PALOMEQUE, 2005, \"Córdoba colonial, economia y sociedad\". Conferencia del 6 de julio de 2005, Aniversario de la Fundación de la Ciudad. Dirección de Cultura de la Municipalidad de Córdoba. Museo San Alberto, Córdoba

September 27, 2017 | Autor: Silvia Palomeque | Categoría: Historia Regional, INVASION ESPAÑOLA
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Descripción

"CORDOBA COLONIAL, ECONOMIA Y SOCIEDAD". Conferencia del 6 de julio de 2005, Museo San Alberto, Córdoba. [Ms] 1 Silvia Palomeque 2

Las sociedades indígenas

Las sociedades indígenas que habitaban las zonas de las sierras de Córdoba y sus cercanías fueron denominadas como Comechingones o como Sanavirones por los conquistadores españoles. Ellos constituían una numerosa población asentada en aldeas, que practicaban principalmente una agricultura de temporal y a veces con riego, junto a la caza y la recolección. Basándose en las excavaciones de los asentamientos del valle de Copacabana, desde la arqueología, Laguens(1994) sostiene que dichos pueblos tenían un sistema de gobierno escasamente centralizado, donde varios pueblos menores estaban "sujetos" a otro mayor pero con relaciones relativamente laxas entre ellos, y que el mecanismo por el cual establecían una acción política unificada eran las reuniones entre los distintos grupos. Como estas reuniones persistieron después de la conquista y como forma de resistencia al control español, los españoles las denominarán despectivamente como "juntas" o "borracheras" (I. Castro Olañeta,2002). Estos pueblos, al igual que los lules, parece que eran de los que tenían las formas de organización socio-política menos compleja dentro de la Gobernación del Tucumán colonial3; los españoles que venían acostumbrados a la formas de gobierno de las sociedades indígenas andinas situadas hacia el norte -más complejas y centralizadas-, decían que los indios de Córdoba al igual que los lules era gente de "menos razón" y que sus caciques eran poco obedecidos. Es posible establecer una relación entre esto y la ausencia de presencia incaica en Córdoba ya que, según Fray Reginaldo Lizárraga, Córdoba era la única zona de la gobernación donde "no alcanzó el gobierno del inca". La 1 A pedido de los organizadores (Secretaria de Cultura de la Municipalidad de Cba.) se les remitió este texto para una publicación que no realizaron. 2 Investigadora del Área de Historia del CIFFyH-UNC y del CONICET y Profesora de la Cátedra de Historia Americana I, Escuela de Historia, FFyH-UNC. 3 La Gobernación del Tucumán estaba formada por la parte colonizada de las actuales provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y Córdoba.

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semejanza entre los indios de la sierra de Córdoba y los lules también fue mencionada por el padre Barzana, y sus relatos también nos permiten percibir interesantes detalles sobre la vida social de estos grupos. Él dice que " todas estas naciones son muy dadas a bailar y cantar ... Los lules entre todos son los mayores músicos desde niños ... También mucha de la gente de Córdoba son muy dados a cantos y bailes, y después de haber trabajado y caminado todo el día" (Palomeque,2000)

Las primeras "entradas" de los españoles

En 1529 se produce la primera entrada a Córdoba por parte de un pequeño grupo de la expedición de Gaboto en cuyos relatos se funda la leyenda de los Césares. La segunda entrada se da varios años después, en 1543-46, durante la expedición de Diego de Rojas que baja desde Charcas y que llega hasta las costas del Paraná, teniendo que enfrentar la dura resistencia de las sociedades indígenas. Años después, en 1571, el Virrey del Perú Francisco de Toledo designa como Gobernador del Tucumán a Jerónimo Luis de Cabrera, en un período donde ya está organizado el gobierno del Virreinato Peruano y en expansión la producción minera del cerro de Potosí pero con problemas de resistencia indígena en varios frentes. Para estos años ya se ha consolidado la conquista española en Chile y, en la Gobernación del Tucumán, ya están fundadas y asentadas las ciudades de Santiago del Estero, Tucumán y Esteco pero con serios problemas de incomunicación en tanto las rutas están cortadas por la sublevación de los pueblos indígenas de las tierras altas del oeste (Valles Calchaquíes y de Puna) y por la agresión de los pueblos chaqueños y "chiriguanos" situados hacia el este. Toledo designó a Cabrera dándole la precisa instrucción de que funde la ciudad de Salta pero también autorizándolo para la fundación de otros pueblos en caso de que lo considerara necesario. La fundación de Salta le interesaba de sobremanera en tanto estaba ubicada en un punto estratégico desde donde se podía controlar el paso de la ruta interrumpida por los indios de tierras altas y de tierras bajas.

El control de este punto y de esta ruta, era parte del

proyecto general del virrey Toledo que consistía en enfrentar los crecientes 2

problemas con las sociedades indígenas deteniendo la expansión española hacia tierras nuevas y consolidando la zona colonial ocupada. Este tipo de proyecto para el asentamiento en el Tucumán sólo en parte coincidía con otros proyectos que se venían generando desde años atrás desde distintos sectores coloniales. También estaba el proyecto que pocos años antes había sido propuesto por el Oidor Matienzo de la Audiencia de Charcas, que buscaba la comunicación directa entre Charcas (que incluía la zona minera potosina) con España a través de un puerto en el océano atlántico (Buenos Aires), y que para ello proponía la fundación de la cadena de ciudades en el Tucumán. Por su parte, también los conquistadores asentados en Chile habían generado su propio proyecto de expansión, planteando una fundación en la zona de Córdoba en tanto la consideraban un punto que les permitiría comunicarse no sólo con Charcas sino también con España a través del Atlántico (Levillier,1930). Cabrera quien marcha a hacerse cargo de la Gobernación y de la fundación de Salta " ... a su propia costa sin socorro alguno de Su Majestad..." (excepto por 12 arcabuces que según Toledo le cuestan 590$) pero contando con el apoyo de importantes vecinos de Charcas como la familia Almendras, realmente responde más al proyecto de Matienzo que al de Toledo. En vez de fundar Salta baja hacia el sur y funda Córdoba primero y luego el puerto de San Luis, en las riberas del Paraná, durante los mismos años que con el mismo objetivo se intenta re-fundar Buenos Aires por parte del acaudalado Adelantado Juan Ortiz de Zárate, también importante vecino de Charcas según Presta (2000). Esta decisión de Cabrera de tensar al máximo

las disposiciones

virreinales, sumado al hecho de que el rey había designado a otro gobernador en forma paralela (Gonzalo de Abreu), ocasionarán serios conflictos a los primeros vecinos de la nueva ciudad,

harán muy difícil su supervivencia

durante los primeros años y casi llevarán al fracaso la fundación.

Los primeros años: el Fuerte (1573 a 1577/9)

Una vez llegado a la capital de la Gobernación situada en Santiago del Estero, Cabrera no sale directamente hacia Córdoba sino que envía

una 3

primera expedición al mando de Lorenzo Suárez de Figueroa, quien viene acompañado de 50 soldados y un sacerdote de la Orden de la Merced, Fray Luis de Balderrama, ordenándole que reconozca el terreno y realice los primeros contactos y acuerdos con las sociedades indígenas. Al regreso de la expedición a Santiago, Cabrera publica la Jornada a los Comechingones a la que acuden los vecinos de Santiago, Talavera y San Miguel de Tucumán (un centenar de españoles y sirvientes indígenas) (Piana, 1992), quienes marchan junto a su propia hueste. Este es el grupo de conquistadores que primero viene y funda Córdoba y luego sigue hacia el este y funda el puerto de San Luis sobre el río Paraná, casi en el mismo momento en que Garay hacia lo mismo con Santa Fe y poco antes de que el Adelantado Juan Ortiz de Zárate fundara el puerto de San Salvador a la orilla izquierda del río Uruguay. Según Luque Colombres (1971), el 6 de julio de 1573 Cabrera funda la ciudad de Córdoba en un Fuerte ubicado en una explanada alta de Barrio Yapeyú, en la ribera norte del río. Se fundó la ciudad en este fuerte para protegerse de las agresiones de la población indígena y con la expresa intención de trasladarla hacia el emplazamiento actual, para cuando lograran desplazar la población indígena que la ocupaba. Un mes después (agosto) Cabrera

efectuó la primera traza de lo que iba a ser una futura ciudad,

adjudicó los solares a los futuros vecinos y, desde diciembre del 73 al 12 de marzo del 74 otorgó varias mercedes de tierras y también de encomiendas de indios. Claro está que todo esto se realizaba desde el Fuerte, y afectando a tierras y a indios que aún estaban en proceso de conquista y negociación. También cabe señalar que este no fue un fuerte estrictamente militar, ocupado sólo por soldados, sino que también hay familias. Son "soldados-colonos" ya que, al decir de Luque, muchos han traído sus mujeres desde Santiago, Talavera o Tucumán. En el mismo año de la fundación, en 1573, llega Gonzalo de Abreu a Lima y es reconocido como Gobernador del Tucumán por el Virrey Toledo quien vuelve a insistirle en la necesidad de fundar Salta, mientras le ordena a Cabrera que lo reconozca como Gobernador y que "le dexe el dicho cargo". En 1574 Abreu llega a Santiago del Estero, se hace cargo de la Gobernación, y el 15 de marzo ya está en Córdoba donde luego de confirmar todas las mercedes de tierras otorgadas por Cabrera a los vecinos y estantes (tal como consta en 4

el Libro de Mercedes de la ciudad) (Tanodi et al, 1958), hace trasladar a Cabrera a Santiago para iniciarle allí el habitual juicio de residencia. Una vez en Santiago, lo acusa a Cabrera de organizar un motín para desplazarlo y lo ajusticia junto a otros dos miembros de su hueste, sin que Toledo intervenga a su favor (Levillier, 1930). Entendemos que este accionar de Abreu desestructura el proceso de conquista y fundación de Córdoba y, puede decirse, que casi lo hace fracasar. Según Luque, ante esta situación, gran parte de la hueste que vino con Cabrera abandona la ciudad, muchos de ellos son llevados por Abreu hacia las nuevas conquistas, varios se van hacia Santiago del Estero, quedando el Fuerte sin mayor apoyo del Gobernador y con muy escasos y desarmados pobladores lo cual apenas les permite mantenerse en el Fuerte, sin tener la menor posibilidad de trasladarse a la planta teórica de la nueva ciudad. Esta falta de hombres los deja muy débiles frente a las ofensivas de los indígenas que matan españoles encomenderos, indios yanaconas y caballos, que se atreven a entrar a arreglar cuentas dentro del fuerte, que atacan a los yanaconas que están fuera del mismo cuidando el ganado, que queman los escasos asientos rurales, todo ello debido a la incapacidad de los españoles para salir a castigarlos. Pareciera que ante esto, muchos yanaconas optan por huir o por reducir su colaboración lo cual los deja sin trabajadores a los españoles ya que no disponen de negros esclavos para el trabajo. Hay gran dificultad para el cultivo de chacras que luego serán destruidas por las langostas o por los indígenas, no hay comercio y falta hasta el lienzo que es la "moneda de la tierra" e incluso el papel. También están sin religiosos hasta que en julio de 1575,

espontáneamente, Fray Juan de Rivadeneira viene y

establece el convento franciscano, levantando los primeros ranchos en el lugar acordado para ellos en la planta teórica de la nueva ciudad (Luque,1971). Don Alonso de la Cámara, vecino fundador, años después (1614) recuerda que "... todos los que en aquel tiempo militaron y estuvieron en el fuerte de esta ciudad de Córdoba, así en la defensa de él, como en las corredurías que se hicieron a los dichos naturales, padecieron muchísimos trabajos .... hambre y desnudez y riesgo de sus personas" (Levillier,1930) Esta difícil situación se mantiene hasta que, en 1576,

los escasos

vecinos de la ciudad son reforzados accidentalmente por unos 40 5

conquistadores que llegan luego de abandonar la fracasada población de San Salvador, antes mencionada. Según Luque, los vecinos ahora ya aumentados, ya pueden salir del Fuerte pero por ya no estar de acuerdo con el antiguo reparto de solares, solicitan una nueva distribución de los mismos antes de trasladarse a la nueva planta de la ciudad. El 11 de julio de 1577, por orden de Gonzalo de Abreu del primero de diciembre del año 1576, se destruye físicamente el papel donde constaba el primer plano de distribución de solares y se escribe la segunda Traza y reparto de solares por parte del Teniente General de la Gobernación don Lorenzo Suárez de Figueroa. Se re-asignan los solares a los actuales vecinos y estantes, dejando de lado a todos aquellos que ya no estaban mientras se mantienen las 70 cuadras (10 de largo y 7 de ancho) de la primera traza, se realizan pequeños cambios en las medidas de los solares y desplazan una cuadra la plaza central. Según este autor, la distribución de solares fue bastante "igualitaria" hacia españoles, portugueses, criollos y mestizos ya que "durante esos años de penurias, las necesidades y trabajos colocaban a los hombres en un cierto pie de igualdad." Cuando uno compara los nombres de los integrantes de la hueste de Cabrera en 1573 (que recibieron las tierras en merced que fueron luego confirmadas por Abreu) con los de los vecinos a quienes se les asignan los solares de la nueva traza de la ciudad de 1577, comienza a percibir que habría que seguir profundizando los estudios iniciados por Luque. Lo primero que salta es la duda sobre si realmente fueron los nuevos pobladores venidos en 1576 los que solicitaron el cambio de la traza original en tanto se ve que muchos de los primeros fundadores son los que ocupan los solares más importantes. Junto a esto también se ve que a otro grupo de los primeros fundadores no se les asigna solares ni dentro del centro ni dentro de las cuadras ocupadas, sino que se les asignan solares lejos, en los márgenes deshabitados o en las barrancas, o que si ocupan un buen solar no es porque se les haya adjudicado a ellos sino a su esposa. A otros, directamente, no se les han entregado solares o, mejor dicho, les han quitado los que tenían en la primera distribución, y quizá parte de ellos son los que menciona Luque como ya ausentes o también fallecidos, como es el caso de Jerónimo Luis de Cabrera. Es decir que, partiendo de estos primeros indicios

uno podría

suponer que el Gobernador Abreu a través de medidas como la confirmación 6

de las mercedes de tierras sólo logra la buena voluntad de una parte de la hueste de Cabrera mientras que no logra el apoyo de otra parte que permanece resistente, generando un caldo de cultivo para futuros conflictos internos dentro de la ciudad o para el paulatino abandono de la misma por parte de los afectados. Además, las operaciones registradas en los libros de Protocolos Notariales desde 1574 a 1579 nos muestran que en estos años se producen una sorpresiva cantidad de compraventas de tierras rurales (C.Ferrero y S.Nicolini, 2001) que bien nos autorizan a pensar en que puede tratarse de antiguos fundadores que se sienten ofendidos y estafados y que abandonan la ciudad, vendiendo las tierras que recibieron en merced por parte de Cabrera o los solares tan mal ubicados. El abandono del "Fuerte" habitado desde 1573 hacia la nueva planta urbana, es lento, se inicia en este año de 1577 pero recién se lo abandona totalmente para 1579 (seis años después de la primera fundación). En la nueva ciudad realmente se ocupan parcialmente 27 cuadras de las 70 de la traza. Estas 27 cuadras son las comprendidas entre

las actuales calles Colón,

Maipú/Chacabuco, D.Quirós y V.Sarfield/Colón. Fuera de ella sólo hay algunos ranchos desparramados, su apariencia es la de un "villorrio mísero y desmantelado". Si seguimos consultando a Luque (1971), que es quien más a estudiado la ciudad temprana, vemos que la elección de lugar de la nueva ciudad se realizó en años de seca o luego de una escasa observación, ya que en los años lluviosos la ciudad queda rodeada por el agua y sus construcciones se inundan a cada rato. Desde el Sur estaba el Aguaducho que la inundaba del agua que bajaba desde el actual Barrio de Nueva Córdoba hacia el convento de San Francisco; por el oeste estaban las crecientes abruptas del arroyo de la Cañada, y por el norte y el este estaba el mismísimo río ya que en esos años sus barrancas daban cerca de la calle Santa Rosa y luego curvaban hacia el sur por la calle Santiago del Estero. De las referencias de Luque (1971) desprendemos que durante los primeros años de ocupación de la ciudad se mantuvieron los problemas con las sociedades indígenas, incluso en 1581 se ordenó tapiar los solares cercanos a la plaza pensando en que era necesario tener un espacio más resguardado, una especie de fuerte contra los indígenas. Es que durante estos años el control de la población indígena seguía siendo muy inestable, con algunos 7

grupos sometidos pero otros en franca rebelión. Para el principio de la década del 80 aún se dice que "...los indios no servían..." a los españoles, que "...estaban por conquistar...", y que faltan alimentos ".... por causa de que los naturales de la tierra no sembraron muchos años por hechar della a los españoles..." . Luego, paulatinamente, a través de pactos, entradas de castigos, malocas, de las que pocos detalles tenemos, se va logrando que la producción realizada por los indios comience a llegar a la ciudad mientras las unidades productivas españolas logran irse asentando en el área rural, sobre todo en las tierras cercanas a los caminos.

1573- 1585/90: de la economía sin mercado a la exportación de excedentes.

En este primer período, que dura unos 15 años aproximadamente y que llega por lo menos hasta 1585, en la naciente ciudad sólo se realizan transacciones internas con escaso uso de moneda metálica (Garzón Maceda, 1968). Por los trabajos de Assadourian [1982(1968)] y Piana (1992) podemos ver que el ganado que más velozmente se reproduce y cría son las cabras y ovejas y que recién para 1590 el stock de vacunos cubre las necesidades de consumo interno y permite un excedente para la exportación. También de estos trabajos se desprende que no hay mayor producción mercantil de textiles ya que los que circulan provienen de diversas zonas y recién hacia 1585/90 se organiza la producción textil de la región con destino a la exportación. Estos 15 años son aquellos que, según Garzón Maceda (1968), se pasa de una economía sin mercado

y casi sin moneda metálica, a una economía con

excedentes exportables.

Una ciudad centro de red de tráficos mercantiles múltiples: 1585/90- 1610/20.

Esta segunda etapa

comienza desde que existen excedentes

comerciables con el exterior y se refuerza al situarse Córdoba en el centro de la red de transportes del circuito comercial Potosí-Buenos Aires- Brasil y secundariamente con Chile. En esta segunda etapa, según Garzón, estamos 8

frente excedentes exportables que son enviados principalmente a Potosí y Brasil y secundariamente a Chile, en presencia de un estado colonial oscilante que se opone o facilita dicho tráfico. Existe un circuito amplio, de larga distancia, en el cual se inserta Córdoba como punto de tránsito en el cual se organizan los transportes y, de paso, se exporta la propia producción. El circuito de larga distancia consiste en el ingreso de importaciones de efectos europeos, esclavos, azúcar y hierro desde Brasil, vía puerto de Buenos Aires, a cambio de plata de origen potosino. Los agentes de ese circuito son mercaderes portugueses (Costa,2001) y altoperuanos, muchos de ellos asentados temporalmente en Córdoba, con los cuales se asocian los vecinos encomenderos-comerciantes cordobeses en tanto Córdoba se constituye como centro de enlace y distribución desde donde se organizan los transportes hacia esos dos puntos (al igual que hacia Chile, Santa Fe, Paraguay) mientras se envían mercaderías locales o se reexportan principalmente los esclavos con los cuales obtienen grandes ganancias en el centro minero (Garzón, 1968). A nuestro entender en estos años Córdoba estaba cumpliendo de manera restringida el rol que fue imaginado por los primeros fundadores (de ser uno de los puntos habitados que facilitaba el relacionamiento de Chile y Charcas con el atlántico a través del puerto de Buenos Aires) en tanto es un punto estratégico en el intercambio que facilita la vinculación entre distintas zonas con el puerto, aunque dicho rol esté restringido por el hecho de que la circulación legal de las exportaciones de los metales preciosos de la zona minera y las importaciones de los efectos europeos debe obligatoriamente pasar por Lima, centro del comercio monopolista vinculado al sistema de flotas y galeones Los productos exportados, originados dentro de la jurisdicción de Córdoba, eran ganados ovinos y vacunos en pie, sebo y cecinas derivadas del ganado vacuno, textiles de lana y algodón, harina de trigo y cera y miel, y los distintos implementos necesarios para el transporte. Claro está que corresponde señalar que estas producciones no eran específicas de Córdoba sino que las mismas también se desarrollaban en las otras ciudades del Tucumán. Pensando a Córdoba como ciudad incipiente dentro del gran espacio tucumano, Assadourian [1982[1968)] le asigna al sector textil

el papel de 9

introducir a la región en los intercambios interregionales. En Córdoba el tejido destinado a abastecer el mercado potosino principalmente, se desarrolla hacia 1585/90 en la actividad doméstica urbana y el trabajo no claramente especializado en los pueblos de indios, de los cuales conocemos muy bien la situación existente en el pueblo de Quilpo (Doucet, 1986). Luego, hacia 1600, también comienza a desarrollarse el tejido en los obrajes de los encomenderos. El otro rubro exportado es el ganadero; Assadourian [1982[1968)] encuentra que desde 1590 la producción ganadera logra un excedente que será exportado como sebo a Brasil y como ganado en pie a Potosí, y que los envíos se hacen hacia uno u otro destino de acuerdo a las conveniencias del mercado. Respecto al trigo, Piana (1992) sostiene que desde 1590 a 1610 es uno de los principales productos en los que tienen que entregar tributo los pueblos de indios de la jurisdicción. Las harinas son enviadas en carretas que van exclusivamente hacia el Atlántico para ser consumidas en Buenos Aires o para ser embarcado hacia Brasil o Angola, desde donde retornan pagos en dinero o en esclavos. En 1608 ella encuentra el registro de las últimas operaciones con harinas. La otra actividad o producción que es relevada cuidadosamente por Piana es la relacionada con el sector transporte. Allí aporta datos sobre encomiendas especializadas en la producción de carretas, guascas, costales, cría de animales de tiro (bueyes y caballos de carga) como son las de Saldán y el pueblo de indios de la Escoba o la importancia que toman los carpinteros, junto a varios datos que permiten ver la importancia que esta actividad de carretería tenía para los encomenderos de la jurisdicción. Incluso dice que la gran activación del comercio en 1590 sorprende a los vecinos sin equipamiento de carretas pero que, velozmente, realizan las inversiones necesarias para participar en este nudo de tránsito, que los principales participantes en el negocio son los encomenderos y que, hacia 1600 el negocio de los trajines alcanza hasta Potosí con su secuela de migración o venta de indígenas en esas zonas y las conocidas prohibiciones sobre su traslado. En lo que tanto Garzón, Assadourian y Piana concuerdan plenamente es en la importancia negativa que para la jurisdicción de Córdoba tienen las medidas que toma Hernandarias, el Gobernador de Buenos Aires y Paraguay durante las primeras décadas del siglo XVII, cuando logra el apoyo de la Corona para que el comercio atlántico quede como privilegio exclusivo de 10

Buenos Aires y el Litoral, excluyendo del mismo a Córdoba y al Tucumán. A causa de esas medidas, se esfuma el rol de Córdoba como articuladora de un conjunto de tráficos interregionales, se interrumpen las exportaciones de trigo, sebo y cecinas hacia el atlántico y comienza la orientación comercial de Córdoba casi exclusivamente hacia el centro minero altoperuano. Pero hacia el Potosí ya no irán ganados y tejidos, sino cada vez más ganados, en tanto la producción textil comienza a descender hacia 1610/15, con su punto más bajo en 1630 donde queda en pie un obraje, perdiendo no solo el mercado potosino sino su propio mercado interno que pasará a ser abastecido desde Asunción, Catamarca, La Rioja e incluso desde Lima. Según Assadourian, la decadencia se debe a la gran mortalidad de la población indígena con la consecuente extinción de las grandes encomiendas y la competencia en el mercado consumidor de Potosí de la producción de otras regiones. Esta gran mortalidad indígena, a su vez, es la que permite la expansión del ganado en tierras que antes eran ocupadas por hombres.

1610/20

- 1700.

La

orientación hacia

el

centro minero con la

especialización en producción mular.

Según las investigaciones de Assadourian [1982[1968)], este es un período donde se reorientan todas las exportaciones hacia la zona minera principalmente, con incremento de las exportaciones de vacunos y ovinos mientras las mulas se vuelven el principal producto de exportación. Las exportaciones de vacunos y ovinos a Potosí desde la Gobernación del Tucumán durante este siglo se multiplican por 10, alcanzando a 70 mil cabezas de vacunos anuales. Esta gran cantidad de ganado no se produce totalmente en Córdoba en tanto parte del mismo viene de Santa Fe, Buenos Aires, San Luis y otras zonas del Tucumán. Junto a las vacas también se exportan ovejas, a tal punto que hacia 1628 se menciona que ya faltan en el Tucumán. La exportación de mulas de Córdoba, a la que este autor estudia en detalle, presenta varias diferencias según los períodos económicos, que en el fondo dependen de las oscilaciones de la producción minera potosina. Existe un primer ciclo que va desde 1610 a 1629, de despegue de la producción mular, de sacas reducidas y altos precios unitarios; un segundo sub-período 11

que va desde 1630 a 1659 donde se advierte un fuerte y constante incremento en la cantidad de mulas exportadas junto a la baja y luego estabilidad en el precio unitario de cada la mula y un tercer sub-período que va de 1660 a 1700 donde se evidencia una lenta y constante caída en el precio de la mula mientras se mantienen las cantidades exportadas implicando una retracción de los retornos monetarios para la región. Cabe señalar que si bien Córdoba es el gran centro de exportación mular, también otras regiones tucumanas participan de este negocio, e incluso no todas las mulas que vende Córdoba son criadas en sus praderas sino que parte de ellas son compradas en Santa Fe y Buenos Aires, son traídas hacia los terrenos fértiles y pedregosos de las sierras donde son invernadas y endurecidos sus vasos, proceso indispensable antes de comenzar la larga ruta hacia los centros mineros andinos. Todas estas exportaciones implican altos retornos en dinero. Garzón (1968) plantea que en 1659 son 800 mil pesos lo que se negocian en vacas y mulas en el Potosí. En este período, según las investigaciones de Carolina Ferrero y Silvina Nicolini (2001), las fronteras de la región se expanden a lo largo de las costas de los ríos Primero, Segundo y Tercero, en estancias de crías de mulas y de ganado, las cuales, según Constanza González (2002), también estarían incluyendo sembradíos de trigo.

La decadencia general. 1700-1750.

La decadencia inicia un cuarto período muy marcado por el hecho de que el valor unitario de cada mula cae a un nivel donde su precio ya no cubre las inversiones de los productores y, en consecuencia,

cae totalmente la

cantidad de mulas exportadas. Esta crisis, que se corresponde con la crisis minera, afecta no sólo a Córdoba sino al conjunto del espacio colonial y en consecuencia, afecta toda la actividad mercantil. Según Arcondo (1992), que es quien mejor estudia este período, el síntoma más notorio de la decadencia consiste en la ruralización de la población urbana, incluso de los miembros de la elite que tiende a ocultar su la falta de dinero asentándose en sus residencias rurales. El otro efecto notorio, según un Informe del Cabildo, es la retracción del espacio rural controlado por la ciudad en tanto las poblaciones indígenas situadas fuera del área colonial, hacia el este, avanzan sobre las 12

estancias situadas en las riberas de los ríos, matando a sus habitantes, robando sus ganados, con lo cual sus habitantes tienen que abandonarlas. Según Garzón (1968) esta población opta por migrar hacia Buenos Aires o Cuyo.

La recuperación económica y de las relaciones mercantiles hacia varias regiones. 1750-1810.

Un quinto período, de recuperación económica se inicia hacia 1750, ya se nota claramente hacia 1770 y persiste hasta la crisis colonial de 1810. Paulatinamente vuelve a activarse el comercio, el metálico vuelve a ingresar a la jurisdicción, aumenta la población en general y de la ciudad en particular, mientras comienzan a pagarse las deudas tal como se observa en la cancelación de censos tomados en el período anterior (Tedesco, 2002). Si bien esta reactivación tiene mucha relación con la recuperación de la producción minera altoperuana y el incremento de su tradicional demanda de ganados y de mulares, las relaciones mercantiles ya no se orientarán sólo hacia el o los centros mineros altoperuanos. En la segunda mitad del siglo XVIII, si bien Potosí sigue siendo muy importante, las actividades mineras ya no se reducen a Potosí sino que también abarcan a otros centros alto y bajo peruanos y también incluyen a Chile, todo lo cual implica una ampliación de la demanda de mulas, ganados, charquis, etc. desde varios puntos, todo lo cual redunda en un repoblamiento de las tierras de las llanuras cordobesas antes perdidas. También en este período se va incrementando la demanda de productos desde el puerto de Buenos Aires y desde la zona litoral, zonas de fuerte crecimiento económico y de aumento de población debido a las nuevas y muy favorables políticas metropolitanas que permiten la reactivación del puerto como punto de introducción de mercancías europeas y de salida de la plata de los centros mineros, a quienes finalmente se les autoriza para que comercien con España a través del puerto de Buenos Aires. Hacia el puerto y el litoral comenzarán, paulatinamente, a exportarse cada vez más textiles cordobeses (al igual que santiagueños y puntanos) cuyo origen ya no estará en los sometidos pueblos de indios como en el siglo XVI, sino principalmente en unidades domésticas campesinas de localización rural, donde la mujer teje mientras su marido se 13

dedica a la actividad ganadera o a los fletes, mientras un enjambre de comerciantes las endeudan para obligarlas a vender a bajo precio sus ponchos (Assadourian [1982[1968)], Palomeque, 1989, Punta, 1997 y Tell, 2001). En estos años reaparece o se refuerza lo que hemos denominado como una relación atlántica de Córdoba pero ya no hacia Brasil sino restringida hacia Buenos Aires y el Litoral. Buenos Aires, ciudad nuevamente reforzada como punto de introducción de mercancías europeas legales o ilegales, presenta un cambio notorio: ahora esta región y el litoral, con salarios en alza, centros de atracción de población migrante, presentan con una demanda genuina hacia productos del interior como son los textiles con cuya exportación Córdoba logra reducir una parte de las deudas en dinero que implica el pago de las importaciones europeas que ingresan por las rutas atlánticas. La otra parte, la mayor parte de dicho dinero seguirá originado en los retornos monetarios que vienen en pago de los ganados que siguen yendo hacia las zonas mineras (que ya dijimos que ahora son varios centros andinos e incluyo Chile) cuyos precios también están en alza a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, lo cual ha permitido la reactivación del famoso ramo de mulas. A través de estos mecanismos y relaciones, Córdoba llega a los últimos años del período colonial con una balanza comercial equilibrada o favorable, situada en un conjunto de múltiples relaciones mercantiles interregionales (Assadourian, 1982 [1978], Palomeque,1989 y Assadourian y Palomeque, 2003) es decir, finalmente respondiendo a los propósitos para los cuales fue fundada.

BIBLIOGRAFIA ARCONDO, Anibal, El ocaso de una sociedad estamental. Córdoba entre 1700 y 1760. Dir. Publicaciones, UNC. Córdoba, 1992 ASSADOURIAN, Carlos Sempat, "Economías regionales y mercado interno colonial: el caso de Cordoba en los siglos XVI y XVII" En: El sistema de la economía colonial. IEP, Lima, 1982 (1968)

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