Participación social de mujeres: La experiencia de las JAP, Santiago 1971-1973.

October 1, 2017 | Autor: Karamelo Morado | Categoría: Historia De Las Mujeres, unidad popular Chile
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Participación social de mujeres: la experiencia de las JAP, Santiago 1971-1973.

Karelia Cerda Castro [email protected] Licenciada en Historia, Universidad de Chile Ponencia presentada en VII Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Universidad Nacional de La Plata, Argentina, agosto de 2014.

Abstract La presente investigación busca analizar la participación de mujeres pobladoras en las Juntas de Abastecimiento y Precios –JAP- durante su funcionamiento bajo el gobierno de la Unidad Popular, entre los años 1971 a 1973, a partir de los Estudios de Género y el enfoque de la Historia de las Mujeres. Por lo tanto, se pretende aportar una mirada crítica de la participación femenina dentro de los movimientos sociales vinculados a la UP a modo de comprender dicha participación no sólo por su adhesión o simpatía con el gobierno o por compromisos de militancias políticas, sino como una experiencia y encuentro de vivencias comunes de mujeres que compartían su condición de clase y el género, lo cual le otorga un sentido específico a su participación en las JAP. Palabras claves: desabastecimiento, participación social, JAP, empoderamiento *** La participación política y social de las mujeres en la historia de nuestro país ha estado mediada por los roles de género que, culturalmente construidos, unas veces han posibilitado, otras dificultado y en ocasiones negado la conquista de nuevos espacios y la transformación misma de dichos roles. Re-pensar la historia de las mujeres nos lleva necesariamente a evaluar los contenidos de cómo ésta ha sido escrita: los discursos de 1

invisibilización, el balance victimista de algunos sectores, el de las “grandes heroínas” y personalidades prominentes que lograron “insertarse” en un mundo de hombres, etc., para dar paso a relatos que den cuenta de las experiencias de las mujeres dentro de los procesos históricos como integrantes activas e influyentes, cuyos pasados construyen presente y futuro, desplazando así la lógica androcéntrica que guía el trabajo historiográfico hoy. Repensar la historia de las mujeres nos conduce a re-pensar la historia de Chile y los constructos socioculturales en torno a las diferencias de género que sustentan en la práctica las relaciones interpersonales en la actualidad. Es en ese sentido que me interesa rescatar la experiencia de participación social de mujeres durante el gobierno de Salvador Allende en las Juntas de Abastecimiento y Precios, las cuales funcionaron entre los años 1971 y 1973. Considero de gran importancia esta temática ya que existiendo variedad de investigaciones sobre las JAP, no se ha abordado en profundidad las implicancias y los alcances que tuvo la mayoritaria presencia de mujeres en dichas organizaciones, diluyendo su participación en la amplitud temática del Movimiento de Pobladores, maniobras económicas y políticas del gobierno y sus organismos sociales, etc. Así mismo, considero que esta significativa participación femenina en términos numéricos no sólo aportó características específicas a las JAP como organizaciones sociales sectoriales, sino que puede medirse en términos cualitativos en tanto que causó un impacto singular en las trayectorias vivenciales de quienes las integraron, un impacto muy heterogéneo y diverso que evidencia la importancia de la participación de las mujeres para el desarrollo social y la necesidad de (re)construir una historia de y desde las mujeres. Serán primordiales para este análisis los factores de género y clase como elementos centrales que definen y perfilan la participación de mujeres en las JAP. Cabe aclarar que me centraré en mujeres de poblaciones populares de Santiago, ya que si bien existieron JAP a lo largo de todo el país y transversalmente al estrato socioeconómico – incluyendo comunas acomodadas, ya que el problema del desabastecimiento afectó a toda la población- y que también estuvieron dirigidas por mujeres, considero que la pertenencia de clase marca una diferencia en las experiencias que tuvieran mujeres de clase alta o mujeres de sectores populares. Además quedará excluido de este análisis las experiencias de hombres en las JAP por escapar a los propósitos de la investigación.

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A partir de lo anterior, se plantea como hipótesis que es en la conjugación de ambos factores, -género y clase- que se movilizó la participación de las mujeres pobladoras en las JAP, es decir que el apoyo al gobierno de la UP mediante la participación en una JAP estaba mediado por la experiencia cotidiana frente a la escases, situación que afectó duramente a sectores populares –factor de clase- y a las mujeres –factor de género-, las que dentro de los roles tradicionales que la cultura les asigna son quienes administran la economía doméstica y los bienes de consumo para asegurar la alimentación y el cuidado de la familia, dicha participación por tanto influyó directamente en la toma de conciencia respecto de sí mismas y de sus problemáticas como mujeres pobres, por tanto en la producción de identidades tanto colectivas como individuales. Consideraré en el desarrollo de este trabajo a las JAP más allá de una forma de organizar el abastecimiento en las poblaciones, sino como una instancia de acción política desde el cotidiano, desde los saberes de mujeres en relación a sus roles de género. En ese sentido, la participación en las JAP constituye a mi juicio una movilización de mujeres cuyas acciones se dirigen colectivamente a impactar y transformar la realidad –en este caso frente al desabastecimiento-, es decir correspondiendo a un modo de hacer y ejercer política de mujeres, lo que se enmarca en la segunda categoría de movimiento de mujeres desarrollada por De Oliveira y De Barbieri “Movimientos que se articulan en torno a demandas para mantener y mejorar las condiciones materiales de existencia de sectores específicos en diferentes ámbitos: en el laboral (sindicatos, cooperativas y experiencias de autogestión); y en el consumo colectivo (movimientos urbano-populares, movimientos de amas de casa).”1 Siguiendo esa línea, me basaré principalmente en lo planteado por Dora Rapold en relación a la importancia del factor socioeconómico para diferenciar las experiencias y características desarrolladas en las JAP entre mujeres de distintos estratos sociales “Una movilización femenina parece más probable dentro de una clase determinada, o sea, cuando las mujeres constituyen un grupo por pertenecer a la misma categoría socioeconómica”2. Sin embargo, aun cuando las JAP representan una movilización 1 De Barbieri, Teresita; De Oliveira, Orlandina. Nuevos sujetos sociales: la presencia de las mujeres en América Latina. En Revista Nueva Antropología, noviembre, año/vol. VIII, n°30. UNAM, Distrito Federal, México, 1986. Pag. 8 2 Rapol, Dora. Movilizaciones Femeninas: Un ensayo teórico sobre sus condiciones y orígenes. En Revista Nueva Antropología, noviembre, año/vol. VIII, n°30. UNAM, Distrito Federal, México, 1986. Pag. 35.

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femenina no es posible asumirlas como un movimiento autónomo y aislado de su contexto, sino que se enmarcan en un movimiento social amplio que apoyaba a la UP y que configura una forma de acción y participación política y social de las mujeres. Finalmente, se ha mencionado que las JAP forman parte de las múltiples formas de participación social durante el periodo de la UP y que se han estudiado sin atender a la particularidad de la mayoritaria presencia femenina en ellas. A este respecto, Venera Radkau señala que en el lenguaje de “lo político” se tiende a neutralizar el género, asumiendo la existencia de una sociedad, en este caso la política, universal y neutra con la que las mujeres se relacionan, eludiendo así la existencia de una tradición patriarcal de predominio masculino, a la vez que “Este colectivo “neutral”, sin embargo , neutraliza también las acciones y experiencias históricas concretas y muy diferentes de los seres humanos masculinos y femeninos”3. Por lo tanto, considero necesario desplazar la comprensión misma de “lo político” como fenómeno y espacio de predominio masculino al cual las mujeres aspiran ingresar hacia una comprensión más global que entienda la política como un ejercicio o una capacidad que tiene diversas manifestaciones y actores, que en el caso de este trabajo son las mujeres ejerciendo la política desde su cotidianidad. La metodología empleada fue de carácter cualitativo, contempló análisis bibliográfico, análisis de fuentes como registros audiovisuales y entrevista a una ex dirigente JAP de la población Villa O´Higgins de La Florida. Frente al desabastecimiento: una solución participativa. Las JAP nacen a partir de los problemas económicos que debió afrontar el gobierno de Allende hacia 1971, marcados por altos niveles de inflación y escases de bienes de consumo básicos para la población. Estos problemas económicos, según el historiador Mario Garcés se explican por la “inadecuación en las políticas de corto plazo –el estímulo a la demanda y la apuesta por ocupar la capacidad ociosa instalada en la economía- y las políticas de largo plazo –que suponían reinversión de las empresas y aumento de la producción por parte del nuevo sector estatal de la economía, tanto agrario como 3 Radkau, Verena. Hacia una Historiografía de la Mujer. En Revista Nueva Antropología, noviembre, año/vol. VIII, n°30. UNAM, Distrito Federal, México, 1986. Pag. 80.

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industrial-.”4, lo cual secuencialmente no se logró, desatando un desequilibrio entre oferta y demanda. A esto se suma la acción de la burguesía y la derecha política para acaparar bienes y alimentos y desplegar un lucrativo mercado negro como mecanismos para boicotear al gobierno y agudizar las tensiones políticas y sociales, utilizando también los medios de comunicación –como El Mercurio- para agravar el clima. Frente esto se formaban las llamadas “colas” para poder comprar en los almacenes los escasos productos disponibles, además se desató la especulación en los precios y el mercado negro, elevando el valor de los productos a porcentajes irrisorios. Concordando con Garcés, la imagen de las colas y la escasez es una de las postales más negativas del periodo de la UP como botón de muestra del supuesto “caos” en que se vivía, siendo utilizada hasta el día de hoy para desacreditar al presidente Allende e incluso justificar el golpe de Estado de 1973. Con el fin de dar una solución participativa a estos problemas, además de generar y ampliar la base social de apoyo al gobierno y su programa, el ministerio de Economía a cargo de Pedro Vuskovic proyecta crear las Juntas de Abastecimiento y Precios bajo la dirección de la DIRINCO (Dirección de Industria y Comercio), dándoles existencia legal mediante el Decreto n°112 el 4 de abril de 1972, como lo señala en su investigación al respecto Leonardo Melo5. Para ello, se impulsó la participación femenina, principalmente de las dueñas de casa, mediante un acto masivo en el Estadio Chile el día 19 de julio de 1971, convocando a más de 8000 mujeres adherentes al gobierno, además de los llamados hechos por organizaciones de mujeres cercanas a los partidos políticos que conformaban la UP. En el encuentro titulado por la prensa como el “Encuentro con las Dueñas de Casa”, Vuskovic fue enfático en su discurso en apelar a las mujeres para solucionar los problemas antes descritos “No se trata aquí de plantear ninguna receta –en estas cuestiones hay que aprender en la práctica y por supuesto ustedes son las que tienen más que decir que nosotros, porque ustedes viven el problema, ustedes lo sienten y están todos los días 4 Garcés, Mario. Construyendo “las poblaciones”: el movimiento de pobladores durante la Unidad Popular. En “Cuando hicimos historia: la experiencia de la Unidad Popular”, Coordinador y editor Julio Pinto Vallejos. Santiago, LOM Ediciones, 2005. Pag. 77. 5 Melo, Leonardo. Las Juntas de Abastecimiento y Precios: Historia de una experiencia de participación popular. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile, 2012. El autor realiza una exhaustiva investigación respecto de la formación de las JAP y la situación del periodo, abarcando aspectos sociales, legales, económicos, etc.

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manejándose con esas cosas-, pero yo les pregunto: ¿podemos organizar en las poblaciones unas juntas – llamémoslas de cualquier manera- locales de abastecimiento, que opere al nivel de comunas, que opere al nivel de los barrios? ¡Las pueden organizar ustedes!”6. La creación y funcionamiento de las JAP no estuvo exenta de conflictos con los sectores opositores que las veían como expresión del proyecto del gobierno marxista acusándolo de controlar toda la vida de los chilenos e instaurar la dictadura del proletariado “por el estómago”; pero además las críticas estaban dirigidas al hecho de que estuviesen dirigidas por mujeres, señalando que se las adoctrinaba y alejaba de sus roles principales dentro del hogar, de politizar a la familia, etc. Sobre esto se volverá más adelante. Las JAP contaban con las atribuciones de denunciar el mercado negro y el acaparamiento, distribuir los productos disponibles y cooperar con el control de los precios vigilando su cumplimiento por parte de los comerciantes detallistas. La distribución de los productos consistía en la venta de una canasta básica en razón de la cantidad de personas por familia y según los productos disponibles, lo cual era registrado previamente por la JAP en un catastro. Agrega Mirella Castro, pobladora y ex delegada JAP, que el sistema funcionaba con normalidad y permitía ordenar a los vecinos “Nosotros nos juntamos todos los vecinos de acá, el que quería, y se formaron directivas por manzana, porque aquí eran manzanas. Yo tenía a cargo la manzana 37 y la 38 […] Se hacían reuniones de la JAP también, se reunía la gente… la reunión, se acordaba eso mismo, que si no la querían no obligaran a nadie, que se informara a la gente que era un buen sistema para que hubiera igualdad porque eso era lo que Allende quería. Y pasaba yo preguntando con un cuaderno por todas las casas ¿“vecino, va a querer la canasta?” y me pasaban la plata el que la quería”7. La batalla de las mujeres frente a la escasez en la población. En las poblaciones de Santiago, muchas de ellas que comenzaban a configurarse gracias a la entrega de terrenos por parte del gobierno, la escasez se hizo sentir de la mano de un elevado poder adquisitivo de las familias, aumentando la demanda de productos, que como 6 Discurso de Pedro Vuskovic, 19 de julio 1971. En Melo, Leonardo. Las Juntas de Abastecimiento y Precios: Historia de una experiencia de participación popular. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile, 2012. Pag. 37. 7 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013.

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comenta Garcés “[…] satisfacía viejas aspiraciones de consumo básico de los sectores populares […]”8 Frente a este hecho, Mirella Castro recuerda que “Bueno lo único malo que escaseaba mucho la mercadería porque había mucho mercado negro, el que vendía escondido porque tenían acaparado. Íbamos a hacer colas nomás pa´ comprar en todos lados, porque había plata. Había plata, entonces si en la carnicería, había una carnicería allí, y si había carne allí en esa esquina íbamos, si vendían en la otra esquina también íbamos. Porque había plata en el gobierno de Allende, los trabajadores tenían plata, ganaban buen sueldo. Todo estaba escondido, escondido… la carne, la leche. Y en el mercado negro valía mucho más cara.”9. Según este relato, existe una percepción respecto de que la raíz del problema de la escasez no se vinculaba al gobierno. Por otra parte, la abundancia de dinero circulante y el hecho mismo de adquirir una propiedad gracias a las tomas de terrenos legalizadas por el gobierno generó que los pobladores fueran una de sus más importantes bases de apoyo “[…] había mucha gente a favor de Allende, yo creo que más que lo que había en contra… porque él había hecho muchas cosas buenas, estaba haciendo cosas buenas.”10 Esta misma percepción respecto del gobierno se expresa en el documental “Las JAP y el abastecimiento directo”11, en donde Gloria Flores –dirigenta JAP en el Barrio Yungay- comenta, entre otras cosas, que los pobladores sabían que se trataba de un boicot, que estaban a favor del gobierno ya que éste solucionaba sus problemas. La vivencia en la población aparece entonces como un factor aglutinante en el apoyo al gobierno, para el caso de las mujeres se manifiesta como un espacio de confluencia frente a la necesidad de alimentos y su distribución, espacio en el que comienzan a desplegarse conocimientos referidos a la organización de los alimentos para satisfacer las necesidades de la familia, trasladados desde el interior del hogar, si queremos decir desde las cocinas, hacia el entorno público barrial: “El barrio puede entonces entenderse como esa porción del espacio público en general (anónimo, para todo el mundo) donde se insinúa poco a 8 Garces, Mario. Op. Cit. P. 77 9 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013. 10Castro, Mirella. Ibid. 11 DOCUMENTAL, CAP. 1. < http://www.youtube.com/watch?v=McS_j-a9eGI>

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poco un espacio privado particularizado debido al uso práctico cotidiano de este espacio.”12 Así lo recuerda Mirella Castro “Porque tú sabes que si en una familia hay 5 personas sabes cuánto aceite se puede usar en una semana, cuánto azúcar, cuánto te.”13 A partir de esta socialización de conocimientos cotidianos y de vivencias comunes se generan también solidaridades y prácticas de compañerismo entre quienes participaban de las JAP, un reconocerse mujeres pobladoras y con ello la importancia de trabajar colectivamente frente a la escasez: “A mí me gustaba… siempre pensando en lo que yo era, una proletaria, y pensando en que éramos pobres y que de otra forma no iba a haber una organización, iba a haber desorden”14. Además de asegurar el orden, tanto en esta entrevista como en las que aparecen en el documental citado se habla de la cooperación entre los vecinos y la JAP de su sector para lograr distribuir los productos con equidad y justicia; estas prácticas de horizontalidad y solidaridad, además de expresión de reconocimiento entre sí, hablan de un ejercicio de participación específico, con dinámicas propias que lo diferencian de otras formas e instancias de participación durante el periodo, una experiencia de compañerismo devenida del ejercicio político de mujeres en el sentido del cuidado de sí y el cuidado de los otros, una forma de exteriorizar la cotidianidad del hogar, prácticas como el cariño, la dedicación, la entrega, todo aquello dispuesto y balanceado equitativamente hacia todos sus integrantes, reproduciéndolo a nivel barrial, tal cual lo expresa Julieta Kirkwood “En seguida, al considerar a la mujer como una “unidad”, producto de innumerables estructuras productivas, reproductivas y políticas, revertirá el análisis de lo netamente femenino mostrándolo, ahora, como una problemática extendida a la totalidad de la vida cotidiana. A través de su negativa a dejar fuera de la preocupación social, los problemas individuales y personales, dejará puesta en la conciencia social y colectiva su descubierta verdad: “lo personal es político”. Desde allí,

12 Mayol, Pierre. “Habitar”. De Certeau, Michel, En La Invención de lo Cotidiano II, Habitar, Cocinar. Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, Instituto Tecnológico y de Estudios de Occidente, México, 1999. Pag.8 13 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013. 14 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013.

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entonces, en la nueva imagen problematizada del mundo, se hará presente en “lo público”, todo aquello que históricamente se desenvolvía en el círculo de “lo privado”15. En el discurso de Vuskovic apuntado anteriormente, se expresa el reconocimiento de que “las mujeres se manejan en esas cosas” en la práctica y que por tanto eran las indicadas para llevar a cabo tal tarea, sin embargo no del mismo modo en que se ha analizado hasta aquí, sino más bien en concordancia con los roles más tradicionales de la feminidad, estableciendo una participación de las mujeres como una ayuda complementaria “En general, actividades totalmente ajenas a la formulación de políticas y toma de decisiones”16. Esta experiencia no estuvo exenta de conflictos. Primeramente aparecen las críticas de sectores opositores a nivel político: acusar la ilegalidad de las JAP y dificultar su puesta en marcha; críticas valórico-morales por cuanto se consideraba que las JAP politizaban a la mujer y la familia, contraviniendo los mandatos naturales y sociales que establecen que la política es un asunto –público- propio de la masculinidad mientras que a la mujer le cabía el cuidado de la familia dentro –del espacio privado- del hogar; también existieron conflictos con grupos de choque como Patria y Libertad que contribuían al boicot emboscando a los camiones que traían el abastecimiento a las poblaciones, cortaban los caminos, se deshacían de los alimentos básicos –botar la harina o la leche a los canales por ejemplo-, etc. En las poblaciones los conflictos se desarrollaron principalmente entre los vecinos adherentes y opositores al gobierno, entre estos últimos había quienes se quejaban constantemente de la escasez pero no querían recibir las canastas, aun cuando éstas contemplaban los productos necesarios para el consumo familiar “Habían vecinos que eran contrarios al gobierno de Allende po´, “no quiero nada con este gobierno, no quiero nada de este gobierno y yo voy a comprar de otra forma… no la quiero” y a veces con groserías le decían a uno que no la querían … como “métasela en el ´que-te-dije´ [risas]. Reclamaban “que este gobierno maldito, que no hay esto, no hay esto otro”, pero eso era ponte tú en la carne, en esas cosas porque lo demás venía todo en la canasta… porque se empezó a organizar el 15 Kirkwood, Julieta. Feminismo y Participación política en Chile. Documento de trabajo programa FLACSO N°159, Santiago, Chile, 1982. Pag. 6. 16 Kirkwood, Julieta, Ibid. Pag. 4

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gobierno, pa que nadie tuviera más ni menos, todos iguales.”17 Respecto de las descalificaciones que se propinaban a las dirigentes JAP se cuentan términos como “upelientas, comunachas”, incluso amenazas posteriores al golpe militar de realizar denuncias de aquellas que participaron; un hecho a destacar son las descalificaciones personales, en el caso de mi entrevistada ello dice relación con problemas particulares con otra vecina que se entremezclaron con su participación generando conflictos al interior mismo de la organización “Una dirigente de la JAP de allá me echó a todas las viejas encima, que me querían pegar. Ella era la delegada de la manzana 40-41 y como me tenía mala empezó a decirle a la gente que yo era aquí, que yo era allá, pero ligerito… una que yo me paré y otra que la misma gente de la Casona [lugar físico en donde se organizaba la JAP del barrio] puso orden. Me decían maraca, la puta que le quitó el esposo a la Sra. Inés.”18 Se aprecia entonces que existía además de conflictos sociales en torno al apoyo al gobierno, conflictos relacionados con el carácter de género que las JAP adquirían, ya que la acción pública –este “meterse en política”- destinada a los hombres estaba siendo ejercida por mujeres, lo que se agudizaba en los imaginarios de quienes se oponían al gobierno por cuanto dicha acción se posicionaba en la izquierda. Además, se apela a peyorativos referidos a la sexualidad femenina que si bien no decían directa relación con el ser delegada de manzana, efectivamente entorpeció el trabajo de la JAP del sector llegando a intervenir la directiva en dicho conflicto. La derecha del periodo acusó a las JAP de ser un mecanismo para adoctrinar a las mujeres en el marxismo, frente a esto es posible afirmar que si bien fueron impulsadas por el gobierno y hubo participación de militantes del PC y PS, conteniendo así una carga ideológica, la gran mayoría de quienes la integraron fueron mujeres de base, dueñas de casa; los compromisos militantes, según mi entrevistada, no superaban al 20 o 30% del total de mujeres que comprendían la JAP de su barrio, lo cual puede haber variado en determinados sectores. Por otra parte, más que un adoctrinamiento se realizaban campañas de formación, educación y propaganda que se condecían con la intención del gobierno de fortalecer sus bases de apoyo –en este caso pobladoras mujeres-, teniendo como 17 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013. 18 Castro, Mirella. Ibid.

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mediadoras a las dirigentas: “[…] una dirigenta que era, se llamaba Gladys, ella era la que informaba a la gente: dónde teníamos que ir, qué teníamos que hacer, cómo abastecernos… Y pa´ eso eran las reuniones que hacían, nos organizaban, nos enseñaban ponte tu… cómo, qué hacer en caso de los cortes de luz, los cortes de agua, qué había que manejar en los hogares, nos daban incluso unos pequeños librillos en donde uno podía enseñarle a la juventud a que… qué éramos po´, que teníamos que estar con el pueblo y no con los de arriba, que el país estaba dividida en 2, clase rica y clase pobre y que este gobierno quería lo bueno pa´ nosotros po´” 19. Ello permitía establecer un puente entre la voluntad de participar ante la carestía y una explicación de la compleja realidad país a mujeres con poca educación formal –recordando los bajos niveles de escolaridad y el analfabetismo-. De este modo, las JAP también funcionaron como espacio de aprendizaje colectivo que incluyó cultura política en su expresión tradicional –relacionada con la realidad nacional, las posturas de los distintos sectores y partidos, etc.- como desarrollo de una cultura política propia, a partir el ejercicio práctico del abastecimiento guiado por aquello que las mujeres “sabían hacer”. Así, las mujeres contaron con una experiencia que vino desmarcar los límites simbólicos de lo público y lo privado, de lo estrictamente doméstico y lo estrictamente político, como lo explica Kirkwood respecto de las formas de participación femenina, entremezclando la cotidianidad personal con el amplio espectro de realidades sociales en las que podían verse reflejadas en el minuto en que se desenvuelven públicamente en el barrio. Para ahondar en las implicancias que pudieron replicarse –como también puede que no- en muchas mujeres, mi entrevistada señaló que a partir de su trabajo en la JAP se sintió motivada a realizar otras cosas que involucran participación social activa: “Incluso yo estuve en ese entonces con deseos de formar un centro cultural con jóvenes, con niños. Pero a mí nadie me había metido eso en cabeza, me entendís?”20 En ello veo una correlación entre la experiencia participativa y una nueva percepción de sí misma, un impacto en su identidad como individua.

19 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013. 20 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013.

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Así mismo, señaló que lo aprendido en la JAP le sirvió en los momentos de crisis que trajo el golpe de Estado: “Y siempre estábamos temiendo que pasara algo así como lo que pasó po´. Y cuando vino el golpe fue terrible po´, porque yo tenía varias cositas que había traído de la JAP, ponte tu panfletos, los cuadernos, libros en donde podía yo leer porque nos enseñaban, nos educaban y resulta que… teníamos música incluso y tuvimos que correr a quemarla, botarla, no hallábamos qué hacer. Y cuando llegó ese día yo salí casa por casa primero corriendo antes de venir a arrancar, porque todavía no habían venido a bombardear ahí [se refiere a las antiguas instalaciones de la radio Corporación cercanas a la villa], entonces fui casa por casa “vecina junte agua, compre velas”, a decirles que se prepararan porque venía algo… feo.[…] Ah, en contra de Pinocho ahí, yo era líder aquí, me llevaba a las viejas. Empezaba ahí en la esquina “vamos, vamos” y salía y se juntaba gente y partíamos, yo formaba caravanas pa ir a marchar”21. Esta experiencia no sólo le sirvió a esta mujer en particular ya que se puede establecer que lo que las mujeres desplegaran durante toda la dictadura militar es parte de un bagaje adquirido a través de décadas y siglos de quehaceres y movilizaciones femeninas diversas, una de las cuales fue la experiencia en las JAP, recordemos las ollas comunes frente a la carestía, la exigencia de respeto a los Derechos Humanos frente a las desapariciones y la tortura, la oposición que ejercieron durante los 17 años de régimen siniestro: todo ello responde a experiencias de participación social en donde desplegaron sus capacidades y saberes. Conclusiones. El impulso que dio el gobierno de la Unidad Popular a la participación femenina en las JAP alcanzó dimensiones que seguramente no se dimensionaron en ese momento ni se logran dimensionar a partir de la historiografía actual al omitir el mayoritario componente femenino que las integró. La participación femenina en las JAP se articuló a partir de problemas concretos: el desabastecimiento y la necesidad de asegurar la subsistencia de la famlia. Lo destacable en esta investigación son las formas de comprender y afrontar dicha situación en base a los haceres y saberes de las mujeres, movilizándolas al ejercicio práctico de trasladar 21 Castro, Mirella. Entrevista personal realizada el 01 de diciembre de 2013.

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conocimientos adquiridos propios de la mujer y la preocupación misma por la subsistencia desde el interior del hogar hacia el espacio amplio del barrio: esos conocimientos y esa preocupación dejarían de ser propios del hogar familiar, se volverían asunto público. En este traslado compartió y socializó con otras mujeres y actores sociales, estableciendo relaciones y vínculos nuevos, producto de una transformación en sus identidades individuales y también colectivas. Las JAP de este modo perfilaron un cambio en los roles, espacios y acciones asociadas a lo femenino no sólo para las mujeres, sino para toda la sociedad. Los conflictos relacionados con esta experiencia, como vimos, estuvieron altamente vinculados un problema de género: el hecho de que las mujeres estuvieran participando socialmente fuera del hogar. En ese sentido, lo conflictivo de las JAP no sólo se encontraba en que funcionaran como un dispositivo de control y adoctrinamiento a servicio del gobierno, sino que se trataba de un atentado contra las relaciones sociales de género tradicionales. La participación social de las mujeres en las JAP funcionó como una gran experiencia de aprendizaje y desarrollo –personal y colectivo- en donde se logró desplegar una forma de entender y hacer política desde las mujeres, una apropiación del espacio físico y simbólico del barrio y la vida pública, lo cual puede enlazarse con la capacidad de participación mostrada por las mujeres posteriormente y frente a un contexto adverso a todo tipo de participación social. Por lo tanto, esta participación adquirió características propias que no se pueden explicar únicamente como expresión del poder popular entregado desde las cúpulas políticas del gobierno a las bases, sino que como un ejercicio de ese poder popular, como una construcción de poder popular realizada por las mujeres a partir de sus experiencias y vivencias cotidianas. Este hecho conduce a replantear aquello que entendemos por política, la cual no sólo corresponde a un ejercicio relacionado con los partidos o los procesos eleccionarios, siguiendo a Serge Berstein 22, el fenómeno de lo político abarca todas las expresiones de diálogo ciudadano con el Estado, ello a través de

22 Bernstein, Serge. Hacer la Historia del Siglo XX. Madrid, Ed. Biblioteca Nueva. Universidad Nacional de educación a distancia, 2004.

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movimientos sociales, culturales, etc., como es el caso de lo que he definido como movilización femenina en las JAP.

“Me siento orgullosa de haberlo hecho, me siento orgullosa, bien. Bien porque hice algo… una por ayudar al gobierno, por demostrar que esa era mi clase y otra por ayudar a mi gente, por hacerlas ubicarse a muchas que no querían la canasta y les hablábamos lindo… me siento orgullosa, me gustó. Porque ahí adquirí valentía, de ir nomás po´ y apechugar y después adquirí la valentía de decirle a la gente que fuéramos a marchar, que ir a protestar… hasta el día de hoy. Y ahora igual po´, cuando puedo participar, ir a una marcha si puedo ir voy, he ido a marchas de los estudiantes porque… porque no estoy de acuerdo con este gobierno tampoco, y me siento muy contenta de haber sido delegada de la JAP” (Mirella Castro Loyola, ex delegada JAP)

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