñar a la sociedad que ay diferentes puntos de vista en cada religión, ya sea en lo que se relaciona con el área humana política, económica social y moral.
Aumentar el interés hacia los acólitos de las diferentes religiones que existen en el mundo, y discutir sobre ellas, ya sea en un debate, donde un representante de cada iglesia plantee las enseñanzas de su religión para que cada quien pueda elegir una religión,
Demostrar que las religiones no es tanto estar correcto en sus teorías o enseñanzas, sino que más que ser verídica, son actos de fe.
Conocer todas las creencias de todas las religiones en el mundo.
Entender el propósito de cada religión, para saber qué es lo que ofrece y cual cultura la engendró y en qué momento histórico a cuál religión.
Encontrar el país o región donde surgió la primera religión en el mundo, y el año en que esta empezó a impartir doctrina.
Las características de nuestra época han acercado las distintas culturas hasta el punto de que lo que hasta ayer era lejano, hoy forma parte de nuestra
Este hecho nos obliga a ampliar nuestra mirada sobre las religiones tradicionales en la actualidad y, por otra parte, debemos estar atentos a las nuevas formas de religiosidad que van apareciendo.
La complejidad del hecho religioso y la necesaria distancia con la que es preciso tratar un tema que puede afectar a las creencias de las personas obliga a que el enfoque sea el propio de la historia de las religiones.
Pero, ante todo, el hecho religioso debe analizarse desde una perspectiva ética, que es doblemente necesaria en primer lugar, para articular el pluralismo religioso, que ninguna religión puede justificar desde sí misma, en tanto que cada una de ellas se presenta como la única verdadera; y en segundo lugar, puede servir en la actualidad, para crear un Estado democrático y tolerante que es el que permite ese pluralismo. Se trata de una ética laica que, a diferencia de las éticas religiosas, no pretende la salvación del individuo ni busca fundamentaciones de carácter absoluto, sino que establece valores y principios que garanticen la convivencia, que favorezcan los acuerdos colectivos y que permitan sustituirlos por otros, cuando se detecten fallos o sean insuficientes.
¿Por qué tenemos creencias religiosas?, pensamos que todos tenemos creencias, la mayoría ideas religiosas, alguno otros suponemos que materiales, y los menos de otro tipo, ni religiosas ni materiales sino algún tipo de idea más bien estética, es decir valorativa del tipo me gusta/ no me gusta, sin que esto signifique algún tipo de tara o desajuste.

La religión ha cumplido a lo largo de la historia infinidad de papeles, la mayoría fundamentales para el desarrollo de la humanidad, ya que siempre estuvo estrechamente vinculada con las bases morales de los pueblos (y aún lo está), y es ésta última la que "dirige" el rumbo del accionar de las personas, pues todas las decisiones que tomamos las efectuamos sobre la base de nuestros conocimientos, y nuestras creencias, y esto es la materia prima fundamental de la moral. Por otra parte, es necesario diferenciar la religión de la forma en que ha sido y es utilizada por el hombre en situación de poder lo mismo que se debe de hacer con la ciencia. La religión es solamente una herramienta, la cual puede utilizarse de infinidad de formas posibles y está en nosotros aprender a hacer de ella un objeto de bien y no de mal. A lo largo de la historia podemos ver, no es necesario imaginárnoslo, los diferentes usos que se le dieron a la religión y sus diferentes resultados. Así que está en nuestras manos nuestro propio destino y los problemas sociales no debemos achacárselos a nadie más que no sean los seres humanos.
Ya que alguien puede decir que de acuerdo a la historia conocida hubo una persecución en la llamada "inquisición española" y eso atañe directamente al catolicismo, también se puede alegar que en el período histórico de la revolución francesa denominado del "terror" la cantidad de ejecuciones es infinitamente mayor que en los casi 300 años que duró la "Inquisición" y no por ello se culpabiliza a la democracia parlamentaria que es el producto de la revolución francesa, o sea, que estos sesgos ideológicos son los que han de ser execrados de cualquier investigación de la Historia de las religiones.
La vertiente subjetiva de lo religioso es por su misma naturaleza, personal, individual y variable dentro de la misma religión, incluso entre personas cercanas de una misma religión por muy afines que sean y que nuestra individualidad opera tanto en el estrato de las creencias como en el de las vivencias y el de nuestros propios sentimientos, por lo mismo resulta ardua la tarea de la historia de las religiones de poder condensar estas como unidades monolíticas de manera sistemática.
De manera que el diálogo entre lo estudiado y el estudioso en el campo de la Historia de las religiones, como en cualquier área de la Historia, reclama de la mayor objetividad posible, la mejor captación de lo sucedido, ya que la religión es una fuerza ideológica presente siempre en la Historia de la humanidad es una forma de estudiar al hombre, de acuerdo a Stark y Bainbridge (1.987) la religión surge como respuesta al cuestionamiento básico sobre la trascendencia del hombre. Al no poder explicar la razón de los sufrimientos y tragedias de la vida así como de la eventual muerte el individuo y el grupo social generaron una necesidad de compensación que se encontró en la religión.
Por alrededor de dos siglos los científicos sociales habían estudiado la religión como un vestigio del pasado de la humanidad, el comportamiento religioso se consideraba como ya hemos expuesto, independiente e incluso opuesto a cualquier forma de razón, creemos que esto pudiera tener como posible explicación que los orígenes de la religión están sepultados en la prehistoria y por ello no le hemos encontrado razón, fin y verdad, además que siendo tan lejano ese comienzo se la consideraba superada como un estadio de prehumanidad, de casi total animalidad, de impropia de los seres superiores en los que pensamos hemos devenido.

El significado de la palabra religión, como hemos dicho ya, significa ligar o unir lo físico terrenal con lo espiritual y divino. Es el conjunto de creencias y dogmas acerca de los conocimientos básicos de la divinidad. En toda la historia se han conocido diferentes visiones acerca de la divinidad, sus diferentes fundadores se dieron a la tarea de informarnos, más bien recordarnos, cuáles son nuestros deberes y derechos para con la naturaleza y todo lo que nos rodea; de estas enseñanzas se han creado sectas o grupos que siguieron las instrucciones de sus fundadores, mas poco a poco, a través de las generaciones, estas enseñanzas se fueron alterando por los conceptos e intereses de poder de quienes se hicieron llamar representantes directos de la divinidad, y también pensamos que por lo lejano y distante del momento de la fundación de la religión, entonces ellos pusieron sus propias normas y sistemas de vida y pronunciaron que quienes no se sometieran a dichos mandatos, tenían perdida la entrada al cielo. Esto creó el dogma (creencia que no pude ser cambiada porque Dios castiga con el infierno a quien lo hace) en cada grupo y a esto es a lo que se llama religión.
La divinidad ha de tener a nuestro entender (y aquí estamos echando por la borda la objetividad necesaria de la Historia de las religiones) la facultad y propiedad de ser global, total, y por lo tanto no ha de premiar o castigar a nadie, no pertenece a un grupo específico, los cuales se atribuyen la potestad divina de dirigir la vida de otros a costa de su creencia, que es la gran mayoría de la humanidad. En sus fundamentos, las religiones son maravillosas, hasta que llegan a manos de sus tergiversadores y de acuerdo a las épocas, entonces varían a su antojo ciertas partes de las enseñanzas originales para así controlar por miedo a las grandes masas, las cuales no quieren estar fuera de la protección y misericordia del Dios personal en el que creen. Cuando nos dicen que Dios, (que es todo lo que existe, lo que podemos y no podemos ver) es un ser lleno de ira contra nosotros y que iremos al infierno debajo de la tierra para sufrir eternamente, me pregunto ¿quién no tendrá miedo a ese Dios que nos pide todo el amor que tenemos a cambio de la amenaza al sufrimiento eterno? Las enseñanzas del maestro Jesús, nos muestran que ningún ser humano está libre de errores o pecados, si no es así, "que tire la primera piedra". ¿Podríamos pensar que toda la humanidad está condenada y que nadie se merece una nueva oportunidad? O más bien que la divinidad está dentro y fuera de nosotros y no le pertenece a nadie en particular; todas las religiones del mundo profesan el amor universal y es lo que menos se respira en el mundo.
Este breve momento de desvarío nos puede servir como ejemplo de lo que sucede sí el historiador de las religiones toma partido como sí se tratara de un partido de fútbol o tal vez de una parcialidad política, si se allana el camino de la autocomplacencia en la propia visión se estará realizando una especie de acto vacío de sentido, o de sentido impropio, tal vez como si un médico solamente atendiera con su conocimiento a las personas que le son de su misma forma de pensar, de su misma ideología.
Si aceptamos como buena la postura de que el conocimiento SIEMPRE es parcial y que podemos conocer zonas, pedazos de la realidad en el caso de la historia de las religiones más parcial es el conocimiento ya que se deduce de unos hechos que pudieran ser interpretados de forma quizás inacabada, quizá por ser parcial el conocimiento no cuente el historiador de las religiones con elementos suficientes para interpretar debidamente, apropiadamente un hecho o unos hechos religiosos y su concatenación y desarrollo en la historia.
La religión mira a su propio entorno para convertirse en objeto de estudio de otras disciplinas, es importante aseverar su carácter humano. En otras palabras, a la etimología de la palabra religión subyace el sentido mismo de ésta para el ser humano. Recoge en palabras la expresión subjetiva e íntima del sentimiento y la experiencia de pertenencia del ser individual a fuerzas superiores a él. Manifiesta el sentimiento mediante el culto, el arte, la escritura, la música, los símbolos, los mitos, etc. Todas construcciones del imaginario colectivo. Durante años, especialistas en el tema han argüido proposiciones que subrayan la importancia antropológica del hecho religioso.

Entre ellos es común la consideración de éste como una especie de inquietud última del ser humano. Última porque la religión abarca un objeto trascendental e inmanente a la vez, metafísico, pero cercano o ligado a la realidad cultural humana. La complejidad del fenómeno religioso reside inicialmente en el binomio sagrado-profano, donde lo sagrado designa siempre el ámbito en que se inscriben todos los elementos que componen el orden de la realidad divina. La manifestación de lo religioso establece una distinción o una ruptura entre lo cotidiano o profano y lo trascendental y sagrado
La distinción de comportamiento sagrado frente a lo profano supone una ruptura radical que escinde la realidad humana y social. Lo sagrado es comprendido como un conjunto de objetos o de comportamientos separados por su naturaleza del conjunto o comportamientos profanos, es aquí donde creemos radica la separación de las manifestaciones, mediante la selección o elección lo que supone un apartamiento de su contrario.
El mundo normativo y de creencias refleja la cosmogonía proyectada en los acontecimientos sociales comunitarios.
El hecho religioso se presenta como una constante en todos los pueblos con notas peculiares que lo singularizan entre los factores que vertebran la vida social. Pues, si bien la religión, particularmente el Cristianismo y tal vez el Budismo, surge de una opción interior ésta afecta en todo a la vida del hombre y, por tanto, también a su dimensión social. Es más, el Cristianismo y el Islam tienen una fuerte carga social.
Nacen en torno a un núcleo de seguidores del fundador, atraídos por su vida y mensaje, a quienes se encomienda la transmisión y difusión de su experiencia trascendiendo las divisiones políticas, étnicas y culturales.
La religión es un fenómeno, hemos dicho, social, complejo, un sistema de representaciones, sentimientos y ritos religiosos específicos, y en la sociedad dividida en clases, de instituciones religiosas también que agrupan a los servidores profesionales del culto.
Quizá hayamos pasado por alto la característica de la religión que puede ser la más importante dentro del mundo social y es la posibilidad de regular la sociedad misma con normas de fiel cumplimiento que aseguran el bienestar colectivo, sintiendo esa cultura que su mundo está bien si se cumplen los preceptos divinos.
Como toda actividad humana la actividad religiosa está signada por el uso del lenguaje propiamente religioso, simbólico, que es iniciático, sólo para los seguidores, desde los ritos órficos y la poesía en versos jámbicos hasta las misas en latín y las formulas budistas incomprensibles para los no preparados.
La historia de las religiones aborda los fenómenos religiosos desde un punto de vista no confesional y una perspectiva tanto histórica como antropológica, así como con referencia tanto al tiempo como al espacio perspectivas diacrónica y sincrónica ya mencionadas en otra parte del presente trabajo.
Está estrechamente relacionada con la etnología, la filología y la historia. Como sus disciplinas hermanas, es una ciencia de observación que se basa en el examen crítico de los datos, así como en el método comparativo.
Esta ciencia puede ser definida con otras denominaciones, como ciencia de las religiones, con tradición en Alemania "Religionswissenschaft", noción acuñada por Friedrich Max Müller, célebre orientalista, mitólogo y especialista en lo indoeuropeo del siglo XIX. En esa época, el estudio de las religiones se encuadraba en el ámbito intelectual del academicismo romántico. El término religiones comparadas es utilizado sobre todo en el mundo intelectual anglosajón.
El ejercicio de la historia de las religiones siempre ha sido desde lo comunitario. Ya en la Antigüedad, desde Heródoto, los griegos observaron con curiosidad las costumbres y tradiciones de otros pueblos egipcios, persas, judíos con el fin de situar las propias. Plutarco, en el siglo I de la era cristiana, nos dejó un cierto número de trabajos que se pueden calificar de mitología comparada.
Son los padres de la Iglesia los que van a comparar las diferentes religiones y forjar el concepto de paganismo, para explicar en su propio beneficio el surgimiento y la superioridad del cristianismo. También son conceptos enunciados en este contexto por la patrística "Luz natural o imitación diabólica" los que servirán para explicar mil años más tarde, en la colonización de América, las curiosas costumbres de los indígenas, comparándolas con las de los paganos precristianos. Tal comparación se ejecuta en tres niveles: los antiguos, los salvajes y nosotros. Expresa la tensión entre el egocentrismo del yo y la alteridad del otro; que puede desembocar en una fuerte identificación o identidad colectiva del nosotros opuesta al ellos racismo y nacionalismo étnico y lingüístico, o proselitismo, intolerancia y fundamentalismo religioso; o, menos frecuentemente, en un relativismo cultural que intente no aplicar prejuicios y encuentre valores de similar naturaleza en ambos lados de un diálogo entre iguales.
Ejemplos de esas perspectivas en la Edad Moderna son la "Historia Apologetica" del dominico Bartolomé de las Casas siglo XVI o "Les moeurs des sauvages amériquains comparée aux moeurs des premiers temps" "Las costumbres de los salvajes americanos comparadas con las costumbres de los tiempos primeros" del jesuita Josèphe François Lafitau siglo XVIII. Aún se encuentran ambos en un contexto apologético. La historia de las religiones se desarrolla en ellos a partir de la mirada que el cristianismo posa sobre las demás religiones.
En el siglo XIX, al término del proceso de desconfesionalización iniciado por los philosophes de la Ilustración, la historia de las religiones se va lentamente a emancipar de sus orígenes piadosos para convertirse en una verdadera disciplina científica, desembarazada de su propósito inicial (justificar la religión) para precisamente abordar mejor su objeto de estudio las religiones mismas. La historia de las religiones se distingue así de las disciplinas teológicas, incluso aunque al mismo tiempo estas mismas están empeñadas en iniciar una crítica profunda de sus tradiciones dogmáticas.
El florecimiento contemporáneo de los estudios orientalistas marcarán decisivamente esta nueva orientación, especialmente descubrimientos filológicos como los efectuados en torno al sánscrito, la crítica bíblica Ernest Renan, y sobre todo la antropología anglosajona Robertson Smith, Edward Tylor, James George Frazer y la escuela sociológica francesa Emile Durkheim, Marcel Mauss, Henri Hubert.
En el siglo XX, la historia de las religiones será también influida por las aproximaciones psicológicas Sigmund Freud, Carl Gustav Jung, Károly Kerényi, fenomenológicas Rudolf Otto, Mircea Eliade o por las grandes figuras de la mitología comparada Georges Dumézil y de la antropología social Claude Lévi-Strauss.
En los últimos tiempos, varias asociaciones y organizaciones reagrupan a los especialistas de diferentes dominios de la historia de las religiones. Desde las aproximaciones diferentes que practican las diferentes escuelas, el ejercicio comparatista y la perspectiva histórico-antropológica suelen dotar de rigor a sus métodos y propuestas de investigación.
En nuestro tiempo actual se está relacionando la religión con la ecología, es así como el brasileño Leonardo Boff en su trabajo denominado "La voz del arcoíris" nos señala que cuando hablamos de espiritualidad pensamos en una experiencia de base omnienglobante con la cual se capta la totalidad de las cosas como una totalidad orgánica, nos recuerda que la palabra espíritu de donde se deriva espiritualidad es la cualidad de todo ser que respira, es pues todo ser que vive como el animal, la planta y el humano, también la tierra entera y el universo son experimentados como espíritus porque en ellos hay vida y mantienen el movimiento organizador de la vida.
Espiritualidad es la actitud que coloca la vida en el centro dice Boff, que defiende y promueve la vida contra todos los mecanismos de disminución, estancamiento y muerte, teniendo como opuesto al espíritu no el cuerpo sino la muerte, tomada esta como muerte biológica, social y existencial, vale decir: fracaso, humillación, opresión, nos enuncia el brasileño que alimentar la espiritualidad es encontrarse abierto a todo lo que exportador de vida cultivar el espacio de la experiencia interior a partir del cual las cosas se ligan y se religan, superar las áreas separadas, captar la totalidad y vivenciar las realidades, el hombre y la mujer espiritual son quienes siempre perciben el otro lado de la realidad, capaz de captar la profundidad que se revela en todas las cosas y que consigue entrever la relación de todo con la última realidad.
La espiritualidad no parte del poder, ni de la acumulación, ni del interés, ni de la razón instrumental sino que parte de la razón emocional, sacramental y simbólica, de lo gratuito del mundo, de la relación inclusiva, de la profunda conmoción, de la comunión que tienen todas las cosas entre sí.
Para el catalán Mariano Corbí en su obra "Religión sin religión" Las sociedades preindustriales, agrarias, autoritarias y patriarcales han terminado en el occidente desarrollado y sólo quedan algunos residuos por extinguir y afirma que esa es la dirección en la que marcha la cultura y que tarde o temprano en esa dirección han de marchar todos los pueblos, y quienes no lo logren les quedará sólo la miseria y la desaparición.
Ante este panorama tan diferente al de Boff, es interesante observar que coinciden en la visión de una sociedad en el muy cercano futuro, sin las formas religiosas que nosotros hemos conocido, marcada esta época a punto de llegar por una espiritualidad secularizada, una especie de todo es Dios, un panteísmo del sXXI un Dios que está en el aire, el agua, los mares, una descripción similar a la de Baruj Espinosa en su "carta": de 1.665
Este es el Dios o naturaleza.
" Deja ya de estar rezando o dándote golpes en el pecho, lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

Deja ya de ir a esos templos lúgubres, oscuros y fríos, que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en la montaña, en los bosques, en los lagos, en los ríos, en las playas, ahí es donde vivo y ahí expreso mi amor por ti. Deja ya de culparme de tu vida miserable, yo nunca te dije que había nada mal en ti, o que fueras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo mala, el sexo es un regalo que te he dado, y con lo que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que, no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas Escrituras Sagradas, que nada tienen que ver conmigo, si no puedes leerme escucha bien, en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos,
En los ojos de tus hijos…no me encontrarás en ningún libro. Confía en mí, deja de pedirme, que vas a decirme a mí como hacer mi trabajo, deja de tenerme tanto miedo, yo no te juzgo, ni te critico ni me enojo, ni me molesto, ni castigo, cuando entenderás que soy "El Puro Amor"
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar, si yo te hice, yo te llené de limitaciones, de pasiones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias, porque te di Libre albedrío, como puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti, como puedo castigarte por ser como eres, si eres como te hice, crees que yo podría inventar un lugar para quemar a todos mi hijos que se portan mal, por el resto de la eternidad, que clase de Dios puede hacer eso. Olvídate de cualquier tipo de mandamiento, de cualquier tipo de leyes, esas son artimañas para manipularte, para controlarte que sólo crean culpa en ti, mira, respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti.

Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tengas estado de alerta en tu vida. Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, , ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso, esta vida es lo único que hay aquí y ahora, lo único que necesitas es vivir te he hecho absolutamente libre; no hay premios, ni castigos, ni pecados, ni virtudes, nadie lleva un marcador, ni un registro, eres absolutamente libre, escucha bien, para crear de tu vida un cielo o un infierno, por eso te regalé el libre albedrío, para que dependa todo de ti, lo que tú haces de ti, no se podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo, vive como si esta fuera la única oportunidad de vivir, de disfrutar, de amar, de existir, y nada más Habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si existe otra vida, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, porque eso por libre albedrío lo has padecido tú. Te voy a preguntar;¿ te gusto? ¿Te divertiste? ¿Qué fue lo que disfrutaste?¿ Que aprendiste?.
Deja de creer en mí como una creencia, creer es suponer, adivinar, imaginar, yo no quiero que creas en mí, y en imágenes de mí, quiero que me sientas en TI y en TODO. Que me sientas en ti cuando besas a tu amado o a tu amada, cuando arropas a tu hijo, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme! ¿Qué clase de Dios ególatra te crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan, te sientes agradecido…demuéstralo, cuidando de ti y de los tuyos, de tu salud, de tus relaciones, del mundo; te sientes observado, sobrecogido, expresa tu alegría. Esa puede ser una de las formas de alabarme. Deja de complicarte y de repetir como un loro lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro, es que estás aquí ahora en este instante vivo y que este mundo está lleno de maravillas. Para que necesitas milagros? Para que tantas y tantas explicaciones?.

Y por último, no me busques afuera, no me invoques en dioses, no me invoques en elementos, no busques rituales, no busques más que en el ahora buscarme dentro, dentro, aquí y ahora no en ese tiempo, no en ese espacio allá afuera, eternamente aquí estoy, LATIENDO EN TI!"
Luego de leer a los autores Boff y Corbí se nos apareció en la memoria el expulsado de las sinagogas de Holanda por no acoplarse al rito milenario, parece que en nuestro tiempo y en los tiempos que podemos avizorar desde ellos, la religión tiene un futuro que podemos considerar en dos corrientes, por un lado la llamada visión integracionista o fundamentalista del Islam y su lucha política tan desprestigiada en Occidente y otra diametralmente opuesta, la visión de la que hace poco hablamos, secularizada, desregularizada, no institucional e incluso, no propiamente religiosa sino más bien "espiritual", sin que por ello descuidemos el movimiento llamado "nuevo ateísmo" y toda su producción intelectual que como ya dijimos es para nosotros una "secta religiosa evangelizadora del pensamiento de Dios no existe" los que toman a Primo Levi y su "Esto es un hombre" en italiano (1947) y en español (1987) como epítome del ateísmo militante, allí están autores como Christopher Hitchens y su obra "Dios no es bueno" en inglés (2007) y en español (2008) y" Dios no existe" en inglés (2007) y en español (2009) en ellos el autor anglo norteamericano egresado de la muy prestigiosa universidad de Oxford nos expone sus ideas que no podemos considerar en modo alguno novedosas más allá de su estilo que algunos consideran ingenioso y decidido. En sus obras el filósofo nos quiere convencer que Dios no existe ya que en el mundo hay mal y que por esta razón o Dios no existe o es malo ya que o creó lo malo o permite la existencia de lo malo. Es pues mediante este tipo de argumentos que nos obliga "racionalmente" a no creer en Dios.

Podemos pues ver que existe de una parte una necesidad de lo sagrado y por otro lado una necesidad de racionalidad que nos lleve a un mundo de verdades no religiosas pero si espirituales, es decir, a nuestro entender, tanto la visión que denominamos "espiritualista" como la del "nuevo ateísmo" no son más que una racionalización de la tardomodernidad en tanto que la racionalización de la modernidad murió al no dar al hombre respuestas ciertas. En los diversos momentos de la historia humana, los hombre buscaron explicaciones plausibles a los fenómenos que observaba, y la aceptación de esas distintas corrientes del pensamiento, permitieron a la religión apropiarse del espacio, luego a partir del progreso de las ciencias "la razón" logra un terreno trascendente en la vida del hombre, logrando ocupar las capacidades de pensar y filosofar sobre todo a partir de la duda metódica heredada de Descartes.
El estudio de las religiones, tiene el propósito de entender que los hombres tiene el deseo irrefrenable de salvarse de un posible castigo divino y que sólo en las religiones y particularmente en el cristianismo se encuentra su salvación, mientras que para quienes han crecido en la fuente del pensamiento humano, al estilo de Feuerbach, y el posterior marxismo el hombre ha realizado su camino: primero creó a Dios y más tarde entendió que ello solo era un peldaño en el conocimiento humano, al considerar a Dios como una creación humana y por lo tanto como Feuerbach niegan su existencia así como la de cualquier otro dios.
De la misma manera, a la gente no le gusta la ciencia, pues ella desafía creencias arraigadas, lo que contraría su sentido común, le desbarata sus doctrinas, le desmonta la perfección de los humanos como creación divina. En conclusión Filosofía y Religión se hayan estrechamente vinculadas en tanto contenido de la religión como tema principal de la reflexión filosófica; y la filosofía como fundamentación religiosa
Dice en su "manifiesto ateo" en inglés (2005) y en español (2009) Sam Harris, filósofo y neurocientífico norteamericano
" En algún lugar del mundo un hombre ha secuestrado a una niña. Pronto la violará, la torturará y la asesinará. Si una atrocidad de esta clase no ocurre precisamente en este momento, ocurrirá en unas horas, o a lo sumo en unos días. Tal es el grado de confianza que podemos extraer de las leyes estadísticas que gobiernan las vidas de 6 mil millones de seres humanos. La misma estadística sugiere también que los padres de estas niñas creen en este mismo instante que un Dios omnipotente e infinitamente bondadoso cuida de ellos y de su familia. ¿Tienen alguna razón para creer esto? Es más, ¿está bien que lo crean?
La respuesta a ambas preguntas es muy clara: no"
Para Harris todo el ateísmo está contenido en la anterior respuesta. El ateísmo no es una filosofía; no es ni siquiera una opinión sobre el mundo; es simplemente el rechazo a negar lo evidente. Por desgracia, vivimos en un mundo en el que, por principio, lo evidente se pasa por alto. Lo evidente debe ser observado, vuelto a observar y defendido. Se trata de un trabajo ingrato. Lleva consigo una aureola de petulancia e insensibilidad. Además es un trabajo que el ateo no necesita.
Dice Harris que es preciso señalar que nadie necesita identificarse como un no-astrólogo o un no-alquimista. Por consiguiente, no tenemos ningún nombre para definir a las personas que niegan la validez de estas pseudo-disciplinas. De la misma forma, el ateísmo es un término que ni siquiera debería existir. El ateísmo no es más que la protesta manifestada por la gente razonable en presencia del dogma religioso. El ateo es simplemente una persona que cree que los 260 millones de americanos (el 87 % de la población) que afirman no dudar jamás de la existencia de Dios son los que están obligados a presentar pruebas de su existencia y, ciertamente, de su benevolencia, considerando la destrucción implacable de seres humanos inocentes de la que somos testigos a diario en el mundo. Sólo el ateo aprecia lo misteriosa que es nuestra presente situación: la mayor parte de los seres humanos creen en un Dios que, en todos los aspectos, es tan fantástico como los dioses del Olimpo; ninguna persona, independientemente de sus méritos y capacidades, puede acceder a un cargo público en los Estados Unidos si no afirma estar totalmente convencida de que ese Dios existe; y una gran parte de la política pública de nuestro país responde a tabúes religiosos y a supersticiones propias de una teocracia medieval. Nuestra circunstancia es abyecta, indefendible y aterradora. Podría incluso resultar graciosa si lo que estuviera en juego no fuera tan importante.


Para Leonardo Boff en su trabajo "Dignidad en la tierra" (2000) se comprueba hoy un fenómeno universal e incuestionable que es el regreso de lo religioso y de lo místico, no en las religiones históricas y su permanencia de ellas al haber sabido resistir todo tipo de ataques entre los que señala la desmoralización y la persecución de los poderes públicos e incluso la tentativa de deslegitimación por parte del saber crítico y científico, él dice que lo novedoso de este regreso es que los hijos del saber crítico y científico se están volviendo religiosos y místicos y es importante comprenderlo para así poder entender el cambio cultural en curso.
Dice Boff en la obra ya citada que asistimos hoy a una percepción nueva de la presencia de Dios, que no se relaciona directamente con el cambio de paradigma de la modernidad: el saber, y el saber para dominar y el dominar para enriquecer y el enriquecer para disfrutar, este paradigma funcionaba según Boff como una membrana que impedía ver la presencia de Dios, y al romperse este impedimento el ojo logra captar lo que siempre estuvo allí presente, el advenimiento gratuito de la divinidad y la posibilidad del éxtasis humano, dice Boff que esta percepción se encuentra en la raíz de toda sana espiritualidad, las personas según él y nosotros creemos esto cierto, quieren experimentar a Dios como realidad más allá de oír catequesis o de la tradición actualizada por los teólogos.
Para Boff las religiones institucionalizadas hacen poco por esta vuelta a lo religioso y lo místico, ellas según el brasileño, hablan sobre Dios y sus maravillas pero, difícilmente permiten experimentar a Dios y su irrupción en la vida, el autor se pregunta ¿cuál es el lugar de la religión? A lo que responde con la conocida frase de Blaise Pascal en sus "Penses" "pues es el corazón el que siente a Dios, no la razón" (fragmento 277) diríamos que la experiencia religiosa proviene del "espíritu de amabilidad" y no del "espíritu de Geometría" (fragmento 125)
La experiencia religiosa y mística tiene una característica de globalidad y guarda relación con la totalidad de la vida y de la historia y no sólo con un sector, la divinidad resplandece en todo.
La religión es algo más que veneración/respeto/temor a los dioses y sus interpretaciones de modo de vida y su significado actual de creencia.
La espiritualidad como la conocemos afecta a lo más íntimo de nuestra existencia humana, es decir, nuestra relación con el Absoluto a partir de nuestra tradición religiosa, ya que aun en forma oculta en nuestra cotidianidad se encuentra presente la espiritualidad, la religiosidad y lo místico como una inspiración y orientación de vida.
En las últimas décadas han aumentado los centros de espiritualidad, los libros del tema, los negocios relacionados con el área, muchas personas se sienten fascinadas por la espiritualidad y por lo religioso que nos lleva a este tipo de reflexión.

La idea que más tortura a las ortodoxias religiosas es la de la verdad. Cada grupo religioso se aferra a la verdad o a las verdades recibidas y no quiere que su herencia se pierda: teme que su verdad sea contaminada, o traicionada, o diluida… Cuando cada grupo religioso se aferra a su verdad, el diálogo se hace imposible. Queremos que el otro acepte nuestra verdad, se acerque a nuestra cátedra y renuncie a su verdad que para nosotros no es verdad, sino una simple equivocación histórica. Hemos creído que el camino más fácil es mantener la puerta abierta, por si alguien quiere entrar. Pero salir y hacer camino para ir donde el otro, necesitados de su verdad, nos han enseñado que es casi una traición a la propia religión. Convenzámonos: la verdad sobre Dios en sí mismo nunca podrá ser captada por nuestra mente, que es limitada, por ser creatura. En nuestra conciencia sólo podremos tener una verdad limitada de Dios. Y esto mismo les ocurre a todas las religiones del mundo.
Nuestra filosofía occidental nos ha enseñado que la verdad está en las cosas y que conocer es "adecuar nuestra mente a esas cosas" ("adecuatio mentis ad rem"), es saber captar y asimilar lo que la historia ha construido. Quien no acepta la realidad de la historia es un ignorante. Más aún: esa verdad que la historia ha construido y que le da la razón a los poderosos hay que respetarla. Es la verdad de la historia.
Pero se nos ha olvidado que la historia es una construcción humana, llena toda ella de los intereses de los más fuertes, y del sufrimiento de los más débiles. Y, ¿cuál es aquí la verdad, la de los fuertes o la de los débiles? Se nos olvida que esa realidad de dominio y opresión que nos presentan es fruto no de la verdad en sí, sino de la verdad que las mentes de los poderosos se han fraguado y que proyectan en la historia, para crear una sociedad de acuerdo a sus intereses. Llegar al símbolo es la meta final de toda cultura. Es el momento en el cual alguien se siente tocado, muchas veces hasta la contemplación y hasta el éxtasis, cuando encuentra que la exterioridad o la corporalidad de las expresiones culturales es capaz de sacar afuera, para el goce más grande del espíritu, el mundo interior que está oculto ahí en el interior de la historia social y personal. Es palpar que, por fin, lo oculto se hace manifiesto, lo indecible se convierte en decible y lo secreto por fin tiene salida… Este es el acto más grande de toda cultura… Es lo que la justifica, la hace plena, la hace deseable y la convierte en imprescindible.
Por consiguiente, el acontecer simbólico es el mundo más sagrado que tiene una persona y una cultura. Llegar a ese mundo, darle todo su valor y reconocerle su capacidad sacramental, es algo muy difícil, si no imposible. Por eso no queda otro camino que dejar a la cultura que exprese desde sus esquemas mentales y simbólicos, desde el mundo de su propia corporalidad, los valores que tiene asumidos. Si alguien trata de llegar allí con la intención de robar ideas, más que evangelizador, es un ladrón; si alguien llega allí para conocer desde dentro al otro y, conociendo sus fortalezas y debilidades, ponerle más tarde condiciones, comete una vileza; y sí alguien se hace amigo, para más tarde traicionarlo, es una persona o evangelizador desleal, es por ello, creemos que la espiritualidad "secularizada" de estos comienzos del siglo XXI imponen una actitud de respeto por la Cultura particular de cada sociedad.
Estar con las culturas de los pueblos marginales es estar con los "pequeños" según el Evangelio. Jesús nunca negó a los carentes de poder su propia verdad. Por el contrario, luchó para que la verdad, estuviera donde estuviera, llegara a ser escuchada y reconocida, sobre todo esa verdad que no les gusta a los poderosos.
 El diálogo intercultural e inter-religioso, no exige renuncia a la propia religión. Esto sería una gran equivocación. Sólo exige respeto a la verdad que el mismo Dios, a través de la historia y en su diseño evolucionista, le ha asignado a cada ser. Cada ser en sí mismo, individual o grupal, tiene su propia perfección. El llamado del Dios de la Historia es a que pongamos al servicio de todos, la verdad que este Dios de la Historia nos ha ayudado a construir, a partir de esos dos Testamentos comunes que son su Palabra, sin menoscabo de esas otras Palabras suyas que están presentes en todos los rincones del mundo. Dios no es sólo autor de un libro, la Biblia, sino de una verdadera Biblioteca: la que da razón de todas las culturas.
 No se trata de inculcar pesimismo frente a las posibilidades de una inculturación, a la que se ha apostado con entusiasmo desde la década de los 70 del siglo pasado. Lo que ocurre es que estos 40 años vividos de inculturación nos han dejado en el mismo punto de partida: unos buenos deseos frente a las "otras" culturas y religiones, pero una práctica imposible de concretar, porque todavía priman los temores de ser infieles a la verdad o a las verdades de la propia institución… Este realismo vuelve a pedirnos que no pongamos como meta un imposible que se desvanece cuando el poder, o la experiencia o la prudencia de lo institucional se nos impone, para terminar abandonando deseos y proyectos secretos de estar con las otras culturas, valiosos todos ellos, pero imposibles de realizar… Pongamos como meta lo posible. Que no muramos habiendo querido una cosa que no lograremos nunca…. que muramos habiendo querido la cosa mayor -la justicia- , el respeto a la verdad de otra cultura… Llegar a vivir como el otro no es la mayor justicia, es sólo un loable deseo de cercanía, que muchas veces queda convertido en folclore… Insistimos que la mayor cercanía, la que queda en la memoria del pueblo y que éste siempre agradece, se da en el nivel de la justicia, la que nos hace renunciar a nuestras pretensiones de superioridad.
El hecho de la encarnación de Jesús, por ser precisamente encarnación en la historia y entre los hombres, es un hecho limitado, que sólo poco a poco va llegando a la conciencia del resto de los humanos. Mientras sus valores llegan a ser asumidos, Dios ha querido que otras religiones hayan ido naciendo y creciendo y vayan llenando la necesidad de interiorización que tienen todas las culturas.
 Los cristianos y por su puesto los católicos debemos confesar humildemente que, a lo largo de la historia, hemos hecho muchos disparates que han retrasado la asimilación de Jesús en el mundo… Ninguna iglesia cristiana hasta el presente, ha tenido la forma ideal para hacer atractivo el mensaje de Jesús a todas las culturas. Éstas se han mostrado siempre temerosas de una religión que, en su práctica, termina avasallando lo nativo, desconociéndolo, minusvalorándolo y rechazándolo, para terminar disolviéndolo entre controles, descalificaciones y temores.
 Nuestras propias formas de ser iglesia son limitadas, imperfectas, de no fácil aceptación en un mundo democrático, pluralista, enclavado ya en una posmodernidad que busca su propia libertad y la autonomía de su pensamiento, soñando en una madurez de conciencia y de autodeterminación a las que ciertamente tiene derecho. La forma histórica de la iglesia medieval ya no es posible conservarla. Y cuando lo queremos hacer, nos volvemos autoritarios, discriminadores, excluyentes, condenadores, desfasados.
 Como religiones de tradición y de peso histórico, nos corresponde hacer posible que este hombre posmoderno entre en una madurez de conciencia que lo haga más autónomo y más dueño de su propia historia. Las iglesias no han nacido para controlar las conciencias, sino para generar autonomía, de tal manera que su producto no debe ser personas dependientes, sino personas maduras, que sepan comportarse sin la amenaza de un látigo fustigador. Las revoluciones contra nuestra iglesia siempre han sido porque el pueblo quiere dejar de ser tratado como niño, buscando pasar a ser adultos. Y ser adulto no significa prescindir de la moralidad y de los principios religiosos, sino hacerse más responsables de los mismos.
 No tenemos porqué abandonar nuestros deseos de cercanía al pueblo. Podemos hacer que nuestras personas hagan parte de la historia del pueblo al que evangelizamos y que nuestras realidades religiosas tomen el rostro del mismo pueblo. La encarnación de Jesús lo autoriza y el sentido común lo permite. Sólo se necesita voluntad y sabiduría para hacerlo. A esto siempre se le ha dado el nombre de "inserción", que significa "sembrarse en medio del pueblo", para asumir lo más posible sus características. Es decir, para estar cercano al pueblo no se necesita permiso de ninguna teología, sino buena voluntad y sensatez. En este sentido, la "inserción" sigue siendo una meta necesaria de la evangelización. En tanto y en cuanto la evangelización es un bien para la humanidad y ese bien debe ser compartido por todos los hombres.
¿Será entonces que el Evangelio no es suficiente para la espiritualidad de un cristiano? De ninguna manera. Pero la verdad histórica es ésta: las propuestas de Jesús vienen concretadas en los Evangelios que nos dejaron las comunidades cristianas primitivas y en la tradición de la iglesia. Pero muchas de esas propuestas de Jesús han quedado atrapadas en el tiempo y el espacio, por la limitada historia del cristianismo. Y esas propuestas no del todo desarrolladas por el cristianismo, pueden encontrarse más desarrolladas en otras culturas, porque su camino histórico así se lo ha permitido. De otras culturas, por ejemplo, debemos aprender más la igualdad, la sencillez, el no acaparamiento de bienes, ni de autoridad, ni de sabiduría, el reconocimiento de la mujer y de su palabra, la fuerza del símbolo, la valoración de la corporalidad, la comunitariedad, la solidaridad, el empleo de formas de gobierno menos autoritarias, más participativas, etc. Muchas de sus experiencias en estos campos pueden ser asumidas, ya que vienen a ser como el desarrollo vivo de lo que el evangelio propone, pero que nosotros aún no hemos tenido la oportunidad o la libertad de vivirlo. Por eso sigue siendo cierto que las culturas nos evangelizan.

Otro aspecto que debe ser considerado es la relación entre cultura y religión. El concepto de cultura supera en amplitud al concepto de religión. Existe una concepción según la cual la religión representa la dimensión transcendente de la cultura y, en cierto sentido, su alma. Las religiones, ciertamente, han contribuido al progreso de la cultura y a la edificación de una sociedad más humana. La religión se incultura y la cultura se hace terreno fértil para una humanidad más rica y que esté a la altura de su específica e íntima vocación de apertura a los demás y a Dios. Por tanto, «es tiempo de comprender más profundamente que el núcleo generador de toda auténtica cultura está constituido por su orientación al misterio de Dios, en el cual solamente encuentra su fundamento inquebrantable un orden social centrado en la dignidad y responsabilidad personal.
La religión se ofrece en general como respuesta de sentido a las preguntas fundamentales del hombre y la mujer: Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven íntimamente su corazón Un estatuto de estas características pone necesariamente a las religiones no sólo en diálogo entre sí, sino también con las distintas formas de interpretación atea o no religiosa de la persona humana y de la historia, que han de confrontarse con las mismas preguntas sobre el sentido. La exigencia del diálogo inter-religioso, en la más amplia acepción de cotejo entre sujetos y comunidades portadores de distintas visiones, hoy se percibe como fundamental incluso por parte de los estados y de la sociedad civil. Con el fin de evitar, en este delicado ámbito de reflexión, fáciles reduccionismos e instrumentalizaciones, consideramos oportuno recordar algunas indicaciones.
El avance del proceso de secularización en la sociedad occidental, caracterizada cada vez más por el multiculturalismo, podría producir una fuerte marginación de la experiencia religiosa, admitiéndola como lícita solamente dentro de la esfera privada. Más en general, en la concepción dominante, se asiste hoy a un tácito descarte de la cuestión antropológica, o sea, de la cuestión relativa a la plena dignidad y al destino del ser humano. Se abre paso así la pretensión de arrancar totalmente de la cultura cualquier expresión religiosa. Con ello, se pierde la conciencia del valor precioso de la dimensión religiosa en orden a un fructífero e incitante diálogo intercultural. Junto a esta línea general, hay que registrar la presencia de otros fenómenos que también amenazan con infravalorar la importancia que para la cultura tiene la experiencia religiosa. Pensemos en la difusión de las sectas y del New Age, el cual se ha identificado tanto con la cultura moderna que ya casi no se le considera una novedad.
Con su referencia a verdades últimas y definitivas y, por tanto, a verdades que dan sentido verdades de las que la cultura occidental difundida parece alejarse, la religión representa, en todo caso, un decisivo aporte a la construcción de la comunidad social en el respeto del bien común y en la búsqueda de la promoción de todo ser humano. Quienes detentan el poder político están, por tanto, llamados a un efectivo discernimiento de las posibilidades de emancipación y de inclusión universal que toda cultura y toda religión manifiestan y realizan. Un criterio importante para esa valoración resulta ser la efectiva capacidad que éstas poseen para valorar todo el hombre y todos los hombres. El cristianismo, religión del Dios con rostro humano, porta en sí mismo un criterio de estas características.
La religión puede contribuir al diálogo intercultural solamente si Dios tiene un lugar en la esfera pública. La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo. La exclusión de la religión del ámbito público, así como, el fundamentalismo religioso por otro lado, impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad. En el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe religiosa. La razón necesita siempre ser purificada por la fe, y esto vale también para la razón política, que no debe creerse omnipotente. A su vez, la religión tiene siempre necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano. La ruptura de este diálogo comporta un coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad. Fe y razón deben, por tanto, reconocerse recíprocamente, y recíprocamente fecundarse.
Una cuestión importante en el diálogo entre cultura y religiones atañe al debate entre la fe y las distintas formas de ateísmo o concepciones humanísticas no religiosas. Este debate requiere colocar en su centro la búsqueda de aquello que favorece el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres, evitando paralizarse en un estéril choque de partes contrarias. Requiere, asimismo, una sociedad que reconozca el derecho a la propia identidad. Por su parte, la Iglesia Católica, con el amor que extrae de las fuentes del Evangelio, a la luz del misterio de la Encarnación del Verbo, proclamando que el hombre merece honor y amor para sí mismo y debe ser respetado en su dignidad. Así los hermanos deben volver a aprender a hablarse como hermanos, respetarse y comprenderse para que el hombre mismo pueda sobrevivir y crecer en la dignidad, la libertad, y el honor. En la medida en que sofoca el diálogo con las culturas, el mundo moderno se precipita hacia conflictos que corren el riesgo de ser mortales para el porvenir de la civilización humana. Más allá de los prejuicios y de las barreras culturales y de las diferencias raciales, lingüísticas, religiosas e ideológicas, los humanos deben reconocerse como hermanos y hermanas y aceptarse en su diversidad.
En la segunda mitad del siglo XX se fue conformando en la conciencia occidental una paradoja de carácter espiritual, de fuertes repercusiones sociales, cuyos extremos se perfilan muy claramente desde los años 60 del siglo XX y en el actual inicio del siglo XXI: uno de ellos es una creciente incredulidad religiosa, al menos en los principios de fe sustentados por las religiones monoteístas tradicionalmente establecidas: Judaísmo, Cristianismo, en menor medida el Islam. El otro es el progresivo acercamiento a formas eclécticas de religiosidad, el mejor ejemplo de las cuales es la llamada New Age, o bien a variantes fundamentalistas de las religiones tradicionales.
Se ha hecho ya común además rechazar de diversos modos--uno de los cuales consiste en recibir con una sorna moderada, que pasa por "tolerancia"--cualquier pronunciamiento público (esta idea no se dirige especialmente al ámbito privado, aunque puede y debe tomarse en cuenta) sobre los actuales problemas del hombre y de la sociedad que posea una raíz o una orientación confesionales.
Tal hecho va unido con gran frecuencia a la adhesión personal a sectas y formas diversas de gnosticismo y/o panteísmo, que pueden vincularse o no a actitudes ante el mundo y la sociedad. El más evidente ejemplo de esto son ciertas variantes del ecologismo.
No es ocioso señalar que la adhesión a la New Age o a otras formas del ocultismo se ha convertido en un rasgo de moda, de "buen gusto" en ciertos medios, ya sea como signo de una "heterodoxia" que encubre desorientaciones, desconocimientos y vacíos espirituales, y que libra de cualquier compromiso ético, al menos preciso, a quienes así piensan. Su modalidad extrema es el satanismo, que por desdicha también prolifera en Occidente. Las religiones tradicionales han adoptado actitudes desiguales ante ese fenómeno, que van desde la condenación extrema y sin matices más frecuente en las corrientes fundamentalistas hasta el análisis crítico de las diversas modalidades de la New Age y el ocultismo, con vistas a delimitar entre posibles puntos de contacto, de divergencia o de franca oposición.
Se ha hecho también común que, ante el fenómeno anterior, una buena cantidad de creyentes activos es decir, que profesan y practican su fe abiertamente, cualquiera que ésta sea adopten posturas extremas: ora retirarse de toda discusión pública, por considerar que no han de ser escuchados y/o aceptados; intervenir en ellas con posiciones vergonzantes, esto es, ocultar toda manifestación confesional, aun en sus aspectos más evidentemente legítimos desde cualquier perspectiva nos referimos al nexo entre principios religiosos y principios morales de ética y de justicia social; ya sea intervenir de forma agresiva, desde posiciones rígidas y tendentes al fundamentalismo. La contrapartida de esto es el afán, que con cierta frecuencia muestran quienes participan públicamente en la vida social, por dejar sentado que sus puntos de vista no son religiosos, en una suerte de retorno a la actitud de la Ilustración clásica.
Con gran frecuencia se afirma que, con vistas a una actitud moral más libre y elevada, es necesario situar al hombre como medida de todas las cosas, el homo mensura de Protágoras, considérese al hombre poseedor de un alma inmortal o no. No pocas veces se acepta este principio de forma exclusivamente pragmática, pues la duda sobre la validez de cualquier principio se considera insoluble. Una vez más en la historia se anuncia de algún modo el arribo a una supuesta Era de las luces, que sustituye la religión por el conocimiento y una moral basada en las necesidades e intereses del hombre, concebido como centro. Su contrapartida es la subordinación extrema del hombre a la naturaleza, propia de algunas corrientes ecologistas, cuyas posiciones coinciden con el panteísmo, o al menos se acercan en gran medida al mismo, como antes se señalaba.
Estas y otras posibles actitudes pretenden convivir, pero en realidad establecen una guerra más o menos abierta, como contraparte del espíritu escéptico y superficialmente pluralista propugnado por la llamada "postmodernidad". Panorama que evoca las palabras del Kant en su célebre prefacio a la Kritik der reinen Vernunft,(Crítica de la razón pura) al referirse al caos, el desconcierto y el cansancio que se observaban por doquier en su época.
Suele culparse de estos fenómenos a las propias religiones, ya sea por un supuesto dogmatismo, ya sea por sus actitudes a lo largo de la historia, que habrían influido negativamente en la vida humana. Estas a su vez asumen posiciones diferentes: unas están realmente dispuestas a una renovación, y surge así el problema de la consecuente fidelidad a los principios; otras no parecen estarlo, aunque proclamen lo contrario y en algún momento hayan dado pasos hacia ello: en resumen, el eterno problema de la correlación entre tradición y contemporaneidad. Un tercer grupo está decididamente en contra de todo cambio.
Por qué caminos ha llegado la humanidad al concepto del monoteísmo, es decir, a la idea de la existencia de un Dios único, cuya esencia se sitúa infinitamente por encima de todos los seres de la creación?
Se dan diversas respuestas a esta pregunta. Los antropólogos han descubierto en prácticamente todas las culturas primitivas la creencia en fuerzas o poderes invisibles, ocultos tras las realidades visibles, que se manifiestan, entre otras cosas, a través de los fenómenos de la naturaleza. Estas fuerzas pueden intervenir en la vida de los hombres. Es, por tanto, preciso aplacarlos para evitar sus castigos y dirigirles súplicas para obtener sus bendiciones (totemismo, fetichismo, animismo, politeísmo). La psicología explicaría el origen de esta creencia como lógica consecuencia de la estructura del hombre, ser finito dotado de necesidades infinitas, que diviniza cualquier cosa que parezca satisfacer sus necesidades.
La historia de las religiones descubre en las altas culturas de la antigüedad múltiples intentos de organizar este universo de seres supraterrenos, jerarquizarlos, fijar sus características específicas, establecer sus ámbitos de competencias y determinar sus relaciones mutuas.
Se da un paso, definitivo, en esta comprensión de la divinidad cuando las altas culturas de talante racional llegan, a través del análisis lógico, a la conclusión de que en el origen de todas las cosas creadas y finitas debe haber necesariamente -si se quiere evitar el absurdo de una cadena de eslabones infinitos sin principio ni fin- un único primer principio increado e infinito, al que se aplica el nombre de Dios. El Dios de los filósofos de Pascal.
Existe una hipótesis de signo contrario. Según ella, el proceso conceptual habría recorrido el camino inverso. En los primitivos grupos humanos habría imperado al principio la adoración de un solo ser supremo que sólo más adelante habría degenerado en las creencias fetichistas, animistas y politeístas. Aunque ambas teorías gozan de la misma probabilidad teórica, los testimonios de la etnología y la arqueología apoyan más la primera de ellas.
No todos los sistemas de pensamiento comparten esta especie de ascensión conceptual de la mente a Dios. Para muchos pensadores, sobre todo en el tramo de la cultura europea que se inicia con la Ilustración, la noción de Dios es una simple proyección de la mente humana, tras la que no se oculta ninguna realidad objetiva.
Para las tres grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam) la respuesta es de un signo totalmente diferente: el monoteísmo llega hasta los hombres en virtud de una revelación expresa de Dios, que tuvo lugar en un lugar y un momento concretos de la historia y tuvo como destinatario un hombre concreto: el patriarca Abraham. Este Dios no es un ser abstracto, no es un concepto. Es una persona viviente, que mantiene relaciones personales vitales con todos y cada uno de los seres humanos que pueblan la tierra a través de los tiempos. El monoteísmo no es, pues, producto de la razón. Es don de la fe a través de una comunicación personal con Dios.
Debe, de todas formas, consignarse que en las tres grandes religiones monoteístas ha habido siempre filósofos de enorme capacidad intelectual (Averroes, Maimónides, Tomás de Aquino) que han desarrollado magníficos esquemas intelectuales con el propósito de tender puentes de unión y armonización entre los contenidos de la fe y las conquistas de la razón.
Los estudios de Locke, Hobbes y Kant, coinciden en el hecho de que el hombre deja el Estado de Naturaleza para conformar un Estado Civil donde los individuos conviven los unos con los otros. Esto lo hizo posible el establecimiento de normas y la creación de valores, que en suma representarían el estatuto para diferenciar el Estado Civil del Estado Salvaje.
Otros autores como Rousseau, Hegel, Marx y Gramsci plantearon distinciones entre las dos sociedades. Así en Rousseau encontramos el paso de la sociedad civil a la sociedad política a partir del contrato social. Hegel, por su parte, sostiene que la sociedad civil representa el momento en que la unidad familiar producto de las necesidades se disuelve en clases sociales, éstas, a su vez, constituyen el punto del conflicto y la búsqueda del consenso, para impedir el desorden, delegando la potestad de mediar a un cuerpo de leyes (estado del intelecto) pero que aún no es el Estado en sí, pues faltaría el sentido de organicidad que se produce cuando la sociedad civil unifica su totalidad orgánica. Hegel habla de tres momentos: uno natural representado por la familia, otro que sería el preliminar, representado por la disolución familiar y un tercero que sería el Estado propiamente dicho.
La diferenciación se consolida con Marx y Gramsci. El primero sitúa a la sociedad civil dentro de la esfera de las relaciones económicas, es decir, parte integrante de la estructura. En tanto Gramsci ve a la sociedad civil no como parte de la estructura sino como superestructura, el momento de las "relaciones ideológico-culturales" y la transmisión de valores por parte de una clase hegemónica ejercida por la sociedad política. Como podemos apreciar en Gramsci la sociedad civil sirve de soporte a la sociedad política.
Ahora bien, desde el punto de vista religioso, la sociedad civil es entendida como la totalidad de la sociedad. Es decir, se incluyen la civil y la política y desde el plano político se considera el elemento religioso parte de la sociedad civil representada como el terreno de los conflictos económicos, ideológicos, sociales y religiosos, respecto de los cuales el Estado tiene la tarea de resolverlos.
Por consiguiente, el Estado mantiene una relación permanente con la religión, oficializándola y dándole carácter legal, ya que ésta constituye un poder que conduce, mueve y atrae. La religión sirve de elemento integrador al interés del estado que le garantiza el ejercicio hegemónico a través del aparato coactivo, pero también, con el aparato ideológico y simbólico.
Este curso de acción se ve bastante diferenciado por cuanto el aspecto simbólico invade nuevos escenarios. Los mensajes son enviados por otra vía, la de las masas, su efecto general, aunque pasajero, logra el objetivo de modo tal que se recurre a este medio para dar pronta respuesta o crear matrices de opinión legitimando o relegitimando la medida tomada.
Por otro lado, la religión cuenta con sus propios elementos organizativos. La única diferencia se fundamenta en que lo religioso hace uso de lo temporal-terrenal y lo absoluto-espiritual, mientras que el Estado se circunscribe más a la práctica y al ejercicio del poder. Cualquier traducción que se haga en el campo político de interés o no para el colectivo es inmediatamente bajada. La política influye en la vida religiosa y hasta en la vida privada del individuo. No obstante, podemos notar que es la religión la que subyace en gran parte de las relaciones de poder entre el Estado y la sociedad civil ya que en muchos casos legítima y en otros condena las decisiones de Estado.
Un ejemplo digno de mencionar lo representa la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, no solo ante el pueblo cubano, sino ante el mundo entero. El encuentro del comunismo y el cristianismo se da en un ambiente bastante cordial, tanto que se ha podido ver el apoyo del Papa Francisco para solicitar que se levante el bloqueo económico que mantuvo los Estados Unidos sobre Cuba.
Otros elementos entrarían en juego, pero el que ocupa nuestra atención es el efecto simbólico-discursivo que deja evidencia clara del uso simbólico, obteniendo resultados benéficos en ambos casos. Unos en el orden espiritual siguiendo las enseñanzas de Jesús "por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo, 28:19), el otro, buscando alianzas en el plano religioso-político logrando retocar su imagen ante el mundo, mostrando además una nueva cara, la del estadista.
Así, pues, lo social se relaciona con lo político y gruesos aspectos de ambas dimensiones se cruzan con lo religioso. El cristianismo constituye un ejemplo resaltante, la Iglesia en toda su historia ha sido política, o politizada. Todas las Iglesias en todas las religiones, lo son y lo han sido, tanto si se comportan con discreción, lo cierto es que intervienen en la vida pública.
Evidentemente lo político cruza las fronteras y consigue en lo religioso un componente para su consolidación. De ahí que resulte más notorio el recibimiento de un mensaje por el canal religioso que por otro medio. Tiene más credibilidad la Iglesia que otras instituciones, sobre todo en comparación con las de carácter político. De la misma manera, existen grupos cristianos que participan en política ocupando escaños en el parlamento, pero, también existen grupos no cristianos que prohíben a sus seguidores participar en procesos electorales, bien sea como elegibles o votantes, esto también representa una forma indirecta en que la religión incide en la organización de la sociedad.
No pretendemos reducir lo que acontece en el campo social como producto de lo religioso. Tampoco la religión en su esencia puede ser considerada como una creación de la Filosofía, mucho menos de la política y de la moral. Reiteramos, es el hombre quien se ha servido de ella dando paso al "hecho religioso" para sí y no en sí. De esta forma no entramos en conflicto con el tema de la autenticidad y vigencia del fenómeno religioso. Lo que si no podemos dejar de observar y analizar es el resultado de la interacción entre las fuerzas políticas, sociales y las religiosas, así como sus formas evolutivas e involutivas, sobre todo cuando la religión continua sembrada en el individuo pero con nuevos matices que hacen de está un excelente campo para la investigación.
Pese a todo, los fenómenos religiosos se encuentran sometidos hoy a múltiples factores e influencias y la idea de la participación es una de ellas. A manera de ejemplo, el catolicismo nos brinda la posibilidad de ver que en su interior no existe una figura centralizada (respecto a los creyentes en general) que impone lo que el particular debe hacer. El pluralismo cultural ha minado este terreno de forma tal que para la iglesia es imposible hacerse obedecer de arriba hacia abajo como en otrora, aunque el mensaje llega, el cumplimiento del mandato es relativo.
Naturalmente, este conjunto de circunstancias conlleva a una redefinición del papel que juega la Iglesia Católica en la sociedad actual, dicho en otras palabras, la posibilidad de permitir integrar la teología (revelada) con la problemática social (crisis de valores, pobreza crítica, injusticias, entre otros).
De esta forma, como en otras épocas históricas, la teología debe buscar respuestas a los problemas que confronta la humanidad actualmente, proyectándose hacia las controversias modernas específicas y poniendo sus respuestas al servicio de todos los hombres.
Ello se hace todavía más perentorio si consideramos que la ciencia muestra un alto grado de especialización con parcelas claramente definidas a las cuales el individuo común no accede. Este distanciamiento entre el desarrollo de la ciencia, la tecnología y el individuo conduce a una nueva búsqueda de seguridad espiritual y solidaridad. De allí que la Iglesia no pueda desligarse de lo que acontece en la sociedad.
Desde el Concilio Vaticano II, tiempo en el que nací, (1.960) hasta los actuales días se aprecia el interés de la Iglesia Católica por la problemática social. La realidad histórica Latinoamericana en este sentido resulta especialmente provechosa. Los contextos de injusticias, violencia y pobreza son marcos de acción propicios para vanguardias esclarecidas que llenan las expectativas del individuo en el plano espiritual.
José María Mardones, Postmodernidad y Cristianismo: el desafío del fragmento, Sal Terrae, Santander (2002) Nos afirma que "El pensamiento postmoderno, en cuanto que declara el fin de todo proyecto y normativa histórica totalizante, no sólo es un enemigo frontal del proyecto de la modernidad, sino también de cualquier otro donde aparezca la pretensión de sentido global y de orientación general de la vida" sí este es el pensamiento de la postmodernidad este pensamiento será contrario no tan sólo al cristianismo, sino a cualquier religión, por lo visto pudiera este pensamiento ser la simiente del "laicismo del siglo XXI" o si prefiere alguien llamarlo como ya hemos visto un título "Religión sin religión"
Hemos visto que en la religión a través de la historia intervienen como sujeto el hombre, como objeto la divinidad y la relación del hombre hacia Dios que es la estudiada precisamente por la historia de las religiones, las religiones vienen a ser un camino, un hacia la divinidad del hombre y su relación con esa divinidad.
Son unas "verdades ético-morales" y su expresión ritual que definen como verdadera "para sí" a cada religión y le imprimen su carácter particular que es el atinente a su sello cultural-histórico.
Hasta ahora la religión le ha ofrecido al hombre un estar en el mundo, un ordenar la vida de forma "coherente" y es que a nuestro entender esa coherencia tiene su pertinencia histórica, es decir lo que fue coherente para San Francisco de Asís o Ignacio de Loyola en la edad media y el renacimiento, en nuestro tiempo es muy distinto, es hoy día una temática y una sensibilidad particularizada por la visión de mundo que tenemos luego del postmodernismo o tardomodernidad. Luego del comunismo trascendido y de las experiencias totalitarias de todo signo ideológico que no dieron respuestas efectivas a las aspiraciones humanas ni a las de carácter material o espiritual, en el momento actual de persecución a los cristianos en el cercano oriente y en África es notorio el avance de una nueva religiosidad que cree en un compartir los valores de la vida sin mayores contradicciones interreligiosas, respetando las diferencias de doctrina y de rituales esa nueva religiosidad apunta hacia un efectivo diálogo entre confesiones que le dé a las distintas culturas la posibilidad cierta del respeto mutuo.
Es aquí donde encontramos el gran valor de la historia de las religiones, más allá de la erudición en idiomas antiguos y modernos, en técnicas de interpretación y análisis de documentos que es necesario fomentar en los historiadores de las religiones, es a nuestro entender, en esta posibilidad de tender puentes interculturales donde se pueda hacer crecer el espíritu humano que la historia de las religiones justifica su razón de ser como área de conocimiento, específica del campo humano.
Como seres religiosos que a nuestro entender somos la mayoría de los hombres aunque haya quienes no lo acepten así, es imprescindible el respeto por el otro que siendo un ser humano tiene derechos, esperanzas, sueños, y esos sueños y esas esperanzas tienen derecho a ser y a lograrse de forma armónica.
Esta es la verdad que ha quedado en la religión después de haber sido cribada por milenios de guerras y de abusos de poder por parte de TODAS las ortodoxias religiosas que en la historia han sido, la verdad de que todos los hombres son iguales, y que todos tienen el legítimo derecho a sentir y expresar su espiritualidad religiosa sin que por ello se sea perseguido, condenado, execrado, ni humillado.
Es la religión, las religiones, todas ellas, fuente de valores, de aquello que se considera bueno sin oposición y que es digno de emulación, quien nos dice que debemos hacer, en que momento y a quien, es por ello que para nosotros la religión ofrece al hombre la oportunidad de ser bueno con él mismo, con su congénere y conseguir plenitud en la vida.
Las religiones, como ya hemos visto, son fenómenos presentes en todas las culturas. Es con la Fenomenología que es la ciencia que estudia el mundo de significación de los fenómenos humanos, como podemos descubrir del amplio abanico de las intencionalidades de la conciencia humana la intención religiosa.
La intencionalidad no tiene objeto propio, sino que por el hecho de ser el hombre un ser abierto al mundo, cualquier objeto puede ser intencionado, vivido de muchas maneras, por ejemplo un árbol puede ser una cosa bella, útil, un símbolo de la ciencia, de la libertad o de la navidad según sea la intencionalidad.





Referencias Bibliográficas:
Boff, L. La era ecológica (1.996) Lumen ed. Buenos Aires. Argentina.
Boff, L. La voz del arcoíris, La Espiritualidad Ecológica (2.003) Trotta ed. Madrid. España
Díaz, C. Manual de Historia de las Religiones (1.998) Desclee de Brouwer ed. Bilbao. España
Diez de Velazco, F. Historia de las religiones (2006) Alianza editorial. Madrid. España
Hitchens, C. Dios no es bueno (2.008) Debate ed.www.editorialdebate.com. Madrid. España
Hitchens, C. Dios no existe (2.0010) De bolsillo ed. Madrid. España
















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