Parlamentarios profesionales: élite política autonómica en España tras las elecciones de 2011 y 2012

June 30, 2017 | Autor: Pablo Onate | Categoría: Federalism, Elites (Political Science), Legislative Studies, Spain
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1   Parlamentarios profesionales: elite política autonómica en España tras las elecciones de 2011 y 2012 Pablo Oñate Universidad de Valencia Publicado en Francesc Pallarés (ed.), Las elecciones autonómicas y locales de 2011 y 2012, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2015. 1. Introducción Diversos estudios han puesto ya de manifiesto que un gran número de sistemas políticos han experimentado desde los años 1970 intensos procesos de descentralización de sus estructuras institucionales y políticas o han reforzado sus estructuras federales en le sentido de incrementar el poder de las entidades territoriales federadas. Este incremento generalizado del poder de las regiones, nacionalidades, estados o, entre nosotros, comunidades autónomas se incardina en un nuevo regionalismo que desde finales del pasado siglo viene afectando a las estructuras territoriales de articulación del poder político institucional y de los actores que conviven en esos entramados, protagonizando su vida política (Keating, 1998 y 2003; Benz y Eberlein, 1998; Hough y Jeffery, 2003; Borchert y Zeiss, 2003). Esas nuevas o renovadas arenas políticas se han configurado como espacios con entidad plena y diferenciada respecto de la Estatal, incrementando no solo sus niveles de autogobierno, sino también su capacidad de poder e influencia en la arena estatal. Establecen con ésta relaciones de diverso tipo, configurando un entramado de múltiples relaciones de cooperación y competición simultáneas y recíprocas, en una especie de juegos insertados (embedded games) entre los distintos niveles o esferas políticas. En estos entramados complejos la actividad en una arena marca el contexto para la actividad de las otras, en plurales y cambiantes juegos de vínculos o acoplamientos flexibles (loose coupling) de colaboración/cooperación (información, influencia y persuasión), y de relaciones de competición y jerarquía (control y decisión) (Börzel, 1997; Benz y Eberlein, 1998). Los modos y equilibrios específicos variarán en función del contexto institucional y político del ámbito y la coyuntura específicos, aunque la tradicional orientación de las relaciones intergubernamentales españolas hacia la confrontación y la competición --en vez de hacia las alternativas cooperativas-, dificultan, probablemente, la implantación de esos acoplamientos flexibles de los juegos insertados. El marco de relaciones intergubernamentales establecido por los “nuevos” estatutos de autonomía, articulado principalmente a través de las Comisiones Bilaterales de Cooperación, nos aleja de esa tradición jerárquico-

 

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competitiva, para aproximar las relaciones multinivel a las dinámicas de cooperación y la colaboración (Ridaura, 2010 y 2014). Paralelamente, y al calor de ese proceso de incremento de la relevancia y visibilidad de esas arenas políticas regionales, se han configurado o desarrollado unas elites políticas regionales con intereses, características y funciones no siempre coincidentes con las de la elite política estatal o nacional. Estas elites políticas regionales han sumado crecientes cuotas de influencia y poder, habiendo coadyuvado de forma relevante en el propio diseño institucional de esas “nuevas” arenas políticas regionales en y desde las que desarrollan su actividad. El poder de esas elites políticas regionales no se circunscribe al creciente ámbito de las competencias específicas que tienen a su cargo, sino que también se extiende a la influencia que ejercen sobre la arena política estatal, con la que se relacionan, como se ha dicho en el anterior párrafo, de diversas maneras, pudiendo configurar elites políticas (y, acaso, clases políticas) específicas --ya sea de forma integrada, complementaria o diferenciada respecto de la estatal-- (Moncrief y Thompson, 1992; Squire, 1992; Moncrief, 1994 y 1998; Rosenthal, 1996 y 1998; Keating, 1996, 1998 y 2003; Benz y Eberlein, 1998; Stolz, 2001 y 2003; Borchert, 2003 y 2011; Blondel y Müller-Romel, 2009; Borchert y Stolz, 2011a y 2011b). El estudio de las elites políticas y sus carreras 1 aporta información relevante acerca de las instituciones, su cambio y estabilidad. En gran medida, las instituciones son también moldeadas por los actores que desarrollan en ellas sus carreras políticas profesionalizadas, que intentan acomodarlas a sus propios intereses (de clase) (Hibbing, 1999; Borchert, 2011). A fin de cuentas, como dijera Matthews (1985: 43), “los parlamentos cambian en función del tipo de gente que trabajan en ellos”, los parlamentarios. Por ello, dada la creciente relevancia de esas arenas políticoinstitucionales regionales, cobra una relevancia de primera magnitud estudiar las características de las elites parlamentarias autonómicas, pues son las protagonistas de una actividad política de creciente importancia institucional, política y social en contextos institucionales de gobernanza multinivel (Loewenberg, 1971; Polsby, 1975; Liebert, 1988; Packenham, 1990; Norton, 1990, 1993 y 1997; Patterson y Copeland, 1994; Keating, 1988; Stolz, 2001, Cotta, 2007, Borchert, 2011). En España las arenas políticas autonómicas se configuraron a partir de 1980, consolidándose e institucionalizándose con altos niveles de autogobierno administrativo, político y fiscal de forma vertiginosa, configurando un sistema federal de facto, con una elite política regional surgida, en gran medida, ex novo (Oñate y Delgado,                                                                                                                 1

Sobre las trayectorias de las carreras políticas de los parlamentarios estatales y autonómicos españoles, ver Pablo Oñate y Jorge Pérez-Comeche, “Political Careers

 

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2006; Delgado y Oñate, 2008). El desarrollo institucional autonómico fue implementado por esas elites que se configuraron rápidamente de manera profesionalizada, viviendo para y de la política (Weber): la mayor parte de ellos son políticos a tiempo completo, que confían en hacer una carrera profesional en ese campo, viviendo de esa actividad de forma estable y duradera. Son profesionales a tiempo completo, con un sueldo (o unas dietas) que les exime de tener que desarrollar otra actividad profesional, contando con medios materiales y personales para el desempeño de la misma, intereses propios compartidos, conocimientos, habilidades y un know how específicos, redes de contactos con grupos sociales y políticos propias en ese ámbito regional (que pueden extenderse a los ámbitos local y estatal), así como algunos privilegios que les confiere su posición. Todo ello sirve de argamasa para que puedan tener conciencia de elite y, acaso, de clase política regional (Stolz, 2001, 2003 y 2011; Borchert, 2003 y 2011; Oñate, 2010; Oñate y Delgado, 2006; Delgado y Oñate, 2008). Su alto grado de profesionalización no se limita a los caracteres tenidos en cuenta por Squire (1992 y 2007) al confeccionar su índice de profesionalización (sueldo, tiempo de dedicación en exclusiva, personal de apoyo, instalaciones, capacidad de influencia, ámbitos competenciales, etc.), sino que además cuentan con experiencia política, tanto institucional como partidista, previas en otros niveles, además del autonómico. Después de más de tres décadas de experiencia y acumulación de competencias de autogobierno, las comunidades autónomas se han conformado como auténticas arenas políticas con entidad propia y distinta de la estatal: han desarrollado temas, intereses, dinámicas políticas, ámbitos competenciales, redes de actores, pautas de comportamiento electoral e identidades diferenciadas, lo que les ha convertido en ámbitos políticos específicos (Subirats, 2008; Oñate y Ocaña, 2008). Su interacción, en términos de cooperación y/o competición con la arena estatal ha generado un sistema político multinivel complejo y rico, en el que se desarrollan intensas relaciones ensambladas (embedded games) de cooperación, competición e integración estatal. La elite parlamentaria autonómica ha jugado un importante papel en la configuración de ese sistema institucional y en el diseño e implementación de las numerosas políticas autonómicas, así como en el desarrollo de las relaciones con los actores de los otros sistemas políticos locales y estatales. El volumen de la elite parlamentaria autonómica española es de 1.218 diputados y diputadas por legislatura, distribuidos en los 17 Parlamentos Autonómicos elegidos por las respectivos electores. El diseño institucional y el ámbito competencial de cada comunidad autónoma ha acabado asimilándose bastante y los sistemas electorales con los que se elige cada parlamento se asemejan también considerablemente. Esas elites se han desarrollado en el seno de unos partidos no siempre

 

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coincidentes, habida cuenta de la pluralidad simultánea de modelos de sistemas de partidos existente en las variadas Españas electorales (Vallès, 1991; Oñate y Ocaña, 2008). No obstante, casi todos ellos son organizaciones altamente jerarquizadas y centralizadas, que dan lugar a grupos parlamentarios intensamente cohesionados, en los que la disensión suele ser la excepción y en los que los diputados individuales pueden desarrollar pocas iniciativas al margen de la dirección del respetivo grupo parlamentario. Los respectivos sistemas electorales, los procedimientos de selección interna de candidatos de cada partido, así como los reglamentos de las respectivas Cámaras propician que unas pocas manos puedan controlar prácticamente toda la actividad del parlamento (Oñate, 2000b y 2008; Oñate y Delgado, 2006). No obstante, los parlamentos desarrollan importantes funciones dentro del respectivo sistema autonómico y en relación con el ámbito local y estatal. Pese a que casi toda la actividad esté altamente controlada por el respectivo partido o grupo parlamentario, los diputados y diputadas ejercen unas considerables cuotas de poder y desempeñan tareas que afectan intensamente la vida de sus conciudadanos, habida cuenta del creciente rango de competencias de autogobierno que el sistema multinivel les ha ido confiriendo progresivamente, a medida que influían en la institucionalización y cambio del diseño del sistema político respectivo, amoldado –como nos recordaba Matthews (1985)— a sus intereses y necesidades. En las elecciones autonómicas de 2011 y 2012 se registró un notable cambio electoral, al ganar el Partido Popular en una gran parte de las competiciones autonómicas, logrando la mayoría absoluta en 10 de ellas y buenos resultados en buena parte de las demás. El Partido Socialista vio reducido su número de escaños en casi todas las comunidades autónomas, corriendo distinta suerte las formaciones de ámbito no estatal. Este cambio electoral supuso una correlativa variación en la composición de las elites parlamentarias autonómicas respecto de las resultantes de los comicios de 2007, cambios que pueden ir más allá de la respectiva adscripción partidista. Por todo ello, es relevante estudiar las características de la elite parlamentaria resultante de las elecciones celebradas en mayo de 2011 (y, meses después, en las cuatro Comunidades Históricas y en el Principado de Asturias2). El objetivo en las siguientes páginas será                                                                                                                 2

Hay 4 Comunidades Autónomas que no facilitan los datos necesarios para este análisis en sus páginas web, por lo que no serán tenidas en cuenta en este estudio (Baleares, Canarias, Extremadura y Navarra, que suman un total de 234 diputados y diputadas). El número total de diputados que se considerarán es de 984 –más los 350 del Congreso de los Diputados, con cuyas características se compararán las de los autonómicos--. Las elecciones del Parlamento de Andalucía se celebraron el 25 de marzo de 2012; las de los Parlamentos de Galicia y el País Vasco el 21 de octubre de 2012; las del de Cataluña, el 25 de noviembre de 2012. En el Principado de Asturias el 25 de marzo de 2012 se celebraron nuevas elecciones autonómicas al

 

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conocer los principales rasgos distintivos de la elite o las elites parlamentarias autonómicas resultantes de los últimos procesos electorales, al objeto de constatar si se caracterizan por la homogeneidad o por diferencias significativas (y, en tal caso, en qué medida) que las conviertan en elites distintas. Al efecto de topografiar la elite parlamentaria, se considerarán tanto variables que permitan conocer su perfil sociodemográfico como otras que nos informen sobre su perfil político, buscando analizar su grado de profesionalización, indagando en algunas de sus características, más allá de los lo que indican sus niveles salariales, de dedicación, de recursos materiales a su disposición, etc. (rasgos que habitualmente se usan para medir la profesionalización, y que en el caso de los parlamentos autonómicos son muy similares). A partir de esa caracterización, se analizarán las diferencias en esos rasgos, tratando de identificar variables que pudieran explicarlas3. Por todo ello, entiendo que los rasgos característicos relevantes a estos efectos y que se analizarán en las siguientes páginas son la edad, el sexo (más concretamente, la presencia de mujeres entre los respectivos escaños), el nivel educativo, la tasa de continuidad, el grado de veteranía, la experiencia previa en cargos electivos (en el ámbito local, autonómico o estatal), la experiencia previa en cargos de designación (en el ámbito local, autonómico o estatal), así como la experiencia previa en cargos de la estructura organizativa del respectivo partido (distinguiendo también el ámbito local, autonómico y estatal). Estas variables4 (que son tenidas en cuenta habitualmente para caracterizar a las elites parlamentarias [Best, 2006]) permitirán configurar una detallada topografía que permitirá medir adecuadamente el grado de homogeneidad o heterogeneidad de la elite parlamentaria autonómica (y si debemos hablar de una o de varias elites parlamentarias –y en qué grado se diferencian de la estatal--), el respectivo grado de profesionalización, así como si hay variables que expliquen las diferencias entre los distintos niveles al respecto. Futuras investigaciones, a partir de esta aproximación al input, podrán indagar en la medida en la que las específicas caracterizaciones afectan a los resultados o actividad respectiva en cada Parlamento (output).                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     disolverse la Legislatura iniciada en 2011, cuyos resultados –los de 2012- son los que se han tenido en cuenta en este estudio, dada la corta duración de la Legislatura resultante de los comicios de 22 de mayo de 2011 3 Se tendrá en cuenta el tipo de partido (de ámbito estatal o de ámbito no estatal), la presencia de esos tipos de partidos en la respectiva comunidad autónoma, el sistema de partidos (general o excéntrico), el nivel competencial, la existencia de identidad nacional distinta de la española en la respectiva comunidad autónoma, el tipo de gobierno (monocolor o de coalición), el producto interior bruto, la renta per capita, así como la respectiva población. 4 También resultaría muy útil considerar la profesión previamente ejercida por cada diputado antes de acceder a la respectiva Cámara. Muchos Parlamentos no facilitan esta información de sus diputados, por lo que se ha optado por no incluirla en este estudio.

 

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2. Variables sociodemográficas de la elite parlamentaria Los diputados suelen acceder al parlamento después de haber desempeñado durante unos cuantos años otra profesión (Cotta y Best, 2007: 370). En nuestro caso, como se analizará más adelante, esa profesión bien puede haber consistido en alguna actividad política, ya sea en el ámbito local (aproximadamente dos tercios – como promedio— de los parlamentarios autonómicos tienen experiencia previa como concejales) o en algún cargo de designación en los ámbitos local o autonómico. Como se puede apreciar en la tabla 1, la edad media de los parlamentarios autonómicos elegidos en las últimas elecciones se ubica cerca de los 48 años. Una cifra similar, aunque algo inferior (2 años), a la registrada como promedio en la Legislatura iniciada en 2011 en el Congreso de los Diputados, y ligeramente superior (un año) al promedio de edad de la anterior legislatura. Tabla 1. Edad media de diputados en cada Cámara, 2011-2012 Edad media Desv st.  Congreso de los Diputados 49,8 9,5   Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

  47,7 49,2 47,7 51,4 *46,8 47,2 45,2 48,4 45,5 50,4 49,1 *46,5 47,8 47,9

8,5 9,0 8,9 8,1 8,3* 8,8 9,0 8,9 7,3 9,7 13,0 7,7* 9,9 9,0

Edad al comenzar la Legislatura. Elaboración propia a partir de datos de Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias). (*) Un alto número de diputados no revelan su edad, por lo que no han sido considerados en el cálculo.

Las desviaciones respecto de la media en el seno de cada Parlamento (última columna de la tabla 1) indican que las diferencias de edad en cada uno de ellos no son excesivamente distintas –a

 

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partir de las que se dan entre sus respectivas medias-, aunque en todos ellos las edades de sus diputados y diputadas se mueven en un rango considerablemente amplio. El promedio de edad de los diputados de PP, PSOE y otros no varía demasiado (48,1, 48,6 y 46,6, respectivamente –con unas desviaciones estándar respectivas considerablemente similares, en torno al 9). Tampoco se aprecian grandes diferencias entre la edad media de diputados y diputadas cuando acceden a la Cámara, aunque la edad media entre las mujeres sea 3 años menor que la de los hombres: 49,1 y 46,2, respectivamente (con similar desviación). Comparando las diferencias entre los promedios de edad de los diputados y diputadas de los distintos parlamentos cabe decir que son relativamente pequeñas (superan, ligeramente, los 6 años), siendo esta homogeneidad la nota más destacable en cuanto a esta variable. Los Parlamentos de La Rioja o de Madrid siguen estando entre los que registran los promedios de edad más bajos y más altos, respectivamente, si bien se registran bastantes cambios al respecto, que no permiten trazar una tendencia de cada Parlamentos autonómico. Cabe destacar el incremento en casi 10 años del promedio de edad de los parlamentarios de Cantabria, que en la anterior Legislatura registraban un bajo promedio de edad (Delgado y Oñate, 2008). Cuando se cruza esta variable sociodemográfica de los parlamentarios con las explicativas de carácter institucional, político, económico o demográfico de la respectiva comunidad autónoma más arriba mencionadas no aparecen conclusiones significativas. El Parlamento de Cataluña registra los promedios de edad más bajos, pero también lo hace el de La Rioja… Así, ninguno de esos factores permite explicar esas diferencias de edad de forma clara. La nota más llamativa y sólida es la homogeneidad en los promedios de edad de los parlamentarios (sin que las variaciones en las respectivas desviaciones típicas sean llamativas tampoco). Otra de las variables que ha cobrado relevancia en las dos últimas décadas ha sido la de la presencia de mujeres en las cámaras parlamentarias. Desde que algún partido (especialmente, el PSOE) introdujera cuotas voluntarias en la selección de sus candidaturas en la década de los años 1990, y algunas Comunidades Autónomas establecieran cuotas legales (Serra, 2011), el incremento del número de mujeres en los parlamentos ha sido constante. Desde el 15 por ciento que se registraba como promedio en esa década se pasó al 30 por ciento a comienzos de la siguiente, cuando otros partidos imitaron la tendencia a incluir más mujeres entre sus candidaturas. Tras establecerse en 2007, con carácter general, la cuota legal del 40/60 por ciento para ambos sexos, en España se alcanzaron porcentajes de mujeres diputadas asimilables a los de los 7 países más avanzados en este campo en el entorno europeo. Es de destacar que en España ese recorrido se realizó en 15 años, mientras que en otros países se había tardado el doble de tiempo en alcanzar esos

 

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niveles de inclusión, como pusieron de manifiesto Christmas-Best y Kjaer (2007: 86). En la convocatoria de 2011 (y asimiladas de 2012) el porcentaje de mujeres diputadas ha superado la cuota legal en casi todos los parlamentos considerados (tabla 2). Sólo en 2 de ellos, los de Aragón y Murcia, ha sido ligeramente inferior (en menos de 3 puntos porcentuales) al mínimo legal del 40 por ciento, por lo que puede considerarse que la medida ha alcanzado sus objetivos básicos más allá de la elección inmediatamente posterior a su implementación: en la anterior legislatura el promedio de mujeres en los 17 Parlamentos autonómicos fue del 41,1 por ciento, y en 8 Cámaras no se alcanzó el mínimo del 40 por ciento (Delgado y Oñate, 2008); en la legislatura que se inicia en 2011 (o 2012) se alcanzó un promedio para los 13 parlamentos autonómicos analizados del 42,6 por ciento, consolidando esos objetivos cumplidos (lo que no se ha dado en igual nivel en el Congreso de los Diputados –Cámara en la que no se ha alcanzado el mínimo del 40 por ciento en la elección de noviembre de 2011--, ni en los respectivos gobiernos autonómicos). Este incremento generalizado de la “masa crítica” en los parlamentos autonómicos generará positivos efectos tanto respecto de los estilos como de los contenidos de la representación y de las políticas resultantes, tal y como diversas autoras han puesto de manifiesto (Swers, 2002; Childs y Krook, 2006; Celis, 2008; Paxton et al., 2010). No obstante, el porcentaje de mujeres parlamentarias se ha incrementado respecto de la anterior legislatura en 8 de los parlamentos autonómicos considerados, aunque no ha sido el caso en los del País Vasco (la presencia de mujeres bajó en él 8 puntos porcentuales), Comunidad Valenciana (el porcentaje de diputadas bajó algo más de 5 puntos), Castilla y León (donde la bajada fue de 2,5 puntos), Región de Murcia (registrándose una reducción de 1,5 puntos) y Madrid (donde la presencia de diputadas descendió 0,6 puntos). No obstante, en todos estos Parlamentos (excepto en el de la Región de Murcia, y por poco) se supera la cuota mínima del 40 por ciento. Sólo en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se supera el 50 por ciento de diputadas, como ya ocurrió en los comicios de 2003 y 2007.

Tabla 2. Número de escaños y presencia de diputadas en cada Cámara, 2011/2012 Tamaño Parlamento 350

  Congreso de los Diputados  Andalucía Aragón Asturias

 

109   67 45

% diputadas 38,3 47,7 37,3 44,4

 

9   Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

39 49 84 135 75 33 129 45 75 99

43,6 53,1 40,5 40,6 40,0 42,4 41,9 37,8 44,0 40,4 42,6

Elaboración propia a partir de datos de los Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

Igual que en la pasada legislatura, se aprecian considerables diferencias entre los porcentajes de escaños ocupados por mujeres en los distintos parlamentos. Esas diferencias alcanzan los 15,6 puntos (entre los porcentajes correspondientes a los Parlamentos de Castilla-La Mancha y de Aragón). Y tampoco en este caso las variables que hemos denominado explicativas de cada comunidad autónoma nos sirven para explicar esas diferencias, al no hallarse correlaciones entre ellas y las diferencias en el porcentaje respectivo de mujeres parlamentarias. En cualquier caso, y aunque parece consolidarse la tendencia a terminar con la exclusión del último grupo social que era marginado en el acceso a los Parlamentos -tal y como apuntara Cotta (2007: 479)-, estas cifras parecerían estar confirmando que las cuotas legales son mecanismos que generan eficacia al implementarse, sin que esos efectos se incrementen significativamente con el paso del tiempo5. Otra de las variables relevante para dibujar el perfil sociodemográfico de la elite parlamentaria autonómica es el nivel de estudios. Tradicionalmente, los diputados han tenido un nivel educativo superior al registrado en las poblaciones a las que representan. Pese a que la sociedad española ha registrado niveles formativos cada vez más altos, los parlamentarios han solido superar a sus representados en nivel formativo ya desde la transición a la democracia. Y esto no es una peculiaridad de nuestro sistema político; también ocurre en otros países europeos: como escribieron Blondel y Müller-Rommel (2009: 882), la composición social de las elites no reproducen la estructura social de la ciudadanía (en igual sentido, Patzelt, 1999: 245; o Best, 2006). Ello supone la                                                                                                                 5

No obstante, pese a la relativa paridad lograda en el acceso al parlamento, todavía se observan diferencias considerables entre hombres y mujeres en el acceso a puestos relevantes de la cámara y sus comisiones, así como respecto del tipo de comisión en el que unos y otras resultan adscritos. Ver, al respecto, Oñate (2013).

 

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constatación de la “ley de la desproporcionalidad creciente” de la elite política de Putnam (1976). De todas formas, nuestros parlamentarios tienen unos niveles educativos más altos que los de otros diputados de países europeos, tanto en el Congreso de los Diputados como en los parlamentos autonómicos (Tronconi y Verzichelli, 2007: 279). Muy pocos parlamentarios autonómicos tienen sólo estudios primarios o de nivel secundario. Casi tres cuartas partes de los representantes autonómicos tienen estudios superiores universitarios (el promedio para los 13 Parlamentos analizados es de 72,7 por ciento): aunque se registran diferencias considerables entre las cifras correspondientes a algunos parlamentos autonómicos, sólo en tres de los observados (Castilla-La Mancha, Aragón y Galicia) el porcentaje de diputados con ese nivel de estudios se ubica por debajo del 70 por ciento –aunque por encima del 60-. Una vez más, resulta imposible relacionar estas variaciones con variables de carácter económico o político como las mencionadas más arriba, ya que las relaciones no parecen obedecer a lógica alguna. Las cifras de diputados con títulos universitarios superiores en los parlamentos autonómicos son ligeramente inferiores a las que se registran entre los integrantes del Congreso de los Diputados. Además, se registran grandes diferencias entre los parlamentos autonómicos en este sentido, que llegan a los 24 puntos entre las cifras registradas en los Parlamentos autonómicos de La Rioja y de Cataluña, otra muestra de la heterogeneidad en la respectiva composición de cada Cámara. De nuevo, resulta inútil vincular esta variable del nivel de formación de los diputados con las otras de carácter político, económico o demográfico mencionadas más arriba para tratar de explicar esas considerables diferencias. Tabla 3. Porcentaje de diputados con estudios universitarios superiores, 2011-2012  Congreso de los Diputados   Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia

86,2  

72,3 64,6 70,5 76,3 66,0 73,5 88,4 70,3 64,3 72,2 77,5

 

11   País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

77,4 72,2 72,7

Elaboración propia a partir de datos de los Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

3. Variables políticas de las elites parlamentarias autonómicas Como se decía en la introducción, las elecciones autonómicas de 2011 y 2012 supusieron un cambio de considerable envergadura en la composición de las elites parlamentarias. En este apartado nos interesaremos por el calado de ese cambio en cuanto a las variables políticas, más allá de la respectiva adscripción partidista de cada diputado, cambio que ha sido analizado en otro capítulo de esta obra. Estas características políticas de nuestros representantes autonómicos nos permitirán constatar la continuidad de su alto grado de profesionalización, en comparación con el que manifestaban en anteriores legislaturas (Delgado y Oñate, 2008). Las variables relevantes a estos efectos son las de continuidad en la respectiva cámara, el grado de veteranía en la misma, la experiencia política previa en cargos de elección y de designación en varios niveles de gobierno, así como la experiencia en cargos orgánicos de su respectivo partido también en diversos niveles de gobierno. Estas variables nos ilustrarán acerca del grado de profesionalización de las elites parlamentarias de cada comunidad autónoma, así como el de homogeneidad o heterogeneidad entre ellas al respecto. La continuidad de los diputados y diputadas como parlamentarios (permanecer en la Cámara en la que sirvieron en la anterior Legislatura) es una primera muestra de su grado de profesionalización. Por supuesto, en un sistema político multinivel las carreras políticas se trazan con saltos entre instituciones (del poder legislativo y del ejecutivo –cargos de elección y cargos de designación) y entre niveles (local, autonómico y estatal –y, eventualmente, europeo). En otro lugar (Oñate y Pérez-Comeche, 2012) nos hemos ocupado de las trayectorias de los parlamentarios españoles, analizando cómo los movimientos más abundantes (después de pasar por el ámbito local) suelen ser del ámbito autonómico al estatal. No obstante, son relativamente pocos los parlamentarios que saltan a otro parlamento. Sin que quepa aquí ocuparnos de esas carreras políticas y trayectorias parlamentarias, sí podemos analizar el grado de continuidad y veteranía en un mismo parlamento, como indicadores del grado de profesionalización de la elite parlamentaria.

 

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Como es obvio, la tasa de continuidad6 de los parlamentarios autonómicos estará considerablemente influida por los cambios en los resultados electorales. Así, los cambios en los resultados experimentados en cada comunidad autónoma en las elecciones de 2011 ó 2012 –generalmente a favor del incremento de escaños del PP y la disminución del número de los logrados por el PSOE—han propiciado una tasa general de continuidad de 53,5 por ciento, ligeramente menor que la registrada en la anterior legislatura. El porcentaje de parlamentarios que ha continuado en la respectiva Cámara en la vigente Legislatura varía considerablemente entre Parlamentos, tal y como se observa en la tabla 4, observándose una diferencia máxima en la tasa de continuidad de casi 30 puntos (Parlamentos de Argón y Cantabria), casi 10 puntos porcentuales menos que tras las elecciones de 2007 (consecuencia, probablemente, del cambio electoral registrado en 2011/2012. Los Parlamentos en los que se registra las tres mayores y menores tasas de continuidad son distintos que los que ocupaban esas posiciones en 2007. En 8 de los 13 Parlamentos analizados la tasa de continuidad en 2011/2012 es menor que la registrada en 2007, permaneciendo igual en otros 3, e incrementándose sólo en 2, los de Cantabria y Galicia –Comunidades Autónomas en las que las elecciones de 2011/2012 no supusieron tanto cambio electoral). En 8 de los 13 Parlamentos considerados los diputados que repiten mandato suponen más del 50 por ciento del respectivo número de diputados, superando el 60 por ciento en tres de ellos y el 70 por ciento en uno (el de Cantabria), lo que supone simultáneamente una considerable tasa de cambio a la vez que continuidad a los trabajos en la respectiva Cámara. Estas cifras se mueven en la línea de lo que era habitual en anteriores Legislaturas autonómicas, así como en el Congreso de los Diputados (que registró en las elecciones de 2011 una tasa de continuidad 3,5 puntos menor que el promedio de las Cámaras autonómicas). En todo caso, la heterogeneidad entre la tasa de continuidad de cada parlamento, de hasta 30 puntos porcentuales, no puede explicarse cabalmente con las variables independientes de carácter económico, político o demográfico consideradas. Tabla 4. Continuidad en la Cámara 2011-07 (en %)  Congreso de los Diputados

50,0

 Andalucía Aragón Asturias

50,5 44,8 51,1

                                                                                                                6

La tasa de continuidad se calcula como un porcentaje del número de diputados de un parlamento que eran diputados en esa cámara en la anterior legislatura.

 

13   Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

74,4 44,9 48,8 62,6 46,7 48,5 50,4 53,3 61,3 57,6 53,5

Elaboración propia a partir de datos de los Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

Las tasas de continuidad de diputados y diputadas dentro de cada parlamento (distinguiendo por sexo) es similar (en un margen de variación de hasta 5 puntos porcentuales) en bastantes de los parlamentos analizados, como se puede observar en la tabla 5. Sólo hay 6 Cámaras donde se registran tasas de continuidad por sexo distinta, siendo las diferencias considerables “a favor de los hombres” en el de Castilla-La Mancha, y siendo las diferencias considerables “a favor de las mujeres” en los de Murcia, Andalucía y Galicia. De nuevo, resulta imposible tratar de buscar una lógica común a estas diferencias acudiendo a las variables de carácter político, económico o demográfico de las respectivas Comunidades Autónomas. En todo caso, al margen del grado de esa diferencia, puede decirse que la tasa de continuidad es mayor entre diputadas que entre diputados en 10 de los 14 Parlamentos analizados, a diferencia de lo observado respecto de lo ocurrido en las elecciones de 2007, en las que la continuidad fue mayor entre los diputados que entre las diputadas en casi todos los Parlamentos –excepto en los de Cantabria y Murcia(Oñate y Delgado, 2008). Tabla 5. Tasa de continuidad en cada Cámara (2011-07), por sexo Hombres Mujeres       Congreso de los Diputados 49,5   50,7     Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña

  43,9   45,2   48,0   72,7   60,9   48,0   60,3  

  57,7   44,0   55,0   76,5   30,8   50,0   66,0  

 

14   Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

40,0   47,4   50,7   46,4   61,9   55,9   52,4  

56,7   50,0   50,0   64,7   60,6   60,0   55,5  

Datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

Como cabía esperar, al analizar las tasas de continuidad en cada partido se hace evidente que esta variable está influida por el cambio electoral que haya experimentado cada formación. Así, analizando agregadamente los diputados de cada partido en los 13 Parlamentos considerados (tabla 6), se observa que el partido que gana las elecciones –y, así, un número relevante de nuevos escañosregistra un porcentaje de continuidad notablemente mayor que el partido que las pierde, cuando a los diputados que tenía en la anterior legislatura se suman ahora otros que son –necesariamentenoveles (por lo que aunque continuaran todos los que estaban antes, los veteranos son proporcionalmente menos); podría esperarse que la dinámica fuera la contraria: que el partido que ve reducido su número de escaños –sin que entren “nuevos” diputados, registrara niveles más altos de continuidad. No obstante, al analizar los datos de cada grupo parlamentario en cada cámara (de forma desagregada) se observan tasas de continuidad considerablemente distintas en un mismo grupo en distintos parlamentos: lo reducido de las cifras impide comparar esas diferencias porcentuales de la tasa de continuidad respectiva, si bien en varios parlamentos autonómicos así como en el Congreso de los Diputados- la tasa de continuidad del respectivo Grupo Socialista es mayor que la registrada en el Popular. También se observan tasas de continuidad muy distintas entre los diferentes partidos de ámbito no estatal, así como entre los parlamentarios de IU y UPyD en los diversos Parlamentos. Puede concluirse que la pauta es la heterogeneidad entre Parlamentos, más que entre un grupo parlamentario y otro. Tabla 6. Porcentaje de continuidad, por partidos políticos en 13 Parlamentos, 2011/12 Continuidad   58,0 PP   PSOE 48,8   54,8 PANEs     54,3 PP+PSOE  

 

15   Resto de partidos

51,4

    53,3 PAEs   54,8 PANEs Elaboración propia a partir de datos de Parlamentos 2007 y 2011 (y 2012 en   CCAA Históricas y Asturias).

Una variable complementaria de la anterior para observar el grado de profesionalización de la elite parlamentaria autonómica es la de la veteranía de los diputados en el escaño, ya que pone de manifiesto el grado de experiencia en la gestión de la actividad parlamentaria de los representantes de cada cámara. El trabajo parlamentario encierra, como el de otras tantas profesiones, un alto grado de complejidad y know how, por lo que conocer y estar familiarizado con los mecanismos y dinámicas de funcionamiento de cada cámara (así como con las redes de contactos necesarias para realizar bien el trabajo representativo) redundará, a buen seguro, en la calidad del trabajo que realizan los diputados y diputadas. Por ello, cabe entender que el grado de veteranía del conjunto de los diputados es un buen indicador de la medida de su profesionalización como parlamentarios. Como se observa en la primera columna de cifras de la tabla 7, en dos tercios de los parlamentos observados más de la mitad de los representantes elegidos en la última convocatoria electoral habían sido antes diputados (ya fuera en la legislatura inmediatamente anterior o en alguna previa a ésta). Sólo en tres de los 13 Parlamentos autonómicos observados (los de Aragón, Castilla-La Mancha y Galicia) el porcentaje de diputados noveles es superior al 50 por ciento (y sólo en 3,7, 3,1 y 0,7 puntos porcentuales, respectivamente). En cambio, los Parlamentos con menos diputados noveles en 2011/2012 (esto es, con más diputados veteranos) son los de Cantabria –con un 77 por ciento de diputados veteranos-, País Vasco y Murcia –en los que dos tercios de sus diputados de la actual legislatura eran veteranos). El porcentaje de diputados noveles se incrementa en comparación con la anterior legislatura en seis de los 13 parlamentos observados (Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Madrid y Comunidad Valenciana), aunque son casos en los que las mayorías resultantes fueron de diferente tipo y color, por lo que no resulta posible vincular esa evolución con un argumento respecto a los resultados. Si se comparan los datos de 2011 con los de 2007 en cuanto a los Parlamentos que registran mayor y menor porcentajes de diputados noveles (o, a la inversa, de veteranos), se observa que los únicos Parlamentos que ocupan similares posiciones extremas en sendas legislaturas son el de Castilla-La Mancha (con mayor proporción de diputados noveles) y el de Cantabria (con mayor proporción de diputados veteranos).

 

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Las diferencias en los respectivos porcentajes de diputados noveles en cada Cámara son considerables, de hasta 30,6 puntos porcentuales –Parlamentos de Cantabria y Aragón-, poniendo de manifiesto de nuevo la heterogeneidad entre los distintos parlamentos autonómicos, sin que pueda encontrarse explicación razonable para la ubicación de los respectivos parlamentos entre los que cuentan con más o con menos diputados noveles (Aragón, Castilla-La Mancha y Galicia; y Cantabria, País Vasco y Murcia, respectivamente). Los porcentajes de diputados noveles en los parlamentos autonómicos son ligeramente mayores que el registrado en el Congreso de los Diputados para la Legislatura iniciada también en 2011. Tabla 7. Veteranía de diputados en cada Cámara 2011/2012 (en %)  Congreso de los Diputados  Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

 

Ninguna

1+2*

3 o más*

45,7

31,7

22,6

47,7   53,7 44,4 23,1 53,1 47,6 36,6 50,7 42,4 43,4 35,6 34,7 41,4 42,6

33,9   29,8 37,8 48,7 34,7 39,3 38,2 37,3 33,3 26,4 51,1 41,3 39,4 37,8

18,4 16,5 17,8 28,2 12,2 13,1 25,2 12,0 24,3 30,2 13,3 24,0 19,2 19,6

(*) Número de legislaturas previas del diputado o diputada. Datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

Estas cifras implican que en 10 de los 13 parlamentos autonómicos analizados más de la mitad de sus miembros tenían experiencia previa como representantes en la misma Cámara, lo que implica un alto grado de profesionalización, considerando, también, la función que estos diputados veteranos pueden tener en relación con la socialización de los noveles, a los que transmiten know how, valores, actitudes, memoria político-institucional y experiencia. Las diferencias entre los porcentajes respectivos de diputados veteranos son elevadas, superando –como se decía más arriba, los 30 puntos (de 25 puntos entre los porcentajes de veteranos con 1 ó 2

 

17  

legislaturas previas, y de 17 puntos entre los de 3 o más), evidenciando una gran heterogeneidad difícilmente explicable con las variables económicas, políticas o demográficas anteriormente mencionadas. En todo caso, esa veteranía consiste, especialmente, en haber sido diputados en esa cámara en 1 ó 2 legislaturas previamente, siendo menor el número de diputados que han permanecido en ellas 3 o más mandatos (el promedio para este tipo de veteranos “de largo recorrido” es, aproximadamente, del 20 por ciento. Esto evidencia que encontramos carreras parlamentarias en el ámbito autonómico de todos los tipos: de “corto”, “medio” y, en menor medida, de “largo” recorrido, teniendo en cuenta que en muchos casos son continuación o/y preludio de trayectorias profesionales en otras instituciones representativas o de gobierno del mismo o de distinto nivel de gobierno. Estos datos sobre la veteranía de los parlamentarios autonómicos elegidos en 2011 y 2012 ponen de manifiesto que las carreras parlamentarias –en el ámbito autonómicoson principalmente de corto y medio recorrido, de entre 4 y 12 años. Salvo en algunos Parlamentos (Madrid, Cantabria o Cataluña), son relativamente pocos –menos de una cuarta parte de los diputadoslos que cuentan con una carrera política en la respectiva cámara de más de 3 mandatos previos, coincidiendo con lo que ocurre en otros países europeos (Best, 2006). Igual que ocurría con la tasa de continuidad en el seno de los diversos grupos parlamentarios de un mismo partido -en los distintos parlamentos-, la veteranía que tienen sus respectivos diputados varía considerablemente de un parlamento a otro. Agregando los datos de veteranía de los diputados de los 13 Parlamentos autonómicos por grupo parlamentario, se observan grandes diferencias en cada grupo y en las distintas categorías (sin veteranía, veteranía de 1 ó 2 legislaturas o veteranía de 3 o más legislaturas), si bien tanto en los grupos parlamentarios del PP como en los del PSOE los veteranos suponen en casi todos los casos más del 50 por ciento del respectivo grupo (en 11 de los 13 Parlamentos, en el caso del PP, y en 9, en el del PSOE): la heterogeneidad se registra dentro de los grupos del mismo partido, más que entre parlamentos, habida cuenta de la diferencia de los respectivos porcentajes de veteranos (y de sus categorías) en cada grupo en una misma Cámara. No parece que los partidos –o sus parlamentarios- tengan una pauta común, de carreras parlamentarias más o menos largas. Si se agregan los datos para los grupos parlamentarios del PP, el PSOE y “otros” (tabla 8)7, se observa que en el Congreso de los Diputados se ha dado una pauta distinta que en el conjunto de las Cámaras Autonómicas: habiendo perdido escaños el PSOE en todas                                                                                                                 7

Los “n” respectivos son demasiado pequeños para poder comparar con rigor los porcentajes si se presentan por grupos parlamentarios en cada Parlamento o si se desagrega la categoría de Otros partidos.

 

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las Cámaras (y habiéndolos ganado el PP también en todas ellas, excepto en Asturias y en el País Vasco), en el Congreso de los Diputados el porcentaje de veteranos en el Grupo Socialista es 9 puntos mayor que en el Popular, mientras que ocurre lo contrario – también con una diferencia de 9 puntos porcentuales- en el conjunto de las Cámaras Autonómicas. En todo caso, el porcentaje de diputados veteranos es considerablemente alto en todas los grupos de los dos principales partidos (por encima del 40 por ciento, excepto en los grupos del PSOE en el las Cortes Valencianas y del PP en las de Aragón (37,3 y 30 por ciento, respectivamente)8. Tabla 8. Veteranía por partido político en Congreso de los Diputados y 13 Parlamentos Autonómicos (2011/12) Congreso de Diputados PP PSOE Otros

Parlamentos Autonómicos*

Ninguna

1+2

3 o más

Ninguna

1+2

3 o más

47,1 38,2 57,4

28,9 40,0 24,1

24,0 21,8 18,5

38,3 47,4 46,4

39,4 32,0 37,2

22,3 20,6 16,4

(*) Porcentajes sobre la agregación de todos los diputados de cada grupo de 13 Parlamentos Autonómicos. Elaboración propia a partir de datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

Ese alto grado de veteranía en la profesión de políticos de los diputados -en la actividad de gestión de los asuntos públicos- se incrementa si se tiene en cuenta la experiencia previa que habían tenido en alguno de los otros niveles de gobierno. Esa experiencia puede haberse dado como representantes electos (legislativos) o en cargos de designación (ejecutivos). En la tabla 9 se han recogido los porcentajes de diputados que informan haber ejercido cargos de representación en alguno de los tres niveles antes de acceder al Parlamento autonómico respectivo en 2011/2012) 9 , lo que puede suponer un capital importante en su carrera o trayectoria como políticos profesionales, especialmente en un sistema multinivel como el español: esta experiencia previa de representación proporciona a los diputados autonómicos un mejor conocimiento de la política en el medio local, más próximo a la ciudadanía y sus problemas más cotidianos, a las redes de actores relevantes, así como experiencia de                                                                                                                 8

La categoría de otros agrega tal variedad de partidos y grupos que resulta imposible analizar específicamente la dinámica dentro de cada uno de ellos, más allá de las cifras agregadas, que se indica sólo a efectos de comparación global. 9 En la tabla 9 se incluye también el nivel autonómico, a efectos comparativos, aunque suponga simplemente la suma de las dos últimas columnas de la tabla 7. Estas cifras no implican necesariamente carreras secuenciales en las distintas instituciones –por mucho que en bastantes casos sí lo sean-, puesto que en algunas ocasiones la experiencia en el ámbito local y en el autonómico puede ser simultánea.

 

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gestión de asuntos públicos: son políticos que ya se han socializado en esa profesión de representantes de asuntos públicos en las instituciones (salvadas las diferencias que cada ámbito implican).

Tabla 9. Porcentaje de diputados con experiencia previa en cargos electivos en distintos niveles de gobierno en cada Cámara   Local

Autonómico

Estatal

    Congreso de los Diputados

  54,9  

54,0  

54,3

  Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

  74,3 71,6 51,1 64,1 69,4 66,7 61,1 60,0 51,5 45,7 68,9 54,7 69,7 62,2

52,3     46,3 55,6 76,9 46,9 52,4 63,4 49,3 57,6 56,6 64,4 65,3 58,6 57,4

17,4 9,0 6,7 10,3 10,2 6,0 8,4 12,0 15,1 17,1 13,3 1,3 5,1 10,1

Datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

  Como se observa en la tabla 9, , casi dos terceras partes (un 62,2 por ciento) de los parlamentarios autonómicos elegidos en 2011 (o 2012) –como promedio de los 13 parlamentos analizadoscontaban previamente con experiencia como representantes electos en el ámbito municipal (concejales o alcaldes). Ese alto nivel de diputados con experiencia en el ámbito local es generalizado en casi todos los parlamentos: sólo es inferior al 50 por ciento en la Asamblea de Madrid, mientras que en 6 de los Parlamentos es superior al 66 por ciento –dos tercios de los integrantes de la respectiva cámara- (en el caso del Parlamento de Andalucía casi tres cuartas partes de los diputados cuentan con esa experiencia municipal previa). Las diferencias entre parlamentos –quitando estos dos casos extremos- no son tan grandes como las observadas respecto de otras variables analizadas, lo que evidencia una cierta homogeneidad en cuanto a esta variable que no se apreciaba en las anteriores. No se observan características políticas o económicas comunes en los parlamentos que cuentan con mayor o menor

 

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porcentaje, respectivamente, de diputados con esta experiencia local previa. Estas cifras ponen de manifiesto que el ámbito local es la principal puerta de entrada para los parlamentos autonómicos, por mucho que haya una parte de los diputados (algo más de un tercio) que no la usan. Las cifras (porcentuales) de diputados de cada parlamento con experiencia representativa previa en el ámbito local no “coinciden”, no obstante, con las de correspondientes del ámbito autonómico (entendiendo por “coincidencia” que sean superiores a la respectiva media), salvo en el caso de la Asamblea de Murcia, que registra porcentajes superiores a la respectiva media en ambos casos – dándose también en cuanto a la experiencia representativa en el ámbito estatal-. Si se atiende a los porcentajes de diputados de cada parlamento autonómico que cuentan con experiencia representativa previa en el ámbito estatal, se observa que las cifras son bastante más pequeñas en todos los casos, en tanto siguen primando las carreras políticas (parlamentarias) “en escalera ascendente” –lo que se evidencia, por comparación, en el porcentaje de diputados del Congreso de los Diputados que tienen experiencia previa en el ámbito autonómico, como en otro lugar han constatado que ocurre en otros países de nuestro entorno (Borchert y Stolz, 2011a y 2011b; Stolz, 2011): este tipo de trayectorias son poco corrientes (Oñate y PérezComeche, 2012), si bien supone un número de diputados nada desdeñable que cuenta con experiencia representativa previa en el ámbito estatal, lo que aporta profesionalidad y riqueza a la representación autonómica en un sistema político multinivel (Oñate, 2010). En todo caso, se observan diferencias considerables entre los porcentajes de diputados autonómicos de cada parlamento tienen experiencia representativa previa en el nivel estatal, desde el 1,3 por ciento (del Parlamento del País Vasco) al 17,4 (del de Andalucía), y registrándose un promedio de 10,1 por ciento para el conjunto de parlamentos autonómicos. Las variaciones respecto de las cifras correspondientes a la anterior legislatura no son muy significativas (Delgado y Oñate, 2008). En todo caso, De nuevo, el intento de relacionar esta variable con las explicativas mencionadas más arriba para tratar de explicar las cifras alcanzadas en cada parlamento genera resultados insatisfactorios. Hay que señalar que sólo en la Asamblea de Murcia se registran porcentajes de diputados con experiencia previa en cada nivel superiores a las medias respectivas. Como se decía más arriba, las carreras políticas de los diputados no necesariamente se circunscriben al ámbito legislativo (en distintos niveles de gobierno), sino que también han podido desarrollarse en cargos de designación en los ejecutivos del ámbito local, autonómico o estatal antes de llegar al respectivo parlamento. Por ello, a la hora de topografiar las características de la profesionalización de nuestra elite parlamentaria, convendrá atender

 

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a la experiencia previa que los diputados y diputadas han tenido en ese tipo de cargos políticos de designación. Sin duda, esa experiencia les habrá aportado conocimientos, contactos, puntos de vista y habilidades que les podrán resultar de enorme utilidad en sus plurales actividades en la cámara legislativa, coadyuvando a su profesionalización. El porcentaje de diputados que cuenta con esa experiencia municipal en cada uno de los parlamentos autonómicos para los que se ha podido recoger ese dato es bastante homogéneo, variando en un rango de 10 puntos porcentuales, si se deja de lado el caso de Les Corts Valencianas (tabla 10) 10 . Es considerablemente mayor la proporción de diputados autonómicos que antes de serlo han desempeñado cargos de designación en la administración de su comunidad autónoma11: en porcentajes similares al registrado entre los miembros del Congreso de los Diputados, cerca de una cuarta parte de los representantes autonómicos -como promedio- cuenta con esa experiencia en cargos de designación, observándose, no obstante, diferencias significativas –de más de 26 puntos- entre los porcentajes de los parlamentos, sin que las variables explicativas de carácter institucional, político, económico o demográfico nos sirvan, tampoco en esta ocasión, para alcanzar explicaciones claras al respecto. En todo caso, en 4 de los 13 parlamentos autonómicos analizados los diputados que contaban con experiencia previa en cargos de designación en el ejecutivo autonómico superaba el 25 por ciento, y en 10 de ellos el 20 por ciento. El Parlamento de Cantabria está entre los que registran porcentajes más altos de diputados con experiencia previa tanto en cargos electivos como de designación, mientras que el de Castilla-La Mancha está entre los de menor porcentaje también en ambos tipos de cargos en el ámbito autonómico. Pese a las diferencias entre los porcentajes de cada parlamento, las cifras evidencian que un buen número de los respectivos diputados cuentan con esa experiencia previa que coadyuva a la configuración de una carrera profesional. Las cifras de diputados que han desempeñado cargos de designación en el ámbito estatal son mucho menores, como cabía esperar en un sistema multinivel en el que la mayor parte de las trayectorias de las carreras políticas son unidireccionales y desde el ámbito local al estatal (Oñate y Pérez-Comeche, 2012) –y considerando la menor ratio de puestos por parlamentario en este caso-. El promedio de diputados autonómicos en cada parlamento                                                                                                                 10

No obstante, cabe pensar que buena parte de los diputados no declara ese tipo de actividad municipal previa, pese a contar con ella, entendiendo que no es digna de mención, conformándose con hacer pública su experiencia como concejales o alcaldes, por lo que las cifras de la correspondiente columna de la tabla 7 deben ser tomadas con cautela, considerando –además- que no ha sido posible obtener este dato para un buen número de los Parlamentos analizados. 11 Se tienen en cuenta cargos de director general o de superior nivel en la respectiva administración.

 

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con esa experiencia previa es de 3,3, aunque este promedio está enormemente condicionado por el caso de Madrid –excepcionalidad explicable por estar ubicadas en la Capital las instituciones estatales. El único Parlamento que registra porcentajes más altos de diputados con experiencia previa en cargos de designación en los tres niveles de gobierno (local, autonómico y estatal) es el de Andalucía. Los demás manifiestan poca coherencia en las posiciones más altas o más bajas al respecto en los tres niveles de gobierno. Tabla 10. Porcentaje de diputados con experiencia previa en cargos de designación en distintos niveles de gobierno en cada Cámara   Local     Congreso de los Diputados  Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

Autonómico

  11,7  

24,0

13,8 17,9

31,2 25,4 24,4 41,0 18,4 19,0 20,0 25,3 24,2 20,9 20,0 14,7 23,2 23,7

16,3 16,7 14,5 17,3

9,3 4,0 12,2

Estatal  

18,9 5,5 3,0 4,4 2,6 0,0 2,4 2,3 4,0 0,0 10,1 0,0 4,0 4,0 3,3

Datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

  Una última variable que debemos considerar en el análisis del grado de profesionalización de la elite parlamentaria resultante de las elecciones de 2011 y 2012 es la imbricación de los parlamentarios en las estructuras de las respectivas organizaciones partidistas en cuyas listas resultan elegidos. Esta es otra faceta de su profesionalización, en tanto implica una actividad complementaria a la que desempeñan en el parlamento y que afecta a su desempeño como profesionales de la política (Borchert, 2003; Best, 2006; Dalton, Farrell y McAllister, 2013). En los parlamentos de países europeos, lo habitual es que la carrera política esté vinculada a un partido político: es inconcebible hacer carrera parlamentaria sin tener una base segura en la estructura del propio partido (Borchert, 2003: 5). Esto cobra especialmente fuerza en un país como es España, en el que la política

 

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está protagonizada –si no ocupada de forma casi monopolística-- por todopoderosos partidos políticos que “lo llenan todo” (Oñate, 2000b y 2008). Esa imbricación entre aparato de la estructura organizativa del partido y el parlamento ha sido una constante en la democracia española: la mayor parte de los diputados y diputadas han contado con una intensa trayectoria en cargos de las estructuras partidistas. Como se aprecia en la tabla 11, la elite elegida en los comicios de 2011 y 2012 no fue una excepción en este sentido: más de dos tercios -como promedio- de los diputados de cada parlamento contaba con experiencia en cargos dirigentes de su respectivo partido en el ámbito local (promedio que sería mucho mayor si se excluyeran los casos de La Rioja [21,2 por ciento] y la Comunidad Valenciana [51,5 por ciento]). En cinco de los 13 parlamentos considerados el porcentaje de diputados con esa experiencia en la organización local de su partido supera el 75 por ciento. La pauta general (exceptuando los dos casos mencionados) es de una generalizada experiencia en este campo, pese a que se registren variaciones considerables en los respectivos porcentajes de cada parlamento (una vez más sin que quepa formular explicaciones basadas en las variables consideradas). El promedio de vinculación con estructuras locales partidistas de los diputados autonómicos en la presente legislatura alcanza unos niveles muy similares a los registrados en el Congreso de los Diputados. Tabla 11. Porcentaje de diputados con experiencia previa en cargos del partido en distintos niveles territoriales en cada Cámara   Local

Autonómico

Estatal

   Congreso de los Diputados

  60,6  

52,0  

40,6

 Andalucía Aragón Asturias Cantabria Castilla-La Mancha Castilla-León Cataluña Galicia La Rioja Madrid Murcia País Vasco Valencia Media Parlamentos Autonómicos

79,8 71,6 62,2 64,1 61,2 97,6 78,6 68,0 21,2 65,1 75,5 69,3 51,5 66,6

44,9 55,2 55,6 61,5 38,8 58,3 72,5 32,0 33,3 69,8 77,8 80,0 54,5 56,5

14,7 19,4 24,4 25,6 6,1 8,3 29,8 13,3 3,0 36,4 24,5 13,3 13,1 17,8

 

24   Datos Parlamentos 2011 (y 2012 en CCAA Históricas y Asturias).

  La experiencia de los diputados elegidos en 2011 y 2012 en cargos de la estructura autonómica del respectivo partido es menor que la relativa al ámbito local (excepto en cinco de los parlamentos considerados), aunque también es -en términos generales- elevada. De nuevo, se observan diferencias relevantes entre los distintos parlamentos, si bien en 9 de los 13 parlamentos analizados más de la mitad de los diputados elegidos en la última convocatoria tenían ese tipo de experiencia en las estructuras organizativas partidistas autonómicas. Cabría pensar que la existencia de partidos de ámbito no estatal podría explicar unos porcentajes más altos (Cataluña o País Vasco), pero también se registra un porcentaje alto en cuanto a esta variable en la Asamblea de Murcia, donde no hay partidos de ese tipo; y entre los Parlamentos con menores porcentajes en cuanto a esta variable se cuentan alguno que tiene partidos de ámbito no estatal relevantes, así como otros que no los albergan. El promedio de los parlamentos autonómicos es similar al registrado al respecto en el Congreso de los Diputados. Por último, también es relevante la imbricación de los diputados y diputadas autonómicas en la estructura organizativa estatal de su respectivo partido. El promedio de los porcentajes de diputados de cada parlamento autonómico con ese vínculo alcanza casi el 18 por ciento (teniendo en cuenta que los cargos son relativamente menos accesibles en este último nivel de las estructuras partidistas, habida cuenta de la desproporción de los respectivos números de puestos). No obstante, de nuevo se registra una considerable variedad en los respectivos porcentajes de cada parlamento, que oscilan entre el 36,4 y el 3,0 (de los de Madrid y La Rioja). Comparando los datos de la legislatura iniciada en 2011 ó 2012 con los correspondientes a los de la anterior, se observa que el número de diputados integrados en las estructuras partidistas de se ha incrementado y en los tres niveles –algo menos en el autonómicoen buena parte de los parlamentos autonómicos, aumentando la profesionalización de las elites parlamentarias –ahora a través de las estructuras organizativas de sus respectivos partidos-. Si se comparan los porcentajes más altos y más bajos de cada nivel territorial respecto de la penetración de los diputados de cada parlamento en las respectivas estructuras partidistas, se observa que sólo hay una pauta común a esos tres niveles en los Parlamentos de La Rioja y de Castilla-La Mancha (Parlamentos que menor porcentaje registran de diputados con esa imbricación en las estructuras partidistas en los tres niveles); y en el de Cataluña en cuanto a estar entre los de mayor tasa de imbricación en los tres niveles. El resto de Parlamentos registran cifras poco coherentes entre los tres niveles de gobierno, haciendo imposible establecer explicaciones cabales al

 

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respecto entre todos ellos o dentro de cada uno, en función de las variables sociodemográficas, económicas o políticas consideradas. Estas altas tasas de imbricación entre los partidos como organización y los partidos en las instituciones (Katz y Mair, 1995; Panebianco, 1993) podría sugerir un debate en torno a qué faceta prima sobre la otra. La temprana configuración de los partidos en España como organizaciones centralizadas y férreamente controladas desde la cúpula dirigente –control que se plasma en el proceso de elaboración de las listas electorales a los distintos parlamentos- se traslada a los grupos parlamentarios, en los que unas pocas personas deciden la dinámica política y organizativa del grupo, sin que se suelan registrar disidencias o posturas alternativas a las decisiones adoptadas por los dirigentes (Oñate, 2000-a, 2000-b y 2008). Los partidos ocupan las instituciones llenándolo todo (Leibholz, 1971), y trasladan a ellas las dinámicas jerárquicas que caracterizan la vida de su organización. La elite parlamentaria está integrada (podría decirse, permeada) por esa organización y sus “hábitos” –lo cuál no debe resultar, a estas alturas, sorprendente-, marcando en buena medida las carreras parlamentarias de los políticos profesionales, lo que a buen seguro tiene consecuencias en la forma en la que los diputados conciben y ejercen la representación política. 4. Conclusiones El proceso de descentralización iniciado en España a finales de los años 1970 y primeros 1980 ha dado lugar a un sistema institucional multinivel, en el que nuevas esferas institucionales de carácter autonómico se han configurado como ámbitos políticos con entidad y atractivo propio para unas elites política que operan en ellos, y que –al tiempo- los han ido conformando. Esas elites se han configurado como profesionales de la política, trazando trayectorias de carreras políticas que trascienden, en muchas ocasiones, ese nivel de gobierno. En estas páginas se han estudiado las características sociodemográficas y políticas fundamentales de las elites parlamentarias resultantes de los procesos electorales autonómicos celebrados en 2011 y 2012, lo que podríamos denominar el input de esa elite: la edad de los diputados y diputadas, el sexo, el nivel de estudios, la continuidad, el grado de veteranía, la experiencia política previa en cargos de elección y de designación en los tres niveles de gobierno (local, autonómico y estatal), así como la imbricación de esos diputados en la estructura organizativa (también local, autonómica y estatal) de su respectivo partido político. Esas características evidencian unas pautas generales comunes a la vez que alojan diferencias considerables entre los diputados de los diversos parlamentos y grupos parlamentarios, diferencias que obligan a hablar de heterogeneidad respecto de cada variable

 

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(variando en cada caso los parlamentos que alcanzan niveles más altos o más bajos respecto de cada característica). Y esas diferencias parecen darse tanto entre parlamentos como entre los plurales grupos parlamentarios dentro del mismo, así como entre los grupos de un mismo partido en los distintos parlamentos): en todo caso, suelen ser más parecidas entre diputados de un parlamento que entre miembros de un grupo parlamentario de diversos parlamentos. Así, aunque la elite parlamentaria comparte algunas características comunes, la heterogeneidad en sus perfiles es la nota dominante, sin que pueda hablarse propiamente de pautas propias que distingan a una elite o sub-elite de una comunidad autónoma dada. Aunque la heterogeneidad sea la pauta más destacable, sí puede sintetizarse la caracterización de la elite parlamentaria autonómica tras las elecciones de 2011-2012: cuando toman posesión de su escaño los diputados y diputadas son relativamente jóvenes (48 años, como promedio) si bien han desarrollado ya una actividad profesional en el ámbito público o privado; cuentan con un alto nivel educativo, al haber cursado casi tres cuartas partes de ellos estudios universitarios superiores; más del 40 por ciento son mujeres. Más de la mitad de los diputados y diputadas ya lo era en la misma cámara en la anterior legislatura: cerca del 40 por ciento, como promedio de los 13 parlamentos analizados, estuvo antes como diputado 1 ó 2 legislaturas, y una quinta parte 3 o más. Las carreras parlamentarias se configuran, así, como de medio recorrido –para la mayor parte, de entre 4 y 12 años-, si bien hay que considerar que la mayor parte de los diputados y diputadas habían ejercido antes otros puestos como representantes o tenían experiencia previa en cargos políticos de designación en uno u otro nivel de gobierno (en una carrera como políticos profesionales). Además, dos tercios de los diputados –como promedio de los 13 Parlamentos- han ejercido previamente cargos en la estructura orgánica local de su partido, más del 50 por ciento lo han hecho en la autonómica, y cerca del 20 por ciento lo hacen en la estatal, lo que evidencia un alto grado de imbricación (si no ocupación) de las estructuras organizativas partidistas con la elite parlamentaria. También se observan diferencias respecto de la caracterización de la elite parlamentaria autonómica resultante de la anterior legislatura: los cambios no siguen, en todos los casos, la misma dirección y se dan dentro de unos márgenes no excesivamente grandes, pese al considerable cambio electoral acaecido en las elecciones de 2011 y 2012 (quizá porque no haya pautas –rangospropias de un grupo parlamentario en distintos parlamentos, ni de determinado parlamento y en una específica legislatura). Esta heterogeneidad cambiante se refuerza por las dificultades encontradas al tratar de explicar las variaciones y diferencias entre las características de la elite de los distintos parlamentos atendiendo a variables de carácter sociodemográfico, económico o político de la correspondiente comunidad autónoma. Esas cambiantes diferencias

 

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parecen responder, más bien, a factores coyunturales y particulares de cada parlamento o partido respecto de una específica característica o de alguno de sus grupos parlamentarios (sin que sean necesariamente comunes con características de colegas de ese grupo parlamentario en otro parlamento). Tampoco se pueden establecer relaciones entre esas variables de las comunidades autónomas y pautas propias de las elites de unos u otros parlamentos, resultando más difícil hablar de distintas elites, que tengan una caracterización propia, que de una multiplicidad de variaciones -que no parecen seguir patrón alguno-. Estas características de la elite autonómica (con las diferencias que se registran dentro de ella) no son especialmente distintas que las propias de los ocupantes de los escaños del Congreso de los Diputados: los representantes autonómicos –como promedio- son algo más jóvenes (2 años); cuentan con mayor proporción de mujeres (un 4 por ciento más); han cursado en menor medida estudios superiores (un 14 por ciento menos declara haberlo hecho); tienen una tasa agregada de continuidad mayor (en 4 puntos porcentuales –un poco más entre las diputadas-); entre los parlamentarios autonómicos hay –proporcionalmente- más veteranos (un 3 por ciento más); hay (proporcionalmente) más parlamentarios autonómicos con experiencia previa como representantes municipales (8 puntos) que entre los diputados del Congreso, si bien más diputados en éste tienen experiencia previa como representantes autonómicos y en el ámbito estatal (3 y 40 puntos de diferencia); y, por último, los parlamentarios autonómicos han ocupado en mayor proporción cargos en la estructura orgánica local y autonómica de su respectivo partido, mientras que los del Congreso lo hacen en mayor medida en la estatal. Los estrechos márgenes de estas diferencias entre los diputados autonómicos y los estatales (así como la heterogeneidad que se da entre los de los parlamentos autonómicos) impiden hablar de dos elites, propias de cada nivel territorial, claramente diferenciadas. En todo caso, esa heterogeneidad general en cuanto a las principales características sociales y políticas no impide que podamos afirmar que nos hallamos ante una elite política altamente profesionalizada –quizá más que en la anterior legislatura-, que manifiesta considerables niveles de veteranía y experiencia política en la gestión de los asuntos públicos en diversas instituciones y organizaciones partidistas (en la misma o/y en distinta esfera de gobierno), niveles que apuntan claramente a ese alto grado de profesionalización en un sistema político multinivel. Esta caracterización de las elites parlamentarias autonómicas habrá de complementarse con otros estudios relativos a sus trayectorias políticas y a los efectos que esas específicas características puedan tener en su actividad en el sistema institucional (output), en tanto adoptan decisiones que afectan a todo el entramado institucional y a las diversas áreas políticas. La elite parlamentaria resultante de las

 

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elecciones de 2011 y 2012 se configura como una elite altamente profesionalizada y conocedora del entramado y la actividad política del entorno en el que trabajan y que modelan en su quehacer cotidiano. Futuras investigaciones habrán de indagar cuál es la relación de ese alto nivel de profesionalización con el rendimiento de su actividad en la sociedad y en el sistema político.

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