Pármeno envenenado: sexo y traición en La Celestina

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Descripción

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Abril-Mayo 2017I Publicación bimestral de la Editorial Grupo Destiempos I ISSN: 2007-7483 I Título de Registro de Marca: 1445031 I CDMX, México

Revista destiempos N°56

ÍNDICE

ARTÍCULOS Y RESEÑAS PÁRMENO ENVENENADO: SEXO Y TRAICIÓN EN LA CELESTINA José Carlos Vilchis Frustro PIRANDELLO Y EL PIRANDELLISMO EN ESPAÑA María Reyes Ferrer YANNA HADATTY MORA. PRENSA Y LITERATURA PARA LA REVOLUCIÓN. LA NOVELA SEMANAL DE EL UNIVERSAL ILUSTRADO María del Carmen Martínez

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LA SENDA DEL CRECIMIENTO ESPIRITUAL, EN EL FILM “EL ARPA BIRMANA” DEL DIRECTOR KON ICHIKAWA

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EL INFLUJO ILUSTRADO EN EL PROCESO DE FORMACIÓN DE IDENTIDAD NACIONAL CHILENA

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Orlando Betancor

Matías Fuentes Aguirre EL AISLACIONISMO ESPAÑOL FRENTE A EUROPA (19391978). LA REINVENCIÓN DEL ESTADO DEL BIENESTAR Y LOS NUEVOS MODELOS DE GESTIÓN PÚBLICA SANITARIA Pablo Martínez de Oporto

EL MUSEO FEDERICO SILVA DE SAN LUIS DE POTOSÍ COMO EXPONENTE INTERNACIONAL DE ESCULTURA CONTEMPORÁNEA EN MEXICO: EVALUACIÓN DE RIESGOS Y PROTOCOLOS DE ACTUACIÓN

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Marta Plaza Beltrán Mariana Díaz de León Lastras

CREACIÓN LITERARIA

RETRATO CUBISTA/ CUBIST PORTRAIT Francisco Álvarez koki

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DEMASIADO CAPRICHO Gilberto Arvizu Morales QUIZÁS UN SUEÑO Gerónimo Troilo

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Convocatoria abierta: Se reciben colaboraciones para el próximo número de la Revista Destiempos: Artículos, reseñas, entrevistas, creación literaria. Todos los trabajos se someten a dictamen de publicación. Consultar normas editoriales.

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Revista destiempos N°56 PÁRMENO ENVENENADO: SEXO Y TRAICIÓN EN LA CELESTINA 1

En el Acto VII de la Comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, Celestina es acompañada por Pármeno durante la noche por órdenes de Calisto. En tal situación, mientras caminan, la anciana y el mozo intercambian palabras, ideas y comparten recuerdos de un pasado común, a propósito de los recientes acontecimientos que propiciaron José Carlos Vilchis Fraustro que se hallen inmiscuidos (y reencontrados) en Universidad Autónoma de la Ciudad de una situación que les compete: él es el criado de México. Recepción: 3 de marzo de 2017 Calisto, y ella ha sido contratada como mediaAprobación: 8 de abril de 2017 nera para que le provea los amores de Melibea. En el sentido más estricto, ambos son prestadores de servicios para un hombre adinerado, pero la posible diferencia entre ellos reside en que el criado debe a su amo una relación de fidelidad en su imaginario personal, anacrónico tal vez en términos de la época. Esta escena sitúa el momento donde se produce el convencimiento total del mozo para traicionar a Calisto y, pensando de una manera folclórica y popular, se debe a que es el instante en que termina de surtir efecto la nociva persuasión de Celestina, inoculada desde el Acto I para que deje de servir con honor y fidelidad a su señor. De este modo me propongo ensayar sobre la posibilidad de que la capacidad verbal de Celestina para doblegar voluntades probablemente está también inserta en una especie de juego de significados nocivos: en Pármeno opera, esa noche, el efecto mortal de una suerte de veneno contra la ética que, suministrado por Celestina casi al principio del texto, cobra 1 El presente trabajo es una versión revisada y reelaborada de la ponencia “Pármeno entre dos venenos: ficción versus realidad”, presentada en el Coloquio Internacional XII Jornadas Medievales en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 2 de octubre de 2008. Debo su versión última a la generosidad del profesor Joseph Thomas Snow que con erudición y paciencia enriqueció con sus comentarios y sugerencias este estudio. Debo al profesor Snow mi más sincera gratitud.

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especial realce y sentido profundo debido a la manera sexual, pero posiblemente nociva y también venenosa para la ideología folclórica de la época, en que se propone y posteriormente consuma.

CRIADO JOVEN, ¿CUERDO Y FIEL? Si se recuerdan las primeras intervenciones de Pármeno en la obra, cuando avisa a Calisto muy detalladamente en el Acto I que Celestina ―esa “puta alcoholada” (Rojas, Comedia, 235) 2― es una mujer de la que no puede fiarse, somos testigos de una actitud que podríamos pensar subsumida auténticamente en la lealtad: en boca del joven criado existen referencias y advertencias 3 para que su amo no confíe en la anciana y por ello ofrece al lector una idea de que cuenta con virtudes morales y éticas. Peter Russell, al debatir sobre la figura de Pármeno, describe sus virtudes con las siguientes palabras:

Para citar la obra en cuestión, me valdré de la paginación de la edición crítica de Peter Edward Russell, Comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea. Castalia, Madrid, 1991 (Clásicos Castalia, 191). 3 Recuérdese la retahíla de Pármeno, centrada en la percepción del mundo sobre la puta vieja, sus muchos oficios para el engaño, su habilidad para restaurar virgos y ofrecer doncellas, para vender baratijas, hacer hechicería y buscar provecho en todo momento. Tales descripciones y advertencias son coronadas por Pármeno con las siguientes palabras: “quién te podrá decir lo que esta vieja fazía? Y Todo era burla y mentira” (Rojas, Comedia, 263). Me atengo a mi lectura literal de este fragmento porque deseo resaltar la actitud comedida del criado, solícita, propia de un joven que desea hacerse notar ante un adulto con su buen seso y consejos (en total concordancia con Lida de Malkiel). Sin embargo, no ignoro la problemática que significa para Peter Russell que toda la retahíla con la que acusa y denuncia a la vieja como hechicera sea coronada con un ambiguo “todo era burla y mentira”. Russell en “La magia, tema integral de ‘La Celestina’” interpreta esta frase en el mundo de la magia, donde la asociación de burla y hechicerías son muy complejas en la época de Rojas, trabajando la idea de que una posible censura religiosa o política podría pesar sobre el autor de la obra por el hecho de dar por cierta la actividad de la hechicería. Una lectura literal, sin embargo, me permite pensar en que esta frase acentúa la fama engañadora de la vieja, y la obvia advertencia que Pármeno hace de su capacidad burladora, que se constata con el transcurso de los Actos. 2

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Caracteriza al joven la inteligencia aguda. Sabe razonar y disputar con discreción. Jamás está falto de una sentencia erudita o de un refrán oportuno para apoyar sus argumentos. […] Pero el rasgo principal de Pármeno es la lealtad, postura que defiende durante varios actos con extraordinaria resolución contra los intentos de Celestina de minarla. Como comenta el mismo Calisto, las buenas intenciones y costumbres de Pármeno dependen del hecho de que tiene buen natural […], cualidad que le ha permitido salir indemne de una crianza de las menos prometedoras. (Russell, “Introducción”, 93;).

Pármeno es, pues, un mozo de espuelas que confiesa su amor servicial hacia Calisto a la usanza del servidor que debe lealtad al amo por una correspondencia ética. El “buen natural” expresado por Calisto en el Acto I, 7ª, pág. 248 en la edición de Russell, que se refiere a una cuestión sociocultural de la servidumbre de la Edad Media, en donde Se llamaban “naturales” de un señor aquellos que dependían de él en virtud de una vinculación heredada, según un nexo que se presentaba con un carácter familiar, doméstico, cuya transmisión se suponía, con mayor o menor exactitud, que había tenido de generación en generación, y que se mantenía, en principio, de modo permanente. Por estas causas, la dependencia “natural” o de “naturaleza” engendraba, junto a unos derechos y deberes recíprocos, de condición jurídica, otras obligaciones de tipo moral, difícilmente definibles y mensurables, sobre cuya determinación no cabían más que criterios consuetudinarios ―adhesión, fidelidad, ayuda, etc.―. (Maravall, “Calisto y sus criados”, 513; el subrayado es mío).

A la vista de la cita anterior, es importante para este estudio que recordemos la idealización servicial de Pármeno con Calisto: el joven criado, posiblemente en concordancia con la imagen de ingenuidad que le caracteriza (vid. Russell, “la magia”, 297), demuestra una idealización que vive y

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experimenta en carne propia, y es dueño de una ética en la que demuestra creer, sobre la relación de buen trato entre amo y sirviente, al expresarlo de la siguiente forma: PÁR.— […] Amo a Calisto, porque le devo fidelidad, por criança, por beneficios, por ser dél honrrado y bien tratado, que es la mayor cadena, que el amor del servidor al servicio del señor prende, cuanto lo contrario aparta. Véole perdido y no ay cosa peor que yr tras desseo sin esperança de buen fin; y especial, pensando remediar su hecho tan arduo y difícil con vanos consejos y necias razones de aquel bruto Sempronio, que es pensar sacar aradores a pala y açadón. No lo puedo sufrir. Dígolo y lloro. (Rojas, Comedia, 253-254; el subrayado es mío).

Son cualidades y opiniones como las anteriores las que nos revelan cuán llamativo es Pármeno, personaje en el que sucede la transición del servicio leal y esforzado hacia la traición descarada y murmurante, con una envidia muy marcada, nociva, fementida, atentatoria y contraria a la ética que se había manifestado en él al principio de la obra. Lida de Malkiel sintetiza este interés de la crítica al mencionar que “Los personajes varían: esto es evidente en el caso de Melibea y de Pármeno, cuya conducta pasa de extremo a extremo ante los ojos del lector, hazaña rara vez osada por dramaturgos y aún por novelistas. (Lida de Malkiel, “Rasgos comunes”, 174; el subrayado es mío). Obvio además la apreciación de Joseph Snow sobre la complejidad de Pármeno al mencionar que: Pármeno has long seemed to me to be one of the two most fascinating character portraits in Fernando de Rojas’ Tragicomedia de Calisto y Melibea; the other is Melibea. While other characters vie for our attention as the action unfolds, alternately rising and falling with good and ill fortune, it is Melibea and Pármeno who actually undergo most change, whose personality evolves as we read, or listen. To state it thus is not to deny that others ―notably

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Celestina herself― have fully-rounded and psychologically right personalities; rather, it is to emphasize that Rojas has

placed special importance on what happens to these two, and how, when a world of new opportunities is offered them. (Snow, “Con qué pagaré esto?”, 187)

Enrique Barón Palma en “Pármeno: la liberación del ser auténtico. El antihéroe”, recoge en una interesante cosmovisión las ideas de Stephen Gilman quien, a su juicio, logra describir el desarrollo del personaje a través de los diálogos, de su evolución a través de lo que Gilman denomina “trayectoria vital” que atraviesa el personaje. Barón Palma también utiliza las opiniones de María Rosa Lida de Malkiel quien hace hincapié en la psicología de adolescente que atraviesa Pármeno, de notable inferioridad ante un mundo donde la experiencia de otros le representa un denuesto constante y que se ve en la necesidad de superar continuamente haciendo uso de su ingenio sutil para hacerse notar de manera admirable entre los adultos. Pármeno ha sido también analizado en una situación sociohistórica por Maravall en un intento por explicar el sentido de su fidelidad y su inestable amor servicial hacia Calisto y considerado un auténtico antihéroe. 4 Barón Palma señala que se pueden retomar los postulados de Gilman, Lida de Malkiel y Maravall para explicar cómo es que el personaje revela su verdadero ser, que para el crítico es el de un cobarde, mentiroso y envidioso criado que estuvo oculto bajo una máscara de joven respetable y de agudo ingenio. Las reflexiones de Barón Palma se centran en las interpretaciones que hace de los que encuentra como destellos de un verdadero ser oculto en 4 Los trabajos que hace referencia Barón Palma son los siguientes: Gilman, Stephen. The art of La Celestina. University of Wisconsin Press, 1956 y Lida de Malkiel, María Rosa. La originalidad artística de La Celestina. Eudeba, Buenos Aires, 1962 y Maravall, José Antonio. El mundo social de La Celestina, Madrid, Gredos, 1968 (Biblioteca Románica Hispánica. Estudios y ensayos).

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Pármeno; de ahí es posible elucidar su capacidad cambiante (con tintes existencialistas) en el plano social. Principalmente, en el Acto VII, 1ª, p. 361, Pármeno le dice a Celestina la frase “No soy el que solía”: para Barón Palma es una confesión de una personalidad dejada atrás, de su estirpe de pícaro y burlón que ha ocultado con éxito ante Calisto. Peter Russell, en su edición, probablemente es fuente de esta interpretación sobre el pasado del criado al mencionar que “Nótese cómo Pármeno, consciente de su personalidad de hombre joven, insiste en que no es ya el niño que servía a Celestina” (n. 17 de Russell en Rojas, Comedia, 361). Aunque concuerdo con las interpretaciones de Barón Palma, sólo tengo algunas dudas acerca de las raíces de la personalidad siniestra del criado: no he encontrado ningún comentario de Celestina sobre los comportamientos de cobardía, envidia, o mentira de Pármeno en el pasado; vaya, no parece ser parte de sus antecedentes o fama en conocimiento de la vieja, sólo el ser hijo de Claudina y por ende la semilla de una alcahueta tanto o más perversa que Celestina. De ser así, de haberse comportado de manera deleznable en el pasado, muy probablemente, a mi juicio, habría incidido para que Celestina pudiera convencerlo de pasarse al bando de los engañadores al evidenciarlo, o amenazar con hacerlo, ante Calisto; y es bien sabido que la hechicera no olvida, ni deja pasar provecho de la información que llega a su poder y tal vez se deba a que sólo estuvo con ella un mes, como se anuncia en la obra; al contrario, la anciana se esfuerza en señalar y criticar todo el tiempo su virtud de lealtad para minarla progresivamente. Para muestra, un botón: CEL.— Y yo, assí como verdadera madre tuya, te digo, so las maldiciones que tus padres te pusieron, si me fueses inobediente, que por el presente sufras y sirvas a este tu amo, que procuraste, hasta en ello haver otro consejo mío. Pero no con necia lealtad, proponiendo firmeza sobre lo movible, como son estos señores de este tiempo. Y tú gana amigos, que es cosa durable. Ten con ellos constancia. No

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vivas en flores. Dexa los vanos prometimientos de los señores, los quales desechan la substancia de sus sirvientes con huecos y vanos prometimientos. Como la sanguijuela saca la sangre, desagradescen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón. (Rojas, Comedia, 257-258; el subrayado es mío).

¿Una personalidad perversa del criado? Claro, ahí está, emerge ante los ojos del lector. La discusión sería saber si la poseía con anterioridad y es un cínico enmascarado. Joseph Snow concuerda con Barón Palma en una reconstrucción del criado que oculta su constitución perversa: We can reconstruct thus: Parmeno came of bad stock, was reared in part by a woman who introduced him to deceit as a staple of life, but escaped her and made his own way in the world, spending nine years with Mercedarian monks, amidst constant squabbling, before linking destinies with Calisto. While attempting to reach a degree of comfort in this new position, he finds that one of his fellows makes life sometimes intolerable and that, under instructions from their master, this same fellow, object of Pirmeno’s envy, brings back into his life the very bawd whose house he had abandoned long years before. She, in turn, makes of him a wiser youth, turns him slowly against his master and introduces him to the pleasures of the flesh as well as to his own baser nature. Untrusting, wary, and alone, Parmeno has, in the end, no place to hide. As he turns a face distorted with rage on Celestina, she sees revealed the Claudina in him, exclaiming: ‘Y aun asi me trataba ella, cuando Dios queria’ (XII, 183). And the bad seed resurgent, nurtured by Celestina, is seen for what it is. (Snow, “Con qué pagaré esto?”, 190).

En tal caso, el pasado de Pármeno no resta de ninguna manera la llamativa transición del joven esforzado en ser virtuoso al hombre miserable. Aún me parece convincente la idea de un conflicto del criado debatiéndose entre conservar la tradición del buen servidor, que ha cultivado con esmero,

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contra el servicio por transacciones económicas, por juicios aventurados de juventud, al no conocer el mundo de los adultos, donde se descubre a sí mismo en una suerte de condición humana propia, individualista, tal como la crítica celestinesca ha logrado ver a los personajes que están en una obra de transición de la Edad Media a los albores del Renacimiento. Volviendo a Joseph Snow, en “¿Con qué pagaré esto?: The Life and death of Pármeno” huelga recalcar que profundiza en la línea de interpretación que devela un análisis sobre la autoconciencia de Pármeno como un sirviente que envidia a Calisto por sus posibilidades económicas y sociales, y a Sempronio por su posición privilegiada ante Calisto, además por su experiencia en la vida y el sexo. Es ahí, pues, en la esforzada tarea crítica donde los especialistas han trabajado para desvelar el cambio de Pármeno que lo posiciona como un sirviente que pasará de una perspectiva (tal vez idealista) servicial y de lealtad a su amo en el Acto I, hacia el traidor, ambicioso, asesino y servil convenenciero que violenta su relación no sólo con su amo, sino con la ética humana en general. Es esta situación, que en nada es nueva para las discusiones de La Celestina, la que nos plantea algo que tal vez sería necesario agregar a la transformación del criado: en él actúan también dos venenos que lo cambian, insertos en los agentes femeninos que están operando en la trama que le concierne: Celestina y Areúsa. Acorde con el antifeminismo de la España del siglo XV las presencias y acciones femeninas me hacen pensar que, para tener más ideas para el debate de la transformación de Pármeno, sería necesario pensar en elementos misóginos, folclóricos y de superchería como el tópico de la mujer venenosa en la época medieval.

MUJERES Y SUPERSTICIÓN VENENOSA: LA VIEJA CELESTINA El buen Pármeno del Acto I ha ido desapareciendo, y a Juicio de Joseph Snow se debió gradualmente a la exhibición de su

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envidia y los desplantes y humillaciones de Calisto desde el Acto II: Pármeno, in Act II, makes another attempt to dissuade Calisto from this path to unhappiness (‘A quien dices el secreto, das tu libertad’ […]), but it backfires, producing exactly the opposite result (as it did previously) on Calisto (‘Pues mejor me parece [Celestina], cuanto más la desalabas’ […]). Again, Calisto shows impatience with Pármeno and orders him to prepare his horse, an apparently demeaning task. The seeds of resentment planted in Pármeno by Celestina in Act I now burst into violent life as he watches Calisto canter off: ‘Pues anda, que a mi cargo, ique Celestina y Sempronio te espulguen! iOh desdichado de mi! Por ser leal padezco mal’ […]), and he seems ready to cast his lot now with the enemy camp: ‘Destruya, rompa, quiebre, dañe, dé a alcahuetas lo suyo, que mi parte me cabrá, pues dicen: a río vuelto ganancia de pescadores. iNunca más perro a molino!’ (78-79). Pármeno is angry, insulted, unappreciated, betrayed. Thus Calisto, all too unwittingly, makes it easier for Pármeno to fall prey to Celestina’s scheming and, thus, also unwittingly, he contributes to his own later downfall (Snow, “’Con qué pagaré esto?’”, 187).

Hago esta inflexión de la visión sobre Pármeno para remarcar que está enojado con su señor. Si algo parece suceder de manera obvia, a la vista de la interpretación de Snow, es que el criado tiene perdido el seso por ira. Sólo deseo apuntar algo al respecto: Pármeno sigue siendo joven, inexperto, obviamente menos malicioso y pícaro que Sempronio y, por si fuera poco, es virgen. Todas estas características tal vez engastan muy bien en cualidades como la inteligencia y la ética, y nos recuerdan su necesidad de destacar socialmente y van desenvolviendo la transición de la lealtad a la traición. Su enojo, que va creciendo a lo largo del desarrollo de la obra, no eclipsa sus cualidades del todo hasta la llegada del Acto VII. Con esta idea me parece muy compleja y ominosa la escena:

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será la noche en que el mozo perderá su virginidad 5 y habrá de convertirse en hombre y en un traidor confeso, textualmente. Ángela Tozer explica que: En el Acto I, a Pármeno se le caracteriza como un chico sensato, sagaz y moderado, aunque conviene destacar que su resolución sólo empieza a desmoronarse cuando se permite entablar discusión con Celestina y Calisto. La perspectiva de un lío con Areúsa le facilita la oportunidad de explorar aspectos de su masculinidad previamente ocultos. (Tozer, “La identidad…”, 157; el subrayado es mío). 6

Me interesa la cita anterior porque muestra un aspecto al que ha trabajado la crítica celestinesca: Pármeno ve minada y atacada su propia imagen ética cuando interactúa con Celestina. Y es consciente, la primera vez que habla con ella, que está frente a una mujer capaz de endulzar el oído con palabras, capaz también de envenenar por la boca. El joven criado lo sabe y lo expone textualmente cuando Celestina le ha ofrecido a Areúsa (Acto I, 10ª, 260); Pármeno se defiende argumentando que los ejemplos de lujuria y avaricia son los que, aconsejado por sus mayores, debe evitar porque hacen Amanda J. A. Tozer en “La identidad masculina en Celestina: la emasculación de Pármeno”, explora la construcción masculina del joven, situándolo en parámetros medievales donde él mismo, al no encajar plenamente, se autoconstruye, pero los resultados son completamente cuestionables. A su vez, el artículo refiere las distintas voces e influencias que obran en el sirviente para su evolución como personaje, como el amo, Celestina, Areúsa o Sempronio. 6 A propósito de la pérdida de la virginidad de Pármeno debe subrayarse que si está pensando, por envidia, en Calisto, véase que el amo tiene actitudes distintas a las del criado cuando copulan: Pármeno es reticente y austero en sus actos y dichos, mientras Calisto es arriesgado, habla continuamente y sabe cómo actuar ante la doncella de la que obtendrá muy conscientemente favores sexuales, es decir, Melibea. Esto se explica porque entre ambos hay años de experiencia y una posición social que los difieren muy abiertamente y no me parece que la obra se aleje de un sentido crítico hacia su época. En suma: Pármeno quiere copular, hacer lo que su amo puede, ya sea por envidia o recelo, y de paso acceder al mundo de los adultos, situación alentada por la propia Celestina. 5

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mucho mal y líneas después le dice las siguientes palabras que ilustran la acusación textual a la que me refiero: Pár.— No querría, madre, me combidasses a consejo con amonestación de deleyte, como hizieron los que, caresciendo de razonable fundamento, opinando hizieron sectas envueltas en dulce veneno para captar y tomar las voluntades de los flacos y con polvos de sabroso afeto cegaron los ojos de la razón. (Rojas, Comedia, 262-263; el subrayado es mío). 7

Areúsa es el premio que ofrece la anciana para comprar la fidelidad del criado, es la promesa por cumplir de una mujer sagaz y embaucadora, abiertamente señalada por Pármeno como venenosa, o de palabras ponzoñosas y que, en el análisis de Mercedes Alcalá Galán es comparada con una víbora, ya que ésta: […] es por naturaleza un animal cargado de símbolos negativos: es un animal repulsivo, venenoso, peligroso; temido no por una ferocidad inexistente, sino por su resbaladiza y viscosa condición, por su letal acechanza. […] es símbolo de lo diabólico, del mal y su poder maléfico le permite hipnotizar a sus víctimas inmovilizándolas con la mirada […] es un animal relacionado con el engaño, la astucia, la seducción maliciosa la inteligencia torcida y la traición […] su sangre fría, su capacidad de cálculo sugiere la existencia de un verdadero y refinado placer sádico obtenido a través del dominio de los otros. (Alcalá, “Voluntad”, 38)

7 Deseo ceñirme a mi lectura textual, literal, de la aparición de la palabra veneno en la respuesta de Pármeno para evidenciar la carga semántica de su conciencia metafórica de las palabras nocivas, posiblemente infectas. Sobre la anécdota por las cuales enuncia en general la frase, véase “¿Dante por boca de Pármeno? Opiniones, Sectas y discreción. La Celestina, I, X; Convivio, I, XI”. Jesús D. Rodríguez Velasco explora las posibilidades históricas y socioculturales de las ideas encubiertas en las palabras del mozo.

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Y estos atributos negativos cazan con la imagen, también negativa, de Celestina: inmoral, repugnante, capaz de manipular a otros para su propio beneficio, acechante, hechicera, manipuladora, mentirosa, engañosa, agente del mal y además barbuda. Esto último lo traigo a propósito al tema porque me parece sumamente necesario e importante recordar la manera en cómo Sempronio presenta la imagen de Celestina, por primera vez, para toda la obra: SEM.— […] Días ha grandes que conozco en fin desta vezindad una vieja barbuda que se dice Celestina, hechizera, astuta, sagaz en quantas maldades ay. Entiendo que passan de cinco mill virgos los que se han hecho y deshecho por su auctoridad en esta cibdad. A las duras peñas promoverá y provocará a luxuria, si quiere. (Rojas, Comedia, 233-234; el subrayado es mío)

La carga folclórica de la barba, como lo resalta Lillian von der Walde, es de un imaginario de maldad muy exacerbado: “Ser ‘barbuda’ es característica que […] se halla asociada a otras, entre las que destacan: sagacidad, desvergüenza, lujuria, maldad demoníaca. Se trata de una suerte de amplificatio pues, de hecho, tal solo elemento fisonómico implica todo lo demás. (Walde, “El Cuerpo”, 132). Jacobo Sanz Hermida explica la conciencia mágica que pesa sobre la anciana al informarnos que “el calificativo que Sempronio pone a esta vieja nos hace referencia por un lado a su avanzada edad y por el otro a su relación con la lujuria. Queda no obstante un último aspecto, tal vez el más importante, como es el del vínculo de la barbuda con el mundo de la magia y en último extremo con lo demoniaco” (Sanz, “Una Vieja”, 22). Estas opiniones de la imagen de la vieja nos sirven para conectarla como un elemento más para acrecentar la idea de un Pármeno que está siendo envenenado, y se sitúa en la delgada línea de la imaginería científica y la superchería de la época, pues Celestina, al tener como una de sus principales características que es una vieja barbuda, es signo de que ya no

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tiene ciclo menstrual, por lo que su sangre venenosa, según las creencias populares del medioevo, ha sido acumulada en su propio cuerpo, pudiendo expulsarse sólo mediante la barba. 8 Al respecto, San Alberto Magno menciona que “humors thus forming a beard on men, do menstruos for women, flowing two or once a month” (Magno, The book, 63). Y esto logra, según Jacobo Sanz Hermida, explicar que “sería bastante normal que aquellas mujeres que alcanzasen una edad avanzada en la que no pudieran de forma natural purgar sus flores, habrían de eliminar estos malignos humores por otro medio, y, ¿por qué no? mediante la aparición de la barba” (Sanz, “Una Vieja”, 19). Lillian von der Walde menciona, al respecto, que “Las barbas en la mujer se producen en virtud de la retención menstrual, y la menstruación es venenosísima” (Walde, “El Cuerpo”, 132). Según algunos tratados médicos medievales, está escrito que la mirada de las viejas con menopausia se torna nociva, de gran peligro. Al respecto, Walde abunda en que si Celestina, por natural condición, retiene su flujo, su mirada también es venenosa: Y si la mujer que está menstruando “jnfecioa el espejo” con su vista, la cual basta para “empozoñar el camello: & echarlo en el silo sin poderse del desuiar” qué se puede decir si esta impureza no se expulsa del cuerpo, como le sucede a una mujer vieja. La mirada se vuelve ciertamente peligrosa, y debe entenderse que Celestina contamina con la sola vista a quien se le acerque. […]Ahora bien, se sabe a las claras que Celestina es hechicera, y cabe decir que el aojamiento, como su nombre lo indica, se realiza mediante los ojos que expelen unos rayos impuros. (Walde, “El cuerpo”, 135).

Remito al lector a la lectura de “La mujer venenosa en la época medieval” de José Luis Canet Vallés ya que hace un recorrido de la concepción de la mujer juzgada como peligrosa ante la aparición o retención de la sangre menstrual: en esa visión general ubico a Celestina para este estudio y, posteriormente, a Areúsa.

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En el mismo artículo, la autora menciona a Martín de Castañega, con su Tratado de las supersticiones, donde se menciona que el aojamiento: Onde al presente sea a vos manifiesto muchos filósofos e grandes letrados fablaron del ojo, donde se diriva aojar, que en latín dezimos façinar o por aojamiento façinaçión. E pocos dieron la cabsa d’ello e fueron menos […] Los más, empero, concuerdan de aquellos sean algunas personas tanto venenosas en su complisión e tan apartados de la eucrasia, que por vista emponçoñan el aire e los a quien aquel aire tañe e los resçibe por atracçión respirativa, segúnt en la Cosmografía es manifiesto: afirma en Çiçia sean mugeres que por sola catadura matan. E non deve paresçer estraño o menos creíble por lo que del basilisco en el libro De las propiedades de las cosas se lee, el cual por sola catadura mata a otrie e a sí mesmo, reflectando su vista del espejo. (Walde, “El cuerpo”, 135)

Tales aspectos me hablan de una carga semántica de la interacción de Celestina con Pármeno. El halo de ponzoña de la retórica de Celestina 9 nos remite a la tercera acepción del sustantivo veneno expuesto en DRAE en línea (consultado el 2 de abril de 2017), que es “una cosa que puede causar un daño moral”. De este modo, la imagen de una mujer venenosa medieval se presenta en Celestina, como la víbora, y el criado atiende las palabras de la vieja, por lo que se envenena, se emponzoña moralmente para después confabularse contra su amo ante su propia ignorancia del mundo. Muestra de ello es como Maravall explica que Celestina, con aguda malicia, abre los ojos a Pármeno sobre el verdadero sentido de su posición: está en la casa de 9 “la eficacia retórica de Celestina parece estar arraigada en su capacidad de agotar a Pármeno y quebrantar su resolución, en vez de persuadirle con buena razón. Como consecuencia, la perseverancia y la profunda comprensión de la condición humana se revelan como componentes de la argumentación suasoria mucho más significativos que la retórica convencional” (Tozer, “La identidad…”, 155).

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Calisto, pero no es de ella; no es más que un mercenario para su amo. No es un “natural”, es un extraño, como lo ha sido en otras partes, porque, como corresponde a tal configuración, ni ha permanecido de siempre en casa de Calisto, sino que ha pasado por muchas, ni tiene porqué considerarse vinculado a aquél. (Maravall, “Calisto y sus criados”, 515; el subrayado es mío).

Y en lo que respecta al sexo, esa ignorancia del mundo, resuelta en principio ―de forma descorazonadora para el joven― en su condición de simple servidor vinculado a su amo por puros lazos económicos, también revela que Celestina agudiza el desconocimiento del mozo y su natural condición juvenil para influenciarlo con el fin de hacer que le entregue su voluntad; cuestión que Amanda J. Tozer señala así: Celestina se aprovecha de la curiosidad natural de Pármeno sobre el sexo opuesto para asegurar su éxito en el trato comercial con Calisto; cosa que sella con la iniciación de Pármeno en su subcultura de amor. Celestina emplea hábilmente este rito de tránsito como una prueba de su virilidad. A mi parecer, la claudicación moral de Pármeno sólo puede ser interpretada como un intento de reforzar su solidaridad con los demás personajes masculinos. […] La mención del nombre de Areúsa […] le hace descender en espiral a la obsesión sexual con alguien que ni siquiera ha conocido. Está claro que su curiosidad sobre las mujeres se deriva de la ausencia de cualquier contacto positivo con el sexo opuesto (Tozer, “La identidad…”, 161)

Así, pues, el primer veneno, que posiblemente podemos relacionar con una subcultura antifemenina, queda inoculado en el cuerpo del joven. Muestra de ello es su declaración tan compleja que ha sido analizada por la crítica donde expone su dilema, su resquebrajamiento ético: “Celestina, todo tremo en oýrte. No sé qué haga. Perplexo estó. Por

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una parte téngote por madre; por otra a Calisto por amo. Riqueza desseo; pero quien torpemente sube a lo alto, más aýna caye que subió. (Rojas, Comedia, 259). Para buena parte de la crítica, esta duda es completamente significativa porque muestra que el criado realmente está transitando del servicio hacia la traición, y para efectos de este estudio, ofrece la imagen de que lucha contra las ponzoñosas palabras de la vieja. 10 La duda queda sembrada, y en el Acto I inicia una escisión de la relación entre criado y amo, que Pármeno agudizará por envidia en el Acto II, pero que quedará gestándose aún con fuerza hasta la llegada del Acto VII.

MUJERES Y SUPERSTICIÓN VENENOSA: LA JOVEN AREÚSA Volvamos a la escena del Acto VII. Pármeno, mientras va caminando, le recuerda a Celestina su promesa de darle los amores de Areúsa: PÁR.— Agora dexemos los muertos y las herencias; que si poco me dexaron, poco hallaré. Hablemos en los presentes negocios, que nos va más que en traer los passados a la memoria. Bien se te acordará que no ha mucho que me Para Snow es importante esta resuelta formulación de Pármeno, que lo parte en dos, porque muestra muy gráficamente como el criado no tiene intención de violentar su lugar en el mundo, su posible modestia en sus aspiraciones económicas: Pármeno’s oft-credited loyalty in Act I almost certainly masks his faith and determination to find in Calisto’s service a path to some guarantee of comfort and economic well-being; he is not seeking wealth, which is what Celestina is now dangling before him (his father’s supposed ‘tesoro’; the spoils he will accumulate once allied with Celestina). Pármeno is surely aware that this path has its risks, that there are strings attached, and that it is rather likely that he will fall should he give up his happy poverty for the chance at this get-richquick scheme. (That he does, in fact, fall as a result is part of the rich structure of ironic foreshadowing that is here, as elsewhere, a major element of Rojas’ dramatic art.) But Pármeno’s protests are quickly and-for the moment-successfully countered by Celestina’s playing on another frequent chord, the authority motif ‘tú mucho mozo eres’ […]. Despite Pármeno’s apparent acquiescence, Celestina has not yet won. He is tempted to follow his original path, forcing Celestina later to renew, with additional force, some of these same arguments (this time accompanied by actions) in order to detach him from Calisto. (Snow, “’Con qué pagaré esto?’”, 182).

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prometiste que me harías haver a Areúsa cuando en mi casa te dixe cómo moría por sus amores (Rojas, Comedia, 369).

La anciana, solícita, asegura que cumplirá ese objetivo en ese preciso momento y se hace acompañar por el criado hacia la morada de la joven. Pármeno queda oculto al pie de la escalera y Celestina accede a la habitación de la moza. En esta mujer, contrario al apartado anterior, prefiero comenzar con algunas observaciones de su imagen: Areúsa es una extremadamente hermosa prostituta. La primera aparición suya en el texto es en calidad de objeto sexual. […] Su hermoso cuerpo es la caracterización principal de Areúsa; aún Celestina se siente sexualmente atraída por la joven de quince años. […] El cuerpo y sus placeres como instrumento principal de Areúsa incumplen la moral de la sociedad cristiana de la época, ya que dicha sociedad niega al cuerpo como objeto posible de placer. (Ramírez, “individualismo a ultranza”, 64-65) Celestina se regodea con la imagen desnuda de la joven mujer. Es inevitablemente un cuerpo sexualizado y la carnada más jugosa y llamativa que la anciana ha fraguado para Pármeno: por ello Francisco Ramírez hace especial hincapié en esa visión sensual, probablemente vedada en el imaginario de la sociedad de la época. En esta percepción, aparece en la escena un elemento en particular: la joven padece del mal de la madre, “lo que en lenguaje moderno llamaríamos dolores menstruales” (Fernández, “El simbolismo”, 159): CEL.— […] Déxame mirarte toda, a mi voluntad, que me huelgo. ARE.—¡Passo, madre, no llegues a mí, que me fazes coxquillas e prouócasme a reyr e la risa acreciéntame el dolor.

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CEL.— ¿Qué dolor, mis amores? ¿Búrlaste, por mi vida, comigo? ARE.— ¡Mal gozo vea de mí si burlo! sino que ha quatro horas, que muero de la madre, que la tengo sobida en los pechos, que me quiere sacar del mundo. (Rojas, Comedia, 372; el subrayado es mío).

Se trata de un componente llamativo y potencialmente transgresor en el desarrollo de la escena, ya que como lectores tenemos la información de que Celestina ha conducido a Pármeno hasta el sitio donde está Areúsa para la satisfacción de sus deseos sexuales ―y así consumar a plenitud su traición a Calisto. Llama la atención este hecho para la crítica sobre el interés del mismo Rojas para introducir el tema del menstruo en el texto. Por ello es necesario pensar en que el autor de la Celestina habrá contemplado este conocimiento ancestral del mal de la madre y que de alguna manera está plasmado en la escena que nos atañe. Enrique Fernández explica que El interés de Rojas por los “secretos de las mujeres” está probado tanto por su posesión de un ejemplar del De Secretis Mulierum como por la abundancia y exactitud de las referencias al tema menstrual que hay en La Celestina. El origen de este interés es más difícil de establecer y sólo podemos hacer deducciones. Cabe especular que su afición al tema era fruto de la misma curiosidad un tanto morbosa que muchos lectores varones sentían y que durante varios siglos hizo del De Secretis Mulierum un éxito editorial. Es posible también que en el ambiente juvenil y jovial de la universidad de Salamanca los estudiantes de medicina compartieran con sus compañeros sus conocimientos y lecturas sobre fisiología femenina. Otra hipótesis que puede ayudar a explicar el interés de Rojas por la menstruación es su ascendencia conversa, que lo habría familiarizado con las tradiciones judías. Entre estas, están los tabúes de origen bíblico sobre la impureza de las mujeres menstruantes y las precauciones que se ha de tomar con ellas. Es de suponer que Rojas se crió en un

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ambiente en que estos tabúes deberían seguir vivos, tanto porque fueran aun respetados en su familia como residuos culturales de su origen converso o porque, contrariamente, fueran cuidadosamente evitados como precaución contra toda acusación de judaizar. (Fernández, “El simbolismo…”, 159).

Sea cual fuere el origen del interés de Rojas, es interesante el folclore que el tema arroja para el análisis del mundo celestinesco. Particularmente, nos ayuda a conceptuar la carga paradigmática que subyace en que Pármeno está escondido, a las puertas de la iniciación sexual y de la hombría, pero también a punto de vender su fidelidad y cambiar de bando. Lo deleznable de la situación puede ya hacer pensar al lector acerca de dilemas éticos que impactan sobre los valores de la actitud de servicio que el criado decía profesar hacia su señor, pero además tenemos el añadido de que en la Edad Media la creencia de que la sangre menstrual del ciclo natural femenino representaba una suerte de nocividad, un veneno, además de que este proceso biológico por lo general estaba socialmente condenado al rechazo y la sospecha en profundas ideas prejuiciosas de impureza. En esta escena de la Comedia o Tragicomedia, la contextualización de los actos cobra fuerza debido a que literalmente, en este imaginario sociocultural al que es importante referirnos, Pármeno no sólo está fuertemente influido (envenenado) por las promesas de Celestina, sino que para colmar la toxicidad de la situación que inició en su contacto con las mujeres en la obra, se encontrará expuesto ante un peligrosísimo veneno que está manifestándose en el cuerpo de Areúsa. Esta idea cobra realce por dos cuestiones: primero, la inexperiencia y condición virginal de Pármeno podría ser una imagen muy ilustrativa de la falta de prudencia (ocasionada por las presiones sociales sobre su juventud) y segundo, porque su probidad, inteligencia y agudeza que se han ido minando con el transcurrir de los Actos, están por ser comprados con sexo. Pero eso es lo que quiere el criado y lo está buscando abiertamente. De este modo, en la escena, hasta el momento, sólo Celestina sabe que

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si el joven obtiene los favores sexuales de Areúsa, será teniendo de por medio el mal de la madre que la aqueja. Y Pármeno bajo la escalera escondido, sólo aguarda el momento en que la vieja lo llame. En este segundo veneno es importante notar que Celestina y Areúsa están en conocimiento del mal, y es en su dialogar y accionar, en su espacio privado, durante la noche (elemento también de sospecha), donde habrán de manifestar sus conocimientos sobre el padecimiento: CEL.— Deste tan común dolor todas somos, ¡mal pecado!, maestras. Lo que he visto a muchas fazer e lo que a mí siempre aprouecha, te diré. Porque como las calidades de las personas son diuersas, assí las melezinas hazen diuersas sus operaciones e diferentes. Todo olor fuerte es bueno, assí como poleo, ruda, axiensos, humo de plumas de perdiz, de romero, de moxquete, de encienso. Recebido con mucha diligencia, aprouecha e afloxa el dolor e buelue poco a poco la madre a su lugar. Pero otra cosa hallaua yo siempre mejor que todas e ésta no te quiero dezir, pues tan santa te me hazes. ARE.— ¿Qué, por mi vida, madre? Vesme penada ¿e encúbresme la salud? CEL.— ¡Anda, que bien me entiendes, no te hagas boua! ARE.— ¡Ya!, ¡ya! Mala landre me mate, si te entendía. (Rojas, Comedia, 373-374)

Enrique Fernández contextualiza la escena encubierta para explicar su trasfondo de secretos profundos entre mujeres. Tal es la concepción sociocultural inserta: Esta maestría de Celestina en temas menstruales procede de su experiencia personal como mujer mayor, pero es también parte de su papel de vetula o mujer entrada en años y conocimientos. Igualmente, además de las comadronas, también las prostitutas eran consideradas expertas en las dolencias menstruales, algo de lo que el De Secretis Mulierum, así como otros tratados, se hacen eco al hablar

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de “quaedam meretrices doctae” y de “meretrices et aliae mulieres doctae” […] El que estas fueran las autoridades en la materia se debía a que la menstruación era un tema vergonzante del que sólo se trataba en conversaciones íntimas entre mujeres pues rara vez se confesaban estas dolencias a un hombre, ni siquiera al médico, y se prefería consultar a una mujer de más edad y experiencia. La conversación de Celestina y Areúsa sobre el mal de la madre es de este tipo (Fernández, “El simbolismo…”, 161)

Así pues, además de que se retrata un espacio eminentemente femenino y privado, se puede identificar que en la ideología de la mujer como un peligro biológico, la situación es también de riesgo vital, como complemento de la sospecha y de censura social para las intenciones de Pármeno, porque según el discurso folclórico medieval, para el mal de la madre existió todo un conocimiento, aceptado de manera oficial, regulado de forma social e ideológica (y a veces política o cultural) vertido en el asunto. En principio, hubo autores y escuelas de medicina en la Edad media que heredaron todo el legado dejado por autores grecolatinos (Aristóteles y Plinio el Viejo) 11, quienes expusieron en sus tratados el funcionar fisiológico de ambos sexos, masculino y femenino 12. Hubo también quienes se dedicaron a traducir y Los textos más representativos de la filosofía natural de la antigüedad fueron: la Historia de los animales y De la generación de los animales de Aristóteles y la Historia Natural de Plinio el Viejo. 12 Cabe mencionar que, en el caso de Aristóteles, la interpretación de la naturaleza de la mujer estaba basada en la comparación que el autor hacía de la mujer con el varón. Se trataba de un ser imperfecto, debido a que Aristóteles encontraba, en estas analogías, algunas coincidencias físicas entre hombres y mujeres. Sin embargo, las diferencias eran más profundas, por lo que la mujer, según el autor, era un varón menguado, es decir, deformado y mutilado y que, a pesar de las características negativas que le adjudicaba, no representaba ningún peligro para su entorno. En el caso de Plinio el Viejo, en lo concerniente a la menstruación, describió en sus textos propiedades prodigiosas y maravillosas, positiva y negativamente. Ambos autores fueron utilizados, en la Edad Media, como autoridades científicas y sus observaciones y posturas, al entrar con la filosofía cristiana, fueron reinterpretadas para ofrecer una visión completamente negativa de la mujer. 11

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retomar el conocimiento de manuales médicos orientales, y las observaciones obtenidas influyeron en todas las escuelas de medicina de la Edad Media. En el caso particular de Pármeno, Lillian von der Walde menciona lo complejo de su situación al mencionar que: Pármeno sostendrá relaciones sexuales con Areúsa, quien sufre dolor de la “madre,” hecho que sugiere que tiene cólicos premenstruales. No obstante que es recomendación médica el coito como remedio del mal, considérese el envenenamiento al que se ve sujeto el criado de Calisto, pues la menstruación ―que los médicos piensan es simiente putrefacta― está por venir. (Walde, “El cuerpo”, 135)

Lo que sigue en la escena es bien conocido: la vieja barbuda convence a los jóvenes de tener relaciones sexuales. El triunfo de Celestina, como la serpiente que ha logrado morder de lleno, se produce cuando, en el Acto VII, 3ª, 379, consigue hacer que el criado prometa ir en contra en todo para su amo. Llamativo es que renuncia a su supuesta herencia, a lo económico, subyugado por el sexo prometido: un sexo estigmatizado por la sociedad de la época en vileza y ponzoña. La ironía es que, mucho después, lo económico será causa de su peor desgracia, pero ese es el fino y sutil ingenio de Rojas. VENENO QUE ACTÚA, MATA Es inevitable pensar en que durante todo este proceso Pármeno ha consumado su trayectoria vital: se convierte en enemigo de su amo, se vuelve al servicio de los traidores. Es inevitable pensar en la escena el estigma tóxico de dos mujeres impuras iniciando sexualmente al criado. Para Lillian von der Walde es muy evidente lo ponzoñoso de la escena, y su estudio que versa sobre la fisonomía de Celestina, alcanza

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a comentar las miradas infectas de las dos mujeres sobre el mozo: […] si en la obra se observa al personaje cada vez más envilecido, en algo contribuyó (al menos, simbólicamente, en la mente de algunos receptores) su indirecto contacto con tanta menstruación retenida: por las miradas de las “infectas” ―y aquí sí en sentido literal― vieja y Areúsa. (Walde, “El cuerpo”, 135)

von der Walde ya había visto este proceso de envenenamiento, y no he hecho otra cosa más que desarrollar la idea en este trabajo. Como he dicho, la discusión no es nueva, pero animado por la lectura del texto de von der Walde, he tenido que repensar el folclorismo inmiscuido en el proceso de transformación del traidor Pármeno. Al haberse expuesto a la mujer barbuda o, más complejamente, haber copulado con una letal Areúsa (cuando, como un ejemplo arbitrario, el Lillio de medicina menciona que el varón que ha sostenido relaciones sexuales con una mujer que no expulsara la menstruación sufriría enfermedades en el pene, tales como apostemas, ulceraciones, hinchazón, dolor y comezón), al amanecer en el Acto VIII, Pármeno sale de casa de Areúsa a todas luces contento, solaz y satisfecho: PÁR.— ¡O plazer singular! ¡O singular alegría! ¿Quál hombre es ni ha sido más bienauenturado que yo? ¿Quál más dichoso e bienandante? ¡Qué vn tan excelente don sea por mí posseído e quan presto pedido tan presto alcançado! Por cierto, si las trayciones desta vieja con mi coraçón yo pudiesse sofrir, de rodillas hauía de andar a la complazer. ¿Con qué pagaré yo esto? ¡O alto Dios! ¿A quién contaría yo este gozo? ¿A quién descubriría tan gran secreto? ¿A quién daré parte de mi gloria? (Rojas, Comedia, 387)

Ante la presunción popular de un sexo nocivo, causa de males tanto para quien los emite como para quien entra en

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contacto, en la obra, físicamente para el mozo, no ha pasado nada. ¿Cómo desentrañar, entonces, el dilema expuesto al relacionar la obra literaria con la superchería, el folclore y e conocimiento popular de una sociedad prejuiciosa? Porque, en este sentido, el veneno será el sino que persigue a Pármeno después del Acto VII: traiciona a Calisto. Y en la sociedad medieval, la traición es un crimen intolerable. Cuando James Burke menciona que “When Fernando de Rojas introduces the theme of the ‘wandering womb’, the mal de la madre in Act VII, he does so, I believe, to suggest far more than just the physical illness which afflicts Areúsa”. (Burke, “The mal”, 114) lo hace, en cierto sentido, y pensando en la hipótesis de Lillian von der Walde, en esta configuración mental del lector que observa como el criado se deconstruye y denuesta. Resumiendo: en el Acto VII Pármeno, ya en un proceso de deterioro ético, literalmente está en peligro ante los cólicos premenstruales de Areúsa. Efectivamente, la chica está en un momento en que su cuerpo, según el conocimiento popular medieval, está atestado de vapores venenosos y sólo hasta el Acto VIII se aprecia que fue enterado de la condición física de Areúsa: ARE.— Pues así goze de mi alma, no se me ha quitado el mal de la madre. No sé cómo pueda ser. PÁR.— ¿Pues qué quieres, mi vida? ARE.— Que hablemos en mi mal. PÁR.— Señora mía, si lo hablado no basta, lo que más es necessario me perdona, porque es ya mediodía. Si voy más tarde, no seré bien recebido de mi amo. Yo verné mañana e quantas vezes después mandares. (Rojas, Comedia, 386)

Es llamativo que el criado (presumiblemente de buen seso) ni siquiera se inmute ante esta situación. Esto lleva a pensar en lo complicada que resulta la idea de que la sangre menstrual es motivo pernicioso para todo aquello que entre en contacto con ella, y Pármeno no evidencia ningún efecto ante una mujer que tiene dentro de sí acumulada una sus-

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tancia peligrosa y que está plagada de vapores también venenosos. Si bien hay que pensar en la salud de Pármeno, que permanece intacta después de la noche, también se debe fijar la atención en su actitud, ya que su primera reacción del tipo ético es recordar su compromiso hacia Calisto, no en atender o, por lo menos, mostrar conocimiento de las advertencias de prejuicio sociocultural ante el acontecimiento en el que participó. Como lo he dicho insistentemente, deseo considerar en la larga y aún vigente discusión de la transformación de Pármeno, este componente que, dada la abundante información que he encontrado, merece que realice aún más reflexiones que las que entrego en esta versión que ahora escribo. Y es la lógica de una obra tan compleja como lo es La Celestina, que aún supera el paso del tiempo, y su vigencia se actualiza constantemente. Por ello, estas notas que habían reposado y que había guardado en el tintero, no perdieron para mí el interés de compartirlas. Para finalizar, sólo se insistirá en que no existe, en la escena, reacción física alguna del criado ante los venenos de las mujeres que lo acompañan en el Acto VII. Pero en este sentido, el veneno mortal es el de Celestina, el que brota de sus palabras, que envilece y transforma, y que sí tiene una consecuencia negativa contra Pármeno. Hay que subrayar nuevamente que en el Medioevo la traición era un crimen. Y pensar también en que la moralidad y los valores sociales que permean en el momento, hunden sus raíces en la religión. Hay que señalar que este segundo veneno actúa, ya que el criado, en efecto, muere, y este acontecimiento por cumplir, se vaticina, irónicamente, en el octavo Acto: Pár.— [al salir de casa de Areúsa] ¿Con qué pagaré yo esto? ¡O alto Dios! (Rojas, Comedia, 387)

Pongo especial énfasis en estas palabras, con el riesgo de sobreinterpretar el texto: “¿Con qué pagaré yo esto?” Es

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decir, ¿con qué pagará esta traición? porque Pármeno, contaminado ética y moralmente, paga: muere “¡O alto Dios!” de una caída. Es decir, se produce el efecto del veneno ético y moral suministrado por Celestina: la muerte. 13

BIBLIOGRAFÍA ALCALÁ GALÁN, MERCEDES, “Voluntad de poder en ‘Celestina’”. Celestinesca 20, (1996): 37-55. BARÓN PALMA, ENRIQUE. “Pármeno: la liberación del ser auténtico. El antihéroe” en Cuadernos Hispanoamericanos, n. 317 (noviembre 1976), pp. 383-400.

13 Joseph Snow encuentra la complejidad de esta actitud entusiasta de Pármeno, liberado de su ética, muy compleja y paradigmática. Reproduzco las reflexiones con las que empato esta interpretación del veneno celestinesco: He is now, however, more deeply in her debt. This feeling of exhilaration has been earned all too easily. Sometime, and maybe soon, he will have to pay. Thus his jubilant passage through the streets to Calisto’s house is tempered by some introspection. Here we catch Pármeno, the witness to the changes taking place in the person-Pármeno, asking himself what it is he has done and, tellingly, where will it lead: iOh placer singular! iOh singular alegría! ¿Cuál hombre es ni ha sido más bienaventurado que yo? ¿Cuál más dichoso y bienandante? iQué un tan excelente don sea por mi poseído y cuán presto pedido tan presto alcanzado! Por cierto, si las traiciones de esta vieja con mi corazón yo pudiese sufrir, de rodillas había de andar a la complacer. ¿Con qué pagaré yo esto? (VIII, 135; emphases mine). The parts of this speech which I have italicized are sandwiched between the raptures of Parmeno and his newfound desires to communicate his feelings to someone who will understand. As such they are frequently not noticed or commented upon; yet they seem to me essential to a reading of Pármeno here, signalling as they do his resistance to Celestina’s authority. Before, it was Sempronio that he could not ‘sufrir’ (VII, 120) and now it is Celestina herself. But he is now in her debt and his query, asked of himself, is tremendously revealing of his inner conflict. If Pármeno even suspects-as Rojas and the reader with ‘intelectuales ojos’ know-that the answer must surely be ‘con mi vida’, he does not give it much further thought here, for a contrary desire, that of sharing his new emotion, overwhelms his cau tion. But it is expressed and verbalized and the reader is alerted to it as an index of darker thought under the surface exuberance. All of which is the end result of actions and events set in motion long before. (Snow, “’Con qué pagaré esto?’”, 187).

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Revista destiempos N°56 BURKE, JAMES F., “The mal de la madre and the Failure of Maternal Influence in Celestina”, Celestinesca 17 (1993): 111-128 CANET-VALLÉS, JOSÉ LUIS, “La mujer venenosa en la época medieval” en LEMIR: Revista electrónica de Literatura Española Medieval y del Renacimiento I, (1996-1997). FERNÁNDEZ, ENRIQUE. “El simbolismo de la menstruación en La Celestina”, en De ninguna cosa es alegre posesión sin compañía: estudios celestinescos y medievales en honor del profesor Joseph Thomas Snow. Coord. por Devid Paolini, Vol. 1, 2010 (Estudios celestinescos) pp. 158-170 LIDA DE MALKIEL, MARÍA ROSA. “Rasgos comunes a los caracteres de La Celestina”, en Santiago López Ríos Moreno (coord.), Estudios sobre La Celestina, Madrid: Istmo, 2001, pp. 169-212. MARAVALL, J. A. “Calisto y los criados: la desvinculación de las relaciones sociales”. En F. Rico, & A. D. Deyermond (Eds.), Historia y crítica de la literatura española (Vol. 1.1). Barcelona: Crítica, 1979, pp. 513– 516 RAMÍREZ SANTACRUZ, FRANCISCO. “Individualismo a ultranza en La Celestina: Areúsa y Melibea.” En Graffylia: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, No. 4 (2004), 64-71. RODRÍGUEZ VELASCO, JESÚS D. “¿Dante por boca de Pármeno? Opiniones, Sectas y discreción. La Celestina, I, X; Convivio, I, XI”. Estudios Románicos, Volumen 8-9, 1993-95, pp. 133-142. ROJAS, FERNANDO DE, Comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, ed. Peter E. Russell, Castalia, Madrid, 1991 (Clásicos Castalia, 191). RUSSELL, PETER EDWARD, “La magia, tema integral de ‘La Celestina’” en Estudios sobre La Celestina, Madrid: Istmo, 2001, pp. 281-311. SAN ALBERTO MAGNO, The book of secrets, ed. Michael R. Best y Frank H. Breihtman, Oxford: Clarendon Press, 1973. SANZ HERMIDA, JACOBO. “Una vieja barbuda que se dice Celestina: Notas acerca de la primera caracterización de Celestina.” Celestinesca 18.1 (1994): 17-33. SNOW, JOSEPH T. “¿Con qué pagaré esto?: The Life and death of Pármeno”, en The age of the Catholic Monarchs, 1474-1516: literary studies in Memory of Keith Whinnom, ed. Alan Deyermond and Ian Macpherson, Liverpool University Press, 1989, pp. 185-192. TOZER, J.A. AMANDA. “La identidad masculina en Celestina: la emasculación de Pármeno”, en Celestinesca, 27 (2003) pp. 149-164 WALDE, LILLIAN VON DER, “El cuerpo de Celestina: un estudio sobre fisonomía y personalidad”, en eHumanista 9, (2007), 129-142.

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