¿Para qué una geografía ambiental? (2010)

July 19, 2017 | Autor: Pedro Urquijo | Categoría: Environmental Geography, Geography and Latin America
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Descripción

Introducción ¿Para qué una Geografía ambiental?

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Introducción. ¿Para qué una Geografía ambiental? Gerardo Bocco, Pedro S. Urquijo y Antonio Vieyra

El contexto Este libro se nutre de las ponencias –y comentarios ad-hoc para cada una de ellas– presentadas en el Coloquio Internacional “Geografía y Ambiente en América Latina”, organizado por el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA-UNAM) entre el 18 y el 20 de agosto de 2010 en las instalaciones del Campus Morelia1. El coloquio tuvo por objetivos revisar el desarrollo de la geografía en los inicios del siglo XXI en América Latina y reflexionar sobre el estado teórico y conceptual de la geografía latinoamericana, por un lado, y por otro ponderar la relevancia de la geografía ambiental en tanto enfoque emergente. El evento tuvo por marco el centésimo aniversario de la refundación de la Universidad Nacional de México, hoy UNAM; de manera particular también sirvió para conmemorar el tercer aniversario de la creación del CIGA. Por otro parte, el coloquio fue parte de la asignatura introductoria a la geografía, que impartimos en el Posgrado en Geografía de la UNAM en este Centro.

Universidad Nacional Autónoma de México. Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental.

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El coloquio y la asignatura introductoria respondieron a una paradoja planteada por nuestros estudiantes de posgrado: por qué en un programa de Geografía no se incluían mayores reflexiones teóricas sobre la disciplina, habida cuenta que buena parte de los estudiantes provienen de otras licenciaturas. En efecto, nuestro programa había privilegiado los aspectos operacionales y de geografía física por sobre los conceptuales y de geografía humana. De este modo, nos dimos a la tarea de formular los contenidos de un curso que ofreciera a los estudiantes los elementos teóricos básicos acerca de las corrientes principales de trabajo académico en geografía. Escogimos la ya antigua propuesta de Pattison (1964) que señaló cuatro áreas clave, mismas que él denominó traditions en Geografía: análisis regional, análisis espacial, y perspectivas desde las ciencias de la tierra y desde la relación sociedadnaturaleza (mand-land o human-enviornment). De manera complementaria propusimos la celebración del Coloquio, para lo cual invitamos a especialistas de varios países de América Latina, o bien otros especialistas de fuera de nuestra región pero que trabajan en América Latina, a que expusieran sus puntos de vista en forma sistemática; es decir, mediante textos que pudieran convertirse, eventualmente, en capítulos de un libro. Asimismo invitamos a otros tantos especialistas para que elaboraran y presentaran a su vez un texto corto como comentario a cada ponencia impartida2. Todo este material es el que recogemos en este libro. De este modo buscamos por un lado responder al vacío señalado por nuestros estudiantes, y por otro avanzar en una de las metas planteadas en 2006 en el propio documento de creación del CIGA3; a saber, la contribución a la construcción teórica y metodológica de un aparente campo emergente: el de la geografía ambiental. Nos interesaba particularmente conocer la visión de los casi 15 especialistas invitados, de diversas latitudes, pero trabajando en América Latina. La especificidad regional, pensamos, sería relevante, ya que partimos de la noción de ambiente como objeto social, cultural e históricamente construido. De tal manera que una reflexión sobre la intersección

2 Hemos respetado, en estos comentarios el estilo y formato ofrecido por cada comentarista. 3 El documento de creación del CIGA está disponible en www.ciga.unam.mx.

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(explícita4) entre geografía y ambiente, tal como sugiere la dupla geografía ambiental, se enriquecería con los aportes desde un espacio cultural e histórico compartido, la América Latina. Por otro lado, este esfuerzo daba continuidad a un trabajo iniciado en 2007 de revisión y análisis bibliográfico e histórico de la contribución de la Geografía a la cuestión ambiental, con base en sucesivas búsquedas en bases de datos bibliográficos disponibles en la Internet, incluyendo artículos publicados en revistas arbitradas y libros en editoriales científicas5. En estos trabajos, las preguntas clave que nos formulamos en paralelo fueron, en primer lugar, acerca de la posible existencia institucional de la Geografía ambiental, utilizando como indicadores (a) la existencia de artículos o libros que incluyeran esta dupla bien en su título, bien en palabras llave; (b) la existencia de departamentos académicos en facultades o escuelas con tal rótulo; (c) la presencia de comisiones sobre el tema en sociedades científicas, tanto en Geografía como en ciencias afines. En segundo lugar, revisamos la relación entre Geografía y Ciencias Ambientales, en especial desde el punto de vista de posibles marcos conceptuales compartidos o interrelacionados. En tercer lugar, intentamos revisar el papel de los dos campos tradicionales en que se ha compartimentado la Geografía, a saber, la Física y la Humana, en sus respectivas contribuciones a la Geografía y ambiente, o en su caso, a la Geografía Ambiental. De esta manera se conformó un breve pero relativamente sólido corpus resultado de la revisión y análisis de la bibliografía. En líneas generales, los resultados sugirieron que la Geografía Ambiental carece de una presencia institucional bien establecida. Ello a juzgar por la ausencia de una revista científica con ese nombre, las muy escasas referencias de artículos publicados en la bibliografía internacional, la casi nula presencia de libros y la ausencia tanto de departamentos de Geografía Ambiental como de comisiones o capítulos en sociedades científicas. Ello no contradice la larga y robusta aportación de la Geografía a la cuestión ambiental, documentada asimismo 4 Hablamos de una intersección explícita, ya que la implícita está dada por la geografía como una ciencia de carácter netamente ambiental. 5 Al final de este capítulo se reseñan los resultados de estos análisis a modo de un breve apéndice conteniendo tanto ponencias como artículos o capítulos en libros.

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en el coloquio –y en este libro–, así como en la literatura científica sobre sociedad, ambiente y territorio. Asimismo el análisis realizado sugeriría que las ciencias ambientales carecen de un marco conceptual y metodológico propio; han surgido en tanto ámbito multidisciplinario como una respuesta a la crisis ambiental global reconocida desde la década de 1970 y su contribución se da especialmente a nivel de ciencia aplicada. Parecería que las ciencias ambientales toman el marco conceptual de aquella disciplina que constituye el eje en la definición y eventual resolución de un problema específico. Se podría concluir que la contribución de la Geografía al tema ambiente se ha dado desde su conformación como ciencia, y lo ha hecho desde la perspectiva territorial espacial o, si se prefiere, ha aportado a la comprensión de la dimensión espacial de la noción ambiente. En otras palabras, si bien muchas disciplinas, en especial en las últimas décadas han “descubierto” y aportado a lo ambiental, la Geografía lo ha hecho tradicionalmente con una especificidad que la diferencia de otras disciplinas. Tal vez el tema más atractivo desde el punto de vista del fortalecimiento del campo emergente que denominamos geografía ambiental es acerca del futuro devenir de esta subdiscplina emergente o tal vez visión de lo ambiental desde la Geografía. Castree (et al., 2009:1-9) sugieren que la Geografía ambiental comparte mucho de la denominada tradición human-environment ya señalada más arriba, y que sería muy importante que se abandonara la compartimentación en las ya tradicionales geografías física y humana e intentar cerrar la brecha entre ciencia natural y ciencia social al interior de la Geografía. Asimismo sugieren que esto permitiría a la Geografía ambiental jugar un papel de liderazgo en relación con otras disciplinas en el concierto de lo ambiental6. Es necesario que pase algún tiempo para verificar el derrotero de la Geografía ambiental, tanto en su desarrollo teórico como en sus contribuciones metodológicas y en aplicaciones. En el CIGA no existe consenso pleno en el tema. Pero una de las visiones reconoce que es la Geografía como ciencia social la que debe llevar el rumbo en este trabajo de elaboración y operación. 6 El capítulo de Mathewson en este libro ofrece, en su inicio, una breve reseña del texto referido.

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Ello no supone que cese o se menosprecie la actividad en temas típicos de la geomorfología y cuestiones técnicas tales como los sistemas de información geográfica en particular integrados a la percepción remota. Muy por el contrario, esta actividad debería realizarse al nivel óptimo. Sin embargo, tanto las grandes preguntas de investigación así como los grandes marcos estratégicos donde articular las respuestas emanan ambos de la ciencia social. En otras palabras, la pregunta que puede servir como eje para esfuerzos futuros pasaría por cuestionarse acerca de la posible contribución de la Geografía Ambiental a la teoría social.

Las contribuciones La obra está estructurada en tres partes: Pensando la Geografía ambiental, Haciendo Geografía ambiental y un epílogo. La primera aparece conformada por cinco trabajos. El primero de ellos, de la autoría de Carlos Reboratti, analiza a través de las diferentes tradiciones y escuelas geográficas las causas de la partición que se presenta en la Geografía y que ha llevado a la separación de la disciplina en la Geografía física y la Geografía humana, haciendo énfasis sobre todo en el contexto de América Latina. Para salvar dicha separación el autor plantea que la Geografía debería de asumir un mayor interés por los temas ambientales, ya que en ellos confluyen múltiples factores tanto de ámbitos naturales como sociales que a su vez potencian la reflexión teórica como la búsqueda de soluciones prácticas. En el segundo artículo Kent Mathewson hace una presentación de la “Geografía ambiental” como un campo o subdisciplina emergente en la que la geografía humana y la geografía física confluyen, e idealmente se integran. Mathewson sugiere que este nuevo campo es incentivado por un amplio rango de factores actuales, entre los que destacan en un extremo la crisis ambiental global y en el otro el pensamiento geográfico post-positivista y post-estructuralista. No obstante, reconoce que ni la forma ni el contenido de la Geografía ambiental están aún definidos, por lo que su contribución está encaminada en una primera parte al análisis del uso actual del término, teniendo especial interés en el enfoque legado de la escuela de Berkeley, encabezada por Carl Sauer y sus seguidores, quienes desarrollaron el enfoque conocido como “tradición hombre-naturaleza” (man-land tradition), a

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lo que considera un principio fundacional de la actual Geografía Ambiental. Finalmente, analiza ese mismo enfoque pero en sus aplicaciones recientes atendiendo las problemáticas y direcciones teóricas actuales, sugiriendo algunas de las raíces que los geógrafos ambientales deberían de explorar y tomar en cuenta. En la tercera aportación, de la autoría de Federico Fernández, se plantea una historiografía de la geografía universitaria en México, desde su origen hace poco más sesenta años hasta la actualidad. En ella el autor establece tres grandes apartados, en el primero hace un recuento de los antecedentes decimonónicos para ubicar el origen y las influencias que formaron el pensamiento geográfico en México; en el segundo analiza la generación hoy activa, es decir, aquella que se formó durante la década de los setenta y ochenta, profundizando en los conocimientos y visiones propios de la disciplina universitaria de aquellos años y la visión y el ejercicio que esas generaciones han podido desarrollar hasta inicios de la primera década del presente siglo; y por último plantea un esbozo de lo que es la geografía mexicana setenta años después de sus inicios y cuál es el posible panorama en diez años. Por su parte Andrés Guhl en su contribución analiza algunas visiones del medio ambiente en el quehacer geográfico de Colombia, para ello destaca en primera instancia la relevancia de la Geografía como una de las principales disciplinas abocadas al estudio y la atención de la crisis ambiental global. Posteriormente fundamenta cómo en Colombia el medio ambiente es visto como el escenario donde ocurren las actividades humanas y cómo la dimensión de la construcción social de la geografía ha quedado relegada por otra más pragmática con una visión técnica y positivista en los temas ambientales. Asimismo concluye que la Geografía en Colombia carece de un carácter integral e interdisciplinario, propios de la Geografía Ambiental, no obstante destaca el reciente surgimiento de desarrollos conceptuales relevantes que podrían generar una geografía ambiental en dicho país. Como cierre de esta sección, José Luis Palacio analiza el proceso de institucionalización de la Geografía en América Latina; para ello establece en principio un recuento del surgimiento y evolución de las primeras sociedades científicas en el mundo y particularmente en la región y como estas últimas han establecido una serie de esfuerzos de difusión del quehacer geográfico a través de eventos internacionales que han buscado aglutinar a la comunidad

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geográfica abocada al estudio de diversas problemáticas de América Latina. Posteriormente el autor plantea una caracterización del crecimiento de la oferta de programas universitarios enfocados a la formación de geógrafos profesionales en la región y discute algunos de los factores que han propiciado su desarrollo, situación actual y perspectivas. El autor concluye que ante la paradoja que se vive en Latinoamérica sobre el desarrollo de la Geografía, ya que en la mayoría de los países es aún muy incipiente, el incremento relativamente notable de la oferta universitaria permite apreciar un futuro de mayor desarrollo para la disciplina, basado en la creciente demanda de profesionistas que aborden los crecientes y agudos problemas ambientales y sociales que se presentan actualmente a escala mundial y regional. La segunda parte del libro, Haciendo Geografía Ambiental, está conformada por cinco trabajos. En el primero, Alejandro Velázquez y Alejandra Larrazábal plantean que ante la gravedad de los alcances de los problemas ambientales y la necesidad de nexos directos que conecten las contribuciones científicas y la toma de decisiones destinadas a la sustentabilidad ambiental, el enfoque geográfico transdiciplinario de la ciencia del paisaje puede, en gran medida, servir como catalizador asistiendo a los actuales desafíos científicos y proporcionando conocimientos que apoyen la planificación integral. Por lo que en su contribución analizan los alcances del enfoque participativo en el manejo del paisaje, que a su vez permita alcanzar eventualmente acciones racionales y duraderas, para la conservación del capital natural. Michael McCall aborda un interesante enfoque sobre los ambientes en comunidades locales de América Latina, en particular en poblaciones indígenas, basado en las representaciones cartográficas que ellas hacen de sus territorios y los recursos que poseen. El autor atiende en primera instancia tres preguntas específicas respecto a los mapas participativos: ¿por qué hacerlos?, ¿qué cartografiar? y ¿cómo hacerlo? Parte básicamente de las siguientes interrogantes más generales: ¿por qué es tan importante cartografiar el territorio y sus recursos para estas comunidades en América Latina y por qué un enfoque participativo es necesario? ¿Cuáles son los objetos y sujetos resultantes de esta cartografía participativa?, y ¿cómo se lleva a cabo una buena y efectiva práctica de cartografía participativa? Lo anterior asumiendo que, a través de la cartografía participativa, se pueden reconocer problemas y alternativas a éstos que son propios de una comunidad.

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El trabajo de Hugo Romero, Claudio Fuentes y Pamela Smith, pretende a través del análisis de un fenómeno natural que se presentó en territorio chileno desarrollar enfoques y categorías de análisis propios de una geografía científica de tipo convencional que podría estar reconocida en objetos y procesos que corresponden a los propios de la naturaleza. La propuesta va aún más allá analizando hechos y discursos propios de la geografía sociopolítica. Por tanto, dicho planteamiento asume una visión integral bajo el análisis de un problema específico, aspecto que es reconocido como parte esencial de la misma geografía y que bien podría estar inserto en una visión propia de la geografía ambiental. El cuarto trabajo cuya autora es Magaly Mendonça tiene por objetivo analizar los desastres naturales pluviométricos ocurridos en Brasil y encuentra al igual que el anterior trabajo, diversos elementos y categorías de análisis desde la geografía con una marcada visión integral, manifestando su interés por métodos de análisis históricos, climático-meteorológicos y asumiendo que los procesos de urbanización son uno de los principales componentes para que los eventos climáticos se tornen en desastres. Lo anterior, expone la autora, permite contextualizar las condiciones de vulnerabilidad en que se encuentra gran parte de la población brasileña. La quinta y última contribución de esta sección, resulta, a diferencia del resto de los trabajos incluidos en este libro, de un coloquio previo realizado en el CIGA. El trabajo presentado por Mindahi Crescencio Bastida Muñoz y Rocío Albino Garduño enfatiza la necesaria relación de compromiso con la sociedad que debe guardar la práctica académica. A este efecto, recurren a la experiencia en una de las universidades interculturales de México, y escogen como tema una noción cercana a y de interés de la geografía ambiental: la docencia sobre el desarrollo sustentable. El libro concluye con una tercera sección donde, en primer lugar, Daniel Klooster sintetiza el conjunto de ponencias y comentarios, a la vez que formula algunas ideas para la práctica futura. El título de la contribución de Klooster es por demás sugerente, y sintetiza, en buena medida la reflexión contenida en este libro. Se trata de Geografías ambientales, en plural, y no en singular, algo que, en sí mismo, merece toda la atención. En segundo lugar, los editores, a manera de epílogo, ofrecen reflexiones finales y señalan lo que consideran podría ser una manera de hacer geografía ambiental desde un centro de la UNAM en provincia.

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